CLÍNICA JURÍDICA UNIVERSIDAD DE OVIEDO

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CLÍNICA JURÍDICA UNIVERSIDAD DE OVIEDO INFORME: LAS CONDICIONES GENERALES DE CONTRATACIÓN

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CLÍNICA JURÍDICA

UNIVERSIDAD DE OVIEDO

INFORME:

LAS CONDICIONES GENERALES DE

CONTRATACIÓN

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INDICE

1. INTRODUCCIÓN

2. CONDICIONES GENERALES DE LA

CONTRATACIÓN 2.1 MARCO NORMATIVO 2.2. ÁMBITO OBJETIVO

2.3. ÁMBITO SUBJETIVO

2.4. REQUISITOS Y CARACTERES 2.5. EXCLUSIONES 2.6. NORMAS DE INTERPRETACIÓN DE LAS CGC 2.7 LA INCORPORACIÓN AL CONTRATO DE LAS CGC 2.8. REGISTRO DE LAS CGC

2.9. EL CONTROL DE INCORPORACIÓN 2.10 NATURALEZA JURÍDICA DE LAS CGC 2.11 CONDICIONES GENERALES DE LA CONTRATACIÓN Y

ABUSIVIDAD, CONCEPTOS RELACIONADOS PERO NO EQUIVALENTES. 2.12. EL DOBLE SISTEMA DE CONTROL: TRANSPARENCIA MATERIAL

2.13. EL ÁMBITO DE LA CONTRATACIÓN FINANCIERA 2.14. INCIDENCIA DE LA ABUSIVIDAD EN DETERMINADAS

CLÁUSULAS TIPO.

3. CONTROL DE LEGALIDAD DE LAS

CONDICIONES GENERALES DE LA

CONTRATACIÓN. 3.1. EL CONTROL DE INCORPORACIÓN

3.2. EL CONTROL MATERIAL DE TRANSPARENCIA: SU RESTRICCIÓN A LOS CONSUMIDORES

3.3. LAS CONSECUENCIAS DE LA DECLARACIÓN DE

NULIDAD POR ABUSIVIDAD.

4. CONSECUENCIAS Y EFECTOS DE LA SITUACIÓN ACTUAL. 4.1 MODIFICACIÓN DEL MARCO LEGISLATIVO. ASPECTOS MÁS IMPORTANTES. 4.2. ¿HACIA DÓNDE VAMOS?

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5. ANEXOS

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1. INTRODUCCIÓN

Breve exposición de la cuestión y su actual situación

En los últimos meses hemos venido asistiendo a una dinámica y

abundante normativa, así como importantes pronunciamientos

jurisdiccionales que afectan a la contratación bancaria con los

consumidores. Situación que dista de haberse estabilizado y cuyas

consecuencias se proyectan en el futuro.

En este documento se realizará un análisis de los diferentes

conceptos que hoy en día están en boca de todos, pero posiblemente la

inmensa mayoría no conozca el alcance o el significado que tienen.

La pregunta que más surge estos meses es: ¿Tengo yo en mi

hipoteca una cláusula suelo? Si es así, ¿qué debo hacer? ¿a dónde debo

acudir?

Para responder a estas preguntas tan sencillas es necesario que

previamente comprendamos todo el entramado jurídico que hay

alrededor y, para ello, iremos desglosando, poco a poco, toda la

información (en muchas ocasiones demasiado abundante) que cada día

leemos o escuchamos en la radio, tv, prensa etc…

Para comenzar, es necesario entender que actualmente, cuando

en nuestra condición de consumidores, realizamos un contrato con una

empresa de prestación de servicios, ya sea esta una operadora

telefónica, una compañía de seguros una entidad financiera o cualquier

otra, nos vamos a encontrar con un contrato de adhesión y no un

contrato por negociación, ¿y qué importancia tiene que sea de uno u

otro tipo?.

El contrato por negociación responde a la idea clásica que se tiene

de un contrato, en el que dos partes, en posición de igualdad, se

conciertan y ponen de acuerdo sobre el contenido contractual, con lo

que el contrato es producto de una negociación de ambas partes. Sin

embargo, en el contrato por adhesión, la situación de ambas partes es,

por esencia, asimétrica. La adhesión implica que una de las partes, el

oferente, redacta o dispone en esencia el contenido del contrato sin la

concurrencia de la otra parte que ve limitada en este caso su

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intervención a adherirse a lo redactado. En este tipo de contratos

apenas existe un margen de negociación y, básicamente, si no se

quieren aceptar las condiciones lo único que se puede hacer es no

firmar el contrato

El Tribunal Supremo ha definido en numerosas ocasiones el

contrato de adhesión como aquél en que "sus cláusulas han sido

predispuestas por una parte e impuestas a la otra, sin que ésta tenga

posibilidad de negociarlas, hacer contraofertas o modificarlas, sino que

simplemente puede aceptarlas o no" (Sentencia nº 1084/98 de TS, Sala

1ª, de lo Civil, 13 de noviembre de 1998).

Conviene no obstante no llamarse a engaño, los contratos de

adhesión no son una forma de contratación ilegal o ilícita, es más, este

modo de contratar cumple una primordial función económica, al

favorecer y facilitar de forma notable las relaciones en el tráfico jurídico

a través de la contratación en masa. Se configura como auténtico

modelo estándar por el que el "oferente", previa redacción uniforme,

impone el mismo contrato a varios "adherentes" (generalmente a todos

los adherentes que pretendan contratar el servicio) y permite por tanto

una oferta más competitiva y dinámica.

Ahora bien, siendo evidente que en esta tipología de contratos las

partes no parten de situaciones simétricas y que existe una desigualdad

entre quién redacta las condiciones y quién las acepta, que ve limitado

su papel a la mera aceptación o no de las condiciones generales, se

exige una mayor preocupación y protección hacia los consumidores

para evitar los riesgos que pueden producir los abusos de la parte

"fuerte”, que es la que predispone el contenido contractual.

Para ofrecer los mecanismos para la adecuada protección de los

consumidores, como parte más débil y necesitada de protección en

España existe el Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de noviembre,

por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General para la

Defensa de los Consumidores y Usuarios que prohíbe que el oferente

pueda utilizar las denominadas "cláusulas abusivas" que tanta

actualidad han tomado. También la Ley 7/1998, sobre Condiciones

Generales de la Contratación (en adelante, LCGC), es muy importante

en este ámbito puesto que supone la transposición a nuestro

ordenamiento de la Directiva 93/13/CEE, sobre cláusulas abusivas en

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los contratos celebrados con consumidores, de la que más adelante

hablaremos.

Ese contenido contractual del que hemos hablado, que viene

preredactado y preconstuido es lo que recibe la denominación de

Condiciones Generales de Contratación, y la problemática con la que

nos encontramos respecto a este ámbito tiene su origen en una nueva

toma de consideración relativa a la valoración e interpretación de tales

condiciones de generales de la contratación, en particular al juego de

éstas en relación con el ámbito contractual financiero y en el marco

contextual de la grave crisis económico financiera que se ha padecido

en occidente en general y en nuestro país en particular.

Más en concreto, han sido las condiciones generales de

contratación incorporadas a los contratos de préstamo con garantía

hipotecaria las que están siendo objeto de una revisión en profundidad

tanto por los tribunales nacionales, como por el Tribunal de Justicia de

la Unión Europea (TJUE).

Fruto de todo ello nos encontramos con que actualmente, para

considerar válida y vinculante una condición general de la contratación,

ya no es suficiente un asentimiento genérico, meramente formal, por

parte del consumidor al contrato, sino que se exige que el

consentimiento prestado ostente la cualidad de ser un consentimiento

verdaderamente informado para lo cual se articula un doble control,

de incorporación y de transparencia para entender que las condiciones

generales puedan quedar plenamente integradas en el contrato y

desplegar sus efectos frente al consumidor.

El control de incorporación opera en el ámbito formal y requiere

que la redacción de las cláusulas generales se ajuste a los criterios de

transparencia, claridad, concreción y sencillez.

Por su parte el control de transparencia opera en el ámbito

material y sirve para garantizar que el consumidor-adherente, al prestar

su consentimiento sobre las condiciones generales incorporadas, lo

haga en condiciones optimas de conocimiento en relación al contenido y

consecuencias de lo que la contratación para él supone, esto es que se

le haya proporcionado la información suficiente para que pueda conocer

y valorar con sencillez tanto la carga económica que realmente supone

el contrato, como la carga jurídica del mismo.

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En definitiva, ambas exigencias implican que la redacción e

información contractual debe proporcionar en su conjunto una

definición clara al consumidor de su posición jurídica tanto en los

elementos típicos que configuran el contrato celebrado, como en la

asignación o distribución de los riesgos de la ejecución/desarrollo del

mismo.

Esta vuelta de tuerca a la figura de las condiciones generales de la

contratación, está teniendo importantes consecuencias prácticas y

económicas en la configuración de los contratos en general y del

préstamo hipotecario en particular.

El origen de esta situación deriva de la Sentencia del Tribunal

Supremo de 9-5-13 que declaró abusivas y anuló, por tal condición,

determinadas cláusulas suelo de prestamos hipotecarios y ha sido

determinante para el devenir de este tipo de cláusulas incorporadas a

los préstamos con garantía hipotecaria. El hecho diferencial que marcó

tal sentencia, fue el pasar de un entendimiento de la transparencia de

las condiciones generales como algo meramente formal, a una

concepción más material, que buscaba la constatación, más allá del

aspecto formal, del aspecto material de la transparencia. Por ello el Alto

Tribunal, en su sentencia considera que <<la transparencia documental

de la cláusula, suficiente a efectos de incorporación a un contrato suscrito

entre profesionales y empresarios, es insuficiente para impedir el examen

de su contenido y en concreto para impedir que se analice si se trata de

condiciones abusivas>>

Dicha sentencia, introduce, vía interpretativa el control de

transparencia, exigiendo que sea preciso que la información

suministrada al consumidor le permita conocer y comprender de

manera real y adecuada las consecuencias jurídicas que se derivan de

las condiciones generales, información que debe ser efectiva con

carácter previo a la firma del contrato, para que cuando esta se

produzca se haga con pleno conocimiento de causa.

En el caso concreto de las cláusulas suelo como veremos, la

declaración de la nulidad por considerar las mismas abusivas, también

ha abierto un debate sobre cuales deban de ser los efectos de tal

abusividad, tanto en la articulación del contrato, como en el alcance

temporal, esto es, como y desde cuando debe dejar de aplicarse la

cláusula abusiva

En un primer momento el Tribunal Supremo estableció un efecto

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temporal limitado en relación con la nulidad de las cláusulas suelo. Se

consideró que la nulidad de las cláusulas suelo no debía afectar a los

pagos ya efectuados con anterioridad a la fecha de aquella sentencia.

Las dudas interpretativas sobre la pertinencia de este efecto

temporal, motivaron que se plantearan varias cuestiones prejudiciales

ante el TJUE sobre la compatibilidad de dicho criterio con la Directiva

93/13.

El 21 de diciembre de 2016 el TJUE resuelve estas cuestiones,

concluyendo la inadmisibilidad de limitar en el tiempo los efectos

jurídicos derivados de la declaración de nulidad de las cláusulas

abusivas sobre la base de entender que ello equivaldría, por un lado, a

dejar en peor condición a los consumidores que hubieran celebrado

antes de 9-5-2013 un contrato de préstamo hipotecario con una

cláusula suelo del derecho que verían mermado su derecho a la

restitución integra de las cantidades que, de ser nula tal cláusula,

hubiese abonado a la entidad financiera. Y por otro lado por entender

que una semejante limitación afectaría a la eficacia de la nulidad y no

tendría el efecto disuasorio y ejemplificador deseado para que las

empresas se vena motivadas a eliminar tales cláusula de su praxis

contractual evitar así entrar en una dinámica en la se considere el

coste/beneficio de incumplir la ley.

Ante la publicación de esta última sentencia, y en previsión de un

incremento importante en la litigiosidad de reclamaciones de nulidad

ante los tribunales, el Gobierno ha aprobado el RDL 1/2017 de medidas

urgentes de protección de consumidores en materia de cláusulas suelo,

estableciendo un mecanismo extrajudicial para la reclamación de los

consumidores afectados por las citadas clausulas. Este mecanismo se

inspira en la voluntariedad a la hora de acceder a un procedimiento de

solución extrajudicial con carácter previo a la interposición de la

demanda judicial sin coste adicional para el consumidor y de carácter

imperativo para las entidades de crédito.

Como vemos, a la luz de la Directiva del año 93, y de la citada

Sentencia del Tribunal Supremo, los tribunales han declarado abusivas

otros tipos de condiciones generales de la contratación incorporadas a

los préstamos hipotecarios como condiciones generales de la

contratación impuestas al consumidor. Pudiendo destacar la cláusula

de vencimiento anticipado, las que fijan intereses de demora y ciertas

cláusulas que imponen al consumidor el coste de los gastos

preparatorios de notaria, e impuestos, para la constitución e inscripción

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en el registro de la propiedad de los mismos préstamos hipotecarios.

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2. LAS CONDICIONES GENERALES DE LA CONTRATACIÓN.

Análisis de su regulación legal

2.1 MARCO NORMATIVO.

Su régimen normativo está compuesto por la Ley 7/1998 de 13 de

abril sobre Condiciones Generales de la Contratación, (LCGC); el Real

Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de Noviembre, por el que se aprueba

la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios

(TRLGCU), y por la Directiva Europea 93/13/CEE del Consejo sobre

cláusulas abusivas en los contratos celebrados con consumidores, de 5

de abril de 1993, transpuesta al ordenamiento jurídico español por la

Ley 7/1998.

