CON EL DIVORCIO CESA LA OBLIGACIÓN ALIMENTICIA ENTRE MARIDO Y MUJER. La regulación de la pensión...

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CIEZA MOSTACERO Christopher Joseph 1 Asociación Civil AGERE PER IUSTITIA 1 Estudiante de Derecho y Ciencias Políticas; VIII ciclo; Universidad Nacional de Trujillo. Asociado Fundador y actual Presidente del Consejo Directivo de la Asociación Civil AGERE PER IUSTITIA. 1

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CIEZA MOSTACEROChristopher Joseph1

Asociación CivilAGERE PER IUSTITIA

1 Estudiante de Derecho y Ciencias Políticas; VIII ciclo; Universidad Nacional de Trujillo.

Asociado Fundador y actual Presidente del Consejo Directivo de la Asociación Civil AGERE PER IUSTITIA.

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CON EL DIVORCIO ¿CESA LA OBLIGACIÓN

ALIMENTICIA ENTRE MARIDO Y MUJER?.

“La regulación de la pensión de alimentos por Indigencia”

Dandy del Derecho

I. INTRODUCCIÓN:

Siempre se ha aceptado, más aún en la cátedra del Derecho de

Familia de la mayoría de universidades del Perú, que uno de

los efectos del divorcio es el cese de la obligación alimenticia

entre marido y mujer, por ello que la legislación regula, en su

artículo 350 del Código Civil, tan importante efecto.

Como anota el maestro Cornejo, “si antes de casarse, un varón

y una mujer, legalmente extraños entre sí, no estaban

vinculados, ni podían estarlo, por una relación alimentaria, de

modo que precisamente el hecho de su matrimonio lo que dio

origen a tal relación, parece caer de su peso que, terminado el

matrimonio por obra del divorcio, acabe también, junto con los

demás efectos, el alimentario”.2 Además, el deber alimentario

de los cónyuges deriva de otro que es esencial al matrimonio:

el de asistencia, de ahí su reciprocidad.3

Sin embargo, la disolución del vínculo matrimonial no regresa

las cosas al estado anterior, es decir, tal como estaban antes de

la unión matrimonial, sino que debido a su existencia todo

varía en la vida de las personas pudiendo traducirse, quizás, en

un estado de necesidad; ello sería la razón por la que el

legislador consideró necesaria la subsistencia, después de

producido el divorcio, de una relación alimentaria eventual.4

2 CORNEJO CHÁVEZ, Héctor; “Derecho Familiar Peruano”; Lima; Gaceta Jurídica; 1999; Décima edición; p. 341.3 Borda, Guillermo A.; “Tratado de Derecho Civil – Familia”; Tomo II; Buenos Aires; Abeledo-Perrot; 1993; p. 3424 CORNEJO CHÁVEZ, Héctor; “Derecho Familiar Peruano”; Ob. Cit.; p. 341.

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Es por ello que se recogió la pensión por indigencia en nuestro

ordenamiento legal, en un principio en el derogado Código

Civil de 1936 más benigno con la mujer que con el varón, y

luego, a razón del principio constitucional de la igualdad, en el

vigente código civil de 1984 se reguló la referida pensión de

modo igualitario para ambos.

En consecuencia, de modo general, se tiene que la pensión de

alimentos al ex-cónyuge en estado de indigencia, en el vigente

contexto legal (art. 350 del Código Civil), la fija el juez cuando

el cónyuge inocente careciera de bienes propios o de

gananciales suficientes o estuviera imposibilitado de trabajar o

de subvenir a sus necesidades por otro medio; sin embargo,

también se establece el deber de socorrer al indigente aún

cuando éste hubiera dado motivos para el divorcio. Sentido

igualitario de la norma que nadie discute y que sin embargo es

aceptado ampliamente en los tribunales peruanos.

II. APROXIMACIONES AL PROBLEMA:

El punto que pretendo discutir: ¿cesa la obligación alimenticia

entre marido y mujer con la declaración del divorcio? y,

adicionalmente determinar si dentro de nuestro sistema

constituye una excepción el proporcionar al cónyuge inocente

una pensión de alimentos después de disuelto el vínculo

matrimonial.

Difícil aproximarse a un tema que muy superficialmente ha

sido tratado por la doctrina nacional, pese a las evidentes

contradicciones con el sistema en su conjunto, pues, si se fija

como regla el cese de la obligación y como, aparente

excepción, la continuación en los casos ya glosados, entonces

cómo queda el orden preferente de obligados que establece el

código civil.

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Y quizás, porqué se reguló la pensión de indigencia, si con ella

sólo se contribuyó a una confusión total en nuestro sistema

dada la existencia de un precepto que otorga pensión de

alimentos después del divorcio y aparte la regulación del

estado de indigencia de cualquiera de los cónyuges,

poniéndose en duda si la regla es el cese de la obligación luego

del divorcio y además, no dilucidando en que situaciones

procede la pensión de indigencia, y si es sólo a favor del

cónyuge culpable.

