Convivencia escolar

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Convivencia escolar Selección de OrienTapas con artículos de la orientadora Ana Torres Jack http://anatorresjack.weebly.com/ Ana Torres Jack - @anatjack Licenciada en Psicología, Orientadora Educativa y Comunicadora https://orientapas.blogspot.com/

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Convivencia

escolar

Selección de OrienTapas

con artículos de la orientadora

Ana Torres Jack

http://anatorresjack.weebly.com/

Ana Torres Jack - @anatjack

Licenciada en Psicología, Orientadora Educativa y Comunicadora

https://orientapas.blogspot.com/

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BLOQUE 1: ORIENTACIÓN FAMILIAR

3. Aprender a vivir en sociedad

Pautas para favorecer el desarrollo socioemocional de

los hijos en los tres primeros años

Autora: Ana Torres Jack

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ad Hugo, de dos años de edad, duerme plácidamente en su cama. “Parece un ange-

lito”, piensa su madre mientras lo contempla desde la puerta entreabierta de

la habitación. “Aunque esta tarde parecía un diablillo”, recuerda de repente con un

escalofrío. Hace apenas unas horas que su retoño se encontraba en el parque infantil

peleándose a gritos por un simple juguete. Y lo peor es que acabó pegándole un mor-

disco en el brazo al otro niño, hasta el punto de hacerle sangre.

Los bebés, desde que aterrizan en este mundo y a lo largo de los primeros años de

vida, no son conscientes de sus emociones ni tienen por costumbre respetar las más

mínimas normas de convivencia. Por eso el papel de los padres es fundamental a la

hora de ayudarles a reconocer los distintos estados de ánimo, a comunicarse con los

demás y a respetar las normas sociales. Los progenitores pueden favorecer la compe-

tencia social de sus hijos desde el primer día siguiendo, por ejemplo, estas sencillas

pautas:

De 0 a 6 meses Respetar y adaptarse a las rutinas de alimentación, baños, aseo y sueño del niño.

Hablarle durante dichas rutinas con voz baja, en distintos tonos de voz, verbalizando acciones,

pensamientos y emociones.

Responder a las señales y estados emocionales del bebé: acunarlo y mecerlo en momentos de

juego, hacerle cosquillas, acariciarle… pero controlando su nivel de excitación para tranquili-

zarlo en el momento oportuno.

Imitar sus producciones verbales (sonidos), escuchándole primero y animándole a continuar el

“diálogo” con el adulto.

Realizar juegos de estimulación tranquilos y suaves, cantarle canciones, rimas...

Hablar con el bebé a distancias muy próximas y situándose frente a frente.

De 6 a 12 meses Tranquilizar al niño en los momentos en los que mani!este miedo a los extraños, hablándole,

mostrándose comprensivo y asegurándole que no hay nada que temer. ”Ya sé que no lo cono-

ces pero tranquilo, es Fulanito, vamos a saludarle”.

Realizar juegos sociales: taparse la cara, escondite, cosquillas…

Si se le va a dejar al cuidado de alguien es importante despedirse de él y no salir “a escondidas”

ya que esta situación le puede crear ansiedad e inseguridad (“mamá ha desaparecido”).

Cantarle canciones, contarle cuentos.

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edad De 12 a 24 meses

Hablar al niño con lenguaje claro, mirándole a la cara, y dejándole tiempo para responder.

Ponerle nombre a las emociones que mani!esta: miedo, enfado, rabia. Y también expresar las

que siente el adulto.

No prestar atención a situaciones de desafío y rabia, ignorarlas.

Ante situaciones tensas (no quiere dormir, tira la comida…) no perder el control y hacer un

esfuerzo por mantener la calma.

Empatizar con él cuando esté enfadado, aceptando que tiene derecho a estarlo pero sin ceder a

sus caprichos ni permitir comportamientos inadecuados (morder, pegar, dar patadas…).

Prestar al niño colaboración cuando se sienta frustrado, dándole ideas para solucionar los pro-

blemas o ayudándole a aceptar la situación.

Enseñarle habilidades sociales adecuadas: saludar, despedirse, pedir las cosas por favor... Lo

mejor es utilizar técnicas de modelado (es el adulto el que actúa de modelo) y premiar luego

al niño con halagos (“Le has dado las gracias, ¡así me gusta!”).

De 24 a 36 meses No atender a comportamientos inadecuados.

Verbalizar las situaciones de tensión, explicándole que es normal cómo se siente (frustrado,

enfadado,...) pero recordándole lo que tiene que hacer.

Ofrecerle un modelo de serenidad ante situaciones con"ictivas.

Ayudarle a buscar solución a los problemas y a aceptar las pequeñas frustraciones.

Mantener conversaciones con él manteniendo la mirada y enseñando a respetar los turnos.

Contestar a las preguntas, animándole a expresar cómo se ha sentido en una situación concreta.

Practicar habilidades sociales: aprender a defenderse sin agredir, a decir no, a manifestar lo que

le gusta o desagrada, a reparar los daños que haga sin actitudes de revancha. Y practicar aque-

llas relacionadas con el aspecto lúdico: compartir juguetes, participar en juegos...

Se trata, en de!nitiva, de que padres y madres aprovechemos las oportuni-

dades que nos ofrece la vida diaria para transmitir a nuestros hijos formas

positivas de relacionarse con los demás. Su adaptación al mundo... está en

juego.

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miércoles, 3 de junio del 2015 | la voz de la escuela orientación educativa >> 3

noce. Éste puede ser muy impercep-tible y consistir en varios hechos de aspecto bastante inocente; es decir, participan varios niños o jóvenes se-gún los cuales nadie hace nada «muy malo». Cuando estos pequeños actos malvados se repiten y su objeto es la misma persona, la situación desde su punto de vista se vuelve insostenible.

Tolerancia cero ante la crueldadLas familias son claves a la hora de actuar ante el acoso escolar

Inés lo ha intentado todo para parar-les los pies a esos compañeros que le

hacen la vida imposible. Por ejemplo, un buen día decidió ignorar a sus acosa-dores cuando le empezaron a llover las pelotitas de papel en mitad de clase de Plástica, como si no estuviera pasando nada anormal. Pero no funcionó. Solo consiguió que le dijeran que era tontísi-ma, porque ni siquiera protestaba ante semejante situación. Así que probó a responder a sus burlas pagándoles con la misma moneda: cuando uno le llamó cara de bruja y los demás se rieron a carcajadas ella contestó: «Tú sí que eres un monstruo», pero solo consiguió que se mofaran de su airada respuesta imitándola con voz de pito. Ni siquiera en casa podía descansar la mente. En los chats y en las redes so-ciales seguían los chistes crueles hacia su persona. No entendía por qué la martirizaban de ese modo. Después de un tiempo sufriendo esta situación, y sin que los profesores pudieran hacer nada (lo hacían cuando ellos no estaban delante), decidió hacer caso a su madre y pasar a la acción. «Tú no empieces pero si se meten contigo, pégales», le aconsejó su madre ya desesperada.

