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    El principio de subsidiariedad: los fueros

    (Guin de la charla pronunciada el 25/05/06 en el Crculo Virgen de los Reyes, de la Comunin

    Tradicionalista Carlista de Sevilla)

    Imaginemos una comunidad de vecinos en la que la propia comunidad decide, sobre lasfamilias que en ella viven, cmo tienen que decorar stas el interior de sus casas: dndedeben colocar tal o cual jarrn y en cual de las habitaciones debe ir ubicado eldormitorio del hijo mayor. Imaginemos que el presidente de nuestra comunidad llegaraa nuestra casa y nos dijese que la tapicera de nuestro sof deba ser de damasco azul enlugar de la tela que nosotros habamos elegido para tapizarlo, y que nos obligase a cenara las doce de la noche en el dormitorio, en lugar de a las diez y en la cocina, comonosotros estamos acostumbrados a hacerlo. Este ejemplo, que puede sonar a chufla, essin embargo pertinente para el tema que vamos a tratar hoy aqu. Nos hemos reunido

    para hablar del principio de subsidiariedad, algo que parece estar hoy de moda pero queen pocos mbitos se comprende o se conoce realmente. Y digo que parece estar de modaa cuento del reciente texto constitucional de la Unin Europea que nombra el principiode subsidiariedad expresamente. Si me lo permiten, despus volver sobre ello.

    Pero antes permtaseme una breve explicacin de lo que es, y tambin de lo que no es,el principio de subsidiariedad. Comencemos explicando que el principio desubsidiariedad, a pesar de ser hoy enarbolado por grupos de la ms diversa procedenciaideolgica, es un principio formulado por la Doctrina Social catlica, y slo por laDoctrina Social catlica.

    Fue el Papa Po XI, en su encclica Quadragesimo Anno, en 1931, y dentro del contextode la lucha de la Iglesia contra la amenaza que supona el creciente totalitarismo de lapoca (tanto de corte nazi-fascista como comunista), quien formul este principio, alque calific de decisivo, inamovible e inmutable.

    As, Po XI explicaba que Como no se puede quitar a los individuos y dar a lacomunidad lo que ellos pueden realizar con su propio esfuerzo e industria, as tampocoes justo, constituyndose un grave perjuicio y perturbacin de recto orden, quitar a lascomunidades menores e inferiores lo que ellas pueden hacer y proporcionar y drselo aua sociedad mayor y ms elevada, ya que toda accin de la sociedad, por su propiafuerza y naturaleza, debe prestar ayuda a los miembros del cuerpo social, pero sin

    destruirlos y absorberlos.

    Quadragesimo Anno retoma as las ideas de Len XIII, quien en laRerum Novarum, 40aos antes, formul los principios de la Doctrina Social de la Iglesia.

    Po XII insistira en ello, al referirse a esa ms alta unidad que liga entre s a todos losque colaboran en la produccin, es decir, su vinculacin y su solidaridad en el deber,que han de proveer junta y establemente al bien comn y a las necesidades de toda lacomunidad. Por lo tanto, insistira el Papa, que el Estado permita resolver a lasasociaciones inferiores aquellos asuntos y cuidados de menor importancia, en lo cuales,

    por lo dems, perdera mucho tiempo, con lo cual lograr realizar ms libre, ms firme yms eficazmente todo aquello que es de su exclusiva competencia, en cuanto que slo l

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    propios medios. El ser humano, por ser persona, es un fin en s mismo y no debe serconsiderado como un simple medio, de modo que un ser humano no debe ser absorbidocomo una pieza dentro de un todo estatal, pues perdera su ser, su iniciativa y sus

    propias fuerzas.

    Todo esto es el principio de subsidiariedad. Ahora bien, lo que no puede hacerse esconfundir este principio con lo que la alemana ngela Faber define como el principioEfectividad o de Optimizacin (es decir, el principio de Eficacia, de Eficiencia...). As,mientras que aqul determina la intervencin de la unidad superior slo en el caso deque la unidad inferior no pueda realizar su tarea respectiva, el principio de efectividad uoptimizacin le reconoce una supuesta competencia a la unidad superior cuando la tarea

    puede ser "mejor", y lo de mejor lo entrecomillo, llevada a cabo. O sea, que elpresidente de la comunidad de vecinos tendra potestad para organizar los muebles denuestra casa cuando l considerase que puede hacerlo mejor que nosotros, con toda lacarga de subjetividad que esto conlleva. As, mientras que en el caso de lasubsidiariedad la competencia de la esfera inferior tiene un valor en s misma; en

    cambio en el principio de efectividad, la esfera inferior padece un menoscabo en laejecucin de su competencia puesto que es substituida. Qu a qu viene nombrar ahoraeste principio de efectividad? Pues precisamente al caso de la Unin Europea al queantes hice mencin, que creo que merece ser tratado, siquiera de pasada, en esta charla.

    Hace un par de aos se vot en Espaa en referndum la Constitucin Europea, que loscarlistas rechazamos rotundamente, por tratarse de un texto profundamente anticatlico.Sin embargo, desde sectores democristianos se pidi el voto afirmativo para el textoconstitucional, argumentando, falazmente, que ste recoga el principio desubsidiariedad, un principio catlico. Y sta es precisamente la impresin que haquedado en amplios sectores de opinin catlicos: que la Constitucin Europea,aunque rechaz el nombrar las races cristianas de Europa, al menos recoga el

    principio de subsidiariedad. Pero lo cierto es que afirmar tal cosa es mentirdescaradamente. El texto constitucional recoge el trmino principio de subsidiariedad,s. Sin embargo es falso que lo que all se define como subsidiariedad sea tal. En primerlugar, porque la Constitucin atribuye a la Unin Europea competencias que pueden ser

    perfectamente desarrolladas por los Estados miembros sin necesidad de su concurso.Adems otorga en su artculo I-11 a la Unin Europea la potestad de intervenir enmbitos que no son de su competencia exclusiva cuando los objetivos, y citoliteralmente, puedan alcanzarse mejor a escala de la Unin. Les suena eso demejor? Pues se trata precisamente de ese principio de Efectividad del que he

    hablado antes. Es decir, de nuevo, hablamos de intervencionismo de rganos superioresen competencias de los inferiores, en lugar de una cooperacin al desarrollo de losinferiores en la consecucin de sus fines.

