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Son muchos y de muy variada índole los aspectos
abordados por Cerda en su comentario a las Geórgicas de Virgilio.
Conscientes de que entrar en el análisis profundo de cada uno de
ellos requeriría más tiempo y espacio del que por desgracia
disponemos, nos vemos obligados a posponerlos para épocas
venideras, bajo la forma de estudios más concretos. Aquí hemos
pretendido dar una visión general de su comportamiento ante el
texto del poeta latino, de qué forma estructura su comentario y
los objetivos que se propone en cada una de las partes, la
originalidad de alguna de sus interpretaciones y, sobre todo, una
valoración del texto que presenta su edición.
Pero quedan postergados -aunque perfilados-
algunos detalles de su comentario que nosotros consideramos de
notable importancia. Existe, por ejemplo, el interesante capítulo
de las fuentes del poema virgiliano, aspecto éste al que Cerda
dedica buena parte de atención. Efectivamente son muchas las
notas en las que afirma, o bien se limita a sugerir, que tal o
cual pasaje del poeta latino se inspira en este u otro autor
anterior. Estas fuentes cabría dividirlas en diversos grupos.
Así, el primero podría estar formado por todos aquellos autores y
sus pasajes que han servido a Virgilio para documentarse en los
temas referentes a la agricultura, la ganadería o la apicultura.
Este grupo, a su vez, tendría que ser dividido en autores
griegos, entre los que podemos citar a Hesíodo, Teofrasto,
Jenofonte, Nicandro o Aristóteles, y autores latinos, entre los
que se encuentran Varrón y Lucrecio.
Por otra parte, otro grupo lo formarían aquellos
autores que han servido al poeta latino como fuente para
ciertos giros, expresiones y usos metafóricos, esto es, las
fuentes formales y estéticas del poema. También en este nuevo
grupo podríamos efectuar la separación entre autores griegos,
como Homero, Apolonio, Calimaco, y latinos, Ennio y Lucrecio por
dar algún ejemplo.
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Capítulo aparte estaría dedicado al epilio de
Aristeo, que cierra el libro IV y con ello el poema, cuya fuente
principal, señalada por Cerda desde el inicio del mismo, es
Homero. Durante su desarrollo, en los notas correspondientes, el
jesuíta presenta los pasajes del poeta griego sobre los que ha
podido inspirarse el latino.
Esta faceta del comentario de la obra de
Virgilio, ha sido emprendida desde época temprana. Baste recordar
los nombres de Servio y Macrobio, sobre todo el de este último,
que en este sentido pueden ser considerados los pioneros. Sin
embargo, sus logros no son en modo alguno comparables por los
conseguidos por un humanista, Fulvio Ursino, cuya obra -publicada
sin su conocimiento, si creemos las palabras de su editor
Plantino en la presentación de la misma, por la excesiva humildad
que caracterizaba a este importantísimo virgilianista- ha marcado
una senda que se extiende hasta los estudios de nuestros días.
En efecto su confrontación de Virgilio con autores griegos ha
servido claramente de inspiración a otros autores posteriores,
entre los que cabe citar a Germanus (Vaillant de Gueslis) y al
propio Cerda. Un interesante esquema gráfico, con el que se
pretende resumir de forma clara y sencilla las sucesivas
aportaciones de los estudiosos de la obra virgiliana en este
sentido, partiendo de Servio y Macrobio, y pasando por los
humanistas aquí citados, hasta nuestros días, lo presenta
G.N.Kanuer en la obra que dedica a la confrontación del poema de
la Eneida con Homero . Por supuesto, nuestro ilustre comentarista
toledano figura en el mismo, formando parte importante en esa
cadena. Otros autores posteriores han puesto en su punto de mira
la localización de las fuentes griegas del poema virgiliano, lo
cual demuestra el gran interés que despierta esta faceta del
G.N.Knauer Die Aeneis und Homer, Góttingen 1979 (1964).
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2 comentario . Sería interesante comprobar la deuda que tales obras
tienen con las de Ursino, Germano o Cerda, de las que a buen
seguro se ha servido para la realización de las suyas.
Pero no es éste el único punto de atracción que
encierra el comentario de nuestro autor. Muy en relación con él
se halla también la gran atención que presta al capítulo de los
imitadores de Virgilio, como pueda ser el caso de Columela, 3
Juvenal, Lucano o Plinio , las autores cristianos y, en especial,
el poeta griego Opiano que, como repite frecuentemente Cerda a lo
largo de su comentario, encuentra en Virgilio una fuente de
inspiración para sus poemas sobre la caza y la pesca.
