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La última dictadura militaren Argentina

Entre el pasado y el presente

Propuestas para trabajar en el aula

Sandra RaggioSamanta Salvatori

(COORDINADORAS)

Comisión Provincialpor la Memoria

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1ª edición, marzo de 2009

5ª reimpresión, abril de 2013

© 2009 · Homo Sapiens Ediciones

Sarmiento 825 (S2000CMM) Rosario | Santa Fe | Argentina

Telefax: 54 341 4406892 | 4253852

E-mail: [email protected]

Página web: www.homosapiens.com.ar

Queda hecho el depósito que establece la ley 11.723

Prohibida su reproducción total o parcial

ISBN N° 978-950-808-584-9

Este libro se terminó de imprimir en abril de 2013

en ART de Daniel Pesce y David Beresi SH. | San Lorenzo 3255

Tel: 0341 4391478 | 2000 Rosario | Argentina

La última dictadura militar en Argentina: Entre el pasado y el presente: propuestas paratrabajar en el aula / coordinado por Raggio Sandra y Samanta Salvatori- 1a ed. 5a reimp. - Rosario: Homo Sapiens Ediciones, 2013.312 p.: il.; 24x17 cm. - (Educación y Memoria)

ISBN 978-950-808-584-9

1. Educación. 2. Derechos Humanos. I. Sandra, Raggio,coord. II. Salvatori, Samanta.CDD 323

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Agradecimientos

Queremos agradecer a todos los autores que participan en este libro porla confianza depositada en nosotros en la edición final. A Víctor Bugge,Eduardo Longoni, Lucila Quieto, Helen Zout, Diego Sandstede, IngridJaschek, Alejo Garganta Bermúdez, Gerardo Dell´Oro por habernos per-mitido la inclusión de sus fotografías y especialmente a Pablo Cerolini,a Federico Lorenz y María Laura Guembe por autorizarnos a utilizar sutrabajo. Al equipo profesional de la Comisión por la Memoria por toda sucolaboración en este proyecto y especialmente a los compañeros del Áreade Investigación y Enseñanza, cuyos aportes fueron imprescindibles parallevar adelante nuestro trabajo. A los docentes con los que compartimostodos estos años, cuyas ideas, preguntas, experiencias y propuestas son degran estímulo para reflexionar sobre la transmisión del pasado a las nuevasgeneraciones. Y finalmente a los miembros de la Comisión Provincial porla Memoria, quienes nos dan todo su apoyo y confianza en nuestro trabajocotidiano.

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Introducción

Por Sandra Raggio y Samanta Salvatori

Mientras se sucedían uno tras otro los secuestros y desapariciones de per-sonas, la dictadura construía su discurso de legitimación basado en la pre-tendida «lucha contra la subversión». A contrapelo de las pretensiones declandestinidad de la acción represiva, las denuncias de los crímenes comen-zaron a ser formuladas por las propias familias de las víctimas y por losrecién creados organismos de derechos humanos. Desde aquellos años a estepresente mucho ha ocurrido en nuestro país, no nos detendremos a men-cionar los hitos que marcaron el difícil camino hacia la democracia. Que-remos señalar, sin embargo, que el fin de la dictadura no significó la supe-ración de aquel pasado. Aún hoy pesa en nuestra sociedad y se resiste aentrar en la historia.

La elaboración social de la experiencia límite que significó la implan-tación del terrorismo de Estado es una compleja tarea que ha demandadoel esfuerzo de múltiples actores desde hace más de treinta años. El reclamode Verdad iniciado ni bien comenzaron los crímenes de Estado, se expresómás tarde en la exigencia de Justicia a los gobiernos democráticos, y con-tinuó aún en tiempos en que las políticas de impunidad pretendieron clau-surar el pasado para siempre. No fue posible. Los trabajos de la memoriacontinuaron abriendo brechas y reactualizando las demandas por el escla-recimiento de lo ocurrido, tanto en las calles como en los tribunales.

El proceso no ha sido amable, liso, sin obstáculos ni controversias. Todolo contrario, ha sido conflictivo, sujeto a múltiples revisiones. Amañado aveces con silencio y, otras, con cierta obsesión conmemorativa, el pasadoreciente siguió en el centro de la escena de cada presente. Los escenarioshan sido profusos: los tribunales judiciales, el cine, el arte, los medios decomunicación, el espacio público, la academia, la educación.

La escuela, como espacio público adonde acuden las nuevas genera-ciones a recibir los saberes acumulados por sus antecesores, ha sido atrave-sada por este proceso de manera singular. Como parte del Estado nacional,

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desde siempre estuvo ligada a la transmisión de la mnemne, es decir, de loque no se debe olvidar para conservar la identidad como Nación. Lo hizoen el currículo a través de la incorporación de la enseñanza de distintasdisciplinas, como la lengua, la geografía, la historia, el civismo, y tambiénde los rituales cívicos organizados en las efemérides.

Ya sea imaginada como un dispositivo de disciplinamiento por partedel régimen militar o como espacio de formación ciudadana y lugar dememoria por los gobiernos democráticos, la escuela se constituyó en unterritorio donde se expresó esta disputa por el pasado.

Desde la transición democrática, comenzaron a incorporarse en las efe-mérides escolares fechas referidas a hechos ocurridos durante la dictadura.En 1988, se incorporó al calendario escolar de la provincia de Buenos Airesel 16 de septiembre, día alusivo al acontecimiento conocido como «La nochede los lápices», relativo a una serie de secuestros de estudiantes secundariosen la ciudad de La Plata. En 1998, por decreto presidencial, se introdujo el24 de marzo en las efemérides. Finalmente, en el año 2006, fue declaradoferiado nacional y Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia.

También en los contenidos pueden advertirse las marcas de este pro-ceso en el sistema educativo. En la transición, la inclusión de los derechoshumanos como contenido transversal en el currículo buscaba marcar ladistancia que separaba a la dictadura de la democracia, entendiendo a éstacomo la forma de organización política donde primaba el respeto a la leyy, por ende, a los derechos humanos. Pero recién con los cambios en losdiseños curriculares vinculados con la reforma educativa de los años 90 ladictadura se incorporó a los manuales escolares. En esto jugó más la deci-sión de los nuevos autores contratados por las editoriales que la voluntadde la autoridad educativa. Por estos tiempos, además, eran escasas las pro-ducciones académicas que reconstruían la historia recién acontecida, y mástodavía lo eran los espacios de formación docente vinculados con la temá-tica. Aún así, la escuela fue acompañando tímidamente el proceso de fuertereapertura del pasado que se expresó en la conmemoración de los 20 añosdel golpe de Estado. Finalmente, en la nueva ley nacional de educación, san-cionada en el año 2006, la cuestión de la construcción de la memoria pasó aformar parte de los contenidos.

Pero más allá de las políticas públicas, los conflictos en torno al sig-nificado de la experiencia dictatorial estuvieron y están presentes puertasadentro de las instituciones escolares. Salvo en aquellos casos en que lavoluntad de algunos docentes promovió su abordaje, la enseñanza delpasado reciente tardó en hacerse presente en las aulas; aún hoy siguenpesando fuertes resistencias y muchas veces el silencio en torno al pasadologra primar por sobre la voluntad de hablar y transmitir la historia a lasnuevas generaciones.

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Desde hace nueve años, la Comisión por la Memoria, creada por unaley de la provincia de Buenos Aires y compuesta por diferentes referentesde los organismos de derechos humanos, sociales, religiosos y políticos,viene desarrollando un intenso trabajo en pos de la construcción de lamemoria colectiva. Una de las áreas creadas fue la de Investigación y ense-ñanza, donde comenzaron a programarse actividades vinculadas con laformación docente y la promoción de la investigación académica en tornoal pasado reciente. La producción de materiales destinados a profesores delnivel medio fue un aporte brindado por distintos especialistas de la Uni-versidad Nacional de La Plata, que se abocaron a la elaboración de textosque intentaron paliar la distancia entre la producción académica y la escuela.De allí surgieron los dossiers «Educación y memoria» que se editaron conla revista Puentes, la publicación que desde el año 2000 realiza la ComisiónProvincial por la Memoria.

Este libro es tributario de la experiencia desarrollada durante estosaños, tanto en formación docente y producción de materiales como en lapuesta en marcha del programa «Jóvenes y memoria. Recordamos para elfuturo», dirigido a las escuelas medias. Desde el eje «autoritarismo y demo-cracia», equipos de docentes y estudiantes investigan, durante un ciclo lec-tivo, historias sucedidas en su localidad. Los resultados son narrados endistintos formatos que les permiten expresar los significados construidosen el proceso de indagación del pasado: documentales, páginas webs, obrasde teatro, murales, entre tantos otros. El desarrollo de una experiencia edu-cativa sostenida nos permitió repensar la cuestión de la enseñanza delpasado reciente. Observamos allí las dificultades para trabajar algunas temá-ticas, los aciertos de determinadas propuestas y, sobre todo, las formas deresignificación que realizan las nuevas generaciones de los relatos de quie-nes vivieron la experiencia. En esta propuesta quisimos plasmar el reco-rrido realizado, y que ofreciera tanto un abordaje temático del período yde algunos problemas en particular como así también una orientaciónpedagógica para el aula.

Presentamos entonces un recorrido por la historia reciente de nues-tro país a través de algunas vistas panorámicas de las dimensiones clavesque dan cuenta del largo proceso de elaboración social de este «pasado queno pasa». Las acompañan documentos de cada momento y propuestas paratrabajar en el aula. Intentamos así ofrecer a los docentes diferentes recur-sos para abordar las temáticas que consideramos relevantes para compren-der la última dictadura y su relación ineludible con las memorias que de susignificación emergen. Un recorrido que busca comprender el pasado y susalcances hasta el presente, al tiempo que pretende fortalecer a la escuela nosólo como un espacio de narración de la historia, sino también de apropia-ción y elaboración de sentidos por parte de las nuevas generaciones.

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La selección documental busca poner en contacto a los estudiantes con

fuentes directas de la época, de manera que sean ellos mismos los que pue-

dan analizar la historia desde las huellas dejadas por el pasado cuando aún

era presente.

Las actividades están orientadas en tres sentidos. En primer lugar,

proponen algunos ejes para analizar las fuentes. En segundo lugar, sugie-

ren líneas de trabajo para introducir a los estudiantes en la investigación de

la historia próxima, vinculada con su comunidad. Finalmente, promueven

la reflexión en torno a la relación pasado presente, para distinguir las rup-

turas y continuidades, y la generación de interrogantes que permiten his-

torizar el presente.

La historia del pasado reciente que se despliega en las páginas de este

libro no remite sólo a conocer los hechos ocurridos y comprenderlos, sino

también a indagar en torno a los significados que se han construido a lo

largo de estos años sobre lo sucedido.

Al inicio hemos realizado una descripción de los grandes rasgos que

caracterizaron a la última dictadura militar: las razones del golpe, las medi-

das adoptadas por el régimen, las facciones militares, entre otros. En parti-

cular nos detendremos a analizar la cuestión del terrorismo de Estado y los

derechos humanos. Es nuestra intención presentar algunas de las dimen-

siones desde donde el régimen intentó construir una legitimación de sí

mismo a partir del control y la producción de discursos: la cultura, los

medios de comunicación y la educación.

En la segunda parte, abordamos los procesos de elaboración de la expe-

riencia dictatorial, poniendo el énfasis en los caminos para la construcción

de una verdad sobre lo sucedido, sobre todo el rol jugado por la Justicia,

que es el rasgo que distingue claramente a la transición argentina del resto

de los procesos en América Latina. Analizamos aquí también cómo desde

la literatura, el cine y los medios de comunicación se fueron construyendo

diferentes relatos sobre lo ocurrido. Hemos seleccionado estos vectores de

memoria no sólo por ser claves en la transmisión, sino porque son de uso

recurrente en el aula.

Esperamos que sea un aporte para los docentes, sobre todo para aque-

llos que también pertenecen, como sus alumnos, a las generaciones «que no

lo vivieron».

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PRIMERA PARTE

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Los años de la dictadura militar(1976-1983)

Por Sandra Raggio

El golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 fue el último de la larga secuen-cia que caracterizó a la dinámica política argentina en el siglo XX. Sinembargo, el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional se dis-tingue de sus antecesores, entre tantos factores, por la duración, por losalcances de las transformaciones que produjo y, sobre todo, por la magni-tud y ferocidad de la represión política desplegada. Ninguno de ellos podríacomprenderse sin un análisis profundo, en varios aspectos aún pendiente,de por lo menos los veinte años que lo precedieron: la dinámica y natura-leza del peculiar sistema político argentino, signado por la inestabilidadinstitucional, las dificultades para definir un modelo de desarrollo econó-mico sostenido, superando el movimiento pendular de la economía, y lafuerte beligerancia entre los diferentes grupos sociales por imponer una direc-ción del proceso en función de sus objetivos e intereses, sin lograrlo. A finesde los sesenta, hubo una novedad: la activación y radicalización política deamplios sectores de la sociedad que se expresó en la aparición de las organi-zaciones armadas revolucionarias y de núcleos sindicales combativos, tantode extracción peronista como marxista. Hacia 1976, estos rasgos compon-drían un cuadro dramático.

La escena previa al golpe estuvo signada por una agudización de laconflictividad social, la intensificación de la violencia política, el descala-bro económico y la profunda debilidad del gobierno constitucional de MaríaEstela Martínez de Perón. El siniestro estado de situación que surgía de estaconfluencia de factores, indudablemente entrelazados, explica la sensaciónde alivio con que buena parte de la población recibió la noticia del golpe,aunque faltaran menos de siete meses para las elecciones. Las ideas del «caos»y el «vacío de poder» se habían impuesto, y fueron una fuente importantede legitimación de la ruptura constitucional producida por el asalto al poder

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de los militares. Pero el golpe no fue una respuesta desesperada a la crisis,sino un proyecto golpista que se consumaba. La construcción de este climafue parte de su preparación.

El Golpe

Había sido una tensa jornada, como casi todas en el último tiempo,dominada por la amenaza de un golpe inminente. Apenas pasada la media-noche del 23 de marzo de 1976, María Estela Martínez de Perón partía dela Casa Rosada en helicóptero rumbo a la residencia de Olivos. Nunca llegóa destino. Aterrizaron en Aeroparque, casi a la una de la madrugada. Conla excusa de un desperfecto mecánico, disuadieron a los cinco pasajeros dela nave a descender: la presidenta, su secretario personal, su edecán y suscustodios. Minutos después, a solas, el general José Rogelio Villarreal lecomunicaba el arresto a la viuda de Perón. Las Fuerzas Armadas se habíanhecho cargo del poder.1

En menos de una hora, comenzó la toma del control del país. Se ocu-paron los edificios públicos, los medios de comunicación, los sindicatos,las sedes de los partidos políticos. Se realizaron millares de detenciones dedirigentes políticos, sindicales y militantes de las más variadas extraccio-nes políticas 2.

Más tarde, por los medios masivos de comunicación, se leyó el pri-mer comunicado de la Junta Militar, integrada por los comandantes gene-rales de las tres fuerzas: el Teniente General Jorge Rafael Videla (Ejército),el Brigadier Ramón Agosti (Fuerza Aérea) y el Almirante Emilio Massera(Armada).

El 31 de marzo se publicó en el Boletín Oficial el «Estatuto para el Pro-ceso de Reorganización Nacional», que sentó las bases constituyentes delnuevo régimen. La Junta Militar, «órgano supremo de la Nación», gober-naría el país, a través del presidente por ella designado, quien, a su vez, desig-naría a los gobernadores de todas las provincias. La Junta Militar nombra-ría a los miembros de la Corte Suprema. Las funciones legislativas fuerondelegadas al presidente con la asistencia de la Comisión de AsesoramientoLegislativo (CAL), compuesta por tres oficiales superiores de cada una de lastres fuerzas. Esta división tripartita del poder entre las fuerzas sería un ele-mento distintivo del Proceso de Reorganización Nacional, que buscabacomprometer al conjunto de las Fuerzas Armadas en el proyecto y evitar

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1. Para una pormenorizada descripción de estos días, véase Alberto De arriba, El golpe, Buenos Aires,Sudamericana, 2001.

2. Al momento del golpe ya había miles de presos políticos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.

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la centralización del poder en una figura particular. No obstante, el Ejércitoconcentraría la mayor cuota de poder.3 Jorge Rafael Videla asumió comopresidente el 29 de marzo de 1976.

Los objetivos enunciados eran terminar con el desorden y la corrup-ción, normalizar el funcionamiento de la economía y exterminar a la sub-versión, sustentando el fin último de reinstalar «una auténtica democra-cia». Para ello, se decretó la suspensión de toda actividad política partidaria,estudiantil o sindical, se prohibieron las huelgas y las negociaciones colec-tivas, se anuló la libertad de prensa y, por supuesto, se continuó con el estadode sitio implantado durante el gobierno de María Estela Martínez de Perónen 1974.

¿Quiénes apoyaron el golpe? Las editoriales de los diarios nacionalesmanifestaron su conformidad. También lo hicieron la mayoría de las diri-gencias partidarias, aunque con mayor o menor énfasis de aceptación. Entrelos más efusivos, se encontraban el Partido Federal de Francisco Manrique,el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), conducido por RogelioFrigerio y Arturo Frondizi, el Partido Demócrata Progresista y varios de losprovinciales nucleados en la Fuerza Federalista Popular (FUFEPO). La cúpulaeclesial saludó con marcado alivio el inicio de una esperada y nueva etapa.También expresaron sus expectativas positivas las organizaciones empre-sarias, como la Asociación Permanente de Entidades Empresarias (APEGE),la Asociación de Bancos Argentinos (ADEBA), Sociedad Rural Argentina(SRA) y la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y LaPampa (CARBAP).

Pero las Fuerzas Armadas no sólo contaron con el beneplácito deamplios sectores civiles, sino que algunos de ellos constituyeron la coali-ción golpista4 que coordinó acciones e ideas por lo menos desde mediadosde 19755. Entre ellos se encontraban dirigentes de estas organizaciones empre-sarias y también la cúpula eclesial. El núcleo civil relevante fue la tecnocra-cia liberal, ligada a la alta burguesía, cuyo representante era sin dudas JoséAlfredo Martínez de Hoz, quien ocuparía la cartera de economía hasta 1981 6.

3. Ver Hugo Quiroga, El tiempo del «Proceso», Rosario, Homo Sapiens, 1999, pp. 74-76.4. Para un desarrollo de la idea, véase Ricardo Sidicaro, «Coaliciones golpistas y dictaduras militares:

el “proceso” en perspectiva comparada», en Alfredo Pucciarelli (coord.), Empresarios, tecnócratas ymilitares. La trama corporativa de la última dictadura militar, Buenos Aires, Siglo XXI, 2004.

5. Si el clima de «caos» fue un factor de legitimación del golpe, el lock out convocado desde la APEGE,el primero en la historia argentina, puede verse como parte de la estrategia golpista. No obstante, seríaerróneo pensar esta coordinación como un plan perfecto con objetivos únicos y previsibles por partede cada uno de los actores involucrados. Se trata de una dinámica menos simple.

6. Para análisis pormenorizado del liberalismo tecnocrático ver Mariana Heredia, «El Proceso como bisa-gra. Emergencia y consolidación del liberalismo tecnocrático: FIEL, FM y CEMA», en Alfredo Pucciarelli(coord.), Empresarios, tecnócratas y militares. La trama corporativa de la última dictadura militar,Buenos Aires, Siglo XXI, 2004.

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Los liberales compartían con las Fuerzas Armadas su rechazo a las ex-periencias populistas y desarrollistas que habían dominado en el pasado,y veían en esta nueva empresa política la oportunidad para desplegar sustantas veces relegados proyectos sustentados en la idea del libre mercadoy la desregulación de la economía, superando las trabas impuestas por unEstado intervencionista que había beneficiado a los sectores industrialesmediante un crecimiento al que denominaban como «ficticio». Tal comosostiene Marcelo Cavarozzi7, la dictadura prometía erradicar a aquellos ele-mentos que habían obstaculizado la prosecución de su ideario: la subver-sión y todo activismo político del sector popular, la sociedad política popu-lista expresada en el peronismo, los sindicatos y el Estado tutelar y el sectorindustrial urbano que había crecido a la sombra de éste. Liberalismo econó-mico y autoritarismo político se conjurarían para producir en el país una delas más profundas y cruentas transformaciones de su historia.

El Plan Martínez de Hoz y sus consecuencias

El sentido fundacional de la coalición golpista se expresó en gran parte,aunque no solamente, en las medidas tomadas en el autodenominado «Pro-grama de Recuperación, Saneamiento y Expansión de la Economía Argen-tina», que Martínez de Hoz presentó públicamente pocos días después delgolpe. La lucha contra la inflación sería el punto más enfatizado ante una opi-nión pública afectada por los terribles incrementos de los precios en la últimaetapa de gobierno de Isabel.

Las medidas impuestas con urgencia muestran la intencionalidad y pro-fundidad de los cambios perseguidos: el congelamiento salarial, la supresióndel sistema de control de precios y un incremento del tipo de cambio medianteun cronograma mensual de devaluación. La conjunción de las dos prime-ras implicó una pérdida de un tercio del salario real, ya que la inflación ascen-dió al 54,2%, lo que produjo una fuerte y rápida regresión en el patrón dedistribución de los ingresos.

El programa siguió con la apertura de la economía, promoviendo unaliberalización del mercado externo discriminatoria y asimétrica que liberóde aranceles aduaneros a algunas ramas de actividad exponiéndolas a lacompetencia de los productos extranjeros, al mismo tiempo que protegióa ciertos grupos oligopólicos garantizándoles una alta rentabilidad. Entrelas medidas se incluyó la anulación de las retenciones a las exportacionesagroganaderas.

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7. Marcelo Cavarozzi, Autoritarismo y democracia, Buenos Aires, Eudeba, 2002, p. 54.

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La reforma financiera de 1977 completó el plan. Se desregularon losflujos internacionales de capital, se liberalizaron las tasas de interés, se le diogarantía estatal del cien por ciento a los depósitos bancarios y se promovióla privatización de las carteras de créditos a través de las entidades finan-cieras privadas. Con la política cambiaria implementada en 1978, mediantela fijación de un cronograma de devaluación gradual del tipo de cambio, lafamosa «tablita», y la apertura irrestricta del mercado de capitales, se pro-fundizó el modelo de valorización financiera.

Si bien el ministro seguiría a cargo de la cartera económica hasta 1981,la crisis financiera de 1980, cuyo mayor exponente fue la quiebra del Bancode Intercambio Regional (BIR), anunció el fracaso de los objetivos enun-ciados en el Programa. La inflación no menguaba, la recesión comenzabaa hacerse notar y las críticas se multiplicaban tanto hacia adentro de la cor-poración militar como en la opinión pública. En 1981, la inflación ascen-dió al 131%, la recesión fue del 6,5%, y el déficit público alcanzó los 18 pun-tos. No obstante, los resultados de este cóctel de recetas liberales ya habíanproducido sus efectos, a los que la crisis y las medidas adoptadas para cal-marla no hicieron sino agravar.

El Programa golpeó duramente a la pequeña y mediana empresa ligadaal mercado interno, atrapada ante la agresiva competencia externa y un mer-cado del crédito altamente especulativo que les impidió la modernización exi-gida y, los que se animaron, agonizaron en el intento. La concentración delcapital en los grandes grupos trasnacionales fue su contracara. La aventurafinanciera especulativa le ganó terreno a la inversión productiva. El meteó-rico crecimiento del endeudamiento externo fue la llave del nuevo patrónde acumulación capitalista. La deuda saltó de 8.000 millones de dólares en1975 a 45.000 millones en 1983.

Como afirma Hugo Nochteff, fue la dictadura la que «quebró las basesy relaciones sociales, institucionales y productivas que habían susten-tado y en gran medida definido a la economía argentina a lo largo de casitoda su época de industrialización. […] Los principales efectos de las accio-nes políticas, sociales, económicas y represivas de la dictadura militarfueron […] el fortalecimiento del capital concentrado; la prevalencia delas ganancias financieras sobre las productivas; la concentración del podereconómico; la reducción a la mitad del techo salarial de largo plazo y elgran salto de nivel y de tasa de crecimiento del endeudamiento externo» 8.

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8. Hugo Nochteff, «La política económica en la Argentina de los noventa. Una mirada de conjunto», enRevista Epoca, año 1, N° 1, diciembre 1999, p. 15.

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El mercado de trabajo

Como decíamos, el carácter aperturista de la economía que se impusoa partir del golpe de 1976, provocó un duro impacto en la estructura eco-nómico-social del país y generó ciertas tendencias que imprimieron pro-fundos cambios en el mercado de trabajo.

Si entre 1950 y 1975, la Argentina se caracterizaba por tener un mer-cado laboral que la diferenciaba de los países en vías de desarrollo de laregión —estaba más integrado, tenía una mayor presencia del trabajo asa-lariado, bajos niveles de subocupación, menos polarización en los ingre-sos, y sobre todo, presentaba un escaso grado de subutilización de la manode obra9—, a partir de 1976 fue paulatinamente igualando a sus vecinos.

Las condiciones laborales empeoraron. Las tendencias principalesestuvieron definidas por la expansión del desempleo, el crecimiento de lainformalidad, la acentuación de la tercerización acompañada por la desin-dustrialización, la disminución del empleo asalariado 10, la reducción delos sueldos y una paulatina acentuación de la brecha salarial. El aumentode la inflación a partir de 1981 consolidó la tendencia decreciente del salario.

Sin embargo, en contraste con el mercado de trabajo en los noventa,la destrucción de empleo en el sector industrial, producto de la incapacidadlocal para competir con productos extranjeros, fue compensada con el aumentode la actividad cuentapropista y el crecimiento del sector terciario, comer-cial y financiero, y de la construcción.

Estas profundas transformaciones operadas en el seno de la estruc-tura económico-social argentina no hubieran sido posibles sin las medi-das represivas y disciplinamiento social que se desplegaron a la par.

El régimen: facciones y disputas internas

El fin de la presidencia de Videla y el fracaso del Plan Martínez deHoz, sin bien marca una inflexión visible en el Proceso de ReorganizaciónNacional, no deja de ser sólo un punto de condensación de las constantes

9. Altimir y Beccaria señalan algunas tendencias negativas que ya estaban presentes en la economíaargentina antes de 1976, como la escasa capacidad empleadora de las unidades más formales y fuerteincremento de la participación del sector terciario en la ocupación, el crecimiento del cuentapropismo.Los autores afirman que ya existían niveles de subocupación encubiertos aunque muy menores queen los otros países de la región. Véase Oscar Altimir y Luis Beccaria, «El mercado de trabajo bajo el nuevorégimen económico en Argentina», en Daniel Heyman y Bernardo Kosacoff (eds.), La Argentina de losnoventa. Desempeño económico en un contexto de reformas, Buenos Aires, Eudeba-CEPAL, 2000.

10. Entre 1970 y 1980, la tasa anual de crecimiento del empleo autónomo fue de 27 por mil, mientras quela del empleo asalariado fue de 11,9 por mil. Ver Susana Torrado, «La cuestión social», en Román Lejt-man (ed.), Quince años de democracia. Ensayos sobre la nueva república, Buenos Aires, Norma, 1998.

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disputas internas dentro del régimen y las dificultades de éste por cumplircon sus objetivos fundacionales. Los temas que provocaron las friccionesmás beligerantes fueron, a lo largo del período, la política económica, laspolíticas de apertura y de acercamiento con los partidos políticos modera-dos y la política exterior (el conflicto por el Beagle con Chile y la visita de laCIDH), entre otros.

La división tripartita de cargos y funciones si bien había intentadoatenuar la hegemonía del Ejército dentro de la constelación militar e insta-lar la idea de poder compartido, lejos estuvo de disolverla. A tal punto quelas disidencias y pujas de poder más relevantes se desplegaron en el senomismo de la fuerza de tierra. Diferían en sus modos de pensar la relación conlos sectores civiles, los alcances de la «refundación de la Nación», y sobretodo, la forma y el tiempo en que los militares debían dar por concluidasu misión, y en este caso, cuál sería su rol en «tiempos de paz».

La división entre «duros» y «blandos» o «halcones» y «palomas» den-tro del Ejército es una primera distinción que generalmente se establece.El primero lo constituían los Comandantes de los Cuerpos del Ejército, invo-lucrados activamente en la puesta en marcha de la represión, los llamadosseñores de la guerra. En el segundo, más político, se encontraban Harguin-deguy, Galtieri, Viola y Videla 11. La cuestión que enfrentaba a estos gru-pos era sobre los plazos para dar por concluida la etapa fundacional e ins-talar la «auténtica democracia». Los «señores de la guerra» solían inquietarseante los más tenues intentos de diálogo político con la «partidocracia».

El General Viola era quien pensaba que una vez alcanzadas ciertas metas,la derrota de la subversión, el saneamiento de la economía, el aggiornamiento

de los partidos políticos al nuevo orden y el disciplinamiento de las fuer-zas sindicales, debía abrirse paso a una transición escalonada que culminaraen elecciones. Videla sintetizaría la propuesta en la idea de trabajar hacia una«convergencia cívico-militar». El grupo de los «duros», comandado porGeneral Díaz Bessone, se pensaba en el poder con mayor perpetuidad y noimaginaba una transición sino por etapas, donde gradualmente se proce-dería a una «transferencia del poder», pero siempre tutelado por las Fuer-zas Armadas.

Un tercer grupo lo constituyó la Armada, comandada por el AlmiranteMassera, quien concibió un plan político propio en competencia feroz con

11. Como señala Paula Canelo, Viola y Videla no eran exactamente lo mismo, aunque tuvieron una largatrayectoria juntos. Viola siempre fue «más político» que su compañero de armas, quien era más bienun hombre «del Ejército». El primero se manejó con cierta autonomía del Presidente, manteniendoun espacio para su propio juego. Ver Paula Canelo, «La política contra la economía: los elencos mili-tares frente al plan económico de Martínez de Hoz durante el Proceso de Reorganización Nacionalen Pucciarelli», Alfredo Pucciarelli (coord.), Empresarios, tecnócratas y militares. La trama corpora-tiva de la última dictadura militar, Buenos Aires, Siglo XXI, 2004.

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Videla. Confrontación que lo llevó a establecer alianza con los «duros»,

con quienes no compartía la visión del futuro, pero que le eran funciona-

les a su estrategia personal. El marino imaginaba factible una legitimación

popular del Proceso de Reorganización Nacional que culminara en una

salida política que lo tuviera a él como líder. Hacia la consecución de sus

objetivos, estableció diálogos con la derecha peronista y otros sectores polí-

ticos y llegó a conformar su propio partido. La Escuela de Mecánica de

la Armada fue el centro de sus operaciones, donde llegó a constituir un

staff de «asesores» con los militantes secuestrados.

No obstante, los escarceos por el poder, exacerbados por un fracciona-

miento del mando tanto en la distribución de los espacios de decisión den-

tro del Estado como también en la división territorial para la implementa-

ción de la «guerra contra la subversión», no tuvieron bandos tan claros y

permanentes, sino que se entrecruzaron con las querellas propias de un poder

«feudalizado» donde cada quien peleaba su propia batalla a partir de intere-

ses individuales, corporativos o facciosos. Las políticas económicas de Mar-

tínez de Hoz fueron un parte aguas que no replicó al detalle las divisiones

antes mencionadas12. Díaz Bessone se encontraba entre los más acérrimos

opositores, y otro «duro» como Saint Jean no dejaba de elogiar las medidas

impuestas. El Almirante Massera, en su disputa de poder dentro de la Junta

con el General Videla, criticaba las medidas en torno a la cuestión salarial

como discurso demagógico en su expectativa de conformar una alternativa

política con base en el consenso popular. Por otra parte, las pretensiones pri-

vatizadoras de los cuadros liberales también fueron motivo de airada oposi-

ción de los funcionarios castrenses, cercanos a Viola, al frente de Fabricacio-

nes Militares que se negaban a una retracción del Estado en el área productiva.

Viola mismo mantuvo ciertas reservas ante los resultados surgidos de la apli-

cación del plan económico. Los que le brindaron un apoyo firme y estable

al Ministro durante toda su gestión fueron Videla, Harguindeguy y Galtieri.

Las confrontaciones llegaron a ser feroces, y no dispensaron en apli-

car los métodos de la «guerra contra la subversión» contra los adversarios

internos. Las desapariciones del embajador Hidalgo Solá y de la diplomá-

tica Elena Holberg se inscriben en esta trama de intrigas en el seno de la

cúpula militar. Detrás de estos crímenes estuvo la mano del Almirante para

socavar el poder de Videla.

El clima de tensión no cesó nunca, aunque el transcurso de los aconte-

cimientos iría produciendo nuevas controversias, alineamientos y fracturas.

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12. Paula Canelo, «La política contra la economía: los elencos militares frente al plan económico de Mar-tinez de Hoz durante el Proceso de Reorganización Nacional en Pucciarelli», Alfredo Pucciarelli (coord.),Empresarios, tecnócratas y militares. La trama corporativa de la última dictadura militar, BuenosAires, Siglo XXI, 2004.

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La sucesión de Videla en la presidencia desató intrigas y tensiones que,aunque culminaron en la esperada designación de Viola, recrudecieronlas tormentas internas. Electo por el período 1981-1984, un golpe palaciegolo desplazó del poder antes de que cumpliera un año en su cargo. El GeneralLeopoldo Fortunato Galtieri, el hombre del Ejército promovido a la Juntapor el mismo Viola, lo desplazaba del poder.

No obstante, a pesar de tantas fisuras, el régimen tuvo su punto defusión: la «lucha contra la subversión».

El inicio del fin

Durante su corta presidencia, el General Roberto Viola intentó acele-rar el paso hacia la apertura política con iniciativas tendientes a mejorar larelación del gobierno militar con la sociedad civil en tres sentidos. Por unlado, promovió una redefinición de la política económica orientada hacialos sectores de la producción y no del financiero. Un gabinete de corte máscivil y «más pluralista» y una política dialoguista con los partidos y sindicatoscompletaron la estrategia.

En julio de 1981, se constituyó la Multipartidaria conformada por elPartido Justicialista, la Unión Cívica Radical, el MID, el Partido Intransi-gente y la Democracia Cristiana. Ese mismo año, comenzó a reorganizarsela CGT con Saúl Ubaldini a la cabeza.

Los movimientos hacia la apertura y la activación de la sociedad civilagudizaron las tensiones internas de un régimen que había perdido el rumboy había sido ganado por las pujas intestinas que, como fuerzas centrífugas,impedían la reacomodación hacia una dirección compartida. El fin de la«guerra contra la subversión» los dejó sin ese común objetivo que los ligaba.El ex Ministro de Interior, Albano Harguindeguy, ahora asesor de la pre-sidencia puesto por los «duros», intentaba desempolvar el proyecto del MON,«Movimiento de Opinión Nacional»—una vieja iniciativa que apenas llegóa nacer durante la presidencia de Videla—, como un posible partido mili-tar que protagonizara la transición, para confrontar con la alternativa moto-rizada por Viola y Liendo, que veían una salida negociada con los dos par-tidos mayoritarios: UCR y PJ.

En diciembre, el intento fue clausurado por el golpe encabezado porel General Leopoldo Fortunato Galtieri, su antiguo hombre de confianzaconvertido en un «duro» que pretendía retornar a las «fuentes del pro-ceso». El nombramiento de Roberto Alemann en el Ministerio de Econo-mía fue una señal clara. Sin embargo, el proceso de apertura seguía su pro-pio curso. La percepción de un régimen sin futuro incentivó la recuperacióndel espacio público y la movilización política y social continúo in crescendo.

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El 30 de marzo de 1982, la CGT lanzó un paro nacional con movilización.La multitudinaria manifestación terminó en una fuerte represión, con cien-tos de detenidos.

Pocos días después, el 2 de abril, el gobierno retomó la iniciativa decla-rando la Guerra de Malvinas. La operación de la toma de las Islas tuvo dosobjetivos: restituir la legitimidad del régimen autoritario y cimentar lacohesión interna. Ni bien iniciadas las operaciones, los objetivos parecie-ron cumplirse. La sociedad en su conjunto reivindicó la iniciativa militar,la dirigencia política y sindical se sumó a la ofensiva de recuperación de lasoberanía nacional, el frente interno pareció calmarse ante una nueva metaque les devolvía ese punto de fusión perdido. El 10 de abril más de 100.000personas convocadas por el gobierno se movilizaron a Plaza de Mayo enapoyo de la guerra.

La estrategia de la toma de las Islas se sustentó en la convicción de quelos ingleses no responderían a la agresión y, si eso sucedía, en que los Esta-dos Unidos apoyarían la postura Argentina. Nada de esto ocurrió. Fue asíque las tropas argentinas, mal preparadas y con armas y equipos lamenta-bles, se enfrentaron a las tropas británicas altamente entrenadas y tecnifi-cadas. El saldo es conocido, más de 600 soldados perdieron la vida en lasIslas y los mares del sur. Mientras en el continente los argentinos recibían através de los medios masivos de comunicación las falsas noticias sobre lasvictorias obtenidas, en el campo de batalla, el frío, el hambre y el desbandede los soldados conscriptos eran los datos ciertos de la derrota.

El 14 de junio, la Argentina presentó su rendición. La aventura en elAtlántico Sur había concluido. El régimen perdió toda posibilidad de recons-truir el consenso social y las disputas internas eclosionaron. Tras el aleja-miento de Galtieri, la sucesión presidencial no pudo resolverse fácilmente.Los conflictos inter-armas se intensificaron a un punto tal que la FuerzaAérea y la Armada abandonaron la Junta. El General Reynado Bignone asu-mió la presidencia en medio de la desintegración del régimen autoritario.Los soldados sobrevivientes retornaron del frente por la noche, ante el silen-cio e indiferencia de esa misma sociedad que poco tiempo antes los habíavivado como héroes.

A partir de entonces, se inició el proceso de transición hacia la demo-cracia, donde la Multipartidaria y el gobierno de facto pugnaron por unaapertura negociada. Los principales partidos buscaban pactar una salidaelectoral que garantizara el fin del intervencionismo militar y de los con-dicionamientos de las Fuerzas Armadas en el futuro, como también lagobernabilidad, atemperando las fuertes demandas de una sociedad cadavez más movilizada. Los militares, por su parte, intentaron asegurarse deque no se realizara revisión alguna de lo actuado, y así pagar los menorescostos de una retirada apresurada. A pesar del diálogo propuesto como

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forma de avanzar hacia las elecciones, la relación estuvo lejos de un tratoarmónico. La cruenta represión desatada en la movilización de la Multi-partidaria, el 16 de diciembre de 1982, da cuenta de lo difícil del proceso yde las resistencias de los militares a abandonar el poder.

A estos dos actores claves de la apertura, deben sumárseles el movi-miento de derechos humanos y el movimiento obrero. Ambos tambiéntuvieron un fuerte protagonismo, intentando incluir en la agenda de la tran-sición sus propias demandas.

Finalmente, el 30 de octubre de 1983, se realizaron las elecciones. Ganóel candidato radical, Raúl Alfonsín, dejando atrás la idea de un peronismoimbatible en las urnas. Se inició así una nueva etapa para la sociedad argen-tina impregnada aún de la experiencia dramática vivida en esos tiempos. Sele sumaron las dificultades del duro desafío de construir una sociedad demo-crática luego de tantos años de fuerte conflictividad y violencia. La cuestiónde las violaciones a los derechos humanos pasó a formar parte de la agendapolítica del país como nunca antes.

Bibliografía sugerida

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El surgimiento del movimientode derechos humanos: el reclamopor Verdad y Justicia (1976-1983)

Por Dolores Béjar y Sandra Raggio

Presagios

En la Argentina, las violaciones a los derechos humanos, entendidas comoatropellos a las garantías y libertades individuales perpetradas por el Estadoo por agentes vinculados estrechamente a él, no comenzaron el 24 de marzode 1976.

Nuestra historia contemporánea estuvo signada por episodios quesin duda constituyeron violaciones flagrantes a los derechos humanos. Losasesinatos políticos, la práctica sistemática de la tortura por parte de las fuer-zas de seguridad, las detenciones ilegales, la persecución ideológica, polí-tica y social, si bien adquirieron su faz más brutal durante la última dicta-dura militar, infelizmente, han tenido antecedentes en prácticas persistentes,por lo menos, durante los últimos cincuenta años.1

Hasta mediados de los años setenta, sin embargo, la lucha contra larepresión del Estado y sus consecuencias en cuanto violaciones a los dere-chos humanos se hallaba inscripta en los enfrentamientos y pugnas polí-ticas de la época, escena caracterizada por una profusa activación, polari-zación y radicalización política de amplios sectores de la sociedad argentina.Salvo la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, para ese entoncesno existían las organizaciones de derechos humanos.

Esta situación comenzó a transformarse hacia mediados de la décadadel setenta, por dos motivos. Primero, por la aparición de grupos parami-litares de derecha, como la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina),

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1. La documentación hallada en el Archivo de la Dirección de Inteligencia de la Policía bonaerense (DIPBA)da clara cuenta de ello. En él se acopian millones de fojas que dan testimonio de las actividades depersecución y seguimiento político y social de amplios sectores de la sociedad de esta provincia.

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que extendieron por todo el territorio argentino una oleada de secuestros,asesinatos y atentados políticos contra reconocidos activistas sociales, deagrupaciones de la izquierda y del gremialismo combativo, lo que detonóun proceso de agudización de la violencia política. El segundo fue el acele-rado proceso de profundización de la violencia estatal con la puesta enmarcha de la «Operativo Independencia», que implementó en pequeñaescala, en la provincia de Tucumán, lo que luego sería un plan a escala nacio-nal. A través de un decreto secreto firmado por el ejecutivo nacional, almando de la presidenta María Estela Martínez de Perón, se facultaba y man-databa a las Fuerzas Armadas a emprender un plan de exterminio del Ejér-cito Revolucionario del Pueblo, de afiliación marxista, que había intentado,desde 1974, constituir un foco guerrillero en las zonas rurales de la selva tucu-mana. Con esta justificación, en esta provincia del norte del país, se instala-ron los primeros centros clandestinos de detención, y se conformaron losprimeros grupos de tarea, integrados por oficiales y agentes de la policía pro-vincial en actividad, que encarcelaron, secuestraron, torturaron e hicierondesaparecer a cientos de militantes políticos y sociales, acusados de «activi-dades subversivas». Tucumán anunciaba a sangre y fuego la tragedia que seavecinaba en el país. Pocos se hicieron eco del presagio.

La implantación del plan de exterminioy el surgimiento del movimiento de derechos humanos

¿Cuáles fueron las novedades que trajo la dictadura militar? Sin duda,las dimensiones de la represión y la ferocidad de los métodos utilizados fue-ron inauditos. Las teorías y técnicas innovadoras de la denominada «guerracontrainsurreccional» desarrollada en Argelia por las tropas francesas, asícomo las elaboradas y difundidas por las escuelas militares norteamerica-nas, fueron aplicadas por los militares argentinos sobre amplios sectores dela población, bajo el objetivo, enunciado hasta el cansancio por los altos jefesmilitares, de poner «orden» a una sociedad que consideraban atravesada porel «caos» generado por «los elementos disolventes de la nacionalidad» a losque había que erradicar definitivamente para imponer la «paz interna».

Los centros clandestinos de detención fueron el lugar y el dispositivocentral del plan represivo. A ellos eran conducidos los detenidos ilegalespara ser interrogados bajo torturas. Luego de permanecer un tiempo en dis-tintos centros de detención, se definía su destino final: la liberación, la lega-lización como preso o el asesinato y desaparición del cuerpo. En algunoscasos, muy escasos, el cuerpo fue entregado a los familiares luego de fra-guar un enfrentamiento armado. La mayoría de los detenidos ilegales sigueaún hoy en condición de desaparecido. Como antes en Tucumán, la guerra

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contra la «subversión apátrida» expresada en las organizaciones guerrille-ras revolucionarias (básicamente Montoneros, de afiliación peronista y elERP) fue, en el discurso, la justificación del plan, aunque, claro está, la per-secución se extendió mucho más allá de los militantes encuadrados en lasestructuras armadas.

Pero además de la naturaleza y la dimensión horrorosa de los críme-nes, lo que también comenzó a cambiar notablemente en esta etapa fueronlos recursos y estrategias que desde la acción colectiva se desplegaron paradenunciarlos. Nuevos sujetos, portadores de innovadoras prácticas políti-cas irrumpieron, para quedarse, en el escenario de la política argentina, pre-cisamente al calor de estas luchas contra la represión estatal. Los organis-mos de derechos humanos que se fueron conformando tuvieron comocaracterística definitoria de su identidad y fundamento el «enmarcamiento»de sus acciones desde el discurso universal de los derechos humanos.

Del conjunto de organizaciones que constituyeron a este nuevo actor,el movimiento de derechos humanos, pueden distinguirse dos grandes gru-pos. La mayoría de los que integran este primer grupo, el de «no afectados»,se forma antes del golpe como respuesta a la agudización de la violenciapolítica e institucional antes descripta.

Además de la ya existente Liga Argentina por los Derechos del Hom-bre, fundada el 20 de diciembre de 1937, fueron surgiendo nuevas organi-zaciones. La primera de ellas fue el Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ). Cons-tituida en Medellín, Colombia, a mediados de 1974, nucleaba a sacerdotes,monjas y laicos pertenecientes a la Iglesia católica que trabajaban apoyandoa las organizaciones y las luchas de los indígenas, campesinos, obreros ygrupos de base en todo el continente. En la Argentina, su grupo fundacio-nal, integrado por Adolfo Pérez Esquivel y un puñado de jóvenes activis-tas, había comenzado a organizarse a mediados de los años sesenta. La líneadel SERPAJ se definía en torno a la Teología de la Liberación y de las conclu-siones del concilio Vaticano II y estaba en contra de todo tipo de violencia.El sesgo ligado a los derechos humanos le vino dado por los acontecimien-tos de violencia institucional que se agravaban día a día en el continente, yen la Argentina particularmente, es decir, fue una respuesta a la coyunturay no un objetivo prefijado por los miembros del SERPAJ. La campaña dedifusión de la «Declaración de los Derechos Humanos», lanzada por el or-ganismo en 1975 y la promoción de la creación de otros organismosquese formaron por esta época, fueron definitorias en el nuevo rumbo tomado.En diciembre de 1975, se creó Asamblea Permanente por los DerechosHumanos (APDH); de impronta más superestructural, convocaba a dirigen-tes políticos de diferentes procedencias comprometidos en la defensa de losderechos humanos. Meses después, en febrero de 1976, se constituyó el Movi-miento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH). En su origen,

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estuvo compuesto por representantes de la Iglesia Evangélica MetodistaArgentina, la diócesis católica de Quilmes, la iglesia Reformada Argentina,la Evangélica del Río de la Plata, la Evangélica Valdense, la Iglesia Evangé-lica Discípulos de Cristo, la Iglesia de Dios y la Luterana Unida. Estas orga-nizaciones fueron las que emprendieron las primeras acciones de denun-cia y asistencia a las víctimas de la represión.

Ya avanzada la dictadura, se forma el último organismo que se ubicaen este grupo, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), creado enmayo de 1980 por iniciativa de un puñado de profesionales encabezados porEmilio Mignone que participaban en la APDH. Su objetivo era hacer unseguimiento sistemático de los casos de personas desaparecidas por agen-tes de las Fuerzas Armadas y del Estado y llevar esas pruebas a la Justicia.La mayoría eran abogados y padres de detenidos-desaparecidos.

El segundo grupo, denominado de «afectados», comenzó a formarseuna vez implantada la dictadura militar y lanzado con ferocidad el plan derepresión y de exterminio, nucleando a familiares de las víctimas.

Los primeros en organizarse fueron los «Familiares de Detenidos yDesaparecidos por Razones Políticas», que ya en los últimos meses de 1976realizaron sus primeras reuniones y los primeros comunicados firmadosde esa manera. Eran las esposas, los hermanos y amigos de militantes pre-sos y detenidos-desaparecidos; la característica central de este grupo con-sistía en que resaltaba y denunciaba el carácter político de la represión y lamilitancia política de las víctimas.

A fines de abril de 1977, un grupo de catorce madres que buscaba condesesperación a sus hijos secuestrados comenzó a encontrarse semanal-mente en Plaza de Mayo; otras se les irían sumando tiempo después, cons-tituyendo así al más conocido de estos organismos: las Madres de Plaza deMayo. Su ronda alrededor de la Pirámide de la plaza los días jueves de cadasemana y sus pañuelos blancos se transformaron en el testimonio vivientede las atrocidades que se estaban cometiendo en la clandestinidad y bajoel más estricto secreto. De ellas surgió otro grupo, las Abuelas de Plaza deMayo, que comenzaron sus actividades en octubre de 1977, y cuyo signodistintivo fue la búsqueda de los hijos de sus hijos que habían desapare-cido junto a ellos o habían nacido mientras su madre estaba en cautiverioen condición de detenida-desaparecida.

Si bien al primer grupo se lo conoce como de «no afectados» y alsegundo, por el contrario, como organismos de «afectados», es difícil tra-zar esa línea con exactitud. Los miembros fundadores del CELS fueron, ensu mayoría, padres de detenidos-desaparecidos; el titular del SERPAJ, AdolfoPérez Esquivel, estuvo secuestrado, fue torturado y luego permaneció enprisión sin ningún tipo de proceso judicial. Evidentemente, esta clasifica-ción es poco explicativa, no obstante es la forma que el mismo movimiento

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se ha dado para distinguirse. Decía Carlos Zamorano, dirigente de la Liga:«Tenemos cordiales relaciones y un accionar común con todos los organis-mos, pero nos aproximamos más a la Asamblea Permanente y en segundolugar al Movimiento Ecuménico. Existen menos similitudes con los otrosorganismos de afectados como Madres, Abuelas y Familiares» 2.

Los organismos de «afectados» se diferencian de los otros por la cen-tralidad que le otorgan al lazo de sangre que los une con las víctimas, comoelemento dador de identidad y fuerza a la organización, transformán-dose éste en un recurso de legitimación para la acción muy importante, nosólo hacia adentro del movimiento sino, y sobre todo, hacia afuera delmismo.

«Sólo pedimos la Verdad»

Durante los primeros años de la dictadura militar, las acciones que des-plegaron este conjunto de organizaciones y grupos que fueron constituyén-dose poco a poco en un movimiento articulado estuvieron vinculadas conla búsqueda de los detenidos desaparecidos, la liberación de los presos polí-ticos y la denuncia internacional de los crímenes. Las estrategias fueron múl-tiples: la presentación de hábeas corpus y recursos judiciales, solicitadas, entre-vistas con representantes de las Iglesias, con militares, con personalidadesque pudieran respaldar sus reclamos. En el caso de los organismos de «afec-tados», el clamor central estaba atravesado por la angustia de no saber dóndeestaban sus familiares que habían sido detenidos-desaparecidos. La primersolicitada publicada en un medio periodístico fue en octubre de 1977, y setitulaba «MADRES Y ESPOSAS DE DESAPARECIDOS. SÓLO PEDIMOS LAVERDAD».

Los años 1976-1977 fueron de encuentro, de pequeños pasos dados enla sombra y casi en soledad, hasta que pudieron empezar a vertebrarse, a tejeruna trama que logró generar fisuras en el régimen militar. Los organismos dederechos humanos institucionales o de «no afectados» ayudaron a las vícti-mas y familiares a dar esos pasos, ofreciendo asesoramiento legal, espaciosde reunión, conectándolos. La articulación no fue fácil, el movimiento estuvoatravesado por controversias y disensos que le otorgaron una alta hetero-geneidad interna. En él coexistían diferentes modos de encauzar la demanda,de concebir las estrategias en tanto sus miembros provenían de orígenessociales, políticos, ideológicos y religiosos muy distintos, que a su vez dis-tribuían recursos y posibilidades para la acción también disímiles. No obs-tante, nunca perdieron la cohesión necesaria para hacer eficaz su accionar,

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2. Veiga, Raúl, Las organizaciones de derechos humanos, Buenos Aires, CEAL, 1985, p. 22

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identificando claramente a quiénes se enfrentaban en común y qué objeti-

vos centrales los unían.

Sin dudas, las Madres de Plaza de Mayo fueron el símbolo más poderoso

de este conglomerado de organizaciones. Las Madres que clamaban por saber

qué había sido de sus hijos dando la vuelta a la Pirámide de Mayo eran una

presencia constante en la escena nacional y lo fueron cada vez más en la escena

internacional. Su presencia marcaba nítidamente las ausencias de sus familia-

res secuestrados por el régimen, a las que afanosamente éste intentaba negar.

La opinión pública acompañó mayoritariamente a las voces oficiales,

dando crédito a las falacias esgrimidas desde el gobierno. Así, el develamiento

de la verdad era una lucha desesperada; contra el gobierno que reprimía y

ocultaba y contra la sociedad que se resistía a escuchar. No obstante esta bús-

queda de la verdad permitió abrirle brechas al silencio, no sin antes atrave-

sar por numerosos y terribles golpes dados al incipiente movimiento. Pre-

cisamente, en diciembre de 1977, son secuestrados de la Parroquia de Santa

Cruz activistas por los derechos humanos, entre ellos, Azucena Villaflor de

Devincenti, organizadora de Madres de Plaza de Mayo, y las monjas france-

sas francesas Alicie Domon, miembro del Movimiento Ecuménico por los

Derechos Humanos, y Léonie Duquet. Unos meses antes, había sido secues-

trado y torturado Adolfo Pérez Esquivel, quien ahora permanecía preso a

disposición de Poder Ejecutivo Nacional. El 8 de septiembre, había sido

secuestrado y salvajemente torturado Alfredo Bravo, un referente de la APDH.

A pesar de las dificultades y condiciones terriblemente adversas en las

que se desarrollaba su actividad, hacia 1979 algo comenzaba a cambiar. La

visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) al país,

en septiembre de ese año, fue un acontecimiento que fortaleció al movimiento.

La CIDH había recibido, a través de la ardua y sistemática tarea de recopila-

ción y organización de las pruebas por parte de los organismos en el país y de

la acción de los miles de exiliados3 que residían en el exterior, más de mil

denuncias de violaciones a los derechos humanos. En su estancia in loco, las

mismas sobrepasaron las cinco mil. Esto mostró la capacidad de acción de

los organismos, que a pesar de la intensa campaña del gobierno y de los medios

de comunicación para impedir que sucediera, lograron articularse y presen-

tarse a denunciar, corriendo serio riesgo de vida. Los resultados no tardaron

en expresarse, en abril de 1980, la CIDH dio a conocer el informe, que resultó

un duro golpe al gobierno, en tanto confirmaba la existencia de los campos

de concentración, de las prácticas de interrogatorio bajo tortura, de presos

sin proceso y de detenidos que se encontraban en calidad de desaparecidos.

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3. No hay cálculos fiables de la cantidad de exiliados por razones políticas durante la dictadura, pero segu-ramente fueron más de 40.000. México, España, Francia y Suecia fueron los países que recibieron ala mayoría de ellos.

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El mismo efecto tuvo el Premio Nobel de la Paz, otorgado a AdolfoPérez Esquivel. Su designación significó un fuerte respaldo para la causa delos organismos defensores de los derechos humanos en el plano internacio-nal y fue otra brecha ganada al gobierno en su tenaz afán de negar los crí-menes y sostener el silencio.

Los caminos hacia la Justicia

Este reconocimiento se transformó en una nueva herramienta de luchay significó el inicio de una nueva etapa, centrada en la consigna «Aparicióncon vida» de los detenidos desaparecidos. Cierto es que para estos años laferocidad de la represión había amainado, la mayoría de los centros clan-destinos había sido desarticulado, se había liberado a buena parte de lospresos a disposición del Poder Ejecutivo y la cantidad de secuestros se redu-cía considerablemente. Esto también influyó en las prácticas y objetivos delmovimiento, el eje se desplazó de la reacción urgente y desesperada frentea un aparato estatal que secuestraba, encarcelaba y asesinaba masivamentehacia las acciones que exigían y buscaban el pleno esclarecimiento de losucedido y la aparición de los detenidos-desaparecidos. Las estrategias nue-vamente fueron disímiles, aunque no contradictorias, las Madres de Plazade Mayo y otros organismos como el SERPAJ activaron detrás de la consignade «Aparición con Vida». Otros organismos, como el CELS y la APDH, inten-sificaron el acopio de pruebas y las acciones judiciales.

Las consignas de «Aparición con Vida», instalada con fuerza desde 1980hasta la transición, y «Juicio y castigo a (todos) los culpables», que cobró fuerzaluego de la derrota de la Guerra de Malvinas, tuvieron alta capacidad deimpregnación en los tiempos de la transición a la democracia. Paralelamentecomenzó el paulatino debilitamiento del régimen militar. En el largo año quetranscurrió entre la renuncia de Galtieri y las elecciones presidenciales del 30de octubre de 1983, la cuestión de cómo resolver el pasado dictatorial signadopor los crímenes cometidos por el régimen fue tema central de la transición.

Durante 1983, los militares impulsaron una serie de acciones tendien-tes a dejar clausurado el pasado para siempre, evitando las posibilidades deinvestigación y enjuiciamiento por las responsabilidades en las violacionesa los derechos humanos. Los instrumentos fueron tres: la publicación delDocumento final, el Acta Institucional y la sanción de la Ley de pacificaciónnacional, denominada luego Ley de Autoamnistía. El 28 abril, las FuerzasArmadas dieron a conocer los dos primeros. En el Documento Final sosteníanque sería el juicio histórico el que debía determinar las responsabilidades enrelación con lo que había ocurrido durante la «guerra contra la subversióny el terrorismo», eludiendo así toda posibilidad de enjuiciamiento penal.

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En el Acta Institucional, avanzaban en este sentido, estableciendo que todaslas operaciones «contra el terrorismo» llevadas a cabo por las Fuerzas Arma-das debían ser consideradas actos de servicio y, por lo tanto, no eran puni-bles. La reacción fue rápida y dura, Adolfo Pérez Esquivel, junto a otrosmiembros del Servicio de Paz y Justicia iniciaban un ayuno de repudio. Enlos meses siguientes, multitudinarias marchas convocadas por los organis-mos de derechos humanos expresaban su rechazo a los intentos de dejarimpunes los crímenes de la dictadura, reclamando justicia, el pleno escla-recimiento en torno a la situación de los desaparecidos y la libertad de lospresos políticos que seguían en las cárceles. No obstante, el 24 septiembre sesancionó la Ley de Pacificación Nacional que otorgaba inmunidad a los sos-pechosos de actos terroristas y a todos los miembros de las Fuerzas Arma-das por los crímenes cometidos entre el 25 de mayo de 1973 y el 17 de juniode 1982. Esta vez, la oposición a los intentos de impunidad contaron con laacción del poder judicial, dos jueces declararon la nulidad de la ley por haberlasancionado un «gobierno carente de las facultades necesarias».

Estas acciones se desplegaron en un escenario político atravesado porlas campañas electorales. De los dos candidatos con más chances de ganarlas elecciones, Raúl Alfonsín, del partido radical, e Italo Argentino Luder,del peronismo, el primero fue el que decidió hacer de las cuestiones de losderechos humanos un eje de campaña fuerte; prometió la anulación de laLey de Pacificación Nacional y el juzgamiento de los responsables del terro-rismo de estado, como ya se denominaba al plan de represión y exterminio.

En este nuevo contexto, los organismos de derechos humanos desarro-llaron una serie de acciones para condicionar a los candidatos y comprome-terlos con su lucha y sus objetivos. Para tener una voz propia en el Congreso,apoyaron y promovieron en las elecciones al candidato a diputado nacionalAugusto Conte Mac Donnell, militante de la democracia cristiana, funda-dor del CELS y padre de un desaparecido. Con esta iniciativa, más pronun-ciamientos y documentos públicos, entrevistas con los referentes más impor-tantes de las distintas fuerzas y activas movilizaciones, los organismoshumanos adquirieron una fuerte presencia en este escenario eleccionario.

Luego del resultado, los organismos de derechos humanos se movili-zaron activamente como grupo de presión para condicionar al nuevogobierno que asumiría el 10 de diciembre. La multitudinaria marcha reali-zada dos días antes da cuenta de ello, cobrando fuerza las dos consignas de«Juicio y castigo a (todos) los culpables» y «Aparición con Vida» de los dete-nidos desaparecidos. Las miles de siluetas que se pintaron y pegaron en pare-des y calles de Buenos Aires con los nombres y las fechas del secuestro de losdesaparecidos detenidos fueron una conmovedora imagen que le sumó fuerzaa las consignas.

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Para el aula: materiales de trabajo y sugerencia de actividades

1. LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD

Solicitada de madres y esposas de desaparecidos dirigida al Tte. Gral.Jorge Rafael Videla, publicada en La Prensa, 5 de octubre de 1977

MADRES Y ESPOSAS DE DESAPARECIDOSSÓLO PEDIMOS LA VERDAD

AL EXCMO. SEÑOR PRESIDENTE A LOS ALTOS MANDOS DE LAS FUERZAS ARMADAS A LA JUNTA MILITAR A LAS AUTORIDADES ECLESIASTICAS A LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

El Excmo. Sr. Presidente de la Nación, Tte. Gral. Jorge Rafael Videla,en una reciente conferencia de prensa celebrada en EE.UU, expresó «QUIENDIGA VERDADES NO VA A RECIBIR REPRESALIAS POR ELLO». ¿A quién debe-mos recurrir para saber la Verdad sobre la suerte corrida por nuestros hijos?Somos la expresión del dolor de cientos de madres y esposas de desapa-recidos. LA VERDAD que pedimos es saber si nuestros DESAPARECIDOSESTÁN VIVOS O MUERTOS Y DONDE ESTÁN. ¿Cuándo se publicarán las listascompletas de DETENIDOS? ¿Cuáles han sido las víctimas del EXCESO DEREPRESIÓN al que se refirió el Sr. Presidente?

No soportamos la más cruel de las torturas para una madre, laINCERTIDUMBRE sobre el destino de sus hijos. Pedimos para ellos un procesolegal y que sea así probada su culpabilidad o inocencia y en consecuencia,juzgados o liberados.

Hemos agotado todos los medios para llegar a la VERDAD, por esopúblicamente requerimos la ayuda de los hombres de bien que realmenteAMEN LA VERDAD Y LA PAZ, Y DE TODOS AQUELLOS QUE AUTÉNTICAMENTECREEN EN DIOS Y EN EL JUICIO FINAL, DEL QUE NADIE PODRA EVADIRSE.

(Siguen más de 200 firmas.)

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Solicitud entregada a Videla en diciembre de 1978 y publicadaen La Prensa, el 19 de enero de 1979

POR UNA NAVIDAD CON PAZ Y JUSTICIA

La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, institucióncreada el 18 de diciembre de 1975 para asumir la defensa integral de losderechos humanos, y los hombres, mujeres e instituciones que suscriben,solicitan, para celebrar con júbilo y ánimo fraterno una fiesta de amor, dejusticia y de paz en todo el ámbito de la familia argentina:

• Esclarecimiento de la situación de los desaparecidos.• Que se resuelva la situación de las personas detenidas a disposi-

ción del PEN o de cualquier otra autoridad por motivos políticos, socialesy gremiales sometiendo a sus jueces naturales a quienes sean acusadosde delito, o en caso contrario ponerlos en libertad o autorizarlos si asílo pidieran, a salir del país ejerciendo el derecho de opción conforme elart. 23 de la Constitución Nacional.

Si así se procediera se daría satisfacción al anhelo de los familiaresque en documento público reciente reflejaron el sentir nacional al decir«Anhelamos una caricia, una mirada, una sonrisa de nuestros seres que-ridos. El gesto de JUSTICIA Y HUMANIDAD que los posibilite y que estamosreclamando encontrarán de inmediato eco en nuestros tan apesadumbra-dos corazones. De una SABIA DECISION POSITIVA surgirá el reencuentroarmonioso y fraternal de todos los argentinos».

Y repetimos con ellos: ¡FERVIENTES VOTOS PORQUE ASÍ SEA!Saludan al Excmo. Sr. Presidente con la consideración más distinguida,

(Siguen firmas.)

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Conferencias de prensa realizadas por Videla publicadas enel diario La Opinión, el 13 diciembre de 1977

Sobre los desaparecidos se refirió el general Videla:«Ante periodistas japoneses manifestó que la historia juzgará en su

momento las dramáticas alternativas de la guerra contra la subversión enla Argentina. Mencionó cuatro causas determinantes del desconocimientooficial del paradero o la suerte corrida por numerosas personas:

• Paso clandestino a las filas de la subversión.• Abandono del país con cambio de nombre, luego de militar en las

organizaciones extremistas.• Imposibilidad de reconocimiento de cuerpos mutilados por explo-

siones, el fuego o los proyectiles a raíz de enfrentamientos bélicos entrefuerzas legales y elementos terroristas.

• Un exceso en la represión.»

Precisiones de Videla sobre derechos humanos, lucha antisubversiva eimagen en el exterior publicadas en La Opinión, el 18 de diciembre de 1977

En un reportaje concedido a periodistas ingleses, (…) el presidente Videlareveló que no llegan a 400 los terroristas detenidos en unidades carcela-rias, a la vez que negó la existencia de campos de concentración.

«Periodista: Una serie de observadores extranjeros coincide en quela Argentina enfrenta una situación muy crítica como consecuencia de lasubversión y el terrorismo; al mismo tiempo muchos observadores extran-jeros coinciden en pensar que las medidas para contrarrestar el terrorismofueron más allá de lo que las necesidades dictaban. Los derechos huma-nos de grandes sectores de la sociedad argentina han sido dañados.¿Cuáles son las perspectivas de volver a una situación más normal y legalal respecto?

Videla: Antes de responder a su pregunta quisiera hacer una acla-ración previa, porque si así no lo hiciera y contestara directamente esta-ría aceptando cosas que Ud. dice que no son así; no son reales.

Es evidente, y somos conscientes que se ha generado una imagenexterna de la Argentina que nos es desfavorable, es una realidad. Esto

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obedece a dos razones: en primer término la desinformación, el desco-nocimiento de lo que es la Argentina real, el desconocimiento de sus pro-blemas; la segunda razón es que se ha montado una campaña interna-cional que tiende, mediante la exageración de los hechos a aislar a laArgentina del resto del mundo.

No nos cabe ninguna duda que esta campaña está montada y res-ponde a los intereses del terrorismo subversivo, que es un fenómeno deorden internacional. Ahora sí, paso a contestar su pregunta. La Argentinaha sufrido una agresión por parte del terrorismo subversivo y esa agresiónconsistió en crear un estado de caos mediante la intimidación a través deasesinatos, atentados, secuestros, en los que se vieron involucrados mili-tares, sacerdotes, trabajadores, empresarios, etc. Frente a esa agresiónla Argentina debía defenderse; es decir, defender los derechos humanosde la sociedad Argentina que había sido agredida en el plano material y, loque es peor, en el plano de las ideas; por cuanto que esta agresión teníacomo objetivo final subvertir nuestro sistema de vida; cambiar nuestro sis-tema de vida por otro sistema de vida. Consecuentemente, en la Argentinael terrorismo subversivo no constituyó una opción válida para la ciudadanía.

La ciudadanía argentina se manifestó totalmente contraria a las suge-rencias que el terrorismo subversivo le ofrecía y es en el convencimientode aceptar una decisión del pueblo argentino, que las fuerzas armadassalen en defensa de la ciudadanía, atacando al terrorismo subversivo, esdecir se plantea prácticamente una guerra, que es un hecho tremendo;en ella hay sobrevivientes, hay heridos, hay lisiados, hay muertos y a veceshasta desaparecidos. Todas esas consecuencias la Argentina las estáviviendo en alguna medida.

Finalmente, y ahora sí respondiendo más concretamente a su pre-gunta de cuándo va a terminar, quiero decir que la lucha armada contralas organizaciones armadas del terrorismo subversivo está llegando a sufin. Quiero que se entienda bien no está llegando a su fin el poner términoa los excesos de la represión; lo que está llegando a su fin es la luchaarmada contra elementos armados de la subversión.

El señor periodista se refería a los excesos de la represión, y ademáscontra importantes sectores de la comunidad argentina y preguntabacuando estos sectores de la Argentina podían entrar en su normalidad.Yo quiero significar que la ciudadanía argentina no es víctima de la repre-sión. La represión es contra una minoría a quien no consideramos argen-tina, y en esta represión aún aceptamos que pueda haber habido algúnexceso, pero esta no es la norma en nuestra acción, ni la propiciamos.»

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La visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

en septiembre de 1979

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos integrada porjuristas internacionales se instaló en Buenos Aires durante tres semanasrespondiendo a una invitación del gobierno argentino para examinar lasituación de los derechos humanos en el país. El mismo día que la CIDH

iniciaba su tarea, el seleccionado juvenil de fútbol —del que formaba parteel nuevo ídolo Diego Maradona y contaba a José Luis Menotti como direc-tor técnico— jugaba en Tokio la final del campeonato mundial contra laURSS. La mayor parte de los medios de comunicación utilizó este hecho paravolver a montar la campaña que ya se había instrumentado, el año anterior,en el Mundial de fútbol: «los argentinos somos derechos y humanos». JoséMaría Muñoz, desde Radio Rivadavia, convocó a quienes festejaban eltriunfo a que se desplazasen por Avenida de Mayo: «Vayan a mostrar a esosseñores de la CIDH cuál es la verdadera cara de la Argentina»

La Comisión desplegó un plan de trabajo, previamente aprobado, queincluía entrevistas con diversas personalidades y organizaciones del país,la investigación de ciertos casos puntuales, la visita en centros de deten-ción, uno de ellos fue la ESMA y recepcionaron 5580 denuncias, de las cua-les 4153 eran nuevas y 1261 eran casos registrados anteriormente, 166 nose referían a temas relacionados con DDHH.

Fragmentos del informe elevado por la CIDH

A. Conclusiones y recomendaciones1. A la luz de los antecedentes y consideraciones expuestos en el

presente informe, la Comisión ha llegado a la conclusión de que, por acciónu omisión de las autoridades públicas y sus agentes, en la República Argen-tina se cometieron durante el período a que se contrae este informe —1975a 1979— numerosas y graves violaciones de fundamentales derechoshumanos reconocidos en la Declaración Americana de los Derechos yDeberes del Hombre. En particular, la Comisión considera que esas vio-laciones han afectado:

a) al derecho a la vida, en razón de que personas pertenecientes ovinculadas a organismos de seguridad del Gobierno han dado muerte anumerosos hombres y mujeres después de su detención; preocupa espe-cialmente a la Comisión la situación de los miles de detenidos desapareci-dos, que por las razones expuestas en el Informe se puede presumir fun-dadamente que han muerto;

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b) al derecho a la libertad personal, al haberse detenido y puesto adisposición del Poder Ejecutivo Nacional a numerosas personas en formaindiscriminada y sin criterio de razonabilidad; y al haberse prolongado sinedie el arresto de estas personas, lo que constituye una verdadera pena;esta situación se ha visto agravada al restringirse y limitarse severamenteel derecho de opción previsto en el Artículo 23 de la Constitución, desvir-tuando la verdadera finalidad de este derecho. Igualmente, la prolongadapermanencia de los asilados configura un atentado a su libertad perso-nal, lo que constituye una verdadera pena;

c) al derecho a la seguridad e integridad personal, mediante el empleosistemático de torturas y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes,cuya práctica ha revestido características alarmantes;

d) al derecho de justicia y proceso regular, en razón de las limitacio-nes que encuentra el Poder Judicial para el ejercicio de sus funciones; dela falta de debidas garantías en los procesos ante los tribunales militares;y de la ineficacia que, en la práctica y en general, ha demostrado teneren Argentina el recurso de Hábeas Corpus, todo lo cual se ve agravado porlas serias dificultades que encuentran, para ejercer su ministerio, los abo-gados defensores de los detenidos por razones de seguridad y ordenpúblico, algunos de los cuales han muerto, desaparecido o se encuentranencarcelados por haberse encargado de tales defensas.

2. Con respecto a otros derechos establecidos en la DeclaraciónAmericana de los Derechos y Deberes del Hombre, la Comisión señala quesi bien su falta de observancia no ha revestido la gravedad de los anterio-res, las limitaciones a que se encuentran sujetos afectan también la plenavigencia de los derechos humanos en la República Argentina. En relacióna estos derechos la Comisión observa lo siguiente:

a) que el ejercicio pleno de la libertad de opinión, expresión e infor-mación se ha visto limitado, en diferentes formas, por la vigencia de orde-namientos legales de excepción que han contribuido a crear, incluso, unclima de incertidumbre y de temor entre los responsables de los mediosde comunicación;

b) que los derechos laborales se han visto afectados por las nor-mas dictadas al efecto y por la aplicación de las mismas, situación queha incidido particularmente en el derecho de asociación sindical debidoa actos de intervención militar y a la promulgación de estatutos legalesque vulneran derechos de la clase trabajadora;

c) que los derechos políticos se encuentran suspendidos;d) que, en general, no existen limitaciones a la libertad religiosa y de

cultos; aunque la Comisión sí pudo comprobar que los Testigos de Jehová

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tienen graves restricciones para el ejercicio de sus actividades religiosas yque, si bien no existe una política oficial antisemita, en la práctica, en cier-tos casos, ha habido un trato discriminatorio en contra de algunos judíos.

3. Asimismo, la Comisión considera que las entidades de defensa delos derechos humanos han encontrado y encuentran injustificados obstácu-los para el cumplimiento de la labor que han venido desarrollando.

(Sigue el informe.)

(Véase documento completo en https://www.cidh.oas.org/annualrep/79.80sp/indice.htm)

2. HACIA EL FIN DE LA DICTADURA: ENTRE LA IMPUNIDAD

Y LA DEMANDA DE JUSTICIA

Documento «El secuestro como método de detención»,folleto publicado por CELS en 1982

«Para la adecuada comprensión de las páginas que siguen, resulta indis-pensable tener presente varias consideraciones previas, que integran latemática general de esta serie de publicaciones.

• Los episodios analizados no constituyen hechos aislados o merosexcesos. Nos encontramos, por el contrario, frente a violaciones sistemá-ticas de los derechos humanos fundamentales —la vida, la integridad físicay psíquica, la dignidad, la libertad, el debido proceso, la identidad y unidadfamiliar, la seguridad, el respeto a las convicciones religiosas, filosóficas ypolíticas, el trabajo, los bienes—, ejecutadas por agentes del Estado, conautorización o bajo órdenes expresas de sus superiores, quienes estáncomprometidos a garantizar el secreto y la impunidad.

