CONTRA LA REPUBLICA LIBERAL: MARGALLO Y DUQUESNE Y EL POSICIONAMIENTO DEL CATOLICISMO...
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CONTRA LA REPUBLICA LIBERAL: MARGALLO Y DUQUESNE Y EL
POSICIONAMIENTO DEL CATOLICISMO TRADICIONALISTA EN LOS
ALBORES DE LA INDEPENDENCIA
ESTHER SOFÍA SIERRA JIMÉNEZ
UNIVERSITAT JAUME I
MASTER DE HISTORIA EN EL MUNDO HISPÁNICO
LAS INDEPENDENCIAS EN EL MUNDO IBEROAMERICANO
CASTELLÓN DE LA PLANA
2010
2
A mi mamá y Nana:
Por creer en mis sueños como si fueran los suyos propios.
A Josh,
I love it when you read me things.
3
TABLA DE CONTENIDO
Pág.
INTRODUCCIÓN 4
1. APROXIMACIÓN BIOGRÁFICA DEL PRESBÍTERO FRANCISCO
MARGALLO Y DUQUESNE 8
1.1 LOS EFECTOS DE REFORMAS ILUSTRADAS EN AMÉRICA LATINA 11
1.2 LA PARTICIPACIÓN DEL CLERO DURANTE EL PROCESO DE
INDEPENDENCIA 14
1.2.1 El clero durante la Independencia en América Latina: actitudes y toma de
posición 14
1.2.2 El clero de Nueva Granada durante la Independencia 17
La situación después de 1819 21
1.3 EL CASO DE FRANCISCO MARGALLO Y DUQUESNE 27
1.3.1 Datos biográficos y entorno 27
1.4 RECAPITULACIÓN 36
2. LOS TEXTOS Y LAS POLÉMICAS 39
2.1 NI SERMONES, NI CATECISMOS: LOS „PAPELES‟ DE
MARGALLO 41
2.2 LAS DISCUSIONES CON LA MASONERIA 45
2.3 LAS DISCUSIONES CON LOS “LIBROS PROHIBIDOS” 57
2.4 LA SOCIEDAD BIBLICA 61
2.5 HEREJES EN SANTAFÉ Y EL HORRENDO SISTEMA DE LA
TOLERANCIA 68
3. ANEXOS DOCUMENTALES 75
4. CONCLUSIONES 90
FUENTES Y BIBLIOGRAFIA 94
4
INTRODUCCIÓN
El trabajo que se presenta a continuación expone algunos de los escritos publicados por el
clérigo Francisco Margallo y Duquesene entre 1823 y 1826 en Santafé de Bogotá, y
describe las cuestiones más discutidas dentro de una corriente del catolicismo de aquel
momento, conocida como tradicionalista. Del mismo modo, presenta en contexto con los
acontecimientos del periodo de la Independencia la formación, el origen y desarrollo de la
vida del mencionado personaje. Se introducen también las corrientes que aparecieron
dentro de la Iglesia Católica durante el período pre y post independentista, claves para
entender la publicación y la difusión de los textos escritos por Margallo y Duquesne que
aquí se consideran.
El estudio de sermones, escritos y demás publicaciones elaboradas por religiosos durante el
proceso de la Independencia ha venido ocupando a los investigadores, de un tiempo hacia
acá. Sin embargo, para el caso colombiano la atención se ha prestado principalmente al
estudio de catecismos y la reconstrucción apologética de algunos personajes. Las
investigaciones también se han centrado mayormente en la segunda mitad del siglo XIX,
periodo de numerosas guerras civiles que tuvieron un fuerte componente religioso.
Durante el mencionado periodo, las publicaciones, la prensa y los sermones se
distinguieron por presentar un discurso que avaló la intransigencia como valor positivo
para la defensa de “la verdad contra el error, donde ser intransigente era una virtud y un
honor”.1 La segunda mitad del siglo XIX es también particularmente significativa para la
historiografía colombiana puesto que tuvo lugar un singular proyecto conocido como la
Regeneración2, el cual marchó de la mano con la Iglesia Católica.
1 CORTÉS, José David. Curas y políticos. Mentalidad religiosa e intransigencia en la diócesis de Tunja.
1881-1918. Bogotá: Ministerio de Cultura, 1998. P. 16, 17. 2 La Regeneración (1886-1903) fue de reacción conservadora, y significó principalmente “la negación de los
pocos logros políticos del radicalismo [liberal]”, pero sobre todo “la constitución de un “nuevo orden
social”, católico y moralista”. De esta manera, la religión católica continuó como baluarte e instrumento
efectivo contra el liberalismo. Simultáneamente, el control del catolicismo permeó la vida pública y privada
5
Sobre la participación del clero católico durante el proceso de Independencia bien es sabido
que esta tuvo distintas expresiones, que no todas fueron iguales y que inclusive quienes
empezaron como simpatizantes de un bando terminaron en ocasiones vinculados con
quienes eran sus opositores en un principio. Ya desde la colonia los vínculos entre la Iglesia
y la Corona habían sido lo suficientemente estrechos, como para hablar de lo que se ha
denominado como el régimen de Cristiandad colonial.
El régimen de Cristiandad colonial fue un término acuñado en la década del setenta y es de
uso corriente de muchos investigadores. Ana María Bidegaín refiriéndose éste afirma que
es “un concepto amplio que hace mención a una determinada forma de relación entre la
Iglesia y la sociedad civil, relación cuya mediación fundamental es el Estado. En un
régimen de cristiandad, la Iglesia procura asegurar su presencia y expandir su poder en la
sociedad civil utilizando antes que todo la mediación del Estado.”3
Se afirma que en un Régimen de Cristiandad no sólo la Iglesia busca ampliar su dominio a
través del Estado, sino que éste usa también a la Iglesia para expandirse, gobernar y
fortalecerse. El régimen de cristiandad es de doble dirección, es decir, es simbiótico. Así
por ejemplo, refiriéndose al último cuarto del siglo XIX se ha afirmado que con la
constitución de 1886 y la firma del Concordato al año siguiente, hubo un retorno al régimen
de cristiandad colonial. Esto, porque los Símbolos religiosos y nacionales se identificaron y
ser católico se convirtió en una condición inherente para ser ciudadano.
de los individuos. En consecuencia se trató de imponer un „nuevo‟ modelo cultural y moral, comentan
algunos autores: “La Regeneración implantó un orden social basado en la ideología religiosa, en la exclusión
de los contrarios políticos y en la persecución de todo lo que pudiera ser visto como protesta social, que para
los ideólogos regeneradores aparecía siempre como un engendro de doctrinas liberales, ateas, masónicas,
socialistas, anarquistas y comunistas.” AGUILERA PEÑA, Mario. VEGA CANTOR, Renán. Ideal
democrático y revuelta popular. Bosquejo histórico de la mentalidad político popular en Colombia 1781-
1948. Bogotá: ISMAC, 1992. P., 148, 149.
3 BIDEGAÍN, Ana María. “La pluralidad del hecho religioso en Colombia”. En: Las religiones en Colombia.
Villa Posse, Eugenia; Ocampo, Gloria Isabel. Editora. Medellín: Coimpresos. P.23
6
No obstante, es posible identificar desde el primer tercio del siglo XIX los gérmenes, las
corrientes y las posturas de un particular grupo de religiosos que con el avance del siglo
irán aumentando en número y fortaleciendo sus posturas dogmáticas a lo largo y ancho del
territorio, con el propósito de asegurar la relación “simbiótica” anteriormente comentada.
Es en este punto donde el presente trabajo procura ofrecer una aproximación a las primeras
reacciones de los católicos tradicionalistas, en la persona de uno de sus primeros
representantes como fue Francisco Margallo y Duquesne.
Para el caso colombiano, el régimen de cristiandad ha sido evidente aun después de la
colonia. Por esto no sorprende que en el periodo de transición de la Colonia a la República
la Iglesia haya recurrido con frecuencia al Estado al momento de querer garantizar y
proteger su hegemonía. Del mismo modo, aunque en su mayoría fuertemente influidos por
el liberalismo y la masonería, la clase política desde los primeros años de vida republicana,
conocedores del poder del clero en el púlpito, procuraron su participación en la
incorporación del cambio de orden.
Por otro lado, no es posible ignorar el papel desempeñado por las publicaciones y el papel
impreso durante el periodo pre y post independentista. Los eclesiásticos, alto y bajo clero,
conocían esto por lo que procuraron el uso de impresos, de mayor y menor extensión. La
prensa, particularmente, jugó un importante papel en esto de la identificación y
delimitación del enemigo por parte de los religiosos. Estas lecturas, que con seguridad
continuaron siendo más públicas que privadas, sin duda contribuyeron a la elaboración de
todos los enemigos que trajo la instalación del nuevo orden.
Un claro ejemplo lo presenta la investigación de José David Cortés, refiriéndose al empleo
de las publicaciones en la construcción de mundo por parte de las instituciones eclesiásticas
en la Diócesis de Tunja. Cortés afirma que la jerarquía actuó como grupo privilegiado ya
que “podían plasmar sus pensamientos en papel y difundirlos.” Estos planteamientos se
reprodujeron finalmente como lecturas colectivas, “sobre todo en los templos, debido al
7
escaso nivel de alfabetismo (2.2 % aprox.) pero que tenían por objeto envolver a toda la
sociedad en los conflictos políticos, educativos, y personales de esa élite.”4
Este trabajo presenta en tres capítulos algunos aspectos de la vida de Francisco Margallo y
Duquesne, sus escritos y los cuestionamientos que hizo entorno a una serie de asuntos y
situaciones muy específicas ocurridas durante los años de vida republicana. La
consolidación de la Independencia con la batalla de Boyacá (7 de agosto de 1819) propuso
a los gobernantes una serie de retos en cuanto a la construcción del Estado, la mayoría de
aquellos de formación liberal e ilustrada. Pronto, las reformas y las políticas liberales
lucieron abiertamente en contra de los preceptos de la Iglesia Católica, en opinión de un
sector de sus eclesiásticos. Así, la masonería, los libros ilustrados, la creación de la
Sociedad Bíblica Colombiana (1825) y la tolerancia de otros cultos se constituyeron en
amenazas para la religión y el estado, en opinión de los católicos tradicionalistas.
El primer capítulo de este trabajo presenta un acercamiento al contexto en el que se movió
Margallo, las reformas borbónicas, la participación del clero en el proceso de
Independencia y de la construcción de la república en ciernes, así como los efectos de la
ilustración dentro del clero neogranadino. Un segundo capítulo presenta las polémicas y la
manera como Margallo y Duquesne argumento y discutió en contra de las reformas del
gobierno. Del mismo modo, se presentan los razonamientos a los que el clérigo recurrió
para justificar su posición dogmática y tradicionalista. En el tercer capítulo, a manera de
anexos, se presentan algunos de los textos más representativos de este religioso
neogranadino.
4 CORTÉS, Op.Cit. P. 16, 17.
8
CAPITULO I
APROXIMACION BIOGRÁFICA A LA VIDA DEL PRESBÍTERO FRANCISCO
MARGALLO Y DUQUESNE
¿Podía haber algo más lleno de significado? Pues el púlpito es
siempre la parte más a proa de la tierra, y todo lo demás queda atrás;
el púlpito precede al mundo. Desde allí se da el primer grito de alarma
ante la tormenta de la rápida ira de Dios, y la proa debe aguantar el primer embate (…)
Sí, el mundo es un barco en su viaje de ida,
y es un viaje sin vuelta, y el pulpito es su proa.
Hermann Melville. Moby Dick
El influjo de la Iglesia Católica en la historia de América latina es incuestionable hoy día a
la luz de las investigaciones. En cuanto a las revoluciones de Independencia en el siglo XIX
la influencia del clero fue también considerable. A lo ancho y largo del continente, en
particular para el caso de Nueva España y el Virreinato del Perú, numerosos trabajos
apuntan al rol de los sacerdotes y al papel que jugaron desde los púlpitos modelando la
opinión de sus feligreses.
Para el caso del siglo XIX colombiano la participación del clero fue fundamental y la
Iglesia Católica Romana continuó sosteniendo un fuerte peso institucional. El clero en
Nueva Granada se dividió, como sucedió también en otros virreinatos en América. Una
parte del clero estuvo a favor de la Independencia favoreciendo de manera activa la
posibilidad de un nuevo ordenamiento político y jurídico. Otra parte del clero, en su
9
mayoría el episcopal, continuaron fieles a la Corona, sintiéndose vinculados por juramentos
de fidelidad y doctrinas de obediencia a las autoridades legítimas5.
Uno de los asuntos que ocupo de manera central el interés del clero en Nueva Granada
durante el periodo de la Independencia fue la cuestión de la legitimación teológica. Para tal
efecto, fueron varias las teorías esgrimidas, destacando principalmente las teorías y el
pensamiento de Suárez, las cuales ocuparon un lugar destacado en la enseñanza
universitaria. Se afirma que las teorías de Suárez circularon ampliamente en “estilo
revolucionario” gracias al trabajo de Juan Pablo Viscardo Guzmán, exjesuita peruano. El
mencionado autor publicó en 1792 su Carta a los Españoles Americanos, en la cual
presentó sus razones para la Independencia de España6.
La idea de la Independencia fue abordada de maneras diferentes por el clero en Nueva
Granada. Una de estas interpretaciones asumió la Independencia como emancipación y
liberación del tutelaje7, siendo la más difundida. No obstante se presentaron reacciones en
contra de la emancipación como interpretación de la Independencia. Otros autores eligieron
hablar solo de Independencia o libertad. Una posición diferente prefirió asumir la
Independencia como negación de los títulos de conquista y reasunción de derechos, “al
considerar que las naciones americanas han recobrado su libertad y reasumido aquellos
5 Existe un interesante número de artículos que abordan este tema. Estos se han ocupado principalmente de la
participación política de los religiosos, dejando de lado los análisis de contenidos y su papel como
moldeadores de opinión. Los trabajos elaborados hasta ahora por la historiografía colombiana parecen más
bien aislados. Sin embargo, de un tiempo hacia acá, grupos de investigación como el ICER, en la Universidad
Nacional de Colombia, han desarrollado una línea de investigación en torno a lo religioso como fenómeno
social con resultados muy interesantes. Sin duda es la historia política y económica del periodo de la
Independencia la que sigue concentrado la atención de los investigadores. TORO JARAMILLO, Iván Darío.
“Clero insurgente y clero realista en la Revolución colombiana de la Independencia.” Disponible en la Web:
dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=2592937 . P. 1.
6 Ibíd. Pág. 3.
7 Ibíd.
10
derechos propios que les conceden el rango de naciones libres y soberanas.”8 El ejemplo
más destacado de este tipo de interpretación lo ofrece El catecismo o instrucción popular
por el padre Juan Fernández de Sotomayor en Cartagena (1814), al igual que el sermón que
pronunció en el aniversario de la Independencia, el 20 de julio de 18159.
Por otra parte está claro para la historiografía que aborda el proceso de Independencia en
Nueva Granada que la idea de reasunción de la soberanía popular fue la manera como se
buscó darle juricidad a la emancipación, en palabras de Iván Darío Toro. Esto es
fácilmente comprobable con la lectura del acta de 1810 y las declaraciones de
Independencia en las provincias del Nuevo Reino de Granada10
.
Como bien se sabe para el caso de Nueva Granada el proceso de Independencia avanzó con
sus idas y vueltas y culminó finalmente con el triunfo en 1819 de los patriotas. A partir de
aquel momento, en los albores de la nueva república, el sector del clero que había apoyado
la Independencia pronto se vio abocado a transformaciones y divisiones en su interior.
8 Ibíd. Se afirma que en el siglo XVI se habían presentado ya argumentos en contra de los títulos aducidos por
España para legitimar su domino en América. Entre los teólogos mas destacados durante este episodio se
mencionan a fray Antonio Montesinos, fray Bartolomé de las Casas y el padre Francisco de Vitoria.
9 Ibíd. Juan Fernández de Sotomayor y Picón nació el 2 de noviembre de 1777 y murió el 29 de marzo de
1849, en la cuidad de Cartagena. Fue ordenado sacerdote en enero de 1801. Estudió en el Colegio de San
Bartolomé y el Colegio del Rosario, donde tuvo como maestros a Camilo Torres, Tomás Tenorio y Caycedo y
Flores. Fue obispo de Cartagena y presidente del Congreso de las Provincias Unidas. El Tribunal de la
Inquisición en Cartagena lo condenó en 1814 por la publicación de su Catecismo o Instrucción Popular. El
mencionado tribunal lo declaró “reo de alta traición, perturbador de la tranquilidad publica, trastornador
del orden, enemigo declarado de nuestro legítimo soberano el Señor Don Fernando VII: y como tal se le
desafuera para que la autoridad real y ordinaria lo castigue según mandan las leyes, si se llega
aprenderlo.” Es recordado por los sermones que publicó, donde expone sin ambages su posición a favor de la
Independencia. Entre estos se consideran de gran importancia el que publicó con motivo de la constitución del
20 de julio de 1810, el del 19 de octubre de 1813 en Mompós (impreso) y el del 20 de julio de 1815 en
Bogotá. De este ultimo se dice fue de los pocos que se salvó de la “hoguera pacificadora”, en palabras de
Toro Jaramillo. Se menciona también otro sermón, de diciembre de 1815, que sin ser publicado fue prohibido
bajo pena de Excomunión. Ibíd. P. 12.
10 Ibíd. P. 3,4.
11
En este capítulo consideraremos el contexto y algunas de las influencias que tuvo el clero
neo granadino que tomó parte activa durante el proceso de Independencia en el mencionado
territorio. Posteriormente, teniendo como marco lo anteriormente descrito, consideraremos
algunos aspectos de la vida, la formación y el trabajo de Francisco Margallo y Duquesne,
señalando la particularidad de este personaje y la relevancia del estudio de su caso. Esto
antes de entrar de lleno a sus escritos políticos, lo cual se hará en el capítulo siguiente.
1.1 Los efectos de reformas ilustradas en América Latina
Las reformas ilustradas fueron un intento tanto en España como en Portugal por evitar la
disolución imperial, la cual se veía amenazada por varios factores entre ellos el nuevo
panorama internacional y la realidad colonial americana11
. Dichas reformas incluyeron por
supuesto la regulación de la iglesia. La expulsión de los jesuitas fue sin duda una de las
repercusiones más fuertes de las reformas borbónicas. Efecto de dichas reformas fueron
también el debilitamiento de las órdenes religiosas y el sometimiento progresivo de la
Iglesia al Estado12
. Por estas y otras razones muchos autores consideran las Reformas
Borbónicas como el preludio de la emancipación.
En América los efectos de la ilustración se sintieron también en las formas de piedad y en
elite masculina mayormente. La ilustración, afirma Bidegaín, apareció como una reacción
al Barroco (considerado jesuítico), y en particular como una reacción a los excesos en el
culto y los templos13
. La ilustración trajo el neoclásico en respuesta al barroco traído por la
11
BIDEGAÍN, Ana María. “La expresión de corrientes en la Iglesia neogranadina ante el proceso de reformas
borbónicas y la emancipación política (1750-1821)”. En: Historia del cristianismo en Colombia. Corrientes y
diversidad. LÓPEZ RODRÍGUEZ, Mercedes. Et all. Bogotá: Taurus, 2004. p. 145.
12 Ibíd.
13 Ibíd. P. 153.
12
contrarreforma14
. Efecto de esto fue la remoción de imágenes y la “limpieza” de los
templos, en contra de la opinión de los devotos. La religiosidad popular se vio seriamente
afectada en sus formas. La ilustración en América considero que era necesario suprimir
aquellas expresiones religiosas que parecían acercarse cada vez más a la superstición15
.
Por otra parte, la ilustración influyó fuertemente a los varones de la elite. Fueron ellos
quienes tuvieron acceso a las ideas ilustradas en las universidades y la literatura europea.
Parece pues que mientras las mujeres y el pueblo continuaron con sus prácticas religiosas,
decididamente barrocas, los varones de la élite se fueron alejando progresivamente de
ciertas prácticas, desvaneciéndose entre ellos las devociones y la piedad.16
Como bien se sabe, las reformas ilustradas provocaron reacciones entre el pueblo. La
inconformidad frente dichas reformas pronto se hizo sentir en diferentes puntos del mapa
colonial Español. La insatisfacción fue manifiesta en movimientos como el de los
Comuneros en Nueva Granada17
. Las sublevaciones y los levantamientos estuvieron a la
orden del día como respuesta a las nuevas medidas fiscales creadas por las reformas
14
Ibíd.
15 Ibíd.
16 Ibíd.
17 El movimiento del Común o de los Comuneros ocurrió en 1781. Las causas de este movimiento fueron el
establecimiento del monopolio del aguardiente, la sal y el tabaco y el aumento del impuesto de la alcabala.
Este impuesto gravaba fuertemente el hilo de algodón, materia prima que las tejedoras debían comprar en el
mercado. Las mujeres del Socorro expresaron su inconformidad rebelándose contra las medidas del
corregidor español; aunque éste intentó aliviar la situación con una reducción de los impuestos a los negros y
las mujeres, el descontento fue extendiéndose rápidamente en la región. Pronto el cura párroco del Socorro y
los dominicos se sumaron al motín. Luego la insurrección fue acaudillada por un criollo acomodado, José
Pisco y José Antonio Galán, de los que se dice eran todos descendientes de indígenas. Las autoridades
intentaron reprimir el movimiento por la fuerza sin ningún éxito. Pronto los comuneros estuvieron a escasos
kilómetros de Santa fe de Bogotá. Ahí el arzobispo de esta ciudad disolvió el movimiento con falsas promesas
de supresión de estancos, supresión de los nuevos impuestos, la rebaja de la alcabala, la eliminación de los
juicios de residencia y la promesa de que los nacidos en el Nuevo Reino serían favorecidos en el otorgamiento
de magistraturas y oficios. Cuando Galán intentó un nuevo movimiento que llegó hasta los llanos orientales
cuando se dio cuenta que había sido engañado por el arzobispo en Santa fe. Este intento fracasó después que
Galán fue traicionado por uno de los suyos y entregado a los jueces para recibir castigo. Ibíd. P. 154, 155.
13
borbónicas. Estas sublevaciones pusieron de frente a la jerarquía eclesiástica con
movimientos revolucionarios de características muy similares a las que tendrían mas
adelante durante los proceso de emancipación. Las reacciones del pueblo frente a las
medidas fiscales hicieron que el alto clero tuviera que elegir entre la lealtad a la corona o
las exigencias de la población18
.
Se dice entonces que las reformas ilustradas se convirtieron en el crisol en el que poco a
poco las inconformidades de un sector del clero y el pueblo se fueron encontrando con un
enemigo común. Hay que recordar que las reformas religiosas se ocuparon con especial
énfasis en vigilar, controlar y someter a las comunidades religiosas al control del Estado.
Esto con el fin de “asegurar la fidelidad al monarca y sus funcionarios, restablecer la
disciplina monástica, garantizar la pureza doctrinaria y la formación del clero, y suprimir
las dificultades entre los religiosos y el clero secular”19
, en palabras de Bidegaín. Para el
caso mexicano la alta jerarquía del clero fue identificando progresivamente la religión con
la causa del absolutismo, de modo que solo se consideró como verdadero católico al
partidario de la monarquía absoluta20
.
Por otra parte las reformas comerciales y administrativas despertaron la inconformidad de
otro sector de la población que años después desarrollaría un papel muy importante durante
el proceso de emancipación: “La reorganización militar, la reforma administrativa, la
oleadas de inmigración peninsular, tenían un fin primordial: aprovechar al máximo los
beneficios de la dominación colonial. Sin embargo, crearon contradicciones tan hondas
18
Ibíd. P. 154.
19 Ibíd. P. 155.
20 MARTÍNEZ DE CODES, Rosa María. La Iglesia Católica en la América Independiente: siglo XIX.
Madrid: MAPFRE, 1992. p. 60, 61.
14
que propiciaron igualmente el interés de las clases privilegiadas de sacudirse el yugo
español.”21
1.2 La participación del clero durante el proceso de Independencia.
1.2.1 El clero durante la Independencia en América Latina: actitudes y toma de
posición.
Por otra parte, la actitud y la participación del alto y bajo clero durante los procesos de
Independencia en América Latina sólo es comprensible considerando el contexto de las
relaciones con España. Parece que la aceptación, el rechazo o la neutralidad de los
miembros del clero dependió en gran medida de qué tan dilatadas o estrechas estuvieran las
relaciones de la metrópoli con las colonias en América.
Así, autores como Rosa María Martínez de Codes afirman que los obispos en América
adoptaron una posición neutral cuando los vínculos con Madrid de debilitaron entre 1808-
1814 y 1820-1923, mostrando una aparente aceptación de la Independencia, “entendida
como el menor de los males o liberación de un poder impío o ilegítimo”. No obstante, entre
1814 y 1820, cuando las relaciones con España vuelven a fortalecerse, los obispos y el alto
clero toman una posición decididamente en contra de la revolución22
.
Para el caso de bajo clero la historiografía existente coincide en afirmar que estuvo más
ligada por principio a los americanos. Entre las razones se menciona el hecho de que el bajo
21
Bidegaín. Op.cit. P. 160.
