Claves Del Ecologismo Social

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Claves del ecologismo social Agustín Hernández Aja, Alicia H. Puleo, Carlos Taibo, Cristina Rois, Cthuchi Zamarra, Daniel López García, David Llistar, Dolores Romano Mozo, Edith Pérez, Erik Gómez-Baggethun, Eva Aneiros, Fernando Cembranos, Francisco Castejón, Gemma Tarafa, Iñaki Barcena, Jaime S. Barajas, jorge Riechmann, José Vicente Barcia, Juan Carlos del Olmo, Julio Alguacil, Luis González Reyes, Luis Rico García-Amado, Mar R. Gimena, María González Reyes, Marta Pascual, Marta Soler Montiel, Paco Segura, Ramón Fernández Duran, Rosa Lago, Theo Oberhuber, Yayo Herrero. Colección ENSAYO, n° 1 La editorial de ECOL©GISTA$

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Claves del ecologismo social

Agustín Hernández Aja, Alicia H. Puleo, Carlos Taibo, Cristina Rois, Cthuchi Zamarra, Daniel López García, David Llistar, Dolores Romano

Mozo, Edith Pérez, Erik Gómez-Baggethun, Eva Aneiros, Fernando Cembranos, Francisco Castejón, Gemma Tarafa, Iñaki Barcena, Jaime

S. Barajas, jorge Riechmann, José Vicente Barcia, Juan Carlos del Olmo, Julio Alguacil, Luis González Reyes, Luis Rico García-Amado, Mar R. Gimena, María González Reyes, Marta Pascual, Marta Soler Montiel, Paco Segura, Ramón Fernández Duran, Rosa Lago, Theo Oberhuber,

Yayo Herrero.

Colección ENSAYO, n° 1

La editorial de

ECOL©GISTA$

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Título: Claves del ecologismo social

Autores : Agustín Hernández Aja, Alicia H. Puleo, Carlos Taibo, Cristina Rois, Cthuchi Zamarra, Daniel López García, David Llistar, Dolores Romano Mozo, Edith Pérez, Erik Gómez-Baggethun, Eva Aneiros, Fernando Cembranos, Francisco Castejón, Gemma Tarafa, Kaki Barcena, Jaime S. Barajas, jorge Riechmann, José Vicente Barcia, Juan Carlos del Olmo, Julio Alguacil, Luis González Reyes, Luis Rico García Amado, Mar R. Gimena, María González Reyes, Marta Pascual, Marta Soler Montiel, Paco Segura, Ramón Fernández Duran, Rosa Lago, Theo Oberhuber, Yayo Herrero.

[dea original , m a q u e t a c i ó n y producc ión : Ecologistas en Acción

Cubierta: Biográfica

C o o r d i n a c i ó n editorial: Valentín Ladrero

Edita: Libros en Acción La editorial de Ecologistas en Acción, C / Marqués de Leganés 12, 2 8 0 0 4 Madrid, Tel: 915312739, Fax: 915312611, [email protected] www.ecologistasenaccion.org

© Ecologistas en Acción y los autores y autoras

Pr imera ed ic ión: noviembre 2 0 0 9

Impreso en papel 100% reciclado, ecológico, sin cloro.

Este libro está bajo una licencia Reconocimiento-No comercia I-Compartir bajo la misma licencia 3.0 España de Creative Commons. Para ver una copia de esta licencia, visite http://creativecommons.Org/licenses/by-nc-sa/3.0/es/

ISBN: 978-84-613-5255-5 Depósito Legal: M-43530-2009

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i i i I I I i I I i ! ! i ;

índice

IVúlogo, 11

li Causas de una enfermedad sistémica: ideologías de la destrucción, 13 l )na mirada crítica al concepto de progreso Yuyo Herrero, 15

(ul tura del crecimiento en un mundo finito . Idilh Pérez, 21

mito del mercado y la democracia liberal Iñaki Barcena Hinojal, 27

l ,a pobreza desde el ecologismo Marta Pascual, 33

Deuda ecológica: la mirada medioambiental de los desiguales inlercambios económicos Iñaki Barcena Hinojal y Rosa Lago Aurrekoetxea, 41

1 ,a escapada virtual: el desarrollo de una ceguera colectiva Fernando Cembranos Díaz, 47

Defensa de qué, de quién: miedo a la carta para la guerra global Mar R. Gimena y Jaime S. Barajas, 53

(Capitalismo global Carlos Taibo, 59

J i! 1 i.

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II. Diagnóstico de un sistema colapsado: consecuencias de la insostenibilidad, 65 Biodiversidad: tirando piedras contra nuestro propio tejado Theo Oberhuber, 67

Del crédito a la deuda ecológica en una generación Juan Carlos del Olmo, 73

Cambio climático Cristina Rois, 79

El inicio del fin de la era de los combustibles fósiles y sus consecuencias, Ramón Fernández Duran, 85

¿El final del capitalismo global? Luis González Reyes, 91

Crisis alimentaria: agricultura industrial y transgénicos Marta Soler Montiel, 97

Urbanización contra sostenibilidad Agustín Hernández Aja, 103

Riesgo químico Dolores Romano Mozo, 109

III. Escuchar la vida: mensajes para una alternativa necesaria y posible, 117 Sostenibilidad: cultura de los límites Erik Gómez-Baggethun y Luis Rico García-Amado, 119

Decrecimiento: menos para vivir mejor Luis González Reyes, 125

Biodiversidad: elemento central de un nuevo paradigma Theo Oberhuber, 131

Democracia directa, colectiva y cooperativa Julio Alguacil Gómez, 135

Acerca de la tecnociencia y el principio de precaución Jorge Riechmann, 143

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Anticooperación: aportes al ecologismo social Gemma Tarafa y David Liistar, 155

Soberanía alimentaria: un pacto social por la agricultura Daniel López García, 163

Ecofeminismo: la perspectiva de género en la conciencia ecologista Alicia H. Puleo, 169

Las mujeres, protagonistas de la sostenibilidad Marta Pascual, 175

Las alternativas de la defensa antimilitarista Eva Aneiros Vivas y Cthuchi Zamarra de Villanueva, 183

Cambio de paradigma energético Francisco Castejón, 189

Menos transporte: los desafíos de la proximidad Paco Segura, 197

Consumo crítico: límites a la bulimia social María González Reyes, 203

La batalla del lenguaje: toponimia de la resistencia ¡osé Vicente Barcia Magaz, 2 0 9

Indice alfabético, 219

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Prólogo

Si miramos y nos fiamos de lo que observamos, llegaremos a la conclusión de que la mayor parte de las cosas verdaderamente importantes van a peor. El agua limpia, las reservas pesqueras, los espacios naturales, los bosques, la energía fósil, la biodiversidad o el t iempo que las personas tienen para dedicar a cuidar y relacionarse con los demás son bienes cada vez más escasos y degradados. La brecha económica que separa a las personas en­riquecidas de la gran parte de seres humanos empobrecidos y expoliados crece de una forma obscena.

El enorme aumento de emisiones de gases de efecto invernadero, fruto de la actividad humana sobre todo en el mundo rico, o la proliferación de productos químicos ajenos a la dinámica de la biosfera, están alterando los equilibrios dinámicos y cambiantes de la naturaleza que explican la exis­tencia de la especie humana. El cambio global es de tal calado que ya hay quien propone que nuestra era geológica pase a denominarse Antropoceno, ya que la especie humana se ha erigido en el principal configurador de las dinámicas biogeofísicas de la Tierra.

A pesar de que cada vez existe un discurso verde aparentemente más .isentado y de que se ha multiplicado la existencia de institutos, inves­tigaciones, instituciones y publicaciones que tratan sobre los problemas ambientales y sus soluciones, por el momento, parece que la humanidad continúa sin virar el rumbo que conduce al deterioro social y ambiental.

En nuestra opinión, el gran problema es que aún no está asumido por una gran parte de la población, ni desde luego por la clase política y económica que ostenta el poder, la gran contradicción fundamental que debe afrontar nuestra especie: la incompatibilidad esencial entre un sistema socioeconómico basado en la extracción y generación de residuos creciente y un planeta con límites.

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El ecologismo social pretende desde hace décadas afrontar la situación de encrucijada en la que nos encontramos, colaborando en el impulso de un cambio de modelo que permita ajustar los procesos económicos humanos a los límites biofísicos, a los tiempos de regeneración y a las dinámicas de los ecosistemas, con criterios de equidad, de tal modo que la redistribución y reparto igualitario de la riqueza ocupe un lugar central en la política y la economía.

Para deshancar al lucro y los beneficios del puesto central que ahora ocupan, debemos conseguir que muchas personas desplacen la mirada hacia

s lo verdaderamente importante: el mantenimiento de la vida y la justicia y la equidad entre las personas.

Este libro quiere ofrece algunas claves básicas para poder interpretar la realidad desde el prisma del ecologismo social: cómo funciona y se articula la vida en la naturaleza; cuáles son los principales síntomas del desajuste entre sociedad y naturaleza y cuáles sus consecuencias; por dónde deben ir los cambios para torcer esta trayectoria suicida; cómo y quién se apropia de los bienes y servicios que presta el planeta; qué riesgos supone el calentamiento global; qué papel juega la visión de lo femenino sobre el mundo para facilitar el cambio; qué caminos pueden conducir a la sostenibilidad...

Esperamos poder contribuir a cambiar la mirada sobre lo que vemos y animar a volcar esfuerzo y trabajo en la construcción de un mundo justo y compatible con la lógica de la vida.

Ecologistas en Acción

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I. Causas de una enfermedad sistèmica: gías de la destrucción

CLAVES DEL ECOLOGISMO SOCIAL

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I. CAUSAS DE UNA ENFERMEDAD SISTÈMICA: IDEOLOGÍAS DE LA DESTRUCCIÓN

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Una mirada crítica al concepto de progreso

Yayo Herrero Centro Complutense de Estudios e Información Medioambiental

y miembro de Ecologistas en Acción

I D los últimos siglos, y sobre todo en las últimas décadas, el conocimiento científico ha avanzado de una forma impresionante. En todas las áreas del pensamiento: física, matemáticas, química, biología, economía, sociología, etc. han aparecidos nuevas teorías y descubrimientos cuya aplicación ha cambiado la vida a una velocidad vertiginosa. Máquinas, artefactos, medios de transporte, nuevos negocios y formas de relacionarse son resultado de esta vorágine de generación y aplicación de la tecno-ciencia.

("uñosamente, a la vez, vemos cómo casi todos los factores básicos en los que se apoya la vida, tal y como la conocemos, van a peor. Las reservas pesqueras en todo el mundo disminuyen rápidamente; los suelos pierden paulatinamente la capacidad de producir alimentos; el ritmo de extracción ile petróleo, imprescindible para mantener nuestra organización productiva y económica, no va a poder seguir aumentando debido a su agotamiento; el agua, el aire y el suelo se degradan debido a la contaminación química; las desigualdades sociales se profundizan porque existe una desmesurada ¡ipropiación de bienes y riqueza por parte de una minoría; la articulación comunitaria que ha garantizado la reproducción social (los cuidados en la Infancia, en la vejez o a las personas enfermas, por ejemplo) se está destru­yendo, entre otras cosas, porque hombres y mujeres dedican la mayor parte de su tiempo a trabajar para el mercado; lo que se llama democracia se ha convertido en un sistema hegemónico que dispone de medios de difusión masivos, y una enorme maquinaria tecno-militar capaz de convencer o Imponer el modelo global...

i Por qué a la vez que se ha generado tanto conocimiento y al mismo

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I. CAUSAS DE UNA ENFERMEDAD SISTÈMICA: IDEOLOGÍAS DE LA DESTRUCCIÓN

t iempo que nacían más universidades, institutos y centros de investigación, las variables que explican la vida se han ido deteriorando progresivamente? ¿Por qué el agua, el aire, los territorios, los mares, la biodiversidad o la vida comunitaria se van destruyendo al mismo ritmo con que aparentemen­te aprendemos sobre ellos? ¿Por qué, en medio de tanto deterioro, las personas continúan creyendo firmemente que nuestra sociedad sigue un camino lineal desde un pasado de atraso y superstición hacia un futuro emancipador de mayor bienestar?

Para virar esta trayectoria que conduce al colapso, es preciso reflexionar sobre la noción de progreso que han construido las sociedades occidentales, un concepto que se basa en la separación entre cultura y naturaleza, y que ha contribuido a construir una esfera social, tecnológica y económica que ignora el funcionamiento de los sistemas naturales y crece a costa de su destrucción.

Saber de dónde venimos para poder cambiar La génesis del modelo de pensamiento occidental tiene su origen en la Modernidad. Éste es un periodo complejo y largo en el que se consiguen indudables logros, como el establecimiento de los Derechos del Hombre y la consolidación del concepto de ciudadanía (masculina). Sin embargo, es también el momento en el que se asientan las relaciones entre las personas y la naturaleza que han terminado conduciendo a la actual crisis ecológica.

' En efecto, es durante el período moderno cuando se cimientan las bases : de un sistema tecno-científico que se ha venido desarrollando de espaldas

a los procesos de la biosfera que sostienen la vida, y al servicio de un mo­delo socioeconómico que reduce el concepto de riqueza a lo estrictamente monetario y que no conoce límites.

La ciencia moderna se construyó sobre la creencia de que la perso­na que pensaba podía separarse del mundo y contemplarlo como algo independiente de sí misma. Al poder observar la realidad desde fuera, el conocimiento generado se consideraba objetivo; neutral y universal. La revolución científica moderna condujo a considerar la naturaleza como una enorme maquinaria que podía ser descompuesta y estudiada en partes. La naturaleza pasaba asía ser comprendida como una gran máquina previsible, que funcionaba sujeta a unas leyes matemáticas, eternas e inmutables, que determinan su futuro y explican su pasado.

En la actualidad sabemos que este modelo diseccionador, que ha sido tan útil para aplicar en la industria, no es válido para comprender la vida

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UNA MIRADA CRITICA AL CONCEPTO DE PROGRESO

sobre la Tierra. La lógica de las máquinas no sirve para entender el mundo vivo. En un ecosistema, vegetales, animales y microorganismos interactúan intensamente. Lo que una especie desecha es el alimento de otra; la materia se recicla constantemente a través de la trama de la vida;1 la diversidad, lauto natural como social, asegura la recuperación... La vida, desde sus inicios, hace tres mil millones de años, se ha extendido por el planeta, no por la fuerza, sino creando una red compleja y no es posible comprenderla ignorando su dinamismo.

La visión atomizada y dispersa de la realidad tiene importantes reper­cusiones en nuestro entorno. Muchas decisiones en temas urbanísticos, a lu hora de planificar infraestructuras o de dispersar productos químicos o xenobióticos al medio, alteran esta compleja red de relaciones con conse­cuencias imprevisibles y no deseadas.

A pesar de que la propia ciencia desautorizó hace muchos años la mecánica clásica o la separación entre cultura y naturaleza como visiones i micas que pudiesen explicar la complejidad del mundo, estas miradas si­guen fuertemente ancladas en los esquemas mentales de nuestra sociedad y continúan siendo aplicadas en el ámbito tecno-científico.

Concebir el saber occidental como objetivo y universal, la oportunidad de extenderlo que ofrecieron la colonización del resto del mundo y los avances tecnológicos que hicieron posibles los deseos de crecimiento sin limites, han hecho de la ciencia occidental el sistema de conocimiento hegemónico y pretendidamente único, ante el que cualquier otro es con­siderado atrasado o supersticioso. De este modo, se ignora que hay otras muchas formas de conocimiento que han demostrado su utilidad y validez. Si pensamos en la eficacia de la arquitectura vernácula para conservar el calor y el frío de las casas, o en la. capacidad de muchos pueblos indígenas para conservar los bosques en los que viven y la biodiversidad que éstos albergan, comprobaremos que han existido otras culturas más eficaces que l.i nuestra en estos empeños.

Un progreso lineal e ilimitado , I ,a revolución científica e ideológica que instaura el proyecto de la Moder­nidad se amplía y consolida durante la Ilustración. Por una parte aparecen los ideales ilustrados basados en la libertad intelectual y el desarrollo del conocimiento al margen de la Iglesia; por otro, surgen dos fenómenos aso­ciados: el capitalismo y la Revolución Industrial. La ciencia y su aplicación, desvinculadas de la ética gracias a su supuesta objetividad y neutralidad, se

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pusieron al ̂ servicio de la industria naciente y del capitalismo, consiguiendo unos aumentos enormes en los ritmos de extracción y transformación, gracias a la bonanza energética que ofrecieron las energías fósiles, primero el carbón, y posteriormente, y hasta hoy, el petróleo. El capitalismo y la Revolución Industrial, con la tecnología a su servicio, terminaron instrumen-talizando los ideales de la libertad e igualdad e imponiendo unas relaciones entre las personas y la naturaleza guiadas por la obtención de beneficios a cualquier coste.

El concepto de progreso de la humanidad se fue construyendo, por tan­to, basado en el distanciamiento de la naturaleza, de espaldas a sus límites y sus dinámicas autoorganizadoras. El avance tecnológico fue considerado el motor del progreso que posibilitaba construir uria -idea simplifieadora de bienestar asociada al sobre-consumo de todo tipo de artefactos, bienes y servicios. Esta dimensión consumista se ha consolidado sobre todo en las últimas décadas, en la que la sociedad de consumo se ha autoproclamado como la solución para todos los problemas humanos.

El lema "si puede hacerse, hágase" se impuso, sin cuestionar el para qué o para quién de las diferentes aplicaciones. La ausencia de reflejo dé los deterioros sociales y ambientales en los indicadores reduccionistas que asociaban de forma biunívoca riqueza y valor monetario, hicieron estas de­gradaciones invisibles, y al no verlas, se siguió estimulando la maquinaria de la producción de forma cada vez más creciente, aumentando en la misma medida la inevitable destrucción que acompañaba a este crecimiento.

La palabra progreso dotaba de un sentido positivo a esta tendencia de la evolución sociocultural. Se consideró que todas las sociedades, de una forma lineal y universal evolucionaban de unos estadios de mayor atraso (caza y recolección o ausencia de propiedad privada) hacia etapas más avanzadas y modernas (civilización industrial o economía de mercado) y que en esta evolución, tan natural y universal como las leyes de la mecánica que explicaban el funcionamiento del mundo físico, las sociedades euro-

, peas se encontraban en el punto más adelantado. Al concebir la historia de cada pueblo como una serie de acontecimientos que conducían desde el salvajismo a la civilización, los europeos, convencidos de representar el paradigma de civilización por excelencia, expoliaron los recursos de los territorios colonizados para alimentar su sistema económico basado en el crecimiento. Sometieron mediante la violencia militar, económica y sim­bólica a los pueblos colonizados, a los que se consideraba salvajes y en un estado muy cercano a la naturaleza.

Esta concepción de progreso, vigente en el presente, ha sido trágica para

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UNA MIRADA CRITICA AL CONCEPTO DE PROGRESO

los pueblos empobrecidos y también para los sistemas naturales. La idea de que más es siempre mejor, el desprecio.de]'saber tradicional, la concepción de la naturaleza.como/un infinito almacén de recursos; la reducción de la riqueza a lo estrictamente rrionetarie y la fe en que la tecnología y la ciencia pueden salvarnos de1 cualquier problema, incluso de los que ellas mismas han creado, suponen una remora en un momento en el que resulta urgente un cambio de paradigma civilizatorio.

Cambiar no es una opción l.n un planeta físicamente limitado, resulta imposible ampliar el estilo de vida occidental, con su enorme consumo de energía, minerales, agua y ali­mentos, al conjunto de toda la humanidad. El deterioro social y ambiental no son ajenos a este modelo de desarrollo, sino que son parte inevitable del mismo. Cambiar, por tanto, no es una opción sino una necesidad imperativa: nos encontramos ante una crisis civilizatoria, que exige un cambio en la forma en la que las sociedades se relacionan con la natura­leza y entre ellas. La producción de necesidades y de bienes para satisfacerlas han condicionado la configuración de las relaciones entre las personas. Si la dinámica consumista y la obtención del beneficio en el menor plazo posible rigen la organización económica, esta misma lógica se instala en los procesos de socialización y educación, determinando finalmente que la vida de cada individuo se oriente hacia la acumulación, olvidándose de poner en el centro de interés el mantenimiento de vidas que merezcan la pena ser vividas.

Hoy, el progreso es afrontar la insoslayable incompatibilidad que existe entre un planeta Tierra con recursos limitados y finitos, y un sistema so­cioeconómico, el capitalismo, que se basaen la expansión continua y genera L'i)ormes desigualdades. Se trata de establecer un nuevo contrato social que considere a hombres y mujeres como seres interdependientes entre sí y dependientes de la naturaleza.

Progresar será, por tanto, avanzar desde una lógica de guerra contra las personas, los pueblos y los territorios a una cultura de paz que celebre la diversidad de todo lo viva, que permita a todas las personas el acceso a los bienes materiales en condiciones de equidad y que se ajuste a los límites y ritmos de los sistemas naturales.

Vivir ejerciendo menos presión sobre los recursos y servicios que presta rl planeta es una exigencia que viene impuesta por la finitud de los recursos m.itcriales./¥fvíf'bíén con menos y en condiciones de justicia y equidad, es

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un camino que hay que encontrar, sumando mayorías que puedan impulsar los cambios. Esta nueva visión permitirá establecer alternativas, recuperar lo valioso que perdimos y explorar nuevos caminos que permitan vivir en armonía social y en paz con el planeta. Muchas personas, en todos los continentes, lo están haciendo ya.

Bibliografía recomendada • García, E. Medio ambiente, y sociedad: la civilización y los límites del planeta.

Alianza Ensayo, 2004 .

• Mundford, L. Técnica y Civilización. Alianza, 1934.

• Novo, M. El desarrollo sostenible: su dimensión ambiental y educativa. Pear-son Prentice Hall, 2006 .

• Prigogine 1. y Stengers 1. La nueva alianza. Metamorfosis de la Ciencia. Alianza, 1983.

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Cultura del crecimiento en un mundo finito

Edith Pérez Coordinadora del Área de Antiglobalización,

Paz y Solidaridad de Ecologistas en Acción

"Cuanto más examinamos el papel del crecimiento en la sociedad moderna, más claramente vemos que nuestra obsesión por el crecimiento es un fetiche, es decir, un objeto sin vida venerado por sus aparentes poderes mágicos"

Clive Eíamilton

La trampa del crecimiento continuo ¿Desempleo por doquier? Sólo el crecimiento creará puestos de trabajo. ¿La pobreza se multiplica? El crecimiento redimirá a los pobres, dará prosperidad a todo el mundo. Los señuelos del crecimiento son infinitos (Hamilton, 2006) . Los gobiernos de cualquier tendencia sucumben ante él, posibilitando la convergencia de derecha, socialdemocracia y socialismo hacia este fin. La expansión de la producción de mercancías, servicios y dinero es el sueño de cualquier sociedad, maximizar el PIB el de cualquier país, y en consecuencia, en el ámbito micro, las personas se transforman en consumidores y los deseos humanos pasan a definirse en función de las mercancías, y por lo tanto, proporcionalmente a los ingresos. La ideología del crecimiento atraviesa todas las esferas y se justifica por sí misma, cons­tituyendo el dogma de fe de la cultura capitalista: "el crecimiento es prin­cipio, medio y fin en sí mismo". Principio ideológico y motor del progreso, medio de acumulación y de realización social e individual para llegar al fin inevitable y único de la Política y de la Historia: crecer más.

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Para llegar a esta conclusión hay que asumir una premisa: el crecimiento tiene atributos de divinidad y es moralmente superior. A no ser que sus ideólogos puedan rebatir la lógica de los siguientes argumentos: v' 1. Para crecer sin parar en el ámbito macroeconómico hay que consu­mir sin parar en el microeconómico: a más ritmo de crecimiento del PIB se impone una mayor voracidad de consumo, y por lo tanto, la reproducción de los mecanismos financieros, publicitarios, mediáticos y culturales para mantenerla. •. 2. Para crecer de forma continuada y acelerada hay que alimentarse de algo real con lo que seguir impulsando esa dinámica. Cabría preguntarse si el crecimiento puede nutrirse de algo ficticio, sin traducción material o productiva, dada la evolución de la economía financiera y la burbuja es­peculativa a lo largo de los últimos años. Si tenemos en cuenta la relación entre crecimiento global y consumo a pequeña escala parece que, aunque sean mínimos, tienen que existir puentes entre la economía productiva y la especulativa. Se pueden consumir ideas, pero incluso para ello hace falta un nexo con lo real, con lo tangible (llámese televisión, telefonía o materiales consumidos para producir la energía necesaria de una conexión a Internet). Aunque el dinero se pueda crear y acumular de forma virtual, su sentido último tiene un vínculo con la realidad claro. ¿De qué sirve tener dinero si no es para poseer más mercancías? Se puede crecer de la nada pero no indefinidamente ya que ésta, aunque no lo parezca, mantiene un nexo imprescindible con la realidad.

3. Vivimos en un planeta finito, con unos límites tanto en los recursos , existentes como en la capacidad de los sumideros para asimilar residuos, luego no se pueden extraer recursos y generar residuos de forma infinita. En menos de un siglo hemos pasado de un mundo casi vacío de actividad hu­mana a otro excesivamente lleno. Hasta la Revolución Industrial, la especie humana vivió utilizando los recursos que provenían de los seres vivos y de materiales del entorno próximo, utilizando la energía solar, contribuyendo a cerrar los ciclos mediante el predominio de los movimientos verticales de materia de la naturaleza (el ciclo del agua sería un ejemplo: fluye hacia la cota cero de los mares y se va evaporando para renovarse, ganando cota a través de la precipitación). Al comenzar a usar de forma masiva los combustibles fósiles para acelerar las extracciones de la corteza terrestre y extender el transporte horizontal por todo el planeta se puso en marcha la espiral del crecimiento explosivo, característico de la actual civilización (Naredo, 2006) . Además, los materiales extraídos son devueltos al medio tras su uso como residuos, sin cerrar los ciclos de materia y energía, y con

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CULTURA DEL CRECIMIENTO EN UN MUNDO FINITO

consecuencias negativas para el conjunto de la biosfera, que se acentúan por la necesidad de movilizar cantidades ingentes de tierras y materia ve­getal. El crecimiento económico impulsa incesantemente este proceso del que se nutre, basado en un aprovechamiento exclusivamente económico ile los recursos, sin tener en cuenta su valor real que no puede expresarse en términos monetarios, sino en el valor de la vida, en los servicios de los ecosistemas, etc. Las consecuencias de ello ya son tratadas en otros capítulos de este libro.

4. A través de la huella ecológica, se ha comparado la demanda anual de recursos por poblaciones humanas con la superficie de tierra necesaria para generarlos y absorber residuos, incluyendo en sus cuentas la superficie disponible para distintas actividades humanas. Si todos los habitantes del mundo consumieran tanto como el consumidor medio de los países enri­quecidos necesitaríamos cuatro planetas del tamaño de la Tierra. Esto nos lleva a la conclusión de que para seguir en este planeta, es indispensable que una mayoría de habitantes del mundo se queden fuera de las dinámi­cas de consumo. La desigualdad es una condición necesaria, aunque no suficiente; para mantener 1 el crecimiento, y lo es tanto en el acceso a los recursos como en el perjuicio por los impactos ambientales causados.

5. Por último, si el crecimiento necesita engullir el mundo real, y el ecosistema planetario tiene unos límites definidos y no sobrepasables, es obvio que el crecimiento continuo e ilimitado es imposible. Puede ser fac­tible crecer asumiendo una brecha de inequidad cada vez más abrupta, en la que los que crecen sean cada vez menos y lo hagan de una manera más voraz y autoritaria. Aún así, esa pequeña élite planetaria, antes o después, chocaría inevitablemente con una realidad acotada.

Puesta en evidencia la paradoja del crecimiento continuo, cabría pre­guntarse: ¿mejora el crecimiento la vida de la gente? ¿Aumenta la felicidad humana? Se ha visto cómo a partir de un nivel de renta no hay diferencias en la satisfacción declarada, en el grado de felicidad. A pesar de que en listados Unidos los ingresos reales se triplicaron entre 1950 y 1990, en la década de los 90 había menos estadounidenses satisfechos con sus ingresos que en 1950 (Hamilton, 2006) . La O M S estima que para el año 2 0 2 0 la I depresión será la segunda causa de discapacidad en el mundo. Da la im­presión de que cuanto más se insiste en el éxito económico como medio principal para lograr la felicidad, más se fomentan las patologías psicoso-ciales. Tal vez considerar la acumulación de bienes como el camino hacia la satisfacción sea, por lo tanto, un error.

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La anulación de los vínculos (o el vacío de la abundancia)

"No hay duda de que el Poder el poder de joder se entiende el ejercicio mayúsculo y violento contra los vínculos es un contagioso corredor de fondo cansino e incansable" Ángel Calle

"Podríamos decir que es el mal de nuestra época: estamos demasiado solos, pero no tenemos suficiente soledad" Clive Hamilton

Todo este culto al crecimiento es difícil de comprender sin un "ejercicio mayúsculo y violento contra los vínculos" que en los distintos niveles es­tablecen las personas:

La construcción de la identidad sobre la base de la adquisición de mercancías dificulta establecer un,vínculo consciente y saludable con las propias necesidades humanas, favoreciendo sentimientos de insatisfacción constantes y haciendo posible la desconexión entre lo que consideramos importante para nuestro bienestar y el tipo de vida que llevamos.

El vínculo con lo que nos rodea (convertido en bien de consumo) y su origen es aniquilado en la cultura del crecimiento. Las materias primas necesarias para su elaboración, el proceso de producción, el transporte, etc. El halo mágico que rodea al consumo nos hace percibir los productos como nacidos por generación espontánea de' la estantería de un centro comercial, aislados de su contexto de elaboración y procesamiento.

La gente busca y necesita un sentido de comunidad y pertenencia. Para ser aceptada socialmente la persona ha de adoptar formas de com­portamiento culturalmente aprobadas. El sentimiento de comunidad a partir del consumo despersonalizado en el mercado inhibe las relaciones comunitarias y vecinales de apoyo. Como señala Hamilton, a pesar de los enormes avances en las comunicaciones, la gente sabe sobre sus vecinos menos que nunca a lo largo de la historia. Desconfiamos de la gente, nos mostramos incapaces de establecer vínculos entre nuestras propias con­diciones de trabajo y de vida y las de los demás. El otro se presenta como enemigo o, en el mejor de los casos, merecedor de nuestra desconfianza, lo que tiene como consecuencia la fragilidad y fragmentación de las redes

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CULTURA DEL CRECIMIENTO EN UN MUNDO FINITO

V movimientos sociales. Por otra parte, este proceso se acompaña de una pérdida de la memoria que nos permite aprender de los errores del pasado y de otras experiencias y alternativas: parece que nunca hubo (y habrá) nada distinto, obviando las potencialidades de transformación social de los < procesos históricos. w ¿

La vinculación cultura-naturaleza desaparece, por lo tanto, en un ífer-cicio de dicotomización imposible. Sólo de esa manera se puede crear, y creer en, el crecimiento continuo en un planeta finito: alienándonos del mundo del que irremediablemente formamos parte.

Bibliografía recomendada • Hamilton, Clive. El fetiche del crecimiento. Laetoli, 2006 .

• Naredo, ]osé Manuel. Raíces económicas del deterioro ecológico y social. Más allá de los dogmas. Siglo XXI, 2006 .

• Fernández Duran, Ramón. El crepúsculo de la era trágica del petróleo. Pico del oro negro y colapso financiero (y ecológico) mundial. Editorial Virus / Libros en Acción (Ecologistas en Acción), 2008 .

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El mito del mercado y la democracia liberal

Iñaki Barcena Hinojal Director del Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad del País Vasco y miembro de Ekologistak Martxan

l.n 1989 Francis Fukuyama, alto cargo de la Casa Blanca norteamericana, escandalizó al mundo con su provocativo y visionario artículo -después ampliado a l ibro- El fin de la-Historia. Sus tesis eran claras, diáfanas. Ar­gumentaba que con la caída del Muro de Berlín, el socialismo soviético, burocrático y real, entraba en bancarrota y eso anunciaba, tras más de dos siglos de confrontación ideológica, la victoria sin reservas del capitalismo como sistema económico sobre la planificación socialista. También colegía l.i definitiva e inequívoca preponderancia de la democracia liberal como sistema político-institucional frente a los regímenes de partido único.

Decía Fukuyama que no dejaría de haber conflictos, enfrentamientos y disputas ideológicas, pero las consideraba residuales, integrables y poco problemáticas para un sistema político basado en un modelo de mercado que se extendería en breve por todo el mundo y que había penetrado incluso en el Irán del ayatolá ]omeini.

Dos décadas después, el capitalismo ha entrado en crisis. Hemos asistido al anunciado pinchazo de la burbuja financiera, lo que ha traído consigo el declive de la economía productiva y el decrecimiento en el propio mundo occidental, dando origen a una situación que se ha llamado "socialismo para ricos", donde los Estados tienen que tomar las riendas de la economía e intervenir en bancos y empresas transnacionales para que el negocio de la acumulación siga funcionando.

Estas dos décadas han sido las de la aceleración de las dinámicas de la globalización, no sólo en el ámbito económico, sino también en el político y en el cultural. Los cambios tecnológicos han generado herramientas

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muy poderosas en el ámbito de la comunicación que hacen que los flu­jos de información sean mayores que nunca. Pero también son mayores que nunca las demandas de energía y materias primas para alimentar el crecimiento económico y la prometida desmaterialización de la economía no acaba de llegar. El proceso de globalizáóión neoliberal no solamente es asimétrico -hay más teléfonos en la ciudad de Nueva York que en todo el continente africano- sino que además se topa con los límites del planeta. Es insostenible.

El mito del mercado libre, que durante varias décadas ha sido reforzado tanto por el colapso del estalinismo como por el desarrollo sin preceden­tes de la producción y del consumo, se topa con los límites del planeta. Con la cruda realidad de la crisis ecológica que amenaza a ecosistemas y comunidades, generando malestar en millones de personas desahuciadas que en el Norte, y sobre todo en el Sur, no pueden aspirar a su parte de la tarta productiva y con la denuncia de millones de mujeres cuyo trabajo reproductivo no se contabiliza.

Desde hace siglos, en Occidente, el mercado dejó de ser un lugar de trueque e intercambio, una parte más de la sociedad, para convertirse, en palabras de K. Polanyi, en un dispositivo idealizado para organizar las relaciones sociales. Es decir, el liberalismo económico como ideología emergente en los tres últimos siglos ha convertido al mercado en el prin­cipio básico de una sociedad basada en contratos entre individuos, donde trabajadores y trabajo son tratados como meras mercancías.

La "mano invisible" imaginada por Adam Smith es la metáfora preferida para expresar y justificar universalmente este mito, por el cual el egoísmo particular se convierte, por gracia del mercado, en hipotético provecho y beneficio para todos y todas. La división del trabajo y el poder transforma­dor del mercado hacen que la moral burguesa sea el referente ideológico único para exportar urbi et orbi el desarrollo económico capitalista.

Así lo expresa retóricamente A. Smith cuando escribe que "los ricos y los pobres son objeto de evaluaciones sociales opuestas, ya que existe una disposición para admirar y valorar'a los ricos y poderosos y a despreciar y desatender a las personas de pobre condición y entendimiento".

Sin embargo, pese a la oposición de la clase obrera y del campesinado, el derrocamiento de las monarquías absolutistas y de la aristocracia feudal sirvió para que el mercado capitalista se transformara gradualmente en un fenómeno universal. Según el antropólogo Gérald Berthoud el liberalismo clásico burgués, la nueva ideología de las denominadas clases medias, restringió la sociedad humana a la lógica de los intereses individuales,

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expresada al completo en el libre intercambio, voluntario e intencionado, amparado por el Estado y regulado por el mercado, que se idealiza como una inextricable red de intercambios utilitarios que libera a las personas de sus ligaduras tradicionales y comunitarias.

En este largo camino de idealización y de universalización del mercado como herramienta básica de regulación y organización social, llegamos al siglo XX cuando académicos comp EA. Hayel< definirán el mercado como una institución natural. Demostrando su aversión a todo tipo de institución comunitaria, este economista austríaco, en su obra Great Soáety, apuesta por una sociedad basada en individuos despegados de toda pasión o sen­timiento gregario y solidario y por "emplear todos los medios materiales necesitados por los pobres de su propia sociedad para atender las demandas comerciales anónimas de miles de desconocidos".

Como bien sabemos, no han faltado en todo este recorrido histórico, profundos y encendidos debates y críticas sobre la economía burguesa clásica basada en el llamado libre mercado. Karl Marx ha representado el exponente teórico anticapitalista más conocido, y en su crítica planteó que el capitalismo, como cualquier otro modo de producción, no se limita a la esfera económica. El mercado capitalista no se compone tan sólo de rela­ciones puramente materiales y económicas, sino que se asienta sobre una superestructura jurídica, política y cultural diseñada por la clase dominante. I as reglas de funcionamiento del mercado serán aquellas que convengan a las clases acomodadas, y tanto el Estado como el resto de instituciones defensoras del orden capitalista darán cobertura y legitimidad al mundo mercantil organizando toda una batería de mitos en torno al mercado. Ciiulio Palermo, economista de la Universidad de Brescia, los ha catalogado como el mito del mercado justo, el del mercado libre, el de la igualdad de oportunidades, el mito del mercado productor de riqueza y el del mer­cado que descubre y administra la información. Escoge acertadamente el concepto de mito para tratar de desmontar las falacias de la institución mercantil, que teóricamente actúa como mecanismo creador de incentivos, en libertad y sin relaciones de poder, sin clases. Toda persona parece actuar como consumidor racional, de forma disciplinada y siguiendo las señales ilc la oferta y la demanda.

Democracia y mercado se pretenden parejos pero son dicotómicos. * C lomo dice G. Palermo siguiendo la tradición crítica marxista, "la igualdad que el mercado acarrea consigo es puramente formal. Es'cierto que la ley de mercado es igual para todos, pero somos nosotros los que no somos iguales en el mercado 1...1 son sólo aquellos con una adecuada capacidad

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de gasto quienes al final gozan de los bienes y de los servicios producidos por la sociedad y eso hace a los hombres diferentes". Y a las mujeres.

Como escribía el politólogo canadiense C. B. Macpherson en su obra La democracia liberal y su época, la democracia es el sistema político elegido por el liberalismo burgués para justificar su orden económico asentándose sobre una concepción intermedia entre el Homo fabery el Homo economicus, entre un ideal de persona esencialmente consumidora de servicios y otra hacedora y creadora.

Según Macpherson, esa democracia mercantil asociada a la existencia de una economía capitalista de mercado y a la aceptación teórica de la sociedad de clases, es un profundo error occidental, ligado a la filosofía del individualismo posesivo que fue creada por filósofos como Hobbes, Locke, Hume y Smith. El liberalismo ha intentado interpretar su régimen demo­crático como protección de los ciudadanos frente a los abusos de poder, como herramienta para el desarrollo de los individuos y como equilibrio entre las diferentes clases y élites. Macpherson crítica su falta de veracidad y propone la democracia como participación, como camino hacia la libertad positiva y la igualdad que no resultan del mercado capitalista sino de la propiedad colectiva del modelo socialista.

Son muchos los autores que como Macpherson o E. P. Thompson han tratado de demostrar que liberalismo y democracia no son sinónimos y que los regímenes democráticos basados en el sufragio universal se han ido imponiendo tras largos y duros procesos de lucha y movilizaciones obreras, artesanas y campesinas frente a los privilegios de las clases adineradas.

En el contexto actual de grave crisis ambiental, algo que reconoce en sus últimos escritos el propio F. Fukuyama (El fin del hombre), hay quienes se empeñan en ver.en el mercado y en el crecimiento económico la única vía de solución a los problemas socio-ecológicos. Sin embargo, al igual que en otros momentos históricos, s\ ecofascismo y las salidas autoritarias de la crisis ecológica son un riesgo palmario. Por eso el ecologismo social propone que para poder encaminarse a la sostenibilidad más allá del mercado las decisiones políticas deben derivarse de procesos deliberativos públicos, ya que la democracia en su versión participativa y directa puede favorecer los procesos de cambio hacia la sociedad libre, decreciente, sostenible e igualitaria.

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Bibliografía recomendada • Berthoud, Gerald. "Market" in Sachs, W. (ed.) The Development Dictionaty.

Zed Books Londres, 1992.

• Encina, |. y Barcena, I. (coords.) Democracia ecológica. Formas y expe­riencias de participación en la crisis ambiental. Atrapasueños-Casa de las Américas, Sevilla, 2006 .

• Fukuyama, Francis. El fin de la Historia y el último hombre. Planeta. Bar­celona, 1992.

• Macpherson, C. B. La democracia liberal y su época. Alianza, Madrid, 1997.

• Palermo, Giulio. El mito del mercado global. Crítica de las teorías neoliberales. El Viejo Topo, Barcelona, 2008 .

• Polanyi, Kart. La gran transformación. La Piqueta, Madrid, 1989.

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La pobreza desde el ecologismo Marta Pascual

Coordinadora del Área de Educación Ecológica de Ecologistas en Acción

l.l ecologismo social dirige necesariamente su mirada al bienestar de los seres humanos. Si la pérdida de biodiversidad, el deterioro de los ecosis­temas naturales o la crisis climática son indicadores del fracaso de nuestro modo de vida, no lo es menos la constatación de las carencias de recursos esenciales que sufren millones de seres humanos y la profunda inequidad en la distribución de dichos recursos.

Pobreza es el nombre que hoy se da a esta situación de carencia. Aunque Iras la palabra se esconden interpretaciones muy diferentes. Según corno 1

comprendamos la pobreza y dónde coloquemos sus márgenes, perseguí- 1

remos uno u otro.rnodo de estar en el mundo. Esta comprensión es clave a la hora de darle respuesta política y económica.

No es fácil delimitar de qué hablamos cuando nombramos la pobreza. 1 os Objetivos del Milenio de la O N U se proponen en su primer punto reducir la pobreza 1 . Hacen referencia a las personas que viven con menos ile un dólar al día. No especifican, sin embargo, si son propietarias o no de una parcela suficiente de tierra fértil, si consumen alimentos contaminados o si viven en un suburbio urbano. Las estadísticas hablan de países pobres o ricos en función de su Producto Interior Bruto, no en función de los recursos naturales que poseen o de aquellos que poseyeron y de los que fueron expoliados. Indicadores como la renta o el PIB son hoy herramientas centrales para medir la riqueza y la pobreza.

También se manejan otros índices más amplios como el IDH (índice ile Desarrollo Humano) que combina el PIB con otras variables como la

I Objetivo 1: Erradicar la pobreza extrema y el hambre. Meta 1 A: Reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, la proporción de personas con ingresos inferiores a 1 dólar por día. Objetivos del milenio, ONU, 2000.

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\ esperanza de vida, el analfabetismo o la nutrición. Aunque se acercan un poco más a la realidad de algunos pueblos, su dependencia del PIB, su dificultad para medir variables relaciónales, de dependencia o de deterioro ecológico y el carácter etnocéntrico de sus mediciones (¿qué educación se considera, qué alimentación?) siguen escondiendo buena parte de la realidad.

En un mundo gobernado por el mercado, el indicador esencial de la pobreza es el acceso a consumos mercantilizados. El resto de consumos, aquellos que se pueden resolver sin dinero -progresivamente dificultados-se desprecian en tanto que subconsumos. La cultura del desarrollo avala la búsqueda de riqueza (es decir, de capacidad de consumo mercantilizado) y desprecia los modos de vida que no aspiran a ella (a menudo modos de vida más cercanos a la sostenibilidad).

Se insiste en que el crecimiento del PIB, el aumento de la producti­vidad, el desarrollo tecnológico o el libre comercio reducirán la pobreza. Pero ni el PIB ni el índice de Desarrollo Humano ni otros indicadores más sofisticados incorporan en sus contabilidades variables esenciales qué el desarrollo dañó, y que deciden la posibilidad o la imposibilidad de una vida digna. Entre ellas podemos señalar la existencia de una red próxima de apoyo afectivo y material, la relación con la tierra, el grado de deterioro del medio en el que se pretende vivir, la existencia de bienes comunales o servicios públicos de calidad, la organización colectiva, la propiedad y el poder sobre los medios de producción, las reglas sociales relativas al apoyo mutuo, o el riesgo de perder los bienes o la vida.

f "La gente no muere por falta de ingresos. La gente muere por falta de acceso a los recursos... Los indígenas en la Amazonia, las comunidades montañesas en el Himalaya, los campesinos cuyas tierras no han sido expropiadas y cuyas aguas y biodiversidad no ha sido destruida por la deuda para crear una agricultura industrial poseen riqueza ecológica, incluso aunque no ganen un dólar al día". Vandana Shiva2

En cualquier caso es innegable que existen millones de personas que han sido expropiadas de la posibilidad de resolver sus necesidades esenciales, de vivir con dignidad, y en muchos casos, de sobrevivir, especialmente en las zonas sobreurbanizadas del planeta (sin acceso a la producción de

' 2 Vandana Shiva, Cómo poner fin a la pobreza. ZNet, 11 mayo 2005. Consultable •K en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=15959

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alimentos), donde la economía de mercado es prácticamente la única vía para resolver las necesidades básicas.

A escala mundial, los países del Sur se han convertido en pozos de extracción y sumideros de vertidos para el Norte poderoso. El hurto de recursos toma diferentes formas: apropiación directa de la producción de alimentos y otras materias primas, expulsión de las poblaciones de sus lerritorios, destrucción de ecosistemas y desaparición de especies, robo de semillas, uso como vertedero.. . hurtos estos, que se hacen visibles bajo el término de deuda ecológica} Esta apropiación explica que el fenómeno de la pobreza en los países del Sur tenga rasgos específicos.

Las crecientes migraciones hacia el Norte son uno de ellos. En las condP ciones actuales de deterioro y escasez de recursos -agravadas por el fuerte .consumo de una minoría-, es necesario despertar una alerta: no sería des­cabellado pensar en un horizonte en el que se defendiera abiertamente la - >;,; desaparición de esas poblaciones excedentarias. Es posible imaginar un nuevo fascismo que plantee la propuesta de mantener la sostenibilidad ecológica del planeta (nos referimos al mantenimiento de los recursos y el nivel de vida), pero con una población significativamente más reducida. El cínico "aquí ^ no cabemos todos", pronunciado desde el robo y el despilfarro del Norte, puede hacerse hueco entre los sectores de población más favorecidos, y t i orientar salidas políticas inhumanas a la crisis ambiental.

Si salimos de este marco sombrío moderno, etnocéntrico o desarrollocéntri-co que explica la pobreza como una enfermedad a eliminar, encontraremos interpretaciones diferentes. En las principales lenguas del África Subsaharia-na no existe una palabra para designar al pobre en el sentido económico del término. Las palabras que se utilizan para traducir esta palabra a menudo significan huérfano4. Es decir, no carente de dinero sino de apoyo social. No existe término que signifique "carente de lo necesario". En Mali el término más cercano a pobreza es faantanya, es decir, "sin poder".

Para las culturas de lo colectivo (buena parte de las culturas centradas en lo local) no es posible una pobreza sufrida de forma individual. Aunque de forma excepcional se puedan pasar periodos de penuria debidos, por ejemplo, a una mala cosecha, no es imaginable que una familia pase ham­bre si a su lado vive otra que dispone de recursos excedentes. La penuria tiene en éstas una dimensión grupal. Por tanto es menos frecuente que en

3 Ver campaña Quién debe a quién, www.quiendebeaquien.org 4 Latouche, Serge. La otra África. Autogestión y apaño frente al mercado global. Ooze-

bap, 2007. p. 110.

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las culturas individualistas. La historia y la antropología también muestran cómo la pobreza volun­

taria, la vida humilde, no fueron siempre despreciadas o temidas, antes bien, podrían considerarse en muchas religiones y culturas como un estado de equilibrio o de virtud.

Pero conviene tener en cuenta un matiz fundamental. La pobreza extrema es bien diferente de la falta de ciertos medios. El binomio pobre-miserable se representa, por ejemplo, con palabras diferentes en lengua wolofy recibe una valoración muy diferente en cada una de sus acepciones. La pobreza es bien diferente de la miseria. Si la primera no pone en riesgo la vida, pero sí ciertos consumos deseables, la segunda amenaza la dignidad y la supervivencia.

En las economías de subsistencia la pobreza, es decir la dificultad para el acceso a bienes superfluos, no era una desgracia, sino una expresión de la vida en un mundo que tenía sus reglas y sus límites. El despilfarro no era posible en ellas. La vida de las economías de subsistencia puede considerarse pobre, pero no indigna.

La miseria, sin embargo, podría definirse como la carencia de lo básico para vivir, a veces coexistiendo con la propiedad de bienes superfluos, para­dójicamente más accesibles. Las economías de subsistencia han estado, sal­vo excepciones, a salvo de la miseria. Esta se extendió cuando el desarrollo expulsó a las personas del medio vivo que les permitía la supervivencia.

Las categorías opuestas no serían entonces pobre-rico, sino mísero-rico, siendo la miseria un modo de vida en situación de carencia, dañino para los seres humanos, y la riqueza un modo de vida en situación de despilfarro, dañino para el planeta, para el colectivo y también para los individuos, no ricos y ricos.

Pero las transformaciones económicas de las últimas décadas han tras­tocado, no sólo el estado y el acceso a los recursos, sino también nuestro sistema de valores, nuestro modo de entender y vivir la escasez. El mercado necesita del motor de la escasez para promover el consumo. Puede ser una escasez material, producida por la privatización de recursos antes comunales o por su monetarización, o subjetiva, inducida por el aparato publicitario.

Pero existe un nuevo mecanismo creador de escasez que apenas tiene unas décadas de existencia. Consiste en reducir, deteriorar, envenenar o consumir los recursos en los que se apoya la vida y en consecuencia que resuelven nuestras necesidades más elementales. Hablamos del agua po­table, del aire limpio, de la tierra fértil, de los bosques, de los mares vivos o de la biodiversidad.

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Si preguntáramos a la Tierra qué significa la pobreza, probablemente nos mostraría territorios deforestados, culturas desaparecidas, cauces secos, poblaciones humanas desplazándose en busca de agua, camiones de ali­mentos alterados con herbicidas, nudos de autovías. Quizá viera también como pobres (sin vida) muchos lugares que nosotros consideramos los escaparates de la opulencia.

Los seres humanos hemos pretendido distanciarnos de la red biótica a la que pertenecemos. El resultado ha sido una pobreza ecosistémica que nos pone a todos y todas en riesgo. Un ecosistema pobre, en desequilibrio, es más dependiente y vulnerable. La destrucción de ecosistemas genera lo que podríamos llamar pobreza ecosistémica, que supone vulnerabilidad del sistema y en consecuencia vulnerabilidad de cada una de las especies que lo habitan. Los ecosistemas aún vivos que habitamos se están empobreciendo a gran velocidad.

Es imposible entender un modo de pobreza ambiental que no repercuta en nuestra vida colectiva o en la de las generaciones futuras. Es imposible por otra parte imaginar un modo de organización social que no repercuta en los ecosistemas vivos. Los problemas ambientales son problemas socio-ecológicos. Los problemas sociales son también socio-ambientales 5.

Sin embargo, curiosamente, la reflexión sobre la pobreza no suele hacerse interdependiente de la reflexión sobre la riqueza. La pobreza entendida como un fenómeno aislado de la riqueza, requerirá soluciones independientes y localizadas, centradas normalmente en el aumento de ciertas rentas o el acceso a determinados consumos. Desde este enfoque de igualar sólo hacia arriba, la lucha contra a pobreza ha adoptado estrategias de mínimos (salario mínimo, prestaciones mínimas en servicios sociales, rentas mínimas, cobertura sanitaria, pensiones mínimas), con la pretensión de situar a toda la población del país o la comunidad por encima de la linea umbral de la pobreza.

