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L. 1173. XXXIX. RECURSO DE HECHO Lona, Ricardo s/ pedido de enjuiciamiento Ccausa n° 9C. Corte Suprema de Justicia de la Nación -1- Buenos Aires, 10 de febrero de 2004. Vistos los autos: "Recurso de hecho deducido por Ricardo Lona por sí y por su defensa en la causa Lona, Ricardo s/ pedido de enjuiciamiento Ccausa n° 9C", para decidir sobre su procedencia. Considerando: 11) Que contra la decisión del Jurado de Enjuicia- miento de Magistrados de la Nación que rechazó el planteo de nulidad del dictamen de la Comisión de Acusación y de la acu- sación formulada por el Consejo de la Magistratura al Señor juez de la Cámara Federal de Apelaciones de Salta, doctor Ricardo Lona, este magistrado dedujo el recurso extraordinario cuya denegación dio origen a la presentación en examen. 21) Que para decidir del modo indicado, el Jurado de Enjuiciamiento consideró Cen esenciaC que el alcance del término "renuncia" a la que se refiere el art. 51 del "Regla- mento Procesal" de dicho Cuerpo debe ser interpretado como "renuncia aceptada por el órgano competente", pues dicha exi- gencia se compadece con sus propios precedentes, en los que se estableció que "...el fallo de este Jurado no tendrá más efecto que destituir al acusado Cextremo en el que agota su cometidoC por lo que el cese de la magistrada en el ejercicio de sus funciones por la aceptación de la renuncia determina que este procedimiento carezca de objeto actual...". 31) Que el juez recurrente centra sus agravios en la consideración de que, a su juicio, la renuncia presentada implica la conclusión de la atribución constitucional y legal del jurado de Enjuiciamiento, pues dicho acto pone fin al interés público de examinar las cuestiones que el Consejo de la Magistratura propuso al Jurado, en tanto la necesidad de alejarlo de la función jurisdiccional ya se cumplió, único efecto que produce una decisión condenatoria del Cuerpo cuya

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L. 1173. XXXIX.RECURSO DE HECHOLona, Ricardo s/ pedido de enjuiciamientoCcausa n° 9C.

Corte Suprema de Justicia de la Nación

-1-

Buenos Aires, 10 de febrero de 2004.

Vistos los autos: "Recurso de hecho deducido por Ricardo

Lona por sí y por su defensa en la causa Lona, Ricardo s/

pedido de enjuiciamiento Ccausa n° 9C", para decidir sobre su

procedencia.

Considerando:

11) Que contra la decisión del Jurado de Enjuicia-

miento de Magistrados de la Nación que rechazó el planteo de

nulidad del dictamen de la Comisión de Acusación y de la acu-

sación formulada por el Consejo de la Magistratura al Señor

juez de la Cámara Federal de Apelaciones de Salta, doctor

Ricardo Lona, este magistrado dedujo el recurso extraordinario

cuya denegación dio origen a la presentación en examen.

21) Que para decidir del modo indicado, el Jurado de

Enjuiciamiento consideró Cen esenciaC que el alcance del

término "renuncia" a la que se refiere el art. 51 del "Regla-

mento Procesal" de dicho Cuerpo debe ser interpretado como

"renuncia aceptada por el órgano competente", pues dicha exi-

gencia se compadece con sus propios precedentes, en los que se

estableció que "...el fallo de este Jurado no tendrá más

efecto que destituir al acusado Cextremo en el que agota su

cometidoC por lo que el cese de la magistrada en el ejercicio

de sus funciones por la aceptación de la renuncia determina

que este procedimiento carezca de objeto actual...".

31) Que el juez recurrente centra sus agravios en la

consideración de que, a su juicio, la renuncia presentada

implica la conclusión de la atribución constitucional y legal

del jurado de Enjuiciamiento, pues dicho acto pone fin al

interés público de examinar las cuestiones que el Consejo de

la Magistratura propuso al Jurado, en tanto la necesidad de

alejarlo de la función jurisdiccional ya se cumplió, único

efecto que produce una decisión condenatoria del Cuerpo cuya

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decisión aquí se recurre.

41) Que esta Corte comparte y hace suyos Cdándolos

por reproducidos por razones de brevedadC los argumentos y

conclusiones a las que arriba el señor Procurador General en

el dictamen de fs. 97/101, en lo que se refiere tanto a lo

justiciable de las decisiones del Tribunal de Enjuiciamiento,

como a lo definitivo de la resolución impugnada a través de la

vía del art. 14 de la ley 48.

51) Que esclarecido ello, corresponde señalar que el

adecuado examen de la cuestión requiere efectuar la puntual

exégesis de las dos normas que están en juego en el sub

judice, esto es el art. 51 del Reglamento Procesal del Jurado

de Enjuiciamiento, y el art. 9 bis del Reglamento para la

Justicia Nacional Caprobado por acordada del 17/12/1952C.

61) Que la primera de las disposiciones mencionadas

prevé que "...en caso de producirse la renuncia del magistrado

acusado durante la sustanciaciòn del proceso, concluirá el

procedimiento y se archivarán las actuaciones...".

71) Que por su parte, el art. 9 bis del Reglamento

para la Justicia Nacional, establece Cen lo que a esta cues-

tión particularmente atañeC que "...los magistrados presenta-

rán la renuncia a su cargo directamente ante el Poder Ejecu-

tivo, debiendo dar cuenta de dicha presentación Cen su casoC a

la Corte Suprema, por intermedio de la cámara respectiva.

Hasta tanto la renuncia no les sea formalmente aceptada, es-

tarán sujetos a las disposiciones legales y reglamentarias

concernientes a la funciòn judicial...".

81) Que una interpretación meramente semántica de la

norma descripta en el considerando 61, llevaría a la conclusión

de que el mero acto de renuncia, sin necesidad de su

aceptación por el órgano competente, tendría como consecuencia

la conclusión del procedimiento.

