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CONTRA LA REPUBLICA LIBERAL: MARGALLO Y DUQUESNE Y EL POSICIONAMIENTO DEL CATOLICISMO TRADICIONALISTA EN LOS ALBORES DE LA INDEPENDENCIA ESTHER SOFÍA SIERRA JIMÉNEZ UNIVERSITAT JAUME I MASTER DE HISTORIA EN EL MUNDO HISPÁNICO LAS INDEPENDENCIAS EN EL MUNDO IBEROAMERICANO CASTELLÓN DE LA PLANA 2010

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CONTRA LA REPUBLICA LIBERAL: MARGALLO Y DUQUESNE Y EL

POSICIONAMIENTO DEL CATOLICISMO TRADICIONALISTA EN LOS

ALBORES DE LA INDEPENDENCIA

ESTHER SOFÍA SIERRA JIMÉNEZ

UNIVERSITAT JAUME I

MASTER DE HISTORIA EN EL MUNDO HISPÁNICO

LAS INDEPENDENCIAS EN EL MUNDO IBEROAMERICANO

CASTELLÓN DE LA PLANA

2010

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A mi mamá y Nana:

Por creer en mis sueños como si fueran los suyos propios.

A Josh,

I love it when you read me things.

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TABLA DE CONTENIDO

Pág.

INTRODUCCIÓN 4

1. APROXIMACIÓN BIOGRÁFICA DEL PRESBÍTERO FRANCISCO

MARGALLO Y DUQUESNE 8

1.1 LOS EFECTOS DE REFORMAS ILUSTRADAS EN AMÉRICA LATINA 11

1.2 LA PARTICIPACIÓN DEL CLERO DURANTE EL PROCESO DE

INDEPENDENCIA 14

1.2.1 El clero durante la Independencia en América Latina: actitudes y toma de

posición 14

1.2.2 El clero de Nueva Granada durante la Independencia 17

La situación después de 1819 21

1.3 EL CASO DE FRANCISCO MARGALLO Y DUQUESNE 27

1.3.1 Datos biográficos y entorno 27

1.4 RECAPITULACIÓN 36

2. LOS TEXTOS Y LAS POLÉMICAS 39

2.1 NI SERMONES, NI CATECISMOS: LOS „PAPELES‟ DE

MARGALLO 41

2.2 LAS DISCUSIONES CON LA MASONERIA 45

2.3 LAS DISCUSIONES CON LOS “LIBROS PROHIBIDOS” 57

2.4 LA SOCIEDAD BIBLICA 61

2.5 HEREJES EN SANTAFÉ Y EL HORRENDO SISTEMA DE LA

TOLERANCIA 68

3. ANEXOS DOCUMENTALES 75

4. CONCLUSIONES 90

FUENTES Y BIBLIOGRAFIA 94

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INTRODUCCIÓN

El trabajo que se presenta a continuación expone algunos de los escritos publicados por el

clérigo Francisco Margallo y Duquesene entre 1823 y 1826 en Santafé de Bogotá, y

describe las cuestiones más discutidas dentro de una corriente del catolicismo de aquel

momento, conocida como tradicionalista. Del mismo modo, presenta en contexto con los

acontecimientos del periodo de la Independencia la formación, el origen y desarrollo de la

vida del mencionado personaje. Se introducen también las corrientes que aparecieron

dentro de la Iglesia Católica durante el período pre y post independentista, claves para

entender la publicación y la difusión de los textos escritos por Margallo y Duquesne que

aquí se consideran.

El estudio de sermones, escritos y demás publicaciones elaboradas por religiosos durante el

proceso de la Independencia ha venido ocupando a los investigadores, de un tiempo hacia

acá. Sin embargo, para el caso colombiano la atención se ha prestado principalmente al

estudio de catecismos y la reconstrucción apologética de algunos personajes. Las

investigaciones también se han centrado mayormente en la segunda mitad del siglo XIX,

periodo de numerosas guerras civiles que tuvieron un fuerte componente religioso.

Durante el mencionado periodo, las publicaciones, la prensa y los sermones se

distinguieron por presentar un discurso que avaló la intransigencia como valor positivo

para la defensa de “la verdad contra el error, donde ser intransigente era una virtud y un

honor”.1 La segunda mitad del siglo XIX es también particularmente significativa para la

historiografía colombiana puesto que tuvo lugar un singular proyecto conocido como la

Regeneración2, el cual marchó de la mano con la Iglesia Católica.

1 CORTÉS, José David. Curas y políticos. Mentalidad religiosa e intransigencia en la diócesis de Tunja.

1881-1918. Bogotá: Ministerio de Cultura, 1998. P. 16, 17. 2 La Regeneración (1886-1903) fue de reacción conservadora, y significó principalmente “la negación de los

pocos logros políticos del radicalismo [liberal]”, pero sobre todo “la constitución de un “nuevo orden

social”, católico y moralista”. De esta manera, la religión católica continuó como baluarte e instrumento

efectivo contra el liberalismo. Simultáneamente, el control del catolicismo permeó la vida pública y privada

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Sobre la participación del clero católico durante el proceso de Independencia bien es sabido

que esta tuvo distintas expresiones, que no todas fueron iguales y que inclusive quienes

empezaron como simpatizantes de un bando terminaron en ocasiones vinculados con

quienes eran sus opositores en un principio. Ya desde la colonia los vínculos entre la Iglesia

y la Corona habían sido lo suficientemente estrechos, como para hablar de lo que se ha

denominado como el régimen de Cristiandad colonial.

El régimen de Cristiandad colonial fue un término acuñado en la década del setenta y es de

uso corriente de muchos investigadores. Ana María Bidegaín refiriéndose éste afirma que

es “un concepto amplio que hace mención a una determinada forma de relación entre la

Iglesia y la sociedad civil, relación cuya mediación fundamental es el Estado. En un

régimen de cristiandad, la Iglesia procura asegurar su presencia y expandir su poder en la

sociedad civil utilizando antes que todo la mediación del Estado.”3

Se afirma que en un Régimen de Cristiandad no sólo la Iglesia busca ampliar su dominio a

través del Estado, sino que éste usa también a la Iglesia para expandirse, gobernar y

fortalecerse. El régimen de cristiandad es de doble dirección, es decir, es simbiótico. Así

por ejemplo, refiriéndose al último cuarto del siglo XIX se ha afirmado que con la

constitución de 1886 y la firma del Concordato al año siguiente, hubo un retorno al régimen

de cristiandad colonial. Esto, porque los Símbolos religiosos y nacionales se identificaron y

ser católico se convirtió en una condición inherente para ser ciudadano.

de los individuos. En consecuencia se trató de imponer un „nuevo‟ modelo cultural y moral, comentan

algunos autores: “La Regeneración implantó un orden social basado en la ideología religiosa, en la exclusión

de los contrarios políticos y en la persecución de todo lo que pudiera ser visto como protesta social, que para

los ideólogos regeneradores aparecía siempre como un engendro de doctrinas liberales, ateas, masónicas,

socialistas, anarquistas y comunistas.” AGUILERA PEÑA, Mario. VEGA CANTOR, Renán. Ideal

democrático y revuelta popular. Bosquejo histórico de la mentalidad político popular en Colombia 1781-

1948. Bogotá: ISMAC, 1992. P., 148, 149.

3 BIDEGAÍN, Ana María. “La pluralidad del hecho religioso en Colombia”. En: Las religiones en Colombia.

Villa Posse, Eugenia; Ocampo, Gloria Isabel. Editora. Medellín: Coimpresos. P.23

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No obstante, es posible identificar desde el primer tercio del siglo XIX los gérmenes, las

corrientes y las posturas de un particular grupo de religiosos que con el avance del siglo

irán aumentando en número y fortaleciendo sus posturas dogmáticas a lo largo y ancho del

territorio, con el propósito de asegurar la relación “simbiótica” anteriormente comentada.

Es en este punto donde el presente trabajo procura ofrecer una aproximación a las primeras

reacciones de los católicos tradicionalistas, en la persona de uno de sus primeros

representantes como fue Francisco Margallo y Duquesne.

Para el caso colombiano, el régimen de cristiandad ha sido evidente aun después de la

colonia. Por esto no sorprende que en el periodo de transición de la Colonia a la República

la Iglesia haya recurrido con frecuencia al Estado al momento de querer garantizar y

proteger su hegemonía. Del mismo modo, aunque en su mayoría fuertemente influidos por

el liberalismo y la masonería, la clase política desde los primeros años de vida republicana,

conocedores del poder del clero en el púlpito, procuraron su participación en la

incorporación del cambio de orden.

Por otro lado, no es posible ignorar el papel desempeñado por las publicaciones y el papel

impreso durante el periodo pre y post independentista. Los eclesiásticos, alto y bajo clero,

conocían esto por lo que procuraron el uso de impresos, de mayor y menor extensión. La

prensa, particularmente, jugó un importante papel en esto de la identificación y

delimitación del enemigo por parte de los religiosos. Estas lecturas, que con seguridad

continuaron siendo más públicas que privadas, sin duda contribuyeron a la elaboración de

todos los enemigos que trajo la instalación del nuevo orden.

Un claro ejemplo lo presenta la investigación de José David Cortés, refiriéndose al empleo

de las publicaciones en la construcción de mundo por parte de las instituciones eclesiásticas

en la Diócesis de Tunja. Cortés afirma que la jerarquía actuó como grupo privilegiado ya

que “podían plasmar sus pensamientos en papel y difundirlos.” Estos planteamientos se

reprodujeron finalmente como lecturas colectivas, “sobre todo en los templos, debido al

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escaso nivel de alfabetismo (2.2 % aprox.) pero que tenían por objeto envolver a toda la

sociedad en los conflictos políticos, educativos, y personales de esa élite.”4

Este trabajo presenta en tres capítulos algunos aspectos de la vida de Francisco Margallo y

Duquesne, sus escritos y los cuestionamientos que hizo entorno a una serie de asuntos y

situaciones muy específicas ocurridas durante los años de vida republicana. La

consolidación de la Independencia con la batalla de Boyacá (7 de agosto de 1819) propuso

a los gobernantes una serie de retos en cuanto a la construcción del Estado, la mayoría de

aquellos de formación liberal e ilustrada. Pronto, las reformas y las políticas liberales

lucieron abiertamente en contra de los preceptos de la Iglesia Católica, en opinión de un

sector de sus eclesiásticos. Así, la masonería, los libros ilustrados, la creación de la

Sociedad Bíblica Colombiana (1825) y la tolerancia de otros cultos se constituyeron en

amenazas para la religión y el estado, en opinión de los católicos tradicionalistas.

El primer capítulo de este trabajo presenta un acercamiento al contexto en el que se movió

Margallo, las reformas borbónicas, la participación del clero en el proceso de

Independencia y de la construcción de la república en ciernes, así como los efectos de la

ilustración dentro del clero neogranadino. Un segundo capítulo presenta las polémicas y la

manera como Margallo y Duquesne argumento y discutió en contra de las reformas del

gobierno. Del mismo modo, se presentan los razonamientos a los que el clérigo recurrió

para justificar su posición dogmática y tradicionalista. En el tercer capítulo, a manera de

anexos, se presentan algunos de los textos más representativos de este religioso

neogranadino.

4 CORTÉS, Op.Cit. P. 16, 17.

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CAPITULO I

APROXIMACION BIOGRÁFICA A LA VIDA DEL PRESBÍTERO FRANCISCO

MARGALLO Y DUQUESNE

¿Podía haber algo más lleno de significado? Pues el púlpito es

siempre la parte más a proa de la tierra, y todo lo demás queda atrás;

el púlpito precede al mundo. Desde allí se da el primer grito de alarma

ante la tormenta de la rápida ira de Dios, y la proa debe aguantar el primer embate (…)

Sí, el mundo es un barco en su viaje de ida,

y es un viaje sin vuelta, y el pulpito es su proa.

Hermann Melville. Moby Dick

El influjo de la Iglesia Católica en la historia de América latina es incuestionable hoy día a

la luz de las investigaciones. En cuanto a las revoluciones de Independencia en el siglo XIX

la influencia del clero fue también considerable. A lo ancho y largo del continente, en

particular para el caso de Nueva España y el Virreinato del Perú, numerosos trabajos

apuntan al rol de los sacerdotes y al papel que jugaron desde los púlpitos modelando la

opinión de sus feligreses.

Para el caso del siglo XIX colombiano la participación del clero fue fundamental y la

Iglesia Católica Romana continuó sosteniendo un fuerte peso institucional. El clero en

Nueva Granada se dividió, como sucedió también en otros virreinatos en América. Una

parte del clero estuvo a favor de la Independencia favoreciendo de manera activa la

posibilidad de un nuevo ordenamiento político y jurídico. Otra parte del clero, en su

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mayoría el episcopal, continuaron fieles a la Corona, sintiéndose vinculados por juramentos

de fidelidad y doctrinas de obediencia a las autoridades legítimas5.

Uno de los asuntos que ocupo de manera central el interés del clero en Nueva Granada

durante el periodo de la Independencia fue la cuestión de la legitimación teológica. Para tal

efecto, fueron varias las teorías esgrimidas, destacando principalmente las teorías y el

pensamiento de Suárez, las cuales ocuparon un lugar destacado en la enseñanza

universitaria. Se afirma que las teorías de Suárez circularon ampliamente en “estilo

revolucionario” gracias al trabajo de Juan Pablo Viscardo Guzmán, exjesuita peruano. El

mencionado autor publicó en 1792 su Carta a los Españoles Americanos, en la cual

presentó sus razones para la Independencia de España6.

La idea de la Independencia fue abordada de maneras diferentes por el clero en Nueva

Granada. Una de estas interpretaciones asumió la Independencia como emancipación y

liberación del tutelaje7, siendo la más difundida. No obstante se presentaron reacciones en

contra de la emancipación como interpretación de la Independencia. Otros autores eligieron

hablar solo de Independencia o libertad. Una posición diferente prefirió asumir la

Independencia como negación de los títulos de conquista y reasunción de derechos, “al

considerar que las naciones americanas han recobrado su libertad y reasumido aquellos

5 Existe un interesante número de artículos que abordan este tema. Estos se han ocupado principalmente de la

participación política de los religiosos, dejando de lado los análisis de contenidos y su papel como

moldeadores de opinión. Los trabajos elaborados hasta ahora por la historiografía colombiana parecen más

bien aislados. Sin embargo, de un tiempo hacia acá, grupos de investigación como el ICER, en la Universidad

Nacional de Colombia, han desarrollado una línea de investigación en torno a lo religioso como fenómeno

social con resultados muy interesantes. Sin duda es la historia política y económica del periodo de la

Independencia la que sigue concentrado la atención de los investigadores. TORO JARAMILLO, Iván Darío.

“Clero insurgente y clero realista en la Revolución colombiana de la Independencia.” Disponible en la Web:

dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=2592937 . P. 1.

6 Ibíd. Pág. 3.

7 Ibíd.

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10

derechos propios que les conceden el rango de naciones libres y soberanas.”8 El ejemplo

más destacado de este tipo de interpretación lo ofrece El catecismo o instrucción popular

por el padre Juan Fernández de Sotomayor en Cartagena (1814), al igual que el sermón que

pronunció en el aniversario de la Independencia, el 20 de julio de 18159.

Por otra parte está claro para la historiografía que aborda el proceso de Independencia en

Nueva Granada que la idea de reasunción de la soberanía popular fue la manera como se

buscó darle juricidad a la emancipación, en palabras de Iván Darío Toro. Esto es

fácilmente comprobable con la lectura del acta de 1810 y las declaraciones de

Independencia en las provincias del Nuevo Reino de Granada10

.

Como bien se sabe para el caso de Nueva Granada el proceso de Independencia avanzó con

sus idas y vueltas y culminó finalmente con el triunfo en 1819 de los patriotas. A partir de

aquel momento, en los albores de la nueva república, el sector del clero que había apoyado

la Independencia pronto se vio abocado a transformaciones y divisiones en su interior.

8 Ibíd. Se afirma que en el siglo XVI se habían presentado ya argumentos en contra de los títulos aducidos por

España para legitimar su domino en América. Entre los teólogos mas destacados durante este episodio se

mencionan a fray Antonio Montesinos, fray Bartolomé de las Casas y el padre Francisco de Vitoria.

9 Ibíd. Juan Fernández de Sotomayor y Picón nació el 2 de noviembre de 1777 y murió el 29 de marzo de

1849, en la cuidad de Cartagena. Fue ordenado sacerdote en enero de 1801. Estudió en el Colegio de San

Bartolomé y el Colegio del Rosario, donde tuvo como maestros a Camilo Torres, Tomás Tenorio y Caycedo y

Flores. Fue obispo de Cartagena y presidente del Congreso de las Provincias Unidas. El Tribunal de la

Inquisición en Cartagena lo condenó en 1814 por la publicación de su Catecismo o Instrucción Popular. El

mencionado tribunal lo declaró “reo de alta traición, perturbador de la tranquilidad publica, trastornador

del orden, enemigo declarado de nuestro legítimo soberano el Señor Don Fernando VII: y como tal se le

desafuera para que la autoridad real y ordinaria lo castigue según mandan las leyes, si se llega

aprenderlo.” Es recordado por los sermones que publicó, donde expone sin ambages su posición a favor de la

Independencia. Entre estos se consideran de gran importancia el que publicó con motivo de la constitución del

20 de julio de 1810, el del 19 de octubre de 1813 en Mompós (impreso) y el del 20 de julio de 1815 en

Bogotá. De este ultimo se dice fue de los pocos que se salvó de la “hoguera pacificadora”, en palabras de

Toro Jaramillo. Se menciona también otro sermón, de diciembre de 1815, que sin ser publicado fue prohibido

bajo pena de Excomunión. Ibíd. P. 12.

10 Ibíd. P. 3,4.

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11

En este capítulo consideraremos el contexto y algunas de las influencias que tuvo el clero

neo granadino que tomó parte activa durante el proceso de Independencia en el mencionado

territorio. Posteriormente, teniendo como marco lo anteriormente descrito, consideraremos

algunos aspectos de la vida, la formación y el trabajo de Francisco Margallo y Duquesne,

señalando la particularidad de este personaje y la relevancia del estudio de su caso. Esto

antes de entrar de lleno a sus escritos políticos, lo cual se hará en el capítulo siguiente.

1.1 Los efectos de reformas ilustradas en América Latina

Las reformas ilustradas fueron un intento tanto en España como en Portugal por evitar la

disolución imperial, la cual se veía amenazada por varios factores entre ellos el nuevo

panorama internacional y la realidad colonial americana11

. Dichas reformas incluyeron por

supuesto la regulación de la iglesia. La expulsión de los jesuitas fue sin duda una de las

repercusiones más fuertes de las reformas borbónicas. Efecto de dichas reformas fueron

también el debilitamiento de las órdenes religiosas y el sometimiento progresivo de la

Iglesia al Estado12

. Por estas y otras razones muchos autores consideran las Reformas

Borbónicas como el preludio de la emancipación.

En América los efectos de la ilustración se sintieron también en las formas de piedad y en

elite masculina mayormente. La ilustración, afirma Bidegaín, apareció como una reacción

al Barroco (considerado jesuítico), y en particular como una reacción a los excesos en el

culto y los templos13

. La ilustración trajo el neoclásico en respuesta al barroco traído por la

11

BIDEGAÍN, Ana María. “La expresión de corrientes en la Iglesia neogranadina ante el proceso de reformas

borbónicas y la emancipación política (1750-1821)”. En: Historia del cristianismo en Colombia. Corrientes y

diversidad. LÓPEZ RODRÍGUEZ, Mercedes. Et all. Bogotá: Taurus, 2004. p. 145.

12 Ibíd.

13 Ibíd. P. 153.

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12

contrarreforma14

. Efecto de esto fue la remoción de imágenes y la “limpieza” de los

templos, en contra de la opinión de los devotos. La religiosidad popular se vio seriamente

afectada en sus formas. La ilustración en América considero que era necesario suprimir

aquellas expresiones religiosas que parecían acercarse cada vez más a la superstición15

.

Por otra parte, la ilustración influyó fuertemente a los varones de la elite. Fueron ellos

quienes tuvieron acceso a las ideas ilustradas en las universidades y la literatura europea.

Parece pues que mientras las mujeres y el pueblo continuaron con sus prácticas religiosas,

decididamente barrocas, los varones de la élite se fueron alejando progresivamente de

ciertas prácticas, desvaneciéndose entre ellos las devociones y la piedad.16

Como bien se sabe, las reformas ilustradas provocaron reacciones entre el pueblo. La

inconformidad frente dichas reformas pronto se hizo sentir en diferentes puntos del mapa

colonial Español. La insatisfacción fue manifiesta en movimientos como el de los

Comuneros en Nueva Granada17

. Las sublevaciones y los levantamientos estuvieron a la

orden del día como respuesta a las nuevas medidas fiscales creadas por las reformas

14

Ibíd.

15 Ibíd.

16 Ibíd.

17 El movimiento del Común o de los Comuneros ocurrió en 1781. Las causas de este movimiento fueron el

establecimiento del monopolio del aguardiente, la sal y el tabaco y el aumento del impuesto de la alcabala.

Este impuesto gravaba fuertemente el hilo de algodón, materia prima que las tejedoras debían comprar en el

mercado. Las mujeres del Socorro expresaron su inconformidad rebelándose contra las medidas del

corregidor español; aunque éste intentó aliviar la situación con una reducción de los impuestos a los negros y

las mujeres, el descontento fue extendiéndose rápidamente en la región. Pronto el cura párroco del Socorro y

los dominicos se sumaron al motín. Luego la insurrección fue acaudillada por un criollo acomodado, José

Pisco y José Antonio Galán, de los que se dice eran todos descendientes de indígenas. Las autoridades

intentaron reprimir el movimiento por la fuerza sin ningún éxito. Pronto los comuneros estuvieron a escasos

kilómetros de Santa fe de Bogotá. Ahí el arzobispo de esta ciudad disolvió el movimiento con falsas promesas

de supresión de estancos, supresión de los nuevos impuestos, la rebaja de la alcabala, la eliminación de los

juicios de residencia y la promesa de que los nacidos en el Nuevo Reino serían favorecidos en el otorgamiento

de magistraturas y oficios. Cuando Galán intentó un nuevo movimiento que llegó hasta los llanos orientales

cuando se dio cuenta que había sido engañado por el arzobispo en Santa fe. Este intento fracasó después que

Galán fue traicionado por uno de los suyos y entregado a los jueces para recibir castigo. Ibíd. P. 154, 155.

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borbónicas. Estas sublevaciones pusieron de frente a la jerarquía eclesiástica con

movimientos revolucionarios de características muy similares a las que tendrían mas

adelante durante los proceso de emancipación. Las reacciones del pueblo frente a las

medidas fiscales hicieron que el alto clero tuviera que elegir entre la lealtad a la corona o

las exigencias de la población18

.

Se dice entonces que las reformas ilustradas se convirtieron en el crisol en el que poco a

poco las inconformidades de un sector del clero y el pueblo se fueron encontrando con un

enemigo común. Hay que recordar que las reformas religiosas se ocuparon con especial

énfasis en vigilar, controlar y someter a las comunidades religiosas al control del Estado.

Esto con el fin de “asegurar la fidelidad al monarca y sus funcionarios, restablecer la

disciplina monástica, garantizar la pureza doctrinaria y la formación del clero, y suprimir

las dificultades entre los religiosos y el clero secular”19

, en palabras de Bidegaín. Para el

caso mexicano la alta jerarquía del clero fue identificando progresivamente la religión con

la causa del absolutismo, de modo que solo se consideró como verdadero católico al

partidario de la monarquía absoluta20

.

Por otra parte las reformas comerciales y administrativas despertaron la inconformidad de

otro sector de la población que años después desarrollaría un papel muy importante durante

el proceso de emancipación: “La reorganización militar, la reforma administrativa, la

oleadas de inmigración peninsular, tenían un fin primordial: aprovechar al máximo los

beneficios de la dominación colonial. Sin embargo, crearon contradicciones tan hondas

18

Ibíd. P. 154.

19 Ibíd. P. 155.

20 MARTÍNEZ DE CODES, Rosa María. La Iglesia Católica en la América Independiente: siglo XIX.

Madrid: MAPFRE, 1992. p. 60, 61.

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que propiciaron igualmente el interés de las clases privilegiadas de sacudirse el yugo

español.”21

1.2 La participación del clero durante el proceso de Independencia.

1.2.1 El clero durante la Independencia en América Latina: actitudes y toma de

posición.

Por otra parte, la actitud y la participación del alto y bajo clero durante los procesos de

Independencia en América Latina sólo es comprensible considerando el contexto de las

relaciones con España. Parece que la aceptación, el rechazo o la neutralidad de los

miembros del clero dependió en gran medida de qué tan dilatadas o estrechas estuvieran las

relaciones de la metrópoli con las colonias en América.

Así, autores como Rosa María Martínez de Codes afirman que los obispos en América

adoptaron una posición neutral cuando los vínculos con Madrid de debilitaron entre 1808-

1814 y 1820-1923, mostrando una aparente aceptación de la Independencia, “entendida

como el menor de los males o liberación de un poder impío o ilegítimo”. No obstante, entre

1814 y 1820, cuando las relaciones con España vuelven a fortalecerse, los obispos y el alto

clero toman una posición decididamente en contra de la revolución22

.

