Conquista y Colonización Hispánica (2006)

109
Nueva Historia de Santa Fe Darío G. Barriera (Director) TOMO II Conquista y colonización hispánica Santa Fe la Vieja (1573-1660) Darío G. Barriera

description

Conquista y colonización hispánica. Santa Fe la Vieja (1573-1660), Tomo II de Nueva Historia de Santa Fe, La Capital / Prohistoria Ediciones, Rosario, 2006, 218 pp - "Darío G. Barriera sigue las peripecias de la ciudad de Santa Fe la Vieja, desde su fundación por Juan de Garay en 1573, a orillas del río de los Quiloazas hasta el abandono de esta primitiva ubicación y el traslado definitivo de la ciudad al lugar que ocupa aún. Tras un repaso de la conquista del Río de la Plata, a principios del siglo XVI, el autor reconstruye felizmente la historia social de lo que él llama con propiedad una sede periférica de la monarquía hispánica, una ciudad concebida desde su inicio como una posta entre dos puertos –Asunción y el Río de la Plata, Buenos Aires, a partir de su refundación en 1580– y una válvula de escape tanto para el Paraguay y el Alto Perú. Estos dos núcleos importantes de la colonización hispánica encontraban de hecho en ella un lugar para descargar la tierra : es decir deshacerse de buen número de capitanes revoltosos, de jóvenes conquistadores sin conquista y de muchos mestizos, hijos de la tierra descontentos de su suerte. El autor analiza el papel de bisagra desempeñado por Santa Fe la vieja, en su casi siglo de existencia. Nunca llegó a ser provincia del virreinato, ya que fue sujeta al gobernador de Asunción hasta 1618 antes de pasar a depender de la provincia del Río de la Plata. Enlace, articuladora entre varias provincias, Santa Fe fue por lo mismo objeto de conflictos jurisdicionales entre las provincias del Paraguay, del Tucumán y del Río de la Plata.El estudio pone de realce por fin los motivos que terminaron imponiendo una decisón drástica de traslado de la ciudad el río abajo, entre los años 1650 y 1660. Al igual que otras ciudades fundadas por los mismos años (pensemos en Santiago del Estero, Esteco, Madrid o Londres en el Tucumán) Santa Fe tuvo que sufrir una fuerte presión indígena y hacer frente a serios peligros naturales, que debilitaron su atractividad y paralizaron su desarrollo demográfico y económico. Esta situación precaria terminó provocando su traslado doce leguas más abajo, incluyéndola de forma más decidida en la órbita de Buenos Aires.", de la reseña de Christophe Giudiccelli publicada en Nuevo Mundo, Mundos Nuevos: http://nuevomundo.revues.org/3135?lang=es

Transcript of Conquista y Colonización Hispánica (2006)

Page 1: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

Nueva Historia de Santa Fe

Darío G. Barriera (Director)

TOMO II

Conquista y colonización hispánica Santa Fe la Vieja (1573-1660)

Darío G. Barriera

Page 2: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

Darío G. Barriera (director)NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Tomo IIDarío G. Barriera Conquista y colonización hispánica. Santa Fe la Vieja (1573-1660)

Composición y diseño: Marta PereyraEditing: Prohistoria EdicionesDiseño de Tapa: Marta PereyraIlustración de tapa: acuarela de Florián PauckeProducción de Contenidos: Prohistoria Ediciones

© La CapitalSarmiento 763, (2000) Rosario, ArgentinaTeléfonos: 54-341-5226000 (conmutador) - Fax: 54-341-5226014Dirección digital: www.diariolacapital.com www.lacapital.com.ar© Tucumán 2253, S2002JVA ROSARIO, ArgentinaEmail: [email protected] - URL: www.prohistoria.com.ar

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOSHECHO EL DEPÓSITO QUE MARCA LA LEY 11723Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio, gráfico,magnético, electrónico u óptico, incluyendo su diseño de portada, tipográfico y logos, sinexpresa autorización del editor.

ISBN OBRA COMPLETA: 987-22462-2-XISBN TOMO II: 987-22462-5-4

Esta primera edición se realizó con una tirada de 8.000 ejemplares, el 2 de marzo de 2006, enBorsellino Impresos, Ovidio Lagos 3562/78, S2003DBU Rosario, Argentina. Tel. (54-341) 4317174.Impreso en la Argentina - Printed in Argentina

Nueva Historia de Santa Fe

TOMO II

Conquista y colonización hispánica Santa Fe la Vieja (1573-1660)

Darío G. Barriera

Darío G. BarrieraConquista y colonización hispánica : Santa Fe la Vieja : 1573-1660 / Darío G. Barriera ;por Darío G. Barriera - 1a ed. - Rosario : Prohistoria Ediciones : Diario La Capital, 2006.v. 2, 216 p. ; 20 x 12 cm.ISBN 987-22462-5-4

1. Historia de la Argentina-Santa Fe. I. Darío G. Barriera - II. Título

CDD 982.24

Fecha de catalogación: 13/01/2006

Page 3: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

a la memoria de Juan José Saer (y al futuro de sus libros)

al magisterio de Ricardo Gabriel Vidal(este fue cuatro a uno: espero que fluya)

Page 4: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

Indice

Capítulo 1Exploración y conquista del Río de la Plata 13

Capítulo 2La conquista del litoral 41

Capítulo 3La fundación de la ciudad ritos, recursos, poderes y jerarquías 65

Capítulo 4El suelo, el lugar y su gente 87

Capítulo 5Una sede periférica de la Monarquía Hispánica 109

Capítulo 6Asuntos del comúnla agricultura, el pan, el vino, los precios y el comercio 133

Capítulo 7Una economía en cuatro patas 155

Capítulo 8Los problemas de una pequeña urbe 171

Bibliografía 199

Page 5: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

Introducción

Un lugar para esta historia

«…ese lugar chato y abandonado era para mí,mientras lo contemplaba, más mágico que Babilo-nia, más hirviente de hechos significativos que Ro-ma o que Atenas, más colorido que Viena o Ams-terdam, más ensangrentado que Tebas o Jericó. Era mi lugar: en él, muerte y delicia me eraninevitablemente propias.»

JUAN JOSÉ SAER, El Río sin Orillas

Hace poco menos de cinco siglos, momento en elque se ubican las primeras circunstancias que se es-tudian en este libro, la provincia de Santa Fe no exis-tía. Sin embargo, puestos a hacer historia convoca-dos por su nombre, aparece, desde el presente, unhilo conductor que permite hurgar en un pasadocon cierta continuidad territorial: ese hilo es la pri-mera ciudad de Santa Fe, cuyos restos arqueológi-cos pueden visitarse hoy cerca de Cayastá, en el ac-tual territorio de nuestra provincia. Fue la primeramarca europea que se impuso en este territorio paraorganizarlo, modificarlo, transformarlo. En este to-mo se analiza la invasión, la ocupación y la conquis-ta hispánica de una parte del territorio del litoral pa-ranaense: la vinculada con la experiencia de Santa Fela Vieja, entre 1573 y 1660.

Page 6: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

11Conquista y colonización hispánica

Este volumen aborda algunos temas y pospone,para el próximo, otros de igual o mayor interés pa-ra el periodo que se cierra con el traslado de la ciu-dad a su nuevo sitio: la construcción de la parenteladel fundador, ciertos aspectos de la vida política, laencomienda y el trabajo indígena serán algunos delos tópicos que complementarán, en el tomo III de-dicado a la economía y la sociedad coloniales, estaprimera imagen de Santa Fe la Vieja.

He reservado estas últimas líneas para reconocera un pequeño número de grandes personas sin cuyainfluencia, acá cerca y no hace tanto, hubiera sidoimposible que escribiera una sola palabra de estahistoria: para Cuqui Borgatello, Blanca Zaccone,Mercedes Capodacqua, Silvia Monti y Marta Yelpo,toda mi gratitud por aquellos años durante los cua-les, con tanto cariño, me infundieron el deseo nece-sario para andar este camino.

Darío G. BarrieraRosario, enero de 2006

Nota: la mayor parte de los documentos que se citan en este libroestán redactados en castellano antiguo. Para facilitar su lectura, seha modernizado su ortografía y su gramática, sin alterar su conte-nido.

10 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

El otro elemento de continuidad entre aquel pa-sado remoto y este presente que lo construye es lapresencia dominante del río en el paisaje: aunque es-to resulte una simplificación (por la reducción al«río» de lo que es en rigor una compleja cuenca hí-drica, a causa de que el paisaje ha vivido transforma-ciones permanentes), para los pueblos originarios,para los invasores y para nosotros mismos, relacio-narse con sus corrientes, sus crecidas, sus islas, sufauna, su bonanza y sus caprichos fue y sigue sien-do central, difícil, e inevitable.

Nuestro pasado colonial, construido a partir delchoque desigual entre invasores y habitantes origi-narios, no dio por resultado, como en otras latitu-des, una monumentalidad rutilante. No hay piedrasni edificios que hablen, por sí mismos, de épocasgloriosas ni vergonzantes. Sólo han sido rescatadaspor los arqueólogos algunas evocaciones materialesy sigue siendo visible, allí, de orilla a orilla, el domi-nio perturbable del hoy deteriorado río majestuoso,transitado, ajado, con síntomas de víctima.

Sin embargo, no hay expresión más precisa que laredactada por el recientemente fallecido Juan JoséSaer: aunque aparentemente insulsos frente a losrestos materiales de otros pasados, los nuestros nosconmueven porque vivimos con ellos, porque creci-mos en ellos. Porque hemos nacido, crecido, traba-jado, amado y sufrido en estos lugares, muerte y de-licia nos son, aquí, a todos nosotros, inevitablemen-te propias. Para contar nuestros pasados, tan inex-tricablemente unidos a nuestros lugares, ha sido ne-cesario domesticar las sensaciones, casi siempre in-dóciles, a flor del piel cuando se escribe sobre aque-llo con lo que se ha convivido desde siempre…

Page 7: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

Capítulo 1

Exploración y conquista del Río de la Plata

Río de la Plata es una expresión que se ha utilizadoy se utiliza todavía para designar un área geográficaextensa e imprecisa. Sobre todo, permite conectar enla imaginación, paisajes, gentes y culturas. Incluye ellitoral del río Paraná y hasta admite, en la evocación,a la extensa pampa.

Desde otras latitudes, una postal rioplatense bienpuede ser una caricatura. La síntesis muestra a ungaucho, mate en mano, sentado cerca de su caballoy, eventualmente, de su china. Como fondo, un es-cenario no menos mitificado: el billar interminablede la pampa. Los almanaques de Alpargatas, que poraños acompañaron el paso del tiempo en los casi ex-tintos almacenes de ramos generales de nuestrospueblos, tallaron mitos. Las ilustraciones de MolinaCampos, que hicieron célebres esos calendarios,contribuyeron a difundir una estampa grotesca conla cual, todavía, se identifica un horizonte lejano quealberga una realidad compleja.

Este capítulo se dedica a los primeros años del te-jido histórico de esa realidad compleja, a los contac-tos iniciales que los europeos tuvieron con el anchorío, con sus parajes y con su gente…

Page 8: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

15Conquista y colonización hispánica14 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Nombres para un mar dulceA comienzos del siglo XVI, los navegantes hispanosentraron por una garganta de agua que, de acuerdocon su visión, iba a conducirlos directamente a tie-rras rebosantes del buscado mineral precioso: la pla-ta. Río de la Plata fue el tercer nombre que se dio aesa enorme entrada que les prometía riquezas.

La expresión fue elegida por algún motivo: los in-dígenas del lugar habían informado a los primerosnavegantes que, por ese río, podía llegarse al «Paísde la Plata».

¿Cuáles fueron los nombres anteriores y qué di-cen los nombres sobre los lugares? Fue Solís quienle diera el nombre de Mar Dulce, dejando claro queno encontraba correspondencia entre sus dimensio-nes y el sabor de sus aguas… Para ser río, demasia-do amplio; para ser mar, demasiado dulce.

Nombrar era más que designar: las visiones mag-níficas aparecían permanentemente ante los ojos delos europeos. Para contrarrestar la angustia provo-cada por el contacto con lo desconocido y para po-sibilitar la apropiación de un universo que les eraajeno, los europeos utilizaron también como armauna enorme batería de nombres cristianos.

Cuando navegando el Mar Dulce aguas arribaSolís se internó en el río llamado Paraná Guazú –elgrande– por los guaraníes, lo bautizó Santa María.La Casa de Contratación lo llamó con el no menosbíblico nombre de Jordán. La región que se extien-de al este, espléndidamente regada, se denomina to-davía hoy «la mesopotamia». Todo remitía a los orí-genes de la tradición judeocristiana. Aunque refi-riéndose al Dulce y al Salado, una chacarera de losHermanos Ábalos resume con ironía el sentido de la

Mapa de Agnese (1536)

Page 9: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

17Conquista y colonización hispánica

gación orientados hacia el sur profundo: a ellos se de-ben algunas de las llegadas al estuario platense.

La expedición de Juan Díaz de Solís, que en1516 se internó por primera vez en sus aguas,estaba buscando, más allá de la Tierra Firme, unpaso hacia las Indias. Lo que esos navegantesquerían alcanzar eran las islas Molucas, y, comose dice, de paso descubrieron el río, sin saberhasta qué punto, internándose en esas aguas ba-rrosas, entraban al mismo tiempo en las comar-cas del desastre.

Juan José Saer, El Río sin Orillas

Es muy probable que, como lo aseguraba Saer, elrío haya sido descubierto por error. De cualquiermodo, este como otros errores, fueron consecuen-cias no deseadas de proyectos que pretendían alcan-zar otros objetivos. Desde el presente, parece mássencillo alinear esos acontecimientos como si hubie-ran sido planificados. Pero en realidad, los sucesosque con los años hemos convertido en parte denuestra historia, fueron protagonizados por genteque no había proyectado ni remotamente que nues-tro país existiera.

No sólo navegantes españoles buscaban el pasohacia el Pacífico bordeando las costas atlánticas deAmérica del Sur: en la década de 1510, también lohicieron los portugueses. Aunque de sus testimo-nios no se deduce que llegaran hasta la boca del MarDulce, tampoco hay razones para descartar esa po-sibilidad.

A Juan de Solís se le habían encargado unas tareasmuy precisas. En el contrato que firmó el 24 de no-

16 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

operación, tomando en broma lo que los conquista-dores querían hacer seriamente. Los folcloristassantiagueños cantaron: «como el Éufrates y el Ti-gris, ríos mesopotameños»…

Durante los años inmediatamente posteriores a lamuerte de quien lo llamó con el inquietante nombrede «Mar Dulce», el actual Río de la Plata fue deno-minado «Río de Solís». Pero la transmisión oral dela existencia de una región rica en plata, basada en elintercambio de tribus de la zona con otras que ha-bían contactado con la parte sur del Imperio Inca,provocó la tercera y duradera inflexión sobre elnombre del ancho río, desde entonces investido conel nombre del metal precioso que los europeos co-diciaban. El mapa elaborado por Agnese en 1536, yalo registraba como Río de la Plata.

Las razones de la exploraciónVarios fueron los factores y las tendencias que con-fluyeron en la invasión, conquista y población delos territorios cercanos al río.

Cuando en 1513 Balboa atravesó el estrecho que,en Centroamérica, comunica los océanos Atlánticoy Pacífico, confirmó que las tierras nuevas no eranlas Molucas, ni el Catay ni el Cipango. No navega-ban entre los archipiélagos de las buscadas IndiasOrientales, sino por derroteros imprevistos e ignotos.Habían arribado a una enorme masa continental que,en realidad, obstaculizaba el camino para llegar al des-tino buscado. Por esto, la pesquisa de un paso hacia elOcéano Pacífico (llamado por entonces Mar del Sur)camino de las Indias de las Especias, se convirtió enuno de los ejes primordiales de los convenios de nave-

Page 10: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

19Conquista y colonización hispánica

de la capitulación con Hernando de Magallanes fuela búsqueda del paso del sur: el río de Solís no era elcamino. Esta empresa, que derivó en la primera cir-cunnavegación del planeta concluida por SebastiánElcano, se había originado en una alianza de la Co-rona de Castilla con Magallanes (comerciante por-tugués) y Cristóbal de Haro, un distribuidor deproductos orientales que operaba en Amberes, Lis-boa y La Coruña. Su paso por el Mar Dulce fue re-gistrado por Antonio Pigafetta, que inmortalizó: uncierto capitán español, llamado Juan de Solís, fue co-mido allí por Caníbales…

En 1525, Carlos V capituló con García Jofré deLoayza y, hacia finales del mismo año, confirmó unacuerdo con Diego García de Moguer, integrante delas huestes expedicionarias de Juan de Solís y deMagallanes, socio de mercaderes gallegos ligados altráfico con Amberes. Estos acuerdos, como los fir-mados con Sebastián Gaboto, tuvieron la misma fi-nalidad mercantil.

Al llegar a las costas sudamericanas, Gaboto to-mó contacto con sobrevivientes de las expedicionesde Solís y Loayza en Pernambuco y luego, en SantaCatalina: allí le revelaron la existencia de la Sierradel Rey Blanco, rica en metales preciosos, a la quepodría llegar remontando el río Paraná y algunos desus afluentes.

La «leyenda» de la tierra de la plata acicateaba lasambiciones de los europeos. En 1527, Gaboto atra-có en el sitio nombrado como Puerto de San Láza-ro y otro sobreviviente del grupo de Solís le confir-mó aquellas mismas noticias, aunque le advirtió so-bre las dificultades que podía encontrar remontan-do el río que, en muchos tramos, era poco profun-

18 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

viembre de 1514 –una Capitulación con la Corona–,se comprometió a relevar la cartografía costera delárea, con la finalidad de hacer acuerdos claros con laCorona portuguesa. La expedición de Solís embar-có 66 hombres en tres naos, y partió de Sanlúcar deBarrameda (Andalucía) el 8 de octubre de 1515.Costeó la entrada del Mar Dulce hacia 1516 y, pocosdías después de realizar las primeras exploraciones,Solís encontró la muerte a manos de grupos origina-rios. Tras su fallecimiento, no todos los hombresque lo acompañaban pudieron regresar a la Penínsu-la. Algunos consiguieron integrarse a las comunida-des indígenas, aprendieron su lengua y, según lascrónicas del viaje de Sebastián Gaboto, once añosdespués tomaron contacto nuevamente con españo-les de esta expedición, sobre el río Uruguay. La cos-ta oriental del río y la isla de Santa Catalina, fueronel escenario donde pasaron sus días –de manera cier-tamente involuntaria– sobrevivientes, náufragos odesertores de esa y otras empresas expedicionarias.

La primera expedición en adentrarse hasta elrío Paraguay fue la de Alejo García, uno de losnáufragos de la expedición de Solís. Por refe-rencias de sus acompañantes, se cree que esa ex-pedición alcanzó las tierras del Alto Perú, atra-vesando el Mato Grosso y la planicie de losguaycurúes, en un viaje que le habría demanda-do alrededor de cinco años.

La Corona, desde luego, interpretó la expediciónde Solís como un fracaso, pero en 1520 volvió a lacarga sobre el mismo terreno. El motivo principal

Page 11: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

21Conquista y colonización hispánica

los riesgos que tomaban. En sus propios imaginarios,la existencia de una región de la plata era un estímu-lo poderoso.

Los navegantes y comerciantes europeos teníanen su haber una larga experiencia en varias materias:habían refinado las artes de la navegación y del in-tercambio, las maneras de contactarse con poblacio-nes desconocidas y el modo de enfrentar situacionesque hoy pueden parecer insólitas.

Sin embargo, los grandes movimientos migrato-rios de la humanidad –desde los éxodos tribales porcambios climáticos hasta los más recientes exiliosmotivados por situaciones sociales evaluadas comointolerables– tienen algo en común: se abandona ellugar donde se atraviesa una situación difícil en bus-ca de otro, al que se le atribuye la propiedad de ofre-cer oportunidades. Se deja el pago chico en busca deuna tierra de promisión. El telón de fondo de aque-lla gran movilidad europea por mar y tierra, que du-ró desde finales del siglo XIV hasta bien entrado elXVI, fue una agudísima crisis del sistema feudal quejaqueaba la subsistencia de grandes poblaciones encasi toda Europa. De este modo, mientras que algu-nos asumían riesgos y costos, otros obtenían –comotambién sucede en todas las crisis– enormes benefi-cios. No en vano, crisis, etimológicamente, significacambio...

Imaginando el territorio Las capitulaciones convenidas entre la Corona deCastilla y algunos conquistadores en 1534 muestrancómo era percibido y entendido, desde la Península,el territorio sudamericano.

20 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

do. Sin embargo, remontó un brazo del Paraná y, ensu confluencia con el río Carcarañá, erigió el FuerteSancti Spiritus, desde donde se lanzó río arriba,adentrándose en el Paraná y el Paraguay. Años mástarde, las informaciones que proporcionó sobre suviaje en Lisboa y Valladolid, fueron fundamentales:en ellas se apoyó la decisión de la Corona de conti-nuar explorando estos territorios.

Con la invasión y saqueo al Cusco por los espa-ñoles en 1533, la existencia de la Ciudad de los Cé-sares o de las tierras de la plata ganó credibilidad.Como consecuencia, se constituyó en uno de lospuntos más fuertes con el cual los expedicionariosargumentaban a la hora de solicitar financiamiento.Todos afirmaban que se podía llegar al corazón mi-nero desde el sureste del nuevo continente, remon-tando ríos.

En 1542 se produjo el encuentro más notable,aunque no se llegó a él entrando por el río de la pla-ta…: parte de las huestes que ingresaron por «el Pe-rú» dieron con las exuberantes minas de plata delPotosí. La leyenda era asunto concluido y este des-cubrimiento tuvo consecuencias notables en la orga-nización económica, social y política de buena par-te del mundo conocido…

Los protagonistas del proceso tenían la mente en-focada en los metales preciosos: los invasores prove-nían de un medio donde la pobreza y el derecho deguerra eran una realidad cotidiana. Tomar parte delos botines de guerra, saquear poblaciones u obtenerpremios en tierras, oro y plata, constituía un estímu-lo para muchos de los que se embarcaron hacia laconquista de las tierras nuevas. Esas promesas, queformaban parte de la realidad, hacían posible asumir

Page 12: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

23Conquista y colonización hispánica

Se establecieron jurisdicciones según un corte«horizontal», tomando como puntos de referencialas abstractas líneas denominadas paralelos. El terri-torio cuya jurisdicción era concedida en capitula-ción a Francisco Pizarro (la Gobernación de NuevaCastilla) se ampliaba en 70 leguas; se creaba la deNueva Toledo, concedida al gobierno de Diego deAlmagro, y se señalaban las gobernaciones del Ríode la Plata y de Nueva León, pactadas con Pedro deMendoza y el lusitano Simón de Alcazaba respecti-vamente (la de Nueva León, sin embargo, no figuraen este mapa).

Estas divisiones eran trazos sobre el papel que, endefinitiva, denotaban una concepción administrati-va del territorio facturada de espaldas al modo enque realmente se desarrollaba la conquista. Mientrasque desde la Corona se proponían cortes transver-sales de este a oeste, ignorando las sugerencias de lapropia superficie del continente, los hombres, en ellugar, diseñaban un recorrido completamente dife-rente. Ellos anduvieron el territorio, caminado denoroeste a sureste desde el Perú, y de sur a nortedesde el Río de la Plata. Así fueron organizándolode manera vivencial, y sobre todo pisando las vías decomunicación transitadas por los pueblos origina-rios, condición básica de accesibilidad a la que adap-taron sus modos de desplazamiento y transporte.

La comunicación no era un asunto sencillo: losríos afluentes del Paraná que recorren el Chaco pa-raguayo o que atraviesan los extensos valles al sures-te de comechingonia (que hoy denominamos san-tiagueños), no eran navegables en todos sus tramos.El camino que conectó la cuenca platense con la re-gión altoperuana fue, finalmente, terrestre.

22 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Gobernaciones en 1534, bajo Carlos VFuente: Lucio Mir y Oscar Nocetti, La disputa por la tierra

Page 13: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

25Conquista y colonización hispánica

ción, encabezada por Ayolas y, a su muerte, por Ira-la, fundó en 1537 la ciudad de Asunción, «madre deciudades»... en tierra de guaraníes.

Si se piensa en las ciudades que se asentaron lue-go, esa maternidad, sin embargo, debe considerarsecompartida con la tendencia que, desde el Perú, seproponía poblar tierra abajo hasta la salida atlántica.

Los intercambios entre los conquistadores delPerú y los que provenían de Asunción no se hicie-ron esperar. Tras la derrota de Diego de Almagro enlas guerras civiles del Perú, Vaca de Castro premióa sus adeptos concediéndoles tierras cada vez máslejanas. Esto le permitió desembarazarse de losnuevos capitanes y provocó la ocupación de unagran parte del actual territorio de la República Ar-gentina.

Los fundadores del resto de las ciudades del sigloXVI a una y otra banda del Paraná y hasta el mismoRío de la Plata –Santa Fe, Buenos Aires y San Juande Vera de las Siete Corrientes, en 1573, 1580 y 1588respectivamente– tenían experiencias anteriores co-mo vecinos o soldados, en tierras peruanas o para-guayas,lo cual permite pensar los problemas que seplantearon estos conquistadores como organizado-res de un espacio a escala continental.

Acertar errandoSi todavía hoy la expresión Río de la Plata sirve pa-ra designar, desde lejos, a la Argentina entera, e in-cluso al Uruguay o al Paraguay, se debe tanto a suantigüedad como a su útil capacidad sintética, deri-vada de la percepción que los primeros europeos tu-vieron sobre el territorio.

24 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

La elección de una «ruta» implicaba tomar encuenta una compleja serie de factores. Se considera-ba el «objeto» de la movilización, el tipo de recursosmovilizados y los «riesgos» que el recorrido impli-caba. La información sobre lo que pasaba en los ca-minos era fundamental. Los trayectos organizadospor los tramos navegables de los ríos Pilcomayo yBermejo, en general, se consideraron peligrosos. Elcamino entre Santa Cruz de la Sierra y Asunción, setransitaba solamente en compañía de grandes gru-pos armados, capaces de resistir tanto las duras con-diciones climáticas de la travesía como los ataquesde grupos indígenas que, desde centurias, conside-raban estos espacios como cotos propios, y sabíancomo defenderlos.

Las primeras jurisdiccionesUna importante serie de caminos estaba consolida-da con anterioridad a la llegada de los europeos.

En sus descripciones aparentemente neutrales,los cronistas de la conquista señalaban que se entra-ba a la provincia de los Charcas y del Tucumán porel camino real de los Incas: efectivamente, el domi-nio del Inca había instalado un orden. Los observa-dores europeos no tardaron en percibir elementosestratégicos en las culturas originarias: sus conoci-mientos sobre los caminos fueron transmitidos co-mo información para el uso de los invasores.

Ubicada al oeste de la línea de Tordesillas, la fran-ja rioplatense fue asignada, por capitulación, al go-bierno de Pedro de Mendoza en 1534. Tras la efíme-ra experiencia de la primera fundación de BuenosAires en 1536, el desprendimiento de esa expedi-

Page 14: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

27Conquista y colonización hispánica

Antonio Vázquez de Espinosa, un cronista queregistró sus impresiones durante el primer cuartodel siglo XVII, afirmaba sin temor a equivocarseque la ciudad de Santa Fe se ubicaba sobre el Río dela Plata. La ciudad, claro está, había sido emplazadapor Garay sobre el río Quiloazas, hoy llamado SanJavier. Vázquez de Espinosa no mencionó el Qui-loazas; ni siquiera atinó a generalizar «sobre el Para-ná» pero, en realidad, para el conocimiento de laépoca, no se equivocaba… Toda crónica redactada ala distancia, designaba como Río de la Plata al enor-me conjunto de ríos que, bajo este nombre, incluíatambién al Paraná, el más caudaloso de los que vana dar al estuario rioplatense.

Gonzalo Fernández de Oviedo afirmaba que Ríode la Plata era la denominación cristiana del que envoz indígena se llamaba Paraná, entendiendo que setrataba de uno solo. El mapa compuesto por JoaoTeixeira Albernaz, deja muy claro que, todavía en1699, para algunos, el estuario del Mar Dulce y el ríoParaná podían llevar el mismo nombre.

El nombre de un dominio lejanoLa Monarquía se refería a los territorios que con-quistaba como «sus provincias» –práctica que pro-viene del Imperio Romano–, y las nombraba confórmulas que generalmente exaltaban un elementopredominante en el conjunto.

Se puede decir que los cronistas, cuando mencio-naban al Paraná como Río de la Plata, no se equivo-caban, sino que hacían lo mismo que la Monarquía:provincializaban. En otras palabras, «simplifica-ban» la complejidad de un enorme sistema fluvial al

26 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Mapa de Teixeira Albernaz, 1699Fuente: Guillermo Furlong, El transplante cultural y social

Page 15: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

29Conquista y colonización hispánica

entonces, es necesario tener presente que se tratabade descripciones interesadas.

En primer lugar, porque esas descripciones, erantambién su trabajo: la Corona las impuso como par-te de la actividad administrativa que debían realizarlas empresas de conquista en las «tierras nuevas».En segundo término, porque muchas veces conte-nían elementos destinados a impresionar a un lectormuy preciso –el Rey, la Corte, los posibles financis-tas de próximas expediciones, un tribunal revisor decuentas o, quizás, autoridades eclesiásticas.

En definitiva, tienen un doble mérito: a la vez querelatan los escenarios percibidos, dejan ver qué ele-mentos eran impresionantes para la sociedad que losfiguraba.

Los primeros cronistas describieron los paisajesrioplatenses y del litoral paranaense teniendo siem-pre en mente lo que habían dejado atrás, en general,sus pagos de origen. De esta manera, lo que encon-traban era siempre «cotejado» o «comparado» conlas nuevas realidades conocidas. Cuando lo percibi-do no cuadraba con lo vivido hasta entonces, lo des-cribieron como algo «extraordinario».

El imperio de lo inmensoLa combinación entre la exhuberancia de la tierra ylos mamíferos introducidos por los europeos dio lu-gar a imágenes destinadas a durar y repetirse: a co-mienzos de los años 1600, un cronista dijo que lamimetización entre la forestación abigarrada y el ga-nado europeo era un espectáculo maravilloso. Lasllanuras, afirmó, se cubrieron de tal cantidad de ye-guas y caballos cimarrones que, vistos cuando pasa-

28 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

que desconocían y probablemente, en su imponen-cia, temían, reduciéndolo al nombre de aquello quemás los impactaba. Nada de esto impidió a los euro-peos, sin embargo, avanzar en la conquista y domi-nación de estas tierras. Para hacerlo, se sirvieron deluso de la fuerza, de la introducción de cultivos, deanimales y también de palabras.

Describiendo el paisajeDescribir un paisaje es, sobre todo, una actividadsocial: cuando los observadores deciden qué ele-mentos constituyen los «datos» de un paisaje, po-nen en juego todo su bagaje cultural. La descripciónpaisajística nunca es un acto estrictamente indivi-dual. Quien la realiza, transmite una jerarquía de va-lores y deja entrever las formas con las que una co-munidad interpreta su cosmos y se plantea transfor-marlo.

En el paisaje se registran acciones, hechos y di-chos: a veces estable por años, otras veces veloz-mente transformado a causa de una catástrofe –porla acción de los hombres o por los mal llamados «ca-prichos de la naturaleza»–, el paisaje es siempre elresultado de interacciones entre seres vivos y unaporción de la superficie terrestre que termina im-pactando sobre esta última: a esos lechos de abaste-cimiento, tránsito, implantación y reproducción decomunidades vivas, suele denominarse «medioabiótico». A todo el conjunto, «medio ambiente».

Nuestra aproximación al paisaje rioplatense delsiglo XVI es posible sobre todo gracias a las descrip-ciones que realizaron los cronistas europeos y mes-tizos. Al evocar los paisajes a través de sus relatos,

Page 16: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

31Conquista y colonización hispánica

torio argentino deparaba sorpresas todavía mayo-res: Magallanes creyó ver gigantes en las costas pa-tagónicas y, hacia finales del siglo XVIII, el PadreGuevara afirmaba que, en algún tiempo, los hubosobre el Carcarañá. Dijo que parecían formidablestorres de carne, cuyo solo nombre espantaba yasombraba a la gente.

Florián Paucke, jesuita nacido en Silesia quemisionó en territorio santafesino en la segundamitad del siglo XVIII, retrató esta bellísima yexpresiva escena en la que algunos indígenas in-tentan cazar carpinchos y nutrias

30 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

ban a la distancia, en cuantía, semejaban montes.Animales que formaban manadas que parecíanmontes, móviles sobre el telón de fondo de forestasabigarradas y ríos desmesurados: pinceladas de pai-sajes nuevos y perturbadores.

También se comparaba con lo experimentado enterritorio americano. Luis Ramírez, compañero deGaboto, había visto antiguas «llamas» en las inme-diaciones del río Carcarañá. Las describió comoovejas salvajes grandes como una mula. Fernándezde Oviedo y Valdés las llamaba ovejas de las grandesdel Perú. Durante la expedición de Ayolas en tierrasde los quiloazas –cerca de lo que es hoy Cayastá–Ulrico Schmidel registró un encuentro chocante:

«Mientras estábamos con esos Mocoretás, ca-sualmente encontramos en tierra una gran ser-piente, larga como de veinticinco pies, gruesacomo un hombre y salpicada de negro y amari-llo [...] Cuando los indios la vieron se maravi-llaron mucho, pues nunca habían visto una ser-piente de tal tamaño [...] Yo mismo he medidola tal serpiente a lo largo y a lo ancho, de mane-ra que bien sé lo que digo.»

Ulrico Schmidel, Relación del Viaje al Río de la Plata

Schmidel hacía participar de su propio asombro alos indígenas: según su testimonio, aquéllo ya ha-bían sido víctimas del enorme reptil. También le ha-bía impresionado la dureza del cuero del yacaré, quejuzgaba impenetrable para cuchillos y flechas.

Los charrúas le parecían gente de gran tamaño.Pero en materia de anatomías, el sur del actual terri-

Florián Paucke. Carpinchos y NutriasGentileza del Archivo General de la Provincia de Santa Fe

Banco de Imágenes Florian Paucke

Page 17: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

33Conquista y colonización hispánica

que es aventajada a todas las que yo he visto...». Losespañoles, ante la plétora de tan benévolo alimento,comían «a bentregadas», no habiendo conocido me-jor dieta. El agua del Paraná le parecía la mejor ymás sana que hubiera probado: la juzgó sabrosa yaseguraba que tanto más bebía, mejor se sentía…Postales del pasado, claro está.

Rui Díaz de Guzmán, llamado por algunos «elprimer historiador del Río de la Plata», conocíamuy bien el territorio rioplatense. Había nacido y sehabía criado en el paisaje que describía. Su percep-ción estaba asociada a la historia de su vida: sus pai-sajes estaban habitados por amigos y enemigos, poraliados e indeseables. Contaba con una sensibilidadque otros no poseyeron: podía comprender las vo-ces lingüísticas de los naturales de la tierra. Tambiénél fue víctima de la exhuberancia de la naturaleza.Describió a los ríos como caudalosos y a los indioscharrúas como gente muy crecida. De los piñales de-jó dicho que eran muy grandes y las tierras extrema-das...

Quizás todos esos dichos seguían una regla retó-rica llamada laudatio, que implicaba alabar exagera-damente a los lugares. Esa regla se cumplía, durantela Edad Media, en casi todas las descripciones: éstaseran excesivas y, a la vez, escasamente precisas. Sinembargo, exageración y ambigüedad permiten verde qué manera percibían la realidad.

Es el mismo caso de lo que sucedía con los meta-les preciosos: el fantasma de su presencia en enor-mes cantidades también hacía parte del paisaje des-comedido y esta desmesura en particular, movía vo-luntades. Así como los ríos eran caudalosos, el des-tino al que conducían era también voluptuoso: allí

32 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Más y todavía mejores portentos deparaba a losconquistadores la tierra de los Jerus: durante las co-midas, se tocaba música para hacer bailar ante el ca-cique a los hombres y las mujeres más bellas de latribu. Schmidel aseguraba que, viendo bailar a esasmujeres, él y sus compañeros quedaron con la bocaabierta... Además de hábiles artesanas, esas mujereseran, siempre según Ulrico, muy hermosas, grandesamantes, afectuosas y de cuerpo ardiente.

