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Maracay, Sábado 2 de octubre de 2010 Crónicas del Olvido Chamario -ALBERTO HERNÁNDEZ- A lo largo de nuestra amada geografía con una vivacidad tal vez mayor que en otras tierras conviven varios millones de chamitos Eugenio Montejo 1.- A Eduardo Polo no se le despe- ga de la memoria Puerto Malo, el pueblito costero de Blas Coll. Y no lo hace porque en medio de su afán por escribir pa- peles dejó unos que el viejo tipó- grafo convirtió en libro. Los poe- mitas se hicieron un tomo con un nombre muy singular, toda vez que atiende a la gracia de los muchachos que llenan las calles y los parques con sus gritos y jue- gos. Pues bien, Chamario, que así se titula el libro, en atención a aquella voz venezolana que siempre anda de boca en boca en la boca de adultos y adolescentes, y que se ha convertido en un vocativo la mar de simpático. La palabra chamo, cercana a chaval y a chamaco proviene de mucha- cho. De modo que se trata de una suerte de apócope que concentra todos los sentimientos que alber- ga el corazón de un carajito de esos que viven imaginando, inven- tando y creando mundos y pala- bras nuevas, como lo ha hecho Eduardo Polo, uno de los heteró- nimos de aquel otro muchacho llamado Eugenio Montejo, quien desde la distancia de su ausencia sigue armando rompecabezas, pa- labras, dameros y juegos para es- pantar el fantasma del olvido. Entonces Chamario (publica- do por Ediciones Ekaré, Caracas 2007) es un bosque de hojitas es- critas por un mago, por un tipo que le saca tripas a un garrote y es capaz de soñar bajo el agua. Es que este hombre, traducido por el talento de Montejo se ha subido a la nube donde estos textos sa- cuden la modorra a los niños y a los viejos. 2.- Son veinte los juegos. Veinte son los poemas que juegan con la imaginación de quien los lee. Son poemas que Eduardo Polo dejó por ahí y Blas Coll hizo pá- ginas para regarlos por todo el mundo. Así, Eugenio Montejo - al lado del fantasma juguetón y mago- dejó dicho, para gloria de quienes lo leemos, estas pala- bras: "En la mágica cartilla de sus rimas quiso Eduardo Polo celebrar unas y otras, median- te juegos de lenguaje capaces de proponer a sus jóvenes lectores algunas líneas que los hagan soñar o sonreír". Y en verdad, más allá de la edad del lector, nos hace soñar y jugar. ¿Quién no esboza una ligera sonrisa cuando lee que un tren se repite, no en el sonido de la má- quina locomotora sino en el mis- mo nombre del tren? El lector viaja en la reiteración, visita lu- gares una vez que se monta en el aparato, gracias a la insistencia del autor. Sintamos la brisa, la velocidad del ferrocarril en esta estrofa cuyos versos contienen el carbón que alimenta la carrera de la travesía de quien escribió y ahora lee el poema: Por la puerta de mi casa Va pasando un tren-tren-tren Si se para, yo me monto Y a ti te monto también. O éste en el que el cuerpo del tren pasa repartido en un paisaje alegre y lleno de colores, donde los pasajeros son los protagonistas: Sus vagones son veloces los viajeros no se ven Si se para, yo me monto y a ti te monto también. Los chamos que lo leen en voz alta invitan a una persona que está tumbada en una cama o en un sofá, con la imaginación abierta, presta a ingresar en el tren y disfrutar de la velocidad entre árboles, lagos que se ven por las ventanillas, pájaros y caba- llos que vuelan y corren al mis- mo ritmo del sonido que emerge alegre del motor de la máquina. 3.- Un poema loco, "La bicicleta", ha sido y es motivo de risa en los nietos. En los que se sientan alre- dedor de quien los ilumina con la voz. El autor corta el sustantivo en dos trozos, como una torta, y hace que se convierta en dos sig- nificados. Es un poema loquito, sabroso y muy inteligente. Va- mos a tenerlo presente aquí: La bici sigue la cleta por una ave siempre nida y una trom suena su peta… ¡Qué canción tan perseguida! El ferro sigue el carril por el alti casi plano como el pere sigue al jil y el otoño a su verano. Detrás del hori va el zonte, detrás del ele va el fante, corren juntos por el monte y a veces más adelante. Allá va el corazón en aero plano plano y con él va la canción escrita en caste muy llano. Si usted, chamo o chamita, está dispuesto o dispuesta a seguir el juego, los invito a no salirse de estas páginas. Podrán encontrar- se con su lado tierno y juguetón. Podrán regresar, en caso de que ya no sean tan chamos, al patio de la casa, a los libros que siem- pre tuvo cerca, a las canciones de ronda o a los cuentos noctur- nos que nos hacían temblar a la hora de dormir. Claro, en estas páginas no están esos relatos. Aquí lo que hay es invento, una locura suave y alegre, tierna, propia de un poeta que nunca dejó de ser un chamito, un cara- jito, un niño. Chamario tiene más poemas, más recreaciones, más sonidos para compartir, pero vamos a dejarlo hasta aquí (para que us- ted o tú, claro) tengan tiempo de buscar el libro y llevarlo a la casa como una mascota, como un ani- malito de compañía. Porque se trata, en efecto, de un libro vivo donde Eduardo Polo se vale de to- dos los trucos para no abandonar a quienes ya son sus cómplices. En algún lugar del cosmos está Eugenio Montejo, jugando con las nubes que caen en el patio donde un niño con sus ojos y sus manos canta y sueña con rimas y tra- balenguas. En algún lugar Euge- nio Montejo inventa bochinches literarios, imágenes para comer, esas que tienen sabores y colores. De los colores, precisamente, se encargó el ilustrador Arnal Ba- llester, quien aportó sus pigmen- tos para darle más magia a este pequeño mundo de sonidos.