El sueño de igualar siempre hacia arriba sólo cabría en un mundo de recursos infinitos, con una tecnología omnipotente y cargado de buena voluntad. En un mundo lleno e interdependiente, no es admisible mante­ner esta ceguera. Más por un lado significa menos por otro. Es necesario completar las estrategias de mínimos con las estrategias de máximos. No es posible la eliminación de la miseria sin atajar drásticamente los altos niveles lie consumo de buena parte de la población del Norte y una pequeña parte de la del Sur, que pueden llamarse despilfarro o riqueza. Lá lucha contra la

5 Martinez Alier, Joan. El ecologismo de los pobres. Icaria, Barcelona, 2005.

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riqueza, entendida ésta como despilfarro, será probablemente mucho más urgente y más eficaz que la supuesta lucha contra la pobreza.

Cierto que la reducción de la riqueza económica no asegura la equidad en la distribución de los recursos, pero la hace posible, cosa que la riqueza incontrolada no permite. La tarea que sigue es la lucha por la equidad. Podemos pensar en dos vías para enfrentarnos a esta patología que es la riqueza y encaminarnos hacia un mundo más justo: las luchas colectivas en defensa de la tierra y la transformación de los modos de vida destructores de la sostenibilidad.

Las alteraciones del ambiente natural debidas a la intervención humana no afectan por igual a todos los seres humanos. Desde hace tiempo han existido movimientos locales y globales de respuesta a estas injusticias ambientales. Las respuestas a se han dado especialmente en el Sur, pero también en el Norte.

Son prácticas que se han agrupado bajo el nombre de ecologismo de los pobres. La ecología política ha estudiado muchas de estas prácticas. Joan Martínez Alier ha recogido una gran variedad de "conflictos ecológico-distributivos" y luchas, relativos a la extracción de materiales y energía (por ejemplo, sobre biopiratería, privatización del agua, minería, defensa de manglares, derechos sobre la pesca...), el transporte, los residuos (contra sustancias tóxicas, contaminación transfronteriza...). Cabe añadir las luchas centradas en la denuncia de las estructuras económicas y financieras, por ejemplo, en contra del comercio desigual (contra las políticas de la O M C o contra los acuerdos de liberalización comercial), en contra de las políticas de los organismos internacionales y otras estructuras sustentadores del sistema económico (contra el FMI, el Banco Mundial, el G-8...), en contra de las prácticas de las transnacionales (por ejemplo, contra RepsoD, en contra de la deuda externa o la deuda ecológica, etc. Existen también movimientos que relacionan el calentamiento global con el crecimiento de la pobreza y las migraciones, como Acción por el Clima6.

Quienes más sufren su pérdida, protagonizan buena parte de esas luchas. Como ya han mostrado los trabajos de las ecofeministas, las mujeres son protagonistas en no pocas de esas acciones de defensa y denuncia, así como en la organización comunitaria de alternativas. Cada ver es más patente que las luchas esenciales contra la pobreza están necesariamente unidas a la defensa de la tierra.

Otros caminos para enfrentar el problema se dirigen a cambios culturales

6 www.accionporelclima.org

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LA POBREZA DESDE EL ECOLOGISMO

y til1 valores, que desemboquen en cambios estructurales de organización económica y política. "Tanto en Oriente como en Occidente, el hilo dorado di' la búsqueda de la felicidad a través de la autolimitación, ha atravesado Indas las épocas y todas las culturas... El ecologismo está al final de ese hilo dorado." 7

I ,a inviabilidad del modelo y la producción de la miseria tienen su foco t*n los modos de vida del Norte rico. Es en él donde se necesita una mayor V más radical transformación. Transformar nuestros modos de producción y consumo exige cambiar de vida. Éste nuevo modo de vida habrá de ser necesariamente más sobrio, pero no necesariamente menos feliz. El mer­cado no cesa de exhibir y prometer la felicidad, situándola en espacios de consumo parcialmente inaccesible. Nuestra infelicidad es necesaria para MI negocio. Por eso es clave hacerse colectivamente la pregunta sobre las: necesidades y la vida digna de ser vivida al margen del mercado.

Desde el marco del ecologismo social y desde la crítica a la economía de mercado podríamos apuntar -algunas nuevas definiciones de lo que llamaremos miseria, mejor que'pobreza: hurto de los recursos naturales y ruptura del equilibrio que permite la supervivencia. Otra definición posible, cercana a la faantanya de Mali: imposibilidad de organizar la vida comuni­taria sobre la tierra.

Un mundo sin miseria habrá de ser un mundo comunitario que prac­tique la suficiencia y la autocontención, un mundo libre de riqueza. Las luchas ya iniciadas desde el Norte - d e denuncia de nuestro modelo de desarrollo y de simplicidad voluntaria- y desde el Sur - p o r la defensa de l,i tierra y la justicia ambiental- muestran caminos posibles.

Bibliografía recomendada • Martínez Alier, Joan. El ecologismo de los pobres. Icaria. Barcelona,

2005.

• Naredo, (osé Manuel. "Sobre pobres y necesitados" en Riechmann, ). Necesitar, desear, vivir. Catarata, Madrid, 1998.

• Riechmann, Jorge. La habitación de Pascal. Catarata, Madrid, 2009 .

• Sahlins, Marshall. Economía de la edad de piedra. Akal, Madrid, 1977.

• /iegler, Jean. El hambre en el mundo explicada a mi hijo. El Aleph, Bar-

/ Estovan, Antonio. El hilo dorado, Ediciones del Genal, 2007, p.14.

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I. CAUSAS DE UNA ENFERMEDAD SISTÈMICA: IDEOLOGÍAS DE LA DESTRUCCIÓN

celona, 2000 .

• Bové, José y Dufour, Francois. El mundo no es una mercancía. Los agricul­tores contra la comida basura. Icaria, Barcelona, 2001

• Shiva, Vandana. Cosecha robada. El secuestro del suministro mundial de alimentos. Paidós, Barcelona, 2 0 0 3 .

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Deuda ecológica: la mirada medioambiental de los desiguales

intercambios económicos Iñaki Barcena Hinójal y Rosa Lago Aurrekoetxea

Docentes e investigadores de la Universidad del País Vasco. Miembros de Ekologistah Martxan

A principios de los años 90 , en el mismo momento en que el desarrollo wstcnible hacia su aparición triunfal en el escenario de la crisis ambiental, emergió el concepto de v deuda ecológica^ En junio de 1992, en Río de laueiro, se reunió la Cumbre de la Tierra, el acontecimiento diplomático que más jefes de Estado y de gobierno ha convocado jamás en el planeta. Alli también, pero a 60 kilómetros de distancia, se reunió el Forum Glo­bal, la cumbre alternativa a los gobiernos donde se difundió el término deuda ecológica, que aparece en el seno de los tratados que firman los movimientos sociales y O N G . Éstos, tras posicionarse contra el pago de la denominada deuda externa, apelan al reconocimiento de la deuda eco­lógica y se comprometen a trabajar para identificar a escala internacional loilos los débitos de naturaleza ecológica.

"De la misma manera, nos comprometemos a identificar tanto a los acreedores ecológicos (grupos étnicos, comunidades, países y comuni­dades golpeadas por el agotamiento de los recursos) como los deudores (responsables del deterioro ambiental y social) y a sostener la adopción de medidas de ajuste ecológico (cambio y modificación del actual modelo ile desarrollo y consumo) para interrumpir las acciones de devastación y contaminación hoy mismo. Pediremos a los gobiernos y al empresariado nacional e internacional la reparación de la degradación ambiental que les sea imputable y la provisión del resarcimiento económico de los daños" (Global Forum di Rio, 1993, p. 48-49).

El desarrollo sostenible, hijo pródigo del matrimonio forzado entre el

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crecimiento económico y la defensa de la naturaleza, ha sido durante años el marchamo utilizado por todo tipo de agentes políticos, económicos, académicos, sindicales, medioambientales... para aportar su grano de arena en la lucha por mejorar el medio ambiente, pero a menudo confundiendo interesadamente crecimiento y desarrollo y poniendo en la dimensión económica el fundamento de su defensa, marginando las más de las veces los componentes social y ambiental.

Desde su nacimiento como concepteóla deuda ecológica ha tratado de revertir estas interesadas interpretaciones, poniendo a debate las desigual­dades de los intercambios económicos y los impactos ecológicos de tales intercambios. Este concepto nació en el ámbito de los movimientos popula­res para tratar de contrarrestar el yugo de la deuda externa y hace referencia a la obligación contraída por los países enriquecidos a consecuencia del expolio continuo de los recursos naturales de los países empobrecidos, del intercambio comercial desigual con éstos y del aprovechamiento exclusivo del espacio ambiental global como sumidero de sus residuos. De esta forma, sostenibilidad y desarrollo, justicia ambiental y equidad, se unen a la hora de reclamar el reconocimiento de una deuda ecológica.

En ese sentido puede ser un instrumento conceptual sintético y eficaz para hablar de la injusticia en las relaciones Norte-Sur e intentar obtener:

• el reconocimiento del desequilibrio en el uso de los recursos natura­les y en la contaminación producida, ayudados por indicadores como la capacidad de carga, el espacio ambiental y la huella ecológica, que reproducen de manera concisa y plástica la insostenibilidad de nuestro modelo de producción y consumo.

/ • la prevención, es decir, poner en marcha una serie de políticas am­bientales y económicas que impidan la producción de nueva deuda, el dictado de normativas que pongan freno a la esquilrn'ación de los ecosistemas y busquen la desaparición de los daños sociales y ambien­tales infligidos. • la reparación monetaria y política de la deuda adquirida, asumiendo que una gran parte del deterioro natural y social producido no tiene vuelta atrás, porque es irreversible y no puede ser reparado.

, • la compensación, en la medida de lo posible, de la deuda ya creada y la abolición de la deuda externa. Lo cual supone la disposición a pagar por un uso abusivo o indebido reconocido y la disposición a aceptar tales compensaciones. En el ámbito de la política internacional, Evo Morales o Rafael Correa,

presidentes de Bolivia y Ecuador respectivamente, han recogido el testigo

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DEUDA ECOLÓGICA: LA MIRADA MEDIOAMBIENTAL DE LOS DESIGUALES INTERCAMBIOS ECONÓMICOS

dejado en la década anterior por Virgilio Barco (Colombia) o Fidel Castro (Cuba) para asumir como propia la demanda de los movimientos indígenas y campesinos, ecologistas y feministas y esgrimir en foros internacionales los argumentos que se parapetan tras la denominada deuda ecológica.

No es fácil evaluar la deuda ecológica en su conjunto. En primer lugar hay dificultades debidas al gran número de daños ambientales producidos desde la época del colonialismo hasta hoy, lo que hace que sea imposible cuantificarlos y evaluarlos todos. Un primer esfuerzo clarificador sería distin­guir entre los mecanismos generadores de tal deuda (expolio de recursos, pérdida de soberanía alimentaria, intercambio comercial injusto, aprove­chamiento abusivo del espacio ambiental global...) y los componentes de la misma (la deuda del carbono adquirida por los países industrializados a causa de la desproporcionada contaminación de la atmósfera a través de los gases de efecto invernadero, la biopiratería,» esto es, la apropiación intelectual con fines mercantiles de saberes y conocimientos locales e in­dígenas, la exportación de residuos, pasivos y externalidades ambientales o la pérdida de soberanía alimentaria, etc.).

En segundo lulgar, la complejidad de las relaciones entre ecosistemas y sociedad humana hace que sea difícil determinar con exactitud las consecuencias de un daño ambiental. La contaminación se transmite y se acumula a lo largo de la cadena trófica, y los factores que aumentan el riesgo son muchos, a veces interactúan entre ellos y muchas veces tienen efectos a largo plazo. Por eso es difícil aislar el efecto de cada elemento contaminante y establecer una relación lineal de causa- efecto.

En tercer lugar, la evaluación monetaria ignora muchos otros aspectos de las pérdidas que no pueden ser expresados con lenguaje económico. Además estas estimaciones son discutibles porque dependen de la renta (la muerte de un profesional es más cara que la de un empleado). Sin em­bargo, en el ámbito empresarial e institucional puede revelarse más eficaz hablar un lenguaje cuantitativo y monetario. Del mismo modo, la evalua­ción monetaria de los daños ambientales es útil en un contexto judicial: la compensación monetaria del daño puede ser la única manera para que las víctimas, por lo menos, reciban algo y el culpable del daño sea castigado, además de constituir un acicate preventivo o disuasorio que incentive a las empresas a tomar precauciones para reducir el riesgo de accidentes.

La cuantificación monetaria no es la única manera de evaluar la deuda ecológica: se pueden y se deben usar preferiblemente métodos de cuan­tificación física. El flujo de materiales no es un indicador directo de con­taminación (un gramo de mercurio contamina más que una tonelada de

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hierro), pero puede dar una idea de la dimensión física de una economía. Usando esta metodología observamos que mientras desde un punto de vista monetario las importaciones europeas son aproximadamente iguales a las exportaciones, en términos de peso Europa importa aproximadamente cuatro veces más de lo que exporta.

Además, las exportaciones europeas son mucho más caras que las importaciones, es decir, el ingreso obtenido de la venta de una tonelada de bienes exportados puede ser utilizado para comprar cuatro toneladas de bienes importados. Por eso los países del Sur, a causa de la pobreza y la deuda exterior, se ven incentivados a vender una cantidad creciente de bienes primarios, como combustibles fósiles, metales, minerales, etc., que producen mucha contaminación y poca riqueza en el lugar de extracción y de procesamiento, mientras que los países del Norte se especializan en productos finales, más caros y menos contaminantes.

Así la deuda ecológica responde de forma integral al modelo dé la globalizaclón capitalista. Incluye tanto la equidad como la ecología, aporta la crítica al sistema dominante de forma transversal, intergeneracional y multidisciplinar. Es útil tanto para referirnos a las políticas internacionales como a las nacionales y locales, a los organismos internacionales (BM, FMI, OMC), las empresas transnacionales y los gobiernos y a poner en cuestión nuestro modo de vida cotidiano en el Primer Mundo.

En el contexto de la crisis económica actual estamos asistiendo a una serie de fenómenos (la bajada del precio de materias primas, la disminu­ción de las emisiones de C 0 2 , la disminución del comercio internacional o los cambios en el sistema de gobierno internacional) que en palabras del investigador catalán Miquel Ortega nos deberían hacer repensar el modelo económico actual en otros términos. El decrecimiento y el llamado Green New Beal, la reconversión ecológica de la economía, son nuevas propuestas a explorar y la deuda ecológica es un argumento central para caminar en este sentido.

Bibliografía recomendada • Barcena, I.; Lago, R.; Villalva, U. (eds.) Energía y deuda ecológica. Transna­

cionales, cambio climático y alternativas. Icaria, Barcelona, 2009 .

• Global Forum di Rio. La Carta de la Terra. II manisfesto delTambientalismo planetario. ISEDI, Torino, 1993.

• Martínez Alier, j. El ecologismo de los pobres. Conflictos ambientales y len-

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DEUDA ECOLÓGICA: LA MIRADA MEDIOAMBIENTAL DE LOS DESIGUALES INTERCAMBIOS ECONÓMICOS

guajes de valoración. Icaria-FLACSO, Barcelona, 2004 .

Naredo, J. M. Raíces económicas del deterioro ecológico y social. Más allá de los dogmas. Siglo XXI, Madrid, 2006 .

Observatorio de la Deuda en la Globalización. Deuda ecológica. ¿Quién debe a quién? Icaria, 2003 .

Ortega, M. Impactes ecologics de la crisi económica ais pa'isos del Sud. Obser­vatorio de la Deuda en la Globalización, Barcelona, 15 abril 2009 .

Ortega, M. (ed.) La Deuda Ecológica Española. Impactos ecológicos y sociales de la economía española en el extranjero. Muñoz Moya Editores y Univer­sidad de Sevilla, 2 0 0 5 .

Simms, A. Ecological Debí: The Health ofthe Planet & the Wealth ofNations. Pluto Press, London, 2005 .

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La escapada virtual: el desarrollo de una ceguera colectiva

Fernando Cembranos Díaz Psicólogo y miembro de Ecologistas en Acción

No resulta difícil imaginarse a un niño o una niña comenzando el día pegado a la pantalla viendo los dibujos animados, mientras sus papas apresurados le preparan el desayuno. De camino a la escuela, sin apenas mirar por la ventanilla del coche, probablemente estará viendo una pelí­cula en el DVD del cabezal del asiento delantero, mientras permanece inmovilizado (por seguridad) en la parte trasera del automóvil. Una vez en la escuela se entretendrá en el rincón virtual aprendiendo formas en un programa interactivo. Sin apenas hacer caso de su merienda intentará jugar con la game-boy. De vuelta a casa y con el televisor de su habitación tratará de ver su serie preferida. Sus padres temerosos de dejarle fuera de la competición del futuro le compraron muy pronto un ordenador en el que ahora explora nuevos juegos. El día que finalmente fue al campo pasó una buena parte de la mañana en el centro de interpretación, donde hay unos buenos simuladores del bosque y los animales que habitaban el valle antes de que lo devorara la nueva urbanización.

La escapada virtual consiste en relacionarse, percibir, preocuparse, sentir emociones y ocuparse más de las pantallas que del territorio, mientras éste va siendo progresivamente devastado. En este capítulo nos centraremos en las pantallas de televisión y en las de los videojuegos, a las que la pobla­ción española dedicamos unas 4 horas y media al día de media (3 horas SO minutos de televisión de media en la población general y 2 horas de videojuegos de promedio en jugadores habituales).

Si se mira el planeta desde un satélite se observa que las llamadas zonas desarrolladas son manchas grises y borrosas que se expanden al modo de una enfermedad (las dos costas de EE UU, una amplia zona del centro

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de Europa, la costa mediterránea, Japón y las nuevas economías asiáticas). También se observa que las zonas áridas han ido creciendo en detrimento de las zonas boscosas, aumentando con ello el color parduzco. Otras man­chas han ido apareciendo en diferentes partes y la atmósfera, en general, se ha hecho más gris.

Pues bien, a la vez que el planeta se ha hecho más borroso y desco­lorido, las tecnologías de producción de realidad virtual, como si fuera una estudiada correlación inversa, han ido adquiriendo más colores, más definición y una mayor apariencia de realidad.

Las ventanas han ido siendo sustituidas por las pantallas y se ha ido dejando de mirar la realidad de forma directa, prefiriendo ver lo que de ella se filma o se recrea. La referencia de la realidad ya no es la observa­ción directa de millones de ojos, sino lo que la pantalla dice. Y lo que la pantalla dice es diseñado sólo por unos pocos que sirven a los fines de quienes la controlan. Por eso la riqueza se muestra en términos de ventas o de indicadores de la bolsa y no en la calidad del aire, el suelo, el agua, las relaciones humanas, la igualdad de oportunidades o la biodiversidad. La menor interacción con el territorio hace desconfiar a la gente de su propia observación, y la referencia más valiosa se convierte en la pantalla misma, Debilitadas las conexiones con los otros y con la realidad misma, no es fácil distinguir qué es realidad y qué es ficción y se crean las condiciones para implantar a través de las pantallas realidades falsas e interesadas.

Los mass-media han ido creciendo hasta convertirse en una especie de nuevo medio ambiente. Para muchas personas ya no hay otra realidad relevante que la que produce la pantalla. "Lo ha dicho la televisión".

En buena medida el tiempo con las pantallas es un tiempo manipulado por quienes las financian, las controlan, las poseen, o se enriquecen o au­mentan aceleradamente su poder gracias a ellas. En el caso de la televisión se ve más claro. Por cada 10.000 minutos en los que la televisión habla bien de las multinacionales sólo aparece uno en contra. La televisión es un medio por el cual las compañías más grandes del planeta se hacen aún más grandes gracias a ella. La televisión y los videojuegos convierten a la mayor parte de la población del planeta en espectadores o falsos protagonistas.

Muchas personas opinan que la televisión en realidad ha contribuido a la conciencia ecológica ya que ocasionalmente han visto que en la progra­mación se incluye un documental sobre el calentamiento global. Se olvida que la televisión es esencialmente una máquina de crear deseos sobre cosas que no se necesitan o que no podemos permitirnos desde el punto de vista ecológico (cuando algo es necesario no suele hacer falta que te lo

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digan insistentemente y de manera seductora, como hacen los anuncios de la televisión). La televisión se financia, existe y tiene su razón de ser precisamente por este mecanismo.

La televisión dedica mucho más esfuerzo a hacer deseables los coches (publicidad del automóvil, carreras, películas en las que los coches marcan quién es quién) y a fomentar la movilidad horizontal que a hablar del ca­lentamiento global. Y en cualquier caso nunca diría que General Motors, Renault y BMW son ¡unto con otras compañías responsables del cambio climático.

En buena medida lo que propone la televisión son unos estilos de vidaí -insostenibles. Las soluciones que propone suelen necesitar más energía,' emiten más residuos y son más mercantilizadas. En realidad lo que la . televisión promueve es la dependencia del mercado, y en especial de las grandes compañías, para conseguir la supervivencia y la felicidad.

Como tecnología de implantación de imágenes en el cerebro, la televi­sión permite hablar directamente al interior de las mentes de millones de personas y depositar en ellas imágenes y asociaciones emocionales (que difícilmente se pueden modificar) capaces de lograr que la gente haga lo que de otra manera nunca hubiera pensado hacer. ¿Cómo conseguir suprimir las numerosas maneras diferentes de estar frescos, de desayunar o de percibir la belleza que había en los diferentes territorios y culturas, y sustituirlas por el aire acondicionado de Fuji, los potitos de Nestlé o la cabellera al aire de L'Oreal?

No hay obreras, okupas, ecuatorianos o ecologistas controlando la pro­gramación. .Junto con el sistema financiero, la televisión es el acelerador más eficiente del proceso de globalización, en el que la producción y los residuos se crean a escala mundial, y los beneficios y el control de los recursos sue­len concentrarse en los mismos sitios. Las televisiones más importantes del mundo son propiedad de las 100 compañías más grandes, que a su vez son las que más se anuncian en televisión. Las cadenas públicas o se privatizan o se mimetizan con las privadas y en cualquier caso quienes las financian, en buena parte, son las mismas compañías. En la actualidad existen unos conglomerados industrial-financiero-mediático-políticos, en los que resulta muy difícil saber quién controla a quién, pues son un mismo ente o hacia ello se encaminan. Se esperan además nuevas alianzas con los sectores de la energía, las telecomunicaciones, la industria del entretenimiento, la biotecnología, la aeronáutica, etc.

En sólo dos generaciones, la enorme variedad de producciones locales en los diferentes sectores de la economía (alimentación, movilidad, energía,

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comunicaciones, entretenimiento, finanzas, etc.) están controladas por un reducido espectro de macrocompañías, que controlan la televisión o son parte de ella. Las grandes corporaciones pueden extraer beneficios de todos los rincones del planeta y de todos los rincones de nuestra conciencia, para ello es necesaria una tecnología que cambie las cabezas, y las relaciones en todos los lugares del mundo. Es necesaria una tecnología que legitime la enorme concentración de poder y elimine paulatinamente cualquier otro sistema o alternativa en los cerebros y en los territorios. Esa tecnología es la televisión.

La televisión es un aparato especialmente eficaz para suprimir millones de interacciones entre las personas y todo lo que la interacción produce: conocimiento, lenguaje, comunicación, cultura, estructuras de relación, afecto, contacto, conflicto, creación, organización social y poder.

Es igualmente eficaz (en interacción con otros factores como el pro­ceso de urbanización dispersa y el sistema de movilidad) para retirar a las personas del territorio próximo, perdiéndose con ello la observación directa, el conocimiento, las representaciones locales, las referencias físicas, la responsabilidad y el cuidado del mismo.

Los mapas cognitivos se desarrollan en el cerebro a partir de las acti­vidades que realizamos. La televisión se convierte en uno de los mayores campos de experiencia mental, desplazando a la experiencia directa con la realidad y con los otros. Una buena parte de nuestros mapas cognitivos han sido implantados por la televisión. Estos mapas están gravemente distorsionados, sesgados y desordenados con respecto a la realidad, al ser introducidos sólo con la finalidad de mantener la atención a la pantalla (para este fin, vale todo) y mientras ir introduciendo mensajes de naturaleza comercial. La televisión marca la agenda de los temas a tratar y pensar.

La competencia de la pantalla de televisión con la realidad acarrea numerosas consecuencias. De entrada suprime o debilita la conversación inmediata, la de las comidas y las cenas, recorta la comunicación con las personas más próximas dificultando su conocimiento y convierte lo cercano en extraño. Favorece el aislamiento. La soledad que produce se resuelve a su vez viendo aún más horas de televisión. La televisión calma el dolor que ella misma provoca. Disminuye la información local, tanto de personas como de realidades, y por lo tanto disminuye las posibilidades de articular relaciones y conocer y actuar sobre el territorio próximo. Homogeneiza las cabezas y suprime la sociodiversidad, al seleccionar la pantalla un trozo muy pequeño de realidad y repartirlo a todos los cerebros por igual. Dejan de ser conocidas las realidades que no han sido seleccionadas por la pantalla,

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sin que por otra parte se echen de menos: al no aparecer otras realidades en ellas y ser las pantallas el principal referente, lo lógico es pensar que no existen.

La televisión suprime la diversidad cultural. Con la ayuda de los satélites y las parabólicas envía los mismos mensajes a una parte importante de la población del planeta, aunque estos mensajes caen en lugares con condicio­nes muy distintas. Por eso pueden verse casas victorianas y campos de golf en Almería. La televisión rompe el delicado sistema entre cultura y territorio que buscaba la adaptación de las soluciones a las características de cada lugar y se sustituye por una propuesta única o trivialmente diferenciada, que por otra parte beneficia a las compañías fuertes en detrimento de la diversificación de la producción y de los beneficios.-'La' televisión viene a ser el equivalente del monocultivo cultural.

A diferencia de la televisión, los video-juegos permiten la interacción fundamentalmente con la máquina, aunque también con otros participan­tes. Permiten también una cierta actividad psicomotora e intelectual (reso­lución de problemas). A diferencia de la televisión ocurren cosas (aunque virtuales) como consecuencia de las acciones que la persona realiza.

Si bien con la televisión se aprende la pasividad, con el vídeo-juego se aprende la irrelevancia de la acción. La persona actuante recibe una retroa- !

limentación precisa sobre las consecuencias virtuales de sus acciones y con ellas sufre una ilusión de contingencia, una ilusión de poder. Sin embargo no es más que una ilusión porque la clave es que en el espacio real no ocurre nada como consecuencia de sus acciones. En el espacio real cada vez son menos personas las que deciden lo que ocurre (qué se produce, qué se come, qué se siembra, qué se ve).

Cabe relacionar el éxito de los videojuegos (además de por razones de mercado y de su precisión para estimular) con la progresiva dificultad de acceso a la interacción con las personas y con el territorio. La participación en el espacio virtual se hace en buena medida en detrimento de las posibi­lidades de participación en el espacio real. Se aprende a ser protagonistas de la nada.

Bibliografía recomendada • Baudrillard, J. Cultura y simulacro. Kairós, Barcelona, 1978.

• Bordieu, P. Sobre la televisión. Anagrama, Barcelona, 1997.

• Cembranos, F. "Televisión, interacciones sociales y poder". Revista Inter-

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vención Psicosocial. Vol 13, n° 1, 2003

• Debord, G. Comentarios sobre la sociedad del espectáculo. Anagrama, Barcelona.

• Díaz Nosty, B. Informe anual de la comunicación: Años 2000-2001. Grupo Zeta, Madrid, 2002 .

• Mander,) . Cuatro buenas razones para eliminar la televisión. Gedisa, Bar­celona, 1984.

*• Pignotti, L. La supernada: ideología y lenguaje de la publicidad. Fernando Torres Editor, Valencia, 1976.

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Defensa de qué, de' quién: miedo a la carta para la guerra global

Mar R. Gimena y Jaime S. Barajas Alternativa Antimilitarista-Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC)

"La acción de preguntar supone la aparición de la conciencia."

María Zambrano

Inevitabilidad del conflicto y evitabilidad de la violencia Partimos de que los conflictos entre personas, grupos humanos o países son inevitables. Son expresión de la vitalidad de una relación que lleva consigo una complejidad de intereses y actitudes. Se refieren, por tanto, a una realidad compleja y dinámica en la que se hacen presentes divergencias, discrepancias y desigualdades entre diferentes sujetos sociales.

Sin embargo, los conflictos no tienen por qué abordarse de manera violenta. Una cuestión es el conflicto y otra las formas de regularlo. Por tanto, un conflicto, por muy grande que sea, no tiene que desembocar ne­cesariamente en una guerra: no está destinado, de por sí, a militarizarse.

"Lo que caracteriza a una posición pacifista no es la negación del con­flicto, sino la negación de la inevitabilidad de la violencia. El pacifismo piensa en los seres humanos fundamentalmente como resultados cul­turales, en donde la naturaleza coloca su base pero no su construcción. La cultura es una creación del ser humano, que ha sido y sigue siendo moldeado por ella a lo largo de la historia. Desde esta concepción, por tanto, el hecho de que la mayoría de las culturas hayan desarrollado la violencia como método para dirimir los conflictos, (¿acaso no han desarrollado también la cooperación?, ¿en qué medida se amplifica por

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medio de la transmisión histórica el peso de la vía violenta?) no nos obliga a concluir que la violencia forma parte del ser humano. Ambos, el ser humano y la cultura, son conceptos dinámicos, cambiables y construibles. De ahí el empeño en ir analizando los rasgos constitutivos de una cultura de la violencia y sus contrapuestos: los rasgos de una cultura de paz". Carmen Magallón1.

De enemigos a criminales: el lento proceso de la militarización social Tradicionalmente los procesos de militarización han respondido a la lógi ca de fomentar el miedo a un determinado grupo para, a continuación, identificar a ese grupo como el enemigo y convencer a la población de que hay que atacar/exterminar al tal enemigo con fuerzas militares y/o paramilitares.

Ese proceso de generación de miedo y construcción del enemigo al que tradicionalmente han recurrido las élites militaristas, con el paso del tiempo se ha ido sofisticando y en la actualidad nos resultan incluso burdos los métodos que se utilizaban hace relativamente poco. La novedad a la que asistimos en estos momentos es el salto que supone la conversión de esos enemigos en criminales. Desde el 11-S se ha producido una abolición de las diferencias entre enemigos y criminales y se ha ido abriendo paso un modelo de lucha, a la que ahora se califica de antiterrorista, en la que se consagra la primacía del procedimiento sobre la ley, lo que sirve de cqartada para el recorte de libertades y derechos, recorte que afecta igualmente a potenciales enemigos como a las personas a las que se dice defender.

Este recorte de derechos habría provocado airadas reacciones por parte de la sociedad civil en otro contexto sociopolítico. Pero en el contexto actual de miedo al terrorismo global lo que ha suscitado son adhesiones e incluso peticiones de mayores recortes.

El concepto de seguridad que nace del miedo a la amenaza, cuanto más difusa o fantasmagórica mejor, pasa de ser un medio -mantenimiento de un espacio seguro en el que desenvolverse- a convertirse en un fin: lo importante es la sensación de seguridad. Y cuanto más ilusoria es la sensación de seguridad, más margen hay para las restricciones de derechos

1 Magallón, Carmen. "Hombres y mujeres: el sistema sexo-género y sus implica­ciones para la paz". Mientras Tanto, 54, mayo-junio 1993.

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DEFENSA DE QUÉ, DE QUIÉN: MIEDO A LA CARTA PARA LA GUERRA GLOBAL

y la legitimación del uso de la violencia, llegando a hacer aceptable la ani­quilación del etiquetado como enemigo/criminal, como única solución al problema de la inseguridad.

Crisis y control social: los ejércitos como garantes de la seguridad interna y externa Milton Friedman afirmaba que sólo una crisis, ya sea real o percibida, pro­duce un cambio real, y cuando llega esa crisis, el cambio que desencadena depende de las ideas que haya en el entorno.

El contexto actual de crisis llega en un momento en el que previamente hemos asistido a una revitalización del discurso militarista tradicional, en el que son los ejércitos, en sus diferentes modalidades, los únicos garantes de la seguridad. Pero nos encontramos con, al menos, una característica diferente, fruto de esta situación que Naomi Klein denomina "capitalismo fundamentalista". En este contexto se ha conseguido convencer a gran parte de la población de que los Estados no son buenos gestores y que lo más eficaz es la exlernalización de los servicios que tradicionalmente prestaban y gestionaban. Hemos asistido a la progresiva privatización de esos servicios -sanidad, educación, transporte- y la última vuelta de tuerca dentro de esta lógica era la privatización de las organizaciones encargadas de proporcionar esa sensación de seguridad.

La empresa Blackwater (hoy llamada Xe tras los escándalos en que se ha visto envuelta en lraq) es el más claro ejemplo de esta tendencia. Xe entrena en sus propias instalaciones a más de 40 .000 personas, cuenta incluso con aviones y helicópteros de combate y sus actividades van desde la fabricación de blindados hasta el entrenamiento de perros para las fuerzas de seguridad.

Xe trabaja para el gobierno de Estados Unidos en lraq y una de sus ramas fue la encargada de la seguridad - e n teoría la logística y el transpor­te, en la práctica doscientas personas fuertemente armadas destinadas a proteger las instalaciones del gobierno- durante las operaciones de rescate en el Golfo de México tras el huracán Katrina.

Como muestra de todo esto, sirva el dato de que el gobierno de EE UU en el año 2 0 0 7 estableció que el 7 0 % de su presupuesto de inteligencia lo gestionaran contratistas, privados.

En el Estado español, el ejército, visto en la transición como mantenedor del sistema franquista, ha jugado bien su baza de lavado de cara, presentán­dose a su público como garante de las libertades fuera y dentro del territorio

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del Estado. Los ejércitos han pasado de ser los ejecutores directos de las guerras a los aliados de distintos pueblos para el mantenimiento de la paz y la libertad. Cómo se ha operado el cambio en las personas de a pie se debe, entre otras causas, a una intensa campaña publicitaria -a pesar de la cual han tenido que esperar a que el paro se dispare para tener más de una solicitud por plaza ofertada en el ejército- y a una lógica de enemigo-miedo-seguridad que ha permitido sembrar en terreno abonado las semillas del ejército humanitario.

Un nuevo orden mundial: (a guerra global La terminología de esta nueva guerra preventiva -lucha antiterrorista, ope­ración quirúrgica, misión de p a z - intenta remitir a intervenciones con un alto grado de precisión, en las que se va a cauterizar el ¡ejido infectado pero respetando el sano, siempre justificadas en aras de la seguridad.

Pero se llame como se llame la guerra sigue siendo guerra. Un enfren tamiento violento en el que fundamentalmente mueren y resultan heridas personas civiles2, población del territorio donde transcurren los bombar­deos, combates, etc. En el que lo que se produce es destrucción, miseria, hambre y miedo. Y la guerra sigue siendo esencial para el funcionamiento del sistema capitalista. Según Umberto Mazzei, durante más de un siglo las crisis económicas del capitalismo nacen en el medio financiero y desem­bocan en una guerra.

La posición hegemónica de EE UU en el mundo arranca del fin de la Primera Guerra Mundial, enfrentamiento del que salió convertido en gran acreedor financiero mundial. Desde entonces la economía de la primera potencia mundial ha sido una suerte de keynesianismo de guerra. De las sucesivas crisis se ha salido participando en sucesivas guerras: la Segunda Guerra Mundial, Corea, Vietnam y finalmente la Guerra Fría. 1

El fin de la Guerra Fría supuso la pérdida del pretexto para esa econo­mía de guerra, así que hubo que inventar la "amenaza a la paz", situación que permitió atacar a países en los que no se corría riesgo: primero Iraq y después Serbia. Y los atentados del 11-S fueron la coartada definitiva para convertir esa guerra, para defender la paz amenazada, en la fase en la que

2 ; Según señala Eric Hobsbawm, mientras en la Gran Guerra de 1914 sólo el 5% i de las víctimas eran civiles, en la Segunda el porcentaje se elevó hasta el 6 6 % .

V \ Como apunta este anciano historiador que reside en Cambridge "en la actuali S dad, la proporción de víctimas civiles de cualquier guerra se sitúa entre el 80 y f el 90%".

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nos encontramos ahora, la "guerra contra el terror": Afganistán, de nuevo Iraq y ya veremos si Pakistán, Irán...

Pero no sólo EE UU ha participado y participa en misiones militares fuera de su territorio o lejos de sus fronteras. Un número cada vez mayor de Estados, entre ellos el español, se ha sumado a esta estrategia y despliega tropas fuera de sus fronteras desde la fase que hemos llamado de amenaza de ¡a paz, o envía tropas a zonas en las que los intereses económicos de sus empresas se ven amenazados. En el caso del Estado español, Bosnia, Iraq, Afganistán o el Indico son algunos ejemplos de esta política.

La necesidad de participar en estas misiones internacionales para ser alguien en el contexto mundial y la profesionalización total de las fuerzas armadas, ha servido de justificación para el incremento continuo del gasto militar en el Estado español. Así ha ocurrido con los sucesivos gobiernos, desde Felipe González hasta el actual de Zapatero, quien en el año 2 0 0 8 batió el récord de gasto: 18.926,83 millones de euros, más de cincuenta millones de euros al día.

Esta tendencia de incremento del gasto militar se ha detenido en el Estado español en 2 0 0 9 debido a la crisis, pero en regiones del planeta como América Latina asistimos recientemente a un preocupante proceso de rearme. A nivel mundial el gasto militar ha crecido un 4 9 % en los últimos diez años, y sólo Estados Unidos representa el 4 5 % del total.

La situación cotidiana de las personas que habitamos este planeta se ve directamente influida por las macro y micro políticas de militarización social progresiva que nos ha tocado vivir en los albores del siglo XXI. Cómo actuemos dependerá de lo que interioricemos colectiva y personalmente para resistir y desobedecer.

Bibliografía recomendada • Bricmont, |ean. Imperialismo Humanitario. El uso de los derechos humanos

para vender la guerra. El Viejo Topo, Madrid, 2005 .

• Por qué el capitalismo necesita al terror. Entrevista a Naomi Klein 14-10-2007. www.nodo50.org/tortuga/article.php3?id_article=6753

• Mazzei, Umberto. La situación económica mundial (II) www.argenpress. info/2009/07/la-situacion-economica-mundial-ii.html

• Torres López, Juan; Garzón Espinosa, Alberto. Gasto militar, gasto contra la sociedad. 12-11-2007 ht tp: / /al tereconomia.org/web/index. php?option=com_content&task=view&id= 182

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Capitalismo global Carlos Tatbo

Profesor de Ciencias Políticas y Administración de la Universidad Autónoma de Madrid

Lo común es que se considere que los últimos veinte años de la historia del capitalismo han estado marcados por lo que ha dado en llamarse globaliza-ción. Parece legítimo sostener, sin embargo, que ninguno de los elementos presuntamente característicos de esta última faltaba en el capitalismo de los decenios anteriores, con lo cual sobran los motivos para dudar de la idoneidad y la necesidad del término que utilizamos para describir una realidad sólo parcialmente nueva. En ese sentido, la decisión de otorgar a la palabra globalización un peso extraordinario tuvo en su momento un carácter visiblemente interesado: a su amparo se trataba, por encima de todo, de desterrar de nuestro lenguaje otros dos vocablos, imperialismo y capitalismo, como si uno y otro hubiesen dejado de servir para retratar una realidad, la de hoy, que, sin embargo, puede describirse sin mayores problemas con el concurso de esos dos vocablos.

Lo anterior no significa que el capitalismo de los dos últimos decenios no haya experimentado cambios. La consideración de esos cambios bien puede obligarnos a aceptar, aun a regañadientes, la palabra globalización siempre y cuando por detrás agreguemos algún adjetivo que permita recuperar discurso crítico. Así, y en la que cabe entender que es la mejor opción, podríamos hablar de^globalización capitalista,^ expresión que tiene la virtud de rescatar, con el adjetivo, el principal de los vocablos que se intentaba desterrar de nuestro lenguaje. Los elementos que justificarían la aceptación de que existe una globalización capitalista se refieren tanto a factores que explicarían los cambios como a estos últimos, siempre en el buen entendido de que ni los primeros ni los segundos son estrictamente nuevos: más razonable parece identificar elementos que, ya presentes en el pasado, han adquirido un inusitado vigor en el presente.

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¿Cuáles son esos factores que estarían en el origen de la globalización capitalista? El principal es, sin duda, el crecimiento - u n 6 ,5% anua l - regis­trado en los intercambios comerciales desde el final de la Segunda Guerra Mundial, mucho más rápido que el experimentado por la producción. De resultas, en la segunda mitad del siglo XX el comercio mundial se multiplicó por doce mientras la producción lo hacía por seis. El proceso fue posible merced a una general desaparición de las barreras aduaneras y se vio acom­pañado de un notable desarrollo de los flujos especulativo-financieros, con varias consecuencias interesantes: la quiebra del sistema de Bretton Woods y la crisis del petróleo del decenio de 1970, con las turbulencias esperables en las economías capitalistas; los esfuerzos para compensar lo anterior de la mano de inversiones en el Tercer Mundo; el impulso experimentado por la internacionalización de los mercados financieros, en estrecha relación con fórmulas desreguladoras; una activa desindustrialización en el Norte y, en suma, el giro operado desde la producción estandarizada y en masa hacia fórmulas más flexibles1.

Más recientemente, a todo lo anterior se sumaron los efectos del hun dimiento de los sistemas de tipo soviético y, si así se quiere, del progresivo agotamiento del modelo chino. Y se agregaron las secuelas de desarrollos tecnológicos como los vinculados con la producción en masa, la segmenta­ción de los procesos productivos -facilita su internacionalización-, el control a distancia, la mayor rapidez y eficiencia en el transporte, y la uniformización de productos, hábitos de consumo, sistemas de venta y financiación 2, prác­ticas todas ellas que ganaron terreno al amparo de gigantescos rponopolios en buena medida sostenidos gracias a las inversiones acometidas por los Estados.

Si se trata de resumir en un puñado de rasgos la condición de la globa­lización capitalista, el primero de ellos nos habla de una primacía radical de la especulación. En los dos últimos decenios los movimientos financieros se han desarrollado de forma espectacular, y han perdido paulatinamente su relación con los de bienes. Hoy en día se destinan en el planeta a ope­raciones de cariz estrictamente especulativo sesenta veces más recursos que los que corresponden a la compraventa efectiva, material, de bienes y servicios 3. Dominique Plihon ha recordado al respecto que "una sola jor-

1 Hirst, P. y Thompson, G. Globalization in question. Polity, Cambridge, 1999, págs. 5-6.

2 Vidal Villa, J.M. Mundialización. Icaria, Barcelona, 1998, pág. 90. 3 Passet, R. La ilusión neoliberal. Debate, Madrid, 2001, pág. 123.

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CAPITALISMO GLOBAL

nada de especulación afecta a una masa de capitales superior a la totalidad de las reservas de cambio de los bancos centrales" 4. El segundo rasgo lo configura una notable aceleración en los procesos de fusión de capitales: en los dos últimos decenios del siglo XX se multiplicaron nada menos que por siete los activos afectados por las fusiones 5, de tal manera que hoy existen muchas empresas cuyo volumen de operaciones es mayor que el producto interior bruto de numerosos Estados. Joaquín Estefanía ha tenido a bien identificar al respecto una paradoja, toda vez que la "busca de una mayor liberalización de los mercados" ha provocado "una concentración de poder económico sin precedentes" 6 .

Un tercer elemento caracterizador es la deslocalización, propiciada por la integración de ambiciosas cadenas de producción y distribución esparcidas por todo el planeta. A su amparo son muchas las empresas que han traslada­do su actividad a otros países para así sacar provecho de ventajas como las vinculadas con bajos salarios, ventajas fiscales o regímenes autoritarios que permitan garantizar la obtención del beneficio más descarnado. Un cuarto rasgo vertebrador de la globalización capitalista es, en fin, una general apues­ta por \adesregulación,esto es, por la supresión de las normas que en su caso pudieran limitar la libre circulación de los capitales. El objetivo, evidente, no es otro que gestar una especie de paraíso fiscal de escala planetaria, de tal suerte que los capitales, y sólo los capitales, puedan moverse a lo largo y ancho del globo sin mayores obstáculos, arrinconando progresivamente a los poderes políticos tradicionales y desentendiéndose por completo de cualquier consideración de cariz humano, social o medioambiental.

A duras penas sorprenderá que el proyecto que acabamos de retratar haya tenido dos consecuencias fundamentales. La una es un crecimiento notable de las redes del crimen organizado, directamente beneficiadas, claro, por la desregulación. La otra es una visible pérdida de peso de esos poderes políticos tradicionales de los que acabamos de hablar, que, si bien han ganado atribuciones en el terreno militar-represivo, las han perdido en el ámbito económico y social en provecho de formidables corporaciones económico-financieras que dictan la mayoría de las reglas del juego, en

4 Plihon, D. Le nouveau capltalisme. La Découverte, París, 2004, pág. 76. 5 Amin, S. "¿Nueva fase del capitalismo? (o cura de rejuvenecimiento del capitalismo

senil)", en M. Monereo y M. Riera (dirs.) Porto Alegre. Otro mundo es posible. El Viejo Topo, Barcelona, 2001, pág. 72.

6 Estefanía, J. La mano invisible. El gobierno del mundo. Suma de letras, Madrid, 2007, pág. 140.

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I, CAUSAS DE UNA ENFERMEDAD SISTÉMICA: IDEOLOGÍAS DE LA DESTRUCCIÓN

7 Les Éconoclastes, Petit bréviaire des idées reçues en économie (La Découverte, Paris, 2003), pág. 59 (hay traducción castellana: Popular, Madrid, 2009).

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lo que cabe entender que configura una agresión en toda regla contra las normas de la democracia representativa. Esto aparte, nada invita a concluir que la globalización capitalista es un proceso espontáneo -obedece , antes bien, a los intereses, bien tramados, de esas grandes empresas-, uniforme - s e despliega con arreglo a pautas muy distintas según los espacios geográ­ficos, como lo testimonia el hecho de que el continente más pobre, África, haya recibido en los últimos decenios un 0 ,65% de los flujos de inversión frente al 7 1 % que tenian por destino Estados Unidos, la Unión Europea y j a p ó n - 7 e igualitario -las diferencias de ingresos entre el 2 0 % más rico y el 2 0 % más pobre de la población planetaria no han dejado de crecer, y espectacularmente, en las dos últimas décadas- .

Si la globalización estaba llamada a llevar al capitalismo a las mayores cotas de eficiencia y asentamiento, unos pocos años han servido para dar al traste con todas las ilusiones al respecto. Ello es así hasta el punto de que cabe preguntarse si el capitalismo mencionado, que históricamente demostró una formidable capacidad de adaptación a los retos más dispares, no está perdiendo dramáticamente esa habilidad y, guiado por un impulso poderosísimo encaminado a multiplicar espectacularmente los beneficios en un período de tiempo extremadamente breve, se muestra hoy incapaz de deshacer el escenario de caos y crisis general que ha provocado. Y es que, al respecto, importa subrayar que estamos obligados a dudar de la capacidad del capitalismo para resolver sus propios problemas o, lo que es lo mismo, para garantizar razonablemente los beneficios que desea obtener.

La situación es tan dramática, y el riesgo de un caos general tan evi­dente, que los movimientos de contestación han empezado a percatarse de que el problema no reside, como lo sugiere el discurso dominante, en el capitalismo desregulado, sino en el capitalismo en sí mismo, en su doble dimensión de explotación e injusticia, por un lado, y de agresiones contra la naturaleza, por el otro. Acaso la única virtud del escenario contemporáneo - n o nos engañemos: aunque del caos general que acabamos de invocar pueden derivarse respuestas imaginativas, lo más razonable es concluir que provocará, está provocando ya, un sufrimiento ingente para buena parte de la población del planeta- es su capacidad para concitar respuestas cada vez más numerosas, más conscientes y más firmemente decididas a propiciar un nuevo orden de cosas marcado por la justicia, la solidaridad y la reconciliación con un medio natural castigado por el crecimiento sin

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CAPITALISMO GLOBAL

límites que ha postulado el capitalismo global.

Bibliografía recomendada • Amin, S. El capitalismo en la era de la globalización. Paidós, Barcelona,

1999.

• Arrighi, C. El largo siglo XX. Akal, Tres Cantos, 1999.

• Arrióla,).; Guerrero, D. (dirs.) La nueva economía política de la globalización. Universidad del País Vasco, Bilbao, 2000 .

• Bauman, Z. La globalización. Consecuencias humanas. FCE, Buenos Aires, 1999.

• Bello, W. Desglobalización. Icaria, Barcelona, 2004 .

• Centro Nuevo Modelo de Desarrollo. Norte Sur. La fábrica de la pobreza. Popular, Madrid, 2007.

• Chomsky, N. El beneficio es lo que cuenta. Crítica, Barcelona, 2000 .

• Chossudovsky, M. Globalización de la pobreza y nuevo orden internacional. Siglo XXI, México, 2002 .

• Latouche, S. La apuesta por el decrecimiento. Icaria, Barcelona, 2008 .

• Martin, H. P; Schumann, H. La trampa de la globalización. Taurus, Madrid, 1998.

• Martínez González-Tablas, A. Economía política de la globalización. Ariel, Barcelona, 2000 .

• Sampedro, ).L. El mercado y la globalización. Destino, Barcelona, 2002 .

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II. Diagnóstico de un sistema colapsado: consecuencias

de la insostenibilidad

Q.AVl'.S DEI ECOLOGISMO SOCIAL

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Biodiversidad: tirando piedras contra nuestro propio tejado

Theo Oberhuber Miembro de Ecologistas en Acción

"No se corta una flor sin que se estremezca una estrella" Proverbio Masai

A medida que los seres humanos hemos incrementado nuestras habilidades y capacidades, aumentamos de forma simultánea nuestro impacto sobre el entorno natural. En ocasiones por mera ignorancia, pero en otros casos con evidente alevosía, estamos poniendo en riesgo el único elemento ge­nerador de los bienes y servicios que nos resulta imprescindible para vivir y que incluso utilizando toda la tecnología que disponemos nunca seremos capaces de reproducir: la biodiversidad.

Aunque muchas de las causas de la pérdida de biodiversidad a las que nos enfrentamos en la actualidad -destrucción del habitat, persecución directa de determinadas especies o la introducción de especies exóticas invasoras- eran problemas incluso en tiempos remotos, la diferencia hoy, fundamentalmente, es de escala y velocidad. Antes de la Revolución Indus­trial la degradación ambiental era mucho más gradual, produciéndose a lo largo de cientos o miles de años, y relativamente localizada. Sin embargo, las acciones acumulativas de las sociedades de rápido crecimiento e indus­trialización han dado paso a problemas más complejos.

Los recursos que los seres humanos utilizamos cada año como fuentes de materiales y energía, y como sumideros de residuos, superaron hace tiempo la producción anual de la Tierra. La sobreexplotación de los recursos naturales por parte de nuestra especie ha provocado que prácticamente todos los ecosistemas de la Tierra hayan experimentado una transformación

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II. DIAGNOSTICO DE UN SISTEMA COLAPSADO: CONSECUENCIAS DE LA INSOSTENIBILIDAD

radical. C o m o demuestran los cálculos de huella ecológica, una medida que

traduce todo nuestro consumo a territorio, hemos rebasado los límites que impone el planeta y lo hemos hecho fundamentalmente a costa de la biodiversidad, de esa biodiversidad de la que dependemos para vivir en el presente y que requerirán las generaciones del futuro.