Para el caso de bajo clero la historiografía existente coincide en afirmar que estuvo más

ligada por principio a los americanos. Entre las razones se menciona el hecho de que el bajo

21

Bidegaín. Op.cit. P. 160.

22 MARTÍNEZ DE CODES, Rosa María. La Iglesia Católica en la América Independiente: siglo XIX.

Madrid: MAPFRE, 1992. p. 67.

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clero estaba menos vinculado a la corona española y mas vinculado social y políticamente a

los americanos, aun cuando muchos de los miembros de esta parte del clero fueron

españoles. Al igual que la sociedad americana, el bajo clero se vio afectado por las crisis

políticas que sacudieron a la península y América23

. El bajo clero participó de diversas

maneras durante el proceso de Independencia. Algunos estuvieron presentes como

capellanes en los ejércitos revolucionarios ó conspirando activamente24

. Otros, como bien

se sabe, participaron desde el principio firmando las actas de Independencia.

Tanto el clero realista como el patriota justificaron desde el principio sus acciones

amparados en el poder de la religión, a la que convirtieron en un instrumento de sus

intereses25

. Al igual que como lo hizo el clero patriota durante el proceso de Independencia,

el clero realista hizo uso de publicaciones periódicas, sermones y discursos. El principal

argumento empleado para justificar la resistencia a la revolución fue considerar a ésta como

una amenaza de la religión y del futuro:

En tales escritos se refleja la ideología de la dominación manifestada en la fidelidad al

soberano español, la defensa del orden colonial, la conjunción de intereses entre la

monarquía y religión, así como en impugnación a la filosofía ilustrada26

.

Así las cosas la monarquía debía ser defendida, razón por la que no se estimaron esfuerzos

recomendando al clero la difusión desde el pulpito, el confesionario o las publicaciones de

los principios pro-monárquicos. Los poderosos efectos del sermón y las publicaciones

escritas (pasquines, folletos, catecismos, etc.) fueron conocidos a lo largo y ancho de la

23

Ibíd.

24 Ibíd. P. 92.

25 Ibíd. P. 93

26 Ibíd.

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América durante el periodo de la Independencia. En el alto Perú, por ejemplo, los pasquines

manuscritos y sermones fueron agentes de propaganda e instrucción política, en palabras de

Marta de Irurozqui27

. El objeto de este tipo de publicaciones, en palabras de la citada

autora, fue “hacer creer” y “hacer actuar” para lograr la movilización pública28

.

La actuación del clero para el caso quiteño fue determinante. Se afirma que gracias a la

actuación de éste, en cuestión de meses se pasó de una insurrección contra la metrópoli a un

enfrentamiento en el que el factor religioso jugó un papel preciso, dándole una legitimidad

difícilmente cuestionable29

. El clero quiteño, comenta Leoncio López-Ocón, contaba con

una poderosa herramienta de persuasión: las listas de confesión y comunión que eran

elaboradas anualmente. Estas listas ponían en bandeja en bandeja de plata a los creyentes,

al revelar al clero los deseos y los secretos de los feligreses.

Se afirma que en el caso de Quito “las representaciones políticas estaban imbuidas de

preocupaciones religiosas”30

. Durante los años que siguieron el proceso de Independencia

y durante ésta la religiosidad criolla, dice López-Ocón, se fue construyendo sobre la

“certidumbre del desorden y de la injusticia del siglo”. Así, la iglesia en Quito en vez de

calmar los ánimos y contribuir al equilibrio de la situación, otorgó a la insurrección un

impulsó y determinación que hizo imposible el retroceso31

. Se dice entonces que la iglesia

en Quito, ante la falta de un poder central, intentó llenar el vacío, uniendo a una sociedad

27

IRUROZQUI, Marta. “El sueño del ciudadano. Sermones y catecismos políticos en Charcas tardocolonial”.

Disponible en la Web: Consejo Superior de Investigaciones Científicas. http://hdl.handle.net/10261/17999. P.

221.

28 Ibíd.

29 MARTINEZ DE CODES, Op.cit. p. 62

30 LOPEZ-OCON, Leoncio. “El protagonismo del clero en la insurgencia quiteña (1809-1812)”. En: Revista

de Indias, 1986. Vol. XLVI, número 177. p. 127.

31 Ibíd.

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17

que cada vez parecía fraccionarse más y más. El radicalismo del clero quiteño, afirma

López-Ocón, es quizá la característica más relevante de este actor durante la

Independencia:

Está claro que su actitud [la del clero quiteño] no correspondió a la máxima latina utilizada

por algún obispo en el periodo de la Independencia hispanoamericana para definir

su comportamiento político: “tempus est hacendi, tempus est loquendi” (hay tiempo

de callar y de hablar.

En el caso de Venezuela, el personaje más recordado por su actuación fue el arzobispo de

Caracas Coll y Prat. Su comportamiento fue considerado polémico a causa de su cambio de

posición en más de una ocasión; otros prefieren verlo con un religioso que supo ajustarse a

las circunstancias y “que supo siempre ceder en lo que no tenía nada que ver con el

dogma.”32

Coincidimos en afirmar con Martínez de Codes que el caso de este arzobispo es

bastante indicativo ya que demuestra como el alto clero se “movió”, adaptándose en

muchas ocasiones a las idas y vueltas de la Independencia.

1.2.2 El clero de Nueva Granada durante la Independencia.

En Nueva Granada, al igual que otros virreinatos, el clero se dividió en dos grupos durante

el proceso de Independencia. El clero americano, más cercano social y culturalmente al

contexto, apoyó la revolución, entre otras razones, porque sus intereses coincidían con los

32

Ibíd. De este interesante religioso Martínez de Codes nos cuenta lo siguiente: “Realista convencido,

desembarcó en Venezuela en plena guerra civil y con un clero profundamente dividido. Cuando triunfa la

revolución, se somete al nuevo gobierno patriota y reconoce la Independencia; en 1812 acoge con entusiasmo

la reacción realista del oficial Monteverde y un año después, en junio de 1813, al invadir Bolívar de nuevo el

territorio venezolano, abjura de sus principios realistas y mantiene relaciones cordiales con el Libertador. A

mediados de 1814 sucumbe la revolución, y Coll, entonces, se vuelve partidario de la legitimidad. El jefe

español Morillo, que no acepta tantos cambios de actitud, le devuelve a España en 1816 para rendir cuentas.”

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de la oligarquía criolla. Por otro lado, el alto clero, la jerarquía episcopal apoyó el bando

realista y luchó por la Corona Española, régimen del cual derivaba su superioridad, en

palabras Martínez de Codes33

.

Se dice que durante la primera fase de la Independencia los Obispos prefirieron mantenerse

distantes, esperando a que la situación tarde o temprano volviera a la normalidad. Tan

pronto como vieron que la Independencia se consolidaba, muchos viajaron a España

dejando vacíos sus cargos. El desconcierto fue general entre los sacerdotes y el laicado. La

influencia del clero fue considerable en las zonas donde se concentraba la mayor parte de la

población indígena (Cundinamarca, Boyacá, Nariño, Tolima y Huila). En cambio en las

zonas donde se concentraba la población esclava o negra, esta influencia fue menor (Gran

Cauca, Costas y Chocó)34

.

Al igual que en España, se ha afirmado que participación mas relevante del clero fue

“insuflar entre la población el espíritu revolucionario”, en palabras de Ana María

Bidegaín. La participación del clero criollo en Nueva Granada durante la revolución de

Independencia fue considerable. Al punto que el primer presidente de Cundinamarca, Jorge

Tadeo Lozano, no dudó en llamarla una “revolución clerical”:

Vosotros todos habéis sido testigos del entusiasmo con que el clero promovía y preparaba

la memorable revolución del 20 de julio…la Suprema Junta que se instaló, y que

arrojando a las autoridades con el desconocimiento de la Regencia, pronunció

nuestra perpetua emancipación se componía de muchos miembros eclesiásticos de

la primera jerarquía. En la excarcelación del Señor Rosillo, lo acompañaba un

cortejo de mas de doscientos sacerdotes, quienes capitaneaban a las gentes de Bosa

y Choachí, y sacerdotes fueron los que dirigían el impulso del pueblo en todas sus

33

MARTINEZ DE CODES Op.cit. p. 92.

34 Ibíd. P. 90.

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19

operaciones, no sólo en la capital sino en Socorro, Pamplona y el Reino entero, en

una palabra, hasta nuestra mas remota posteridad recordará con gratitud que la

revolución que nos emancipó fue una revolución clerical35

.

En este punto ha sido de particular interés el uso que el clero criollo hizo de todo tipo de

publicaciones para justificar la revolución. Publicaciones periódicas, catecismos, folletos,

pasquines, seminarios cartas pastorales y otros escritos fueron claves en el proceso. Uno de

los ejemplos más ilustrativos es sin duda el Catecismo o instrucción popular de Juan

Fernández de Sotomayor. El catecismo pretendía,

(…) por la vía del entendimiento provocar indignación por la obra de la conquista española

y la evangelización oficial que la acompaño. El autor, al interpretar la emancipación

americana como un mandato de la Providencia, como guerra justa y santa, se

proponía contrarrestar la predica en sentido opuesto que hacían los sacerdotes

realistas del alto y del bajo clero, y que, en el Estado de Cartagena, culminaron con

la rebelión de los departamentos de Tolú y San Benito contra el gobierno

republicano en 181236

La participación del clero ha sido explicada en términos del monismo religioso que existió

desde la conquista y durante la colonia. Este monismo se vio sin duda reforzado con las

reformas Borbónicas, las cuales prepararon y dispusieron al clero para la participación. Las

reformas borbónicas, como se menciono anteriormente, pretendieron controlar a la Iglesia y

convertirla en un instrumento al servicio del Estado. Aprendido esto último, los religiosos

35

Palabras de Jorge Tadeo Lozano durante la instalación del Colegio Electoral de Cundinamarca (Colombia)

en 1813. Citado por Ana Maria Bidegaín. BIDEGAÍN, “La expresión de corrientes en la Iglesia neogranadina

ante el proceso de reformas borbónicas y la emancipación política (1750-1821)”. En: Historia del cristianismo

en Colombia. Corrientes y diversidad. LÓPEZ RODRÍGUEZ, Mercedes. Et all. Bogotá: Taurus, 2004. p. 168.

36 Ibíd. P. 93.

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20

pusieron la religión al servicio de lo que cada uno consideró era la guerra justa y santa: la

Independencia, para unos, ó la defensa del régimen, para otros37

.

Se ha afirmado que la fundamentación teológica de la guerra en Nueva Granada, ya para los

patriotas o para los realistas, no fue novedosa y no se inventó nada para esta ocasión. La

fundamentación teológica se limitó a ubicar la guerra de emancipación dentro de la

“historia de la salvación”. Los patriotas siempre consideraron la dominación española

como una injusticia que había terminado con al guerra de Independencia, gracias al favor

divino. Bidegaín, refiriéndose esta justificación teológica afirma que su importancia reside

“en el hecho de que los americanos estaban convencidos de que se trataba de una guerra

santa, conducida por la mano de Dios, y que la victoria, por tanto, tenía que ser de

Dios.”38

. En este punto hay que señalar que el clero que apoyaba la Independencia estuvo

dividido en su interior también. Una parte tomó sus argumentos de la Ilustración, mientras

que otros prefirieron la filosofía Tomista39

. Como parte de la legitimación teológica estuvo

presente también el culto mariano. María, como afirma Bidegaín, debía ser

“independentista”. Este culto estuvo presente en las oraciones y rogativas.

La capacidad del clero para influir en la población y moldear su opinión era conocida

también por Pablo Morillo. La incursión de su expedición en Venezuela sirvió de nuevo

para poner la religión al servicio de la política. Fue así como en carta dirigida en

septiembre de 1818 al ministro de Guerra Español, Morillo solicitó sacerdotes para hacer

frente a los patriotas desde los púlpitos: “No dudo en afirmar a V.E que cuarenta o

cincuenta religiosos y un número igual de eclesiásticos seglares para ejercer las funciones

37

BIDEGAÍN, Op.cit. 170

38 Ibíd. P. 171.

39 Ibíd. P. 69.

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21

sacerdotales harían más efecto sobre la opinión pública y contribuirían más a la

pacificación de estos países que una buena división de tropas escogidas.”40

La situación después de 1819.

Posteriormente, con el triunfo de los patriotas en 1819 un nuevo periodo comenzó. El 17 de

diciembre de 1819 el congreso de Angostura creo la República de Colombia. Esta nueva

república quedó conformada por la unión Nueva Granada y Venezuela. Francisco de Paula

Santander, ejerciendo funciones como Vicepresidente, no se hizo esperar para la ejecución

de una serie de polémicas medidas que buscaron frenar la acción del clero realista, por un

lado, y la continuación participación desde el púlpito del sector del clero considerado

patriota. Así, se ordenó el confinamiento en Guayana de un considerable número de “curas

realistas recalcitrantes”, unos fueron removidos de sus cargos mientras que otros

prefirieron el exilio. Por último, Santander decretó a los párrocos predicar sermones para

“afianzar la legitimidad de la Independencia en la imaginación de los neogranadinos.”41

El decreto del vicepresidente Santander presenta tres asuntos bien particulares. El primer

asunto, tiene que ver con que “el sistema de la Independencia es conforme a la doctrina de

Jesucristo”. Como era de esperarse, a Santander le preocupó que los habitantes de la nueva

república pensaran que el nuevo sistema iba en contra de la religión ó sus principios. Por

esta razón se buscó desde los primeros años de vida republicana el apoyo de la religión, de

manera que aquella quedara legitimada desde el principio.

40

Citado por Rosa María Martínez de Codes, Rosa María. La Iglesia Católica en la América Independiente:

siglo XIX. Madrid: MAPFRE, 1992. p. 65.

41 GARRIDO, Margarita. “Los sermones patrióticos y el nuevo orden en Colombia, 1819-1820”. En: Boletín

de Historia y antigüedades. No. 826. V. XCI. Año 2004. p. 462.

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22

Por otro lado, Santander en su decreto para los párrocos se ocupó de dejar claro que no eran

herejes quienes ejecutaran el mencionado decreto. De esta manera se podía ser desleal con

el Rey, sin dejar de ser un buen católico. El último aspecto de las polémicas medidas,

sostenía que “si la Nueva Granada por su desgracia o por los pecados de sus habitantes

vuelve a ser subyugada por los españoles, sufrirán mayores males que los que sufrieron en

los tres años pasados”, esto es, que era imperativo apoyar el nuevo sistema no fuera que

por debilidad o falta de fe se volviera a los terribles años pasados42

.Como se puede notar,

de nuevo se acudió a la religión, esta vez para legitimar el nuevo sistema y conciliarlo

ahora con la lealtad a Dios.

Para los dirigentes de la nueva república estaba claro que si no se tomaban las medidas

necesarias, una crisis de sentido tendría lugar entre los habitantes de Nueva Granada. Por

crisis de sentido, en este caso, hay que entender los conflictos que podían generarse con el

cambio de autoridad, el temor a los cambios y la obligación ó no de obedecer a unas nuevas

autoridades43

. Al respecto Margarita Garrido comenta también:

Por otra parte la tarea de lograr la lealtad y la obediencia al nuevo gobierno pasaba por la

admisión de su legitimidad en un sentido mas allá de la forma constitucional, es

decir, por el reconocimiento por parte de los gobernados a los gobernantes de su

derecho, su virtud y su idoneidad para ser tales44

.

En este punto hay que recordar dos cosas. La primera, es el temor que en años anteriores se

había difundido desde los púlpitos por el clero realista, el cual había sostenido como

principal argumento que el “camino de la república” era una abominación, opuesta a Dios,

42

Ibíd. P. 462.

43 Ibíd. P. 463.

44 Ibíd. P. 464.

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que había sido escogido por los franceses con fatales resultados. Por otro lado, en el orden

anterior la religión había sostenido la premisa de que el poder del Rey era otorgado por

Dios y por lo tanto rechazar al Rey era rechazar a Dios45

.

La nueva clase dirigente de la república en ciernes comprendió que no era suficiente con

confinar, remover o exiliar a los sacerdotes que se opusieron a la Independencia. Era

necesario también continuar trabajando con el clero que aún quedaba en las distintas

parroquias. Era de conocimiento pleno por parte de los gobernantes la influencia que sobre

las conciencias, como dice Garrido, tenían los religiosos a través del sermón, “el más

formidable medio de formar opinión en la sociedad.”46

A través del decreto publicado por

Santander, el clero se convirtió en el portavoz del nuevo orden.

Mediante decretos como el elaborado por Santander y otras medidas similares la clase

eclesiástica hizo parte de la organización de la nueva república. No obstante desde aquellos

primeros años el clero empezó experimentar una serie de cambió de actitudes y posición

frente a la nueva institucionalidad: aparecieron diversas corrientes dentro un catolicismo

que “buscaba adaptarse la nueva situación y que buscaba su identidad.”47

Con Santander en la vicepresidencia se dio inició a un liberalismo temprano que pretendió

con sus medidas dejar atrás un pasado oscuro, sinónimo entre sus contemporáneos de

ignorancia y atraso. La institución eclesiástica no quedo por fuera de esta agenda liberal,

por lo que muchas medidas estuvieron encaminadas a transformar la institución y

45

Ibíd.

46 Ibíd. P. 467.

47 PLATA QUEZADA, William Elvis. “Del catolicismo ilustrado al catolicismo tradicionalista”. En: Historia

del cristianismo en Colombia. Corrientes y diversidad. LÓPEZ RODRÍGUEZ, Mercedes. Et all. Bogotá:

Taurus, 2004. p. 181.

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convertirla al servicio de la nueva república. Prueba de ello fue el polémico asunto del

patronato, con el cual se ataba la institución eclesiástica a lo que ordenara el Estado48

. Al

mismo tiempo, Santander creía que el catolicismo tenía mucho que aprender del

protestantismo y del liberalismo. El patronato le dio la oportunidad de Santander para

liberalizar la Iglesia Católico Romana en Nueva Granada49

. Así, se afirma, fueron

nombrados para altos cargos a clérigos considerados verdaderos “patriotas”, simpatizantes

del liberalismo.

Pronto empezaron a aparecer los inconformes. Dos corrientes claramente identificables

dentro del catolicismo se dejaron ver. Por un lado, estuvo el catolicismo liberal,

estrechamente relacionado y heredero del catolicismo ilustrado del siglo XVIII. Los

religiosos identificados con el catolicismo liberal fueron miembros de las juntas, asambleas

y cargos nombrados por voto50

. Una parte del este clero liberal estuvo incluso de acuerdo

con la libertad de cultos y algunos apoyaron también el trabajo de las primeras sociedades

bíblicas que llegaron al país en 1824 con el propósito de publicar y distribuir biblias sin

comentarios, práctica opuesta a lo estipulado por la Iglesia Católica de aquel entonces51

.

Entre este grupo se encontraban Juan Fernández de Sotomayor, Juan Nepomuceno Azuero,

Juan de la Cruz Gómez, Andrés Rosillo y Meruelo, José A. Chavarrieta y Nicolás Cuervo

entre otros. Se afirma también que en algún momento de sus vidas estos religiosos hicieron

parte de la masonería.

A su vez dentro del catolicismo liberal hubo dos tendencias. La primera, consideraba que

los sacerdotes no debían participar de la vida política de país y debían en su lugar,

48

Ibíd. P. 185.

49 Ibíd.

50 Ibíd.

51 Ibíd.

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25

dedicarse exclusivamente al cuidado pastoral. William Plata afirma que esta posición “tuvo

gran acogida en Nueva Granada, principalmente entre un sector de los laicos y clérigos

que apoyaban la creación de una institución eclesiástica de tipo nacional.”52

Una segunda

posición dentro del clero liberal, consideraba que la participación política era necesaria, un

deber, parte de la misión sacerdotal,

El sacerdote, como buen patriota, debía estar vigilando para impedir que ideas

contrarrevolucionarias llegaran al país, o lo que era peor, se iniciara una nueva

reconquista por parte de España. Al respecto, unos y otros lanzaban furibundos

ataques contra aquellos sacerdotes “pro hispánicos” que aún quedaban.53

Una segunda corriente dentro de la institución eclesiástica en Nueva Granada estuvo

conformada por un grupo de religiosos que poco a poco empezó a estar en desacuerdo con

las medidas liberales. Este sector del clero, a quien se le ha llamado tradicionalista, fue

inicialmente pequeño y temeroso de expresar sus opiniones, entre otras cosas porque

temían ser tomados por pro-monárquicos. El clero tradicionalista empezó haciendo una

fuerte oposición a la agenda liberal, sus intenciones de controlar a la Iglesia y liberalizarla.

Refiriéndose a los católicos tradicionalistas, William Plata comenta una de las

características de esta corriente era su añoranza del pasado colonial. Entre otras cosas les

preocupaba el estado moral de la nueva república y la relajación de las costumbres

religiosas: “creían que debido a una falta de disciplina, la inmoralidad y el libertinaje se

estaban imponiendo, no sólo entre el clero sino también en la sociedad laica.”54

52

Ibíd. P. 187.

53 Ibíd.

54 Ibíd. P. 189.

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26

Los católicos tradicionalistas de los primeros años de vida republicana tuvieron como guía

máxima al concilio de Trento. Por esta razón quienes se identificaron con la mencionada

corriente consideraron a la Iglesia como una “sociedad perfecta” o “una barca dirigida

hacia el “puerto de la felicidad” en cuyo timonel iba el papa, ayudado estrechamente por

el clero”55

. Estas imágenes de la iglesia como una barca o una sociedad perfecta fueron

muy recurrentes durante aquellos años tal y como veremos en los próximos capítulos. Por

otra parte los católicos tradicionalistas se declararon ultramontanos y estrechamente

vinculados a la idea de una Iglesia unida a Roma a través del Papa56

. Como era de

esperarse, los católicos tradicionalistas tuvieron también su propia visión del clero y de las

relaciones de la Iglesia con el Estado.

Dentro del grupo de católicos tradicionalistas encontramos el caso del presbítero Francisco

Antonio Margallo y Duquesne, cuyos escritos son el centro del presente trabajo. Personajes

como éste se mostraron reacios desde temprano a la influencia ilustrada y masónica en el

gobierno57

. Margallo es considerado como una de las figuras mas relevantes del catolicismo

tradicionalista, “por el respeto que inspiraba y por el considerable número de

publicaciones que editó”, afirma Plata Quezada58

.

55

Tardes masónicas de la aldea, Bogotá, Agosto de 1823, p. 107. Citado por William Elvis Plata Quezada en

“Del catolicismo ilustrado al catolicismo tradicionalista”. En: Historia del cristianismo en Colombia.

Corrientes y diversidad. LÓPEZ RODRÍGUEZ, Mercedes. Et all. Bogotá: Taurus, 2004. p. 190.

56 Ibíd. P. 90.

57 PLATA QUEZADA, Op.Cit. P. 189.

58 Ibíd.

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1.3 EL CASO DE FRANCISCO MARGALLO Y DUQUESNE.

1.3.1 Datos biográficos y entorno.

Francisco Margallo y Duquesne nació en Bogotá el 28 de enero de 1765 y murió el 23 de

mayo de 1837. Fue hijo de hijo de un español llamado Antonio Margallo Caballero y

Valero, y una santafereña llamada Rosalía Duquesne y la Madrid59

. Estudió Filosofía y

Facultades mayores en el Colegio de San Bartolomé60

. Se afirma que por tradición familiar

su familia no apoyó con mucho entusiasmo la causa de la Independencia61

, lo que permite

inferir que Francisco Margallo y Duquesne tuvo también por principios y formación

familiar preferencia por la monarquía. Más adelante, como veremos, con la inminencia de

la Independencia y el triunfo en 1819 de los patriotas la posición de Margallo

aparentemente “cambió”.

Imagen 1. Francisco Margallo. Por José María Espinosa, 1840. Miniatura sobre marfil.

6.8 x 5.5 cm. Museo Nacional de Colombia.

59

ROMERO, Mario Germán. Un santo bogotano en la Independencia?: la verdad sobre el Padre Margallo.

Bogotá: Empresa Nacional de Publicaciones, 1957. p. 13, 14.

60 VERGARA Y VERGARA, José María. Historia de la Literatura en Nueva Granada. Bogotá: Echeverría

Hermanos, 1867. P. 281.

61 ROMERO, Op.cit. p. 57.

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Imagen 2. Autor desconocido. Colección de Retratos del señor José Joaquín Pérez.

Colección de tarjetas de visita de personajes históricos colombianos del siglo XIX y

primeros años del siglo XX. 2 tomos.

Refiriéndose a esto Mario Germán Romero en su libro Un santo bogotano en la

Independencia? : La verdad sobre el Padre Margallo, afirma:

En francisco debió obrarse un proceso semejante. Realista por nacimiento y convicción,

pronto se dio cuenta de que la revolución era un hecho, y como más tarde lo

proclamó solemnemente, los gobiernos son una obra de Dios y que El nos prescribe

su obediencia y que éstos serán eternos mientras se muestren celosos protectores de

la fe de los pueblos, no tuvo dificultad en aceptar el hecho cumplido62

.

