Comentario a La Ley 27194

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Comentario a la Ley 27.192 1. Palabras iniciales La sanción de la Ley 27.192 viene a cubrir un enorme vacío dejado desde la propia elaboración de la Ley Nacional de Armas y Explosivos, que allá por 1973 – y luego con la reglamentación del Decreto 395/75 – que puso en marcha lo que se denomina “sistema de control de armas y explosivos, que tiene que ver con el real control civil sobre lo que se conoce como “materiales controlados”. Ya desde la propia creación y puesta en vigencia del sistema, el organismo rector era y aun hoy lo es – es –, el Registro Nacional de Armas (RENAR). Originariamente puesto en orbitas castrenses – formaba parte del Comando de Arsenales del Ejercito. Recién en 1991 pasa al Ministerio del Interior y diez años después comienza a ejercer las atribuciones y funciones que la LNAyE le había asignado a la Dirección General de Fabricaciones Militares. Hoy en día el RENAR depende orgánicamente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Sucintamente, el origen del sistema fue puesto bajo la égida militar, dado que por aquellas épocas se pensaba que el control del sistema de fuego y explosivos del país debía manejarlo el ejército – téngase en cuenta el contexto político de aquellos años -, lo que después de la triste experiencia antidemocrática y de terror que vivió nuestro país entre 1976 y 1983, hizo rever aquel esquema y reubicó el control de armas y explosivos en manos civiles, jerarquizando, por sobre todo, el rol del control estatal en materia de armas de fuego, explosivos y materiales controlados. Los cruentos atentados a la sede de la Embajada de Israel en nuestro país y a la sede porteña de la AMIA – en 1992 y 1994 – así como la explosión de la Fábrica Militar de Río Tercero, evidenciaron la falta de control que existía en materia de,

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Comentario a la Ley 27.192

1. Palabras iniciales

La sanción de la Ley 27.192 viene a cubrir un enorme vacío dejado desde la propia elaboración de la Ley Nacional de Armas y Explosivos, que allá por 1973 – y luego con la reglamentación del Decreto 395/75 – que puso en marcha lo que se denomina “sistema de control de armas y explosivos, que tiene que ver con el real control civil sobre lo que se conoce como “materiales controlados”.

Ya desde la propia creación y puesta en vigencia del sistema, el organismo rector era y aun hoy lo es – es –, el Registro Nacional de Armas (RENAR). Originariamente puesto en orbitas castrenses – formaba parte del Comando de Arsenales del Ejercito. Recién en 1991 pasa al Ministerio del Interior y diez años después comienza a ejercer las atribuciones y funciones que la LNAyE le había asignado a la Dirección General de Fabricaciones Militares. Hoy en día el RENAR depende orgánicamente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.

Sucintamente, el origen del sistema fue puesto bajo la égida militar, dado que por aquellas épocas se pensaba que el control del sistema de fuego y explosivos del país debía manejarlo el ejército – téngase en cuenta el contexto político de aquellos años -, lo que después de la triste experiencia antidemocrática y de terror que vivió nuestro país entre 1976 y 1983, hizo rever aquel esquema y reubicó el control de armas y explosivos en manos civiles, jerarquizando, por sobre todo, el rol del control estatal en materia de armas de fuego, explosivos y materiales controlados.

Los cruentos atentados a la sede de la Embajada de Israel en nuestro país y a la sede porteña de la AMIA – en 1992 y 1994 – así como la explosión de la Fábrica Militar de Río Tercero, evidenciaron la falta de control que existía en materia de, paradójicamente, los materiales controlados y los explosivos. En este norte, en el año 2004 la Ley 25.938 creó el Registro Nacional de Armas de Fuego y Materiales Controlados, dentro del RENAR y la Ley 26.216 terminó por reconocer el mal funcionamiento y la falta de control reinantes en el marco del sistema, declarando la emergencia nacional en la materia. A esto se sumaron los compromisos internacionales asumidos1 y la evolución tecnológica, que iba evidenciando la necesidad constante de ampliar los horizontes (armas electrónicas, químicas, bacteriológicas, precursores).