2.2 ÁMBITO OBJETIVO.

El artículo 1 de la LCGC las define como aquellas cláusulas

predispuestas cuya incorporación al contrato viene impuesta por una

de las partes, con independencia de su autoría material, su apariencia

externa, su extensión y cualquier otra circunstancia, habiendo sido

redactadas con la finalidad de su incorporación a una pluralidad de

contratos. La LCGC resultará aplicable siempre que una apreciación

global lleve a la conclusión de que se trata de un contrato de adhesión,

aunque algunos elementos de una cláusula, una o varias cláusulas

hayan sido negociadas individualmente.

2.3 ÁMBITO SUBJETIVO.

En cuanto a su ámbito subjetivo, el artículo 2 determina la

aplicación de la ley a los contratos que contengan condiciones generales

celebrados entre un profesional – predisponente u oferente- y cualquier

persona física o jurídica – adherente o aceptante- (art.2.1), quien no

será necesariamente un consumidor, sino que “podrá ser también un

profesional, sin necesidad de que actúe en el marco de su actividad”

(art.2.3). El predisponente será siempre un profesional, es decir “toda

aquella persona física o jurídica que actúa dentro del marco de su

actividad profesional o empresarial, ya sea pública o privada” (art.2.2

LCGC).

La Exposición de Motivos LCGC indica en el preámbulo que "la Ley

pretende proteger los legítimos intereses de los consumidores y usuarios,

pero también de cualquiera que contrate con una persona que utilice

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condiciones generales en su actividad contractual", y que "las condiciones

generales de la contratación se pueden dar tanto en las relaciones de

profesionales entre sí como de éstos con los consumidores". A diferencia

de la Directiva 93/13/CEE, en la que tiene su origen, el legislador

nacional ha extendido su aplicación en virtud del principio de mínimos

de la Directiva tanto a los contratos celebrados con consumidores como

con cualquier otro contratante.

2.4 REQUISITOS Y CARACTERES.

De los primeros dos preceptos del texto legal pueden extraerse los

requisitos que debe reunir una condición general: ser una clausula

predispuesta, es decir, impuesta por una de las partes a la otra que solo

puede aceptar o rechazar globalmente el contrato en que viene incluida;

y ser un instrumento utilizado en la contratación por adhesión o en

masa cuya finalidad es ser incorporada a una gran cantidad de

contratos.

Son fórmulas de contratación preredactadas, impuestas y habituales,

cuya autoría material puede provenir de un tercero ajeno a la relación

jurídica de que se trate. La STS de 9 de mayo de 2013, fijó los

siguientes requisitos interpretando el artículo 1 LCGC y la doctrina al

respecto:

∼ Contractualidad: son cláusulas contractuales y su inserción en el

contrato no deriva del acatamiento de una norma imperativa que

la imponga.

∼ Predisposición: la cláusula ha de estar prerredactada, siendo

irrelevante que lo haya sido por el propio empresario o por

terceros, siendo su característica no ser fruto del consenso

alcanzado después de una fase de tratos previos.

∼ Imposición: su incorporación al contrato debe ser impuesta por

una de las partes –aunque la norma no lo exige de forma expresa,

dada su vocación de generalidad, debe ser impuesta por un

empresario-, de tal forma que el bien o servicio sobre el que versa

el contrato solo puede obtenerse mediante el acatamiento a la

inclusión en el mismo de la cláusula.

∼ Generalidad: las cláusulas deben estar incorporadas a una

pluralidad de contratos o estar destinadas a ello ya que, como

afirma la doctrina, se trata de modelos de declaraciones

negociales que tienen la finalidad de disciplinar uniformemente

los contratos que van a realizarse.

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Recuerda el Tribunal Supremo que para que una cláusula

contractual sea calificada como condición general de contratación

resulta irrelevante la autoría material, la apariencia externa, su

extensión y cualesquiera otras circunstancias, y que el adherente sea

un profesional o un consumidor.

2.5 EXCLUSIONES.

La LCGC excluye de su ámbito jurídico a los contratos

administrativos, los contratos de trabajo, los de constitución de

sociedades, los que regulan las relaciones familiares y los contratos

sucesorios (art.4 LCGC), y del mismo modo “Tampoco será de aplicación

esta Ley a las condiciones generales que reflejen las disposiciones o los

principios de los Convenios Internacionales en que el reino de España sea

parte, ni las que vengan reguladas específicamente por una disposición

legal o administrativa de carácter general y que sean de aplicación

general a los contratantes”. La exposición de motivos de la norma

justifica esta exclusión por las características específicas de estos

contratos, por las materias que tratan y por la alienidad de la idea de

predisposición contractual. Los tipos contractuales enumerados por la

ley no admiten ningún tipo de condición general, por lo que dicha

exclusión expresa resultaría innecesaria.

2.6 NORMAS DE INTERPRETACIÓN.

La LCGC introduce una serie de reglas interpretativas otorgando

en primer lugar prevalencia a las condiciones particulares sobre las

generales, puesto que las condiciones particulares reflejan mejor la

voluntad de las partes que las generales. Seguidamente se introduce

una excepción según la cual, cuando las condiciones generales sean

más beneficiosas para el adherente, así como en caso de oscuridad,

ambigüedad, o dificultad interpretativa de las particulares, serán las

condiciones generales las que se aplicarán (interpretación contra

proferenten o contra estipulatorem).

La introducción de estas reglas interpretativas obedece más a una

expresión de buena voluntad del legislador que a una necesidad técnica

real, ya que no se introduce ninguna novedad que no albergara ya el

Código Civil en sus artículos 1281 a 1289, o la LGDCU.

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2.7 LA INCORPORACIÓN AL CONTRATO DE LAS CONDICIONES

GENERALES.

Como prevé el artículo 5 LCGC, las condiciones generales solo se

incorporarán al contrato cuando se acepte por el adherente su

incorporación al mismo y sea firmado por todos los contratantes, no

pudiendo entenderse que ha habido aceptación si el predisponente no

ha informado expresamente al adherente sobre su existencia y no le ha

facilitado un ejemplar de las mismas.

Para su incorporación al contrato basta que las condiciones se

anuncien "en un lugar visible dentro del lugar en el que se celebra el

negocio, que las inserte en la documentación del contrato que acompaña

su celebración; o que, de cualquier otra forma, garantice al adherente una

posibilidad efectiva de conocer su existencia y contenido en el momento

de la celebración" (artículo 5.3 LCGC in fine).

El art.7.1 de la Directiva impuso a los Estados miembros el deber

de establecer medios adecuados y eficaces para el cese de las cláusulas

abusivas en los contratos celebrados entre los profesionales y los

consumidores. La indeterminación por la que se decanta la Directiva

permite a los legisladores nacionales optar por el establecimiento tanto

de vías administrativas como judiciales. Nuestra LCGC, sin perjuicio de

la posible tutela administrativa, opta por el establecimiento de acciones

colectivas de cesación, retracción y declarativa.

2.8 EL REGISTRO DE LAS CONDICIONES GENERALES DE

CONTRATACIÓN.

La Directiva impuso la creación de un registro público de

cláusulas contractuales y sentencias cuya finalidad primordial es

proteger al consumidor frente a las cláusulas abusivas y evitar que se

incluyan en los contratos celebrados con los consumidores, sobre todo

como medio para hacer efectivo el ejercicio de acciones contra las

condiciones generales no ajustadas a la ley. El mandato se cumplió con

la aprobación del Reglamento del Registro de Condiciones Generales de

la Contratación mediante el Real Decreto 1828/1999.

El principio general es que la inscripción es facultativa por parte

del predisponente. Como excepción, el Gobierno, a propuesta conjunta

del Ministerio de Justicia y del Departamento Ministerial

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correspondiente, podrá imponer la inscripción obligatoria de las

condiciones generales en determinados sectores específicos.

Del registro de las condiciones dimanan una serie de efectos:

- El profesional que las haya depositado tendrá a su favor la

legitimación en el tráfico comercial derivada de la publicidad registral

en tanto no se contravenga por una declaración judicial.

- Las acciones colectivas de cesación y retractación prescribirán por

el transcurso de dos años desde el depósito siempre que las condiciones

hayan sido efectivamente utilizadas.

- No se autorizarán ni inscribirán contratos por parte de notarios y

registradores cuando se pretenda la inclusión en los mismos de

cláusulas declaradas abusivas en sentencias inscritas.

- Las sentencias obtenidas en el ejercicio de acciones colectivas

vincularán a todos los jueces en procesos posteriores en que se inste la

nulidad de cláusulas idénticas a las que hubiesen sido objeto de la

sentencia, siempre que se trate del mismo predisponente.

2.9. EL CONTROL DE INCORPORACIÓN.

La LCGC a través de sus artículos 5 y 7 establece el denominado

control de incorporación con el objeto de asegurar la debida

transparencia y garantizar el conocimiento por el adherente de las

condiciones generales de la contratación.

El artículo 5 LCGC parece distinguir entre contratos celebrados

por escrito, contratos no formalizados por escrito, y contratos

celebrados telefónica o electrónicamente:

- En los contratos celebrados por escrito, para entender aceptadas las

condiciones generales el adherente deberá haber sido informado

previamente con la facilitación de un ejemplar, estableciéndose tres

requisitos: (i) que en el contrato se haga una referencia expresa a la

existencia de condiciones generales; (ii) la facilitación de un ejemplar al

adherente mediante la inserción integra de las condiciones en el propio

contrato o la entrega previa o coetánea en un documento adjunto, pero

no por mera remisión; y (iii) la aceptación por el adherente. Es discutida

sin embargo la necesidad de que las condiciones generales deban ser

firmadas de modo específico o si basta la suscripción del contrato en el

que se refiera su existencia al existir una discordancia entre los

artículos 5.1 y 7 a) LCGC.

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En los contratos celebrados por escrito con condiciones generales

de la contratación elevados a escritura pública existe una

particularidad consistente en la posibilidad prevista en el artículo 5.2

LCGC, que dispensa a las partes de transcribir las condiciones

generales al documento público, siempre que se deje constancia de ellas

en la matriz y se incorporen como anexo. En este supuesto la LCGC

exige que el notario compruebe tanto el conocimiento de las condiciones

generales por los adherentes como su aceptación.

- Cuando se trata de contratos no formalizados por escrito, el art.5.3

dispone que en estos supuestos bastará con que el predisponente

anuncie las condiciones generales en un lugar visible dentro del lugar

en el que se celebra el negocio, que las inserte en la documentación del

contrato que acompaña su celebración, o que garantice de cualquier

otra forma al adherente una posibilidad efectiva de conocer su

existencia y contenido en el momento de la celebración, pretendiendo

asegurar en definitiva el conocimiento por parte del usuario de todas las

condiciones generales.

Respecto a los contratos celebrados telefónica o electrónicamente,

la regulación actual de la contratación electrónica y telemática se

encuentra en el TRLGDU tras la derogación del art.5.4 LCGC por la Ley

3/2014, de 27 de marzo.

El hecho de que el ordenamiento jurídico admita que una de las

partes pueda verse autorizada por el derecho a incluir en sus contratos

clausulas-tipo, que no negocia ni permite hacerlo a su contraparte y

que además extiende en serie a una multitud de negocios jurídicos,

admite variadas explicaciones jurídicas. Implica, ciertamente, la

ruptura de los principios básicos de autonomía de la voluntad y libertad

individual en el marco de la visión clásica de la libertad de contratación,

para permitir contratar en serie, de forma ágil y reduciendo costes. El

avance de la economía moderna, libre y de mercado, justificaría que se

conceda a determinados agentes facultades normativas al introducir

fórmulas generales en sus contratos.

Los empresarios actuarían desde este punto de vista como

productores de normas, lo cual enfrenta numerosos obstáculos

constitucionales. La doctrina que defiende la tesis contractualista

señala que entender las condiciones generales como normas, lesiona el

estado de derecho, en donde solo los órganos de control estatal

delegados pueden crear normas generales que obliguen a todos, y no

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existe este poder a favor de los empresarios. El predisponente no tiene,

a pesar de su superioridad económica, una superioridad jurídica que le

faculte para normar.

El Tribunal Supremo ha mantenido en su jurisprudencia una

visión contractualista de las condiciones generales de la contratación, y

las ha caracterizado como relaciones contractuales fácticas, sin

considerarlos verdaderos contratos pese a que adoptan sus formas

externas o modos de concluirse. Las relaciones contractuales fácticas o

de hecho, también denominadas obligaciones derivadas de una

conducta social típica se definen porque en la creación, contenido o

exteriorización de estas formas contractuales sólo aparece una

voluntad, no la voluntad negocial de los participantes. En estos

contratos no existiría una verdadera bilateralidad, puesto que una parte

– la parte fuerte – impone a la otra parte del contenido del negocio

jurídico que se celebrará entre las mismas. La evolución de la economía,

la necesidad de rapidez, anonimato y universalización han convertido

en obsoleta la idea de una pura y plena libertad contractual.

2.10 NATURALEZA JURÍDICA DE LAS CONDICIONES GENERALES DE

CONTRATACIÓN.

