Contratiempo 89 Noviembre 2011

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Revista Contratiempo de Chicago. Arte y Pensamiento Latinoamericano en Estados Unidos. -Dossier: ¿Era impresa o digital? -Obra de Jasso. -Miss Bala en Chicago

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NOVIEMBRE 2011 • NúMERO 89

DirectivaGerardo Cárdenas, Jochy Herrera, Moira Pujols, Rod Slemmons, Helen Valdez, Ellen Wadey Placey.

Directora ejecutivaMoira Pujols

Director editorialGerardo Cárdenas

Consejo editorialRey Emmanuel Andújar, Gerardo Cárdenas, Marco Escalante, Eduardo Estala Rojas, Rafael Franco, Ignacio Guevara, Jorge F. Hernández, Catalina María Johnson, Verónica Lucuy Alandia, Stephanie Manríquez, Esmeralda Morales-Guerrero, Olivia Liendo, Luis Alejandro Ordóñez, Julio Rangel, René Rodríguez Soriano, Tanya Victoria, Febronio Zatarain.

Dirección de ArteOlivia Liendo

Correctores de estiloLaura Pujols

PortadaJasso

Las opiniones expresadas por los escritores que colaboran en contratiempo no son necesariamente las de la revista, o de la entidad que la publica, contratiempo nfp, una entidad 501 (c)3 sin fines de lucro.

© contratiempo nfp1702 South Halsted St., Chicago Il 60608 (312) 666 7466

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Para envío de colaboraciones:Gerardo Cárdenas [email protected]

contratiempo

c on t e n i d odOssIER

dEshORasMIRada cóMplIcEtIEMpO ExtRa

3 Editorial.4 de libros, editores y nuevas tecnologías: Entrevista con Gerardo Kloss Esmeralda Morales-Guerrero.6 ¿Kindle o no Kindle? lourdes pallais. 7 Un mismo fin, la socialización del conocimiento. Ernesto Gutiérrez

cortés.8 El futuro del libro en la Era digital. Gabriel Bernal.9 El mundo editorial de chicago: Entrevista con danielle chapman. Esmeralda Morales-Guerrero.11 Réquiems, poemas y otros textos de Febronio Zatarain.14 Jasso, la ciudad es su lienzo. Ignacio Guevara.19 Recuento mínimo del Festival Internacional de cine. Marco Escalante.20 Miss Bala: Miradas, silencios, colisión de esferas. Julio Rangel.21 Exorcizando el miedo: Un encuentro con Gerardo Naranjo. Marco Escalante.22 diversidad, fusión y audacia: 15 temporada del Mca. tanya Victoria.23 la Reina del Norte es Reina del Mundo: cuuuuuumbiaaaa en la Expo de Música Mundial en copenhague. catalina María Johnson. 24 39 Festival Internacional Cervantino: Los Dones de la Naturaleza. Mariela Gutiérrez.25 Vicente Rojo en Nottingham: entrevista. Eduardo Estala Rojas.26 Un nacimiento en Ezeiza. cristina porta.

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EDITORIALSi usted es un lector asiduo, coleccionista o no de libros, segu-

ramente ha considerado ya adquirir un e-reader. Puede ser que algunos todavía se resistan a la idea de tocar un botón en vez de pasar una página o de hacer un simple subrayado digital en vez de hacer notas al margen de un libro de papel. Lo cierto es que los libros electrónicos son parte ya de nuestra realidad cotidiana.

En el transporte público de Chicago se ven más libros elec-trónicos que libros tradicionales en manos de los pasajeros. ¿Más práctico? Quizá. ¿Es un hecho ya que hemos rempla-zado al libro de hojas de papel? Estamos todavía muy lejos de saberlo y todo apunta a que el libro nunca será reempla-zable. Como dice Umberto Eco: “El libro es como la cuchara, la rueda o el martillo. Una vez inventado no se puede hacer nada mejor”. Lo que cambiará será el soporte, y por lo tanto la manera de producirse, distribuirse y comercializarse como lo hemos visito con los periódicos. Y en el caso específico de los periódicos, la inmediatez de internet ha cambiado signi-ficativamente la manera en que se ejerce el periodismo y hay más información, sin duda, pero no necesariamente hay más innovación en la manera en que se dan las noticias.

Lo mismo con los libros. Seguiremos adquiriendo los títulos que nos interesan independientemente de si los leeremos en papel o a través de una pantalla. Nuestras bibliotecas físicas serán una colección de arte y reliquias, pero nuestro gusto por el saber llenara nuestros e-readers de gigabytes.

En la presente edición, contratiempo pone el tema sobre la mesa. Los lectores encontrarán en las páginas de nuestro dossier diversos puntos de vista y reflexiones relacionadas con el nuevo rumbo que están tomando las publicaciones al unirse a esta revolución tecnológica.

¿Qué si los libros se acabarán? Gerardo Kloss, quien dirige la Maestría en Diseño y Producción Editorial en la Universidad Autónoma Metropolitana en la Ciudad de México, contesta esta y otras preguntas relacionadas con los personajes que existen detrás del diseño, producción y distribución de libros. La escritora Lourdes Pallais nos cuenta sobre su experiencia personal en la publicación electrónica. Ernesto Gutiérrez Cortés relata una historia breve de la lectura, en tanto que el editor Gabriel Bernal Granados pone en perspectiva el futuro del libro. Desde una perspectiva local, Danielle Chapman nos cuenta que está sucediendo en el mundo editorial en Chicago.

Las respuestas en torno al debate de lo impreso versus lo digital están, literalmente, en manos de los lectores. Ustedes mismos estarán leyendo estas líneas ya sea en nuestra tradicional versión impresa, o en nuestras más recientes versiones electrónicas, presente en plataformas digitales como Issuu y Facebook, además de internet. En el 2003, cuando nace contratiempo, muchas de esas plataformas digitales no existían, o se encontraban en fases muy preli-minares. Hoy los lectores tienen un abanico de opciones. Ellos –ustedes—serán quienes inclinen finalmente la balanza.

Los libros como las alas de los ángelesRomano CaRRattieRi

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La Universidad Autónoma Metropolitana (Unidad Xochimilco) en la Ciudad de México abrió en abril de 2009 la Maestría en Diseño y Producción Editorial. El Maestro Gerardo Kloss ha estado a cargo de este

programa desde su primera fase. Es él quien está detrás de las nuevas generaciones de editores, y seguramente de uno que otro viejo editor también. Tuve la oportunidad de hacerle algunas preguntas que no pueden ser respondidas si no por quien tiene entendido la importancia de todos y cada uno de los elementos que componen el producir una publicación. Este es un extracto de la entrevista, la cual se encuentra completa en la página web de Contratiempo (www.contra-tiempo.net):

Gerardo, ¿cuál fue tu respuesta a quien te preguntó por

primera vez si los libros iban a desaparecer? Sé que esta pregunta data de una conversación que tuvimos tú y yo por chat hace años, y que la razón por la que me la haces es porque nunca pudimos recuperar aquella plática.

Me parece tremendamente sintomático, porque la respuesta se quedó en una página de la red social Hi-5 a la que ya nunca más logramos acceder. Ahora Hi-5 está prácticamente extinto y nos vemos en Facebook, que se está empezando a vaciar porque la gente que no prefiere Twitter prefiere Google+. Y queremos hablar de la desaparición del libro.

En el mundo del sentido común, nadie cree en los esce-narios optimistas, porque son cuentos de hadas; nadie quiere saber de los escenarios tendenciales porque nos hacen sentir culpables; y los escenarios futuribles son demasiado realistas y tan complicados como una plática con el contador. Lo que más vende en el mundo del hombre de la calle es el escenario catastrófico.

Así que vamos por partes. Se acabará el libro, supon-gamos, pero ¿quid, quando, ubi, cur, quomodo, quis et quibus auxiliis? El libro en papel no se acabará mañana, porque hoy sigue bastante fuerte. La mayoría de los libros que se vendieron hoy en el mundo son de papel. Cabe pensar en una declinación gradual, a lo largo de varios años, pero no en una desaparición total. De hecho, desde el año 1900 para acá no ha desaparecido ninguna tecnología de información, aunque ya en 1896 el poeta Amado Nervo anunciaba, al salir de la primera función pública de cine que dieron los empleados de los hermanos Lumière en la Ciudad de México, que el cine terminaría para siempre con los libros.

Cada herramienta tiene su propio uso. Cuando viajo con los niños me encanta cargar el Vademécum Farmacéutico en mi organizador personal, y no lo haría ni loco si tuviera que cargar con las seis pulgadas de espesor de la versión impresa. Los alumnos de la segunda generación de la maestría ya casi no cargan libros y trafican todo en PDF, en contra de la educa-ción que queremos darles en derechos de autor. Es más, hace años que no compro un periódico de papel. Pero hasta ahora no conozco a ningún mecánico que se meta debajo de un camión para hacerle un ajuste al motor y sostenga en la mano izquierda un Kindle con las instrucciones.

El libro en papel se acabará en las principales ciudades del mundo occidental, pero, para tener tablets en las bibliotecas

De libros, editores y nuevas tecnologías: Entrevista con Gerardo Kloss Esmeralda Morales-Guerrero

de aula de las primarias rurales de la Sierra de Chiapas, primero habría que tener electricidad.

Me da mucho gusto saber que la India está produciendo tablets a 60 dólares para que su gente tenga acceso a esa tecnología. Pero me entero de que la India lo hace porque es un país pobre. Ojalá México pudiera hacer lo mismo. Si la India fuera realmente un país rico, los tablets no serían una herramienta estratégica de desarrollo nacional, sino un accesorio más de la vida moderna.

Si los tablets indios se pueden comercializar a 60 dólares, eso significa que en el futuro los pobres saldrán de la pobreza estudiando en medios digitales; mientras, los ricos seguirán dándose el lujo de aprender mediante experiencias viven-ciales de interacción social, no mediadas por una máquina, sino mediadas por un ser humano que fue 30 años a la escuela. Y eso, en el futuro, será un verdadero lujo para unos cuantos.

El papel se acabará por géneros, porque la enciclopedia encuadernada en pasta dura ya tiene prácticamente quince años muerta, pero nada ni nadie parece marcarle un alto a la basura que depositan bajo mi puerta las farmacias y los supermercados. Yo personalmente agradecería que todo ese material, junto con las páginas amarillas y los anexos estadís-ticos del informe presidencial, desaparecieran para siempre en la nube digital. Lo que ahora tiene el agua tan agitada es que los e-readers están atreviéndose a asaltar el hasta ahora inexpugnable bastión del libro literario, y eso incomoda a quienes pensaron que el destino nunca los alcanzaría.

El libro en papel se acabará, pero nadie sabe exactamente quién va a reemplazarlo. Hoy un diario normal tiene que producir la misma edición, con la misma información, en once formatos diferentes, cada uno con sus propias sutilezas de organización, diseño y aspecto: iPad, iPhone, Windows Phone, Blackberry, Android, celular genérico, SMS genérico, e-mail genérico y para compartir en RSS, en Facebook y en Twitter. Hay una guerra civil de formatos para definir quién se sentará en el trono de Gutenberg. Ese es uno de los argumentos de Umberto Eco. El rey libro de papel está viejo, es cierto, pero los pretendientes al trono están jóvenes e inmaduros, son muchos, son muy agresivos y hasta ahora han sido muy efímeros.

Dicen que una de las primeras reglas de la comunicación es nunca empezar diciendo que alguien va a morir. Es muy fácil declararle la guerra a un país donde no conozco a nadie; es muy fácil prohibir que la gente tenga mascotas que a mí no me gustan. Es muy fácil proclamar la muerte del libro, sobre todo cuando lo hacen aquéllos que ni tienen, ni aman, ni por descuido llegan a leer uno.

Habría que preguntarles a los catastrofistas si se refieren a la muerte del libro, a la muerte de la literatura o a la muerte de los textos aburridos que a ellos les da flojera leer.

Por mi parte, entiendo que la literatura no se asocia con el comercio de papel, sino con el viejo arte de contar historias, así que los e-readers no son una amenaza contra ella. Probablemente son la primera respuesta coherente que logra darle el mercado a las objeciones de los lectores literarios frente a los inconvenientes de leer en pantalla.

De la misma manera, no entiendo al editor como un comerciante de papel, sino como una autoridad en la detec-ción de las tendencias que mueven el universo de los textos, y como un curador, que convierte un texto crudo en todo un producto, con presencia, con opsis, con puesta en escena, puesta en página, puesta en evidencia y valor agregado: de pertinencia, de oportunidad, de corrección, de ilustración, de materiales adicionales, de antología, de apostillas, de ensayo crítico, de aparato didáctico.

En todo caso, lo que está en crisis es la cultura. Lo impor-tante es si la gente lee, y qué lee, más que sobre qué soporte material lee. Si el escritor, el editor y el lector sobreviven a la crisis de la cultura, sobrevivirán al cambio tecnológico. No tengo dudas.

Como fundador de la Maestría en Diseño y Producción Editorial que fue recientemente abierta en la UAM-Xochi-milco, ¿cuáles son las necesidades que previste? ¿Cubriría este programa la industria editorial mexicana?

La principal necesidad que nos propusimos cubrir fue la falta de programas formales para profesionalizar al personal de la industria editorial. La mayor parte de los editores se han formado en la línea de fuego, y también es ahí donde adquieren el oficio editorial los diseñadores, que general-mente han sido formados para hacer otros tipos de diseño.

Existen cursos y diplomados; las universidades, las editoriales y los organismos gremiales de los editores y de los correctores organizan distintas actividades para profesiona-lizar a su gente.

Hasta 2009 sólo había en México una licenciatura y una maestría en edición, y ambas habían sido cerradas por diferentes problemas. En 2009 abrimos nosotros y también la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, así que no estamos solos, pero la avalancha de demanda que hemos enfrentado nos demuestra que una o dos maestrías no bastan, y que el espacio para generar inicia-tivas de profesionalización es bastante amplio todavía.

Lo que queremos que haga diferente a nuestra maestría, su mayor virtud y su mayor defecto, es que queremos atacar prioritariamente el problema de la falta de diálogo entre los distintos agentes del proceso editorial, donde cada quien habla, piensa y actúa desde un ética y una estética diferentes, cada una con su propio centro.

Lo que quiero decir es que para la gente que centra su atención en la creación literaria, la creación literaria es el centro del universo; para la gente de la corrección, lo es el texto correcto; para la gente de la imagen, lo es la imagen; para la gente de la tipografía, lo es la tipografía; para la gente de la tecnología, lo es la tecnología; para la gente del dinero, lo es el dinero; para la gente de las ventas, lo son las ventas. Y así hasta el cansancio.

De ahí que pensemos en el editor como un personaje dedicado a negociar y formular todos esos acuerdos. Una de las primeras críticas es que querer ver todo y abarcar todo resulta muy superficial, “una embarradita” de cada cosa.

Esto también supone que, si queremos desarrollar un perfil que resuelva este tipo de problemas, no debemos

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hacer excepciones: ni para la gente del texto, ni para la de las imágenes, de las tecnologías o de los dineros, es opcional desarrollar la capacidad de pensar en texto, en imágenes, en tecnologías y en pesos.

Queremos un alumno que escriba y que entienda lo que lee; que diseñe y que entienda lo que mira; que administre dinero y entienda lo que hay a la venta; que trabaje con tecno-logías y entienda lo que viene.

En dos años, la tecnología y el aprovechamiento de los soportes digitales ha cambiado ¿Se refleja esto en alguna parte de los planes de estudio en la Maestría?