    En segundo lugar, la propia Unin Europea ignora u obvia la realidad orgnica de lassociedades intermedias que integran los pases miembros (es decir, supuestamente lasociedad de la propia Unin), sino que slo reconoce a los Estados miembros comosujetos polticos en trminos de subsidiariedad. Curiosamente, y he aqu el quid de lacuestin, sorprende que el origen del principio de subsidiariedad, supuesto fundamentode la Unin Europea, no se encuentre recogido en ninguna de la Constituciones de losEstados firmantes. Qu principio de subsidiariedad puede aplicarse cuando la realidad

    social es pisoteada a favor de entes estatales? Pasa algo as como con el Estado Espaoly las comunidades autnomas. En ningn son reconocidos los grupos sociales ms

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    prximos a la persona, los cuerpos intermedios, sino que hablamos de dos estructuraspolticas que ignoran por igual la realidad social que les precede.

    Todo este galimatas tiene su fundamentacin en la negacin de una recta concepcin dela sociedad, concepcin que es radicalmente distinta de la nacida a raz de la Revolucin

    Francesa, en todas sus formas. Lo cierto es que los hombres, las familias y los grupossociales son realidades preexistentes a los Estados, y que aquellos se autoconstituyeroncomo una comunidad ms amplia, en la cual organizar sus energas para superar sucondicin radical de precariedad y as, en la colaboracin, procurarse lo necesario.

    Ningn Estado es anterior a los grupos sociales que lo componen, sino que surge deellos, al unirse stos en un proceso federativo. Esta verdad de perogrullo, que deberallevarnos al reconocimiento por parte de los Estados de la autarqua de los cuerposintermedios, de su capacidad de autogobernarse y autorregularse y a la colaboracin delos Estados en la consecucin de los fines propios de estos cuerpos intermedios cuandoas lo requieran sus necesidades, es sin embargo ignorada de manera sistemtica. Hoy senos dice que las naciones, los pases, los pueblos, no son sino una cuestin aritmtica.

    Es decir, una suma informe de individuos a los que no se les reconoce en lo poltico msvnculo social entre s que la pertenencia al propio Estado (o, en el caso de la Espaaactual, sus remedos en miniatura, las Comunidades Autnomas).

    Precisamente, y respecto de las comunidades autnomas, esta semana nuestros obisposdel Sur han sacado una nota contra el proyecto de Estatuto para Andaluca en el quedenuncian cmo no respeta el texto el principio de subsidiariedad. Dice as:

    2. Junto a la falta de consenso y de debate social sobre la reforma, el texto que ha sidoaprobado por el Parlamento Andaluz adolece de graves deficiencias en su articulado.Nos preocupa de forma particular su carcter fuertemente intervencionista, que norespeta el principio de subsidiariedad, propio de una sociedad participativa. Esteprincipio fundamental en la Doctrina social de la Iglesia, recordado por Benedicto XVIen el ngelus del 30 de abril de 2005, es necesario para que la Administracin delEstado no ahogue las iniciativas de alcance pblico de los cuerpos intermedios de lasociedad civil. Cuando no se respeta este principio fundamental, la sociedad se veabocada al totalitarismo estatalista de las Administraciones pblicas.

    Desgraciadamente, y an aplaudiendo las valientes quejas de nuestros pastores, dada ladifcil situacin poltica que nos toca vivir en Andaluca, echamos de menos el pasosiguiente: es decir, la denuncia de la raz del problema, que no es otra que en un Estadoliberal sencillamente no cabe el principio de subsidiariedad. En un Estado que noreconoce al hombre como ser concreto, social, nunca sern reconocidos los derechos delas sociedades intermedias. El liberalismo concibe al hombre como un ser abstracto. Enla democracia igualitaria cada hombre posee un voto, sin atencin a su valor ni a sucultura, sin tener en cuenta su realidad sociolgica concreta. Cada hombre esconsiderado polticamente en cuanto a su abstracta condicin humana, y no en cuanto aser social, a persona enmarcada en un complejo de grupos sociales.

    Frente a estas vulneraciones del recto orden social y este desprecio por el bien comn,emanados de esta concepcin errada del hombre como ser poltico, la Iglesia formul el

    principio de subsidiariedad del que estamos hablando. Pero, aunque lo hizorecientemente, hace menos de un siglo, eso significa que antes no se reconociese ese

    principio? Pues no. Simplemente no era necesario formularlo, porque histricamente se

    llevaba a la prctica en los pueblos catlicos de forma comn. En Espaa, la aplicacinde este principio (recordemos principio, que no programa) se ha concretado en lahistoria en lo que conocemos como fueros. Dado que el hombre no surge como

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    individuo aislado, sino que pertenece desde su nacimiento, a distintos grupos sociales(familia, municipio, regin, agrupaciones culturales, laborales...), el fuero, los fueros,garantizan que el hombre se desarrolle y, desde la unin espontnea con otros hombresen esos grupos sociales, reconocida como legtima por las estructuras polticassuperiores, alcance sus fines sociales e individuales, al tiempo que ayude a la

    consecucin del bien comn de toda la sociedad.