La naturaleza jurídica de las condiciones generales es una

cuestión a la que aún no se ha dado una respuesta definitiva y que

sigue siendo objeto de debate doctrinal, ya que es fundamental

determinar la causa de su validez a efectos de tratar las condiciones

generales como norma o como contrato dentro del ordenamiento. La

incorporación del principio de buena fe y el deber de comportamiento

leal como criterio de validez de las condiciones generales y el

establecimiento de un control de incorporación, parecen indicar que en

la opción legislativa ha imperado la tesis contractualista. La Ley 7/1998

adopta una visión contractualista de las condiciones generales y lo

mismo ocurre con las normas sectoriales.

De la propia naturaleza de las condiciones generales se derivaría

su carácter accesorio, ya que se limitan a incorporar elementos

complementarios del negocio, facilitando la agilidad del tráfico,

asegurando su eficacia y abaratando los procesos que ligan a las partes.

Sirven al mercado asegurando el anonimato, la rapidez, la uniformidad

de los clientes y los procesos y la reducción de costes. Abaratan el bien

o servicio y facilitan su puesta en circulación, proporcionando

seguridad y garantías en los procedimientos, pero en contrapartida,

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favorecen el abuso de la posición dominante del empresario en

detrimento del consumidor – parte débil-, que sólo accede a una oferta

rígida y cerrada, llegando a convertirse en cláusulas abusivas.

2.11 CONDICIONES GENERALES DE LA CONTRATACIÓN Y

ABUSIVIDAD, CONCEPTOS RELACIONADOS PERO NO

EQUIVALENTES.

Junto a la LCGC se mantuvo, modificándola y ampliándola, la

anterior Ley 26/1984, de 19 de julio, General de Defensa de

Consumidores y Usuarios (LGDCU), compartiendo ambas leyes como

planteamiento general la absoluta prohibición de las cláusulas abusivas

cuando el contrato se haya celebrado con un consumidor, remitiéndose

a esta ley para encontrar la definición de cláusula abusiva (art.10 bis) y

aquellos específicos tipos de cláusulas que han de considerarse

abusivas, contenidas en su Disposición Adicional Primera (actualmente

en los artículos 82 y siguientes del RDL 1/2007 que aprueba el Texto

Refundido de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y

Usuarios y otras leyes complementarias).

El RDL 1/2007 define las cláusulas abusivas en su art.82 como

todas aquellas estipulaciones no negociadas individualmente y todas

aquellas prácticas no consentidas expresamente que, en contra de las

exigencias de la buena fe causen, en perjuicio del consumidor y

usuario, un desequilibrio importante de los derechos y obligaciones de

las partes que se deriven del contrato. En el caso Aziz, el TJUE las

definió como “aquellas cláusulas que no fueran claras, comprensibles y

negociadas individualmente que empeoran la posición del consumidor

respecto al derecho dispositivo vigente que no las habría aceptado en una

negociación leal y equitativa”. El legislador nacional y comunitario y el

TJUE delimitan los criterios necesarios para determinar cuándo nos

encontramos ante cláusulas abusivas, pero la determinación casuística

es realizada por nuestros tribunales.

La LGDCU de 1984 contenía en su artículo 10 la protección tanto

frente a condiciones generales como frente a cláusulas abusivas,

mientras que el texto refundido de 2007 distingue en sus artículos 80 a

91 LGDCU las cláusulas no negociadas individualmente de las

cláusulas abusivas. La Ley 7/1998 opera respecto a las condiciones

generales, materializándose un doble régimen de protección,

distinguiendo el tratamiento jurídico de ambas, aunque naturalmente

gran parte de su régimen jurídico sea común.

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2.12 EL DOBLE SISTEMA DE CONTROL: LA TRANSPARENCIA

MATERIAL.

Por tanto, existe un doble sistema que deriva de su distinta

naturaleza. Mientras que las condiciones generales consisten en una

técnica contractual, perfectamente lícita, las cláusulas abusivas

siempre quiebran el equilibrio de prestaciones, y pueden encontrarse

tanto en un contrato de adhesión (y ser a su vez condiciones generales

de la contratación), como en pactos individualizados, pero impuestos

por una de las partes a la otra. Tanto unas como otras son cláusulas-

tipo impuestas por uno de los contratantes sobre el otro, pero mientras

que las cláusulas abusivas serán siempre contrarias al ordenamiento

jurídico, las condiciones generales no tienen por qué serlo.

Las cláusulas abusivas pueden darse siempre que no exista

negociación individual entre las partes. Pueden ser o no condiciones

generales, ya que también pueden darse en contratos particulares

cuando no existe una negociación individual de sus cláusulas, es decir,

en contratos de adhesión particulares.

Las condiciones contrarias a la buena fe o al equilibrio de

intereses, serán a su vez cláusulas nulas, y se actuará a favor del

consumidor, mientras que las condiciones generales se consideran una

merma de la negociación que merece una tutela general. Sin embargo,

la introducción de cláusulas generales supone una quiebra del sistema

contractual clásico basado en la autonomía de la voluntad, lo que

evidencia la necesidad de una regulación con especialidades que vele

para que la voluntad del adherente no quede viciada y marque las

reglas especiales de una contratación ajena al juego de la autonomía de

la voluntad.

La desigual posición jurídica de las partes requiere de la adopción

de normas proteccionistas, que equilibren la situación de desequilibrio

entre una parte con mayor conocimiento y otra en una posición de

desventaja, que caracteriza los contratos con consumidores y

especialmente los que incluyen condiciones generales de la

contratación.

El art.5.5 LCGC prevé que "la redacción de las cláusulas generales

Page 20: CLÍNICA JURÍDICA UNIVERSIDAD DE OVIEDO

20

deberá ajustarse a los criterios de transparencia, claridad, concreción y

sencillez", contenido que se repite en el artículo 80 del texto refundido

de la LGDCU de 2007, que añade con mayor concreción: "con

posibilidad de comprensión directa, sin reenvíos a textos o documentos

que no se faciliten previa o simultáneamente a la conclusión del contrato,

y a los que, en todo caso, deberá hacerse referencia expresa en el

documento contractual". El hecho constituye un indicio de la

uniformidad de régimen jurídico aplicable a las condiciones generales y

las cláusulas abusivas, ya que si no se cumplen los requisitos

expuestos, las condiciones generales se convertirán en cláusulas

abusivas.

2.13. EL ÁMBITO DE LA CONTRATACIÓN FINANCIERA.

La legislación financiera cuenta con un sistema especial de

protección del cliente a través de una normativa especial de

transparencia que se ha venido desplegando en España a través del

desarrollo del artículo 48.2 de la Ley 26/1988, de 29 de julio, sobre

Disciplina e Intervención de las Entidades de Crédito. Este precepto,

con la expresa finalidad de proteger los legítimos intereses de la

clientela de las entidades de crédito, y sin perjuicio de la libertad de

contratación, dotó al Ministerio de Economía y Hacienda de la facultad

de dictar las normas necesarias para tutelar las relaciones entre las

entidades de crédito y su clientela y conducirlas a la máxima

transparencia.

La deslegalización de la materia contractual bancaria ha

convertido al Ministerio de Economía y al Banco de España, en fuentes

materiales de creación del Derecho contractual bancario, con amplias

facultades para la fijación de las condiciones mínimas que deben

recogerse en los contratos de las entidades de crédito, siempre dentro

del respeto a las disposiciones legales.

El primer desarrollo reglamentario se materializó en la Orden de

12 de diciembre de 1989, sobre tipos de interés y comisiones, normas

de actuación, información a clientes y publicidad de las entidades de

crédito. Desde entonces es el marco general de la regulación de las

cuestiones esenciales sobre el tráfico financiero minorista como son, por

ejemplo, las comisiones, los tipos de interés o las comunicaciones con el

cliente. Poco después, se hizo uso de la misma potestad reglamentaria

para abordar la regulación del préstamo hipotecario, servicio bancario

Page 21: CLÍNICA JURÍDICA UNIVERSIDAD DE OVIEDO

21

minorista por excelencia. En este sentido, con el objetivo de facilitar al

cliente la perfecta comprensión e implicaciones financieras del contrato

de préstamo hipotecario, entró en vigor la Orden de 5 de mayo de 1994

sobre transparencia de las condiciones financieras de los préstamos

hipotecarios, sustituida por la vigente orden EHA/2899/2011, de 28 de

octubre, de transparencia y protección del cliente de servicios

bancarios, que pretende recopilar, actualizar y ordenar en un solo texto

toda la normativa de protección al cliente bancario, al mismo tiempo

que incrementar la transparencia en las relaciones entre la entidad y el

cliente. Junto a la orden, existe numerosa legislación sectorial en

materia de transparencia financiera (Ley 16/2011, de 24 de junio, de

contratos de crédito al consumo; Ley 2/2009, de 31 de marzo, por la

que se regula la contratación con los consumidores de préstamos o

créditos hipotecarios y de servicios de intermediación para la

celebración de contratos de préstamo o crédito; en el rango

reglamentario la Orden EHA/1608/2010, de 14 de junio, sobre

transparencia de las condiciones y requisitos de información aplicables

a los servicios de pago, y la Orden EHA/1718/2010, de 11 de junio, de

regulación y control de la publicidad de los servicios y productos

reglamentarios).

La necesidad de esta nueva Orden, según su propia exposición de

motivos, se debió a la obsolescencia de las Órdenes ministeriales de

1989 y 1994 y de la Circular 8/1990 del Banco de España que las

desarrollaba. De un lado debido a los avances de la regulación sectorial

acometidos en áreas como el crédito al consumo, los servicios de pago o

la publicidad, y de otro, a causa de la enorme transformación que la

comercialización de servicios bancarios ha experimentado desde los

primeros años noventa hasta la actualidad. Transformación

estrechamente vinculada a circunstancias como la enorme expansión

del crédito, especialmente hipotecario, al aumento y completa

generalización del acceso minorista a los servicios bancarios, la

aparición de nuevos instrumentos financieros de creciente complejidad,

la difusión del empleo de las nuevas tecnologías en las relaciones con

los clientes y, especialmente, la profunda crisis del sector financiero

durante los últimos años.

La finalidad de la Orden EHA/2899/2011, según su exposición de

motivos, es concentrar y sistematizar en un único texto la normativa

básica de transparencia en el sector bancario para mejorar su claridad

y su accesibilidad para el ciudadano. En su título I – disposiciones

generales – define como su objeto la implantación de medidas de

transparencia en la prestación de servicios financieros bancarios.

Page 22: CLÍNICA JURÍDICA UNIVERSIDAD DE OVIEDO

22

En cuanto a su ámbito de aplicación, queda reducido a las personas

físicas, quedando fuera todas las sociedades, incluso las más modestas,

al contrario de lo que preveía la anterior Orden de 1989, al preverse

expresamente en el apartado cuarto del artículo 2 la posibilidad de que

las partes acuerden que no se aplique total o parcialmente cuando el

cliente actúe en el ámbito de su actividad profesional o empresarial,

salvo que se trate de contratos de préstamo hipotecario. De esta forma

se contradice lo previsto en la LDCU en su artículo 10, en el que se

declaran irrenunciables los derechos que la ley concede.

La Orden contiene en los artículos sucesivos obligaciones de

información y publicidad respecto a comisiones y tipos de interés, así

como respecto a la información precontractual, que deberá ser “clara,

oportuna y suficiente, objetiva y no engañosa, y habrá de entregarse con

la oportuna antelación en función del tipo de contrato u oferta y, en todo

caso, antes de que el cliente quede vinculado por dicho contrato u oferta”.

Posteriormente enumera el contenido obligatorio de la información

contractual que se suministrará al cliente, los requisitos que deben

cumplir las comunicaciones y explicaciones con el cliente, así como

ciertas previsiones respecto al contrato de asesoramiento bancario y los

requisitos de forma.

Las normas de transparencia obligan a las entidades de crédito

fundamentalmente a lo siguiente:

→ Las comisiones serán las que se fijen libremente por las entidades

de crédito. Sólo podrán percibirse comisiones o repercutirse

gastos por servicios solicitados en firme o aceptados

expresamente por un cliente y siempre que respondan a servicios

efectivamente prestados o incurridos. Las entidades de crédito

deberán poner a disposición de los clientes, debidamente

actualizadas, las comisiones habitualmente percibidas por los

servicios que prestan con mayor frecuencia, así como los gastos

repercutibles en dichos servicios. Esta información incluirá, de

manera sencilla, los conceptos que devengan comisión, la

periodicidad con que se aplican y el importe de las mismas de

manera desagregada por periodo en que se apliquen, estará

disponible en todos los establecimientos de las entidades, en sus

páginas electrónicas y en la del Banco de España, y deberá estar

a disposición de los clientes, en cualquier momento y

gratuitamente.

→ Los tipos de interés se fijarán libremente tanto en las operaciones

de activo como en las de pasivo. Al igual que en el supuesto de las

Page 23: CLÍNICA JURÍDICA UNIVERSIDAD DE OVIEDO

23

comisiones, las entidades deberán poner a disposición de los

clientes, debidamente actualizados, los tipos de interés

habitualmente aplicados a los servicios que prestan con mayor

frecuencia. Se informará sobre la tasa anual equivalente (TAE) o

expresión equivalente de la operación.

→ La publicidad deberá ser clara, objetiva y no engañosa, y es

necesario que la sometan a la autorización previa del Banco de

España (desde junio de 2010, en virtud de la Orden

EHA/1718/2010, de 11 de junio, el requisito de autorización

previa se ha sustituido por un control de tipo preventivo por parte

del Banco de España, que controlará la publicidad de las

entidades una vez que ésta se haya difundido, con base en los

registros internos que las entidades habrán de llevar

necesariamente).