22 MARTÍNEZ DE CODES, Rosa María. La Iglesia Católica en la América Independiente: siglo XIX.
Madrid: MAPFRE, 1992. p. 67.
15
clero estaba menos vinculado a la corona española y mas vinculado social y políticamente a
los americanos, aun cuando muchos de los miembros de esta parte del clero fueron
españoles. Al igual que la sociedad americana, el bajo clero se vio afectado por las crisis
políticas que sacudieron a la península y América23
. El bajo clero participó de diversas
maneras durante el proceso de Independencia. Algunos estuvieron presentes como
capellanes en los ejércitos revolucionarios ó conspirando activamente24
. Otros, como bien
se sabe, participaron desde el principio firmando las actas de Independencia.
Tanto el clero realista como el patriota justificaron desde el principio sus acciones
amparados en el poder de la religión, a la que convirtieron en un instrumento de sus
intereses25
. Al igual que como lo hizo el clero patriota durante el proceso de Independencia,
el clero realista hizo uso de publicaciones periódicas, sermones y discursos. El principal
argumento empleado para justificar la resistencia a la revolución fue considerar a ésta como
una amenaza de la religión y del futuro:
En tales escritos se refleja la ideología de la dominación manifestada en la fidelidad al
soberano español, la defensa del orden colonial, la conjunción de intereses entre la
monarquía y religión, así como en impugnación a la filosofía ilustrada26
.
Así las cosas la monarquía debía ser defendida, razón por la que no se estimaron esfuerzos
recomendando al clero la difusión desde el pulpito, el confesionario o las publicaciones de
los principios pro-monárquicos. Los poderosos efectos del sermón y las publicaciones
escritas (pasquines, folletos, catecismos, etc.) fueron conocidos a lo largo y ancho de la
23
Ibíd.
24 Ibíd. P. 92.
25 Ibíd. P. 93
26 Ibíd.
16
América durante el periodo de la Independencia. En el alto Perú, por ejemplo, los pasquines
manuscritos y sermones fueron agentes de propaganda e instrucción política, en palabras de
Marta de Irurozqui27
. El objeto de este tipo de publicaciones, en palabras de la citada
autora, fue “hacer creer” y “hacer actuar” para lograr la movilización pública28
.
La actuación del clero para el caso quiteño fue determinante. Se afirma que gracias a la
actuación de éste, en cuestión de meses se pasó de una insurrección contra la metrópoli a un
enfrentamiento en el que el factor religioso jugó un papel preciso, dándole una legitimidad
difícilmente cuestionable29
. El clero quiteño, comenta Leoncio López-Ocón, contaba con
una poderosa herramienta de persuasión: las listas de confesión y comunión que eran
elaboradas anualmente. Estas listas ponían en bandeja en bandeja de plata a los creyentes,
al revelar al clero los deseos y los secretos de los feligreses.
Se afirma que en el caso de Quito “las representaciones políticas estaban imbuidas de
preocupaciones religiosas”30
. Durante los años que siguieron el proceso de Independencia
y durante ésta la religiosidad criolla, dice López-Ocón, se fue construyendo sobre la
“certidumbre del desorden y de la injusticia del siglo”. Así, la iglesia en Quito en vez de
calmar los ánimos y contribuir al equilibrio de la situación, otorgó a la insurrección un
impulsó y determinación que hizo imposible el retroceso31
. Se dice entonces que la iglesia
en Quito, ante la falta de un poder central, intentó llenar el vacío, uniendo a una sociedad
27
IRUROZQUI, Marta. “El sueño del ciudadano. Sermones y catecismos políticos en Charcas tardocolonial”.
Disponible en la Web: Consejo Superior de Investigaciones Científicas. http://hdl.handle.net/10261/17999. P.
221.
28 Ibíd.
29 MARTINEZ DE CODES, Op.cit. p. 62
30 LOPEZ-OCON, Leoncio. “El protagonismo del clero en la insurgencia quiteña (1809-1812)”. En: Revista
de Indias, 1986. Vol. XLVI, número 177. p. 127.
31 Ibíd.
17
que cada vez parecía fraccionarse más y más. El radicalismo del clero quiteño, afirma
López-Ocón, es quizá la característica más relevante de este actor durante la
Independencia:
Está claro que su actitud [la del clero quiteño] no correspondió a la máxima latina utilizada
por algún obispo en el periodo de la Independencia hispanoamericana para definir
su comportamiento político: “tempus est hacendi, tempus est loquendi” (hay tiempo
de callar y de hablar.
En el caso de Venezuela, el personaje más recordado por su actuación fue el arzobispo de
Caracas Coll y Prat. Su comportamiento fue considerado polémico a causa de su cambio de
posición en más de una ocasión; otros prefieren verlo con un religioso que supo ajustarse a
las circunstancias y “que supo siempre ceder en lo que no tenía nada que ver con el
dogma.”32
Coincidimos en afirmar con Martínez de Codes que el caso de este arzobispo es
bastante indicativo ya que demuestra como el alto clero se “movió”, adaptándose en
muchas ocasiones a las idas y vueltas de la Independencia.
1.2.2 El clero de Nueva Granada durante la Independencia.
En Nueva Granada, al igual que otros virreinatos, el clero se dividió en dos grupos durante
el proceso de Independencia. El clero americano, más cercano social y culturalmente al
contexto, apoyó la revolución, entre otras razones, porque sus intereses coincidían con los
32
Ibíd. De este interesante religioso Martínez de Codes nos cuenta lo siguiente: “Realista convencido,
desembarcó en Venezuela en plena guerra civil y con un clero profundamente dividido. Cuando triunfa la
revolución, se somete al nuevo gobierno patriota y reconoce la Independencia; en 1812 acoge con entusiasmo
la reacción realista del oficial Monteverde y un año después, en junio de 1813, al invadir Bolívar de nuevo el
territorio venezolano, abjura de sus principios realistas y mantiene relaciones cordiales con el Libertador. A
mediados de 1814 sucumbe la revolución, y Coll, entonces, se vuelve partidario de la legitimidad. El jefe
español Morillo, que no acepta tantos cambios de actitud, le devuelve a España en 1816 para rendir cuentas.”
18
de la oligarquía criolla. Por otro lado, el alto clero, la jerarquía episcopal apoyó el bando
realista y luchó por la Corona Española, régimen del cual derivaba su superioridad, en
palabras Martínez de Codes33
.
Se dice que durante la primera fase de la Independencia los Obispos prefirieron mantenerse
distantes, esperando a que la situación tarde o temprano volviera a la normalidad. Tan
pronto como vieron que la Independencia se consolidaba, muchos viajaron a España
dejando vacíos sus cargos. El desconcierto fue general entre los sacerdotes y el laicado. La
influencia del clero fue considerable en las zonas donde se concentraba la mayor parte de la
población indígena (Cundinamarca, Boyacá, Nariño, Tolima y Huila). En cambio en las
zonas donde se concentraba la población esclava o negra, esta influencia fue menor (Gran
Cauca, Costas y Chocó)34
.
Al igual que en España, se ha afirmado que participación mas relevante del clero fue
“insuflar entre la población el espíritu revolucionario”, en palabras de Ana María
Bidegaín. La participación del clero criollo en Nueva Granada durante la revolución de
Independencia fue considerable. Al punto que el primer presidente de Cundinamarca, Jorge
Tadeo Lozano, no dudó en llamarla una “revolución clerical”:
Vosotros todos habéis sido testigos del entusiasmo con que el clero promovía y preparaba
la memorable revolución del 20 de julio…la Suprema Junta que se instaló, y que
arrojando a las autoridades con el desconocimiento de la Regencia, pronunció
nuestra perpetua emancipación se componía de muchos miembros eclesiásticos de
la primera jerarquía. En la excarcelación del Señor Rosillo, lo acompañaba un
cortejo de mas de doscientos sacerdotes, quienes capitaneaban a las gentes de Bosa
y Choachí, y sacerdotes fueron los que dirigían el impulso del pueblo en todas sus
33
MARTINEZ DE CODES Op.cit. p. 92.
34 Ibíd. P. 90.
19
operaciones, no sólo en la capital sino en Socorro, Pamplona y el Reino entero, en
una palabra, hasta nuestra mas remota posteridad recordará con gratitud que la
revolución que nos emancipó fue una revolución clerical35
.
En este punto ha sido de particular interés el uso que el clero criollo hizo de todo tipo de
publicaciones para justificar la revolución. Publicaciones periódicas, catecismos, folletos,
pasquines, seminarios cartas pastorales y otros escritos fueron claves en el proceso. Uno de
los ejemplos más ilustrativos es sin duda el Catecismo o instrucción popular de Juan
Fernández de Sotomayor. El catecismo pretendía,
(…) por la vía del entendimiento provocar indignación por la obra de la conquista española
y la evangelización oficial que la acompaño. El autor, al interpretar la emancipación
americana como un mandato de la Providencia, como guerra justa y santa, se
proponía contrarrestar la predica en sentido opuesto que hacían los sacerdotes
realistas del alto y del bajo clero, y que, en el Estado de Cartagena, culminaron con
la rebelión de los departamentos de Tolú y San Benito contra el gobierno
republicano en 181236
La participación del clero ha sido explicada en términos del monismo religioso que existió
desde la conquista y durante la colonia. Este monismo se vio sin duda reforzado con las
reformas Borbónicas, las cuales prepararon y dispusieron al clero para la participación. Las
reformas borbónicas, como se menciono anteriormente, pretendieron controlar a la Iglesia y
convertirla en un instrumento al servicio del Estado. Aprendido esto último, los religiosos
35
Palabras de Jorge Tadeo Lozano durante la instalación del Colegio Electoral de Cundinamarca (Colombia)
en 1813. Citado por Ana Maria Bidegaín. BIDEGAÍN, “La expresión de corrientes en la Iglesia neogranadina
ante el proceso de reformas borbónicas y la emancipación política (1750-1821)”. En: Historia del cristianismo
en Colombia. Corrientes y diversidad. LÓPEZ RODRÍGUEZ, Mercedes. Et all. Bogotá: Taurus, 2004. p. 168.
36 Ibíd. P. 93.
20
pusieron la religión al servicio de lo que cada uno consideró era la guerra justa y santa: la
Independencia, para unos, ó la defensa del régimen, para otros37
.
Se ha afirmado que la fundamentación teológica de la guerra en Nueva Granada, ya para los
patriotas o para los realistas, no fue novedosa y no se inventó nada para esta ocasión. La
fundamentación teológica se limitó a ubicar la guerra de emancipación dentro de la
“historia de la salvación”. Los patriotas siempre consideraron la dominación española
como una injusticia que había terminado con al guerra de Independencia, gracias al favor
divino. Bidegaín, refiriéndose esta justificación teológica afirma que su importancia reside
“en el hecho de que los americanos estaban convencidos de que se trataba de una guerra
santa, conducida por la mano de Dios, y que la victoria, por tanto, tenía que ser de
Dios.”38
. En este punto hay que señalar que el clero que apoyaba la Independencia estuvo
dividido en su interior también. Una parte tomó sus argumentos de la Ilustración, mientras
que otros prefirieron la filosofía Tomista39
. Como parte de la legitimación teológica estuvo
presente también el culto mariano. María, como afirma Bidegaín, debía ser
“independentista”. Este culto estuvo presente en las oraciones y rogativas.
La capacidad del clero para influir en la población y moldear su opinión era conocida
también por Pablo Morillo. La incursión de su expedición en Venezuela sirvió de nuevo
para poner la religión al servicio de la política. Fue así como en carta dirigida en
septiembre de 1818 al ministro de Guerra Español, Morillo solicitó sacerdotes para hacer
frente a los patriotas desde los púlpitos: “No dudo en afirmar a V.E que cuarenta o
cincuenta religiosos y un número igual de eclesiásticos seglares para ejercer las funciones
37
BIDEGAÍN, Op.cit. 170
38 Ibíd. P. 171.
39 Ibíd. P. 69.
21
sacerdotales harían más efecto sobre la opinión pública y contribuirían más a la
pacificación de estos países que una buena división de tropas escogidas.”40
La situación después de 1819.
Posteriormente, con el triunfo de los patriotas en 1819 un nuevo periodo comenzó. El 17 de
diciembre de 1819 el congreso de Angostura creo la República de Colombia. Esta nueva
república quedó conformada por la unión Nueva Granada y Venezuela. Francisco de Paula
Santander, ejerciendo funciones como Vicepresidente, no se hizo esperar para la ejecución
de una serie de polémicas medidas que buscaron frenar la acción del clero realista, por un
lado, y la continuación participación desde el púlpito del sector del clero considerado
patriota. Así, se ordenó el confinamiento en Guayana de un considerable número de “curas
realistas recalcitrantes”, unos fueron removidos de sus cargos mientras que otros
prefirieron el exilio. Por último, Santander decretó a los párrocos predicar sermones para
“afianzar la legitimidad de la Independencia en la imaginación de los neogranadinos.”41
El decreto del vicepresidente Santander presenta tres asuntos bien particulares. El primer
asunto, tiene que ver con que “el sistema de la Independencia es conforme a la doctrina de
Jesucristo”. Como era de esperarse, a Santander le preocupó que los habitantes de la nueva
república pensaran que el nuevo sistema iba en contra de la religión ó sus principios. Por
esta razón se buscó desde los primeros años de vida republicana el apoyo de la religión, de
manera que aquella quedara legitimada desde el principio.
40
Citado por Rosa María Martínez de Codes, Rosa María. La Iglesia Católica en la América Independiente:
siglo XIX. Madrid: MAPFRE, 1992. p. 65.
41 GARRIDO, Margarita. “Los sermones patrióticos y el nuevo orden en Colombia, 1819-1820”. En: Boletín
de Historia y antigüedades. No. 826. V. XCI. Año 2004. p. 462.
22
Por otro lado, Santander en su decreto para los párrocos se ocupó de dejar claro que no eran
herejes quienes ejecutaran el mencionado decreto. De esta manera se podía ser desleal con
el Rey, sin dejar de ser un buen católico. El último aspecto de las polémicas medidas,
sostenía que “si la Nueva Granada por su desgracia o por los pecados de sus habitantes
vuelve a ser subyugada por los españoles, sufrirán mayores males que los que sufrieron en
los tres años pasados”, esto es, que era imperativo apoyar el nuevo sistema no fuera que
por debilidad o falta de fe se volviera a los terribles años pasados42
.Como se puede notar,
de nuevo se acudió a la religión, esta vez para legitimar el nuevo sistema y conciliarlo
ahora con la lealtad a Dios.
Para los dirigentes de la nueva república estaba claro que si no se tomaban las medidas
necesarias, una crisis de sentido tendría lugar entre los habitantes de Nueva Granada. Por
crisis de sentido, en este caso, hay que entender los conflictos que podían generarse con el
cambio de autoridad, el temor a los cambios y la obligación ó no de obedecer a unas nuevas
autoridades43
. Al respecto Margarita Garrido comenta también:
Por otra parte la tarea de lograr la lealtad y la obediencia al nuevo gobierno pasaba por la
admisión de su legitimidad en un sentido mas allá de la forma constitucional, es
decir, por el reconocimiento por parte de los gobernados a los gobernantes de su
derecho, su virtud y su idoneidad para ser tales44
.
En este punto hay que recordar dos cosas. La primera, es el temor que en años anteriores se
había difundido desde los púlpitos por el clero realista, el cual había sostenido como
principal argumento que el “camino de la república” era una abominación, opuesta a Dios,
42
Ibíd. P. 462.
43 Ibíd. P. 463.
44 Ibíd. P. 464.
23
que había sido escogido por los franceses con fatales resultados. Por otro lado, en el orden
anterior la religión había sostenido la premisa de que el poder del Rey era otorgado por
Dios y por lo tanto rechazar al Rey era rechazar a Dios45
.
La nueva clase dirigente de la república en ciernes comprendió que no era suficiente con
confinar, remover o exiliar a los sacerdotes que se opusieron a la Independencia. Era
necesario también continuar trabajando con el clero que aún quedaba en las distintas
parroquias. Era de conocimiento pleno por parte de los gobernantes la influencia que sobre
las conciencias, como dice Garrido, tenían los religiosos a través del sermón, “el más
formidable medio de formar opinión en la sociedad.”46
A través del decreto publicado por
Santander, el clero se convirtió en el portavoz del nuevo orden.
Mediante decretos como el elaborado por Santander y otras medidas similares la clase
eclesiástica hizo parte de la organización de la nueva república. No obstante desde aquellos
primeros años el clero empezó experimentar una serie de cambió de actitudes y posición
frente a la nueva institucionalidad: aparecieron diversas corrientes dentro un catolicismo
que “buscaba adaptarse la nueva situación y que buscaba su identidad.”47
Con Santander en la vicepresidencia se dio inició a un liberalismo temprano que pretendió
con sus medidas dejar atrás un pasado oscuro, sinónimo entre sus contemporáneos de
ignorancia y atraso. La institución eclesiástica no quedo por fuera de esta agenda liberal,
por lo que muchas medidas estuvieron encaminadas a transformar la institución y
45
Ibíd.
46 Ibíd. P. 467.
47 PLATA QUEZADA, William Elvis. “Del catolicismo ilustrado al catolicismo tradicionalista”. En: Historia
del cristianismo en Colombia. Corrientes y diversidad. LÓPEZ RODRÍGUEZ, Mercedes. Et all. Bogotá:
Taurus, 2004. p. 181.
24
convertirla al servicio de la nueva república. Prueba de ello fue el polémico asunto del
patronato, con el cual se ataba la institución eclesiástica a lo que ordenara el Estado48
. Al
mismo tiempo, Santander creía que el catolicismo tenía mucho que aprender del
protestantismo y del liberalismo. El patronato le dio la oportunidad de Santander para
liberalizar la Iglesia Católico Romana en Nueva Granada49
. Así, se afirma, fueron
nombrados para altos cargos a clérigos considerados verdaderos “patriotas”, simpatizantes
del liberalismo.
Pronto empezaron a aparecer los inconformes. Dos corrientes claramente identificables
dentro del catolicismo se dejaron ver. Por un lado, estuvo el catolicismo liberal,
estrechamente relacionado y heredero del catolicismo ilustrado del siglo XVIII. Los
religiosos identificados con el catolicismo liberal fueron miembros de las juntas, asambleas
y cargos nombrados por voto50
. Una parte del este clero liberal estuvo incluso de acuerdo
con la libertad de cultos y algunos apoyaron también el trabajo de las primeras sociedades
bíblicas que llegaron al país en 1824 con el propósito de publicar y distribuir biblias sin
comentarios, práctica opuesta a lo estipulado por la Iglesia Católica de aquel entonces51
.
Entre este grupo se encontraban Juan Fernández de Sotomayor, Juan Nepomuceno Azuero,
Juan de la Cruz Gómez, Andrés Rosillo y Meruelo, José A. Chavarrieta y Nicolás Cuervo
entre otros. Se afirma también que en algún momento de sus vidas estos religiosos hicieron
parte de la masonería.
A su vez dentro del catolicismo liberal hubo dos tendencias. La primera, consideraba que
los sacerdotes no debían participar de la vida política de país y debían en su lugar,
48
Ibíd. P. 185.
49 Ibíd.
50 Ibíd.
51 Ibíd.
25
dedicarse exclusivamente al cuidado pastoral. William Plata afirma que esta posición “tuvo
gran acogida en Nueva Granada, principalmente entre un sector de los laicos y clérigos
que apoyaban la creación de una institución eclesiástica de tipo nacional.”52
Una segunda
posición dentro del clero liberal, consideraba que la participación política era necesaria, un
deber, parte de la misión sacerdotal,
El sacerdote, como buen patriota, debía estar vigilando para impedir que ideas
contrarrevolucionarias llegaran al país, o lo que era peor, se iniciara una nueva
reconquista por parte de España. Al respecto, unos y otros lanzaban furibundos
ataques contra aquellos sacerdotes “pro hispánicos” que aún quedaban.53
Una segunda corriente dentro de la institución eclesiástica en Nueva Granada estuvo
conformada por un grupo de religiosos que poco a poco empezó a estar en desacuerdo con
las medidas liberales. Este sector del clero, a quien se le ha llamado tradicionalista, fue
inicialmente pequeño y temeroso de expresar sus opiniones, entre otras cosas porque
temían ser tomados por pro-monárquicos. El clero tradicionalista empezó haciendo una
fuerte oposición a la agenda liberal, sus intenciones de controlar a la Iglesia y liberalizarla.
Refiriéndose a los católicos tradicionalistas, William Plata comenta una de las
características de esta corriente era su añoranza del pasado colonial. Entre otras cosas les
preocupaba el estado moral de la nueva república y la relajación de las costumbres
religiosas: “creían que debido a una falta de disciplina, la inmoralidad y el libertinaje se
estaban imponiendo, no sólo entre el clero sino también en la sociedad laica.”54
52
Ibíd. P. 187.
53 Ibíd.
54 Ibíd. P. 189.
26
Los católicos tradicionalistas de los primeros años de vida republicana tuvieron como guía
máxima al concilio de Trento. Por esta razón quienes se identificaron con la mencionada
corriente consideraron a la Iglesia como una “sociedad perfecta” o “una barca dirigida
hacia el “puerto de la felicidad” en cuyo timonel iba el papa, ayudado estrechamente por
el clero”55
. Estas imágenes de la iglesia como una barca o una sociedad perfecta fueron
muy recurrentes durante aquellos años tal y como veremos en los próximos capítulos. Por
otra parte los católicos tradicionalistas se declararon ultramontanos y estrechamente
vinculados a la idea de una Iglesia unida a Roma a través del Papa56
. Como era de
esperarse, los católicos tradicionalistas tuvieron también su propia visión del clero y de las
relaciones de la Iglesia con el Estado.
Dentro del grupo de católicos tradicionalistas encontramos el caso del presbítero Francisco
Antonio Margallo y Duquesne, cuyos escritos son el centro del presente trabajo. Personajes
como éste se mostraron reacios desde temprano a la influencia ilustrada y masónica en el
gobierno57
. Margallo es considerado como una de las figuras mas relevantes del catolicismo
tradicionalista, “por el respeto que inspiraba y por el considerable número de
publicaciones que editó”, afirma Plata Quezada58
.
55
Tardes masónicas de la aldea, Bogotá, Agosto de 1823, p. 107. Citado por William Elvis Plata Quezada en
“Del catolicismo ilustrado al catolicismo tradicionalista”. En: Historia del cristianismo en Colombia.
Corrientes y diversidad. LÓPEZ RODRÍGUEZ, Mercedes. Et all. Bogotá: Taurus, 2004. p. 190.
56 Ibíd. P. 90.
57 PLATA QUEZADA, Op.Cit. P. 189.
58 Ibíd.
27
1.3 EL CASO DE FRANCISCO MARGALLO Y DUQUESNE.
1.3.1 Datos biográficos y entorno.
Francisco Margallo y Duquesne nació en Bogotá el 28 de enero de 1765 y murió el 23 de
mayo de 1837. Fue hijo de hijo de un español llamado Antonio Margallo Caballero y
Valero, y una santafereña llamada Rosalía Duquesne y la Madrid59
. Estudió Filosofía y
Facultades mayores en el Colegio de San Bartolomé60
. Se afirma que por tradición familiar
su familia no apoyó con mucho entusiasmo la causa de la Independencia61
, lo que permite
inferir que Francisco Margallo y Duquesne tuvo también por principios y formación
familiar preferencia por la monarquía. Más adelante, como veremos, con la inminencia de
la Independencia y el triunfo en 1819 de los patriotas la posición de Margallo
aparentemente “cambió”.
Imagen 1. Francisco Margallo. Por José María Espinosa, 1840. Miniatura sobre marfil.
6.8 x 5.5 cm. Museo Nacional de Colombia.
59
ROMERO, Mario Germán. Un santo bogotano en la Independencia?: la verdad sobre el Padre Margallo.
Bogotá: Empresa Nacional de Publicaciones, 1957. p. 13, 14.
60 VERGARA Y VERGARA, José María. Historia de la Literatura en Nueva Granada. Bogotá: Echeverría
Hermanos, 1867. P. 281.
61 ROMERO, Op.cit. p. 57.
28
Imagen 2. Autor desconocido. Colección de Retratos del señor José Joaquín Pérez.
Colección de tarjetas de visita de personajes históricos colombianos del siglo XIX y
primeros años del siglo XX. 2 tomos.
Refiriéndose a esto Mario Germán Romero en su libro Un santo bogotano en la
Independencia? : La verdad sobre el Padre Margallo, afirma:
En francisco debió obrarse un proceso semejante. Realista por nacimiento y convicción,
pronto se dio cuenta de que la revolución era un hecho, y como más tarde lo
proclamó solemnemente, los gobiernos son una obra de Dios y que El nos prescribe
su obediencia y que éstos serán eternos mientras se muestren celosos protectores de
la fe de los pueblos, no tuvo dificultad en aceptar el hecho cumplido62
.
Francisco Margallo y Duquesne fue catedrático de Teología en el Colegio de San
Bartolomé; en este puesto en que se encontraba cuando ocurrieron los sucesos del 20 de
julio de 1810. Su participación y toma de posición respecto a la revolución sucedió no
mucho después de los acontecimientos de 1810. El 29 de julio del mismo año, después de
62
Ibíd. P. 59.
