Como medira su vida

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Este doumento nos hables de puntos claves para encontrar el equilibrio en nuestra vida, como... ° Hallar felicidad en nuestra carrera profesional ° Hallar felicidad en nuestras relaciones

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En menos de 30 minutos nuestros clientes pueden captar las ideas principales de un libro y decidir si lo leen completo. Para mas información visite: www.resumido.com

Libros de Gerencia Resumidos

¿Cómo medirá su vida?

Clayton M. Christensen, James Allworth y Karen Dillon

RESUMEN EJECUTIVO El Sr. X lo tiene todo en la vida. Tiene una carrera profesio-nal exitosa, una familia envidiable y un temple moral inamo-vible. ¿Qué más puede pedir?

Pero el Sr. X tiene un secreto: detesta su trabajo, está a punto de divorciarse y ha cometido uno que otro "pecadillo". Este es un cuadro mucho más común de lo que creemos.

¿Por qué algunas de las personas más exitosas terminan lle-vando una vida menos que envidiable? ¿Hay alguna manera de saber si este será nuestro caso? ¿Cómo podemos llevar una vida feliz? Estas son las interrogantes que se plantean y responden en el presente libro.

Hallar la felicidad en nuestra carrera profesional Cuando teníamos diez años de edad y nos preguntaban qué queríamos ser de grandes, todo parecía posible. Astronauta, arqueólogo, bombero. Nuestras respuestas respondían única-mente a lo que sentíamos que nos haría felices. No había límites.

Algunas personas logran mantener esta visión durante toda la vida. Pero, a medida que pasan los años, la mayoría de noso-tros nos vemos obligados a renunciar a nuestros sueños. Esco-gemos nuestros trabajos por razones erróneas y, luego, nos conformamos. Empezamos a aceptar que no es viable hacer algo que realmente nos guste.

Buena parte de estas personas nunca logran retomar el camino inicial. Esto es una lástima, pues pasamos la mayor parte de nuestro tiempo trabajando.

Pero no es necesario que nos rindamos ante nuestro destino.

Lo que realmente nos gusta

Es imposible hablar de felicidad si no sabemos qué es lo que nos gusta. Cuando nos vemos atascados en carreras o vidas personales que nos hacen infelices, suele ser porque no hemos entendido bien qué es aquello que nos motiva.

En el año 1976, los economistas Michael Jensen y William Meckling publicaron un artículo seminal sobre la teoría de los incentivos, y que se centraba en el siguiente problema: ¿Por qué los gerentes nos siempre actúan en beneficio de los accio-nistas? Según Jensen y Meckling, la gente actúa dependiendo de la suma de dinero que gana. En otras palabras, los incen-

tivos financieros son los que llevan a los gerentes a concen-trarse o no en ciertas cosas.

El problema con esta teoría es que hay ciertos casos que no puede explicar. Por ejemplo, algunas de las personas más tra-bajadoras de todo el mundo están empleadas en compañías sin fines de lucro. Algunas trabajan en las peores condiciones imaginables. Ganan una fracción de lo que podrían ganar en el sector privado. Y, sin embargo, es poco común que los geren-tes de las organizaciones sin fines de lucro tengan que motivar a sus empleados.

Tal vez se podría decir que estos trabajadores son idealistas. Pero el ejército atrae a gente de primera también. Los militares ponen su vida al servicio del país. Y no esperan a cambio ninguna compensación financiera. De hecho, este es uno de los peores trabajos que se pueden escoger desde un punto de vista financiero. Así pues, ¿qué motiva a estas personas si no es el dinero?

Según la llamada teoría de la motivación, uno le puede pagar a la gente para que haga lo que uno quiera. Pero hay que distinguir entre incentivos y motivación. Una verdadera moti-vación implica lograr que alguien haga algo simplemente por-que lo quiere hacer. Este tipo de motivación funciona en las malas y en las buenas.

Según Frederick Herzberg, un experto en teoría de la motiva-ción, la satisfacción y la insatisfacción son elementos indepen-dientes. Esto significa, por ejemplo, que podemos amar y a la vez odiar nuestro trabajo. El meollo del asunto es que se debe distinguir entre factores de higiene y factores de motivación.

Los factores de higiene son aquellos elementos propios del tra-bajo que, si no se hacen bien, nos causan insatisfacción. Entre estos están: estatus, salario, seguridad laboral, condiciones de trabajo, políticas corporativas, etc. Es importante notar que los factores de higiene (el salario incluido) no hacen que nos guste más nuestro trabajo. Simplemente, evitan que lo odiemos.

Pero, entonces, ¿qué factores hacen que nos guste nuestro tra-bajo? Estos factores son lo que Herzberg llama factores de motivación. Entre estos podemos mencionar: retos, reconoci-miento, responsabilidad y crecimiento personal.

