Crisis capitalista y desigualdad social - eco.buap.mx Ano XVII Numero 45, Mayo-Agost… · Este...

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Crisis capitalista y desigualdad social Julio C. Gambina* [ 5 ] Este artículo destaca la gravedad de una crisis que ya acumula un lustro y que hizo evidente la intervención del Estado para sostener y restaurar el funcionamiento de la sociedad capitalista. El texto presenta algunas alternativas encaminadas a que, más allá ese de ese relanzamiento del ciclo del capital, se apunte a la materialización de otras relaciones sociales más justas para otro mundo posible. El artículo termina aludiendo a la región latinoameri- cana dado que el autor considera que es la región que generó más expectativas de cambios institucionales, lo que lleva a destacar en los nuevos aportes de los movimientos sociales al avance de esos cambios. Capitalist crisis and social inequality This article highlights the gravity of a crisis already accumulated five years and that became apparent the intervention of the State to sustain and restore the functioning of capitalist society. The text presents some alternatives to, beyond that of the re-launch of the capital cycle, point to the realization of other social relationships fairer for another possible world. The article ends up alluding to the Latin American region since the author considers that it is the region that generated more expectations of institutional changes, which leads to highlight the new contributions of social movements to the progress of these changes. Aportes, Revista de la Facultad de Economía, BUAP, Año XVII, Número 45, Mayo- Agosto de 2012 *Julio Gambina es Doctor en Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Es Profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP, e Integrante del Comité Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO.

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Crisis capitalista y desigualdad social

Julio C. Gambina*

[ 5 ]

Este artículo destaca la gravedad de una crisis que ya acumula un lustro y que hizo evidentela intervención del Estado para sostener y restaurar el funcionamiento de la sociedadcapitalista. El texto presenta algunas alternativas encaminadas a que, más allá ese de eserelanzamiento del ciclo del capital, se apunte a la materialización de otras relaciones socialesmás justas para otro mundo posible. El artículo termina aludiendo a la región latinoameri-cana dado que el autor considera que es la región que generó más expectativas de cambiosinstitucionales, lo que lleva a destacar en los nuevos aportes de los movimientos sociales alavance de esos cambios.

Capitalist crisis and social inequality

This article highlights the gravity of a crisis already accumulated five years and that became apparentthe intervention of the State to sustain and restore the functioning of capitalist society. The textpresents some alternatives to, beyond that of the re-launch of the capital cycle, point to the realizationof other social relationships fairer for another possible world. The article ends up alluding to the LatinAmerican region since the author considers that it is the region that generated more expectations ofinstitutional changes, which leads to highlight the new contributions of social movements to theprogress of these changes.

Aportes, Revista de la Facultad de Economía, BUAP, Año XVII, Número 45, Mayo- Agosto de 2012

*Julio Gambina es Doctor en Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Es Profesorde Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, Presidente de laFundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP, e Integrante del Comité Directivo del ConsejoLatinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO.

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Existen datos que preocupan sobre la reali-dad mundial. La crisis del capitalismo afectaprincipalmente a los trabajadores, y entreellos a los más jóvenes, superando en estafranja el 25% de desempleo en la UniónEuropea, y 40% en España. En EEUU lapobreza ha llegado al máximo registro desdeque se mide, hace 52 años, y alcanza a 46,2millones de personas, es decir al 15,1% deltotal de la población estadounidense, sien-do más grave el problema entre los negros ylos latinos. Son 50 millones de personas sinseguro médico y 40 millones que recibenbonos de alimentación.

Son referencias al impacto social de lacrisis capitalista. Mientras ello ocurre, losprincipales Estados del capitalismo mun-dial asignan millonarias cifras en dólares,euros o yenes para el “salvataje” de bancos yempresas en problemas de rentabilidad, queal tiempo que reciben los subsidios o présta-mos realizan un profundo ajuste sobre lossalarios y el empleo, para así recomponer lasganancias y la acumulación. Los sectoresmás reaccionarios de las clases dominantesexigen más ajuste en el gasto social y breganpor nuevas exenciones impositivas para lossectores de mayores ingresos.

La actitud predominante apunta a laintervención del Estado para el salvataje delas empresas y del capitalismo, para retomarla “normalidad” de la acumulación de ga-

nancias. El costo social parece no entrar enconsideración más allá de algún lamentovestido de humanitarismo.

Todas las evaluaciones indican un futurocercano de desaceleración de la economíamundial, especialmente en el trípode de ladominación: los EEUU, la Unión Europeay Japón, tríada responsable de más del 60%de la producción mundial. Hasta se temepor un nuevo brote recesivo, como en el2009.

El problema se agiganta con el ajuste, osea, con las políticas de austeridad queintentan generalizar las organizaciones in-ternacionales, especialmente el FMI. Losllamados “países emergentes” crecen porencima del promedio mundial y financian eldéficit fiscal de los países desarrollados encrisis. China es el principal sostén financie-ro de EEUU. La deuda pública es ahora másgrave entre los países del Norte que en losdel Sur, que sufrieron el flagelo de la mismadurante los años setenta para constituirse enel gran condicionante de la política econó-mica en la mayoría de esos países. Durante larecesión de 2009 el problema eran las em-presas y sus déficits; ahora debemos sumar ladeuda de los Estados nacionales en el capi-talismo desarrollado.

El crecimiento aparece entonces como elgran objetivo, a cualquier costo, lo que afectael medio ambiente y la calidad de vida por

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la vigencia de un modelo productivo depre-dador. Es más, los países que más crecen lohacen a costa del deterioro de sus bienescomunes o recursos naturales, lo que esevidente en la región sudamericana, riquísi-ma en tierra, agua, petróleo, biodiversidad yfuerza de trabajo calificada y de bajo costopara la inversión capitalista.

La CEPAL informa que a fines del 2010existen 177 millones de pobres en AméricaLatina y el Caribe (el 30,4% de la población),de los cuales, 70 millones son indigentes (el12,8% del total de habitantes) (CEPAL, 2010).La cifra era mayor en el 2002, con 225millones de pobres (43,9% de la población)y 99 millones de indigentes (19,3% de loshabitantes). Es cierto que hubo una mermade la pobreza en la región latinoamericanaderivada del gran crecimiento desde 2003,pero sobre la base del mantenimiento de unaimportante brecha entre los sectores de ma-yores ingresos y los sectores sociales empo-brecidos. Además, ese crecimiento generódeformaciones en la estructura productiva yocupacional, que como señala la titular deCEPAL Alicia Bárcena al destacar que “…es-tos logros están siendo amenazados por lasenormes brechas que presenta la estructuraproductiva de la región, y por los mercadoslaborales que generan empleos de baja pro-ductividad, sin protección social».

Resulta de interés la consideración yaque el capitalismo desarrollado presenta unacoyuntura recesiva o de desaceleración, mien-tras que en el sur del mundo se registran tasasde crecimiento superiores a la media mun-dial. Lo común en ambos casos es la conso-lidación estructural de la desigualdad y la

pérdida de derechos históricos conquista-dos por los trabajadores. El crecimientoeconómico no asegura bienestar y mejorescondiciones de vida. Todo indica que conrecesión o crecimiento el capitalismo deépoca potencia los problemas estructuralesde la sociedad contemporánea generandopeores condiciones de vida para la mayoríatrabajadora del planeta. El orden socialcontemporáneo genera desigualdad social ynos interrogamos si es posible pensar en otromundo, tal como convocaba el Foro SocialMundial constituido originariamente enPorto Alegre, Brasil, en enero del 2001, paraoponerse, luego de treinta años, al anualencuentro del Foro Económico Mundialsurgido en 1971. La cuestión pasa por inte-rrogarse sobre el capitalismo y su crisis, yayudar a pensar la vida y el orden socioeco-nómico más allá del capitalismo.

La alternativa anti capitalista había sidoborrada del imaginario social mundial anteel derrumbe y fracaso del socialismo en elEste de Europa. Eso motivó el éxito deteorías que aludían al fin de la historia y delsocialismo, y al triunfo del capitalismo, queadquiría así carácter universal y permanente.La crisis capitalista en curso desde el 2007-2008 demanda otra vez la discusión sobre unorden anti capitalista. Pero no sólo por lacrisis, sino por las experiencias de propues-tas emancipadoras, un fenómeno que serecrea especialmente en la región latinoame-ricana. Aludimos al levantamiento de Chia-pas en plena ofensiva neoliberal para reins-talar en el ámbito mundial la posibilidad dela confrontación con el orden del Librecam-bio. Con Chiapas emergió nuevamente la

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internacionalización de la resistencia y sunecesaria articulación, con campañas desolidaridad en buena parte del mundo y conencuentros internacionales que se sucedie-ron desde 1996. Es un antecedente para laBatalla de Seattle en 1999, contra la Organi-zación Mundial de Comercio (OMC) y quehiciera visible la campaña contra la liberali-zación capitalista y los organismos interna-cionales, especialmente el FMI y el BancoMundial. Es un proceso de organización delas resistencias que se potencia tras una décadade convocatorias al Foro Social Mundial des-de enero del 2001 en Porto Alegre y con loscambios políticos generados en la primeradécada del Siglo XXI en Nuestramérica.

Esa década del ’90 del siglo pasado, defuerte ofensiva del capital transnacional porla liberalización de la economía mundial,tuvo su resistencia y búsqueda por constituirun sujeto global, que reanimara un progra-ma alternativo. En rigor, el cambio políticoemergente en la región latinoamericana enla primera década del siglo XXI es el primerresultado del intento por la transformaciónsocial anti capitalista. Fueron las condicio-nes de la lucha social y política las quepermitieron la emergencia de nuevos go-biernos con un discurso crítico a la ofensivaneoliberal, y en algunos de ellos enarbolarsenuevamente la propuesta socialista. DesdeVenezuela emergió la propuesta del “Socia-lismo del Siglo XXI” y desde Bolivia laconcepción de “Socialismo Comunitario”.Fueron propuestas proyectadas en el hori-zonte contemporáneo desde la integracióncon Cuba en el ALBA, la Alternativa Boliva-riana para los Pueblos de Nuestra América.