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A lo largo de nuestra amada geografía con una vivacidad tal vez mayor que en otras tierras conviven varios millones de chamitos

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Maracay, Sábado 2de octubre de 2010

Crónicas del Olvido

Chamario-ALBERTO HERNÁNDEZ-

A lo largo de nuestra amada geografíacon una vivacidad tal vez mayor que

en otras tierrasconviven varios millones de chamitos

Eugenio Montejo

1.-

A Eduardo Polo no se le despe-ga de la memoria Puerto Malo, el pueblito costero de

Blas Coll. Y no lo hace porque enmedio de su afán por escribir pa-peles dejó unos que el viejo tipó-grafo convirtió en libro. Los poe-mitas se hicieron un tomo conun nombre muy singular, todavez que atiende a la gracia de losmuchachos que llenan las callesy los parques con sus gritos y jue-gos. Pues bien, Chamario, queasí se titula el libro, en atencióna aquella voz venezolana quesiempre anda de boca en boca enla boca de adultos y adolescentes,y que se ha convertido en unvocativo la mar de simpático. Lapalabra chamo, cercana a chavaly a chamaco proviene de mucha-cho. De modo que se trata de unasuerte de apócope que concentratodos los sentimientos que alber-ga el corazón de un carajito de esosque viven imaginando, inven-tando y creando mundos y pala-bras nuevas, como lo ha hechoEduardo Polo, uno de los heteró-nimos de aquel otro muchachollamado Eugenio Montejo, quiendesde la distancia de su ausenciasigue armando rompecabezas, pa-labras, dameros y juegos para es-pantar el fantasma del olvido.

Entonces Chamario (publica-do por Ediciones Ekaré, Caracas2007) es un bosque de hojitas es-critas por un mago, por un tipoque le saca tripas a un garrote yes capaz de soñar bajo el agua. Esque este hombre, traducido porel talento de Montejo se ha subidoa la nube donde estos textos sa-cuden la modorra a los niños y alos viejos.

2.-Son veinte los juegos. Veinte

son los poemas que juegan conla imaginación de quien los lee.Son poemas que Eduardo Polodejó por ahí y Blas Coll hizo pá-ginas para regarlos por todo elmundo. Así, Eugenio Montejo -al lado del fantasma juguetón ymago- dejó dicho, para gloria dequienes lo leemos, estas pala-bras: "En la mágica cartil la desus rimas quiso Eduardo Polocelebrar unas y otras, median-te juegos de lenguaje capaces de

proponer a sus jóvenes lectoresalgunas líneas que los hagansoñar o sonreír". Y en verdad,más allá de la edad del lector,nos hace soñar y jugar.