• La acción represiva se encuadra en un plan aprobado por las másaltas autoridades militares, con anterioridad a la apropiación del poderpolítico, decisión ésta que forma parte del proyecto en su conjunto.

• La principal característica del sistema adoptado, que lo distinguede otros afines en América Latina, lo constituye la clandestinidad casiabsoluta de los procedimientos. Por ello, la detención de las personas,seguida de su desaparición, y la negativa a reconocer la responsabilidadde los organismos intervinientes, practicado en millares de casos a lo largo

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de un dilatado período, es el instrumento clave del método concebido y uti-lizado por el Gobierno de las Fuerzas Armadas para actuar sobre sospe-chosos y disidentes activos. Se trata de la práctica en gran escala del terro-rismo de Estado que incluye, entre otros elementos, el uso indiscriminadode la tortura, el ocultamiento de la información, la creación de un clima demiedo, la marginación del poder judicial, la incertidumbre de las familiasy la confusión deliberada de la opinión pública.

• Es indudable que la decisión por parte de la cúpula militar de apli-car este sistema represivo, cuyas deletéreas consecuencias son visibles yse intensificarán inevitablemente, deriva de una ideología elaborada parala defensa de intereses y privilegios. La misma consiste, sumariamente,en considerar como valor supremo de la sociedad a la denominada “segu-ridad colectiva”, concepto que involucra el mantenimiento del statu quo eco-nómico y social; la limitación de la libertad de pensamiento y de expresión;y la preeminencia del estamento castrense como salvaguardia del sistema,por encima del principio constitucional de la soberanía del pueblo.»

(Véase documento completo en http://www.cels.org.ar/common/documentos/elsecuestro.pdf )

Fragmentos del «Documento Final de la Junta Militar sobre

la guerra contra la subversión y el terrorismo»,

publicado en el diario La Nación, el 29 de abril de 1983

Puntos fundamentales

• Las FFAA, por intermedio de la Junta Militar, asumen la cuota de responsa-bilidad histórica que les compete en el planeamiento y ejecución de las accio-nes en las que no se agotan las responsabilidades que frente a la Repúblicapudieran corresponder a otros estamentos, sectores e instituciones.

• Las características de la acción terrorista obligaron a adoptar procedi-mientos inéditos de lucha.

• Aún en las guerras clásicas hay desaparecidos y en esta se incrementaconsiderablemente el número de los no identificados porque el enemigono usaba uniforme y llevaba documentos de identidad apócrifos.

• Algunos desaparecidos aparecieron luego ejecutando acciones terroristas.

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• Hay algunos en el exterior con identidad falsa y otros prófugos aquí o enel extranjero.

• Muchos terroristas se suicidaron ante la inminencia de la captura y nofueron reclamados, no pudieron ser identificados y se los sepultó como NN.

• Siempre que pudieron. los terroristas retiraron a sus muertos tras losenfrentamientos y los enterraron clandestinamente.

• Una de las principales hipótesis aceptadas por el Gobierno es que las per-sonas consideradas desaparecidas están sepultadas como NN.

• No existen lugares secretos de detención ni detenidos clandestinos.• Quienes figuran en nóminas de desaparecidos y no están exiliados o en

la clandestinidad se consideran muertos a los efectos jurídicos o admi-nistrativos.

• En 1974, se registraron 21 intentos de copamiento de unidades de lasfuerzas legales; 466 atentados con artefactos explosivos y 16 robosde sumas importantes de dinero, 117 personas fueron secuestradas y110 asesinadas.

• En 1976, los secuestros llegaron a 600 y los asesinatos a 646; se regis-traron 4150 acciones terroristas.

• Entre 1973 y 1979, hubo 742 enfrentamientos donde murieron 2050personas, cifra que no incluye las bajas en las fuerzas legales.

• Entre 1969 y 1979 hubo 21642 hechos terroristas. La estructura sub-versiva llegó a contar en su apogeo con 25000 subversivos de los cua-les 15000 fueron combatientes.»

Conclusiones

1° Que la información y las explicaciones proporcionadas en estedocumento es todo cuanto las FFAA disponen para dar a conocer a la Naciónsobre los resultados y consecuencias de la guerra contra la subversión y elterrorismo.

2° Que en este marco de referencia no deseado por las FFAA y al quefueron impelidas para defender el sistema de vida nacional, únicamente eljuicio histórico podrá determinar con exactitud a quién corresponde la res-ponsabilidad directa de métodos injustos o muertes inocentes.

3° Que el accionar de los integrantes de las FFAA en las operacio-nes relacionadas con la guerra librada constituyen actos de servicio.

4° Que las FFAA actuaron y lo harán toda vez que sea necesario encumplimiento de un mandato emergente del Gobierno Nacional aprove-chando toda la experiencia recogida en esta circunstancia dolorosa de lavida nacional.

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5° Que las FFAA someten ante el pueblo y el juicio de la historia estasdecisiones que retraducen una actitud que tuvo por meta defender el biencomún identificado en esta instancia con la supervivencia de la comuni-dad cuyo contenido asumen con el dolor auténtico de cristianos que reco-nocen los errores que pueden haberse cometido en cumplimiento de lamisión asignada.

Convocatoria a la 3ra Marcha de la Resistencia (1983)

21 de septiembre a las 15:30 al jueves 22 en Plaza de Mayo«Por la aparición con vida de los Detenidos Desaparecidos»

Justicia: Concepto sostenido en ideales de igualdad, respeto y defensa delos sagrados derechos del pueblo, único hacedor de la riqueza nacional.

Lucidez: Claridad para impulsar proyectos de vida argentina y americanaacordes con la realidad social y geográfica.

Dignidad: Para desarrollar una política de Soberanía Nacional, desechandopactos, negociados y entregas, para respetar y ser respetados por el mundoentero.

Amor a la Patria: Para hacer de ella un hogar donde haya pan, techo yabrigo para todos y lograr que los niños tengan derecho a la salud y unaeducación republicana. Así piensan los detenidos desaparecidos, su voznos llega de los rincones donde fueron soterrados por quienes creyeron quela Patria era de pocos.

De esos pocos que no pudieron hacerles una acusación ni enjuicia-miento legal –teniendo todo el poder en sus manos– porque no había acu-sación posible para una generación que pensaba, disentía y evolucionabadentro del caos que esos pocos poderosos habían sembrado.

Esto es Argentina ahora y en este meridiano. Su pueblo despierta delterror, sus tiranos agotan el poder y la fuerza. La justicia se acerca inexora-blemente. La lucidez está en el hombre nuevo. La dignidad en su elemento.

Madres de Plaza de Mayo

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Ejes de análisis y sugerencia de actividades

• Identificar y analizar los argumentos y estrategias desplegadas porel gobierno militar para ocultar y/o justificar la acción represiva.

• Identificar y analizar el proceso de acción llevado adelante por elmovimiento de derechos humanos para el develamiento de la verdad.Evaluar su desarrollo y distinguir su diferente composición, sus recur-sos y el contexto donde se pusieron en acción.

• Distinguir la relevancia del accionar de otros actores que tuvieronuna incidencia clave, como la CIDH, por ejemplo.

• Percibir los cambios y continuidades a través del tiempo en los dis-cursos asumidos por los distintos actores

Sobre los documentos

• Analizar los documentos de la primera sección («La búsqueda de laVerdad») y describir someramente: ¿Cómo explican los militares eltema de los desaparecidos? ¿Cómo lo explican los organismos de dere-chos humanos? ¿Qué diferencias encuentran entre la solicitada de lasMadres y la de la APDH? ¿A qué se denominó la «campaña anti argen-tina»? ¿Cuál es la posición de la CIDH con respecto a la cuestión?¿Cómo caracteriza ésta la situación de los derechos humanos en el país?Identificar los diferentes derechos que se violaron durante la dicta-dura. ¿Qué relación pueden establecer en los de primera generación(derecho a la vida, etc.) y los enunciados en el segundo apartado (dere-chos laborales, etc.)?

• Analizar los documentos de la segunda sección («Hacia el fin de ladictadura: entre la impunidad y la demanda de Justicia») ¿Qué argu-mentos esgrimen los militares para justificar la «lucha contra la sub-versión y el terrorismo»? ¿A qué se refieren con la siguientes frase:«únicamente el juicio histórico podrá determinar con exactitud aquien corresponde la responsabilidad directa de métodos injustoso muertes inocentes». ¿Cómo explica el CELS lo sucedido? ¿Qué dife-rencias pueden encontrar con el informe de la CIDH?

• Confronten las ideas de «guerra antisubversiva» (discurso militar),«violaciones a los derechos humanos» (CIDH) y «plan represivo sis-temático» (CELS). ¿Qué implicancias tiene hablar de una u otra cosapara explicar lo ocurrido?

• Comparar las declaraciones de Jorge Rafael Videla, de 1977, con elfragmento del «Documento Final», de 1983. ¿Pueden identificarcambios o sostienen las mismas argumentaciones?

• Comparar las primeras solicitadas de las Madres de Plaza de Mayocon el documento del CELS y la convocatoria de las Madres a la tercera

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Marcha de la Resistencia. ¿Cómo fue cambiando el discurso de losorganismos de derechos humanos? Analizar particularmente lo quese reclama al principio y lo que se logra investigar y se demanda haciael fin de la dictadura. ¿Cómo se vincula esto con las demandas haciael Estado? ¿Qué pedían al principio? ¿Qué reclaman hacia 1983?

Para investigar

• ¿Existen organismos de derechos humanos o gente que participó deellos en tu ciudad o provincia? ¿A qué organismos pertenecieron?¿Tienen archivos documentales que puedan consultarse para recons-truir la historia? Realicen entrevistas para conocer cómo surgieron,por qué cada uno decidió integrarse a ellos, etc.

• ¿Hay familiares de desaparecidos? ¿Todos se sumaron al movimientode derechos humanos? Indaguen por qué sí y por qué no.

• Busquen en los periódicos locales cómo se publicaban las noticiasque hacían referencia a «la lucha antisubversiva». Comparen con eldiscurso de los militares. ¿Coincide? ¿Se diferencia?

• ¿Qué piensan en su comunidad sobre el problema de los «desapa-recidos»? ¿Hay quienes siguen creyendo la versión de los militares?Realicen un sondeo de opinión, estandaricen las respuestas y com-paren estadísticamente los resultados.

Para pensar

El 18 de septiembre de 2006, antes del dictado de la sentencia deMiguel Etchecolatz (represor durante la dictadura), Jorge Julio López, unode los testigos en el juicio fue desaparecido.

¿Hay diferencias entre este episodio y las desapariciones durante ladictadura? Fundamenten las opiniones.

¿Qué implicancias sociales y políticas tiene la desaparición de Lópezy la ausencia de un avance claro en la investigación del caso para la demo-cracia de hoy?

(Otros recursos: http://www.comisionporlamemoria.org/materiales.htm)

Bibliografía sugerida

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AGUILA, Gabriela, Dictadura, represión y sociedad en Rosario, 1976/1983.

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La educación durante

la última dictadura militar

Por Martín Legarralde

Introducción

La última dictadura militar produjo huellas profundas en el sistema edu-cativo. A pesar de no haber desarrollado un proyecto educativo sistemá-tico y orgánico, su impacto en la vida cotidiana de las instituciones y en elfuncionamiento regular del sistema educativo es innegable.

En este trabajo, presentaremos algunas de las políticas educativas pues-tas en marcha durante el período 1976-1983. Como denominador común,estas políticas persiguieron ejercer un control pleno sobre los actores y lasinstituciones. Este control fue ideológico, pero también fue un control delcomportamiento y de las relaciones cotidianas entre los actores escolares.

Por otra parte, estas políticas se articularon con elementos que ya seencontraban presentes en el dispositivo escolar construido durante unsiglo. El ejercicio arbitrario de la autoridad, la vigilancia sobre el compor-tamiento y el pensamiento de alumnos y docentes, la ritualización y laburocratización de la enseñanza, fueron algunos de los elementos que ladictadura enfatizó en las escuelas pero que ya formaban parte de muchasde ellas. Comprender este fenómeno nos debería permitir abrir interro-gantes sobre cuáles son los aspectos de ese dispositivo escolar que aún per-sisten en la vida cotidiana de las escuelas.

El control sobre el sistema educativo

Una de las preocupaciones iniciales del gobierno militar en materiaeducativa fue ejercer un control pleno sobre el sistema educativo. Dos díasdespués del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, el delegado militar

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ante el Ministerio de Cultura y Educación, Contraalmirante César Guzzetti,designaba delegados militares en todas las direcciones nacionales y gene-rales del ministerio1.

Esta resolución revelaba la preocupación inmediata de la Junta Mili-tar por tomar el control del aparato burocrático educativo. La nómina dedesignaciones indica que no se trató de una ocupación estratégica de algu-nas áreas relacionadas con la gestión de las escuelas o las universidades,sino de un inmediato copamiento con miembros de las Fuerzas Armadasde la totalidad de las dependencias del Ministerio, desde las áreas de admi-nistración y personal, hasta las de educación del adulto o educación física.

El sistema educativo representaba uno de los cuerpos más numerososde la administración pública nacional. Además, en los años anteriores al golpe,las instituciones educativas habían sido escenario de procesos de radicali-zación política, creciente presencia sindical y habían experimentado dis-tintas iniciativas de apertura de la participación de los actores escolares2.

Concurrentemente con este control ejercido sobre la estructura buro-crática del sistema, la vida cotidiana de las escuelas sufrió el impacto dela represión, los secuestros y desapariciones, desde el inicio mismo de ladictadura3.

En alguna medida, estas políticas represivas, al menos en la dimen-sión específicamente pedagógica, registran ciertas continuidades respectode gestiones educativas inmediatamente anteriores a la de la dictadura. Elministro Ivanisevich había iniciado ya la persecución de docentes y el con-trol ideológico sobre el cotidiano escolar. La dictadura impuso, de todosmodos, un salto cualitativo al constituir estos elementos en el centro de suintervención en el sistema educativo.

Más allá de este copamiento integral de la estructura del sistema duranteel período 1976-1983, la cartera educativa fue una de las que experimentóuna mayor rotación de ministros. En un período de seis años, ocuparon elMinisterio, Ricardo Bruera, Juan Catalán y Juan Llerena Amadeo, durantela presidencia de Videla; Albano Harguindeguy, Carlos Burundarena,durante la presidencia de Viola; y Cayetano Licciardo, durante las presi-dencias de Galtieri y Bignone.

Desde el punto de vista de las propuestas educativas es difícil hallarun denominador común entre esta sucesión de ministros, sin embargo, hubo

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1. Resolución Nº 08/76 del Ministerio de Educación y Cultura de la Nación.2. Mediante una resolución ministerial dictada en 1973, se autorizaba a los alumnos a designar dele-

gados y a participar en la conducción escolar. Al año siguiente, otra resolución reconocía y promo-vía la actividad de los centros de estudiantes (Tedesco, 1983: 62).

3. En las declaraciones recogidas por la CONADEP, el 6% de los secuestros perpetrados durante la dic-tadura fueron efectuados en los lugares de estudio de los secuestrados. De acuerdo con datos dela propia CONADEP, el 21% de los desaparecidos eran estudiantes, y el 5,7% docentes.

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una continuidad represiva a pesar de la rotación de las gestiones. A la desapa-rición y secuestro de estudiantes y docentes, la acompañó la expulsión demaestros y profesores, el control de los contenidos, la prohibición de libros,el control de las actividades de los alumnos, padres y docentes, y la regu-lación de los comportamientos visibles (ropa, cortes de pelo, etc.), que seextendieron a lo largo de todo el período.

La intervención sobre el currículum

Entre estas regulaciones, las distintas gestiones educativas de la dicta-dura buscaron la internalización de patrones de conducta que aseguraranla continuidad de los valores tradicionalistas, y que evitaran la eclosión delconflicto en las instituciones. Para ello, se produjeron entre 1977 y 1981distintas intervenciones en el currículum escolar de los niveles primario,secundario y de la formación docente.

Estas intervenciones, más centradas en el control ideológico que enla promoción de cierto orden de aprendizajes, tuvieron por resultado unvaciamiento de contenidos educativos socialmente significativos.

Una marca particular en el plano curricular fue la de evitar la partici-pación de los actores educativos en la definición del currículum. Los maes-tros y profesores no debían intervenir en la enunciación de objetivos y con-tenidos, sino dedicarse exclusivamente a la formulación de actividades deenseñanza, su ejecución y evaluación.

El currículum de los distintos niveles y modalidades fue reorientadoen función de una concepción esencialista de los valores, una imagen exclu-yente de la familia, y un giro hacia el nacionalismo fundado en la idea dela defensa nacional. Asimismo, el concepto de democracia dejó de ser men-cionado en los distintos documentos curriculares. La formación del ciuda-dano se definía en términos de obediencia y subordinación, eliminándosetoda referencia a las nociones de participación y compromiso.

En este sentido, una de las modificaciones más notables que experi-mentó el currículum de la educación secundaria fue el reemplazo de lamateria Estudios de la Realidad Social Argentina (ERSA) por FormaciónMoral y Cívica. En general, se produjo una descontextualización de los con-tenidos curriculares, desligándolos de las condiciones socio-históricas. Así,las modificaciones del currículum implicaron una pérdida de significati-vidad, y un vaciamiento de contenidos, que tuvo consecuencias en el largoplazo en un deterioro de la calidad educativa.

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Transferencia de escuelas primariasde la nación a las provincias

Desde la Ley Láinez, en 1905, el Poder Ejecutivo Nacional estuvo facul-

tado para crear escuelas de su dependencia en el territorio de las provincias,

a solicitud de éstas, con el fin de garantizar la cobertura de la educación pri-

maria. De acuerdo con la Constitución Nacional de 1853, este nivel educa-

tivo debía estar a cargo de las provincias, pero a lo largo del siglo XX se hizo

evidente que la escasez de recursos impedía garantizar la prestación del ser-

vicio educativo con la sola concurrencia de esfuerzos provinciales.

A lo largo del período 1905-1978, la expansión del sistema educa-

tivo argentino estuvo motorizada fuertemente por la creación de escue-

las primarias nacionales. Esta expansión del aparato escolar tuvo como

correlato la concentración en el orden nacional de competencias técni-

cas, recursos económicos y educativos, y en general, el crecimiento de un

aparato técnico burocrático de administración, evaluación y gestión. Fue

notable desde comienzos de la década del 60, con la creación del Consejo

Nacional de Desarrollo (CONADE), la capacidad de planeamiento con-

centrada en el orden nacional. La producción de estudios diagnósticos y

estadísticos indicaba tanto la especialización tecnocrática de la burocracia

educativa como la existencia de un Estado con capacidad técnica de pla-

nificar el largo plazo.

Desde fines de la década del 60, al calor de la teoría del planeamiento,

se produjo un intento de transferencia de escuelas primarias nacionales al

ámbito provincial que fracasó. En 1968, sólo se transfirieron a las provin-

cias de Buenos Aires, Río Negro y La Rioja, por acuerdo de las propias

provincias, algo más de 900 escuelas. Una de las razones que dificultó en

aquella oportunidad la transferencia fue la oposición de las provincias a

recibir las escuelas sin estructura ni presupuesto.

Sin embargo, diez años más tarde, en 1978, un decreto transfirió la tota-

lidad de las escuelas primarias nacionales a la dependencia de las provincias.

Ya desde 1976, una resolución ministerial anticipaba la necesidad de acele-

rar un proceso de descentralización, indicando a los inspectores y demás

agentes nacionales que debían coordinar sus acciones con las autoridades

provinciales. Sin embargo, esta mera coordinación distó mucho de consti-

tuirse en un programa de fortalecimiento de las capacidades provinciales.

El impacto de esta medida fue notable, y quizás fue la modificación

estructural más importante que dejaron las gestiones educativas de la última

dictadura en el sistema educativo. En este contexto, se transfirieron a las

provincias 6.700 escuelas y 44.050 maestros. En 1977, el 32,4% de los esta-

blecimientos de enseñanza primaria dependían del orden nacional y el 57,4%,

de las provincias. En 1979, el 86,7% pasó a depender de las provincias,

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y la nación solo conservó el 0,9% (primarias dependientes de escuelasnormales nacionales y otras instituciones que contaban con educaciónprimaria).

Esta transferencia tuvo sus fundamentos en sentidos tecnocráticos yeconomicistas. Buscó desresponsabilizar al Estado nacional del servicioeducativo primario (y por lo tanto, de su carga presupuestaria) y raciona-lizar la utilización de los recursos sin tomar en cuenta la calidad educativa.La desatención del Estado nacional, sumada a las diferencias profundasentre provincias, significó un incremento de la segmentación del sistemaeducativo. En 1980, las tasas de escolarización netas por jurisdicción varia-ban, para la edad entre 6 y 12 años, entre el 80,8% en Chaco, y el 91,5% enCapital Federal, indicando una grave desigualdad estructural que no fueatendida sino acentuada en el proceso de transferencia.

En cuanto al aparato burocrático, la transferencia desmembró la estruc-tura administrativa entre las jurisdicciones, provocando en cada caso lasuperposición de las propias estructuras provinciales con las recientesestructuras transferidas. Una consecuencia inmediata, en este sentido, fuela segmentación de cada sistema educativo provincial derivada de las dife-rentes remuneraciones y regímenes previsionales que recibían los docen-tes provinciales y aquellos que revistaban en los servicios transferidos.

Este proceso contribuyó, además, a consolidar conducciones educati-vas provinciales autoritarias, difundir mecanismos caudillistas y clientelaresen el ámbito educativo, y aumentar los costos educativos en el orden provin-cial, sin relación con una extensión de la cobertura y la mejora de la calidad.

Por otra parte, la transferencia de 1978 también fue concurrente conun discurso público generalizado durante la dictadura acerca de la ineficien-cia del Estado (en este caso del Estado nacional) en la administración. Latransferencia fue presentada como un mecanismo para reducir la burocra-cia, cuando en rigor terminó por fracturar competencias técnicas y de ges-tión acumuladas en el Estado nacional, y descargó sobre las provincias elsostenimiento de los servicios.

Actores clave: los docentes

En el período de la dictadura, la formación docente actuó como agentereproductor y multiplicador de una concepción ideológico-filosófica mono-lítica y verticalista. La formación docente fue una herramienta clave parala intervención ideológica sobre el sistema educativo. La reformulación delcurrículum docente efectuada en 1980 tomó como punto de partida un diag-nóstico de bajo rendimiento de la tarea docente. Esta dificultad, que se obser-vaba en otros países, en la Argentina, representaba un caso de seguridad

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nacional. La solución a esto residía en la «profesionalización» de los maes-tros. El concepto de «profesionalización» fue clave en la intervención curri-cular de la dictadura en la formación docente.

En primer término, el concepto de «profesionalización» era un modode huir del riesgo ideológico. La identidad profesional era un reasegurocontra la «contaminación ideológica» de los maestros. Sobre esta base, losdocentes eran considerados como «expertos de la práctica», y su rol se dife-renciaba del de un grupo selecto de pedagogos dedicado sólo a pensar. Eldocente debía ser un técnico experimentado, pero su tarea no consistía enla formulación de una teoría pedagógica, lo que quedaba reservado a ungrupo exclusivo de intelectuales.

Al desconectar la teoría educativa de la práctica, se facilitó la produc-ción teórica ajena a sus determinantes socio-históricos. Del mismo modo,se simplificó la presentación de los saberes escolares como verdades. El maes-tro sólo debía dominar los requisitos técnicos específicos del acto de ense-ñar. Esta separación era, además, parte de la «garantía ideológica» que debíaofrecer la labor docente. El saber docente fue burocratizado, y la actividaddocente fue sometida a una racionalidad administrativa. De este modo,la dictadura potenció la variante tecnocrática de la formación docente,desarrollada desde años antes, y con su expresión paradigmática en la Peda-gogía por Objetivos. Por esta vía, se buscaba la neutralidad del docente,concentrada en una ejecución sin reflexión. En este marco, se instalaba lacategoría del docente como profesional, centrando su actividad en la efi-ciencia y la neutralidad.

Además de esta intervención en la formación de los docentes, la dic-tadura tuvo una preocupación clara en la reformulación de las plantasdocentes, produciendo la expulsión de maestros, o su cambio arbitrariode destino, vulnerando así una tradición de derechos conquistados por losdocentes. Una de las primeras medidas en este sentido fue la suspensióndel Estatuto del Docente: Ricardo Bruera, en uno de los primeros discur-sos ante la docencia, advertía que: «Se ha dictado la Ley Nº 21.278, quefaculta a este Ministerio para suspender total o parcialmente el Estatuto delDocente […] la suspensión temporaria de algunas normas tenderá a rea-lizar ajustes, revitalizar la tarea de la Junta de Clasificación y Disciplina».

Otro aspecto saliente de la política dirigida por la dictadura hacia elsector docente fue la prohibición y persecución de las organizaciones sin-dicales. Isauro Arancibia, uno de los fundadores de la Confederación deTrabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA), a partirde la Agremiación Tucumana de Educadores Provinciales (ATEP) y de laConfederación General de Educadores de la República Argentina (CGERA)fue asesinado la noche del 24 de marzo de 1976. Pocos meses después, AlfredoBravo, otro de los fundadores de CTERA, fue secuestrado y torturado por

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la dictadura. Marina Vilte, dirigente jujeña, promotora de la unidad sindi-cal docente, fue secuestrada el 31 de diciembre de 1976 y forma parte de lanómina de desaparecidos. Eduardo Requena, dirigente sindical docente cor-dobés, también participante de la creación de CTERA, fue secuestrado el 23de julio de 1976.

El ataque a los sindicatos docentes también fue coherente con las for-mulaciones prescriptas para la formación de los maestros. La creación delos sindicatos docentes en las décadas de 1960 y 1970 fue tributaria de unamplio debate sobre la forma que debían adquirir esas organizaciones. Losmodelos que se pusieron en discusión fueron los de una asociación profe-sional frente a la conformación de organizaciones sindicales. Finalmente,con la conformación de CTERA esta última fue la que primó. Allí, la discu-sión se ubicaba en torno al énfasis en los aspectos técnicos de la tarea docente(en el caso de las asociaciones profesionales) frente a una consideraciónprioritaria de las luchas por mejores condiciones de trabajo y su proyecciónsobre la política educativa (como en el caso de los sindicatos docentes).

En el contexto general de una economía signada por la especulacióny la regresión en la distribución del ingreso, más las medidas que supusie-ron la suspensión del Estatuto, la intervención de los sindicatos, la provin-cialización de la educación primaria, la fractura de los sistemas de seguri-dad social, determinaron una precarización acelerada de las condicionesde trabajo de los docentes en el mediano plazo. Las dos décadas que siguie-ron a la dictadura fueron tributarias en gran medida de las políticas insta-ladas en este período.

El dispositivo escolar

Las políticas educativas instrumentadas durante la última dictaduraenfatizaron aspectos que ya se encontraban presentes en el dispositivo esco-lar constituido desde la fundación del sistema educativo argentino. El dis-positivo escolar fue atravesado por un proceso de resignificación de suscomponentes (la verticalidad, la preocupación por el orden, el control, losrituales) puestos al servicio de una lectura represiva y belicista de la reali-dad social más general.

Asimismo, la dictadura produjo un continuo simbólico entre el carác-ter excepcional del terrorismo de estado, sus operaciones clandestinas, yla represión normativa y visible, propia de la acentuación de elementosautoritarios ya presentes en el cotidiano escolar. Sobre esta base, el énfasisestuvo puesto en los aspectos represivos disciplinadores de la escuela, entanto que el currículum fue tamizado, y a pesar de la inexistencia de unproyecto pedagógico orgánico de la dictadura, en las distintas gestiones

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hubo coincidencia sobre lo que no podía formar parte del currículum (pro-hibición de libros, supresión de materias y contenidos). Es lo que se ha lla-mado «el vaciamiento de contenidos socialmente significativos».

Sobre este patrón, la escuela, un dispositivo que reúne aspectos derepresión y disciplinamiento, con producción y transmisión de la cultura,y construcción de lazos sociales, fue traccionada hacia sus aspectos másautoritarios. La producción de tejido social fue vulnerada por la sospecha,la delación y la represión, la transmisión de la cultura fue atravesada porun arbitrario cultural encerrado en una lectura a-histórica, fundada envalores perennes y abstractos, de cuño tradicional-religioso.

Para el aula: Materiales de trabajo y sugerencia de actividades

1. LA IDEA DE NACIÓN Y EL RÉGIMEN AUTORITARIO

Ministerio de Educación de la Nación, Resolución Nº 1635,3 de noviembre de 1978 (fragmento)

ANEXO INORMAS SOBRE TRATAMIENTOS

Y USO DE LOS SÍMBOLOS NACIONALES

A. INTRODUCCIÓN

El desconocimiento, pérdida o menoscabo del respeto y veneraciónque se debe a los Símbolos Nacionales, son indicadores de una graveproblemática subyacente: el deterioro sufrido por el país en sus diversosaspectos e instituciones, en períodos que son de público conocimiento.

La institución educativa ha sido alcanzada y afectada por la prédicay el accionar de nefastas tendencias ideológicas, cuyo objetivo es la des-trucción progresiva de los principios y valores que sustentan y definen laargentinidad, con el propósito de lograr su aniquilamiento y sustituciónpor concepciones despersonalizantes, materialistas y antinacionales.

Los Símbolos Nacionales son la exteriorización representativa de todolo que constituye, caracteriza y define a la Nación y la identifican como talen el contexto mundial.

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Como consecuencia del deterioro señalado, resultante de la acciónideológica disolvente, se observan omisiones y transgresiones a las normasque rigen el tratamiento y respeto que se debe a los Símbolos Nacionales.

La irrespetuosidad o irreverencia a los Símbolos Nacionales ensus diversas formas o grados, implican un ataque a la esencia misma dela argentinidad, a su tradición histórico-cultural, a sus principios y valoresfundamentales; un ultraje a sus próceres y a las generaciones de argenti-nos que durante más de un siglo y medio han contribuido a forjarla; unalesión al sentimiento patriótico: un agravio a la Patria.

Por tanto, se impone la necesidad de neutralizar totalmente las secue-las del accionar ideológico disociante y tendencioso; reparar el deterioroformativo; salvaguardar y perpetuar la esencia de la Nación, representadaen sus Símbolos.

El país ha confiado, específicamente, a las instituciones educativasy a sus docentes, la patriótica misión de formar en sus principios y valoresfundamentales, a la niñez y la juventud para que ellas sean su mejor tes-timonio y medio de perpetuación.

En consecuencia, el personal directivo y docente debe asumir ple-namente la responsabilidad de la importante función que la Nación le hadelegado, y con la que se ha comprometido al ingresar en el ejercicio dela docencia.

El ejercicio de la docencia debe ser prédica y acción formativapatriótica permanente. El docente ha de ser modelo de patriotismo paralos educandos y requerir de éstos en todo momento, la respuestadebida: un comportamiento acorde con la prédica y ejemplos dados ycon la práctica formal respectiva realizada en el ámbito del estableci-miento educativo.

Ministerio de Educación de la Nación.- Resolución Nº 1818,14 de agosto de 1984

Buenos Aires, 14 de agosto de 1984

VISTO la Resolución Nº 1635 del 3 de noviembre de 1978 y losantecedentes obrantes en este Ministerio ya sean recursos adminis-trativos, presentaciones de particulares o consultas de las autoridadeseducativas.

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CONSIDERANDO:Que el respeto de los símbolos patrios, en cuanto éstos represen-

tan el espíritu y valor de nuestra nacionalidad, no sólo se traduce en mani-festaciones expresas de veneración, sino que también se demuestra conla observancia de una conducta ímproba e impulsada por el cumplimientodel deber que las circunstancias imponen al ser humano en las diversasetapas de su vida.

Que la participación en los actos conmemorativos de las fechaspatrias, y la portación de los distintivos nacionales, es una obligación deeducandos y maestros, a fin de lograr desde temprana edad la real com-prensión de nuestra trayectoria histórica y poder elaborar así nuestra pro-yección futura.

Que no es menos cierto que estas manifestaciones deben ir acom-pañadas de un contacto diario y reiterado con los preceptos constitucio-nales que definen nuestra forma de vida, la que reconoce como sustentoel ejercicio de todos los derechos y libertades insertos en el espíritu delhombre e indispensables para su desarrollo.

Que es voluntad del gobierno democrático, tal como se sostuvieraen reiteradas oportunidades, propender a la formación cívica y humanistade la comunidad educativa que de él depende, por lo que debe propiciarel respeto por la libre práctica de todos los cultos y religiones que se pro-fesen en el país.

Ejes y sugerencias de actividades

• Reflexionar sobre las reglamentaciones en el ámbito educativodurante la dictadura militar y su impacto en la práctica cotidiana.Analizar las transformaciones en democracia.

• Reflexionar sobre la idea de Nación y el uso de los símbolos patriosen la escuela durante aquellos años y en el presente

• Analizar el significado que se le atribuye a las fechas patrias y lasmodalidades de los actos conmemorativos.

Sobre los documentos

• Leer el fragmento de la Resolución 1635 de 1978:¿Qué diagnóstico hacen de la situación escolar? ¿Quiénes la amenazan?¿Quiénes son los destinatarios de la resolución? ¿Quiénes son los quedeben implementarla?

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• Leer la reforma de la Resolución hecha en 1984. Comparar la ideade Nación que allí se manifiesta. Analizar cómo opera en este discursoel contexto democrático.

• Debatir sobre el sentido que se le atribuye en los documentos a lossiguientes conceptos: – Nación: Indagar desde dos perspectivas: esencialista o constructi-

vista, ¿qué idea de Nación observamos expresada en el documento?– Símbolos nacionales, sentimiento patriótico: En qué contexto histó-

rico social se presentan estos símbolos, qué relaciones podemos esta-blecer con la idea de Nación

– «Nefastas tendencias ideológicas», «acción ideológica disolvente»:¿Quiénes serían los actores implicados?, ¿cuáles serían supuesta-mente las transgresiones al tratamiento de los símbolos patriosque implicarían un uso o interpretación diferente al propuesto eneste documento?

– Acción formativa patriótica, patriótica misión: ¿Por qué piensanustedes que el docente debía alentar dicha formación? ¿Y por quéel ámbito educativo era entendido como un espacio clave para eldesarrollo de estas ideas?

Para investigar

• Buscar en la biblioteca de la escuela, libros de texto de formación«Moral y cívica» usados durante la dictadura. ¿Cuáles son allí losdeberes y obligaciones de los argentinos? ¿Cómo se define a la Nación?

• Entrevistar a ex alumnos de la escuela y docentes. ¿Cómo eran losactos patrios? ¿Cómo se realizaba el saludo a la bandera cada día? ¿Par-ticiparon de desfiles militares con la escuela? ¿Cómo fueron? ¿Se sen-tían «más argentinos» que ahora? Comparar con los actos escolaresen la actualidad.

• ¿En qué otras circunstancias de nuestra vida cotidiana usamos lossímbolos nacionales? ¿Cómo nos hacen sentir?

Para pensar

• En el presente, ¿qué vínculos pueden encontrarse entre esta idea esen-cialista de la Nación y ciertas formas de discriminación? ¿Quiénesson hoy los «otros» que no son parte del «nosotros» definido en lostérminos de la nacionalidad? ¿Cómo son nombrados esos «otros»?

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2. EL MAESTRO IDEAL

Resolución 1196, 9 de julio de 1980

VISTO los planes de estudio vigentes correspondientes a las carrerassuperiores docentes y tecnológicas no universitarias yPARA CARRERAS DOCENTES

XX. Deberes del educadora. En relación consigo mismo

• La búsqueda del equilibrio psico-físico. Decoro. Perseverancia.• La adquisición de una cosmovisión objetiva, axiológica y trascen-

dente que oriente su saber y su práctica educativa.• La consolidación de sus intereses vocacionales de acuerdo con los valo-

res supremos.• La actitud de permanente actualización y perfeccionamiento.

b. En relación a los educandos• El desarrollar una actitud de respeto al alumno como persona, así como

de conocimiento y comprensión de sus características peculiares,derivadas de su edad evolutiva y del medio en que se desenvuelve.

• El proponer a que cada educando asuma el proceso educativo bajosu responsabilidad personal, su desvelo y esfuerzo.

• La preocupación por la realización de cada vocación y por el desarrolloarmónico y cabal de la persona.

c. En relación con sus colegas• El lograr una actitud laboriosa y creativa en un clima de profundo y

respetuoso sentido comunitario.• El compromiso solidario con su generación en la realización del bien

de todos.• La actitud de abierta comunicación para lograr una enseñanza inte-

grada y en convivencia realmente humana.

d. En relación con la familia• El afianzar la familia como agente educativo natural y primario• La preocupación por forjar una comunidad educativa que tenga por

centro la familia y el desarrollo de los valores de la persona.• El lograr que la familia participe activamente e las instituciones educativas.

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e. En relación con la comunidad nacional• La identificación de los valores esenciales de la nacionalidad.• El desvelo por educar en el marco de nuestra herencia cultural, histó-

rica, moral y cristiana.• El configurar su vocación personal con una auténtica y efectiva actitud

de servicio al bien común.

X. Las virtudes morales y su aplicación al campo específico de la accióndocente• Prudencia. Docilidad. Sagacidad. Justicia. Religión. Veracidad. Afabi-

lidad. Benevolencia. Lealtad. Fortaleza. Magnanimidad. Paciencia. Per-severancia. Templanza. Integridad. Humildad. Modestia. Estudiosidad.

• Fidelidad a los valores esenciales de la comunidad argentina. Soli-daridad para con el bien común de la Nación.

Ejes para el análisis y sugerencia de actividades

• Reflexionar sobre la formación de los docentes y su rol en la educa-ción durante la dictadura y sus cambios en democracia.

• Indagar sobre la construcción durante la dictadura de un ideal dedocente.

• Identificar y analizar los valores que se promovían en las resolucio-nes desplegadas durante el período autoritario.

Sobre los documentos

• Leer la resolución 1196/80 ¿Cuál es el objetivo de la resolución? ¿Cuáles el ideal de docente? ¿Qué rol juega la religión en este ideal moral?¿Cuál es la idea de Nación?

• Seleccionar algunas frases que sean representativas de lo que quieretransmitir el documento y discutirlas con detenimiento. Por ejemplo:

«La adquisición de una cosmovisión objetiva, axiológica y trascendente

que oriente su saber y su práctica educativa» ¿Qué ideas se transmiten aldecir «cosmovisión objetiva, axiológica y trascendente»?, ¿cuál sería laconducta que se espera que sigan los docentes según dicha frase?

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«Fidelidad a los valores esenciales de la comunidad argentina. Soli-

daridad para con el bien común de la Nación». ¿Existen valores esen-

ciales o son construidos? ¿Quiénes pertenecían a esa Nación? ¿A esa

comunidad argentina? ¿Quiénes quedaban fuera de esa idea de Nación?

Para investigar

• Buscar la resolución completa y analizar los contenidos de la for-

mación docente prescriptos. Investigar sobre la base filosófica de

sus preceptos.

• Entrevistar a docentes y alumnos que formaron parte del sistema

durante la dictadura. Indagar si esta normativa se expresó en los

contenidos y prácticas de la escuela de aquel tiempo.

Para pensar

• Dicha resolución tuvo vigencia hasta las reformas implementadas a

partir de la década del 90. Proponemos debatir el porqué de su con-

tinuidad en el período democrático. Investigar cuáles fueron los cam-

bios sobre la normativa y cuáles son las resoluciones vigentes hoy.

• Buscar y leer la ley Nacional de Educación sancionada en el año 2006.

¿Pueden encontrar allí «un» modelo de docente?

3. MEMORIAS DEL COTIDIANO ESCOLAR: ORDEN Y DISCIPLINA

• Antes del Golpe

Resolución sobre la suspensión de los Centros de Estudiantesen el nivel medio, 1975

Circular Nº 6, del 22 de enero de 1975. Resolución Nº 41. Ministerio deCultura y Educación de la Nación, Sr. Oscar Ivanissevich:

«Visto la necesidad de dictar normas reglamentarias que rijan la formula-ción y funcionamiento del Centro o Entidades Estudiantiles en el ámbitode la Enseñanza Media, tendientes a evitar una dispersión de esfuerzo ola desnaturalización de los fines a los que deben estar orientados, resultaconveniente de acuerdo a la experiencia recogida, suspender la creaciónde nuevos centros, así como las actividades de los ya existentes…»

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«El Ministerio de Cultura y Educación, resuelve:• Suspender, a partir del 15 de enero de 1975, la formación de nue-

vos centro de estudiantes de nivel medio dependiente de este Minis-terio, así como la actividad de los ya existentes.

• La actividad escolar de cada establecimiento adoptará las medidastendientes al cumplimiento de los dispuesto precedentemente.»

En febrero de 1975 la Universidad Nacional del Sur fue intervenida pordecreto del Poder Ejecutivo Nacional, apoyándose en el Art. 51 de la LeyUniversitaria Nº 20.634 que hacía referencia a la «Subversión contra los pode-res de la Nación o conflicto grave de competencia con otros organismospúblicos». A cargo de la intervención estuvo el Prof. Remus Tetu, quiencesanteó a una larga lista de docentes e impuso el régimen autoritario entodas las dependencias de la Universidad.

Aquí seleccionamos documentos y fragmentos de algunas entrevistasrealizadas por alumnos de la Escuela Normal Superior en Bahía Blancadurante el trabajo de investigación «Las aulas del silencio» del ProgramaJóvenes y Memoria, año 2005.

Testimonios de ex alumnos de la Escuela Normal Superiordel documental «Las aulas del silencio»

Mario Ortiz, ex alumnoEn aquella época no era convivencia, era disciplina, reglamento de disci-plina está en el campo militar, siempre. Los reglamentos disciplinarios erankilométricos, yo recuerdo que eran como dos o tres hojas oficio, mimeo-grafiadas, ni me acuerdo la cantidad de cosas que decía, todo puntillosa-mente escrito: no podías venir (obviamente) con barba, con uniforme, lacarpeta, me acuerdo la carpeta de aula lisa, completamente lisa, no podíatener inscripciones, ni de partidos políticos, ni de absolutamente nada…

Jaime Schocron, ex alumnoLeyendo como teníamos que venir vestidos, uno tenía esos vestigios deponerse los buzos que nos poníamos: «University Kansas for Ever», tenían ins-cripciones, yo me los ponía y una profesora me dijo que yo era un subversivo.

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Marcelo Díaz, ex alumnoYo me acuerdo por ejemplo de las horas libres enteras adentro del curso.Tenías horas libres, te tenían adentro del curso, en tu banco, sentado y nopodías ni hablar con el de al lado, agarrar un libro o algo y tenías que estartoda la hora, que era peor la hora libre que tener clase.

…No era posible tener ningún tipo de diálogo con los profesores. El profe-sor te daba órdenes y vos las cumplías, ni se te ocurría decir, «no, a mí meparece…». Pero también tiene que ver eso con cómo te enseñan. No es queuno se quejaba y decía «Uy, acá no se puede ni hablar». No, uno aprendíaque no tenía que hablar. Lo que nunca conociste no lo extrañás.

Disposiciones disciplinarias para los alumnos delos establecimientos de Enseñanza Media y Superior

Son deberes de los alumnos:1. Mantener las normas de corrección de su conducta dentro y fuera delEstablecimiento, particularmente en los alrededores del mismo.2. Observar las siguientes normas en cuanto a la vestimenta

a) ALUMNOS b) ALUMNAS• Cabello corto • Sin pintura• Saco o campera • Cabello recogido• Camisa • Guardapolvo a la rodilla• Corbata • Mocasines o zapatos

(se prohíbe el uso de zapatillas)• Pantalón • Prohibido el uso de bermudas• Zapatos

(se prohíbe el uso de zapatillas)

NO SE PERMITIRÁ LA ASISTENCIA A CLASE Y SE COMPUTARÁ LACORRESPONDIENTE INASISTENCIA A LOS ALUMNOS QUE NO OBSERVENLAS NORMAS SOBRE VESTIMENTA.

3. Está prohibido a los alumnos:• Entrar en aulas distintas a las que cada uno tiene asignada y perma-

necer en ellas durante el recreo.

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• Tomar parte de indisciplina colectiva. La falta a esta norma ocasionarála expulsión inmediata por UN AÑO O MÁS según su gravedad.

• Llevar al establecimiento libros, publicaciones o papeles que no ten-gan relación con sus estudios.

• Se considerarán como actos de indisciplina colectiva la posesión y/odifusión de volantes o publicaciones de carácter político.

• Se prohíbe exhibir insignias, divisas, emblemas o distintivos que resul-ten lesivos a nuestra organización institucional o a las autoridadesdel estado (…)

Me doy por notificado de la presente reglamentación interna de lasEscuelas Medias de la Universidad Nacional del Sur.

……………………………Firma del padre, tutor o encargado o alumno mayor de edad

Reglamento de convivencia

El Rector de la Universidad Nacional del SurR E S U E L V E:

1º) Las faltas que cometan los alumnos de las Escuelas dependientes dela Universidad que a continuación se especifican, serán motivo de sanción:

I) En relación a la persona• Desaliño personal en forma reiterada y no corregido luego de obser-

vaciones verbales.• Falta de aseo.• Cabello largo que exceda del cuello de la camisa en los varones y no

recogido en las niñas.• Uso de barba en los varones y maquillaje excesivo en las mujeres.• La vestimenta no acorde con las instrucciones impartidas por la Direc-

ción del establecimiento o por las autoridades superiores.• Falta de corrección y buenos modales.• Jugar de manos.

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II) En relación a autoridades directivas, profesores y restante personal delestablecimiento

• Falta de respeto en cualquier circunstancia y lugar.• Uso de expresiones o vocablos indebidos.• Desobediencia a órdenes impartidas por las autoridades o personal

del establecimiento dentro de sus atribuciones.• No acatar las instrucciones o reglamentaciones.• La indisciplina en general, la resistencia pasiva y la incitación al desorden.

III) En relación al establecimiento• No contribuir a mantener la higiene del lugar.• Asentar leyendas, carteles, dibujos, etc., en las paredes, pizarrones

o útiles escolares.• Causar deterioros en materiales o bienes del establecimiento o per-

tenecientes a personal del mismo.• Llevar revistas u otros elementos ajenos a las actividades propias del

establecimiento.• Fumar dentro del establecimiento.• Eludir clases o retirarse del establecimiento sin la autorización corres-

pondiente.• Adulterar o falsificar documentos escolares si no fuere delito.

IV) En relación a los Símbolos Patrios y actos escolares• No guardar la debida compostura en los actos escolares. La falta

se considerará más grave si ocurre en actos de carácter patriótico.• No guardar el debido respeto a los Símbolos Patrios y los próceres.• No guardar silencio al izarse o arriarse la Bandera.

2º) El Director de la respectiva Escuela graduará la sanción de acuerdo conla gravedad de la falta cometida tomando en consideración los anteceden-tes del alumno y las circunstancias atenuantes o agravantes que rodeen elhecho o actitud que se sanciona.3º) El Departamento de Enseñanza Media y Superior deberá hacer conocerla presente Resolución a todo el personal de los establecimientos de sudependencia, alumnos y padres o tutores de éstos por el medio que consi-dere más apropiado.4º) Regístrese; pase al Departamento de Enseñanza Media y Superior parasu conocimiento y demás efectos previa caratulación por Mesa General deEntradas y cumplido, archívese.

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• Después del Golpe

Circular Nº 60 extendida por el Ministerio de Educación en 1976

«Conductas e inconductas de los alumnos que se considerarán sancio-nables conforme a los artículos 200 a 206 del reglamento general interno(para educación media y superior):1. con relación a la persona. (…)

• El desaliño personal en forma reiterada y no corregido luego deobservaciones verbales.

• Falta de aseo.• Cabello largo que exceda el cuello de la camisa en los varones y no

recogido en las niñas.• Uso de la barba en los varones y maquillaje excesivo en las mujeres.• Vestimenta no acorde con las instrucciones impartidas por la dirección

del establecimiento o por las autoridades superiores.• La falta de corrección y buenos modales.• Juegos de manos.»

Ejes de análisis y sugerencia de actividades

• Indagar sobre las formas de censura y represión a los estudiantesdurante la dictadura militar.

• Analizar y debatir los dispositivos de disciplinamiento escolar enel pasado de la dictadura y las continuidades en el presente.

• Investigar y debatir sobre la participación de los estudiantes enel ámbito educativo.

Sobre los documentos

• Sobre la resolución que dictamina la suspensión de los centros deestudiantes: ¿Cuándo está fechado? ¿A qué se refiere cuando dicesobre los centros de estudiantes «la desnaturalización de los fines alos que deben estar orientados»? ¿Cuáles serían los fines para los quefueron creados? Investigar y debatir el porqué de la prohibición delos centros antes del golpe.

• Leer el «reglamento de convivencia» para las Escuelas de la UNS yla circular N° 60 de 1976: ¿Cómo se esperaba que fueran los estu-diantes? ¿Cuáles eran las causas de sanción hacia los estudiantes? ¿Porqué creen ustedes que se llevaron adelante dichas reglamentaciones

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que apuntaban a controlar la apariencia externa (ropa, cortes depelo, etc.) y comportamiento de los estudiantes? ¿Cuáles fueron lascondiciones que permitieron la implementación de estas reglas enel ámbito educativo? ¿Cuál era el rol que se esperaba que los direc-tivos cumplieran?

Para investigar

• Entrevistar a adultos sobre cómo era el cotidiano en las escuelasdurante la última dictadura militar. Confrontar estas entrevistas conel documento «reglamento de convivencia» de la UNS y las demásresoluciones. Analizar el impacto de las normativas de aquella épocaen las escuelas de la localidad ¿Las normas se aplicaban estricta-mente? ¿Hubo resistencias por parte de alumnos y docentes? ¿Cómose expresaban? Comparar con los fragmentos de entrevistas de a losex alumnos de la Escuela Normal.

• Investigar si hubo centros de estudiantes en tu escuela. Reconstruirsu historia: cuándo fue creado —antes o después de la dictadura—,quiénes participaron, cuáles fueron las actividades que se llevaronadelante, si hubo publicaciones, etc. Comparar con las actividadesdel centro de estudiantes de tu escuela o con la participación de losestudiantes en general en el presente.

Para pensar

• Discutir sobre los cambios que encontramos en el presente con res-pecto a la convivencia en las escuelas y si existen continuidades conalgunas prácticas o normativas de la dictadura.

• ¿Hay centro de estudiantes en tu escuela? ¿Quiénes participan? ¿Quéactividades realizan? ¿Se sienten representados por sus compañeros?

• ¿Consideran que es importante la participación de los estudiantes enlas decisiones de la convivencia y reglamentaciones de la escuela? Sino fue creado un centro de estudiantes, debatir el por qué de la ausen-cia de este espacio y reflexionar a través de qué otros espacios se puedeparticipar. Pensar en propuestas concretas de participación.

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Bibliografía sugerida

DOVAL, Delfina y Carolina KAUFMANN, Una pedagogía de la renuncia. El

perennialismo en la Argentina (1976-1983), Ediciones UNER, EntreRíos, 1997.

FILMUS, Daniel, La descentralización educativa en Argentina: elementos

para el análisis de un proceso abierto. Coloquio Regional sobre Descen-tralización de la Educación en América Central, Cuba y RepúblicaDominicana, 1997.

KAUFMANN, Carolina, Dictadura y Educación, 2 Tomos, Miño y Dávila,Buenos Aires, 2001.

PUIGGRÓS, Adriana, Dictaduras y utopías en la historia reciente de la educación

argentina, Galerna, Buenos Aires, 1997.SOUTHWELL, Myriam, «La escuela bajo la lupa: una mirada sobre la polí-

tica de “Subversión en el ámbito educativo», Revista Puentes, Comi-sión Provincial por la Memoria, Buenos Aires, 2004.

SUASNÁBAR, Claudio, Universidad e intelectuales. Educación y política en la

Argentina (1955-1976), FLACSO-Manantial, Buenos Aires, 2004.TEDESCO, Juan Carlos; Cecilia BRASLAVSKY y Ricardo CARCIOFI, El proyecto

educativo autoritario. Argentina 1976-1982, FLACSO, Buenos Aires, 1983.CARRETERO, Mario y Miriam KRIGER, «La usina de la patria y la mente de los

alumnos. Un estudio sobre las representaciones de las efemérides esco-lares argentinas». En: http://www.buenosaires.gov.ar/areas/educacion/cepa/carretero_kriger_efemerides.pdf (Consultado marzo 2009)

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Censura cultural y dictadura

Por Verónica Delgado, Margarita Merbilháa,Ana Príncipi, Geraldine Rogers y Sergio Pujol

Indagar las diversas cuestiones relativas a la literatura y a la escritura engeneral durante la última dictadura militar en nuestro país implica reco-nocer el carácter formativo y no de mera reproducción de la ideologíadominante que tiene la cultura dentro de un proceso social. En ese sen-tido, las producciones simbólicas como la literatura, el periodismo, o lasintervenciones de los intelectuales (tanto de los que fueron claramenteopositores como de los que colaboraron en el diseño de políticas cultura-les que legitimaron el orden político, social y económico impuesto por elgobierno militar) confirman aquel rasgo determinante propio de la cul-tura. Desde esta perspectiva, es posible preguntarse, entonces, cuáles fue-ron aquellas políticas diseñadas y implementadas en relación con la pro-ducción intelectual y literaria, cuáles sus efectos en la circulación de las obras,qué cambios generaron en las formas de leer, cómo modificaron las rela-ciones entre integrantes del campo cultural durante aquellos años, qué res-puestas promovieron y cuáles obtuvieron.

Este apartado se propone contribuir a la elaboración colectiva de estetipo de preguntas y a la reflexión sobre las posibles respuestas.

Una política de control cultural:sus mecanismos

El golpe del 24 de marzo de 1976 implicó una ampliación y sistemati-zación del accionar represivo de las Fuerzas Armadas y policiales que se habíainiciado en años anteriores, así como un fortalecimiento de los mecanismosde control autoritario sobre la sociedad. Uno de ellos, la censura cultural,había comenzado a sistematizarse durante gobiernos anteriores (los de

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Onganía, Lanusse e Isabel Perón, principalmente) y se consolidó durante

la última dictadura militar.

Si numerosos historiadores, sociólogos e intelectuales han analizado

sus consecuencias sobre nuestra vida cotidiana y sobre las prácticas cultura-

les en general, se han examinado menos los mecanismos mediante los cuales

el estado dictatorial procuró ejercer su control sobre la cultura y en particu-

lar, sobre la literatura y el arte. En los últimos años, algunos investigadores

se han ocupado de esta cuestión.1

Queda mucho por explorar en torno al período más traumático de

nuestra historia contemporánea y, en particular, a las consecuencias con-

cretas sobre la cultura que aún perduran; puede mencionarse, por ejemplo,

el quiebre nunca recuperado de la industria editorial argentina o el arrai-

gamiento de las «pautas grotescamente antiintelectuales y anticulturales»

instauradas por el conservadurismo del régimen militar a través de su polí-

tica de medios televisivos y de radiodifusión, la que fue ampliamente per-

petuada por la mayoría de los medios de comunicación privados.2

Para un gobierno que concebía a cada individuo como un enemigo real

o potencial, en tanto no se ajustara a los valores conservadores, resultaba

natural o al menos necesario que buscase no sólo reprimir las prácticas de

carácter simbólico, sino también intervenir en la cultura imponiendo mode-

los autoritarios y unilaterales. Entonces, si revisamos con detenimiento las

intervenciones de los funcionarios dictatoriales, o el discurso de los medios

de comunicación, así como algunos acontecimientos significativos, vere-

mos que junto con el ejercicio de la censura, mecanismo inmediato y directo

de represión cultural, las diversas juntas militares desplegaron acciones que

constituyeron una verdadera política de producción cultural. En ese sen-

tido, tuvieron como objetivo construir e imponer un proyecto basado en la

afirmación de un modelo de país acorde con sus principios morales e ideo-

lógicos conservadores, autoritarios y antidemocráticos. Como puede com-

probarse en algunas de sus acciones, desde las primeras horas del golpe los

funcionarios de facto consideraron que, para hacer perdurar su sistema polí-

tico, el poderío militar necesitaba un sustento ideológico. Pensaban que

sólo podrían conseguirlo desarrollando un sistema capaz de incidir sobre

«la mente humana, el sistema interno de convicciones de cada hombre». Así

lo sostuvo el ministro de Cultura y Educación nombrado hacia julio de

1978, Juan Llerena Amadeo: «Las ideologías se combaten con ideologías y

nosotros tenemos la nuestra».3 Este objetivo, que podemos definir como

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1. Ver «Bibliografía sugerida» al final de este artículo.2. Novaro, Marcos y Vicente Palermo, La dictadura militar 1976/1983. Del golpe de Estado a la Restau-

ración Democrática, Tomo IX de la colección «Historia Argentina», Paidós, Buenos Aires, 2003, p. 146.3. Citado por Gociol-Invernizzi, Un golpe a los libros, Eudeba, Buenos Aires, 2002, p. 30.

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de largo plazo y alcance, tenía además la función de dar una justificaciónmás trascendente a las atrocidades diariamente cometidas.

Para alcanzar dicho objetivo, una primera etapa consistía, por un lado,en la expurgación de todo producto cultural o práctica calificados comosubversivos; por el otro, en intervenir sobre las instituciones culturales mása mano: la escuela, los colegios y universidades, y los medios de comuni-cación estatales. Es probable que la etapa siguiente, de prevención, y acasode imposición de la ideología materialmente dominante, nunca haya llegadoa consolidarse.4 Esto puede deberse, entre otras razones, al final precipitadode esta dictadura por la Guerra de Malvinas y a las formas de resistenciadesarrolladas por ciertos sectores de la sociedad civil.

Ahora bien, como dijimos, no se trataba meramente de censurar, sinode controlar desplegando una tarea de investigación sistemática y planifi-cada sobre todo y sobre todos, utilizando las estructuras administrativas ypolíticas del Estado terrorista: un libro, un evento, un escritor, un artista,un intelectual eran sometidos a una investigación y a un análisis que se vol-caban en registros o expedientes. Como sucedía en el caso de la represiónpolítica, el Ministerio del Interior era la central ideológico-política de la quepartía una amplia descentralización operativa. De un modo similar a loque ocurría con los informes de inteligencia sobre el campo político y sin-dical, éstos servían luego a los funcionarios que tomaban decisiones polí-ticas como la prohibición, la persecución o la muerte. Estudios recientes dearchivos de inteligencia revelan que aunque no todo se prohibía, todo secontrolaba. Contrariamente a una creencia vigente hasta hoy, según la cualla censura o la quema de libros eran actos más bien irracionales realizadospor militares sin conocimiento ni capacidad de evaluar las produccionesculturales, los informes fueron realizados por personal calificado, segúnun plan sistemático, político, de represión y producción cultural: se asig-naron estas tareas a sociólogos, abogados, profesores de universidades cató-licas y especialistas en diversas áreas del conocimiento, los que pertenecíanal «núcleo social procesista» que no necesariamente integraba el gobiernomilitar.5

Todo valía a la hora de desplegar el terror sobre la sociedad civil: muchosallanamientos destinados a secuestrar personas sospechadas por su activi-dad política o gremial, incluían inspecciones a bibliotecas; los gobiernos

4. Dicha estrategia puede leerse en el Informe N° 10 de Inteligencia (de 70 páginas), enviado al Minis-tro Harguindeguy en octubre de 1977. También en uno de los informes que dieron lugar a la pro-hibición, en 1978, de la novela de M. Vargas Llosa La Tía Julia y el escribidor: «La eficacia de prohibirno es nada o es muy poca en esta materia, frente a las posibilidades de acción creativa de los inte-lectuales, editoriales, etc., que compartan los valores dignos de ser sostenidos» (El subrayado esnuestro). Citado por Gociol- Invernizzi, 2002, p. 30.

5. Novaro y Palermo, op. cit., p. 128.

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municipales y provinciales elaboraban semanalmente listas detalladas delibros prohibidos, y se aplicaban las multas correspondientes en caso de norespetarse las disposiciones o decretos. Se intervinieron editoriales, se des-truyeron y quemaron miles de libros; se difundió en las escuelas la «Opera-ción Claridad», destinada a relevar libros subversivos e identificar a losdocentes que los utilizaban; se desmantelaron bibliotecas públicas.

Criterios de la censura

Basta leer algunos artículos de la época para constatar que se buscabaprevenir de aquellos libros que encerraran «propaganda ideológica»; o cuyafinalidad fuera «el adoctrinamiento que resulta preparatorio a la tarea decaptación ideológica del accionar subversivo». Pero también se buscabapreservar a niños y adultos de los discursos o prácticas culturales que ten-dieran a disolver valores considerados como eternos y sagrados: la Familia,

la Religión cristiana, la Patria. Algunos casos registrados en los informes,aunque minoritarios, permiten percibir el carácter de autocontrol que podíanrevestir estos mecanismos: se trata de solicitudes más o menos formales devarios autores de libros que eran funcionarios civiles o militares de la dic-tadura, para que sus escritos fueran evaluados por los especialistas abocadosa esa tarea, esto es, para ser supervisados por el poder. En este sentido, larepresión no era únicamente restrictiva, sino que también era productorade una cultura autorizada, cosa que ocurría cuando sancionaba positiva-mente ciertos libros por ser funcionales al sistema político y a los valores queéste promovía. Otro caso significativo fue el contrato para editar libros,firmado por el Ministerio del Interior a cargo del Gral. Harguindeguy con laeditorial Eudeba, entonces intervenida. Así, no se pensaba en los lectores comouna parte activa del intercambio cultural, sino como sujetos pasivos, fácil-mente influenciables por ideologías contrarias al orden y a los intereses dela Nación, de la Iglesia o de las Fuerzas Armadas.

Tal vez lo más difícil sea comprobar los efectos histórico-sociales deestos mecanismos. Una de las consecuencias más visibles fue la estrechezde perspectivas de la bibliografía disponible y el cierre de librerías, en clarocontraste con lo que había sucedido en los años anteriores al golpe, más alláde que ya existieran entonces actos de censura. Numerosos testimonios yrecuerdos dan cuenta de ese vacío, paralelo a la eliminación de los espaciospúblicos de sociabilidad, que los escritores y lectores reacios a aceptar laasfixia cultural buscaban contrarrestar con la circulación de hojas de libroso la constitución de un circuito paralelo de publicaciones, a través de laslibrerías de viejo que recuperaban libros de los depósitos clausurados. Enese marco, el acto de lectura implicaba un ejercicio de libertad individual.

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Junto a éstas, varias prácticas ocuparon un espacio de resistencia: la culturadel rock, la proyección de películas o las puestas teatrales resultaban formasde contrapesar la represión cultural. La creación de revistas fue otra prác-tica en la que se ejercía la disidencia velada al régimen, como fue el caso dela revista cultural Punto de Vista, en 1977 (encabezada por Sarlo, Altami-rano, Piglia), o la revista sobre rock nacional El expreso imaginario, o larevista Humor (1978). Como han señalado Novaro y Palermo, estas «prác-ticas defensivas» daban además la «posibilidad de que los protagonistas deesas acciones no perdieran sus propias condiciones sociales y culturales».6

La censura afectó, modificó y dio forma a la cultura de esta época:por un lado implicó una mordaza a la posibilidad de expresarse, de acce-der a las ideas elaboradas por otros y a las actualidades bibliográficas deotros lugares del mundo. Por otro, produjo nuevos modos de circulaciónde libros prohibidos, nuevas maneras de escribir y de leer, nuevas estra-tegias para evadir el control: las restricciones impuestas por la censuraobligaron a desarrollar prácticas de lectura que requerían sofisticación,como el artilugio de intentar reponer lo censurado en un texto o la tretade leer entre líneas.

Sin embargo, es probable que la autocensura en cualquiera de sus for-mas (entierro o quema indiscriminada de libros, merma de intervencionesescritas de los intelectuales, abandono del dictado de clases, etc.) sea unode los efectos más invisibles del control sobre la cultura. Nunca terminare-mos de indagar del todo sus alcances.

Canciones bajo sospecha 7

Por Sergio Pujol

La primera vez que León Gieco estuvo preso fue en 1975. Acababa depresentarse en un programa de canal 7. Lo fueron a buscar a un estudiode grabación donde estaba preparando su tercer disco. El operativo corriópor cuenta del Departamento de Informes Policiales, y en la supuesta causacon la que se lo amenazó estaba la figura de instigación a la violencia. O másprecisamente: la de instigación al asesinato político. En esos días, un aten-tado había terminado con la vida del comisario Villar. Y Gieco no habíatenido mejor idea que cantar, en el inocente programa de Leo Ribas, «Johnel cowboy». John era una especie de justiciero popular —un auténtico ban-dido rural, como el que años más tarde Gieco retrataría en un CD— que alllegar a un pueblo pletórico de injusticias despachaba al sheriff, al cura

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6. Novaro y Palermo, ibídem, p. 156.7. El artículo original fue publicado en la revista Puentes, Año 5, Nº 15, septiembre de 2005.

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y al juez corrupto y repartía el dinero entre la gente. En la suspicaz escuchade los servicios, esa canción anunciaba la muerte de Villar. Era una canciónen clave. Y Gieco, un peligroso agente de la subversión.

Aquello fue un episodio menor, que sólo demoró al cantautor algunashoras en prisión. Pero al año siguiente, por ese tipo de sospechas ya se corríael riesgo de desaparecer definitivamente. En todo caso, la anécdota de aquelmalentendido resulta emblemática: nos advierte del lugar que ciertas can-ciones populares —no todas, claro— han tenido en la agenda de prioridadesde la represión estatal. Si bien una historia de la censura musical en la Argen-tina demandaría un dossier inconmensurable —y articulado, sin duda, conepisodios similares en otras partes del mundo—, resulta claro que a partir delos años 60, al fragor del boom folklórico y la música joven, se instrumenta-ron medidas de control y censura sobre canciones grabadas y/o difundidaspor los medios de comunicación. Esta instrumentación fue realizada pordiversas instancias combinadas del aparato del Estado (Secretaría de Inteli-gencia, Comfer, Dirección General de Publicaciones y la Secretaría de Comu-nicación del Estado, entre otras) y tuvo el doble objetivo de impedir la difu-sión de un material considerado de contenido disolvente y/o subversivo(canciones testimoniales y sociales) y de filtrar aquellas músicas que, segúnse decía, atentaban contra la moral pública y las buenas costumbres.

La censura musical siempre operó en este doble sentido: había quedesactivar los mecanismos de formación ideológica implícitos en la formacanción y a su vez depurar de contenidos inmorales un corpus de graba-ciones que podía irritar a la Iglesia, a las Ligas de Madres de Familia y demásasociaciones. Censura política y censura pacata, entonces. Control ideoló-gico y control moral: ambas formas de restricción fueron alentadas desde ladictadura de Onganía, pero con los años la primera superó, al menos en elimaginario autoritario, a la segunda. Al llegar el golpe del 76, con antece-dentes como el de «John el cowboy» y en el marco de la Doctrina de Segu-ridad Nacional, la lista de música prohibida creció geométricamente, inclu-yendo parte del repertorio de los principales intérpretes de música de raízfolklórica (Los Andariegos, Mercedes Sosa, Víctor Heredia, César Isella, etc.)y de algunos representantes de la música progresiva (Litto Nebbia, MiguelCantilo, Rodolfo Alchourrón). El index abarcó long-plays y músicos; can-ciones y actuaciones; títulos y nombres propios.

Un compás occidental y cristiano

Mayo de 1976. A dos meses del golpe, una ristra de comunicados y pro-clamas. Un momento de densidad discursiva, de arriba hacia abajo. Fran-cisco Carcavallo, Subsecretario de Cultura de la Provincia de Buenos Aires,

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presentaba un plan. Y hacía una advertencia: «La cultura ha sido y será elmedio más apto para infiltración de ideologías extremistas. En nuestro país,los canales de infiltración artístico-culturales han sido utilizados a través deun proceso deformante basado en canciones de protesta, exaltación de artis-tas y textos extremistas. Así logran influenciar a un sector de la juventud, dis-conformista por naturaleza, inexperiencia o edad».

Para Carcavallo, como para tantos otros funcionarios del Proceso, go-bernar era evitar infiltraciones. O mejor aún: detectarlas a tiempo… ¿Atiempo para qué? Seguramente, para impedir una veloz conversión ideológicade la población joven. El discurso autoritario suponía una aceptación acríticade los mensajes disolventes por parte de sus receptores. Supuesto bastanteprimario que los estudios sobre comunicación suelen denominar «teoría hipo-dérmica»: según ella, los mensajes entran al sujeto receptor como por una in-yección; se imprimen en una conciencia desguarnecida, tábula rasa sobrela que, luciferinamente, se modela una visión del mundo. Por ejemplo, lascanciones de César Isella y Mercedes Sosa alentaban la revuelta agraria: sóloal escucharlas, los peones rurales tomarían conciencia de las injusticias delas que eran víctimas… Poder supremo de la canción.

Había una fuerte ironía en todo esto: al prohibir su circulación, la dic-tadura le concedía tácitamente alguna parte de verdad al contenido de laprotesta musical. Pero esto era sólo un fallido. El Subsecretario hablabade «proceso deformante»: la música como agente de confusión, ya que susprincipales receptores —al menos los de aquellas canciones, entre el boomfolklórico y el incipiente rock nacional— eran jóvenes a lo que había quevigilar, en pos de un país desmalezado de marxismo, ateísmo… y extre-mismo. El concepto fue reforzado por Massera, tan afecto a los discursosapocalípticos: «El alma del hombre se ha convertido en campo de batalla».Aquí el almirante Cero —o algunos de sus amanuenses, tal vez— retomabauna célebre definición stalinista: la del escritor como ingeniero del alma.

En los documentos de la Dirección de Inteligencia de la Provincia deBuenos Aires (DIPBA) aparece esta metáfora, aplicada al escritor, que sehacía extensiva a los artistas en general.

La persecución de la música popular adquirió diversas proporciones,todas ellas regidas por el principio de la profilaxis ideológica y moral. Al finy al cabo, la dictadura no pensaba gobernar un país sin jóvenes, era mate-rialmente imposible desaparecerlos a todos. Buscaba, en cambio, un país conjóvenes «blanquitos de tanto estudiar», según palabras del primer Ministrode Educación del Proceso, Ricardo Bruera. Jóvenes que —como recomen-daba Jorge García Venturini desde las páginas de Gente—, construyan, nodestruyan. Finalmente, el joven ideal para la dictadura debía ser apolítico,socialmente dócil, carente de conciencia cívica (en la guerra de palabrasdesatada por los militares, debía imponerse lo moral sobre lo cívico) y listo

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para aceptar sin protesta ni vacilaciones la versión oficial de los hechos.Debían entonces orquestarse los medios para desafectar a los jóvenes deesa cultura de la rebeldía construida a partir de los 60 y que cierta músicapopular pretendía mantener encendida. Más aun que los libros, las cancio-nes seguían hablando, desde el vinilo o el cassette, de un mundo que se resis-tía a ser reducido al categórico Occidental y Cristiano. Después de todo,¿no había sido la música la gran portadora del ethos de la rebeldía? ¿Acaso nose pensaba a las canciones como partes fundamentales de eso que TheodorRoszak había llamado «la Rebelión de los Centauros»? Pues bien, consu-mado el Golpe de 1976, había llegado la hora de expurgar esa cultura con-testataria. Terminar con los centauros.

Quemá esos discos

Era más sencillo quemar libros que discos. Por otra parte, la músicapodía interpretarse en vivo y en directo, más allá de su soporte material.Muchas de las historias de amenazas y hostigamiento de la época del Pro-ceso se refieren a problemas con lo que se cantó en un recital; advertencias deun atemorizado dueño de sala o, más grave aun, operativos policiales, comoel que debió soportar Mercedes Sosa en el Almacén San José de La Plata,en 1978, y que finalmente la arrojó al exilio.

¿Pudo la censura frenar los movimientos internos de la propia música?Evidentemente, no. Es innegable que las proscripciones y las listas negrasredujeron sensiblemente el campo expresivo y afectaron el desarrollo de lavida cultural entre 1976 y 1983. Pero la música siguió existiendo, con mejo-res resultados que los producidos por otras artes (piénsese en el patéticopanorama del cine y la diezmada realidad de la literatura de aquellos años).Tal vez por eso, cuando en febrero de 1982 Mercedes Sosa llenó varias vecesel teatro Opera de calle Corrientes, las canciones siguieron sonando comosi nunca se hubieran ido. La memoria —al menos esa memoria— no habíapodido ser desterrada.

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Para el aula: Materiales de trabajo y sugerencia de actividades

1. LA POLÍTICA DE LA CENSURA

Discurso de los represores en la revista Somos,16 de septiembre de 1977

Con respecto a la metodología empleada por el Ejército, en el ámbito cul-tural, citamos al General de Brigada Edgardo Vila:

El Ejército luchó en tres ángulos: combatió la subversión, realizóacción cívica y catequizó a su población ideológicamente. Los cuadros ytropas tenían estos principios básicos: mentalidad ganadora, sentido deorden práctico, planeamiento abreviado, ejecución instantánea, réplicainmediata, persecución a muerte, conquista de la población, espíritu decombate y fe ciega en la victoria (…). Combatimos en forma convencional,pero a veces nos adaptábamos a la misma táctica del subversivo. Tam-bién trabajábamos políticamente, porque la subversión había hecho esetrabajo durante años (…). La gran proporción de universitarios enroladoscomo ideólogos o combatientes en la subversión dentro del país es unamuestra palpable del trabajo de adoctrinamiento que se realizó en esascasas de altos estudios. Esta es la dolorosa, difícil, experiencia vivida enla lucha contra la subversión en las universidades de Tucumán y BahíaBlanca. De ello se infiere la importancia futura en la preparación del serargentino con una clara orientación ideológica. A semejanza de todaslas demás, la Universidad de Tucumán padecía de una absoluta autono-mía jurídica, legal, política. Esta peligrosa autarquía adecuó el camino asu conversión en la sede teórica y organizativa de la subversión. De allíque la subversión cultural es el esfuerzo de separar el individuo de su mediosociocultural para acoplarlo al universo de ideas, valores, pautas de con-ducta propias de la sociedad que lleva a cabo la subversión. Se trata ya,no de conquistar terreno, físicamente hablando, sino de conquistar mentes.No de tomar plazas fuertes, sino de moldear las estructuras mentales afavor. La única victoria definitiva en la guerra es la victoria cultural (…)Más que lucha por las armas, es una lucha por las almas. Para graficar: seha podado un árbol y para que no brote en el futuro será necesario quemarla raíz y el tronco de ese árbol.