Las magníficas cataratas que hoy se denominandel Iguazú, fueron descriptas como un extraño saltoque constituía la más maravillosa obra de la natura-leza.

«No faltará, tal vez quien se admire de que yome haya admirado tanto, y se burle de mí di-ciendo: ‘Mira lo que cuenta como un portento,que hay en aquellas regiones ríos muy gran-des!’; y después de recordar los más caudalososde otras regiones del mundo, afirma que los deAmérica son todavía mayores.»

Pedro Mártir de Anglería

Alonso de Santa Cruz, en su Islario, escribió queel Río de la Plata era uno de los mayores y mejoresdel mundo... Lopes de Sousa no creía que fuera unrío. El Oidor Matienzo, por su parte, escribió que elParaná era el más grande río que se viera en todo elmundo.

Las islas del Delta y las del Paraná, según el testi-monio de Luis Ramírez –que sí las conocía– eran«...tantas que no se pueden contar...». Los peces,abundantísimos «...y los mejores que hay en elmundo, que creo yo provenir de la bondad del agua

Page 18: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

35Conquista y colonización hispánica

monstruosa y numerosa, formando parte esencial deese mundo real-maravilloso donde bellezas y difi-cultades eran exaltadas con el mismo propósito:continuar con una empresa que debía parecer mag-nífica.

Ulrico Schmidel - Sitio de Buenos Aires

El billar interminable de la pampaLas llanuras al oeste del Río de la Plata y del litoralparanaense eran la estampa ideal para contrastar lavoluptuosa feracidad del verde litoraleño. La ima-gen dominante para describirlos fue la horizontali-dad y la carencia.

Los llanos que atraviesan el actual territorio de laRepública Argentina desde Mendoza a Buenos Ai-res, parecían a los europeos del siglo XVI tan anchosy dilatados como secos y despoblados. Los natura-les que allí había, aseguraban, eran belicosos, gran-des corredores y predadores. Lo que poco tiempodespués comenzó a denominarse como «la pampa»,nació como un corredor que, por oposición al lito-raleño, representaba la extensión desolada, magra,agreste, pobre de solemnidad.

Como lo escribió Ezequiel Martínez Estrada, lapampa, «...convierte al individuo en el centro de la

34 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

se encontraba gente que poseía plata en gran canti-dad.

Para bien… y para malAsí como se exageraban las bondades de la tierra,también podían dramatizarse exacerbadamente si-tuaciones menos agradables. Conquistadores, viaje-ros y cronistas hicieron que fenómenos naturales ysituaciones riesgosas –ergo, que exaltaban la «valen-tía» del grupo europeo– fueran agrandadas con elmismo entusiasmo...

Desde el siglo XVI, la cuenca rioplatense era azo-tada, con alguna frecuencia, por tormentas adjetiva-das como espantosas. Los temporales rioplatensesno tardaron en ganar fama planetaria. Las tormentasque se formaban en el Río de la Plata o en las inme-diaciones del Paraná, por ejemplo, hicieron decir aFrancisco de Villalba en 1556 que eran tan abomina-bles y malas que parecía que en sus aires hablabanlos Demonios.

Lo mismo se decía acerca de la fiereza de los pue-blos originarios: cuando Juan de Garay y su gentefueron emboscados por indígenas en las inmedia-ciones del río Coronda, Guzmán anotó, como unimpresionista, una escena donde todo el terreno al-rededor de Garay estaba lleno de gente de guerra, yque más, mucha más gente, venía acudiendo por to-das partes. A pie, en canoas, por el norte, por elsur… Joannes de Laett, otro cronista, originario delos Países Bajos, se refirió a los querandíes comogente furiosa y acostumbrada a vivir de carne hu-mana. Los habitantes originarios fueron retratadospor los primeros cronistas como gente temible,

Page 19: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

37Conquista y colonización hispánica

dos (sometidos a la autoridad de un encomenderopero además adoctrinados en la Fe católica) lo cualera posible únicamente sembrando el territorio consus propias marcas culturales: ciudades e iglesias enprimer término. Organizar el territorio y dominar alas personas eran actividades inseparables. La pam-pa, los ríos y el indio infiel devinieron entrañables:por eso mismo, se disponían a domesticarlos.

Un paisaje a punto de estallarLas crónicas combinan lo abundante y lo magnífico.Son el testimonio de observadores maravillados pe-ro también de testigos interesados. Estas tierras pre-sentaban para sus invasores la geografía de un pro-yecto en el que se jugaban la vida y por el cual esta-ban dispuestos a someter la vida de otros. En las en-trelíneas de sus dichos, la representación que apela ala opulencia deja constancia de sus deseos, de sus te-mores y de sus dudas: probablemente la clave del fo-co que todo lo ensancha.

Las porciones de la esfera terrestre aportan lo su-yo al paisaje: sin embargo, como se ha dicho, este essiempre el resultado de un intercambio. Por ende,los paisajes rioplatenses y del litoral paranaense, nopermanecieron insensibles a la invasión de nuevascomunidades de seres vivos provenientes de otraslatitudes. Desde la llegada de los europeos, la zonase vio modificada gracias a una concurrencia de fac-tores, entre los cuales el forzado y violento inter-cambio biológico y ecológico no fue el menor.

La invasión europea no fue solamente «humana»:con los hombres y las mujeres vinieron, también, es-pecies animales, especies vegetales y microorganis-

36 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

circunferencia infinita que es la llanura y la clave deesa bóveda absurda que es el cielo...»

Desde el siglo XVII se decía de las llanuras al oes-te de Buenos Aires: esas planicies tan dilatadas for-man un horizonte parejo y circular, de suerte queuno pierde el rumbo y es necesario recurrir a la brú-jula para no extraviarse por los caminos. Como seve, antes de exportar la imagen que hoy creemos clá-sica de la pampa gringa productora de riquezas ygranero del mundo, durante siglos, la fama de lastierras y de la naturaleza platense dejaban ver sobretodo una manifestación de la vivencia de «los lími-tes» –técnicos y simbólicos– que los europeos expe-rimentaron en clave de miedo y asombro.

«Las dos planicies de la pampa y del río no po-seen en sí ningún encanto particular y [...] tam-bién la belleza que a veces la transfigura debe-mos atribuírsela no al lugar en sí sino a su cie-lo, a causa de su presencia constante, visible enla cúpula y en el horizonte circular. El hombrede la llanura está siempre en el interior de unasemiesfera, en el centro exacto de la base, bajola bóveda celeste que es como una pantalla...»

Juan José Saer, El Río sin Orillas

La marca más reiterada en las descripciones pai-sajísticas de los siglos XVI y XVII es la presencia deuna sensación angustiante: la de encontrarse supera-dos por un espectáculo exuberante en el que faltabael lugar cristiano-medieval por excelencia: la ciudad.

Para el europeo, para el cristiano, el desorden delo abundante se reorganizaba dentro de la jerarquíadivina: los habitantes originarios debían ser pacifica-

Page 20: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

39Conquista y colonización hispánica

Para saber más

NOCETTI, Oscar y MIR, Lucio La disputa por la tierra,Sudamericana, 1997.ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA Nueva Historiade la Nación Argentina, Tomo II, Planeta, Buenos Aires,1999.TANDETER, Enrique El Periodo Colonial, Tomo II de SU-RIANO, Juan (director) Nueva Historia Argentina, Suda-mericana, Buenos Aires, 2000.GONZÁLEZ LEBRERO, Rodolfo La pequeña aldea, Bi-blos, 2002.ZAPATA GOLLÁN, Agustín Obras completas, 6 Tomos,Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 1990.

El entenado, novela de Juan José Saer y El largo atardecerdel caminante, de Abel Posse, son dos novelas inspiradas enestos contactos… Es deliciosa la lectura de El Río sin orillas,ensayo de Juan José Saer editado por Alianza en 1991. De laliteratura del periodo, se impone recorrer las apasionantespáginas de la Relación del Viaje al Río de la Plata, de Ulri-co Schmidel. Esta obra se editó en alemán, por primera vez,en 1567.

38 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

mos cuya presencia fue alterando los intercambiosbiológicos que existían hasta entonces entre las co-munidades vivas de estas tierras.

Además de comunidades biológicas extrañas, loseuropeos introdujeron también herramientas cultu-rales: al implantar la agricultura como una actividadproductiva sistemática, modificaron la forma de ex-plotar el suelo y la manera de organizar la relaciónentre la tierra, el agua y los animales. Los árboles dela región fueron convertidos en fuente de leña y demadera que los carpinteros cristianos convirtieronen retablos, sillas, mesas y bancos. A falta de piedrapara las edificaciones urbanas, también fueron utili-zados como materia prima para la construcción deviviendas. La introducción de vacas y caballos mo-dificó una cubierta vegetal que comenzaba a convi-vir con animales que desconocía. El detritus de losbovinos y de los equinos fue el vehículo privilegia-do de semillas telúricas y extrañas. Sin embargo, so-bre todo uno de los elementos introducidos en esteambiente, con su sola presencia, transformó, aceleróy potenció todos estos cambios hasta límites insos-pechados: ese cuerpo, insólito, chocante y potentefue, desde luego, la ciudad.

Page 21: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

Capítulo 2

La conquista del litoral

La ciudad de Asunción del Paraguay, fundada en1537, se convirtió en el primer cuerpo político euro-peo en la cuenca rioplatense en 1541, cuando se creósu Cabildo. Desde entonces, fue el centro adminis-trativo y político de la Gobernación del Paraguay yRío de la Plata, extensa provincia bajo jurisdiccióndel Virreinato del Perú.

La primera Buenos Aires fue abandonada por losespañoles hacia 1541. Hasta la fundación de SantaFe en 1573, Asunción fue la única ciudad en el estede la Sudamérica hispana: esta realidad contrastabacon la del área andina, donde existían imponentescentros ceremoniales y políticos prehispánicos ydonde muchas de las ciudades fundadas por los eu-ropeos desde la década de 1540 tuvieron estabilidad,lo cual las convirtió en punto de partida para esta-blecerse sobre otros territorios. Desde allí se em-prendió la conquista del área tucumana y de la fran-ja trasandina (las tierras del Chilí), que hacia 1570estaban ya profusamente pobladas por avanzadas dela Monarquía Católica.

La ubicación geográfica de Asunción no era ópti-ma: las expediciones que habían llegado allí estabandebilitadas y en realidad perseguían otro horizonte:

Page 22: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

43Conquista y colonización hispánica

doza, a quien fue concedido su gobierno. Esta ex-tensión, enorme, permaneció bajo una misma juris-dicción con cabecera en Asunción hasta 1618, cuan-do se fragmentó en dos provincias.

Sin embargo, a pesar de que su división efectivano se produjo hasta ese año, desde muy pronto sepensó que podían ser gobernaciones separadas: el li-cenciado La Gasca, a cargo del gobierno del Perú, lohabía propuesto ya en la década de 1540. Su aprecia-ción era interesada, porque quería crear una nuevaprovincia con el propósito de ubicar a la cabeza dela misma a Diego de Centeno, un hombre de su con-fianza.

Durante los primeros años de la instalación de laMonarquía Hispánica en territorio americano, lasdivisiones administrativas se hacían y se deshacían acausa de los intereses en juego: la conquista militarde los territorios indígenas, generaba un gran núme-ro de hombres cuyo mérito crecía. Ganaban dere-chos, obtenían prerrogativas, solicitaban la conce-sión de honores, de mercedes, de tierras y de manode obra indígena. Estos capitanes nuevos, presiona-ban sobre los grupos de jefes más antiguos de la sa-ga conquistadora e incluso sobre la misma Corona.Ni en uno ni en otro caso encontraban la mejor pre-disposición para ser premiados liberalmente.

Este fenómeno sociológico ocurrido en el inte-rior de los grupos hispánicos, tuvo pesadas conse-cuencias: influyó directamente en la velocidad y efi-cacia con que fueron ocupadas, pobladas y someti-das a la jurisdicción monárquica las enormes exten-siones territoriales que se encuentran entre los altosvalles calchaquíes y las costas rioplatenses. Los gru-pos más antiguos, tanto en el Perú como en Asun-

42 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

la tierra de la plata. Desde el mismo momento de sufundación, se pensaba tanto en el tramo que faltabaremontar como en volver sobre lo andado y asentar,nuevamente, un puerto poblado cercano al Atlánti-co, donde había estado Buenos Aires o en sus inme-diaciones.

Los empresarios que encararon la conquista tu-vieron muchas veces intereses comunes con la Co-rona: si bien ésta imponía condiciones y retenía de-rechos, las Capitulaciones institucionalizabanacuerdos, pactos, en los cuales la Monarquía habili-taba amplios márgenes de acción. Uno de estos már-genes consistía en otorgar a los Adelantados poderpara fundar ciudades o para delegar esa potestad. Endefinitiva, ponían en sus manos instrumentos queles permitieron ir modificando los proyectos origi-nales conforme se presentaban las oportunidades.

Una inestabilidad organizadaEntre 1540 y 1573, año de la fundación de la ciudadde Santa Fe, los límites de las gobernaciones y vi-rreinatos habían sido modificados en varias ocasio-nes. Las concesiones otorgadas por el Rey se super-pusieron con otras realizadas por los nuevos funcio-narios que la Monarquía había establecido en Amé-rica.

El Virreinato del Perú (creado en 1534), con sucapital en Lima, comprendía las gobernaciones de laNueva Castilla, de la Nueva Toledo, la provincia delEstrecho, la provincia de Chile de la Nueva Extre-madura y la gobernación del Paraguay-Río de laPlata. Ésta fue creada en las instrucciones de la capi-tulación de 1534 entre la Corona y Pedro de Men-

Page 23: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

45Conquista y colonización hispánica

Viento del este, viento del oesteLas poblaciones asentadas por las dos grandes ver-tientes colonizadoras del sureste sudamericano pre-sentaban diferencias netas. Los asentamientos sobreel litoral rioplatense fueron realizados por unos po-cos empresarios-capitulantes, y (a excepción deAsunción del Paraguay) no tuvieron estabilidad du-rante los tres primeros cuartos del siglo XVI; al con-trario, las ciudades fundadas por las corrientes queprovenían del área peruana fueron más numerosas,respondían a la «descarga» de hombres y en generalfueron más estables. Desde «el Perú» descendían losjóvenes capitanes que habían colaborado en la de-rrota de Gonzalo Pizarro, implantando en los vallestucumanos poblaciones en general bien controladas,desde las cuales consiguieron dominar a nutridascomunidades indígenas, transformándolas en manode obra. Quizás por estas razones muchas de ellasconsiguieron el objetivo de la permanencia.

La instalación de Asunción, si bien no había sidoplanificada (era, recuérdese un punto de paso parallegar hasta la tierra de la plata), pudo sostenerse conbase en la subordinación de unas comunidades indí-genas –guaraníes– muy numerosas, bien organiza-das y, de hecho, eficazmente explotadas por los con-quistadores europeos, que impusieron a fuego susreglas. Pero para quienes habían entrado por el Ríode la Plata, el litoral del Paraná era la geografía de unfracaso: no habían conseguido estabilidad con lafundación del fuerte Sancti Spiritu, ni con la de Bue-nos Aires, ni con otros tímidos intentos.

De esta manera, desde el punto de vista de la Co-rona, el virreinato peruano presentaba zonas grisessobre las que había que cargar las tintas.

44 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

ción, y de acuerdo con el Consejo de Indias y con elmismo Felipe II, encontraron una solución salomó-nica: premiar castigando.

De esta manera, las tierras al sureste del Perú–que para los europeos significaban verdaderamen-te una terra incognita– se convirtieron en el princi-pal botín de reparto para los jóvenes capitanes de-seosos de un ascenso social.

Entonces, la ocupación de las tierras de la cuencarioplatense y del litoral paranaense fue un proyectoalimentado desde la Corona –como se vio en el ca-pítulo anterior, con entradas por el Río de la Plata–pero también el fruto de la expansión de los españo-les peruanos sobre el área tucumana, ya que preten-dían alcanzar la salida atlántica.

Carta del Mundodel Cartógrafo de la Corona Abraham Ortelius

Publicado en Teatrus Orbis Terraum , 1570

Page 24: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

47Conquista y colonización hispánica

Entre 1540 y 1580, la extensión al sur de Charcas–con salida a ambos océanos– fue un inmenso botínde repartos y se convirtió en un verdadero laborato-rio de ensayos de la Monarquía. Así lo acreditan losplanes del virrey del Perú Francisco de Aguirre, delOidor Matienzo y del más ejecutivo de los virreyesperuanos: desde 1569, don Francisco de Toledo, do-tado de amplias atribuciones por Felipe II, encarócon determinación la invasión y el poblamiento delsureste sudamericano, contando para esto con em-presarios-militares dispuestos a hacerlo. Durante ladécada de 1570 bajaron desde el Perú Zorita, donJerónimo Luis de Cabrera (fundador de Córdoba),Gonzalo de Abreu, Pedro de Zárate, Pedro de Ara-na y Hernando de Lerma (fundador de Salta), el úl-timo, en 1579.

Según el criterio de estos agentes de la Monar-quía, jalonar asentamientos estables era la soluciónpara uno de los principales inconvenientes que en-frentaba la circulación económica en el sur del Vi-rreinato: la acción de grupos indígenas que, obvia-mente, resistían la invasión externa. La «descarga»planificada tenía como consigna fortalecer lo exis-tente y fundar en el intermedio.

El encuentro de las dos corrientes colonizadorasJerónimo Luis de Cabrera desobedeció las órdenesdel virrey Toledo, quien le había encargado fundaruna ciudad en el valle donde, pocos años después,Lerma plantó la ciudad de Salta. Cabrera siguió ha-cia el sur. Dos años después de su partida, Toledoestaba muy disgustado con él. Sin embargo, Cabre-ra había ejecutado por su cuenta buena parte de lo

46 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Asalto Corpus ChristiGrabado de Ulrico Schmidel

El hambre en Buenos AiresGrabado de Thodor De Bry

Fuente: Guillermo Furlong, El transplante cultural y social

Page 25: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

49Conquista y colonización hispánica

que el Virrey planificaba. Fundó la ciudad de Cór-doba en 1573 y, durante el mismo año, alcanzó lascostas del río Paraná cerca de la actual ciudad de Co-ronda, donde tomó contacto con la punta de lanzadel proyecto disparado desde Asunción: el vizcaínoJuan de Garay.

Este último había pasado de la Península Ibéricaa la conquista del Perú. En Santa Cruz de la Sierrase convirtió en un capitán de cierta importancia;desde allí, fue enviado a la ciudad de Asunción, don-de en 1572 se le encargó intentar la fundación de unapoblación sobre el río Paraná. En Asunción todavíaintentaban superar ese fracaso repetido, para encon-trar, a la vez, el mejor camino posible de comunica-ción con el Perú y poblar abajo, es decir, instalar unaciudad junto al Río de la Plata. El encuentro entreCabrera y Garay fue la materialización del choquede dos proyectos que se planteaban ocupar el mis-mo territorio.

Descargar la tierraLa organización político-administrativa de las pro-vincias americanas de la Monarquía iba realizándosecon los hombres que sobraban en la tierra.

Ese proceso era denominado la descarga. Loshombres descargados (es decir, los que se enviaban ahacer nuevas poblaciones) eran los que no lograbancubrir sus expectativas en los núcleos centrales de laconquista en el sur americano –el Perú o el Paraguay.Los recursos, materiales o simbólicos, no eran infini-tos y su distribución obedecía a lógicas asimétricasque producían posiciones convenientes y situacionesmarginales.

48 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Ciudades fundadas por conquistadores hispánicosBase: mapa de Ricardo Zorraquín Becú (1959)

Reelaborado por la Academia Nacional de la Historia para su Nueva Historia de la Nación Argentina, Tomo II

Page 26: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

51Conquista y colonización hispánica

El proceso de expansión de la Monarquía Hispá-nica en América implicó la incorporación de «tierrasnuevas» a una forma de poder político que se expan-día territorial y socialmente. La Monarquía sumabaterritorios y súbditos. Agregaba «nuevos reinos» yproducía nuevos pactos y nuevas experiencias vio-lentas.

La superioridad numérica y, en algunos casos, lamejor organización de los pueblos indígenas delNuevo Mundo, no pudieron superar la tremenda di-ficultad que significó, en ese encuentro desigual, elque los europeos poseyeran y utilizaran armas defuego.

El carácter de avanzada militar de los primerosasentamientos animó a muchos a denominarlos conel antiguo vocablo de colonia. Sin embargo, una delas formas que más violentó y transformó estas ex-tensiones en espacios europeizados fue la implanta-ción de la ciudad, en su forma física y en su formasocial.

El patrón urbano de asentamiento actuó comodesarticulador de la anterior organización de lospueblos originarios y también como eje de la cons-trucción de otra disposición enteramente nueva.Los europeos consiguieron imponer el trazado denúcleos urbanos de reminiscencias romanas, cuyocarácter no se agotaba en lo militar, ya que implica-ba un nuevo ordenamiento de las jerarquías sociales,una reorganización de las actividades productivas ydesde luego, una forma completamente diversa derepresentarse el universo.

El modelo había sido experimentado en Castilladurante las campañas de reincorporación de los rei-nos moros de Andalucía.

50 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Los grupos dominantes de Asunción del Para-guay hicieron coincidir la búsqueda de una salidahacia el Atlántico, por el Río de la Plata, con la ex-pulsión de hombres nacidos en la tierra (mestizos,de padres españoles y madres indígenas) que habíanprotagonizado revueltas contra el orden en aquellacapital en 1571 y 1572. Durante 1572, en Asunciónse realizó una inscripción de voluntarios que, con osin armas, se embarcarían con un joven capitán a lafundación de un pueblo, sobre el río, camino del Ríode la Plata. Esta expedición –que tuvo entre los ins-criptos a pocos voluntarios y a muchos que fueronincluidos forzosamente, como parte de la descarga–bajó desde Asunción, por vía fluvial y por vía te-rrestre, y remató en la fundación de Santa Fe.

La ciudad como artefacto de conquista«Desde el fuerte Navidad y la Isabela, las nume-rosas ciudades fundadas por los conquistadoresespañoles y portugueses constituyeron núcleosdestinados a concentrar todos sus recursos conel fin de afrontar no sólo la competencia por elpoder sino también la competencia ética y cul-tural entablada con las poblaciones aborígenesen el marco de la tierra conquistada y por con-quistarse. Las ciudades fueron formas jurídicasy físicas que habían sido elaboradas en Europa yque fueron implantadas sobre la tierra america-na, prácticamente desconocida.”

José Luis Romero, Latinoamérica: las ciudades y las ideas

Page 27: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

53Conquista y colonización hispánica

tes que ciudades, se instalaron fuertes. La tradicióndel asentamiento de fuertes también era romana: Al-fonso X, en el siglo XIII, ya había reflexionado so-bre la relación entre la organización de los asuntosmilitares en una conquista y la implementación de«trazados ordenados» de campañas que solían re-matar en la fundación o en la refundación de unaciudad.

La geometría del trazado urbano permite ver conclaridad la asociación de su forma con su funciónmilitar: una plaza de armas en el centro, encuadradapor calles amplias que permitían la entrada y salidade las tropas; las calles secundarias guardaban unadisposición rectilínea, que favorecía la vigilancia delos puntos extremos a gran distancia; en América,salvo raras excepciones, sólo fueron amuralladasunas pocas ciudades, cercanas al mar, donde la de-fensa contra los ataques piratas lo exigía. Predomi-nó la ciudad-fuerte, hecha de terraplenes o parape-tos de barro y madera.

La ciudad como forma social y espacial La ciudad y su patrón de asentamiento (urbano)funcionaban como un dispositivo militar, pero tam-bién económico, social e ideológico: era la clave deuna estrategia conjunta para organizar el territorio.Lo que hace de una urbe realmente una ciudad es suorganización sociopolítica. La manera física de or-ganizar la construcción vive a causa de las relacionessociales, en este caso, reguladas a través de institu-ciones creadas o re-creadas a tal efecto. La ciudad,de hecho, es la formalización de relaciones sociales,de poder político y de intercambios culturales.

52 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Los trazados regulares de ciudades se remontana la época helenística. Un precedente al «dame-ro» romano lo constituyen en este sentido lostrazados de Hipódamo de Mileto, quien habríaintervenido en la reconstrucción de Mileto ha-cia 479 a. C. El diseño, que se repite en Rodas,resulta del cruce perpendicular de calles queforman una malla cuadrada o rectangular, demódulos iguales. Alejandro de Macedonia y losDiacos utilizaron profusamente este modelo.El sistema romano proviene de la organizaciónde los campamentos militares sobre dos ejes ocalles principales: el cardo y el decumanus quese cruzan en el centro de la ciudad. Paralelas yperpendiculares definen manzanas rectangula-res o cuadradas. En la intersección de los ejesprincipales se sitúan los edificios públicos másrepresentativos y el foro, que combinaba en unsolo complejo todos los órganos esenciales dela vida pública: edificios religiosos, cívicos ycomerciales.

Darío G. Barriera, Conquêrir aux Confins

El modelo urbano greco-latino, entonces, no seagotaba en su dimensión geométrica. No terminabaen el aspecto físico fijado por las parrillas de hierroy la formalización de la cuadrícula: es necesarioconsiderar que, con él, se introdujo la ciudad.

La ciudad como urbeLa erección de una ciudad tenía como primera metael asentamiento militar de los invasores. Por eso, an-

Page 28: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

55Conquista y colonización hispánica

conquistador intentó conocer y organizar el territo-rio desde esos puntos de referencia.

Además de señalar los sitios para el emplazamien-to de los símbolos del poder político monárquico–rollo, cabildo e iglesia–, el fundador repartía entrelos vecinos «solares» (tierras dentro del trazado ur-bano) y «suertes» (otras franjas de tierras fuera delmismo). En las primeras debían asentarse las casas ylas segundas debían emplearse para la siembra; untercer grupo de tierras –suertes para estancias– se en-tregaban en general para realizar la cría de ganado.

La cercanía de provisiones y de tierra para gana-dos era fundamental en el montaje de este escenarioretratado con trazos «naturales»: la existencia de re-cursos que estuvieran a mano, era considerado unrequisito esencial para el establecimiento de una ciu-dad. Se señalaba también el ejido, la jurisdicción so-bre la cual el gobierno de la ciudad tenía derecho aexplotar tierras y animales propios y los «térmi-nos», extensión hasta donde alcanzaba su «señoríocivil y criminal».

De esta manera, la ciudad se erigía como centrode administración, de mercadeo, de primitivos peroindispensables servicios y, por supuesto, de lascreencias más profundas... Era, desde luego, el dis-positivo más potente para organizar el territorio yconvertirlo en un espacio europeo y cristiano. ¿Pordónde comenzó esto, sin embargo, cuando en el te-rreno sólo había pastos y todo era proyecto?

Santa Fe: la elección del nombre Nombrar es una operación infaltable en los proce-sos de ordenamiento de la extensión. Forma parte

54 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Así, la instalación de municipios provistos deconcejos o cabildos –con sus consecuencias adminis-trativas y políticas más inmediatas– era primordial.Los Reyes Católicos lo habían recalcado en las Ca-pitulaciones celebradas con Colón: allí donde llega-se, debía poner concejos y hacer cabildos, para garan-tizar la estabilidad de la marca...

El gobierno de la ciudad, apenas constituido, re-partía recursos entre la hueste que había asistido a lafundación. Para comenzar, los pobladores cambia-ban de condición jurídica: dejaban de ser simplessoldados para convertirse en vecinos, hombres pro-pietarios con derechos políticos. Sumaban estos,también, algunas obligaciones: debían cercar sus ca-sas con tapias, tenerlas pobladas (casarse) y, en casode peligro, defender la ciudad con sus propias ar-mas. Por este motivo, fundar una ciudad estaba ín-timamente ligado a la voluntad de ocupar un terri-torio de manera duradera.

Las Ordenanzas que Felipe II dio en los Bosquesde Segovia en 1572, contenían un enorme númerode indicaciones acerca de la elección del sitio, de laevaluación de las condiciones del suelo y el clima, lacercanía de las aguas, pastos y maderas, sobre la cir-culación del aire, la disposición de la cuadrícula, etc.El ideal de una ciudad renacentista, pero tambiénsemejante a la imaginada por Santo Tomás como re-flejo del mundo celeste, se completaba, en su inte-rior, con el peso que tenía en el trazado urbano laubicación escenográfica de los tres elementos esen-ciales de la organización de la monarquía: la plazacon su rollo o picota –símbolo de la justicia del rey,de la presencia regia–, el cabildo –sede del gobier-no–, y la iglesia –sede terrestre de la Fe. El grupo

Page 29: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

57Conquista y colonización hispánica

por los primeros españoles en América, fue Santa Fede Granada, cuyo nombre constituía un reto: un de-safío dirigido concretamente a los enemigos de laSanta Fe. El reino de origen, fue el de Andalucía, laprovincia de su recreación, la Nueva Andalucía.

Así como un nombre es una huella o puede dejaruna marca sobre un sujeto, la toponimia es el textomás lapidario que pueda pesar sobre un lugar y laimagen que de él se construye: las nomenclaturas dela América colonial sugieren con transparencia la in-tención de recrear, en las tierras nuevas, el universohispano y, sobre todo, un mundo católico.

Descubrir y nombrar fueron actividades indiso-ciables. Si se recorre cronológicamente la asignaciónde nombres con que se bautizaron tierras durantelos primeros años de «la conquista de América»,puede hilvanarse una secuencia significativa: Cristó-bal Colón llamó a la primera de las islas San Salva-dor; Santa María de la Concepción a la segunda,Fernandina a la tercera e Isabela a la cuarta. La suce-sión de homenajes reproduce un orden del mundo yla jerarquía de los elementos de ese mundo: el Señor,María, el Rey y la Reina. En menos de una semana,Colón reemplazó con estos nombres-homenaje,conciente y violentamente, aquellos que él había oí-do en las voces de los indígenas del lugar: Guanaha-ní, de hecho, no significaba en aquella cosmología«San Salvador».

Los hombres de la conquista iban nombrando lossitios y ciudades que fundaban a su paso con topó-nimos que hacían expresa referencia al pago, la re-gión o el reino que, o bien habían abandonado, vi-niendo a Indias para valer más, o bien los había ex-pulsado, por no valer tanto.

56 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

del equipamiento del territorio y del proceso deconstrucción del espacio: es una toma de posesión yuna toma de posición. Produce sentido.

Las proyecciones del imaginario calan la memo-ria en el tiempo: ciertos nombres, hoy naturaliza-dos, quizás deban su permanencia a su propio peso.

Santa Fe fue el nombre dado en la Península Ibé-rica al sitio montado por orden de Isabel y Fernan-do en las almenas de Granada: desde allí, los ReyesCatólicos encaminaron su acuerdo con Boabdil, conquien sellaron el 25 de noviembre de 1491 el proto-colo que definía las condiciones de la entrega de lacapital del imperio musulmán en la Península Ibéri-ca. Quien haya visitado La Alhambra sabrá com-prender perfectamente las lágrimas del rey musul-mán al sellar la venta de su reino. Y mejor todavía laspalabras de su madre, cuestionándole su hombría.

Otras ciudades fundadas por los españoles enterritorio americano llevan también por nom-bre Santa Fe: una de ellas es Santa Fe de Bogo-tá (1538), otra –que se llama sólo Santa Fe, yque hoy es la capital del estado de Nuevo Mé-xico, Estados Unidos de América– fue fundadahacia 1609 o 1610 por Pedro de Peralta en loque por entonces era parte del Virreinato deNueva España. En el actual estado de Michoa-cán subsiste todavía Santa Fe de la Laguna.

Algunos historiadores han sugerido que las ciu-dades hispanoamericanas que llevan este nombre sefundaron bajo la advocación de una santa que gozóde gran popularidad durante la época medieval. Pe-ro el referente invariable de las ciudades fundadas

Page 30: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

59Conquista y colonización hispánica

portancia: la distancia separa y une al mismo tiem-po. Aquellas acciones concientes fueron los prime-ros gestos de la voluntad de ordenar, de organizar elterritorio. La elección de «Nueva Vizcaya», paracontradecir el nombre oficial de «Nueva Andalu-cía», no fue superficial: habla del peso de los víncu-los que remiten al lugar de nacimiento. El lugar na-tal, tanto en el medioevo como en la modernidad,ocupaba el sitio más alto en la jerarquía afectiva delos territorios. Tanto, como para modificar la desig-nación de una provincia…

El nombre como pistaVolviendo a Santa Fe, el nombre y una cruz fueronlas primeras marcas de la ciudad. Ambas proveníandel universo de lo sagrado. En el acta de fundación,Juan de Garay –como tantos otros conquistadores–dijo realizar la fundación de esta ciudad en el nom-bre de la Santísima Trinidad y de la Virgen SantaMaría y de la Universidad de todos los Santos y ennombre de la Real Magestad del rey don Felipe,nuestro Señor, continuando luego la lista con suprotector, el Adelantado Juan Ortiz de Zárate. Re-petía la jerárquica lista colombina, sólo que no hon-raba a la reina…

Cuatro años después de esta fundación, Garayestableció un fuerte de vida efímera, pocas leguas alnorte de Santa Fe, al que llamó San Salvador, elnombre con el que Colón había designado la prime-ra de las islas caribeñas en las que hiciera pie. La ad-vocación de la iglesia mayor santafesina, por su par-te, fue asignada por Garay a «Todos los Santos». Elprocedimiento tañía cuerdas sensibles, en armónica

58 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Para designar a efectos administrativos a las gran-des masas de territorio, los conquistadores apelarona sus propias unidades políticas: los reinos y los pa-gos de la Península. Aquí también existía una jerar-quía y, en consecuencia, se nombró comenzandodesde lo que se parecía superior o «más grande» pa-ra, poco a poco, aproximarse a la reminiscencia de lomás pequeño: la grandilocuencia de un nombre co-mo el de Nueva España para el primer virreinato seatenúa, años más tarde, con designaciones menosuniversalistas, como Nueva Granada, Nueva Toledoo Nueva Andalucía.

El peso de los orígenes…Nueva Andalucía fue la fórmula escogida para nom-brar la franja de doscientas leguas –con costas enambos océanos, según la Real Ordenanza de 1534–donde quedaba comprendido el sitio de Santa Feque, en el origen y paradójicamente, se llamó… San-ta Fe de la Nueva Vizcaya, al menos, hasta 1579.

Quizás de esta manera se rendía homenaje a símismo y a sus antepasados su fundador, el vizcaínoJuan de Garay. Así lo había aceptado y autorizado elAdelantado, Juan Ortíz de Zárate, paisano, parientey protector de aquél, ignorando olímpicamente lasdesignaciones «oficiales» promulgadas por la referi-da Real Ordenanza en 1534. «Garay» es también elsegundo segmento de un apellido compuesto (pa-tronímico-toponímico, «Ortiz de Garay») que hacereferencia al sitio, (el «término de Garay»), ubicadoentre los términos de Burgos, Álava y Vizcaya.

No obstante el aspecto aparentemente trivial quepresentan estas referencias, la cuestión reviste su im-

Page 31: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

61Conquista y colonización hispánica

hacían referencia a lugares íntimamente vinculadoscon la infancia del fundador.

60 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

consonancia con las jerarquías del orden celeste, tanpresentes en el ordenamiento político de la monar-quía.

El cabildo, reunido, era el Cuerpo de la ciudad.En las reuniones, un escribano tomaba nota y labra-ba una minuta. En las actas redactadas por el escriba-no puede encontrarse la voz de la ciudad, que habla-ba de sí misma y producía enunciados corporativos.

Gonzalo Martel de Guzmán fue, hasta 1584, elescribano del cabildo. En sus registros, lo repetidose presenta aliado con lo diferente: en varias actasanteriores a 1579, Santa Fe aparece asociada a la pro-vincia de «Nueva Viscaya». Pero algo sucedió entremarzo y junio de 1576: a comienzos de este mes, enun encabezamiento, el escribano anotó «En la ciu-dad de Santa Fe, provincias del Río de la Plata nue-vamente intitulada la Nueva Viscaya...» La designa-ción de la «provincia» parece haber sido objeto dealguna discusión o, quizás, víctima de la normal am-bigüedad de la que el término gozaba por entonces.Más curioso todavía es lo anotado el 21 de mayo de1578, cuando se nombraron diputados de la ciudad.Allí, se nombró a la ciudad como Santa Fe de Lu-yando, denominación que no apareció por segundavez bajo la pluma del escribano del cabildo.

