Corrientes Fundamentales en Psicoterapia

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CORRIENTES FUNDAMENTALES EN PSICOTERAPIA Jürgen Kriz Amorrortu editores Buenos Aires Directores de la biblioteca de psicología y psicoanálisis, Jorge Colapinto y David Maldavsky Grundkonzeple der Psychoterapie, Jürgen Kri © Psychologie Verlags Union, !mb", #$%& 'raducci(n, Jos) *uis +tceverry -nica edici( n en cast ellan o auto riad a por Psychologie Verlags Union, !mb", Munic .Alemania /ederal0, y debidamente protegida en todos los países1 2ueda eco el dep(sito 3ue previene la ley n4 ##156718 'odos los derecos de la edici(n castellana reservados por Amorrortu editores 91A1, :araguay #66&, 54 :iso, Buenos Aires1 *a reproducci(n total o parcial de este libro en ;orma id)ntica o modi;icada por cual3uier medio mecánico o electr (n ico, inc luy end o ;ot oco pia , gra bac i(n o cua l3u ier sistema de alm ace namien to y rec upe raci(n de in; orm aci (n, n( autori ad a po r los edi to res , vio la der ec os res ervados1 Cua l3u ier utili aci(n debe ser  previamente solicitad a1 <ndustria argentina1 Made in Argentina <9B= $&>?&#%?&#>?7 <9B= 7?&@#?#@#5#?$, Munic, edici(n original <mpreso en los talleres !rá;icos Color +;e, :aso #$6, Avellaneda, provincia de Buenos Aires, en unio de #$$>1 'irada de esta edici(n 61>>> eemplares1 A mi madre, 3ue sola cri( tres ios en los tiempos di;íciles de la posguerra con agradecimiento y a;ecto1

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no, sentimental, creador, y que en el sueo las ms de las veces se encarna como una mujer, mientras que la imagen del animas

CORRIENTES FUNDAMENTALES

EN PSICOTERAPIAJrgen Kriz

Amorrortu editores Buenos Aires

Directores de la biblioteca de psicologa y psicoanlisis, Jorge Colapinto y David Maldavsky

Grundkonzeple der Psychoterapie, Jrgen Kriz Psychologie Verlags Union, GmbH, 1985

Traduccin, Jos Luis Etcheverry

Unica edicin en castellano autorizada por Psychologie Verlags Union, GmbH, Munich (Alemania Federal), y debidamente protegida en todos los pases. Queda hecho el depsito que previene la ley n 11.723. Todos los derechos de la edicin castellana reservados por Amorrortu editores S.A., Paraguay 1225, 7 Piso, Buenos Aires.

La reproduccin total o parcial de este libro en forma idntica o modificada por cualquier medio mecnico o electrnico, incluyendo fotocopia, grabacin o cualquier sistema de almacenamiento y recuperacin de informacin, n autorizada por los editores, viola derechos reservados. Cualquier utilizacin debe ser previamente solicitada.

Industria argentina. Made in Argentina

ISBN 9505185103

ISBN 3541141719, Munich, edicin original

Impreso en los talleres Grficos Color Efe, Paso 192, Avellaneda, provincia de Buenos Aires, en junio de 1990.

Tirada de esta edicin: 2.000 ejemplares.

A mi madre, que sola cri tres hijos en los tiempos difciles de la posguerra; con agradecimiento y afecto.

Indice general

15 Palabras preliminares: origen y propsito de este libro

21 1.Introduccin: las races de la psicoterapia

221.1 La imagen del hombre en la antropologa y en la

psicologa de la poca de Freud

251.2 La imagen mdica del ser humano

271.3 Precursores de Freud

301.4 El nacimiento del psicoanlisis

331.5 Freud y sus discpulos

33

1.5.1 Alfred Adler

34

1.5.2 Carl Gustav Jung

36

1.5.3 Otros discpulos de Freud

371.6 La dispersin (ulterior) del movimiento psicoanaltico

391.7 La influencia de Freud sobre otras orientaciones

teraputicas

411.8 El cuadro de las influencias

45 Primera parte. Abordajes de psicologa profunda

47 2. Psicoanlisis (Freud)

482.1 Desarrollo del edificio terico freudiano

49

2.1.1 La teora del trauma (hasta 1900

aproximadamente)

51

2.1.2 La gnesis del psicoanlisis (19001920)

53

2.1.3 De la perspectiva energtica a la estructural

(despus de 1920)

54

2.1.4 Elaboraciones posteriores

562.2 El modelo estructural de la personalidad

582.3 La doctrina de las pulsiones

602.4 El modelo de las fases del desarrollo psicosexual

60

2.4.1 Fases infantiles de la libido

61

2.4.2 El complejo de Edipo

63

2.4.3 Relaciones de objeto y narcisismo

642.5 Conflicto, formacin de sntoma y neurosis

672.6 La situacin teraputica

682.7 Sueo e interpretacin

702.8 Resistencia, trasferencia y contratrasferencia

72 3. La psicologa individual (AdLer)

743.1 Sentimiento de inferioridad y afn de hacerse valer

763.2 Estilo de vida, lneas rectoras y plan de vida

793.3 Sentimiento de comunidad y voluntad de podero

823.4 El arreglo de los sntomas neurticos

853.5 Principios de la terapia

894. La psicologa analtica (Jung)

924.1 Estructuras y funciones de la psique

934.1.1 Las funciones ectopsquicas de la conciencia

944.1.2 Las funciones endopsquicas de la conciencia

964.2 La doctrina junguiana de los tipos

984.3 El inconciente colectivo y los arquetipos

1004.4 Individuacin

1024.5 La psicoterapia junguiana

104 5. Vegetoterapia (Reich)

1075.1 Reich contra Freud

1095.2 Energa, orgasmo y neurosis

1125.3 Sexualidad y sociedad

1155.4 La estructura del carcter

1185.5 La coraza corporal y su modificacin

1236. Bioenergtica (Lowen)

1256.1 Estructuras bioenergticas del carcter

1296.2 Estar plantado y trabajo corporal

1316.3 Respiracin y voz

1347. Anlisis transaccional (Bewne)

1367.1 Anlisis estructural

1407.2 Anlisis transaccional (modelo de la comunicacin)

1427.3 Anlisis de los juegos

1477.4 Anlisis del guin

1507.5 La intervencin teraputica

153 Segunda parte. Abordajes de terapia de la conducta

155 8.Orgenes de la terapia de la conducta

1578.1 Abordajes tericos iniciales

157 8.1.1 Pavlov: condicionamiento clsico

159 8.1.2 Bechterev: reflexologa

159 8.1.3 Thorndike: ley del efecto

160 8.1.4 Watson: conductismo

1628.2 Primeros abordajes de orientacin prctica

162 8.2.1 Precursores

163 8.2.2 Neurosis experimentales

165 8.2.3 Primeras terapias basadas en la teora del

aprendizaje

1678.3Races tericas II: las teoras norteamericanas del

aprendizaje

167 8.3.1 Hull: esquema de estmuloreaccin (teora del

automatismo)

168 8.3.2 Skinner: condicionamiento operante

170 8.3.3 Guthrie: teora de la contigidad

170 8.3.4 Tolman: aprendizaje latente

173 9. Abordajes de terapia de la conducta fundados en la teora

del aprendizaje

1739.1 Desensibilizacin y dominio de la angustia

173 9.1.1 El contracondicionamiento

17 9.1.2 La desensibilizacin sistemtica de Wolpe

176 9.1.3 Problemas y crticas

1789.2 Variantes

178 9.2.1 Entrenamiento para el dominio de la angustia

178 9.2.2 Entrenamiento para la autoafirmacin (assertive

training)

1799.3 Abordajes operantes

180 9.3.1 Nociones generales del condicionamiento

operante

182 9.3.2 Los programas de fichas

184 9.3.3 Biofeedback

186 9.3.4 Autocontrol

187 9.3.5 Autorrefuerzo

187 9.3.6 Control de los estmulos

188 9.3.7 Autoobservacin

188 9.3.8 Contratos teraputicos

190 9.3.9 E1 modelo de autorregulacin de Kanfer

191 10. Abordajes cognitivos de la terapia de la conducta

19410.1 Aprendizaje de modelos

195 10.2 Entrenamiento en competencias sociales

19510.3 Solucin de problemas

19710.4 Condicionamiento latente

19810.5 Autoinstruccin

20010.6 Terapia cognitiva

20210.7 Terapia multimodal (BASIC ID)

203 ll. Terapia racionalemotiva (Ellis)

204 11.1 Albert Ellis y el desarrollo de la terapia racional

emotiva

207 11.2 El ABC de la terapia racionalemotiva

211 11.3 E1 proceso teraputico

214 11.4 Mtodos de intervencin en la terapia racional

emotiva

215 11.4.1 Tcnicas emotivas

215 11.4.2 Tcnicas conductistas

216 11.4.3 Tcnicas cognitivas

217 Tercera parte. Abordajes humanistas

219 12. Las races de las terapias humanistas

22012.1 Las races filosficas

22312.2 Las races en la psicologa de la Gestalt

22512.3 La imagen del hombre de la psicologa humanista

229 13. Terapia guestcEltica (Perls)

23113.1 Teora y prctica teraputica

23413.2 Asimilacin y crecimiento

23513.3 Dilogo, encuentro y autorregulacin

23813.4 Perturbaciones del contacto y estrategias de dominio

24013.5 Fases del contacto y de la terapia

24113.6 Aspectos y tcnicas de la intervencin

245 14. Psicoterapia de dilogo (Rogers)

24514.1 Introduccin

24814.2 El desarrollo de la psicoterapia de dilogo

249 14.2.1 Fase de la terapia no directiva (dcada de

1940)

249 14.2.2 Fase de la verbalizacin de sentimientos

(dcada de 1950 hasta mediados de la dcada

de 1960)

250 14.2.3 Fase del centramiento en la vivencia (desde

mediados de la dcada de 1960)

251 14.2.4 Fase de ampliacin e integracin (desde la

dcada de 1970)

26214.3 Imagen del hombre y teora de la personalidad

segn Rogers

25514.4 Actitudes bsicas del terapeuta

256 14.4.1 Estimacin positiva y calidez emocional

257 14.4.2 Autenticidad

258 14.4.3 Comprensin emptica

26014.5 Los deterioros psquicos y el proceso teraputico

26414.6 Experienaing y .focusing

267 15. Variedades: logoterapia (Frankl) y psicodrama (Moreno)

26815.1.1 La persona de Frankl

27015.1.2 La neurosis nogena y otras formas de

neurosis

27115.1.3 Modulacin de la actitud y derreflexin

27215.1.4 Intencin paradjica

27415.2 Psicodrama (Moreno)

274 15.2.1 La persona de Moreno

275 15.2.2 Nociones tericas bsicas del psicodrama

277 15.2.3 Prctica de la terapia psicodramtica

281 Cuarta parte. Abordajes sistmicos

283 16. Fundamentas de las terapias sistmicas

28316.1 Introduccin en la problemtica

28716.2 Digresin sobre el sistema de la familia

294.16.3 Races de los abordajes sistmicos

301 17. Terapia individual sistmica: comunicacin y paradoja

30217.1 Axiomas pragmticos y perturbaciones de la

comunicacin

30617.2 Conceptos y aspectos de la comunicacin desde el

punto de vista sistmico

30817.3 Paradojas comunicativas y doble vinculo

31117.4 Terapia individual de orientacin sistmico-

comunicativa

315 18. La relacin de pareja como colusin (Willi)

