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44 TERCER DOMINGO DE CUARESMA LITURGIA- CELEBRACIÓN CONTEMPLAMOS SU AMOR EN LA CONVERSIÓN “Señor, déjala todavía este año… a ver si da fruto” (Lc 13, 8-9) (Ciclo -C-, 7 de Marzo de 2010). .- Momento celebrativo que podemos destacar: presentación de los dones, ofertorio de la vida. A pesar de nuestra pobreza, no vamos al encuentro de Dios con las manos vacías. Los fieles llevan al sacerdote el pan, el vino y el agua para la Eucaristía. Sugerencia: usar la Plegaria eucarística sobre la reconciliación II que tiene como tema “La reconciliación con Dios, fundamento de la concordia humana”. .- Un signo propio de este día: una azada, como la del labrador del evangelio. Cristo rompió la dura corteza del mundo con su cruz. .- Unos personajes: los que preguntan a Jesús si los males de los hombres son un castigo por sus pecados. .- Un testimonio vocacional en cada Domingo de Cuaresma 1. MONICIONES A LAS LECTURAS Primera lectura. Exodo 3, 1-8a.13-15: la tercera etapa de la historia de la salvación está vinculada a la historia de Moisés y al éxodo de Israel hacia la tierra prometida. El Dios de los patriarcas revela su nombre, toma la iniciativa de liberar a su pueblo y llama a Moisés como instrumento de esta hazaña. Segunda lectura. 1 Coríntios 10, 1-6.10-12: la reflexión de Apóstol sirve de unión entre las otras lecturas. Esta exhortación subraya la seriedad con que debe escucharse la Palabra de Dios, que sigue resonando en la Iglesia y en el mundo, sacando de ella consecuencias para la vida. Evangelio de Lucas 13, 1-9: Jesús nos enseña que los acontecimientos más trágicos de la vida deben ser interpretados como una llamada de Dios a la conversión. En el origen de nuestra penitencia está la paciencia de Dios y la función intercesora de Cristo en favor nuestro. 2. IDEAS PARA LA HOMILIA El domingo de Moisés. Llegamos este domingo a la tercera etapa de la historia de la salvación (Moisés- Éxodo), con la importantísima lectura del Éxodo 3, 1-8a. 13-15, que tiene como centro la revelación del nombre del Dios libertador de la esclavitud de Egipto. Dios revela

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TERCER DOMINGODE CUARESMA

LITURGIA- CELEBRACIÓN

CONTEMPLAMOS SU AMOR EN LA CONVERSIÓN“Señor, déjala todavía este año… a ver si da fruto” (Lc 13, 8-9)

(Ciclo -C-, 7 de Marzo de 2010).

.- Momento celebrativo que podemos destacar: presentación de los dones, ofertorio de la vida. A pesar de nuestra pobreza, no vamos al encuentro de Dios con las manos vacías. Los fieles llevan al sacerdote el pan, el vino y el agua para la Eucaristía. Sugerencia: usar la Plegaria eucarística sobre la reconciliación II que tiene como tema “La reconciliación con Dios, fundamento de la concordia humana”.

.- Un signo propio de este día: una azada, como la del labrador del evangelio. Cristo rompió la dura corteza del mundo con su cruz.

.- Unos personajes: los que preguntan a Jesús si los males de los hombres son un castigo por sus pecados.

.- Un testimonio vocacional en cada Domingo de Cuaresma

1. MONICIONES A LAS LECTURAS

Primera lectura. Exodo 3, 1-8a.13-15: la tercera etapa de la historia de la salvación está vinculada a la historia de Moisés y al éxodo de Israel hacia la tierra prometida. El Dios de los patriarcas revela su nombre, toma la iniciativa de liberar a su pueblo y llama a Moisés como instrumento de esta hazaña.

Segunda lectura. 1 Coríntios 10, 1-6.10-12: la reflexión de Apóstol sirve de unión entre las otras lecturas. Esta exhortación subraya la seriedad con que debe escucharse la Palabra de Dios, que sigue resonando en la Iglesia y en el mundo, sacando de ella consecuencias para la vida.

Evangelio de Lucas 13, 1-9: Jesús nos enseña que los acontecimientos más trágicos de la vida deben ser interpretados como una llamada de Dios a la conversión. En el origen de nuestra penitencia está la paciencia de Dios y la función intercesora de Cristo en favor nuestro.

2. IDEAS PARA LA HOMILIA

El domingo de Moisés.

Llegamos este domingo a la tercera etapa de la historia de la salvación (Moisés- Éxodo), con la importantísima lectura del Éxodo 3, 1-8a. 13-15, que tiene como centro la revelación del nombre del Dios libertador de la esclavitud de Egipto. Dios revela

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su nombre a Moisés y le envía a anunciar la liberación a su pueblo. Dios no es sólo una idea lejana: es una presencia que acontece y que se impone. A lo largo de toda la historia de la salvación, “Él ha sido”, Él ha aparecido actuando en medio de su pueblo, y lo sigue haciendo por medio de Jesucristo.

La llamada a la conversión.

La lectura de san Pablo nos ayuda a la personalización de los acontecimientos del Exodo, pues “Todo esto les sucedía como un ejemplo” (1 Cor 10, 11). Ahora, en esta “edad” o etapa cuaresmal, el creyente-catecúmeno reconoce a Aquél en quien ha confiado y que le ha acompañado en su historia de caídas y liberaciones del pecado. Ahora, en esta etapa final de la humanidad, la llamada a la conversión que hace Jesús no puede caer en el olvido.

El tríptico penitencial.

Comienza hoy la segunda parte de la Cuaresma, con los tres domingos que forman lo que podríamos llamar el “tríptico penitencial”, con los temas de la llamada a la conversión y la paciencia de Dios, la vuelta del hijo pródigo y el perdón de la mujer adúltera. Todos tenemos asumido que la Cuaresma es un tiempo penitencial, para pedir el perdón de los pecados. Pero ¿qué es la penitencia? ¿Cómo la expone el Evangelio? Tenemos tres domingos para comprenderlo un poco mejor y prepararnos así bien para la Pascua.

La penitencia puede concebirse como “conversión”, es decir, como un cambio radical de dirección en la vida, volviéndonos hacia Dios y la salvación; también se describe como “cambio de mentalidad” o de modo de ver y juzgar las cosas, pasando del egoísmo al amor, y de lo mundano a lo sobrenatural. Por ello, el primer paso que tenemos que dar es el “examen de conciencia”, para discernir cuál es nuestra situación y aquello más importante que debemos cambiar.

Pero esta conversión sólo es posible porque Dios tiene mucha paciencia: este es el sentido de la parábola del viñador que forma la segunda parte del evangelio de este domingo. Vemos como el amo de la viña llevaba tres años esperando en vano el fruto de una higuera…recordemos que la higuera representaba al pueblo de Israel y que tres es el número de la desesperanza ¡es inútil esperar más! Pero entra en escena el viñador que pide al amo una nueva oportunidad: éste es Jesús, nuestro abogado ante el Padre. Nuestro Salvador se interpone entre Dios y los hombres, como lo hicieron antes Abrahán y Moisés, para que tengamos un tiempo favorable de oportunidad para cambiar. El labró la dureza de nuestros corazones con el madero de la cruz y regó nuestra tierra con su sangre. Pero el hecho de que Dios no castigue las faltas inmediatamente no significa que les podamos quitar importancia.

La ofrenda de nuestra pobreza

Vamos al encuentro de Dios con un poco de pan, de vino y de agua, nada más… y es don suyo que le devolvemos, porque en nosotros no hay más que dureza y sequedad. El Señor nos hará revivir y dar fruto si nos ponemos en sus manos confiando plenamente en él.

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3. TESTIMONIO SACERDOTAL: EXPERIENCIA DE CONVERSIÓN

UNA ZARZA, UN CLAMOR, UNA PRESENCIA

Es verdad: la emoción de una zarza que ardía sin consumirse o la experiencia de sentirte miembro de esa “nube” de testigos, son imágenes que nos muestran las lecturas de este domingo y que me ayudan a compartir el inicio de mi vocación.