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Fórmulas utilizadas para la calificación ideológica de publicacionescitadas en el libro Gociol, Judith, Invernizzi, Hernán, Un golpea los libros, Buenos Aires, Eudeba, 2002.

«FÓRMULA 1: Carece de referencias ideológicas contrarias a los prin-cipios sustentados por nuestra Constitución Nacional.

FÓRMULA 2: Contiene referencias ideológicas que atentan contralos principios sustentados por nuestra Constitución Nacional.

FÓRMULA 3: Propicia la difusión de ideologías, doctrinas o sistemaspolíticos, económicos o sociales tendientes a derogar los principios sus-tentados por nuestra Constitución Nacional.»

Fragmento de un Informe de la Dirección de Inteligencia dela Provincia de Buenos Aires sobre Mascaró, El Cazador Americano(1975) de Haroldo Conti

SIDE: 83.864/75Origen: Com Decreto Ley 20.216/73Nota de origen: 73/75 Legajo Nº 2516 LAPRECIACIÓN DE CONTENIDO DE PUBLICACIONES REALIZADA POR LA ASE-SORÍA LITERARIA DEL DEPARTAMENTO COORDINACIÓN ANTECEDENTESPara ser tratado el día:Publicación: «MASCARO EL CAZADOR AMERICANO»Autor: Haroldo ContiEditorial: Casa de las Américas, 3ra. y G. El Vedado, La Habana, Cuba.______________________A- APRECIACIÓN: Propicia la difusión de ideologías, doctrinas o sistemaspolíticos, económicos o sociales marxistas tendientes a derogar los prin-cipios sustentados por nuestra Constitución Nacional._______________________B- ACTITUDES O EXPRESIONES POSITIVAS O DE APOLOGÍA, ADHESIÓN Y/OAFIRMACIÓN HACIA:

• Los «sospechados» que simbolizan la «conspiración del orden esta-blecido», o sea los «revolucionarios».

• La «guerrilla» del maestro Cernuda (guerrilla).

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C- ACTITUDES NEGATIVAS O DE DETRACCIÓN Y/O CRÍTICA HACIA: • Los «rurales» como representantes de la «represión».• La «falta de presencia» de la Iglesia Católica en el pueblo.• La «tortura indiscriminada».

D- EJEMPLOS TEXTUALES: (…)CONCLUSIONES:El presente libro, cuyo autor es Haroldo Conti, presenta un elevado niveltécnico y literario, donde el mencionado autor luce una imaginación com-pleja y sumamente simbólica.

La novela consiste en las aventuras de un grupo de «locos» queadquieren un Circo (llamado «del Arca») y viajan por distintos pueblos (todosen estado de miseria y despoblación, donde aparece el «edificio» de laIglesia pero nunca ningún sacerdote), y van «despertando» en los pueblosque visitan el espíritu de una «nueva vida» o bien podría interpretarse una«vida revolucionaria».

Como se dijo en un principio, la novela es muy simbólica, contadaademás en un tono épico, no definida en sus términos pero con significa-dos que dan lugar a pensar en su orientación marxista (apoyada por laEditorial Casa de las Américas, de La Habana, Cuba).

Aparecen los «rurales» como sinónimo de «la represión» y la matanzade «revolucionarios» a quienes denomina «los sospechosos» porque cons-piran con el «orden establecido» proponiendo en consecuencia «un ordennatural» (es decir sin autoridades, o sea utilizando el símbolo de la «liber-tad y el Progreso» basado en sus actividades «revolucionarias»).

Hay personajes característicos como el protagonista del título dellibro «Mascaró, El Cazador Americano», quien tiene la particularidad deno hablar en toda la novela, sólo vigila desde su caballo negro, en todomomento. Casi al final, Mascaró aparece «liquidando a los gendarmes»en su papel de «justiciero» (o mano armada se traduciría). También se mues-tra al maestro Cernuda, personaje de uno de los pueblos, quien tiene cierto«vuelo literario y cultural», y en algún momento se embarca en la «revolu-ción» (o en la «guerrita» como denomina el autor la segunda parte del libro).Es de destacar la existencia de otro personaje, que actúa a manera decentro de la narración, denominado «El Príncipe» o «El Príncipe Patagón»,que viene a representar al indio americano como «dueño» del ámbito omarco geográfico en que transcurre la acción.

Por último, se aprecia una suerte de «solidaridad» en este grupo, de«aventureros», quienes se pasan «mensajes» a través de los cuales pare-cen «entenderse y ayudarse». Los pasajes finales muestran las torturas

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de que es objeto otro personaje, «Oreste», sin que se expliquen los moti-vos o causas del «torturamiento» salvo la «crueldad, brutalidad o falta deideas» de la «represión». Finalmente, Oreste vence los interrogatorios y tor-turas y vuelve al «Camino! Que “nunca más podrá dejar”» (como expresanalgunos diálogos muy significativos).

Por todo lo expuesto, y si bien no existe una definición terminoló-gica hacia el marxismo, la simbología utilizada y la concepción de la novelademuestra su ideología marxista sin temor a errores. Con tal motivo, laobra analizada atenta contra los principios sustentados por la ConstituciónNacional y por ende la ley 20.840, por lo que se propone la clasificacióndel punto A.

2. LAS FISURAS DEL CONTROL CULTURAL

Prólogo a la edición de 1984 de El frasquito (1973) deLuis Gusmán, publicado por Alfaguara

Transcurre el año 1977 y trabajo en una librería de la calle Corrientes.A partir de este momento los acontecimientos parecen precipitarse ycada hecho se desencadena como respondiendo a una lógica fantástica.Los nombres y los libros que aquí irán apareciendo comienzan a formarparte de una circulación extraña.

Acaba de entrar a la librería Cecilia Absatz que viene a regalarmesu libro Feiguele, que acaba de aparecer. Nunca nos hemos visto antes,pero al recibirlo tengo ganas de regalarle un libro mío. Me acerco a unade las mesas y tomo un ejemplar de Brillos. Esas manos de mujer casireducidas a unos guantes verdes, la boca roja de la fiera borrosamenteabierta que ilustra la tapa, parecen salir de ella para entrar decididamenteen la anécdota.

Aunque Cecilia me agradece el regalo, me dice que en realidad leinteresa leer El frasquito. Por estos años, el libro —como tantos otros—ha comenzado a circular de manera casi secreta, y no por razones deventa ha desaparecido misteriosamente de exhibición en las librerías.Mezclado oscuramente con las tribulaciones de Justine y de Grushenka,aparece en los lugares más insólitos. Se habla de que El fiord ha sucum-bido en un improvisado Farenheit.

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Yo mismo lo he guardado en un estante que lo oculta a las miradasindiscretas, pero en este momento decido sacar un ejemplar y entregarloa quien me lo ha pedido. No siempre el cazador oculto guarda las formasde ese libro maravilloso, a veces suele metamorfosearse hasta apare-cer transformado en una señora respetable, surgida de entre los otroscompradores que hay en el local. Exhibe un carnet en que puede leerseque pertenece al comité de moralidad de la Municipalidad, trabajadora«ad-honorem» vía liga de madres de familia, me exige, ante la sorpresade Cecilia y la mía, que le entregue El frasquito. «¡Hace meses que loestoy buscando!», exclama. Le informo que el libro no está a la venta, quees de mi propiedad personal y que lo estoy regalando. Indignada, me res-ponde que si está en el negocio debo entregárselo. Ante una nueva nega-tiva de mi parte, profiere una amenaza que alcanza para convencermecuando puedo entender claramente que está dispuesta a llamar a la fuerzapública para lograr su cometido.

La situación no deja de tener algo de ridículo y de patético. Hastaeste momento ella ignora que soy yo quien ha escrito el libro. Intentandoapelar a la persuasión le repito que lo estoy regalando. Esta vez es defini-tiva: «Buena porquería regala».

Acto seguido labra un acta de infracción por tener un libro de exhi-bición prohibida: Monte de Venus, de Reina Roffé. Y me recuerda, de manerarecriminatoria, la necesidad de leer todos los días el boletín municipal paraestar al tanto de las prohibiciones. Mientras tanto, sigue ignorando queyo me he convertido, y no por la fatalidad, en el personaje de Stevenson,en ese Dr. Jekyll, y no por haber ingerido el contenido de El frasquito sinopor haberlo escrito.

Ante mi insistente requerimiento sobre el destino que le aguarda allibro, la inspectora no hace más que contestar de manera automática:«Pregúntele a Medina». Se refiere, sin duda, al autor de Las tumbas, unode los escritores que más ha sido objeto de censura. Por estos tiempos,creo que se trata de Sólo ángeles. La imaginación de la mujer llega allímite de lo creíble al expresarme que Enrique Medina se dedicó en esemomento a escribir libros para niños sólo para engañar a la comisión decensura y también a ella. (…)

A esta altura de los acontecimientos, la mujer me sigue respon-diendo de manera sistemática: «Pregúntele a Medina». Es tal vez por escu-char que cada libro tiene un autor, que me decido a decirle que soy elautor del mencionado El frasquito, el infrascripto. A lo que ella contesta,sin titubear: «Buena porquería escribió». Seguramente que la anécdota,vista a la distancia, resulta nimia, tan nimia como esa inspectora de

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provincia, pero no era nimio, sin embargo, el hecho de que tuviera podery era difícil sustraerse a los efectos de una amenaza real como lo quesignifica apelar a las fuerzas del orden. En ese momento, recordé unafrase: «La única pasión de mi vida ha sido el miedo», pero en este des-tino sudamericano el miedo no es una pasión. La máquina del terror hizosentir sus efectos directamente sobre los cuerpos. (…)

Pasados algunos días La Razón (que poco después del golpe mili-tar había reproducido una elogiosa nota sobre Brillos —aparecida enun diario de México— con el rimbombante y coyuntural título de BrillosArgentinos) publicaba la información por la cual la Secretaría de Comuni-caciones prohibía la circulación por los servicios postales de El frasquitoy la de la revista de historietas Killing y la sensacionalista Casos. La noti-cia estaba extractada del decreto municipal del 24 de enero de 1977,calificando el libro de inmoral, por lo cual no podía ser exhibido, circularo estar en depósito en ningún local o librería sin correr el riesgo de serretirado por la fuerza pública. (…)

Entrevista a Horacio Tarcus por María Moreno, Radar Libros,suplemento literario de Página/12, Año IV, Nº 177, 25 de marzode 2001, pp. 6-7

—Yo fui el típico pibe que juntó figuritas, que juntó estampillas, hijo únicoobsesivo, con un padre que tenía una biblioteca y que me estimuló enla lectura inclusive de revistas. Él dibujaba, llegó a ilustrar páginas deColumba. O sea que me crié en un medio donde los textos tienen un valor.(…) Siempre tuve ciertas aptitudes para reunir, pedir el número que fal-taba, hurgar en bibliotecas de viejo. Y empecé a juntar en una época enque la única forma de hacer un balance de la izquierda argentina, de loque estaba pasando en ese momento, era armar una biblioteca, una heme-roteca y un archivo propios. Como por entonces alguna gente se empe-zaba a desprender de cosas, y yo las recibía, entonces el archivo fue dealgún modo creciendo solo. Hubo un tiempo en que parte del archivo seenterró, en una quinta en el Gran Buenos Aires. El traslado lo hice el 24de marzo de 1976. Un amigo y yo con varios bolsos nos fuimos en trenhasta Ituzaingó, hicimos el pozo, lo envolvimos con varios celofanes, lopusimos en cajas de cartón y lo desenterramos en el año 80. Una locura

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total, una imprudencia absoluta, sólo lo puede hacer alguien que cree enel valor y en la vida que hay en esa letra impresa.

¿Libros prohibidos?—Estaban prohibidos, lo que pasa es que los libreros, como no los que-rían tirar y se los podían confiscar, en general los recolocaban. Por ejem-plo los sacaban de los estantes de política o de marxismo, y reaparecíanen filosofía o sociología. Si antes un libro se llamaba Marxismo y religión,hasta el 76 seguramente iba a estar en el rubro «marxismo», pero después,el librero para no tener que tirar el libro lo podía poner en «religión». Porsupuesto, hubo librerías que fueron cerradas, y libreros como Hernández,que estuvo preso y con la librería cerrada durante varios meses. Perotodavía se podían encontrar cosas perdidas en Hernández. Además, librosque no fueran muy botones se podían encontrar, por ejemplo, Dialécticade lo concreto, que yo busqué denodadamente, o El asalto a la razón deLukács. Pero Marxismo y existencialismo era más difícil que estuvieraexpuesto. Entonces, ahí había que tomar contacto con el librero. Cuandoel librero te conocía te guardaba algún libro, te lo vendía envuelto, y tedecía «llevátelo rápido». La encargada de depósito de librería Hernández,como excepción, me dejaba pasar al famoso depósito del subsuelo, quesupuestamente estaba clausurado por la policía, pero no sé cómo se lashabrá ingeniado para abrirlo y me dejaba pasar.

3. LA RESISTENCIA

Nota de El país, Madrid, 12 y 13 de marzo de 1977

La circulación por correo de El Capital de Carlos Marx, fue prohibida ellunes pasado en Buenos Aires (…)

Los libros prohibidos «infringen normas regidas por la Ley Antisubver-siva con relación a la difusión de ideologías extrañas al ser nacional argentino».

Además de El Capital, se han prohibido Categorías del material dia-léctico de Rosental, El problema de la conciencia de Shorojova, El mate-rialismo dialéctico y el concepto de Khrasanov, La asimilación conscientede la escuela de Ganelin, Metodología de la labor educativa de Kannikpvay Dialéctica General de Tomaschevski.

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Algunas editoriales españolas han recibido notificación oficial de quedeterminadas publicaciones suyas han sido prohibidas en Argentina (…).Todo lo que huele a marxismo es inmediatamente eliminado. Se ha llegadoa extremos grotescos, como fue aquella quema de libros recién llegadosal aeropuerto de Buenos Aires, un envío considerado altamente peligrosofue nada menos que Rojo y Negro de Stendhal.

En Córdoba, en la Base del 14 Regimiento de Infantería Aerotrans-portada, se han estado realizando «autos de fe» contra libros y revistas,en presencia de periodistas. Según el jefe de la Unidad, se trata de «litera-tura perniciosa que afecta al intelecto y a nuestra manera de ser cristiana».Esta medida pretende impedir que esta literatura «continúe engañando anuestra juventud sobre el verdadero bien que representan nuestros símbo-los nacionales, nuestra familia y, en fin, el país».

Sarlo, Beatriz, «Punto de Vista: una revista en dictadura yen democracia», en Saúl Sosnowski (ed.), La cultura de un siglo.América Latina en sus revistas, Madrid-Buenos Aires, AlianzaEditorial, 1999, pp. 525-533

Para el primer número (de Punto de Vista), y los que le siguieron, escribi-mos decenas de pequeños textos anónimos o firmados con seudónimo.Cada uno de esos textos era, para nosotros, una especie de mensajecifrado que buscaba lectores dispuestos a leerlo con la misma voluntadde encontrar lo que se había sugerido oblicuamente en un comentario decine, la reseña de un libro de historia, la opinión sobre una novela. Leídoshoy, muchos de esos textitos parecen casi incomprensibles e inmotivados.

Ejes y sugerencias de actividades

• Reflexionar acerca de los criterios y modos de funcionamiento dela censura, dando cuenta de sus efectos concretos en las formas de lasociabilidad cultural.

• Reparar en los indicios que muestran actos de censura azarosos oracionales y sistemáticos.

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• Analizar cuáles son los argumentos con que se buscaba justificar lacensura.

• Identificar los rasgos generales de las políticas del control culturalllevadas adelante por la última dictadura militar en Argentina, en elmarco de una reflexión sobre el carácter efectivamente productivode las mismas.

Sobre los documentos

¿A través de qué mecanismo se llevaba adelante la censura? ¿Cuálesfueron los argumentos esgrimidos desde las FFAA para realizar la censura?¿Cómo fueron aplicadas las fórmulas para la calificación ideológica en ellibro Mascaró, el cazador oculto, de Haroldo Conti?

¿De qué manera se lograba sortear la censura? Reflexionar sobre lanecesidad de esta acción.

¿Se realizaron denuncias hacia la política cultural de la dictadura?¿Desde qué sectores provenían?

Para investigar

Buscar en la localidad, a partir de testimonios y relatos, cómo operóla censura en la cultura en aquella época. ¿Quiénes se vieron involucrados?¿Cómo fue la metodología y cómo impactó en la comunidad? Indagar sihubo actividades de resistencia, en qué consistieron y quiénes participaron.

Para pensar

Reflexionar sobre cómo ha impactado la censura en las produccio-nes culturales posteriores a la dictadura, qué huellas o prácticas aún estánpresentes.

Buscar casos, en estos últimos años, en que se haya aplicado la cen-sura o bien el intento de ejercerla: ¿quiénes intervienen en el pedido? ¿Cuá-les son los objetivos de las prohibiciones? ¿Cuáles son los argumentos yposiciones al respecto? Problematizar la relación entre censura y democra-cia, entre control y libertades.

Bibliografía sugerida

BALDERSTON, Daniel y otros, Ficción y política. La narrativa argentina durante

el proceso militar, Alianza Estudio, Buenos Aires, 1987.BENEDETTI, Sebastián y Martín GRAZIANO, Estación imposible: contracultura

y periodismo en los 70: la historia del expreso imaginario, MarceloHector Oliveri Editor, Buenos Aires, 2007.

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CARABALLO, Liliana et al., La dictadura (1976-1983) Testimonios y documentos,Oficina de Publicaciones del CBC, Buenos Aires, 1996.

DARNTON, Robert. «La censura una visión comparativa. Francia 1789 yAlemania Oriental, 1989», en Punto de Vista, Año XIX, Nº 56, BuenosAires, diciembre de 1996, pp. 40-48.

GOCIOL, Judith y Hernán INVERNIZZI, Un golpe a los libros, Eudeba, BuenosAires, 2002.

INVERNIZZI, Hernán. Los libros son tuyos, Políticos, académicos y militares:

la dictadura en Eudeba, EUDEBA, Buenos Aires, 2005.PUJOL, Sergio, Rock y dictadura, Emecé, Buenos Aires, 2006.SOSNOWSKI, Saúl (ed) La cultura de un siglo. América Latina en sus revistas,

Alianza, Madrid, Buenos Aires, 1999.TERÁN, Oscar (coord.) «Violencia, dictadura y cultura en la década de 1970»,

en Ideas en el siglo. Intelectuales y cultura en el siglo XX latinoamericano,Siglo XXI, Buenos Aires, 2004.

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Los medios de comunicacióny la dictadura (1976-1983)

Por Carlos Gassmann

Entre la resistencia y la complicidad

Entre las muchas preguntas que aún quedan pendientes respecto delpasado argentino reciente, sobre todo en referencia a la trágica etapa dela última dictadura militar, está la cuestión del papel que desempeñaronlos medios de comunicación. En ese sentido, el interrogante más acuciantequizás tenga que ver con el grado de responsabilidad que es posible atri-buirles a los mass media en la generación de una atmósfera social y de unclima cultural que hizo factible el horror a través de la implantación delterrorismo de Estado.

¿Puede hablarse, en ese sentido, de un sistema de medios que actuó deun modo más o menos homogéneo, o es necesario establecer distinciones?¿Lo decisivo fue el férreo control que el gobierno militar estableció sobrelos medios de mayor alcance, especialmente la televisión y la radio? ¿Y quépasó con los medios que siguieron en manos de propietarios privados,lo cual incluye a casi todos los diarios y revistas? ¿Es suficiente apelar almiedo y a la censura como explicación de todo lo que se dijo y de todolo que se omitió decir?

El tema se enmarca dentro un tópico más amplio y todavía pendientede profundización, que es el de la responsabilidad que en lo ocurrido le cabea distintos sectores de la sociedad civil.

El examen del comportamiento de los medios de comunicación durantela dictadura es seguramente uno de los aspectos que no deberían faltar enese análisis. Aquí se aportan algunos datos y documentos y se sugieren algu-nos ejercicios para avanzar en esa dirección.

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Cómo pensar los medios

Cualquier evaluación del rol desempeñado por los diarios, las revis-tas, la radio o la televisión durante la dictadura supone poner en juego algunaconcepción, explícita o implícita, de lo que los medios son y de cómo debepensárselos. Entre esas concepciones, hay una muy frecuente que gira entorno de la idea de manipulación. Se plantea que un régimen que mono-poliza por la fuerza la palabra pública encuentra en los medios formidablesherramientas de persuasión colectiva.

Que es difícil, si no imposible, escapar a la seducción de la palabrao la imagen convenientemente planificadas. Y que, el ya normalmentemayúsculo poder de transformar opiniones y conductas por parte de losmedios, se vuelve avasallador cuando actúan bajo control y al unísono. Enunas condiciones tales, dicen los adherentes a esta perspectiva, es factibleel «lavado de cerebro» o el «adoctrinamiento masivo». Pero a una posiciónsemejante se le pueden efectuar múltiples reparos. Entre ellos, que sólo esposible hablar de manipulación en tanto se conciba al público como pasivoy acrítico. En efecto, la hipótesis de la manipulación reposa sobre una seriede supuestos, entre los cuales se encuentran un emisor todopoderoso, unmensaje que habilita una única lectura y una audiencia que, por variada quesea, ha de interpretarlo de una sola manera. Supuestos que difícilmente secumplan en sociedades que, aun bajo condiciones de opresión, son com-plejas y contradictorias. También cabe cuestionarle a la teoría de la mani-pulación que analice a los medios y a los procesos de comunicación en losque intervienen abstrayéndolos del conjunto de la vida social, tendiendo aconsiderar que por sí solos pueden ser los «causantes» de ciertos fenóme-nos sociales. Porque los medios no son más ni menos que unas organizacio-nes, entre otras múltiples instituciones, que producen y hacen circular dis-cursos. Para ello no tienen más remedio que apropiarse y reformulardiscursos que ya circulan en la red social de significaciones. Y no es que conestas advertencias se busque minimizar su importancia, sino que se pre-tende llamar la atención sobre la necesidad de examinarlos de un modo máscomplejo. Aun cuando se los conciba como nudos destacados de una redsocial de producción, circulación y consumo de signos, deben ser analiza-dos como parte de esa trama y no por fuera de ella.

Condiciones excepcionales

El examen del papel cumplido por los medios de comunicación durantela última dictadura militar requiere tener en cuenta que se trató de unperíodo de características excepcionales, dadas las condiciones sumamente

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restrictivas de producción, circulación y consumo de la información queimperaron entonces (limitaciones que fueron durísimas en los primerosaños del Proceso, en el apogeo del terrorismo de Estado, y que fueron ate-nuándose paulatinamente con la relativa apertura ensayada desde la asun-ción de Viola como presidente y se aflojaron considerablemente tras laderrota de Malvinas).

En cuanto a las condiciones de producción, se aplicó una censura rigu-rosa desde el día mismo del Golpe de Estado. Mientras mayor fuera el alcancede los medios considerados, mayor era el control. Así, se colocó al frente delos canales de televisión a interventores militares, mientras que la mayoríade las radios y la casi totalidad de los diarios y revistas permanecieron enmanos civiles. Aunque, eso sí, con un grado de vigilancia mayúsculo, quese incrementaba en la misma proporción que el alcance en términos depúblico del medio respectivo.

Entre los comunicados de la Junta de Comandantes Generales dadosa conocer el 24 de marzo de 1976, se incluyó el Nº 19, que expresaba quesería «reprimido con la pena de reclusión por tiempo indeterminadoel que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare comunica-dos o imágenes provenientes o atribuidos a asociaciones ilícitas o a perso-nas o grupos notoriamente dedicadas a actividades subversivas o de terro-rismo» y «con reclusión de hasta diez años el que por cualquier mediodifundiere, divulgare o propagare comunicados e imágenes con el propó-sito de perturbar, perjudicar o desprestigiar la actividad de las Fuerzas Arma-das, de seguridad o policiales». Por otra parte, el régimen mostró desde elprincipio su inclinación a actuar al margen de toda normativa, incluso ladictada por ellos mismos. Además de las intervenciones a canales de tele-visión y radios y la expropiación, clausura temporaria o definitiva de algu-nas revistas y periódicos, se sucedieron los encarcelamientos, los secuestrosintimidatorios, las desapariciones y los asesinatos de periodistas y editores(incluso de algunos favorables a la dictadura, pero que terminaron siendovíctimas de las internas entre los jefes de las diferentes armas). Las condi-ciones de circulación también estuvieron severamente limitadas.

Cuando los mecanismos de control previo o la autocensura fallaban,se apelaba al recurso de secuestrar la tirada antes de que llegara al público.Por último, las condiciones de consumo también fueron especialísimas,en tanto se suspendieron las actividades gremiales de trabajadores, empre-sarios y profesionales y toda actividad política, se impuso el estado de sitioy se prohibió realizar reuniones en la vía pública.

En ese sentido, hay que tener en cuenta que un régimen autoritariosuprime la escena política y la palabra pública pasa a canalizarse principal-mente a través de los medios, que están sujetos a un estricto control. De talmodo, el lugar relativo de los medios cambia con respecto de su situación

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anterior, en la cual competían con otras instancias de la comunicación social,

como los partidos, los sindicatos o las diversas instituciones culturales.

La chance de resemantizar la información a través de las redes interperso-

nales se ve así severamente afectada, dada la imposibilidad de seguir man-

teniendo cierto tipo de lazos sociales.

Pero, sin subestimar de ningún modo las consecuencias de estas seve-

rísimas restricciones, hay que tener en cuenta la supervivencia —e incluso

la agudización— de determinadas estrategias de «decodificación» por parte

del público. Tal como expresó Oscar Landi, «en los períodos autoritarios

se despliega la técnica de la lectura entre líneas de los diarios, del detecta-

miento de los silencios sintomáticos, la percepción de los lugares donde

contactarse, donde significarse con la mirada o con la canción compartida».

De la oposición a la complicidad

Sumido el conjunto de los medios en un clima de terror y censura, hay

que señalar, sin embargo, que no todos se comportaron del mismo modo.

Es lo que se comprueba si se analizan las distintas actitudes que adoptaron

los diferentes medios gráficos:

a. La oposición frontal sólo puede rastrearse en medios que circula-

ban en forma clandestina, como la Cadena Informativa y la agen-

cia ANCLA (Agencia Noticiosa Clandestina), encabezados por

Rodolfo Walsh, en una experiencia que se cierra con su desapari-

ción, el 25 de marzo de 1977. Dice al respecto Daniel Link que «escri-

tos desde la clandestinidad y el nomadismo para un público que no

se piensa como mero consumidor de información sino como parte

integrante del sistema de distribución de la noticia, Walsh imagina

que esos textos mimeografiados y distribuidos por correo, anónima-

mente, o de mano en mano, pueden poner límites al salvaje impulso

devastador del nuevo Estado, manteniendo un cierto estado de con-

ciencia que sirva para enfrentar al puro terror».

b. Encontramos también distintas formas parciales de resistencia en

la prensa de circulación legal. Se trata de gestos que pueden parecer

poco significativos vistos fuera del contexto de la época, pero que

cobran otro relieve si se tiene en cuenta que a sus responsables les cos-

taron el encarcelamiento, la deportación y hasta la tortura y la muerte.

A veces, el apoyo al régimen en ciertos aspectos, como la política eco-

nómica, se contrapesaba con críticas a sus violaciones a los derechos

humanos. Era el caso de La Prensa, que por otra parte mantiene su

conservadurismo político, pero al que le cabe el mérito de haber sido

el primer diario que publicó una solicitada de los familiares que

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reclamaban por el destino de los desaparecidos. También La Opinión,por lo menos con anterioridad a la detención de su creador y direc-tor, Jacobo Timerman, incluyó en sus páginas críticas al accionarrepresivo. Y, sobre todo, The Buenos Aires Herald, el diario de lacomunidad británica en nuestro país que se edita en inglés. Clarín,por su parte, sólo hacía reparos —desde una postura desarrollista—a la política económica monetarista implantada por Martínez deHoz, pero guardaba silencio respecto de la represión ilegal, por lomenos hasta la visita, en 1979, de la Comisión de Derechos Huma-nos de la OEA. Una mención aparte merece la revista Humor, surgidaen 1978, por el modo mordaz e inteligente con que ejerció la crítica.En paradójico contraste con su nombre, se convirtió en uno de losmedios más serios. Muchas veces lo que dicho en el tono habitualhubiese resultado intolerable para los censores se expresaba en clavehumorística. Por esa razón, las tiras de historietas y las viñetas dehumor de las contratapas de los diarios, o las caricaturas ilustrati-vas de las páginas interiores, como las de Sábat en Clarín, decíanmás que los anodinos comentarios de las secciones de «Política» o«Economía».

c. Hubo medios que cumplieron, con mayor o menor entusiasmo segúnlas áreas temáticas, con lo que el poder militar esperaba de ellos y nose caracterizaron por ser expresión de la resistencia —La Nación,Clarín, exceptuando su crítica a la política económica, Crónica, salvopor la publicación de algunas noticias, referidas a conflictos gremia-les o a declaraciones de dirigentes justicialistas, que las propias carac-terísticas de sus lectores le imponían—. En el caso de La Nación yClarín, quedaron comprometidos con el Gobierno desde que se con-virtieron en sus socios en la propiedad de Papel Prensa, la empresamonopólica en la fabricación nacional de papel.

d. Finalmente, existió una prensa abiertamente cómplice, que colaboróestrechamente con la dictadura. En esa categoría ingresa la revistaExtra, dirigida por Bernardo Neustadt, y Carta Política, editada porMariano Grondona (quien además respaldó con entusiasmo algobierno en cada medio en que colaboró, incluido El Cronista Comer-

cial, donde firmaba sus columnas con el seudónimo de Guicciar-dini). El diario La Razón fue copado por los servicios de inteligenciay se convirtió en un instrumento de sus campañas de «acción psico-lógica». Otro tanto ocurrió, por una combinación de adhesiónideológica y oportunismo político, con la Editorial Atlántida, inclui-das las revistas Gente y Somos, El Gráfico y Para Ti. Tampoco falta-ron los que, como el diario de Bahía Blanca, La Nueva Provincia, apo-yaron a la dictadura guiados por su propio fanatismo ideológico.

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Para el aula: materiales de trabajoy sugerencia de actividades

1. LA OPOSICIÓN

Informe Nº 1, Diciembre de 1976, parte de Cadena Informativa,escrito por Rodolfo Walsh

Crónica del terror

Mil fusilados, veinte mil presos o desaparecidos y trescientos mil exilia-dos son las cifras que se manejan en el extranjero sobre la situación argen-tina desde el 24 de marzo. El 18 de noviembre el ministro del Interior,general Harguindeguy calificó de «demencial» la segunda de esas cifrasy alegó el «secreto militar» para no dar la verdadera. Confirmó así las sos-pechas de que el gobierno no da cifras ni nombres de detenidos paramantenerlos como rehenes que son fusilados en imaginarios enfrenta-mientos. Fuentes judiciales han revelado de qué modo se llega al total deveinte mil presos o secuestrados. Solamente en los juzgados del GranBuenos Aires se registra un promedio mensual de cuatrocientos recursosde hábeas corpus (desaparecidos), y otro tanto en el interior del país, loque eleva el promedio a ochocientos. En más de la mitad de los casos,sin embargo, los familiares de los desaparecidos no se presentan a la jus-ticia por temor. Mil seiscientas desapariciones, en nueve meses, asciendencasi a quince mil, que sumados a los cinco mil presos existentes desdeel 24 de marzo dan la cifra que rechaza Harguindeguy.

Los datos de exiliados que llegan del extranjero son alarmantes. Sóloen Madrid y Barcelona hay decenas de millares de argentinos expulsadospor el terror. Las colonias argentinas se han multiplicado en los EstadosUnidos, Perú, Venezuela, México y países europeos, inclusive Suecia.

Fusilan rehenes

En noviembre la dictadura militar anunció haber matado a cientocuarenta guerrilleros, en supuestos combates. Más de la mitad de esoscombates han consistido en fusilamientos de activistas sindicales o estu-diantiles detenidos. Fuentes policiales revelaron a Cadena Informativael método para saber, a través de la lectura de los comunicados militares,si se trata de un combate o de un fusilamiento. En este último caso,

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los «combates» se producen en descampados y en horas de la madru-gada, y no se dan los nombres de los muertos, ya que ellos figuran en laslistas de detenidos que circulan internacionalmente.

La zona de La Plata fue escenario de la más violenta represalia des-pués que una bomba colocada en la Jefatura de Policía el 9 de noviembremató a cinco policías e hirió a quince, entre ellos cinco jerarcas. El jefede Policía, coronel Camps, fijó en cincuenta y cinco el número de rehenesa fusilar y las ejecuciones comenzaron la madrugada siguiente: ocho enLa Plata y ocho en Tolosa y City Bell. El 11 de noviembre se ejecutó asiete más en La Plata. El 12 fueron fusilados cuatro en La Plata y cuatroen Tolosa. En la madrugada del 13 se fusiló a seis en el barrio Las Quintas.El 14 fueron ejecutados en Punta Lara tres activistas obreros. El 15 otroscinco en Los Hornos. El comunicado sobre este hecho dijo que los cincoguerrilleros se desplazaban en un Fiat 128, en la madrugada, y al soste-ner un tiroteo, una bala impactó el tanque de nafta incendiando el cochey carbonizando a sus ocupantes. No menos inverosímil resultó el 16 latentativa de «copamiento» de la subcomisaría de Arana en que se com-pletó con diez fusilamientos la cuota fijada por Camps. De ninguno deestos cincuenta y cinco muertos se han dado los nombres.

Por los mismos días en que el coronel Camps completaba su repre-salia, el coronel de las SS nazis Herbert Kapler agonizaba en una cárcelde Italia y el pueblo italiano protestaba contra el proyecto de dejarlo enlibertad. Igual que Camps, Kapler fijó una cuota de diez por uno despuésque una bomba en la jefatura de policía nazi en Roma mató a treinta y tresde sus hombres en marzo de 1944; las 335 víctimas fueron masacradasen las Cuevas Ardeatinas.

No es la única semejanza que los observadores empiezan a encon-trar entre el nazismo y la dictadura argentina. El 27 de septiembre larevista española Cambio 16 publicó una nota titulada «Ochenta zapatosvacíos» en que se comparaba el centro de torturas de Campo de Mayocon los campos nazis de concentración, hasta en el detalle de las ropasde los ejecutados que se van acumulando.

El 22 de noviembre el ministro Harguindeguy introdujo un toque deracismo al proponer que los millones de colonos blancos reaccionariosque escapan del África vengan al país, mientras fuerzas de Aeronáuticaentraban en la Villa de Retiro, matando a tres villeros, y se rastrillaban lasvillas del Gran Buenos Aires pobladas por paraguayos y bolivianos. ¿«Solu-ción final» para el problema de los inmigrados latinoamericanos?

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Prohibido informar

El diario La Opinión reveló a mediados de noviembre una lista de temassobre los que está prohibido informar. Incluyen hechos subversivos y bajasen las fuerzas armadas y policiales. Entre los primeros figuran un tiroteocon guerrilleros que costó la vida a dos miembros de Seguridad Federalen Flores el 17 de noviembre, el desarme de la guardia de camineros enla papelera Massuh de Quilmes, el 19, dos muertos y cuatro heridos gra-ves de la Policía Federal al desactivar bombas cazabobos en locales aban-donados por la guerrilla, y centenares de actos de sabotaje. Una explosiónen un polvorín de Ejército, que costó la vida a un oficial, y otra en el Arse-nal Naval de Azul donde murieron tres marinos y ocho resultaron heridos,fueron presentados como accidentes.

La censura impidió entre otras cosas que el país se enterase del pro-yecto del senador norteamericano Edward Kennedy de acusar al gobiernoargentino ante la Comisión de Derechos Humanos de la OEA, de la deci-sión de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas de con-denar a la Argentina y Rhodesia, del secuestro de un nuevo diplomáticocubano y del brote de aftosa surgido en la provincia de Buenos Aires.

Más de tres millones diarios gasta la dictadura para combatir a laguerrilla. Cada guerrillero muerto cuesta un millón de dólares.

No sólo los sectores obreros, que soportan los sueldos más bajosde la historia, sino los empresarios nacionales agobiados por los impues-tos y la caída de las ventas, se preguntan si el precio no es demasiadocaro, sobre todo cuando aparecen signos de que la corrupción atribuida aIsabel Martínez se ha multiplicado después de su caída. La estafa a los aho-rristas en el juego de la Bolsa asciende ya a centenares de millones dedólares, mientras un cable de Roma atribuye a los marinos de la ComisiónNacional de Energía Atómica el cobro de una coima de 2.400.000 dólaresen la compra de reactores canadienses.

Cadena Informativa es uno de los instrumentos que está creando elpueblo argentino para romper el bloqueo de la información. Cadena Informa-tiva puede ser usted mismo, un instrumento para que usted se libere delTerror y libere a otros del Terror. Reproduzca esta información, hágala cir-cular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo. Mandecopias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millonesquieren ser informados. El Terror se basa en la incomunicación. Rompa elaislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad.

DERROTE AL TERROR - HAGA CIRCULAR ESTA INFORMACIÓN.

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2. LA RESISTENCIA

Fragmento del editorial publicado por The Buenos Aires Herald,el 21 de agosto de 1976, tras conocerse la noticia del hallazgode 30 cadáveres en la localidad de Fátima

El terrorismo no puede combatirse con contraterrorismo. El terrorismopuede combatirse tan sólo con la fuerza de la ley. Los métodos que seconvierten en una vergüenza nacional —que provocaron consternacióninternacional— y fueron condenados en el gobierno depuesto deben sererradicados por esta administración (…). La gente decente está tratandode consolarse con la creencia de que los crímenes que no pueden seratribuidos a la izquierda subversiva son muertos por venganza. El quemuchas personas traten de justificar el asesinato a sangre fría como unaespecie de ruda justicia, da la pauta de cómo se ha propagado el embru-tecimiento de nuestra sociedad. La crueldad despiadada de las organiza-ciones subversivas es la responsable de ello. Pero no podemos permitirque nuestras normas degeneren en la bestialidad que caracteriza a losenemigos de nuestra sociedad. Existe un solo código de justicia y mora-lidad al que uno debe ceñirse aun en la guerra más sucia.

Editorial de The Buenos Aires Herald, abril de 1977

Los secuestros y la ley

Durante la vigencia del desafortunado gobierno anterior, Buenos Aires tuvola lamentable distinción de que se la considerara «la capital mundial de lossecuestros». Después del 24 parecía lógico suponer que todo esto se con-vertiría en nada más que una memoria luctuosa cuando las fuerzas arma-das, trabajando mancomunadamente con otros organismos de seguridadbajo el comando unificado del gobierno de la junta militar, establecieronun control total en el país. Si dejamos a un lado la guerra contra la subver-sión, en la que evidentemente debe darse prioridad al secreto, es difícilentender por qué no se ha procurado la restauración de la ley y el ordenen áreas en las cuales no se ve afectada la seguridad nacional. Y, sin

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embargo, nuevamente una psicosis de secuestros aprisiona al país. Enlas últimas semanas, una sucesión de periodistas han sido secuestra-dos, intimidados y —en la mayoría de los casos— dejados en libertadcon la condición de abandonar el país y suspender la publicación de susperiódicos. Si no fueran tan trágicas las consecuencias —porque es impo-sible olvidar el sufrimiento de los seres queridos y el trato inhumano alos secuestrados— y si no fueran además tan dañinas a la reputacióndel país, los acontecimientos de las últimas semanas podrían suminis-trar material para una de esas comedias en las que siempre asumía AlexGuiness el rol protagónico. Dos periodistas fueron secuestrados y ame-nazados porque publicaban una revista lujosa de mujeres y un semana-rio satírico. Otro periodista fue obligado a abandonar el país bajo penade muerte, porque editaba un respetable periódico de familia que tratabael tema de la educación sexual. En ambos casos, los periodistas fueronsecuestrados por grupos armados, cuya impunidad era precisamente laque motivó tantas quejas periodísticas durante el régimen de la señorade Perón. Tal vez otro periodista, Rodolfo Walsh, haya sido secuestradopor motivos políticos. Tal vez parezca ridículo enfatizar este tema cuandola gente se ha acostumbrado a «justicia» arbitraria —y aun, ejecuciónsumaria— y ya no cuestionan estos procedimientos. Pero hay que insis-tir: sobre ninguno de los periodistas secuestrados pesó, o pesa, acusa-ción alguna de haber violado la ley. Sin embargo, debemos insistir sobreel principio de la ley o de lo contrario corremos el peligro de retrotraer-nos a la situación existente antes del 24 de marzo (…). Y además pare-ciera que el secuestro (en casos que nada tienen que ver con la subver-sión) ha sido legalizado de oficio.

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3. LA COMPLICIDAD

En una doble página de Extra, revista dirigida por BernardoNeustadt, más precisamente el Nº 139, aparecido en enero de 1977,aparecen las fotografías de Emilio E. Massera, Jorge R. Videla,Orlando R. Agosti, Roberto E. Viola, Ramón G. Díaz Bessone,Ibérico Saint Jean, Antonio D. Bussi, José A. Martínez de Hoz,Juan Alemann, Juan Ocampo, Monseñor Zazpe, Nino T.García Moritán, Pío Laghi, Roberto Bullrich, Rafael Sarmiento,Carlos C. Helblung, Tito Lectoure, Santiago de Estrada,Edmundo Paul, José R. Trozzo, Rafael Vázquez, Juan S. Valmaggia,Jorge R. Aguado, Christian Zimmermann, Giorgio Borella,Amalia L. de Fortabat, María Granata y María C. Guzmán,acompañadas por el título y el texto que siguen.

Los héroes de 1976

«No decimos sólo los mejores. Decimos que existieron en un primer plano.Y que a lo mejor nos olvidamos de otros fundamentales. Pero la memoriatiene una gran capacidad de olvido. Además 1976 se dividió en dos tiem-pos: antes y después del 24 de marzo. No se puede evitar mencionar enel antes a María Cristina Guzmán. En el después, a Martínez de Hoz. Secoincida o no con él. Empresarios que “lo dieron todo”, Edmundo Paul,José R. Trozzo, Amalita Fortabat, que pudo dedicarse a gozar de la “dolcevita” y se arremangó para seguir el trayecto de don Alfredo Fortabat. Jue-ces que tuvieron que dar la cara; sacerdotes que fueron diques de con-tención y equilibrio. Militares que se distinguieron en función de gobierno.Militares-militares. Faltará alguno. Acaso sobre uno que otro. Selecciona-mos así y ¡perdón!».

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Artículo de la sección «Panorama Político», aparecido en El CronistaComercial del 12 de diciembre de 1979 y firmado por Guicciardini,seudónimo adoptado por el periodista Mariano Grondona. Guicciardinifue contemporáneo de Maquiavelo y uno de los precursores de ladoctrina de la «Razón de Estado»

Anatomía del error

Los argentinos teníamos sobrados motivos para sospechar que algúnerror profundo, quizás esencial, acompaña a la política de derechoshumanos.

Sabíamos esto por intuición. Lo «sentíamos», más que formularlo lógi-camente. Pero he aquí que el Comité de Relaciones Exteriores del Senadode los Estados Unidos ha dado a publicidad un estudio sobre la políticade derechos humanos que ofrece la oportunidad de identificar en blanco ynegro las «zonas de error» de esa política (…)

En su parte medular, el estudio señala siete puntos fundamentalesque debieran guiar la aplicación de la política de derechos humanos porparte del gobierno norteamericano (…)

El primero de ellos dice que «las graves violaciones a la integridadde las personas, las matanzas indiscriminadas, amenazas o la aplicaciónde torturas, deben tener una alta prioridad en la política norteamericana».Aquí reluce el primer anillo del error: dirigir la política exterior norteame-ricana hacia problemas individuales y no estatales. La pérdida de vista delEstado como único protagonista de las relaciones internacionales es unade las fallas más graves de la actual conducción norteamericana. Los ejem-plos sobran: el gobierno y el pueblo norteamericano se preocupan sobre-manera por la suerte de 50 rehenes en Teherán pero no prestan igual aten-ción al hecho muchísimo más grave de que, para apresarlos, el Estadoiraní violó la soberanía territorial del Estado norteamericano y lesionó suhonor al desconocer la inmunidad del personal diplomático; los nortea-mericanos prestan enorme atención a los casos individuales de represióno liberación —Huber Matos, el bailarín Godunov, el derecho del sha a lapiedad humana— pero ignoran la suerte colectiva de naciones —Irán, Nica-ragua, Cuba, Angola, Vietnam— cayendo así en la paradoja de un Estadoimperial que se moviliza para salvar vidas concretas y queda indiferenteante la pérdida de naciones enteras.

El segundo punto afirma que se debe esperar distintos niveles deconducta de los países en materia de derechos humanos según hayasido su tradición política y según hayan recibido mayor o menor ayuda

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norteamericana en el pasado. Por aquí se introduce la distinción concep-tual que, debidamente desarrollada, desembocará en la contradicciónviviente según la cual la política de los derechos humanos castiga a losamigos y perdona a los enemigos. Naturalmente, los países con una tradi-ción más noble en materia de derechos humanos son occidentales. La con-clusión práctica del punto dos, entonces, es que un abuso en la Argentinaes más importante que mil abusos en Indonesia o en Vietnam (…). La polí-tica de derechos humanos se aplica especialmente a los países de tradi-ción occidental y a los que, no siendo occidentales, se hayan aproximadoa Occidente. A los amigos, en suma (…)

El cuarto punto incluye como un factor significativo en la determi-nación del mayor o menor énfasis que los Estados Unidos pondrán en supolítica de los derechos humanos al grado de influencia que tengan en lassituaciones que denuncien. Con otras palabras: ¿a qué denunciar las vio-laciones en la Unión Soviética, si allí la influencia norteamericana es nula?Hay que hacerlo en aquellos países que tienen en cuenta, por una razón opor la otra, la opinión de los norteamericanos. Otra vez, por supuesto,los países amigos (…)

Ante la existencia de estos puntos o premisas, resulta casi inevita-ble que el Cono Sur resulte un área privilegiada del mundo para la recep-ción de las presiones. Los países totalitarios no son influenciables…¿a qué presionarlos? En su mayoría no pertenecen además a la culturaoccidental, por lo tanto no es de esperar de ellos una conducta elevada enla materia (…) ¿Qué queda? ¿Cuáles son las naciones a la vez occidentales,amigas, influenciables y exentas de instituciones electorales? Chile, laArgentina, Uruguay… La política de derechos humanos es un principioplagado de excepciones que salva sus apariencias en el Cono Sur (…)

No sólo nos tocó en suerte con un puñado de países pagar los pla-tos rotos de una política que no se aplica en ninguna otra parte sino tam-bién que esa política expresa la desubicación filosófica y estratégica desus formuladores. Desubicación filosófica porque la lucha por la libertady la dignidad del hombre, que es la causa histórica de Occidente como untodo, se identifica aquí con la mentalidad y la perspectiva específica de unanación filial de Occidente —joven, periférica, recién venida— que pierde devista el carácter universal de su misión de defender a una civilización quela excede. Desubicación estratégica porque incurre en el error políticofundamental de ignorar el verdadero enemigo y hostilizar al verdaderoamigo. Ningún imperio sobrevivió a esta fatal variedad del daltonismo…

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Texto de presentación de las postales para contrarrestarla «campaña antiargentina en el exterior», denominada «Argentina,toda la verdad». Revista Para Ti, Nº 2927, 14 de agosto de 1978.Al pie se consignaban las «direcciones de quienes se han hecho ecode la campaña antiargentina», entre ellos Amnesty International,Ted Kennedy, Patricia Derian, la BBC de Londres y Le Monde

Defienda su Argentina

Dijo Paris Match: «La orgía de violencia y el desenfreno de la multitud, tradi-cional en la Argentina, convierte a cada espectáculo en un motín y aun enuna guerra».

Dijo Ornella Vanoni: «La Argentina es un infierno».Dijo Le Monde: «En la Argentina los chicos no pueden caminar por

la calle. En la Argentina se mata a la gente por la calle».Son sólo algunos ejemplos de los muchos que podrían mencionarse.

Son los que sumaron sus voces para condenarnos, para agredirnos a tra-vés de una campaña antiargentina. Por esto y en respuesta a esto, hemosreemplazado nuestras fichas de cocina por estas tarjetas postales durantecuatro ediciones de PARA TI. Son para que usted participe. Para que ustedconteste personalmente a todos aquellos que nos juzgaron desde lejos ysin conocernos. Y no vamos a ir para atrás en el tiempo. Vamos a mos-trarles a la Argentina de hoy, a un país que está empeñado en defenderla paz que tanto le costó ganar. Por eso, estamos seguras de que ustedy su familia van a participar de esta propuesta con entusiasmo, con fer-vor, con el mismo apasionamiento con que el 25 de junio salimos a gritar«Argentina». Y el procedimiento es simple: elija una de las cuatro tarjetas,luego una de las direcciones que damos al pie de esta página. Ponga sunombre y dirección, el nombre y la dirección del destinatario, una estam-pilla y échela al buzón. Defendamos a nuestro país, salgamos tambiénnosotros a hacer nuestra campaña argentina. Que los escritorios de losque nos castigaron se llenen de estas imágenes para que sepan que elpueblo argentino sabe responder con la verdad, con toda la verdad.

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Publicaciones periodísticas sobre la visita de la CIDHen la sociedad argentina

Artículo de Mariano Grondona: «Derechos y humanos»publicado con el seudónimo de Guicciardini enel Cronista Comercial, 12 de septiembre de 1979

«DERECHOS Y HUMANOS(…) El viernes 7, la alegría en las calles y Videla en el balcón después

de la victoria argentina en Japón se constituían en un hecho político al res-ponder, como en 1978, al desafío contra nuestra imagen. Era decir otra vez:aquí estamos. Se lo decíamos otra vez al mundo a través de la ComisiónInteramericana de Derechos Humanos (CIDH) que iniciaba precisamenteen ese día sus actividades.

La reafirmación de nuestro ser y nuestro acontecer frente a la cam-paña externa ha de tener efectos políticos y merecerá un examen especí-fico; digamos mientras tanto, sin embargo, que la acción de la CIDH vieneprecedida por antecedentes que no permiten un gran optimismo en cuantoa la objetividad de sus conclusiones (…) Lo que mueve a cautela acercadel futuro contenido de este informe es el clima general de la campaña porlos derechos humanos.

(…) Porque ese clima está, creemos, viciado por gruesos erroresdoctrinarios.

(…) Habría que distinguir entre aquellos problemas de derechoshumanos que, con mayor o menor gravedad, se dan en todos los paísesdel globo sin configuran empero una situación totalitaria, opresiva, y aque-llos otros casos en que un derecho humano no es violado por un abusoo un error sino como consecuencia inevitable del sistema político envigencia. (…) en vez de concentrarse en la denuncia de los gobiernostotalitarios, los militantes de los derechos humanos se concentran en losregímenes militares antitotalitarios.

De ahí viene esta pregunta: ¿por qué a nosotros? ¿Por qué no enCuba, por ejemplo? El solo hecho de que la CIDH esté aquí y no en LaHabana es, ya, toda una definición. Una definición negativa, por supuesto.

(…) hay que evitar la escalada represiva porque las democraciasoccidentales deben saber que no podrían extirpar el terrorismo sinnegarse a sí mismas; que, por lo tanto, tienen que prepararse para tole-rarlo y convivir con él. Esta es la conclusión práctica a la cual conducen

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los errores doctrinarios inventariados en este artículo. Por evitarlos porobrar de otra manera, por creer que el derecho a la seguridad es underecho humano que el Estado debe proteger, los argentinos recibimoshoy la vista de la CIDH. Esto es lo malo. Que están aquí precisamenteporque somos derechos y humanos.»

«Los contrastes de la Argentina», diario Clarín,9 de septiembre de 1979

«¿Cuál es la Argentina real? ¿Aquella alegre y festiva o esta triste yreclamante?

O acaso esa otra afligida por los sueldos y los precios? (…) laMañana tibia del final del invierno se estremeció con los goles argentinosen Tokio. Las calles fueron una fiesta protagonizada, en gran medida, porlos estudiantes secundarios, que llenaban de ruido la ciudad con bombosy estribillos. Esos contigentes frenéticos desembocaron en la Plaza deMayo y reclamaron la presencia del presidente de la Nación. Por segundavez en lo que va su mandato, el general Videla salió al balcón de la CasaRosada a saludar (…) Sucede que Videla ignora que esa actitud, comúny corriente en otros países, en la Argentina tiene un sentido político dis-tinto. Ese balcón, ese casa, esos saludos fueron un poco el símbolo delestilo de Perón (…) En algún momento, esas manifestaciones de alegríase confundieron, en la Avenida de Mayo, con los familiares de los desapa-recidos que hacían cola frente a la sede de la OEA para formular denun-cias. El contraste nunca fue más nítido.»

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Introducción a la entrevista que Renée Sallas y Osvaldo Lebosole realizaron a Adolfo Pérez Esquivel cuando se le concedióel Premio Nobel de la Paz. Revista Gente, 2 de noviembre de 1980

Entre las preguntas que le formularon se cuentan si «como argentino nole ha llamado la atención que la campaña antiargentina en Europa ha hechohincapié exclusivamente en esa bandera demagógica» (el «derecho de lasmadres a buscar a sus hijos»), si «no cree que lo que los argentinos vivi-mos hoy es consecuencia de los malos gobiernos elegidos por el pue-blo», si «su movimiento defiende sólo las víctimas de la izquierda» y si «com-batiría acaso a la violencia terrorista ofreciendo la otra mejilla».

¿Por qué ahora, por qué Argentina, por qué a él? Es como el fin de unailusión. ¿Una ilusión infantil? Sí, lo admito. Será por eso que uno llora tantosu muerte. Pero antes, cuando a uno le encargaban una nota a un PremioNobel, lo sentía como un privilegio (…) Uno sentía miedo y admiraciónfrente al entrevistado. Porque el galardón premiaba siempre una brillante,conocida, respetada, insospechada trayectoria. La trayectoria de un hom-bre que servía de modelo, que incitaba a la imitación (…). Con el tiempo,el prestigio de los Nobel fue decayendo. Los nombres que aparecían nosmovían a sorpresa y desconcierto. Al parecer, empezaron los tiemposen que los Nobel premiaban más una causa, una ideología o un movi-miento, que la trayectoria de un candidato. ¿Se convirtieron también enun instrumento? (…)

Y ahora, precisamente el lunes 13 de octubre, la ilusión sufrió ungolpe de muerte: un argentino, Adolfo Pérez Esquivel, 49 años, profesorde Bellas Artes, creador y director del Servicio Paz y Justicia en AméricaLatina, recibe el Premio Nobel de la Paz 1980. ¿Cómo es posible que unargentino tan brillante se nos haya escapado a muchos hasta ahora? Rápi-damente se recurrió a los archivos en busca de antecedentes, datos delpremiado. Pero el desesperado intento, finalmente, resultó inútil. Porquecomo muy bien lo dijo el propio Pérez Esquivel a los periodistas que inva-dieron su filial de México 479 en la Capital: El premio no pertenece a unapersona, sino a un movimiento.

Un movimiento que, según el comité noruego del Premio Nobel tienecomo objetivo trabajar para la promoción de los derechos fundamenta-les, basándose exclusivamente en métodos no violentos.

Y el mismo Pérez Esquivel, en una entrevista telefónica que le hicie-ron desde Suecia a las pocas horas de conocida la designación, seencargó de hacer precisiones.

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La cosa está tranquila aquí —respondió— pero con muchos proble-mas aún por solucionar. Por ejemplo, el problema de los detenidos sincausa ni proceso, el problema de los desaparecidos. Y como otro perio-dista insistiera en el mismo tema, Pérez Esquivel agregó: Las madres dela Plaza realizan un trabajo muy importante en busca de sus hijos. Y hayque ver cómo crecieron espiritualmente a través de un trabajo polémico.

Todas banderas que los argentinos conocemos muy bien, porqueen ellas se basó, ciegamente, parcialmente, selectivamente, la campañaantiargentina desatada en el mundo.

¿Qué se quiso premiar con este Nobel de la Paz? Mejor dicho, ¿quése quiso censurar, reprochar? (…) Sus respuestas tampoco ayudan a acla-rar el interrogante: esquivo, hábil, firme en su convicción de no apartarsede sus esquemas, de sus frases, de sus muletillas, Pérez Esquivel se refu-gia en los Evangelios y en su condición de cristiano amante de la no-vio-lencia, para responder toda pregunta molesta.

De cualquier manera, la ilusión ha muerto. El premio instituido porel inventor de la dinamita para aquellos que han hecho lo más y lo mejorpor la obra de la fraternidad de los pueblos ha perdido su prestigio. Suaura casi sagrada. Su altísimo nivel. Ya no nos sirve como incentivo, comoestímulo para imitar a los mejores. A los grandes. El premio ya tiene som-bras. Ya no es insospechado.

Ejes y sugerencia de actividades

• Distinguir los comportamientos que adoptaron diferentes medios deprensa y periodistas durante el período de la dictadura militar, en elmarco de una reflexión sobre las responsabilidades de la sociedad civil.

• Identificar cómo bajo condiciones semejantes, hubo comportamien-tos disímiles por parte de medios y periodistas.

• Obtener elementos de juicio acerca de la cuestión de la informaciónque estaba o no disponible para el conjunto de la población en mate-ria de violaciones a los derechos humanos.

Sobre los documentos

• Analizar la primera parte de la llamada Cadena Informativa para esta-blecer cuestiones tales como: cuáles son las fuentes de las que se valeRodolfo Walsh; cuándo las identifica con nombre y apellido y cuándono. Qué tipo de reinterpretación efectúa de la información oficial y

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cómo justifica las conclusiones que obtiene de ella; por qué afirmaque «el Terror se basa en la incomunicación».

• James Neilson, uno de los directores de The Buenos Aires Herald, explicóen un reportaje que para ampliar el margen de lo publicable utilizabael recurso de «camuflarse». «Para criticar a los militares —expresó—fue necesario asumir la postura de alguien que simpatizaba con el Pro-ceso y compartía sus objetivos, como una necesidad táctica de com-placerlos en ciertos aspectos para poder seguir protestando por lasviolaciones de los derechos humanos». Leer detenidamente las dosnotas editoriales de este diario y señalar qué oraciones parecen obe-decer a esa estrategia concesiva y cuáles frases expresan lo que elHerald tiene realmente interés en resaltar.

• Identificar los recursos discursivos que utilizan los periodistas para«informar» acerca del Premio Nobel de la Paz a Adolfo Pérez Esqui-vel, sobre qué datos y fuentes se basan, cómo incluyen sus propiasopiniones, cómo interpelan al lector.

Para investigar

• Investigar y evaluar las condiciones de producción, circulación yconsumo que tuvieron las diferentes notas periodísticas. ¿Cuáles deellas les parece que durante la dictadura resultaban más «creíbles»?¿Por qué? ¿Cuáles de ellas resultan hoy más «creíbles»? ¿Por qué?

• Indagar qué medios de comunicación tuvieron protagonismo durantela dictadura en nuestra localidad. Identificar cuál era el discurso delos mismos. Seleccionar un hecho en particular que haya sido rele-vante en la comunidad y comparar cómo fue cubierto por los medioslocales, provinciales o nacionales.

• Elegir una cobertura de los medios sobre alguna noticia, por ejemplo,la visita de la CIDH. Los alumnos preguntarán en sus casas a padres,abuelos, tíos o vecinos cómo recuerdan. En clase, se relacionarán estasmemorias con los artículos de prensa que contaron la noticia. ¿Quéimportancia tuvo para los medios? ¿Cómo fue narrado el aconteci-miento? ¿Qué opiniones tuvieron los periodistas? ¿Qué opinionestienen los padres y abuelos de los alumnos?

Para pensar

¿Cuál es el rol que cumplen los medios hoy? ¿Cuál es el compromisocon las problemáticas del presente? ¿Cuál es el tipo de información que seprivilegia y cuáles son desplazadas de los grandes medios? ¿Cuáles son hoylas alternativas a los grandes medios para informar diferente?

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Bibliografía sugerida

ALIBERTI, Eduardo, El archivo de la década/2. La dictadura, Quatro, BuenosAires, 1987.

BLAUSTEIN, Eduardo y Martín Zubieta, Decíamos ayer. La prensa argentina

bajo el Proceso, Colihue, Buenos Aires, 1998. CASCIOLI, Andrés, La revista Humor y la dictadura, Ediciones Musimundo,

Buenos Aires, 2005.DÍAZ, César L., La cuenta regresiva: la construcción periodística del golpe de

Estado de 1976, La Crujía, Buenos Aires, 2002.GABETTA, Carlos A. y Sergio JOSELOVSKY, «Miseria de la prensa del Proceso»,

serie de notas aparecidas en la revista Humor, Nº. 124 al 132, BuenosAires, marzo a julio de 1984.

GREGORICH, Luis, «La prensa durante el proceso: un testimonio», en RIVERA,Jorge y Eduardo ROMANO, Claves del periodismo argentino actual,Tarso, Buenos Aires, 1987.

MURARO, Heriberto, «La comunicación masiva durante la dictadura mili-tar y la transición democrática en la Argentina, 1973-1986», en LANDI,Oscar, Medios, transformación cultural y política, Legasa, Buenos Aires,1987.

SIDICARO, Ricardo, La política mirada desde arriba. Las ideas del diario

«La Nación» (1909-1989), Sudamericana, Buenos Aires, 1993. TERRERO, Patricia, «Comunicación e información por los gobiernos autori-

tarios: el caso de Argentina», en AA.VV., Comunicación y democracia

en América Latina, Clacso/Desco, Lima, 1982. VERBITSKY, Horacio, Walsh y la prensa clandestina, de la Urraca, Buenos

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La Rosa Blindada, Buenos Aires, 2000.

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Cine argentino y dictadura

Por Mariana Amieva, Gabriela Arreseygor,Raúl Finkel y Samanta Salvatori

Del cine militante a la censura y represión

Si bien el 24 de marzo se ha constituido como fecha emblemática paracomenzar a hablar de la dictadura militar, lo cierto es que resulta inevita-ble remitirnos al período previo para poder comprender y preguntarnosel porqué de los hechos. Indagar sobre las prácticas autoritarias vividas enla Argentina durante los años 60 y 70, las transformaciones en el planopolítico con el surgimiento de nuevas organizaciones, el arte como espaciode acción política, las disputas y tensiones entre diferentes proyectos eco-nómicos, etc., permite comprender al golpe de Estado de 1976 no comoun hecho aislado sino como parte de un proceso en clave con los gobier-nos autoritarios anteriores. Y el cine argentino no fue ajeno a las transfor-maciones de aquella época: es en esos años que se gestaron las bases de uncine político que, si bien fue alcanzado por la censura y represión, dejó sushuellas en el mundo del cine y hoy en día se constituye como referente paramuchos jóvenes realizadores. Es en este sentido que, al reflexionar sobrelas narrativas de la última dictadura militar, partimos de ese cine políticoque, a través de sus producciones, nos ayuda a comprender cuál fue la mag-nitud de las transformaciones del propio cine durante el gobierno militar,por qué fue importante para las FFAA gestar nuevos discursos funciona-les a los objetivos del golpe, y también apropiarse de este espacio comoherramienta para la difusión de ciertos valores.

Las películas producidas en este pasado —previo y durante la dicta-dura— nos ayudarán a comprender aquella época y pueden revelarnos aspec-tos que quizás no encontremos en las fuentes tradicionales de que se vale lahistoria, sobre todo si pensamos en al cine como un documento. Pero tam-bién estas películas pueden resultar enriquecedoras para reflexionar sobre

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el presente, entendiendo que todo film es parte de una historia donde enla propia obra de arte se enlazan el pasado y presente.

Los primeros pasos del cine político

Durante los años 60 comenzó a vislumbrarse en América Latina laemergencia de un cine que intentaba ensayar una mirada renovadora, tantoen la ruptura con las formas tradicionales de entender y hacer cine (esté-tico-burguesas de Hollywood, por decirlo de alguna manera), como en elcompromiso político con los cambios que se iban gestando en el conti-nente. El objetivo era mostrar una lectura histórica de la sociedad que seenmarcara en un acto de denuncia contra la opresión o la desinformación,para instruir, sensibilizar y sublevar al espectador.

Una de las primeras experiencias se realizó de la mano de FernandoBirri, quien de regreso a la Argentina, e influenciado por el neorrealismoitaliano, en 1957 funda en Santa Fe el Instituto de Cinematografía de laUniversidad del Litoral1 con la idea de experimentar un cine «realista, popu-lar y crítico». La propuesta tuvo gran impacto y prontamente su influen-cia marcó el fundamento teórico y práctico a partir del cual sería posibleun trabajo cinematográfico más concreto y politizado2. De las produccionesrealizadas por Birri y su equipo en esos tiempos, el mediometraje Tire dié(Fernando Birri, 1958) fue el más reconocido e innovador; para muchosestudiosos, representa quizás el primer film político de Latinoamérica.La película recorre datos estadísticos e imágenes del poderío económico dela ciudad de Santa Fe hasta llegar a los asentamientos en las «afueras» de estedesarrollo industrial, expresando de manera sencilla y sin grandes preten-siones las contradicciones de la sociedad argentina de aquellos años.

Con Tire dié, el objetivo no era solamente mostrar esa realidad con-movedora de los niños pobres corriendo al costado del tren, gritando «tiredié» a la espera de una moneda del pasajero sensibilizado, sino denunciaresa situación que se ocultaba, silenciada o negada por gran parte de la socie-dad. Rompiendo con la dicotomía cine de elite/ cine popular de los años50, Birri pensó en un cine que debía documentar el subdesarrollo en laArgentina y en América Latina y, al hacerlo, apostó a una crítica del pre-sente. Pero también este cine buscó otra función: afirmar los valores«positivos» de la sociedad. En palabras del cineasta: «(…) los valores del pue-blo, su reserva de energías, su trabajo, su alegría, sus luchas, sus sueños.

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1. Posteriormente muy conocida como la «escuela de cine documental de Santa Fe», durante la dic-tadura fue clausurada por «subversiva».

2. Peter B. Schumann, Historia del cine latinoamericano, Legasa, Buenos Aires, 1987.

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La consecuencia —y la motivación— del cine documental social: el cono-cimiento, la conciencia, el tomar conciencia de esa realidad. La problema-tización. El cambio: de la subida a la vida. Conclusión: enfrentarse a la rea-lidad con la cámara y documentarla, documentar el subdesarrollo. El cineque se hace cómplice del subdesarrollo es un subcine» 3.

Años más tarde, durante el gobierno militar de Juan Carlos Onga-nía (1966-1970), Fernando Solanas y Octavio Getino realizaron el filmLa hora de los hornos. Sin duda, influenciados por la obra de Birri, Sola-nas y Getino instalaron la necesidad de redefinir tanto la forma de hacercine como la función de los cineastas en las sociedades latinoamericanas.Unidos a los objetivos de la renovación continental, La hora de los hor-nos explicitaba sin mayores eufemismos la denuncia contra el neocolo-nialismo en Latinoamérica, presentando a su vez, un llamado a la acciónrevolucionaria.

Catalogada por muchos como ensayo político-cinematográfico, La horade los hornos consta de cuatro horas y media de material de diferentes fuen-tes: imágenes documentales, entrevistas, estadísticas y fragmentos de cor-tometrajes. La película está dividida en tres partes independientes que, asu vez, completan una unidad. La primera parte, «Neocolonialismo y vio-lencia» (95 min.), nos habla de la historia de la dependencia de la Argen-tina, analizando las formas y métodos de este proceso. La segunda parte,«Acto para la liberación» (120 min.), relata la historia argentina desde 1945hasta 1966, prestando especial atención a las limitaciones del activismoespontáneo. Finalmente, «Violencia y revolución» (45 min.), es un clarollamado a la praxis revolucionaria para la transformación de las estructu-ras capitalistas y la erradicación definitiva del neocolonialismo.

Después de finalizada la película, Solanas y Getino, junto con GerardoVallejos y Egdardo Pallero, fundaron el Grupo Cine de Liberación, el cualcontó con un manifiesto llamado Hacia un tercer cine. Allí se sentaron lasbases para un cine que se definía en oposición al cine de Hollywood (Pri-mer Cine) y que proponía superar los límites con que se entendía al «cinede autor» (Segundo Cine). En el manifiesto se expresaba: «El hombre delTercer Cine, ya sea desde un cine-guerrilla o un cine-acto, con la infinidadde categorías que contienen (cine-carta, cine-poema, cine-ensayo, cine-panfleto, cine-informe) opone, ante todo, al cine-industria, un cine arte-sanal; al cine de individuos, un cine de masas; al cine de autor, un cine degrupos operativos; al cine de desinformación colonial, un cine de infor-mación; a un cine de ovación, un cine que rescate la verdad; a un cine pasivo,un cine de agresión; a un cine institucionalizado, un cine de guerrillas;

3. Publicado en Fernando Birri, La Escuela Documental de Santa Fe, Argentina, Documentos delInstituto de Cinematografía de la Universidad del Litoral, Santa fe, 1964.

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a un cine de espectáculo, un cine de acto, un cine de acción; a un cine de des-trucción, un cine simultáneamente de destrucción y construcción (…)»4.

Para el Grupo Cine de Liberación, esta nueva forma de hacer cineapuntaba también a transformar la relación entre la película y el especta-dor, asignándole a este último un rol activo. Pero ¿quiénes eran esos espec-tadores? No se pretendía encontrar al público interesado en las salas comer-ciales. Las películas se proyectaban en los barrios, en reuniones sindicales,en asambleas de organizaciones políticas y estudiantiles, con el fin de inter-pelar directamente a los espectadores, completándose de esta manera la ideade un cine militante, «aquel que se asume integralmente como instrumento,complemento o apoyatura de una determinada política y de las organiza-ciones que la llevan a cabo».

En esos años, fue madurando la opción del grupo por el MovimientoPeronista. Esa adhesión (sobre todo hacia los sectores más radicalizados),la propuesta revolucionaria del film y la voluntad explícita de inscribirloen las estrategias de lucha por el poder llevaron —en la coyuntura argen-tina de esos años— a la utilización de un circuito de exhibición constituidopor organizaciones populares. Y debido al contexto de represión que se vivíaen aquel entonces, se estableció una forma clandestina de circulación delas películas.5

Durante 1971, el Grupo Cine de Liberación rodó en España dos largo-metrajes documentales que consistieron en largas entrevistas a Juan DomingoPerón: «Actualización política y doctrinaria para la toma del poder» y «Perón,la revolución justicialista», producciones que afianzaron las ideas de un cinemilitante.

Paralelamente, y al calor de los acontecimientos políticos que vivía laArgentina, surgieron otros grupos de cineastas que, desde la izquierda, sos-tenían la idea de crear un cine que se correspondiera con los ideales revo-lucionarios. Con varios puntos de contactos con el Grupo Cine de Libera-ción se fundó el Grupo Cine de la Base, liderado por el cineasta RaymundoGleyzer. En un principio, Gleyzer se vinculó al PRT-ERP (Partido Revolu-cionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo), filmandodos documentales (Comunicados Cinematográficos ERP Nros. 2, 5 y 7,1972) que mostraban el accionar político del ERP. Cuando el partido disol-vió sus iniciativas culturales, Gleyzer formó, en 1973, junto con el realiza-dor Álvaro Melián, el sonidista Nerio Barberis y otros intelectuales, Cinede la Base, un colectivo que, sin pertenecer directamente al PRT, no se

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4. Cita extraída de Peter B. Schumann, op. cit.5. Sobre los circuitos de exhibición del Grupo Cine de Liberación, véase Mariano E. Mestman, «La

exhibición del cine militante. Teoría y práctica en el Grupo Cine Liberación (Argentina)», en:http://www.docacine.com.ar (consultado marzo de 2009)

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desvinculó totalmente de los fines políticos. El objetivo inicial era respon-der a los problemas de distribución y exhibición, es decir, la idea era quelas películas llegaran a diferentes sectores, que se exhibieran en los barrios,en las villas, en las universidades y que acompañaran una discusión abierta.El sonidista Nerio Barberis recuerda en una entrevista: «La gente nos lla-maba mucho porque era difícil juntar a cincuenta personas para despuéstratar de hacer política. Y el cine era maravilloso; vos ponías un aviso enuna villa: hoy película, y juntabas 150 personas.» 6

Uno de los films más significativos de aquel momento fue Los trai-dores (1973) de Raymundo Gleyzer. Si bien fue un largometraje ficcional,devino en un gran relevamiento documental de la burocracia sindical. Apartir de este film, el grupo se planteó la posibilidad de extender sus acti-vidades de exhibición y debate hacia el campo de la producción. Posterior-mente, se filmó Me matan si no trabajo y si trabajo me matan (1974), uncortometraje sobre la huelga de trabajadores metalúrgicos de la fábricaINSUD, ubicada en la zona oeste de Buenos Aires, que reclamaban pormejores condiciones de trabajo y el fin de las intoxicaciones de plomo enla sangre, cuestión que provocaba la muerte de los obreros enfermos porsaturnismo.

En toda la producción de Raymundo Gleyzer quedó claramenteimpreso su ideario revolucionario. Sus palabras lo refuerzan: «Cuando sos-tenemos la posición de que el cine es un arma, muchos compañeros nosresponden que la cámara no es un fusil, que esto es una confusión, etc. Ahorabien, está claro para nosotros que el cine es un arma de contrainformación,no un arma de tipo militar. Un instrumento de información para la base.Este es el otro valor del cine en este momento de la lucha (…). Es así comonosotros entendemos que el cine es un arma».7

Durante la llamada primavera camporista (en 1973), algunas pelícu-las de los cineastas vinculados al cine político pudieron ser estrenadas porfuera de la clandestinidad. Se produjo la exhibición de La hora de los hor-nos, Operación Masacre (Jorge Cedrón, 1972), Informes y testimonios (grupode directores de La Plata, 1973), entre otras. Hasta los productores comer-ciales se animaron a acercarse al espíritu del cine militante con films basa-dos en problemáticas hasta entonces poco exploradas por este ámbito,como La patagonia rebelde (1974) o Quebracho (1974), entre otras.8

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6. Entrevista realizada por Santiago García en Revista El amante, 10/06/2000.7. Fernando Martín Peña y Carlos Vallina, El Cine Quema: Raymundo Gleyzer, Ediciones de la Flor,

Buenos Aires, 2000.8. Fernando Martín Peña, «Cine militante en la argentina. Luz, cámara y acción política» en: Revista Ñ,

Clarín, Buenos Aires, 20/06/1999.