Tengo dos respuestas encontradas. Por un lado nos obliga a mantenernos al día y por el otro no hay manera de asegurarse de que así sea. Lo que quiero decir es que no tiene sentido que una universidad pública haga pasar su plan y sus programas de estudio por el Consejo Académico cada vez que sale un nuevo software o un nuevo estándar. Me la pasaría día y noche metido en la oficina técnica del Consejo y ya no tendría tiempo para lo demás.

En ese nivel, los cambios nunca me han preocu-pado. Yo he trabajado desde 1987 con softwares como Ventura Publisher, PageMaker, Quark XPress y Adobe InDesign, y no percibo diferencias estructurales entre ellos. Pero al mismo tiempo los cambios han sido mucho más profundos que el puro cambio de tecnologías. Tan profundos, por ejemplo, que cuando se diseñó el programa de la Maestría incluimos el seminario de hipertextualidad en el módulo de tecnologías, porque la hipertextualidad parecía ser un problema tecnológico.

En 2011 es muy evidente que la hipertextualidad no es un problema de tecnologías, sino una forma distinta de textualidad; ahora la hipertextualidad la vemos en el módulo que corresponde a las textualidades.

Cada trimestre vamos “bordando a mano” las modi-ficaciones en el programa operativo de la maestría, para mantenernos al corriente con los cambios.

El problema es conseguir profesores y definir conte-nidos, porque estamos en un momento muy confuso. Todo el mundo sabe que está pasando un tren y que hay que subirse a él, porque los que no se suban se quedarán varados, pero nadie sabe cuál es el estándar tecnológico en el que conviene apostar toda nuestra inversión ni cómo haremos para obtener dinero de regreso.

A grandes rasgos, ¿cuál es el proceso editorial del libro electrónico? En este momento, y a menos que tengas muchos dólares para hacer una producción multimedia, con música, animación y mucha interactividad, el proceso sigue siendo básicamente el mismo que el de cualquier otro libro.

La única diferencia es que la edición y el diseño tienen que ajustarse para varios tipos de salida diferentes, según los distintos estándares que están actualmente compi-tiendo (y que supuestamente se unificarán alrededor de HTML 5…).

La mayoría de los libros vendidos en español en Estados Unidos son publicados en México, y recientemente

una ejecutiva de Barnes&Noble decía que el lector latino estaba comprando más e-readers que los anglos. ¿Cómo crees que esto beneficia a las casas editoras en México y Latinoamérica?

El mercado hispánico en Estados Unidos es parte de la mala conciencia de todas las industrias culturales mexicanas; en primer lugar, porque no les gusta creer que existe. Le tenemos miedo a exportar a Estados Unidos, porque supo-nemos que “los gringos” son consumidores muy exigentes y nos parapetamos pensando que de todos modos desprecian “lo nuestro”; desde aquí cuesta trabajo ver hasta qué punto nos corresponde a nosotros llenar el espacio que han creado los paisanos allá. Y para alcanzar a ver ese espacio haría falta aceptar, negociar y pactar con el hecho de que hay mexicanos allá.

Esta forma de pensar está cambiando, es cierto; pero los mexicanos en el norte cambian estos esquemas más rápido que los mexicanos de casa. Pese a lo que diga la historia oficial, y pese a sus muchos aspectos negativos, el intercambio con Estados Unidos ha servido para modernizar algunos de los rostros más atávicos de la sociedad mexicana.

Más allá del prejuicio, probablemente la verdadera razón sea que, aunque estamos hablando de los mismos libros en el mismo idioma, no estamos hablando de los mismos mercados ni de los mismos modelos de negocio.

Vender en Estados Unidos implica una reconversión de muchos procesos, sobre todo comerciales, que de entrada ni siquiera en México están funcionando bien. Percibo un ambiente pesimista, del tipo “si ni siquiera en México lo estamos logrando, ¿qué necesidad hay de irse a meter a otro mercado todavía más complicado?”. La respuesta obvia sería: “así es, es arriesgado y se ve medio de flojera, pero el primero que rompa la piñata se va a quedar con muchísimos dulces”.

Tampoco quiero que tus lectores se lo tomen personal. Si la industria editorial mexicana deja escapar esta maravillosa oportunidad de entrar al mercado estadounidense con libros electrónicos en español, ello no será sino parte de una vieja tradición de dejar pasar grandes oportunidades de mercado.

Recuerda que los bibliotecarios de Estados Unidos tienen veinte años tocando puertas en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, y apenas encuentran quien les conteste con la voz clara y firme que ellos esperan.

Pienso que si alguna editorial mexicana logra introducir en Estados Unidos e-books en español interesantes y oportunos, de buena calidad y a precios competitivos, tendrá un nicho de mercado gigantesco, creciente, de buen poder adquisitivo. Me encantaría ver que eso estuviera sucediendo. Pero no lo he visto.

Gerardo Kloss Fernández del Castillo es mexicano, autor de Entre el diseño y la edición (2009) y El papel del editor, (2007) y coordinador de la Maestría en Diseño y Producción Editorial en la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Xochimilco, en la Ciudad de México.

Esmeralda Morales, mexicana, diseñadora editorial y miembro del consejo editorial de contratiempo.

Los encuadernadores: 1910Cortesía: BiBLioteCa deL Congreso

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“¿Cuándo vas a poner tu libro en Kindle?”, me preguntó hace poco una amiga sobre el futuro de mi segunda novela, Prisionera, que primero se publicó únicamente como libro físico (2006, Ediciones Cira, América Central) y que el año pasado, decidí sacar como segunda edición en Amazon (http://amzn.to/pallais).

Mi amiga, una ávida lectora muy a gusto con las nuevas tecnologías –donde los libros electrónicos se pueden adquirir o distribuir de manera gratuita– acababa de comprar su Kindle Touch 3G de Amazon, una pantalla táctil de tinta electrónica de seis pulgadas, disponible por más o menos cien dólares, que le permite la conexión a Kindle Store, descargar libros y periódicos de internet y acceder a Wikipedia a través de la conexión 3G o WiFi. Se trata de un dispositivo con forma de libro físico, además del plus cibernético debido, como se debe en el mundo anárquico de internet.

Pero la pregunta de mi amiga no la he contestado (ni a ella ni a mí): ¿publicaré Prisionera en Kindle? La verdad, no lo sé aún.

A ver: por un lado, posiblemente sería más barato que la publicación de Amazon, que en total me costó alrededor de 200 dólares y que, en un año, me ha proporcionado más de cinco veces esa cantidad en libros comprados online, que viene a ser varios dólares más de los que recibí con la primera publicación del libro físico. Pero la satisfacción ha sido mucho mayor.

Por el otro, además de que he podido llegar a muchos lectores fuera del ámbito de la edito-rial centroamericana que me publicó en 2006, la edición de Prisionera en Amazon tiene dos ventajas: el lector se queda con un libro físico y yo me he beneficiado de las redes sociales para su mayor difusión (circulación, para hablar en términos del papel).

Y es que, hay que decirlo, en general, la industria editorial convencional, la del papel, (a nivel mundial, pero especialmente en América Latina) está en manos de una pequeña mafia que publica únicamente a los autores “vendibles”, a los consagrados y por supuesto, a sus cuates y recomendados. Es difícil, por no decir imposible, abrirse paso en ese mundo sin un mecenas enamorado o sin muchas conexiones.

Internet nos ha abierto la puerta a muchos sin duda alguna. Hemos adquirido lectores que sin las redes sociales no tendríamos.

En mi caso, además de una masa de nuevos lectores que adquirí con Amazon (aunado a mi propio trabajo de difusión, desde casa, por supuesto), hay otra de “futuros” lectores que están esperando que Prisionera aparezca en Kindle. Ninguno me conoce –son amigos de amigos en el mundo de las redes sociales– y la mayoría son menores de 30 años. Recuerdo una solicitud en especial de un “amigo” que cada vez que tiene la oportunidad, me recuerda por twitter: “no te olvides que cuando pongas tu libro en Kindle, lo leeré”.

No hay duda alguna. En esta época de internet, todo se vuelve viejo mucho más pronto que antes y la industria del papel está en primera fila– requiere mucho tiempo para moverse, la puerta está cerrada con cerrojo para la mayoría y los jóvenes ya no tienen tiempo para pasar las páginas si no son táctiles. El papel no les dice nada, salvo que no tienen tiempo para esperarlo.

Y yo sigo como Hamlet. Kindle o no Kindle. Es que una novela sin papel, como que no es una novela. ¿O sí? ¿Qué dicen? ¿Me aviento?

María Lourdes Pallais es una escritora y periodista nacida en Lima, Perú y nacionalizada mexicana. Es autora de La Carta (1997, Colección Rayuela, UNAM) y Prisionera (actualmente en Amazon.com). Fue directora de Noticias Internacionales en Notimex, la agencia de Noticias del Estado Mexicano

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¿Kindle o no Kindle?María Lourdes Pallais

CORTESIA: AMAZON

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dólares y se ha anunciado que por primera vez en su historia la venta de libros electrónicos para sus Kindle ha superado a la de los libros de bolsillo o de tapa blanda en Estados Unidos. Según el periódico The Guardian, “desde principios de este año, por cada 100 libros de bolsillo que vende Amazon, vende 115 para Kindle, además, durante este mismo periodo, los libros electrónicos ya han vendido tres veces más que los de tapa dura”.

Las ventas de libros electrónicos generará en 2015 ingresos por 12 mil 339 millones de dólares, lo que represen-tará un 10.35% de las ventas totales de libros estimadas para ese año, que serán de unos 119 mil 229 millones de dólares, según indicó un informe elaborado por la consultora PwC.

El trabajo indica que en 2010 se vendieron libros a nivel mundial por 108 mil 691 millones de dólares, de los cuales apenas 2 mil 784 millones correspondieron a la ventas de libros electrónicos. Sin embargo, la tasa de crecimiento de las ventas de libros electrónicos desde 2011 hasta 2015 será de un 34.7% lo que permitirá que esa cifra crezca más de 4 veces. El dato sobre la evolución prevista de las ventas de libros electrónicos no es menor, ya que con las ventas de libros impresos creciendo durante los próximos cuatro años a un 0.2% anual, como surge del informe, los 11 mil millones de dólares en que se incrementarán las ventas de libros serán casi en su totalidad producto de una mayor venta de libros electrónicos.

Es comprensible que los bibliófilos se sientan intimi-dados por la apabullante proliferación de la tecnología binaria. El mismo sentimiento debieron haber tenido en los scriptoria del último cuarto del siglo XV ante la aparición de la imprenta. Quienes esgrimen la supremacía del libro impreso son poco objetivos ya que lo importante es el impreso como invención, como un ingenio tecnológico, al respecto Guillermo Vega Zaragoza comenta:

…no es el soporte en sí, sino la configuración: ese rectángulo en donde se acomodan las letras en cada página y la posibilidad de leerlas en sucesión o en desorden, como uno quiera. Esa es la fortaleza del libro como idea, como concepto. Eso es lo que va a tardar mucho en desaparecer, hasta que la humanidad invente algo mejor para transmitir el conocimiento de persona a persona y de generación en generación. Lo del soporte es lo de menos, porque la tecnología digital permite el almacenamiento y la distribución de libros electrónicos tan amplia y rápida como nunca antes.

Finalmente, ¿ahora qué haré? ¿Aprovechar las bondades de ambas posibilidades de lectura, comprando libros impresos y leer libros electrónicos en mi iPad o lo que sea que se convierta en el artilugio portátil preponde-rante de lectura? Herbert Marshall McLuhan, sentenció: “cuando una tecnología se ve reemplazada por otra tecno-logía, la anterior o se convierte en arte o muere”.

Ernesto Gutiérrez Cortés. Maestro en Artes Visuales, Director de Inquirere | Agencia de investigación documental, y de Imago Studium | Grupo consultor para medios impresos. Coorganizador y ponente de la VII Cumbre Mundial de Diseño en Prensa 2011. Correo-e: [email protected]. Actualmente está preparando el libro: Diseño periodístico para medios impresos. Praxis y aspectos formales de la arquitectura gráfica de la información para una aplicación sistemática.

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Así pues, el que piensa que al dejar un arte por escrito, y, de la misma manera, el que lo recibe, deja algo claro y firme por el

hecho de estar en letras, rebosa ingenuidad y, en realidad, desco-noce la predicción de Ammón, creyendo que las palabras escritas

son algo más, para el que las sabe, que un recordatorio de aquellas cosas sobre las que versa la escritura.

— Fedro o de la belleza | Platón

Millones de litros de tinta y de gigabytesalojados en servidores se han utilizado en la que considero una disertación inútil que muchas veces ha rayado en la apasionada y

vehemente defensa a ultranza del libro impreso por parte de una gran mayoría de intransigentes bibliófilos, y viceversa, quienes consideran que los libros electrónicos (no estoy de acuerdo con esta definición pues no es un libro, ya será en otro momento y espacio en el que explicaré el por qué de mi oposición al término) quitarán el podio de honor como medio principal para la transmisión de conocimiento y la lectura; a los libros impresos.

La añeja discusión sobre la desaparición del libro impreso ha causado acaloradas discusiones, desde simples conversa-ciones de café, simposios, congresos, hasta charlas eruditas y publicaciones impresas y en línea en todo el mundo, en

Un mismo fin, la socialización del conocimiento

Ernesto Gutiérrez Cortés

las cuales han participado: Umberto Eco, Roger Chartier, Jean-Claude Carrière, Art Spiegelman, Roger Bartra, Marco Marunucci tan solo por citar algunos y un sinfín de estudiosos más de este tema.

Todo inició en 1971 con el audaz Project Gutenberg, fundado por Michael Hart. En él, se puede afirmar que el libro electrónico tiene sus raíces. Este proyecto que no era más que una biblioteca de libros electrónicos de dominio público, se comenzaron a digitalizar los libros hasta alcanzar los mil en 1996. Hoy en día ya son más de 30 mil títulos, y está disponible en diferentes formatos electrónicos. De hecho un libro electrónico es meramente un documento digital legible por un procesador de textos, los cuales pueden ser: pdf, ePub, Kindle, Daisy, DjVu, doc, txt, rtf, e incluso en xhtml. Pero fue hasta 1993 que el primer libro digital vería la luz: On murder considered as one of the fine arts de Thomas de Quincey, a través del primer programa de libros digitales «Digital Books».

En el largo devenir de su historia, las publicaciones impresas han tenido incontables transformaciones, han cambiando de soporte y formato. Realmente siempre han actuado como soporte en el cual quedan asentados los conocimientos y pensamientos que ulteriormente serán transmitidos a la sociedad.

El enfrentamiento con las nuevas tecnologías no es nada nuevo y siempre ha causado cierta reserva y reticencia sobre todo con las partes involucradas en el modelo de comercio, los actuales estados financieros y los procesos de producción

anteriores, el llamado circuito de producción y distribución.

Las ironías de lo impresoLa industria del libro impreso tiene sus ironías.

Estas comenzaron con Johannes Trithemius (Johann Heidenberg 1462-1516) abad de Sponheim. En 1494 Trithemius escribió De Laude Scriptorum (Elogio de los

escribas), en el cual exalta la gloria y superioridad del libro manuscrito frente al libro impreso, y continúa, [...]

Con que hay obras que no se reproducirán mediante la imprenta, sino que quedarán mejor copiadas, que tendrán

más valor. Para dar a conocer su texto, Johannes Trithemius hizo imprimir su libro, ya que los libros manuscritos tardarían mucho en producirse.

Lucien Febvre y Henri-Jean Martin en su magna obra La aparición del libro escriben:

«…los primeros incunables tienen exactamente el mismo aspecto que los manuscritos. En los inicios, los impresores lejos de innovar, se preocuparon mucho por la imitación; la Biblia de 42 líneas, por ejemplo, está impresa con tipos que reproducen con gran fidelidad la escritura de los misales manuscritos de la región del Rin. [...] Por otra parte, los libros

impresos muy pronto fueron preferidos a los antiguos códices, pues eran más legibles y correctos.»

