CONECTATE 009: CREACION. DECISIONES

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EL MILAGRO DE LA CREACIÓN ¿OBRA MAESTRA? ¿O PRODUCTO CASUAL? LA MAYOR OBRA DE TODOS LOS TIEMPOS Y SU INCIDENCIA EN EL MUNDO ACTUAL. HUECOS SANTOS REFLEXIÓN HUMORÍSTICA SOBRE LA NADA Y SU IMPORTANCIA. ¿QUÉ SERÍA DE NUESTRA EXISTENCIA SIN HUECOS? UN MUCHACHO A LA ORILLA DEL RÍO UN JOVEN CHINO Y EL ENCUENTRO QUE TRANSFORMÓ SU VIDA. onéc tate TAMBIÉN EL ALMA NECESITA ALIMENTO

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¿Será un milagro el Universo? ¿Qué tal que sí?

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EL MILAGRO DE LA CREACIÓN¿OBRA MAESTRA? ¿O PRODUCTO CASUAL? LA MAYOR OBRA DE TODOS LOS TIEMPOS Y SU INCIDENCIA EN EL MUNDO ACTUAL.

HUECOS SANTOSREFLEXIÓN HUMORÍSTICA SOBRE LA NADA Y SU IMPORTANCIA. ¿QUÉ SERÍA DE NUESTRA EXISTENCIA SIN HUECOS?

UN MUCHACHO A LA ORILLA DEL RÍOUN JOVEN CHINO Y EL ENCUENTRO QUE TRANSFORMÓ SU VIDA.

onéctateTAMBIÉN EL ALMA NECESITA ALIMENTO

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No cabe duda de que la ciencia y la tecnología han avanzado a un ritmo vertiginoso en las últimas décadas. Prácticamente todos los días se nos abren nuevos mundos de información. Enviamos naves espaciales a sondear el cosmos y actualizar mapas astronómicos. Creamos robots para explorar las profundidades del océano a fin de descubrir formas de vida hasta el momento desconocidas o echar un vistazo a los restos del Titanic. Los científicos revelan los misterios del ADN y descifran el genoma humano. Sin embargo, cuanto más aprendemos acerca del mundo en que vivimos, más asombrados quedamos ante su intrincado diseño y más nos damos cuenta de que jamás llegaremos a entenderlo todo.

¿Cómo se formó un mundo tan complejo y a la vez maravilloso? ¿El universo nació hace veinte mil millones de años, cuando una diminuta aglomeración de materia de altísima densidad y temperatura hizo explosión? Eso afirman los partidarios de la teoría del Big Bang. ¿Se originó la vida en la Tierra por casualidad hace unos tres mil quinientos millones de años? ¿Evolucionamos a partir de otras formas de vida menos complejas, tal como profesan los evolucionistas? ¿Está reñido con la auténtica ciencia el relato bíblico de la creación, es decir, «en el principio creó Dios los cielos y la tierra» (Génesis 1:1)?

En el presente número de Conéctate abordaremos estos interrogantes.

Gabriel SarmientoEn nombre de Conéctate

Disponemos de una amplia gama de libros, casetes, compactos y videos que alimentarán tu espíritu, te infundirán ánimo, ayudarán a tu familia y proporcionarán a tus hijos amenas experiencias educativas. Escribe a una de las direcciones que se indican a continuación o visítanos en: www.auroraproduction.com/castellano

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DIRECTOR

Gabriel Sarmiento

DISEÑO

Giselle LeFavre

ILUSTRACIONES

Kristen Taylor

PRODUCCIÓN

Francisco López

Número 15© 2000, Aurora Production AG, Suiza. Es propiedad.

A menos que se indique otra cosa, todas las frases textuales de las Escrituras que aparecen en Conéctate provienen de la versión Reina-Valera de la Biblia, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1960.

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Este extraordinario sistema compuesto por el Sol, los planetas y los cometas no pudo menos que haber sido creado por consejo y dominio de un ente poderoso e inteli-gente. Isaac Newton (1642-1727), mate-mático y científico británico que formuló la ley de la gravitación universal

Algún día la posteridad se reirá de la estupidez en que se halla inmersa la filoso-fía materialista actual. Cuanto más estudio la naturaleza, más me maravilla el Creador.Luis Pasteur (1822-1895), químico francés, fundador de la microbio-logía moderna

Pareciera que todos los descubrimientos realizados por el hombre tuvieran como único fin confirmar cada vez de manera más rotunda la veracidad de todo lo que con-tienen las Sagradas Escrituras.William Herschel (1738-1822), astrónomo alemán, descubridor del planeta Urano

Ciertamente el inicio de la vida en la Tierra no se debe a ningún fenómeno químico o eléctrico, ni a nin-guna agrupación cristalina de

Conclusiones de eminentes científicos y pensadores

moléculas. Debemos detener-nos a contemplar cara a cara el misterio y el milagro de la creación de los seres vivientes.Lord Kelvin (1824-1907), mate-mático y físico británico que realizó importantes investigacio-nes sobre termodinámica

A medida que los bioquí-micos penetran más y más en la formidable complejidad de la vida, se hace patente que las posibilidades de que ésta fuera producto de la casua-lidad son tan remotas que pueden darse por descarta-das.Fred Hoyle (1915- ), astrónomo y matemático inglés