Si no adoptamos las políticas adecuadas, el declive actual de la biodiver­sidad y la pérdida respectiva de servicios aportados por los ecosistemas van a proseguir, y en algunos casos incluso a acelerarse. Las investigaciones lle­vadas a cabo sobre el coste de la inacción muestran que si la actual tesitura no varía, sufriremos graves consecuencias de aquí a 2050 : se producirá una disminución del 11% de las zonas naturales que existían en el año 2000, principalmente por su conversión a la agricultura, la expansión de infraes­tructuras o el cambio climático; cerca del 4 0 % de las tierras actualmente explotadas con medios de agricultura poco intensiva, podrían convertirse en tierras de cultivo intensivo, lo que conlleva pérdidas suplementarias de biodiversidad; y el 6 0 % de los arrecifes coralinos se encuentra en riesgo de desaparecer a partir de 2 0 3 0 por culpa de la pesca, la contaminación, las enfermedades, la invasión de especies exógenas o el blanqueamiento de los corales provocado por el cambio climático 1.

La extinción de especies, que forma parte del curso natural de la historia de la Tierra, se ha acelerado mil veces respecto al ritmo natural, y no hay in­dicios de que este proceso se esté ralentizando, por lo que nos enfrentamos a una extinción en masa de especies comparable a la de los dinosaurios, pero que será la primera producida por las actividades humanas 2 .

Esta situación se podría calificar de grave si supusiese la alteración de nuestro entorno natural, la pérdida de los bosques y causase la desaparición de especies emblemáticas como el oso polar o el tigre siberiano. Sin duda, sería una importante pérdida para las futuras generaciones que nunca disfrutarían de estas bellas especies. Pero no, no es sólo este el problema al que nos enfrentamos. Desde hace miles de años venimos tirando pie­dras contra nuestro tejado, y esas piedras cada vez son más abundantes

1 Comisión Europea. La Economía de ¡os ecosistemas y ta biodiversidad. Oficina de Publicaciones Oficiales de las Comunidades Europeas. 64pp.

2 Thomas, |. A., Telfer, M.C.; Roy, D.B.; Preston, CD.; Greenwood,). | . D.; Asher, (.; Fox R.; Clarke, R.T. y Lawton. J. H. "Comparative Losses of British Butterflies, Birds, and Plants and the Global Extinction Crisis". Science 303:1879-1881. 2004.

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BIODIVERSIDAD: TIRANDO PIEDRAS CONTRA NUESTRO PROPIO TEJADO

y pesadas, hasta el punto que estamos destruyendo la biodiversidad y los ecosistemas que generan los bienes y servicios de los que vivimos.

Biodiversidad y servicios ecosistémicos Huyendo de definiciones científicas, la biodiversidad,\ abreviación de di­versidad biológica, es el conjunto de todos los seres vivos del planeta, el ambiente en el que viven y la relación que guardan con otras especies. Por ello, la biodiversidad está compuesta por todos los animales, todas las plantas y todos los organismos, así como todos los ecosistemas, tanto terrestres como marinos, junto a las relaciones que establecen entre sí. La biodiversidad refleja el número, la variedad y la variabilidad de los orga­nismos vivos y, también cómo éstos cambian de un lugar a otro y con el paso del tiempo.

Se calcula que en la Tierra hay entre 5 y 30 millones de especies. Sin embargo, hasta el momento, sólo se han identificado unos 2 millones. Para subsanar esta deficiencia es imprescindible contar con investigaciones más completas que pueden contribuir a que no se extingan. Incomprensible­mente gastamos más dinero en conocer otros planetas que en identificar todas las especies del nuestro, el único donde sabemos que podemos vivir.

La biodiversidad sustenta la producción, a través de los ecosistemas sanos, de una amplia gama de servicios de los que dependemos 3 : servicios de aprovisionamiento que nos facilitan por ejemplo alimentos; servicios de regulación, que purifican el agua; servicios culturales, en los que basamos por ejemplo muchas actividades de ocio, y servicios de apoyo, como los ciclos de nutrientes y la formación del suelo. Sin estos servicios ecosistémi­cos, sin el agua, la comida, la ropa, las medicinas, la protección contra el frío y la lluvia, la diversión, la regulación de los gases de efecto invernadero, y también la belleza de nuestros espacios naturales, nuestro planeta sería irreconocible.

Aunque ni podemos ni debemos monetarizar la naturaleza, sí resulta ilustrativo conocer los resultados de algunos estudios realizados para valorar los servicios ecosistémicos. El primer estudio realizado a escala global, ya en 1997, se propuso valorar en dólares todos los servicios ecosistémicos que el ambiente natural vivo proporciona sin coste alguno a la humanidad,

3 EM. Millenium Ecosystem Assessment. Ecosystems and human well-being: a framework for assessment. Island Press, Washington, DC. 2003.

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II. DIAGNÓSTICO DE UN SISTEMA COLAPSADO: CONSECUENCIAS DE LA INSOSTENIBILIDAD

y estimaron que la contribución era de 33 billones de dólares anuales o más. Esta cantidad es casi el doble del producto interior bruto combinado de todos los países del mundo en ese año. Esto resalta la importancia que tienen los servicios que nos da la biodiversidad, aunque normalmente no sean recogidos por los indicadores económicos.

Un ejemplo de la importancia de los servicios de algunos ecosistemas lo encontramos en el manglar, un ecosistema marino-costero ubicado en los trópicos y subtrópicos del planeta, que además de ofrecer leña, pescado y otros bienes, es una barrera natural que protege contra las marejadas. En diciembre de 2004 , en el Océano Indico se produjo un tsunami muy devastador, que costó la vida de cientos de miles de personas. Sin embargo, en algunas zonas de Indonesia y Malasia la presencia de manglares intactos redujo ostensiblemente los daños y evitó la muerte de miles de personas. Si no se hubiesen destruido gran parte de los manglares de la región estos daños habrían sido mucho menores. Pese a ello, los manglares siguen des­apareciendo por la construcción de hoteles, carreteras o aeropuertos.

Los servicios ecosistémicos son también esenciales en aspectos tan importantes como la salud humana. Según la Organización Mundial de la Salud, más de la mitad de la población en los .países del Sur depende para su asistencia sanitaria primaria directamente de las plantas localizadas en sus lugares de origen. En los países del Norte los productos vegetales aportan aproximadamente el 2 5 % de los fármacos que se emplean en la medicina. Otro 13% de los fármacos se hacen con productos derivados de los microorganismos, y el 3% a partir de animales terrestres.

Cientos de especies de plantas medicinales, cuyos elementos químicos naturales constituyen la base de más del 5 0 % de todos los medicamentos que se prescriben, están amenazadas de extinción. Esta situación ha mo­vido a los expertos a llamar a la movilización para "asegurar el futuro de la medicina mundial" 4 . Y cada especie que desaparece es una posibilidad _ que se pierde de obtener nuevos medicamentos que puedan curarnos.

La biodiversidad también es fuente de bienestar por el impacto emo­cional positivo que genera en la mayoría de las personas que se adentran en los paisajes donde lo natural domina sobre lo artificial. Una reacción sentimental inspirada en la belleza, en el sentido de lo imponente y de la fascinación, que resulta extraordinariamente gratificante y placentera. El considerado padre de la biodiversidad, Edward O. Wilson, defiende que la

4 Hawkins, B. Plants for Life: Medinal Plant Conservation and Botanic gardens. Botanic Gardens Conservation international, Richmond, Reino Unido, 2008.

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BIODIVERSIDAD: TIRANDO PIEDRAS CONTRA NUESTRO PROPIO TEJADO

vinculación emocional que experimentamos casi todos los seres humanos con otros seres de la naturaleza está en nuestros genes, forma parte de lo más íntimo y profundo de nosotros mismos. Esta conexión innata, o sentimiento de pertenencia, que aparece en la especie humana respecto al resto de los seres vivos, ha sido bautizado por Wilson como biofilia5/:

Sin embargo, según la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio 6, los servicios de los ecosistemas examinados se están degradando por las acti­vidades humanas o se usan de manera no sostenible -aproximadamente el 6 0 % (15 de 24 ) - , incluyendo el agua dulce, la pesca, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las plagas. Y esta debacle se acentuará aún más en el curso de los próxi­mos decenios a causa de múltiples factores, entre los que cabe destacar el cambio climático global. Si seguimos minando las funciones naturales que mantienen la unidad de este planeta estaremos creando unas condiciones que harán la vida cada vez más difícil, especialmente para aquellos que^ , están ya en el límite de la supervivencia.

Y es que resulta claro el impacto desproporcionado que tiene la pérdida de biodiversidad sobre los más desfavorecidos, puesto que las consecuen­cias de esta pérdida de biodiversidad y de la degradación de los servicios aportados por los ecosistemas no están repartidas mundialmente de ma­nera igualitaria. Eás.zonas con la biodiversidad y los ecosistemas más ricos se encuentran en países empobrecidos, en los que millones de personas dependen más directamente de ellos para cubrir sus necesidades básicas. Por ello serán los pequeños agricultores y pescadores, junto a los pobres de las zonas rurales y de sociedades tradicionales, y especialmente los 25 millones de refugiados ambientales, los que sufrirán la peor parte de esta progresiva destrucción de la biodiversidad.

Bibliografía recomendada • Wilson, E. O. El futuro de la vida. Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2002.

• Leakey, R.; Lewin, R. La Sexta extinción. El futuro de la vida y de la huma-

5 Wilson, Edward O. "Biophilia and the conservation ethic" en Stephen R.Kellers y Edward O. Wilson (eds.) Theo Biophilia Hypothesis. Island Press, Washington D.C. päg 31.

( i EM. Millenium Ecosystem Assessment. Ecosystems and Human 'Well-being-.Biodiversity Sfntesis. World Resources Institute, Washington, DC, 2005.

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I I . DIAGNÓSTICO DE UN SISTEMA COLAPSADO: CONSECUENCIAS DE LA INSOSTENIBILIDAD

nidad. Tusquets, 1997.

• VVWF. Living Planet Report 2008. World Wildlife Foundation, Geneva, 2 0 0 8

• Comisión Europea. La Economía de los ecosistemas y la biodiversidad. Luxemburgo: Oficina de Publicaciones Oficiales de las Comunidades Europeas. 64pp. 2 0 0 8 .

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Del crédito a la deuda ecológica en una generación

Juan Carlos del Olmo Secretario General WWF España

Lo sabemos pero actuamos ignorándolo: tenemos un solo planeta, con una capacidad limitada para mantener toda la biodiversidad que alberga, inclu­yendo a los seres humanos. Al demandar de nuestro planeta más de lo que está disponible sobrepasamos los límites ecológicos: en última instancia, lo que está en juego es el bienestar y la supervivencia del ser humano. El he­cho es que esta demanda se ha más que duplicado en los últimos 45 años, debido tanto al crecimiento de la población como al creciente consumo individual. Si en 1961 casi todos los países del mundo tenían capacidad de sobra para satisfacer su propia demanda, hoy muchos sólo pueden hacerlo importando recursos y utilizando la atmósfera global como un sumidero de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero. Y de seguir así, en 2 0 3 0 serán necesarios dos planetas para satisfacer la demanda de bienes y servicios de la humanidad.

Desde 1998, WWF publica cada año el Informe Planeta Vivo (1PV) para mostrar el estado del planeta en términos de biodiversidad global y el impacto de la actividad humana sobre sus recursos naturales. En su última edición, el IPV nos advierte de que estamos consumiendo los recursos que sustentan los servicios que demandamos del planeta demasiado rápido, a mayor velocidad que el tiempo que se requiere para renovarlos. Del mismo modo que el gasto desmedido está generando una recesión, el consumo irresponsable está agotando el capital natural del planeta, hasta el punto de poner en peligro nuestra futura prosperidad.

El Informe Planeta Vivo se basa en dos indicadores: el índice Planeta Vivo, que refleja la salud de los ecosistemas del planeta, y la huella ecoló­gica, que muestra el grado de demanda humana sobre esos ecosistemas.

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El índice Planeta Vivo tiene en cuenta, para medir la biodiversidad global, las poblaciones de 1.686 especies de vertebrados en todas las regiones del mundo, y nos indica que las especies silvestres y los ecosistemas están bajo una enorme presión en todos los biomas y en todas esas regiones del mundo. Aunque la pérdida de biodiversidad se ha nivelado en algunas zonas templadas, la imagen abrumadora que se vislumbra al promediar las tendencias es la de una disminución global en la abundancia de las espe­cies. El Índice Planeta Vivo ha descendido entre un 30 y un 4 0 % durante las últimas cuatro décadas. Es decir, en una o dos generaciones, hemos consumido un tercio de la riqueza natural del planeta.

Por otro lado, la huella ecológica mide la demanda de la humanidad sobre la biosfera en términos del área de tierra y mar biológicamente productiva requerida para proporcionar los recursos que utilizamos, y para absorber nuestros desechos. La huella de la humanidad excedió la biocapacidad total de la Tierra por primera vez en los años ochenta; ahora excede la capacidad regeneradora del planeta en cerca del 30%. Un exceso global que va en aumento, desgastando los ecosistemas y haciendo que se acumulen desechos en el aire, la tierra y el agua.

La deforestación, la escasez de agua, la decreciente biodiversidad y el cambio climático que resultan de ese exceso ponen en grave riesgo el bienestar y desarrollo de todas las naciones. En un mundo sobreexplotado, en particular los países con deuda ecológica se enfrentan al riesgo de una drástica disminución de los servicios que prestan los ecosistemas y de los que depende la humanidad.

La huella ecológica total de un país se determina por su población y por la huella promedio de sus ciudadanos. Esta última está en función tanto de la cantidad de productos y servicios que consume un ciudadano promedio, como de los recursos utilizados o los desechos generados al proporcionar dichos bienes y servicios. A escala mundial, la población y la huella pro­medio han aumentado desde 1961. Sin embargo, más o menos a partir de 1970, la huella global promedio por persona ha sido relativamente constante, mientras que la población ha seguido creciendo.

En 2005 , la huella ecológica global fue de 17.500 millones de hectá­reas globales (hag), es decir 2,7 hag por persona (una hectárea global es una hectárea con la capacidad mundial promedio de producir recursos y absorber desechos). La huella de un país es la suma de todas las tierras agrícolas, de pastoreo y de bosques, al igual que las zonas de pesca reque­ridas para producir los alimentos, fibras y maderas que ese país consume, para absorber los desechos emitidos por la generación de la energía que

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DEL CRÉDITO A LA DEUDA ECOLÓGICA EN UNA GENERACIÓN

utiliza y para proporcionar espacio para su infraestructura. Puesto que las personas consumen recursos y servicios ecológicos provenientes de todo el mundo, su huella es la suma de estas áreas, independientemente de dónde estén ubicadas en el planeta. En cuanto a la oferta, el área productiva total, o sea la biocapacidad, fue de 13.600 millones de hag, es decir 2,1 hag por persona.

Si este exceso continúa aumentando, ¿qué podemos esperar del futuro? Suponiendo un rápido crecimiento económico mundial y un cambio hacia una mezcla equilibrada de fuentes de energía, el Grupo Intergubernamen-tal de Expertos sobre el Cambio Climático pronostica que las emisiones anuales de carbono se duplicarán para el año 2050 .

Por otro lado, los cálculos moderados de las Naciones Unidas indican que la población mundial ascenderá a 9.000 millones en el mismo período, mientras que las proyecciones de la FAO muestran un importante aumento en el consumo de alimentos, fibras y productos forestales. Es más, si per­sisten los actuales esquemas de gestión, se prevé que las zonas pesqueras disminuirán en más de un 9 0 % para el año 2050 .

La población crece a la vez que hay menos biocapacidad disponible para satisfacer las necesidades de cada individuo, lo que aumenta la dependencia y la presión de unas naciones sobre la biocapacidad de otras.

Los ciudadanos de los países de ingresos bajos actualmente tienen en promedio una huella más pequeña que la que tuvieron en 1961. En África, por ejemplo, donde la población se ha triplicado en los últimos 40 años, la biocapacidad disponible por persona ha descendido en más de un 67%, y la huella de una persona promedio ha disminuido un 19%. Contrastando con lo anterior, el desplome de la biocapacidad por persona en el mundo en su totalidad fue del 49%. En ambos casos, esta disminución se debe principalmente al hecho de que ahora más personas comparten la misma cantidad de biocapacidad, y no a una disminución en la productividad de la Tierra.

En muchos países con economías emergentes su creciente huella por persona está asociada con un patrón de industrialización acelerada, similar al fenómeno atravesado hace unas décadas por muchos países de ingresos altos. En China, por ejemplo, tanto la huella por persona como la población se duplicaron entre 1961 y 2005 , un aumento de más de cuatro veces en su huella ecológica total.

La creciente demanda sobre la biosfera de los países de ingresos altos ha sido generada principalmente por un aumento en la huella por per­sona, la cual creció un 7 6 % entre 1961 y 2005 . La mayor parte de este

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aumento se debió a un crecimiento de nueve veces en el componente de carbono. Aunque el crecimiento de la población en los países de ingresos altos ha sido más lento que en los países de ingresos medios o bajos, este crecimiento rápido de la huella por persona sitúa a los países de ingresos altos con una participación del 3 6 % de la huella total de la humanidad, a pesar de tener sólo el 15% de la población mundial. Esto es, 2,6 veces mayor que la huella total de los países de ingresos bajos.

Para una sociedad que ya ha sobrepasado la capacidad ecológica del planeta, el crecimiento continuo de la población y de la huella por persona es claramente un rumbo suicida e insostenible. Estos factores de consumo deberían ser gestionados con estrategias que permitan reducir simultánea­mente el exceso en el consumo y mejorar el bienestar humano. La eficiencia con la cual se utilizan los recursos para proporcionar bienes y servicios puede mejorarse enormemente mediante el desarrollo de innovaciones a escala local, y la adopción de estrategias de gestión de los recursos y de tecnologías desarrolladas en otros países.

El empoderamiento de la mujer, la educación y el acceso a la planifica­ción familiar voluntaria pueden desacelerar o incluso revertir el crecimiento de la población. La transferencia de tecnología de los países de ingresos altos puede ayudar a los países' de ingresos medianos y bajos a obviar las fases del desarrollo industrial que requieren un uso intensivo de recursos. Puesto que más de la mitad de la población vive ahora en ciudades, las decisiones sobre infraestructuras que se tomen en las ciudades también tendrán una enorme influencia en la demanda futura sobre la biocapacidad local y mundial. Podrían asegurar mejores condiciones de vida para sus habitantes y minimizar su contribución a la huella global.

Pero si no hacemos nada y seguimos ignorando los datos, el exceso de consumo actual del 3 0 % alcanzaría el 100% en la década de 2030, es decir, necesitaríamos una capacidad biológica equivalente a dos planetas Tierra para responder a la demanda de recursos y a la producción de desechos de la humanidad.

Este escenario, siguiendo los patrones tradicionales de gestión, es incluso conservador puesto que asume que no habrá ninguna sorpresa desagrada­ble e impredecible: que la escasez de agua dulce no provocará una gran perdida de biocapacidad, que no se dará una interacción entre procesos que pudieran ocasionar que el cambio climático alcance el punto de no retorno, que no habrá ningún daño irremediable debido a la contaminación o ningún otro factor que pudiera disminuir drásticamente la biocapacidad. Pero estas sorpresas pueden ocurrir y deben ser previstas.

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DEL CRÉDITO A LA DEUDA ECOLÓGICA EN UNA GENERACIÓN

Cuanto más tiempo persista el exceso en el consumo, mayor será la presión que se ejerza sobre los servicios ecológicos, aumentando el riesgo del colapso de los ecosistemas, con pérdidas permanentes de la produc­tividad. Los científicos no pueden predecir con exactitud el punto de no retorno en el cual la degradación de un ecosistema pueda acelerarse re­pentinamente, o generar una insuficiencia que tenga un efecto de cascada en otros ecosistemas. Sin embargo, la mayoría de los científicos están de acuerdo en la necesidad de terminar con el consumo excesivo lo más rápido posible para reducir este riesgo y permitir que los ecosistemas degradados se recuperen.

La actual depresión en la economía mundial es una severa llamada de atención sobre las consecuencias de gastar más de lo que tenemos. Pero la posibilidad de una recesión económica palidece frente a la inminente crisis del crédito ecológico. La buena noticia es que tenemos el conocimiento y los medios para revertir esta crisis. El Informe Planeta Vivo identifica las áreas clave en las cuales debemos transformar nuestros estilos de vida y economías para acercarnos a la sostenibilidad.

Ha llegado la hora de tomar decisiones vitales. Los cambios que mejoren nuestros estándares de vida al tiempo que reducen nuestro impacto sobre el planeta no se darán fácilmente. Pero las elecciones de hoy definirán durante mucho tiempo nuestras oportunidades futuras. Las ciudades, las plantas de energía y las viviendas que construyamos en el presente situarán a la sociedad en un escenario de consumo excesivo y dañino más allá de nuestras vidas, o impulsarán a esta generación y a las futuras hacia estilos de vida más responsables. Si la humanidad tiene la voluntad, puede vivir con los medios disponibles en el planeta asegurando el bienestar humano y de los ecosistemas de los que depende. Es el momento de hacerlo, es hora de cambiar.

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Cambio climático Cristina Rois

Miembro del Área de Energía de Ecologistas en Acción

A menudo se dice que el cambio climático es el principal problema medio­ambiental de este siglo. Puede parecer una afirmación muy categórica en un mundo asediado por tan graves y diversos problemas ambientales, pero es que el clima tiene dimensión planetaria: la circulación de las masas de aire en interacción con el océano, los continentes y la cubierta vegetal no se restringe a una región, involucra a toda la Tierra. Posee una enorme inercia, así que, aunque se quiera, no puede revertirse la situación en escala de generaciones. Afecta de modo directo al bienestar de la sociedad huma­na, a la disponibilidad de agua, a la capacidad de producir alimentos, a la seguridad de los asentamientos, etc. Todos los ecosistemas se han desarro­llado durante los últimos milenios bajo unas ciertas condiciones climáticas que ahora están cambiando, lo que significa que muchos desaparecerán y otros habrán de transformarse. Puede imaginarse lo que esto implica para la biodiversidad.

La causa del cambio climático es una alteración de la composición de la atmósfera que actúa aumentando la retención de calor. La luz solar atraviesa la atmósfera y calienta la superficie, en consecuencia ésta emite energía a la frecuencia del infrarrojo. Algunos gases de la atmósfera son capaces de absorber parte de esa radiación y el equilibrio resultante es el adecuado para mantener la superficie del planeta unos 30°C más caliente que la temperatura que le correspondería por distancia al Sol si estos gases no existieran. Su presencia tiene un papel semejante al de los cristales en un invernadero. Los principales gases de efecto invernadero son el vapor de agua, dióxido de carbono, metano y óxido nitroso.

Cualquier factor que altere la radiación recibida del sol o la reenviada al espacio, o que altere la redistribución de energía entre atmósfera-tierra-

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océano, puede afectar al clima. En la actualidad el factor más alterado es la concentración de los gases de efecto invernadero: casi todos alcanzaron niveles sin precedentes durante los años 90 y continúan aumentando. El C 0 2 es el más influyente en el desequilibrio climático, seguido por el metano 1 .

De 1750 a 2005 , la concentración del C 0 2 aumentó en un 35%. Estas tasas de aumento no tienen precedentes en los últimos 650.000 años. La causa es la quema de combustibles fósiles (carbón, fuel, gas) para produc­ción de electricidad, transporte, procesos industriales, usos domésticos, etc. En definitiva para obtener energía. Tanto como el 8 0 % del C O z emitido a la atmósfera tiene ese origen, y el resto puede atribuirse a la disminución de su absorción por la vegetación, debido a cambios en el uso de las tierras, incluyendo la deforestación y los incendios.

Las consecuencias ya son comprobables aunque no espectaculares, precisamente por la inercia del sistema climático. La temperatura media global ha aumentado 0,74°C. Puede parecer poca cosa, pero cuando se trata de valores medios de todo un planeta, las pequeñas cifras tienen un significado enorme. Hace unos 10.000 años, al final de la última glaciación, cuando todo el hemisferio norte estaba sepultado por una espesa capa de hielo, la temperatura media era sólo 5°C más baja que la de hoy.

El nivel del mar ha aumentado entre 12 y 22 cm, en su mayor parte por la dilatación del agua. La extensión del hielo ártico se ha reducido en un 3 8 % respecto al promedio 1978-2000 y su espesor ha disminuido un 40%. La situación es tal que los países del círculo polar esperan que en pocos años el hielo no estorbe las perforaciones de extracción de gas y petróleo.

Hay muchas evidencias de cambio, incluidos los sistemas biológicos, y la probabilidad de que se deban a pura casualidad es ínfima. Así lo ven la gran mayoría de los científicos, pero el hecho de que la variabilidad climática natural sea alta, y que las transformaciones, por ahora, sólo sean claramente visibles a los ojos de los especialistas, han permitido la ocultación del cambio climático a la opinión pública durante más de veinte años. La obcecada re­sistencia a admitir el problema sin duda se relaciona con su causa principal: los combustibles fósiles. Son el talón de Aquiles de la poderosa industria energética y un sistema socioeconómico ávido de energía porque el 8 0 %

1 El agua es el principal gas de efecto invernadero, pero la enorme superficie del mar mantiene la participación de este gas en la atmósfera independientemente de la acción humana.

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CAMBIO CLIMÁTICO

de la utilizada es fósil. Aunque esta disponibilidad de energía ha aportado bienestar también ha acarreado gravísimos inconvenientes (contaminación, degradación ambiental, expolio y abuso, guerra, etc.). La historia del siglo XX se ha construido sobre fuentes de energía muy concentradas que se han explotado con derroche en los países llamados desarrollados, generando impactos ambientales y sociales de ámbito mundial. El cambio climático va a ser uno de sus peores legados. Ya se estima en unos 325 millones de personas afectadas por el cambio climático puesto que sabemos que el número de desastres debidos al tiempo atmosférico se ha incrementado en un 4 0 % desde I980 2 .

El curso del siglo XXI dependerá de la cantidad de C O z que se emita, en definitiva de cómo sea el sendero (económico, tecnológico, social...) que escojamos transitar: como hasta ahora o tendiendo hacia fuentes re­novables y a la austeridad en el consumo. Con el conocimiento actual del clima se puede estimar el intervalo de aumento de temperatura en que podríamos movernos a finales de este siglo: de 1,1 °C a 6,4°C, dependiendo del escenario. En correspondencia, las precipitaciones aumentarán en las regiones más al norte pero se reducirán en buena parte del cinturón tropical. Concretamente en la cuenca mediterránea podría haber una reducción de precipitaciones de hasta un 2 0 % en la última década del siglo.

El mar aumentará su volumen tanto por expansión térmica como por aporte de la fusión de hielos de Groenlandia y la Antártida. Esto se reflejará en más personas damnificadas por las inundaciones debidas a mareas y tempestades costeras. Los cambios previstos incluyen el calentamiento de las aguas superficiales, ciclones tropicales y extra-tropicales más intensos y tormentas con olas mayores que las actuales. La frecuencia e intensidad de estos fenómenos será variable según las regiones, pero los impactos van a ser abrumadoramente negativos. Las zonas expuestas a mayor riesgo por el número de afectados son Asia Meridional y Suroriental, con aumentos menores pero igualmente importantes en África Oriental y Occidental y el Mediterráneo, desde Turquía hasta Argelia. Si no se toman medidas preventivas o de adaptación, en los escenarios de mayor nivel del mar estas zonas vulnerables se pueden convertir en inhabitables a final de siglo.

El agua será el gran vehículo de los impactos del cambio climático. Au­mentará la evaporación del agua superficial y la variabilidad en las lluvias. La subida del nivel del mar causará la intrusión de agua marina en acuíferos

2 Human Impact Report: Climate Change - The Anatomy of a Silent Crisis. Global Humanitarian Forum, Geneva, 2009, www.ghf-ge.org

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costeros y estuarios. La disponibilidad de agua dulce va a ser un problema^ en muchas áreas, las que ya hoy se encuentran en situación de estrés hídrico y en nuevas zonas: norte y sur de África, la cuenca mediterránea, nordeste de Brasil, oeste de EE UU y Australia. Por otra parte, la sexta parte de la población mundial habita en cuencas fluviales dependientes de la fusión estacional de hielo (glaciares o nieves). Hasta ahora les garantiza un flujo uniforme tanto en invierno como en verano, pero a medida que desapa­rezcan los hielos se encontrarán dependiendo sólo de irregulares (a veces torrenciales) flujos de lluvias en invierno y ausencia de caudal en verano. Al mismo tiempo, en 2 0 8 0 hasta un 2 0 % de la población mundial puede encontrarse viviendo en cuencas que probablemente se verán afectadas por inundaciones.

Las temperaturas cálidas y los flujos reducidos de agua promoverán la polución tanto por patógenos como pesticidas, sales e incluso exceso de nutrientes y sedimentos. Los países empobrecidos tienen actualmente muy poca capacidad para controlar la disponibilidad de agua. Carecen de infraestructuras para acumularla en pantanos, obtenerla del subsuelo o canalizarla para irrigación.

El impacto del cambio climático sobre la agricultura es un complejo balance entre la fertilización que induce el C O z , el posible estrés hídrico debido al aumento de la evapotranspiración de las plantas, junto con el dé­ficit de agua disponible y el efecto sobre ellas del aumento de temperatura. En latitudes medias y altas un calentamiento moderado puede beneficiar el rendimiento de cosechas y pastos, pero en las regiones tropicales, es-tacionalmente secas, incluso un pequeño aumento de la temperatura los reducirá. Cuanto mayor sea la intensidad del cambio climático mayor será la disparidad de rendimientos entre los países desarrollados y el resto. Aun­que el mundo pueda disponer de suficientes alimentos durante el resto del siglo, se prevé la polarización de la capacidad alimentaria con un sustancial incremento del riesgo de hambre entre las naciones más pobres.

En definitiva, el impacto es mayor en las zonas cuya población es me­nos o nada causante del cambio climático y tiene menor capacidad pa r adaptarse.

Aparte de los impactos progresivos, se sabe que los procesos de reali­mentación de los fenómenos climáticos pueden ser muy importantes y provocar cambios bruscos y no recuperables, causados no tanto por la variación rápida o lenta de la temperatura sino porque supere un valor umbral y desencadene otros fenómenos que impliquen una modificación veloz e irreversible del clima. Desde hace tiempo se señala que ese límite

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CAMBIO CLIMATICO

estaría en 2°C sobre la época preindustrial (1,2°C sobre la actual), aunque hay discusiones sobre si el umbral debería ser aún más bajo. En todo caso, los científicos3 señalan que las emisiones globales a mitad de siglo debieran ser la mitad de las de 1990 y que los países industrializados deberían reducir sus emisiones entre el 25 y el 4 0 % para 2020 , tomando como referencia los niveles de 1990 para llegar a mitad de siglo a reducciones del 80%.

En los últimos años la idea de que hay que frenar el cambio climático ha ganado aceptación casi general entre público y gobernantes, pero en gran medida se ha quedado en las palabras y sigue en contradicción con el comportamiento ciudadano y las políticas en curso. El panorama mun­dial se puede resumir en que los países donde han crecido más rápido las emisiones de C O z de origen fósil en los últimos años son los países en vías de desarrollo, en los que el consumo de energía por habitante es bajo o muy bajo pero están muy poblados. Mientras, en la mayoría de los países ricos, partiendo de emisiones por habitante muy altas, las emisiones totales han venido creciendo más lentamente. Aunque China ha superado recientemente a EE UU como mayor emisor mundial -seguidos por la UE, India y Rusia-, en emisiones por habitante está muy por detrás de los países occidentales.

La crisis está dejando su huella: las emisiones energéticas de EE UU entre 2007 y 2 0 0 8 se han reducido en un 2,8%, debido sobre todo al precio de la gasolina; en la UE se estima una caída del 6% en 2 0 0 8 y otro tanto en 2009 respecto al año anterior. Incluso España ha experimentado un fuerte descenso del 8% el pasado año. Sin duda es un freno a la progresión del calentamiento global, pero podría ser breve. Se teme que la recesión pueda conducir a un aumento de las emisiones a largo plazo, precisamente porque la contracción del consumo mantendrá bajos los precios de los combustibles fósiles al t iempo que se hace difícil conseguir la financiación necesaria para incrementar el peso de las energías renovables y las tecnologías eficientes 4. De hecho, según una reciente estimación de la Agencia Internacional de la Energía, la inversión mundial en renovables en 2009 seguramente caerá hasta un 3 8 % .

A pesar de que el calentamiento global ha logrado cierto espacio en los

1 Contribución del Grupo de Trabajo 111 al Cuarto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático, Resumen Técnico pág. 31. www.ipcc.ch

4 The Impact ofthe Financial and Economic Crisis on Global Energy Investment. OECD/ IEA, 2009, http://www.iea.org/Papers/2009/G8_investment_ExecSum.pdf

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medios de comunicación y las agendas, hay un serio riesgo de quedarnos anclados en una sociedad intensiva en carbono con unos gobernantes muy poco dispuestos a la urgente transformación energética y económica necesaria y con una opinión pública asustada ante el desempleo. Sería un tremendo error esperar a que el cambio climático golpee nuestra puerta para reaccionar. Debemos convencer a la sociedad de que frenarlo es prioritario y que no disponemos de mucho más de una década.

Bibliografía recomendada • Varios autores (Convenio de colaboración entre el Ministerio de Medio

Ambiente y la Universidad de Castilla-La Mancha). Evaluación Preliminar de los Impactos en España por Efecto del Cambio Climático. Ministerio de Medio Ambiente, 2 0 0 5 . http:/ /www.mma.es/portal/secciones/cam-bio_climatico/areas_tematicas/impactos_cc/eval_impactos.htm

• 1PCC: Cambio climático 2007: informe de síntesis. Contribución de los Grupos de trabajo I, 11 y III al Cuarto Informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. Equipo de redacción principal: Pachauri, R.K. y Reisinger, A. (directores de la publicación). IPCC, Ginebra, Suiza, 104 págs. 2007. http://www.ipcc. ch/publications_and_data/publications_ipcc_fourth_assessment_re-port_synthesis_report.htm

• Stern Review: La economía del cambio climático, resumen en español, 2006 http:/ /www.mma.es/portal/secciones/cambio_climatico/documenta-cion_cc/divulgacion/index.htm

• El cambio climático en España. Estado de situación. Documento resumen noviembre de 2007 http://www.mma.es/secciones/cambio_climatico/ pdf/ad_hoc_resumen.pdf

• Meira Cartea, Pablo Ángel (Dir.); Arto Blanco, Mónica, Montero Souto, Pablo. La sociedad ante el cambio climático. Conocimientos, valoraciones y comportamientos en la población española. Fundación Mapfre, 2009 . http : / /www.mma.es/portal/secciones/cambio_climatico/documenta-cion_cc/divu!gacion/index.htm

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El inicio del ñn de la era de los combustibles fósiles

y sus consecuencias Ramón Fernández Duran Miembro de Ecologistas en Acción

"El pico del petróleo será un punto de inflexión histórico, cuyo impacto mundial sobrepasará todo cuanto se ha visto hasta ahora, y esto pasará en la vida de la mayoría de las personas que viven hoy en el planeta"

W. Youngquist

"El petróleo es demasiado importante para dejárselo a los árabes"

Henry Kissinger

Doscientos años no es nada Hasta hace unos dos siglos la humanidad vivió prácticamente sin com­bustibles fósiles. A principios del siglo XIX la población sobre el planeta se situaba en algo menos de 1.000 millones de personas, de las cuales sólo un ,3% vivían en ciudades. Su base energética era la energía humana y animal, complementada con el uso domesticado de diversas energías renovables. No sería hasta comienzos del siglo XX que el uso de energías fósiles (fundamentalmente el carbón, entonces, aunque despuntaba ya el uso del petróleo) desplaza a la matriz energética renovable previa. En-1900, la población humana había experimentado un salto discreto, aunque importante en términos históricos, hasta sobrepasar los 1.600 millones de habitantes, y la tasa de urbanización mundial se había multiplicado por 5,

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I I . DIAGNÒSTICO DE UN SISTEMA COLAPSADO: CONSECUENCIAS DE LA INSOSTENIBILIDAD

alcanzando el 15%. La urbanización había estallado allí donde se estaba produciendo la revolución industrial, especialmente en Europa Occidental, apareciendo las primeras urbes millonadas, aunque Londres había superado dicho umbral a finales del XVIII.

Hoy en día, en los inicios del nuevo siglo, la población mundial supera ya los 6.700 millones de personas y, por primera vez en la historia, más de la mitad de ésta habita en ciudades. La población urbana es más de cien veces la existente en 1800, concentrándose especialmente en más de 500 grandes metrópolis millonarias.

En la actualidad, la base energética renovable es claramente residual (6%), y el grueso de las necesidades energéticas, más del 80%, se garantiza por los combustibles fósiles (crudo, carbón y gas), aunque es el petróleo la fuente principal que mantiene en funcionamiento un mundo crecien­temente industrial (incluido el agrobusiness), urbano-metropolitano y alta­mente motorizado. Un 4 0 % de las necesidades energéticas globales están garantizadas por el oro negro, y en los últimos sesenta años su demanda se ha multiplicado por ocho. Sin él, y sin el carbón y el gas en ascenso tam­bién, el mundo cada día más globalizado y enormemente devorador de recursos naturales (no sólo energéticos) que conocemos sería sencillamente inviable.

Sin embargo, este mundo urbano-agro-industrial se enfrenta a dos, o mejor dicho tres, enormes retos. Uno es el obligado cambio de la matriz energética, pues como veremos estamos a punto de iniciar el principio del fin de la era de los combustibles fósiles, que se producirá como resultado de alcanzar el techo o pico de la extracción del petróleo 1 , momento que inaugurará el declive energético. El otro es cómo se podrá hacer frente a la alimentación de una población en ascenso, cuyo crecimiento y nutrición ha sido en muy gran medida factible hasta ahora gracias a los combustibles fósiles, en especial al petróleo (debido a la agricultura y ganadería indus­trializadas), a pesar de la extensión de la subalimentación (y hambrunas) a sectores crecientes de la humanidad. Máxime si se pretende dedicar crecientes cantidades de grano a la generación de agrocarburantes, con el fin de paliar el declinar del petróleo, para el consumo principalmente del

1 El pico del petróleo coincide grosso modo con el momento de la extracción de la mitad de reservas disponibles, es decir, aquellas más accesibles, de mayor calidad y, por tanto también más baratas. Para más información sobre el tema de este capítulo, ver Ramón Fernández Duran: El Crepúsculo de la Era Trágica del Petróleo. Virus y Ecologistas en Acción (Libros en Acción), 2008.

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EL INICIO DEL FIN DE LA ERA DE LOS COMBUSTIBLES FÓSILES Y SUS CONSECUENCIAS

parque motorizado de EE UU y Europa, con el firme apoyo productor de Brasil, entre otros países exportadores.

Además, estamos en un contexto de población mundial todavía en fuerte ascenso, y sobre todo de auge de nuevas demandas alimentarias (de carne) de las clases medias de China e India, así como de estancamiento de la producción agrícola mundial. Es por eso por lo que en los últimos años se han disparado los precios de los alimentos, junto con el alza del crudo, además de por la especulación. Por otro lado, los agrocarburantes' están agravando los impactos sociales y medioambientales de la agricultura' industrializada.

Y el tercer gran reto es el cambio climático, en marcha como resultado sobre todo del consumo de combustibles fósiles, así como por la deforesta­ción. En este breve texto nos intentaremos centrar en el primer gran reto, que condiciona los otros dos, que además serán tratados en otras partes del libro.

Crisis global, pico del petróleo e inicio del fin de los combustibles fósiles La crisis multidimensional planetaria que cristaliza en 2007, por el estallido de la tremenda burbuja financiera del capitalismo global, tiene también mucho que ver con la crisis energética y de recursos. La intensa expansión financiera y crediticia de los últimos treinta años no hubiera sido posible sin energía barata y, por supuesto, sin una política relajada de creación de dinero a todos los niveles que favoreciera asimismo el crecimiento econó­mico. Tras las crisis energéticas de los 70, la intensificación de extracciones de petróleo por todo el mundo hizo factible este nuevo periodo de crudo barato, que además logró erosionar el poder de la OPEP. Las crisis energé-í ticas de los 70 fueron de carácter político, no por escasez física de crudo.' ' En este último periodo, el capitalismo global ha podido disfrutar también de materias primas baratas y agua asimismo abundante. Pero la subida con­tinua del precio del crudo desde 2000, y sobre todo desde 2003 , a partir de la guerra contra Iraq, era un indicador de que una pequeña retirada de oferta de oro negro en el mercado (en este caso 1,5 millones de barriles día, debido a la feroz resistencia encontrada en Iraq) podía alterar bruscamente el precio del crudo.

La razón es que la oferta existente a duras penas logra cubrir la de­manda. La propia Agencia Internacional de la Energía reconoce que se ha atravesado el pico de petróleo convencional en 2005, y que desde entonces

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no ha hecho sino intensificarse la extracción de petróleo no convencional (en aguas profundas o muy profundas, y a partir de las arenas bituminosas de Alberta, en Canadá, o del crudo pesado del Orinoco), la obtención de líquidos parecidos al petróleo (a partir del carbón o del gas natural) y la producción de agrocarburantes, para hacer frente al auge de la demanda; y todo ello está implicando crecientes impactos sociales y medioambientales a escala planetaria. De esta forma, el alto precio del crudo en verano de 2007 (70 $ el barril) fue un elemento determinante en el inicio del estallido de la burbuja crediticia, y su fortísima elevación en 2 0 0 8 (hasta casi 150 $ el barril), debida asimismo a la especulación, fue igualmente uno de los factores más importantes de la profundización de la crisis global.

Además, no hay alternativas energéticas viables (masivas, concentradas y baratas, la triple condición necesaria en el presente modelo 2 ) para cubrir el vacío energético que irá dejando primero el petróleo, en torno a 2010 muy probablemente, seguido poco después del gas natural. Es más, asisti­remos seguramente a dos picos en uno, pues la extracción del gas natural en ascenso no podrá obviar el declive de la extracción de petróleo. Y poco tiempo más tarde veremos el inicio del declive asimismo de todos los combustibles fósiles, entre 2015 y 2020 , aunque el pico del carbón tenga lugar algo después (en torno a 2030). La razón es la misma, pues el declive conjunto del petróleo y el gas en muy pocos años arrastrarán la caída de todos los combustibles fósiles, ya que el carbón no podrá cubrir el tremen­do agujero que dejarán. Además, el modelo económico actual tiene dos talones de Aquiles muy determinantes, para los cuales no hay alternativa al petróleo: la movilidad motorizada y la agricultura industrializada, y ambos son claves para su mantenimiento.

La profundidad de la crisis global ha traído un momentáneo abarata­miento del precio del crudo, pues a lo largo de 2 0 0 9 llegó a caer hasta la tercera parte (menos de 50 $) desde su máximo en 2008 . Pero esta alegría ha durado poco y los precios del crudo y de las materias primas han iniciado otra vez una fuerte subida. Probablemente, estamos entrando en una meseta turbulenta con fuertes subidas y bajadas, con una tendencia al alza, que se intensificará con toda seguridad cuando se inicie el declive energético fósil. Esto repercutirá gravemente también sobre el crecimiento económico, y especialmente sobre la dimensión financiera del actual capi­talismo global, que probablemente se derrumbará. El castillo de naipes de activos financieros e inmobiliarios casi con toda seguridad se vendrá abajo.

2 Ni el hidrógeno, ni la nuclear, ni la fusión lo son.

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EL INICIO DEL FIN DE LA ERA CE LOS COMBUSTIBLES FÓSILES Y SUS CONSECUENCIAS

Ya ha empezado a colapsar desde hace dos años, pero una masiva ayuda estatal ha logrado frenar su caída por el momento. Se iniciará, pues, una era de decrecimiento obligado sin fondo y sin fin, como nos alerta Richard Heinberg.

La necesidad de caminar hacia un mundo postfosilista La llamada Guerra contra el Terror no ha sido, y no es, otra cosa que la Guerra por Petróleo, y por extensión por la defensa de la hegemonía de EE UU y del dólar contra nuevos e importantes actores mundiales (China, India) que disputan ya los recursos fósiles escasos a Occidente. Más de dos terceras partes del petróleo y del gas mundiales están en Oriente Medio y, en menor medida, Asia Central. Europa se prepara ya también para este escenario, pues tiene una enorme dependencia externa de combustibles fósiles (entre otras zonas de Rusia). El incremento de las tensiones geopolíticas será aún más acusado cuando atravesemos el pico del petróleo. Todo indica que estamos entrando ya en la tercera crisis del petróleo, que sin lugar a dudas será la definitiva. Dicha crisis marcará el imposible futuro del actual modelo urbano-agro-industrial. La inviabilidad del crecimiento económico continuo a partir de entonces, debido a que el suministro energético será declinante desde ese momento (la primera vez en más de doscientos años), será el mayor ataque que se puede prever a la lógica capitalista de expansión y acumulación constante, especialmente en este capitalismo global basado en la explosión financiera.

Pero el colapso del modelo actual puede ser catastrófico u ordenado en la transición obligada a un suministro energético declinante, aunque en cualquier caso es inevitable el paso a un nivel de complejidad e interre-lación inferior al actual. La adaptación a ese nuevo escenario puede ser una oportunidad de oro para caminar hacia otros mundos posibles si la hacemos de forma equitativa y consensuada, intentando solventar de forma pacífica los conflictos que sin lugar a dudas se producirán (que ya están aquí). Pero también existe el peligro de entrar en un periodo prolongado de caos sistémicp, militarismo, guerra y autoritarismo- generalizados, con escenarios tipo Maá Max. Por eso el No Blood for OH (no más sangre por petróleo) debería ser el lema que presida la movilización y transformación social en el futuro, pues de él se desprende también la necesidad de caminar hacia una profunda mutación del modelo de sociedad, pareja a una fuerte reducción del consumo energético.

Se han perdido treinta años preciosos para esa gran transformación

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desde las últimas crisis del petróleo, y hoy nos encontramos en una situa­ción aún más difícil para iniciar el camino hacia un mundo post-fosilista. Dicha metamorfosis debería haber sido ya obligada para abordar el cambio climático en marcha, pero tendrá que ser forzosa en las próximas déca­das. Deberíamos caminar pues hacia ese nuevo mundo basado en energías renovables (principalmente solar y derivadas), con estructuras sociales y productivas más equitativas, autónomas y descentralizadas. Un nuevo mundo que sin duda será menos urbanizado, menos interdependiente, menos industrializado, menos jerarquizado, y seguramente menos poblado y con mundos rurales vivos y diversos. Un inmenso y t remendo reto, pero también una enorme oportunidad para caminar hacia mundos más justos y sustentables.

Bibliografía recomendada • Bermejo, Roberto: Un Futuro sin Petróleo. Colapsos y Transformaciones

Socioeconómicas. Catarata, Madrid, 2008 .

• Fernández Duran, Ramón: El Crepúsculo de la Era Trágica del Petróleo. Virus, Barcelona, 2008 .

• Heinberg, Richard: Se Acabó la Fiesta. Guerra y Colapso Económico en el Umbral del Fin de la Era del Petróleo. Barrabes Editorial, Benasque (Hues­ca), 2006 .

• Illich, Iván: Energía y Equidad. Barral, Barcelona, 1974.

• Los Amigos de Ludd: Las Ilusiones Renovables. La Cuestión de la Energía y la Dominación Social. Muturreko Burutazioak, Bilbo, 2007.

• Sempere, Joaquim y Tello, Enric: El final de la Era del Petróleo Barato. Icaria, Barcelona, 2008 .

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¿El ñnal del capitalismo global? Luis González Reyes

Co-coordinador de Ecologistas en Acción

Ciclos sistémicos de acumulación Vivimos tiempos turbulentos en los que parece, según afirman cada vez más economistas, que estamos en una crisis económica de la profundidad de la del 29. La crisis del 29 no fue una crisis más entre las crisis periódicas del capitalismo, sino una crisis sistémica que marcó el cambio de un ciclo sistémico de acumulación. Giovanni Arrighi 1 , sostiene que el capitalismo tiene ciclos largos (de aproximadamente un siglo de duración), que deno­mina ciclos sistémicos.

En cada uno de los ciclos ha habido una potencia hegemónica. De este modo, el primer ciclo sistémico fue el hispano-genovés, el segundo el holandés, al que siguió el británico y, ahora, estamos viendo el probable final del estadounidense.

Cada ciclo ha tenido características propias, sin embargo hay importan­tes elementos comunes en cuanto a su desarrollo. Todos se caracterizan por una primera fase en la que la economía productiva es la preponderante. Por economía productiva nos referimos a aquella en la que un capital se invierte para producir una mercancía o un servicio que es posteriormente vendido con un beneficio en el mercado. Sería el que se caracterizaría por la fórmula D-M-D',. donde D sería el capital, M la mercancía o servicio que se genera con ese capital inicial, y produce un nuevo capital D', siendo D<D ' .

Esto ocurre hasta que las tasas de beneficio de la economía productiva empiezan a decaer, fruto de la sobreproducción y saturación del mercado.

1 Arrighi. G. El largo siglo XX. Akal, 1999.

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Es decir, que cada vez hay que invertir más capital para obtener el mismo beneficio. En ese momento las inversiones se desplazan hacia la economía financiera, aquella en la que el "dinero genera dinero", es decir, se rige pof la fórmula D-D'. Se invierte en bolsa para, con ello, obtener un beneficio sin haber generado ningún servicio ni mercancía a la sociedad. Caracterís­ticas principales de esta economía son su fuerte carácter especulativo, su tendencia a crear burbujas financieras y su fuerte condicionamiento de la economía productiva, por la ingente cantidad de capital que es capaz de movilizar.

En la segunda parte del ciclo sistémico de acumulación las mayores tasas de beneficio se producen en la economía financiera, una economía que se va separando crecientemente de la base real sobre la que se sustenta toda economía: la naturaleza y el trabajo.

Cada uno de los ciclos sistémicos que se han producido ha concluido trágicamente con una crisis sistémica que ha traído aparejada una (o varias) guerras. Tras éstas se ha producido un cambio de hegemonía y el inicio de un nuevo ciclo sistémico de acumulación. Las guerras se producen por la creciente competencia intercapitalista en un escenario de crisis profunda y la necesidad de mantener las tasas de beneficios a toda costa. Así, la crisis del 29 se enmarcó entre las dos grandes guerras mundiales del siglo XX, que terminaron con la hegemonía británica y dieron paso a la estadouni­dense.

Además, estos periodos históricos de cambios, siempre han sido ricos en capacidad de articulación y creación por parte de los movimientos sociales.

La nueva potencia hegemónica, en todos los casos, había ido creciendo a la sombra de la anterior, basando su economía más en la parte productiva y teniendo importantes tasas de crecimiento del P1B (que es un indicador de la economía productiva más que de la financiera). Además, el nuevo ciclo sistémico se ha caracterizado por implicar tasas de apropiación crecientes, por meter dentro de la lógica del mercado a más regiones y ámbitos de actividad. Eso es lo que ha permitido al capitalismo, que necesita crecer para sobrevivir, salir fortalecido de estas crisis sistémicas.

¿Cambio de hegemón? Las similitudes de lo ocurrido en tiempos pretéritos y lo que está pasando ahora son evidentes. Centrándonos en un análisis general, sin entrar en los detalles más concretos, podemos observar como, desde los años 70,

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¿EL FINAL DEL CAPITALISMO GLOBAL?

se ha producido un importante cambio en la economía mundial y, sobre lodo, en la economía de la potencia hegemónica, EE UU (y el resto de potencias secundarias, como es la UE). Un cambio caracterizado por una importantísima financiarización de su economía 2 .

Una segunda línea de inquietante parecido tiene que ver con la pro­fundidad de la crisis que estamos viviendo, en la cual el castillo de naipes de las burbujas financieras se está desmoronando. Esto ocurrió en todas las crisis sistémicas pretéritas. En tercer lugar podemos apreciar en los últimos años un incremento de la lucha por los mercados y los recursos estratégicos por parte de las potencias, cuyo epicentro está, sin lugar a dudas, en Oriente Próximo y Medio para el control del petróleo. Además podríamos señalar sin mucha dificultad cual podría ser ese nuevo hegemón emergente: China.

