Company Reanalisis Multiple Gramaticalizacion e Incertidumbre Categorial(1)
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Reanálisis múltiple, gramaticalización e incertidumbre categorial
en la formación de los adverbios en -mente del español
Concepción Company Company
Universidad Nacional Autónoma de México
Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM.
Circuito Mario de la Cueva s.n., Ciudad de la Investigaciòn en Humanidades, Ciudad Universitaria (CU),
Delegación Coyoacán, 04510, México D.F., México.
1. Introducción. Gramaticalización, reanálisis e incertidumbre categorial
Uno de los problemas nodales en la evolución diacrónica de las lenguas, considerada
aquella bajo el marco teórico de la Gramaticalización, es si las grandes categorías
lingüísticas reconocidas tradicionalmente en la morfología y en la sintaxis son
suficientes para dar cuenta cabal de las etapas evolutivas y recategorizaciones que
suelen experimentar las formas o construcciones cuando entran en un proceso de
cambio lingüístico a lo largo de un canal de gramaticalización. En efecto, el resultado de
numerosas gramaticalizaciones es que las formas que experimentan un proceso de
cambio no tienen una adscripción categorial unívoca, sino que pueden admitir un
análisis categorial doble, triple y aún cuádruple, de manera que las formas o
construcciones resultantes en las etapas intermedias o finales del proceso de cambio no
siempre pueden ser caracterizadas mediante las categorías usualmente consideradas en
el análisis lingüístico.
Los ejemplos que nos proporciona la historia del español son numerosos. Así,
por citar algunos casos, dentro de un determinado estado de lengua, una forma puede ser
preposición bajo cierto ángulo de análisis, simultáneamente, bajo otro ángulo, puede ser
un marcador de caso objetivo y, aún desde otro, puede ser caracterizada como un clitico
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o morfema clasificador de contenidos léxicos particulares, tal sería el caso de la
preposición a en el español: se comporta como preposición ante ciertos nominales y en
ciertas funciones, pero es también una marca de caso objetivo, indirecto y directo o
dativo y acusativo, y es asimismo un clasificador, ya que cuando Bello (1848/1988) la
caracterizara como “a personal” realmente le estaba asignando un estatus categorial
equiparable con la función que tienen los clasificadores en las lenguas que poseen esta
categoría (Aikhenvald 2000). Igualmente, un verbo puede ser analizado, en un
determinado estado sincrónico, como auxiliar en ciertos contextos, como verbo pleno
posesivo en otros, y en otros, como verbo pleno pero defectivo, existencial, como sería
el caso del verbo haber. Una forma puede ser palabra, desde determinada óptica, pero
también, desde otra, puede ser considerada un formativo afijo derivativo, o bien , desde
otra, un formativo afijo frasal —categoría esta nada tradicional—, y aun, desde otra, la
forma puede estar a caballo entre palabra y formativo y ser caracterizable como una
palabra semiautónoma —si ello cabe en la definición clásica de palabra (Bloomfield
1933/1984:cap. 3)—, ya que integra un compuesto; este último caso queda
ejemplificado con los adverbios en -mente del español, cuya compleja gramaticalización
desde el latín constituye el objetivo de este trabajo.
En otras palabras, la gramaticalización conlleva incertidumbre en cuanto al tipo
de nueva información lingüística que aporta la forma que sufre el cambio,
particularmente, aquella que se refiere al estatus categorial de la nueva forma. Es decir,
un problema fundamental del análisis lingüístico es cómo etiquetar, clasificar o adscribir
categorialmente la nueva información gramatical resultante de la gramaticalización,
adscripción que se vuelve aún más compleja si se toma en cuenta que el cambio
morfosintáctico siempre va de la mano de cambio semántico y que, de manera paralela,
ambos redundan en cambios distribucionales. Tal incertidumbre es prácticamente
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irreconciliable con el planteamiento estructuralista de las categorías como conceptos
discretos que pueden, y deben, ser analizados unívocamente en términos de sí o no es tal
categoría. El devenir histórico de las formas de una lengua no es tan fácilmente
encasillable, como veremos enseguida.
Un número no desdeñable de estudiosos ha planteado a lo largo de los últimos
veinte años este problema y para una mayoría de ellos resulta insuficiente el inventario
categorial reconocido tradicionalmente en las lenguas. Véanse, para este efecto, por
citar sólo tres trabajos, Lehmann (1982/1995:33-35), Haspelmath (1999) y Eckardt
(2006:55-56). El primero es, hasta donde tengo noticia, el primer planteamiento
explícito del problema, el segundo es un estudio cronológicamente intermedio con una
solución en términos de polisemia y éxito comunicativo, en el sentido de Keller
(1990/1994:cap.2), y el tercero es un trabajo relativamente reciente que intenta dar
cuenta de manera crítica del problema y aportar una solución desde la semántica de
condiciones de verdad.