Si el sistema solar se originó a partir de una colisión accidental, entonces la aparición de la vida orgá-nica en el planeta también fue producto de la casualidad y, por ende, toda la evolución del hombre. En tal caso, todos nuestros pensamientos actua-les no son más que fenómenos casuales, es decir, subpro-ductos circunstanciales con-secuencia del movimiento de átomos. Tanto puede decirse eso de los pensamientos de los materialistas y astrónomos como de los de cualquier otra

persona. Pero si sus pensa-mientos —es decir, los de los materialistas y astrónomos— no son más que subproductos accidentales, ¿por qué habría-mos de otorgarles validez? No veo motivo alguno para creer que un fenómeno casual deba ofrecerme una explicación inobjetable de todos los demás fenómenos casuales. Ello equivaldría a suponer que la forma aleatoria de una salpi-cadura de leche nos pudiera explicar acertadamente cómo se hizo la jarra que la contenía y por qué se derramó. C.S. Lewis (1898-1963), escritor y crítico inglés

Para mí la fe tiene su origen en la comprensión de que una Inteligencia Suprema creó el universo e hizo al hombre. No me resulta difícil tener esa fe, pues no se puede disputar que todo plan es fruto de la inteligencia. Un universo que se presenta pleno de orden acredita la autenticidad de la afirmación más majestuosa que se haya hecho jamás: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra».Arthur H. Compton (1892-1962), ganador del Premio Nobel de Física

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David Brandt Berg

Para creer en Dios basta con contemplar la creación. Basta con observar la

creación para comprender que tuvo que haber Alguien que la concibiera, la diseñara, le diera forma y la hiciera funcionar. La creación divina se conduce de manera tan maravillosa, perfecta y sistemática que es evidente que no pudo originarse por casua-lidad. La creación —o lo que muchos llaman la naturaleza— no es puramente natural. Es una obra divina, sobrenatural, mila-grosa.

Si tienes dudas acerca de la existencia de Dios, no tienes más que contemplar el mar, el cielo, las nubes, las montañas, los valles, los árboles, las flores. ¡Todo! Toda la naturaleza poco menos que proclama: «¡Dios existe! ¡Mira lo que ha creado! ¡Mira el mundo maravilloso que te dio por morada!»

El milagro de la creación

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La prueba más contundente de la existencia de Dios es Su creación. La Biblia dice que «las cosas invisibles de Él [...] se hacen claramente visibles [...], siendo entendidas por medio de las cosas hechas» (Romanos 1:20). La existencia de nuestro Dios invisible queda demostrada por Su creación visible. Se hace «claramente visible» en el her-moso mundo creado por Él.

Los partidarios del evolu-cionismo pretenden desacreditar el concepto de la creación afir-mando que todo ocurrió por azar, que Dios no tuvo nada que ver con el asunto y que el orden y concierto del universo se produjeron solos. Robert A. Millikan, ganador del premio Nobel de Física en 1923, refutó contundente-mente esa idea cuando dijo: «Así como tuvo que haber un relojero que diseñara el orden y sincronización perfecta de un reloj, también tuvo que haber un Creador que concibiera la sincronización perfecta del uni-verso».

A pesar de ello, la doctrina evolucionista se ha convertido en el axioma medular de la cien-cia moderna, que se refiere a ella en términos del «gran prin-cipio» biológico. Sin embargo, el diccionario define la palabra principio como «primera proposición, verdad o funda-mento de una facultad o cien-cia», es decir, la base sobre la que se apoyan otras verdades. Hasta la fecha no se ha demos-trado la veracidad del evolucio-nismo, mucho menos su validez como fundamento o base de otras verdades.

No existe prueba alguna de la teoría de la evolución. Hay

que tomarla por fe. Por lo tanto podemos afirmar que se trata de una religión. El propio Charles Darwin, fundador de esa quimérica religión, confesó: «Actualmente, la creencia en el principio de la selección natural [evolucionismo] debe cimentarse en consideraciones generales. Un análisis más minucioso no nos permite demostrar que exista una sola especie que se haya mutado, ni que esas presuntas mutaciones hayan sido beneficiosas, lo cual constituye la base de la teoría.»

De modo que el evolu-cionismo es en realidad una religión de descreimiento en la existencia de Dios. Ese es su objetivo primordial: socavar la fe en Dios y promover la falsa creencia de que la creación se hizo sola. Dios no intervino para nada en ello: por lo tanto no es necesario que Dios exista siquiera.

El primer versículo del primer capítulo del primer libro de la Biblia dice: «En el princi-pio creó Dios [no el caos ni una formación nebulosa de gases] los cielos y la tierra» (Génesis 1:1). Varios versículos más abajo se añade: «Creó Dios al hombre a Su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó» (Génesis 1:27). ¿A partir de qué formó Dios al hombre? ¿De otros seres vivos? ¿De los simios o las bestias? «Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente» (Génesis 2:7). Esa es la verdad enunciada por la Palabra de Dios.