Dios llamó mi atención. El Señor, que me conoce, me sedujo por ahí: ilusiones, proyectos, movidas pastorales, campamentos, encuentros con el Papa… fueron como la zarza que me impresionó, me entusiasmó y me impulsó a dar el paso de fiarme y atreverme a entrar al seminario. Poco a poco y sin darme cuenta, el Señor me hizo ir descubriendo que más allá de mis planteamientos había un mundo al que Él escuchaba, con el que Él sufría, al que amaba… y al que quería enviarme. Como Moisés, la seducción de “la zarza” dio paso a la posibilidad de empezar a escuchar “el clamor del pueblo”.

En el seminario la vida de comunidad, el estudio, la experiencia pastoral con los enfermos y en las parroquias, y el acompañamiento de mis formadores me abrió a que pudiera descubrir de una manera muy concreta “el clamor del pueblo de Dios”, pero sobre todo me hizo experimentar una nueva mirada que ponía todo en crisis. Ya no se trataba de que yo me encontrara bien, de que lo de Jesús me sedujera, que me ilusionara, o realizara… había que empezar a romper esclavitudes, a salir de mi Egipto, a romper con las seguridades, a descubrir que agradar al Señor era otra cosa. La vocación ya no era ni mi vocación, ni era para mí.

Y llegó en momento de la ordenación. Tuve la suerte de comenzar ayudando a los curas del Arciprestazgo de Ademuz, luego el primer nombramiento en La Asunción de Torrent, y ahora en el Seminario Menor y en el COV (Centro de Orientación Vocacional). Me imagino que como todo sacerdote, la experiencia más dura es que la misión, sea la que sea y sea por lo que sea, nos supera. De aquí nace la invitación más profunda de conversión en este tiempo de sacerdocio: “¡No lo hagas tú sólo! ¡no vayas en tu nombre! ¡no puedes! Hazlo todo conmigo, porque sólo dejándome hacer a mí, aquello que hagas provocará liberación, respiro, alegría”; de lo contrario, como la segunda lectura nos proclamaba, puedo hacer muchas cosas y todas aparentemente “santas” pero, qué tremendo que al final no agrade a Dios.

Cuaresma… haciendo examen descubro que es cierto: todo empezó impresionado por algo que entusiasmaba; luego escuchando la voz de los que sufren, a los que somos enviados, para sentir,en medio de la debilidad, la presencia de Dios que todo lo sostiene. A pesar de todo frecuentemente quieren seguir imponiéndose mis proyectos, el sentir que debo hacer algo o que me toca hacerlo a mí… en esos momentos sigo oyendo el Evangelio de este domingo: “Señor, déjalo, todavía este año, yo lo cavaré, y le echaré abono, a ver si da fruto en lo sucesivo”

Javier GrandeRector del Seminario Menor de Valencia

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4. ORACIÓN DE LOS FIELES

Con humildad y gratitud, acerquémonos a Dios, que es compasivo y misericordioso, y supliquémosle que escuche los gemidos de su pueblo y manifieste su salvación.

Por la Iglesia, Pueblo de Dios, que peregrine en la Cuaresma hacia la Pascua: que • sepa responder a la llamada de Dios en todo lo que sucede. Roguemos al Señor.

Por el Papa, los Obispos, ministros y fieles todos: que cimenta dos en Jesucristo • aprendamos a ofrecernos enteramente a Dios viviendo conforme a nuestra vocación. Roguemos al Señor.

Por todos los que sufren hambre, guerra o marginación; que se les manifieste • la compasión y la misericordia de Dios, a través de los gestos solidarios de sus hermanos que gozan de bienestar y de paz. Roguemos al Señor.

Por los difuntos: que gocen de la Pascua eterna que Cristo nos mereció. Roguemos al Señor.•

Por nosotros, a quienes ha tocado vivir la última de las edades: para que no nos • creamos seguros, sepamos comprender los signos de Dios y no se endurezca nuestro corazón. Roguemos al Señor.

Señor, Tú que ves las necesidades de tu pueblo y conoces su deseo de salvación, escucha nuestras oraciones y manifiesta tu poder. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen.

5. BENDICIÓN DE LA MESA

“Señor hoy invitas a esta familia a dejarnos cambiar el corazón para que nos parezcamos más a ti y sepamos amarnos mejor y cuidar a los demás. Ya nos has ayudado a deshacer tres nudos, por eso bendecimos el pan con el que nos alimentas y nos mantienes juntos entre nosotros y muy unidos a ti (deshacemos el tercer nudo). ”

6. PROPUESTA CUARESMAL DE FORMACIÓN DE ADULTOS.

MEDITACIÓN CUARESMALEL PECADO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

1. Encuadre teológico:El pecado aparece en el A.T. como el reverso del plan de salvación: el conjunto de

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hechos humanos que contradicen el designio de Dios.

La reflexión de Israel identificará este designio de Dios con la Ley y, por tanto, también el pecado con la desobediencia a la ley. Pero lo que está realmente en juego no es la desobediencia a la Ley sino la negación del plan salvador de Dios. Es la negación o la ruptura de la Alianza (no hay que olvidar este contexto de Alianza para hablar del pecado). En tres dimensiones que no podemos considerar aisladamente:

a) Dimensión religiosaEl pecado se entiende como una realidad ante Dios, “contra Dios”, porque es ruptura de la Alianza (Os 1-3; Jer 2,2.23; 3,1-5; 3,19-25; 4,1-4; 9,1, 11,10; Ezq 16,59; Is 24,5; 48,8; 54,6; 62,4-5).

Algunos profetas describen el pecado a través de la simbología de la ruptura del vínculo matrimonial (adulterio, infidelidad conyugal).

Como contrapartida de la ruptura de la Alianza el pecado aparece como la falsa autoafirmación del hombre (Os 7,15; 13,6; Is 1,4; 30,9-11). Ruptura/negación de la relación personal con Dios.

El A.T. subraya además que esta realidad “contra Dios” –el pecado– es siempre también una realidad “contra los humanos”.

b) Dimensión históricaEl A.T. no habla del pecado en abstracto. El pecado tiene lugar en la historia, en situaciones concretas.

c) Dimensión comunitariaLa alianza es una realidad comunitaria, por tanto el pecado tiene también esa dimensión comunitaria. Es en la comunidad de los creyentes donde se vive, se valora y se repara el pecado (Os 1-2; Is 5,6-7; Jer 2,21-23; 6,10; 9,2; Ezq 4, 24; 15,2-7). En Israel existía una legislación muy variada y desarrollada que regulaba la vida de la comunidad y de cada uno de sus miembros. Transgredir estas leyes era cometer una falta.

Podríamos detenernos también en los principales términos con los que se describe el pecado (consultar, por ejemplo, “pecado” en Nuevo Diccionario de Teología Bíblica, Ed. San Pablo, sobre la terminología: pp. 1429-1430); términos hebreos que expresan: transgresión de una ley divina; cometer una injusticia; rebelión contra Dios, no tener razón, ser culpable; impiedad, malicia, impureza, acción ignominiosa, engaño, mentira...

2. El hecho del pecadoAdemás de la reflexión sapiencial del origen del pecado que encontramos en los once primeros capítulos del Génesis, en el A.T. encontramos tres tipos de documentos que hablan del pecado:

a) Prohibiciones e imperativosFormulados en un contexto de Alianza, se expresan situaciones de pecado.

En los grandes códigos del A.T. se enuncian situaciones de pecado:Decálogo (Ex 20,2-17); Código de la Alianza (Ex 20,22-23); Código deuteronómico

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(Dt 5,6-18); Decálogo ritual (Ex 34,11-16); Código de Santidad (Lev 17-26)

b) Los oráculos de los profetasTres los pecados que se denuncian con mayor insistencia:

1. Incredulidad (Is 22,8-11; 30, 1-5. 15-16)Confiar más en el poderío humano que en Dios.

2. Contaminación del culto (Os 2,4-7; 2,10-15; 4,11-14)Servirse de lo religioso para otros fines.

3. Opresión del débil (Am 2,6-8; 8,4-7; Os 4, 1-3; Is 1,15-17. 19-20; Jer 5, 26-29; Is 58,3-9.

c) En la reflexión sapiencialLa literatura sapiencial pone de relieve el carácter destructivo del pecado y, especialmente, el pecado contra el débil (Prov 14,21.31; 17,5.15; 19,17, Job 20,4-5).