¿Quién no esboza una ligerasonrisa cuando lee que un tren serepite, no en el sonido de la má-quina locomotora sino en el mis-mo nombre del tren? El lectorviaja en la reiteración, visita lu-gares una vez que se monta en elaparato, gracias a la insistenciadel autor. Sintamos la brisa, lavelocidad del ferrocarril en estaestrofa cuyos versos contienen elcarbón que alimenta la carrerade la travesía de quien escribió yahora lee el poema:

Por la puerta de mi casaVa pasando un tren-tren-trenSi se para, yo me montoY a ti te monto también.

O éste en el que el cuerpo deltren pasa repartido en un paisajealegre y lleno de colores, donde lospasajeros son los protagonistas:

Sus vagones son veloceslos viajeros no se venSi se para, yo me montoy a ti te monto también.

Los chamos que lo leen en vozalta invitan a una persona queestá tumbada en una cama o enun sofá, con la imaginaciónabierta, presta a ingresar en eltren y disfrutar de la velocidadentre árboles, lagos que se ven porlas ventanillas, pájaros y caba-llos que vuelan y corren al mis-mo ritmo del sonido que emergealegre del motor de la máquina.

3.-Un poema loco, "La bicicleta",

ha sido y es motivo de risa en losnietos. En los que se sientan alre-dedor de quien los ilumina con lavoz. El autor corta el sustantivoen dos trozos, como una torta, yhace que se convierta en dos sig-nificados. Es un poema loquito,sabroso y muy inteligente. Va-mos a tenerlo presente aquí:

La bici sigue la cletapor una ave siempre niday una trom suena su peta…¡Qué canción tan perseguida!

El ferro sigue el carrilpor el alti casi planocomo el pere sigue al jily el otoño a su verano.

Detrás del hori va el zonte,detrás del ele va el fante,corren juntos por el montey a veces más adelante.

Allá va el corazónen aero plano planoy con él va la canciónescrita en caste muy llano.

Si usted, chamo o chamita,está dispuesto o dispuesta a seguirel juego, los invito a no salirse deestas páginas. Podrán encontrar-se con su lado tierno y juguetón.Podrán regresar, en caso de queya no sean tan chamos, al patiode la casa, a los libros que siem-pre tuvo cerca, a las cancionesde ronda o a los cuentos noctur-nos que nos hacían temblar a lahora de dormir. Claro, en estaspáginas no están esos relatos.Aquí lo que hay es invento, unalocura suave y alegre, tierna,propia de un poeta que nuncadejó de ser un chamito, un cara-jito, un niño.

Chamario tiene más poemas,más recreaciones, más sonidospara compartir, pero vamos adejarlo hasta aquí (para que us-ted o tú, claro) tengan tiempo debuscar el libro y llevarlo a la casacomo una mascota, como un ani-malito de compañía. Porque setrata, en efecto, de un libro vivodonde Eduardo Polo se vale de to-dos los trucos para no abandonara quienes ya son sus cómplices.

En algún lugar del cosmos estáEugenio Montejo, jugando con lasnubes que caen en el patio dondeun niño con sus ojos y sus manoscanta y sueña con rimas y tra-balenguas. En algún lugar Euge-nio Montejo inventa bochinchesliterarios, imágenes para comer,esas que tienen sabores y colores.

De los colores, precisamente, seencargó el ilustrador Arnal Ba-llester, quien aportó sus pigmen-tos para darle más magia a estepequeño mundo de sonidos.

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Contenido Maracay, Sábado 2 de octubre de 201010

Un Vampiro en Maracaibo-MAIKEL A. RAMÍREZ-

La historia sólo se lava con sangre(Santiago Roncagliolo: Abril Rojo)

Asediado, por un lado,por un grupo de ado-lescentes que reclamaanaqueles atiborradosdel último libro de lasaga Harry Potter y,por el otro, (no sinmenos paroxismo) porotro grupo de jóvenesque devora las narra-ciones de StephanieMeyer, logro alcanzarun libro en cuyo títuloreconozco una lecturaimpostergable: UnVampiro enMaracaibo. No tengoduda de que pasearsepor una historia sobreun Drácula o Nosferatúmollejú augura depa-rar días de excepciona-les novedades.