Aunque no se crea en la Biblia, muchos científicos racio-nales admiten que si los dos

o tres millones de especies animales y vegetales que pue-blan el planeta se hubieran origi-nado por un proceso evolutivo, estaríamos inundados de fósiles de eslabones perdidos. Curiosa-mente, los evolucionistas reco-rren el mundo desesperados por encontrar aunque sólo sea uno. Casi todos los fósiles que los evolucionistas catalogan de esla-bones perdidos han sido des-acreditados. Algunos, como es el caso del hombre de Piltdown, fueron obra de timadores confe-sos.

El evolucionismo carece de todo fundamento. No hay prueba que lo sustente. No se ha hecho descubrimiento alguno que demuestre su legitimidad. En la introducción de un libro de texto sobre antropología, Mar-garet Mead, una de las prin-cipales defensoras de la teoría evolucionista, escribió: «En cali-dad de científicos sinceros debe-mos confesar que la ciencia aún no ha logrado descubrir una sola prueba concreta que demuestre la validez de la teoría evolutiva».

¿Crees en Dios? Contempla el mundo, mira los majestuosos árboles, las flores, el mar. Observa el cielo. ¿Te preguntas si Dios te ama? La respuesta está en el bellísimo mundo que creó para ti.

Dios formó este mundo maravilloso para que lo habi-táramos y lo disfrutáramos. Él es el único capaz de dar sentido al universo, de hacer que los pla-netas cumplan un propósito, de llenarnos el corazón de amor, de concedernos paz interior y salud física, de darnos reposo espiri-tual y de colmar nuestra vida de felicidad y nuestra alma de alegría. ¨

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DATOS SORPRENDENTES

Anthony Mizrany

¿Alguna vez te has

preguntado en qué

medida encaja la teoría

de la evolución con

las leyes fundamentales

de la física y otros

principios científicos

comprobados? Echa un

vistazo a los

siguientes...

Las leyes de la termodinámica

La primera ley de la ter-modinámica dice: «La ener-

gía y la materia no pueden crearse ni destruirse». De ser

cierto ese principio, ¿cómo se originó todo? El evolucionismo no

halla respuesta a esa pregunta. El creacionismo, en cambio, mantiene

que Dios simplemente lo hizo todo por milagro y lo creó de tal forma que

nada pudiera añadírsele ni pudiera ser destruido. Esa explicación cabe perfec-tamente y es además la única de que se

dispone al presente.La segunda ley de la termodinámica

dice: «Todo tiende hacia el desorden». En otras palabras, si se deja algo a su suerte por tiempo indefinido, no mejora. Todo lo contrario, se deteriora. Tal es el caso de fenómenos como la descomposición, la corrosión, la erosión, etc. Eso está en franca contradicción con la teoría evolu-cionista, según la cual con el tiempo todo mejora, evoluciona hacia formas de vida más desarrolladas y complejas. La Biblia, en cambio, concuerda con la segunda ley de la termodinámica: «Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de Tus manos. Ellos pere-cerán, mas Tú permaneces; y todos ellos se envejecerán como una vestidura.» (Hebreos 1:10-11.)

El principio de conservación del momento angular

Este principio establece: «Si un objeto que está girando estalla, los fragmentos que despida girarán en el mismo sentido que el objeto ini-

cial». O sea que si un objeto gira en el sentido de las agujas de

un reloj, todos sus fragmentos girarán en ese sentido. Es un

principio que se cumple en la totalidad de los casos, lo

cual plantea un problema

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FACTOS

IMPRESSIONANTES

Anthony Mizrany

Você já analisou a teoria

da evolução sob a luz

das leis básicas da

Física ou outras desc-

obertas da verdadeira

Ciência? Este texto pode

ser uma surpresa.

a la teoría del Big Bang o de la gran explosión.

Según dicho principio, si el gran estallido realmente hubiera ocurrido, todo debería estar girando en la misma dirección, cosa que no sucede. Para los evolucio-nistas, nuestro sistema solar se originó a partir del Sol. Sin embargo, Venus y Urano giran en sentido contrario al de los demás planetas. Hay 60 lunas en nuestro sistema solar. Muchas de ellas giran hacia atrás. En varios casos, incluso describen su órbita en sentido contrario.

La edad del sistema solar: ¿60 siglos o miles de millones de años?

El advenimiento de los rayos láser y de los relojes atómicos ha traído aparejada la posibilidad de medir el tiempo y la distancia con mucha mayor precisión que antes. ¿Sabías que...

El Sol consume 5 millones

de toneladas de gas por segundo. Obviamente eso sig-nifica que el astro rey se ha ido reduciendo de tamaño. Si el relato bíblico de la creación es cierto, el universo y todo lo que en él hay datan de hace unos 6.000 años. Al ritmo que el Sol se desgasta, la dife-rencia entre el tamaño que tenía hace 6.000 años y el actual es insignificante, afor-tunadamente para la vida en la Tierra. Sin embargo, a ese mismo ritmo, hace apenas 20 ó 30 millones de años el Sol habría sido mucho mayor y en

consecuencia habría estado mucho más cerca de la Tierra, con lo que no habría sido posible en ella ninguna forma de vida, ni siquiera bacterias, y mucho menos dinosaurios. Pese a ello, los evolucionistas sostienen que el Sol tiene unos 4700 millones de años y que la vida en la Tierra apareció en los océanos hace unos 3400 millones de años.