31618.1 El principio del deslinde

31718.2 Regresin y progresin

31818.3 La equiparacin

31918.4 Colusin y tipos de colusin

319 18.4.1 Sobre el concepto de colusin

322 18.4.2 La colusin narcisista

323 18.4.3 La colusin oral

324 18.4.4 La colusin anal-sdica

325 18.4.5 La colusin flico-edpica

32818.5 Sobre la intervencin teraputica

331 19. Terapia familiar

33219.1 Aspectos de las intervenciones en terapia familiar

comunes a diversas escuelas

333 19.1.1 Joining (alianza de trabajo teraputica)

334 19.1.2 Xeframing (reencuadramiento)

335 19.1.3 Trabajo sobre las fronteras

335 19.1.4 Escultura familiar

336 19.1.5 Anamnesis familiar y genograma

33619.2 Terapia familiar de orientacin psicoanaltica

337 19.2.1 Panorama de conjunto

340 19.2.2 Fuerzas sistmicas en el proceso de la

terapia familiar segn Stierlin

34319.3 Terapia familiar centrada en la experiencia

345 19.3.1 Perspectivas bsicas

346 19.3.2 Las pautas de comunicacin de Satir

350 19.3.3 La intervencin teraputica

35219.4 Terapia familiar estructural

353 19.4.1 La estructura familiar normativa

355 19.4.2 Estructuras patgenas

356 19.4.3 Esquemas de intervencin

35819.5 Terapia familiar estratgica

359 19.5.1 Sobre el concepto de estrategia

361 19.5.2 La estructura familiar patgena

364 19.5.3 Aspectos de la intervencin

368 20. Eplogo: prolegmenos a una terapia de niveles mltiples

384 Bibliografa comentada

384 Panoramas de conjunto

384 I. Abordajes de psicologa profunda

386 II. Abordajes de terapia de la conducta

387 III. Abordajes humanistas

389 IV. Abordajes sistmicos

393 Referencias bibliogrficas

Palabras preliminares: origen y propsito de este libro

Este libro naci de un curso universitario de nivel ntroductorio. Puestas a prueba y modificadas las lecciones con el paso de los aos, tienen ahora la estructura que se refleja en esta obra. En principio, su destino es la enseanza, el aprendizaje y la labor acadmica; se trata, en consecuencia, de un libro de texto, pensado para una consulta asidua. Por eso mismo parece conveniente y atinado consignar aqu algunas de las ideas y decisiones, as como de los compromisos inevitables, a que se ci el texto manifiesto. Conocer las intenciones del autor contribuir a generar expectativas acordes y facilitar el estudio del libro.

Me propuse sobre todo ofrecer un panorama de las principales corrientes en psicoterapia, que se dejara leer, que resultara atrayente en lo posible, pero que al mismo tiempo estuviera bien fundamentado. El libro deba tener una extensin normal. Desde luego que un trabajo de esta ndole no puede ni debe sustituir al conocimiento directo de la vasta bibliografa que existe para cada uno de los abordajes teraputicos; al contrario: tiene que servir de introduccin y de estmulo a ese estudio, y proporcionar a la vez el marco que facilite la seleccin juiciosa de las lecturas, y su profundizacin.

No es este, por principio, un manual de psicoterapia; por eso excluye informes sobre investigaciones hechas en esta materia, descubrimientos obtenidos por medio de estudios empricos, as como recomendaciones o ejemplos para la prctica teraputica. Aun de esta manera, en varias etapas de mi trabajo de redaccin estuve a punto de desistir porque la empresa me pareca demasiado osada y habra preferido no tener que tomar las decisiones que se imponan para condensar en un volumen manuable varios centenares de obras sobre psicoterapia (as es en efecto, y eso que se trata de una seleccin restringida). Pero la respuesta que encontraron los primeros fragmentos y el deseo, sobre todo de mis alumnos, de disponer de una introduccin concisa, me dieron nimo para llevar adelante los compromisos indispensables.

La decisin ms fcil fue definir las variedades de terapia que se incluiran y la extensin con que se las tratara. El psicoboom, sobre todo en los ltimos diez aos, ha dado origen a cientos de variedades de terapia, pero el examen de las publicaciones cientficas y profesionales corrientes deja ver con bastante claridad los alcances de su vigencia. Tal vez esto no haga justicia a alguna corriente genial pero desdeada. Opino, sin embargo, que un libro introductorio no se debe apartar demasiado de las valoraciones prevalecientes. A pesar de ciertas libertades personales que me he permitido (como una mayor ponderacin de los aportes de Wilhelm Reich), tengo pocas dudas de que la seleccin en su conjunto responde a las opiniones de la generalidad.

Ms difcil, en cambio, me result seleccionar el material dentro de cada uno de los abordajes teraputicos. Es que presentan variantes, modificaciones, complementos. Me pareci atinado tomar como eje la corriente en su expresin originaria en lugar de resear el espectro de las elaboraciones posteriores: quien despus profundice en la bibliografa sobre psicoterapia, o en la prctica de esta, encontrar ms fcil articular modificaciones de detalle en una estructura de corrientes fundamentales que proceder a la inversa.

Por ltimo, la clasificacin general es decir, la distribucin de las formas de terapia en grandes grupos: abordajes de psicologa profunda, abordajes de terapia de la conducta, abordajes humanistas y abordajes sistmicos slo puede valer como una entre las posibles de pareja justificacin. Aun si se aceptan estos cuatro grupos a los que me he ceido, la subsuncin en modo alguno es clara y unvoca. P.ej., el anlisis transaccional de Berne, que hemos clasificado entre los abordajes de psicologa profunda, con igual derecho se podra incluir entre los humanistas y aun entre los sistmicos. El espacio de similitud entre las terapias est determinado por una cantidad grande de factores dependientes (entre otros: psicologa profunda, humanista, teora de la conducta, del aprendizaje, cognitiva, sistmica, terapia de nios, orientacin hacia el cuerpo, teora filosfica, terapia social), que en parte presentan carcter bipolar. Conviene entonces tener presente en la lectura que nuestro agrupamiento terminolgico en cuatro conglomerados es arbitrario e insatisfactorio.

En lo que se refiere al mtodo de exposicin, desech mi plan originario de emplear en todos los captulos una misma estructura sistemtica: habra sido difcil aplicar ese procedimiento en vista de las ponderaciones diferentes de los distintos abordajes de terapia (que se traducen tambin en la extensin expositiva), pero adems semejante estructura habra parecido una importacin extrnseca a los abordajes mismos. Antes que empearme en ofrecer una posibilidad de comparacin formal de los abordajes segn casilleros comunes, me pareci importante, en el marco de una introduccin, desarrollar las diversas formas de terapia, en todo lo posible, desde sus estructuras internas y su intencionalidad central. Este mtodo se impuso despus casi como una necesidad de redaccin. P.ej., la presentacin de las terapias de la conducta se rige por hechos empricos, mientras que la terapia guestltica se expone de una manera ms bien metafrica y expresionista.

Entonces, me gustara que el lector, en lugar de emprender una comparacin objetiva desde una postura neutral, se internara en las diversas corrientes y se esforzara en prolongar su deduccin y en comprenderlas a partir de su lgica interna. Por esta razn hemos omitido en general la crtica. Los abordajes mismos, como conjunto, son diversos y se oponen entre s lo bastante; no se corre entonces el riesgo de guiar (o seducir) al lector para que haga suya determinada corriente de manera acrtica. Prefer, en un captulo de conclusin, conjugar en una suerte de crtica constructiva aspectos importantes de los abordajes expuestos en el libro; con esa intencin esbozo all mi propia perspectiva sobre la terapia. Mi impresin personal es que hoy demasiado a menudo y con ligereza se hacen crticas dictadas ms por la superficialidad y la falta de comprensin que por un anlisis real. Es fcil desde luego para recurrir a una imagenreprochar a la rana que no pueda volar y al pjaro criticarlo porque no croa. As se evita la tarea, mucho ms ardua, de la meditacin comprensiva, tarea que en una introduccin a la psicoterapia me parece esencial e insoslayable.

Esto significa que la perspectiva adoptada en este libro no es tanto sistemtica y crtica cuanto histrica y reconstructiva (para una obra que escoge aquel otro camino, vase una interesante solucin en Renaud von Quekelberghe, Systematik der Psychotherapie, 1979a). Recurrir con asiduidad a la perspectiva histrica tal vez resulte desacostumbrado a muchos psiclogos; no es raro, en efecto, que los descubrimientos de nuestra ciencia se tomen, si no cados del cielo, al menos prescindiendo de sus contextos sociales (con ms precisin: del contexto de la sociedad) e histricos. En este libro presentamos las principales variedades de terapia (en muchos casos, desde el ttulo de las secciones o de los captulos) refirindolas a personas, y a menudo las relacionamos con sucesos biogrficos. Pero ello no significa que descuidemos los contextos sociales que llevaron a esas diversas formas de terapia. En efecto, la biografa no es mero asunto individual; no lo ha sido, por cierto, en la poca de las dos guerras mundiales, la crisis econmica mundial y el dominio nazi, que forman el marco histrico del desarrollo de casi todas las variedades de terapia (o, al menos, de sus principales precursores).

Esta marcada orientacin histricoreconstructiva no me movi empero a concebir mi tarea como la de un recolector de hechos (o un compilador de citas) neutral. Desde luego, me he empeado en alcanzar la mayor sinceridad cientfica. Pero en lo posible renunci a frases del tipo X demuestra en su exposicin de la teora de Y que. . . en cambio, Z opina que. . . (es decir, interpretaciones de las interpretaciones de interpretaciones), por ms que la cita sea literal. Y no porque me parecieran carentes de objetividad (sea esto lo que fuere) sino porque las consider aburridas. Para m, una monografa es siempre una toma de posicin personal del autor: la imagen de la bibliografa que he estudiado se refleja en mi experiencia cientfica y psicoteraputica, y se proyecta en este libro desde el foco de mi postura personal. En este sentido no me parece fuera de lugar en una obra cientfica comunicar en el texto, al menos implcitamente, asombro, alegra, ira, sorpresa, agobio, fascinacin, si yo mismo he experimentado esos sentimientos en el estudio de la bibliografa.

Lo que acabo de explicar me ha llevado a limitar las notas y referencias. Una introduccin que abarca el espectro de formas teraputicas e intenta para cada abordaje tomar en cuenta los aspectos centrales, pero que al mismo tiempo no puede consistir en un caleidoscopio de detalles y elaboraciones posteriores, quedara muy recargada si incluyera una referencia constante a bibliografas ampliatorias, abordajes ms especficos, investigaciones, objeciones, etc. Por esa razn he omitido muchas referencias a profundizaciones, elaboraciones especiales, etc., y slo he incluido, adems de las citas de las fuentes utilizadas en el texto de manera directa, aquellas que me parecieron particularmente importantes y tiles. En la poca de los ordenadores que permiten pesquisar bibliografas, y de la codificacin de informaciones, no me parece muy creador ni til ofrecer listas demasiado extensas. Me impuse entonces parquedad, y en los casos de duda prefer eliminar antes que incluir una mencin bibliogrfica. Referencias escogidas, de unas pocas obras por captulo, ponen al alcance de quien lo necesite varios miles de obras que estn citadas a su vez en aquellas. Por otro lado, no creo que fuera del agrado del lector pagar una parte considerable del precio del libro a cambio de recibir una prueba de mi erudicin.