Sin embargo no todo son similitudes, ya que encontramos una impor­tante dificultad para este cambio de hegemonía y su consecuente comienzo de un nuevo ciclo sistémico de acumulación. Pero antes de seguir con este hilo argumental vamos a abrir un pequeño paréntesis.

Economía, sociedad y entorno Vivimos en una sociedad capitalista, pero no sólo por el sistema económico que impera, también por la proyección que este sistema económico genera en la sociedad. De este modo nuestra sociedad también es capitalista por sus atributos dominantes: individualismo, competitividad, consumismo, vida en un presente continuo con una importante incapacidad para planificar a medio-largo plazo, obsesión por el crecimiento y la velocidad, serias dificultades para comprender la complejidad, irresponsabilidad sobre las implicaciones de nuestros actos... Todo ello con un coste inmenso en forma de sufrimiento para la mayoría de la población mundial.

Pero no sólo nuestra sociedad es capitalista, sino que estamos some­tiendo a nuestro entorno a las mismas reglas de forma creciente. Así, la naturaleza, que no funciona con la premisa de maximizar el beneficio individual en el menor tiempo posible, también se está intentando forzar hacia los modos capitalistas. Esto implica que, por ejemplo, en lugar de dejar evolucionar un ecosistema, como un bosque, hacia grados crecientes de complejidad a partir de un periodo inicial de crecimiento, le devolvemos

2 Fernández Duran, R., González Reyes, L., Rico García-Amado, L. "Crisis global". El Ecologista. n° 59. 2008 .

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II. DIAGNÓSTICO DE UN SISTEMA COLAPSADO: CONSECUENCIAS DE LA INSOSTENIBILIDAD

continuamente a su estado infantil de crecimiento con continuas talas. Con esto hemos llegado a una situación absurda y muy peligrosa, al

hacer que el sistema económico sea el que condiciona el social y el na­tural. La situación debería ser justo la contraria, ya que tenemos un gran sistema (el natural, el planeta que habitamos) que lo engloba todo. Una de las cosas que engloba es al ser humano, a las sociedades humanas, que son un subsistema del natural. Por último, y como subsistema del social, estaría el económico, que debería encargarse de satisfacer las necesidades que tenemos los seres humanos de manera universal y en armonía con el entorno.

Pero la cosa ha llegado todavía más lejos ya que, dentro del subsub-sistema económico, una de las partes es la que está condicionándolo fuertemente y, con ello, a la sociedad y nuestra relación con el entorno. Nos referimos a la economía financiera, con su aceleración creciente de los ritmos económicos (los balances de cuentas se hacen al día, no al año), su presión para precarizar aún más el empleo y la vida, o su tremenda capacidad de compra sobre la naturaleza y las personas.

Crisis económica, social y ambiental Visto esto, retomamos el hilo de la crisis. Todas las crisis sistémicas han venido acompañadas de profundas crisis en el plano de lo social, crisis que, como decíamos, han sido motores de articulaciones sociales notables.

Esto está volviendo a ocurrir ahora a nivel mundial, como podemos ver con las crisis alimentarias o con el aumento el paro y la exclusión. Todo ello está conllevando un incremento de las tensiones sociales como lo atestiguan los brotes de xenofobia crecientes en Europa, o la respuesta violenta contra la articulación política de las poblaciones más excluidas en América Latina. Además, esta crisis social es planetaria, ya que el capitalismo ha conquistado casi todos los territorios y ámbitos de nuestra vida.

Sin embargo, Ja 'novedad es que la- crisis económica actual se produce j-uñto á una crisis ambiental sin precedentes. Hasta los tiempos actuales, las sociedades humanas habíamos vivido en un planeta que tenía todavía inmensos recursos por explotar y sumideros donde dejar nuestra basura. Esto ya no es así: los recursos se están agotando y los sumideros se están saturando. Ejemplos palmarios de esto (pero ni mucho menos únicos) serían el final de la era del petróleo que estamos viviendo y la dimensión creciente del cambio climático.

Es decir, no sólo está en crisis el subsubsistema económico, sino que

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¿EL FINAL DEL CAPITALISMO GLOBAL?

también lo están el subsistema social y el sistema ambiental. Esto implica j que no sea posible una transición de hegemonía como la que se produjo i en los anteriores ciclos sistémicos de acumulación. Ya no hay casi territorios ni muchos ámbitos de nuestra vida por introducir en la lógica del capital. Pero, sobre todo, no hay una base natural que pueda soportar una nueva salida hacia adelante en forma decrec imien to continuo. >

Si China va a ser el nuevo hegemón, no va a tener base social que sostenga el necesario incremento del consumo, ni un planeta que le brinde los recursos y los sumideros necesarios para ello.

Posibles escenarios futuros Es probable que estemos asistiendo al final del capitalismo tal y como se ha desarrollado hasta ahora, lo que, desgraciadamente, no es lo mismo que el final de cualquier tipo de capitalismo. El capitalismo globálizado actual, como-sistema hegemónic© en el mundo, probablemente es imposible que se pueda perpetuar, ya que no es posible mantener el crecimiento continuo (indispensable para el capitalismo) en un planeta limitado. Es decir, es más que posible el final de los ciclos sistémicos de acumulación tal y como habían ocurrido hasta ahora.

Este final no será sin traumas y, a buen seguro, se escenificará con una crisis de grandes magnitudes de la que ahora podríamos estar viviendo sus primeras etapas. Una crisis que afecte, que afecta ya realmente, a los distintos ámbitos: el económico, el social y el ambiental. Esta crisis puede llegar a ser de una magnitud que desmonte el sistema tal y como lo cono­cemos. Y la gravedad de la crisis probablemente sea mucho mayor si no conseguimos parar esta loca huida hacia adelante y abrir caminos hacia otros mundos donde quepamos todos.

Un posible escenario futuro es el mantenimiento de sociedades capita­listas poco conectadas entre sí que partan, como consecuencia de la crisis, de estadios de baja acumulación y empiecen una predación de su entorno y de sus sociedades a un ritmo menor que el actual por tener un nivel tecnológico necesariamente menor que el presente (también a causa de la crisis).

Otro posible escenario, que no es incompatible con el anterior, es el alzamiento de nuevos fascismos que probablemente tendrán un fuerte carácter xenófobo y de defensa de los recursos propios frente a terceros, debido a su escasez.

Por último, podemos vislumbrar otro escenario del tipo del imaginado

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II. DlAGNÓSTCO DE UN SISTEMA COLAPSADO: CONSECUENCIAS DE LA INSOSTENIBILIDAD

por Juan Ibarrondo en sus fantasías de ciencia-ficción3, en el que el capitalis­mo deje de ser el sistema económico imperante y lo sustituyamos por una economía que respete los límites físicos de nuestro planeta, que preste una atención básica al cuidado de la vida, que pivote sobre la cooperación y la ayuda mutua, y que garantice la satisfacción universal de las necesidades.

Para llegar a este punto es imprescindible que hoy esparzamos las se­millas y las protejamos para que se puedan desarrollar.

Bibliografía recomendada • Arrighi, C. El largo siglo XX. Akal, 1999.

• Riechmann,). La habitación de Pascal. Catarata, 2 0 0 9 .

• Naredo,) . M. Raíces económicas del deterioro ecológico y social. Siglo XXI, 2006 .

• Fernández Duran, R. Capitalismo financiero global y guerra permanente. Virus, 2 0 0 3 .

3 Juan Ibarrondo. Retazos de la Red. Bassarai. 2005.

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Crisis alimentaria: agricultura industrial y transgénicos

Marta Soler Montiel Departamento de Economía Aplicada ¡i, Universidad de Sevilla

Aparentemente vivimos en un mundo de abundancia material y, sin embar­go, persisten las crisis alimentarias.-Él hambre se mantiene y aumenta con la globalización. La FAO estima en 923 millones las personas hambrientas en 2007 , 80 millones más que en 1990'. El World Watch Institute eleva­ba, ya a principios del siglo XXI, estas estimaciones a 1.100 millones de personas hambrientas 2 y a 2.000 millones de personas mal nutridas o con deficiencias de vitaminas y minerales 3.

Simultáneamente, en los países enriquecidos continúan las crisis alimen-larias resultado de alimentos dañinos para la salud. Desde las vacas locas, la fiebre aftosa, los pollos con toxinas, la gripe aviar hasta la reciente gripe porcina, no dejan de sucederse episodios de riesgos alimentarios en países, como los europeos, donde las políticas agrarias se concentran en reducir los excedente agrarios.

Los excesos conviven con las carencias en un mundo ecológicamente saturado 4. Mientras, nos alejamos del objetivo de la Cumbre Mundial de la Alimentación de 1996 de reducir a la mitad el número de personas subnutridas en el mundo en 2015 respecto a 1990-92.

No es un problema de escasez material: la producción agroalimentaria no deja de crecer. Desde mediados de la década de 1960, la producción mundial de cereales ha crecido casi mil millones de toneladas 5 . El consu-

I FAO 2008a. ¿ Flavin, 2001. 5 Gardnery Halweil, 2001. 4 Riechmann, 2003. 5 La producción de cereales pasó de 1.442 millones de toneladas en 1979-81 a

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II. DIAGNÓSTICO DE UN SISTEMA COLAPSADO: CONSECUENCIAS DE LA INSOSTENIBILIDAD

mo medio de alimentos per cápita ha aumentado casi una quinta parte pasando de 2.360 calorías diarias a mediados de la década de 1960 a 2.800 calorías en la actualidad 6. La población mundial creció entre 1998 y 2007 a una tasa anual media de L 2 3 % 7 similar a la de la producción mundial de cereales.

Sin embargo, la crisis alimentaria de 2007 ha puesto de manifiesto la fragilidad de los actuales mecanismos de acceso a los alimentos a través del mercado. Entre 2005 y 2007, los precios de trigo aumentaron un 89%, los del maíz un 7 1 % , mientras que las oleaginosas se encarecieron un 8 1 % y los aceites vegetales un 82% 7 . El encarecimiento de los granos impulsó a su vez el aumento de los precios de la carne y los derivados lácteos.

Entre las causas inmediatas están las malas cosechas en 2005 y 2006, unidas a la reducción estratégica de reservas por parte de algunos de los principales exportadores, que se tradujeron en una situación de incerti-dumbre sobre los abastecimientos en el mercado e impulsó la volatilidad de los precios. El encarecimiento de los alimentos también fue el resultado del fuerte incremento en los precios del petróleo, que se tradujo en que el precio de los fertilizantes se triplicara entre 2 0 0 6 y 2007, mientras el coste del transporte se duplicaba. Por otra parte, el cambio hacia una dieta cárnica 8 y la nueva demanda que representan los agrocarburantes 9 implican un creciente consumo de grano por encima de la producción, reduciendo

1.889 en 1997-99 (FAO, 2002). En 2004 /05 alcanzó los 2.055 millones para caer a 2.005 millones en 2 0 0 5 / 0 6 y recuperarse lentamente en 2 0 0 6 / 0 7 hasta 2.013 millones y alcanzar dos cosechas récord de 2.132 y 2.287 millones de toneladas en 2007/08 y 2 0 0 8 / 0 9 (FAO, 2008b, 2009).

6 FAO, 2002. 7 FAO, 2008c. 8 El consumo de carne a nivel mundial ha pasado de una media de 29,5 kilos por

persona al año en 1979-81 a 36,4 kilos en 1997-99 y con previsión de continuar creciendo. Sin embargo, las diferencias entre países son muy importantes. En los denominados "países desarrollados" se ha pasado de 78,5 kilos a 88,2 kilos, mientras que en los "países en desarrollo" el aumento ha sido desde niveles mucho más modestos, pasando de 13,5 a 22,5 kilos per cápita. Sin embargo, en África Subsahariana el consumo de carne decrece desde 10,6 kilos a 9,4 kilos.

9 El 18% de la producción mundial de grano en 2008 /09 se destinó a usos distintos de la alimentación humana y animal (FAO, 2009). Entre 2005 y 2007 la produc­ción de trigo y cereales destinada a agrocombustibles creció un 103% pasando de representar el 2,8% al 5,4% de los destinos. En el caso de las oleaginosas el incremento fue de 113,9% pasando del 4,2% al 8,8% de las utilizaciones totales (FAO, 2008d).

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CRISIS AUMENTARÍA: AGRICULTURA INDUSTRIAL Y TRANSGÉNICOS

las reservas mundiales. Esta menor disponibilidad de grano y la consiguiente subida de los precios atrajeron inversiones especulativas en los mercados de futuro y opciones de las principales materias primas agrarias 1 0. Pero ¿qué impulsa estos procesos?

A mitad del siglo XX, la rentabilidad de las empresas industriales re­quería abundante mano de obra y una alimentación estable, barata y no perecedera, que facilitara el consumo en masa de una producción también en masa. Se pasa asía una agricultura industrial basada en la mecanización, el uso de semillas comerciales con alta respuesta a agroquímicos como fertilizantes, herbicidas y fitosanitarios. Esta Revolución Verde fue capaz de aumentar espectacularmente los rendimientos de los monocultivos, pero con fuertes dependencias socioeconómicas y costes ocultos para el medio ambiente.

De ser autosuficientes, los agricultores y ganaderos pasaron a ser los prin­cipales clientes de las empresas de insumos y los principales abastecedores de la industria agroalimentaria. La industrialización alimentaria implicó un proceso de apropiación de las tareas agrícolas por parte de la industria y un proceso de sustitución de la alimentación fresca por alimentos industriales". Los alimentos se separan de su valor de uso orientado a cubrir necesidades para convertirse en mercancías, es decir, en un "producto rentable de la empresa capitalista, aprovisionado, producido y comercializado a escala transnacional" 1 2.

El sistema agroalimentario actual está cada vez más dominado por un número reducido de empresas multinacionales que imponen a los agricul­tores costes crecientes y precios decrecientes para sus productos. En 2007, las diez mayores empresas de semillas controlaban el 6 7 % del mercado mundial de semillas patentadas, destacando Monsanto, DuPont y Syngenta. Las diez mayores empresas de agroquímicos, la mayoría fusionadas con empresas de semillas, controlaban el 8 9 % del mercado. Las cien mayores empresas de alimentos transformados y envasados, con Nestlé a la cabeza, concentraban el 74% de las ventas y las diez mayores acumulaban el 3 5 % de los beneficios de éstas. Las diez mayores empresas de la distribución

10 Para una explicación detallada y en profundidad de las causas que impul­san la reciente crisis alimentaria más allá de los mitos consultar Hobbelink y Vargas (2008) disponible en el apartado dedicado a la crisis alimentaria en www.notecomaselmundo.org También www.derechoalalimentacion.org

11 Goodman y Redclift, 1991. 12 Friedman, 1991, p. 72.

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II. DIAGNÓSTICO DE UN SISTEMA COLAPSADO: CONSECUENCIAS DE LA INSOSTENIBILIDAD

13 ETC, 2007. 14 Montagut y Vivas, 2007. 15 FAO, 2002, Guzmán Casado, 2000. 16 Consultar http://www.redsemillas.info http://www.redandaluzadesemillas.org y

http://www.grain.org 17 Para un análisis más detallado consultar Riechmann (2004): Transgénicos: el haz

y el envés. Una perspectiva crítica. Los libros de la Catarata y www.ecologistasenaccion .org

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comercia! alimentaria, lideradas por Walt-Mart y Carrefour, controlaban 4 0 % de las ventas de las cien mayores empresas 1 3 . En el contexto actual de mercados saturados, las empresas de supermercados e hipermercados tienen un poder estratégico al controlar el acceso al mercado de los ali mentos, lo que les da capacidad para imponer condiciones de calidad precio a los agricultores y a los consumidores, primando la rentabilidad por encima de consideraciones sociales y medioambientales 1 4 .

El deterioro ecológico que genera la agricultura moderna se plasma en la degradación de tierras, que puede llegar a una pérdida irreversible de capacidad productiva, por el excesivo laboreo y uso de agrotóxicos que derivan en la salinización de los suelos, procesos de erosión y desertización. La agricultura y la ganadería consumen más de 2/3 del agua utilizada por el hombre, además de ser la principal fuente de contaminación de acuíferos por nitratos, fosfatos y plaguicidas. Por otra parte, la actividad agropecuaria industrial contribuye activamente al cambio climático al ser una importan­te fuente de emisiones de gases de efecto invernadero 1 5 . La pérdida de biodiversidad cultivada 1 6 implica además una creciente vulnerabilidad y fragilidad para alimentar a la población en el futuro.

A este modelo agroalimentario irracional han venido a sumarse los cultivos transgénicos 1 7 . Impulsados por las principales multinacionales agroquímicas, estas semillas patentadas presentan resistencias a herbicidas producidos por la misma empresa o propiedades insecticidas en cultivos como el maíz, la soja y el algodón destinados prioritariamente a la alimen­tación animal.

Las semillas transgénicas están impulsando el consumo creciente de herbicidas y refuerzan el riesgo de resistencias a insecticidas naturales como el Bacillus thuringiensis. A la vez que contaminan campos de cultivos eco­lógicos y convencionales, fortalecen la expansión de un sistema de cultivo con fuertes impactos ambientales y sociales. La soja en Brasil y Argentina es ilustrativa. Los crecientes costes de la semilla, los herbicidas y el com-

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CRISIS ALIMENTARIA: AGRICULTURA INDUSTRIAL Y TRANSGÉNICOS

bustible se compensan con la reducción de la mano de obra y el laboreo al combinar la siembra directa y la engañosamente llamada agricultura de conservación^. La rentabilidad de este paquete tecnológico proviene de los altos precios de la soja para alimentar la ganadería intensiva en países industrializados como los europeos, agronegocio de exportación que ade­más aporta divisas a países muy presionados por los compromisos de una elevada deuda externa 1 0 .

Esta forma de producir alimentos no podría sostenerse sin un consumo alimentario vinculado a una dieta crecientemente cárnica que es injusta y ecológicamente insostenible. Cada caloría animal en un sistema ganadero intensivo requiere entre 5 y 20 calorías vegetales: con el grano requerido para alimentar animales bovinos cuya carne consume una persona se puede alimentar a veinte. Por otra parte, la producción de un kilo de proteína animal en ganadería intensiva requiere de promedio 40 veces más agua que un kilo de proteínas de cereales. Una misma cantidad de tierra puede producir hasta 15 veces más proteínas para consumo humano si en ella se cultivara verduras 2 0 .

La demanda de los consumidores que mantienen dietas cárnicas orienta la producción agrícola desplazando a la población pobre que no puede expresar sus necesidades en términos de poder de compra. Idéntico me­canismo de mercado funciona con la producción de agrocarburantes 2 1 . El modelo de transporte motorizado privado imperante en los países enri­quecidos genera una nueva demanda de grano que a su vez estimula la expansión de los monocultivos y desplaza los cultivos de los campesinos orientados a los mercados locales.

18 La reducción del laboreo, y los costes de maquinaria y mano de obra asociados, van unidos a un fuerte aumento de la aplicación de herbicidas, menos costosos. Es esta combinación la que hace atractivas semillas resistentes a herbicidas como la soja Roundup Ready de Monsanto.

19 Información adicional puede consultarse en www.veterinariosinfronteras.org y en www.notecomaselmundo.org

20 Riechmann, 2003, 2005. 21 Para un análisis detallado consultar Vargas, M. (2009): Agrocombuslibles ¿otro

negocio es posible? Icaria, el n° 34 de la revista Ecología Política de 2007 y el n° 54 de la revista Biodiversidad, Sustento y Culturas octubre 2007 en www.biodiversidadla.org

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II. DIAGNOSTICO DE UN SISTEMA COIAPSADO: CONSECUENCIAS DE LA INSOSTENIBILIDAD

Bibliografía citada • ETC Group (2008): ¿De quién es la naturaleza? El poder corporativo y la

frontera final en la mercantilización de la vida, www.etcgroup.org • FAO (2009): Perspectivas Alimentarias. Análisis de los mercados Mundiales

(Food Outlook. Global Market Análisis). Junio 2009 www.fao.org • FAO (2008a): El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2008

(SOFI): Los precios elevados de los alimentos y la seguridad alimentaria: ame­nazas y oportunidades http://www.fao.org/SOF/sofi/index_es.htm

• FAO (2008b): Perspectivas Alimentarias. Análisis de los mercados. Noviem­bre 2008 . www.fao.org

• FAO (2008c): OECD-FAO Agricultural Outlook 2008-2017 www.fao.org • FAO (2008d): Evaluación de la seguridad alimentaria y situación de la nu­

trición a escala mundial www.fao.org • FAO (2002): Agricultura mundial: hacia los años 2015/2030 www.fao.org • FAO (2000): El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo (SOFI):

Inseguridad alimentaria: la población se ve obligada a convivir tonel hambre y teme morir de inanición http://www.fao.org/SOF/sofi/index_es.htm

• Flavin, C. (2001 >: "Planeta rico, planeta pobre", en La situaáón del mundo 2001. Informe Anual del WorldWatch Institute. Icaria y FUHEM, pág. 25-54

• Gardner, C. y Halweil, B. (2001): "Nutrir adecuadamente a los desnu­tridos y a los sobrealimentados" en La situación del mundo 2001. Informe Anual del WorldWatch Institute. Icaria pág. 111-143.

• Guzmán Casado, G. et al. (2000): Introducción a la agroecología como desarrollo rural sostenible. Ed. Mundiprensa

• Hobbelink, H. y Vargas, M. (ed.) (2008): Introducción a la crisis Alimentaria Global, www.notecomaselmundo.org

• Montagut, X. y Vivas, E. (2007): Supermercados, no gracias. Grandes cadenas de distribución: impactos y alternativas. Icaria.

• Moore Lappé, F, Collins, )., Rosset, P. y Esparza, L. (2005): Doce mitos sobre el hambre. Un enfoque esperanzador para la agricultura y la alimentación del siglo XXI. Icaria.

• Riechmann, ). (2003): Cuidarla F(t)ierra. Políticas agrarias y alimentarias sostenibles para entrar en el siglo XXI. Icaria.

• Riechmann, J. (2005): Todos los animales somos hermanos. Ensayos sobre el lugar de los animales en las sociedades industrializadas. Catarata.

• Vargas Collazo, M. (2008): "Crisis alimentaria: ¿y si hablamos en serio?" El Ecologista n° 58 p. 18-23.

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Urbanización contra sostenibilidad Agustín Hernández Aja

Profesor Titular del Deparlamento de Urbanística y Ordenación del Territorio, Universidad Politécnica de Madrid

A menudo el carácter local de la actividad de las organizaciones ecologistas les ha llevado a poner el énfasis en las agresiones puntuales, centrándose en la parte más evidente de la acción depredadora: el crecimiento urbano en su vertiente inmobiliaria. Siendo evidente la necesidad de denunciar el sistema de producción inmobiliario y desvelar el entramado de intereses que lo sustenta, debemos de ampliar nuestro campo de reflexión y seña-lar que esas operaciones son sólo parte de un sistema más complejo que articula producción inmobiliaria, creación de infraestructuras y consumo de espacios naturales, y que supone la destrucción del capital natural, el despilfarro de recursos y energía y la creación de un statu quo social que ignora cualquier pensamiento alternativo o crítico. No deberíamos de hablar de "cultura del ladrillo" o "urbanismo depredador", ambos son piezas de un sistema más complejo al que podríamos llamar/'urbanización global"; y que tiene por resultado la degradación irreversible del suelo en lo ecológico, y la desaparición del papel político del ciudadano en lo social.

La urbanización no sólo destruye el soporte físico y las redes ecológicas, sino que produce la pérdida de sustancia de la ciudad para unos ciudadanos que, al desaparecer ésta, dejan de serlo para convertirse en consumido­res. La ciudad desaparece sumergida en el continuo urbanizado, que ha sustituido espacios próximos, apropiables y legibles, por un laberinto sin límite aparente en el que es difícil distinguir unos lugares de otros. En este continuo es imposible que ningún espacio nos pertenezca y por tanto que alcancemos la condición de ciudadanos. Nos encontramos inmersos en un modelo económico que necesita agregar nuevos espacios y nuevas áreas de actividad para sustentar el crecimiento de la economía monetaria, que en su desarrollo va consumiendo tanto la sustancia de lo público (que

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II. DIAGNÓSTICO DE UN SISTEMA COLAPSADO: CONSECUENCIAS DE LA INSOSTENIBILIDAD

constituye la base de la ciudad) como la calidad de los espacios naturales que invade.

Habrá para quien todo lo anterior no suponga más que un problema de decisión o elección del tipo de vida que desearíamos vivir, y que opine que se trata de una más de las transformaciones que los humanos hemos sufrido en nuestro habitat y que es necesario asumir e incorporar. Pero más allá de la elección moral o política de cada uno de nosotros, es necesario hacer evidente que este modelo se basa en el consumo indefinido de_ recursos, suelos y energía en un planeta finito y no puede ser mantenido por más tiempo, salvo que su aplicación se limite a sectores cada vez más reducidos de la población mundial.

La desaparición de las ciudades en el marco de la urbanización metropolitana La articulación de estructuras metropolitanas interconectadas y articuladas tiene su correlato en la destrucción de los espacios intersticiales que incluye. Se trata de un fenómeno relacionado con las distintas magnitudes con las que crecen los espacios y sus necesidades funcionales, de forma que un es­pacio que crece (o al conectarse de manera más eficaz se articula con otros) no puede hacerlo con la misma forma que tenía en el inicio, al cambiar de tamaño sus funciones se alteran y los elementos que lo sustentan deben de cambiar de dimensión. Al igual que un organismo no puede soportar un crecimiento constante sin metamorfosearse en otro, la ciudad no puede_ crecer indefinidamente, sin que al pasar de un determinado tamaño deje de ser ciudad para transformarse en otra cosa.

En este nuevo modelo la ciudad central mantiene parte de las activida­des y los atractores iniciales, pero no tiene una estructura viaria capaz de absorber las nuevas demandas. En el centro se abandonan piezas enteras (barrios) que antes formaban parte orgánica de la ciudad (convirtiéndose en barrios degradados), mientras que en el territorio vemos cómo se des­truyen las redes ecológicas, cómo desaparecen los espacios más valiosos y cómo pierde su carácter unitario al ser atravesado por las infraestructuras, dividido en fragmentos sin valor.

La evolución del consumo de suelo en España En el caso español, el impacto de la urbanización sobre el territorio ha crecido continuamente en los últimos años. Si analizamos los resultados del programa Corine Land Cover, en el que se realizó la fotointerpreta-

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URBANIZACIÓN CONTRA SOSTENIBILIDAD

ción de la evolución del consumo de suelo de las regiones europeas entre 1990 y 2 0 0 0 (tabla 1), podemos ver que en España se había producido un crecimiento del consumo de suelo por vivienda del 6% y del 2 3 % por habitante. Pero si comparamos los datos de 1990 con los datos de los nue­vos desarrollos producidos entre 1990 y 2000 , veremos que cada nueva vivienda consumió un 3 6 % más de suelo que las viviendas existentes en 1990 y que cada nuevo habitante multiplicó por 4,6 el suelo consumido.

Tabla 1. Evolución del c o n s u m o de suelo entre 1990 y 2 0 0 0

Total acumulado en 1990 Superficie artificial total 8.078 km 2

Superficie artificial sobre superficie nacional total 1,6% Superficie artificial por vivienda 469 m 2/viv. Superficie artificial por habitante 208 m 2 /hab.

Total acumulado en 2000 Superficie artificial total 10.454 km 2

Superficie artificial sobre superficie nacional total 2,1% Superficie artificial por vivienda 499 m 2/viv. Superficie artificial por habitante 256 m 2 /hab.

Nuevos desarrollos 1990-2000 Porcentaje sobre el total de superficie artificial en 2000 23% Superficie artificial por nueva vivienda 638 m 2/viv. Superficie artificial por nuevo habitante 977 m 2 /hab.

Un primera interpretación sin mayores profundizaciones podría llevarnos a determinar (de hecho es la idea dominante) que los nuevos crecimientos son menos densos que los anteriores, pero si analizamos la distribución de los usos del suelo (tabla 2), podemos ver que en 2000 el consumo de suelo urbano por vivienda era de 314 m 2 , mientras que para los nuevos crecimientos 1990-2000 había sido sólo 215 m 2 , lo que significa que pese a la percepción generalizada de que se ha impuesto una morfología de ciudad difusa, en realidad el crecimiento de la ciudad se ha producido con una mayor densidad que la existente. Sí hemos consumido más suelo por vivienda, pero no ha sido con un modelo de menor densidad.

El suelo se ha consumido mayoritariamente por los usos indirectos, multiplicándose por 2,5 las "zonas industriales, comerciales y de transpor­te", duplicándose las zonas de "extracción, vertido y en construcción" y triplicándose las "zonas verdes artificiales".

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II. DIAGNÓSTICO DE UN SISTEMA COLAPSADO: CONSECUENCIAS DE LA INSOSTENIBILIDAD

Tabla 2. Distribución de superficies de suelo artificial

Total acumulado en 2000 Zonas urbanas Zonas industriales, comerciales y de transporte Zonas de extracción, de vertidos y en construcción Zonas verdes artificiales no agrícolas

Nuevos desarrollos 1990-2000 Zonas urbanas Zonas industriales, comerciales y de transporte Zonas de extracción, de vertidos y en construcción Zonas verdes artificiales no agrícolas

63% 314m 2/viv. 23% 116m 2/viv. 11% 56m 2/viv. 3% 13 mVviv.

22% 215m 2/viv. 51% 275 m2/vlv. 20% 111 m2/viv.

7% 37 m2/viv.

¿Qué significa lo anterior? Q u e la ciudad no ha podido crecer de for­ma semejante a la ciudad inicial, que pese a que cada nueva vivienda ha consumido menos suelo que las viviendas existentes, éstas han tenido que ir acompañadas de un despliegue de usos indirectos y de espacios degra­dados o vacíos que equilibren y encubran las necesidades de movilidad del modelo. Q u e en realidad lo que se ha producido no es el crecimiento de la ciudad, sino el crecimiento de la urbanización y que estamos asistiendo a una destrucción del suelo no sólo para la producción de nueva ciudad, sino para la producción de infraestructuras.

Tabla 3. Densidad de autopistas y vías de ferrocarril en Europa

Autopistas Líneas ferrocarril (km/millón habitantes) (km/1.000 km2)

1980 1990 2001 PEIT 2020 1970 1980 1990 2003 Alemania 118 137 143 143 125 122 117 103 España 54 121 236 370 32 31 29 29 Francia 90 121 171 170 66 63 62 53 Italia 105 109 114 114 55 55 55 55 Reino Unido 48 55 60 61 80 75 70 71

Fuente: Eurostat, 2004, citado en Economía, Poder y Megaproyectos1. (PEIT: Plan Es­tratégico de Infraestructuras y Transporte. Escenario previsto para 2020).

C o m o podemos ver en la tabla 3, lo que se ha producido en España es un crecimiento desmedido de las infraestructuras viadas que nos ha llevado a superar a todos los países de nuestro entorno, esfuerzo que no

! Aguilera, Federico y Naredo, )osé Manuel (eds.). Economía, poder y megaproyectos. Fundación César Manrique, Lanzarote, 2009.

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URBANIZACIÓN CONTRA SOSTENIBILIDAD

se ha visto reflejado en el ferrocarril q u e ha manten ido la misma raquítica situación en la q u e nos encontrábamos en los años 7 0 .

Pero el c o n s u m o de suelo por vivienda no ha sido igual para todos los municipios. Ha sido proporcionalmente menor en los municipios de más de 5 0 0 . 0 0 0 habitantes (tabla 4) , en d o n d e el crecimiento urbano se produce de la forma más intensiva ( consumiendo m e n o s suelo por vivienda), para irse incrementando de forma inversa al t amaño del municipio.

Tabla 4. Suelo artificial por vivienda, población e n 2 0 0 0 100.001- 25.001- 10.001-

Tamaño ciudades (hab.) >500.000 500.000 100.000 25.000 <1 0.000 m 2 suelo artfñcial/viv. 197 306 438 530 805 m 2 suelo urbano/viv. 107 185 258 331 533 m 2 suelo no urbano/viv. 90 121 180 199 272

Lo que se ha producido ha sido un desarrollo urbano más denso cuanto más grande es la ciudad, con una carga de usos indirectos mayor cuanto más p e q u e ñ o es el municipio. Podríamos pensar q u e los municipios pe­q u e ñ o s están pagando las neces idades de infraestructura q u e demanda el sistema, de una forma más ineficiente y por tanto más agresiva con el territorio.

Sostenibilidad, urbanización y territorio La sostenibilidad implica una articulación armoniosa entre las neces idades sociales y la responsabilidad ambiental, articulación q u e resulta crítica en la organización de la ciudad. Si analizamos las transformaciones urbanas de los últimos años, nos encontramos frente a u n a ciudad q u e incrementa la segregación social, incubando un futuro de conflictos en nuestras ciu­dades. Observamos la progresiva degradación de la ciudad compacta q u e c o n o c e m o s a favor de la creación de una periferia suburbana basada en el c o n s u m o de los espacios naturales y en la utilización masiva del vehículo privado, con un desarrollo d e s m e d i d o de infraestructuras q u e c o n s u m e n suelos y territorios, materiales y energía, apoyando una práctica inmobiliaria q u e estimula la sustitución de las edificaciones frente a su rehabilitación y conservación, incrementando el despilfarro de recursos y la producción de residuos.

La única forma de abandonar este m o d e l o insostenible es propiciar un m o v i m i e n t o de regeneración cultural q u e nos permita reconducir las ten­dencias contrarias a la sostenibilidad, recuperando el sentido de la ciudad

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a través de una planificación urbana que se centre en la rehabilitación de la ciudad existente, incrementando la variedad urbana, la excelencia de los equipamientos públicos, la calidad ambiental y la participación. Garantizan­do al ciudadano el conjunto de estímulos esperables de la vida urbana en su entorno próximo. Impidiendo el desarrollo suburbano y la construcción de las infraestructuras que destruyen el territorio y generan expectativas sobre su uso.

Nota: Los datos de consumo de suelo proceden del trabajo realizado por Agustín Hernández Aja y Marian Simón Rojo (en el Departamento de Urbanística y Or­denación del Territorio de la UPM), por encargo de AU1A para el Informe Técnico sobre la relación de suelo y edificación en España. Periodo 1990-2000y sus proyecciones al 2020 del Ministerio de Vivienda.

Bibliografía recomendada • Aguilera, Federico y Naredo, )osé Manuel (eds.). Economía, poder y me-

gaproyectos. Fundación César Manrique, Lanzarote, 2009 .

• Comisión de las Comunidades Europeas. Libro verde sobre el medio am­biente urbano. Bruselas, 1990.

• European Environmental Agency (EEA) Urban Sprawl in Europe. The ignored challenge. Commission of the European Communities, 2006 .

• Hernández Aja, Agustín. Informe sobre los indicadores de sostenibilidad. Dirección General de la Vivienda, la Arquitectura y el Urbanismo; Mi­nisterio de Fomento, Madrid. 2004 . http://habitat.aq.upm.es/indloc/

• Rees, William E. y Wackernagel, Mathis. Our Ecological Footprint: Reduc-ing Human Impacton the Earth. Cabriola Island, BC, CAN: New Society Publishers, 1996. Versión en castellano: Nuestra Huella Ecológica: Reduciendo el Impacto Humano sobre la Tierra. Colección Ecológica & Medio Ambiente, Lom ediciones, Santiago de Chile, 2001.

• Unión Europea. 6° Programa de Acción Comunitaria en materia de Medio Ambiente para el periodo 2002-2012. 2002.

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Riesgo químico Dolores Romano Mozo

Coordinadora del Área de Riesgo Químico del Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS)

Todas las personas nacidas después de los años 5 0 ' tenemos DDE, un metabolito del plaguicida DDT, en nuestros organismos, ¡unto a otras muchas (¿decenas, centenares?) sustancias sintéticas tóxicas que pueden dañar nuestra salud. Un estudio reciente de contaminantes en la población de Cataluña, la única Comunidad Autónoma que se ha interesado hasta el momento por conocer los niveles de contaminantes corporales de sus habitantes, ha corroborado la presencia de DDE en el 100% de la población estudiada y de al menos 10 de los 19 contaminantes analizados en el 6 2 % de la población 2 . Un análisis de 107 sustancias tóxicas diferentes en sangre de familias europeas determinó la presencia de al menos 18 sustancias en todas las personas analizadas 3. Cuantas más sustancias se buscan en los diferentes estudios, más se encuentran.

Las enfermedades relacionadas con la exposición ambiental a sustancias químicas se han disparado en los últimos años, tanto en España como en el resto del mundo. El cáncer, los problemas reproductivos (infertilidad, malformaciones, enfermedades reproductivas), las alteraciones hormonales (diabetes, problemas tiroideos, cánceres), las enfermedades inmunológicas (dermatitis, alergias) y los problemas neurológicos, (problemas de aprendiza­je, autismo, hiperactividad, Alzheimer, Parkinson), entre otras enfermedades

1 Después de la Segunda Guerra Mundial, en los años 50 comenzó el uso masivo de sustancias químicas en la industria, agricultura, etc.

2 Miquel Porta. Conferencia impartida en la jornada "Exposición a compuestos quí­micos como causa de enfermedades profesionales", Zaragoza, 5 junio 2009.

3 Watson, G. Cenerations X Resuíts of WWF's European Family Biomonitoring Survey. WWF & DeTOX Campaign: Brussels, 2005.

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relacionadas con la exposición a sustancias tóxicas, han alcanzado cifra epidémicas 4 .

La exposición a cancerígenos en los lugares de trabajo es responsable de 32.000 muertes al año en Europa, 4.000 de ellas en España, además de decenas de miles de enfermedades respiratorias, de la piel, del sistema nervioso o cardiovasculares, entre otras s .

Los bebés, los niños y las niñas son especialmente vulnerables a Jas sustancias tóxicas. Debido a su inmadurez no han desarrollado los sistemas de detoxificación y eliminación de los adultos y sus órganos en desarrollo son mucho más sensibles. Debido a su rápido crecimiento y desarrollo, especialmente durante los primeros 10 días de vida, inhalan, ingieren y absorben a través de la piel, más cantidad de sustancias tóxicas medio­ambientales por kilogramo de peso corporal que un adulto. Al chupar y mordisquear los objetos están más expuestos a sus componentes tóxicos. Además, al reptar, gatear y arrastrarse por el suelo están más expuestos a los contaminantes presentes en el polvo, la tierra y el aire, que presentan niveles superiores de algunos tóxicos a ras de suelo 6 .

Según la OMS, más del 4 0 % de la carga global de enfermedad atribuible a factores medioambientales recae sobre los niños de menos de cinco años de edad (ique sólo constituyen el 10% de la población mundial!). Por otra parte, en torno al 6 5 % de las enfermedades infantiles tienen su origen en la contaminación y degradación del medio ambiente. En España, igual que en los demás países industrializados, el número de niños afectados por defi­ciencias del neurodesarrollo relacionados con la exposición a neurotóxicos es preocupante:

• Entre un 5 y 10% de los niños escolarizados tienen problemas del aprendizaje. • El déficit de atención con hiperactividad, de acuerdo con estima­ciones conservadoras, afecta a entre el 3 y 6% de los niños en edad escolar, aunque evidencias recientes sugieren que la prevalencia podría

4 Romano Mozo, Dolores y Riechmann, Jorge. "Salud y Calidad Ambiental" en Sostenibilidad en España 2006. Madrid, Observatorio de la Sostenibilidad en España págs. 345-350. 2006.

5 RPA. Assessment of the Impact of the New Chemicals Policy on Occupational Health. Final Report - March 2003 prepared for European Commission - Environment Directorate-General. Risk & Policy Analysts Limited, Norfolk, 2003.

6 Unidad de Pediatría Medioambiental Valencia-Murcia. Infancia vulnerable. http://www.pehsu.org/organization/vulnerable.htm

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RIESGO QUÍMICO

alcanzar el 17%. • La incidencia de autismo puede alcanzar el 2 por cada 1.000 niños en algunas comunidades, y la tendencia es a incrementarse. • Cerca del I % de todos los niños sufren retraso mental. Las alergias, el asma y las enfermedades respiratorias relacionadas con

la calidad del aire (en ambientes cerrados o en el exterior) han aumentado en Europa, y ya afectan al 10% de la población infantil del continente. Los síntomas relacionados con el asma en la infancia y la adolescencia afectan a alrededor del 10% en España. Se estima que los factores ambientales están asociados al 98 -99% de todos los cánceres (97.000 personas murieron en 2001 de cáncer en España) y al 85-96% de los desarrollados durante la época pediátrica. Cada año se detectan en España 9 0 0 casos nuevos de cáncer entre niños y adolescentes (hasta los 14 años). 7

Ya hemos apuntado algunas vías de exposición, esto es, de entrada de contaminantes en el organismo: la ingestión de alimentos y bebidas contaminados, la inhalación de aire contaminado (en el trabajo, en los hogares, en la calle y /o en los centros comerciales), el contacto de la piel con contaminantes presentes en el agua, textiles, aire, etc. o en productos cosméticos. Según nuestra ocupación, dieta, edad, sexo, lugar de residencia, etc., unas vías tendrán más importancia que otras. En cualquier caso, todas las vías se suman, por lo que estamos expuestos diariamente a un cóctel de miles de sustancias químicas, lo que se conoce como multiexposición.

En el mercado europeo existen al menos 140.000 sustancias diferentes, con las que se fabrican millones de productos y artículos de consumo 8 . Así, una pintura puede contener cuatro o cinco sustancias, un champú una docena o un ordenador un centenar. Las sustancias que componen un pro­ducto o un artículo pueden liberarse al entorno y contaminar el agua, el aire, el suelo y por tanto, los ecosistemas, los alimentos y las personas durante cualquier fase de su ciclo de vida: durante su fabricación, durante su uso industrial, durante su uso como componente de un producto o un artículo y cuando se convierte en un residuo, ya sea industrial o doméstico.

Las sustancias más preocupantes son, por tanto, no sólo las que pue­den provocar daños importantes a la salud, sino también las que pueden

7 Romano Mozo, Dolores y Riechmann, Jorge, 2006. Obra citada. 8 Un producto o un preparado es una mezcla de sustancias, un artículo es un objeto

cuya forma o diseño es más importante para su función que su composición química. Por ejemplo una pintura o un champú son productos o preparados y un televisor, un balón o una bolsa son artículos.

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II. DIAGNÓSTICO DE UN SISTEMA COLAPSADO: CONSECUENCIAS DE LA INSOSTENIBILIDAD

permanecer más t iempo en el medio ambiente sin descomponerse (persistentes) y las que se acumulan en los organismos de los seres vivos (bioacumulativas).

La contaminación es hoy un problema ambiental y de salud global. Se detectan sustancias tóxicas en productos de consumo, agua de lluvia, agua de boca, alimentos, suelos, plantas, simas marinas, lagos alpinos, animales salvajes, etc. Los programas de biomonitorización detectan tóxicos en mues­tras de leche, sangre, orina, cordón umbilical y tejidos grasos humanos a lo largo y ancho del planeta. Los niveles más altos se detectan en animales y poblaciones humanas del ártico, debido a que las corrientes marinas y atmosféricas trasladan los contaminantes hacia los polos y hacia las zonas más frías, donde se condensan.

La contaminación química es también un problema transgeneracional. Muchas de las enfermedades que sufrimos los nacidos después de los años 60 se deben a la exposición prenatal, la exposición de nuestros padres y sobre todo de nuestras madres, que provocó alteraciones y daños durante nuestro desarrollo fetal. También nosotros transmitiremos a nuestros hijos contaminantes. Es difícil entender cómo hemos podido llegar a esta situa­ción. A tanta enfermedad y tanto sufrimiento.

Una de las cuestiones que todos deberíamos saber, es que hasta la fe­cha se ha permitido la fabricación y comercialización de la amplia mayoría de las sustancias sin tener que garantizar que fuesen seguras, ni tener que proporcionar información sobre sus propiedades peligrosas, toxicológicas ni ecotoxicológicas 9. Sólo desde 1981 se exige a las empresas fabricantes o comercializadoras de nuevas sustancias que notifiquen a las administra­ciones ciertas características toxicológicas básicas. Esto ha afectado a unas 6.000 sustancias desde 1981.

<Se desconocen, por tanto, las propiedades peligrosas y los usos de la amplia mayoría de las sustancias existentes en el mercado. De hecho, sólo

9 Hasta 1979, no se estableció un sistema de notificación para las nuevas sustancias químicas que se quisieran introducir en el mercado. La notificación implicaba la obligación de aportar a la autoridad competente información sobre la producción, usos y características peligrosas de las sustancias que se querían comercializar. Se estableció una distinción entre las sustancias comercializadas en el mercado inter­no antes del 19 de septiembre de 1981, que se llamaron "sustancias existentes" (son las 100.106 sustancias que componían el registro EINECS) y las "sustancias nuevas" introducidas con posterioridad a esa fecha (son las 3.800 sustancias del registro EL1NCS). A las "sustancias existentes" se les permitió mantenerse en el mercado a pesar de no conocer sus características peligrosas.

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RIESGO QUÍMICO

se dispone de información toxicológica básica del 2 5 % de las sustancias en uso y, hasta la fecha, sólo se han realizado evaluaciones completas de riesgo de 87 sustancias.

La prohibición o restricción de la fabricación o uso de las sustancias es competencia de las autoridades, que deben demostrar que el riesgo que genera una sustancia es inaceptable a través de un costosísimo y lento proceso de evaluación de riesgos. Esto hace que en la práctica haya liber­tad de mercado para las sustancias químicas, que se pueden comercializar libremente hasta que las autoridades de cada país demuestren que los daños que provoca son inaceptables 1 0 .

Esta situación va a mejorar algo en el futuro, tras la aprobación del nuevo Reglamento REACH" que obliga a los fabricantes e importadores de sustancias químicas en Europa a proporcionar información, a través de un proceso de registro, de las propiedades de las sustancias que produz­can o importen en más de 1 tonelada al año. La cantidad de información que tienen que proporcionar a la recién creada Agencia Europea de Químicos (ECHA en sus siglas en inglés) aumenta con el volumen de fabricación y la peligrosidad de las sustancias, de forma que las empre­sas que fabriquen o importen más de 1.000 t/a de una sustancia (unas 30 .000 según datos recientes) deberán proporcionar una evaluación de riesgos bastante completa. REACH también establece un procedimien­to de autorización, de forma que las empresas que quieran fabricar o importar sustancias de elevado nivel de preocupac ión 1 2 incluidas en su

10 En 1993 se aprueba el Reglamento 793 /93 sobre evaluación de sustancias quí­micas, con el objetivo de establecer un sistema común de evaluar las sustancias y evitar así las barreras al mercado interno que estaban suponiendo las restricciones que diversos países miembros iban imponiendo a usos de algunas sustancias. El principio básico que establecía este Reglamento era que no se puede restringir ninguna sustancia hasta que no se hubiese realizado una evaluación de sus riesgos sobre la salud y el medio ambiente. Las autoridades se responsabilizan de realizar estas evaluaciones. Se estableció un listado de 110 sustancias (de entre las 100.106 existentes en el mercado) cuya evaluación era prioritaria y la evaluación de cada sustancia se asignó a uno de los Estados miembros. La "carga de la prueba", esto es, la responsabilidad de conocer los peligros y riesgos de las sustancias, recaía en las administraciones, no en la industria.

11 Reglamento CE 1907/2006 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 18 de diciembre de 2006, relativo al registro, la evaluación, la autorización y la restric­ción de las sustancias y preparados químicos (REACH).

12 Cancerígenas, mutágenas, tóxicas para la reproducción, muy persistentes y muy

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II. DIAGNÓSTICO DE UN SISTEMA COLAPSADO: CONSECUENCIAS DE LA INSOSTENIBILIDAD

Anexo XIV 1 3 deberán solicitar una autorización a la ECHA. Por otra parte, algunos de los paradigmas científicos utilizados en las

evaluaciones de riesgo son erróneos. Así, se considera que la dosis hace el efecto, esto es, que hay límites de exposición seguros a los tóxicos. La toxicidad de una sustancia se valora en función de la cantidad que puede provocar un daño. Las más tóxicas son las que actúan a dosis más bajas. Los toxicólogos y ecotoxicólogos calculan los niveles a los que las sustancias tóxicas no producen efectos sobre la salud (dosis sin efectos observables o DNEL) o sobre el medio ambiente (concentraciones ambientales previstas sin efecto o PNEC), luego les aplican un factor de seguridad y establecen así los límites de exposición que consideran admisibles.

Sin embargo, algunas sustancias como los disruptores endocrinos, no siguen este patrón, y pueden provocar daños a dosis muy bajas y no pro­vocarlos a dosis más elevadas. Otras actúan a niveles tan bajos que no es posible determinar un nivel sin efecto (p. ej. algunos cancerígenos y dis­ruptores endocrinos). Hay sustancias que se acumulan en el organismo, las bioacumulativas, y por tanto no es posible calcular una exposición segura. Hay sustancias para las que es más importante conocer el momento en el que actúan, por ejemplo las sustancias que pueden alterar el desarrollo embrionario.

Por otra parte, las evaluaciones de riesgo se realizan para sustancias concretas, cuando la realidad es que estamos expuestos a un cóctel de sustancias, cuyos efectos se pueden sumar o potenciar.

A todo esto también habría que añadir el desconocimiento de los ciudadanos y en muchos casos la falta de sentido común, de manera que consideramos que si un producto o artículo se vende es porque será segu­ro, y por tanto no nos planteamos la necesidad de reducir la cantidad de sustancias químicas que ingerimos a través de la alimentación (productos tratados con plaguicidas, pescados y grasas animales son los más contami­nados), la posibilidad de reducir la exposición reduciendo la cantidad de materiales sintéticos y de productos de limpieza, higiene o cosmética en nuestros hogares, la posibilidad de reducir la exposición laboral, etc.

Por último, a diferencia de otros sectores, como el energético, en el que se tiene apoyo a la investigación, desarrollo e implantación de energías

bioacumulativas, tóxicas, persistentes y bioacumulativas o disruptores endocri­nos.

13 De momento sólo se han incluido siete sustancias, a pesar de existir más de 1.500 sustancias de elevado nivel de preocupación.

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RIESGO QUÍMICO

renovables y de sistemas de ahorro y eficiencia, la falta de información, la f normativa y las condiciones de mercado no han permitido el desarrollo !.,\ industrial de la química verde, esto es, una química compatible con la í¡! química de la vida, que sigue relegada a los centros de investigación.

Bibliografía recomendada • Anastas, P. and Warner, J.C. Creen Chemistry: Theory and Practice. Oxford

University Press, 2000 . • Colburn, Theo; Myers, John Peterson; y Dumanoski, Dianne. Nuestro

Futuro Robado. Ecoespaña, Madrid, 1997.

• Commoner, Barry. En paz con el planeta. Crítica, Barcelona, 1992.

• European Environment Agency. Late lessons from early warnings: the precautionary principle 1896-2000. European Environment Agency, Copenhagen, 2001.

• Lowell Center for Sustainable Production. Integrated chemicals policy. Seeking New Direction in Chemicals Management. Lowell Center for Sus­tainable Production, University of Massachusetts Lowell, 2 0 0 3 .

• Riechmann, Jorge y Tickner, |oel (coords.) El principio de precaución. Icaria, Barcelona, 2002 .

• Schórling I. REACH- What happened and Why? The Only Planet Guide to the Secrets of Chemicals Policy in the EU. The Greens/ EFA, Brussels, 2004 .