L. 1173. XXXIX.RECURSO DE HECHOLona, Ricardo s/ pedido de enjuiciamientoCcausa n° 9C.

Corte Suprema de Justicia de la Nación

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Ahora bien, integrada esa disposiciòn con la del

art. 9 bis del Reglamento para la Justicia Nacional, cabría

concluir que para que el proceso de enjuiciamiento concluya

resulta necesario que la renuncia del magistrado sea aceptada.

91) Que como se advierte, el meollo de la cuestión

sub examine, radica en discernir, a la luz de la normativa en

juego, si la renuncia presentada por el recurrente por sí sola

produce el efecto conclusivo del procedimiento de remoción en

los términos establecidos en el art. 51 del Reglamento Procesal

del Jurado de Enjuiciamiento.

10) Que la sola cita del instituto de la renuncia en

la norma bajo análisis, sin ser acompañada de una precisión

mayor de su alcance, suscita un ámbito de ambigüedad que da

pie, en la tarea de su concreción al caso a resolver, a una

serie de reflexiones previas, para responder el interrogante

que sigue: )cabe al juez acusado, mediante su voluntad

unilateral, poner fin al juicio político en su contra?.

La incógnita planteada obedece a que la renuncia ha

sido prevista expresamente como uno de los supuestos que con-

cluyen con el procedimiento. Mas, a poco que se advierta, la

situación no es tan clara cuando no se especifica jurídica-

mente el alcance de este término.

La regulación presenta vacíos, con relación a as-

pectos que son sustanciales, a saber: a) el plazo en el que

debe exteriorizarse la voluntad del Poder Ejecutivo; b) la

forma que esa manifestación adopte, es decir, expresa o tácita

y c) si pendiente la decisión del Poder Ejecutivo, la renuncia

puede ser retractada.

Por ello, ante el vacío o indefinición de algunas de

las alternativas puestas de relieve anteriormente, la cuestión

se endereza a determinar si el atributo que le ha sido

asignado al órgano administrativo, para decidir sobre la

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suerte de la renuncia comprende, además, frente al derecho

constitucional de peticionar (C.N. art. 14), dilatar su deci-

sión sine die, generando un estado de incertidumbre impropio

del valor seguridad jurídica.

La renuncia implica no sólo una manifestación del

presentante, sino también la petición de una decisión dirigida

a quien deba decidir sobre la suerte de la misma, mediante la

forma expresa de su aceptación o rechazo. Por ello, el

silencio en la resolución de la solicitud, bien puede dar

pábulo a una fundada crítica con base en que esa indiferencia

al requirente afecta la garantía constitucional que emana del

art. 14 de la Constitución Nacional de peticionar a las auto-

ridades. El derecho de petición no se agota con el hecho de

que el ciudadano pueda pedir, sino que exige una respuesta.

Frente al derecho de petición se encuentra la obligación de

responder.

11) Que por otra parte, la necesidad de una res-

puesta concreta y en tiempo prudente, respecto de la renuncia

de un magistrado, encuentra su fundamento en un criterio de

certeza jurídica, pues sembrar la incertidumbre o alentar la

indefinición no es atributo que competa el ejercicio racional

de facultades o atribuciones de ninguno de los poderes del

Estado.

Más alla de la situación específica de autos, lo

cierto es que la decisión del Poder Ejecutivo, se vislumbra

como de absoluta e impostergable trascendencia. Así, se

aportaría claridad a la situación de un magistrado sometido a

juicio político, quien tiene derecho a saber su posición

frente a un proceso de tal significación y, en caso de admi-

tirse la renuncia, facilitaría ser sometido prontamente a los

jueces naturales que correspondan, para lograr el total y

acabado esclarecimiento de los cargos que se le imputan. Una

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dilación innecesaria, producto de la indefinición del Poder

Ejecutivo, no hace sino provocar un evidente dispendio econó-

mico procesal, al propiciarse con el silencio la prosecución

de un juicio (el que promueve el Jurado de Enjuiciamiento),

para llegar, en definitiva, al mismo resultado, es decir, la

separación en el cargo del juez de aceptarse la renuncia.

12) Que a lo expuesto, ha de sumarse otra cuestión

no menos importante que deriva de esa omisión. La inseguridad

jurídica que suscita la indefinición respecto de la suerte de

la cobertura del cargo afecta a la función jurisdiccional en

la medida que de hecho supone un congelamiento en la planta

orgánica con la alteración consiguiente.

En ese orden, no definir la situación institucional,

su continuidad, vacancia, reemplazo, etc., no es inocuo, como

fácilmente se comprende, en la marcha normal de la labor

judicial.

Si se aceptara que el Poder Ejecutivo puede manejar

los tiempos de renuncia de un juez de la Nación, a su albe-

drío, se aceptaría convertir una facultad propia y no discre-

cional (como es la aceptación o no de la misma) en una herra-

mienta política de ingerencia de un poder sobre el otro.

Es propio recordar un criterio hermenéutico medular

de nuestro sistema de gobierno. El equilibrio institucional de

los poderes del Estado reposa en una delicada, como tan

precisa interpretación armónica que se realice de la normativa

de la Constitución Nacional. Esta Corte Suprema ha señalado,

en forma reiterada, que dentro del sistema republicano de

gobierno establecido por la Constitución Nacional (y vale

asimismo para el obrar interno de cada uno de ellos) el ac-

cionar de los tres poderes del Estado es armónico y coordinado

pues aunque cada rama tiene algunas atribuciones exclusivas,

deben asistirse, complementarse y controlarse entre sí. De lo

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contrario se descompensaría el sistema constitucional que no

está fundado en la posibilidad de que cada uno de dichos

poderes actúe obstruyendo la función de los otros, sino en que

lo haga con el concierto que exige el cumplimiento de los

fines del Estado, para lo cual se requiere el respeto de las

normas constitucionales (causa "Soria Carlos E." publicada en

Fallos: 319:2641, considerando 1°).

La invasión que un poder del Estado pudiera hacer

respecto de la zona de reserva de actuación de otro importa

siempre, por sí misma, una cuestión institucional de suma

gravedad.