Así que aquel día en medio del pasillo, cuando la pandillita le cerró el paso, ella empujó con todas sus fuerzas esa barrera humana. Pero eran demasia-dos... Las carcajadas atronaban en sus oídos mientras perdía el equilibrio y se caía al suelo por una “zancadilla accidental”. Por suerte, en ese momen-to apareció una profesora y todos los chavales se dispersaron. «Profe, es que tropezó», decía uno mientras la ayu-daba a levantarse. «Yo no hice nada», decía otro levantando las manos en un gesto de inocencia. «¡Yo solo esta-

ba mirando!», exclamó una niña. «Era una broma», fue lo máximo que llegó a reconocer uno de ellos, poniendo carita de bueno.

Difícil de detectar y complicada de demostrar. Así es la violencia entre iguales, que aunque a veces escapa a los ojos de los adultos es capaz de amargar los años escolares de la víctima y de condicionar su equilibrio psicológico, cuando no llega a atentar contra su in-tegridad física. Un dramático ejemplo es el de la adolescente madrileña que se suicidó el mes pasado tras denunciar una insostenible situación de acoso por parte de algunos de sus compañeros.

Sensibilizar, informar y ofrecer estra-tegias es fundamental para atajar estas intolerables situaciones de abuso. Y para ello hay que contar con las fami-

lias, ya que ellas son las que ofrecen los primeros modelos de comportamiento social. En concreto, los padres pueden: ■ Ofrecerles modelos positivos y pacíficos de resolución de conflictos. ■ Hablar cada día con ellos, y darles ocasión de contar sus experiencias con los compañeros, inculcándo-les valores de respeto y convivencia. ■ Ayudarles a hacer frente a los proble-mas, en caso de que alguien les moleste, desaconsejando siempre el ojo por ojo. ■ Enseñarles pequeñas estrategias de defensa: ir con el grupo y no quedarse solo, saber decir no con firmeza, huir de los sitios de peligro, establecer un estilo de comunicación asertivo, pedir ayuda...

■ Mostrarles tolerancia cero hacia

cualquier conducta de falta de respeto, burlas o agresiones hacia los compa-ñeros.

■ Colaborar con el centro educativo cuando se haya visto involucrado en una situación de acoso (como maltra-tador o como testigo) sin minimizar su responsabilidad ni justificar los hechos por la actuación de la víctima.

■ En caso de presenciar situaciones de acoso, ayudarles a ponerse en la piel del maltratado y a cortar la situación contando los hechos al profesorado. Hay que transmitirles la idea de que eso no es ser chivato. Todo lo contrario: ayudar a parar una situación de injus-ticia es un acto de valentía.

Sensibilizar e

informar es

fundamental

para prevenir

los abusos

> Ana T. Jack

[email protected]

> ENTREVISTA | CHRISTINA SLAMIVALLI, PSICÓLOGA FINLANDESA

KiVa no es una persona. Es un pro-grama de medidas basado en prue-

bas que evita y disminuye el acoso escolar, incidiendo sobre todo en los testigos. ¿Dónde? En Finlandia. Y su éxito ha sido tal que «ahora ha sido puesto en práctica también en otros países», en palabras de Christina Sla-mivalli, psicóloga considerada en ese país nórdico la gran especialista en el tema y una de las creadoras de KiVa, el programa que logró que esa lacra escolar despareciera en el 79 % de los centros.—¿También en Finlandia tienen ese problema?—No existe un país donde no haya acoso. En Finlandia ha disminuido uni-formemente año tras año después de que se empezara a utilizar el programa KiVa en el 2009.—¿No cree que se exagera ante cual-quier disputa escolar?—A veces puede ocurrir que a las pe-queñas diferencias se las señale como acoso, pero también a veces el acoso continuado y prolongado no se reco-

«A algunos les resulta difícil creer que su hijo es un acosador»

Sería importante que tanto los niños como los adultos aprendieran a dis-tinguir cuándo se trata de una renci-lla individual y concreta y cuándo de acoso sistemático.—¿Son los hijos de los inmigrantes los acosados?—Donde yo vivo los escolares con tras-fondo inmigrante son más acosados

que el resto, pero también ellos acosan a otros un poco más que la población sin ese trasfondo.—¿Cómo reaccionan las familias cuando les comunican que su hijo está siendo acosado o es un acosador?—Las familias son distintas. Algunos acuden juntos y de buen talante a la escuela para resolver la situación. A otros les resulta difícil creer que su hijo sea un acosador y buscan el motivo en el otro, o piensan que los profesores acusan en vano a su hijo.—¿Y qué hacen entonces?—Llevamos a cabo una investigación: se entrevistó a padres y se les pidió que pensaran cuál sería el papel de su hijo en una hipotética situación. ¡En-tre varios cientos de padres, ninguno adivinó que su hijo sería un acosador! Esto seguramente será algo común a los padres de todo el mundo, y no ayu-da a la hora de resolver una situación de acoso.

> Cristóbal Ramírez

[email protected]

Christina

Slamivalli,

especialista

nórdica

en acoso

escolar

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miércoles, 16 de noviembre del 2011 | la voz de la escuela orientación educativa >> 3

Los insultos en Internet… duelenAlgunas pautas para actuar desde el ámbito familiar ante el ciberacoso

Una chica lee una redacción en el escenario del salón de actos de su

colegio. Informa al público de que va a describir a Patti, una compañera de clase. La aludida, en un principio, no sabe si sentirse halagada o ponerse en guardia. Pero pronto se da cuenta de que la joven ponente no es preci-samente una buena amiga. El relato, leído en voz alta ante un aforo com-pleto de estudiantes, es insultante y vejatorio. El conjunto de compañeros escucha en silencio la humillación pública y no hace nada por evitarlo. La propia Patti, con el rostro cada vez más desencajado, no sabe dónde meterse.

