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COMPATIBILIDAD ENTRE MINERÍA Y MEDIO AMBIENTE

Lunes 11 de Enero de 2013 10:08 | Escrito por: Félix Díaz Tejada |

Noticias - Republica Dominicana

La minería es una actividad de importancia elemental para el desarrollo y confort de la humanidad, así como para el avance de la tecnología industrial, debiendo constituirse en una fuente de riquezas para las naciones propietarias y receptoras de estos bienes. La mayoría de los artículos derivados a partir de la industrialización de los minerales tienen un uso imprescindible en la era actual.

No obstante, en el caso de naciones como la República Dominicana, se requerirá en lo inmediato de una voluntad política y un pacto con la ciencia, a fin de organizar esta importante actividad, al tiempo de establecer una definición de áreas o zonas factibles, a fin de que el desarrollo de la misma inicie una nueva etapa; bajo un marco de transparencia, ética, pulcritud y beneficios directos a las comunidades del entorno. En caso contrario veremos cómo los conflictos mineros serán un ente de tensión permanente.

Resulta de vital importancia valorar la incidencia que tienen los diversos subsectores y agentes que participan en las principales áreas de aportes al crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en República Dominicana, entre estos la manufactura, la agropecuaria, el comercio, las telecomunicaciones, la construcción, la industria, enseñanza y educación, salud y farmacia; ocupando la actividad extractiva una minúscula porción en términos económicos, aunque su incidencia sobre el impacto ambiental es de alta cuantía en el entorno.

I. La Minería en R. Dominicana: Saqueo y Corrupción al Por Mayor y Detalle

En el transcurso de los años en que

las actividades mineras se han estado llevando a cabo en República Dominicana sus auspiciadores y "defensores" no han podido demostrar que dichas operaciones sean compatibles con el entorno, y mucho menos con el ambiente.

Apenas son "factibles" para la compra del silencio, a través del soborno, el sonsacamiento mediante dádivas y la aplicación de los manuales de contrainsurgencia, corrompiendo las comunidades y a uno que otro político cuyo fin en tan noble actividad se reduce a

agenciarse fortunas, mediante su participación en la piñata de los repartos clientelares y en la profesionalización del chantaje como un ente institucionalizado y normal; silenciamiento y

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encadenamiento de los mecanismos mediáticos propiedad de las élites económicas en una especie de bozal, para impedir que la opinión pública haga valer sus derechos, lo cual de por si es violatorio a los derechos humanos y al ejercicio de la libre expresión y difusión del pensamiento, una conquista adquirida y consagrada en nuestra constitución.

A sabiendas de la importancia que

revisten los metales en el desarrollo de la industria y en el confort de la propia humanidad, el negocio minero deberá ser regulado y responder a determinadas normativas, al margen del espíritu mafioso y la imagen espuria que ha arrastrado desde sus orígenes esta importante actividad económica.

A pesar de estar cada vez más acorralado por el despertar de las sociedades, fruto de las enormes catástrofes ambientales expresadas a través del cambio climático y el

calentamiento global, el negocio minero ha llegado a unos límites inimaginables en su empeño voraz de apetito económico, colocando como consultores y hasta ministros a personeros que respondan a sus intereses.

No obstante, el enorme potencial que bien pudieron haber aportado los yacimientos mineros explotados en forma de despojo y saqueo nacional, durante más de 50 años en naciones de América Latina y África, precisamente hoy en día son países que no han logrado salir del estadio de subdesarrollo. Por el contrario el “Consenso de Washington” vio otro mecanismo de extracción y succión de las riquezas mineras y las fuentes de agua. Ahí están los casos de naciones saqueadas de forma inmisericorde, donde lo único abundante es la pobreza, entre estas cabe citar a Sudán, Etiopía, Kenia, Zambia, Ghana, Zimbabwe, República Democrática del Congo, Botswana,

Guinea, Sierra Leona, Malí, Mauritania, Mozambique, Namibia, entre otras.

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En nuestro entorno tenemos ejemplos parecidos en naciones como Perú, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Colombia, Paraguay, Guatemala, El Salvador y México, la mayoría de los cuales pese a que tienen mayores extensiones de territorios y mucho menor densidad demográfica que República Dominicana, continúan padeciendo las mismas lastres de pobreza, con excepción de aquellas naciones que estratégicamente han roto con los viejos esquemas saqueadores del medio ambiente y de la renta minera, haciendo coparticipe a los oprimidos de los beneficios que genera la industria minera.