Para mantener al libro dentro de su extensin proyectada, exclu deliberadamente ejemplos de intervenciones concretas. Como no me propona escribir un texto en que se pudiera aprender a hacer terapia, lo indicado era no alentar experimentos. Una terapia concreta es siempre un proceso fatigoso, complejo, multifactorial. En el marco de una introduccin, que por serlo no supone conocimientos ms vastos, el peligro de inducir una ponderacin enteramente falsa de esos arduos procesos por la seleccin de unas pocas secuencias demostrativas me pareci mayor que la presunta ventaja de hacer ms trasparentes los abordajes expuestos por el hecho de mostrarlos en su prctica. (Adems, en psicoterapia no es raro que las concepciones tericas y la accin teraputica concreta diverjan mucho.) La prctica de la intervencin teraputica no se puede comunicar por medio de unas secuencias extractadas, como no se aprende a manejar automviles por el anlisis de la camisa de un pistn.

Me he esforzado en escribir un texto que se dejara leer; no obstante, la concisin y el rigor indispensables hacen que la lectura no sea siempre fcil. P.ej., no es del todo posible trasladar la bibliografa psicoanaltica a un lenguaje normal, con empleo de escasos trminos especializados. Tal vez contribuya a reducir posibles frustraciones tener en cuenta desde el comienzo que en estas pginas se comprimen edificios conceptuales muy complejos, que presentan incontables ramificaciones y que se han expuesto en muchas y extensas obras: por eso la forma de trabajo conveniente es una lectura no apresurada, interrumpida por la reflexin propia, con relectura y formulacin de cuestiones. Un libro destinado a la labor acadmica y al aprendizaje no puede competir con el televisor olas novelas policiales. Porque conozco los hbitos de lectura de mis alumnos, me parece indicado dejar constancia de que en cada lnea de este libro se condensan bastante ms de diez horas de trabajo. No estara mal, por eso, que en la lectura se dedicaran ms de cinco minutos a cada pgina.

Quiero insistir en que adems de la perspectiva histrica, abordada ya en la Introduccin que sigue, al final del libro se ofrece un ensayo de integracin terica. All he intentado esbozar mi propia concepcin de la terapia respecto de algunos puntos esenciales, y hacerla explcita. Lectores que ya tengan algunos conocimientos o que prefieran elaborar su lectura desde una noticia previa de la posicin del autor pueden empezar por este ltimo captulo (en cuyo caso es posible que al comienzo deban saltar algunos contenidos).

Para terminar, quiero agradecer a todos los que me ayudaron durante la prolongada gnesis de este libro. En particular menciono a Gnter Wagner, que me asisti en laboriosas minucias tcnicas, y a Arist von Schlippe, de quien tuve no slo una competente colaboracin crtica sino tambin su amistad.

Osnabrck, primavera de 1985, Jrgen Kriz

1. Introduccin: las races de la psicoterapia

El hombre es un ser social. Como ninguna otra especie, depende en lo fsico y en lo psquico, desde sus necesidades ms elementales, de sus prjimos, en primer trmino de sus padres. En gran medida tambin las estructuras que hacen posible su experiencia, y por lo tanto las que favorecen su ntegro desarrollo, estn socialmente dadas mucho antes de que l pise el escenario de la vida: los resultados generales del trabajo social y de otros procesos de interaccin (instrumentos y materiales trasformados por el hombre, pautas sociales de rol y de accin, cultura, es decir, lenguaje, escritura, conocimientos adquiridos, etc.). Y la especfica constelacin histrica, geogrfica y socioeconmica existente en el tiempo de su nacimiento y desarrollo determina su vida por lo menos en la misma medida que la experiencia filogentica.del Homo Sapiens. Un rasgo singular del ser humano (por lo menos de los ltimos milenios) es adems su conciencia reflexiva: la conducta humana no est determinada tanto por los instintos y los estmulos naturales del ambient (seales) como por una estructuracin significativa de su experiencia y la posibilidad de anticipar en el pensamiento esa conducta y sus probables consecuencias, a fin de obrar intencionalmente. Es evidente que de igual manera estas estructuras de sentido estn en buena parte determinadas socialmente e inmersas en procesos de signos (es decir, estmulos sociales con significado aprendido; cf., p.ej., J. Kriz, 1981, 1985).

Esta insercin en pautas sociales de rol ha trado siempre por consecuencia un quehacer psicoteraputico: por una parte, las representaciones y expectativas diferenciadas, propias y ajenas, acerca de la conducta o la sensibilidad normal hacen que los seres humanos dentro de la comunidad social se muestren particularmente sensibles a desviaciones de esa normalidad; aunque es cierto que los mrgenes de tolerancia y las valoraciones presentan diferencias extremas en distintas pocas y sociedades (de la eliminacin de los minusvlidos hasta el culto de los santos). Por otra parte, siempre existieron en la comunidad social hombres que de palabra o de obra procuraron aliviar esos menoscabos psquicos, somticos, conductales (para empezar, los familiares, que adoptaban una funcin de asistencia, y despus, personas que tenan un rol especfico, como los curanderos). Cabe suponer entonces que prcticas psicoteraputicas elementales, en el sentido lato, son tan antiguas como la humanidad.

En deslinde respecto de lo anterior, los comienzos de la psicoterapia profesional (como se la entiende hoy) no se sitan antes de fines del siglo XIX, segn opinin de la mayora de los autores. Se suele tomar como fecha de referencia la aparicin de la primera obra de envergadura de Sigmund Freud, La interpretacin de los sueos (la primera edicin es de 1900), o la publicacin de Freud y Breuer (vase infra) acerca del famoso caso de Anna O. (Acerca del mecanismo psquico de los fenmenos histricos, 1893), o el ao 1895, que corresponde a Estudios sobre la histeria, donde se expone aquel caso junto con otras observaciones. Estos escritos son el acta de nacimiento de un abordaje psicoteraputico que pronto habra de difundirse con el nombre de ~ de l constituy durante dcadas uno de los pilares del conductismo y de sus correspondientes teoras de la angustia.)

La colaboracin de Breuer y Freud no durara mucho. Breuer opinaba que la causa de la histeria eran vivencias traumticas y afectos no manifestados sino retenidos. La energa estancada de estos afectos era almacenada en lo inconciente y se trasformaba en sntomas. Freud iba ms all; supona que no se trataba tanto de una sofocacin de afectos movida por circunstancias exteriores cuanto de exigencias pulsionales sexuales que no se haban podido manifestar en razn de instancias morales. Esta energa se trasmudaba en sntomas corporales, lo que Freud llam conversin. Esta insistencia en la energa de la pulsin sexual, la libido a la que Freud slo mucho despus contrapuso las tendencias mortferas, agresivas: la pulsin de muerte fue el principal motivo del alejamiento de Breuer.

Tras esta separacin, pronto Freud troc la tcnica de la hipnosis por la de la asociacin libre, en la cual el paciente era exhortado a declarar con libertad todo cuanto se le ocurra. De esta manera descubri un fenmeno que antes haba permanecido er buena parte oculto por la hipnosis, a saber: la resistencia. Despus introdujo la interpretacin de sueos como camino real hacia lo inconciente y elabor el concepto de trasferencia. En los aos que siguieron, Freud no ces de trabajar en un edificio terico ms y ms completo, el psicoanlisis (cf. el captulo 2).

Como ya sealamos, la doctrina de Freud ha ejercido y ejerce poderoso influjo sobre el desarrollo de la psicoterapia en general. Casi todos los abordajes psicoteraputicos actuales se han originado en perspectivas psicoanalticas (ya por el hecho de que la mayora de los fundadores de las nuevas escuelas de terapia se iniciaron como psicoanalistas), con excepcin de la terapia de la conducta (y sus derivados), aunque es cierto que esta ltima ha recibido notable influjo del psicoanlisis y sus logros clnicos (cf. el captulo 8). En general, el influjo de Freud y del psicoan lisis sobre otras variedades de terapia no se registra tanto en una aceptacin directa de ciertas perspectivas cuanto en una toma de posicin frente a estas. Porque tal vez lo ms notable de la persona y de la doctrina de Freud sea que por una parte congregaron a un crculo de personalidades destacadas, pero que estos discpulos se separaron despus (en muchos casos tras enrgicas luchas y discusiones con Freud) para fundar corrientes propias.

La ya mencionada funcin cataltica de Freud y de su abordaje psicoanaltico es por eso, en mi opinin, al menos tan importante como su propia obra. En lo que sigue daremos una caracterizacin panormica de algunos aspectos de esta funcin cataltica y de las discusiones a que dio lugar; y los iremos retomando parcialmente con mayor detalle en los captulos del libro.

1.5 Freud y sus discpulos

Desde el otoo de 1902, se reuni semanalmente en casa de Freud la Sociedad psicoanaltica de los mircoles, a la que pertenecieron Adler, Kahane, Reitler y Stekel. Se fueron agregando nuevos miembros, de los que Abraham, Ferenczi, Jones, Jung, Rank y Reich son hoy los ms conocidos. En 1906 apareci el primer trabajo psicoanaltico en el rea lingstica anglosajona, obra de James J. Putnam, de Harvard. En 1908 s reuni en Salzburgo el Primer Congreso de Psicoanlisis. En 19091914 aparecieron seis publicaciones dedicadas a la investigacin en psicoanlisis y psicopatologa, dirigidas por Freud y Bleuler. En 1910 se fund en Nurenberg la Asociacin Psicoanaltica Internacional (presidente: Jung) y empez a aparecer el mensuario Zentralblatt fr Psychoanatyse (directores: Adler y Stekel), que desde 1912 se convirti en Internationale Zeitschrift fr Psychoanalyse (directores: Ferenczi, Rank y Jones).

1.5.1 Alfred Adler

El primero en separarse de Freud fue Alfred Adler (18701937). En 1911 renunci, junto con nueve socialistas, a la Sociedad Psicoanaltica de Viena, que l haba presidido. Pero el hecho no obedeci a motivos polticos en el sentido propio del trmino, como lo demuestra la permanencia en aquella del socialista y durante muchos aos representante oficial de Freud, Paul Federn (18711950). Lo que se discuta era ms bien la ampliacin de la teora de las pulsiones de Freud para incorporar aspectos sociales, como la pulsin de hacerse valer (cf. el captulo 3). Para diferenciar del psicoanlisis su doctrina, que contena fuertes rasgos de psicologa social y encontr partidarios sobre todo entre los pedagogos, Adler la llam psicologa individual; designacin nada feliz para un abordaje de orientacin psicosocial.

A la corriente de la psicologa individual de Adler pertenecen, como discpulos directos, adems de sus hijos Alexandra (vase infra) y Kurt, Meiers, A. Starr y Raymond J. Corsini; en los pases de lengua alemana es muy conocido Rudolf Dreikurs, quien desde 1937 vive en los Estados Unidos (vase infra). Pero las ideas de Adler han influido sobre Karen Horney y Erich Fromm, discpulos de Freud, y tambin sobre Harry Stack Sullivan, a punto tal que, en opinin de Dienelt (1973), de los tres se podra decir que son tanto neoadlerianos como neofreudianos. Diversos aspectos de la teora de Adler reaparecen en otras corrientes teraputicas que exponemos en este volumen: sobre todo en la terapia guestltica de Friedrich S. Perls (18931970), que a su vez fue discpulo de Karen Horney (pero tambin de Wilhelm Reich, discpulo de Freud), y en la terapia racionalemotiva de Albert Ellis.