La Constitución Nacional establece y delimita los

poderes de las "autoridades de la Nación" que conforman el

gobierno federal. Más aún, fija una interrelación equilibrada

de funciones, propio del sistema republicano que contiene en

su mecánica interna la imposición a cada uno de ellos no sólo

a cumplir la Constitución en la órbita de su respectiva com-

petencia, sino también a promover el cumplimiento de aquélla

por los otros poderes.

Por tanto, asiste derecho a una decisión concreta,

razonablemente pronta y fundada, sobre la aceptación o no de

la renuncia. No es el Poder Ejecutivo quien debe "juzgar" la

conducta del magistrado, a riesgo de que por vía indirecta

violente la Constitución Nacional (C.N. art. 109 y cc.).

13) Que la renuncia, en opinión del Tribunal, apa-

rece como un acto complejo con dos extremos convergentes. Uno

es propio de la voluntad del sujeto renunciante y el otro, la

necesaria manifestación del aceptante. En ese contexto, la

aceptación para la perfección de la renuncia al cargo de ma-

gistrado, constituye un elemento determinante de esta última.

La emisión en tiempo prudente del acto que resuelve la peti-

ción constituye la exteriorización y motivos que conforman la

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voluntad administrativa.

Esta Corte, mediante la acordada citada, ha delimi-

tado ya el alcance que se dará a la renuncia y a la acepta-

ción, convirtiendo en bilateral aquel acto y en obligatoria la

condición de la aceptación. Esta norma es derecho positivo y

por tal debe ser aplicada, hasta tanto no operen sobre ella

las circunstancias extintivas que el ordenamiento contempla

para privarla de sus consecuencias jurídicas.

En síntesis, considero que no cabe sino conceder al

Poder Ejecutivo la facultad de pronunciarse sobre la renuncia

y, en ese contexto cabría, también, la posibilidad de recha-

zarla, pues de otra forma, la aceptación se convertiría en un

ritualismo inútil y dilatorio.

Por ello, entiendo que la renuncia para tener efi-

cacia debe ser aceptada, pero también considero que una deci-

sión al respecto no puede ser demorada injustificadamente.

14) Que en el caso que nos ocupa, el doctor Ricardo

Lona presentó su renuncia, con fecha 11 de agosto de 2003, no

obrando en autos constancia de su aceptación. Es decir, la

renuncia era sólo una manifestación unilateral del mencionado,

mas no había cumplido aún los recaudos que la perfeccione para

producir los efectos que prevé el art. 5 del Reglamento

Procesal del Tribunal de Enjuiciamiento.

Por tanto, cobra plena operatividad lo dispuesto por

el art. 9 bis del Reglamento para la Justicia Nacional. El

juez continúa sujeto a las disposiciones legales y regla-

mentarias que hacen a su cargo y, entre ellas, al sometimiento

del juicio político encarado en su contra.

En el plexo normativo el Reglamento para la Justicia

Nacional (art. 9 bis), se integra, no obstante su menor

graduación normativa respecto de una ley, con el Reglamento

Procesal del Jurado de Enjuiciamiento (art. 5). De ello queda

-8-

claro que la renuncia no produce por su sola manifestación, el

cese en el cargo, antes bien habrá de complementarse con la

aceptación de parte del Poder Ejecutivo. No pueden ser

consideradas aisladas una de la otra, pues ambas hacen al

ejercicio de la magistratura.

El Jurado de Enjuiciamiento no ha hecho sino aplicar

la normativa vigente. El objetivo primario de éste consiste en

analizar la conducta del magistrado en su desempeño como tal,

no le corresponde, entonces, realizar otras actividades que,

en definitiva, hacen a la esfera de decisión del enjuiciado

(renunciar a su cargo, emplazar la decisión del Poder

Ejecutivo sobre la aceptación o rechazo de la misma).

El recurrente no ha desvirtuado la eficacia jurídica

ni la razonabilidad de origen del recaudo de la aceptación que

surge del pleno normativo que constituyen ambos reglamentos.

Respecto de este tópico nuclear, mas allá de una

breve referencia, no se han expuesto argumentos consistentes

que avalen su descalificación.

15) Que en razón de lo señalado, se debe desestimar

el argumento del doctor Lona en cuanto a que ni el Consejo de

la Magistratura ni el Jurado de Enjuiciamiento hicieron dili-

gencia alguna dirigida a establecer cuál era el estado del

trámite de la renuncia ante el Poder Ejecutivo. En todo caso,

a él interesaba instar este aspecto, más allá de la posición

interpretativa que adopte respecto del carácter unilateral o

bilateral de este instituto.

Las elucubraciones interpretativas que, en pos de

defender una posición jurídica, puedan realizarse en el marco

de una presentación judicial, no empece, en la práctica, a

agotar todas las posibilidades que, de algún modo, tengan

atinencia al derecho que se pretende, de allí que nada impedía

al quejoso, dejando a salvo su criterio, impulsar con los

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medios legales a su alcance, la pronta decisión del Poder

Ejecutivo respecto a la renuncia.

16) Que el Jurado de Enjuiciamiento, se reitera, no

puede sustituirse en el interés del enjuiciado. Debe aplicar

la norma y, en tanto la decisión que adopte no constituya una

violación a su manda, no existe justificación jurídica que

-//-

-10-

-//- amerite revocar la resolución cuestionada.

Por ello y oído el señor Procurador General de la Nación,

se desestima la queja. Notifíquese y archívese. ANTONIO

BOGGIANO (según su voto)- ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ (en disiden-

cia) - JUAN CARLOS MAQUEDA (según su voto)- PABLO O. GALLEGOS

FEDRIANI (según su voto)- EMILIO LISANDRO FERNANDEZ - JAIME

WOLF BELFER - JULIO DEMETRIO PETRA - JAVIER MARIA LEAL DE

IBARRA (según su voto).