Luyando era otro lugar querido para Garay, tam-bién relacionado con su infancia. Se trata de una vi-lla nororiental de las tierras de Álava, alzada en elcamino entre Gordejuela y Orduña (la primera, vi-lla natal de Garay, la segunda, de su tío y mentor,Pedro Ortiz de Zárate). Todas las referencias querodearon al nombre de Santa Fe pertenecen –si no altopónimo más inclusivo de Vizcaya– a un radio te-rritorial que no excede las tres leguas a la redonda y

El mapa pertenece a Augusto Fernández DíazGaray. Su vida, su obra, Molachino, Rosario, 1973

Page 32: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

63Conquista y colonización hispánica

nal, fundo y asiento y nombro. Estas acciones,acompañadas de su ritualización, instituyeron laprimera voluntad de construir una espacialidad, alas que acompañó de la instalación de una cruz y elboceto in situ del trazado urbano. En el gesto denombrar, Garay instituyó de sacralidad –y de desa-fío militar al infiel, en este caso, los calchines y mo-coretás– al lugar clave de la evangelización y delbuen gobierno, al tiempo que, a falta de murallas depiedra que contuvieran los ataques externos, confia-ba a la Cruz y al nombre la función de «murallas es-pirituales» con que las ciudades americanas preten-dieron protegerse.

El rito, acción clave en este proceso, expresa lavocación de anudar vigorosamente el acto de fundarcon el lugar por excelencia de la política. La ciudadanudaba profundamente la arquitectura, la políticay la teología católica…

Para saber más

FERNÁNDEZ DÍAZ, Augusto Garay. Su vida, su obra,Molachino, Rosario, 1973.BARRIERA, Darío «Procesos espaciales y ciudad en lahistoria colonial rioplatense», en Prohistoria, Año VI,núm. 6, Rosario, 2002.CERVERA, Manuel Historia de la Ciudad y Provincia deSanta Fe, UNL, 1979.

Misteriosa Buenos Aires, de Manuel Mujica Láinez (1910-1984), contiene «El Hambre», cuento breve que elabora unaficción sobre las desventuras de Pedro de Mendoza y su

62 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Queda un último aspecto por señalar en torno alsignificado gestual del nombre de la ciudad: SantaFe fue el primero de tres nombres que utilizó Juande Garay para bautizar las tres poblaciones que hi-zo: Santa Fe (1573), San Salvador (1577) y la ciudadde La Trinidad de Santa María del Buen Ayre (1580).Todos fueron asignados a ciudades que se ubicabanen una extensión que, hasta el momento, habíaconstituido la geografía física e imaginaria de un fra-caso repetido. Para continuar, se necesitaban de éxi-tos reales o imaginarios. Buena prueba de esto es lapersistencia del proyecto de volver a fundar BuenosAires, contumacia de cuatro décadas.

Esta tenacidad es una «razón de los gestos», esdecir, imagen y símbolo de una voluntad. Santa Fecontiene, como nombre, la decisión fundacional quedestaca al mismo tiempo el aspecto católico y mili-tar de la conquista, sentando las bases del imagina-rio sobre el cual la extensión bruta debía organizar-se como espacio.

Digo que en el nombre de la Santisima trinidady de la Virgen Santa maria y de la Universidadde todos Los Santos y en nombre de la rrealmagestad del rrey [...]Fundo y asiento y nombro esta ciudad de San-ta fee en esta provincia de calchines y mocore-taes...

Acta de fundación de la ciudad de Santa Fe

Este triángulo entre la Trinidad, María y el Rey,contiene las referencias fundamentales del universoreligioso y político de la cristiandad occidental. Ga-ray hizo anotar a su escribano, en el acta fundacio-

Page 33: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

64 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

hueste en la primera fundación de Buenos Aires. Existe uncortometraje basado en este mismo cuento, facturado porAlberto Fischerman, que fue estrenado en 1981.

Capítulo 3

La fundación de la ciudad ritos, recursos, poderes y jerarquías

«Martin Suarez de Toledo, teniente de goberna-dor, capitán y justicia mayor de esta goberna-ción y provincias del Río de la Plata, en nombrede Su Majestad digo: […] que conviene al servi-cio de Dios nuestro Señor y de Su Majestad y albuen remedio de estas provincias que a costa desu Real Hacienda se hiciese un navío para avi-sar a SM del suceso de ellas, y con esto justa-mente cuando consultado y acordado que fue-ren en compañía de dicho navío ochenta hom-bres y por caudillo de ellos Juan de Garay, paraque fundasen y poblasen puerto y pueblo deSan Salvador o en otra parte en aquella comar-ca que mas cómodo fuese, lo que tanto Su Ma-jestad desea y conviene para la perpetuación yamparo de estas provincias...»

Martín Suárez de Toledo, Teniente de Gobernador del Paraguay,

Asunción, 29 de marzo de 1573

Un puerto en el camino, una ciudad en el tiempoPara las autoridades de Asunción, y para la Monar-quía, la búsqueda de caminos alternativos al Perú es-

Page 34: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

67Conquista y colonización hispánica

Fundar esa ciudad, río abajo, significaba tambiénsolucionar un problema en Asunción. Los comer-ciantes, los funcionarios y los notables asunceños sehabían percatado de las ventajas que ofrecía sacar dela cabecera de la provincia a un buen grupo de man-cebos desordenados. Mataban dos pájaros de un so-lo tiro.

La ocupación de estos nuevos territorios prome-tía comportarse, para peruanos y para asunceños, co-mo la válvula de escape que daría salida al crecientenúmero de jóvenes capitanes descontentos que noobtenían en aquél espacio la ubicación social desea-da. Los soldados insatisfechos podían ser un proble-ma más grave que cualquier otro, y en Asunción esoestaba muy claro. Como muy bien sintetiza el re-frán: demasiados perros para tan pocos huesos. El90% de los hombres que se encaminaron con Garayrío abajo en 1572, pertenecían a ese grupo socialcompuesto por soldados que aspiraban más de loque sus superiores tenían planeado darles.

La descarga y la promesa provisoriamente cumplida…Como se ha explicado en el capítulo anterior, llevargente insatisfecha a la fundación de nuevos asenta-mientos se llamó, en el proceso de conquista, des-cargar la tierra. Era la manera que tenían los capita-nes y los funcionarios coloniales de manejar la cues-tión de la presión entre sus propias tropas. ¿Cómose concretaba este proceso? ¿Ocurría realmente al-gún cambio en la condición de los hombres que de-jaban la ciudad que los expulsaba y partían en bus-ca de un ascenso social?

66 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

taba ligada con una fundación río abajo, para aliviarel largo y peligroso trecho que separaba la ciudad deAsunción del estuario platense. Según Martín Suárezde Toledo, la inseguridad en Asunción derivaba de lafalta de «pueblo, puerto y escala» entre esa ciudad yel Río de la Plata. Se buscaba instalar un puerto, en-tonces, por el remedio, perpetuación y amparo de es-tas provincias, es decir, para durar.

Ese puerto fue fundado como ciudad, y esa ciu-dad fue Santa Fe, pensada como una posta entreAsunción y el Río de la Plata y como una llave depaso para la comunicación entre el Paraguay y el Al-to Perú.

Cuando, con el tiempo, se logró el objetivo de re-poner la salida atlántica en el nuevo puerto de Bue-nos Aires (1580), la función de Santa Fe como crucede caminos y posta entre puertos, se afirmó. El otroasentamiento estable ubicado en esta línea de nave-gación del litoral fue San Juan de Vera de las SieteCorrientes, fundado en 1588.

Ciudades, ciudades y más ciudades: la suprema-cía de los invasores sobre los pueblos originarios ysobre el territorio mismo parecía estar indisoluble-mente atada a ellas, a su permanencia, a su éxito…

Un acontecimiento en su contextoLa fundación de la ciudad de Santa Fe, cuya fecha seha establecido como el 15 de noviembre de 1573, co-rresponde al desarrollo de un proceso complejo,atado al funcionamiento de todo el conjunto impe-rial: resolvía tensiones a escala de virreinato y res-pondía a intereses concretos de grupos locales, de laCorona y de algunas corporaciones peninsulares.

Page 35: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

69Conquista y colonización hispánica

Al fundar la ciudad y luego de plantar el rollo dela justicia en la parcela designada como la plaza cen-tral, Juan de Garay distribuyó entre los hombres desu hueste solares y tierras para chacras, y les otorgócondición de vecindad. Su hueste estaba compuestapor ocho peninsulares y unas cinco docenas de mes-tizos «hijos de la tierra». La institución del nuevopuerto como una ciudad implicó efectivamente unascenso de status para esos nacidos en América queintegraron la hueste fundadora: aquellos que enAsunción eran «mancebos revoltosos» acababan deser investidos, por la fundación, como «vecinos» dela ciudad. ¿Sapos convertidos en príncipes?

Para protagonizar este aparente cuento de hadas,los soldados habían pagado el precio de una expul-sión vestida de exilio «voluntario», alistándose enuna empresa militar.

Los hijos de la tierra inscriptos en el Alarde denoviembre de 1572, no tenían cabida en el orden lo-cal asunceño. Muchos de ellos habían protagoniza-do revueltas y motines en Asunción a comienzos dela década de 1570. Los expulsados de Asunción seconvirtieron en los «vecinos de Santa Fe». Duranteeste periodo, tanto en América como en Europa, lamovilidad social muchas veces estuvo ligada a la mo-vilidad geográfica. Así como algunos habían atrave-sado el Océano para valer más en las Indias, otrostenían que moverse dentro de las indias para alentarla misma expectativa.

De esta manera, como toda ciudad, la de Santa Fenacía preñada de vecinos. Estos, dotados de dere-chos pero también cargados de obligaciones, teníanque llevar adelante el propósito que animaba la em-presa: abrir puertas a la tierra…

68 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Acta de Fundación de la Ciudad de Santa FeGentileza del Archivo General de la Provincia de Santa Fe

Banco de Imágenes Florián Paucke

Page 36: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

71Conquista y colonización hispánica

Justicia y Jurisdicción Otro pasaje del poder que Martín Suárez de Toledodio a Garay expresaba:

«[...] le doy poder para que como Capitán y Jus-ticia pueda gobernar, regir y administrar toda ladicha gente así españoles como hijos naturalesnuestros [...] y también pueda el dicho Juan deGaray usar y administrar la justicia real de su ma-jestad civil y criminalmente en todos los casos e co-sas que se ofreciesen: juzgar, determinar y senten-ciar los pleitos y causas que ante sí pendieren y setrataren por escrito y palabra según la calidad ysustancia de los negocios […] al servicio de su ma-jestad y bien general de estas provincias remedioy socorro de ellas convenga...»

Martín Suárez de Toledo, Asunción, 29 de marzo de 1573

Gobernar, regir, administrar y, enfatizó Suárez deToledo, usar y administrar la justicia real de su ma-jestad civil. ¿Dónde podrían ser utilizados estos po-deres?

El poder otorgado a Juan de Garay por MartínSuárez de Toledo, se extendió a cuenta de una geo-grafía acerca de la cual no se brindaban siquiera re-ferencias brutas. Al momento de la redacción delpoder, Santa Fe no existía. El documento se redactóy rubricó a cuenta de una extensión a conquistar, dela misma manera que, en una capitulación, se otor-gaban potestades y feudos sobre tierras ubicadasmás allá de la mar océana…

Pero la escritura del poder contemplaba un hechoclave: las potestades se corporizaban –se perfeccio-

70 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

La instalación de los poderes:las llaves de la puertaCuando dictó a su escribano el texto que hoy cono-cemos como el acta de fundación, Juan de Garayafirmó haber instalado los artefactos que permitíanel ejercicio del poder político local y luego, una igle-sia. Dijo que la tierra le parecía conveniente, y des-tacó la abundante presencia de agua, de leña y depastos para el ganado… Repartió entre sus hombrestierras para casas, para chacras y para estancias, esdecir, para la habitación, para la labranza y para lacría de ganado.

El soldado se convertía en vecino en el mismomomento en que se fundaba la ciudad. La ciudad eraimposible sin vecinos y la vecindad era imposible sinciudad. Avecindar al soldado era la condición y laconsecuencia de la constitución del cuerpo político.

El acta fundacional narra el hilo de los actos delfundador quien, siempre apurado por la espuela delo perentorio, continuaba instalando los atributosdel orden político: nombró alcaldes y regidores pa-ra que tengan en justicia y buen gobierno a estas tie-rras. Instituyó el cabildo, forma de poder que re-quería y que hacía a la ciudad.

Garay había desplegado una tecnología del poderpolítico que no era ciencia del gobierno, sino insta-lación de unos «oficios» (funciones) destinados alejercicio concreto del poder político según las reglasde la Monarquía. Así, había establecido las bases delequipamiento político y administrativo, primera fa-se de la organización del territorio. La misma secompletaba con la ejecución física de la forma de laciudad (la traza urbana) y con la sanción de la exten-sión de su potestad, es decir, de su jurisdicción.

Page 37: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

73Conquista y colonización hispánica

Según los saberes del periodo, la justicia estaba li-gada con la «verdad arraigada», pero era administra-da por el Rey, que –para los juristas de entonces–había sido puesto en la tierra en lugar de Dios paracumplir la justicia y dar a cada uno su derecho, yaque él y sólo Él, tenían el poderío de hacer justicia.Se sabe que en la teología cristiana, la justicia era yes una virtud y un atributo de Dios.

La justicia debía administrarse públicamente pa-ra ser paladina y pedagógica. De esta manera, losque vieran el espectáculo del castigo u oyeran algosobre él, se volverían temerosos de esa justicia. Ca-bildo, iglesia y rollo, formaban el triángulo espacialde la vida en comunidad. La justicia era administra-da, en la ciudad nueva, por vecinos designados alcal-des o por un teniente de gobernador.

Estos actos permitieron cumplir el ciclo de la dis-tinción de territorios que, siempre, iba de la manode la separación de esferas políticas: así se creabanpoderes autónomos. La enorme distancia existenteentre el «centro» político del imperio y el «centro»del nuevo cuerpo político, la ciudad de Santa Fe, ju-gó su rol en la consolidación de la autonomía: esadistancia física implicaba, en el marco del sistema decomunicaciones que conectaba a estos puntos, com-plejos recorridos materiales y administrativos.

En otro párrafo del acta fundacional santafesinapuede leerse de qué manera Garay señaló la jurisdic-ción de la ciudad de Santa Fe:

«–Otro sí nombro y señalo por Jurisdicción deesta ciudad por la parte del camino del Para-guay hasta el Cabo de los Anegadizos y [ríos]

72 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

naban– en el momento de su ejercicio. Las capaci-dades otorgadas a Garay eran «suficientes» para sudesenvolvimiento en las tres dimensiones en que searticulaba políticamente un territorio: gobierno,justicia y guerra.

Ese momento de perfeccionamiento de las capaci-dades está expresado en todos los tramos del acta defundación. Una vez que designó alcaldes y regido-res, Garay hizo anotar a su escribano que fueran conél al medio de la plaza y le ayudaran a

«…alzar y enarbolar un palo para Rollo, paraallí en nombre de su Majestad y del Señor Go-bernador Juan Ortiz de Zárate se pueda ejecu-tar la justicia en los delincuentes conforme a lasLeyes y Ordenanzas Reales.»

Instalar la picota o rollo de la justicia en el centrode la plaza –en el centro del centro–, era posicionarla presencia del atributo regio por excelencia, la jus-ticia. El fundador, a partir de las potestades delega-das por el Teniente de su Gobernador, concentrabalas capacidades de recrear el órgano de gobierno y,además, de ser el máximo referente de justicia en elsitio donde se emplazaba el rollo.

Juan de Garay indicaba que el ejercicio de la jus-ticia se realizaba en nombre de Su Majestad y con-forme a las leyes y ordenanzas reales. Esta ceremo-nia hacía de la ciudad una sede de la Monarquía: elsitio exacto de la «ejecución» de una justicia que, an-te todo, constituía un atributo del Rey, era el centrode la plaza.

El rollo era el símbolo de ese atributo. Instaladoen el centro del centro de la ciudad, era su epicentro.

Page 38: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

75Conquista y colonización hispánica

En Europa, una jurisdicción normal era de 5 le-guas de radio. Si el mismo excedía las 8 o 10 leguas,era considerada excesiva. En América, lo regular fueunas veinticinco leguas: mucho menos «controla-ble» que las 5 o 10 europeas... Pero ¿habría que es-perar concordancia entre unas dimensiones «euro-peas» y éstas, experimentadas en una extensión lla-na, y hacia 1573, casi sin más discontinuidades quemontes y ríos? De hecho, no.

En primer lugar, las distancias aquí eran casisiempre recorridas –y por esto mismo, vividas ypensadas– cabalgando, y no a pie. En el área riopla-tense, 25 leguas de llanura podían cubrirse, a caba-llo, en dos días. Las leyes hispánicas relacionadascon este tema, datan de un periodo anterior al sigloXIII y, concretamente, dicen haber fijado las distan-cias jurisdiccionales en torno a las 5 leguas porqueera lo que un juez podía recorrer, a pie, ida y vuelta,en un día. Lo que importa es esto último.

Según el Primer Diccionario de la Real AcademiaEspañola (1734), la legua era una extensión que sepensaba «en tiempo»: el recorrido de una hora demarcha a pie. La distancia de cinco leguas suponíauna marcha de ida y vuelta (diez leguas, diez horas)que podía realizarse en un día. Ese era el «radio» so-bre el cual se suponía podía ejercerse la justicia dehermandad en las jurisdicciones de las villas hispá-nicas. Las diferencias de las dimensiones geo-métri-cas de la jurisdicción entre la concepción peninsulary la rioplatense no se alteraba tanto en las propor-ciones temporales. Además, y esto es crucial, no ha-bía ciudades vecinas...

Por otra parte, es cierto que al momento de laconstitución del núcleo urbano santafesino, no había

74 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

chicos y por el río abajo camino de Buenos Ai-res veinticinco leguas más abajo de Santi Spiri-tus, y así a la parte de El Tucumán cincuenta le-guas a la tierra adentro desde las Barrancas deeste Río y de la otra parte del Paraná otras cin-cuenta...»Acta de la Fundación de la Ciudad de Santa Fe

La jurisdicción que su fundador asignaba a la ciu-dad de Santa Fe comprendía un vasto territorio. Siquisiéramos trazar, con estos datos, algunos «lími-tes», tendríamos un enorme rectángulo que atravie-sa los actuales territorios provinciales de Santa Fe,Entre Ríos, Santiago del Estero, Córdoba y BuenosAires… Pero tratar de entenderlo con referencia alos actuales límites provinciales no sirve: es mejorcomprender qué cosa significaba, en aquél momen-to, el que un fundador decidiera nombrar como ju-risdicción de la ciudad que acababa de fundar, esasextensiones aparentemente descomunales.

La información que dejó Garay, registrando dis-tancias y extensiones que no tienen confines exactoses de todas maneras muy precisa. La asignación deuna jurisdicción que se extendía hasta 25 o 50 leguasmás allá de la ciudad, no proviene de la nada: está re-lacionada con la administración de la justicia.

El tipo de justicia que se administraba fuera delcasco de la ciudad, en los términos de su jurisdic-ción, era la llamada justicia sumaria (oral, rápida, sinabogados e in situ). En este sentido, exigía un con-tacto personal, por lo cual el radio de la jurisdicciónde una ciudad, su área de acción político-adminis-trativa, se acotaba a distancias que podían ser cu-biertas por sus jueces en un día.

Page 39: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

77Conquista y colonización hispánica

1573, Jerónimo Luis de Cabrera había tomado po-sesión del «Puerto de San Luis» el antiguo puerto deGaboto; al día siguiente, de las tierras de los tim-búes, cerca de Coronda, según Rui, hasta donde lle-gaba la jurisdicción de la ciudad de Córdoba ahoray para siempre jamás.

Para Cabrera, casi todo lo que se encontraba «aleste» de la Cordillera de los Andes, era jurisdicciónde Córdoba. Sin embargo, en lo que concierne al li-toral del Paraná, parece que llegaron a un «acuer-do»: como se verá más adelante, mantuvieron amis-tad y hasta casaron entre sí a sus descendientes.

No menos cierto es que, con acuerdo y todo, sesiguió un pleito ante la Real Audiencia de Charcas,que involucró a varios de los gobernadores que su-cedieron a uno y a otro en sus respectivas jurisdic-ciones.

El motín ocurrido en Santa Fe el 31 de mayo de1580 planteó, entre otras cosas, la incorporación deesta ciudad a la égida de la gobernación del Tucu-mán. En 1588, Juan Ramírez de Velazco todavía so-licitaba a la misma Real Audiencia que se diera cur-so a la extensión de la jurisdicción de la gobernacióndel Tucumán hasta los puertos de Santa Fe y Gabo-to. Los problemas de jurisdicción fueron luego, conel nacimiento del Estado Nación, problema de lími-tes entre provincias. Estos conflictos persistieron enla etapa de la organización nacional, llegándose a unacuerdo recién en 1881.

El reparto de la tierra…Garay escribió al Rey explicándole que, aunque ha-bía repartido la tierra durante el acto fundacional,

76 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

motivos urgentes para preocuparse por esa justicia(llamada justicia de hermandad), en la medida enque, de hecho, todavía no existía una población his-pánica sobre la cual ejercerla. Sí existía la posibilidadde una especulación diferente: al designar una juris-dicción amplia, la población originaria que viviera enellas, quedaba sometida a la misma, es decir, se las in-cluía bajo la jurisdicción de la ciudad a cuenta de unaposterior reducción efectiva a las autoridades cristia-nas. Ensanchando la jurisdicción de la ciudad, semultiplicaba la cantidad de indígenas que podrían serencomendados a los vecinos. Por lo tanto, la dimen-sión jurisdiccional que fijó el fundador, puede pen-sarse también en función de estas expectativas…

La extensión asignada como jurisdicción «haciael Tucumán» era la más problemática, dado que cu-bría casi toda la distancia existente entre Santa Fe yla misma ciudad de Córdoba. De hecho, la jurisdic-ción santafesina hacia el oeste se superponía com-pletamente con la que Cabrera había designado pa-ra Córdoba hacia el este.

La crónica de Rui Díaz de Guzmán relata el en-cuentro entre ambos fundadores –ocurrido segúnalgunos a mediados de 1573, y según el propio Ga-ray pocos días después de la fundación de Santa Fe.Allí se dice que Cabrera socorrió a las huestes delvizcaíno en medio de una emboscada preparada porlos indígenas, en las inmediaciones de la actual loca-lidad de Coronda, 20 leguas al sur del sitio dondeGaray había asentado la ciudad. Estas latitudes, co-mo se ve, no sólo formaban parte para Cabrera de lajurisdicción de la ciudad de Córdoba: también esta-ban siendo recorridas, reconocidas y conquistadaspor el fundador de Córdoba. El 17 de septiembre de

Page 40: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

79Conquista y colonización hispánica

La alimentación de los pobladores dependía engran parte del cultivo de la tierra, lo que requeríaduros trabajos de preparación. Este trabajo era rea-lizado por los indígenas distribuidos en encomien-da, como mano de obra forzada o «libre», ya que aalgunos se les permitía contratarse para trabajos es-tacionales.

Las tierras de labrantío más accesibles eran esca-sas y, de todos modos, necesitaban de bastante ma-no de obra, por lo cual las primeras reducciones in-dígenas fueron ubicadas entre las tierras para cha-cras y las tierras para estancias, donde pastaba el ga-nado.

Fuera del área de las tierras más fértiles y altas,Garay repartió las tierras para estancias, a uno yotro lado del Paraná.

De «esta banda», es decir, en el actual territoriode la provincia de Santa Fe, las mejores tierras seubicaban entre los cauces del río Quiloazas y elarroyo Salado Dulce y Saladillo. Las de «la otra ban-da», actual provincia de Entre Ríos, constituyeronfranjas más extensas, de 5 o de 10 leguas de frente alrío con fondo hacia el río Uruguay. Garay reservópara sí y para sus herederos las que estaban justo en-frente de la ciudad, y distribuyó, hacia el norte, ge-nerosas extensiones entre los hombres que conside-raba más allegados.

Estas tierras fueron abandonadas a los pocosaños, por los ataques indígenas y sobre todo duran-te la epidemia de 1608. Por este motivo, esas exten-siones se convirtieron en una zona muy propicia pa-ra la reproducción del ganado alzado, que devino ci-marrón. El fruto de la reproducción de esos anima-les, después de 1620, fue objeto de disputa entre va-

78 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

no pudo escribir los títulos de solares y chacras has-ta después de 1576 (y en algunos casos, hasta muchodespués), según sus propias palabras, por falta depapel.

En la asignación de parcelas dentro de la cuadrí-cula urbana, el fundador contempló de manera pre-cisa la disposición escénica de las instalaciones cul-turales del poder e imprimió la huella de las prime-ras diferenciaciones sociales entre los hombres queformaron la hueste que lo acompañó: la amorfa«tropa» dejó lugar a la constitución de un grupo de«vecinos», con su jerarquía interna.

Los solares comprendían un cuarto de manzana,mientras que las «cuadras», generalmente destinadasa viñas o frutales, eran manzanas completas ubica-das en la periferia de la ciudad. Luego de la designa-ción de las autoridades del Cabildo, Garay señalótambién las tierras de la ciudad –el ejido– al norte, aloeste y al sur de la misma. Pertenecían, evidente-mente, a la jurisdicción de la ciudad, pero tenían lascaracterísticas de los «propios», es decir, de un re-curso de la ciudad.

A la par de las mismas, se dieron tierras que de-bían de servir de complemento productivo a los so-lares y viviendas; estos suelos, finalmente, fuerondestinados para el cultivo de los viñedos. Los terre-nos para chacras y labrantíos, también repartidosentre los vecinos, se ubicaron en la adyacencia másinmediata, aunque más allá de las «cuadras» y fue-ron llamadas «tierras de panllevar». Allí se dispusie-ron las «labranzas», cultivos de trigo y más tarde demaíz, frijoles, frutales y algodón. Esas tierras tam-bién fueron usadas para la cría de ganado menor,destinado al consumo de la ciudad.

Page 41: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

81Conquista y colonización hispánica

rios vecinos notables de la ciudad, todos ellos des-cendientes directos de los primeros propietarios.

Las suertes de estancias ubicadas en el territoriode la actual provincia de Santa Fe, fueron distribui-das con frente a los ríos Paraná, y Salado, desde elllamado valle Calchaquí hasta la desembocadura delSalado. Estas tierras para estancias coinciden con elcomienzo de los terrenos donde se hacían las vaque-rías; el ganado cimarrón, objeto de estas vaquerías,se encontraba desde los límites del ejido hacia fuera,siendo imposible precisar hasta dónde.

La cuadrícula urbana y la distribución de los solaresEl primer trazado urbano de la ciudad de Santa Fese organizó de acuerdo con el modelo implementa-do en otros asentamientos coloniales, que disponíaque en las ciudades ribereñas, la plaza tuviera queubicarse a una cuadra de la orilla del río. Dado queel plano original se ha perdido, el paisaje sugeridopor el arquitecto Calvo fue elaborado a partir de losresultados de las excavaciones realizadas por Agus-tín Zapata Gollán y de datos proporcionados porlos archivos. Recientemente, las prospecciones delgrupo de arqueología subacuática de la UniversidadNacional de Rosario, han corroborado la existenciade restos de viviendas que fueron literalmente «tra-gadas» por el río, confirmando las hipótesis de Za-pata Gollán y Calvo.

La cuadrícula tenía unas diez manzanas de nortea sur y seis de este a oeste. El reparto de los solaresen el trazado cuadricular ofrece la disposición nosólo de la reproducción del patrón urbano, sino de

80 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Distribución de las Tierras para Estancias en la jurisdicción de Santa Fe la Vieja

Fragmento de un plano elaborado por Augusto Fernández Díaz

Page 42: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

83Conquista y colonización hispánica82 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

las marcas de la jerarquía social que ese patrón pro-ducía y reflejaba:

En este recorte del plano, la línea punteada repre-senta el actual borde de la barranca del río San Javier–entonces Quiloazas. La centralidad de la plaza,médula de una organización geométrica del conjun-to, no debe entenderse como «geográfica» sino co-mo simbólica. Las nueve manzanas que conforma-ban ese centro simbólico de la ciudad, presentabanteatralmente las tecnologías del poder político local.Por lo demás, la plaza, su epicentro, no sólo era ellugar que se rodeaba de las sedes de los poderes ydonde se celebraban las fiestas, sino que era el om-bligo desde donde se pensaba la construcción delresto de la urbe.

La iglesia Matriz ocupaba dos solares, mientrasque, en la misma manzana, el solar con frente a laplaza fue destinado en principio al cabildo. Garayconcedió el solar restante a Bernabé Sánchez, unode los peninsulares fundadores. En 1590, el Cabildose trasladó enfrente, al solar que había pertenecidoal capitán Francisco de Sierra –teniente de Goberna-dor hacia 1577– comprado por el licenciado GabrielSánchez de Ojeda en 1598 y más tarde, en 1644,vendido por éste a la Compañía de Jesús. La manza-na (hoy bajo el agua) que se interponía entre la pla-za y el río, fue repartida en dos solares dobles: da-ban a la plaza las puertas de la casa del fundador y ladel Adelantado Juan Ortíz de Zárate.

La de Garay, a su muerte en 1583, pasó a manosde su hija Jerónima de Contreras y de su esposoHernandarias, mientras que la casa del Adelantadoperteneció luego al licenciado Torres de Vera y, mástarde, también a la Compañía de Jesús.

Los principales vecinos-fundadores recibieronsus solares en este mismo segmento, reservado a las

Hipótesis de la trama urbana que yace bajo el Río San Javier.Infografía tomada de «Santa Fe la Vieja: un proyecto de la Fundación Albenga»

en www.fundacionalbenga.org.ar

Las manzanas centrales de Santa Fe la ViejaLuis María Calvo, Pobladores Españoles de Santa Fe la Vieja

Page 43: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

85Conquista y colonización hispánica

Para saber más

CALVO, Luis María La construcción de una ciudad his-panoamericana. Santa Fe la Vieja entre 1573-1660,UNL, Santa Fe, 2005.CALVO, Luis María Pobladores españoles de Santa Fe laVieja, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires,2000.ZAPATA GOLLÁN, Agustín Obras Completas, Universi-dad del Litoral, Santa Fe, 1990.

84 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

instituciones del poder político y a los hombres máspróximos a Garay. Así se premiaba su lealtad, conuna ubicación que les confería prestigio social.

Fuera de estas nueve manzanas centrales, se ubi-caban, no muy lejos, la iglesia y convento de SanFrancisco; un solar fue asignado a la iglesia destina-da a la doctrina de naturales –la parroquia de SanRoque– y, más alejadas del centro, estuvieron lasdestinadas a Santo Domingo viejo y a la iglesia yconvento de Santo Domingo.

Mientras Santa Fe estuvo en ese sitio, a orillas delQuiloazas, (es decir, hasta la década de 1650-1660)ningún descendiente directo del fundador tuvo sucasa distante más de doscientos metros de la plazacentral.

Algunos peninsulares allegados al fundador po-seyeron solares ubicados en un segundo plano: Ma-nuel Martín, Hernando de Osuna y Juan de Espino-sa recibieron dos o más solares, pero un poco másafuera del proscenio dibujado por la plaza.

Esta es una de las operaciones que transformabana una urbe en una ciudad. La ciudad era mucho másque plaza, calles y casas… Se trataba de una confi-guración de elementos de distinto tipo, construidacon base en decisiones políticas. Esas decisiones ge-neraban un verdadero espacio de confrontación,donde los mejor relacionados conseguían benefi-ciarse. La distribución material de ciertos pedazosde tierra conllevaba la asignación simbólica de per-tenencia a una centralidad social que, además, eratransmisible a los descendientes.

Page 44: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

Capítulo 4

El suelo, el lugar y su gente

El Río de la Plata y su enamorado, el Paraná, habíansido imaginados como el camino que llevaba a lastierras del Rey Blanco. Esa tierra de promisión, sesupo pronto, distaba de la desembocadura del estua-rio platense varios cientos de leguas. El litoral delrío era camino hacia las tierras de la plata, pero noalbergaba riquezas parecidas.

No había, en su lecho ni en sus entornos, mineralespreciosos. No contenía, ese suelo, un botín de guerra.

Las poblaciones originarias no siempre estuvie-ron bien predispuestas a las alianzas. Eran gruposmóviles, distribuidos en el territorio como una diás-pora: durante los primeros años de su existencia, elpoblado de Garay no tenía su permanencia garanti-zada.

Las pequeñas ciudades fundadas sobre el litoralde los ríos a finales del siglo XVI, como Santa Fe(1573), Buenos Aires (1580) o Corrientes (1588), pa-recen haberse consolidado durante la primera mitaddel siglo siguiente. Sin embargo, frente a las paradig-máticas riquezas del Perú, cuya luz había funciona-do como el horizonte que animaba la apertura de labrecha sureste del subcontinente sudamericano,siempre parecieron relativamente pobres.

Page 45: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

89Conquista y colonización hispánica

peos, es muy probable que las culturas de la zo-na tuvieran ya un contacto fluido con la guara-ní, que pasaba por un momento de expansiónde su dominio hacia el sur.

La ciudad fue ubicada sobre la orilla más alta delrío nombrado como de los Quiloazas, en el extremonordeste de lo que hoy se denomina la pampa hú-meda. Según la expresión de Romain Gaignard, setrata de una planicie de clima regular, cálido y hú-medo, de suelo profundo y equilibrado, donde elpasto crece espeso. Pero, en rigor, hacia 1573, lapampa húmeda no existía.

Los hombres de entonces entendían que el litoralde los ríos que confluyen en el de la Plata, y la lla-nura pampeana, eran dos dimensiones bien diferen-ciables. La oposición entre una llanura prácticamen-te desarbolada y un litoral pródigo en cantidad y va-riedad de árboles era de por sí ya bastante brutal. Eleje este-oeste que tiene a las barrancas del Paranácomo punto de llegada contrasta con el corredornorte-sur, sobre el que fue asentada Santa Fe y des-de donde la ciudad modificó ese mismo entorno.Las barrancas del Paraná son el abismo, el bordedonde el billar imperturbable de la pampa cruje y sedesalma, de pronto, para zambullirse en el río.

Las «zonas grises», en el cruce de estos vectores,se definieron históricamente con la implantación dediferentes actividades productivas y con el tráfico desemillas en el que participó el ganado cimarrón pri-mero y las tropas trasladadas después.

Según la apreciación del arquitecto Luis MaríaCalvo, visto desde una perspectiva geológica, el cor-te meridiano indica que se trata del extremo sur de

88 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Los pueblos originarios que habitaron esa fran-ja litoral ocuparon la zona rioplatense en un pe-ríodo tardío –la mayor parte de los sitios ofre-cen registros encuadrables dentro de los últi-mos 1500 años– y compartían un patrón deasentamiento de tipo esporádico. Se trataba degrupos sumamente móviles, que subsistían al-ternando temporal y espacialmente la caza, lapesca y la recolección. Los arqueólogos deno-minan esas culturas como «Esperanza» y «Ri-bereña Paranaense», y sus referentes étnicosson los chaná-timbúes y querandíes. Los cha-ná-timbú se movían entre los afluentes de lamargen izquierda del Paraná y la cuenca del Sa-lí-Dulce, las salinas y el pie de la serranía en losactuales territorios provinciales de Córdoba,San Luis y Mendoza. Se asentaban en campa-mentos y hacían reocupaciones periódicas. Uti-lizaban hornos para cocer los alimentos queobtenían gracias actividades de caza, recolec-ción y pesca costera. Las culturas de la RiberaParanaense son más tardías aún; es probableque cazaran con boleadoras, trampas y conpuntas de madera. Pescaban con aparejos y uti-lizaban la canoa, desplazándose al compás delrégimen de crecientes y bajas del río. Excepciónhecha de los guaraníes, de las culturas taquara ytupí-guaraní y de algunos rastros dispersos decultura Goya Malabrigo –del grupo cultural dela Ribera Paranaense– en la actual zona de SanJavier y en la desembocadura del Carcarañá(controlada por los timbúes), casi no existenrastros de culturas indígenas agricultoras. Sinembargo, al momento de la llegada de los euro-

Page 46: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

91Conquista y colonización hispánica

La silueta geomórfica diseñada por los recorridosfluviales que convergen en el sitio de la ciudad deSanta Fe la Vieja no ha permanecido inmóvil en losúltimos cuatrocientos años. Esto se debe al concur-so de factores naturales y humanos. El cauce del ríoSalado ha variado en las cercanías de la actual ciudadde Santa Fe, mientras que el río San Javier (antesQuiloazas), hacia comienzos del siglo XX, en lamisma zona, mostraba ya un desplazamiento de sutránsito hacia el oeste.