Francisco Margallo y Duquesne fue catedrático de Teología en el Colegio de San

Bartolomé; en este puesto en que se encontraba cuando ocurrieron los sucesos del 20 de

julio de 1810. Su participación y toma de posición respecto a la revolución sucedió no

mucho después de los acontecimientos de 1810. El 29 de julio del mismo año, después de

62

Ibíd. P. 59.

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29

una fiesta celebrada con motivo de acción de gracias, una comisión de la Junta Suprema se

presentó en San Bartolomé. El objetivo de la reunión, afirma Groot, “era poner las

enseñanzas universitarias en consonancia con los principios proclamados en la

revolución”63

. Después de las intervenciones de Camilo Torres y Frutos Joaquín Gutiérrez

se exhortó a catedráticos para que enseñaran los principios del liberalismo y se opusieran a

la tiranía64

. En aquel momento tuvo lugar una discusión, en la que Francisco Margallo

participó también. Éste expresó su posición, manifestando lo peligroso que era insinuar la

doctrina del tiranicidio65

.

Posteriormente, 28 de septiembre de 1810 Margallo y Duquesne presentó juramento a favor

de la Independencia66

. Acerca de las razones que llevaron a aquel a hacer un juramento

como aquel podemos afirmar, con Martínez de Codes, que éste no fue ajeno a su época y

que “navegó (…) según los vaivenes de la revolución”, como veremos más adelante. En

este punto hay que recordar que Margallo no había tomado aún los votos sacerdotales

cuando realizó el mencionado juramento.

Después de los sucesos de 1810 se propuso la organización de un cuerpo colegiado y un

Congreso Constituyente. El 19 de de Febrero de 1811 en Santa fé de Bogotá y la provincia

se llevó a cabo una elección por parroquias. El objetivo de aquella era escoger electores por

parroquia para que el 28 de Febrero eligieran la Junta Provincial. Como resultado Francisco

63

Ibíd. P. 60.

64 Ibíd.

65 Ibíd.

66 El juramento fue como sigue: “Juráis a Dios Nuestro Señor y esta señal de la cruz, sostener con vuestras

opiniones, vuestros bienes y vuestras vidas, la Independencia y soberanía del Pueblo de Cundinamarca?

Responde: Sí, juro. –Si así lo hiciereis, Dios os ayude; y si no, os lo demande. Responde: Amén.”.

RESTREPO, D. El colegio de San Bartolomé, p. 38 y ss. Citado por ROMERO, Mario Germán. Un santo

bogotano en la Independencia? : la verdad sobre el Padre Margallo. Bogotá: Empresa Nacional de

Publicaciones, 1957. p. 63.

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30

Margallo y Duquesne fue elegido por la Parroquia de las Nieves para que asistiera al

mencionado Congreso Constituyente al que finalmente no se presentó67

. Autores de la

época y comentaristas de la vida de Margallo y Duquesne explican la ausencia de éste

como una expresión de su “proverbial humildad” y su poco interés en convertirse en figura

pública. No obstante, se puede inferir, considerando los sucesos posteriores, que Margallo y

Duquesne prefirió mantener un “bajo perfil” a sabiendas de que sus opiniones en aquel

momento podrían ser consideradas como pro-monárquicas; algo así lo habría expuesto en

un momento en el que la velocidad de los recientes acontecimientos arrojaba un manto de

incertidumbre sobre los sucesos por venir.

Ordenación y carrera religiosa.

Francisco Margallo y Duquesne se desempeñó como catedrático de Teología en el Colegio

de San Bartolomé durante 29 años68

. Debido a su éxito como docente y a la lucidez con la

que aquel realizaba su trabajo, muchos les sugirieron que se dedicara a la vida eclesiástica.

Refiriéndose a esto Mario Germán Romero, en una versión muy hagiográfica pero no

menos útil sobre la vida de Margallo y Duquesne, afirma:

Cuenta un testigo de la época que muchas personas comprendiendo el beneficio que

resultaría a los fieles de que este varón justo entrara a difundir las luces de su

ejemplo y doctrina en el ministerio sacerdotal, movieron todo los resortes* para

inducirlo a abrazar el estado eclesiástico. Pero la delicadeza de su conciencia le

hacia temblar de solo imaginarlo, y se excusaba siempre diciendo que no sentía

vocación y que se reputaba indigno de una misión tan alta69

.

67

La patria boba. Volumen 1, p. 136. Citado por ROMERO, Mario Germán. Un santo bogotano en la

Independencia? : la verdad sobre el Padre Margallo. Bogotá: Empresa Nacional de Publicaciones, 1957. p. 61,

61.

68 Archivo nacional. Eclesiásticos. Tomo 29, folio 655

* En adelante las negrillas son mías.

69 ROMERO, Op.cit. p. 67.

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31

En cuanto a las razones que finalmente motivaron a Margallo a tomar los hábitos, las

fuentes consultadas no dicen mucho al respecto. Finalmente, y aparentemente después de la

insistencia de amigos y prelados, el 2 de Enero de 1816 Margallo y Duquesne realizó ante

el Provisor del Arzobispado una solicitud para usar los hábitos talares clericales seculares y

tomar las órdenes menores. Para aquel entonces, Margallo tenía cincuenta y un años.

Ambas solicitudes fueron atendidas por el Provisor, para lo cual tuvo en consideración su

“pública y notoria conducta”, eximiéndolo también de la información pública y privada

requerida en tales solicitudes70

.

Después de tomar las órdenes menores Margallo y Duquesne realizó una nueva solicitud,

esta vez para presentar los exámenes que precedían a la toma de las ordenes sagradas. Entre

las razones mencionadas por el Provisor a favor del mencionado personaje para la

realización de los exámenes menciona de nuevo asuntos como su conducta, virtudes y

experiencia de más de veinte años como catedrático de Teología en Colegio Seminario de

San Bartolomé71

. Finalmente, Margallo y Duquesne recibió el diaconado en 1817 e

inmediatamente hizo solicitud para obtener el presbiteriado. Las virtudes de aquel, comenta

de nuevo Mario Germán Romero, hicieron que el Arzobispo Juan Bautista Sacristán fuera

favorable a su solicitud72

. No obstante, Sacristán murió el 1 de febrero de 1817, siendo

70

Ibíd. P. 68.

71 Ibíd. P. 69.

72 Al respecto, Romero citando un articulo de la Revista de Estudios Eclesiásticos añade: “Las relevantes y

nada comunes prendas del diacono exponente inclinaron el animo del Ilmo. Señor Arzobispo difunto Dr. Juan

Bautista Sacristán, nuestro Prelado de gloriosa memoria (q.e.p.d) para estimular a aquél hasta interponiendo

su autoridad pastoral a fin de que recibiera los sagrados órdenes. No menos consideración se ha dignado

por las mismas circunstancias dispensarle el Ilustrísimo S. Obispo de Popayán; y Nos teniendo a gloria y

dicha imitar ciegamente las conducta de tan beneméritos Ilustrísimos Prelados, sin admitir título de congrua

disponemos, y en caso necesario mandamos al Diácono referido Doctor Francisco Margallo que en el día de

Mañana se presente ante el Ilustrísimo Señor Obispo de Popayán a recibir Sagrado Orden del Presbiteriado, a

cuyo efecto líbranse las competentes Dimisorias a titulo de suficiencia y obediencia. Guerra.-Ante mí.

Herrera. En el mismo día y en la fecha de auto que precede lo hice saber al Sr. Dr. Francisco Margallo, e

impuesto firma por ante mí que doy fe. Margallo. Herrera.”. Revista de Estudios Eclesiásticos. Año V.

Bogotá: 1937. Núm. 47. Citado por ROMERO, Mario Germán. Un santo bogotano en la Independencia? : la

verdad sobre el Padre Margallo. Bogotá: Empresa Nacional de Publicaciones, 1957. p. 70, 71.

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32

finalmente Salvador Jiménez Enciso Cobos y Padilla, quien recién había sido elegido para

la diócesis de Popayán, quien otorgó las ordenes a Margallo el 29 de marzo de 1818 a la

edad de 53 años73

.

Curiosamente un año antes de la ordenación de Margallo en 1818, el gobierno eclesiástico,

en virtud de los privilegios otorgados por el Patronato, escogió el nombre del mencionado

religioso para ser incluido en la terna de la cual se elegiría al Sacristán de la Parroquia de

las Nieves, en Santa fe de Bogotá. Romero menciona que el nombre del sacristán fue

incluido como la primera opción, seguido por Cosme Primo y González, y José Joaquín

Pereira74

. ¿Cuáles serían las funciones del futuro sacristán? Basilio Vicente de Oviedo en su

texto manuscrito de 1763, titulado Cualidades y Riquezas del Nuevo Reino de Granada,

comenta que “el ministerio y oficio de los Sacristanes no es sólo cuidar de las iglesias con

la subordinación del párroco, cantar las misas y ministrarle en todo el oficio divino (….)”,

sino que además debe ocuparse en la instrucción y el adoctrinamiento de los feligreses75

.

Hay que decir también que este era un cargo remunerado y que debía sin excepción ser

ocupado por un sacerdote.

Finalmente, Francisco Margallo y Duquesne fue elegido para ser Sacristán, cargo del que

tomó posesión el 9 de Octubre de 1818 y el cual ocupó hasta el día de su muerte. Hay que

destacar que la elección de Margallo como sacristán tuvo lugar tan sólo seis meses después

de su ordenación como sacerdote. Este sin duda fue un momento importante y clave en la

vida de este personaje. Como sacristán de las la Parroquia de las Nieves a Margallo le fue

otorgada cierta autoridad que le permitió asumir una posición más beligerante, la cual

quedó plasmada en sus escritos y que seguramente también se expresó en sus

73

Ibíd. P. 71, 72.

74 Archivo Nacional. Eclesiásticos. Tomo 29, folio 655.

75 OVIEDO, Basilio Vicente de. Cualidades y riquezas del Nuevo Reino de Granada. Bogotá: Imprenta

Nacional, 1930. P. 279.

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33

intervenciones ante los feligreses. Aunque no es mucha la información existente, las

fuentes consultadas comentan que como diácono Margallo trabajó en Zipaquirá; ya como

sacerdote predicó ocasionalmente en diferentes parroquias en Santa fe de Bogotá,

realizando ejercicios espirituales76

o como predicador. Del mismo modo visitó y trabajo en

poblaciones como La Calera y Chiquinquirá77

.

Una de las actuaciones más memorables de este religioso, de la cual se tiene mayor

recordación y se menciona más en los textos consultados, fue el sermón pronunciado

durante la celebración religiosa que tuvo lugar el 19 de septiembre en la Catedral Mayor de

Bogotá. Aunque no existe registro escrito alguno del mencionado sermón, los autores que

comentan la vida de Margallo coinciden todos al resaltar las virtudes como orador del

mencionado religioso. La edición del 17 de Octubre de 1817 de La Gaceta de Santafé

Bogotá afirmó:

Un orador elocuente, bien conocido en la Nueva Granada por sus austeras y sublimes

virtudes, el venerable Ministro del Santuario en quien este país ve hoy reproducidos

los Ignacios de Loyola y los Crisóstomos, el Doctor Ciudadano Francisco Margallo

pronunció un discurso expresivo y enérgico, lleno de esas sublimes imágenes, de

esas alusiones a la Historia Sagrada que le son tan familiares, en que persuadió que

todos los gobiernos eran una obra del muy Alto, que Él nos prescribía su

obediencia, y que éstos serían eternos mientras fuesen celosos protectores de la

Santa Religión. Nos exhortó a obedecer al presente, como legítimamente

establecido, e hizo al Cielo profundos votos por su felicidad y permanencia78

.

76

El diccionario de la Real Academia Española define los ejercicios espirituales como “los que se practican

por algunos días, retirándose de las ocupaciones del mundo y dedicándose a la oración y penitencia, y también

los que en días señalados practican los individuos de algunas congregaciones.”

77 ROMERO, Op.cit. p. 85.

78 Gaceta de Santafé de Bogotá. Número 12. 17 de Octubre de 1819, pág. 52.

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34

La intervención de Margallo con motivo del triunfo de la Batalla de Boyacá fue recordada y

reseñada posteriormente por otros autores como José María Vergara y Vergara en su

Historia de la Literatura en Nueva Granada79

y José Alejandro Bermúdez en su artículo

Los oradores sagrados en Colombia80

. No mucho tiempo después el nombre de Margallo

volvería a la palestra pública y con motivos diferentes. En aquella última ocasión, no fue la

exaltación de los patriotas lo que lo motivó sino una dura crítica a las primeras medidas del

recién establecido gobierno republicano.

No obstante la oposición y las críticas que provoco por sus escritos, Francisco Margallo y

Duquesne se granjeó entre sus contemporáneos una imagen de taumaturgo y asceta que

duró hasta bien entrado el siglo XX. Autores del siglo XIX y XX se refieren con frecuencia

a Margallo y Duquesne como un hombre de sacrificios, penitencia y mortificación. José

Alejandro Bermúdez se refiere a Margallo como un “varón santo, que vivió por aquellos

tiempos [inicios de la República]”81

. Así mismo, José María Samper describe a Margallo

como,

un predicador purísimo y austero en sus costumbres; profundamente religioso y piadoso

con ardor; dado a las mas duras mortificaciones de la carne por amor a Dios y

horror al pecado (…) digno del calificativo de Santo (…) Margallo era el tipo

sublime del sacerdote de una democracia cristiana. Su vehemente elocuencia tenia

toda la sinceridad de la convicción y de toda la pasión de la fe; conmovía siempre

los corazones, arrancaba siempre lágrimas, producía con la magia de la

79

VERGARA Y VERGARA, José María. Historia de la Literatura en Nueva Granada. Bogotá: Echeverría

Hermanos, 1867.

80 BERMÚDEZ, José Alejandro. “Los oradores Sagrados en Colombia.” En: Oradores Sagrados,

BERMUDEZ, José Alejandro; MARROQUIN, José Manuel hijo; RESTREPO, Félix. Bogotá: Minerva, 1937.

281 p.

81 “Mas si fueron malos los días postrimeros de la Colonia para la predicación, pero lo fueron los primeros de

la República, y eso se explica fácilmente, entre otras cosas, por la larga orfandad que padeció por entonces

esta Metropolitana de Santa fé. Sin embargo, para consuelo de los justos, vivió por aquellos tiempos en esta

ciudad un varón santo cuya memoria no se ha borrado aun del corazón de los bogotanos”. Ibíd. P. 186.

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inspiración sagrada tempestades de fervor religioso, que a veces alarmaban a los

gobernantes y en todo caso irritaban a los libre pensadores de la época (…) El

elocuente Margallo era el predicador favorito de las mujeres y de la muchedumbre

popular (…)82

Otros autores como José María Vergara y Vergara afirman que Margallo tenía el don de la

profecía: un fuerte temblor ocurrido después de un enigmático anuncio pronunciado por el

mencionado religioso hizo que empezara a ser considerado como un profeta83

.

Curiosamente, la reputación de Margallo como mensajero de catástrofes continúa hasta hoy

día. A Margallo se le atribuye el anunció de un desastre natural que destruirá Bogotá84

;

dicho anuncio ha llegado a convertirse casi en una legenda urbana en la capital de

Colombia.

Dejando de lado los vaticinios y refiriéndonos otra vez a Francisco Margallo y Duquesne,

Mario Germán Romero, con un estilo definitivamente apologético, comenta como el

religioso estaba consagrado a una vida de mortificación de la carne, penitencia, “alimento

82

SAMPER, José María. Galería Nacional de hombres ilustres o notables, o sea colección de bocetos

biográficos. Bogotá: Imprenta Zalamea, 1879. José María Samper (Honda, marzo 31 de 1828 - Anapoima,

Cundinamarca, julio 22 de 1888) fue político, literato y humanista. Es recordado por su participación política

como liberal radical a mediados del XIX, aunque a final de siglo, se afirma, su postura pasó a ser más

conservadora.

83 Vergara y Vergara describe el incidente que dio lugar a tal afirmación de la siguiente manera: “En el ultimo

día de octubre de 1827 se celebraron en este templo [la Capilla del Sagrario] las exequias por el cónsul de los

Países Bajos, que había muerto la víspera en desafío con el joven oficial Francisco Miranda, hijo del ilustre

general venezolano del mismo nombre. Esa noche, en la acostumbrada plática, dijo el doctor Margallo que

aquel templo estaba profanado y que el no volvería a entrar allí, porque no quería quedar bajo sus ruinas.

“Estas paredes hablaran por mi”, afirmó. Diez y seis días después, a la hora en que estaban reunidos los

hermanos de la dicha congregación en la capilla, un terremoto que conmovió la capital y gran parte del

territorio de la República, derribó la cúpula del templo (…) cinco personas murieron en Bogotá, y el número

de victimas de la memorable catástrofe, causada por erupciones en el Huila y del Puracé, alcanzó a 250 en

todo el país”. VERGARA Y VERGARA, Op.cit. p. 282.

84 “Un 31 de agosto de un año que no diré, sucesivos terremotos destruirán a Santafé”. La frase ha sido

atribuida a Margallo desde 1827.

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escaso y parco, compartido con los pobres, unas estera por cama, cilicios, ayunos, un

incesante dolor de cabeza soportado sin una queja, congojas de espíritu y sobre todo los

escrúpulos de conciencia que laceraban su alma.”85

En su texto Romero menciona con

frecuencia la pobreza en la que vivió Margallo. Según el citado autor, Margallo destinó

durante toda su vida la mayor parte de sus salarios como catedrático en Colegio de San

Bartolomé y sacristán de la Iglesia de las Nieves al sostenimiento de su hermana y de su

madre86

. Romero comenta también como Margallo fue agredido en dos ocasiones por

desconocidos87

. Sin embargo, la escasez de fuentes no nos ha permitido confrontar este tipo

de detalles, entre otros.

RECAPITULACIÓN

Las condiciones políticas a finales del siglo XIX y principios de XX en el virreinato de

Nueva Granada provocaron en al alto y el bajo clero diversas respuestas. No es posible

hablar de tan solo una respuesta o una posición. En algunos casos, como comenta Rosa

María Martínez de Codes, se constatado que los miembros de clero se “movieron” según se

iban imponiendo las circunstancias. Generalmente, fueron los miembros del alto clero

quienes más se identificaron como realistas o promonárquicos, ya que veían que sus

intereses se identificaban mayormente con la monarquía. Era ésta quien había asegurado

hasta el momento los intereses del alto clero. Por otro lado, el alto clero se identificó más

con el movimiento revolucionario. No obstante, es pertinente mencionar que en medio de

estos dos aparentes grandes bloques se movió un número considerable de religiosos que,

según las condiciones del momento, iban moviéndose de un bando o el otro.

85

ROMERO, Op.cit. p. 77.

86 Ibíd. P. 78.

87 Ibíd. P. 80.

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37

Para el caso específico de Nueva Granada ha sido posible identificar dos corrientes dentro

del catolicismo de finales del siglo XIX y principios del XX: el clero liberal y el clero

tradicionalista. Dentro de clero liberal, los más numerosos inicialmente, es posible a su vez

identificar dos posiciones: a. la de los que reducían la participación de los religiosos al

cuidado pastoral de los feligreses, reduciendo al mínimo su intromisión en lo político; y b.

quienes consideraban imperativa una participación activa del clero en los asuntos del

Estado, como un asunto inseparable del trabajo pastoral.

El clero tradicionalista, integrado por un reducido número de religiosos y casi clandestino,

prefirió no mostrarse demasiado y evitar las polémicas durante los primeros años de vida

republicana. Uno de los principales temores de quienes integraban esta corriente era ser

identificados con la monarquía, especialmente durante los años previos a 1819 y después de

consolidada la Independencia. Los temores a las represalias, exilios, castigos físicos y

demás hicieron que inicialmente del clero tradicionalista se mantuviera al margen de las

decisiones que se tomaron para organización del la nueva republica. No mucho tiempo

después esta situación cambio y paradójicamente el clero tradicionalista creció en número

de simpatizantes y se convirtió en el principal antagonista del liberalismo temprano y sus

reformas.

En este punto y en medio de los avatares de la revolución, entre oculto y expuesto,

encontramos al personaje autor de los textos de los cuales se ocupa este trabajo. La

información disponible acerca de los primeros años de Margallo no es tan extensa como

quisiéramos, no obstante es posible hacer algunas inferencias en este punto. Como se puede

notar, Francisco Margallo y Duquesne por su contexto familiar y social estuvo relacionado

con la Monarquía española. Con un padre nacido en la península, es seguro que desde

temprano contó con ciertos privilegios que lo acercaban a los intereses de la corona. Prueba

de ello es también la beca que fue otorgada por el virrey Caballero y Góngora para estudiar

en el Colegio Seminario de San Bartolomé.

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38

Los años que siguieron como estudiante y posteriormente como catedrático hicieron de

Margallo un conocido y respetado maestro de teología. Luego, los sucesos de 1810

sorprendieron a Margallo mostrándole, como dice Romero, que “la revolución era un

hecho”. Seis años después de los acontecimientos de 1810, Francisco Margallo y duquesne

decide iniciar su carrera eclesiástica, persuadido por su “llamado” y las presiones de otros

religiosos. Sabemos poco acerca de las condiciones personales o familiares que hicieron a

Margallo optar finalmente por la vida religiosa. Generalmente lo que se conoce como el

llamado en la vida religiosa, suele estar rodeado de una serie circunstancias que constriñen

de cierta manera al candidato en ciernes.

Esta claro que Francisco Margallo y Duquesne tuvo una carrera eclesiástica veloz, que fue

catapultada por una red social muy influyente. Varios prelados del alto clero se mostraron

favorables a la carrera de Margallo como sacerdote, al punto de interponer su propia

autoridad para asegurar resultados. Por el momento es poco lo que conocemos acerca de los

intereses que motivaron a esta red social para impulsar dicha carrera. Lo que si podemos

decir es que quienes lo persuadieron y posteriormente lo promovieron estaban seguros de la

lealtad de Margallo con la causa de la revolución, considerándolo como un prototipo de

orador al servicio del nuevo orden. Paradójicamente, lo que no sabían quienes impulsaron

la carrera eclesiástica de Margallo era que éste sostendría duras discusiones con las ideas

del liberalismo temprano, derrotero de las reformas en la república en ciernes.

Hasta aquí el contexto y la aproximación biográfica a la vida de Francisco Margallo y

Duquesne. En el siguiente capítulo nos dedicaremos al objeto central de este trabajo: los

textos escritos por el mencionado religioso y orador del siglo XIX y temprano representante

de un catolicismo tradicionalista, catolicismo que en su momento reclamaría también su

derecho a intervenir en las reformas al Estado.

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39

CAPÍTULO II

LOS TEXTOS Y LAS POLÉMICAS.

En el capítulo anterior se mencionó como el proceso de Independencia tanto en América

latina como en el virreinato de Nueva Granada provocó diversas reacciones y el

surgimiento de corrientes dentro del catolicismo. Del mismo modo, se mencionó como el

clero, tanto el alto, como el bajo, participó activamente tomando posiciones. Respecto a

esto, también fue destacada la producción intelectual de los religiosos durante el periodo

pre- y post independentista. Dicha producción intelectual estuvo representada en

periódicos, pasquines, hojas sueltas, sermones impresos, catecismos y demás. Siguiendo a

Marta Irurozqui, no cabe duda acerca de los útiles que fueron las producciones intelectuales

de los religiosos al momento de influir y moldear opinión. Sermones y catecismos, por

ejemplo, fueron escuchados por los más diversos auditorios88

.

En Nueva Granada tanto el clero liberal como el tradicionalista se destacaron por una

amplia producción de publicaciones. En esta ocasión, no nos ocuparemos de dichas

publicaciones sino que abordaremos algunos de los textos publicados por Francisco

Margallo y Duquesne. Los “papeles” de Margallo, como los llama Plata Quezada, fueron

publicados en un momento muy particular durante los primeros años de la nueva república.

Como uno de los representantes más emblemáticos del incipiente catolicismo tradicional

de la primera mitad del siglo XIX, Margallo se dedicó en sus escritos a reconvenir las

medidas tomó el gobierno durante los primeros años de vida republicana.

88

IRUROZQUI, Marta. “El sueño del ciudadano. Sermones y catecismos políticos en Charcas tardocolonial”.

Disponible en la Web: Consejo Superior de Investigaciones Científicas. http://hdl.handle.net/10261/17999. P.

222.

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40

En este segundo capítulo abordaremos algunas de esas discusiones, a través de los textos

publicados por el clérigo en mención. Del mismo modo señalaremos como estas

discusiones se convirtieron en el parte aguas que aglutinó a un particular grupo de clérigos

que fue progresivamente fortaleciéndose e identificándose como el sector tradicionalista

dentro del catolicismo.

2.1 NI SERMONES, NI CATECISMOS: LOS „PAPELES‟ DE MARGALLO

Refiriéndose al caso particular de Charcas durante el periodo tardío colonial, Marta

Irurozqui ofrece una serie de definiciones, que en nuestro caso, sirven para ir delimitando el

tipo de texto que nos aboca en este caso. La mencionada autora describe la diferencia entre

el sermón y el catecismo. El sermón, de acuerdo con Irurozqui, era difundido en la lengua

del auditorio, estaba acompañado por la gesticulación del orador y la emoción que este

podía ser capaz de imprimirle. Al mismo tiempo, el sermón era legitimado por el orador

cuando este afirmaba que no era su voluntad, sino la de Dios la que se expresaba, “de

manera que cualquier oposición del público a sus peticiones sería entendida como un

incumplimiento cristiano y un desafió a la divinidad”. De esta manera también, el orador

era estimado como el portavoz oficial de lo divino, única persona autorizada para

comunicar semejante mensaje, opinar y corregir los males89

.

