Compendio de La Doctrina Social de La Iglesia

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Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia El 25 de octubre pasado, fue presentado en la Oficina de Prensa de la Santa Sede el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. El Cardenal Renato Martino, Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, que preparó el documento, comentó que su elaboración ha durado cinco años y comenzó cuando ese Dicasterio estaba presidido por el Cardenal François- Xavier Nguyen Van Thuan. El Cardenal mencionó que el libro está dedicado al Santo Padre, quien en la exhortación apostólica postsinodal .Ecclesia in America. (1999) escribía: .Sería muy útil un compendio o síntesis autorizada de la Doctrina social católica, incluso un catecismo que muestre la relación existente entre ella y la nueva evangelización. El volumen ha sido publicado en italiano e inglés, pero pronto estará también disponible en español, francés y portugués, quedando luego las reproducciones en otros idiomas a cargo de las conferencias episcopales nacionales, con autorización de la Santa Sede. Estructura de la Obra Su elaboración no fue una empresa simple, ya que presenta en forma conjunta y sistemática -pero también sintética- las enseñanzas sociales de la Iglesia en los temas decisivos. El resultado es un documento que supera las 500 páginas y está a disposición de todos, católicos, otros cristianos y personas de buena voluntad. De .estructura sencilla y lineal, el volumen se abre con una carta del Cardenal Angelo Sodano, Secretario de Estado, y consta de una introducción: .Un humanismo integral y solidario, tres partes y una conclusión titulada .Por una civilización del amor. Según explicó el Card. Martino, .la primera parte está compuesta por cuatro capítulos y trata de los presupuestos fundamentales de la Doctrina Social. La segunda parte, compuesta de siete capítulos, aborda los contenidos y los temas clásicos de la Doctrina Social: la familia, el trabajo, la vida económica, la comunidad política, la comunidad internacional, el ambiente y la paz. La tercera parte, mucho más breve porque se compone sólo de un capítulo, contiene una serie de indicaciones para la utilización de la Doctrina Social en la praxis pastoral de la Iglesia y en la vida de los cristianos, sobre todo de los fieles laicos. Estos contenidos están agrupados en 583 cánones o artículos que ocupan 330 páginas del volumen. Las restantes 190 páginas están dedicadas a un extenso y completo índice de referencias a las Sagradas Escrituras, documentos papales, Padres de la Iglesia, textos de los consejos

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Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia

El 25 de octubre pasado, fue presentado en la Oficina de Prensa de la Santa Sede el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. El Cardenal Renato Martino, Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, que preparó el documento, comentó que su elaboración ha durado cinco años y comenzó cuando ese Dicasterio estaba presidido por el Cardenal François-Xavier Nguyen Van Thuan.El Cardenal mencionó que el libro está dedicado al Santo Padre, quien en la exhortación apostólica postsinodal .Ecclesia in America. (1999) escribía: .Sería muy útil un compendio o síntesis autorizada de la Doctrina social católica, incluso un catecismo que muestre la relación existente entre ella y la nueva evangelización.El volumen ha sido publicado en italiano e inglés, pero pronto estará también disponible en español, francés y portugués, quedando luego las reproducciones en otros idiomas a cargo de las conferencias episcopales nacionales, con autorización de la Santa Sede.

Estructura de la ObraSu elaboración no fue una empresa simple, ya que presenta en forma conjunta y sistemática -pero también sintética- las enseñanzas sociales de la Iglesia en los temas decisivos.El resultado es un documento que supera las 500 páginas y está a disposición de todos, católicos, otros cristianos y personas de buena voluntad. De .estructura sencilla y lineal, el volumen se abre con una carta del Cardenal Angelo Sodano, Secretario de Estado, y consta de una introducción: .Un humanismo integral y solidario, tres partes y una conclusión titulada .Por una civilización del amor.Según explicó el Card. Martino, .la primera parte está compuesta por cuatro capítulos y trata de los presupuestos fundamentales de la Doctrina Social. La segunda parte, compuesta de siete capítulos, aborda los contenidos y los temas clásicos de la Doctrina Social: la familia, el trabajo, la vida económica, la comunidad política, la comunidad internacional, el ambiente y la paz. La tercera parte, mucho más breve porque se compone sólo de un capítulo, contiene una serie de indicaciones para la utilización de la Doctrina Social en la praxis pastoral de la Iglesia y en la vida de los cristianos, sobre todo de los fieles laicos. Estos contenidos están agrupados en 583 cánones o artículos que ocupan 330 páginas del volumen. Las restantes 190 páginas están dedicadas a un extenso y completo índice de referencias a las Sagradas Escrituras, documentos papales, Padres de la Iglesia, textos de los consejos ecuménicos y pontificios y textos de congregaciones, además de un muy provechoso índice analítico.

“Retos decisivos”En la presentación de la obra, el Cardenal también enumeró algunos retos decisivos y de gran relieve e importancia, a los que se espera que el compendio sirva de respuesta. El primero es el reto cultural, que la Doctrina Social afronta sirviéndose de su dimensión interdisciplinaria constitutiva. El segundo procede de la situación de indiferencia ética y religiosa y de la necesidad de una colaboración interreligiosa renovada. El tercero es propiamente pastoral. El futuro de la Doctrina Social de la Iglesia en el mundo de hoy dependerá de la comprensión, de su arraigo en la misión propia de la Iglesia. Depende de la comprensión renovada de cómo esta doctrina está ligada a todos los aspectos de la vida y de la acción de la Iglesia.

COMPENDIO DE DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

Juan Pablo II produjo un singular relanzamiento de la Doctrina social de la Iglesia desde el comienzo mismo de su pontificado; basta recordar que la misma expresión "doctrina social" había entrado entonces en un cierto eclipse. Un paso decisivo de ese proceso fue dado en 1992, con la declaración de ese año como "año de la doctrina social de la Iglesia". Varias grandes encíclicas e innumerables otros documentos a lo largo de un cuarto de siglo, jalonan como estrellas de viva luz el firmamento de la convivencia social.

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El Papa Wojtyla no ha producido una mera actualización de la doctrina, sino que en cierto modo le ha dado un nuevo y original enfoque antropológico que implica una verdadera reformulación en su expresión. Al terminar su dilatado pontificado, Juan Pablo Magno nos ha dejado como legado el compendio de una enseñanza universal. El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia fue elaborado por el Pontificio Consejo Justicia y Paz y resume en un solo cuerpo toda la moral de la Iglesia en materia social. Se trata de la primera vez en la historia que la Santa Sede realiza una exposición sumaria pero integral, de toda la doctrina social: una empresa de esa naturaleza nunca había sido realizada antes oficialmente por la Iglesia.

La proyección social de la fe

En realidad, no estamos aquí ante un nuevo documento del magisterio en sentido estricto, aunque puede decirse que los reúne resumidamente a todos. Se trata, entonces, de una nueva presentación de la doctrina tradicional de la Iglesia en materia social, en forma de una síntesis acabada, completa y global. La iniciativa del Compendio se debe al mismo Juan Pablo II en persona, a quien, por lo dicho, puede considerarse un verdadero refundador de la doctrina social de la Iglesia. El Papa encomendó al Consejo la realización del Compendio en el deseo de brindar a los fieles cristianos un instrumento formativo que les ayude a vivir las consecuencias sociales de la fe. El mismo Pontífice lo había anunciado en Ecclesia in America: "sería muy útil un compendio o síntesis autorizada de la doctrina social católica" para mostrar "la relación existente entre ella y la nueva evangelización".