Según la ley de la gravitación universal formu-lada por Newton, cuanto más grandes sean dos cuerpos celestes, mayor será la fuerza gravitacional que ejerzan el uno sobre el otro. Ésta tam-bién aumentará cuanto más cerca estén el uno del otro, puesto que es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa (es decir, que al reducirse la dis-tancia a la mitad, la fuerza de atracción se cuadruplica). De haber sido el Sol conside-rablemente más grande hace tiempo, habría ejercido una fuerza gravitacional propor-cionalmente mayor. En tal caso, la Tierra y los demás planetas no podrían haber existido a menos que hubie-ran descrito órbitas mucho más distantes. Este hecho arroja más dudas sobre el evolucionismo, toda vez que al reducirse el Sol a su tamaño actual, los planetas no habrían sido atraídos hacia órbitas más pequeñas, sino gravitado hacia órbitas más distantes.

El campo magnético de la Tierra se está debilitando.

Las mediciones arqueológicas demuestran que hace 1.000 años nuestro campo magnético era 40% más intenso que el actual. Si el campo magnético de la Tierra es producto de una decreciente corriente eléc-trica en su núcleo metálico —la explicación más plau-sible—, la Tierra no podría tener más de 10.000 años; de lo contrario la fuerza original de dicha corriente habría sido suficiente para fundir el pla-neta.

Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón se están enfriando. Por ejemplo, Júpiter irradia aproximada-mente el doble de energía de la que recibe del Sol. Saturno irradia más o menos tres veces la cantidad que recibe del Sol. Si el sistema solar tuviera miles de millones de años —o incluso unos cuan-tos millones de años—, hace mucho tiempo que esos cinco planetas estarían completa-mente álgidos.

Los anillos de Saturno se están expandiendo. Es decir, las nubes de partículas que los componen —presumible-mente mezcla de rocas, gases congelados y hielo— están aumentando de tamaño y dis-minuyendo de densidad. De tener el sistema solar una antigüedad siquiera cercana a la que afirman los evolu-cionistas, a su actual ritmo de expansión hace mucho tiempo que esos anillos se habrían disipado. ¨

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¿Qué sería de nosotros sin huecos? ¿Qué haría la gente si no

tuviera siete huecos en la cabeza? (Cuéntalos.) De no tener siete huecos no podrías comer, ni saborear, ni oler, ni oír, ni ver. Ni siquiera respi-rar. De hecho tienes muchos huecos más, pues cada poro de tu piel es un hueco. Sin esos poros la piel no podría respirar ni transpirar. Si no tuvieras huecos tampoco ten-drías pelo, pues cada pelo crece dentro de un huequito llamado folículo.

El tema de los huecos es casi inagotable, pues hay una infinidad. Da la impresión de que todo se compone de huecos.

Nuestro cuerpo está repleto de huecos. Los vasos sanguíneos y pulmones son huecos. El corazón tiene huecos bien grandes para que la sangre fluya por ellos. El ombligo es un hueco sin el cual ni siquiera habríamos nacido. ¡Vaya! ¡Hay muchos huecos importantes! Estamos llenos de huecos.

El mundo está repleto de huecos. Si no fuera por ellos no habría árboles, ni flores, ni verduras, ni frutas, pues todos ellos crecen en huecos de la tierra y ellos mismos están llenos de huecos: la savia de los árboles fluye a través de huecos por el tronco y por las hojas.

¿Qué es una casa sino un hueco en el que uno vive? Si

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la casa no tuviera esos huecos que llamamos ventanas, no podríamos ver el exterior ni sería posible que entraran la luz y el aire. Si no fuera por los huecos, no habría grifos por donde saliera el agua, y pasaríamos muchísima sed. Lo peor del caso es que la casa ni siquiera tendría puerta, de modo que no podríamos entrar en ella, o salir de ella si estuviésemos dentro. ¿Qué otros huecos útiles se te ocurre que hay?

La Tierra misma es una esfera hueca llena de fuego, que de vez en cuando sale por unos huecos llamados volca-nes. Los mares son enormes huecos llenos de agua. Todos los lagos, arroyos y pozos también son huecos. De unos huecos llamados minas saca-mos diamantes, otras piedras preciosas y toda clase de minerales: oro, plata, cobre, hierro, estaño y montones más. No contaríamos con nin-guno de esos elementos útiles y valiosos si no fuera por los huecos. El mundo entero es una enorme bola acribillada.

Y si pudiéramos ver las cosas bien de cerca, nos daríamos cuenta de que todo está hecho de huequitos muy pequeños cargados de energía a los que llamamos átomos. De modo que todo está formado mayormente por huecos con alguito alrededor.

Todo se compone más de nada que de algo. Al fin y al cabo, el universo es mayormente espacio. Es un gigantesco hueco lleno de nada, a excepción de unos cuanto cuerpos celestes lla-mados planetas, estrellas, lunas y cosas así, que en comparación con el inmenso vacío que los rodea llamado espacio son muy pequeños. El universo es un hueco tan inmenso que ni siquiera sabe-mos dónde termina. ¡Es un vacío colosal!

La Biblia enseña que Dios incluso colgó la Tierra de la nada (Job 26:7) y que la creó de la nada (Génesis capítulo 1; Hebreos 11:3). Ya ves que hay más nada que otra cosa, y que todo está hecho mayormente de nada. Dios lo hace todo de la nada, a partir de un poco de nada rodeada por Él.