29
una fiesta celebrada con motivo de acción de gracias, una comisión de la Junta Suprema se
presentó en San Bartolomé. El objetivo de la reunión, afirma Groot, “era poner las
enseñanzas universitarias en consonancia con los principios proclamados en la
revolución”63
. Después de las intervenciones de Camilo Torres y Frutos Joaquín Gutiérrez
se exhortó a catedráticos para que enseñaran los principios del liberalismo y se opusieran a
la tiranía64
. En aquel momento tuvo lugar una discusión, en la que Francisco Margallo
participó también. Éste expresó su posición, manifestando lo peligroso que era insinuar la
doctrina del tiranicidio65
.
Posteriormente, 28 de septiembre de 1810 Margallo y Duquesne presentó juramento a favor
de la Independencia66
. Acerca de las razones que llevaron a aquel a hacer un juramento
como aquel podemos afirmar, con Martínez de Codes, que éste no fue ajeno a su época y
que “navegó (…) según los vaivenes de la revolución”, como veremos más adelante. En
este punto hay que recordar que Margallo no había tomado aún los votos sacerdotales
cuando realizó el mencionado juramento.
Después de los sucesos de 1810 se propuso la organización de un cuerpo colegiado y un
Congreso Constituyente. El 19 de de Febrero de 1811 en Santa fé de Bogotá y la provincia
se llevó a cabo una elección por parroquias. El objetivo de aquella era escoger electores por
parroquia para que el 28 de Febrero eligieran la Junta Provincial. Como resultado Francisco
63
Ibíd. P. 60.
64 Ibíd.
65 Ibíd.
66 El juramento fue como sigue: “Juráis a Dios Nuestro Señor y esta señal de la cruz, sostener con vuestras
opiniones, vuestros bienes y vuestras vidas, la Independencia y soberanía del Pueblo de Cundinamarca?
Responde: Sí, juro. –Si así lo hiciereis, Dios os ayude; y si no, os lo demande. Responde: Amén.”.
RESTREPO, D. El colegio de San Bartolomé, p. 38 y ss. Citado por ROMERO, Mario Germán. Un santo
bogotano en la Independencia? : la verdad sobre el Padre Margallo. Bogotá: Empresa Nacional de
Publicaciones, 1957. p. 63.
30
Margallo y Duquesne fue elegido por la Parroquia de las Nieves para que asistiera al
mencionado Congreso Constituyente al que finalmente no se presentó67
. Autores de la
época y comentaristas de la vida de Margallo y Duquesne explican la ausencia de éste
como una expresión de su “proverbial humildad” y su poco interés en convertirse en figura
pública. No obstante, se puede inferir, considerando los sucesos posteriores, que Margallo y
Duquesne prefirió mantener un “bajo perfil” a sabiendas de que sus opiniones en aquel
momento podrían ser consideradas como pro-monárquicas; algo así lo habría expuesto en
un momento en el que la velocidad de los recientes acontecimientos arrojaba un manto de
incertidumbre sobre los sucesos por venir.
Ordenación y carrera religiosa.
Francisco Margallo y Duquesne se desempeñó como catedrático de Teología en el Colegio
de San Bartolomé durante 29 años68
. Debido a su éxito como docente y a la lucidez con la
que aquel realizaba su trabajo, muchos les sugirieron que se dedicara a la vida eclesiástica.
Refiriéndose a esto Mario Germán Romero, en una versión muy hagiográfica pero no
menos útil sobre la vida de Margallo y Duquesne, afirma:
Cuenta un testigo de la época que muchas personas comprendiendo el beneficio que
resultaría a los fieles de que este varón justo entrara a difundir las luces de su
ejemplo y doctrina en el ministerio sacerdotal, movieron todo los resortes* para
inducirlo a abrazar el estado eclesiástico. Pero la delicadeza de su conciencia le
hacia temblar de solo imaginarlo, y se excusaba siempre diciendo que no sentía
vocación y que se reputaba indigno de una misión tan alta69
.
67
La patria boba. Volumen 1, p. 136. Citado por ROMERO, Mario Germán. Un santo bogotano en la
Independencia? : la verdad sobre el Padre Margallo. Bogotá: Empresa Nacional de Publicaciones, 1957. p. 61,
61.
68 Archivo nacional. Eclesiásticos. Tomo 29, folio 655
* En adelante las negrillas son mías.
69 ROMERO, Op.cit. p. 67.
31
En cuanto a las razones que finalmente motivaron a Margallo a tomar los hábitos, las
fuentes consultadas no dicen mucho al respecto. Finalmente, y aparentemente después de la
insistencia de amigos y prelados, el 2 de Enero de 1816 Margallo y Duquesne realizó ante
el Provisor del Arzobispado una solicitud para usar los hábitos talares clericales seculares y
tomar las órdenes menores. Para aquel entonces, Margallo tenía cincuenta y un años.
Ambas solicitudes fueron atendidas por el Provisor, para lo cual tuvo en consideración su
“pública y notoria conducta”, eximiéndolo también de la información pública y privada
requerida en tales solicitudes70
.
Después de tomar las órdenes menores Margallo y Duquesne realizó una nueva solicitud,
esta vez para presentar los exámenes que precedían a la toma de las ordenes sagradas. Entre
las razones mencionadas por el Provisor a favor del mencionado personaje para la
realización de los exámenes menciona de nuevo asuntos como su conducta, virtudes y
experiencia de más de veinte años como catedrático de Teología en Colegio Seminario de
San Bartolomé71
. Finalmente, Margallo y Duquesne recibió el diaconado en 1817 e
inmediatamente hizo solicitud para obtener el presbiteriado. Las virtudes de aquel, comenta
de nuevo Mario Germán Romero, hicieron que el Arzobispo Juan Bautista Sacristán fuera
favorable a su solicitud72
. No obstante, Sacristán murió el 1 de febrero de 1817, siendo
70
Ibíd. P. 68.
71 Ibíd. P. 69.
72 Al respecto, Romero citando un articulo de la Revista de Estudios Eclesiásticos añade: “Las relevantes y
nada comunes prendas del diacono exponente inclinaron el animo del Ilmo. Señor Arzobispo difunto Dr. Juan
Bautista Sacristán, nuestro Prelado de gloriosa memoria (q.e.p.d) para estimular a aquél hasta interponiendo
su autoridad pastoral a fin de que recibiera los sagrados órdenes. No menos consideración se ha dignado
por las mismas circunstancias dispensarle el Ilustrísimo S. Obispo de Popayán; y Nos teniendo a gloria y
dicha imitar ciegamente las conducta de tan beneméritos Ilustrísimos Prelados, sin admitir título de congrua
disponemos, y en caso necesario mandamos al Diácono referido Doctor Francisco Margallo que en el día de
Mañana se presente ante el Ilustrísimo Señor Obispo de Popayán a recibir Sagrado Orden del Presbiteriado, a
cuyo efecto líbranse las competentes Dimisorias a titulo de suficiencia y obediencia. Guerra.-Ante mí.
Herrera. En el mismo día y en la fecha de auto que precede lo hice saber al Sr. Dr. Francisco Margallo, e
impuesto firma por ante mí que doy fe. Margallo. Herrera.”. Revista de Estudios Eclesiásticos. Año V.
Bogotá: 1937. Núm. 47. Citado por ROMERO, Mario Germán. Un santo bogotano en la Independencia? : la
verdad sobre el Padre Margallo. Bogotá: Empresa Nacional de Publicaciones, 1957. p. 70, 71.
32
finalmente Salvador Jiménez Enciso Cobos y Padilla, quien recién había sido elegido para
la diócesis de Popayán, quien otorgó las ordenes a Margallo el 29 de marzo de 1818 a la
edad de 53 años73
.
Curiosamente un año antes de la ordenación de Margallo en 1818, el gobierno eclesiástico,
en virtud de los privilegios otorgados por el Patronato, escogió el nombre del mencionado
religioso para ser incluido en la terna de la cual se elegiría al Sacristán de la Parroquia de
las Nieves, en Santa fe de Bogotá. Romero menciona que el nombre del sacristán fue
incluido como la primera opción, seguido por Cosme Primo y González, y José Joaquín
Pereira74
. ¿Cuáles serían las funciones del futuro sacristán? Basilio Vicente de Oviedo en su
texto manuscrito de 1763, titulado Cualidades y Riquezas del Nuevo Reino de Granada,
comenta que “el ministerio y oficio de los Sacristanes no es sólo cuidar de las iglesias con
la subordinación del párroco, cantar las misas y ministrarle en todo el oficio divino (….)”,
sino que además debe ocuparse en la instrucción y el adoctrinamiento de los feligreses75
.
Hay que decir también que este era un cargo remunerado y que debía sin excepción ser
ocupado por un sacerdote.
Finalmente, Francisco Margallo y Duquesne fue elegido para ser Sacristán, cargo del que
tomó posesión el 9 de Octubre de 1818 y el cual ocupó hasta el día de su muerte. Hay que
destacar que la elección de Margallo como sacristán tuvo lugar tan sólo seis meses después
de su ordenación como sacerdote. Este sin duda fue un momento importante y clave en la
vida de este personaje. Como sacristán de las la Parroquia de las Nieves a Margallo le fue
otorgada cierta autoridad que le permitió asumir una posición más beligerante, la cual
quedó plasmada en sus escritos y que seguramente también se expresó en sus
73
Ibíd. P. 71, 72.
74 Archivo Nacional. Eclesiásticos. Tomo 29, folio 655.
75 OVIEDO, Basilio Vicente de. Cualidades y riquezas del Nuevo Reino de Granada. Bogotá: Imprenta
Nacional, 1930. P. 279.
33
intervenciones ante los feligreses. Aunque no es mucha la información existente, las
fuentes consultadas comentan que como diácono Margallo trabajó en Zipaquirá; ya como
sacerdote predicó ocasionalmente en diferentes parroquias en Santa fe de Bogotá,
realizando ejercicios espirituales76
o como predicador. Del mismo modo visitó y trabajo en
poblaciones como La Calera y Chiquinquirá77
.
Una de las actuaciones más memorables de este religioso, de la cual se tiene mayor
recordación y se menciona más en los textos consultados, fue el sermón pronunciado
durante la celebración religiosa que tuvo lugar el 19 de septiembre en la Catedral Mayor de
Bogotá. Aunque no existe registro escrito alguno del mencionado sermón, los autores que
comentan la vida de Margallo coinciden todos al resaltar las virtudes como orador del
mencionado religioso. La edición del 17 de Octubre de 1817 de La Gaceta de Santafé
Bogotá afirmó:
Un orador elocuente, bien conocido en la Nueva Granada por sus austeras y sublimes
virtudes, el venerable Ministro del Santuario en quien este país ve hoy reproducidos
los Ignacios de Loyola y los Crisóstomos, el Doctor Ciudadano Francisco Margallo
pronunció un discurso expresivo y enérgico, lleno de esas sublimes imágenes, de
esas alusiones a la Historia Sagrada que le son tan familiares, en que persuadió que
todos los gobiernos eran una obra del muy Alto, que Él nos prescribía su
obediencia, y que éstos serían eternos mientras fuesen celosos protectores de la
Santa Religión. Nos exhortó a obedecer al presente, como legítimamente
establecido, e hizo al Cielo profundos votos por su felicidad y permanencia78
.
76
El diccionario de la Real Academia Española define los ejercicios espirituales como “los que se practican
por algunos días, retirándose de las ocupaciones del mundo y dedicándose a la oración y penitencia, y también
los que en días señalados practican los individuos de algunas congregaciones.”
77 ROMERO, Op.cit. p. 85.
78 Gaceta de Santafé de Bogotá. Número 12. 17 de Octubre de 1819, pág. 52.
34
La intervención de Margallo con motivo del triunfo de la Batalla de Boyacá fue recordada y
reseñada posteriormente por otros autores como José María Vergara y Vergara en su
Historia de la Literatura en Nueva Granada79
y José Alejandro Bermúdez en su artículo
Los oradores sagrados en Colombia80
. No mucho tiempo después el nombre de Margallo
volvería a la palestra pública y con motivos diferentes. En aquella última ocasión, no fue la
exaltación de los patriotas lo que lo motivó sino una dura crítica a las primeras medidas del
recién establecido gobierno republicano.
No obstante la oposición y las críticas que provoco por sus escritos, Francisco Margallo y
Duquesne se granjeó entre sus contemporáneos una imagen de taumaturgo y asceta que
duró hasta bien entrado el siglo XX. Autores del siglo XIX y XX se refieren con frecuencia
a Margallo y Duquesne como un hombre de sacrificios, penitencia y mortificación. José
Alejandro Bermúdez se refiere a Margallo como un “varón santo, que vivió por aquellos
tiempos [inicios de la República]”81
. Así mismo, José María Samper describe a Margallo
como,
un predicador purísimo y austero en sus costumbres; profundamente religioso y piadoso
con ardor; dado a las mas duras mortificaciones de la carne por amor a Dios y
horror al pecado (…) digno del calificativo de Santo (…) Margallo era el tipo
sublime del sacerdote de una democracia cristiana. Su vehemente elocuencia tenia
toda la sinceridad de la convicción y de toda la pasión de la fe; conmovía siempre
los corazones, arrancaba siempre lágrimas, producía con la magia de la
79
VERGARA Y VERGARA, José María. Historia de la Literatura en Nueva Granada. Bogotá: Echeverría
Hermanos, 1867.
80 BERMÚDEZ, José Alejandro. “Los oradores Sagrados en Colombia.” En: Oradores Sagrados,
BERMUDEZ, José Alejandro; MARROQUIN, José Manuel hijo; RESTREPO, Félix. Bogotá: Minerva, 1937.
281 p.
81 “Mas si fueron malos los días postrimeros de la Colonia para la predicación, pero lo fueron los primeros de
la República, y eso se explica fácilmente, entre otras cosas, por la larga orfandad que padeció por entonces
esta Metropolitana de Santa fé. Sin embargo, para consuelo de los justos, vivió por aquellos tiempos en esta
ciudad un varón santo cuya memoria no se ha borrado aun del corazón de los bogotanos”. Ibíd. P. 186.
35
inspiración sagrada tempestades de fervor religioso, que a veces alarmaban a los
gobernantes y en todo caso irritaban a los libre pensadores de la época (…) El
elocuente Margallo era el predicador favorito de las mujeres y de la muchedumbre
popular (…)82
Otros autores como José María Vergara y Vergara afirman que Margallo tenía el don de la
profecía: un fuerte temblor ocurrido después de un enigmático anuncio pronunciado por el
mencionado religioso hizo que empezara a ser considerado como un profeta83
.
Curiosamente, la reputación de Margallo como mensajero de catástrofes continúa hasta hoy
día. A Margallo se le atribuye el anunció de un desastre natural que destruirá Bogotá84
;
dicho anuncio ha llegado a convertirse casi en una legenda urbana en la capital de
Colombia.
Dejando de lado los vaticinios y refiriéndonos otra vez a Francisco Margallo y Duquesne,
Mario Germán Romero, con un estilo definitivamente apologético, comenta como el
religioso estaba consagrado a una vida de mortificación de la carne, penitencia, “alimento
82
SAMPER, José María. Galería Nacional de hombres ilustres o notables, o sea colección de bocetos
biográficos. Bogotá: Imprenta Zalamea, 1879. José María Samper (Honda, marzo 31 de 1828 - Anapoima,
Cundinamarca, julio 22 de 1888) fue político, literato y humanista. Es recordado por su participación política
como liberal radical a mediados del XIX, aunque a final de siglo, se afirma, su postura pasó a ser más
conservadora.
83 Vergara y Vergara describe el incidente que dio lugar a tal afirmación de la siguiente manera: “En el ultimo
día de octubre de 1827 se celebraron en este templo [la Capilla del Sagrario] las exequias por el cónsul de los
Países Bajos, que había muerto la víspera en desafío con el joven oficial Francisco Miranda, hijo del ilustre
general venezolano del mismo nombre. Esa noche, en la acostumbrada plática, dijo el doctor Margallo que
aquel templo estaba profanado y que el no volvería a entrar allí, porque no quería quedar bajo sus ruinas.
“Estas paredes hablaran por mi”, afirmó. Diez y seis días después, a la hora en que estaban reunidos los
hermanos de la dicha congregación en la capilla, un terremoto que conmovió la capital y gran parte del
territorio de la República, derribó la cúpula del templo (…) cinco personas murieron en Bogotá, y el número
de victimas de la memorable catástrofe, causada por erupciones en el Huila y del Puracé, alcanzó a 250 en
todo el país”. VERGARA Y VERGARA, Op.cit. p. 282.
84 “Un 31 de agosto de un año que no diré, sucesivos terremotos destruirán a Santafé”. La frase ha sido
atribuida a Margallo desde 1827.
36
escaso y parco, compartido con los pobres, unas estera por cama, cilicios, ayunos, un
incesante dolor de cabeza soportado sin una queja, congojas de espíritu y sobre todo los
escrúpulos de conciencia que laceraban su alma.”85
En su texto Romero menciona con
frecuencia la pobreza en la que vivió Margallo. Según el citado autor, Margallo destinó
durante toda su vida la mayor parte de sus salarios como catedrático en Colegio de San
Bartolomé y sacristán de la Iglesia de las Nieves al sostenimiento de su hermana y de su
madre86
. Romero comenta también como Margallo fue agredido en dos ocasiones por
desconocidos87
. Sin embargo, la escasez de fuentes no nos ha permitido confrontar este tipo
de detalles, entre otros.
RECAPITULACIÓN
Las condiciones políticas a finales del siglo XIX y principios de XX en el virreinato de
Nueva Granada provocaron en al alto y el bajo clero diversas respuestas. No es posible
hablar de tan solo una respuesta o una posición. En algunos casos, como comenta Rosa
María Martínez de Codes, se constatado que los miembros de clero se “movieron” según se
iban imponiendo las circunstancias. Generalmente, fueron los miembros del alto clero
quienes más se identificaron como realistas o promonárquicos, ya que veían que sus
intereses se identificaban mayormente con la monarquía. Era ésta quien había asegurado
hasta el momento los intereses del alto clero. Por otro lado, el alto clero se identificó más
con el movimiento revolucionario. No obstante, es pertinente mencionar que en medio de
estos dos aparentes grandes bloques se movió un número considerable de religiosos que,
según las condiciones del momento, iban moviéndose de un bando o el otro.
85
ROMERO, Op.cit. p. 77.
86 Ibíd. P. 78.
87 Ibíd. P. 80.
37
Para el caso específico de Nueva Granada ha sido posible identificar dos corrientes dentro
del catolicismo de finales del siglo XIX y principios del XX: el clero liberal y el clero
tradicionalista. Dentro de clero liberal, los más numerosos inicialmente, es posible a su vez
identificar dos posiciones: a. la de los que reducían la participación de los religiosos al
cuidado pastoral de los feligreses, reduciendo al mínimo su intromisión en lo político; y b.
quienes consideraban imperativa una participación activa del clero en los asuntos del
Estado, como un asunto inseparable del trabajo pastoral.
El clero tradicionalista, integrado por un reducido número de religiosos y casi clandestino,
prefirió no mostrarse demasiado y evitar las polémicas durante los primeros años de vida
republicana. Uno de los principales temores de quienes integraban esta corriente era ser
identificados con la monarquía, especialmente durante los años previos a 1819 y después de
consolidada la Independencia. Los temores a las represalias, exilios, castigos físicos y
demás hicieron que inicialmente del clero tradicionalista se mantuviera al margen de las
decisiones que se tomaron para organización del la nueva republica. No mucho tiempo
después esta situación cambio y paradójicamente el clero tradicionalista creció en número
de simpatizantes y se convirtió en el principal antagonista del liberalismo temprano y sus
reformas.
En este punto y en medio de los avatares de la revolución, entre oculto y expuesto,
encontramos al personaje autor de los textos de los cuales se ocupa este trabajo. La
información disponible acerca de los primeros años de Margallo no es tan extensa como
quisiéramos, no obstante es posible hacer algunas inferencias en este punto. Como se puede
notar, Francisco Margallo y Duquesne por su contexto familiar y social estuvo relacionado
con la Monarquía española. Con un padre nacido en la península, es seguro que desde
temprano contó con ciertos privilegios que lo acercaban a los intereses de la corona. Prueba
de ello es también la beca que fue otorgada por el virrey Caballero y Góngora para estudiar
en el Colegio Seminario de San Bartolomé.
38
Los años que siguieron como estudiante y posteriormente como catedrático hicieron de
Margallo un conocido y respetado maestro de teología. Luego, los sucesos de 1810
sorprendieron a Margallo mostrándole, como dice Romero, que “la revolución era un
hecho”. Seis años después de los acontecimientos de 1810, Francisco Margallo y duquesne
decide iniciar su carrera eclesiástica, persuadido por su “llamado” y las presiones de otros
religiosos. Sabemos poco acerca de las condiciones personales o familiares que hicieron a
Margallo optar finalmente por la vida religiosa. Generalmente lo que se conoce como el
llamado en la vida religiosa, suele estar rodeado de una serie circunstancias que constriñen
de cierta manera al candidato en ciernes.
Esta claro que Francisco Margallo y Duquesne tuvo una carrera eclesiástica veloz, que fue
catapultada por una red social muy influyente. Varios prelados del alto clero se mostraron
favorables a la carrera de Margallo como sacerdote, al punto de interponer su propia
autoridad para asegurar resultados. Por el momento es poco lo que conocemos acerca de los
intereses que motivaron a esta red social para impulsar dicha carrera. Lo que si podemos
decir es que quienes lo persuadieron y posteriormente lo promovieron estaban seguros de la
lealtad de Margallo con la causa de la revolución, considerándolo como un prototipo de
orador al servicio del nuevo orden. Paradójicamente, lo que no sabían quienes impulsaron
la carrera eclesiástica de Margallo era que éste sostendría duras discusiones con las ideas
del liberalismo temprano, derrotero de las reformas en la república en ciernes.
Hasta aquí el contexto y la aproximación biográfica a la vida de Francisco Margallo y
Duquesne. En el siguiente capítulo nos dedicaremos al objeto central de este trabajo: los
textos escritos por el mencionado religioso y orador del siglo XIX y temprano representante
de un catolicismo tradicionalista, catolicismo que en su momento reclamaría también su
derecho a intervenir en las reformas al Estado.
39
CAPÍTULO II
LOS TEXTOS Y LAS POLÉMICAS.
En el capítulo anterior se mencionó como el proceso de Independencia tanto en América
latina como en el virreinato de Nueva Granada provocó diversas reacciones y el
surgimiento de corrientes dentro del catolicismo. Del mismo modo, se mencionó como el
clero, tanto el alto, como el bajo, participó activamente tomando posiciones. Respecto a
esto, también fue destacada la producción intelectual de los religiosos durante el periodo
pre- y post independentista. Dicha producción intelectual estuvo representada en
periódicos, pasquines, hojas sueltas, sermones impresos, catecismos y demás. Siguiendo a
Marta Irurozqui, no cabe duda acerca de los útiles que fueron las producciones intelectuales
de los religiosos al momento de influir y moldear opinión. Sermones y catecismos, por
ejemplo, fueron escuchados por los más diversos auditorios88
.
En Nueva Granada tanto el clero liberal como el tradicionalista se destacaron por una
amplia producción de publicaciones. En esta ocasión, no nos ocuparemos de dichas
publicaciones sino que abordaremos algunos de los textos publicados por Francisco
Margallo y Duquesne. Los “papeles” de Margallo, como los llama Plata Quezada, fueron
publicados en un momento muy particular durante los primeros años de la nueva república.
Como uno de los representantes más emblemáticos del incipiente catolicismo tradicional
de la primera mitad del siglo XIX, Margallo se dedicó en sus escritos a reconvenir las
medidas tomó el gobierno durante los primeros años de vida republicana.
88
IRUROZQUI, Marta. “El sueño del ciudadano. Sermones y catecismos políticos en Charcas tardocolonial”.
Disponible en la Web: Consejo Superior de Investigaciones Científicas. http://hdl.handle.net/10261/17999. P.
222.
40
En este segundo capítulo abordaremos algunas de esas discusiones, a través de los textos
publicados por el clérigo en mención. Del mismo modo señalaremos como estas
discusiones se convirtieron en el parte aguas que aglutinó a un particular grupo de clérigos
que fue progresivamente fortaleciéndose e identificándose como el sector tradicionalista
dentro del catolicismo.
2.1 NI SERMONES, NI CATECISMOS: LOS „PAPELES‟ DE MARGALLO
Refiriéndose al caso particular de Charcas durante el periodo tardío colonial, Marta
Irurozqui ofrece una serie de definiciones, que en nuestro caso, sirven para ir delimitando el
tipo de texto que nos aboca en este caso. La mencionada autora describe la diferencia entre
el sermón y el catecismo. El sermón, de acuerdo con Irurozqui, era difundido en la lengua
del auditorio, estaba acompañado por la gesticulación del orador y la emoción que este
podía ser capaz de imprimirle. Al mismo tiempo, el sermón era legitimado por el orador
cuando este afirmaba que no era su voluntad, sino la de Dios la que se expresaba, “de
manera que cualquier oposición del público a sus peticiones sería entendida como un
incumplimiento cristiano y un desafió a la divinidad”. De esta manera también, el orador
era estimado como el portavoz oficial de lo divino, única persona autorizada para
comunicar semejante mensaje, opinar y corregir los males89
.