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VO-//-

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-//-TO DE LOS SEÑORES JUECES DOCTORES DON JAVIER MARIA LEAL DE

IBARRA Y DON PABLO OSCAR GALLEGOS FEDRIANI

Considerando:

1°) Que contra la decisión del Jurado de Enjuicia-

miento de Magistrados de la Nación que rechazó el planteo de

nulidad del dictamen de la Comisión de Acusación y de la acu-

sación formulada por el Consejo de la Magistratura al señor

juez de la Cámara Federal de Apelaciones de Salta, doctor

Ricardo Lona, este magistrado dedujo el recurso extraordinario

cuya denegación dio origen al recurso de hecho en examen.

21) Que para decidir del modo indicado, el Jurado de

Enjuiciamiento consideró Cen esenciaC que el alcance del

término "renuncia" a la que se refiere el art. 51 del "Regla-

mento Procesal" de dicho Cuerpo debe ser interpretado como

"renuncia aceptada por el órgano competente", pues dicha exi-

gencia se compadece con sus propios precedentes, en los que se

estableció que "...el fallo de este Jurado no tendrá más

efecto que destituir al acusado Cextremo en el que agota su

cometidoC, por lo que el cese de la magistrada en el ejercicio

de sus funciones por la aceptación de su renuncia determina

que este procedimiento carezca de objeto actual...".

31) Que el juez recurrente, centra sus agravios en la

consideración de que, a su juicio, la renuncia presentada

implica la conclusión de la atribución constitucional y legal

del Jurado de Enjuiciamiento, pues dicho acto pone fin al

interés público de examinar las cuestiones que el Consejo de

la Magistratura propuso al Jurado, en tanto la necesidad de

alejarlo de la función jurisdiccional ya se cumplió, único

efecto que produce una decisión condenatoria del Cuerpo cuya

decisión aquí se recurre.

41) Que esta Corte comparte y hace suyos Cdándolos

por reproducidos por razones de brevedadC los argumentos y

-12-

conclusiones a las que arriba el señor Procurador General en

el dictamen de fs. 97/101, en lo que se refiere tanto a lo

justiciable de las decisiones del Tribunal de Enjuiciamiento,

como a lo definitivo de la resolución impugnada a través de la

vía del art. 14 de la ley 48.

51) Que esclarecido ello, corresponde señalar que el

adecuado examen de la cuestión requiere efectuar la puntual

exégesis de las dos normas que están en juego en el sub

judice, esto es el art. 51 del Reglamento Procesal del Jurado

de Enjuiciamiento, y el art. 9 bis del Reglamento para la

Justicia Nacional Caprobado por acordada del 17/12/1952C.

61) Que la primera de las disposiciones mencionadas

en el considerando anterior, dispone que "...en caso de pro-

ducirse la renuncia del magistrado acusado durante la sustan-

ciación del proceso, concluirá el procedimiento y se archiva-

rán las actuaciones...".

71) Que por su parte, el art. 9 bis del Reglamento

para la Justicia Nacional, establece Cen lo que a esta cues-

tión particularmente atañeC que "...los magistrados presenta-

rán la renuncia a su cargo directamente ante el Poder Ejecu-

tivo, debiendo dar cuenta de dicha presentación Cen su casoC a

la Corte Suprema, por intermedio de la Cámara respectiva.

Hasta tanto la renuncia no les sea formalmente aceptada, es-

tarán sujetos a las disposiciones legales y reglamentarias

concernientes a la función judicial...".

81) Que una interpretación meramente semántica de la

norma descripta en el considerando 61, llevaría a la conclusión

de que el mero acto de renuncia, sin necesidad de su

aceptación por el órgano competente, tiene como consecuencia

la conclusión del procedimiento.

Ahora bien, integrando esa disposición con la del

art. 9 bis del Reglamento para la Justicia Nacional, cabría

L. 1173. XXXIX.RECURSO DE HECHOLona, Ricardo s/ pedido de enjuiciamientoCcausa n° 9C.

Corte Suprema de Justicia de la Nación

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concluir que para que el proceso de enjuiciamiento concluya

resulta necesario que la renuncia del magistrado fuera acep-

tada.

91) Que como se advierte, el meollo de la cuestión

sub examine, radica en discernir, a la luz de la normativa en

juego, si la renuncia presentada por el recurrente Cno acep-

tada por el Poder EjecutivoC produce el efecto conclusivo del

procedimiento de remoción en los términos establecidos en el

art. 51 del Reglamento Procesal del Jurado de Enjuiciamiento.

10) Que en ese orden de pensamiento este Tribunal,

considera que la institución de la renuncia, implica no solo

una manifestación de voluntad del presentante Cen el caso el

juez LonaC, sino que comprende la petición de una decisión

dirigida a quien debe resolver sobre la suerte de la renuncia

mediante la forma de la aceptación o del rechazo Cen el caso

el Poder Ejecutivo NacionalC.

En esencia, y con base en lo ya expuesto por este

Tribunal en Fallos: 315:414, la renuncia aparece como un acto

complejo con dos extremos convergentes, una voluntad del su-

jeto renunciante y otra del aceptante y, en ese contexto, la

aceptación para la perfección de la renuncia al cargo, cons-

tituye un elemento determinante de la misma.

11) Que esta Corte estima que otra interpretación de

la cuestión, aparejaría la consecuencia de otorgarle al acto

de un carácter unilateral, meramente recepticio, convirtiendo

a la aceptación en solo una formalidad sin mayor consecuencia

jurídica, sustrayendo en el caso al Poder Ejecutivo Nacional

la facultad de aceptarla o eventualmente rechazarla.

12) Que de lo expuesto, corresponde concluir que de

la adecuada exégesis de las normas en juego, integrándolas

como un todo armónico y no como un conjunto de disposiciones

aisladas entre sí, se desprende la necesaria adición entre el

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art. 5 del Reglamento Procesal del Jurado de Enjuiciamiento

con la disposición contenida en el art. 9 bis del Reglamento

para la Justicia Nacional, de tal modo que la primera de

aquellas normas cobrará virtualidad a partir de la aceptación

de la renuncia del magistrado por parte del Poder Ejecutivo

Nacional.

