(continuación) Leibniz y Polinesia

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Carla Garcerán Continuación el cuento La quinta historia de Clarice Lispector La quinta historia se llama Leibniz y la trascendencia del amor en la Polinesia. Comienza así: Me quejé de las cucarachas. Llega entonces el momento en que hago un pacto genocida. Empiezan mis días con la purga cotidiana: harina, yeso, azúcar, noche, desvelo, amanecer, muerte y vuelta a empezar. El placer asesino, esa victoria con el canto del gallo, fue muriendo; como muere el amor con la costumbre. Sobrevino la angustia. Comprendí entonces que necesitaba terriblemente matar a aquellos bichos noche tras noche. Y, si perdía el entusiasmo asesino, ellas, las cucarachas, habrían ganado. Yo, derrotada, moriría lentamente por dentro, y mi corazón se endurecería, como lleno de yeso. Así fue como descubrí que el amor es más que lo que dicen los cuentos de hadas, es trascendente, infinito. Ahora sé que el amor no se escoge. Yo amo a las cucarachas, ellas me dieron una razón de ser. Por ellas, por mí, tenía que salvar esta relación a toda costa, acabar con todo aburrimiento. Decidí entonces probar algo nuevo, “para reavivar la llama”, como recomiendan todos cuando una siente que con la pareja las cosas no van por buen camino. Fue así como surgió un plan, que ejecuté esa misma noche. Preparé y esparcí el veneno, como siempre. Esperé. La noche, las horas, la ansiedad ¿subirían y comerían el veneno? Ya amanece y quiero correr a ver si están ahí, si han muerto. Me asomo: los tiesos insectos de yeso yacen sobre el piso. Entonces viene el cambio: las veo a todas, dispersas, múltiples, pequeñas. Pienso en la Polinesia, así que las voy nombrando. La de la izquierda, patas arriba, es Samoa; la de más acá, Tonga; aquella, torcida de forma extraña, Pascua. Están Hawaii, Tuvalu, Niue, Rapa… Sí, son un mapa. Ya me siento mejor, el amor las ha transformado. De cucarachas a islas. Estoy de nuevo viva, ahora sé que cada amanecer tendré algo nuevo: islas, estatuas, manchas de color, gotas de agua, fantásticas batallas, constelaciones… A través de las cucarachas, puedo además amar todo aquello en lo que se conviertan. Cantó el gallo hace horas. Estoy sentada tranquilamente leyendo a Leibniz, para inspirar en qué se transformarán mañana mis amadas. La sexta historia se titula El cálculo infinitesimal, una pelea con Newton. Comienza así: Me quejé de las cucarachas.

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Ejercicio de escritura a partir del cuento de Clarice Lispector: "La quinta historia", en el cual se desarrolla dicha historia y se propone la siguiente.

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  • Carla Garcern

    Continuacin el cuento La quinta historia de Clarice Lispector

    La quinta historia se llama Leibniz y la trascendencia del amor en la Polinesia. Comienza as:

    Me quej de las cucarachas. Llega entonces el momento en que hago un pacto genocida. Empiezan mis

    das con la purga cotidiana: harina, yeso, azcar, noche, desvelo, amanecer, muerte y vuelta a empezar.

    El placer asesino, esa victoria con el canto del gallo, fue muriendo; como muere el amor con la

    costumbre. Sobrevino la angustia. Comprend entonces que necesitaba terriblemente matar a aquellos

    bichos noche tras noche. Y, si perda el entusiasmo asesino, ellas, las cucarachas, habran ganado. Yo,

    derrotada, morira lentamente por dentro, y mi corazn se endurecera, como lleno de yeso. As fue

    como descubr que el amor es ms que lo que dicen los cuentos de hadas, es trascendente, infinito.

    Ahora s que el amor no se escoge. Yo amo a las cucarachas, ellas me dieron una razn de ser. Por

    ellas, por m, tena que salvar esta relacin a toda costa, acabar con todo aburrimiento. Decid entonces

    probar algo nuevo, para reavivar la llama, como recomiendan todos cuando una siente que con la

    pareja las cosas no van por buen camino. Fue as como surgi un plan, que ejecut esa misma noche.

    Prepar y esparc el veneno, como siempre. Esper. La noche, las horas, la ansiedad subiran y

    comeran el veneno? Ya amanece y quiero correr a ver si estn ah, si han muerto. Me asomo: los tiesos

    insectos de yeso yacen sobre el piso. Entonces viene el cambio: las veo a todas, dispersas, mltiples,

    pequeas. Pienso en la Polinesia, as que las voy nombrando. La de la izquierda, patas arriba, es

    Samoa; la de ms ac, Tonga; aquella, torcida de forma extraa, Pascua. Estn Hawaii, Tuvalu, Niue,

    Rapa S, son un mapa. Ya me siento mejor, el amor las ha transformado. De cucarachas a islas. Estoy

    de nuevo viva, ahora s que cada amanecer tendr algo nuevo: islas, estatuas, manchas de color, gotas

    de agua, fantsticas batallas, constelaciones A travs de las cucarachas, puedo adems amar todo

    aquello en lo que se conviertan. Cant el gallo hace horas. Estoy sentada tranquilamente leyendo a

    Leibniz, para inspirar en qu se transformarn maana mis amadas.

    La sexta historia se titula El clculo infinitesimal, una pelea con Newton. Comienza as: Me

    quej de las cucarachas.