Como decíamos, estos aspectos de indudable
interés del comentario de Cerda, no gozan en nuestro estudio de
un tratamiento individualizado, aunque se hallan perfectamente
2 Podemos citar aquí algunos de ellos, como F.G.Eichhoff Études grecques sur Virgile ou recueil de tous les passages des poetes grecs imites dans les Bucoliques, les Georgiques et l'Enéide avec le texte latin et des rapprochements littéraires. vol.I Paris 1825 (las páginas 113-316 dedicadas a las Geórgicas). A. Knoche Vergilius quae Graeca exempla secutus sit in Georgicis Lipsiae 1877. H.Morsch De Graecis auctoribus in Georgicis a Vergilio expressis Halle 1878. K.Brandt De auctoribus quos in componendis Georgicon libris adumbraverit Vergilius Prog.Gymn.Salzwedel 1884. Otros muchos estudios de esta índole aparecen recogidos en el completo estudio bibliográfico presentado por Werner Suerbaum " S p e z i a l b i b l i o g r a p h i e zu Vergils Geórgica" en AUFSTIEG UND NIEDERGANG DER ROMISCHEN WELT ed. Η.Temporini-W.Haase, Berlín 1980 II. 31.1 pp. 395-499 (esp. pp.481-89). 3 Sobre lo cual pueden citarse obras como la de W.Schroeter De
Columella Vergilii imitatore Diss. Jena 1882; E.Stettner De L.I.M.Columella Vergilii imitatore> Progr.Triest. 1894; B.Baldwin "Columella's sources and how he used them". Latomus 22, 1963, pp.785-791. D. Joly "Juvénal et les Georgiches" en Hommages á J.Bayet (ed. M.Renard-R.Schilling), Bruxelles-Berchmen 1964. E.Paratore Virgilio Geórgico e Lucano ASNP II 12, 1943 pp.40-69. R.T.Bruére Pliny the Eider and Virgil Cph. 51, 1956 pp.228-245.
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indicados en el cuadro sinóptico que hemos confeccionado a partir
del Index rerum memorabilium incluido en la obra del toledano,
donde resaltamos los puntos más sobresalientes que trata en cada
una de sus notas. Así, con ex más el nombre del autor en concreto
se precisa que nos hallamos ante el señalamiento de una fuente, y
con hinc más el nombre del autor, de un imitador de Virgilio.
Seguimos enumerando otros atractivos que encierra
la obra del toledano para el estudioso de las Geórgicas. En el
Prefacio Ad lectorem comenta:
in illustrandis praeceptis Georgicorum parcus non fui,..ut plurima (testimonia) coniungerem, mouit me aliorum interpretum inopia: uidebam enim non satis hanc Virgilii partem esse illustratam.
En efecto, esta parte de su comentario está bien
nutrida de citas y ejemplos con los que pretende, como él dice,
ilustrar los preceptos del poeta. Se pone así al descubierto la
estrecha relación del poema virgiliano con las obras de otros
autores, anteriores y posteriores (se incide por tanto en el
capítulo de fuentes e imitadores), lo cual nos da ocasión de
contemplar en pequeños mosaicos cómo los temas se repiten
paulatinamente. De la mano de Cerda nos introducimos en un
género, el de la poesía didáctica, de larga tradición; es como
realizar un largo paseo, que se inicia en sus orígenes y que
continua hasta autores más recientes, como es el caso de
Poliziano. En ocasiones, aquello que no es tratado por Virgilio
lo complementa Cerda con citas de otro autor. En este punto, es
reacio a las críticas contra el poeta, al que se le acusa, como
hace Séneca, de haberse preocupado más del aspecto formal que del
contenido y la veracidad de sus consejos. El jesuíta no acepta
tales reproches, y se alza más de una vez en espada defensora de
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4 su amado Virgilio . Para el, sus preceptos y consejos se
fundamentan en el profundo conocimiento que de los temas
relacionados con el trabajo de la tierra tiene el poeta, y
siempre tratará de demostrar que así es efectivamente. En caso de
que haya diversidad de opiniones entre los autores que recoge en
sus notas, formados los bandos, él optará sin lugar a dudas por
el encabezado por Virgilio. Por otra parte, él mismo ha procurado
buscar información entre personas entendidas en la materia, lo
cual es señal de un espíritu inquieto que busca en todo momento 5
cerciorarse de la validez de los consejos del poeta latino .