Por otro lado encontramos el catecismo político: “(…) pegado en papel en la pared de

manera anónima y furtiva o distribuido en los comercios, cafés y tabernas”. El catecismo

político iba dirigido a otro grupo de lectores, menos interesados en escuchar la palabra del

clérigo, más inquietos por la novedad90

. El catecismo primero informaba y después

“convertía a los oyentes”, afirma Irurozqui. Para tal efecto, el recurso de catecismo era

89

Ibíd. P. 222.

90 Ibíd.

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41

explicar a través de preguntas y respuestas los enrevesados temas políticos de la

actualidad91

.

Como se puede notar, los sermones y los catecismos fueron dos géneros distintos y al

mismo tiempo complementarios92

. Las dos fueron expresiones doctrinarias, que tenían por

objetivo “uniformizar la opinión”, para “hacer creer” y “hacer actuar”93

. La diferencia

entre ellos, afirma Irurozqui, está en la manera como sus autores concibieron y entendieron

a su potencial auditorio, acostumbrado mayormente a las lecturas en alta voz y con muy

pocos que sabían leer y escribir94

.

A la par con estas definiciones, nos encontramos también con un par de géneros que fueron

muy prolíficos durante el siglo XVII y XIX, tanto en la península como en el continente

americano: la sátira política y la fábula política satírica. Estos también son dos géneros muy

cercanos también entre sí, pero con claras diferencias de origen. Se dice que la sátira

política está motivada principalmente por la oposición al poder establecido, es anónima y se

transmite de manera oral o escrita95

. La sátira supone un modo indirecto de hablar pero

comprensible de asuntos prohibidos: “La sátira política es una literatura de denuncia: tras

la sátira siempre hay un inconformista”, afirma Ana Maria Freire López.

91

Ibíd.

92 Ibíd.

93 Ibíd. P. 221.

94 Ibíd.

95 FREIRE LOPEZ, Ana María. “La fábula como forma de la sátira política en la España de principios del

siglo XIX”. Disponible en la Web en: www.cervantesvirtual.com.

(http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12048841998086072976624/p0000001.htm#I_1)

Edición digital: Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2003. Consultado el 3 de marzo de 2010.

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42

En cuanto a las formas literarias, comenta Freire, la sátira política se puede presentar de la

más diversas maneras: diálogos, alegorías, epístolas, tratados políticos, crónica, arbitrio,

exequias, epigramas, aforismos, coloquios en verso, monólogos, carteles, oraciones,

testamentos, preguntas y respuestas, glosas, epitafios, parodias de memoriales o cartas,

adagios, refranes, jeroglíficos y descripciones de túmulos96

. No obstante, Freire afirma que

existe una forma literaria de la sátira política que no ha sido considerada por varios autores:

la fábula. Ésta apareció a finales del silgo XVIII y alcanzó su mayor difusión durante el

XIX.

No todas las fabulas políticas pueden considerarse satíricas, comenta la citada autora. La

fabula política, siguiendo la tradición neoclásica, tenía como principal fin instruir

moralmente (políticamente) al pueblo. En la fabula política satírica, “la sátira que adopta

la forma externa de fábula para zaherir directamente a personas o instituciones políticas

concretas y coetáneas. La forma fabulística supone una perfecta envoltura para vadear la

censura, pues ofrece la posibilidad de alegar, llegado el caso, que no se había pretendido

decir lo que los censores han querido entender.”97

Por su naturaleza, la fabula política

satírica se ha prestado para la ambigüedad. Polémicas en torno a fábulas como El Raposo ó

La escalera de mano y el farolero así lo demuestran98

.

Para el caso de español, varios fueron los factores que convirtieron la fábula satírica en un

género con gran acogida a finales del siglo XVIII y principios del XIX. El primero, afirma

Freire, tiene que ver con la amplia tradición fabulística española, muy fuerte a finales del

96

Ibíd.

97 Ibíd.

98 La polémica por El Raposo ocurrió en 1788, cuando fue publicada en El diario de Madrid. Su autor, José

Agustín Ibáñez de la Rentería, salió sin problemas de en medio de la polémica. No obstante en ediciones

posteriores tuvo que agregar al final de prólogo que sus intenciones no eran señalar o satirizar a personajes en

particular. Ibíd.

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43

XVIII. Segundo, “la exaltación patriótica, y enseguida política que desencadenó la guerra

de la Independencia, y que se incrementó durante las Cortes de Cádiz y los subsiguientes

acontecimientos”99

. En tercer lugar, se encuentran los periodos en los cuales se contó con

la libertad de imprenta. Por último, como consecuencia de lo anterior se encuentra el

incremento de la actividad periodística y del papel impreso100

. Siguiendo a Freire, sin duda

fueron estos los elementos que convirtieron a la fábula de contenido satírico y político en el

género que se impuso sobre los demás.

Ahora, aunque no es posible por el momento considerar los textos de Margallo entre

algunas de las categorías anteriormente mencionadas, cabe decir que sus publicaciones

reunieron características de uno y otro genero. Hay que mencionar que Margallo ha sido

recordado como uno de los clérigos con más número de publicaciones durante el primer

tercio del siglo XIX101

. Por otro lado, encontramos como muchos de los títulos fueron lo

suficientemente sugerentes como para capturar la atención de los potenciales lectores.

Señalamos a continuación la lista de los textos publicados por Margallo entre 1823 y 1836:

Título Año de

Publicación

Imprenta

El gallo de San Pedro 1823 Imprenta de la República,

por Nicomedes Mora

El perro de Santo Domingo 1823 Imprenta de Espinosa

99

Ibíd.

100 Ibíd.

101 PLATA QUEZADA, William Elvis. “Del catolicismo ilustrado al catolicismo tradicionalista”. En:

Historia del cristianismo en Colombia. Corrientes y diversidad. LÓPEZ RODRÍGUEZ, Mercedes. Et all.

Bogotá: Taurus, 2004. p. 189

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La ballena: en la ballena se

simbolisa [sic] aquí la Santa

Iglesia Romana, que sola puede

entrar en las profundidades de la

Escritura Divina como en un

misterioso mar

1825 Imprenta de José Manuel

Galarza

La serpiente de Moisés: llámese

así este papel para significar que

así como aquella serpiente devoró

las serpientes de los magos, así la

cruz adorable de Jesucristo

Nuestro Señor y su Religión

santísima ha triunfado de todas las

religiones falsas y sectas

diabólicas

1826 Imprenta de Espinosa, por

Valentín Molano.

La burra de Baalan. (La burra de

Baalan seudónimo de Francisco

Margallo

1826 Imprenta de la República

por N. Lora

Dirección cristiana de las acciones

cristianas y políticas: bajo la

protección del santísimo patriarca

señor San José

1826

(Reimpreso

en 1865)

Imprenta de la libertad

Gato enmuchilado 1826 N. Lora

La Espada de Holofernes (19

números, 28 de enero-29 de julio)

1830 Imprenta de Espinosa

La arca salutífera: discurso sobre

la unidad de la Iglesia Católica,

fuera de la cual no hay salvación

1830 Imprenta de Bruno

Espinosa, por José Ayarza

El gosque [sic]

1834 Imprenta de Bruno

Espinosa, por José Ayarza

Alcanse [sic] a la burra de Balan

[sic]

1836 Imprenta de Antonio

Mora Peláez

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Mario Germán Romero, biógrafo de Margallo a principios del siglo XX, incluye un par de

títulos más de los cuales no tenemos certeza en cuanto a la autoría de Margallo, pero que

vale también la pena mencionar aquí: El celador de la honra de Maria Santísima (Imprenta

de la República, 1823, 4 p.), El chuchillo de San Bartolomé (Imprenta de Espinosa, 1827, 1

p.), Dirección de almas a honra del Sagrado Corazón de Jesús (Imprenta de Torres

Amaya), y La tomineja de Tunja (Imprenta de Espinosa, 1826, 8 p.). De las publicaciones

mencionadas anteriormente La Espada de Holofernes fue una publicación periódica102

.

No obstante a pesar de lo numerosas que fueron las publicaciones de Francisco Margallo y

Duquesne no existen estudios ó trabajos que aborden desde una perspectiva historiográfica

y más científica los contenidos, estudio de las ideas o acercamientos desde el análisis del

discurso. Los trabajos localizados acerca de Margallo y Duquesne son apologéticos y en su

mayoría han sido escritos por otros religiosos, lo que ha resultado en textos centrados

mayormente en aspectos biográficos del mencionado clérigo. Por ahora, nos

concentraremos en los primeros textos y las primeras discusiones planteadas por Margallo y

Duquesne entre 1823 y 1826.

2.2 LAS DISCUSIONES CON LA MASONERIA

Las simpatías de Margallo con la causa de la Independencia mudaron rápidamente. En el

caso de Margallo esto se debió en que para nadie parece fue un secreto que el nuevo

gobierno tenia afinidades con la masonería. De hecho corría el rumor que varios de sus

principales dirigentes hacían parte de tan temida logia. Muy temprano la guerra contra la

masonería estallo. Corría el año de 1823 y Francisco Margallo publicó su primera

arremetida contra la mencionada sociedad. Pronto, Margallo se convirtió en uno de sus más

fuertes detractores.

102

Ibíd.

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46

Las ideas compartidas por los masones fueron vistas como completas aberraciones por los

clérigos. Así, nociones como, como la ley natural, el individualismo y la tolerancia con

distintas religiones, fueron consideradas dañinas ya que amenazaban el nuevo orden y

contradecían los principios de la iglesia, y afirmando por ejemplo:

Ni la religión, ni el culto de los católicos, ni la institución de sus ministros han de quedar

en pie según el sistema masónico. [Para él] todo lo que no sea fruto original de la

ley natural, todo debe desaparecer del universo103

.

La masonería fue bien conocida y practicada entre civiles y militares. Se afirma que la

primera generación de dirigentes liberales perteneció a logias masónicas. Los masones eran

definidos como “personas distinguidas, correctas, cultas, amantes del orden (…)

auténticos patriotas”104

. No obstante los católicos tradicionalistas vieron la masonería y

sus prácticas con recelo y temor, entre otras razones por “sus reuniones secretas y

misteriosas, en las cuales se practicaban ritos extraños, y su desprecio por los “profanos”

(no masones), además de los ataques que lanzaba, de manera más o menos soterrada,

contra la institución eclesiástica.”105

Entremos en materia. En el mismo año de 1823 Margallo publicó El Gallo de San Pedro.

Se afirma que el detonante de dicha publicación fue la edición en el periódico El patriota106

103

Tardes masónicas de la Aldea. Bogotá: Imprenta de N. Lora. Septiembre de 1823, p.8. Citado por: PLATA

QUEZADA, William Elvis. “Del catolicismo ilustrado al catolicismo tradicionalista”. En: Historia del

cristianismo en Colombia. Corrientes y diversidad. LÓPEZ RODRÍGUEZ, Mercedes. Et all. Bogotá: Taurus,

2004. p. 191.

104 Ibíd.

105 Ibíd.

106 El periódico El patriota fue creado por Francisco de Paula Santander en respuesta a Antonio Nariño, quien

en la publicación periódica de Los Toros de Fucha, criticaba fuertemente el gobierno del vicepresidente

Santander.

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de un artículo en que se hacía apología de la masonería. A juicio de los católicos

tradicionalistas los vínculos entre el gobierno y la masonería en Nueva Granada quedaron

expuestos107

. El gallo de San Pedro fue publicado por la Imprenta de la República, en una

presentación de 17 páginas, firmada con el nombre de autor. Esto es importante aclararlo,

ya que más adelante, en dos ocasiones Francisco Margallo y Duquesne optó por la

utilización de un seudónimo.

Con un epígrafe en latín108

, Margallo inició su escrito haciendo referencia a la luz y la

oscuridad, como representaciones del bien y el mal. De esta manera, no ha pasado la

primera página cuando el clérigo se refirió a la masonería como “enemiga de la Iglesia y

perjudicial al Estado”109

. La masonería podía ser considerara una amenaza tanto del

estado como de la religión por que engañaba a los hombres y bajo su apariencia de falsa

piedad seducía y eran capaz de reunir en si misma a todos los males:

Tal es la Secta Franc mazona [sic], que bajo los espaciosos[sic] nombres de caridad,

sociedad, igualdad, libertad y unión, reuniendo en si el Moro y el Judío, el

Protestante y el Apóstata con el falso cristiano, forma respecto del vulgo un

monstruo tan ridículo como el que Horacio proponía a sus Pisones, rostro agraciado

de muger[sic], cuerpo de yegua y cola de serpiente; pero que es respecto de los

inteligentes, el Leopardo horrible del Apocalypsi[sic], que se viste de todas las

figuras y colores que le acomodan para engañar y dominar.110

107

VERGARA Y VERGARA. Op.cit. p. 280.

108 El epígrafe corresponde a una cita del Nuevo Testamento, en Juan 3:20-21, "Porque todo aquel que hace lo

malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Más el que practica la

verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras so hechas en Dios.”

109 El Gallo de San Pedro. Bogotá: Imprenta de Nicomedes Lora. P. 1. Biblioteca Nacional de Colombia

110 Ibíd.

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48

La masonería tenía la facultad de unir todo aquello que era considerado como aberrante por

la Iglesia Católica. Moros, judíos, protestantes, apostatas y falsos cristianos habían estado

ya en el ojo del huracán, condenados en encíclicas y perseguidos hasta la muerte en el

pasado. Cada uno de estos enemigos por si solos era lo suficientemente aterrador; sólo

había que imaginar lo que podían ser capaz si reunían bajo un solo nombre. La “secta”

francmasona tenía la habilidad de presentarse y adaptarse a diferentes contextos a las

situaciones con el único propósito de engañar. Margallo y Duquesne recurre al Apocalipsis,

libro del Nuevo Testamento pletórico en figuras y monstruos que describe el fin de los

tiempos, para comparar la masonería con una de las bestias ahí mencionadas. Por otro lado,

la masonería también era un peligro porque amenazaba con separar al hombre de la

religión, reduciéndolo a un estado de natural, independiente de las leyes divinas y

humanas111

. Margallo y Duquesne denuncia a la masonería como un grupo de

conspiradores cuyo propósito es la ruina de los gobiernos y la religión112

.

Sin duda una de las cosas que más consternaba a los católicos tradicionalistas acerca de la

masonería eran sus reuniones secretas. Lo “secreto” de aquellas había provocado las mas

diversas explicaciones y rumores; mucho se dijo acerca de lo que los masones hacían en sus

reuniones. Así, para que no quedara duda de lo perniciosos de estos encuentros, Margallo

incluyó un relato detallado de una reunión masona en El gallo de San Pedro113

. Sin duda

111

Ibíd.

112 Ibíd. P. 2.

113 “Rodeado el pretendiente e infeliz iniciado de brillantes espadas, sus manos sobre el compás y la escuadra,

divisa de su instituto: después de examinada su vocación, y despojada de todo quanto[sic] tiene de metal,

como hebillas, caxa[sic], botones, desnuda la rodilla derecha y puesto el zapato del pie izquierdo como

chinela, le hace estar largo rato con una hacha encendida delante de los ojos en aquella sala obscura, que esta

guardada por dentro y fuera de Franc-mazones con espadas desnudas. Dándole después tres vueltas, vendados

sus ojos, alrededor de las columnas, y de las tres luces puestas en candeleros triangulares, entre el ruido pueril

y ridículo del compás y la escuadra[sic] que llevan pendientes al cuello las centinelas, se le hace el tercer

examen, y quitándole la venda le presentan las puntas de las espadas y haciéndole llegar en tres tiempos a un

banquillo puesto junto a la mesa, sobre el cual hay un compás y una escuadra, un Franc-mazon, que llaman el

Orador; Advertid, le dice, que estáis para abrazar una Orden respetable la cual es mas seria de lo que vos

pensáis. Nada hay en ella contra la Ley, contra la Religión, contra el Papa, ni contra las buenas costumbres.

El Venerable os dirá lo demás*. Dicho esto, hinca la rodilla desnuda sobre el banquillo, y hace el juramento

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las reuniones secretas era algo que aterrorizaba al clérigo y los católicos tradicionalistas en

general. Lo “secreto” convertía a las reuniones de los masones en algo “malvado y

diabólico”114

.

En El gallo de San Pedro Margallo y Duquesne hace un llamado a las sociedades masonas

en la ciudad para que se asuman como enemigos o amigos de la Iglesia. El procedimiento

era fácil: solo tenían que “publicar el secreto” para “no ser más adversarios.”115

En

oposición a los secretos y obscuros ritos de la masonería, está la Iglesia Católica. Con un

espíritu distinto, que descubre su accionar a la luz del día, la Iglesia es presentada como la

antagónica de las sociedades masónicas. El “espíritu de caridad”, como lo llama Margallo y

Duquesne, no permite que la Iglesia oculte algo al público116

. En este punto, el autor insiste

como las reuniones nocturnas, juntas y asambleas secretas han sido más que condenados

por la autoridad en Roma117

:

sobre el Evangelio de San Juan, aunque el sea un Judío, con unas imprecaciones que horroriza el referirlas,

obligando su vida, no a una muerte común, sino arrancada la lengua, quemados los labios con un hierro

ardiendo, despedazado el corazón, ahorcado en el día del recibimiento de otro insensato como él, y [ilegible]

sus cenizas a las logias principales para horror y escarmiento y monumento perpetuo de su traición.”

*Cursivas en el original. Ibíd. P. 3.

114 Ibíd. P. 4.

115 “Escribimos para obligaros a defender vuestro honor y fama, purificándoos de las sospechas que se

suscitan contra vuestro misterioso sigilo: si la Iglesia, si el Estado, si los Pueblos lejos de seros contrarios,

están de acuerdo, unid vuestro sentimientos con los nuestros, y no seréis adversarios, sino amigos. La

publicación de vuestro secreto es vuestra victoria, y el secreto vuestra ruina y nuestro triunfo.”P.6.

116 “Después que el Divino Espíritu ha dicho que los caminos de los impíos están llenos de tinieblas que no

saben donde van a parar. ¡Qué distinta es la conducta de la Iglesia de los Christianos! El espíritu de caridad

que anima a esta tierna madre, no le permite ocultar cosa alguna desde que se rasgo de arriba a abajo el velo

del santuario." Ibíd. P.7

117 Ibíd.

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50

Ellos [los pontífices] condenan una secta que real y manifiestamente existe; tanto más

detestable, quanto [sic] más oculta sus ministerios de iniquidad*. Y si los

Legisladores políticos han podido prohibir los conventículos y juntas especialmente

nocturnas; ¿por que se ha de privar la Iglesia y sus pastores de semejante facultad

habiendo recibido su autoridad del mismo hijo de Dios J.C.N.S su fundador y

Legislador Supremo?”118

En este punto se le recuerda a los lectores que la masonería no está aprobada por el

Vaticano y por lo tanto “religión no aprobada es reprobada por santa que aparezca”,

concluye Margallo y Duquesne119

. En consecuencia también la masonería, comenta el

citado autor, está en contra de la Religión120

. Anatemizada, excomulgada y reprobada la

masonería se opone por esencia a la Iglesia Católica y a los pontífices en Roma, a quienes

no se sujeta121

. En este punto y refiriéndose a la obediencia que la Iglesia sí hace respecto a

Roma, Margallo y Duquesne afirma que la primera, “(…) sin este espíritu de subordinación

a la primera cabeza, sería como una nave fluctuante en medio de un mar borrascoso,

expuesta todo viento, según la bella comparación del mismo apóstol [Pedro]"122

. Con

frecuencia Margallo seguirá refiriéndose a la Iglesia católica como una “nave”, en una

comparación que el permitirá diversos giros y aplicaciones.

A través la masonería, afirma el comentado autor, el demonio “maestre de todas las

logias”123

ofrece un nuevo combate. Éste ha mudado su aspecto y cansado de rugir, como

* Las negrillas son mías.

118 Ibíd. P. 13.

119 Ibíd. P. 8.

120 Ibíd.

121 Ibíd.

122 Ibíd.

123 Ibíd. P.9

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el León del cual habla el apóstol Pedro124

, se ha convertido en dragón. Esta es de nuevo

una referencia al Apocalipsis, en donde la figura del dragón es empleada para figurar la

oposición al bien y la verdad. Según el relato bíblico el dragón es la representación del

demonio en los últimos tiempos; después de una apoteósica batalla el dragón del

Apocalipsis es derrotado por el Arcángel Miguel y es arrojado a la tierra en donde desata

una guerra contra los que obedecen a Dios y tienen el testimonio de Jesucristo125

.

Por otro lado, El juramento masón, que se imponía aun sobre autoridades eclesiásticas y

civiles, era también otra prueba de ilegalidad de la sociedad secreta:

Juramento iniquo [sic] e ilegal; porque ¿Quién autorizo estas Sinagogas del Satanás para

exigirlo, protestando ocultarlo a las potestades eclesiásticas y civiles aun con

perjuicio de la santa Religión y ruina de la causa pública?126

En su alegato, Margallo y Duquesne le recuerda a sus lectores como la secta francmasona

ha sido desterrada en monarquías y recibida, para desgracias de estás, en Repúblicas

protectoras del tolerantismo127

. Esta mención del tolerantismo en un escrito sobre la

masonería no es fortuita. Más adelante, como veremos, las discusiones por motivo del

tolerantismo se hicieron mas frecuentes; reiteradamente el catolicismo tradicional acusó al

gobierno de lo que llamó una política de tolerantismo religioso. Como era apenas de

esperarse la Iglesia se sintió amenazada con semejantes medidas.

124

En el nuevo testamento el apóstol Pedro en su primera carta afirma: “Sed sobrios y velad; porque vuestro

adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”. (1 Pedro 5:8).

125 Apocalipsis todo el capítulo 12.

126 Ibíd.

127 Ibíd. P. 5

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52

No obstante, tal tolerantismo no fue tan amplio como lo expresaron y lo sintieron los

religiosos. Lo que si se puede constatar, fue la actitud más abierta del Estado durante los

primeros años de vida republicana con grupos como los masones y las sociedades bíblicas

protestantes128

. En opinión de los primeros legisladores liberales, este tipo de sociedades

contenían elementos modernizantes que ayudarían a contrarrestar los años de atraso y

oscurantismo producido por la hegemonía religiosa ostentada por la Iglesia Católica

Romana durante el periodo colonial

Margallo y Duquesne en El gallo de San Pedro menciona una cuestión que la Conferencia

Episcopal Colombiana retomará más adelante durante la primera mitad del siglo XX. El

espinoso tema tiene que ve con si es posible ser ciudadano, cumplidor de deberes y

obligaciones civiles sin tener una vida de feligrés:

Dícese que es indiferente ser, o no Mazon [sic] al que es buen Ciudadano, buen Padre, fiel

administrador, y exacto en las obligaciones civiles y políticas. Engaño manifiesto:

rotos los más sagrados vínculos ¿cómo pueden subsistir los lazos de las

obligaciones particulares?* La Religión se ha mirado no solo por los cristianos;

sino aun por los Paganos mas ilustrados como la basa del bien público y

fundamento de la vida social bien reglada; léase Platón, Cicerón, Horacio y

demás129

. p. 12

128

Jean-Pierre Bastian en Protestantes, liberales y francmasones: sociedades de ideas y modernidad en

América Latina, siglo XIX, explica, así como en otros textos de su autoría, la conexión que hubo entre las

mencionadas sociedades y los primeros años de vida republicana a lo largo y ancho de Latinoamérica. Los

proyectos liberales de estas repúblicas en ciernes vieron con buenos ojos y promovieron el arribo de

colportores, maestros, sociedades bíblicas y demás con el fin de “modernizar” y superar en su opinión el

atraso dejado por la colonia española. BASTIAN, Jean-Pierre. Protestantes, liberales y francmasones:

sociedades de ideas y modernidad en América Latina, siglo XIX. México: Cehila, Fondo de Cultura

económica, 1993. 178 p.

* Las cursivas son mías.

129 El gallo de San Pedro. P. 12.

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53

En este caso, Margallo y Duquesne se pregunta si acaso el posible ser masón y al mismo

tiempo responder correctamente con las obligaciones civiles. Su respuesta es negativa. El

vínculo con la religión, en este caso la Iglesia Católica, es inherente a la condición de

ciudadano, padre y administrador. No es posible ser masón (lo que equivale según lógica

del citado autor a ningún vínculo con la Iglesia) y al mismo tiempo ser un sujeto que

cumple con sus deberes civiles. De esta manera los “sagrados vínculos”, como los llama

Margallo Duquesne, se anteponen a cualquier otro tipo de vínculo o compromiso. Dichos

vínculos son la garantía del bien público y la vida social.

Margallo y Duquesne concluye El gallo de San Pedro solicitando a las autoridades

eclesiásticas y del gobierno se unan, “(…) en favor de la Religión y beneficio del Estado, de

común acuerdo empeñen toda su autoridad en la destrucción de una secta, que amenaza el

estrago y la ruina de uno y otro.”130

La masonería, según el citado autor, amenazaba la

supervivencia y la integridad de la “Religión” y el Estado; por eso debía ser considerada

como un peligro que obligaba a los dirigentes del Estado y el clero a unificar los esfuerzos

necesarios para su expulsión de la república.