La falta de exactitud en el análisis se debe, en gran medida, al hecho bien sabido
de que la evolución diacrónica tiene consecuencias sincrónicas directas, ya que aquella
suele dejar secuelas del significado y distribución etimológica de una forma, lo cual
complica la caracterización sincrónica de esta. A su vez, la variación sincrónica es un
requisito y condicionante para que se produzca el cambio histórico, ya que este no
existe sin previa variación sincrónica entre dos o más alternativas, sean estas léxicas,
distribucionales o semánticas. O, lo que es lo mismo, diacronía y sincronía se
condicionan mutuamente, de manera que es un tanto falaz, como intentaremos mostrar,
hacer divisiones metodológicas y teóricas tajantes entre sincronía y diacronía, y es, en
consecuencia, también muy arriesgado intentar clasificaciones categoriales unívocas en
algunas parcelas de la gramática, aunque en otras ello sí sea posible.
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Un hecho generalmente aceptado —aunque no por ello carente de polémica— en
el marco de la gramaticalización es que el mecanismo causante de estas dobles, triples y
cuádruples adscripciones categoriales es el reanálisis, ya que las formas o
construcciones en los procesos de cambio se recargan —de manera inferencial a partir
del contexto lingüístico o incluso extralingüístico—, de nueva información gramatical y
semántica, lo cual provoca que las formas y construcciones involucradas sufran
reinterpretaciones que conllevan a nuevas adscripciones categoriales.
Dado que el cambio sintáctico-semántico es lento y gradual y procede a
pequeños y casi imperceptibles pasos, la antigua o etimológica adscripción categorial no
suele desaparecer una vez producido el reanálisis, de manera que la nueva información
lingüística se va acumulando a la originaria, produciéndose así categorías más
polisémicas que las etimológicas y un concentrado de adscripciones categoriales dobles,
triples o cuádruples bajo un mismo exponente formal. Esto es, las formas originarias,
base de la gramaticalización, suelen convivir por siglos como formas plenas al lado de
la forma resultante ya gramaticalizada. Este acumulado de información gramatical o de
convivencia de valores y funciones gramaticales y de significados conservadores e
innovadores se conoce como estratificación (Hopper 1991) y se debe al hecho de que el
cambio sintáctico-semántico tiene la propiedad de ser acumulativo, dadas la gradualidad
y lentitud ya comentadas, pues, de otra manera, se producirían quiebres comunicativos
fuertes entre generaciones, hecho nunca documentado en la historia de ninguna lengua.
Un aspecto poco común, o poco estudiado, en la bibliografía especializada es
que una misma forma o construcción para llegar a su nueva distribución y estatus
gramatical y semántico experimente de manera simultánea múltiples reanálisis o
reinterpretaciones que involucren prácticamente todos los niveles de lengua, desde el
fonológico hasta el semántico-pragmático, con cambios varios de nivel de lengua, por lo
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general descensos de nivel, y que en cada uno de esos niveles de análisis puedan
producirse varios reanálisis a su vez. Este caso, que llamaré reanálisis múltiple, es lo
que sucedió con el sustantivo latino mente y con su adjetivo concurrente en el camino
evolutivo para formar los adverbios conocidos como de modo o manera.
En la bibliografía especializada sobre reanálisis, hasta donde conozco, no están
considerados casos de reanálisis múltiples simultáneos que hayan devenido en una
multiplicidad de análisis categoriales, todos ellos conflictivos pero posibles, para la
forma o construcción involucrada, aunque es probable que sí existan en la historia de
más de una lengua, pero que, por motivos didácticos o expositivos, los reanálisis se
planteen en los trabajos especializados de manera lineal, abarcando un solo paso o etapa
a la vez. Es este un aspecto que requeriría investigación en otras lenguas.