13) Que no obstante lo expuesto, este Tribunal no

puede soslayar los graves perjuicios que origina la falta de

aceptación por parte del Poder Ejecutivo Nacional de la re-

nuncia de un magistrado judicial, pues la falta de definición

de su situación institucional, su continuidad o vacancia en-

torpecen, sin lugar a dudas, el adecuado funcionamiento del

servicio de justicia, llegándose al extremo de que, si se

aceptara que el Poder Ejecutivo puediera disponer, a su libre

albedrío, de los tiempos de renuncia de un juez de la Nación,

se llegaría al extremo de convertir una facultad que natural-

mente le es propia en una herramienta política de injerencia

de un poder del Estado sobre otro.

14) Que en las condiciones expuestas, y en mérito a

que como fuera destacado, la decisión impugnada cuenta con

fundamentos suficientes como acto jurisdiccional Ca la sazón

coincidentes con los de esta CorteC, corresponde desechar la

tacha de arbitrariedad con la que se pretende descalificar el

pronunciamiento impugnado.

Por ello, y oído el señor Procurador General, se deses-

tima la queja. Notifíquese y archívese. PABLO O. GALLEGOS

FEDRIANI - JAVIER MARIA LEAL DE IBARRA.

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-//-TO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON ANTONIO BOGGIANO

Considerando:

1°) Que el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados de

la Nación rechazó el planteo deducido por el doctor Ricardo

Lona, juez de la Cámara Federal de Apelaciones de Salta, por

el cual pretendía que se declare la nulidad del dictamen de la

Comisión de Acusación del Consejo de la Magistratura y de la

acusación formulada en su contra por el plenario de dicho

órgano.

Contra ese pronunciamiento, el magistrado interpuso

el recurso extraordinario cuya denegación origina la presente

queja.

2°) Que esta Corte ha establecido, en reiterados y

recientes pronunciamientos, la doctrina con arreglo a la cual

el control judicial de las decisiones adoptadas en los asuntos

de enjuiciamientos públicos de magistrados federales está

condicionado, entre otros recaudos que no viene al caso exa-

minar, a que la resolución impugnada en la instancia del art.

14 de la ley 48 revista la condición de definitiva; esto es,

que constituya el fallo final dictado por el órgano al que la

Constitución Nacional ha atribuido la función de juzgar la

responsabilidad política de sus jueces (Fallos: 316:2940;

318:219; causa B.450.XXXVI. "Brusa, Víctor Hermes s/ pedido de

enjuiciamiento", sentencia del 11 de diciembre de 2003).

3°) Que con tal comprensión, se ha enfatizado en el

voto concurrente del juez Boggiano de Fallos: 318:219, que no

es dudoso que cualquier menoscabo al derecho de defensa que

originara la acusación sería susceptible de ser reparada por

el tribunal de la causa; o bien podría llegar a perder toda

entidad jurídica en la hipótesis de un posterior pronuncia-

miento absolutorio. De ahí, se agregó, que las resoluciones

dictadas durante la substanciación del juicio no habilitarían

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la instancia del art. 14 de la ley 48, a excepción de las que

pudieran irrogar agravios de entidad proporcionada a las de un

fallo de condena, o sea, de imposible reparación ulterior;

empero, tal equiparación a definitivos de los autos interlo-

cutorios del juicio político, en los alcances de la norma

citada, exigirá, en todo trance, una apreciación severa y

restrictiva, a fin de no contradecir los fines perseguidos por

la Constitución Nacional mediante la determinación del órgano

especialmente competente para el trámite del enjuiciamiento

(considerando 8°).

4°) Que en las condiciones expresadas, el someti-

miento a juicio del recurrente no constituye un perjuicio de

imposible reparación ulterior que posibilite hacer excepción a

la regla según la cual las resoluciones cuya consecuencia sea

la obligación de seguir bajo tal sometimiento no revisten,

regularmente, la calidad de sentencias definitivas a los fines

del recurso extraordinario (Fallos: 310:1486; 311: 1781);

máxime, cuando no se observa circunstancia alguna que

justifique hacer excepción al principio enunciado, por lo que

la invocación de estar en juego garantías constitucionales no

permite superar el óbice que significa la ausencia de defini-

tividad de la resolución impugnada (Fallos: 316:341 y sus

citas).

En todo caso y de mantenerse en el futuro el agravio

que se invoca por dictar el Jurado de Enjuiciamiento un

pronunciamiento destitutorio del doctor Lona, tales cuestiones

serán susceptibles de ser eficazmente reeditadas ante esta

Corte mediante el recurso extraordinario que el interesado

podrá deducir contra aquel pronunciamiento.

Por ello y oído el señor Procurador General de la Nación,

se desestima la queja. Notifíquese y archívese. ANTONIO

BOGGIANO.

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-//-TO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON JUAN CARLOS MAQUEDA

Considerando:

1°) Que el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados de

la Nación denegó el recurso extraordinario que dedujo el

doctor Ricardo Lona, juez de la Cámara Federal de Apelaciones

de Salta, contra la resolución del mismo órgano que, con fecha

29 de septiembre de 2003, rechazó su planteo de nulidad de la

acusación formulada a su respecto por el Consejo de la

Magistratura de la Nación. La denegatoria mencionada dio ori-

gen a la presentación directa en análisis.

2°) Que el 11 de agosto de 2003, la Comisión de

Acusación del Consejo de la Magistratura aprobó el dictamen

respectivo aconsejando el enjuiciamiento del doctor Lona en

los términos de la ley 24.937, decisión que fue aprobada por

el plenario del órgano constitucional mencionado con fecha 27

de agosto de 2003.

3°) Que la tacha de nulidad de la acusación que

efectúa el recurrente se fundamenta, en lo sustancial, en que

con fecha 11 de agosto, o sea con anterioridad a la fecha de

la decisión impugnada, había presentado su renuncia al cargo,

lo que implica, en los términos del art. 5° del Reglamento

Procesal del Jurado de Enjuiciamiento, el archivo de las ac-

tuaciones.