La chica acaba su discurso y, orgu-llosa de sí misma y de las ingeniosas descalifi caciones que ha vertido sobre su compañera, sonríe complacida y da las gracias al auditorio. Este ví-deo, titulado No lo digas por Internet, muestra con claridad por qué las hu-millaciones on line son mucho más dolorosas que las que se producen en la vida real. Mientras que estas últimas al menos tienen un momento en el que empiezan y otro en el que acaban (por ejemplo, durante el horario esco-lar), en la Red el insulto permanece de forma indefi nida ante un público cada vez más numeroso e imposible de controlar.

No hay que dramatizar: sabemos que la gran mayoría de los jóvenes hacen un uso correcto de Internet. Pero los que no lo hacen y, sobre todo, los que sufren sus consecuencias deben saber cómo actuar para salir de esa situación. Estas son las claves del fenómeno:

■ ¿Qué es el ciberacoso?■ Una agresión psicológica, sostenida y mantenida en el tiempo, perpetrada por uno o varios individuos contra otro, utilizando para ello las nuevas tecnologías.

■ ¿Por ejemplo?■ Crear páginas web donde se puntúa a los compañeros de clase más tontos, frikis...■ Usurpar la identidad de otro para hacerle quedar mal o ridiculizarlo.■ Grabar un vídeo mientras se humilla a la víctima.■ Hacer montajes de fotografías o ví-deos difamatorios.■ Crear un foro titulado Yo también odio a fulanito, en el que se invita a participar a otros menores para insul-tar al afectado.■ Publicar fotos o vídeos comprome-

tedores en redes sociales.■ Hacer correr rumores falsos...

■ ¿Qué consecuencias tiene para la víctima?■ Baja autoestima, depresión, ansie-dad, bajo rendimiento académico, ais-lamiento, fobia escolar...

■ ¿Debe intervenir el centro edu-cativo si el acoso se ha producido fuera del horario lectivo y en otro contexto? ■ Sí, siempre que se tenga conoci-miento de su existencia y afecte a al-

> GENERACIÓN EN RED

PINTO & CHINTO

> Ana T. Jack

[email protected]

gún miembro de la comunidad edu-cativa.

■ ¿Y cuál es el papel de los padres? ■ Son los principales responsables de promover un uso responsable y segu-ro de Internet, prevenir situaciones de riesgo e intervenir en cuanto se detecta una situación de ciberacoso.

■ TEMA DEL MES: Las nuevas tecnologías y los hijos.

■ ETAPA: Educación primaria y ESO.

■ LA FRASE: «Los nativos digi-tales pueden tener mucha habi-lidad en Twitter o Facebook, pero desconocen sus derechos y deberes en el mundo digital y es necesario trabajar en ello». Rubén Comas, profesor de la Universitat de les Illes Baleares y experto en ciberacoso.

■ COMPORTAMIENTOS QUE SE DEBEN EVITAR: Permitir la falsa percepción de que las acciones en Internet no son tan dañinas como las que se hacen cara a cara.

■ PARA SABER MÁS: «Ciberbull-ying. Guía de recursos para centros educativos, materiales para equipos directivos y ac-ción tutorial». Defensor del Me-nor en la Comunidad de Madrid. Este material propone un proto-colo de actuación para padres y profesores en caso de ciberaco-so. Especialmente interesantes son las unidades didácticas para trabajar en el aula o direc-tamente con los hijos a partir de noticias en el periódico, aná-lisis de vídeos, textos...

ESCUELA DE PADRES

Acosadores, víctimas y espectadoresA. Si tu hijo sufre ciberacoso:

1. Dialoga con él e intenta recabar toda la información posible acerca de los

agresores, tipo de acoso, duración del pro-blema... Pero sé prudente: es posible que la situación no sea exactamente como te la cuenta y haya que escuchar otras versio-nes. En todo caso, ayúdale a depurar sus listas de contactos, a reconfigurar sus op-ciones de privacidad y a evitar durante al-gún tiempo las redes sociales. Indícale que no conteste a las provocaciones pero que pida a su agresor que deje de incomodarlo. Y que, de continuar el acoso, estáis dis-

puestos a presentar una denuncia. 2. Ponte en contacto con su tutor e infor-ma de la situación. Pídele que actúen des-de el centro educativo y colabora con ellos.3. Si el acoso no cesa o es grave comunica al centro educativo tu intención de denun-ciar la situación a la policía, la Guardia Civil o la línea de denuncia anónima www.prote-geles.com

B. Si te enteras de que tu hijo es

un acosador:

No tiendas a defenderlo ni a minimizar su responsabilidad argumentando que todos

lo hacen o que es cosa de niños. Debes ayudarle a ponerse en la piel del otro, a re-conocer que ha hecho sufrir a otra persona y a rectificar su conducta (eliminando con-tenidos, pidiendo disculpas en la misma web o en persona). También es convenien-te restringirle el acceso a las redes sociales durante una temporada. Poco a poco, se-gún vaya demostrando que conoce las nor-mas de comportamiento en la Red, podrá ir recuperando esos privilegios.

C. Si tu hijo ha participado con

su acción, risa u omisión en un

ciberacoso: Hazle ver su parte de responsabilidad en el mantenimiento de una situación claramen-te injusta para la víctima y en permitir que el acosador continúe con sus fechorías. Anímalo a poner en conocimiento de su tu-tor o jefe de estudios cualquier acción de este tipo de la que tenga conocimiento.Solo así, contando con la conducta respon-sable de los menores y estableciendo con ellos canales de comunicación fluidos des-de el contexto escolar y familiar, será posi-ble disfrutar de las inmensas ventajas de Internet y evitar sus riesgos.

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miércoles, 25 de noviembre del 2015 | la voz de la escuela orientación educativa >> 3

TEMA DEL MES: Prevenir la violencia de género des-de la familia.

ETAPA: Infancia y ado-lescencia.

EL DATO: El 4 % de las adolescentes de entre 14 y 19 años han sido agredidas por su pareja (datos del Ministerio de Sanidad, 2014).

LA FRASE: «Si ustedes intuyen que su hija está siendo maltratada, es muy probable que lo esté sien-do, incluso desde hace más tiempo del que creen» (Sonia Vaccaro, au-tora de «¿Qué puedo hacer si mi hija ha sido maltrata-da?»).

COMPORTAMIENTOS QUE EVITAR: Reaccionar con rabia y violencia ante el novio maltratador. Esto puede generar problemas legales y no os garantiza que cambie de conducta.