Febvre y Martin nos aclaran de una manera muy sencilla la transición que existió del manuscrito al libro impreso. Ahora bien, ya que nos encontramos en un estadio de conversión tecnológica tal cual existió en el medievo, la pregunta obligada es: ¿Cómo están respondiendo los lectores a los libros electrónicos?

La respuesta es concluyente; Amazon incre-mentó sus ingresos trimestrales por las ventas de

su lector Kindle y otros productos electrónicos, registrando un aumento de 51% en las ventas, a 9 mil 910 millones de

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“miedo” porque suponen que esta paridad acabará por eliminar el paradigma del libro tal y como lo conocemos ahora. Le temen, además, a no tener la suficiente flexibilidad para adaptarse a un mundo cuyas reglas no parecen del todo claras.

Como editor, no me veo editando libros impresos hacia el año 2020. Tampoco me veo editando libros en formato electrónico. No hago estas afirmaciones ni por necedad ni por nostalgia, sino simplemente porque no observo en mí el más mínimo espíritu de competencia mercantil que se necesitará para sobrevivir en una nueva jungla, más despiadada que las anteriores. Los monopolios internacionales se dedicarán a la distribución masiva y controlada de los e-books. Amazon, Barnes & Noble y otras compañías están determinadas a ejercer el control en este nuevo mercado. La exquisitez de catálogos editoriales como los Gallimard y Suhrkamp Verlag, que definieron el rumbo de la historia de la literatura durante la primera mitad del siglo XX, está siendo desplazada por la idea de la venta masiva de los portales electrónicos de la era digital.

En un futuro próximo, los libros de autoayuda, las novelas románticas y las historias de ciencia ficción se venderán al por mayor en formatos electrónicos accesibles en cualquier parte del mundo. Esto supone la transformación de una industria que tendrá que adaptarse a una nueva forma de trabajo, correspondiente a los nuevos usos. Diseñadores, tipógrafos, correctores tendrán que adaptarse al nuevo paradigma. Los intermediarios serán eliminados. No existirán más las compañías distribuidoras y, con el tiempo, los editores serán reemplazados por los ejecutivos de cuenta de los grandes consorcios, los cuales están encaminándose a establecer formas de trato directo con los escritores para continuar disminuyendo los costos de la nueva industria maquiladora de “libros”.

¿Qué pasará, sin embargo, con los libros de bajo consumo, los libros que no se piensan para venderse bajo ninguno de los nuevos formatos y que siguen obedeciendo a los modos tradicionales de concebir el fenómeno estético que denominamos literatura? ¿El libro impreso se conservará como el nuevo samiszdat de la era digital en cuyos umbrales nos encontramos en este momento?

Hay todavía mucho que decir al respecto. El libro impreso llegó a significar un momento clave en la historia de la coronación del intelectual y el escritor moderno. La era digital supone el fin de este capítulo en la historia de la cultura. El asunto es complejo y merece una reflexión en toda forma. A partir de ahora, no sabemos cuál será el papel que le corresponda al productor de bienes culturales frente a la sociedad que constituye su receptor y su reflejo.

Gabriel Bernal Granados nació en la ciudad de México en 1973. Escritor, traductor y editor, ha sido becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, el Centro Mexicano de Escritores y la Fundación Rockefeller. Actualmente es editor en México de la revista Mandorla: New Writing from the Americas. Con Ana Rosa González Matute, dirige la editorial Libros Magenta. Su libro más reciente se titula Viaje al País de la Errata.

El libro electrónico está con nosotros desde hace tiempo, nada más que no habíamos notado su presencia ni mucho menos sentido su “amenaza”. Versiones prototípicas de las que ahora se confec-

cionan para las llamadas “tabletas” circulaban desde finales de la década de los 90’s bajo la forma de libros burdamente digitalizados. El Kindle, el Nook y el Kobe han significado una revolución para la cual no sabíamos que estábamos preparados. Esto nos ha tomado aparente-mente por sorpresa y ahora no hay más remedio que pensar en las consecuencias de una adaptación acelerada a esta nueva forma de consumo.

Más que un medio de difusión de la cultura, el libro electrónico se ha convertido en un medio de consumo. Así lo expone El País, en un reciente artículo que acaba de publicarse en la edición matutina de ese diario. “Entre atemorizada y excitada está la industria del libro en Estados Unidos ante los meteóricos avances de los contenidos digitales. La progresión en el mercado es mucho mayor que la que pronosticaban los expertos. En 2010, las ventas de contenidos para dispositivos electrónicos se dispararon hasta en un 10%. El crecimiento al que los editores y libreros estaban acostumbrados era del 1% o el 2% y ahora han alcanzado un 15% del total” (“El libro digital explota en los Estados Unidos”, 25 de octubre de 2011). Según los datos que están arrojando estas nuevas mediciones, los libros que más se consumen en Estados Unidos son los de ciencia ficción, novelas románticas y best sellers. Contrariamente a lo que se pensó en un principio, los nuevos consumidores han dejado de lado —por el momento— las descargas de libros de contenido académico y humanístico. Se trata de lectores más cultos que sus progenitores, que pueden alternar lecturas en español y en inglés, que consumen un libro por semana y que cuentan con el mínimo capital

El futuro del libro en la Era Digital

Gabriel Bernal Granados

económico para darse este tipo de “gusto”. Es decir, se trata de consumidores, no de investigadores, ni estudiosos, ni profesores, ni nada que tenga que ver con la especie académica. Ni tampoco, hay que decirlo, con la difusión masiva de la cultura y el conocimiento libresco.

Entre las ventajas que se le veían al libro electrónico por encima del libro convencional se encontraba precisamente el ahorro de tiempo y dinero. Un libro electrónico podría viajar mucho más rápido que un libro impreso y estar disponible en cualquier parte del mundo. Los viajes transatlánticos que los profesores universitarios realizaban antaño para consultar un manuscrito perdido en una biblioteca del viejo continente serían innecesarios gracias a las bondades de la digitalización y del comercio electrónico a través de internet.

Viajar para consultar un manuscrito, en efecto, ya no es tan necesario como todavía lo era hace treinta o cuarenta años; pero el libro electrónico no ha terminado de satisfacer la función de convertir al libro —y a la cultura en general— en un producto menos arcano. Las mediciones que se han realizado en los últimos meses sobre el comportamiento de los nuevos lectores hablan de una tendencia al alza que no se debe tanto a los mandatos de la necesidad sino a los de una moda. Una moda que ha comenzado a transformar el mundo en el mismo sentido en que el aeroplano y el automóvil contribuyeron a transformarlo significativamente en los primeros años del siglo XX.

Futuro del paradigma impresoLos expertos estiman que en el año 2020 se producirán

tantos libros electrónicos como libros impresos. El mercado registrará, según estas previsiones, un cincuenta por ciento de libros electrónicos por un cincuenta por ciento de libros impresos en papel. Los editores tienen

Cortesia: esMeraLDa MoraLes-GUerreroCortesia: aMaZoN

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n ú m e r o 8 9 | 9contratiempo

d o s s i e r

Las nuevas cifras del Censo revelan una creciente diversidad en Chicago. ¿Cuáles son los retos para atraer a editores y sellos editoriales de grupos minoritarios hacia las corrientes principales, y hacia el mundo digital?

Además de los retos de la traducción en materia de atraer el trabajo publicado en otros idiomas hacia audiencias angloparlantes, yo diría que el reto mayor es la naturaleza independiente y fragmentaria de nuestra industria editorial. De cierta manera, esa es una de nuestras principales ventajas, por cuanto ha permitido el crecimiento de casas editoriales innovadoras, pertenecientes a minorías – los dos principales ejemplos son Johnson Publishing (que publican Ebony y Jet) y Third World Press – por no mencionar a contratiempo y Ediciones Vocesueltas.

Pero lo que esto significa es que la audiencia de literatura y periodismo en Chicago está fragmentada en nichos, y eso funciona también para las casas editoriales del “mainstream”; de hecho, con algunas excepciones notables, como Tribune, la oferta literaria de Chicago difiere de tal manera que es difícil decir que hay un “mainstream” definido. Por tanto, es menos un problema de atraer a las casas editoriales y editores minoritarios hacia el “mainstream”, que de crear una comunidad en la que todo tipo de publicaciones puedan participar, la cual, pese a sus diferencias, pueda a su vez generar una audiencia y un mercado que cubran y sirvan a toda la ciudad, al tiempo que incremente oportunidades dentro de la propia industria.

¿Has considerado la Chicago Publishers Gallery abrir una galería digital, una especie de Printers Row digital?

De hecho tenemos una versión de la Gallery en línea, dentro de Explore Chicago, además del Directorio de Casas Editoriales de Chicago dentro de Chicago Publishes, que es un catálogo virtual de todos los sellos editoriales del área de Chicago. Sería genial encontrar una manera de enriquecer esto en el futuro, para incorporar más informa-ción de cada empresa, y ofrecer a los visitantes vías para comprar libros en línea.

Esmeralda Morales, mexicana, diseñadora editorial y miembro del consejo editorial de contratiempo

Hace tres años contratiempo recibió la invitación para participar en un petit comité de casas edito-riales y publicaciones de Chicago. En esa primera reunión con aproximadamente una docena de

representantes de diversas instituciones, contratiempo y su sello editorial Vocesueltas fue la única que representó a las publicaciones en español hechas en Chicago. Ahí, conocimos a Danielle Chapman, directora de Programas de la Industria Editorial del Departamento de Turismo y Cultura de la Ciudad de Chicago, y asignada por el gobierno municipal para reunir a editores locales y escuchar sus ideas sobre cómo forta-lecer la industria editorial en la ciudad. Tres años después contratiempo charló con Danielle sobre este proyecto, sus resultados y su futuro:

¿Cuántos sellos editoriales forman parte del Chicago Publishers Gallery?

Aproximadamente 100 editoriales, y 75 editores de publi-caciones periódicas.

¿Cómo empezó el proyecto del Chicago Publishers Gallery?

A mí me contrataron a fines del 2007 con la meta de crear programas, dentro del Departamento de Asuntos Culturales de la Ciudad de Chicago, que apoyaran los esfuerzos edito-riales, vistos como una de las más nuevas industrias creativas. La idea que reforzaba esto era la de fortalecer y promover esfuerzos creativos que fueran distintos de las formas tradicionales de arte (arte visual, teatro, danza, y música), y que contuvieran algún elemento comercial. Las dos primeras industrias que correspondían al perfil eran la culinaria y la de modas, por lo que la industria editorial, que combina el arte literario de la escritura con el aspecto comercial de la produc-ción y venta de libros, embonaba perfectamente.

Ahora bien, a Chicago no se le ve como un “núcleo edito-rial” y muchas personas, aún las más cultas, no se da cuentan que de aquí hay una industria editorial. Si bien hay una gran actividad editorial en el área de Chicago, que incluye a varias empresas grandes dentro de un total de más de 325 sellos, es todavía una industria muy fragmentada e independiente, y muchas de esas casas editoriales trabajan aisladas unas de otras. Una vez que me di cuenta de la magnitud de la industria que tenemos aquí, entendí que necesitábamos un espacio físico en el cual juntar a todos para poder mandar un mensaje claro sobre la vitalidad, diversidad, y tamaño de nuestra industria editorial.

Lois Weisberg, quien era la comisionada en aquel entonces, tuvo la excelente idea de usar los espacios a cada lado de la escalera del Café Randolph (en el Centro Cultural de Chicago), los cuales inauguramos en octubre del 2008. Para diciembre del 2009, lo habíamos expandido de tal manera que ocupaba todo el Café.

¿Cuál es el propósito de los programas que ofrece el Departamento de Publicaciones y Programas Literarios? ¿Y cuáles sus resultados?

A grandes rasgos, nuestra misión es apoyar y promover a escritores y editores de Chicago, y a la comunidad literaria en general. Además de la Publishers Gallery, hemos creado ChicagoPublishes.com, una página web que publica noticias de la industria, eventos, perfiles y recursos, y que es actuali-zada todos los días. Ahí se encuentra el directorio de sellos editoriales de Chicago, que es el primer directorio abierto a

El mundo editorial de Chicago: Entrevista con Danielle Chapman

Esmeralda Morales-Guerrero

búsquedas en su clase, así como el único calendario completo de eventos literarios de Chicago en la web. Apenas este mes hemos lanzado un podcast de Chicago Publishes, con entre-vistas con autores, editores y libreros locales, así como con autores que nos visitan. También organizamos seminarios de la industria, paneles de sellos editoriales, conversaciones y lecturas; y convocamos a organizaciones literarias en distintos puntos para ir formando comunidad y enriquecer la comunicación. La participación generalizada en nuestros programas, el intenso tráfico que hay en nuestro sitio web, y las continuas peticiones de nuevos sellos y de nuevos autores indica que nuestros programas son muy exitosos. Lo que es también más emocionante es que ya se ha corrido la voz sobre la ciudad como punto de destino para la industria. Tan sólo en los últimos dos meses, hemos recibido peticiones para organizar dos grandes conferencias editoriales interna-cionales y, por supuesto, nos hemos convertido en un punto favorito para la conferencia de la Asociación de Programas de Escritura (AWP) que será en marzo próximo.

Chicago es cada vez más una ciudad digitalizada. ¿Cuáles son los retos que esto crea para sellos editoriales, editores y escritores, y como responde tu oficina a esos retos?

La industria editorial, por supuesto, ha sido sacudida por la revolución electrónica. Sin embargo, yo no creo que la pregunta sea tanto si “lo impreso ha muerto” (claramente, no es así, pero eso es otra historia), sino más bien cómo adaptarse a estos nuevos retos que los medios electrónicos crean y, en tanto que ciudad de la industria editorial, recibir con los brazos abiertos esas innovaciones. Para los sellos editoriales, editores y escritores, creo que el reto es descubrir cómo mantener los estándares literarios y editoriales más altos, al tiempo que acceden a esta nueva audiencia, a través de la mejor combinación de lo impreso, lo electrónico y las redes sociales. Y también tienen que definir cómo hacer negocio, lo cual no es fácil. Sin embargo, creo que los sellos editoriales de Chicago tienen algo de ventaja porque no son el “establishment”, y por tanto son más flexibles y pueden asumir más riesgos. Los sellos medianos y pequeños tienen menos infraestructura que cargar y pueden experimentar con diferentes modelos y, en una época de cambios, tienen la capacidad de experimentar para poder sobrevivir.

ChiCago Publishers gallery

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EDICIONES

VOCESUELTAS

TU CENTRO LITERARIO EN CHICAGO

ESTE LIBRO ES, ADEMÁS DE ANTOLOGÍA, UNA MUESTRA, Y TAMBIÉN UN REPERTORIO: SELECCIONA LO MÁS REPRESENTATIVO DE CADA AUTOR, MUESTRA LA DIVERSIDAD DE SU TALENTO, Y DOCUMENTA EL ESTADO DE LA LITERATURA HISPÁNICA EN SU ESTANCIA EN CHICAGO.— JULIO ORTEGA

PRECIO US$14.991A. EDICIÓN (SEPTIEMBRE 2010) EN ESPAÑOL

ISBN: 978-09800042-5-0

GERARDO CÁRDENAS URDE UN MOSAICO DE TRAMAS Y MEMORIAS QUE SE CONFUNDEN, DIFUMINAN Y ENTRONCAN HASTA EL PUNTO DE HACERNOS OLVIDAR O RECORDAR QUÉ PORCENTAJE DE ESPEJISMO YACE O SUBYACE EN LO QUE ÉL CUENTA O EL LECTOR INFIERE QUE OCURRE EN CHICAGO Y SUS ALREDEDORES.— RENÉ RODRÍGUEZ SORIANO.