3. Valoración del pecado a partir de la fe (a la luz de la Alianza)

a) el pecado es una pérdida de salvación. Ruptura con Dios (por eso muchas veces utilizan el símbolo de la cautividad: vivir lejos de la presencia de Dios. La vuelta a Dios se expresará con el simbolismo de la conversión o de la vuelta del destierro.

b) el pecado es construir la propia historia al margen de Dios (deseo de ser como Dios Gen 3,5... es construir la Torre de Babel)

c) el pecado es oposición a la voluntad de DiosDesobediencia al Dios de la Alianza. Se expresa en términos de infidelidad. Pecar es no escuchar la voz de Dios (Dt 8,20; 9,23; 18,16)

d) el pecado es entrar en el camino de la perdición y de la ruina.La literatura sapiencial pone de relieve el carácter destructivo del pecado. También la literatura profética radicaliza esta dimensión: el pecado es mentira y confusión de la persona (Jr 3,23; 5,31) es fuente de desgracias (Jr 17,1; y ver sobre todo el relato de los orígenes Gn 1–11).

Todo se entiende y se vive en torno a la Alianza. Por eso el gran pecado es la idolatría. En el Antiguo Testamento hay un claro esquema teológico, que es necesario subrayar:

Bendición – pecado – castigo – bendición

----------------------------------------------------------------------------------------------------El Instituto Diocesano de Ciencias Religiosas ofrece a todas aquellas parroquias que lo soliciten conferencias o retiros para los tiempos de Cuaresma y Pascua.

Asimismo, los sacerdotes pueden asistir los Tunes por la tarde de 19:30 a 21:00 a las clases que da D. Juan Miguel Diaz Rodelas sobre “La Palabra de Dios en la vida y

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la mision de la Iglesia”. Estas clases se imparten en la c/ Avellanas, 12.

Tambien el Instituto, queriendo responder a las necesidades actuales, ofrece a las parroquias que les interese un curso de cinco sesiones sobre “La cultura de la vida: retos actuales de la Bioetica”, o un curso de tres a cinco sesiones sobre “La transmision de la fe”. Las fechas para dar estos cursos son a convenir.

Para los alumnos, ex-alumnos o seglares con formacion de las parroquias, el Director del Instituto, Mons. Esteban Escudero, presidira un viaje a Tierra Santa del 5 al 12 de abril.

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CONTEMPLAMOS SU AMOR EN LA RECONCILIACIÓN“Se puso en camino a donde estaba su padre” (Lc 15, 20)

(Ciclo -C-, 14 de Marzo de 2010).

.- Momento celebrativo que podemos destacar: procesiones hacia el altar, comunión. Destacar las procesiones de entrada, de las ofrendas y de la comunión, como un gesto de retorno al Padre, de alzarnos y marchar al encuentro del Señor. Sugerencia: Usar la primera Plegaria sobre la reconciliación “La reconciliación como retorno al Padre” que armoniza perfectamente con la parábola del hijo pródigo.

.- Un signo propio de este día: una maleta o bolsa de viaje usada, o también ramos de algarrobo o de encina, el palo o el cayado de un ganadero. Flores adornando el altar. Ornamentos rosados.

.-Unos personajes: los dos hijos de la parábola del “hijo pródigo”, con sus distintas actitudes ante la misericordia del Padre

.- Un testimonio vocacional en cada Domingo de Cuaresma 1. MONICIONES A LAS LECTURAS

Primera lectura. Josué 5, 9a.10-12: la cuarta etapa de la historia de la salvación se inicia con la entrada del pueblo de Dios en la tierra prometida. Allí vuelven a celebrar la Pascua, como memorial perpetuo de la salvación.

Segunda lectura. 2 Coríntios 5, 17-21: uno de los objetivos de la Cuaresma es la reconciliación con Dios. El Apóstol nos dice que este beneficio arranca de Dios, que nos ha reconciliado consigo en Cristo.

Evangelio de Lucas 15, 1-3.11-32: la parte central del “Tríptico penitencial” de esta Cuaresma es la parábola del hijo pródigo. Dios nos aguarda, pero nosotros hemos de responderle abandonando la situación de pecado.

2. IDEAS PARA LA HOMILIA

El domingo de la tierra prometida.

El cuarto domingo de Cuaresma nos hace llegar a una nueva etapa de la historia de la salvación: aquélla que se desarrolla en la tierra prometida (Josué 5, 9a. 10-12). En este momento, los cristianos reconocemos que estamos ya en la tierra prometida que es la

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Iglesia, pero nos falta completar la liberación de nuestra vida del poder del pecado, hasta entrar en la Pascua eterna. Disfrutamos de la alegría de quien está, como se dice, “en el ya, pero todavía no”. Celebramos la victoria de Cristo, pero falta que este triunfo se consume en nuestras propias vidas.

La alegría de la salvación.

La alegría de la salvación que se desprende este año de la primera lectura, entona perfectamente con el canto procesional con el que la Iglesia de Roma se dirige hoy a celebrar la “estación” en la basílica de la Santa Cruz de Jerusalén: “Alégrate, Jerusalén (Laetare, Ierusalem), gozad con ella todos los que la amáis, alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto; mamaréis de sus pechos y os saciaréis de sus consuelos” (Isaías 66,10-11), con el salmo 121: “Qué alegría cuando me dijeron: “Vamos a la casa del Señor, ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén”. Ya está cerca la fiesta de Pascua, las primeras flores de la primavera adornan el altar, los ornamentos morados son sustituidos por los rosados y, excepcionalmente en este tiempo, suena brillantemente el órgano ¿Ha terminado ya la Cuaresma? No, porque estamos en su mitad, pero esta fiesta anticipada de la Cruz, y el presentimiento de Jerusalén son como una transfiguración cuando falta todavía llegar al Calvario.

El amor del Padre: la vuelta a casa.

En este ambiente prepascual, la lectura apostólica y el Evangelio nos anuncian la segunda fase del “Tríptico penitencial”, esto es, el arrepentimiento del pecador y su reconciliación con el Padre y con la Iglesia. Como dice san Pablo en la segunda lectura “Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargo el servicio de reconciliar” (2 Cor 5,18). Para obtener el perdón de los pecados, no basta con la fe en la paciencia de Dios y en la mediación de Jesucristo (sentido del tercer domingo), es menester experimentar la lejanía del Padre y reconocerse en la mísera condición del hijo pródigo, en tierra extraña, despojado de toda dignidad. Hay que colaborar con la gracia de Dios mediante un movimiento humano que implica dejar la esclavitud del mal y estar dispuesto a cambiar, tal como lo expresa magníficamente el Evangelio: “Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo” (Lucas 15, 18-19).

Por todo ello, si el domingo pasado destacábamos la importancia del examen de conciencia, en éste comprenderemos el sentido del dolor de los pecados (la contricción), del propósito de la enmienda de vida y de la confesión de los pecados al sacerdote como representante de Dios y de su familia que es la Iglesia. Al término del proceso penitencial está la vuelta a la primitiva dignidad de hijo de Dios, porque el sacramento de la Penitencia es también donación de gracia y banquete eucarístico de los comensales reconciliados con el Padre.

Debemos personalizar esta parábola, hacerla nuestra; “parábola del Padre” y “parábola del hijo”, y en ella todos nos hemos de reconocer en el hijo reconciliado antes que en el hermano celoso y resentido. En el banquete eucarístico, don gratuito del Padre, nos hemos de encontrar todos los reconciliados, con la misma gratitud y unidos en la misma caridad. Hemos de procurar es que ningún hijo se quede fuera, que no escuche

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la invitación, que ésta le llegue mal expresada, o que piense que es un caso perdido: depende en parte de todos nosotros.

3. TESTIMONIO SACERDOTAL: EXPERIENCIA DE RECONCILIACIÓN

UN VIERNES A LAS TRES DE LA TARDE

Sucedió un viernes, a eso de las tres de la tarde, en Jerusalén: un joven judío, Jesús de Nazaret, moría clavado en una cruz.

Aparentemente estamos ante un acontecimiento intrascendente; sin embargo, la humanidad estaba viviendo el momento más decisivo de su historia: Dios reconciliaba consigo al mundo y establecía la Alianza nueva y definitiva en aquel “cuerpo entregado” y en aquella “sangre derramada”.