→ En línea con la normativa europea, se comienza a implantar la

obligación de las entidades de facilitar gratuitamente al cliente de

servicios bancarios la información precontractual legalmente

exigible, para que éste pueda adoptar una decisión informada

sobre un servicio bancario y comparar ofertas similares. Esta

obligación de entregar información precontractual la

encontramos, por ejemplo, en materia de crédito al consumo e

hipotecario (con las nuevas Ficha de Información Precontractual –

FIPRE- y Ficha de Información Personalizada –FIPER-) o de

servicios de pago. Su entrega deberá ser anterior a que el cliente

quede vinculado por el contrato u oferta.

→ La obligación de entrega de información precontractual se ve

reforzada por el reconocimiento de otra obligación por la cual las

entidades de crédito deberán facilitar a todos los clientes

explicaciones adecuadas y suficientes para comprender los

términos esenciales de todo servicio bancario ofertado y adoptar

una decisión informada, teniendo en cuenta sus necesidades y su

situación financiera.

→ Respecto a la información contractual, las entidades deberán

entregar al cliente un ejemplar del documento contractual en que

se formalice el servicio recibido. Se regulan, asimismo, las

comunicaciones que las entidades dirijan a la clientela relativas a

servicios bancarios, la modificación unilateral por la entidad de

las condiciones inicialmente pactadas y el documento de

liquidación de intereses o comisiones. Tanto el contrato como el

resto de documentos mencionados se entregarán en papel,

formato electrónico o en otro soporte duradero, y estarán

redactados en términos fácilmente comprensibles y de manera

legible. Las entidades de crédito remitirán a sus clientes

Page 24: CLÍNICA JURÍDICA UNIVERSIDAD DE OVIEDO

24

anualmente, durante el mes de enero de cada año una

comunicación en la que, de manera completa y detallada, se

recoja la información prevista en la Orden sobre comisiones y

gastos devengados y tipos de interés efectivamente aplicados a

cada servicio bancario prestado al cliente durante el año anterior.

→ Las entidades ejecutarán las órdenes de los clientes sin demoras

ni retrasos, y corregirán los errores detectados, empleando para

ello la máxima diligencia. Asimismo, prevé el régimen sancionador

que se aplicará a los incumplimientos de lo previsto en su

articulado, recordando que “se aplicará sin perjuicio de la

legislación general sobre consumidores y usuarios”.

Por otro lado, en su artículo 12 admite sin matices la posibilidad de

que las entidades de crédito comercialicen servicios bancarios

vinculados a la contratación de otro servicio, exigiendo únicamente que

se informe al cliente del coste separado de cada servicio, pero solo “en la

medida en que este coste esté disponible para la entidad”.

La normativa específica bancaria en la materia se completa con la

Circular 5/2012, de 27 de junio, del Banco de España, a entidades de

crédito y proveedores de servicios de pago, sobre transparencia de los

servicios bancarios y responsabilidad en la concesión de préstamos, que

persigue desarrollar de una manera ordenada y consistente el conjunto

de mandatos que contiene la Orden EHA /2899/2011.

Por contratos celebrados con bancos y entidades financieras y de

crédito podemos referirnos tanto a contratos en los que el consumidor

deposita su dinero en el banco, que podríamos denominar de ahorro

(contrato de cuenta corriente o libreta de ahorro, contrato de imposición

a plazo, planes y fondos de pensiones, etc.), como aquellos en los que es

banco el que entrega dinero al consumidor, que podríamos denominar

de endeudamiento (contrato de préstamo y/o crédito, concesión de

avales, contratos de tarjeta de crédito y de banca a distancia). Estos

contratos pueden celebrarse tanto de manera presencial en las oficinas

de la entidad bancaria como a distancia y, en función del lugar y forma

de contratación, los derechos del consumidor varían.

Tanto en unos como en otros, la necesidad de contratar sus

servicios en masa, por medio de contratos de adhesión, unida a la clara

posición de preeminencia de las entidades bancarias en relación al

cliente, ha llevado a la extensión de la utilización de cláusulas de todo

tipo que han sido declaradas abusivas durante los últimos años por los

tribunales. Ante la ausencia de intervención del legislador en esta

materia, han sido los jueces, utilizando los escasos instrumentos

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25

normativos de que disponen, quienes han tenido que tutelar los

intereses económicos de los consumidores.

Los servicios bancarios y financieros son calificados como

servicios de uso o consumo común, ordinario y generalizado, conforme

a lo dispuesto por el Anexo I, letra C, ap.13 del Real Decreto

1507/2000, de 1 de septiembre, por el que se actualizan los catálogos

de productos y servicios de uso o consumo común, ordinario y

generalizado y de bienes de naturaleza duradera, a efectos de lo

dispuesto, respectivamente, en los artículos 2, apartado 2, y 11,

apartados 2 y 5, de la Ley General para la Defensa de los Consumidores

y Usuarios y normas concordantes, lo que se traduce en un imperativo

de aplicación reforzada de los principios de defensa del consumidor que

afectan a estos servicios.

En el ámbito bancario, la diligencia exigida a las entidades de

crédito es la de un bonus argentarius, como experto en la actividad,

dotado de una específica competencia técnica (STS de 15 de julio de

1988). Las entidades financieras ocupan una posición privilegiada tanto

por el singular conocimiento técnico que poseen para el desarrollo de

una actividad compleja como por la especial confianza de los clientes

que acuden a ellas para depositar sus fondos. Además, por realizar una

actividad de especial trascendencia económica han de acreditar una

cualificación superior y les es exigible una responsabilidad adecuada a

la importante función que tienen encomendada, desde el punto de vista

administrativo y también en la relación negocial con sus clientes. La

mayor diligencia exigida a las entidades de crédito puesta en relación

con las exigencias de buena fe, acorde con la naturaleza de las

relaciones contractuales bancarias, da como resultado una especial

responsabilidad, muy cercana a la responsabilidad por riesgo del

profesional, por los hechos que las entidades de crédito realicen dentro

del ámbito de su actividad y que únicamente cesará en los casos de

negligencia probada del cliente.

De la observancia de los supuestos más comunes en que se

desenvuelven las relaciones del consumidor o usuario con el sector

bancario en la práctica se advierte la dificultad de los consumidores

para lograr en primer lugar un contrato equilibrado, y

subsidiariamente, unas medidas judiciales correctoras si fuera preciso,

y esto ocurre particularmente en el marco del contrato de préstamo

hipotecario.

El contrato de préstamo hipotecario de vivienda es un contrato

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26

bancario, oneroso y conmutativo, perteneciente a la categoría de

contratación en masa, al ser redactado con base a las condiciones

generales de la contratación, predispuestas por la entidad de crédito

predisponente o prestamista, caracterizado por la constitución de una

garantía real sobre un bien inmueble (la hipoteca) en aseguramiento del

mismo, de modo que permite el reconocimiento al acreedor de un

derecho de realización de valor sobre un bien perteneciente al deudor o

a un tercero. Cuando se trata de un préstamo hipotecario, la abusividad

puede afectar a distintos elementos del contrato. Podemos observar

cláusulas que afectan a la obligación principal, a obligaciones

accesorias, a los intereses y costas y al proceso ejecutivo. Existen un

conjunto de cláusulas que afectan directamente a la obligación

principal, por ejemplo, las cláusulas de vencimiento anticipado. Las

obligaciones accesorias son todas aquellas obligaciones ligadas a la

principal que se deriven del contrato, distintas de las principales y

subordinadas a ellas. A modo de ejemplo podemos observar,

comúnmente concurrentes en los contratos de crédito hipotecario, la

hipoteca y los intereses, y eventuales como la contratación de un

seguro, el no arriendo del inmueble por vivienda o arriendo dañoso o

gravoso, la presentación a la entidad financiera de la declaración de la

renta, etc. Del hecho de que la cláusula abusiva afecte a una obligación

principal o a una obligación accesoria dependerá la propia declaración

de abusividad, así como el posterior tratamiento que se le dé para

expulsar la abusividad del contrato.

2.14 INCIDENCIA DE LA ABUSIVIDAD EN DETERMINADAS

CLÁUSULAS TIPO

a) CLÁUSULAS DE RESOLUCIÓN ANTICIPADA

La cláusula de vencimiento anticipado es aquella que figura en la

escritura de hipoteca por medio de la cual, si el deudor hipotecario deja

de pagar, el Banco se reserva el derecho a dar por resuelta la operación

y exigir la devolución de la totalidad del préstamo.

La Ley 1/2013 modificó el artículo 693 de la Ley de Enjuiciamiento

Civil, suponiendo un antes y un después. Antes de esta modificación el

artículo 693.2de la LEC estaba redactado de la siguiente forma:” 2.

Podrá reclamarse la totalidad de lo adeudado por capital y por intereses

si se hubiese convenido el vencimiento total en caso de falta de pago de

alguno de los plazos diferentes y este convenio constase inscrito en el

Registro.”

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27

Con arreglo a tal previsión legal se podía dar por resuelto la totalidad

del préstamo hipotecario por impago de una sola de las cuotas,

pudiendo iniciarse la ejecución hipotecaria. Cierto que tal distaba de ser

la praxis habitual de la entidades financieras, que esperaban la

acumulación de deuda de varias mensualidades, pero tal actuación

quedaba a su arbitrio pues la literalidad de la Ley permitía el

vencimiento anticipado ante el menor de los incumplimientos. A pesar

de tal regulación legal, con carácter anterior a la reforma de la Ley, ya

algunas resoluciones judiciales, sobre la base del análisis de las

circunstancias de cada caso, venían considerando la improcedencia del

ejercicio de tal clausul, si el deudor llevaba bastante tiempo pagando la

hipoteca y se había atrasado en 2 o 3 cuotas.

Tras la reforma, el art. 693.2 LEC quedó redactado del siguiente

modo: ” 2.- Podrá reclamarse la totalidad de lo adeudado por capital y

por intereses si se hubiese convenido el vencimiento total en caso de falta

de pago de, al menos, tres plazos mensuales sin cumplir el deudor su

obligación de pago o un número de cuotas tal que suponga que el deudor

ha incumplido su obligación por un plazo, al menos, equivalente a tres

meses, y este convenio constase en la escritura de constitución y en el

asiento respectivo.”

A raíz de la reforma, la Ley exige que para iniciar una ejecución

hipotecaria, deben haberse dejado de pagar al menos 3 cuotas

hipotecarias. Por lo tanto los Bancos deben esperar, como mínimo 3

mensualidades para poder interponer la demanda de ejecución.

Posteriormente el Auto del Tribunal de Justicia de la Unión Europea

de 11 de junio de 2015 determinó que si los Jueces españoles

consideran la nulidad de la cláusula de vencimiento anticipado de

abusiva, “aunque tal cláusula no haya llegado a aplicarse”, y a los

efectos de garantizar el efecto disuasorio de su establecimiento por los

Bancos, el Juez español debe deducir todas las consecuencias que lleva

aparejada la declaración de tal carácter abusivo.

Algunas Audiencias Provinciales a raíz del citado Auto, han dictado

resoluciones que o bien inadmiten el procedimiento de ejecución

hipotecaria si el Juez declara la nulidad de la cláusula de vencimiento

anticipado como abusiva, o bien han declarado el sobreseimiento del

procedimiento (Autos de la. A.P. Barcelona de 29 de septiembre de

2015; A.P. Pontevedra de 30 de octubre de 2015 o A.A. Valencia de 14

de julio de 2015), interpretando que la ineficacia del pacto de

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28

vencimiento anticipado implica que el título de ejecución decae, con el

necesario sobreseimiento de la ejecución hipotecaria.

La decisión de sobreseer no impide un posterior procedimiento de

ejecución ordinaria, al existir un título que lleva aparejada fuerza

ejecutiva (art. 517.2.5º LEC), como tampoco obsta al proceso declarativo

que pudiera instarse en reclamación de las cantidades vencidas o, en su

caso, del total importe del préstamo al socaire de los arts. 1124 y 1129

Código Civil, en cuyo caso la sentencia estimatoria podría ejecutarse

manteniendo la preferencia derivada del derecho real de hipoteca, el

cual sigue subsistiendo.

Por otro lado, el Tribunal Supremo, entre otras en Sentencias de 23

de diciembre de 2015 o 18 de febrero de 2016, ha considerado que si se

trata de ejecución de una hipoteca, estimándose la nulidad de la

cláusula pactada, deberá estarse a lo dispuesto en el art. 693.3 LEC, en

la medida en que si bien el Derecho comunitario prohíbe la integración

de la cláusula nula con el derecho nacional, se exceptúa el caso de que

el contrato quede anulado en su totalidad exponiendo al consumidor a

consecuencias perjudiciales, y eso es lo que sucedería , según expresa

el Tribunal, “si la declaración de la abusividad de la cláusula de

vencimiento anticipado, por razón de la levedad del incumplimiento

previsto para su aplicación, cerrara el acceso al proceso de ejecución

hipotecaria incluso en los caso en que el incumplimiento efectivamente

producido haya tenido una gravedad adecuada a la consecuencia del

vencimiento anticipado”, por estimar que la normativa de ejecución

hipotecaria confiere al demandado una serie de beneficios (la

posibilidad de rehabilitar el préstamo hipotecario, la obligatoriedad de

que la tasación de la finca a efectos de subasta no sea inferior al 75%

de la tasación que sirvió para conceder el préstamo o las posibilidades

de liberación de la deuda en caso de realización posterior por el

acreedor o pago del resto en determinados plazos y condiciones) de los

que se vería privado si el acreedor se ve obligado a acudir a la

resolución contractual al amparo del art. 1124 CC mediante un proceso

declarativo.

b) CLÁUSULAS DE LÍMITE A LA VARIACIÓN DEL INTERÉS

VARIABLE

Con objeto de delimitar el riesgo derivado de las variaciones del tipo

de interés aplicable, las entidades financieras introdujeron en los

contratos de préstamo hipotecario límites mínimos y máximos a estas

variaciones. Cuando se acota dicha variación a la baja, se fija un tipo de

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29

interés “suelo”, asegurándose el banco un beneficio mínimo con

independencia de las fluctuaciones de los tipos en los mercados, al

fijarse un interés que no se rebajará con independencia de que los

tipos de interés lo hagan; mientras que en la acotación al alza se

establece un “techo” a la subida del tipo pactado que establecerá la

cantidad máxima a pagar por el cliente aun en el caso de que los tipos

de interés en el mercado hayan sobrepasado esa barrera fijada.