PRECIO US$12.951A. EDICIÓN (MARZO, 2011) EN ESPAÑOL

ISBN: 978-09800042-67

Las páginas de Extrasístoles nos dejan la impresión que el autor es un espíritu esencialmente ávido y curioso: no solamente un especialista en cardiología, sino un humanista a quien, como a Terencio, “nada de lo humano le es ajeno”. Para nuestra buena fortuna como lectores. —F. González-Crussí

Precio: US$ 19.991ª. Edición (abril 1, 2009) En españolISBN-13: 978-0-9800042-3-6

Extrasístoles (y otros accidentes)POR: JOCHY HERRERA

Desarraigos es la conjunción de cuatro voces en el desasosiego, voces bien plantadas en el terreno de la poesía. Cuatro latinoamericanos en Chicago entregando al mundo sus visiones y sus cantos. Vale la pena entrar al mundo al que nos invitan, pasar al otro lado del espejo. —Hugo Gutiérrez Vega.

Precio: US$ 151ª. Edición (mayo 1, 2008) En españolISBN-13: 978-0-980004212

Desarraigos: Cuatro poetas latinoamericanos en ChicagoPOR: JORGE HERNÁNDEZ, FEBRONIO ZATARAIN, JUANA IRIS GOERGEN Y LEÓN LEIVA GALLARDO

Es en Chicago donde precisamente un grupo de escritores, reunidos en torno a la revista contratiempo, lanzan esta antología de cuentos, que mucho prestigio ha de dar tanto a los autores y a la literatura en español de esa metrópolis como al español que se escribe en Estados Unidos.—Luis Leal

Precio: US$ 151ª. Edición (agosto 1, 2007) En españolISBN-13: 978-0-980004205

Vocesueltas:Cuatro cuentistas de ChicagoPOR: RAÚL DORANTES, BERNARDO NAVIA, FERNANDO OLSZANSKI Y OM ULLOA

Si es un misterio porque el ser humano narra, el que un individuo decida narrar por escrito, y además en una lengua que aprendió de adulto, es un doble misterio. Stanislaw escribe para entrar en diálogo con los hispanoparlantes de Chicago.—Paul A. Schoeder Rodríguez

Precio: US$141a. edición (Abril 2010) En españolISBN: 978-098000424-3

Jaleos y denunciasPOR: STANISLAW JAROSZEK

En la 18 a la 1POR: ESCRITORES DE CONTRATIEMPO EN CHICAGO

A veces llovía en ChicagoPOR: GERARDO CÁRDENAS

ESTE LIBRO ES, ADEMÁS DE ANTOLOGÍA, GERARDO CÁRDENAS URDE UN MOSAICO DE

Si es un misterio porque el ser Las páginas de Extrasístoles nos Desarraigos es la conjunción de

[email protected]

Dónde:1702 S. Halsted, Chicago IL 60608Cuándo:Dos domingos por mes a la 1 pmCuánto:GratuitoInformación:312 666 746 [email protected]

Taller de creación literaria

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A deshoras, en la soledad, surgen las cosas más insospechadas. Febronio Zatarain es muestra clara de esta realidad. Las ‘prosas colaterales’ que comienzan el monográfico plasman situaciones inquietantes donde las diversas partes del ser campan a sus anchas y fluyen sin barreras las ideas. El canoso, psicoterapeuta austriaco estará sin duda orgulloso de este pupilo incorregible.

‘Él recibe al dar’: este verso, obsequio vuelto esencia que recibe el creador de poesía, resume al mismo tiempo los tankas de la segunda sección donde los distintos extractos de vida componen un todo de amor fresco, que se da, aunque a veces no sea recompensado.

La pasión por la muerte característica de todo mexicano, junto con la ironía propia del autor, rematan este compendio de retazos literarios. Los réquiems por compañeros de la pluma (¡todavía vivos!) muestran ese disfrute por lo macabro, lo visceral, lo inusual, lo febroniano, podríamos así llamarlo, de nuestro compadre.

Aquí te dejo a solas con él. Espero salgas con vida, con Febronio nunca se sabe.

FOTOGRAFÍA: ARTURO RICHARDSON

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Febronio Zatarain

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Anoche limpié el refrigerador; lo vacié por completo y le quité todo el cochambre. Después de sacar la basura y de regresar al refri lo que aún servía, me metí a la cama. Era

alrededor de la una, y creí que no tendría mayor problema para dormirme, pero en cuanto hice a un lado el libro presentí el insomnio. Siempre que pierdo la noción del sueño me quedo inmóvil, fijo la mirada en algún punto del cuarto o de los edificios de afuera y le abro la puerta a todos los pensamientos. Solté mi cuerpo sobre la cama y me quedé mirando el vaso de agua colocado encima de la computadora. No habían pasado dos minutos cuando sentí que dentro de mí algo se derretía, y esa cosa como cera líquida empezó a propagarse por mi cuerpo y me hizo sentir que si no giraba, volaría en pedazos. Me mantuve inmóvil, pero finalmente giré hacia el otro lado con la intención de no volverlo a hacer, y al minuto volví a girar, y a los cuarenta y cinco segundos otra vez, y a los treinta de nuevo, y estuve vueltas y vueltas hasta que me vi en un bosque de mi interior corriendo; corría hacia la muerte. Yo sabía que en un punto del sendero iba a explotar. Era como esos hombres bomba que vuelan en pedazos en los cafés y en los centros comerciales de Tel Aviv, pero con la diferencia de que aquí el objetivo era yo mismo; a mi cuerpo no iba ajustado ningún explosivo porque yo era el explosivo. Sabía de uno que había explotado a una milla atrás y de otro que explotaría a tres millas después de mí. Éramos sujetos nacidos para eso. Se oyó el pitido que indicaba mi detonación pero me salvé, pues al mismo tiempo había sonado el despertador.

No he encendido la radio, pero en mi cuarto hay música. Los ventiladores empotrados en las ventanas lanzan los haces de luz que se cuelan por sus intersticios y rebotan en la tele, en la puerta, en la pared, en la estufa y en el refrigerador. Es una música opalina que embriaga de tranquilidad a las cosas. Ellas no duermen, escuchan. El vaso, la mochila, la misma silla han ocupado su lugar en el auditorio. No hay caos porque todo desorden tiene su armonía. Zapatos pantuflas calcetines un cuaderno y encima una pluma luego una taza y cables que se entre-cruzan... Esta imagen, como cualquier otra, tiene su ritmo y melodía. ¿Cómo podría abandonarnos Dios si él emana de nosotros?

Ayer conversaba con un amigo sobre los hongos y el peyote. Para María Sabina no hay pecados sino vilezas, y cuando se come hongos uno se interna en las propias. Aunque no quiera, uno descubre lo miserable que ha sido. Todos hemos tenido momentos de vileza, y mientras más miserable te sientes en el viaje, mayor es el alimento para el espíritu. El peyote muestra la grandeza de los otros, y las únicas vilezas que percibes son las tuyas. Tu grandeza la vemos los otros. Sólo los

Prosas colaterales

ciegos de espíritu ven sus grandezas, el que se explora a sí mismo tiene ojos grandes y cristalinos. Cuando estoy con el peyote, el yo sale de mí y me vuelvo tú; pierdo el control sobre el mundo y sobre mí. Me he vuelto nada y el yo que consideraba mío practica tiro al blanco con esa nada con la que dialoga. Si me obstino en ser algo, mis vilezas se me encajan. Si acepto que soy nada, los dardos se desvanecen y la nada empieza a presenciarlo todo. Percibe el sabor del agua y el brillo de lo opaco. ¿Quién en ese instante puede negar la belleza de un poste con su transformador en el pecho y su cabellera de alambres?

Seguido me encuentro a un hombre que está eviden-temente trastornado. A veces lo diviso descamisado botando un balón, luego su espalda jorobada alzándose y sus brazos y sus manos haciendo el tiro a la canasta. Otras se me atraviesa en cruces de calles inhóspitas con sus piernas metidas en un pantalón ya vivido de varias tallas más grande que la suya. Y me lo topo no una ni dos ni tres, sino cuatro, cinco y hasta seis veces al mes. Hace unos días pensé que podría ser uno de mis yos olvidados; uno de esos seres que para evitar que nos sonrojen los mantenemos a pan y agua en nuestros sótanos interiores. Bajé a lo más profundo de mí y descubrí que una de mis celdas estaba vacía. Ayer, al verlo, me le acerqué y con insistencia busqué sus lentes de fondo de botella ajus-

tados a su nuca con una agujeta, pero él siguió cabizbajo cuidando que sus pies no cayeran sobre las rayas natu-rales de la acera.

Llovizna en la avenida Míchigan. Entre coches y edificios avanzo en mi bicicleta. A mis costados veo el río Chicago y el semáforo cambia al rojo. Me detengo y miro a la dicha caminar sobre la acera.

Me dirigía al supermercado cuando una señora arriba de los setenta que caminaba en dirección opuesta a la mía, me preguntó si le podía ayudar a cargar una de sus dos bolsas hasta la luz del semáforo. Iba a decir que sí, pero en su rostro y en sus brazos no miré señales de agotamiento o de esfuerzo. Presentí que era otra cosa la que se le dificultaba cargar, una cosa que ella debía de cargar por sí misma. Me disculpé pretextando prisa. La mujer respondió, con una voz cargada de coraje, que cómo era posible que me negara a darle tres minutos de mi existencia. De nuevo me disculpé y me despedí. La mujer siguió su camino, llegó a la esquina y sin colocar ninguna de las bolsas sobre el piso, esperó a que el semá-foro se pusiera en rojo.

Pedaleaba de prisa. La luz de un farol lo distrajo y lo rebasó su sombra.

FOTOGRAFÍA: ARTURO RICHARDSON

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Febronio Zatarain

Sobre tu vientreJuego Un niño soyCanica y trompoAcampan en tu ombligoY siguen hacia abajo❖

Lluvia mis besosCaen en tu parcelaSe esparce el agua La tierra queda húmedaLista para el arado❖

Toco tu cuerpoY tu piel se extiendeMe vuelvo el niñoQue en el descampadoQuiere contar estrellas❖

Yo en los senderosCruzo el tuyo de súbitoY me detengoEn el mar de tus ojosHay infinidad de estelas ❖

Entre tú y yoNace un puente de besosLo cimentamosCon la charla y la cenaPara en él mecernos❖

En el sofáEmpezamos el juegoTe me acurrucasY tu rostro de luzSe impone al de la lámpara❖

Después de darnosReposo en tu pechoTu palpitarMe remonta al hombreQue sueña en una cueva

Tankas

La nieve es piedraEl lago con su oleajeLa acariciaLa abulia no importaÉl recibe al dar❖

El día lentoNo me llama tu vozPor la ventanaVeo la estela de un busMas no hay mensaje alguno❖

Afuera fríoLa gaviota alza el vueloSe desentumeAdentro está cálidoMas tu mudez congela❖

Mi boca pájaroAnidaba en tu cuelloAún lo veoSobrevolar colinasY bajar al cenote

FOTOGRAFÍA: ARTURO RICHARDSON

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Jasso admite que una gran cantidad de su obra pertenece a su inconsciente, dando como resultado polisémicas lecturas, el sello que desea impreso en cada una de sus obras. Jasso raramente se detiene en bosquejos, prefiere la intuición. A diferencia de la mayoría de sus colegas que convierten la noche en su aliada a la hora del graffiti, Jasso trabaja en horario diurno, o “vandalizando” como dicen las respectivas autoridades, que se han dedicado a cubrir los grafitis de Chicago con parches de pintura color café, una medida antiestética y chocante.

Jasso tampoco sabe lo que es un seudónimo, el usa su verdadero nombre, y como él mismo dice, no tiene nada que esconder. De hecho en varias ocasiones el pulso se le ha acelerado al darse cuenta que está siendo observado por la policía. Afortunadamente nunca le ha pasado nada. “No sé si es que también serán artistas o simplemente les gusta lo que hago”.

Si le dieran a escoger Jasso se quedaría con la pintura aerosol, que para él todavía es un bebé en comparación con el acrílico, el carbón, y otras técnicas centenarias. Si tienen la oportunidad visiten su blog: aerosolexpressions.blogspot.com, y de por adelantado pido disculpas porque sé que esta breve introducción no le hace justicia a su talento e ingenio.

Ignacio Guevara, educador y escritor costarricense, radicado en Chicago desde hace varios años. Publica algunos de sus cuentos en la antología “En la 18 a la 1” (Vocesueltas, 2010), que reúne textos de escritores latinos en Chicago. Editor del Portal de Pilsen y miembro del consejo editorial de contratiempo

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mirada cómplice

Ignacio Guevara

Jamás pensé en tomar una foto con mi teléfono, primero porque el mío no tenía cámara y segundo porque siempre he creído que los teléfonos son solo para hablar, pero algunas cosas buenas tiene la tecnología y me sumé a la moda de los androides. No dudé en contrariar mi añeja convención para atrapar dos imágenes que captaron con fuerza

mi atención: personajes monocromáticos en papel, pegados con engrudo en varios muros de la 18. Quien firmaba aquellos enigmáticos seres era Jasso, un joven prolífico en obra y talento, nacido en La Villita, capaz de manipular y combinar varias técnicas como el intrincado graffiti tradicional y tridimensional, acrílico, pastel, lápices de color y carbón. Cuando quiere, abandona su rica paleta de colores para reducirlo todo al blanco y negro, o a los sepias que utiliza en retratos de seres que emanan sordidez y misterio, evidenciando de nuevo su pericia técnica y temática.

Jasso es de los pocos que la experiencia militar recién vivida, le ha abierto los ojos para saber lo que quiere, crear y crear. Es sorprendente saber que Jasso tiene apenas tiene 21 años, y encima de eso que la mayoría de su aprendizaje la adquirió de forma autodidacta, motivado por artistas como Jean Baptiste Basquiat, Picasso y Georges Braque, entre otros. Es obvio que Jasso no tiene fronteras técnicas ni geográficas, por eso ha podido exportar su trabajo hasta Guanajuato, México, donde hace un tiempo realizó un mural llamado “Los tres amigos”.

A Jasso no se le puede etiquetar, por eso es posible que usted haya visto varios de sus trabajos pensado que corresponden a distintos artistas; un verdadero camaleón en su arte.

Jasso, la ciudad es su lienzo

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Febronio Zatarain

La última vez que te vi fue en casa de Ulises. Yo me había quedado a dormir ahí esa noche porque habíamos celebrado su cumpleaños con una cena. A las once pasaron a recoger a Celeste, y Daniel y Ulises se fueron a bailar a La Pachanga. Ya era noche para montarme en mi

bicicleta y opté por quedarme: había vino, música e internet.Pasadas las ocho de la mañana tu voz, Douglas León, me regresó al

mundo. Los dos rostros jóvenes pedían una cama a gritos. El único rostro que quería seguir la fiesta era uno cenizo con unos cuantos cabellos canos en su calva. ¿Dónde he visto a este hombre?, me pregunté, y recordé la voz raspada de Carlos Funes hará ya unos dos años avisándome de la muerte de Cacha y de que ese día lo iban a velar desde las dos de la tarde. Como tenía que estar en mi trabajo a las cinco y media, decidí hacerme presente a primera hora. Cuando llegué a la funeraria, el único que se hallaba ahí era Cacha en su féretro acompañado de una diversidad de fotografías de diferentes épocas, donde el elemento común en casi todas ellas era la alegría de Cacha y un bote de Budweiser en su mano derecha. Varias de las fotos tenían el hálito de fines de los sesenta. Eso me hizo recordar una anécdota que tú, Douglas León, contaste infinidad de veces. Tenías trece años, recién llegado de Amapala; en tu casa de Chicago había un alboroto porque todos se estaban arreglando para irse a una gran fiesta (una boda o algo de esa magnitud). A ti no te llevarían y te quedarías solo en la casa porque eras el único que todavía no estaba en edad. Pero los vestidos largos de tus hermanas y los trajes de tus hermanos te habían despertado el gusanito. Por favor, llévenme, les decías inútilmente. La gente se acomodaba en los automóviles y seguías insistiendo; los motores arrancaron y te fuiste corriendo detrás de ellos. Cacha, que seguramente te vio por el espejo retrovisor, se paró y esperó a que le dieras alcance. Tú, Douglas León, llorabas en silencio; tu hermano te puso la mano al hombro y con una cara pícara se acercó a tu oído y te dijo: A las nueve pasan Midnight Cowboy, esa película va a estar mejor que la fiesta. Y te regresaste tranquilo y viste a Jon Voight y a Dustin Hoffman, y dejaste este mundo convencido de que Cacha tenía toda la razón esa tarde.