La tendencia parece estar señalada por el cursomismo del Paraná, que nace al noroeste de Río deJaneiro, en la confluencia del Paranaiba y el Grande–una zona rica en diamantes– y sesga la tierra, cues-ta abajo, en dirección suroeste.

El lecho del Paraná es de limo rojizo, cobertura deuna capa blanda de barro arenoso color plomo oscu-ro. Los suaves aluviones modernos dieron origen aeste fuerte tronco fluvial que recorre casi tres mil ki-lómetros de norte a sur, rematando en múltiples ra-mificaciones de regímenes de aguas menores queforman, antes de su encuentro definitivo con el mar,filamentosos tejidos tramados por hilos de aguas eislotes de tierra, que conocemos como deltas.

El elemento dominante de este escenario es lapresencia imponente y poderosa de los ríos. Del Pa-raná, sobre todo, pero también de sus afluentes y decentenares de riachos interiores, que con las islas, te-jen un sofisticado laberinto.

La ciudad fue impuesta por los invasores euro-peos a este paisaje que la desconocía, dando comien-zo a una relación novedosa entre ese suelo y loshombres.

90 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

una vasta región subcontinental formada en el pe-ríodo de los modernos aluviones. Se trataría delfrente sur del Chaco Paraguayo.

Las Ruinas de Santa Fe la ViejaInfografía: www.fundalbenga.org.ar

Este primer sitio elegido por Garay estaba«...elevado sobre el nivel del territorio circun-dante y cae sobre el río en una barranca de seisa siete metros de altura ofreciendo –como diceJoaquín Frengüelli– una vista de mirador haciael este donde la zona aluvional del lecho del Pa-raná se extiende en un ancho de doce kilóme-tros hasta las barrancas de la costa entrerriana»

Luis María Calvo, Santa Fe la Vieja

Page 47: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

93Conquista y colonización hispánica92 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

El lugar visto y oído

«[Santa Fe] Está en un llano, tres leguas másadentro, sobre este mismo río que sale 12 leguasmás abajo; muy apacible y abrigado para todogénero de navíos; la tierra es un fértil de todo loque en ella se siembra, de mucha caza y pesque-ría. Hay en aquella comarca muchos naturales dediferentes lenguas y naciones de una y otra par-te del río, que unos son labradores, y otros no.»

Rui Díaz de Guzmán, 1612

La apreciación de Rui Díaz de Guzmán, que se re-fiere a la ciudad en el momento de su fundación,proviene de versiones de terceros, y evidentemente,es una visión desde el Paraguay.

Quienes, al contrario, lo vieron desde Buenos Ai-res, a finales del siglo XVI y a comienzos del sigloXVII, no compartían su opinión acerca de la nave-gabilidad de estos ríos. Para los que habían intenta-do remontar el Paraná, que todos los tramos del ríoprincipal y de los ríos secundarios que debían nave-garse para llegar a la ciudad fueran tan «apacibles yabrigados», era algo más bien dudoso.

La opinión de un viajero francés, Accarette duBiscay, cuyo punto de vista se sitúa de sur a norte,es un buen testimonio de esta segunda opinión. DuBiscay estimaba que cierto enorme banco que obs-truye el paso un poco más arriba de Buenos Aires, eraun estorbo nada desdeñable.

Rui Díaz de Guzmán ordenaba los (escasos) ele-mentos de su punto de vista de esta manera: accesibi-lidad –el río apacible y navegable–, potencialidad dellugar –una pretendida «fertilidad» de las tierras, me-

Mapa del Río de la PlataRuy Díaz de Guzmán (1605)

Fuente: Guillermo Furlong, El Transplante Cultural

Page 48: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

95Conquista y colonización hispánica

En este informe, la ubicación de la ciudad goza dealgunas peculiaridades. Ya había corrido el primercuarto del siglo XVII, y el autor de la descripción,antes de hablar de Santa Fe, acababa de referirse aBuenos Aires. Parece estar haciendo un viaje –quesabemos imaginario, pues no visitó estas tierras–desde el sur hacia el norte. Vázquez escribió queSanta Fe había sido fundada sobre «el Río de la Pla-ta»: como se ha visto, esta mimesis del río Paranácon el de la Plata, fue frecuente y hasta legítima.Formaba parte de la manera en que los europeos co-nocían este mundo. Pero lo importante es que elcronista escribió que estaba fundada sobre el Río dela Plata a la parte del Tucumán. Este pequeño tramodel relato, no sólo trasunta que Santa Fe estaba con-solidada ya como llave de paso hacia las tierras delinterior: también brinda una síntesis de cómo se ha-bían configurado los principales centros económi-cos, administrativos y políticos en esta franja del vi-rreinato peruano, cuyo centro se había desplazadode Asunción a Buenos Aires.

Ya en el primer cuarto del siglo XVII, Santa Feaparece señalada como paso «al Tucumán», y no alParaguay. Esta apreciación es coherente con el cam-bio jurisdiccional que, desde 1618, la incluyó dentrode la gobernación del Río de la Plata, pasando de laórbita de Asunción a la de Buenos Aires. El espaciose estaba articulando de esta manera, conformandoun embudo que, cada vez más, canalizaba flujos ha-cia el «pico» que, en la metáfora, está representadopor la ciudad-puerto de Buenos Aires.

Vázquez de Espinosa registró marcas escasas pe-ro significativas: aunque omitió los materiales conlos que estaban hechas las casas –como sí lo anotó

94 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

táfora temprana que será extendida siglos más ade-lante a la Argentina toda– recursos inmediatamentedisponibles –mucha caza y pesca– y habitantes «na-turales» de diferentes naciones de indios a una y otraorilla del río. La única marca edilicia, la única huellaurbana, siempre según este cronista, habría sido unafuerte tapia, de la capacidad de una cuadra, con sustorreones, donde [Garay] se metió con su gente.

La crónica de Antonio Vázquez de Espinosa de-cía de la ciudad de Santa Fe

«...está fundada en una alta barranca a la riberadel Río de la Plata a la parte del Tucumán, el si-tio de la ciudad es maravilloso, tendrá 150 veci-nos españoles, donde pone el gobernador deBuenos Aires un teniente, tiene una iglesia pa-rroquial, conventos de Santo Domingo y SanFrancisco. Cógese en su distrito abundancia detrigo, maíz y otras semillas con todas las frutasde España y algunas de la tierra; hay muchas vi-ñas de que se hace cantidad de vinos de los me-jores de aquella tierra, la cual es muy regalada,abastecida y barata. Enfrente de la ciudad hayen el río una isla de tres leguas, donde los veci-nos tienen las mulas y caballos de su serviciocon otras cosas de importancia. Tiene en el dis-trito mucho ganado vacuno, de que hacen losvecinos corambre que envían a España, y mu-cho que se lleva a la ciudad de Córdoba del Tu-cumán, que está a 60 leguas, y a Potosí; vale deordinario una vaca en esta tierra dos reales ycomprando cantidad vale menos; hay grandescrías de mulas.»

Antonio Vázquez de Espinosa, 1627

Page 49: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

97Conquista y colonización hispánica

males, sí entendió perfectamente que ellos estabanen la cúspide de los valores sociales de este espacio.Por este motivo, el cierre de su relato es altamentesignificativo: captó cuál era la médula de los patro-nes de medida, de las jerarquías del valor, que arti-culaban el lugar con el espacio, a escala virreinal.

La apreciación del Padre Mansilla, fechada, comola de Vázquez de Espinosa, en 1627, ofrece otra mi-rada:

96 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

para Buenos Aires– ubicó los vértices del poder queordenaba la villa: el teniente de gobernador –agentepolítico del gobierno de Buenos Aires, cuyo ámbitode acción era el cabildo– y las sedes de la iglesia, ele-mento de primer orden en la organización social ysimbólica de la frontera. Designó la agricultura conla frase los frutos de España, es decir, considerándo-la una marca de civilización introducida por los su-yos. En el orden que sigue la descripción, la agricul-tura es el primer elemento que aparece después delcasco urbano. La isla de tres leguas frente a la ciudad–la de los caballos– y el «distrito» –dimensión no pre-cisada que se extiende más allá del ejido, o de los tér-minos más cercanos, reservados a las tierras de panllevar– era el lugar reservado a los ganados.

La isla –cuyo aspecto actual puede verse en la fo-to– fue el sitio elegido por los vecinos, desde el mo-mento de la fundación, para la guarda de los caba-llos y otros ganados del común. Algunos vecinosparticulares, por su condición, guardaban los suyos,ya que podían usufructuar este espacio común co-mo una prolongación del propio.

El ganado ubicado cerca de la ciudad permitía ha-cer algunas «industrias», que eran enviadas hacia lasrutas peruana y atlántica, lo que muestra la articula-ción santafesina con los dos grandes polos económi-cos del universo en el que estaba inscripta: Potosí yBuenos Aires.

Vázquez de Espinosa terminó su descripción dela ciudad de Santa Fe hablando del valor de una va-ca, expresándolo en un registro comprensible a es-cala de imperio: los «reales», la moneda menuda. Deeste modo, aunque el cronista no comprendió com-pletamente el valor monetario que tenían esos ani-

Isla de los CaballosGentileza del Archivo General de la Provincia de Santa Fe

Banco de Imágenes Florián Paucke

Page 50: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

99Conquista y colonización hispánica

cluso, fue alimentada por los miembros de su pro-pio cabildo. Quizás, más tarde, sea prudente pensara quiénes convenía que esa fama de pobreza, recal-cada una y otra vez por sus habitantes, fuera partede la fama de la ciudad.

Por lo pronto, es hora de informarnos sobre loshabitantes de este pueblo.

Cuántos y quiénesLas fuentes que pueden consultarse para relevar da-tos demográficos de Santa Fe la Vieja son realmentemuy escasas.

Los libros de la parroquia de San Roque –dedica-da a la doctrina de naturales– no se han conservado.Los de la iglesia matriz contienen papeles entre loscuales el más antiguo es un acta de bautismo que da-ta del año 1634. Los dos libros de matrimonios y ve-laciones inician su serie con un acta matrimonial de1642.

A pesar de este panorama, puede obtenerse unaimpresión de todos modos bastante precisa acercadel número de pobladores de la ciudad para el pe-ríodo fundacional y para el año de 1622, mientrasque, para 1639, se cuenta con información de un re-ligioso, el padre Durán.

Hacia el momento de su fundación, la poblaciónsantafesina estaba compuesta por unos 70 u 80 veci-nos. Como se trataba de una «hueste», es decir, desoldados al mando de un jefe, no se dispone de da-tos ciertos en lo que concierne a sus mujeres o la fa-milia que pudieron haber traído. Sin embargo, se sa-be, por el documento que registra a quienes se em-barcaron con Garay en 1572, que la mayoría de ellos

98 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

«Durante el viaje a las reducciones situadas enel centro indígena, me tuve que detener en San-ta Fe, otra ciudad española y sobre la ribera delParaná. Hay allí cuatro jesuitas de los cualestres son sacerdotes y el otro es un coadjutor.¡Pobre gente! Morirían de hambre si no se in-geniaran en buscarse algunos recursos. Esta po-breza es igual en todos nuestros colegios. Lasfundaciones son muy escasas lo mismo que laslimosnas, por esto, la magnificencia real destinóuna suma que es repartida anualmente entre lasmisiones, pero, verdaderamente, es necesarioun gran espíritu de inventiva para procurarse lonecesario.»

Este punto de vista era compartido por los padresprovinciales de los colegios de la Compañía de Jesúsde Córdoba y de Santiago de Chile. Les preocupabael escaso número de religiosos consagrados a laevangelización y administración de los colegios, enel marco de una permanentemente subrayada «po-breza» del entorno.

Lo interesante de estas descripciones es que nonarraban la ciudad en su sentido urbanístico, sino enfunción de su ubicación en espacios más amplios:Santa Fe era percibida por esos observadores desdelos diferentes corredores hacia los que conducían laspuertas abiertas por su fundación…

Sus valoraciones soslayaban la miseria urbanísti-ca, privilegiando su posición como «...posta muyventajosa.» El estigma de una pobreza relativa, ma-nifestada en sus edificaciones precarias, en la pre-sencia de naturales que la jaqueaban y en la escasezcrónica de circulación de metálico, se mantuvo e, in-

Page 51: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

101Conquista y colonización hispánica

Algunos papeles, sin embargo, dejan entreverciertas cosas. Cuando el maestro de primeras letrasPedro de Vega quiso abandonar la ciudad, el Escri-bano redactó un documento con una amonestaciónmuy dura de parte del cabildo, que permite conocera los damnificados: un buen número de niños esta-ba a su cargo. En otros manuscritos, como los con-tenidos en el proceso judicial llevado adelante enCórdoba a propósito de la rebelión de 1580 –cono-cida como «La rebelión de los siete jefes»–, puedeencontrarse el relato de varias escenas en las que al-gunos «rebeldes» y otros vecinos de la ciudad sonmencionados junto a sus esposas, en general muje-res muy jóvenes de las cuales sólo se da el nombre.

Otras veces, la información sobre la poblaciónpuede obtenerse de documentación que parece serestrictamente económica.

En 1622 la Corona autorizó una exportación decueros vacunos. Por este motivo, el gobernador delRío de la Plata, don Diego de Góngora, ordenó unempadronamiento de vecinos, a fin de distribuir las«cuotas» de exportación que permitiría a cada unode ellos. El documento –conocido como «padrón decorambre» o el «padrón de Góngora»– contiene da-tos de 127 personas: 118 vecinos varones y nuevemujeres. Dos (Isabel de Becerra, la hija de Hernan-darias casada con Jerónimo Luis de Cabrera y Leo-nor de Brito, casada con Eugenio de Ávila, a la sa-zón detenido en Chuquisaca) habían tomado el lu-gar de sus maridos en la declaración; siete eran viu-das, y como cabezas de familia, tenían derecho a ex-portar un cuero más que lo asignado a la gran ma-yoría (tres en lugar de dos) a causa de su pobreza.

100 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

eran jóvenes solteros y de escasos recursos, hijos dela tierra –es decir, de padres hispanos pero de ma-dres indígenas–, a quienes Garay, incluso, proveyóde armas. Las actas capitulares del periodo más tem-prano dejan ver que la ciudad albergaba un ciertonúmero de artesanos, que no eran consignados co-mo vecinos; también que en el casco urbano habita-ba un reducido número de indígenas que se desem-peñaban (probablemente de manera improvisada),como forzados aprendices de los otros artesanos, enoficios vinculados con la construcción.

Entre 1575 y 1580, el Cabildo prohibía permanen-temente la salida de sus habitantes, manifestando supreocupación por el escaso número de gente que re-sidía en la villa. Así sucedió en 1577, cuando se rebe-laron los indígenas reducidos, y el procurador de laciudad, Pedro de Espinosa, solicitó al Cabildo que noconcediera permisos para ausentarse de la ciudad aningún «español». Algunos que, como el maestro Pe-dro de Vega, entre tantos otros, intentaron irse de lavilla fugitivamente, fueron multados con cifras ex-traordinarias, de hasta 200 pesos castellanos.

Puede decirse que entre 1573 y 1590, el númerode vecinos –hombres adultos mayores y casados,con casa poblada– oscilaba entre los 70 y los 100, yque el total de la población «hispánica» e hispano-criolla no debe de haber excedido en ningún mo-mento las 400 o 450 almas. El periodo crítico puedeubicarse, casi con certeza, entre 1576 y 1577.

Que no se trataba de puros hombres, se entiendepor las presiones de la Monarquía para conceder lavecindad: estar casado era uno de los requisitos. Pe-ro es verdad que en la documentación los datos so-bre las mujeres no son muy generosos.

Page 52: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

103Conquista y colonización hispánica

Paraguay a mediados del siglo XVII: continuaba ex-pulsando hombres hacia el sur. Su población des-cendía, incluso, a pesar de la enorme disponibilidadde mujeres y del gran número de nacimientos que seregistraba cada año. No hay que olvidar que, a loshijos nacidos de los casamientos entre hombres his-pánicos y criollos con mujeres indígenas y mestizas,deben sumarse los numerosísimos hijos naturalesque los hispanos tenían con sus mancebas y concu-binas. Este fenómeno, no obstante, no alcanzaba aequilibrar la demografía del lugar, sobre todo por lamigración de hombres jóvenes. Si bien Asunción fueel centro desde donde se disparó la fase exitosa deexpedición y conquista del área rioplatense, a me-diados del siglo XVII no lograba contener la pro-pensión a abandonar la ciudad que manifestabantanto españoles como criollos. Esa despoblación,además, incluyó a los indígenas guaraníes que, comoindios de servicio, acompañaban la venida de los po-bladores a Santa Fe y Corrientes.

Enfermedad y muerteLas poblaciones en general, y las indígenas en parti-cular, sufrieron los efectos devastadores de algunasolas epidémicas. En 1589, una tremenda epidemiaazotó regiones guaraníes, en Villa Rica. Según JuanCarlos Garavaglia, en el Paraguay, durante 1592, laepidemia abarcó desde Asunción hasta el Guayrá yen la segunda década del siglo XVII, se extendiódesde esa región hasta el puerto de Buenos Aires,afectando incluso los poblados del río Uruguay. Losguaycurúes sufrieron dos, mortales, en 1612 y 1617.Por el Paraná se propagaron otras tantas durante

102 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Los datos sobre los vecinos pueden confrontarsecon las actas del Cabildo de Santa Fe del año ante-rior y del año posterior al empadronamiento. Estemétodo permite confirmar que la cifra ofrecida porla fuente, si se toma como mínima, es fidedigna. Laenorme mayoría de los vecinos que ocuparon unpuesto en el cabildo durante esos años figuran en es-te padrón; de esta manera, la población «hispánica»de Santa Fe, en 1622, quizás alcanzaba las 650 per-sonas mientras que la total, contabilizando indíge-nas y estantes, pudo haber llegado al millar.

Años después, el número de pobladores parecehaber decaído un poco.

Para el padre Durán, Santa Fe contaba en 1639sólo con cien hombres y ciento setenta mujeres –en-tre europeos e hispanocriollos. Si se compara con lascifras propuestas para 1622, la caída es importante,pero sorprende el importante número de mujeres.Esta tendencia se verifica en las tres ciudades al surde Asunción: en 1639, Buenos Aires, Santa Fe y Co-rrientes tenían un número de hombres adultos blan-cos menor que en 1622.

En cuanto a la relación entre población indígenae hispánica, se puede comparar con la ciudad de Co-rrientes. En 1622, esta tenía 91 vecinos, 89 indios enla ciudad y 1292 en dos reducciones. Santa Fe, unos120 vecinos, 266 indios en la ciudad y 1007 en tresreducciones. Estos datos sugieren que para los mi-grantes españoles, el cordón litoral al sur de Asun-ción era poco atractivo y, además, que la diferencia-ción como centro urbano entre Santa Fe y Corrien-tes –fundada quince años más tarde– no era grande.

Sin embargo, había panoramas todavía peores.Así parece haber sido el que ofrecía Asunción del

Page 53: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

105Conquista y colonización hispánica

Mörner, su posición respecto de la Iglesia y de lasautoridades fiscales comenzó a cobrar importancia.

Los colegios jesuitas se mantenían gracias a losbeneficios que producían con la explotación de lastierras que habían adquirido o recibido por dona-ción. Después de 1630, cuando debieron evacuarapresuradamente el Guayrá a causa de las epidemiasy de las invasiones de mamelucos paulistas, volcaronel accionar de su congregación de lleno sobre el ladoeste del curso del Paraná bajo y ambas márgenes delRío Uruguay, llevando adelante la concreción de unviejo proyecto de Hernandarias de Saavedra.

Aunque tampoco hay cifras precisas para consi-derar la población indígena reducida en Santa Fe,problemáticas tales como la «saca» de indios o las

104 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

1615, 1618 y 1622. Las de la década de 1620 y de co-mienzos de 1630, que azotaron la zona de la OtraBanda del Paraná, afectaron duramente a la pobla-ción originaria de las reducciones santafesinas tantocomo a las pequeñas familias indígenas que estabana cargo de estancias en esas tierras. Durante el desa-rrollo de la ola epidémica que se inició a finales de1605 y culminó en 1620, se produjo un reflujo de laocupación humana en la zona, por lo tanto, se debi-litaron los vínculos intertribales e interétnicos, ensuma, sociales.

Esa epidemia se cobró sobre todo vidas de indí-genas, pero también la de algunos miembros delgrupo hispánico, de animales domésticos y de gana-do cimarrón. El área sufrió además la invasión degrandes felinos (yaguaretés o pumas, llamados tigrespor sus contemporáneos) que, ante el éxodo de hu-manos, virtualmente se adueñaron de los campos.

De los 266 indios que Góngora contabilizó en laciudad de Santa Fe hacia los años 1620s., 168 eranindios de servicio, 78 indias y 20 muchachos. Las re-ducciones albergaban 1273 naturales de la tierra.Los primeros, a pesar de múltiples ordenanzas quelo prohibían desde finales del siglo XVI, eran utili-zados como sirvientes en casas, chacras y estancias.

Los jesuitas, que tan enconadamente se opusie-ron a la servidumbre indígena en las tierras delGuayrá, no mostraron la misma actitud en Santa Fedurante este período. Probablemente estaban dema-siado ocupados en litigar con los encomenderos dela región norte. No obstante, la década de 1620muestra un importante avance en la participación delos jesuitas en la vida social y política del microcos-mos santafesino. Como lo ha señalado Magnus

Indios AbiponesIlustración de Martín Dobrizhoffer, en Historia de los Abipones

Page 54: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

107Conquista y colonización hispánica

Para saber más

ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA –editora–Nueva Historia de la Nación Argentina. 1 – La Argenti-na aborigen: conquista y colonización, Buenos Aires,1999.ARECES, Nidia –compiladora– Poder y Sociedad: SantaFe la Vieja (1573-1660), Prohistoria, Rosario, 1999.COMADRÁN RUIZ, Jorge Evolución demográfica argen-tina durante el período hispánico, 1535-1810, Eudeba,Buenos Aires, 1969.GAIGNARD, Romain La Pampa Argentina, Hachette,Buenos Aires, 1989.HERNÁNDEZ, Isabel Los Indios de Argentina, Mapfre,Madrid, 1992.TARRAGÓ, Myriam Los pueblos originarios y la conquis-ta, Tomo I de SURIANO, Juan (director) Nueva HistoriaArgentina, Sudamericana, Buenos Aires, 2000.

106 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

disputas por «feudos» sobre indios eran temas rele-vantes para los vecinos de la ciudad, lo cual permiteinferir que no los había en gran cantidad.

Hacia 1625, los vecinos consideraban que el nú-mero de indígenas disponibles para el servicio do-méstico y otras labores era insuficiente. El padre pro-vincial Francisco Vázquez Trujillo afirmó en 1630que un importante número de indios había perecidoen un grave incendio ocurrido en la ciudad. Según suopinión, se trataba de un castigo que el Señor les ha-bía infligido, sin duda, por sus gravísimos pecados.

En 1647, sólo vivían en las reducciones unos 70indios colastinés y 200 calchaquíes. Muchos indíge-nas habían huido hacia el norte. Por lo demás, loscambios en la organización a los que habían sido so-metidos, los modificaciones en la dieta y, sobre to-do, las alteraciones en sus ritmos vitales, afectarongravemente la reproducción de esas comunidades.

En rigor, la disminución de la población indígenapor incendios, epidemias, huidas, desestructuracióncomunitaria o traslados forzosos, fueron un factormás en el marco de un estrechamiento general de lascondiciones de reproducción social de todo el con-junto. Sin embargo, más allá del número de hom-bres y de mujeres, la reproducción «biológica» de lacomunidad hispánica no termina de comprendersesi no se observa, también, el funcionamiento de al-gunos dispositivos culturales.

El próximo capítulo analiza la ciudad como di-mensión política, como la arena donde se dirimía ladistribución social de los recursos materiales y sim-bólicos de esta frontera, de este universo signadopor la inestabilidad, la incertidumbre, la violencia y,por qué no, también por la creatividad.

Page 55: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

Capítulo 5

Una sede periférica de la Monarquía Hispánica

La ciudad era un nudo en una red. Un elemento deun conjunto. Fuera de ese conjunto, no era nada: laciudad de Santa Fe tenía sentido, para sus habitantes,para sus observadores, para sus vecinos y para susvíctimas, como parte de un cuerpo más vasto: el dela Monarquía Católica en expansión.

Hasta 1593, el Paraguay fue gobernado por Ade-lantados y sus tenientes; desde ese año, comenzó anombrarse un gobernador del Paraguay, dependien-tes del Virrey del Perú. Entre 1573 y 1618, la ciudadestuvo bajo la jurisdicción de la provincia del Para-guay y Río de la Plata, cuya cabecera era la ciudadde Asunción. Desde 1618, cuando esa enorme go-bernación se dividió en dos (la del Paraguay, por unlado y la del Río de la Plata, por el otro), la ciudadfundada por Garay quedó bajo la jurisdicción de laúltima, cuya cabecera se localizaba en la ciudad deBuenos Aires. Durante los años de vida de Santa Fela Vieja –es decir, entre 1573 y 1660–, estas goberna-ciones formaron parte del Virreinato del Perú y, es-taban subordinadas a la jurisdicción de la Real Au-diencia de Charcas. Este es el cuadro mínimo quedebe tenerse presente para conocer a qué autorida-des de la Monarquía estaban supeditados el cabildo

Page 56: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

111Conquista y colonización hispánica

compraba. Esto, sumado a la ausencia de un cuerpoorgánico de leyes que regulara el funcionamientodel cabildo y a la capacidad de éstos para redactarnormas específicas que permitieran su desempeño,convirtió a los gobiernos locales en sólidas fuentesde producción de derecho y en entidades autóno-mas de gobierno.

110 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

santafesino y los súbditos vecinos o residentes en laciudad. Algunas jurisdicciones eclesiásticas seránconsideradas en el próximo volumen.

El Gobierno y las JusticiasComo en todas las ciudades fundadas por la Monar-quía Hispánica en territorio americano, en el actomismo de su fundación, se instituyó en Santa Fe elórgano de gobierno y se designó a los hombres queiban a encarnar las funciones de gobierno y justicia.

El fundador tenía potestad y autoridad delegadaspara designar, en nombre del Rey, alcaldes y regido-res para tener en justicia y gobierno a la ciudad nue-va: en suma, para instituir el cabildo. Ciudad, go-bierno y justicia eran, en el orden jurídico-políticode la Monarquía, indisociables.

El conjunto de la Monarquía se pensaba como uncuerpo, como un organismo vivo donde cada una desus partes, ciudades y reinos, debían regirse, sinopor las mismas leyes, sí por los mismos principios.

El cabildo: alcaldes y regidores El cabildo se componía de alcaldes y regidores. Losregimientos –asientos de los regidores, hombres ele-gidos por el rey para representar sus intereses en losconcejos castellanos– habían sido introducidos en laMonarquía desde el siglo XIV, como una cuña delpoder del rey en los ámbitos locales. Las permanen-tes insuficiencias económicas de las arcas Reales hi-cieron que, bien pronto, esos oficios se pusieran enventa. Por lo tanto, el oficio de regidor se patrimo-nializó –es decir, pasó a ser propiedad de quien lo

Firmas de algunos de los integrantes de la hueste fundadora y de los primeros cabildos santafesinos

Page 57: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

113Conquista y colonización hispánica

los reinos peninsulares de la Monarquía Hispánica,los mismos vecinos que ocupaban alcaldías o regi-mientos se hicieron cargo, en un principio, de todasesas funciones.

El aumento del número de vecinos y la compleji-zación del grupo hegemónico hicieron que, con elpaso del tiempo, se crearan nuevos oficios y que la«doble ocupación» de cargos fuera desapareciendo.Esto aliviaba la carga de tareas para alcaldes y regi-dores, a la vez que ampliaba la oferta de plazas polí-ticas para un número creciente de hombres deseososde obtener participación y prebendas.

Los fundadores de ciudades no traían consigo unmanual de procedimientos y, según puede verificar-se, no eran letrados de carrera; en general, tampocohabían sido miembros de concejos.

Así como Garay y sus compañeros lo hicieronhacia 1573 en la fundación de Santa Fe, la mayorparte de los fundadores realizaban estos actos segúnla costumbre, es decir, según aquello que su propiaexperiencia, memoria o tradición adquirida les dic-taba.

La ausencia temporal o la muerte del alcalde im-plicaba que el regidor más antiguo lo reemplazara.Si, en cambio, el teniente de gobernador se ausenta-ba, quien debía presidir la conducción política de laciudad era el alcalde de primer voto. En el cabildosantafesino, las elecciones eran celebradas por loscapitulares salientes en la primera sesión de enero decada año. Las mismas no eran «abiertas». En gene-ral, un grupo reducido de vecinos se designaba en-tre sí y no fueron infrecuentes las presencias dehombres poderosos tratando de manipular este ya depor sí mínimo margen de libertad para elegir, lo que

112 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

La composición del cabildo santafesino siguió elmodelo de los que funcionaban en el Perú los cua-les, a su vez, se habían inspirado en los de Castilla.Por lo tanto, se formó de dos alcaldes, seis regidoresy un escribano, presididos por el Teniente de Go-bernador. A diferencia de lo que sucedió en Córdo-ba, donde se aceptó desde el principio la presenciade regidores perpetuos, Garay había decidido que enSanta Fe fueran cadañeros, es decir, que no pudieranocupar su silla por más de un año sin que mediara,al menos, uno de «descanso». No obstante, tambiénaquí, los regimientos se patrimonializaron muytempranamente: a comienzos del siglo XVII, estoscargos se ofrecían a la venta en las almonedas públi-cas (especie de remates) que se realizaban en la ciu-dad de La Plata, en la Audiencia de Charcas. Lospropietarios de las sillas (al puesto también se lo lla-maba silla), en general, hacían rotar en ellas a sus pa-rientes o deudos. Comprar las sillas de regidores deun cabildo podía resultar un buen negocio: así seconseguía instalar en el gobierno local a hombresque no podían negar favores. Aunque esto suene ex-traño, hay que decir que era completamente legal.Las leyes de la Monarquía lo favorecían y lo permi-tían. Y lo hacían, porque estaba prevista la existen-cia de mecanismos para que el funcionamiento delcuerpo fuera, de todos modos, casi equilibrado...

El cabildo fue, también, sede de otro tipo de fun-cionarios: oficiales de la Real Hacienda, alférezReal, alguacil mayor de la ciudad, alcalde provincialde la Santa Hermandad, depositarios, receptor depenas de Cámara, fiel ejecutor, etc. Excepción hechade los tesoreros de la Real Hacienda, que solían ve-nir desde fuera de la ciudad, incluso desde alguno de

Page 58: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

115Conquista y colonización hispánica

Del alcalde de primer voto se esperaba que obra-ra en conciencia. En la ceremonia durante la cual sele confería su autoridad, juraba solemnemente queguardaría la equidad, es decir, que cuidaría de dar«el derecho a las partes».

Este era el principio de la equidad, pero tambiénel de la justicia distributiva, que daba a cada quien loque le correspondía según su estatus. En ese mundopolítico previo a las revoluciones liberales, que loshistoriadores llamamos el Antiguo Régimen, la ad-ministración de la justicia, para ser justa, debía serasimétrica. El buen juez no era el que buscaba «lojusto» como un fin en sí, como si se tratara de algotrascendente, sino el que daba a cada quien lo suyo,de acuerdo a su posición en unas relaciones que eranfundamentalmente asimétricas.

El alcalde juraba sostener su humildad –no con-siderar su palabra como la última, obligándose aconceder apelaciones– y a realizar su labor «bien,fiel y cristianamente». La asociación entre fidelidady cristiandad no era casual: el imperio de la Iglesiaexigía ese vínculo, y la Monarquía Católica encarna-ba en el mundo terrenal los valores celestes que, des-de luego, impregnaban la concepción del poder des-de la teoría y desde su ejercicio.

El alcalde, entonces, debía administrar la justiciadel monarca y de Dios, que otorgaba a cada una delas partes lo que le correspondía según su derecho,es decir, según su posición en un marco de desigual-dades que se reconocía como natural y querido porDios.

Los alcaldes ordinarios podían impartir justiciaen primera instancia en pleitos sostenidos entre «es-pañoles» y también entre estos e indios. En el caso

114 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

no constituía, en absoluto, una anomalía. Ni en elcabildo santafesino, ni en ningún otro.

Los alcaldes: justicia y gobiernoLa más antigua de las actas del cabildo santafesinoque se conserva es de 1575 y corresponde a la pri-mera sesión del año. Allí se relata el acto simbólicomás importante de la vida de la ciudad: el rito por elcual el Cabildo renovaba la cesión de la capacidadde administrar justicia, poniendo en manos de suencarnación local, el alcalde de primer voto, la varade la justicia ordinaria.

El primero en recibirla fue Juan de Espinosa, de-signado por el fundador; tras la primera «elección»,lo sucedió Antonio Tomás, otro de los fundadores.El alcalde de primer voto era la pieza clave de la ad-ministración de la justicia ordinaria.

Los alcaldes eran dos: uno de primer voto (el querecibía la vara de la justicia) y otro de segundo voto.Estos, junto a los regidores, debían gobernar: darordenanzas, atributo de la autonomía de los gobier-nos municipales, y guardar el orden en la conviven-cia de toda la comunidad, preferentemente con suconsenso. A esto se le llamaba, en el siglo XVI, vi-vir en policía.

El escribano era el encargado de registrar en lasactas las discusiones entre alcaldes y regidores, asícomo de transcribir los autos de los procesos judi-ciales tenidos ante el alcalde de primer voto, titularde la justicia ordinaria, o del teniente de goberna-dor.

«Alcalde» proviene de la lengua árabe. Al-Cadi,en el mundo musulmán, era el juez-gobernador.

Page 59: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

117Conquista y colonización hispánica

El cuerpo de la justiciaLa palabra justicia se utilizó también para designar ala persona que oficiaba de juez. Decir a fulano topóla justicia esta noche y le quitó las armas... significa-ba que alguien había sido interceptado por una au-toridad con capacidad judicial.

La identificación entre persona y potestad eraotra forma de reconocer la prolongación de la auto-ridad del rey en su justicia, es decir, en su ministro.

Esta identidad entre el hombre y su función escaracterística del pensamiento político-jurídico dela época. Para citar un ejemplo: cuando el vecino deSanta Fe Sebastián de Vera Mujica obtuvo un permi-so del Teniente de Gobernador de Buenos Aires pa-ra recoger vacas cimarronas, dijo haber sido autori-zado por el justicia mayor.

La administración de la justicia requería de uncuerpo, ya que Su Majestad debía estar siempre pre-sente en todos sus tribunales, aunque no pudiera ha-cerlo personalmente. Así, la capacidad invisible e in-mortal de la administración de una justicia que nopodía ser atendida personalmente por el monarca,cobraba cuerpo y vida en su ministro.

Las varas de la justiciaPero el alcalde no era el único autorizado a adminis-trar justicia en la ciudad.