Es decir que desde el principio el Compendio ha sido concebido como un instrumento al servicio de la misión salvadora de la Iglesia y no como un anexo temporal agregado a su naturaleza religiosa. La obra insumió unos cinco años de trabajo del organismo, entonces presidido por el cardenal vietnamita François-Xavier Nguyên Van Thuân. El nuevo cuerpo es el resultado de la colaboración de numerosas personas y organismos vaticanos, entre ellos la Congregación para la Doctrina de la fe, a cuyo cargo estuvo la revisión del trabajo.

Síntesis precedentes

Un antecedente del Compendio se encuentra en el Código social(Malinas 1927) de la Unión Internacional de Estudios Sociales, que alcanzaría una amplia popularidad bajo el nombre de Código de Malinas. La Unión de Malinas completaría esta tarea con la publicación de los códigos de moral política, moral internacional y familia. Otro ejemplo es el Códice di Camaldoli (Camaldoli 1945). Varios autores privados han realizado síntesis doctrinales. Uno de ellos es Javier Hervada en su Principios de doctrina social de la Iglesia (Madrid 1984), que ha tenido ediciones uruguaya y mexicana. También han formulado textos similares el cardenal Juan Luis Cipriani y Federico Prieto, con el Catecismo de Doctrina social(Madrid 1989), así como el conocido teólogo Raimondo Spiazzi, a quien se debe un Código de Doctrina social (México 1992), y Fernando Castro Aguayo y Jaime Molina-Niñirola, que escribieron un Catecismo social (http://www.mercaba.org/ 1999).

Igualmente puede ser considerado un antecedente el Catecismo de la Iglesia Católica (Roma 1992), también fruto de una deseo particular del mismo Papa Juan Pablo II. Se trata de la primera vez en la bimilenaria historia de la cristiandad que se incluyeron contenidos sociales en un texto destinado a la catequesis pública de la Iglesia.

Finalmente, también como resultado de la labor del Pontificio Consejo Justicia y Paz puede ser consultada la Agenda social (Cittá del Vaticano 2000), que ha precedido inmediatamente al Compendio. El cuerpo de la Agenda, más breve, se integra con textos de una bibliografía seleccionada entre los principales documentos de la Iglesia sobre moral social. Se trata de una selección de citas textuales, a diferencia del Compendio que no constituye propiamente una antología.

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Un nuevo humanismoEn un sentido epistemológico, el Compendio puede ser considerado como un corpus de Teología moral, en tanto la doctrina social es una reflexión teológica y moral a la luz del Evangelio, con un sentido práctico. No se trata, aunque su carácter de cuerpo conciso así lo sugiera, de una declaración de derechos y deberes, o de una carta o código social donde estén definidas las reglas para una buena convivencia. Es la propuesta de un nuevo humanismo encarnado en la persona de Jesucristo.Aunque ha sido llamado "catecismo social", según explicó el cardenal Martino en el encuentro celebrado en la Sala de Prensa del Vaticano con ocasión de presentar el nuevo texto, el Compendiono es un catecismo, pues ese término indica la idea de algo definido de un modo absoluto, que no condice con la naturaleza propia de la materia.En momentos en que se advierte el despliegue de un nuevo laicismo sobre la sociedad, el nuevo Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia permite recuperar la dimensión pública del mensaje de Jesucristo, que durante más de veinte siglos ha fecundado la convivencia de los pueblos. No se trata, ciertamente, de una cuestión marginal sino central en la historia de la salvación. El paternal amor de Juan Pablo II ha querido brindar como uno de sus últimos legados un nuevo instrumento a los fieles cristianos en su tarea apostólica al servicio de la nueva evangelización.Como encíclica programática de su pontificado, por último, Benedicto XVI ha sorprendido al mundo con Deus caritas est, un documento excepcional por su impecable factura intelectual y profundidad teológica, donde el Papa expone con maestría y agudeza de un modo nuevo muy adecuado a la mentalidad de nuestro tiempo, el núcleo fundamental de la vida cristiana.La referencia viene a cuento porque esta encíclica, por su enfoque y su temática puede ser considerada de naturaleza social, y en ese sentido constituye un motivo oportuno para profundizar en el Compendio. Juan Pablo II y Benedicto XVI se reúnen nuevamente en el impulso de la dimensión social de la fe. Ambos han compartido la común sensibilidad de que el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia representa un adecuado instrumento para la nueva evangelización.

CONFERENCIA DE PRENSA DE PRESENTACIÓNDEL "COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA"

INTERVENCIÓN DEL CARDENAL RENATO RAFFAELE MARTINO

Lunes 25 de octubre de 2004 

Me complace particularmente hacer público hoy el esperado documento Compendio de la doctrina social de la Iglesia, elaborado, por encargo del Santo Padre, y dedicado a él, por el Consejo pontificio Justicia y paz, que se responsabiliza plenamente del mismo. El documento se pone ahora a disposición de todos aquellos —católicos, demás cristianos y personas de buena voluntad— que buscan orientaciones concretas para promover el bien social de las personas y de la sociedad. Esta obra se inició hace cinco años, bajo la presidencia de mi venerado predecesor el cardenal François-Xavier Nguyên Van Thuân. La enfermedad y, más tarde, la muerte del cardenal Van Thuân, así como el consiguiente cambio de presidencia en el Consejo pontificio Justicia y paz, produjeron un inevitable retraso en el trabajo. La elaboración del Compendio de la doctrina social de la Iglesia no fue una tarea fácil. Los problemas más complejos que se afrontaron fueron fundamentalmente cuatro:  el hecho de que se trataba de elaborar un texto sin precedentes en la historia de la Iglesia; la formulación de algunas complejas cuestiones epistemológicas inherentes a la naturaleza de la doctrina social de la Iglesia; y el deseo de ofrecer una enseñanza que resistiera el paso del tiempo, en una fase histórica caracterizada por cambios sociales, económicos y políticos muy rápidos y radicales. 

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El Compendio de la doctrina social de la Iglesia brinda un cuadro completo de las líneas fundamentales del "corpus" doctrinal de la enseñanza social católica. El documento, fiel a las autorizadas indicaciones que el Santo Padre Juan Pablo II dio en el número 54 de la exhortación apostólica Ecclesia in America, presenta "de manera completa y sistemática, aunque de forma sintética, la doctrina  social, que  es  fruto  de la sabia reflexión del Magisterio y expresión del compromiso constante de la Iglesia, en fidelidad a la gracia de la salvación de Cristo y en amorosa solicitud por el destino de la humanidad" (Compendio, n. 8). 

El Compendio tiene una estructura sencilla y clara. Después de una Introducción, siguen tres partes:  

La primera, que consta de cuatro capítulos, trata sobre los presupuestos fundamentales de la doctrina social:  el designio amoroso de Dios con respecto al hombre y a la sociedad, la misión de la Iglesia y la naturaleza de la doctrina social, la persona humana y sus derechos, y los principios y valores de la doctrina social. 

La segunda, que consta de siete capítulos, trata sobre los contenidos y los temas clásicos de la doctrina social:  la familia, el trabajo humano, la vida económica, la comunidad política, la comunidad internacional, el medio ambiente y la paz.La tercera, muy breve —consta de un solo capítulo—, contiene una serie de indicaciones para la utilización de la doctrina social en la praxis pastoral de la Iglesia y en la vida de los cristianos, sobre todo de los fieles laicos. 