En primer lugar, debemosagradecerle a Norberto José Olivar el hecho de obviar

la idea caduca acerca de la tipo-logía de vampiros sobre la que es-cribiera Aníbal Nazoa en Las Ar-tes y Los Oficios: "¿se imagina eltriste papel que haría un vampi-ro llamado simplemente PedroPérez o John Smith? Probable-mente no se les daría oportuni-dad de chupar ni pescuezos degallina?" Aunque se puede creerque la aseveración de Nazoa essimplemente jocosa y que, porconsiguiente, resulta cándida yestéril para un examen rigurosode obras que versen sobre vam-piros, he encontrado el mismoprejuicio entre la mayor parte delos amigos a quienes les he referi-do el título de la novela de Oli-var. Seguramente se asocia a losvampiros con ese doble de LordByron que John Polidori, su acom-pañante de viajes, concibió bajoel nombre de Lord Ruthven, per-sonaje libertino y diabólico quenació de las fértiles tertulias conlos Shelley en Suiza; o acaso pen-semos en el conde Drácula que elescritor irlandés Bram Stokercreó con todo un entramado desimbología sexual a finales delsiglo XIX. Ambos personajes, ensuma, presentan al erotismo y ala galantería como rasgos quevan a definir las posteriores apa-riciones de este personaje.

Ahora bien, no sólo el vampi-ro de Olivar es conocido con losautóctonos nombres `ZacaríasOrtega´, `Ramón Pérez Brenes´

o, por su apodo, `El Lechuza´, sinoque nada tiene que ver con losmodelos, creídos hasta ahora pa-radigmáticos, de Polidori yStoker, salvo en su ansia por sor-ber sangre. Éste es un ser deslu-cido, un réprobo dantesco, per-vertido, cruel, miltoniano, has-tiado de la eternidad por lo cualdesea que la muerte le llegue al-gún día. Conviene subrayar aZacarías Ortega, o cualquieraotra forma o nombre que tome enla obra, es un deconstructor demetarrelatos, es un posmodernoen esencia: "el hombre ha bebidosangre desde que es hombre…"prosigue Zacarías: "…y hasta elmismísimo dios gusta de la san-gre, quizás sea el primer sangui-nario de todos, acuérdese que pri-mero había que clamar sus ra-bietas divinas con sangre de cor-dero, después él mismo dejó quelincharan a su hijo porque susangre era lo único que podíaaceptar en compensación por lospecados de la gente; y ya ve cómoen las iglesias lo único que se ha-bla es de la sangre del pobre cris-to, y sus adeptos dicen bañarse,cubrirse y lavarse con la sangredel hijo del hombre. Lo que pasaes que de tanto decirlo se pierdela noción de su significado…".

En El Orden del Discurso, Mi-chael Foucault ha escrito: "En una

sociedad como la nuestra son bienconocidos los procedimientos deexclusión. El más evidente, y elmás familiar también, es lo pro-hibido". Zacarías Ortega, comodeja constancia Olivar en unaentrevista concedida a Letralia,en la cual habla del mal, repre-senta una alteridad que "rompecon lo políticamente correcto". Lapresencia del vampiro entraña-rá dudas y transfiguraciones dedimensiones teóricas tanto paraErnesto, el narrador-protagonis-ta, como para el ex PTJ JeremíasMorales, quien ayuda a Ernestocon la investigación sobre vam-piro. El taimado y elocuentevampiro demostrará que los dis-cursos que sostienen el orden deeste mundo tienen base en fala-cias y en lo absurdo.