Si puedes creer en Dios, todo es posible, pues Él lo hace todo a partir de la nada, ¡incluidos tú y yo! Somos nada, y si no fuera por Dios, no existiríamos. De nuestra nada, Él hace algo. Es como un círculo que rodea nuestra nada y la convierte en algo. Cuando estamos rodeados por Dios, aun nuestra nada puede ser algo. Es más, ¡pode-mos ser casi cualquier cosa!

Total que la próxima vez que veas un hueco, recuerda que ni siquiera lo sería si no

David Brandt Berg

SANTOSHUECOS

estuviera rodeado de algo. Tú eres como ese hueco. Y si te parece que eres un don nadie, un gran cero a la izquierda o apenas un huequito, no tienes más que rodearte con algo de Dios para convertirte en un huequito muy útil e importante, un poco de nada rodeada de Dios, que es como Él lo ha hecho todo. Puedes ser cualquier cosa si eres un buen hueco, ¡un don nadie rodeado de Dios! Porque Dios se dedica a crear cosas de la nada.

La nada es inacabable. Lo que es algo siempre termina, pero la nada nunca se agota. De modo que si aceptas no ser nada, puedes llegar a ser mucho más que algo.

La poetisa Emily Dickin-son escribió una vez:

¡Yo nadie soy! Tú eres ¿quién?¿Nadie también?Ya somos dos. ¡No digas nada!Nos desterrarían.

¡Qué aburrido ser alguien! ¡Cuán público andar como una ranacroando todo el día tu nombreante una ciénaga admirada!

Todos los que son alguien no serían nada de no ser por nosotros, los que no somos nadie. Todos los que se creen algo no serían nada si no fuera por nosotros, los que no somos nada.

¿Sabes qué es el amor? Es Continúa en la página 10

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qué clase de hueco seas: Dios te conoce bien.

Todos los huecos son un poco de nada hecha para algo. Total que si te consideras una nada, en algún sitio ¡hay algo para ti! ¿Eres un hueco? Pues entonces Dios te tiene algo reservado.

Los que no son huecos no pueden recibir nada, pues ya se creen algo. La Biblia

advierte: «El que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña» (Gálatas 6:3). También dice que Dios «a los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos» (Lucas 1:53). Si un hueco está lleno, Dios no puede poner nada en él. Todo lo que pone se cae, porque el hueco están tan lleno de algo que no puede contener

Me encuentro ante la necesidad de tomar una decisión que va a afectar mi vida de forma trascendental. He orado para que Dios me indique qué será lo mejor, pero ¿cómo lo va a hacer? ¿Cómo puedo obtener una respuesta de Él?

P

un hueco que hay que llenar. Y además algo con qué lle-narlo. Como tú, yo y Jesús.

Hay huecos cuadrados, redondos y de todas las formas. Para llenarlos se necesitan todo tipo de taru-gos. No importa, pues, qué clase de tarugo seas: siempre habrá algún hueco en el que encajes. Tampoco importa

Viene de la página 9

resp

ues

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s

Si has pedido al Señor que te ayude a tomar una decisión acertada,

ya has dado el primer paso de un proceso que esencial-mente consta de tres.

En segundo término, tienes que proponerte en tu corazón creer y aceptar la respuesta que te comunique Dios, aunque sea contraria a tu parecer o a tus deseos sobre el particular. Dicho de otro modo, debes querer sin-ceramente que Él tome la decisión según lo que desde Su óptica resultará mejor para ti y para todas las personas afectadas. Normalmente, ése es el paso más difícil, pues requiere que supeditemos nuestra voluntad a la Suya.

Hecho eso, estamos en situación de dar el tercer paso: obtener Su respuesta. Si has pedido sinceramente a Dios que te indique cuál es Su voluntad respecto de deter-minada situación, lo hará. Para ello es probable que se valga de uno o de varios de los medios que detallamos a continuación en orden de importancia y confiabilidad:

Número 1: La Palabra de

Dios. El primer lugar donde buscamos la voluntad de Dios es en Sus Palabras consignadas en la Biblia. Él ha puesto allí las soluciones generales para casi todos los interrogantes y problemas que se nos pueden plantear en la vida. Cuando Dios nos habla por medio de Su Palabra, sabemos sin asomo de duda que lo que nos dice es verdad. Ciertos libros de orientación para el estudio de la Biblia —por ejemplo Claves para descubrir la verdad: Fundamentos y Una vida más feliz— pueden resul-tarnos muy útiles cuando des-conocemos lo que dice la Biblia sobre un tema relacionado con una decisión a la que nos vemos enfrentados.

Número 2: La voz de la Palabra de Dios. ¿Te ha pasado alguna vez que estás medi-tando en algo u orando por algo y el Señor te recuerda cierto versículo o pasaje de las Escrituras que arroja luz sobre el asunto? Eso se conoce como escuchar la voz de la Palabra de Dios. Puede que te haya ocurrido también, mien-tras leías la Biblia, que de golpe un verso o pasaje te habló directamente, como si hubiera sido escrito para ti con relación a una situación en la que estás metido. Eso

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nada más. Es que hay que ser un hueco para poder con-tener algo. ¿A quién se le ocu-rriría llenar algo que no sea un hueco?