Por lo dems, a Adler le sucedi lo que a Freud: discpulos y amigos hicieron estallar su abordaje y fundaron corrientes nuevas. Ya Rudolf Dreikurs y Alexandra Adler lo ampliaron vigorosamente en el sentido de la terapia de grupo y la atencin de los jvenes. Ms todava se alejaron del abordaje de Adler, Fritz Knkel (ciencia del carcter), Johannes Neumann y Rudolf Allers. El fundador de la logoterapia, Viktor E. Frankl (nacido en 1905), que se form con Adler y con Allers, fue excluido en 1927, junto con este ltimo, de la Sociedad de Psicologa Individual.

1.5.2 Carl Gustav Jung

No menos importante que la ruptura con Adler y la escisin de la psicologa individual fue para Freud y para el desarrollo de las orientaciones psicoteraputicas la controversia con Carl Gustav Jung (18751961), que en 1913 termin en ruptura y en la fundacin de una corriente psicoanaltica separada.

De 1900 a 1909, Jung fue mdico jefe del Burghlzli de Zurich bajo la direccin de Eugen Bleuler (1857-1939), y slo en 1907 ingres en el crculo de Freud. En 1912 apareci el libro de Jung Symbole und Wandlungen der Libido, donde llev el concepto de libido ms all de la acepcin estricta de energa sexual hasta darle el significado de energa anmica. Lo inconciente constituye para Jung el suelo materno de donde brota la conciencia e incluye contenidos personales, provenientes de la ontognesis -el inconciente personal-, as como contenidos colectivos, provenientes de la filognesis -el inconciente colectivo.

En el Cuarto Congreso de la Asociacin Psicoanaltica Internacional que se celebr en 1913 en Munich, Freud atac incisivamente el libro de Jung. Aunque este fue reelegido por otros dos aos como presidente de la Asociacin, la ruptura estaba consumada y, por desdicha, durante el rgimen nazi Jung no se abstuvo de criticar a Freud, por momentos, con argumentacin racista). Jung bautiz su doctrina en lo sucesivo como psicologa analtica, y despus tambin como psicologa de los complejos, e integr con predileccin concepciones religiosas y mticas (ef. el captulo 4).

En oposicin a la psicologa individual de Adler, la psicologa de los complejos de Jung no ha producido hasta hoy variantes; una de las razones es quiz que Jung vivi hasta 1961. Dienelt (1973) slo menciona a su discpulo Hans Trb, que ampli el abordaje de Jung y elabor un fundamento ms metafsico de la imagen del hombre. Para Trb, la relacin con el t, el encuentro personal entre los hombres, desempea un papel esencial en la relacin del hombre con el mundo (esta concepcin adquiere relieve tambin en la psicologa humanista; cf. el captulo 12). Erich Neumann (1905-1960) es otro destacado discpulo de Jung que tambin elabor una posicin original en el campo de la psicologa profunda de lo femenino y de la creacin. Durante mucho tiempo se consider representante de la psicologa de Jung en Alemania a su discpulo Gustav Richard Heyer (1890-1967), cofundador de la medicina psicosomtica. La unin de psicoterapia occidental y artes curativas orientales, que ya era nuclear en la obra de Jung, reaparece en su discpulo Hans Jakob. Pero tambin el crculo de Karen Horney asimil este aspecto (cf. Dienelt, 1973, pg. 40).

1. 5.3 Otros discpulos de Freud

Antes todava que Jung, en 1912, se alej de la Sociedad Psicoanaltica de Viena el coeditor de Zentralblatt filr Psychoanalyse, Wilhelm Steke1 (18681940). Motivo de sus controversias con Freud, adems del rechazo de la teora de la libido, fueron la tcnica del anlisis y de la interpretacin de los sueos. Stekel elabor una variedad de psicoanlisis breve, el llamado mtodo activo.

Los otros discpulos de Freud no produjeron rupturas y alejamientos tan espectaculares como Adler, Jung y Stekel. Pero todos adoptaron puntos de vista ms o menos divergentes de los de Freud (muchos mantuvieron controversias con l) y, de ese modo, se convirtieron en fundadores de orientaciones teraputicas que se siguieron desarrollando como formas originales del psicoanlisis freudiano.

Con el mayor grado de pureza trasmiti la doctrina de su maestro Otto Fenichel (18981946), quien hasta su muerte prematura se esforz en sostener la teora psicoanaltica en contra de modificaciones biologizantes (como la de Melanie Klein) o ambientalistas (como la de Karen Horney), si bien es cierto que abog por una adecuacin del psicoanlisis a los diversos contextos de saber y de vida.

Karl Abraham (18771925) fue uno de los discpulos ms allegados a Freud e hizo notables aportes a la difusin terica e institucional del psicoanlisis en Alemania. Haba sido mdico asistente de Bleuler en Berna (19041907) y entr en contacto con Freud por medio de Jung; en 1907 se instal en Berln donde, en 1908, fund un grupo anlogo al de Viena: la Sociedad Psicoanaltica de Berln. Terminada la Primera Guerra Mundial fund en esa ciudad la Policlnica Psicoanaltica y el Instituto de Formacin, en el que estudiaron o ensearon muchos analistas que despus seran famosos; el primer candidato graduado fue Franz Alexander (18911964), que se destac por sus aportes al desarrollo de la medicina psicosomtica; Melanie Klein (18821960),, Karen Horney (18851952) y Sandor Rado hicieron anlisis didctico con Abraham; Erich Fromm (19001980), Michael Balint (18961970) y Ren Spitz, para nombrar unos pocos analistas que se hicieron famosos, salieron de este Instituto. En el campo terico, Abraham se destac sobre todo por una ampliacin de la teora de la libido (y su divisin en seis estadios) y por aportes a la teora del desarrollo del carcter, as como a la psicopatologa psictica y su terapia psicoanaltica.

Discpulo, y durante mucho tiempo amigo ntimo de Freud, fue Sandor Ferenczi (18731933), quien en Budapest prest grandes servicios al psicoanlisis en lo terico y en lo institucional. En correspondencia con la teora de Abraham sobre los estadios

del desarrollo libidinal, Ferenczi averigu las fases de desarrollo del sentido de realidad: desde la omnipotencia absoluta de la experiencia intrauterina hasta el pensamiento y la accin dirigidos al mundo objetivo. Sus divergencias con Freud se debieron sobre todo a que en el afn de fortalecer el yo del paciente, Ferenczi le brindaba cuidados maternales y lo mimaba como a

nio pequeo.

Michael Balint, el ms conocido discpulo de Sandor Ferenczi tambin recibi en Berln su formacin psicoanaltica, se ocup, mucho antes que Ren Spitz, de las relaciones de objeto del nio pequeo. Desarroll una teora de la regresin e insisti sobre todo en el fortalecimiento del yo (pedagoga del yo) para superar xel agostamiento de la capacidad de amar que muchos pacientes presentaban. Son conocidos los grupos Balint: seminarios de formacin y supervisin para mdicos (con posterioridad tambin para psiclogos, consejeros matrimoniales y asistentes sociales), con fuerte orientacin hacia la experiencia de s mismo y el desempeo de roles en las sesiones de consulta.

1.6 La dispersin (ulterior) del movimiento

psicoanaltico

El propio Freud haba dedicado muchos esfuerzos a la estructura organizativa e institucional y a la difusin del psicoanlisis. Por iniciativa de su discpulo britnico Ernest Jones (18791958), en 19121913 fund el llamado Comit; pertenecieron a este al comienzo, adems de Freud, cinco partidarios jurados del psicoanlisis, que eran Karl Abraham, Sandor Ferenczi, Ernest Jones, Otto Rank y Hanns Sachs; en 1919 se sum Max Eitingon. La tarea del Comit era velar por la difusin del psicoanlisis, aliviar el trabajo de Freud y protegerlo hacia afuera. Este grupo de ntimos de Freud se mantuvo en contacto, desde 1920, por medio de circulares que partan de Viena (redactadas por Freud y por su secretario personal Otto Rank) hacia Berln (Karl Abraham, Hanns Saclis y Max Eitingon), hacia Londres (Ernest Jones) y hacia Budapest (Sandor Ferenczi). Cada uno de sus miembros haba recibido de Freud, en signo de alianza, un anillo con una gema labrada; por eso se los conoci como los portadores del anillo.

Pero adems de la heterogeneidad creciente de las opiniones tericas, las circunstancias polticas concurrieron a una ulterior dispersin del movimiento psicoanaltico. Bajo el gobierno nazi se produjo su destruccin casi total en Alemania y Austria. La editorial psicoanaltica, con sede en Viena y en Leipzig, fue cerrada, y sus libros fueron destruidos.

Como Freud y muchos de sus discpulos eran judos, tuvieron que emigrar para no ser asesinados en los campos de concentracin. Casi todos se radicaron en Inglaterra o en los Estados Unidos, lo que explica el fuerte influjo anglosajn que recibe hoy el psicoanlisis. Freud emigr en 1938 a Londres, acompaado de su hija y discpula Anna (18951982), conocida sobre todo por sus trabajos sobre los mecanismos de defensa y sobre el anlisis de nios. Escogi Inglaterra a instancias de su discpulo y despus bigrafo Ernest Jnes, quien ya en 1926 haba llamado a Gran Bretaa a Melanie Klein, quien, como Anna Freud, se dedicaba al anlisis de nios.

La mayora de los emigrantes fueron a los Estados Unidos, como Heinz Hartmann (18941970) y Ernst Kris (19001957), quienes enriquecieron al psicoanlisis con sus aportes centrados en la psicologa del yo; Ren Spitz (18871974), quien se hizo conocer sobre todo por sus observaciones de lactantes y la elaboracin de las fases del desarrollo de la relacin de objeto; tambin, Erik Erikson (nacido en 1902), quien integr el Grupo de Nueva York. A Nueva York emigraron aunque despus fueron excluidos por los freudianos clsicos a causa de sus doctrinas desviacionistas Karen Horney y Erich Fromm, quienes en 1943 fundaron en Washington, junto con Harry Stack Sullivan (18921949), una escuela de psicoterapia neoanaltica (cf. el captulo 1, 5.1).

Con estos nombres (junto a los de Adler y Jung), se esbozan elaboraciones de psicologa profunda todava ms distanciadas de la concepcin freudiana. Si los freudianos, a pesar de su heterogeneidad, se atuvieron por principio a la teora de la libido, a la dinmica de desarrollo de la persona y a la doctrina de las pulsiones y los afectos, de Freud, los neoanalticos Horney, Fromm, Sullivan, Rado y otros relativizaron en particular la significacin de la teora de la libido y el rol de la sexualidad. Estos ltimos atribuyeron considerable importancia a los influjos del ambiente y a las posturas y actitudes falsas que dependan de este. En Alemania, el neoanlisis se asocia principalmente con los nombres del discpulo de Rado, Harald SchultzHencke (18921953), que se empe en alcanzar una sntesis de las concepciones de Freud, de Adler y de Jung (y propuso acortar el anlisis a ciento cincuenta o doscientas horas, puesto que sola durar mucho ms).