    -Los fueros son libertades concretas, forjadas a lo largo del tiempo por grupos socialesvivos y autrquicos. Son experiencia histrica acumulada por generaciones de hombreslibres.

    -Los fueros son garanta jurdica para el principio de subsidiariedad, son el garante de lano intromisin del Estado u otras estructuras polticas superiores en mbitos sociales decarcter inferior, son lo que garantiza el reconocimiento legal de las sociedadesintermedias en todos los mbitos.

    -Los fueros son garanta de la unidad de la Patria, y nunca germen de su disolucin.Ms all, el Carlismo siempre ha afirmado que sin fueros, como sin Dios, no es posiblela Patria. A la experiencia histrica me remito, para demostrar lo cierto de estaafirmacin.

    -Los fueros son sistemas jurdicos plenos, no una manera separada de las normasjurdicas.

    -Los fueros no son una delegacin del poder poltico superior, sino que nacen de abajoarriba, por libre iniciativa de la sociedad y se encargan de poner freno a la tentacin dela tirana estatalista, nacional o supranacional.

    -Los fueros son la expresin de una sociedad viva, organizada, orgnica, frente a laamorfa aglomeracin que supone la masa como mera suma de individuos.

    -Los fueros garantizan la pluralidad frente al uniformismo jurdico y poltico impuestopor el avasallador liberalismo.

    -Los fueros son verdadera descentralizacin frente al centralismo estatalista y frente a lafarsa de los estatutos autonmicos, tan centralistas, en su mbito, como el anterior.

    -Los fueros son verdadera federacin frente al mal llamado federalismo liberal.Porque federar es unir y no separar, cohesionar en lugar de enfrentar. Los fueros son elautntico federalismo y el nico verdaderamente patriota.

    -Los fueros trasladan al terreno poltico los derechos naturales del hombre. Los fuerosson verdaderos sistemas de libertades efectivas y concretas de y para un hombre creadolibre por Dios.

    -Los fueros son participacin poltica, los fueros son responsabilidad e implicacin en lavida pblica y en la bsqueda del bien comn. Los fueros son garanta de que losintereses de los pequeos no sern pisoteados por los grandes.

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    Y pese a todo ello, existe la idea comn, extendida, tras aos de insistente propagandaliberal, de que los fueros son meros privilegios, de que stos estn en contra de laigualdad (la dignidad humana) y la libertad, y, sobre todo, de que devieneninevitablemente en separatismo. Resulta realmente difcil luchar contra los clichsestablecidos, contra las concepciones mentales ya prefabricadas y asociadas de manera

    previa a trminos concretos, pero es nuestro deber hacer ese esfuerzo.

    Si se me permite la reflexin, es necesario en este momento histrico en el que enEspaa est en juego la propia supervivencia de la Patria y en el que se gesta un intentode aniquilacin total del hombre como ser social y concreto (y me refiero aqu al ataqueal ncleo sin el que cualquier sociedad est condenada a perecer, la familia), laafirmacin secular del foralismo. Hoy, frente a los separatismos que tienden altotalitarismo secesionista y frente a la reaccin constitucionalista, tan liberal como losanteriores, se hace necesaria ms que nunca la afirmacin del principio desubsidiariedad, la reclamacin de los fueros, de las libertades concretas de losespaoles, concretadas, valga la redundancia, en un ordenamiento jurdico poltico que

    respete al ser humano creado por Dios y que permita su libre desarrollo social y laautarqua de sus asociaciones sociales. Por eso me permito sugerir desde esta tribuna alcarlismo sevillano la creacin de un grupo de trabajo que se encargue del estudio, laactualizacin en propuestas concretas y la difusin del principio de subsidiariedadconcretado en el foralismo. Y yo me brindo, desde ya, a trabajar en ello.

    Explicar aqu, en profundidad, los fueros en toda su dimensin requerira un tiempo delque por desgracia no disponemos hoy. Por eso, y por lo versada en el tema que,sabemos, est la concurrencia, leer un texto en el que se defiende el fuero a modo de

    bosquejo apasionado, que muchos de los oyentes conocern, y que sigue poseyendo ungran valor en nuestros das. Est sacado de la obra As pensamos que en 1977escribiera, bajo el pseudnimo de un requet, el profesor Frederick Wilhelmsen.Espero que, pese a su desfase temporal con lgicos errores en la interpretacin de lahistoria posterior, y lo de pasada que trata el asunto, su lectura anime el coloquio yque del mismo salgan frutos concretos para la revitalizacin de la defensa de la ideaforal, tan necesaria hoy.

    La Comunin Tradicionalista proclama :Que los fueros se intercalen en el ideario

    tradicionalista !

    No hace falta aqu hacer hincapi en el papel tan enorme que la defensa de los fuerosha jugado en la historia del carlismo. Por una serie de circunstancias cuyo estudio cae

    fuera del alcance de este escrito, la defensa de la catolicidad de Espaa y de la Patria

    se una con una defensa de los fueros en el ltimo siglo y medio. Los derechosconcretos de las regiones y de los antiguos reinos, la autonoma de los municipios

    despojados de sus bienes econmicos por la desamortizacin de Mendizbal, se

    inscriban en las banderas y canciones carlistas. "El Rey y las antiguas leyes" era ungrito vasco que acompaaba los levantamientos en el Norte contra la centralizacin

    liberal de los mltiples gobiernos que gozaban del poder desde Madrid.