A Dios le encantan los huecos. Los científicos afir-man que la naturaleza abo-rrece el vacío. Pero yo digo que a Dios le encantan los espacios vacíos, porque le gusta llenarlos. ¿Eres un buen

hueco lleno de nada? En ese caso, Dios puede llenarte de algo y hacer de ti un hueco muy feliz lleno de lo que Dios quiera poner dentro de ti.

Tienes que ser nada para llegar a ser algo. Conténtate, pues, con ser uno de los huequitos de Dios. ¿Qué te parece? Y de paso, seamos santos también, ¿de acuerdo? ¿Eres un hueco? Pues si das

cabida a Dios, serás santo. Seamos todos huecos santos.

¿Sabías otra cosa? Jesús se llamó a Sí mismo un hueco: la Puerta (Juan 10:9). Él es el hueco por el que tienes que pasar para entrar en la casa de Su Padre. Es más, Jesús es el único hueco de acceso (Juan 14:6). ¿Has entrado tú en la casa del Padre a través de Jesús, el Hueco, la única Puerta? ¨

también es la voz de la Pala-bra. El Señor aplica Su Palabra de manera específica y perso-nalizada y te da la respuesta que buscabas.

Número 3: Revelaciones directas. Dios también nos habla por medio de mensajes recibidos en profecía, o bien por medio de sueños y visio-nes. Si tales revelaciones no contradicen la Palabra escrita, verdaderamente provienen de Dios. Es preciso cotejarlas con la Palabra. Es estupendo reci-bir respuestas directamente del Señor y luego confirmarlas por medio de Su Palabra, porque entonces tenemos la certeza de que vamos por buen camino y podemos pro-ceder con plenitud de fe. Una vez que hemos escu-chado palabras del Cielo, no hay más que hablar.

Número 4: Consejeros ins-pirados por Dios. La Biblia dice que «en la multitud de consejeros hay seguridad» (Proverbios 11:14; 24:6). Cuando procuramos hallar la voluntad de Dios respecto de determinada situación, muchas veces conviene pedir consejo o conocer la opinión de otras personas que sean espiritualmente fuertes, que conozcan bien los caminos del Señor y cuya vida eviden-

cie el buen fruto de seguirlo de cerca (Mateo 7:15–20).

Número 5: Circunstancias y condiciones (también se emplea la expresión «puertas abiertas o cerradas»). Cuando algo se ajusta a la voluntad de Dios, generalmente Él nos presenta la oportunidad de llevarlo a cabo. Inversamente, cuando algo no corre parejo con la voluntad de Dios, en muchos casos nos lo indica creando o permitiendo que surjan cir-cunstancias o condiciones que nos impidan realizarlo. Apo-yarse exclusivamente en este medio de conocer la voluntad de Dios no es muy aconsejable. Sin embargo, sí puede propor-cionarnos una confirmación de lo que el Señor nos haya indicado por otros medios más confiables.

Número 6: Corazonadas e intuiciones (también se habla del «testimonio del Espíritu»). Las corazonadas en algunos casos pueden ser engañosas, pero si Dios quiere que sigas cierto derrotero, en ocasiones te dará una fuerte convicción interior de que eso es lo que debes hacer. Por otra parte, si no quiere que hagas algo, Su Espíritu te advertirá que te abstengas. Conviene confir-marlo por medio de una de las otras formas de hallar la

voluntad de Dios. Número 7: Señales muy

definidas en respuesta a un pedido concreto (también se las llama «vellones»). A veces se puede confirmar o recon-firmar una decisión pidiendo a Dios que nos dé una clara señal. Típico ejemplo de ello es el relato bíblico de Gedeón, que se valió de un vellón para asegurarse de que había reci-bido bien las instrucciones del Señor (Jueces 6:36-40).

Por sobre todas las cosas debemos creer que Dios nos ama y que siempre está más que dispuesto a ayudarnos a tomar la mejor decisión, la que sabe que a la larga redundará en nuestra felicidad y en la de los demás. Jesús dijo: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá» (Mateo 7:7). Estas palabras constitu-yen una promesa.

(Si te interesa una explicación más cabal sobre cómo se toman decisiones prudentes y acertadas valiéndose de los medios que acabamos de pre-sentar, solicita Conectados con Dios —colección de artículos de David Brandt Berg entre los que se cuenta Siete maneras de averiguar la voluntad de Dios— y el librito Decisiones ati-nadas. Si quieres saber más detalles sobre el don de profecía en particular, encarga el libro Escucha palabras del Cielo.)

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UN MUCHACHO A LA ORILLA DEL RÍO

Matthew y Claire (China)

era un encuentro de esos que se ven en las películas, en que unos extraños escudriñan

los rostros de las personas que se hallan en la recepción de un hotel con la esperanza de captar un indicio de reconocimiento en los ojos de alguien. ¡En ese momento lo vimos! Aquella son-risa era inconfundible.

—¡Shao Feng! ¡Después de tanto tiempo! ¡No puedo creer que seas tú!

Para entonces, esa sonrisa que concedía gracia a sus duras facciones se había extendido de oreja a oreja. Mientras nos dábamos un fuerte apretón de manos, aquel empresario chino bien parecido expresó con entu-siasmo:

—¡Es un milagro de Dios! ¡Indudablemente!