Este tipo de razonamientos dentro del clero católico colombiano existirá hasta bien

avanzado el siglo XX, cuando el arribo del nuevo siglo trajo una serie de situaciones lucían

con cambiar el orden mundial. En este ambiente la Iglesia Católica colombiana sintió que

era su deber seguir instituyéndose como baluarte de orden y de la paz. Durante la primera

mitad del silgo XX todas las reacciones a que hubo lugar entorno a los asuntos que atañían

directamente al país, partieron de una premisa ampliamente repetida en las Pastorales

Colectivas131

. Esta premisa afirmaba que la Republica estaba compuesta por ciudadanos

que “al mismo tiempo que aman la patria profesan ser hijos de la santa Iglesia

130

Ibíd. P. 16.

131 Las Pastorales colectivas son documentos elaborados por la Conferencia Episcopal Colombiana cada tres

años, en promedio, cuando tiene lugar la asamblea del mismo nombre.

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Católica”132

. No era posible pensar entonces en un ciudadano que no fuera al mismo

tiempo católico. Tal profesión de fe era inseparable de su condición de ciudadano, lo que

equivaldría a decir que no ser católico era no ser ciudadano o no amar a la patria; en

opinión de los prelados esta situación se constituía en un peligro para el orden y la

estabilidad de la República.

Pero volviendo a la primera mitad del silgo XIX hay que decir que El gallo de San Pedro

no fue el único escrito dedicado a la cuestión de la masonería. Tres años después de la

publicación de éste, Margallo y Duquesne publicó El gato enmuchilado133

(1826). Este

papel cuenta a manera de relato fabulado las revelaciones de un gato, ex secretario de una

logia masónica. El gato, de acuerdo con el relato, es un personaje público e influyente que

participó por un tiempo como masón en reuniones, rituales y demás. Como secretario, el

gato afirma haber sido testigo de las actividades de los masones; no obstante el gato fue

encerrado en una bolsa de la cual finalmente pudo escapar. El gato enmuchilado empieza

advirtiendo a sus lectores y a los masones de la siguiente manera:

(…) ahora oirán lo que es hablar, y lo que a los Mazones [sic] les va a costar el haberme

enmuchilado con pretexto de su secretario para que yo les guardase, y autorisase

[sic] todos sus proyectos secretos, y les rubricase las ceremonias todas de su secta.

Vosotros señores me dispensareis porque ya que me ha tocado la ocasión de hablar, no soy

yo el que la pierde134

.

132

CONFERENCIAS Episcopales de Colombia. Tomo I. 1908-1953. Bogotá: El catolicismo, 1956. p. 335.

133 MARGALLO Y DUQUESNE, Francisco. El gato enmuchilado. Bogotá: Imprenta de la República, 1826.

8 P.

134 Ibíd. P. 1.

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55

Para aquel entonces otras publicaciones en contra de la masonería ya habían salido a la

luz135

. En El gato enmuchilado Margallo y duquesne, bajo la figura de un ex masón,

continúa describiendo y denunciando las “barbaridades” que ocurren al interior de la

mencionada sociedad. En este relato fabulado, el citado autor vuelve a denunciar la

masonería como una secta136

y a sus miembros como hombres que practican “toda suerte

de impiedades y de injusticias en fuerza de sus principios, siempre que ellos ayuden, o se

necesiten para la conservación o dilatación de la secta”137

. Del mismo modo, el

despotismo es presentado como uno de los propósitos de la masonería, el cual es

implantado con el falso pretexto de “la libertad, eterno amor y felicidad”138

. Como si

fuera poco en El gato enmuchilado Margallo y Duquesne acusa a los masones de asesinos,

pena máxima que es impuesta cuando es revelado el “secreto” masón. El gato afirma haber

sido testigo de muchos crímenes y castigos al interior de la “secta”:

(…) si pudieran ellos pillarme, harían conmigo lo que yo mismo he visto que han hecho

con varios de los que han quebrantado el juramento del secreto, dándoles la muerte

mas cruel, a unos asesinándoles ellos mismos, a otros dándoles con violencia los

venenos mas activos: lo cual es efectivo; por que en las salas de sus logias se halla

esta inscripción en letras blancas sobre paredes negras: Habla y morirás*. Todo esto

me ha obligado a detestar de la maldita secta;139

135

El traductor, El despertador, Tardes y Noches mazónicas.

136 “El mazonismo [sic], dice un autor fide digno, el mazonismo es una verdadera secta; pues a los niños se

dice por los catecismos, que esta palabra mazonismo [sic], significa error o falza [sic] religión diversa de la

católica: cuya doctrina se enseña por algún maestro o corifeo del mazonismo.” Ibíd. P.1, 2.

137 Ibíd. P. 2.

138 Continúa afirmando: “(…) y por otra sujetan sus miembros iniciados y profesos a un despotismo y

esclavitud, tal que exeden [sic] al mayor despotismo monárquico que se ha conocido en el mundo: ellos piden

a sus socios el mas rigurosos silencio, la mas ciega obediencia, sujetando y humillando su entendimiento a la

voluntad y ordenes de sus superiores que suponen justísimos.” Ibíd. P. 3

* Las cursivas son del autor.

139 Ibíd. P. 3.

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56

Injuriosos140

, herejes141

y de una caridad fingida142

, los masones están interesados en que no

haya “culto verdadero, ni religión católica, ni moral, ni pudor, ni arreglo de costumbres

(…)”143

. Como se puede apreciar, en El gato enmuchilado los adjetivos y los

señalamientos fueron mas allá que en El gallo de San Pedro. Aprovechando la libertad que

ofrece el relato fabulado, Margallo y Duquesne tuvo la ocasión para explayarse aún más en

uno de los más temibles enemigos del Estado y la Iglesia. Pletórico de un lenguaje

maniqueo y cargado de simbolismos para representar el bien y el mal, Margallo y

Duquesne no tuvo reparos a la hora de advertir acerca de los peligros que representaba la

masonería, y sus perniciosos efectos sobre los baluartes de la sociedad.

Finalmente los efectos de la presión ejercida a través de las publicaciones y los alegatos del

catolicismo tradicional se sintieron. El gobierno, afirma William E. Plata, cedió y poco a

poco fue retirando su apoyo a las logias, hasta que en 1827 Simón Bolívar las proscribió.

No obstante, las logias masonas no desaparecieron por completo y permanecieron como

parte de la vida social y política del país, al punto que se les considera en buena parte

responsables de la formación de la generación radical liberal de mediados del siglo XIX en

Colombia144

.

140

“Por que los mazones [sic] como he visto, y he presenciado sus ceremonias, hacen una injuria a Dios en

sus oraciones; pues injuriando sus atributos, se atreven a llamarle Arquitecto, siendo que el artífice ó

arquitecto necesita de materia para obrar; no si el Criador de cielos y tierra (…)”. Ibíd. P. 4.

141 “Los mazones hacen sus oraciones en consorcio de los herejes, oraciones sin aprobación de la Iglesia;

antes bien reprobadas por la misma Iglesia (…)”. Ibíd.

142 “los templos de los mazones son sus logias, sus congregaciones mistas [sic] con los infieles; sus sacerdotes

y predicadores hacen grandes laudatorias a ciertas virtudes, como la caridad, humildad y la continencia; por

que se practiquen, ni esas ni las demás; por que su caridad toda ella es fingida y muy limitada pues solo

favorecen a los suyos (…)”. Ibíd.

143 Ibíd. P. 5.

144 PLATA QUEZADA, Op.cit. P. 191.

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57

2.3 LAS DISCUSIONES CON LOS “LIBROS PROHIBIDOS”

Entre los años de 1820 y 1823 una nueva polémica se suscitó con motivo de la

implantación de la educación benthamista y de autores ilustrados en el plan de estudios del

Colegio de San Bartolomé. Se afirma que las ideas del utilitarismo de Bentham fueron la

primera concepción del Estado y la primera filosofía política que se enseñó en el país145

.

Entre los católicos ilustrados las ideas de Bentham tuvieron una gran aceptación, tales

como Nepomuceno Azuero y Juan Fernández de Sotomayor. En opinión de los católicos

ilustrados, Bentham ofrecía un sistema compatible con cristianismo146

. Para argumentar

esto, se citó a los padres de la Iglesia, tale como san Crisóstomo, quien afirmaba que “la

regla del cristianismo estaba en el tener presente lo práctico y la utilidad pública”,

derrotero de la doctrina benthamista147

.

No obstante los católicos tradicionalistas vieron los con malos ojos las reformas a la

educación realizadas por Santander y criticaron los métodos pedagógicos (representaciones

teatrales, danzas, juegos, prohibición del azote, entre otros)148

. Sin duda, el asunto más

cuestionado fue el empleo de los textos de Bentham para el desarrollo de lecciones. De

nuevo, los católicos tradicionalistas afirmaron que Bentham era antirreligioso y nocivo para

la estabilidad de la religión católica y el Estado.

Como uno de los representantes tempranos de este catolicismo tradicional, Margallo y

Duquesne no se quedó atrás. Participó de esta nueva polémica con la publicación de El

145

Ibíd. P. 193.

146 Ibíd.

147 Ibíd.

148 Ibíd.

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58

perro de Santo Domingo149

en 1823. En esta nueva publicación Margallo y Duquesne

arremetió contra los libros prohibidos. Estos, en opinión de aquel, son textos impíos que

“contienen los misterios sacrílegos de la iniquidad. Aquel lo abrió el cordero rompiendo

los sietes sellos; estos los abre la Serpiente, sellando los entendimientos con error.”150

Como se puede notar, las referencias apocalípticas siguen estando al a orden del día cuando

el propósito es señalar y advertir.

Los textos ilustrados así como las doctrinas benthamistas se oponen directamente los textos

sagrados; las consecuencias de su lectura son previsibles: “precipitan a los hombres en los

abismos, y profundidades de Satanás de que se habla en el Apocalipsis Cap. 5”151

. Citando

a San Agustín, Margallo y Duquesne afirma que este tipo de libros han sido prohibidos por

la Iglesia Católica y la república; prueba del repudio que en otros tiempos han suscitado las

lecturas ilustradas son también las oposiciones a lecturas similares en otros lugares del

orbe, así como la larga lista de libros quemados en hogueras.

En discusiones como está, fue frecuente que el catolicismo tradicional recurriera a

recordarles a los “tribunales” que uno de sus compromisos adquiridos es la defensa de la

religión católica, apostólica y romana como “fundamento de la felicidad publica (…) con

exclusión de otra cualquiera; bien persuadidos que no hay convención entre Cristo y

Belial, como ni entre la luz y las tinieblas”152

.

149

MARGALLO Y DUQUESNE, Francisco. El perro de Santo Domingo. Bogotá: Imprenta de Espinosa,

1823. 24 p.

150 Ibíd. P. 2.

151 Ibíd.

152 Ibíd. P. 5.

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59

Las directrices de Concilio de Trento fue otro de los argumentos presentando por Margallo

y Duquesne en contra de los libros “prohibidos”:

(…) esta sagrada asamblea, y una de las más celebres que jamás vieron los siglos (…) han

reputado semejantes libros, como la semilla de una mala cosecha, prohibiéndolos, y

anatemizando a sus autores, excluyendo de su gremio, a pesar de toda la benignidad

de la Iglesia allí congregada; no solo a ellos, sino a los que tuvieran el atrevimiento

de leerlos o retenerlos.153

El concilio de Trento condenó no solo ciertas lecturas, sino que además se pronunció en

contra de otra serie de enemigos de la Iglesia. El llamado de Margallo y Duquesne era para

los buenos cristianos, para que en consideración de todas las prohibiciones y los peligros

que significaban semejantes lecturas para el Estado y la religión, dejaran de lado los textos

que amenazaban la integridad y el orden público154

de una república de creyentes. En este

sentido, el citado autor recuerda como en los tiempos del antiguo testamento el Rey David

gobernó sin la ayuda de Rousseau, Voltaire ó Montesquieu155

, siendo el ejemplo más claro

de una “sabiduría sólida, y que quisiera yo acompañase hasta el sepulcro a mis

conciudadanos”156

.

Al igual que como sucede con la masonería, es la “serpiente” la causante de tantos males.

Ella es quien ha derramado su veneno sobre los libros, “cuyos álitos [sic] corrompidos han

trastornado los sabios de primer orden, y transformando en enemigos de la Iglesia a sus

153

Ibíd. P. 6

154 Ibíd.

155 "(…) puede mirarse, y admirarse como el primer fundador, y legislador del Reyno de Israel; ¿y sin libros?

¿sin estudios? No, el estudiaba, oraba, meditaba mucho, día y noche en las obligaciones de su estado ¿Y por

que libros? aun no habían escrito Rousseau, Woltayre [sic], Montesquieu, y demás." Ibíd. p. 8

156 Ibíd. P. 8, 9.

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60

más acérrimos defensores”157

. Así mismo, la historia ya ofrecido por si sola innumerables

ejemplos de personajes que fueron “corrompidos” por las lecturas prohibidas. Es así como

en un acto del más fino y religioso patriotismo, como lo llama Margallo y Duquesne, el

autor hace un llamado para persuadir a las autoridades encargadas para que eviten a toda

costa la difusión de semejante mal158

.

Las lecturas envenenadas, entre otros, serian una de las causas del surgimiento de

personajes como los masones159

. Margallo y Duquesne acusa a la ilustración como una de

las causantes de la aparición de textos que amenazan la integridad de los cristianos: “Libros

que prefiriendo el sistema de Epicuro al Evangelio, van a convertir el Mundo en un teatro

capaz de horrorizar las Naciones mas bárbaras, e incultas (…) ¡Ay! ¿En esto han venido

ha parar las luces del siglo XVIII?"160

. Como se puede apreciar la disputa y el diálogo en

general se presenta entre dos bandos: los libros sagrados contra los libros “prohibidos”, los

autores bíblicos contra los autores de la Ilustración, ó en otras palabras, la oscuridad –de

nuevo- contra las tinieblas. Estos textos tienen además la capacidad de transformar a los

jóvenes en “bestias”, quienes con ansias de saber se acercan a la “fuente” equivocada para

leer los libros envenenados161

. Finalmente, en una de las arremetidas más fuertes contra los

libros ilustrados en El perro de Santo Domingo, Margallo y Duquesne afirma:

(…) libros escritos en la academia del infierno, dictados por el fanatismo, y furor contra

Dios, y la Religión Santísima de Jesucristo: organizados por la ignorancia y el

157

Ibíd. P. 11.

158 Ibíd. P. 13.

159 Ibíd. P.

160 Ibíd. P. 14.

161 “Se beben por la incauta juventud con una sed insaciable las aguas de estas fuentes envenenadas, que

siendo incapaces de apagar la sed, causan la muerte: se habla, se lee, se estudia, no lo que perfecciona al

hombre, sino lo que lo destruye, y transforma en bestia." Ibíd. P. 15

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61

engaño; escritos entre las tinieblas de la ceguedad; capaces de formar una educación

irracional, y libertina, que compusiese, si posible fuera, no una República como la

de Platón; sino de hombres, y de fieras, bajo de unas mismas leyes de libertinaje162

.

De lo anterior seguimos infiriendo como principal característica de los escritos de Margallo

y Duquesne su parcialidad y habilidad para polarizar. Este tipo de lenguaje fue un lugar

común dentro de este temprano catolicismo tradicional. La cuestión de las lecturas

ilustradas y las teorías de Bentham le granjearon a Margallo y Duquesne una reputación de

hombre de Dios, consagrado a la defensa de los principios de la Iglesia Católica,

inamovible en sus principios. Pero aquí no pararon las intervenciones del mencionado

clérigo. En el siguiente apartado veremos algunos apartes de la discusión desatada por la

creación de la Sociedad Bíblica de Colombia en Bogotá.

2.4 LA SOCIEDAD BÍBLICA.

La historia de la presencia de confesiones religiosas no católicas en Colombia empezó muy

temprano con la presencia de soldados extranjeros que vinieron a apoyar las guerras de

Independencia. Tal es el caso del coronel escocés James Fraser, quien participó en la legión

británica y fue posteriormente ministro de guerra. Como otro antecedente interesante se

encuentra el hecho de que durante el periodo de la Independencia se llamara de manera

peyorativa “masones y luteranos” a los que participaron en las revueltas del 20 de Julio; no

obstante, se reconoció la influencia de ese tipo de sociedades163

.

162

Ibíd. P. 14.

163 ROMERO, Mario German. “Novenas políticas en la Independencia” En: Boletín de Historia y

Antigüedades. Vol. XLVII, Julio-Agosto 1960, p. 477-487.

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62

En 1825 llegó a Bogotá Diego Thomson, un bautista escocés quien había sido comisionado

por la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera para la difusión del sistema lancasteriano de

educación y la Biblia164

. Se afirma que Thomson fue recibido por personalidades en la

ciudad. La creación de la Sociedad Bíblica estuvo precedida por varias reuniones y

conferencias a las que se dicen asistieron “altas personalidades del gobierno como también

personajes distinguidos del clero católico romano”165

. En los primeros meses de 1825

Thomson establece la Sociedad Bíblica Colombiana en colaboración con autoridades de la

política y el clero católico. El propósito principal de la mencionada sociedad era la

distribución de biblias en lengua vernácula.

A la reunión en la cual se creó la mencionada sociedad asistieron personajes públicos del

momento como el Ministro de Relaciones exteriores, Pedro Gual; Antonio Malo, Senador;

el rector del Colegio de San Bartolomé, José María Estévez; los representantes Joaquín

Gómez y Mariano Niño; el prior del convento de los Predicadores, Fray Mariano Garnica y

se dice que un gran numero de sacerdotes entre otros166

. En una reunión posterior se eligió

una junta directiva que quedó conformada de la siguiente manera: Pedro Gual como

Presidente; primer vicepresidente, José María Castillo (en ese momento Ministro de

Hacienda); segundo vicepresidente, José María Estévez; tercer vicepresidente, el rector del

Colegio del Rosario. Se afirma que siguiendo el reglamento de la sociedad bíblica se

conformó también una comisión la cual estuvo integrada por veinte miembros, de los cuales

la mitad eran eclesiásticos167

. A la mencionada reunión de elección de junta directiva

asistieron también el Coronel Hamilton de la Legión Británica y el Cónsul Británico, de

164

Thomson fue comisionado para trabajar inicialmente en Argentina y visitara también el resto del

continente. Thomson llegó a Buenos Aires el 6 de Octubre de 1818, donde permaneció hasta Mayo de 1821.

posteriormente visitó Chile, Perú, Ecuador, Colombia (1825), Centroamérica, las Antillas y España.

ORDOÑEZ, Francisco. Historia del cristianismo evangélico en Colombia. Medellín: Tipografía Unión, 1955.

p. 18.

165 Ibíd.

166 Ibíd. P. 19.

167 Ibíd. P. 19.

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63

apellido Henderson. La incipiente sociedad contó con el decido apoyo de la Sociedad

Bíblica Británica y la Americana quienes hicieron generosos aportes168

. Visto el éxito y

persuadido de que habría de continuar así, Thomson viajó a México en 1827. No obstante,

lo que ocurrió contradijo las expectativas del escocés169

.

Como se puede notar, un sector de las autoridades eclesiásticas no opuso resistencia

inicialmente a la creación de la Sociedad Bíblica Colombiana. Pero la calma no duró por

mucho tiempo. Por aquel momento existían tres condiciones que las biblias en lengua

vernácula debían cumplir. Estas eran: contar con licencia del soberano pontífice, que la

versión fuera de un traductor católico, y por último, que la versión contara con anotaciones

de los Santos Padres y autores clásicos170

. La versión que la Sociedad Bíblica Colombiana

estaba dispuesta a distribuir no tenía ninguna de las condiciones anteriormente

mencionadas, por lo que quienes se opusieron desde el principio a la creación de la

mencionada sociedad bíblica encontraron suficientes razones para seguir controvirtiendo su

creación.

En medio de la polémica desatada por la creación de la Sociedad Bíblica de Colombia,

Margallo y Duquesne publicó en 1825 La Ballena171

. En este texto el clérigo advirtió sobre

168

La Sociedad Bíblica Británica envió 10.000 Nuevos Testamentos y un considerable número de Biblias. Se

dice que buena parte fueron entregadas en algún sitio en el actual departamento del Chocó. Por su parte, la

Sociedad Bíblica Americana envió 800 biblias a Bogotá y una edición especial latín/español para el Ministro

de Relaciones Exteriores, Pedro Gual, en agradecimiento por su colaboración. ORDOÑEZ, Op.cit. p. 20.

169 Tres años después la Sociedad Británica comisionó a Lucas Matthews para continuar el trabajo iniciado

por Thomson. Se dice que Matthews apenas pudo permanecer por poco más de una año en Bogotá,

vendiendo un par de ejemplares de las biblias. En 1830 salió de Bogotá con el propósito de viajar hacia la

costa por el río Magdalena, pero no llegó a su destino. De su paradero poco se supo; algunos afirmaron que

había sido asesinado por los bogas. Ibíd. P. 21, 22.

170 ARBOLEDA, Carlos. “Pluralismo religioso en Colombia. XI congreso de historia de Colombia”.

Ponencias. (on line). En: http://relicultura.tripod.com/ponencias/carlos_arboleda.htm#1.

171 MARGALLO Y DUQUESNE, Francisco. La Ballena. Santafé de Bogotá: Imprenta de José Manuel

Galarza, 1825. p. 11. El título completo de esta publicación de 11 páginas fue: La Ballena: en la ballena se

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los perjuicios que trae la lectura de la Biblia en lenguas vulgares, lo inescrutable de sus

contenidos y lo oscuro y peligroso que podía ser su lectura sin ayuda ni orientación

autorizada:

La escritura Sagrada, el Oráculo de la verdad, la antorcha de nuestra peregrinación, la

madre y maestra de los fieles, vagando como una meretriz entre un pueblo rudo, e

imperito, expuesta a caer en un caos de errores y delirios de perversos dogmas por

el abuso temerario, carnal, y sacrílego de los hombres animales*, incapaces de

percibir las cosas de Dios172

.

Como argumento contra la creación de la mencionada sociedad bíblica se mencionó

reiterativamente la negación de la posibilidad de la lectura privada de la Biblia por parte de

los fieles sin intermediación del clérigo, como parte de uno de los principales dogmas de la

Iglesia Católica. Así también, como se puede notar en la cita anterior, se negaba por

completo la capacidad de los fieles para una lectura de las escrituras. Los fieles eran vistos

como seres incapaces, en un estado de infantilidad que los limitaba, rudos, carnales y

animales.

La autoridad para la lectura y la reproducción de la Biblia pertenecía única y

exclusivamente a la Iglesia Católica Romana. El concilio de Trento a través de su

simbolisa [sic] aquí la Santa Iglesia Romana, que sola puede entrar en las profundidades de la Escritura

Divina como en un misterioso mar, a la manera que aquel gran pez en las profundidades del mar.

También contrario puede representarse la misma Escritura Santa, que solo tiene el espíritu de vida en la

Iglesia, y queda muerta fuera de ella como sucede a los peces fuera del mar.

Ytem, así a los peces por grandes que sean no los sufren los golfos como a la Ballena, por que los rebalza y

arroja de si así, el profundísimo folgo de la Sagrada Biblia no sufre a los que presumiendo de grandes

ingenios intentan contra las disposiciones de la Iglesia sondear las profundidades de este misterioso océano,

por que al punto los arroja en la playa como peces muertos y sin vida.

* Las cursivas son mías.

172 Ibíd. P. 1.

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65

dogmática había negado la difusión de las escrituras en lenguas vernáculas173

. No obstante

los planes de la sociedad bíblica eran muy distintos. Margallo presenta en La Ballena las

proposiciones de la mencionada sociedad, a las que llama capciosas. De ser ciertas las

proposiciones de la Sociedad Bíblica Colombiana no es posible el sostenimiento de un

proyecto de república o sociedad organizada, en razón de que contradicen la autoridad del

Sumo pontífice y se constituye por lo tanto en herejía: “(…) a mi me basta para improbar

la traducciones vulgares de la Santa Biblia, le haber observado que este ha sido siempre el

espíritu de los heresiarcas, convatido [sic], e impugnado por los hombres mas sabios de la

Religión.”174

En opinión de los católicos tradicionalistas el proyecto de la Sociedad Bíblica Colombia se

oponía al espíritu de la Iglesia175

. Entre las razones para esto se menciona el hecho de que

el estudio de las escrituras,

No es (…) un estudio como el de las ciencias humanas, pide otras disposiciones. Todo aquí

es misterioso, todo divino, todo admirable y hasta la puntuación ha sido dirigida por

el Espíritu Santo, que esconde sus secretos a los sobervios [sic], y a los comunica a

los humildes por medio de la oración, moritificasion [sic] y pureza de conciencia, al

mismo tiempo que ofusca y oprime con el peso brillante de su gloria al temerario

escudriñador de los secretos adorables de su tremenda Magestad [sic], como los

rayos del Sol a los ojos enfermos, dice Nancianceno176

.

173

Ibíd. P. 1.