Pero ésta era sólo la primera parte del suceso. Hay un segundo movimiento que forma parte del mismo evento, como la otra cara de la misma moneda, el segundo tiempo de un mismo compás o la segunda estrofa de un mismo verso. Así nos lo cuenta el libro de los Hechos: “Hicisteis morir al Señor de la vida. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos y nosotros somos testigos de ello”. La contemplación de la cruz me descubre:

que “donde abundó el pecado sobreabundó la gracia.”• que la cruz de Cristo es reconciliación con Dios, con los hermanos, conmigo mismo • y con la naturaleza.que soy amado hasta el punto que el Hijo de Dios ha dado su vida por mí.• que la cruz de Cristo me capacita para amar con el corazón de Dios, al estilo de Dios.•

Éste es el acontecimiento que hoy hace posible la Reconciliación. El mismo Jesucristo que murió y resucitó, que se acercó al hombre herido y curó sus llagas con aceite y vino, que ayudó a ver a Zaqueo y al ciego de Jericó, que perdonó al paralítico y a la mujer adúltera… es quien continúa presente en la Iglesia, acercándose de la misma forma al hombre de hoy, fundamentalmente a través del sacramento de la Penitencia o de la Reconciliación. Es Jesucristo mismo quien ha trasmitido a la Iglesia su poder de reconciliar.

La Reconciliación como sacramento es un lugar privilegiado de encuentro del hombre con Dios, hasta el punto que los Padres lo llamaban “el segundo Bautismo”. El Bautismo es el inicio de las dos grandes experiencias que configuran la vida cristiana: la filiación y la fraternidad; pero con frecuencia atentamos contra ellas, y olvidamos que somos hijos, deteriorando así nuestra fraternidad. Pues bien, para volver a dar todo su brillo a esa doble condición Jesús instituyó este sacramento.

Yo tengo que confesar, que desde pequeño me he acercado con frecuencia a este sacramento pero no siempre lo he vivido como el sacramento de la alegría. Lo sabía pero, como dice Santa Teresa, una cosa es “saber” y otra “ver por experiencia que es otro negocio que pensarlo y creerlo”. Así, conforme fui creciendo, fui avanzando en la vivencia de estas dos experiencias, que considero básicas para la Reconciliación:

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→ La experiencia primera de la misericordia y la fidelidad de Dios, esto es, la experiencia realizada paulatinamente de cómo es el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. A este respecto el Evangelio que leemos este domingo nos presenta un Dios con los siguientes rasgos:

▻ respeta la libertad

▻ no sabe vivir sin los hijos

▻es Padre y actúa movido por amor y, en consecuencia, va mucho más allá de lo que mandan las leyes

▻ restablece la dignidad del hijo sin tener este ningún derecho

▻ no pide explicaciones

▻es capaz de hacer fiesta “porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado”

▻ no cambia su actitud dependiendo de la conducta del hombre, sino que “hace salir el sol sobre buenos y malos y hace llover sobre justos e injustos”.

→ La segunda experiencia se refiere a la conciencia de debilidad y pequeñez del hombre, mi ser contingente, criatura, a mi realidad de pecador. En la medida en que se me ha ido descubriendo un Dios así, un Dios misericordioso, que me quiere cuando soy poco amable, que me quiere más cuando menos lo merezco… en esa misma medida he ido reconociendo mi pequeñez y, acercándome a Él con confianza, he sido reconciliado y enviado como colaborador en la Reconciliación: siendo amado he aprendido a amar; siendo perdonado he aprendido a perdonar, y de esta manera he intentado ser instrumento de Dios, eslabón de paz y reconciliación.

Sin Dios la vida se hace imposible; sin reconciliación la vida es impracticable. Se hace imprescindible “retejer” el tejido social, porque para nosotros, los cristianos, cuando se encuentran la fidelidad incondicional y la pequeñez, es decir, cuando se encuentran Dios y el hombre en el sacramento de la confesión, se actualiza la Reconciliación realizada con la entrega de Jesús en la cruz. Sucedió un viernes, hacia las tres de la tarde…

Juan Borrás JuanDirector Espiritual del Seminario Mayor “La Inmaculada”.

4. ORACIÓN DE LOS FIELESDispuestos a volver, como el Hijo prodigo, a la casa del Padre, pre sentémosle nuestra oración. El escucha al afligido que lo invoca, y lo salva de sus angustias.

Por la Iglesia, que ha recibido de Cristo la misión de reconciliar: para que, en medio de las • tensiones y las actitudes agresivas, sea fermento de unidad y de paz. Roguemos al Señor.

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Por nuestro mundo, dividido por el odio, la guerra, la segrega ción; en ricos y • pobres, dominadores y dominados, vencedores y vencidos: par que sea posible la paz, fruto de la justicia y del amor fraterno. Roguemos al Señor.

Por los que se indignan, como el hijo mayor de la parábola, contra los que • perdonan y son perdonados: para que depon gan su actitud intransigente y sepan comprender. Roguemos al Señor.

Por nosotros, que debemos hacer nuestra la actitud de conver sión del hijo menor • de la parábola y acogernos a la misericordia y el perdón de Dios: para que nos decidamos a volver a él, por el sacramento de la reconciliación, y nos preparemos para ce lebrar nuestra reconciliación en Cristo. Roguemos al Señor.

Para que los padres que lloran el pecado de sus hijos, puedan un día celebrar con • ellos el retorno a una vida nueva. Ro guemos al Señor.

Dios de las misericordias y Padre de bondad, mira las oraciones con confianza lo hemos presentado, vuelve nuestros pasos hacia ti, y haz nos testigos de tu amor incondicional. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

5. BENDICIÓN DE LA MESA

“Señor tú deshaces nuestros nudos poniéndonos en el camino que nos devuelve al amor inmenso del buen Padre Dios ¡ya queda menos para que tú hagas nuevo todo! Su abrazo de Padre se hace pan en la Eucaristía, y nos convierte en familia a todos los que nos alimentamos de El. (Ponemos nuestros servilleteros sobre la mesa rodeando el pan y rezamos el Padrenuestro cogidos de la mano alrededor de la mesa)”.

6. CELEBRACIÓN PENITENCIAL

CELEBRACIÓN PENITENCIAL

Orientaciones para la celebración

La celebración penitencial que proponemos sigue el Ritual para reconciliar a varios • penitentes con confesión y absolución individual.

El presidente procurará que haya el número suficiente de sacerdotes para que se • facilite la confesión individual.

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El examen de conciencia que se indica puede fotocopiarse y repartirse a • los fieles asistentes.

Canto de entrada

Entónese un canto de conversión como: “Dios es fiel”, “Sí, me levantaré”, u otro adecuado.

Saludo del Presidente

Sacerdote: La gracia, la misericordia y la paz de Dios Padre y de Jesucristo, nuestro Salvador, estén con todos vosotros.R/. Y con tu espíritu.

Monición inicial

Queridos hermanos:Durante el tiempo de Cuaresma venimos contemplando el misterio de Cristo, la Palabra eterna del Padre que nos llama a una vida nueva, a la que nacimos por nuestro Bautismo. Pero frecuentemente nuestro pecado nos aleja del Señor, y dejamos de cumplir su voluntad de amarle a Él sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. Así pues, con un corazón arrepentido, venimos a pedirle perdón para recibir de Dios su amor y su misericordia, y para celebrar, reconciliados con Él, la alegría inmensa de que Cristo ha resucitado: ésta es la alegría que estamos llamados a anunciar al mundo, como testigos suyos.

Oración

Sacerdote: Guarda, Señor, en tu constante amor a los que has lavado en el agua del Bautismo, para que, redimidos por tu pasión, se alegren en tu Resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.R/. Amén.

Liturgia de la Palabra

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 10, 9-18

“Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.» Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.»

Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo, si no creen en él?; ¿cómo van a creer, si no oyen hablar de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien que proclame?; y ¿cómo van a proclamar si no los envían? Lo dice la Escritura: «¡Qué hermosos los pies de los que anuncian el Evangelio!»