1.7 La influencia de Freud sobre otras orientaciones teraputicas

Corrientes teraputicas de orientacin filosfica, cuyos representantes conocieron la obra de Freud pero no pertenecieron al crculo de sus discpulos, se incluyen tambin en la psicologa profunda. A ellas pertenece ante todo el ya citado Viktor E. Frankl, que fue primero discpulo de Adler (expulsado despus) pero que durante mucho tiempo mantuvo correspondencia con Freud. Su logoterapia, en que lo central es la pregunta por el sentido, se considera la tercera corriente de psicoterapia de Viena (cf. el captulo 15).

Tambin el fundador del anlisis existencial, Ludwig Binswanger (18811966) mantuvo con Freud una amistad de muchos aos, segn lo atestiguan sus mutuas visitas y un activo intercambio epistolar. Binswanger provena del Burgholzli y se haba formado con Jung. El segundo orientador de esta corriente, Medard Boss (nacido en 1903), se haba hechoanalizar por Freud. Binswanger estaba fuertemente influido, ya en esa poca, por la filosofa de Edmund Husserl (18591938) y, todava ms, por la del discpulo de este, Martin Heidegger (18891976). La meta de su tratamiento psicoteraputico es llegar a entender la estructura de la existencia humana y volver a disponer de las posibilidades ms autnticas de la existencia.

Un fuerte influjo sobre el desarrollo de las denominadas terapias corporales ejerci otro discpulo de Freud, Wilhelm Reich (18971957). Ense que la libido ocupa el cuerpo entero y no slo las zonas ergenas (cf. el captulo 5). Reich sostuvo ideas socialistas e hizo despus experimentos en el sentido de las ciencias naturales, espectaculares y muy cuestionados (sobre todo en conexin con la energa orgon que l haba descubierto). Estos dos factores se cordugaron para que en los Estados Unidos de mediados del siglo XX, en una extrasima campaa (19541956), su pretexto de razones econmicas y de poltica de salud, todos sus libros fueran prohibidos, destruidos sus acumuladores de orgon, y sus escritos, quemados en presencia de agentes del gobierno: veintin aos despus que los nazis haban quemado los libros de Freud en Berln. Reich muri en prisin.

Desde Freud y pasando por Otto Rank, una va llega hasta Carl Rogers (nacido en 1902), el fundador de la terapia centrada en el cliente, que en Alemania se conoce, y se ha difundido, con el nombre de psicoterapia de dilogo gracias a su discpulo Reinhard Tausch (cf. el captulo 14). Rogers fue el primero en llevar a cabo intensos trabajos de investigacin emprica sobre los procesos de la psicoterapia y las cualidades necesarias de los psicoterapeutas.

Tambin la psicologa humanista ha recibido el influjo de Freud y del psicoanlisis, aun cuando junto a este y al conductismo (con su hija>, la terapia de la conducta, cf. infra) ha sido caracterizada como el tercer gran movimiento psicolgico del siglo XX (de teora psicolgica no se puede hablar por la heterogeneidad de las perspectivas que se incluyen en este grupo). Segn se lo entiende en el humanismo y el existencialismo, la psicologa humanista quiere concebir al hombre (renovadamente) en su realidad social cotidiana, como totalidad organsmica orientada por el sentido, con la meta de su autorrealizacin y su autonoma (ligada a lo social; cf. el captulo 12).

Estos aspectos cobran particular relieve en las formas de terapia humanista a que pertenecen algunos de los abordajes expuestos en este volumen: la terapia centrada en el cliente, de Rogers; la terapia guestltica, de Perls; el psicodrama, de Moreno (quien por su parte, y con independencia de Freud, influy mucho en la psicologa humanista; cf. el captulo 12); la logoterapia, de Frankl; la bioenergtica, de Lowen, y el anlisis transaccional, de Berne. Pero no se consigue establecer un deslinde claro de las terapias humanistas: su entretejimiento bastante ntimo con aspectos psicoanalticos se demuestra en el hecho de que algunos de los abordajes de terapia humanista que acabamos de mencionar se incluyeron en este libro entre los abordajes analticos de psicologa profunda. Tambin los neoanalistas norteamericanos ya mencionados Horney, Fromm, Sullivan se suelen titular representantes de la psicologa humanista. Como precursores se sealan (junto a Moreno) a Adler y a Rank.

En tiempos recientes se ha producido una unin heterognea ms amplia de diversas variedades de terapia; lo comn a estos abordajes es prestar atencin preferente a la familia y no al individuo. Segn las nociones tradicionales, la persona estaba enferma y necesitaba terapia; para estos abordajes de terapia familiar, aquella es slo el paciente designado que es el portador de sntoma y la manifestacin directa del sistema enfermo. Como sucedi con los abordajes de la terapia humanista, estos desarrollaron casi simultneamente, partiendo de diversas perspectivas y concepciones teraputicas, una intencin y una manera de ver bsicas, y aun unitarias si se las considera en bloque; se justifica entonces darles una designacin comn: terapia familiar. Tambin esta asociacin de teoras contiene elaboraciones de raz psicoanaltica; en el rea de lengua alemana, estas se asocian sobre todo con los nombres de HorstEberhard Richter y Helm Stierlin (y de Jrg Willi para la terapia de pareja). En este caso, las perspectivas psicoanalticas de Freud quedan referidas sobre todo a la estructura de las interacciones sistmicas (cf. el captulo 19).

1.8 El cuadro de las influencias

En este captulo hemos intentado rastrear las races de la psicoterapia a lo largo de una lnea central de desarrollo dominada por Freud y el psicoanlisis. Sin duda, existieron personas y abordajes que no fueron rozados por ese desarrollo, o lo fueron apenas, y sin embargo hicieron aportes esenciales al cuadro de conjunto de la psicoterapia contempornea. Entre ellos cabe mencionar buena parte de la terapia de la conducta sobre todo en la obra de B. F. Skinner, J. Wolpe y H. J. Eysenck (cf. el captulo 8) y grupos de la terapia sistmica o familiar como el grupo de Palo Alto de G. Bateson, P. Watzlawick y V. Satir, entre otros (cf. el captulo 16). Como personalidad individual hay que mencionar a lacov Moreno (18891974): no slo fue precursor de la psicoterapia humanista por sus perspectivas tericas y su abordaje teraputico (el psicodrama), sino que tuvo importancia para la sociologa por su sociometra (cf. los captulos 12 y 15). Es asombroso que no lo hayan influido Freud y el psicoanlisis puesto que hasta 1925 trabaj como psiquiatra en Viena (emigr despus a los Estados Unidos).

Pero si en nuestro captulo introductorio hubiramos integrado estas y otras importantes races de la psicoterapia, habramos perdido por completo el hilo rojo (que, por lo dems, nos ofrece una lnea de conexin apenas suficiente). Por eso citaremos algunas de estas perspectivas slo en la exposicin de los diversos abordajes de terapia (sobre todo en los captulos 8, 12 y 16). Esta limitacin vale para nuestro cuadro de las influencias.

Con este cuadro intentamos mostrar el conjunto de las relaciones ms importantes para el desarrollo de las perspectivas psicoteraputicas (limitadas en buena medida a la psicologa profunda). Desde luego que adems existieron importantsimos contactos, encuentros e influjos entre las personas mencionadas (y con otras no mencionadas aqu). Pero no los hemos incluido en nuestro cuadro para no perjudicar la visin panormica. P.ej., el fundador de la terapia guestltica, Fritz Perls, fue recibido en 1936 por Freud en una fra audiencia de cuatro minutos, y su lectura sobre resistencias orales en el congreso psicoanaltico realizado ese ao no encontr eco. El, empero, haba esperado una recepcin ms amistosa porque poco antes haba fundado ,. De esta manera la energa vital sexual puede quedar ligada, y enfrenadas, p.ej., la ira y la angustia. Estas contracturas musculares contienen por as decir la historia y el sentido de su gnesis: son los correlatos somticos de los conflictos neurticos y los lugares donde estos anclan. As la neurosis se convierte en expresin de una perturbacin crnica del equilibrio vegetativo y de la movilidad natural (Reich, 1972, pg. 227). Es importante considerar los fenmenos psquicos y somticos como aspectos distintos, dialcticos, de una totalidad.

En todo esto hay que comprender que para Reich la tensin y la distensin fsicas forman parte de un plexo ms amplio y no son sino los trminos finales de una serie que a su juicio es decisiva para inteligir los procesos vitales en general: del reflejo del orgasmo, pasando por la divisin del huevo, hasta llegar a los movimientos de traslacin de la ameba. Esta secuencia, caracterizada por Reich como la frmula de la vida, se compone de un ciclo en cuatro tiempos: tensin mecnica, carga bioeletrica, descarga bioelctrica, distensin mecnica. En este punto Reich se apoya en la concepcin del mdico internista de Berln, Friedrich Kraus, quien haba descrito los procesos electroqumicos que se cumplen en el interior del cuerpo as como innumerables superficies de contacto entre membranas y fluidos electrolticos de diversa densidad y composicin, y haba introducido el concepto del movimiento osmtico de los fluidos corporales. A pesar de la elevada importancia que Reich otorga a su descubrimiento del ciclo en cuatro tiempos, expansin (estiramiento, dilatacin) y contraccin (compresin, estrechamiento) siguen siendo no menos importantes en tanto oposiciones primordiales de la vida vegetativa (cf. Reich, 1972, pgs. 188225, donde se elucidan muchos aspectos de este ciclo en cuatro tiempos, y de aquella oposicin, sobre la base de descubrimientos biolgicos, mecnicos, etctera).

La ya citada comprobacin de Reich de que angustia y placer son manifestaciones opuestas de la misma energa (placer se produce cuando esta energa aparece en lo genital; angustia, cuando interesa al corazn o, con ms exactitud, al sistema cardiovascular) se relaciona ahora con la nueva perspectiva: placer y angustia son los correlatos anmicos de la expansin y la contraccin. Armoniza con esto el hecho de que la angustia se calma con una inyeccin intramuscular de acetilcolina (Misch y Misch, 1932): esta sustancia acta sobre el sistema parasimptico (vagotnico), con ensanchamiento de los vasos sanguneos (en este mismo sentido, Kraus haba descrito el efecto de las sales de potasio y de sodio, o de sus iones en el electrlito). Opuestamente, se puede producir angustia con una reaccin corporal inversa, a saber, de estrechamiento y contraccin (reaccin del sistema simptico) por medio de una sustancia de accin contraria a la colina, p.ej., la adrenalina (o sales de calcio y de magnesio). Estas son en general las bases de las ideas de Reich sobre la gnesis de las neurosis y su manifestacin en la coraza de carcter o en la coraza muscular.

Reich insiste en que nunca son msculos aislados sino complejos de msculos, que corresponden a cierta unidad funcional vegetativa, los que se ponen en tensin y as determinan la estructura de la coraza muscular y de la expresin del cuerpo (de alguien que resiste se dice, en el lenguaje usual, que no baja la cerviz). La contractura muscular es el lado corporal del proceso de la represin y la base del mantenimiento de esta (Reich, 1972, pg. 228). As, contracturas parciales de boca, quijada y cuello indican que es preciso sofocar impulsos de llanto; la respiracin superficial con tensin de los msculos abdominales, tpica del neurtico, nace en la lucha contra la angustia de expectativa, etc. Funcionalmente, el cuerpo se articula, con relacin a la armadura, en siete segmentos: ocular, oral, cervical (cuello), torcico, diafragmtico, abdominal y plvico.