Esta distinción entre factores de higiene y factores de motiva-ción es lo que permite explicar cómo es posible que haya personas que tienen el mundo a sus pies y, sin embargo, no se sientan satisfechas. El verdadero problema es que la mayoría

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de las personas escogen sus carreras profesionales desde el punto de vista de los factores de higiene.

Pero no estamos diciendo aquí que el dinero sea la raíz de la insatisfacción profesional. De hecho, no lo es. Los problemas empiezan cuando el dinero se vuelve una prioridad; cuando, tras conquistar los factores de higiene, no buscamos más que seguir haciendo dinero.

Hacer dinero puede, en el mejor de los casos, mitigar nuestras frustraciones laborales. Pero lo cierto es que el canto de sirena del dinero ha confundido a algunas de las mejores mentes de nuestra sociedad. Si queremos ser realmente felices, debemos seguir buscando oportunidades que le den sentido a nuestra vida, que nos permitan aprender nuevas cosas, que nos permi-tan tener éxito. Como dice el viejo adagio: Busca un trabajo que te encante y no tendrás que trabajar nunca en tu vida.

El equilibrio entre cálculo y suerte

Identificar aquello que nos gusta es un paso fundamental en nuestro camino hacia la realización. Pero es más que la mitad de la batalla. De hecho, debemos encontrar una carrera que no sólo nos motive sino que, además, satisfaga nuestras necesida-des básicas. Sin embargo, si fuera tan sencillo, ya lo habríamos hecho. En realidad, casi nunca es tan sencillo.

En nuestra carrera y en nuestra vida personal estamos siempre escogiendo entre nuestras estrategias deliberadas y las alterna-tivas que van surgiendo. Ninguna es mejor que la otra. El hecho de que escojamos unas u otras depende de qué tanto hayamos recorrido el camino. Si entendemos esto, estaremos en mejor posición para escoger las diferentes alternativas que se nos presentarán en nuestra carrera.

Claro está, es muy sencillo decir que debemos estar abiertos a todas las alternativas que se nos presenten y punto. El verda-dero problema está en saber qué alternativa debemos escoger. Pero hay un método que nos puede ayudar a comprobar si una estrategia o alternativa es la mejor opción que podemos esco-ger: antes de aceptar un empleo, debemos hacer una lista de las cosas que los demás tendrían que hacer para que nosotros logremos nuestro objetivo. ¿Tenemos control de estas cosas? Es importante que seamos realistas al escoger un camino.

Dependiendo de nuestras circunstancias particulares, es posi-ble que podamos experimentar con diversas oportunidades y descartar aquellas que no sean viables.

Nuestra estrategia no es la que tenemos en mente

Es posible que hablemos mucho de estrategias, motivaciones y aspiraciones. Pero esto no valdrá de nada si no les dedicamos tiempo, dinero y esfuerzo. Una verdadera estrategia depende de las decisiones que tomamos para invertir nuestros recursos. ¿Qué estamos haciendo a diario para ir en la dirección que queremos? Si no respaldamos la estrategia que hemos escogi-do, entonces no la estamos implementando para nada.

A lo largo de nuestra vida, invertimos nuestros recursos (dine-

ro, energía, talento, salud, etc.) en diversos "negocios". Entre estos negocios están una relación satisfactoria con nuestra pa-reja, criar bien a nuestros hijos, contribuir con nuestra iglesia o comunidad, etc. Lamentablemente, nuestros recursos tienen un límite. Así pues, ¿cómo debemos repartir nuestros recursos en-tre todos estos negocios?

A veces, esta situación nos hace sentir que hemos perdido el control de nuestras vidas. En otras ocasiones, es posible que se nos presenten oportunidades que no habíamos previsto. Pero, a veces, dichas oportunidades pueden significar que perdamos nuestro norte.

El problema es que algunas personas destinan la mayor parte de sus recursos a actividades que implican satisfacciones y logros inmediatos, en vez de concentrar los recursos en asuntos que requieren de un esfuerzo sostenido durante décadas (por ejemplo, criar un hijo). Por tanto, terminan por descuidar a su pareja y a sus hijos. Invertir tiempo y energía en estas relaciones no les brinda el mismo sentido de realización que sí les brinda otras tareas más inmediatas.

Hallar la felicidad en nuestras relaciones La vida es mucho más que nuestras carreras. Por lo general, le dedicamos más tiempo a cultivar nuestra carrera profesional que a cultivar nuestras relaciones familiares.

La bomba de tiempo

Las relaciones que cultivemos con nuestra familia y amigos serán la fuente más importante de felicidad en nuestra vida. Pero debemos tener cuidado. Cuando todo en casa parece estar bien, terminamos por creer que podemos dejar para más tarde las inversiones en esta área. Este es un craso error. Por lo general, cuando surgen problemas serios en estas relaciones, ya es muy tarde para repararlas.

