Como liberar el poder de Dios en tu vida

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COMO LIBERAR EL PODER DE DIOS EN TU VIDA. JUAN COBOS "NUESTRA FE, ES PARA DIOS LA VICTORIA, EL ÉXITO Y LOS RESULTADOS"

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"Con un lenguaje sencillo y profundo, Juan Cobos explica la palabra de Dios de una manera amena y eficaz. Por lo cual recomiendo ampliamente la lectura de este libro que será de gran bendición para su vida." Rev. Roberto Salgado M.

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COMO LIBERAR EL PODER DE DIOS EN TU VIDA.

JUAN COBOS

"NUESTRA FE, ES PARA DIOS LA VICTORIA,

EL ÉXITO Y LOS RESULTADOS"

Cobos, Juan

De la serie: Consejos Prácticos para una vida en Victoria.Cómo Liberar el Poder de Dios en tu Vida. – 1ª ed. – México: Viviendo en la Palabra Editores, 2010.104 p. ; 17x10.5 cm.DEBOLSILLOISBN 978-607-00-3454-1

VIDA CRISTIANA - CRECIMIENTO ESPIRITUAL - GENERAL.

Diseño de portada: Tania Reyes - Mitad Gráfica. www.mitadgrafica.comDiseño de interior: Mariana Sauna.Diseño editorial: Miguel Ángel Cruz.Revisión de estilo: Blanca Rodríguez.Fotografía: Sergio Montes. www.sergiomontes.com

Impreso por Logos Impresores. Agricultura 42-C Edo. De México.En el mes de septiembre de 2010.

No se autoriza la reproducción de este libro ni de partes del mismo en forma alguna, ni tampoco que sea archivado en ningún sistema o transmitido de manera alguna ni por ningún medio –electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otro– sin permiso previo escrito de la casa editora, con excepción de lo previsto por la ley de derechos de autor.

A menos que se indique lo contrario, todos los textos Bíblicos han sido tomados de la versión Reina-Valera, de la Santa Biblia, revisión 1960.

Copyright © 2010 por Juan Cobos Alarcón.Todos los derechos reservados.ISBN 978-607-00-3454-1

Impreso en México / Printed in México

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Seguramente cuando lean este libro, Él Señor hablará a su vida de una manera muy clara. Ya que contiene riqueza espiritual y muchosprincipios que encontramos en la Biblia y que traerán fortaleza y bendición a su vida.

Rev. Alberto Esquivel R.

"Con un lenguaje sencillo y profundo, Juan Co-bos explica la palabra de Dios de una manera

amena y eficaz. Por lo cual recomiendoampliamente la lectura de este libro que será

de gran bendición para su vida."

Rev. Roberto Salgado M.

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ÍNDICE

NO TE DETENGAS, HAY QUE SEGUIR AVANZANDO ....................10

CAMBIA TU MANERA DE HABLAR ....................................................18

HABLA CON FE ........................................................................................24

NECESITAS INCREMENTAR TU FE ....................................................30

TÚ NECESITAS FE ...................................................................................36

EN UN MUNDO DE CAOS DEBES TENER SEGURIDAD ................41

ATRÉVETE A CREER Y A CREERLE A DIOS ....................................46

A TODA HORA .........................................................................................52

PARA EL QUE CREE TODO ES POSIBLE.............................................58

LA EXPERIENCIA ....................................................................................65

TUS EMOCIONES, UN OBSTÁCULO PARA TU FE ..........................71

FE PROPIA Y NO PRESTADA ................................................................78

HAY QUE ALIMENTARNOS ..................................................................84

¿TIENES ALGO PARA HEREDAR?........................................................90

NECESITAS PROTECCIÓN.....................................................................97

REFLEXIÓN..............................................................................................103

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Este libro que tienes en tus manos es muy valioso para tu vida espiritual si aplicas los principios de fe que en él encontrarás. El autor se ha esme-rado en plasmar principios fundamentales de la Palabra de Dios y ha dejado que el glorioso Espíritu Santo le guíe a poner de manera clara algunas vivencias que servirán de reflexión para todos los que emprendan la lectura de este libro. En esta obra encontrarás muchos consejos que serán la base de una vida poderosa en Cristo.

Conocerás un cúmulo de promesas que se en-cuentran en la Palabra de Dios, que como afirma el autor, son puertas que cuando se creen se con-vierten en puertas abiertas que traen bendición, seguridad y esperanza y tu fe se retroalimentará. Recomiendo este libro para que sea leído por todo cristiano que desee un avance diario en su vida espiritual. Especialmente es para quienes es-tán atravesando por crisis de desaliento debido a tropiezos causados por personas que de manera

PRÓLOGO

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voluntaria o involuntaria los han esclaviza-do a una vida de fracaso y desánimo. El lector encontrará promesas de Dios que le levantarán de ataduras espirituales para que dejando atrás su pasado emprendan un nuevo caminar en Cristo para que él vuelva abrirles caminos en el desierto y ríos en la soledad como dice el profeta Isaías: “No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad” (Isaías 43:18-19).

Gracias Juan por esta obra tan valiosa. Dios te siga bendiciendo en todas las áreas de tu vida.

—Rev. Máximo García Pérez.

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Consejos prácticos para una vida en Victoria. En esta serie de libros el autor comparte sus vi-vencias de una manera sencilla y clara. Da tes-timonio de lo que Dios ha hecho en su vida para que así como Jesús lo llenó y lo transformó por medio de la fe, el lector acepte los recursos que Dios ha provisto en su Palabra y se llene de fe al abrir sus ojos espirituales.

Todos necesitamos crecer en la fe ya que siem-pre que Dios imparte fe divina, ésta se mezcla con lo que cada uno creemos de nosotros mis-mos. Muchos creyentes fracasan y se estancan en su crecimiento ya que creen en Dios pero no creen que puedan lograr todo lo que se propo-nen.

La religión nos ha enseñado a creer en Dios pero no en nosotros. Ciertamente somos peca-dores redimidos, pero la religión muchas veces nos ha hecho sentir que no valemos nada, que somos como insectos, incapaces de lograr algo.

INTRODUCCIÓN

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Hay ciertos líderes que hasta te hacen sentir que si te alejas de ellos nada te saldrá bien. Y eso es totalmente falso.Tú vales el alto precio que pagó la sangre de Cristo. Somos más que vencedores y esto no es por causa nuestra, sino por el poder maravilloso y la fe que Dios ha depositado en ti. Los creyentes necesitamos incrementar nuestra fe, pero también nos hace falta tener fe en noso-tros mismos.

La confianza en uno mismo no es autoexalta-ción, no es echarse fanfarrias, no es narcisismo, no es autopromoción o autodesprecio de los de-más (en algunos casos). Fe en uno mismo es co-nocer y manifestar la identidad que tenemos en Cristo Jesús. Tú eres un hijo de Dios lleno de la fe que él te regaló cuando reconociste a su Hijo al que había enviado. Así que atrévete a creerle a Dios y también a tener confianza en ti.

A Jesús, el autor y consumador de la fe…

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NO TE DETENGAS, HAY QUE SEGUIR

AVANZANDO

�Y EL ÁNGEL DEL SEÑOR SE LE APARECIÓ, Y LE DIJO:

EL SEÑOR ESTÁ CONTIGO, VARÓN ESFORZADO Y VALIENTE.

JUECES 6:12.

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Dios siempre está dispuesto a llevarnos de la mano para alcanzar sus promesas. Por consiguiente, cuando nos convertimos a Cristo de todo corazón, Él deposita fe en nuestra vida ya que la fe es un regalo de Dios. Nos da fe para ver realizados nuestros sueños y para alcanzar esas promesas que ha preparado para todos sus hijos. ¿Cuál es tu nivel de fe? ¿Has incrementado tu fe desde que te convertiste a Cristo? ¿Has hecho que la fe que Dios te dio vaya en aumento o tienes la misma fe de cuando recién te convertiste? ¿Dónde te estancaste con tu fe? ¿En qué momento se quedó detenida?

En diferentes momentos de nuestra vida en Cristo vamos a tener encuentros con nuestro Señor. Dios se hará presente a través de las luchas por las cuales estarás pasando. Lo verás en esos problemas que estás enfrentando. Las luchas te van a obligar a utilizar tu fe para seguir creyendo. De otro modo, si te resistes a luchar perderás la oportunidad de ver la mano poderosa de Dios obrando a tu favor. Y de igual modo perderás la oportunidad de ver que esa necesidad, sea cual sea, te ayudará aumentar tu fe. Cuando el ángel del Señor se le apareció a

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Gedeón, le dijo: “El Señor está contigo, varón esforzado y valiente. Ah, Señor mío, si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó el Señor de Egipto? Y ahora el Señor nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los Madianitas. Y mirándole el Señor le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los Madianitas. ¿No te envío yo?” (Jueces 6:12-14).

Con toda seguridad lo primero que Dios te va a restaurar es la estima propia porque es precisamente lo que el diablo te va a lastimar. Todos nosotros tenemos una manera de vernos y esa manera de percibirnos determina cómo vamos a funcionar. Dondequiera que vamos y ante cualquier circunstancia, reproducimos esa imagen que tenemos de nosotros mismos.

Lo primero que Dios te va a restaurar es tu estima.

Hoy vivimos épocas de gran violencia, de jóvenes muy agresivos que tienen su estima destruida, porque el diablo sabe que cuando daña la

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estima está lastimando toda la capacidad que tienes para lograr lo que Dios te prometió.

Romanos 12:3 dice: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga

más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que

Dios repartió a cada uno”.

En este texto el apóstol Pablo dice que uno piense de sí mismo conforme a la medida de la fe que Dios le haya dado. Pero ¿Qué tiene que ver la fe con la estima? Pablo dice que tú tienes que verte, apreciarte y tener un concepto de ti, de acuerdo a la medida de tu fe. Significa que cuando Dios te restaura la estima no lo hace a través de aplausos, sino a través de la fe: a más fe, más estima; a más estima, más conquista. Cuando Dios va a tratar tu estima, no lo hace con la medida de tus logros ni de tus éxitos, sino de tu fe.

¿Cuánta fe tienes? ¿Te das cuenta cuánto significas

para Dios que mandó a su único Hijo a morir por ti?

El evangelio de Juan en el capítulo quince nos

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enseña que existen tres niveles de fruto. Así como en los frutos hay niveles, los hay también en la fe (Santiago 2:26). Dios anhela inyectarte fe. Los diferentes niveles de fe son: poca fe, fe, mucha fe; fe grande. Dios trabajará en tu vida para aumentar tu nivel de fe, porque de acuerdo al nivel de fe que tengas será tu nivel de estima. Y de acuerdo a tu nivel de estima será tu nivel de conquista.

Muchos creyentes afirman tener un Dios gran-de. Sin embargo, el creyente que cree tener un Dios grande, debe saber que entre más crea y confíe en un Dios grande, mayores serán los problemas porque mayores serán las soluciones y por consiguiente su fe crecerá.

Ahora bien, si quieres conquistas grandes yextraordinarias, Dios tiene que levantar tu estima. Pero para que Dios levante tu estima, necesita inyectarte fe. Pablo dijo: “cada uno pien-se de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”. (Romanos 12:3) dando a entender que necesitamos pasar al próximo nivel de fe. Mi nivel de fe marcará mi nivel de estima; mi nivel de estima marcará mi nivel de conquista.

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Tenemos que practicar la fe. 1 Juan 5:4 dice: “Y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”. Este pasaje revelador, afirma que la victoria es la fe. Si yo tengo fe, tengo la victoria. Para Dios tener victoria no es tener dinero. Para Dios, victoria es tener fe. Fracasar, para Dios, no es equivocarte; es que no tengas fe. Por eso cuando tienes fe, estás en victoria, porque tu victoria es tu fe. Cuando Dios levanta tu estima, él habla de fe. Porque a más fe, más estima; a más esti-ma, más conquista. En definitiva, lo único que necesitamos es más fe.

No lo olvides, nuestra victoria es nuestra fe.

Y la gran pregunta entonces es, ¿cómo viene la fe? ¿Dónde la puedo adquirir? ¿Cuánto tiempo debo esperar para tener fe? “La fe viene por el oír y el oír por la palabra...” (Romanos 10:17). ¿Por qué Pablo repite aquí dos veces la palabra oír. ¿Por qué no la utiliza una sola vez? Además, no uti-liza un tiempo verbal futuro como “oirás”. Allí textualmente aparece dos veces el oir y el oir. “La fe viene por el oír y el oír...” lo que significa que tu nivel aumenta por la receptividad, es decir, tu capacidad de recibir.