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El cine durante la dictadura militar

Después de tanta renovación, todo fue acallado. A partir de 1976, conlos militares nuevamente en el poder, la censura, la represión, el exilio yla desaparición de cineastas despejaron el camino para que un cine cóm-plice de los fines e intereses del gobierno militar dominara la cartelera deestrenos nacionales. Octavio Getino, Fernando Solanas, Humberto Ríos,Gerado Vallejos, Lautaro Murúa, Jorge Cedrón, entre otros, tuvieron queexiliarse en el exterior. Y Raymundo Gleyzer, Pablo Szir y Enrique Juárezfueron secuestrados y continúan hoy desaparecidos.

Las FFAA se interesaron en fomentar una producción de películas quemejorara su imagen ante la sociedad y contrarrestara el primer impactoque las informaciones «filtradas» en medios del exterior pudieran causar.En función de este objetivo, los films fueron minuciosamente elegidos yapoyados —a través de subsidios y premios— por el Instituto Nacional deCine (INC), que en aquel entonces se encontraba intervenido. Mientrastanto, la censura del Ente de Calificación Cinematográfica (con la pecu-liar figura de Miguel Paulino Tato y sus sucesores) completaba el discipli-namiento. Para un mejor análisis, podemos establecer algunos tópicos quenos ayuden a caracterizar al cine de ese momento. Sergio Wolf 9 planteaque existía una compulsión a narrar historias sobre facciones enfrentadas,donde el objetivo era exterminar la diferencia, eliminar al «otro». Estosgrupos, a veces, se representaban identificándose con alguna de las FFAA,como en Los drogadictos (Enrique Carreras, 1979) o en Dos locos del aire(1976) y Brigada en acción (1977), realizadas estas últimas por «Palito»Ortega, quien en esos años desarrolló su —corta pero por nosotros recor-dada— carrera de director. Cuando se trataba de grupos de tareas en dondela misión era «pacificar el país», la identificación se tornaba difusa. Asílo podemos ver en La aventura explosiva (de Orestes Trucco, 1977) o enLos superagentes biónicos (de Mario Sábato, bajo seudónimo de AdriánQuiroga, 1977), película que pertenece a la larga serie de Los Superagentes«Delfín», «Mojarrita» y «Tiburón». También «la figura quirúrgica del cuerpoenfermo y la del país como establecimiento a reformar» fueron imagina-rios plasmados en films del tipo de Y mañana serán hombres (Carlos Bor-cosque, hijo, 1979), Desde el abismo (Fernando Ayala, 1980) y El bromista(de Mario David, 1981).

En general, la producción cinematográfica durante la dictadura no dis-minuyó en cantidad, aunque se vio colmada de comedias ligeras o que apun-taban a enaltecer los valores familiares, religiosos, del trabajo y el orden.

9. Sergio Wolf (comp.), Cine argentino, la otra historia, Letrabuena, Buenos Aires, 1992, p. 279.

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La lista es amplia y contaba con gran apoyo por parte de las FFAA. Apenasa un mes de asumida la intervención del INC por el capitán de fragata JorgeE. Bitleston, declaraba que se proponía apoyar «a todas las películas (nacio-nales) que exalten los valores espirituales, morales, cristianos, e históricoso actuales de la nacionalidad, o que afirmen los conceptos de familia, deorden, de respeto, de trabajo, de esfuerzo fecundo y de responsabilidadsocial, buscando crear una actitud popular optimista para el futuro, evi-tando en todos los casos escenas o diálogos procaces».10

Por otro lado, no debemos olvidar que también existió, por parte dealgunos cineastas, el intento de denunciar la situación que se vivía en laArgentina. Mediante un estilo metafórico, el encierro, las desapariciones yel miedo lograron una representación en clave. Fue así como José Martí-nez Suárez realizó Los muchachos de antes no usaban arsénico (1976);Sergio Renán, Crecer de golpe (1977), con libro de Haroldo Conti; y Alejan-dro Doria, La isla (1979) y Los miedos (1980). Por su parte, Adolfo Arista-rain realizó dos films que posteriormente lo consagrarían como uno delos directores más importantes de los años 80: Tiempo de revancha (1981)—la rebelión de un individuo ante una gran corporación puede proyectarsea la relación con un Estado policial— y Últimos días de la víctima (1982),alusión al ocaso del gobierno militar. Éstos serían la antesala de Un lugaren el mundo (1991), donde años más tarde dejará plasmada la herencia deaquellos años de horror.

Desde el exilio, la situación no era más fácil. Quienes debieron irseencontraron poco respaldo (principalmente económico) en el exterior. Sinembargo, se realizaron algunos films que condenaban la situación argen-tina. El Grupo Cine de la Base, en Lima (Perú), después de la desapariciónde Raymundo Gleyzer, realizó Las tres A son las tres armas (1977). Basadaen la carta a la Junta Militar escrita por Rodolfo Walsh, sus autores la cali-ficaron como cortometraje de «denuncia de la resistencia cultural en el exi-lio». Durante el Mundial de Fútbol del 78, mientras Sergio Renán daba unpaso en falso en su carrera con La fiesta de todos 11, ochenta copias del cortofueron distribuidas y pasadas en los canales de televisión de todo el mundo.Después de Las tres A son las tres armas, Cine de la Base se disolvió. Para susintegrantes, el grupo ya no tenía sentido: «Desde afuera, no se habla más.Se habla desde adentro y si no estamos adentro no hablamos».

También se realizaron otros documentales con estos fines: en 1977, JorgeGiannoni (fundador de la cinemateca del Tercer Mundo en la Universidad

10. Cita extraída de Judith Gociol y Hernán Invernizzi, Cine y dictadura. La censura al desnudo, CapitalIntelectual, Buenos Aires, 2006, p. 43.

11. Estrenado en 1979, este film rememora el campeonato mundial de fútbol realizado en nuestro país,y el triunfo de la selección argentina.

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de Buenos Aires y que perteneció al Grupo Cine de la base) realizó La vacasagrada, un film que trataba sobre las dictaduras militares en la argentina.Y en México, Humberto Ríos filmó, en 1979, Esta voz entre muchas, undocumental que recogía reflexiones y denuncias de los exiliados argenti-nos. Por su parte, Jorge Cedrón, exiliado junto con su familia en París, rea-lizó el documental Resistir (1978), sobre la agrupación Montoneros, basadoen una entrevista a Mario Firmenich. Un año después, Cedrón falleció enParís, en circunstancias que nunca se aclararon.

Acercándonos al declive del gobierno militar, la situación ya era dife-rente, y el cine argentino comenzó a navegar por los quiebres del régimen.En 1982, inspirados en la experiencia de Teatro abierto, se proclama Cineabierto. La modalidad de trabajo fue exhibir films que durante muchotiempo habían sido prohibidos, además de la difusión de debates en tornoal pasado y el futuro del cine en la Argentina.

Ese mismo año, se presenta Los totos, la primera obra del colectivoCine Testimonio, formado por Marcelo Céspedes, Tristán Bauer, SilviaChanvillard, Martín Choque y otros. Este fue el puntapié inicial para elrevivir del cine documental en la Argentina que, hasta hoy en día, cuentacon importante producciones que apuntan a problematizar críticamentela realidad social y a reflexionar sobre el pasado de la dictadura militar enArgentina.

Para el aula: materiales de trabajo y sugerencia de actividades

Ejes y sugerencia de actividades

• Reflexionar sobre las diferentes formas de representación audiovi-sual de la realidad en el contexto de la dictadura militar.

• Indagar en las transformaciones políticas, sociales y económicas deese período.

• Distinguir y analizar las diferentes actitudes y roles que asumió lasociedad frente a los momentos de censura y represión.

• Analizar la trama de complicidades entre la sociedad civil y las FFAA. • Reflexionar sobre el silencio o la denuncia política como forma de

resistencia.

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1. Tiempo de revancha

Ficha técnicaDuración: 112 min. Color. Aries Cinematográfica.

Rodaje: mayo/julio 1981. Estreno: 30 de julio de 1981.Director: Adolfo Aristarain.

Productores: Héctor Olivera y Luis O. Repetto.Libro: Adolfo Aristarain.

Protagonistas: Federico Luppi (Pedro Bengoa),Haydée Padilla (esposa de Bengoa), Ulises Dumont (Bruno di Toro),

Julio de Grazia (abogado Larsen), Rodolfo Ranni (gerente).

Cuenta la historia de un trabajador (llamado Pedro Bengoa) especializadoen explosivos, que oculta su pasado sindicalista para acceder a un puestoen una compañía constructora perteneciente a un poderoso grupo finan-ciero. Su trabajo de campo en una cantera lo hace conocedor de las irre-gularidades que comete la compañía, poniendo en peligro la vida de los tra-bajadores. En la cantera conoce a un compañero que planea simular unaccidente y cobrar una indemnización por mudez. Bengoa pasa por variasposturas con respecto a la empresa y de alguna manera con respecto asu vida. Finalmente, su amigo muere, y él llevará el plan hasta las últimasconsecuencias.

Sobre la película

En esta historia de ficción se expresa un clima de época, filmada repre-sentando a una Argentina tal como era en 1981 (afirmación sostenidaen todos los objetos del entorno —autos, edificios, ropa, peinados, mobi-liario— y en las imágenes de Buenos Aires «actuales» al momento de la fil-mación), la película despliega una serie de sentidos, ideas y sensacionesque dan cuenta de los supuestos con que funcionaba la sociedad de aquellosaños. Indagar en los siguientes aspectos:

• El abandono de la actividad política por parte de los trabajadores.• La búsqueda del anonimato para sobrevivir «sin problemas».• El poder económico y la coacción directa (ejercicio de la violencia).• Los usos del miedo como forma de disciplinamiento.• El silencio como acto de resistencia.

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Caracterizar los personajes e indagar en la posición social de cada uno. ¿Cuál es la problemática central que desarrolla la trama? Cómo se

resuelve, qué actitudes toman los personajes.En las primeras secuencias aparece la idea de que para conseguir un

trabajo hay que negar filiaciones políticas y cualquier relación con la acti-vidad sindical, ¿qué actividad política tendría el personaje principal? ¿A quéideas políticas podría haber respondido su militancia? ¿Por qué la habríaabandonado? ¿Qué sucesos lo habrían hecho alejarse de la escena política?

Indagar en las condiciones de trabajo de los obreros en la cantera ylas empresas multinacionales como nuevos protagonistas en el mercadode trabajo.

Reflexionar sobre la actitud del personaje principal ante las amena-zas recibidas. ¿De qué manera elige representar el director la resistencia dela sociedad ante la dictadura militar?

Para investigar

Buscar relatos y testimonios de trabajadores de la localidad que hayanvivido la época de la dictadura, indagar en las condiciones laborales y en lasposibilidades de expresar sus reclamos a través de los sindicatos. Pregun-tar si existieron formas de resistencia individual como colectivas. Reflexio-nar sobre la imposibilidad de expresión política y sus huellas en el presente.

Para pensar

A partir de la experiencia de la última dictadura militar, el miedo seinstaló en la subjetividad colectiva, sus huellas pueden sentirse en diferen-tes actos de la vida cotidiana y, en algunos casos, puede inhibir o condi-cionar la participación política. Proponemos reflexionar sobre cómo actúaeste miedo heredado (del pasado) —sacar— ante las propuestas de parti-cipación política y, puntualmente, cómo opera en los jóvenes: reflexionarsobre los silencios y los miedos transmitidos por los adultos, cuáles son lostemores en el presente y qué aspectos son heredados y cuáles propios delas nuevas generaciones.

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2. Las tres A son las tres armas

Ficha técnicaRealización: Grupo Cine de la Base.

Año: 1977

Tras la desaparición de Raymundo Gleyzer, el resto del Grupo Cine de laBase partió hacia el exilio. El sonidista Nerio Barberis y el realizador JorgeDenti se encontraron en Perú con el animador uruguayo Walter Tournier yel fotógrafo argentino Julio Lencina y juntos realizaron Las tres A son lastres armas. La película fue pensada como una respuesta a la dictadura yestá basada en fragmentos del texto de la Carta abierta a la junta militar,del periodista y escritor Rodolfo Walsh. En este film fueron rodadas unaspocas escenas en las que se muestra el secuestro de una periodista y luegoun grupo de personas en la intimidad de un cuarto, sugiriendo la idea declandestinidad. El resto está formado por un montaje de fotos fijas queacompañan la lectura. Propio del cine militante de aquella época, las pre-cariedades formales nos hablan de la urgencia de los tiempos políticos.

Sobre la película

Analizar las escenas de ficción que se encuentran al inicio del film:qué sensaciones transmiten, qué ideas se ponen en juego, a qué hace refe-rencia la imagen final sobre la máquina de escribir.

La película tuvo difusión en el exterior como contrapartida al rol delos medios de comunicación en la Argentina: identificar qué elementosaluden a nuestro país, quiénes se encuentran reunidos, cómo son filma-dos los rostros, qué actividad están realizando. Reflexionar sobre la pro-puesta que transmite el film sobre la actividad política —teniendo encuenta los objetivos fundadores del Grupo Cine de la Base—.

Para investigar

Analizar la carta escrita por Rodolfo Walsh y buscar datos del presente:identificar continuidades y rupturas con aquella época.

Buscar imágenes de archivo —en los medios de comunicación, diferen-tes instituciones o en sus casas— producidas en la localidad durante la dic-tadura; estas imágenes deberán tener relación con los hechos denunciadospor Walsh. Dividir en grupos y realizar, en un afiche, un montaje con las mis-mas, y debatir sobre las huellas de la dictadura en la historia de la localidad.

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Para pensar

Reflexionar sobre el vínculo entre el cine y la política en el presente.¿Todas las películas pueden ser pensadas desde esta relación? ¿Hay películasque tengan aspectos que las hacen más políticas que otras? ¿Tienen carac-terísticas particulares que las hagan distinguibles? ¿Cuáles son los temasque aborda el cine político en el presente?

Bibliografía sugerida

GETINO, Octavio, Cine argentino. Entre lo posible y lo deseable, EdicionesCiccus, Buenos Aires, 2005.

GOCIOL, Judith y Hernán INVERNIZZI, Cine y dictadura. La censura al des-nudo, Colección Claves para todos, Editorial Capital Intelectual,Buenos Aires, 2006.

MESTMAN, Mariano E., «La exhibición del cine militante. Teoría y práctica enel Grupo Cine Liberación (Argentina)», en: http://www.docacine.com.ar

——— «Postales del cine militante argentino en el mundo», en RevistaKilómetro 111. Ensayos sobre cine, Nº 2, Buenos Aires, 2005.

PEÑA, Fernando Martín y Carlos VALLINA, El Cine Quema: RaymundoGleyzer, Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 2000.

VAREA, Fernando G., El cine argentino durante la dictadura militar, 1976-1983,Editorial de la Municipalidad de Rosario, 2006.

WOLF, Sergio, «El cine del proceso, estética de la muerte», en Sergio WOLF

(comp.) Cine argentino, la otra historia, Letra buena, Buenos Aires, 1994.SARTORA, Josefina y Silvina RIVAL (eds.), Imágenes de lo real. La representa-

ción de lo político en el cine documental argentino, Libraria, BuenosAires, 2007.

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» La última dictadura militaren Argentinaen imágenes

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• 1Ocupaciónmilitar enla provinciade Tucumán.Año 1975.

• 2 | Jorge Rafael Videla y su gabinete a la Catedral. Golpe de Estado. Año 1976.

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• 3 | Represión durante dictadura. 2 de mayo de 1976.

• 4 | Quema de libros en dependencias del Regimiento de Infantería Aerotransportada 14de la ciudad de Córdoba. 30 de marzo de 1976.

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• 5 | En Comodoro Rivadavia, un tribunal militar juzga a un grupo de sindicalistas, abril de 1976.

• 6 | La represión como parte de la vida cotidiana, 17 de septiembre de 1976.

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• 7 | Frente al Ministerio del Interior una larga fila de familiares que esperan conseguirinformación sobre sus seres queridos, 12 de agosto de 1976.

• 8 | Marcha de las Madres de Plaza de Mayo frente a Casa de Gobierno. Año 1978.

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Ingreso de los jóvenes al servicio militar obligatorio durante la última dictadura militar.

• 10 | Ingreso de los jóvenes al servicio militar obligatorio durante la última dictadura militar.

• 9 | Representantes de organismos de DDHH salen de casa de Gobierno.Monseñor Jorge Novak, Lucas Orfanó, Monseñor Jaime de Nevares,Hebe de Bonafini y Adolfo Pérez Esquivel, buscan información sobre el destino de los desaparecidos. 16 de octubre de 1981.

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• 11La policía detienea miles de manifestantesen la marcha del30 de marzo de 1982.

• 12 | Leopoldo Fortunato Galtieri. Inicio de la Guerra de Malvinas. 2 de abril de 1982.

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• 13 | Soldados argentinos marchan a entregar su armamento y equipos tras la rendición.

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• 14 | En el ocaso de la dictadura, los pañuelos blancos devienen definitivamente en el símbolo indiscutido de una lucha que por muchos años va a involucrar a varias generaciones.

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• 15 | La Guerra de Malvinas estimula sentimientos patrióticos en la mayoría de la población.Una madre de la Plaza de Mayo, con su pequeño cartel, llama a no olvidarlas tragedias recientes

La última dictadura militar en Argentina

• 16 | Seguimiento de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo frente a la Gobernaciónde la provincia de Buenos Aires. La DIPBA fotografió el transcurso de la marchay la entrega de un petitorio.

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• 17 | A pesar de la presencia intimidatoria de la policia, un grupo de Madres de Plaza de Mayo,realiza la Marcha por la Vida.

• 18 | Inspección de Centros Clandestinos de Detención de la CONADEP.

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• 19 | Escrutinio de votos en el salón de Los pasos perdidos en el edificiodel Congreso de la Nación. 30 de octubre de 1983.

• 20 | Plaza de Mayo repleta de gente en la asunción de Raúl Alfonsín.10 de diciembre de 1983.

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• 21Primer díade las audienciasdel Juicio a lasJuntas Militares.

• 22 | «Arqueología de la ausencia», muestra fotográfica realizada por Lucila Quieto.

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• 23 | Cámara Federal de La Plata, Juicios por la Verdad. Año 2002.

• 24 | Archivo de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires(DIPBA). Año 2002.

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• 26 | Entrega del predio de la Escuela de Mecánica de la Armada donde funcionóun Centro Clandestino de Detención. 24 de marzo de 2004.

• 25 | Mural en homenaje a los desaparecidos en el Hospital Posadas.

En imágenes

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• 27 | Juicio al ex comisario general Miguel Osvaldo Etchecolatz por delitosde lesa humanidad. Día de la lectura de sentencia. 20 de septiembre de 2006.

• 28 | Juicio a Christian Von Wernich.Día de la lectura de la sentencia. 1º de noviembre de 2007.

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• 29 | A un año de la desaparición de Jorge Julio López. 18 de septiembre de 2007.

En imágenes

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Créditos

1. Foto Gerardo Horowitz. En: Pablo Cerolini (comp.) En negro y blanco:

fotografías del Cordobazo al Juicio a las Juntas, Secretaría de Cultura,

Presidencia de la Nación, 2006, pág. 85.

2. Foto Víctor Bugge.

3. Archivo Clarín. En: Pablo Cerolini (comp.), op. cit., pág. 97.

4. Foto Gustavo Farias. En: Pablo Cerolini (comp.), op. cit., pág. 95.

5. Archivo Associated Press, En: Pablo Cerolini (comp.), op. cit., pág. 98

6. Archivo Clarín, En: Pablo Cerolini (comp.), op. cit. pág. 107

7. Foto Jorge Sanjurjo - Archivo Crónica. En: Pablo Cerolini (comp.), op. cit., pág. 101.

8. Foto Víctor Bugge (fragmento)

9. Foto Rodolfo del Percio. En: Pablo Cerolini (comp.), op. cit., pág. 118

10. Foto CECIM- La Plata. En: María Laura Guembe y Federico Lorenz, Cruces. Idas

vueltas de Malvinas, Edhasa, Buenos Aires, 2007, pág. 25.

11. Foto: Enrique Rosito. En: Pablo Cerolini (comp.), op. cit., pág. 133

12. Foto Víctor Bugge.

13. Foto Imperial War Museum. En: María Laura Guembe y Federico Lorenz, op. cit.,

pág. 121.

14. Foto Adriana Lestido. En: Pablo Cerolini (comp.), op. cit., pág. 145.

15. Foto Becquer Casaballe. En: Pablo Cerolini (comp.), op. cit., pág. 134.

16. Archivo DIPBA, Mesa «DS» (Delincuente subversivo), Carpeta «Varios»,

Legajo 20.804, Carátula: «Concentración de madres de terroristas».

17. Foto Eduardo Longoni. En: Pablo Cerolini (comp.), op. cit., pág. 147.

18. Foto Enrique Shore. En: Pablo Cerolini (comp.), op. cit., pág. 169.

19. Archivo Clarín. En: Pablo Cerolini (comp.), op. cit., pág. 156.

20. Foto Daniel Rodríguez. En: Pablo Cerolini (comp.), op. cit., pág. 157

21. Foto Eduardo Longoni.

22. Obra realizada entre 1999 y 2001. Lucila Quieto logra atrapar con sus montajes

fotográficos un tiempo que no existe, crear momentos irreales en los que hijos

y padres separados por la muerte, el secuestro o la desaparición posan juntos

por primera vez.

23. Foto Helen Zout.

24. El Archivo de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos

Aires (DIPBA) recuperado por la Comisión Provincial de la Memoria en el año 2002

y abierto al público a partir del año 2003. En la actualidad estos documentos se

constituyen como prueba en los juicios penales que se llevan adelante contra

los responsables de los crímenes de lesa humanidad cometidos en la Argentina.

25. Foto Diego Sandstede, parte de la muestra colectiva «Paisajes de la Memoria»

de la Comisión Provincial por la Memoria.

26. Foto Ingrid Jaschek.

27. Foto Alejo Garganta Bermúdez.

28. Foto Alejo Garganta Bermúdez.

29. Foto Gerardo Dell´Oro.

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SEGUNDA PARTE

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Memorias de la dictadura(1983-2006)

Por Sandra Raggio y Samanta Salvatori

A pesar de las intenciones del último gobierno militar presidido por el

general Reynaldo Bignone para dejar en el olvido a los crímenes perpe-

trados durante el régimen y proponer una transición que imposibilitara

cualquier intento de castigo sobre los responsables, la cuestión de las vio-

laciones a los derechos humanos fue crucial para el gobierno democrá-

tico entrante. Lo sigue siendo aún hoy, a pesar de los distintos ensayos de

clausura que se intentaron tanto en el gobierno del radical Raúl Alfonsin

(1983-1989) como en los dos sucesivos del justicialista Carlos Menem

(1989-1999).

Esta persistencia en el presente de un pasado cada vez más lejano en el

tiempo, pero no por eso menos actual, demanda una explicación compleja

que sigue siendo indagada en las investigaciones académicas y en la sociedad.

Enunciaremos algunas de las dimensiones que deben tenerse en cuenta para

la comprensión de esta cuestión.

Por un lado, requiere inscribir los procesos de construcción de la memo-

ria en la densa trama de la historia del siglo XX, signada por las atrocidades

y los crímenes masivos en pleno auge de la modernidad y su promesa de pro-

greso y prosperidad. Es preciso reconocer un contexto global donde la memo-

ria se ha convertido en una especie de boom. El llamado Holocausto se ha

constituido en un tropo universal que permea en las formas de recordación

de las sociedades post traumáticas.

Por otro, este reconocimiento no implica desatender las cuestiones

particulares de cada caso nacional. Cada uno precisa de una comprensión

que dé cuenta específicamente de las condiciones políticas, sociales y cul-

turales que tuvieron lugar en cada una de las sociedades donde sucedieron

crímenes sistemáticos y masivos perpetrados por el Estado. Al mismo

tiempo, es necesario profundizar en torno a la naturaleza de esos crímenes

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e identificar los actores y las acciones desplegadas tanto en su denuncia

como en su ocultamiento.

En la Argentina, la desaparición masiva de personas es una marca dis-

tintiva. Como dispositivo represivo no sólo fue pensado para la persecu-

ción y el exterminio de personas, sino también como una forma de elimi-

nación de las huellas del propio crimen. La política de olvido, es decir, la

política de memoria de la dictadura, estuvo impresa en el modus operandi

del plan represivo. No previeron que la desaparición traería consigo ese

final abierto, esa imposibilidad de olvido, esa eterna espera. La ausencia de

duelo que padecen los familiares de las víctimas se traduce socialmente en

la reapertura constante de un pasado que se niega a pasar.

Pero esta presencia del pasado también ocurre por esa compleja trama

que se fue formando desde el inicio de la dictadura, donde diferentes acto-

res desplegaron recursos y repertorios de acción tanto para cerrar la histo-

ria como para abrirla permanentemente. Desde aquellos tiempos hasta hoy,

la memoria ha sido un campo de intenso conflicto donde se han venido

disputando diferentes formas de narrar el pasado. Precisamente, este carác-

ter plural y conflictivo es que el impide «la vuelta de página» que algunos

reclaman.

Otra de las cuestiones a tener en cuenta son los resultados que estas

acciones han producido. En este punto, la sociedad argentina ha recorrido

un camino singular. El peso de la justicia como escenario privilegiado para

resolver las cuestiones del pasado y construir una verdad probada y dura-

dera sobre lo ocurrido no lo han tenido otras transiciones en América Latina,

ni tampoco en otros lugares del mundo. Aunque el llamado «paradigma

punitivo» que signó las políticas de la transición, fue imaginado como una

forma de resolver de una vez y para siempre la trágica historia del país, lejos

se estuvo de eso; los procesos judiciales abiertos ni bien se iniciaba el pri-

mer período constitucional luego de la dictadura generaron fuertes resis-

tencias por parte de las Fuerzas Armadas. Al mismo tiempo, se hacía cada

vez más fuerte la demanda de un castigo que no se limitara a algunos casos

e incluyera a todos los involucrados en actos delictivos. El resultado de esta

puja, finalmente, fue la impunidad a través de las llamadas leyes de Obedien-

cia Debida y Punto Final y, más tarde, de los Indultos a los condenados.

Paradojalmente, la falta de justicia no trajo olvido, sino una incansable

demanda que veinte años después del retorno de la democracia, se expresó

en la nulidad de aquellas leyes.

En lo que sigue, realizaremos una reconstrucción de este itinerario que

comenzó con el fin de la dictadura. Veremos aquí los diferentes momen-

tos que lo componen, los debates claves, los actores más relevantes y tam-

bién cómo, más allá de la justicia, desde otros escenarios como el cine, los

medios de comunicación y la literatura, se ha intervenido en la narración

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del pasado. Esto último nos permitirá ver de qué manera la conflictividad

de la memoria está nutrida por otros debates en torno a lo sucedido que

rebasan la discusión sobre los crímenes y sus responsables penales. Los múl-

tiples y diversos relatos producidos desde estos espacios culturales expre-

san reflexiones relativas a las condiciones sociales que hicieron posible el

«horror» y, sobre todo, proponen pensar las claves políticas desde las cua-

les es posible comprender qué pasó y por qué pasó. Desde ellos, podemos

ver, entonces, el grado de complejidad y los profusos esfuerzos puestos en

juego por la sociedad para elaborar lo sucedido. Al mismo tiempo, nos per-

mite advertir lo inacabados e insuficientes que aún resultan.

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Los primeros años de la democracia.Del Nunca Más a los Indultos

Por María Dolores Béjar y Sandra Raggio

Fue en la transición hacia la democracia que el conjunto de la sociedad se

hizo cargo del horror a medida que se corría el velo de silencio. El dilema

de cómo se avanzaría hacia la justicia cuando los militares, a pesar de su

fracaso y de sus fisuras internas, retenían una importante cuota de poder

—la que les confería el control de las armas— y estaban unidos en su resis-

tencia a ser juzgados. Y el desafío, más velado, de explicar cómo y por qué

había sido posible el terrorismo de Estado. En esos años, y aún hoy, la dis-

tinción entre responsables y culpables se tornó imprecisa para vastos sec-

tores de la sociedad. Por otra parte, la búsqueda de justicia con la necesaria

sanción de los culpables del terrorismo de Estado fue afectada por el debate

en torno al significado y a los alcances de la violencia política y social de

los años 70.

En relación al conjunto de desafíos mencionados, se propusieron dife-

rentes alternativas. Obviamente, cada una de ellas fue impulsada por alguno

de los actores involucrados en la definición del rumbo a seguir. Los mili-

tares se opusieron a la investigación de la represión sangrienta y no acepta-

ron la sanción de sus responsables.

Por su parte, los organismos de derechos humanos siguieron soste-

niendo la búsqueda de la verdad y la aplicación de la justicia

Las decisiones del presidente Raúl Alfonsín oscilaron entre dos obje-

tivos: tranquilizar a los militares para evitar la resistencia activa de los mis-

mos, y no dejar sin respuesta los reclamos de verdad y justicia.

Los resultados fueron dispares. Por un lado, durante estos años se logró

la construcción de una versión oficial de lo sucedido que desbarató el dis-

curso sostenido por los militares desde el inicio de la dictadura. El Informe

Nunca Más y la sentencia del Juicio a los ex comandantes fueron dos piezas

fundamentales en esto. Por primera vez, la palabra de las víctimas era

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reconocida como la verdad de lo ocurrido. Sus testimonios ofrecieron las

pruebas fundamentales para reconstruir el plan represivo y, de esta manera,

el largo reclamo en torno a la Verdad pareció parcialmente resuelto. Sin em-

bargo, el castigo a los responsables demandado por el movimiento de dere-

chos humanos y resistido por los militares fue obturado, y pasó a formar

parte de las demandas no resueltas por la naciente democracia.

El Gobierno de Raúl Alfonsín

¿Cuál fue la estrategia del gobierno radical con respecto a las violacio-

nes a los derechos humanos? Básicamente, su política giraba en torno a tres

líneas claves. En primer lugar, signaba como co-responsables de la peor

tragedia de la historia tanto a las cúpulas militares como a las de las orga-

nizaciones guerrilleras —lo que dio en llamarse «teoría de los dos demo-

nios»—. En segundo lugar, sostenían que había diferentes niveles de res-

ponsabilidad entre los militares que cometieron las violaciones a los derechos

humanos: quienes dieron las órdenes, quienes las obedecieron y quiénes

cometieron excesos en su cumplimiento. Sólo debía castigarse a los pri-

meros y a los últimos, y exculpar de toda sanción a quienes «sólo» obede-

cieron órdenes de su superioridad. En tercer término, el alfonsinismo des-

cansaba en que serían las propias fuerzas armadas las que llevarían adelante

el proceso de depuración. Las medidas tomadas por el presidente Alfon-

sín mostraron claramente su afán por lograr dos objetivos difíciles de con-

ciliar: avanzar en el reclamo de verdad y justicia de los organismos de

derechos humanos y amplios sectores de la sociedad argentina y evitar la

intranquilidad de los cuarteles. Los logros en un sentido restringían la posi-

bilidad de avanzar en el otro, y ésta fue la contradicción insalvable creada

por el mismo gobierno a la que él mismo tuvo que enfrentarse. Las medi-

das afines con las líneas trazadas fueron varias, y se tomaron en los prime-

ros días de gobierno. A los tres días de su asunción, el Poder Ejecutivo

aprobó los decretos 157/83 y 158/83, donde solicitaba la persecución penal

y arresto a las conducciones de las organizaciones guerrilleras y a los miem-

bros de las tres primeras Juntas Militares, respectivamente. Fueron la ins-

trumentalización penal de ese particular modo de explicar el período his-

tórico que antecedía a esta democracia restaurada y que sería central en el

pensamiento del gobierno de Alfonsín: «la teoría de los dos demonios».

Con la promulgación conjunta de los decretos, se pretendió demostrar que

el gobierno no estaba a favor de una campaña antimilitar y que se propo-

nía sancionar a «los dos demonios» responsables por la violencia política

de los años setenta.

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Ese mismo día elevó al Congreso un conjunto de proyectos de ley

entre los que figuraban la anulación de la Ley de Pacificación Nacional

(autoamnistía) y la reforma del Código de Justicia Militar. La mencionada

ley se anuló sin demasiadas discusiones. No sucedió lo mismo con la Reforma

del Código de justicia militar, donde se jugaban las dos últimas líneas men-

cionadas: garantizar la aplicación del principio de obediencia debida y que

fueran los tribunales militares los que juzgaran a los responsables. En el

trámite de su aprobación legislativa, el proyecto original fue modificado,

limitando el alcance de la obediencia debida y posibilitando el pase de los

juicios al fuero civil, lo que abriría posibilidades de acción que no estaban

en el horizonte deseable del nuevo gobierno.

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¿Qué hacer con el pasado?La construcción de la Verdady la sanción a los responsables

Por María Dolores Béjar

El testimonio del horror: la CONADEP

El 15 de diciembre, a cinco días de su asunción, el presidente RaúlAlfonsín aprobó el decreto Nº 187, que disponía la constitución de la Comi-sión Nacional de la Desaparición de Personas. Tenía «por objeto —tal comoversa el decreto— esclarecer los hechos relacionados con la desapariciónde personas ocurridos en el país». Fueron designados como integrantes dela misma al escritor Ernesto Sábato, el obispo católico Jaime De Nevares,el obispo metodista Carlos Gattinoni, el ex rector de la UBA Hilario Fer-nández Long, el rabino Marshall Meyer, la periodista Magdalena Ruiz Gui-ñazú, el jurista Ricardo Colombres, el filósofo Eduardo Rabossi, el episte-mólogo Gregorio Klimovsky y el médico René Favaloro. Este último renuncióantes de que se concluyese el informe y por esa razón su firma no figuraen el mismo.

El diputado por la Capital Federal Augusto Conte, integrante de lacorriente Humanismo y Liberación del partido Demócrata Cristiano yvicepresidente del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), junto conRaúl Octavio Rabanaque, Miguel Pedro Monserrat, Marcelo Miguel Ara-bolaza, del Partido Intransigente, propusieron la creación de una comi-sión integrada por diez diputados (invitaban a los senadores a que se suma-sen a la iniciativa) para que investigase exhaustivamente las violaciones alos derechos humanos cometidas por agentes del gobierno de las FuerzasArmadas.

Los organismos tuvieron que decidir si se sumaban a la iniciativadel Ejecutivo, o mantenían su posición a favor de la comisión bicameral.La respuesta no fue unánime.

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Con la culminación de la dictadura se plantearon diferencias que, enparte, derivaron de la presencia de diferentes criterios para evaluar las posi-bilidades y las limitaciones que enmarcaban las acciones a seguir para lograrlos objetivos propuestos en su programa.

Las Madres de Plaza de Mayo no aceptaron que la CONADEP susti-tuyese la comisión bicameral. Adolfo Pérez Esquivel (SERPAJ) rehusó sermiembro de la misma, porque no había garantías de que los juicios a losmilitares estuviesen a cargo de los tribunales ordinarios. La Asamblea Per-manente por los Derechos Humanos (APDH), el Centro de Estudios Lega-les y Sociales (CELS) y el Movimiento Ecuménico por los Derechos Huma-nos (MEDH) ofrecieron el material de sus archivos y su aporte personal.Emilio Mignone, copresidente del CELS, prefirió no aceptar la asesoríalegal de la Comisión para mantener así su independencia, pero brindó sucolaboración voluntaria. Los partidos políticos también adoptaron dife-rentes posturas: el peronismo, la Democracia Cristiana y el Partido Intran-sigente se negaron a designar legisladores para integrar la Comisión. De losseis cargos asignados a los partidos, sólo se cubrieron tres. Los ocuparonlos diputados radicales Santiago N. López, Hugo Piucill y Horacio Huarte.La primera reunión se efectuó el 22 de diciembre. El 29, Ernesto Sábatofue elegido presidente.

La Comisión contó con cinco secretarías. La de Denuncias estuvo acargo de Graciela Fernández Meijide y recogió cerca de 9.000 denuncias.La secretaría de Documentación y Procesamiento de Datos, a cargo delDr. Daniel Salvador, contó con varias secciones: archivo, archivo fotográ-fico, computación. La secretaría de Procedimientos, estuvo a cargo delDr. Raúl Aragón. El trabajo de estas dos últimas permitió ubicar gran partede los centros clandestinos de detención. La de Asuntos Legales, a cargodel Dr. Alberto Mansur, ayudó a realizar las presentaciones judiciales, conlos familiares como querellantes. Elevó a la justicia 80 grupos de casos parasu investigación y el procesamiento de los presuntos culpables, de los cua-les logró identificar a 350. El criterio de los abogados fue el de elevar todaslas denuncias a la justicia ordinaria. El jueves 20 de septiembre de 1984, laComisión entregó al Presidente el informe completo de 50.000 carillas enun multitudinario acto donde no estuvieron presentes ni las Madres dePlaza de Mayo ni Adolfo Pérez Esquivel, quienes habían sido los más durosen el momento de su constitución. La preocupación seguía siendo que laacción no terminara allí, sino que la investigación y las pruebas acopiadasfueran la base de los procesamientos penales a los represores. Los tribuna-les militares no garantizaban la administración de justicia.

Tan sólo cinco días después, esta situación tomaría un camino ines-perado, por lo menos para el gobierno. El 25 de septiembre, el Consejo

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Supremo de las Fuerzas Armadas remitía a la Cámara Federal la resolu-ción donde negaba la posibilidad de enjuiciar a la cúpula militar a cargodel país entre 1976-1983. Con esta decisión, llegaba a su fin la estrategia deautodepuración de las fuerzas armadas impulsadas por el gobierno (nóteseque por las modificaciones introducidas en la reforma del código militarse había habilitado la segunda instancia en tribunales ordinarios).

La dictadura al estrado: el Juicio a las Juntas

Tras la resolución del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas de nojuzgar a los ex comandantes de las tres Juntas Militares por violación a losderechos humanos, la Cámara Federal de Buenos Aires decidió abocarsea la causa, iniciando los procedimientos que culminaron en el Juicio a lasJuntas Militares.

Cuando el expediente llegó a la Cámara Nacional de Apelaciones enlo Criminal y Correccional Federal de la Capital, el tribunal militar sólohabía dictado la prisión preventiva de Jorge Rafael Videla y Emilio Mas-sera. La prisión de Leopoldo Galtieri, Jorge Anaya y Basilio Lami Dozo sedebía a otra causa: la que investigaba la responsabilidad que les cabía porla guerra de las Malvinas. La Cámara tomó declaración indagatoria a todoslos acusados y dispuso la prisión preventiva y rigurosa para Jorge R. Videla,Emilio Massera, Orlando Agosti, Armando Lambruschini y Roberto Viola.Al comenzar el juicio, el único que estaba en libertad efectiva era OmarGraffigna.

En marzo de 1985, el Gobierno nombró a los jueces de la CámaraFederal que se abocarían al juzgamiento de los máximos responsables delterrorismo de Estado: Carlos Arslanián, Jorge Torlasco, Andrés Dalessio,Ricardo Gil Lavedra, Jorge Valerga Araoz y Guillermo Ledesma.

La Cámara decidió utilizar el procedimiento sumario en tiempo depaz del Código de Justicia Militar, que significó la realización de un juiciooral y público. De haberse recurrido al procedimiento civil, todo hubierasido por escrito y de carácter más reservado.

Fue así como, el 22 de abril de 1985, se iniciaron las audiencias delJuicio a las tres Juntas Militares. El fiscal de la causa, el Dr. Julio Cesar Stras-sera, acusó a los militares Videla, Massera, Agosti, Viola y Lambruschnipor los delitos de secuestro, tortura aplicada a los detenidos, robo, homici-dio, allanamiento ilegal y falsedad documental. A Graffigna le atribuyólos mismos delitos, con excepción de homicidio. A Galtieri lo acusó de losdelitos de secuestro, tortura, homicidio y falsedad documental; y a LamiDozo y Anaya, secuestro y falsedad documental.

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La estrategia del fiscal consistió en probar que los integrantes de lasFuerzas Armadas cometieron numerosos secuestros por orden de los pro-cesados y que, por esas mismas órdenes, debían ocultar su identidad, man-teniendo su accionar en la clandestinidad. Se propuso demostrar que lossecuestrados habían sido llevados a lugares clandestinos de detención bajoel control de alguna de las tres Armas. En esos centros, las víctimas habíansido sometidas a crueles tormentos durante largos períodos, llegando a sueliminación a través de métodos atroces. Los acusados habían utilizado elaparato del Estado para concretar dichas acciones; aunque no participaronpersonalmente, intervinieron en la elaboración del plan que las hizo posi-ble. A los ex comandantes se los juzgaba como responsables «mediatos» delas violaciones a los derechos humanos.

Uno de los ejes claves de la acción de la fiscalía fue demostrar la «res-ponsabilidad por Juntas», y no «por Arma», entendía que cada uno de losintegrantes era co-responsable de las acciones de los otros.

Para probar sus acusaciones, el fiscal ofreció la declaración de casi2000 testigos, abundante prueba pericial y documentos falsos emitidos porlos procesados.

Los defensores buscaron demostrar que en el país se había desarrolladouna guerra y que, en el marco de este conflicto, había sido necesario otorgarun amplio margen de acción a los cuadros militares y al conjunto de las fuer-zas de seguridad. Al iniciarse las sesiones, la defensa presentó como testigosa los integrantes del gobierno encabezado por Isabel Perón, que había sidoderrocado por sus defendidos. El propósito fue recordar los decretos apro-bados en 1975: la orden de aniquilamiento a los guerrilleros, primero enTucumán y luego en todo el país, había sido dada a las FFAA por el gobiernoperonista, antes de que se produjera el golpe. También buscaron descalificarel testimonio de los testigos; para esto intentaron precisar las actividades decorte político y social que los mismos habían asumido en el pasado. Se intentóconvertir a los testigos, víctimas de la represión, en posibles culpables de acti-vidades subversivas. El 9 de diciembre de 1985, el juez León Carlos Arslaniánleyó el fallo de la Cámara. La sentencia confirmó la existencia de un plan sis-temático que incluyó la ejecución de crímenes aberrantes. Además, conva-lidó las pruebas recogidas a través de los testimonios de los testigos y refutólas justificaciones esgrimidas por la defensa, relacionadas con la teoría delaniquilamiento y la existencia de una guerra. Al respecto, recogió los trata-dos y las disposiciones aprobadas a nivel nacional e internacional que con-firmaban la vigencia de normas precisas para salvaguardar el respeto de losderechos humanos en el marco de los conflictos bélicos. Finalmente, cues-tionó severamente el principio maquiavélico de que el fin justifica los medios.

Sin embargo, el fallo de la Cámara sólo reconoció la responsabilidadpor «Arma», no aceptando la posición del fiscal sobre la responsabilidad

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conjunta de los integrantes de cada Junta. Esto condujo a deslindar la res-ponsabilidad de cada miembro de la Junta respecto de los delitos cometidospor los otros. De esta diferencia de criterio, se derivó la fuerte distancia entrelas penas pedidas y las sancionadas, especialmente los miembros de laFuerza Aérea fueron escasamente penados, o sobreseídos.

Los organismos de derechos humanos no quedaron satisfechos conel resultado del juicio, ya que sólo recibieron una fuerte condena Videla yMassera. Los repudios a la sentencia no tardaron en expresarse, tanto por lavía judicial, presentando los familiares de las víctimas recursos extraordi-narios ante la Cámara, como a través de acciones de protesta pública.

Los fiscales Strassera y Luis Moreno Ocampo manifestaron su des-acuerdo con el criterio de la Cámara. Insistieron en que ésta debió aceptarsu acusación por Juntas y no tratar cada caso en particular, interponiendootro recurso extraordinario. Al mismo tiempo, manifestaron su satisfacciónpor lo resuelto en el punto 30 de la parte resolutiva.

En el considerando 12 de la sentencia, la Cámara afirmó que corres-pondía que se investigara la responsabilidad de los oficiales superiores quedesde cargos de comando habían ejecutado las órdenes impartidas porlos ex comandantes condenados. En el punto 30, dispuso comunicar la sen-tencia al Consejo Supremo de las FFAA para que investigase la responsa-bilidad de los jefes de zona y subzona de defensa y la de todos aquellos quetuvieron responsabilidad operativa en las acciones. Con este fallo, el prin-cipio de obediencia debida quedaba severamente cuestionado. Finalmente,el 26 de diciembre de 1986 la Corte Suprema confirmó la sentencia dic-tada por la Cámara Federal.

Para el aula: materiales de trabajo y sugerencia de actividades

1. DEMOCRACIA, VERDAD Y JUSTICIA

Decreto 187 (parte resolutiva). Constitución dela Comisión Nacional por la Desaparición de Personas(CONADEP), 15 de diciembre de 1983

«…el presidente de la Nación Argentina decreta:

Art. 1 - Constituir una Comisión Nacional que tendrá por objeto escla-recer los hechos relacionados con la desaparición de personas ocurridosen el país.

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Art. 2 - Serán funciones específicas y taxativas de la Comisión lassiguientes:

a) recibir denuncias y pruebas sobre aquellos hechos y remitirlas inme-diatamente a la justicia si ellas están relacionadas con la presunta comisiónde delitos;

b) averiguar el destino o paradero de las personas desaparecidas,como así también toda otra circunstancia relacionada con su localización;

c) determinar la ubicación de niños sustraídos a la tutela de suspadres o guardadores a raíz de acciones emprendidas con el motivo ale-gado de reprimir al terrorismo, y dar intervención en su caso a los orga-nismos y tribunales de protección de menores;

d) denunciar a la justicia cualquier intento de ocultamiento, sustrac-ción o destrucción de elementos probatorios relacionados con los hechosque se pretende esclarecer;

e) emitir un informe final, con una explicación detallada de los hechosinvestigados, a los ciento ochenta (180) días a partir de su constitución.

La Comisión no podrá emitir juicio sobre hechos y circunstanciasque constituyen materia exclusiva del Poder Judicial.

Art. 3 - La Comisión podrá requerir a todos los funcionarios delPoder Ejecutivo nacional, de sus organismos dependientes, de entidadesautárquicas y de las Fuerzas Armadas y de seguridad que le brinden infor-mes, datos y documentos, como asimismo que le permitan el acceso alos lugares que la Comisión disponga visitar a los fines de su cometido.Los funcionarios y organismos están obligados a proveer esos informes,datos y documentos y a facilitar el acceso pedido.

Art. 4 - Toda declaración requerida de los funcionarios públicos,incluidos los miembros de las fuerzas armadas y de seguridad deberácumplimentarse por escrito. Los particulares no estarán obligados aprestar declaración.»

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Proyecto de Creación de una Comisión Bicameral. Fragmentosdel proyecto presentado por el diputado Augusto Conte y apoyadopor el movimiento de derechos humanos

«Millares de asesinatos, detenciones seguidas de desapariciones,torturas, vejámenes, saqueos, exiliados constituyen la secuencia de unaacción represiva dispuesta y ejecutada por el gobierno de las FuerzasArmadas. La cantidad y cualidad de estos hechos configuran trágica-mente la suma de violaciones a los derechos humanos más grave ocu-rrida durante las últimas décadas tanto a nivel nacional como internacio-nal. A ello se agregaron intimidaciones y atentados que produjeron unclima de terror y autocensura, concebidos para llevar a cabo un plansocioeconómico y político destinado a destruir la democracia y la parti-cipación popular, concentrando la riqueza en pocas manos y sometiendoal país a los designios de poderes financieros hegemónicos.

La totalidad de esos crímenes, cometidos por agentes del gobiernode las Fuerzas Armadas, en su mayoría encubiertos por la clandestinidad,permanece impune.

Una inmensa legión de víctimas y de familias de desaparecidos yde muertos exige con razón su esclarecimiento, para abrir el camino ala acción de la Justicia. Y una opinión pública hoy activa y vigilante reclamael pleno conocimiento de los hechos sucedidos, porque le asiste el dere-cho a la más completa información y comprende que al incorporarse lamisma a la memoria colectiva de nuestro pueblo, se garantizará que nadasiquiera parecido vuelva a suceder en nuestra patria.

Sólo la verdad y la justicia, en un clima de libertad y de respeto por elderecho, se ha dicho reiteradamente, podrán traer la paz y la reconciliación.

En un régimen constitucional únicamente al Poder Judicial competela aplicación de sanciones, previa la instrucción de los correspondientessumarios. Pero la situación descrita impone igualmente que el Congresode la Nación, como representante de la soberanía del pueblo, asuma unpapel activo e insustituible, y así condene políticamente a los responsa-bles de estas violaciones a través de la investigación global de los hechosy las políticas que las explica a partir de las denuncias existentes y de lasque sin duda alguna se recibirán en el futuro. Y finalizada la investigaciónremita a la justicia los elementos de prueba acumulados y que permitan

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advertir, prima facie, la existencia de delitos, a los fines de la sanción delos responsables. Estamos convencidos de que en las actuales circuns-tancias solamente ambas Cámaras, con los poderes que la Constituciónles otorga y la función representativa que ejercen, están en condicionesde llevar adelante una tarea que reclama la salud de la República y queconstituye la base de la estabilidad democrática de su perfeccionamiento.En nuestra tradición republicana, están reconocidas las facultades delCongreso para investigar, ya sea directamente o a través de comisionesespeciales. Estas atribuciones se originan en la práctica parlamentaria detodas las naciones democráticas y entre nosotros han sido expuestas porla doctrina y por decisiones de las dos Cámaras.

Art.1º- Crear una comisión investigadora integrada por diez diputa-dos, designados por el presidente de esta Honorable Cámara a propuestade las autoridades de los distintos bloques y con representación de cadauno de ellos, destinada a investigar exhaustivamente las violaciones a losderechos humanos cometidas por agentes del gobierno de las FuerzasArmadas durante la vigencia del régimen de facto de la dictadura militar.

Art.4º- Invitase al Honorable Senado de la Nación a crear una comi-sión similar de senadores e integrarla con la creada por esta resolucióna fin de permitir el funcionamiento conjunto con el carácter de ComisiónInvestigadora Bicameral.»

El Informe Nunca Más, programa emitidopor Canal 13 el 4 de julio de 1984

La emisión del documental periodístico sin cortes publicitarios duró90 minutos. En la introducción, el documental compaginó imágenes —fotoscon los rostros de los desaparecidos y filmaciones de centros de detención,de los festejos del Mundial del 78, de las autopistas construidas durante ladictadura— con la voz en off de un locutor (Juan Carlos Beltrán, el mismode la película La República Perdida), que reseñó la labor de la Comisión. Sehabían identificado 280 campos de concentración que dependían de lasautoridades militares, se habían constatado 8.800 casos de personas desapa-recidas, entre ellos, 172 niños secuestrados junto a sus padres, y 120 solda-dos conscriptos. A continuación, dieron su testimonio víctimas sobrevi-vientes, familiares y testigos. Cada uno, sentado frente a la cámara, relató

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con emoción su estremecedora experiencia del horror. Mientras se emitía elprograma, alguien arrojó una bomba de estruendo sobre los techos del canal.La presentación estuvo a cargo del ministro de Interior Antonio Tróccoli.

Fragmentos de la presentación del Informe Nunca Másemitido en canal 13, a cargo de Antonio Tróccoli

«Pero esto que van a ver es sólo un aspecto del drama de la violen-cia en la Argentina. La otra cara, el otro aspecto se inició cuando recaló enlas playas argentinas la irrupción de la subversión y del terrorismo alimen-tado desde lejanas fronteras, desde remotas geografías con un puñadode hombres que manejando un proyecto político notorio, apoyados en elterror, con una profunda vocación mesiánica, querían ocupar el poder.Sobre la base de la fuerza y la violencia terminaron desatando una orgíade sangre, de muerte a personas e instituciones. (…)

Debemos entonces advertir que la sociedad argentina fue conmo-vida y sorprendida por la irrupción subversiva, pero no la amparó, no lacobijó en su seno, todo lo contrario, la marginó, la aisló y reclamó la erra-dicación de la violencia. (…). Le reclamaba al Estado el ejercicio de laautoridad (…). Pero lo que menos podía presuponer esa misma sociedades que el propio Estado iba a adoptar metodologías del mismo signo tanaberrantes como las que acababa de impugnar, que habían sido utiliza-das por la subversión y el terrorismo. (…) En aquel tiempo histórico, porel sólo hecho de ser joven se había caído bajo la sospecha. Ahora comocontrapartida, ¡cuidado! no sea cosa que adoptemos una misma actitudy pongamos bajo la lupa de la sospecha a todos los hombres que digna-mente están cumpliendo con su elevado cometido de dar seguridad y dedefender la soberanía del país (…).»

«Ahora, la justicia» editorial de la revista El Periodista,Año 1, N° 2, 28 de septiembre de 1984

«Como señaló el presidente Alfonsín, el Informe de la ComisiónNacional sobre la Desaparición de Personas suscitará controversias, peronadie podrá negar su valor (…)

En medio de la crisis política, económica, social y moral más pro-funda de nuestra historia, los argentinos bregamos ahora por recuperar,

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al menos, un marco referencial desde el cual aspirar a una sociedad libre,justa e independiente; solidaria y legítimamente orgullosa de su identidad.

El informe de la Conadep brindó a esas instituciones recuperadas(a partir del 10 de diciembre) la oportunidad de ejercerse a sí mismas; ala de la democracia, la de consolidarse. Lástima que muchos no lo hayancomprendido del todo. Algunos radicales, por pretender que la manifes-tación del jueves se convirtiera en un acto de apoyo a la política globaldel gobierno en materia de derechos humanos. Muchos dirigentes pero-nistas, por cálculo político. La CGT, por olvidar que los trabajadores sonsiempre las principales víctimas del fascismo. Las Madres, esas “MadresCoraje” que fueron el nervio y motor de la lucha contra la dictadura en lospeores momentos de la represión —cuando muchos de los que concu-rrieron a la plaza escondían la cabeza—, porque no percibieron que elcontenido del informe excede al gobierno, a la Comisión y a los dirigen-tes políticos y sindicales, que aún no aprendieron a poner las consignasde todos por encima de las propias.

Pero allí estaban, en la plaza, decenas de miles de argentinos quese asomaron a verificar, por primera vez en nuestra historia, cómo desdela más alta jerarquía de las instituciones se pone en el banquillo de losacusados a quienes violan sistemáticamente, desde 1930, el orden cons-titucional, la justicia y los derechos humanos.

Esa concentración fue a la vez la prueba de que no todo está per-dido y de que aún queda un inmenso camino por recorrer. Lo primero,porque más allá de todo cálculo o reparo, los que estaban en la plaza ylos millones que siguieron los hechos con el corazón palpitante apuntala-ban el «Nunca más» y abrían el espacio para que éste se haga efectivo.Lo segundo porque, digámoslo, tendrían que haber sido cientos de miles,y no decenas, los que se movilizaran.

Porque ahora el gobierno tendrá que hacer justicia, quiera o noquiera. No es sólo, aunque sea fundamental, un problema ético. Está enjuego la posibilidad misma de consolidar la democracia. ¿Podría acaso,ser de otro modo? ¿Podría el pueblo volver a creer en las instituciones, sino fuera de otro modo? ¿Podrían las Fuerzas Armadas volver a formarparte del pueblo si no fuera así?

…¿Pero qué tarea grandiosa se realizó jamás sin una pizca de utopía

y un mucho de coraje? Para los adversarios de la democracia, el realismoes hoy olvido, subterfugio. Para quienes luchan por consolidarla, es jus-ticia (…).»

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«Las Madres tienen razón en desconfiar», artículo deOsvaldo Bayer, en El Periodista, Año 1, N° 2,28 de septiembre de 1984

«Las Madres de Plaza de Mayo no concurrieron a la entrega aAlfonsín del informe de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Per-sonas. Y es comprensible. Desde mi punto de vista personal, estuve conla posición de Adolfo Pérez Esquivel: la concurrencia crítica. Pero resultaque no tengo desaparecidos en mi familia y por eso la cuestión es másfácil. (…)

Y vamos a las razones de esas mujeres que desde 1977 salieron ala calle: ¿por qué van a acompañar un informe que no conocen? ¿Puedeperjudicar de alguna manera a sus hijos ese informe, o darlos por muer-tos, o calificarlos en esa dualidad de “terrorismo de Estado versus sub-versión”, en la que ha caído repetidas veces el presidente de la comisión,Ernesto Sabato? No se les puede criticar a las Madres que desconfíen.Que desconfíen precisamente de esa comisión que fuera la gran coartadadel gobierno radical para rehusar la formación de la Comisión BicameralInvestigadora. Porque, esgrímanse los argumentos que se quiera, ese erael único instrumento democrático e idóneo para desnudar el capítulo másnegro de la historia argentina. Eran los representantes del pueblo los quedebían tener el deber y la responsabilidad. Y no un grupo de “notables”

(…)¿Cómo van a ir a una demostración a la cual invitó —por ejemplo—

el Comité Nacional de la Unión Cívica Radical (“Apoyemos a Alfonsín con-curriendo a la Plaza de Mayo”), cuando justo una semana antes el presi-dente Alfonsín —entre gallos y medianoche— firmó el decreto presiden-cial 2826 que autoriza la formación de jueces de instrucción militar (…)?Ahora la etapa de instrucción —fundamental para la sustentación de unjuicio—será realizada por los pares de los asesinos o por qué no (ya queen la represión estuvieron complicados de una u otra manera la mayoríade los cuadros de oficiales, por acción o por omisión), por los propiosprotagonistas de hechos represivos.

(…)Las Madres desconfían de la justicia. Dicen: tenemos dos justicias,

la militar y la cómplice. Y no están muy alejadas de la verdad, si somoshonestos: si bien fueron relevados muchos jueces de la dictadura otrossiguen como si el paso de la dictadura a la democracia hubiera sido unmero cambio protocolar en la Casa Rosada.

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(…)Las comprendo bien a las Madres. Porque hasta ahora el gobierno

democrático de los radicales se las ha arreglado para llevar a cabo magis-tralmente aquello de cambiar todo para no cambiar nada.»

2. LOS CAMINOS HACIA LA JUSTICIA

Fragmentos del discurso del diputado radical Guillermo Sarquis,en la sesión del 5 de enero de 1984, Diario de Sesiones, pp. 451-452,fundamentando la idea de la «autodepuración de las FuerzasArmadas» como sustento de que fueran los fueros militareslos que juzgaran en primera instancia

«Por último, señor presidente, quisiera referirme a que las circuns-tancias en el país han cambiado. (…). Vivimos otro país distinto del queteníamos antes del 10 de diciembre. Pero esto no es solamente una espe-ranza o una ilusión, son datos objetivos recogidos de la realidad. No sola-mente se han removido a las cúpulas militares sino también se ha orde-nado su procesamiento. Además, existe un comandante en jefe de lasFuerzas Armadas que es el presidente de la República y que ejerce convocación y autoridad este mandato que le hemos dado los argentinos.Por otra parte, hay un reclamo del pueblo argentino y existe dentro y fuerade las FFAA; los argentinos reclaman que estas fuerzas se reestructureny se adapten a los tiempos democráticos. Ellas mismas deben ser las pri-meras interesadas en borrar el desprestigio que las ha llevado al puntomás bajo de su historia. Son ellas mismas las que tienen que limpiar susmanchas de sangre y las que tendrán que juzgar y condenar a sus malosoficiales, sean generales, brigadieres o almirantes»

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Opiniones de Eduardo Barcessat, abogado de la Liga Argentinapor los Derechos del Hombre en la Jornada sobre DerechosHumanos en la Democracia organizada por el Centro de Estudiosde Estado y Sociedad, a fines de marzo de 1984

«Es absurdo (…) que se atribuya a un solo organismo, el ConsejoSupremo de las Fuerzas Armadas, integrado por 9 miembros, hoy día 7efectivos, de los cuales sólo tres son letrados, el conocimiento de todoslos crímenes del terrorismo de Estado (…). No puedo entender que un tri-bunal lego, asentado en la Capital Federal y sin delegaciones de ningunaíndole en el interior del país, se ocupe en 6 meses de crímenes del terro-rismo de Estado en cantidad superior a los 10.000 en la más tímida de lasestimaciones. De esos 6 meses ya ha transcurrido la mitad sin resultadospúblicos importantes (…). Me decía un miembro del Senado que el ConsejoSupremo había recibido hasta ahora 320 denuncias; pero al mismo tiempo,la Conadep ha reunido más de 4.000, lo que demuestra que la justicia ten-dría un “hábitat” y no es precisamente el Consejo Supremo de las Fuer-zas Armadas (…). Creo que sería un aporte a la democracia que funcioneel Poder Judicial como poder regular del Estado; para eso tenemos másde 3.000 jueces, y fiscales y empleados en cantidad suficiente para resol-ver el problema básico de justicia que es el de la vida y la libertad y no elrespeto a un tribunal de fuero especial compuesto por legos. (…)

Entretanto ¿cuáles han sido las propuestas de las entidades defen-soras de los derechos humanos en esta materia? En lo normativo consi-deramos, para decirlo sencillamente, que así como hay una deuda externa(…) hay una “deuda interna” y nos preocupa más esta última, porque losacreedores son más legítimos. Estos acreedores son, en primer lugar,los detenidos desaparecidos, aquellos que han sido víctimas de desapa-rición forzada; para ese primer y gran escalón de la deuda interna no hayotra alternativa que el funcionamiento pleno y regular del Poder Judicialde la Nación en el esclarecimiento de la verdad y la realización de la jus-ticia, y el resguardo de la vida y la libertad allí donde puedan rescatarsevida y libertad.»

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La resolución del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas

«El enjuiciamiento de los integrantes de las tres Juntas militares, orde-nado por el decreto 158/83, se dispuso en razón de considerarse a loscomandantes en jefe presuntos responsables mediatos de diversos deli-tos, de donde se sigue, con claridad, que no podrían ser legítimamentesentenciados sin determinarse previamente, mediante una adecuada inves-tigación, qué y cuántos ilícitos han cometido los autores materiales o res-ponsables inmediatos, para poder establecer luego cuál es el grado departicipación de los enjuiciados en cada uno de ellos. (…)

Otro factor trascendente que obliga al tribunal a proceder sin apre-suramientos, a fin de hacer justicia, es el que arraiga en la naturaleza delproceso, pues el enjuiciamiento se encuentra básicamente motivado endenuncias de personas implicadas en los hechos denunciados, o de susparientes y, consecuentemente, su objetividad y credibilidad resultan rela-tivas, pues, aun si presumir mala fe, sus relatos pueden encontrarse influi-dos por razones emocionales o ideológicas.

Además, la posibilidad de concierto previo entre los denunciantesnacido espontáneamente o por la acción de terceros interesados, no puededescartarse toda vez que ciertas concordancias en contenido y estilo abrencampo a las sospechas; desde luego que semejante presunción tampocopuede ser fácilmente probada, pero obliga a ser cautos en las apreciacio-nes para no consumar una verdadera injusticia por errónea evaluación delas pruebas.

Con referencia a las responsabilidades de los comandantes en jefepor los delitos que pudieron cometerse en el cumplimiento de órdenesdel servicio (Art. 514 del Código de Justicia Militar) se hace constar que,según resulta de los estudios realizados hasta el presente, los decretos,directivas, órdenes de operaciones, etc., que concretaron el accionar mili-tar contra la subversión terrorista son en cuanto a contenido y forma inob-jetables y, consecuentemente, sólo podría responsabilizárselos indirecta-mente por la falta de control suficiente, oportuno y eficaz, para impedir,frustrar o condenar los ilícitos que pudieran haberse cometido durantelas acciones operacionales o de seguridad que sus órdenes motivaron.»

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Ejes de análisis y sugerencia de actividades

• Reflexionar en torno al proceso de construcción de la democracia yel peso que tuvo en ella las violaciones a los derechos humanosdurante la dictadura.

• Identificar y analizar los argumentos y estrategias desplegadas porel gobierno de Alfonsín para resolver la cuestión.

• Identificar las distintas posiciones esgrimidas por el movimiento dederechos humanos en la transición democrática.

• Evaluar su desarrollo y distinguir sus recursos y el contexto dondese pusieron en acción. Comparar con el período de la dictadura.

• Distinguir qué otros actores participaron en este proceso y cuál fuesu rol (por ejemplo: la justicia).

• Reflexionar en torna a la relación entre Verdad y Justicia.

Sobre los documentos

• Acerca de la CONADEP: • Analizar los objetivos enunciados en el decreto 187, ¿cómo se arti-

culan allí la cuestión del esclarecimiento de los hechos con la admi-nistración de justicia?

• ¿Cuáles son los fundamentos de la creación de una Comisión Bica-meral? ¿Cuál sería su principal diferencia?

• Identifiquen en el discurso de Antonio Tróccoli los elementos queconstituyen la «teoría de los dos demonios» ¿Qué diferencias y simi-litudes encuentran con la idea de la «guerra contra la subversión»esgrimida por los militares (véanse fragmentos del «DocumentoFinal», en documentos de trabajo en el capítulo: El surgimiento delmovimiento de derechos humanos: el reclamo por Verdad y Justicia(1976-1983), pág. 25 ¿Qué contrastes encuentran en la forma de expli-car la represión expuesta por Augusto Conte?

• Lean las distintas valoraciones que se hicieron sobre el Informe ¿Quées lo que se reivindica como logro? ¿Qué es lo que se observa comoproblema fundamental? Discutan las posiciones.

• Sobre la autodepuración de las Fuerzas Armadas:– ¿Cómo justifica el gobierno radical su estrategia de que sean las

propias Fuerzas Armadas las que juzguen a sus pares? – ¿Qué posición tienen los organismos de derechos humanos? Iden-

tifiquen los argumentos centrales.– ¿Cuáles son las razones que sostuvo el Consejo Supremo de las Fuer-

zas Armadas para negarse a juzgar? Identifiquen los argumentos

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centrales que se vinculan con: discutir la responsabilidad en la rea-

lización de los actos delictivos, la legitimidad de las órdenes y la

veracidad de los testimonios.

• Construir un cuadro donde puedan comparar las distintas posicio-

nes (Gobierno, FFAA, organismos de derechos humanos) en torno

a las preguntas: ¿Se debe investigar lo que pasó? ¿Quién debe inves-

tigar? ¿Se debe juzgar? ¿Quién debe juzgar?

• Debate parlamentario: organizar con los alumnos un debate en el

aula simulando las características de un debate parlamentario. Debe-

rán dividirse en grupos, realizar las investigaciones complementa-

rias para elaborar argumentaciones a favor y en contra sobre que

sean los tribunales militares los que juzguen a los responsables y,

finalmente, exponerlos públicamente.

Para investigar

• Busquen en la lista de desaparecidos construida por la CONADEP

si hay personas de su comunidad. Intenten reconstruir cómo fue la

denuncia. ¿Quién y cuándo se realizó? ¿Fue la primera vez que se hacía

o ya lo habían hecho ante otros organismos? ¿Cuáles?

• Indaguen qué significó para diferentes personas de su comunidad

el Informe Nunca Más.

• Busquen información sobre procesos de transición de dictadu-

ras a democracias en otros países (por ejemplo: Chile, El Salvador,

Sudáfrica). ¿Cómo resolvieron las cuestiones? ¿Se reconstruyó la

verdad? ¿Se hizo justicia?

• ¿Existen hoy fueros especiales?

Para pensar

• En los primeros años de la democracia, una de las tareas emprendi-

das fue otorgarle legitimidad a las instituciones republicanas como el

Poder Judicial y el Poder Legislativo. Después de más de 25 años

de democracia: ¿Se ha logrado? ¿Qué consecuencias tiene para una

sociedad democrática que exista o no confianza en estas instituciones?

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3. LA DICTADURA FRENTE AL ESTRADO

• El alegato del fiscal

Fragmentos tomados de Cuadernos de la Asociación Americanade Juristas, Nº4, Juicios a los militares. Documentos secretos,decretos, leyes, jurisprudencia. Asociación Americana de Juristas.

«Señores jueces:La comunidad argentina en particular, pero también la conciencia jurídicauniversal me han encomendado la augusta misión de presentarme anteustedes para reclamar justicia. Me acompañan en el reclamo más de nuevemil desaparecidos que han dejado, a través de las voces de aquellos quetuvieron la suerte de volver de las sombras, su mudo pero no por ello menoselocuente testimonio acusador.

Empero, ellos serán mucho más generosos que sus verdugos, puesno exigirán tan sólo el castigo de los delitos cometidos en su perjuicio.Abogarán, en cambio, para que ese ineludible acto de justicia sirva tam-bién para condenar el uso de la violencia como instrumento político, vengaella de donde viniere; para desterrar la idea de que existen “muertes bue-nas” y “muertes malas” según sea bueno o malo el que las cause o el quelas sufra.» (…)

El Estado terrorista«Los guerrilleros secuestraban, torturaban y mataban. ¿Y qué hizo elEstado para combatirlos?

Secuestrar, torturar y matar en una escala infinitamente mayor y, loque es más grave, al margen del orden jurídico instalado por él mismo,cuyo marco pretendía mostrarnos como excedido por los sediciosos. Yde aquí, señores jueces, se derivaron consecuencias mucho más gravespara el orden jurídico (…).

Al suprimirse el juicio, se produjo una verdadera subversión jurídica;se sustituyó la denuncia por la delación, el interrogatorio por la tortura yla sentencia razonada por el gesto neroniano del pulgar hacia abajo.

(…) Entre las deudas que los responsables de la instauración deeste cobarde sistema de represión han contraído con la sociedad argen-tina, existe una que ya no podrán saldar.

Aun cuando ellos tuvieran prueba de que todas las personas secues-tradas hubieran participado en actos de violencia, la falta de juicio y de

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sentencia condenatoria impide que la República considere a esas perso-nas como responsables de esos hechos… Quisiera repetirlo: la falta decondena judicial no es la omisión de una formalidad. Es una cuestiónvital de respeto a la dignidad del hombre.

(…) Pero hay algo peor aún: no sólo ordenaron realizar accionesindignas de las Fuerzas Armadas, sino que cuando debieron afrontar la res-ponsabilidad por el mando, negaron sus órdenes, negaron conocimientode lo actuado por sus subordinados; negaron conocimiento de los secues-tros, las torturas y las muertes.

(…) No se puede concebir que en un ejército exista un grado deinsubordinación tal que permita que oficiales inferiores realicen a lo largoy a lo ancho del país, durante varios años, acciones contrarias a las queordenan sus comandantes. Es por eso, señores jueces, que con la refe-rencia a excesos, los comandantes quieren atribuir a sus subordinadosla responsabilidad que les corresponde.

(…) Con dos sofismas se pretendía justificar la represión clandestina.El primero dice: todos los detenidos son subversivos. No es que se podíadetener subversivos, sino que todos los que ellos detenían eran subversi-vos, la detención convertía a una persona en subversivo. Concebido esto,el segundo paso de este método perverso fue considerar que un subver-sivo es una especie de subhumano, de sanguijuela a quien se le puede tor-turar, matar.

Como se dijo haciendo referencia al régimen nazi, una vez que seconvence a la sociedad de que una minoría o un grupo puede equipararsea una sabandija el paso que hay que dar para llegar al propósito de exter-minarla no es ya demasiado grande.»

La guerra que no existió«Particularmente deleznable resulta el argumento de la “guerra sucia”,esgrimido hasta el cansancio como causa de justificación. Se nos diceasí que esto fue una guerra —a la que para cohonestar los inhumanosprocedimientos utilizados en su desarrollo se califica como no conven-ciona—, que en todas las guerras se producen episodios crueles, queaunque no queridos son su consecuencia necesaria. En primer lugar,creo necesario dejar claramente establecido que aquí no hubo tal gue-rra. Tengo muy buenas razones en abono de esta afirmación, y daré sólounas pocas.

Ninguno de los documentos liminares del Proceso habla de guerra,y ello resulta por demás significativo. Porque resulta obvio, señores jue-

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ces, que si los tres responsables militares del alzamiento del 24 de marzode 1976 hubiesen creído que estaban emprendiendo una guerra, cuales-quiera fuesen los calificativos que les mereciera, no hubieran omitido esacircunstancia en la proclama revolucionaria. El gobierno argentino asumióante los foros internaciones una cambiante actitud que se puede resumirde la siguiente manera:

Primero, mientras se llevaba a cabo el proceso represivo más vio-lento, negar la existencia de los hechos que internacionalmente se denun-ciaban. En una segunda etapa —que va aproximadamente de 1978 a1981—, relativizó la gravedad de los hechos y puso el acento en que laArgentina era víctima de una campaña internacional orquestada por la sub-versión desde el exterior. Finalmente, recién en 1981, en momentos enque la represión había disminuido cuantitativamente, el gobierno argen-tino comenzó a hablar en los foros internacionales de que había habido una“guerra no declarada”. En este contexto, cabe recordar que, recién el 17de septiembre de 1981, el entonces embajador ante los Organismos Inter-nacionales en Ginebra, Gabriel Martínez, declaró ante el Grupo de Trabajosobre desapariciones forzadas o involuntarias de personas que “los años1976 a 1978 habían constituido un periodo muy particular de guerra nodeclarada”.

Es evidente la reticencia e incredulidad que este tipo de afirmacio-nes provocaron en la comunidad internacional.

Pero además, ¿qué clase de guerra es ésta en la que no aparecendocumentadas las distintas operaciones? Que carece de partes de bata-lla, de lista de bajas propias y enemigas; de nóminas de heridos; que nohay prisioneros como consecuencia de ningún combate, y en la que se igno-ran las unidades que tomaron parte…

¿Qué clase de guerra es ésta en donde los enfrentamientos resultansimulados, y en la que en todos los combates las bajas sólo hallaron ensu camino a los enemigos de las fuerzas legales, que no tuvieron una solabaja? Porque resulta extraño, señores jueces, que una banda de subversi-vos militarmente organizados, que contaba con armas modernas, no causea las tropas represoras ni siquiera un herido, mientras todos sus integran-tes mueren. Las únicas muertes que pueden contabilizarse en las fuerzasdel orden en su gran mayoría fueron consecuencia de los atentados crimi-nales a que me he referido al comienzo, y en los intentos de copamientosde unidades también ya reseñadas. Pero estos últimos fueron combatesleales. ¿Se puede considerar acción de guerra el secuestro en horas de lamadrugada, por bandas anónimas, de ciudadanos inermes?

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Y aun suponiendo que algunos o gran parte de los así capturadosfuesen reales enemigos, ¿es una acción de guerra torturarlos y matarloscuando no podían oponer resistencia?