La Conclusión, titulada "Para una civilización del amor", resume la idea de fondo de todo el documento. 

La obra se completa con amplios índices, utilísimos y fáciles de consultar. 

El Compendio tiene una finalidad precisa y se caracteriza por algunos objetivos claramente enunciados en la Introducción, que reza así:  "Se presenta como instrumento para el discernimiento moral y pastoral de los complejos acontecimientos que caracterizan a nuestro tiempo; como guía para inspirar, en el ámbito individual y en el colectivo, comportamientos y opciones que permitan mirar al futuro con confianza y esperanza; como subsidio para los fieles en la enseñanza de la moral social" (n. 10). Asimismo, es un instrumento elaborado con el objetivo preciso de promover "un nuevo compromiso capaz de responder a las exigencias de nuestro tiempo y adecuado a las necesidades y a los recursos del hombre, y sobre todo al anhelo de valorar, con formas nuevas, la vocación propia de los diversos carismas eclesiales con vistas a la evangelización del ámbito social, porque "todos los miembros de la Iglesia participan de su dimensión secular" (Christifideles laici, 15)" (ib.). Un dato que conviene poner de relieve, pues se halla presente en varias partes del documento, es el siguiente:  el texto se presenta como un instrumento para alimentar el diálogo ecuménico e interreligioso de los católicos con todos los que buscan sinceramente el bien del hombre. En efecto, en el número 12 se afirma:  "Este documento se propone también a los hermanos de las demás Iglesias y comunidades eclesiales, a los seguidores de las otras religiones, así como a los hombres y mujeres de buena voluntad que se interesan por el bien común". 

En efecto, la doctrina social, además de dirigirse de forma primaria y específica a los hijos de la Iglesia, tiene un destino universal. La luz del Evangelio, que la doctrina social refleja sobre la sociedad, ilumina a todos los hombres:  todas las conciencias e inteligencias son capaces de captar la profundidad humana de los significados y de los valores expresados en esta doctrina, así como la carga de humanidad y humanización de sus normas de acción. 

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Evidentemente, el Compendio de la doctrina social de la Iglesia atañe ante todo a los católicos, porque "la primera destinataria de la doctrina social es la comunidad eclesial en todos sus miembros, dado que todos tienen que asumir responsabilidades sociales. (...) En las tareas de evangelización, es decir, de enseñanza, catequesis y formación, que suscita la doctrina social de la Iglesia, está destinada a todo cristiano, según las competencias, los carismas, los oficios y la misión de anuncio propios de cada uno" (n. 83). 

La doctrina social implica, asimismo, responsabilidades relativas a la construcción, organización y funcionamiento de la sociedad:  obligaciones políticas, económicas, administrativas, es decir, de índole secular, que corresponden a los fieles laicos de modo peculiar, en virtud de la condición secular de su estado de vida y de la índole secular de su vocación; mediante esas responsabilidades los laicos ponen en práctica la doctrina social y cumplen la misión secular de la Iglesia. En la elaboración del Compendio se planteó constantemente la cuestión relativa a la situación de la doctrina social de la Iglesia en el mundo de hoy. Al formular la respuesta, se consideró que no convenía seguir el camino de un simple análisis sociológico o una enumeración de prioridades sociales o problemas emergentes. Más bien, se creyó oportuno que el Compendio constituyera un instrumento serio y riguroso adecuado para realizar el discernimiento —acto cognoscitivo eclesial y comunitario— tan indispensable hoy. El discernimiento cristiano se funda en la lectura de los signos de los tiempos, realizada a la luz de la palabra de Dios y del "corpus" de verdades que el Magisterio ha constituido como doctrina social de la Iglesia, con la finalidad de orientar la praxis comunitaria y personal. Así se llega al centro mismo de la doctrina social de la Iglesia, a su íntima naturaleza de "encuentro  del  mensaje  evangélico y de sus exigencias (...) con los problemas que derivan de la vida de la sociedad" (Congregación  para  la  doctrina de la fe, instrucción Libertatis conscientia, 72). El Compendio de la doctrina social de la Iglesia presenta la doctrina social de la Iglesia como una enseñanza que nace del discernimiento, que ella misma es discernimiento y está orientada al discernimiento. Desde esta perspectiva de fondo, el Compendio tiene como finalidad favorecer un discernimiento capaz de afrontar algunos desafíos decisivos y de gran importancia.

El desafío cultural

El primer desafío es el del ámbito cultural, que la doctrina social afronta aprovechando su dimensión interdisciplinar constitutiva. Mediante su doctrina social, la Iglesia "proclama la verdad sobre Cristo, sobre sí misma y sobre el hombre, aplicándola a una situación concreta" (Sollicitudo rei socialis,41). Así pues, es evidente que, sobre todo con vistas al futuro, la doctrina social deberá desarrollar cada vez más su dimensión interdisciplinar ("La doctrina social [...] tiene una importante dimensión interdisciplinar. Para encarnar cada vez mejor, en contextos sociales económicos y políticos distintos, y continuamente cambiantes, la única verdad sobre el hombre, esta doctrina entra en diálogo con las diversas disciplinas que se ocupan del hombre, incorpora sus aportaciones y les ayuda a abrirse a horizontes más amplios al servicio de cada persona, conocida y amada en la plenitud de su vocación":  Centesimus annus, 59). La dimensión interdisciplinar no es una añadidura, sino una dimensión intrínseca de la doctrina social de la Iglesia, porque está íntimamente vinculada a la finalidad de encarnar la verdad eterna del Evangelio en los problemas históricos que debe afrontar la humanidad. La verdad del Evangelio debe encontrarse con los saberes elaborados por el hombre, porque la fe no es ajena a la razón; los frutos históricos de la justicia y la paz maduran cuando la luz evangélica se filtra y penetra en las culturas, respetando las autonomías recíprocas, pero también las conexiones analógicas entre fe y saberes. Cuando el diálogo con las diversas disciplinas del saber se hace íntimo y fecundo, la doctrina social de la Iglesia logra cumplir su misión de estimular nuevos proyectos sociales, económicos y políticos que tengan como centro a la persona humana, en todas sus dimensiones.

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Conviene notar que la dimensión interdisciplinar, orientada teológicamente, puede responder a dos exigencias fuertemente sentidas por la cultura de hoy. La cultura actual rechaza cualquier sistema "cerrado", pero al mismo tiempo busca razones. La doctrina social de la Iglesia no es "un sistema cerrado" (Libertatis conscientia, 72), y no lo es por dos motivos:  porque es histórica, es decir, "se desarrolla en función de las circunstancias cambiantes de la historia" (ib.), y porque tiene su origen en el mensaje evangélico (cf. ib.), que es trascendente y, precisamente por esta razón, es la principal "fuente de renovación" (Pablo VI, Octogesima adveniens, 42) de la historia. La dimensión interdisciplinar permite a la doctrina social orientar sin ser un sistema, y no ser un sistema sin desorientar.