PARA SABER MÁS: «Guía para madres y padres con hijas adolescentes que su-fren violencia de género» (Instituto Andaluz de la Mujer, Consejería de Igual-dad, Salud y Políticas So-ciales). Para saber más: http://goo.gl/OrD3P9

ESCUELA DE PADRESEl novio de mi hija la maltrata

Cómo actuar ante situaciones de violencia de género entre adolescentes

La violencia de género no es solo cosa de mujeres mayores, casadas y sin for-

mación. Ni mucho menos. De hecho, en los últimos años se ha constatado un aumento de las situaciones de maltrato en parejas adolescentes, a pesar de que son muchos los casos que pasan inadver-tidos para las propias familias y que ni siquiera llegan a identificarse como tales.

La inmensa mayoría de los adoles-centes identifican una amenaza o una agresión física como un indicador claro de violencia. Sin embargo, cuando este machismo se camufla bajo el manto del paternalismo protector o del amor ro-mántico y sumiso, son muchos (chicos y chicas) los que ven como normal ejercer ese tipo de dominio sobre la pareja.

Desde las familias es importante estar alertas para detectar conductas de este tipo, pero para ello es imprescindible conocer algunos conceptos básicos y saber transmitírselos a los propios hijos.

De una manera sencilla podemos decir que hablamos de maltrato, violencia o abuso cuando una persona, a través de su comportamiento, provoca daño físico o emocional a una mujer. Esta violencia se caracteriza por su intermitencia. Es decir, aunque los comportamientos de dominio, coacción o agresión se mantie-nen a lo largo del tiempo, se alternan los momentos buenos y los malos, los días felices y los episodios de tensión.

En estos procesos son típicas tres fases:1. Fase de tensión: en la que comienzan los insultos y las primeras conductas violentas. En esta primera fase la mujer todavía cree que puede controlarlo, evi-tando hacer las cosas que a él le moles-tan (ponerse una falda demasiado corta, saludar a un amigo).2. Fase de agresión: se producen abusos

físicos, psicológicos, sexuales o sociales.3. Fase de la luna de miel: el agresor se arrepiente de su comportamiento, pide perdón y promete que no volverá a pa-sar. Incluso puede excusarse con frases como: «Haces que me enfade, pero sabes que no puedo vivir sin ti» o «Si no te portases mal no te pegaría».

A veces, la mujer ni siquiera encuentra apoyo al pedir ayuda a los familiares o amistades, ya que le quitan importancia

a lo ocurrido o no pueden entenderlo, porque ante el resto de las personas la pareja tiene un comportamiento distinto al que ella describe. Sin embargo, toda mujer que esté pasando por una situa-ción así sabe en el fondo que cada día irán a más los momentos de agresión y a menos los de arrepentimiento.

DAVE STANLEY

Reforzar las relaciones con sus amistades es una buena ayuda que puede prestar la familia

> Ana T. Jack

[email protected]

Cómo ayudar desde casaSi os enteráis de que vuestra hija está viviendo por parte de su pa-

reja una situación de maltrato (físico, psicológico o social) esto es lo que debéis hacer1. Hablar con ella y, sobre todo, escu-char lo que os tiene que decir, hacien-do un esfuerzo por no juzgar o soltarle frases del tipo «te lo dije».2. Nunca minimizar la importancia de los hechos que os está contando, por ejemplo diciéndole: «Es que tú también tienes un carácter». 3. Poneros de acuerdo, padre y madre, en cómo vais a actuar. Reaccionar con ira, perder los nervios o planear una acción violenta contra el chico no hará

más que empeorar las cosas. Se nece-sita calma y, en su caso, asesoramiento profesional.4. Ofrecerle vuestra ayuda y plantearle posibles vías de acción: pedir cita con un centro de asesoramiento especia-lizado, acudir a un psicólogo, cortar con la relación, poner una denuncia...5. Es posible que, a pesar de que reco-nozca la existencia de ese maltrato, no esté dispuesta a cortar la relación. No reñirle por ello. Es una víctima y por tanto ese comportamiento es conse-cuencia de la situación de dominio que padece. 6. Intentar combatir el aislamiento al que él quiere someterla reforzando las

relaciones con sus amistades, familia... y llevarla a retomar estudios, deportes y aficiones.7. Si en este momento ha cortado con la pareja, aunque sospechéis que es algo temporal, intentar que no se ponga en contacto con ella. Ofrece-ros a contestar a su teléfono, impedir que acceda a vuestro domicilio con cualquier excusa, acompañarla en sus salidas,... Es posible que ella utilice la excusa de que necesita verlo para pedirle una explicación, para que le devuelva sus pertenencias... No per-mitírselo. Si tiene que hacerlo, que sea acompañada.8. Averiguar si le dio sus claves del

correo electrónico o redes sociales y convencerla para cambiar sus con-traseñas.9. No obligarla a sufrir un apagón di-gital impidiéndole del todo el acceso a las redes sociales o al móvil. Esto supondría un aislamiento mayor para ella más que una protección.10. Si dudáis entre denunciar o no, preguntarse: ¿Sería correcto denunciar el hecho si el autor fuera una persona desconocida? Si la respuesta es sí, ha-cerlo. Que la violencia la cometa una persona conocida, que tiene toda la confianza y amor de la víctima, no es un atenuante sino un agravante de su indefensión.

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miércoles, 5 de mayo del 2010 | la voz de la escuela orientación educativa >> 3

Soy diferente, ¿y qué?El valor de la diversidad en el entorno escolar

«Un camello es un camello. Un dromedario es un dromedario. Una

gallina es una gallina. Un águila es un águila. Estas afi rmaciones que parecen obviedades cercanas al ridículo están frecuentemente negadas cuando, en la escuela, tratamos a todos los alumnos como si fueran iguales, como si tuvie-sen que acomodarse a un prototipo. Quienes se alejan de ese modelo, de ese arquetipo, parece que tienen algu-na defi ciencia, alguna tara. ¿Qué pen-sar de quien considerase deforme un camello por tener dos jorobas en lugar de una como le sucede al dromedario?, ¿sería lógico pretender eliminar una de ellas para que se asemejase más al deseado modelo?, ¿sería justo castigar al camello por ser diferente? Lo mis-mo podríamos decir de quien pensase que la gallina es un águila defectuosa y pretendiese hacerla volar a base de un absurdo y estéril adiestramiento». Así refl exiona Miguel Ángel Santos Guerra, catedrático de Didáctica y Or-ganización Escolar de la Universidad de Málaga, acerca de las diferencias interindividuales que pueden ser en-tendidas y vividas como una riqueza o como una pesada carga.