Vale mencionar que Cuba sostiene su proyec-to socialista y se propone su recreacióndesde los “Lineamientos de política econó-mica” discutidos masivamente por su pobla-ción en el primer semestre del 2011. Puedediscutirse el “Socialismo de mercado” enChina y su versión vietnamita, pero la reali-dad es la reinstalación del “socialismo” comoposible imaginario de la sociedad mundialcontemporánea. Ello supone la discusión ybalance crítico del socialismo realmente exis-tente en el siglo XX y construir la agenda delpresente, que incluye entre otras cuestionesa la “democracia”, que es más que su dimen-sión electiva y que se proyecta como “parti-cipativa” y “comunitaria”; pero también a lalucha contra la “desigualdad” producto dela explotación y el orden liberalizador delcapitalismo en la actualidad. El desafío es laconstrucción de otro orden productivo ydesde allí modificar el patrón de consumopara satisfacer integralmente las necesida-des de la humanidad.

La desigualdad involucra a los paísesNuestro aporte apunta a considerar la grave-dad de una crisis que ya acumula un lustro,entre 2007 y 2011, que no tiene horizonte definal a corto plazo y que hizo evidentenuevamente la intervención del Estado parasostener y restaurar el funcionamiento de lasociedad capitalista. Ello potencia y profun-diza la situación de desigualdad de ingresosy riquezas, a nivel de las personas y lasnaciones. En este último sentido se verificanalgunos cambios, a partir de la relocaliza-ción de las inversiones y las perspectivas dedesarrollo, lo que se expresa en las reservas

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internacionales que acumulan los países.Según el FMI, en su informe del 30 deseptiembre del 2011 (FMI, 2011), existenunos 10 billones de dólares en ReservasInternacionales acumuladas por todos lospaíses del mundo, mayoritariamente nomi-nadas en la moneda estadounidense y en eleuro; en menor medida en otras monedas,metales, especialmente oro, y otros títulos.Es interesante comparar que EEUU tiene unPBI del orden de los 13 billones de dólares.

Para un total de reservas por 10,080billones de dólares a junio del 2011, lospaíses desarrollados acumulan 3,236 billo-nes, y los países emergentes y en desarrollounos 6,844 billones, con China reportandocasi la mitad de esos valores. Los paísessudamericanos, integrados en la UNASUR,reconocen unos 550.000 millones de dóla-res a mediados del 2011. El 54% de los 10billones de reservas internacionales estánnominados en divisas. El dólar expresa el60%; el Euro un 26,7% y el resto de lasmonedas un 13,3%, principalmente la LibraEsterlina, el Yen y los Francos Suizos. En lamayoría de los países, ante la crisis mundialy la discusión sobre el papel del dólar como“equivalente universal”, existe una tenden-cia a modificar los stocks de reservas interna-cionales en perjuicio del dólar y del euro.Entre otras cuestiones, ello impulsa el alzade los precios del oro, que en épocas de crisisretoma su vigencia como resguardo de valor.

Una de las discusiones del presente escómo utilizar esas reservas internacionales.Los países en crisis pretenden que se vuel-quen sobre sus economías como forma deimpulsar la actividad económica. Un uso

alternativo es discutido entre los pueblos delmundo para financiar desarrollos producti-vos alternativos, que tengan en cuenta lanecesidad de satisfacer amplias necesidadesde la población y contribuir a resolver elproblema del empleo y la pobreza, al tiempoque se cuidan los recursos naturales. Es partede los debates en UNASUR y la CELAC.

Consideraciones sobre la crisis en cursoLos orígenes más inmediatos del proceso decrisis que atravesamos actualmente (en 2011)pueden ser rastreados años atrás (en 2007),con la crisis de las hipotecas de los EstadosUnidos como su fenómeno disparador ini-cial. Proyectada inicialmente por los mediosde comunicación como una crisis financieraa partir de la caída de importantes bancos deinversión estadounidenses -fusiones inclui-das y reformas financieras mediando el año2010- su impacto en la economía real era yauna referencia.

Sin embargo, si ampliamos la miradahacia una perspectiva histórica, nos encon-traremos con la crisis recesiva del año 2001,acaecida también en Estados Unidos, y enun análisis retrospectivo nos toparemos su-cesivamente con crisis previas que bien pue-den confundirse con los denominados “ci-clos económicos” a los que nos tiene acos-tumbrado el sistema del capital. Tal inter-pretación sería errónea, pues, como vere-mos, la actual no sólo se trata de una crisiscíclica, sino de una crisis sistémica e integra-da, que involucra una multiplicidad de cri-sis: alimentaria, medioambiental, energéti-ca, financiera, económica, del orden social,es decir, civilizatoria.

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Ante este panorama, la situación de crisiscapitalista con epicentro en los países desa-rrollados —especialmente en los EstadosUnidos— reabre la discusión sobre el modode organización económico de la sociedadcontemporánea, al tiempo que nos invita areflexionar acerca de la naturaleza de lacrisis, sus causas, consecuencias y posiblessalidas.

Queremos ser precisos en nuestra defini-ción de la crisis, que no alude sólo a lacuestión del ciclo económico, sino -y prin-cipalmente- a los límites estructurales en laobtención de ganancias, la consiguiente acu-mulación capitalista y el proceso de domina-ción política que de allí se deriva. La crisis esproducto de factores internos del proceso deproducción y reproducción, del cual la so-breproducción de mercancías y de capitalesconstituye el fundamento principal, conjun-tamente con los conflictos laborales y socia-les por la disputa de la renta generada. Esuna lucha diversa por el salario, la vivienda,la salud, la educación y la apropiación socialde valores socioculturales construidos histó-ricamente, llevadas adelante por ampliossectores populares (trabajadores informales,pequeños campesinos, artesanos, comuni-dades de pueblos originarios, organizacio-nes territoriales, comunitarias, etc.). En ri-gor, ambas facetas son parte indisoluble delorden vigente, una como proceso de trabajoy la otra de lucha de clases. Hay crisis cuandoel capital no puede reproducir su ciclo comocapital dinero, como capital productivo ocomo capital mercancía, procesos cruzadosesencialmente por el conflicto de clase.

La crisis pone de manifiesto los proble-

mas al interior del capitalismo como sistemajerárquico según la dimensión de los capita-les (su composición orgánica), y en la estruc-tura del sistema internacional de países. Enambos casos se trata de una disputa por lahegemonía en dos niveles: al interior de unpaís y en el sistema mundial de naciones;sendos escenarios se encuentran atravesadospor la lucha entre sectores sociales dominan-tes y dominados.

Por esa razón es que se piensa a la crisiscomo una oportunidad de sentidos contra-dictorios: por quien ejerce la hegemonía,para afirmar el rumbo capitalista, alegandola necesidad de mantener el “orden” y pro-moviendo meras reformas cosméticas pararestablecer el ciclo de producción, distribu-ción, circulación y consumo de bienes, ser-vicios y capitales; por los dominados, quevisibilizan la crisis como una coyuntura favo-rable para obstaculizar la acumulación, paradisputar condiciones de vida e intentar untránsito del capitalismo hacia un nuevo or-den, anticapitalista, socialista. En este pro-ceso tiene lugar la dialéctica entre reforma yrevolución.

Pueden cuantificarse los efectos de lacrisis capitalista, que afecta principalmentea las clases subalternas. El desempleo y lacaída de los salarios son el primer movi-miento del ajuste del capital para sobrellevarla crisis. Se cuentan por millones los cesan-teados en todo el mundo, a lo que se sumanpérdidas de las condiciones de empleo,suspensiones y reducciones de ingresos. Sonmecanismos que potencian la flexibilidaddel trabajo que se impuso en los últimos 30años y que coadyuvaron a deteriorar la capa-

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cidad de respuesta del movimiento de traba-jadores. Es cierto que la crisis se manifiestatambién en la disminución de ganancias yreducción de las oportunidades de negociospara algunas patronales, generando así lascondiciones para contrarrestar esos efectoscon una renovada iniciativa de violenciasobre la mayoría empobrecida de la pobla-ción mundial. La receta del capital es másajuste, más liberalización y apertura de laseconomías para relanzar el programa deexpansión del capital y el sistema de explo-tación y dominación.

En la señalada disputa se cuenta ademása un actor poderoso: el Estado, en cuyo senocristaliza la lucha entre opresores y oprimi-dos. En el contexto de un sistema capitalista,la institucionalidad estatal juega un rol rele-vante orientando las políticas públicas afavor de los intereses del capital. En térmi-nos simples: en la disputa por la hegemonía,el Estado es funcional al bando de los opre-sores. Tal connivencia puede ser rastreadaen diferentes etapas a lo largo de nuestrahistoria, sin embargo se evidencia burda-mente en aquellos momentos en los cuales elcapital se encuentra inmerso en alguna situa-ción crítica como la actual.

Para comprender el alcance de la rela-ción Estado-capital proponemos un simpleejercicio de recopilación de datos. Así, sibien la crisis en los Estados Unidos es cuentolargo, sabemos que se agudizó desde agostode 2007 y que se hizo evidente en el “sep-tiembre negro” de 2008, con impacto paralas finanzas globales. El pánico llevó a fortí-simas intervenciones de liquidez tal comolos 180 mil millones de dólares de que

dispusieron —de la noche a la mañana—siete bancos centrales del capitalismo desa-rrollado para intentar calmar la debacle delsistema financiero en el corazón del capita-lismo central. En la misma semana de explo-sión de la crisis se destinaron otros 85 milmillones de dólares desde fondos públicosestadounidenses para el salvataje de la ase-guradora American International Group(AIG), y una semana antes se asignaron 200mil millones para atender la liquidez de losdos grandes bancos administradores de hi-potecas: Fannie Mae y Freddie Mac. Sonfondos que se sumaron a varios millones másy que a fines del 2008 superaban el billón dedólares. Al mismo tiempo, y por esos días,consignamos que fueron 50 mil millones loque le costó al Bank of América la apropia-ción de la devaluada compañía Merrill Lyn-ch, cuatro veces más cara hacía apenas unpar de años. Finalmente, en el período detransición entre las administraciones deGeorge W. Bush y Barack Obama (a fines delaño 2008 y comienzos del 2009) se destina-ron aproximadamente unos 3 billones dedólares para salvar el capital en decadencia.En fin, la crisis fue estatizada y se ironizó esteproceso aludiendo al “socialismo estadouni-dense”.