Por otro lado encontramos el catecismo político: “(…) pegado en papel en la pared de
manera anónima y furtiva o distribuido en los comercios, cafés y tabernas”. El catecismo
político iba dirigido a otro grupo de lectores, menos interesados en escuchar la palabra del
clérigo, más inquietos por la novedad90
. El catecismo primero informaba y después
“convertía a los oyentes”, afirma Irurozqui. Para tal efecto, el recurso de catecismo era
89
Ibíd. P. 222.
90 Ibíd.
41
explicar a través de preguntas y respuestas los enrevesados temas políticos de la
actualidad91
.
Como se puede notar, los sermones y los catecismos fueron dos géneros distintos y al
mismo tiempo complementarios92
. Las dos fueron expresiones doctrinarias, que tenían por
objetivo “uniformizar la opinión”, para “hacer creer” y “hacer actuar”93
. La diferencia
entre ellos, afirma Irurozqui, está en la manera como sus autores concibieron y entendieron
a su potencial auditorio, acostumbrado mayormente a las lecturas en alta voz y con muy
pocos que sabían leer y escribir94
.
A la par con estas definiciones, nos encontramos también con un par de géneros que fueron
muy prolíficos durante el siglo XVII y XIX, tanto en la península como en el continente
americano: la sátira política y la fábula política satírica. Estos también son dos géneros muy
cercanos también entre sí, pero con claras diferencias de origen. Se dice que la sátira
política está motivada principalmente por la oposición al poder establecido, es anónima y se
transmite de manera oral o escrita95
. La sátira supone un modo indirecto de hablar pero
comprensible de asuntos prohibidos: “La sátira política es una literatura de denuncia: tras
la sátira siempre hay un inconformista”, afirma Ana Maria Freire López.
91
Ibíd.
92 Ibíd.
93 Ibíd. P. 221.
94 Ibíd.
95 FREIRE LOPEZ, Ana María. “La fábula como forma de la sátira política en la España de principios del
siglo XIX”. Disponible en la Web en: www.cervantesvirtual.com.
(http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12048841998086072976624/p0000001.htm#I_1)
Edición digital: Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2003. Consultado el 3 de marzo de 2010.
42
En cuanto a las formas literarias, comenta Freire, la sátira política se puede presentar de la
más diversas maneras: diálogos, alegorías, epístolas, tratados políticos, crónica, arbitrio,
exequias, epigramas, aforismos, coloquios en verso, monólogos, carteles, oraciones,
testamentos, preguntas y respuestas, glosas, epitafios, parodias de memoriales o cartas,
adagios, refranes, jeroglíficos y descripciones de túmulos96
. No obstante, Freire afirma que
existe una forma literaria de la sátira política que no ha sido considerada por varios autores:
la fábula. Ésta apareció a finales del silgo XVIII y alcanzó su mayor difusión durante el
XIX.
No todas las fabulas políticas pueden considerarse satíricas, comenta la citada autora. La
fabula política, siguiendo la tradición neoclásica, tenía como principal fin instruir
moralmente (políticamente) al pueblo. En la fabula política satírica, “la sátira que adopta
la forma externa de fábula para zaherir directamente a personas o instituciones políticas
concretas y coetáneas. La forma fabulística supone una perfecta envoltura para vadear la
censura, pues ofrece la posibilidad de alegar, llegado el caso, que no se había pretendido
decir lo que los censores han querido entender.”97
Por su naturaleza, la fabula política
satírica se ha prestado para la ambigüedad. Polémicas en torno a fábulas como El Raposo ó
La escalera de mano y el farolero así lo demuestran98
.
Para el caso de español, varios fueron los factores que convirtieron la fábula satírica en un
género con gran acogida a finales del siglo XVIII y principios del XIX. El primero, afirma
Freire, tiene que ver con la amplia tradición fabulística española, muy fuerte a finales del
96
Ibíd.
97 Ibíd.
98 La polémica por El Raposo ocurrió en 1788, cuando fue publicada en El diario de Madrid. Su autor, José
Agustín Ibáñez de la Rentería, salió sin problemas de en medio de la polémica. No obstante en ediciones
posteriores tuvo que agregar al final de prólogo que sus intenciones no eran señalar o satirizar a personajes en
particular. Ibíd.
43
XVIII. Segundo, “la exaltación patriótica, y enseguida política que desencadenó la guerra
de la Independencia, y que se incrementó durante las Cortes de Cádiz y los subsiguientes
acontecimientos”99
. En tercer lugar, se encuentran los periodos en los cuales se contó con
la libertad de imprenta. Por último, como consecuencia de lo anterior se encuentra el
incremento de la actividad periodística y del papel impreso100
. Siguiendo a Freire, sin duda
fueron estos los elementos que convirtieron a la fábula de contenido satírico y político en el
género que se impuso sobre los demás.
Ahora, aunque no es posible por el momento considerar los textos de Margallo entre
algunas de las categorías anteriormente mencionadas, cabe decir que sus publicaciones
reunieron características de uno y otro genero. Hay que mencionar que Margallo ha sido
recordado como uno de los clérigos con más número de publicaciones durante el primer
tercio del siglo XIX101
. Por otro lado, encontramos como muchos de los títulos fueron lo
suficientemente sugerentes como para capturar la atención de los potenciales lectores.
Señalamos a continuación la lista de los textos publicados por Margallo entre 1823 y 1836:
Título Año de
Publicación
Imprenta
El gallo de San Pedro 1823 Imprenta de la República,
por Nicomedes Mora
El perro de Santo Domingo 1823 Imprenta de Espinosa
99
Ibíd.
100 Ibíd.
101 PLATA QUEZADA, William Elvis. “Del catolicismo ilustrado al catolicismo tradicionalista”. En:
Historia del cristianismo en Colombia. Corrientes y diversidad. LÓPEZ RODRÍGUEZ, Mercedes. Et all.
Bogotá: Taurus, 2004. p. 189
44
La ballena: en la ballena se
simbolisa [sic] aquí la Santa
Iglesia Romana, que sola puede
entrar en las profundidades de la
Escritura Divina como en un
misterioso mar
1825 Imprenta de José Manuel
Galarza
La serpiente de Moisés: llámese
así este papel para significar que
así como aquella serpiente devoró
las serpientes de los magos, así la
cruz adorable de Jesucristo
Nuestro Señor y su Religión
santísima ha triunfado de todas las
religiones falsas y sectas
diabólicas
1826 Imprenta de Espinosa, por
Valentín Molano.
La burra de Baalan. (La burra de
Baalan seudónimo de Francisco
Margallo
1826 Imprenta de la República
por N. Lora
Dirección cristiana de las acciones
cristianas y políticas: bajo la
protección del santísimo patriarca
señor San José
1826
(Reimpreso
en 1865)
Imprenta de la libertad
Gato enmuchilado 1826 N. Lora
La Espada de Holofernes (19
números, 28 de enero-29 de julio)
1830 Imprenta de Espinosa
La arca salutífera: discurso sobre
la unidad de la Iglesia Católica,
fuera de la cual no hay salvación
1830 Imprenta de Bruno
Espinosa, por José Ayarza
El gosque [sic]
1834 Imprenta de Bruno
Espinosa, por José Ayarza
Alcanse [sic] a la burra de Balan
[sic]
1836 Imprenta de Antonio
Mora Peláez
45
Mario Germán Romero, biógrafo de Margallo a principios del siglo XX, incluye un par de
títulos más de los cuales no tenemos certeza en cuanto a la autoría de Margallo, pero que
vale también la pena mencionar aquí: El celador de la honra de Maria Santísima (Imprenta
de la República, 1823, 4 p.), El chuchillo de San Bartolomé (Imprenta de Espinosa, 1827, 1
p.), Dirección de almas a honra del Sagrado Corazón de Jesús (Imprenta de Torres
Amaya), y La tomineja de Tunja (Imprenta de Espinosa, 1826, 8 p.). De las publicaciones
mencionadas anteriormente La Espada de Holofernes fue una publicación periódica102
.
No obstante a pesar de lo numerosas que fueron las publicaciones de Francisco Margallo y
Duquesne no existen estudios ó trabajos que aborden desde una perspectiva historiográfica
y más científica los contenidos, estudio de las ideas o acercamientos desde el análisis del
discurso. Los trabajos localizados acerca de Margallo y Duquesne son apologéticos y en su
mayoría han sido escritos por otros religiosos, lo que ha resultado en textos centrados
mayormente en aspectos biográficos del mencionado clérigo. Por ahora, nos
concentraremos en los primeros textos y las primeras discusiones planteadas por Margallo y
Duquesne entre 1823 y 1826.
2.2 LAS DISCUSIONES CON LA MASONERIA
Las simpatías de Margallo con la causa de la Independencia mudaron rápidamente. En el
caso de Margallo esto se debió en que para nadie parece fue un secreto que el nuevo
gobierno tenia afinidades con la masonería. De hecho corría el rumor que varios de sus
principales dirigentes hacían parte de tan temida logia. Muy temprano la guerra contra la
masonería estallo. Corría el año de 1823 y Francisco Margallo publicó su primera
arremetida contra la mencionada sociedad. Pronto, Margallo se convirtió en uno de sus más
fuertes detractores.
102
Ibíd.
46
Las ideas compartidas por los masones fueron vistas como completas aberraciones por los
clérigos. Así, nociones como, como la ley natural, el individualismo y la tolerancia con
distintas religiones, fueron consideradas dañinas ya que amenazaban el nuevo orden y
contradecían los principios de la iglesia, y afirmando por ejemplo:
Ni la religión, ni el culto de los católicos, ni la institución de sus ministros han de quedar
en pie según el sistema masónico. [Para él] todo lo que no sea fruto original de la
ley natural, todo debe desaparecer del universo103
.
La masonería fue bien conocida y practicada entre civiles y militares. Se afirma que la
primera generación de dirigentes liberales perteneció a logias masónicas. Los masones eran
definidos como “personas distinguidas, correctas, cultas, amantes del orden (…)
auténticos patriotas”104
. No obstante los católicos tradicionalistas vieron la masonería y
sus prácticas con recelo y temor, entre otras razones por “sus reuniones secretas y
misteriosas, en las cuales se practicaban ritos extraños, y su desprecio por los “profanos”
(no masones), además de los ataques que lanzaba, de manera más o menos soterrada,
contra la institución eclesiástica.”105
Entremos en materia. En el mismo año de 1823 Margallo publicó El Gallo de San Pedro.
Se afirma que el detonante de dicha publicación fue la edición en el periódico El patriota106
103
Tardes masónicas de la Aldea. Bogotá: Imprenta de N. Lora. Septiembre de 1823, p.8. Citado por: PLATA
QUEZADA, William Elvis. “Del catolicismo ilustrado al catolicismo tradicionalista”. En: Historia del
cristianismo en Colombia. Corrientes y diversidad. LÓPEZ RODRÍGUEZ, Mercedes. Et all. Bogotá: Taurus,
2004. p. 191.
104 Ibíd.
105 Ibíd.
106 El periódico El patriota fue creado por Francisco de Paula Santander en respuesta a Antonio Nariño, quien
en la publicación periódica de Los Toros de Fucha, criticaba fuertemente el gobierno del vicepresidente
Santander.
47
de un artículo en que se hacía apología de la masonería. A juicio de los católicos
tradicionalistas los vínculos entre el gobierno y la masonería en Nueva Granada quedaron
expuestos107
. El gallo de San Pedro fue publicado por la Imprenta de la República, en una
presentación de 17 páginas, firmada con el nombre de autor. Esto es importante aclararlo,
ya que más adelante, en dos ocasiones Francisco Margallo y Duquesne optó por la
utilización de un seudónimo.
Con un epígrafe en latín108
, Margallo inició su escrito haciendo referencia a la luz y la
oscuridad, como representaciones del bien y el mal. De esta manera, no ha pasado la
primera página cuando el clérigo se refirió a la masonería como “enemiga de la Iglesia y
perjudicial al Estado”109
. La masonería podía ser considerara una amenaza tanto del
estado como de la religión por que engañaba a los hombres y bajo su apariencia de falsa
piedad seducía y eran capaz de reunir en si misma a todos los males:
Tal es la Secta Franc mazona [sic], que bajo los espaciosos[sic] nombres de caridad,
sociedad, igualdad, libertad y unión, reuniendo en si el Moro y el Judío, el
Protestante y el Apóstata con el falso cristiano, forma respecto del vulgo un
monstruo tan ridículo como el que Horacio proponía a sus Pisones, rostro agraciado
de muger[sic], cuerpo de yegua y cola de serpiente; pero que es respecto de los
inteligentes, el Leopardo horrible del Apocalypsi[sic], que se viste de todas las
figuras y colores que le acomodan para engañar y dominar.110
107
VERGARA Y VERGARA. Op.cit. p. 280.
108 El epígrafe corresponde a una cita del Nuevo Testamento, en Juan 3:20-21, "Porque todo aquel que hace lo
malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Más el que practica la
verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras so hechas en Dios.”
109 El Gallo de San Pedro. Bogotá: Imprenta de Nicomedes Lora. P. 1. Biblioteca Nacional de Colombia
110 Ibíd.
48
La masonería tenía la facultad de unir todo aquello que era considerado como aberrante por
la Iglesia Católica. Moros, judíos, protestantes, apostatas y falsos cristianos habían estado
ya en el ojo del huracán, condenados en encíclicas y perseguidos hasta la muerte en el
pasado. Cada uno de estos enemigos por si solos era lo suficientemente aterrador; sólo
había que imaginar lo que podían ser capaz si reunían bajo un solo nombre. La “secta”
francmasona tenía la habilidad de presentarse y adaptarse a diferentes contextos a las
situaciones con el único propósito de engañar. Margallo y Duquesne recurre al Apocalipsis,
libro del Nuevo Testamento pletórico en figuras y monstruos que describe el fin de los
tiempos, para comparar la masonería con una de las bestias ahí mencionadas. Por otro lado,
la masonería también era un peligro porque amenazaba con separar al hombre de la
religión, reduciéndolo a un estado de natural, independiente de las leyes divinas y
humanas111
. Margallo y Duquesne denuncia a la masonería como un grupo de
conspiradores cuyo propósito es la ruina de los gobiernos y la religión112
.
Sin duda una de las cosas que más consternaba a los católicos tradicionalistas acerca de la
masonería eran sus reuniones secretas. Lo “secreto” de aquellas había provocado las mas
diversas explicaciones y rumores; mucho se dijo acerca de lo que los masones hacían en sus
reuniones. Así, para que no quedara duda de lo perniciosos de estos encuentros, Margallo
incluyó un relato detallado de una reunión masona en El gallo de San Pedro113
. Sin duda
111
Ibíd.
112 Ibíd. P. 2.
113 “Rodeado el pretendiente e infeliz iniciado de brillantes espadas, sus manos sobre el compás y la escuadra,
divisa de su instituto: después de examinada su vocación, y despojada de todo quanto[sic] tiene de metal,
como hebillas, caxa[sic], botones, desnuda la rodilla derecha y puesto el zapato del pie izquierdo como
chinela, le hace estar largo rato con una hacha encendida delante de los ojos en aquella sala obscura, que esta
guardada por dentro y fuera de Franc-mazones con espadas desnudas. Dándole después tres vueltas, vendados
sus ojos, alrededor de las columnas, y de las tres luces puestas en candeleros triangulares, entre el ruido pueril
y ridículo del compás y la escuadra[sic] que llevan pendientes al cuello las centinelas, se le hace el tercer
examen, y quitándole la venda le presentan las puntas de las espadas y haciéndole llegar en tres tiempos a un
banquillo puesto junto a la mesa, sobre el cual hay un compás y una escuadra, un Franc-mazon, que llaman el
Orador; Advertid, le dice, que estáis para abrazar una Orden respetable la cual es mas seria de lo que vos
pensáis. Nada hay en ella contra la Ley, contra la Religión, contra el Papa, ni contra las buenas costumbres.
El Venerable os dirá lo demás*. Dicho esto, hinca la rodilla desnuda sobre el banquillo, y hace el juramento
49
las reuniones secretas era algo que aterrorizaba al clérigo y los católicos tradicionalistas en
general. Lo “secreto” convertía a las reuniones de los masones en algo “malvado y
diabólico”114
.
En El gallo de San Pedro Margallo y Duquesne hace un llamado a las sociedades masonas
en la ciudad para que se asuman como enemigos o amigos de la Iglesia. El procedimiento
era fácil: solo tenían que “publicar el secreto” para “no ser más adversarios.”115
En
oposición a los secretos y obscuros ritos de la masonería, está la Iglesia Católica. Con un
espíritu distinto, que descubre su accionar a la luz del día, la Iglesia es presentada como la
antagónica de las sociedades masónicas. El “espíritu de caridad”, como lo llama Margallo y
Duquesne, no permite que la Iglesia oculte algo al público116
. En este punto, el autor insiste
como las reuniones nocturnas, juntas y asambleas secretas han sido más que condenados
por la autoridad en Roma117
:
sobre el Evangelio de San Juan, aunque el sea un Judío, con unas imprecaciones que horroriza el referirlas,
obligando su vida, no a una muerte común, sino arrancada la lengua, quemados los labios con un hierro
ardiendo, despedazado el corazón, ahorcado en el día del recibimiento de otro insensato como él, y [ilegible]
sus cenizas a las logias principales para horror y escarmiento y monumento perpetuo de su traición.”
*Cursivas en el original. Ibíd. P. 3.
114 Ibíd. P. 4.
115 “Escribimos para obligaros a defender vuestro honor y fama, purificándoos de las sospechas que se
suscitan contra vuestro misterioso sigilo: si la Iglesia, si el Estado, si los Pueblos lejos de seros contrarios,
están de acuerdo, unid vuestro sentimientos con los nuestros, y no seréis adversarios, sino amigos. La
publicación de vuestro secreto es vuestra victoria, y el secreto vuestra ruina y nuestro triunfo.”P.6.
116 “Después que el Divino Espíritu ha dicho que los caminos de los impíos están llenos de tinieblas que no
saben donde van a parar. ¡Qué distinta es la conducta de la Iglesia de los Christianos! El espíritu de caridad
que anima a esta tierna madre, no le permite ocultar cosa alguna desde que se rasgo de arriba a abajo el velo
del santuario." Ibíd. P.7
117 Ibíd.
50
Ellos [los pontífices] condenan una secta que real y manifiestamente existe; tanto más
detestable, quanto [sic] más oculta sus ministerios de iniquidad*. Y si los
Legisladores políticos han podido prohibir los conventículos y juntas especialmente
nocturnas; ¿por que se ha de privar la Iglesia y sus pastores de semejante facultad
habiendo recibido su autoridad del mismo hijo de Dios J.C.N.S su fundador y
Legislador Supremo?”118
En este punto se le recuerda a los lectores que la masonería no está aprobada por el
Vaticano y por lo tanto “religión no aprobada es reprobada por santa que aparezca”,
concluye Margallo y Duquesne119
. En consecuencia también la masonería, comenta el
citado autor, está en contra de la Religión120
. Anatemizada, excomulgada y reprobada la
masonería se opone por esencia a la Iglesia Católica y a los pontífices en Roma, a quienes
no se sujeta121
. En este punto y refiriéndose a la obediencia que la Iglesia sí hace respecto a
Roma, Margallo y Duquesne afirma que la primera, “(…) sin este espíritu de subordinación
a la primera cabeza, sería como una nave fluctuante en medio de un mar borrascoso,
expuesta todo viento, según la bella comparación del mismo apóstol [Pedro]"122
. Con
frecuencia Margallo seguirá refiriéndose a la Iglesia católica como una “nave”, en una
comparación que el permitirá diversos giros y aplicaciones.
A través la masonería, afirma el comentado autor, el demonio “maestre de todas las
logias”123
ofrece un nuevo combate. Éste ha mudado su aspecto y cansado de rugir, como
* Las negrillas son mías.
118 Ibíd. P. 13.
119 Ibíd. P. 8.
120 Ibíd.
121 Ibíd.
122 Ibíd.
123 Ibíd. P.9
51
el León del cual habla el apóstol Pedro124
, se ha convertido en dragón. Esta es de nuevo
una referencia al Apocalipsis, en donde la figura del dragón es empleada para figurar la
oposición al bien y la verdad. Según el relato bíblico el dragón es la representación del
demonio en los últimos tiempos; después de una apoteósica batalla el dragón del
Apocalipsis es derrotado por el Arcángel Miguel y es arrojado a la tierra en donde desata
una guerra contra los que obedecen a Dios y tienen el testimonio de Jesucristo125
.
Por otro lado, El juramento masón, que se imponía aun sobre autoridades eclesiásticas y
civiles, era también otra prueba de ilegalidad de la sociedad secreta:
Juramento iniquo [sic] e ilegal; porque ¿Quién autorizo estas Sinagogas del Satanás para
exigirlo, protestando ocultarlo a las potestades eclesiásticas y civiles aun con
perjuicio de la santa Religión y ruina de la causa pública?126
En su alegato, Margallo y Duquesne le recuerda a sus lectores como la secta francmasona
ha sido desterrada en monarquías y recibida, para desgracias de estás, en Repúblicas
protectoras del tolerantismo127
. Esta mención del tolerantismo en un escrito sobre la
masonería no es fortuita. Más adelante, como veremos, las discusiones por motivo del
tolerantismo se hicieron mas frecuentes; reiteradamente el catolicismo tradicional acusó al
gobierno de lo que llamó una política de tolerantismo religioso. Como era apenas de
esperarse la Iglesia se sintió amenazada con semejantes medidas.
124
En el nuevo testamento el apóstol Pedro en su primera carta afirma: “Sed sobrios y velad; porque vuestro
adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”. (1 Pedro 5:8).
125 Apocalipsis todo el capítulo 12.
126 Ibíd.
127 Ibíd. P. 5
52
No obstante, tal tolerantismo no fue tan amplio como lo expresaron y lo sintieron los
religiosos. Lo que si se puede constatar, fue la actitud más abierta del Estado durante los
primeros años de vida republicana con grupos como los masones y las sociedades bíblicas
protestantes128
. En opinión de los primeros legisladores liberales, este tipo de sociedades
contenían elementos modernizantes que ayudarían a contrarrestar los años de atraso y
oscurantismo producido por la hegemonía religiosa ostentada por la Iglesia Católica
Romana durante el periodo colonial
Margallo y Duquesne en El gallo de San Pedro menciona una cuestión que la Conferencia
Episcopal Colombiana retomará más adelante durante la primera mitad del siglo XX. El
espinoso tema tiene que ve con si es posible ser ciudadano, cumplidor de deberes y
obligaciones civiles sin tener una vida de feligrés:
Dícese que es indiferente ser, o no Mazon [sic] al que es buen Ciudadano, buen Padre, fiel
administrador, y exacto en las obligaciones civiles y políticas. Engaño manifiesto:
rotos los más sagrados vínculos ¿cómo pueden subsistir los lazos de las
obligaciones particulares?* La Religión se ha mirado no solo por los cristianos;
sino aun por los Paganos mas ilustrados como la basa del bien público y
fundamento de la vida social bien reglada; léase Platón, Cicerón, Horacio y
demás129
. p. 12
128
Jean-Pierre Bastian en Protestantes, liberales y francmasones: sociedades de ideas y modernidad en
América Latina, siglo XIX, explica, así como en otros textos de su autoría, la conexión que hubo entre las
mencionadas sociedades y los primeros años de vida republicana a lo largo y ancho de Latinoamérica. Los
proyectos liberales de estas repúblicas en ciernes vieron con buenos ojos y promovieron el arribo de
colportores, maestros, sociedades bíblicas y demás con el fin de “modernizar” y superar en su opinión el
atraso dejado por la colonia española. BASTIAN, Jean-Pierre. Protestantes, liberales y francmasones:
sociedades de ideas y modernidad en América Latina, siglo XIX. México: Cehila, Fondo de Cultura
económica, 1993. 178 p.
* Las cursivas son mías.
129 El gallo de San Pedro. P. 12.
53
En este caso, Margallo y Duquesne se pregunta si acaso el posible ser masón y al mismo
tiempo responder correctamente con las obligaciones civiles. Su respuesta es negativa. El
vínculo con la religión, en este caso la Iglesia Católica, es inherente a la condición de
ciudadano, padre y administrador. No es posible ser masón (lo que equivale según lógica
del citado autor a ningún vínculo con la Iglesia) y al mismo tiempo ser un sujeto que
cumple con sus deberes civiles. De esta manera los “sagrados vínculos”, como los llama
Margallo Duquesne, se anteponen a cualquier otro tipo de vínculo o compromiso. Dichos
vínculos son la garantía del bien público y la vida social.