Por los autores citados en sus notas -como
Dalechampius, A.Matthiolus o I.Ruellius- sabemos que ha manejado
bibliografía actual sobre materias tales como botánica o
medicina; a los mapas y descripciones geográficas de A.Ortelius
Así en I 1/100, a un ataque de Plinio contra Virgilio, responde Cerda con otro ataque: ait Poeta optandas agricolae hyemes serenas, aestates húmidas, contra quem late Plinius 1.17 c.2. Qui, postquam ostendit hyemes deberé esse hyemes serenas, aestates húmidas...ita demum absoluit: "ergo, qui dixit hyemes serenas optandas, non pro arboribus uota facit"...Aperte Plinius Virgilium notat notandus ipse. Las habas y el mijo según el poeta han de plantarse en primavera. Plinio habla de dos épocas, verano o primavera, dependiendo de la costumbre que se sigue en Italia o la de otros pueblos. De este argumento se sirve Cerda para defender a Virgilio del ataque de Séneca, I 9/215: hinc facile euertes claumniam Senecae Epist.87 <LXXXVI 16.7> contra peritum uatem, ubi ait illum non praecepisse quid uerissime, sed qui decentissime diceretur; nec agrícolas docere uoluisse, sed legentes delectare. 5 Así se expresa en IV 1/1 tratando la cuestión de si las abejas fabrican la miel o tan sólo la recogen de las flores: studiose rem hanc quaesiui ab hominibus qui scientissimi in re apum etc. En II 3/275, donde el poeta habla de qué forma plantar las vides, más o menos apretadas, según el terreno de que se trate, comenta Cerda que Teofrasto y Columela no coinciden con los consejos del poeta, al que sigue Plinio; y dice así: ergo, qui non sum agrícola, cui credam? Virgilione et Plinio an Ttheophrasto et Columellae? Sequor primos dúos intuens morem Hispaniae, ubi natus, ubi uiuo. Hispani enim laxiores arbores disponunt in macro solo, densiores in ubere.
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acude en busca de consulta; en la obra De coloribus de
A.Thylesius busca lo necesario para la identificación y
equivalencia de colores. Apoyándose en los testimonios de hombres
de ciencia, en la nota I 13/58 desmiente la noticia difundida en
la antigüedad de que los castores se castran a sí mismos para
escapar con vida de la persecución de los perros y cazadores. Por
contra, sin embargo, nos sorprende su ingenuidad, que le lleva a
dar crédito al tema de la generación espontánea de las abejas a
partir de un buey muerto .
Otro aspecto de su obra que puede ofrecer
cierto interés es el referido a los comentarios y explicaciones
sobre el léxico. Los usos especiales o metafóricos de algunos
términos, giros o expresiones por parte del poeta latino, los
encontramos en sus notas perfectamente documentados con toda
suerte de autores griegos y latinos, con lo que se pretende
señalar el origen de los mismos así como su posterior difusión.
Así en I 15/32 ilustra con ejemplos el empleo del adjetivo tardus
referido a los meses estivales; en I io/93 el del verbo adurare
en relación al frío; en II 6/19 del sustantivo ala aplicado al
humo, o en II 30/217 el de messis para indicar el tiempo de la
vendimia o la recogida de la miel. También encontramos
explicaciones como la de por qué al plátano se le denomina
caelebs (I 4/2), a Ceres alma (I 4/7), a Febo Nomius (III 2/1),
al Océano ταυρόκραι̂ ος , o -ya más en relación con la
Explica del siguiente modo cómo a partir de la observación alguien pudo intuir este método de generación, IV 8/295: potuit enim accidere aliquando, ut ex boue destinato tantum ad sacrificium, cum iam esset corruptus, apes exsisterent, ex qua re, et saepius obseruata, Aegyptii artem meditarentur. Pero esto se debe a una confusión de la apis mellifica con la eristalis tenax, cuyas larvas se alimentan de la carne putrefacta de los toros. La identificación de éstas última con las abejas fue seguramente el origen de este tremendo error.
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interpretación del texto virgiliano- analiza expresiones como
frumenta sata (III 22/176), spicula coeca referida al aguijón de
las abejas (IV 17/237), imparibus armis (IV 11/245) y un largo
etcétera que puede verse en el índice de los temas tratados en
las notas.