Formuladas de forma conjunta, como contrapartida la una de la otra,

estas cláusulas pueden resultar atractivas para ambas partes.

Este tipo de cláusulas resultan abusivas cuando no han venido

precedidas de una labor informadoras por el predisponente, que haya

permitido tomar conciencia de su significado e incidencia en el contrato

al consumidor. Igualmente si introdujeran un desequilibrio entre la

cifra fijada como “suelo” y la cifra fijada como “techo” que altere el

funcionamiento de contrapartida que puedan tener. Debe tomarse en

consideración que no es obligatorio que ambas clausulas se den en

conjunto, apareciendo muchas veces únicamente la cláusula suelo, que

en términos económicos, permite acceder a un diferencial del préstamo

inferior. En estos casos la cuestión de la información previa se revelará

esencial para poder determinar o ponderar su eventual abusividad.

La STJUE de 21 de diciembre de 2016 ha confirmado la procedencia

de la devolución íntegra de las cantidades percibidas por los bancos

como consecuencia de las clausulas suelo, declarando contraria a la

Directiva 93/13/CE la jurisprudencia consolidada hasta en entonces

por el TS en la célebre sentencia de 9 de mayo de 2013, así como en las

de 25 de marzo de 2015 y 29 de abril de 2915, que sostenían que la

nulidad de una clausula suelo declarada abusiva por falta de

transparencia carece de carácter retroactivo, y por ello, sólo procedía la

devolución de las cantidades indebidamente percibidas por las

entidades financieras desde el 9 de mayo de 2013, fecha de publicación

de la primera STS en la materia.

El TS ya había fijado las pautas para evaluar el carácter abusivo de

la cláusula suelo en su jurisprudencia, por lo que después de la

sentencia de 21 de diciembre, debía procederse a acatar la

jurisprudencia del TJUE sin dilaciones, procediendo a la devolución

inmediata de integridad de las sumas pagadas indebidamente por los

usuarios.

El 20 de enero veía la luz el Real Decreto-Ley 1/2017, de medidas

urgentes de protección de consumidores en materia de clausula suelo.

Page 30: CLÍNICA JURÍDICA UNIVERSIDAD DE OVIEDO

30

Se trata de un sistema creado ex profeso sin parangón en nuestro

ordenamiento jurídico, que pretende evitar una supuesta avalancha de

reclamaciones judiciales.

El mecanismo establecido en el RDL 1/2017 ha sido objeto de serias

críticas, al considerarse que se confía la solución del problema a

aquellos mismos que lo provocaron, empleando cláusulas abusivas en

contra del consumidor, dotándoles de un proceso creado a su gusto que

de nuevo deja desprotegido a usuario. Entre las críticas al proceso está

el concepto restringido de consumidor que se adopta, los múltiples

plazos concedidos a la banca para contestar a la reclamación del

usuario, o el hecho de que se confíe a la banca el cálculo de las

cantidades que hubieran percibido indebidamente. Por otro lado, no

establece sanción alguna para los bancos y les dispensa de soportar los

gastos judiciales que pudieran ocasionarse.

Cuando parecía haberse llegado a una solución aparentemente

definitiva en materia de cláusulas suelo, recientemente el TS ha venido

a dar una nueva vuelta de tuerca a su jurisprudencia con la sentencia

de 9 de marzo de 2017, en la que nos encontramos con el ejercicio de

una acción individual, en la que al contrario de lo que ocurrió en la

sentencia de 9 de mayo de 2013, en la que se trataba de una acción

colectiva, el juicio sobre la transparencia de la cláusula no atiende

exclusivamente al documento en el que se inserta, y se tienen en cuenta

las circunstancias particulares del caso, como el hecho de que la

cláusula en este caso sí fue negociada o la declaración de que el notario

había suministrado información. Por ello, examinando las

circunstancias concretas, el TS llega ahora a la conclusión de que la

cláusula no es abusiva, dando a entender que el camino que se

pretende seguir de ahora en adelante es el examen caso por caso de si

se cumplió por la entidad con los deberes de transparencia y si el

notario cumplió con su obligación de lectura y explicación facilitando

así una comprensibilidad real por parte del cliente.

c) CLÁUSULA DE IMPOSICIÓN DE GASTOS AL PRESTATARIO

Las cláusulas que trasladan al usuario de la práctica totalidad de los

gastos derivados del otorgamiento del contrato, ya fueran previos para

su formalización o inscripción, e incluso posteriores, con independencia

de las reglas procesales o sustantivas que pudieran determinar su

correspondencia, también han sido y son objeto de análisis por

nuestros tribunales a efectos de la determinación de su abusividad o

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31

no.

Entre los gastos de constitución de hipoteca se pueden encontrar los

de notaría correspondientes a la escritura de préstamo hipotecario, los

de tasación de la vivienda, los registrales por la inscripción de la

hipoteca, los del impuesto de actos jurídicos documentados al que se

encuentre sujeta y no exenta la escritura de préstamo hipotecario, los

de gestoría siempre y cuando su intervención se haya impuesto por el

banco, e incluso gastos posteriores como los vinculados a un eventual

proceso frente al usuario. Pues bien debe señalarse, que la situación

actual dista de ofrecer una postura unánime al respecto, siendo los

tribunales quienes, caso a caso, ven determinado la nulidad o no de

este tipo de cláusulas.

d) CLÁUSULA IRPH

El Índice de Referencia de Préstamos Hipotecarios de Cajas y el

Índice de Referencia de Préstamos Hipotecarios de Bancos eran

indicadores usados por las entidades financieras para referenciar los

préstamos hipotecarios a interés variable. Fueron eliminado por la

Orden EHA/2899/2011, y definitivamente por la Ley 14/2013, de 27 de

septiembre, de apoyo a los emprendedores y su internacionalización.

En caso de no existir ningún índice sustitutivo se deberá aplicar el

nuevo índice creado por la Ley 14/2013, el “IRPH Entidades”, es decir,

el contrato de préstamo hipotecario se regirá por el tipo de interés oficial

denominado tipo medio de los préstamos hipotecarios a más de tres

años, para adquisición de vivienda libre, concedidos por las entidades de

crédito en España. Por tanto, si en el contrato de préstamo el índice

substitutivo es el EURIBOR, no se podrá aplicar el IRPH Entidades.

A partir de 2014 determinadas sentencias han llegado a declarar la

abusividad en relación con la cláusula del índice IRPH cajas,

declarando por tanto su nulidad y condenando a la entidad bancaria a

la devolución de los intereses cobrados de forma indebida. La

abusividad en estos caso, suele deberse a la forma de cuantificación,

cuando esta no aparece determinada en el contrato de préstamo

hipotecario. Suele ser un lugar común pretender la falta de

transparencia de dicho índice por considerarlo “manipulable”, pero no

es menos cierto que todos los índices de referencia, toman en

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32

consideración los índices del mercado.

e) CLÁUSULAS DE INTERESES

El interés es el precio que debe pagarse por la utilización de un

capital ajeno expresado en dinero, y puede cumplir en el ámbito

económico una doble función: el interés será retributivo cuando su

causa sea la compensación por la utilización temporal de una suma de

dinero, no dependerá del comportamiento del cliente, ordinariamente

tendrá un origen contractual, y constituye, en definitiva, el lucro o

beneficio que obtiene el banco por prestar dinero al particular; el interés

será indemnizatorio cuando su causa se encuentre en el

comportamiento moroso del deudor, con los llamados intereses de

demora lo que se pretende es que el deudor indemnice por los daños y

perjuicios causados, constituyendo una sanción por su incumplimiento

contractual al incurrir en un retraso en el cumplimiento de sus

obligaciones, y puede tener origen legal o contractual. Ambos se

consideran de ordinario obligaciones accesorias a cargo del consumidor

de crédito, siendo la devolución del capital la obligación principal.

El legislador acepta el principio de autonomía de la voluntad en

materia de intereses, pero quedan sujetos a determinadas limitaciones

derivadas de la legislación represora de la usura, la Ley General de

Protección de Consumidores y Usuarios, así como las derivadas de la

Orden EHA/2899/2011 y las circulares del Banco de España que la

desarrollan.

Cabe considerar si la declaración de nulidad de la cláusula de

interés que el préstamo pudiese convertir el préstamo en un mutuo

gratuito, sin intereses remuneratorios, pero ante esa posibilidad la

propia ley en su art. 10.4 LG establece que: “no obstante, cuando las

cláusulas subsistentes determinen una situación no equitativa de las

posiciones de las partes en la relación contractual, será ineficaz el

contrato mismo”, generando un grave perjuicio al consumidor-

prestatario al quedar obligado a devolver el capital sin intereses de una

sola vez. El remedio estaría en reconocer al juez facultades para

moderar la elevada cifra de intereses y mantener la vigencia del

contrato.

La normativa específica en materia de intereses incide especialmente

en el momento precontractual, cuando determinada información debe

ser suministrada al cliente acerca del interés efectivo de la operación y

Page 33: CLÍNICA JURÍDICA UNIVERSIDAD DE OVIEDO

33

el interés efectivo anual postpagable.

Además, suele ser frecuente la aparición de cláusulas de interés

variable, a las que se impone la fijación de un tipo de referencia y una

cláusula de rescisión, correspondiendo al Banco de España la

determinación de los criterios a que deben someterse estas operaciones.

El tipo de referencia debe ser objetivo, es decir, la entidad

acreedora no puede fijar el tipo aplicable unilateralmente. Siempre que

la entidad prestamista pueda interferir de forma decisiva en la fijación

del tipo aplicable que sirva como referencia, habrá falta de objetividad, y

declarada judicialmente, la cláusula podría ser calificada como abusiva,

y, en consecuencia, declarada nula y tenida por no puesta, con

subsistencia de la operación de crédito al tipo pactado. También serán

nulas aquellas que se establezcan de acuerdo a tipos que no respondan

a una fluctuación del mercado monetario, o que establezcan una

variación del interés en beneficio de una sola de las partes, y las que

previenen el aumento del tipo de interés, pero no la disminución.

f) CLÁUSULAS QUE IMPONEN COMISIONES

La comisión es una remuneración a la obligación que asume el banco

de realizar determinadas actividades. La normativa sectorial bancaria

establece la libertad de las entidades de crédito para la fijación de

comisiones, pero prevé que sólo podrán percibirse comisiones o

repercutirse gastos por servicios solicitados o aceptados expresamente

por el cliente que hayan sido efectivamente prestados. Las comisiones

habituales deben hacerse públicas por parte de las entidades

financieras para el conocimiento de cualquier interesado, y queda

expresamente proscrito cargar cantidades superiores a las publicadas.

De no respetarse esta última previsión, entrará en juego el art.10.2

LGDCU, conforme al cual la condición general prevalecerá sobre la

particular cuando sea más beneficiosa, pudiendo exigir la aplicación de

la publicada.

El impago de las comisiones suele vincularse a la facultad de

resolución anticipada del contrato que se reserva la entidad de crédito,

lo que supone una grave alteración del justo equilibrio de las

contraprestaciones, así como un grave atentado a la buena fe objetiva,

al venir la resolución del contrato motivada por el incumplimiento de

una obligación accesoria.

Page 34: CLÍNICA JURÍDICA UNIVERSIDAD DE OVIEDO

34

g) CLÁUSULA DE RENUNCIA A LA NOTIFICACIÓN DE LA CESIÓN

DEL CONTRATO

La cláusula permite la ausencia de comunicación al cliente de la

cesión a una segunda entidad del crédito hipotecario por parte de la

entidad con la cual los prestamistas firmaron el contrato. Puede

adquirir una gran relevancia si en un momento dado se llega a ejecutar

el crédito, al impedir a los ejecutados comunicarse con la entidad

ejecutora antes de incurrir en el impago o tratar de alcanzar una

solución previa ante la previsión de incumplimiento de las cuotas, e

imposibilitar la renegociación del crédito, dada la inexistencia de

interlocutor con el que intentar estas negociaciones. Asimismo, el

deudor hipotecario tiene que ser informado de manera fehaciente, clara

y comprensible de las circunstancias que envuelven su crédito

hipotecario, y debe poder ejercer su derecho de retracto, pudiendo

valorar con conocimiento si quiere ejercitar el retracto y qué aspectos

debe tener en cuenta para ello, así como el momento en que el banco

vaya a ceder su crédito para poder hacerlo en plazo.