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III. Escuchar la vida: mensajes para una alternativa

necesaria y posible

O. v i - oí"; i.-a ¡S.OGÍSMO .-,o< Í A I

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• ESCUCHAR LA V,OA: M E N S A S PARA UNA ALTERNAVA NECESAR,A Y POS,B L E

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Sostenibilidad: cultura de los límites Erik Gómez-Baggethun y Luis Rico García-Amado

Investigadores del Departamento de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid

Un término, diferentes conceptos En 1987' la Organización de las Naciones Unidas lanzó a la arena pública el célebre documento 'Nuestro futuro común, también conocido como Informe Bruntland, donde el concepto de desarrollo sostenible quedaba oficialmente definido como aquel modelo que "permite satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones de satisfacer las suyas" 1. Desde entonces, el debate sobre la sostenibilidad ha trascendido los círculos académicos y conservacionistas abriéndose paso en la agenda política y el debate social. La vaguedad de la definición dejaba no obstante las puertas abiertas a un uso retórico de la noción de sosteni­bilidad 2, pasando en poco tiempo a ser cooptada como palabra comodín en el enverdecimiento del marketing político y empresarial.

Sin embargo, han sido muchos los esfuerzos dedicados a dotar la noción de sostenibilidad de contenidos más precisos, que permitan poner de relieve sus implicaciones en términos de la reconversión del modelo económico,'; vigente sobre patrones socialmente justos y físicamente viables. La econo­mía ecológica constituye uno de los principales foros de pensamiento en torno a la teoría y práctica de la sostenibilidad. Este enfoque conceptúa la economía como un sistema abierto en continuo intercambio de materia­les, energía y residuos con su entorno ecológico y social. La economía es entendida como subsistema de los sistemas socio-cultural y ecológico que

1 CMMAD, 1987. 2 Naredo, 1999.

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

la engloban, y que por tanto definen los límites a su expansión 3 .

Límites ecológicos El paso del uso retórico de la noción de sostenibilidad a su puesta en prác­tica está por tanto supeditado a reencauzar el modelo económico dentro de los límites físicos impuestos por la ecosfera. Esto supone la reconversión del metabolismo económico de forma que se respeten los flujos de entrada y salida 4, es decir, de forma que los patrones de extracción de recursos no superen las tasas ecológicas de regeneración ni la emisión de residuos supere las tasas ecológicas de asimilación y procesado. De esta manera, ,1a sostenibilidad queda delimitada por la adaptación á los ritmos de los -ecosistemas, el uso exclusivo de energía proveniente del-sol y el cierre de" los ciclos de ka materia.

Los límites ecológicos a la expansión económica vienen determinados por la capacidad de los ecosistemas de amortiguar presidnes, propiedad que se conoce bajo el término de. resilience. La resilience depende a su vez en última instancia del mantenimiento de altos niveles de biodiversidad, ya que ésta dota a los ecosistemas de la complejidad y la heterogeneidad necesarias para reorganizarse frente a las perturbaciones y el cambio, evi­tando de esa manera el colapso de su estructura y funcionamiento.

Cuando las presiones derivadas del crecimiento económico desbordan la resiliencia ecológica, las fuerzas productivas que apuntalan la economía devienen en fuerzas destructivas, y los sistemas ecológicos de soporte vital de los que dependemos se deterioran. Los ecosistemas no necesariamente responden de forma progresiva a las presiones. Una vez alcanzados deter­minados límites o umbrales, los sistemas ecológicos pueden incurrir en colapsos difícilmente predecibles, tras los cuales pasan a estados que dejan de ser ecológica y económicamente funcionales. Esto es lo que ocurrió por ejemplo con el colapso por sobreexplotación de las pesquerías de bacalao de Newfoundland en 1992, tras el cual 40 .000 trabajadores perdieron su empleo.

Casos de civilizaciones que han colapsado tras forzar de forma prolonga­da los límites de los sistemas ecológicos sobre los que se asentaban vienen dándose desde tiempo inmemorial 5 . No obstante, estas averías parciales en

3 Georgescu-Roegen, 1971. 4 Daly, 1990. 5 Diamond, 2006.

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SOSTENIBILIDAD: CULTURA DE LOS LIMITES

la maquinaria ecológica venían siendo reparadas sin excesivos problemas gracias a la buena salud de la ecosfera en su conjunto. La particularidad de la actual crisis ecológica reside en que, por primera vez en la historia, la resiliencia del planeta en su conjunto puede estar viéndose superada 6 . Lamentablemente, como se ha visto en los capítulos anteriores, la evidencia científica apunta de manera creciente en esta dirección. Según la Global Footprint Network la huella ecológica del planeta ha superado ya su propio tamaño 7 , y el informe de la Evaluación de Ecosistemas del Milenio de la Organización de las Naciones Unidas concluye que el 6 0 % de los servicios ambientales de los que depende el bienestar humano tales como la depu­ración del agua y el aire, la fertilidad de los suelos, o regulación climática, están seriamente deteriorados 8 . La sostenibilidad empieza por revertir esta tendencia productiva de manera urgente, antes de que pueda ocurrir un colapso ecológico global.

Cabe señalar que no es el planeta en sí el que está más directamente amenazado, sino los sistemas ecológicos de soporte vital de los cuales de­pende la existencia y bienestar de la especie humana. Los sistemas biofísicos no conocen las prisas, y a escalas de tiempo geológicas su capacidad de recuperación es enorme. En tan sólo unos cuantos millones de años, la biosfera ha sabido sobreponerse a glaciaciones, meteoritos y otras pertur­baciones que, en al menos seis ocasiones, han diezmado la biodiversidad del planeta. Es la especie humana, más que Gaia, la que debería estar más preocupada.

Límites sociales Desde la óptica del ecologismo social la idea de sostenibilidad no puede circunscribirse a la consecución de un modelo económico que sea armó­nico con la naturaleza, sino que éste debe serlo también con las personas. Cuando hablamos de los límites sociales al crecimiento lo hacemos por tanto desde un planteamiento normativo. Es decir, no nos referimos a límites físicos absolutos, sino a límites considerados como socialmente aceptables desde un posicionamiento político que aquí articulamos en torno a la noción de justicia ambiental.

La justicia ambiental busca la resolución de los conflictos ecológicos

6 Rockstròm et al. 2009 . 7 http://www.footprintnetwork.org/en/index.php/GFN/page/world_footprint/ 8 EEM, 2005.

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

redistributivos mediante jel reparto equitativo de los beneficios (recurso naturales y servicios ambientales) y los costes (contaminación y residuos ligados al aprovechamiento económico de la naturaleza. A entender d los autores, la legitimidad del modelo económico pasa, además, por que dicho reparto sea puesto en práctica por el ejercicio del poder de grupos sociales que no estén divididos ni organizados jerárquicamente en clases, ya sean éstas de índole económica, sexual, étnica, cultural, u otras.

La igualdad^ (intrageneracional e intergeneracional) en el acceso a los recursos y sumideros ecológicos tiene implicaciones directas para los mo­delos vigentes de producción, distribución y consumo. La incompatibilidad del modelo consuntivo de los países sobreindustrializados con la ¡dea de justicia ambiental se pone de relieve por el consumo generalizado de bienes posicionales9, es decir, de bienes cuyo consumo sólo es viable mientras la mayoría de la población no pueda acceder a los mismos. Un claro ejemplo es el uso del automóvil en régimen de propiedad privada, dado que el pla­neta no dispone de sumideros ecológicos capaces de absorber y procesar las emisiones que resultarían de un coche por habitante.

Por lo tanto, braja el prisma del1 ecologism© social, la' sostenibilidad debe ser articulada mediante una sociedad igualitaria, compuesta por persona libres que respeten yforrienten la diversidad y dobdexpredomine el cuidado de la vida.

Biomímesis: la naturaleza como modelo En definitiva, la idea de sostenibilidad pasa por la aceptación de unos límites que permitan mantener la escala de la economía a una distancia prudente de los umbrales de presión marcados por lo socialmente aceptable y lo ecológicamente viable. Los desarrollos teóricos en torno a la idea de biomí-mesism nos ofrecen algunas de la claves para caminar en esta dirección.

La biomímesis consiste en imitar la naturaleza a la hora de construir lo sistemas productivos humanos con el fin de hacerlos compatibles con la_ ecosfera. Esta idea se respalda en que la única empresa que no ha quebrado en 4.000 millones de años es precisamente la naturaleza. La biomímesis busca la coevolución dinámica entre los sistemas ecológicos y sociales, de manera que los segundos se adapten a las restricciones impuestas (y a las oportunidades ofrecidas) por los primeros, así como la promoción

9 Hirsch, 1976. 10 Riechmann, 2006.

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SOSTENIBILIDAD: CULTURA DE LOS LIMITES

de sistemas complejos y diversos altamente resilientes con capacidad de sobreponerse ante la adversidad.

Para ello se hace indispensable evolucionar de la economía de la producción y el valor de cambio hacia un sistema económico basado en el valor de uso, en el cual se contabilice la capacidad física de los ecosistemas para sostener el bienestar humano y donde la producción no sea un fin en sí mismo, sino un medio para satisfacer las necesidades (finitas) de las personas 1 1 .

Oportunidades para el cambio La crisis económica que atravesamos es desastrosa si la analizamos con los parámetros económicos al uso y lamentablemente es la clase trabajadora la primera afectada por sus consecuencias. No obstante, desde una perspectiva física, el planeta, exhausto tras tantos años de capitalismo espoleado por un crecimiento económico frenético, toma una bocanada de aire ante la momentánea relajación del metabolismo económico 1 2 .

La actual crisis ofrece una oportunidad única para replantearnos la huida hacia, delante en la que nos vemos inmersos y para desafiar los desastres éticos, estéticos y ecológicos de la civilización industrial. Se da la coyuntura para enfrentarnos a la contradicción ecológico-económica en la que nos ha situado la apuesta por un modelo de crecimiento perpetuo en un planeta finito, y para sentar las bases para una cultura de los límites, bajo la cual desarrollar alternativas como las que se describen con mayor profundidad en otros capítulos de este libro.

Bibliografía citada • CMMAD, 1987. Ourcommon future. (Trad. en castellano, Nuestro futuro

común. Alianza, Madrid, 1989.).

• EEM. Evaluación de Ecosistemas del Milenio. Estamos Gastando más de lo que poseemos. Consejo de Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, Naciones Unidas, Nueva York, 2 0 0 5 .

• Daly, H.E. "Toward some operational principies of sustainable develo-pment"'. Ecological Economics, 2: 1-6. 1990.

11 Max-Neef, 1994. 12 Martínez Alier, 2009.

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

• Diamond,). Colapso: por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen Debate, Madrid, 2005 .

• Georgescu-Roegen, N. The Entropy Law and the Economic Process. Harvar University Press, Cambridge, 1971. (Trad, castellano: La Ley de la Entropía y el proceso económico. Fundación Argentaría - Visor, Madrid, 1996).

• Hirsch, F. The Social Limits to Growth. Routledge & Kegan Paul, London, 1976.

• Martinez Alier,). "La crisis económica vista desde la economía ecológi­ca". Ecología Política 36, 2009.

• Max-Neef, M. Desarrollo a escala humana. Icaria, Barcelona, 1994.

• Naredo, J.M. "Sobre la sostenibilidad de los sistemas'". En: Naredo, J.M. y Valero, A. (eds.) Desarrollo económico y deterioro ecológico. Fundación Argentada - Visor, Madrid, pp. 57-70, 1999.

• Riechmann, ). Biomímesis. Ensayos sobre imitación de la naturaleza, ecoso-cialismoy autocontención. Catarata, Madrid, 2006 .

• Rockström, |. et al., "A safe operating space for humanity", Nature, 461 : 472-475. 2009 .

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Decrecimiento: menos para vivir mejor Luis González Reyes

Co-coordinador de Ecologistas en Acción

"La revolución no es un tren que se escapa. Es tirar del freno de emergencia".

Walter Benjamín

¿Saldrías esprintando si tienes que recorrer 20 km? No, porque la velocidad te dejaría sin resuello. ¿Qué pasó con la gallina de los huevos de oro? El ansia de acumulación mató a la gallina, y al futuro. Esto es lo que le está pasando a nuestro planeta. Vivimos a una velocidad por encima de lo sostenible. Una velocidad de apropiación de recursos y de generación de residuos superior de las capacidades del entorno.

Así, el cambio climático es debido a que estamos generando gases de efecto invernadero (residuos) por encima de la capacidad de ser asumidos por parte de la atmósfera (sumidero). El agotamiento del petróleo (recurso) se debe a que estamos consumiéndolo por encima de su tasa de renovación. Podemos hacer un repaso por los problemas ambientales enmarcándolos en estas dos categorías: excesiva velocidad de consumo de recursos o excesiva velocidad de producción de residuos.

Podemos discutir si el pico del petróleo lo estamos atravesando ya, o lo haremos en los próximos 10 o 20 años. También podemos enredarnos en una discusión eterna sobre si, con la tendencia actual, será en 15 o 25 años cuando atravesaremos los 2°C de incremento de temperatura, esa cifra a partir de la cual la probabilidad de que el calentamiento global se dispare es alta.

Lo que no es discutible es que, si seguimos así, vamos a agotar el petró­leo (como ejemplo de los recursos) y vamos a producir un cambio climático geológico (como paradigma de la saturación de sumideros). Es decir, que

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

podemos discutir si vamos rapidísimo o extremadamente rápido, no qu vamos demasiado deprisa. Así que, o frenamos o nos estampamos. Y frena es de lo poco que tenemos que hacer con celeridad.

Desde los centros de poder se nos dice que, en realidad, estamos des materializando la economía, que cada vez somos capaces de crecer co menores cantidades de materia y energía. En realidad la actividad industrial ha crecido en los últimos veinte años un 17% en Europa y un 3 5 % en Estados Unidos, mientras se incrementaba de forma espectacular en China

' y la India. La producción mundial se está duplicando cada 25-30 años. En resumen, el requerimiento total de materiales de la economía planetaria 170 para de crecer y, con él, los impactos.

La Solución es obvia: consumamos recursos y produzcamos residuo» a los ritmos asumibles por la naturaleza. Pero, ¿por qué avanzamos en la dirección contraria cuando esto es innegable? Vivimos en un sistema,_el capitalista, que funciona con una única premisa: maximizar el beneficio individual en el menor tiempo. Uno de sus corolarios inevitables es que el consumo de recursos y la producción de residuos no pueden parar de crecer, formando una curva exponencial.

Veámoslo con un ejemplo. Partimos del Banco Central Europeo (BCE) que presta dinero a los bancos privados a un tipo de interés. Pongamos que el Santander toma unos millones de euros del BCE. Obviamente no lo hace para guardarlos, sino para conseguir un beneficio con ello. Por ejemplo, se los presta a un tipo de interés mayor, claro está, a Sacyr-Vallehermoso. ¿Para qué le pide la constructora el dinero al banco? Por ejemplo para comprar el 2 0 % de Repsol-YPF. Sacyr espera recuperar su inversión en Repsol con creces, vía la revalorización de las acciones de la petrolera y/o el reparto de beneficios. Ambas cosas pasan por un incremento continuado de los beneficios de Repsol.

Es decir, que para que Sacyr rentabilice su inversión y le devuelva el préstamo al Santander y este a su vez al BCE, Repsol no puede parar de crecer. Si no hay crecimiento la espiral de créditos se derrumba y el sistema se viene abajo. El crecimiento no es una consecuencia posible de este sis­tema, es una condición indispensable para que funcione. Es como si dejas de pedalear en una bicicleta, que te caes. Si la economía capitalista deja de crecer se colapsa. Por eso nos insiste tanto el G-20 en la necesidad de recuperar la senda del crecimiento. Por eso nos machaca el Gobierno con que consumamos más.

¿Y cómo crece Repsol? Pues ya lo sabemos: vendiendo más gasolina (a través de costosas campañas de publicidad), recortando los costes sala-

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DECRECIMIENTO: MENOS PARA VIVIR MEJOR

ríales (como en YPF tras su compra), extrayendo más petróleo, incluso de Parques Nacionales (como el Yasuní en Ecuador) o de reservas indígenas (como las guaranís en Bolivia), bajando las condiciones de seguridad (como en la refinería de Puertollano), subcontratando los servicios (como en el transporte de crudo), apoyando a dictaduras (como en Guinea)...

No es que haya una mente maquiavélica que diga: voy a ventilarme el planeta y a sus habitantes (aunque sí que hay quienes estén por la labor a la vista de como va el mundo). Es una simple cuestión de reglas de juego: o te atienes a maximizar tus beneficios o te quedas fuera. Quedarse fuera es que tu empresa sea absorbida o pierda su mercado. Atenerse a las reglas significa que lo único que importa son las cuentas a final de año y, sólo bajo presión socioambiental, el entorno o las condiciones laborales.

Pero el problema va más allá de los impactos ambientales y sus impli­caciones sociales. Indudablemente, hablar de lo que supone la velocidad del capitalismo implica nombrar a quienes expulsa y explota esta dinámica. Vivimos en un mundo en el que hay 100 manzanas para 100 personas y 20 (qué casualidad, la mayoría hombres) se quedan con 86. El sistema no sólo produce acumulación, sino que necesita esa acumulación. Vamos, que tenemos un problema>de sobrevelocidad; pero también de inequidad. Tenemos una tarta en la que nos tenemos que preocupar del reparto justo y también del tamaño, ya que no puede ser demasiado grande.

Atajar el problema de sobrevelocidad que tenemos pasa por abando­nar la obsesión intrínseca de este sistema por el crecimiento. Pasa por el decrecimiento de quienes ya hemos crecido demasiado. Significa que en las sociedades sobredesarrolladas tendremos que recortar drásticamente nuestro consumo de recursos y producción de basuras hasta acoplarlos a la capacidad de producción y reciclaje de la naturaleza. El decrecimiento tiene como principal virtud señalar la superación de la obsesión por el crecimiento como uno de los elementos básicos en la transición hacia la sostenibilidad.

¿En qué tendríamos que decrecer? Por supuesto en la producción y el consumo, pero también en la velocidad de vida que tenemos como socie­dad, en las distancias que recorremos y hacemos recorrer a los productos, en la complejidad de nuestra tecnología (para la sostenibilidad tenemos que hacer las cosas más sencillas, por lo menos la mayoría de ellas), en las agrupaciones sociales (la democracia requiere sociedades más pequeñas) o en las horas de trabajo productivo (que no en las de cuidados). Además, el decrecimiento implica un cambio de paradigma mental: decrecimiento no es un término negativo, sino positivo.

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

Pero no en todo se tiene que decrecer ni de igual forma. Hay que cen­trar los recursos colectivos en decrecer en el consumo de energías fósiles, creciendo en el de renovables (hasta un punto); o decrecer en la producción de materiales sintéticos, sustituyendo los imprescindibles por naturales.

Todo ello entendiendo que el aumento de la eficiencia y la apuesta por los productos 100% reciclables son importantes, pero no suficientes. El parque automovilístico actual es mucho más eficiente que el de hace 30 años pero... contamina más (hay más coches que recorren más kilómetros); y una granja de cerdos puede producir deshechos 100% reciclables pero... a una velocidad inasumible por los ecosistemas. Así que: más eficiencia, cierre de ciclos de la materia, energía solar pero... con decrecimiento.

Sólo así las personas que viven en la miseria podrán aumentar sus nive-,.» les de consumo de recursos y de generación de residuos para alcanzar los mínimos para tener una vida digna. Sólo así dejaremos sitio en este planeta al resto de especies. Es decir, la propuesta del decrecimiento no implica que todo el mundo decrezca ni que decrezcamos en cualquier cosa, sino que el decrecimiento busca la equidad en la austeridad. Es comprender-^ que "vivir mejor es. vivir con menos". El decrecimiento no es un objetivo, es un medio hasta alcanzar parámetros de sostenibilidad.

Pero es una propuesta muy difícil de asumir al romper las reglas de juego capitalistas e ir contra quienes detentan el poder. Por ello, decrecer es un camino que pasa porque cada vez más espacios y tiempos» de nuestra vida no se rijan por la ley del máximo beneficio, sino de la cooperación; porque nuestro modelo sean las relaciones familiares, basadas en los cuidados, y-no las empresariales.

Sin embargo el decrecimiento es algo inevitable, o decrecemos por las buenas o lo haremos por las otras, ya que los límites de recursos y sumi­deros del planeta los tenemos ya encima, y la física es tozuda. Decrecer a la fuerza significa poner las bases para la aparición de alguna forma de ecofascismo, en el que unos pocos acaparen y controlen unos recursos y sumideros crecientemente escasos por medio de la fuerza. Si analizamos la situación internacional parece que esta vía está ya en marcha.

Decrecer con criterios colectivos implica poner a trabajar a la economía hacia su reconversión en una economía local, lenta, solar y de ciclos cerra­dos. Significa ponerla a trabajar para satisfacer las necesidades humanas, las reales, no las creadas. Significa avanzar hacia la equidad con solidaridad. Éste camino también está ya en marcha, tal vez con más fuerza de la que nos parece.

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DECRECIMIENTO: MENOS PARA VIVIR MEJOR

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Bibliografía recomendada • Taibo, Carlos. En defensa del decrecimiento. Catarata, 2009 .

• Latouche, Serge. La apuesta por el decrecimiento. Icaria, 2 0 0 8 .

• "Decrecimiento Sostenible" Revista Ecología Política. n° 35. 2008 .

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I. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

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Biodiversidad: elemento central de un nuevo paradigma

Theo Oberhuber Miembro de Ecologistas en Acción

"Entonces dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra."

Estas líneas del Génesis, que resumen uno de los mitos más conocidos de la creación de los seres humanos, demuestran el antropocentrismo (doctrina que considera al hombre como centro y fin absoluto de la naturaleza) de la especie humana, y se han convertido en una excusa ideal para matar, destruir y dominar todo el planeta, y si nos dejan, incluso otros planetas cercanos.

Como indica Stephen W. Hawking, en su libro Historia del tiempo, "vemos el universo en la forma que es porque nosotros existimos". Y sobre la for­mación del universo concluye diciendo que si no fuese como es (o que si no hubiese evolucionado como evolucionó) nosotros no existiríamos y que, por lo tanto, preguntarse cómo es que existimos (o por qué no existimos) no tiene sentido.

El antropocentrismo ha favorecido que, en la carrera permanente por el progreso y el desarrollismo, la naturaleza haya sido considerada como mero combustible, y los elevados impactos sobre la biodiversidad que ha provocado esta carrera, no hayan sido valorados ni siquiera como un mal

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

menor. La gran mayoría de la población ha considerado que nosotros, 1 humanos, somos lo único importante, y sólo algunas culturas minoritaria' que realmente convivían con la naturaleza, reconocían al resto de 1 seres vivos como iguales, o al menos como seres con derecho a la vid Lamentablemente la mayoría de esos pueblos o han sido civilizados has su desaparición, o fueron exterminados por los civilizadores.

Por ello, uno de los elementos centrales en el replanteamiento d nuestro sistema de valores, y el primer paso necesario para crear un nuev paradigma, es superar el antropocentrismo. Mirar y reconocer a nuestro entorno como compañero de viaje e inspiración, y erradicar el especismo opresor, que considera que todo individuo que no pertenece a la especie humana no merece ser respetado ni es digno de recibir una consideración igualitaria de sus intereses básicos.

Ecología profunda Una de las teorías, convertida en movimiento, que desarrolla una claja alternativa al antropocentrismo y plantea propuestas concretas para la_ transformación cultural, es la de la ecología profunda. Ésta, considera a la humanidad parte de su entorno, proponiendo cambios culturales, políti­cos, sociales y económicos para lograr una convivencia armónica entre los seres humanos y el resto de los seres vivos. Según su creador, Arne Naes_~> se distingue de la ecología superficial, o de corto alcance, en el cuestiona-miento más hondo de las causas y fundamentos de la crisis ecológica, no limitándose a aquello que pone en peligro el bienestar o la supervivencia de la especie humana, sino que declara la interdependencia fundamental entre todos los fenómenos y el hecho de que, como individuos y como sociedades, estamos inmersos, y finalmente somos dependientes, de los procesos cíclicos de la naturaleza 1. La ecología profunda, con una visión holística del mundo, pasa de la concepción del universo como máquina a verlo como una red de relaciones, lo que implica un pensamiento sistémico y el abandono del concepto antropocéntrico 2 .

Una de las aportaciones más interesantes del movimiento de la ecología profunda son los ocho puntos que propone como plataforma de conciencia-ción ecológica. Con diferentes niveles de concreción, sirven para impulsar los cambios individuales y colectivos necesarios para la transformación

1 Iglesias, Elisa. "Ecología profunda", El Ecologista n° 61. pág 27-29, 2009 . 2 Capra, Fritjof. La trama de la vida. Anagrama, Barcelona, 1998.

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BIODIVERSIDAD: ELEMENTO CENTRAL DE UN NUEVO PARADIGMA

cultural. Las principales ideas que marcan sus propuestas están basadas en el valor intrínseco que tiene la vida, sea humana o no, con independencia de su utilidad para los seres humanos, y en que la diversidad de las formas de vida contribuye a hacer realidad estos valores en sí mismos. Por ello, la ecología profunda defiende que los.seres humanos no tienen derecho a reducir esta riqueza y diversidad, excepto para satisfacer necesidades hu­manas vitales. Además, considera que la intervención humana en el mundo no-humano es excesiva, y la situación está empeorando rápidamente.

Sin duda, la aplicación de estos planteamientos supondría cambios sustanciales en las políticas que afectan a las estructuras básicas de la eco­nomía, la tecnología y la ideología, y constituiría un primer paso hacia la sostenibilidad.

Biomímesis Desde hace decenios, ecólogos como Ramón Margalef, H. T. O d u m o Barry Commoner han propuesto que la economía humana debería imitar la "economía natural" de los ecosistemas. A mediados de los años noventa, la idea de ecomímesis había avanzado lo suficiente como para plasmarse en un sólido manual 3 . Janine M. Renyus, la investigadora que lo escribió (popularizando así el término biomimicry en el mundo de habla inglesa), destaca que los sistemas naturales tienen las siguientes diez propiedades interesantes: funcionan a partir de la luz solar, usan solamente la energía imprescindible, adecúan forma y función, 1ó reciclán todo, recompensan la cooperación, acumulan biodiversidad, contrarrestan los excesos desde el interior, utilizan la fuerza de los límites, aprenden de su contexto, y cuidan de las generaciones futuras.

Nuestra especie viene imitando a otros componentes de la biodiversidad desde su creación. Desde la forma de alimentarse o de refugiarse, hasta la elaboración de nuevos materiales o la construcción de grandes infraes­tructuras, ya que "detrás de cada ser vivo hay dos o tres mil millones de años de investigación y desarrollo". 4 Y nuestra especie, una de las últimas en llegar, se ha aprovechado de esa experiencia.

Esta imitación, sin embargo, se ha caracterizado por copiar de la natura­leza aspectos concretos, tales como la forma de volar de los pájaros, imitar

3 Benyus, ]anine M. Biomimicry: Innovation Inspired by Nature, William Morrow, Nueva York, 1997. Véase al respecto www.biomimicry.org

4 Commoner, Barry. El círculo que se cierra. Plaza y |anés, Barcelona, 1973, p. 41.

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

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la piel de una lagartija de la península arábiga para lograr superficies libres de fricción, o más recientemente en copiar el sistema eléctrico del corazón de la ballena jorobada para fabricar un pequeñísimo marcapasos.

Sin embargo, no hemos imitado a la naturaleza a la hora de crear los sistemas productivos humanos para que éstos sean compatibles con la biosfera. No hemos aprendido a funcionar con ciclos cerrados como los ecosistemas, no hemos basado nuestro modelo energético en el sol, no hemos aprendido que cada residuo de un proceso se convierte en la materia prima de otro y, especialmente, no hemos querido entender que todo en nuestra biosfera tiene límites. La naturaleza nos proporciona el modelo para una economía sostenible, y de alta productividad, pero depende de nosotros el querer aprender de ella, o seguir esquilmándola con un mo­delo capitalista, aun sabiendo que ese camino nos lleva a un callejón sin salida.

Concluyendo, identificar al ser humano como un integrante más de la naturaleza, y no como su centro, y copiar la economía de la naturaleza, que tiene una eficacia demostrada durante miles de millones de años, de­ben formar parte irrenunciable de un nuevo paradigma que renuncie a los esquemas de dominio. Un paradigma que se caracterice por crear nuevas formas de relación con la naturaleza, y en el que la naturaleza sea uno de los factores condicionantes.

"Observa los fenómenos naturales y encontrarás en ellos un manantial inagotable de normas para el espíritu" Juan Ramón Jiménez

Bibliografía recomendada • Capra, Fritjof. La trama de la vida. Anagrama, Barcelona, 1998.

• Riechmann, jorge. Un mundo vulnerable: ensayos sobre ecología, ética y tecnociencia. Catarata, Madrid, 2000 .

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Democracia directa, colectiva y cooperativa

Julio Alguacil Gómez Profesor de Sociología en la Universidad Carlos III de Madrid

C o m o es sabido hay diversas miradas sobre la ¡dea de democracia, diferen­tes maneras de entenderla que llevan a incorporar distintas adjetivaciones junto al vocablo para clarificar de que se habla: democracia liberal, repre­sentativa, burguesa, proletaria, participativa, consensual, directa, deliberativa, delegada, asociativa... lo que ya nos indica la complejidad del concepto. Pero estas miradas quizá las podríamos sintetizar en dos, una que defiende que la democracia viene de la mano del liberalismo y del capitalismo, y la otra que considera que la democracia se construye permanentemente en la búsqueda de la utopía 1 , encaminándose hacia una construcción creativa, permanente y recurrente de los derechos humanos.

La primera perspectiva, desde la ecología política, no la podemos consi­derar sino como un falseamiento de la democracia, un aderezo ideológico basado en ese falso dilema entre la libertad y la igualdad, donde la apuesta por el impulso de la primera compromete gravemente la segunda, al apli­car procedimientos que encubren y normalizan las múltiples asimetrías en nuestras sociedades. No es posible la democracia con mayúsculas en un cisterna que (des) regula sus relaciones sobre la base de las desigualdades, de las separaciones, de la generación de entropía, de la explotación y de la dominación (sea de grupos humanos o de los recursos naturales); y cuando prevalecen estas asimetrías se destruye la libertad de acción y la libertad

1 "Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo cami­ne, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar". Eduardo Galeano

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política. Así, la democracia de mercado está fundamentada en dos o tres principios culturales y subjetivos c o m o la propiedad; la competitividad yja .acumulación ilimitada, tanto de intangibles (poder, conocimientos, dinero), como de objetos, materiales y bienes económicos. Son principios excluyen-tes e insostenibles que inhiben la satisfacción de las necesidades humanas para la mayoría, entre ellas la necesidad de libertad y de participación.

Desde la segunda mirada, se descubre un recorrido inagotable en la recreación permanente de los derechos de ciudadanía, rompiendo con ese falso dilema entre libertad e igualdad y preconizando que la libertad sólo es posible en una sociedad igualitaria, y la igualdad sólo es posible en una sociedad libertaria.

Como concepto políticamente consciente y procedimental, la democra­cia se suele adscribir a la polis griega. Se trataba de una democracia directa, pero meritocrática, solo accesible para los hombres propietarios, únicos con estatus de ciudadanos. El resto, las mujeres, los no propietarios y los me-tecos, quedaban excluidos de la ciudadanía. Pero nos interesa el vínculo que se establece entre la democracia y un espacio, un lugar, como es la ciudad (en su sentido histórico). La vida en común (relaciones humanas) y su soporte físico (medio ambiental) van íntimamente vinculadas. Es en la ciudad, considerada en su conformación por tres variables, densidad, dimensión y diversidad, donde en su combinación equilibrada permite el surgimiento de la política 2 y de la democracia. La proximidad, el cara a cara, permite una democracia directa. La vida en común de un número significativo de población precisa de una democracia colectiva, y la plu­ralidad de condiciones, atributos, identidades diferentes, precisa de una integración de las partes que comparten, de una democracia cooperativa. No en vano, rezaba el viejo proverbio alemán de la Edad Media: "el aire de la ciudad nos hace libres".

Un recorrido desde los derechos humanos (ampliados, ampliándose) Caminando por el recorrido histórico de los derechos humanos, podemos comprobar cómo junto a las tres clásicas generaciones de derechos asocia-

2 "El arte de unir a los hombres entre sí para establecer vida social común, cultivarla y conservarla" (Althusius: La política: metódicamente concebida e ilustrada con ejemplos sagrados y profanos. 1603). [ohannes Althusius (1557-1638), pensador y jurista alemán, considerado como el padre del federalismo moderno y fiel defensor de la soberanía popular.

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DEMOCRACIA DIRECTA, COLECTIVA Y COOPERATIVA

das al Estado nación (civiles, políticos y socioeconómicos), pero desplegados en la ciudad, aparecen con fuerza los derechos ambientales que no pueden circunscribirse a un territorio acotado, sino al conjunto del planeta. Frente a los efectos de la globalización neoliberal, entran en juego los derechos de la humanidad a un patrimonio que es común, en primer lugar ambiental, pero extensible a todo el patrimonio cultural, histórico, económico, y a un medio social exento de violencia. Se preconiza el acceso equitativo y sostenible a los recursos del planeta como ampliación de los derechos <c humanos y se pone en cuestión la propiedad privada, al considerar que ésta no debe exceder hasta el punto de comprometer el uso democrático de los bienes comunes. Emerge así una cuarta generación de derechos, lo que algunos han denominado como bienes públicos y otros como derechos republicanos, que han surgido durante el último cuarto del siglo XX y mo­tivan el refuerzo de una creciente conciencia global sobre la sostenibilidad ambiental y la solidaridad, como estrategias irrenunciables para corregir la sociedad del riesgo, que afecta a cada uno de nosotros independientemente de nuestro origen nacional, social o cultural. Se incorporan los derechos de la humanidad a que los recursos económicos -sean éstos de carácter estatal o no estatal- no sean utilizados como intereses individuales y cor­porativos, protegiéndose de la codicia y del lucro particular, y asegurando su utilidad social y eficiencia universal. Y en su mirada ambiental, preconiza los derechos del ecosistema, el respeto a la biodiversidad, y por extensión el derecho de las otras especies vivas a su existencia vinculándose a los propios derechos de la humanidad como especie.

De otro lado, la creciente intensidad del contacto y relación desigual entre las diferentes culturas y comunidades territoriales pone de relieve el desarrollo de los nuevos derechos culturales, el respecto a la sociodi-versidad. El derecho de los pueblos, de las minorías, de los territorios y de las culturas. Los derechos de la humanidad sólo se garantizan con una quinta generación de derechos que amplían y profundizan la democracia, haciéndola más participativa y reflexiva. El derecho de los grupos humanos (culturales, étnicos, migrantes...) a ser los protagonistas de la gestión de sus recursos y de su desarrollo. En definitiva, el derecho de los ciudadanos a la autodeterminación, a deliberar y decidir sobre las acciones que afectan a sus condiciones de vida de la forma más directa posible. La ciudadanía no será plena si los ciudadanos no tienen la oportunidad de participar activamente en la consecución de la satisfacción de sus necesidades, y este proceso se inicia y se proyecta desde la esfera del mundo de la vida cotidiana. El

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

3 Harvey, D. Espacios de esperanza. Akal, Madrid, 2003. 4 Held. D. Political Theory and the Modern State. Stanford (Ca.), Stanford University

Press, Stanford, 1989. 5 Simbiosis: Asociación de individuos animales o vegetales de diferentes especies,

sobre todo si los simbiontes sacan provecho de la vida en común (Diccionario Real Academia Española).

6 Valencia Sáiz, A. "Democracia, ciudadanía y ecologismo político". Revista de Estudios Políticos, 102, 1998, pp. 77-94.

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aeceso de la política empieza en el propio cuerpo 3 , en el territorio, efí ámbito de la vida cotidiana y se proyecta a lo universal que, a su vez, debe enriquecer y favorecer la emancipación de la comunidad territorial.

Es, por tanto, en el ámbito local, en un contexto de proximidad, de contacto directo, de confianza, de conocimiento mutuo, donde los sujetos pueden entrar en estrategias de construcción conjunta que les permitan generar y acceder a "estructuras comunes de acción política"4, que a su vez permitan el acceso a la conciencia glocal. La glocalización, "pensar global, actuar local <--> pensar local, actuar global", reflexiona en una estrategia encaminada a articular solidariamente lo local, construyendo la globaliza-ción de los derechos de ciudadanía y la democracia reflexiva desde abajo: desde la democracia consensual de los indígenas, desde la democracia deliberativa de los movimientos sociales, desde la democracia participativa de los "presupuestos participativos".

Precisamente, es desde el ecologismo político, donde se han construido puentes en los análisis de la naturaleza y los análisis de la sociedad, incor­porando al debate sobre la democracia los avances ecosistémicos de las ciencias naturales: la autonomía de las partes que conforman el sistema (por ejemplo los seres humanos) es posible, paradójicamente, por la inter­dependencia, por la simbiosis 5. La concepción del funcionamiento de la naturaleza que extrae el ecologismo social y político otorga preeminencia á la interdependencia sobre la competición, y a la igualdad sobre la jerarquía. Según plantea Ángel Valencia siguiendo a Dobson "la visión del mundo natural como un sistema entrelazado de objetos interdependientes (tanto sensibles como no sensibles) genera un sentido de igualdad, por cuanto cada ser es considerado necesario para la viabilidad de los demás. Según esta visión, ninguna parte del mundo natural es independiente, y, por tanto, ninguna puede reclamar su 'superioridad'" 6. Todas las partes son recíprocas, son iguales (a la par que diferentes), son partes que tienen parte y que en los seres pensantes deben generar conocimiento, comunicación y conciencia

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DEMOCRACIA DIRECTA, COLECTIVA Y COOPERATIVA

sobre ello, para orientar la acción colectiva y obtener una autonomía solida­ria, una autonomía que se construye sobre la dependencia del ecosistema y del sistema social (de lo colectivo), un tomar y tener parte en el ámbito de pertenencia. Esta relación simbiótica desde el punto de vista ecosistémico "ayuda a crear un sentido de igualdad" 7, dé reciprocidad, de participación, de democracia ambiental.

Precisamente uno de los pilares de la idea de sostenibilidad es el concep­to de ecosistema que también ha sido fundamental para desarrollar la idea de integralidad y de complejidad. La diversidad de elementos y la coope­ración ¡entre ellos, vigorizándose mutuamente, transpenetrándose de forma recíproca, solidaria e inclusiva, son partes de la definición de-ecosistema; y se trata-de una orientación básica para establecer criterios de sostenibilidad. La sostenibilidad ambiental es impensable sin la articulación de y con lo social, es impensable sin la participación. La integración y la inclusión son dos. aspectos definitorios1 de ia idea de sostenibilidad. La integración con­lleva la participación: ser parte de una red social, estar en un lugar, sentirse parte de una comunidad, tomar y tener parte en las decisiones y asuntos públicos, y en la acción colectiva. La acción integrada significa la búsqueda de la operatividad bajo la aceptación de la complejidad, el reconocimiento de la coexistencia y la apuesta por la cooperación.

La ¡complejidad, la coexistencia y da . cooperación llevan implícita la necesidad de establecer una asociación de diferentes elementos a distintos niveles, abandonando la idea del elemento dominante o del elemento central. De tal modo que la identidad y la autonomía de cada elemento se construye en la interacción recíproca y solidaria con los otros elementos. En consecuencia, el sistema, entendido como relaciones inclusivas entre sus partes, significa la construcción de una democracia compleja y reflexiva en la que concurren múltiples dimensiones.

Democracia reflexiva en los procedimientos y democracia compleja en las dimensiones >La democracia y el desarrollo humano sostenible son interactivos. La op­timización de cada uno de ellos se produce en su asociación. El desarrollo social no podrá frenar la entropía, decrecer e innovar sin la democratización de las estructuras, y éstas aplicarán procedimientos más democráticos si se sitúan en la perspectiva del derecho síntesis, del derecho al desarrollo

7 Dobson, A. Pensamiento político verde. Paidós, Barcelona, 1997, p. 50.

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA AITERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

humano. El nexo viene determinado, por tanto, por su complejidad, por la potencialidad que le confieren las combinaciones sinérgicas que se es­tablecen entre distintas dimensiones, y entre éstas y los procedimientos:

\ democracia consensual, deliberativa y participativa, que alcanzan su mayor í optimización en ámbitos de escala humana, de proximidad. De tal modo que los procedimientos deben tener su proyección en el control de la propia complejidad, en donde los ciudadanos no avanzan en sus derechos de ciudadanía si no lo hacen en todas las dimensiones simultáneamente. Así podemos entender, también, a la democracia como una simbiosis de dimensiones:

Una democracia política, entendida como el pleno derecho a participar de las estructuras políticas, siendo en el ámbito de lo local desde donde mejor se puede desarrollar la participación, entendida como la máxima capacidad de decisión en un marco de pluralidad y de equilibrio entre libertad e igualdad.

Una democracia cultural/ que se sitúa en la estrategia de superación de la dominación cultural y de la autoexplotación o explotación reflexiva (del hombre sobre la mujer, del blanco sobre el negro, del adulto sobre el niño, de unas culturas sobre otras...). La defensa y lucha por los derechos civiles, la lucha contra la exclusión social de colectivos desfavorecidos (donde las variables edad, género, etnia... obtienen una enorme centralidad), la parti­cipación como atributo cultural de la ciudadanía, que se expresa en estra­tegias encaminadas a la democracia participativa y a la ética en la política, van directamente aparejadas a la ¡dea de inclusión en la vida social, política y económica, lo que conlleva la igualdad entre géneros, la ¡nterculturalidad, la igualdad de oportunidades, el acceso a los recursos culturales, y muy especialmente - e n el marco de la globalización-, el acceso al conocimiento y a la comunicación.

Una democracia ambiental; tan necesaria para superar el desequilibrio de­rivado de la quiebra sujeto-objeto, de la contradicción Hombre-Naturaleza, significa un avance sobre los derechos de cuarta generación, y particular­mente del derecho a la corresponsabilidad sobre la sostenibilidad y en la mejora del medio ambiente. La implicación de los ciudadanos en la resolu­ción de la crisis ambiental es crucial, en la medida que la descentralización de los procesos, la comunicación en y entre las redes y la participación de los ciudadanos llevan a un devenir consciente sobre las responsabilidades de cada cual. El consumo responsable, por ejemplo, no es posible sin ese devenir consciente. La democracia ambiental, se fundamenta, en conse­cuencia, en la participación directa de la ciudadanía en la gestión de sus

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DEMOCRACIA DIRECTA, COLECTIVA Y COOPERATIVA

recursos ambientales (el patrimonio común es mundial) y, su construcción es ecosistémica, es decir, es por definición compleja y reticular. Estas ini­ciativas, en suma, al reconocerse en el medio social y el entorno físico, se colocan en una posición preferencial para afrontar actividades sociales y ambientales de responsabilidad pública y de defensa de los intereses generales de las comunidades locales, que también son intereses globales.

Una democracia económica/que viene definida por el control del proceso productivo por parte de los participantes que cooperan en el mismo, y por la apropiación de los medios de producción y lo producido por parte de los trabajadores. La democratización del trabajo o liberación en el trabajo se inscribe en la lógica de superación de la "experiencia social escindida" 8 entre la vida cotidiana (donde ganan protagonismo los valores democráticos) y la vida laboral (donde persiste el predominio de valores autoritarios). Se trata pues de la integración plena del sujeto en los procesos económicos a través de una economía social 9 que tiene como principio la democratización de la economía.

Para que los sujetos puedan ser agentes activos de su desarrollo tienen que adoptar este enfoque complejo de la democracia. Esta transpenetra­ción entre las múltiples vertientes de la democracia viene hilvanada por los procedimientos, por la participación, y ayuda a construir la idea de democracia participativa como proceso, como "democracia sin fin" 1 0. Sin embargo, este proceso de creatividad permanente precisa de algunas con­diciones para aplicar los procedimientos (democracia directa, consensual, deliberativa, cooperativa, participativa) imposibles en el actual paradigma

8 Tezanos, |. F: "La democratización del trabajo en los umbrales de la sociedad post-industrial". En Tezanos, |. R: La democratización del trábalo. Sistema, Madrid, 1987, pág. 21.

9 En expresión de ). Defourny: "La economía social está compuesta por actividades económicas ejercidas por sociedades, principalmente cooperativas, mutualidades y asociaciones, cuyos principios de actuación se caracterizan por la finalidad de servicio a los miembros o al entorno, la autonomía de gestión, los procesos de decisión democrática y la primacía de las personas y del trabajo sobre el capital en el reparto de beneficios". Defourny, J. "Orígenes, contexto y funciones de un Tercer gran sector". En VV.AA.: Economía Social. Entre Economía Capitalista y Economía Pública, pp. 17-39. CIRIEC, Valencia, 1993.

10 Concepto-sentido asignado a la democracia participativa en el resumen editado por el 11 Foro Social Mundial de Porto Alegre (2001): Tesis sobre la democracia participativa.

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

del capitalismo: aumentar el tiempo liberado sobre el trabajo heterónomo", reconstruir la ciudad a una escala humana, y una nueva cultura política orientada a habilitar e integrar a los sujetos a la gestión de sus vidas, y a la distribución del poder. Éstos son los principales desafíos en nuestro camino hacia la utopía.

Bibliografía recomendada • Dahl, R. E. La democracia: una guía para los ciudadanos. Taurus, Madrid,

1999.

• Dahl, R. E. La democracia económica: una aproximación. Hacer, Madrid, 2002.

• Dobson, A. Pensamiento político verde, Barcelona, Paidós, 1997.

• Held, D. Modelos de democracia. Alianza Editorial, Madrid, 2001.

• Valencia Sáiz, A. "Democracia, ciudadanía y ecologismo político", Revista de Estudios Políticos, 102, 1998, pp. 77-94.

11 Gorz, A.: Metamorfosis del trabajo. Sistema, Madrid, 1995.

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Acerca de la tecnociencia y el principio de precaución

Jorge Riechmann Profesor titular de Filosofía Moral en la Universidad de Barcelona

y vicepresidente de CIMA (Científicos por el Medio Ambiente)

Ecologismo: ¿movimiento irracionalista o autocrítica de la ciencia moderna? En un libro meritorio donde estudia los aspectos económicos del calenta­miento climático (con las limitadas herramientas de la teoría económica convencional neoclásica), el catedrático de la U C M Jaime Terceiro Lomba escribe que el ecologismo "no se ha caracterizado en las últimas décadas por contrastar sus opiniones con la ciencia, ni con los hechos" 1.

Es un desatino. Por descontado, el ecologismo - c o m o cualquier otro movimiento social- tiene sus "franjas lunáticas" (las personas más o menos desequilibradas que se acercan a un movimiento social buscando el nicho que proteja un poco en este nuestro "mundo grande y terrible", que decía el pensador sardo y dirigente comunista Antonio Cramsci). Pero, para el ecologismo en su conjunto, lo que podríamos llamar el "cociente ciencia/ ideología" seguramente es mayor que el de cualquier otro movimiento social de los últimos siglos, incluyendo a la burguesía revolucionaria -ra­cionalista, enciclopedista e ilustrada- del XVIII. El pensador ecosocialista español Manuel Sacristán se refirió al ^ o l o g í s r h o como "autocrítica de la ciencia moderna" 2 , y este modo de ver resulta más acertado que el de

1 |aime Terceiro Lomba, Economía del cambio climático, Taurus, Madrid, 2009 , p. -12.

2 Lo recuerda |oaquim Sempere en el documental "Movimientos sociales" de Integral Sacristán (ocho documentales y un libro preparados por Xavier |uncosa,

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

Terceiro Lomba, en mi opinión. Lo que ocurre, claro, es que la ciencia y la técnica -e l complejo d

ciencia y tecnología, que solemos abreviar escribiendo C y T - se nos ha vuelto un asunto mucho más problemático en el siglo XX.

Aparición de la tecnociencia El siglo XIX exaltó el crecimiento industrial y cultivó la creencia en el pro­greso, no pocas veces con acentos religiosos o hasta mesiánicos. Pero es en determinados tramos del siglo XX cuando se desarrolla una auténtica tecnojatríaen amplias car^xieJa^Jüblacjón occidental (y luego, progresiva­mente, en el mundo entero). En 1900, una visita al Palacio de las Máquinas en la Exposición Universal de París convenció al historiador Henry Adams de que las fuerzas mecánicas habían comenzado a sustituir a las motivacio­nes emocionales y espirituales en el gobierno de las cuestiones humanas, desalentadora experiencia que plasmó en el capítulo "La Dinamo y la Virgen" de The Education of Henry Adams1. El cambio hacia una religión de la tecnología, observó el microbiólogo y pensador ecologista Rene Dubos, se hace visible en el contraste entre las dos Exposiciones Universales que tuvieron lugar en Chicago en 1893 y 1933.

"La Exposición Universal de Chicago de 1893 se mantuvo en la tradición clásica de las Bellas Artes, sin referencia alguna a los nuevos estilos de arquitectura y mobiliario industriales que se estaban creando en EE UU I...] Cuarenta años más tarde, los organizadores de la Expo­sición Universal se habían convertido a la religión de la tecnología. Su propósito principal era celebrar 'El Siglo del Progreso' transcurrido desde

• la fundación de la ciudad en 1833. Estaban tan impresionados por el papel de la tecnología científica en la creación de riqueza que abogaban por un mundo en el que las máquinas determinaran los rasgos de la vida humana. Como decía la guía de la Exposición: 'La ciencia descubre, el genio inventa, la industria aplica y el hombre se adapta a las cosas nuevas, o es moldeado por ellas. [...] Individuos, grupos, razas enteras de hombres caminan al paso que marcan [...] ciencia e industria.'

El voluminoso grupo escultural del Palacio de la Ciencia era aún más explícito que la guía en dar a entender que las máquinas habían llegado a ser más poderosas que los hombres. La escultura representaba a un

|oan Benach y Salvador Lopez Arnal), El Viejo Topo, Barcelona, 2006. 3 Henry Adams, The Education of Henry Adams, Houghton Mifflin, Boston, 1906.

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ACERCA DE LA TECNOCIENCIA Y EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

hombre y una mujer con los brazos extendidos, como en gesto de temor a la ignorancia; entre ambos se alzaba un enorme y anguloso robot que casi los doblaba en tamaño, inclinado sobre ellos y rodeándoles con un brazo rígido y metálico en ademán protector." 4

El ominoso lema de la Exposición de 1933 fue "La ciencia descubre/ la industria aplica/ el hombre se conforma". Pocos años después, y sin salir de EE UU, el enorme esfuerzo bélico de la Segunda Guerra Mundial va a dar origen a lo que se llamará la Big Science o "megaciencia". Es en estos años cruciales cuando a la ciencia académica "clásica" se le superpone un complejo entramado industrial, militar y político que modifica radicalmente su organización, y se establece lo que luego fue llamado el contrato social de la ciencia entre científicos, ingenieros, militares, políticos y grandes empre­sas industriales 5. La materialización inicial de este contrato es el "proyecto Manhattan" para la fabricación de las primeras bombas atómicas, y su texto fundacional es el informe de Vannevar Bush Science, the Endless Frontier en 1945. 6

La Big Science es una suerte de estadio inicial de la tecnociencia, que rompe la separación tradicional entre ciencia y tecnología 7. Frente a la idea tradicional de teoría como contemplación discursiva, emerge una rela­ción esencialmente activa de manipulación, desconstrucción y recons­trucción de la realidad que pone la representación teórica al servicio de la actividad manipulativa 8./ka/tecnoeiencj'a es esencialmente intervención

.4 Rene Dubos, Un dios interior, Salvat, Barcelona, 1986, p. 181. 5 |avier Echeverría, La revolución tecnocientífica, FCE/ España, Madrid, 2003, p. 31,

p. 77-82. 6 Vannevar Bush, Science, the Endless Frontier, National Science Foundation, Wash­

ington, 1945; reeditado en 1960 y 1990. 7 Véase Gilbert Hottois, El paradigma bioético -una ética para la tecnociencia (An-

thropos, Barcelona, 1991), capítulo 1; |osé Sanmartín, Tecnología y futuro humano (Anthropos, Barcelona, 1990), capítulos 1 y 2; Hans (onas, Técnica, medicina y ética (Paidos, Barcelona, 1997), capítulo 5; |avier Echeverría, La revolución tecnocientífica (FCE/ España, Madrid, 2003), sin duda la monografía más completa e innovadora consagrada en nuestro país al tema.