Coincidíamos plenamente con él, pues lo habíamos cono-cido trece largos años atrás en una de nuestras primeras visitas a la China. En aquella opor-tunidad no era más que un jovencito lleno de sueños e inte-rrogantes. Entablamos amistad con él a la orilla de un río cuando inició una conversación con nosotros a fin de practicar sus recién adquiridos conoci-mientos de inglés. Nos preguntó

acerca de nuestra vida en el extranjero, a qué nos dedicába-mos y cómo vivíamos.

Aprovechamos la oportuni-dad para hablarle de Jesús. Le contamos brevemente nues-tra trayectoria y le explicamos cómo habíamos encontrado la respuesta a muchos de los interrogantes que en algún momento de nuestra existencia nos habían desconcertado. Le contamos que habíamos hallado un Salvador que nos amó tanto que murió por noso-tros y que algún día nos aco-gería para siempre en Su Reino. En aquella ribera, mientras se ponía el sol, Shao Feng oró con nosotros para aceptar a Jesús en su corazón.

Conversamos largo y ten-dido aquella noche y buena parte del día siguiente. Habla-mos del amor y el odio, del doloroso pasado del mundo y del auspicioso futuro del Cielo. Hablamos de la desdicha y la felicidad. Le dijimos que un día Jesús enjugaría todas nues-tras lágrimas. Aquella noche vimos renacer la esperanza en el corazón de aquel joven, y aunque sabíamos que tendría-mos que despedirnos pronto de él, no nos cabía duda de que la presencia de Dios permanecería

con él para siempre.No lo volvimos a ver hasta

hace poco, cuando —trece años más tarde— nos encontramos con él en la entrada del hotel. Le habíamos escrito muchas veces. Le habíamos enviado tar-jetas con palabras de aliento o notitas con saludos cordiales. Curiosamente, no habíamos recibido respuesta. No sabíamos si atribuirlo a la censura de la correspondencia o a algún error en la dirección. El hecho es que finalmente, después de no recibir respuesta a nin-guna de nuestras cartas, deja-mos de escribirle. Pasaron los años y nos mudamos. Volvimos a mudarnos varias veces. Ya saben cómo es la vida de un misionero.

Pero cierto día nos llegó un sobre de regular porte tapi-zado de estampillas por ambos lados y diversas direcciones de remitentes. Lo abrimos y dentro encontramos una carta de 10 páginas. Aquel joven entusiasta había madurado y se había con-vertido en un exitoso empre-sario. Desde la última vez que lo habíamos visto, había estudiado, viajado al exterior y experimentado muchísimos cambios en su vida. Había conocido la felicidad y la tris-

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teza, el amor y la soledad. La China misma había pasado por casi tantas transformaciones como nuestro amigo: la Plaza Tiananmen, las reformas económicas y la actual política de apertura al mundo exterior.

Shao Feng nos contó que había hallado una medida de éxito en su trabajo y que su vida no había estado exenta de aventuras. Sin embargo, en lo profundo de su corazón todavía tenía sed y anhelos de algo más. Después de años de inútiles intentos se había dado cuenta de que solo el amor de Dios podía llenar ese vacío. Nos pedía ayuda para recobrar aquella paz que había sentido, un día ya lejano, a la orilla del río.

Habrían de mediar varios años más, en los que inter-cambiamos correspondencia y llamados telefónicos, antes de volver a encontrarnos cara a cara. Para entonces ya nos

habíamos establecido en la China. Buscando entre la gente aquel día feliz en la recepción del hotel, nos topamos con los mismos ojos sonrientes y viva-ces. Por un momento pensamos que el corazón nos estallaría de alegría, y dimos gracias al Señor que nos había reunido nuevamente.

Mientras nos contábamos en un restaurante los detalles de nuestras andanzas desde la última vez que nos habíamos visto, Shao Feng sacó un paquete arrugado del bolsillo de su chaqueta. Una vez que hubo desdoblado cuidadosa-mente un papel ajado cuyos pliegues había reforzado pro-lijamente con cinta transpa-rente, extendió ante nosotros un afiche con las esquinas maltre-chas que proclamaba: «Lo que todos necesitan es amor».

—Todos estos años, cuando me sentía abatido, leía esto y pensaba en ustedes. Me daba

paz. Lo llevo conmigo adonde-quiera que voy.

También sacó del sobre todas las cartas y notas que le habíamos escrito y nos refirió lo mucho que significaba cada una de ellas para él.

Actualmente, Shao Feng estudia la Palabra de Dios para compenetrarse más con el Hombre que conoció en la ribera del río hace muchos años.

El alma hambrienta será saciada; y todo el que busca, halla (Lucas 1:53; Mateo 7:8). Por dondequiera que vamos notamos jóvenes que nos recuerdan a ese muchacho que conocimos junto a un río hace muchos años. Ellos también anhelan recobrar la esperanza y procuran hallar la verdad y un propósito en la vida. Ese Hombre que vivió y murió por amor ansía formar parte de su existencia. Oramos que muchos lleguen a conocerlo por inter-medio de nosotros. ¨

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¿CAPTAS EL MENSAJE?