Cuando aparece redactada unilateralmente por la entidad financiera

y sin posibilidad de que el deudor pueda decidir su inclusión o no en el

contrato bancario y su contenido cree un fuerte desequilibrio entre las

partes contratantes, así como posteriormente entre el deudor y la

entidad adquirente, puede incurrir en nulidad.

La renuncia anticipada, tal y como queda dispuesto en el apartado

11 de la DA 1ª LGDCU, se considera abusiva la privación o restricción

de las facultades de compensación de créditos al consumidor. Además,

el artículo 86.7 LGDCU dispone que serán abusivas las cláusulas que

limiten o priven al consumidor y usuario de los derechos reconocidos

por normas dispositivas o imperativas y, en particular, aquellas

estipulaciones que prevean la imposición de cualquier otra renuncia o

limitación de los derechos del consumidor y usuario, y esto es

precisamente lo que puede ocurrir consecuencia de la inclusión de la

citada cláusula de renuncia en los préstamos hipotecarios haciendo que

el deudor se vea privado de su derecho de tanteo y retracto.

h) CLÁUSULAS QUE EXIGEN GARANTÍAS DESPROPORCIONADAS

Cuando el acreedor, para reforzar su posición, exige un cúmulo

desmedido de garantías se puede incurrir en abusividad.

Page 35: CLÍNICA JURÍDICA UNIVERSIDAD DE OVIEDO

35

En los contratos hipotecarios usualmente se recoge, y es

perfectamente legal, la garantía personal de acuerdo con las normas de

la fianza solidaria.

Merecen especial consideración las denominadas cláusulas de

cuenta única, que constituyen como garantía a favor del banco todas

aquellas cuentas que tenga el prestatario, incluso en el caso de

titularidad compartida con terceros, considerándolas como una sola a

los efectos de su compensación recíproca. La operación se realiza

mediante una transferencia que recibe el nombre de “traspaso”. Debe

señalarse que en numerosas ocasiones estas cláusula inciden en

abusividad, y pueden llegar a infringir el Código Civil en su art. 1257 el

Principio de Eficacia Relativa de los Contratos.

i) CLÁUSULA QUE OBLIGA A CONTRATAR PRODUCTOS

ACCESORIOS O VINCULADOS AL PRÉSTAMO HIPOTECARIO .

Se trata de una cláusula que exige como condición para conceder un

crédito la contratación de un seguro de vida o de amortización del

crédito por causa de muerte, de la compañía aseguradora de la propia

entidad, incluso con amenaza de vencimiento del crédito en caso de

incumplimiento.

Se trata de un supuesto de sobregarantía que implica además una

vinculación entre contratos distintos.

La la LGDCU se infringe cuando no se da opción al consumidor a la

contratación de servicios equivalentes.

j) CLÁUSULA DE PROHIBICIÓN DE ENAJENAR Y GRAVAR EL

INMUEBLE HIPOTECADO

Este tipo de cláusulas suelen prever que durante la vigencia del

contrato los prestatarios se comprometen a no enajenar ni gravar sin la

autorización previa del banco, y por escrito, el inmueble hipotecado.

No cabe establecer prohibiciones convencionales de enajenar los

bienes salvo cuando se trata de negocios jurídicos a título gratuito y

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36

aun así limitadas en el tiempo, por lo que esta tales previsiones, cuando

se realizan con carácter general y absoluto, resultan abusivas.

Por otra parte, la supeditación a la autorización del banco de

cualquier gravamen no afectante al valor de la garantía y durante toda

la vida del préstamo, podrí incurrir igualmente en riesgo de abusividad,

pues supondría la imposición de una garantía desproporcionada para el

riesgo asumido por la entidad bancaria (art 88 TRLCU), atribuyendo a

la entidad predisponente una facultad de control sobre los actos de

disposición del titular que no resulta acorde con negocio jurídico

celebrado, ni necesario para el cumplimiento del fin contractualmente

perseguido, limitando un derecho del prestatario en cuanto propietario

de la vivienda.

k) CLÁUSULA DE ASEGURAMIENTO DE CONSERVACIÓN DEL

INMUEBLE

Estas cláusulas exigen la contratación de un seguro contra riesgo de

incendios y daños de forma que la suma asegurada coincida con el valor

máximo de reconstrucción a nuevo de la finca y debiendo constar en la

póliza que el beneficiario en caso de siniestro será el acreedor.

Tales clausula son legales, puediendo incidir en abusividad cuando

se exige el aseguramiento del inmueble a valor de nuevo y la atribución

de la condición de beneficiario del seguro a la entidad predisponente de

forma que pueda hacerse con todo el capital, vencido o no.

La declaración de abusividad se debe, en estos casos, a que la

exigencia de contratación de un seguro a valor de nuevo constituye la

imposición al cliente de una garantía desproporcionada (art.88.1

TRLGCU), ya que lo oportuno seria exigir el aseguramiento a valor real

del inmueble en el momento de ocurrencia del siniestro.

Por otro lado, que la indemnización deba ser entregada al acreedor

para que pudiera aplicarla a la amortización parcial o total del

préstamo, comporta un desequilibrio entre los derechos y obligaciones

de las partes (art.82.1 TRJGCU), concretamente, de las facultades de

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37

compensación de créditos, retención o consignación (art.86.4 TRLGCU).

Los tribunales han puntualizado que el hecho de que ocurra un

siniestro no puede suponer el vencimiento anticipado del préstamo, y

por tanto, no debe imponerse la obligación de abonar la totalidad del

capital prestado con el importe de la indemnización sobre importes no

vencidos.

l) CLÁUSULA DE FINALIDAD DEL PRÉSTAMO

La cláusula prevé que el prestatario debe destinar el importe del

préstamo a la adquisición de su residencia habitual, declarando que el

bien hipotecado no estará afecto a ninguna actividad profesional, y

obligándose a no variar su destino sin la autorización expresa y

comunicada por escrito del banco puede generar igualmente problemas

en cuanto al control de su abusividad.

La jurisprudencia ha declarado que la prohibición absoluta del

cambio de destino del inmueble constituye una intromisión desmedida

en los derechos del propietario de la vivienda, declarando su abusividad

de conformidad con los artículos 82.1, 85 y 88.1 TRLGCU. Aunque el

cambio de destino supone la modificación en la calificación como

consumidor del prestatario, la jurisprudencia ha mantenido que dicha

condición debe ostentarse en el momento de la constitución del

préstamo hipotecario. El TS ha matizado que es la indeterminación y

generalidad de la cláusula, que deja al absoluto arbitrio de prestamista

su interpretación, la que conduce a su declaración de abusividad.

m) CLÁUSULA DE REDONDEO DEL TIPO DE INTERÉS

La cláusula de redondeo al alza del tipo inicial contenida en algunos

contratos de préstamo hipotecario, cuando no cumple los parámetros

legales puede llegar a declararse abusiva.

Este tipo de cláusula, nos supone un perjuicio per se para el

consumidor, pues funciona en ambos sentidos, y responde a la

simplificación del cálculo de la cantidad que debe ser abonada en

concepto de interés.

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38

Pero si se aplica fuera de los paramentos legales (redondedo a 1/8)

sin notificar al prestatario el interés a aplicar con carácter previo a su

aplicación, puede devenir fácilmente en una conducta abusiva porque

se creaba en el prestatario la convicción racional de que recibiría la

comunicación escrita previa a la revisión del interés pactado. El TS, en

estos casos, la ha declarado abusiva por tratarse de estipulaciones no

negociadas individualmente, que, en contra de las exigencias de la

buena fe, causaban, en perjuicio del consumidor, un desequilibrio

importante de los derechos y obligaciones de las partes que se derivan

del contrato, por lo que las entidades financieras debieron devolver a

sus clientes los importes cobrados en exceso.

n) CLÁUSULA DE FUERO JUDICIAL.

Es habitual encontrar estipulaciones que exigen la renuncia al fuero

propio para el supuesto de un hipotético futuro juicio originado por el

contrato. Además, se agregan otras que contienen limitaciones a los

medios de defensa utilizables por el prestatario en juicio y pactos sobre

las costas judiciales. Cuando estas cláusulas contravengan el fuero

imperativo, deberán tenerse por no puestas.

o) CLÁUSULAS DE SUBROGACIÓN DE LOS ADQUIRENTES

Este tipo de cláusulas prevén que la transmisión de los bienes

hipotecados no surtirá efectos liberatorios respecto a las obligaciones

asumidas en la escritura frente al banco para el transmitente hasta que

éste no la consienta expresamente, sin que pueda entenderse prestado

este consentimiento por la emisión de los recibos a nombre del

adquirente ni por el cobro de una comisión de subrogación. La cláusula

litigiosa resulta abusiva porque en primer término altera la reciprocidad

en el contenido del contrato, generando un desequilibrio importante en

los derechos y obligaciones derivadas del contrato (art 82.1 en relación

con el art 87.1 TRLGDCU), permitiendo a la entidad predisponente

actuar contra sus actos propios en la prestación del consentimiento

para la asunción de deuda y la consiguiente novación del deudor por un

tercero, aun cuando haya realizado actos por los que se le haya dado

ese tratamiento e incluso haya percibido las comisiones establecidas en

el propio préstamo hipotecario. Esto podría suponer admitir la

posibilidad de denegar el consentimiento, después de devengarse la

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comisión por una subrogación que finalmente no se habría operado.

p) CLÁUSULAS QUE EXIGEN LA FIRMA AL CONSUMIDOR DE UN

PAGARÉ EN BLANCO

Es abusiva la cláusula que prevé la firma por parte del cliente de un

pagaré en blanco como garantía, cuyo importe, en caso de impago del

crédito, es rellenado por el prestamista con la cantidad que estima que

le falta por cobrar. Es decir, ante el impago de una o varias cuotas, la

entidad financiera determina unilateralmente la liquidación de la

operación de crédito en el juicio cambiario correspondiente. La

determinación de la cantidad adeudada en un momento concreto se

lleva a cabo sin que el acreedor deba justificar las causas ni el cálculo

utilizado para fijarla y sin que la corrección de la liquidación haya sido

controlada por un notario.

Este tipo de cláusulas contravienen la ley procesal civil, que exige

determinados requisitos a los títulos que llevan aparejada la ejecución,

y del mismo modo, quedaría anulado también el pagaré al considerar

que se trata de un negocio vinculado. La cláusula es abusiva porque

permite a la entidad bancaria mejorar su posición jurídica mediante el

acceso a un proceso privilegiado en el que no debe respetar las

garantías propias del cauce procesal previsto en la ley, como es la

ejecución de título no judicial, que comienza con un embargo cautelar,

sin necesidad de oír al demandado y sin que tenga que prestar caución

ni justificar el periculum in mora, e impidiendo que el demandado

pueda enjuiciar la corrección de la cantidad que se le reclama y, en su

caso, impugnarla, invirtiéndose además la carga de la prueba en

perjuicio del consumidor, dando lugar en definitiva a un evidente

desequilibrio en la posición de las partes al otorgar ventajas al banco

sin contrapartidas para el consumidor.

q) CLÁUSULA DE TRATAMIENTO DE DATOS PERSONALES

Es una cláusula que autoriza a la entidad financiera a incorporar los

datos del interviniente, incluidos los derivados de operaciones

realizadas a través del banco, a ficheros con diversos fines que se

enumeran, e incluyendo una cláusula de cierre que permite su

utilización para cualquier otra finalidad. No son admisibles las

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40

clausulas que no se ajusten a lo prevenido en la Ley Orgánica de

Protección de Datos Personales, que prevé que los datos de carácter

personal sólo se pueden recoger para finalidades determinadas y

explícitas, así como el art. 80.1.a TRLGDCU, que exige que las

cláusulas no negociadas individualmente estén redactadas con

concreción, claridad y sencillez.

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3. CONTROL DE LEGALIDAD DE LAS CONDICIONES

GENERALES DE LA CONTRATACIÓN.

3.1. EL CONTROL DE INCORPORACIÓN.[art.5 ley 7/1998, 13

abril sobre las condiciones generales de la contratación]

La redacción de las cláusulas generales del contrato debe ser clara,

sencilla, concreta y transparente (control de transparencia formal). No

pueden estar escondidas entre páginas y páginas de contrato, entre

otras cláusulas o usar vocabulario ininteligible

Para que las condiciones generales formen parte del contrato deben

ser aceptadas por la persona que se suscriba a éste y se firme por

ambas partes contratantes (el banco y consumidor).

Para que se produzca esa incorporación el consumidor debe haber

sido informado expresamente de la existencia de esas cláusulas y

facilitarle un ejemplar de éstas.

La ley exige al notario que compruebe que el consumidor entiende

que hay condiciones generales, que sabe qué son y lo que esto supone,

así como que de manera imparcial vele por el respeto de los derechos de

los consumidores y comprobar que el contrato no contiene ninguna

condición general de la contratación que ha sido declarada

judicialmente nula o inscrita en el Registro de Condiciones Generales.

[art.147 del reglamento del notariado+ art 84 TRLGDCU].

No quedan incorporadas al contrato las condiciones generales que el

contratante no haya tenido oportunidad real de conocer de manera

completa al celebrarse el contrato o cuando no hayan sido firmadas.