Así, por ejemplo, el capítulo dos de Heine y Kuteva (2007), dedicado a revisar
en perspectiva tipológica todos los reanálisis posibles en un número importante de
lenguas —entre las cuales no está considerada el español—, incluye siete reanálisis
típicos para la categoría sustantivo y tres para la de adjetivo, formas ambas que
construyen los adverbios de modo o manera en el español, pero los diez reanálisis están
planteados como secuenciales y con un paso evolutivo a la vez. Cabe hacer notar que
ninguno de los reanálisis expuestos por estos autores incluye la posibilidad de que un
sustantivo se convierta en afijo o palabra semiautónoma y que un adjetivo se convierta
en el radical de otra construcción mayor, que fue lo que esencialmente ocurrió con la
frase nominal integrada por un adjetivo más el sustantivo mente del latín en su
evolución al español y a todas las lenguas romances, con excepción del rumano. Los
reanálisis considerados por Heine y Kuteva (2007) para estas dos categorías son los
siguientes: a) sustantivo > adjetivo; sustantivo > marcador de concordancia; sustantivo
> adposición; sustantivo > adverbio; sustantivo > marcador de caso, sustantivo >
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conector subordinante y sustantivo > pronombre; b) adjetivo > clítico o afijo como
marcador funcional, adjetivo > adposición y adjetivo > adverbio. Como se aprecia,
ambas categorías, sustantivo y adjetivo, pueden ser reanalizadas como adverbios, pero
lo que no está considerado en el trabajo de Heine y Kuteva (2007) es que el reanálisis
sea de las dos categorías simultáneamente, es decir que sea el sintagma nominal en su
totalidad el que experimente la recategorización, y que ambas categorías sufran varios
tipos de reanálisis simultáneos para llegar a funcionar como un solo adverbio.
Los objetivos de este trabajo son cuatro, dos de naturaleza teórica y dos
empíricos, sobre los cuales se sustentan los dos primeros: a) mostrar que el reanálisis es
un mecanismo fundamental en la creación de nuevas categorías y construcciones en la
lengua. Lo anterior significa que en el cambio lingüístico no hay creación ex novo, a no
ser que sean préstamos o neologismos —y estos tienen apoyo en material léxico y
gramatical preexistente—, sino que se trata, esencialmente, de mezcla y nueva
sedimentación de materia léxica y/o gramatical previas. b) Mostrar que son posibles, e
incluso requeridos en algunos casos, reanálisis múltiples para que una nueva forma o
construcción entre a operar en la gramática de una lengua. c) Presentar y analizar la
serie de reanálisis múltiples que tuvo lugar en la formación de los adverbios en -mente
en el español, reanálisis que impactaron la morfología, la sintaxis y la semántica-
pragmática de nuestra lengua. d) Plantear los problemas de adscripción categorial que
ofrecen los formativos de los adverbios en -mente y el adverbio en su totalidad.
Dado que este trabajo se basa en los conceptos de ‘gramaticalización’ y
‘reanálisis’, se hace necesario dar una definición de ellos antes de pasar a los apartados
de análisis diacrónico de los datos. Trabajaré, para efectos operativos del análisis, con la
definición tradicional de cada uno de estos conceptos, sin entrar en los problemas que
plantean, a sabiendas de que ambos han tenido en los últimos años definiciones y
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matizaciones varias, y de que en algunos estudios los conceptos de gramaticalización y
reanálisis son prácticamente lo mismo y se superponen, en otros, la gramaticalización es
un subconjunto de cambios dentro del reanálisis y aún en otros el reanálisis es el
mecanismo, o un mecanismo, dentro del macrocambio que constituye la
gramaticalización. Esta última posición es la que guía este trabajo.
En perspectiva diacrónica una gramaticalización, en su concepción tradicional u
originaria, es un proceso mediante el cual una forma léxica adquiere, a través de
determinados contextos, una función gramatical, o una forma ya gramatical adquiere
una función aún más gramatical (Kuryłowicz 1965; Lehmann 1982/1995, 1986; Hopper
1991; Hopper y Traugott 1993/2003; Company 2003, entre muchos otros). En otras
palabras, es un proceso que convierte lexemas o palabras en formativos gramaticales o
morfemas, o bien los formativos gramaticales se convierten en más gramaticales aún.
Algunos de los síntomas de que se está produciendo, o ha ocurrido ya, una
gramaticalización son que las formas que entran en el proceso de cambio disminuyen o
pierden su autonomía, ya que sintácticamente pierden la libertad o movilidad posicional
originarias y adquieren otra distribución; semánticamente debilitan o incluso pierden su
significado referencial etimológico; suelen, aunque no necesariamente, erosionarse
fónicamente y perder peso fonológico; cambian por lo regular su estatus categorial;
suelen integrarse en nuevos paradigmas; suelen, aunque tampoco necesariamente,
generalizarse, es decir, avanzar a nuevos contextos, semánticamente menos afines a los
contextos etimológicos, y, en consecuencia, incrementar su frecuencia léxica y/o de uso
y suelen, en no pocas ocasiones, pasar de ser formas optativas a ser obligatorias. Todos
estos cambios, con excepción del último, tuvieron lugar, en mayor o menor medida, en
la “creación” de los adverbios en -mente.