En correspondencia con estos descubrimientos y su elaboracin terica, Reich prefiri cada vez ms el trabajo directo sobre el cuerpo al trabajo sobre las pautas (psquicas) de resistencia en el anlisis del carcter. Con diversas formas de masaje, las tensiones musculares eran aflojadas y eliminadas, abordaje que denomin vegetoterapia analtica del carcter o, simplemente, vegetoterapia. Por regla general el trabajo de la terapia del cuerpo empezaba por el segmento torcico, donde se petrifican en particular la ira, el llanto y la aoranza.

Junto al trabajo directo sobre la musculatura endurecida, la vegetoterapia atribuye importancia central al trabajo sobre la respiracin, sobre todo en el sentido de una espiracin profunda, que, segn Reich, es sofocada y estorbada en la mayora de los neurticos. Reich, quien ya en esa poca se pronunci en favor de la difusin de la medicina psicosomtica, responsabiliza en este contexto a la simpaticotona crnica actitud crnica de inspiracin torcica con limitacin de la espiracin plena (vagotnica), lo cual sofoca sensaciones de rgano y afectos de toda una serie de sntomas psicosomticos, p.ej., hipertona cardaca y de los vasos, lcera gstrica, diversos espasmos esfinterianos, etc. (cf. Reich, 1972, pgs. 272 y sigs.).

En el detalle de la exposicin de casos, Reich muestra que este trabajo corporal trae a la luz de una manera que se dira automtica los afectos y, ligados con estos, los recuerdos que fueron decisivos para el desarrollo de los rasgos del carcter neurtico. Escenas y recuerdos cruciales en la mayora de los casos provenientes de la niez ms temprana acuden a la memoria del cliente con toda inmediatez. Por esta razn, en el trabajo vegetoteraputico cuerpo y carcter (en el sentido ya definido) son tratados en definitiva como funcionalmente idnticos: el trabajo sobre las posturas musculares y sobre la conducta (modalidad de resistencia) caracterstica marchan de consuno, sea que se sealen al cliente sus pautas caractersticas de conducta defensiva o sus tensiones posturales crnicas, o que l llegue a percibirlas gracias a ejercicios respiratorios o por la manipulacin directa del terapeuta sobre los grupos musculares endurecidos. Para concluir, expongamos de nuevo, con palabras de Reich, este nexo funcional entre excitacin corporal y correlatos psquicos (excitaciones, representaciones, etctera):

Tenemos en definitiva la siguiente serie de funciones en el desarrollo de un crculo de representaciones psquicas en el dominio corporal:

a. La excitacin psquica es funcionalmente idntica a la excitacin corporal.

b. La fijacin de una excitacin psquica sobreviene por el establecimiento de cierto estado vegetativo de inervacin.

c. Este alterado estado vegetativo altera la funcin de rgano.

d. El "significado psquico del sntoma orgnico" no es otra cosa que la postura corporal en la que se expresa el "sentido psquico" [ . . . ].

e. El estado vegetativo fijado reacta a su vez sobre el estado psquico; la percepcin de un peligro real produce los mismos efectos que una inervacin simpaticotnica; esta aumenta la angustia; la angustia acrecentada reclama un acorazamiento que es asimilable a la ligazn de energa vegetativa en el acorazamiento muscular. Esto vuelve a perturbar la posibilidad de evacuacin y aumenta la tensin, etctera.

Lo psquico y lo corporal se condicionan vegetativamente lo uno a lo otro y al mismo tiempo funcionan como un sistema unitario (Reich, 1972, pg. 264).

Reich sigui avanzando en la investigacin de los aspectos energticos y de los procesos vitales biofsicos en general hasta el descubrimiento de la energa del orgn; por eso la vegetoterapia modificada fue rebautizada terapia del orgn. Pero las ideas que expusimos en estas pginas constituyen la base de diversas terapias corporales. Esto es vlido en particular para la bioenergtica, que sigue de cerca a Reich. Por esa razn en el captulo que sigue se podrn aclarar todava algunos puntos del trabajo prctico. A diferencia de Reich, quien en la perspectiva del orgn tena en vista un nexo entre la energa corporal y la csmica, la mayora de estos abordajes de terapia corporal se limitan al tratamiento de la energa corporal (excepcin a lo cual es la terapia del ncleo de Pierrakos, que en estas pginas mencionaremos slo muy brevemente; cf. el captulo 6 y, p.ej., Pierrakos, 1977).

6. Bioenergtica (Lowen)

El anlisis bioenergtico o sintticamente la bioenergticade Alexander Lowen es hoy ms conocido y est ms difundido que la vegetoterapia, aunque se edific en buena medida sobre la base de los trabajos tericos de Reich. Tal vez esto se deba a que el propio Reich desde mediados de la dcada de 1940 se dedic preferentemente a las indagaciones sobre la energa del orgn, que deban proporcionar el fundamento de una escuela teraputica. (Por eso ni siquiera la designacin de la terapia de Reich es coincidente en quienes lo invocan de manera directa; adems de la difundida de vegetoterapia, p.ej., Elsworth Baker y Arthur Nelson, 1983, emplean la posterior de terapia del orgn; David Boadella, 1977, la llama bioenergtica.)

Alexander Lowen (nacido en 1910) trabaj primero (desde 1934) como abogado; en 1940 conoci a Reich, se hizo analizar por l (19421945) y fue su alumno durante un lapso de doce aos, con una sola interrupcin entre 1947 y 1951 para estudiar medicina en Ginebra. Desde 1952 ejerci como psiquiatra en su consultorio. En 1956 fund junto con John C. Pierrakos en Nueva York el Institute for Bioenergetic Analysis. Pierrakos, tambin seguidor de Reich, elabor junto con Lowen los aspectos esenciales de la bioenergtica, en lo principal sobre la base de un nico analizando, el propio Lowen: En comn hicimos un trabajo sobre mi propio cuerpo, y a partir de esto se desarroll la bioenergtica (Lowen, 1979, pg. 29).

Pero el concepto de bioenergtica se asocia casi exclusivamente con Lowen: Pierrakos abandon en 1974 el mencionado instituto y fund otro, donde ense su elaboracin propia de la bioenergtica, la terapia del ncleo>. En este abordaje el concepto de energa aparece mucho ms trabajado; se toma en cuenta, p.ej., el aura (por aura se entiende un campo energtico estructurado, pulsante, que rodea a todos los cuerpos; como este fenmeno no ha sido aceptado todava? por la psicologa acadmica, su exposicin en detalle saldra del marco de este manual introductorio; pero cf., p.ej., Pierrakos, 1977).

A que la designacin bioenergtica se asociara con el nombre de Lowen contribuy sin duda su prolfica pluma: sustent su concepcin de la bioenergtica en profusin de libros y artculos que estn bien escritos, son claros, pero hacen que echemos de menos la rigurosa y precisa argumentacin lgica de Reich. Tal vez no deje de presentar inters en este contexto la siguiente cita de Kufner (1984, pg. 256): Parece que cierta vez Lowen dijo a Reich, cuando este le propuso terapia: en realidad lo que yo quisiera es ser famoso. La respuesta de Reich fue: yo lo har famoso.

Adems, existe un tercer cofundador de la bioenergtica, William (Bill) Walling, que entretanto ha sido olvidado por completo. Las bibliografas no lo mencionan, y en los trabajos sobre bioenergtica slo se lo cita de pasada o, como ocurre en el caso de Lowen, en un libro (1979) en que empero expone los orgenes de la bioenergtica, se omite mencionarlo. Tal vez, conjetura Kufner (1984, pg. 256), l [Walling] ha realizado en su vida lo que Lowen tanto recomienda: gozar de ella placenteramente.

En muchas de sus partes, la concepcin terica de la bioenergtica se basa en la vegetoterapia. No se puede decir que Lowen haya ampliado sustancialmente la teora de Wilhelm Reich; su principal mrito consisti ms bien en proveer a esta concepcin de un vasto espectro de ejercicios saludables y de indicaciones para el trabajo teraputico concreto. Excepcin a esto es sin duda la ampliacin de las estructuras del carcter de Reich con dos nuevas clasificaciones (vase infra), la esquizoide y la oral: expuso la primera con detalle en su libro La traicin al cuerpo (1967), y la segunda, en Depresin (1972).

Los puntos de partida centrales de la bioenergtica son en buena medida los mismos de la vegetoterapia, a saber, la economa energtica del cuerpo, la necesidad de un fluir desbloqueado, espontneo en todo lo posible, de esa energa, y su descarga por medio de contracciones musculares, la identidad funcional de bloqueos corporales y psquicos, es decir, los acorazamientos (que se manifiestan en posturas corporales, por una parte, y en actitudes del carcter, o pautas de resistencia, por la otra); y, no en ltimo trmino, la equivalencia funcional de cuerpo y psique, que desde luego se extiende al trabajo teraputico, lo cual hace que la designacin anlisis bioenergtico resulte sustancialmente ms precisa que bioenergtica para caracterizar esta corriente.

A causa de estas coincidencias, en la exposicin que sigue tomaremos en cuenta, en los puntos esenciales, las diferencias del trabajo de Lowen respecto de la vegetoterapia de Reich.

6.1 Estructuras bioenergticas del carcter

Lowen toma de Reich el carcter como perspectiva central. Este es situado en conexin directa con la organizacin del conjunto de los mecanismos vitales de dominio, organizacin que est al servicio sobre todo durante los procesos de desarrollo de la primera infancia, cuando se establecen las estructuras bsicas de la defensa frente al displacer y del dominio de los conflictos. La defensa, como estrategia de dominio, queda entonces a cargo del organismo entero (o mejor, del organismo como sistema nico) y, por lo tanto, abarca aspectos anmicos y corporales.

Todo estrs, sea fsico o psquico (tambin respecto de ello la divisin es arbitraria), causa tensiones en el cuerpo, que normalmente desaparecen una vez eliminado el estrs. Pero si este es permanente (p.ej., conflictos emocionales irresueltos, frustracin continua de necesidades importantes, etc.), aquellas tensiones se vuelven crnicas, se precipitan en tensiones musculares. Ya Reich haba mostrado que estas son tpicas y funcionales con relacin a ciertos peligros de los cuales es preciso defenderse: el nio pequeo se defender de sentimientos demasiado intensos de duelo y desesperacin por medio de una respiracin superficial e inhibiendo la espiracin. Si hace esto duraderamente, la musculatura interesada adquirir una tensin crnica. Entonces, las tensiones provienen de conflictos emocionales especficos o de circunstancias gravosas que se han venido experimentando en el curso de la vida. Como el sistema muscular determina la postura del cuerpo, estas tensiones caractersticas conducen a actitudes del carcter tpicas, de las que a su vez resultan determinado vivenciar y cierta conducta (p.ej., la coraza muscular acorde obstaculiza la respiracin profunda y, con ello, la vivencia de sentimientos intensos de tristeza).