Todo este esquema a su vez demandaba recursos humanos cada vez más numerosos. Al igual que sucediera con otros entes dependientes de los ministerios (RENAPER, RNPA, RPI), la Ley de Entes Cooperadores ha jugado un rol central,

1 Un ejemplo claro es la Convención Interamericana contra la Fabricación y el Tráfico Ilícito de Armas de Fuego, Municiones y Explosivos y otros Materiales Relacionados (CIFTA), sancionada por la Asamblea General de la OEA en 1997 e introducida en nuestro país mediante la Ley 25.449. Otros ejemplos son el Programa de Acción de las Naciones Unidas para Prevenir, Combatir y Eliminar el Tráfico Ilícito de Armas Pequeñas, o el Tratado Internacional sobre el Comercio de Armas de 2013.

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dado que hoy en día, casi el 80% del personal de estos organismos autárquicos pertenece a la modalidad de “contratado por el ente cooperador”, lo que es una práctica distorsiva del régimen laboral genuino, ya que el personal debería ser contratado directamente por el organismo, en relación de dependencia ordinaria.

De esta forma, el RENAR se convirtió en la agencia estatal madre en lo que se refiere a la recolección y análisis de información relativa a la temática, así como también en la principal aglutinadora de recursos humanos del sistema y en el organismo de control por definición. Así, debe necesariamente nutrirse de datos, los cuales le son suministrados, en esencia, por las diferentes agencias judiciales a lo largo de todo el país, en cada oportunidad en que se toma conocimiento de la existencia de un arma de fuego, un explosivo o un material controlado. Esta Ley viene a reencausar el sistema de control, intentando concederle a esta autoridad de aplicación de los elementos necesarios para poder cumplir con lo señalado y no naufragar en un mar de dudas y burocracia.

2. Análisis de la Ley

En primer lugar, la norma despide al “Registro Nacional de Armas” y da la bienvenida a la Agencia Nacional de Materiales Controlados, como ente descentralizado y autárquico del Ministerio de Justicia, que aplica, controla y fiscaliza todo lo relacionado a la Ley Nacional de Armas y Explosivos. Asimismo, se le concede a la ANMAC la facultad de participar en el desarrollo de la política criminal de la materia en un verdadero enfoque multiagencial, como única forma reconocida de lucha contra la violencia armada.

La ANMAC, como sustituto del RENAR, toma su posta y amplía su campo de actuación y se convierte en el organismo nuclear de la temática, funcionando como núcleo de todo el sistema prevención y lucha contra la violencia armada y todo el circuito de vida de armas de fuego, municiones y explosivos irregulares. Así, centraliza el registro, autorizaciones, control y fiscalización de toda actividad vinculada a estas temáticas.

Como novedad, se crea el Banco Nacional de Materiales Controlados, el que será administrado por la ANMAC y todo ello confluye en un gran y único sistema de registro, que se denomina “Registro Único de Materiales Controlados”, que agrupa a personas físicas y jurídicas, materiales, instalaciones y establecimientos

Desde lo institucional, la ANMAC debe relacionarse con todas las agencias judiciales, policiales, estatales, locales y extranjeras, a fin de asegurar el control, registro y destrucción de materiales, y la adecuada circulación de información para la implementación de políticas públicas – de hecho, formula el llamado “Plan Nacional Estratégico”.

Párrafo aparte merece destacarse la autonomía que se le concede al organismo, ya que su cabeza jerárquica, el Director Ejecutivo, tiene rango de subsecretario de Estado, designado por el Poder Ejecutivo. Esto, de por sí, otorga una capacidad

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operativa que el propio RENAR no tenía y que es vital para, fundamente, un adecuado control y desarrollo de políticas públicas. En este último sentido, se destaca también la creación del Fondo de Promoción de las Políticas de Prevención de la Violencia Armada, en el ámbito de la ANMAC, financiado con los fondos de la Agencia, destinado a financiar programas, capacitación, investigación, no pudiéndose destinarse para otros fines distintos.

Como último punto a resaltar, se reconoce legalmente la existencia de tres tipos de contrataciones laborales de los recursos humanos de la Agencia: el personal contratado por la ya referida Ley de Entes Cooperadores, el personal de planta transitoria contratado por el Ministerio, y el personal de planta permanente contratado por el Ministerio.

Finalmente, a modo de corolario, destacamos que el legislador haya tomado en cuenta la necesidad y la urgencia en contar con un sistema de registro y control en lo relacionado a armas de fuego, municiones y explosivos, así como en el desarrollo e implementación de políticas públicas y programas de capacitación y concientización. La mera presencia de un arma de fuego o de un explosivo, por más noble que sea su uso, de por sí implica una tensión y una violencia latente que el Estado, necesariamente, debe controlar, reducir y en lo posible, evitar.