La realidad es que se destinaron presu-puestos públicos para rescatar a las carterasmorosas (“deudas tóxicas”), sanear el siste-ma bancario y relanzar la actividad a costadel conjunto de la sociedad, con la inten-ción de amortizar ese gasto socializado en elsistema mundial. En el discurso de Bush,sobre el final de su mandato, presionando alos parlamentarios estadounidenses, se pudo

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leer cierto tono catastrofista -incluso amena-zante- para inducir la aprobación del paque-te de salvataje. Precisamente se refirió a quela “profundidad de la crisis” no admite elrechazo del paquete de “estatización”, puesel impacto en costos sociales y económicossería peor.

Es el chantaje usual de quienes en elcurso de la crisis aprovechan la ocasión parasocializar las contribuciones del rescate pú-blico y continuar con el rumbo de la acumu-lación interrumpida, idéntica coacción uti-lizada hasta el cansancio durante la recesióndel 2009 y en la renacida crisis europea decomienzos del 2010 y hasta el presente. Esun chantaje que resulta eficaz en la posterga-ción de la resistencia de las clases subalter-nas afectadas por el ajuste.

Podrían darse más datos sobre los mon-tos involucrados en la crisis, pero nuestropropósito apunta a poner de manifiesto ladanza de los millones que representan losaportes recurrentes de las bancas centrales(el Estado) para sostener funcionando a lavanguardia de la liberalización financiera yeconómica consolidada entre las décadasdel ’70 y ’90, con la instalación de la ofensivadel capital transnacional y la ideología neo-liberal. Aludimos a la banca de inversión encrisis y a la arquitectura del sistema financie-ro mundial como emblemas del mundoliberal (neoliberal), cuyas funciones contri-buyeron a potenciar las asimetrías de ingresoy riquezas para consolidar un orden econó-mico y social sustentado en la explotación.

Es cierto que la crisis perjudica a ciertasinstituciones del capitalismo, pero princi-palmente afecta a personas concretas: des-

empleados, desalojados de sus viviendas,hambrientos, entre otros. La prédica mediá-tica escamotea a las personas, sindicandoque la crisis impacta central y únicamente enlos bancos, las aseguradoras, las bolsas, losfondos de inversión, el sistema de especula-ción bursátil y financiero, las consultoras, lasevaluadoras de riesgo de “prestigio interna-cional”, incluso a los propios OrganismosFinancieros Internacionales (FMI, BancoMundial, BID) que se transforman en vulga-res comentaristas de una situación que lesestalla a contramano de sus previsiones yrecomendaciones.

La recesión mundial del 2009 y sus impactosLa recesión se desplegó durante el año 2009y así lo demuestran los datos de la evolucióndel Producto Bruto Interno (PBI) publica-dos por la Organización para la Coopera-ción y el Desarrollo Económico (OECD):Japón, -5.0; EEUU, -2.4; Euro zona, -4.0(OECD, 2011). Cuando todos pensaron queel repunte se consolidaría en el 2010, lacrisis volvió a ser noticia desde las econo-mías europeas, especialmente Portugal, Ir-landa, Italia, Grecia y España a quienes sialguna vez creyeron estar insertos en elbando “ganador” del sistema hegemónicolas grandes potencias les hicieron saber queera sólo ilusorio, calificándolos como elgrupo de los “PIGS” (Portugal, Irlanda y/oItalia, Grecia y España, en inglés, Spain),que traducido al castellano significa “cer-dos”.

En ese sentido, todo apunta a considerarque la crisis continúa y que se expandirá, demodo específico, hacia todos los países del

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globo. El tema no es menor, porque si algose asimiló luego de la crisis del ’30 es laposibilidad que tiene el accionar de la polí-tica económica para superar los procesos decrisis. La búsqueda apunta a un nuevo ciclode crecimiento económico y estabilidad deprecios (existen problemas estructurales decrecimiento de los precios internacionalesque agudizan el escenario de crisis), regene-rando condiciones para la acumulación decapitales.

Al destacar la “política económica”, alu-dimos a la dimensión política que se pone enjuego al momento de cualquier crisis sistémi-ca. Apuntamos nuestra reflexión a pensar entérminos de crisis e iniciativa política de lasclases constituidas en sujetos activos paradefinir el rumbo. Entonces, no sólo haycrisis, recesión, inflación, baja de la tasa deganancia, desempleo, marginación y cual-quier otra manifestación o efecto de losproblemas en el ciclo de valorización, sinoque también actúan los sujetos para afirmarel rumbo del capitalismo o para confrontar-lo. Es la economía y también la política. Valeen ese sentido registrar el carácter ofensivode la estrategia de las clases subalternasdesde su formulación originaria por losclásicos del socialismo hasta el derrumbesoviético. Esta situación generó un cambiode sentido en el imaginario popular mun-dial afectando la perspectiva de un rumboanticapitalista.

La dimensión política inherente al siste-ma hegemónico no se evidencia únicamenteen momentos de crisis con las mencionadaspolíticas de salvataje, sino que es observabletambién en el uso de la violencia pública a

favor del capital. El capitalismo nace con elsello de la violencia y la afectación integralde los derechos humanos. Esa es la improntadel capitalismo, más allá de los adjetivos quea veces le adosan para amortiguar una histo-ria de saqueo. Por eso, ni “humano”, ni“salvaje”: capitalismo. Desde la acumula-ción originaria el capitalismo transitó dis-tintas crisis y recomposiciones, que suponenvariaciones de las relaciones económicas enel marco del régimen de explotación, que esen definitiva la invariante del sistema.

Con todo, el problema que guía nuestraindagación es la alternativa al capitalismo encrisis. No se trata de una discusión ideológi-ca sobre el socialismo. Más bien intenta serun aporte a las condiciones para el tránsitode las políticas hegemónicas neoliberaleshacia una perspectiva de transformaciónsocial que permita explorar acerca de losproblemas de nuestro tiempo. Es que nuestrahipótesis asume que a poco más de dosdécadas de la caída del muro de Berlín, y enmedio de una crisis sistémica, reaparecencondiciones subjetivas para reinstalar unaposible ofensiva por el otro mundo posible.En todo caso se trata de un rumbo a cons-truir, repensando la crítica al capitalismopara refundar un ciclo de ofensiva popularpara transitar el camino del capitalismohacia el socialismo. Supone también unbalance crítico sobre la experiencia socialis-ta y una renovada búsqueda por construir lasociedad sin explotación. Ese es el sentidode estas líneas.

Como mencionamos previamente, in-mersos en este contexto la crisis se presentacomo oportunidad: tanto para los opresores

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en pos de continuar con el sojuzgamientohacia el pueblo, como para los oprimidospara alzarse con una propuesta que ponga enjuego otro tipo de relaciones sociales. Sen-das opciones coexisten y está en cada uno delos actores el saber dar buen provecho alcontexto socio histórico que transitamos. Enese sentido, este texto se plantea diferentesdesafíos que apuntan a pensar la teoríaeconómica como disciplina del estudio delas relaciones sociales en el ámbito económi-co sin dejar de lado la dimensión política dela problemática; a criticar el capitalismocomo sistema productivo basado en el sa-queo y la violencia, a desarrollar un balancecrítico de la experiencia de construcción delsocialismo; en fin, a colaborar con la cons-trucción del otro mundo posible.

Desde esta perspectiva epistemológica,focalizamos el análisis en las relaciones so-ciales de producción, entendidas como es-cenarios de disputa continua, es decir en lalucha entre y al interior de las clases, comoelemento dinámico del proceso histórico.

Entonces, necesariamente, el correlatometodológico de las concepciones vertidasen estas páginas apunta a producir un estu-dio centrado en la interacción entre la teoríay la práctica. Confiamos en las elaboracionesconceptuales, en tanto y en cuanto seaninsumos para la acción política y social;ausente ese objetivo, la teoría es vacía de todocontenido trascendente.

Jóvenes e indignadosLa Organización Internacional del Trabajo(OIT) ha advertido (comunicado de prensadel 19 de octubre del 2011) sobre la posibi-

lidad de una generación de trabajadoresjóvenes “marcada” por una peligrosa mezclade alto desempleo, creciente inactividad ytrabajo precario en los países desarrolladosy de un aumento de trabajadores pobres enlos países en desarrollo. La “Actualizaciónde las Tendencias Mundiales del EmpleoJuvenil - 2011” dice que “la mala suerte deesta generación que ingresa al mercado labo-ral en los años de la Gran Recesión no sóloproduce la actual sensación de malestarprovocada por el desempleo, el subempleo yla tensión de riesgos sociales asociados conla falta de trabajo y la inactividad prolonga-da, sino que además podría tener otrasconsecuencias a largo plazo en términos desalarios más bajos en el futuro y desconfianzaen el sistema político y económico” (OIT,2011).

El informe señala que esta frustracióncolectiva de los jóvenes ha sido uno de losfactores que ha contribuido al surgimientode los movimientos de protesta que hantenido lugar alrededor del mundo este año,ya que para los jóvenes resulta cada vez másdifícil encontrar un trabajo que no sea unempleo a tiempo parcial o temporal. Elinforme agrega que en Oriente Medio yÁfrica del Norte, por ejemplo, duranteaproximadamente los últimos 20 años unode cada cuatro jóvenes ha estado desemplea-do, y ello a pesar de los progresos alcanzadosen la educación de niñas y niños. El impactosobre el empleo y la juventud es quizá el datomás destacado de la regresividad que propo-nen las políticas en curso para enfrentar lacrisis. Lo que se privilegia son las gananciasy el clima de negocios. Poco importa si los

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efectos sociales son gravosos sobre millonesde personas, especialmente entre los jóve-nes, afectando su presente y futuro. Lasprotestas juveniles constituyen una brisa es-peranzadora que puede transformarse enventarrón resistente para construir otra rea-lidad.

El informe dice que el número absolutode jóvenes desempleados disminuyó leve-mente desde su punto más alto en 2009 (pasóde 75,8 millones en 2009 a 75,1 millones afinales de 2010; esto equivale a una tasa dedesempleo de 12,7 por ciento) y se esperaque disminuya a 74,6 millones en 2011, esdecir, una tasa de 12,6 por ciento. Sinembargo, el informe atribuye este descenso aque cada vez más jóvenes se retiran delmercado laboral, y no a que encuentran unempleo. Esto es especialmente cierto en laseconomías desarrolladas y en la región de laUnión Europea. El informe muestra unatendencia preocupante en Irlanda, donde latasa de desempleo juvenil (que aumentó de9 por ciento en 2007 a 27,5 por ciento en2010) podría haber sido más de 19,3 puntosporcentuales superior si aquellos que o biense “esconden” en el sistema educativo oesperan en el hogar a que la situación mejorehubiesen sido considerados como desem-pleados. Por otra parte, las economías debajos ingresos están atrapadas en un círculovicioso de pobreza laboral. El informe diceque, si el desempleo juvenil fuese analizadopor separado, se podría suponer errónea-mente que a los jóvenes de Asia Meridionaly África Subsahariana les va bien comparadocon los de las economías desarrolladas, perode hecho, el alto nivel de la relación empleo-

población de los jóvenes en las regiones máspobres significa que los pobres no tienenotra opción que trabajar. “En el mundo haymuchos más jóvenes que son trabajadorespobres que jóvenes sin trabajo o que buscanempleo”, dice el informe.