Tampoco serán incorporadas las que sean ilegibles, ambiguas, oscuras

e incomprensibles, salvo que se hubiesen aceptado expresamente por

escrito y respeten los principios de la transparencia de las cláusulas en

el contrato. [art. 7 ley 7/1998, 13 abril sobre las condiciones generales

de la contratación]

3.2. EL CONTROL MATERIAL DE TRANSPARENCIA: SU RESTRICCIÓN A LOS

CONSUMIDORES

El control de transparencia material exige que la cláusula sea

comprensible para el consumidor, aunque gramaticalmente sea clara y

cumpla con el control de transparencia formal, el receptor debe poder

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conocer y comprender qué es lo que pone y cómo le afecta, así como

todos aquellos cambios que pueda sufrir la cláusula a lo largo de la vida

del contrato.

La consecuencia de que una condición general de la contratación, no

supere cualesquiera de los dos controles de transparencia, es la

nulidad.

3.3. LAS CONSECUENCIAS DE LA DECLARACIÓN DE NULIDAD POR

ABUSIVIDAD.

La aplicación de la nulidad y la expulsión de la cláusula abusiva del

contrato viene siempre informada por el principio de efectividad es

aquel mediante el cual las leyes procesales no pueden estar redactadas

de tal manera que sea imposible o extremadamente difícil en la práctica

el ejercicio de los derechos dados por el ordenamiento jurídico

comunitario.

i. Efectos retroactivos

Antes de que el Tribunal Supremo dictase sentencia el 9 de mayo

de 2013 no había un criterio unánime para establecer desde cuándo se

podían reclamar las cantidades indebidamente pagadas, algunos

Tribunales interpretaban que debía ser desde el momento de interponer

la demanda mientras que otros resolvían que debía aplicarse desde que

la sentencia era firme.

El 9 de mayo de 2013 limitó los efectos de la retroactividad

estableciendo que se podrían reclamar las cantidades a partir de esa

fecha y de esta manera estableció un criterio a seguir por los jueces. Por

ejemplo, un contrato formalizado en mayo del año 2009 no podría

reclamar los cuatro primeros años de contrato según lo establecido.

La Comisión Europea* en un informe de 13 de julio de 2015 estableció

que las consecuencias de la nulidad debían aplicarse desde que se

incluye la cláusula en el contrato, bien sea en el momento de formalizar

el contrato, o en una novación del contrato por la cual se incluye ésta.

El Tribunal de Justicia de la Unión Europea en su sentencia de 21

de diciembre de 2016 pone de manifiesto que la limitación temporal

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impuesta por el Alto Tribunal español priva, con carácter general a todos

aquellos consumidores que habiendo celebrado un contrato de

préstamo hipotecario con una cláusula suelo antes del 9 de mayo de

2.013, del derecho a obtener la restitución íntegra de las cantidades que

hubiere abonado indebidamente a la entidad bancaria, dentro del

período comprendido desde la fecha de formalización del contrato de

préstamo por el particular y el 9 de mayo de 2.013.

Con esta sentencia se permite a los consumidores cuyos contratos

contienen una cláusula suelo que no supere el control de transparencia

legalmente exigido reclamar a las entidades financieras el importe

cobrado desde que se incluyó la cláusula suelo en el contrato sin

limitación temporal alguna.

ii. Tratamientos lagunas contractuales.

Una de las situaciones que puede provocar la declaración de una

cláusula abusiva es la aparición de lagunas en el contrato.

Efectivamente, por aplicación del principio de efectividad, la declaración

de nulidad de una condición general por abusividad, no puede ser

objeto de moderación por el órgano judicial. Esto que no puede

modificar el contenido de la cláusula nula para adaptarla o integrarla

en el contrato.

Este planteamiento obedece al interés del legislador de que la

norma, no solo sirva para que su ejercicio permita a los consumidores

invocar la nulidad de las clausula abusivas, sino también para incitar a

los predisponentes de las condiciones generales a promover la

transparencia en sus pliegos contractuales. Piénsese por ejemplo un

efecto limitado de la abusividad, supondría que el predisponente podría

si no considerar provechoso el riesgo de hacer valer cláusula abusivas,

en la confianza de que sólo unas pocas de ellas fuesen declaradas nulas

y las que lo fuesen lo serían a partir de su declaración.

Es por ello que el juez tan sólo puede entrar a valorar la cláusula

si es abusiva y por tanto nula o ajustada a derecho y por tanto válida.

Pero ¿qué pasa con ese contrato que tiene una cláusula nula y

que se “tacha” del contrato? ¿Cómo afecta a su validez? No toda nulidad

deja incólume al contrato, pueden darse casos que aunque no afecten a

la esencia del contrato, determinados aspectos puedan quedar sin

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44

regulación por la eliminación de la cláusula. La ley, hasta el momento,

no ofrece una clara respuesta o línea de actuación al respecto, pero la

jurisprudencia está actuando aplicando los principios pro consumidor y

contra proferentem, esto es contra la entidad redactora de la condición

general, que ha dado lugar, en última instancia a la abusividad.

iii. La cosa juzgada

Una vez que se dicta una sentencia y pasado el plazo de

interposición del recurso se dice que es firme, por tanto ya no se

puede recurrir, y la cosa está juzgada. El mismo efecto se produce

cuando ya se han agotado todas las instancias y no podemos acudir a

ningún otro tribunal. Esto quiere decir que ya no se puede volver a

enjuiciar esta causa porque los tribunales ya se han pronunciado y

dictado sentencia.

El Tribunal Supremo en su sentencia de 9 de mayo de 2013

estableció que los efectos de la nulidad de la cláusula suelo contaban a

partir de esa fecha, y por tanto la reclamación de lo indebidamente

pagado debía ser desde esa fecha y no desde el momento de

formalización de la hipoteca, desde la interposición de la demanda o

desde que la sentencia era firme.

Posteriormente, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea en su

sentencia de 21 de diciembre de 2016 resolvió una cuestión

prejudicial* que había sido planteada por los tribunales españoles

respecto a la aplicación de la nulidad. En esta sentencia, tras haber

sido interpretado el Derecho comunitario, declaró un criterio muy

distinto al del Tribunal nacional estableciendo que los efectos de la

nulidad deberían retrotraerse al momento de formalización de la

hipoteca y no desde el 9 de mayo de 2013, porque si la cláusula es nula

se tiene por no puesta, nunca existió y por tanto nunca produjo efectos.

Pero, ¿qué pasa con todas aquellas sentencias, ya firmes, que

siguieron el criterio establecido por el Tribunal Supremo, que ahora se

sabe que fue erróneo ya que no aplicó el derecho comunitario

correctamente?

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45

Si se pudiesen volver a enjuiciar podría verse comprometido el

principio de seguridad jurídica y en este sentido se pronunció el

Tribunal Supremo en el Auto fecha 4 de abril de 2017 en el que

declaran que de acuerdo con su jurisprudencia, no es posible obtener la

revisión de una sentencia firme por el hecho de que una sentencia

posterior establezca una jurisprudencia que sea incompatible con los

argumentos que fundamentan el fallo de la sentencia anterior.

Para que una sentencia firme pueda ser revisada se requiere:

1. Que los documentos se hayan obtenido o recobrado después de

pronunciada la sentencia firme.

2. Que no se haya podido disponer de los documentos para el proceso

en que recayó dicha sentencia por causa de fuerza mayor.

3. Que se trate de documentos decisivos para el pleito con valor y

eficacia para resolverlo.

El documento debe de existir con anterioridad a que se pudiese

incorporar como prueba en el procedimiento judicial, en cualquiera de

sus instancias y que el motivo de la revisión sea precisamente la

imposibilidad de haberlo aportado como prueba, no su inexistencia en

aquel momento. Por tanto una sentencia posterior a la resolución no

tiene la consideración de “documento recobrado”. Así mismo, la

inexistencia de la sentencia no es una causa de fuerza mayor. En la

reiterada jurisprudencia del Tribunal Supremo se establece que una

sentencia posterior no es un documento decisivo a los efectos de

motivar una revisión de una sentencia firme.

La doctrina del TJUE ha establecido 4 requisitos por los que el

derecho comunitario obliga a revisar sentencias firmes:

- Según el Derecho nacional, la Administración dispone de la

facultad de reconsiderar sus soluciones.

- La resolución controvertida ha adquirido firmeza a raíz de una

sentencia de un órgano jurisdiccional nacional que resuelve en

última instancia.

- Dicha sentencia está basada en una interpretación del Derecho

comunitario que, a la vista de una jurisprudencia del TJUE

posterior a ella, es errónea, y se ha adoptado sin someter

previamente una cuestión prejudicial al TJUE

- El interesado se ha dirigido al órgano administrativo

inmediatamente después de haber tenido conocimiento de dicha

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jurisprudencia.

Pero en este sentido el Tribunal Supremo resalta que el Derecho

comunitario no impone la revisión de las sentencias cuando esta

posibilidad no está prevista en la normativa procesal nacional y afirman

que no existe previsión legal respecto a esa posibilidad de revisión. Por

tanto, por el principio de efectividad tampoco sería posible revisarlas.

¿Significa esto que aquellas personas que reclamaron y se les aplicó

un criterio distinto al actual no tienen opción de reclamar nada?

Pues en cuanto a recurso de revisión de sentencia todo parece

indicar que no. No obstante, el tema está abierto respecto de aquellas

demandas que en su momento únicamente pidieron la devolución desde

mayo de 2013, y ahora solicitaran la del periodo anterior.

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4. CONSECUENCIAS Y EFECTOS DE LA SITUACIÓN

ACTUAL.

Toda la situación descrito ha provocado importantes cambios en el

modo de concebir, interpretar, aplicar y redactar las condiciones

generales de la contratación, así como la adopción de numerosos

cambios legislativos..

Así, la aplicación de la doctrina del doble control, de incorporación y

de transparencia, se ha extendido a todo tipo de condiciones generales,

más allá de las cláusulas suelos que estaban en el origen de esta

cuestión. Existen pronunciamientos judiciales relativos a cláusulas de

fijación de interés de demora excesivos, a las cláusulas de vencimiento

anticipado del préstamo hipotecario con la posibilidad de acudir a la

venta extrajudicial notarial, así como a la cláusula que determina la

imputación al cliente consumidor de la totalidad de los gastos de

preparación, constitución e inscripción del préstamo hipotecario, sin

proceder a un reparto equitativo de los mismos, en función de los

intereses de ambas partes del contrato.

4.1. MODIFICACIÓN DEL MARCO LEGISLATIVO. ASPECTOS MÁS

IMPORTANTES.

En relación con el vencimiento anticipado, la cláusula de

vencimiento anticipado es un pacto por el que las partes acuerdan

que, ante determinadas circunstancias especificadas en el contrato, se

dará por vencido anticipadamente el préstamo.

La reforma operada por la Ley 1/2013 exige ahora que para

ejercer la cláusula de vencimiento anticipado sea precisa la falta de

pago de, al menos 3 plazos o un número de cuotas tal que suponga que

el deudor ha incumplido su obligación por un plazo, al menos,

equivalente a 3 meses. Además ahora la ley solo exige su inclusión en la

escritura de constitución.

El TJUE ha señalado que para que la cláusula de vencimiento

anticipado por incumplimiento de las obligaciones del deudor en un

periodo limitado no sea abusiva, es preciso que tal incumplimiento lo

sea de una obligación que revista carácter esencial y que tenga carácter

suficientemente grave con respecto a la duración y a la cuantía del

préstamo.

Una pregunta que nos podemos hacer es, ¿se puede considerar

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48

abusiva la cláusula si el acreedor no ha exigido el vencimiento

anticipado? El hecho de que el acreedor no haya exigido el vencimiento

anticipado según la cláusula pactada, sino que haya esperado a que el

incumplimiento del deudor sea mayor y más grave, no puede incidir en

la apreciación de abusividad de la cláusula.

Como se desprende del asunto Primus (TJUE 26-1-2017), la

cláusula abusiva es nula y ello con independencia de que el acreedor

haya esperado un número superior de plazos para exigir el vencimiento.

¿Excluye la anulación de la cláusula de vencimiento

anticipado la posibilidad del banco de acudir al proceso de

ejecución? La nulidad de ésta cláusula ha dado lugar a criterios

discrepantes en lo relativo a sus consecuencias y, en particular si ello

implica el cierre de la vía ejecutiva especial y legalmente prevista.

El Tribunal Supremo ha señalado que la nulidad de la cláusula de

vencimiento anticipado no implica que se tenga por no puesta y sea

preciso acudir al proceso declarativo, pues entiende que dicha nulidad

obligaría al juez a anular el contrato en su totalidad, quedando

expuesto el consumidor.

Otro de los aspectos contractuales afectados por las nuevas

disposiciones normativas ha sido el atinente al pacto de intereses

moratorios. Este pacto no sólo tiene como finalidad un efecto

disuasorio para el deudor, sino que también está previendo la

remuneración misma que va a recibir el acreedor durante el periodo de

tiempo por el que se prolongue la mora.

Mientras el interés ordinario retribuye la entrega del dinero

prestado durante el tiempo que está a disposición del prestatario, el

interés de demora supone un incremento destinado a indemnizar los

daños y perjuicios causados por el incumplimiento del prestatario de los

plazos estipulados para el pago de las cuotas de amortización del

préstamo, con la función añadida de disuadir al prestatario de

retrasarse en el incumplimiento de sus obligaciones.

La cláusula de interés de demora es susceptible de control de

contenido de abusividad si, en contra de las exigencias de la buena fe y

en perjuicio del consumidor y usuario, causa un desequilibrio

importante de los derechos y obligaciones de las partes que se deriven

del contrato.