4°) Que corresponde recordar, en primer lugar, la

reiterada doctrina del Tribunal en el sentido que el recurso

extraordinario procede, en principio, sólo respecto de sen-

tencias judiciales que tengan el carácter de definitivas,

emanadas de órganos permanentes del Poder Judicial de la Na-

ción o de las provincias, que ejerzan funciones jurisdiccio-

nales (conforme art. 14, ley 48; Fallos: 248:516; 257:266;

312:1682, entre otros).

En el caso planteado, cualquier menoscabo que el

L. 1173. XXXIX.RECURSO DE HECHOLona, Ricardo s/ pedido de enjuiciamientoCcausa n° 9C.

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derecho del recurrente podría sufrir por la acusación formu-

lada por el Consejo de la Magistratura sería susceptible de

ser reparado en la sentencia definitiva que examine la cues-

tión o bien podría llegar a perder toda entidad jurídica en la

hipótesis de un posterior pronunciamiento absolutorio (conf.

doctrina del considerando 8° del voto del juez Boggiano en

Fallos: 318:219).

Por consiguiente, la situación invocada para abrir

el recurso extraordinario no se configura en el sub examine

porque el cuestionamiento del recurso extraordinario sólo se

dirige al planteo de la nulidad de la acusación sin que exista

pronunciamiento alguno por parte del Jurado de Enjuiciamiento

respecto a la presencia en el caso de las causales previstas

en el art. 53 de la Constitución Nacional.

5°) Que la doctrina de las cuestiones políticas

limita el control judicial respecto de las decisiones de or-

ganismos Ccomo el Jurado de EnjuiciamientoC a los que la pro-

pia Constitución ha excluido de una revisión similar a la que

se efectúa respecto de las decisiones adoptadas por tribunales

ordinarios. Consecuentemente, por mandato constitucional, las

decisiones del Jurado de Enjuiciamiento son irrecurribles, y

solo excepcionalmente pueden ser objeto de revisión en la

instancia extraordinaria federal, siempre que el recurrente

acredite en forma nítida, inequívoca y concluyente un grave

menoscabo a las reglas del debido proceso legal, que tal

violación sea flagrante y de relevancia suficiente para variar

la suerte de la causa (Fallos: 316:2940); (conf. voto del juez

Maqueda en causa B.450.XXXVI. "Brusa, Víctor Hermes s/ pedido

de enjuiciamiento", de fecha 11 de diciembre de 2003,

considerandos 20 y 32). Los requisitos apuntados no se cumplen

en el caso en estudio.

Asimismo, corresponde recordar que solamente el

"fallo" de carácter definitivo, o una decisión que resultase

equiparable a tal, emitida por el órgano al cual la Constitu-

ción le atribuyó expresamente el enjuiciamiento de los magis-

trados de los tribunales inferiores, puede ser objeto de re-

visión por la vía del recurso previsto en el art. 14 de la ley

48, siempre dentro de los ajustados límites de excepción

expuestos en el párrafo anterior (Fallos: 318:219, conside-

rando 4°).

Las decisiones como la impugnada por el recurrente,

carecen del carácter de definitivas, pues el sometimiento a

juicio no constituye un perjuicio de imposible reparación

ulterior que posibilite hacer excepción a la regla según la

cual las resoluciones cuya consecuencia sea la obligación de

seguir bajo tal sometimiento no revisten la calidad de defi-

nitivas a los fines del recurso extraordinario, en tanto no

ponen término al pleito ni impiden su continuación (Fallos:

310:1486; 311:1781; 314:545, entre otros).

En el sentido indicado, el recurrente no logra con-

mover la afirmación del a quo en cuanto no se advierte que lo

decidido irrogue un perjuicio de imposible reparación ulte-

rior, ni en qué medida se ven afectadas las garantías consti-

tucionales de la defensa en juicio y del debido proceso.

6°) Que, sin perjuicio de ello, cabe señalar que la

facultad del Poder Ejecutivo de aceptar o rechazar la renuncia

de un magistrado sometido al procedimiento del juicio político

integra el ámbito de cuestiones políticas no justiciables y,

en tal sentido, la no aceptación de aquélla importa un acto de

apreciación institucional que tiene relación directa con los

fines constitucionales que motivaron la inclusión del

procedimiento de remoción.

Por tal razón, las disposiciones infraconstitucio-

nales citadas por el recurrente (art. 5° del Reglamento Pro-

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cesal del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados de la Na-

ción) no pueden sino ser interpretadas en el sentido de refe-

rirse a situaciones en las cuales la renuncia ha sido acepta-

da.

No otra puede ser la interpretación, si concordan-

temente, el art. 9° bis del Reglamento para la Justicia Na-

cional establece que "los magistrados presentarán la renuncia

a su cargo directamente ante el Poder Ejecutivo, debiendo dar

cuenta de dicha presentación Cen su casoC a la Corte Suprema,

por intermedio de la Cámara respectiva. Hasta tanto la renun-

cia no les sea formalmente aceptada, estarán sujetos a las

disposiciones legales y reglamentarias concernientes a la

función judicial...".

En efecto, la renuncia de un magistrado, por su sola

presentación, no puede, en forma automática, excluirlo del

procedimiento político de remoción, sin que se afecten

facultades constitucionalmente discernidas: como las del Poder

Ejecutivo Cde aceptar o no la renunciaC, o las del Jurado de

Enjuiciamiento de concluir con el enjuiciamiento del desempeño

de los magistrados judiciales para hacer efectiva su

responsabilidad política como funcionarios públicos. Se en-

cuentran en juego, en un procedimiento de carácter complejo,

distintas facultades de ejercicio discrecional, típico del

"delicado equilibrio de la arquitectura republicana buscado

por la Constitución, mediante el clásico principio de frenos y

contrapesos, de controles recíprocos entre los diferentes

órganos del gobierno, que pide por una prudente consideración

a riesgo de mortificar un balance asentado tanto en una ra-

cionalidad técnica, como en una axiológica por su relación

definitiva con los valores de libertad y seguridad jurídica"

(Fallos: 316:2940, considerando 12). Las facultades constitu-

cionales mencionadas, tienen en común su carácter político, de

ejercicio ponderado sólo por el órgano que lo ejecuta y ajenas

al control jurisdiccional.