“Estas nuevas estadísticas reflejan la frus-tración y la ira que están sintiendo millonesde jóvenes en el mundo”, dijo José ManuelSalazar-Xirinachs, director ejecutivo delSector de Empleo de la OIT. “Los gobiernosse esfuerzan en encontrar soluciones innova-doras a través de intervenciones en el merca-do laboral, como por ejemplo abordando losdesajustes entre las calificaciones que elmercado demanda y las que en verdad exis-ten, el apoyo a la búsqueda de trabajo, laformación empresarial, los subsidios al em-pleo, etc. Estas medidas pueden hacer unagran diferencia, pero en definitiva lo que seprecisa es crear más empleos a través demedidas que van más allá del mercado detrabajo y que apuntan a remover los obstácu-los de la recuperación económica. Ello in-cluye acelerar la reforma del sistema finan-ciero, la reestructuración y la recapitaliza-ción de los bancos a fin de relanzar el créditoa las pequeñas y medianas empresas, y unverdadero progreso en el reequilibrio de lademanda global” (OIT, 2011).

Lo que no puede decir la OIT es que lacausa es el orden capitalista y su crisis, quepara resolverse no tiene problemas en des-cargar todo el peso sobre los sectores vulne-rables. Lo que interesa es recuperar las con-diciones para un ciclo de obtención deganancias, de acumulación capitalista y dedominación para hacer viable la sociedad

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contemporánea bajo el régimen del capital.Entre 2008 y 2009, el número de jóvenesdesempleados en el mundo registró un au-mento sin precedentes de 4,5 millones. Esteincremento extraordinario se entiende me-jor si se compara con el aumento promediodel período anterior a la crisis (1997-2007),que fue de menos de 100 mil personas al año.

Durante la crisis, la fuerza de trabajojuvenil se expandió mucho menos de loesperado: en 2010, en los 56 países para loscuales existen datos había 2,6 millones me-nos jóvenes de lo previsto en el mercadolaboral en base a las tendencias a largo plazoque existían desde antes de la crisis. Esprobable que muchos de estos 2,6 millonessean jóvenes desmotivados que estén espe-rando que la situación mejore, y es probableque los mismos reingresen a la fuerza detrabajo como desempleados, lo cual signifi-ca que las actuales cifras oficiales subestimanel alcance real del problema en las econo-mías desarrolladas.

La proporción de desempleados que hanestado buscando trabajo por 12 meses o máses mucho más alta para los jóvenes que paralos adultos en la mayoría de las economíasdesarrolladas. En Eslovaquia, Grecia, Italia yel Reino Unido los jóvenes tienen entre dosy tres veces más probabilidades de verseafectados por el desempleo de larga dura-ción que los adultos. Las tasas de trabajo atiempo parcial para los jóvenes aumentaronen todas las economías desarrolladas entre2007 y 2009, salvo en Alemania. La magni-tud del incremento en algunos países –17puntos porcentuales en Irlanda y 8,8 puntosporcentuales en España, por ejemplo– su-

giere que el trabajo a tiempo parcial esaceptado como la única opción posible paralos jóvenes que buscan empleo. Para finalesde 2010, uno de cada dos jóvenes empleadostrabajaba a tiempo parcial en Canadá, Dina-marca, Noruega y los Países Bajos. La pro-porción de trabajadores jóvenes a quienesles gustaría trabajar horas adicionales superóla proporción de trabajadores adultos enigual situación en todos los países de laUnión Europea en 2009, excepto en Alema-nia y Austria. El informe presenta una seriede medidas políticas dirigidas a promover elempleo juvenil, entre ellas desarrollar unaestrategia integral de crecimiento y creaciónde empleos que preste especial atención a losjóvenes, mejorar la calidad de los empleos através del fortalecimiento de las normas deltrabajo, invertir en educación y formaciónde calidad y, quizás lo más importante,llevar adelante políticas financieras y ma-croeconómicas que remuevan los obstáculospara la recuperación económica.

Desde nuestra perspectiva llamamos laatención sobre las políticas sugeridas, queparecen ilusorias ante la realidad que asumeuna creciente regresividad en los principa-les países afectados por la crisis. En adiciónpuede mencionarse que los principales cón-claves internacionales, especialmente en elG20, se insiste en la liberalización de laeconomía, que trae los consabidos efectossociales de la crisis en curso.

El hambre como problema socialResulta importante rescatar el “Informe so-bre el hambre en el mundo 2011” (FAO,2011) de la ONU. Allí se señala que la

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volatilidad y los precios elevados de losalimentos continuarán y posiblemente seincrementen, haciendo que los agricultores,consumidores y países pobres sean más vul-nerables a la inseguridad alimentaria y a lapobreza, según advirtieron las tres organiza-ciones de Naciones Unidas con sede enRoma en un nuevo informe sobre el hambreen el mundo. Los países pequeños depen-dientes de las importaciones —en particularen el África—, son los más amenazados.Muchos de ellos sufren todavía graves proble-mas como consecuencia de la crisis económi-ca y alimentaria mundial de 2006-2008, indi-can en “El estado de la inseguridad alimenta-ria en el mundo” (SOFI, por sus siglas eninglés), un informe anual que este año hanproducido conjuntamente la Organizaciónde las Naciones Unidas para la Alimentacióny la Agricultura (FAO), el Fondo Internacio-nal de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Pro-grama Mundial de Alimentos (PMA).

Estas crisis, incluyendo la del Cuerno deÁfrica, “están dificultando nuestros esfuer-zos con miras a alcanzar los Objetivos deDesarrollo del Milenio (ODM) de reducir ala mitad la proporción de personas quesufren hambre en el mundo para 2015”,alertan en el prólogo del informe los respon-sables de los tres organismos: Jacques Diouf(FAO), Kanayo F. Nwanze (FIDA) y JosetteSheeran (PMA). “Pero si incluso se alcanza-sen los ODM en 2015, en los países endesarrollo seguiría habiendo unos 600 mi-llones de personas subnutridas. El hecho detener 600 millones de seres humanos quepadecen hambre todos los días no puedejamás ser aceptable”, señalan.

El informe de este año se centra en losprecios altos y volátiles, identificados comofactores que contribuyen de forma importan-te a la inseguridad alimentaria a nivel mun-dial y fuente de grave preocupación para lacomunidad internacional. “La demanda delos consumidores en los países con econo-mías en rápido crecimiento aumentará, lapoblación continúa creciendo, y si prosiguela expansión de los biocombustibles el siste-ma alimentario se verá sometido a demandasadicionales”, señala el informe. Además, lavolatilidad de los precios alimentarios pue-de incrementarse en la próxima décadadebido a los vínculos más estrechos entre losmercados agrícolas y los energéticos, y alaumento de los fenómenos meteorológicosextremos.

Igual que con las menciones realizadas altema de empleo y juventud, pretendemosseñalar que el problema de fondo es elmodelo productivo sostenido bajo la hege-monía de las transnacionales de la alimenta-ción y la biogenética, que bajo el propósitode sus objetivos de acrecentar las gananciassometen a la sociedad más empobrecida delmundo a situaciones de hambre y miseria.No alcanza con mencionar los impactos,sino que deben consignarse las causas delproblema, que están en el orden productivocontemporáneo, incapacitado de resolverlas ingentes necesidades alimentarias de lapoblación mundial.

Pero la crisis alimentaria no afecta atodos por igual. La volatilidad de los precioshace que tanto los pequeños agricultorescomo los consumidores pobres sean cada vezmás vulnerables a la pobreza, al tiempo que

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las variaciones de los precios a corto plazotienen consecuencias a largo plazo en eldesarrollo, según el informe. Los cambios enlos ingresos debido a las fluctuaciones de losprecios llevan a un menor consumo dealimentos que puede reducir la ingesta denutrientes esenciales por los niños durantelos primeros mil días de vida desde laconcepción, lo que causa una reducciónpermanente de su capacidad futura paraobtener ingresos, y una mayor probabilidadde pobreza futura, con un impacto negativoen el conjunto de la economía. Pero lasoscilaciones de los precios afectan a lospaíses, poblaciones y familias de formas muydiferentes, indica el informe. Los más ex-puestos son los pobres y vulnerables, enparticular en el África, en donde el númerode personas desnutridas se incrementó enun 8 por ciento entre 2007 y 2008, mientrasque se mantuvo prácticamente constante enel Asia.

El informe explica que algunos paísesgrandes lograron blindar sus mercados ali-mentarios de las turbulencias internaciona-les a través de una combinación de restric-ciones comerciales, redes de seguridad parala población pobre y utilización de lasreservas alimentarias. Sin embargo, el ais-lamiento comercial aumentó el nivel delos precios y su volatilidad en el mercadointernacional, y agravó el impacto de laescasez de alimentos en los países depen-dientes de las importaciones. El cálculorealizado por la FAO del número de per-sonas hambrientas para 2010 permanece en925 millones. Para el período 2006-2008 lacifra se estimaba en 850 millones.

Queda clara la gravedad del asunto, queafecta especialmente a los pobres del mun-do, incluso aquellos que habitan en paísescon ventajas en la producción alimentaria.La revolución agraria representa una mayorcapacidad de generar negocios con los ali-mentos. Ello contradice cualquier objetivode satisfacer necesidades alimentarias de lapoblación. Existe una contradicción entra lagran capacidad productiva de la innovaciónaplicada al campo y la posibilidad de satis-facer crecientes necesidades de la pobla-ción. La crisis de alimentos afecta a la granmasa empobrecida de nuestro tiempo.