Todas y cada una de las posibles actividades mineras no son necesariamente compatibles con la protección del medio ambiente. Si no lo entendemos así, se cometerán irreparables daños a la gran riqueza de la biodiversidad, al clima y al agua en República Dominicana, recursos que tienen una importancia vital e innegociable para el desarrollo productivo y para garantizar la calidad de vida de los dominicanos en el largo plazo.

II. Mineros: Convertidos Funcionarios y Jueces a la Vez

Para que la industria minera pueda tener alguna perspectiva en cuanto a funcionamiento, primero debemos tener claro en cuáles áreas del territorio dominicano se puede, o no, realizar dicha actividad, y en aquellos lugares en que sea viable, asegurar que se adelanten legislaciones que propendan a actualizar los diversos actores involucrados en estos procesos, así como el cumplimiento estricto de las leyes, que se base en los más altos estándares ambientales y sociales a nivel internacional, y que se demande el uso de tecnologías de punta.

En este sentido urge legislar para la aprobación en una ley sobre ordenamiento y uso de los suelos; como también en el orden de una legislación especial de aguas, otra sobre vida silvestre y actualizar la Ley Minera No. 146 del año 1971.

Digámoslo con claridad: Hay países que se prostituyen en sus exigencias ambientales y sociales, con miras a atraer la inversión extranjera, y sería grotesco que este fuese el camino que tomara el nuestro. Desafortunadamente existen indicios de que por allí es que se han ido las autoridades dominicanas y sus satélites, como se observa en el acelerado desmonte de las licencias ambientales, que incluye la iniciativa de que los

sectores minero o de infraestructura tengan una fuerte intervención en su otorgamiento. ¡Lo único que nos faltaba: Que formalmente los objetos de la regulación se conviertan en jueces

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de sí mismos! Igualmente preocupan las voces que se están abriendo paso para impedir que se expida normatividad ambiental dirigida a modificar o a imponer nuevos estándares ambientales, que son indispensables frente a las locomotoras económicas

El problema es que unas autoridades ambientales, políticas y mineras que son una vergüenza y que no dan ninguna seguridad para que la actividad minera se realice en forma tal que se garantice a los dominicanos su derecho constitucional a disfrutar de un medio ambiente sano.

Estoy seguro y conozco que en el Ministerio de Medio Ambiente la mayoría de los técnicos y funcionarios son profesionales capaces, rigurosos y probos, pero eso no basta. El balance del Ministerio de Economía y Planificación y de la Dirección General de Minería, en la mayoría de los gobiernos dominicanos ha sido lamentable; su capacidad técnica para lidiar con las “locomotoras del desarrollo” da grima y rabia a la vez, y su independencia frente a los sectores regulados, en el caso de las empresas mineras, y de la voluntad de algunos jefes de Estado y de las transnacionales, ha sido absolutamente cuestionable.

III. El Antifaz de los Mineros y sus Voceros

La percepción que tenemos los ciudadanos ha sido la que nos han enraizado las transnacionales mineras con el mal papel jugado y las troneras o cráteres dejados como pasivo ambiental por todas estas empresas que han operado en la República Dominicana. Ahí están en espera de sus respectivas remediaciones las inmensas áreas minadas en La Peguera, El Verde, Caribe y Peñaló, en la provincia Monseñor Nouel y en Loma Ortega, en el municipio La Vega. Difícilmente se pueda tener una percepción diferente con el pasivo ambiental acumulado de forma irresponsable.

A partir de la Cumbre de la Tierra, realizada en el año 1992 en Brasil, las normas de control y regulación ambiental fueron pactadas por la mayoría de las naciones del mundo. Entre las medidas asumidas estuvo el requerimiento de estudios sobre impacto ambiental, como paso previo a la autorización o denegación de cualquier proyecto que impacte sobre el entorno. No obstante, las mineras y sus acólitos pretenden que dichos informes sean una especie de Patente de Corso o “licencia para matar”.