Anoche también yo seguí el consejo y vi a Joe y a Ricco caminando por las calles de Nueva York, y se me escapó una lágrima cuando Joe tira sus botas a la basura y decide olvidarse de su sueño de ser gigolo, de que lo mejor es buscarse un trabajo en algún restaurante en cuanto baje de este autobús en la Florida. Tú, Douglas León, pese a que escribiste poemas memorables como el Roedor de la noche o el Cómo duele mi padre todavía, nunca quisiste tirar tus botas y buscar en serio tu Florida. Te obstinaste en volver de carne y hueso a tu personaje inolvidable Booby Cay para que recorriera las calles nocturnas y los antros de Chicago embriagándose hasta que el sol estuviera en lo alto, como lo había hecho en tu Guadalajara de noche. Optaste, al igual que Cacha y que Ratso, por morir en el autobús vislumbrando tu sueño.

Réquiems anticipadosRéquiem por Douglas León Leiva Gallardo

FOTOGRAFÍA: ARTURO RICHARDSON

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Febronio Zatarain

El lunes pasado llegué a mi casa de enseñar GED en el Lakeview. Cosa rara, la luz roja del teléfono titilaba. Algún vendedor no se aguantó y me dejó mensaje, pensé. Pero la voz que escuché decía pertenecer a un oficial de la Policía de Chicago. Me informaban que habían encontrado a Raúl

Dorantes y a su novia, Elena Volcheck, muertos en la sala de su apartamento en el edificio Artist in Residence. Un hombre alto y gordo de rasgos alemanes que dijo llamarse Jeff Vega, les había dicho que se comunicaran conmigo porque, según Jeff, yo era el mejor amigo de Raúl. Yo había llegado a la 1:12 a mi depa, y el mensaje lo habían dejado a la 1:04. Me volví a ajustar la chamarra y toda la indumentaria invernal y caminé hacia la Winthrop. La calle estaba bloqueada por patrullas y automóviles undercover de la Policía. Me preguntaron quién era. Les dije que un buen amigo de los occisos; que ellos, los policías, me habían llamado para hacerme unas preguntas. Pase, por favor. En el elevador empezó el interro-gatorio. Los conozco muy bien, les dije. A la segunda pregunta aseveré que no, que no me sorprendía del todo, que siempre había visto remota esa posibilidad, pero que la había palpado; incluso les comenté que en la última de sus broncas, en la que me había visto involucrado, a los dos por medio de un email les había dicho que era mejor que se mataran. La verdad que no creí que se la fueran a tomar tan a pecho. Entramos al apartamento de Raúl. La sala-comedor-cocina estaba enmarcada con unas tiras amarillas y, sobre el futón, los cuerpos de Raúl y de Elena desnudos; ella estaba encima de él. Por el olor que emana de sus bocas parece que bebieron cianuro, dijo el policía-médico forense. El tupé amarillo de Elena le cubría su frente y su ojo derecho, su brazo y su pierna parecían decirte que su dicha era proteger ese cuerpo que estaba debajo. Raúl no se había afeitado en varios días, y su rostro, en el que parecía haber también cierta dicha, me recordó al del protagonista del Imperio de los sentidos.

De ti, Elena, puedo decir que amaste a Raúl más que yo, quizá fuiste la mujer que más lo quiso en la Tierra; las lecturas cotidianas que Raúl hacía de Osho y de Krishnamurti no te dejaron otra alternativa: había que destruir esos discursos que ponían por encima de todo al individuo, al sujeto que se miraba y que aspiraba a estar solo y dedicarse al conocimiento de sí mismo porque sólo a través de él podía conocer y abrazar al ser humano.

De ti Raúl, qué no puedo decir, cubres toda mi vida en Chicago. De qué momentos hay que hablar en estas circunstancias. No estaba preparado para esto, siempre creí que yo me iría primero. Pero algo tengo que decir. Tú tenías un mes de haber regresado de Cuba y era mi quinto mes en Chicago. Trabajábamos en la escuelita del Sindicato de las Costureras. Habíamos llegado dos horas antes de que empezaran las clases y tú, como promotor del programa, te pusiste a llamar a los estudiantes que habían dejado de asistir. Yo me fui a una de las aulas y empecé a escribir una postal para mi hijo Ulises. Él ya me había dicho que me extrañaba, que me quería ver; yo le decía que también lo extrañaba y que lo quería ver. Pero para que él se sintiera orgulloso de mí en el futuro yo había decidido irme de México, que me estaba dando la oportunidad de ser escritor, quizá no lo logre mijo... y yo estaba finalizando esa frase cuando tú abriste la puerta, viste mi rostro y la volviste a cerrar. Pero aquí, Raúl, hay que hablar más de ti, de cuando empe-zaste a escribir tu primer cuento, El Veintidiez, que trata sobre un inmigrante de tu pueblo que en alguna fábrica de Tejas se dejó volar uno de los dedos índices para cobrar la indemnización y regresarse a Tequis a casarse con su novia. Esta historia te marcó porque toda tu escritura, incluida la que realizaste conmigo, está enfo-cada en la vida del inmigrante. Todos los escritores latinoamericanos que hemos residido al norte del río Bravo vimos el fenómeno social y lingüístico, pero a todos nos dio pavor la crítica. Nadie se atrevió a meter las manos al fuego por la lengua castellana en los Estados Unidos. Tú lo hiciste en tus artículos, en tus crónicas, en tus ensayos, en tus obras de teatro y en tu novela.

Raúl, la huella tuya es grande; y no en el México o en la Latinoamérica de allá. Tú eres grande en el mundo hispano de aquí; en esta tierra en la que seguiremos construyendo esa patria que tú siempre soñaste: la patria del inmigrante.

Réquiem por Raúl Dorantes y Elena Volcheck

FOTOGRAFÍA: ARTURO RICHARDSON

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Febronio Zatarain

Siempre que escucho la palabra “tertulia”, la única imagen que hay en mi pantalla interior es la de tu rostro franco y alegre, Alejandro. Tuya fue la idea de las tertulias literarias a mediados de los años noventa en San Agustín. Allí nos dimos cita unos cuantos latinoamericanos resididos en Chicago que sentíamos que

lo que salía de nuestras plumas o de nuestros teclados valía la pena compartirlo. Allí, frente a un centenar de gente trabajadora de las Tres Américas, nos sentíamos grandes escritores porque tú con tus elogios, a partir de lo que conocías de cada uno de nosotros, nos hacías volar y nos veíamos compartiendo el pedestal con Neruda, Borges, Vallejo y Cortázar. Tertuliano es también el nombre del protagonista de tu único largometraje de ficción, al que hiciste cargar con esas obsesiones tuyas en contra de algunos hábitos de la sociedad moderna: a Tertuliano le molestan esos espacios públicos donde se veda el derecho a matarse lentamente saboreando un cigarrillo, a Tertuliano también le molestan los teléfonos celulares porque son un atentado contra el diálogo interior y contra la tertulia: territorio donde las ideas chocan, bailan se abrazan y golpean.

Recuerdo la noche en que te conocí; fue en una fiesta en casa de Dora, la guatemalteca. Desde que te vi, me di cuenta que era imposible no quererte como dijo Onetti de Rulfo. Tenías el rostro del hombre maduro que tarde o temprano sería presa del hálito de Don Quijote. Y así fue. Tú, para ocultarlo, cuando cumpliste los sesenta, te rasuraste el bigote, pero de igual modo a leguas se te notaba el aire del Caballero de la Triste Figura.

Cada verano, después que la dictadura de Pinochet te lo permitió, abandonabas Chicago por un mes, para irte a disfrutar el invierno de tu Puerto Natales en la Patagonia. No sé cuándo me dijiste que me diera una vuelta por allá. Finalmente, te tomé la palabra y el 31 de julio de 2007, luego de haber visto uno de los atardeceres más bellos de mi existencia subiendo por la pendiente del caserío de Río Turbio, me monté en un autobús para cruzar la frontera. No fue necesario preguntar por el Café Melissa porque cuando avanzábamos ya por las calles de Natales, desde la ventanilla, te vi salir de ese café. A la siguiente cuadra me bajé y te di alcance en la puerta de tu casa. Te acompañaba un viejo camarada del Partido Socialista, Spiro. Él ahora era regidor del Ayuntamiento y miembro del círculo de amigos con los que rodabas Fingere. Los otros se habían quedado en el café. Spiro y tú habían ido a finalizar un doblaje para luego regresar. Una vez que terminaron y que nos disponíamos a salir para congregarnos con tus amigos, te pregunté si en Chile los hombres también se saludaban de beso como en Argentina. No, güevón, me dijiste, pero tú si vas a saludar a mis amigos de beso. Y dicho y hecho: me presentaste a tus amigos y a uno por uno les fui dando un abrazo y un beso en la mejilla, hasta que llegué con el último, el Vasco, los mexicanos no se besan, dijo de un modo tajante y frío; todavía veo cómo, para evitar mi cercanía, estiró su brazo lo más que pudo y me ofreció su mano.

Al siguiente día, me presentaste a Manola Huechuman, una mujer ya anciana que había trabajado en esa casa Ðen antaño de tus padresÐ desde tu infancia, y quien manifestaba por ti una especie de amor de hermana mayor. Él es mexicano, Manola, y sabe cantar como los de las películas de antes, y me hiciste que se lo demostrara: “por la lejana montaña/ va cabalgando un jinete...” y el rostro de la anciana se cargó de emoción, y las cinco mañanas que estuve en esa casa, al despedirme de Manola, siempre lo hice con una estrofa de José Alfredo.

Yo duermo poco, Alejandro, pero tú, por lo menos en Puerto Natales, dormías menos que yo. Me levantaba alrededor de las seis y tú ya estabas bañado con tu mate y en tu tercer cigarrillo asomándote por una de las ventanas para ver el juego de colores del alba. Desde la primera madrugada notaste mi quejumbre matutina; te dije que nada me pasaba, que era mi manera de agradecer el día, que lo había heredado de mis padres. Y fue en la tercera madrugada que tu amigo Rupe, que luego se volvió también mi amigo, vino a recogerme para irnos a las Torres del Paine. Y a la siguiente madrugada vino de nuevo para irnos al glaciar argentino Perito Moreno. Los culpables de que se encendiera la mecha de la amistad entre Rupe y yo fueron dos chilenos: primero tú y luego Germaín, vocalista de Los Ángeles Negros. Mientras presenciábamos manadas de guanacos y de ñandúes, el Rupe y yo nos deleitábamos con “y volveré”, “mi niña cree en mí, “quédate sentada donde estás...”

No he llorado tu muerte porque siempre me ha costado trabajo externar las lágrimas. Y lo digo con cierto lamento porque el llanto, en el buen sentido, es liberador y reconfortante. Hay dos ocasiones en que gracias a ti me reconforté. La primera fue una vez que me invi-taste a tu clase de Literatura en el San Agustín del Oeste. Tus estudiantes habían llevado

Réquiem por Alejandro Ferrer

comida y gaseosas para llevar a cabo una pequeña tertulia, en la que el platillo fuerte fue la interpretación por parte de un estudiante de la canción El Caballo Blanco; el control sobre mis lagrimales lo perdí en el momento en que el joven, vestido de charro, sorpresivamente dejó de cantar y empezó a decir de memoria mi texto sobre el Caballo Blanco...

La otra ocasión fue en Puerto Natales, en casa de tu cuñada Sonia y de tu concuño Manuel. Habíamos cenado y en la sobremesa conversábamos en la sala. Hubo un momento en que tú te fuiste al baño. Y no sé cómo yo empecé a contarle a esta pareja que acababa de conocer sobre la muerte ya no tan reciente de mi hermano Chuy, de que a mí se me había asignado ir de Guadalajara a Mazatlán a decirles a mis padres que mi hermano iba a morir en cualquier momento. Yo tenía que hacerlos aceptar la partida definitiva de su hijo Jesús Francisco. Les hablé del Cielo, de mis abuelos, de mis tíos y de otros primos que ya estaban allá, del alboroto que había en el Cielo porque el hijo más responsable y más bueno de la Chilola y el Picahielo venía en camino, que había que prepararle una gran fiesta. Cuando yo les había contado esto a mis padres, no lloré. Vine a llorar (parafra-seando al hermano de Tanilo) en Puerto Natales, mientras tú estabas en el baño. Tu cuñada y tu concuño fueron muy respetuosos y comprendieron lo que me sucedía, que esa nubecita gris de mi interior quería dejarse llover ahí, en Natales, en la tierra de otro hermano mayor.

Como exiliado, al final decidiste descansar en Chicago. Pese a tus visitas anuales en las últimas dos décadas a Natales, nunca pudiste volver a tu Chile de la Unidad Popular. Ese Chile de Allende, ese Chile donde brillaba la esperanza proletaria fue enterrado y deste-rrado y, por desgracia, no ha vuelto a renacer. Te pasó lo que a muchos: tu ser se volvió exilio. Lo único de la Patagonia que te acompañará para siempre estará en tu lápida; una frase escuchada en alguna tertulia obrera en tus tiempos de Delegado de Turismo en la Patagonia: Alejandro Ferrer dejó de fumar el domingo 18 de septiembre de 2011.

FOTOGRAFÍA: ARTURO RICHARDSON

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tiempoextra

La lista de películas que el comité organizador del 47 Festival Internacional de Cine de Chicago mostró a los críticos en funciones exclusivas incluyó a algunos cineastas que todavía gozan de cierta popularidad

entre cinéfilos del mundo entero: Nanni Moretti, Win Wenders y los hermanos Dardenne. Desinformado como me hallo del estado actual del cine mundial, evadí películas de directores nuevos y me lancé al reencuentro con estos viejos cineastas a los que hace mucho había perdido de vista. La cita con los Dardenne no se dio; pero no dudo que el Music Box estrenará en su momento The Kid with the Bike, que muchos califican de obra maestra.

De Moretti me tocó ver esta vez Habemus Papam, un retorno a ese tipo de comedia personal que le dio fama durante los años noventa. El argumento es sencillo; el día de la elección del nuevo Papa, el cardenal Neuville no puede creer que haya sido elegido; aterrorizado ante la responsa-bilidad que le espera, huye del Vaticano y se interna en las calles de Roma como un ser anónimo. Aunque Moretti trata de eludir cualquier tipo de mensaje político, la metáfora es clara: la iglesia católica está separada del mundo, de la realidad que se vive en las calles; si quiere revivir, necesita una reforma. Moretti describe a sus cardenales habitando un mundo casi infantil, sin ningún nexo evidente con el poder ni señas de corrupción moral o política. Por alguna razón, al ver la película de Moretti, me acordé de un gran filme de Marco Ferreri: La audiencia, que trata de un hombre que pide una entrevista con el Papa y tras hallar miles de obstáculos se muere en el intento. Toda la fuerza y el afán cuestionador, las implicancias políticas y morales que están presentes en la película de Ferreri, están ausentes en la de Moretti, que no alcanza ese notable nivel de Caro Diario o La habitación del hijo, los puntos más altos de su filmografía.