La crisis es también energética, ecológica yafecta el cambio climático.Siguiendo a Ramón Fernández Durán, po-demos señalar que “la crisis energética, oca-sionada por el inicio del fin de la era de loscombustibles fósiles, es una amenaza inmi-nente que impedirá garantizar la necesidadde crecimiento continuo de un sistema basa-do en la lógica de la expansión y acumula-ción constante. Lo cual supone el máximoreto para la continuidad del actual capitalis-mo global” (Fernández, 2010). Agrega, que“lo mismo podríamos decir sobre la crisisecológica, aunque su desafío quizás no seatan perentorio. Así, los graves problemasplanteados por la disponibilidad futura derecursos claves, la incapacidad de absorciónde los desechos del metabolismo urbano-agro-industrial por parte de los sumiderosplanetarios y la aguda alteración que ya seestá produciendo en muchos de los ecosiste-mas mundiales impiden el normal funciona-miento de los ‘servicios ambientales’ de los

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que disfrutamos y que son también clave parael business as usual del capitalismo global ylocal. De hecho, el cambio climático formaparte de esta crisis ecológica mundial, aun-que tenga una muy importante dimensiónpropia” (Fernández, 2010).

Son tres temas íntimamente vinculados,donde el trasfondo es el modelo productivosustentado en hidrocarburos y la emisión degases tóxicos en la producción mundialcontemporánea. El tema de fondo es el usodel petróleo, que tuvo su crisis en 1973producto de la llegada al máximo de lasreservas estadounidenses. El resultado fue lasubida de los precios, la emergencia de laspotencias petroleras, especialmente en Me-dio Oriente y la OPEP (Organización dePaíses Exportadores de Petróleo). La disputapor el petróleo, especialmente dirigida porEEUU, explica muchas de las invasiones yconflictos armados desde entonces. La cues-tión se agrava cuando los expertos señalanque los nuevos yacimientos descubiertos noaumentan las reservas existentes, que hemosllegado al máximo de reservas petroleras yque ahora lo que ocurre es el agotamiento enperspectiva. La disputa por los hidrocarbu-ros está en el centro de los problemas mun-diales y define la crisis energética, la am-biental y la climática.

La Vía Campesina tiene opiniones sobreestas dimensiones de la crisis. “En la COP16celebrada en Cancún (México), la mayoríade los gobiernos del mundo, con la notoriaexcepción de Bolivia, no se reunió paraatajar seriamente los problemas relaciona-dos con el clima, sino para hacer negociocon las multinacionales que trafican con

falsas soluciones para el cambio climático,como la Reducción de las Emisiones deriva-das de la Deforestación y la DegradaciónForestal (REDD) y otros mecanismos relacio-nados con el mercado del carbono, losagrocombustibles y los organismos genética-mente modificados (OGM). Han convertidolas negociaciones sobre el clima en un gigan-tesco mercado” (Vía Campesina, 2011).

“Nuestros gobiernos han condenado con-juntamente (y en un contexto de mercado) aÁfrica y al sur de Asia a una incineraciónvirtual, cuyas primeras víctimas son los cam-pesinos de estos dos continentes, dado quelas temperaturas crecientes crean un entornoincluso más hostil de lo habitual para loscultivos, el ganado y los seres humanos. Lamayoría de los gobiernos ignoró los Princi-pios de Cochabamba, que establecen unmarco de actuación claro para atajar el calen-tamiento global y proteger a la Madre Tie-rra.”

“En consonancia con lo acordado enCancún, a los países desarrollados y lasempresas contaminantes (que son histórica-mente responsables de la mayor parte de lasemisiones de gases de efecto invernadero) seles permite todo tipo de artimañas paraevitar reducir sus emisiones. Por ejemplo, elmercado del carbono y los mecanismos decompensación de las emisiones de carbonopermiten a esos países y empresas continuarcontaminando y consumiendo de maneranormal mientras pagan pequeñas sumas dedinero para ayudar a las personas pobres delos países en vías de desarrollo a que reduz-can sus emisiones. Pero lo que realmentesucede es que las empresas se benefician por

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partida doble: continúan contaminando yvendiendo falsas soluciones. Mientras tanto,con la Reducción de las Emisiones derivadasde la Deforestación y la Degradación Fores-tal (REDD), los más pobres son privados demuchos de sus derechos sobre el uso debosques y tierras comunales, mientras queemergen usurpadores que se hacen con gran-des extensiones de terreno desalojando a loscampesinos para traficar con bonos de car-bono”.

“Sabemos que las fuentes clave de lasemisiones que alteran el clima son el sistemaalimentario globalizado y corporativo basa-do en la agricultura industrial destinada a laexportación y los agrocombustibles, los sis-temas de transporte basados en vehículosprivados en lugar de los transportes públicosy las fábricas contaminantes de las multina-cionales. Sin compromisos reales y ejecuta-bles para transformar este sistema, no hayesperanza en la prevención de la incinera-ción virtual de nuestras tierras de cultivo y lacapacidad para alimentar al mundo”.

“Somos campesinos y campesinas y, ac-tualmente, producimos la gran mayoría delos alimentos que se consumen en este plane-ta. Nosotros, así como nuestra producción,estamos en peligro a causa del aumento delas temperaturas, los cambios que afectan demanera impredecible a los calendarios desiembra y los cada vez más frecuentes hura-canes, sequías e inundaciones; y, además,también ofrecemos las soluciones al cambioclimático más importantes, claras y científi-camente probadas mediante la producciónagroecológica y localizada de alimentos porparte de campesinos y campesinas bajo el

paradigma de la soberanía alimentaria”.“El sistema alimentario mundial genera

actualmente al menos el 44% de todas lasemisiones de gases de efecto invernaderodebido al transporte a larga distancia dealimentos que podrían haber sido produci-dos localmente, al uso excesivo del petróleoy de agroquímicos derivados del petróleo, alos monocultivos y a la tala de bosques parahacer sitio a plantaciones industriales, cono-cidas como «desiertos verdes»”.

“Podemos reducir de manera drástica oincluso eliminar esas emisiones transfor-mando el sistema alimentario en base a lasoberanía alimentaria, o sea produciendolocalmente para consumo local, una produc-ción variada basada en las familias campesi-nas y mediante prácticas sustentables”.

Son definiciones contundentes que norequieren ser ampliadas. Expresa al mismotiempo, que no sólo hay resistencia de partedel movimiento popular, sino que se reali-zan profundos análisis y diagnósticos paraintervenir en las propuestas alternativas,cuestión necesaria a ser profundizada.

“Rechazamos cualquier intento de exten-der el mercado del carbono y los mecanis-mos para reducir las emisiones derivadas dela deforestación y la degradación de losbosques al carbono del suelo, incluso si estasmedidas vienen disfrazadas por el BancoMundial de apoyo para los pequeños pro-ductores agroecológicos o de «agriculturarespetuosa con el clima» porque:

En el caso de la reducción de las emisio-nes derivadas de la deforestación y la degra-dación de los bosques, el carbono de nuestrosuelo se convertirá, en esencia, en propie-

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dad de las empresas contaminantes del nor-te. Eso vendría a ser lo mismo que la venta yprivatización de nuestro carbono. ¡Nuestrocarbono no se vende!

El mercado voluntario del carbono delsuelo sería únicamente otro espacio para laespeculación financiera y, mientras las cam-pesinas y los campesinos recibirían las miga-jas, los especuladores se llevarían los benefi-cios reales.

Este sería sólo otro modo de evadir lasreducciones reales de emisiones para la in-dustria contaminante y los países desarrolla-dos.

Es también otra manera de desviar laatención de las enormes emisiones de carbo-no producidas por la agricultura industrial ylos agronegocios (especialmente en el norte)y hacer que los campesinos del sur carguencon la tarea de reducir las emisiones mien-tras no se hace nada con respecto a lasemisiones de carbono de la agricultura in-dustrial.

Continúan señalando que “Si nosotros,en calidad de campesinos, firmamos unacuerdo sobre el carbono del suelo, perdere-mos autonomía y control sobre nuestrossistemas agrícolas. Algún burócrata de laotra punta del mundo (sin saber nada acercade nuestro suelo, precipitaciones, pendien-tes, sistemas alimentarios locales, economíafamiliar, etc.) decidirá qué practicas debe-mos seguir o no.

La agroecología aporta muchos benefi-cios al medio ambiente y a la vida de loscampesinos y de las campesinas. Sin embar-go, reduciendo su valor al del carbono em-bargado, no sólo devaluamos esos beneficios

sino que se puede llegar a crear incentivosmalsanos para alterar las prácticas agroeco-lógicas (y franquear el paso a tecnologíascomo la modificación genética de organis-mos) para simplemente potenciar al máximoel carbono en lugar del resto de los benefi-cios de la agroecología.

Esto es inseparable de la tendencia neo-liberal de convertirlo absolutamente todo (latierra, el aire, la biodiversidad, la cultura, losgenes, el carbono, etc.) en capital con valoren algún tipo de mercado especulativo.

Si el actualmente escaso valor del carbo-no del suelo ascendiese en el mercado espe-culativo podría generar nuevas oleadas deusurpación de la tierra para obtener bonosde carbono, ya que la consolidación de losterrenos es un requisito previo para obtenerbeneficios de los bonos de carbono delsuelo”.

Son claras y precisas propuestas del mo-vimiento popular y que se transforman en“Compromisos de La Vía Campesina”:

A pesar de que exigimos legítima y ur-gentemente a los gobiernos que tomen medi-das serias para atajar el cambio climático,prometemos continuar fomentando laagroecología y la soberanía alimentaria des-de la base. Prometemos realizar las siguien-tes acciones prácticas:

1. Continuaremos fortaleciendo el movi-miento de la agroecología desde la base paraadaptarla a los patrones del cambio climáti-co.

2. Trabajaremos para «mantener el car-bono en el suelo y los árboles» en las áreasbajo nuestro control mediante la promociónde la agrosilvicultura, el plantado de árbo-

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les, la agroecología, la conservación de laenergía y la lucha contra la usurpación deterrenos para dedicarlos a la minería y aplantaciones industriales.

3. Comprometeremos y presionaremos alos gobiernos en todos los niveles para queadopten la soberanía alimentaria como solu-ción para el cambio climático.

4. Lucharemos contra la inclusión de laagricultura campesina en los mecanismos definanciación de carbono.

5. Continuaremos luchando por la refor-ma agraria y por que la tierra se distribuya alas familias campesinas y contra toda formade usurpación de tierra.