Pero no todos han prestado oído al Evangelio; como dice Isaías: «Señor, ¿quién ha dado fe a

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nuestro mensaje?» Así, pues, la fe nace del mensaje, y el mensaje consiste en hablar de Cristo. Pero yo pregunto: «¿Es que no lo han oído?» Todo lo contrario: «A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los límites del orbe su lenguaje.»

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 50, 3-4. 5-6a. 6c-7. 14.17 (R.: cf. 3a)

V/. Misericordia, Señor: hemos pecado.R/. Misericordia, Señor: hemos pecado.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,por tu inmensa compasión borra mi culpa,lava del todo mi delito, limpia mi pecado.

R/. Misericordia, Señor: hemos pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,tengo siempre presente mi pecado:contra ti, contra ti solo pequé.

R/. Misericordia, Señor: hemos pecado.

En la sentencia tendrás razón,en el juicio resultarás inocente.Mira, en la culpa nací,pecador me concibió mi madre.

R/. Misericordia, Señor: hemos pecado.

Devuélveme la alegría de tu salvación,afiánzame con espíritu generoso.Señor, me abrirás los labios,y mi boca proclamará tu alabanza.

R/. Misericordia, Señor: hemos pecado.

+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 9-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor:

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a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».

Palabra del Señor.

Homilía

Examen de conciencia

Jesús nos mandó (nos encargó, nos pidió… o nos dio el mandamiento de…) que permanezcamos en su amor:

¿He permanecido en el amor de Dios?• ¿Quiero amar a Dios sobre todas las cosas?• ¿Intento guardar los mandamientos de Dios, especialmente el del amor?• ¿Creo firmemente en Dios, que nos habló por medio de su Hijo?• ¿Pongo mi confianza en Dios, o la pongo en otras cosas?• ¿Escucho la Palabra de Dios, guardándola en mi corazón?• ¿Mi oración, mi encuentro personal con Dios, es asidua y confiada?• ¿Acudo frecuentemente a los sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía, para • fortalecer mi vida en Cristo?¿He manifestado públicamente mi condición de cristiano, sin intentar • disimularlo u ocultarlo?

Jesús también nos mandó que nos amemos unos a otros:

¿Tengo auténtico amor a mi prójimo?• ¿He escandalizado a los demás con mis palabras o con mis acciones?• ¿He contribuido en el seno de mi familia, al bien y a la alegría de los demás con mi • paciencia y verdadero amor?En el matrimonio ¿persevero en la fidelidad conyugal, con todo mi corazón? ¿Doy testimonio • cristiano a mis hijos, nietos y familiares, preocupándome de su vida espiritual?Como hijo ¿obedezco a mis padres y abuelos, amándolos, respetándolos y • ayudándolos en sus necesidades materiales y espirituales?En mi trabajo o empleo ¿soy justo, trabajador y honesto, prestando con amor • mi servicio a la sociedad?Como empresario ¿he pagado un sueldo justo a mis trabajadores? ¿He cumplido • mis promesas y contratos con lealtad y honradez?¿Comparto mis bienes con los que son más pobres que yo? ¿Ayudo a los necesitados? • ¿Visito a los enfermos, ancianos, a los que se encuentran solos?

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¿Soy sensible a los problemas, sufrimientos y dificultades de mi prójimo?• ¿Me preocupo de los niños y jóvenes, transmitiéndoles mi fe en Dios por mi palabra • y el testimonio cristiano de mi vida?¿Participo en las obras de apostolado y de caridad de la Iglesia?• ¿Ayudo a la Iglesia en sus necesidades?• ¿Pido a Dios por los sacerdotes, para que sean santos y sabios?• ¿Me preocupo, trabajo y rezo para que Dios mande abundantes vocaciones al • ministerio sacerdotal y a la vida consagrada y religiosa?¿Anuncio con valentía el mensaje de salvación que Jesús nos ha traído?•

Confesión general de los pecados

Sacerdote: Hermanos: confesad vuestros pecados y orad unos por otros, paraque recibaís el amor de Dios y vivais desde su gracia.

Todos: Yo confieso,...

Sacerdote: Hermanos, con humildad y confianza, dirijamos nuestras oraciones a Jesucristo, que cargado con nuestros pecados subió al leño de la cruz, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia.Respondamos todos juntos:R/. Señor, Tú tienes palabras de vida eterna.

Señor, acógenos en el sacramento de la reconciliación, pues tú perdonas a quien se confiesa pecador.R/. Señor, Tú tienes palabras de vida eterna.

Haz que seamos un signo viviente de tu amor, reconciliándonos contigo y con nuestros hermanos.R/. Señor, Tú tienes palabras de vida eterna.

Ayúdanos a anunciar la buena noticia de la salvación y del perdón de los pecados, que Tú viniste a traer.R/. Señor, Tú tienes palabras de vida eterna.

Al perdonarnos, ayúdanos también a perdonar nosotros a los demás, amándonos como tú nos amaste.R/. Señor, Tú tienes palabras de vida eterna.

Envía tu luz a nuestra oscuridad y llévanos por el camino de la verdad y la vida.R/. Señor, Tú tienes palabras de vida eterna.

En tu perdón, aumenta nuestra fe, esperanza y caridad para que seamos capaces de llevar una vida santa.R/. Señor, Tú tienes palabras de vida eterna.

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Al reparar el daño que nuestro pecado nos ha causado, fortalécenos para que seamos tus testigos ante todos los hombres.R/. Señor, Tú tienes palabras de vida eterna.

Sacerdote: Dirijamos ahora nuestra oración al Padre, como Cristo nos enseñó, y supliquémosle que perdone todos nuestros pecados.

Todos: Padre nuestro...

Sacerdote: Líbranos, Padre, de todo mal, y por medio de la santa Pasión de tu Hijo, a la que nos unimos por la penitencia, haznos participar con alegría en su Resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

Confesión y absolución individual

Acción de gracias y bendición final

Sacerdote: Hermanos, terminemos esta celebración penitencial dando gracias a Dios por su perdón y su misericordia, y digámosle:R/. Bendito seas por siempre, Señor.

Bendito seas, Padre, que tienes infinita misericordia de nosotros, que somos pecadores, y que tanto nos amaste, que entregaste a tu Hijo para nuestra salvación.R/. Bendito seas por siempre, Señor.

Bendito seas Jesús, Palabra eterna del Padre, que obediente a la voluntad de Dios, te humillaste hasta la muerte y muerte de cruz, para que nosotros tengamos vida eterna.R/. Bendito seas por siempre, Señor.

Bendito seas, Espíritu Santo, nuestro defensor, aumenta siempre nuestra fe, esperanza y caridad para que seamos testigos del amor de Dios ante todos los hombres.R/. Bendito seas por siempre, Señor.

La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.R/. Amén.

El Señor ha perdonado vuestros pecados. Podéis ir en paz.R/. Demos gracias a Dios.

Canto final

Entónese un canto de misión como “Anunciaremos tu Reino” u otro adecuado.

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CONTEMPLAMOS SU AMOR EN LA MIRADA DE MISERICORDIA“Tampoco yo te condeno. Anda y en adelante no peques más” (Jn 8, 11)

(Ciclo -C-, 21 de Marzo de 2010).

.- Momento celebrativo que podemos destacar: rito de conclusión. Conversión de la vida, transformación del mundo. Usar la bendición solemne de Cuaresma y una de las formas de despedida y misión alternativas que ofrece el Misal. Sugerencia: recitar el prefacio de la Penitencia “El sacramento de la reconciliación en el Espíritu” (que se puede decir en tiempo de Cuaresma) unido a la plegaria eucarística I, II o III, se relacionaría con la absolución de Jesús a la mujer adúltera y culminaría el “Tríptico penitencial”.

.- Un signo propio de este día: un “banquillo” vacío o una silla y piedras.

.- Un personaje: la mujer adúltera, testigo de la misericordia de Jesús.

.- Un testimonio vocacional en cada Domingo de Cuaresma 1. MONICIONES A LAS LECTURAS

Primera lectura. Isaías 43,16-2: llegando a la quinta etapa de la historia de la salvación, el profeta Isaías nos anuncia la liberación del exilio de Babilonia y el retorno a Israel, como un nuevo Éxodo hacia la tierra prometida. Está ocurriendo algo nuevo: el agua que brota en el desierto para apagar la sed de los caminantes es promesa de la realidad de los sacramentos de iniciación que celebraremos y reviviremos en la Pascua.