Margallo y Duquesne concluye El gallo de San Pedro solicitando a las autoridades
eclesiásticas y del gobierno se unan, “(…) en favor de la Religión y beneficio del Estado, de
común acuerdo empeñen toda su autoridad en la destrucción de una secta, que amenaza el
estrago y la ruina de uno y otro.”130
La masonería, según el citado autor, amenazaba la
supervivencia y la integridad de la “Religión” y el Estado; por eso debía ser considerada
como un peligro que obligaba a los dirigentes del Estado y el clero a unificar los esfuerzos
necesarios para su expulsión de la república.
Este tipo de razonamientos dentro del clero católico colombiano existirá hasta bien
avanzado el siglo XX, cuando el arribo del nuevo siglo trajo una serie de situaciones lucían
con cambiar el orden mundial. En este ambiente la Iglesia Católica colombiana sintió que
era su deber seguir instituyéndose como baluarte de orden y de la paz. Durante la primera
mitad del silgo XX todas las reacciones a que hubo lugar entorno a los asuntos que atañían
directamente al país, partieron de una premisa ampliamente repetida en las Pastorales
Colectivas131
. Esta premisa afirmaba que la Republica estaba compuesta por ciudadanos
que “al mismo tiempo que aman la patria profesan ser hijos de la santa Iglesia
130
Ibíd. P. 16.
131 Las Pastorales colectivas son documentos elaborados por la Conferencia Episcopal Colombiana cada tres
años, en promedio, cuando tiene lugar la asamblea del mismo nombre.
54
Católica”132
. No era posible pensar entonces en un ciudadano que no fuera al mismo
tiempo católico. Tal profesión de fe era inseparable de su condición de ciudadano, lo que
equivaldría a decir que no ser católico era no ser ciudadano o no amar a la patria; en
opinión de los prelados esta situación se constituía en un peligro para el orden y la
estabilidad de la República.
Pero volviendo a la primera mitad del silgo XIX hay que decir que El gallo de San Pedro
no fue el único escrito dedicado a la cuestión de la masonería. Tres años después de la
publicación de éste, Margallo y Duquesne publicó El gato enmuchilado133
(1826). Este
papel cuenta a manera de relato fabulado las revelaciones de un gato, ex secretario de una
logia masónica. El gato, de acuerdo con el relato, es un personaje público e influyente que
participó por un tiempo como masón en reuniones, rituales y demás. Como secretario, el
gato afirma haber sido testigo de las actividades de los masones; no obstante el gato fue
encerrado en una bolsa de la cual finalmente pudo escapar. El gato enmuchilado empieza
advirtiendo a sus lectores y a los masones de la siguiente manera:
(…) ahora oirán lo que es hablar, y lo que a los Mazones [sic] les va a costar el haberme
enmuchilado con pretexto de su secretario para que yo les guardase, y autorisase
[sic] todos sus proyectos secretos, y les rubricase las ceremonias todas de su secta.
Vosotros señores me dispensareis porque ya que me ha tocado la ocasión de hablar, no soy
yo el que la pierde134
.
132
CONFERENCIAS Episcopales de Colombia. Tomo I. 1908-1953. Bogotá: El catolicismo, 1956. p. 335.
133 MARGALLO Y DUQUESNE, Francisco. El gato enmuchilado. Bogotá: Imprenta de la República, 1826.
8 P.
134 Ibíd. P. 1.
55
Para aquel entonces otras publicaciones en contra de la masonería ya habían salido a la
luz135
. En El gato enmuchilado Margallo y duquesne, bajo la figura de un ex masón,
continúa describiendo y denunciando las “barbaridades” que ocurren al interior de la
mencionada sociedad. En este relato fabulado, el citado autor vuelve a denunciar la
masonería como una secta136
y a sus miembros como hombres que practican “toda suerte
de impiedades y de injusticias en fuerza de sus principios, siempre que ellos ayuden, o se
necesiten para la conservación o dilatación de la secta”137
. Del mismo modo, el
despotismo es presentado como uno de los propósitos de la masonería, el cual es
implantado con el falso pretexto de “la libertad, eterno amor y felicidad”138
. Como si
fuera poco en El gato enmuchilado Margallo y Duquesne acusa a los masones de asesinos,
pena máxima que es impuesta cuando es revelado el “secreto” masón. El gato afirma haber
sido testigo de muchos crímenes y castigos al interior de la “secta”:
(…) si pudieran ellos pillarme, harían conmigo lo que yo mismo he visto que han hecho
con varios de los que han quebrantado el juramento del secreto, dándoles la muerte
mas cruel, a unos asesinándoles ellos mismos, a otros dándoles con violencia los
venenos mas activos: lo cual es efectivo; por que en las salas de sus logias se halla
esta inscripción en letras blancas sobre paredes negras: Habla y morirás*. Todo esto
me ha obligado a detestar de la maldita secta;139
135
El traductor, El despertador, Tardes y Noches mazónicas.
136 “El mazonismo [sic], dice un autor fide digno, el mazonismo es una verdadera secta; pues a los niños se
dice por los catecismos, que esta palabra mazonismo [sic], significa error o falza [sic] religión diversa de la
católica: cuya doctrina se enseña por algún maestro o corifeo del mazonismo.” Ibíd. P.1, 2.
137 Ibíd. P. 2.
138 Continúa afirmando: “(…) y por otra sujetan sus miembros iniciados y profesos a un despotismo y
esclavitud, tal que exeden [sic] al mayor despotismo monárquico que se ha conocido en el mundo: ellos piden
a sus socios el mas rigurosos silencio, la mas ciega obediencia, sujetando y humillando su entendimiento a la
voluntad y ordenes de sus superiores que suponen justísimos.” Ibíd. P. 3
* Las cursivas son del autor.
139 Ibíd. P. 3.
56
Injuriosos140
, herejes141
y de una caridad fingida142
, los masones están interesados en que no
haya “culto verdadero, ni religión católica, ni moral, ni pudor, ni arreglo de costumbres
(…)”143
. Como se puede apreciar, en El gato enmuchilado los adjetivos y los
señalamientos fueron mas allá que en El gallo de San Pedro. Aprovechando la libertad que
ofrece el relato fabulado, Margallo y Duquesne tuvo la ocasión para explayarse aún más en
uno de los más temibles enemigos del Estado y la Iglesia. Pletórico de un lenguaje
maniqueo y cargado de simbolismos para representar el bien y el mal, Margallo y
Duquesne no tuvo reparos a la hora de advertir acerca de los peligros que representaba la
masonería, y sus perniciosos efectos sobre los baluartes de la sociedad.
Finalmente los efectos de la presión ejercida a través de las publicaciones y los alegatos del
catolicismo tradicional se sintieron. El gobierno, afirma William E. Plata, cedió y poco a
poco fue retirando su apoyo a las logias, hasta que en 1827 Simón Bolívar las proscribió.
No obstante, las logias masonas no desaparecieron por completo y permanecieron como
parte de la vida social y política del país, al punto que se les considera en buena parte
responsables de la formación de la generación radical liberal de mediados del siglo XIX en
Colombia144
.
140
“Por que los mazones [sic] como he visto, y he presenciado sus ceremonias, hacen una injuria a Dios en
sus oraciones; pues injuriando sus atributos, se atreven a llamarle Arquitecto, siendo que el artífice ó
arquitecto necesita de materia para obrar; no si el Criador de cielos y tierra (…)”. Ibíd. P. 4.
141 “Los mazones hacen sus oraciones en consorcio de los herejes, oraciones sin aprobación de la Iglesia;
antes bien reprobadas por la misma Iglesia (…)”. Ibíd.
142 “los templos de los mazones son sus logias, sus congregaciones mistas [sic] con los infieles; sus sacerdotes
y predicadores hacen grandes laudatorias a ciertas virtudes, como la caridad, humildad y la continencia; por
que se practiquen, ni esas ni las demás; por que su caridad toda ella es fingida y muy limitada pues solo
favorecen a los suyos (…)”. Ibíd.
143 Ibíd. P. 5.
144 PLATA QUEZADA, Op.cit. P. 191.
57
2.3 LAS DISCUSIONES CON LOS “LIBROS PROHIBIDOS”
Entre los años de 1820 y 1823 una nueva polémica se suscitó con motivo de la
implantación de la educación benthamista y de autores ilustrados en el plan de estudios del
Colegio de San Bartolomé. Se afirma que las ideas del utilitarismo de Bentham fueron la
primera concepción del Estado y la primera filosofía política que se enseñó en el país145
.
Entre los católicos ilustrados las ideas de Bentham tuvieron una gran aceptación, tales
como Nepomuceno Azuero y Juan Fernández de Sotomayor. En opinión de los católicos
ilustrados, Bentham ofrecía un sistema compatible con cristianismo146
. Para argumentar
esto, se citó a los padres de la Iglesia, tale como san Crisóstomo, quien afirmaba que “la
regla del cristianismo estaba en el tener presente lo práctico y la utilidad pública”,
derrotero de la doctrina benthamista147
.
No obstante los católicos tradicionalistas vieron los con malos ojos las reformas a la
educación realizadas por Santander y criticaron los métodos pedagógicos (representaciones
teatrales, danzas, juegos, prohibición del azote, entre otros)148
. Sin duda, el asunto más
cuestionado fue el empleo de los textos de Bentham para el desarrollo de lecciones. De
nuevo, los católicos tradicionalistas afirmaron que Bentham era antirreligioso y nocivo para
la estabilidad de la religión católica y el Estado.
Como uno de los representantes tempranos de este catolicismo tradicional, Margallo y
Duquesne no se quedó atrás. Participó de esta nueva polémica con la publicación de El
145
Ibíd. P. 193.
146 Ibíd.
147 Ibíd.
148 Ibíd.
58
perro de Santo Domingo149
en 1823. En esta nueva publicación Margallo y Duquesne
arremetió contra los libros prohibidos. Estos, en opinión de aquel, son textos impíos que
“contienen los misterios sacrílegos de la iniquidad. Aquel lo abrió el cordero rompiendo
los sietes sellos; estos los abre la Serpiente, sellando los entendimientos con error.”150
Como se puede notar, las referencias apocalípticas siguen estando al a orden del día cuando
el propósito es señalar y advertir.
Los textos ilustrados así como las doctrinas benthamistas se oponen directamente los textos
sagrados; las consecuencias de su lectura son previsibles: “precipitan a los hombres en los
abismos, y profundidades de Satanás de que se habla en el Apocalipsis Cap. 5”151
. Citando
a San Agustín, Margallo y Duquesne afirma que este tipo de libros han sido prohibidos por
la Iglesia Católica y la república; prueba del repudio que en otros tiempos han suscitado las
lecturas ilustradas son también las oposiciones a lecturas similares en otros lugares del
orbe, así como la larga lista de libros quemados en hogueras.
En discusiones como está, fue frecuente que el catolicismo tradicional recurriera a
recordarles a los “tribunales” que uno de sus compromisos adquiridos es la defensa de la
religión católica, apostólica y romana como “fundamento de la felicidad publica (…) con
exclusión de otra cualquiera; bien persuadidos que no hay convención entre Cristo y
Belial, como ni entre la luz y las tinieblas”152
.
149
MARGALLO Y DUQUESNE, Francisco. El perro de Santo Domingo. Bogotá: Imprenta de Espinosa,
1823. 24 p.
150 Ibíd. P. 2.
151 Ibíd.
152 Ibíd. P. 5.
59
Las directrices de Concilio de Trento fue otro de los argumentos presentando por Margallo
y Duquesne en contra de los libros “prohibidos”:
(…) esta sagrada asamblea, y una de las más celebres que jamás vieron los siglos (…) han
reputado semejantes libros, como la semilla de una mala cosecha, prohibiéndolos, y
anatemizando a sus autores, excluyendo de su gremio, a pesar de toda la benignidad
de la Iglesia allí congregada; no solo a ellos, sino a los que tuvieran el atrevimiento
de leerlos o retenerlos.153
El concilio de Trento condenó no solo ciertas lecturas, sino que además se pronunció en
contra de otra serie de enemigos de la Iglesia. El llamado de Margallo y Duquesne era para
los buenos cristianos, para que en consideración de todas las prohibiciones y los peligros
que significaban semejantes lecturas para el Estado y la religión, dejaran de lado los textos
que amenazaban la integridad y el orden público154
de una república de creyentes. En este
sentido, el citado autor recuerda como en los tiempos del antiguo testamento el Rey David
gobernó sin la ayuda de Rousseau, Voltaire ó Montesquieu155
, siendo el ejemplo más claro
de una “sabiduría sólida, y que quisiera yo acompañase hasta el sepulcro a mis
conciudadanos”156
.
Al igual que como sucede con la masonería, es la “serpiente” la causante de tantos males.
Ella es quien ha derramado su veneno sobre los libros, “cuyos álitos [sic] corrompidos han
trastornado los sabios de primer orden, y transformando en enemigos de la Iglesia a sus
153
Ibíd. P. 6
154 Ibíd.
155 "(…) puede mirarse, y admirarse como el primer fundador, y legislador del Reyno de Israel; ¿y sin libros?
¿sin estudios? No, el estudiaba, oraba, meditaba mucho, día y noche en las obligaciones de su estado ¿Y por
que libros? aun no habían escrito Rousseau, Woltayre [sic], Montesquieu, y demás." Ibíd. p. 8
156 Ibíd. P. 8, 9.
60
más acérrimos defensores”157
. Así mismo, la historia ya ofrecido por si sola innumerables
ejemplos de personajes que fueron “corrompidos” por las lecturas prohibidas. Es así como
en un acto del más fino y religioso patriotismo, como lo llama Margallo y Duquesne, el
autor hace un llamado para persuadir a las autoridades encargadas para que eviten a toda
costa la difusión de semejante mal158
.
Las lecturas envenenadas, entre otros, serian una de las causas del surgimiento de
personajes como los masones159
. Margallo y Duquesne acusa a la ilustración como una de
las causantes de la aparición de textos que amenazan la integridad de los cristianos: “Libros
que prefiriendo el sistema de Epicuro al Evangelio, van a convertir el Mundo en un teatro
capaz de horrorizar las Naciones mas bárbaras, e incultas (…) ¡Ay! ¿En esto han venido
ha parar las luces del siglo XVIII?"160
. Como se puede apreciar la disputa y el diálogo en
general se presenta entre dos bandos: los libros sagrados contra los libros “prohibidos”, los
autores bíblicos contra los autores de la Ilustración, ó en otras palabras, la oscuridad –de
nuevo- contra las tinieblas. Estos textos tienen además la capacidad de transformar a los
jóvenes en “bestias”, quienes con ansias de saber se acercan a la “fuente” equivocada para
leer los libros envenenados161
. Finalmente, en una de las arremetidas más fuertes contra los
libros ilustrados en El perro de Santo Domingo, Margallo y Duquesne afirma:
(…) libros escritos en la academia del infierno, dictados por el fanatismo, y furor contra
Dios, y la Religión Santísima de Jesucristo: organizados por la ignorancia y el
157
Ibíd. P. 11.
158 Ibíd. P. 13.
159 Ibíd. P.
160 Ibíd. P. 14.
161 “Se beben por la incauta juventud con una sed insaciable las aguas de estas fuentes envenenadas, que
siendo incapaces de apagar la sed, causan la muerte: se habla, se lee, se estudia, no lo que perfecciona al
hombre, sino lo que lo destruye, y transforma en bestia." Ibíd. P. 15
61
engaño; escritos entre las tinieblas de la ceguedad; capaces de formar una educación
irracional, y libertina, que compusiese, si posible fuera, no una República como la
de Platón; sino de hombres, y de fieras, bajo de unas mismas leyes de libertinaje162
.
De lo anterior seguimos infiriendo como principal característica de los escritos de Margallo
y Duquesne su parcialidad y habilidad para polarizar. Este tipo de lenguaje fue un lugar
común dentro de este temprano catolicismo tradicional. La cuestión de las lecturas
ilustradas y las teorías de Bentham le granjearon a Margallo y Duquesne una reputación de
hombre de Dios, consagrado a la defensa de los principios de la Iglesia Católica,
inamovible en sus principios. Pero aquí no pararon las intervenciones del mencionado
clérigo. En el siguiente apartado veremos algunos apartes de la discusión desatada por la
creación de la Sociedad Bíblica de Colombia en Bogotá.
2.4 LA SOCIEDAD BÍBLICA.
La historia de la presencia de confesiones religiosas no católicas en Colombia empezó muy
temprano con la presencia de soldados extranjeros que vinieron a apoyar las guerras de
Independencia. Tal es el caso del coronel escocés James Fraser, quien participó en la legión
británica y fue posteriormente ministro de guerra. Como otro antecedente interesante se
encuentra el hecho de que durante el periodo de la Independencia se llamara de manera
peyorativa “masones y luteranos” a los que participaron en las revueltas del 20 de Julio; no
obstante, se reconoció la influencia de ese tipo de sociedades163
.
162
Ibíd. P. 14.
163 ROMERO, Mario German. “Novenas políticas en la Independencia” En: Boletín de Historia y
Antigüedades. Vol. XLVII, Julio-Agosto 1960, p. 477-487.
62
En 1825 llegó a Bogotá Diego Thomson, un bautista escocés quien había sido comisionado
por la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera para la difusión del sistema lancasteriano de
educación y la Biblia164
. Se afirma que Thomson fue recibido por personalidades en la
ciudad. La creación de la Sociedad Bíblica estuvo precedida por varias reuniones y
conferencias a las que se dicen asistieron “altas personalidades del gobierno como también
personajes distinguidos del clero católico romano”165
. En los primeros meses de 1825
Thomson establece la Sociedad Bíblica Colombiana en colaboración con autoridades de la
política y el clero católico. El propósito principal de la mencionada sociedad era la
distribución de biblias en lengua vernácula.
A la reunión en la cual se creó la mencionada sociedad asistieron personajes públicos del
momento como el Ministro de Relaciones exteriores, Pedro Gual; Antonio Malo, Senador;
el rector del Colegio de San Bartolomé, José María Estévez; los representantes Joaquín
Gómez y Mariano Niño; el prior del convento de los Predicadores, Fray Mariano Garnica y
se dice que un gran numero de sacerdotes entre otros166
. En una reunión posterior se eligió
una junta directiva que quedó conformada de la siguiente manera: Pedro Gual como
Presidente; primer vicepresidente, José María Castillo (en ese momento Ministro de
Hacienda); segundo vicepresidente, José María Estévez; tercer vicepresidente, el rector del
Colegio del Rosario. Se afirma que siguiendo el reglamento de la sociedad bíblica se
conformó también una comisión la cual estuvo integrada por veinte miembros, de los cuales
la mitad eran eclesiásticos167
. A la mencionada reunión de elección de junta directiva
asistieron también el Coronel Hamilton de la Legión Británica y el Cónsul Británico, de
164
Thomson fue comisionado para trabajar inicialmente en Argentina y visitara también el resto del
continente. Thomson llegó a Buenos Aires el 6 de Octubre de 1818, donde permaneció hasta Mayo de 1821.
posteriormente visitó Chile, Perú, Ecuador, Colombia (1825), Centroamérica, las Antillas y España.
ORDOÑEZ, Francisco. Historia del cristianismo evangélico en Colombia. Medellín: Tipografía Unión, 1955.
p. 18.
165 Ibíd.
166 Ibíd. P. 19.
167 Ibíd. P. 19.
63
apellido Henderson. La incipiente sociedad contó con el decido apoyo de la Sociedad
Bíblica Británica y la Americana quienes hicieron generosos aportes168
. Visto el éxito y
persuadido de que habría de continuar así, Thomson viajó a México en 1827. No obstante,
lo que ocurrió contradijo las expectativas del escocés169
.
Como se puede notar, un sector de las autoridades eclesiásticas no opuso resistencia
inicialmente a la creación de la Sociedad Bíblica Colombiana. Pero la calma no duró por
mucho tiempo. Por aquel momento existían tres condiciones que las biblias en lengua
vernácula debían cumplir. Estas eran: contar con licencia del soberano pontífice, que la
versión fuera de un traductor católico, y por último, que la versión contara con anotaciones
de los Santos Padres y autores clásicos170
. La versión que la Sociedad Bíblica Colombiana
estaba dispuesta a distribuir no tenía ninguna de las condiciones anteriormente
mencionadas, por lo que quienes se opusieron desde el principio a la creación de la
mencionada sociedad bíblica encontraron suficientes razones para seguir controvirtiendo su
creación.
En medio de la polémica desatada por la creación de la Sociedad Bíblica de Colombia,
Margallo y Duquesne publicó en 1825 La Ballena171
. En este texto el clérigo advirtió sobre
168
La Sociedad Bíblica Británica envió 10.000 Nuevos Testamentos y un considerable número de Biblias. Se
dice que buena parte fueron entregadas en algún sitio en el actual departamento del Chocó. Por su parte, la
Sociedad Bíblica Americana envió 800 biblias a Bogotá y una edición especial latín/español para el Ministro
de Relaciones Exteriores, Pedro Gual, en agradecimiento por su colaboración. ORDOÑEZ, Op.cit. p. 20.
169 Tres años después la Sociedad Británica comisionó a Lucas Matthews para continuar el trabajo iniciado
por Thomson. Se dice que Matthews apenas pudo permanecer por poco más de una año en Bogotá,
vendiendo un par de ejemplares de las biblias. En 1830 salió de Bogotá con el propósito de viajar hacia la
costa por el río Magdalena, pero no llegó a su destino. De su paradero poco se supo; algunos afirmaron que
había sido asesinado por los bogas. Ibíd. P. 21, 22.
170 ARBOLEDA, Carlos. “Pluralismo religioso en Colombia. XI congreso de historia de Colombia”.
Ponencias. (on line). En: http://relicultura.tripod.com/ponencias/carlos_arboleda.htm#1.
171 MARGALLO Y DUQUESNE, Francisco. La Ballena. Santafé de Bogotá: Imprenta de José Manuel
Galarza, 1825. p. 11. El título completo de esta publicación de 11 páginas fue: La Ballena: en la ballena se
64
los perjuicios que trae la lectura de la Biblia en lenguas vulgares, lo inescrutable de sus
contenidos y lo oscuro y peligroso que podía ser su lectura sin ayuda ni orientación
autorizada:
La escritura Sagrada, el Oráculo de la verdad, la antorcha de nuestra peregrinación, la
madre y maestra de los fieles, vagando como una meretriz entre un pueblo rudo, e
imperito, expuesta a caer en un caos de errores y delirios de perversos dogmas por
el abuso temerario, carnal, y sacrílego de los hombres animales*, incapaces de
percibir las cosas de Dios172
.
Como argumento contra la creación de la mencionada sociedad bíblica se mencionó
reiterativamente la negación de la posibilidad de la lectura privada de la Biblia por parte de
los fieles sin intermediación del clérigo, como parte de uno de los principales dogmas de la
Iglesia Católica. Así también, como se puede notar en la cita anterior, se negaba por
completo la capacidad de los fieles para una lectura de las escrituras. Los fieles eran vistos
como seres incapaces, en un estado de infantilidad que los limitaba, rudos, carnales y
animales.
La autoridad para la lectura y la reproducción de la Biblia pertenecía única y
exclusivamente a la Iglesia Católica Romana. El concilio de Trento a través de su
simbolisa [sic] aquí la Santa Iglesia Romana, que sola puede entrar en las profundidades de la Escritura
Divina como en un misterioso mar, a la manera que aquel gran pez en las profundidades del mar.
También contrario puede representarse la misma Escritura Santa, que solo tiene el espíritu de vida en la
Iglesia, y queda muerta fuera de ella como sucede a los peces fuera del mar.
Ytem, así a los peces por grandes que sean no los sufren los golfos como a la Ballena, por que los rebalza y
arroja de si así, el profundísimo folgo de la Sagrada Biblia no sufre a los que presumiendo de grandes
ingenios intentan contra las disposiciones de la Iglesia sondear las profundidades de este misterioso océano,
por que al punto los arroja en la playa como peces muertos y sin vida.
* Las cursivas son mías.
172 Ibíd. P. 1.
65
dogmática había negado la difusión de las escrituras en lenguas vernáculas173
. No obstante
los planes de la sociedad bíblica eran muy distintos. Margallo presenta en La Ballena las
proposiciones de la mencionada sociedad, a las que llama capciosas. De ser ciertas las
proposiciones de la Sociedad Bíblica Colombiana no es posible el sostenimiento de un
proyecto de república o sociedad organizada, en razón de que contradicen la autoridad del
Sumo pontífice y se constituye por lo tanto en herejía: “(…) a mi me basta para improbar
la traducciones vulgares de la Santa Biblia, le haber observado que este ha sido siempre el
espíritu de los heresiarcas, convatido [sic], e impugnado por los hombres mas sabios de la
Religión.”174
En opinión de los católicos tradicionalistas el proyecto de la Sociedad Bíblica Colombia se
oponía al espíritu de la Iglesia175
. Entre las razones para esto se menciona el hecho de que
el estudio de las escrituras,
No es (…) un estudio como el de las ciencias humanas, pide otras disposiciones. Todo aquí
es misterioso, todo divino, todo admirable y hasta la puntuación ha sido dirigida por
el Espíritu Santo, que esconde sus secretos a los sobervios [sic], y a los comunica a
los humildes por medio de la oración, moritificasion [sic] y pureza de conciencia, al
mismo tiempo que ofusca y oprime con el peso brillante de su gloria al temerario
escudriñador de los secretos adorables de su tremenda Magestad [sic], como los
rayos del Sol a los ojos enfermos, dice Nancianceno176
.