Es evidente que el legislador no pretendió generar esta

confusión sino proteger a quien en teoría es el más perjudicado

luego de un divorcio, por ello es que se legislaron supuestos en

los que procedía mantener una pensión de alimentos aún

después de la disolución del vínculo matrimonial. Pero el grave

error es introducir líneas más abajo, en el mismo artículo, la

situación de indigencia de cualquiera de los ex–cónyuges, la

misma que se dio atendiendo al principio de igualdad de modo

tal que cualquiera de los cónyuges que atravesara dicho estado

debe ser socorrido por su ex–cónyuge, aún cuando haya dado

motivos para el divorcio.

Sin embargo, ¿Dónde está la contradicción? En el hecho que la

referida norma preceptúa el cese de la obligación y a su vez

obliga al cónyuge culpable a pasar una pensión de alimentos

bastando únicamente demostrar tres supuestos: carecer de

bienes propios o gananciales suficientes, imposibilidad de

trabajar o imposibilidad de subvenir las necesidades por otros

medio. Nótese que cualquiera de los supuestos de modo

independiente puede sustentar la decisión judicial de asignar

los alimentos a favor del cónyuge culpable, y así lo entienden

los magistrados del Poder Judicial (en su mayoría vocales

supremos). Asimismo, nótese también que dichos supuestos

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constituyen verdaderos supuestos de estado de necesidad, el

cual sustenta, principalmente, los requisitos para solicitar

alimentos de quienes están obligados preferentemente por Ley,

llámese en primer término el cónyuge, luego los descendientes,

los ascendientes y finalmente los colaterales hasta el tercer

grado de consanguinidad.

Con ello, es fácil demostrar que el ex–cónyuge, primero no

debería estar obligado a suministrar pensión alguna a quien ya

no tiene vínculo matrimonial alguno con él. Por ello, es

necesario precisar, además, qué circunstancias conllevan a un

estado de indigencia y cuál es la principal diferencia con un

estado de necesidad.

Según lo descrito, se entiende que sólo si se interpreta las

normas teleológicamente, es decir, de acuerdo a su finalidad,

atendiendo a la ratio iuris de las mismas, se concluirá que el

código nacional al referirse a las circunstancia que el cónyuge

inocente careciera de bienes propios o de gananciales

suficientes o estuviera imposibilitado de trabajar o de subvenir

a sus necesidades por otro medio, trata de precisar que se

debe entender por verdadera indigencia, tal es así que todas

estas circunstancias no se pueden analizar por separado sino

todas en conjunto, pudiendo presentarse una o varias, pero lo

determinante es que ellas se dan en razón a que la persona no

tiene posibilidad razonable de procurarse los alimentos.

Argumentar lo contrario y buscar interpretar cada supuesto

independiente de los demás supondría que si otorgar pensiones

a ex–cónyuges que pueden proveerse su sustento por medio de

su trabajo o por otros medios, tales como emplazando a quien

preferentemente está obligado por Ley. Entonces es claro, que

se delimita la posibilidad de fijar pensiones por indigencia a

que los obligados por ley no estén en posibilidades de prestar

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asistencia al indigente, razón por la cual se debe recurrir al ex–

cónyuge.

Pero hasta este momento, se ha analizado la pensión de

indigencia para el cónyuge inocente, sin embargo, también se

regula la pensión de indigencia para aquél que dio motivos

para el divorcio. En este caso, la indigencia debe ser entendida

en el mismo sentido, tanto tomando en cuenta las

circunstancias que se describen para la cónyuge inocente como

la imposibilidad de proporcionar los alimentos por los

obligados preferentemente por ley.

Sin embargo, el deber ser de la norma, no siempre obedece

con lo que es, es decir con su vida y eficacia en la realidad

social, por ello incidiré una vez más en la pensión de indigencia

a la cónyuge inocente, toda vez que, de la redacción del

artículo 350 del Código Civil pareciera que basta acreditar uno

de los supuesto del referido artículo para que el juez asigne la

referida pensión. Es decir, si se acredita, en modo general un

estado de necesidad (en puridad los supuestos que recoge el

referido artículo 350 constituyen un estado de necesidad de

parte del cónyuge inocente) entonces el ex–cónyuge se verá

obligado a pasar una pensión de alimentos con quien no posee

vinculo alguno.

Por otro lado, debe tenerse en cuenta que los fallos judiciales

interpretan erróneamente el precepto contenido en el artículo

350 de modo tal que si la cónyuge inocente se ampara en

cualquiera de los supuestos ya mencionados el juez

normalmente le asigna la pensión sin repara en ningún

momento porque otorga la misma, sin analizar en lo mínimo

qué sentido tiene qué protección está brindando y por último

sin atender siquiera a que de no brindar dicha pensión no se

está desprotegiendo porque nuestro sistema en su articulado

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correspondiente prevé los mecanismos necesarios para que el

estado de necesidad, que en puridad demostraría la cónyuge,

sea atendido y sólo en defecto de ello se pueda, configurada ya

la indigencia, obligar al ex–cónyuge.

En resumen, se debe observar cuidadosamente la cesación de

la obligación alimenticia, procurando que la interpretación se

incline a optar siempre por hacer prevalecer el estado de

necesidad en función del orden de obligados preferente

establecido por Ley y dejando el caso de pensión de indigencia

para el caso que estos no pudieran prestar asistencia a quien la

necesita.