Un espíritu eminentemente pedagógico es el que
envuelve toda la obra del toledano. Tantos años dedicados a
la enseñanza de la lengua, la retórica y la poesía latinas han
marcado decisivamente el carácter de su comentario. El que
introduzca las citas de tantos y tantos autores, ya sean
fuentes, ya imitadores de Virgilio, no es en realidad un fin en
sí mismo, si hemos de creer en sus palabras expresadas en el
Prólogo Ad lectorem y continuamente a lo largo de muchas de sus
notas. El objetivo que se propone es poner al alcance del lector,
del iniciado en la composición de versos latinos, la mayor
cantidad posible de ejemplos de los que poder abastecerse en sus 7
composiciones . De ese nutrido grupo de citas, cada cual podrá
elegir el modelo que mejor se avenga a su sensibilidad o al
espíritu de su obra. Planta cara a los aburridos manuales de
poesía, cargados de preceptos, y se decide por un aprendizaje
eminentemente práctico. La imitación de un modelo, en el que se g
ha de cuidar la elección, marca las pautas . En IV 45/147,
7 En sus notas procura siempre que es posible un espacio para la
imitatio. Así se expresa en II 5/537: addam in fine aliquid de imitatione, quae praeterire est nefas. Q
Por supuesto, para él, el modelo ideal está encarnado en la figura de Virgilio, el Príncipe de los poetas. Comenta en IV 1/345: talem te poetam uolo qualem te Virgilius esse poetam docet. Allí mismo, y tras confrontar al poeta latino con Homero, para el que por supuesto llueven las críticas, aconseja a los nobles: hinc principes discant adhibere cantores qui Latinum poetam aemulentur, non Graecum.
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analizando los versos del poeta, en los que juega combinando dos
metáforas, una que tiene como transfondo el mundo del circo, la
otra una metáfora náutica, y a la vista de otros ejemplos que
allí recoge, se acuerda de aquellos qui pertinaticer haereant
uulgari praecepto de persistendo semper uni eidemque metaphorae.
Las citas aducidas, y de autores de categoría como la de
Virgilio, demuestran que ello no tiene por qué ser así.
De este espíritu pedagógico del que hablamos
encontramos otras huellas en su comentario. Tal es el caso, por
ejemplo, de las numerosas notas en las que, a continuación del
término o la expresión virgiliana objeto de análisis, señala el
equivalente griego. Naturalmente esto puede ayudar al lector a
incrementar sus conocimientos del léxico de esa lengua. En este
sentido, la obra de Germano ha sido sin lugar a dudas su más fiel
aliado. Por otra parte, la mayoría de citas griegas a las que da
cabida en sus notas, suelen ir acompañadas de la correspondiente g
versión latina , cosa que no hace el comentarista francés: con
ello facilita indudablemente la comprensión de los textos. Esto
también puede ser un indicador del nivel de conocimiento de la
lengua griega, que, aunque poco a poco ha ido adquiriendo mayores
dimensiones, no alcanza al de la latina.
En el Prólogo Ad lectorem aclara que en lo
referente a las versiones latinas de autores griegos, se ha
servido de traductores de reconocido prestigio: tan sólo en casos
excepcionales él ha intervenido en este punto . En el comentario
9 Una de las pocas ocasiones en las que no hace esto es en la nota III 17/136. La razón es que en dicha nota hablará de un tema escabroso, como es el sexual; dice así: adimam interpretationes pudori consulens.
Ad Lectorem: in conuertendis auctoribus e Graeco sermone in Latinum, sequutus sum probatissimos interpretes, huius reí litem
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de las Geórgicas., tan sólo en una ocasión se decide Cerda a dar
su propia versión latina de un texto griego, en concreto de un
fragmento de la Ilíada de Homero. Sin ningún tipo de reparos,
reta al lector a que compare el resultado de la misma con la
traducción de Eobano , para ver cuál, a su juicio, es mejor
Tampoco hemos de olvidar recordar aquí las
frecuentes notas que dedica al comentario sobre asuntos y
costumbres de la Antigüedad, como sucede en III 2/49, donde
expone los distintos premios que conseguían los vencedores de los
certámenes olímpicos, o en III 17/24 y 19/25 acerca de la escena
del teatro romano y su funcionamiento, sobre el instrumental
utilizado para el sacrificio de las víctimas en III 19/492 o el
empleo de la percusión en las fiestas de Cibeles en IV 18/64; es
decir aquellos temas en los que puede hacer gala de su extensa
erudición y que conforman lo que nosotros denominamos el
comentario de realia.
Todas estas cuestiones, que en ocasiones
trascienden el comentario propiamente dicho del texto virgiliano,
confieren a la obra de Cerda la categoría de un pequeño manual
enciclopédico, por la cantidad y variedad de noticias en él
contenidas. Aunque su propósito es no perder nunca de vista en
sus explicaciones los versos del poeta latino, y ceñirse
exclusivamente a éste, sin embargo alguna vez se permite la
licencia de hacerlo.
La primera intención la encontramos reflejada,
meam non faciens, nisi quid illi peccent: tune enim adhibendae sunt manus uulneribus interpretum.