173
Ibíd. P. 1.
174 Ibíd. P. 3.
175 Ibíd. P. 4.
176 Ibíd. P. 4.
66
Otras de las razones para la dificultad de un acercamiento directo a las escrituras apuntan a
lo reservado y profundo de los textos sagrados, lo difícil de su comprensión, el estilo y los
contenidos, lo que otorga todo en conjunto una “misteriosa oscuridad” a la Biblia. Por otro
lado, Margallo y Duquesne afirma también, siguiendo a San Agustín, que “no a todos se
comunica Dios, ni todos deben interpretar la sagrada Biblia”177
. Para dar mas peso a sus
argumentos, Margallo y Duquesne cita casos en el Antiguo y el Nuevo Testamento donde
se observa como fue necesaria la mediación de un tercero para la interpretación de la
Escritura, “pruebas evidentes contra el espíritu privado”, afirma178
. Lo anterior, según la
lógica del mencionado autor, establece la autoridad única de la Iglesia a la hora de la
interpretación y la necesidad de una “cabeza visible” que dirija la nave, como afirma
Margallo y Duquesne para referirse en una analogía a la Iglesia179
.
En La Ballena se advierte acerca del gran peligro que existe cuando las mujeres y los
hombres leen la Biblia:
La experiencia gran maestra de desengaños ha hecho ver los funestos efectos, que ha
producir la lectura indiscreta de la Santa Biblia, y ha manifestado contra el
sentimiento de Quesnel que también la simplicidad e ignorancia mujeril*
igualmente que la sobervia [sic] de los hombres es causa, y ocasión de los mayores
errores180
.
177
Ibíd. P. 5.
178 Ibíd. P. 6.
179 Ibíd.
* Las negrillas son mías.
180 Ibíd. P. 7.
67
La “simplicidad e ignorancia” de las mujeres queda demostrada en varios ejemplos que
ofrece la historia, los cuales indican los funestos resultados que han tenido lugar cuando
ellas intervinieron en los asuntos de los hombres, imponiendo su voluntad:
Con la ayuda de Elena su meretriz estableció Simón el Mago su heregia [sic]. Una tropa de
muegersillas [sic] seguían a Nicolás Antioqueno maestro de inmundicias. A
Marcion le preparaba los ánimos en Roma una de este jaez. Apeles tubó [sic] por
compañera su Philumena para esparcir sus errores. Montano el Predicador de
espíritu inmundo ¿quanto daño hizo por medio de Prisca y Maximilla?181
Por otro lado, encontramos en La Ballena una referencia a Martín Lutero, reformador del
silgo XVI. Se dice que para la Iglesia católica neogranadina, y para este caso los católicos
tradicionalistas el protestantismo o la herejía estuvo asociada a Martín Lutero; la manera
como se consideraron las directrices del concilio de Trento no dio lugar a otra
interpretación, Lutero fue durante mucho tiempo el hereje por antonomasia182
. En este
punto hay que recordar también que la Reforma del siglo XVI insistió en la lectura
individual de la Biblia (sola scriptura), aspecto en el cual contravenía a la tradición
católico-romana183
. Refiriéndose a Lutero, Margallo y Duquesne afirma que éste “astuto
como la serpiente” difundió la Biblia en alemán con alteraciones, lo que trajo terribles
consecuencias184
. Ahora pues, el futuro no es alentador. La difusión de la Biblia en lenguas
vernáculas traerá como única consecuencia la destrucción de la fe. Los nuevos “doctores
181
Ibíd.
182 ECHAVARRIA URIBE, Otoniel. La herejía. Estigmatización del protestantismo en la Diócesis de Nueva
Pamplona. 1868-1943. Tesis de Pregrado. Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2010. p. 13.
183 Al respecto, Jean Delumeau dedica un pequeño apartado en su libro La Reforma a las consecuencias de la
aparición de libro y su relación con el humanismo y la Reforma: “En materia de piedad, el libro favorecía el
individualismo. La obra impresa hacía menos necesario el sacerdote y permitía una meditación personal.
Cuando ese libro era la Biblia, todo el mundo podía entender a Dios, hablarle y exponerse a interpretar a su
manera el mensaje divino”. DELUMEAU, Jean. La Reforma. Barcelona: Labor, 1997. p. 21.
184 MARGALLO (1825). P.7.
68
sin borla”, como los llama Margallo y Duquesne, se constituyen en una nueva amenaza
para el cristianismo: “El Ángel de las tinieblas transformado en Ángel de la luz bajo la
especie de una aparente piedad intenta la ruina de las almas, y el exterminio total de la
Religión.”185
2.5 HEREJES EN SANTAFÉ Y EL HORRENDO SISTEMA DE LA TOLERANCIA
Simultáneamente con el debate producido por la creación de la Sociedad Bíblica de
Colombia, otra discusión surgió pronto. La presencia del bautista Diego Thomson en la
ciudad de Bogotá despertó suspicacias y recelos entre católicos tradicionalistas. Por otro
lado, la presencia de visitantes o residentes como Thomson puso sobre el tapete la cuestion
del tolerantismo de la Iglesia Católica con otras “sectas”, como se le llamó a todas las
expresiones religiosas diferentes de la Católica.
Con lo que consideró suficientes motivos, Margallo y Duquesne publicó La Serpiente de
Moisés en 1826, texto con el cual se iniciaría un largo camino de descalificación e
intolerancia contra el cristianismo no católico. La Serpiente de Moisés186
presenta los
tópicos fundamentales sobre los cuales se seguirá insistiendo, aun cien años después, al
momento de señalar a las “sectas heréticas” ó los protestantes, como se les llamó sin
distinción alguna hasta bien avanzado el silgo XX en Colombia.
185
Ibíd. P. 9.
186 MARGALLO Y DUQUESNE, Francisco. La Serpiente de Moisés: Llámese así este papel para significar
que así como aquella serpiente devoró las serpientes de los magos, así la cruz adorable de Jesucristo Nuestro
Señor y su Religión santísima ha triunfado de todas las religiones falsas y sectas diabólicas. Santafé de
Bogota: Imprenta de Espinosa. Por Valentín Molano, 1826. 14 p.
69
La Serpiente de Moisés empieza abordando ampliamente la cuestión de tolerantismo y
cómo este debía entenderse entre los cristianos a la hora de “hacer frente” a las sectas. En el
mencionado texto el religioso neogranadino abre el debate con un epígrafe en latín extraído
del Nuevo Testamento en le cual se lee: “Quien no está conmigo, contra mí es, y quien no
recoge conmigo, desperdiga (Lucas 11: 23)”. Sin muchos preámbulos, el religioso define
el tolerantismo como un “mostruo [sic] horrendo para le pueblo, y la destrucción de toda
religión par los que saben pensar”187
. Según el citado clérigo, el tolerantismo abre las
puertas a todos los crímenes, despoja al hombre de su don más precioso, mira por igual a
todas las religiones y, lo más peligroso, pone a nivel de las demás religiones a la única
religión verdadera, que en este punto sobra decir cual es188
.
La tolerancia, como sistema horrendo, está mas que validado por las escrituras, afirma
Margallo y Duquesne189
. Otra de las razones para negar la tolerancia tiene que ver con el
hecho de que las “sectas” son contrarias a los principios rectores de la única Iglesia; por lo
tanto el deber del cristiano es proscribirlas y trabajar por su eliminación:
El que está persuadido de la verdad de su Religión, el que la ama y la antepone a todos los
intereses por ventajosos que parezcan, lejos de tolerar sectas contrarias; antes
quisiera verlas destruidas, y convertidos sus profesores*: tal es el carácter de la
verdad, que como la luz es incompatible con las tinieblas; así Jesucristo con Belial
dice su Apóstol, y por eso, escribiendo a su discípulo Tito, manda evitar la
comunicación con los hereges [sic]: así San Juan el Evangelista prohíbe aun la
187
Ibíd. P. 1.
188 Ibíd. P. 1,2.
189 “Cansaría la paciencia de los lectores y me faltaría el tiempo y el espíritu si intentase recorrer las Sagradas
escrituras para demostrar el odio y la detestación con que allí se mira el horrendo sistema de la tolerancia.”
Ibíd. P. 2.
* Las cursivas son mías.
70
salutación; y San Mateo publica la orden de su divino maestro a los Apóstoles de
retirarse de la casa y ciudad donde no fuere recibida su doctrina190
.
Como se ve la tolerancia, entre otras cosas, es también un asunto de amor a la Iglesia
Católica. Está, la verdadera esposa, exige a sus fieles “no puede tener amistad ni tolerará a
las esclavas que son las sectas heréticas”191
, afirma el eclesiástico. La Iglesia Católica a ser
la única y verdadera192
no puede darse el lujo de admitir otros sistemas religiosos. Ella sola
es la depositaria del verdadero culto, enemiga de los cismas y fuera de la cual no hay
salvación193
. Así las cosas, la única condición para el tolerantismo es “renegar de
Jesucristo, del evangelio, despreciar la doctrina de los Sagrados Concilios y de los Padres
de la Iglesia”194
, cosa absolutamente despreciable para los que se consideraran buenos
cristianos.
Entonces, según esta lógica, ¿qué debía hacerse con los herejes si esta prohibido tolerarlos?
Margallo y Duquesne afirma que los “herejes”, citando a Santo Tomás, deben ser excluidos
de la Iglesia, excluidos del trato con los creyentes y arrojados del mundo. Inclusive la
comunicación de los fieles con los herejes debe prohibirse, no vaya a ser que los primeros
resulten seducidos o se de a entender erróneamente que se aprueban sus errores,
provocándose el escándalo195
.
190
Ibíd. P. 2, 3.
191 Ibíd. P. 3.
192 Ibíd. P. 3. Margallo afirma: “Instruidos por la boca del mismo Dios, sabemos que la Iglesia no puede ser
más que una, así como es un Dios solo, un Jesucristo y una fe, no puede haber más que una Religión
verdadera”
193 Ibíd. P. 3.
194 Ibíd.
195 Ibíd. P. 4.
71
Del mismo modo en cuanto al trato con los sectarios, el clérigo neogranadino aconseja
seguir otro memorable ejemplo, inspirado en la antigüedad:
(…) huidles decía [refiriéndose a un Antonio], como del veneno e imitad en esto mi
conducta. Imitad como herederos de mi espíritu el odio que les he profesado, no
habiendo jamás tratado con ellos pacíficamente*, como vosotros sois testigos
196.
El llamado es a la intolerancia y a la desaprobación por cualquier medio de los cristianos no
católicos, ó los herejes, como se les llamo mayormente. Tal actitud no sorprende en
demasía si consideramos que estas fueron las primeras expresiones de una corriente del
catolicismo neogranadino que con el avance del siglo XIX convirtió en principios rectores
sus postulados, alcanzando su mayor expresión durante el periodo que se conoce como la
Regeneración197
.
Como si lo anterior no fuera suficiente, en la Serpiente de Moisés Margallo y Duquesne
expone las razones por las cuales el tolerantismo, ó la tolerancia con otras religiones, debía
considerarse peligrosa para la estabilidad de la naciente república. Junto a los intereses de
la religión, los intereses políticos debían interponerse al avance del sistema que amenazaba
tanto con la firmeza de uno, como con la estabilidad del otro. Refiriéndose a esto afirma:
* Las cursivas son mías.
196 Ibíd. P. 6.
197 Para Otoniel Echavarría el proceso tendría inicio con “el reconocimiento por parte del vaticano de la
Independencia de la Nueva Granada, y el nombramiento del primer internuncio papal en tierras colombianas
(1835)”. Por su parte William Elvis Plata afirma que “La Romanización”, entendida como la toma de
conciencia “con respecto al ideal de vida católica” volvió a tomar fuerza entre los años setentas y setentas del
siglo XIX, expresándose plenamente en la Regeneración. Esta romanización, afirma Plata, consistió
“fundamentalmente en la adopción (desde la jerarquía hasta los laicos) de una noción vertical y monárquica
de la Iglesia, en una reestructuración de las diócesis, del clero, de las comunidades religiosas (las mas
rebeldes), en una mejora de los métodos pastorales y de catequización, todo acompañado de una crítica
particular al liberalismo, la masonería y el protestantismo”. ECHAVARRIA, Op. cit. p. 12, 13.
72
Pero aún cuando toda la venerable antigüedad no se opusiese al a tolerancia; los intereses
políticos, las razones de estado deberían armar a todos los Gefes [sic] Políticos,
como en otro tiempo al gran Constantino y otros imitadores suyos: ya para evitar no
solo el peligro de la fe y la Religión por los artificios seductores, los propios de los
sectarios, sino también por la corrupción de las costumbres, ruina de los más
florecientes imperios198
.
El mencionado religioso consideraba que la tolerancia de otros cultos, siendo en realidad
solo uno el verdadero, va en contra tanto de la autoridad divina como de la autoridad de los
hombres. Del mismo modo, afirma que la tolerancia es “repugnante a la razón”, y sin
lugar a duda “sumamente nociva, no solo a los derechos de la Iglesia, sino también, a los
intereses políticos del estado”199
, concluye. Del mismo modo la tolerancia destruye los
vínculos de la felicidad pública, “sucediendo en su lugar la falacia, el engaño, la rapiña y
la violencia, bajo los espaciosos nombres de industria, sagacidad y derecho (…)”200
.
Todas las virtudes, afirma el religioso, perecen ante la presencia del tolerantismo; entre los
miembros de sectas y quienes practican la tolerancia religiosa, dice, “no hay virtud ni
honestidad, sino desenfreno diabólico. Si alguno quisiere ver una turba de impostores, de
engañadores, de desenfrenados, de turbulentos, entre en una de las ciudades en que se
toleran las sectas”201
. Palabras más, palabras menos, la tolerancia de otros cultos, como la
masonería, es herejía, en opinión de este reputado clérigo del silgo XIX:
Concluyamos pues, mirando la tolerancia como la más peligrosa de todas las herejías;
porque las encierra todas, permitiendo abrazarlas todas igualmente (…)202
198
MARGALLO, (1826). P. 6
199 Ibíd. P. 13.
200 Ibíd. P. 7
201 Ibíd.
202 Ibíd. P. 13.
73
Pero a todo esto, ¿cuáles son los orígenes del tolerantismo? El horrendo sistema ha sido la
elaboración de los “sectarios”, los cuales divididos entre sí formularon “el proyecto
insensato y horrible de la tolerancia”203
con sólo propósito de disimular los errores de los
otros. En este punto aparecen de nuevo los reformadores del siglo XVII: Lutero, Calvino,
Wicleff y todas las variantes de la reforma, sinónimos todos disputas y herejía. Así, en
opinión de Margallo y Duquesne, los orígenes del tolerantismo se remontan hasta los
paganos, continuaron con Calvino, y recientemente había sido alimentado por los masones
y los libertinos, “para seducir a las gentes, bajos los negros estandartes del impío, e
inconsecuente Rousseau”204
.
Las referencias a la ilustración y sus más celebres representantes son frecuentes al
momento de seguir señalando a los cultivadores de la tolerancia como sistema. Los impíos
escritos de Voltaire, Montesquieu y Rousseau habrían alimentado el tolerantismo, al tiempo
que revelan el verdadero el espíritu de sus autores: lleno de furor, inquietud y desolación,
de poco respeto a las autoridades civiles o religiosas, ni estimación alguna por la justicia205
.
En cuanto a las consecuencias de la tolerancia de cultos, se dice que estas son la confusión
y mezcla de religiones, lo cual que terminaría finalmente en indiferencia religiosa que se
difundiría de un continente al otro206
. En medio de todo esto, ¿en dónde queda la caridad,
baluarte del cristianismo? A esto responde el autor:
La verdadera caridad ama, procura, y solicita el bien del próximo [sic], sin hacer distinción
entre el Judío y el Griego; pero no tolera sus errores, ni sufre que se sumerjan en el
mal; ni se corrompan en la iniquidad207
.
203
Ibíd. P. 8.
204 Ibíd.
205 Ibíd. P. 7.
206 Ibíd. P. 8.
207 Ibíd. P. 10.
74
CAPÍTULO III
ANEXOS DOCUMENTALES
ANEXO 1.
LA BALLENA
EN LA
BALLENA SE SIMBOLISA AQUI
LA IGLESIA ROMANA,
Que sola puede entrar en las profundidades de la Escritura divina como en un
misterioso mar a la manera que aquel gran pez en las profundidades del mar.
También al contrario puede representarse la misma Escritura Santa, que solo tiene el
espíritu de vida en la Iglesia, y queda muerta fuera de ella como sucede a los peces
fuera del mar.
Ytem, así como a los peces por grandes que sean no los sufren los golfos como a la
Ballena, por que los rebalza y arroja de si así, el profundísimo golfo de la Sagrada
Biblia no sufre a los que presumiendo de grandes ingenios intentan contra las
disposiciones de la Iglesia sondear las profundidades de este misterioso océano, por
que al punto los arroja en la playa como peces muertos y sin vida.
LITTERA ENIM OCCIDIT, SPIRITUS
AUTEM VIVIFICAT. 2.COR. CAP.3. V6.
¿Quién es el que teniendo un átomo de espíritu del cristianismo no se posea de una justa
indignación, y se abrace en un Santo zelo al oír el proyecto de divulgarla Santa Biblia
sostenido por una sociedad erigida a este fin? La Escritura Sagrada, el Oráculo de la
verdad, la antorcha de nuestra peregrinación, la madre y maestra de los fieles, vagando
como una meretriz entre un pueblo rudo, e imperito, expuesta a caer en un caos de errores
y delirios de perversos hombres animales incapaces de percibir las cosas del Dios.
Mas de trecientas sectas heréticas, dice Rotero celebre Dominicano, todas se glorían
vanamente tener as u favor los libros sagrados, sin que hayan una tan impía, absurda, y
extravagante que no intente cubrirse con el bello manto de la Reyna de la sabiduría, y
defenderse de las saetas contrarias con el brillante escudo de la palabra de Dios.
75
De aquí el empeño acalorado de todos los sectarios en verter los libros Sagrados en las
lenguas vulgares, de tiempos antiguos; impugnando siempre no solo por los hombres más
sabios de la Iglesia; sino también condenado por ella misma. ¿Qué otra cosa da a entender
el Sagrado Concilio de Trento en la Regla quarta del índice aprobada por el Sumo pontífice
Paulo IV, persuadido como el mismo dice por una constante experiencia ser más el daño
que la utilidad de semejantes versiones? Tal era el sentimiento de Inocencio III en su carta a
los Obispos, y pueblo Metense, improbando severamente estas traducciones. Animado del
mismo espíritu San Carlos Borromeo y todo el Synodo de Milán, subscribe y lleno de zelo
las prohíbe igualmente.
Omito por ahora los Concilios particulares, ya el Tolosano año 1228 cap. Segundo, el
Turonense 1583, el Arelatense 1585, en Aviñon 1594, canon 7, el Nabonense año 1609.
Cap. tercero de libris vetitis, cuyos textos prolongarían demasiado este discurso,
descubriendo el zelo de aquellos venerables Pastores del rebaño de Jesuchristo, cautelado
de entregar las cosas santas a los perros, o de arrojas las perlas preciosas a los puercos para
que las pisen, y conculquen. Matth. 7.v. 6.
Pero no puedo pasar en silencio la expresa prohibición bajo los más terribles anatemas
hecha por el Sumo Pontífice Clemente XI, en la célebre Bula UNIGENITUS, recibida en
toda Iglesia e impugnada por los discípulos del delirante Pasqual Quesnel maestro del error
inspirado en Satanás.
¿Por qué qué otra cosa condenó esta Bula en las proposiciones 79 y las siguientes, sino el
actual proyecto de las sociedad Bíblica de Colombia?
LAS PROPOSICIONES SON ESTAS
Es útil y necesario en todo tiempo, todo lugar, y a todo género de personas estudiar, y
conocer el espíritu, los misterios, y piedad de la Sagrada Escritura.
La lección de la sagrada Escritura es para todos.
La obscuridad de la palabra Santa de Dios no es razón para dispensarse los legos de su
lectura.
Es perjudicial retraer a los christianos de esta lección.
Es una ilusión persuadirse que la noticia de los misterios de la Religión no deba
comunicarse a las mujeres con la lección de los libros Sagrados; no por la simplicidad de
las mujeres, sino por la ciencia orgullosa de los varones nación el abuso de las Escrituras y
las heregias.
Arrebatar de las manos de los christianos el Nuevo Testamento, o tenerlo cerrado,
quitándoles el modo de entenderlo, es cerrarle la boca a Christo.
Prohibir a los christianos la lección de la Sagrada Escritura, principalmente el Evangelio, es
prohibir el uso de la luz a los hijos de la luz, y hacerlos padecer una especie de
excomunión.
76
Ya habían tirado las primeras líneas de este plan deslumbrador y sistema capcioso; Calvino
gran maestro de la impiedad, Brencio en la confesión Wittemberg, Kemnicio en el examen
del Tridentino, y Gomario en el Analysis de San Juan; a quienes siguen en nuestros días los
Ingleses expandiendo millones de Biblias vulgares.
¿A vista de esto podrá sostenerse la sociedad, y su proyecto sin nota de error contrario a las
disposiciones de la Iglesia? No, dice el Angélico Doctor Santo Tomas, (a) porque debe
reputarse por heretical lo que repugna la determinación autorizada por la Iglesia universal,
cuya autoridad a la verdad principalmente reside en el Sumo Pontífice…contra cuya
autoridad ni Gerónimo, ni Agustino, ni alguno de los Sagrados Doctores defiende su
sentencia.
A mí me basta, decía el célebre Ambrosio Catarino, aquel grande ingenio, e ilustre
ornamento de la Religión Dominicana, a mí me basta para improbar las traducciones
vulgares de la Santa Biblia, el haber observado que este ha sido siempre el espíritu de los
heresiarcas, convatido, e impugnado por los hombres más sabios de la Religión. No
citemos aquí los más celebres Teólogos por no exponerlos al desprecio de los que ignoran
el idioma, y no entiende el lenguaje de la sagrada Teología. El recelo del hacerme difuso
me obliga a omitir las sabias reflexiones del Cardenal Belarmino llamado justamente el
martillo de los herejes; el discurso del Cardenal Du Perron ornamento de la República
literaria, y uno de los mayores sabios de la Francia: dejo al insigne Estanislao Hosio
Cardenal tan recomendable entre los Católicos, por haber sido diputado por el Sumo
Pontífice par hace sus veces en el Concilio Tridentino. Omito al célebre Canciller Gerson,
cuyos discursos eloquentes convencieran a los biblistas si dieran oídos a la razón.
Ni se piense que era este el entusiasmo de una Teología rancia más piadosa que sólida. Los
Padres de la Iglesia, que sin disputa deben mirarse como maestros en la materia, han 2
sentido del mismo modo: Tertuliano lob. De prescript. Clemente Alexandrino lib. 2. strom.
Y lib. 2. pedag. cap. 2. Orígenes proleg. en los Cantar. y hom. 27. In num. S Hilario lib. 8de
Trin. y a Constancio, San Atanasio de Incato. Hacia el fin; S. Basilio en las reglas breves
quest. 96. Teodoreto lib.4. Hist. Cap. 17. S Gregorio Naicanceno orat. La de Theol. 2.
Ambrosio lib. 4. In Luc. Cap. 4. S Gerónimo lib I. contra Iaglo y en el prólogo en Ezequiel
en la epist. Paulino, S. Chrisostomo Hom 16. In Genesis. Et in cap. 2. De S. Mateo, S.
Agustin contra Adam. Cap. 3. De doct. Christ. Lib. 1. Cap. 39. Y lib. 2. Cap. 6 y 13. Contra
epist. Fun. Cap. 4. Adverso leg. Et Proph. Lib. 1. Cap. 13. S. Gregorio el Grande proemio
en los Cantares, S. Bernardo ser. 1. sobre los Cant.
Bajo de tan respetable nube de testigos descansamos seguros en nuestro dictamen, mirando
la sociedad Bíblica y su proyecto como un opuesto al espíritu de la Iglesia, que habla por la
boca de sus Padres y pastores. Persuadida de esta verdad la Facultad Sorbónica condenó la
4ª preposición de Erasmo, que decía deberse franquear la Escritura divina a todo género de
gentes año 1527. Igualmente condeno el año de 1560 la versión de la Biblia de Mateo La
Roche. Este fue igualmente el voto, y decisión del sabio Clero Galicano año 1714, en sus
famosas juntas; pero a los que quieren elevar sus ideas sobre el juicio sensato y solido de la
venerable antigüedad, no les hace peso ni toda la letanía de los Santos y preces de la
77
Iglesia, así será menester recurrir a la recomendación del alma (ne absorveat eas
tartarus)208
.
Ocurramos puse ahora al tribunal de la razón tan decantada en nuestro siglo, y tan poco
seguida. Ella nos intima el respeto, que debemos tributar a los sagrados libros. No es este
un estudio como el de las ciencias humanas, pide otras disposiciones. Todo es aquí
misterioso, todo divino, todo admirable y hasta la puntuación ha sido dirigida por el
Espíritu Santo, que esconde sus secretos a los soberbios, y los comunica a los humildes por
medio de la oración, mortificación y pureza de conciencia, al mismo tiempo que ofusca y
oprime con el peso brillante de su gloria al temerario escudriñador de los secretos adorables
de su tremenda Magestad, como los rayos del Señor a los ojos enfermos, dice el
Nacianceno.