7°) Que en el ámbito de las facultades exclusivas

atribuidas constitucionalmente Ccomo las mencionadas en el

considerando anteriorC, la función jurisdiccional no alcanza

al modo de ejercicio de las mismas, en cuanto de otra manera

se haría manifiesta la invasión inadmisible de la "zona de

reserva" de facultades propias de otro órgano del Estado.

En este aspecto, la Corte Suprema de Justicia de los

Estados Unidos de América ha sostenido Cen oportunidad de

delinear la doctrina de las cuestiones políticasC que es evi-

dente que algunas formulaciones que varían levemente según el

entorno en que las mismas son planteadas pueden describir una

cuestión política, aunque cada una tiene uno o dos elementos

que la vinculan esencialmente al tema de la función de divi-

sión de poderes. Vinculación que manifestó referida a una

clara atribución constitucional del asunto a un departamento

político de igual rango constitucional, o a la ausencia de

pautas susceptibles de ser determinadas o interpretadas judi-

cialmente para resolverlo, o la imposibilidad de que los jue-

ces tomen una decisión independiente sin que ella signifique

una falta al respeto debido a las demás ramas del gobierno de

igual rango o la necesidad inusual de no cuestionar la adhe-

sión a una decisión política que ya haya sido tomada. En sín-

tesis, el tema es dirimir si la cuestión admite o no una re-

solución judicial en virtud de la división de poderes, cen-

trando el análisis en aquello que la doctrina denomina el

ámbito propio y exclusivo del órgano, que por su naturaleza

está sustentado en la discrecionalidad política para ponderar

los fines y alcances de la atribución conferida, cuyo modo de

ejercicio ha puesto en práctica o ha reglamentado por aplica-

ción de las disposiciones constitucionales. Presupuesto este

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último ligado íntimamente en cada caso al alcance e interpre-

tación que el órgano asigna al ejercicio de aquellas faculta-

des (Baker v. Carr 369 U.S. 186, 211, 217; 1962).

8°) Que los arts. 114 y 115 de la Constitución Na-

cional se asientan en un previo diseño constitucional de di-

visión de poderes y en la práctica jurisprudencial del Tribu-

nal que ha admitido que en el marco del juicio político co-

rrespondía al Senado una atribución exclusiva en la pondera-

ción de la conducta de los jueces y de las circunstancias que

ameritan la apertura del procedimiento de remoción. Del mismo

modo, la Reforma Constitucional de 1994 ha continuado esta

práctica constitucional mediante la creación de un ámbito de

restricción en la intervención del órgano jurisdiccional. La

irrecurribilidad en las decisiones del Tribunal que establece

dicha norma no es una exclusión caprichosa de un ámbito al

control judicial; es, en realidad, la concreción institucional

en el sentido de que el trámite del juicio político se basa,

esencialmente, en la exclusividad del Jurado de Enjuiciamiento

en la conducción del proceso mismo y en la apreciación

discrecional de las circunstancias de la conducta de los

magistrados.

9°) Que, asimismo, es necesario tener en cuenta que

el Jurado de Enjuiciamiento examina la conducta de los jueces

y la oportunidad del inicio del procedimiento de remoción a la

luz de criterios que no se identifican en lo absoluto con las

formas habituales de examen de la prueba y de ponderación de

las conductas que corresponde a los tribunales judiciales. La

alta función encomendada al Jurado de Enjuiciamiento no se

asimila en este caso a la de un tribunal judicial ordinario y,

naturalmente, no es posible extrapolar el sistema legal y

jurisprudencial que ha elaborado esta Corte para el examen de

aquellos casos en los que se plantea la existencia de cuestión

federal o se invoca la existencia de arbitrariedad en las

sentencias apeladas. Si las funciones del Jurado de En-

juiciamiento son distintas a las que desarrollan los tribuna-

les ordinarios y si el recurso extraordinario procede aquí

como una excepción y acotado a la efectiva acreditación de la

grave afectación del debido proceso legal, se sigue de lo

expresado que la ponderación de la Corte Suprema de Justicia

de la Nación deberá insertarse en el sistema constitucional de

división de poderes, principio constitucional que obliga al

Tribunal a tener presente que el procedimiento de remoción de

magistrados no debe ser asimilado al proceso jurisdiccional

ordinario. La valoración de las causales de remoción es ajena

a la revisión judicial.

En efecto, corresponde esencialmente al Jurado de

Enjuiciamiento el examen acerca de la oportunidad del inicio

del proceso de enjuiciamiento, la ponderación acerca de la

admisibilidad y procedencia de las pruebas ofrecidas, y la

valoración de las conductas examinadas en el curso del juicio

de remoción. Son todos ellos aspectos esencialmente excluidos

del control judicial y como consecuencia necesaria, ajenos al

recurso extraordinario (conf. voto del juez Maqueda en causa

"Brusa, Víctor Hermes s/ pedido de enjuiciamiento", ya citada,

considerandos 21 y 22).

10) Que el enjuiciamiento de los magistrados ha sido

encomendado, pues, por la Constitución Nacional a un órgano

cuyas decisiones Cque incluyen la elaboración de sus propias

normas de procedimientoC son adoptadas a través del ejercicio

de la discreción política; aspecto este último esencial para

encuadrar su labor dentro de las cuestiones políticas no

justiciables; sin perjuicio de la eventual consideración del

tema en supuestos excepcionales en que se haya demostrado la

flagrante violación del debido proceso.

