CODIGOS ENERGETICOS DIVINOS

Todo cuanto vemos, sentimos, percibimos, tocamos, olemos, escuchamos tiene un código energético el cual interpretamos con respecto de los patrones incorporados a nuestro mundo y conforme a nuestra experiencia.

Cuando damos por hecho que conocemos algo, ya no vamos a explorarlo más afondo en diversos planos, físico, energético, entérico y la información que posee de su origen y su función que desempeña en el lugar y tiempo en que se encuentran.

Las palabras contienen un código energético que usamos y transferimos muchas veces de manera inconsciente. Cuando oramos estamos decodificando y dando dirección a la energía porque la estamos intencionando.

Si oramos por alguien debemos cuidar que las palabras sean positivas porque es el código con el que estoy lanzando a ese alguien; por ejemplo: Que la luz sagrada proteja su camino y le asistan los seres de conciencia superior para inspirar sus acciones. En lugar de decir que no la vaya a suceder algo, que sus enemigos no lo vayan a lastimar.

Un código que debemos usar continuamente son los código de la salud, abundancia, inteligencia y protección. Al pensarlos debemos sentirlos en el cuerpo, mente y en todos los órganos como algo ya manifestado; sin dudar: el espíritu solo percibe de esta manera: sintiéndolo con todo tu cuerpo y con todo tu corazón.

“Se trata de fe humana cuando es a un ser humano a quien creemos. Y la fe divina, motivo principal de este trabajo, es una virtud y un don que procede de Dios y que nos capacita para reconocer por encima de toda duda, que es el propio Dios quien habla, actúa y enseña en las Sagradas Escrituras. Por la fe divina aceptamos verdades que están más allá de la razón humana y que nos inicia en nuestra relación personal con Dios, habilitándonos para confiar plenamente en El y en su Palabra y, a consecuencia de ello, le entregamos nuestro entendimiento y voluntad. Quien tiene fe sabe, por encima de toda duda, que las enseñanzas de la fe divina son las enseñanzas de Dios y, por lo tanto, son ciertas.

La fe divina es esencialmente un asentimiento sobrenatural del entendimiento a las verdades reveladas por Dios. Pero la fe no sólo es aceptar una verdad con el entendimiento, sino también con el corazón.

Lo esencial de la fe sobrenatural es aceptar una verdad por la autoridad de Dios, que es quien la ha revelado. Pero sí es razonable buscar las garantías que nos lleven a aceptar que realmente esa verdad ha sido revelada por Dios. Agustín de Hipona dijo hace siglos: “Yo tengo fe, pero cuando comprendo aquello en lo cual tengo fe, mi fe es doble”.

La fe divina es esencialmente la respuesta de la persona humana al Dios personal, y la transmisión de esa fe se verifica mediante el testimonio del creyente. Un cristiano da testimonio en la medida en que se entrega totalmente a Dios y a su obra. Por ello en ocasiones la persona sin fe no comprende el proceder de quien sí la tiene.

 “La fe es la adhesión a Dios en el claroscuro del misterio; sin embargo es también búsqueda con el deseo de conocer más y mejor la verdad revelada”                                                                                  (Juan Pablo II)

http://www.mailxmail.com/curso-religion-fe/fe-humana-fe-divina

RECUERDA TE CONVIERTES EN LO QUE PONES TU ATENCIÓN.