6. Daremos voz a los pequeños propieta-rios de explotaciones agrícolas y campesinospara que estén presentes con otros sectoresde la sociedad civil en la COP17 de Durbany en Río+20 en Brasil, muestren nuestraoposición a las falsas soluciones contra elcambio climático y pidan la adopción de losPrincipios de Cochabamba. Insistiremos enla agricultura sostenible llevada a cabo porpequeños productores y la soberanía alimen-taria como las soluciones más importantespara el cambio climático.

Debe pensarse lo dicho como un progra-ma para la transición de la actualidad a unaperspectiva emancipada.

“A pesar de que el cambio climático y lacrisis ambiental son temas complejos y lle-nos de tecnicismos, existe una intuicióncolectiva de que la forma en que habitamosel planeta está profundamente equivocada,que debemos escuchar las voces de la natura-leza que nos recuerdan que hemos tocado ellímite y que se debe cambiar más pronto que

tarde si no queremos llegar a un punto sinretorno” (Conferencia Internacional Cocha-bamba +1, 2011).

Continúa señalando que “Es indudableque se trata de una de las crisis más crucialesque la humanidad ha enfrentado hasta ahoray que nos lleva a cuestionar tanto al capitalis-mo como al desarrollismo y a reflexionarsobre cómo aún ahora el colonialismo que seimpuso en el mundo hace cinco siglos per-manece como el origen de una lógica de laocupación de territorios y la explotacióninclemente de la naturaleza y de la sabiduríade las personas. La crisis refleja las conse-cuencias de la codicia y el sobreconsumocomo paradigma de vida dominante en elplaneta.

Esta intuición global explica por qué laConferencia de los Pueblos sobre CambioClimático y Derechos de la Madre Tierra,realizada en abril de 2010 en Bolivia, hayasido todo un éxito, a pesar de que fueconvocada y organizada en sólo cuatro me-ses. Este evento reunió a más de 35 milpersonas de 142 países diferentes y a algunasdelegaciones oficiales nacionales. Para en-frentar este desafío, se organizaron 17 Gru-pos de Trabajo, e incluso hubo el Grupo 18,con su visión crítica como signo de socieda-des saludables donde deben escucharse to-das las voces. Cochabamba dio la palabra alos movimientos sociales.

Esta conferencia tuvo varios méritos: porun lado logró reunir a una enorme gama demovimientos sociales; permitió romper loscercos construidos alrededor de las negocia-ciones del clima y socializar la discusiónsobre temas críticos como la “visión compar-

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tida”, el protocolo de Kioto, el financia-miento para el clima, la adaptación y lamitigación, pero también permitió desarro-llar otras propuestas planteadas desde lasociedad civil, los activistas y las organiza-ciones sociales como el tribunal, los dere-chos de la Madre Tierra y los derechos de lospueblos indígenas.

Quizá uno de sus logros más importantesfue que pudo capitalizar la acumulaciónpolítica de al menos una década de luchas delos movimientos sociales contra el neolibera-lismo y por lo tanto construir una plataformapolítica integral que aborda las causas estruc-turales, estableciendo un puente entre dosvertientes de los movimientos sociales: losactivistas cuyas raíces están en las luchassociales y económicas y aquellos que vienende las luchas ambientalistas. Así, el Acuerdode los Pueblos emanado de la conferencia esun programa de acción política y una visiónpara aplicarse donde sea posible para iravanzando con una apuesta que busca recu-perar el tiempo perdido.

Pero necesitamos avanzar. Si bien nece-sitamos una narrativa —el Acuerdo de losPueblos es una importante propuesta denarrativa construida desde abajo— tenemosque ir más allá de la retórica, porque laretórica y las declaraciones son insuficientespara crear la transformación que se requiere.Para ir más allá necesitamos de decisiónpolítica —y también personal— para des-montar el sistema con la construcción desdelos tejidos más inmediatos y concretos, prio-rizando los niveles locales y desde allí forta-lecer las propuestas globales. Reconociendolos esfuerzos que ya se están haciendo desde

abajo, como por ejemplo las luchas de losindígenas contra las represas en la Amazo-nía, las luchas sociales contra los daños delas industrias extractivas o la lucha diaria delas mujeres que cuidan de la vida día a día yque no se reconocen como esfuerzos queayudan a cambiar el paradigma.

Otro desafío es el de la unidad de losmovimientos sociales. Entre Cochabamba yDurban hubo un Cancún y fue una lecciónde cómo las cosas pueden tornarse cuando launidad no es una prioridad. Es fundamentaltener una sociedad civil fuerte que logrepresionar verdaderamente las decisiones enSudáfrica y en Río de Janeiro en el procesode Río + 20, pues debemos recordar a losnegociadores que no están allí para colocarpuntos y comas, sino que deben pensar en lagente que está muriendo por causa del cam-bio climático.

Es espantoso cómo las tragedias que suce-den en el planeta no tocan el corazón de lasnegociaciones. Sólo para citar un ejemplo,desde la Conferencia de Copenhague en2009 se han vivido en Pakistán, Brasil,Centroamérica, Los Andes, Filipinas, Rusia,Australia y ahora EEUU con los tornados.Unas 350 mil personas mueren al año porsus efectos. Estos hechos no merecen siquie-ra minutos de silencio en las negociaciones.Los países desarrollados olvidan sus respon-sabilidades históricas y en lugar de darsoluciones buscan hacer trampa… y hastacambiar el año base para sus medidas dereducción de emisiones. Por supuesto que lasolución excede el escenario de las negocia-ciones y la mirada local debe ser priorizada,aún sabiendo que la solución es global.

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Mahatma Gandhi decía que la lucha másimportante es por la verdad; y este es un temaque confronta la “violencia” y la “verdad”.Los poderosos, las corporaciones y las gran-des potencias saben que están provocandoimpactos destructivos, especialmente en elsur global; conocen los datos y las conse-cuencias, pero no dicen la verdad a suspueblos. En ese sentido, la tragedia de Fukus-hima es una verdadera metáfora de la crisisclimática y medioambiental. Toda la huma-nidad está viviendo una especie de “síndro-me de Fukushima”, que marca cuán lejospodemos ir al olvidar el valor de la vida. Losempresarios y los políticos saben la verdadpero prefieren cuidar los negocios; ellossaben del peligro pero condenan a sus traba-jadores a morir; saben que la muerte acechapero maquillan la realidad y cambian lasregulaciones de control. No respetan elderecho a la vida”.

La larga cita explica por sí misma laspreocupaciones sobre el tema en la coyuntu-ra de crisis integral, sistémica y civilizatoriadel capitalismo contemporáneo.

¿Qué premisas se requierenpara entender y superar la crisis actual?En síntesis, la crisis de los años setentaconvocó a una reestructuración de las rela-ciones sociales en el ámbito mundial. Es unproceso desarrollado con especificidadesnacionales y según la historia política, socialy económica de cada país. Pero esa reestruc-turación partió de una ofensiva extraeconó-mica, violenta, con forma dictatorial en elsur de América Latina. No se trataba del“mercado contra el Estado”, sino de una

nueva función de éste para favorecer alprimero.

La historia de esa reestructuración no eslineal: ha tenido y tiene límites en la resis-tencia de los sectores más afectados por laspolíticas que aseguraron la concentración deganancias, riqueza y poder a costa de agran-dar la brecha entre los sectores de mayores ymenores ingresos. La desigualdad es unaconstante en todos los países del mundo, yobviamente es una situación agravada en lospaíses más atrasados y dependientes. Es unproceso desarrollado localmente pero quetuvo impacto en el sistema mundial.

En fin, la crisis actual puede considerarsecomo la gran crisis del orden emergenteluego de la baja de la tasa de ganancia defines de los ’60 y comienzos de los ’70. Claroque con especificidades propias de nuestraépoca, en donde se destaca la derrota de laposibilidad del orden anticapitalista en elimaginario mundial. La realidad nuestra,americana, la de los pueblos árabes y de laEuropa “indignada” dan señales de unaemergencia de contestación al orden vigenteen crisis que requiere de la indagación delpensamiento crítico para contribuir a enten-der nuestro tiempo para su transformación.

Nos proponemos relevar las diferentespropuestas que actúan en el debate regionalcomo salidas de la crisis. Éstas se propugnande acuerdo al diagnóstico político que se hacede la situación. Por lo tanto, según las evalua-ciones que se haga, de acuerdo a si atravesa-mos una crisis “en” o “del” capitalismo, seráncada una de las propuestas para superarla.

Si nos remontamos en la historia, obser-vamos que la pregunta “¿qué hacer ante la

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crisis capitalista?” fue contestada en otrasocasiones y desde distintos ángulos. Desdeuna praxis revolucionaria se desafiaba con larevolución socialista que había adquirido,en la Rusia de 1917, carta de ciudadanía,impulsando en años sucesivos procesos re-volucionarios en Europa y animando tem-pranamente a José Carlos Mariátegui a for-mular el mito de la revolución socialista paraAmérica Latina1. Desde otro ángulo y ante lacrisis del ’30, hemos visto que sectores de lasclases dominantes impulsaron reestructura-ciones de políticas económicas y variacionesde las relaciones sociales de producción ydistribución para asegurar la continuidad dela acumulación de capitales y la dominacióndel régimen capitalista. El objetivo apuntabaa recomponer la capacidad de generar plus-valor y acumular riqueza y poder para lasclases dominantes.

Pero también puede verificarse la simul-taneidad de las estrategias que ambas pers-pectivas desplegaron para darle un curso aldesarrollo social ante la crisis de fines de lossesenta y comienzos de los setenta del sigloXX: por un lado, la revolución cubanasimboliza en la región la opción de cambiosistémico que puso en pie múltiples procesosde transformación (vía armada y/o de luchaelectoral), los que son coherentes con otros

en el ámbito mundial (el mayo francés, laprimavera de Praga y la denuncia de lainvasión a Vietnam entre las más destacadasentre 1968 y 1973); por el otro lado severifican iniciativas como el Foro Económi-co Mundial, reunido en Davos en 1971, y susaga hasta el presente, la crisis monetariadesatada con la inconvertibilidad del dólaren agosto de 1971 y especialmente los ensa-yos de política neoliberal aplicados por losmonetaristas ortodoxos de las dictadurasmilitares del Cono Sur de América, ensayosque se generalizaron por todo el planetadesde la consolidación hegemónica de esacorriente con la asunción al gobierno deMargaret Thatcher y Ronald Reagan en1979 y 1980 respectivamente.