¿Es una acción de guerra ocupar las casas y mantener a los parien-tes de los buscados como rehenes? ¿Son objetivos militares los niñosrecién nacidos?

¿Se puede equiparar el saqueo del ajuar de una casa con la incau-tación del parque de artillería enemigo?

“Me robaron todo, desde el calzón de mi señora hasta el magiclikde la cocina”, relató el testigo Hugo Pascual Luciani.

¿Son éstas las consecuencias desagradables no queridas de todaguerra?

¿Pueden hechos de esta naturaleza compararse con los efectos deun bombardeo aéreo a objetivos militares, que necesariamente causanmuertes de inocentes? No señores jueces, esos no fueron episodios noqueridos pero inevitables. Fueron actos criminales comunes, que nadatienen que ver con la guerra.»

Las penas pedidas

• Jorge Rafael Videla:reclusión perpetua, más la accesoria del art. 52 del Código Penal.• Emilio Eduardo Massera:reclusión perpetua, más la accesoria del art. 52 C.P.• Orlando Ramón Agosti:reclusión perpetua, más la accesoria del art. 52 C.P.• Roberto Eduardo Viola: reclusión perpetua.• Armando Lambruschini: reclusión perpetua.• Leopoldo Fortunato Galtieri: 15 años de prisión.• Omar Rubén Craffigna: 15 años de prisión.• Jorge Isaac Anaya: 12 años de prisión.• Basilio Lami Dozo: 10 años de prisión.

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• La Defensa

Fragmento del alegato de la defensa de Armando Lambruschinien El Diario del Juicio Nº 30, 17 de diciembre de 1985

Dr. Goldaracona:«Y si la guerra es brutal, sus medios no pueden ser distintos. Ellos no pue-den calificarse con los Mandamientos de la Ley de Dios ni someterse al car-tabón de normas jurídicas pensadas para la paz. En la guerra los mediosbuenos y los medios malos equivalen a los medios eficaces y a los inefica-ces, o sea a los que sirven para el éxito y a los que llevan al fracaso. Unaconcepción táctica que me permite lograr el objetivo es ponderable; de locontrario descalificable. El estado de guerra y el estado de paz son defini-torios para apreciar los hechos. En cuanto verdaderos estados abarcan ycondicionan todo lo que sucede en el período en que cada uno reina. Y oreina uno o reina el otro, mas no ambos en conjunto. Ellos se relacionanentre sí igual que los contrarios lógicos de modo que terminará mudado allimbo quien pretenda juzgar lo sucedido en uno con los criterios del otro.De cualquier modo es legítimo considerar la eficacia de los medios yendoun poco más allá del objetivo. Porque por aplicación de aquella idea de eco-nomía recién recordada se puede evaluar que un medio determinado esinapropiado pese a servir a un objetivo. A nadie escapará que debe existiradecuada proporción entre el esfuerzo que empleo, el riesgo al que meexpongo y el precio que pago, en relación con el objetivo que gano des-pués de todo eso.»

Dr. Ramos Mejía:«Nosotros también vamos a pedir memoria, porque creemos que el cui-dado de la memoria es un valor comunitario esencial que a nadie deberíafaltar; y porque pensamos que sólo la memoria evita que el hombre caigasiempre en los mismos errores. Es la memoria tomada en su sentido ver-dadero y que necesitamos cultivar frente a las limitaciones que han signadoeste juicio. Es la memoria que no tiene nada que ver con la venganza (…).En el odio ignorante que pueden cargar algunos que no sufrieron el fenó-meno, pero que lo usan para manifestar alguna psicopatía de otro origen;ni en el odio de quienes protagonizaron el problema y todavía están hundi-dos en él. Contra eso está el sentimiento común de quienes tuvieron quevivir la guerra y supieron terminarla: porque éstos, junto con el fin de la gue-rra, supieron enterrar también los sentimientos que nacen con ella.»

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• La sentencia

Fragmentos tomados de Cuadernos de la Asociación Americanade Juristas, Nº 4, Juicios a los militares. Documentos secretos,decretos, leyes, jurisprudencia. Asociación Americana de Juristas

Responsabilidad por Arma«1) La Junta Militar se erigió desde el 24 de marzo de 1976 como el máximoórgano político del Estado, reservando para sí, según el artículo 2 del Esta-tuto para el Proceso de Reorganización Nacional, una vasta gama de facul-tades de gobierno, que comprendía aquellas que los incisos 15, 17, 18 y19 del artículo 86 de la Constitución Nacional otorga al Poder Ejecutivo, ylas que los incisos 21, 22, 23, 24, 25 y 26 del artículo 67, atribuyen al Con-greso. A pesar de que, entre las facultades que se arrogó dicho órgano, figu-raba la del Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas, y que entre los obje-tivos básicos del Gobierno Militar constaba expresamente la erradicación dela subversión, ese ente político aparece desvinculado de la toma de deci-sión en lo referido a la lucha antisubversiva, debido a que la prueba arrimadaha demostrado que, respecto del mando de cada una de las Fuerzas Arma-das, los ex comandantes no se subordinaron a persona u organismo alguno.

El Ministerio Público ha sostenido que la planificación, dirección y super-visión de cuanto se actuaba en la lucha contra la subversión era responsa-bilidad de la Junta Militar. Funda esta aseveración en las siguientes circuns-tancias: a) lo dispuesto en el mencionado Estatuto del gobierno de facto; b)la amplia colaboración entre las Fuerzas en las operaciones que empren-dían; c) el anexo 3 de la ley 21.650 por el que la Junta Militar impartió ins-trucciones a los comandantes de cada Fuerza; d) el llamado “DocumentoFinal” del 28 de abril de 1983 que estableció la aprobación por parte de laJunta de los planes llevados a cabo en las acciones contra la guerrilla.

Sin embargo, como se ha adelantado más arriba, dichos extremosno resultan suficientes para acreditar el punto en análisis. En efecto, lasola presencia de una disposición que asigne determinadas facultades,no es prueba bastante de que éstas hayan sido realmente ejercidas, oque se estuviera en condiciones fácticas de hacerlo, máxime cuandoexiste abundante prueba que acredita precisamente lo contrario.»

Los valores permanentesEs cierto que los comandantes están en el banquillo de los acusados, peroello no es por haber obtenido la victoria sino por los métodos empleadospara ese fin. No es por haber acabado con el flagelo subversivo. Es por

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dejarle a la sociedad argentina menoscabados, hasta lo más hondo, aquellosvalores que pertenecen a su cultura, a sus tradiciones, a su modo de ser,y que eran, precisamente, por los que se combatía…

Sentado cuanto precede, resulta claro que, a los fines de reprimir alos insurrectos, caben dos posibilidades: se aplican las leyes del derechointerno o, en su defecto, las del derecho internacional. (…)

Se han estudiado las conductas incriminadas a la luz de las justifi-cantes del Código Penal, de la antijuridicidad material y del exceso. Se harecorrido el camino de la guerra. La guerra civil, la guerra internacional,la guerra revolucionaria o subversiva. Se han estudiado las disposicionesdel derecho positivo nacional analizando las reglas escritas del derechode gentes; consultado la opinión de los autores de derecho constitucional,de derecho internacional público, de los teóricos de la guerra convencionaly de los ensayistas de la guerra revolucionaria. Se han mentado los usosde la guerra impuestos por la costumbre de los pueblos civilizados. Se haaludido a las normas de la ética. Se han atendido las enseñanzas de laIglesia Católica. No se ha encontrado, pues, que conserve vigencia ni unasola regla que justifique o, aunque más no sea, exculpe a los autores dehechos como los que son la materia de este juicio. Ni el homicidio, ni la tor-tura, ni el robo, ni el daño indiscriminado, ni la privación ilegal de la liber-tad, encuentran en esas leyes escritas o consuetudinarias o en esos auto-res una nota de justificación, o de inculpabilidad.

Los hechos probados«Según ha quedado acreditado en la causa, en una fecha cercana al 24de marzo de 1976, día en que las Fuerzas Armadas derrocaron a las auto-ridades constitucionales y se hicieron cargo del gobierno, algunos de losprocesados en su calidad de comandantes en jefe de sus respectivas Fuer-zas, ordenaron una manera de luchar contra la subversión terrorista quebásicamente consistía en: a) capturar a quienes pudieran resultar sospe-chosos de tener vínculos con la subversión, de acuerdo con los informesde inteligencia; b) conducirlos a lugares situados dentro de unidades mili-tares o bajo su dependencia; c) una vez allí interrogarlos bajo tormentos,a fin de obtener los mayores datos posibles acerca de otras personas invo-lucradas; d) someterlos a condiciones de vida inhumanas, con el objeto dequebrar su resistencia moral; e) efectuar todo lo descripto anteriormenteen la clandestinidad más absoluta, para lo cual los secuestradores debíanocultar su identidad y realizar los operativos preferentemente en horasde la noche, las víctimas debían permanecer totalmente incomunicadas,con los ojos vendados y se debía negar a cualquier autoridad, familiar o

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allegado la existencia del secuestrado y la de eventuales lugares de alo-jamiento; f) amplia libertad de los cuadros inferiores para determinar lasuerte del aprehendido, que podía ser luego liberado, puesto a disposicióndel Poder Ejecutivo Nacional, sometido a proceso militar o civil, o bien eli-minado físicamente. Los hechos enunciados debían ser realizados en elmarco de las disposiciones legales existentes sobre la lucha contra la sub-versión, pero dejando sin cumplir aquellas reglas que se opusieran a loexpuesto anteriormente.

Además, integraba el sistema ordenado la garantía de impunidadque se aseguraba a los ejecutores, por vía de lograr que los organismoslegales de prevención del delito no interfieran en la realización de los pro-cedimientos, negando y ocultando la realidad de los hechos ante los pedi-dos de los jueces, organizaciones, familiares y gobiernos extranjeros,efectuando remedos de investigaciones sobre lo que ocurría, y utilizandoal poder estatal para persuadir a la opinión pública local y extranjera deque las denuncias eran falsas y que respondían a una campaña orques-tada de desprestigio al gobierno. También ha quedado demostrado en estejuicio, que las órdenes impartidas dieron lugar a la comisión de un grannúmero de delitos de privación ilegal de la libertad, a la aplicación de tor-mentos y a homicidios. Asimismo, se ha evidenciado que en la ejecuciónde los hechos, los subordinados cometieron otros delitos que no estabandirectamente ordenados, pero que podían considerarse consecuencianatural del sistema adoptado.»

Las penas• Jorge R. Videla (Comandante en Jefe del Ejército, 1976-78): reclusiónperpetua, inhabilitación absoluta perpetua. Fue hallado responsable de 66homicidios calificados, 4 tormentos seguidos de muerte, 93 tormentos,306 privaciones de la libertad calificadas y 26 robos.• Emilio E. Massera (Comandante en Jefe de la Armada, 1976-78): pri-sión perpetua, inhabilitación absoluta perpetua. Fue hallado responsa-ble de 3 homicidios agravados, 12 tormentos, 69 privaciones de libertadcalificadas y 7 robos.• Orlando R. Agosti (Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, 1976-78):4 años y 6 meses de prisión, inhabilitación absoluta perpetua. Fue halladoresponsable de 8 tormentos y 3 robos.• Roberto E. Viola (Comandante en Jefe del Ejército, 1978-79): 17 añosde prisión, inhabilitación absoluta perpetua. Fue hallado responsable de11 tormentos, 86 privaciones de la libertad y 3 robos.

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• Armando Lambruschini (Comandante en Jefe de la Armada, 1978-81):8 años de prisión, inhabilitación absoluta perpetua. Fue hallado responsa-ble de 35 privaciones de la libertad y 10 tormentos.• Omar Graffigna (Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea 1978-79): absuelto.• Leopoldo Galtieri (Comandante en Jefe del Ejército 1979-82): absuelto.• Jorge Anaya (Comandante en Jefe de la Armada 1981-82): absuelto.• Basilio Lami Dozo (Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea 1979-1982):absuelto.

• Reacciones frente a la sentencia

Los organismos de derechos humanos

Las condenas aprobadas por la Cámara decepcionaron a quieneshabían sostenido el principio de que era justo y necesario que los culpa-bles fuesen sancionados. En el momento en que León Arslanián comenzóa leer las condenas, Hebe de Bonafini, para manifestar su desacuerdo, secolocó el pañuelo que la identificaba como miembro de las Madres dePlaza de Mayo y se retiró de la sala. Al día siguiente, convocó a la «QuintaMarcha de la resistencia» para rechazar la sentencia y una eventual ley deamnistía. La marcha de 24 horas (desde el miércoles 11 al jueves) alrede-dor de la Pirámide de Mayo contó con la presencia de la Juventud Intran-sigente, la Federación Juvenil Comunista, el Partido Obrero, el Movimientoal Socialismo, la Asociación de Periodistas de Buenos Aires. La mismaconcluyó con una movilización hacia el Congreso; la columna se desplazócoreando consignas contra el resultado de los juicios: «dicen los radica-les: somos la vida, somos la paz, pero dejan a los asesinos en libertad».Emilio Mignone (CELS): «Si bien el fallo no satisface las expectativas dela sociedad democrática, por lo menos establece la existencia del plancriminal que llevaron a cabo los miembros de las tres Juntas Militares».

Adriana Calvo de Laborde: «Esto va a convencer a muchos que espe-raban que aquí se produjeran severas condenas de que el camino paraque haya justicia es la movilización y la lucha.»

Adolfo Pérez Esquivel (Servicio de Paz y Justicia): «El pueblo se sin-tió decepcionado. Estas condenas no guardan relación con la magnituddel genocidio». Manifestó sentir «profundo dolor y preocupación por el

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presente y el futuro democrático del país al quedar impunes los crímenescometidos contra el pueblo argentino. La sentencia niega la responsabi-lidad de las Juntas como tales y llega así a la insólita situación de conde-nar a reclusión perpetua a Jorge Videla y prisión perpetua a Massera, mien-tras adjudica cuatro años de prisión a Orlando Agosti que proclamó,ejecutó, avaló y defendió el golpe de 1976 y la política de terror que conél se institucionalizó.»

(La Nación, 10, 11 y 12 de diciembre de 1985.)

• La Fiscalía

Extracto del recurso extraordinario interpuesto antela Cámara Federal. Responsabilidad por Junta

«La afirmación de que las Fuerzas actuaron en forma autónoma y nose subordinaron a organismo alguno es cierta en cuanto a que cada coman-dante tenía el manejo de su Fuerza, pero oculta la subordinación operativade elementos de la Fuerza Aérea y de la Armada a la Fuerza Ejército. Estainterrelación operativa en lo militar se vio complementada por la garantíade impunidad que debían suministrar necesariamente los responsables delas tres Fuerzas, y el uso de todo el aparato estatal para encubrir el sistemailegal. No puede omitirse, en consecuencia, el análisis del grado de parti-cipación que le cupo a cada uno de los comandantes en los hechos de losotros integrantes de la Junta.

Para ello se debe tener presente que la Junta no era un organismoindependiente, compuesto por personas que no tenían ninguna participaciónen el poder, sino que era la reunión de los comandantes de las tres Fuerzas.

Quizá se deba diferenciar el poder absoluto en materia estatal, queestaba en manos de la Junta y que, por delegación de ésta, el poder máximoen los aspectos militares de la lucha antisubversiva estaba en manos de laFuerza Ejército, pero esto no descarta la participación criminal de los trescomandantes en cada uno de los hechos. Y ello es así aun cuando resultaposible que en función de esa responsabilidad primaria de la Fuerza Ejér-cito, los comandantes de zona y de subzona tuvieran un mayor control ope-rativo de las acciones que los comandantes de la Fuerza Aérea y la Armada.

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Sin embargo, esta circunstancia no puede servir para exonerar de la res-ponsabilidad que les corresponde a los oficiales superiores del Ejércitoque se desempeñaron en esos cargos.

Por eso, la responsabilidad conjunta de cada uno de los tres coman-dantes surge tanto si se los considera coautores de cada uno de los hechos,como si se considera que el autor principal fue el comandante del Ejércitoy los comandantes de la Armada y de la Fuerza Aérea fueron partícipes enla comisión de los delitos. La omisión de este análisis y las arbitrarias con-clusiones a las que se arribó sobre las consecuencias de la autonomía decada Fuerza, llevan a descalificar este aspecto del fallo del análisis».

Ejes de análisis y sugerencia de actividades

• Dar cuenta del significado que tuvo el Juicio a los ex comandantespara el conjunto de la sociedad argentina.

• Identificar las diferentes argumentaciones presentadas en los estra-dos judiciales en torno a la represión desatada durante la última dic-tadura militar.

• Analizar las distintas posiciones frente a la condena.• Distinguir la lógica de los distintos discursos que cuestionan la sen-

tencia.• Reflexionar sobre la relación que existe entre Verdad y Justicia.

Sobre los documentos

• Identificar en el juicio las diferentes posiciones de los distintos acto-res judiciales: la fiscalía, la defensa y los jueces.

• ¿Cuáles fueron las estrategias de la fiscalía y de la defensa? ¿Qué seproponen probar cada uno de ellos? ¿Qué apelación hacen a la cues-tión de la memoria?

• Conceptuar el terrorismo de Estado según la lógica de la justicia:– Identificar sus objetivos y los elementos salientes de su modus

operandi.– Analizar la significación que adquirió la clandestinidad y el ocul-

tamiento en la lógica del accionar represivo.• ¿Qué diferencias existieron entre la fiscalía y el tribunal? ¿Por qué

difieren las sentencias solicitadas de las concedidas? • ¿Qué posiciones planteadas por la fiscalía fueron convalidadas por

la sentencia?

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• Reconstruyan los debates en torno a si hubo o no una guerra, iden-tifiquen los argumentos centrales de cada una de las posiciones.

• Comparen la sentencia de la Cámara con la resolución del ConsejoSupremo de las Fuerzas Armadas en torno a las «órdenes impartidas»

• ¿Cuáles fueron las diferentes reacciones contra la sentencia? ¿Cuáles el argumento de la apelación de la fiscalía? ¿Cuáles son los argu-mentos de los organismos de derechos humanos? ¿En qué difieren?¿Qué acciones de rechazo promovieron?

Para investigar

Buscar en los medios de comunicación de la localidad cómo fue lacobertura sobre el Juicio a las Juntas. ¿Cómo fue tratado el tema? ¿A quéaspectos se dio más relevancia?

Buscar en publicaciones de organismos de Derechos Humanos de lalocalidad donde viven o de la provincia. Entrevistar a diferentes personali-dades e indagar sobre sus posiciones en el pasado y en el presente. ¿Asumendiferencias? ¿Mantienen sus posturas frente al Juicio?

Para pensar

La sentencia del Juicio a las Juntas construyó una «verdad jurídica»sobre lo que pasó durante la dictadura, probó hechos y asignó responsa-bilidades. Sin embargo, aún hoy podemos encontrarnos con personas quesiguen negando lo ocurrido o sosteniendo las posiciones de los militares.¿Por qué creen que pasa esto?

Bibliografía sugerida

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La justicia silenciada (1986-1990)

Por María Dolores Béjar y Mariana Amieva

Bajo el ala de la impunidad

La sentencia de la Cámara Federal en el juicio a los miembros de las Jun-tas Militares convalidó la continuación del proceso judicial. Los miembrosde las Fuerzas Armadas, a pesar de su aislamiento, siguieron reivindicandosu comportamiento durante la dictadura militar: la restauración de lademocracia había sido posible porque habían derrotado a la subversión;ante el caos provocado por la guerrilla, la sociedad en conjunto había apo-yado su intervención en 1976. No estaban dispuestos a comparecer ante laJusticia, y para defender esta posición, contaban con la fuerza de las armas.

El presidente Raúl Alfonsín se había definido en contra la amnistía,pero consideraba necesario preservar la posición y el papel de las FuerzasArmadas como institución del Estado, y la prolongación de los juiciosafectaban el logro de este objetivo. Todas las medidas que impulsó a partirde la condena a los ex comandantes estuvieron guiadas a reducir el númerode causas. A través de las Instrucciones y de las leyes de Punto Final y Obe-diencia Debida, buscó que los militares en actividad no fuesen afectadospor la investigación judicial y que sólo resultasen condenados algunos altosjefes, ya retirados. Estas sanciones serían la marca entre dos épocas.

En la sociedad coexistieron diferentes actitudes. Algunos sectores pro-clamaron la necesidad de no revisar el pasado para avanzar en la reconci-liación nacional. Los organismos de derechos humanos se opusieron rotun-damente a esta alternativa. El «Nunca Más» debía cargarse de contenidoy, para ello, era preciso conocer lo que había ocurrido bajo el terrorismode estado y sancionar a todos los culpables. En la población se entrecruza-ron diferentes grados de compromiso con la defensa de los derechos huma-nos. En gran medida, la teoría de los dos demonios operó, para unos, como

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el velo que impidió reconocer en toda su dimensión los alcances siniestrosdel Estado terrorista, para otros, como la coartada para escamotear la verdad.

A pesar de esta heterogeneidad, es posible identificar una primera etapaen la que, frente al reconocimiento del horror, hubo un sentimiento exten-dido a favor de la aplicación de la justicia. A lo largo del juicio a los excomandantes, este sentimiento llegó a su punto más alto. Después, la com-binación de diferentes factores: la dificultad para desarmar la prepotenciamilitar desde la razón de la ley, el brutal impacto de la crisis económica y eldecidido pragmatismo de gran parte de la dirigencia política, favorecieronla desmovilización y el desinterés en gran parte de la sociedad.

Entre 1986 y 1990, se limitaron las posibilidades de que la justiciainterviniera en la investigación del pasado y sancionara a los culpables.

En este apartado proponemos la revisión de este proceso a fin deprecisar las posiciones de los principales actores sociales frente a los pasosque llevaron al silenciamiento de la justicia. ¿A través de qué decisiones y quéacciones se produjo este repliegue? ¿Quiénes y de qué manera intentarongarantizar la plena administración de justicia? ¿Qué otras dimensiones esnecesario tener en cuenta para evaluar la forma en que se desarrollaronlos hechos?

De la Obediencia Debida al perdón por decreto

El punto 30 de la sentencia a los ex comandantes dispuso que los res-ponsables y los autores directos de los crímenes cometidos durante la dic-tadura fuesen juzgados. El gobierno, para terminar con el malestar reinanteen el seno de las Fuerzas Armadas, insistió en la aplicación del principio deobediencia debida. A fines de abril de 1986, la prensa difundió las Instruc-ciones al Fiscal General del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, envia-das por el ministro de Defensa. El documento fue presentado como la víapara acelerar la acción judicial. A través de la interpretación del artículo 11de la ley 23.049, las Instrucciones eximían del juicio a quienes demostra-sen que habían cumplido órdenes. La medida fue rechazada por los orga-nismos de derechos humanos y encontró una fuerte oposición en los dospartidos mayoritarios y en los jueces de la Cámara Federal de la Capital,quienes amenazaron con renunciar en bloque. El gobierno dio marcha atrásy sólo se produjo la dimisión del juez Jorge Torlasco.

Sin embargo, el Poder Ejecutivo buscó otro camino para lograr su obje-tivo y elevó al Congreso el proyecto de ley que ponía Punto Final a la acciónde la Justicia. Esta iniciativa y los argumentos esgrimidos por Raúl Alfon-sín recibieron la desaprobación de gran parte de la sociedad. En el seno delradicalismo y el peronismo, hubo fuertes resistencias para aprobar la ley.

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Ante las presiones de sectores de su partido, el presidente sólo aceptóla incorporación de algunas enmiendas. Los beneficios de la prescripciónse extendieron a los civiles que habían actuado bajo las órdenes de los mili-tares y a los guerrilleros. Además, se amplió el plazo para la presentación denuevas denuncias ante el Consejo Supremo (de 30 a 60 días) y no se aceptóque hubiera Punto Final para las causas relacionadas con el secuestro demenores.

Los organismos de derechos humanos convocaron a la movilizacióny organizaron los casos para presentar sus denuncias a los tribunales antesde que concluyesen los plazos fijados por la ley.

Los jueces tampoco acompañaron la iniciativa del Ejecutivo: las Cáma-ras Federales de Córdoba, Bahía Blanca, Tucumán, Rosario, Mendoza,Comodoro Rivadavia y La Plata suspendieron la feria judicial para darentrada a las demandas. El 23 de febrero de 1987, al término de los 60 días,habían quedado procesados más de 300 oficiales de alta graduación, unacifra que excedía ampliamente los objetivos del gobierno.

Los miembros de las Fuerzas Armadas resolvieron no acatar las deci-siones de la Justicia. El primer acto de rebeldía pudo ser controlado, elsegundo condujo a la sublevación de Semana Santa. A fines de febrero de1987, seis oficiales de la Armada, citados por la Cámara Federal de Capital,no concurrieron a prestar declaraciones y ante la orden de detención fue-ron conducidos a Tribunales en una furgoneta naval. A mediados de abril,la negativa del Mayor Ernesto Barreiro de presentarse ante la Cámara Fede-ral de Córdoba fue secundada por el levantamiento encabezado por elteniente coronel Aldo Rico. Los rebeldes, atrincherados en la Escuela deInfantería de Campo de Mayo, exigieron la amnistía y el descabezamientode la cúpula del Ejército. La rebelión fue rápidamente rechazada por lamayor parte de la sociedad que se mostró dispuesta a defender el ordendemocrático.

La rebelión se prolongó por cinco días, durante los cuales el EstadoMayor fue incapaz de disciplinar a la oficialidad. Concluyó el 19 de abril,sólo después del encuentro entre Raúl Alfonsín y los carapintada en Campode Mayo. Los rebeldes no consiguieron sus objetivos de máxima, pero tam-poco el gobierno y la sociedad movilizada lograron la rendición incondi-cional de los insurrectos. La crisis de Semana Santa fortaleció la posiciónde los sectores que, dentro y fuera del gobierno, sostenían que la amnistíaera la única solución definitiva. No obstante, Alfonsín había rechazadosiempre esta posibilidad, y en los dos partidos mayoritarios generabaamplias resistencias. El gobierno volvió a insistir en eximir del juicio a quie-nes hubiesen cumplido órdenes. El 13 de mayo, el Poder Ejecutivo envióel proyecto al Congreso y el 8 de junio quedó sancionada la ley de Obe-diencia Debida. La reforma procesal dejó fuera del alcance de la justicia a

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la mayor parte de los autores directos de los crímenes cometidos bajo elEstado terrorista.

Los carapintada volvieron a levantarse en Monte Caseros y en VillaMartelli; la hiperinflación resquebrajó el tejido social; frente a la incerti-dumbre y el miedo, la actitud de rechazo a los crímenes cometidos durantela dictadura y la adhesión activa a la búsqueda de justicia perdieron fuerza.

A mediados de 1989, los dos principales candidatos a la presidenciade la Nación, Eduardo Angeloz y Carlos Menem, declararon que no pen-saban proponer una amnistía. No obstante, según la prensa, esta posibilidadfue considerada por Menem y Alfonsín en la conversación que tuvierona mediados de junio para acordar la delegación anticipada del gobierno.

Poco después de asumir, Menem declaró que pensaba aprobar unindulto para militares y guerrilleros. La medida contó con el aval de organi-zaciones empresarias y de miembros de la Iglesia y fue rechazada por losorganismos de derechos humanos y gran parte de la población, quienmanifestó su desacuerdo a través de la presencia en las movilizaciones y enlas encuestas de opinión pública. Los decretos firmados el 7 de octubre de 1989(Decretos 1002, 1003, 1004 y 1005) incluyeron a la mayor parte de los mili-tares que actuaron en la represión durante la dictadura, a numerosos «gue-rrilleros», a los procesados por los tres alzamientos militares (Semana Santa,Monte Caseros y Villa Martelli) y por el copamiento a Aeroparque, y a losresponsables de la derrota en la guerra de Malvinas.

A pesar del indulto, el Estado Mayor, con el acuerdo del Poder Ejecu-tivo, resolvió sancionar a los carapintadas por sus recurrentes alzamientos.En octubre de 1990, se dio a conocer la baja de Rico y, en noviembre, la Juntade Calificaciones decidió la separación de Seineldín junto con otros oficia-les que intervinieron en las rebeliones. Los carapintadas reaccionaron y,a principios de diciembre, tomaron la sede del Estado Mayor del Ejércitoy otras dependencias militares. Se los reprimió y fue el enfrentamiento quecostó mayor número de vidas. Seineldín, quien estaba detenido en San Mar-tín de los Andes, asumió la responsabilidad por el levantamiento y lamayoría de los indultados en diciembre de 1989 volvió a acompañarlo.

Pocos días después, el presidente firmó el segundo indulto. Los decre-tos anunciados el 29 de diciembre de 1990 (Decretos 2741, 2742 y 2743),con fundamentos similares a los esgrimidos en el primer indulto, exten-dieron el perdón presidencial a los ex comandantes Videla, Massera, Viola,Agosti, Lambruschini; los ex generales Camps, Ricceri y Suárez Mason, ya los civiles Alfredo Martínez de Hoz, Mario Firmenich, Norma Kennedyy Duilio Brunello.

El perdón por decreto abrió las celdas, pero no logró borrar de la memo-ria los crímenes cometidos; quienes bajo el terrorismo de estado habíanabierto el camino hacia la verdad y la justicia continuaron su búsqueda.

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Para el aula: Materiales de trabajo y sugerencia de actividades

1. DEBATE SOBRE EL PUNTO FINAL

Comunicado conjunto de los organismos de derechos humanos,en Clarín, 3 de diciembre de 1986

«(Se condena) la intención del gobierno de poner un Punto Final alesfuerzo de investigación de las gravísimas violaciones contra los derechoshumanos cometidos por el terrorismo de estado y al castigo penal de susautores y responsables. (…) La recuperación del orden constitucional nose limita a un cambio formal de gobierno. Significa que los valores a defen-der sean aquellos que se vulneran sistemáticamente en el pasado. Hay quellenar de contenido las instituciones democráticas poniéndolas al serviciode la justicia, de la libertad y de la solidaridad. (…) La dictadura militar eli-gió la clandestinidad como método y en ese marco se cometieron los másatroces crímenes, secuestros, prisión en condiciones inhumanas, tormen-tos, asesinatos, robos de niños, apropiación de bienes de las víctimas. Talmétodo fue posible por contar con la fuerza de las armas, con lo que sesubvirtió el orden constitucional y ejerció el terror sobre la población.

El propósito fue lograr la impunidad para los responsables y auto-res directos de esos delitos. (…)

La sanción de una norma que trabe la actuación de los jueces pre-mia la inoperancia cómplice del Consejo Supremo de las Fuerzas Arma-das, a los tribunales que no actuaron con decisión, a quienes siguen ocul-tando los aberrantes crímenes que cometieron y el destino de susvíctimas. (…) Si prosperase esta propuesta de Punto Final, contraria delos más elementales principios éticos, se estaría estableciendo la peorinjusticia: los crímenes quedan impunes cuando los poderes constitucio-nales –desoyendo la voluntad del pueblo– ceden ante la presión de susejecutores, cómplices o encubridores».

Mensaje del presidente Raúl Alfonsín anticipando el envío del proyectode la ley sobre el Punto final, Olivos, 5 de diciembre de 1986

«(…) Y así mientras que en el 83 nuestro horizonte era fundar la for-taleza de la democracia, hoy –tres años después– nuestro horizonte esfundar el progreso de la democracia. Quiero decir que hemos concluido

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la reconstrucción y que ahora nos toca iniciar, profundizar, una verdaderatransformación nacional. Pero aún nos falta concluir lo que podríamosllamar “la reunión de los argentinos”, afianzar el punto de encuentro detodos los argentinos. (…)

Y me refiero aquí básicamente a nuestras Fuerzas Armadas: con elmismo espíritu con que hemos impulsado una convergencia programática,con el objeto de reunir fuerzas en la sociedad, debemos ahora encarar lareunión definitiva de todos sus componentes. Quiero decir que no alcanzapara un país serio que quiere ser fuerte, que no alcanza para la epopeyaque queremos protagonizar, simplemente que las Fuerzas Armadas no pro-duzcan golpes. Un país que encara toda esta etapa de renovación y detransformación precisa a las Fuerzas Armadas plenamente integradas aesta marcha del Estado. (…)

Para que todo esto pueda ser realidad, es imprescindible que deje-mos de lado las prevenciones que hemos ido acumulando unos contra otrosa lo largo de una historia de desencuentros y aun de enfrentamientos. (…)

Por eso es que otra vez hemos elegido, en esta circunstancia de laArgentina, el camino menos fácil.

Les quiero decir hoy, porque la democracia es fuerte, podemos asu-mir con fortaleza el pasado. Y, como en 1983, quiero ser yo quien asuma,junto con los ministros de mi Gabinete Nacional, la plena responsabilidadde las decisiones que se toman.

(…) Llegamos de ese modo al período más sombrío de nuestra his-toria reciente, durante el cual unos pocos invocaron supuestos idealesrevolucionarios y atentaron contra las formas racionales de convivencia;mientras otros apelaron al terror desde el aparato estatal. Y en la tenazade violencia y muerte, que así se fue dando, quedó atrapada toda la socie-dad argentina. (…)

El gobierno condenó la violencia: la del terrorismo y la de la repre-sión ilegal. Además se dejó muy en claro que la imputación de respon-sabilidades se hacía a los agentes estatales involucrados y no a las ins-tituciones. (…) Además, se impuso un comportamiento racional a losafectados, a los involucrados, alejando así la posibilidad de venganzas almargen de la acción estatal. (…)

Ahora, al culminar la etapa de la revisión judicial, es imprescindibleconvocar una vez más a la sociedad para una nueva reflexión, porque,como dije antes, el horizonte que enfrentamos no es ya desterrar la prác-tica intolerante solamente, sino fundar los cimientos de una unión perdu-rable. (…) Yo no creo en los Puntos Finales establecidos por decretos. Nose cierran capítulos de la historia por la voluntad exclusiva de un dirigente,

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cualquiera sea la razón que esgrima; pero sí es necesario que exista con-ciencia y consenso alrededor de esto: es la sociedad misma la que en unacto de severa constricción y reconocimiento de su identidad está reco-giendo la experiencia del pasado. (…)

Pero hay dos situaciones que requieren urgente correcciones. Existede manera clara una dificultad creciente, consecuencia del largo tiempotranscurrido en las investigaciones con el consiguiente retraso en la asig-nación de responsabilidades. (…) Lo cierto es que se está afectando demodo directo tanto a las víctimas de la represión ilegal como a un númeroconsiderable de las Fuerzas Armadas que experimentan dudas acerca desu situación procesal. (…) Creemos necesario no sólo agilizar los trámi-tes judiciales sino también poner un plazo, que luego de todo el tiempotranscurrido evite que continúe indefinidamente pesando sobre los miem-bros de las Fuerzas Armadas y de Seguridad una suerte de sospechainterminable. (…) Estamos así abandonando el pasado. Estamos saldandonuestra historia que hicimos entre todos. (…) Nadie debe olvidar lo quenos pasó. Es necesario que no se olvide para que no nos vuelva a pasar.

Pero quiero que todos comprendamos, que todos aceptemos queya no podemos vivir encadenados a nuestra decadencia. Por eso hace-mos lo que hacemos, porque ya es tiempo para el futuro, porque ya estiempo para un pasado que no volverá a frustrarnos. Es el tiempo delencuentro de todos los argentinos. Muchas gracias».

Comunicado de miembros de la CONADEP en respuesta al mensajedel presidente Alfonsín, en Clarín, 9 de diciembre de 1986

La CONADEP fustigó el proyecto de Punto Final por constituir «unasuerte de discriminación» y sentenció que, de aprobarse: «sólo se susci-tará el deseo de venganza, desatándose sobre la nación nuevas formas deviolencia y caos. (…) Es preferible la lamentable peculiaridad de la lentitudde la Justicia que la supresión de la misma. Todos anhelamos la paz ennuestro suelo, pero la reconciliación y el perdón que tanto se desea supone,y la iglesia lo reclama, el previo arrepentimiento. (…) Con alguna excepción,no sólo no se ha producido ese arrepentimiento, sino que altos jefes y ofi-ciales de las Fuerzas Armadas y de Seguridad justificaron los horrores per-petrados y hasta los exaltaron como expresión del honor nacional y comomedio de preservar los valores occidentales y cristianos. Cabría pregun-tarse si los secuestros, las salvajes torturas y los asesinatos forman parte

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de esos valores espirituales. (…) ¿Qué clase de reconciliación podrálograrse con la impunidad de los que cometieron semejantes crímenesde lesa humanidad? ¿De qué manera la suspensión de la Justicia podrállevar paz al espíritu de los hombres de armas que jamás cometieron esegénero de aberraciones? (…) Si esta determinación del Poder Ejecutivose toma porque están en juego miembros de las Fuerzas Armadas, seconvalida la impresión que está en el ánimo de la mayor parte de los argen-tinos: que hay dos clases de ciudadanos. En primerísimo lugar los inte-grantes de las Fuerzas Armadas, que serían así por extraños motivos ciu-dadanos privilegiados, y en segundo término todos los miembros de lacivilidad. (…) En nuestra honrosa Constitución no se establece semejantediferencia y, por el contrario, todo ciudadano es igual ante la ley.»

Declaración de Emilio Mignone, presidente del Centro de EstudiosLegales y Sociales, en El Periodista Nº 123, 8 de enero de 1987

«La ley 23.492 denominada de Punto Final establece un términoperentorio dentro del cual si los responsables de los crímenes cometidosdurante la dictadura militar no son citados a prestar declaración indaga-toria, no son procesados, queda extinguida la acción penal; es decir que-dan amnistiados. Tenemos un término angustioso que corre desde el díade la promulgación de la ley, el 24 de diciembre de 1986, hasta el 22 defebrero de 1987. En este brevísimo término, estamos todos obligadosen conciencia, magistrados judiciales y ciudadanos de este país, a reali-zar cualquier tipo de esfuerzo para lograr que el mayor número de res-ponsables sea citado a prestar declaración indagatoria. Sean, en conse-cuencia, procesados, y por lo tanto puedan proseguir las causas contraellos. De tal manera que la impunidad que esta ley significa para los res-ponsables de estas violaciones a los derechos humanos se reduzca en lamedida de lo humanamente posible.

Esta presentación crea una responsabilidad muy grave para los magis-trados judiciales, para los integrantes del Consejo Supremo de las FuerzasArmadas y para los miembros de las cámaras federales de apelación detodo el país. Porque de ellos depende –y yo quiero subrayar en nombre delas organizaciones de derechos humanos esta responsabilidad–, de ellosdepende que haya justicia o que la impunidad sea la que impere en el país.Como auxiliares de la Justicia, estamos ofreciendo aquí los medios paraque las cámaras federales de apelación cumplan con su deber.»

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2. LA REIVINDICACIÓN DE LA «GUERRA SUCIA»

«Los conspiradores no se rinden», nota de Horacio Verbitsky,En El Periodista Nº 76, 21 de febrero de 1986

«El coronel Mohamed Alí Seineldín encabeza un grupo de oficiales quesueña con apoderarse del gobierno antes de las elecciones parlamentarias ygubernativas de 1987, con el apoyo de la derecha peronista y a favor del caossocial y del vacío de poder que creen producirá para entonces la política eco-nómica del ministro Juan Sourrouille. Seineldín fue designado agregado mili-tar en Panamá (…) como un medio de retirarlo de la escena política (…). Cato-licismo, nacionalismo, anticomunismo, moralidad y coraje son las bases delprograma elemental que Seineldín representa y que el Jefe de Estado Mayordel Ejército, Héctor Ríos Ereñú, haría bien en estudiar con atención.

Un gobierno fuerte ha logrado asentar sus relaciones con las FuerzasArmadas, que no se reponen de la guerra sucia ni de la hecatombe de Malvi-nas y que no pueden pensar en dirigir al país, porque ni siquiera están en apti-tud para conducirse a sí mismas. El Comandante en Jefe, Raúl Alfonsín, notiene por qué temer un golpe institucional. Pero no sería inteligente menospre-ciar la conspiración fundamentalista que se está incubando en las sombras».

En las vísperas de Semana Santa A lo largo de febrero, declaracionesde miembros de las Fuerzas Armadas amenazan la democracia. El jefe dela Armada, José María Arriola, afirma que quienes acusan a jefes castren-ses «por sus acciones contra la subversión, son compañeros de ruta delmarxismo que ahora se proclaman paladines de los derechos humanos y lademocracia». El Comodoro Luis Estrella dice: «Estamos bajo un régimenmarxista, que está ocupando la patria y que abarca también la justicia».

El general Ríos Ereñú hace declaraciones en defensa del sistemademocrático y la vigencias de la justicia, pero advierte que se debe evi-tar que se prolongue el enfrentamiento entre civiles y militares por el temade los juicios o habría «caos» a corto plazo.

La proclama de los oficiales en Córdoba,en El Periodista, Nº 137, 24 de abril de 1987

El 25 de febrero, en Córdoba, un grupo de oficiales en actividadmanifiesta su solidaridad con el capitán Enrique Mones Ruiz, citado porla Cámara Federal. En la proclama que entregan a la prensa critican a

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la conducción del Ejército: «La actual cúpula militar formaba parte de lasFuerzas Armadas durante la guerra contra la subversión, ocupando pues-tos de significativa trascendencia. La legalidad que en ese momento noexigieron a las sucesivas Juntas Militares pretenden ahora imponérselasa subalternos que se limitaron expresamente a cumplir órdenes sin rehuirjamás el combate frente al enemigo de la Nación».

En marzo, el Centro Naval declara que los juicios eran juicios políticosa las FFAA como institución y el Círculo Militar reivindica a los «los jóvenesque sólo actuaron con fervor patriótico». Proclama que se trató de unaguerra justa y que los militares retirados y en actividad estaban muy unidos.

Los dos ejércitos, según Camps, en El Periodista,29 de mayo de 1987

El 23 de mayo, Ramón Camps, condenado a 25 años de prisión portormentos a detenidos, sostiene que la crisis de Semana Santa fue la eclo-sión del «dramático desencuentro de dos Ejércitos distintos, destinado aun divorcio inconciliable». El primero «no pasaba de ser en el fondo unaadministración de hombres y elementos (…) la guerra era sólo una abs-tracción y las campañas se reducían a los ejercicios finales (…) La inmensamayoría de nuestros cuadros terminaban sus días militares en paz y conhonor. Pero a partir de la experiencia de la guerra antisubversiva, nuestroEjército comienza a madurar una lenta transformación de la que va a sur-gir ese otro Ejército que, gestado en el interior del primero, terminará porenfrentársele (…)

Esa guerra se autodefine como sucia y lleva implícito un inevitabledescenso al barro de la mugre. (Ese nuevo Ejército) implica que el jefesea capaz junto a sus subordinados de emprender ese descenso a losinfiernos (…). En el Ejército hoy no puede existir un mando que no tengaen cuenta aquellas transformaciones. Aventadas como por un soplo deviento las estructuras caducas, quedó al descubierto en toda su desnu-dez un nuevo Ejército». Para este «nuevo Ejército» no existe solución através de la obediencia debida: «La solución pasa por afirmar que huboguerra, que fue justa y, en consecuencia, hay que anular lo actuado (…).Los mandos actuales, si aspiran a mandar, deben tener en cuenta estaespinosa cuestión. Ellos, al menos, no deberán arriar jamás la banderade la reivindicación de la guerra».

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3. EL DEBATE SOBRE LA OBEDIENCIA DEBIDA

Instrucciones al Fiscal General del Consejo Supremode las Fuerzas Armadas, abril de 19861

1) Los subordinados serán responsables penales sólo cuando hayanejercido capacidad decisoria, hayan conocido la ilicitud de las órdenes ohayan ejecutado hechos atroces o aberrantes;

2) se deberá entender que el subordinado ejerció capacidad deci-soria sólo en aquellos casos en que se apartó de las órdenes impartidas;

3) se deberá considerar que los subordinados actuaron con «errorinsalvable» sobre la legitimidad de la orden, salvo en aquellos casos enque la acción cumplida no fuera consecuencia de órdenes recibidas;

4) los subordinados son responsables de la ejecución de delitosaberrantes sólo cuando la conducta de los mismos configure un excesoen el cumplimiento de las órdenes recibidas.

Disertación del general Ríos Ereñú ante oficialesdel Comando Logístico de Palermo, 5 de mayo de 1986 2

«Para poder comprender con claridad el tema de las Instruccioneshay que analizar primero cómo se llega a esta situación. En 1976, lasFFAA hicieron promesas a la ciudadanía que no fueron cumplidas porquelos objetivos del Proceso no se cumplieron, generando un sentimientode frustración. A esto se agregó el de la guerra perdida en Malvinas (…)Por lo tanto todas esas frustraciones se transfirieron en un sentimientode bronca contra los militares.

Además, hay que tener en claro que la victoria militar contra la sub-versión no se materializó de igual modo en el campo político, por lo que laguerra contra la subversión fue una guerra perdida. (…) ¿Qué vamos a hacercomo Institución para mejorar nuestra imagen? Primero, todo dentro de laley. Porque a mí me vienen cada dos por tres con ideas vacías que no solu-cionan nada.

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1. En Acuña, Carlos y Catalina Smulovitz, Militares en la transición argentina: del gobierno a la sub-ordinación constitucional, Nueva Visión, Buenos Aires, 1995

2. En Verbitsky, Horacio, Civiles y militares. Memoria secreta de la transición, Contrapunto, BuenosAires, 1987.

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Hacer un golpe ahora es postergar el problema para dentro de diezaños, porque un golpe es reprimir y se puede reprimir cualquier cosamenos el pensamiento. (…) hay que reinsertarse en el esquema institu-cional (…) el objetivo es ganar la confianza del poder político para llevara la institución al sitial que le corresponde y solucionar el problema de lassecuelas de la lucha contra la subversión. (…)

Entonces ¿cómo se encuentran las FFAA en este momento? Acota-das por un lado por el acatamiento al orden institucional y por otro por ellegítimo derecho de defensa de lo actuado. (…)

Cómo juega ahora el tema de la obediencia debida: si los respon-sables de las órdenes que impusieron una metodología “aberrante” ya fue-ron sancionados, son cómplices únicamente los que se excedieron».

La sentencia de la Cámara Federal de Capital en el caso Camps,2 de diciembre de 19863

No aceptó que pudiera «haberse pensado que era legítimo ejecutaractos que significaban absoluto menosprecio a la dignidad humana (…)matar a un enemigo en el campo de batalla y en fragor de la lucha no essituación que guarde identidad alguna con la de aplicar crueles tormen-tos a personas inermes en la tranquilidad y seguridad de cuatro paredes.(…) La obediencia es importantísima, pero no más que la juricidad (…)En un sistema jurídico que parta del respeto a la dignidad del individuo,como ente capaz de autodeterminarse, no es concebible que se lo deter-mine a cumplir órdenes antijurídicas».

Texto de la Ley de Obediencia Debida

«Artículo 1: Se presume sin admitir prueba en contrario que quie-nes a la fecha de comisión del hecho revistaban como oficiales jefes, ofi-ciales subalternos, suboficiales y personal de tropa de las Fuerzas Arma-das, de seguridad, policiales y penitenciarias, no son punibles por losdelitos a que se refiere el artículo 10, punto 1 de la ley 23.049 por haber

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3. Ibídem.

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obrado en virtud de obediencia debida. En tales casos se considerará depleno derecho que las personas mencionadas obraron en estado de coer-ción bajo subordinación a la autoridad superior y en cumplimiento de órde-nes, sin facultad o posibilidad de inspección, oposición y resistencia a ellaen cuanto a su oportunidad y legitimidad. La misma presunción será apli-cada a los oficiales superiores que no hubieran revistado como coman-dante en jefe, jefe de zona, jefe de subzona o jefe de fuerza de seguridad,policial o penitenciaría si no se resuelve judicialmente, antes de los treintadías de la promulgación de esta ley, que tuvieron capacidad decisoria oparticiparon en la elaboración de las órdenes.

Artículo 2: La presunción establecida en el artículo anterior no será apli-cable respecto de los delitos de violación, sustracción y ocultación de meno-res o sustitución de su estado civil y apropiación extorsiva de inmuebles».

Comunicado de la APDH sobre la ley de Obediencia Debida,en Clarín, 7 de junio de 1987

(La ley) «Es fruto de la presión militar sobre la sociedad democráticay constituye un intento por obtener impunidad, ahora con el aval de lasfuerzas políticas que lucharon por establecer el estado de derecho.

Quedan golpeados la ética democrática y el pueblo, que ve afectadasu credibilidad (…) La moral no es un valor abstracto; por lo tanto, en nom-bre de la moral pública, de la ética, de la Justicia, de la vida y de la seguridad,la entidad se lamenta profundamente de que esta ley haya sido sancionada.»

4. PERDÓN POR DECRETO

Fundamentos de los decretos de indulto,del 7 de octubre de 1989

«Visto que las secuelas de los enfrentamientos habidos entre argen-tinos desde hace dos décadas obran como constante factor de perturba-ción en el espíritu social que impide alcanzar los objetivos de concordiay unión a los que el gobierno nacional debe atender prioritariamente y con-siderando. Que pese al tiempo transcurrido desde la reinstauración plena delas instituciones constitucionales, las medidas hasta ahora instrumentadas

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han sido insuficientes para superar los profundos desencuentros que per-sisten en el seno de nuestra sociedad y cuya responsabilidad última debeser asumida por todos (…).

Que frente a los hechos que generaron esos desencuentros, ladebida conciencia social no ha de ser la de negarlos o fingir cínicamenteque no existieron; mas tampoco ha de ser la de una actitud que someta lavida comunitaria al cotidiano, depresivo y frustratorio influjo de ellos y man-tenga abiertas las heridas que causaron, y nos coloque a todos bajo unsigno fatalmente divisionista (…).

Que dejar atrás aquellos hechos luctuosos no es un acto de irres-ponsable condescendencia. Es el requisito que debemos cumplir paraunirnos solidariamente, como un solo pueblo, sin la división en dos ban-dos a que quiere arrastrarnos el pasado.

Sólo después de que reconstruyamos esa unión solidaria volverá anosotros esa energía vital que necesitamos para ser un país con destino.La idea fuerza de estos tiempos es la de reconciliación.

Que cabe puntualizar, no obstante, que esta medida es sólo un meca-nismo político (…). No implica en manera alguna que estos objetivos hayansido alcanzados, ni que esté garantizado alcanzarlos; es una más entre lasmuchas medidas que el gobierno nacional, sacrificando convicciones obvias,legítimas e históricas, está dispuesto a propiciar para lograr la pacificaciónde la República. Que quienes murieron luchando por sus ideales descan-sen en paz; que su memoria no sirva para la división de los argentinos; quesu sangre sirva para unirnos más, para nosotros, para nuestros hijos (…).

Y el futuro que queremos inaugurar debe proscribir por igual a losmesiánicos de cualquier signo que pretenden sustituir a la voluntadpopular. (…)

Que es también regla orientadora sobre el punto que la Constituciónha de ser interpretada de modo tal que las limitaciones no traben el eficazy justo desempeño de los poderes atribuidos al Estado y permita el cum-plimiento de sus fines de la manera más beneficiosa para la comunidad.»

Reacciones frente al primer indulto, en Clarín,8 de octubre de 1989

APDH: «Sentimos consternación y repudio por la medida presiden-cial otorgada a favor de quienes ejercieron el terror homicida, el secues-tro y la tortura, y se alzaron con las armas de la nación en contra del orden

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constitucional. (Esta decisión) otorga impunidad a los violentos y desoyea la mayoría del pueblo argentino que reclama ética y justicia.»

Madres de Plaza de Mayo (LF): «Estos decretos constituyen la coro-nación de la infamia iniciada por las leyes de Punto Final y ObedienciaDebida. (…) La mayoría de los argentinos asiste escandalizada a esta burlade la Justicia, verdadera aberración moral que deja impunes y en libertada violadores de la dignidad y la persona humana y sublevados contra elorden constitucional.»

Liga Argentina por los Derechos del Hombre: Convocó a «movilizarsey pronunciarse exigiendo la nulidad de los decretos e impidiendo el dictadode otros que favorezcan a los capitostes de los militares y otros genocidas.»

Facundo Suárez Lastra (UCR): «Menem ha traicionado al pueblo y asu propio mandato, porque confundió la posibilidad constitucional de indul-tar con la legitimidad que le dio el pueblo.»

Alfredo Carballeda (PJ porteño): «Como peronista e integrante deAPDH, le digo a la omnipotencia del presidente que sea capaz de convocara todos los asesinados, desaparecidos y torturados y los consulte sobrela reconciliación y las falsas unidades del pueblo con sus genocidas.»

Eduardo Sigal (PC): «Estando sordos a la voz del pueblo, el presidentecarece de legitimidad y consenso político y en esta medida actúa más comorepresentante de una monarquía autoritaria que de un gobierno democrá-tico. (…) En vez de paz y tranquilidad el indulto crea el peligro de la repe-tición del pasado.»

Luis Zamora (MAS): «El presidente Menem ha burlado la voluntad dela inmensa mayoría del pueblo. El MAS llama a continuar más que nuncacon la campaña de firmas contra el indulto, como expresión de repudio yde lucha y para impedir que se extienda a Videla y demás comandantes.»

Alchouron (SRA): «El objetivo de la definitiva pacificación y reconci-liación de la familia argentina, no admite diferenciaciones que a esta alturade los hechos deben quedar libradas al juicio de Dios y de las concien-cias individuales.»

Raúl Primatesta (Presidente del Episcopado Argentino): «De todasmaneras vuelvo a insistir que esta medida es un aporte muy grande parala paz, para la pacificación de los argentinos y se necesita tener espíritumuy distorsionado, muy conturbado el propio espíritu y el corazón parano darse cuenta de la necesidad de esta pacificación y de la razonabledisposición que hay que tener para aceptar lo fundamental.»

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Fragmentos de la Carta abierta del Fiscal Luis Moreno Ocampoal presidente Menem, en Clarín, 25 de diciembre de 1990

«Señor Presidente: Ud. anunció que utilizando sus facultades va aindultar a Firmenich, Videla, Massera, y Camps. De acuerdo a la ley nadiepuede detenerlo, pero de todas maneras quiero escribirle esta carta paraexpresarle mi opinión. El indulto pone en peligro la seguridad y la paz delos argentinos (…)

Nadie devuelve a un hijo muerto ni puede borrar la angustia de añosde incertidumbre por la suerte de un familiar desaparecido. (…) cuandohay miles de muertos, cuando los partidos políticos y las instituciones dela República estuvieron vinculadas con el crimen, la víctima es toda lasociedad. (…) Anular el efecto de las sentencias no va a cerrar sino rea-brir la discusión sobre el pasado. Firmenich, Massera, Videla y Capms fue-ron condenados por los jueces a las penas de prisión que prevé el Código.Concederle la libertad antes de tiempo es impulsar la idea de que las leyesno se cumplen, que hay personas que pueden cometer gravísimos hechosy no van a ser alcanzadas por la Justicia y que los amigos del poder tie-nen licencia para cometer crímenes (…)».

Ejes de análisis y sugerencia de actividades

• Identificar las argumentaciones centrales que fundamentaron las

políticas de impunidad.

• Identificar las principales razones de quienes se opusieron a ellas.

• Distinguir entre los diferentes actores que pugnaban en ese escena-

rio las diferentes formas de acción que impulsaron para imponer su

postura.

• Reflexionar sobra las implicancias que tuvo la impunidad en el pro-

ceso de consolidación de la democracia.

Sobre los documentos

• Distinguir en el discurso de Alfonsín los núcleos claves de la argu-

mentación desde donde se sustentan la necesidad del Punto Final.

• Identificar aquellos argumentos que desde el movimiento de derechos

humanos y otros referentes se esgrimen para oponerse.

• ¿Cómo se introduce en este debate la cuestión de la consolidación de

la democracia?

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• El dirigente del CELS, Emilio Mignone, propone una estrategiapara oponerse al Punto Final ¿Cuál es? ¿A qué poder del estado estáinterpelando?

• Comparar el texto de la ley de Obediencia Debida con el de las Ins-trucciones a los fiscales. ¿Qué objetivos se busca con ellos? ¿Cuáles sonsus diferencias? ¿Cómo se definen las responsabilidades en la ejecu-ción del terrorismo de estado?

• Distinguir las razones que se esgrimen contra la ley de ObedienciaDebida.

• Dentro del sector militar ¿qué posturas pueden distinguirse? • ¿Cuáles son los fundamentos del Indulto sostenidos por el ejecutivo?

¿El perdón presidencial implicaba la reivindicación de lo actuado?¿Qué sentidos le son asignados a la memoria? ¿Qué entienden por«superar el pasado»?

• Distinguir las razones que esgrimen quienes se oponen a él. ¿Quécuestionan?

• Luego de la lectura de todos los documentos que promovieron yapoyaron la política de impunidad, ¿qué reflexiones pueden hacersobre la idea de Reconciliación Nacional a la que apelan?

• Luego de la lectura de todos los documentos que expresan a quienesse opusieron a la impunidad, reflexionar en torno aquellas consecuen-cias que señalaron que ocurrirían si no se avanzaba por el caminode la Justicia.

Para investigar

• ¿Qué juicios se abrieron en los años ochenta que involucren a per-sonas cercanas a su comunidad, localidad o provincia, ya sea comovíctimas o como victimarios? Averigüen qué pasó con los procesosa través de la lectura de diarios o entrevistas a personas que intervi-nieron en ellos.

• ¿Qué juicios se están llevando adelante actualmente cerca de su loca-lidad? ¿Por qué hechos se están realizando los procesos? ¿Algunos delos imputados fueron alcanzados en su momento por los beneficiosque garantizaron a los represores las leyes de impunidad?

Para pensar

• Si hubieran vivido en esos años, ¿cómo se posicionarían frente a esostemas? Luego de un debate profundo, elaborar un documento odeclaración pública emitiendo opinión sobre algunas de las inicia-tivas que consagraron la impunidad (el Punto Final, ObedienciaDebida, Indultos). Diseñar una campaña para buscar adhesiones.

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Definir los destinatarios, las formas de difusión y publicidad,las estrategias para sumar voluntades, etc.

• Confeccionen un listado de los problemas por los que atraviesala sociedad argentina actual. ¿Cuáles de ellos se pueden asociar con losucedido en estos años y la falta de profundización de la justicia?

Bibliografía sugerida

ACUÑA, C.; I. GONZÁLEZ BOMBAL; E. JELIN; O. LANDI; L. QUEVEDO; C.SMULOVITZ; A. VACCHIERI; A. PRZEWORSKY, Juicio, castigos y memorias.

Derechos Humanos y Justicia en la política argentina, Nueva Visión,Buenos Aires, 1995.

AGEITOS, Stella Maris, Historia de la impunidad: de las actas de Videla a los

indultos de Menem, Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2002.

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Las grietas en la impunidad

Por María Dolores Béjar y Mariana Amieva

A pesar del muro de impunidad levantado entre 1986 y 1990, en el camino

de la aplicación de la justicia, fue imposible detener la búsqueda de la ver-

dad y el reclamo del derecho a saber sobre el destino de los detenidos des-

parecidos y el de sus hijos. Fue la persistente acción de los Organismos de

Derechos Humanos sobre la impunidad la que posibilitó abrir huecos en

el muro y visualizar nuevamente el camino de la justicia.

A pesar de las resistencias de los autores de los crímenes —que conta-

ron con la complicidad de importantes sectores de la sociedad— y el débil

compromiso que tuvo la mayoría de la población con la búsqueda de la ver-

dad y la justicia, los organismos contaron, en los años 90, con condiciones

mucho más propicias que en sus comienzos para enfrentar la impunidad.

A las posibilidades que ofrecía el orden constitucional, se sumaron

las tensiones que produjeron en el seno de la Fuerzas Armadas, tanto el

rechazo de sus acciones por parte de la sociedad como la firme decisión de

los defensores de derechos humanos de utilizar todas las brechas para san-

cionar su conducta.

En octubre de 1994, el Senado no aprobó los ascensos de dos miem-

bros de la Marina, los capitanes de navío Antonio Pernías y Juan Carlos

Rolón, debido a su probada participación en grupos de tareas a cargo de la

represión. El Presidente los había incluido en la lista de los candidatos a ser

promovidos, pero los Organismos de Derechos Humanos poseían docu-

mentación que confirmaba su participación en delitos que los inhabilitaba

para el ascenso, aun cuando la Obediencia Debida los eximiera del juicio.

El periodista Horacio Verbitsky informó a la opinión pública sobre

este caso a través de Página 12. Pernías reconoció ante los senadores que en

«la guerra contra los subversivos», una guerra especial, todos los oficiales

de la Armada habían intervenido en las operaciones clandestinas.

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Unos meses después, Adolfo Scilingo, otro miembro de la Armada,

le confesó a Verbitsky que los detenidos-desaparecidos en la Escuela de

Mecánica de la Armada (ESMA) eran arrojados a las aguas del Río de La Plata,

desde aviones en vuelo de dicha fuerza.

La declaración de Pernías y la confesión de Scilingo fueron impulsadas

por el compartido afán de cuestionar a los superiores: si habían cumplido

órdenes demostrando su pleno acatamiento a las normas de la institución,

¿por qué se los sancionaba, por qué se los convertía en criminales? No eran

arrepentidos, eran miembros de las Fuerzas Armadas que demandaban, a

quienes los habían dirigido, que reconocieran la metodología instrumen-

tada por la institución.

El testimonio de Scilingo confirmó que con la desaparición forzada

se había pretendido negar la muerte. Confirmó también lo que ya había

denunciado el presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS),

Emilio Mignone, en el libro Iglesia y dictadura, que miembros del clero habían

apoyado el plan criminal ejecutado por las FFAA.

El debate en torno al horror volvió a colocarse en el centro del esce-

nario político y social. Frente a las voces de los represores, los miembros

de las organizaciones vinculadas con la defensa de los Derechos Humanos

asumieron posturas diferentes.

Al calor del debate suscitado por las declaraciones de Scilingo, las

posiciones más abiertamente contrastantes fueron las asumidas por el CELS

—a través de Mignone— y las defendidas por la Asociación de Madres de

Plaza de Mayo, a través de Hebe de Bonafini. Para el primero, las informa-

ciones provenientes de los represores posibilitaban la construcción de una

verdad cada vez más consistente y ampliamente reconocida, esta verdad

reabría el camino de la justicia. Para la presidenta de Madres, en cambio,

la búsqueda de la verdad era una etapa concluida: ya se sabía lo que había

ocurrido durante la dictadura militar y el principal objetivo del presente

era lograr la plena y efectiva aplicación de la justicia. Mignone se mostró

abierto a explorar todos los resquicios y las posibilidades que ofrecía el sis-

tema político y legal vigente para alcanzar su meta de verdad y justicia.

Bonafini, en cambio, manifestó su profundo escepticismo respecto a las

decisiones de jueces y políticos. Para ella estaban demasiado comprometidos

con los autores de los crímenes como para esperar que los encarcelasen.

Cuando las leyes mencionadas y el indulto pusieron fin a la labor de

los jueces y liberaron a los culpables, sólo en dos juicios se había llegado a

pronunciar sentencia: en el de los miembros de la Junta (causa 13) y en el

caso Camps y otros (causa 44).

Sin embargo, a través del reclamo por el reconocimiento del derecho

a la verdad, parte de los organismos lograron promover los «Juicios por

la Verdad». ¿Cómo se llegó a estos juicios?

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El derecho a la verdad y el duelo

El informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

aprobado en octubre de 1992 evaluó que las leyes de Punto Final, Obe-

diencia Debida y el Indulto presidencial eran incompatibles con artículos

de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y de

la Convención Americana sobre Derechos Humanos. La CIDH recomendó

al gobierno argentino: «la adopción de medidas necesarias para establecer

los hechos e individualizar a los responsables de las violaciones de los dere-

chos humanos ocurridos durante la pasada dictadura militar».

Sobre la base de esta resolución, en virtud de la información apor-

tada por Scilingo, el abogado Horacio Méndez Carreras, que representaba

a la familia de la monja francesa Alice Domon, pidió la Cámara Federal

que se reclamaran los listados sobre desaparecidos.

La Cámara, con el voto de Horacio Catani, Martín Irúrzun, Eduardo

Luraschi, Juan Pedro Cortelezzi, reclamó al presidente de la Nación, al

Ministro de Defensa (Camilión) y al Jefe de Estado Mayor (Molina Pico)

que le remitiesen un listado sobre desaparecidos. Votaron en contra los

conjueces Luisa Riva Aramayo y Horacio Vigliani, adujeron que las leyes

de Punto Final y Obediencia Debida y el indulto habían cerrado la inves-

tigación sobre lo ocurrido en la ESMA.

Las Abuelas también resolvieron acudir a la Justicia para solicitarle

que exija la lista de las embarazadas que parieron en la ESMA y para que

se averigüe el destino de los nacidos en el centro de represión.

Ante el reclamo el gobierno afirmó que no había posibilidades de

entregar las listas. La respuesta de Oscar Camilión a la Cámara Federal fue

que en el Ministerio de Defensa no se registraban otras nóminas de dete-

nidos que aquellas que figuran en el anexo del Informe Nunca Más.

Ante la falta de respuesta por parte del Estado, Emilio Mignone, del

CELS, con el patrocinio de los abogados Alicia Oliveira y Martín Abregú,

pidió a la Cámara Federal que declarara la inalienabilidad del derecho a la

verdad y la obligación del respeto al cuerpo y del derecho al duelo dentro

del ordenamiento jurídico argentino, así como también el derecho a cono-

cer la identidad de los niños nacidos en cautiverio.

Reclamó que el tribunal «tutele esos derechos y arbitre las medidas

necesarias para determinar el modo, tiempo y lugar del secuestro y la pos-

terior detención y muerte, y el lugar de inhumación de los cuerpos de las

personas desaparecidas».

La Cámara dio lugar a la presentación, y a partir de allí, comenza-

ron una serie de acciones judiciales que se denominaron «Juicios por la

Verdad».

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A pesar de las fuertes resistencias de los militares, éstos se comenza-

ron a desarrollar en La Plata, Córdoba, Bahía Blanca, Rosario, Mar del Plata

y Capital Federal.

La apropiación de menores

Por otro lado, al haberse reconocido que la apropiación de menores

era un crimen de lesa humanidad, a los autores del mismo no los alcanzó

el beneficio que las leyes de Punto Final y Obediencia Debida brindó a los

responsables del terrorismo de Estado. En el juicio a los miembros de la Junta,

éstos fueron absueltos del crimen de sustracción de menores «porque este

delito se ha demostrado sólo en forma ocasional». Según los jueces, las

pruebas no habían confirmado la existencia de una práctica sistemática y,

por lo tanto, no era posible condenar a los Jefes de las FFAA como autores

de un plan. A la difícil y, en algunos casos, conflictiva tarea de defensa del

derecho a la identidad, asumida a través de la búsqueda de los menores a

partir de 1996, las Abuelas de Plaza de Mayo —acompañadas por la mayor

parte de los Organismos de DDHH— pidieron juicio a los responsables.

Podían probar que la apropiación de los bebés y la negación de su identi-

dad respondían a un plan sistemático.

En las causas abiertas por la apropiación de menores, los jueces a

cargo, Marquevich, Bagnasco y Servini de Cubría, resolvieron procesar y

detener en forma preventiva a altos jefes de las FFAA que se habían bene-

ficiado con las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, y el indulto. Muchos

de los que fueron amnistiados e indultados volvieron a estar procesados

por la Justicia como Jorge Videla, Emilio Massera, Guillermo Suárez Mason,

Reynaldo Bignone y Jorge «Tigre» Acosta entre otros.

Los escraches

A mediados de los años 90, una nueva asociación se sumó a la bús-

queda de justicia: H.I.J.O.S. (Hijos de detenidos-desaparecidos, presos polí-

ticos y exiliados por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio).

Con su incorporación, el reclamo de verdad y justicia se expresó a

través de nuevas formas de acción: el escrache fue la expresión más evi-

dente y distintiva de estas víctimas del terrorismo de Estado.

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Para el aula: materiales de trabajo y sugerencia de actividades

1. LOS MILITARES SE CONFIESAN

Antes de ofrecer su información al periodista Horacio Verbitsky,Adolfo Scilingo —capitán de corbeta, ex jefe de automotores dela Escuela Mecánica de la Armada y compañero de promociónde Rolón— se había dirigido a sus superiores. Fue en 1986, trassolicitar su retiro de la Armada —y con posterioridad al indulto—cuando comenzó a reclamar a las autoridades navales, al ex presi-dente Videla y al presidente Menem que informara al país acercade los vuelos de la muerte.

Carta a Videla, marzo de 19911

«Como respuesta ante el tema de los desaparecidos usted dijo: haysubversivos viviendo con nombres cambiados, otros murieron en combatey fueron enterrados como NN y por último no descartó algún exceso desus subordinados. ¿Dónde me incluyo? ¿Usted cree que esos traslados rea-lizados semanalmente eran producto de excesos inconsultos? Terminemoscon el cinismo, digamos la verdad. Dé a conocer la lista de los muertos,pese a que en su momento no asumió la responsabilidad de firmar la eje-cución de los mismos. La injusta condena que dice que cumplió fue con lafirma de un presidente ordenando el juicio, con la firma del fiscal solicitandocondena, con la firma de jueces fijando sentencia. Todos equivocados o no,dieron la cara y su firma. Nosotros todavía cargamos con la responsabili-dad de miles de desaparecidos sin dar la cara y decir la verdad y ustedhabla de reivindicaciones. La reivindicación no se logra por decreto».

Fragmento del testimonio de Adolfo Scilingo 2

—¿Cómo llegaron a usted las órdenes de arrojar prisioneros inermesal mar?

—La primera información la recibí del almirante Luis María Mendía,que era Comandante de Operaciones Navales, ante las planas mayoresde todas las unidades del área Puerto Belgrano, reunidos en el cine de

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1. En Verbitsky, Horacio, El vuelo, Planeta, Buenos Aires, 1995.2. Ibídem.

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la base en 1976. Planteó que estaban previstas operaciones militaresespeciales que se iban a instrumentar de acuerdo a las circunstancias,para adecuarlas a la lucha contra un enemigo que no estaba contempladodentro de los organigramas normales. Explicó que desde la colonia se usa-ron uniformes para diferenciarse los dos bandos. Luego habían servidopara mimetizarse con los distintos terrenos. Ahora se iban a usar ropasciviles para mimetizarse en el medio civil. Estaban todos los oficiales delárea Puerto Belgrano, en el cine de la base, no el de la flota. Con respectoa los subversivos que fuesen condenados a muerte o que se decidiese eli-minarlos comentó que iban a volar, y así como hay personas que tienenproblemas, algunos no iban a llegar a destino. Y dijo que se había consul-tado con las autoridades eclesiásticas, no sé a qué nivel, para buscar quefuese una forma cristiana y poco violenta.

—¿Quién y cómo los condenaba?—En la ESMA el número uno era el almirante Chamorro. No sé si lo

consultaba con otra autoridad o era decisión de él. Para mí era un temaque no merecía discusión, me imagino que estaba perfectamente eva-luado. Estábamos convencidos que era lo más humanitario, como nos dijoMendía. […]

—¿A nadie le llamaba la atención que una decisión tan grave comoquitar la vida a las personas no proviniera de una normativa refrendada enforma responsable?

—No. No existe ninguna fuerza armada donde todas las órdenes sehagan por escrito, sería imposible mandar. El sistema que estaba mon-tado para eliminar a los elementos subversivos era orgánico, tanto podíadecir fusilamiento como otro tipo de eliminación. Se imagina que moveraviones no los mueve una banda sino una fuerza armada. Recibíamos órde-nes extremas, pero coherentes en función de una guerra que se estabalibrando, tanto las de detener al enemigo como las de eliminarlo.

—¿Nadie preguntó por qué no se firmaban órdenes de fusilamientoy se ejecutaban en forma pública por un pelotón?

—Sí, fue uno de los temas que se plantearon en aquella reunión conMendía. No se daba a conocer qué pasaba con los detenidos para evitar lainformación y crear incertidumbre en el enemigo. Esa era la razón teóricaque nos dieron. El tiempo demostró que la razón era otra, porque muchosaños después, en los juicios, nadie dijo lo que había pasado.

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Fragmento del testimonio de Juan Carlos Rolón en el Senado en 19943

ROLÓN: Yo era oficial de un destructor, del Storni, en 1976, y laArmada tenía como metodología que todos los oficiales, en forma rotativa,pasaran por los grupos de tareas que estaban abocados a lo que se llamóla lucha antisubversiva. En ese contexto, integré el grupo de tareas de laEscuela de Mecánica. Es decir, salí de un destructor un día siendo oficialartillero y al otro día me encontré en algo que creo fue una situación muytraumática para la República. Yo se lo explicaba al señor senador Bittel: laArgentina vivió un hecho muy traumático y tuvo una solución traumática noquerida por nadie y mucho menos por los que tuvimos que actuar. Eran cir-cunstancias de la historia. Discúlpenme un poco la analogía, pero es comoanalizar las carreras del domingo los días lunes. Creo que se han cometidomuchos errores y muchos aciertos.

En lo que a mí compete en todo momento he tratado de hacerlosiguiendo el estilo de vida y el espíritu que siempre tuvo la Armada, quees el respeto tanto de los hombres propios como los del otro lado.

Así lo viví en Malvinas, en donde estuve a bordo del destructor queestuvo al lado del crucero Belgrano al momento del hundimiento. Así lo vivíen el Golfo Pérsico, en donde fui comandante de un buque —la corbeta Rosa-les— y estuve participando en esa zona. Y así lo viví el año pasado cuandofui segundo comandante de la fragata Libertad. El hombre es la razón deser de nuestra existencia como conductores porque, además, el éxito deuna operación militar depende de los hombres. Y ese mismo tratamientopersonalmente lo he puesto en práctica con mis enemigos y oponentes,como ha quedado constancia en algunas de las descripciones que han hechoalgunos de los que me han acompañado en la Escuela de Mecánica.

Fragmento del testimonio de Antonio Pernías en el Senado en 1994 4

ROMERO: Por lo que me dice es como si un inferior no tuviera posi-bilidad de cuestionar la orden. Por lo que entiendo del concepto globalque usted plantea del exceso, no se refiere a la misión sino a la ordendada que podría haber sido excesiva.