Las estructuras del carcter son, entonces, pautas tpicas de reaccin psicosomtica y representan la historia encarnada de la persona, que se puede leer en su cuerpo con la misma precisin con que el desarrollo de un rbol en su respuesta a los cambios climticos se interpreta por el estudio del crecimiento, la proporcin y los tejidos, o sea, los anillos anuales (Bntig, 1983, pg. 77). El concepto de pauta de reaccin indica que el abordaje de las estructuras del carcter no se debe considerar esttico, como algo que el individuo poseyera (por herencia, o en el sentido de una tara), sino dinmico, como algo que el individuo hace (sobre todo por infortunadas circunstancias). Las estructuras del carcter son hbitos cognitivos y de conducta encarnados (en el pleno sentido literal del trmino) que se repiten de manera cotidiana a modo de un reflejo, casi siempre inconcientemente, y que definen la postura (corporal y espiritual) del hombre frente a l mismo, a quienes lo rodean y a las grandes cuestiones existenciales de la vida.

Respecto de estas pautas bsicas son decisivos, como hemos dicho, sobre todo conflictos y traumas experimentados durante los procesos de desarrollo de la primera infancia, en particular, necesidades insatisfechas, cuyas frustraciones han dejado una fuerte marca en el cuerpo. Estn empero sometidas a un metabolismo, y por eso, dentro de lmites que dependen de su grado de arraigo y tambin de la disposicin personal al cambio, son modificables hasta un punto que pareca imposible: he visto, con la aplicacin de la terapia bioenergtica, a esquizofrnicos que recuperaban una relacin satisfactoria con el trabajo y el sexo, a mujeres aniadas que desarrollaban su estrecha cintura [ . . . ] como en una pubertad tarda, a melanclicos de pie plano que recuperaban el arco y las ganas de vivir, a mujeres jvenes que se libraban de una artrosis en la articulacin de la rodilla [. . .] (Bntig, 1983, pg. 77).

Las estructuras del carcter, que Lowen aplica para la clasificacin de los diversos hbitos patolgicos (en el sentido indicado), se presentan en una divisin diferente de la descrita por Reich. Lowen (1979) distingue cinco tipos: esquizoide, oral, masoquista, psicoptica y rgida. Las ltimas tres se corresponden aproximadamente con los tipos de Reich, mientras que las dos primeras son aportes de Lowen. Se trata de estructuras adquiridas por frustraciones y conflictos experimentados en la primersima infancia. Ya en el captulo que dedicamos a Freud sealamos que ajuicio de muchos cientficos (formados en la psicologa profunda) estas perturbaciones tempranas se han hecho ms frecuentes en las ltimas dcadas. Bntig (1983) distingue adems, dentro de la estructura esquizoide, una estructura esquizofrnica del carcter que se adquiere a una edad ms temprana.

En su teora del carcter, Lowen (1979) describe cada una de las estructuras por medio de cierto estado bioenergtico, de la forma de manifestacin corporal de este, de sus rasgos cono )mitantes psicolgicos, y de la mencin de factores causales e nistricos. Recordemos que esta clasificacin no lo es de individuos sino de actitudes defensivas neurticas; un individuo concreto, con sus actitudes defensivas, presenta por regla general una mezcla de estos tipos.

Segn sealamos, Lowen no se limita a considerar los seis tipos de Reich como estructuras del carcter y a agregarles las dos dilucidadas por l, sino que escoge una clasificacin nueva; p.ej., el carcter rgido de Lowen incluye los caracteres fliconarcisista, pasivofemenino, masculino agresivo e histrico de Reich. La razn es que Lowen se gua menos por las fases del desarrollo libidinal segn Freud que por una jerarqua de las necesidades en el curso del desarrollo:

0. Existencia: primero, en el tero, el nio est, simplemente, guarecido y satisfecho por completo, sin verse obligado a anunciar sus necesidades. Tiene el derecho de existir.

1. Necesidad: tras el nacimiento, experimenta enseguida una variedad de necesidades, de alimento, proximidad, ternura, etc. Aqu se trata del derecho a la satisfaccin de necesidades.

2. Independencia: en la siguiente fase del desarrollo, se trata del derecho de ser autnomo e independiente (puedo hacerlo yo mismo).

3. Proximidad (cobijo): gracias a la independencia adquirida, en la fase siguiente se desarrolla un te necesito dirigido a la personalidad de la madre.

4. Libertad: adviene despus una fase en que se trata del derecho a la libertad y tambin a oponerse a los padres.

5. Sexualidad/amor: el ltimo de los derechos naturales de un nio (entre los tres y los seis aos ms o menos) es la identidad con relacin a su propio sexo, o sea, la identificacin con el progenitor del mismo sexo y la inclinacin amorosa hacia el de sexo opuesto (por lo tanto, de lo que Freud caracteriz como complejo de Edipo).

Daos (frustracin de las necesidades) recibidos en estas fases del desarrollo conducen a las correspondientes y caractersticas estrategias de dominio: las estructuras del carcter. Estas se pueden entender entonces como rescrituras anacrnicas de conflictos de la primera infancia, ahora en buena parte inconcientes, entre dos de las necesidades bsicas que se siguen en la serie del desarrollo [ . . . ] y que a modo de compulsin de repeticin [ . . . ] se reactualizan una. y otra vez en la esperanza (tambin inconciente) de su resolucin (Bntig, 1983, pg. 80). As, p.ej., el carcter esquizoide est determinado por el conflicto existencia contra necesidad (0/1). La solucin de un conflicto significa que la oposicin de valores desaparece, es decir que el individuo esquizoide comprueba que existencia y necesidad no se excluyen forzosamente entre s y uno puede conjugar las dos (Lowen, 1979, pg. 151).

Una exposicin detallada de las estructuras del carcter con arreglo a los puntos de vista mencionados (estado bioenergtico, forma de manifestacin corporal, etc.) rebasara el marco de este manual. En lugar de ello, presentaremos (segn Lowen, 1979; con modificaciones mnimas) la tipologa que se ordena con arreglo a la jerarqua establecida por Lowen en cuanto al grado de intimidad y contacto, ~ con arreglo al conflicto bsico que impera en cada caso:

1. E1 carcter esquizoide evita la intimidad. El conflicto reza: Si satisfago mi necesidad de proximidad, mi existencia queda amenazada. Dicho de otro modo: Puedo existir mientras no necesite intimidad. El esquizoide tiene que perseverar entonces en el estado de aislamiento. (En sntesis: existencia contra necesidad.)

2. El carcter oral puede alcanzar proximidad slo sobre la base de su necesidad de calidez y sostn, o sea, sobre una base infantil. El conflicto reza: Para ser autnomo e independiente, tengo que renunciar al sostn y a la calidez. Esta mxima obliga al individuo oral a permanecer en una posicin dependiente. Por eso es modificada despus: Puedo satisfacer mi necesidad de sostn y calidez mientras no sea independiente ni autnomo. Si este individuo abandonara su necesidad de amor y proximidad corporal, entrara en un estadio esquizoide, que niega con intensidad todava mayor la realidad y la vida. (En sntesis: necesidad contra independencia.)

3. El carcter psicoptico slo puede establecer con los dems una relacin en que lo usen. Mientras es usado y puede gobernar la relacin, es capaz de dejar que se desarrolle cierta medida de intimidad. En esta estructura prevalece un conflicto entre independencia o autonoma y necesidad de cobijo y de unin: Puedo estar cerca de ti si consiento en que me gues o me uses. Ahora bien, el individuo psicoptico no lo puede consentir porque tendra que perder su autoestima. Por otra parte, no es capaz de extirpar su necesidad de proximidad, como en cambio lo hace el esquizoide, ni de afrontar el riesgo de la independencia, como ocurre en el carcter oral. En este dilema se vio obligado de nio a permutar los roles. En sus relaciones actuales hace el papel de gua y de padre seductor frente a su pareja, que debe adoptar una posicin oral. Si mantiene control sobre el otro, puede admitir cierto grado de proximidad. Lo podramos expresar as:

Puedes estar cerca de m en lugar de Tengo la necesidad de estar cerca de ti. (En sntesis: independencia contra proximidad o cobijo.)

4. El carcter masoquista es capaz de establecer una relacin estrecha pero slo sobre la base de una postura de sometimiento. Una relacin de esta ndole no es desde luego plena, pero resulta ms ntima que la establecida por los tipos de carcter mencionados antes. En este caso obra el conflicto entre la necesidad de amor o de unin y la necesidad de independencia. Dicho ms simplemente: Si soy libre, no me amars. En vista de este conflicto, el masoquista declara: Quiero obedecerte, y a cambio de ello me amars. (En sntesis: proximidad o cobijo contra libertad.)

5. El carcter rgido establece relaciones bastante estrechas. Empleo el trmino bastante porque a pesar de la intimidad y del compromiso aparentes, l est siempre en guardia. El carcter rgido es relativamente libre: relativamente, porque mantiene continua vigilancia sobre su libertad, no dejando que lo trastornen los deseos de su corazn. Podramos describir as su conflicto: Puedo ser libre si no pierdo la cabeza y no capitulo ante el amor. La capitulacin ante el amor tiene para l un regusto de sometimiento que, segn le parece, lo degradara a un carcter masoquista. En consecuencia cuida de que su deseo y su amor nunca sean intensos. (En sntesis: libertad contra capitulacin ante el amor.)

6.2 Estar plantado y trabajo corporal

Uno de los conceptos principales de la bioenergtica es el de estar plantado (grounding). Inicialmente naci de la necesidad de Lowen, en su propia terapia, que hizo con Pierrakos, de plantarse mejor sobre sus piernas, tomar plena conciencia de ellas. Por eso empec a desarrollar el trabajo teraputico (en carcter de cliente) de pie, ya no ms acostado, como lo haca con Reich (Lowen, 1979, pg. 28). Poco a poco naci de esto una concepcin que fue adquiriendo mayor extensin: estar plantado en el propio cuerpo, en la psique, en la sexualidad (esto ltimo es, segn Lowen, el equivalente bioenergtico de la potencia orgsmica de Reich, aunque tambin este haba incluido en su concepto la funcin corporal total y la psique). En el estar plantado se trata ante todo de la modalidad y la medida del contacto con el suelo. Con ello se relacionan el equilibrio y la gravitacin, y por lo tanto toda la postura (corporal) del individuo. Esta conexin justifica de hecho, en una variedad de terapia que atiende sobre todo a las posturas corporales con sus bloqueos de energa como equivalentes funcionales de las posturas del carcter y los daos psquicos que las han causado, no aferrarse al divn sino prestar acrecentada atencin al modo de plantarse en el suelo.

Pero en su acepcin sustancialmente ampliada, en el estar plantado se trata de toda la postura frente a las cosas y personas del mundo, y frente a uno mismo en tanto persona y en tanto cuerpo, aunque en la bioenergtica una y otro forman una identidad: El axioma bsico reza: la persona es su cuerpo (Lewis y Lowen, 1977, pg. 217). Desde luego que este es, por ms que Lowen lo haya enunciado de ese modo en diversos escritos, se debe entender ms bien como una correlacin funcional, porque de lo contrario carecera de sentido esta formulacin que encontramos slo tres pginas despus: el estar plantado [ . . . ] incluye el estar plantada la persona en su cuerpo; en efecto, si la persona es el cuerpo, no podra estar ms o menos plantada en l. Los aspectos principales a que el terapeuta atiende respecto del estar plantado incluyen funciones de la motilidad, funciones perceptivas y capacidades de expresin (cf. Pechtl, 1980).