    Lo que no es tan bien conocido es el hecho de que el territorio espaol, en gran parte

    en el Norte y en Levante, liberado por los voluntarios de Don Carlos VII en la terceraguerra carlista, se autogobernaba sin que el mismo Don Carlos se preocupase mucho

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    de lo que pasaba en esa retaguardia de sus ejrcitos. El estaba demasiado ocupado con

    la guerra, y viva en unas habitaciones humildes en Estella, cerca de sus requets. Aldejar que Navarra, Vascongadas, Valencia y los dems territorios carlistas se

    autogobernasen segn sus antiguos fueros, Don Carlos no solamente obedeca las

    necesidades exigidas por los lmites de su propio tiempo sino que obedeca a algo

    profundamente arraigado en la tradicin hispnica cuyo paladn y abanderado l haballegado a ser. Ya que un rey carlista es ms rbitro que administrador, ms un hombre

    prudente y menos un tecncrata, resultaba natural y lgico que Don Carlos dejase que

    sus reinos, principados y condados, organizaran sus escuelas, pusiesen en marcha un

    sistema de correos, y fundasen una universidad con sus propios estatutos y gobierno- Pero qu es un fuero y por qu es necesaria una red de fueros ? A veces se confunde

    un fuero con un privilegio y la confusin es fcil de entender. Lo que era un privilegiootorgado por un rey aun pueblo, gremio o aldea en un momento histrico, muy a

    menudo sola considerarse como un fuero por la entidad jurdica que la haba recibido

    y por los descendientes del rey que lo haba dado. Pero fuero, entendido tcnicamente,no es ningn privilegio. Un fuero se establece a travs del tiempo. Un fuero nunca es un

    artefacto fabricado en un momento. Todos los fueros son derechos y libertades con-cretas. El sentido del "derecho" mana de la estructura de la persona como tal persona.

    Los deberes y las obligaciones son ms profundos que los derechos, ya que un derechoviene de una obligacin o de un deber. Tengo el derecho de vivir con mis padres

    cuando soy un joven porque ellos tienen la obligacin de criarme. La tendencia dehablar de los derechos y de ignorar los deberes, es un smbolo de la decadencia liberal

    dentro de la cual vivimos. Los seres inferiores al hombre no son personas y por tanto

    no gozan de ningn derecho. La esencia misma del derecho se abarca dentro de laespiritualidad, ya que la espiritualidad del hombre implica que l sea algo absoluto

    puesto en la existencia por Dios. Ni siquiera Dios puede violar los derechos humanosque El ha creado al crear a los hombres. Se puede ver fcilmente que el derecho

    implica la libertad de ejercerlo en el orden concreto y as encontramos la diferencia

    entre una libertad abstracta y una con- creta. Un derecho considerado abstractamenteo "formalmente", simplemente como derecho, no obra nada. Por poner unos ejemplos

    sencillos : un hombre tiene el derecho de casarse pero ninguna mujer tiene laobligacin de casarse con l; cada familia tiene el derecho de desarrollar su vida

    familiar, pero no puede hacerlo si la familia vive separada de una comunidad que sea

    capaz de respaldarla en la vida cotidiana; cada empresa tiene el derecho de desplegarel fruto de su trabajo, pero no puede hacerlo si tal trabajo se hace en el aire, cortado

    de una sociedad concreta. Qu sera una pipasin un fumador, y qu sera un traje en una sociedad de desnudos? Por mucho derecho

    que se tenga para hacer las pipas y los trajes, ese derecho no vale nada a menos queest encauzado en una comunidad. Se puede ver que un derecho -y la libertad deejercerlo- se queda en nada a no ser que haya una manera concreta de darle la

    existencia. Un fuero es la concrecin de un derecho, los pies que hacen que losderechos anden. Los fueros son la encuadernacin jurdica de los derechos. Para

    ejercer el derecho de casarse, hace falta una comunidad que posibilite que los hombres

    y las mujeres se conozcan. A fin de que un hombre con un oficio o profesin lo ejerza,es menester que su trabajo se enfoque dentro de una estructura jurdica que garantice

    el desarrollo libre del mismo oficio. Los fueros siempre implican, por lo tanto, laencarnacin histrica de una serie de derechos que incluyen, a la vez, una serie de

    deberes. Hay cierta reciprocidad implicada en todos los fueros: do ut des. Es

    imprescindible notar, a la luz de lo ya dicho, que los fueros nacen de una serie deactividades humanas ya existentes.

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    No hay ningn fuero puramente "formal" o abstracto. Entonces los fueros especificantodo lo que los hombres ya estn haciendo. Los fueros son opciones libres que brotan

    de una experiencia corporativa histrica. Los deberes nacen. Los fueros se hacen.

    Cada regin debe tener sus fueros; cada municipio, los suyos: cada sindicato oprofesin, los suyos. Por ser el producto de la historia, los fueron no manan desdearriba porque no se hacen por una pieza de legislacin. El orden poltico debe de

    reconocer los fueros como una serie de concreciones jurdicas de los derechos. Aunque

    el tiempo puede cubrir los fueros de una regin o municipio con el halo de algosagrado e intocable, en realidad todos los fueros se someten a los cambios que exige la

    misma historia. La ley consuetudinaria puede cambiarse en esta u otra manera, peroSanto Toms de Aquino nos amonesta que tales cambios deben ser excepciones y no

    deben de ocurrir a menos que un bien de un grado eminentemente superior resulte de

    tal alteracin. Mientras que el sistema liberal se basa sobre una serie de derechos y delibertades formales, el Tradicionalismo hispnico siempre se ha basado en una

    adhesin al sistema foral, as reconociendo lo que ya ha sido alcanzado libremente porhombres organizados en sus comunidades naturales.