Y es que el alumno ideal de nuestro sistema educativo lo representa un va-rón blanco, sano, inteligente, católico, castellano-hablante, payo, vidente, oyente... en una palabra, normal. Y todo el que se salga de ese modelo, peor para él porque le va a costar más adaptarse al ámbito escolar. De hecho, a veces se escucha de boca de algunos profesores cosas como «Para mí, todos los alumnos son iguales» o «No pue-do hacer diferencias entre ellos». Eso signifi ca que consideran más justo exi-gir los mismos contenidos, las mismas evaluaciones y las mismas normas para todos. Es decir, se recurre al término justicia para aplicar a todos el mismo rasero, olvidando que no hay mayor

> Ana T. Jack

[email protected]

JAVIER RAMA

La escuela debe avanzar para conducir a cada alumno a su excelencia académica

Hablar del abordaje de las nece-

sidades educativas exige tener

en cuenta la autoestima. Porque su

carencia caracteriza a muchos de

los niños a los que el sistema esco-

lar considera «especiales». Si un

niño con déficit de atención se aver-

güenza de ser así, una niña gitana

se siente mal entre los payos o un

alumno sordo no acepta su sorde-

ra... todo esfuerzo externo para lo-

grar la integración será inútil. La

atención a la diversidad exige el res-

peto a todas las personas, empe-

zando por uno mismo.

Esta minifábula representa la situa-

ción:

Una hormiga (acomplejada) le pre-

gunta a un elefante:

—¿Cuántos años tienes?»

—Tengo tres años —contesta el ele-

fante con orgullo—. ¿Y tú?

—Yo también tengo tres años, pero

es que he estado malita.

injusticia que exigir lo mismo a quie-nes son tan diferentes.

Por otra parte, hay que reconocer que la atención a la diversidad en la práctica se queda en una bonita uto-pía si falla alguno de los tres pilares fundamentales:1. Las actitudes de todos los miembros de la comunidad escolar, en especial padres, profesores y alumnos. Todos ellos deben ser capaces de aceptar la diferencia y respetarla.2. La organización de los centros debe ser fl exible. Si la organización es rígida, se hace más difícil encontrar respues-tas adaptadas. Cuantas más opciones, cuantas más vías o itinerarios, más fácil será adaptarse a la diversidad. Por ejemplo: la optatividad, los agru-

La siguiente fábula puede ayu-

dar a reflexionar acerca de la

supuesta escuela inclusiva. ¿Es

justo exigir lo mismo a quienes

son tan diferentes?, ¿sería razo-

nable exigir un recorrido igual a

quien puede avanzar sin obstácu-

los que a aquel que lleva atado al

pie una enorme bola de hierro? El

lastre de ser pobre, de ser inmi-

grante, de ser gitano, de ser dis-

capacitado, de ser...

Cierta vez, los animales del

bosque decidieron hacer algo

para afrontar los problemas del

mundo nuevo y organizaron una

escuela. Adaptaron un currículo

de actividades consistente en co-

rrer, trepar, nadar y volar y, para

que fuera más fácil enseñarlo, to-

dos los animales se inscribieron

en todas las asignaturas.

El pato era estudiante sobresa-

liente en la asignatura de nata-

ción. De hecho, superior a su

maestro. Obtuvo un suficiente en

vuelo, pero en carrera resultó de-

ficiente. Como era de aprendizaje

lento en carrera tuvo que quedar-

se en la escuela por las tardes y

abandonar la natación para prac-

ticar la carrera. Estas ejercitacio-

nes continuaron hasta que sus

pies membranosos se desgasta-

ron y entonces pasó a ser un

alumno apenas mediano en nata-

ción. Pero la medianía se acepta-

ba en la escuela, de manera que

a nadie le preocupó lo sucedido

salvo, como es natural, al pato.

La liebre comenzó el curso

como el alumno más distinguido

en carrera, pero sufrió un colap-

so nervioso por exceso de traba-

jo en natación. La ardilla era so-

bresaliente en trepa, hasta que

manifestó un síndrome de frus-

tración en la clase de vuelo, don-

de su maestro le hacía comenzar

desde el suelo, en vez de hacerlo

desde la cima del árbol. Por últi-

mo, enfermó de calambres por

exceso de esfuerzo y la califica-

ron con 6 en trepa y con 4 en ca-

rrera.

El águila era un alumno proble-

ma y recibió malas notas en con-

ducta. En el curso de trepa supe-

raba a todos los demás en el ejer-

cicio de subir hasta la copa del

árbol, pero se obstinaba en ha-

cerlo a su manera.

Al terminar el año, una anguila

anormal, que podía nadar de for-

ma sobresaliente y también co-

rrer y trepar y volar un poco, ob-

tuvo el promedio superior y la

medalla al mejor alumno.

La escuela del bosque

Yo soy así

pamientos fl exibles, los programas de diversifi cación curricular, los progra-mas de iniciación profesional...3. Los recursos materiales y persona-les necesarios. No se puede pretender atender a la diversidad del alumnado si desde la Administración no se ofrecen los recursos necesarios para respon-der a las necesidades educativas. Por ejemplo, si no se facilita un profesor de apoyo para un alumno que precisa

atención individualizada, se le está privando (a él y a veces a sus com-pañeros) del derecho a desarrollar al máximo todo su potencial.

Para saber más: El pato en la escuela o el valor de la diversidad, de Miguel Ángel Santos Guerra. Obras Sociales CAM, 2006.

El pato de la fábula suspendió en carrera y

acabó siendo una medianía

Page 30: Convivencia escolar

BLOQUE 1: ORIENTACIÓN FAMILIAR

4. ¡No quieren jugar conmigo!

Cuatro claves para enseñar habilidades a los hijos para relacionarse con los demás

Autora: Ana Torres Jack

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!“Profe, no me dejan jugar”, protesta Susana entre lágrimas en una esquina

del patio. Las niñas que le han hecho el vacío se de!enden diciendo: “Es que

es una tramposa, no queremos estar con ella”. La maestra suspira y se la lleva de la

mano para consolarla y explicarle que es necesario respetar las normas del juego si

quiere estar con sus compañeras. Esta escena se lleva repitiendo casi cada día des-

de el principio de curso: es una alumna que siempre tiene con#ictos con los demás,

que llora por todo, que se siente rechazada y que no es capaz de encontrar “su sitio”

en lo que a relaciones sociales se re!ere. De hecho, la tutora está tan preocupada

que ha pedido colaboración a sus padres. Tampoco ellos saben muy bien qué hacer,

aunque reconocen que algo está fallando.