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El derecho a disfrutar de un aire puro, libre de contaminación, la opción de defender nuestras fuentes de agua y el concepto inquebrantable de nuestra soberanía, son aspectos prioritarios y están por encima de nimiedades del poder político y del reparto de migajas y confabulaciones con pedigüeños y arrabaleros del folclore politiquero. Resulta que estos ecosistemas aislacionistas, como es el caso del archipiélago de las Antillas, son extremadamente frágiles ante los cambios bruscos y la agresividad que implican las operaciones mineras, y aún más cuando se trata de negocios que a la postre terminan perjudicando a nuestra nación, incrementando las causas que conllevan al cambio climático y al calentamiento global, tal como indican las estadísticas de temperaturas en el municipio de La Vega, especialmente en los meses que transcurren desde mayo hasta octubre, con olas de calor que apenas hace 20 años no se conocían. Además del deterioro y alteración de los ecosistemas que durante millones de años le ha costado a la madre naturaleza construir, alterando con ello la riqueza de nuestra biodiversidad, y para colmo las escasas áreas que estos desaprensivos han reforestado lo han hecho con monocultivismo de especies exóticas, como acacia (Acacia magium) o casuarina (Casuarina equisetifolia, L.).

No podemos permitir que piratas y corsarios del Siglo XXI pretendan convertir este país en un desierto infernal, prevaliéndose de la pusilanimidad de gobernantes y del poder de genuflexión a que someten a vasallos e incautos repartidos en las diversas instancias gubernamentales. Recordemos que incluso lo legal jamás suplante lo moral, ni mucho menos podrá suprimir los derechos ciudadanos a defender nuestras ideas y conocimientos, ni nuestro infinito amor por estas tierras que nos legó Dios y la madre naturaleza, no para depredarla sino para generar bienes y servicios para las presentes y futuras generaciones. Ninguna actividad mercantil y degradante podrá ser prioridad antes que la vida humana y de los demás organismos que habitan en nuestro planeta. Puede que la minería debidamente organizada y bajo estrictos controles y regulaciones lograra hacer algunos aportes aunque mínimos a la economía dominicana, lo cual no necesariamente implica desarrollo, un mal paradigma que han sabido maniobrar los mineros. Las opciones para el desarrollo de nuestra nación están en la capacidad de acudir a la economía azul, al aprovechamiento de nuestros recursos naturales para el fomento del ecoturismo, turismo rural, la agropecuaria, las agroindustrias, la energía limpia, el cooperativismo, investigación y desarrollo, la manufactura, la industria ligera y del fortalecimiento de nuestras potencialidades exportadoras de estos renglones.

La perfidia como argumento es la base elemental del bien elaborado “Manual Minero para “Convencer” a las Comunidades”.

Tanto en la minería como en las demás áreas económicas necesitamos socios, no patronos ni amos. Las conductas medievales o de la época colonial deben quedar en el pasado. Los recursos naturales están sometidos a fuertes presiones de la población, de empresarios y de algunos políticos inescrupulosos. Necesitamos de marcos reguladores estables y transparentes, que proporcionen certidumbre legal a los operadores económicos.

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IV. VALORACIÓN DE LOS APORTES DE LOMA MIRANDA

a) TANGIBLES

La actividad arrocera que se beneficia con los servicios ecosistémicos producidos por Loma Miranda genera más de 25,000 empleos directos y 35,000 indirectos

b) INTANGIBLES

La mayoría de las especies florísticas que producen los alimentos, frutales y bebidas aromatizadas que consumimos nosotros los dominicanos, tales como arroz, habichuela, maíz, café, cacao, cítricos y aguacate, por tan solo citar algunas, sus flores son polinizadas por insectos y aves. Cuyos ecosistemas peligran tan pronto se abren los cráteres mineros, se envenenan las aguas y alteran los patrones de clima e interrumpen los nichos de estas insignificantes especies.

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V. LOMA MIRANDA: NO SE NEGOCIA

Loma Miranda ocupa uno de esos espacios dentro de la geografía dominicana que debe ser preservado, para que continúe produciendo beneficios ecosistémicos, fuente de producción de agua, atrapando la humedad arrastrada por los vientos alisios y devueltos como nubes de lluvias o flujo de agua corriente, capturando diariamente miles de toneladas de CO2 y otros gases de efecto invernadero y mitigación del cambio climático, para que siga siendo fuente de desarrollo de la rica biodiversidad no importa cuántas especies endémicas sean, una sola reúne condición de exclusividad que siempre justificará la esencia de su defensa.

El Parque Nacional Loma Miranda, tiene

un alto potencial de ser uno de los nichos de mayor atractividad para ser frecuentado por turistas, investigadores, científicos, paisajistas, estudiantes y personas retiradas, por todas las condiciones que reúne esta singular zona montañosa.