8 El neologismo tecnociencia resulta necesario porque lo que está en juego no es simplemente una técnica de base científica, sino algo que va mucho más allá: la nueva ciencia es en su misma esencia tecnológica (está orientada a la mani­pulación técnica de la realidad), y la técnica moderna se desarrolla entrelazada estrechamente con las ciencias naturales. La elaborada definición de la tecno­ciencia que propone |avier Echeverría es la siguiente: un sistema tecnocientífico

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

,qn el mundo:

"Así como la ciencia teórica podía ser llamada pura e inocente^ la te nociencia, al ser esencialmente actividad productora y modificador de^ mundo, no es nunca totalmente inocente. La praxis' es étrcapiejit prdbleiWátíca. Las cuestiones éticas se colocan hoy en el nivel de la in vestigación llamada básica debido a que el proyecto del saber es hace y poder. Esto es cierto, por ejemplo, tanto para lo que se refiere a la investigación básica en física como para lo que se refiere a la genética molecular.

Retomando, en un contexto contemporáneo, la primera pregunta kantiana: ¿quépuedo saber?, G. Ropohl advierte que esta pregunta une, de ahora en adelante, el saber y el hacer: lo que yo puedo saber está ligado a lo que yo puedo hacer o fabricar."^

La tecnociencia lleva en su misma entraña la modificación del mundo: es siempre operatividad, productividad y transformación de lo dado. Por eso, en su caso, los problemas éticos no tienen que ver sólo con "aplicaciones", sino con la misma base de la investigación. J&fltítlici- p¡d/fípi^iSr'.^-el;fnoíqr Se la tecnociencia contemporánea:

"Las tecnociencias modifican el mundo social, no sólo la naturaleza. Lo principal es la transformación del mundo que producen, y en particular del mundo social. El conocimiento científico es un medio para modificar la correlación de fuerzas en una guerra, para obtener beneficios eco­nómicos, para mejorar la salud de un país, etc. 1...1 La tecnociencia no sigue el programa baconiano, conocer bien la naturaleza para poderla dominar mejor, sino que se orienta hacia la transformación, el control y en algunos casos el dominio de las sociedades y los seres humanos. La tecnociencia es una nueva modalidad de poder, que se plasma en la organización de los sistemas de CyT en los diversos países. Por ello está estrechamente vinculada al poder político, económico y militar." 1 0

Los vínculos entre la tecnociencia moderna y la actividad militar han sido

es un sistema de acciones regladas informacionales y vinculadas a la ciencia, la ingeniería, la política, la empresa, los ejércitos, etc. Dichas acciones son llevadas a cabo por agentes, con ayuda de instrumentos, y están intencionalmente orientadas a la transformación de otros sistemas con el fin de conseguir resultados valiosos evitando consecuencias y riesgos desfavorables.

9 Hottois, El paradigma bioético, op. cit., p. 28. 10 Echeverría, La revolución tecnocientífica, op. cit., p. 150.

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estrechísimos desde el surgimiento de la "megaciencia" (Big Science) en EE IJU, durante la Segunda Guerra Mundial, que como antes apunté puede considerarse la primera forma de tecnociencia moderna" ; y la forma "madura" de esta última se desarrolla desde mediados de los años setenta aproximadamente, en estrecha relación con la "revolución informática", la intensa mercantilización de las actividades de I+D y la creciente privatiza­ción del conocimiento 1 2 .

No estamos a la altura de nuestros poderes tecnocientíficos Los accidentes industriales y los sobresaltos tecnocientíficos han ido jalonan­do el desarrollo de la conciencia ecologista en los últimos decenios: DDT (con sus dañinos efectos y los de otros plaguicidas de síntesis) a partir de los años cuarenta, pruebas nucleares atmosféricas (entre 1945 y 1990 se producirán 1.814 pruebas nucleares), bomba de hidrógeno (1951), desastre del Creat London Smog en Inglaterra (1952), incendio en el reactor británico de producción de plutonio Windscale 1 con una gran fuga radiactiva (1957), desastre de las malformaciones producidas por la talidomida (1961), "gran apagón" de Nueva York y su región (1965), accidente atómico del B-52 norteamericano que se estrella en Palomares (1966), naufragio del petrolero Torrey Canyon en Bretaña (1967), planes de expansión electronuclear de los años setenta, contaminación de la bahía japonesa de Minamata (desde los años cincuenta, pero el juicio se celebra en 1972)...

Resulta difícil evitar la impresión de que en el tumultuoso desarrollo de las sociedades tecnológicamente avanzadas - q u e no resulta desatinado denominar "sociedades del riesgo", como sugirió hace ya años el sociólogo alemán JJlrich Beck 1 3 - han prevalecido actitudes demasiado "amigas del

11 Momentos decisivos fueron la construcción del primer ciclotrón en Berkeley por parte de Lawrence (1932), y sobre todo el "proyecto Manhattan" en Los Alamos durante los años de la Segunda Guerra Mundial, dirigido por Oppenheimer, que condujo a la fabricación de las primeras bombas atómicas. El informe de Van-nevar Bush Science, the Endless Frontier (1945) dotó de un cuerpo teórico a estos cambios y diseñó el sistema de CyT estadounidense de la posguerra. Véase una caracterización de la megaciencia en Echeverría, La revolución tecnocientífica, op. cit, p. 29-40.

12 Echeverría, La revolución tecnocientífica, op. cit, p. 23-24 (además de muchos otros pasos del libro).

13 El lector o lectora interesados pueden recurrir al ensayo pionero de Patrick Lagadec, La civilisation du risque (Seuil, París, 1981); la obra seminal de Beck es

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riesgo", o tolerantes con el mismo, en demasiados centros de poder ec nómico y político. En efecto: cuando las nuevas herramientas tecnológica parecen prometer recompensas sociales y -sobre t o d o - beneficios privado

' . instantáneos, se pasa de inmediato a ¡a fase de aplicación masiva, sin atender a hecho de que la ciencia rara vez tiene mucho que decir sobre los efecto a medio y largo plazo de estas aplicaciones sobre la misma sociedad j sobre los ecosistemas. A la euforia inicial sucede luego un largo y a vecé? amargo despertar inducido por efectos secundarios, indirectos, de largo alcance... No hay más que pensar en los efectos a largo plazo de la fisión nuclear o los plaguicidas agrícolas para darnos cuenta de cómo los efectos totales -para bien y para m a l - de estas aplicaciones de la tecnociencia van muchísimo más allá de los usos inmediatos para los que fueron concebidas, transformando y configurando la sociedad y la biosfera de manera muchas veces sorprendente y no siempre positiva, lia lógica de la prudencia casa bien con la lógica del lucro inmediato.

Se diría que los desarrollos éticos, sociales, económicos y políticos no han estado a la altura de los poderes de intervención que disciplinas tec-nocientíficas como la química de síntesis, la física atómica, las ciencias de la computación, la biología molecular o las nanotecnologías vienen proporcio­nando a la humanidad. En cierto sentido, no estamos a la altura de nuestros propios productos: hemos creado un mundo objetual, una "tecnosfera", que nos sobrepasa, y cuyos efectos últimos estamos muy lejos de dominar.

La subestimación de los riesgos tecnológicos ha sido una constante A menudo, entre las advertencias tempranas acerca de daños sanitarios y medioambientales que podrían causar determinados nuevos productos y /o procesos, y la acción eficaz para contrarrestar ese daño, han transcu­rrido decenios - a veces hasta un siglo, como en el caso paradigmático del amianto- . La subestimación de los riesgos tecnológicos ha resultado por desgracia una constante. La acumulación de "falsas pruebas negativas" (productos y/o procesos que fueron considerados inocuos en su momento, en determinados niveles de exposición y "control", pero que luego resul­taron dañinos), al mismo tiempo que resulta prácticamente imposible dar ejemplos de "falsos positivos" (casos donde se tomasen medidas cautelares

Risikogeselkchaft (Suhrkamp, Francfort del Meno 1986, que ya se ha traducido castellano: La sociedad del riesgo, Paidos, Barcelona, 1998).

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que luego hayan resultado innecesarias) l 4, apunta hacia sistemas de toma de decisiones gravemente sesgados a favor de una innovación tecnológica que no toma suficientemente en cuenta la protección de la salud y del medio ambiente.

Para tratar de hacer frente a este gravísimo problema se ha desarrollado, desde hace más de tres decenios, el conjunto de ideas que conocemos bajo la denominación principio de precaución y las propuestas políticas preventivas y precautorias basadas en el mismo. El principio de precaución debería aplicarse a la toma de decisiones en condiciones de ignorancia o incertidumbreÍS. Surge en una circunstancia histórica concreta: la crisis ecológica mundial que se hace patente a partir de los años sesenta-setenta del siglo XX. Y tiene precisamente que ver con dos rasgos determinantes en esa crisis:

• El impacto sobre la biosfera de los sistemas industriales que han creado las sociedades modernas ha alcanzado un nivel en el que po­demos hablar de daños catastróficos e irreversibles para los seres vivos y los ecosistemas. En tales casos, la noción de "reparación de los daños" o compensación por los mismos deja de tener sentido. • Los procesos de toma de decisiones, aunque estén basados en el

14 En un importante informe de la AEMA (Lecciones tardías a partir de alertas tem­pranas: el principio de precaución 1896-2000, Centro de Publicaciones del MMA, Madrid, 2003), a través de 14 detallados estudios de caso, se analiza la forma en que los responsables políticos han aplicado -o más bien dejado de aplicar- el principio de precaución en los últimos cien años. Los casos tratan de la crisis de la EEB o de las "vacas locas", del uso de hormonas sintéticas y agentes antimi­crobianos para fomentar el crecimiento de los animales de crianza, el uso de la hormona sintética y cancerígena DES para evitar los abortos espontáneos en las mujeres, la explotación excesiva de los bancos pesqueros del hemisferio norte, el uso de la radiación en medicina, el amianto, los CFC, los PCB, el benceno, el MTBE (un sucedáneo del plomo en la gasolina), el estaño de tributilo (un agente antiincrustante para botes y barcos), la contaminación química de los Grandes Lagos de Norteamérica y la contaminación atmosférica causada por el dióxido de azufre. Pues bien: aunque durante la redacción del informe los responsables del mismo invitaron a representantes de la industria a presentar ejemplos de "falsos positivos" y debatirlos en detalle, no pudieron hacerlo. Quizá un candidato fuese el "efecto 2000" que en la antesala del cambio de siglo pareció tan amenazante para los sistemas informáticos.

15 Acerca de la gestión del riesgo en las sociedades tecnológicas avanzadas véase jorge Riechmann, "Sobre prestidigitación con riesgos y gestión de Apocalipsis", capítulo 10 de Un mundo vulnerable (segunda edición), Los Libros de la Catarata, Madrid, 2005.

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mejor conocimiento científico disponible, a menudo se desarrollan condiciones de ignorancia o incertidumbre. La actitud precautoria - q u rehuye el autoengaño acerca de estas ignorancias o incertidumbres no es anti-científica, sino que plantea explícitamente la cuestión de lo criterios para las decisiones políticas cuando la ciencia no ofrece un respuesta unívoca, o hay conflicto entre diferentes expertos. En rigor, siempre hemos decidido y decidiremos en condicione_s_d

incertidumbre (la ciencia no prueba nada definitivamente, con el 100°/í de certeza; sencillamente,'aventura las hipótesis que encajan mejor con los

| hechos conocidos en un momento dado). Lo que pone a la orden del día el í principio de precaución son las condiciones nuevas en las que tenemos que tomar i decisiones: la inaudita potencia tecnocientífica, lo lejano en el espacio y el

tiempo de los posibles impactos sanitarios y medioambientales, la extensión de los efectos en un mundo crecientemente globalizado, los problemas de irreversibilidad, la magnitud de los posibles daños, el deterioro creciente de sistemas biosféricos fundamentales... El enfoque cautelar o precautorio recomienda actuar antes de que existan pruebas fehacientes del daño, especialmente si se trata de perjuicios a largo plazo o irreversibles. Pues cuando se avistan problemas graves en el horizonte, no es razonable es­perar a saberlo todo para actuar (en la literatura especializada sobre riesgo y precaución esto se describe con la fórmula "parálisis por los análisis"). Argumentar que "si usted no puede demostrármelo científicamente con total certeza, entonces yo estoy científicamente legitimado para no hacerle caso alguno" es un sofisma inaceptable, pero en el que se ha incurrido de­masiadas veces. Ramón Folch ha señalado que el diagnóstico médico más

,, preciso es el que emana de la autopsia: pero seguramente el interesado ; nábría preferido un diagnóstico a medias y una terapia a t iempo. 1 6

Más vale prevenir que curar: el principio de precaución'7

El principio deprecaución viene a decir que "es mejor prevenir que curar": los problemas ecológicos y sanitarios -sobre todo los problemas graves- hay que preverlos de antemano e impedir que lleguen a producirse, ya que

16 Ramón Folch: Ambiente, emoción y ética, Ariel, Barcelona, 1998, p. 65. 17 Se desarrollan estas ideas en jorge Riechmann y [oel Tickner (coords.): El principio

de precaución, Icaria, Barcelona, 2001. Perspectivas más profundas en )oel Tickner (ed.): Precaution, Environmental Science and Preventive Public Policy, Island Press, Washington, 2003.

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muchos de ellos pueden ser irreparables a posteriori. Tal y como aseveraban los expertos firmantes de la Declaración de Wingspread,

"es necesario aplicar el principio de precaución: cuando una actividad amenace con daños para la salud humana o el medio ambiente, deben tomarse medidas precautorias aun cuando no haya sido científicamente determinada en su totalidad la posible relación de causa y efecto. En este contexto, a quien propone una actividad le corresponde la carga de la prueba, y no a la gente. El proceso de aplicación del principio de precaución debe ser transparente, democrático y con obligación de informar, y debe incluir a todas las partes potencialmente afectadas. También debe involucrar un examen de la gama completa de alterna­tivas, incluyendo la no acción." 1 8

El principio de precaución se formuló por vez primera en la Conferencia de las NNUU sobre el Medio Humano celebrada en Estocolmo en 1972; se incorporó en los setenta a la legislación ambiental germano-occidental (Vorsorgeprinzip); fue aplicado internacionalmente por vez primera en la Primera Conferencia Internacional sobre la Protección del Mar del Norte en 1984, y en la Convención de Viena sobre la protección de la capa de ozono en 1985; y ha sido recogido como uno de los principios rectores claves de la política ambiental de la Unión Europea y de sus Estados miembros en numerosos textos legales del máximo rango, entre otros en esa especie de "Constitución europea" que es el Tratado de Maastricht (el cual, modificado por el Tratado de Niza de 2001, sigue siendo el Tratado constitutivo de la UE):

"La política de la Comunidad en el ámbito del medio ambiente tendrá como objetivo alcanzar un nivel de protección elevado, teniendo pre­sente la diversidad de situaciones existentes en las diferentes regiones de la Comunidad. Se basará en los principios de precaución y de acción preventiva, en el principio de corrección de los atentados al medio ambiente preferentemente en la fuente misma, y en el principio de que quien contamina paga. Las exigencias de la protección del medio ambiente deberán integrarse en la definición y en la realización de las

18 Declaración de Wingspread (Wisconsin), enero de 1998, recogida en "El principio de precaución ante la incertidumbre científica", Daphnia 13, Madrid, junio de 1998, p. 16. Los trabajos de la conferencia de Wingspread han dado origen a un libro importante: Carolyn Raffensperger y )oel Tickner, Protecting Public Health and the Environment: implementing the Precautionary Principle, Island Press, 1999.

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demás políticas de la Comunidad" (artículo 130.2 del Tratado de Maas-tricht, y luego artículo 174.2 del Tratado constitutivo de la UE; además, cabe recordar que en el proyecto de Tratado constitucional para Europa actualmente estancado se mantiene la misma formulación).

Allí donde existan amenazas de daños graves e irreversibles, la falta de certeza científica completa no debe usarse como razón para atenuar los controles o postergar las medidas que impidan la degradación de la salud y el medio ambiente, sino que pofe l contrario se impone una actitud de vigilante y prudente anticipación que identifique y descarte de entrada las vías que podrían llevar a desenlaces catastróficos. Es cierto que los ries­gos forman parte de la vida y que no puede pensarse en su eliminación completa: pero no todos los riesgos son aceptables, y en cualquier caso deberían ser los expuestos a posibles daños quienes decidieran si aceptan o no tal exposición.

Se ha señalado que el principio de precaución presupone y fomen ta cinco "virtudes" específicas:

• Responsabilidad: al iniciar una actividad nueva, recae sobre el inicia­dor la carga de la prueba de demostrar que no hay vía alternativa más segura para lograr lo que ha de lograrse.

- • {Respeto: en condiciones de riesgo grave, se impone la actuación pre­ventiva para evitar daños, incluso si no existe una certidumbre científica total de las relaciones causa-efecto. •: Prevención: existe el deber de ingeniar medios que eviten los daños potenciales, más que de buscar controlarlos y "gestionarlos" a poste-riori.

/ • Obligación de saber e informar: existe el deber de comprender, investi­gar, informar y actuar sobre los potenciales impactos; no cabe escudarse en la ignorancia. • Obligación de compartir el poder, democratización de la toma de de­cisiones en relación con la ciencia y la tecnología. 1 9

La cultura clásica del riesgo defiende la libre empresa y la comerciali­zación de productos sin trabas en tanto que la peligrosidad no haya sido probada. La nueva cultura del riesgo, fundada en el principio de precau­ción, invierte la proposición considerando que la prudencia se impone en

19 )oel Tickner: "A commonsense framework for operationalizing the precautionary principle". Paper presentado en la Wingspread Conference on Strategies for Implement­ing the Precautionary Principle, Racine, 23 al 25 de enero de 1998.

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tanto no se haya probado la inocuidad. 2 0 Primum nonnocere (4o primero, no shafcendaño) es un principio recogido desde hace siglos en el juramento hipocrático que tienen que pronunciar los profesionales de la medicina; y el moderno principio de precaución vendría a ser una actualización de aquel criterio antiquísimo a un mundo que ha cambiado profundamente. Por lo demás, los tradicionales objetivos de la medicina preventiva coinciden j en alto grado con los más recientes y generales del principio de precau-1 ción 2 1 .

Ante actividades que pueden plantear riesgos graves, la primera pregun­ta tendría que ser: pero ¿verdaderamente necesitamos esta actividad, proceso, producto? 2 2 La prohibición de los ftalatos -potencialmente cancerígenos y dañinos para el aparato reproductor masculino en desarrollo- en la UE es un ejemplo de aplicación del principio de precaución específicamente relacionado con la protección de la salud infantil.

Una coincidencia llena de simbolismo En 1930, el premio Nobel de física Robert Millikan aseguró que la hu­manidad no podía construir nada que causara verdadero daño a algo tan grande como la Tierra. Pero en ese mismo año el ingeniero químico Tho-mas Midgley inventó los clorofluorcarbonados (CFC), que en los decenios siguientes fueron liberados a la atmósfera hasta adelgazar peligrosamente la protectora capa de ozono estratosférico: esto es, dañando gravemente esa Tierra tan grande y en apariencia invulnerable.

En el nivel de riesgo en que se mueven nuestras "sociedades del riesgo",; la reparación de los daños es imposible: el planteamiento ha de ser más¡ bien la prevención de riesgos.

El enorme poder de la tecnociencia convierte todo -incluidos nosotros mismos- en posibles objetos de su capacidad manipuladora y transforma­dora. Ahora bien: a müyor poder, mayor responsabilidad. Esta atañe en primer

20 Daniel Borrillo: "Análisis de la regulación comunitaria y española sobre la uti­lización, liberación intencional y comercialización de organismos modificados genéticamente". Instituto de Estudios Sociales Avanzados del CSIC, Documento de Trabajo 94-04, Madrid (febrero de 1994), p. 8.

21 Andreu Segura, "La medicina preventiva y el principio de precaución", El País, 4 de marzo de 2003.

22 Jorge Riechmann (coord.): Necesitar, desear, vivir. Sobre necesidades, desarrollo hu­mano, crecimiento económico y suslentabilidad. Los Libros de la Catarata, Madrid, 1998.

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

lugar a científicos y tecnólogos, pero también a todos los ciudadanos ciudadanas de una sociedad penetrada de tecnociencia que aspira a so democrática.

La enorme capacidad del ser humano para generar peligro y dañojn guarda ninguna proporción con su limitado poder de gestionar ese peligr y daño: ésta es la justificación última del principio de precaución. Q u e está en la base del cambio radica! de rumbo que hoy necesitamos.

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Anticooperación : aportes al ecologismo social

Gemma Tarafa y David Llistar Observatori del Deute en la Globalització

Las relaciones Norte-Sur van mucho más allá de la cooperación al de­sarrollo. Determinadas políticas agrícolas, de transporte, comerciales... que actualmente se despliegan en el Norte a distintas escalas (bajo planteamiento de política interna), están directamente ligadas a futuros y dolorosos impactos sobre numerosas poblaciones (como el calentamiento global).

Sin embargo sigue acotándose la solución de los problemas del Sur a la buena voluntad del Sur y a la compasiva ayuda al desarrollo. C o m o si la globalización y la lluvia de interferencias destructivas que el Norte produce a través de determinadas políticas públicas y privadas no existieran. Todo un ejercicio de simplificación y recorte de la realidad que a todas luces, resulta inaceptable.

Por ese motivo es necesario que los distintos movimientos sociales y organizaciones que batallan por la justicia global (desde el ecologismo social, al movimiento de solidaridad internacional, pasando por el anti­militarismo y el feminismo) acuerden un concepto amplio que abarque todas aquellas interferencias negativas que determinados grupos de in­terés del Norte (Global) desencadenan sobre los pueblos del Sur Global. De m o d o que pueda analizarse si hay forma alguna de vivir y convivir bien en cualquier parte del mundo mientras persistan esas interferencias destructivas, más intensas cuanto más profunda es la globalización. Tra­taremos de definir en el presente capítulo dicho concepto, para luego mostrar algunas de sus cualidades desde el punto de vista de la ecología política.

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

Definiendo anticooperación Si la opinión popular asocia la cooperación internacional a todo aquell que se moviliza desde el Norte en favor del Sur, resulta intuitivo definir 1 contrario, la anticooperación, como todo aquello que originado en el Nqrt interfiera negativamente sobre el vivir y convivir bien de los pueblos^d Sur. Por ejemplo, la ocupación de Iraq por Estados Unidos, o la pesca in dustrial española cuando esquilma los ecosistemas de las costas en las qu faenan los pescadores artesanales de países africanos y latinoamericanos. .La anticooperación como lo opuesto a la buena cooperación entre las sociedades del Norte y del Sur.

Desde esta perspectiva conviene preguntarse en qué formas interfiere la Unión Europea, el Estado español o una Comunidad Autónoma sobre las sociedades periféricas actuales, y con qué grado de impacto. Algo que ya se ha venido haciendo indirectamente a través de algunos estudios de metabolismo social, o de forma más explícita a través de informes de im­pactos de empresas transnacionales o de determinadas políticas públicas (por ejemplo, de tratados de libre comercio o de mecanismos de interna-cionalización), incluso del consumo, que distintas organizaciones cercanas al ecologismo social han avanzado.

.La anticooperación puede estudiarse desde distintas dimensiones: tecnoproductiva, comercial, financiera, militar, ambiental, migratoria, simbólico-ideológica, diplomática y solidaria1. A pesar de esta distinción, en la práctica algunas anticooperaciones se despliegan de forma combinada desde ámbitos distintos. Nos detendremos en este capítulo solamente en la anticooperación ambiental.

-i

Anticooperación ambiental Se define como la producida por cualquiera de las interferencias transna­cionales negativas que afectan a la biodiversidad de países empobrecidos, provocadas por políticas, decisiones, usos y costumbres, tanto a escala individual como colectiva, que tienen origen en el Norte. Se deduce que si una política en nuestro país afecta a la biodiversidad de un país tercero (como en el caso de las metas de uso de agrocombustibles para transporte en la UE), ello lógicamente afectará a sus poblaciones. Por tanto, la antico­operación ambiental sirve a la ecología política.

Un estudio reciente, en el que el Observatori del Deute en la Glo-

1 Llistar, 2009.

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ANTICOOPERACIÓN: APORTES AL ECOLOGISMO SOCIAL

balització (ODG) analizaba el impacto de la economía catalana sobre la biodiversidad mundial, traía a la luz algunas pruebas fehacientes de esta anticooperación. Las importaciones hacia Cataluña de soja (la mayoría transgénica) argentina, brasileña, boliviana y paraguaya para alimentar la ganadería intensiva catalana; las importaciones de petróleo, gas y uranio principalmente de África, de agrocombustibles procedente de palma africana de plantaciones en Malasia, Colombia e Indonesia; la importa­ción de minerales como el oro y el cobre producidos en explotaciones mineras contaminantes como las de Yanacocha en Perú; la importación de maderas tropicales, etc., son algunos de los mecanismos principales de destrucción de los ecosistemas de los cuales dependen miles de pequeños campesinos y comunidades indígenas de países empobrecidos. Junto a las importaciones, la biodiversidad del Sur se ve pisoteada por inversiones contaminantes de capital catalán, como por ejemplo Cementos Molins en Bangladesh, que eluden las regulaciones europeas abandonando en países empobrecidos todos los pasivos ambientales que les permite la ausencia de gobierno.

En tercer lugar, el comercio tanto legal como ilegal de especies en peligro de extinción de países de Sur, como por ejemplo las 139 unida­des de hipopótamos que se importan hacia Cataluña 2 desde Tanzania y Zambia para ornamentos de marfil, trofeos de caza, carne para cocina de lujo, etc. En cuarto lugar, la bioprospección - la explotación de la biodi­versidad en busca de recursos genéticos y bioquímicos valiosos-. Se trata de.un negocio en expansión. En Cataluña, el sector farmacéutico se gastó 1.566 millones de euros en materias primas sólo durante el año 2002 , como por ejemplo las que se obtienen por la tala del cerezo africano del Camerún, utilizado en los tratamientos de trastornos de próstata y en alto peligro de extinción 3 . En quinto lugar, las políticas oficiales de apoyo a la internacionalización de la empresa catalana desplegadas por la Generalitat de Cataluña. Se trata de dinero público que no discrimina en absoluto los proyectos empresariales a los que apoya en términos de potencial anticooperación.

El diagrama de la siguiente página resume las principales interferencias destructivas de la economía y sociedad catalanas sobre la biodiversidad global.

2 CITES-Cataluña, 2007. 3 Apéndice 11 de CITES.

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

Anticooperación ambiental - Deuda ecológica

Fuente: ODG, 2009. Jurado, A. y Llistar, D.

Se trata de un estudio que podría realizarse para la sociedad-economía espa­ñola y que afloraría interesantes conclusiones, parecidas a las obtenidas en el estudio sobre el caso de Cataluña, pero con un impacto mucho mayor.

¿Qué aporta la anticooperación al ecologismo social? 1. Volver a comenzar: redefinir la cooperación y la ayuda La cooperación no puede convertirse en la tradicional relación donante / receptor establecida bajo las consideraciones y lógica del donante, a veces paternalistas, otras veces interesadas. En su lugar, la cooperación debe partir de una relación de igual a igual en la que sendas partes logren vivir y convivir mejor. Y no sólo retóricamente. Deben considerarse entonces todas aquellas interferencias en ambos sentidos que puedan ser positivas desde esa perspectiva, midiendo como positivo lo que cada lenguaje de valoración establezca. De hecho, en una relación de cooperación auténtica no es necesario un lenguaje único.

Por otra parte, es necesario abrir el concepto de cooperación y ayuda a todas esas interferencias positivas, no sólo a las etiquetadas como ayuda

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ANTICOOPERACIÓN: APORTES AL ECOLOGISMO SOCIAL

o cooperación. Por ejemplo, determinadas políticas de responsabilidad ambiental, de inmigración, de transparencia en los instrumentos del Estado como CESCE 4 , energéticas, comerciales, podrían considerarse de coopera­ción o ayuda.

Los movimientos sociales por la justicia global y el sector de la coopera- ' ción afín a ese cometido deben hacer un ejercicio constante de búsqueda de los orígenes de los problemas, de sus mecanismos e instrumentos, de localización de los grupos de interés que los imponen, y dedicar sus esfuer­zos a todos ellos.

"i !, /2. „Ahol¡r la anticooperación i ¡' 1

Mucho más eficaz (y honesto) que el envío de dinero y capacitación téc- í nica para los pobres^es abolir la deuda externa, reparar la deuda ecológica- ' y¡ dejar de generar nueva, 1 prohibir la venta de armas,-abandonar a los dictadores pro-occidentales, dejar de boicotear la puesta en marcha de un régimen internacional de protección de los derechos humanos, liquidar los paraísos fiscales y el secreto bancario, asumir los costes de la mitigación y adaptación al calentamiento global, desarrollar esquemas de decrecimiento material y energético, etc. Además de eficaz, permitiría a cada región, a cada pueblo, determinar y establecer su propio modelo, sin ninguna imposición occidental de esquemas capitalistas preestablecidos.

3. Transnacionalizar la presión política o regionalismos alternativos. Crear redes transnacionales/ regionales de presión política, ganar escala, subir en la jerarquía. ' *'••*& Distintas experiencias de transnacionalización de resistencias o de regiona-lización alternativa (es decir, cuando distintos grupos locales en resistencia sei coordinan desde distintos países en campañas internacionales) han conducido a resultados muy exitosos. Por ello conviene la creación de redes transnacionales de justicia-global, sean formales o informales, ante la necesidad de presionar políticamente de forma eficaz delante de pro­blemáticas que son de naturaleza transnacional. Ante la nueva jerarquía de poder global-local, se trata de globalizar a los pueblos para dotarlos de mayor poder 5 . Algunas organizaciones, como el Transnational Institute o

4 Compañía Española de Crédito a la Exportación. 5 Verger, A. y Llistar, D. "La jerarquía global-local en el sistema de estratificación

mundial. Nuevas estrategias ante nuevos escenarios". Revista de Ciencias Sociales Cizañe Zientzien Aldizkaria, 1, 129-146. 2005.

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

redes como la Red Birregional Enlazando Alternativas o Nuestro Mun No Está en Venta, apelan a la construcción de regionalismos alternativo la globalización de los de abajo 6.

4. Exigir cláusulas de responsabilidad exterior. Trascender las fronteras. Un modo eficaz de cooperar es tejiendo las costuras que necesita tod régimen cercano a la justicia global: consiste en presionar a las instituci nes para que leyes y normas a nivel estatal (o comunitario) contenga cláusulas de responsabilidad exterior. Desde el ecologismo social debería surgir grupos de trabajo que se encargaran del seguimiento de las leye que afloran en los parlamentos, que señalaran cuándo y en qué dirección conviene hacer presión.

5. Construir conceptos puente (deuda ecológica, soberanía alimentaria, alimentos kilométricos, anticooperación...) Uno de los mensajes recurrentes de la teoría de la anticooperación es el peligro de fragmentar los análisis cuando se pretende solucionar los proble­mas. Cuando se trocean los análisis también se pierde de vista la prioridad de las distintas soluciones, hecho que no conviene ante la complejidad de los problemas ni la totalidad de los factores. Por ello, construir conceptos que muestren los enlaces entre problemas aparentemente separados ayuda tanto a construir una visión y un abordaje más sistémicos, así como a vin­cular movimientos sociales y organizaciones que muchas veces se mueven en departamentos estancos.

6. La lógica de la seguridad y el crecimiento en el sistema mundial capi­talista: los dos grandes motores de la anticooperación. O de la necesidad del decrecimiento socialmente sostenible. Revisando la anticooperación se aprecia que se produce como consecuen­cia de decisiones políticas tomadas en el Norte Global claramente vincu­ladas con la necesidad de los actores del sistema capitalista de expandirse (crecimiento) y de auto-conservarse (seguridad) en un ambiente hostil de alta competitividad. Es decir, la anticooperación se origina por una suerte de efectos colaterales de decisiones y actitudes cuya lógica interna es perdurar y sobre todo, crecer material y energéticamente en una especie de competición, por encima de los derechos de terceros. Las políticas de crecimiento y securitarias generan violencia, producen anticooperación.

6 Keet, 2006.

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ANTÍCOOPERACIÓN: APORTES AL ECOLOGISMO SOCIAL

Por tanto, los esquemas planteados por las nacientes corrientes de decrecí- \ miento (socialmente sostenible), simplicidad, las transition towns, etc., al igual / que la noción andina del buen vivir, etc., podrían representar justamente vías de salida obligatorias para la abolición de la anticooperación. O cuanto : menos, una bajada de tensión.

Bibliografía recomendada • Keet, D. Alternativas estratégicas Sur-Sural sistema económico y régimen de

poder globales. Transnational Institute, Amsterdam, 2006 .

• Llistar, D. Anticooperación. Interferencias globales Norte-Sur. Icaria, Barce­lona, 2 0 0 9 .

• Martínez Alier, j. El ecologismo de los pobres. Icaria, Barcelona, 2006 .

• O D G . Introdúcelo de criteris de responsabilitat exterior en la futura Ltei de Biodiversitat. Dep. Mediambient. Generalitat de Catalunya (documento mecanografiado). 2009 .

• Ortega, M. (coord.). La deuda ecológica española: impactos sociales y ambientales de la economía española en el exterior. Muñoz Moya Editores Extremeños, Sevilla, 2006 .

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I". ESCUCHAR L A V,DA: MENSAJES PARA UNA ALTERNA™ NEC B AR,A Y POSALE

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Soberanía alimentaria: un pacto social por la agricultura

Daniel López Careta Técnico e Investigador en Desarrollo Rural Sustentable

La agricultura como (des)encuentro entre sociedad y naturaleza

La actividad agraria cubre la que quizá es la primera necesidad del ser humano: la alimentación. Transforma elementos abundantes e inertes (minerales, agua y energía solar) en bienes vivos y útiles (alimentos), sin degradar -al nienos en las formas tradicionales de agricultura- la base de renovación de los recursos utilizados. La actividad agraria es la actividad

*5 humana que más superficie ocupa en el planeta, y por tanto la de impactos mas extensos a nivel territorial, para lo bueno y para lo malo.

El medio rural acoge nada más -y nada m e n o s - que el 5 0 % de la po­blación mundial y el 2 5 % de la población española; y en él la agricultura es el elemento central de las culturas y las economías locales. El mito occi­dental del triunfo de la Sociedad sobre la Naturaleza no se puede separar de la industrialización y la pérdida de importancia de la agricultura y la alimentación en las sociedades industrializadas. En el Estado español se ha pasado, desde 1975 a la actualidad, del 25 al 4% de la población activa dedicada al sector agrario, y del 38 al 2 0 % del gasto familiar destinado a alimentación.

Tras medio .siglo de Revolución Verde1 sabemos que su paquete tecnológi-co_(maquinaria pesada, semillas híbridas, fertilizantes y pesticidas químicos)

1 Impulsada en la segunda mitad del siglo XX desde instituciones globales como la FAO o el Banco Mundial para industrializar y homogeneizar las prácticas agrarias en todo el planeta.

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

ha fracasado para salvar al mundo del hambre. Si bien la producción d cereales se ha triplicado desde entonces 2 , el número de personas hambrien­tas no deja de crecer. Además, por todo el mundo hay cada vez mayores problemas de agotamiento y contaminación de suelos y acuíferos; y surgen problemas sanitarios como la gripe aviar, o las verduras contaminadas de pesticidas: los alimentos industriales se han revelado tóxicos. El modelo industrial de producción orienta las producciones hacia el mercado global, abandonando las demandas locales y arruinando a las familias agricultoras con modelos de producción dependientes de un mercado, una tecnología y un capital controlados por los países del Norte. La denominada revolu­ción genética pretende generalizar el cultivo de los organismos modificados genéticamente (OMG), o transgénicos, en la misma línea. Por su parte, la" propuesta del agrocombustible ha servido para elevar de forma espectacular los precios de consumo de los alimentos básicos, mientras los campesinos y campesinas no perciben ese sobreprecio y se hacen más dependientes del paquete tecnológico globalizado. <lfá agricultura, .fuente histórica de editora y riqueza, se ha convertido en una actividad tóxica y contaminante, generadora de hambre y pobreza.

La soberanía alimentaria: un concepto para la transformación social La liberalización del mercado agroalimentario, impulsada en su momento por el GATT 3 y en las últimas décadas por la O M C , está siendo una fa­lacia en los países centrales, que mantienen el proteccionismo de forma encubierta. Sin embargo, en los países empobrecidos está teniendo unos resultados desastrosos, expresados en las hambrunas crónicas, la emigración masiva, y la profunda degradación de los ecosistemas. Por ello, en todo el mundo diversas organizaciones agrarias y rurales se han ido oponiendo a la conversión de la alimentación en una mercancía dentro del mercado global capitalista, presionando a sus gobiernos para que no prosperen las negociaciones sobre agricultura en la OMC.

^Muchas de estas organizaciones se han unido desde 1993 en lia Vía éapipesjna, un movimiento internacional que agrupa a 200 millones de campesinos y campesinas, pequeños y medianos productores, mujeres ru-

2 La población mundial tan sólo se ha duplicado en este mismo período. 3 Generai Agreement on Trade and Taxes, antecesor de la Organización Mundial del

Comercio (OMC).

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SOBERANÍA ALIMENTARIA: UN PACTO SOCIAL POR LA AGR IQ J L T U R A

rales, indígenas, gente sin tierra, jóvenes rurales y trabajadores agrícolas de 53 países y cuatro continentes. Es La Vía Campesina quién ha impulsado el concepto de soberanía alimentaria como alternativa al modelo 'capitalista de-agrteultura global-. Para ellas y ellos "Soberanía alimentaria es organizar la producción y el consumo de alimentos de acuerdo a las necesidades de las comunidades locales, otorgando prioridad a l a producción y el consumo locales"4.

La soberanía alimentaria plantea limitar dependencias respecto a los rnerxados ^globales y aprovechar los recursos locales para reconstruir sis­temas agroalimentarios sostenibJes social y ecológicamente. Para la mitad de la población mundial que actualmente vive en el campo y del campo, la soberanía alimentaria es una cuestión de supervivencia. Para el resto de población, que vivimos en las ciudades atrapados en la dependencia del petróleo, el trabajo asalariado, el consumo de masas y la precarización de nuestras vidas, supone una perspectiva distinta desde la que entender la economía, y desde la que reorientar nuestras propuestas políticas hacia la descentralización.

Un número creciente de organizaciones trabajamos hoy en la línea de reconstruir el modelo agroalimentario del Norte en clave de soberanía alimentaria, para dejar de presionar sobre las agriculturas del Sur 5 . La soberanía alimentaria y la agroecología ponen en tela de juicio el propio modelo de desarrollo de sociedades postindustriales como la española, y permiten proponer modelos sostenibles de gestión del territorio y de los recursos naturales. Así nos estamos encontrando para revitalizar nuestro tejido agrario local desde una perspectiva de sustentabilidad social y eco­lógica. La producción agraria es un bien social colectivo, y toda la sociedad debemos hacernos responsables de ella.

Algunas ideas para construir la soberanía alimentaria en lo local

La soberanía alimentaria se puede concretar en sociedades como la nuestra en propuestas muy concretas que pongan freno a la degradación de la actividad agraria y del medio rural, y que lleven a la práctica modelos

4 Extraído de http://www.viacampesina.org el 6-5-2009 5 Para muchas de estas organizaciones, la Plataforma Rural esta siendo en el Estado

español el espacio de encuentro desde donde hablar y colaborar juntos/as agri­cultores/as, ecologistas, consumidores/as y otras organizaciones sociales, www. nodo50.org/plataformarural/

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

alternativos de gestión del territorio y de producción, distribución y cons mo de los alimentos.

La agricultura ecológica aporta innumerables beneficios ecológico en sus formas de producción al eliminar el uso de sustancias químicas d síntesis, pero debemos ir mucho más allá, hacia modelos agrarios verdad ramente agroecológicos. La agroecología 6 propone procesos integrales_de desarrollo local sustentable basados en el aprovechamiento de los recursos locales y el cierre de ciclos ecológicos; el manejo de la biodiversidad como principal recurso para la estabilidad y riqueza de los ecosistemas; el cono­cimiento tradicional campesino; los mercados locales y la búsqueda deja, justicia social 7 y la diversidad cultural.

Las variedades vegetales y las razas animales creadas por las socieda­des campesinas han permitido obtener alimentos en una gran variedad de ecosistemas y en base a la gran diversidad de culturas que hay en el mundo, y son un seguro de vida colectivo frente el cambio climático. Las multinacionales semilleras están controlando los bancos de semillas públicos y cambian las leyes para controlar una biodiversidad creada por toda la humanidad. Y sus semillas transgénicas nos traen el peligro de contaminar todo este patrimonio genético. Debemos impulsar la libre circulación e intercambio de material genético por medios tradicionales y eliminar los transgénicos, ¡porque la coexistencia es imposible!

El modelo industrial de ganadería es altamente contaminante, se basa en los piensos transgénicos y está generando graves problemas sanitarios para los humanos 8 . Además, en la actualidad se consume demasiada carne, y sabemos que producir un kilogramo de carne consume diez veces más recursos que las mismas calorías de origen vegetal. Sin embargo, el pastoreo y otros usos del campo son necesarios para mantener la diversidad paisajís­tica y los ecosistemas, y para proteger los bosques del fuego u otros peligros ecológicos. La legislación de protección de espacios naturales debe reco­nocer su papel y facilitar las formas tradicionales de manejo extensivo que sean sostenibles. Por su parte, la normativa sobre industria agroalimentaria

6 Para ampliar sobre la agroecología: Guzmán Casado, González de Molina y Sevilla Guzmán: Introducción a la agroecología como desarrollo rural sustentable. Mundi-Prensa, 2000.

7 Por ejemplo, las certificaciones ecológicas no hablan nada respecto del trabajo ilegal en las explotaciones, tan común en agricultura, o de la justicia laboral de las grandes empresas de exportación de alimentos ecológicos.

8 Vacas locas, gripe aviar, gripe porcina...

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SOBERANÍA ALIMENTARIA: UN PACTO SOCIAL POR LA AGRICULTURA

no diferencia a Campofrío o El Pozo de una quesería tradicional de Picos de Europa, haciendo imposible que las pequeñas explotaciones puedan obtener ese valor añadido de sus producciones primarias. Y es la pequeña industria artesanal la que mantiene la diversidad de usos del campo y el empleo en actividades sostenibles en el medio rural.

En cualquier caso, los/as consumidores/as debemos buscar formas lo más directas posibles de relación con la producción (en asociaciones de consumidores, mercados locales, etc.) para eliminar intermediarios y permitir que los precios bajen para el consumo y se queden enteros para los y las productoras 0 y para que cubran los verdaderos costes (sociales y ecológicos) de la producción. También debemos apoyar a toda la gente que hoy en día se plantea volver al campo y cultivar la tierra, ya que cada vez quedan menos agricultores y agricultoras. Hay que volver a producir para que no se pierda el trabajo y el conocimiento acumulados durante siglos por las sociedades campesinas adaptando semillas, bosques y vegas; construyendo acequias, norias, molinos y caminos; y desarrollando el conocimiento y las instituciones que han permitido históricamente el uso sostenible de los recursos naturales de forma comunal. Y hay que sacar la agricultura de las negociaciones de la O M C y de los tratados multilaterales de comercio global, para proteger las pequeñas producciones locales en todo el planeta.

En cualquier caso, el actual modelo urbano-industrial no es sostenible, con su producción y su consumo de masas. La ciudad, dependiente ecoló­gicamente de los mercados globales, no es sostenible y, mucho menos, en tiempos de crisis y de escasez de petróleo. Para superar esta crisis debemos facilitar y organizar la reconstrucción local de las economías hacia el equi­librio territorial, con un consumo menor y con mayores grados de autode-pendencia y descentralización política y productiva en todo el planeta. Y la actividad agraria (agroecológica, por supuesto) y la soberanía alimentaria deben estar en el centro de las nuevas propuestas de sociedad.

9 Los precios finales de los alimentos suponen una media de 4,5 veces los precios percibidos en origen por los/as productores/as.

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNÍALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

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Ecofeminismo: la perspectiva de género en la conciencia ecologista

Alicia H. Puteo Profesora de Filosofía Moral y Política en la Universidad de Valladolid

y directora de la Cátedra de Esludios de Género de esa misma Universidad.

El ecofeminismo surgió del encuentro entre feminismo y ecología. Quizás precisamente por esa doble pertenencia, todavía es un gran desconocido para los dos movimientos, a pesar de que en su variedad de corrientes abre un horizonte prometedor para feministas y ecologistas.

Quiero comenzar subrayando que ser ecofeminista no implica afirmar que las mujeres estén de manera innata más ligadas a la Naturaleza y a la Vida que los hombres. Aunque algunas teóricas así lo han visto, jdesde una perspectiva constructivista de la subjetividad de género podemos conside­rar que el interés que, según estudios internacionales, poseen las mujeres por los temas ecológicos no es un mecanismo automático relacionado con el sexo. Hay mujeres infatigables en la defensa del medio ambiente y otras/! que detestan y combaten el ecologismo. Mujeres y ecología no son sinónimos: Ahora bien, como para otros aspectos de las identidades de género, la realidad nos muestra gran variedad de individuos pero también tendencias vincula­das con la socialización en ciertas tareas y actitudes. El colectivo femenino no ha tenido, por lo común, acceso a las armas y ha sido tradicionalmente responsable de las tareas del cuidado de la vida más frágil (niños/as, mayores y enfermos) y del mantenimiento de la infraestructura material doméstica (cocina, ropa, etc.), desarrollando, en términos estadísticos, una subjetividad relaáonal, atenta a los demás y con mayor expresión de la afectividad. Cuan­do estas características se unen a una adecuada información y a una sana desconfianza hacia los discursos hegemónicos, se dan las condiciones para que se despierte su interés por la ecología.

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

El cuerpo propio A mediados de los años setenta del siglo XX, Françoise d'Eaúbóflírf,

creadora del término ecofeminismo, vio el problema de la superpoblación mundial como un relevante punto de contacto entre las reivindicaciones feministas y las preocupaciones ecologistas. Reclamó la libertad de las mu­jeres para decidir tener o no tener hijos cuando todavía las leyes de Francia no la reconocían. Hoy esta libertad sigue siendo una asignatura pendiente en numerosos países. Desde mi propuesta de un ecofeminismo ilustrado - e s decir, de un ecofeminismo que se inscribe en la tradición de la crítica a la opresión y a la defensa de la igualdad 1 - considero de fundamental importancia que los Derechos Sexuales y Reproductivos sean aceptados como lo que son: Derechos Humanos que salvaguardan la autonomía de las mujeres al tiempo que disminuyen la presión demográfica sobre la Tierra.

Las mujeres no sólo están expuestas a sufrir la violencia de género (feminicidios, muerte a manos de un hombre que no acepta la separación, mutilaciones sexuales rituales, acoso sexual, violación en tiempos de gue­rra y de paz, etc.), sino que también soportan una mayor incidencia de la contaminación medioambiental debido a sus características biológicas. Las sustancias tóxicas presentes en ambientadores, material informático, plásticos, pinturas, plaguicidas, etc. actúan como disruptores endocrinos peligrosos que afectan en primer lugar - a u n q u e no exclusivamente- a la salud de mujeres y de niñas y niños incluso durante la vida fetal. Los xenoestrógenos (sustancias químicamente similares al estrógeno femenino natural) parecen tener un papel fundamental en el incremento del cáncer de mama en los últimos cincuenta años. Como puede inferirse, la preocu­pación feminista por la salud de las mujeres en la sociedad química conecta con los objetivos ecologistas.

Género, clase, raza, geopolítica y ecología El pensamiento y la praxis ecofeministas han revelado las conexiones entre desigualdad de género, sexismo, racismo, clasismo, división Norte-Sur y deterioro medioambiental, ffos riesgos medioambientales son mayores para las mujeres de barrios populares con fábricas contaminantes y vertederos, para las trabajadoras de ciertos seGtores industriales y de la agricultura que emplea agrotóxicos. También lo son para las habitantes más humildes de

I Puleo, 2008.

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ECOFEMINISMO: LA PERSPECTIVA DE GÉNERO EN LA CONCIENCIA ECOLOGISTA

los países empobrecidos, i %

(Vandana Shiva,la célebre ecofeminista de India, fue una de las primeras en mostrar el deterioro de las condiciones de vida de las mujeres rurales pobres del Tercer Mundo debido al mal desarrollo, un desarrollo colonizador que acaba con el cultivo de las huertas de subsistencia familiar, arrasa los bosques comunales y aniquila la biodiversidad. Esas mujeres se ven obliga- i das a caminar kilómetros para buscar la leña que antes encontraban junto : a su aldea y enferman con nuevas dolencias debidas a la contaminación por pesticidas. Ellas conocen la cara siniestra de la modernización2. Suelen j terminar viviendo con sus hijos en los barrios chabolistas de las grandes ¡ capitales del llamado Sur. Sin embargo, en ocasiones, son protagonistas de i esa resistencia y esas luchas 3 que |oan Martínez Alier ha llamado "ecolo-gismo de los pobres" 4 .

Considero que una de las manifestaciones actuales más elocuentes del encuentro entre la mirada feminista y la ecológica es el fenómeno de los grupos de mujeres reivindicativas en la lucha por la soberanía alimentaria. La aspiración de igualdad de género en conexión con las propuestas y deman­das de La Vía Campesina está mostrando que muchas mujeres encuentran en la agroecología una nueva forma de empoderarse en la familia y en la sociedad. Salen del ámbito doméstico, obtienen reconocimiento y recursos, denuncian la violencia de género y otras formas de opresión patriarcal que las afectan, mejoran su salud, la de los suyos y la de toda la sociedad al tiempo que preservan el ecosistema.

Sesgo de género y antropocentrismo Él androcentrismo o sesgo patriarcal de la cultura es el resultado de una historia que ha excluido a las mujeres de los espacios declarados importan­tes. Desde el pensamiento androcéntrico se han devaluado todas aquellas actividades y formas de percibir y sentir el mundo consideradas femeninas. La religión y la filosofía han presentado a ¡a mujer como Naturaleza y sexualidad 5. Y el pensamiento occidental ha generalizado una percepción arrogante del m u n d o 6 en la que la Naturaleza es simple materia prima, in-

2 Shiva, 1995. 3 Shiva, 2003. 4 Martínez Alier, |oan, El ecologismo de los pobres, Icaria, Barcelona, 2004. 5 Puleo, Alicia, Dialéctica de la sexualidad. Género y sexo en la Filosofía Contemporánea,

Cátedra, Madrid, 1992. 6 Warren, 1996.

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

I ferior y existente para ser dominada y explotada por una razón despojada ¡j de sentimientos compasivos 7.

En diálogo con la llamada "ética del cuidado", el ecofeminismo ha seña­lado que todas las tareas relacionadas con la subsistencia y el mantenimiento de la vida (empezando por las domésticas y las propias de pueblos ajenos al mercado) han sido injustamente devaluadas 8 de acuerdo al estatus inferior otorgado a la Naturaleza. Se revelan, así, nexos de mutua legitimación entre patriarcado y capitalismo.