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Un reanálisis, en palabras de Langacker (1977:48), es “un cambio en la
estructura de una expresión o clase de expresiones, que no necesariamente implica una
modificación inmediata de su manifestación fónica” (traducción mía). En efecto, en los
adverbios mayormente, buenamente, difícilmente, etc., escritos con mucha frecuencia
separados en el español medieval (mayor mente, buena mente, etc.), no se observa, a
primera vista, que los componentes mayor-, buena-, difícil- y -mente difieran
fónicamente de las respectivas palabras plenas, los adjetivos mayor, buena y difícil, y el
sustantivo mente, no obstante que, como veremos enseguida, los dos componentes
sufrieron reanálisis mútiples para recategorizarse como un solo constructo con función
adverbial.
Desde el artículo seminal de Timberlake (1977), es pertinente hacer la distinción
entre el reanálisis propiamente dicho y la actualización del reanálisis. El primero
consiste en la reinterpretación semántica e inferencial de una forma en ciertos contextos,
la cual conduce a la recategorización de esa forma; la segunda es la generalizacion del
reanálisis a nuevos contextos, cada vez más alejados de los originarios o etimológicos.
El reanálisis tiene una naturaleza abrupta, en el sentido de que sólo cabe decir si la
forma o construcción en cuestión ya ha sufrido o no la reinterpretación. La
actualización, por el contrario, es gradual y lenta y sigue una jerarquía, ya que el avance
a nuevos contextos procede a pequeños pasos y está jerarquizada en el sentido de que se
produce primero en los contextos sintáctica y semánticamente muy afines a los
originarios-etimológicos y se va desplazando hacia contextos menos afines. En el caso
de los adverbios en -mente esta distinción se cumple a cabalidad: primero tuvieron lugar
los reanálisis múltiples, ya que desde el temprano español medieval encontramos el
constructo recategorizado como adverbio, posteriormente tuvo lugar la actualización del
reanálisis, documentada para estos adverbios en forma de un ligero proceso de difusión
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léxica o avance a nuevas bases adjetivas y en forma de un ligero cambio distribucional
hacia los extremos de la oración de la que forma parte el adverbio en -mente (Company
en proceso).
Este trabajo, además de la presente Introducción, está estructurado en tres
apartados. El primero, §2, está dedicado a analizar los cambios sufridos por el sintagma
latino ‘adjetivo + mente’ hasta llegar a cohesionarse en un constructo y recategorizarse
como adverbio y a consignar los reanálisis múltiples involucrados y generadores del
cambio. En el apartado §3 planteo brevemente el problema bien conocido de la huidiza
asignación categorial de los formativos de la construcción y del constructo en su
totalidad, para mostrar que esa difícil asignación categorial, en particular, la que atañe al
formativo -mente, es consecuencia del proceso de gramaticalización y de los reanálisis
múltiples sufridos por el sintagma nominal latino, y para proponer que es aún más
conflictivo, y ajeno al comportamiento real de las formas involucradas, analizarlas y
clasificarlas como una sola categoría unívoca, Cierran unas conclusiones que son tanto
un resumen de lo expuesto cuanto unas breves reflexiones sobre el carácter
multidimensional o multiniveles de la gramaticalización.
2. Reanálisis múltiples en la formación de los adverbios en -mente
Los adverbios en -mente son un caso paradigmático de gramaticalización y se crearon a
partir de un complejo proceso de reanálisis mútiples, algunos ya consignados en la
bibliografía especializada sobre este constructo. Listaremos primero los varios pasos del
cambio y luego resumiremos los reanálisis involucrados en cada uno de los niveles de
lengua.
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a) Se trata de una formación a partir de dos étimos latinos que entraron en
construcción. Sería, por tanto, una gramaticalización de construcción (Traugott 2003):
un adjetivo en forma femenina, cuando puede ser flexionado para género, buena, o un
adjetivo invariable, valiente, mayor, más el sustantivo latino mens-mentis en ablativo:
měnte. En la lengua madre y en el latín medieval el sustantivo y su adjetivo podían
aparecer flexionados en el caso requerido por su función dentro de la oración. Por lo
tanto, parte del proceso de gramaticalización fue su fijación en ablativo, o lo que es lo
mismo, perdieron la posibilidad de flexión, síntoma inequívoco de que la construcción
nominal experimentó un proceso de gramaticalización.
b) Juntos crearon un compuesto con estatus de palabra simple en el español —es
polémico el estatus de palabra simple o compuesta de estos adverbios (véase apartado
§3)—: buenamente, valientemente, en la cual ya, estructuralmente, no se reconoce ni un
adjetivo femenino, puesto que se ha fijado como raíz léxica (Girón Alconchel 2008;
Company en proceso), ni se reconoce el sustantivo mente, ya que se ha cohesionado
como afijo a su raíz. Es decir, los dos constituyentes de la construcción perdieron
autonomía.