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Un mentor, un líder o el pastor te puede dar la palabra, pero el oír y el oir depende de ti. ¿Qué es el oír? Tan sencillo como escuchar. ¿Y qué es el oír y el oír? Es cuando tú dices: ¡Wow! A ver, a ver, dímelo otra vez; lo quiero anotar, lo quiero marcar, aprenderlo, repetirlo, ¡por favor dímelo otra vez! Eso es oír y oír. Es querer aprender, anotarlo y llevarte lo que Dios tiene para ti. De ahí viene la fe. Dios quiere que meditemos de día y de noche en su Palabra.

Cuántas veces has dicho: Dios acuérdate de mí. Ya han pasado muchos años, necesito tu respuesta, tu ayuda, tu milagro en mi vida. Gedeón estuvo siete años en una cueva (Jueces 6:1) pero vino Dios y le dijo: “Varón esforzado y va-liente, ¡así me gusta! ¡Lo hiciste como los grandes! Es más, ¡voy a dar la orden de que escriban un libro donde tu ejemplo estimule y haga avanzar a todos aquellos que en mí crean! Con esa fuer-za que tienes vas a vencer y yo estaré contigo”. Porque Dios nunca escucha a la baja estima. Tú le dices: “Padre estoy solito, nadie me quiere, no tengo una familia. ¿Por qué me pasa todo esto?”. Pero Dios no escucha esas palabras sino que te inyecta fe. Porque cuando tu fe crezca, aumen-tará tu autoestima. Hay que creerle a Dios.

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El oír y el oir depende de ti.

Así que no te calles y habla con Dios. Ponte de acuerdo con Él. Dios quiere que le digas incluso lo que no te gusta y hasta si estás enojado y que no estás conforme. La Biblia nos muestra en el li-bro de Jueces cómo en cinco minutos de diálogo, Gedeón canceló sus siete años de pérdida. Por eso hoy debemos oír y oír. Le vamos a echar ga-nas a lo que Dios nos va a decir y saldremos de la cueva. Cancelaremos años y años de maltrato y de dolor y llegaremos a lo que Dios nos prometió.Ahora el diablo sabrá quién eres. Y si el diablo ya sabe quién eres, ahora vas a conquistar la tierra en el nombre de Jesús. Oír y oír; echar-le ganas, atención, subrayar, estudiar, apren-der; deseos de buscar más fe. Porque a más fe, más estima; a más estima, más conquista.

Prepárate para conquistar

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CAMBIA TU MANERA DE HABLAR

�DE UNA MISMA BOCA SALEN BENDICIÓN Y MALDICIÓN.

HERMANOS MÍOS, ESTO NO DEBE SER ASÍ.

¿PUEDE ACASO BROTAR DE UNA MISMA FUENTE

AGUA DULCE Y AGUA SALADA? HERMANOS MÍOS,

¿ACASO PUEDE DAR ACEITUNAS UNA HIGUERA

O HIGOS UNA VID? PUES TAMPOCO

UNA FUENTE DE AGUA SALADA

PUEDE DAR AGUA DULCE.

SANTIAGO 3:10-12 (NVI)

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A los que aman a Cristo todo les ayuda para bien (Romanos 8:28). Cada uno de los proble-mas a los que te enfrentes tienen su peculiari-dad y no puedes resolverlos todos de la misma manera. Ya que cada uno es distinto la mane-ra de resolverlos también lo es. ¿Te ha pasado alguna vez que las situaciones que atravesabas te hicieron dudar de tu fe? Si te ha ocurrido, ¡bienvenido al planeta tierra! Es común que cuando a un creyente le vaya mal lo primero que diga es: “Huy, no entiendo cómo me está pasando esto. ¿Qué voy a hacer? Señor, ¿dónde estás?”. Dios está siempre. No te preocupes por eso. Tranquilo, lo que Dios quiere es que hagas lo que tienes que hacer: suelta palabras de fe.

Como ya dijimos, fe es el lenguaje de Dios, por lo tanto, si hay fe, hablarás lo que Dios habla, lo cual te asegura que la solución vendrá de inme-diato. No importa las veces que dudes, porque a medida que tu fe crezca, la duda se desvane-cerá y solo te manejarás en fe. Cuando cambia tu manera de hablar y obtienes lo que anhelas, comprendes que solo necesitas soltar una pala-bra de fe. La vida ya no te tomará por sorpresa porque ya sabrás qué hacer cuando estés pasan-do por esos momentos difíciles a los cuales te en-

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frentas o te enfrentarás tarde o temprano. Deja que Dios llene tu corazón.

Si hablo lo que Dios habla, la solución llega de

inmediato.

Si estás pasando por un problema, el proble-ma que tienes necesita una palabra de fe. Si a tu necesidad no le pones una palabra de fe, estarán a la deriva el problema y tú. La pala-bra de fe cuestiona tu problema. Es decir, no se pone de acuerdo con el problema. Deja que tu fe cuestione la situación. No te dejes aplas-tar por lo malo que te está pasando y deja que Dios intervenga en ese problema que te ha qui-tado el sueño y las ganas de vivir. Levántate, ponte de acuerdo con tu Dios y deja que tu fe se levante con fuerza en medio de la debilidad.

Cada vez que atravieses un momento di-fícil y no sueltes una palabra de fe, estarás yendo y viniendo por no decidirte a creer lo que Dios te ha prometido. Si hay prueba, hay solución. Solo necesitas activar la fe que Él puso y pone dentro de ti. Dios está trabajan-do en nosotros y las pruebas que tenemos las

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superaremos porque están directamente re-lacionadas a la medida de la fe que tenemos.

Si tengo un problema, tengo la fe suficiente para

conquistarlo.

Cuando empiezo a creer en la fe, mi fe comien-za a cuestionar mis problemas. Tal vez estos problemas sean muy grandes, pero no olvides que es porque tu fe ha crecido y por lo tanto tu fe se parará delante de la pobreza y le dirá: “Pobreza no tienes poder sobre mí”. Y tu boca soltará palabras de fe delante de la enferme-dad y determinará: “No tienes dominio so-bre mí”. Tengo una amiga que pasó tiempos muy difíciles y los médicos no le daban espe-ranza. Pero ella no se conformó con lo que los médicos le dijeron. Se levantó y la fe que Dios le había dado aumentó, así que declaró palabras de vida sobre esa enfermedad y ella y todos los que la rodeamos vimos el podermaravilloso de Dios manifestarse. Lo que los médicos daban por perdido, lo que los médicos decían que ya no había sanidad, Cristo le dijo: “Si crees, todo es posible”. Así que no importa el

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problema por el cuál estás pasando. Tu fe cuestio-nará los problemas, te levantarás y conquistarás.

Cuando mi fe comienza a cuestionar, el proble-ma retrocede. Pablo dijo que somos más que vencedores (Romanos 8:37). No hay problema que pueda contra la fe. La Biblia dice en Joel 3:10: “Diga el débil fuerte soy”. Parece una bro-ma pero no lo es en lo absoluto. Una palabra de fe transformará cualquier circunstancia.

Declara: “Mi familia será de Cristo”, “mi fa-milia será bendecida hasta mil generaciones”. No importa que tu familia hoy este dividida, que todos griten y estén peleados unos con otros. Hay una palabra de fe que es podero-sa y esa palabra es la que estará sobre el pro-blema. Cuando surge un problema, éste no es para que se lo muestres a Dios y le digas: “¿Qué hago, Señor?”. ¡No! Si hay problema es para que lo soluciones en el nombre de Cristo.

Dios tiene que escucharte hablar palabras de fe sobre

tu problema.

Cuando tu fe resuelve una situación adversa, ésta será derrotada para siempre, para tu pre-

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sente y para tu futuro. No te rindas porque en muchas ocasiones un problema que vences hoy, es una crisis menos que vivirán tus hijos. Con lo que hacemos hoy le estamos abriendo un nue-vo camino a las próximas generaciones. Nues-tra victoria de hoy la disfrutarán ellos mañana.

Cuando tu fe resuelve un problema, el problema es

desterrado para siempre.

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HABLA CON FE

�PORQUE YO SÉ MUY BIEN LOS PENSAMIENTOS

QUE TENGO ACERCA DE VOSOTROS, DICE EL SEÑOR,

PENSAMIENTOS DE PAZ, Y NO DE MAL,

PARA DAROS EL FIN QUE ESPERÁIS.

JEREMÍAS 29:11

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He conocido personas que cuando hablan pue-den desanimar hasta a una hormiga. Nuestra manera de hablar indica nuestra fe y confianza y determina los pasos que daremos para alcan-zar nuestro sueño. Cuando hables, hazlo como alguien que sabe que a pesar de las circunstan-cias por las cuales está pasando esa situación no determinará el futuro glorioso que tienes en Dios. Porque los planes que Dios tiene para no-sotros son planes de bienestar y no de calami-dad. Fe no es negar la realidad sino confesar lo positivo. La fe hace que traiga al presente aque-llo que todavía no estoy viendo. ¿Qué estás atra-yendo para tu vida? ¿Qué anhelas que hoy no tienes? Dios quiere que hables lo que sucederá.

Cuando activas la fe que el Señor ha puesto en ti, Dios se mueve y te da aquello que no existía. Nunca declares negando lo que te sucede. Por ejemplo, si yo digo: “no estoy enfermo”, no es co-rrecto, ya que sí estoy enfermo. Si quiero soltar palabras de vida sobre mi problema negando te-ner un problema, no puedo soltar palabras de fe.

La fe se suelta cuando hablo lo que quiero, independientemente de lo que me sucede. Es decir, una palabra de fe reorienta el pro-blema que atravieso. Por ejemplo, en el caso

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de enfermedad, admito que existe, pero la confronto con la fe de que habrá sanidad.

Dios quiere que hables lo que deseas que te suceda.

Cuando declares lo que deseas, lo que estás buscando, decláralo de manera positiva porque la fe camina hacia adelante, la fe no niega, la fe resalta lo bueno, apuesta a seguir a pesar de todo.

Si hablo negativamente mi mente se bloquea; si hablo

positivamente, mi mente activa alternativas.

Por ejemplo, cada persona tiene lados buenos y lados malos pero a la hora de relacionarnos ne-cesitamos enfocarnos en lo bueno de los demás y además expresárselo. Si miras el corazón de la persona, es más fácil descubrirlo. Céntrate en aquello que lo hace único. Cuando les abres camino a otros, eres grande para Dios. Todo lo que hagas en la vida de los demás, Dios lo hará en la tuya.Fe es lo que no existe, pero existirá (Hebreos 11:1). Por eso, cuando hables declara: “soy próspero en todas las áreas de mi vida”. Porque fe es aquello que no tenemos. Puedo pararme delante de la montaña y ordenarle que se mueva porque todo

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lo puedo en Cristo y mi Dios suplirá todo lo que necesito. Cuando llamo a lo que no es como si fuese, la fe que es la convicción de lo que no veo, moverá la mano de Dios (Mateo 6:33).

Las circunstancias no pueden limitarte porque una palabra de fe las rompe. Hay una prome-sa de Dios que te empuja a seguir caminando. Donde estás no es lo más lejos que puedes llegar. Todo lo que pidas creyendo, Dios te lo dará por-que la fe certifica que lo que declaras es tuyo.

Debes mantener tu confesión hasta el último minuto y determinar con tu hablar positivo y en fe, la atmósfera en la que te estarás moviendo.

La fe te motiva a lograr lo que estás necesitando. No te encierres en la situación por la que estás pasando. Hay una palabra que te sacará de esa situación que enfrentas. La fe es lo que la trans-forma. Siempre hay un diagnóstico mayor a lo que los demás te dicen. Con tus palabras estarás creando la realidad que quieres vivir.

Donde estás no es lo más lejos que puedes llegar.

Si el médico te dijo que tu enfermedad es in-curable, sabes que hay Alguien mucho más po-deroso que esa enfermedad. Ni la muerte pudo

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retener a Cristo. Por el contrario, Él llevó cau-tiva toda enfermedad (Mateo 8:17). No discutas ni niegues la enfermedad pero pon sobre ella el nombre de Aquél que la venció: ¡Jesucristo!

¿Estás listo para hablar como Dios quiere que hables? Confiesa lo que quieres, decláralo. Dios te ha dado autoridad para hacerlo. Fe es todo lo que necesitas.