    En el liberalismo inorgnico, que ha vuelto como una plaga a nuestra nacin en los

    ltimos aos, el hombre vota una vez y su voto tiene ni ms ni menos peso quecualquier otro ciudadano. Este voto se consigue por una campaa propagandstica que

    empapela las ciudades y explota el poder inmenso de la televisin ya la vez emplea

    todos los trucos que se despliegan en la prensa y en los dems medios que emplean lapalabra escrita. Por fin el pas -agotado en espritu y en dinero- va a las urnas para

    que salgan aquellos que hayan garantizado con ms eficacia aquel paraso en la tierraque todos los partidos pregonan. Esto se llama la democracia. El efecto es de

    embrutecer al pueblo espaol, de despertar los antiguos recelos y odios que siempre

    han marcado la lucha de clases, una lucha empujada por todos los socialismos: odio,recelo, agotamiento, estupefaccin, stos son los frutos de la tan querida democracia.

    La democracia inorgnica separa. La Comunin Tradicionalista une, y por unir ofrece

    al pueblo espaol una opcin que trasciende la lucha de clases y el sistema liberal de

    partidos. Los fueros siempre unen a los hombres que trabajan o que se relacionanmutuamente en pos del bien comn de esta u otra sociedad. El historiador ingls Lord

    Acton, en su estudio La Historia de la Libertad, demostr cmo la libertad naci en 'elOccidente en la Edad Media Catlica porque no hay libertad a menos que un hombre

    se institucionalice en una serie de comunidades que le permita escoger libremente entrelos intereses de stas cuando hay un conflicto.

    La libertad concreta es la posibilidad de escoger entre dos o ms sociedades dentro delas cuales yo tengo una serie de intereses. Libertad y conflicto son trminos

    inseparables. Cuando escojo una cosa tengo que abandonar otra que est en conflicto

    con la que he escogido. Cada acto libre implica un coger y un abandonar. Esto es lalibertad humana y no hay otra.

    De esta forma en el sistema foral el mismo hombre a menudo puede votar varias veces

    como cabeza de una familia, como socio de un sindicato, como representante de una

    comarca o diputacin. Esta "democracia orgnica" exige que cada votante sopese suvoto a la luz de un conocimiento personal e ntimo de los problemas y aspiraciones de

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    la entidad a la cual pertenece, gracias a un fuero. Pero el ciudadano que vota

    "inorgnicamente" no puede escoger entre intereses. El no puede ponderar las ventajasy desventajas entre este bien u otro bien porque todos los partidos dicen la misma

    cosa! La llamada libertad "democrtica" es un truco al servicio de unas oligarquas

    que ofreceran la salvacin o la inmortalidad si pudiesen alcanzar el premio del Poder .

    Segn la doctrina tradicionalista las Cortes se forman de procuradores que representanlos intereses concretos del pas ya encauzados en una red de fueros. Las Cortes no se

    componen de hombres que quieren desplegar sus opiniones sobre este u el otro

    problema. El intercambio de opiniones sobre los problemas concretos ya se handebatido antes de que las Cortes se renan. Los procuradores no pueden representar

    opiniones por brillantes que sean, ya que stas son irrepresentables. Tienen querepresentar los intereses de aquellos que los han elegido para tan alta

    representatividad. Esos intereses, eminentemente prcticos en general, hablan o

    dialogan amistosamente -en el mejor de los casos- con el Poder y as encuadran suejercicio, ya que el Poder no puede obrar a menos que sepa lo que el pas necesita. El

    pas aqu es entendido no como una masa amorfa forzada a encuadrarse en partidosnacionales y regionales, sino como un pas racionalmente estructurado en su variedad

    de instituciones que encuentran su espejo en las Cortes. Este espejo no es fiel a menosque la nacin goce de sus fueros, a no ser que la nacin levante sus intereses delante

    del Poder yesos intereses se quedaran en el aire a no ser que se encaucen en unsistema foral.

    El Estado centralizador naci paulatinamente en Francia en los ltimos lustros de lamortecina Edad Medieval. Debido al poder de centralizar, el Estado moderno atomiz

    la sociedad y destroz las antiguas libertades y leyes, a saber, los fueros. Gracias a unanueva tcnica, la mecnica, que centraliza solamente debido a su poder de esparcir la

    naturaleza en trozos aislados que luego se reincorporan en el mundo mecanizado e

    industrializado, el Estado, por dominar las nuevas tcnicas, hizo lo mismo en el terrenopoltico. La nueva capacidad de gobernar desde un centro, una capital, engendr ese

    fenmeno moderno que se llama la burocracia. La burocracia del Estado moderno hacelas veces de los antiguos fueros pero con una diferencia importante: Mientras que los

    fueros eran -y son- eminentemente polticos, estructuras jurdicas que apuntaban con

    prudencia la libertad de sus socios hacia un bien comn, una burocracia aplasta lapoltica y hace que una administracin tcnica la reemplaza. La Administracin aplica

    una regla que mana desde arriba y de esta estructura inevitable manan losregionalismos y federalismos falsos. Llamamos un regionalismo falso cuando deja la

    administracin de una regin, o de un sindicato, o profesin a los hombres que militandentro de ellos, pero esos ciudadanos no hacen ms que administrar una red dedecretos que se originan desde un centro estatal. Con un fuero, al contrario, se

    gobierna por s mismo.