174 Ibíd. P. 3.

175 Ibíd. P. 4.

176 Ibíd. P. 4.

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66

Otras de las razones para la dificultad de un acercamiento directo a las escrituras apuntan a

lo reservado y profundo de los textos sagrados, lo difícil de su comprensión, el estilo y los

contenidos, lo que otorga todo en conjunto una “misteriosa oscuridad” a la Biblia. Por otro

lado, Margallo y Duquesne afirma también, siguiendo a San Agustín, que “no a todos se

comunica Dios, ni todos deben interpretar la sagrada Biblia”177

. Para dar mas peso a sus

argumentos, Margallo y Duquesne cita casos en el Antiguo y el Nuevo Testamento donde

se observa como fue necesaria la mediación de un tercero para la interpretación de la

Escritura, “pruebas evidentes contra el espíritu privado”, afirma178

. Lo anterior, según la

lógica del mencionado autor, establece la autoridad única de la Iglesia a la hora de la

interpretación y la necesidad de una “cabeza visible” que dirija la nave, como afirma

Margallo y Duquesne para referirse en una analogía a la Iglesia179

.

En La Ballena se advierte acerca del gran peligro que existe cuando las mujeres y los

hombres leen la Biblia:

La experiencia gran maestra de desengaños ha hecho ver los funestos efectos, que ha

producir la lectura indiscreta de la Santa Biblia, y ha manifestado contra el

sentimiento de Quesnel que también la simplicidad e ignorancia mujeril*

igualmente que la sobervia [sic] de los hombres es causa, y ocasión de los mayores

errores180

.

177

Ibíd. P. 5.

178 Ibíd. P. 6.

179 Ibíd.

* Las negrillas son mías.

180 Ibíd. P. 7.

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67

La “simplicidad e ignorancia” de las mujeres queda demostrada en varios ejemplos que

ofrece la historia, los cuales indican los funestos resultados que han tenido lugar cuando

ellas intervinieron en los asuntos de los hombres, imponiendo su voluntad:

Con la ayuda de Elena su meretriz estableció Simón el Mago su heregia [sic]. Una tropa de

muegersillas [sic] seguían a Nicolás Antioqueno maestro de inmundicias. A

Marcion le preparaba los ánimos en Roma una de este jaez. Apeles tubó [sic] por

compañera su Philumena para esparcir sus errores. Montano el Predicador de

espíritu inmundo ¿quanto daño hizo por medio de Prisca y Maximilla?181

Por otro lado, encontramos en La Ballena una referencia a Martín Lutero, reformador del

silgo XVI. Se dice que para la Iglesia católica neogranadina, y para este caso los católicos

tradicionalistas el protestantismo o la herejía estuvo asociada a Martín Lutero; la manera

como se consideraron las directrices del concilio de Trento no dio lugar a otra

interpretación, Lutero fue durante mucho tiempo el hereje por antonomasia182

. En este

punto hay que recordar también que la Reforma del siglo XVI insistió en la lectura

individual de la Biblia (sola scriptura), aspecto en el cual contravenía a la tradición

católico-romana183

. Refiriéndose a Lutero, Margallo y Duquesne afirma que éste “astuto

como la serpiente” difundió la Biblia en alemán con alteraciones, lo que trajo terribles

consecuencias184

. Ahora pues, el futuro no es alentador. La difusión de la Biblia en lenguas

vernáculas traerá como única consecuencia la destrucción de la fe. Los nuevos “doctores

181

Ibíd.

182 ECHAVARRIA URIBE, Otoniel. La herejía. Estigmatización del protestantismo en la Diócesis de Nueva

Pamplona. 1868-1943. Tesis de Pregrado. Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2010. p. 13.

183 Al respecto, Jean Delumeau dedica un pequeño apartado en su libro La Reforma a las consecuencias de la

aparición de libro y su relación con el humanismo y la Reforma: “En materia de piedad, el libro favorecía el

individualismo. La obra impresa hacía menos necesario el sacerdote y permitía una meditación personal.

Cuando ese libro era la Biblia, todo el mundo podía entender a Dios, hablarle y exponerse a interpretar a su

manera el mensaje divino”. DELUMEAU, Jean. La Reforma. Barcelona: Labor, 1997. p. 21.

184 MARGALLO (1825). P.7.

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sin borla”, como los llama Margallo y Duquesne, se constituyen en una nueva amenaza

para el cristianismo: “El Ángel de las tinieblas transformado en Ángel de la luz bajo la

especie de una aparente piedad intenta la ruina de las almas, y el exterminio total de la

Religión.”185

2.5 HEREJES EN SANTAFÉ Y EL HORRENDO SISTEMA DE LA TOLERANCIA

Simultáneamente con el debate producido por la creación de la Sociedad Bíblica de

Colombia, otra discusión surgió pronto. La presencia del bautista Diego Thomson en la

ciudad de Bogotá despertó suspicacias y recelos entre católicos tradicionalistas. Por otro

lado, la presencia de visitantes o residentes como Thomson puso sobre el tapete la cuestion

del tolerantismo de la Iglesia Católica con otras “sectas”, como se le llamó a todas las

expresiones religiosas diferentes de la Católica.

Con lo que consideró suficientes motivos, Margallo y Duquesne publicó La Serpiente de

Moisés en 1826, texto con el cual se iniciaría un largo camino de descalificación e

intolerancia contra el cristianismo no católico. La Serpiente de Moisés186

presenta los

tópicos fundamentales sobre los cuales se seguirá insistiendo, aun cien años después, al

momento de señalar a las “sectas heréticas” ó los protestantes, como se les llamó sin

distinción alguna hasta bien avanzado el silgo XX en Colombia.

185

Ibíd. P. 9.

186 MARGALLO Y DUQUESNE, Francisco. La Serpiente de Moisés: Llámese así este papel para significar

que así como aquella serpiente devoró las serpientes de los magos, así la cruz adorable de Jesucristo Nuestro

Señor y su Religión santísima ha triunfado de todas las religiones falsas y sectas diabólicas. Santafé de

Bogota: Imprenta de Espinosa. Por Valentín Molano, 1826. 14 p.

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La Serpiente de Moisés empieza abordando ampliamente la cuestión de tolerantismo y

cómo este debía entenderse entre los cristianos a la hora de “hacer frente” a las sectas. En el

mencionado texto el religioso neogranadino abre el debate con un epígrafe en latín extraído

del Nuevo Testamento en le cual se lee: “Quien no está conmigo, contra mí es, y quien no

recoge conmigo, desperdiga (Lucas 11: 23)”. Sin muchos preámbulos, el religioso define

el tolerantismo como un “mostruo [sic] horrendo para le pueblo, y la destrucción de toda

religión par los que saben pensar”187

. Según el citado clérigo, el tolerantismo abre las

puertas a todos los crímenes, despoja al hombre de su don más precioso, mira por igual a

todas las religiones y, lo más peligroso, pone a nivel de las demás religiones a la única

religión verdadera, que en este punto sobra decir cual es188

.

La tolerancia, como sistema horrendo, está mas que validado por las escrituras, afirma

Margallo y Duquesne189

. Otra de las razones para negar la tolerancia tiene que ver con el

hecho de que las “sectas” son contrarias a los principios rectores de la única Iglesia; por lo

tanto el deber del cristiano es proscribirlas y trabajar por su eliminación:

El que está persuadido de la verdad de su Religión, el que la ama y la antepone a todos los

intereses por ventajosos que parezcan, lejos de tolerar sectas contrarias; antes

quisiera verlas destruidas, y convertidos sus profesores*: tal es el carácter de la

verdad, que como la luz es incompatible con las tinieblas; así Jesucristo con Belial

dice su Apóstol, y por eso, escribiendo a su discípulo Tito, manda evitar la

comunicación con los hereges [sic]: así San Juan el Evangelista prohíbe aun la

187

Ibíd. P. 1.

188 Ibíd. P. 1,2.

189 “Cansaría la paciencia de los lectores y me faltaría el tiempo y el espíritu si intentase recorrer las Sagradas

escrituras para demostrar el odio y la detestación con que allí se mira el horrendo sistema de la tolerancia.”

Ibíd. P. 2.

* Las cursivas son mías.

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70

salutación; y San Mateo publica la orden de su divino maestro a los Apóstoles de

retirarse de la casa y ciudad donde no fuere recibida su doctrina190

.

Como se ve la tolerancia, entre otras cosas, es también un asunto de amor a la Iglesia

Católica. Está, la verdadera esposa, exige a sus fieles “no puede tener amistad ni tolerará a

las esclavas que son las sectas heréticas”191

, afirma el eclesiástico. La Iglesia Católica a ser

la única y verdadera192

no puede darse el lujo de admitir otros sistemas religiosos. Ella sola

es la depositaria del verdadero culto, enemiga de los cismas y fuera de la cual no hay

salvación193

. Así las cosas, la única condición para el tolerantismo es “renegar de

Jesucristo, del evangelio, despreciar la doctrina de los Sagrados Concilios y de los Padres

de la Iglesia”194

, cosa absolutamente despreciable para los que se consideraran buenos

cristianos.

Entonces, según esta lógica, ¿qué debía hacerse con los herejes si esta prohibido tolerarlos?

Margallo y Duquesne afirma que los “herejes”, citando a Santo Tomás, deben ser excluidos

de la Iglesia, excluidos del trato con los creyentes y arrojados del mundo. Inclusive la

comunicación de los fieles con los herejes debe prohibirse, no vaya a ser que los primeros

resulten seducidos o se de a entender erróneamente que se aprueban sus errores,

provocándose el escándalo195

.

190

Ibíd. P. 2, 3.

191 Ibíd. P. 3.

192 Ibíd. P. 3. Margallo afirma: “Instruidos por la boca del mismo Dios, sabemos que la Iglesia no puede ser

más que una, así como es un Dios solo, un Jesucristo y una fe, no puede haber más que una Religión

verdadera”

193 Ibíd. P. 3.

194 Ibíd.

195 Ibíd. P. 4.

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71

Del mismo modo en cuanto al trato con los sectarios, el clérigo neogranadino aconseja

seguir otro memorable ejemplo, inspirado en la antigüedad:

(…) huidles decía [refiriéndose a un Antonio], como del veneno e imitad en esto mi

conducta. Imitad como herederos de mi espíritu el odio que les he profesado, no

habiendo jamás tratado con ellos pacíficamente*, como vosotros sois testigos

196.

El llamado es a la intolerancia y a la desaprobación por cualquier medio de los cristianos no

católicos, ó los herejes, como se les llamo mayormente. Tal actitud no sorprende en

demasía si consideramos que estas fueron las primeras expresiones de una corriente del

catolicismo neogranadino que con el avance del siglo XIX convirtió en principios rectores

sus postulados, alcanzando su mayor expresión durante el periodo que se conoce como la

Regeneración197

.

Como si lo anterior no fuera suficiente, en la Serpiente de Moisés Margallo y Duquesne

expone las razones por las cuales el tolerantismo, ó la tolerancia con otras religiones, debía

considerarse peligrosa para la estabilidad de la naciente república. Junto a los intereses de

la religión, los intereses políticos debían interponerse al avance del sistema que amenazaba

tanto con la firmeza de uno, como con la estabilidad del otro. Refiriéndose a esto afirma:

* Las cursivas son mías.

196 Ibíd. P. 6.

197 Para Otoniel Echavarría el proceso tendría inicio con “el reconocimiento por parte del vaticano de la

Independencia de la Nueva Granada, y el nombramiento del primer internuncio papal en tierras colombianas

(1835)”. Por su parte William Elvis Plata afirma que “La Romanización”, entendida como la toma de

conciencia “con respecto al ideal de vida católica” volvió a tomar fuerza entre los años setentas y setentas del

siglo XIX, expresándose plenamente en la Regeneración. Esta romanización, afirma Plata, consistió

“fundamentalmente en la adopción (desde la jerarquía hasta los laicos) de una noción vertical y monárquica

de la Iglesia, en una reestructuración de las diócesis, del clero, de las comunidades religiosas (las mas

rebeldes), en una mejora de los métodos pastorales y de catequización, todo acompañado de una crítica

particular al liberalismo, la masonería y el protestantismo”. ECHAVARRIA, Op. cit. p. 12, 13.

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72

Pero aún cuando toda la venerable antigüedad no se opusiese al a tolerancia; los intereses

políticos, las razones de estado deberían armar a todos los Gefes [sic] Políticos,

como en otro tiempo al gran Constantino y otros imitadores suyos: ya para evitar no

solo el peligro de la fe y la Religión por los artificios seductores, los propios de los

sectarios, sino también por la corrupción de las costumbres, ruina de los más

florecientes imperios198

.

El mencionado religioso consideraba que la tolerancia de otros cultos, siendo en realidad

solo uno el verdadero, va en contra tanto de la autoridad divina como de la autoridad de los

hombres. Del mismo modo, afirma que la tolerancia es “repugnante a la razón”, y sin

lugar a duda “sumamente nociva, no solo a los derechos de la Iglesia, sino también, a los

intereses políticos del estado”199

, concluye. Del mismo modo la tolerancia destruye los

vínculos de la felicidad pública, “sucediendo en su lugar la falacia, el engaño, la rapiña y

la violencia, bajo los espaciosos nombres de industria, sagacidad y derecho (…)”200

.

Todas las virtudes, afirma el religioso, perecen ante la presencia del tolerantismo; entre los

miembros de sectas y quienes practican la tolerancia religiosa, dice, “no hay virtud ni

honestidad, sino desenfreno diabólico. Si alguno quisiere ver una turba de impostores, de

engañadores, de desenfrenados, de turbulentos, entre en una de las ciudades en que se

toleran las sectas”201

. Palabras más, palabras menos, la tolerancia de otros cultos, como la

masonería, es herejía, en opinión de este reputado clérigo del silgo XIX:

Concluyamos pues, mirando la tolerancia como la más peligrosa de todas las herejías;

porque las encierra todas, permitiendo abrazarlas todas igualmente (…)202

198

MARGALLO, (1826). P. 6

199 Ibíd. P. 13.

200 Ibíd. P. 7

201 Ibíd.

202 Ibíd. P. 13.

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73

Pero a todo esto, ¿cuáles son los orígenes del tolerantismo? El horrendo sistema ha sido la

elaboración de los “sectarios”, los cuales divididos entre sí formularon “el proyecto

insensato y horrible de la tolerancia”203

con sólo propósito de disimular los errores de los

otros. En este punto aparecen de nuevo los reformadores del siglo XVII: Lutero, Calvino,

Wicleff y todas las variantes de la reforma, sinónimos todos disputas y herejía. Así, en

opinión de Margallo y Duquesne, los orígenes del tolerantismo se remontan hasta los

paganos, continuaron con Calvino, y recientemente había sido alimentado por los masones

y los libertinos, “para seducir a las gentes, bajos los negros estandartes del impío, e

inconsecuente Rousseau”204

.

Las referencias a la ilustración y sus más celebres representantes son frecuentes al

momento de seguir señalando a los cultivadores de la tolerancia como sistema. Los impíos

escritos de Voltaire, Montesquieu y Rousseau habrían alimentado el tolerantismo, al tiempo

que revelan el verdadero el espíritu de sus autores: lleno de furor, inquietud y desolación,

de poco respeto a las autoridades civiles o religiosas, ni estimación alguna por la justicia205

.

En cuanto a las consecuencias de la tolerancia de cultos, se dice que estas son la confusión

y mezcla de religiones, lo cual que terminaría finalmente en indiferencia religiosa que se

difundiría de un continente al otro206

. En medio de todo esto, ¿en dónde queda la caridad,

baluarte del cristianismo? A esto responde el autor:

La verdadera caridad ama, procura, y solicita el bien del próximo [sic], sin hacer distinción

entre el Judío y el Griego; pero no tolera sus errores, ni sufre que se sumerjan en el

mal; ni se corrompan en la iniquidad207

.

203

Ibíd. P. 8.

204 Ibíd.

205 Ibíd. P. 7.

206 Ibíd. P. 8.

207 Ibíd. P. 10.

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CAPÍTULO III

ANEXOS DOCUMENTALES

ANEXO 1.

LA BALLENA

EN LA

BALLENA SE SIMBOLISA AQUI

LA IGLESIA ROMANA,

Que sola puede entrar en las profundidades de la Escritura divina como en un

misterioso mar a la manera que aquel gran pez en las profundidades del mar.

También al contrario puede representarse la misma Escritura Santa, que solo tiene el

espíritu de vida en la Iglesia, y queda muerta fuera de ella como sucede a los peces

fuera del mar.

Ytem, así como a los peces por grandes que sean no los sufren los golfos como a la

Ballena, por que los rebalza y arroja de si así, el profundísimo golfo de la Sagrada

Biblia no sufre a los que presumiendo de grandes ingenios intentan contra las

disposiciones de la Iglesia sondear las profundidades de este misterioso océano, por

que al punto los arroja en la playa como peces muertos y sin vida.

LITTERA ENIM OCCIDIT, SPIRITUS

AUTEM VIVIFICAT. 2.COR. CAP.3. V6.

¿Quién es el que teniendo un átomo de espíritu del cristianismo no se posea de una justa

indignación, y se abrace en un Santo zelo al oír el proyecto de divulgarla Santa Biblia

sostenido por una sociedad erigida a este fin? La Escritura Sagrada, el Oráculo de la

verdad, la antorcha de nuestra peregrinación, la madre y maestra de los fieles, vagando

como una meretriz entre un pueblo rudo, e imperito, expuesta a caer en un caos de errores

y delirios de perversos hombres animales incapaces de percibir las cosas del Dios.

Mas de trecientas sectas heréticas, dice Rotero celebre Dominicano, todas se glorían

vanamente tener as u favor los libros sagrados, sin que hayan una tan impía, absurda, y

extravagante que no intente cubrirse con el bello manto de la Reyna de la sabiduría, y

defenderse de las saetas contrarias con el brillante escudo de la palabra de Dios.

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De aquí el empeño acalorado de todos los sectarios en verter los libros Sagrados en las

lenguas vulgares, de tiempos antiguos; impugnando siempre no solo por los hombres más

sabios de la Iglesia; sino también condenado por ella misma. ¿Qué otra cosa da a entender

el Sagrado Concilio de Trento en la Regla quarta del índice aprobada por el Sumo pontífice

Paulo IV, persuadido como el mismo dice por una constante experiencia ser más el daño

que la utilidad de semejantes versiones? Tal era el sentimiento de Inocencio III en su carta a

los Obispos, y pueblo Metense, improbando severamente estas traducciones. Animado del

mismo espíritu San Carlos Borromeo y todo el Synodo de Milán, subscribe y lleno de zelo

las prohíbe igualmente.

Omito por ahora los Concilios particulares, ya el Tolosano año 1228 cap. Segundo, el

Turonense 1583, el Arelatense 1585, en Aviñon 1594, canon 7, el Nabonense año 1609.

Cap. tercero de libris vetitis, cuyos textos prolongarían demasiado este discurso,

descubriendo el zelo de aquellos venerables Pastores del rebaño de Jesuchristo, cautelado

de entregar las cosas santas a los perros, o de arrojas las perlas preciosas a los puercos para

que las pisen, y conculquen. Matth. 7.v. 6.

Pero no puedo pasar en silencio la expresa prohibición bajo los más terribles anatemas

hecha por el Sumo Pontífice Clemente XI, en la célebre Bula UNIGENITUS, recibida en

toda Iglesia e impugnada por los discípulos del delirante Pasqual Quesnel maestro del error

inspirado en Satanás.

¿Por qué qué otra cosa condenó esta Bula en las proposiciones 79 y las siguientes, sino el

actual proyecto de las sociedad Bíblica de Colombia?

LAS PROPOSICIONES SON ESTAS

Es útil y necesario en todo tiempo, todo lugar, y a todo género de personas estudiar, y

conocer el espíritu, los misterios, y piedad de la Sagrada Escritura.

La lección de la sagrada Escritura es para todos.

La obscuridad de la palabra Santa de Dios no es razón para dispensarse los legos de su

lectura.

Es perjudicial retraer a los christianos de esta lección.

Es una ilusión persuadirse que la noticia de los misterios de la Religión no deba

comunicarse a las mujeres con la lección de los libros Sagrados; no por la simplicidad de

las mujeres, sino por la ciencia orgullosa de los varones nación el abuso de las Escrituras y

las heregias.

Arrebatar de las manos de los christianos el Nuevo Testamento, o tenerlo cerrado,

quitándoles el modo de entenderlo, es cerrarle la boca a Christo.

Prohibir a los christianos la lección de la Sagrada Escritura, principalmente el Evangelio, es

prohibir el uso de la luz a los hijos de la luz, y hacerlos padecer una especie de

excomunión.

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Ya habían tirado las primeras líneas de este plan deslumbrador y sistema capcioso; Calvino

gran maestro de la impiedad, Brencio en la confesión Wittemberg, Kemnicio en el examen

del Tridentino, y Gomario en el Analysis de San Juan; a quienes siguen en nuestros días los

Ingleses expandiendo millones de Biblias vulgares.

¿A vista de esto podrá sostenerse la sociedad, y su proyecto sin nota de error contrario a las

disposiciones de la Iglesia? No, dice el Angélico Doctor Santo Tomas, (a) porque debe

reputarse por heretical lo que repugna la determinación autorizada por la Iglesia universal,

cuya autoridad a la verdad principalmente reside en el Sumo Pontífice…contra cuya

autoridad ni Gerónimo, ni Agustino, ni alguno de los Sagrados Doctores defiende su

sentencia.

A mí me basta, decía el célebre Ambrosio Catarino, aquel grande ingenio, e ilustre

ornamento de la Religión Dominicana, a mí me basta para improbar las traducciones

vulgares de la Santa Biblia, el haber observado que este ha sido siempre el espíritu de los

heresiarcas, convatido, e impugnado por los hombres más sabios de la Religión. No

citemos aquí los más celebres Teólogos por no exponerlos al desprecio de los que ignoran

el idioma, y no entiende el lenguaje de la sagrada Teología. El recelo del hacerme difuso

me obliga a omitir las sabias reflexiones del Cardenal Belarmino llamado justamente el

martillo de los herejes; el discurso del Cardenal Du Perron ornamento de la República

literaria, y uno de los mayores sabios de la Francia: dejo al insigne Estanislao Hosio

Cardenal tan recomendable entre los Católicos, por haber sido diputado por el Sumo

Pontífice par hace sus veces en el Concilio Tridentino. Omito al célebre Canciller Gerson,

cuyos discursos eloquentes convencieran a los biblistas si dieran oídos a la razón.

Ni se piense que era este el entusiasmo de una Teología rancia más piadosa que sólida. Los

Padres de la Iglesia, que sin disputa deben mirarse como maestros en la materia, han 2

sentido del mismo modo: Tertuliano lob. De prescript. Clemente Alexandrino lib. 2. strom.

Y lib. 2. pedag. cap. 2. Orígenes proleg. en los Cantar. y hom. 27. In num. S Hilario lib. 8de

Trin. y a Constancio, San Atanasio de Incato. Hacia el fin; S. Basilio en las reglas breves

quest. 96. Teodoreto lib.4. Hist. Cap. 17. S Gregorio Naicanceno orat. La de Theol. 2.

Ambrosio lib. 4. In Luc. Cap. 4. S Gerónimo lib I. contra Iaglo y en el prólogo en Ezequiel

en la epist. Paulino, S. Chrisostomo Hom 16. In Genesis. Et in cap. 2. De S. Mateo, S.

Agustin contra Adam. Cap. 3. De doct. Christ. Lib. 1. Cap. 39. Y lib. 2. Cap. 6 y 13. Contra

epist. Fun. Cap. 4. Adverso leg. Et Proph. Lib. 1. Cap. 13. S. Gregorio el Grande proemio

en los Cantares, S. Bernardo ser. 1. sobre los Cant.

Bajo de tan respetable nube de testigos descansamos seguros en nuestro dictamen, mirando

la sociedad Bíblica y su proyecto como un opuesto al espíritu de la Iglesia, que habla por la

boca de sus Padres y pastores. Persuadida de esta verdad la Facultad Sorbónica condenó la

4ª preposición de Erasmo, que decía deberse franquear la Escritura divina a todo género de

gentes año 1527. Igualmente condeno el año de 1560 la versión de la Biblia de Mateo La

Roche. Este fue igualmente el voto, y decisión del sabio Clero Galicano año 1714, en sus

famosas juntas; pero a los que quieren elevar sus ideas sobre el juicio sensato y solido de la

venerable antigüedad, no les hace peso ni toda la letanía de los Santos y preces de la

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Iglesia, así será menester recurrir a la recomendación del alma (ne absorveat eas

tartarus)208

.

Ocurramos puse ahora al tribunal de la razón tan decantada en nuestro siglo, y tan poco

seguida. Ella nos intima el respeto, que debemos tributar a los sagrados libros. No es este

un estudio como el de las ciencias humanas, pide otras disposiciones. Todo es aquí

misterioso, todo divino, todo admirable y hasta la puntuación ha sido dirigida por el

Espíritu Santo, que esconde sus secretos a los soberbios, y los comunica a los humildes por

medio de la oración, mortificación y pureza de conciencia, al mismo tiempo que ofusca y

oprime con el peso brillante de su gloria al temerario escudriñador de los secretos adorables

de su tremenda Magestad, como los rayos del Señor a los ojos enfermos, dice el

Nacianceno.