Dios quiere activarte. Estás habilitado para ob-tener lo que anhelas. Eres merecedor de las ben-diciones que Dios tiene.

Empieza a practicar:

• “Yo lo voy a lograr”. • “Toda mi familia estará bendecida”. • “Tendré mi propio negocio”. • “Terminaré mis estudios”. • “Yo estoy sano”. • “Estoy más que bendecido”.

Unos milagros tomarán más tiempo que otros pero Dios cambiará todas tus circuns-tancias. Tu fe te hará ser una persona de hie-rro. Serás indestructible. Dios te está em-pujando para que tomes tu recompensa.

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Tu fuente es Dios y Él tiene tu premio. Toma lo que te prometió.

Dios te ha dado autoridad para hacerlo. Fe es todo lo que necesitas.

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NECESITAS INCREMENTAR TU FE

�ASÍ QUE LA FE ES POR EL OÍR, Y EL OÍR,

POR LA PALABRA DE DIOS.

ROMANOS 10:17

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¿Quieres conquistar todo lo que Dios promete al que le ama y permanece en su Palabra (Juan 14:15)? A mayor fe, mayor conquista. Qué im-portante es entender que todo es por fe y para fe. Y sobre todo, qué importante es saber que por la fe podemos vivir. Necesitamos más fe. Él Señor quiere darte lo que necesitas, pero tú debes po-ner manos a la obra. Dice la palabra en Hebreos 11:6: que sin fe, es imposible agradar a Dios. La Biblia te enseña la importancia de tener fe, ya que con esa fe podrás enfrentarte a todo lo que venga a tu vida, sea bueno o no tan bueno.

La fe es un regalo que Dios da y este regalo vie-ne a tu vida cuando crees con todo el corazón y confiesas con tu boca que Dios levantó de entre los muertos a su Hijo Jesucristo (Romanos 10:9). Este acto de fe debe de ser trascendental en tu vida, ya que a través de la declaración, de la confesión, tu podrás recibir:perdón de pecados (1 Juan 1:5), salvación (Roma-nos 10:10), vida eterna (Romanos 6:23) y pasarás a formar parte de la gran familia de Dios (Juan 1:12).

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Una vez que por fe te reconozcas merecedor de todas las promesas de Dios, necesitarás incre-mentar tu nivel de fe si quieres conquistar todo lo que Dios te ha prometido. Tal vez te pregun-tes adónde puedes ir para incrementar tu fe. Esa es la pregunta que muchos se hacen. ¿A dónde, en que lugar, con quién, a través de qué? La res-puesta es muy sencilla. El apóstol Pablo les dice a los Romanos que la fe que tú necesitas para tu vida, viene por el oír y el oír y el oír y el oír y el oír y el oír, por la Palabra de Dios (Romanos 10:17). La fe está esperando que tú la llames, que tú la pidas. La fe está atenta, lista; la fe está a tu servicio. Dios te dará todo lo que por fe le pidas. Elías estaba con su criado y hacía tiem-po que no llovía en la tierra donde el profeta se encontraba. Entonces le ordena a su criado que vaya y se fije si la lluvia está próxima.

La fe es un regalo que Dios da.

Entonces el criado le obedece y sube al mon-te, pero nada. Miró y no había nada. Vuel-ve con Elías y le dice: “No veo nada”. Pero Elías le responde: “Ve de nuevo”. Y el criado sube nuevamente al monte y se fija si había

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alguna nube y otra vez, nada. Baja y nueva-mente Elías lo vuelve a enviar y así lo hace siete veces (1 Reyes 18:42-46). El criado es sím-bolo de la fe. La fe es tu sirviente. La fe está a tu servicio, esperando que tú la llames.

Tienes que usar tu fe todas las veces que sea ne-cesario hasta que veas la lluvia venir a tu vida. El criado subió siete veces y cuando vio una nube del tamaño de la palma de la mano, bajo y le dijo: “Elías, vi una nube del tamaño de la palma de mi mano”. Y Elías dijo: “¡Ya está! Con esa pequeña señal es suficiente para saber que Dios va a mandar bendición”.

Usa tu fe. La fe tienes que declararla, soltarla. Ora una vez, otra, y otra vez, y aunque veas que no pasa nada, ora con fe, sin dudar. Tal vez todos te digan que desde que estás orando estás peor, que tu vida va en picada, que nada te sale bien, y que además estás hasta enfermo. Tú no escuches. Sigue orando y declara palabras de vida y de fe hasta que la fe diga: “Por la fe te han sido conce-didas las peticiones de tu corazón” (Salmos 37:4).

Tienes que usar tu fe todas las veces que sea

necesario.

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Dios dice: Lo que pediste te será dado, porque “todo lo que pidieres creyendo lo recibirás” (Mateo 21:22). Cuando tu corazón está en el or-den que Dios quiere, llegarán una a una todas tus peticiones. Solo esfuérzate y se valiente. No te desanimes, sigue confiando porque en los próximos días verás cómo la gloria de Dios se lucirá en tu vida de una manera sorprendente. Tú tienes que vivir por fe. Habacuc 2:4 dice aquel justo vive por su fe. Ahora bien, ya Cristo te ha justificado, así que a ti te corresponde mante-nerte en fe para recibir cada uno de tus anhelos.

Cuando vas en un barco no ves el motor pero sabes que aunque no lo veas allí está y es lo que mueve a ese barco. Así es nuestra fe. El motor es nuestra fe, y aunque no la veas, esta dentro tuyo. Solo necesitas hacerla funcionar. La fe hablará a tu espíritu y no a tu mente. La fe hablará a tu des-tino. La fe ya está allí pero si necesitas más solo tienes que pedirla porque la fe está esperando.

Si yo hago todo lo que tengo que hacer, Dios hará lo que sigue. Dios le dijo a Abraham: “Has lo que tengas que hacer, y yo te voy a enseñar lo que falta”. Dios te va a enseñar tu próximo paso en tu caminar; planifica, trabaja, organí-zate, has números, proyéctate para el futuro y

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cuando acciones todo lo que vino a tu mano, Dios hará lo que le toca hacer a Él. Usa tu fe, porque la fe atraerá esa pequeña nube. La fe es para quien la sabe usar. Nosotros tenemos que aprender que la palabra de fe es para quien decide abrazarla y ansía caminar con ella.

La fe traerá el “de repente” de Dios.

Tal vez, me digas: “... pero todavía no veo mi milagro”. No importa, haz como el profeta Elías; anda y mira la nube, la lluvia, la tor-menta, el milagro que está por venir. Camina hacia él. No sé en que momento va a venir, pero tú sigue caminando y declarando pala-bras de vida. Sigue declarando palabras de fe.

Sigue orando. Sigue creyendo. Porque habrá un momento, de repente, de pronto, de golpe, que la manifestación de la gloria de Dios caerá sobre tu vida. La prosperidad aparecerá, tus huesos rejuvenecerán, y todo y aún más delo que pediste te será dado. El que comenzóla buena obra, la va a terminar. Así que ten fe, y si no tienes la suficiente fe pídesela a Dios y Él te la dará.

El que comenzó la buena obra,

será fiel en terminarla.

C O M O L I B E R A R E L P O D E R D E D I O S E N T U V I D A .

TÚ NECESITAS FE

�Y EL MISMO DIOS DE PAZ OS SANTIFIQUE POR

COMPLETO; Y TODO VUESTRO SER, ESPÍRITU,

ALMA Y CUERPO, SEA GUARDADO IRREPRENSIBLE

PARA LA VENIDA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.

1 TESALONICENSES 5:23

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Qué importante es vivir una vida limpia en la cual todo tu ser esté como Dios espera: irre-prensible. Porque según tu nivel de fe, será tu estima. Para tener alta tu estima no necesitas que la gente te anime, lo único que necesitas es fe. Fe es una palabra que Dios pone en tu es-píritu para tener una estima fuerte. Tienes que empezar a verte como Dios te ve, hablar como Dios te habla y creer lo que Dios cree de ti. Entonces, cuando recibes visión de Dios, tu estima se fortalece. Puedes decir: lo voy a lograr, voy a alcanzar mi sueño. Yo estoy preparado; estoy seguro de que veré mi sueño cumplido; voy a amarme. Es muy triste ver gente con buenas intenciones, pero que nunca logra nada. La obra de Dios es de actuar, no solo de buenas intenciones; se hace con trabajo continuo (Proverbios 22:29).

Hay muchas cosas que necesitamos corregir en nuestra vida. Muchos piensan que confiar en uno mismo o tener fe en uno mismo es ir a una iglesia, practicar una religión, ser espiritual, ser anticuado o llevar una vida aburrida y monó-tona. La confianza es la fe que uno deposita en

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uno mismo, es acción, movimiento, resultado de vida. Confianza es convicción y certeza de que todo aquello que uno se proponga lo va alcanzar.

La confianza es la fe que uno deposita en uno mismo.

Existe una relación estrecha entre lo que sabes de ti mismo, es decir tu autoestima, con el re-sultado que obtengas. Cuando sabes quién eres, no importa el lugar de tu nacimiento, si fue en cuna de oro o en pesebre. Cuando sabes quién eres -todo lo que Dios dice que eres-, a pesar del lugar en el cual hayas nacido y a pesar de las circunstancias que atravieses, vas a seguir adelante y no te detendrás hasta ver tu sueño cumplido, y tu fe te acompañará en ese camino.

Tu estima no depende de los estudios que tengas o de la universidad a la que ha-yas ido, o del país en que hayas nacido; de-pende directamente de la medida de con-fianza y de la fe que tengas en ti mismo.

Fe es seguridad en mí mismo. Cuando una per-sona camina con seguridad, está caminando en fe porque sabe cuál es su destino y que cada día será mejor al anterior. Nosotros mismos nos ca-lificamos como buenos y malos y según el por-

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centaje que nos hayamos puesto será la manera en la que nos moveremos en la vida. Nosotros mismos determinamos si somos merecedores de todo lo que Dios puso a nuestra disposición o si solo vamos a conformarnos con las migajas que caigan de la mesa. Dependerá de nosotros.

Lo que esperes es lo que te vendrá.

No permitas que la gente te presione hacer algo que no quieres hacer. No permitas que tu fe sea manipulada por nadie. Muchas personas sueñan, tienen proyectos y metas, pero piensan que no son lo suficientemente aptos para alcan-zarlos. Se subestiman y sin estima las cosas que fueron creadas para que las posean pasarán a ser dominadas por otros. Si tu estima es vulne-rable y depende de la aprobación de los demás, tus sueños solo serán eso, sueños. No permitas que nadie te desenfoque ni te desvíe de tu pro-pósito. Si estudiaste para arquitecto, sigue lu-chando por ser el mejor arquitecto; no desistas. Que nada ni nadie te haga desistir de alcanzar tu sueño de ser el mejor. No pongas tu mirada en el dinero; pon tu mirada en ser el mejor.

Hasta que las palabras externas no puedan de-tenerte, ni herir tu yo interior, estarás listo para

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alcanzar un nuevo nivel de madurez. Todo lo que necesitamos ya está dentro de nosotros, solo necesitamos activarlo por fe. El grado de satis-facción con uno mismo será proporcional a la sensación que tengas de estar controlando tu propia vida.

Mata las autodefiniciones, los rótulos, los sobre-nombres. No digas: No sé, no puedo, no voy a llegar, nunca lo hice antes, no soy capaz. Por el contrario, suelta palabras de fe sobre tu vida. Si Dios creyó en ti, ¿por qué tú no vas a creer en ti mismo?

Cuanto más creas en ti mismo, mayor fe y esti-ma tendrás. Espera lo mejor para tu vida, no te detengas, porque si lo de hoy es bueno, lo que viene será mejor.

Una persona con fe y alta estima es una persona invencible.

C O M O L I B E R A R E L P O D E R D E D I O S E N T U V I D A .

EN UN MUNDO DE CAOS DEBES TENER

SEGURIDAD

�YA TE LO HE ORDENADO: ¡SÉ FUERTE Y VALIENTE!

¡NO TENGAS MIEDO NI TE DESANIMES! PORQUE

EL SEÑOR TU DIOS TE ACOMPAÑARÁ

DONDEQUIERA QUE VAYAS.

JOSUÉ 1:9 (NVI)

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Qué importante es entender que ahora somos hijos de Dios. Esto implica que conocemos nuestra verdadera identidad. Las personas con identidad son seguras de sí mismas y hablan fe. Ser positivo es hablar bien del presente y ser optimista hablando bien del futuro. Pero tener fe es también hablar bien del pasado porque el pasado fue perdonado. En el presente esta-mos con Cristo y lo que viene será mejor toda-vía. Dios te hará una persona que hable de fe.