    La administracin tcnica est sometida ala prudencia poltica y no al revs. Los fueros

    quitan la tirana de la tecnocracia. Pero el Estado moderno de hoy en da se encuentraamenazado porque el orden tcnico se independiza del orden poltico a pasos

    gigantescos. La tcnica nueva, a saber, la basada en condiciones electrnicas, anula elespacio y hasta el tiempo, y as se burla ignorando los viejos prejuicios segn los

    cuales las fronteras son lmites sagrados. La nueva tcnica se basa menos en una

    capacidad de producir cosas y ms en su capacidad de mover una masa de informacinde un punto a otro, sin tener que tomar en cuenta los antiguos lmites espaciales. En un

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    sentido profundo el espacio ha dejado de tener importancia para la tecnologa

    contempornea. Esta es la verdad de un telegrama, de la radio, de la televisin, deltelfono, de la tcnica computadora, del radar , y de los dems medios de

    comunicacin. La mecnica con su poder de cambiar el mundo fsicamente, a fin de

    transformarlo en una serie de artefactos, se pone ms y ms a la disposicin de un

    orden cientfico nuevo. Hay indicios que nos hacen pensar que la tcnica nueva puedeindependizarse an ms de la vieja industrializacin ya que hoy es posible suprimir lavieja produccin en masa a favor de nuevos modos de hacer productos ms baratos y

    con mucha ms variedad.

    De todas formas, la ciencia moderna necesita al Estado solamente para su financiacin

    y hasta esa dependencia suele desaparecer gracias al enjambre de empresassupranacionales que literalmente no dependen de ninguna geografa fija.

    Paralelamente, la acumulacin de datos y el amontonamiento de conocimientos liberan

    la tcnica de esos antiguos centros de investigacin, a saber, las universidadesestatales con sus bibliotecas enormes. Tericamente, hoy da, un hombre podra llevar

    todos los conocimientos y datos que se encuentra dentro de miles y miles de libros enuna computadora del tamao de un maletn. El monopolio sobre la sabidura de la raza

    humana que perteneca al Estado centralizado moderno, est desapareciendo y hayunos especialista en estas cosas que dicen que efectivamente ya ha desaparecido. En

    unas pocas palabras, si todo fuera bien en el mundo (y tenemos que confesar que pocova bien en este mundo imperfecto), el Estado tal y comolo hemos entendido y conocido

    durante los ltimos siglos, simplemente desaparecera. Posiblemente nadie lo

    suprimira jurdicamente pero vivira como una momia heredada del pasado tal y comolos emperadores romanos nunca abolieron la antigua repblica sino que la ignoraron

    en los hechos mientras que la honraban con sus palabras.

    Tenemos que enfrentarnos con un hecho tan radical que pocos hombres tienen la

    valenta de ver lo que est aqu delante de sus ojos. No vamos a necesitar ningnEstado en el siglo XXI y posiblemente antes! Ya que el orden poltico en el sentido

    tradicionalista se basa no en el Estado centralizado con todos sus mecanismos yburocracias, sino en la Patria que mana del sentido patriarcal del cristianismo, resulta

    que las patrias podran volver a ser las portadoras del orden poltico. Una patria tiene

    una geografa tal y como una familia tiene una casa pero tal y como la familia no selimita al hogar familiar, la Patria no se puede limitar a ningn espacio trazado en un

    mapa. Realmente un mapamundi hoy da es incapaz de trazar lo que ha ocurrido en elmundo puesto que un mapamundi se limita a la fuerza a designar fronteras y dibujar

    lmites espaciales que rpidamente estn perdiendo su antiguo peso en la edad post-moderna.

    Lo que estamos diciendo apunta un crecimiento a corto plazo de una multiplicidad defueros nuevos que trascendern los antiguos lmites territoriales de los Estados

    modernos. Unos de estos fueros ya existen, como esa red de pactos que encauzan las

    formas y reglas y derechos que gobiernan las lneas areas internacionales. Adems, elmundo cientfico en todas sus ramas est creando una serie de fueros que tienen que

    ver con la obligacin de canjear los descubrimientos nuevos y las tcnicas avanzadas.

    Por ejemplo, la comunidad de cirujanos piensa que sera un crimen restringir los

    procesos logrados en la medicina dentro de los lmites de cualquier Estado moderno.Totalmente por encima de los deseos de los diversos Estados, los mdicos han pactado

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    y por lo tanto creado un fuero que hace posible un intercambio de todo tipo de

    informacin capaz de mejorar la salud de toda la humanidad y an de salvar la vidahumana dondequiera que est el enfermo. La televisin, una vez emancipada del

    control estatal, se levanta por encima de las luchas electorales entre los partidos y casi

    elige el que va a ganar. La televisin y la prensa hundieron al presidente

    norteamericano Richard Nixon. Estos datos y muchos como stos comprueban lacreciente independencia de la ciencia y la tcnica del Estado. En unos casosaplaudimos lo que est pasando. En otros, lo lamentamos, porque por ejemplo, quin

    puede querer que los secretos cientficos del Occidente (si todava los hay) que tienen

    que ver con la defensa pasen a los rusos? Pensamos aqu en la misma cienciacomputadora americana que est muy por encima de la rusa. Por mucho que

    lamentemos o aplaudamos, los hechos apuntan un mundo nuevo donde el sistema foralha reaparecido en formas absolutamente nuevas. El centralismo liberal y el socialista

    no pueden hacer las paces con esta situacin nueva porque en ltimo trmino, aunque

    todava por poco tiempo, puedan seguir funcionando, va en contra de las ideologasque rigen en el campo liberal y en el comunista. La famosa "soberana del pueblo" (una

    blasfemia teolgica), la democracia inorgnica, no es capaz de impulsar el avance dela ciencia, y de negar el derecho que los hombres que trabajan en ella tengan que

    organizar sus propios asuntos segn sus propios criterios. Prescindiendo de cualquierpreferencia doctrinal o teora sobre los fueros; dejando aparte la opcin tradicionalista

    a favor de ellos y la tpicamente moderna en contra de ellos, es difcil ver cmo lacentralizacin estatal del pasado con su monopolio sobre la ciencia puede frenar este

    avance del progreso excepto en el bloque sovitico.