Cuando pasaba por ella un Adelantado o un go-bernador, cualquiera de ellos estaba investido tam-bién de una vara: la de justicia mayor. Se preveía quepodían tomar parte en asuntos excepcionales por laimportancia del asunto o por el prestigio de las par-tes que entraban en disputa. Pero también podía to-

116 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

de que sus sentencias fueran apeladas, una vez con-firmada la misma por una Real Audiencia, ésta de-bía devolvérselas para su ejecución. Tenía que saberleer y escribir y algunas leyes dadas por Carlos V yFelipe II afirmaban que debía preferirse para esteoficio a los conquistadores antiguos. Según expresomandato de esos monarcas, nadie que hubiera sidoalcalde una vez podía ser elegido nuevamente antesde pasados dos años y de haber sido residenciado.Esta regulación se llamó ley del hueco.

Portada de los Sumarios de la Recopilación General de las Leyes de Indias (1627)

Fotografía de Darío Barriera

Page 60: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

119Conquista y colonización hispánica

(1577 y 1580), la muerte del fundador (1583) y el as-censo al primer plano político de su yerno, Hernan-darias de Saavedra (desde 1592). A su vez, la ciudadenfrentaba problemas cada vez más complejos, locual obligó al cabildo santafesino a acompañar esoscambios. Durante este proceso, la sencilla composi-ción inicial de un cuerpo con dos alcaldes, seis regi-dores y un escribano presididos por un teniente degobernador fue adquiriendo otra forma. En algunoscasos, los nuevos oficios o cargos que se creaban tu-vieron como referencia situaciones precisas que in-terpelaron al cabildo exigiéndole la adopción de«medidas correctivas». En otros, el enriquecimientode su composición fue un derivado de la llegada denuevos funcionarios, en general vinculados con laadministración de la Real Hacienda, el ejercicio deescribanías o de funciones vitalicias.

Santa Fe designó su procurador antes de cumplirdos años de vida. Su función era gestionar para laciudad cuestiones concretas frente a autoridades deotra jurisdicción; aparte de esta tarea, como miem-bro del cabildo, podía presentar denuncias y exigirel cumplimiento de ordenanzas a otros vecinos.

Desde 1576 se constata la presencia de un alguacil–quizás mayor. En principio, el cargo lo desempeñabaun capitular –ese año, el procurador Romero. Peropronto se convirtió en un oficio cubierto por más deun año y, en general, por alguien que no ocupaba otrocargo sino excepcionalmente, lo que sugiere que pudohaber sido un oficio venal. Se obligaba a estar del ladodel rey si se producían revueltas y desobediencias. Sunombramiento se hizo al calor de los malestares pro-ducidos entre 1576 y 1577 por los excesos del goberna-dor Diego Ortíz de Zárate y Mendieta y de su gente.

118 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

carles administrar justicia ordinaria, en casos nor-males y de poca monta, sólo por estar allí al momen-to de la presentación del denunciante.

Lo mismo sucedía con los tenientes de goberna-dor y estas situaciones se daban en Santa Fe, BuenosAires, Corrientes, Córdoba, y en otras ciudades.Por este motivo, para imaginar la composición delos poderes en los siglos XVI y XVII, es necesariodespojarse de algunos prejuicios. Sobre todo, es im-prescindible olvidar de qué manera son las cosasdesde que existen los Estados Nacionales.

Algunas ciudades fueron sedes, también, de unalcalde mayor, funcionario Real de justicia al que es-taban sujetas varias ciudades. Cada uno de estos ofi-cios –y hubo otros más– confería la autoridad paraadministrar justicia.

No solamente podía haber muchos administra-dores de justicia con la misma potestad. Tambiénhabía, efectivamente, muchos centros desde dondese producía derecho.

El rey no era el único capaz de fabricar leyes. Po-dían producir derecho, también, los municipios, losConsejos, los gobernadores, los visitadores y, ade-más, la tradición oral: la costumbre de la tierra for-maba parte del derecho no escrito.

Las cambiantes formas del poder políticoConforme la ciudad se fue afirmando, se modificó lacomposición de su órgano de poder político y lasrelaciones que establecía con otros poderes.

Los primeros años de vida de la ciudad estuvie-ron signados por algunos sucesos significativos: dosfuertes rebeliones contra la autoridad de Garay

Page 61: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

121Conquista y colonización hispánica

(desalojos), ejecutar medidas y ordenanzas del ca-bildo, inspeccionar los contenedores físicos de lamedida de la arroba, la media arroba, de los barrilesde vino, el peso de los panes y, también, la fidelidadde las romanas (balanzas) de la ciudad y de las par-ticulares. Al principio fue un cargo ejercido de ma-nera rotativa entre los regidores, por dos meses ca-da uno, pero hacia el primer cuarto del siglo XVII,se transformó también en un oficio de carácteranual, siempre practicado por un regidor. Tanto es-ta función como el asentamiento en la ciudad de untesorero Real, están íntimamente relacionadas con laconsolidación de las primeras actividades agrícolas–las primeras cosechas exitosas–, la fabricación devino de la ciudad y, por sobre todo, con el despeguede un comercio entre ciudades que se iba afirmandolentamente.

Un pedido curioso…Las funciones de un importante capitán –que dehecho venía a la ciudad con la perspectiva de sersu Teniente de Gobernador– podían rozar cues-tiones bien alejadas del gobierno, la justicia y laguerra. Felipe de Cáceres, llegado en 1592 desdeAsunción, recibió un particular ruego de partede los miembros del cabildo: le solicitaron queel domingo diera a los vecinos una plática sobrecómo se hace un depósito para granero… El cabildo, como se ve, se las arreglaba para ob-tener servicios pedagógicos fundamentales:gestionar la difusión de los conocimientos ne-cesarios para conservar los granos era, eviden-temente, un asunto político de primer orden.

120 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

El tema del control interno de las «novedades»–palabra que se utilizaba para designar diferentes ti-pos de alteraciones al orden establecido– apareciócon mayor crudeza en 1581, el año después de la «re-belión de los siete jefes». Ese año se creó el cargo dealférez de la ciudad (alférez Real). En su designa-ción, se recalcó que si se ofreciere alguna alteracióno levantamiento, que sea de la parte de su majes-tad... De esta manera, se corporizaba en un oficial dela ciudad la investidura de la autoridad del rey. El al-férez debía portar el Real Estandarte como manifes-tación de esa autoridad, en nombre de la cual se ha-bía realizado la represión de la revuelta. Esta era unamanera de reforzar la autoridad de la república, através de imágenes y cuerpos.

A lo largo de esta década se constata la aparicióndel oficio de alcalde mayor (1583, presumiblementeconvertido luego, también, en un oficio patrimo-nial) y el de mayordomo de la ciudad (1584), desem-peñado por un vecino que no ocupaba en generalotro asiento.

El título de alcalde mayor que el Cabildo aceptóa Antonio Tomás en 1583, muestra otra de las su-perposiciones en la administración de la justicia:también éste era «Justicia Mayor» en la ciudad, igualque el teniente de gobernador y que el gobernador .En el caso de Santa Fe, además, las atribuciones deeste oficio se superponían masivamente con las delteniente. Como puede adivinarse, fuente de proble-mas...

Otra función de importancia se cubrió con la de-signación de cabildantes en el oficio de fiel ejecutor.Su función era la de controlar el respeto de los pre-cios fijados por el cabildo, efectuar lanzamientos

Page 62: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

123Conquista y colonización hispánica

¿Quiénes ocupaban las sillas en el cabildo?El cabildo santafesino se formaba por dos alcaldes yseis regidores. Los alcaldes, durante los primerosaños, siempre fueron peninsulares. Pero ya en losaños 1590 las regidurías fueron ocupadas por tresvecinos «nacidos en la tierra» y tres «castellanos».En la primera mitad de esa década, los «beneméri-tos» –es decir, los primeros en haber poblado la ciu-dad, los conquistadores más antiguos– no eran, ne-cesariamente, castellanos. Los «hijos de la tierra»habían obtenido vecindad e intervinieron en el cuer-po capitular santafesino.

La «composición social» del grupo que accedió alos oficios capitulares presenta algunos patrones:hasta 1591, los alcaldes de primer voto siempre fue-ron españoles peninsulares –incluido aquí AntonioTomás, que era portugués, de excelentes relacionescon el grupo fundador, por el cual fue tratado comoespañol. Pero sólo durante los años de 1580, 1582,1583, 1588, 1589, 1590 y en 1594, las regidurías serepartieron, por partes iguales, entre peninsulares e«hijos de la tierra». El resto de los años muestra unpredominio de estos últimos que, en muchos casos,alcanzaron incluso cuatro o cinco regidurías y hastael oficio de alcalde de segundo voto.

La compleja trama de la identidad…La dicotomía entre peninsulares e hijos de la tierradebe ser interpretada en su contexto. Los alinea-mientos y las asociaciones, desde mi punto de vista,incluyeron la cuestión del lugar de origen o de loslaureles de familia… Pero también intereses máspuntuales y concretos.

122 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Auto de Buen GobiernoCabildo de Santa Fe, siglo XVIIFotografía de Darío G. Barriera

Page 63: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

125Conquista y colonización hispánica

Por otra parte, el lugar de nacimiento –dentro deAmérica– también transmitía algún tipo de valoragregado –o de devaluación agregada. Por ejemplo,los hijos de padre y madre peninsulares nacidos en«el Perú» –españoles peruanos– tenían un estatutode «españoles» inferior al de peninsular, pero a to-das luces superior a un hijo del mismo tipo de ma-trimonio nacido en Asunción del Paraguay. Esta su-perioridad del vínculo de naturaleza, con su adjeti-vo americanizante, reproducía la jerarquía internade las sedes de poder de la Monarquía en América,dado que la centralidad de las principales ciudadesdel Virreinato del Perú expresaba la superioridadque este territorio trasuntaba sobre la gobernaciónparaguaya, su cabecera –Asunción– incluida.

Pensar la identidad, como se ve, implica reflexio-nar sobre criterios de agrupación atravesados porapreciaciones que algunas veces tienen su origen enrelaciones que no son evidentes.

Los hijos de padre español y de madre no consig-nada –es decir, de madre indígena– fueron llamadosen el Paraguay, durante el siglo XVI, «hijos de la tie-rra». Si pensamos que a comienzos del siglo XVIIAsunción tenía una población de 2000 personas, un90 % de las cuales eran mujeres indígenas, y se aso-cia este dato con la escasa cantidad de mujeres euro-peas ingresadas con los primeros españoles al áreaen 1537, es evidente que, hacia 1570, la mayor partede los hombres jóvenes –por ejemplo los embarca-dos con Garay a la fundación de un puerto (60 so-bre 70)–, eran hijos de madres indígenas. Eran, y es-to es lo pesado, «hijos de la tierra». Es por esto quela adopción del apellido materno entre los hijos deespañolas no sorprende, ya que funcionaba como

124 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

El crédito o el descrédito que suponía el vínculode naturaleza (el lugar de nacimiento) involucraba,en realidad, algo más complejo: se trataba de unacombinación entre el lugar de nacimiento, la purezade la sangre y las relaciones cultivadas durante va-rias generaciones. Para empezar, los «españoles pu-ros» (esto quiere decir nativos de alguno de los rei-nos de la Monarquía que contara con carta de lim-pieza de sangre) fueron reconociendo como sus pa-res a otros europeos, nativos de Amberes, o de Por-tugal, que muchas veces no tuvieron esa credencialde pureza de sangre o, en otros casos, la compraron.Además, pasadas tres décadas de la llegada de los es-pañoles que encararon la conquista, estos nativos dela Península ya tenían hijos nacidos en América, alos que transmitían su naturaleza de manera diversa.Un nativo de tierras americanas no tenía el mismoestatuto si había nacido de un matrimonio legítimoo de una relación de amancebamiento. En el marcodel matrimonio, el padre español podía transmitirnaturaleza entera si su mujer era también española,pero no era plena si se había casado con una indíge-na. El amancebamiento, en general, daba lugar alnacimiento de hijos naturales, no siempre reconoci-dos, y que eran designados genéricamente como hi-jos de la tierra.

Como se ve, la naturaleza tiene que ver sólo par-cialmente con el lugar del nacimiento, porque tomaen cuenta, además, el tipo de relaciones en las que seinvolucraba el progenitor: la pureza de la sangre noera una cuestión química, sino un derivado de losvalores religiosos y los valores sociales que participa-ban en la clasificación de las relaciones de familia.

Page 64: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

127Conquista y colonización hispánica

producía descontentos. No la discriminación basadaen el lugar de nacimiento, sino la preferencia deunos por sobre los otros, sobre cualquier base.

En este sentido, el hecho de que los alcaldes, alprincipio, hubieran sido en general peninsulares,también tiene su explicación: se suponía que domi-naban la escritura y que eran portadores de una cier-ta cultura jurídica, aprendida en la vida cotidianadurante los años de residencia en la Península o enAsunción o en el Perú… Pero también porque la ex-pectativa de la lealtad se construía con base en rela-ciones mantenidas desde antiguo.

Puede afirmarse sin faltar a la verdad que las ne-gociaciones entre los «puros» y los «contaminados»estuvo presente desde el primer momento.

La noche de corpus de 1580 es recordada por lahistoriografía de la provincia como la «rebelión delos siete jefes». Creo que de una manera algo confu-sa, se ha difundido cierta imagen heroica del hechoque consiste en presentar a algunos «hijos de la tie-rra» dando el primer grito de libertad en América…Nada más falso: mientras Garay había ido río abajo,a la refundación de Buenos Aires, un grupo de veci-nos, que tenía participación activa en el cabildo, li-deró una revuelta que depuso a las autoridades de laciudad leales a Garay. El propósito de la conjura erael de poner a la ciudad de Santa Fe bajo la jurisdic-ción de la provincia del Tucumán, gobernada porGonzalo de Abreu. Éste había ofrecido a los rebel-des mejorar su situación: apoyo con armas, caballosy, además, les había asegurado que tras la revueltaellos gobernarían la ciudad. El acuerdo para hacer larebelión fue firmado por treinta y tantos hombres:veinte de ellos cambiaron de opinión y, a la mañana

126 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

un elemento simbólico que permitía exhibir unaidentidad más conveniente, en este caso, la vincula-ción con un pasado español por las dos vías (mater-na y paterna).

Tampoco debe sorprender la mimesis entre losvientres indígenas y la tierra. Muchas sociedadescrearon o recrearon diferentes versiones del mito dela «madre tierra húmeda», presente tanto en cultu-ras americanas, indoeuropeas o eslavas.

En Santa Fe, hasta finales del siglo XVI, ser hijode padre español de nada valía a la identidad políti-ca deseable para ocupar una alcaldía de primer votosi la madre no portaba el mismo atributo. Esta dis-criminación entre españoles e hijos de la tierra es co-rrecta: pero no es racial ni se debe al lugar de naci-miento sino a las relaciones y a los valores que esasrelaciones sociales involucraban. Por otra parte,tampoco explica relaciones de exclusión política porsí sola… Un hijo de la tierra, bien vinculado, lealservidor del proyecto hegemónico, difícilmente fue-ra «perseguido» por sus pares peninsulares: bien alcontrario, seguramente fue apoyado, promovido ymejorado en su situación por alguno de sus jefes.

La presencia en el cabildo de hombres nacidos demadres indígenas, hijos naturales o bien, de hom-bres de la tercera generación de conquistadores delParaguay en el gobierno de la ciudad de Santa Fe eranecesariamente importante: fueron la mayoría delos hombres venidos con Garay, y sin su inclusión,ningún equilibrio político, aunque fuera precario,hubiera sido posible. La dominación no puede ejer-citarse sin consenso, y Garay lo sabía. Por lo demás,ningún órgano de gobierno de la Monarquía preveíala presencia de todos los vecinos: esto, desde luego,

Page 65: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

129Conquista y colonización hispánica

En una carta dirigida por el alguacil mayor Sebas-tián de Aguilera y el regidor Diego Tomás de Santu-chos al gobernador Fernando de Zárate en diciem-bre de 1593, la figura del gobernador fue definidacomo «Lugarteniente del Virrey Capitán General yJusticia Mayor de las dos gobernaciones del Río dela Plata y del Tucumán por el Rey....»

Este lugarteniente del virrey designaba su tenien-te en las ciudades importantes de la provincia (en elcaso y para el período que nos ocupa, no habría másque tres o cuatro). Su presencia pretendía ser, al me-nos desde temprano, el largo brazo del gobernador.El teniente era, entonces, la manifestación física dela voluntad del gobernador: pero también, la pruebamás irrefutable de su ausencia.

Debía jugar el papel de gozne entre dos niveles:uno, el lugar desde el cual era designado, el otro, ellugar donde debía llevar adelante su tarea. Era el en-lace entre el gobierno de la provincia del Río de laPlata y el gobierno local. Fue una de las tantas bisa-gras que permitían el funcionamiento de la Monar-quía. Este rol de articulador entre horizontes admi-nistrativos y de gobierno, no dependía únicamentede las atribuciones conferidas al cargo por la norma-tiva, ni siquiera por los mandatos más informales –yquizás políticamente más operativos– del goberna-dor de turno. Las distintas definiciones de los alcan-ces de este cargo emergían de la negociación deaquellos mandatos con las limitaciones que imponíael gobierno municipal. Los miembros del cabildoestaban dispuestos a ampliar, acotar, delimitar o exi-gir el cumplimiento de tales o cuales requisitos a unhombre que, por otra parte, en ocasiones ellos co-nocían mejor que su propio jefe.

128 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

siguiente de la noche del alzamiento, fueron los mis-mos que reprimieron la revuelta. Todos eran hijosde la tierra: rebeldes y represores.

A la salida del motín de 1580, lo que aparente-mente era un grupo, al calor del conflicto, se fraccio-nó y creó dos: la afirmación del grupo triunfante fuela consolidación, aparentemente paradójica, de algu-nos de los hijos de la tierra, convertidos en benemé-ritos por razones de antigüedad (formar parte de lahueste), de precedencia social (posesión de solar, ve-cindad, propiedades y encomiendas) pero sobre to-do de lealtad. Era el servicio que habían prestado a sujefe (Garay) y al Rey, lo que los convirtió en bene-méritos. Quienes tomaron el control del cabildo san-tafesino desde entonces no dejaron de ser «hijos dela tierra» ni pasaron a ser «españoles»: lo que reciclósus identidades y, de hecho, benefició el prestigio deser hijo de la tierra fue su participación en la repre-sión del mismo conflicto que habían iniciado. Fue,curiosamente, un premio a la lealtad de los traidores.

Los hijos de la tierra hicieron pie con firmezadesde los inicios, subrayando su presencia y preemi-nencia cuando, tras reprimir la rebelión que ellosmismos habían planteado en 1580, se alinearon de-trás de la bandera de la honra de su rey.

El gobernador y su tenienteAunque la ciudad de Santa Fe, en varias ocasiones,hospedó y hasta dio residencia a gobernadores yAdelantados, nunca fue oficialmente su sede. La se-de del gobernador al cual estaba sujeta la ciudad deSanta Fe fue Asunción, hasta 1618 y después de eseaño, Buenos Aires.

Page 66: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

131Conquista y colonización hispánica

cabecera de la gobernación; otras, la fluidez de suscontactos. En diciembre de 1619, el teniente de go-bernador Alonso de Ávalos, fue comisionado por elCabildo para reclamar y negociar en Buenos Aires,ante el gobernador Góngora, licencias de vaquería yordenanzas de vaqueo –de permisos para recogerganado cimarrón. Un regidor, Cristóbal de Arévalo,impugnó esa designación y solicitó –con éxito– quela negociación la realizara Sebastián de Vera Mujica,que era vecino de la ciudad… En este caso, es muyposible que el regidor Arévalo haya considerado le-sivo para los intereses locales que ese negocio fueratratado por alguien de confianza del gobernador,prefiriendo que la representación la realizase un ve-cino. También es posible que tuvieran otros nego-cios que tratar en Buenos Aires, y por eso, como su-cedió en otras ocasiones, se intentaba imponer elnombre de un vecino que podía atender otros asun-tos.

La figura del teniente no era percibida de una ma-nera unívoca: ni durante los primeros años de la ciu-dad (cuando normalmente fue un vecino) ni duran-te el siglo XVII, cuando el hombre de confianza delgobernador provenía casi siempre desde Buenos Ai-res. Su gestión podía afectar intereses negativamen-te, pero también podía encontrar aliados bien dis-puestos, ávidos de aceitar sus relaciones con la cabe-cera de la gobernación. En definitiva, su rol de bisa-gra entre gobiernos –el provincial y el local– carac-terizó la función, provocando adhesiones y descon-tentos según favoreciera los intereses de los unos ode los otros. Lo que de todos modos queda muy cla-ro es que cuando la ciudad se veía en apuros, se car-gaba sobre esta figura todo el peso de la defensa de

130 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Sus funciones estaban vinculadas con el gobiernoy con la justicia, ya que portaba vara de justicia ma-yor. Pero, sobre todo, se esperaba de él que tomaralas decisiones impostergables relativas a la defensade la ciudad: en una ciudad que era fronteriza, lascuestiones de guerra eran cruciales.

Los asuntos de guerra, pacificación, reducción ycastigo de los naturales tenían, en esta ciudad querecién se asentaba, capital importancia. Esto le con-fería autoridad y prestigio, pero también responsa-bilidades y urgencias.

El teniente de gobernador era también el encar-gado de nombrar «...caudillos y caporales....», pe-queños jefes pobremente armados que, abusandodel lenguaje, podría decirse que componían las «mi-licias» que la ciudad disponía para defender sus tér-minos de ataques indígenas y de bandidaje. Lascuestiones relativas a los indios comprendían lostres ámbitos de su desempeño: debía gobernarlos,combatirlos (guerra) y, si fuera necesario, juzgarlos.Presidía las sesiones del cabildo, para lo que teníavoz y, eventualmente, voto. Su intervención era de-cisiva cuando había que desempatar las votacionesen algún asunto. En ocasiones, cuando se los desig-naba, se le confería el poder de remover cargos delcabildo.

Otras funciones provenían de poderes otorgadospor el Cabildo para realizar una tarea específica.Aunque la representación de la ciudad frente al go-bernador u otras autoridades recaía normalmente enun vecino investido de la figura de procurador, algu-nas veces fue depositada en el mismo teniente de go-bernador. Esto se debió, en general, a razones prác-ticas: en ocasiones, se aprovechaba un viaje suyo a la

Page 67: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

Capítulo 6

Asuntos del comúnla agricultura, el pan, el vino, los precios y el comercio

Se ha visto cómo estaba compuesto y organizado elcabildo, que este era el gobierno de la ciudad y se hareseñado qué conflictos podía sostener con los dele-gados de sus autoridades superiores. Sin embargo¿por qué motivos sería tan importante hacer partede esa pequeña reunión, casi íntima? ¿Qué cosas de-cidían en el cabildo de la ciudad esas pocas personasque allí se reunían? ¿Por qué su nombre, en nuestramemoria, está asociado a la imagen muy fuerte deun lugar donde se han tomado decisiones extraordi-narias? ¿Debemos esa imagen idealizada solamentea los manuales escolares y a las ilustraciones de re-vistas infantiles?

La sede de la políticaEl cabildo era la sede del poder político local y lapolítica era, y es todavía, el ámbito donde se discu-te, institucional o extrainstitucionalmente, la distri-bución de los recursos materiales y simbólicos. So-bre todo, los que denominamos económicos.

Durante el periodo colonial, las decisiones sobreasuntos que interesaban a toda la comunidad se to-maban en el cabildo. Por este motivo, los temas que

132 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

la frontera; en cambio, cuando la ciudad tenía quedefender sus intereses, el largo brazo del goberna-dor quedaba firmemente atrapado entre las muchasmanos de los humildes pero poderosos vecinos…

Para saber más

BARRIERA, Darío «La ciudad y las varas: justicia, justi-cias y jurisdicciones», en Revista de Historia del Dere-cho, Núm. 31, Buenos Aires, 2003.CARZOLIO, María Inés y BARRIERA, Darío Política, Cul-tura, Religión. Del Antiguo Régimen a la formación delos Estados Nacionales. Homenaje a Reyna Pastor, Pro-historia Ediciones, Rosario, 2004.SIERRA, Vicente Historia Argentina, Tomos I y II, BuenosAires, 1970.ZORRAQUÍN BECÚ, Ricardo Los Cabildos Argentinos,Buenos Aires, 1956.

Sobre la «rebelión de los siete jefes», por su curiosa forma ypor su carácter apasionado, destaca Aquella noche de corpus,el cronicón poemático de Mateo Booz, publicado en 1942.

Page 68: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

135Conquista y colonización hispánica

Medir las cosas, pensar los valoresConvertidos en vecinos y reunidos en cabildo, loshombres que fundaron Santa Fe sabían que era im-prescindible medir, tasar, pesar y valorizar confor-me a un único criterio, puesto que la existencia demás de una regla agitaba los ánimos y dificultaba losintercambios. Debía establecerse un marco de refe-rencias para poder vivir en razón. Esto era impor-tante para la convivencia interna. Pero también eramuy conveniente tener criterios sobre pesos y me-didas similares a los utilizados en otras ciudades conlas que se tenía trato.

Las discusiones sobre pesos, medidas, precios,aranceles y otras equivalencias siempre estuvieronvinculadas al universo de la producción y del inter-cambio. Existen muchas maneras de entrar en estemundo: una de ellas es describiendo sencillamentequé cosas se plantaban, cuáles se compraban y quéotras se vendían en la ciudad. Sin embargo, comen-zar a conocer las actividades ligadas a la superviven-cia y a la reproducción de las comunidades a partirde los criterios que utilizaron para medir la tierra,pesar los granos o pagar los servicios de artesanos,permite acceder a los datos desde una mirada muchomás apasionada: la que tenían sobre su propia reali-dad los hombres y las mujeres que decidían qué co-sas hacían con sus huesos y sus pescuezos.

Medir la tierra Lo primero que se repartió fue la tierra. Esto signi-fica que, decidir de qué manera se medían las exten-siones que se estaban asignando, fue un asunto apre-miante que debió resolverse en la primera hora.

134 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

allí se trataban eran considerados asuntos del co-mún. Cuando se defendía los intereses de la ciudadpor encima de los de otros, se decía buscar el bien detoda la república –ya que el término república, figu-rando la «cosa pública», significaba también el inte-rés de toda la ciudad.

En este dispositivo, entonces, se tomaban decisio-nes importantes que afectaban a todos los miembrosde la comunidad. Esas decisiones, algunas vecesafectaban incluso la vida de quienes solamente esta-ban de paso por ella.

Lo que despertaba el interés por integrar esecuerpo era que las decisiones tomadas por el Cabil-do tenían un impacto general sobre la vida de todaslas personas que formaban parte de la comunidad.

Sus resoluciones se expresaban a través de autosde buen gobierno, de ordenanzas o de bandos, yeran voceadas en la plaza pública por un pregonero.

Como puede verse, la publicidad de las leyes delmunicipio dependía de la voz que corría… Era nece-sario, por lo tanto, estar atento a lo que se decía en laplaza o, al menos, estar comunicado con quien pasa-ba bastante tiempo cerca de ella: así, pequeños mer-caderes, lavanderas, proveedores de alimentos y has-ta jóvenes artesanos debían hacer correr la voz paraque esas decisiones se convirtieran en pública voz yfama. El rumor, el aviso y el chisme mantenían in-formado a quienes vivían algunos metros más allá dela plaza... Esto, claro está, no valía sólo para las deci-siones del cabildo: el rumor llevaba y traía, también,informaciones consideradas más sabrosas.

Page 69: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

137Conquista y colonización hispánica

Hoy en día está en vigor el denominado sistemamétrico decimal. Sin embargo, el mismo no existedesde siempre: en realidad, es bastante reciente y fueel primero en tomar en cuenta fenómenos astronó-micos independientes del hombre.

El Sistema Métrico Decimal es el único que ame-rita llamarse «sistema», porque todos sus ele-mentos están relacionados entre sí a partir deproporciones exactas, invariables y universal-mente válidas. Esta «universalidad», es justo re-cordar, fue trabajosamente impuesta a partir delprimer cuarto del siglo XIX. Es también el pri-mero, en toda la historia de la humanidad, basa-do en una convención internacional que se pre-tende universal e inextinguible. Un sistema deEstados Nacionales reconoce su validez. En laRepública Argentina, fue adoptado por una leysancionada el 10 de septiembre de 1863. Otra ley,del 13 de julio de 1877 estableció su uso obliga-torio, para todo el territorio nacional, en todoslos contratos y transacciones comerciales, que-dando sin efecto el uso de pesos y medidas deotros sistemas desde el 1 de enero de 1887.

Hasta entonces, se convivía con unidades de me-dida de diferente tipo, que no constituían, precisa-mente, un sistema. Algunas, por ejemplo, eran an-tropométricas (es decir, fijaban equivalencias hacien-do referencia a distintas partes del cuerpo humano)otras, itinerarias (utilizadas para medir extensionesde camino). A estas también se las llamó geométri-cas, es decir, unidades para medir la tierra. Ciertasmedidas eran válidas para líquidos y sólidos; algu-

136 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Plano de GarayReparto de solares en la ciudad de Buenos Aires

(el de Santa Fe no se conserva)

Page 70: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

139Conquista y colonización hispánica

ducían una diversidad importada de la PenínsulaIbérica.

Así, por ejemplo, el «paso» –medida que valía 5pies y de la que hacían falta 3600 unidades para ha-cer una legua– presentaba en la Península diferen-cias regionales marcadas. Al contrario, la vara paramedir el lienzo, utilizada por comerciantes que cir-culaban por todas partes, gozaba de mayor homo-geneidad. Por lo tanto, la legua utilizada por Garayparece haberse compuesto no a partir de «pasos» si-no a partir de «varas de medir lienzo». Unidades an-tropométricas (pies y pasos) coexistían con las de-nominadas «itinerarias», «agrarias» o «geométricas»–que cubrían la insuficiencia de las primeras paramedir grandes extensiones y su relación de propor-cionalidad, siempre era materia de discusión.

Como otros intentos anteriores (el de Alfonso elSabio en el siglo XIII y el de los Reyes Católicos afinales del siglo XV), la Pragmática dictada por Fe-lipe II en 1587 condenaba el uso de medidas hetero-géneas dentro de la Monarquía Hispánica y tambiénen de sus provincias americanas. Al gobernador delRío de la Plata se le ordenó la utilización de la «le-gua vulgar» en lugar de la «legua legal». Sin embar-go, como en muchas otras ocasiones, la voluntad delmonarca podía quedar en letra muerta…

Medir la tierra formaba parte de una operación deimportancia capital: delimitar las parcelas asignadasen propiedad. En algunos cabildos, como en el deBuenos Aires, hubo un «medidor de tierras». EnSanta Fe, la función la ejercía el fiel ejecutor, aunquealgunas veces la tarea era encargada a personas peri-tas e informadas. La intervención del «medidor detierras» o «amojonador» generaba un arancel que

138 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

nas extensiones geográficas se pensaban en tiempo, yademás, las mismas unidades no medían lo mismoen todos los reinos ni en todos los pagos... Confir-mado: no había un sistema de medidas.

La medida más frecuentemente utilizada para me-dir la tierra fue la legua. Sin embargo, su extensiónvariaba de una provincia a la otra. Así, en el Río de laPlata tenía una extensión diferente que en la del Tu-cumán. Juan de Garay, al repartir las tierras entre suhueste, en Santa Fe y Buenos Aires, utilizó una leguade 6.000 varas. La legua utilizada, de 6000 varas, te-nía equivalentes antropométricos: 18000 pies, 3600pasos geométricos o 7.200 pasos comunes. Esta le-gua era una quinta parte más extensa que la «leguajurídica», de 3000 pasos geométricos (tres millas) yun diez por ciento más corta que la castellana (de4000 pasos). España no tuvo una legua única hasta1801. Es por esto que cualquier generalización quese haga respecto de su medida para los siglos anterio-res está simplificando groseramente una realidad ri-ca en diversidades.

Como puede imaginarse, la adopción de diferen-tes extensiones para la misma medida podía originaralgunos conflictos entre ciudades y hasta entre par-ticulares. Sin embargo, como los territorios no eranefectivamente controlados en toda su extensión yhasta todos sus confines, solamente hubo pleitos ensituaciones muy puntuales, cuando alguien realiza-ba algún reclamo.

Un gran estudioso de estos temas, el ingenieroAugusto Fernández Díaz, opinaba que pesos y me-didas, en América, fueron diferentes entre sí a causade los disímiles bagajes culturales que traían consi-go los conquistadores. Esto quiere decir que repro-

Page 71: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

141Conquista y colonización hispánica

La coyuntura del traslado de la ciudad vieja a susitio actual avivó una pequeña ola de reclamos com-pensatorios por parte de quienes se denominaron«afectados» o «con necesidad de reparación» por latraza y el reparto en el nuevo territorio. No estuvoa la zaga el número de quejas por imprecisión en losamojonamientos de las estancias. Los lindes entrelas propiedades se establecían con las típicas marcasdel paisaje, perceptibles visualmente: los puntos dereferencia para los vecinos de Santa Fe eran aguadas,arroyos, árboles llamativos, una punta en la ribera…

El guardián de las justas medidasEl Cabildo entendía que unificar pesos y medidasera un síntoma civilizatorio. Así lo manifestó el Pro-curador de Santa Fe en 1575, cuando exigió a sus al-caldes y regidores: que haya en esta ciudad peso ymedida para que vivamos en razón.

A pesar de que se trataba de un problema urgente,el cabildo santafesino designó por primera vez un fielejecutor en 1584. Este oficio fue ocupado rotativa-mente por un capitular –en general un regidor, aunquetambién lo hicieron alcaldes de segundo voto.

Al fiel ejecutor se le encargaban asuntos relativosal cuidado del aspecto físico de la ciudad: rellenar unpozo existente en la plaza, arreglar una calle arrui-nada por el agua tras las lluvias o la creciente, sacarlos basurales que se formaban en las calles y hastaconstruir una casa para cabildo. Sus funciones in-cluían aplicar las sentencias dictadas por el alcalde opor el cabildo: multas, desalojos, apresamiento decuatreros… Estas tareas, a veces eran encargadas adiputados de la ciudad.

140 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

no siempre era pacíficamente pagado por el intere-sado.

En coyunturas particularmente conflictivas (co-mo las vividas en Santa Fe a finales de la década de1620 o durante la década del trasiego, 1650-1660)los vecinos reclamaron reamojonamientos, nuevosrepartos, compensaciones y hasta nuevas medicio-nes a las que, en ocasiones, debió asistir el mismo al-calde ordinario –lo que confería al acto el carácterde un auto judicial. El otro motivo que volvía fun-damental medir la tierra era la demarcación de los«mojones» de la ciudad. Cada año se arrendaba la«mojonería».

El amojonamiento estaba ligado a las marcas ju-risdiccionales pero sobre todo al pago de algunasrentas: el «derecho de mojón» (una tasa a la entradade vino), fue uno de los principales ingresos del ca-bildo santafesino. Esta renta podía ser arrendada aun tercero o bien podía ser cobrada por el fiel ejecu-tor directamente para la caja de la ciudad.

Medidas de tierra y marcas en el terreno determi-naban las jurisdicciones de las ciudades. Sin embar-go, Santa Fe y Córdoba mantuvieron diferencias so-bre sus jurisdicciones durante todo el periodo colo-nial y más allá. Estos atravesaron la era de la confor-mación de los estados provinciales, y no se zanjaronhasta finales del siglo XIX. Los pleitos con vecinosde Santiago del Estero a causa de que recogían gana-do en territorios santafesinos fueron frecuentes.Muchas veces se solicitó al cabildo la designación deperitos para medir tierras para establecer los confi-nes de propiedades; estos problemas eran productode la «invasión» de cabalgaduras y ganado suelto so-bre los bordes de chacras cultivadas.

Page 72: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

143Conquista y colonización hispánica

Durante los primeros años, el cabildo santafesinono definió precios de productos líquidos; aunqueviñas y algodonales fueron los primeros cultivos, lasheredades (nombre que tenían las primitivas tierrasde viñedo) demoraron algunos años antes de que seprodujera a partir suyo algo de vino –y, en conse-cuencia, de vinagre.

En 1616, el Cabildo estableció como unidad demedida para el vino y el vinagre la media arroba deAsunción. Se trataba de un tonel construido en ma-dera que había hecho enviar el gobernador Hernan-darias desde el cabildo de Asunción, junto con unacarta en la que se planteaba el acuerdo con Santa Fepara tener la misma medida. Luis de Lencinas (fielejecutor de ese año) fue comisionado para confec-cionar una réplica y se fijaron penalidades paraquienes utilizaran otras diferentes.