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El Tribunal Supremo consideró que el incremento de dos puntos

porcentuales previsto para la fijación del interés de mora procesal (art.

576 LEC) es el criterio legal más idóneo para fijar cual es el interés de

demora en los préstamos personales concertados con consumidores,

que no suponga la imposición de una indemnización alta al consumidor

que no cumpla con sus obligaciones.

La cláusula que establece el interés de demora no define el objeto

principal del contrato ni la adecuación entre el precio y la prestación.

Regula un elemento accesorio como es la indemnización a abonar por el

prestatario en caso de retraso en el pago de las cuotas, y como tal no

resulta afectada por la previsión del art. 4 de la Directiva 93/13, que

excluye el análisis de abusividad en este supuesto.

El último de los aspectos afectados por esta nueva consideración

de las condiciones generales ha afectado a la denominada cláusula de

gastos del préstamo hipotecario, que es una cláusula habitual en los

préstamos hipotecarios que atribuye a la parte prestataria parte o todos

los gastos generados con ocasión de la inscripción, preparación y

formalización de la escritura de otorgamiento del préstamo con garantía

hipotecaria y de su inscripción en el Registro de la Propiedad.

Suele incluir la carga del prestatario a suscribir un seguro de

daños, que la parte prestaría se obliga a tener vigente durante la vida

del préstamo, y abonar sus primas.

El Tribunal Supremo declaró el pasado diciembre como abusivas

las cláusulas con las que algunos bancos, imponían a sus clientes el

pago de todos los gastos de formalización de hipotecas, cuando

deberían asumirlos los bancos al menos una parte, ya que las entidades

bancarías son las interesadas en registrar la escritura hipotecaria.

La sentencia 705/2015 de 23 de diciembre del Tribunal

Supremo declaró abusiva la cláusula en la que el BBVA impone al

prestatario el pago de todos los gastos, tributos y comisiones derivados

del préstamo hipotecario, y cuyo texto es el siguiente:

“Son de cuenta exclusiva de la parte prestataria todos los tributos,

comisiones y gastos ocasionados por la preparación, formalización,

subsanación, tramitación de escrituras, modificación -incluyendo división,

segregación o cualquier cambio que suponga alteración de la garantía- y

ejecución de este contrato, y por los pagos y reintegros derivados del

mismo, así como por la constitución, conservación y cancelación de

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su garantía, siendo igualmente a su cargo las primas y demás

gastos correspondientes al seguro de daños, que la parte prestataria se

obliga a tener vigente”.

Continúa dicha cláusula autorizando, el prestatario al Banco,

para que este último le cargue en su cuenta las cantidades necesarias

hasta la total inscripción de la hipoteca en el Registro de la Propiedad,

añadiendo los gastos, también a cargo del prestatario, y en caso de

impago, por la reclamación judicial o extrajudicial de la deuda,

incluidos honorarios de Abogado y Procurador, y ello aunque su

intervención no sea obligatoria. Dichas cantidades quedarán incluso

garantizadas con la propia hipoteca o garantía real, que no es otra que

la vivienda.

¿Qué plazo hay para solicitar la nulidad de la cláusula y

reclamar la restitución de las cantidades pagadas? El plazo, para

aquéllas hipotecas que se encuentran todavía vigentes, es el de cuatro

años a contar desde el día siguiente a la fecha de la Sentencia del

Tribunal Supremo, es decir, dicho plazo finalizará el 24 de diciembre de

2019; y para aquéllas que hayan sido totalmente abonadas, se podrá

proceder a la reclamación, si su total pago se hizo dentro del plazo de

los 4 años anteriores al 23 de Diciembre de 2015.

4.2. ¿HACIA DÓNDE VAMOS?

Cómo ya hemos dicho anteriormente, a partir de la última

Sentencia del TJUE se abren nuevas dudas por ejemplo las relativas a

la posible firmeza de las resoluciones que hayan declarado nulidades de

cláusulas suelo en demandas individuales con efectos devolutivos desde

9-5-2013 y que hayan devenido firmes o en los casos de acuerdos

extrajudiciales.

Por Auto del TS de 4 de abril de 2017 (Revisión 7/2017), el Tribunal

Supremo inadmite a trámite la demanda de revisión de sentencia firme

dictada por el Juzgado de 1ª Instancia número 1 de Torremolinos en

octubre de 2016, basada en la STJUE de 21 de diciembre de 2016 y su

doctrina sobre los efectos restitutorios de la nulidad de las «cláusulas

suelo» El tribunal ha considerado que, de acuerdo con su

jurisprudencia, no es posible obtener la revisión de una sentencia firme

por el hecho de que una sentencia

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posterior establezca una jurisprudencia que sea incompatible con los

argumentos que fundamentan el fallo de la sentencia anterior. Esa

sentencia

posterior no es un «documento» a efectos de lo previsto en la regulación

de las

demandas de revisión en la Ley de Enjuiciamiento Civil.

Otro de los problemas que están surgiendo y seguirán dándose en

el futuro próximo es el colapso de los juzgados por demandas ya que a

pesar de que el RD-ley 1/2017, de 20 de enero, de medidas urgentes de

protección de consumidores en materia de cláusulas suelo prevé

mecanismos extrajudiciales para que esto no ocurra, el hecho es que o

bien no se llega a ningún acuerdo entre consumidor-banco o bien el

banco no responde a la solicitud por lo que finalmente la solución es

acudir a la vía judicial.

Para solucionar este posible "boom" de demandas, por acuerdo de 25 de

mayo de la Comisión Permanente del Consejo General del Poder

Judicial (que la componen ocho miembros, de los cuales uno es su

actual Presidente, Presidente, a la vez, del Tribunal Supremo –el Sr.

Lesmes-), se ha aprobado, por 6 votos a 2, la especialización de un total

de 54 juzgados de Primera Instancia –uno por provincia en la península

y uno en cada una de las principales islas de los archipiélagos canario y

balear. En Asturias será el Juzgado de Primera Instancia 6 de Oviedo.

Desde el 1 de junio conocerán, de manera exclusiva y no excluyente, de

los litigios relacionados con las condiciones generales incluidas en

contratos de financiación con garantías reales inmobiliarias cuyo

prestatario sea una persona física, sin perjuicio de poder atribuir en el

futuro esta competencia a otros órganos del mismo u otro partido

judicial diferente de la provincia, siempre que hubiere razones que lo

justificasen, en atención a la carga de trabajo y mejor servicio a la

justicia.

Estos asuntos se refieren, entre otros, a cláusulas suelo, vencimiento

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anticipado, intereses moratorios, gastos de formalización de hipoteca o

hipotecas multidivisa.

La fecha de entrada en vigor de la especialización coincide con la

conclusión de los cuatro meses que suman los plazos establecidos en el

Real Decreto-ley 1/2017, de medidas urgentes de protección de

consumidores en materia de cláusulas suelo, para que las entidades de

crédito adoptaran las medidas necesarias para dar cumplimiento a sus

previsiones y para que el consumidor y la entidad llegaran a un acuerdo

o se tuviera por concluido el procedimiento extrajudicial.

Otro cambio importante que está por llegar, es el proyecto de

reforma de la ley hipotecaria, a través de la trasposición de la directiva

2014/17 de la Unión Europea en el ámbito de los contratos de crédito

inmobiliario.

Se prevé que la reforma irá encaminada a:

-la regulación en detalle de la publicidad de las hipotecas;

-la recuperación de una relación proporcional entre ingresos y deuda;

-la necesidad de que las entidades financieras proporcionen

información clara y solvente sobre el producto financiero;

-fortalecer el sistema por la vía de la transparencia, confianza y garantía

recíproca entre las partes

El ministro de Justicia ha dado ejemplos de la futura reforma, uno de

ellos será que. "en la fase precontractual se establecerá un período de 7

días previos en que el proyecto de escritura tendrá que estar a

disposición del particular para que el notario le aclare dudas y le advierta

de la repercusión de la firma” Además, “la entidad financiera tendrá que

advertir de las cláusulas más relevantes del contrato, así como de todos

los gastos derivados de la firma de la hipoteca”.

En cuanto a la fase contractual, el proyecto contempla que el notario

levante acta de que el particular ha recibido las explicaciones

necesarias y ha entendido las cláusulas, formalizándose así la

declaración expresa de que asume las obligaciones.

Además, el ministro de Justicia también hizo mención a la posibilidad

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de que “en el momento de la firma se haga un test por el notario que

demuestre que el ciudadano tiene el conocimiento necesario para firmar”.

El test de transparencia y comprensibilidad permite que, mediante

preguntas claras y sencillas el notario se asegure de que el prestatario

ha recibido y entendido toda la información, cláusulas y aspectos

esenciales del contrato.

Por último, para detectar y poder denegar cláusulas abusivas, se

procederá a reformar tanto la ley hipotecaria como el artículo 84 de la

Ley de consumidores dado que tan sólo permite denegar la inscripción

de una cláusula si previamente ha sido declarada nula por una

sentencia inscrita en el Registro de Condiciones Generales de

contratación o está prohibida por la ley.

Adicionalmente, afirmó, se procederá a introducir medidas de carácter

procesal con la reforma de la ley de enjuiciamiento civil, que permitirá

que el juez establezca medidas cautelares en la fase ejecutiva y en

procesos declarativos.

Los notarios también han difundido los puntos de la reforma

hipotecaria que el notariado considera esenciales: Modificación del

artículo 84 de la Ley de Consumidores y Usuarios; atribución al notario

del control de legalidad efectivo y amplio, que le permita rehusar la

autorización de la escritura cuando el contrato no cumpla con la

normativa hipotecaria y la legalidad vigente; control de transparencia

que el notario realizará en la fase preliminar, concretado en un acta

notarial que tendrá que autorizar en el plazo de los siete días anteriores

a la autorización de la escritura, tenga un carácter prácticamente

obligatorio para el deudor.

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5. ANEXO: DEFINICIONES

o Consumidor: son consumidores o usuarios las personas físicas,

es decir personas de carne y hueso, que actúen para el consumo

propio y no con ánimo comercial o empresarial. Puede darse la

circunstancia de que un empresario sea consumidor cuando

actúe fuera de su actividad empresarial. Por tanto pueden ser

consumidor la persona que compra una lavadora, como Amancio

Ortega cuando compra un coche para usarlo él.

También son consumidores las personas jurídicas, es decir las

empresas, y las entidades sin personalidad jurídica, como por ejemplo

las sociedades que no están inscritas en el Registro Mercantil, que

actúen sin ánimo de lucro en un ámbito ajeno a una actividad

comercial o empresarial.

o Empresario: los empresarios pueden ser tanto personas físicas

como jurídicas, ya sean públicas o privadas, que actúen

directamente o mediante otro en su nombre, a través de un

empleado por ejemplo, o siguiendo las instrucciones dictadas por

éste con un propósito relacionado con la actividad comercial,

empresarial, oficio o profesión.

o Cláusula condición general de la contratación: son las que

están predispuestas y se incorporan a una pluralidad de

contratos por una sola de las partes. No tiene por qué ser

abusiva.

o Cláusula abusiva: es aquella disposición que no habiendo sido

negociada individualmente y que no se consiente expresamente

infringe la voluntad de obrar bien y sin ánimo de engañar en el

que se basa el derecho y a consecuencia de esto el consumidor,

que es la parte vulnerable, sufre un desequilibrio importante e

injustificado de las obligaciones del contrato.

o Registro de Condiciones Generales: Es un Registro público en

el que se inscriben las cláusulas contractuales que hayan sido

declaradas nulas judicialmente, pudiendo incorporarse más

cláusulas de las contenidas en este Registro. Cualquier persona

puede acceder para comprobar cuales son consideradas nulas.

o Ficha de Información Personalizada o FIPER: Es un

documento que el Banco o entidad financiera entrega a los

clientes con información sobre el préstamo hipotecario siendo

éste totalmente gratuito. Permite al cliente estudiar

detalladamente las condiciones del crédito hipotecario y contiene

los datos de la entidad de crédito, las características del

préstamo, tipos de interés, periodicidad y número de pagos,

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importe de cada cuota hipotecaria, amortización anticipada,

derechos de subrogación, tabla de amortizaciones, vinculaciones

y otros costes, departamento de atención al cliente, servicios de

reclamaciones del Banco de España, incumplimiento de

compromisos vinculados al préstamo, información adicional en

caso de ventas a distancia y riesgos y advertencias.

o Cuestión prejudicial: Cuando un tribunal nacional tiene dudas

sobre cómo interpretar una norma comunitaria o sobre la validez

y su aplicación sea necesaria para resolver el litigio puede

plantear una cuestión prejudicial ante el TJUE. (art. 19.3 b TUE;

art. 267 TFUE; art. 93 a 114 del Reglamento de Procedimiento del

TJUE; art. 23 Estatuto TJUE). Cuando se hace esta consulta, el

procedimiento nacional se paraliza hasta que el TJUE se

pronuncie. Una vez que el TJUE interprete la norma mediante la

sentencia correspondiente ésta es firme, tiene eficacia frente a

todos y vincula al juez nacional que planteó la cuestión y

condiciona la sentencia que dicte en el procedimiento interno.

o Comisión europea: es una de las 7 instituciones de la Unión

Europea. Representa el interés general de la UE, no el de los

gobiernos nacionales ni el de los partidos políticos. Entre sus

principales responsabilidades está la de proponer legislación y

políticas de la UE y vigilar su aplicación.