Las habilidades sociales hacen referencia a una serie de destrezas necesarias para adaptarse

a la vida en sociedad, lo que signi!ca ser capaz de comunicarse con los demás y de disfrutar

al hacerlo, saber solucionar con"ictos interpersonales y tener habilidades para adaptarse al

propio entorno. Estas destrezas, que se adquieren sobre todo en los primeros años de vida,

en la práctica se traducen en una serie de conductas:

Saber pedir por favor las cosas y dar las gracias.

Hablar mirando a los ojos.

Saludar.

Sonreír, besar, abrazar...

Respetar las normas del juego.

Saber dar y recibir cumplidos.

Decir “no” de forma correcta.

Preguntar “por qué” de forma adecuada.

Iniciar una conversación o juego con otros niños.

Ponerse en el lugar del otro.

Saber enfrentarse a los con"ictos.

Pedir a otros el cambio de conductas perturbadoras.

Expresar quejas de forma e!caz y adecuada al contexto.

Defender los derechos propios respetando los ajenos.

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¿Y cómo se aprenden las habilidades sociales? Esta es una pregun-ta clave, que tiene al menos cuatro respuestas:

POR IMITACIÓN DE LOS PADRES. Los niños imitan el estilo de comunicación social de

sus padres: su actitud, forma de hablar, forma de actuar, de resolver problemas o de utilizar

los gestos. También se !jan en otras personas relevantes como cuidadores, abuelos, ami-

gos...

POR REFUERZO O EXTINCIÓN DE CONDUCTAS. Es decir, repetirán aquellas actuacio-

nes a las que les siga una recompensa (“Cuando me cuentas algo y luego me escuchas nos

entendemos mejor, ¿verdad?” o “Qué bien estás utilizando los cubiertos”). Y se extinguirán

aquellas que se ignoren.

POR INMERSIÓN, A TRAVÉS DE LAS EXPERIENCIAS QUE VIVE EL NIÑO AL ENFRENTAR-

SE A SITUACIONES SOCIALES sin intervención de los adultos: en el parque, en el colegio,

en la tienda...

POR INDICACIÓN EXPRESA DE SUS PADRES O EDUCADORES: “Pregúntale cómo se lla-

ma”. “¿Cómo se dice?” o “Pídele perdón por lo que has hecho”. Es decir, las habilidades so-

ciales se pueden enseñar y, por tanto, aprender de forma directa.

En el caso del ejemplo con el que iniciamos este artículo los padres deberían

plani!car, con ayuda de algún profesional (como por ejemplo el orientador del

centro educativo), un programa de actividades dirigido a aumentar la compe-

tencia social de su hija. Para esta tarea, las editoriales existentes en el merca-

do ofrecen diversas opciones que facilitan su puesta en práctica desde casa.

Los bene!cios que se pueden conseguir a medio plazo bien vale el esfuerzo.

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BLOQUE 1: ORIENTACIÓN FAMILIAR

5. Enséñale a hacer amigos... en cuatro pasos

Sencillas estrategias para mejorar la competencia social de los hijos

Autora: Ana Torres Jack

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s...

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aso

sMi hijo de nueve años siempre se quejaba de que no tenía amigos y de que sus

compañeros de clase se portaban fatal con él. Por eso decidí acompañarles

como monitor de grupo a una excursión que hicieron a !nal de curso. Solo puedo

decir que me quedé horrorizada: mi hijo no era capaz de respetar las normas del

juego, siempre quería salirse con la suya y si perdía se enfurruñaba con todo el

mundo. Los demás se reían de él, sí... con razón. Ahora tengo claro que tiene mu-

cho que aprender.

Puede haber muchas razones para que un niño tenga pocos o ningún amigo. Ya desde los primeros

años de escolaridad se pueden observar las habilidades sociales de los más pequeños. Unos se relacio-

nan con facilidad, mientras que otros solo lo saben hacer a bofetadas; los hay que se aíslan en un rincón

del aula, pero también están los que no se despegan de las faldas de la maestra... Esta diversidad de

comportamientos sociales son absolutamente normales en estos primeros años y lo lógico es que, poco

a poco, vayan aprendiendo a relacionarse con los demás de forma satisfactoria. La mayoría lo consigue...

pero siempre hay alguno al que le cuesta más.

Para ellos, Michele Borba, autora de Acabe con el problema, propone a los padres un interesante pro-

grama de cuatro pasos para ayudarles a mejorar sus relaciones sociales. Son estos:

1. IDENTIFICA LAS HABILIDADES SOCIALES EN LAS QUE FALLA TU HIJO. Para ello, si es necesa-

rio, pide la colaboración de sus profesores, que suelen conocer mejor que nadie cómo se relaciona

con el grupo de iguales. El siguiente listado puede ayudarte a localizarlas.

No sabe esperar su turno.

No sabe perder.

Rara vez colabora con los demás.

Demuestra poca empatía con los sentimientos de los demás.

Carece de habilidades para el juego.

Es demasiado competitivo (se enfada con los compañeros, les grita, siempre quiere ganar).

Acapara los juguetes y no los comparte.

Es maleducado, dice tacos y expresiones malsonantes que asustan al resto.

Es mandón, siempre tiene que salirse con la suya.

Aprovecha cualquier excusa para criticar a los demás

Es un sobón, se acerca demasiado a los demás niños y eso les molesta.

Es pesado, anda detrás de los demás aunque no le hagan caso.

Es algo agresivo, a la primera de cambio arrea una patada o se pone a gritar.

Siempre está enfurruñado.

Interrumpe las conversaciones sin venir a cuento.

Nunca escucha.

Llora por tonterías.

No para de hablar, estresa al resto.

No sabe defenderse, es pasivo.

Tiene un aspecto triste, apenas sonríe.

Solo sabe relacionarse a base de dar empujones.

No sabe cómo unirse a un grupo, siempre se queda al margen.

Nunca mira a los ojos de su interlocutor.

Siempre está enfadado.

Usa un tono de voz alto, poco amistoso o llorica.

Intenta cambiar las reglas a mitad del juego.

Hace trampas.