Segunda lectura. Filipenses 3,8-14: el Apóstol hace una síntesis del misterio pascual de Jesucristo en cuanto que es vivido personalmente por cada cristiano, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos.

Evangelio de Juan 8,1-11: el tríptico penitencial se cierra con la absolución de Cristo a la mujer adúltera. Así perdona Dios nuestros pecados en el sacramento de la reconciliación, con un don generoso de su Gracia, y nos anima a no volver a pecar.

2. IDEAS PARA LA HOMILIA

La historia de la salvación: los profetas.

El quinto domingo de Cuaresma, el de los profetas, nos lleva hasta la etapa de aquellos hombres inspirados por el Espíritu que prepararon la venida del Redentor. El profeta Isaías anunció la liberación del exilio de Babilonia y el retorno a Israel, como un nuevo Éxodo hacia la tierra prometida. El Señor actuó a favor de su pueblo mediante el signo

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del agua, como lo hace ahora en el Bautismo. Nos queda una etapa, la última oportunidad para purificamos con la penitencia y beber el agua que representa al Espíritu Santo.

La segunda lectura proclama la finalidad de este camino de fe: “para conocerlo a Él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos” {Filipenses 3,10). Un día comenzamos este camino con la regeneración bautismal, cuando nos incorporaron a Cristo, pero nuestra historia de pecado hace necesario que renovemos aquella primera Gracia con el sacramento de la Penitencia.

El tríptico penitencial: el perdón de la mujer adúltera.

Volviendo ahora al tema específico de esta Cuaresma C, habremos ido tomando conciencia de lo que es hacer penitencia, pues así nos lo ha ido anunciando el “Tríptico penitencial”: “Si no hacéis penitencia, todos pereceréis” (Lucas 13,5, 3° Domingo), “Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido” (Lucas 15,32, 4° Domingo). Hoy, en la tercera escena de este tríptico, Jesús encuentra a la mujer adúltera, muerta ya jurídicamente, a la que reintegra a la vida absolviéndola de la culpa: “Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más” (Juan 8, 11, 5° Domingo). Perdón transformante, gratuito e inmerecido… inmenso misterio de Gracia.

Este proceso no se puede confundir con el arrepentimiento humano que depende sólo de la persona que, en el mejor de los casos, se da cuenta de las malas consecuencias de sus pecados; “Todo esto viene de Dios” (2 Co 5, 18), escuchábamos el pasado domingo. Por ello se precisa aquella cuádruple reconciliación que repara las cuatro fracturas fundamentales: reconciliación del hombre con Dios, consigo mismo, con los hermanos, con todo lo creado.

El “misterio” transformante de la absolución. Misterio de amor.

Pero ¿quién puede perdonar los pecados sino Dios? mucho menos podemos los hombres juzgar o condenar -”El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra” -¿Porqué hemos de confesamos con el sacerdote? y ¿qué añade su absolución a nuestro arrepentimiento? Como en el altar donde celebra la Eucaristía y como en cada uno de los sacramentos, el sacerdote, ministro de la Penitencia, actúa “en la persona de Cristo”. Cristo, a quien él hace presente y por su medio, realiza el misterio de la remisión de los pecados: es el que aparece como hermano del hombre (Rom 8,29), pontífice misericordioso, fiel y compasivo (Heb 2,17,.4,15).

El sacramento de la Penitencia no puede alinearse junto con las muchas formas de ayuda psicológica. Es preciso que descubramos la Penitencia como misterio de salvación, es decir, como acción de Cristo que nos transforma, regenerándonos para presentar al Padre como una criatura nueva, regenerada por la fuerza del Espíritu. La palabra de los profetas, la Buena Noticia de Cristo anunciada ahora por la Iglesia -que repite las palabras del Apóstol: Dejáos reconciliar con Dios (2 Co 5, 20)- se hace realidad cuando el sacerdote asume el “Yo” soberano y redentor de Jesús, porque se le ha concedido el ministerio de la Reconciliación.

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3. TESTIMONIO SACERDOTAL: EXPERIENCIA DE LA MIRADA DE MISERICORDIA.

EL SEÑOR HA ESTADO GRANDE CON NOSOTROS Y ESTAMOS ALEGRES.

Este es el sentimiento que brota en mí con la experiencia del perdón. Como agua en el desierto, como ríos en el yermo el Señor transforma la vida de quien se acerca con sencillez y humildad después de haber caminado por otros caminos diferentes de los que el Señor nos pide. Como sacerdote, el sacramento del perdón, es uno de los servicios por los que estoy más agradecido al Señor. El poder ser instrumento de su perdón me llena de alegría. En este sacramento se experimenta la misericordia y la Gracia de Dios. Se sufre con el sufrimiento de la personas, con el dolor y lo que a cada uno le ha sucedido, pero se experimenta una gran alegría al ver como el Señor a través de el devuelve la paz, el consuelo, la esperanza a la persona que lo recibe. Cuando era aun diácono, en unos retiros que realizábamos para Cursillos de Cristiandad y Jornadas de Vida Cristiana, acompañaba en las celebraciones a las personas que se iban a confesar. Era tal la experiencia de perdón que veía en ellas tras la confesión que no deseaba otra cosa más que poderme ordenar sacerdote para poder vivir esa experiencia. El Señor transforma la vida de quien se acerca a él con sencillez y humildad, llevando entre sus manos su debilidad, su miseria, su pecado.

Es tan grande Dios en el perdón que siempre nos sobrepasa, y con esta persona, con tantas debilidades como tengo, el Señor obra maravillas en mi vida y en la vida de los que puedo servir. No puedo más que dar gracias a Dios por mi familia que me introdujo en la fe y por la elección de Dios para dedicar mi vida al servicio de los demás como Sacerdote en la Congregación de la Misión. Que gran dicha haber sido llamado para ser instrumento de perdón. Dejémonos reconciliar por Dios y nuestra vida se transformara como los torrentes del Negeb, que al llegar la lluvia pasan de zona árida a tierra llena de vegetación, de vida y de esperanza. Dios está con los brazos abiertos esperándonos para consolarnos y perdonarnos, par darnos nueva vida.

Javier Antonio Serra Casanova, cm

4. ORACIÓN DE LOS FIELES

Oremos al Señor nuestro Dios, que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva.

Para que la Iglesia, bajo la guía del Papa y de los Obispos, dis pense con generosidad • el perdón que viene de Dios y trasmita esperanza a todos. Roguemos al Señor.

Para que nuestra sociedad, injusta e hipócrita, que busca lo que la escandaliza • y fomenta lo que luego condena, sea capaz de reconocer a Jesucristo, para ver y compartir las angustias y esperanzas de todo hombre. Roguemos al Señor.

Para que los delincuentes y marginados encuentren en todos la ayuda fraterna •

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para salir de su postración. Roguemos al Señor.

Por las mujeres que son explotadas y por aquellos que las juzgan y condenan sin • misericordia: para que Jesús se les manifieste y les de su salvación. Roguemos al Señor.

Para que no nos creamos sin pecado ni nos erijamos en jue ces de los demás, como • los acusadores de la mujer adúltera, y aprendamos de Cristo a ser comprensivos. Roguemos al Señor.

Perdona, Señor, los pecados de tu pueblo, danos tu misericordia, y haz que unidos a Cristo, que dio su vida por nuestra salvación, nos dejemos transformar para vivir como testigos de su luz. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen.

5. BENDICIÓN DE LA MESA

“Señor hoy deshacemos el último nudo de nuestro camino de Cuaresma: te bendecimos porque Tú nos regalas la capacidad de mirar nuestros nudos, nuestras esclavitudes y debilidades, con misericordia. Concédenos que cada vez que nos sentemos alrededor de la mesa recordemos este signo que nos muestra la fuerza de tu amor apagando nuestra sed. (cada uno coloca su servilletero alrededor de la jarra de agua) ”.

