Cómo enseñar historia

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Cómo enseñar historia?La Historia comienza —y con frecuencia termina— con preguntas, problemas, acertijos, curiosidades y misterios. Como maestros de historia trabajamos en retrospectiva con hechos reales pero inexistentes, partiendo de los acontecimientos dados hacia las preguntas que los provocaron, en forma inversa, partiendo de los objetivos dados hacia los grandes interrogantes históricos. Hay que hacer la historia interesante a la población, para hacer la historia algo vivo, algo presente en nuestras vidas, para aprender de ella y evitar que se repita. La historia hay que hacerla asequible a todos. Hay que acercarla a los jóvenes ya que son ellos los que tienen que hacerla, reconstruirla, aprender de los errores del pasado y ser críticos. Tradicionalmente, en la enseñanza de la Historia los alumnos han tenido un papel bastante pasivo. Lo que proponemos desde aquí es convertir la clase de Historia en un pequeño laboratorio. Este nuevo profesor debería ser un buen conocedor de los materiales multimedia buenos y útiles publicados en la red. Si esto no es así estamos condenados a repetir una y otra vez cosas hechas ya por otros docentes en alguna parte del mundo. El conocimiento de lo que ocurrió, tiene como objetivo principal introducir elementos que permitan manejar la proyección del futuro y resolver los problemas que hoy se experimentan. La historia no sólo es el encuentro con el pasado, sino la posibilidad de entender el presente, conjugando sus múltiples y diversos procesos. Es deber de todo aquel que enseña historia, preguntarse acerca de su relación con el proceso histórico en si e imaginar futuros posibles y así, incentivar a sus alumnos a desarrollar en la medida de sus posibilidades a hacer lo mismo, invitándolos a cuestionarse sobre el porqué de cada hecho y sus posibles consecuencias en distintos ámbitos. Incluso, si es posible, encontrar coyunturas similares en su forma o fondo entre los procesos del pasado y el presente. Enseñar historia no implica comprometer al alumno a memorizar las líneas del tiempo sobre personas, episodios o instituciones del pasado nacional o mundial, sino a interpretarlos y ubicarlos en un tiempo y espacio determinados, por medio de la reflexión, el cuestionamiento y el debate sobre los problemas humanos reales a los que se enfrentaron los protagonistas de un curso histórico averiguado y sobre la postura que asumieron ante los sucesos, en el sitio específico donde acaecieron. Es indispensable enseñar la historia como una asignatura formativa en el desarrollo de habilidades; hay que verla como objeto de enseñanza de manera que el educando aprenda los principios y actitudes presentados como objeto de conocimiento en la medida que se les introduzca en los procesos de investigación que ejercen los historiadores. El alumno debe interactuar; puede y debe preguntar por qué importa tal o cual periodo o vestigio, etc. El respeto de la continuidad del proceso histórico incitara a los alumnos a participar para que, desde el conocimiento del pasado descubran el significado de los acontecimientos que se estudian en el presente de las clases. Participación que les será facilitada por el dominio de las herramientas de una historia dinámica: mapas del tiempo y del espacio, las estructuras, las coyunturas, los procesos entre ellos los revolucionarios y, finalmente, la del campo social. La historia debe enseñarse de una manera no memorística. Por el contrario, hay que buscar una historia entretenida, comprensiva, ubicar al estudiante frente a los acontecimientos del pasado y ayudarlo a comprender cuales fueron las decisiones que tomaron las sociedades del ayer y entienda su problemática y obtener una lección para las sociedades actuales y

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que anticipe los problemas del futuro. La enseñanza debe propender a que cada alumno forme en su cabeza una línea del tiempo que le permita ubicarse frente a lo de ayer y lo de mañana. La historia no es individual, no son personas, son grupos sociales los que protagonizan la historia.