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2. SELECCIONA UNA O DOS PROBLEMAS DE LA LISTA ANTERIOR Y PROPONTE AYU-

DARLE A CONVERTIRLO EN UNA HABILIDAD. Por ejemplo, si siempre está enfurruñado explí-

cale que así los demás preferirán estar lejos de él, que no es agradable estar al lado de alguien que

siempre está mal encarado. Que todos preferimos caras sonrientes y dispuestas a conversar, colabo-

rar con los demás y pasarlo bien.

3. NO LLEGA CON LA EXPLICACIÓN TEÓRICA DE LA HABILIDAD SOCIAL: NECESITA PONERLA EN PRÁCTICA. Puede empezar a probarla con niños más pequeños que él, menos ha-

bilidosos o que no le conozcan. La sesión práctica debe ser corta, y conviene que como padre te

mantengas a una distancia cómoda (en el parque, en una !esta de cumpleaños, en un partido de

fútbol...). Después, evalúa con él la experiencia y hazle recomendaciones en privado, nunca delante

de los otros niños (“¿cómo te ha ido?”, ¿qué cambiarías para la próxima vez?”). Evita criticarle y elogia

sus logros. En cuanto se sienta cómodo con esta nueva habilidad, estará preparado para aprender la

siguiente.

4. FACILITA SITUACIONES EN LAS QUE PUEDA RELACIONARSE CON CHICOS DE SU

EDAD Y ESTABLECER NUEVAS RELACIONES SOCIALES.

Por ejemplo:

-Iníciale en un deporte, a!ción o actividad que pueda compartir con otros niños.

-Relaciónate con otros padres que tengan hijos más o menos de su edad.

-Proporciónale juegos de grupo.

-Enséñale a reforzar a los demás. A los niños les gusta estar con otros que les acepten y animen. Ensaya

con él expresiones de apoyo del tipo “¡Muy bien!”, “¡Bien hecho!” o “¡Buen intento!”.

Con un poco de práctica, en poco tiempo sus relaciones sociales serán mu-

cho más satisfactorias.

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miércoles, 30 de octubre del 2013 | la voz de la escuela orientación educativa >> 3

Compañeros que no caen bien Pautas para ayudar a los hijos a mejorar sus habilidades sociales

Hacer trampas, enfadarse cuando se pierde, agredir, estar siempre huraño

o ser incapaz de sonreír son algunas trabas importantes a la hora de esta-blecer relaciones sociales. Eso es algo que todos podemos entender. Pero hay comportamientos más sutiles, que los adultos no siempre somos capaces de percibir, que explican por qué hay ni-ños populares y queridos mientras que otros son rechazados de forma sistemá-tica por sus compañeros. Estas situa-ciones se observan ya en las aulas de educación infantil, donde tiene especial relevancia la comunicación no verbal (mirada, postura, gestos, forma de reír, de tocar...). Según los expertos en estos temas, los niños tienen unos “radares sociales» muy desarrollados que tradu-cen las conductas de los demás en algo así como etiquetas de «compañeros deseables» o «compañeros no desea-bles» desde el punto de vista relacional.

Los motivos para que un alumno tenga dificultades para establecer re-laciones positivas entre sus iguales son muchos. No todo el mundo nace do-minando estas capacidades, así que el

que no las tiene... tiene que adquirirlas. Porque las habilidades sociales, esa es la buena noticia, se aprenden.

Los padres que detecten estas dificul-tades de relación en su hijo o hija deben poner todo su empeño en identificar las causas y en mejorar sus habilidades a nivel social. No se trata de educar niños «populares» sino lo suficientemente seguros de sí mismos como para des-envolverse en distintos contextos de forma satisfactoria.

Este proceso puede realizarse en cua-tro pasos:

1. Identificar los comportamientos que impiden la amistad. Es decir, de-tectar aquellos comportamientos «erró-neos» que dificultan sus relaciones sociales. El listado de abajo ofrece las conductas más habituales que impiden la formación de lazos de amistad.

2. Seleccionar y fomentar las nuevas habilidades para hacer amigos. Hay que escoger algunos de los problemas detectados y convertirlos en habilida-des. Por ejemplo, si al niño le cuesta

compartir, y acapara el balón a la hora de jugar al fútbol, habrá que explicarle que no es nada divertido para los de-más jugar así. Cuanto más intente que participen los otros, dándoles entrada, más popular será. También se le puede decir que a todos nos gusta estar con otras personas que nos acepten y nos animen. Por eso es importante enseñar-le afirmaciones de apoyo como «¡Muy bien!, ¡buen tiro! o ¡así se hace!».

3. Encontrar oportunidades para practicar la habilidad y comentarla.El hecho de explicarle desde la teoría lo que tiene que hacer no es suficien-te. Necesita llevarlo a la práctica. Al principio, puede hacerlo con niños más pequeños o menos habilidosos que él. La sesión práctica debe ser corta. Pos-teriormente, en privado, se le puede ayudar a reflexionar a través de una serie de preguntas: «¿cómo te ha ido?, ¿qué podrías hacer la próxima vez?».

4. Proporcionar ocasiones para que haga amigos. Los padres pueden ayu-dar a sus hijos a hacer amigos de varias

ÁLVARO BALLESTEROS

El trabajo en equipo y los juegos compartidos ayudan a mejorar la relación de un niño con los demás, a establecer empatías y a cultivar la amistad

> LA ADAPTACIÓN

Esta lista de comportamientos recoge los indicadores que suelen presen-

tar los niños que necesitan mejorar sus habilidades sociales. Identificar estas señales de alarma es el primer paso para intentar acabar con ellas y sustituirlas por otras más positivas.

COMPORTAMIENTOS PROBLEMÁTICOS

■ No espera su turno■ No sabe perder

■ Carece de las habilidades que requie-re el juego■ No comprende las reglas del juego■ Acapara los juguetes, el balón… y no los comparte■ Es mandón y siempre quiere salirse con la suya■ Siempre está enfurruñado■ No establece empatía con los demás■ Siempre interrumpe las conversacio-

nes y no suele escuchar■ Se relaciona a base de dar empujones, collejas o golpes a los demás■ No sabe mantener una conversa-ción■ No sabe cómo unirse a un grupo, se queda al margen■ No mira a los ojos■ Apenas sonríe, siempre está serio■ Se molesta y enfada con facilidad ■ Siempre acaba llorando

■ Utiliza un tono de voz alto, poco amis-toso o llorica■ No cumple las reglas del juego y las cambia a su antojo■ Está siempre pinchando a los demás■ Es un acusica, un mal compañero■ No sabe compartir■ Siempre está criticando a los demás■ Se aísla, no intenta establecer conver-saciones o iniciar juegos con los otros

Las señales de alarma

formas. Por ejemplo: relacionándose con otros padres que tengan hijos en edades parecidas, favoreciendo juegos de equipo, animándolo a practicar dis-tintos deportes, ampliando sus círculos sociales…

> Ana T. Jack

[email protected]

TEMA DEL MES: La adaptación a las diferentes etapas educati-vas.