3. Ibídem.4. Ibídem.

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PERNÍAS: Las órdenes dadas. Tal vez no es momento, uno las podríallegar a analizar como una cosa difícil pero en ese momento ésa era la herra-mienta. Me refiero más particularmente al tema de interrogatorios y tor-mentos. Quienes estuvieron en la Escuela de Mecánica —y esto es un des-cargo, se puede creer o no— si hablan con sinceridad y la Armada tambiénlo sabe, tienen conocimiento de que cuando me desempeñé en el área deinteligencia efectuando interrogatorios realmente me preocupé demasiadopara que el sistema de interrogatorio no corriera por la presión del tormento.Además, a esa altura de los acontecimientos, lo digo con sinceridad, ya noera necesario. Es decir que la gente, aparte de que no se hizo en formaindiscriminada, iba con un adoctrinamiento previo y hasta inclusive se inge-ría una pastilla de cianuro porque habían dicho que los tormentos eran bru-tales; yo creo que era tal vez para preservarse la cúpula, pero cuando seencontraban con que eso no era así, y es más, veían a personas que talvez habían sido sus superiores, eso bastó para quebrar su voluntad de com-bate. Creo que se hizo todo lo suficiente como para que los muertos fue-sen los menos y que los buscados puntualmente fueran las cabezas, comopara evitar que haya muertos. Esto es lo que puedo aportar. Ustedes pue-den hablar con algún oficial de la Armada que haya estado en ese lugar ytambién con muchos de los liberados que también estuvieron.

El 22 de marzo de 1995, Héctor Pedro Vergez leyó una declaraciónpor Radio Mitre en la que reconocía su participación en la guerracontra la guerrilla, desde 1972 a 1978, cuando solicitó su retirovoluntario. El Capitán Vergez había prestado servicios en el III Cuerpode Ejército en el Destacamento 141 de Inteligencia. Estuvo enel centro clandestino «La Ribera» y, luego del golpe, se hizocargo del campo de torturas «La Perla», un complejo edilicioconstruido a fines de 1975, donde permaneció hasta junio de 1976.

¿Por qué sólo los militares?«Conozco el horror de la guerra porque eso es la guerra: simple-

mente un horror. Trabajemos para que esto no suceda nunca más. Hayque dejar bien en claro, pero bien en claro, que esta dolorosa y tremendaguerra entre hermanos se desarrolló de la misma manera y con los mis-mos métodos, no sólo en el período militar, sino también en el períodoque va desde fines del gobierno del general Lanusse y todo el gobiernojusticialista. Se ha hablado e investigado siempre, tal vez por algún pacto

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que desconozco, del período que comprende sólo al gobierno militar, yeso es injusto.

Yo estoy de acuerdo en formar una mesa con muchísima responsa-bilidad en donde estén representados todos los hombres y mujeres quedetentaron los poderes durante 1972 a 1978. Civiles y militares que par-ticiparon de esta guerra, Organizaciones de Derechos Humanos y repre-sentantes de las organizaciones armadas. Y si la lista de muertos de unoy otro sector van a ponernos en el umbral de la reconciliación entre argen-tinos, pues despojémonos todos, militares y civiles, de miedos y egoís-mos, y así lograremos hacer un gran bien a la sociedad toda y, tal vez,cerrar para siempre esa dolorosa herida que todavía nos conmueve atodos. Y así podamos decir definitivamente “Nunca más”».

• Las voces desde las Fuerzas Armadas

Documento del Jefe del Ejército, Teniente General Martín Balza,25 de abril de 1995

«El difícil y dramático mensaje que deseo hacer llegar a la comuni-dad argentina busca iniciar un diálogo doloroso sobre el pasado, que nuncafue sostenido y que se agita como un fantasma sobre la conciencia colec-tiva, volviendo, como en estos días, irremediablemente de las sombrasdonde ocasionalmente se esconde. Nuestro país vivió una década, la del70, signada por la violencia, por el mesianismo y por la ideología. Una vio-lencia que se inició con el terrorismo, que no se detuvo siquiera en la demo-cracia que vivimos entre 1973 y 1976, y que desató una represión quehoy estremece. (…) Ese pasado de lucha entre argentinos, de muerte fra-tricida, nos trae a víctimas y victimarios desde el ayer, intercambiando surol en forma recurrente, según la época, según la óptica, según la opinióndolida de quienes quedaron con las manos vacías por la ausencia irreme-diable, inexplicable. Esta espiral de violencia creó una crisis sin preceden-tes en nuestro joven país. Las Fuerzas Armadas, dentro de ellas el Ejér-cito, por quien tengo la responsabilidad de hablar, creyeron erróneamenteque el cuerpo social no tenía los anticuerpos necesarios para enfrentar elflagelo y, con la anuencia de muchos, tomó el poder, una vez más, aban-donando el camino de la legitimidad constitucional. El Ejército, instruido yadiestrado para la guerra clásica, no supo cómo enfrentar desde la ley

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plena al terrorismo demencial. Este error llevó a privilegiar la individualiza-ción del adversario, su ubicación por encima de la dignidad, mediante laobtención, en algunos casos, de esa información por métodos ilegítimos,llegando incluso a la supresión de la vida, confundiendo el camino que llevaa todo fin justo, y que pasa por el empleo de medios justos. Una vez másreitero: el fin nunca justifica los medios. Algunos, muy pocos, usaron lasarmas para su provecho personal. Sería sencillo encontrar las causas queexplicaron éstos y otros errores de conducción, porque siempre el respon-sable es quien conduce, pero creo con sinceridad que ese momento hapasado y es la hora de asumir las responsabilidades que correspondan.

El que algunos de sus integrantes deshonraran un uniforme que eranindignos de vestir no invalida el desempeño, abnegado y silencioso, de loshombres y las mujeres del Ejército de entonces. Han pasado casi veinteaños de hechos tristes y dolorosos; sin duda ha llegado la hora de empe-zar a mirarlos con ambos ojos. Al hacerlo, reconoceremos no sólo lo malode quien fue nuestro adversario en el pasado sino también nuestras pro-pias fallas. Siendo justos, miraremos y nos miraremos; siendo justos reco-noceremos sus errores y nuestros errores. Siendo justos veremos que delenfrentamiento entre argentinos somos casi todos culpables por acción uomisión, por ausencia o por exceso, por anuencia o por consejo. Cuandoun cuerpo social se compromete seriamente, llegando a sembrar la muerteentre compatriotas, es ingenuo intentar encontrar un solo culpable, de unou otro signo, ya que la culpa en el fondo está en el inconsciente colectivode la Nación toda, aunque resulta fácil depositarla entre unos pocos, paraliberarnos de ella. Somos realistas y, a pesar de los esfuerzos realizadospor la dirigencia política argentina, creemos que aún no ha llegado el ansiadomomento de la reconciliación. Lavar la sangre del hijo, del padre, del esposo,de la madre, del amigo, es un duro ejercicio de lágrimas, de desconsuelo,de vivir con la mirada vacía, de preguntarse por qué… por qué a mí… y asívolver a empezar cada día. Quienes en este trance doloroso perdieron alos suyos, en cualquier posición y bajo cualquier circunstancia, necesitarángeneraciones para aliviar la pérdida, para encontrarle sentido a la reconci-liación sincera. Para ellos no son estas palabras, porque no tengo palabras,sólo puedo ofrecerles respeto, silencio ante el dolor y el compromiso detodo mi esfuerzo para un futuro que no repita el pasado. Para el resto, paraquienes tuvimos la suerte de no perder lo más querido en la lucha entreargentinos es que me dirijo pidiéndoles a todos y cada uno, en la posiciónen que se encuentre ante este drama de toda la sociedad, responsabilidady respeto. Responsabilidad para no hacer del dolor la bandera circunstan-cial de nadie. Responsabilidad para que asumamos las culpas que nos

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toquen en el hacer o en el dejar de hacer de esa hora. Respeto por todoslos muertos, dejar de acompañarlos con los adjetivos que arrastraron, unosu otros, durante tanto tiempo. Todos ellos ya han rendido sus cuentas,donde sólo cuenta la verdad. Las listas de desaparecidos no existen en lafuerza que comando, si es verdad que existieron en el pasado no han lle-gado a nuestros días. Ninguna lista traerá a la mesa vacía de cada familiael rostro querido, ninguna lista permitirá enterrar a los muertos que no estánni ayudar a sus deudos a encontrar un lugar donde rendirles un homenaje.Sin embargo, sin poder ordenar su reconstrucción, por estar ante un hechode conciencia individual, si existiera en el Ejército alguien que dispusiera delistados, o, a través de su memoria, la capacidad de reconstruir el pasado,les aseguro, públicamente, la reserva correspondiente y la difusión de lasmismas, bajo mi exclusiva responsabilidad. (…) Sin buscar palabras inno-vadoras, sino apelando a los viejos reglamentos militares, ordeno, una vezmás, al Ejército Argentino, en presencia de toda la sociedad argentina, quenadie está obligado a cumplir una orden inmoral o que se aparte de lasleyes y reglamentos militares. Quien lo hiciera incurre en una conductaviciosa, digna de la sanción que su gravedad requiera. Sin eufemismos digoclaramente: “Delinque quien vulnera la Constitución Nacional; delinque quienimparte órdenes inmorales; delinque quien cumple órdenes inmorales; delin-que quien, para cumplir un fin que cree Justo, emplea medios inmorales.”En estas horas cruciales para nuestra sociedad, quiero decir como Jefe delEjército que, asegurando su continuidad histórica como institución, asumonuestra parte de la responsabilidad de los errores de esta lucha entre argen-tinos que hoy nos vuelve a conmover.»

Discurso a la oficialidad del Jefe de la Armada,Almirante Enrique Molina Pico, 4 de mayo de 1995

«(…) No puedo fijar un año o un hecho como iniciador de la violen-cia, ésta nos fue envolviendo progresivamente con su manto de horror,pero algunos por su trascendencia, por ser la demostración de un nuevotipo de ajusticiamiento por mano propia marcaron hitos en su espiral cre-ciente, me refiero a los asesinatos de Vandor, Aramburu, Sallustro, MorRoig y Rucci, de ahí en más todo fue posible y se perdió la capacidad deasombro. (…) No podemos olvidar que esa violencia adquirió una intensi-dad cualitativa muy distinta cuando las bandas guerrilleras atacaron lasociedad argentina, no atacaron a las Fuerzas Armadas como enemigo

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directo, lo hicieron a la sociedad y a cada uno de los sectores como untodo tratando —según se ha revivido últimamente en confesiones públi-cas— de cambiar la esencia de nuestra nación, quizá como parte de lasdistintas cosmovisiones vigentes en el mundo en ese momento, aquellasfueron atacadas en ese contexto y como instituciones portadoras de laobligación legal de defender a la comunidad. (…) El país reaccionó, ade-cuándose para ello. Se promulgaron leyes, y se organizaron tribunales ylas Fuerzas de Seguridad y las Fuerzas Armadas cumplieron con su come-tido poniendo a disposición de la Justicia independiente los implicados enla violencia; pero luego se dio un paso atrás de enormes consecuencias,no importa aquí analizar las causas que llevaron simultáneamente a libe-rar a los condenados y a desmantelar el aparato jurídico que permitía efi-cazmente luchar contra el flagelo. (…) A partir de ese momento, rigió lajusticia de la mano propia, era matar o morir. Se atacó entonces a ungobierno constitucional y la violencia desbordó a las instituciones, la vidahumana perdió todo valor y los bienes personales quedaron a merced dela voluntad de distintos señores de la guerra. (…) Las decisiones tendien-tes a cómo enfrentar la guerra se tomaron en ese clima, en un cuadro desituación nacional caótica, agravado por nuestro gran error histórico: ladestrucción del orden constitucional vigente. Repito: La interrupción delorden constitucional no es justificable, ni aun por haber sido una cons-tante cultural en la historia previa, ni por las circunstancias de excepciónque se vivieron, lo que a su vez ilegitimó el accionar antisubversivo de lasFuerzas. Estamos a veinticinco años de aquellos asesinatos, a veinte añosdel apogeo de la guerrilla y a más de diez del juicio a quienes fueron con-ductores del proceso político, tiempo que para todos ciertamente no trans-currió en vano, ¿qué nos pide la sociedad ahora? Un reconocimiento, ¿quées un reconocimiento?, ¿es acaso la aceptación de una humillaciónpública?, ¿es acaso la aceptación de un sentimiento de culpabilidad quenos abata para el futuro?, desde ya que no; lo que tenemos que hacer yhacemos es reconocer la realidad, toda la realidad, terminar la instalada“guerra de mentiras” pues se acusó a las Fuerzas Armadas de cumplir unplan de exterminio de una mayoría de inocentes y nosotros, los militares,respondimos que no hicimos otra cosa que combatir según las leyes dela guerra. La realidad es otra, existió un ataque masivo contra la socie-dad argentina y nosotros también reaccionamos en forma y con una meto-dología que no respetó el orden legal vigente y las leyes de la guerra. (…)La guerrilla fue vencida. No obstante, la sociedad, después, cuestionó elmétodo y la conducta de muchos de los hombres de armas y éstos loaceptaron, y ese fue el primer paso al reencuentro nacional.

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(…) La justicia humana es imperfecta, pues se basa en una verdadincompleta. Sin embargo, el fallo firme de la Corte Suprema estableció laverdad jurídica a la que nos atenemos, en ella se esclarecen los métodosempleados y sus alcances en su momento y hasta ahora negados; peroque hoy en otro paso en el sentido del reencuentro reconocemos. Paralos hombres que cumplieron con su deber, ya finalizó el tiempo de rendi-ción de cuentas ante la ley. Ahora continúa la etapa de rendición de cuen-tas ante la propia conciencia».

2. LOS ORGANISMOS DE DERECHOS HUMANOS FRENTE

A LAS CONFESIONES Y EL RECLAMO DE VERDAD

En el artículo «La historia nunca se cierra», publicado por Página 12,Emilio Mignone propuso su evaluación sobre esta avalanchade confesiones:

«Las confesiones (…) están provocando en la opinión pública, tantoargentina como internacional, un estado de ánimo que resulta importanteanalizar. Nunca me he inclinado por una concepción conspirativa de lahistoria. Como consecuencia de mis lecturas del pasado de todas lascivilizaciones y culturas y de mis vivencias personales, considero que losacontecimientos de esta índole se inscriben más bien en ciertas tendenciasuniversales de los seres humanos, en el proceso de evolución cultural decada país y en episodios coyunturales (…) Y eso es lo que aquí ha suce-dido, sin necesidad de imaginar ocultos y contradictorios demiurgos. (…)Lo importante, repito, es que esas confesiones, aunque describen méto-dos aberrantes, archiconocidos para quienes nos hemos interesado porla cuestión y leído los documentos de las comisiones investigadoras, orga-nizaciones de derechos humanos y de los jueces que intervinieron ensu momento, han motivado una conmovida reacción de la sociedad. (…)Las declaraciones de los tres jefes de Estado Mayor son importantes y salu-dables por cuanto reconocen por primera vez la ilegitimidad de los sucesi-vos golpes de Estado y la criminalidad de la acción represiva castrense.Concluyen también con una mendaz negativa, imposible de ser sostenidaindefinidamente. Pero, al mismo tiempo, resultan insuficientes, limitadas yen alguna medida inexactas. No es correcto decir que todos los argentinosseamos responsables de la violencia, como se pretende. Tampoco se ha

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tratado de hechos puntuales y aislados, según se insinúa, sino de una prác-tica sistemática y permanente (…). Se trata por todo ello de un primer paso,que exigirá medidas sucesivas a través de las cuales el Estado, con inter-vención de sus tres poderes, deberá informar detalladamente, porque ésaes su obligación primordial, acerca de la suerte de cada detenido-desapa-recido, de las razones de su asesinato, de la ubicación de sus restos y delnombre de quienes decidieron y ejecutaron tal destino. Después la ciuda-danía y sus representantes dispondrán sobre las etapas siguientes. (…)

F resultaría una comedia risible, si no fuera por la sangre y el dolorque han corrido entremedio».

El CELS solicitó a los tres poderes del Estado, a los jefes castrensesy a la misma sociedad la adopción de cuatro medidas

a) Informar a la ciudadanía acerca del destino de cada uno de losllamados desaparecidos. Esto es factible ya que por tratarse de una polí-tica formal y burocráticamente ejecutada, las Fuerzas Armadas registrarontodo lo ocurrido.

b) Disponer que el ministro de Defensa, los jefes de Estado Mayorde las Fuerzas Armadas y la oficialidad superior de éstas, reconozcan yrepudien públicamente el sistema adoptado y los crímenes cometidosy pidan perdón al país, garantizando que no podrán repetirse en el futuro.

c) Dar de baja o retirar inmediatamente a todos los oficiales supe-riores que se mantengan en actividad y que hayan aprobado, ordenado yejecutado tales hechos.

d) Solicitar a la Conferencia Episcopal argentina de la Iglesia Cató-lica que dé a conocer y repudie, requiriendo igualmente el perdón de lasociedad, la participación que pudieron haber tenido algunos de sus miem-bros al cohonestar tales crímenes (Página 12, 4 de marzo de 1995).

Estela Carlotto se manifestó de acuerdo con la propuesta de inte-grar una mesa «con personas que estén dispuestas a recomponer, a reha-cer las listas de desaparecidos.

Estaríamos totalmente de acuerdo porque justamente lo que esta-mos buscando desde hace tanto tiempo es la verdad (…) hay miles defamilias que están esperando saber lo que se presume o se presiente que

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ha pasado con sus hijos. Saberlo es elaborar el duelo, es pisar tierra nueva-mente, sin dejar de luchar, porque eso no significa que uno siga insistiendoen que también tiene que haber justicia (…) los primero que se nos ocurriócuando habló Scilingo fue decir que, si tuviéramos la oportunidad de hablarcon él, le preguntaríamos qué sabe sobre la cantidad enorme de mujercitasembarazadas que pasaron por la ESMA» (Página 12, 21 marzo 1995).

La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, por su parte,solicitó la formación de una nueva CONADEP, «como modo de crear unespacio donde las actuales declaraciones de miembros activos de la repre-sión posibiliten una investigación a fondo sobre el destino de los desapa-recidos» (Página 12, 22 de marzo de 1995).

Adriana Calvo de Laborde, integrante de la Asociación de Ex Deteni-dos y Desaparecidos, señaló: «Nosotros no nos vamos a sentar con un tor-turador. Repudiamos a Vergez por torturador y asesino y repudiamos abso-lutamente todos los intentos de reconciliación, porque lo único que queremoses verlos en la cárcel, que es donde deben estar. No porque queramos ven-ganza, sino porque es la única manera de evitar que estos asesinos siganmatando. (…) las listas de los desaparecidos ya las tenemos hace muchosaños y lo único que necesita nuestra sociedad es justicia. Lo que sí quere-mos son los archivos donde figura quién mató a cada una de las víctimasde la represión ilegal» (Página 12, 22 de marzo de 1995).

Por su parte, Mabel Gutiérrez, miembro de Familiares de Detenidosy Desaparecidos por Razones Políticas, dijo: «Este señor no tiene autori-dad moral para convocarnos. Nosotros no queremos las listas de los des-aparecidos, queremos saber cómo, quién y por qué los mataron. Hacemosuna distinción: nadie reclama por los muertos de Tucumán, porque murieronpeleando y eligieron cómo morir; pero el 82 por ciento de los desaparecidosno murió peleando, fueron secuestrados de casas, bares, facultades. Eso nofue una guerra, fue una carnicería» (Página 12, 22 de marzo de 1995).

Hebe de Bonafini, de Madres de Plaza de Mayo, aseguró que «lasMadres nunca nos sentaríamos a la misma mesa que un asesino, porque nosomos iguales.

Por lo tanto para nosotras, no es la lista de muertos lo que importa,sino la lista de ellos, de los asesinos. A una madre no le cambia nada que asu hijo lo tiraron desde un avión, tal o cual marca, vivo al río a al mar. Yo creoque lo que va a cambiar la historia de este país y lo que sí va a construir la

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paz, es que ellos estén en prisión. (…) para nosotras los crímenes no pres-criben, hace muy poquito nos presentamos en Tribunales pidiendo la cárcelpara Scilingo. O sea que creo que hay una equivocación en cuanto a eso. Ysentarse a la mesa con semejante asesino me parece una barbaridad».

Después de la propuesta de Vergez, René Epelbaum, de Madres dePlaza de Mayo Línea Fundadora, sostuvo: «Eso es un disparate, nosotrosno tenemos nada que hablar con ellos, si van a dar las listas, no hace faltaque se reúnan con nosotros (…). Sólo pido justicia, que se los juzgue y selos castigue, si es para hacer un mea culpa, no hace falta perdonarlos, novamos a perdonarlos» (Página 12, 21 de marzode 1995).

H.I.J.O.S., Hijos de detenidos-desaparecidos, presos políticos yexiliados por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio.

Carta abierta a la sociedad argentina«La última dictadura militar dejó un terrible saldo: 30.000 desapa-

recidos, miles de muertos por fusilamientos, torturas, enfrentamientos y“leyes de fuga”, 2.000.000 de exiliados, 8.000 presos políticos… Estascifras no dicen mucho si las consideramos como simples estadísticas,pero podemos ver la real dimensión del daño que produjo la represión, sipensamos que estos números son una interminable lista de personas,cada una de ellas con su familia, amigos, trabajo, sueños y futuro. Y tam-bién con sus hijos. ¿Cuántos niños…? ¿Cuántos miles de escuelas se lle-narían con estos hijos de los asesinados, los desaparecidos? ¿Cuántosmillones debieron crecer lejos de su tierra?

Durante años estos niños crecieron sin sus padres. Huyendo de unlugar a otro. Sin hogar, sin hablar. Arreglándose de alguna manera para cons-truir su vida, preguntando y recibiendo respuestas a medias; con muchaslágrimas, dolor… como un rompecabezas al que le faltan muchas piezas.

ESA HISTORIA ES NUESTRA. NOSOTROS SOMOS ESOS HIJOS. Hemoscrecido. Hoy estamos juntos, no sólo para preguntar sino también para hablary exigir. Esta sociedad es hija del silencio y del terror, y se pretende tenderun manto de olvido sobre la historia de nuestro país. Nosotros no somospartícipes de este muro de silencio: queremos derrumbarlo. Necesitamossaber la verdad de nuestra historia para poder reconstruir nuestra identidad.

NO QUEREMOS SOLAMENTE LISTAS: SABEMOS QUIÉNES SONNUESTROS PADRES. Exigimos saber qué pasó con ellos, dónde están,dónde están nuestros hermanos, los que se llevaron, los que nacieron

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en cautiverio y nunca más encontramos, quiénes dieron las órdenes, quié-nes las ejecutaron, quiénes son los responsables del genocidio.

PARA nosotros es imprescindible reconstruir nuestras historias perso-nales. Pero no es una necesidad solamente nuestra. Recuperar la memo-ria y conocer la verdad es indispensable para toda la sociedad. EL PAISDEBE ASUMIR SU PROPIA HISTORIA.» H.I.J.O.S. 1995.

• Otras voces

Declaraciones de Julio César Strassera, Página 12,22 de marzo de 1995

«Hay listas, quedó probado. Yo confío en la burocracia y la prolijidadde los militares, las listas de desaparecidos existieron y deben estar enalguna parte. (…) Las listas existieron. Así lo dijeron numerosos testigosdurante el juicio a las juntas. Recuerdo especialmente a Víctor MelchorBasterra y a Carlos Muñoz que trabajaban en situación de esclavitud enla ESMA. Entre otras tareas, les habían asignado la función de microfilmarlos registros de los prisioneros. (…) Los prisioneros habían perdido su nom-bre, carecían de otra identidad que no fuera la sigla que se les había asig-nado. Es muy claro: si a cientos de personas se las designa con letras ynúmeros, es imposible saber quién es quién si estas siglas no están regis-tradas en alguna lista, con datos precisos sobre la identidad. (…)

En el 45, cuando cae el nazismo en Berlín, en los restos de la Canci-llería, en varias oficinas, encuentran todos los documentos, las órdenes ile-gítimas e inclusive la forma de implementar el famoso decreto “Noche yNiebla” que fue prácticamente el modelo aplicado luego en la Argentina, esdecir, hacer desaparecer al enemigo o al sospechado. Los alemanes lotenían prolijamente escrito y estoy seguro de que aquí pasó lo mismo. (…)Por eso tiene mucho valor la declaración de Scilingo, más allá de que élsea profundamente inmoral. Creo que él habla porque quiere que le reco-nozcan que él sólo participó de una guerra y obedeció órdenes».

La importancia de las listas: «Tendrían el valor de la certeza. Por-que hoy la gente tiene casi la total seguridad de que no van a volver a vera sus familiares, pero ahora podrían elaborar el duelo, enterrar a sus muer-tos. Scilingo no descubrió la pólvora, tampoco el señor Vergez, pero loimportante es que los represores admiten que hubo víctimas.»

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Ejes de análisis y sugerencias de actividades

• Discutir en torno a los deberes del Estado con respecto al esclareci-

miento de lo sucedido.

• Analizar y evaluar las acciones en pos del esclarecimiento y de la

memoria que han sido propuestas y emprendidas.

• Identificar y valorar la relevancia que tiene para el conjunto de

la sociedad y para los distintos actores implicados, el pleno esclare-

cimiento de lo sucedido y su memoria

• Analizar y evaluar la relevancia que las confesiones tuvieron en

el esclarecimiento y la memoria de las violaciones a los DDHH.

Sobre los documentos

• En base a las confesiones de Rolón, Pernías, Scilingo y Vergéz, y

los discursos de Balza y Molina Pico, analicen y comparen las dis-

tintas posiciones sustentadas respecto del pasado reciente según los

siguientes ejes:

• Causas que provocaron la acción represiva.

• El concepto de guerra que cada uno esgrime.

• La cuestión de las órdenes, la obediencia y los métodos ilegales.

• Formas propuestas para «saldar» el pasado ¿qué sentido le asignan

a la Verdad?

• Razones que fundamentan sus confesiones o discursos. ¿Se arrepien-

ten? ¿De qué? ¿Qué siguen reivindicando? Comparen con los dis-

cursos de la dictadura. (ver documentos de trabajo en el capítulo:

El surgimiento del movimiento de derechos humanos: el reclamo

por Verdad y Justicia (1976-1983), pág. 33

• Analicen las distintas reacciones que provocaron las confesiones de

los militares, ¿qué nuevas demandas emergieron con fuerza? ¿De

qué manera el Estado democrático volvió a ser interpelado? ¿Qué

nuevo rol se le asignó a la Justicia? Comparen con las demandas de

Verdad que las Madres de Plaza de Mayo le hacían a los militares

en los primeros años de la democracia (Ver documentos de trabajo en

el capítulo: El surgimiento del movimiento de derechos humanos:

el reclamo por Verdad y Justicia (1976-1983), pág. 33

Para investigar

• ¿Hay desaparecidos en sus comunidades? ¿Qué se sabe de ellos? ¿Fue-

ron castigados los responsables de su desaparición?

• Realicen una encuesta entre los mayores de 30 años de la escuela,

es decir, los que eran adultos en tiempos de las confesiones, ¿qué

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significó para ellos que los militares reconocieran las violaciones a

los derechos humanos? ¿Fue importante? ¿Por qué? ¿Se enteraron

de algo nuevo?

Para pensar

• Discutan sobre la importancia de las confesiones y las autocríticas.

¿Era necesario que existieran para corroborar las violaciones a los

derechos humanos ocurridas durante la dictadura?

• Otros hechos de violaciones a los derechos humanos han ocurrido

durante la democracia: por ejemplo, los asesinatos de Maximiliano

Kosteki y Darío Santillán, del docente Carlos Fuentealba, la des-

aparición de Jorge Julio López. Investiguen en torno a alguno de estos

casos u otros que hayan pasado en su localidad o provincia: ¿se

pudieron esclarecer?, ¿se castigó a los responsables?, ¿qué implican-

cias tiene que así haya sido o no?

Bibliografía sugerida

LEIGH, Payne, «¿Libertad para los enemigos de la libertad?», en revista

Puentes, Nº 19, Año 6, diciembre 2006.

SALVI, Valentina, «Entre héroes y traidores. El horizonte memorial de los

oficiales del ejército», en revista Puentes, Nº 19, Año 6, diciembre

2006.

VERBITSKY, Horacio, El vuelo, Planeta, Buenos Aires, 1995.

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Por el camino de la Justicia

Por María Dolores Béjar y Mariana Amieva

En el 2001, próximos a cumplirse los veinticinco años del Golpe, las leyesde Punto Final y de Obediencia Debida parecían barreras infranqueables,ya que habían sido aprobadas por el Congreso. Sin embargo, la decisióndel juez Gabriel Cavallo, que declaró la nulidad de ambas para llevar a cabola investigación en el caso Poblete, demostró que el camino de la justiciano estaba clausurado. El Congreso las había derogado en marzo de 1998,pero la medida careció de efecto retroactivo; por lo tanto, los casos de vio-laciones a los derechos humanos cometidas durante los gobiernos milita-res continuaron sin poder ser penalizados. El dictamen de Cavallo, aunquese aplica sólo en la causa judicial que tiene a su cargo, abre la posibilidadde juzgar los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictaduramilitar; ya que frente a estos delitos las reglas jurídicas elaboradas por lacomunidad internacional exigen la sanción de la Justicia.

Según el juez Cavallo, el trágico destino del matrimonio Pobleteubica este caso entre los crímenes que el derecho de gentes califica como«imprescriptibles».

La causa se inició cuando las Abuelas de Plaza de Mayo denunciaronque el teniente coronel Ceferino Landa y Mercedes Moreira se apropiaronde Claudia Victoria Poblete. La niña fue secuestrada junto a su madre,Gertrudis Hlaczik, el 28 de noviembre de 1978, cuando tenía ocho meses.El mismo día fue detenido su papá, José Poblete, un técnico tornero chi-leno que había perdido sus piernas en un accidente automovilístico. Enfebrero del 2000, Claudia Victoria recuperó su identidad y se decretó elprocesamiento con prisión preventiva del militar retirado y su esposa. Enel transcurso de la causa, Cavallo comprobó que la familia Poblete fue pri-vada de su libertad y sometida a diversas formas de vejámenes y torturasen el centro clandestino de detención conocido como «El Olimpo». Como

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consecuencia de la decisión judicial, dos ex represores de este centro fue-ron citados para ser indagados: Julio Héctor Simón —conocido comoel «Turco Julián»— y Juan Antonio del Cerro —apodado «Colores»—.Ambos habían sido beneficiados por las normas exculpatorias dictadasdurante el gobierno de Raúl Alfonsín.

Los fundamentos utilizados por este magistrado abrieron la posibili-dad de reclamar la reactivación de investigaciones que se encuentran archi-vadas en distintos tribunales federales del país. Y, si otros jueces coincidencon Cavallo, cientos de militares podrían ser convocados por la Justiciapor su participación en la represión ilegal.

El fallo del juez no es un hecho aislado; desde la sanción de las leyes queavalaron el silencio y la impunidad, en la Argentina y en el exterior, los orga-nismos defensores de derechos humanos desplegaron una intensa actividadpara impedir que los crímenes quedaran sin castigo. En el país, consiguie-ron que las cámaras penales investigasen el destino final de los desapareci-dos y se dedicaran a «buscar la verdad», en sumarios en los que se invitó alos militares a declarar bajo la promesa de que no serían incriminados.

También lograron que se abrieran causas para averiguar la sustrac-ción de menores, un delito excluido de los beneficios de las leyes citadas,y, con el fallo de Cavallo, consiguieron que se reconociese el carácter anti-constitucional de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida.

El 4 de octubre de 2000, Horacio Verbitsky, en su cargo de presidentedel Centro de Estudios Legales y Sociales, solicitó la nulidad de estas leyesen la querella criminal que presentó contra Carlos Guillermo SuárezMason (ex Comandante del I Cuerpo de Ejército), José Montes (ex segundoComandante del I Cuerpo de Ejército), Andrés Aníbal Ferrero (ex segundoComandante del I Cuerpo de Ejército), Bernardo José Menéndez (ex jefe delGrupo de Artillería de Defensa Aérea 101 del Ejército), Juan Carlos Avena(apodado «Capitán Centeno»), Martín Emilio Blottner, Juan Antonio delCerro (apodado «Colores»), Gustavo Adolfo Eklund (apodado «El Alemán»),Raúl Antonio Guglielminetti, Guillermo AntonioMinicucci y Julio Simón(apodado «Turco Julián»). El CELS acusó a los nombrados de haber sidoautores, cómplices y/o partícipes necesarios del delito de desaparición for-zada cometido contra José Liborio Poblete Roa y Gertrudis Marta Hlaczik.Como para abrir la causa era preciso declarar la nulidad de las leyes 23.492y 23.521, en la presentación de la querella se esgrimieron dos razones bási-cas para confirmar la pertinencia de la solicitud: dichas leyes se contradi-cen con lo estipulado por el Artículo 29 de la Constitución Nacional y resul-tan contrarias a los principios más elementales del derecho internacional.En este sentido, los procesos iniciados contra los militares argentinos res-ponsables del terrorismo de Estado en otros países como España, EstadosUnidos, Italia, Alemania, Francia y Suiza, fueron decisivos. Los juicios en

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el exterior se basan en una misma concepción: la humanidad a lo largo desu historia, y especialmente a partir de la Segunda Guerra Mundial, halogrado elaborar normas jurídicas de alcance mundial con el propósito degarantizar la vigencia de los derechos que definen a la condición humanacomo tal.

La noción de crimen contra la humanidad busca la preservación, através del derecho penal internacional, de un núcleo de derechos funda-mentales cuya salvaguarda constituye una norma imperativa de derechointernacional, ya que —como afirma la Corte Internacional de Justicia enla sentencia Barcelona Traction— «dada la importancia de los derechos queestán en juego puede considerarse que los Estados tienen un interés jurí-dico en que esos derechos sean protegidos; las obligaciones de que se tratason obligaciones erga omnes».

Esto significa que estas obligaciones son exigibles a todos los Estadosy por todos los Estados. Como lo señaló la Comisión de Derecho Interna-cional de las Naciones Unidas: «La violación grave y en gran escala de unaobligación internacional de importancia esencial para la salvaguarda delser humano, como las que prohíben la esclavitud, el genocidio y el apar-theid, es un crimen internacional». Lo que significa que su contenido, sunaturaleza, y las condiciones de su responsabilidad son establecidos por elderecho internacional con independencia de lo que pueda establecerse enel derecho interno de los Estados.

Para el aula: materiales de trabajo y sugerencia de actividades

1. LOS JUICIOS EN EL EXTERIOR

«El Comité contra la Tortura de la ONU reconoce la competenciade los tribunales españoles», artículo publicado en Internet porel Equipo Nizkor y Human Rights, el 22 de noviembre de 1997

«El presidente del Comité contra la Tortura de la ONU, Alexis DipandaMouelle, afirmó ayer que la justicia española es competente para investi-gar casos de tortura en Chile y Argentina “si se respetan los principios dela ONU y de la legislación española”. En una rueda de prensa celebradaen Ginebra, en la que hizo un balance de la sesión del Comité, DipandaMouelle precisó que la Convención de Naciones Unidas contra la Torturay Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes autoriza a lajusticia del país de donde es oriunda la víctima de tortura a perseguir a

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los culpables de cualquier Estado. Asimismo, indicó que si una persona quees reconocida culpable de tortura no fuera juzgada en el país donde come-tió el delito, el Estado de donde procede la víctima puede reclamar laextradición del culpable. Preguntado sobre si los jueces de la AudienciaNacional española Baltasar Garzón y Manuel García Castellón son compe-tentes para procesar a torturadores de Argentina y Chile, Dipanda Mouelleafirmó que “la Convención contra la Tortura reconoce la jurisdicción uni-versal para combatirla”. Garzón y García Castellón siguen en la AudienciaNacional de Madrid procesos paralelos por la desaparición de ciudadanosespañoles o descendientes de españoles durante la represión militar enArgentina y Chile, respectivamente.»

«Garzón, Argentina y la comunidad internacional»,por Prudencio García, Coronel del Ejército (R), autor del libroEl drama de autonomía militar: Argentina bajo las Juntas Militares,Alianza Editorial y finalista del Premio Nacional de Ensayo 1996

«Las acciones judiciales emprendidas por el juez Baltasar Garzón,tendientes al posible procesamiento de los militares y policías argentinosque aparecen como presuntos responsables de la desaparición de 266compatriotas nuestros (entre ciudadanos españoles propiamente dichos,hijos y nietos de españoles), víctimas de la represión perpetrada por lasJuntas Militares en aquel país (1976-1983), plantean un importante temalegal y moral. Tema que puede concretarse en un triple interrogante, cuyascorrespondientes respuestas examinamos a continuación. La primera pre-gunta sería: ¿resulta posible, según las leyes españolas, proceder judicial-mente contra quienes cometieron en Argentina tales delitos, incluyendosecuestros, atroces torturas, asesinatos y posterior eliminación de los cadá-veres, delitos perpetrados en este caso contra ciudadanos españoles o susdescendientes inmediatos? (…) A la luz de la legislación española e interna-cional, los hechos que nos ocupan —incursos en la categoría de terrorismo,entre otras figuras delictivas de máxima gravedad— son absolutamenteperseguibles desde España, con la limitación impuesta por nuestra Ley.

Orgánica del Poder Judicial al establecer la condición de que el delin-cuente no haya sido absuelto, indultado o penado en el extranjero por losmismos delitos. Recuérdese que fueron muy pocos los militares argenti-nos que llegaron a ser juzgados y condenados (todos ellos indultados afinales de 1990).

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Algunos de ellos aparecen ahora imputados en los autos del juez Gar-zón; pero lo son por unos delitos concretos e individualizados, distintos deaquellos otros delitos —también concretos e individualizados por los quefueron juzgados años atrás—. Por tanto, pueden ser procesados en Españaa pesar de la citada limitación. Con mayor razón pueden serlo los altos jefes“desprocesados” por el anterior indulto de 1989, así como los numerososjefes y oficiales que nunca llegaron a ser juzgados, como consecuencia delas leyes de Obediencia Debida (1987) y Punto Final (1986). La respuestaa la primera pregunta planteada ha de ser, por tanto, inequívocamente afir-mativa. La segunda cuestión sería la siguiente: ¿estarán dispuestas las auto-ridades argentinas —tanto políticas como judiciales— a prestar la colabo-ración que se les solicita, atendiendo a una posible comisión rogatoria deextradición? La respuesta es igualmente rotunda, pero negativa en estecaso. No habrá, por parte argentina, la más mínima colaboración ni se con-cederá una sola extradición. A pesar de la posición expresada por nuestroMinistro de Relaciones Exteriores, Abel Matutes —afirmando que tal comi-sión rogatoria sería inmediatamente tramitada por el Ejecutivo si la justiciaespañola así lo requiriese—, aun así, aunque nuestra justicia las demandey nuestro Gobierno las tramite, no cabe esperanza alguna respecto al logrode las extradiciones correspondientes.

Para comprender hasta qué punto puede darse por segura esta res-puesta negativa, recuérdese lo ocurrido en los dos casos de más notablerepercusión internacional registrados durante aquella represión: el secues-tro, tortura, violación y asesinato de las monjas francesas Alice Domon yLéonie Duquet y el secuestro y asesinato de la súbdita sueca de 17 años,Dagmar Hagelin, casos ambos en los que el teniente de la Armada AlfredoAstiz apareció imputado como autor principal. Las intensas gestiones rea-lizadas por los Gobiernos francés y sueco resultaron siempre infructuosas,revelándose impracticables tanto la extradición del citado teniente comosu condena en su propio país. Baste, por tanto, recordar estos dos casostan notorios para comprender lo que ocurrirá ante empeños similares porparte del Gobierno español.

Llegamos con ello al tercer y último de los interrogantes. Contandocon esa segura y sistemática negativa de las autoridades argentinas a todareapertura de actuaciones judiciales en su propia jurisdicción, así como atodo tipo de extradición, ¿merece la pena el esfuerzo de llevar adelante enEspaña dicho procedimiento judicial, hasta llegar al correspondiente desen-lace procesal? Nuestra respuesta a esta última pregunta es un rotundo sí.

Incluso contando con que las autoridades argentinas mantendránsu posición cerradamente defensiva —rechazando siempre la extradición

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de sus connacionales—, si la acción judicial española se desarrolla conla suficiente eficacia y determinación, podrá alcanzarse un par de logrosde importancia y valor. El primero, ya conseguido por Francia y Suecia con-tra el teniente Astiz, consiste en la emisión por Interpol de órdenes inter-nacionales de busca y captura, dirigidas contra los represores sobre cuyacriminalidad exista la suficiente evidencia probatoria.

Ello no garantiza en absoluto su encarcelamiento, pero sí consigueun efecto no despreciable: inmovilizarlos en el interior de su país, impi-diendo su salida al exterior, donde podrían ser detenidos al llegar al pri-mer puerto o aeropuerto —en cumplimiento de la legislación internacio-nal— para ser entregados a la autoridad judicial que los reclamó. (…)

El segundo logro se sitúa, en cambio, en el área de lo moral. El hechode que aquellos militares argentinos que actuaron como prepotentes due-ños absolutos de la vida y la muerte, administrándolas ambas de la formamás discrecional, endiosándose por encima del bien y del mal, actuando almargen de toda ley y toda moral, el hecho de que tales sujetos se vean ahoraenfilados por la comunidad internacional y conceptuados por ésta como inde-seables delincuentes que deben ser capturados y conducidos ante los jue-ces de algunos de los países más civilizados de la tierra, implica un tipo decastigo moral cuya significación va más allá de los resultados legales.

Ello se inscribe en la nueva filosofía, cada vez más establecida enel ámbito internacional: la llamada “injerencia humanitaria” que, superandoel principio de “no injerencia en los asuntos internos de otros Estados”,establece un principio de creciente vigencia actual. Este nuevo principiode progresiva implantación (…) puede resumirse así: la defensa de losderechos humanos en cualquier país del mundo es un deber por encimade las fronteras y los regímenes. Ante estas situaciones no cabe denun-ciar la “injerencia extranjera”, habitual coartada para el mantenimientointerno de la impunidad» (El País, Madrid, 30 de noviembre de 1996).

Ocho organismos de Derechos Humanos argentinos reiteran su apoyoa las diez órdenes de captura dictadas en España

«Los organismos de Derechos Humanos abajo firmantes manifesta-mos nuestro respaldo y apoyo a la decisión adoptada por el Dr. Garzón, enla que decreta la prisión preventiva y captura internacional de parte de losresponsables del genocidio perpetrado en la Escuela de Mecánica de laArmada. La efectiva e independiente actividad jurisdiccional conlleva a

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la identificación de los responsables y el sometimiento de los mismos a lasconsecuencias que marca la ley (…). A estos razonamientos agregamosla materialización del principio de imprescriptibilidad de los delitos cometi-dos durante el terrorismo de Estado. (…) el Gobierno argentino al negar ladebida cooperación judicial, obliga a la sociedad en su conjunto a convivircon los represores, convierte al país en una gigante cárcel de genocidas ycondiciona el ejercicio del derecho de defensa de los responsables.

Entendemos que es injustificable la postura del Gobierno argentinopor la que considera una intromisión en sus asuntos internos y una irrup-ción de su soberanía el enjuiciamiento de los autores de crímenes contrala humanidad (…).»

Abuelas De Plaza De Mayo, APDH, CELS, Familiares deDesaparecidos y Detenidos por razones políticas,Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, MEDH,Liga Argentina por los Derechos del Hombre, Servicio de Paz y Justicia.Buenos Aires, 13 de octubre de 1997

2. LAS DISTINTAS POSTURAS DESDE EL ESTADO ARGENTINO

Fragmentos de los considerandos del Decreto 1581/2001,donde el gobierno argentino dispone rechazar todos los pedidosde extradición contra los represores argentinos(Buenos Aires, 5 de diciembre de 2001)

«(…) que luego de dieciocho años de la recuperación de la demo-cracia en la Argentina, se ha verificado una serie de pedidos de asisten-cia judicial penal procedente de países europeos, referidos a hechos ocu-rridos en nuestro país en el período 1976-1983, esto es, antes de laentrada en vigor de los tratados de derechos humanos y de aquellos queestablecen tribunales internacionales cuya jurisdicción el país aceptó. Elloes consecuencia de que tales países establecieron en sus derechos inter-nos bases distintas —extraterritoriales— para el ámbito de aplicaciónespacial de su ley penal o para el ejercicio de su jurisdicción penal, queresultan inoponibles a la Argentina.

El análisis de los pedidos de asistencia muestra, en este sentido, queen la mayoría de los supuestos, éstos se formulan en relación a hechos

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acaecidos en el país y a personas que ya fueron juzgadas por los juecesargentinos; condiciones en las cuales tanto la Ley N 24.767 de Coopera-ción Internacional en Materia Penal cuanto los tratados bilaterales prohí-ben la concesión de una extradición en virtud del principio constitucional“non bis in idem”.

De ese modo se procura realizar en territorio argentino actos quesuponen el sometimiento de los imputados a la jurisdicción extranjera sinel correspondiente pedido de extradición. En la medida en que prima faciese refieran a hechos en relación a los cuales la extradición no debería con-cederse por las autoridades argentinas, no corresponde dar curso a lospedidos de asistencia que requieren el cumplimiento de actos procesalesque exigen para su eficacia la participación del juez de la causa y la presen-cia de los eventuales acusados o que constituyan actos para los que serequiere dar curso a un pedido de extradición, porque sólo bajo esta con-dición es posible constatar si la solicitud de asistencia puede ser atendidasin mengua de garantías constitucionales.

Por lo tanto, se buscó la solución jurídica adecuada en el derechovigente en la Argentina, de modo de establecer principios consistentes conel objetivo de asegurar la expansión de la protección de los derechos huma-nos, bajo la premisa de que las autoridades argentinas no pueden obviar elcumplimiento de normas imperativas de su propio orden normativo. Por lodemás, no cabe desconocer los actos jurisdiccionales realizados por jue-ces argentinos y es claro que la colaboración con la persecución en el extran-jero de los mismos hechos importaría invalidar o desplazar la decisión deautoridades legítimas en ejercicio de poderes públicos emanados de laConstitución Nacional.

(…) Que los Tribunales de nuestro país se han manifestado de estamanera con relación al procedimiento de extradición, por lo que, con mayorrazón, se debe hacer hincapié en estos casos en los cuales no deberíaaceptarse el pedido de extradición.

Que darle curso en estas circunstancias o condiciones contraría elpropósito de la ley, en particular si las personas involucradas en estoshechos no se han sustraído al accionar de la Justicia. Que tampoco puedepresumirse que puedan fugarse del país, ni dar por supuesto el requisitode la urgencia que es condición indispensable del arresto provisorio.

Que, “a fortiori”, tratándose de hechos respecto de los cuales noprocede la extradición, la medida cautelar de privación de libertad ten-diente a asegurar la comparecencia de la persona requerida resulta pri-vada de fundamento.

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Que el Poder Ejecutivo se halla facultado para disponer en la mate-ria de acuerdo con las atribuciones conferidas por el artículo 99, incisos1 y 2, de la Constitución Nacional, y artículos 10, 22, 67 y concordantesde la Ley 24.767.»

3. EL FALLO DEL JUEZ GABRIEL CAVALLO

Síntesis del Fallo elaborada por el Centro de Estudios Legalesy Sociales

Los hechos investigados son crímenes contrael derecho de gentes

«El secuestro y desaparición de Gertrudis Hlaczik y José Poblete fue-ron cometidos en el marco del plan sistemático de represión llevado a cabopor el gobierno de facto. Estos hechos constituyen crímenes contra lahumanidad. Tal circunstancia impone que deban ser juzgados incorporandoa su análisis jurídico las reglas del derecho de gentes que son vinculantespara nuestro país y forman parte del ordenamiento jurídico interno.

La propia Constitución Nacional establece el juzgamiento por los tri-bunales nacionales de los delitos del derecho de gentes (artículo 118,CN). Ya a la época de la comisión de los hechos de esta causa, esas con-ductas eran consideradas crímenes contra el derecho de gentes o críme-nes de derecho internacional. Por eso se aplican ciertos principios y reglasgenerados en el derecho penal internacional plenamente aplicables porlos tribunales federales de nuestro país:

1) La humanidad en su conjunto afirma su carácter criminal, es decirque su criminalidad no queda librada a la tipificación por parte de cadaEstado.

2) Tampoco el juzgamiento y la aplicación de sanciones penales alos responsables de esos crímenes queda sólo en cabeza del Estado dondese cometieron (jurisdicción universal).

3) Estos delitos son inamnistiables, imprescriptibles y excluyen a laobediencia debida como causal de exclusión de la responsabilidad penal.

Por estas razones, el artículo 118 de la Constitución establece lapersecución penal de los crímenes contra el derecho de gentes (entre losque se encuentran los crímenes contra la humanidad) y recepta los postu-lados modernos del derecho de gentes, como la imprescriptibilidad. (…)»

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Las leyes de Punto Final y de Obediencia Debidaimpiden la persecución penal

«A través de las leyes de impunidad, Argentina incumplió su obliga-ción de investigar y sancionar penalmente las violaciones a los derechoshumanos y los crímenes contra la humanidad. La invalidez de las leyes men-cionadas se deriva de su oposición a normas positivas incluidas en trata-dos internacionales de los que Argentina forma parte.

La primacía de los tratados internacionalessobre las leyes nacionales

La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha sostenido, aun antesde la reforma de la CN de 1994, la primacía de los tratados por sobre lasnormas internas, remitiendo en su argumentación tanto a la Constituciónoriginaria (argumento de la distribución de competencias para la celebra-ción de tratados) como a la entrada en vigor, para el derecho interno argen-tino, de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados que seremonta al 27 de enero de 1980. Es decir que, ya al momento de sancio-narse las leyes de impunidad, el orden jurídico argentino otorgaba prima-cía a los tratados por sobre las leyes del Congreso. Ahora bien, a la fechaen que las leyes de «punto final» y «obediencia debida» fueron sanciona-das, ya se encontraban vigentes para nuestro país varios instrumentosinternacionales, entre ellos, la Declaración Americana de los Derechos yDeberes del Hombre, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políti-cos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

Las leyes de impunidad frente a la Convención Americanasobre Derechos Humanos (CADH)

De conformidad con el artículo 1 de la Convención, los Estados par-tes están obligados a garantizar el libre y pleno ejercicio de los derechoshumanos a los ciudadanos que estén bajo su jurisdicción. De esta obliga-ción deriva la de prevenir, investigar y sancionar todas las violaciones alos derechos reconocidos por la CADH.

Además del deber de garantía, la CADH impone a los Estados partela obligación positiva de adoptar las medidas necesarias para hacer efec-tivos los derechos reconocidos. Se entiende que esta disposición implicauna obligación para el estado de revisar la legislación vigente para ade-cuarla a los compromisos asumidos.

El Estado no puede entonces dictar leyes contrarias al sistema deprotección regional de los derechos humanos y, si lo hiciera, incurriría enresponsabilidad internacional. En cumplimiento de esa obligación es que

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el Juzgado Federal N ro. 4 evaluó que existe una contradicción normativaentre las leyes 23.492 y 23.521 y la CADH (…).

Las leyes 23.492 y 23.521 frente a la Convencióncontra la Tortura

El Congreso Nacional, mediante la ley 23.338 (del 30 de julio de 1986),aprobó la «Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhu-manos o degradantes» aprobada por la Asamblea General de las NacionesUnidas, el 10 de diciembre de 1984, y que entrara en vigor el 26 de juniode 1987. Mediante este Tratado el Estado argentino se obligó a tomar lasmedidas legislativas, administrativas, judiciales o de otro carácter para impe-dir los actos de tortura dentro del territorio de la Nación (Art. 2).

Continuando la tradición iniciada varias décadas antes, en la Con-vención se prohíben invocar circunstancias excepcionales como justifica-ción de la tortura y la invocación de una orden de un funcionario superioro de una autoridad como eximente para este crimen.

La resolución judicial destaca el comportamiento que tuvo el Estadoargentino con relación a la suscripción de este Tratado y la sanción de lasleyes de impunidad. La Convención fue suscrita en el año 1984. El 30 dejulio de 1986, el Congreso Nacional aprobó el tratado, y el 24 de septiem-bre de 1986, el gobierno argentino depositó el instrumento de ratifica-ción. Tanto la ley de «Punto Final» como la ley de «Obediencia Debida» fue-ron aprobadas con posterioridad a esas fechas: la ley 23.492 fue aprobadael 23 de diciembre de 1986, y la ley 23.521 fue aprobada el 4 de juniode 1987, es decir, aproximadamente dos semanas antes de la entradaen pleno vigor de la Convención.

La aplicación de las leyes de impunidad por parte de los tribunalesviola las obligaciones asumidas por Argentina y compromete, en conse-cuencia, su responsabilidad internacional.

La nulidad de las leyes de impunidad conformeel artículo 29 de la Constitución Nacional

El Art. 29 de la CN prescribe la nulidad insanable de los actos o dis-posiciones que impliquen el ejercicio de facultades extraordinarias porparte de cualquiera de los poderes del Estado. La Junta Militar que tomóel poder el 24 de marzo de 1976 asumió la suma del poder público y searrogó facultades extraordinarias.

Mediante el Acta del 24 de marzo de 1976, la Junta Militar apenasconstituida declaró caducos los mandatos del Presidente de la NaciónArgentina y de todos los funcionarios de los distintos poderes del Estado.

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Este acto de asunción implicó reunir la suma del poder público, dado quetodos los poderes del Estado —sin excepción— quedaron a merced delgobierno militar (…).

Los hechos que la Justicia investiga en esta causa se inscriben eneste contexto histórico y en este marco fáctico general.

Por ello, el juez resolvió que «los delitos que sufrieran José LiborioPoblete Roa y Gertrudis Marta Hlaczik constituyen hechos que importanuna manifestación del ejercicio de la suma del poder público que llevó ade-lante la dictadura militar, o, si se quiere, constituyen una manifestación (entretantas otras) de las facultades extraordinarias ejercidas por el últimogobierno de facto».

Las leyes de «Punto Final» y «Obediencia Debida» son disposicionesasimilables a amnistías que consagran la impunidad de hechos que, comoen el caso, constituyeron delitos cometidos en el ejercicio de la suma delpoder público. Ahora bien, de acuerdo con lo previsto por el artículo 29de la Constitución Nacional, no es amnistiable un hecho que implica la con-cesión o la propia asunción de la suma del poder público y, en este mismocontexto, tampoco lo es el ejercicio de la suma del poder público o defacultades extraordinarias. Así lo afirmó la Corte Suprema en reiteradasoportunidades.

En definitiva, el magistrado Gabriel Cavallo,entre otros temas resolvió:

1) Declarar inválido el artículo 1 de la ley 23.492, por ser incompa-tible con la Convención Americana de Derechos Humanos (artículos 1, 2,8 y 25), con la Declaración Americana de Derechos Humanos (artículo XVIII),con el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (artículos 2 y 9)y con el objeto y fin de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos oPenas Crueles, Inhumanos o Degradantes (artículo 18 de la Convenciónde Viena sobre Derechos de los Tratados).

2) Declarar inválidos los artículos 1, 3 y 4 de la ley 23.521, por serincompatibles con la Convención Americana de Derechos Humanos (artí-culos 1, 2, 8 y 25), con la Declaración Americana de Derechos Humanos(artículo XVIII), con el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos(artículos 2 y 9) y con el objeto y fin de la Convención contra la Tortura yOtros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (artículo 18 dela Convención de Viena sobre Derechos de los Tratados).

3) Declarar la inconstitucionalidad y la nulidad insanable del artículo1 de la ley 23.492, y de los artículos 1, 3 y 4 de la ley 23.521 (Artículo 29de la Constitución Nacional).

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Opiniones sobre el fallo en el escenario político

Eduardo Sigal (Presidente del bloque de senadores bonaerensesdel Frepaso): «Con su decisión, Cavallo demostró que la verdad formalpuede tener el mismo recipiente que la verdad histórica para que el cono-cimiento del pasado y las sanciones a los responsables de las violacionesa los derechos humanos se conviertan en garantías indispensables de lasociedad. Con el mayor de los respetos por la independencia de poderes,entiendo que la legislatura provincial debe manifestarse a favor de este fallo,por ser un aporte invalorable en la búsqueda de justicia y de democracia.Las condiciones políticas para que los culpables de los crímenes del terro-rismo de Estado tengan su pena es responsabilidad de toda la clase polí-tica, sin distinción partidaria.»

José Manuel De la Sota (Gobernador de Córdoba): «El fallo deCavallo es un tema intrincado, y creo que tiene que haber un cierre de estetema. Es difícil opinar sobre un tema tan intrincado; por un lado, me ima-gino a los familiares de esas personas desaparecidas, que deben estarbuscando que se llegue al final. Y por otro lado, está la necesidad de recon-ciliación de la sociedad. Han pasado 25 años, y en general, en todos lospaíses del mundo, en un momento determinado, después de haber vividoetapas tristes como las que vivimos los argentinos en esos años, se cie-rra un período y hay que buscar un equilibrio entre una cosa y otra.»

José Horacio Jaunarena (Ministro de Defensa).«Si en su momentoestas leyes fueron promovidas y votadas por el Parlamento, creo que sonconstitucionales; pero ésa es mi opinión personal. Me parece que no essaludable para el conjunto que vuelva a tornarse indefinida la situación demuchas personas. La Argentina tiene que cerrar el pasado con la idea deque todo el mundo sepa a qué atenerse» (La Nación, 7 de marzo de 2001).

Ejes de análisis y sugerencia de actividades

En la Argentina las temáticas relacionadas con los derechos humanosy el reencuentro con nuestro pasado reciente tienen un importante sesgojurídico. Dos preguntas son claves para analizar la cuestión: ¿Quién juzgalos crímenes aberrantes que ejecutó el mismo Estado responsable de evi-tarlos? ¿Tiene fin esa búsqueda de justicia? Sobre estas cuestiones giran losdocumentos presentados, en los que podemos identificar una serie de pro-blemas claves:

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• La jurisdicción. ¿Cómo se relacionan la justicia nacional y la inter-nacional en el tratamiento de las causas?

• La constitucionalidad de las decisiones que toman los distintos pode-res del Estado. ¿Cuándo se está contrariando la ley fundamental?¿Qué sucede cuando esa norma se transgrede?

• La imprescriptibilidad. ¿Es legítimo poner fin a la búsqueda de jus-ticia? Esta avanzada judicial generó reacciones dispares dentro deuna sociedad que no ha terminado de saldar cuentas con ese pasado.¿Cuáles son las repercusiones ante estos problemas?

Sobre los documentos

• Identificar los argumentos que apoyan las doctrinas de jurisdiccióninternacional para el juzgamiento de los delitos de lesa humanidady los que favorecen la política de la territorialidad. Precisar la pos-tura de los organismos de Derechos Humanos, los militares, los par-tidos políticos, el gobierno.

• Releer los documentos y encontrar los planteos coincidentes y losque se contradicen.

• Investigar en los textos que se mencionan en los documentos (Cons-titución Nacional, pactos y tratados internacionales) y reconocer losfragmentos que son citados en los mismos. ¿Es correcta la utiliza-ción de esos textos?

• A partir de la lectura y el análisis de los materiales, tratar de definirlos siguientes conceptos:– Jurisdicción– Territorialidad– Extraterritorialidad– Soberanía– Prescripción– Imprescriptibilidad– Nulidad– Anticonstitucionalidad

Para investigar

• Indaguen sobre los conflictos actuales en otras partes del mundodonde se violan sistemáticamente los derechos humanos ¿Hay inter-vención de otros países u organismos internacionales? ¿Cuáles sonesas formas de intervención? ¿Cómo se justifican?

• ¿Qué es la Corte Internacional de Justicia? Analicen su intervenciónen algunos casos recientes.

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Para pensar

• En la actualidad se están desarrollando centenares de juicios contralos represores a pesar de que han pasado más de 25 años de loshechos que se juzgan. ¿Cómo es posible que esto ocurra? ¿Quéimplica que sean jueces de la propia Nación los que juzgue a los cri-minales de Estado?

Bibliografía sugerida

HERSHBERG, Eric y Felipe AGÜERO (coords.), Memorias militares sobre la

represiòn en el Cono Sur: Visiones en disputa en dictadura y democra-

cia, Siglo XXI, Madrid, 2006.DUIZEIDE, Juan Bautista y Lucas MIGUEL, «El juicio a Miguel Etchecolatz:

Reclusión perpetua», en revista Puentes Nº 18, octubre de 2006. Publi-cación de la Comisión Provincial por la Memoria.

FEIERSTEIN, Daniel, «Genocidio: del concepto al caso argentino. La crea-ción del término. Su uso en el derecho internacional público. Las con-secuencias de adoptarlo para encuadrar lo sucedido en nuestro país»,en revista Puentes Nº 18, octubre de 2006. Publicación de la Comi-sión Provincial por la Memoria.

Revista Puentes Nº 11, mayo 2004. Publicación de la Comisión Provincialpor la Memoria.

SCHMUCLER, Héctor, «La inquietante relación entre lugares y memorias».Disponible en http://www.memoriaabierta.org.ar/materiales/materiales_lectura.php (Consultado marzo 2009)

VALDEZ, Patricia, «El Museo que se debe la sociedad argentina». Dispo-nible en http://www.memoriaabierta.org.ar/materiales/materiales_lectura.php (Consultado marzo 2009)

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Contra la impunidad y el olvido(2002-2006)

Por Margarita Jarque

Nuevos tiempos de la memoria

En agosto de 2002, se instituyó el 24 de marzo como el «Día Nacional de la

Memoria por la Verdad y la Justicia», mediante la Ley Nº 25.633, incluyendo

en los calendarios escolares jornadas alusivas que «consoliden la memoria

colectiva de la sociedad, generen sentimientos opuestos a todo tipo de auto-

ritarismo y auspicien la defensa permanente del Estado de Derecho y la plena

vigencia de los Derechos Humanos». Este paso dio cuenta de un cambio en

las políticas públicas con respecto al pasado reciente. El Estado nacional

desde sus distintos poderes decidió impulsar un proceso social de elabora-

ción del pasado desde sus distintas instituciones.

En diciembre del año siguiente, y habiendo asumido la presidencia

Néstor Kirchner, fue creado el Archivo Nacional de la Memoria, como «orga-

nismo desconcentrado en el ámbito de la Secretaría de Derechos Huma-

nos de la Nación, con el fin de analizar, digitalizar y archivar informaciones,

testimonios y documentos sobre el quebrantamiento de los derechos huma-

nos y las libertades fundamentales en que esté comprometida la responsa-

bilidad del Estado Argentino y sobre la respuesta social e institucional ante

esas violaciones».

El 24 de marzo de 2004 se firmó el acuerdo entre el Estado Nacional y

el de la Ciudad de Buenos Aires y se estableció un cronograma de desalojo

de las instalaciones militares que ocupaban el predio donde funcionara la

Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), estableciéndose como fecha

límite el mes de diciembre de 2005. Su destino fue la creación del Espacio

para la Memoria, la Promoción y la Defensa de los Derechos Humanos.

El día de la firma, se realizó un gran acto en las inmediaciones donde

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el presidente habló a decenas de miles de ciudadanos que colmaron el lugar

y luego recorrieron el predio, abierto al público para esa ocasión. La desocu-

pación total sufrió algunos retrasos —algunos motivados por resistencias

militares—, pero finalmente se logró hacia fines del año 2007.

De manera sucesiva, se continuó con la recuperación de espacios para

la memoria en diversos puntos del país. Tal el caso de las dependencias del

ex Departamento de Inteligencia de la Policía de Córdoba (D-2) y de la ex

Brigada de Investigaciones de Resistencia (Chaco), donde hoy funcionan

las Comisiones Provinciales por la Memoria de esas provincias.

A 30 años del golpe militar de 1976, el Poder Ejecutivo impulsó la

sanción de la ley 26.085, que incorporó al 24 de marzo como feriado nacio-

nal, obligatorio e inamovible, con la intención de que sea una jornada de

reflexión.

Como contraparte, sectores vinculados a las Fuerzas Armadas que

reivindican aún hoy lo actuado durante la dictadura, comenzaron a emer-

ger en la escena pública sosteniendo versiones del pasado en disputa con

las políticas oficiales. Cada 25 de mayo, realizan un acto en la ciudad de

Buenos Aires, en el Monumento a la Bandera de la Plaza San Martín, para

reivindicar a los «caídos en la lucha contra la subversión» como forma de

imponer sus propias fechas y rituales de recordación.

La Verdad

Los esfuerzos por reconstruir lo ocurrido con los detenidos-desapare-

cidos continuaron y hubo importantes logros. Un hecho relevante se pro-

dujo en agosto de 2005. Fueron identificados por parte del Equipo Argen-

tino de Antropología Forense (EAAF) los cuerpos de tres fundadoras de las

Madres de Plaza de Mayo: Esther Ballestrino de Careaga, María Ponce de

Bianco y Azucena Villaflor de De Vincenti y de la religiosa Léonie Duquet.

Pertenecían al grupo de personas desaparecidas en 1977 que se reunían en

la Iglesia de la Santa Cruz y que estuvieran posteriormente detenidas en la

ESMA. Esto significó una prueba positiva de la existencia de los vuelos

denunciados por los sobrevivientes y confesados por Scilingo, ya que los

cuerpos fueron hallados en el cementerio de una localidad cercana a las cos-

tas del atlántico bonaerense. El funcionamiento del circuito represivo de

detención, «traslado» y muerte era probado de esta manera. La larga lucha

por el esclarecimiento del destino final de los desaparecidos avanzaba otro

paso significativo.

Mientras tanto progresaban los «Juicios por la Verdad» realizados en

La Plata, que permitieron reconstruir numerosas historias del horror, entre

ellas la participación de empresas extranjeras, como la Mercedes Benz,

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en la colaboración directa con la desaparición de dirigentes gremiales. Altos

ejecutivos de la empresa confeccionaron y entregaron a los militares listas

de los activistas de la fábrica que luego fueron desaparecidos.

En el año 2002, se produjo la desclasificación de archivos secretos por

parte de Washington, lo que sirvió para seguir los rastros de desaparecidos

por el Plan Cóndor, a pesar de las tachaduras que traen los documentos.

Otra vez la justicia

En marzo de 2002, el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso se colmó

de jueces, diputados, artistas y miembros de organismos de derechos huma-

nos que reclamaron la sanción del proyecto de anulación de las leyes de

impunidad, respondiendo a una convocatoria de la Comisión Provincial

por la Memoria. Luego del debate, una bandera argentina con la leyenda

«Anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final» se extendió

a lo largo del recinto.

Durante el año 2003, se produjo uno de los hechos más demandados

por la lucha del movimiento de derechos humanos y gran parte de la socie-

dad: la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, que fue-

ron aprobadas durante el Gobierno de Raúl Alfonsín y significaron el

cierre de un millar de juicios que estaban en marcha contra ex represores

acusados.

Con una importante movilización en las puertas del Congreso, el 12

de agosto la Cámara de los Diputados de la Nación aprobó, en votación

dividida, el proyecto de ley que declara la «nulidad absoluta» de las mismas.

La sesión especial había sido convocada para debatir además la nulidad de

los indultos concedidos por Menem en 1989 y 1990, que finalmente no se

incluyeron. Se arribó a un proyecto de nulidad único y de consenso y, con

algunas excepciones, se pronunciaron por la nulidad los diputados del

justicialismo y de partidos de centroizquierda e izquierda; en contra los

legisladores de partidos de derecha, con el diputado de Fuerza Republi-

cana Ricardo Bussi a la cabeza y partidos provinciales comprometidos con

la dictadura militar. El radicalismo y el menemismo se abstuvieron.

Y ese mismo mes, se completó la sanción definitiva con el tratamiento

del Senado y fue promulgada el 3 de septiembre del mismo año como

Ley 25.779. Conjuntamente, se aprobó la Ley 25.778, que otorga rango cons-

titucional a la Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de

guerra y de los crímenes de lesa humanidad.

Meses después, en agosto de 2004, se dictó sentencia en la causa «Aran-

cibia Clavel» en la que se juzgó por el asesinato del general chileno Carlos

Prats, a Enrique Lautaro Arancibia Clavel, un ex agente de la Dirección

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de Inteligencia chilena acusado de la muerte del militar ocurrida en la Ciu-

dad de Buenos Aires en 1974. La Corte calificó la conducta del acusado

«como un delito de lesa humanidad, pues la agrupación de la que formaba

parte estaba destinada a perseguir a los opositores políticos de Pinochet»,

pronunciándose además por la imprescriptibilidad de estos crímenes. Estos

dos aspectos del fallo, son antecedentes claves para la sentencia que, en 2005,

se dictaría con relación a las leyes de impunidad.

Finalmente, fue en el año 2005 que se produjo el fallo de la Corte

Suprema de Justicia declarando inconstitucionales las leyes de Obediencia

Debida y Punto final, habilitando el juzgamiento de los responsables de los

crímenes y delitos más feroces de la historia del país. Cuantitativamente, esto

implica haber incrementado el número de 200 militares procesados en ese

año a los casi 600 de la actualidad, sobre un total de 1200 imputados. Sin

dudas fue un importante aporte en la consolidación del proceso de justicia.

También se pronunció sobre la validez de la ley 25.779, sancionada por el

Congreso de la Nación en 2003, que declara nulas aquellas leyes.

La condena al ex represor Adolfo Scilingo en España, por parte de la

Audiencia Nacional, a 640 años de cárcel por delitos contra la humanidad y

la remoción del Cardenal Baseotto, son otros de los hechos para destacar.

Este último abordó el tema de la futura resolución sobre las leyes de impu-

nidad, manifestando que un fallo que garantizara la impunidad de los res-

ponsables contribuiría a la «pacificación» de la sociedad argentina. La gra-

vedad de sus dichos derivó en un conflicto institucional que terminó con su

separación del cargo y la eliminación del carácter remunerativo del mismo.

En ese mismo año 2006, se obtuvo la primera sentencia a los represo-

res de la última dictadura, llevándose a cabo el juicio oral y público a Julián

Héctor Simón —«Turco Julián»—, en la causaJosé Poblete y Gertrudis

Hlaczik, que fue condenado a 25 años de prisión en agosto por el Tribunal

Oral Federal Nº 5 de la Ciudad de Buenos Aires.

En La Plata, el 1º de Septiembre el Tribunal Federal Nº 1, integrado por

los Jueces Carlos Rosanski, Horacio Insaurralde y Norberto Lorenzo, con-

denó al ex Director General de Investigaciones de la Policía de la Provincia

de Buenos Aires, Miguel Etchecolatz, por desaparición forzada de personas,

tormentos y homicidio calificado de Diana Teruggi, Patricia Graciela

Dell’Orto, Ambrosio Francisco De Marco, Elena Arce Sahores, Nora Livia

Formiga y Margarita Delgado y secuestros y torturas contra Nilda Eloy y

Jorge Julio López. El fallo de los jueces tuvo el rasgo único de caracterizar los

crímenes en el marco del genocidio, figura que ya el Juez español Baltasar

Garzón había utilizado como tipificación en las causas tramitadas en su país.

Esta sentencia trajo satisfacción por la condena, pero se opacó por el

profundo dolor y preocupación ante la desaparición de Jorge Julio López,

querellante en la causa. Su testimonio fue clave no sólo para este juicio,

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sino, fundamentalmente, en el desenmascaramiento del funcionamiento

del circuito represivo «Camps». Tan grave hecho dejó al descubierto algunas

falencias del Estado en materia de protección de testigos, como asimismo

en cuanto a las posibilidades investigativas en relación al accionar en la

actualidad de estos grupos criminales.

Para el aula: materiales de trabajo y sugerencia de actividades

1. LAS DISPUTAS POR LA MEMORIA

LEY 25.633Institúyese el 24 de marzo como Día Nacional de la Memoriapor la Verdad y la Justicia. Sancionada: Agosto 1 de 2002 Promulgada: Agosto 22 de 2002

El Senado y Cámara de Diputados de la Nación Argentina reunidosen Congreso, etc. sancionan con fuerza de Ley:

– Institúyese el 24 de marzo como Día Nacional de la Memoria porla Verdad y la Justicia en conmemoración de quienes resultaron víctimasdel proceso iniciado en esa fecha del año 1976.

– En el seno del Consejo Federal de Cultura y Educación, el Ministe-rio de Educación de la Nación y las autoridades educativas de las distintasjurisdicciones acordarán la inclusión en los respectivos calendarios escola-res de jornadas alusivas al Día Nacional instituido por el artículo anterior,que consoliden la memoria colectiva de la sociedad, generen sentimientosopuestos a todo tipo de autoritarismo y auspicien la defensa permanentedel Estado de Derecho y la plena vigencia de los Derechos Humanos.

ARTICULO 3º – Facúltase al Poder Ejecutivo nacional para disponer enlos distintos ámbitos de su competencia la implementación de activida-des específicas, en el mismo sentido que el dispuesto para la comunidadeducativa en el artículo anterior de la presente ley.

ARTICULO 4º – Comuníquese al Poder Ejecutivo.

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Convenio N° 8/04Acuerdo entre el Estado Nacional y la Ciudad Autónoma de Buenos Airespara la construcción del «espacio para la memoria y para la promoción y defensa de los derechos humanos» en el predio de la «ESMA»

Fecha: 24 de Marzo de 2004.Publicación: Boletín Oficial, 26 de Marzo de 2004Buenos Aires, 24 de marzo de 2004.

Entre el Estado Nacional representado por el señor Presidente de laNación, Dr. Néstor Carlos Kirchner, con domicilio legal en Balcarce 50 dela Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por una parte, en adelante «El EstadoNacional»; y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, representada en esteacto por su Jefe de Gobierno, Dr. Aníbal Ibarra, con domicilio legal enBolivar 1, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en adelante «la CiudadAutónoma de Buenos Aires», convienen en celebrar el siguiente Acuerdo,

CONSIDERANDO:Que como es de público conocimiento y quedara suficientemente

probado en la causa judicial N° 13/1984 «Jorge Rafael Videla y otros», apartir del 24 de marzo de 1976 con la toma del poder por las Fuerzas Arma-das se instrumentó un plan sistemático de imposición del terror y de elimi-nación física de miles de ciudadanos sometidos a secuestros, torturas,detenciones clandestinas y a toda clase de vejámenes;

Que este plan sistemático implicó un modelo represivo fríamenteracional, implementado desde el Estado usurpado, que excedió la carac-terización de abusos o errores;

Que de este modo se eliminó físicamente a quienes encarnabantoda suerte de disenso u oposición a los planes de sometimiento de laNación, o fueron sospechados de ser desafectos a la filosofía de los usur-padores del poder, tuvieran o no militancia política o social.