La alteza y sublimidad de las cosas, que allí se tratan, la incomprensibilidad de los
misterios, ausencia y distancia de los hechos que allí se refieren unida a la diversidad de
costumbres, los idiotismos, los tropos y figuras, el estilo profético, la variedad de sentidos
contenidos bajo una misma letra, y las traslación de lenguas originales, Hebrea y Griega,
son las cosas de aquella misteriosa obscuridad, que dificultan su inteligencia esparciendo
una niebla sagrada semejante a la que llenó el templo de Salomón en el día de su
Consagración (…) así quiso el Señor , dice el grande Agustino, humillar nuestra sobervia, y
excitar nuestra negligencia.
Dios es el que habla allí. Debemos pues nosotros tomar en nuestras manos el Código divino
depositario de su adorable palabra con unas disposiciones semejante a las de Moyses,
cuando recibía las tablas de la Ley sobre la montaña santa del Sinay; desnudos de todos los
afectos como el del calzado en que se simbolizan, como se lo ordeno el mismo Señor a este
respetable Legislador de los Hebreos, quando les hizo oír sus voz terrible desde la sarza
ilesa en medio de las más ardientes flamas.
Tiemblen pues, y teman los atrevidos que orgullosos quieren indagar los secretos adorables
de su sabiduría sin las disposiciones, e instrucciones debidas. Ellos oirán la voz del santo
Arcángel Miguel, que oyó Luzbel y sus secuaces: ¿Quién como Dios? Voz que los
precipito en el abismo como a aquel ángel desgraciado. Ellos inobedientes al mandamiento
y prohibición de la suprema Cabeza de la Iglesia oráculo de la verdad abrirán los ojos para
su ruina, quando les parece gustar los dulces frutos del árbol vedado de la ciencia del bien y
del mal, como sucedió a Adán y a Eva. No, dice el sabio S. Agustín en el tratado 18.
Explicando el Evangelio de S. Juan, no a todos se comunica Dios, ni todos deben
interpretar la sagrada Biblia.
Ni es solo en la Iglesia Christiana; aun en la Sinagoga había Escribas intérpretes de la Ley,
y los pueblos debían buscarla en la boca de los Sacerdotes, cuyos labios son los
depositarios de la ciencia, como lo dice Malachias (b) A si se ve en el Evangelio de San
Juan que los Fariseos reputaban al pueblo ignorante en la Ley, aunque se les había dado en
su idioma: (c) ¿y deberán ser todos Doctores en la Ley de gracia? Pregunta el Apóstol San
208
Cursivas en el original.
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Pablo. (d) de ninguna manera, responde el mismo, comparando el cuerpo místico de la
Iglesia con el cuerpo humano, donde los miembros tienen sus funciones propias y
particulares; pues no todo él ha se der ojos.
Así vemos que si se han de manifestar los misterios de la gracia a los Gentiles aun después
de rasgado el velo, que cubría el SANCTA SANCTORUM, el Ángel del Señor ordena a
Cornelio se dirija a s San Pedro, para que le instruya. (e) Si se ha de bautizar el Eunucho de
la Reyna Candace (f) se necesita que San Felipe le explique la Escritura, que él no entiende,
y se confunde. Pero lo que más admira, y descubre el orden de la Providencia es el mandato
del mismo Jesuchristo nuestro Señor a Saulo de ocurrir a Ananías para que lo instruyese (g)
Pruebas evidentes contra el espíritu privado, y que establecen el orden jerárquico de la
Iglesia, y la necesidad de una cabeza visible, que la manera de un diestro dirija la nave,
para que no quede expuesta a todo viento de doctrina.
Ya en los días de su predicación el mismo Hijo de Dios constituido por el Padre Doctor de
las Gentes, y Legislador de los pueblos, nos ha enseñado con su admirable modo de
preceder que si a los Pastores de su rebaño, y Maestro de su escuela se debían manifestar
los misterio del Reyno de Dios, a los demás solo debía enseñárseles bajo los símbolos de
ingeniosas, pero misteriosas parábolas: (h) (…)
¿Pero qué digo yo? Son tan sublimes, y augustos los misterios de nuestra Santa Religión,
que aun a los apóstoles mismos destinados para enseñar todas las gentes, educado en la
escuela de la Sabiduría encarnada, no se les manifestaba del todo su lleno antes de la venida
del Espíritu Santo, ni entendían los adorables secretos del Divino Maestro, y las
profundidades del misterio de la Cruz. Fue menester, dice el Evangelio, que el Señor
después de su gloriosa Resurrección les ilustrase el entendimiento, para que entendiesen las
Escrituras (i)
Animado de este espíritu el grande apóstol, que ha penetrado como ninguno el espíritu del
Evangelio, hacia gran distinción en la comunicación de la celestial doctrina, dando a unos
como una madre igualmente discreta, que amorosa leche, reservando para otros los
manjares substanciosos , que débiles no podían digerir, porque la sabiduría, concluya habla
entre los perfectos (j)
La experiencia gran maestra de desengaños ha hecho ver los funestos efectos, que ha
producido la lectura indiscreta de la Santa Biblia, y ha manifestado contra el sentimiento
de Quesnel que también la simplicidad e ignorancia mujeril igualmente que la sobervia de
los hombres es causa y ocasión de los mayores errores. Con la ayuda de Elena su meretriz
estableció Simón el Mago su heregia. Un atropa de mugersillas seguían a Nicolás
Antioqueno maestro de inmundicias. Apeles tuvo por compañera su Philomena para
esparcir sus errores. Montano el Predicador del espíritu inmundo ¿Cuánto daño hizo por
medio de Prisca y Maximilia? Léase a san Epifanio en el Libro de hares. Har. 26 y se verá
lo que el mismo padeció de las mugeres de los Gnósticos. El año 1022, pro el abuso de la
Biblia ¿Cuántos pervirtió una mujer maniquea? Arrio y Donato se valieron del este auxilio,
aquel de la hermana del Príncipe, este de Lucila abundante en riquezas: el uno hace gemir
el orbe con sus errores, el otro derrama en África sus inmundas y contagiosas aguas.
Elpidio ciego cae en el hoyo guiado de la ciega Ágape, justificando ellos la sentencia del
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grande Agustino, que no nacieron las heregias sino de la mala inteligencia de las Escrituras
Santas.
Testigos de esta verdad los Albigenses, hombres idiotas, que leyendo lo que no entendían
publicaron sus execrables errores, ni fue otra la causa de los delirios de los Waldenses,
begardos, Beguynos y de la falsa piedad del a secta de los Coliridianos.
Lutero, no ignorante como aquellos; pero si astuto como la serpiente, temeroso de la
potestad secular, que protegía la Religión, y se armaba contar la heregia , divulgo la Biblia
en Alemán, lengua vulgar allí; y como un incendio voraz convierte en Luteranos aquel
grande imperio por la mala aplicación de los textos, que el alteraba y ellos no entendían.
(…)
La escritura divina es, dice un sabio, aquella espada del dos filos que manejada por un
diestro athleta triunfa del enemigo; peor puesta en las manos de un loco furioso, o inexperto
trae la ruina propia, y de la muchedumbre. Las sentencias, cuyo sentido el no penetra, las
historias, cuyos misterios no entiende, los hechos, cuyo mérito no discierne, las
innumerables antiologias, que han llamado la atención de los mayores ingenios, cuya
concordia era la ocupación delos primeros maestros del Christianismo, las genealogías, la
cronología, las figuras expuestas en tablas y hermosos mapas, todo esto lejos de ser el
espejo cristalino para su utilidad, es la piedra del escándalo para su ruina. Hay en las
Escrituras, decía mi amado Padre S. Pedro (k) cosas difíciles de entenderse, que depravan a
los débiles, e inconstantes.
Las permisiones , que por justas causas han tenido a bien hacer los Santos Pontífices, no
subsisten al presente por no verificarse en el caso las condiciones absolutamente necesarias
puestas por los mismos vicarios de Jesuchristo: la que el traductor sea Católico Apostólico
Romano, condición que falta en las Biblias traídas por los ingleses cismáticos enemigos
declarados de la Iglesia Romana, lo que funda sospecha de alteración, error o variación en
el texto, 2ª que sea con las licencia dada por la silla Apostólica, como lo declara Clemente
VIII. La 3ª que esté con notas sacadas de los Santos Padres y expositores Sagrados testigos
fieles, y depositarios del Tradición, que es la llave maestra, que abre el sentido de las
Escrituras, según la disposición del Santo Concilio de Trento. Es pues el efecto de una
necedad atrevida disputar contra las decisión y usos de la Iglesia, dice San Agustín. Ni hay
pretexto que exima de la obediencia a la Iglesia y excuse de incurrir las censuras, que ella
tiene fulminados contra los infractores.
¿Qué fruto puede esperarse de la multitud de nuevos Doctores Bíblicos sin Borla, ni muceta
semejantes a los que señala San Pablo en la epístola 1ª y cap. 1 a Timoteo que no entienden
lo que hablan? (…) El fruto seria la destrucción de la fe por la alteración de las escrituras,
dice Thitelman citado por Cano. El ángel de las tinieblas transformado en Ángel de luz bajo
la especie de una aparente piedad intenta la ruina de las almas, y el exterminio total de la
Religión. El ve y mira con horror en las Escrituras divinas las armas y el arsenal, con que la
Iglesia mejor que el fuerte armado de San Lucas se defiende, combate y triunfa
gloriosamente de sus enemigos. Así intenta desarmar el enemigo, o clavar la artillería para
inutilizarla. Nuestro remedio, dice S. Ambrosio (n) se hace de este modo triunfo del diablo.
80
No se contentó David de ver postrado en tierra al formidable Gigante al golpee de la piedra
cogido en el torrente: Él se abalanza sobre el Filisteo, lo mata y corta la cabeza con su
misma espada, que arrebato de su cinta. Así se intenta destruir la Escritura Sagrada, que es
el apoyo de la Religión con la Escritura misma, que se les representa a sus enemigos como
un Gigante más formidable que Goliat a los Hebreos, no para colocar en su tabernáculo la
espada triunfadora en testimonio de un eterno anatema, como hizo el valiente Israelita; pero
si para enarbolar los estandartes de la impiedad, libertinaje e irreligión sobre las ruinas del
christianismo. Pero en vano por que no prevalecerán contra la Iglesia las potestades del
infierno.
De la iglesia con mejor derecho puede decirse lo que de la virtud decía Claudiano:
De victis animosa suis, immotaque cunctis,
Casibus, es alta mortaia espeiscit arce.
.O S. C. S. R. E.
81
ANEXO 2.
LA SERPIENTE DE MOYSES.
Llámese así este papel para significar, que así como aquella serpiente devoro las
serpientes de los Magos, así la Cruz de adorable de Jesucristo Nuestro Señor y su
Religión santísima ha triunfado de todas las religiones falsas y sectas diabólicas, dicen
los P.P Proyecerunt que singuli virgas suas, que verse sunt in dracones Sed devoravit
virga Aron virgas eorum. Exodi 7 v. 12.
QUI NO EST MECUM, CONTRA ME EST; ET QUI NON COLLIGIT MECUM,
DISPERGIT. LUCAE 11. v. 23.
Apenas había salido el mundo de las manos omnipotentes del Criador ya empezaron a
zanjarse los fundamentos de las dos ciudades de que habla San Agustín: Jerusalem y
Babilonia: fundada aquella por el Altísimo Fundavit cam Altissimus, abrigaba en su seno
los hijos de la luz; edificada esta por Belial encerraba en sus lóbregas cavernas los hijos de
las tinieblas. Una triste y desgraciada esperiencia en la mezcla de los hijo s de Seth, a
quienes la Santa Escritura llama hijos de Dios, y las hijas de Caín reputadas por hijas de
hombres hizo ver el peligro de las comunicación con los impíos, y justificó anticipadamente
las severas prohibiciones con los impíos, y justificó anticipadamente las severas
prohibiciones de tolerantismo; mostruo horrendo para el pueblo, y la destrucción de toda
religión para los que saben pensar.
Un sistema que despojando al hombre del don más precioso que ha recibido del Cielo, abre
la puerta a todos los crímenes; un sistema que mira con igual indiferencia todas las
religiones, o que pone a nivel la única verdadera con la multitud de las falsas; un sistema
finalmente, que abrigando en su seno todos los cultos, cree querer honrar al Ser Supremo
con el bárbaro en su pagoda, con el musulmán en su mesquita, con el Judío en la sinagoga,
o con el católico en sus templos y basílicas. ¿Un sistema tal podría hallar apoyo en las
divinas letras o en los escritos de los padres?
Cansaría la paciencia de los lectores y me faltaría el tiempo y el espíritu si intentase
recorrer las Sagradas escrituras para demostrar el o dio y la detestación con que allí se mira
el horrendo sistema de la tolerancia. Nada abominaban tanto los Hebreros como instruidos
por el Señor, y educados en su Santa doctrina, como la comunicación con los profesores de
diversa religión. Nada sentían tanto ni demostraban con sentimientos más patéticos,
desgajándose en arroyos de lágrimas, como el haber contravenido a la Ley Santa que tan
severamente les prohibía la comunicación con las naciones.
¿Los christianos persuadidos, y bien persuadidos de la verdad, santidad y utilidad y
ventajas de su religión, cuyos intereses son eternos, se dejaran vencer en celo por un pueblo
escogido, solo para formar el bosquejo, y tirar las primeras líneas del majestuoso cuadro de
una religión simentada sobre la divino revelación, confirmada con los más auténticos
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milagros, conocidos y publicados por sus mismos elegidos, regada y fundada con la sangre
de más de once millones de Mártires, y vaticinada por los profetas bajo tantos símbolos,
figuras, e imágenes y predicada por los campeones más valientes y generosos que vieron
los siglos?
¿Los cristianos depositarios únicos de la verdadera sabiduría baxada del cielo y comunicada
a los hombres por el Padre de las luces; sabiduría púdica, modesta, pacifica, persuasible,
que se acomoda con los buenos y está llena de frutos, sin fingimientos ni simulación.
¿Estos herederos del espíritu de Jesucristo, su divino Maestro, llevaran en paciencia o
podrán tolerar en recinto de los muros de Sion a los incircuncisos contra la espresa
prohibición de su Dios y Señor? Non pertransiet insircuncisus. El que está persuadido de la
verdad de su Religión, el que la ama y la antepone a todos los intereses por ventajosos que
parezcan, lejos de tolerar sectas contrarias; antes quisiera verlas destruidas, y convertidos
sus profesores: tal es el carácter de la verdad, que como la luz es incompatible con las
tinieblas; así es Jesu-Christo con Belial dice su Apóstol, y por eso, escribiendo a su
discípulo Tito, manda evitar la comunicación con los herejes: así San Juan el Evangelista
prohíbe aun la salutación; y San Mateo publica la orden de su divino Maestro los Apóstoles
de retirarse de la casa y ciudad donde no fuere recibida su doctrina.
Animada de este espíritu la Iglesia Católica que es la verdadera esposa, no puede tener
amistad ni tolerara las esclavas que son las sectas heréticas, las arroja fuera de su casa con
sus hijos, como nota San Agustín; y los christianos como Isaac hijos de la esposa legitima
no podemos partir la herencia con los sectarios, hijos de la esclava, ni consentirles que
tengan por hijos. Instruidos por la boca del mismo Dios, sabemos que el Iglesia no puede
ser más que una, así como es un Dios solo, un Jesucristo y una fe, no puede haber más que
una Religión verdadera. Una sola la que puede tributar el verdadero culto a la que es la
misma verdad y se complace en ella, única enemiga de las divisiones, cismas, como nota el
venerable Beda; fura de la cual no hay salvación, como no la hubo fuera de la Arca, d ice
San Gerónimo, debiendo ser tenido, por publicano y ethnico, según la sentencia del mismo
Jesu-Christo.
Esta idea obligó a los Sacerdotes Romanos a disuadir al emperador Alexandro Severo de
erigir altar y consagrar Ara a Jesuchristo Dios de los Christianos, temerosos, dice
Lampridio, que se cerrasen las puertas de los templos de los falsos Númenes, bien
persuadidos que el momento de la adoración de Jesu-Christo Nuestro Señor seria la ruina
dela idolatría; siendo imposible que se tenga en pie sin caer y a hacerse mil pedazos el ídolo
filisteo a la presencia del Arca Santa.
Es pues necesario para ser tolerantes, dejar el catolicismo, es preciso renegar de Jesu-
Chirsto, del Evangelio y de todas las escrituras Santas, despreciar la doctrina de los
Sagrados Concilios y de los padres de la Iglesia.
¿En que vendrían a parar los designios magníficos del Hijo de Dios en el establecimiento
de este grande Imperio, figurado en la piedrecita de Daniel, que creciendo en un gran monte
ocupaba toda la tierra? ¿Para qué fabricar una Arca a tanto costo y crecidas expensas, si
fuera de ella haba tablas en que indiferentemente podían salvarse del naufragio universal?
¿Qué fruto consiguieron los apóstoles Santos haciendo resonar sus voces por toda la tierra
83
enarbolando el estandarte Sagrado de la Cruz victoriosa, y muriendo en su defensa? ¿Qué
fruto, si el mundo se había de quedar bajo el imperio de las pasiones, dominados los
hombres de sus errores, sentados en las tinieblas y sombras de la muerte al tiempo mismo
que brillaba esta gran luz sobre el horizonte?
¿Y podían ellos, sin su divino Maestro mirar con indiferencia las resistencias de unos que
no querían sujetarse a sus imperios, la descortesía de otros que con frívolos pretextos
desairaban su convite? Ellos que habían conocido, como ninguno otro, el carácter de la
religión que anunciaban, que habían bebido en la fuente misma las más puras aguas que
debían fecundar la heredad del Señor: instruidos y educados en su escuela, ilustrados y
fortificados por el Divino Espíritu, lejos de aprobar el espantoso y errado sistema de
tolerancia, no solo se empeñaban en su destrucción, con más ardentía que aquel gran Rey y
Profeta de Israel, que miraba sus enemigos ya disipados como el polvo, ya reducidos a
nada; sino que prohíbe a cuantos tengan su doctrina, aun la salutación (…) Ya los
representan como astros errantes, ya como árboles arrancados de raíz, ya finalmente como
las olas encrespadas de un mar ferozmente alborotado que despuma sus confusiones
prescribiendo a los primeros obispos consagrados por la imposición de sus manos el
método con que deben portarse, prohibiéndoles la comunicación y deseando la separación
de sus iglesias como perturbadores de la pública tranquilidad.
La ardentía de la caridad que abrazaba sus generosos corazones, no impedía el ardor de su
zelo por su religión, el mandamiento de la caridad nos fue dado desde el principio, decía
San Juan, el más zeloso predicador de la caridad; pero si alguno viniere a visitaros, y no
siguiere la doctrina que ya os he enseñado, no le abráis las puertas de vuestra casa ni les
deis los buenos días, por que el que le saluda ya parece que comunica con sus maldades. Y
que ¿no estaban ellos animados de aquel mismo espíritu que reprendía al Obispo de
Pérgamo solo por que permitia en su Obispado a los Nicolaítas, y al de Tiátira por que
toleraba a la impía Jesabel, símbolo de los herejes? Tales eran las máximas en que habían
educado a sus primeros discípulos, estos los sentimientos que les inspiraban: tú, decía San
Pablo a su discípulo Timoteo, al herege Evítalo.
De aquí aprendieron los padres de los siglos posteriores, cuyas sentencias omito por no
hacer un volumen en lugar de un papel, y solo trasladaré las palabras del Angélico Doctor
Santo Tomas penetrado de su sentimientos, y que debe mirarse como el compendio de
todos ellos: los herejes dice, no solo merecen por su pecado ser escluidos de la Iglesia, y del
trato con los fieles, sino aún deben ser arrojados del mundo. (Y no le faltaba caridad; pero
le sobraba religión) y en los Quodilbetos dice, que los fieles no podemos comunicar con
los herejes, ya por la excomunión con que ellos están ligados, ya por el peligro de ser
seducidos, ya por que no se siga escándalo, y se juzgue que damos algún ascenso a sus
errores. Tal es el común lenguaje de los Santos Padres, por que amaban su religión y no
eran enemigos del Papa, y opresores de la Iglesia como los tolerantes.
Ni discordaban sus exemplos de sus sentimientos y sus acciones con su modo de pensar.
San Juan sale del baño, huyendo de la sociedad de Corinto. Ya te conozco, decía San
Policarpo a Marsion, que eres el primogénito del diablo. San Hermenegildo no admitió la
eucaristía de mano de un Obispo Arriano, San Eusevio Verselense antes quería morir de
84
hambre que será alimentado por los herejes, que le tenía cautivo. El Pontífice Liberio
rehusó admitir los dones que el Legado de Constante Arriano le ofrecía en obsequio de San
Pedro: y San Gregorio el grande negó las bulas a otro semejante. Pero al todo esto se
responde diciendo que eran fanáticos y faltos de la ilustración que se adquiere en los libros
de los impíos, mejor que en los escritos de la rancia antigüedad.
Pero es gracioso el caso que se refiere de unos niños Samosatenses, y que descubre cuales
eran los sentimientos y el espíritu de los Christianos en aquellos siglos felices en que se
apreciaba la religión sobre todo lo temporal, pudiendo decirse que sacaba el Señor sus
alabanzas de la boca a de los infantes que aún tenían la leche en sus labios. Jugaban esto a
la pelota la que topando en un mulo del herege Eunomio, la miraron con tanto horror, que
son solo no la usaron más en el juego; sino que la arrojaron a las llamas; ejemplo que en
estos últimos tiempos imitó la ilustre Eroína de Chantal Santa Juana Francisca Fremio
honor de su sexo, lustre de la Francia, fundadora de la visitación, arrojando igualmente a las
brasas un pañuelo con que la obsequiaba en sus mas tiernos años un Calvinista, diciendo,
qasi arderán las almas de estos en los infiernos.
Este fue el legado, que ya casi moribundo dejo el grande Antonio a sus discípulos,
prohibiéndoles severamente la comunicación y trato con los herejes y cismáticos: huidles
decía, como el veneno e imitad en esto mi conducta. Imitad como herederos de mi espíritu
el odio que les he profesado, no habiendo jamás tratado con ellos pacíficamente, como
vosotros sois testigos.
No permitiré que un Obispo tan venerable se siente en la Cátedra de la pestilencia, ni hable
una sola palabra con los impuros herejes, decía San Paphuncio a un obispo jerosolomitano,
que por simplicidad y candor se versaba entre los herejes, diciendo y haciendo lo sacó de la
mano y libró del peligro.
Pero a mí más me asombra la relación de Sulpicio en el tercer libro de sus diálogos, el que
hablando del gran San Martin, Obispo de Tours, asegura haber padecido detrimento y
minorándose la gracia de los milagros por haber comunicado con los obispos de Trasia,
aunque por esperanza de su conversión, de cuya comunicación arrepentido desistió por la
amonestación de un Ángel. Qué tal? Aun los cadáveres de los verdaderos católicos se
horrorizan en su tumbas y se acaloran entre sus frías cenizas: así se refiere en el Prado
Espiritual capítulo 4, que sepultado un Abad cerca de un herege, gritaba todas las noches
diciendo: retírate de mí, no me toques, enemigo de la Iglesia Santa de Dios; allí también en
el capítulo 177 se justifica la predicción del Abad, cumplida la desgraciada muerte del
monge que habitaba en la celda de Evagrio herege, ahorcado por sus mismas manos, como
se lo anuncio el mismo Abad. ¿Y por qué no daremos más crédito al Prado espiritual escrito
por safronio y aprobado en un concilio general; que no al Emilio y otros escritos carnales
del impío e inconsequente Rousseau, protector de todas las sectas y enemigo intolerante de
solo los Católicos?
Al gran Constantino y otros imitadores suyos: ya para evitar no solo el peligro de la fé y
Religión pro los artificios seductores, propios de los sectarios, sino también por la
corrupción de las costumbres, ruina de los más florecientes imperios. Basta poner los ojos
en los impíos escritos de Voltaire, de Montesquieu, de Rousseau y otros para ver que el
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espíritu dominador de estos defensores de la tolerancia es un espíritu de furor, de inquietud,
de desolación, sin respeto a las potestades legitimas ni subordinación a las leyes, ni
consideración a la justicia. De aquí las facciones y revoluciones que experimentan los
Reynoso y repúblicas. ¡Qué no experimento la Holanda y la Inglaterra en tiempo de Felipe
II y de la Reyna Isabel! Alemania se resiente con razón de los partidarios de Hugo Blanco
en tiempo de Enrique IV. Pero no recurramos a los monumentos de la historia a la vista de
los trágicos sucesos, y espantoso trastorno y desencantamiento de nuestro siglo.
Concluyamos con Lactancio, que los imperios no pueden subsistir largo tiempo,
permitiendo en ellos a los enemigos de la verdadera religión.