Tan pronto avanzamos ennuestra lectura, nos percatamospor comentarios de Ernesto deque los vampiros más pernicio-sos, acaso los verdaderos, son los´psíquicos`. Estos son los relatosemancipadores, esas creenciasque hemos aceptado y crecido porsiglos en la historia de la razahumana, y que han conducido alos seres humanos a repetidostraspiés. Notemos que Ernesto ensu niñez defraudó a su papá pordecidir estudiar historia, ha fa-llado en su compromiso matri-

monial y en su nueva acompa-ñante amorosa no parece encon-trar estabilidad, reside en pau-pérrimas condiciones: "En estecuchitril espero pasar mis últi-mos días, que ruego al cielo nosean muchos, y ojo, no es queande en una onda expansiva deautoliquidación, quién soy yopara aspirar un colofón biológicotan encumbrado destino sólo a losdioses como Hemingway, Capo-te, Woolf, Storni, France y otrospocos más. No, no es el caminoinmediato, pero a veces salir deescena a tiempo es mejor que lle-gar al final y cagarlo todo". Er-nesto, sin embargo, parece encon-trar estabilidad en la literatura,tal vez por eso exprese: "porque larealidad no es más que la sumade todas las ficciones", consignaésta esencialmente posmoderna.Hacia el final de la historia, bajoel influjo de la adaptación fílmi-ca de 1984, reflexionará: "¿Dóndeestá, pues la respuesta?, ¿dóndela verdad? Y si las verdades setocan, pues debe existir un nodo,un punto de encuentro, pero siaceptamos que el pasado es bo-rrado, y luego se olvida el acto deborrar, la conclusión es simple:la mentira se convierte en ver-dad y luego en mentira otra vez".

Similarmente, Jeremías Mora-les, el ex PTJ que ayuda a Ernestocon la investigación sobre el vam-piro de Maracaibo, tiene sobradasrazones para descreer la salvacióndespués de toda su experiencia enel caso de Zacarías Ortega, aquelconstata: "un buen satánico, porejemplo, no se deja vencer la li-cencia de conducir, ni la cédulade identidad, ni el pasaporte ymenos la carta médica; un buensatánico respeta las leyes y laconstitución, que al fin y al cabofueron escritas bajo el influjo delmaligno y considerando el ele-mental principio de la jurispru-dencia, pues las leyes son impues-tas por los poderosos para prote-ger sus intereses; se concluye,entonces, que el mayor ejerciciode maldad que un satánico, o as-pirante a satánico puede ejecutar,es cumplir estrictamente con lasleyes". De forma análoga, TerryEagleton sostiene en Después dela Teoría: "el antiteórico es comoun médico que te da sofisticadasrazones médicas para comer todala comida basura que puedas tra-garte, o como un teólogo que teofrece argumentos irrefutablespara cometer adulterio". ZacaríasOrtega, por otra parte, al igualque el Satán del Paraíso Perdidode John Milton, sabe que no nece-sita matar a Morales, pues le hadado el conocimiento, un frutoprohibido que derrumba el mun-do armónico de éste. El ex PTJ ter-minará suicidándose.

En este horizonte de ideas, vis-lumbro un paralelismo entre lanovela de Olivar y el filme deAlejandro Amenábar, Los Otros.Esta obra me parece harto incom-prendida, ya que parece ser elconsenso general estimarla comouna chata historia de fantasmas,siendo, por el contrario, un den-so drama que descentraliza esebinomio enraizado en el pensa-miento de la cultura occidental

como lo son el Cielo y el Infiernoy todas las imágenes que estosentrañan. En Los Otros tanto vi-vos como muertos habitan elmismo espacio terrenal. En UnVampiro en Maracaibo, igual-mente, subyace un drama deamplias proporciones.

El humor que imprime Olivara su novela está a medio caminode la mordacidad de autorescomo Jonathan Swift o FernandoVallejo y de la burla dócil, perono menos punzante, de Voltaireu Oscar Wilde. Cabe señalar, deigual manera, que más afín, porla época en que se produce, es elhumor de Vallejo. En La Virgende los Sicarios, por ejemplo, lee-mos: "Es mi nueva teología de laDualidad, opuesta a la de la Tri-nidad: dos personas son las que senecesitan para el amor, tres yaempieza a ser orgía". Olivar esamargo cuando leemos la si-guiente reflexión: "¿Qué pensaríaBush si le pasara todo esto?, ¿cómole haría pa lanzarle misiles ymarines a dios? Bueno, los grin-gos son gringos y se las saben to-das, segurito que alguna formaencuentran pa clavarle unoscuantos Patriots al pobrecito dedios que tan tranquilo y olvidadode nosotros está en el cielo…". Porotra parte, Olivar es benignocuando su protagonista describeun exorcismo presenciado en suinfancia: "Le diré que yo espera-ba que la chica levitara con todoy silla, que la cabeza le diera lavuelta completa, que lanzaravómitos verdes gigantescos, quela piel se le sajara cuando la toca-ran con las biblias, que la voz sele pusiera como de monstruo endolby digital, que hiciera las co-sas como uno vio en El Exorcista,o en la miniserie que hizo MarySoliani, El rehén del diablo, ¿seacuerda?".