El caso de Wenders fue distinto. La última gran película de este cineasta alemán fue, según mi opinión, Paris-Texas. Esta vez regresa con un filme totalmente diferente, lejano de aquellos temas que lo hicieron tan popular entre los jóvenes hace casi tres décadas. Primero que nada, Pina no es un filme sobre ángeles caídos ni escépticos europeos que se pierden en las carreteras en busca de algo imposible de definir. Es un documental sobre la bailarina alemana Pina Bausch, filmado en 3D. A diferencia de los filmes que hasta hoy se han enfo-cado en el mundo de la danza con una intención documental –menciono al azar ciertas películas que Carlos Saura hizo con Antonio Gades-, Pina sobresale por la coherencia y solidez

Recuento mínimo del Festival Internacional de Cine

Marco Escalante

de su objetivo estético, antes que por el embellecimiento de las imágenes. Mientras que el elemento tridimensional no pasa de ser una novedad en todas las películas que hasta ahora lo han explotado, en Pina es un recurso necesario, porque la danza es movimiento en el espacio, y es de vital importancia ilustrar la perspectiva, así como el volumen y el latido del cuerpo. Wenders no se preocupa demasiado por impactar visualmente al expectador, sino por captar algo que podríamos definir como la arquitectura interior de la danza: distancias que median entre varios cuerpos y objetos, despla-zamientos que van configurando estructuras, significados que emergen de la organización general del movimiento. Pina es una película bellísima que se proyectó en el festival en una sola ocasión. Crucemos los dedos porque algún cine marginal de Chicago se ocupe de su estreno comercial este año.

Llegamos así a la que tiene que haber sido la mejor pelí-cula del festival: The Turin Horse. ¿Qué es lo que queda de la vida cuando se le quitan todos sus adornos e ilusiones? Queda una película de Bela Tarr. Queda The Turin Horse, un filme extremadamente austero donde prácticamente no ocurre nada, salvo los rituales cíclicos de un padre, una hija y un caballo en un pueblo que parece despegado de nuestro universo. Lo terrible es que sin ser un filme polí-tico, The Turin Horse revela en cierto modo el estado actual del mundo. La manera en que describe la desintegración paulatina de los personajes y el microcosmos que habitan, trae a la consciencia y la memoria la desoladora situación del hombre actual y su medio: en términos metafóricos, se nos están secando las fuentes de agua; nuestra lumbre pierde brillo; las virtudes que nos hacían más humanos –la solidaridad, la rebeldía, la capacidad de sacrificio- se aprestan a desaparecer por completo; las migajas que quedan, se las disputamos a tribus extranjeras contra las cuales aplicamos la dura medida de nuestro rascismo y nuestra heterofobia. Es curioso que en este contexto, el único personaje que expresa humanidad, rebeldía, conciencia, es precisamente el caballo, que se resiste a comer o a moverse porque presiente el final irrevocable. Que Tarr haya anunciado que esta obra maestra es su última película no sorprende en absoluto. Después de filmar algo así, sólo cabe el silencio.

Marco Escalante es escritor peruano y miembro del consejo edito-rial de contratiempo. Reside en Chicago

Pina de Wim Wenders

The Turin Horse de Béla Tarr

Habemus Papam de Nanni Moretti

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Dentro del 47 Festival Internacional de Cine de Chicago pudimos ver Miss Bala, una película que ha levantado olas en México no solo por su trama —la relación entre una reina de belleza y un narcotraficante—, sino por la manera de reflejar un fenó-meno tan próximo y doloroso para los mexicanos. Pero Miss Bala evita con acierto

los riesgos de un tema que pesa demasiado y se cuela a todos los ámbitos del debate público. El acierto está en el tono de contención logrado tanto en el texto de Mauricio Katz y Gerardo Naranjo como en la mano con que Naranjo, su director, lleva la interpretación dramática, el espléndido contrapunto entre el narcotraficante Lino (Noé Hernández) y Laura Guerrero, Canelita (Stephanie Sigman), ambos lejos del recargado estereotipo, con un registro actoral lleno de matices y sin el énfasis didáctico o maniqueo que un tema tan urgente y visceral podría imponer.

El mecanismo narrativo de Miss Bala descansa en la solidez del personaje de Canelita, que permite un punto de vista directo y oblicuo a la vez, que mira al sesgo y adquiere así la perspectiva del ciudadano común y corriente, que observa con miedo y perplejidad una realidad fuera de su control. Una aspirante a reina de belleza, involucrada por azar en un ajuste de cuentas de narcos en un bar, investiga el destino de su amiga perdida en el tiroteo. Es ese proceso de búsqueda lo que la sumerge en una relación que la llevará a atestiguar asesinatos y a transportar dinero y armas.

La parquedad de los diálogos hace del silencio, de las omisiones, una recreación del código al que están acostumbrados quienes viven en una sociedad donde ciertas cosas no se dicen,

Miss Bala: Miradas, silencios, colisión de esferas

Julio Rangel

pero se sobrentienden o se intuyen. El lenguaje del cuerpo, los gestos, las miradas incluso de los personajes secundarios, forman un tejido expresivo que libra la obviedad verbal y acentúa de esa manera una atmósfera amenazante.

Más allá de centrar la culpa por el estado de cosas en un elemento (de la corrupción policiaca a la corrupción política de los altos mandos o el crimen organizado), la película usa el periplo de su personaje principal para trazar una línea de interconexiones entre todos estos elementos. Es por medio de su mirada que vemos el despliegue de la red de corrupción institu-cional que la envuelve.

El filme tiene algo de exorcismo, como explica su director en la conversación con Marco Escalante, pero no busca la catarsis fácil, pues respeta la inteligencia del espectador y prefiere apostar por una narración clara y eficiente en pos de una visión de conjunto. La brillante escena del tiroteo en que los capos se protegen tras una barrera de vehículos no busca el mero virtuosismo impresionista, sino que se inserta con naturalidad en el flujo de la narración.

Miss Bala muestra el punto en que la esfera personal y la esfera política colisionan y logra la distancia correcta para narrarlo, sin pretensiones moralizantes ni regodeo tremendista.

La película se estrena comercialmente en salas de Chicago en enero del 2012.

Julio Rangel, escritor mexicano, es miembro del consejo editorial de contratiempo.

Miss Bala de Gerardo Naranjo se estrena comercialmente en salas de Chicago en enero del 2012

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Con ocasión del estreno de Miss Bala en el marco del 47 Festival Internacional de Cine de Chicago, el mexicano Gerardo Naranjo, director de la película, estuvo en Chicago por un par de días, y concedió la

siguiente entrevista a contratiempo.

¿Cómo nace el proyecto de Miss Bala?Bueno, después de haber hecho mi segunda película, que

se titula Voy a explotar –una película de temas juveniles donde no hay nada social y que refleja el tipo de cine en el que yo creía en ese entonces-, pasó algo muy importante. Sentí que yo había cambiado como persona, y al encontrarme obsesio-nado por el asunto de la violencia en México, descubrí que vivía con mucho miedo, que vivía protegiéndome. Entonces llegó el momento en que me dije: antes de sumarme a cual-quier esfuerzo colectivo, tengo que hacer algo que exorcize ese miedo. De ahí nació todo. Necesitaba levantarme ante mi miedo y hablar de eso que me mantenía inhabilitado.

Luego empezó el proceso de investigación. Conforme avanzaba el proyecto, nos fuimos dando cuenta del tipo de película que queríamos hacer: algo muy diferente a todo lo que estábamos recibiendo a través de los grandes medios. Veíamos además que las películas que tocaban este tema, lo hacían de una manera muy fácil. Entonces concluimos que había una buena posibilidad inexplorada, la del tono realista, un tono más severo en la manera de representar a los criminales. Sentíamos que en los medios todo estaba medio endulzado, coloreado; que la aproximación a los criminales, en estas manifestaciones culturales, era demasiado falsa

Al principio, la película era sobre un agente de la DEA, que venía a México con todas las ideas de un gringo, pensando que el bien y el mal están muy bien definidos. Pero entonces se da cuenta de que en México lo que más se da son las contradicciones, la falta de diferenciación entre el bien y el mal. Ya estábamos pensando en filmar la película, cuando apareció la noticia de que una reina de belleza había sido arrestada con unos criminales. En ese momento sentimos como una llamada, en el sentido de que una historia así nos permitía una perspectiva única, un punto de vista muy fuerte, desde el cual se podía ver el mundo criminal desde fuera. Hacer todo desde la perspectiva de la reina de belleza nos ponía en un terreno ideal para empezar a hablar del crimen desde afuera.

A raíz de ese suceso es que la perspectiva de la película cambia y se desplaza del oficial de la DEA que muere asesi-nado, hacia Canelita, la reina de belleza…

Exacto. Y esto es muy interesante, porque yo conocía el caso de la reina de belleza; incluso la conocí a ella y la entrevistamos; pero no me interesó su historia, me pareció una historia llena de mentiras. Básicamente lo único que utilizamos fue la foto en que ella aparece con los criminales. Entonces nos dijimos: el guión tiene que explicar qué tuvo que pasar para que una reina de belleza, que tiene el trabajo más estúpido y superficial del mundo, termine unida a un perso-naje que probablemente tiene el peor trabajo del mundo, que es aniquilar gente. Entonces el guión es sobre todo un intento

Exorcizando el miedo: Un encuentro con Gerardo NaranjoMarco Escalante

de explicar qué condiciones hay en México, para que cosas tan surreales sucedan y dos mundos tan opuestos convivan.

Nosotros vemos a diario la romantización de la vida delincuencial, tanto en la música como en el cine, en ciertos libros incluso; una de las cosas que se puede ver en tu película es que evitaste a toda costa la decoración de la violencia; incluso la primera masacre la filmas a oscuras…

Antes de filmar la película nos impusimos una serie de reglas: por ejemplo, no mostrar drogas; no hay una sola imagen de drogas –sin embargo, por más que yo recalco esto, la película se inscribe en la narco-cultura. Y lo entiendo, porque se puede deducir que los cuates que muestra la película tienen que ver con ese mundo. Pero en la película, insisto, no hay drogas. Otra regla importante era no mostrar escenas de tortura; claro, se ven muertos, pero lo que queríamos evitar era mostrar seres humanos vivos sometidos a tortura. Cuando empezamos el proyecto, pensamos que teníamos que mostrar hechos sangrientos, personas desca-bezadas o mutiladas; pero conforme fuimos avanzando con la película nos dimos cuenta que el acto más rebelde era no mostrar estas cosas. Nos dijimos entonces que la película sería más fuerte si no muestra estas imágenes que ya son cotidianas para los mexicanos.

Una cosa interesante en la película es el viraje final de Lino. Es como si ya no hubiese un código moral entre los delincuentes y la traición, más que una excepción, fuese una norma… En México uno no sabe con quién está ni sobre qué cimientos está parado…

Sí, no hay códigos para los criminales, por lo que pudimos investigar. Hicimos investigación blibliográfica y obtuvimos también información de primera mano. Tuvimos contacto con algunos criminales y básicamente lo que se nos contaba era que había unos cinco años de vida útil en el crimen. Normalmente, dentro de esos cinco años, se puede alcanzar un puesto alto, pero también la muerte es inevitable en ese plazo. Hay un libro americano que se llama Freakonomics, que estudia el fenómeno del narcotráfico científicamente, viendo cuáles son las posibilidades de triunfar y cuáles las probabilidades de que mueras, y es impresionante comprobar la mala elección que es ser criminal, porque normalmente

hay muy poca gente que triunfa y que obtiene placer de ello. Normalmente el trabajo del criminal es muy mal pagado, y su mundo es muy patético, lleno de ignorancia, traición, paranoia y desconfianza. En general, es un mundo muy gris. Por eso a mí me sorprende muchísimo cada vez que se nos quiere vender la idea del Scarface americano. Tal vez en los Estados Unidos, ser criminal tiene otras posibilidades; pero no en Latinoamérica.

¿Cuál ha sido la repercusión de la película? Existen cientos de películas en el mundo que muestran la corrup-ción política o policial, pero en México es diferente, al mostrar estas cosas se corre un riesgo... porque la batalla con el narcotráfico ya parece una guerra civil…

Hay mucha controversia. Toda la película la hemos manejado de la forma que consideramos más inteligente. Desde que iniciamos la filmación, la película tenía otro nombre, se llamaba María Bonita, y supuestamente era la historia de una muchacha pobre que llegaba a ser rica, como una Cenicienta; esto, por supuesto, era completamente diferente a lo que estábamos haciendo de verdad. Al filmar escenas de acción, las hicimos en secreto hasta donde fue posible. Tratamos además de no atacar a ningún cartel en especial, no queríamos meternos con nadie en específico ni señalar culpables. Creo que si la película ataca algo es sobre todo a una sociedad que ha permitido que todo esto ocurra.

Por otro lado, la reacción hacia la película representa mucho la polarización de la sociedad actual: hay quien dice que esta película deteriora la imagen de México y hace proselitismo del crimen; hay quien opina que la película está bien, pero que el tema ya cansa; y hay también quien piensa que la película es un primer paso para buscar una solución, para identificar el problema viendo al crimen a los ojos y reconociendo lo que nos sucede. En este abanico de posibi-lidades, nos encontramos con todo tipo de manifestaciones; hay quienes odian la película y opinan que es mala; y hay quienes piensan que hacerla fue un acto heroico.

Marco Escalante es escritor peruano y miembro del consejo editorial de contratiempo. Reside en Chicago

Cortesía: IgnaCIo guevara

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John Jota Leannos: Imperial Silence Opera Muerta: Del 17 al 20 de mayo. Muerte y animación, baile folklórico mexicano, mariachi, bossa nova, blues, opera, hip-hop, muerte aquí y allá. Cuatro actos, un performance, color, movimientos y música.

George Aperghis and the new genera-tion. Previsto para el 26 de mayo. George Aperghis es uno de los más influyentes compositores experimentales de Europa, sus composiciones atraviesan la frontera de lo clásico y el performance contempo-ráneo. Tiene un estilo agresivo y juguetón, expresivo y frenético. Aperghis si bien es aclamado en Europa, en Estados Unidos es casi desconocido. Con el apoyo del intercambio cultural franco -ameri-cano, Chicago se engalana presentando el concierto que será conducido por el francés Ludavic Morlot.

Luna NegraDance Theater: Luna Nueva. Del 7 al 10 de Junio. Gustavo Ramírez Sansano está a cargo de esta apasionada coreografía, que explora el minimalismo. Una de las compañías consentidas de Chicago, ofrece una danza de tintes barrocos, Luna Negra deja una perspectiva diferente del movimiento, provocando así una vibrante experiencia.

Tanya Victoria, mexicana, es miembro del consejo editorial de contratiempo

La quinceava temporada del MCA, que arrancó en septiembre y se extiende hasta junio del 2012 muestra, como es habitual, un programa de gran diver-

sidad e importantes propuestas, con fusiones muy interesantes.

En septiembre y octubre ya se presentaron Jenny Magnus/Curious Theater Branch, un proyecto formado por una sinfonía de ruidos interpretada por los actores a través de sus cuerpos, algo que el colectivo presentó como la escritura de una carta de amor en escena para el público. El dúo japonés-estadouni-dense Eiko & Koma: Regeneración, a su vez fue una propuesta básica de lucir la danza contemporánea, pero con un estilo único.