Que los principios irrenunciables del Estado de Derecho fueron sus-tituidos por sistemáticos crímenes de Estado, que importan delitos delesa humanidad y agravian a la conciencia ética universal y al DerechoInternacional de los Derechos Humanos, constituyendo la etapa más cruely aberrante de nuestra patria, cuyas dolorosas y trágicas secuelas aúnpersisten;

Que en ese contexto, en las dependencias donde se hallaba en aquelperíodo la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) funcionó el másgrande centro clandestino de detención y exterminio, asiento del grupode tareas GT. 3.3.2 en donde sufrió el calvario previo a su muerte un

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número estimado de cinco mil hombres y mujeres de toda edad, consti-tuyendo un trágico símbolo del asiento del horror;

Que igualmente allí funcionó una maternidad clandestina que sirvióde base a la también sistemática y perversa apropiación de los niños quedieran a luz las prisioneras embarazadas;

Que es responsabilidad de las instituciones constitucionales de laRepública el recuerdo permanente de esta cruel etapa de la historia argen-tina como ejercicio colectivo de la memoria con el fin de enseñar a lasactuales y futuras generaciones las consecuencias irreparables que traeaparejada la sustitución del Estado de Derecho por la aplicación de la vio-lencia ilegal por quienes ejercen el poder del Estado, para evitar que elolvido sea caldo de cultivo de su futura repetición;

Que el apartamiento de los fines propios de la Nación y del Estado,no puede jamás buscar una simetría justificatoria en la acción de ningúngrupo de particulares;

Que la enseñanza de la historia no encuentra sustento en el odio o en ladivisión en bandos enfrentados del pueblo argentino, sino que por el contrariobusca unir a la sociedad tras las banderas de la justicia, la verdad y la memo-ria en defensa de los derechos humanos, la democracia y el orden republicano.

Que es propósito del Poder Ejecutivo Nacional consagrar las depen-dencias donde funcionó la ESMA como Museo de la Memoria, desafectandodel predio a las actuales instituciones que hoy realizan sus actividades enel mismo, tal como lo solicitaran a lo largo de 20 años los sobrevivientes,familiares de las víctimas y los organismos de derechos humanos.

Que en igual sentido, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a travésde las Leyes Nros. 392 y 961, ha sentado como principio que el predio dela ESMA debe ser consagrado a tareas de recuperación, resguardo y trans-misión de la memoria e historia de los hechos ocurridos durante el Terro-rismo de Estado, de los años 70 e inicios de los 80 hasta la recuperacióndel Estado de Derecho.

Que de tal manera, el destino que se asigne al predio y a los edificiosde la ESMA formará parte del proceso de restitución simbólica de los nom-bres y de las tumbas que les fueran negados a las víctimas, contribuyendoa la reconstrucción de la memoria histórica de los argentinos, para que elcompromiso con la vida y el respeto irrestricto de los Derechos Humanossean valores fundantes de una nueva sociedad justa y solidaria.

Que resulta necesario, para el logro de estos propósitos, que laadministración de este proceso esté en manos de una Comisión Bipartitaentre la Nación y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con la participaciónde organizaciones no gubernamentales de derechos humanos.

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Comunicado no al traslado de la ESMA,publicado en www.memoriacompleta.com.ar

La agrupación civil ARGENTINOS POR LA MEMORIA COMPLETAexpresa su total repudio a la expropiación de los terrenos de una instituciónnaval en los cuales hoy funciona un polo educativo en el que transitan casi5.000 personas a diario. Muchos son los motivos por los que hoy la ciuda-danía en general nos movilizamos en favor de conservar estas instalacio-nes en perfecto desempeño.

Parte de las hectáreas en las cuales se encuentra el predio de la exEscuela de Mecánica de la Armada fueron cedidas en 1924 por un particu-lar a la Armada Argentina para que allí funcionaran institutos educativos quede ella dependan , razón legal por la cual no podrían ser cedidas a nadie.

Es una burla a la comunidad toda, pretender instalar allí un museo dela falsa memoria que sólo generaría seguir avivando odios y rencores sobrelo acontecido en la década del 70 en nuestro país, esta reflexión se des-prende de los dichos de la Sra. Bonafini (Titular de Madres de Plaza de Mayo)quién dijo desear que allí se exhibieran los fusiles FAL de sus hijos.

¿Cuántos museos de la memoria habrá para homenajear a subversivos?Recordemos que ya existe en Parque Norte un paseo de la «memo-

ria» que se encuentra casi en estado de abandono a muy poco tiempo desu creación.

¿Acaso los Sres. gobernantes erigirán un museo en el pozo dondelos terroristas mantuvieron cautivo y torturándolo durante un año al Cnel.Argentino Larrabure para luego darle muerte?

¿Acaso los Sres. gobernantes erigirán un monumento para recor-dar a Paula Lambruschini asesinada a los 15 años por jóvenes idealistas?

¿Acaso los Sres. gobernantes proponen un museo de la memoriaen el lugar donde los subversivos hicieron explotar la lancha en la que ibanel Comisario Villar y su esposa?

¿Acaso los Sres. gobernantes colocarán siquiera una placa querecordará al General Cáseres Monié asesinado junto a su esposa que fuéviolada y estrangulada por quiénes hoy se pretende homenajear?

No estamos de acuerdo con la cesión de este predio para el desarro-llo de actividades que mancillarán el honor de los hombres y mujeres quefueron formados en estas escuelas y que ofrecieron su vida custodiando lasoberanía de nuestra Patria y combatiendo en la guerra antisubversiva.

No queremos más actos de vandalismo por parte de quienes preten-der adueñarse de estas instalaciones, como lo demostraron el último 24de marzo, cuando pintaron leyendas marxistas en las aulas, destruyeron

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material de estudio, robaron en el rectorado, sacaron las placas que recor-daban a nuestros queridos héroes navales y culminaron su lamentableespectáculo izando por sobre nuestro pabellón nacional UNA BANDERADEL CHE GUEVARA.

Por eso hoy, todos los que aquí pacíficamente manifestamos pedi-mos un gesto de grandeza y humildad de nuestros gobernantes.

Que revean una medida tan desafortunada y equívoca, despoján-dose de toda ideología que los lleva a seguir anclados en el pasado y quede una vez por todas legislen y gobiernen como todos los argentinos nosmerecemos

2. LOS NUEVOS JUICIOS

Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenesde guerra y de los crímenes de lesa humanidadAdoptada y abierta a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General en su resolución 2391 (XXIII),del 26 de noviembre de 1968.Entrada en vigor: 11 de noviembre de 1970, de conformidadcon el artículo VIII.

En la República Argentina esta convención tiene rango constitucionalpor la ley 25.778.-

PreámbuloLos Estados Partes en la presente Convención,Recordando las resoluciones de la Asamblea General de las Nacio-

nes Unidas 3 (I) de 13 de febrero de 1946 y 170 (II) de 31 de octubre de1947, sobre la extradición y el castigo de los criminales de guerra; la reso-lución 95 (I) de 11 de diciembre de 1946, que confirma los principios dederecho internacional reconocidos por el Estatuto del Tribunal Militar Inter-nacional de Nuremberg y por el fallo de este Tribunal, y las resoluciones2184 (XXI) de 12 de diciembre de 1966 y 2202 (XXI) de 16 de diciembrede 1966, que han condenado expresamente como crímenes contra la huma-nidad la violación de los derechos económicos y políticos de la poblaciónautóctona, por una parte, y la política de apartheid, por otra,

Recordando las resoluciones del Consejo Económico y Social de lasNaciones Unidas 1074 D (XXXIX) de 28 de julio de 1965 y 1158 (XLI) de

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5 de agosto de 1966, relativas al castigo de los criminales de guerra yde las personas que hayan cometido crímenes de lesa humanidad,

Observando que en ninguna de las declaraciones solemnes, instru-mentos o convenciones para el enjuiciamiento y castigo de los crímenesde guerra y de los crímenes de lesa humanidad se ha previsto limitación enel tiempo,

Considerando que los crímenes de guerra y los crímenes de lesahumanidad figuran entre los delitos de derecho internacional más graves,

Convencidos de que la represión efectiva de los crímenes de gue-rra y de los crímenes de lesa humanidad es un elemento importante paraprevenir esos crímenes y proteger los derechos humanos y libertades fun-damentales, y puede fomentar la confianza, estimular la cooperación entrelos pueblos y contribuir a la paz y la seguridad internacionales,

Advirtiendo que la aplicación a los crímenes de guerra y a los crí-menes de lesa humanidad de las normas de derecho interno relativas ala prescripción de los delitos ordinarios suscita grave preocupación en laopinión pública mundial, pues impide el enjuiciamiento y castigo de laspersonas responsables de esos crímenes,

Reconociendo que es necesario y oportuno afirmar en derecho inter-nacional, por medio de la presente Convención, el principio de la impres-criptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humani-dad y asegurar su aplicación universal,

Convienen en lo siguiente:

Artículo ILos crímenes siguientes son imprescriptibles, cualquiera que sea

la fecha en que se hayan cometido:a) Los crímenes de guerra según la definición dada en el Estatuto

del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg, de 8 de agosto de 1945,y confirmada por las resoluciones de la Asamblea General de las Nacio-nes Unidas 3 (I) de 13 de febrero de 1946 y 95 (I) de 11 de diciembre de1946, sobre todo las «infracciones graves» enumeradas en los Conve-nios de Ginebra de 12 de agosto de 1949 para la protección de las víc-timas de la guerra;

b) Los crímenes de lesa humanidad cometidos tanto en tiempo deguerra como en tiempo de paz, según la definición dada en el Estatutodel Tribunal Militar Internacional de Nuremberg, de 8 de agosto de 1945,y confirmada por las resoluciones de la Asamblea General de las Nacio-nes Unidas 3 (I) de 13 de febrero de 1946 y 95 (I) de 11 de diciembre de1946, así como la expulsión por ataque armado u ocupación y los actos

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inhumanos debidos a la política de apartheid y el delito de genocidio defi-nido en la Convención de 1948 para la Prevención y la Sanción del Delitode Genocidio aun si esos actos no constituyen una violación del derechointerno del país donde fueron cometidos.

Artículo IISi se cometiere alguno de los crímenes mencionados en el artículo

I, las disposiciones de la presente Convención se aplicarán a los repre-sentantes de la autoridad del Estado y a los particulares que participencomo autores o cómplices o que inciten directamente a la perpetraciónde alguno de esos crímenes, o que conspiren para cometerlos, cualquieraque sea su grado de desarrollo, así como a los representantes de la auto-ridad del Estado que toleren su perpetración.

Artículo IIILos Estados Partes en la presente Convención se obligan a adop-

tar todas las medidas internas que sean necesarias, legislativas o de cual-quier otro orden, con el fin de hacer posible la extradición, de conformi-dad con el derecho internacional, de las personas a que se refiere elartículo II de la presente Convención.

Artículo IVLos Estados Partes en la presente Convención se comprometen a

adoptar, con arreglo a sus respectivos procedimientos constitucionales,las medidas legislativas o de otra índole que fueran necesarias para quela prescripción de la acción penal o de la pena, establecida por ley o deotro modo, no se aplique a los crímenes mencionados en los artículos Iy II de la presente Convención y, en caso de que exista, sea abolida.

Fragmentos del fallo dictado en la Causa Nº 259 «Arancibia Clavel,Enrique Lautaro s/homicidio calificado y asociación ilicita y otros»(24 de agosto de 2004).

«(…)11) Que, estrictamente, y a partir de las propias definicionesutilizadas por el a quo correspondía calificar a la conducta de ArancibiaClavel como un delito de lesa humanidad, pues la agrupación de la queformaba parte estaba destinada a perseguir a los opositores políticos dePinochet, por medio de homicidios, desaparición forzada de personas y

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tormentos sobre cuyo carácter no caben dudas con la aquiescencia defuncionarios estatales. En efecto, de acuerdo con el texto del Estatuto deRoma que en la resolución apelada cita sólo en su art. 7, queda alcanzadatoda forma posible de intervención en esta clase de hechos. Así, no sóloquedan incluidas las formas “tradicionales” de participación (art. 25, inc.3, aps. a, b y c), sino que expresamente menciona el contribuir “de algúnotro modo en la comisión o tentativa de comisión del crimen por un grupode personas que tengan una finalidad común” (art. 25, inc. 3°, ap. d),cuando dicha contribución es efectuada “con el propósito de llevar a cabola actividad o propósito delictivo del grupo, cuando una u otro entrañe lacomisión de un crimen de la competencia de la Corte” (ap. d, supuesto i).

12) Que, por otro lado, si lo que estaba en discusión era la impres-criptibilidad de una asociación ilícita cuyo objeto era la comisión de talescrímenes, el instrumento normativo que debía regir la interpretación era la“Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y delos Crímenes de Lesa Humanidad” (conf. ley 24.584 y decreto 579/2003),que adquirió jerarquía constitucional por ley 25.778…

De igual forma, se ha dicho que “la desaparición forzada de personasconstituye una violación múltiple y continuada de numerosos derechos reco-nocidos en la Convención y que los estados partes están obligados a respe-tar y garantizar”, y ello sin perjuicio de la ley positiva del Estado que se trate,pues si bien no existía al tiempo de los hechos “ningún texto convencionalen vigencia, aplicable a los Estados Partes en la Convención, que empleeesta calificación, la doctrina y la práctica internacionales han calificadomuchas veces las desapariciones como un delito contra la humanidad”…

(…) “Desde esta perspectiva, podría afirmarse que la ratificaciónen años recientes de la Convención Interamericana sobre DesapariciónForzada de Personas por parte de nuestro país sólo ha significado, comoya se adelantara, la reafirmación por vía convencional del carácter de lesahumanidad postulado desde antes para esa práctica estatal, puesto quela evolución del derecho internacional a partir de la segunda guerra mun-dial permite afirmar que para la época de los hechos imputados el dere-cho internacional de los derechos humanos condenaba ya la desapariciónforzada de personas como crimen de lesa humanidad” (…)

(…) “14) Que del plexo normativo internacional transcripto se des-prende que dentro de la clasificación de los crímenes contra la humanidad,también se incluye el formar parte de una organización destinada a come-terlos, con conocimiento de ello.”…

(…) “16) Que los delitos como el genocidio, la tortura, la desapariciónforzada de personas, el homicidio y cualquier otro tipo de actos dirigidos

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a perseguir y exterminar opositores políticos Centre los que debemos con-tar el formar parte de un grupo destinado a llevar adelante esta persecu-ción, pueden ser considerados crímenes contra la humanidad, porque aten-tan contra el derecho de gentes tal como lo prescribe el art. 118 de laConstitución Nacional” (…)

(…) “19) (…) El rechazo de la retroactividad de disposiciones pena-les posteriores al hecho, las llamadas leyes ex post facto, que impliquenun empeoramiento de las condiciones de los encausados ha constituidodoctrina invariable en la jurisprudencia tradicional de la Corte (…) 21) Quela excepción a esta regla, está configurada para aquellos actos que cons-tituyen crímenes contra la humanidad, ya que se tratan de supuestos queno han dejado de ser vivenciados por la sociedad entera dada la magnitudy la significación que los atañe. Ello hace que no sólo permanezcan vigen-tes para las sociedades nacionales sino también para la comunidad inter-nacional misma.

En este sentido se ha dicho que “Tanto los ‘crímenes contra la huma-nidad’ como los tradicionalmente denominados ‘crímenes de guerra” sondelitos contra el ‘derecho de gentes’ que la comunidad mundial se ha com-prometido a erradicar” (Fallos: 318:2148, voto de los jueces Nazareno yMoliné O’Connor).

22) Que en razón de que la aprobación de la “Convención sobre laImprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de LesaHumanidad” y su incorporación con jerarquía constitucional (ley 25.778) seprodujo con posterioridad a la comisión de los hechos de la causa corres-ponde examinar la cuestión relativa a si la regla que establece la impres-criptibilidad de la imputación por el delito de asociación ilícita se aplicaríaal sub lite retroactivamente o si ello lesiona el principio nulla poena sine lege.(…) Por ello, no puede sostenerse razonablemente que sea menester garan-tizar la extinción de la acción penal por el paso del tiempo en crímenes deesta naturaleza.”.

(…) “33) Que en consecuencia los hechos por los cuales se condenóa Arancibia Clavel, ya eran imprescriptibles para el derecho internacionalal momento de cometerse, con lo cual no se da una aplicación retroactivade la convención, sino que ésta ya era la regla por costumbre internacio-nal vigente desde la década del 60, a la cual adhería el Estado argentino.

“(…) quedó claramente establecido el deber del Estado de estruc-turar el aparato gubernamental, en todas sus estructuras del ejercicio delpoder público, de tal manera que sus instituciones sean capaces de ase-gurar la vigencia de los derechos humanos, lo cual incluye el deber de pre-venir, investigar y sancionar toda violación de los derechos reconocidos

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por la convención. Desde este punto de vista, la aplicación de las disposi-ciones de derecho interno sobre prescripción constituye una violación deldeber del Estado de perseguir y sancionar, y consecuentemente, compro-mete su responsabilidad internacional.

El fallo lleva las firmas de los Señores Jueces Enrique SantiagoPetracchi, Augusto Cesar Belluscio (en disidencia), Carlos S. Fayt (en disi-dencia), Antonio Boggiano, Adolfo Roberto Vazquez (en disidencia), JuanCarlos Maqueda, E. Raul Zaffaroni y Elena I. Highton De Nolasco.

Fallo del Máximo Tribunal declarando inconstitucionaleslas leyes de Obediencia Debida y el Punto Final

Fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en la Causa Nº 17768«Simon, Julio Hector y otros s/privación ilegítima de la libertad, etc.»

«12) Que en cuanto a la pretensión del imputado de ampararse bajo lallamada “ley de obediencia debida”, corresponde señalar que al dictar dichaley (23.521), el Congreso Nacional resolvió convalidar la decisión política delPoder Ejecutivo de declarar la impunidad del personal militar en las condicio-nes del art. 1° de dicha ley, por los delitos cometidos “desde el 24 de marzode 1976 hasta el 26 de septiembre de 1983 en las operaciones emprendi-das con el motivo alegado de reprimir el terrorismo” (art. 10, inc. 1, ley23.049). Con el objetivo señalado, la ley mencionada se sustentó en la crea-ción de una presunción, de conformidad con la cual, se debía considerar “depleno derecho que las personas mencionadas obraron en estado de coerciónbajo subordinación a la autoridad superior y en cumplimiento de órdenes, sinfacultad o posibilidad de inspección, oposición o resistencia a ellas en cuantoa su oportunidad y legitimidad” (art. 1°, ley 23.521, in fine) (…).

“14) Que desde ese momento hasta el presente, el derecho argentinoha sufrido modificaciones fundamentales que imponen la revisión de loresuelto en esa ocasión. Así, la progresiva evolución del derecho internacio-nal de los derechos humanos —con el rango establecido por el art. 75, inc.22 de la Constitución Nacional— ya no autoriza al Estado a tomar decisio-nes sobre la base de ponderaciones de esas características, cuya conse-cuencia sea la renuncia a la persecución penal de delitos de lesa humani-dad, en pos de una convivencia social pacífica apoyada en el olvido dehechos de esa naturaleza.

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15) Que, en efecto, a partir de la modificación de la ConstituciónNacional en 1994, el Estado argentino ha asumido frente al derecho inter-nacional y en especial, frente al orden jurídico interamericano, una seriede deberes, de jerarquía constitucional, que se han ido consolidando yprecisando en cuanto a sus alcances y contenido en una evolución clara-mente limitativa de las potestades del derecho interno de condonar u omi-tir la persecución de hechos como los del sub lite.

16) Que si bien es cierto que el art. 75, inc. 20 de la ConstituciónNacional mantiene la potestad del Poder Legislativo para dictar amnis-tías generales, tal facultad ha sufrido importantes limitaciones en cuantoa sus alcances. En principio, las leyes de amnistía han sido utilizadas his-tóricamente como instrumentos de pacificación social, con la finalidaddeclarada de resolver los conflictos remanentes de luchas civiles arma-das luego de su finalización. En una dirección análoga, las leyes 23.492y 23.521 intentaron dejar atrás los enfrentamientos entre “civiles y mili-tares”. Sin embargo, en la medida en que, como toda amnistía, se orien-tan al “olvido” de graves violaciones a los derechos humanos, ellas seoponen a las disposiciones de la Convención Americana sobre DerechosHumanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y resul-tan, por lo tanto, constitucionalmente intolerables (arg. art. 75, inc. 22,Constitución Nacional)” (…).

“20) Que en el caso particular del Estado argentino, las leyes de puntofinal, obediencia debida y los subsiguientes indultos fueron examinados porla Comisión Interamericana de Derechos Humanos en el informe 28/92. Enesa oportunidad, la Comisión sostuvo que el hecho de que los juicios crimi-nales por violaciones de los derechos humanos —desapariciones, ejecu-ciones sumarias, torturas, secuestros— cometidos por miembros de lasFuerzas Armadas hayan sido cancelados, impedidos o dificultados por lasleyes 23.492 (de punto final), 23.521 (de obediencia debida) y por el decreto1002/89, resulta violatorio de los derechos garantizados por la Conven-ción, y entendió que tales disposiciones son incompatibles con el art. 18(Derecho de Justicia) de la Declaración Americana de los Derechos y Debe-res del Hombre y los arts. 1, 8 y 25 de la Convención Americana sobreDerechos Humanos. Asimismo, recomendó al gobierno argentino “la adop-ción de medidas necesarias para esclarecer los hechos e individualizar alos responsables de las violaciones de derechos humanos ocurridas durantela pasada dictadura militar”.

“30) Que la inadmisibilidad de las disposiciones de amnistía y pres-cripción, así como el establecimiento de excluyentes de responsabilidadque tiendan a impedir la investigación y sanción de los responsables de

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violaciones graves de los derechos humanos fue reiterada con posterio-ridad y configura un aspecto central de la jurisprudencia de la Corte Inter-americana, cuyos alcances para casos como el presente no pueden sersoslayados. Por lo demás, su concreta relevancia en el derecho internofrente a supuestos similares ya ha sido reconocida por este Tribunal (…)”.

“32) Que análogas consideraciones son las que han llevado al Con-greso Nacional a dictar la ley 25.779, por medio de la cual el Poder Legis-lativo declara insanablemente nulas las leyes en cuestión. El debate par-lamentario de dicha ley coincidió con el reconocimiento de jerarquíaconstitucional a la “Convención sobre la imprescriptibilidad de los críme-nes de lesa humanidad” y revela, sin lugar a dudas, la intención legislativade suprimir todos los efectos de las leyes anuladas. Así, en la Cámara deDiputados se evaluó, expresamente, la circunstancia de que la deroga-ción de las leyes dispuesta en el art. 2, de la ley 24.952 no hubiera pro-ducido el efecto deseado, en razón de que no dejó claramente estable-cida la inaplicabilidad del principio de la ley penal más benigna. Asimismo,la discusión legislativa permite inferir que el sentido principal que se pre-tendió dar a la declaración de nulidad de las leyes fue, justamente, el deintentar dar cumplimiento a los tratados constitucionales en materia dederechos humanos por medio de la eliminación de todo aquello quepudiera aparecer como un obstáculo para que la justicia argentina inves-tigue debidamente los hechos alcanzados por dichas leyes y, de estemodo, subsanar la infracción al derecho internacional que ellas continúanrepresentando. Se trató, fundamentalmente, de facilitar el cumplimientodel deber estatal de reparar, haciéndolo de la forma más amplia posible,de conformidad con los compromisos asumidos con rango constitucionalante la comunidad internacional” (…).

“RESUELVE (…) 2.- Declarar la validez de la ley 25.779.3.- Declarar, a todo evento, de ningún efecto las leyes 23.492 y

23.521 y cualquier acto fundado en ellas que pueda oponerse al avancede los procesos que se instruyan, o al juzgamiento y eventual condena delos responsables, u obstaculizar en forma alguna las investigaciones lleva-das a cabo por los canales procedentes y en el ámbito de sus respectivascompetencias, por crímenes de lesa humanidad cometidos en el territoriode la Nación Argentina.”

La sentencia lleva la firma de los miembros de la Suprema Corte deJusticia de la Nación Enrique Santiago Petracchi, Carlos S. Fayt (en disi-dencia), Antonio Boggiano, Juan Carlos Maqueda, E. Raul Zaffaroni, ElenaI. Highton De Nolasco Ricardo Luis Lorenzetti y Carmen M. Argibay.

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Fragmentos de la sentencia a Miguel EtchecolatzTribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1 de La Plata

///Plata, septiembre de 2006.-Y VISTOS:

En el día de la fecha se reúnen los integrantes del Tribunal Oral en loCriminal Federal Nº 1 de La Plata, Dres. Carlos Alberto Rozanski que lo pre-side, Horacio Alfredo Isaurralde y Norberto Lorenzo, a fin de fundar el vere-dicto en esta causa Nº 2251/06 procedente del Juzgado Federal Nº 3 dela ciudad de La Plata, seguida a MIGUEL OSVALDO ETCHECOLATZ, L.E.Nº 5.124.838, sin apodos, de 77 años de edad, argentino, nacido el 1º demayo de 1929 en Azul —Provincia de Buenos Aires—, hijo de Manuel Etche-colatz (f) y de Martina Santillán (f), casado, policía retirado (vive del sueldoque percibe), domiciliado en calle Boulevard del Nuevo Bosque entre Gua-raníes y Tobas s/nº, Bosque Peralta Ramos, Mar del Plata —Provincia deBuenos Aires—, que sabe leer y escribir, que fue condenado y procesadocon anterioridad.

(…) el Juzgado Federal Nº 3 a cargo del doctor Arnaldo Hugo Corazzadescribió los hechos atribuidos al imputado y la prueba de su existencia,dando cuenta que el mismo fue Director General de Investigaciones de laProvincia de Buenos Aires entre el 5 de mayo de 1976 y el 28 de febrerode 1979, cumpliendo un rol clave dentro de la estructura represiva ilegalmontada desde la Jefatura de Policía y conocida como Circuito Camps, yaque a partir de allí se manejaban los distintos centros clandestinos de deten-ción donde iban a parar las personas secuestradas, y allí eran torturadasy algunas ejecutadas, todo esto estaba dentro del área operacional 113 acargo de autoridades militares. Está plenamente acreditado en esta causa,en la causa Nº 44 como en el marco del Juicio por la Verdad que el señorEtchecolatz ejerció en el sistema de centros clandestinos de esta región.

(…) La conducta del imputado encuadra en el artículo 144 bis inciso1º del Código Penal, con la agravante prevista en el último párrafo de dichoartículo en cuanto remite a los incisos 1º, 2º y 5º del artículo 142 del mismocuerpo normativo, es decir el delito de privación ilegal de la libertad come-tido utilizando ilegalmente su calidad de funcionario público, agravado porlas circunstancias de haberse cometido con violencias o amenazas y haberdurado la privación de libertad mas de un mes, debiendo responder en cali-dad de co-autor mediato por pertenecer a un aparato organizado de poder;y en calidad de autor respecto de Nilda Eloy por haber dirigido personal-mente el procedimiento de su detención ilegal.

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(sobre los querellantes)(…) Los letrados de Nilda Emma Eloy, Jorge Julio López y la Aso-

ciación de ex Detenidos Desaparecidos pidieron un cambio en la califica-ción y que se condene al imputado por el delito de genocidio, por haberformado parte de un plan de exterminio sistemático con el objetivo decambiar la estructura económica del país, teniendo una participación fun-damental en el mismo por el señorío fáctico que ostentaba en su cargode Jefe de la Brigada de Investigaciones, la dictadura no mataba a cual-quiera, el plan estaba dirigido a todos aquellos que realizaran formas departicipación, que fueran un obstáculo al plan que se quería imponer.

(sobre la defensa)A su turno, los defensores del procesado Miguel Osvaldo Etcheco-

latz, dijeron que los hechos investigados en autos debían ser juzgadoscomo hechos de guerra por el Código de Justicia Militar y no por el CódigoPenal ya que así nos apartamos del Juez natural.

(…) se debe concluir que ha operado la prescripción de los mismospor el transcurso del tiempo. Pide que se declare la nulidad de la reformaconstitucional de 1994, ya que no era necesaria.

No se puede juzgar al procesado por hechos de guerra, cumplidosen el marco de la obediencia debida militar.

III.- b) El debateEn los testimonios, se escucharon dramáticos relatos tanto de las

víctimas sobrevivientes de esos hechos —López y Eloy— como de otrostestigos que si bien no integran la lista de víctimas de los delitos por losque Etchecolatz compareció a este juicio, han estado detenidos ilegal-mente en distintos centros de detención clandestinos. Allí, pudieron veru oír a quienes resultan víctimas de autos, tanto a los nombrados comoa los que luego fueron asesinados.

Tanto los testimonios de la víctimas directas de autos como de elresto de quienes estuvieron detenidos en esa época, así como de los fami-liares que comparecieron al debate y los expertos convocados, resulta-ron veraces ante el tribunal no siendo cuestionados por ninguna de laspartes durante sus exposiciones.

Dicho cuadro, sumado a lo señalado en cuanto al rol que el impu-tado asumió en la época de los sucesos —donde se destaca su interven-ción personal en secuestros y torturas—, brinda certeza tanto respectode la materialidad de los hechos como de la autoría y responsabilidadplena de Miguel Osvaldo Etchecolatz.

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La ubicación preponderante de Etchecolatz en el aparato de podermontado por el terrorismo de Estado en la época de los hechos y en elcircuito de centros clandestinos donde se produjeron, surge meridiana dela prueba antes citada, lo cual y en función de todo lo desarrollado lo haceplenamente responsable de los delitos aquí juzgados.

Consecuentemente, entiendo que se ha demostrado acabadamentela responsabilidad del procesado Etchecolatz en los hechos imputados,ya que la mera circunstancia de ocupar o detentar un cargo en la Jefaturade la Policía de la Provincia de Buenos Aires no torna justificado de maneraalguna su proceder, al haber cometido por sí o por medio de otras per-sonas hechos aberrantes que se han adecuado típicamente a las figurascitadas en la parte dispositiva de la sentencia, del modo referido.

Norberto Lorenzo, Carlos Alberto Rozanski, Horacio A. Isaurralde

Ejes de análisis y sugerencia de actividades

• Identificar las distintas formas de acción del Estado desde sus dis-

tintos poderes en torno a la elaboración del pasado reciente.

• Distinguir la persistencia de diferentes posiciones con respecto al

pasado que existen en el seno de la sociedad.

• Reflexionar en torno a los constantes esfuerzos que realiza la socie-

dad argentina en pos de la superación del pasado y las imposibili-

dades de clausura de los procesos de memoria.

Sobre los documentos

• Analicen el texto donde se instituye el 24 de marzo como Día de la

Memoria, ¿cuáles son los objetivos?, ¿a qué institución pública se

apela para realizar la conmemoración?

• ¿Cuáles son los argumentos centrales que fundamentan el proyecto

de memoria en la ESMA? ¿Cómo explican lo ocurrido? ¿Con qué

otros argumentos discuten (por ejemplo «teoría de los dos demo-

nios»)? ¿Qué rol le asignan al estado democrático en relación con el

pasado?

• ¿Desde qué razones los miembros de «Memoria Completa» se opo-

nen al proyecto? ¿Qué similitudes encuentran con el discurso de

la dictadura?

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• Analicen los distintos fallos de la Justicia y la Convención sobre

imprescriptibilidad de los crímenes. ¿Qué cuestiones son claves para

que haya sido posible la condena a Etchecolatz en el año 2006?

Para investigar

• Releven en los medios de comunicación los juicios que están abier-

tos en su provincia en la actualidad ¿Cuáles se vinculan con casos

ocurridos en o cerca de su localidad?, ¿en qué instancia judicial se

encuentran?

• ¿Se realizan actos en conmemoración del 24 de marzo en las escue-

las de su distrito? ¿Qué actividades se desarrollan? ¿Coinciden los

contenidos con los que están prescriptos en la ley?

• Identifiquen los argumentos centrales que se exponen en el texto de

«Memoria Completa» u otros que encuentren en la página en Inter-

net de la organización. Indaguen mediante una encuesta a jóvenes

de su comunidad sobre lo que opinan en torno a ellos.

Para pensar

• ¿Qué sentidos le asignan cómo jóvenes a la experiencia pasada

durante la dictadura?, ¿creen que alguna vez podrá superarse? Si

consideran que sí, ¿de qué manera? Si consideran que no, argumen-

ten la posición.

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Los medios de comunicacióny la memoria del horror (1983-2006)

Por Carlos Gassmann

Los medios y la memoria en la posdictadura

En este artículo nos ocuparemos del papel que los mass media handesempeñado —desde el fin del régimen militar— como actores relevan-tes del proceso de construcción de la memoria colectiva referida a aqueltrágico período. Los medios de comunicación no son meras tecnologíasque posibilitan la circulación ampliada de mensajes, sino auténticas institu-ciones que requieren para operar de determinadas condiciones sociohis-tóricas. Concretamente necesitan, para desarrollar sus funciones, de la exis-tencia del llamado espacio público.

El espacio público —concepto que abarca pero, al mismo tiempo,excede a la denominada opinión pública— es un ámbito integrado por cadauno de los miembros de la sociedad, con sus opiniones particulares, que seconstituye como una zona de mediación —y de tensión— entre el Estadoy la sociedad civil. Se trata —como señala Habermas— de «esa esfera enque las personas privadas se reúnen en calidad de público para oponerse alpoder público mismo».

Los medios de comunicación son instituciones fundamentales delespacio público y su desarrollo es simultáneamente una derivación y unmotor de la expansión de dicha esfera pública.

Es en el contexto de ese mismo espacio público que tiene lugar el pro-ceso de construcción de la memoria colectiva, entendido como la pugnaentre diferentes grupos sociales por imponer su propia interpretación delos acontecimientos del pasado. Por eso, para reflexionar acerca de losmodos cambiantes en que la sociedad argentina fue haciéndose cargo dela etapa más dramática de su historia, es preciso tener en cuenta las trans-formaciones que el espacio público fue sufriendo en las últimas décadas.

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¿Cómo ha ido modificándose el sistema de medios? ¿Y sus relaciones

con un sistema político también cambiante? ¿Qué orientaciones han ido pre-

dominando dentro de la opinión pública? ¿Cómo ha ido variando el peso

relativo de los diferentes actores sociales operantes dentro del espacio público,

tales como el Estado, los partidos, los movimientos sociales en general y el

movimiento de derechos humanos en particular, los grupos económicos,

los sindicatos, las instituciones religiosas, las entidades culturales, la crea-

ción artística, el campo académico e intelectual, etc.?

Tras el férreo control impuesto durante la dictadura, que colocó inter-

ventores militares en los canales televisivos, en algunas radios y medios

gráficos, muchos medios volvieron a manos privadas durante el período

de «transición democrática» representado por la presidencia de Raúl Alfon-

sín (1983-1989). Hubo incluso intentos, inéditos para nuestro país, de pro-

mover la existencia de una suerte de «medios públicos no gubernamentales»,

como fue el caso de Radio Belgrano durante la gestión de Daniel Divinsky.

Aparecen, asimismo, nuevos diarios que expresan tendencias políticas y de

opinión no representadas por los periódicos tradicionales (La Voz, Página/12,

Sur). El pluralismo informativo se vio además favorecido por la prolifera-

ción, desde de la década del 80, de numerosas radios de frecuencia modu-

lada de baja potencia y emisoras de televisión por cable de alcance local o

regional.

Más adelante, durante el gobierno de «postransición» de Carlos Menem

(1989-1999) se produjeron cambios muy significativos. La política econó-

mica, que promovió la concentración del capital, también tuvo repercusio-

nes en el sistema de medios. Muchos de los pequeños y medianos empren-

dimientos del campo de la comunicación desaparecieron o fueron absorbidos

por las grandes empresas dominantes del sector. Los principales diarios,

revistas, radios y canales de televisión pasaron a ser controlados por pocos

y gigantescos grupos multimedios.

La aparición de nuevas tecnologías de información y comunicación

—cuya explotación comercial significa una alta tasa de retorno, pero tam-

bién requiere de una elevada inversión inicial— contribuyó también a la

consolidación de un sistema mediático fuertemente concentrado en tér-

minos de propiedad y gestión.

Los relatos enfrentados

El fin de la dictadura significó también pasar, como señalan los espe-

cialistas en medios Oscar Landi e Inés González Bombal, «de los relatos

de la guerra a la guerra de los relatos». Es decir, hay que tener en cuenta

que la memoria no es una colección de recuerdos desordenados acerca de

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determinados acontecimientos, sino que es una atribución de sentido quesupone comprender los hechos a la luz de un cierto marco interpretativo.

De esta manera, el trabajo de la memoria entraña inscribir los acon-tecimientos en cierta narración o relato que provea a los hechos del pasadode un contexto significativo.

Esas narraciones que operan como matrices de sentido, no son gene-radas exclusiva ni principalmente por los medios de comunicación: sonconstrucciones sociales que los mass media producen tanto como reprodu-cen. Si, en cambio, es decisivo el papel de los medios masivos en brindarlegitimidad social a estos relatos dándoles una amplia circulación.

Cabe señalar que cada nueva narración no reemplaza cronológicamentea la anterior, de modo que la anterior desaparece, sino que los distintos rela-tos subsisten, más o menos transformados, y dan origen a memorias enconflicto.

Podemos identificar algunos de ellos:• El relato de la guerra sucia: Durante el transcurso de la dictadura se

impuso insistentemente el relato de la guerra. Según esta narrativa,el país había sufrido la agresión del «enemigo subversivo», cuyo pro-yecto «disolvente» contaba con apoyo del exterior. Se trataba de una«subversión apátrida», cuyos representantes no merecían siquieraconsiderarse argentinos (y, consecuentemente, tampoco podía tenersehacia ellos ningún tipo de consideración). En el marco de este relato,a lo sumo podían reconocerse algunos «excesos en la represión», jus-tificados por tratarse de una «guerra sucia» o «no convencional».

• Las violaciones a los derechos humanos: Mientras tanto, el movimientode derechos humanos fue elaborando una narrativa distinta, estruc-turada en torno a las violaciones a los derechos humanos. El actorcentral de este relato era la «víctima» y su figura emblemática, el«detenido-desaparecido». De un lado, entonces, los represores («vio-ladores de los derechos humanos»), y del otro, sus víctimas. Estanarrativa venía a cuestionar de lleno el, hasta entonces, omnipre-sente relato de la guerra. Además, trataba de contrarrestar una con-cepción socialmente extendida que tendía a justificar la barbarie dela represión («por algo será»). Fue en ese marco que se prefirió hacerhincapié en una concepción más universal y abstracta de las «viola-ciones a los derechos humanos», dejando en un segundo plano laconsideración de los conflictos políticos previos a la instauración dela dictadura.

• La teoría de los dos demonios: Al mismo tiempo, el gobierno detransición democrática de Raúl Alfonsín promovió una interpre-tación del pasado (presente también en el prólogo del Nunca más dela CONADEP) basada en establecer una equivalencia entre las acciones

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de la guerrilla de izquierda y la represión dictatorial (la célebre «teo-ría de los dos demonios»). Una equivalencia interesada en conde-nar tanto a unos como a otros, en nombre de un rechazo universaly abstracto de la violencia política, y que supuso además una tran-quilizadora exculpación de la sociedad.

En palabras de Elizabeth Jelin, planteando «una lucha entre fuer-zas violentas que dejaba en el medio a quienes querían la paz y lademocracia, a una mayoría supuestamente ajena y ausente de esasluchas, que sólo sufría las consecuencias pero no era agente activo dela confrontación».

• La reivindicación de los desaparecidos como militantes revolucionarios:Si bien la memoria del horror había sido hasta cierto punto vaciadade contenido político por algunos de los relatos anteriores, hacia finesde los 90 se produce un vuelco. Libros como El presidente que no fue,de Miguel Bonasso, o La voluntad, de Martín Caparrós y EduardoAnguita, o documentales como «Cazadores de utopías», de EduardoBlaustein, ayudan a instalar una revisión de lo ocurrido en los 70 y delo actuado por las organizaciones armadas. Esto incluye para muchosel reconocimiento de los desaparecidos como «héroes revoluciona-rios» y el mandato de retomar sus banderas. Se abre así una instan-cia que, para algunos, permitió recuperar la dimensión política de lamemoria, obviada por el relato de las «violaciones a los derechos huma-nos» y la judicialización del conflicto. Para otros, en cambio, implicóun retroceso, en tanto consideran que reaparecieron los mismosprotagonistas, con idénticos argumentos y escasa disposición a la auto-crítica. Lo cierto es que renace con bríos la discusión política respectode los 70.

• El énfasis en el drama existencial de los hijos y otros familiares: A partir,sobre todo, del año 2000, comienzan a circular narraciones que ponenen primer plano, por sobre las lecturas políticas o sociales, los dramaspersonales y existenciales de hijos y otros familiares de los desapa-recidos. Películas como «Papá Iván», de María Inés Roqué, o «Losrubios», de Albertina Carri, pueden inscribirse, cada una a su modo,dentro de esta tendencia. Más que como símbolos, los desaparecidosson abordados como seres de carne y hueso, con conflictos y contra-dicciones personales, que afectan luego a sus descendientes y seresmás cercanos. Los adherentes al relato anterior suelen enjuiciar dura-mente a esta narración, calificándola de «despolitizada» e inclusode «claudicante».

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El «Show del horror»

Al declinar la dictadura, luego de la derrota de la guerra de Malvi-nas, el espacio público se recompone aceleradamente, luego de casi unadécada de asfixia provocada por la supresión del derecho de reunión, laveda de las actividades políticas y sindicales, y el control y la censura dela información. Luego de años de proscripción, los partidos tardaron endesentumecerse.

Nuevos actores ocuparon un rol central, destacándose como nove-dad el relevante papel asumido por el movimiento de derechos humanos,con sus reclamos de verdad y justicia. Oscar Landi e Inés González Bom-bal afirman que «a raíz del derrumbe súbito del gobierno militar y de ladebilidad del sistema de partidos, desde mediados de 1982 hasta las elec-ciones de octubre del año siguiente, la Argentina fue casi puro espaciopúblico».

Las plazas y las calles volvieron a ser ocupadas por la gente, y los mediosde comunicación ingresaron de lleno en el proceso de transición demo-crática. Tal como expresan los mismos autores, «la construcción de unnuevo espacio público en medio de aquella gelatinosidad institucional queresultaba de la combinación de la crisis del régimen y de la debilidad de lospartidos, otorgó a los medios un papel estratégico en su nueva relación conla política». Como la credibilidad de la televisión había quedado dañadapor su papel en el conflicto de las Malvinas, la radio y la prensa escrita pasa-ron a contar con más peso en la formación de la opinión.

En 1984, apenas iniciado el gobierno democrático, el levantamientodel tabú informativo respecto de las violaciones a los derechos humanosdio lugar al llamado «show del horror», un «destape» noticioso que marchóparalelo a la exhibición de cuerpos desnudos. Se caracterizó por el trata-miento macabro y sensacionalista del descubrimiento de fosas anónimasy la exhumación de cadáveres NN. Algunas publicaciones les pagaron a los«cuadros» más bajos de la represión para que ofrecieran sus testimoniosmás morbosos. La información se ofrecía descontextualizada y explotabadel peor modo la curiosidad del público. El riesgo era provocar la rápidasaturación y el consiguiente rechazo. Mientras unos lo aprovecharon paralucrar, otros lo denunciaron.

El juicio a las Juntas

En 1984, la televisión emitió un primer programa sobre el tema de larepresión, elaborado por la CONADEP, con el fin de presentar a la socie-dad los resultados de su trabajo. Significó la primera oportunidad que

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tuvieron las víctimas de acceder a ese medio y expresarse. Además, laComisión presidida por Ernesto Sábato editó su informe final en formade libro, el célebre Nunca más, que alcanzó una enorme difusión dentroy fuera del país. La sobriedad con que en estos casos se abordó el temacontrastó con lo que había sido su tratamiento en el marco del «show delhorror».

El juicio a las Juntas Militares, celebrado en 1985, constituyó elmomento de mayor impacto de la lucha por los derechos humanos en laArgentina en la opinión pública nacional e internacional. La población siguiócon gran expectativa, a través de los medios, el desarrollo de las audiencias.Pudo hacerlo en detalle sobre todo por medio de la prensa escrita (Edito-rial Perfil llegó a editar un semanario titulado El Diario del Juicio, con untiraje promedio de 70.900 ejemplares por semana). No ocurrió lo mismocon la televisión. A través de una disposición gubernamental, se argu-mentó la necesidad de impedir que un asunto tan serio se convirtiese enun espectáculo, aunque esta justificación ocultaba la idea de no irritar alfrente militar. De esta manera, los testimonios presentados en el juiciofueron transmitidos en los noticieros televisivos sin sonido y en una selec-ción de sólo tres minutos por día.

El movimiento de derechos humanos, que había constituido en unaprimera etapa la principal fuente de información acerca de lo actuado porel terrorismo de Estado, debió compartir ahora esta función con el PoderJudicial, la CONADEP y los propios medios de comunicación. Además,las referencias a este tema ya no se encuadraban sólo bajo los formatosdel género informativo. La literatura y el cine también comenzaban a apor-tar sus ficciones con el propósito de contribuir al esclarecimiento delpasado.

El «boom» de la memoria

Después de la sanción de las leyes de Punto final (1986) y ObedienciaDebida (1987) y de los indultos presidenciales a los ex comandantes (1990),la presencia en los medios del tema de la represión ilegal fue decayendonotoriamente. La desatención de los mass media se apoyaba en un humorcolectivo —cuya expansión al mismo tiempo promovían—, más caracte-rizado por la desilusión que por la apatía.

Repentinamente, en 1995, cuando habían transcurrido ya diez añosdel juicio a las juntas y cinco años de los indultos, la cuestión volvió a ocu-par el espacio público con llamativa fuerza. El detonante fue la aparicióndel ex Capitán de Marina Alfredo Scilingo, en el programa televisivo «HoraClave», conducido por Mariano Grondona.

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Este verdadero acontecimiento mediático tuvo inmediatas repercu-siones. Scilingo —cuyo testimonio ante el periodista Horacio Verbitskyhabía sido publicado en el libro El vuelo—, se refirió a su participación enlos «vuelos de la muerte». Ante las cámaras de televisión, Scilingo narrócómo los prisioneros eran arrojados vivos desde los aviones a las aguasdel Río de la Plata. Si bien estos hechos eran conocidos, ésta era la pri-mera vez que un represor los admitía públicamente. Sobrevinieron enton-ces, con una profusa cobertura por parte de los medios, nuevas declara-ciones de otros ex represores, de notorios personajes de la dictadura y dejefes militares en actividad. Se destaca, en ese sentido, la aparición en otroprograma televisivo —esta vez, «Tiempo Nuevo», conducido por Ber-nardo Neustadt—, del general Martín Balza, quien leyó un texto que reco-nocía la responsabilidad institucional del Ejército en la represión ilegal.Este llamativo resurgimiento del tema del terrorismo de Estado en la esferapública se extendió hasta, por lo menos, 1998, con un fuerte protagonismode los medios de comunicación. Precisamente, en agosto de 1998, fuerécord de audiencia un documental emitido por Canal 13, titulado «ESMA:el día del juicio». Casi tres millones de espectadores pudieron ver imáge-nes nunca antes difundidas del proceso a los ex comandantes. Este éxitode público llevó a que se reiterara la emisión del documental esa mismasemana.

Pero el protagonismo de los medios en esta suerte de «boom» de lamemoria, registrado entre 1995 y 1998, implicó, sobre todo por parte dela televisión, un cambio de rol. Esta transformación se corresponde con loque analistas como Umberto Eco han llamado «pasaje de la paleotelevisióna la neotelevisión», o lo que politólogos como Giovanni Sartori denomina-ron «advenimiento de la videopolítica». Esto es: los medios dejaron de darcuenta de los hechos producidos por fuera de ellos (las marchas de reclamode verdad y justicia, el juicio a los represores, etc.) para pasar a constituirseen constructores de los acontecimientos (Scilingo confesándose ante lascámaras, Balza pronunciando su autocrítica desde la pantalla).

Claudia Feld, autora del libro Del estrado a la pantalla: Las imágenes

del juicio a los ex comandantes en Argentina, ha advertido acertadamentesobre los riesgos de «esta memoria que tuvo rating», en tanto «no implicóun análisis políticamente más profundo y perdió su carga performativa—de transformación de la realidad— y su contenido jurídico, ligándosefuertemente a lo emocional».

Tanto en 1996 como en 2001, al conmemorarse los veinticinco añosde la asonada militar, se produjeron distintas marchas y actos. Asimismo,los medios de comunicación difundieron sus balances aggiornados de loocurrido, poniendo en evidencia también ellos la persistencia de distintasnarraciones y la existencia de memorias en conflicto. En ambos casos, hay

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que tener en cuenta que los aniversarios son instancias especialmente pro-picias para el ejercicio de la rememoración.

El 24 de marzo de 2006, todos los medios se ocupan del 30º aniver-sario del último golpe. Salvo excepciones, parece haber por fin consensoen la condena al terrorismo de Estado. Un análisis más minucioso revelaque, sin embargo, persisten, tanto en la prensa como en la sociedad, nume-rosas discrepancias en la evaluación de aquel período.

En septiembre del mismo año concluye el primer juicio realizado trasla derogación de las leyes de impunidad. El ex comisario Etchecolatz escondenado a reclusión perpetua como partícipe de «genocidio». Pocashoras después, se conoce la desaparición del testigo clave Jorge Julio López.Los medios, que en un principio le otorgan enorme atención al tema, vanrelegándolo cada vez más con el transcurso del tiempo, pese a que el casocontinúa sin resolución.

Para el aula: materiales de trabajo y sugerencia de actividades

1. PARTÍCIPES DEL «SHOW DEL HORROR»

«Yo secuestré, maté y vi torturar en la escuela de mecánica dela armada», entrevista al cabo de Marina Raúl David Vilariño, realizadapor Ricardo Ibarlucía en la revista La Semana, Nº 370, 5 de enerode 1984. A continuación algunos epígrafes y destacados:

• Un testimonio aterrador. Por primera vez habla un integrante delos llamados Grupos de Tareas, los que secuestraban, torturaban y asesina-ban en la guerra sucia contra la subversión. Raúl David Vilariño cuenta todolo que se hizo, y cómo se hizo, en la Escuela de Mecánica de la Armada.Quiénes fueron los ideólogos y los responsables. Qué hicieron Massera,Chamorro, Astiz, los médicos, los oficiales. Qué se hizo con los desapa-recidos, dónde los quemaban y dónde los enterraron.

• «El campo de deportes de la escuela está rellenado con cadáveres.Lo que ahora es el campo de deportes de la Escuela de Mecánica de

la Armada era un terreno ganado al río. Allí, durante los años 75, 76 y 77fueron quemados los cuerpos, a veces con vida, de los prisioneros. Losrestos, junto con los automóviles confiscados, los escombros y la basura,sirvieron para rellenar la zona que era ganada al río. Allí también eran cre-mados cuerpos que venían de otros chupaderos».

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• «Debajo de estas tumbas hay desaparecidos.Este es el cementerio de Moreno. Aquí, exactamente junto a estas

tumbas, está la fosa común donde se enterraba a los que morían o eranasesinados en la Escuela de Mecánica de la Armada. Se venía de noche,se dejaba los cuerpos y se cubrían con tierra. Cuando se trataba de algúnmuerto importante, se lo enterraba en la tumba de otro muerto para poderlocalizarlo tiempo después».

• «El Cinturón Ecológico también fue rellenado con cadáveres.Por las noches, camiones de la Escuela de Mecánica de la Armada

transportaban los cuerpos disecados de los detenidos al acceso Sudeste,donde se construía el Cinturón Ecológico. Allí, los cadáveres eran arroja-dos entre los escombros y la basura».

Texto del aviso publicitario del primer número del año 1984 de Gente,la revista de Editorial Atlántida

Hoy esta gente destapa la guerra sucia

1. Oscar Bagliani. Ayer, bombero. Ahora, Concejal Radical. Hoy,el hombre que denuncia fusilamientos en Florencio Varela.

2. Patricio Kelly. Desde Punta del Este, en explosivas declaracionespara Gente: «A Camps lo seguiré hasta la China, Isabel debe ir a la Jus-ticia por la Triple A, la guerra sucia tuvo 80 mil cómplices». Rambo otravez al ataque.

3. Santos Smith. El hermano del dirigente gremial habla por primeravez sobre esa desaparición. Taccone y el general Daher polemizan sobreel caso.

4. Carlos Saúl Menem. El Gobernador denuncia a los asesinos dedos sacerdotes en La Rioja.

5. Juez Córdoba. Entrevista exclusiva al magistrado que procesa aCamps, Bignone y prohibió la salida del país a los militares.

6. Ramón Camps. Las confesiones del general que reconoció laspenas secretas que dictaban los tribunales militares especiales.

GENTE. ESPECIAL. Pídala hoy. Mañana será tarde.

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• Críticos del «Show del Horror»

Fragmentos de la nota firmada por César Hermosilla Spaaken la revista El Porteño, Nº 26, febrero de 1984

Periodiscidio: ¿Quién se beneficia con el tráficode cadáveres?

Parece humor negro pero no lo es. Ni más ni menos es la vera tra-ducción gráfica de cuanto está ocurriendo en la mayoría de los medios decomunicación. Primero se mercantilizó con la pavada que proponía la dic-tadura, después con los traseros, hasta ayer nomás con la efervescenciapre-eleccionaria. Hoy, el negocio está en la industria del cadáver ajeno.

(…) Los inocentes hombres de prensa —¿Oh, Dios Santo!— descu-brieron, redepente —como diría el Chavo—, que existían horripilantes ver-dades a ser informadas. Redepente dejó de ser «la» nota aquello que ocu-rría en exóticas latitudes del planeta, redepente algunos aceptaron queéramos ciudadanos de segunda, redepente las tetas de Moria Casán fue-ron menos interesantes que los pisotones sobre los derechos humanos,redepente Pérez Esquivel dejó de ser un «subversivo premiado con el Nobelde la Paz» para ser simplemente un «argentino exitoso», redepente —gue-rra de las Malvinas mediante— cundió el «amor» por nuestros hermanoslatinoamericanos, redepente los rockeritos y folkloristas populares deja-ron de ser «faloperos disociadores», redepente emergió el entusiasmo porel retorno a un gobierno elegido por el pueblo.

Con el «redepentismo» llegamos al 30 de octubre de 1983.1984. Febrero corre sobre las agitadas pampas del sur. Y el festín

de los activistas de la pornografía periodística es total.(…) Los temas que hoy «venden» son el regodeo con los matices

truculentos que rodean la desaparición de miles de argentinos (…). Bus-carle rigor periodístico a lo referido es decididamente inútil. Cualquier con-sumidor con dos dedos de frente es consciente de que la mano pasaexclusivamente por la necesidad de «vender» más. Importa un pepino quese negocie con el dolor indescriptible de los millares de familiares de des-aparecidos, importa un joraca la impotencia de los millones de hermanosque permanecen sumidos en la desocupación y la miseria, importa uncorno la impunidad con que se siguen moviendo los asesinos a sueldo delaparato represivo, importa un bledo el sufrimiento de todo un país, mayo-ritariamente avasallado por la injusticia.

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El fin justifica los mediosLas tapas de las revistas de hoy día revelan por sí solas el vaivén

ético de las más poderosas editoriales argentinas.Atlántida —propiedad del clan Vigil— produjo los vuelcos más noto-

rios en su línea periodística a través de las diversas publicaciones queregentea. Gente y Somos —hoy enfrascadas en abierta crítica con el pro-ceso militar 76-83—, hasta el filo de los 80, dieron muestras directas desu incondicional simpatía hacia la dictadura. Desde aquel recordado arre-pentimiento público —Gente «se equivocó», 1976—, respecto del gobiernoperonista, además de las famosas tarjetas de Para Ti, que exhortaban asus lectores a enviarlas a distintas partes del mundo, como muestra delrespeto que existía en nuestro país a los derechos humanos, las revistasde la editorial no ahorraron abono para la quintita castrense.

Perfil —propiedad de los Fontevecchia—, editora en la actualidadde La Semana, Libre, Viva, Hombre, El Observador y Mujer, tras la clau-sura y posterior reapertura de la primera de ellas, inició una escaladaopositora, previo montaje de un aparato publicitario centrado en su con-dición de «los más perseguidos por la dictadura». No faltaron páginasque mostraran el sufrido exilio de su director en un piso de la Fifth Ave-nue de New York, amén de la macabra publicidad que respaldó el lanza-miento de Libre, donde se anunciaban los métodos que se empleabanpara arrojar cadáveres al Río de la Plata, condimentada con los desnu-dos de Leonor Benedetto.

Otros medios como Radiolandia 2000, Flash, Semanario, Tal Cual,una vez ocurrida la casi total apertura política, llenaron sus hojas con temasque antes jamás osaron insinuar siquiera. Radiolandia 2000 llegó a pre-sentar, en su mejor estilo farandulero, la aparición de una serie de «infor-mes secretos» sobre la «adolescencia, vida íntima y primera novia del CheGuevara». Todo esto en tapa y a un costado de la foto de una señorita semi-vestida que anticipaba la llegada de la primavera.

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2. LOS ANIVERSARIOS COMO MANIFESTACIÓN

DE LAS MEMORIAS EN CONFLICTO

Artículo firmado por Bartolomé de Vedia publicado en La Nación,24 de marzo de 1996

«A 20 años del último golpe de Estado:un examen de sus consecuencias históricas»

El punto de partida de un ciclo dolorosoSin respuesta: los militares, en una acción anunciada, se hicieron

cargo de un país al borde del colapso político y económico ante la indife-rencia pública.

En la madrugada del 24 de marzo de 1976 —hace hoy exacta-mente veinte años—, las Fuerzas Armadas destituyeron al gobiernopresidido por María Estela Martínez de Perón y tomaron en sus manosla conducción de un país al borde del colapso político y económico.Los comandantes de las tres fuerzas —Jorge Rafael Videla, EduardoEmilio Massera y Orlando Ramón Agosti— no tuvieron que desplegardemasiadas energías para consumar el golpe: la administración pero-nista se estaba desmoronando desde hacía varios meses y ya prácti-camente ningún sector de la vida nacional apostaba a su superviven-cia. Destruido el vasto frente electoral que en 1973 había llevado a laCasa Rosada a Héctor J. Cámpora y, unos meses más tarde, a JuanDomingo Perón; desgarrado el movimiento justicialista en dos bandosinconciliables, que el 20 de junio de ese mismo año habían confrontadosalvajemente sus fuerzas en el aeropuerto de Ezeiza; desprestigiadaslas instituciones por el insólito gesto de un jefe político que había con-vertido a la República en una suerte de trasnochada monarquía en laque el poder se transmitía casi como un bien sucesorio; corroídas, ensuma, las bases del edificio republicano, en marzo de 1976 sólo que-daba en pie una frágil fachada. La Argentina de Isabel Perón era unanave endeble y a la deriva. A la incompetencia oficial, a la impotenciade los poderes públicos y a la corrupción creciente se sumaba la opre-siva sensación de inseguridad generada por el sangriento torneo deviolencia a través del cual dirimían sus pleitos, con periódica e incon-trolable ferocidad, la guerrilla subversiva y su oponente de la extremaderecha, la sombría Triple A.

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Una muerte anunciadaEse era el cuadro político en marzo de 1976. Ese era el contexto

en el que se recorta el breve operativo militar que derroca a la viuda dePerón. Nunca en el país un golpe de Estado había sido tan desembozada-mente previsto y anunciado. Los titulares de algunos órganos periodísticospronosticaban la caída del gobierno como un hecho inevitable y la opiniónpública asistía, mucho antes del día 24, con una mezcla de resignación yfatalismo, a las exequias anticipadas de la administración justicialista. Seríaincorrecto afirmar que en 1976 la opinión pública dio su apoyo explícito oprestó su consenso para que se instalase en el país un nuevo gobierno defacto. Pero, en todo caso, es indudable que Isabel Perón fue destituida yreducida a prisión en medio de la completa indiferencia pública.

La otra perspectivaPero el 24 de marzo de 1976 puede y debe ser examinado, también,

a la luz de sus consecuencias históricas, es decir, desde la perspectiva queotorgan los veinte años transcurridos desde entonces. Considerado desdeesa otra óptica, el golpe de Estado que encabezaron Videla, Massera yAgosti aparece como el punto de partida de un ciclo doloroso de nuevasfrustraciones y nuevos desencuentros, cuyo resultado final se sitúa, ennumerosos aspectos, muy lejos de las expectativas que acompañaron lainstalación de las Fuerzas Armadas en el poder. Pero resulta imposible dejarde consignar, al cabo de veinte años, tres aspectos decididamente funes-tos del régimen de facto iniciado en 1976 y clausurado en 1983:

La utilización de procedimientos perversos para combatir la guerri-lla subversiva, que incluyó la creación de centros de detención clandesti-nos en los que se produjeron gravísimas violaciones a los derechos huma-nos y otros actos repudiables, como el secuestro de niños recién nacidosy el exterminio de personas.

El irresponsable intento de recuperar las islas Malvinas por la fuerza,ejecutado con pasmosa frivolidad y una improvisación que lejos estuvo el2 de abril de imaginar el país, por la tercera junta de comandantes delProceso, con el protagonismo evidente de Leopoldo Fortunato Galtieri yJorge Anaya. Este error derivó, como es conocido, en una guerra de trá-gicas consecuencias para la Argentina.

La desafortunada decisión de establecer una distribución de podertripartita e igualitaria, que asignaba a cada una de las fuerzas determina-das áreas de influencia en la estructura del Estado. Ese error ostensible

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produjo la fragmentación del poder político y generó un clima recurrentede rivalidades, sospechas y recelos que se mantuvo durante todo el pro-ceso y que no desapareció ni siquiera cuando el país se vio envuelto, en1982, en un conflicto bélico internacional.

Un golpe de Estado diferenteHubo, sin duda, en 1976 una equivocación previa fundamental: la

decisión de instalar institucionalmente a las Fuerzas Armadas en elgobierno de la Nación.

(…) El señalamiento de los tres errores históricos que se han men-cionado no debe ser un obstáculo para el reconocimiento de datos posi-tivos de la administración política iniciada en 1976; por ejemplo, los avan-ces logrados durante la gestión ministerial de José Alfredo Martínez deHoz en la marcha hacia el reordenamiento de la economía, malogrados—lamentablemente— como consecuencia de los conflictos políticos gene-rados durante la larga y desgastante transición de la presidencia de Videlaa la de Roberto Eduardo Viola.

(…)

El fiel de la balanzaEl 24 de marzo de 1976 no puede ser evocado con la pasividad

con que se miran las quietas fotografías de un álbum familiar. Es necesa-rio activar la memoria colectiva y considerar el «antes» y el «después» deesa fecha decisiva, poniendo en cada platillo de la balanza, con la mayorecuanimidad posible, los acontecimientos y las conductas capaces deinclinar el fiel de la historia hacia un lado o hacia otro. En las últimas déca-das, la discusión sobre el Proceso sigue despertando en el cuerpo socialpasiones encontradas y emociones turbulentas. Veinte años no parecenhaber sido suficientes para que las heridas cicatricen y el debate se tornesereno y reflexivo. ¿Habrá que esperar otros veinte años para que se denesas condiciones? Entretanto, hay algunas certezas aleccionadoras sobrelas cuales no deberían existir discrepancias. Son las que afirman que laviolencia y el desprecio por la ley —cualquiera sea el signo ideológico quelas inspira— sólo sirven para ahondar los desencuentros sociales y llevara las naciones al borde de su disolución.

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«Libertad bajo palabra»Artículo firmado por Horacio Verbitsky y publicado en Página 12,24 de marzo de 1996

«A veinte años del golpe, la inversión de alianzas sociales es con-dición de existencia de la democracia argentina»

El efecto residual del terror que a partir del 24 de marzo de 1976paralizó a la sociedad, sumado al miedo por la hiperinflación de 1989,aún se hacen sentir. A ochenta años de las primeras elecciones libres y aveinte del último golpe militar del siglo, la Argentina vive una democraciaen libertad bajo palabra, cuya condición de existencia es la inversión de lasalianzas sociales históricas y la exclusión de millones de personas. Hoy losmilitares están subordinados como nunca y como en ninguna parte de Amé-rica latina al poder político. Pero las políticas que éste aplica constituyen lamejor victoria de los intereses que respaldaron el golpe.

A ochenta años de las primeras elecciones libres y a veinte del últimogolpe militar, el gobierno de Carlos Menem expresa una lógica distinta dela que predominó en buena parte del siglo (…).

En 1916 se produjo un quiebre entre la estructura social y el sistemapolítico que tendría consecuencias perdurables: la clase que en la segundamitad del siglo pasado se apropió de las tierras y asociada con el comer-cio y la banca británica organizó la Nación, fue incapaz de traducir esedominio en términos políticos. Ese es el telón contra el que se recorta laemergencia del Partido Militar como representante de aquellos intereseshegemónicos que no aceptaron las mediaciones de los populismos radi-cal primero y peronista luego y que, a falta de un partido propio con capa-cidad electoral, recurrieron a la espada para retomar el control directo delEstado en 1930, 1955, 1962, 1966 y 1976. En ese lapso hubo más pre-sidentes designados por sus camaradas de armas que por el voto popu-lar y sólo uno electo (si bien en comicios fraudulentos) terminó su mandatosin ser derrocado: el general Agustín Justo.

Desde la elección de Hipólito Irigoyen hasta el retiro del último dic-tador, Benito Bignone, una regla básica rigió el sistema político: gobiernoelectivo significaba distribución progresiva del ingreso y dictadura militardistribución regresiva. Esta divisoria de aguas separó clases sociales yculturas políticas, explicó alianzas electorales y comportamientos indivi-duales, engendró odios y amores. La inversión de alianzas comenzó en1975 con la política económica del ministro Celestino Rodrigo, pero lainmediata reacción sindical y la crisis política que culminó poco después

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con el golpe dejaron aquel episodio como un hecho aislado, que no anulóla vigencia de la regla de oro.

En 1975, el 20 por ciento menos favorecido de los habitantes per-cibía el 7,2 por ciento del ingreso nacional y el 20 por ciento privilegiadoel 41 por ciento. Esta pauta fue alterada brutalmente por la dictadura,como lo puso de manifiesto Rodolfo J. Walsh en su Carta abierta de unescritor a la Junta Militar, del 25 de marzo de 1977: «En la política econó-mica de este gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus críme-nes, sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanoscon la miseria planificada. En un año han reducido ustedes el salario realde los trabajadores al 40 por ciento, disminuido su participación en elingreso nacional al 30 por ciento, elevado de 6 a 18 horas la jornada delabor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar, resucitandoasí formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductoscoloniales. Congelando salarios a culatazos mientras que los precios subenen las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colec-tiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas, alargando horarios,elevando la desocupación al record del 9 por ciento (…) han retrotraídolas relaciones de producción a los comienzos de la era industrial y cuandolos trabajadores han querido protestar los han calificado de subversivos,secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos apa-recieron muertos, y en otros no aparecieron», sostenía.

La novedad fue que a partir de 1983 esa pauta no se modificó y elabismo abierto en 1916 se cerró, con la cooptación de los partidos tra-dicionales por los sectores del capital más concentrado. El gobierno demo-cráticamente electo del radical Raúl Alfonsín entregó a la Justicia a losjefes militares responsables de las más atroces violaciones a los dere-chos humanos pero sentó a su mesa a los beneficiarios de la política eco-nómica que aquellos aplicaron. Videla, Massera & Cía. fueron condena-dos, pero la dictadura logró su cometido (…)

Los instrumentos variaron de época en época, pero no los benefi-ciarios. Peronistas de Isabel, militares, radicales y ahora de nuevo pero-nistas han cumplido la función de hacer viable en la sociedad la lógica dela acumulación del capital, que se desenvuelve como parte de un procesomundial. La forma en que cada uno desempeña ese rol, por la razón opor la fuerza o por alguna de sus infinitas combinaciones intermedias, noes en absoluto indiferente. Pero es ostensible la estrechez de los márge-nes dentro de los que se mueven. Para los sectores sociales que del 30al 83 vivieron colgados de la empuñadura de un sable, Menem es la cul-minación de todos sus sueños, como melancólicamente reconoció José

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Martínez de Hoz al afirmar que la política de Domingo Cavallo es la suyapero con legitimidad política. Por supuesto, para el superministro de ladictadura la fabulosa concentración de poder en las manos presidencia-les, la subordinación política de la Justicia, la delegación de facultadeslegislativas por parte del Congreso, al amenazante gatillo fácil policial,son minucias (…)

La pérdida guerra de las Malvinas, la conciencia generalizada sobrelas atrocidades de la guerra sucia pese a las leyes y decretos de olvido,el desgarramiento interno de las rebeliones de 1987/88, la eficaz repre-sión de la de 1990, la emergencia de un liderazgo institucional distinto,han replanteado el rol militar en la sociedad. En toda América latina nohay otro país en el que la subordinación castrense al poder político seamás completa, lo cual en un día como éste merece celebrarse. Pero nosería razonable perder de vista que esto es así, en tanto y en cuanto losgobiernos electos por el voto popular perseveren en el rumbo actual.Esta es así una democracia en libertad bajo palabra, que sólo conseguirála libertad plena cuando deje definitivamente atrás el miedo con el queconvive desde hace hoy veinte años. No es una meta sencilla ni es seguroque esté próxima.

Editorial del diario La Nueva Provincia, del 24 de marzo de 2006

Extraña paradoja la de quienes apoyaron hace tres décadas la gue-rra revolucionaria como método para derrocar a un gobierno electo yhoy proclaman ser demócratas a ultranza. Sin embargo, basta un análi-sis un poco más profundo para darse cuenta de que no hubo cambioalguno: los supuestos defensores de la democracia siguen reivindicandoel accionar subversivo de las bandas terroristas que, desde 1970, aso-laron la Nación.

El 24 de marzo de 1976 se produjo un quiebre. Ante la incapacidaddel gobierno peronista para repeler las agresiones, cada vez mayores, delos grupos terroristas y con el apoyo de la gran mayoría de los habitantesdel país, las Fuerzas Armadas tomaron el poder, poniendo fin, así, a unasituación insostenible.

Dicha fecha debería ser recordada como el momento en que buenaparte de la sociedad le dijo basta a una minoría que trató de convertir a laArgentina en un país socialista. Las acciones de las organizaciones clan-destinas de izquierda tuvieron su pico de mayor violencia durante la tercera

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presidencia de Perón. Fue un gobierno democrático el que, ante el reclamomayoritario, inició acciones tendientes a aniquilarlas. El posterior golpe deestado se debió a la incapacidad de ese gobierno para llevar adelanteesas órdenes impartidas.

Hace 30 años quedó clausurada para siempre la posibilidad de quela Nación Argentina siguiese los pasos de Cuba. Ese fue el principal méritode las Fuerzas Armadas y de los millones de compatriotas que apoyaronsu decisión.

Ejes de análisis y sugerencia de actividades

• Dar cuenta de la participación de los medios de comunicación enlos procesos de construcción de la memoria colectiva, haciendopatente su intervención en las pujas por la atribución de significa-ción a los acontecimientos del pasado vinculadas a las distintas posi-ciones ocupadas en el presente.

Sobre los documentos

• ¿En qué medida puede verificarse lo denunciado por El Porteño

—explotación oportunista y comercial de los aspectos más maca-bros de la represión ilegal— en lo publicado por La Semana y Gente?¿Qué equivalencias actuales podríamos encontrar en términos deun tratamiento superficial, descontextualizado y efectista por partede ciertos medios de temas sociales graves y complejos?

• Contrastar los artículos de Bartolomé de Vedia, Horacio Verbitskyy la editorial del diario La Nueva Provincia: ¿cómo describen y cali-fican lo sucedido a partir de 1976? ¿Por qué dicen que ocurrió? ¿Quéactores individuales y colectivos mencionan? ¿Cómo los relacionanentre sí? ¿Cómo evalúan qué influye de lo sucedido entonces en elpresente? ¿Qué cuestiones retoman de la historia argentina parareflexionar del presente?

Para investigar

Relación entre los medios de comunicación y la opinión de los ciu-dadanos. Elaboren una encuesta para sondear la opinión de las personascon respecto al golpe de Estado de 1976, ¿qué relación observan entre estasy las expresadas en los medios?

Buscar en los medios de comunicación de la localidad o provinciacómo ha sido analizada la conmemoración de los 30 años. ¿Cómo son

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recordados los hechos? ¿Quiénes intervienen en los relatos? ¿Qué temasdel presente son relacionados con la dictadura militar? ¿Todos tienen lamisma mirada? Debatir sobre las diferentes memorias en la localidad.

Para pensar

Debatir sobre el rol de los medios de comunicación en el presente.¿Qué correlaciones podemos observar en sus discursos sobre el pasadoreciente y la información que brindan sobre el presente?

Reflexionar cómo son caracterizados los jóvenes por los medios decomunicación. ¿Qué actitudes les son atribuidas? ¿A través de qué hechosson pensados los jóvenes y qué cuestiones son omitidas? ¿Qué no se dicede los jóvenes? ¿Estamos de acuerdo con estas representaciones?

Bibliografía sugerida

CAMAÑO, Juan Carlos y Osvaldo BAYER, Los periodistas desaparecidos,Norma, Buenos Aires, 1999.

DÍAZ, César, La cuenta regresiva. La construcción periodística del golpe de

Estado de 1976, La Crujía, Buenos Aires, 2002.FELD, Claudia, «El “rating” de la memoria en la televisión argentina», en

Richard, Nelly (ed.), Políticas y estéticas de la memoria, Cuarto Pro-pio, Santiago de Chile, 2000.

——— «Memoria colectiva y espacio audiovisual: historia de las imáge-nes del juicio a las ex juntas militares», en Groppo, Bruno y PatriciaFlier, La imposibilidad del olvido. Recorridos de la memoria en Argen-

tina, Chile y Uruguay, Ediciones al Margen, La Plata, 2001.——— Del estrado a la pantalla. Las imágenes del juicio a los ex comandan-

tes en Argentina, Siglo XXI, Madrid, 2002.LANDI, Oscar, Medios, transformación cultural y política, Legasa, Buenos

Aires, 1987.