• Habla palabras de fe. Cuando algo te sale mal solo di: “No importa, lo voy a revertir por-que la gloria de Dios está en mí”. No digas: “¡Qué tonto soy! ¡Nunca me sale nada bien!”.

• Habla palabras de fe. Cuando algo te sale bien solo di: “¡La gloria de Dios está en mi vida! ¡Gracias Dios! ¡Qué bueno que salió bien!” No digas: “¡Podría haberlo hecho me-jor! ¡Si lo hubiera hecho de esta otra forma!”.

• Habla palabras de fe. Cuando te feliciten solo di: “¡Gracias Dios porque tu gloria está con-migo!”. No digas: “Estas palabras se las dirán

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también a todos. Lo logré por mi capacidad”.Dios te afirmará y te dará seguridad. Habla fe y cuando lo hagas te transformarás en una persona contundente. La fe te hace contun-dente. Habla de todo lo que hay, de lo que va a venir, no hables de lo que no hay ni de lo que falta. Si hablas negativamente hoy, podrás te-ner cinco amigos, pero después tendrás tres y finalmente ninguno. A la gente le gusta juntarse con gente que hable futuro, vida y esperanza.

En un mundo en caos, tienes que hablar fe.

Cuando hablemos, hagámoslo para produ-cir milagros. Las cosas buenas que hablamos a otros son aquellas palabras justas que ha-rán que lo malo o lo que no hay, sea cam-biado por bien y por abundancia. Las pa-labras buenas, los elogios y las palabras de validación son las que nos ayudan a cambiar.

Había tres electricistas en la NASA que es-taban trabajando en la nave Apolo cuando un reportero preguntó qué estaban hacien-do. El primero dijo: “Estoy insertando trans-misores”. El segundo dijo: “Estoy soldando alambres”. Y el tercero dijo: “Estoy ponien-do un hombre en la luna”. ¡Esto es hablar fe!

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Necesitamos hablar fe. Vas a ser buscado por la gente por tu forma de hablar. Las personas nonecesitan escuchar palabras optimistas o positi-vas, necesitan más que eso; están hambrientos de una Palabra de Dios. Nosotros tenemos el po-der de la fe porque sabemos que la fe es hablar lo que no es como si fuese (Hebreos 11:1). Y cuan-do nos atrevemos a llamar lo que no es como si fuese, Dios interrumpirá la escena y cambiará las circunstancias, dado que la fe agrada a Dios.

Y cuando hables fe, Dios apresurará los tiem-pos. El libro de Habacuc dice en el capítulo 2:3 que aunque la visión tarde, se apresurará hacia el fin. Dios va apresurar todo. Quiero decirte que si estabas esperando algo el miércoles te va a llegar el lunes. Los que estaban esperando respuesta para el invierno, les llegará en prima-vera. Antes de lo pactado vas a tener noticias porque el tiempo va a correr a tu favor. Habla fe.

¿Quieres agradar a Dios?

Debes hablar palabra de fe.

Nuestro Dios unirá la lluvia tardía con la temprana. ¿Qué significa esto? La tardía era para sembrar, la temprana para cosechar. Pero Dios las va a unir y te vas a encontrar

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sembrando y cosechando. Con una mano estarás sembrando y con la otra estarás co-sechando. Estarás juntando tu bendición.

Cuando tú hables fe ésta te hará traer las pro-mesas aun fuera de tiempo. Sara no podía tener hijos, ya se le había ido el tiempo, estaba vieja, pero Dios le dijo: “Yo te voy a bendecir fuera de tiempo”, y así fue. No hay edad, los hijos de Dios no somos viejos. Dios te va a restituir los años perdidos y te va a multiplicar. Los tiempos correrán a tu favor y todos oirán de tu milagro.

Así que a cambiar tu manera de hablar ya que al hablar fe harás que el reloj de Dios se empie-ce a activar en tu vida. Cuando Dios escucha tu fe, el reloj de Dios se activa, el favor de Dios comienza a correr a tu favor, el Espíritu Santo caerá sobre tu vida y todo lo que hablaste en y por fe, lo que no es como si fuese, hoy será una realidad visible y tangible en tus propias manos. ¡Habla fe y prepárate para acariciar tu sueño.

El hijo de Dios habla fe y esa fe

te hace un triunfador.

C O M O L I B E R A R E L P O D E R D E D I O S E N T U V I D A .

ATRÉVETE A CREER Y A CREERLE A DIOS

�DICHOSO EL HOMBRE QUE NO SIGUE EL CONSEJO DE LOS

MALVADOS, NI SE DETIENE EN LA SENDA DE LOS PECADORES NI

CULTIVA LA AMISTAD DE LOS BLASFEMOS, SINO QUE EN LA LEY

DEL SEÑOR SE DELEITA, Y DÍA Y NOCHE MEDITA EN ELLA. ES

COMO EL ÁRBOL PLANTADO A LA ORILLA DE UN RÍO QUE, CUANDO

LLEGA SU TIEMPO, DA FRUTO Y SUS HOJAS JAMÁS SE MARCHITAN.

¡TODO CUANTO HACE PROSPERA!

SALMOS 1:1-3 (NVI)

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La Biblia afirma que el hombre tiene una par-ticipación muy importante en todo el plan de Dios. Tú tienes un valor muy alto para el Señor. Conocer a Dios es fundamental para saber lo que Él opina de ti y lo que Él ve en ti. Y una vez que lo conozcas te lances a conquistar to-dos y cada uno de tus sueños que Dios ha pro-metido para ti. La tradición le ha enseñado a la gente a dejarle todo a Dios y eso la ha lle-vado hacer nada en la vida. Quieren que Dios les ayude a resolver sus problemas, quieren que Dios les sane, quieren que Dios los prospere, y quieren y quieren y quieren... Pero, ¿qué nece-sitamos hacer para alcanzar esas promesas?

El humanismo es incorrecto porque dice: “Cree en ti mismo, Dios no sirve”. Por su parte el legalismo también está equivocado porque dice: “Cree en Dios, tú no sirves”. La fe verdadera es fe en Dios pero también fe en ti mismo. El hombre o la mujer de Dios que creen en Él y en su Palabra saben muy bien que cuando Pablo dice que todo lo puedes en Cristo, es porque realmente todo lo podrás lograr, siempre que estés lleno de Dios y con-vencido de lo que vales para Él (Filipenses 4:13).

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Siempre que Dios imparte fe divina, ésta se mezcla con la fe que cada uno de nosotros ten-gamos respecto a nosotros mismos. El proble-ma de muchos creyentes es que creen en Dios pero no creen que ellos puedan lograr todo aquello que se propongan. Cuando Moisés manda a los investigadores a que le echen un vistazo a la tierra que Dios les había prome-tido, su reporte fue: “Nuestro Dios es el Dios todo poderoso, pero nosotros éramos como langostas al lado de ellos que eran gigantes”. Creían en Dios pero no creían en lo que ellos podían hacer; no creían que ellos eran podero-sos. Tú y yo somos poderosos en Cristo Jesús.

Siempre que estés lleno de Dios, tienes que estar

convencido de lo que vales para Él

La religión nos enseñó a creer en Dios pero no en nosotros. Nos decían que éramos insectos incapaces de lograr nada. Hay gente que has-ta te hace sentir que si te alejas de ellos nada te saldrá bien. Y eso es mentira. Tú vales oro; somos más que vencedores y esto no es por cau-sa nuestra, sino por el poder maravilloso y la fe que Dios ha depositado en ti. Fe en mí no es autoexaltación, no es echarme fanfarrias, no es narcisismo, no es autopromoción o auto-

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desprecio (en algunos casos). Fe en mí mismo es saber, conocer y manifestar la identidad que tenemos en Cristo Jesús. Tú eres un hijo de Dios lleno de fe. De esa fe que Dios te regaló cuan-do reconociste a su Hijo al que había enviado.

Durante años el legalismo ha estado enseñando que había que creer en Dios pero que los cristia-nos no éramos merecedores de su gracia, de su amor y de su misericordia. Incluso gente legalista ha presentado a un Dios clasista y que solamente perteneciendo a cierta clase o habiendo nacido en cuna cristiana, o siendo de cierto grupo de gente ungida podrías alcanzar todas esas ma-ravillas que Dios promete. Y así es como miles de personas creen en Dios, pero cuando delante suyo hay un gran desafío, cuando está delante nuestro lo que por años le hemos pedido al Se-ñor, echamos a perder todo por nuestra forma de creer y por pensar que no podemos alcanzarlo.

Cuando Jesús llamó a Pedro le dijo: “Te haré pes-cador de hombres” (Mateo 4:19). No le dijo te voy a ser un pastor, padrecito, o te voy hacer un após-tol. Cuando Dios nos llama nos dice lo que Él hará con nosotros. Él te dice: “Creo que lo po-drás hacer, creo que lo lograrás”. Y si Dios cree

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en nosotros, ¿cómo no hacerlo nosotros mismos? Confianza y fe en uno mismo es el lenguaje de los exitosos hijos de Dios y es el lenguaje que tenemos que hablar día con día en nuestra vida.

Si Dios cree en ti, tú también cree en ti.

Estamos hechos de un material indestructible, nuestra esencia es imperecedera. La Palabra dice que mayor es el que está con nosotros que el que está en el mundo. También dice que hare-mos mayores cosas aún que las que Cristo hizo (Juan 14:12). Esa es una promesa de Dios. La fe que Dios nos da produce confianza en cada uno de nosotros y ésta a su vez es la fe que cada uno deposita en uno mismo. Esa fe produce ac-ción, movimiento, resultados, vida. Confianza es convicción y certeza de que todo aquello que uno se proponga en el nombre de Jesús lo va alcanzar.

Una cosa es creer en Dios y otra es creerle a Dios. Una cosa es que creas en Jesús y otra que creas lo que Jesús cree de ti: que todo lo que hagas te saldrá bien, que prosperarás, que es-tás habilitado para la victoria, que podrás tener la familia que nunca tuviste. Creer en Dios es creer en lo que Dios dice de ti. Cree en lo que

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Dios ha hecho en ti, afianza tu estima, habla palabras de vida, no permitas que nadie hiera tus emociones y que te haga perder el rumbo de tus sueños.

Tu autoestima será positiva o negativa de acuer-do a la medida de fe que tengas, conforme tú determines aceptar lo que Dios cree de ti. Tu propósito es ser como un árbol plantado junto a corrientes de aguas que da s u fruto a su tiempo y sus hojas jamás se marchitan. ¡Y todo cuanto hace prospera! (Salmos 1:3)

Atrévete a creer en Cristo y a creerle a Dios.

C O M O L I B E R A R E L P O D E R D E D I O S E N T U V I D A .

A TODA HORA

�EN FIN, HERMANOS, ALÉGRENSE, BUSQUEN

SU RESTAURACIÓN, HAGAN CASO DE MI EXHORTACIÓN,

SEAN DE UN MISMO SENTIR, VIVAN EN PAZ.

Y EL DIOS DE AMOR Y DE PAZ

ESTARÁ CON USTEDES.

2 CORINTIOS 13:11 (NVI)

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La fe es el soporte de nuestra vida. Está relacio-nada con nuestra felicidad, con la alegría y con la manera de disfrutar la vida. En estos tiempos difíciles a muchas personas como que les cuesta disfrutar un poco más de la vida. Tenemos la percepción de que todo es una carga, una lucha. Como que admitimos que siempre debe haber sufrimientos y no vemos las oportunidades que se nos presentan para ser felices y estar alegres.

La pregunta del millón de dólares es: ¿soy feliz? Todo mundo quiere saber cómo puede ser un poquito más feliz. Esa es la cuestión. La felici-dad no es un estado permanente en las personas que no conocen de Dios, sino pequeños momen-tos. Sin embargo, en los hijos de Dios tiene que ser un estilo de vida ya que a pesar de las cir-cunstancias nos tenemos que estar alimentando cada día con dosis de actitud y acciones que traigan gloria al Señor. Nuestra tarea es multi-plicar cada día esta forma de vida para disfrutar plenamente el gozo de Dios que es permanente.

Pero, ¿qué dice la gente sobre la vida?