6. PROPUESTA BENDICIONES DE MESA (EN CONJUNTO)

Actividad: un signo que puede acompañar la mesa familiar esta Cuaresma puede ser la elaboración de un servilletero sencillo para cada miembro de la familia, hecho de cuerda, lazo, lana de colores (preferentemente morado) trenzada…en el que se harán cinco nudos, uno por cada domingo de Cuaresma. Cada domingo desharemos juntos un nudo al terminar la bendición de mesa; durante la Pascua, deshechos todos los nudos, ataremos la servilleta con un lazo simbolizando el abrazo de Dios y el hombre en la Pasión, muerte y Resurrección de Cristo.

.- MIÉRCOLES DE CENIZA: Contemplamos su amor en el silencio: el profeta Joel

Aunque los adultos hacemos ayuno y abstinencia ponemos todos los servicios habituales de mesa, explicándoles a los niños que hoy nos alimentamos sólo del Señor. Tenemos preparado encima de cada plato la servilleta extendida y sobre ella el material para hacer los servilleteros. Nos sentamos todos: los padres tienen en brazos a los niños más pequeños para ayudarles a hacer los nudos.

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“Señor hoy queremos empezar este camino de Cuaresma que nos conduce a tu Pascua acercándonos a Ti y escuchándote en silencio. Hoy ayunamos para que seas Tú nuestro alimento. Por eso hoy callamos para que Tú nos hables, y nos muestres los nudos que nos aprisionan y nos impiden ser buenos y parecernos a ti.”

En silencio cada uno hace cinco nudos en la cuerda o cinta que será su servilletero: cada nudo es un pecado que, con ayuda del Señor, intentaremos deshacer. Al acabar rezamos el Padrenuestro y recogemos los platos, sustituyendo el servilletero habitual por el de Cuaresma.

1º DOMINGO CUARESMA: Contemplamos su amor en el desierto: Moisés, narrando la historia de la liberación de Egipto. Tentaciones.

“Señor hoy queremos acompañarte hasta el desierto: allí Moisés se encontró con Dios y allí fuiste tentado en nuestras hambres de poder, de fama y de riqueza. Hoy deshacemos el primer nudo (en silencio esperamos a que todos hayan deshecho el nudo) en recuerdo de las tres esclavitudes que venciste ¡concédenos vencer las nuestras! Bendito seas porque Tú sacias siempre nuestra hambre ¡Y danos más hambre de Ti en esta Cuaresma a los que hoy compartimos esta mesa! AMÉN”.

2º DOMINGO CUARESMA: Contemplamos su amor en la oración: Abraham, padre de un gran pueblo. Pedro Juan y Santiago, testigos de la Transfiguración.

“Hoy deshacemos un segundo nudo: queremos deshacernos de tantos ruidos en nuestra vida que nos impiden orar como tú. Señor tu rostro se transfiguró cuando orabas al Padre ¡muéstranos tu rostro! Enséñanos a rezar con la confianza de Abraham, tu amigo, abiertos a tu Presencia en nuestra familia, agradecidos por tanto don que hemos recibido representado en la abundancia de alimentos con la que llenas nuestra mesa cada día.”

3º DOMINGO CUARESMA: Contemplamos su amor en la conversión: los que conversan con Jesús.

“Señor hoy invitas a esta familia a dejarnos cambiar el corazón para que nos parezcamos más a ti y sepamos amarnos mejor y cuidar a los demás. Ya nos has ayudado a deshacer tres nudos, por eso bendecimos el pan con el que nos alimentas y nos mantienes juntos entre nosotros y muy unidos a ti (deshacemos el tercer nudo). ”

4º DOMINGO CUARESMA: Contemplamos su amor en la reconciliación: los hijos de la parábola del “hijo pródigo”, con sus distintas actitudes ante la misericordia del Padre.

“Señor tú deshaces nuestros nudos poniéndonos en el camino que nos devuelve al amor inmenso del buen Padre Dios ¡ya queda menos para que tú hagas nuevo todo! Su abrazo de Padre se hace pan en la Eucaristía, y nos convierte en familia a todos los que nos alimentamos de El. (Ponemos nuestros servilleteros sobre la mesa rodeando el pan y rezamos el Padrenuestro cogidos de la mano alrededor de la mesa)”.

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5º DOMINGO CUARESMA: Contemplamos su amor en la mirada de misericordia: la mujer adúltera, testigo de la misericordia de Jesús.

“Señor hoy deshacemos el último nudo de nuestro camino de Cuaresma: te bendecimos porque Tú nos regalas la capacidad de mirar nuestros nudos, nuestras esclavitudes y debilidades, con misericordia. Concédenos que cada vez que nos sentemos alrededor de la mesa recordemos este signo que nos muestra la fuerza de tu amor apagando nuestra sed. (cada uno coloca su servilletero alrededor de la jarra de agua) ”.

DOMINGO DE RAMOS Contemplamos su amor en el deseo de hacer Pascua con Él. los niños que aclaman a Jesús en su entrada en Jerusalén.

Adornamos la mesa con los ramos de olivo que hemos traído a casa, y cada uno aparta una pequeña ramita que permanecerá anudada en el servilletero durante toda la Pascua hasta Pentecostés. El ya ha deshecho todos los nudos y este último nudo que ahora hacemos sujeta la rama de olivo como signo de la Alianza que estableció desde Noé.

“Señor nuestra familia quiere hacer Pascua contigo. Te acompañaremos en los buenos momentos y en la soledad: hoy te hemos aclamado con las ramas de olivo que adornan nuestra mesa, y te seguiremos hasta la cruz aguardando tu Resurrección. Te bendecimos anudando esta pequeña ramita de olivo, símbolo del abrazo maravilloso que es tu Alianza con nosotros y que alimentas con la oración, la Eucaristía y el pan de cada día. AMÉN”.

Para el tiempo de Pascua:

JUEVES SANTO: Contemplamos su amor en la Eucaristía.

Disponemos la mesa de modo que la hogaza de pan quede en la cabecera, presidiendo la comida familiar, colocándola sobre el mejor mantel, o sobre una bandeja. Todos han colaborado especialmente en la comida (compra, cocina, limpieza) y en el servicio de la mesa, como signo de la llamada a ponernos a los pies del otro.

“Señor hoy queremos bendecirte por el pan que nos das: con él nos alimentas cada día, y haces Eucaristía con nosotros. Te damos las gracias por los sacerdotes, a los que les has encargado que sean otro Jesús entre nosotros, especialmente por….(nombramos a los sacerdotes que conoce la familia). También queremos vivir sirviendo y dando vida a los demás, como Tú haces con nuestra familia. ¡Gracias por cuidarnos y amarnos tanto!”

VIERNES SANTO: Contemplamos su amor en la Cruz..

Los niños y las personas exentas del ayuno habrán cenado frugalmente en la cocina. Hoy no ponemos la mesa como siempre: sobre un mantel precioso disponemos una cruz y una Biblia abierta por el relato de la Pasión.

“Señor Tú te has entregado totalmente, sin condicionar la grandeza de tu amor a la pobreza de nuestra respuesta ¡nos has entregado tu Vida! Por eso nos quieres

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ver amándonos, dando la vida unos a otros, unos por otros, unidos a tu cruz. Hoy ayunamos de todo lo que no sea contemplar tu amor crucificado que bendice a nuestra familia. (explicamos a los más pequeños que vamos a estar en silencio acompañando y agradeciendo la entrega de Jesús hasta la muerte. Podemos leer el relato de la Pasión del Señor, nuestro alimento hoy)

SÁBADO SANTO: Contemplamos su amor más fuerte que la muerte en la Resurrección.

El sábado por la mañana habremos comprado o recogido flores. Preparamos una tarjetita con el nombre de cada miembro de la familia, y la palabra ¡RESUCITÓ! La perforamos y la sujetamos al servilletero por el lado contrario que sostiene la ramita de olivo, de modo que al hacer el lazo quede el signo de la Alianza sobre la tarjeta. Los mayores ayudan a los más pequeños. Ponemos la mesa con el mejor mantel y los mejores servicios, las flores y los servilleteros extendidos.

“Bendice la mesa familiar que hace fiesta por tu Pascua, celebrando este gran abrazo que nos das a cada uno de nosotros y que simbolizamos haciendo este lazo con nuestro servilletero (ayudados por los padres y hermanos mayores hacemos el lazo rodeando la servilleta). Señor tu amor por nosotros es más fuerte que la muerte ¡has resucitado! ¡estamos alegres! AMÉN”.