Al año siguiente, se denunció que los barriles devino estaban «mal construidos» y se comisionó alfiel ejecutor la inspección de la confección de unosnuevos. A comienzos de 1617, la entrega del barrilde la media arroba al alguacil mayor se realizó con-juntamente con la «caja de la vara de medir», el se-llo y una balanza rota. En enero de 1621 se negocióque los patrones y medidas utilizados en la ciudadde Santa Fe fueran idénticos a los de Buenos Aires.El informe de los porteños llegó en el mes de abril,acompañado por las respectivas muestras: una me-dia fanega de madera y un cuartillo de cobre.

Esos fueron los objetos que desde entonces regu-laron las medidas en las transacciones realizadas enSanta Fe: el Cabildo sancionó su uso obligatorio.

Las indefiniciones parecen haber causado proble-mas todavía en 1648, cuando el Cabildo creó una

142 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Pero además de todas estas funciones, el fiel eje-cutor santafesino se ocupaba, sobre todo, de otroaspecto de lo justo. Fue una suerte de inspector depesos y medidas, el encargado de controlar los pre-cios en las tiendas y mercados así como los arance-les que podían cobrar los artesanos. El teniente degobernador también tenía cierto poder sobre el te-ma: podía convocar a refrendar y concertar pesos ymedidas dentro de quince días y el incumplimientode esta convocatoria se penaba con multas severas.

En 1590 fue nombrado en ese oficio el vecinoDiego de la Calzada. Presentó ante el Cabildo un re-gistro de varas y medidas confeccionado por él mis-mo. El tema era importante y urgente porque la ciu-dad se involucraba en el intercambio mercantil, y sevio obligada a ponerse a tono con las otras para «vi-vir en razón»: en buen romance, para participar delas convenciones mínimas que permitieran a sus ve-cinos comerciar con los de otras ciudades.

La preocupación de los capitulares por la fijaciónde pesos y medidas fue incrementándose, lo mismoque la variedad de las producciones y los ritmos yflujos del intercambio de la ciudad. Esto, claro está,aumentó el número de situaciones en las que lacuestión de las cantidades en su justa medida pre-sentó aristas conflictivas.

La fidelidad y la estafaLa arroba era una pesa de veinticinco libras de a dieci-séis onzas cada una. A pesar de haber sido definida pa-ra materiales sólidos, fue aplicada también a líquidos y,por si esto fuera poco, el peso de los líquidos que semedían con ella también variaba, según las provincias.

Page 73: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

145Conquista y colonización hispánica

primera, el Cabildo compró una nueva. Los ingre-sos que producía, se dijo, eran importantes: el im-porte recaudado por este concepto en 1640, bastó ysobró para agasajar al Gobernador con pan y vino,pagar cercos, corrales y hasta para aderezar el librodel cabildo, muy deteriorado. Cuando en 1647 elgobernador Jacinto de Lariz suspendió el cobro delderecho de romana, la ciudad reaccionó como unleón herido: apeló la medida, pidiendo la restituciónde ese derecho al visitador Garavito… El clima de ladécada de 1650 –marcado por las necesidades y ur-gencias que se desprendían del traslado de la ciudadal nuevo sitio– requería custodiar celosamente cadafuente de ingreso…

El precio del trabajoEntre las tareas del cabildo, la de fijar precios, aran-celes o equivalencias entre valores no era la menor.Los precios constituían esa tan especial medida delas cosas –una simbolización del valor de las cosas,del trabajo y de los servicios– y estaban expresadosen moneda.

Sin embargo, no debe pensarse que, como hoy, lamoneda era una, y que tenía necesariamente las ac-tuales formas del dinero… El Cabildo establecióprecios y aranceles en moneda de la tierra, es decir,en productos que en ese lugar funcionaban como elpatrón de referencia para fijar valores equivalentes.Las monedas de la tierra, en Santa Fe, fueron el lien-zo, el hierro, el acero, las gallinas, los patos y hastalas vacas.

Las tasaciones fijaban los aranceles máximos queel Cabildo autorizaba cobrar a los artesanos y ofi-

144 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

nueva media arroba de madera y se adoptaron pesosde hierro y sellado. La necesidad tuvo, aquí tam-bién, cara de hereje: en 1656 el Fiel Ejecutor fueamonestado por el Cabildo, que le prohibió «pres-tar» a particulares las cuartillas de cobre que, su-puestamente, sólo debían utilizarse en asuntos ofi-ciales. No obstante la indignación general, se llegó auna solución creativa: terminaron autorizando laconfección de réplicas de barro.

La cuestión de la «balanza de la ciudad», como enla Biblia, está ligada con la estafa. Las quejas respec-to de su «fidelidad» fueron permanentes: tanto porventas al menudeo como en las operaciones dondeintervenían grandes comerciantes, que traían merca-derías procedentes de otros puertos.

La primera balanza fue comprada en 1591 a unmercader llegado de Asunción. Hasta entonces, laciudad no tenía la suya propia, por lo que quedabaa merced de los pesos declarados en origen o del pe-saje realizado por algún particular.

El peso falso es abominación a Jehová, mas la pe-sa cabal le agrada… (Proverbios, 11: 1)

La cuestión del peso tenía connotaciones religio-sas… pero también generaba aranceles. El Cabildoreclamaba su «tercio» a quienes entraban a comer-ciar en la ciudad sin declarar sus mercancías y en1615, debido al «gran desorden habido en las ven-tas», designó un encargado de la romana. La rentade la romana se subastaba cada año. Fue otro de losprincipales ingresos de la ciudad vieja.

Cuando la balanza se rompía, su arreglo era unasunto urgente. En 1620, tras reparar varias veces la

Page 74: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

147Conquista y colonización hispánica

Algunas áreas inmediatamente contiguas a loscentros de acuñación de la plata, como Charcas, olas comercial y fiscalmente privilegiadas, como Li-ma y Buenos Aires, veían circular moneda metálica,pero sufrían el problema de la falta de moneda chi-ca en los patrones de acuñación. Otras, como SantaFe, a pesar de estar en un lugar privilegiado en la ru-ta comercial entre Asunción y Potosí, no recibíanmoneda suficiente para los intercambios mínimos.

En junio de 1577, faltaba en Santa Fe incluso mo-neda de la tierra. La falta de lienzo impedía el inter-cambió con Asunción; para reservar lo poco que ha-bía, se decidió que en la ciudad fueran aceptados co-mo medio de pago vacas, ovejas, cabras, caballos,puercos, pellejos de nutrias, cueros crudos, ciervosadobados o cualquier otro tipo de animal. De estamanera se pagaban incluso los aranceles eclesiásticosy los servicios de los visitadores o abogados de laReal Audiencia. La escasez estacional del lienzoprovocó, en varias oportunidades, su abandono co-mo unidad de valor monetario en los aranceles. Lomismo sucedió con el hierro. En 1594, por ejemplo,una visita de indios se pagó en lino y sayal.

Las inundaciones de 1594 provocaron una nuevaescasez del lienzo, la moneda de la tierra. El Cabil-do solicitó a la Real Audiencia de Charcas que lepermitiera pagar las mandas graciosas que tocabanal juez Juan de Betancur con bueyes y caballos.

Que «bueyes y caballos» fueran consideradosmoneda corriente de la ciudad en 1594 o que la «ca-beza de ganado» haya sido sancionada como mone-da de la ciudad desde 1625 y su equivalencia se fija-ra en un peso por unidad, no puede vincularse –co-mo se verá en el próximo capítulo– única y mecáni-

146 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

ciales por su trabajo. Tenían el carácter de ordenan-za y su cumplimiento era controlado por dos miem-bros del cabildo. Desde 1581, los artesanos consi-guieron que uno de los dos tasadores fuera un cono-cedor del oficio cuyos honorarios se regulaban.

En 1584, moler una fanega de trigo costaba lomismo que la fanega –medida para granos en gene-ral. Esa relación no reproduce en absoluto la plan-teada en el caso de los oficios, donde el trabajo de untalabartero o de un carpintero siempre era superioral costo de los materiales que le eran entregados. Es-to parece inclusive más intrigante si se tiene encuenta que el objeto principal de la demanda deconsumo eran las harinas y no el grano de trigo. Elprecio de los cereales, del maíz y de los productosconsiderados importantes por el cabildo, hace buencontrapunto con la fijación de los aranceles de losartesanos: los trabajos vinculados con la ganadería,como la confección de aperos para realizar vaque-rías –provistos de silla y fuste–, resultan comparati-vamente altos frente al de una fanega de trigo, cerealque escaseó frecuentemente.

¡Dónde hay un mango, viejo Gómez!Al igual que en Asunción del Paraguay, la principalmoneda en la que se fijaban las tasaciones y los pre-cios fue la vara de lienzo, aunque había «monedasmás pequeñas», como las gallinas o los pollos. Estono constituye una peculiaridad santafesina. Al con-trario, fue el modo más corriente de resolver la re-presentación de las equivalencias sociales del valoren la mayor parte de los territorios de la MonarquíaCatólica.

Page 75: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

149Conquista y colonización hispánica

nos, debía pagárseles como era habitual, en hierro yplata, por mitades, salvo cuando ellos mismos acep-taran cobrar en productos de la tierra. En 1638, se lepagó con frutos de la tierra nada menos que a unjuez de residencia, el licenciado Gaspar ÁlvarezMonroy. Con solvencia desigual, según el trato y lacoyuntura, desde gallinas hasta el lienzo servían co-mo moneda de pago.

Nadie, ni arcedianos, ni letrados ni funcionariosReales, nadie, escapaba al discreto encanto de laeconomía local.

Tasa de precios en Santa Fe -extraído de las Actas de Cabildo: ortografía original

(1577) cabildo de marzo o junio«...una cría de vacas y de hiegua una quarta de lienzo y de

todo ganado menudo una libra de algodón o su valor...»

(1577), 3 de dic. Valoresuna cria de baca una quarta de lienzouna cria de hiegua una quarta de lienzouna cabeza de hoveja una libra de algodónuna cabeza de burra media libra de algodónuna vara de lienzo tres libras de lanauna vara de lienzo tres libras de algodón

(1581) precios de los bastimentos, sesión del 9 de enerouna fanega de trigo quatro varas de lienzouna fanega de frisoles quatro varas de lienzouna fanega de maiz tres varas de lienzo

148 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

camente con el hecho que hubiera muchas cabezasde ganado.

Desde 1611, el tributo exigido a los indígenas po-día ser integrado por ellos en especie. Aunque la ta-sa que debían pagar se expresaba siempre en pesos yreales, el visitador Francisco de Alfaro propusounas tablas de equivalencias entre valor moneda y laproducción de los indígenas de las regiones cercanasa Asunción y a Santa Fe.

Quienes podían manejar algo de metálico fueron,en general, grandes comerciantes y especialmentefleteros, estantes o forasteros allegados a algún veci-no, pero casi nunca vecinos de la ciudad. La ruta delmetálico, hacia el sureste, desembocaba en el puertode Buenos Aires, pero con la creación de la AduanaSeca de Córdoba en 1623, el flujo de la moneda me-tálica parecía cortarse a mitad de camino (aunque sesabe que la ciudad porteña contaba con mecanismosbien aceitados para que el metal potosino llegarahasta ella de todos modos). Como se dijo, la circu-lación del metálico era también socialmente restrin-gida, por lo cual sus portadores fueron principal-mente comerciantes que la destinaban a mercar pro-ductos de Castilla con factores de Buenos Aires.

Para los santafesinos, la escasez de circulante fuecasi crónica. En 1624, Hernandarias de Saavedra,entonces procurador de la ciudad, solicitaba que sepermitiera a Santa Fe –al igual que a Córdoba (des-de 1622)– la entrada de plata acuñada, considerandoque podía ser un lenitivo para su pobreza. Ante lafalta de lienzo, sayal y acero –desde antiguo mone-da local– los capitulares permitieron el arrenda-miento de los diezmos en hierro y reales por mita-des y no solamente en plata. A los jueces y escriba-

Page 76: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

151Conquista y colonización hispánica

El pan nuestro de cada día… Las discusiones sobre los precios del trigo, del pan ydel vino eran periódicas y seguían el ciclo de las co-sechas o acompañaban las estaciones de carestía.

Los precios del trigo y del pan se fijaban en lasprimeras sesiones del año. En 1584, una feroz man-ga de langostas estragó la cosecha del trigo: la fane-ga de cereal duplicó su valor, por lo cual el Cabildodebió limitar el precio del pan. Ante otra coyunturacrítica (las sequías de 1617), se autorizó la fabrica-ción y la venta de pan en casas particulares. Las co-sechas escasas fueron reiterándose y en 1624, el Ca-bildo resolvió vender más cantidad de pan por elmismo precio.

La violación de los precios máximos fijados porel Cabildo se multaba y el monto de las penalidades,afirmaban, se aplicaba a paliar las situaciones de po-bres, conventos y viudas. Así como la escasez deltrigo (registrada en 1618, 1621, 1634, 1637, 1640,1657, 1658 y 1661) incrementó el valor del cereal, lasabundantes cosechas de 1639 y 1650, entre otras, hi-cieron bajar tanto el precio del trigo como del pan.La relación, de todas maneras, no debe leerse, comoen una moderna economía de mercado, en términosde «oferta y demanda»: hay que interpretarla de unamanera más concreta, que tiene que ver con la dis-ponibilidad o la indisponibilidad de productos im-prescindibles para la alimentación y el consumo co-tidiano. Esto es característico de sistemas producti-vos precapitalistas donde el cuerpo político debíagarantizar la subsistencia. Manuel Cervera señalóhace un siglo, con gran criterio, que la idea del inter-cambio se hallaba supeditada a la de necesidad inme-diata y a la de interés del común.

150 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

(1583) precios fijados en la sesión del 1 de enero:una fanega de trigo un pesouna fanega de maíz un pesouna fanega de frisoles un peso y medio.Un quintal de algodón ocho pesosUn quintal de lana ocho pesosUna fanega de sal cuatro pesosUna fanega de harina tres pesos«...que den de rehechas por una caveza de vaca dos tomynes— y de una yegua tres tomines — y de una caveza de ovejay cabra medio tomín...»

(1584) 30 de junio, valores:una fanega de trigo un peso y mediouna fanega de maiz un peso y mediouna fanega de frisoles dos pesosuna fanega de sal seis pesosmoler una fanega de trigo un peso y medio

(1584), 16 de noviembreque el hierro y el plomo se vendan sin tasación. «...como pudieren»

(1585), sesión del 20 de mayouna fanega de trigo dos pesosuna fanega de maiz dos pesosuna fanega de frisoles dos pesos y mediouna arroba de lana dos pesos y mediouna fanega de sal seis pesos y medio

Page 77: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

153Conquista y colonización hispánica

tante, a los hombres de menor jerarquía social conlos sujetos más nobles, y su consumo, distinguía alhombre del animal. Así lo registran numerosos re-franes entre los cuales, uno muy expresivo, senten-ciaba: el vino para los reyes, el agua para los bueyes.

Territorio y políticaEl carácter social y cultural de las discusiones sobrela extensión de una legua, la fijación del precio deuna vaca, los criterios de amojonamiento o la rela-ción entre el precio y el peso de una pieza de pan ola regulación del comercio del vino, permiten apre-ciar qué cosas eran centrales para el poder político y,por eso, para esos hombres.

El cabildo santafesino fue el lugar donde los veci-nos de la ciudad desplegaron su capacidad de do-mesticar un territorio: para esto, subyugaban físicay simbólicamente a los pueblos originarios y fueronequipando el territorio para poder participar de losintercambios con otras ciudades fundadas por espa-ñoles. Establecieron pautas para poder regular losintercambios internos (penalizando usos que fijaroncomo indebidos, intentando satisfacer la reproduc-ción mínima de los pobladores en tiempos de esca-sez o de crisis) y, sobre todo, para hacer parte deunidades políticas más vastas, que les otorgabansentido y a cuya expansión contribuían: la goberna-ción, el virreinato, la monarquía.

Medir, pesar, fijar aranceles, velar por el abasteci-miento, poner tope a los precios de los productosindispensables y determinar qué cosas eran dignasde ser denominadas monedas de la tierra fueron ac-tividades sin duda políticas: este aspecto de la histo-

152 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Con pan y vino se anda el camino...Con la lluvia, llegó el otoño, y con el otoño, eltiempo del vino.

Juan José Saer, La Grande

Otro producto que acaloraba los ánimos a la horade discutir su justo precio era nada menos que el vi-no, fundamental en la dieta hispánica. Algunas ve-ces, como durante 1625, ante la falta de consenso, sesolicitaba que la decisión la tomara un «árbitro»; enesa ocasión, se solicitó la definición al mismísimo al-calde de la ciudad. ¡Cuestión de Justicia!

También al alcalde se le encargó, en varias opor-tunidades, que obligara a los comerciantes a rebajarel precio del vino: las multas que podían aplicarse encasos de incumplimiento eran temibles. A comien-zos de 1626, se determinó que el vino importado deotras ciudades podía ofrecerse sólo cuando se acaba-ra el producido en la ciudad. Ese año se fijó por vezprimera un precio diferente para las ventas al pormayor y al menudeo. Juan Martín, mercader queprobablemente venía de Cuyo, pidió autorizaciónpara vender el vino que traía y debió declarar fren-te a la justicia ordinaria. A mitad de año se resolvióque el vino que procedía de fuera de la ciudad sevendiera más caro. Algunos mercaderes de Mendo-za, en ocasiones, conseguían entrarlo sin declararloante las autoridades de la ciudad, evadiendo «el ter-cio» que la misma cobraba para permitir la venta deproductos foráneos.

Además de formar parte de la dieta de los españo-les antes de su venida, el consumo del vino tenía con-notaciones culturales y sociales. No debía faltar en lamesa. Su presencia en la tabla igualaba, por un ins-

Page 78: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

154 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Capítulo 7

Una economía en cuatro patas

Con sus ordenanzas, decisiones voceadas en la pla-za por un pregonero, el cabildo local intentó regularla circulación de mercaderías y, paralelamente, obte-ner algunos recursos bajo la forma de habilitacioneso de multas. También era obligatoria la exhibiciónde precios y aranceles en la puerta de algunos esta-blecimientos, como los que vendían el pan, la carne,el vino y otros productos indispensables.

Todo esto constituía uno de los principales mo-dos de ingresar dinero que había encontrado la ciu-dad. Pero ¿cuál era la principal riqueza de estas tie-rras, o mejor, de su gente? ¿Qué actividades produc-tivas permitían que estos hombres discutieran acalo-radamente sobre algunos recursos en disputa? ¿Eratoda su dieta un trozo de pan y un jarro de vino?

Si algo removía los ánimos con especial ardor era,en tal caso, el abasto y el precio de los cortes de car-ne de vaca… Este tema, tan actual y tan añejo, endefinitiva, tan afectivamente nuestro, nos conducedirectamente a evaluar el punto más sensible de laeconomía de la ciudad vieja.

ria del territorio nos introduce, quizás de una mane-ra poco transitada, en la interpretación política de laeconomía de una ciudad colonial. Revela lo que pa-ra aquellos hombres iluminaba con un aura particu-lar su propio mundo social. Sus decisiones respon-dían al imperativo de sobrevivir, pero también de vi-vir en razón. Nada más lejos de la neutralidad, nadamás cerca de la política.

Para saber más

BARRIERA, Darío y ROLDÁN, Diego Territorios, espa-cios, sociedades, UNR, Rosario, 2004.MANAVELLA, Analía y CAPUTO, Marina «De Santa Fe laVieja a Santa Fe de la Vera Cruz. Hacia una configura-ción territorial conveniente, 1640-1660», en ARECES,Nidia –compiladora– Poder y Sociedad: Santa Fe la Vie-ja (1573-1660), Rosario, 1999.CALVO, Luis María Santa Fe la Vieja (1573-1660), San-ta Fe, 1992.ENSINCK, Oscar Luis Historia económica de la Provinciade Santa Fe, UNR, Rosario, 1985.

Page 79: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

157Conquista y colonización hispánica

que la «vida pastoril» tuvo pesadas consecuen-cias políticas, sociales y económicas para la his-toria de nuestro país. Calificó como revolucio-narias las modificaciones causadas en las cos-tumbres por la introducción del vacuno en elPlata. Para Horacio Giberti, cuya obra es una re-ferencia en este tema, la ganadería fue la causa denuestra estructura económica. El veterinario yProfesor de Higiene y Policía Sanitaria de laUniversidad Nacional de La Plata, PrudencioMendoza, señaló a comienzos del siglo XX quela ganadería, la riqueza del país y los tipos socia-les generados en esas circunstancias estaban ínti-mamente ligados entre sí.

Incluso si Sebastián Gaboto había ensayado unaexperiencia de cultivo de cereales en su tempranaempresa de 1527, la primera explotación económicaen prosperar en la zona fue la del ganado.

Las primeras cabezas de ganado yeguarizo entra-ron en la región hacia 1535, con la expedición delAdelantado Pedro de Mendoza. Tras el abandonodel área por parte de las huestes hispánicas, los ani-males se reprodujeron casi sin obstáculos. Se tratabade animales de raza andaluza con los cuales los que-randíes hicieron buenas migas.

El caballo andaluz era de alzada mediana, cuer-po largo y redondo, cabeza fuerte y un pocoacarnerada, el pescuezo arqueado, el pecho an-cho, la cruz alta, los encuentros largos y dere-chos, el lomo algo sillón, anca angulosa, muñe-cas largas, talones altos, color zaino bayo por logeneral, de andar excelente y suave, debido a la

156 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Las riquezas de la tierraLos primeros cultivos introducidos en las tierras re-partidas por el fundador en los alrededores de laciudad, fueron vides, algodón y trigo. Bien prontose agregó el maíz y, en las chacras más cercanas, seplantaron frutales.

Como se ha visto en el capítulo anterior, una par-te fundamental de la dieta cotidiana de los primerossantafesinos se jugaba en heredades y tierras de pan-llevar: allí se habían echado las primeras cepas devid y las primeras sementeras de trigo, con cuyosfrutos se elaboraba, luego, el vino y el pan. Losmiembros del cabildo cuidaron celosamente el abas-tecimiento de la población. El que no faltaran estosproductos era central y, en muchos casos, impedir laentrada de harinas y vinos de otras ciudades formóparte de esta batalla.

Sin embargo, en la primera mitad del siglo XVII,la tierra en la que se hacían esos cultivos no valíamucho en Santa Fe. Al menos, no tanto como el ga-nado. La preocupación por regular cuestiones rela-tivas a la explotación del ganado cimarrón (que sereproducía libremente) y el quieto (guardado en is-las o primitivos corrales de palo a pique) fue unasunto fundamental.

El vínculo entre ganado y riqueza ha dado pági-nas notables de la literatura y la historiografía ar-gentinas. Son célebres las que Estanislao Zeballos dedicóal caballo como elemento civilizatorio. Su papelen la historia de Santa Fe ha sido magníficamen-te ilustrado en los trabajos de Agustín ZapataGollán. Algunos, como Emilio Coni, pensaban

Page 80: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

159Conquista y colonización hispánica

provincia de Entre Ríos a comienzos del siglo XVII,se había originado, entonces, en los animales quehabían cruzado –frente a la ciudad y más al norte,por el llamado paso de los caballos– algunos vecinosde Santa Fe. Hernandarias de Saavedra llevó unbuen número de cabezas a esas tierras en 1590. Esosterritorios fueron utilizados como campos abiertosdonde se realizaban las vaquerías, recogidas y ma-tanzas de animales salvajes, autorizadas también porel cabildo o por el gobernador. Algunos años des-pués de estos cruces, se encontró gran cantidad deanimales en el actual territorio de la provincia deCorrientes; esto pudo deberse a que, estacionalmen-te, el ganado alzado migraba de sur a norte, escapan-do de los temporales producidos por la sudestada.

158 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

buena conformación del casco y de la cuartilla,es considerado como el tipo ideal de caballo depaseo, como el árabe, de donde deriva. El caba-llo andaluz no es resistente para el trabajo…

Prudencio Mendoza

Si al vacuno hay que referirse, la entrada al Para-guay de siete vacas y un toro por los hermanosGöess en 1555, funciona, entre el dato y el mito fun-dacional, como el disparador de la reproducción deaquéllos en el norte de la zona. Juan de Garay intro-dujo unas cuantas cabezas que trajo consigo desdeAsunción en las fundaciones de Santa Fe (1573) yBuenos Aires (1580).

En 1573, bajando a la fundación de un puerto ca-mino del Plata, Garay –quien ya había llevadoganado a la fundación de Santa Cruz de la Sierraen 1561 y luego llevó también a Asunción, en1568– trajo consigo desde la cabecera del Para-guay 500 cabezas de vacunos y mil caballares, loque constituyó el rodeo fundacional para SantaFe. Lo mismo sucedió quince años más tarde,cuando se estableció el puerto de Corrientes, alque su yerno –a cargo del arreo–, llegó precedi-do de 1500 vacunos. Estos habrían sido traídos aAsunción en 1568 desde las haciendas que Ortízde Zárate tenía en Charcas y Tarija.

El cruce de ganado desde Santa Fe hacia la OtraBanda del río fue coetáneo o anterior a la fundaciónde Corrientes (1588), por lo cual el ganado que sereprodujo libremente en el actual territorio de la

Cruzando el ríoDibujo de Florián Paucke

Gentileza del Archivo General de la Provincia de Santa FeBanco de Imágenes Florián Paucke

Page 81: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

161Conquista y colonización hispánica

cer un orden y una periodicidad en el control delabasto, y como último acto de gobierno de ese año,ordenaron que las pulperías fueran inspeccionadascada cuatro meses y que los precios de venta de ca-da artículo se colocaran en forma visible.

Conforme pasaba el tiempo, así como fueron re-finándose los criterios para fijar el precio del vino,sucedió lo propio con la carne: en 1619, su precio sefijó según la edad el animal, manifestando cierta fi-nura en la apreciación cualitativa del producto. Nofaltó quien se ofendiera por que le pasaran novillopor ternera…

¿De quién es esa vaquita? Definir de quién era cada cabeza de ganado que an-daba por allí no constituía una tarea sencilla. Y vayasi era importante, porque, como se sabe, el dueño dela vaca también es el dueño del ternero.

Cuatreros hubo en todos los tiempos y los habrá;pero debemos imaginar que, a falta de corrales máso menos seguros –los primeros fueron hechos de es-pinillo por los jesuitas, a comienzos del siglo XVIIy presentaban pocas ventajas respecto de otras for-mas de contención, como el cruce a las islas– se im-ponía que, sobre los ganados propios, hubiera algu-na manera de establecer distinciones.

La yerra fue regulada por el Cabildo muy tem-pranamente.

En noviembre de 1576 se abrió el cuaderno demarcas de ganado. Esas señales marcadas a hierrocaliente en el cuero fueron el único elemento a par-tir del cual podía fijarse algún criterio de propiedadsobre animales que, en función de sus características

160 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Los animales fueron llevados a la otra banda delRío Paraná con el propósito de afirmar o asegurar aalgunos indios de encomienda. La relación entre laintroducción de equinos y bovinos con la prácticade la agricultura cumplía con la doble finalidad decompletar lo esencial de la actividad productiva dela estancia y la de aquerenciar a los indígenas redu-cidos.

La evangelización y el sometimiento a trabajosforzados debían ir acompañados por recursos quepermitieran la satisfacción de las necesidades inme-diatas de los pobladores. Nada se hacía en estas tie-rras hasta que no llegaba el ganado. El vaqueo fue,durante décadas, la fuente de recursos más impor-tante de la ciudad y de sus vecinos.

Dime lo que comes y te diré cuánto debesLa carne vacuna y ovina, junto al trigo, el pan y elvino, fueron los productos básicos del consumo ur-bano. Las carnicerías se remataban anualmente y lassesiones del cabildo que trataban el tema de las difi-cultades en el abasto de la carne dentro de la ciudad,fueron siempre bastante ríspidas.

Entre 1573 y 1660, el remate de las carniceríasquedó desierto en varias ocasiones. Cada vez queesto ocurrió, puede verificarse la relevancia de lacuestión, dado que los mismísimos alcaldes y regi-dores terminaron por hacer el trabajo de los carni-ceros: en efecto, a comienzos de 1626, no habiendopostulado ningún candidato, fueron los distingui-dos miembros del cabildo santafesino quienes de-bieron hacerse cargo de las carnicerías de la ciudad.A finales de 1620, los regidores trataban de estable-

Page 82: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

163Conquista y colonización hispánica

y del tipo de recursos disponibles para contenerlos,estaban virtualmente a la buena de Dios.

Si las recogidas de cimarrones generaron conflic-tos entre los vecinos y las ciudades, las amonestacio-nes del Cabildo hacia los vecinos por no marcar susganados (los propios) no tardaron en aparecer.

Hacia finales de la segunda década del siglo XVII,cuando la agricultura gozaba ya de una presenciasostenida, los ganados trajeron otro tipo de preocu-paciones: hacían daño a las chacras. Por el bien detoda la República, el Cabildo ordenó la construc-ción de corrales para la guarda nocturna obligatoriade los animales. La primitiva explotación del gana-do cimarrón en la otra banda del río Paraná y, sobretodo, de los corredores interiores del vasto valle quese extiende a lo largo de la vera del Salado, dio lugara conflictos que ocupaban la agenda del Cabildo.

Ganado quieto y ganado cimarrónLos vecinos podían ser poseedores de ganado quietoo de derecho y acción sobre el ganado cimarrón.

El ganado quieto era el que, como su nombre loindica, se tenía más o menos controlado, en la estan-cia, bajo la supervisión de algunas personas. En ge-neral estaba marcado y su utilidad inmediata no erala de proporcionar carne y cuero, sino leche o servi-cios ligados a las actividades del establecimientoproductivo.

El cimarrón, al contrario, era el ganado silvestre.Se había reproducido libremente antes y después dela llegada de los fundadores de Santa Fe, según ya seha reseñado.

162 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Foja del Cuaderno de Marcas de Ganado del Cabildo de Santa Fe (1577)Las marcas están en el margen izquierdo

La foto es gentileza del Archivo General de la Provincia de Santa FeBanco de Imágenes Florián Paucke

Page 83: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

165Conquista y colonización hispánica

las cabezas tomadas, comenzaba una negociación.El supuesto titular debía demostrar su derecho yacordaba, con quien había hecho la vaquería, el pa-go de un porcentaje –llamado «el quinto», aunqueno fuera siempre la quinta parte.

Los primeros santafesinos no menospreciaban elpoder de los refranes: cuando te dieren la vaquilla,acude con la soguilla.

Vaca sagradaLa tasación de aranceles –lo que los artesanos po-dían cobrar por su trabajo– realizada en enero de1575 permite ver esta suerte de valor socialmente je-rarquizado del que gozaban los trabajos referidos alos enseres para vaqueo respecto de los vinculadoscon la agricultura: mientras que el precio de una fa-nega de trigo variaba entre uno y dos pesos (y sumolienda, realizada en molinos de mano al menoshasta 1594, acompañaba esta variación), y la hechu-ra de un arado con su timón de laurel se tasaba endos varas de lienzo, hacer un fuste y una silla jineta,costaba exactamente el doble. Esto equivalía a docecabezas de crías de vaca o de yegua e, incluso, a tresdocenas de ovejas. ¿Se medía la dificultad del traba-jo o, en realidad, los trabajos vinculados con la ga-nadería gozaban de algún otro tipo de considera-ción?

La estabilidad del precio de la cabeza de bovinoen un peso, después del primer cuarto del sigloXVII, constituye otro dato significativo. Hasta1625, la información que puede recogerse indica unaoscilación que iba de 2 a 6 reales por cabeza, segúnla edad, el estado y el modo de selección del animal.

164 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Sobre este ganado alzado, los vecinos podían te-ner «derecho y acción» de vaquear. Esto se conse-guía a través de un título, y se perfeccionaba, es de-cir, se podía ejecutar, realizando la recogida del ga-nado alzado, con una licencia. En el campo, el gana-do cimarrón podía ser arriado o dexarretado. Elarreo consistía en armar una tropa y movilizarla, pa-ra ponerla en camino hacia la ciudad u otro destino.El dexarretamiento, en cambio, radicaba en perse-guir a los animales a caballo, para, desde la montu-ra, cortarle un tendón con el dexarretador (especiede azada pequeña y filosa hecha para este propósi-to) y, en el mismo lugar, extraer los productos quepudieran obtenerse del animal volteado: sebo, cue-ro, astas, y algo de carne.

Las licencias para vaquear podían ser emitidaspor el cabildo, un gobernador o su teniente. Si regíala prohibición de matar ganado, un vecino podía detodos modos obtener la licencia o la habilitación pa-ra usar su derecho y acción de vaqueo. También po-día negociarla: es decir, si el poseedor de un título(una acción) no podía realizar efectivamente la va-quería, la posesión de ese título le permitía vender elderecho de usufructuarla a otro, que pudiera hacer-lo realmente.

Transferir el derecho de vaquear (a título onero-so) a otra persona con mayores posibilidades deconseguir las habilitaciones o con menos escrúpu-los, fue un negocio frecuente. En general, quieneshacían las vaquerías no siempre eran titulares de losderechos: en ese contexto legal, era posible que lasrecogidas fueran realizadas por quienes estabanequipados con caballos, dexarretadores y aperos pa-ra los arrieros. Si alguien reclamaba derecho sobre

Page 84: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

167Conquista y colonización hispánica

consideró moneda de la ciudad. El propósito de lamedida era evitar abusos de los mercaderes que lle-gaban a Santa Fe, quienes pretendían sacar ventajade la pobreza de la villa. La decisión de que una va-ca fuera moneda de la ciudad es, qué duda cabe, unhecho iluminador.

Esa determinación fue una de esas decisiones querepercutían sobre la vida de todos los miembros dela ciudad como comunidad política. Fue, por lo tan-to, secuela e insumo de relaciones sociales locales. Eldato significa que, en Santa Fe, el bovino jugó unpapel central no sólo en una dimensión material, si-no también en el orden simbólico. Las bestias ru-miantes fueron objeto de disputas, alimento para loscuerpos y materia prima de especulaciones y hastade alucinaciones y leyendas.

La geografía litoraleña amó al bovino. Lo acogiócálida, con sus verdes pastos y sus montes tupidos,refugios seguros ante las inclementes sudestadas.Sus ríos y sus arroyos fueron la fuente generosa pa-ra la hidratación del cimarronaje, el líquido que lossalvaba de secarse bajo los rudos soles de verano.

Vacas y toros, caballos y yeguas, hicieron lo su-yo: traficando semillas frescas con sus excrementos,arruinando sembradíos o abonando tierras otrorano muy fértiles, cambiaron para siempre el paisaje ymarcaron a fuego las representaciones de aquelloshombres que, lejos de las ricas minas potosinas, has-ta acuñaron una vaca por moneda para la ciudad.

Cien volandoHacia el primer cuarto del siglo XVII, un baquianoestimó en cien mil el número de cabezas de ganado

166 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Los pleitos judiciales y los contratos de flete, quebrindan el grueso de la información posterior a1625, presentan en cambio un panorama en el cual,si bien no desaparecen los criterios antes menciona-dos, el precio del animal en pie, adulto y escogido,se estabiliza en un peso por cabeza (incluso hacia laépoca del trasiego de la ciudad, una donación de20.000 vacas fue tomada como el equivalente a unadonación de 20.000 pesos).

El valor, de todas maneras, tasaba el precio delderecho a recoger ese ganado cimarrón (es decir:1.000 pesos designaba, en muchos casos, el valor deun derecho a recoger 1.000 cabezas, dicho de otramanera, el precio de una licencia para vaquear 1.000piezas). Es cierto que 1.000 vacas en pie y escogidassignificaban, concretamente, mucho más que el de-recho a recoger 1.000 vacas: sin embargo, la equiva-lencia del número de cabezas, reales o hipotéticas,con la cifra en pesos, omite el drenaje que implicabael hecho de contratar vaqueadores (que se llevaban«el quinto»), sufrir pérdidas por huidas y muertes,etc. Parece que vaca en mano no valía más que cienvolando.