La alteza y sublimidad de las cosas, que allí se tratan, la incomprensibilidad de los

misterios, ausencia y distancia de los hechos que allí se refieren unida a la diversidad de

costumbres, los idiotismos, los tropos y figuras, el estilo profético, la variedad de sentidos

contenidos bajo una misma letra, y las traslación de lenguas originales, Hebrea y Griega,

son las cosas de aquella misteriosa obscuridad, que dificultan su inteligencia esparciendo

una niebla sagrada semejante a la que llenó el templo de Salomón en el día de su

Consagración (…) así quiso el Señor , dice el grande Agustino, humillar nuestra sobervia, y

excitar nuestra negligencia.

Dios es el que habla allí. Debemos pues nosotros tomar en nuestras manos el Código divino

depositario de su adorable palabra con unas disposiciones semejante a las de Moyses,

cuando recibía las tablas de la Ley sobre la montaña santa del Sinay; desnudos de todos los

afectos como el del calzado en que se simbolizan, como se lo ordeno el mismo Señor a este

respetable Legislador de los Hebreos, quando les hizo oír sus voz terrible desde la sarza

ilesa en medio de las más ardientes flamas.

Tiemblen pues, y teman los atrevidos que orgullosos quieren indagar los secretos adorables

de su sabiduría sin las disposiciones, e instrucciones debidas. Ellos oirán la voz del santo

Arcángel Miguel, que oyó Luzbel y sus secuaces: ¿Quién como Dios? Voz que los

precipito en el abismo como a aquel ángel desgraciado. Ellos inobedientes al mandamiento

y prohibición de la suprema Cabeza de la Iglesia oráculo de la verdad abrirán los ojos para

su ruina, quando les parece gustar los dulces frutos del árbol vedado de la ciencia del bien y

del mal, como sucedió a Adán y a Eva. No, dice el sabio S. Agustín en el tratado 18.

Explicando el Evangelio de S. Juan, no a todos se comunica Dios, ni todos deben

interpretar la sagrada Biblia.

Ni es solo en la Iglesia Christiana; aun en la Sinagoga había Escribas intérpretes de la Ley,

y los pueblos debían buscarla en la boca de los Sacerdotes, cuyos labios son los

depositarios de la ciencia, como lo dice Malachias (b) A si se ve en el Evangelio de San

Juan que los Fariseos reputaban al pueblo ignorante en la Ley, aunque se les había dado en

su idioma: (c) ¿y deberán ser todos Doctores en la Ley de gracia? Pregunta el Apóstol San

208

Cursivas en el original.

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Pablo. (d) de ninguna manera, responde el mismo, comparando el cuerpo místico de la

Iglesia con el cuerpo humano, donde los miembros tienen sus funciones propias y

particulares; pues no todo él ha se der ojos.

Así vemos que si se han de manifestar los misterios de la gracia a los Gentiles aun después

de rasgado el velo, que cubría el SANCTA SANCTORUM, el Ángel del Señor ordena a

Cornelio se dirija a s San Pedro, para que le instruya. (e) Si se ha de bautizar el Eunucho de

la Reyna Candace (f) se necesita que San Felipe le explique la Escritura, que él no entiende,

y se confunde. Pero lo que más admira, y descubre el orden de la Providencia es el mandato

del mismo Jesuchristo nuestro Señor a Saulo de ocurrir a Ananías para que lo instruyese (g)

Pruebas evidentes contra el espíritu privado, y que establecen el orden jerárquico de la

Iglesia, y la necesidad de una cabeza visible, que la manera de un diestro dirija la nave,

para que no quede expuesta a todo viento de doctrina.

Ya en los días de su predicación el mismo Hijo de Dios constituido por el Padre Doctor de

las Gentes, y Legislador de los pueblos, nos ha enseñado con su admirable modo de

preceder que si a los Pastores de su rebaño, y Maestro de su escuela se debían manifestar

los misterio del Reyno de Dios, a los demás solo debía enseñárseles bajo los símbolos de

ingeniosas, pero misteriosas parábolas: (h) (…)

¿Pero qué digo yo? Son tan sublimes, y augustos los misterios de nuestra Santa Religión,

que aun a los apóstoles mismos destinados para enseñar todas las gentes, educado en la

escuela de la Sabiduría encarnada, no se les manifestaba del todo su lleno antes de la venida

del Espíritu Santo, ni entendían los adorables secretos del Divino Maestro, y las

profundidades del misterio de la Cruz. Fue menester, dice el Evangelio, que el Señor

después de su gloriosa Resurrección les ilustrase el entendimiento, para que entendiesen las

Escrituras (i)

Animado de este espíritu el grande apóstol, que ha penetrado como ninguno el espíritu del

Evangelio, hacia gran distinción en la comunicación de la celestial doctrina, dando a unos

como una madre igualmente discreta, que amorosa leche, reservando para otros los

manjares substanciosos , que débiles no podían digerir, porque la sabiduría, concluya habla

entre los perfectos (j)

La experiencia gran maestra de desengaños ha hecho ver los funestos efectos, que ha

producido la lectura indiscreta de la Santa Biblia, y ha manifestado contra el sentimiento

de Quesnel que también la simplicidad e ignorancia mujeril igualmente que la sobervia de

los hombres es causa y ocasión de los mayores errores. Con la ayuda de Elena su meretriz

estableció Simón el Mago su heregia. Un atropa de mugersillas seguían a Nicolás

Antioqueno maestro de inmundicias. Apeles tuvo por compañera su Philomena para

esparcir sus errores. Montano el Predicador del espíritu inmundo ¿Cuánto daño hizo por

medio de Prisca y Maximilia? Léase a san Epifanio en el Libro de hares. Har. 26 y se verá

lo que el mismo padeció de las mugeres de los Gnósticos. El año 1022, pro el abuso de la

Biblia ¿Cuántos pervirtió una mujer maniquea? Arrio y Donato se valieron del este auxilio,

aquel de la hermana del Príncipe, este de Lucila abundante en riquezas: el uno hace gemir

el orbe con sus errores, el otro derrama en África sus inmundas y contagiosas aguas.

Elpidio ciego cae en el hoyo guiado de la ciega Ágape, justificando ellos la sentencia del

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grande Agustino, que no nacieron las heregias sino de la mala inteligencia de las Escrituras

Santas.

Testigos de esta verdad los Albigenses, hombres idiotas, que leyendo lo que no entendían

publicaron sus execrables errores, ni fue otra la causa de los delirios de los Waldenses,

begardos, Beguynos y de la falsa piedad del a secta de los Coliridianos.

Lutero, no ignorante como aquellos; pero si astuto como la serpiente, temeroso de la

potestad secular, que protegía la Religión, y se armaba contar la heregia , divulgo la Biblia

en Alemán, lengua vulgar allí; y como un incendio voraz convierte en Luteranos aquel

grande imperio por la mala aplicación de los textos, que el alteraba y ellos no entendían.

(…)

La escritura divina es, dice un sabio, aquella espada del dos filos que manejada por un

diestro athleta triunfa del enemigo; peor puesta en las manos de un loco furioso, o inexperto

trae la ruina propia, y de la muchedumbre. Las sentencias, cuyo sentido el no penetra, las

historias, cuyos misterios no entiende, los hechos, cuyo mérito no discierne, las

innumerables antiologias, que han llamado la atención de los mayores ingenios, cuya

concordia era la ocupación delos primeros maestros del Christianismo, las genealogías, la

cronología, las figuras expuestas en tablas y hermosos mapas, todo esto lejos de ser el

espejo cristalino para su utilidad, es la piedra del escándalo para su ruina. Hay en las

Escrituras, decía mi amado Padre S. Pedro (k) cosas difíciles de entenderse, que depravan a

los débiles, e inconstantes.

Las permisiones , que por justas causas han tenido a bien hacer los Santos Pontífices, no

subsisten al presente por no verificarse en el caso las condiciones absolutamente necesarias

puestas por los mismos vicarios de Jesuchristo: la que el traductor sea Católico Apostólico

Romano, condición que falta en las Biblias traídas por los ingleses cismáticos enemigos

declarados de la Iglesia Romana, lo que funda sospecha de alteración, error o variación en

el texto, 2ª que sea con las licencia dada por la silla Apostólica, como lo declara Clemente

VIII. La 3ª que esté con notas sacadas de los Santos Padres y expositores Sagrados testigos

fieles, y depositarios del Tradición, que es la llave maestra, que abre el sentido de las

Escrituras, según la disposición del Santo Concilio de Trento. Es pues el efecto de una

necedad atrevida disputar contra las decisión y usos de la Iglesia, dice San Agustín. Ni hay

pretexto que exima de la obediencia a la Iglesia y excuse de incurrir las censuras, que ella

tiene fulminados contra los infractores.

¿Qué fruto puede esperarse de la multitud de nuevos Doctores Bíblicos sin Borla, ni muceta

semejantes a los que señala San Pablo en la epístola 1ª y cap. 1 a Timoteo que no entienden

lo que hablan? (…) El fruto seria la destrucción de la fe por la alteración de las escrituras,

dice Thitelman citado por Cano. El ángel de las tinieblas transformado en Ángel de luz bajo

la especie de una aparente piedad intenta la ruina de las almas, y el exterminio total de la

Religión. El ve y mira con horror en las Escrituras divinas las armas y el arsenal, con que la

Iglesia mejor que el fuerte armado de San Lucas se defiende, combate y triunfa

gloriosamente de sus enemigos. Así intenta desarmar el enemigo, o clavar la artillería para

inutilizarla. Nuestro remedio, dice S. Ambrosio (n) se hace de este modo triunfo del diablo.

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No se contentó David de ver postrado en tierra al formidable Gigante al golpee de la piedra

cogido en el torrente: Él se abalanza sobre el Filisteo, lo mata y corta la cabeza con su

misma espada, que arrebato de su cinta. Así se intenta destruir la Escritura Sagrada, que es

el apoyo de la Religión con la Escritura misma, que se les representa a sus enemigos como

un Gigante más formidable que Goliat a los Hebreos, no para colocar en su tabernáculo la

espada triunfadora en testimonio de un eterno anatema, como hizo el valiente Israelita; pero

si para enarbolar los estandartes de la impiedad, libertinaje e irreligión sobre las ruinas del

christianismo. Pero en vano por que no prevalecerán contra la Iglesia las potestades del

infierno.

De la iglesia con mejor derecho puede decirse lo que de la virtud decía Claudiano:

De victis animosa suis, immotaque cunctis,

Casibus, es alta mortaia espeiscit arce.

.O S. C. S. R. E.

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ANEXO 2.

LA SERPIENTE DE MOYSES.

Llámese así este papel para significar, que así como aquella serpiente devoro las

serpientes de los Magos, así la Cruz de adorable de Jesucristo Nuestro Señor y su

Religión santísima ha triunfado de todas las religiones falsas y sectas diabólicas, dicen

los P.P Proyecerunt que singuli virgas suas, que verse sunt in dracones Sed devoravit

virga Aron virgas eorum. Exodi 7 v. 12.

QUI NO EST MECUM, CONTRA ME EST; ET QUI NON COLLIGIT MECUM,

DISPERGIT. LUCAE 11. v. 23.

Apenas había salido el mundo de las manos omnipotentes del Criador ya empezaron a

zanjarse los fundamentos de las dos ciudades de que habla San Agustín: Jerusalem y

Babilonia: fundada aquella por el Altísimo Fundavit cam Altissimus, abrigaba en su seno

los hijos de la luz; edificada esta por Belial encerraba en sus lóbregas cavernas los hijos de

las tinieblas. Una triste y desgraciada esperiencia en la mezcla de los hijo s de Seth, a

quienes la Santa Escritura llama hijos de Dios, y las hijas de Caín reputadas por hijas de

hombres hizo ver el peligro de las comunicación con los impíos, y justificó anticipadamente

las severas prohibiciones con los impíos, y justificó anticipadamente las severas

prohibiciones de tolerantismo; mostruo horrendo para el pueblo, y la destrucción de toda

religión para los que saben pensar.

Un sistema que despojando al hombre del don más precioso que ha recibido del Cielo, abre

la puerta a todos los crímenes; un sistema que mira con igual indiferencia todas las

religiones, o que pone a nivel la única verdadera con la multitud de las falsas; un sistema

finalmente, que abrigando en su seno todos los cultos, cree querer honrar al Ser Supremo

con el bárbaro en su pagoda, con el musulmán en su mesquita, con el Judío en la sinagoga,

o con el católico en sus templos y basílicas. ¿Un sistema tal podría hallar apoyo en las

divinas letras o en los escritos de los padres?

Cansaría la paciencia de los lectores y me faltaría el tiempo y el espíritu si intentase

recorrer las Sagradas escrituras para demostrar el o dio y la detestación con que allí se mira

el horrendo sistema de la tolerancia. Nada abominaban tanto los Hebreros como instruidos

por el Señor, y educados en su Santa doctrina, como la comunicación con los profesores de

diversa religión. Nada sentían tanto ni demostraban con sentimientos más patéticos,

desgajándose en arroyos de lágrimas, como el haber contravenido a la Ley Santa que tan

severamente les prohibía la comunicación con las naciones.

¿Los christianos persuadidos, y bien persuadidos de la verdad, santidad y utilidad y

ventajas de su religión, cuyos intereses son eternos, se dejaran vencer en celo por un pueblo

escogido, solo para formar el bosquejo, y tirar las primeras líneas del majestuoso cuadro de

una religión simentada sobre la divino revelación, confirmada con los más auténticos

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milagros, conocidos y publicados por sus mismos elegidos, regada y fundada con la sangre

de más de once millones de Mártires, y vaticinada por los profetas bajo tantos símbolos,

figuras, e imágenes y predicada por los campeones más valientes y generosos que vieron

los siglos?

¿Los cristianos depositarios únicos de la verdadera sabiduría baxada del cielo y comunicada

a los hombres por el Padre de las luces; sabiduría púdica, modesta, pacifica, persuasible,

que se acomoda con los buenos y está llena de frutos, sin fingimientos ni simulación.

¿Estos herederos del espíritu de Jesucristo, su divino Maestro, llevaran en paciencia o

podrán tolerar en recinto de los muros de Sion a los incircuncisos contra la espresa

prohibición de su Dios y Señor? Non pertransiet insircuncisus. El que está persuadido de la

verdad de su Religión, el que la ama y la antepone a todos los intereses por ventajosos que

parezcan, lejos de tolerar sectas contrarias; antes quisiera verlas destruidas, y convertidos

sus profesores: tal es el carácter de la verdad, que como la luz es incompatible con las

tinieblas; así es Jesu-Christo con Belial dice su Apóstol, y por eso, escribiendo a su

discípulo Tito, manda evitar la comunicación con los herejes: así San Juan el Evangelista

prohíbe aun la salutación; y San Mateo publica la orden de su divino Maestro los Apóstoles

de retirarse de la casa y ciudad donde no fuere recibida su doctrina.

Animada de este espíritu la Iglesia Católica que es la verdadera esposa, no puede tener

amistad ni tolerara las esclavas que son las sectas heréticas, las arroja fuera de su casa con

sus hijos, como nota San Agustín; y los christianos como Isaac hijos de la esposa legitima

no podemos partir la herencia con los sectarios, hijos de la esclava, ni consentirles que

tengan por hijos. Instruidos por la boca del mismo Dios, sabemos que el Iglesia no puede

ser más que una, así como es un Dios solo, un Jesucristo y una fe, no puede haber más que

una Religión verdadera. Una sola la que puede tributar el verdadero culto a la que es la

misma verdad y se complace en ella, única enemiga de las divisiones, cismas, como nota el

venerable Beda; fura de la cual no hay salvación, como no la hubo fuera de la Arca, d ice

San Gerónimo, debiendo ser tenido, por publicano y ethnico, según la sentencia del mismo

Jesu-Christo.

Esta idea obligó a los Sacerdotes Romanos a disuadir al emperador Alexandro Severo de

erigir altar y consagrar Ara a Jesuchristo Dios de los Christianos, temerosos, dice

Lampridio, que se cerrasen las puertas de los templos de los falsos Númenes, bien

persuadidos que el momento de la adoración de Jesu-Christo Nuestro Señor seria la ruina

dela idolatría; siendo imposible que se tenga en pie sin caer y a hacerse mil pedazos el ídolo

filisteo a la presencia del Arca Santa.

Es pues necesario para ser tolerantes, dejar el catolicismo, es preciso renegar de Jesu-

Chirsto, del Evangelio y de todas las escrituras Santas, despreciar la doctrina de los

Sagrados Concilios y de los padres de la Iglesia.

¿En que vendrían a parar los designios magníficos del Hijo de Dios en el establecimiento

de este grande Imperio, figurado en la piedrecita de Daniel, que creciendo en un gran monte

ocupaba toda la tierra? ¿Para qué fabricar una Arca a tanto costo y crecidas expensas, si

fuera de ella haba tablas en que indiferentemente podían salvarse del naufragio universal?

¿Qué fruto consiguieron los apóstoles Santos haciendo resonar sus voces por toda la tierra

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enarbolando el estandarte Sagrado de la Cruz victoriosa, y muriendo en su defensa? ¿Qué

fruto, si el mundo se había de quedar bajo el imperio de las pasiones, dominados los

hombres de sus errores, sentados en las tinieblas y sombras de la muerte al tiempo mismo

que brillaba esta gran luz sobre el horizonte?

¿Y podían ellos, sin su divino Maestro mirar con indiferencia las resistencias de unos que

no querían sujetarse a sus imperios, la descortesía de otros que con frívolos pretextos

desairaban su convite? Ellos que habían conocido, como ninguno otro, el carácter de la

religión que anunciaban, que habían bebido en la fuente misma las más puras aguas que

debían fecundar la heredad del Señor: instruidos y educados en su escuela, ilustrados y

fortificados por el Divino Espíritu, lejos de aprobar el espantoso y errado sistema de

tolerancia, no solo se empeñaban en su destrucción, con más ardentía que aquel gran Rey y

Profeta de Israel, que miraba sus enemigos ya disipados como el polvo, ya reducidos a

nada; sino que prohíbe a cuantos tengan su doctrina, aun la salutación (…) Ya los

representan como astros errantes, ya como árboles arrancados de raíz, ya finalmente como

las olas encrespadas de un mar ferozmente alborotado que despuma sus confusiones

prescribiendo a los primeros obispos consagrados por la imposición de sus manos el

método con que deben portarse, prohibiéndoles la comunicación y deseando la separación

de sus iglesias como perturbadores de la pública tranquilidad.

La ardentía de la caridad que abrazaba sus generosos corazones, no impedía el ardor de su

zelo por su religión, el mandamiento de la caridad nos fue dado desde el principio, decía

San Juan, el más zeloso predicador de la caridad; pero si alguno viniere a visitaros, y no

siguiere la doctrina que ya os he enseñado, no le abráis las puertas de vuestra casa ni les

deis los buenos días, por que el que le saluda ya parece que comunica con sus maldades. Y

que ¿no estaban ellos animados de aquel mismo espíritu que reprendía al Obispo de

Pérgamo solo por que permitia en su Obispado a los Nicolaítas, y al de Tiátira por que

toleraba a la impía Jesabel, símbolo de los herejes? Tales eran las máximas en que habían

educado a sus primeros discípulos, estos los sentimientos que les inspiraban: tú, decía San

Pablo a su discípulo Timoteo, al herege Evítalo.

De aquí aprendieron los padres de los siglos posteriores, cuyas sentencias omito por no

hacer un volumen en lugar de un papel, y solo trasladaré las palabras del Angélico Doctor

Santo Tomas penetrado de su sentimientos, y que debe mirarse como el compendio de

todos ellos: los herejes dice, no solo merecen por su pecado ser escluidos de la Iglesia, y del

trato con los fieles, sino aún deben ser arrojados del mundo. (Y no le faltaba caridad; pero

le sobraba religión) y en los Quodilbetos dice, que los fieles no podemos comunicar con

los herejes, ya por la excomunión con que ellos están ligados, ya por el peligro de ser

seducidos, ya por que no se siga escándalo, y se juzgue que damos algún ascenso a sus

errores. Tal es el común lenguaje de los Santos Padres, por que amaban su religión y no

eran enemigos del Papa, y opresores de la Iglesia como los tolerantes.

Ni discordaban sus exemplos de sus sentimientos y sus acciones con su modo de pensar.

San Juan sale del baño, huyendo de la sociedad de Corinto. Ya te conozco, decía San

Policarpo a Marsion, que eres el primogénito del diablo. San Hermenegildo no admitió la

eucaristía de mano de un Obispo Arriano, San Eusevio Verselense antes quería morir de

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hambre que será alimentado por los herejes, que le tenía cautivo. El Pontífice Liberio

rehusó admitir los dones que el Legado de Constante Arriano le ofrecía en obsequio de San

Pedro: y San Gregorio el grande negó las bulas a otro semejante. Pero al todo esto se

responde diciendo que eran fanáticos y faltos de la ilustración que se adquiere en los libros

de los impíos, mejor que en los escritos de la rancia antigüedad.

Pero es gracioso el caso que se refiere de unos niños Samosatenses, y que descubre cuales

eran los sentimientos y el espíritu de los Christianos en aquellos siglos felices en que se

apreciaba la religión sobre todo lo temporal, pudiendo decirse que sacaba el Señor sus

alabanzas de la boca a de los infantes que aún tenían la leche en sus labios. Jugaban esto a

la pelota la que topando en un mulo del herege Eunomio, la miraron con tanto horror, que

son solo no la usaron más en el juego; sino que la arrojaron a las llamas; ejemplo que en

estos últimos tiempos imitó la ilustre Eroína de Chantal Santa Juana Francisca Fremio

honor de su sexo, lustre de la Francia, fundadora de la visitación, arrojando igualmente a las

brasas un pañuelo con que la obsequiaba en sus mas tiernos años un Calvinista, diciendo,

qasi arderán las almas de estos en los infiernos.

Este fue el legado, que ya casi moribundo dejo el grande Antonio a sus discípulos,

prohibiéndoles severamente la comunicación y trato con los herejes y cismáticos: huidles

decía, como el veneno e imitad en esto mi conducta. Imitad como herederos de mi espíritu

el odio que les he profesado, no habiendo jamás tratado con ellos pacíficamente, como

vosotros sois testigos.

No permitiré que un Obispo tan venerable se siente en la Cátedra de la pestilencia, ni hable

una sola palabra con los impuros herejes, decía San Paphuncio a un obispo jerosolomitano,

que por simplicidad y candor se versaba entre los herejes, diciendo y haciendo lo sacó de la

mano y libró del peligro.

Pero a mí más me asombra la relación de Sulpicio en el tercer libro de sus diálogos, el que

hablando del gran San Martin, Obispo de Tours, asegura haber padecido detrimento y

minorándose la gracia de los milagros por haber comunicado con los obispos de Trasia,

aunque por esperanza de su conversión, de cuya comunicación arrepentido desistió por la

amonestación de un Ángel. Qué tal? Aun los cadáveres de los verdaderos católicos se

horrorizan en su tumbas y se acaloran entre sus frías cenizas: así se refiere en el Prado

Espiritual capítulo 4, que sepultado un Abad cerca de un herege, gritaba todas las noches

diciendo: retírate de mí, no me toques, enemigo de la Iglesia Santa de Dios; allí también en

el capítulo 177 se justifica la predicción del Abad, cumplida la desgraciada muerte del

monge que habitaba en la celda de Evagrio herege, ahorcado por sus mismas manos, como

se lo anuncio el mismo Abad. ¿Y por qué no daremos más crédito al Prado espiritual escrito

por safronio y aprobado en un concilio general; que no al Emilio y otros escritos carnales

del impío e inconsequente Rousseau, protector de todas las sectas y enemigo intolerante de

solo los Católicos?

Al gran Constantino y otros imitadores suyos: ya para evitar no solo el peligro de la fé y

Religión pro los artificios seductores, propios de los sectarios, sino también por la

corrupción de las costumbres, ruina de los más florecientes imperios. Basta poner los ojos

en los impíos escritos de Voltaire, de Montesquieu, de Rousseau y otros para ver que el

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espíritu dominador de estos defensores de la tolerancia es un espíritu de furor, de inquietud,

de desolación, sin respeto a las potestades legitimas ni subordinación a las leyes, ni

consideración a la justicia. De aquí las facciones y revoluciones que experimentan los

Reynoso y repúblicas. ¡Qué no experimento la Holanda y la Inglaterra en tiempo de Felipe

II y de la Reyna Isabel! Alemania se resiente con razón de los partidarios de Hugo Blanco

en tiempo de Enrique IV. Pero no recurramos a los monumentos de la historia a la vista de

los trágicos sucesos, y espantoso trastorno y desencantamiento de nuestro siglo.

Concluyamos con Lactancio, que los imperios no pueden subsistir largo tiempo,

permitiendo en ellos a los enemigos de la verdadera religión.

¿Qué sociedad, ni que vínculos de felicidad publica pueden subsistir, estableciendo con los

Deístas, Naturalistas y Ateístas por principios fundamentales de su depravado y horroroso

sistema el deleite de seguridad que une a los ciudadanos, sucediendo en su lugar la falacia,

el engaño, la rapiña la violencia, bajo los espaciosos nombres de industria, sagacidad, y

derecho perdiendo el temor a la sagrada obligación del juramento, teniéndolo por demencia,

a las leyes santas por fanatismo y a los hombres virtuosos por imbéciles y tímidos. Todas

las virtudes naufragan en este mar de diversas y corrompidas aguas: entre estos, decía uno

de ellos, no hay virtud ni honestidad, sino desenfreno diabólico. Si alguno quisiere ver una

turba de impostores, de engañadores, de desenfrenados, de turbulentos, entre en una de las

ciudades en que se toleran las sectas. Esta confesión vergonzosa es uno de los más ardientes

defensores del tolerantismo, conforme con la que habían ya hecho otros declamadores

contra la intolerancia.