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Literatura y memoria

Por Verónica Delgado, Margarita Merbilháa, Ana Príncipi, Geraldine Rogers

Literatura y dictadura

En general, cuando se habla de «literatura de la dictadura» se reúnen dosacepciones: una de ellas indica los textos escritos, publicados o leídos duranteel régimen militar; la otra se refiere a la literatura que alude, de muy diver-sos modos, a dicho período histórico.

En el primer caso, la producción y circulación de los escritos se dio bajolas condiciones de opresión y censura que afectaron a todas las prácticasculturales (ver «Censura cultural y dictadura»). De allí que, muchas veces,determinados rasgos de la escritura literaria (como las formas elusivas, frag-mentarias o indirectas) hayan sido interpretados como resultado directo delas políticas represivas. Así fueron leídos, por ejemplo, Respiración artificial

(1980) de Ricardo Piglia o Nadie nada nunca (1980) de Juan José Saer. Paraalgunos, sus modos de enunciación polisémicos, oblicuos, eran señales deresistencia, planteaban un desafío velado al discurso autoritario. Sin embargo,el problema es más complejo: a lo largo del siglo XX la literatura, comoel resto de las producciones artísticas, ha desplegado recursos formalesinnovadores que no se limitan a ser reflejo directo de las circunstanciassociohistóricas 1. Entre otras modalidades, ha puesto en crisis las formasde representación realista incorporando la perspectivización, la ruptura dela linealidad y un complejo entramado que suscita la pluralidad de senti-dos a partir de figuraciones indirectas.

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1. Así, algunos autores (De Diego, 2001; Dalmaroni, 2004) se preguntaron si las figuraciones indirec-tas son pruebas de la repercusión de la historia política en la literatura o si aquellas se vinculan conun proceso paulatino de cambios inherente al campo literario.

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Desde la instauración de la democracia hasta el presente ha habido

en la Argentina una vasta producción literaria que remite, de muy diver-

sos modos, al pasado reciente y sus sentidos en conflicto, reformulando

las fronteras entre historia y ficción e interrogando las formas de inter-

pretar la experiencia histórica. Muchos de estos textos son discursos den-

sos, que apuestan al efecto de sus elecciones estético-formales, más que a

la directa representación del mundo social. Hablan de la sociedad de una

manera que no puede ser directamente traducida en términos de conte-

nido: indican los tópicos de un imaginario colectivo, la orientación de los

deseos, el clima de época, los modos en que la sociedad piensa sus con-

flictos, juzga las diferencias culturales, interpreta el pasado. El discurso

de la ficción logra así distanciarse del sentido común y de los estereoti-

pos, elude las oposiciones binarias y exhibe la complejidad ideológica de

las significaciones históricas. De ese modo, interviene en la construcción

de sentidos sobre el pasado sin renunciar al acuerdo básico de condena

moral y política al terrorismo de Estado y sin reducir su discurso a repre-

sentaciones unívocas y definitivas.

Ficción y verdad histórica

El catálogo prolijo de datos —indispensable en el plano de la recons-

trucción histórica o en las instancias judiciales referidas a la última dic-

tadura militar— resulta prescindible en literatura. En ella, la verdad

requiere de la invención para tornarse verosímil y un elemento aparente-

mente insignificante puede ser más revelador que la abundancia de detalles

informativos.

De un modo particular, la ficción reenvía al territorio de la realidad

histórica y social, descubre aspectos medulares pero menos evidentes, per-

mite intuir cuestiones no resueltas y a veces ni siquiera formuladas. Franz

Kafka o Roberto Arlt —por pensar sólo en dos ejemplos— han mostrado

aspectos sobre la autoridad y el poder ausentes en los libros de historia. Y

esto, porque la escritura literaria incorpora lo desechado por el abordaje

histórico y científico: los pliegues de la subjetividad, las paradojas, los res-

tos inasimilables.

Al dar forma a la experiencia del pasado, la literatura pone en eviden-

cia aquello que en rigor es propio de todo discurso: la representación es

siempre una perspectiva sobre lo ocurrido. Así, el trabajo de escritura es

en gran medida análogo al de la memoria: su reconstrucción del pasado es

inconclusa y aleatoria, repone de él su fundamental ambigüedad, sus zonas

ininteligibles y sus momentos de lúcida captación de la verdad. A través

de recursos formales, la literatura logra condensar o sintetizar fragmentos

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de experiencia difíciles de ser nombrados fuera de los marcos ficcionales entanto ciertas verdades sociales, dichas crudamente, resultarían intolerablespara quienes las recibieran.

La imaginación literaria interviene en la elaboración del pasado demanera fecunda: propone un conocimiento por montaje, una proliferaciónde figuras en torno a un mismo torbellino de tiempo. No se apresura a con-cluir o a clausurar, por el contrario, complejiza nuestra aprehensión de lahistoria, permite pensar sus singularidades y su multiplicidad, explora losvínculos —muchas veces incómodos— entre pasado y presente.

La voz siniestra de la represión

Villa (1995), de Luis Gusmán, pone la narración en boca de uno de losvictimarios. La acción de la novela comienza en 1974, en los días previosa la muerte de Perón y se extiende hasta 1976, en el inicio de la dictaduramilitar. Quien relata es un médico cómplice del aparato represivo: colaboraal principio con la «Triple A» al mando de López Rega, y más tarde, con laJunta Militar, firmando certificados de defunción e interviniendo en sesio-nes de tortura. Villa es «un mosca», un asistente de los «hombres de la noche»en un mundo en que la muerte tiene una presencia excluyente con proli-feración de Itakas, féretros, velatorios, cadáveres y bóvedas de cementerio.Villa vive al servicio de la muerte, de la que sólo parece estar al tanto por lapalabra de los otros, como si no fuera partícipe necesario: «mi mirada seperdía en ese país extenso que decían que se estaba cubriendo de cadáveres».Cuando oye que «están pasando cosas pesadas en el país. Hay gente quedesaparece y dicen que la central de operaciones es ese Ministerio», pareceque todo sucediera en un lugar ajeno y se niega a asumir su responsabilidad:«Le respondí que mi trabajo era sanitario, que yo no tenía nada que ver conmuertos ni cosas raras, que todos ahí eran funcionarios o empleados decarrera». Villa se niega a saber lo evidente, con oportunismo aspira a lucir«alas de plata en la solapa» y su obsecuencia temerosa sólo presta oídos a lavoz de los jefes: «las órdenes y los pactos están hechos para ser cumplidos».

Dos veces junio (2002), de Martín Kohan, se inicia con una cita de LuisGusmán y continúa la exploración de la subjetividad de quienes sirvieronal terror de Estado. También en este texto el protagonista se niega a ver larealidad atroz que contribuye a sostener: no ver, ni oír son condiciones deposibilidad de su obediencia absoluta. Al comienzo de la novela el narrador,un conscripto, lee una anotación destinada a realizar una consulta a su jefe,un médico al servicio de la represión —«¿A partir de qué edad se puede empe-sar a torturar a un niño?»—. Su lectura aberrante saltea el contenido de lafrase y se detiene en el error de la «s»: «Pocas cosas me contrarían tanto

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como las faltas de ortografía». En otra ocasión, ante el pedido de socorro deuna secuestrada que acaba de dar a luz en cautiverio, responde con el dis-curso automatizado: «no ayudo a los extremistas». En pasajes como estos,la novela formula implícitamente preguntas sobre los mecanismos de auto-ridad y consenso, en un mundo narrativo abundante en duplicacionesy centrado en dos momentos históricos fundamentales: el mundial de fút-bol de 1978 y la guerra de Malvinas de 1982.

Imágenes despedazadas y retazos que malogranel sueño del verdugo

El viejo soldado (de 1981, pero publicada en 2002) y La casa y el viento

(1984) son dos novelas que Héctor Tizón escribió durante su exilio enEspaña. Las dos prescinden de informantes temporales, pero la repeticiónde sintagmas cristalizados como: «por algo será, pues», «se lo llevaron», «alertaa la subversión apátrida» y la evocación de experiencias, atmósferas, senti-mientos y diálogos vinculados al exilio, el miedo y la censura permitenestablecer relaciones con la Argentina del período 1976-1983.

En El viejo soldado, Raúl, un argentino exiliado con su familia enMadrid, luego de peregrinar por empleos que le disgustan, consigue trabajocomo redactor de las memorias de un viejo soldado franquista, Don LuisSomoza y Alurralde. El personaje enfrenta así la peor pesadilla del escritormercenario. Los diálogos entre los argentinos reunidos en el exilio (Raúly Matilde, Pablo e Inés, Muñoz) frecuentan temas vinculados a la tensiónentre el moverse/cambiar y el permanecer: «Dicen que en Argelia hay tra-bajo —dijo Pablo (…). Yo no me muevo otra vez —dijo Raúl—. Si no temovés te van a comer los bichos». En medio de esta circularidad asfixiante,al no poder aprehender la trama de su propio pasado, que a veces vuelveen escenas menguadas (la tortura sufrida; la desaparición del Polaco, sucuñado; alguna relación amorosa), Raúl debe narrar una vida ajena: la delviejo soldado que paradójicamente «parecía rejuvenecer día a día, el mor-boso color de su piel había desaparecido y también su agobio y hasta su levecojera». La tarea de redactar las memorias de otro, precisamente un fran-quista, lo convierte en un verdadero fantasma, como si la imposibilidad deescribir sobre sí mismo fuera una última traición a su propia historia («Tam-poco sentía deseos de escribir cartas, es decir, cartas verdaderas, donde sevolcara por entero, a raíz de la censura y por el temor de que fueran viola-das y comprometer de este modo al destinatario; pero tampoco existíanya destinatarios posibles. Había elegido entonces la soledad y el silencio»).

La casa y el viento narra la antesala del exilio: el protagonista, unprofesional que vive en el Sur, inicia una huida de la atmósfera represiva

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creada por los militares en la Argentina de los setenta. Pero antes de partir,realiza una suerte de inventario de su adiós, con el objeto de «retener lamemoria de este otro país para no llegar vacío a donde viviré recordándolo».A pie o en mula, transitando senderos barridos por los vientos en apartadosrincones de la puna, el fugitivo emprende un camino de recuperación quees también el de su destierro. La violencia y la represión se adueñan de lazona: las marchas militares interrumpen la monotonía de su viaje en tren;un cartel celeste y blanco con la inscripción «denúncielos» lo aguarda en laestación. En esa huida, intenta recuperar una remota solidaridad entre luga-res y personajes de su pasado. El protagonista se embarca, por ejemplo, enla búsqueda de información sobre un coplero, Belindo de Casira. Su histo-ria se va conformando de manera fragmentaria, a través de los relatos ora-les de los pobladores que se acumulan y representan una serie de hipérbo-les, hiatos y contradicciones acerca de la identidad del cantor. Y mientrasrecorre esas lejanas parameras previas al cruce de la frontera, toma notas,a fin de registrar en un papel cada imagen. La escritura surge así como ellugar donde se actualiza la memoria, en cuanto permite plasmar aquello quese deja atrás. Como la memoria, el texto se arma de manera discontinua,insegura y balbuciente y se opone así al discurso monolítico, prepotente yseguro de sí mismo, impuesto desde el poder dictatorial.

Irrupción de la experiencia histórica en el relato

En las narraciones de Juan José Saer, pueden reconocerse materialesprovenientes de la historia política argentina reciente: el terrorismo de Estadodurante la dictadura militar en Glosa (1985), en Lo imborrable (1993), másveladamente en Nadie nada nunca (1980); el posperonismo en las novelasResponso (1964) y Cicatrices (1969). Ahora bien, la aparición de lo político,aunque marginal se liga de manera recurrente con las experiencias de lossujetos —no ocupa un lugar central en los discursos de los personajes niforma parte de las acciones que realizan—. Su presencia pertenece másbien al plano de la experiencia pasada, y no al devenir mismo del aconte-cimiento. Lo político se encuentra atravesado o constituido ficcionalmentepor la presencia del sujeto que narra (o del que se narran) sus experienciasperceptivas, y no en su carácter de acontecimiento en sí. La historia políticaestá ante todo determinada por lo que ha sido para el sujeto, pues la narra-ción no permite que se despliegue como hecho histórico deslindable delo vivido (lo percibido o recordado) por una subjetividad. De este modo,las alusiones a la atmósfera acechante de las calles durante la dictadura oal hecho de que algunos personajes hayan desaparecido o se hayan exiliadoson abordados por la escritura, y modificados radicalmente, al formar parte

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de la lógica interna de las narraciones. Esto se debe al alto grado de forma-lización propio de la escritura de Saer. Allí los hechos funcionan como deta-lles, reforzados por alguna fecha dada al pasar, que resulta inevitablementesignificativa para los lectores contemporáneos: los acontecimientos delorden de lo político tienen existencia no sólo en los recuerdos individua-les sino que pertenecen a cierta zona común, a una experiencia intersubje-tiva, lo que introduce una complejidad suplementaria. En efecto, aunquelos relatos sociales dominantes tiendan a homogeneizar el significado dela historia política en una doxa u opinión común, dicho horizonte suprain-dividual está lejos de ser homogéneo. Por el contrario, la complejidad de esacirculación colectiva del relato de la historia política produce efectos mul-tiplicadores que tornan aún más incierto el estatuto de lo real, como resul-tado de la pluralización de las experiencias y de las versiones sobre éstas:el acontecimiento político implica, además de una experiencia del indivi-duo con lo social, una construcción colectiva marcada por la interpretación.

Entonces, es precisamente el carácter social del hecho político el queactiva las evaluaciones respecto del mundo. Su efecto es una relativizacióno complejización de lo real y de las convenciones sobre su representación.Esto se agudiza por la proximidad temporal entre la escritura y los acon-tecimientos referidos cargados de sentidos en conflicto.

La búsqueda de un lenguaje poético

Las vinculaciones de la literatura con la experiencia histórica, o, demodo general, con lo real, se distinguen de las relaciones que pueden esta-blecerse desde el periodismo o el discurso político. Así, la literatura es unapráctica discursiva particular cuyo sentido se construye no ya atendiendoexclusivamente a los temas con los que trabaja sino al modo en que operacon el lenguaje, esto es, a sus estrategias, sus procedimientos, sus formas.De ese modo, es posible distinguir (y en ese mismo sentido, imposible equi-pararlos) un texto literario de una crónica periodística o de un trabajo deinvestigación sobre ese mismo momento de la historia argentina. Mien-tras que la crónica o la investigación se interesan por la «verdad de loshechos», la literatura trabaja de otro modo: al incluir un acontecimientolo transforma y lo incluye en una nueva legalidad de sentido.

En la poesía de Juan Gelman, la relación con la historia aparece enel uso de repertorios semánticos y léxicos ligados a lo político. Si dulce-

mente, escrito en el exilio y publicado en Barcelona en 1980, puede ser leídocomo la búsqueda de un lenguaje para nombrar la experiencia política, larepresión y el terrorismo de estado. El libro está formado por tres partes.

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En la primera, «Notas», el yo de las composiciones se individualiza comoun militante que nombra la derrota política y sus propias pérdidas (ami-gos, familiares, patria); la segunda, «Carta Abierta», además de referir alúltimo escrito de Rodolfo Walsh, está dedicada a su hijo Marcelo, (desapa-recido en Buenos Aires el 26 de agosto de 1976); «Si dulcemente», la terceray última parte, una serie de poemas cada uno de los cuales toma el títulodel último verso del que lo precede, pone en un lugar central la figura desus compañeros de trayectoria política. Desde una perspectiva de enun-ciación que oscila entre la primera persona del singular y el nosotros, entrela referencia individual y colectiva, las composiciones ponen en escena esabúsqueda por parte del poeta (como militante o como padre) de una len-gua literaria que interrogue aquella experiencia. En ese sentido funcionan laspreguntas directas o indirectas que formula («¿a la memoria le falta realidad?»o «¿qué hacer con la memoria?», «¿qué voy a hacer con mí/ pedazo mío?»).

Es posible reconocer en Si dulcemente la presencia de dos tipos deestrategias literarias que muchas veces entran en disputa 2. Unas remitena un trabajo experimental con el lenguaje —sobre el cual además se reflexiona:se inventan palabras, se combinan metros y ritmos; se acuñan metáforas—.Otro tipo de estrategias se vincula con una tendencia más mimética, en fun-ción de la cual los poemas se contaminan con otros géneros y, por ejemplo,se vuelven narrativos o argumentativos, o incorporan hablas coloquiales. Sibien los textos de Si dulcemente tienen dicha tendencia, la disposición espa-cial de los versos, la sintaxis, los neologismos, abren otros caminos de inter-pretación haciendo que el lector se detenga también en la forma y la mate-rialidad de esos textos.

Para el aula: materiales de trabajo y sugerencia de actividades

La literatura o la vida de Jorge Semprún

En esta narración, el escritor español Jorge Semprún rememora su deten-ción en el campo de concentración nazi de Büchenwald. Se incluye unaconversación de varios ex prisioneros que tuvo lugar inmediatamente des-pués de finalizado el cautiverio y antes de ser repatriados. Las preguntassobre cómo narrar disparan reflexiones sobre la posibilidad de contarexperiencias que tienen mucho de intransferible y sobre los efectos desentido dados por su tratamiento literario.

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Fragmentos del diálogo

—Estábamos contando cómo habrá que contarlo, para que se nos comprenda…—No es ése el problema —exclama otro enseguida—. El verdadero

problema no estriba en contar, cualesquiera que fueren las dificultades.Sino en escuchar… ¿Estarán dispuestos a escuchar nuestras historias,incluso si las contamos bien?…

—Contar bien significa: de manera que sea escuchado. No lo conse-guiremos sin algo de artificio. ¡El artificio suficiente para que se vuelva arte!

(…)—¿Cómo contar una historia poco creíble, cómo suscitar la imagina-

ción de lo inimaginable si no es elaborando, trabajando la realidad, ponién-dola en perspectiva? ¡Pues con un poco de artificio!

—Me imagino que habrá testimonios en abundancia… Valdrán lo quevalga la mirada del testigo, su agudeza, su perspicacia… Y luego habrádocumentos… Más tarde, los historiadores recogerán, analizarán unos yotros: harán con todo ello obras muy eruditas… Todo se dirá, constaráen ellas… Todo será verdad… salvo que faltará la verdad esencial, aque-lla que jamás ninguna reconstrucción histórica podrá alcanzar, por per-fecta y omnicomprensiva que sea…

—El otro tipo de comprensión, la verdad esencial de la experien-cia, no es transmisible… O mejor dicho, sólo lo es mediante la escrituraliteraria…

(…)Así, desde aquella madrugada de abril, en Eisenach, tras la discusión

con los repatriados sobre la mejor manera de contar, había estado traba-jando sobre esta idea, había dejado que esta idea fuera haciendo su trabajoen mi imaginario. Y no me parecía ninguna insensatez concebir una formanarrativa estructurada en torno a algunas piezas de Mozart y de Louis Arms-trong, para tratar de desentrañar la verdad de nuestra vivencia.

Pero mi proyecto resultaba irrealizable, por lo menos en lo inmediatoy en su totalidad sistemática. El recuerdo de Büchenwald era demasiadodenso, demasiado despiadado, para que yo pudiera alcanzar de entradauna forma literaria tan depurada, tan abstracta. Cuando me despertaba alas dos de la madrugada con la voz del oficial S.S. en el oído, con la llamaanaranjada del crematorio cegándome los ojos, la armonía sutil y sofisti-cada de mi proyecto se hacía añicos entre brutales disonancias. Sólo ungrito que proviniera del fondo de las entrañas, sólo un silencio de muertehabría podido expresar el sufrimiento.

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Algo más tarde el escritor prosigue:

—Están los obstáculos de todo tipo para la escritura. Algunos, pura-mente literarios. Pues no pretendo un mero testimonio. De entrada, quieroevitarlo, evitarme la enumeración de los sufrimientos y de los horrores. Detodos modos, siempre habrá alguno que lo intente… Por otra parte, mesiento incapaz, hoy, de imaginar una estructura novelesca en tercera per-sona. Ni siquiera deseo meterme por este camino. Necesito pues un «yo»de la narración que se haya alimentado de mi vivencia pero que la supere,capaz de insertar en ella lo imaginario, la ficción… Una ficción sería tan ilus-trativa como la verdad, por supuesto. Que contribuiría a que la realidad pare-ciera real, a que la verdad fuera verosímil. Este obstáculo, algún día conse-guiré superarlo. De repente, en uno de mis borradores, estallará el tonojusto, la distancia ajustada se establecerá, no me cabe ninguna duda.

Dos veces junio de Martín Kohan

En esta novela el narrador relata una anécdota contada por su padrecuando se enteran de que deberá hacer el servicio militar.

Mi padre era un hombre muy dado a contar anécdotas. Muchas deesas anécdotas, como suele ocurrir, provenían de sus ya lejanos quincemeses de servicio militar, y apenas se supo con certeza que el número queme había tocado en suerte era el cuatrocientos noventa y siete, todas ellasvolvieron a ser contadas, una por una, como la primera vez.

Había una que refería una formación matinal en el patio del cuartel.Unos treinta soldados en ropa de fajina y en posición de firmes. Y unteniente coronel, cuyo nombre mi padre se esforzó inútilmente por traer ala memoria, pasando revista. En un momento determinado, el tenientecoronel pregunta a toda voz: «¡Soldados! ¿Quién de ustedes sabe escribirbien a máquina?». Y agrega: «El que sabe escribir bien a máquina, que déun paso al frente». Por un momento, nadie dice nada. Hay que ver qué sig-nifica exactamente escribir «bien» para el teniente coronel. Por fin, casi enel extremo de la fila, un pelirrojo pecoso que no mide más de un metro ymedio da un paso adelante y exclama: «¡Yo, mi teniente coronel!». El tenientecoronel se le acerca y a los gritos lo interroga: «¿Usted, soldado, sabeescribir bien a máquina?». El soldado exclama: «¡Sí, mi teniente coronel!».

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«Bueno», le dice el teniente coronel, «agarre ese balde y ese cepillo queve allá, y en una hora me limpia bien las letrinas del regimiento».

Mi padre sacaba una moraleja de esta historia: en el servicio militar,conviene no saber nunca nada. Me aconsejó que aprendiera esa lecciónelemental.

En la misma novela el conscripto, chofer de un médico al servicio dela dictadura, describe la limpieza del auto de su superior.

Lo primero, a la mañana, era poner el coche en condiciones. Con untrapo rejilla había que secar las gotas de rocío de la noche y después pasaruna franela que le sacara brillo a la chapa azul. En las madrugadas de junio,como era el caso, el auto amanecía cubierto de escarcha. Lo mejor eraechar agua bien caliente para deshacer el hielo; después pasar el trapo, ydespués pasar la franela. No importaba lo reluciente que pudiese estar elcoche. Había que cumplir con esa rutina. Solamente los días de lluvia justi-ficaban su suspensión.

El aseo interior era tanto más importante. Con frecuencia nos tocabacaminar sobre la tierra reseca, por lo que convenía quitar cada mañanalas alfombrillas de goma y pegarles un par de sacudidas para despren-derles el polvo. Debajo de mi asiento guardábamos siempre un frasco dedesodorante Crandall en aerosol: mi deber era echar en el auto una buenacantidad cada mañana.

No obstante esos cuidados cotidianos, el coche era llevado al lava-dero una vez por semana, todos los lunes. Un día apareció una manchaen el tapizado del asiento de atrás, y hubo que hacer un lavado urgente esamisma noche. Terminé cerca de las diez, pero a cambio la mañana siguientedel lunes me quedó libre.

Lo imborrable de Juan José Saer

En el comienzo de esta novela el narrador es abordado en plena dictadurapor un hombre que lo reconoce.

¿Tomatis? ¿Carlos Tomatis?Me paro, lo escruto. El tipo que(…) me intercepta en la vereda tenién-

dome la mano con una sonrisa acaramelada, parece inofensivo, insignifi-cante a decir verdad, pero por el modo en que está vestido se ve a la legua

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que, si tiene problemas, y un brillo afligido en los ojitos parecería traicionarque los tiene, esos problemas no son financieros (…).

¿Por?Aunque parezca mentira, mi desconfianza ostentosa lo satisface. Da

la impresión de haber descontado en mí esa reacción —vaya a saber quéideas ridículas se forja sobre mi persona— pero antes de hablar mira rápidoa su alrededor, convencido de que lo que está por decir es riesgoso y deci-sivo, y baja un poco la voz aunque la vereda, a causa del frío o de la hora,de los tiempos que corren probablemente, está casi desierta bajo losletreros de neón de todos los colores que se encienden y se apagan en elanochecer.

En el siguiente fragmento de la misma novela puede rastrearse la puesta enescena de ciertos discursos sobre los acontecimientos políticos.

Según Alfonso, tiene ganas de conocerme desde hace mucho y, cincoo seis años atrás, por el setenta y cuatro más o menos, cuando extendióla distribuidora al norte de la provincia y a Entre Ríos, pensó en proponermela dirección de la nueva zona, con un porcentaje sobre las ventas, prebendajustificada, según él, por mi prestigio intelectual, del que debían emanarbeneficios comerciales indiscutibles. Un nombre, dice, por caro que se lopague, siempre reditúa. Pero las cosas se emputecieron —es la palabraque emplea—: en el setenta y cinco se descubrió que uno de los vendedo-res utilizaba la distribuidora como pantalla para hacer circular propagandade una organización clandestina —Alfonso baja la voz mira para todos ladoscuando me hace estas confidencias— y en el setenta y seis el ejércitosecuestró a una pareja de vendedores, marido y mujer, que no tenía nadaque ver con nada y que nunca más volvieron a aparecer. A él mismo lo detu-vieron una semana en un regimiento, hasta que un pariente militar obtuvoque lo dejaran en libertad.

—Todo esto que me cuenta es apasionante y original —le digo.—Veo que es insensible a la desgracia ajena —dice contento de

comprobar que sus confidencias confirman mi modo de ser en lugar demodificarlo en sentido negativo— también él debe pensar, sin formularlode ese modo, que en los tiempos que corren casi todos son todavía rep-tiles y me excluye de esa generalidad, confiriéndome el honor dudoso depensar que estoy a priori y sin error posible en su propio campo—. Sobrenuestras cabezas, un tubo de neón se pone a chirriar, encendiéndose yapagándose con periodicidad rápida…

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La casa y el viento de Héctor Tizón

En esta novela el protagonista conoce al personaje de Sanromán durantesu viaje en tren. Para no parecer desatento acepta, aunque con resque-mores, compartir con el la habitación en un hotel.

En ese momento Sanromán regresó. Parecía nervioso. —Me han dicho que ese camión de la mina que usted espera, no ha

de llegar hasta el lunes —dijo.No pregunté quién se lo había dicho, quizá sólo por no arruinar mi

propia hipótesis. (…)Entonces se quitó el revólver que tenía oculto en la cintura —un viejo

Colt—, se puso una tricota más y se echó encima su descolorido ponchoazul. Quedé otra vez solo en aquella habitación recién pintada de un horri-ble bermellón con zócalo negro. Sobre la mesa Sanromán había dejadoabierta su traqueteada valija de cartón. La mía estaba junto al ropero dondeal llegar la había abandonado. Me senté en la cama y traté de pensar enalgo coherente y ajeno, pero no pude (…) Por las ranuras de los postigo-nes, en una habitación contigua, se colaba hacia afuera una luz difusa.Sentí por un momento ganas de acercarme sigilosamente hasta allí, paraespiar. Pero no lo hice. En la soledad siempre podemos ser otro. En esosmomentos ya seguramente, en mi pueblo, todos sabrían que me había idode pronto, y se preguntarían por qué. Las conjeturas habrían empezado adeslizarse en una dirección y otra igual que las simientes cuando empiezaa soplar el viento. Muy pronto todos hablarían de mi desaparición comode una fuga hacia la frontera (…).

No regresaré, me dije. No volveré nunca más, pero debía ser cauto.Este mismo compañero de viaje ¿Quién era? Traté de recordar qué es loque le había dicho de mí. Poco, casi nada. Sanromán era demasiadolocuaz, y lo había visto entrar en el cuartel de la gendarmería. Tambiénél mismo había confesado no ser un simple viajante de comercio: «Antes»—dijo— había sido político. Ya no podía retroceder y además estaba solo.La duda nos hace más lúcidos, pero también nos envilece.

Ya no existía la luz que se colaba por las rendijas del cuarto vecino.También la cocina estaba pacificada. De pronto me fijé otra vez en la valijade Sanromán y decidí revisarla. ¿Qué esperaba hallar? Camisas impecable-mente limpias y gastadas, otro poncho, un ejemplar del Código de Comer-cio forrado con papel de diario, unos calzoncillos y, de pronto, un vestidocon dibujo de flores y un par de zapatos de mujer.

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De pronto, en la puerta del mercado, conversando con otros dos,creí descubrir a alguien del sur. ¿Qué hacía aquí? No lo pensé dos veces,me oculté detrás de unos fardos de alfalfa y allí me quedé inmóvil, escon-dido y, a la vez, tratando de disimular que lo estaba. ¿Pero, por qué lohacía? ¿Por qué de pronto esa actitud furtiva, como la de un animal enpeligro? En verdad, nadie deliberadamente quizá me perseguía. De cual-quier modo la posibilidad de encontrarme ahora y aquí con alguien cono-cido, con un vecino del mundo que iba dejando atrás me llenaba deangustia, y aun de terror: el hecho de tener que hablar, justificar nues-tro encuentro, inventar seguramente pequeñas, convencionales, estúpi-das mentiras. No, todo eso hubiera sido como irme a medias. Al cabode media hora o tal vez un poco más abandoné mi escondite; ya no ha-bía nadie en el portal; comencé a caminar por los estrechos pasadizosdel mercado, entre los puestos semivacíos de frutas y hortalizas, y depronto me topé cara a cara con la persona de quien me ocultaba. Nosmiramos por un segundo —él tal vez sin verme— y sin dejar de andar.Y entonces me di cuenta de que antes jamás lo había visto (…)

Aquí las noches suelen ser más claras que los atardeceres. Laaltitud quita el sueño y mis recuerdos vagan sin compromiso alguno;cuando de pronto escucho voces en la habitación de al lado. Acabande llegar, es una pareja. Aguzo el oído.

«Ahora no podemos volver», dice él(…) De repente se escuchan pasos en el corredor y enseguida

unos golpes en la puerta. Ellos dejan de hablar. Los golpes se repiten.«No digás nada; no abrás», ruega ella en un susurro.«¿Quién es?», pregunta él, por fin.«Yo. Del hotel. Aquí está la cobija que han pedido.»La puerta se abre y vuelve a cerrarse. También yo, sin pensarlo,

me había puesto de pie, acercándome a la puerta clausurada entre lasdos habitaciones. Regreso a mi cama y a poco vuelvo a escucharlos.Ahora parecen reír y sollozar, al mismo tiempo.

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Si dulcemente de Juan Gelman

El poema «Nota III» de Gelman hace de la repetición un procedimientosignificativo.

Nota III

andar con las rodillas desnudaspor un campo de vidrios rotos/andar con el alma desnudapor un campo de compañeros rotos

que no los mojará el atardecerni el mar que moja a cualquiera/no sé qué los moja ahora/por fin quietos/sin miedo

a la muerte/muertospor plomo o por cianuro/pormano propia o ajena/muertosen todo caso/podridos

bajo tierra en la tierraque sí los recibió/incendiosque apagó el odio militar/hijitosempújennos al triunfo

«Nota XXII» retoma una forma poética tradicional, como el soneto, perosin rima. En él se refiere al exilio de la primera persona.

Nota XXII

huesos que fuego a tanto amor han dadoexilados del sur sin casa o númeroahora desueñan tanto sueño rotouna fatiga les distrae el alma

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por el dolor pasean como niñosbajo la lluvia ajena/ una mujerhabla en voz baja con sus pedacitoscomo acunándoles no ser/ o nunca

se fueron del país o patria o pumaque recorría la cabeza comodicha infeliz/país de la memoria

donde nací/morí/tuve sustancia/huesitos que junté para encender/tierra que me entierraba para siempre

El poema «Nota XIV» se construye como pregunta insistente ysin respuesta sobre la desaparición del hijo.

Nota XIV [está dedicado a Julio Cortázar]¿estás vivo? / ¿estás muerto? / ¿hijo?¿vivimorís/ otro vez/ otro día/ comomoriviviste estos tres añosen un campo de concentración? /¿qué

hicieron de voz/ hijo/ dulce calor que alguna vezniñaba al mundo / padre de mi ternura/ hijoque no acabó de vivir? / ¿acabó de morir? /pregunto si acabó de morir/ el nacido el morido

a cada rato/ niñoque andó temprano por la sombra/ vozque mutilaron/ ojoque vio/ niñito de mi sed arrancado

a sus pedazos/ a su sed/ las sedesque le abrigaban corazón/se lo encendían mesmamente/toda la noche golpeándome la puerta

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Ejes y sugerencia de actividades

• Reflexionar sobre las múltiples dimensiones que adquiere la relaciónentre verdad y ficción.

• Observar las distintas representaciones sobre la experiencia dela dictadura mediante la ficción.

• Reflexionar sobre las diferencias entre la narración de un testimonioy la construcción de las subjetividades en la literatura.

• Identificar de qué manera los autores incorporan el contexto histó-rico-social a la lógica ficcional.

Sobre los textos seleccionados

Reflexionar por qué la elección de la ficción para contar los hechosdel pasado. De qué forma los autores citados construyen esa ficción, quédiferencias encontramos en las representaciones sobre la dictadura.

¿Qué situaciones narran estas historias? ¿Qué ideas transmiten sobrela política, el exilio, las ausencias y el recuerdo?

Analizar a partir de los fragmentos el relato de situaciones, las sensa-ciones, los recuerdos explícitos, las elipsis, los silencios. ¿Qué otras vocesaparecen, desde qué lugares se cuentan?

Para investigar

• Buscar producciones literarias que relaten cómo fue vivida la dicta-dura militar en la localidad o en la provincia donde viven. Identifi-car qué aspectos pertenecen a la historia de la localidad y qué relatosson escritos desde la ficción. Qué experiencias remiten a las huellasdel pasado y cuáles pueden ser parte de nuestro presente.

Para pensar

Buscar un testimonio escrito o audiovisual sobre la experiencia de ladictadura militar. Proponemos que cada alumno reelabore ese testimoniodesde la ficción. Leer los textos y debatir sobre las diferentes miradas quepueden realizarse a partir de un mismo hecho y sobre cómo en esos rela-tos aparecen cuestiones del presente de los jóvenes.

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Bibliografía sugerida

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Noé (dir.) y Elsa Drukaroff (dir. vol.), Historia crítica de la literatura

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RAMA, Ángel, La crítica de la cultura en América Latina, Biblioteca Ayacu-cho, Caracas, l985.

SAER, Juan José, El concepto de ficción, Ariel, Buenos Aires, 1997.SARLO, Beatriz, «Política, ideología y figuración literaria», en Ficción y polí-

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Cine y memoria (1983-2006)

Por Mariana Amieva, Gabriela Arreseygor, Raúl Finkel, Samanta Salvatori

El cine nos puede ayudar a comprender zonas de los procesos históricosque no son contempladas desde las fuentes tradicionales utilizadas en lareconstrucción histórica. Las películas tienen la capacidad de sacar a la luzaspectos no visibles desde los textos escritos y muchas veces hasta contra-decirlos. Esta relación entre el cine y la historia le permite al historiadorMarc Ferro decir: «Aquí hay materia para otra historia, que, por supuesto,no pretende ser un conjunto armonioso y racional como la historia, sinoque más bien contribuirá a su perfeccionamiento o a su destrucción».1

Por esta razón es cada vez más común el uso de películas en las cla-ses de historia, tanto en el nivel medio como en la educación superior. Laelección de este recurso responde a varias razones. Por un lado, se ha hechocada vez más accesible el uso de los materiales audiovisuales: los televiso-res en las escuelas dejaron de ser productos exóticos y se incorporaron rápi-damente a la grilla de actividades escolares. Resulta un recurso actual, acordecon las reformas modernizadoras y, por cierto, se piensa como más atrac-tivo para los jóvenes, mucho más acostumbrados a las imágenes que a lostextos. Pero estas características del cine plantean otras posibilidades yalgunos límites. Tal vez no sea pertinente hablar de novedad al respecto,pero lo cierto es que recientemente el cine comenzó a ser tomado en serioen su relación con la historia. Dejó de ser visto como una mera ilustraciónde las fuentes escritas o como una fuente secundaria y cada vez es más comúnencontrarlo dentro del ámbito académico. Este reconocimiento del cinedemostró que las imágenes tienen cualidades distintas que las palabras yque si bien son complementarias, no son asimilables los tratamientos quecada material requiere.

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1. Ferro, Marc, Cine e Historia, Editorial Gustavo Gilm Colección Punto y Línea, Barcelona, 1980.

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La relación entre cine e historia puede pensarse desde distintas pers-pectivas; como fuente de la historia, como relato histórico, un film puedetener la intención de convertirse en «hacedor» del pasado, lograr inter-venir en los acontecimientos (claro está en las intenciones del cine mili-tante de los años setenta), o constituirse como parte de los procesos deconstrucción de la memoria de un hecho. Y cuando reflexionamos sobreel cine y el pasado reciente en la Argentina, inmediatamente todas estasconexiones se ponen en juego: algunas películas puedan ser pensadascomo documento de la época, otras más cercanas a las intenciones de uncine político y quizás otros film se hayan constituido como relatos hege-mónicos de ese pasado. Lo cierto es que, después de 30 años de la dicta-dura militar, son muchas las producciones que han representado estetópico desde distintas miradas —a veces de forma tangencial, otras másdirectamente— planteándose así una diversidad de registros, géneros,enfoques y relatos. Es en este sentido que la dictadura puede presentarseen un documental político, en la dramatización de un hecho en particu-lar, a través de un policial, un musical o como contexto de una historiaque podría suceder en cualquier lugar.2 La dictadura militar y sus con-secuencias son relatadas una y otra vez, renovándose las miradas, comolas memorias de quienes lo recuerdan.

Aquí proponemos un recorrido sobre algunas de las películas que com-ponen este corpus de narraciones que permiten reflexionar sobre el procesocomplejo y conflictivo de la memoria del pasado reciente en Argentina.

El cine bajo la teoría de los dos demonios

Si bien en los últimos años de la dictadura se produjeron películas quecon un estilo metafórico muestran el clima de terror, el miedo y el encie-rro que se vivían en aquel momento, como por ejemplo, Tiempo de revan-

cha (Aristarain, 1981), La isla y los miedos (Alejandro Doria, 1978-1980),Plata dulce, (Ayala, 1982), El arreglo (Ayala, 1983), es recién con la instala-ción de la democracia —y con la promulgación en democracia de la ley23.052 que cesó con la censura— que comienza a verse en la pantalla grandela acción represiva de la dictadura y la violación de los derechos humanos.

La necesidad de la sociedad argentina de elaborar el terror represivode la dictadura así como su relación con esos acontecimientos no sólo loscolocaron en el centro de la información periodística y de la discusión

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2. Aprea, Gustavo, «El cine político como memoria de la dictadura», en: Sartora, Josefina y SilvinaRival (eds.), Imágenes de lo real. La representación de lo político en el cine documental argentino,Libraria, Buenos Aires, 2007, p. 93.

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política de la época, sino que los transformaron en material para la pro-ducción cinematográfica. Películas de todos los géneros abordaron directao tangencialmente los años recientes: melodramas como La historia oficial

(Puenzo, 1985); policiales como En retirada (Desanzo, 1984); testimonia-les como La noche de los lápices (Olivera, 1986); comedias dramáticas comoEl hombre de la deuda externa (Olivo, 1987); intimistas como Los días de

Junio (Fischerman, 1985); incluso musicales como El exilio de Gardel (Sola-nas, 1986). De las 145 películas que se estrenaron en cinco años, desde 1984a 1988, el 30% mira de frente o de sesgo la dictadura, no es un dato menor;son más que todas las comedias (con Olmedo, Porcel, Tristán, Minguito,Aníbal, etc.) del mismo período; dato que nos permite pensar en la renta-bilidad comercial que para la industria cinematográfica argentina tenía eltema, o dicho de otra manera, la disposición del público a pagar unaentrada para ver una película sobre la dictadura.

El cine de estos años de ninguna manera tiene un discurso unívocofrente a la dictadura, estos 44 films (36 de ficción y 8 documentales) des-pliegan una amplia variedad de miradas, pero los que reciben una mayorrecepción del público en su momento, los que permanecen en la memo-ria de la sociedad como los más significativos son tres: La Historia oficial,

La noche de los lápices y el documental La república perdida II; los tres seacercan a una de las narraciones imperantes del momento para compren-der los hechos, «la teoría de los dos demonios». La sociedad argentina ela-bora una teoría explicativa de su experiencia reciente, y estas películas ree-laboran cinematográficamente las ideas que se repiten una y otra vez,haciendo imágenes de los discursos que desde el gobierno y los medios sedecían y que desde la sociedad se repetían.

El decreto de Alfonsín de enjuiciamiento a las cúpulas militar y gue-rrilleras, el propio juicio a las juntas y el Nunca Más, son los pilares polí-ticos, jurídicos y narrativos de un discurso ampliamente consensuado.Discurso que se sostendrá en tres ideas básicas:

1. Los responsables únicos y en igual grado de la orgía de violenciaque se vivió fueron los jefes de las FFAA y de las organizaciones revolucio-narias, como pedagógicamente lo desarrolla La república perdida II, y late-ral pero certeramente lo enuncia el personaje de Cunchuna Villafañe enLa Historia oficial.

2. Por fuera de estos responsables que son las cúpulas, se construyela figura de «víctima inocente» de la represión; se lo hace despolitizandoa los militantes sociales y políticos, operación que elevará a la categoríade íconos a algunos acontecimientos que muestran explícitamente esa«inocencia», como los de las monjas francesas, una adolescente sueca, unosciegos rosarinos o un grupo de estudiantes secundarios platenses. La noche

de los lápices remarca por un lado la demonización de los represores junto

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a la «inocencia» de los adolescentes; y por otro despolitiza a ambos y por

ende a la situación y a la historia.

3. La tercera idea fuerte de la «teoría de los dos demonios» es la que

exculpa a la sociedad de toda responsabilidad frente a una situación de

la que, dice, se produjo a sus espaldas, no era consciente, no supo; La His-

toria oficial esta íntegramente construida sobre esta idea, a la que le da cuerpo

Norma Aleandro en el personaje de Alicia, la apropiadora que volunta-

riamente le restituye la identidad, la familia y la verdad a Gaby.

El cine del olvido

El discurso menemista en pocos ámbitos fue tan claro como en lo

referente a la última dictadura militar: reconciliación de los que el ante-

rior discurso hegemónico había sancionado como culpables, las cúpulas,

para lo que aportó el indulto; y consiguiente clausura del tema. «Pasemos

a otro tema, mejor no hablar de eso»3 pareció que cantábamos a coro los

argentinos mientras marchábamos al primer mundo.

En la producción cinematográfica del período, se hacen visible varios

fenómenos significativos: 1. La escasa producción nacional, en siete años

(1989/1995) se estrenaron 83 películas argentinas, siendo 1994 el punto más

bajo con sólo 8 estrenos; el cine no fue ajeno al proceso de desindustrializa-

ción y apertura indiscriminada que caracterizó al menemismo. 2. Dentro de

esta escasa producción nacional sólo pueden contabilizarse 11 películas de

circulación comercial vinculadas a la temática dictatorial, 3 de las cuales son

coproducciones; lo que nos permite pensar que por decisiones empresaria-

les y/o predisposiciones del público, la preocupación por el pasado reciente

comienza a ser también parte del pasado. 3. Un dato significativo es el cre-

cimiento de las producciones documentales realizadas por fuera de los cir-

cuitos comerciales tradicionales, que ascienden también a 11 películas y que

comienza a mostrar un cambio que sería significativo años más tarde.

Dos películas simbolizan este período, no desde la reproducción

del discurso oficial, sino mostrando y pensando la sociedad que ya no

quiere mirar. Un lugar en el mundo (Adolfo Aristarain, 1992) y Un muro

de silencio (Lita Stantic, 1993), ambas hablan de su tiempo presente, de

un mundo que ha cambiado y de la lucha por adaptarse y sobrevivir en

esta nueva argentina. Mientras Un lugar… elige un interior distante en el

espacio y en el tiempo de las urbes del «primer mundo», Un muro… se

ubica en plena Buenos Aires; mientras que en la película de Aristarain

la vitalidad y la acción se imponen, en la de Stantic todo es impotencia y

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3. «Pasemos a otro tema» (Calamaro-Rot) del disco Nadie sale vivo de aquí, 1989.

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reflexión. Podrían pensarse como opuestos complementarios, ante unaapariencia que marca las distancias entre una y otra se esconden dos mira-das ampliamente complementarias.

Desde una épica y un paisaje cercanos al western, Aristarain reivin-dica a través de Mario (Federico Luppi) el camino de los ideales, más alládel reconocimiento social; del éxito o del fracaso, más allá incluso de lapropia muerte. El personaje de Luppi, un exiliado que ha vuelto a la Argen-tina en busca de su lugar, se reafirma permaneciendo en la propia identi-dad. Una película amarga pero heroica, que en su final pasa la posta gene-racional a Ernesto (Gastón Batí), el hijo de Mario, que desde la verdadreivindica la memoria de su padre.

Un muro de silencio es una historia de imposibilidades, la de haceruna película sobre la dictadura en una sociedad que no desea ver ni discu-tir nada sobre su pasado político más reciente; y a su vez sobre la impo-sibilidad de vivir en esa negación. Es una historia de mujeres, de Kate (V.Redgrave), la directora británica que se ve imposibilitada de filmar sobrelos desaparecidos y la represión; Silvia (Ofelia Medina), la sobrevivienteque no puede, a pesar de su esfuerzo por subirse al barco del olvido, negarsu pasado; y Maria Elisa (Maria Fondeville), la hija de Silvia, que en laescena final, también —al igual que en Un lugar…— representa el prota-gonismo de una generación, al preguntar sobre el pasado y poner en movi-miento los mecanismos de la memoria.

Dos películas que se cierran con cierto escepticismo para con los adul-tos, pero con la esperanza puesta en Ernesto y María Elisa, los jóvenes queno vivieron la dictadura pero que recuerdan y preguntan.

Documentar la memoria

Desde los márgenes de los discursos oficiales en pos del olvido y lareconciliación fueron surgiendo otras miradas. Miradas que se posaronsobre pequeños territorios, que no aspiraraon a la totalidad; miradas degrupos o de personas individuales, que buscaron mostrar sus historias,pequeñas, parciales, pero suyas o de seres cercanos, con el objetivo de con-tarlas, por necesidad de enunciar, para que no se olvidaran, para que siguie-ran estando a disposición.

Andres Di Tella (Montoneros, una historia, 1994) y David Blaustein(Cazadores de utopías, 1995) son los directores que inauguran esta nuevaorientación de la producción documental. Reinstalando la política en elcentro del acto de memoria.

Recuperando las historias de aquellos que fueron responsables desus actos políticos, la organización Montoneros es el tema que abordan

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desde distintas opciones narrativas y posiciones políticas. Di Tella elaborauna mirada crítica de esa organización, rescata dimensión humana y coti-diana de la militancia a partir de una voz, una historia particular (lo queda mayor tensión dramática al relato) apoyada por testimonios de otrossobrevivientes. En tanto que Blaustein organiza un enorme coro de voceshomogéneas que reviven y reconstruyen la historia Montonera.

En algún sentido, ambas películas son el puntapié inicial de unanueva oleada de producciones; son los militantes de los 70, las organiza-ciones de DDHH, los hijos de los desaparecidos los que toman la cámara.Favorecidos por el video y otros avances tecnológicos que los independi-zan de grandes inversiones, filman, cuentan y construyen no un nuevodiscurso hegemónico sobre la dictadura, sino la recuperación de memo-rias singulares, parciales, sectoriales, contradictorias, pero válidas y nece-sarias para una sociedad que aun convive con la presencia de la últimadictadura militar.4

Más de 30 producciones entre 1996 y el 2001 sostienen estos actos dememoria. Por esos ojos (Arijon, Martínez, 1997); Yo, sor Alice (AlbertoMaquart, 1999); Historias cotidianas (h) (Andrés Habejer, 2000); Papá Iván

(María Inés Roqué, 2000); Raymundo (Ardito, Molina, 2002); son sóloalgunas de las películas que, desde el formato documental, multiplican lasvoces que comienzan a poblar el espacio de la memoria y dar sello identi-ficatorio al cine sobre la dictadura.

Desde el cine de ficción, la sequía se prolonga, solo 11 películas enesos cinco años. El tema sigue estando alejado de los inversores y del granpúblico. Alejandro Agresti con Buenos Aires viceversa (1997) realiza unexcelente rastreo por la herencia de la dictadura en el cotidiano de la vidaporteña. Pero el punto más alto de la producción cinematográfica está enGarage Olimpo (Marco Bechis, 1999).

La película de Bechis es una película que como primer acto le hace frenteal concepto de «víctimas inocentes», una de las ideas centrales de la teoríade los dos demonios; y lo hace no sólo al reinstalar la responsabilidad en susactos de cada uno de los protagonistas, sino también al poner en cámaraactos de violencia de parte de organizaciones revolucionarias. Garage Olimpo

es una película inquietante porque rompe los moldes tranquilizadores de losbuenos, inocentes y heroicos, y de los malos diabólicos e identificables; eli-giendo el camino de la ambigüedad de lo real y mostrándonos el cotidianode la vida y la supervivencia en el interior de un centro clandestino.

Garage… es una ficción hecha íntegramente de pequeños fragmen-tos de realidad, es casi un documental sobre aquello que ya no se puede

4. La productora Cine Ojo (fundada en 1986) tuvo un papel importante en este proceso a través deun sostenido fomento del cine documental en la Argentina.

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documentar; es también un testimonio que no busca moralizar, ni expli-car; es por esto la ficción más cercana a la fuerte corriente documental deesta período.

Después del estallido

El contexto de la crisis económica y política del 2001 despertó la ini-ciativa para la producción de documentales. Con la cámara en mano, docu-mentalistas o simplemente amateurs, salieron a retratar las protestas socia-les reactivas del neoliberalismo. Con este objetivo, se conformaron variosgrupos independientes o afines a partidos de izquierda; Ojo Obrero, CineInsurgente, Contraimagen, Boedo Films, Alavío, Mascaró Cine Ameri-cano, son algunos de ellos.

Desde la ficción se estrenaron películas que afianzaron —para algu-nos— la identidad de un Nuevo Cine Argentino. En un mismo año —2002—estuvieron en cartelera: Bolivia y Un oso rojo (Adrián Caetano), El bonae-

rense (Pablo Trapero), El descanso (Rosell, Moreno y Tambornino), Caja

Negra (Luis Ortega), Sábado (Juan Villegas), El cumple (Gustavo Posti-glione). Y los medios de comunicación y los críticos especializados comen-zaron a hablar de un «buen cine» y de las inquietudes estéticas de los jóve-nes cineastas.

Las temáticas vinculadas a la dictadura no quedaron atrás de estenuevo impulso. La búsqueda de respuestas sobre ese presente en crisisdepositaba las miradas sobre las transformaciones políticas y económicasde años atrás.

Las tres películas, con estreno comercial, más importantes de estosúltimos, Kamchatka (Marcelo Pinñeiro, 2002), Los rubios (Albertina Carri,2003) y Crónica de una fuga (Adrián Caetano, 2006) llevan inscripta la dis-tancia temporal del acontecimiento. Kamchatka y Crónica de una fuga sedistancian al tomar la dictadura como referencia, como trasfondo, sin pre-tender en ninguno de los dos casos participar de ninguna discusión polí-tica o histórica acerca de la última dictadura militar, de sus causas ni de susconsecuencias.

La elección, en el caso del film de Piñeyro, de la mirada de un niñocomo punto de vista narrativo, determina lo visible del conflicto socio-político; los infantiles ojos de Harry, el relator/protagonista, solo ven lasrepercusiones intrafamiliares del contexto histórico, lo que plantea el ale-jamiento de la política en la película.

Caetano realiza una excelente película que se instala en el interiorde un género, el de las películas de fugas; en la que no sólo hay referen-cias a la dictadura, sino que toma posición respecto de algunos debates

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existentes como ser la actitud de los sobrevivientes dentro de los camposo la relación entre militantes de distintas fuerzas políticas. En este film,el centro clandestino de detención vuelve a ser representado (como en La

noche de los lápices y Garage Olimpo), pero esta vez no es para saturar conel horror de la tortura o para significar el acto burocrático de los tortura-dores, sino que Crónica de una fuga busca representar cómo, en esa situa-ción excepcional, los valores de quienes están ahí se trastocan, lo buenoy lo malo se miden de otra manera: «Cuando alguien es maltratado encondiciones de cautiverio, carece de importancia dramática cuál puedaser la razón por la que una autoridad dio órdenes de llevarlo allí; salvoque uno quiera moralizar. (…) La moralidad de la Mansión Seré es lamoralidad de la excepción. Lo que los personajes hagan en tiempos nor-males no cuenta allí dentro»5.

En Los rubios, Albertina Carri produce un doble distanciamiento,tanto discursivo como formal, inaugura un nuevo lugar desde el cualhablar de la dictadura, el del hijo, el de una verdadera víctima que noparticipó de los acontecimientos, que no tiene responsabilidad algunapero que ha padecido directamente sus consecuencias. Una voz hasta esemomento casi ausente del discurso fílmico sobre la dictadura, en tantosujeto que expresa un nuevo punto de vista y que finalmente irrumpecon la autoridad y la violencia necesaria como para asegurarle un lugara su mirada. Los rubios produjo incomodidades, críticas y debates al cues-tionar discursos previamente establecidos, pero también por la radicali-dad de su ruptura formal. La película se instala conscientemente en ellímite de la ficción y el documental, construyendo para el espectador unlugar lo suficientemente perturbador, para que no pueda relajarse en laseguridad de sentimientos conocidos y tenga permanentemente que pre-guntase y pensar acerca de lo que está viendo. Los rubios es un ensayoacerca de la memoria, de la pérdida, y de la imposibilidad contar la pro-pia historia, de filmar Los rubios.

Tal vez la apropiación por parte del Estado de un discurso militanteacerca de la violación a los derechos humanos y el accionar de la justiciadurante estos últimos años —con la derogación de las leyes de Punto finaly Obediencia debida y el inicio de los juicios a ex represores— sea uno delos elementos que ha permitido el distanciamiento en los relatos cinema-tográficos para tomar como tema central la dictadura militar. Un distan-ciamiento que hace que el espectador ya no se sienta contemporáneo alos hechos, no hay necesidad de relatos que busquen explicar lo sucedidocon el objetivo de sumergirnos en todos los intersticios de una época,

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5. Schwarzböck, Silvia, Estudio crítico sobre Crónica de una fuga, Colección Nuevo Cine Argentino,Editorial Pic Nic, Buenos Aires, 2007.

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como lo son muchas de las películas anteriormente mencionadas. Sinembargo, este distanciamiento no busca una actitud tranquilizadora —deun pasado clausurado—, sino presentarnos situaciones, actitudes, temasque no son inherentes a la dictadura, sino que son cuestiones que puedenser pensadas también en el presente de nuestra sociedad.

Malvinas en el cine

Pocos han sido los directores argentinos que han tomado la guerrade Malvinas como tópico central para la realización cinematográfica.Muchos menos han sido las iniciativas de instituciones o productoras quepromovieron su presencia en el mundo del cine. Podemos pensar en variasrazones: la negación por parte de la sociedad de rememorar un hecho queinvolucró a todos los ciudadanos, el demorado espacio que ha tenido laproblemática en los organismos de DDHH, la apropiación de la «gestapatriótica» por los sectores más conservadores de la sociedad que han inhi-bido la emergencia de otros relatos, etc. Lo cierto es que resulta un temacomplejo no sólo porque se suma a las controversias por la memoria de laúltima dictadura militar sino también porque pone en escena las disputaspor la identidad nacional: ¿De quién es el recuerdo de Malvinas? Una pre-gunta que hoy en día sigue siendo central en los discursos que clausurancada acto conmemorativo del 2 de abril.

Más allá de esta situación, algunas de las producciones sobre Malvi-nas lograron tener cierta trascendencia social; si hace unos años nos pre-guntaban por una película sobre la guerra, inmediatamente decíamos Los

chicos de la guerra (Bebe Kamín, 1984). Hoy en día Iluminados por el fuego

(Tristán Bauer, 2005) seguramente ocupa ese lugar. Entre el primero y esteúltimo pasaron más de 20 años, en esos años la memoria de Malvinas algu-nas veces se sumó a los discursos propios de cada época; en otros momen-tos se mantuvo bajo el silencio absoluto; y también emergió para sostenerla «unidad de los argentinos».

Inmediatamente después de la experiencia bélica los testimonios de laguerra fueron recibidos con dolor por parte la sociedad. Los jóvenes estu-vieron en la escena del horror cometido por la FFAA. Como se presenta enla película Los chicos de la guerra, los jóvenes argentinos habían ido a las islassin preparación, sin equipamiento adecuado, pasaron frío y hambre, y fue-ron maltratados por los mismos militares que habían torturado y desapa-recido a otros miles de jóvenes. La figura de la víctima toma relevancia parasilenciar otros relatos de ex combatientes, que sostenían —y sostienen—que no fueron víctimas y que lucharon con orgullo para defender la patria.En este mismo sentido es que fue criticada Los chicos de la guerra por

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los propios protagonistas de la contienda: «La película no nos satisfaceporque nos representa como estúpidos e infantiles. No éramos tan inde-fensos e inofensivos como nos muestran. En ese momento estábamos dis-puestos a dar la vida y a matar»6.

Durante el menemismo, mientras el gobierno envió al olvido el pasadode la dictadura militar mediante la «reconciliación nacional» y los indul-tos, el recuerdo y conmemoración7 por la guerra de Malvinas se constituíacomo un intento de vigorizar la unidad de los argentinos. La frivolidadcon que el gobierno se presentó públicamente contagió a algunas de lasproducciones cinematográficas del momento: en el año 2000 se estrenóFuckland (José Luis Marqués), la película tuvo una importante difusión yfue presentada como la primera producción clandestina en las islas bajolos postulados del Dogma 95. El argumento presenta las ideas y vueltas deun joven que pretende conquistar isleñas para procrear futuros argentinos.Con un tono que se decía trasgresor, la película desvirtúa las cuestionesidentitarias y políticas para caer en un nacionalismo conservador y, sobretodo, sexista.

Finalmente, en el 2005, se estrenó Iluminados por el fuego. Del mismomodo que Garage Olimpo (Marco Bechis, 1999), Kamchatka (MarceloPiñeyro, 2002) o Crónica de una fuga (Adrián Caetano, 2006), Iluminados…

se sumerge en la ficción y se posiciona como una película más cercana adefinirse por el género bélico. Los mismos testimonios sobre la experien-cia vivida en el campo de batalla que imprimieron a Los chicos… vuelvena tener protagonismo, pero esta vez cargados de un presente trágico parala memoria de Malvinas: el suicidio de más de 300 ex combatientes. Las sen-saciones y el dolor de quienes estuvieron en las islas por la muerte de loscompañeros en la actualidad se fusionan con los vividos años atrás porlos caídos en combate.

Sobre la guerra de Malvinas se han realizado otros tantos films,muchos tuvieron poca trascendencia o fueron olvidados con el pasar delos años, como por ejemplo, Malvinas, historia de traiciones (Jorge Denti,1984), Los días de junio (Alberto Fischerman, 1985), El visitante (HéctorOlivera, 1999), Locos de la bandera (Julio Cardoso, 2005), No tan nuestras

(Ramiro Longo, 2005), entre otras. No obstante esta diversidad hay unacuestión que se reitera: pocos son los filmes que se animan a problema-tizar la cuestión del nacionalismo y los discursos patrióticos que hoy se ela-boran sobre el tema. Casi ninguno se pregunta cómo comprender y contex-

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6. Cita extraída de Rosana Guber, De chicos a veteranos. Memorias argentinas de la guerra de Malvi-nas, Buenos Aires, IDES/Antropofagia, 2005

7. Recordemos la inauguración en 1999 del enorme monumento «Gesta de Malvinas» en la localidadde Quequén en Necochea.

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tualizar Malvinas políticamente. Rescatar los testimonios de quienes estu-vieron y padecieron la guerra y que sufren aún hoy sus secuelas es significa-tivo para logar interpretar ese dolor y para mantener activa la memoria. Peroesa memoria no tiene sentido si no nos preguntamos y repreguntarnos porqué Malvinas, cuáles son significados cobra el recuerdo de la guerra en elpresente y qué disputas se ponen en juego al rememorar el hecho.

Para el aula: materiales de trabajo y sugerencia de actividades

Ejes y sugerencia de actividades

• Indagar en las diferentes maneras de representar el pasado en el cine.Reflexionar sobre las visiones contrapuestas sobre un mismo hechoo imagen.

• Debatir sobre el cine como parte de un proceso de construcción dela memoria.

• Reflexionar sobre la utilizacón del testimonio como fuente para elrelato del pasado.

• Analizar los diversos soportes de memoria: testimonios, fotos, filma-ciones, objetos, textos; fragmentos disímiles, discontinuados, inco-nexos, contradictorios.

1. DOS RELATOS SOBRE LA MILITANCIA

La memoria de la militancia política de los años sesenta y setenta, cons-truida principalmente a partir de testimonios y experiencias de la época, nosrevela aspectos tanto de la política y la sociedad de aquellos años como delpresente en que vivimos; entendiendo que en esa propia definición del pasadose disputa la mirada sobre el mundo de hoy. Sin embargo, dicho tema muycontadas veces es discutido en las escuelas o en otros ámbitos de la sociedad.

Las investigaciones académicas en torno a la militancia de Montone-ros, PRT-ERP y de otras de las tantas organizaciones que se gestaron en esosaños, comenzaron a tener fuerza recién a partir de mediados de los noventa.Generalmente, encontramos artículos o libros que tratan temas específi-cos (como la vida de un militante, los testimonios sobre un hecho puntualo una agrupación), y existen pocas producciones que elaboren una miradaglobal e integradora sobre dicha materia. El abordaje de cuestiones comola radicalización política, la violencia, la propuesta revolucionaria, las orga-nizaciones armadas, la estructura interna de las mismas, etc. está dandosus primeros pasos.

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Una de las organizaciones protagonista de la política en los setentafue Montoneros. Con respecto a este tema, proponemos trabajar con dosfilmes: Cazadores de utopías (David Blaustein, 1996) y Montoneros, una

historia (Andrés Di Tella, 1998) Si bien fueron estrenadas en un mismomomento de la historia argentina, estas películas construyen relatos dife-rentes sobre la militancia en el movimiento Montoneros. Aquí propo-nemos problematizar sobre las distintas miradas que pueden elaborarsea partir de una misma experiencia política pasada teniendo en cuentaque la elección de los testimonios de quienes vivieron aquellos años, laselección de las imágenes, de las fotografías, de los objetos, el posiciona-miento de la cámara, el sentido que se le atribuye a ciertas palabras, etc.que componen estas narrativas sobre el pasado —en este caso a travésdel cine documental— no son decisiones meramente caprichosas dequien dirige el film sino que intervienen en las propias disputas políti-cas del presente, siendo el espacio de la memoria, entonces, un espaciode lucha política.

Cazadores de utopías

Duración: 145 min. Color. Documental.Rodaje: año 1995. Estreno: 21 de marzo de 1996.

Director: David Blaustein.Producción: David Blaustein, Producciones Audiovisuales

y Gráficas.Música: Litto Nebbia, Joan Manuel Serrat.

Fotografía: Alejandro Fernández Moujan.Edición: Juan Carlos Macías.

Sonido: Abelardo Kuschnir.

Un enfoque testimonial de la trayectoria del Movimiento Montonero Argen-tino. Con un registro documental, el film analiza el recorrido del movimientoa través de entrevistas recientes a quienes militaron en sus filas, testimo-nios de otros referentes políticos y material de archivo.

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Montoneros, una historia

Duración: 86 min. Color. Documental.Rodaje: año 1995. Estreno: 26 de noviembre de 1998.

Director: Andrés Di Tella.Guión: Roberto Barandalla y Andrés Di Tella.

Producción: Roberto Barandalla.Música: Oscar Bertea.

Fotografía: Fabián Hofman.Edición: Juan Carlos Macías.

Sonido: Oscar Bertea.

Este documental cuenta la historia de Ana, una ex militante de Montone-ros. Basado en una larga entrevista a la protagonista y a otros militantesde la época, el film recorre toda su vida en clave con su militancia y conlos hechos políticos más importantes del momento.

Sobre las películas

Seleccionar fragmentos de los filmes para comparar y problematizaralgunos de los siguientes aspectos:

• ¿A partir de quién está contada la historia? ¿Quiénes son elegidospara dar testimonio? ¿Desde dónde surgen las preguntas sobre elpasado?

• ¿Cómo es relatada la relación política de los militantes con JuanD. Perón?

• ¿Qué relevancia se le da a la figura del Padre Mujica en cada filme? ¿Sele da importancia a la relación de los jóvenes con la religión católica?

• ¿Con qué sectores sociales se vinculaba Montoneros? ¿Qué ideas nostrasmiten los testimonios de los militantes del Movimiento VilleroPeronista en cada caso?

• ¿Qué nos dice cada filme sobre la elección de la violencia armadacomo vía de transformación de la sociedad? ¿Cómo era vivida lamuerte de los compañeros de militancia?

• ¿Cómo se llegaba a la decisión del paso a la clandestinidad en cadacaso? ¿Cómo se vivía esta situación?

• Analizar los testimonios sobre el momento de la detención de Ana(Montoneros…) y Graciela Daleo (Cazadores…) ¿Qué sensacionestrasmite cada uno? Comparar los elementos utilizados en cada caso(luces, decorado, voz, extensión del relato). Debatir con los alumnosen torno a las razones de cada elección.

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• Debatir sobre las valorizaciones que tiene cada filme sobre la orga-

nización Montoneros y qué disputas pueden visualizarse sobre este

tema en el presente.

Para investigar

Realizar entrevistas referentes políticos de la zona, docentes o pre-

guntar a familiares sobre cómo era vivida la política en aquella época, si

participaban o si se sentían representados en instituciones u organizacio-

nes políticas.

Analizar cómo son caracterizadas las mismas e indagar en las pala-

bras utilizadas por los entrevistados. Comparar el significado de estas pala-

bras con los testimonios de las películas.

Para pensar

Extraer las consignas orales que aparecen en los filmes (los cánticos)

y tratar de interpretar qué significaban en aquel momento.

Analizar cómo son usadas hoy las palabras trabajadas en los testimo-

nios. Indagar si hay disputas por las mismas, de qué manera y qué sentido

se le atribuye a cada una. Qué otros significados les damos a estos térmi-

nos a partir de nuestros intereses e inquietudes como jóvenes.

2. IDENTIDAD Y MEMORIA

Los siete años (1976-1983) que la dictadura militar ejerció el poder

en la Argentina pueden ser relatados desde muy diversas perspectivas. La

intención de reflexionar sobre ese pasado, ha producido distintos recortes

y variadas temáticas; una de ellas está referida a la construcción identita-

ria de los hijos de desaparecidos y asesinados por el terrorismo de Estado.

De las películas vinculadas a esta temática que se han producido en

los últimos años, hay dos que resultan especialmente significativas: Papá

Iván (María Inés Roqué, 2000) y Los rubios (Albertina Carri, 2003). Estos

films tienen la particularidad de estar dirigidos por hijas de militantes de

los años setenta y se constituyen como parte de una búsqueda identitaria,

en donde el pasado y el presente se entrelazan conformado un relato de

memoria.

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Papá Ivan

Dirección: María Ines RoquéPaís: Argentina y México

Año: 2000Duración: 55 minutos

Guión: María Inés RoquéFotografía: Hugo Rodríguez y Carlos Arango

Música: Pablo Flores Herrer

El film, realizado por María Inés Roqué, tiene como eje central la relacióncon su padre muerto, Julio Iván Roqué, militante montonero y dirigente delas Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), asesinado en 1977. MaríaInés Roqué tiene una historia sobre la cual construirse ella y construir supelícula, una historia dolorosa pero cargada de dediciones, elecciones ytraiciones: actos vitales cuyas consecuencias la directora sufre. Papá Ivanes la exposición de ese dolor y de la búsqueda de un sentido.

Los rubios

Argentina, 2003Dirección: Albertina Carri

Color, 89m.Intérprete: Analía Couycero

Guión: Albertina CarriMontaje: Alejandra Almirón

Sonido: Jésica SuarezJefe de producción: Paola Pelzmajer

Producción: Marcelo Céspedes y Carmen Guarini

Los rubios es un film que se sumerge en la imposibilidad de reconstruirla historia familiar personal de la directora/protagonista, cuyos padresestán desaparecidos. Carri se encuentra con un pasado que desarma,rearma y deja desordenado; no hay una búsqueda de la construcción deun relato que intente descifrar ese tiempo pretérito, sino navegar en lasausencias, en los recuerdos, el dolor, el silencio.

La película adquiere la forma de un documental sobre la filmación deuna película que no se realiza, un formato extraño que ayuda, desde la inco-modidad que genera, a desnaturalizar el vínculo que la cotidianeidad nosha llevado a construir con el horror.

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Sobre las películas

• Analizar en ambas películas las consecuencias de los acontecimientoshistóricos y su proyección en el tiempo.

• Indagar en las elecciones narrativas y estéticas que las directoras hanrealizado y comparar los caminos que cada una tomó.

• Sobre los testimonios: quiénes son entrevistados y de qué manerason utilizadas estas entrevistas. Analizar la unicidad en la construc-ción de memoria de ciertos grupos de identidad (los amigos y com-pañeros de militancia de los padres) y las elecciones de las directorasen cada caso.

• Indagar en la ficcionalización posible de las narraciones del pasado.Reflexionar en el film Los rubios a partir del relato que manifiesta lavecina que da lugar al título de la película.

• Cómo es construida la figura de los padres, a partir de qué elementos(libros, fotos, cartas, lugares, etc.), cómo son ordenados los mismos,qué jerarquías tienen en el film. Qué otras voces encontramos quehablan de sus padres, cómo son usadas en la película.

• ¿Encontramos en los films reflexiones sobre la política de DerechosHumanos en el presente? ¿Por qué?

• Extraer en cada film las preguntas que explicitan las directoras. ¿Cuáles la búsqueda de cada una? ¿Qué reflexiones finales al respectoencontramos en cada caso?

Para investigar

Buscar en diarios, revistas de la localidad o nacionales, críticas sobrelas películas. O entrevistar a militantes de HIJOS o de organismos de DDHHy preguntarles qué opinan sobre los films. Cuáles son los fundamentos decada uno, desde qué posiciones analizan estos relatos. Reflexionar sobrelas diferentes miradas y posturas al respecto.

Investigar sobre la agrupación HIJOS, quiénes participan, cuáles sonlos reclamos sobre el pasados, qué actividades políticas realizan. Compa-rar con las propuestas trabajas en las películas.

Para pensar

• Reflexionar sobre las películas que vemos habitualmente, ¿Cómoson caracterizados los jóvenes? ¿Se sienten identificados con esospersonajes? ¿En qué aspectos? ¿Están de acuerdo con esas represen-taciones? ¿Cambiarían algo de esas producciones?

• Filmar 1 minuto en forma individual (con celulares, cámaras digita-les u cualquier soporte) alguna situación, imagen u objetos que losdefinan, que digan quienes son. Identificar qué aspectos tienen quever con una experiencia individual o cuáles con un contexto social

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determinado, qué cuestiones están atravesadas por una historia fami-liar, qué otros por características propias de su generación. Reflexio-nar sobre el proceso de construcción identitaria y la dimensión crea-tiva de la imagen.

Bibliografía sugerida

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Buenos Aires, 2004.———«Una crítica en general y una película en particular», en revista

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SÁNCHEZ BIOSCA, Viente, Cine de historia, cine de memoria. La representación

y sus límites, Ediciones Cátedra, Madrid, 2006.SARTORA, Josefina y Silvina RIVAL (eds.) Imágenes de lo real. La representa-

ción de lo político en el cine documental argentino, Libraria, BuenosAires, 2007.

SCHWARZBÖCK, Silvia, Estudio crítico sobre Crónica de una fuga, ColecciónNuevo Cine Argentino, Editorial Pic Nic, Buenos Aires, 2007.

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ÍNDICE

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Introducción ......................................................................................................................................................... 7

Por Sandra Raggio y Samanta Salvatori

PRIMERA PARTE

Los años de la dictadura militar (1976-1983) ................................................................ 13

Por Sandra Raggio

El surgimiento del movimiento de derechos humanos:

el reclamo por Verdad y Justicia (1976-1983) ............................................................... 25

Por Dolores Béjar y Sandra Raggio

La educación durante la última dictadura militar ................................................. 47

Por Martín Legarralde

Censura cultural y dictadura .......................................................................................................... 69

Por Verónica Delgado, Margarita Merbilháa, Ana Príncipi,

Geraldine Rogers y Sergio Pujol

Los medios de comunicación y la dictadura (1976-1983) ............................... 87

Por Carlos Gassmann

Cine argentino y dictadura ............................................................................................................ 107

Por Mariana Amieva, Gabriela Arreseygor, Raúl Finkel y Samanta Salvatori

La última dictadura militar en imágenes ...................................................................... 119

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SEGUNDA PARTE

Memorias de la dictadura (1983-2006) ............................................................................ 137

Por Sandra Raggio y Samanta Salvatori

Los primeros años de la democracia.

Del Nunca Más a los Indultos ..................................................................................................... 141

Por Sandra Raggio y María Dolores Béjar

¿Qué hacer con el pasado?

La construcción de la Verdad y la sanción a los responsables ............... 145

Por María Dolores Béjar

La justicia silenciada (1986-1990) .......................................................................................... 175

Por María Dolores Béjar y Mariana Amieva

Las grietas en la impunidad ............................................................................................................ 193

Por María Dolores Béjar y Mariana Amieva

Por el camino de la Justicia ............................................................................................................. 213

Por María Dolores Béjar y Mariana Amieva

Contra la impunidad y el olvido (2002-2006) ............................................................ 229

Por Margarita Jarque

Los medios de comunicación

y la memoria del horror (1983-2006)................................................................................... 249

Por Carlos Gassmann

Literatura y memoria ............................................................................................................................. 269

Por Verónica Delgado, Margarita Merbilháa, Ana Príncipi y Geraldine Rogers

Cine y memoria (1983-2006)......................................................................................................... 287

Por Mariana Amieva, Gabriela Arreseygor, Raúl Finkel y Samanta Salvatori

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