¿Qué sociedad, ni que vínculos de felicidad publica pueden subsistir, estableciendo con los
Deístas, Naturalistas y Ateístas por principios fundamentales de su depravado y horroroso
sistema el deleite de seguridad que une a los ciudadanos, sucediendo en su lugar la falacia,
el engaño, la rapiña la violencia, bajo los espaciosos nombres de industria, sagacidad, y
derecho perdiendo el temor a la sagrada obligación del juramento, teniéndolo por demencia,
a las leyes santas por fanatismo y a los hombres virtuosos por imbéciles y tímidos. Todas
las virtudes naufragan en este mar de diversas y corrompidas aguas: entre estos, decía uno
de ellos, no hay virtud ni honestidad, sino desenfreno diabólico. Si alguno quisiere ver una
turba de impostores, de engañadores, de desenfrenados, de turbulentos, entre en una de las
ciudades en que se toleran las sectas. Esta confesión vergonzosa es uno de los más ardientes
defensores del tolerantismo, conforme con la que habían ya hecho otros declamadores
contra la intolerancia.
Pero aún no hemos descubierto, el mayor de los males: y es la indiferencia que inspiraría la
confusión y mezcla de muchas naciones, respecto de la Religión. Todas las sectas se
confundirían, y la tolerancia general degeneraría muy presto en indiferencia, y este se
difundiría de una extremidad del continente a la otra. Cada generación era cayendo en
mayor ignorancia de los detalles de cada secta, hasta abismarse en el mal de no hacer caso
de alguna, como nota el cultivador americano de resultas de la tolerancia del Norte. Ay!
Ojalá la historia de estas desgracias, que han turbado los ánimos de los fieles en asuntos de
Religión; dígalo la Saxonia en tiempo de Carlos IV y la Alemania bajo el imperio de
Enrique IV.
El empeño de los sectarios divididos entre sí, según la diversidad de sus errores y pasiones
les hizo formar el proyecto insensato y horrible de la tolerancia. Apartados de la Iglesia
Católica peleaban entre sí. Lutero armado contra Wiclef, Calvino contra los Anabaptistas,
unos contra otros protestantes y los calvinistas contra el Corifeo de su secta, como refiere el
gran Bosuet, no pudiendo sufrir los errores que eran propios de su secta, convertían sus
armas unos contra otros hasta destruirse mutuamente, como los Filisteos, de que se habla en
la historia de los Reyes. La Alemania, la Inglaterra, la Europa toda se vio convertida en
teatro de disputas y tragedias. Para calmar los novadores el odio en que habían incurrido,
pensaron en disimularse mutuamente sus errores, como los enfermos de un hospital,
resueltos a absorber los gases pútridos de otros, en cambio de que toleren todos la
corrupción y hedor propio: tal es el origen del tolerantismo, nacido en el paganismo,
educado por Calvino, y últimamente amamantado por los libertinos y Masones para seducir
las gentes, bajo los negros estandartes del impío, e inconsecuente Rousseau.
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Las naciones se conmueven, brillan por todas partes las armas Francesas, Inglesas, y
Alemanas heridas no tanto de los rayos del Sol, quanto del zelo por la Religión y
tranquilidad pública, turbada por los tumultos, violencias y asesinatos, ocasionados por los
partidos. Sobresaltados los Heterodoxos, temiendo la ruina que les amenazaba el abandono
de la única y verdadera Religión, inventan la tolerancia para atrincherarse contra los dardos
enemigos, establecen que los errores no son errores, que todas las sectas eran buenas, que
se podían seguir con seguridad de conciencia, que todos los herejes de cualquier secta que
sean se hallan en estado de salvación; y que creyendo esto como un dogma, y no
perjudicando al público, nada más se requiere para dar culto a Dios y merecer su agrado.
Sistema horrible, inspirado en Satanás, y dictado como uno de los mayores absurdos en la
cátedra de la pestilencia.
Para serenar la conciencia no se quiere vivir sin religión; y para satisfacer las pasiones sin
inquietud, no se abraza alguna en particular. Se substituye a ella un fantasma de Religión
general para amortiguar los remordimientos de conciencia, que ocasiona la infracción de
las leyes de una religión particular: este es el medio de que se vale la astuta concupiscencia,
para conducir el hombre a sus fines.
¿Y podrá imaginarse, que haya en nuestros tiempos hombres que preciándose de ilustrados,
y benefactores de los pueblos, quieran hacerse discípulos de maestros tan insensatos, y
siguiendo sistemas tan absurdo, se atrevan a estampar en papeles públicos con agravio del
entendimiento, que tiene por objeto la verdad, que es una sola y con injuria de la voluntad
que se inclina al bien, se atrevan a decir, que cada hombre tiene derecho para elegir la
Religión que le parezca? ¡O delirios, que merecerían una confutación seria, si por si
mismos no se desvanecieran! Mereciendo la execración de la gente sensata y amante de su
Religión. Que el calvinista Rousseau inconsecuente en sus principios y contradictorio en
sus mismas clausulas, hable de esta manera no es de admirar: que Voltaire, aquel viejo
insensato divertido en componer comedias, en arreglar los teatros , en averiguar lo que hizo
la Sultana de Constantinopla, y lo que habló en Mogol el Tamerlan, delire de este modo, no
es de extrañar. Pero que los hombres educados en los principios solidos e incontrastables
de la Religión Christiana, que estudiaron, en unos colegios que no eran teatros cómicos, ni
escuelas de danzantes, hablen y escriban así, preciándose más de sequaces, de esos impíos
que discípulos de los Apóstoles, esto sí que asombra. Tales son los frutos del árbol
masónico. (…)
(…) Guardaos de estos seductores que bajo la piel de ovejas, son lobos rapaces; guardaos
señoras honradas guardad vuestras hijas de estos enemigos de la santa virginidad, de
quienes dice el Apóstol, entran a las casas, y sacan cautivas las mugersillas: guardaos de
los que con los espaciosos pretestos de caridad van a sepultar la Religión y erigir sobre sus
ruinas el ídolo de la impiedad. Esta es, hablando con propiedad, una caridad sin luces, una
cruel mansedumbre, y una falsa paz.
La verdadera caridad ama, procura y solicita el bien del próximo, sin hacer distinción entre
el judío y el Griego; pero no tolera sus errores, ni sufre que se sumerjan en el mal, ni se
corrompan en la iniquidad. Tal era el espíritu de San Pablo, semejante al del aquel medico
sabio, que no cree haber desempeñado su obligación, tolerando la lepra, el cáncer, y las
87
llagas de su enfermo, sino procurando su curación. Ni se nos aleguen con un estilo
sofistico, los ejemplos de benignidad de Ntro Adorable Salvador en el amoroso
recibimiento de los pecadores, simbolizado en el Pródigo Evangelio: ni se intente persuadir
la tolerancia, trayendo el exemplo de Jonás, reprendido por el mismo Dios, por los
sentimientos de su zelo. Estos y otros semejantes ejemplos recomiendan y prueban la
misericordia con que debe recibirse al pecador, al herege; y aun al Masón convertido. La
Iglesia Santa, llena del espíritu de caridad, a todos abre sus brazos, como Esposa digna de
aquel Esposo Celestial, que vino a buscar los pecadores, no para tolerarlos en la iniquidad
sin para convertirlos a la justicia.
Así es que cuando prohíbe arrancar la cizaña de en medio del trigo, advierte, que el campo
es todo el mundo (…) Tanta es su benignidad, esperando su conversión a la Iglesia, no
tolerando el abandono de su Religión, o se Cautela como explica Sto. Tomás, el peligro de
arrancar el trigo (…) quando es más abundante la cizaña que este; pero no permite, ni
tolera que se siembre la cizaña sobre el trigo para que lo ahogue, cosa que no haría el
agrícola más estúpido; a no ser que se aprecie más la sizaña destinada al fuego que el trigo
escogido para sus graneros.
Según eso, los que gobiernan, así la Iglesia, como el Estado, ¿están obligados a nos permitir
en sus dominios a semejantes filósofos, masones y herejes, o cismáticos? A esta pregunta
respondo con San Agustín, citado por uno de sus más religiosos, doctos, y adictos hijos y
discípulos. Reconociendo el Santo Doctor que los herejes en todas sus empresas, y en
cualesquiera servicio, o ventajas que nos ofrezcan con sus industria, y talentos, llevan
siempre el designio de pervertirlas y de amancillar su honestidad: así recomienda el Santo
Doctor a los Príncipes, el cuidado de no dejar que los errores penetren en sus dominios.
¿Quién dice, con santo juicio dirá a los príncipes, no cuides de que se impugne la Iglesia
del Señor en tus estados, no atiendas si hay o no en tus tierras quien sea católico o herege?
¿Los reyes deben castigar a los adúlteros, y no podrán castigar, y estarán obligados a
permitir los sacrilegios y las blasfemias? ¿Si el rey está obligado a impedir con leyes sabias
el que ninguno entre a violar el ajeno tálamo, para conservar el honor de un marido, no
estará obligado también a impedir el que ninguno venga a poner asechanzas y amancillar la
fe de los creyentes? ¿Por ventura será de menos valor el que la fe se conserve pura en el
alma para Dios, que el que la muger se conserve pura para su marido? En otra parte dice mi
primera opinión, era que con solas razones se debía convencer a los herejes; pero después la
experiencia me ha enseñado que es conveniente establecer graves penas, como hicieron los
reyes en la antigüedad. ¿Y no se sabían pregunto yo ahora, las leyes de la caridad de que
estaba lleno este gran Padre de la iglesia; o lo saben mejor los Masonazos de las logias,
vacíos del verdadero espíritu de la Religión Christiana? ¿Y no será adaptable esta doctrina
christiana a las Repúblicas en quienes deben florecer las virtudes, lo mismo que a los
reynos de quienes habla el Santo Doctor?
El interés de la felicidad publica que no depende ciertamente de los resortes de la política,
ni menos de las intrigas ocultas de la impiedad; sino de las disposiciones de aquel señor,
que tiene en su mano las riendas de los imperios y traslada los reynos por los pecados del
pueblo, el interés temporal digo, debe estimular el zelo de los que gobiernan en favor de la
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Religión, para atraerse las bendiciones del cielo. Así lo experimentó, por omitir otros
exemplos, el piadoso emperador Honorio; tanto que era dicho vulgar que parecía que
competía él en honrar a Dios y Dios en favorecerlo, mientras se portó como un enemigo
implacable de las herejías, y solo esperimento el castigo del cielo en aquellos estragos y
calamidades que tantas lágrimas hicieron verter a San Gerónimo cuando por una infausta
condescendencia con los grandes de su corte, abrió las puertas a los herejes y dio entrada al
tolerantismo.
Los paganos mismos conocieron la importancia este documento: siempre nuestra Ciudad,
decía Valerio Máximo, juzgó que se había de anteponer la Religión a todo, también en
aquellas cosas en que quiso atender al decoro de la suma Magestad. Por lo cual no dudaron
los imperios de servir a las cosas sagradas, juzgando que en tanto se prosperaría el
Gobierno de las cosas humanas, en quanto bien y constantemente obedeciesen y sirviesen a
la divina potencia. Este era el punto fixo a que el Príncipe debía mirar para su gobierno,
dice Lucio Floro. Omito el empeño con que Julio quería se inspirase a los Dioses como los
Señores y Gobernadores del mundo, que presiden a todos los sucesos, que son los
bienhechores del género humano: no me detendré en ponderar los sentimientos del divino
Platón, que reputaba el establecimiento de la verdadera religión, como el cuidado primero
de toda republica bien ordenada, desechando las religiones falsas y fabulosas; y cuidando
de elegir por cabeza al que haya sido educado en ella desde la infancia. El verdadero culto
es el apoyo de la Republica. Así hablaba en el libro 4º de las leyes, y como si hubiera
tenido que contestar a los pseudo ilustrados de nuestros días, a nadie debe ser permitido,
concluía, tener Dioses particulares o adorar al Verdadero Dios, según su capricho, o
formarse una Religión aparte. La unidad de su culto es un estado, es un centro en el cual
vienen a unirse todos los miembros; pero la variedad es una semilla de discordia que la
produce tarde o temprano. Pero no omitiré los juiciosos sentimientos de uno de los más
bellos espíritus del siglo de Augusto, no temiendo ser tenido por hombre flaco y
supersticioso atribuyendo las desgracias del Imperio al desprecio de la Religión. Romanos,
dice, vosotros pagareis la pena que han merecido vuestros padres, hasta que restablezcáis
los Templos, y los Altares de los Dioses, que se arruinaron y renovéis sus estatutos
desfigurado por el tiempo. Si habéis llegado a ser los Señores del mundo, fue por haberos
creído inferiores a los Dioses. Esta sumisión ha sido el principio de vuestra grandeza: a ella
debéis atribuir el feliz suceso de vuestras empresas. Desde que los Dioses se vieron
despreciados, han afligido a la Italia con muchos males. ¿Qué hubiera dicho, si hubiera
tenido la dicha de profesar la Religión Christiana que los falsos políticos miran con tanta
indiferencia, por no decir menosprecio, y sobre cuyas ruinas se intenta erigir el
tolerantismo, el masonismo y todos los monstruos de la impiedad? Pero en vano por que no
duerme el que guarda a Israel, ni las potestades del infierno prevalecerán contra la Iglesia.
Concluyamos pues, mirando la tolerancia como la más peligrosa de todas las herejías;
porque encierra todas, permitiendo abrazarlas todas igualmente y dando a las conciencias
aquella falsa paz que ya en los primeros siglos, según refiere Eusebio, ofrecía el heresiarca
Apeles, diciendo que no se debía inquietar a ninguno sobre su modo de pensar, sino dejar
vivir tranquilamente a cada uno en la creencia que hubiese abrazado, y que todos aquellos
que pusiesen su esperanza en Jesu-Christo, se salvarían, con tal que viviese en el exercicio
de las buenas obras. Y no tiene hoy día muchos discípulos el viejo Apeles? El sagaz
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ingenio de Tertuliano, en el capítulo 4 del libro de prescripciones descubre todo el fondo
este desatinado modo de pensar. Ellos dicen, tienen paz con todo el mundo; porque aunque
sean de diferentes opiniones, lo único que les importa es conspirar todos juntos a la
destrucción de la verdad. Por eso añade, apenas se ve cisma entre los herejes; y aunque la
haya no se manifiesta; pues en la misma unidad. De lo dicho y de lo que han escrito los
verdaderos sabios se ve claramente que la tolerancia y permisión de cultos varios, no siendo
más que uno el verdadero, es contraria a la autoridad divina y humana; repugnante a la
razón, que la consulta sin dar oídos a las pasiones, perjudicial y sumamente nociva, no solo
a los derechos de la Iglesia, sino también, a los intereses políticos del estado. Como en
todos los siglos lo ha hecho ver, no sin gran sentimiento de los buenos, una funesta y
dolorosa experiencia. Este conocimiento, unido al gran zelo que animaba a aquel célebre
apóstol de estos últimos tiempos, San Francisco de Sales, a quien la caridad, la paciencia y
al dulzura que le caracterizaban no impedían la intrepidez y magnanimidad en defensa de la
jurisdicción eclesiástica o de la autoridad del Sumo Pontífice. Así fue, que con una
animosidad digna de un Ministro del Santuario se opuso valientemente a los ministros
favorecidos de un poderoso Monarca, que con secretas intrigas impedía la conversión de los
habitantes de Ges: el atrevido despojo de sus bienes y entradas de su Obispado decretadas
por los ministros herejes no fueron capaces intimidar se generoso de corazón, ni inclinar su
noble y christiana condescendencia en favor de la tolerancia, y uso libre de la Religión en
Cables, como lo pretendían los Ginebrinos y Bernecios, sin que sus amenazas lo
espantaran, ni sus asechanzas lo intimidaran, o el furor lo asustara; pues no estimaba su
propia vida, sino para consagrarla en un sacrificio amoroso a la gloria de Dios, y salvación
de sus ovejas, y así solía decir (…)
Dios mío: ¿Quién hay que pueda comparase a vos? Hablad pues, y no calléis más tiempo.
Por que vuestros enemigos vocean, gritan y levantan muy alta la cabeza.
Han maquinado proyectos malignos contra vuestro pueblo; y han conspirado contra los que
os adoran.
Vamos dixeron a exterminarlos: borrémoslos del número de las Naciones: no quede
memoria del nombre de Israel.
Los Idumeos que habitan en tiendas, y los Israelitas tomando la misma resolución han
formado liga contra vos.
Los Moabitas, Agarenos, Guebatitas, Ammonitas, Amalecitas, Filisteos y Tirios se han
unido a ellos.
Los asirios han venido a socorrer a los descendientes de Lot, y se han juntado con todos
estos pueblos para exterminarlo. Cubridlos de confusión, y entonces, Señor, preguntaran
quien sos vos y conocerán vuestro poder. Haced que queden avergonzados, y que os teman
para siempre, y mueran con la afrenta de no haber podido formar contra vosotros sino
inútiles proyectos. Sepan que vuestro nombre es, el Señor, y solo vos tenéis en el universo
el poder supremo.
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4. CONCLUSIONES
El empoderamiento de la corriente de los católicos tradicionalistas empezó temprano,
durante el primer tercio del siglo XIX. Esta corriente que empezó con pocos simpatizantes
abiertamente críticos de las reformas liberales, hizo del lenguaje (oral y escrito) un recurso
clave a la hora de identificar a sus “enemigos”, que eran también los enemigos del Estado.
Los escritos de Francisco Margallo y Duquesne revelan un lenguaje maniqueo, pletórico de
representaciones simbólicas del bien y el mal. Las referencias a sucesos y bestias
apocalípticas fueron ampliamente usadas por este autor, quien tenía pleno conocimiento del
uso de un conjunto de imágenes que eran de amplia difusión en otros espacios como el
púlpito.
La masonería, los libros ilustrados, las expresiones del protestantismo en Colombia, así
como la cuestión de la tolerancia de otros cultos, fueron los enemigos contra los cuales se
dispuso toda una lógica que procuró posicionar a la Iglesia Católica como rectora no sólo
del campo espiritual, sino también de las funciones del Estado. Los enemigos no eran sólo
enemigos de la Iglesia, sino también del orden social. Por lo tanto era deber de la Iglesia –
representada en este caso en la persona del clérigo- advertir, exhortar, excluir y juzgar
acerca de las crecientes amenazas.
En este sentido, no era posible admitir según esta lógica la fragmentación de la unidad
religiosa. Ya fuera por causa de la masonería, los “pútridos” escritos de la ilustración o los
protestantes, no era posible admitir la disolución de la unidad religiosa; ésta era garantía de
orden, civilidad y patriotismo. La uniformidad en lo religioso era un valor intrínseco para la
construcción de una verdadera república de hombres y no de “bestias”, como afirma
Margallo y Duquesne. Las divisiones eran la antesala de la destrucción y el desastre.
Durante el primer tercio del siglo XIX los antagonistas de la Iglesia (la masonería, los
libros ilustrados, la creación de la sociedad bíblica o las primeras incursiones del
91
protestantismo) no son vinculados con el liberalismo. Pasará algún tiempo antes de que
aquel se convierta en otra de las “creaciones diabólicas”. No obstante, los enemigos fueron
definidos desde una postura dogmática, que los identificaba con las tinieblas, la oscuridad,
demoniaco ó como “invenciones satánicas”. La herejía había cambiado apariencia y
disfrazada, se presentaba bajo el aspecto de sociedades humanitarias, seductores escritos, o
la biblia en lengua vulgar. Estas, como afirma Otoniel Echavarría, pueden considerarse
también como los primeros asomos de una doctrina religiosa antimoderna, que procura ante
todo el combate del error.
Las descripciones de los peligros que asechaban la religión y el estado estuvieron
atravesadas de adjetivos que establecieron sin ambigüedades los riesgos las consecuencias
del avance de aquellas “creaciones del infierno”. Al igual que como sucederá en la primera
mitad del XX, la “no tolerancia” ocupó un lugar muy importante en el lenguaje empleado
por el clero. La “no tolerancia”, como la intransigencia de finales del XIX, fue valorada
como un valor positivo. Margallo ocupó parte de sus escritos en instruir a sus lectores en
este “valor”209
.
La verdad como baluarte propio, empleando una expresión de José David Cortés, fue una
expresión bastante significativa dentro de los escritos considerados en este trabajo. La
verdad propia contra el error del otro fue una constante dentro de las expresiones para
dirigirse a los enemigos de la Iglesia Católica y el Estado. Este tipo de construcciones de
visón de mundo maniqueo, excluyente e intransigente se convertirán en una constante entre
1881-1918, ya elaborados por sectores de la institución eclesiástica o por la elite política y
económica210
.
209
No por nada en las décadas del 40 y del 50 del siglo XX, una tolerancia mal entendida o mal aplicada fue
la explicación para el avance de las misiones protestantes en el país, según la lógica de la jerarquía
eclesiástica colombiana de aquel momento.
210 CORTÉS, Op.Cit. pág., 16.
92
Con los escritos publicados por Francisco Margallo y Duquesne asistimos al surgimiento de
un discurso que se elimina al del bando contrario, utilizando una expresión de Cortés211
.
Era una república de ciudadanos católicos que como tal debía permanecer para garantizar el
orden y la civilidad. No era posible concebir un buen ciudadano cumplidor de sus deberes
sino profesaba la fe católica. Simpatizar con otro tipo de doctrinas, garantizaba un camino
derecho hacia la exclusión de la sociedad y por supuesto de la Iglesia. La práctica de la fe
era un acto de patriotismo.
Se puede afirmar que con Francisco Margallo y Duquesne se dan los primeros pasos en la
identificación y descripción de los enemigos de Dios y la Patria. Aunque por algún tiempo
Margallo y Duquesne pareció simpatizar con la causa de la Independencia y de hecho
pronunció un sermón a su favor, no paso mucho tiempo antes que esté hiciera públicas sus
expresiones de desacuerdo con el nuevo gobierno, en particular con las iniciativas que se
enmarcaron dentro de un proyecto liberal que buscaba dejar atrás los vínculos con un
pasado colonial. Este distanciamiento de este sector del clero tradicionalista con respecto a
la reforma liberal ganará más adeptos, especialmente entre la jerarquía eclesiástica212
.
Sin duda los escritos de Margallo y Duquesne contienen el espíritu tridentino que inspirará
la reforma católica que tendrá inicio en 1835 en todas las diócesis de Nueva Granada. Esta
visión de la Iglesia expresada en Trento como rectora y legitimadora del orden social
atravesará toda la política eclesial desde 1835, año en que se reconoció oficialmente por
parte del Papa León XII la Independencia colombiana, con la designación del Arzobispo de
Bogotá Fernando Caicedo y Flórez. Esta reforma católica de espíritu tridentino traerá como
211
Ibíd. P. 16.
212 William Plata refiriéndose a esto afirma: “La jerarquía eclesiástica (obispos y demás “directivos”) fue el
primer grupo eclesial que se integró en torno a la corriente tradicionalista y a su proyecto: la romanización del
catolicismo (…) si bien la mayoría de los obispos nombrados hasta 1853 tenían como principal carta de
presentación sus simpatías por el gobierno republicano y liberal, una vez adquirían el báculo y la mitra
abandonaban esas ideas “novadoras”, cambiándolas por la tradición católica, aunque nunca dejaran de apoyar
el Estado republicano”. PLATA QUEZADA, William Elvis. Del catolicismo ilustrado al catolicismo
tradicionalista”. En: Historia del cristianismo en Colombia. Corrientes y diversidad. LÓPEZ RODRÍGUEZ,
Mercedes. Et all. Bogotá: Taurus, 2004. P. 195.
93
consecuencia, entre otras cosas, la formación de un laicado combativo y el aumento de un
clima de intolerancia que se verá reflejado en las posteriores guerras civiles del XIX.
94
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
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BIBLIOTECA NACIONAL
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República por Nicomedes Lora, 1823. 17 p.
_______________________ El perro de Santo domingo. Bogotá: Imprenta de Espinosa,
1823.
_______________________ La ballena: en la ballena se simbolisa [sic] aquí la Santa
Iglesia Romana, que sola puede entrar en las profundidades de la Escritura Divina como
en un misterioso mar. Bogotá: Imprenta de José Manuel Galarza, 1825. 12 p.
_______________________ La serpiente de Moisés: llámese así este papel para significar
que así como aquella serpiente devoró las serpientes de los magos, así la cruz adorable de
Jesucristo Nuestro Señor y su Religión santísima ha triunfado de todas las religiones falsas
y sectas diabólicas. Bogotá: Imprenta de Espinosa, por Valentín Molano, 1826. 14 p.
______________________ El gato Enmuchilado. Bogotá: N. Lora, 1826.
2. BIBLIOGRAFÍA
LIBROS Y ARTICULOS
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Colombia”. Ponencias. Disponible en la web:
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modernidad en América Latina, siglo XIX. México: Cehila, Fondo de Cultura económica,
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proceso de reformas borbónicas y la emancipación política (1750-1821)”. En: Historia del
cristianismo en Colombia. Corrientes y diversidad. LÓPEZ RODRÍGUEZ, Mercedes. Et
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(http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12048841998086072976624/p000000
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