La respuesta neoliberal fue en confronta-ción tanto con la estrategia revolucionariacomo con la visión keynesiana de la organi-zación económica de la sociedad desde finesde la segunda guerra mundial. Así, se cons-tituyó en propuesta hegemónica hasta lapresente crisis. La discusión actual se centraen cómo actuar para superar la crisis delcapitalismo realmente existente tras décadasde hegemonía neoliberal y ortodoxia moneta-rista. El debate contiene las variantes ideoló-gicas y políticas de quienes pretenden relan-zar al capitalismo en su versión más moneta-rista y neoliberal, por medio del keynesianis-mo militar, aquellos que propugnan “otrocapitalismo posible”, basado en una concep-ción neo desarrollista y quienes finalmenteapuestan a la construcción de un orden alter-nativo, anticapitalista, y por el socialismo.

Una salida posible de la crisis desdeEEUU es la reiteración del camino asumido

1 Mariátegui (1982) mención especial para los“Siete ensayos de interpretación de la realidad pe-ruana” (Tomo I) y “Punto de vista antiimperialista”(Tomo II). En el editorial del número 17 de Amautatitulado “Aniversario y balance” Mariátegui señalaque “la revolución latinoamericana será nada más ynada menos que una etapa, una fase de la revoluciónmundial. Será, simple y puramente, la revoluciónsocialista” (Tomo I).

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para superar la anterior recesión del año2001, donde se combinó el keynesianismomilitar (estrategia contra el “terrorismo”)con el endeudamiento público y privado. Dehecho, el carácter desenfrenado de la adqui-sición de obligaciones desembocó en laburbuja inmobiliaria y la crisis de las hipo-tecas, en 2007, eclosión inicial de la crisisactual. Claro que no puede repetirse la his-toria del mismo modo, porque la ofensivamilitarista aparece atrapada en Irak y Afga-nistán, sin clara salida, dado que esa manio-bra pierde legitimidad a nivel mundial y alinterior de Estados Unidos, acrecentando ala vez un déficit fiscal cada vez más difícil definanciar; así la militarización puede transi-tar otros caminos. Lo que no se puede esestimular el crédito de un sistema bancariocon mora creciente y escasa propensión de lapoblación a endeudarse ante la debacle fi-nanciera en curso, máxime cuando EEUUasume una deuda pública que supera los 11billones de dólares. Ni la baja de la tasa deinterés actúa para favorecer un crédito delque huyen probables deudores ante la crudarealidad de la recesión y la inflación. Laestrategia utilizada en el 2001 exacerbó losproblemas estructurales de déficit fiscal, co-mercial y endeudamiento público y privadode EEUU. Son límites objetivos que impi-den reiterar ese camino, especialmente cuan-do se piensa en la continuidad y profundi-dad de la crisis.

La innovación —si así puede llamarse—ante el fracaso del intento de que el capitalprivado sostenga a las entidades en crisis, esque se acude al sempiterno regreso de laintervención estatal bajo nuevas formas, con

aportes del Tesoro y fondos públicos parasostener a las entidades financieras y empre-sariales en decadencia. El objetivo es que larueda de la circulación productiva y mercan-til vuelva a funcionar para relanzar el régi-men del capital bajo una nueva ofensiva dela liberalización global. Se trata de interve-nir desde la cúpula del poder estatal aunquesólo sea temporalmente, para estabilizar lasituación económica y retomar la ofensivapor la liberalización.

El orden mundial resultante de este pro-ceso encuentra a EEUU en un papel hege-mónico en el sistema mundial, más allá delas visibles disputas existentes. Es el resulta-do de su peso económico y militar, perotambién ideológico y cultural. El peso eco-nómico remite al papel de las corporacionestransnacionales de origen estadounidense,sí, pero también a la capacidad del Estado deEEUU para fijar políticas globales. Luego dela recesión de EEUU en el 2001, en base a unpaquete de medidas fiscales se produjo unproceso de recuperación que implicó unatendencia al aumento de las tasas de interéspor parte de la Reserva Federal. Con estasmedidas se definió también la situación delos mercados de valores del mundo, sea cualsea la importancia y el volumen que cada unode ellos administra. La crisis financiera sur-gida a mediados de 2007 trae consigo unatendencia a la baja de las tasas de interés, lacual impacta en el sistema financiero y eco-nómico global. Apuntamos a considerar quelas subidas o bajas de tasas de interés, moti-vadas por necesidades internas de la econo-mía estadounidense, afectan al sistema mun-dial en su conjunto. Es dialéctica la relación

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entre poder económico y poder militar. Eldólar sostiene a los misiles y éstos sostienenal dólar.

Así, la invasión militar en medio orientetiene fines económicos y se materializa mili-tarmente, pero en forma simultánea se bus-ca, a nivel ideológico, lograr un consensoglobal sobre una política de interés particu-lar. Se pretende naturalizar globalmente elmodus operandi, y ello supone un accionarideológico y cultural. Quizá por ello, elmayor logro de la potencia hegemónica seade tipo cultural. Al menos en parte, por eseintermedio llegó a obtener un importanteaval respecto de su accionar imperialista; esdecir ha “ganado” el sentido común de lapoblación mundial para esa estrategia.

La crisis no amedrenta la ofensiva delcapital, que a través de su asociación con elEstado más poderoso de la tierra cristaliza suiniciativa política para subordinar las rela-ciones económicas y asegurar la valorizacióndel capital, aún a costa de nuevas y sucesivascrisis. En ese marco se viene desarrollandouna institucionalidad de nuevo orden. Entreotros se destaca la aparición del G7, G8 y elpropio G202 como intentos de “gobiernomundial”.

Si alguna vez Carlos Marx aludió al pasode la subsunción formal a la real, del trabajo

en el capital, ante la crisis de los ’70 el capitalimpulsó una fuerte iniciativa política pararestablecer el ciclo económico y asegurar lascondiciones de reproducción de la acumula-ción de valor y del sistema de dominación enescala global, aunque siga teniendo, claroestá, forma nacional de expresión. Actual-mente, una de las alternativas que se mane-jan para relanzar la ofensiva del capital eneste escenario de crisis es la intensificaciónde la violencia imperialista y el terrorismo deEstado por parte del Estado hegemónico,esto es, liberalizar las relaciones económicasy sociales a costa de vidas humanas.

Desde la perspectiva de la transnaciona-lización del capital y la nueva división inter-nacional del trabajo, algunos gobiernos per-ciben esta crisis como una oportunidad paramejorar su posicionamiento en esa macroes-tructura económica, dado su carácter de“voceros” y “expresión” del capital local. Dehecho esta visión no es nueva, sino que ya enlos años ’50 y ’60 se consideraba que erafactible el paso del subdesarrollo al desarro-llo. Sólo era necesario seguir la receta tran-sitada por los países desarrollados y así selograría el objetivo tan anhelado. Sin embar-go, se olvidaba o negaba la dialéctica entredesarrollo y subdesarrollo, entre dominan-tes y dominados, entre revolución industrialproducto de una acumulación que incluía eldespojo de las riquezas naturales del territo-rio de nuestra América y el asesinato depoblaciones explotadas en la extracción demineral. En definitiva, de una acumulaciónoriginaria del capital sustentada sobre eldespojo de poblaciones enteras.

La historia vuelve a repetirse para gene-

2 El “Grupo de los 7” está formado por los EEUU,Canadá, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia yJapón. El “Grupo de los 8” es el G7 más Rusia. Porúltimo, al “Grupo de los 20” lo integran los miembrosdel G8 más Arabia Saudita, Argentina, Australia,Brasil, China, India, Indonesia, México, la Repúblicade Corea, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea,aunque representados por ésta son invitados tam-bién España y Holanda.

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rar nuevas acumulaciones. Existen estrategasde nuestra región que imaginan una inser-ción renovada de países de menor desarrolloen la cumbre del poder capitalista. Parten dela hipótesis de una crisis en el centro que noafecta, esencialmente, a la periferia. Es undiagnóstico erróneo que sigue pensando entérminos de economía y política entre nacio-nes, internacional, sin dimensionar el carác-ter mundial del capitalismo. Esta visión estásustentada en la ilusión que genera la ma-croeconomía estable y el crecimiento de losúltimos años para la región latinoamericana.

La realidad de equilibrios fiscales y co-merciales en la coyuntura, tanto como acei-tadas políticas monetarias y cambiarias consólidas tenencias de reservas internacionaleshacen aparecer consistentes las condicionesde los países ante la crisis presentada en elnorte desarrollado. Habría que recordar queel ciclo de ascenso de la región es posteriora una década de reestructuraciones regresi-vas ocurridas en los ’90. Década que noestuvo exenta de los episodios de crisis yamencionados, entre los que se cuentan losacaecidos en México ’94, Brasil ’98 y Argen-tina ’01, todos ellos de fuerte impacto en lossectores sociales de menores ingresos. Lacrisis se anticipó en nuestra región y laproyección prolongada de la crisis en elnorte se descarga sobre nuestros países, talcomo se aprecia en los indicadores socioeco-nómicos abordados en el acápite anterior.

Los datos fehacientes hacen caer en larealidad a aquellos gobernantes o académi-cos que imaginaban blindadas economías denuestros países, producto del ciclo de ascen-so de la producción, el empleo, las ganan-

cias y los salarios (aunque éstos satisfagancada vez menos los requerimientos de unacalidad de vida digna). El problema es lailusión neodesarrollista instalada con pre-tensión hegemónica de corrientes críticas alos neoliberales. Estos impusieron su credomercantil por cuatro décadas en gobiernos yen la academia, siendo la crisis actual la quedesnuda los límites de la teoría y políticaeconómica liberalizadora.

Es un hecho que los gurúes neoliberalesy sus epígonos en la esfera política ya noopinan a viva voz, entre tanto se resguardantras la prudencia de aquellos que estimulannacionalizaciones transitorias, intervencio-nes estatales “mientras se justifique”, paraluego reanudar una ofensiva de mercantili-zación profunda de las relaciones socialeseconómicas. Esa es la impronta del neokey-nesianismo.