También la compasión y el amor por los animales no humanos han sido afectados por el estatus de género. Una cultura que ha mitificado al guerrero y al cazador, suele ver las actitudes de empatia con las criaturas sufrientes como sensiblería e infantilismo propio de mujeres., La Mujer ha sido naturalizada, .y la Naturaleza ha sido feminizada. Debemos superar ambos procesos de dominación. Ahora que las mujeres estamos saliendo del mundo doméstico, decididas a participar de pleno derecho en el ámbito del trabajo asalariado, de la política y de la cultura, tenemos que lograr que nuestras voces cuenten a la hora de determinar la calidad de vida y los valores éticos.

Las mujeres no somos las salvadoras del planeta ni las representantes privi­legiadas de la Naturaleza, pero podemos contribuir a un cambio socioculturál hacia la igualdad que permita que las prácticas del cuidado, que histórica­mente fueron sólo femeninas, se unlversalicen, es decir, que sean también propias de los hombres, y se extiendan al mundo natural no humano.

Creo que una posición ecofeminista ilustrada, en tanto teoría crítica de la cultura androcéntrica y antropocéntrica, nos permite comprendernos mejor como especie y entender las causas y las consecuencias de la tajante división entre Naturaleza y Cultura que marca nuestra historia e intentar superarla. Los seres humanos somos Naturaleza y Cultura en una compleja unidad. Será necesario recordar a los varones que también comparten esa misma doble pertenencia, una verdad a menudo olvidada debido a la construcción de la virilidad patriarcal. Lograríamos, así, una redefinición del ser humano un poco más realista, más modesta, más igualitaria y más apta para hacer frente a los problemas del siglo XXI.

7 Plumwood, 1992. 8 Mellor, 1997.

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ECOFEMINISMO: LA PERSPECTIVA DE GÉNERO EN LA CONCIENCIA ECOLOGISTA

Bibliografía recomendada • Agrá, María Xosé (comp.). Ecología y feminismo. Ed. Comares, Granada,

1997.

• Mellor, Mary. Feminism and Ecology. Polity Press, Cambridge, New York University Press, 1997.

• Plumwood, Val. Feminism and the Mastery of Nature. London-New York, Roulledge, 1993.

• Puleo, Alicia. "Del ecofeminismo clásico al deconstructivo: principales corrientes de un pensamiento poco conocido", en Celia Amorós y Ana de Miguel (ed.), Teoría feminista. De la Ilustración a la globalizaáón, vol. 3, ed. Minerva, Madrid, 2005, pp.121-154.

• Puleo, Alicia. "Medio ambiente y naturaleza desde la perspectiva de género", en Garrido, E, González de Molina, M., Serrano, J.L. y Solana, |.L. (eds.), El paradigma ecológico en las ciencias sociales, Icaria, Antrazyt, 2007, pp.227-252.

• Puleo, Alicia. "Libertad, igualdad, sostenibilidad. Por un ecofeminismo ilustrado", en Isegoría. Revista de Filosofía Moral y Política, Madrid, Con­sejo Superior de Investigaciones Científicas, n° 38, enero-junio 2008 , pp.39-59.

• Shiva, Vandana. Abrazar la vida. Mujer, ecología y desarrollo. Trad. Instituto del Tercer Mundo de Montevideo (Uruguay), Madrid, Cuadernos inaca­bados 18, Horas y horas, 1995.

• Shiva, Vandana. Manifiesto para una democracia de la Tierra, justicia, soste­nibilidad y paz. Paidós, Barcelona, 2006 .

• VV. AA. Soberanía alimentaria desde y para el empoderamiento de las mujeres. La visión sur en el empoderamiento de las mujeres para la equidad de género. Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco, Vitoria-Gasteiz, 2009 .

• Warren, Karen (ed.). Ecological Feminist Philosophies. Hypatia Book, Indiana University Press, 1996.

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II. ESCUCHAR LA V,OA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATE NECESAR.A У POSALE

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Las mujeres, protagonistas de la sostenibilidad

Marta Pascual Rodríguez Coordinadora del Área de Educación Ecológica de Ecologistas en Acción

Los enemigos del cuidado de la vida Ante preguntas del tipo: ¿qué es más importante, tener cariño o tener una pantalla de plasma?, ¿respirar sin dificultad o la nueva línea del AVE? el mer­cado no dudaría en la respuesta. Aquello que produce beneficio al capital es prioritario frente a lo que beneficia a las personas. El mantenimiento de \ la vida no entra en sus cuentas.

~Ni los mercados, ni el Estado, ni los hombres como colectivo se sien­ten responsables del mantenimiento último de la vida. Pero debajo de un '

.sistema económico que aparenta mantenerse sobre la nada, encontramos un batallón de madres, abuelas, empleadas de hogar y amigas, que hacen < posible que los seres humanos, fuerza de trabajo y fuerza de consumo, cumplan cotidianamente sus funciones en el mercado.

,4ia.lógica de Lracumulación y el'crecimiento' permanente choca con la lógica de la vida. Los trabajos de las mujeres responden a la segunda de

jellasr-El mercado capitalista a la primera. Junto con el patriarcado y el capitalismo, este sistema interpretativo se

asienta en una construcción filosófica deudora de la Modernidad, el pensa­miento dicotómico, que organiza el mundo en pares de opuestos. En estos pares un término se considera superior al otro, llegando a tomarlo como una excepción e incluso hasta hacerlo invisible.

Algunas de las dicotomías que han sustentado el sometimiento de las ! mujeres y de la naturaleza son éstas (a la izquierda el término jerárquica- ;

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

mente superior, a la derecha el secundario):

Hombre Mujer Cultura Naturaleza

Mente Cuerpo Razón Emoción

Libertad Necesidad Autonomía Dependencia Producción Reproducción

Público Privado

El hombre es la norma, como lo es la cultura, quedando la mujer y la naturaleza en un puesto secundario y en muchos casos prescindible.

La reproducción humana y la mano invisible del cuidado Es patente el fracaso de esta ordenación del mundo. La crisis ecológica y la crisis de los cuidados son dos manifestaciones de ello.

En la base de la supervivencia están los trabajos que el mercado ignora. Se pueden llamar "trabajos reproductivos", "trabajo doméstico", "trabajo de cuidados", etc. Consisten en una nebulosa de tareas asociadas a la re­producción humana, la crianza, la resolución de las necesidades básicas, la promoción de la salud, el apoyo emocional, la facilitación de la participación social...

Son trabajos de Sísifo, tareas infinitamente repetidas. Se podría decir que, igual que los servicios de la naturaleza se enfrentan de forma constante a la degradación y luchan contra el aumento de la entropía, los trabajos de cuidados, realizados esencialmente por las mujeres, nadan contra la corriente del desorden, la suciedad, el desabastecimiento de la despensa y el abandono afectivo.

Todas las personas necesitamos cuidados a lo largo de toda nuestra vida. Por eso, más que seres dependientes somos seres interdependientes. No sólo necesitan apoyo los niños y niñas, las personas mayores o quienes sufren una discapacidad. Existen también los dependientes sociales, personas adultas y sanas, mayoritariamente hombres, que no tienen ni la formación ni la intención de resolver el trabajo de cuidados que detraen 1 .

La mano invisible del cuidado, es decir, las mujeres, llegan a rescatar a

I Del Río, Sira. La crisis de los cuidados: precariedad a flor de piel. CGT-Comisión Confederal contra la Precariedad.

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LAS MUJERES, PROTAGONISTAS DE LA SOSTENIBILIDAD

todos estos seres dependientes. Pero el injusto reparto de estos trabajos exige su politización y dignificación.

La economía feminista y el trabajo: el misterio de un champiñón Las economistas feministas han subvertido las premisas económicas. Rede-finen el marco de lo económico poniendo en duda las dicotomías centrales: trabajo/no trabajo, público/privado, mercado/gratuidad. Asignan valor económico (en un sentido no necesariamente monetario) a las activida­des tradicionalmente realizadas por las mujeres, y comprueban que así las cuentas del mercado no cuadran. 2

Los mercados, espacios gobernados por el Homo economicus, se con­sideran independientes del ámbito doméstico. El Homo economicus es ese ser que brota cada mañana como un champiñón en el puesto de trabajo, alimentado, lavado y planchado. El mercado no se pregunta de dónde ha salido, ni cómo se ha repuesto del estado en el que salía el día anterior. Esta ceguera hace posible y naturaliza la apropiación del trabajo doméstico.

jila ,relación entre el trabajo de mercado y el doméstico se representa muy bien con la metáfora de un iceberg. Flotando visible está el mercado. Debajo, 'haciéndolo flotar, con un tamaño mucho mayor, el trabajo de mantenimiento de la vida.

Uno de los conceptos esenciales que la economía feminista ha subver­tido es el de trabajo. Para la economía de las páginas salmón de los perió­dicos, trabajo es trabajo productivo monetarizado, es decir, empleo. Los trabajos reproductivos quedan fuera. Esto explica que preparar una papilla para el propio hijo no sea trabajo, pero sí prepararla siendo empleada de una escuela infantil.

Muchos de los trabajos que históricamente han venido desarrollando las mujeres y la naturaleza no tienen valor monetario y difícilmente puede cuantificarse su trascendencia. La fotosíntesis, el ciclo del carbono o la lim pieza del baño no figuran en la cuenta de resultados de ninguna empresa. Son invisibles, como las mujeres o la naturaleza que los realizan.

Una vez más, la mirada desde las gafas de la sostenibilidad nos ofrecería un panorama bien distinto. Si intentáramos clasificar los trabajos en relación con su aportación a la supervivencia humana, a la cabeza estarían la crianza,

Para saber más de economía feminista, ver la obra de Cristina Carrasco, Cristina Borderías, ¡Vla Angeles Duran y Amaia Pérez Orozco.

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

Ja alimentación, los trabajos dirigidos a la salud... y en los últimos puest quedarían seguramente los que realizan los ejecutivos de empresas,fin rieras, los fabricantes de armas e incluso muchos gobernantes. Podríam hablar con más propiedad de trabajos constructores de la vida y trabajo destructores de la vida.

En cualquier caso, j#S6s'teftíbiU(3ad'sociaf'necesita de un cambio revé lucionarió en el espacio doméstico: ,<la corresponsabilidad de hombres-y mujeres en el reparto del trabajo. La participación equitativa de hombres y mujeres en las tareas de mantenimiento de la vida no sólo permitirá que éstos se hagan conscientes de la magnitud, centralidad y a veces penosidad de estos trabajos, sino que puede poner en marcha una de las transforma­ciones culturales más grandes y necesarias de la historia.

La crisis de los cuidados Por el momento el cambio social de la corresponsabilidad en el espacio doméstico no se ha dado. Más aún, las contradicciones se han agudizado con el acceso de muchas mujeres al espacio laboral mercantilizado. La ne­cesidad de cuidados en nuestra sociedad es cada vez mayor. Al tiempo, las mujeres participan de forma progresiva en los mercados como asalariadas y disminuye su disponibilidad para estas tareas.

La distribución del trabajo de cuidados se está reorganizando en el seno del colectivo femenino, una vez más sin participación de los hombres. Y lo hace por diferentes vías. Una es la conciliación, trasladándola a otras personas, vía mercado o apoyo informal. Otra es la redistribución interge­neracional (aquí aparece la abuela). En tercer lugar se da una redistribución por clase o etnia, comprando en el mercado servicios domésticos. Las cadenas globales de cuidados (mujeres inmigrantes que cuidan a personas del Norte y a su vez encargan a sus familiares del Sur el cuidado de quienes dependen de ellas) son efecto de este desplazamiento de trabajo, siempre entre mujeres.

En el Norte se comienza a hablar de "crisis de los cuidados". Resulta, curioso el paralelismo entre la crisis ambiental y la crisis de los cuidados. Ambas son resultado de la traslimitación, en un caso de los tiempos vitales disponibles para el cuidado, en el otro, de los recursos que la tierra puede ofrecer. Ambas exportan sus efectos indeseables a territorios lejanos, en un caso en forma de deuda ecológica y en otro en forma de cadenas globales de cuidados.

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LAS MUJERES, PROTAGONISTAS DE LA SOSTENIBILIDAD

Deuda ecológica y deuda de los cuidados Así como la huella ecológica es un indicador que traduce a unidades de superficie el uso de recursos y la deuda ecológica un indicador de la desigual responsabilidad en la destrucción del medio, en paralelo podríamos hablar de "huella de cuidados" y "deuda de cuidados". La huella de cuidados sería la relación entre el tiempo, el afecto y la energía amorosa que las personas reciben para atender a sus necesidades y las que aportan para garantizar la continuidad de otras vidas humanas.

El balance de esa huella de cuidados para la mayor parte de los hombres sería negativo pues consumen más energías amorosas y cuidadoras que las que aportan. Para la mayor parte de las mujeres el balance sería altamente positivo.

Siguiendo con el paralelismo, podría hablarse de deuda de cuidados, como la deuda que el patriarcado ha contraído con las mujeres de.todo el mundo por el trabajo que realizan y han realizado gratuitamente a lo largo de siglos. La huella de cuidados y la deuda de cuidados pueden ser, como lo son sus homónimos en el ámbito ecológico, elementos de denuncia de un orden social basado en la explotación de las mujeres.

Las mujeres en la defensa de la naturaleza y la sociedad Pero la aportación de las mujeres al mantenimiento de la vida va más allá del espacio doméstico. En muchos lugares del mundo a lo largo de la historia, parte de la producción para la subsistencia ha dependido o depende de ellas. Se han ocupado de mantener la productividad en las parcelas comunales, han organizado la vida comunitaria y los sistemas de protección ante el abandono o la orfandad, y han defendido su tierra y la supervivencia de sus familias y su comunidad.

Las mujeres han tenido y tienen un papel protagonista en movimientos de defensa del territorio, en luchas pacifistas o en movimientos de barrio. Si los recursos naturales se degradan o se ven amenazados, a menudo encontramos a grupos de mujeres organizados en su defensa. Ellas son protagonistas de muchas de las prácticas del "ecologismo de los pobres". La conservación de semillas, la denuncia de las tecnologías de la reproducción agresivas con las mujeres, las luchas como consumidoras, la protección de los bosques, las contestaciones ante la violencia y ante la guerra, son conflictos en los que la presencia femenina es significativa.

Citemos como ejemplos la publicación del libro Primavera silenciosa,

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

de Rachel Carson, el movimiento Chipko en la India, la lucha contra residuos tóxicos del Love Canal en EE UU, la protección del manglar la costa ecuatoriana o las intervenciones de Mujeres de Negro en Israel, todos estos casos las mujeres protegen aquello que, de forma directa, 1 permite la supervivencia: los bosques, el agua, las parcelas comunitarias la vida humana.

Vemos que existen vínculos entre las mujeres y la defensa ambiental, puede haberlas entre el feminismo y el ecologismo.

La sostenibilidad necesita de las mujeres Parece necesario terminar defendiendo la necesidad de las mujeres para el cambio hacia la sostenibilidad.

•La historia de las mujeres las ha abocado a realizar aprendizajes que sirven para enfrentarse a la destrucción y hacer posible la vida. Las mujeres -gran parte de las mujeres- se han visto obligadas a vivir más cerca de Ta tierra. Se han hecho responsables de sus hijos e hijas y por ellos han apren­dido a prever el futuro y mantener el abastecimiento de la familia: Por eso han desarrollado habilidades de supervivencia que la cultura masculina tía despreciado.

Sus conocimientos han demostrado ser más acordes con la pervivencia de la especie que los construidos y practicados por la cultura patriarcal y por el mercado. Por eso, la sostenibilidad debe mirar, preguntar y aprender de las mujeres.

No hay duda de que la cultura del cuidado tendrá que ser rescatada y servir de inspiración a una sociedad social y ecológicamente sostenible. ,<

Bibliografía recomendada • Carrasco Bengoa, Cristina. "Mujeres, sostenibilidad y deuda social". Re­

vista de Educación, n° extra I, 2009 (Ejemplar dedicado a: Educar para el desarrollo sostenible), pp. 169-191.

• Borderías Mondéjar, Cristina; Carrasco Bengoa, Cristina; Alemany, Car­me (comps.). Las mujeres y el trabajo: rupturas conceptuales. Icaria, 1994.

• Amoroso, M a I. et al. Malabaristas de la vida. Mujeres, tiempos y trabajos. Icaria, Barcelona, 2 0 0 3 .

• Bosch, A., Carrasco, C. y Grau, E. "Verde que te quiero violeta. Encuen­tros y desencuentros entre feminismo y ecologismo". En E. Tello, La

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LAS MUJERES, PROTAGONISTAS DE LA SOSTENIBILIDAD

historia cuenta (pp. 321-346). Barcelona, El Viejo Topo, 2 0 0 5 .

Bosch, Anna; Grau, Elena; Carrasco Bengoa, Cristina: "La huella civili­zadora: desigual aportación de hombres y mujeres al cuidado de la vida humana". En El Ecologista n° 46, 2005-2006 , pp. 53-55.

Pérez Orozco, A. Perspectivas feministas en torno a la economía: el caso de los cuidados. Madrid: Consejo Económico y Social, 2006 . Colección Estudios, 190.

Shiva, Vandana. Abrazarla vida. Horas y horas, Madrid, 1985.

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• ESCUCHAR LA V,DA: MENSAJES PARA UNA ALTERNAT,VA NECESAR,A y POSÍBLE

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Las alternativas de la defensa antimilitarista

Eva Aneiros Vivas y Cthuchi Zamarra de Villanueva Alternativa Antimilitarista- Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC)

"Querer la autonomía del otro y no negarle la libertad es crear una igualdad hecha de armonía".

Simone Weil

El modelo de la defensa nacional frente a la defensa antimilitarista Para entender el punto de vista antimilitarista - q u e propone, como es sabido, no sólo la abolición de los ejércitos del mundo, sino también una renovación profunda del sistema de valores que posibilita la guerra y otro tipo de violencias institucionales y estructurales- hay que tener en cuenta que se parte desde un paradigma totalmente diferente al de la defensa nacional, la que cabría encuadrar dentro del mundo nacional-capitalista en el que habitamos.

Mientras que los modelos militares se desarrollan en un ámbito de competencia contra el oponente, primando el objetivo de triunfar sobre él, los modelos alternativos que se proponen desde el antimilitarismo surgen de una interpretación del conflicto como algo consustancial a los proyectos de vida humanos. Al aflorar el conflicto se debe tomar conciencia de él, para de esta manera permitirnos resolverlo o regularlo por métodos que posibiliten el grado más alto de bienestar para las partes. La militarización de un conflicto supone el ejercicio de una lógica de exclusión que niega la posibilidad de diálogo entre los actores sociales, los convierte en enemigos y establece como forma única de relación la contraposición del poder y de

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

la fuerza. Lejos de resolver satisfactoriamente los conflictos, la utilizaci * de la violencia acaba por agravar sus consecuencias.

De este modo, desde el paradigma de defensa nacional se trata de aprov char identidades colectivas para justificar proyectos políticos de dominació territorial (Estados), de forma que se hace necesaria una identidad colee tiva exógena, un otro, que en caso de conflicto puede ser deshumanizad y demonizada transformándola en enemigo (o terrorista, más acorde con los tiempos de guerra asimétrica). Incluso en los modelos de defensa civil no-violenta prima la visión de una comunidad contra un oponente, aunque desde estos planteamientos se trata a toda costa de no deshumanizar a ese oponente y evitar emplear la violencia contra él. Por el contrario, desde un punto de vista antimilitarista, no se parte desde esa dualidad, nosotros contra otros, sino que desde un análisis no-violento se entiende que los enemigos se construyen social y culturalmente. Y que el papel que una persona juegue en un conflicto depende, en buena medida, de si se asume el uso de medios pacíficos y cooperativos con el fin de llegar a acuerdos mutuamente aceptables.

Antimilitarismo en tiempos de guerra Ante la pregunta - q u e seguramente han hecho a todo objetor/a de con­ciencia, insumiso/a o antimilitarista de cualquier parte y época del m u n d o -de, cómo hacer frente a una invasión sin ejercitarse tiene que responder necesariamente desde el mismo paradigma de defensa nacional. Y es que desde un paradigma antimilitarista, se hubieran deconstruido los procesos anteriores para llegar a esa situación. Se suele responder que desde un punto de vista nacionalista, un país, sea lo que sea a lo que se refiera ese término, dispone de un gran repertorio de técnicas de acción no-violentas para hacer frente a invasiones armadas, golpes de Estado y otras formas de agresión. Estas tácticas irían, desde formas de no cooperación, como la huelga general, a la protesta y persuasión, pasando por la desobediencia civil. Existe toda una corriente de investigación a tal efecto que, si bien no es muy conocida, ha demostrado con estudios de casos históricos y propuestas teóricas la efectividad de tales métodos. Los estudios de Gene Sharp, Adam Roberts, Theodor Erbert y otros autores, publicados en la revista británica Peace News, han generado un debate técnico desde los años setenta del siglo pasado en el que han participado incluso investigadores militares (y por supuesto antimilitaristas, como Brian Martin).

Desde el movimiento antimilitarista, a raíz de una intensa actividad ya en

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LAS ALTERNATIVAS DE LA DEFENSA ANTIMILITARISTA

la Primera Guerra Mundial, se ha respondido proponiendo igualmente un sistema de defensa popular, llamado a veces "defensa popular no-violenta" y otras "defensa social". Esto es, para defender a la sociedad de la amenaza de guerra, la cual se manifiesta mucho antes de que llegue a producirse. De este modo se cambian las respuestas habituales a los interrogantes bá­sicos acerca de qué habría que defender, quién habría de defenderlo, cómo habría que defenderlo o, no menos importante, para qué, en la conclusión de que es necesario un nuevo consenso al respecto. Por supuesto, desde la perspectiva antimilitarista se considera la institución militar como el principal agresor a la sociedad, ya que desvía ingentes fondos económicos y consolida situaciones de opresión.

Un ejemplo prototípico es el actual estado de guerra permanente contra el terror islamista. Para Occidente, países como Irán se han convertido en enemigos por sus regímenes políticos, inestabilidad, etc. En Europa en con­creto, el norte de África se ve" como un peligro por su situación sociopolítica y por ser la puerta de entrada de la migración Sur-Norte. Ante esto, se prevén medidas que van desde el despliegue militar in situ (Iraq, Afganistán, Sudán...) o en nuestras fronteras (Ceuta y Melilla) al endurecimiento de las leyes de extranjería. Las medidas tomadas desde esta perspectiva militarista no sólo no solucionan ningún conflicto, sino que lo agravan, pues crean más presión social, más desigualdad, más descontento y todo esto justifica endurecer aún más las medidas tomadas, en una espiral militarista sin fin.

Frente a la respuesta habitual, el antimilitarismo plantea analizar las causas del conflicto para actuar sobre ellas. En el ejemplo que planteamos se abrirían dos líneas de acción: en el exterior, potenciar políticas de coope­ración realmente solidarias, y en el interior potenciar el respeto al diferente y promover el conocimiento mutuo.

En la práctica, la efectividad de las propuestas no-violentas se han ma­nifestado ya en regiones en conflicto (o guerra) como Colombia, Palestina, Iraq, Filipinas o Angola, donde se han puesto en marcha propuestas de proyectos de vida no-violentos evitando tomar partido por alguno de los actores armados y tratando de autogestionar su futuro en una zona alta­mente militarizada.

Antimilitarismo en el postconflicto Diversas redes de mujeres feministas latinoamericanas, serbias, croatas y montenegrinas, israelíes y palestinas (muchas de ellas insertas en la Red Internacional de Mujeres de Negro contra la Guerra) proponen también,

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

para lo que se llama la postguerra y/o el postconflicto, políticas de recons­trucción social frente a lo que exclusivamente proponen los Estados de reconstrucción a secas. Políticas no de leyes de punto final y olvido, sino de verdad, justicia y reparación. Estas propuestas parten de la idea, harto demostrada, de que las mujeres históricamente son las que en esta situa­ción de postguerra/postconflicto han mantenido la ardua tarea de tejer de nuevo las relaciones interpersonales y comunitarias rotas, renunciando a su labor exclusiva de "cuidadoras y de descanso del guerrero", para pasar a realizar la labor de sujetos de la política activa cotidiana. Por lo tanto, estas políticas necesariamente deben contar con las mujeres, auténticas expertas en los procesos de reconstrucción social, y con el resto de personas que, incluso en la situación de guerra, no se han dejado llevar por la barbarie y el sinsentido que genera.

En definitiva, se podría entender la propuesta antimilitarista como una aplicación al ámbito macrosocial de relaciones entre comunidades de lo que diversas corrientes feministas, pacifistas o no-violentas proponen para el ámbito de las relaciones interpersonales. Por eso, el antimilitarismo ha puesto siempre especial atención en la coherencia entre fines y medios, de forma que se tenga muy en cuenta la forma en la que se hacen las cosas. Se trata de actuar con horizontalidad, mediante consenso, detectando actitudes patriarcales y promoviendo la acción no-violenta, como forma de ir transformando poco a poco el paradigma dominante por otro más humano.

Desde esta perspectiva de defensa planteada, en la actual situación de crisis capitalista no queda otra que empezar a hacer evidentes a nuestras sociedades acomodadas sus contradicciones en lo relacionado con la crisis y la defensa de sus poblaciones. Y una buena forma de hacerlo es promo­viendo las actitudes de responsabilidad,'autogestión y desobediencia.

Ante la crisis global actual, una alternativa real y eficaz es acabar con el gasto militar a nivel mundial, pues por un lado se liberarían una gran cantidad de recursos que podrían ser destinados a fines realmente útiles, y por otro, se acabaría con una institución (la militar) que es uno de los pilares y la principal garante del modelo capitalista y explotador que nos toca vivir. Lejos de ser una utopía, la abolición de los ejércitos y el gasto militar se convierten en la única posibilidad de generar una dinámica de relaciones sociales que nos permita vivir en un mundo que no excluya a sus habitantes más frágiles.

Por otro lado, para generar un discurso coherente, práctico y global, se hace inevitable buscar respuestas globales y tejer redes entre movimientos

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LAS ALTERNATIVAS DE LA DEFENSA ANTIMILITARISTA

(ecologista, feminista, economía crítica, antimilitarista, etc.) y entre grupos afines de distintos países, creando redes permanentes como puede ser la European Peace Action, formada por diversos grupos antimilitaristas euro­peos.

Bibliografía recomendada • Colectivo Utopía Contagiosa. "Modelos de defensa y alternativas no-

violentas", en Mambrú, n" 52, primavera 1995.

• Magallón, Carmen. "Hombres y mujeres: el sistema sexo-género y sus implicaciones para la paz", Mientras Tanto, n° 54. mayo-junio 1993.

• Martin, Brian. Uprooting War. Freedom Press, London, 1984

• Martin, Brian. Social Defense, Social Change. Freedom Press, London, 1993.

• Ortega, Pere y Pozo, Alejandro. Noviolenciay Transformación social. Icaria, Barcelona, 2005 .

• Randle, Michael. Resistencia civil. La ciudadanía ante las arbitrariedades de los gobiernos. Paidós Ibérica, 1998.

• Schell, jonhatan. El mundo inconquistable. Poder, no violencia y voluntad popular Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores, Madrid, 2005 .

• VV.AA. Casto militar y alternativas sociales (1997). Colectivo Tritón, 1997.

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Cambio de paradigma energético Francisco Castejón

Doctor en Físicas, investigador en temas de energía y miembro de Ecologistas en Acción.

La necesidad de la energía De todas las actividades que realizamos los humanos, las relacionadas con I la energía son, seguramente tras las militares, las que más impacto ambiental y social ocasionan. Pero, por otro lado, la energía es uno de los factores que han permitido que la calidad de vida haya mejorado para una parte de la humanidad. Sin embargo, otra gran parte de la población mundial no tiene acceso a las ventajas que estos desarrollos nos han traído, si bien sufren algunas de sus desventajas.

El consumo energético per cápita ha aumentado 10:000 veces en los últimos 10.000 años. Este dato ayuda a entender los cambios profundos que se han producido en las tecnologías y las formas de vida, cambios que se han acelerado en los últimos 2 0 0 años tras las sucesivas revoluciones tecnológicas que han tenido lugar. La Revolución Industrial de mediados del siglo XIX, la extensión del uso del automóvil a grandes capas de la población, la mecanización de la agricultura, la urbanización a gran escala y el advenimiento de la sociedad de consumo, son algunos de los hitos que han marcado ese gran aumento del consumo de energía. Todos estos grandes cambios sociales y económicos se han basado, entre otras cosas, en el metabolismo de la energía. Y las ventajas que nos han aportado han venido acompañadas de inconvenientes, tanto de índole ambiental como social.

Hoy en día, en los países industrializados, la energía está detrás de casi todos los bienes y servicios que consumimos y usamos. No tenemos más que pensar en nuestras actividades cotidianas para darnos cuenta de este

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

sencillo hecho: la iluminación y construcción de nuestras propias casas, el transporte hasta nuestro puesto de trabajo, si es que no tenemos la mala suerte de estar desempleados, la ropa que usamos, los ordenadores, etc. Se puede decir sin ambages que nuestro mundo se mueve por la energía. Y su escasez es realmente impopular cuando se produce.

Pero, ¿cuánta energía necesitamos? Se puede demostrar que, a partir de ciertos mínimos, el aumento de consumo energético no aporta un mayor nivel de vida. A veces se produce el efecto contrario: un aumento del consumo viene acompañado de una disminución de la calidad de vida. Si medimos ésta por el Índice de Desarrollo Humano (IDH) y comparamos este índice y el consumo de electricidad per cápita de un país a otro, se ve que existe un gran grupo de países cuyo IDH no aumenta, o incluso disminuye en relación con el consumo. En éstos el consumo va aproxi­madamente desde los 4.000 kWh por persona y año de Portugal, con un IDH de 0,92, al consumo de casi 16.000 kWh de Canadá, con un IDH de 0,95. Es decir, un gran aumento del consumo de electricidad produce una modesta mejora del IDH. Llama la atención el caso de Kuwait, con un consumo similar al de Canadá y con un IDH más bajo (0,88), o los casos de Australia e Irlanda que tienen un IDH casi idéntico (0,95), con consumos muy diferentes, de 10.000 y 6.000 kWh respectivamente.

Sin embargo, los países con consumo e IDH más bajos pueden au­mentar sensiblemente sus niveles de vida con un modesto aumento del consumo. Por ejemplo, China registra un IDH de 0,79 con un consumo de unos 800 kWh por persona y año, en comparación con Marruecos que con un IDH de 0,64 tiene un consumo sólo algo menor, de unos 7 5 0 kWh.

A pesar de que el IDH es una medida imperfecta de la calidad de vida - p o r ejemplo, no tiene en cuenta las desigualdades de rentas-, es una buena indicación estadística del nivel de vida medio de un país que integra varios factores como la educación, la sanidad y la renta. Examinando el IDH de todos los países y sus consumos energéticos, cabe decir que en la actualidad es necesario un mínimo de energía para garantizar los servicios que mantengan los aspectos básicos del bienestar y la civilización, mientras que un aumento grande del consumo energético no supone una mejora significativa del bienestar.

Por tanto, tenemos que intentar construir un nuevo paradigma ener­gético que nos permita disfrutar de las ventajas de la energía, librándonos de sus principales inconvenientes. Pero no nos engañemos, ya podemos anticipar que no hay soluciones mágicas y que cualquier forma de obtener energía tiene impactos.

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CAMBIO DE PARADIGMA ENERGÉTICO

Los impactos de la energía La energía presenta aspectos negativos en forma de impactos ambientales y sociales. Las ventajas que aporta conllevan, por tanto, una serie de gra­ves inconvenientes. El asunto es cómo tener las ventajas que nos aporta el consumo de energía, minimizando los inconvenientes y librándonos de sus servidumbres.

Un problema grave es que nuestro paradigma energético actual está basado en fuentes que se agotarán y que, de hecho, ya empiezan a es­casear. Estas fuentes están, además, mal distribuidas. En la actualidad, la búsqueda de reservas energéticas en forma de petróleo, gas o carbón tiene, por ejemplo, una negativa y poderosa influencia sobre las relaciones inter­nacionales. El control de las reservas energéticas está detrás de numerosos conflictos militares o es un ingrediente poderoso para explicar las políticas internacionales de muchos países.

La necesidad de energía y la escasez de algunas fuentes, la convierten en un gran elemento de negocio en el que participan grandes compañías multinacionales que, a menudo, son capaces de dictar las políticas de los Estados. La necesidad de energía afecta también a la soberanía de los Esta­dos y su dependencia es capaz de minar las mismas bases de la democracia. Las formas concretas en que se genera, transporta y consume la energía, tienen, por tanto, una gran influencia sobre la sociedad.

La ordenación del territorio es uno de los elementos en el que más influye el metabolismo energético. Pensemos en la influencia que sobre el territorio tiene la instalación de grandes centrales generadoras de energía, las grandes concentraciones industriales como las petroquímicas, la minería del carbón, los grandes puertos para el atraque de grandes barcos petrole­ros o metaneros, etc. Un elemento clave en las sociedades industriales es el transporte, especialmente en la época de la globalización. La forma en que nos transportamos deja grandes heridas en el territorio en forma de autovías, aeropuertos y puertos, que debería obligarnos a meditar sobre la necesidad de reducir el transporte hasta lo estrictamente necesario y, sobre todo, a buscar las formas menos dañinas para desplazarnos.

El principal impacto ambiental del consuno energético es el cambio climático originado por los gases de efecto invernadero procedentes de la quema de combustibles fósiles. Y el problema es que aproximadamente el 8 0 % de la energía primaria que consume la humanidad procede de tales sustancias. En primer lugar, la generación de electricidad y el transporte, seguidas por la industria y la agricultura, son las principales actividades res-

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ponsables de las emisiones de gases de efecto invernadero. Y éste es el gran desafío al que debemos enfrentarnos en la construcción de un nuevo para­digma energético. Pero no el único, puesto que el cambio climático no.es el único impacto ambiental de la energía. Debemos considerar, además, las lluvias acidas, la contaminación del aire que respiramos, las mareas negras^ la contaminación de ríos, la destrucción de hábitats naturales, la inundación de valles para construir grandes presas, la minería a cielo abierto, los residuos radiactivos, los accidentes nucleares, etc. Una serie de impactos graves que deben hacernos reflexionar sobre el consumo antes de producirlo.

Mención aparte merece la electricidad, una forma de la energía extre­madamente versátil y muy limpia donde se consume. En la actualidad, sin embargo, la generación de electricidad se realiza con grandes impactos ambientales, puesto que está basada sobre todo en el carbón, el gas, las nucleares y, en menor medida y dependiendo de los países, en las energías renovables. La electricidad ha contribuido de forma decisiva a nuestra for­ma de vida y su disponibilidad marca una gran diferencia entre los países industrializados y los países pobres. En la actualidad existen unos 2.500 millones de personas sin acceso a la electricidad, lo que es una verdadera tragedia y forma parte de la misma injusticia que supone la enorme des­igualdad entre la parte del mundo que vive en la opulencia y la que vive en la miseria.

La construcción del nuevo paradigma La primera reflexión que debemos acometer se refiere a los cambios que el modelo económico debe sufrir para que la sociedad pueda transitar hacia un paradigma energético sostenible. El crecimiento del PIB no debe ser la medida ni el objetivo del desarrolló. Y es obligado tener en cuenta en la contabilidad económica, de alguna manera, los bienes y servicios que obtenemos de la naturaleza. No se puede continuar actuando como si el planeta fuera infinito y, por tanto, las fuentes de recursos y los sumideros de residuos tuvieran coste cero. Por tanto, resulta imprescindible la contención del consumo mediante medidas de ahorro y eficiencia.

Cuando se habla de los problemas energéticos de la humanidad, sin tener en cuenta estos cambios obligatorios, siempre se obtiene un ritmo de aumento del consumo imposible de satisfacer. Ni los combustibles fósiles, ni la energía nuclear, ni las energías renovables serían suficientes para alimentar a una población creciente, con unos niveles de consumo crecientes a los ritmos actuales. Los cambios económicos y sociales han de pasar primero

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por el cambio en la contabilidad que, sin duda, tendrá influencia en las pautas del consumo. La era de la energía abundante y barata está a punto de terminar. Estas son malas noticias, porque la asunción de medidas que asignen a la energía su verdadero precio, sin haber tomado las precauciones necesarias para amortiguar los impactos de estas subidas de precios sobre las capas más pobres de los países industrializados y sobre los países pobres, tendrían unos impactos gravísimos.

La equidad es, por tanto, otro elemento clave de este nuevo paradigma. Los cambios que se produzcan en las formas de obtención de la energía deben ser generalizables a todo el planeta, para que todos sus habitantes disfrutemos de la calidad de vida que la energía nos otorga. El Norte rico debe renunciar a ser una fortaleza de bienestar en la que las poblaciones; de la Periferia se esfuerzan por entrar. Los movimientos migratorios actuales nos muestran a las claras que es ilusorio que nos podamos encerrar en nues­tras fronteras, sobre todo en un mundo globalizado donde la información fluye. Lo más sensato y ético es cooperar con nuestras mejores tecnologías y medios para que toda la humanidad disfrute, en la medida de lo posible, de nuestro bienestar. Pero también son necesarias medidas económicas que protejan a las capas más desfavorecidas de los países industrializados para acometer estos cambios.

El papel de las nuevas tecnologías es básico en el cambio de paradigma energético. Está claro que las tecnologías, según cuáles sean, abren algunas puertas y cierran otras. Pero también lo está que, si aceptamos que se necesitan unas cantidades mínimas de energía, éstas habrán de obtenerse mediante las formas menos impactantes que sea posible. Y la investigación y desarrollo son claves en la búsqueda de estas nuevas tecnologías menos dañinas. Son necesarias técnicas de almacenamiento energético, de elabo­ración de nuevos vectores como el hidrógeno, de ahorro y eficiencia y de fuentes renovables.

El modelo energético deberá basarse en fuentes que sean renovables o virtualmente inagotables para librarnos de la espada de Damocles que supone su agotamiento. Cabe criticar, por ejemplo, la falta de previsión de una sociedad y una industria que, aun conociendo el hecho inevitable de que el petróleo se acabará, sigue construyendo, al gran ritmo que permiten las modernas cadenas de montaje, una enorme cantidad de automóviles y de grandes infraestructuras para que éstos circulen. Incluso se sabe que estamos muy cerca de un máximo de producción, conocido como el pico del petróleo, a partir del cual la oferta no podrá seguir creciendo para satisfacer la demanda.

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1 Podemos disponer aerogeneradores en la tierra y en el mar, donde los vientos son más constantes y, por tanto, la producción es mayor. El impacto mayor de ambos es el paisajístico, puesto que los otros pueden minimizarse con la coloca­ción cuidadosa de los parques.

2 Existen ya tres formas de aprovechamiento de la dispersa energía solar. La foto-voltaica, que genera electricidad directamente y que puede colocarse sobre los tejados de las viviendas, minimizando así su impacto, aunque ha de experimentar alguna ruptura tecnológica para aumentar la eficiencia de sus paneles que permita una bajada de precio. La solar térmica, que proporciona agua caliente sanitaria

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También cabe criticar la propuesta de relanzamiento de la energíají clear de fisión como solución a los problemas aquí señalados. Los residuo radiactivos de alta actividad y la seguridad son dos problemas sin resplve por la industria nuclear, que muestran que esta tecnología es inmadura puesto que se puso en marcha a nivel industrial con problemas técnico* abiertos. Además, el uranio es no renovable, con lo que también terminará, por agotarse, y las soluciones que se ponen sobre la mesa para evitar esta limitación, como el reproceso de residuos, tienen a su vez el inconveniente de ser tecnologías de doble uso militar y civil, que contribuirían a generar un mundo más inseguro. Es inoportuno invertir en esta fuente de energía tan problemática las grandes cantidades de fondos que requiere.

La fusión es una tecnología nuclear que carece de estos dos problemas fundamentales de la fisión: no genera residuos de alta actividad y los futuros reactores son intrínsecamente seguros, aunque sí generarán residuos de media y baja. Otra desventaja es que almacenarán una pequeña cantidad de tritio, material débilmente radiactivo, y que estarán basados en tecno­logías caras y complejas. El esquema de generación es centralizado, pues todo hace pensar que los reactores habrán de ser de gran tamaño para resultar rentables. Los reactores de fusión están aún en fase experimental y se prevé que no producirán electricidad de uso comercial hasta mediados de este siglo. No es descabellado que estos reactores formen parte del nuevo paradigma energético. Sin embargo, tienen sus propios impactos ambientales y será la sociedad futura quien decidirá si éstos se compensan por la electricidad producida.

Así pues, es. imprescindible la sustitución de las energías no renova­bles, en las que en su mayor parte se basa nuestro consumo, por otras fuentes energéticas renovables. Actualmente existe ya una panoplia de fuentes renovables que están teniendo una buena aportación en la cesta energética de países como España. Una buena combinación de eólica terrestre y mar ina ' , de las diferentes energías solares 2 , de la

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biomasa 3}. de la geotérmica y de las energías mar inas 4 podrían cubrir una gran parte del suministro.

Las energías renovables tienen la característica de enmarcarse bien en el paradigma de la generación distribuida, donde las fuentes están muy próxi­mas a los lugares de consumo. Con dos grandes ventajas, la disminución de las pérdidas de transporte y el hecho de que los impactos estén cerca de quien disfruta de la energía. Está claro que si veo físicamente que el aumento de mi consumo supone, por ejemplo, la instalación de un nuevo aerogenerador en las montañas cercanas de mi ciudad, pensaré antes si me compensa. La generación distribuida tiene un gran potencial gracias a las nuevas tecnologías de control de redes eléctricas. Cuando se escriben estas líneas, ya se han registrado aportaciones punta de casi el 4 5 % en la red eléctrica española en varias ocasiones. Si bien estas aportaciones se han producido durante poco tiempo y en horas de baja demanda, se ha demostrado que el sistema eléctrico, con los nuevos sistemas de control, resiste perfectamente una gran aportación eólica, en contra de lo que se había anunciado.

En la actualidad, las renovables todavía son más caras que las energías convencionales, medidos sus costes por los imperfectos sistemas del merca­do que, como se ha comentado, no contabilizan los impactos ambientales. Sin embargo, incluso aunque no se modifique esta contabilidad como sería deseable, a medida que los combustibles fósiles escaseen y que las

y calefacción y podría generar ahorros del 30% del consumo doméstico. Final­mente, la energía solar termoeléctrica de torres o paraboloides, que calienta un fluido a gran temperatura con el que se produce electricidad.

3 La biomasa no es más que el aprovechamiento de la energía solar previamente capturada por los seres vivos. De entrada la eficiencia global será menor que la de las otras solares, puesto que la fotosíntesis es un proceso menos eficiente en la captura de energía que los paneles solares. La finalidad de la fotosíntesis es generar vida: convertir materia inorgánica en orgánica. La biomasa ha de aprovecharse con gran cuidado para no perder energía en su ciclo vital y para no generar excesivos daños ambientales. Tiene la gran ventaja de que no es intermitente: se puede almacenar como se hace con el carbón o el petróleo. Podemos usarla para generar electricidad o en forma de biocombustibles para el transporte. De éstos deberían usarse los de segunda generación cuando estén disponibles, puesto que presentan eficiencias energéticas globales similares a los de algunos petróleos.

4 Las energías marinas son las que se obtienen de las olas y de las mareas. Las primeras están todavía en fase de prototipo y con las segundas tenemos que tener cuidado con los tipos de centrales basados en grandes presas y sus impactos sobre algunos grandes estuarios.

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tecnologías renovables avancen, esta correlación de precios se invertirá si ninguna duda.

El principal inconveniente que se les puede poner a las renovables e su intermitencia: no necesariamente van a estar disponibles cuando se jas necesita. Aunque la gestión de la demanda puede ayudar a paliar este problema, sería imposible un suministro completo basado en las renovables sin un avance en las tecnologías de almacenamiento 5 .

Como conclusión de este capítulo cabe decir que el cambio de paradig­ma energético es necesario y posible. Los cambios económicos y sociales necesarios para que se produzca son de gran calado. Es necesario proteger a las capas más débiles de la población, tanto de los países pobres como de los industrializados. Pero también es imprescindible cambiar la escala de valores de la sociedad y hacer que la austeridad y el respeto por la na­turaleza pase a formar parte de las prioridades. Además, resulta necesario el desarrollo de una serie de tecnologías, algunas de las cuales ya están disponibles. Deberían intensificarse los esfuerzos de investigación en estas tecnologías que nos han de proporcionar la base del nuevo modelo.

Bibliografía recomendada • Puig, Josep y Coraminas, (oaquim. La ruta de la energía. Anthropos,

1990.

• Castejón, Francisco. ¿Vuelven las Nucleares? Talasa, Madrid, 2004 .

• Lucena, Antonio. Energías alternativas y tradicionales. Talasa, Madrid, 1998.

• Ruiz, Valeriano. El reto energético. Almuzara, Córdoba, 2006 .

5 En la actualidad existen ya sistemas a base de sales que permitirían almacenar varios MW de potencia durante 8 horas, lo que habilitaría las centrales termo­eléctricas para salvar las noches. Además, el hidrógeno, que puede ser también producido con renovables, será un excelente vector energético, una vez que se avance en técnicas para su almacenamiento.

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Menos transporte: los desafíos de la proximidad

Paco Segura Coordinador del Área de Transporte de Ecologistas en Acción

A Antonio Estevan

Pocas cosas han cambiado tanto en las últimas décadas como nuestra ¡ capacidad de desplazar personas o mercancías, gracias a los medios i motorizados. Basta pensar que hasta hace poco más de un siglo la única manera de desplazarse horizontalmente o de acarrear cargas en el medio terrestre estaba supeditada al esfuerzo muscular de personas o animales. Esto cambió de forma drástica primero con la introducción del ferrocarril, luego con el automóvil y su generalización en la sociedad occidental, y por último con el avión.

La movilidad (concepto que se refiere al número de desplazamientos y a la distancia recorrida) goza de un gran prestigio en nuestra sociedad, hasta el punto que se considera un rasgo distintivo de la misma y toda una con­quista social. Así que todo son parabienes y felicitaciones por el imparable crecimiento de la movilidad motorizada, de modo que parece impensable un futuro en el que el binomio más rápido/más lejos no continúe su ritmo ascendente 1 .

Pero pagamos un alto precio por esta gran movilidad, aunque a menudo no lo consideremos como contrapartida a las ventajas del aumento del trans­porte. Así, el transporte es el principal consumidor de petróleo; genera una

I Elena Díaz. "¿Transporte o cercanía?" En Ecologista-Letra A-Libre Pensamiento, invierno 2006/2007.

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cuarta parte de las emisiones de C 0 2 en España, y es el sector donde m están creciendo sin aparente control. Pero además, es.el'mayor responso de-la-pérdida de habitabilidad demuestras ciudades: mala calidad del air ruido, falta de espacio, etc. Sin olvidar los accidentes de tráfico, que a pesa de su notoria reducción, en 2 0 0 8 aún supusieron cerca de 3.000 fallecidos en las carreteras y ciudades del Estado. Por otro lado, las infraestructuras de transporte - a cuya construcción dedicamos una desmesurada cantidad de fondos- ocupan zonas fértiles y fragmentan nuestro territorio, haciendo que pierda biodiversidad y valor paisajístico.

¿Qué ganamos a cambio? Ganamos velocidad y supuestamente tiempo; aunque si lo pensamos más detenidamente, las cosas no son tan claras. El transporte motorizado permite recorrer más distancia en menos tiempo, lo que ha supuesto la expansión de la urbanización a lugares cada vez más alejados de los centros urbanos y ha creado un tipo de poblamiento muy extendido sobre el territorio, conectado por carreteras y vías rápidas, por medio de las cuales se accede a urbanizaciones, centros comerciales, empresas, servicios, lugares de ocio, etc. Esta expansión de la urbanización ha aumentado las distancias que tenemos que recorrer cada día y el tiempo empleado en transportarnos. Así que vamos más rápido, pero tardamos más porque todo está más lejos2.

No es de extrañar el continuo crecimiento del transporte si tenemos en cuenta la magnitud de las fuerzas que lo impulsan. Por un lado, está el transporte internacional de mercancías, que viene creciendo a un ritmo que durante la última década ha duplicado al aumento del P1B mundial. Sin este transporte masivo de todo tipo de objetos y materias no sería posible la economía capitalista globalizada que prolifera en la práctica totalidad del planeta. Por otro lado, está la gran cantidad de viajes moto­rizados a los que nos obliga cada día nuestro modelo urbanístico disperso. Y también destaca el incremento de los viajes de turistas a larga distancia, que ya suponen unos 8 5 0 millones de desplazamientos internacionales cada año.

¿Movilidad sostenible? La creciente conciencia sobre los impactos del transporte ha puesto de moda las alusiones a una imprecisa movilidad sostenible. Muchas de las estra­tegias para disminuir la insostenibilidad del transporte se mencionan desde

2 Elena Díaz: obra citada.

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MENOS TRANSPORTE: LOS DESAFÍOS DE LA PROXIMIDAD

hace tiempo y no dejan de ser repetidas en todo tipo de libros verdes, libros blancos, estrategias de movilidad sostenible y demás documentos que se prodigan en todos los ámbitos, desde el internacional al local. Pero no se llevan a la práctica aquellas más relevantes, que no son otras que las que tienen que ver con una reducción del transporte. Sin olvidar que buena parte de los planes que nos han llevado a esta situación tan insostenible, como el PEIT3, utilizan la movilidad sostenible como coartada.

Entre las estrategias de aplicación de la movilidad sostenible, durante t iempo se ha intentado (en rigor han sido más declaraciones que intentos reales) desacoplar el crecimiento económico del aumento del transporte, algo condenado al fracaso si no cambia el modelo de producción-consumo actual, en el que el crecimiento de la economía necesita del incremento continuo del transporte de mercancías y personas.

Por otro lado, buena parte de las esperanzas para la consecución de una movilidad sostenible se ponen en la tecnología, con el énfasis en las mejoras de eficiencia. Pero es difícil que así cambie drásticamente la situación de insostenibilidad del transporte. Es improbable, por ejemplo, que la apuesta por el coche eléctrico - m á s allá de alguna mejora en las emisiones contaminantes en c iudad - cambie muchas cosas a mejor, es decir, que reduzca nuestra movilidad, la dispersión urbanística o la necesidad de más y más infraestructuras y de materiales en la construc­ción de vehículos. Más bien será al contrario si hacemos caso de quienes vaticinan que pasaremos de los más de 8 0 0 millones de coches que hoy existen en el m u n d o a nada menos que 3.000 millones en 2 0 5 0 . Lo mismo cabe decir de los agrocombustibles: independientemente de su mayor o menor eficacia en la reducción de emisiones de C 0 2

y de otros graves problemas ambientales y sociales, no propiciarán un cambio de modelo que reduzca significativamente la insostenibilidad del transporte.

En cuanto a la fiscalidad como camino hacia la movilidad sostenible, hay que ser conscientes de sus limitaciones en las condiciones actuales, donde unos mayores impuestos - aunque su implantación sea deseable- no tendrían demasiada repercusión, por ejemplo, en buena parte del comercio internacional de mercancías, si bien podrían reducir el movimiento de pro­ductos de escaso valor añadido en relación a su masa. Si transportar una

3 PEIT, Plan Estratégico de Infraestructuras de Transporte 2005-2020, del Minis­terio de Fomento. Para una crítica al PEIT ver: Segura, Paco. "El PEIT, echando gasolina al fuego". El Ecologista n° 43, primavera 2005.

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camisa desde China hasta Europa cuesta diez céntimos de euro, no paree que ni aunque se triplicara el precio del transporte las cosas cambien d forma notoria 4.

En definitiva, lo que necesitamos con urgencia es menos y mejo transporte, no llamadas vacias a la movilidad sostenible sin ambición" d cambiar el statu quo. El camino razonable va, pues, en la dirección de crear proximidad y reducir el transporte.