    Aunque los Estados tratan de controlar este intercambio entre los cientficos del

    mundo, lo hacen con dificultad, puesto que los hombres dedicados al desarrollocientfico piensan que forman una comunidad que trasciende los lmites geogrficos de

    los Estados y piensan que tienen el deber de formar una especie de comunidad

    internacional. Este fuero naciente est imponindose rpidamente a pesar de lospeligros para los intereses de este u otro Estado. En gran parte estos fueros no han sido

    reconocidos, pero se imponen imperiosamente. La ciencia y la tcnica, a su manera,tambin trabajan en beneficio del hombre y, por ello, en beneficio de Dios. Se acerca el

    da en que desaparecer todo centralismo dirigido y materialista, imponindose un

    foralismo a ultranza para mejor entendimiento entre los hombres de buena voluntad.

    Es imprescindible notar que a menudo el Estado moderno, capitaneado por polticosprofesionales, simplemente no sabe lo que est pasando en el mundo cientfico y

    tcnico. Estos polticos no pueden reconocer los pactos entre, por ejemplo, los fsicosatmicos, porque no tienen la ms mnima idea de lo que se hace dentro de este mundomisterioso. Las teoras ms avanzadas de la fsica, hoy da, han destrozado el antiguo

    materialismo y determinismo del siglo pasado. Solamente hace falta pensar en lasobservaciones de Heissenberg, Bohr, De Broglie y Dirac. Pero el materialismo sigue

    siendo la bandera de un socialismo y de un secularismo que literalmente no saben nada

    del mundo nuevo dentro del cual estn viviendo.

    El control del orden nuevo escapa a la competencia de los Estados centralizadosporque, a fin de saber lo que pasa en las ciencias, el Estado necesitara duplicar por

    equipos suyos todo lo que se hace hoy en la tecnologa y en la ciencia. Algo

    radicalmente nuevo tendr que nacer a fin de legislar las relaciones entre el ordenpoltico y el orden cientfico y este "algo" ser un tipo de foralismo.

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    Tambin es menester darse cuenta de que el mundo de maana se formar de una seriede intereses encauzados en empresas, profesiones, ciencias y tecnologas que tendrn

    poco que ver con la antigua situacin que caracterizaba el Estado moderno. No se

    puede encajar el mundo de maana dentro de una estructura poltica que significar,

    en el siglo XXI, menos que los epiciclos y ciclos del sistema astronmico de Tolomeosignifican hoy da en la ciencia. Un foralismo nuevo que dejar un orden viejo yaquemado en las cenizas del pasado, har que los alumnos del colegio estudien el

    llamado Estado moderno como estudian hoy da la polis griega del siglo quinto antes

    de Cristo.

    El Tradicionalismo hispnico debe saludar un tiempo nuevo que ha dejado atrsprecisamente aquel mundo centralizado y liberal contra el cual el carlismo luchaba ya

    desde el principio del siglo XIX. Pero el dibujo de maana que hemos trazado no

    obedece a ninguna ley histrica, ya que el mismo dinamismo de la ciencia siempre sesomete a la contingencia histrica ya la libertad humana. El comunismo es el poder

    ms reaccionario en el mundo puesto que en Rusia y en China los postulados delEstado moderno han alcanzado sus lmites; a saber: la abolicin de las libertades

    concretas ;la desaparicin total de cualquier sistema foral; la servidumbre de la ciencia y de todas

    las actividades humanas; de las artes; de la filosofa; de la tcnica; de la arquitectura.Todo est al servicio del Estado. El gran oso de Rusia -cuya invasin de Europa fue

    vislumbrada hace ms de un siglo por Donoso Corts- siempre atrasado respecto a la

    civilizacin occidental, se encuentra dominado por una filosofa edificada parasolucionar los problemas del siglo XIX. Pero esa ideologa -por equivocada que sea, ha

    sabido ajustarse a los cambios histricos sin alterar sus postulados ya anticuados.

    Por lo tanto, el peligro nmero uno de ese florecimiento de un foralismo nuevo que

    hemos dibujado, es el marxismo y sus consecuencias: el socialismo y el comunismo.Aunque aqu, en Espaa, los partidos socialistas y el mismo PCE apoyan los

    separatismos, lo hacen para luego destrozar las regiones. Una regin convertida en unEstado deja de ser regin y llega a ser una entidad racionalizada y carente de

    personalidad. Esos "Estados" pequeos naturalmente desapareceran por absorber-

    se dentro del Leviatn Marxista despus de haber cumplido su objetivo de destrozar launidad de nuestra Patria.

    Es necesario machacar una contradiccin histrica que obra a favor del Marxismo.

    Mientras que las ciencias y las tcnicas se liberan de los Estados liberales delOccidente, esas mismas ciencias y tcnicas estn sometidas en el bloque comunista auncontrol estatal que es brutal. La tendencia de la ciencias a desprenderse de los grilletes

    del Estado moderno ha sido aplastada en la Rusia Sovitica con una furiareaccionaria hasta ahora no encontrada en la historia. Todo eso da al enemigo una

    ventaja enorme ya que toda la tcnica se encauza dentro del mesianismo de la

    ideologa marxista. Se puede deducir con una lgica implacable que una victoriapermanente del marxismo en el mundo, no solamente embrutecera el espritu humano,

    reduciendo el cristianismo a una secta pequea perseguida y azotada, sino que tambinfrenara el progreso humano y cientfico, congelando la humanidad en una prisin

    oriental.