Asimismo, es ingenioso crearatmósferas de progresivo suspen-so para concluir en una situacióngraciosa: "Intrigado con la vainame dejo llevar pa donde está elfulano y, coño, la sorpresa que mellevo, era nada menos que RaúlAmundaray, el galanzote de te-lenovelas, ¡disfrazado de Drácu-la! El desgraciado estaba promo-cionando una obra de teatro queestaba dando en Caracas".

En su utopía El Alma del hom-bre bajo el Socialismo, Oscar Wil-de declara: "pero el Arte jamásdebería ser popular. El público esquien, por el contrario, deberíaintentar ser artista". Los temassensibles pueden escandalizarincluso a los más cautos, pero elúnico deber individual del escri-tor es expresarse con su arte entorno a un tema de su interés.Norberto José Olivar lo ha hechopor medio de un atrevimientogenérico en cuanto al tópico, diá-logos coherentes y de ampliasdisertaciones filosóficas, polifo-nía, atento registro dialectal,construcción cuidada de las di-versas atmósferas, indagacionesen los trabajos literarios que pre-figuraron esta obra (El Espectrodel Vampiro de Marciel Hernán-dez y El Lechuza de Elías SánchezRubio) y un humor ingenioso yoportuno.

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Una historia diferente-NÉSTOR MENDOZA-

Su mirada es genuinamentehindú. No hay ninguna dis- cusión al respecto. Al ver la

fotografía que aparece en la sola-pa de este breve libro de poemas;al detallar la oscuridad del bordede sus ojos indios, cualquier cali-ficativo relacionado con ellos re-sulta obvio. Sujata Bhatt nacióen Ahamedabad, India, en 1956.Poeta y traductora, con una di-latada trayectoria literaria, rea-lizó estudios universitarios enEstados Unidos, donde vivió porvarios años. Su obra poética hasido traducida a varias lenguas,y, además, ha obtenido prestigio-sos premios internacionales. En-tre sus libros publicados podemosmencionar los siguientes títulos:Brunizem (1988), Monkey shadows(1991), The shinking rose (1995),Nothing is black, really nothing(2000), Augatora (2000), y másrecientemente, A colour for soli-tude (2002).

La Universidad de Carabobopublicó en el año 2007 una mí-nima muestra de su producciónlírica, titulada Una historia dife-rente, en su colección El cuervotraducciones. En total encontra-remos diecisiete poemas. Una ci-fra modesta, pero que nos regalaun grato sabor por su sencillez yemotividad. Cada poema mues-tra un asunto y atmósfera espe-cíficos. Sujata nos narra diver-sas situaciones, llenas de carna-lidad vivencial. La poeta lograconciliar la limpieza y claridadde la forma con una honda cargaemocional, que parte de una ex-periencia, de lo gestado en la zonamedular del alma y del corazón:

No se nos permitíallevar muchopero me las ingenié para escondermi hogar detrás del corazón.

Mira la desierta playa,atardece ya- no hay solque torne las olas doradas,no hay luna que cojalas olas en una malla-

Su "océano vive en el cuartode baño". Lleva una naturalezaportátil; incorporada a su cuer-po, asimilada desde la infancia.Escribir sobre este tipo de obrassobrepasa cualquier acercamien-to crítico, cualquier argumento.Los poemas se niegan a ser sec-cionados para su análisis. El co-razón del poema no está en unpunto definido: está distribuidoen todas partes, en cada estrofa,en cada sustantivo. En un despo-jamiento textual que se fusionacon el origen, con la mitología:

El gran Pan no está muertosimplemente ha emigrado ala India

Allí los dioses se mueven conlibertaddisfrazados de serpientes o demonostodo árbol es sagradoy es pecadoser descortés con un libro

Es pecado hacer a un lado un librocon el pieun pecado hacer caer librosruidosamente sobre una mesaun pecado arrojar un libro irrespe-tuosamentede un extremo a otro de un cuarto

Se necesita aprender cómo darvuelta las páginasCuidadosamentesin molestar a Sarasvatisin ofender al árbolde cuya madera el papel fue hecho.