Helius Eobanus (1488-1540), poeta e historiador; además de unas traducciones de Teócrito y de Homero al latín, escribió unas Annotationes in Virgilii Geórgica. 12 IV 9/261: quos uersus (Homeri) ex tempore reddidi ipso pene
calami ductu. Conferat lector cum Eobani opere, utra praestat.
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por citar un ejemplo, en la nota IV 6/5. Señala allí que sobre el
tema de la organización de las abejas existe multitud de
noticias; él sólo tratará de aquello directamente relacionado con
el poeta, extra hunc nihil uagabor, comenta. Pero este principio
es vulnerado páginas después. Dedica en IV 17/406 una larguísima
nota donde recoge las interpretaciones alegóricas que se han dado
de la figura de Proteo. La razón, dice, es quia i l l i , quibus
incumbunt ista, parcius de hac re -y además añade- et
comparatione mei, parcissime. La disculpa está servida. Pero ya
anteriormente ha hecho esto otras veces. En III 7/406 se propone
presentar un completo cuadro de ejemplos acerca de los elogios
que se han vertido sobre los perros. El afirma que esto no se
sale del tema virgiliano -en efecto el poeta habla entonces de 13 los perros-, pero la relación con él, ciertamente es escasa . En
II 8/495, nota en la que recoge un pasaje de T.Livio, donde se
describe la sobriedad y rectitud de espíritu de Apio Claudio,
presiente Cerda haber sobrepasado los límites del comentario de
Virgilio; de ahí que exclame: potest aliquando similis aberratio
licere interpreti.
Aprovechando el marco del comentario virgiliano,
observamos que en algunos momentos ofrece una interpretación de
pasajes de otros autores como pueda ser el caso de Juvenal (II
332/395, IV 13 /264 ) , M a r c i a l ( I I 6/506, 28/531, IV 7 / 3 7 9 ) ,
Propercio (III 25/29), Ovidio (I n/476), Manilius (I 15/244) o
Plinio (IV 7/260). Esto evidentemente también transciende
el umbral de la explicación de los versos del poeta latino,
aunque en algunos casos puede estar justificado al tratarse de
pasajes de los que se sirve para la ilustración de los mismos.
13 III 7/406: sed quoniam hic custodia canum attingitur, non
ingratum erit audire, ñeque contra mentem Virgilii, quaepiam canum elogia.
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En cuanto al gran número de citas que
recoge en sus notas, además de lo farragoso del hecho, que a
menudo entorpece la lectura de la obra, el principal obstáculo
para el lector radica en la poca precisión a la hora de remitir
al pasaje de que se trata. Por lo general, y cuando lo hace, se
limita a indicar el libro y, en algunos casos, como puedan ser
los de Plinio u Ovidio, el capítulo o el número del poema. Pero
lo que nunca hace es señalar el verso exacto. Para esto hay dos
explicaciones. La primera es que, hasta fechas relativamente
tardías no se acostumbra a numerar los versos de cinco en cinco,
como ya sucede en su edición. La edición de Mancinelli o la de
Nebrija, más reciente, tampoco numeran los versos del texto
virgiliano. Otra explicación es que, a pesar de que Cerda pueda
disponer ya de ediciones en las que se enumeran los versos, al
haberse servido de las obras de otros humanistas o incluso de
repertorios de citas, y no indicarse allí con mayor precisión el
pasaje o el verso de que se trata, tampoco lo encontramos en la
obra del toledano. Por otra parte, la numeración de los capítulos
de obras como la de Plinio, no coinciden, como es sabido, con
nuestra actual clasificación, lo cual es otra dificultad. Además,
sucede que la lectura de muchos de los pasajes citados no se
corresponden con la que nos brindan las actuales ediciones. Por
poner algún ejemplo, la cita de Varrón L.L.V 108, que Cerda
recoge de la siguiente forma: olea granáis orchitis, quoá ea
antiquitus orchemora, se lee así en nuestras ediciones: olea
granáis orchitis quod eam Attici ορχιρ μορ<ΐ>α<ι>>. Y no hablamos
ya de las citas de pasajes griegos que además de las variantes
que presentan, el excesivo uso de ligaduras y abreviaturas, amén
de falsos cortes entre palabras y errores atribuibles a los 14 tipógrafos, dificultan enormemente su lectura
14 Además Cerda recoge términos griegos de cuya existencia no
tenemos noticia, como es el caso de εσγορατα, el equivalente
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Otro problema reside en la atribución de las
obras, como ocurre, por ejemplo, con las tragedias de Séneca
-cuya paternidad no debe ser muy clara para Cerda, pues
acostumbra a citarlo como Auctor más del nombre de la tragedia
(si exceptuamos el caso de la Octauia, que efectivamente parece
no ser obra del escritor latino)- la Consolatio ad Liuiam -de
cuyo autor no sabemos nada con certeza, pero que Cerda atribuye a
Albinovano- o un De uiris illustribus, de autor incierto, que 15 adjudica a Plinio . En relación con esto también hay que
mencionar su caprichosa forma de nombrar a ciertos autores. Así a
Cicerón lo encontramos citado como Cicero o bien como Tullius, a
Estacio como Statius y con más frecuencia como Papinius, o al
propio Virgilio al que además Virgilius o como Maro se refiere 1 fi
continuamente con los apelativos de Vates o Poeta.