El desafío de la indiferencia ética y religiosa 

El segundo desafío es el que proviene de la situación de indiferencia ética y religiosa, y de la necesidad de una renovada colaboración interreligiosa. En el ámbito social, los aspectos más importantes de la indiferencia generalizada son la separación entre ética y política, y la convicción de que las cuestiones éticas no pueden aspirar a un estatuto público, no pueden constituir el objeto de un debate racional y político, porque serían expresiones de opciones individuales, incluso privadas. La separación entre ética y política, por extensión, tiende a aplicarse también a las relaciones entre la política y la religión, relegada a asunto privado. En este ámbito, la doctrina social de la Iglesia tiene hoy y en el futuro próximo una ardua tarea por desempeñar, una tarea que se puede cumplir mejor si se realiza en diálogo con las confesiones cristianas y también con las no cristianas. La colaboración interreligiosa será uno de los itinerarios de valor estratégico para el bien de la humanidad, decisivo en el futuro de la doctrina social. Contemplando con la mirada de la sabiduría cristiana los acontecimientos de finales del siglo XX e inicios del milenio que acaba de comenzar, se puede descubrir, guiados por el Santo Padre, al menos un ámbito histórico de importancia prioritaria para el diálogo interreligioso sobre los temas sociales. Se trata del tema de la paz y los derechos humanos. De todos son conocidas las múltiples y apremiantes intervenciones del Papa sobre este tema. Basta repasar los discursos que ha dirigido Juan Pablo II en estos veintiséis años de pontificado al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede para darse cuenta de cuán frecuentes e insistentes son sus llamamientos a una colaboración entre las religiones mundiales en favor de la paz, con el "espíritu de Asís". Me limito aquí a citar un texto del Mensaje para la Jornada mundial de la paz de 2002. Escribe el Santo Padre:  "Las confesiones cristianas y las grandes religiones de la humanidad han de colaborar entre sí para eliminar las causas sociales y culturales del terrorismo, enseñando la grandeza y la dignidad de la persona y difundiendo una mayor conciencia de la unidad del género humano. Se trata de un campo concreto del diálogo y de la colaboración ecuménica e interreligiosa, para que las religiones presten un servicio urgente a la paz entre los pueblos" (n. 12: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 14 de diciembre de 2001, p. 8).El terreno de los derechos humanos, de la paz, de la justicia social y económica, del desarrollo, en el futuro próximo, ocupará cada vez más el centro del diálogo interreligioso, en el que los católicos deberán participar con su doctrina social, entendida como "corpus doctrinal" que estimula pero que también se alimenta de "la actividad fecunda de millones y millones de hombres, que (...) se han esforzado por inspirarse en él con miras al propio compromiso en el mundo" (Centesimus annus, 3). 

El desafío pastoral 

El tercer desafío es específicamente pastoral. El futuro de la doctrina social de la Iglesia en el mundo actual dependerá de que se comprenda cada vez mejor que esa doctrina está arraigada en la misión propia de la Iglesia; que nace de la palabra de Dios y de la fe viva de la Iglesia; y que es expresión del servicio que la Iglesia presta al mundo, en el que la salvación de Cristo se ha de anunciar con palabras y obras. Es decir, se debe comprender cada vez mejor que esa doctrina está relacionada con todos los aspectos de la vida y de la acción de la Iglesia:  sacramentos, liturgia, catequesis y pastoral. La doctrina social de la Iglesia, que "forma parte esencial del mensaje cristiano" (ib., 5), debe ser conocida, difundida y testimoniada. Cuando, de

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cualquier modo, se pierde la conciencia viva de esta "pertenencia" de la doctrina social a la misión de la Iglesia, esa doctrina social es instrumentalizada en función de varias formas de ambigüedad o de parcialidad. Quiero recordar aquí la famosa expresión:  "La doctrina social cristiana es parte integrante de la concepción cristiana de la vida", con la que el beato Papa Juan XXIII, en la encíclica Mater et magistra (n. 206), abría el camino, hace ya muchos años, a las sucesivas, importantes y profundas precisiones de Juan Pablo II:  "La enseñanza y la difusión de esta doctrina social forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia" (Sollicitudo rei socialis, 41); la doctrina social, "instrumento de evangelización" (Centesimus annus, 54), "anuncia a Dios y su misterio de salvación en Cristo a todo hombre" (ib.). Esa doctrina podrá cumplir tanto mejor su servicio al hombre dentro del entramado de la sociedad y de la economía cuanto menos se reduzca a un discurso sociológico o político, a exhortación moralizadora, a "ciencia del vivir bien" (Redemptoris missio, 11), o a simple "ética para situaciones difíciles" y, por el contrario, cuanto más sea conocida, enseñada, vivida y encarnada, en toda la plenitud de su "unión vital con el Evangelio del Señor" (Sollicitudo rei socialis, 3). Para concluir la presentación del Compendio de la doctrina social de la Iglesia con estas reflexiones sobre el papel de la doctrina social de la Iglesia en el mundo actual ante las nuevas exigencias de la evangelización, quisiera poner de relieve una doble dimensión de la presencia de los cristianos en la sociedad, una doble inspiración que nos viene de la doctrina social misma y que en el futuro exigirá que se viva cada vez más en síntesis complementaria. Me refiero, por una parte, a la exigencia del testimonio personal y, por otra, a la exigencia de un nuevo proyecto para un auténtico humanismo que implique las estructuras sociales. Nunca se han de separar ambas dimensiones, la personal y la social. Yo albergo la gran esperanza de que elCompendio de la doctrina social de la Iglesia haga madurar personalidades creyentes auténticas y las impulse a ser testigos creíbles, capaces de modificar los mecanismos de la sociedad actual con el pensamiento y con la acción. Siempre hay necesidad de testigos, de mártires y de santos, también en el ámbito social. Los Sumos Pontífices a menudo han hecho referencia a las personas que han vivido su presencia en la sociedad como "testimonio de Cristo Salvador" (Centesimus annus, 5). Se trata de todos los que la Rerum novarum consideraba "muy dignos de elogio" (n. 41) por haberse comprometido a mejorar, en esos tiempos, la condición de los obreros; de ellos la Centesimus annus dice que "han sabido encontrar, una y otra vez, formas eficaces para dar testimonio de la verdad" (n. 23). "A impulsos del magisterio social, se han esforzado por inspirarse en él con miras al propio compromiso en el mundo. Actuando individualmente o bien coordinados en grupos, asociaciones y organizaciones, han constituido como un gran movimiento para la defensa de la persona humana y para la tutela de su dignidad" (ib., 3). Son los innumerables cristianos, en su mayoría laicos, que "se han santificado en las circunstancias más ordinarias de la vida" (Novo millennio ineunte, 31). El testimonio personal, fruto de una vida cristiana "adulta", profunda y madura, no puede por menos de contribuir también a la construcción de una nueva civilización, en diálogo con las disciplinas del saber humano, en diálogo con las demás religiones y con todos los hombres de buena voluntad, para la realización de un humanismo integral y solidario.

INTRODUCCIÓN

UN HUMANISMO INTEGRAL Y SOLIDARIO

a) Al alba del tercer milenio

1 La Iglesia, pueblo peregrino, se adentra en el tercer milenio de la era cristiana guiada por Cristo, el « gran Pastor » (Hb 13,20): Él es la Puerta Santa (cf. Jn 10,9) que hemos cruzado durante el Gran Jubileo del año 2000.1 Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida (cf. Jn 14,6): contemplando el Rostro del Señor, confirmamos nuestra fe y nuestra esperanza en Él, único Salvador y fin de la historia.