Con las razones descritas, se evitaría llegar a afirmaciones

insostenibles y arcaicas como que por ejemplo, en el caso de la

mujer, al divorciarse quedara imposibilitada de sobrevivir a

menos que el ex marido la asista con una pensión, o en otro

caso, afirmar que una persona es indigente sólo por el hecho

de no poseer bienes propios o gananciales suficientes luego de

su divorcio y que en razón a esto merezca una pensión de su ex

cónyuge. Todo ello es insostenible y no basta para

III. LA PENSIÓN POR INDIGENCIA: LA REGULACIÓN

DEL ARTÍCULO 350 DEL CÓDIGO CIVIL.

La doctora Cabello Matamala anota que “el régimen

alimentario entre los cónyuges durante la vigencia del

matrimonio es una obligación legal, recíproca y eminentemente

asistencialista, mientras que una vez disuelto el vínculo

matrimonial, desaparece tal obligación legal excepto los dos

casos mencionados por el artículo 350 del Código Civil,

concluyendo la obligación alimentaria con la declaración de

divorcio, excepto que de modo expreso los cónyuges convengan

que se asigne a uno de ellos una pensión alimenticia que rija

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también a posteriori de la disolución matrimonial o por un acto

de liberalidad de parte del cónyuge que cumple la prestación”5

El maestro argentino Zanonni en relación al estado de

indigencia afirma que “se traduce en un estado de indigencia, o

insolvencia que impide la satisfacción de los requerimientos

alimentarios. Se trata de una cuestión de hecho sujeta a la

apreciación judicial. Se ha resuelto, p.ej., que el goce de una

jubilación o la existencia de bienes de capital que no producen

rentas son situaciones incompatibles con el estado de

necesidad a que se refiere el art. 370 (entiéndase del Código

Civil argentino). En otras palabras, lo fundamental es que se

carezca de medios económicos que permitan sufragar las

necesidades”.6

En el mismo sentido, Fonzolato dice “el divorciado indigente

sólo podrá exigir los alimentos necesarios a su ex consorte en

grado disinencial, es decir, cuando no tuviera otros familiares

obligados, o cuando éstos no se hallasen en condiciones de

prestarlos, porque sólo en tales casos extremos "no tiene

posibilidad razonable de procurárselos". La asistencia en

semejantes situaciones se limita a lo estrictamente

indispensable para la vida {alimenta naturalia)”7

Es así que tomando com0 fundamento una realidad tan similar

a la nuestra, como es la argentina, se tiene fundamentos para

guiar la interpretación judicial e impedir que nuestros

magistrados sigan otorgando pensiones de alimentos en base al

5 CABELLO MATAMALA, Carmen Julia; “EFECTOS DEL DIVORCIO: Comentario al artículo 350 del Código Civil”; en: “Código Civil Comentado por los 100 mejores juristas”; Tomo II – Derecho de Familia (Primera Parte); Lima; GACETA JURÍDICA; 2003; p. 559.6 BOSSERT, Gustavo y ZANNONI, Eduardo; “Manual de Derecho de Familia”; Buenos Aires; ASTREA; 2004; Sexta edición actualizada; p. 507 FANZOLATO, Eduardo Ignacio; “Comentario al artículo 367 del Código Civil argentino”; en: FERRER, Francisco A. M.; MEDINA, Graciela y MENDEZ, María Josefa. CÓDIGO CIVIL – Doctrina, Jurisprudencia, Bibliografía: Derecho de Familia: Artículos 264 a 494. 1ra ed. Tomo II. Rubinzal-Culzoni Editores. Argentina. 2004.; p. 306.

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artículo 350 pese a que se dispone como generalidad la

cesación de la obligación alimenticia y en excepción la pensión

de indigencia interpretada en base a los argumentos

mencionados in extenso.

IV. CONCLUSIONES:

1. El estado de necesidad debe entenderse como la

imposibilidad de proveerse por sí mismo los alimentos

indispensables para la subsistencia, en tanto que el estado

de indigencia se configura, en base a un estado de

necesidad pero rodeado de circunstancias peculiares, en las

cuales, el factor determinante es la imposibilidad de recurrir

a terceros para conseguir asistencia.

2. La indigencia requiere primordialmente que quienes están

obligados preferentemente por Ley no puedan asistir a

quien se encuentra en estado de necesidad.

3. Los supuestos del artículo 350 se interpretan en conjunto

enmarcando además de supuesto de estado de necesidad del

ex–cónyuge, supuestos de indigencia.

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4. El artículo 350 del código civil debe concordar

sistemáticamente con el orden de obligados preferente que

regula el artículo 475, debiendo indicarse en dicho orden

como obligado final, y por excepción el ex–cónyuge, no

pudiendo en ningún caso exigirse primero al ex–cónyuge sin

antes recurrirse a los primero obligados, salvo que en el

proceso que se emplaza al ex – cónyuge se demuestre que lo

primero obligados no existen o no están en posibilidades de

brindar la asistencia alimenticia a quien la necesita.

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