c) La autonomía de la construcción era mayor en el español medieval,
particularmente en el siglo XIII, ya que con relativa cierta frecuencia se escribían
separados la raíz adjetiva y su afijo: nombrada mjentre (DLE, 1270, 62.92), conplida
mente (DLE, 1284, 34.58), publica mente (DLE, 1454, 247.332), sensilla mente (DLNE,
1692, 162.419). La separación gráfica como evidencia de la mayor autonomía de los
formativos de la construcción debe ser tomada, sin embargo, con mucha cautela, ya que
es bien sabido que no pocas ediciones críticas modernizan la separación de palabras. Es
importante señalar que nunca se documentan estos adverbios con interposición de otras
formas entre ambos formativos, ni siquiera en estados muy antiguos de la lengua
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española, interposición que sería prueba irrefutable de un mayor grado de autonomía. El
proceso de cohesión de los dos formativos debió realizarse tempranamente, ya que para
el siglo XIII es mayoritaria la graficación de los adverbios en -mente en una sola palabra,
si bien todavía se documenta, ocasionalmente, la separación gráfica hasta bien entrado
el siglo XVII, como indica el último de los ejemplos perteneciente a los DLNE.
d) La gramaticalización tuvo lugar a través del mecanismo que se considera
estándar en este tipo de cambio: reanálisis. Un reanálisis múltiple en este caso: por una
parte, cada uno de los integrantes del constructo sufrió una recategorización: adjetivo →
raíz léxica, sustantivo mente → afijo, y, por otra, también el constructo en su totalidad
experimentó varios reanálisis: frase nominal (adjetivo + sustantivo) → adverbio;
construcción endocéntrica (frase nominal) → construcción exocéntrica (compuesto
adverbial) (véase apartado §3).
e) Los dos integrantes del constructo se fijaron muy tempranamente en un orden
rígido: adjetivo-raíz + sustantivo-afijo, a diferencia de la lengua madre en que se
documenta el sintagma nominal con el sustantivo núcleo precediendo o siguiendo a su
adjetivo, deuota mente, mente deuota: leniter et mente tranquila (Cicerón, apud
Karlsson 1981:42-43), aunque ya eran mayoritarios los registros de adjetivo +
sustantivo. La fijación del orden, o falta de movilidad posicional interna, es una prueba
más del proceso de gramaticalización. Merece la pena señalar que el sintagma latino
adjetivo + sustantivo se fijó en un orden que resulta marcado en el español, lengua en
que el orden usual y no marcado para la mayoría de adjetivos es siguiendo al sustantivo:
sustantivo + adjetivo (Martínez 2009). Se ha dicho que el carácter marcado de una
estructura puede ayudar al reanálisis y a la gramaticalización (Andersen 2001), y, a
modo de ver, este fue el caso con los adverbios en –mente: el orden marcado
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adjetivo+sustantivo dentro de la frase nominal española impidió libertad posicional y
favoreció sin duda la gramaticalización con la consiguiente fijación del constructo.
f) En el español medieval, especialmente en el siglo XIII, la forma latina -mente
se documenta con una amplia gama de variaciones morfofonémicas: con diptongación y
sin ella: mientre, miente, mente; la diptongación sería lo esperado dada la e breve
etimológica tónica del segundo constituyente del constructo; con presencia de una -r-
interna y sin ella: mientre, miente, mente; la r es, al parecer, producto de un cruce de
mente y el sufijo adverbial latino -iter (Karlsson 1981:45, 94-95), o bien, en opinión de
otros autores, una epéntesis que resulta usual como apoyo fonético, siguiendo la pauta
stella > estrella. Se documenta el constructo en el español de los siglos XII y XIII con
apócope y sin ella: mient, ment, mientre, mente. Por lo tanto, se pasa de una etapa de
mayor variación morfofonémica a una etapa de invariación morfémica. La fijación
morfológica es también característica de la gramaticalización.
g) El segundo formativo del nuevo adverbio se fija y generaliza, a partir de la
segunda mitad del siglo XIV, en la forma invariable -mente, tal como llega hasta
nuestros días. La pérdida de diptongación es prueba para algunos autores de un
cultismo, para otros, constituiría un préstamo a partir del catalán o del occitano. No son
irreconciliables ambas interpretaciones, según creo (Company en proceso y referencias
ahí citadas).
h) Los dos integrantes de la construcción transformaron su significado
etimológico originario: el adjetivo debilitó su significado atributivo calificativo y el
sustantivo mente dejó de referir a una parte abstracta del cuerpo para adquirir un
significado todavía más abstracto y bastante heterogéneo, de base modalizada: modal,
focal, cuantificador, intensivo, etc., que debe ser asignado en contexto.