• Disfruta hoy, mañana no importa. Son los que dicen: “¿quién me quita lo bailado?”. “Más vale pedir perdón, que pedir permiso”. Esta mentali-

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dad nos hace disfrutar el hoy pero mañana pagar las consecuencias de haber abusado del cuer-po, de las emociones, de lo economía, etcétera.

• Esta es mi cruz; no disfruto ni hoy ni ma ñana. Son personas que sienten mucha frus- tración. Generalmente se trata de individuos depresivos. Dicen: “¿para que lo voy hacer si no me servirá ni para hoy ni para mañana?”. Entonces no planifican, ni quieren arriesgar se. Es como si entregaran su vida cayendo en la desesperanza.

• La vida es un constante sacrificio, no disfruto hoy pero lo haré mañana. Este mode lo es el que nos enseñan iglesias legalistas: “Hoy me sacrifico, mañana disfrutaré del sacrificio”.

Jesús vino para darnos vida y vida en abundancia. Él vino a que disfrutemos hoy y disfrutemos ma-ñana porque este es el modelo de la felicidad, del gozo de Dios: estar bien hoy y estar bien mañana. Es una vida de felicidad y es la promesa de Dios.

Dios quiere que disfrutemos el hoy y no solo el

mañana

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El creyente que no conoce sus derechos no puede aplicarlos. Tú puede ser más feliz si re-conoces tus derechos en Cristo. ¿Por qué crees que tendrías derecho a ser feliz? Seguramente la respuesta será: “porque soy hijo de Dios” o “porque merezco ser feliz”. La realidad es que ese derecho lo tienes por la sencilla razón de que existes. Al decidir darte la vida, Dios te otorgó el derecho a la felicidad por medio de Cristo.

Ser feliz y tener gozo es un derecho de los hijos de

Dios.

Todo depende de ti. Para ser feliz, toma la vida en tus manos. No nacimos para que otros nos hagan felices. Dios no te da otro día sino el hoy para que hagas lo mejor, lo disfrutes y te permi-tas ser feliz. El hoy es todo lo que tengo y haré de él, el mejor día de mi vida.

Buscaré a Dios, me esforzaré y haré todo para ser

feliz.

El libro de Mateo dice: “El reino de los cielos es como la levadura que una mujer tomó y mezcló en una gran cantidad de harina hasta que fer-mentó toda la masa”. La vida es como esa ha-rina; problemática, con las crisis diarias, con sus

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angustias, con sus enfermedades. Se dice que esta mujer tenía la cantidad de harina suficiente para hacer pan y darle de comer a mil personas. Ella le puso un poco de levadura y la masa fermentó.

Así debe ser tu vida; cada día ponle tanti-ta levadura - un poquito de fe - y no tendrás que hacer mucho sino solo mezclarla. Mez-cla tus problemas con fe, tus angustias con el gozo y la felicidad de Dios y todas tus situa-ciones difíciles con la presencia del Espíritu Santo. Y te podrás preguntar, ¿será verdad que todo me ayuda para bien? (Romanos 8:28).

Y de repente te darás cuenta de que sí, que todo lo que nos pasa tiene un gran propósito de Dios. Jesús está esperado que le pongas la alegría su-ficiente a tu vida y así, los que te rodean pue-dan ver el poder de Dios manifestado. Así que no te preocupes; haz lo que te corresponde y Dios hará el resto. Pon un poquito de levadura y mientras duermes, descansa y al día siguien-te recibirás el milagro que estás necesitando.

Ponle un poco de fe a tu vida.

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Pon levadura a los problemas de la vida: una palabra profética, una palabra de vida, unaacción con la cual estarás diciendo que Dioste dará todo y que Él está en control de todo. Determínate y declara: “Sé que tendré en mis manos lo que tanto deseo, lo voy acariciar, alimentar, a disfrutar. Dios, hoy pongo esa levadura porque sé que en medio de mis problemas vas a obrar. Tú vendrás por la noche y mis problemas desaparecerán porque habré crecido y puesto gozo y felicidad a mi vida.

Jesús es tan maravilloso que te da cada día todo lo que necesitas para que construyas una obra de arte; algo tan extraordinario de lo que no te arrepentirás mañana. Declara: En este día tuve alegría, gozo y significado. Lo disfruté y sé que lo que hoy disfruto, mañana también lo disfru-taré porque Dios está de mi lado todos los días de mi vida y me prometió que nunca me dejaría. Eso es hablar y pensar en fe.

A toda hora hablemos declarando fe.

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PARA EL QUE CREE TODO ES POSIBLE

�“TODO LO PUEDO EN CRISTO QUE ME FORTALECE”

FILIPENSES 4:13

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A lo largo de mi vida cristiana he visto que la gente fracasa en su caminar con Dios por cau-sa de sus problemas. No recibir una respuesta rápida y no ver una solución en ese momento, los hace desistir y dejan a un lado su fe. ¿Alguna vez has considerado apartarte de Dios? Cuando se atraviesa por problemas, momentos difíciles o enfermedad, hay gente que deja todo a un lado cuando las cosas no salen como habían esperado. Y lamentablemente el consejo de quienes están a su alrededor no es claro, o no es el mejor, porque quien lo da no tiene la experiencia o no sabe qué decir para que estas personas no se aparten de Dios. Al no tener la respuesta deseada se apartan del Señor, de su iglesia y de su grupo de estudio. En tiempos de crisis Dios tiene estrategias nue-vas para que enfrentemos nuestros problemas. Los problemas tienen voz y nos hablan. Al en-frentar un problema, lo primero que sucede es que solemos mantener un diálogo negativo interno. Por ejemplo, si tu problema es no te-ner trabajo, las voces internas te dirán: “no vas a conseguir”, “a tu edad nadie te contratará”, “no tienes capacidad para conseguir nada bue-no”, “tal vez encuentres trabajo pero no te pa-garán bien”. Si tu problema es tener muchas dificultades en casa, con tu cónyuge o con tus

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hijos, las voces internas te dirán: “tu familia nunca tendrá armonía; tu familia se destruirá”.

Dios tiene estrategias nuevas para que enfrentemos

nuestros problemas.

El problema intentará paralizarte y quitarte toda esperanza. Y un hombre o una mujer sin esperanza, hablan erróneamente: “No creo que tenga solución”. “Ya probé todo”. “Ya no tengo fuerzas”. “Estoy vacío”. Y esto pone en marcha lo que yo llamo “síndrome de impotencia apren-dida: nada de lo que haga me dará resultado”.

Esta forma de pensar es opuesta a la fe. Por esa razón antes de soltar palabras de fe a nuestros problemas, debemos aprender a resolverlos.

Piensa ¿Cómo resolvían los conflictos tus pa-dres? ¿Se angustiaban? ¿Se paralizaban? ¿Se deprimían ante la dificultad económica? ¿Gri-taban? ¿Se dejaban de hablar? ¿Se separaban? ¿Se ponían violentos? ¿Canalizaban sus proble-mas con el resto de su familia y sus afectos? Si seguimos reaccionando igual es porque todavía somos vasijas viejas por lo cual necesitamos remplazar nuestro sistema de solución.

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Para resolver nuestros problemas tenemos que saber:

1. Hay problemas que debo resolver yo.Por ejemplo, si el problema es por pecar contra Dios, la solución es confesar tu pecado, apartar-te de esas situaciones y poner tu vida en orden delante de Dios.

2. Problemas que deben resolver otras personas. Si el problema es legal, lo debe resolver un profesional; un abogado. Si es una enfermedad, no se solucionará quedándome en casa sino yendo a ver un médico. Mucha gente le pide sanidad a Dios y no quiere ir al médico. No sabe que Dios ha preparado a los médicos para ser usados por Él.

3. Problemas que se resuelven solos.Con determinados problemas no vale la pena que nos amarguemos y nos angustiemos. Al pasar el tiempo, muchos de ellos se resolverán solos.

4. Y otros que solo los resuelve Dios.Hay problemas tan grandes que ningún recur-so humano los podrá resolver, solo la mano de

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Dios. Debemos hablar un lenguaje sobrena-tural, el código de Dios, el de la fe. Si hemos buscado soluciones por un lado y otro, con-sultando a otras personas y no resolvimos la crisis, es porque solo Dios tiene la respuesta.

Para nuestros días, Dios tiene nuevas soluciones.

Nuestra mente es perezosa y le cuesta asimilar lo nuevo y entonces queremos resolver los pro-blemas como lo hacíamos antes o como solían hacerlo nuestros padres. Nos aferramos a lo aprendido, a lo que anteriormente había dado resultados, pero no siempre es así. Ahora Dios quiere mostrarte otra solución. ¡No seamos ne-cios! ¡Dejemos de ser vasijas viejas! No te enca-silles, acepta las nuevas soluciones que Dios está dispuesto a darte.

Él tiene un recurso nuevo y mejor para tu vida. Tienes que estar abierto a lo que Dios tiene para ti. Dios te dará la capacidad para resolver cada uno de tus problemas.

Rodea al problema: adelante fe, atrás bendición y mantendrás esperanza. Adelante palabras de fe, atrás viene la bendición y sobre el problema está parado Jesucristo.

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Cuando tengas un problema piensa y declara: “Detrás de esta situación hay una gran bendi-ción para mi vida”. Declara: “Este problema traerá más gloria de Dios; lo atravesaré en vic-toria. Me gozo, me río y me alegro porque la solución está viniendo a mi vida”. Cuando el problema se encuentre rodeado, ¡se ahogará! No será más tu señor sino tu esclavo; lo vence-rás y disfrutarás de la victoria. Dios te dará la solución tarde o temprano. ¡Celebra por adelan-tado! Toma la decisión de ser feliz. ¡Gózate!

Dios te dice que este día lo hizo para que te alegres

(Salmos 118:24). Nosotros debemos poner la alegría.

Dios ya está actuando sobre lo que le hablaste, está trayendo la solución, una idea creativa y nueva. Cambia tu manera de pensar, de proce-der y los recursos de antes porque dice el Señor: “Abro camino en el desierto y ríos en la soledad. Hago brotar agua en el desierto, ríos en los lugares desolados para dar a beber a mi pueblo escogido, al pueblo que formé para mí mismo, y proclamé mi alabanza” (Isaías 41:18, 43:19).

Cuando leas la Biblia hazlo como un abogado que está buscando una ley que al aplicarla dará resultado. Lee con fe. Pídele a Dios un espíritu

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de sabiduría y de revelación. Pídele que alum-bre los ojos de tu entendimiento (Efesios 1:17-18). Tienes que saber que al que toca se le abrirá y al que pide se le dará. Dios te dará los principios divinos para que los alcances.

Al que cree todo le es posible.

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LA EXPERIENCIA

�SED IMITADORES DE MÍ, ASÍ COMO YO DE CRISTO.

I CORINTIOS 11:1

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Hay que aprender de los demás. No cabe duda de que hay gente alrededor nuestro que ha aprendido muchas cosas del Señor. Así que hay que prestar atención a su ejemplo de fe, de perseverancia y de comportamiento en las diferentes circunstancias. También hay que poner mucha atención en lo que han he-cho en Dios y que les ha dado resultado. Por cierto, este libro fue escrito para que la expe-riencia de estar con Cristo y el resultado obte-nido te pueda servir a ti que lo estás leyendo. Si ves alguien que usa la fe y le funciona, usa la fe de la misma manera. Cuando usamos la fe, la mano de Dios se mueve. Lo único que necesitas saber es cómo soltar esa fe. Muchas veces nos su-cede que no sabemos cómo usar la fe ya que ante determinadas situaciones, enfermedades y pro-blemas, continuamos sin saber cómo descansar en Dios. En ocasiones se nos presenta una cir-cunstancia nueva, que nunca nos había tocado vivir y nos encontramos desconcertados, preocu-pados y afligidos, sin saber qué rumbo tomar.

Sin embargo, aun en esos momentos cuando pareciera que el mundo se está cayendo, Dios te estará tomando de la mano. Quizás no la sien-

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tas porque el problema te ha superado, pero su mano está y la podrás ver cuando decidas mirar todo como Él lo ve. En cada situación difícil, en cada prueba, Dios nos enseña algo y lo hará to-das la veces que sea necesario hasta que apren-damos. Cuando usamos la fe, la mano de Dios se mueve. Lo único que necesito saber es cómo declarar, cómo soltar esas palabras de vida y ver así la mano de Dios obrando a mi favor.

Lo único que necesitas saber es cómo soltar esa fe.