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La Iglesia sigue interpelando a todos los pueblos y a todas las Naciones, porque sólo en el nombre de Cristo se da al hombre la salvación. La salvación que nos ha ganado el Señor Jesús, y por la que ha pagado un alto precio (cf. 1 Co 6,20; 1 P 1,18-19), se realiza en la vida nueva que los justos alcanzarán después de la muerte, pero atañe también a este mundo, en los ámbitos de la economía y del trabajo, de la técnica y de la comunicación, de la sociedad y de la política, de la comunidad internacional y de las relaciones entre las culturas y los pueblos: « Jesús vino a traer la salvación integral, que abarca al hombre entero y a todos los hombres, abriéndoles a los admirables horizontes de la filiación divina ».2

2 En esta alba del tercer milenio, la Iglesia no se cansa de anunciar el Evangelio que dona salvación y libertad auténtica también en las cosas temporales, recordando la solemne recomendación dirigida por San Pablo a su discípulo Timoteo: « Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por sus propias pasiones, se harán con un montón de maestros por el prurito de oír novedades; apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas. Tú, en cambio, pórtate en todo con prudencia, soporta los sufrimientos, realiza la función de evangelizador, desempeña a la perfección tu ministerio » (2 Tm4,2-5).

3 A los hombres y mujeres de nuestro tiempo, sus compañeros de viaje, la Iglesia ofrece también su doctrina social. En efecto, cuando la Iglesia « cumple su misión de anunciar el Evangelio, enseña al hombre, en nombre de Cristo, su dignidad propia y su vocación a la comunión de las personas; y le descubre las exigencias de la justicia y de la paz, conformes a la sabiduría divina ».3 Esta doctrina tiene una profunda unidad, que brota de la Fe en una salvación integral, de la Esperanza en una justicia plena, de la Caridad que hace verdaderamente hermanos a todos los hombres en Cristo: es una expresión del amor de Dios por el mundo, que Él ha amado tanto « que dio a su Hijo único » (Jn 3,16). La ley nueva del amor abarca la humanidad entera y no conoce fronteras, porque el anuncio de la salvación en Cristo se extiende «hasta los confines de la tierra» (Hch 1,8).

4 Descubriéndose amado por Dios, el hombre comprende la propia dignidad trascendente, aprende a no contentarse consigo mismo y a salir al encuentro del otro en una red de relaciones cada vez más auténticamente humanas. Los hombres renovados por el amor de Dios son capaces de cambiar las reglas, la calidad de las relaciones y las estructuras sociales: son personas capaces de llevar paz donde hay conflictos, de construir y cultivar relaciones fraternas donde hay odio, de buscar la justicia donde domina la explotación del hombre por el hombre. Sólo el amor es capaz de transformar de modo radical las relaciones que los seres humanos tienen entre sí. Desde esta perspectiva, todo hombre de buena voluntad puede entrever los vastos horizontes de la justicia y del desarrollo humano en la verdad y en el bien.

5 El amor tiene por delante un vasto trabajo al que la Iglesia quiere contribuir también con su doctrina social, que concierne a todo el hombre y se dirige a todos los hombres. Existen muchos hermanos necesitados que esperan ayuda, muchos oprimidos que esperan justicia, muchos desocupados que esperan trabajo, muchos pueblos que esperan respeto: « ¿Cómo es posible que, en nuestro tiempo, haya todavía quien se muere de hambre; quién está condenado al analfabetismo; quién carece de la asistencia médica más elemental; quién no tiene techo donde cobijarse? El panorama de la pobreza puede extenderse indefinidamente, si a las antiguas añadimos las nuevas pobrezas, que afectan a menudo a ambientes y grupos no carentes de recursos económicos, pero expuestos a la desesperación del sin sentido, a la insidia de la droga, al abandono en la edad avanzada o en la enfermedad, a la marginación o a la discriminación social... ¿Podemos quedar al margen ante las perspectivas de un desequilibrio ecológico, que hace inhabitables y enemigas del hombre vastas áreas del planeta? ¿O ante los problemas de la paz, amenazada a menudo conla pesadilla de guerras catastróficas? ¿O frente al vilipendio de los derechos humanos fundamentales de tantas personas, especialmente de los niños?».4

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6 El amor cristiano impulsa a la denuncia, a la propuesta y al compromiso con proyección cultural y social, a una laboriosidad eficaz, que apremia a cuantos sienten en su corazón una sincera preocupación por la suerte del hombre a ofrecer su propia contribución. La humanidad comprende cada vez con mayor claridad que se halla ligada por un destino único que exige asumir la responsabilidad en común, inspirada por un humanismo integral y solidario: ve que esta unidad de destino con frecuencia está condicionada e incluso impuesta por la técnica o por la economía y percibe la necesidad de una mayor conciencia moral que oriente el camino común. Estupefactos ante las múltiples innovaciones tecnológicas, los hombres de nuestro tiempo desean ardientemente que el progreso esté orientado al verdadero bien de la humanidad de hoy y del mañana.

b) El significado del documento

7 El cristiano sabe que puede encontrar en la doctrina social de la Iglesia los principios de reflexión, los criterios de juicio y las directrices de acción como base para promover un humanismo integral y solidario. Difundir esta doctrina constituye, por tanto, una verdadera prioridad pastoral, para que las personas, iluminadas por ella, sean capaces de interpretar la realidad de hoy y de buscar caminos apropiados para la acción: « La enseñanza y la difusión de esta doctrina social forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia ».5

En esta perspectiva, se consideró muy útil la publicación de un documento que ilustrase las líneas fundamentales de la doctrina social de la Iglesia y la relación existente entre esta doctrina y la nueva evangelización.6 El Pontificio Consejo « Justicia y Paz », que lo ha elaborado y del cual asume plenamente la responsabilidad, se ha servido para esta obra de una amplia consulta, implicando a sus Miembros y Consultores, algunos Dicasterios de la Curia Romana, las Conferencias Episcopales de varios países, Obispos y expertos en las cuestiones tratadas.

8 Este documento pretende presentar, de manera completa y sistemática, aunque sintética, la enseñanza social, que es fruto de la sabia reflexión magisterial y expresión del constante compromiso de la Iglesia, fiel a la Gracia de la salvación de Cristo y a la amorosa solicitud por la suerte de la humanidad. Los aspectos teológicos, filosóficos, morales, culturales y pastorales más relevantes de esta enseñanza se presentan aquí orgánicamente en relación a lascuestiones sociales. De este modo se atestigua la fecundidad del encuentro entre el Evangelio y los problemas que el hombre afronta en su camino histórico.

En el estudio del Compendio convendrá tener presente que las citas de los textos del Magisterio pertenecen a documentos de diversa autoridad. Junto a los documentos conciliares y a las encíclicas, figuran también discursos de los Pontífices o documentos elaborados por los Dicasterios de la Santa Sede. Como es sabido, pero parece oportuno subrayarlo, el lector debe ser consciente que se trata de diferentes grados de enseñanza. El documento, que se limita a ofrecer una exposición de las líneas fundamentales de la doctrina social, deja a las Conferencias Episcopales la responsabilidad de hacer las oportunas aplicaciones requeridas por las diversas situaciones locales.7

9 El documento presenta un cuadro de conjunto de las líneas fundamentales del « corpus » doctrinal de la enseñanza social católica. Este cuadro permite afrontar adecuadamente las cuestiones sociales de nuestro tiempo, que exigen ser tomadas en consideración con una visión de conjunto, porque son cuestiones que están caracterizadas por una interconexión cada vez mayor, que se condicionan mutuamente y que conciernen cada vez más a toda la familia humana. La exposición de los principios de la doctrina social pretende sugerir un método orgánico en la búsqueda de soluciones a los problemas, para que el discernimiento, el juicio y las opciones respondan a la realidad y para que la solidaridad y la esperanza puedan incidir eficazmente también en las complejas situaciones actuales. Los principios se exigen y se iluminan mutuamente, ya que son una expresión de la antropología cristiana,8 fruto de la Revelación del amor que Dios tiene por la persona

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humana. Considérese debidamente, sin embargo, que el transcurso del tiempo y el cambio de los contextos sociales requerirán una reflexión constante y actualizada sobre los diversos temas aquí expuestos, para interpretar los nuevos signos de los tiempos.