Sujata Bhatt, como Sarasvati,la diosa de la sabiduría, guarda unsagrado respeto hacia los libros, a

su procedencia natural. El idiomase vuelve víscera, arteria: "La len-gua simplemente es/ una músicanecesaria/ de repente conectada/al propio latido del corazón...".

Nueva York, Ahemedabad;ambas ciudades perviven en unpresente continuo. Caminar porlas calles y avenidas neoyorqui-nas, leer sus diarios y percatarsede la tragedia que se vuelve lugarcomún forma parte de su poética,de sí misma. La ciudad india, porotra parte, es el lugar de la senci-llez, del abrazo y la carencia.

Para Sujata la distancia es re-lativa. En el mar no existen bor-des ni fronteras; nada es estáti-

co, todo va y vuelve con su rit-mo salado: “Y todos los lugaresse deslizan a través/ de mis de-dos con cada espumosa/ ola querompe, incansable/ agua sala-da. // En tierra es diferente. /Todo está separado, distante. /El atlas llena mi mente/ con susmuchas fronteras, y este océa-no/ queda atrapado en la pági-na/como una ballena jadeantesobre la playa”.

Desconozco si además de estelibro existen otros títulos editadosen Venezuela. Antes de que llega-ra a mis manos este volumen notenía ninguna referencia de latrayectoria de la poeta india. Y

mi interés hacia obras de autoresno hispanos era realmente pobre.Terco y pobre, a decir verdad. Estetexto estuvo por más de dos añosrelegado en algún punto descono-cido de mi biblioteca. Su portadablanca, ilustrada con una viñetade Enrique Etievan, no causó ma-yor interés para mí en aquellosmomentos. Ahora, la historia esdiferente.

Este afortunado acercamientoha sido un buen regalo. Saldauna vieja deuda, pospuesta y de-jada a un lado injustamente. Estereencuentro significa una venta-na hacia otras poéticas. Y otrosojos: los de Sujata.

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Contenido Maracay, Sábado 2 de octubre de 201032

Reverencia

Dame, rey de las piedras,Sólo una para cantear mi casa.

Sólo una venaseñor de los ríos,para arrugarnos de hacer presenteel verbo de la ley.

Dame, padre de la mansedumbre,tres sogas para amarrara mis animales de cuerno.

Tú, soberano de todo,dame tan sólo un árbol,una mesa, pan y agua.

Ella es la fruta, la carne y el vino.

Ofrenda

Los peces de la multiplicaciónno conocieron los mares,bajaron de la mano de Dios a la muerte.

Quizás al fin soy un prodigioy abro la boca en sueñosrespirando el mundo que no conocí

y hablo como los que hablan bajo el aguay la noche es una placentay pienso en mis padressobar la cubierta de mi nado.

Un milagro no se huele los sudores,ni abre y cierra todo el día la boca,las puertas; bosteza y se va.

Sin embargo sé de mí la pureza de la carne.

Alimenta al Demonio conmigo Señor,para que no engorde.

Caravana-VÍCTOR MANUEL PINTO-

ExpiaciónCreo poca mi maldad,pero es tanto el dolory es tan poco en mílo que ofrendo a los otros.

Creo llevarte por la crineshasta que me da en la cara tu herradura.

Tiempo, dame un poco de tu ollaque hoy no muerdo de lo maloy eso me alegra tanto.

Así debe ser la naranjacuando empieza a alumbrar entre las hojas.

ExamenDejar el cuerpo al impulso de los músculoses una grosería.La piedra es otra forma del vientoy al golpe del agua brota la transparencia.

Entrar en la ley no es salir de la carne.

Los árboles que forjaron la piedraEscuchan su ajetreo en la espuma,Reflejándose quietos sobre el agua.

FOTO

LYE

RKA

BON

NAN

O