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i) Dado que el cambio sintáctico-semántico es acumulativo, como ya dijimos, los
adjetivos base y el sustantivo mente, para referir a una parte abstracta del cuerpo
humano, permanecen como formas léxicas autónomas, con plena productividad en el
español, y conviven con la construcción gramaticalizada en todas las épocas,
produciendo un efecto de estratificación.
j) De manera paralela al proceso de gramaticalización, la construcción sufrió un
proceso de lexicalización, ya que, al parecer, dejó de ser transparente su formación
etimológica y entra como una palabra simple más en el diccionario. Los diccionarios
actuales tienden a incorporar como entradas separadas todos los adverbios en -mente
posibles de la lengua, mientras que en la práctica lexicográfica más antigua se solía
poner una entrada morfológica -mente, definiendo sus características de concurrencia y
semánticas, sin consignar por separado cada adverbio (DRAE versión última en línea,
2009, y versiones de fines del siglo XIX, todas en www.rae.es). Esta incertidumbre, en
este caso lexicográfica, es, insistimos, un resultado propio de la gramaticalización. Hay
que señalar que es este un aspecto bastante polémico en el quehacer lexicográfico
actual, aunque se tiende a consignar cada adverbio por separado, quizá siguiendo la
normativa actual del DRAE.
k) Finalmente, el nuevo constructo se integró en nuevos paradigmas, es decir,
experimentó paradigmatización, la cual es una prueba tradicional de la
gramaticalización. En efecto, de no ser adverbio, pasó a formar parte de diversas clases
de adverbios, por ejemplo: de modo, junto a así, assaz: vivió santamente ~ vivió así; de
grado, junto a poco, mucho: viaja excesivamente ~ viaja mucho; de conjetura, junto a
quizá: quizá no venga ~ posiblemente no venga, etcétera. Tal paradigmatización fue
posible, como es lógico, gracias a la recategorización como adverbio de la original frase
nominal.
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En cuanto a los reanálisis múltiples que tuvieron lugar y afectaron diversos
niveles de lengua, estos fueron siete al menos:
1. Uno en el nivel morfosintáctico, que implicó un descenso de nivel de lengua:
sintaxis > morfología, consistente en FN → palabra.
2. Dos reanálisis que implicaron también un descenso de nivel de lengua: léxico
> morfología, consistentes en categoría léxica adjetivo → raíz léxica de un adverbio;
categoría léxica sustantivo > afijo (?) formativo de un adverbio.
3. Como consecuencia de 2, se produjeron sendos reanálisis que cambiaron el
estatus morfológico de los dos integrantes. De un lado, flexión → invariación, en el
caso del adjetivo, ya que el radical del adverbio no es un adjetivo femenino singular,
sino una forma invariable que era femenina y singular en la lengua madre —
consecuencia de su concordancia obligada con el sustantivo mente—, pero que ya no es
femenina ni singular, porque no se puede conmutar por género masculino ni por número
plural; es, por tanto, raíz invariable. De otro, en el caso del sustantivo mente, flexión →
derivación / composición (?),
4. Dentro de la sintaxis, también tuvo lugar un reanálisis en el estatus estructural
del constructo: construcción endocéntrica → construcción exocéntrica. En el latín
constituía una frase nominal con un núcleo obligatorio, mens-mentis, y un adjetivo
variable modificador de aquel y, por tanto, en concordancia de género, número y caso
con el núcleo; era, por tanto, una construcción endocéntrica, ya que el sintagma en su
totalidad tenía la misma distribución que el núcleo. En el español es un constructo
exocéntrico, raíz invariable + afijo, ya que ambos formativos se requieren mutuamente
para formar el adverbio de modo o manera y ninguno de los dos tiene libertad para
cubrir la distribución del constructo en su totalidad. Es decir, los adverbios en -mente no
son una construcción con núcleo.
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5. De la mano del reanálisis 4, tuvo lugar otro reanálisis que invirtió la jerarquía
estructural de ambas formas: núcleo mente → dependiente -mente, ya que el significado
y distribución del adverbio, es decir, sus propiedades gramaticales dependen en gran
medida del significado del adjetivo base; modificador → raíz, la cual determina en gran
parte el significado y distribución del adverbio.