Crear cercanía y accesibilidad La disyuntiva pasa por seguir aumentando la movilidad para hacer accesi­bles lugares más lejanos, ocupando cada vez más territorio e incrementando los impactos, o aumentar la accesibilidad para conseguir que las necesidades cotidianas se puedan resolver en un entorno cercano, en lo posible andan­do, reduciendo el uso de los medios motorizados.

De esta manera el objetivo central de toda política de transportes de orientación ecológica, que persiga la reducción de la movilidad moto­rizada y, por tanto, de la carga de transporte sobre el medio ambiente, manteniendo o mejorando al mismo tiempo la accesibilidad, tiene que ser necesariamente la creación de proximidad o cercanía.

Es difícil explicarlo mejor que como lo hizo Antonio Estevan hace ya 15 años 5 , con su habitual lucidez analítica. Sirvan estos párrafos que se transcriben a continuación como homenaje a su impagable labor en la tarea de desvelar las falacias del modelo de transporte en el que estamos inmersos.

"La creación de proximidad en todos los planos personales, sociales y económicos es la única estrategia de fondo capaz de instaurar un proceso de aproximación continua hacia la plena compatibilización ecológica del transporte. La creación de proximidad no es simple­mente un nuevo conjunto de técnicas de planificación territorial, por más que estas técnicas sean ciertamente necesarias y urgente su desarrollo y aplicación. Es, sobre todo, una concepción global de la organización de las relaciones humanas, y también un criterio

4 Antonio Estevan: "Los límites ambientales de la movilidad". En Fundado Mobilität Sostenible y Segura. Mobilitats 2008. Realidades, tendencias y retos de la movilidad en Cataluña, julio 2008.

5 Antonio Estevan: "Contra transporte, cercanía" Archipiélago n° 18-19, invierno 1994.

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MENOS TRANSPORTE: LOS DESAFÍOS DE LA PROXIMIDAD

rector de la conducta individual, aplicable a todos los ámbitos de la existencia. La creación de proximidad presenta, obviamente, im­portantes implicaciones económicas. Exige avanzar hacia sistemas económicos autocentrados, bien adaptados a sus condicionantes ecológicos, especializados en la satisfacción eficiente de necesidades a partir de los recursos locales, refinados en la obtención y en el buen aprovechamiento de los bienes mas masivos o más dependientes del transporte: agua, energía, alimentos, materiales de construcción... Exige también otras formas de utilizar los objetos y de establecer las preferencias entre ellos, valorando y agotando su durabilidad, apre­ciando la cercanía del origen de las cosas, y su grado de vinculación a la propia cultura. Presenta también importantes implicaciones so­ciales. Revaloriza los comportamientos y las redes de apoyo mutuo y de solidaridad inmediata. Facilita el intercambio directo de bienes y servicios y la resolución de múltiples necesidades en el seno de los diversos círculos a los que se extienden las relaciones persona­les. Conlleva la aceptación de múltiples responsabilidades sociales y ambientales compartidas en el plano local. Cuestiona la validez y aun la viabilidad a largo plazo de las grandes estructuras sociales centralizadas verticalmente y desarticuladas en el plano horizontal, en sus diversas expresiones territoriales (metrópolis), productivas (grandes corporaciones) o burocráticas.

"[...] El concepto de creación de proximidad [...] no contiene nada de aislamiento personal o social, ni mucho menos de retroceso histórico - u n concepto imposible-, ni de estancamiento, ni de declive técnico, económico o cultural. Antes al contrario, la construcción de sociedades capaces de alcanzar la plena adaptación a su propio sustrato físico y el máximo disfrute de lo cercano, de establecer nuevas formas de interconexión con lo lejano tan satisfactorias como compatibles, y de conciliar ambos logros en sistemas indefinidamente estables y en continuo perfeccionamiento material y moral, constituye un empeño mucho más arduo y que requiere mucho más esfuerzo e inteligencia humana que la lucha en la batalla de la competitividad por un puesto de honor en la economía global capitalista, para rodar con ella hacia el abismo ecológico.

"[.. .1 La reorganización de las economías y las sociedades desarrolla­das para cortar el insostenible proceso de globalización que ellas mismas han desencadenado, y para instaurar en su lugar la creación sistemática de proximidad y cercanía, constituye un debate prácticamente por

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comenzar, que promete ser uno de los más vivos y complejos de los muchos que ha suscitado el ecologismo" 6.

Bibliografía recomendada • Agencia Europea de Medio Ambiente. Transport at a crossroads. TERM

2008: indicators tracking transport and the environment in the European Union. 2009 . Los informes TERM de cada año están disponibles en www.eea.europa.eu

• Estevan, Antonio y Sanz, Alfonso. Hacia la reconversión ecológica del transporte en España. Catarata y Bakeaz, 1996. El libro, agotado, se p u e d e consultar en www.bakeaz.org/es/publicaciones/mostrar/95-hacia-reconversi

• Estevan, Antonio. La enfermedad del transporte, www.ciudad-derechos. org/espanol/pdf/eed.pdf

• Kuneman, Gijs. Toward More Sensible Decision Making on Infrastructure Building. Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente, T&E, 1997. http://www.transportenvironment.org/Publications/prep_hand_ out/lid.TO

• Serrano, Antonio. Cambio Global España 2020. Programa Transporte. Informe Base. Universidad Complutense y Fundicot. 2009 . Consultable en: www.fundicot.org

• Sledsens, Ton (Coord.). Transport and the Economy, the Myths and the Facts. Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente, T&E, die 2001 . www.transportenvironment .org/docs/Publ icat ions/2002%20 Pubs/BrochureMyths.pdf

6 Antonio Estevan: "Contra transporte..." Obra citada.

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Consumo crítico: límites a la bulimia social

María González Reyes Miembro de ConsumeHastaMorir

y coordinadora del Área de Consumo de Ecologistas en Acción

Un modelo de consumo que se sostiene a base de crear desigualdades y destruir Vivimos en una sociedad que ha sustituido las vías públicas por calles priva­das cargadas de publicidad, donde los transeúntes se convierten en audien­cias y donde las ciudades cada vez se parecen más a gigantescos centros comerciales. En los últimos tiempos se ha producido una mercantilización de'casi cualquier aspecto de nuestra vida: el agua que antes era gratuita ahora nos la venden empaquetada en botellitas individuales, la diversión pasa por gastar dinero en lo que la industria del ocio marca como última tendencia, y ya no cuidamos a nuestros mayores sino que pagamos a otros para que lo hagan.,Cualquier.cosa es susceptible de producirse, venderse, .desearse y comprarse.

La ideología dominante promueve el consumismo porque lo necesita para que el sistema se siga manteniendo, de modo que se sustituyen las identidades locales por una identidad global basada en el consumo. Como resultado, las sociedades del Norte están formadas por individuos cada vez más hedonistas, individualistas, despreocupados y egoístas.

De este modo, el consumo se ha convertido en la manera que el sis­tema capitalista impone para resolver las necesidades humanas, aunque éstas puedan ser resueltas de otros muchos modos. Dado que este sistema económico es insaciable en cuanto a la acumulación de capital se refiere, el límite en el consumo no lo marcan las necesidades de los consumidores y consumidoras, sino su capacidad de gasto y endeudamiento. El consumo

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se convierte en un fin en sí mismo, una medida de cumplimiento de los proyectos vitales y un hecho que sustenta y da sentido a la vida contem­poránea.

En este sentido, el modelo de consumo de los países del Norte es insostenible en su esencia: en un planeta de recursos limitados, la ¡dea de un consumo sin límites no puede sostenerse. Desde una perspectiva económica, cuestionarlo equivale a poner de manifiesto que la doctrina del crecimiento infinito es la responsable directa de la crisis ambiental y las desigualdades sociales. Desde un enfoque sociocultural, la crítica colisiona con uno de los pilares de socialización e identidad globalizada de la clase consumidora.

La filosofía sobre la que se sustenta la globalización neoliberal (el de­recho inalienable del empresariado a maximizar sus beneficios) implica la construcción paralela de la idea de que el consumismo es también un derecho social, una forma de democracia. Esta ideología de mercado ha separado la co-evolución entre las personas y los ecosistemas, y ha produ­cido una desarticulación de las estructuras socioeconómicas, culturales y ecológicas tradicionales.

Consumir desde una mirada crítica El consumo crítico se basa en reflexionar sobre nuestra manera de vivir, comprar, usar y tirar, así como en repensar y cuestionar el conjunto de ideas y valores que sustentan y legitiman el sistema económico actual. De este modo el acto de consumo se convierte en un acto político consciente que sirve para transformar las cosas.

Frente a la lógica del consumismo, supone transmitir la idea de que el sistema de consumo está acabando con la vida. Por lo tanto el consumo crítico plantea, en primer término, la necesidad de realizar una disminución drástica del consumo y la construcción de nuevos paradigmas de compor­tamiento que incorporen la idea de decrecer en la capacidad de producir y consumir: vivir mejor con menos. También resulta necesario reasociar las decisiones de compra a las necesidades de las personas, así como idear alternativas para satisfacerlas sin pasar necesariamente por la condición de gastar dinero.

En este sentido, aunque cambiar los hábitos personales es importante, la solución real sólo será eficaz si estos actos individuales van acompañados de procesos colectivos que persigan una acción política. Se trata de crear una clase consumidora que sepa moverse de modo colectivo y consciente,

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CONSUMO CRITICO: LIMITES A LA BULIMIA SOCIAL

y que trabaje para salir de la religión de la economía del crecimiento. En este contexto, para generar alternativas se hace necesario establecer

criterios que aporten coherencia práctica a la crítica política. Estos criterios han de enmarcarse en los principios de la biomímesis (imitar a la natu­raleza): cerrar los ciclos de la materia, consumir y producir residuos en función de las capacidades naturales, centrar la producción y el consumo en lo local, basar la obtención de energía en el sol, potenciar una alta di­versidad e interconexión biológica y humana, acoplar nuestra velocidad a la de los ecosistemas y aplicar el principio de precaución. Estas son las bases a partir de las cuales comenzar a actuar desde lo colectivo para construir un modo de relación con el entorno en el que la economía no ocupe la centralidad.

El'Consumo crítico supone, por lo ; tanto, analizar el ciclo de vida de aquello que adquirimos: qué recursos han sido necesarios extraer, cómo se\ha producido, cuál ha sido su cadena de distribución y qué ocurre con el residuo generado una vez que se consume.

Por ello, desde esta mirada también es importante comenzar a plantearse la necesidad de saber cómo y por quién han sido producidas y distribui­das las cosas que consumimos. Saber si los beneficios de lo que pagamos por el producto se reparten de manera justa a lo largo de la cadena de producción, y si esta cadena es demasiado larga para ser sostenible. Así, es interesante valorar si el criterio más importante a la hora de comprar es el precio, y si los productos alternativos son caros o es que los convencionales son demasiado baratos.

Por otro lado, la gran distribución se ha ido imponiendo como referente en el modelo de consumo actual, especialmente en el caso de alimentos y productos de primera necesidad. En el Estado español, ocho de cada diez personas compran sus alimentos en estos establecimientos, y sólo cinco empresas distribuidoras minoristas 1 controlan más del 50% de la produc­ción alimentaria 2.

En las últimas décadas, las empresas transnacionales, entre las que se encuentran las grandes cadenas de supermercados, han venido creciendo no sólo en tamaño, sino también en influencia económica, social y política. Por eso, hoy ya se han convertido en los principales exponentes del proceso de globalización neoliberal, con efectos devastadores sobre la sostenibilidad ambiental, la distribución de la riqueza y la soberanía alimentaria de los

1 El Corte Inglés, Mercadona, Carrefour, Eroski, Auchan-Alcampo 2 Fuente: IDEAS: Boletín n° 15. Septiembre 2006.

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pueblos. Y, por último, es importante tener en cuenta que el ciclo de vida de un

producto no termina cuando lo hemos consumido: hay que analizar oye ocurre con el residuo que se genera. En este sentido, se hace muy necesario evitar la comercialización de productos sobreempaquetados y luchar contra la cultura del usar y tirar, que son los factores que más han incrementado los niveles de residuos derivados del consumo.

El consumo crítico como alternativa A partir de estas ideas, se están construyendo y expandiendo una variedad de alternativas que promueven un consumo crítico, consciente y sostenible. Sustentados en los criterios de la economía ecológica, están en marcha proyectos que, a pequeña escala, ensayan prácticas de consumo social y ambientalmente responsables. Estas alternativas están cada vez más pre­sentes y sus propuestas ponen en entredicho el sistema de producción, distribución, financiación y consumo, y conllevan una profunda crítica a sus consecuencias: el comercio actual no es justo ni equitativo, la banca convencional no es ética y la industria de la alimentación intensiva no es sostenible.

Cada uno de estos proyectos nace a partir de objetivos distintos, pero comparten su riqueza a la hora de señalar posibles soluciones a los proble­mas del modelo de consumo vigente. Así, las cooperativas autogestionadas de consumo de productos ecológicos son una iniciativa ciudadana que fomenta el trato directo entre quienes ejercen el consumo crítico y quienes se dedican a la producción sostenible, además de generar una cultura de cooperación local y regenerar las relaciones sociales y comerciales que las grandes superficies han deteriorado. Vale la pena comprobar que, actual­mente, existen unos 200 grupos de este tipo repartidos por todo el territorio español, que han crecido exponencialmente en cantidad, articulación y eficacia logística.

También las cooperativas de trueque crean redes ciudadanas que inter­cambian bienes y servicios, cuestionando la cultura de la competitividad y el economicismo del comercio convencional. Son proyectos basados en la cooperación y la ayuda mutua, alternando la esencia monetarista del sistema de intercambios.

En un sistema en el que más del 9 0 % de los recursos naturales em­pleados se transforman en desechos, destacan diferentes iniciativas que apuestan por la recuperación de residuos que, una vez tratados, vuelven

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Page 207: Claves Del Ecologismo Social

CONSUMO CRITICO: LIMITES A LA BULIMIA SOCIAL

al mercado. Los proyectos de reutilización como las tiendas gratis o libres van en la misma línea: son espacios de gestión colectiva que recogen pro­ductos textiles para ofrecerlos de forma gratuita, partiendo de una crítica a la industria de la moda, a la tiranía de la obsolescencia acelerada y a la deslocalización de las actividades productivas hacia las zonas periféricas, donde los costes laborales son menores y hay una mayor permisividad ambiental.

De la reutilización y del reciclaje nacen igualmente propuestas de bri-colaje social, que reeducan a las consumidoras y consumidores en la repa­ración y el arreglo de muebles, electrodomésticos y demás productos que habitualmente son considerados basura antes de tiempo. Y este modelo de aprendizaje se ha extendido a muchos otros bienes, como pequeñas viviendas, productos de elaboración natural y alimentos artesanales.

En definitiva, propuestas como éstas, u otras similares que se basen en los mismos principios, suponen una apuesta por la innovación y la creati­vidad y tienen sus raíces en procesos colectivos y participativos, por lo que comparten no sólo una mirada crítica al consumismo, sino también una esencia propositiva para que pueda hacerse efectiva una transformación del modelo de sociedad en que vivimos.

El consumo como acto colectivo de cambio Ante las crisis que recorre el planeta, el discurso económico busca una única opción: reactivar el consumo como vía para retomar la senda del crecimiento infinito. Esta huida hacia delante viene dada por la necesidad de las élites económicas de perpetuar un sistema que les permite concen­trar la riqueza.

La propuesta neoliberal parte de su propia esencia contradictoria: ante el colapso social, ambiental y financiero propone seguir alimentando el mismo modelo de vida, de producción, de acumulación, de distribución, de movilidad y de consumo que ha creado el problema.

Por todo ello urge la búsqueda de alternativas, y nuestra propuesta se sustenta en crear un estilo de vida que apueste por recuperar el valor de lo colectivo, de la sencillez, la diversidad, lo duradero y lo lento, que dé prioridad a los procesos de reproducción frente a la hegemonía de la pro­ducción, que privilegie el equilibrio frente al crecimiento y el uso frente a la posesión. Un modelo de consumo comunitario y de cercanía, donde la construcción de la cultura y la identidad no se basen en la adquisición de bienes de consumo.

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Page 208: Claves Del Ecologismo Social

III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

En este sentido, el ejercicio de un consumo crítico, consciente y res­ponsable requerirá de una transformación de la conciencia colectiva, de la aplicación de nuevos criterios para la toma de decisiones de compra, de acciones políticas que promuevan un cambio del sistema y de la potencia­ción de aquellas alternativas que rompan con el paradigma del crecimiento económico y del máximo beneficio en el mínimo plazo.

Bibliografía recomendada • Klein, Naomi. No Logo. Paidós, 2001.

• López García, Daniel y López López, |, A. Con la comida no se juega. Traficantes de Sueños, 2004 .

• Lodeiro, Toni. Consumir menos, vivir mejor. Txalaparta, 2008 .

• Alonso, Luis Enrique. La era del consumo. Siglo XXI, 2006 .

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Page 209: Claves Del Ecologismo Social

La batalla del lenguaje: toponimia de la resistencia

José Vicente Barcia Magaz Responsable de Prensa y Comunicación de Ecologistas en Acción

y miembro del instituto de Periodismo Preventivo y Análisis Internacional

"Una historia sólo merece ser contada cuando las palabras no pueden agotar su sentido"

Julián Ríos

La batalla continúa. El planeta y sus habitantes están en peligro y las conse­cuencias son cada vez más difíciles de soslayar. Los actores, perpetuadores del sistema frente a preservadores, colisionan, afilan prácticas, argumentos y estrategias, donde el̂ lenguaje es otro lugar de confrontación entre los que quieren perpetuar un modelo de colapso social y ambiental, y aquellos movimientos sociales que, como el ecologismo social, proponen una crítica profunda y una alternativa transformadora que preserve las condiciones para una" vida digna y sostenible.

Desmaterialización de la realidad El gigante capitalista, desbocado y sin límites tras la caída del Muro de Berlín, implementa sus tácticas de control para poder perpetuarse, acuciado como está, por el peso de sus propias contradicciones.

Envejecido, rígido y anquilosado, el capitalismo comienza a ser cons­ciente del límite de su plasticidad. A la serpiente dorada ya le quedan pocas pieles que mudar. Por ello, juega y apuesta denodadamente por la transformación del alma colectiva 1, utilizando para ello una vasta panoplia

1 Un conjunto de estrategias que funcionarán en un doble sentido: como meca-

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

de mecanismos y tecnologías de la comunicación.

J • Revitaliza y actualiza e\ concepto .de alienación, reduciendo el interés

público al artificio del espectáculo, culminándose de este modo una

auténtica cultura de la anestesia 2.

• Construye una agenda Setting^ en la que se controlan los flujos

temáticos y en la que quizá no se diga directamente lo que se tiene

que pensar, pero sí se persuade colectivamente para que se acepten los

temas sobre los que hay que hacerlo.

• Los medios de comunicación son pieza fundamental en toda esta

estrategia, proponiendo un tratamiento informativo que responde

prioritariamente a una estructura de producción económica en un

,v contexto capitalista:­máximo beneficio al mínimo coste y én el me­

/У дог t i empo posible. De lo que se deriva una lógica informativa en la

que se selecciona lo que se emite y lo que se omite, despachando los

mensajes de la disidencia con informaciones superficiales en las que se

obvian las causas y los agentes de solución, fabricándose una imagen

estereotipada que tiene como objetivo generar un cordón sanitario en

torno a esa resistencia.

• Además, se articula toda una ingeniería del ruido, que somete el

silencio necesario al pensamiento creativo a un continuo abordaje coti­

diano de miles de estímulos informativos de toda naturaleza, generando

necesariamente una percepción social confusa.

• A todo lo cual, hay que añadir otro elemento esencial: el sistemático

deterioro democrático, propio de una sociedad a la que se adiestra para

adorar las nuevas tecnologías de la información, asumiendo de manera

automática las limitaciones y determinaciones de estas tecnologías en el

contenido de las informaciones. Hay que añadir además, lo que algunos

expertos han definido como sondeocracia4. Es decir, dha democracia

nismo de arrastre y derribo de lo que no puede ser metabolizado por d sjstema,

o como forja de un pacto de consentimiento entre una parte de la población y

quienes gobiernan. Esto último, como resultante de lo que Ramón Fernández

Duran denomina "conquista del Alma".

2 La actualización de la alienación que Fernando Cembranos precisa a través de

una de sus acuñaciones: "escapada virtual".

3 La teoría de la agenda Setting (McCombs y Shaw), subraya la importancia de los

medios sobre la opinión pública y la capacidad que éstos tienen para modelarla a

partir de la selección de los temas que son noticiables, en detrimento de aquellos

que se ignoran.

4 Lo que a juicio de expertos en opinión pública y comunicación política, como

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Page 211: Claves Del Ecologismo Social

LA BATALLA DEL LENGUAJE: TOPONIMIA DE LA RESISTENCIA

b a s u r a ' q u e descansa, sobre todo, en las nuevas tecnologías y donde se interroga al sujeto sobre realidades descontextualizadas o banales, utilizándose además en un doble sentido: como arma arrojadiza en la confrontación partidaria y, también, como afianzamiento de un pacto tácito de consentimiento. Sin embargo, todas estas formas de control, y otras muchas, no podrían

ser posibles sin la apropiación del lenguaje. Sentencia Borges desde su formidable El Informe de Brodie, que no hay palabra simple, ya<jue hasta el más ínfimo vocablo invoca la.complejidad del-universo. Una complejidad en la que el capitalismo ha usado las palabras para vaciarlas de sus signifi­cados primigenios, convirtiéndolas en la infantería pedagógica del engaño o la resignación. De este modo, resulta fácil percibir cómo se ha roto la línea, que para todos los comunicólogos debiera ser sagrada, que une el significante con el significado y, por tanto, la palabra con la realidad.

La presunta desmaterialización de la economía, tan denunciada por los economistas ecológicos 5, es una rama más de una filosofía sistémica que ha fijado como otro de sus mayores objetivos modificar el mapa cognitivo colectivo a través de la desmaterialización de la realidad en su conjunto. Así, el capitalismo ha alejado de manera decidida la palabra de su significado, manteniendo la etiqueta sintáctica pero haciendo trampa en su designación semántica. Ejemplos de lo anterior son términos como libertad, democracia, desarrollo, terrorismo, radicalidad... que designan conceptos acuñados interesadamente y que tienden a reflejar polaridades simplistas:

• Utopías prefabricadas por Occidente para un consumo global (ya sea real o deseado). • Enemigos caricaturizados y sentidos desde un miedo colectivo, inducido por los perpetuadores del sistema.

El lenguaje de la preservación En oposición a todo lo anterior, el ecologismo social articula su discurso y sus prácticas a través de un lenguaje que posibilita la toma de conciencia, a partir de análisis rigurosos y contrastados sobre la realidad de las condi-

M a. Lourdes Vinuesa, puede socavar el concepto de democracia en favor de otros sucedáneos.

5 La desmaterialización se idea como trampa para masas, pero es claro que el poder del sistema radica en el dominio de la psicología de las masas y, sobre todo, en el control de los recursos naturales, lo que es bien físico y palpable.

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

dones de vida pasadas, presentes y de futuro 6 . Ante la deconstrucción de la realidad que opera el sistema, disociando

causas y consecuencias, el planteamiento del ecologismo social estriba en la interconexión de todas las facetas de la realidad, lo que aporta una perspectiva de coherencia compleja y profunda a todas las alternativas que desde este movimiento se proponen.

Se trata, en definitiva, de desmitificar la realidad, desnudándola de simbolismos estériles, para descubrir el contexto donde se muestran las causas, las consecuencias, las formas de dominación, las alternativas y los agentes de solución.

Algunos conceptos que podrían definir el espíritu del ecologismo social son:

• La memoria: la memoria de la tierra y sus gentes. La memoria como materia prima, junto a la experiencia, del aprendizaje colectivo. Memoria de los atajos que no son ciertos 7. Memoria de la posibilidades rotas... y también memoria de los logros históricos. • La autenticidad: el vínculo inquebrantable entre la teoría y la prác­tica. El aval del compromiso personal en una lucha colectiva 8 a través de la acción respetuosa pero decidida. • La acción: desde la óptica de la percepción social, uno es lo que hace. El ecologismo social no disocia, asocia, construyendo verdades en red. Verdades que producen acciones concretas en las que se disfruta, resiste, cuestiona, quiebra inercias y propone alternativas. • Lo colectivo: desde la libertad personal, se toma lo colectivo como referencia de plenitud. El espacio para la democracia cierta y cotidiana. Lugar para la pluralidad y la negociación. Espacio para la resistencia y la transformación. El lenguaje puede ser, y lo es, un claro indicio de lo que es el ecologis­

mo social y los movimientos de resistencia a los que se asocia. Igualmente, el lenguaje del sistema, es un síntoma del capitalismo. Donde éstos dicen sociedad de consumo, marketing, daños colaterales, guerras preventivas,

6 Buen ejemplo son los estudios científicos que fueron la base fundamental de las reivindicaciones ecologistas en torno al calentamiento global a finales de los 70 y primeros 80 y que con palabras diferentes a las que ahora se utilizan venían a pronosticar la inminencia del cambio climático de consecuencias trágicas.

7 Arthur Koestler define esos atajos en su novela Espartaco: los gladiadores (1940) como la Ley de los Desvíos, de infaustas consecuencias.

8 Según Lanza del Vasto, la estrategia de la no-violencia pasa por un compromiso personal que avala de facto los argumentos del disidente.

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LA BATALLA DEL LENGUAJE: TOPONIMIA DE LA RESISTENCIA

fronteras, etc., el ecologismo social sostiene conceptos como decrecimiento, austeridad, racionalidad, sostenibilidad, igualdad, deuda ecológica, etc.

Lo que a continuación se propone, es un glosario, en absoluto unívoco, de algunas de las palabras y conceptos esenciales que articulan los análisis y propuestas del ecologismo social. Las fuentes principales para definir su significado están extraídas de los textos recogidos en este libro. Sin embargo, estás fuentes no son las únicas, siendo las definiciones tributarias de otros muchos textos de formidables autores, como es el caso de la referencia a la ¡nfoesfera inspirada en Ramón Fernández Duran. Evidentemente, faltan otros conceptos que por posibilidades de espacio no se asoman a este capí­tulo. Otros muchos están emergiendo en estos precisos momentos a través de la fragua del compromiso práctico, que discurre de modo singularmente intenso a través del discurso de la acción.

Toponimia de la resistencia Agrocarburantes Combustibles obtenidos a partir de cultivos o restos vegetales, cuyo objetivo es paliar las consecuencias de la crisis del petróleo, con el fin de mantener las actuales líneas de producción y transporte. Sin perjuicio de que una producción y uso local basada en técnicas agroecológicas pudiera ser acep­table, el actual desarrollo de los agrocarburantes abunda en el desequilibrio social y ambiental de los países del Sur, implantando monocultivos, gene­ralmente transgénicos, en detrimento de la biodiversidad y la producción local de alimentos.

Anticooperación Acción concertada desde el Norte y cuyas consecuencias negativas reper­cuten en el Sur, ya que persigue la consecución de objetivos que perpetúen la primacía de Occidente.

Antinuclear Actitud de rebeldía ante los grupos de presión que tratan de legitimar la existencia de un sistema de aprovechamiento energético que se ha desve­lado inseguro - l o demuestran los accidentes e incidentes a lo largo de los años- , dependiente -ya que precisa para su desarrollo de materias primas muy escasas en nuestra planeta, como el uranio, y cuyo proceso de enrique­cimiento sólo es abordable por algunos países- y antidemocrático, porque beneficia sólo a las grandes corporaciones de la energía y porque abunda

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA V POSIBLE

en un modelo de producción energética basado en la concentración, en detrimento de otros sistemas que, como el solar, puede desarrollarse de manera descentralizada.

Biocentrismo La vida como valor central del que se nutren todas las especies a través de una red de interdependencias de las que el ser humano forma parte sin ser su centro.

Biodiversidad Estrategia central para la preservación de la vida a través de un paradigma de desarrollo vital condicionado a los recursos existentes en la zona, lo que se logra por medio de relaciones entre individuos de la misma especie y entre especies diferentes, en las que confluyen procesos de cooperación, complementariedad, apoyo mutuo y competitividad. También se dice de la diversidad genética de las diferentes especies.

Biomímesis Emulación humana de las estrategias que se producen en la naturaleza para generar un modelo de desarrollo sostenible a través de la preservación del entorno que se habita y del que se depende.

Biopiratería Expolio del conocimiento sobre los recursos naturales que atesoran las comunidades primigenias (sobre todo sus mujeres) a favor de intereses económicos ajenos a estas poblaciones.

Cambio climático Alteración global de los ciclos climáticos, producida y acelerada por la ac­ción humana y cuyas consecuencias pueden ser catastróficas e irreversibles. Evidencia de los efectos de la globalización.

C o n s u m o crítico o responsable Actitud contraria a la cultura del consumismo compulsivo, que vincula éticamente al consumidor con los procesos sociales, económicos y eco­lógicos, en la producción, transporte y venta de cualquier bien, teniendo en cuenta los recursos naturales que precisa, las emisiones que genera y los residuos que produce. En torno a estas ideas florece una extensa red ciudadana de la que nacen propuestas como las cooperativas de consumo,

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LA BATALLA DEL LENGUAJE: TOPONIMIA DE LA RESISTENCIA

de trueque, etc.

Decrecimiento Herramienta para la sostenibilidad que combate el mito capitalista del cre­cimiento continuo en un planeta finito. Se propone el decrecimiento en el consumo de recursos naturales en las regiones de mayor desarrollo, como elemento principal para establecer las bases de un desarrollo sostenible social y ambientalmente, que nos aleje de la actual situación de colapso, provocando además la mejora en las condiciones para la sostenibilidad en las regiones más empobrecidas.

Democracia ambiental Participación directa de las personas y las comunidades en la gestión de los recursos naturales, desarrollando una perspectiva de corresponsabilidad que vincule coherentemente las causas locales con los efectos globales, y viceversa.

yDeuda de los cuidados Deuda acumulada a lo largo de los siglos por el patriarcado, a causa de las desiguales dedicaciones de hombres y mujeres a las imprescindibles tareas relacionadas con la reproducción social y los afectos.

Deuda ecológica El concepto de deuda ecológica persigue el reconocimiento internacional de los desajustes socioeconómicos producidos por el expolio de los recursos naturales por parte de Occidente, así como la reparación y compensación necesarias para restablecer condiciones de equilibrio ecológico y justicia internacional.

Ecoeficiencia Conjunto de mecanismos paliativos, desarrollados desde el ámbito tecno­lógico, que tratan de minimizar los impactos negativos del uso o consumo de determinados bienes tecnológicos en el medio ambiente. Reclamo publicitario con el que se intenta crear una ilusión ecológica que legitime el consumo de tecnologías energéticamente más eficientes.

Ecofascismo Control y disfrute de los recursos naturales por una parte minoritaria de la humanidad, utilizando para ello herramientas de legitimación social y

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

mecanismos de imposición económico-diplomático-militares.

J Ecofeminismo Corriente de pensamiento que relaciona las lógicas y mecanismos de des­trucción del planeta con la subordinación y explotación de la mujer por parte del capitalismo y el patriarcado. Rebelión por la ética del cuidado contra el contexto de androcentrismo, creando redes de gestión de lo cotidiano desde un prisma de sostenibilidad.

Ecología política Sistema de relaciones entre sujeto, comunidad y entorno. El ecologismo político plantea una transformación política y social que vertebre de mane­ra armónica los agentes necesarios para crear un modelo auténticamente sostenible.

Ecologismo de los pobres Considera que la acumulación de riqueza en un sistema interconectado es intrínsecamente generadora de injusticias sociales y degradadora de los servicios ecosistémicos. Las comunidades mantienen un vínculo directo con la naturaleza y sus recursos, proponiendo una relación entre ser humano y medio que respete los ritmos de regeneración de esos recursos. Herra­mientas básicas del ecologismo de los pobres son la reivindicación de la deuda ecológica, la democracia ambiental y la soberanía alimentaria.

Ecologismo social Movimiento social que persigue la transformación política a través de la creación de un nuevo contrato social, basado en la sostenibilidad y la justicia, entre la ciudadanía y el entorno, contrario al paradigma de desa­rrollo actual y que traslada una lectura compleja y relacional, en la que se fundamentan sus críticas y alternativas.

Energías renovables Sistemas de aprovechamiento energético de menor impacto negativo, que utilizan recursos renovables y que pueden desarrollarse de manera descen­tralizada, como es el caso de las energías solar y eólica.

Gestión de la demanda En una sociedad sostenible, el sistema de producción y consumo no debe­ría tratar de dar respuesta a la oferta recibida, sino, más bien, gestionar en

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LA BATALLA DEL LENGUAJE: TOPONIMIA DE LA RESISTENCIA

función de los límites físicos y con criterios de equidad la demanda que es posible satisfacer.

{ Globalización Mundialización de los valores y prácticas del imperialismo, considerando legítimo la utilización de todos los recursos (económicos, militares, psico-sociales, etc.) para perpetuar el modelo occidental.

Huella ecológica Unidad de medida que vincula el consumo personal a la extensión del territorio y recursos naturales necesarios para satisfacer ese consumo.

Infoesfera También denominada Tercera Piel. Mecanismo de control psicosocial que oculta el vínculo de dependencia de nuestra especie con el planeta, mediante el domino de los medios de comunicación, difundiendo mitos como el de la desmaterialización de la economía y generando trampas de alienación masiva como la escapada virtual.

Movimiento slow Ciudadanía opuesta a la cultura de la velocidad dictada desde los paráme­tros de desarrollo propios del libre mercado. Por el contrario, desde este movimiento se propone un retorno a los ritmos naturales, a la proximidad, a la calma como forma de mejorar la producción y el consumo responsa­ble. Muestras de la acción slow, son sus negativas al consumo de comida rápida, apostando por la slow food, o la creación de una cultura urbana de la lentitud (slow cides).

Movilidad sostenible Lejos del edulcorado institucional al que se ha visto sometido este con­cepto, la movilidad sostenible pasa necesariamente por la búsqueda de una cultura de la proximidad que reduzca las necesidades de transporte e infraestructuras añadidas, desterrándose o limitando valores como la velocidad y globalización.

Pacifismo Valor connatural del ecologismo, que se sustancia en un discurso y prácticas claramente no-violentos y antimilitaristas, denunciando y desobedeciendo el papel de los ejércitos y demás cuerpos represivos, así como la cultura de

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III. ESCUCHAR LA VIDA: MENSAJES PARA UNA ALTERNATIVA NECESARIA Y POSIBLE

la guerra en la que se amparan valores de dominación, jerarquía, violencia estructural, machismo, etc.

Principio de precaución Confrontándose con el poderoso influjo de la tecno-ciencia, se priorizala salud humana y medioambiental sobre cualquier proceso de investigación o producción que pueda representar riesgos presentes o futuros. Un rasgo esencial del principio de precaución es que la prudencia se impone hasta que la inocuidad de cualquier proceso tecno-científico ha sido probada. Clara violación de este principio, internacionalmente aceptado, es la pro­ducción de organismos genéticamente modificados o la liberación de aquellas sustancias que generan de manera persistente y bioacumulativa un autén­tico riesgo químico.

Servicios ecosistémicos Producción de los recursos esenciales para la vida por los ecosistemas: aire, agua o alimentos. Todas las especies son bio e interdependientes y generadoras de servicios ecosistémicos.

Soberanía alimentaria Creación de sistemas agroalimentarios IocalesNque hacen posible la indepen­dencia social, promoviendo el consumo cercano y sostenible mediante la preservación del entorno, la utilización de especies autóctonas y el respeto a los ciclos naturales.

Sostenibilidad Paradigma de desarrollo que se fundamenta en el respeto a los límites del planeta y en la democracia ambiental como condición básica para la continuidad de la vida.

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Page 219: Claves Del Ecologismo Social

índice alfabético

ll-S, 54, 56

Accesibilidad, 2 0 0 Acción por el Clima, 38 Acuíferos, 41, 51, 83 Acumulación (de capital, de bienes), 19, 21,

23 , 89, 91, 92, 95, 125, 127, 136, 175, 207, 216

África (Occidental, Oriental, Subsahariana), 3 5 , 6 2 , 7 5 , 8 1 , 8 2 , 98, 157, 185

Agencia Europea de Medio Ambiente, 2 0 2 Agencia Europea de Químicos (ECHA),

113, 114 Agencia Internacional de la Energía, 83, 87 Agenda Setting, 210 Agricultura ecológica, 166 Agricultura industrial, 34, 97, 99 Agrocarburantes o agrocombustibles, 86,

87, 88, 98 , 156, 157, 199, 213 Agroecología, 102, 165, 171 Agroquímicos, 99 Agrotóxicos, 100, 170 Aire contaminado, 111 Alienación, 210, 217 Amazonia, 34 Androcentrismo, 171, 216 Anticooperación (ambiental), 156, 157, 158,

159, 160 Antimilitarismo, 183, 185, 186 Antimilitarista, 183, 184, 185, 186 Antinuclear, 213 Antropocentrismo, 131, 132, 171 Asia (Meridonal, Sudoriental), 81, 89 Autogestión, 35, 186

Banco Mundial (BM) 38, 44, 163 Big Science, 145, 147 Biocapacidad, 74, 75, 76 Biocentrismo, 214 Biocombustibles, 195 Biodiversidad, 11, 16, 17, 33 , 67, 68, 69, 70,

71, 73 , 74, 79, 100, 120, 121, 131, 137, 156, 157, 166, 171, 198,213

Biomasa, 195 Biomímesis, 122, 133, 205 , 214 Biopirateria, 38, 43 , 214 Bioprospección, 157 Biosfera, 16, 2 3 , 7 4 , 121, 134, 148, 149 Bulimia social, 203

Calentamiento global, 1 2 , 3 8 , 8 3 , 125, 155, 159, 212

Calidad ambiental, 108, 110 CaUdad del aire, 48 , III , 198 Cambio climático, 44 , 71, 79 Campesin@s, 43 , 101, 157, 164 Caos sistemico, 89 Capa de ozono, 151, 153 Capitalismo, 17, 18, 19, 27, 29, 44, 55, 57,

59, 61, 62, 63 , 79, 87, 91, 95, 96, 123, 127, 135, 172, 209 , 211, 216

Cataluña, 109, 155, 1 5 7 , 2 0 0 Cercanía, 197, 200 , 201, 207 Clase obrera, 28 Cuma, 79, 80, 81, 82 Clorofluorcarbonados (CFC), 149, 153 C 0 2 (dióxido de carbono) 44, 73 , 79, 80,

81, 83 , 198, 199 Combustibles fósiles, 22, 44, 80, 83 , 85, 86,

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Page 220: Claves Del Ecologismo Social

87, 88 , 89, 191, 192, 195 Comercio global, 167 Componentes tóxicos, 110 Concentraciones ambientales previstas sin

efecto (PNEC), 114 Conciliación, 178 Conferencia de las NN UU sobre el Medio

Humano, 151 Conferencia de Wingspread, 151 Consumismo, 93, 203 , 204 , 207, 214 Consumo (sociedad de, de energía, bien de,

niveles de, crítico, responsable, de suelo, de recursos...), 18, 19, 22, 24, 28 , 34, 36, 37, 39, 41, 68, 73 , 76, 77, 83 , 87, 89, 95, 98 , 101, 104, 105, 107, 108, 122, 126 128, 140, 165, 167, 189 192, 195, 199, 203-208 , 211, 214 218

Contaminación (de suelos, química, medio­ambiental) 15, 42, 43 , 44, 68, 76, 81, 100, 110, 112, 147

Convención de Viena, 151 Cooperación, 5 3 , 9 6 , 128, 139, 155, 156,

158, 159, 185, 2 0 6 Cooperativas (de trueque, de consumo),

141, 206, 214 Crecimiento (económico, industrial, conti­

nuo, infinito), 17, 18, 21, 22, 23 , 24, 25 , 28 , 30, 42, 60, 62, 75, 87, 88 , 93 , 103, 120, 121, 123, 126, 144, 153, 160, 175, 199, 204, 205 , 207, 208 , 215

Crédito ecológico, 77 Crisis alimentaria, 97, 98, 99 Crisis ambiental, 30, 35, 94, 140, 178, 2 0 4 Crisis de los cuidados, 176, 178 Crisis del petróleo, 60, 89, 90, 213 Crisis ecológica, 16, 28, 121, 132, 149, 176 Crisis económica, 44, 91, 94 Crisis energética, 87 Crisis global, 86, 88 , 93, 186 Cultivos ecológicos, 100 Cultura de paz, 19, 54 Cultura del cuidado, 180 Cumbre Mundial de la Alimentación, 97

DDE, 109 DDT, 109, 147 Decrecimiento, 27, 44, 63, 89, 125, 127,

128, 129, 159, 160,213,215 Defensa popular no-violenta, 185

Deforestación, 74, 80, 87 Democracia (directa, participativa, liberal,

ambiental, cooperativa...), 15, 27, 29, 30 , 127, 135, 136, 138, 139, 149, 173, 215, 216, 218

Derechos ambientales, 137 Derechos humanos, 57, 135, 136, 137, 159,

170 Desertización, 100 Deslocalización, 61 Deuda de cuidados, 179 Deuda ecológica, 35, 38, 41, 42, 43 , 44, 73,

158, 159, 160, 178, 179, 215 Deuda extema, 38, 41, 42, 159

Ecoeficiencia, 215 Ecofascismo, 30, 128, 215 Ecofeminismo, 38, 169, 170, 171, 172, 173,

216 Ecología (política), 38, 44, 101, 124, 135,

138, 155, 156, 169, 170, 173, 216 Ecología (profunda, superficial), 132, 133 Ecologismo de los pobres, 39, 44, 161, 171,

179, 216 Ecologismo social, 12, 30, 33, 39, 121, 122,

138, 155, 156, 158, 160,209,211-213, 216

Ecologismo, 33, 39, 143, 169, 180, 202, 217

Ecomímesis, 133 Economía de mercado, 18, 35, 39 Economía ecológica, 119, 124, 206 Ecosfera, 120-122 Ecosistema(s), 12, 17, 23, 28, 33, 35, 37,

42, 43 , 67-71, 73, 74, 77, 79, 120, 123, 128, 133, 134, 139, 149, 156, 157, 164, 166, 171, 204, 205 , 218 171

Ejércitos, 55, 56, 146, 183, 186, 217 Emisiones (contaminantes, de CO¿), 11, 44 ,

75, 83 , 100, 122, 192, 198, 199, 214 Energía (solar, nuclear, térmica...), II, 19,

22, 28, 38, 49, 67, 75, 81, 83 , 87, 104, 119, 120, 126, 128, 163, 189, 190, 191, 193, 194, 195, 201, 205 , 213

Energías renovables, 83 , 85, 90, 192, 195, 216

Equidad, 12, 19, 38, 42, 44 , 90 , 128, 173, 193, 217

Escapada virtual, 47, 210, 217

220

Page 221: Claves Del Ecologismo Social

ÍNDICE ALFABÉTICO: CLAVES DEL ECOLOGISMO SOCIAL

Espacios naturales, II, 69, 103, 104, 107, 166

Especie humana, I I , 17, 22, 67, 70, 71, 121, 131 133, 137, 172, 180, 214, 217

Especies, 35, 37, 67-70, 74, 128, 137, 138, 157, 214, 218

Especismo, 132 Especulación, 60, 61, 87, 88 Estado español (España) 55, 57, 83 , 84,

104 106, 108 I I I , 156, 163, 194, 198, 202 , 2 0 5

Estrés hídrico, 82 Etica del cuidado, 172, 216 Europa, 44, 48 , 86 , 89 , 94, 106, 110, 111,

113, 126, 152, 185, 2 0 0 European Environmenl Agency, 115 European Peace Aclion, 187 Evaluación de los Ecosistemas del Milenio,

123

Eaantanya, 35, 39 FAO, 75, 97, 98 , 100, 102, 163 Fascismo, 35 Feminismo, 155, 169, 173, 180 Fertilizantes, 98 , 99, 163 Fondo Monetario Internacional (FMI), 38,

44 Fuentes de energía, 75 , 81

Gases de efecto invernadero, 11, 43 , 69, 73 , 79, 80, 125, 191, 192

Generación distribuida, 195 Género, 54, 122, 169, 170-173, 187 Gestión de la demanda, 216 Global Forum di Rio, 41, 44 Globalización (capitalista, neoliberal), 2 7 ,

28 , 44, 49, 59-63, 97, 137, 155, 160, 204 , 2 0 5 , 217

Glocalización, 138 Great London Smog, 147 Green New Deal, 44 Grupo Intergubernamental de Expertos

sobre Cambio Climático (1PCC), 75 Guerra Fría, 56 Guerra global, 53, 56

Huella de cuidados, 179 Huella ecológica, 23 , 42, 68 , 73-75, 108,

121, 179, 217

Impacto (daño) ambiental, 4 3 , 189, 191, 192, 195

Imperialismo, 57, 59, 217 Incendios, 80 , índice de Desarrollo Humano (IDH), 33,

34, 190 Indígenas, 17, 34, 43 , 127, 139, 157, 165 lnfoesfera, 213, 217 Informe Bruntland, 119 Informe Planeta Vivo (IPV), 73, 77 Insostenibilidad, 42, 65 , 198, 199

lusticia (ambiental, global, social), 12, 19, 39, 42, 62, 121, 122, 155, 159, 160, 166, 173, 186, 215, 216

La Vía Campesina, 164, 165, 171 Libertad, 17, 18, 29, 30, 56, 113, 135, 139,

140, 170, 173, 176, 183, 211, 212 Libre comercio, 34, 156 Love Canal, 180

Materias primas, 24, 28, 35, 44, 87, 88 , 99, 156, 213,

Medio rural, 163, 165, 167 Mercado, (economía de, libre, capitalista,

global, local...), 15, 18, 24, 27-30, 34-36, 39, 49 , 51, 60, 87, 90-93, 98-101, III, 113, 115, 127, 136, 164-167, 172, 175-178, 180, 204 , 205 , 207, 217

Metabolismo (económico, social, energéti­co), 120, 123, 156, 189, 191

Modernidad, 16, 175 Movilidad (motorizada, sostenible), 49, 50,

88 , 106, 197-200, 207, 217 Movimiento Slow, 217 Movimientos sociales, 25 , 41, 92, 138, 143,

155, 159, 160, 2 0 9 Mujeres (de Negro Contra la Guerra), 15,

19, 28, 38, 54, 136, 149, 169, 170, 171, 175, 176, 177, 178, 179, 180, 185, 186, 214

Mundo postfosilista, 89

Naturaleza, II, 12, 16, 17, 18, 19,25, 41, 53, 65, 69, 92, 93 , 121, 122, 126, 131, 133, 134, 138, 140, 146, 163, 169, 171, 172, 176, 177, 179 ,205 ,214 ,216

Neurotóxicos, 110

221

Page 222: Claves Del Ecologismo Social

Niveles de consumo, 37, 128, 192 No Blood for OH, 89 Norte-Sur, 42, 155, 161, 170 No-violencia (no-violenta) 184, 186, 212 Nuestro mundo no está en venta, 160 Nuevo orden mundial, 56

Occidente, 28 , 39, 89, 185, 211, 213, 215 OPEP, 87 Ordenación del territorio, 191 Organismos Modificados Genéticamente

(OMG), 153, 164 Organización de las Naciones Unidas

(ONU, Objetivos del Milenio de la), 33, 75, 119, 121, 123

Organización Mundial de la Salud (OMS), 23 , 70, 110

Organización Mundial del Comercio (OMC), 38, 44, 164, 167

Oriente (Próximo, Medio), 39, 89, 93

Pacifismo, 53, 217 Países del Norte, 44, 70, 164, 2 0 4 Países del Sur, 35, 44, 70, 213 Participación, 30, 31, 51, 108, 136, 139,

140, 176, 178, 215 Patriarcado, 172, 175, 179, 215, 216 Paz (cultura de) 19, 20, 54, 56, 115, 170 Peace News, 184 Pesticidas, 82, 163, 164, 171, 173, 187 Petróleo (pico del, crisis del), 15, 18, 25, 60,

80 , 85-87, 89-90, 93 , 94, 98 , 125, 127, 157, 165, 167, 191, 193, 195, 197, 213

Plan Estratégico de Infraestructuras y Trans­portes (PE1T), 106, 199

Plataforma Rural, 165 Pobreza (ambiental, ecosistémica), 21, 3 3 -

39 , 42, 63, 164 Polución, 82 Prácticas del cuidado, 172 Primera Conferencia Internacional sobre la

Protección del Mar del Norte, 151 Primera Guerra Mundial, 156, 185 Principio de precaución, 115, 143, 149-154,

205 , 218 Producción sostenible, 2 0 6 Producto Interior Bruto (P1B), 21, 22, 33 ,

34, 92, 192, 198 Productos ecológicos, 2 0 6

Progreso, 15-19, 21, 131, 144 Proximidad, 197, 200, 201, 217

Quién debe a quién, 35, 45 Química verde, 115

REACH, 113, 115 Reciclaje, 127, 207 Recursos (naturales, fósiles, locales, ambien­

tales, excedentes, tóxicos...), 18, 19, 22, 23 , 33, 34, 35, 36, 37, 38 , 39, 41, 42, 43 , 49, 60, 67, 73, 74, 75, 76, 86 , 87, 89, 9 3 , 9 5 , 103, 104, 107, 120, 122, 125, 126, 127, 128, 135, 137, 140, 141, 157, 163, 165, 166, 167, 178, 179, 186, 192, 201, 204, 205, 206 , 211, 214, 215, 216, 217, 218

Red biótica, 37 Red Birregional Enlazando Alternativas, 160 Reproducción (social) 15, 113, 176, 179,

207, 215 Reservas energéticas, 191 Residuos (radiactivos, tóxicos...), II, 22,

23 , 38, 42, 43 , 49, 67, 107, 119, 120, 122, 125, 126, 128, 180, 192, 194, 205 , 206 , 214

Resiliencia, 120, 121 Reutilización, 2 0 7 Revolución Industrial, 17, 18, 22, 67, 86,

189 Revolución Verde, 99 Riesgo químico, 109, 218

Segunda Guerra Mundial, 109, 145-147 Semillas transgénicas, 100, 166 Servicios ecosistémicos, 69, 70, 216, 218 Soberanía alimentaria, 43 , 160, 163, 164,

165, 167, 171, 173, 205 , 216, 218 Sociedades del riesgo, 147, 153 Sostenibilidad (ecológica, ambiental, social),

12, 30 , 34, 35, 38, 42, 77, 103, 107, 108, 110, 119, 120, 121, 122, 124, 127, 128, 137, 139, 140, 173, 175, 180, 205 , 213, 215, 216, 218

Sustancias químicas, 109, III, 112, 113, 114, 166

Tecnociencia, 134, 143, 144, 145, 146, 148, 153, 154

222

Page 223: Claves Del Ecologismo Social

ÍNDICE ALFABÉTICO: CLAVES DEL ECOLOGISMO SOCIAL

Tecnolatría, 144 Tercer Mundo, 60, 171, 173 Tercera piel, 217 Tóxicos, 110, 112, 114, 164 Trabajo de cuidados, 176, 178 Transgénicos, 97, 100, 164, 166, 213 Transnacionales (empresas, redes), 21, 38,

44, 156, 159, 205 Transnational Institute, 159, 161 Transporte, 15, 22, 24, 38, 55, 98 , 101, 105,

106, 155, 190, 191, 197, 198, 199 ,200 , 202, 213, 214, 217

Tratado de Maastricht, 151 Tratado de Niza, 151

Unión Europea (UE), 62, 83 , 93 , 108, 151, 152, 153, 156

Urbanización, 47, 50, 85 . 86, 103, 104, 106, 107, 189, 198

Velocidad (cultura de la), 67, 73 , 93 , 125, 127, 128, 198, 2 0 5 , 2 1 7

Violencia (de género) 18, 53 , 55, 137, 160, 170, 171, 179, 184, 218

Vivir mejor con menos, 125, 2 0 4

223