Creo que esta «imprecisión» fortalece todavíamás la dimensión social del valor: en términos sim-bólicos, una cabeza de bovino, costara lo que costa-ra tenerla realmente, equivalía –valía– en Santa Fe(entre 1625 y 1670 aproximadamente) un peso. Fue,durante medio siglo, la medida de las cosas.

La vaca como monedaEl 23 de junio de 1625 el cabildo santafesino decre-tó un precio mínimo para el ganado vacuno, y lo

Page 85: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

169Conquista y colonización hispánica

intercambios que involucraba a vastos y distintossectores de la economía colonial. Ese tejido, no sóloestaba armado por el cruce entre sectores diferentessino también, entre zonas muy distantes entre sí.

Se ha dicho ya que, cuando los europeos llegaronal Río de la Plata, los navegantes trajeron consigouna larga experiencia en intercambios con otras rea-lidades. A pesar de la apertura de permanentes fren-tes de guerra en el Atlántico norte, en sus fronterascon Francia o en sus reinos italianos, la Corona cas-tellana se mantuvo comercialmente articulada contodos los puertos del Mediterráneo, del Atlánticonorte, de África y de Asia.

Los espacios interiores de los territorios agrega-dos a la Monarquía, se integraban a través de circui-tos que, en líneas generales, tenían algunas activida-des que movían otras.

En el caso de Santa Fe, ya se ha remarcado su rolde llave de paso entre un puerto atlántico (BuenosAires), una región al noreste (Asunción) y el granpolo de producción minera al noroeste (Potosí).

La articulación de Santa Fe entre estos puntos sedio, durante el siglo XVII, sobre todo a partir dedos productos: la yerba y las mulas.

La yerba mate venía del Paraguay y, desde luego,en Santa Fe se consumía un poco. Pero el grueso delos cargamentos iba a Potosí, donde era consumidamasivamente por indígenas y mestizos en las inme-diaciones de los filones mineros. Su consumo actua-ba como energizante y estimulante para soportar lasduras condiciones de trabajo. Otro exportable quesalía de Santa Fe, fue producido en las estancias je-suíticas de los alrededores de la ciudad y se registra-ron salidas de tropas importantes desde 1640: se tra-

168 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

cimarrón que pastaban en la otra banda del Paraná.En transacciones que involucraban tierras y ganados(como en las ventas de estancias) se hablaba siempre,y sobre todo, del derecho a realizar vaquerías en unterritorio, sobre un determinado número de cabezas.Lo que se tasaba en las ventas o en las donaciones erael costo de ese derecho, más que el de precio de cadacabeza o el costo de la tierra. Para la década de 1640,parece bastante claro que la equivalencia entre un pe-so y una cabeza de vaca escogida (de más de dosaños) era algo consolidado. Al menos así lo opinabael alférez de la ciudad en 1642.

El pago en vacas de una deuda en pesos era fre-cuente: ni se mencionaba la equivalencia entre pesosy vacas, porque parecía innecesario. Por otra parte,lo que se convenía en los tratos de vaqueo eran por-centajes por el usufructo de ese mismo derecho derecogerlas (los quintos, que a pesar de su nombre,podían variar de un 20 a un 10 % de las cabezas va-queadas, como pago al titular del derecho). Losarrieros, por su parte, percibían como pago el exce-dente de un piso fijado en la mitad de los animalesllegados vivos a destino. Esto podía resultar –en elcaso de que todos los animales llegaran con vida– enun costo de traslado que alcanzaba el 50% de la tro-pa, absorbiendo el fletero las pérdidas.

Las rutas comerciales y los espacios económicosLas cuatro patas de esta economía, de hecho, anda-ban. Todas estas actividades ligadas a la ganadería seinscribían, más allá del lugar donde fueran criados orecogidos los ganados, más allá de la ciudad dondevivieran sus propietarios, en un complejo tejido de

Page 86: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

Capítulo 8

Los problemas de una pequeña urbe

Las amenazasCon este capítulo se cierra este segundo volumendedicado a los problemas relacionados con la inva-sión, la conquista y el asentamiento de los hispanosen tierras de calchines y mocoretás. En el próximotomo, se considerarán aspectos relacionados con lasociedad y con la economía de todo el periodo co-lonial (desde la fundación hasta finales del sigloXVIII). Allí, además de llevar el foco al nuevo sitiodonde fuera trasladada Santa Fe durante la décadade 1650, también se propondrá enriquecer este pri-mer abordaje centrado sólo en la historia de la ciu-dad vieja. Una ciudad que, desde el principio de suexistencia, se sintió amenazada.

¿Qué cosas amenazaban la existencia de la ciu-dad? ¿Qué fuerzas parecían desafiar la voluntad depermanencia de la villa?

Los infielesLos pueblos originarios que habitaban los parajesdonde se asentó la ciudad de Santa Fe, eran diversosen cuanto a prácticas, lengua y costumbres. Sin em-bargo, de la misma manera que lo habían hecho en

Para saber más

BARRIERA, Darío «Asuntos de Caín. Medidas, equiva-lencias, valores y poder político. Santa Fe (1573-1660)», en Anuario del IEHS, Núm. 20, Tandil, 2005.MENDOZA, Prudencio Historia de la Ganadería Argen-tina, Buenos Aires, 1928.ZEBALLOS, Estanislao La concurrencia universal y laagricultura en ambas Américas, Buenos Aires, 1896GIBERTI, Horacio Historia económica de la ganaderíaargentina, Buenos Aires, 1986.

170 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

ta de las mulas, fundamentales para el transporte dela yerba y también, una vez llegada a la región poto-sina, utilizadas como bestias de carga en distanciascortas.

Estos pequeños apuntes sobre el tráfico a distan-cia y la articulación económica de Santa Fe con elvasto espacio peruano-rioplatense son apenas unavance. En el próximo volumen se expondrá en uncapítulo específico, un análisis a gran escala (tempo-ral y espacial) así como también se ofrecerán algunashistorias ligadas a la manera en que esos tráficoseran experimentados, en que esa gran economía eravivida por los productores y los mercaderes deaquellos tiempos.

Page 87: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

173Conquista y colonización hispánica

penas severísimas a los santafesinos que, amantes dela caza de ciervos, salían hacia el valle, donde no po-cos perdían la vida atacados por lo que los vecinosllamaban indios de guerra. Los castigos que prome-tía Arias de Saavedra tenían por propósito que laciudad no quedara desarmada: el peligro indígenafue una de las constantes invocadas por los vecinosdurante toda la vida de la ciudad vieja.

Los desastres naturales y sus solucionesLa ciudad, como dispositivo central de la conquista,intentaba también disciplinar al medio. Los con-quistadores trajeron consigo caballos, perros, ove-jas, ganado vacuno, pollos; también cepas de vides,granos, en suma, especies extranjeras que formabanparte del arsenal de la conquista.

Su adaptación al terreno dependía de una buenacantidad de factores, y estaba estrechamente vincu-lada con el sometimiento de las comunidades indí-genas locales. Esta adaptación era, sin embargo, uncapítulo más de la conquista, de una domesticaciónque intentaba subordinar relaciones sociales y eco-lógicas a sus propias coordenadas culturales. Y asícomo los indígenas resistieron su sometimiento, elbioma del litoral no hacía fácil la implantación de al-gunos géneros de vida exóticos. En ocasiones, con-vertía en comida para algunas especies lo que los eu-ropeos sembraban como insumo para sus propiasnecesidades alimenticias...

Desde el cabildo, una serie de «acontecimientosnaturales» fueron percibidos como desastres, comoamenazas a los recursos que la ciudad tenía para susubsistencia y para su reproducción. Una vez que

172 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

la península con otras comunidades –como las ára-bes, beréberes, gitanas y judías– los hispanos volvie-ron a utilizar un criterio clasificatorio basado en lafe religiosa: los que no eran cristianos eran infieles.

Así englobaban, bajo un solo término, un con-junto diverso y disperso al que era necesario pacifi-car y convertir. Este conjunto, claro está, tambiénfue conocido y clasificado según criterios más afina-dos. Pero cuando se pensaba en qué cuestiones po-nían en peligro la existencia de la ciudad, el «peligroindígena» era mentado como la amenaza de los in-fieles.

La ciudad y los indígenas eran, claro está, un peli-gro el uno para el otro. La primera amenazaba –y másque eso, reprimía, disciplinaba y diezmaba– a lospueblos originarios del área y estos, a su manera, sereorganizaban o resistían, con mayor o menor éxito.

Los primeros años parecen haber sido los más di-fíciles desde la óptica de los conquistadores. En1574, mientras fuertes diferencias internas ocupabana los hispánicos, los indígenas que rodeaban la ciu-dad la sitiaron. Unos treinta soldados repelieron elataque. Manuel Cervera cuenta que después de estasublevación, el cacique Terú se acercó al cacique Ya-mandú, quien ya había optado por la vía de la nego-ciación y se decía amigo de Garay. Sin embargo, enmayo de 1577, excepción hecha de unos pocos queestaban asentados alrededor del casco urbano, losnaturales de la provincia habían vuelto a rebelarse.Durante 1625, el Cabildo dispuso el envío de una delas habituales «entradas» de castigo a los naturalesdel valle Calchaquí, por los numerosos robos y ex-cesos que cometían. Hacia la época del traslado, elmaestre de campo Juan Arias de Saavedra impuso

Page 88: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

175Conquista y colonización hispánica

se sumaba a las descortesías de un verano caluroso,fácil de imaginar para los actuales habitantes de estelitoral con marcas mercuriales dignas de un trópico.En abril de aquel año, se discutió en el cabildo unacuestión medular: el arcediano de Asunción, Martíndel Barco Centenera, había fijado para misas y pro-cesiones por sequía, unos aranceles eclesiásticos (li-mosnas) que para el cabildo de Santa Fe parecían de-masiado onerosos. La tecnología de la oración teníacostos elevados.

Otras plagas –como las de pulgones y hormigas–eran anuales y puntuales. Los problemas se volvíanmayúsculos cuando se combinaban con otras difi-cultades. En noviembre de 1593, entre la sequía, losinsectos y el resto de las alimañas, la ciudad andabarealmente de malas. El escribano, compungido, es-cribió para la posteridad los lamentos de una villa alborde del hambre por la «gran necesidad» de trigoque las plagas provocaron.

Al comienzo del año de 1617, las cosechas demaíz y de los viñedos estuvieron a punto de perder-se. Se encargó al párroco que hiciera algunas rogati-vas para que lloviera. El padre lo hizo, pero rogó sinéxito. La sequía continuaba. A los pocos días, seagregaron nuevas solicitudes –y por tanto, nuevaserogaciones– que debían ser urgentemente atendi-das antes de finalizar el mismo mes de enero. La se-quía, esta vez, había venido acompañada de langos-tas. La situación, por lo tanto, exigía determinacio-nes más drásticas: vista la evidencia del escaso poderde unas poco costosas rogativas hechas en misa, elCabildo encargó, con carácter de urgencia, tres pro-cesiones: para el 24 de enero, una desde las iglesiasde San Sebastián y San Fabián, otra desde la de San-

174 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

tomaban nota de esto, encaraban la elaboración desoluciones: como primitivos expertos en gestión delriesgo, los integrantes del cabildo santafesino supie-ron encontrar las mejores estrategias para neutrali-zar los efectos de estos peligros.

En 1584, la primavera obsequió a los santafesinosuna virulenta invasión de langostas. A mediados deoctubre, la manga estaba destruyendo los sembra-díos. Las sementeras, con sus mieses bastante creci-das, eran preciado alimento para los voraces ortóp-teros. Ante los daños producidos por semejante pla-ga, el Cabildo tomó una resolución: pidió al procu-rador de la ciudad que, en nombre de todo el pue-blo y para defender los cultivos, solicitara al Vicariodel Río de la Plata que provea justicia. Por esto, die-ron al procurador todo el poder necesario para que,el vicario, en nombre de la ciudad, destruyera laslangostas, incluyendo sus desoves.

La resolución del Cabildo parece bastante curiosa,porque se le encargaba «solucionar» el tema al procu-rador de la ciudad, que supuestamente tenía a su car-go cuestiones referidas a la jurisdicción y de las nego-ciaciones políticas. Pero en realidad, el procuradorsólo debía solicitar la solución a quien de veras podíatenerla en sus manos: el vicario. El religioso, de he-cho, encaró la solución por donde era debido: prove-yó rezos y misas. El tipo de justicia que el Cabildosolicitaba era justicia divina. Esta manera de enfren-tar los «desastres» fue bastante frecuente y desatabaáridas negociaciones pecuniarias entre el Cabildo y laIglesia, porque el servicio solicitado no era gratuito:por los mismos, la Iglesia cobraba aranceles.

El año de 1592 no trajo langostas, pero sí un oto-ño excesivamente seco. La «gran sequía» de ese año,

Page 89: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

177Conquista y colonización hispánica

bién calibrado en el cabildo. Siempre podían encon-trarse culpables para la carestía de tal grano o decual uva. Se criminalizaba a quien realizara cortesno autorizados de cepas, vides o mieses en épocas deescasez, imponiendo durísimas penas a quien come-tiera esos delitos.

176 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

to Domingo y una tercera desde la de San Francis-co. Las cosechas, ese año, fueron flacas. Las sesionesde la última semana del mes de octubre, dejan cons-tancia del lamento: «no hay trigo para proveer a lospobres.» Los rezos fueron insuficientes.

La vendimia comenzaba alrededor de la últimasemana de enero y era evaluada, en general, en laprimera de marzo, cuando también se fijaba el pre-cio del vino. 1618 fue un buen año para los viñedos,pero en cambio, registró todavía los sacudones delas sequías y las plagas que maltrataron al trigo.

Durante el invierno, no hubo trigo ni siquiera pa-ra sembrar. Lo mismo pasó poco después, durante1621, sólo que ese año, el golpe del clima y los in-sectos afectó también a los viñedos. Dada la escasezde trigo, se autorizó la fabricación de panes de libray media en lugar de los habituales, de dos libras; pe-ro si se piensa que el panorama de este año estabacompleto, basta con revisar otros documentos parasaber que lo peor estaba por venir…

Unas cartas del cabildo de Buenos Aires, y otrasescritas por vecinos de Santa Cruz de la Sierra, apor-tan la referencia de una epidemia de viruela que, des-de junio de ese año, asolaba a toda la gobernación.Los vecinos de Santa Fe, como medida preventiva,sugirieron prohibir la «subida» de gente de BuenosAires, vedando el desembarco de hombres y mercan-cías que esperaban en el puerto, lo que se reiteró en1627 con el caso de la barca de Martín de la Cabes, ala que no se permitió atracar por proceder del puer-to rioplatense.

Durante la década de 1630, los vaivenes de las co-sechas atribuidos al mal tiempo o plagas de insectosalteró el sensible termómetro de los precios, tam-

Parroquia, huerta y desfile.Acuarela de Florián Paucke

Page 90: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

179Conquista y colonización hispánica

no se concretó hasta 1610. La media cuadra, tasadaen 90 pesos, perteneció a Diego Bañuelos, quien du-rante 1590 había tenido que abandonar la ciudad.Poco después, en 1592, la ciudad concertó con el ve-cino y cura Felipe Arias de Masilla el adoctrina-miento de los naturales, seis veces al año. Aunque lafuente no lo indica explícitamente, puede tratarsedel adoctrinamiento de indígenas de una encomien-da «del común», es decir, propiedad de la ciudad.Como en el caso de los encomenderos, la ciudadtampoco se hizo cargo de pagar los servicios del cu-ra doctrinero: ¿quién cubrió los gastos? Los mismosindígenas, a quienes se exigió una limosna de mediopeso por cada indio adulto: podían pagarla en mo-neda de la tierra, es decir, en algodón y sayal bueno(el de dar y recibir), en hierro, en acero o en plomo.

El Cabildo resolvió la cuestión muy sencillamen-te: obligó al presbítero y a los religiosos que lo asis-tían a dar doctrina a los naturales seis veces al año, ya los naturales, a pagarles por ello. Los capitulares,algunos de los cuales eran encomenderos, tomaroneste mismo criterio para con sus propias encomien-das: cargaron en los indígenas el costo de la doctri-na. Así fue, además, en casi toda América.

Esos complejos «tributos eclesiásticos» a cargode los indígenas –que incluían desde gallinas hastamateriales tan ajenos a la economía doméstica deesos pueblos como la pólvora o el hierro– fueronmoneda corriente desde los primeros tiempos de laconquista también en las áreas centrales (sobre todoen el Perú) y, como puede verse aquí, aparece «sola-pado» como un tema que era controlado por el ca-bildo. Este descargaba sobre las comunidades enco-mendadas la satisfacción de los tributos eclesiásti-

178 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

La relación con la Iglesia: encuentros y desencuentrosCiudad e Iglesia fueron inseparables, también, entodo el proceso de la conquista. La instalación enAmérica de la Monarquía Católica dependió enbuena medida del funcionamiento de esta dupla,que había sido probada, exitosamente, en el procesode la reconquista del sur de la Península Ibérica.

El adoctrinamiento religioso estaba íntimamenterelacionado con la introducción de las pautas cultu-rales del catolicismo europeo, de lo que los católicosconsideraban una vida en comunidad.

Las normas que se redactaban sobre este tema,estuvieron apoyadas en prácticas y principios mo-nopolizados por la Iglesia: la prédica a favor del ca-samiento entre indias e indios o españoles –acompa-ñado por un enjundioso combate contra la mance-bía y la circulación «ritual» de las mujeres–, la asis-tencia obligatoria a oír misa, las (endebles) prohibi-ciones sobre el trabajo en días destinados al culto re-ligioso, la vestimenta y la participación en las fiestasde guardar, fueron parte de las obligaciones estable-cidas por la Iglesia a los encomenderos, de quienestambién se pretendía montaran capillas con ornato ycorrieran con los costos que suponía mantener curasdoctrineros.

El cabildo, en nombre de la ciudad, también ha-cía lo suyo en este sentido. Se ha visto que, en el mo-mento mismo de la fundación, Garay había asigna-do en el reparto de solares, algunos para la iglesiamatriz y para las iglesias de San Francisco y de San-to Domingo. A comienzos de 1590, se donaron dossolares al padre Arminio de la Compañía de Jesús,en el marco de los primeros intentos por favorecerla instalación del Colegio de esta Compañía, lo cual

Page 91: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

181Conquista y colonización hispánica

Concepción, la donación al convento de SanFrancisco de la imagen de la virgen que habíasalvado de un naufragio seguro a los tripulantesde su embarcación. El suceso era conocido por todo el mundo, porlo cual los miembros del cabildo apoyaron lapropuesta. En el convento ya estaba depositadala virgen milagrosa, a quien se le oficiaron misascantadas en gran número.

El carácter cristiano de la conquista y la presenciaomnímoda de la Iglesia no impidió, de todas mane-ras, la existencia de conflictos entre ésta y el gobier-no de la ciudad. Tómese en cuenta, al menos, los ro-ces con algunos miembros del clero secular y sus ex-presiones de mayor jerarquía.

En 1585, el obispo de la gobernación había man-dado a leer, en la iglesia local, algunas constitucionesque entraban en contradicción con las costumbres ycon el orden establecido por el obispo anterior. ElCabildo apoderó a Pedro de Espinosa para que ne-gociara con el Obispo e hiciera prevalecer la juris-dicción municipal sobre la eclesiástica. Durante1618 y 1619, la ciudad se opuso enérgicamente a losnuevos diezmos fijados por el Obispo. En 1623, elprocurador solicitó que las bulas publicadas se con-mutaran, pudiéndose pagar en frutos de la tierra, an-te la crónica falta de metálico.

El avance de las cargas eclesiásticas parecía incon-tenible: en 1625, el alcalde Juan de Osuna fue desig-nado procurador ante el Obispo y el gobernadorCéspedes para solicitar que no se impusieran másrediezmos y nuevos diezmos, y se revocaran los

180 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

cos: los asuntos de la Iglesia fueron también, mu-chas veces, asuntos del común.

Haz lo que yo digo…El rey debía ser ejemplo de virtud cristiana. Losmiembros del cabildo, también debían «predicar»con el ejemplo. Ejemplo que, a juzgar por lo que di-cen los documentos, no siempre daban…

Es común encontrar que se amenazaba a losmiembros del cabildo con «penalizaciones» –en ge-neral consistentes en «papel para el libro del cabil-do»– fijadas para los que no concurrían a la iglesialos días de fiesta.

En 1617 se creó el cargo de mayordomo de SanJerónimo y se resolvió que el patrono de la ciudadfuera ubicado permanentemente en su capilla de laiglesia Mayor.

Los comisarios de la Santa Cruzada –recaudado-res de la bula del mismo nombre, otra carga que pe-saba sobre vecinos e indígenas– eran recibidos en elcabildo; allí también se decidía sobre la provisión decuras vicarios y se otorgaban o aceptaban «títulos decura». El Cabildo también se ocupaba del ornato yde la disposición de las figuras sagradas en la iglesia:no faltaron quienes, además, se mostraran fervoro-sos durante el año 1638, cuando la comunidad todase agitaba alrededor de los milagros de la virgen.

El 14 de agosto de 1638, el alcalde Robles y Ve-ga propuso que el cabildo solicitara al tesoreroFrancisco Sánchez de Vera, vecino del Paraguay,propietario de la barca Nuestra Señora de la

Page 92: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

183Conquista y colonización hispánica

que en esta sociedad tradicional política y religiónestaban bastante confundidas, también existían te-rrenos, cotos y protocolos que evidenciaban las zo-nas de tensión. En el plano de las jurisdicciones y delas investiduras, las superposiciones no siempre fue-ron bienvenidas y, en algunos casos, fueron inadmi-sibles.

Mojones adentroLos términos del ejido de la vieja ciudad de Santa Feestaban señalados por mojones que, cada fin de año,eran inspeccionados por miembros del cabildo. Yase ha visto la importancia del ingreso que producíael derecho de «mojonería». La inspección de mojo-nes, practicada desde la fundación, era la única queproporcionaba la afirmación de una cierta noción de«limes» en ausencia de murallas.

Sin embargo, para algunos, el lugar de esas mura-llas era ocupado, metafóricamente, por la «bravura»de su gente, que la protegía contra el peligro indíge-na. El Arcediano describió esta convicción con unosversos bien rimados:

«Estaba la ciudad edificadaEncima la barranca, sobre el ríoDe tapias no muy altas, rodeadaSegura de la fuerza del gentíoDe mancebos está fortificada:Procura el indio de ellas, el desvío,Que son diestros y bravos en la guerraLos mancebos nacidos en la tierra»Martín del Barco Centenera, La Argentina

182 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

aplicados últimamente. Los diezmos pretendidospor la Iglesia –impuestos en esta ocasión por el obis-po Fray Pedro de Carranza– se aplicaban sobre loscueros y sobre otros productos de la tierra. La cues-tión fue llevada a los más altos tribunales de justiciadel Virreinato, y la ciudad presentó una apelaciónante la Real Audiencia de La Plata (Charcas). El 4 denoviembre de 1625, el tesorero Pedro Ramírez pre-sentó una petición referente al cobro de la alcabala.Se resolvió que, por ser «tierra nueva», una ciudad«muy pobre y miserable donde no hay tiendas nimercadería» y por no haber plata en circulación, eranecesario apelar ante las autoridades para confirmarla exención sobre ese derecho. Todos estaban deacuerdo en el punto, menos el Obispo quien, por sulado, insistía con los diezmos, encontrando la férreaoposición del Procurador de la ciudad.

La ciudad, que se declaraba pobre y miserable,instruyó a su procurador para que consiguiera delAlto Tribunal que los obispos no fijaran nuevosdiezmos. Pretendía, además, que los vigentes no sepagaran en reales sino en monedas de la tierra, de-fendiendo así una costumbre asentada y antigua,que se practicaba desde la fundación.

La ciudad tuvo, también, conflictos muy puntua-les con los ministros de la Iglesia: en 1636 se produ-jo un hecho curioso. Juan Domínguez Pereiro, elec-to regidor de primer voto, fue compelido a hacersecargo de sus oficios (como regidor y como alférezreal). El hombre se presentó ataviado con el hábitode la Orden Tercera de San Francisco. Los cabildan-tes lo conminaron a presentarse como secular, loque Domínguez Pereiro, alegando una promesa, nosatisfizo. Sin más trámite, el Cabildo lo eximió: aun-

Page 93: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

185Conquista y colonización hispánica

de la pena que se le había impuesto por no carpir lacalle y por haber arrojado basuras en ella. Los capi-tanes Diego Ramírez y Manuel Martín inspecciona-ron el lugar y dejaron en suspenso la multa.

Los nombres de las calles Las calles eran mentadas por la gente de la ciudadcon el nombre de alguno de los vecinos que teníansu casa sobre ella. No se trataba, desde luego, de unamanera excepcional de hacer las cosas sino, por elcontrario, de la norma pura y dura: es una prácticatodavía corriente en muchas pequeñas poblacionesde provincias, en diferentes países, que, al solicitaruna referencia que nos ubique en el sitio, recibamospor respuesta una orientación que sugiere seguir ca-minando hasta la «calle de la viuda del juez». Este ti-

184 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Otras preocupaciones de la ciudad giraban entorno del cuidado de lo recto. Su manifestación, lascalles, representaban con su geometría la sustanciade un modelo ideológico de organización del espa-cio afirmado sobre el predominio de un trazado rec-tilíneo que permitía la disposición jerárquica de loselementos al mismo tiempo que facilitaba la vigilan-cia de los cuerpos y el desplazamiento de las fuerzaspara las fiestas, la guarda de las fronteras o de unaorganización para la guerra.

El trazado urbano se había levantado en las bar-bas mismas del río, por lo cual algunas calles sufríanen su propio piso los daños provocados por la subi-da del agua durante los períodos de creciente: ya en1590 fue necesario tapiar una calle, la de Franciscode Caravajal, porque se la robaban las aguas.

Esas tapias, a modo de primitivos terraplenes decontención –que imagino no mucho más precariosque los que todavía hoy se construyen, con bolsas yarenas, en ciudades como Rosario o Santa Fe, en elinicio del siglo XXI– forman parte de la arqueologíade una prevención de los desastres que, año tras año,provocaban severos dolores de cabeza a los vecinos.

Curiosamente, las zonas más afectadas eran aque-llas donde residían los vecinos más notables, dadoque sus casas se ubicaban, justamente, más cerca dela ribera del Quiloazas. ¿Era ese riesgo el precio dela notabilidad? Acredítese la especulación a cuentade una posible historia del inconciente urbano.

Los mismos vecinos, por otra parte, eran quienestenían a su cargo el mantenimiento de las vías públi-cas; en caso de desentenderse de la responsabilidad,podían ser penados por el gobierno municipal. Die-go Suárez, por ejemplo, solicitó en 1617 ser eximido Vista panorámica de las ruinas de Cayastá (de norte a sur)

Page 94: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

187Conquista y colonización hispánica

destino prometedor, el Cabildo inhibió su segundointento de huida amenazándolo con una multa de200 pesos. La primera escuela de primeras letras seestableció en 1617. Para alfabetizar a los hijos de lossantafesinos fue designado Martín de Angulo, exmaestro en Buenos Aires. El asunto parece haber te-nido precedentes que hablan de poca responsabili-dad o, quizás, de malas prácticas, ya que, esta vez, laasistencia de los «alumnos» fue puesta al cuidadodel mismísimo teniente de gobernador.

En Santa Fe los maestros no duraban muchotiempo. Durante la jornada del 15 de julio de 1619,se designó como maestro de niños al clérigo Fran-cisco Muñoz Olguín, hasta que se encontrara unapersona más adecuada. Los religiosos del conventode Santo Domingo obtuvieron una autorización pa-ra instalar una escuela recién en 1625. De igual ma-nera, el gobierno de la ciudad no dejaba esta cues-tión en manos de la Iglesia fácilmente. En 1626 sedesignó como maestro de niños provisoriamente,por un año, a un forastero, Luis Martínez, quien fi-jó condiciones severas: un buen pago y el compro-miso del Cabildo de impedir la instalación de otraescuela.

Las dificultades para encontrar la persona idóneaen la función se extendieron a todo lo largo de laprimera mitad del siglo XVII: promediando la cen-turia, Simón Cristal, designado como maestro de es-cuela «...para la buena enseñanza y doctrina de losniños...» fue relevado a menos de 15 días de habersido puesto en funciones, porque fue consideradoincompetente para ejercer el cargo. El alcalde Fran-cisco de Robles y Vega, que realizaba el seguimien-to, tuvo que buscar a otra persona y, una vez que la

186 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

po de referencias convive con otra, también muyarraigada, que remite a las más institucionalizadas«calle de la iglesia», «la del correo» o «la del cole-gio». Algunas calles de la vieja Santa Fe, como lasque desembocaban en la ribera del río, asoman enlos documentos denominadas como la del Conven-to de San Francisco, la de Alonso Saromo, la delpuerto de Luis Romero o la de Cristóbal Matute deAltamirano. Los vecinos importantes aparecen, eneste registro de las representaciones, como verdade-ros puntos de referencia. Y no era poco, si eso, porejemplo, los ponía a la par de un convento. Las co-munidades designan las vías de su traza urbana ape-lando a aquello que consideran significativo. El re-gistro en el nombre, confirma la presunción de «loasumido»: o mejor, lo produce, lo confirma y lo re-produce.

La enseñanza: maestros y artesanos«El tema de las primeras letras tampoco era aje-no a las preocupaciones de los capitulares. Laeducación que se daba en estas nacientes pobla-ciones, nunca pasó de los rudimentos de lectura,escritura y cuentas. La generalidad de los habi-tantes, no sabían leer ni escribir. Costaba el en-contrar escribientes para el Cabildo [...] Losmaestros, fueron siempre escasos y de poca mon-ta, aunque no puede negase que desde la funda-ción de las ciudades procuróse su existencia»

Manuel Cervera, 1907

Cuando Pedro de Vega, primer maestro de la ciu-dad, quiso abandonar la villa que no le aseguraba un

Page 95: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

189Conquista y colonización hispánica

de cuero de vaca o de venado; si las costuras iban so-bre cuero doblado el costo se duplicaba.

Los aranceles, como se ha dicho ya, los fijaba elCabildo y cualquier exceso podía ser denunciado.También la calidad del trabajo del artesanado eracontrolada por uno de los alcaldes y un regidor: siencontraban que el producto estaba mal hecho, po-dían tirarlo, quemarlo o darlo a los pobres.

Los aranceles de los carpinteros –artesanos nece-sarios y fundamentales en el contexto formativo deuna ciudad que apenas inaugura su prehistoria ar-quitectónica– iban a la zaga de los fijados para el ru-bro que hoy llamaríamos «talabartería». En efecto,los trabajos ligados con la manufactura del cuero y,sobre todo, con la de enseres estrechamente ligadosa su utilización en la actividad ganadera, eran máscostosos que cualquier otro. La factura de una mon-tura, de unas botas de cuero o hasta de una rastra eramás oneroso que el de realizar un banco o unas ven-tanas para la iglesia o para el cabildo, lo que expresala valoración social de la que gozaba la figura delhombre montado a caballo con determinados per-trechos. Las monturas, botas, yugos y demás arte-factos de cabalgadura representaban un «algo más»,y es ese «plus» el que parece estar incorporado enlos aranceles más elevados que percibía el artesanoque manufacturaba aquellos elementos.

Podemos conocer los nombres de algunos artesa-nos de la vieja ciudad de Santa Fe. Por las notifica-ciones de la sesión del 27 de octubre de 1617, porejemplo, se sabe que Teodosio de Cacea, Juan Ruiz,Hernando de Sosa, Pedro Ramírez, Bartolomé Pé-rez, Alonso de Ontiveros y Felipe Tomás tenían ofi-cios artesanales. De Diego de Frutos, se dice que era

188 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

encontró, debió renegar bastante con los padres pa-ra que estos enviaran sus hijos a la escuela nueva-mente.

Otro ámbito de formación y de enseñanza loconstituía el artesanado. Los artesanos de oficio to-maban aprendices que hacían el trabajo para ellos acambio de recibir los secretos del métier. Los datosacerca de oficios artesanales en Santa Fe son escasos,pero aparecen prácticamente con la fundación de laciudad. En un sitio en el que todo estaba por hacer,existió la necesidad de contar con hombres dedica-dos a las distintas tareas manuales básicamente liga-das con las necesidades alentadas por la vestimenta,construcción de casas, de rudimentarias herramien-tas para una agricultura en ciernes, de aperos para elganado y de los objetos necesarios para el ejerciciode los ministerios religiosos.

Carpinteros y talabarteros eran los mejor pagos.Los primeros confeccionaban puertas encajadas ysencillas, ventanas encajadas (con cuatro varas encruz) o ventanas simples, arcas de siete palmos, me-sas, cajas para guardar los arcabuces, bancos para lasiglesias y para las casas, camas, escaleras. Para el cam-po elaboraban arados con timón de laurel; los tala-barteros eran indispensables para fabricar todoaquello ligado con la ganadería, y de allí probable-mente se derivara su jerarquía y lo costoso de sus ho-norarios. Hacían sillas de montar, borceguíes, «cora-zas», cueros para enfundar armas, etc. Los dedicadosa la zapatería cobraban un poco menos; pero los re-gistros del Cabildo permiten ver la gran variedad decalzados que se fabricaban: botas llanas de dos sue-las, zapatos de dos suelas, chinelas, zapatos sencillos

Page 96: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

191Conquista y colonización hispánica

Todavía hacia el primer cuarto del siglo XVII, lospatrimonios de los pocos peninsulares y del mayornúmero de hijos de la tierra que hacía parte del seg-mento económicamente más pudiente, tenían un ac-tivo de sus bienes personales más bien flaco en ma-teria de artículos que, considerados de uso corrien-te en tierras altoperuanas, en Santa Fe constituíanverdaderos lujos.

Durante los años 1640 y 1650, en la coyuntura deconflictos con la corona portuguesa, salieron a la luzdocumentos que prueban que un buen número decarpinteros, herreros y talabarteros eran de origenportugués. Esto muestra que los portugueses quehabían llegado a Santa Fe no eran sólo hombres condinero para hacer negocios sino que también huboalgunos más humildes, que se insertaron como arte-sanos. Cuando el gobernador Lariz ordenó la ex-pulsión de los portugueses, el Cabildo salió en de-fensa de los que eran artesanos, argumentando quesu trabajo era considerado indispensable, en aque-llos momentos, para el traslado de la ciudad…

Hombres trabajando: una ciudad en obrasHabía pocos brazos para realizar los trabajos demantenimiento urbanístico de la ciudad: quienes seocuparon de estos menesteres fueron casi siemprelos mismos.

Cuando se avecinaba la cosecha de viñas en 1618,el Cabildo suspendió el arreglo del camino haciaCórdoba: quienes estaban trabajando allí fueron lla-mados a ocuparse de la tarea más urgente que exi-gían las heredades. Durante el mismo año, se sus-pendió el rellenado de pozos en las calles para dedi-

190 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

sastre, de Juan de Irazabala que tenía por oficio lacarpintería. Puede asegurarse que estas personas noaparecen en las actas del cabildo bajo otra forma: suúnica huella escrita para la historia es la de haber si-do nombrados como artesanos.

Difícilmente hayan sido vecinos, y si acaso algunoaccedió a esa condición, de hecho jamás participó demanera activa y visible en el cabildo. Es evidente quelos artesanos no formaban parte del grupo dominan-te. De hecho, existieron muchos indios y esclavosnegros que fueron artesanos. Los artesanos indiosgeneralmente eran indios de encomienda, utilizadoscomo gente de servicio doméstico en la ciudad porlos miembros más poderosos del grupo hegemónico.Con ellos diversificaban sus actividades y, en buenamedida, ampliaban sus fuentes de ingreso. En ciertoscasos, apelando al cobro de aranceles excesivos, co-mo parece demostrarlo la denuncia de Diego Ramí-rez y Antón Martín el Viejo, cuando, en 1619, plan-tearon su disconformidad frente a los excesivos pre-cios cobrados por el herrero Pedro, indio al serviciode Hernandarias.