El grupo Internacional Contemporary Ensemble presentó tres conciertos, con inten-ción de poner a la vista del público la obsesión de la sociedad por la adquisición de nuevas cosas y nueva tecnología.

Faustin Legekula/Studios Kabako, son tres excepcionales bailarines que a través de su performance mostraron la idea de la lucha por la esperanza en el Congo y el conflicto emocional que vive el país en medio de un interminable legado de guerra y ruina.

Lucky Plush: The Better Half, presentó a principios de noviembre un thriller psicológico escenificado mediante el movimiento corporal, logrando crear un ambiente de inmersión y utilizando un llamativo diseño visual y un vocabulario de movimiento exuberante.

Diversidad, fusión y audacia: 15 temporada del MCATanya Victoria

A mediados de noviembre se presentó Liz Lerman Dance Exchange: The matter of origins (presentado en conjunto con el Chicago Humanities Festival). El performance explora el universo, mostrando cómo percibir el principio de las cosas y las complicaciones del ser humano. El grupo logra una danza de poesía y meditación, con audiovisuales de provocativas imágenes.

Andrew Bird and Ian Scneller/Especimen Productions: Sonic Arboretum, se presenta el 6 y el 31 de diciembre. El exitoso compositor y multi-instrumentista Andrew Bird se unió con el creativo diseñador Ian Scheneller, creando una verdadera experiencia musical, una escala totalmente nueva, que incluye una manifesta-ción masiva de violines, guitarras y silbidos.

En el 2012, entre el 19 y el 29 de enero se presenta con Hubbard Street Dance Chicago: dance(e)volve, New Works Festival. La popular compañía de danza, desarrolla un trabajo donde la emoción es lo que cuenta; no importa la historia, sino el impacto y las emociones que provoca este proyecto.

Diamanda Galas, Were you there when they crucified my Lord? se verá del 23 al 25 de febrero. Galas tiene una presencia tan sofisticada que impacta. Su voz de tenor despierta una gama de emociones. Ella es conocida por tocar temas de sufrimiento, injusticia y drama general. Este concierto incluye covers de blues y canciones de su trilogía: “Masque Of The Death”.

Eight blackbird: The música of less/The música of More, programado para el 22 al 24 de abril, forma parte de la serie de compositores del MCA . El propósito de sus compositores es que la audiencia ame y odie, al mismo tiempo, sus programas provocando la simple yuxtaposición de su sensibilidad.

Teatro Zar: The Gospels/The childhood-triptych, que se presenta del 29 de marzo al 1 de abril como parte de la Serie de MCA y en asociación con el Goodman Theater, mostrando rituales de teatro y música que examinan el nacimiento, la muerte, el dolor y el placer. El concierto cuenta con el apoyo de diez años de investigación, basada en textos de los evangelios apócrifos y en poemas románticos polacos.

Marc Bamuthi Joseph/The Living Word Project with Theater Gates: red, black and green: a blues. Del 12 al 14 de abril. El acla-mado ensayista y educador Marc Bamuthi Joseph, propone que a través de su proyecto el espectador haga conciencia y entienda el movimiento del llamado “Green Collar”, que se ha dado por la desigualdad e injusticia hacia el medio ambiente. Esta pieza promete crear conciencia.

Arbitrage Gone! Dance: Drastic-Classi-cism and three theories. Del 26 al 28 de abril

Una combinación de ballet, actitud punk, danza relajada y al mismo tiempo estricta. Un concepto que se goza, una coreografía inspirada en el siglo XVI, la moda florentina y la cultura pop.

Izq.: Were you there when they crucified my Lord?; Sup. der.: Imperial Silence Opera Muerta; Inf. der.: Luna NuevaCORTESíA: MCA

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Cada año llegan varios miles de profesionales de la industria de música del mundo al festival de “Womex” (abreviación de “World

Music Exposition”). Este año se celebró por tercera vez en Copenhague, Dinamarca, ya que Womex establece sede en diferentes ciudades europeas cada uno a tres años. Dichos profesionales se encuentran repartidos en su mayoría entre agentes que representan a músicos u organizan sus giras, y presentadores y promotores quienes están considerando artistas para presentarlos en escenarios y giras principal-mente por Europa y las ciudades principales de Estados Unidos.

Como parte fundamental de Womex, un jurado invitado especial elige cada año a aproximadamente cien artistas o agrupa-ciones de todas partes del mundo, los cuales se presentan a lo largo de tres noches en cinco escenarios. Además, durante el día, en decenas de stands, tanto agentes como artistas promueven nuevos proyectos y nuevas grabaciones. La presencia latina en Womex siempre es notable, pero este año en particular la cumbia imperó.

La cumbia nació en Colombia hace unos cuatro siglos, posiblemente del ritmo africano del cumbé mezclado con ritmos indígenas y españoles, y hoy día se ha vuelto motor central de muchos géneros de ultra vanguardia. Fueron sumamente bien recibidos en el escenario los ritmos electro-tropicales de Systema Solar de Colombia y en los stands, los materiales electro-cumbieros de los DJ’s productores argentinos de Zizek Records y también de artistas nuevos como La Chiva Gantiva, colombianos radicados en Bélgica que desde Europa se asesoran en sus producciones por el inglés Richard Blair, uno de los primeros en llevar la cumbia electrónica al ámbito mundial con su grupo Sidestepper.

Más aparte de todas sus versiones de vanguardia, la cumbia colombiana tradicional por excelencia en manos del mexicano Celso Piña fue uno de los grandes éxitos en el escenario de Womex en Copenhague. Tuve la oportunidad de conversar con el maestro, quien me comenta que su vida comenzó alrededor de 1974, porque ese fue el año que descubrió los clásicos ritmos colombianos en discos como Los Corraleros de Majagual (grupo creado en el año 1962, que se le consi-dera como uno de los mejores intérpretes de la música de la costa Atlántica colombiana). “Me cautivó ese ritmo”, dice Piña, “...el acor-deón, la guacharaca, el tambor. En mi Monte-rrey, mi tierra, no había nadie que tocara este género. Había otros, pero era como tropicalón. Había sonideros pero no se tocaba en vivo,

La Reina del Norte es Reina del Mundo: Cuuuuuumbiaaaa en la Expo de Música Mundial en Copenhague

Catalina María Johnson

Y desde Monterrey, una cumbia colombianaPara todo el mundo...

Mira emociona y suena,

Si ella agua ritmo llevaElla como gira y vuela

Mientras aquel se menea…

Cumbia sobre el Río, de Celso Piña

y yo me dije, ‘eso se oye muy padre, pero se oiría mejor, si alguien la interpretase’. Y me puse la tarea de interpretar. Primero saber el acordeón y luego poder interpretar. Alfredo Gutiérrez [uno de los Corraleros] fue mi profesor virtual, con sus discos empecé. Lo hice con un acordeoncito que mi papa me compró, sencillo, de dos hileras, y me pasé, cuatro, cinco, seis años oyendo los discos y practicando”. Por fin logró Piña su objetivo, y se puso a tocar fiestas. Me cuenta que su canción favorita sigue siendo la primera que logró sacar en el acordeón, “Si mañana”. “Siempre la toco, donde sea. Fue la primera que me dijo mi papá, que no era músico, pero tenía una oreja de este tamaño” — me alarga el pulgar y el dedo índice — “fue la primera que él me dijo, ‘esa sí te salió bien’”.

Claro, los talentos de Piña exceden una simple y mera imitación de ritmos colombianos, y al preguntarle cuáles son sus influencias, me aclara: “Yo tomé las raíces de Colombia, pero a uno le sale de repente su ‘yo’”. Añade: “Yo soy adorador de los Beatles, era mi grupo”. Y al ver mi sorpresa, me explica, riendo, “Pero es que hubo un pequeño incidente, ¡no les entendía! Y Los Corredores del Majagual me empezaron a ganar, porque les entendía. Pero yo en mi Ipod traigo toda la música de los Beatles”.

Ahora, a los treinta y tres años de trayec-toria, Piña dice que sigue luchando, aunque su actual y larga gira europea coordinada por franceses le ha dado muchas satisfacciones: “No voy a decir que todo ha sido miel sobre hojuelas. Hay que seguir adelante... Mi acordeón me ha dado todo. Y me ha dado también la oportunidad de conocer otros países… Es como una coronación a mi esfuerzo de tantos años de estar luchando, vienes para acá y te sientes realizado. Pero todavía me faltan muchas cosas por hacer. Primeramente Dios que nos dé salud y vida para seguir llevando la música todo el mundo”.

Concluimos hablando de la importancia de la música en la vida: “Necesitamos, pan, necesitamos amor, necesitamos arte visual, necesitamos música. Es parte de la vida. ¿Aquel es pintor? ¡Qué bueno! ¿Aquel es poeta? ¡Qué bueno! ¿Y aquel es músico? ¡Qué bueno! Es un complemento de la vida, la música no puede faltar. Acordémonos que no solo de pan vive el hombre. Del arte también”.

Catalina María Johnson es escritora y locutora/productora de programas de radio para esta-ciones de radio públicas. Para mayor información o para ver la entrevista completa en video: www.catalinamariajohnson.com

FotograFía: Catalina María Johnson

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Acompañados por una hermosa luna llena, el pasado 12 de octubre, se inauguró la 39ª edición del Festival Internacional Cervantino (FIC) en la ciudad de Guanajuato, México.

La ceremonia inaugural se efectuó en el Teatro Juárez, donde se llevó a cabo un homenaje póstumo al drama-turgo mexicano Héctor Mendoza, seguido por la presen-tación de la orquesta de Jazz de Estocolmo, dirigida por Fredrik Noren.

Loa antecedentes del FIC se remontan a la década de los años 50, cuando Enrique Ruelas (1913-1987), con apoyo del Teatro Universitario, dirigió y presentó los “Entremeses” de Miguel de Cervantes Saavedra. Estas representaciones escénicas, desde entonces, se presentan en la Plazuela de San Roque, en esta misma ciudad; ahora a cargo de Eugenio Trueba Olivares.

El Festival Cervantino, como tal, comenzó en el año de 1972, con la fundación del Coloquio Cervantino como extensión a los eventos teatrales dedicados a Cervantes. Ese mismo año el entonces presidente Luis Echeverría Álvarez, propuso la creación de un festival cultural inter-nacional en Acapulco. No obstante, el reconocimiento de Los Entremeses Cervantinos, fue motivo por el cual la ciudad de Guanajuato se designó sede del evento inter-nacional, que entonces acogió espectáculos de 14 países.

El intercambio cultural, no ajeno a esta ciudad, se acentúa aún más cada mes de octubre con el Cervan-tino pues, tanto países de los cinco continentes, como las demás entidades invitadas, han sabido aprovechar el espacio que el Festival les brinda para dar a conocer parte de su cultura, al tiempo que han podido establecer importantes intercambios culturales y económicos con la región del Bajío mexicano.

El FIC ha tenido el honor de recibir artistas de talla internacional, ya sea en teatro, música, danza, artes visuales, etcétera. Asimismo, muchos de los eventos que a lo largo de estos 39 años se han presentado, cuentan con el reconocimiento de la crítica internacional.

En 2011 los invitados de honor fueron: Dinamarca, Finlandia, Noruega, Suecia, y el estado de Nayarit. La temática de este año se enfocó en crear conciencia ecológica en el público a partir de mostrar cómo en los países nórdicos los habitantes han sabido transformar los desechos en energía, a fin de preservar los recursos natu-rales; asimismo, mostrar que el uso reducido de vehículos que emplean combustibles fósiles han sido sustituidos por de bicicletas, creando de este modo una cultura de orden y respeto entre peatones y conductores.

En lo que al festival corresponde, el mejor montaje museográfico fue el “Concierto para plantas”, de Ariel Guzik; en el cual una cactácea del estado de Guanajuato, literalmente, ofrecía un concierto a otras pequeñas cactáceas de la región, situadas alrededor de ella. ¿Cómo es eso? A la planta le fueron colocados unos sensores conectados a un instrumento musical llamado Laud

39 Festival Internacional Cervantino: Los Dones de la Naturaleza

Mariela I. Gutiérrez Aguirre

Plasmaht, el cual tenía la función de traducir en sonido las vibraciones que recibía la cactácea. Por ejemplo, si una persona tenía una “vibra” muy negativa, el sonido emitido sería más grave, lo mismo pasaba si la planta se estresaba. En cambio, si la planta se sentía a gusto tanto en el lugar donde era colocada, como con las personas que la rodeaban, el sonido emitido sería dulce y de notas suaves. El Laud Plasmaht puede reproducir las vibraciones de cualquier ser vivo, comentó la autora.

Destacó también la exposición de Eiki Ito Maruyama con “Sueños y Formas” (pintura); “La Judea en el Gran Nayar: arte y cultura coras” (varias técnicas); “Pinocho” de Francisco Toledo (varias técnicas); “La naturaleza de los países nórdicos” (fotografía); entre muchas otras.

Las expresiones artísticas callejeras no se hicieron esperar: las estatuas vivientes, los tradicionales mimos, cantautores y actores se dispersaron a lo largo del centro de la ciudad y plazuelas en busca de la atención del público, y por qué no decirlo, de unas monedas. Varios de ellos corresponden a CLETA, una organización cultural procedente del D.F. con una propuesta alterna al FIC.

En las escalinatas del Edificio Central de la Univer-sidad de Guanajuato, en punto de las 20:00 hrs, cada noche cervantina fueron exhibidas diversas obras cinematográficas.

Este año, nuevamente los grandes ausentes fueron los Leones de la Sierra de Xichú, un grupo de música folklórica

oriundo del municipio de Xichú, ampliamente reco-nocido por sus coplas de corte político, las cuales han incomodado en diversas ocasiones a varias autoridades federales y estatales. No obstante, el público aclama la presencia de este singular grupo musical, sean oriundos de la ciudad, o público que año con año asiste al Festival.

Finalmente, la Secretaría de Turismo, en su esfuerzo por difundir la producción artesanal mexicana, promovió la Casa Nayarit, donde se vendieron artículos proce-dentes de la región nayarita; asimismo hizo lo propio con los artesanos guanajuatenses quienes vendieron todo tipo de artículos elaboradas con cera, latón, acero, plata, cerámica, cobre, mimbre, madera tallada y demás técnicas; todo bajo los estándares de exportación reque-ridos por las normas internacionales.

El Festival Internacional Cervantino cumplirá sus primeros cuarenta años de vida el año próximo, y como cada mes de octubre, abrirá sus puertas a todos aquellos que gusten venir a disfrutar de este espléndido festival cultural.

Mariela I. Gutiérrez Aguirre (Guanajuato, México), estudió 5 semestres de la Licenciatura en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guanajuato. Actual-mente trabaja para el Instituto Politécnico Nacional, campus Guanajuato.

FotograFía: Mariela i. gutiérrez aguirre

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Conversé por primera vez con Vicente Rojo en el Teatro Juárez, en la ciudad de Guanajuato, México. Recuerdo que nos sentamos muy atentos a escuchar la Conferencia Magis-

tral que impartió la escritora Bárbara Jacobs en el XX Coloquio Cervantino Internacional que se realizó en noviembre de 2009.

Cuando residí en la ciudad de Chicago, tuve la fortuna de conocer la obra artística del pintor, escultor y diseñador gráfico Vicente Rojo. Desde aquel entonces lo he seguido a través de los libros, artículos y reseñas periodísticas, de autores como Octavio Paz, Fernando Benítez, Juan García Ponce, Raquel Tibol, Salvador Elizondo, Teresa del Conde, José Emilio Pacheco, Juan Rulfo, Sergio Pitol, Carlos Monsi-váis, Adolfo Castañón, Braulio Peralta, Antonio Saura, Luis Cardoza y Aragón, Juan Villoro.