Es sencillo, solo usa la fe de la misma ma-nera que la utilizó aquel que le funcionó. Por ejemplo, si escuchas que una persona decla-ra por fe que conocerá alguien que le ofrece-rá el trabajo que está necesitando y lo consi-gue, haz tú lo mismo: “Declaro que conoceré a quien me dará el empleo que estoy buscando”.

Cuando me convertí al Señor Jesús ponía mu-cha atención en lo que creyentes fieles y de in-tegridad hacían o decían. Yo quería aprender. Recuerdo que estaba atravesando por proble-mas financieros y en una reunión de oración escuché decir a una viuda - una gran mujer de Dios -, que el Espíritu Santo había puesto en su corazón que diera de ofrenda la misma canti-

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dad que diezmaba. Esa declaración impactó grandemente mi vida. Era una viuda que man-tenía una casa y a dos hijos jóvenes y se atrevía a creerle a Dios de esa manera. Declaraba que Dios era su sustentador y su proveedor y sabía que haciendo esto traería bendición para ella y su familia. Al terminar de escucharla, inmedia-tamente creí y lo puse en práctica. Hasta hoy sigue dando fruto el haber aplicado la enseñan-za de esta mujer en mi vida. Te animo a poner en práctica lo que a otros les ha dado resultado.

Si hasta ahora no habías probado declarar fe, a partir de lo que le funcionó a un creyente fiel en determinada situación, comienza hacerlo. Porque cuando una palabra vuelve a declarar-se, aumenta la unción que tiene esa palabra. Es como cuando adoramos a Dios; no es lo mismo adorar con una canción que se canta por prime-ra vez que con una que ya abrió “puertas” en la adoración. Volver a usar la fe de una misma manera es regar la semilla que alguien ya soltó. Y es imposible no tener resultados.

Pon en práctica lo que a otros les ha

dado resultado.

Pedro sabía de qué se trataba esto y por eso lo aplicó. La Biblia relata que en una oportunidad

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Jesús entró a una casa donde había una niña muerta. Lo primero que hizo fue no dejar en-trar a todos los negativos a ese lugar. Solo per-mitió que se quedaran unos cuantos. Luego, a solas, tomó a la niña de la mano y le dijo: “Tali-ta cumi” que quiere decir: niña levántate. Y así lo hizo (Lucas 8:51-56).

Años más tarde Pedro se encuentra frente a una situación similar. Es llamado asistir a una mujer de nombre Dorcas que había muerto.

¿Qué hizo Pedro? ¿Qué crees? ¿Habrá pensado en cómo levantarla? ¿Pensó que era demasiado para él que nunca había resucitado a nadie? ¡No! Él no se distrajo ni mucho menos dudó. Pe-dro hizo lo mismo que vio hacer a Jesús. Sacó a todos de la habitación y le dijo a la mujer: “Tali-ta cumi”, que quiere decir: mujer levántate. Y así sucedió; la mujer se levantó (Hechos 9:36-43).

Nunca subestimes un testimonio. No desprecies o menosprecies lo que otros compartan. Tal vez hoy no te sirva pero mañana no sabes. Dios sabe qué personas pone a tu lado. Quizá no llegues a conocer a la persona de quien escuchas un testi-monio, pero eso no importa. Si le funcionó la fe

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para resolver una situación como la tuya, aplica lo mismo.

Volver a usar la fe de una misma manera es regar la

semilla que alguien soltó.

No esperes más. Ya no hay excusas. ¿Cuántas veces dejaste pasar oportunidades donde viste funcionar la fe en otros? ¡No te pierdas las que vendrán! Están para que las aproveches, para que tengas en cuenta las cosas que pueden suce-der cuando nos decidimos a creer una palabra de fe. En cuanto escuches algo que quieres para ti, tómalo y aplícalo.

Esa es la forma como Dios nos enseña. Así es como la fe se mueve y como la hacemos crecer. Porque no olvides que cada vez que sueltas pala-bras de fe, estás aumentando tu propio nivel de fe. Entonces, ¡qué mejor que comenzar a soltar-las habiendo visto que funcionan!

No dejes pasar más oportunidades donde

viste funcionar la fe.

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TUS EMOCIONES, UN OBSTÁCULO

PARA TU FE

�Y AMARÁS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO

TU CORAZÓN, Y CON TODA TU ALMA,

Y CON TODA TU MENTE

Y CON TODAS TUS FUERZAS.

ESTE ES EL PRINCIPAL MANDAMIENTO.

MARCOS 12:30

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En la Biblia Jesucristo nos enseña cómo debemos amar a Dios. En Marcos 12:30 Jesucristo nos enseña la forma correcta de amar a Dios. Él dice: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento...”. En el alma se asientan los sentimientos y las emociones. La emoción es la agitación del ánimo, ya sea por un recuerdo, una idea o conmoción orgánica por algo que nos dijeron o por alguna circunstancia que activa el ánimo. Dios nos creó con emociones para sentir, de lo contrario seríamos robots. Pero no debemos confundir las emociones con la fe. Hay que tener cuidado ya que las emociones se pueden estar moviendo no solo en tu alma, sino también en la mente, en tu fe y en tu espíritu. Tal vez has escuchado a personas que dicen: “Yo siento que tengo fe”. Cometen el gran error de querer sentir la fe. Muchos al no saber que la fe no se debe sentir porque no es un sentimiento, se alejan de las cosas de Dios. Y luego los escuchamos decir,

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“es que no siento nada”. Y la razón es que la fe no se siente, la fe se cree. Dios ha puesto las emociones en el alma, pero la fe está en el espíritu. Por eso no debemos pedir que Dios nos de fe, sino que aumente la medida de fe que se nos otorgó.

No debemos confundir las emociones con la fe.

Pablo se encarga de hacérselo saber a los ro-manos y les dice la forma de aumentar su fe: “La fe viene por el oír y el oír...” (Romanos 10:17). Tu fe crecerá cuando te alimentes de la Pala-bra, cuando la leas, cuando la estudies, cuando te esfuerces en memorizarla ya que la fe crece y se alimenta oyendo la Palabra de Dios. La fe es para ser creída, y no una emoción para ser sentida. Por eso no importa si no sentimos nada. La fe está en el espíritu, en lo más pro-fundo del ser. Por eso Jesús dijo que es como un grano de mostaza que hay que plantarlo para que crezca o de lo contrario se ahogará por la emoción. Tienes que plantar tu semilla y regarla todos los días para que la veas crecer.

¡Cuántas personas están luchando con sus emociones! ¡Cuánta gente tiene emociones

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negativas que los están atando a una persona o a una situación. Así su fe se ahoga y nada funcionará ya que en el reino de Dios nada se mueve sin fe. Cuando Agar huyó de Saraí al desierto, el ángel le dijo: “Multiplicaré tanto tu descendencia” (Génesis 16:10). ¡Eso fue algo maravilloso! Unos minutos antes Agar estaba triste y desesperada y a los minutos siguientes había una promesa grande de Dios para su vida. Aprendamos a ver a través de la fe. ¿Pero cómo es eso? Es la manera como te sientes la que te lleva a interpretar la realidad. Por ejemplo, si tienes miedo, tendrás miedo a casarte, a ir al trabajo, miedo prácticamente a todo.

Y si tienes baja estima, peor tantito porque creerás que todos se burlan de ti y que nadie te valora.

Aprendamos a ver a través de la fe.

Hay que tener cuidado con lo que están viendo nuestros ojos. Si están viendo las cosas de mane-ra negativa es porque estarás utilizando el me-canismo de visión. Dicen los expertos que si está lloviendo o haciendo calor, ambas cosas pueden ser negativas o positivas, según tu manera de ver

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las cosas. ¿Dónde estás poniendo tu atención? Siempre tienes que tener presente que nuestra fe puede contaminarse. En un momento de mi vida mi fe se contaminó porque no me estaba relacionando con la gente adecuada. Mi fe estaba a punto de morir ya que la gente que me rodeaba tenía muchos sueños, pero sin nada de acción.

Tenemos que aprender a cuidar lo que oímos y lo que hablamos y alimentar nuestra fe con pensamientos positivos, agradables a Dios (Fi-lipenses 4:8-9). Necesitas tener muy presente que la fe no es emoción y por consiguiente todas lassoluciones a nuestros problemas están en nues-tros pensamientos, en lo que creemos, en lo que estamos confiando.

El Espíritu Santo siempre hará todo lo posi-ble para que cambies de residencia, del lugar de carencia y de dolor para llevarte a un lu-gar donde los milagros suceden, donde el po-der sobrenatural de Dios sea un estilo de vida.

Necesitas tener muy presente que la fe

no es emoción

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Dios no puede obrar en nuestras vidas si noso-tros no se lo permitimos. Dios no es una emo-ción. No es una ruleta: hoy estoy bien y le creo. Mañana me levantaré mal y no le creeré lo su-ficiente y pasado no le creeré nada. Y al pasar los días me voy sintiendo mejor y ya le vuelvo a creer. ¡No! En Dios todo es sí y amén. Jesús no es hombre para mentir, ni hijo de hombre para arrepentirse. Él te prometió algo y lo cum-plirá. Él es el alfa y el omega, el principio y el fin. Dios no cambia ni se arrepiente de lo que te ha dicho. Por eso hoy decreto que serás li-bre de tu mente y de tu espíritu y que eres lle-no de fe y no de emoción. Tu fuente es Dios.

Dios quiere abrir tu cabeza y tu corazón para que seas libre. Hay un plan divino diseñado para ti, solo tienes que descubrirlo.

Los hijos de Dios antes de plantear algo buscan en su interior y actúan, porque piensan lo que piensan y sienten lo que sienten. Confía en el potencial que te ha dado Dios, en el talento y habilidad, voluntad, fuerza y dominio propio, para que seas tú con la ayuda de Dios, quien maneje las circunstancias y no

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sean los problemas los que te manejen a ti.Recuerda que con Cristo todo es posible.

Para cumplir con el principal mandamiento tenemos que trabajar en cada una de las áreas donde Jesús nos pide que amemos con todo al Padre. Nos tenemos que preguntar, ¿amo a Dios como Él quiere? ¿Amo a Dios con todo mi corazón, alma, mente y fuerzas? Dependiendo de tu repuesta será el grado de amor donde te encuentras.Jesús nos pide que si le amamos debemos guardar sus mandamientos (Juan 14:15).

Tus emociones negativas no deben ser un obstáculo,

¡derríbalas!

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FE PROPIA Y NO PRESTADA

�DE OÍDAS TE HABÍA OÍDO; MAS AHORA MIS OJOS TE VEN.

JOB 42:5

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Cuando comenzamos nuestro caminar con Cristo oímos que otros creyentes al igual que nosotros quieren agradar a Dios para recibir las promesas que Él ha preparado a los que le aman. Sin embargo, al poco tiempo de conocer a Cristo parece que todo se pone peor y empiezan a enfrentar problemas. Dios permite que experimentemos problemas y circunstancias difíciles para que por medio de esto podamos conocerlo más y más.

Él depositará en nosotros riquezas espirituales y poderosas que nos ayudarán, no solo a nosotros, sino también a quienes nos rodean y necesitan de la ayuda de Dios. Nuestra vida depende de Dios y de la fe que depositemos en su Palabra. Dios responde según nuestra fe. Sin embargo, muchas veces no le damos importancia a la fe. Si estamos en Dios tenemos que funcionar en fe y por fe. No nos sirve seguir funcionando como lo hacíamos antes.

¿Estás funcionando en fe? ¿Cuentas con fe para lograr lo que estás buscando?

Alimenta tu fe para que no la tengas que pedir pres-

tada. No uses las muletas de otros que le han creído

a Dios.

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A veces idealizamos la vida de aquellos que tie-nen fe. Suponemos que a nosotros no nos puede pasar lo mismo que a ellos porque ellos sí tienen fe. Decimos, por ejemplo: “¡Qué fe tiene ese hom-bre! Él sí que consigue todo lo que quiere pues tiene la vara alta con Dios”. Ahora yo te pregun-to, ¿y tú por qué no? ¿Acaso piensas que no pue-des conseguir lo que otros creyentes reciben? ¿El Dios en el que él confió no es el mismo que el tuyo?

Lo que sucede es que tal vez esa persona hizo algo que tú no haz hecho. Aquel creyente que elige alimentar y acrecentar su fe, elige pagar un precio; decide jugársela. Entonces tú tienes que empezar a alimentar tu fe. No puedes vivir de la fe de otro. No puedes usar las muletas de otros.