10 El documento se propone como un instrumento para el discernimiento moral y pastoral de los complejos acontecimientos que caracterizan nuestro tiempo; como una guía para inspirar, en el ámbito individual y colectivo, los comportamientos y opciones que permitan mirar al futuro con confianza y esperanza; como un subsidio para los fieles sobre la enseñanza de la moral social. De él podrá surgir un compromiso nuevo, capaz de responder a las exigencias de nuestro tiempo, adaptado a las necesidades y los recursos del hombre; pero sobre todo, el anhelo de valorar, en una nueva perspectiva, la vocación propia de los diversos carismas eclesiales con vistas a la evangelización de lo social, porque « todos los miembros de la Iglesia son partícipes de su dimensión secular ».9 El texto se propone, por último, como ocasión de diálogo con todos aquellos que desean sinceramente el bien del hombre.

11 Los primeros destinatarios de este documento son los Obispos, que deben encontrar las formas más apropiadas para su difusión y su correcta interpretación. Pertenece, en efecto, a su « munus docendi » enseñar que « según el designio de Dios Creador, las mismas cosas terrenas y las instituciones humanas se ordenan también a la salvación de los hombres, y, por ende, pueden contribuir no poco a la edificación del Cuerpo de Cristo ».10 Los sacerdotes, los religiosos y las religiosas y, en general, los formadores encontrarán en él una guía para su enseñanza y un instrumento de servicio pastoral. Los fieles laicos, que buscan el Reino de los Cielos « gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios »,11 encontrarán luces para su compromiso específico. Las comunidades cristianas podrán utilizar este documento para analizar objetivamente las situaciones, clarificarlas a la luz de las palabras inmutables del Evangelio, recabar principios de reflexión, criterios de juicio y orientaciones para la acción.12

12 Este Documento se propone también a los hermanos de otras Iglesias y Comunidades Eclesiales, a los seguidores de otras religiones, así como a cuantos, hombres y mujeres de buena voluntad, están comprometidos en el servicio al bien común: quieran recibirlo como el fruto de una experiencia humana universal, colmada de innumerables signos de la presencia del Espíritu de Dios. Es un tesoro de cosas nuevas y antiguas (cf. Mt 13,52), que la Iglesia quiere compartir, para agradecer a Dios, de quien « desciende toda dádiva buena y todo don perfecto » (St 1,17). Constituye un signo de esperanza el hecho que hoy las religiones y las culturas manifiesten disponibilidad al diálogo y adviertan la urgencia de unir los propios esfuerzos para favorecer la justicia, la fraternidad, la paz y el crecimiento de la persona humana.

La Iglesia Católica une en particular el propio compromiso al que ya llevan a cabo en el campo social las demás Iglesias y Comunidades Eclesiales, tanto en el ámbito de la reflexión doctrinal como en el ámbito práctico. Con ellas, la Iglesia Católica está convencida que de la herencia común de las enseñanzas sociales custodiadas por la tradición viva del pueblo de Dios derivan estímulos y orientaciones para una colaboración cada vez más estrecha en la promoción de la justicia y de la paz.13

c) Al servicio de la verdad plena del hombre

13 Este documento es un acto de servicio de la Iglesia a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, a quienes ofrece el patrimonio de su doctrina social, según el estilo de diálogo con que Dios mismo, en su Hijo unigénito hecho hombre, « habla a los hombres como amigos (cf. Ex33,11; Jn 15, 14-15), y trata con ellos (cf. Bar 3,38) ».14 Inspirándose en la Constitución pastoral « Gaudium et spes », también este documento coloca como eje de toda la exposición al hombre « todo entero, cuerpo y alma, corazón y conciencia, inteligencia y voluntad ».15 En esta tarea, « no impulsa a la Iglesia ambición terrena alguna. Sólo desea una cosa: continuar, bajo la

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guía del Espíritu, la obra misma de Cristo, quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar, para servir y no para ser servido ».16

14 Con el presente documento, la Iglesia quiere ofrecer una contribución de verdad a la cuestión del lugar que ocupa el hombre en la naturaleza y en la sociedad, escrutada por las civilizaciones y culturas en las que se expresa la sabiduría de la humanidad. Hundiendo sus raíces en un pasado con frecuencia milenario, éstas se manifiestan en la religión, la filosofía y el genio poético de todo tiempo y de todo Pueblo, ofreciendo interpretaciones del universo y de la convivencia humana, tratando de dar un sentido a la existencia y al misterio que la envuelve. ¿Quién soy yo? ¿Por qué la presencia del dolor, del mal, de la muerte, a pesar de tanto progreso? ¿De qué valen tantas conquistas si su precio es, no raras veces, insoportable? ¿Qué hay después de esta vida? Estas preguntas de fondo caracterizan el recorrido de la existencia humana.17 A este propósito, se puede recordar la exhortación « Conócete a ti mismo » esculpida sobre el arquitrabe del templo de Delfos, como testimonio de la verdad fundamental según la cual el hombre, llamado a distinguirse entre todos los seres creados, se califica como hombre precisamente en cuanto constitutivamente orientado a conocerse a sí mismo.

15 La orientación que se imprime a la existencia, a la convivencia social y a la historia, depende, en gran parte, de las respuestas dadas a los interrogantes sobre el lugar del hombre en la naturaleza y en la sociedad, cuestiones a las que el presente documento trata de ofrecer su contribución. El significado profundo de la existencia humana, en efecto, se revela en la libre búsqueda de la verdad, capaz de ofrecer dirección y plenitud a la vida, búsqueda a la que estos interrogantes instan incesantemente la inteligencia y la voluntad del hombre. Éstos expresan la naturaleza humana en su nivel más alto, porque involucran a la persona en una respuesta que mide la profundidad de su empeño con la propia existencia. Se trata, además, de interrogantes esencialmente religiosos: « Cuando se indaga “el porqué de las cosas” con totalidad en la búsqueda de la respuesta última y más exhaustiva, entonces la razón humana toca su culmen y se abre a la religiosidad. En efecto, la religiosidad representa la expresión más elevada de la persona humana, porque es el culmen de su naturaleza racional. Brota de la aspiración profunda del hombre a la verdad y está a la base de la búsqueda libre y personal que el hombre realiza sobre lo divino ».18

16 Los interrogantes radicales que acompañan desde el inicio el camino de los hombres, adquieren, en nuestro tiempo, importancia aún mayor por la amplitud de los desafíos, la novedad de los escenarios y las opciones decisivas que las generaciones actuales están llamadas a realizar.

El primero de los grandes desafíos, que la humanidad enfrenta hoy, es el de la verdad misma del ser-hombre. El límite y la relación entre naturaleza, técnica y moral son cuestiones que interpelan fuertemente la responsabilidad personal y colectiva en relación a los comportamientos que se deben adoptar respecto a lo que el hombre es, a lo que puede hacer y a lo que debe ser. Un segundo desafío es el que presenta la comprensión y la gestión del pluralismo y de las diferencias en todos los ámbitos: de pensamiento, de opción moral, de cultura, de adhesión religiosa, de filosofía del desarrollo humano y social. El tercer desafío es la globalización, que tiene un significado más amplio y más profundo que el simplemente económico, porque en la historia se ha abierto una nueva época, que atañe al destino de la humanidad.