Otro problema frecuente parece haber sido el delos tiempos del trabajo de los artesanos. Cuando en1617 se fijaron los aranceles de los herreros, zapate-ros, carpinteros y sastres (en una fecha inusual, casial final del año), se conminó a los mismos a tomarlos trabajos con el tiempo necesario para cumplir conla fecha de entrega prometida. Es que la mayor par-te de la demanda de trabajo artesanal provenía delCabildo, de las iglesias y de los miembros de las ca-pas más acomodadas de la sociedad, económica-mente incapaces de adquirir la totalidad de estos ar-tículos fabricados en Castilla: importar era costoso.

Page 97: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

193Conquista y colonización hispánica

Si bien los vecinos trataban de eludir estas cargasy, las multas que les fijaban no siempre llegaron aejecutarse, el tipo de trabajos que se encargaba a losvecinos sugiere algunas cosas.

En principio, la identificación nominal de la car-ga «en» el vecino –aun cuando en algunos casos nofueran ellos mismos quienes realizaban los trabajos,generalmente ejecutados por indígenas de sus enco-miendas o de la encomienda de la ciudad–, alude a ladimensión física del compromiso político asumidodesde la condición de vecindad. Los vecinos y no,por ejemplo, unos moradores que podrían oficiarcomo trabajadores libres, eran considerados por elCabildo los responsables de edificar y mantener encondiciones las instalaciones culturales que, en últi-ma instancia, eran las que fundamentaban su propiacalidad de vecino de una ciudad.

Los «convecinos» de una calle, con-vecinos en elsentido físico de estar las «casas de su morada» unaa la par de la otra, eran también con-vecinos en loque concierne a derechos políticos. Tal y como su-cedía con este aspecto de la cultura urbana de la vi-lla, la preocupación se trasladaba también a otra tec-nología de los europeos que organizaban el espacio,la de la posesión y disposición de la escritura, cen-tro de una división que, incluso, los atravesaba.

El traslado de la ciudad: renovarse es vivir…O sobrevivir. Al menos así lo planteaban, desde ladécada de 1640, distintas voces interesadas en lasuerte de la ciudad vieja.

Si frente a los distintos peligros que se han evoca-do, la solución propuesta ha sido la de mudar la ciu-

192 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

car el esfuerzo a «las sementeras» y a comienzos dejulio, se retomó la reparación de las calles que baja-ban al río.

En mayo de 1625, el Cabildo compelió a MiguelRodríguez, Pedro Ramírez y al Alférez Diego de Va-lenzuela a que, antes de 4 días, repararan el pozo exis-tente en la calle real, de la que eran convecinos. Tam-bién a Juan Díaz. El regidor Francisco Cuellar de Po-rrás fue, durante el mismo año, el vecino encargadode cortar la madera para reparar el edificio del cabil-do. Se le asignaron 12 indios y herramientas, estas úl-timas aportadas por los capitulares. En febrero de esemismo año, los vecinos habían encargado al regidor yfiel ejecutor, Diego de la Calzada, el control sobre laspersonas designadas para la construcción del edificiodel cabildo, siendo su responsabilidad que la obrafuera terminada en menos de seis meses.

Los trabajos se encaraban de esa manera: algunosparticulares eran responsabilizados de realizar losarreglos. Un miembro del cabildo, controlaba o vi-gilaba que estos arreglos se hicieran. Los particula-res, a su vez, bien podían realizar las tareas ellosmismos, bien podían llevar indios de su servicio oexigir a un tercero (por deudas de favores o de dine-ro) que lo hicieran por ellos. Los insumos, general-mente, eran proporcionados por el Cabildo mismo.

Así se realizaron las construcciones de las igle-sias, el carpido de calles, el rellenado de pozos, elmantenimiento de los caminos o la edificación de ta-pias. Estas actividades, por lo demás, formaban par-te de las responsabilidades propias de una relaciónentre las ventajas que otorgaba y de las cargas queimplicaba la vecindad.

Page 98: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

195Conquista y colonización hispánica

de Miguel de Santuchos de las de Juan de Arce yhasta cuya Cruz llegaban los límites de la ciudaden su ejido de chacras…»

Manuel Cervera, 1907

La imagen que se tiene de aquellos años es la deuna ciudad viviendo bajo alarma, dominada por elmiedo y ganada por la precariedad. Se temía correrel mismo destino que otras ciudades, como Concep-ción del Bermejo, despoblada a comienzos de la dé-cada de 1630.

Los documentos de la época hablan de las excur-siones y los robos de los indígenas chaqueños y dela inquietud que provocaban los grupos charrúasque ocupaban las tierras que hoy son entrerrianas.La ciudad solamente parecía defenderse de las con-tinuas invasiones de los calchaquíes y sumirse en lapobreza. Los pedidos a los gobernadores y al reypara el traslado de la ciudad se hacían más frecuen-tes y su tono era, petición tras petición, más dramá-tico. Al asedio indígena se agregó, a comienzos de ladécada de 1650, una nueva creciente del Paraná, lacrónica falta de metálico, la destrucción de los cami-nos y las dificultades para recoger vacas o hacer co-mercio con otras ciudades sin enfrentar límites yriesgos.

El 12 de abril de 1651 se señaló el sitio apto parala mudanza de la ciudad: el rincón de la estancia deJuan de Lencinas, unas doce leguas al sur de la trazaubicada al borde del río Quiloazas. El gobernadorLariz, durante mucho tiempo reticente a este trasla-do, finalmente aprobó que se hiciera el trasiego a eselugar y emplazó al Cabildo a resolver la cuestión entres semanas. Éste mandó la fundación de la nueva

194 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

dad toda, puede concederse que la medida parece unpoco drástica. Sin embargo, si ubicamos el hecho enperspectiva histórica y tomamos en cuenta las for-mas en que los hispánicos habían instalado las ciu-dades durante el periodo de conquista, enseguida sereconoce que los traslados de ciudades fueron algobastante frecuente en la historia de la América Co-lonial. Y no sólo en la hispánica: la historia de lascolonias portuguesas aporta el caso más curioso ymás extremo: la ciudad de Mazagao, durante el sigloXVIII, transitó por tres continentes. Localizada ori-ginalmente en el africano, fue trasladada por unosmeses a Portugal, en Europa, antes de ser instaladadefinitivamente en los territorios americanos de lacorona portuguesa, en el Brazil. ¡Eso es un viaje!

En la América española, los traslados de ciuda-des, durante el siglo XVII y el XVIII, se cuentan porcientos. Cuando las comunidades se ven amenaza-das pueden hacer cosas interesantes.

La transmuta de la ciudad al nuevo sitio, donde seinstaló desde los años 1650 llamándose desde enton-ces Santa Fe de la Vera Cruz, era una medida solici-tada por muchos vecinos, recomendada por algunosvisitantes y, ante las solicitudes formales, incluso fueuna medida aprobada y celebrada por la Corona.

«El nuevo nombre dado a la ciudad, Santa Fe dela Vera Cruz, fue desde que se resolvió la mu-danza y después de recorridas las nuevas tierrasdonde se iba a establecer, y debido este nombrede Vera Cruz como una ofrenda a Dios para quela salvara de las desgracias que hasta entonces ha-bía sufrido, o por la Cruz existente en estas tie-rras, que dividía de la parte del Salado las tierras

Page 99: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

197Conquista y colonización hispánica

y un poco de gente hacía de avanzada o tapón, se-gún la circunstancia, en la frontera con los pueblosindígenas. Su defensa había quedado a cargo de Ber-nabé Arias Montiel quien, con pocas armas y un pu-ñado de hombres, trataba de sostener en pie lo quequedaba del sitio antiguo.

«La transmuta de la ciudad contribuía también auna relocalización que abría nuevas orientacio-nes en relación a las posibilidades de accionarpor parte de los vecinos. Ese accionar implicabarecomponer mecanismos de dominación dete-riorados. El valle calchaquí aparecía como terri-torio disputado por diferentes grupos: otros sec-tores blancos no ligados aparentemente a la elite–probablemente vecinos más pobres de la mismaciudad o de otras– y también las parcialidadesindígenas dispuestas a no retroceder ante estapresión. El juego de fuerzas podía estar de un la-do u otro. La despoblación de Concepción delBermejo había demostrado que permanecer a ladefensiva era una estrategia destructiva. Ocupar,explotar y organizar el espacio era la manera deintensificar ese control.»Analía Manavella y Marina Caputo, 1999

Algunas investigaciones recientes han agregadomayor riqueza a las interpretaciones clásicas sobrelos motivos de la transmuta: si bien son innegablestodas las penurias, los peligros y los déficit en losque estaba sumida la ciudad vieja, también es nece-sario considerar que el traslado no obedeció sola-mente a razones negativas. Como sostienen AnalíaManavella y Marina Caputo, los grupos más involu-

196 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

ciudad en la estancia de Lencinas, ordenando la pre-sencia de algunos vecinos para instalar la nueva pla-za, trazar sus calles, señalar solares, ejidos y repartirtierras para chacras.

El trasiego tomó en total unos 10 años, durantelos cuales se fueron edificando las nuevas casas. Enel ínterin, tanto la ciudad vieja como las tierras desus alrededores, seguían soportando una despobla-ción a veces planificada y otras veces resuelta conurgencia, ante la continuidad de las incursiones cal-chaquíes, tocagües o de los que bajaban del Chaco.Durante 1653, el teniente de gobernador Juan Ariasde Saavedra encabezó una expedición de castigo alos indios del valle calchaquí: el propósito era defen-sivo pero también ofensivo, dado que la captura deindígenas formaba parte de las necesidades que plan-teaban los vecinos: se los utilizó como cargadores,cosecheros y hasta como albañiles para levantar lasnuevas paredes de tapia. También en 1653 se realizóen el sitio nuevo el reparto de tierras para chacras ysementeras ordenado por el Cabildo. En 1654, elproyecto del traslado casi aborta: la pobreza de losvecinos impedía llevar adelante obras y mudanza.

Las estancias cercanas al Salado volvieron a ser in-vadidas por los calchaquíes en 1655 y 1656, que ade-más se levantaron en el Tucumán ese año y en 1659.En 1657 y 1658, dos crecientes sucesivas provocaronel derrumbe de casas y hasta de la parroquia de SanRoque. La defensa de la ciudad vieja flaqueaba y lanueva no terminaba de asentarse. Los precios de losproductos indispensables, como el trigo, sufrieronincrementos que llegaron hasta el triple.

La trasmuta se completó en 1660, y la ciudad vie-ja quedó semidestruida pero no vacía: algunas casas

Page 100: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

Fuentes inéditasBiblioteca Nacional, Buenos Aires

Colección Gaspar García ViñasArchivo General de la Provincia de Santa Fe

Actas CapitularesDepartamento de Estudios Etnográficos y Coloniales de

Santa FeExpedientes CivilesEscrituras Públicas

Archivo General de Indias, Sevilla, EspañaEscribaníaCharcasMapas

Fuentes impresasAlarde de Santa Fe, publicado en el Boletín del Archivo Ge-

neral de la Provincia de Santa Fe, 1973.

Cartas Anuas de la Provincia del Paraguay, Chile y Tucu-mán, de la Compañía de Jesús (1615-1637), Buenos Ai-res, 1929.

COVARRUBIAS, Sebastián de Tesoro de la lengua castella-na [1611], Barcelona, 1989.

DÍAZ DE GUZMÁN, Rui Historia Argentina del Descu-brimiento, población y conquista de las Provincias delRío de la Plata escrita por Rui Díaz de Guzmán en el año1612, Plus Ultra, Buenos Aires, 1969.

DU BISCAY, Accarette Relación de un viaje al Río de laPlata, Alfer & Vays, Colección El Viajero y la Ruta, [1ª.Parte aparecida en francés en 1663, segunda y tercera en

Para saber más

GONZÁLEZ LEBRERO, Rodolfo Eduardo «Impacto de lainvasión hispana sobre los indígenas rioplatenses(1580-1640)», en Quinto Sol, 2, 1998.MANAVELLA, Analía y CAPUTO, Marina «Actualizacióndel espacio y renovación de estrategias de la elite san-tafesina. Santa Fe de la Vera Cruz. 1660-1680», enAvances del Cesor, Núm. 1, Rosario, 1998.

198 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

crados con las actividades económicas santafesinas,veían con buenos ojos la idea de reubicar a la ciudaden otra posición en el marco de sus relaciones conBuenos Aires o con la frontera hacia el oeste, ya queel dominio del valle calchaquí era un problema ins-talado: mover la ciudad de lugar implicaba tambiénemplazarla en un sitio desde donde el territorio pu-diera ser organizado de una manera más eficaz.

Con la ventaja que significa conocer el final siem-pre provisorio de esta historia, puede decirse que, aaquellos vecinos, la sal del tiempo seguramente lespintó la cara, pero también les dio la razón.

El próximo tomo de esta colección aborda temasrelacionados con la sociedad y la economía de lasdos ciudades: de Santa Fe la vieja y de Santa Fe dela Vera Cruz, la nueva. El propósito es el de com-plementar y profundizar, a través del estudio de lasfamilias fundadoras, de la encomienda, del trabajoindígena, de la esclavitud, de los jesuitas, de la fron-tera, de la vida cotidiana, de la producción y del co-mercio, este retrato de los tiempos coloniales queapenas comienza…

Page 101: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

201Conquista y colonización hispánica200 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

RUIZ GUIÑAZÚ, Enrique Garay, fundador de BuenosAires, Buenos Aires, 1915.

SCHMIDEL, Ulrico Relación del Viaje al Río de la Plata,traducción de Enrique Wernicke, Madrid, 1985 [1567].

VÁZQUEZ DE ESPINOSA, Antonio Compendio y des-cripción de las Indias Occidentales, transcripción del ori-ginal de Charles Upson Clark, Washington, 1948 [1627].

BibliografíaABAD DE SANTILLÁN, Diego Gran Enciclopedia de la

Provincia de Santa Fe, Ediar, Buenos Aires, 1967.

ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA «Cayas-tá fue el sitio viejo donde Garay fundó a la ciudad deSanta Fe. Así lo declaró la Academia Nacional de la His-toria», en Historia, núm. 6, Buenos Aires, 1956.

ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA, editoraNueva Historia de la Nación Argentina. Tomo 1, La Ar-gentina Aborigen: conquista y colonización, Planeta,Buenos Aires, 1999; Nueva Historia de la Nación Argen-tina. Tomo 2, Período Español, Planeta, Buenos Aires,1999; Nueva Historia de la Nación Argentina. Tomo 3,Período Español, Planeta, Buenos Aires, 1999.

AGUILERA ROJAS, Javier Fundación de ciudades hispa-noamericanas, Mapfre, Madrid, 1994.

ALURRALDE, Nicanor «Las antiguas unidades de medi-das de longitudes empleadas en el territorio argentino»,

1666 y cuarta en 1672] Buenos Aires, 1943, traducción deFrancisco Fernández Wallace.

FERNÁDEZ DE OVIEDO Y VALDÉS, Gonzalo Histo-ria General y Natural de las Indias, islas y Tierra-Firmedel Mar Océano, Madrid, 1852.

FERNÁNDEZ DE ENCISO, Suma de Geographia (Sevi-lla, 1519), Edición y estudio de Mariano Cuesta Domin-go, Madrid, 1987.

LEVILLIER, Roberto Nueva Crónica de la conquista delTucumán, Tomo I, Madrid, 1926.

GUEVARA, Padre de la Compañía de Jesús Historia delParaguay, Río de la Plata y Tucumán, [Madrid 1762] To-mo I, Buenos Aires, 1969.

HERRERA Y TORDESILLAS, Antonio Historia Generalde los hechos de los Castellanos en las Islas y Tierra Fir-me del Mar Océano, edición de Mariano Cuesta Domin-go, Madrid, 1991.

LAET, Joannes de Descripción General de la Gobernación oProvincia de Río de la Plata, cualidades de su aire y de sutierra, edición establecida por Marisa Vannini de Gerule-wicz.

MÁRTIR DE ANGLERÍA, Pedro Décadas Oceánicas, edi-ción de Joaquín Torres Asencio, Madrid, 1892.

PASTELLS, Pablo S. J. Historia de la Compañía de Jesús enla Provincia del Paraguay, Tomo I, Madrid, 1912.

Page 102: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

203Conquista y colonización hispánica202 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

la microhistoria. Del mundo seguro al universo de lo po-sible», en Prohistoria, III, 3, Rosario, 1999; «La ciudad ylas varas», en Revista de Historia del Derecho, BuenosAires, 2002; «La justicia como laboratorio», en TierraFirme, Caracas, 2003; BARRIERA, Darío y DALLACORTE, Gabriela Historia y Antropología Jurídica, Pro-historia, V, 5, Rosario, 2000; BARRIERA, Darío yROLDÁN, Diego Territorios, Espacios y Sociedades,UNR, Rosario, 2004.

BAYLE, Constantino Los cabildos seculares en la Américaespañola, Madrid, 1952.

BOSCH, Beatriz Historia de Entre Ríos, Plus Ultra, BuenosAires, 1978.

BOURDIEU, Pierre Razones prácticas. Sobre la teoría de laacción, Anagrama, Barcelona, 1997.

BUSANICHE, José Carmelo Hombres y hechos de SantaFe, I, Santa Fe, 1946.

CABALLERO MARTÍN, Angel S. Historia del primermovimiento separatista en el Río de la Plata, Castelví,Santa Fe, 1939.

CALVO, Luis María «Vecinos encomenderos de Santa Feen 1652», en Revista del Centro de Estudios Genealógi-cos de Buenos Aires, 3, Buenos Aires, 1983; Santa Fe laVieja. 1573-1660. La ocupación del territorio y la deter-minación del espacio en una ciudad hispanoamericana,Serv.Graf, Santa Fe, 1990; «El asentamiento vasco en elactual territorio de Santa Fe. 1573-1713», en Investiga-ción sobre asentamientos vascos en el territorio argentino,

en La Ingeniería, Núm. 883, Buenos Aires, 1948; «Ubi-cación geográfica de la primera ciudad de Santa Fe», enLa Ingeniería, Núm. 909, Buenos Aires, 1951; «La ver-dadera ubicación geográfica de la primera ciudad de San-ta Fe», en La Ingeniería, Núm. 909, Buenos Aires, 1951.

ÁLVAREZ, Juan Ensayo sobre la Historia de Santa Fe, Bue-nos Aires, 1910; Temas de Historia Económica Argenti-na, Jackson Inc., Buenos Aires, 1929.

ARANGUREN, Carlos Hernandarias. Primer gran estan-ciero criollo del Río de la Plata, Paraná, 1963.

ARECES, Nidia –compiladora– Poder y Sociedad. Santa Fela Vieja, 1573-1660, Prohistoria, Rosario, 1999.

ARECES, Nidia; DE BERNARDI, Cristina y TARRA-GÓ, Griselda «Blancos e indios en el corredor fluvial pa-ranaense», en Anuario de la Escuela de Historia, Núm.14, UNR, Rosario 1991.

ARENDT, Hanna ¿Qué es la política?, Barcelona, 1997.

ASSADOURIAN, Carlos El sistema de la economía colo-nial, IEP, Lima, 1982.

ASSADOURIAN, Carlos; BEATO, Guillermo y CHIA-RAMONTE, José Carlos Argentina. De la Conquista ala Independencia, Paidós, Buenos Aires, 1972.

BARRIERA, Darío G. «Derechos, ganados, pleitos, tierras.Acceso a la propiedad de las tierras y prácticas socialesen una sociedad de frontera. Santa Fe, 1620-1640.» enVaria História, 19, Belo Horizonte, 1998; «Las babas de

Page 103: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

205Conquista y colonización hispánica204 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

CRESPO NAÓN, Juan Carlos «Los vecinos de Santa Fe en1622», en Genealogía, 16, Buenos Aires, 1976.

CHIAPPELLI, Fred –editor– First Images of America,University of California Press, Berkeley, 1976.

DAVEAU, Suzanne Lugares e regioes em mapas antigos,Lisboa, 1997.

DOUCET, Gastón Gabriel «Don Francisco de Alfaro. In-formante del Consejo de Indias», en Investigaciones yEnsayos, núm. XXV, Buenos Aires, 1978.

DURÁN MONTERO, María Antonia Fundación de ciu-dades en el Perú durante el siglo XVI. Ensayo Urbanísti-co, Sevilla, 1978.

ELIAS, Norbert El proceso de la Civilización, FCE, Méxi-co, 1987.

ENSINCK, Oscar Luis «El ganado vacuno en la incipienteeconomía de Santa Fe (1573-1700)», en Investigaciones yEnsayos, núm. XVIII, Buenos Aires, 1975; «Proceso his-tórico de la agricultura en la provincia de Santa Fe», enInvestigaciones y Ensayos, núm. 27, Buenos Aires, 1979;Historia económica de la Provincia de Santa Fe, UNR,Rosario, 1985.

FERNÁNDEZ DÍAZ, Augusto «Situación del primerasiento de Santa Fe». Anales de la Sociedad CientíficaArgentina, 1949; Tierras para chacras y tierras para es-tancias en la Vieja Santa Fe, Rosario, 1954; Fundación deSanta Fe, Rosario, 1956; «La legua de medir en las Pro-vincias del Río de la Plata y de Tucumán», en Historia,

siglos XVI-XIX, Fundación Vasco-Argentina Juan deGaray, Departamento de Estudios Históricos, BuenosAires, 1993, T. II; Pobladores españoles de Santa Fe laVieja (1573-1660), Academia Nacional de la Historia,Buenos Aires, 1999.

CANAL FEIJÓO, Bernardo Teoría de la ciudad argentina,Sudamericana, Buenos Aires, 1951.

CARZOLIO, María Inés (compiladora) Inclusión / Exclu-sión: las dos caras del Antiguo Régimen, Prohistoria Edi-ciones, Rosario, 2003; CARZOLIO, María Inés y BA-RRIERA, Darío Política, Cultura, Religión: del AntiguoRégimen al surgimiento de los Estados Nacionales. Ho-menaje a Reyna Pastor, Prohistoria Ediciones, Rosario,2005.

CERVERA, Manuel Historia de la Ciudad y Provincia deSanta Fe, 3 Tomos, 2a. Edición, Santa Fe 1979 y 1980 [1ª.Edición de 1907]

CESPEDES DEL CASTILLO, Guillermo La exploracióndel Atlántico, Mapfre, Madrid, 1991.

CLAVERO, Bartolomé Razón de Estado, Razón de Indivi-duo, Razón de Historia, Madrid, 1991.

COMADRÁN RUIZ, Jorge Evolución demográfica argen-tina durante el período hispánico, 1535-1810, Eudeba,Buenos Aires, 1969.

CONI, Emilio Historia de las vaquerías en el Río de la Pla-ta, 1555-1750, Platero, Buenos Aires, 1979.

Page 104: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

207Conquista y colonización hispánica206 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

GINZBURG, Carlo Tentativas, Prohistoria, Rosario, 2004.

GONZÁLEZ LEBRERO, Rodolfo «Producción y comer-cialización del trigo en Buenos Aires a principios del si-glo XVII», en Boletín del Instituto de Historia Argenti-na y Americana «Dr. Emilio Ravignani», núm. 11, Bue-nos Aires, 1995; «Impacto de la invasión hispana sobrelos indígenas rioplatenses (1580-1640)», en Quinto Sol,2, 1998; La pequeña aldea, Biblos, Buenos Aires, 2002.

GUASTAVINO, Carlos Hernandarias, fundador de Co-rrientes, S/D.

GUTIÉRREZ ÁLVAREZ, Secundino José Las comunica-ciones en América: de la senda primitiva al ferrocarril,Madrid, 1993.

HARDOY, Jorge y MORSE, Richard (compiladores) Nue-vas perspectivas en los estudios sobre historia urbana La-tinoamericana, GEL, Buenos Aires, 1989.

HERNÁNDEZ, Isabel Los Indios de Argentina, Mapfre,Madrid, 1992.

HESPANHA, António Manuel Vísperas del Leviatán. Ins-tituciones y poder político. Portugal -siglo XVII, Taurus,Madrid, 1990.

HOBERMAN, Louisa Schell y SOCOLOW, Susan Mid-gen –compiladoras– Ciudades y Sociedad en Latinoamé-rica Colonial, FCE, Buenos Aires, 1992 [Albuquerque,1986].

núm. 8, Buenos Aires, 1957; Juan de Garay. Su vida y suobra, Molachino, Rosario, 1973, 2 Tomos.

FERNÁNDEZ, Sandra y DALLA CORTE, Gabriela Luga-res para la historia, UNR, Rosario, 2001.

FLINN, Michael W. El sistema demográfico europeo,1500-1820, Crítica, Barcelona, 1989.

FURLONG CARDIFF, Guillermo -S.J.- «El mapa riopla-tense y patagónico de Juan Sebastián Delcano, 1523», enInvestigaciones y Ensayos, núm. 12, Buenos Aires, 1972;El transplante cultural y social, Buenos Aires, 1969.

GAIGNARD, Romain La Pampa Argentina, Hachette,Buenos Aires, 1989.

GARAVAGLIA, Juan Carlos Mercado Interno y EconomíaColonial, México, 1983.

GARCÍA, Juan Agustín La ciudad indiana, Buenos Aires,1986 [1ª. Ed, 1900].

GELMAN, Jorge «El régimen monetario», en Nueva His-toria de la Nación Argentina, Vol. III, Buenos Aires,1999.

GIANELLO, Leoncio Historia de Santa Fe, Plus Ultra,Buenos Aires, 1978; Historia de Entre Ríos, 1520 -1920,Paraná, 1951.

GIBERTI, Horacio Historia económica de la ganadería ar-gentina, Hachette, Buenos Aires, 1970.

Page 105: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

209Conquista y colonización hispánica208 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

MOLINA, Raúl y FURLONG, Guillermo Las ruinas deCayastá son de la vieja ciudad de Santa Fe fundada porGaray, Buenos Aires, 1953.

MOLINA, Raúl Hernandarias. El hijo de la tierra, BuenosAires, 1948; «Primeras Crónicas de Buenos Aires. Lasdos memorias de los hermanos Massiac (1660-1662)», enHistoria, Núm. 1, Buenos Aires, 1955; «Don JerónimoLuis de Cabrera y la Caballería de Santiago», en Genea-logía, 14, Buenos Aires, 1974.

MOLINARI, Diego Luis Descubrimiento y Conquista deAmérica, Eudeba, Buenos Aires, 1983.

MÖRNER, Magnus Actividades Políticas y Económicas delos Jesuitas en el Río de la Plata, Hyspamérica, 1986 (pri-mera Ed. en Español Paidós, 1968).

MOUTOUKIAS, Zacarías Contrabando y control colonialen el siglo XVII, CEAL, Bs.As., 1988; «Comercio y pro-ducción», en ACADEMIA NACIONAL DE LA HIS-TORIA –V.V.A.A.– Nueva Historia de la Nación Argen-tina. Tomo 3, Período Español, Planeta, Buenos Aires,1999; «Gobierno y sociedad en el Tucumán y el Río de laPlata, 1550-1800», en TANDETER, Enrique –director–La sociedad colonial, Sudamericana, Buenos Aires, 2000.

MUSSET, Alain y VAL JULIÁN, Carmen «La toponimiaconquistadora», en Relaciones, 70, 1997.

NICOLI, Víctor F. Historia de la Fundación de la Ciudady Provincia de Santa Fe y sus límites territoriales. Go-bierno de la Provincia de Santa Fe, Santa Fe, 1978.

KULA, Witold Las medidas y los hombres, SXXI, México,1980 [Varsovia, 1970].

LAFONE QUEVEDO, Samuel «Los nombres de Luga-res», en Revista Patriótica del Pasado Argentino, TomoIII, Buenos Aires, 1890.

LAMOTHE, Emilio La pequeña Historia, Santa Fe, 1987.

LASSAGA, Ramón Tradiciones y Recuerdos Históricos,Peuser, Buenos Aires, 1895.

LATZINA, Federico Diccionario Geográfico Argentino,Buenos Aires, 1891.

LIVI, Hebe «La revolución de los siete jefes», Revista de laJunta Provincial de Estudios Históricos de Santa Fe, LV,Santa Fe, 1985.

MADERO, Eduardo Historia del Puerto de Buenos Aires,Buenos Aires, 1892.

MANAVELLA, Analía y CAPUTO, Marina «Actualiza-ción del espacio y renovación de estrategias de la elitesantafesina. Santa Fe de la Vera Cruz. 1660-1680», enAvances del Cesor, Rosario, 1998; «De Santa Fe la Viejaa Santa Fe de la Vera Cruz. Hacia una configuración te-rritorial conveniente, 1640-1660», en Poder y Sociedad.Santa Fe la Vieja, 1573-1660, Rosario, 1999.

MARTÍNEZ ESTRADA, Ezequiel Radiografía de la pam-pa, FCE, Buenos Aires, 1991 [1933].

Page 106: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

211Conquista y colonización hispánica210 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

REGIS, Élida «Julián García de Molina: mercader residen-te», en Poder y Sociedad, Rosario, 1999.

RIVEROS TULA, Aníbal «Las milicias del Litoral en loschoques fronterizos del siglo XVII», en Anuario del Ins-tituto de Investigaciones Históricas de la UniversidadNacional del Litoral, Núm. 2, Rosario, 1957.

RODRÍGUEZ MOLAS, Ricardo Los sometidos de la con-quista, CEAL, Buenos Aires, 1984.

ROJAS MIX, Miguel La plaza mayor. Urbanismo como ins-trumento de dominio colonial, Barcelona, 1975.

ROMANO, Ruggiero Los conquistadores, Huemul, Bue-nos Aires 1978 [1ª. Ed. París, 1972].

ROMERO, José Luis Latinoamérica: las ciudades y lasideas, 3a. Edición, Buenos Aires, 1986 [1976].

ROSA, José María Historia Argentina, Tomo I, s/d, 1970.

ROVERANO, Andrés Santa Fe la Vieja, Santa Fe, 1960;Santa Fe de Antaño, Anaquel, Santa Fe, 1973; «Los veci-nos fundadores de Santa Fe», en Revista de la Junta Pro-vincial de Estudios Históricos de Santa Fe, LXIV, 1973.

SAER, Juan José El Entenado, Folios, México, 1983; Glosa,Alianza, Buenos Aires, 1986; El Río sin Orillas, Alianza,Buenos Aires, 1991; El concepto de ficción, Ariel, BuenosAires 1997; La Grande, Seix Barral, Buenos Aires, 2005.

SAGUIER, Eduardo «Gestación de una sociedad de clasesen el seno de una estructura compuesta por una econo-

NOCETTI, Oscar y MIR, Lucio La Disputa por la Tierra,Sudamericana, Buenos Aires, 1997.

PEASE, Franklin y MOYA PONS, Frank El primer contac-to y la formación de nuevas sociedades, Tomo II de laHistoria General de América Latina, UNESCO, Trotta,París / Madrid, 2000.

PÉREZ COLMAN, J. Historia de Entre Ríos. Época Colo-nial (1520-1810), 3 Volúmenes, Paraná, 1936.

PÉREZ PRENDES, José Manuel La Monarquía Indiana yel Estado de Derecho, Madrid, 1989.

PIANA DE CUESTAS, Josefina Los indígenas de Córdobabajo el régimen colonial, UNC, Córdoba, 1992.

PIETSCHMANN, Horst El estado y su evolución al prin-cipio de la colonización española en América, FCE, Mé-xico, 1989 [1980].

POLANCO ALCÁNTARA, Tomás Las Reales Audienciasen las Provincias Americanas de España, Mapfre, Ma-drid, 1992.

PRESTA, Ana María «Cuando la clave es juntar lo disperso.Fuentes para el estudio de la vida y los tiempos del adelan-tado Juan Ortíz de Zárate», en Anuario del Archivo y Bi-blioteca Nacionales de Bolivia, 1994/95; «Encomienda, fa-milia y redes en Charcas Colonial: los Almendras, 1540-1600», en Revista de Indias, 1997, vol. LVII, núm 209; «De-trás de la mejor dote, una encomienda. Hijas y viudas de laprimera genración de encomenderos en el mercado matri-monial de Charcas, 1543-1548», en Andes, Núm. 8, 1997.

Page 107: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

213Conquista y colonización hispánica212 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

TARRAGÓ, Myriam –directora– Los pueblos originarios y laconquista, Tomo II de SURIANO, Juan (director) NuevaHistoria Argentina, Sudamericana, Buenos Aires, 2000.

TORRE REVELLO, José «Sociedad Colonial. Las clases so-ciales, La ciudad y la campaña», y «Viajeros, relaciones, car-tas y memorias», en Historia Argentina, Academia Nacio-nal de la Historia, Tomo IV, Buenos Aires, 1938.

VIGO, Juan M. Hernandarias, Colmegna, Santa Fe, 1972.

VINCENT, Bernard 1492, «el año admirable», Crítica, Barce-lona, 1992, [1991].

ZAPATA GOLLÁN, Agustín Obras completas, 6 Tomos,Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 1990.

ZORRAQUÍN BECÚ, Ricardo La organización política ar-gentina en el período hispánico, Emecé, Buenos Aires, 1959

Otros instrumentos de consulta son las siguientesrevistas científicas editadas en nuestra provincia• Anuario de la Escuela de Historia de la Facultad de Hu-

manidades y Artes de la UNR.• Avances del Cesor, del Centro de Estudios Sociales Re-

gionales, Facultad de Humanidades y Artes de la UNR.• América, del CEH, Santa Fe.• Claroscuro, del CEDCU, Facultad de Humanidades y

Artes, Universidad Nacional de Rosario.• Clío y Asociados, de la UNL, Santa Fe.• Revista Prohistoria, Prohistoria Ediciones, Rosario.

mía de entrepôt», Instituto Ravignani, UBA, Buenos Ai-res, 1985.

SALABERRY, S. J. Juan Faustino Los Charrúas y Santa Fe,Gómez y Cía Impresores, Montevideo, 1926.

SALAS, Alberto Las armas de la conquista de América,Buenos Aires, 1984.

SASTRE, Marcos El Tempe Argentino, Buenos Aires, 1954.

SIERRA, Vicente Historia de la Argentina: consolidación dela labor pobladora, 1600-1700, Buenos Aires, 1957.

SOLANO, Francisco de «Significación y tipología de loscuestionarios de Indias», en Cuestionarios para la forma-ción de las Relaciones Geográficas de Indias. Siglos XVI-XIX, Madrid, CSIC, 1988.

TANDETER, Enrique –director– La Sociedad Colonial,Tomo II de SURIANO, Juan (director) Nueva HistoriaArgentina, Sudamericana, Buenos Aires, 2000.

TARRAGÓ, Griselda «Relaciones interétnicas en Santa Fela Vieja. Sociedad y Frontera», Revista Oficial de la Jun-ta de Estudios Históricos de Santa Fe, n° LIX, Santa Fe,1993.

TARRAGÓ, Griselda y ARECES, Nidia «Los inmigrantesportugueses en Santa Fe la Vieja», Rábida, 15, UIA,1997; «Redes mercantiles y sociedad, Santa Fe sigloXVII», Anuario de la Escuela de Historia, 18, Rosario,UNR, 1998.

Page 108: Conquista y Colonización Hispánica (2006)

215Conquista y colonización hispánica214 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Escribe en este tomo

DARÍO G. BARRIERA (Maciel, Santa Fe, 1966)Es Licenciado en Historia por la Universidad Na-cional de Rosario y Doctor en Historia por la Es-cuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de Pa-rís (EHESS). Cursó estudios posdoctorales en laUNAM, México. Es miembro del Centro de Estu-dios Sociales Regionales (CESOR) y director de laRevista Prohistoria. Desarrolla investigaciones so-bre la historia social del poder político y de la admi-nistración de la justicia durante los siglos XVI yXVII. Se desempeñó como Profesor Invitado enUniversidades mexicanas, españolas, francesas y ar-gentinas. Actualmente enseña en la carrera de His-toria de la Facultad de Humanidades y Artes de laUNR y es Investigador del CONICET.

Publicó Territorios, Espacios y Sociedades (conDiego Roldán, editado por la UNR), con María InésCarzolio Política, Cultura, Religión: Homenaje aReyna Pastor (Prohistoria Ediciones) y, con Gabrie-la Dalla Corte, Espacios de Familia: España y Amé-rica Ss.XVI-XX, editado por Jitanjafora, en México.

Page 109: Conquista y Colonización Hispánica (2006)