Cuando uno se compromete la fe aumen-ta. Comprométete con Dios y Él te dará lo que tú necesitas. Cuando nos involucramos los milagros empiezan a suceder. Involucrar-se es sumergirse en cada ola que Dios suel-ta y no buscar excusas donde no las hay.

“Señor, hoy quiero cumplir en todo”.

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Tú puedes elevar tu nivel de fe y una manera de lograrlo es hablándote bendiciones:

•“En el nombre de Cristo, todo lo que haga me saldrá bien”. •“Nada me separará del amor de Dios”.•“Todo lo que pida, Dios me lo dará”.•“Estoy en mi mejor momento porque tengo a Cristo”.

Necesitas recuperar tus sueños, esos sueños que son solamente tuyos. Lucha para alcanzarlos para que no termines una vida frustrada y a medias. Tu vida se transformará cuando decidas servir a Dios allí donde Él te ha puesto. No necesitas es-tar en un lugar específico. Sírvelo donde estás; en la oficina, en la escuela, con tus vecinos, porque Dios allí te ha puesto. Deja de admirar lo que otro ha logrado. ¡Empieza a moverte para Dios!

Se dice que en la entrada de una empresa dos empleados que se conocían, se encontraron.Uno dice: - ¿Sabes a quién saludaste? Es el gerente de la empresa.- Ah sí, lo conozco. Entramos el mismo día a esta empresa.

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- ¿Cómo que entraron juntos?- Sí, hace treinta años entramos juntos.- Oye, pero tú eres obrero y él es gerente.- Cuando llegamos hace treinta años yo entré para ganar un sueldo y él entró para servir a la compañía.

Esta anécdota nos enseña que cuando ser-vimos a Dios Él nos lleva a hacer cosas que nunca imaginamos. Desarrolla tu propia fe. No vivas de la fe de otros; usa solo la tuya.

¡Desarrolla tu propia fe!

Noé escuchó a Dios e hizo una embarcación como Él se lo indicó y no sufrió el diluvio. Pero si tú dices: “yo sirvo a Dios a mi manera”, te recomiendo que empieces a nadar porque el diluvio te va a alcanzar. Cuando entiendes y obedeces un principio de Dios, tu fe se alimenta. La fe te vuelve perseverante. Dios usa a los que hacen las cosas de la manera que Él dice. Esa fe te llevará a la solución de tu problema.

Si caminas en fe Dios te dirigirá y enseñará. Cuando levantas el nombre de Jesús, tu fe se alimenta. Cuando sabes capturar un

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C O M O L I B E R A R E L P O D E R D E D I O S E N T U V I D A .

momento divino, es porque supiste oir. Es decir, capturaste una oportunidad, arrebataste una bendición he hiciste aumentar tu nivel de fe.

¡Juégatela por Dios! ¡La recompensa es inimaginable! Tu amor por obedecer lo que Dios dice determinará tu victoria. ¡Que nadie tenga que prestarte fe! ¡No uses muletas prestadas!

Si hay sueños, hay victoria. Declara bendición para comenzar a disfrutar lo que Dios tiene solo para ti.

Desarrolla tu propia fe y avanza.

C O M O L I B E R A R E L P O D E R D E D I O S E N T U V I D A .

HAY QUE ALIMENTARNOS

�NUNCA SE APARTARÁ DE TU BOCA ESTE LIBRO DE LA LEY,

SINO QUE DE DÍA Y DE NOCHE MEDITARÁS EN ÉL,

PARA QUE GUARDES Y HAGAS CONFORME

A TODO LO QUE EN ÉL ESTÁ ESCRITO; PORQUE

ENTONCES HARÁS PROSPERAR TU CAMINO,

Y TODO TE SALDRÁ BIEN.

JOSUÉ 1:8

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Cuando conocí y recibí a Cristo, Josué 1:8 fue el primer versículo que aprendí. Este pasaje de la Biblia ha marcado mi vida de una ma-nera muy especial. Con el paso de los años ha ido adquiriendo más y más fuerza. Por me-dio de la poderosa enseñanza que encierra este versículo he podido ver que sigo crecien-do y creyendo más y más las grandes prome-sas que Dios me ha dado a mí y a mi familia.

Todo lo que necesitamos es fe. Cuando crezco en la fe, tengo la palabra que necesito para ven-cer cualquier batalla. Cada batalla trae consigo una promesa de parte de Dios que determina la victoria. Jesús logró todo lo que Dios le había asignado. Y nosotros como hijos de Dios, solo tenemos que crecer para tomar las promesas en el nombre de Jesús. El diablo está vencido y aun así sigue librando batallas. Sin embar-go, el mayor enemigo que tenemos es nuestra inmadurez. ¿Qué hacemos entonces para salir de la inmadurez y crecer espiritualmente? La respuesta sin lugar a dudas es buscar y escu-char revelación de Dios. La Biblia es la revela-ción de Dios. El apóstol Pablo oraba a Dios y pedía espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él, y que Dios alumbrara los ojos de su entendimiento (Efesios 1:17-18).

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Cuanto más revelación escuches, mayor será tu crecimiento.

No crecer significa que nos quedamos en el mis-mo lugar de siempre; no hay avance, no hay pro-greso. Es quedarse con lo que conocemos aun-que ya no funcione o medio funcione. ¡Pero esto no nos sirve! Es cuando vienes a la iglesia y escu-chas el mensaje pero te vas y te olvidas de todo lo que oíste. ¿Qué vas a poder aplicar entonces?

Tenemos que decidirnos a crecer. Si no creces no puedes tomar tu herencia como hijo de Dios. Si tu mente es pequeña, rechazará la abundancia que Dios quiere darte. ¡Necesitamos expandirnos!

Las palabras de fe mueven la unción de Dios. Cuando hablamos palabras de sanidad, el Espíritu Santo sana. Cuando hablamos pa-labras de prosperidad, prosperamos. Cuan-do hablamos palabra de fe, el Espíritu Santo nos ministra fe. ¡Hablemos palabras de vida!

Por la palabra Dios hizo los cielos y la tierra y levantó a Jesús de los muertos. La Palabra de Dios es eterna y debe estar en nuestro corazón.

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Con frecuencia nosotros somos nuestro peor ene-migo; nos convertimos en el más grande obstácu-lo. Pero Dios quiere trabajar dentro de nosotros para tratar nuestras áreas de inmadurez de modo que podamos creer, madurar y alcanzar el sueño.

Cada vez que Dios te muestra algo y creces, estás

demostrándole que eres sabio.

Tu estima está basada en la fe. Significa que cuando descubres el gran valor que tienes para Dios se debe a que escuchaste su voz. Tu espíritu se libera y tu mente se renue-va. Cada promesa que Dios te da, es el nom-bre de una puerta; y cada promesa que crees, es la puerta que está abierta frente a ti. Y es así como tu fe crece y tu mente se expande.

Cuando Dios dice: “Por mis llagas te voy a sanar” y le crees, esta palabra será la puerta que se te abrirá, porque todo en el reino de Dios funciona con palabras.

Si Dios me da una palabra y yo la creo, la palabra se

vuelve puerta.

La palabra que Dios te da es el nombre es-piritual de una puerta material. Y cuan-

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do la creo y la hablo, la puerta se abre. Y mi fe crece y mi confianza se ensancha.

Si Dios te dice que te va a prosperar, la prosperidad es una puerta. Y si la confiesas, si la declaras y la crees en tu corazón, se materializará en finanzas sanas. Es una puerta que se abre delante de tus ojos para que entres y tomes toda la prosperidad. Todo en el reino de Dios funciona con puertas que se abren con palabras o llaves (Juan 10:9). Jesucristo le da a Pedro las llaves del reino (Mateo 16:19), pero estas llaves no son para que él se las quede. Estas llaves son para que las comparta y que los otros habitantes de la casa (reino) puedan entrar a cada una de las habitaciones, ya que este es el derecho que tienen aquellos que son parte de la familia de Dios. Las llaves significan poder y autoridad. Tenemos que hablar palabras de fe.

Las puertas se abren hablando palabras de fe.

El enemigo busca robarte la palabra que Dios te da utilizando en tu contra otra palabra. El varón le dice a la mujer en Génesis 18:10-15: “Vas a tener un hijo”. Y por el otro oído el enemigo le dice: “¿Que vas a tener un hijo?

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Si ya estás grande; ya hasta pasaste por la me-nopausia. ¡Esa es una mentira!”. Y así le roba la palabra. ¿Te ha ocurrido alguna vez que Dios te dijo algo y que el enemigo te hizo du-dar con otra palabra? El enemigo mandará a sus emisarios, a personas que te dirán: “¡No vas a poder lograrlo! Es duro y muy difícil”.

No permitas que nadie robe los milagros que Dios hará en tu vida. Dios no ha olvidado las promesas que te dio. Por eso tienes que man-tenerte firme en lo que te dijo. Si Dios dijo que vas a prosperar en todo, entonces lo harás.

¡Persiste en la palabra!

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¿TIENES ALGO PARA

HEREDAR?

�TRAYENDO A LA MEMORIA LA FE NO FINGIDA

QUE HAY EN TI, LA CUAL HABITÓ PRIMERO

EN TU ABUELA LOIDA, Y EN TU MADRE EUNICE,

Y ESTOY SEGURO QUE EN TI TAMBIÉN.

2 TIMOTEO 1:5

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¿Has pensado alguna vez en lo que pudie-ras heredar a un ser querido? Herencia según el diccionario es un patrimonio o conjunto de bienes de un difunto que se trasmite legalmen-te a sus sucesores. Pero, ¿y si no tienes bienes materiales para heredar? Necesitas saber que tú tienes algo que puedes heredar a todas tus ge-neraciones. No necesitas poseer bienes materia-les para dejar una herencia. Puedes heredar fe.

¿Sabías que la fe se transmite? Tú puedes decidir a quien pasarle tu medida de fe. El mismo Eliseo le dijo a Elías antes de que éste partiera: “Heréda-me una doble porción de tu espíritu, herédame de tu fe” (2 Reyes 2:9). Así que decide a quién vas a declarar con tu fe una vida llena de Dios. ¿Has pensado encontrarte alguna persona en el cielo el día de mañana? ¿Quisieras encontrarte alguien de tu propia familia? Imagínate el cuadro cuando estés en el cielo y alguien se te acerque y te diga: “Siem-pre te dije que no quería saber nada de Dios, ni de su Palabra, pero ahora te agradezco tanto”.

Solo por un momento imagina que todos tus familiares comparten tu misma fe. ¡Se-ría maravilloso! Y aún más maravilloso sería que con solo mirarse entendiesen que es la hora, el momento adecuado de hablar pala-

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C O M O L I B E R A R E L P O D E R D E D I O S E N T U V I D A .

bras de vida, sabiendo que Dios hará algo en ese momento de necesidad. ¡Sería fenomenal!

Tu puedes heredar fe.

Cuando me convertí a Cristo recuerdo que llegué solo a la iglesia. Yo fui el primero de mi familia que se acercó a Dios. En ocasiones me sentí solo y triste por no tener a mi familia a mi lado. No pasó mucho tiempo cuando la maravillosa pro-mesa de Dios se fue cumpliendo y poco a poco mi familia se acercó. Y así fue que juntos comen-zamos a buscar más y más de Dios. Es maravillo-so cuando las familias completas están en Cristo.

Mucha gente que sirve a Dios y que cree en Él, vive angustiada y preocupada. Cristo nos llamó a una vida de confianza y esperanza en Él. No nos llamó a vivir en desesperación y tristeza al no ver que nuestra familia no se acerca a Dios y no le sirve. Tienes que llenarte de fuerza y va-lor. Tienes que declarar palabra de vida y de fe. “Cree en el Señor Jesucristo y tú y tu familia serán sal-vos...” (Hechos 16:31).

Que toda nuestra familia llegue al conocimien-to de Dios es una de las mejores guerras que le podemos hacer al enemigo. ¿Te imaginas que nadie de nuestra familia entorpezca o critique

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nuestra fe? A este nivel espiritual, las batallas se-rían todas ganadas. Te digo esto porque mucha gente al no tener esta unidad de fe, tristemente se encuentra batallando con su propia familia y a eso no nos llamó Dios. Cristo nos llamó a creer en Él. Dejemos que la promesa de ver a nues-tra familia llegar a los pies de Jesús se cumpla.

Cristo nos llamó a una vida de confianza

y esperanza en Él.