En cuanto a una valoración de su comentario, dada
la presentación del mismo en tres apartados, argumentum,
griego, según él y Germano, de palearía (III 6/51); φυλλομοαηορ (que además aparece escrito erróneamente como φηλλομαρύχ») un sustantivo del que no hay testimonios, aunque si existe el verbo φυλλομαρεω y el adjetivo φυλλομαι;^ "que echa muchas hojas" (I 15/m); φιλειρηι>ος , forma tampoco atestiguada, que Germano, y por ende Cerda, utiliza para señalar el paralelo griego de la expresión virgiliana placitam oliuam (φιλειρηίΌΡ ελοα«μ) C u 6/425). De los errores a los que aludíamos, podemos poner algunos ejemplos, como \xvw\ por μηι>η (I 4/353), πυχι>όω por τιυκμόω, χαλόω por χαλάω (I 24/419), εγκεκειρηκει;
p 0r έγκεχείρηκει; (IV 2/6β).
15 Petrarca fue uno de los primeros en creer que así se trataba,
cf.R.Sabbadini Le scoperte dei codici latini e greci ne' secoli XIV e XV Firenze 1967 (1905), pag.24. 1 fi Caso particular es el de Aulo Gelio, al que denomina Agellius,
producto de una mala lectura de A.Gellius, Cf.E.R.Curtius Literatura Europea y Edad Media Latina vol.I pag.84. Leemos en la nota I 22/138: Latinus Callimachus; aunque al finalizar la misma aporta la aclaración: Latinus Ule Callimchus est Propertius.
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explicatio y notae, hemos de decir que los dos primeros
encierran para nosotros mucho menos interés que el último. Esta
particular estructura de la obra, que responde a los
presupuestos pedagógicos establecidos por la Ratio Studiorum, se
basa en un progresivo acercamiento del lector, o el discípulo, al
texto. Naturalmente, a los objetivos fijados para los argumenta,
donde se pretende conseguir una primera toma de contacto,
mediante la exposición de la idea o ideas centrales del fragmento
en cuestión, puede concedérseles cierto valor, si se juzgan bajo
el prisma de la enseñanza de textos; pero desde el punto de vista
del comentario de la obra virgiliana carecen de interés. De las
explicationes casi puede decirse otro tanto. Exceptuando aquellos
casos en los Cerda ofrece su propia interpretación del texto, la
mayoría de las explicaciones puntuales de términos proceden de
Servio; por lo demás se limita a parafrasear el texto. Un hecho
que parece confirmar el poco interés que despiertan estos dos
apartados de su comentario es que en la edición de Emmenessius,
que recoge una selección de las explicaciones de varios autores,
entre los que se encuentra Cerda, se ignoran ambos por completo.
Ciertamente, el mayor valor de la obra del toledano reside en sus
notas. De ellas, de los principales aspectos que en las mismas
trata, hemos estado hablando hasta ahora.
En su momento hemos hecho algunas observaciones
referentes a la originalidad del comentario de Cerda. Desde este
punto de vista, su comentario a las Geórgicas no encierra grandes
particularidades, sobre todo en el aspecto de ideas, contenidos o
interpretaciones novedosas. No quiere decir esto que no las haya.
Se ha acusado a Cerda de ser un compilador sin
originalidad, afirmación que, uno de sus pocos estudiosos, 17 J.Stevens ha procurado quitar importancia contestando que,
17 J.Stevens "Un humaniste espagnol: le pére Juan-Luis de la Cerda,
commentateur de Virgile", pag.220.