17 Los discípulos de Jesucristo se saben interrogados por estas cuestiones, las llevan también dentro de su corazón y quieren comprometerse, junto con todos los hombres, en la búsqueda de la verdad y del sentido de la existencia personal y social. Contribuyen a esta búsqueda con su testimonio generoso del don que la humanidad ha recibido: Dios le ha dirigido su Palabra a lo largo de la historia, más aún, Él mismo ha entrado en ella para dialogar con la humanidad y para revelarle su plan de salvación, de justicia y de fraternidad. En su Hijo, Jesucristo, hecho hombre, Dios nos ha liberado del pecado y nos ha indicado el camino que debemos recorrer y la meta hacia la cual dirigirse.

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d) Bajo el signo de la solidaridad, del respeto y del amor

18 La Iglesia camina junto a toda la humanidad por los senderos de la historia. Vive en el mundo y, sin ser del mundo (cf. Jn 17,14-16), está llamada a servirlo siguiendo su propia e íntima vocación. Esta actitud —que se puede hallar también en el presente documento— está sostenida por la convicción profunda de que para el mundo es importante reconocer a la Iglesia como realidad y fermento de la historia, así como para la Iglesia lo es no ignorar lo mucho que ha recibido de la historia y de la evolución del género humano.19 El Concilio Vaticano II ha querido dar una elocuente demostración de la solidaridad, del respeto y del amor por la familia humana, instaurando con ella un diálogo « acerca de todos estos problemas, aclarárselos a la luz del Evangelio y poner a disposición del género humano el poder salvador que la Iglesia, conducida por el Espíritu Santo, ha recibido de su Fundador. Es la persona del hombre la que hay que salvar. Es la sociedad humana la que hay que renovar ».20

19 La Iglesia, signo en la historia del amor de Dios por los hombres y de la vocación de todo el género humano a la unidad en la filiación del único Padre,21 con este documento sobre su doctrina social busca también proponer a todos los hombres un humanismo a la altura del designio de amor de Dios sobre la historia, un humanismo integral y solidario, que pueda animar un nuevo orden social, económico y político, fundado sobre la dignidad y la libertad de toda persona humana, que se actúa en la paz, la justicia y la solidaridad. Este humanismo podrá ser realizado si cada hombre y mujer y sus comunidades saben cultivar en sí mismos las virtudes morales y sociales y difundirlas en la sociedad, «de forma que se conviertan verdaderamente en hombres nuevos y en creadores de una nueva humanidad con el auxilio necesario de la divina gracia».22

COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIAA JUAN PABLO IIMAESTRO DE DOCTRINA SOCIALTESTIGO EVANGÉLICODE JUSTICIA Y DE PAZÍNDICE GENERALSiglasAbreviaturas bíblicasCarta del Card. Angelo SodanoPresentaciónINTRODUCCIÓNUN HUMANISMO INTEGRAL Y SOLIDARIOa) Al alba del tercer mileniob) El significado del documentoc) Al servicio de la verdad plena del hombred) Bajo el signo de la solidaridad, del respeto y del amorPRIMERA PARTECAPÍTULO PRIMEROEL DESIGNIO DE AMOR DE DIOS PARA LA HUMANIDADI. LA ACCIÓN LIBERADORA DE DIOS EN LA HISTORIA DE ISRAELa) La cercanía gratuita de Diosb) Principio de la creación y acción gratuita de DiosII. JESUCRISTO CUMPLIMIENTO DEL DESIGNIO DE AMOR DEL PADREa) En Jesucristo se cumple el acontecimiento decisivo de la historia de Dios con los hombresb) La revelación del Amor trinitarioIII. LA PERSONA HUMANA EN EL DESIGNIO DE AMOR DE DIOS

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a) El Amor trinitario, origen y meta de la persona humanab) La salvación cristiana: para todos los hombres y de todo el hombrec) El discípulo de Cristo como nueva criaturad) Trascendencia de la salvación y autonomía de las realidades terrenasIV. DESIGNIO DE DIOS Y MISIÓN DE LA IGLESIAa) La Iglesia, signo y salvaguardia de la trascendencia de la persona humanab) Iglesia, Reino de Dios y renovación de las relaciones socialesc) Cielos nuevos y tierra nuevad) María y su «   fiat   » al designio de amor de Dios CAPÍTULO SEGUNDOMISIÓN DE LA IGLESIA Y DOCTRINA SOCIALI. EVANGELIZACIÓN Y DOCTRINA SOCIALa) La Iglesia, morada de Dios con los hombresb) Fecundar y fermentar la sociedad con el Evangelioc) Doctrina social, evangelización y promoción humanad) Derecho y deber de la IglesiaII. LA NATURALEZA DE LA DOCTRINA SOCIALa) Un conocimiento iluminado por la feb) En diálogo cordial con todos los saberesc) Expresión del ministerio de enseñanza de la Iglesiad) Hacia una sociedad reconciliada en la justicia y en el amore) Un mensaje para los hijos de la Iglesia y para la humanidadf) Bajo el signo de la continuidad y de la renovaciónIII. LA DOCTRINA SOCIAL EN NUESTRO TIEMPO: APUNTES HISTÓRICOSa) El comienzo de un nuevo caminob) De la « Rerum novarum » hasta nuestros díasc) A la luz y bajo el impulso del EvangelioCAPÍTULO TERCEROLA PERSONA HUMANA Y SUS DERECHOSI. DOCTRINA SOCIAL Y PRINCIPIO PERSONALISTAII. LA PERSONA HUMANA « IMAGO DEI »a) Criatura a imagen de Diosb) El drama del pecadoc) Universalidad del pecado y universalidad de la salvaciónIII. LA PERSONA HUMANA Y SUS MÚLTIPLES DIMENSIONESA. La unidad de la personaB. Apertura a la trascendencia y unicidad de la personaa) Abierta a la trascendenciab) Única e irrepetiblec) El respeto de la dignidad humanaC. La libertad de la personaa) Valor y límites de la libertadb) El vínculo de la libertad con la verdad y la ley naturalD. La igual dignidad de todas las personasE. La sociabilidad humanaIV. LOS DERECHOS HUMANOSa) El valor de los derechos humanosb) La especificación de los derechosc) Derechos y deberesd) Derechos de los pueblos y de las Nacionese) Colmar la distancia entre la letra y el espírituCAPÍTULO CUARTOLOS PRINCIPIOS DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