6. A caballo entre los niveles semántico y sintactico, tuvo lugar también un
reanálisis: integración paradigmática nominal (sustantivo y/o adjetivo) → integración
paradigmática adverbial; es decir, se produjo la recategorización nombre → adverbio.
La formación de estos adverbios confirma dos hechos bien explorados en la
teoría de cambio lingüístico, a saber, que la gramaticalización es un cambio multiniveles
por excelencia y que el reanálisis es un mecanismo fundamental, si no es que constituye,
como creo, el mecanismo esencial de la gramaticalización (Haspelmath 1998, para una
opinión en contra de esta posición).
Antes de pasar al siguiente apartado donde esbozaremos los varios problemas
del estatus categorial del constructo, consecuencia de su acontecer diacrónico, es
conveniente enfatizar que no es muy común documentar una gramaticalización que
involucre un proceso de reanálisis múltiple, siete en total, tal como acabamos de
observar.
3. La incertidumbre categorial de los adverbios en -mente
Uno de los aspectos más llamativos en la bibliografía especializada actual sobre los
adverbios en -mente es la falta de consenso en cuanto al estatus categorial de estos
adverbios, y más llamativa que la falta de consenso es la multiplicidad de propuestas
categoriales, todas, a mi parecer, bastante bien fundamentadas en términos funcionales y
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semánticos. No existe consenso ni para adscribir categorialmente la raíz, ni para la
caracterización categorial de -mente, ni para la caracterización del constructo en su
totalidad. Sólo hay consenso para adscribirlos a la categoría adverbio, la cual, como se
sabe, es la más heterogénea semántica y sintácticamente, y por ello de difícil
acotamiento y definición, de todas las categorías léxicas existentes en las lenguas.
Los adverbios en -mente constituyen, sin duda, un caso ejemplar, como pocos en
la gramática del español, de la incertidumbre estructural categorial sincrónica que puede
acarrear una gramaticalización diacrónica.
En cuanto a la raíz léxica adjetiva, la polémica es si el radical es un adjetivo
femenino singular o es un adjetivo ya morfológicamente invariable. La mayoría de
autores propone que es un adjetivo femenino singular, cuando el adjetivo base de la
formación es variable y admite flexión, buena-, fea-, etc., o es invariable cuando
procede de un adjetivo invariable: real- (Kovacci 1999:§11.2.1 y numerosas referencias
ahí citadas). Para unos pocos autores, la raíz es una forma ya invariable, sin importar si
el adjetivo relacionado tiene capacidad o no de ser flexionado; es decir, sea que el
radical acabe en -a sea que tenga otra terminación, ese radical sólo tiene estatus
morfológico de raíz del adverbio (Gregores 1960:83-84; Girón Alconchel 2008;
Company en proceso).
En cuanto al formativo -mente, la incertidumbre estructural categorial que
genera es mucho mayor. Hay, por lo menos, cuatro análisis alternativos, todos
coherentes. Para algunos autores es un sufijo derivativo, dada la gran productividad que
tiene el formativo -mente en la formación de adverbios, dado el cambio de categoría que
experimenta el constructo, ya señalado en el apartado anterior, y dado que -mente
selecciona ciertas categorías léxicas, al igual que hacen otros sufijos (Karlsson 1981;
García-Page 1993; Rodríguez Ramalle 2003:16, entre otros). Para algunos otros autores
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-mente no puede ser afijo derivativo, sino que es una forma semiautónoma que
construye un tipo peculiar de compuesto (Alcina y Blecua 1975:707; Kovacci
1999:§11.1.2.1; RAE-AALE 2009:cap. 30, que se refiere a estos adverbios como “formas
compositivas”); una prueba, aducida como fundamental, del carácter de compuesto es
que en todos los tipos de coordinación y en la comparación -mente sólo se añade al
último constituyente coordinado o comparativo: simple y sencillamente, directa o
indirectamente; lenta pero constantemente; tan clara como seguramente, es decir, en
opinión de estos autores, el elemento -mente es elidible, a diferencia de los afijos
derivativos que son obligatorios en las secuencias de derivados. Una segunda prueba en
contra del carácter afijal de -mente es que los adverbios formados por este elemento son
constructos con dos acentos primarios, ya que tanto el radical adjetivo como -mente
tienen acento primario, a diferencia de las palabras derivadas que en el español, por una
ley morfofonémica heredada del latín, obligan a desplazar el acento sobre el sufijo. La
doble acentuación es sólo propia de los compuestos. Para otros autores es un semisufijo,
a caballo entre la composición y la derivación: no es derivado porque en español la
derivación precede a la flexión, tampoco es un compuesto transparente como tal
(Aspiazu 1999-2000:270-271). Para otros autores, -mente forma expresiones limítrofes
entre la morfología y la sintaxis: sería un afijo de frase (Torner 2005); eso explicaría
que el morfema flexivo esté antes que el derivativo y que en la coordinación y la
comparación sólo se ponga -mente sobre el segundo adjetivo de la secuencia
sintagmática. Y aún en otros autores no hay un intento de caracterización categorial; por
ejemplo la RAE (1973:201) sólo señala que la morfología de los adverbios en -mente se
separa de la composición y de la derivación.