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frente al gran número de citas y observaciones que toma de otros
estudiosos, también encontramos entre sus notas otras muchas
citas fruto de una búsqueda personal, cosa que, como vimos en
otro apartado, no se guardaba de ocultar. No se limita a
incorporar a sus notas los comentarios de otros, sino que,
además, procura complementarlos aduciendo nuevos ejemplos. Un
dato que habla de este comportamiento suyo, nos lo ofrece el
propio Cerda en el Prólogo Ad lectorem. Al referirse a la
ilustración de los preceptos virgilianos concernientes al tema de
la res rustica -como veíamos en el pasaje citado líneas más
arriba- confesaba haberse mostrado generoso, algo que alguien
podría reprocharle; a ello lo había movido sobre todo la penuria
de ejemplos que ofrecían otros comentaristas. Según se desprende
de sus propias palabras, no es que él sea novedoso en este punto,
pues ya otros lo habían abordado en sus obras. Sin embargo debe
reconocérsele exhaustividad. La falta de originalidad se ve
compensada así por su esforzada labor de búsqueda, de horas y
horas de lectura e interminables anotaciones. Aunque -también es
verdad- en ocasiones el producto final de las mismas sean unas
larguísimas notas difíciles de digerir para cualquier lector. Por
ello no es de extrañar que Emmenessius haya actuado a modo de
censor, recortando bastantes de las notas de Cerda que recoge en ,. . , 18 su edición
18 El propio Cerda es consciente de la extremada extensión de
algunas de ellas, y en este sentido lo hemos visto justificarse aduciendo una y otra vez la frase quid est interpretis si hoc non est? Cf., por ejemplo, III 17/24, 5/480, IV 8/295. En el Prólogo Ad lectorem promete ser mucho más conciso en sus comentarios a la Eneida: tu diligentia nostra fruere, et labores nostros in Aeneidem exspecta multo istis breuiores. Sin embargo en el saludo a su segundo editor, Horacio Cardón, que aparece en el primer tomo del comentario a los libros de la Eneida (ed.1612) ha de justificar la falta de brevedad prometida: scio me olim promisisse lectori meo breuiores in Aeneidem labores, sed ab hac promissione minime abeo. Si enim aestimentur rerum pondera et mores, quibus Aeneis spectanda prae Bucolicis et Georgicis est,
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Uno de los reproches que se pueden hacer a Cerda,
y con él a la mayor parte de la crítica del Renacimiento y del
Humanismo, es su posición tan extremistaque le lleva casi al
desprecio de la poesía homérica al compararla con la virgiliana.
Esta batalla sin sentido, de la que J.César Escalígero fue uno de
los mayores promotores, y cuya influencia se deja sentir paso a
paso en la obra del toledano, sufrió un cambio drástico de
posiciones en el siglo XIX, pero no para mejor, pues la crítica
se convirtió entonces en antivirgilianista y acérrima defensora
de Homero
El ciego amor que siente Cerda por la poesía de
Virgilio le impide actuar con objetividad. Para él, el poeta
latino pasa por encima de Homero, incluso del mismísimo Cicerón
en el manejo de las artes retóricas, según vimos en su momento.
La inflexibilidad que en este sentido caracteriza a Escalígero, y
de la que tenemos sobradas muestras en su obra Poetices libri
septem, de continua referencia para nuestro Cerda, es, como
decimos, la principal culpable de esta cuestión. Los estudios del
griego poco a poco han ido ganando terreno y adeptos entre las
filas de los humanistas. La posibilidad de que el latín perdiera
la supremacía de la que había gozado hasta entonces, es probable
que inquietara a más de uno. Se cuenta que Escalígero mantuvo a
su hijo José Justo totalmente apartado del estudio de la lengua y
literatura griegas. Sólo cuando su padre murió, tuvo ocasión de 20 iniciar su aprendizaje de las mismas . ¿En el fondo de tantos y
tan crudos ataques a la poesía de Homero, no habrá en realidad
non dubito quin haec pars bono aestimatori multo breuior quam illa appareat. 19 Cf. Arturo M.Cayuela S.I. Humanidades Clásicas Zaragoza 1940,
p p . 3 5 7 s s . 20
Cf. R . P f e i f f e r Historia de la Filología Clásica t o m . I I p a g . 1 9 6 .
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una pugna entre lengua latina y lengua griega o, por decirlo de
otro modo, entre enconados latinistas y helenistas, para los
cuales las figuras de Virgilio y Homero son sus máximos
representantes? Sea como fuere, Cerda se deja arrastrar en esta
cuestión, confesándose profundo admirador del poeta latino, al
que ensalza continuamente, al tiempo que lanza cada vez que puede
sus dardos contra los versos del épico griego. Resulta sin
embargo curioso que en este punto no haya adoptado la posición de
Germano, al que sigue tantas veces, el cual avisa desde el
Prólogo de su obra que se mantendrá al margen de la disputa
Virgilio-Homero. Se muestra el francés en esta cuestión mucho más
sensato que nuestro Cerda.