Pero aún no hemos descubierto, el mayor de los males: y es la indiferencia que inspiraría la

confusión y mezcla de muchas naciones, respecto de la Religión. Todas las sectas se

confundirían, y la tolerancia general degeneraría muy presto en indiferencia, y este se

difundiría de una extremidad del continente a la otra. Cada generación era cayendo en

mayor ignorancia de los detalles de cada secta, hasta abismarse en el mal de no hacer caso

de alguna, como nota el cultivador americano de resultas de la tolerancia del Norte. Ay!

Ojalá la historia de estas desgracias, que han turbado los ánimos de los fieles en asuntos de

Religión; dígalo la Saxonia en tiempo de Carlos IV y la Alemania bajo el imperio de

Enrique IV.

El empeño de los sectarios divididos entre sí, según la diversidad de sus errores y pasiones

les hizo formar el proyecto insensato y horrible de la tolerancia. Apartados de la Iglesia

Católica peleaban entre sí. Lutero armado contra Wiclef, Calvino contra los Anabaptistas,

unos contra otros protestantes y los calvinistas contra el Corifeo de su secta, como refiere el

gran Bosuet, no pudiendo sufrir los errores que eran propios de su secta, convertían sus

armas unos contra otros hasta destruirse mutuamente, como los Filisteos, de que se habla en

la historia de los Reyes. La Alemania, la Inglaterra, la Europa toda se vio convertida en

teatro de disputas y tragedias. Para calmar los novadores el odio en que habían incurrido,

pensaron en disimularse mutuamente sus errores, como los enfermos de un hospital,

resueltos a absorber los gases pútridos de otros, en cambio de que toleren todos la

corrupción y hedor propio: tal es el origen del tolerantismo, nacido en el paganismo,

educado por Calvino, y últimamente amamantado por los libertinos y Masones para seducir

las gentes, bajo los negros estandartes del impío, e inconsecuente Rousseau.

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Las naciones se conmueven, brillan por todas partes las armas Francesas, Inglesas, y

Alemanas heridas no tanto de los rayos del Sol, quanto del zelo por la Religión y

tranquilidad pública, turbada por los tumultos, violencias y asesinatos, ocasionados por los

partidos. Sobresaltados los Heterodoxos, temiendo la ruina que les amenazaba el abandono

de la única y verdadera Religión, inventan la tolerancia para atrincherarse contra los dardos

enemigos, establecen que los errores no son errores, que todas las sectas eran buenas, que

se podían seguir con seguridad de conciencia, que todos los herejes de cualquier secta que

sean se hallan en estado de salvación; y que creyendo esto como un dogma, y no

perjudicando al público, nada más se requiere para dar culto a Dios y merecer su agrado.

Sistema horrible, inspirado en Satanás, y dictado como uno de los mayores absurdos en la

cátedra de la pestilencia.

Para serenar la conciencia no se quiere vivir sin religión; y para satisfacer las pasiones sin

inquietud, no se abraza alguna en particular. Se substituye a ella un fantasma de Religión

general para amortiguar los remordimientos de conciencia, que ocasiona la infracción de

las leyes de una religión particular: este es el medio de que se vale la astuta concupiscencia,

para conducir el hombre a sus fines.

¿Y podrá imaginarse, que haya en nuestros tiempos hombres que preciándose de ilustrados,

y benefactores de los pueblos, quieran hacerse discípulos de maestros tan insensatos, y

siguiendo sistemas tan absurdo, se atrevan a estampar en papeles públicos con agravio del

entendimiento, que tiene por objeto la verdad, que es una sola y con injuria de la voluntad

que se inclina al bien, se atrevan a decir, que cada hombre tiene derecho para elegir la

Religión que le parezca? ¡O delirios, que merecerían una confutación seria, si por si

mismos no se desvanecieran! Mereciendo la execración de la gente sensata y amante de su

Religión. Que el calvinista Rousseau inconsecuente en sus principios y contradictorio en

sus mismas clausulas, hable de esta manera no es de admirar: que Voltaire, aquel viejo

insensato divertido en componer comedias, en arreglar los teatros , en averiguar lo que hizo

la Sultana de Constantinopla, y lo que habló en Mogol el Tamerlan, delire de este modo, no

es de extrañar. Pero que los hombres educados en los principios solidos e incontrastables

de la Religión Christiana, que estudiaron, en unos colegios que no eran teatros cómicos, ni

escuelas de danzantes, hablen y escriban así, preciándose más de sequaces, de esos impíos

que discípulos de los Apóstoles, esto sí que asombra. Tales son los frutos del árbol

masónico. (…)

(…) Guardaos de estos seductores que bajo la piel de ovejas, son lobos rapaces; guardaos

señoras honradas guardad vuestras hijas de estos enemigos de la santa virginidad, de

quienes dice el Apóstol, entran a las casas, y sacan cautivas las mugersillas: guardaos de

los que con los espaciosos pretestos de caridad van a sepultar la Religión y erigir sobre sus

ruinas el ídolo de la impiedad. Esta es, hablando con propiedad, una caridad sin luces, una

cruel mansedumbre, y una falsa paz.

La verdadera caridad ama, procura y solicita el bien del próximo, sin hacer distinción entre

el judío y el Griego; pero no tolera sus errores, ni sufre que se sumerjan en el mal, ni se

corrompan en la iniquidad. Tal era el espíritu de San Pablo, semejante al del aquel medico

sabio, que no cree haber desempeñado su obligación, tolerando la lepra, el cáncer, y las

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llagas de su enfermo, sino procurando su curación. Ni se nos aleguen con un estilo

sofistico, los ejemplos de benignidad de Ntro Adorable Salvador en el amoroso

recibimiento de los pecadores, simbolizado en el Pródigo Evangelio: ni se intente persuadir

la tolerancia, trayendo el exemplo de Jonás, reprendido por el mismo Dios, por los

sentimientos de su zelo. Estos y otros semejantes ejemplos recomiendan y prueban la

misericordia con que debe recibirse al pecador, al herege; y aun al Masón convertido. La

Iglesia Santa, llena del espíritu de caridad, a todos abre sus brazos, como Esposa digna de

aquel Esposo Celestial, que vino a buscar los pecadores, no para tolerarlos en la iniquidad

sin para convertirlos a la justicia.

Así es que cuando prohíbe arrancar la cizaña de en medio del trigo, advierte, que el campo

es todo el mundo (…) Tanta es su benignidad, esperando su conversión a la Iglesia, no

tolerando el abandono de su Religión, o se Cautela como explica Sto. Tomás, el peligro de

arrancar el trigo (…) quando es más abundante la cizaña que este; pero no permite, ni

tolera que se siembre la cizaña sobre el trigo para que lo ahogue, cosa que no haría el

agrícola más estúpido; a no ser que se aprecie más la sizaña destinada al fuego que el trigo

escogido para sus graneros.

Según eso, los que gobiernan, así la Iglesia, como el Estado, ¿están obligados a nos permitir

en sus dominios a semejantes filósofos, masones y herejes, o cismáticos? A esta pregunta

respondo con San Agustín, citado por uno de sus más religiosos, doctos, y adictos hijos y

discípulos. Reconociendo el Santo Doctor que los herejes en todas sus empresas, y en

cualesquiera servicio, o ventajas que nos ofrezcan con sus industria, y talentos, llevan

siempre el designio de pervertirlas y de amancillar su honestidad: así recomienda el Santo

Doctor a los Príncipes, el cuidado de no dejar que los errores penetren en sus dominios.

¿Quién dice, con santo juicio dirá a los príncipes, no cuides de que se impugne la Iglesia

del Señor en tus estados, no atiendas si hay o no en tus tierras quien sea católico o herege?

¿Los reyes deben castigar a los adúlteros, y no podrán castigar, y estarán obligados a

permitir los sacrilegios y las blasfemias? ¿Si el rey está obligado a impedir con leyes sabias

el que ninguno entre a violar el ajeno tálamo, para conservar el honor de un marido, no

estará obligado también a impedir el que ninguno venga a poner asechanzas y amancillar la

fe de los creyentes? ¿Por ventura será de menos valor el que la fe se conserve pura en el

alma para Dios, que el que la muger se conserve pura para su marido? En otra parte dice mi

primera opinión, era que con solas razones se debía convencer a los herejes; pero después la

experiencia me ha enseñado que es conveniente establecer graves penas, como hicieron los

reyes en la antigüedad. ¿Y no se sabían pregunto yo ahora, las leyes de la caridad de que

estaba lleno este gran Padre de la iglesia; o lo saben mejor los Masonazos de las logias,

vacíos del verdadero espíritu de la Religión Christiana? ¿Y no será adaptable esta doctrina

christiana a las Repúblicas en quienes deben florecer las virtudes, lo mismo que a los

reynos de quienes habla el Santo Doctor?

El interés de la felicidad publica que no depende ciertamente de los resortes de la política,

ni menos de las intrigas ocultas de la impiedad; sino de las disposiciones de aquel señor,

que tiene en su mano las riendas de los imperios y traslada los reynos por los pecados del

pueblo, el interés temporal digo, debe estimular el zelo de los que gobiernan en favor de la

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Religión, para atraerse las bendiciones del cielo. Así lo experimentó, por omitir otros

exemplos, el piadoso emperador Honorio; tanto que era dicho vulgar que parecía que

competía él en honrar a Dios y Dios en favorecerlo, mientras se portó como un enemigo

implacable de las herejías, y solo esperimento el castigo del cielo en aquellos estragos y

calamidades que tantas lágrimas hicieron verter a San Gerónimo cuando por una infausta

condescendencia con los grandes de su corte, abrió las puertas a los herejes y dio entrada al

tolerantismo.

Los paganos mismos conocieron la importancia este documento: siempre nuestra Ciudad,

decía Valerio Máximo, juzgó que se había de anteponer la Religión a todo, también en

aquellas cosas en que quiso atender al decoro de la suma Magestad. Por lo cual no dudaron

los imperios de servir a las cosas sagradas, juzgando que en tanto se prosperaría el

Gobierno de las cosas humanas, en quanto bien y constantemente obedeciesen y sirviesen a

la divina potencia. Este era el punto fixo a que el Príncipe debía mirar para su gobierno,

dice Lucio Floro. Omito el empeño con que Julio quería se inspirase a los Dioses como los

Señores y Gobernadores del mundo, que presiden a todos los sucesos, que son los

bienhechores del género humano: no me detendré en ponderar los sentimientos del divino

Platón, que reputaba el establecimiento de la verdadera religión, como el cuidado primero

de toda republica bien ordenada, desechando las religiones falsas y fabulosas; y cuidando

de elegir por cabeza al que haya sido educado en ella desde la infancia. El verdadero culto

es el apoyo de la Republica. Así hablaba en el libro 4º de las leyes, y como si hubiera

tenido que contestar a los pseudo ilustrados de nuestros días, a nadie debe ser permitido,

concluía, tener Dioses particulares o adorar al Verdadero Dios, según su capricho, o

formarse una Religión aparte. La unidad de su culto es un estado, es un centro en el cual

vienen a unirse todos los miembros; pero la variedad es una semilla de discordia que la

produce tarde o temprano. Pero no omitiré los juiciosos sentimientos de uno de los más

bellos espíritus del siglo de Augusto, no temiendo ser tenido por hombre flaco y

supersticioso atribuyendo las desgracias del Imperio al desprecio de la Religión. Romanos,

dice, vosotros pagareis la pena que han merecido vuestros padres, hasta que restablezcáis

los Templos, y los Altares de los Dioses, que se arruinaron y renovéis sus estatutos

desfigurado por el tiempo. Si habéis llegado a ser los Señores del mundo, fue por haberos

creído inferiores a los Dioses. Esta sumisión ha sido el principio de vuestra grandeza: a ella

debéis atribuir el feliz suceso de vuestras empresas. Desde que los Dioses se vieron

despreciados, han afligido a la Italia con muchos males. ¿Qué hubiera dicho, si hubiera

tenido la dicha de profesar la Religión Christiana que los falsos políticos miran con tanta

indiferencia, por no decir menosprecio, y sobre cuyas ruinas se intenta erigir el

tolerantismo, el masonismo y todos los monstruos de la impiedad? Pero en vano por que no

duerme el que guarda a Israel, ni las potestades del infierno prevalecerán contra la Iglesia.

Concluyamos pues, mirando la tolerancia como la más peligrosa de todas las herejías;

porque encierra todas, permitiendo abrazarlas todas igualmente y dando a las conciencias

aquella falsa paz que ya en los primeros siglos, según refiere Eusebio, ofrecía el heresiarca

Apeles, diciendo que no se debía inquietar a ninguno sobre su modo de pensar, sino dejar

vivir tranquilamente a cada uno en la creencia que hubiese abrazado, y que todos aquellos

que pusiesen su esperanza en Jesu-Christo, se salvarían, con tal que viviese en el exercicio

de las buenas obras. Y no tiene hoy día muchos discípulos el viejo Apeles? El sagaz

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ingenio de Tertuliano, en el capítulo 4 del libro de prescripciones descubre todo el fondo

este desatinado modo de pensar. Ellos dicen, tienen paz con todo el mundo; porque aunque

sean de diferentes opiniones, lo único que les importa es conspirar todos juntos a la

destrucción de la verdad. Por eso añade, apenas se ve cisma entre los herejes; y aunque la

haya no se manifiesta; pues en la misma unidad. De lo dicho y de lo que han escrito los

verdaderos sabios se ve claramente que la tolerancia y permisión de cultos varios, no siendo

más que uno el verdadero, es contraria a la autoridad divina y humana; repugnante a la

razón, que la consulta sin dar oídos a las pasiones, perjudicial y sumamente nociva, no solo

a los derechos de la Iglesia, sino también, a los intereses políticos del estado. Como en

todos los siglos lo ha hecho ver, no sin gran sentimiento de los buenos, una funesta y

dolorosa experiencia. Este conocimiento, unido al gran zelo que animaba a aquel célebre

apóstol de estos últimos tiempos, San Francisco de Sales, a quien la caridad, la paciencia y

al dulzura que le caracterizaban no impedían la intrepidez y magnanimidad en defensa de la

jurisdicción eclesiástica o de la autoridad del Sumo Pontífice. Así fue, que con una

animosidad digna de un Ministro del Santuario se opuso valientemente a los ministros

favorecidos de un poderoso Monarca, que con secretas intrigas impedía la conversión de los

habitantes de Ges: el atrevido despojo de sus bienes y entradas de su Obispado decretadas

por los ministros herejes no fueron capaces intimidar se generoso de corazón, ni inclinar su

noble y christiana condescendencia en favor de la tolerancia, y uso libre de la Religión en

Cables, como lo pretendían los Ginebrinos y Bernecios, sin que sus amenazas lo

espantaran, ni sus asechanzas lo intimidaran, o el furor lo asustara; pues no estimaba su

propia vida, sino para consagrarla en un sacrificio amoroso a la gloria de Dios, y salvación

de sus ovejas, y así solía decir (…)

Dios mío: ¿Quién hay que pueda comparase a vos? Hablad pues, y no calléis más tiempo.

Por que vuestros enemigos vocean, gritan y levantan muy alta la cabeza.

Han maquinado proyectos malignos contra vuestro pueblo; y han conspirado contra los que

os adoran.

Vamos dixeron a exterminarlos: borrémoslos del número de las Naciones: no quede

memoria del nombre de Israel.

Los Idumeos que habitan en tiendas, y los Israelitas tomando la misma resolución han

formado liga contra vos.

Los Moabitas, Agarenos, Guebatitas, Ammonitas, Amalecitas, Filisteos y Tirios se han

unido a ellos.

Los asirios han venido a socorrer a los descendientes de Lot, y se han juntado con todos

estos pueblos para exterminarlo. Cubridlos de confusión, y entonces, Señor, preguntaran

quien sos vos y conocerán vuestro poder. Haced que queden avergonzados, y que os teman

para siempre, y mueran con la afrenta de no haber podido formar contra vosotros sino

inútiles proyectos. Sepan que vuestro nombre es, el Señor, y solo vos tenéis en el universo

el poder supremo.

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4. CONCLUSIONES

El empoderamiento de la corriente de los católicos tradicionalistas empezó temprano,

durante el primer tercio del siglo XIX. Esta corriente que empezó con pocos simpatizantes

abiertamente críticos de las reformas liberales, hizo del lenguaje (oral y escrito) un recurso

clave a la hora de identificar a sus “enemigos”, que eran también los enemigos del Estado.

Los escritos de Francisco Margallo y Duquesne revelan un lenguaje maniqueo, pletórico de

representaciones simbólicas del bien y el mal. Las referencias a sucesos y bestias

apocalípticas fueron ampliamente usadas por este autor, quien tenía pleno conocimiento del

uso de un conjunto de imágenes que eran de amplia difusión en otros espacios como el

púlpito.

La masonería, los libros ilustrados, las expresiones del protestantismo en Colombia, así

como la cuestión de la tolerancia de otros cultos, fueron los enemigos contra los cuales se

dispuso toda una lógica que procuró posicionar a la Iglesia Católica como rectora no sólo

del campo espiritual, sino también de las funciones del Estado. Los enemigos no eran sólo

enemigos de la Iglesia, sino también del orden social. Por lo tanto era deber de la Iglesia –

representada en este caso en la persona del clérigo- advertir, exhortar, excluir y juzgar

acerca de las crecientes amenazas.

En este sentido, no era posible admitir según esta lógica la fragmentación de la unidad

religiosa. Ya fuera por causa de la masonería, los “pútridos” escritos de la ilustración o los

protestantes, no era posible admitir la disolución de la unidad religiosa; ésta era garantía de

orden, civilidad y patriotismo. La uniformidad en lo religioso era un valor intrínseco para la

construcción de una verdadera república de hombres y no de “bestias”, como afirma

Margallo y Duquesne. Las divisiones eran la antesala de la destrucción y el desastre.

Durante el primer tercio del siglo XIX los antagonistas de la Iglesia (la masonería, los

libros ilustrados, la creación de la sociedad bíblica o las primeras incursiones del

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protestantismo) no son vinculados con el liberalismo. Pasará algún tiempo antes de que

aquel se convierta en otra de las “creaciones diabólicas”. No obstante, los enemigos fueron

definidos desde una postura dogmática, que los identificaba con las tinieblas, la oscuridad,

demoniaco ó como “invenciones satánicas”. La herejía había cambiado apariencia y

disfrazada, se presentaba bajo el aspecto de sociedades humanitarias, seductores escritos, o

la biblia en lengua vulgar. Estas, como afirma Otoniel Echavarría, pueden considerarse

también como los primeros asomos de una doctrina religiosa antimoderna, que procura ante

todo el combate del error.

Las descripciones de los peligros que asechaban la religión y el estado estuvieron

atravesadas de adjetivos que establecieron sin ambigüedades los riesgos las consecuencias

del avance de aquellas “creaciones del infierno”. Al igual que como sucederá en la primera

mitad del XX, la “no tolerancia” ocupó un lugar muy importante en el lenguaje empleado

por el clero. La “no tolerancia”, como la intransigencia de finales del XIX, fue valorada

como un valor positivo. Margallo ocupó parte de sus escritos en instruir a sus lectores en

este “valor”209

.

La verdad como baluarte propio, empleando una expresión de José David Cortés, fue una

expresión bastante significativa dentro de los escritos considerados en este trabajo. La

verdad propia contra el error del otro fue una constante dentro de las expresiones para

dirigirse a los enemigos de la Iglesia Católica y el Estado. Este tipo de construcciones de

visón de mundo maniqueo, excluyente e intransigente se convertirán en una constante entre

1881-1918, ya elaborados por sectores de la institución eclesiástica o por la elite política y

económica210

.

209

No por nada en las décadas del 40 y del 50 del siglo XX, una tolerancia mal entendida o mal aplicada fue

la explicación para el avance de las misiones protestantes en el país, según la lógica de la jerarquía

eclesiástica colombiana de aquel momento.

210 CORTÉS, Op.Cit. pág., 16.

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Con los escritos publicados por Francisco Margallo y Duquesne asistimos al surgimiento de

un discurso que se elimina al del bando contrario, utilizando una expresión de Cortés211

.

Era una república de ciudadanos católicos que como tal debía permanecer para garantizar el

orden y la civilidad. No era posible concebir un buen ciudadano cumplidor de sus deberes

sino profesaba la fe católica. Simpatizar con otro tipo de doctrinas, garantizaba un camino

derecho hacia la exclusión de la sociedad y por supuesto de la Iglesia. La práctica de la fe

era un acto de patriotismo.

Se puede afirmar que con Francisco Margallo y Duquesne se dan los primeros pasos en la

identificación y descripción de los enemigos de Dios y la Patria. Aunque por algún tiempo

Margallo y Duquesne pareció simpatizar con la causa de la Independencia y de hecho

pronunció un sermón a su favor, no paso mucho tiempo antes que esté hiciera públicas sus

expresiones de desacuerdo con el nuevo gobierno, en particular con las iniciativas que se

enmarcaron dentro de un proyecto liberal que buscaba dejar atrás los vínculos con un

pasado colonial. Este distanciamiento de este sector del clero tradicionalista con respecto a

la reforma liberal ganará más adeptos, especialmente entre la jerarquía eclesiástica212

.

Sin duda los escritos de Margallo y Duquesne contienen el espíritu tridentino que inspirará

la reforma católica que tendrá inicio en 1835 en todas las diócesis de Nueva Granada. Esta

visión de la Iglesia expresada en Trento como rectora y legitimadora del orden social

atravesará toda la política eclesial desde 1835, año en que se reconoció oficialmente por

parte del Papa León XII la Independencia colombiana, con la designación del Arzobispo de

Bogotá Fernando Caicedo y Flórez. Esta reforma católica de espíritu tridentino traerá como

211

Ibíd. P. 16.

212 William Plata refiriéndose a esto afirma: “La jerarquía eclesiástica (obispos y demás “directivos”) fue el

primer grupo eclesial que se integró en torno a la corriente tradicionalista y a su proyecto: la romanización del

catolicismo (…) si bien la mayoría de los obispos nombrados hasta 1853 tenían como principal carta de

presentación sus simpatías por el gobierno republicano y liberal, una vez adquirían el báculo y la mitra

abandonaban esas ideas “novadoras”, cambiándolas por la tradición católica, aunque nunca dejaran de apoyar

el Estado republicano”. PLATA QUEZADA, William Elvis. Del catolicismo ilustrado al catolicismo

tradicionalista”. En: Historia del cristianismo en Colombia. Corrientes y diversidad. LÓPEZ RODRÍGUEZ,

Mercedes. Et all. Bogotá: Taurus, 2004. P. 195.

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consecuencia, entre otras cosas, la formación de un laicado combativo y el aumento de un

clima de intolerancia que se verá reflejado en las posteriores guerras civiles del XIX.

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FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

1. FUENTES PRIMARIAS IMPRESAS

BIBLIOTECA NACIONAL

MARGALLO Y DUQUESNE, Francisco. El gallo de San Pedro. Bogotá : Imprenta de la

República por Nicomedes Lora, 1823. 17 p.

_______________________ El perro de Santo domingo. Bogotá: Imprenta de Espinosa,

1823.

_______________________ La ballena: en la ballena se simbolisa [sic] aquí la Santa

Iglesia Romana, que sola puede entrar en las profundidades de la Escritura Divina como

en un misterioso mar. Bogotá: Imprenta de José Manuel Galarza, 1825. 12 p.

_______________________ La serpiente de Moisés: llámese así este papel para significar

que así como aquella serpiente devoró las serpientes de los magos, así la cruz adorable de

Jesucristo Nuestro Señor y su Religión santísima ha triunfado de todas las religiones falsas

y sectas diabólicas. Bogotá: Imprenta de Espinosa, por Valentín Molano, 1826. 14 p.

______________________ El gato Enmuchilado. Bogotá: N. Lora, 1826.

2. BIBLIOGRAFÍA

LIBROS Y ARTICULOS

ARBOLEDA, Carlos. “Pluralismo religioso en Colombia. XI congreso de historia de

Colombia”. Ponencias. Disponible en la web:

http://relicultura.tripod.com/ponencias/carlos_arboleda.htm#1.

BASTIAN, Jean-Pierre. Protestantes, liberales y francmasones: sociedades de ideas y

modernidad en América Latina, siglo XIX. México: Cehila, Fondo de Cultura económica,

1993.

BERMUDEZ, José Alejandro; MARROQUIN, José Manuel hijo; RESTREPO, Félix.

Oradores Sagrados. Bogotá: Minerva, 1937. 281 p

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proceso de reformas borbónicas y la emancipación política (1750-1821)”. En: Historia del

cristianismo en Colombia. Corrientes y diversidad. LÓPEZ RODRÍGUEZ, Mercedes. Et

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TESIS

ECHAVARRIA URIBE, Otoniel. La herejía. Estigmatización del protestantismo en la

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