En una oportunidad, Pablo escribió a Timoteo: “La fe que habitó en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, está en ti”. (2 Timoteo 1:5). Lo que está diciendo es que la abuela le transmitió la fe a la madre y la madre al nieto. Cuando bendices a alguien, le estás pasando tu fe a esa persona y la bendices. Muchos estamos en Dios porque tenemos la fe de nuestros pa-dres, abuelos y amigos que oraron por nosotros. Si eres papá, mamá, tío o abuelo, no pierdas el tiempo contándoles cosas que no les van a ser-vir. ¡Estás para hablarles fe! Mañana te tendrán presente por la fe que te caracterizaba y no por los muchos relatos de tu época. ¡Estás para ha-blarles fe, para bendecirlos, para que ellos se ali-menten de lo mismo que te estás alimentando tú hoy!

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No dejes de decirle a tu hijo, nieto o sobrino:

• Eres más que vencedor.• Recuerda siempre que todo lo puedes en Cristo que te fortalece. • Dios te ama y nada te separará del amor de Cristo.

Llénalos de fe, átalos a tu fe. La palabra de fe que declares, se cumplirá. Si hoy no te acompa-ñan a la iglesia, sigue bendiciéndolos, porque ya te acompañarán y si ya te están acompañando no los dejes de bendecir.

Cuando bendices a alguien, le estás pasando

tu fe a esa persona.

La satisfacción más grande en el mundo espi-ritual, es que los hijos sirvan a Dios. Si yo crez-co en la fe, ellos terminarán adorando a Dios. Es pura palabra de fe lo que los cubre, los ata y los destina hacia el sueño que Dios tie-ne para ellos. Dios te dice que serás salvo tú y toda tu casa y todos los que estén en ella. Así que si Jesucristo está en tu casa y allí llega la ve-cina, el tío, el primo, ya verás que para todos ellos hay salvación. Dios no desecha a nadie.

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Algo muy importante es cuidar las palabras que les diriges a tus hijos a la hora de hablar-les. Si estás cometiendo el gran error de que un día los bendices y al otro les dices que los quieres ahorcar, los confundirás y lo más pro-bable es que no quieran saber nada de ti ni de Dios. Ellos tienen que saber que Dios quie-re lo mejor para ellos. Enséñales que Dios es su fuente, no tú, porque tú no siempre esta-rás con ellos, pero a Dios siempre lo tendrán.

Dios no desecha a nadie.

Ten cuidado de ti mismo, no te abandones. Podrás bendecir solo si tú estás siendo ben-decido por Dios. Por eso Dios trabajará en tu mente. Si tu manera de pensar es de éxito, tu fe crecerá y tu estima también lo hará. Pero si por otro lado, no te consideras merece-dor de las cosas que Dios tiene para ti, difícil-mente tus hijos podrán disfrutar el poder de Dios porque con las palabras dirás una cosa pero con la actitud demostrarás lo contrario.

Dios dijo: “Te bendeciré y serás bendición”. El bendecido bendice, porque si no lo hace cance-la su estado de bendición. Es decir, cuando no bendices cortas el fluir que se había generado.

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Si estás pasando por una crisis familiar, bendice aún más. No te pelees con tus hijos, ni con tu cónyuge, ni con tus hermanos ni con nadie. No discutas porque lo único que lograrás es alejarlos más. Sigue bendiciendo, háblales, escúchalos, tienen tanto para contarte y Dios está en con-trol. No lo olvides, Dios los cubre con tu oración.

El día que hiciste pacto con Dios, Él no dejó a tu familia fuera del plan. Dios está en medio de tu familia como poderoso gi-gante. Todos ellos vendrán a Cristo. Créelo.

Tienes algo grande para heredar. Hereda tu fe.

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NECESITAS PROTECCIÓN

�POR TANTO, TOMAD TODA LA ARMADURA DE DIOS, PARA QUE PODÁIS

RESISTIR EN EL DÍA MALO, Y HABIENDO ACABADO TODO, ESTAR

FIRMES. ESTAD, PUES, FIRMES, CEÑIDOS VUESTROS LOMOS CON LA

VERDAD, Y VESTIDOS CON LA CORAZA DE JUSTICIA, Y CALZADOS

LOS PIES CON EL APRESTO DEL EVANGELIO DE LA PAZ. SOBRE TODO,

TOMAD EL ESCUDO DE LA FE, CON QUE PODÁIS APAGAR TODOS LOS

DARDOS DE FUEGO DEL MALIGNO. Y TOMAD EL YELMO DE LA SALVA-

CIÓN, Y LA ESPADA DEL ESPÍRITU, QUE ES LA PALABRA DE DIOS.

EFESIOS 6:13-17

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En una ocasión Pablo se encontraba en la cárcel y escribía mientras estaba atado con cadenas a un soldado. De pronto el Espíritu Santo le habló y le dijo: “¿Ves este soldado romano? Así tam-bién tienes que estar vestido tú”. Y así es como comienza a darle significado espiritual a las seis prendas que vestía el soldado romano: el casco de la salvación, el calzado con la disposición de hablar el evangelio de la paz, el cinturón de la verdad, el escudo de la fe, la espada que es la revelación del Señor, y la coraza de justicia. Cuando un hijo de Dios conoce la Palabra de su Padre ocurren cosas impresionantes, ya que el conocer la Palabra nos habilita a escuchar la voz de Dios. Muchos creyentes anhelan escu-char la voz de Dios, pero su escaso conocimien-to de la Palabra lo inhabilita para escuchar. No significa que Dios no le pueda hablar a alguien que no conoce la Biblia. Dios utiliza muchas maneras de hablarles a los incrédulos para que se vuelvan a Dios. Pero un creyente que desea seguir la voz de Dios se tiene que preparar en el conocimiento de la Biblia porque Dios le habla-rá principalmente por medio de la Palabra. En esta ocasión tomaremos el escudo de la fe y lo usaremos.

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Los romanos usaban dos tipos de escudos: uno que era chiquito de forma circular y otro más grande y de forma rectangular que protegía más al soldado. Este es al que se refiere Pablo. Cuando eran atacados, los romanos ponían jun-tos sus escudos y se protegían en bloque. Pablo está diciendo que la fe es como un escudo frente a todos los dardos de fuego del maligno.

Tienes que tomar el escudo de la fe, y protegerte.

1. Las críticas: cuando hablan mal de ti, cuando te calumnian. Aun la gente que amas te va a criticar porque no siempre estarán de acuerdo contigo. Debes saber que siempre habrá alguien a quien no le agrademos. Tu triunfo es el ma-lestar de los mediocres y lamentablemente hay muchos de ellos. Cada vez que logres algo te van a criticar. Siempre habrá gente que te tirará pequeños dardos, que comúnmente se llaman “comentarios”.2. Cuando los demás no llenan mis expecta-tivas: Tal vez asististe a un lugar y fuiste de bendición y esperabas que te dieran las gra-cias y no te las dieron. ¡Cómo te dolió! ¿Cuán-tos hemos hecho algo y estábamos esperando que nos reconocieran y nos dieran las gracias

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y no sucedió? Cuando los demás no llenan nuestras expectativas o nuestro sentido de importancia o reconocimiento, también he-mos sentido que nos han arrojado un dardo.

3. Las persecuciones: Pablo dice: “Debido a las grandes revelaciones que yo tuve Satanás me mandó un demonio que fue como un aguijón en la carne”. Algunos eruditos opinan que ese aguijón era un espíritu de persecución, porque cuando lees la vida de Pablo descubres que adonde iba lo perseguían. Oraba y lo perse-guían, hablaba y lo perseguían, bautizaba y lo apedreaban y entonces un día Pablo dice: “Se-ñor, saca este aguijón de mi vida, ya no aguanto más; tres veces he orado”. A lo que el Señor le responde: “Bástate mi gracia porque mi poder se perfecciona en tu debilidad” (2 Corintios 12:9).

Siempre habrá gente que te critique, que no llenes sus expectativas, que te desprecie y que vea en ti un obstáculo. Te perseguirán y cuestio-narán y aun muchos de ellos lo harán en nom-bre de la amistad y del amor. Siempre habrá alguien puesto por el diablo para desanimar-te. Por eso Pablo dice: “Toma el escudo de la fe”. ¡Hay fe para conquistar y saldar deudas!

Por otra parte, hay personas que conquistan pero

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no tienen el escudo de la fe. Toman y arrebatan pero cualquier comentario que escuchan en su contra los desanima y una critica los mata. Se de-primen y uno se queda pensando: ¿cómo puede estar así una persona que ha logrado tantas cosas? Y es porque no ha tenido puesto el escudo de la fe.

Siempre habrá gente que te critique,

que no llenes sus expectativas.

No oigas esas voces. Has lo que Dios te dijo que hicieras. Usa el escudo de la fe porque siem-pre habrá alguien en desacuerdo con lo que estás haciendo o diciendo. Alguien a quien le molesta que hables de Jesús, que seas hijo de Dios, que odia que prosperes y que progre-ses. El escudo de la fe apagará toda crítica, la burla y la persecución en el nombre de Jesús.

Para usar el escudo de la fe:

•Debo reconocer que en el reino de Dios todos tenemos un lugar para servir. Yo tomo la deter minación de servir al Señor, digan lo que digan, se oponga quien se oponga.

• Me regocijo en las pruebas. Pablo dijo: Yo sé que después de esta tribulación llegará la gloria venidera (Romanos 8:18).

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Siempre detrás de una prueba hay una victoria

y una gloria.

No mires las pruebas sino la gloria que está de-trás viniendo a tu vida. En medio del desierto declara: “Diablo, esta tierra será mía. Mi familia es de Jesucristo. La prosperidad es mi herencia y todo lo que haga me saldrá bien. Lo decreto en medio de la prueba, en el nombre de Jesús, mi Señor y Salvador”. Y el diablo va escuchar que Dios te respalda.

En la enfermedad declara: “Por las llagas de Je-sús somos sanos”. Declara esa sanidad que ne-cesitas tú o tu ser querido que esté pasando por momentos difíciles debido a esa enfermedad que quiere destruirlo. No mires la enfermedad. Mira el milagro que Dios hará en esa enfermedad. ¡Dios dará la sanidad!

La herencia que te corresponde está a metros de ti: la prosperidad, la sanidad, la libertad. No esperes que nadie la decrete por ti; párate tú y decláralo: “Lo que es mío me pertenece; Dios me lo ha dado y será mío en el nombre del Se-ñor Jesús, amén”.

Tienes que protegerte. Usa tu escudo de la fe.

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"Amigo lector, el libro que acabas de leer es un mensaje muy especial de Dios para tu vida. La historia nos dice que desde que el hombre y la mujer fueron creados, Dios los puso en un lugar muy especial. Imagínate el hermo-so jardín rodeado de árboles y flores de todos colores, un clima sensacional y lo más increíble, gozar de la misma presencia de Dios. La relación entre Dios y el hombre era entonces muy estrecha, de mucha camaradería y go-zaban de una gran amistad. Sin embargo, había una tercera persona en discordia entre el hombre y la mujer: el diablo. Éste los tentó y cayeron cometiendo pecado. Lo más lógico era que el hombre y la mujer se acercaran a su Dios y le pidieran perdón por lo que habían hecho. Pero lo más trágico de esta historia es que en lugar de hacerlo, se escondieron. Dios entonces comenzó a buscarlos. Creo sinceramente que aún en este tiempo Dios anda en busca del hombre y lo más triste es que el hombre continúa es-condiéndose de Él, en el trabajo, en una relación, en los bienes materiales, en la religión, etcétera. Lo que más anhela Dios es que tú y yo nos dejemos encontrar por Él.

REFLEXIÓN

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Ahora nos toca a nosotros.

Este libro es otro intento de parte de Dios para que te acerques a Él. Lo que Dios más anhela es entrar en tu corazón y darte la vida eterna como un regalo. ¿Quisie-ras hacerlo? Repite conmigo estas sencillas palabras de invitación: “Dios, gracias por la vida que me has dado hasta este momento; gracias por tu gran amor demos-trado en la persona de tu amado Hijo Jesucristo, quien murió en la cruz para el perdón de mis pecados. En este momento decido abrir la puerta de mi corazón, pidiendo tu perdón y pidiéndote que entres a morar en mí. Dame la seguridad de la vida eterna, en el nombre de tu Hijo; así sea”.

Si hiciste esta oración, la promesa de Jesucristo es: “De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna” (Juan 6:47)."

Pib 2007, mensaje de vida. Elige lo mejor. Parte in-fine.