Invertir en la felicidad del futuro

Muchos tenemos éxito y disfrutamos las exigencias de un buen trabajo. Nos gusta ponernos a prueba y ver cuánto podemos rendir bajo presión. Lo invertimos todo en nuestros trabajos. Pero para tal fin, debemos dedicarle todo nuestro tiempo a nuestro trabajo. Además, esperamos que nuestros seres queri-dos acepten nuestro horario. Después de todo, todo lo que quieren estos es que tengamos éxito, ¿no? Así es como empe-zamos a no contestar los mensajes y las llamadas telefónicas de familiares y amigos; comenzamos a olvidar los cumpleaños y otras celebraciones que una vez fueron importantes.

Es así como terminamos invirtiendo nuestros recursos en: amistades vacías, divorcios e hijos que se sienten alienados o que terminan siendo criados por parientes.

Y lo peor de todo es que el tiempo no puede volver atrás.

El riesgo de secuenciar nuestra inversión

Una de las maneras más comunes de caer en este error consiste en secuenciar nuestra inversión. Por ejemplo, podemos invertir

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en nuestra carrera durante los primeros años, cuando los niños están pequeños y no requieren de tanta crianza. Más adelante, cuando los niños ya hayan crecido un poco, entonces podre-mos ocuparnos más de la familia. El problema es que, una vez llegados a este punto, el juego ya habrá terminado irremedia-blemente. La inversión en los hijos se debió haber hecho hace tiempo con el fin de proveerles los instrumentos necesarios para sortear las dificultades de la vida.

Si diferimos la inversión de nuestro tiempo y energía hasta que de pronto veamos la necesidad, lo más seguro es que ya sea tarde. La única manera de lograr que nuestras relaciones rin-dan sus frutos es invertir en las mismas mucho antes de que sea necesario.

¿Para qué nos contrataron?

Cuando se trata de relaciones, solemos tomar en cuenta sólo aquello que queremos sin reparar en lo que es importante para los demás. Es más fácil presuponer lo que quiere nuestra espo-sa que tratar de entender cuál es nuestro puesto en su vida. Por tanto, una manera de profundizar nuestras relaciones es cam-biar de perspectiva.

Esto se logra si vemos nuestras relaciones desde la perspectiva del "trabajo para el cual nos contrataron". ¿Qué es lo necesita mi esposa que haga? Cuando aproximamos nuestras relaciones de esta manera, las respuestas se vuelven más claras.

Pero no sólo debemos identificar lo que nuestra esposa quiere que hagamos. También debemos hacerlo. Debemos dedicarle cierto tiempo a esta situación, así como estar dispuestos a dejar de lado nuestras prioridades y deseos.

La formación de los hijos

Todos reconocemos la importancia de darles a nuestros hijos las mejores oportunidades, pues consideramos que esto los preparará para el futuro. Pero todo esto podría terminar costándole a nuestros hijos.

En el curso de los últimos cincuenta años, se ha vuelto cada vez más barato y sencillo contratar el servicio de profesionales que se ocupen de nuestros hijos. Clases de fútbol, baloncesto, natación, baile, gimnasia, música, idiomas; un semestre en

Londres, campamentos de verano, etc. Todas estas son grandes oportunidades para aprender a superar dificultades, aprender a trabajar en equipo, etc. Lamentablemente, a veces los padres no quieren otra cosa más que sentir que son buenos padres. Lo cierto es que a veces los hijos no se sienten motivados con esta interminable lista de actividades. Y surge la duda: ¿Están desarrollando las capacidades y los procesos que necesitarán en el futuro? ¿O están simplemente disfrutando del paseo?

El resultado de todas estas buenas intenciones es que la mayo-ría de los hijos llegan a la adultez sin que se les haya dado la oportunidad de ser responsables ni de resolver problemas complejos.

Claro está, no se trata de lanzarlos a un estanque profundo para ver si logran nadar. Lo ideal es comenzar desde muy temprano a plantearles problemas que deben resolver por ellos mismos; problemas que les permitan desarrollar capacidades y destrezas (y autoestima).

Permanecer fuera de la cárcel La mayor parte de las personas consideran que, independien-temente de la situación y sus consecuencias, todos tomaremos la decisión correcta, la decisión moralmente correcta. El pro-blema es que la vida casi nunca funciona así. De hecho, solemos tomar pequeñas decisiones en nuestra vida diaria que a la larga terminan teniendo consecuencias drásticas. El precio marginal de hacer las cosas de esta manera "sólo esta vez" parece siempre desdeñable, pero el costo real siempre es mucho mayor.

La historia reciente está repleta de ejemplos de personas que una vez fueron absolutamente respetables, pero que cayeron en desgracia por cometer "pequeños errores". Campeones olímpi-cos que consumen drogas. Corredores de bolsa que venden información confidencial. Periodistas inventando información. Sólo esta vez...

La manera de evitar las terribles consecuencias de una conce-sión moral incómoda es no hacer concesiones desde un principio.

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Título original: How Will You Measure Your Life?

Editorial: HarperBusiness

Publicado en: Mayo de 2012

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