El constructo en su totalidad también plantea polémica en cuanto a su
caracterización estructural. Para algunos autores se trata de una construcción
18
exocéntrica, tal como hemos propuesto líneas más arriba (Gregores 1960:98; Company
en proceso). Otros autores los consideran endocéntricos, equivalentes a una frase
adverbializada, y de nuevo una zona de prueba es la elisión de -mente en los sintagmas
coordinados y comparativos (Kovacci 1999:§11.1.2 y referencias varias ahí citadas).
Otro problema, relacionado y en parte derivado de los anteriores, es si los
constituyentes que se coordinan son todos adverbios con elisión de -mente excepto en el
último constituyente, posición esta la más frecuente en la bibliografía especializada y
gramáticas de referencia del español, o son adjetivos más un adverbio final, análisis
también posible, aunque poco común, ya que tanto adjetivos como adverbios comparten
la propiedad funcional de ser categorías modificadoras. Por razones de espacio, no
profundizaré en este punto.
Los análisis varios que acabamos de exponer son resultado del hecho de que los
adverbios en -mente plasman en la sincronía tanto su origen etimológico de frases
nominales con significado modal, como su trayectoria diacrónica hacia una
gramaticalización que parece no estar concluida por igual en todas las zonas de la
capacidad funcional de estos adverbios. La gramaticalización conlleva, como hemos
visto, incertidumbre categorial, plasmada en propuestas múltiples de análisis, y ello se
debe a que la diacronía se inserta con mucha frecuencia en el funcionamiento sincrónico
de las formas o construcciones resultantes del cambio lingüístico, o, lo que es lo mismo,
la sincronía no es separable de la diacronía, ni teórica ni metodológicamente. La
necesidad de caracterizar unívocamente estos constructos es debida también, en buena
parte, a un arrastre teórico estructuralista que requiere adscripciones categoriales
biunívocas y que impide incluir la variación lingüística, sincrónica y diacrónica, como
inherente a la definición misma de la gramática.
19
Tal adscripción unívoca es, en mi opinión, contraproducente porque opaca el
funcionamiento de las formas en su uso real. Los adverbios en -mente son tanto
compuestos como palabras simples, según el ángulo de análisis que pongamos de
relieve, y ambos análisis pueden coexistir sin conflicto. El elemento -mente es tanto
afijo como no afijo, según la perspectiva que enfaticemos. Intentar descartar o
“solucionar” esta multiplicidad analítica conlleva, a mi modo de ver, más problemas que
ventajas, porque necesariamente dejará más residuos en la gramática, y sobre todo, es
teóricamente riesgoso porque es eliminar la variación lingüística consustancial al
funcionamiento de la gramática.
4. Conclusiones
Hemos visto que la gramaticalización y el reanálisis son conceptos relevantes para el
análisis de los adverbios en -mente. Hemos mostrado que es posible una
gramaticalización con reanálisis múltiples simultáneos, no obstante que en la
bibliografía especializada esta posibilidad parece haber sido pasada por alto.
Los adverbios de modo o manera constituyen un caso ejemplar de la necesidad
de considerar el reanálisis como un mecanismo fundamental de la gramaticalización y
son un caso complejo de reanálisis múltiples que incidieron en los varios niveles de
lengua, todos ellos en interacción. La gramaticalización es un cambio caracterizable
como un cambio multiniveles por excelencia.
Por último, a la luz del análisis expuesto, la gramaticalización se nos muestra
como un macrocambio en cuanto que conlleva cambios en la forma, en la función, en la
distribución y en el significado. En la forma, los dos elementos involucrados en la
generación de estos adverbios dejaron de ser autónomos y perdieron flexión de caso,
20
género y número. En la función, cambiaron de categoría y pasaron a operar como
adverbios. En la distribución, la nueva forma adquirió flexibilidad posicional y
experimentó un desplazamiento hacia los extremos de la oración. En el significado, el
constructo en su totalidad adquirió un significado más abstracto que las formas
etimológicas originarias y crea una compleja red de significados modales varios,
cuantificadores, actitudinales, etc., determinados, fundamentalmente, por la base
adjetiva más el contexto.
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