ETAPA: Infantil, primaria y se-cundaria.

LA FRASE: «La risa no es mal comienzo para la amistad, y está lejos de ser un mal final» (Oscar Wilde).

COMPORTAMIENTOS A EVITAR: Permitir el fracaso con-tinuado para establecer relacio-nes sociales a lo largo de los años sin hacer nada por evitarlo (puede producirse depresión, sensación de indefensión y baja autoestima).

ALGUNAS CLAVES: Dar ejem-plo, enseñar habilidades socia-les de forma directa, reforzar las conductas adecuadas, recurrir a cuentos y a dramatizaciones.

PARA SABER MÁS: «¡No quie-ren jugar conmigo!». Documen-to en el que se ofrecen algunas claves interesantes para ayudar a los hijos a relacionarse con los demás de forma positiva. Este recurso forma parte de la colec-ción «Los hijos: instrucciones de uso», de Ana Torres Jack, dentro del proyecto educativo Educaba-rrié. http://www.educabarrie.org/re-cursos/%C2%A1no-quiere-ju-gar-conmigo

ESCUELA DE PADRES

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BLOQUE 1: ORIENTACIÓN FAMILIAR

6. Cuando los problemas crecen

Un programa especí!co de entrenamiento en habilidades sociales

Autora: Ana Torres Jack

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n Cuando el Plan A falla, hay que recurrir al Plan B. Cuando un niño presen-

ta problemas de competencia social, lo primero es intentar enfrentarse a él con

sencillas estrategias, por ejemplo las que se proponen en el Plan de los cuatro

pasos. Pero si esto no funciona hay que recurrir directamente a un plan de inter-

vención más completo. Por ejemplo, el Programa de Enseñanza de Habilidades de

Interacción Social para niños y adolescentes (PEHIS), que es un buen método para

enseñar a los más jóvenes a relacionarse de forma satisfactoria con otras personas.

Este programa, que está concebido para ser aplicado en el ámbito escolar y en el

familiar, se estructura en torno a treinta habilidades sociales que se agrupan en

seis áreas temáticas. Para su puesta en práctica incluye una serie de !chas con los

pasos a seguir para conseguir el objetivo de cada área. Son éstas:

1. Habilidades básicas de interacción social

Sonreír y reír, saludar, hacer presentaciones, realizar favores (y pedirlos) y gestos de cortesía componen

las cinco habilidades de esta primera parte. Estas conductas, también conocidas como de protocolo so-

cial, se asocian a una época “más antigua”. Pero lo cierto es que son fundamentales para alcanzar el éxito

en las relaciones interpersonales.

2. Habilidades para hacer amigos y amigas

Reforzar a los demás (felicitar, piropear), establecer relaciones, unirse al juego de otros, estrategias de

ayuda (en la doble vertiente de pedirla y prestarla) y habilidades para cooperar con los compañeros

constituyen esta segunda área dedicada a la amistad.

3. Habilidades de conversación

Cómo iniciar, mantener y terminar conversaciones, cómo unirse a la charla de otro grupo o cómo domi-

nar un diálogo entre varias personas son las cinco habilidades que se pueden aprender en este apartado.

4. Habilidades relacionadas con los sentimientos, opiniones y emociones

Las autoa!rmaciones positivas, la expresión y recepción de emociones, y la defensa de los propios dere-

chos y opiniones de!nen los elementos básicos de esta forma de actuar, que es la asertiva..

5. Habilidades de solución de problemas interpersonales

Identi!car problemas interpersonales, buscar soluciones, anticipar consecuencias, tomar una decisión y

llevarla a la práctica son las cinco estrategias imprescindibles para resolver con"ictos interpersonales en

la infancia y en la adolescencia.

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6. Habilidades para relacionarse con adultos

Conductas de cortesía, refuerzo, conversación, petición y solución de problemas con “los mayores” son

las últimas estrategias básicas que enseñan a establecer una relación socialmente inteligente con los

adultos más signi!cativos del entorno de cualquier niño o adolescente: padres y profesores.

Para llevar a la práctica este entrenamiento en habilidades sociales, es impor-

tante tener en cuenta las siguientes ideas:

1. Fijar un tiempo determinado al día o a la semana para dedicar, de forma espe-

cial, al aprendizaje de estrategias sociales. Es preferible hacerlo en períodos cortos

(diez minutos al día) y aprovechando las actividades de la vida diaria: al ir a una tienda, al

visitar a unos familiares o al acudir a una !esta de cumpleaños.

2. Enseñar con claridad cosas concretas. Al niño no le vale de nada que se le diga “Ay,

hijo, pareces un cocón” o “Eres tan tímido como tu padre”. Estos comentarios generales no le

sirven más que para ser consciente de la etiqueta que se le ha puesto. Le resultará mucho más

útil que se le den instrucciones concretas de cómo acercarse a un grupo de niños y jugar o

con qué palabras puede dirigirse a un adulto.

3. Dar tiempo de aprendizaje. Una vez que se le han dado las instrucciones concretas y

claras, las primeras veces que las ponga en práctica necesitará atención y apoyo mediante

ayudas verbales y físicas, si es necesario. Son cosas nuevas para él y requiere un tiempo y una

práctica guiada.

4. Valorar siempre sus intentos y sus esfuerzos por mejorar, resaltando lo que hace

bien y pasando por alto lo que hace mal. Al niño, como al adulto, le encanta tener éxito y que

se lo reconozcan.

5. Dar ejemplo. Sin coherencia entre las palabras y los hechos, es difícil conseguir el cambio.

Un padre no puede pedir a su hijo que mire a los ojos cuando habla si él no lo hace.

No es necesario trabajar todas las sesiones que propone el libro: es su!ciente

con seleccionar aquellas que resultan más interesantes. Unos padres motiva-

dos son perfectamente capaces de llevar a la práctica estos ejercicios. Eso sí,

con el asesoramiento de un profesional, que bien puede ser el orientador del

colegio, la e!cacia de este programa será aún mayor.

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