En cuanto al valor que ha de ser concedido a la
edición del texto virgiliano que presenta Cerda, y con esto ya
finalizamos, es quizá uno aspectos que más nos han desilusionado. 21 Lisardo Rubio reseña la existencia en la Biblioteca del Cabildo
de Toledo de una colación de códices donde se recogen variantes
de lectura de las églogas virgilianas. Al final del último folio
aparece el nombre de Cerda, por lo que todo hace pensar que tal
trabajo es obra de nuestro humanista. Pero con toda probabilidad,
tal colación de códices no procede de una consulta directa de los
mismos. Según Rubio, los códices colacionados son un codex
Romanas, otro oblongus, un Longobardicus y un Mediceus.
Precisamente éstos son los nombres de los cuatro códices
utilizados por Pierius Valerianus en su obra Castigationes
Virgilianae. Por tanto, hemos de pensar que dichos folios de la
Biblioteca del Cabildo sean unos apuntes tomados de la obra de
Pierius, al que Cerda cita en bastantes ocasiones.
Hemos de concluir que Cerda no se ha servido en
21 L.Rubio Catalogo de los manuscritos clasicos latinos existentes
en España Madrid 1984, p.537.
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absoluto de códices para la realización de su edición. Por otra
parte, y como ya vimos en su momento, a éstos sólo se acudía en
casos realmente necesarios, donde la dificultad de ciertos
pasajes lo reclamaban. Siguiendo la costumbre extendida en el
Renacimiento y el Humanismo, su edición está elaborada sobre la
base de una edición anterior, sobre la que, presumiblemente, ha
realizado los cambios, emendationes, que le han parecido
convenientes. En las notas son bastantes las ocasiones en las que
recoge alguna variante de lectura, en relación a la que él
presenta. Sin embargo, su propia edición ofrece muchas variantes,
de las que no tenemos ni siquiera el testimonio de otras
ediciones contemporáneas a la suya. Pero a estas variantes, en
ningún momento se refiere él en sus notas. Si aceptamos que son
obra del propio Cerda, y no simples confusiones tipográficas,
esto no sería un buen síntoma de su forma de proceder en relación
a la crítica del texto, pues nos presentarían a un Cerda
caprichoso que cambia a su antojo lo que no le gusta del texto,
no teniendo en cuenta, no ya el testimonio de manuscritos, sino
tan siquiera el de otras ediciones. De todas formas de la
procedencia de estas "variantes" no podemos asegurar nada con
certeza, pues, por contra, son muchas las ocasiones que Cerda
parece mostrar predilección por una variante que reseña en sus
notas, y sin embargo no aparece en el texto. Esto se corresponde
con el espíritu conservador que suelen mostrar todas las
ediciones de esos siglos, siempre fieles a la letra de las
editiones uulgatae.
Si bien es cierto que a la edición de Cerda no se
le puede conceder un excesivo valor, tampoco se ha de llegar al
extremo de afirmar que el toledano permanece al margen de las
cuestiones relativas a la crítica de textos. Una crítica textual,
que en su época es aún incipiente, y que por tanto no puede ser
juzgada con excesiva severidad. Pero las frecuentes observaciones
a propósito del texto virgiliano e incluso de otros autores,
griegos y latinos, son el índice de una cierta preocupación por
450
!f¡ estos temas, ni en mayor ni en menor medida de lo que podemos
encontrar en los comentarios de Germano, Emmenessius o Taubmanus.
Pero salvando ciertas distancias, consideramos
que el comentario del padre Cerda es una obra que no puede ser
olvidada, menos aún en el caso de un estudioso del mundo
virgiliano. Todos sabemos que el tiempo es inflexible, y que los
años vuelven perecederas ciertas obras. Esto es innegable que, en
algunos aspectos, también sucede con la obra del toledano. Sin
embargo todavía es posible encontrar en ella cierta frescura, aún
puede proporcionar material útil para el estudio de la poesía
virgiliana.
La falta de originalidad la compensa con trabajo
y esfuerzo; lo que toma de otros procura ampliarlo con
aportaciones propias. En comparación a otros comentarios, el suyo
es el que ofrece una visión más completa del texto de Virgilio.
No se fija un único objetivo; sus notas rezuman de erudición: las
fuentes, las imitaciones, las cuestiones de lengua y estilo,
explicaciones de giros, términos y metáforas, las costumbres de
los antiguos, la religión, temas de zoología y botánica...de todo
esto y de otras muchas cosas está nutrida su obra.
Probablemente, por ello, su comentario sea uno de los más
sobresalientes de cuantos se escriberon en su tiempo, y de ahí
que su fama haya perdurado tantos y tantos años.
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