11) Que la decisión del Jurado de Enjuiciamiento,

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cuestionada por el recurrente, ha sido dictada en el marco de

las facultades atribuidas constitucionalmente a dicho órgano,

con aplicación razonable de distintas normas en vigencia y sin

que se pueda apreciar la más mínima violación de las garantías

de defensa en juicio y del debido proceso. La decisión del

Poder Ejecutivo de no aceptar la renuncia del doctor Lona es

una cuestión política ajena a la jurisdicción del Jurado de

Enjuiciamiento y, que por otra parte, no ha sido cuestionada

en forma directa por el recurrente.

El criterio expuesto no puede alterarse por la cir-

cunstancia de la falta de regulación expresa en cuanto a la

necesidad o no de aceptar o rechazar la renuncia de un magis-

trado, pues como ha sido reiteradamente destacado, la facultad

del Poder Ejecutivo en el sentido apuntado es de ejercicio

discrecional y ajena a la interferencia de los distintos

órganos con competencia constitucional en el tema, sin per-

juicio que pueda, en el futuro, elaborarse una regulación

mediante los mecanismos constitucionales correspondientes.

12) Que, finalmente, corresponde reiterar la nece-

sidad de mantener una extremada prudencia y un estricto cri-

terio restrictivo al momento de resolver la revisión, en esta

instancia extraordinaria, de decisiones adoptadas por los

órganos destinados por la Ley Fundamental para juzgar la con-

ducta de funcionarios públicos, pues es imprescindible "que en

los juicios políticos nacionales o provinciales, el control

judicial destinado a verificar el respeto al derecho de

defensa no se convierta en una forma de penetrar en el ámbito

de lo que debe seguir siendo no justiciable (o bien reservado

a la exclusiva competencia provincial) porque así lo requieren

principios que son inseparables del sistema político de la

Constitución y que tienen vigencia secular (Oyhanarte, Julio,

"La Corte Suprema y el juicio político a jueces provinciales",

El Derecho, t. 128, pág. 463).

Por ello, y habiendo dictaminado el señor Procurador

General, se desestima la queja. Hágase saber y archívese. JUAN

CARLOS MAQUEDA.

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DISI-//-

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Corte Suprema de Justicia de la Nación

-//-DENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON ADOLFO ROBERTO

VAZQUEZ

Considerando:

1°) Que el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados de

la Nación rechazó el planteo deducido por el doctor Ricardo

Lona, juez de la Cámara Federal de Apelaciones de Salta, por

el cual pretendía que se declare la nulidad del dictamen de la

Comisión de Acusación del Consejo de la Magistratura y de la

acusación formulada en su contra por el plenario de dicho

órgano.

Contra ese pronunciamiento, el magistrado interpuso

el recurso extraordinario cuya denegación origina la presente

queja.

2°) Que ante la intervención dada por esta Corte con

fundamento en el art. 33, inc. a, punto 5, de la ley 24.946,

el Procurador General de la Nación ha dictaminado sobre la

cuestión introducida en el recurso extraordinario, opinando

que en el sub lite se ha planteado una caso sometido al

control judicial por parte de esta Corte en la instancia del

art. 14 de la ley 48, que se verifica la presencia de una

cuestión federal y que la decisión impugnada es equiparable a

sentencia definitiva por la índole del agravio constitucional

causado al recurrente. En cuando al fondo del asunto, el Pro-

curador General se pronuncia por declarar procedente la queja

y revocar la resolución apelada.

3°) Que, en efecto, los argumentos aducidos en el

recurso extraordinario y mantenidos en la queja pueden, prima

facie, involucrar cuestiones de orden federal susceptibles de

examen en la instancia del art. 14 de la ley 48, por lo que

corresponde declarar procedente la queja y suspender el curso

del proceso seguido ante el Jurado de Enjuiciamiento de Ma-

gistrados de la Nación, sin que esto implique pronunciamiento

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Corte Suprema de Justicia de la Nación

sobre el fondo del asunto (art. 285 del Código Procesal Civil

y Comercial de la Nación; Fallos 308:249 y sus citas).

4°) Que la decisión del Jurado de Enjuiciamiento de

Magistrados de denegar el recurso extraordinario interpuesto

por el doctor Ricardo Lona, fue adoptada sin haber dado cum-

plimiento, en forma previa, con el traslado que determina el

art. 257, segundo párrafo, del Código Procesal Civil y Comer-

cial de la Nación, omisión que obsta a un pronunciamiento del

Tribunal en la medida en que la adecuada notificación de las

distintas etapas fundamentales del proceso -máxime tratándose

del recurso extraordinario federal- tiene por objeto brindar a

los litigantes la oportunidad de ejercer sus defensas con la

amplitud que exige el debido proceso y plantear las cuestiones

que crean conducentes para la correcta solución del litigio,

lo que no ha ocurrido en el sub examine y justifica suspender

la tramitación de la queja y devolver la causa al tribunal a

quo a fin de que se sustancie el trámite omitido (Fallos:

313:848).

5°) Que en función de que la mayoría del Tribunal ha

decidido declarar inadmisible la queja, es innecesario

pronunciarse en este voto disidente acerca de si la substan-

ciación ordenada debe llevarse a cabo con el Consejo de la

Magistratura o si, con arreglo a que el Estado Nacional debe

ser rigurosamente entendido como una unidad institucional,

teleológica y ética también a los fines de discernir su re-

presentación legal (art. 99, inc. 1°, de la Constitución Na-

cional), debe tomar intervención la Procuración del Tesoro de

la Nación, por ser dicho órgano el cuerpo al que la legisla-

ción vigente le ha confiado de modo independiente la repre-

sentación del Estado Cen tanto actúe como talC en juicio (le-

yes 17.516 y 24.667).

Por ello, se declara procedente la queja y se suspende el

curso del proceso seguido ante el Jurado de Enjuiciamiento de

Magistrados de la Nación. Suspéndase el trámite de la queja

según lo establecido en el considerando 4° y devuélvanse las

actuaciones al tribunal de origen a fin de dar cumplimiento

con lo ordenado. Regístrese y notifíquese. ADOLFO ROBERTO

VAZQUEZ.

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