PENTECOSTÉS: Contemplamos su amor en su Espíritu Señor y dador de vida.

Cada uno rodea su vaso con su servilletero; hemos adornados la jarra de agua. Explicamos a los niños que hoy, al servir el agua, recordamos y agradecemos el Bautismo que nos hace hijos de la gran familia que es la Iglesia.

“Bendice estos alimentos que calman nuestra hambre, y bendice este agua que sacia nuestra sed: son signos de la Eucaristía y del Bautismo que nos hacen hombres y mujeres nuevos. Gracias porque nunca nos dejas solos… hoy envías tu Espíritu Santo a la Iglesia, nuestra familia ¡nos dejas tu Amor vivo entre nosotros! Enséñanos a ver su Presencia actuando en nuestra vida, para ayudarnos a parecernos más a ti y a amar a los demás como Tú nos has amado.”

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DOMINGO DE RAMOS

EN LA PASIÓN DEL SEÑOR

LITURGIA- CELEBRACIÓN

CONTEMPLAMOS SU AMOR EN EL DESEO DE HACER PASCUA CON ÉL. (Ciclo -C-, 28 de Marzo de 2010).

.- Momento celebrativo que podemos destacar: bendición de los ramos y palmas y procesión hasta la Iglesia. Destacar la entrada del celebrante en las demás Misas, como indica el Misal. Encontraremos al Señor que vine a nosotros humilde, pero aclamado como el Salvador.

.- Un signo propio de este día: al terminar la procesión, colocar algunas palmas adornando el presbiterio.

.- Un personaje: los niños que aclaman a Jesús en su entrada en Jerusalén. Acompañamos a Jesús en el camino que conduce de la gloria del hosanna a la soledad y el desprecio de la Cruz.

1. MONICIONES A LAS LECTURAS

En la bendición de las palmas

Evangelio de Marcos 11, 1-10: este año corresponde leer el relato de san Marcos, la entrada de Jesús en Jerusalén. Como es habitual en este evangelio, se destaca la confesión de fe en Jesucristo como el Mesías Hijo de Dios; pero el mismo pueblo de Jerusalén que lo recibió en triunfo, renegará de Él poco después.

Misa de Pasión:Primera lectura. Isaías 50, 4-7: el tercer cántico del Siervo del Señor anuncia la Pasión del Mesías, presentándola como una muestra suprema de obediencia a la palabra y la voluntad de Dios, al someterse al poder del pecado del mundo y padecer por ello mansamente. Tiene gran importancia la recitación del Salmo responsorial 21, mencionado por Cristo en la cruz: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?.

Segunda lectura. Filipenses 2, 6-11: San Pablo proclama la unidad del misterio pascual de Jesucristo, humillado hasta la muerte de cruz como el Siervo de Yawéh y glorificado como Hijo de Dios en la Resurrección.

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos: según la intención propia de este evangelista, todo el relato de la Pasión según san Marcos se desarrolla a la luz de las dos grandes líneas directoras de esta Evangelio, que son la proclamación de Jesucristo como Hijo de Dios, y como Salvador no sólo del pueblo de la antigua Alianza sino de toda la humanidad.

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DOMINGO DE RAMOS

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LITURGIA- CELEBRACIÓN

2. IDEAS PARA LA HOMILIA

El pórtico de la Pascua de Jesús.

Para los que no asisten a la liturgia del Viernes Santo, hoy es el encuentro con Cristo paciente, en contraste con su manifestación gloriosa en el próximo domingo, día de Pascua. La procesión inicial imita la que se hacía en Jerusalén desde el siglo V. En todas las misas se debe resaltar hoy el rito de entrada, al menos con una monición y un canto apropiado, pero cuando se hace con los ramos y palmas, este año -C- se proclama el relato de la entrada triunfal de Jesús, según san Lucas.

En la Misa las primeras lecturas que se leen todos los años corresponden al tercer cántico del Siervo de Yahwéh, el salmo 21 - que leído en su integridad, no es un grito desesperado sino una súplica llena de esperanza- y el gran himno de Filipenses, en el que se ensalza la humildad de Cristo y la autenticidad de su Encarnación cuando se rebajó hasta la muerte; también se proclama su exaltación a la gloria como respuesta del Padre a su obediencia.

Asimismo leemos este año la Pasión según san Lucas, en la que realza de modo preferente la dignidad de Jesucristo, Hijo de Dios Salvador de la humanidad, y su misericordia, que alcanza a un ladrón crucificado junto a Él. La celebración del sacrificio eucarístico manifiesta la unidad del Misterio Pascual de Jesucristo, muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación.

El sacrifi cio del Siervo de Dios

Las dos primeras lecturas constituyen el marco de la Pasión del Señor: Jesús no retrocede, y se somete a todos los ultrajes de los hombres. Es precisamente esto, su entrega y abnegación hasta la muerte en cruz en medio de la historia, lo que hace de Él el Señor de la historia. Esto es así porque la Pasión no es un “mito” intemporal, sino que ocurrió realmente “bajo el poder de Poncio Pilato”, muestra de lo que ocurre desde principio a fin de la tragedia de la humanidad: en Jesús Dios es golpeado, cubierto de insultos y salivazos, mientras Él, por nosotros y para tomar sobre sí nuestros pecados, se rebaja hasta el extremo de someterse incluso a la muerte.

En la muerte de Cristo se cumple con toda su real crudeza lo anunciado sacramentalmente en la última cena: “Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros (Lc 22, 20). El misterio pascual, renovado perennemente en la Eucaristía y celebrado de modo especial en la Semana Santa, abre el camino de la salvación tanto a los descendientes carnales de Abrahán como a los pueblos que son hijos de Dios por la fe. Celebramos este domingo con el deseo de celebrar plenamente la Pascua con Jesús, en su muerte y gloriosa Resurrección. 4. ORACIÓN DE LOS FIELES

Siguiendo a Jesucristo, que viene a nosotros humilde y pacificador, para dar su vida por la nuestra, pidamos a Dios misericordioso por la salvación de todos los hombres.

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DOMINGO DE RAMOS

EN LA PASIÓN DEL SEÑOR

LITURGIA- CELEBRACIÓN

Para que la Iglesia, esposa de Cristo, se purifique más plena mente, por la sangre de • Cristo, y vaya a su encuentro en este tiempo Santo de Pasión. Roguemos al Señor.

Para que los hombres que no creen, como el centurión al pie de la cruz, vean en • la muerte redentora de Cristo el signo de la gloria y la misericordia divinas; y los niños y jóvenes saber más de Jesús a través de todo lo que se celebra en esta Semana Santa. Roguemos al Señor.

Para que los enfermos, los que sufren hambre, injusticia o dis criminación, • experimenten junto a ellos la presencia del siervo obediente que, muriendo en la Cruz, trajo la paz al mundo. Roguemos al Señor.

Para que refine la paz en nuestro mundo, cesen los odios y violencias y todos los • hombres nos comprometamos a cons truir una ciudad justa, fraterna y solidaria en la que la victoria de Cristo se manifieste con todo su esplendor. Roguemos al Señor.

Para que todos nosotros, por la pasión y muerte de Cristo, lle guemos a la gloria de • su resurrección. Roguemos al Señor.

Padre, escucha nuestras oraciones y haz que nunca nos apartemos del camino que nos lleva a la Jerusalén celestial donde tu Hijo nos precede. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

5. BENDICIÓN DE LA MESA

Adornamos la mesa con los ramos de olivo que hemos traído a casa, y cada uno aparta una pequeña ramita que permanecerá anudada en el servilletero durante toda la Pascua hasta Pentecostés. El ya ha deshecho todos los nudos y este último nudo que ahora hacemos sujeta la rama de olivo como signo de la Alianza que estableció desde Noé.

“Señor nuestra familia quiere hacer Pascua contigo. Te acompañaremos en los buenos momentos y en la soledad: hoy te hemos aclamado con las ramas de olivo que adornan nuestra mesa, y te seguiremos hasta la cruz aguardando tu Resurrección. Te bendecimos anudando esta pequeña ramita de olivo, símbolo del abrazo maravilloso que es tu Alianza con nosotros y que alimentas con la oración, la Eucaristía y el pan de cada día. AMÉN”.