Para mi asombro, en el mes de junio de este año, llegó a mi casa de Nottingham, Reino Unido, su último libro Puntos suspensivos: Escenas de un autorretrato. En la dedicatoria escribió: “Para Eduardo Estala Rojas, con un saludo más amistoso”.

Reproduzco la entrevista digital que realicé a Vicente Rojo en octubre de 2011:

Eduardo Estala Rojas: En, Puntos suspensivos: Escenas de un autorretrato escribes: “Yo me hago la ilusión de haber contribuido como pintor, escultor y diseñador gráfico a la difusión de esa cultura, donde lo esencial le gane terreno a la banalidad…”. ¿Cómo te sientes ante el hecho de cumplir próximamente 80 años y publicar este libro?

Vicente Rojo: No me hago a la idea de cumplir 80 años. Tengo muchos proyectos todavía (pintura, escritura, grabados, ediciones). Precisamente mi libro se llama Puntos suspensivos porque tengo previsto o al menos también me hago la ilusión de poder llevarlos a cabo. Desde hace tres años trabajo en mi serie Escrituras, que ya se ha dividido en Correspondencias, Alfabeto primitivo y en mi próxima exposición, que titulé Salón de la Fama, en la que continúo mis homenajes a figuras tanto de artistas como de escritores que han sido importantes (o decisivas) en mi formación.

EER: Dices que tus manos te representan y que ellas simbolizan toda tu relación con el mundo. Tu primer mundo es tu natal Barcelona, donde viviste —según mencionas en Puntos suspensivos— experiencias que fueron bastante difí-ciles. Llegas a México en 1949, y expresas que, “la vida se me iluminó”. Nace el segundo mundo y, con ello, tu forma-ción artística. ¿De qué manera esta iluminación contribuye a tu trabajo de artista arraigado en México?

V.R.: No olvido mis duros años vividos en la desolada Barcelona de la cruel guerra que el franquismo desató y la no menos cruel posguerra. Quizá por eso tengo la certeza de haber nacido en México a mis 17 años. Aquí he hecho mi vida, éste ha sido y es mi país, aquí he podido realizar mi trabajo en absoluta libertad. Y siempre extraordinariamente bien acompañado.

EER: El escritor y periodista cultural Fernando Benítez, en tu primera exposición de pintura, te describió como “tierno y lírico, a veces desgarrado y violento”. ¿Cómo recuerdas su amistad, de casi cinco décadas, que tuvo contigo?

V.R.: Si te acabo de mencionar lo decisivas que han sido para mí las relaciones amistosas, la larga lista debe ser encabezada por Fernando Benítez. No sólo porque presentó generosamente mi primera exposición, como tú señalas,

Vicente Rojo en Nottingham: entrevistaEduardo Estala Rojas

sino porque a lo largo de tantísimos años hizo posible que yo recibiera de él no sólo su cariño, sino numerosas enseñanzas en la formación de suplementos y libros en los que tuve el enorme privilegio de colaborar con él.

EER: Has expresado, en algunas ocasiones, tu admiración por el artista plástico Juan Soriano. ¿Llegaste a tener corres-pondencia postal con él?

V.R.: Juan y yo intercambiamos cartas con frecuencia. Pero casi siempre el tema era nuestro gusto por los gatos. Entre mis joyas están sus dibujos, que obviamente conservo con el mismo afecto que le tuve a él.

EER: ¿Alguna otra influencia en tu obra artística que quisieras compartir?...

V.R.: ¡Mi lista de influencias es larguísima! Pero la mayor se refiere a todo lo que me rodea. Soy un observador curioso. Mis temas, aunque a veces se definen como abstractos, parten siempre de la realidad.

EER: Han pasado 44 años de uno de los acontecimientos más relevantes en la literatura universal del siglo XX: Cien años de soledad de Gabriel García Márquez. Diseñas la primera portada de este libro. ¿Qué representó para ti este momento histórico?

V.R.: Por mi estrecha relación con García Márquez tuve el privilegio de leer el libro antes de que se editara, cuando me pidió la portada, que por cierto, debido a que el correo hasta Buenos Aires se demoró (siempre he creído que se detuvo en Macondo), llegó tarde al editor y por lo tanto en realidad mi portada apareció en la segunda edición.

EER: El libro Discos visuales que realizaste con el poeta y ensayista Octavio Paz. ¿Qué recuerdos tienes de esta experiencia creativa?

V.R.: Mi colaboración con Octavio Paz se inició cuando, a propuesta mía como editor y diseñador, armamos el libro-maleta dedicado a Marcel Duchamp. Poco después, me escribió desde la India para invitarme a colaborar con él en su nuevo proyecto, Discos visuales. Para gran sorpresa mía, en una carta me decía que ‘nuestras búsquedas se cruzan’. Fue toda una experiencia, enlazada con un largo intercambio epistolar.

EER: “Así como somos herencia de los constructores de pirámides o catedrales dedicadas a sus dioses, lo somos de su despiadada destrucción” señalas en Puntos suspensivos. ¿Podemos seguir siendo optimistas del pesimismo en el siglo XXI?

V.R.: Quisiera ser optimista. Pero creo que es solamente a partir del pesimismo que se podría enderezar el convulso mundo en el que vivimos.

Bibliografía Consultada:

Vicente Rojo, Puntos suspensivos: Escenas de un autorretrato, 1ª ed., Ediciones Era / El Colegio Nacional, México, 2010.

Gabriel García Márquez, Cien años de soledad, 1ª ed., Editorial Sudamericana, Argentina, 1967.

Octavio Paz, Discos visuales, dibujos de Vicente Rojo, 1ª ed., Ediciones Era, México, 1968.

Eduardo Estala Rojas (Cuernavaca, Morelos, México, 1980). Poeta y crítico cultural. Radica en Nottingham, Reino Unido. [email protected]

FOTOGRAFÍA: ROGELIO CUELLAR

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Un nacimiento en Ezeiza

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Esta es la historia de las circunstancias en que nació una niña en el Hotel Internacional de Ezeiza, convertido en cárcel, en Buenos Aires, República Argentina, en los primeros días del mes de octubre de 1973. Fue en el

momento en que pasaron diciéndonos que cantáramos más alto, más fuerte, fue ahí que empezó a nacer.

Estábamos como siempre, como todos los días desde que habíamos llegado y nos habían metido de a cuatro en habita-ciones para dos, de a seis en las que eran para tres; sólo que ya habían pasado los días en que, dos veces en el transcurso de la noche, abrían a patadas (a botazos, debiera decir) las puertas de los cuartos, encendían la luz y, apuntándonos, nos contaban en voz alta y concluían a los gritos “están todos”.

¿Pensaban que podíamos fugarnos? Evidentemente sí. Estábamos como siempre, sentados en el piso del pasillo en grupitos diversos. No eran fogones o cosa por el estilo lo que nos agrupaba. No hay fogones en los hoteles; como tampoco había ningún hogar a leña, ya que el ámbito de circulación que teníamos permitido se reducía a los dormitorios, el pasillo y un comedor inventado en la planta baja, a la que accedíamos sólo a la hora de las comidas que eran tres: desayuno, almuerzo y cena, si es que así se les podía llamar, dada la infame calidad de lo poco y nauseabundo que nos servían, pero esto es otra historia, y no quiero desviarme porque ya pasaron 30 años y los recuerdos están siempre ahí, pero a veces disparan como si mi cabeza los asustara, y quiero contar cómo fue que empezó a nacer.

Los “fogones” eran los temas de conversación, eran las diferentes filiaciones políticas, eran las nacionalidades, y eran las guitarras que nos habían permitido sacar de Chile cuando el ciclón del golpe de estado del 11 de septiembre del 73 nos arrancó de cuajo y nos dispersó por el mundo.

En las circunstancias que narro, éramos unos cuarenta, no recuerdo exactamente.

En realidad, los que tenían guitarras eran, mayoritaria-mente, brasileros y chilenos. Los uruguayos y argentinos (a estos últimos los liberaron enseguida, al fin y al cabo estaban en su patria, bueno fuera que no) que yo recuerde, no teníamos ningún instrumento musical. Eso fue lo que determinó que empezáramos a mezclarnos; las guitarras nos juntaron en voces rioplatenses, chilenas, brasileras, cubanas, colombianas, peruanas. Y así, en aquella torre de babel donde el colonialismo había plantado el huevo idiomático, las habita-ciones y el largo corredor se convirtieron --pese a la presencia de los soldados armados con ametralladoras-- en peñas donde Latinoamérica insurrecta, prisionera en el Hotel Internacional del Aeropuerto de Ezeiza, resistía a la desolación, el miedo y el desamparo.

Fue un mediodía, o tal vez una tarde --cuando arremo-linados en grupitos cantábamos canciones de Vinicius, de Víctor Jara, de Toquiño, de Violeta Parra, de Viglietti, de Soledad Bravo, de Zitarrosa-- que un par de compañeros empezaron a pasar y a pedirnos, en voz baja, que cantáramos más fuerte, más alto. En el momento no supimos de qué se trataba, pero algo en el pedido, tal vez lo perentorio del tono, quizá aquella confianza de gente acostumbrada a responderle

en el territorio de su hijo argentino, argentinita, dado el resultado.

Debo decir que, ante las presiones recibidas por los padres para que abandonaran el país antes del parto, la fecha del mismo había sido alterada en las declaraciones y que, para más seguridad, la mayoría de nosotros ignoraba (pese al tamaño del vientre de la compañera) la proximidad del nacimiento.

El parto se realizó en una de las habitaciones del hotel, en una cama común. Asistieron a la compañera, la médica-gine-cóloga a quien permitían entrar para los controles rutinarios, y otro médico que ingresó al hotel ocultando su condición de tal.

Finalmente, luego de casi un mes de confinamiento, alrededor del 30 de noviembre el parlamento votó un Habeas Corpus y nos dieron la salida, no así la residencia. Fueron muchos los que nos visitaron, ayudaron y abogaron por noso-tros en casi un mes que estuvimos en el cuartel de lujo.

Recuerdo a Zelmar Michelini, y Enrique Erro, parlamen-tarios uruguayos, a quienes el régimen de facto instituido en Uruguay en ese año de 1973 obligaba a permanecer en Argentina (el primero de ellos asesinado luego en el año 1976); los argentinos Héctor Sandler, abogado y diputado nacional, así como Eduardo Luis Duhalde, abogado defensor de presos políticos durante la dictadura de Onganía y otro abogado, de apellido Yacub, quien más adelante fue “desaparecido”. Y como éstos, tantos otros argentinos como ellos, de corazón–cabeza sin fronteras, cuyos nombres la memoria me esca-motea, y que estén donde estén, ojalá puedan disculparme.

Cuando nos liberaron, a condición de abandonar de inme-diato el territorio argentino, iniciamos un largo peregrinaje en busca de soluciones para quedarnos, pero esa es otra historia.

Yo tenía veintiún años, cumplidos en julio de ese mismo año, en Santiago de Chile.

El presente texto, escrito en el año 2003, fue seleccio-nado en Argentina, junto con otros 15, en el primer Concurso Internacional de Escritos Documentales Rodolfo Walsh, orga-nizado por el Movimiento de Documentalistas y publicado en “Escritos Documentales”; Ferreyra Editor, 2004, Argentina.

Cristina Porta nació en Montevideo, Uruguay. En abril de 1973 viajó a Chile, como tantos uruguayos que buscaban salvar sus vidas de la represión instalada en Uruguay desde los años 60. Ya en Chile, supo que había sido requerida por las Fuerzas Conjuntas (FFAA y Policía) de su país y ello implicó la oficialización del exilio. El 27 de junio supo que en Uruguay habían dado un Golpe de Estado. El 29 del mismo mes presenció desde las ventanas de su trabajo, el “Tancazo”, primer intento (o ensayo) de golpe militar en Chile. El 11 de septiembre, viviendo a tres calles del Palacio de la Moneda, se despertó con el ruido de los aviones que, dos horas después, bombardeaban la casa de gobierno. En 1985 pudo regresar a Uruguay, donde es Profesora de Historia. Posgraduada del Programa de Historia Económica y Social de la Facultad de Ciencias Sociales. Docente de Teoría y Metodología de la Historia y de Historia de la Historiografía en el Instituto de Profesores Artigas.

a la vida desde lo colectivo, lo solidario, hizo que aceptáramos con naturalidad el asunto.

Al fin y al cabo la situación toda, era muy loca, ya que nadie entendía porqué la Embajada Argentina nos había asilado --y embarcado en un avión de la Fuerza Aérea que nos llevó por encima de los Andes con una ración de un huevo duro por cabeza (yo le di el mío a un flaco que estaba sentado a mi lado con cara de “me muero”, lo cual no me convierte en heroína, sino en alguien que tenía el estómago ahíto de miedo y obedecía a reflejos de compañerismo)-- para dejarnos presos ni bien pusimos un pie en territorio argentino, el 1 de octubre de 1973.

En la desesperada búsqueda de salvación, jugaba la esperanza de que llegábamos al territorio de un pueblo que esperaba, eufórico, la llegada del General Perón para terminar con años de dictadura crónica. ¿Salíamos del infierno para caer en el purgatorio? Aparentemente sí.

Los análisis sobre coyuntura de transición y las comple-jidades de la política argentina, fue algo que empezamos a vislumbrar mientras esperábamos en fila --apuntados por soldados armados a guerra-- para ser interrogados, fichados y fotografiados (cuatro de perfil y cuatro de frente) desde que aterrizamos a la medianoche hasta que nos mandaron a dormir, cinco horas después. Cantamos, entonces, cada vez más alto, más fuerte. Cuando aquello era ya un coro donde retumbaban voces de todos los rincones y las guitarras (y alguna que otra improvisada maraca brasilera) se desgañi-taban en medio de una incógnita indomable, pasaron nueva-mente los compañeros. Y dijeron. --Ya pueden aflojar. El hijo de Francisco y Cristina ya nació. Es una nenita.

Hubo, si es que hubo, una fracción de silencio por el que se filtró el vagido de la nueva compañerita de exilio.

Inmediatamente, de algún lado se elevó una voz que empezó a cantar “Palabras para Julia”.

Las voces galopaban a lo largo del pasillo donde los soldados se revolvían inquietos.

“Y si algún día te sientes perdida o solaacuérdate lo que un día yo escribí pensando en ti, pensando en ticomo ahora pienso...”

Y más allá, sonaba una canción de Viglietti...

“Niño, mi niño, vendrás en primavera te traerégurisito lindo, collar de madreselvas yo te haré”

Y fue una fiesta, cargada de incertidumbres, de locura, de atropellados temores, de preguntas sin respuestas, pero fue. Fue la fiesta de los náufragos que éramos, con un bote salvavidas, al menos para Francisco y Cristina, sobrevivientes del golpe de estado uruguayo y luego del chileno. Le habíamos ganado a la orden de las autoridades de inmigración quienes le habían prohibido a la madre que pariera su hijo en Argentina, no fuera cosa que tuvieran que otorgarle el derecho (constitucional) de permanecer

Cristina Porta

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Northeastern IL U Dept. of World Languages and Cultures y revista contratiempo presentan:

Una lectura, con Gerardo Cárdenas, autor de A veces llovía en Chicago (2011), director de la revista contratiempo, y Yuri Herrera-Gutiérrez, autor de Trabajos del reino (Premio ‘Fronteras de Palabras’ 2003) y Señales que precederán al fin del mundo (Premio Otras Voces Otros Ámbitos 2009).martes, 22 de noviembre, 3 PM; Northeastern IL U Student Union Room 103.5500 N. St. Louis Ave, Chicago, IL 60625.http://bit.ly/pdfMapaNEIY