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I. SIGNIFICADO Y UNIDADII. EL PRINCIPIO DEL BIEN COMÚNa) Significado y aplicaciones principalesb) La responsabilidad de todos por el bien comúnc) Las tareas de la comunidad políticaIII. EL DESTINO UNIVERSAL DE LOS BIENESa) Origen y significadob) Destino universal de los bienes y propiedad privadac) Destino universal de los bienes y opción preferencial por los pobresIV. EL PRINCIPIO DE SUBSIDIARIDADa) Origen y significadob) Indicaciones concretasV. LA PARTICIPACIÓNa) Significado y valorb) Participación y democraciaVI. EL PRINCIPIO DE SOLIDARIDADa) Significado y valorb) La solidaridad como principio social y como virtud moralc) Solidaridad y crecimiento común de los hombresd) La solidaridad en la vida y en el mensaje de JesucristoVII. LOS VALORES FUNDAMENTALES DE LA VIDA SOCIALa) Relación entre principios y valoresb) La verdad c) La libertadd) La justiciaVIII. LA VÍA DE LA CARIDADSEGUNDA PARTECAPÍTULO QUINTOLA FAMILIA CÉLULA VITAL DE LA SOCIEDADI. LA FAMILIA, PRIMERA SOCIEDAD NATURALa) La importancia de la familia para la personab) La importancia de la familia para la sociedadII. EL MATRIMONIO, FUNDAMENTO DE LA FAMILIAa) El valor del matrimoniob) El sacramento del matrimonioIII. LA SUBJETIVIDAD SOCIAL DE LA FAMILIAa) El amor y la formación de la comunidad de personasb) La familia es el santuario de la vidac) La tarea educativad) Dignidad y derechos de los niñosIV. LA FAMILIA PROTAGONISTA DE LA VIDA SOCIALa) Solidaridad familiarb) Familia, vida económica y trabajoV. LA SOCIEDAD AL SERVICIO DE LA FAMILIACAPÍTULO SEXTOEL TRABAJO HUMANOI. ASPECTOS BÍBLICOSa) La tarea de cultivar y custodiar la tierrab) Jesús hombre del trabajoc) El deber de trabajarII. EL VALOR PROFÉTICO DE LA « RERUM NOVARUM »III. LA DIGNIDAD DEL TRABAJO

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a) La dimensión subjetiva y objetiva del trabajob) Las relaciones entre trabajo y capitalc) El trabajo, título de participaciónd) Relación entre trabajo y propiedad privadae) El descanso festivoIV. EL DERECHO AL TRABAJOa) El trabajo es necesariob) La función del Estado y de la sociedad civil en la promoción del derecho al trabajoc) La familia y el derecho al trabajod) Las mujeres y el derecho al trabajoe) El trabajo infantilf) La emigración y el trabajog) El mundo agrícola y el derecho al trabajoV. DERECHOS DE LOS TRABAJADORESa) Dignidad de los trabajadores y respeto de sus derechosb) El derecho a la justa remuneración y distribución de la rentac) El derecho de huelgaVI. SOLIDARIDAD ENTRE LOS TRABAJADORESa) La importancia de los sindicatosb) Nuevas formas de solidaridadVII. LAS « RES NOVAE » DEL MUNDO DEL TRABAJOa) Una fase de transición epocalb) Doctrina social y « res novae »CAPÍTULO SÉPTIMOLA VIDA ECONÓMICAI. ASPECTOS BÍBLICOSa) El hombre, pobreza y riquezab) La riqueza existe para ser compartidaII. MORAL Y ECONOMÍAIII. INICIATIVA PRIVADA Y EMPRESAa) La empresa y sus finesb) El papel del empresario y del dirigente de empresaIV. INSTITUCIONES ECONÓMICAS AL SERVICIO DEL HOMBREa) El papel del libre mercadob) La acción del Estadoc) La función de los cuerpos intermediosd) Ahorro y consumoV. LAS « RES NOVAE » EN ECONOMÍAa) La globalización: oportunidades y riesgosb) El sistema financiero internacionalc) La función de la comunidad internacional en la época de la economía globald) Un desarrollo integral y solidarioe) La necesidad de una gran obra educativa y culturalCAPÍTULO OCTAVOLA COMUNIDAD POLÍTICAI. ASPECTOS BÍBLICOSa) El señorío de Diosb) Jesús y la autoridad políticac) Las primeras comunidades cristianasII. EL FUNDAMENTO Y EL FIN DE LA COMUNIDAD POLÍTICAa) Comunidad política, persona humana y pueblob) Tutelar y promover los derechos humanosc) La convivencia basada en la amistad civil

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III. LA AUTORIDAD POLÍTICAa) El fundamento de la autoridad políticab) La autoridad como fuerza moralc) El derecho a la objeción de concienciad) El derecho de resistenciae) Infligir las penasIV. EL SISTEMA DE LA DEMOCRACIAa) Los valores y la democraciab) Instituciones y democraciac) La componente moral de la representación políticad) Instrumentos de participación políticae) Información y democraciaV. LA COMUNIDAD POLÍTICA AL SERVICIO DE LA SOCIEDAD CIVILa) El valor de la sociedad civilb) El primado de la sociedad civilc) La aplicación del principio de subsidiaridadVI. EL ESTADO Y LAS COMUNIDADES RELIGIOSASA. La libertad religiosa, un derecho humano fundamentalB. Iglesia Católica y comunidad políticaa) Autonomía e independenciab) ColaboraciónCAPÍTULO NOVENOLA COMUNIDAD INTERNACIONALI. ASPECTOS BÍBLICOSa) La unidad de la familia humanab) Jesucristo prototipo y fundamento de la nueva humanidadc) La vocación universal del cristianismoII. LAS REGLAS FUNDAMENTALES DE LA COMUNIDAD INTERNACIONALa) Comunidad Internacional y valoresb) Relaciones fundadas sobre la armonía entre el orden jurídico y el orden moralIII. LA ORGANIZACIÓN DE LA COMUNIDAD INTERNACIONALa) El valor de las Organizaciones Internacionalesb) La personalidad jurídica de la Santa SedeIV. LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL PARA EL DESARROLLOa) Colaboración para garantizar el derecho al desarrollob) Lucha contra la pobrezac) La deuda externaCAPÍTULO DÉCIMOSALVAGUARDAR EL MEDIO AMBIENTEI. ASPECTOS BÍBLICOSII. EL HOMBRE Y EL UNIVERSO DE LAS COSASIII. LA CRISIS EN LA RELACIÓN ENTRE EL HOMBREY EL MEDIO AMBIENTEIV. UNA RESPONSABILIDAD COMÚNa) El ambiente, un bien colectivob) El uso de las biotecnologíasc) Medio ambiente y distribución de los bienesd) Nuevos estilos de vidaCAPÍTULO UNDÉCIMOLA PROMOCIÓN DE LA PAZI. ASPECTOS BÍBLICOSII. LA PAZ: FRUTO DE LA JUSTICIA Y DE LA CARIDADIII. EL FRACASO DE LA PAZ: LA GUERRA

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a) La legítima defensab) Defender la pazc) El deber de proteger a los inocentesd) Medidas contra quien amenaza la paze) El desarmef) La condena del terrorismoIV. LA APORTACIÓN DE LA IGLESIA A LA PAZTERCERA PARTECAPÍTULO DUODÉCIMODOCTRINA SOCIAL Y ACCIÓN ECLESIALI. LA ACCIÓN PASTORAL EN EL ÁMBITO SOCIALa) Doctrina social e inculturación de la feb) Doctrina social y pastoral socialc) Doctrina social y formaciónd) Promover el diálogoe) Los sujetos de la pastoral socialII. DOCTRINA SOCIAL Y COMPROMISO DE LOS FIELES LAICOSa) El fiel laicob) La espiritualidad del fiel laicoc) Actuar con prudenciad) Doctrina social y experiencia asociativae) El servicio en los diversos ámbitos de la vida social1. El servicio a la persona humana2. El servicio a la cultura3. El servicio a la economía4. El servicio a la políticaCONCLUSIÓNHACIA UNA CIVILIZACIÓN DEL AMORa) La ayuda de la Iglesia al hombre contemporáneob) Recomenzar desde la fe en Cristoc) Una esperanza sólidad) Construir la « civilización del amor »Índice de las referenciasÍndice analítico