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    Dejando aparte esas consideraciones y volviendo al ideario carlista, podemos decir,

    que la nica doctrina poltica en el Occidente capaz de enfrentarse con un mundo

    nuevo, cuyos rasgos sern radicalmente diferentes de los que han dominado los

    ltimos siglos, es el Tradicionalismo hispnico. La doctrina tradicionalista es una

    herencia universalmente cristiana a la cual muchos hombres de diversos pases han

    dado sus aportaciones. Pero aqu en Espaa la misma doctrina encontraba yencuentra una encarnacin prctica y poltica en el carlismo. Nunca debemos olvidar

    que el carlismo jams ha fallado como poltica porque el carlismo nunca ha tenido el

    Poder en sus manos. Todo lo dems, repblica liberal, monarqua liberal, fascismo,

    socialismo, comunismo, se forma de doctrinas quemadas. Todas han ejercitado el

    Poder y el pobre mundo todava se angustia dentro de su desesperacin y sufrimiento.

    La Comunin Tradicionalista a travs de su historia al servicio de Dios y de Espaa,

    ofrece sus principios al pueblo porque las dems polticas han fracasado por haber

    pensado que el siglo XIX nunca terminara. Pero no solamente ha terminado, sino

    que hoy da casi no vale la pena hablar ni siquiera del siglo xx. A menos que gane el

    marxismo o una alianza secreta y siniestra entre el marxismo y el liberalismo

    internacional, la sociedad de maana se estructura, por lo menos en lo puramentepoltico, segn bases cuyo principios sern los que nosotros, los carlistas, hemos

    mantenido por ms de un siglo de lucha y afirmacin.

    La reivindicacin de los fueros por la Comunin Tradicionalista reclama la

    restauracin de los fueros suprimidos por el Estado liberal, siempre que esos fueros

    antiguos todava puedan servir al pueblo espaol en sus regiones y profesiones y en

    sus dems estructuras. La Comunin pregona la necesidad de fomentar una serie de

    fueros nuevos a fin de satisfacer aquel anhelo de concretar los derechos y las

    libertades humanas. Pero la Comunin Tradicionalista asegura al pueblo espaol

    que en el caso de estar en el poder, los abanderados nuestros nunca crearan ningn

    fuero nuevo. Reconoceramos jurdicamente todos los fueros ya existentes como

    realidades. Daramos las oportunidades necesarias para que el pueblo edificara un

    sistema foral a su gusto y segn las peculiaridades de todas las profesiones, oficios,

    rangos y condiciones de vivir. Seramos fieles al principio de la subsidiariedad y

    dejaramos al pueblo la tarea de formar sus propios fueros. Posiblemente esta libertad

    ser un peso enorme para un pueblo acostumbrado a ser gobernado desde arriba,

    pero la libertad nunca ha sido una tarea fcil. El Tradicionalismo devolvera al

    pueblo todas las libertades robadas durante tan- tos siglos de latrocinio. y qu ha

    sido el liberalismo sino un robo gigantesco; o un pecado mortal inmenso contra el

    quinto mandamiento de Dios ? y qu es el socialismo si no es ese robo llevado a sus

    ltimas consecuencias ?

    Se puede apreciar que es imprescindible unir el sentido de la Patria y una adhesin a

    los fueros para mantener la forma y manera segn la cual la Patria quiere vivir. Ya

    hemos dicho que la Patria no puede prescindir de lo patriarcal y el fuero familiar es

    una piedra sobre la cual todo lo dems se edifica. La Patria exige una variedad de

    instituciones, de costumbres, de regiones y de maneras de ser. La Patria es un

    despliegue analgico y la analoga, como dice Santo Toms de Aquino, es la

    diferencia en la unidad.

    S hay Estados sin fueros, pero no hay Patria sin fueros. Tal y como la Patria no se

    impone sino que crece como un rbol con conocimiento y voluntad, los fueros nonacen de la nada. Los fueros se hacen por hombres yesos hombres tienen sus pies en

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    una Patria donde pueden compaginar dos anhelos que se arraigan en el suelo del

    mismo hombre: estar en casa y obrar con libertad. y qu es el fuero sino una

    libertad ordenada y por lo tanto eficaz y an ms libertad ?

    El tradicionalismo no es ningn programa prctico porque no es ningn episodio

    histrico.

    La Comunin nuestra ofrece una serie de principios, muy pocos, solamente son

    cuatro, que hacen posible dos cosas :

    I. Encauzar el ritmo de la poltica dentro de una visin del hombre tal y como es,

    personal y santificado por Dios, un ser natural y sobrenaturalizado.

    2. Reconocer todo lo que es natural para el hombre y todo lo que brota

    espontneamente de su ser. El carlismo es la poltica arraigada en la metafsica del

    ser humano.Y no hay otra !

    Las libertades concretas que forman la esencia del foralismo florecan una vez en la

    Edad Media para luego palidecer en lo que llamamos "la modernidad". Hoy da la

    modernidad est muriendo y un mundo nuevo est naciendo. Somos hombres con un

    pie en el pasado y el otro en el futuro. Vivimos en un momento de transicin

    histrica. La Comunin Tradicionalista, fiel a su herencia, tratar de posibilitar un

    orden de libertades forales que el mismo dinamismo de la historia le abrir al

    hombre.

    Vivan los fueros! Y los fueros vivirn!

    No creen que merece la pena luchar para que los fueros vivan? No merece la penaluchar para que el presidente de la comunidad no nos obligue a poner el jarrn chino dela abuela donde a l le d la gana? Reflexionen.

    Nada ms. Muchas gracias por su atencin.