El químico Charles Thaxton presenta un argumento bastante contundente en favor de la teoría del Diseño Inteligente. En síntesis, es éste: La molécula de ADN, que es la esencia de la vida, contiene un mensaje, es decir, información codi-ficada en una doble hélice. No es que sea algo similar a un mensaje; es un men-saje. El complejo e intrincado diseño de la molécula constituye un mensaje. Y cuando se está en presencia de un men-saje, es evidente que tiene que haber habido una inteligencia que lo concibiera. «Sabemos por experiencia que un diseño es prueba fáctica de la intervención de un diseñador» concluye Thaxton.

(The Mystery of Life’s Origin, Charles B. Thaxton, Walter L. Bradley y Roger L. Olsen.)

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Existen tan pocas pro-babilidades de que la vida se originara acci-dentalmente como de que la versión íntegra de un diccionario de la lengua pudiera resultar de una explosión en un taller de imprenta. Edwin Conklin (1863-1952),

zoólogo norteamericano

Me parece tan plau-sible que el universo se haya formado por el concurso fortuito de los átomos como que luego de revolver un puñado de letras del alfabeto pudiesen éstas formar espon-táneamente el más genial tratado de filo-sofía.Jonathan Swift (1667-1745),

escritor anglo-irlandés

Puedo demostrar estadísticamente la existencia de Dios. Tomemos, por ejemplo, el cuerpo humano. ¡La probabilidad de que todas las funciones del organismo se produzcan porque sí es, desde el punto de vista estadístico, una aberración!George Gallup (1901-1984), estadístico norteamericano

Todo lo que he visto me ha enseñado que puedo dejar confiadamente en manos del Creador todo lo que no alcanzo a ver.

Ralph Waldo Emerson

La acción creativa de Dios sobrepasó con mucho los requisitos mínimos. Las mariposas de las selvas tropi-cales, rara vez vistas por ojos humanos, son criaturas de una belleza impresionante. La delicada transpa-rencia de la carabela portuguesa y de las alas del colibrí son inimitables.

LeRoy Koopman

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CÓMO SABER LA VOLUNTAD DE DIOS

Condición previa: rendir nuestra voluntad al Señor:Lucas 22:42 Juan 5:30Juan 6:38 Juan 7:17Romanos 12:1-2

El primer lugar en que se debe buscar la voluntad de Dios es en Su Palabra:Salmo 119:105 Salmo 119:130 2 Timoteo 3:16

Dios a veces nos indica Su voluntad por medio de profecías y revelaciones:1 Reyes 19:12Ezequiel 3:10-11Hechos 10:19-20

Otras veces, por medio de sueños:Job 33:15-17 Génesis 15:12-16Génesis 20:2-7Génesis 31:22-24Mateo 1:20-21

Pide consejo a personas que aman a Dios:Proverbios 11:14 Proverbios 15:22 2 Corintios 13:1 Dios puede revelarte Su voluntad por medio de hechos evidentes:2 Samuel 5:22-25 1 Reyes 17:1-9Marcos 14:12-16

Pide señales confirmadoras:Génesis 24:14 1 Samuel 14:8-10

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ES PONER NUESTRA VOLUNTAD DE SU PARTE

David Brandt Berg

LA MEJOR FORMA DE DESCUBRIR LA

VOLUNTAD DE DIOS

Si bien es verdad que Dios nos da a escoger, Él es el único que sabe lo que más conviene. Además Él quiere darnos lo que sea mejor para nosotros. Lo más atinado entonces es aprender siempre a pre-guntarle qué debemos hacer.

El primer requisito para averiguar lo que Dios quiere que hagamos es privarnos de nuestra propia volun-tad. Debemos someterle nuestro cuerpo, nuestro pensamiento y nues-tra voluntad de tal modo que Su óptica y Sus conceptos prevalezcan sobre nuestras ideas preconcebidas. Solo entonces sabremos cuál es «la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta» (Romanos 12:1–2).

Si eres hijo de Dios y dejas que Él elija por ti, ¿qué crees que hará? ¡Optará por lo mejor, la alternativa óptima!

Él te conoce, te ama y te cuida.

Nada puede empañar Su verdad.

A los que dejan que Él elija,

lo mejor de lo mejor les da.

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Mi creación únicaAún recuerdo el día en que te formé. Escogí

con minuciosidad cada talento, cada don, cada característica, cada fibra de tu ser, hasta obtener justo la combinación que quería, hasta que cada detalle quedó perfectamente dispuesto para cumplir Mi propósito.

Recuerdo también el momento en que te insuflé aliento de vida. Sentí un amor tan intenso que no pude contenerlo, pues sabía cuánta felici-dad ibas a brindar, no sólo a Mí, sino también a todos aquellos con quienes te cruzaras en el largo camino de la vida.

Mi ojo ha estado sobre ti desde el principio mismo. He estado contigo a cada paso. Te he observado, te he amado, he velado por ti. Nunca te he perdido de vista.

Te amo desde la eternidad y hasta la eterni-dad. Escucha Mi voz en tu corazón, y te manifes-taré el inmenso amor que siento por ti. Es un amor más grande que el mar, que se extiende más allá del horizonte, que no cabe en la inmensidad del universo poblado de estrellas y galaxias. Sobrepasa la comprensión humana y alcanza el infinito, la eternidad.

De Jesús, con cariño