En conexin con el estar plantado y la introduccin de las extremidades inferiores en el trabajo corporal, Lowen desplaza respecto de Reich la secuencia en que son tratados los segmentos de la coraza muscular: si Reich orientaba el trabajo desde arriba hacia abajo, con trmino y punto de gravedad en la musculatura del bajo vientre (lo que implicaba una fuerte acentuacin de la sexualidad), Lowen lo orienta desde las extremidades (por lo tanto, arriba y abajo) hacia el ncleo [core]. No se propone como meta y centro del trabajo el bajo vientre sino el corazn en el sentido corporal y en el traslaticio. (Es posible que esto se deba atribuir en particular al influjo de Pierrakos, porque, en conexin con las formas de energa del aura, el corazn es considerado el centro.)

El trabajo corporal en la bioenergtica se compone del tratamiento y tambin de ejercicios. Aquel incluye masajes, presin y palpaciones suaves a fin de acrecentar la motilidad, es decir, el juego natural y espontneo de los msculos y su microvibracin. Cuantas ms tensiones se resuelvan y ms descontracturados estn los msculos, tanto ms sutil ser la vibracin. Los dos imperativos centrales son, segn Lowen, mantener en todo momento elsticas las rodillas y soltar el abdomen. Con las rodillas tiesas, el cuerpo permanece rgido desde las caderas: funcionalmente sirve slo como sostn. Pero naturalmente la seccin inferior del cuerpo (y su libre fluir energtico) es tan importante como la superior; ella est sobre todo al servicio del movimiento, la evacuacin y la sexualidad (mbitos que el hombre civilizado descuida cada vez ms), mientras que la seccin superior concurre al pensamiento, al habla y a la manipulacin del mundo exterior. Soltar el vientre es esencial sobre todo para una respiracin libre (vase infra).

Los ejercicios, elaborados en el curso de dos dcadas, se realizan en las sesiones de terapia (con el paciente solo o en grupos) y se dan tambin como tareas para el hogar. Su principal objetivo es obtener: 1) ms contacto con el suelo (el estar plantado); 2) una acrecentada vibracin del cuerpo; 3) un ahondamiento de la respiracin (vase infra); 4) una elevacin de la autoconciencia, y 5) la ampliacin de la expresin de s (cf. Lowen y Lowen, 1979, donde se detallan y se exponen segn su funcin y su efecto ms de cien ejercicios).

Lowen da un tratamiento que en buena medida es psicoanaltico a las experiencias que el paciente obtiene en el tratamiento y con los ejercicios. En ese momento pasa al primer plano la dinmica entre necesidad y resistencia en tanto fenmeno nuclear de las estructuras del carcter. La unidad de psique y soma, cuyo papel esencial en la gnesis de las perturbaciones expusimos antes, se toma especialmente en consideracin en el tratamiento.

6.3 Respiracin y voz

La respiracin tiene en la bioenergtica ms importancia an que en la vegetoterapia. Desde la perspectiva energtica, en efecto, la respiracin, en tanto provee de oxgeno al organismo, es junto con la nutricin la que proporciona la energa corporal. Una respiracin profunda es por lo tanto la va ms directa para elevar el nivel de energa, cuya limitacin es uno de los rasgos ms tpicos de neurticos y psicticos (junto a la perturbacin de ritmos corporales esenciales, como el intercambio metablico, el ritmo cardaco, etctera).

En esto existe accin recproca: un nivel de energa demasiado bajo limita las posibilidades de expresin plena de los sentimientos y de la motilidad (vase supra). A su vez, estos bloqueos musculares limitan el aporte de energa que la respiracin pro cura, y el cuerpo termina por necesitar menos energa: el sistema se estabiliza en un nivel energtico ms reducido. De igual modo la respiracin limitada es funcional para la gnesis antes expuesta de perturbaciones en la infancia temprana: las tensiones musculares y las perturbaciones respiratorias conexas estn destinadas a sofocar los afectos, los sentimientos y la liberacin tormentosa de energas vitales, protegiendo as al organismo de conflictos o de exigencias ingobernables.

Lowen seala que en la respiracin natural los movimientos trascurren a modo de ondas: la onda de inspiracin se inicia bien hondo en el bajo vientre y fluye hacia arriba hasta la boca, y la onda de la espiracin se inicia en esta y fluye otra vez hacia el bajo vientre. Esta espiracin trae consigo una distensin de todo el cuerpo. Los individuos que tienen miedo de dejarse ir presentan tambin dificultades respiratorias. Aun con espiracin forzada el pecho les queda un poco insuflado. Un pecho muy dilatado obra como defensa frente a sentimientos de pnico, que se asemejan al miedo de no tomar aire suficiente. Si un individuo en ese estado suelta todo el aire, experimenta un pnico instantneo que lo obliga a una honda inspiracin y a dilatar el pecho. Mantiene en su pecho inflado una gran reserva de aire a modo de cinturn de seguridad. Tiene miedo de abandonar esta seguridad ilusoria. Por otro lado, existen individuos que temen pedir, y a estos les resulta difcil la inspiracin plena (Lowen y Lowen, 1979, pg. 29).

La respiracin profunda, que es un aspecto esencial del tratamiento teraputico y de los ejercicios bioenergticos, no slo determina una mayor recepcin de energa sino que tambin se descarga ms energa por la va de la vibracin corporal que de ese modo se consigue. Este proceso se suele apoyar en posiciones de estrs bioenergticas, adoptadas las cuales los msculos empiezan a temblar. A menudo se emplea un instrumento especialmente diseado, la silla respiratoria, que es un taburete de unos sesenta centmetros de alto en que el paciente se respalda, lo que estimula su respiracin sin necesidad de hacer ejercicios especiales.

En este mismo orden de ideas, la bioenergtica presta particular atencin a la voz. Lowen seala que perBona significa sonar a travs. La voz es una forma importante de vibracin para el cuerpo: gritos, gemidos y suspiros muestran con claridad que la voz no tiene slo un carcter funcionalcomunicativo sino que es tambin el medio necesario para expresar sentimientos y, aun, a la persona en su. totalidad; ya el recin nacido inicia su respiracin con el primer grito. Una respiracin restringida presenta, segn Lowen, una elevada correlacin con una voz apagada, dbil o sin profundidad. Entretanto, en la bioenergtica de Pierrakos y Lowen se introducen ejercicios vocales para aclarar la voz y aflojar las tensiones correspondientes (cf., p.ej., Lewis y Lowen, 1977, pgs. 238 y sigs.).

Para concluir sealemos que la bioenergtica, aunque se caracterice por una gran cantidad de ejercicios especficos, en definitiva puede ser utilizada en cualquier otra tcnica. Lowen insiste en que lo importante en el anlisis bioenergtico no es lo que nosotros hacemos sino el modo en que comprendemos la vida y sus itinerarios, incluidos los nuestros (Lewis y Lowen, 1977, pg. 220).

7. Anlisis transaccional (Berne)

Los principios del anlisis transaccional fueron elaborados por Eric Berne (19101970) en las dcadas de 1940 y de 1950. Berne naci en Montreal, Canad; su verdadero nombre era Eric Lennard Bernstein. Despus de formarse como cirujano emigr en 1935 a los Estados Unidos donde estudi psiquiatra. Ejerci como psiquiatra de 1941 a 1943 en una clnica de Nueva York. De 1943 a 1946 trabaj como psiquiatra del ejrcito, tras lo cual volvi a su consultorio privado.

Tres acontecimientos de la vida de Berne contribuyeron particularmente a que creara el anlisis transaccional: primero, como psiquiatra militar estaba obligado a producir diagnsticos autorizados en el plazo ms breve para la mayor cantidad de soldados; segundo, sus anlisis con Paul Federn y Erik Erikson (cf. nuestro esquema del captulo 1): del primero tom el punto de vista de la pulsin de muerte y la concepcin de los cambiantes estados del yo (vase infra), y del segundo, la nocin de confianza bsica del recin nacido; por ltimo, el rechazo de su solicitud de ingreso en la Asociacin Psicoanaltica en 1956, con el argumento de que deba someterse todava durante varios aos a un anlisis personal (cf. Cheney, 1971). Esto movi a Berne a elaborar su propia concepcin de la personalidad, la interaccin social y la psicoterapia, y a publicar sus ideas, sobre todo desde 1957, en numerosos artculos y libros.

En los pases de lengua alemana el anlisis transaccional es conocido sobre todo por ediciones populares de Juegos de los adultos (publicado por Berne en los Estados Unidos en 1964) y de Yo estoy o. k. T ests o. k. , de Thomas A. Harris (1975), discpulo de Berne. En 1962 inici este la publicacin de una revista, que desde 1971 se llama Transactional Analysis Journal; en 1964 fund la Asociacin Internacional de Anlisis Transaccional.

La concepcin bsica del anlisis transaccional parte de ideas del psicoanlisis y de la psicologa individual; toma de Freud sobre todo las nociones de energa y de libido, as como su modelo estructural, y de Adler, las pautas de la expectativa social, la constelacin familiar y el plan de vida (vase infra). Pero en esas ideas integra, adems de los ya mencionados influjos de Federn y de Erikson, nociones humanistas, de psicologa social y de teora del aprendizaje. En general, Berne quiso asimilar en su anlisis transaccional diversos campos del saber, y elaborar sobre esa base una forma de terapia comprensible para la mayora de las personas y fcilmente comunicable. Por eso sus escritos suelen tener un fuerte sesgo periodstico, caracterizado por formulaciones y ejemplos intuitivos, fciles. Si esto determin la rpida difusin del anlisis transaccional en los Estados Unidos y tambin en Alemania, estorb, por la insistencia en su indudable aplicabilidad pragmtica, una fundamentacin terica fina de los abordajes expuestos.

Los segmentos tericos tomados de otras corrientes fueron a menudo vulgarizados por medio de categoras atractivas, y as se los volvi asequibles para una vasta prctica en el campo psicosocial, mucho ms all de la psicoterapia en el sentido estricto. Acaso esto no suponga un juicio adverso, sobre todo en vista de la pltora de teoras psicolgicas refinadsimas de las que no se sigue nada para la prctica. De todos modos, cuando Cheney (1971, pg. 19) cree poder afirmar que el anlisis transaccional incluye al psicoanlisis, semejante pretensin parece provenir ms de los deseos omnipotentes del yo nio (vase infra) que de una adecuada apreciacin de la realidad por parte del yo adulto de un analista transaccional.

A pesar de su estrecha relacin con el psicoanlisis y la psicologa individual (por cuya causa lo incluimos tambin nosotros, como es habitual, entre los abordajes de psicologa profunda), la imagen del hombre en que se sustenta el anlisis transaccional se corresponde con la de la psicologa humanista: el hombre se aprehende como ser singular y en su totalidad, se insiste en la autodeterminacin y en la responsabilidad personal. Las metas esenciales de la terapia son la autorrealizacin (con responsabilidad social) y el crecimiento de la persona. Por todo esto es frecuente que se lo clasifique entre las terapias humanistas (cf. el captulo 12). En oposicin a los dems abordajes humanistas, es cierto que en el anlisis transaccional se atribuye al nio libre, natural, tambin una parte cruel, sdica, hambrienta de podero; Berne la caracteriza como el pequeo fascista. Tal vez esto tenga su origen en el influjo del analista didacta de Berne, Paul Federn, quien se cont entre los precursores y sostenedores del concepto de la pulsin autnoma de destruccin y de agresin (cf. Federn, 1932).

Los conceptos nucleares del anlisis transaccional son: 1) anlisis estruct