Debemos insistir que el keynesianismoexistió sobre la base de la ofensiva de unasubjetividad revolucionaria que discutía elorden capitalista vigente a comienzos delsiglo XX. También señalar que el keynesia-nismo se construyó en el marco de una épocade guerras mundiales (1914/18 y 1939/45)con destrucción inmensa de fuerzas produc-tivas, para instalarse y propagarse en el ciclode oro de 1945 a 1975 sobre la base del poderhegemónico de Estados Unidos.

Ahora bien, actualmente y ante la ausen-cia de una subjetividad revolucionaria enascenso, la crisis condiciona al pensamientohegemónico de los últimos años y postergasus objetivos liberalizadores hasta mejoresmomentos. Esta situación hace pensar que sepueden recrear circunstancias para restable-

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cer políticas del ciclo keynesiano. De hecho,un dato de la realidad es la creciente inter-vención de un Estado capitalista que, enrigor, nunca había dejado de sustentar elprograma de liberalización demandado porel gran capital. Queremos reparar en elcomportamiento de los capitales “en parti-cular”, que a pesar de la crisis acumulanganancias, riqueza y poder, y pujan pordarle continuidad a la liberalización. Valeen ese sentido recoger las resoluciones de lascumbres mundiales convocando a la reanu-dación de la ronda de Doha de la Organiza-ción Mundial de Comercio. Es que aquelloscapitales precisan desplegar su accionar enpos de la apropiación de los recursos natu-rales sin ningún tipo de limitación, afirman-do con ello la libre circulación de capitales.En síntesis, el hecho de que los más conoci-dos gurúes del neoliberalismo se llamen asilencio no hace desaparecer el objetivoliberalizador de los capitales a escala mun-dial.

Los pronósticos sobre la crisis son diver-sos: desde aquellos que imaginaron unarecesión corta en el 2007, hasta quienesanunciaron la prolongación del estanca-miento por varios años. En esas condicionesla puja política para incidir sobre las decisio-nes de los Estados capitalistas es gigantesca,tal como viene ocurriendo con los millona-rios fondos de salvataje destinados por losprincipales países capitalistas. Aludimos a ladimensión política puesta en juego en lacrisis, que involucra el poder del capital y lasilusiones sobre su contención.

Por todo ello es fundamental la discusióndel diagnóstico sobre la crisis y su caracteri-

zación. Si el problema es la regulación (delas finanzas especialmente) entonces el temase resuelve regulando, que parece ser lasalida que se encuentra en los principalescónclaves oficiales desde la emergencia de lacrisis. Es una perspectiva similar a quienesvisualizan excesos empresariales o de lascúpulas gerenciales en su apropiación derecursos, para lo cual la solución pasa porrestringir la asignación de grandes sumas deganancias, de honorarios y premios para lascúpulas empresariales o gerenciales. ¿Esposible regular la dominación monopolistade las transnacionales en tiempos de revolu-ción de las comunicaciones? Las normas deBasilea prefiguran tanto el fracaso de losintentos reguladores en el sistema financieromundial, como también el de intentar esta-blecer códigos de conducta a las transnacio-nales en el sistema de Naciones Unidas. Laagresión del capital en la explotación de lostrabajadores y sobre los recursos naturalespara satisfacer sus objetivos ponen de mani-fiesto que no sólo se trata de una crisiseconómica, sino de una crisis sistémica, yque la respuesta del capital, más allá deciertas nacionalizaciones propuestas desdeel Estado capitalista, se orienta a la genera-ción de condiciones económicas y políticaspara hacer avanzar el sistema capitalista, conindependencia del costo social y natural queello conlleve.

¿Existen alternativas para otro mundo posible?A las propuestas de salidas referidas al key-nesianismo militar y al neodesarrollismo seopone una tercera, que puede ser caracteri-zada como una perspectiva emancipadora.

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Es que al tiempo que se presenta la ofensivadel capital para su programa liberalizador,se desarrolla un proceso creciente de críticay resistencia que habilita a pensar en térmi-nos de alternativa.

No se trata de una utopía o fantasía,especialmente en América Latina, con pro-cesos de masas que en los últimos veinte añoshicieron frente a las políticas hegemónicasneoliberales. Se trata de una dinámica socialmovilizada que pretende construir otras re-laciones que rijan la economía, la política yla sociedad. Son dos décadas iniciadas conel histórico “Caracazo” (en febrero de 1989)que da origen a lo que hoy denominamosrevolución bolivariana; o de condensaciónde las luchas de los pueblos originarios entorno a los más de cinco siglos de domina-ción y que sustentan los actuales procesos decambio político en Bolivia o Ecuador; perotambién de despliegue de una acumulaciónde lucha de los trabajadores organizados deBrasil, Uruguay y Argentina para generarprimero críticas y luego alternativas a lahegemonía neoliberal de los años ’90. Es elcamino construido en ese tiempo en Para-guay, Nicaragua o El Salvador. Cada quiéndesde su especificidad, pero todos en unaperspectiva de cambio nacional y búsqueda,a ritmo diferenciado, de procesos integrado-res innovadores. La mayoría de estos paísesmencionados se posicionaron en 2005 (cuan-do la IV Cumbre de Presidentes de lasAméricas, en Mar del Plata, Argentina) enconfrontación contra la estrategia imperia-lista de integración subordinada al progra-ma liberalizador de los tratados comerciales,cuya máxima apuesta fue el Área de Libre

Comercio para las Américas, ALCA.La existencia de una dinámica alternati-

va que se procesa especialmente en AméricaLatina y el Caribe se puso de manifiesto enlas dificultades que encontraron los EstadosUnidos en la V cumbre de presidentes ame-ricanos realizada en Trinidad y Tobagoentre el 17 y 19 de abril de 2009. Allí, másallá del temario previsto, el eje de las discu-siones se concentró en el bloqueo estadouni-dense sobre la isla de Cuba y la expulsióncubana de la Organización de Estados Ame-ricanos (OEA) en 1962. A los pocos días eltema volvió a tomar cuerpo en la reunión deeste organismo y en un hecho histórico sesuspendió la exclusión de Cuba de la OEA.El tema es importante más allá del nulointerés cubano por reinstalarse en un ámbitoque considera inútil para los intereses pro-pios y regionales, precisamente por la inca-pacidad que tiene EEUU por diseñar laagenda de debate en la coyuntura.

En síntesis, el presente se caracteriza porla discusión sobre la crisis, pero ya no sólo encómo relanzar el ciclo del capital, sino enpensar en la materialización de otras relacio-nes sociales más justas para otro mundoposible.

Expuesto el abanico de posibles horizon-tes para salir de la crisis, nos proponemosahora indagar acerca de las políticas queefectivamente se están llevando a cabo enpos de paliar sus efectos. En ese sentido,cabe recordar que, si bien la eclosión inicialtiene causas de índole financiera y especula-tiva, la realidad es que hoy en día existe unamultiplicidad de frentes críticos entre losque se cuentan la crisis climática, producti-

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va, social y ambiental. Del carácter global dela crisis se infiere que no resulta ni plausibleni efectiva una solución focalizada. Es preci-so un cambio rotundo que tenga como eje almodo de producción capitalista.

En ese sentido afirmamos que si bien esimperioso reconocer la estrategia global delcapital, es preciso favorecer una visión con-junta, teniendo en cuenta también las accio-nes de resistencia y alternativa desarrolla-das. Se trata entonces de dejar de lado lafragmentación del conocimiento y de larealidad, tan funcional al actual modelo deacumulación. Por lo tanto, intentaremosaquí determinar cuáles son los actores y lasestrategias históricas y coyunturales que seponen en juego en este contexto de crisisglobal

Venimos sosteniendo que en pos de or-denar las relaciones sociales de explotacióna nivel mundial el capital transnacionalplantea una estrategia de saqueo, explota-ción y violencia. Para ello precisa de lacolaboración de los Estados nacionales, dadoque con su accionar aseguran que el aconte-cer cotidiano siga el curso sugerido. Nada delo que ocurre en las relaciones entre capita-listas y trabajadores sucede sin el accionarconcreto de los Estados. Es una afirmaciónválida en las mutaciones de las relaciones enel ámbito de las empresas, como en el con-junto social. Sin el Estado y sus mediosrepresivos no puede entenderse el discipli-namiento del movimiento de trabajadoresen cada uno de los países y en escala global,más allá de resistencias particulares, parcia-les conquistas y reconquistas de determina-dos trabajadores en alguna parte del plane-

ta. Pero también debe consignarse el accio-nar propagandístico e ideológico de losEstados para hacer normal las demandas delcapital en el conjunto de la sociedad. Lasformas de la violencia no remiten sólo al usode las armas y la represión física, sino quetambién se acude a la violencia moral delchantaje y la manipulación de la concienciasocial para naturalizar el orden vigente y lasnuevas formas que asume la explotación.

Contrario a lo que algunos sostienen,actualmente no hay menos Estado, sino queocurre un cambio de funciones de los Esta-dos nacionales. De este modo, no resultaadecuado contraponer el “mercado” al Esta-do como tendencias contrarias. Ambas cate-gorías, “mercado” y “Estado”, son concep-tos relacionales, implican relaciones socia-les y como tales son contradictorias y expre-san determinados intereses de “clase” en elcapitalismo. Es que es el propio Estado elque propone y conduce la mercantilizacióncapitalista de la sociedad. Sólo entre parén-tesis vale decir que es necesario estudiar laproposición del Estado en China, orientadoa mercantilizar el socialismo, lo que requiereun debate político y teórico que escapa anuestras motivaciones en estas reflexiones.El Estado resulta imprescindible para cana-lizar con éxito la ofensiva global del capital.En efecto, son los Estados los que estándando nueva forma al orden mundial pre-tendido, desde la Constitución europea, queincluye por cierto su capítulo económicoliberalizador, el ALCA o cualquier tratadocomercial y de inversiones, es negociado porlos Estados. Son los Estados los que disputanentre sí la radicación de inversiones de

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capital y no dudan para ello en otorgar todaslas facilidades demandadas para su atracción,tanto fiscales, monetarias, crediticias, comoreformas regresivas del régimen laboral.

Existe, además, un entramado articuladode viejas y nuevas organizaciones globales,desde los organismos financieros interna-cionales y el sistema general de NacionesUnidas a la Organización Mundial de Co-mercio, OMC, y múltiples tratados bi ymultilaterales que negocian los Estados paraabrirle espacio a las demandas de reestructu-ración regresiva del orden global planteadaspor el capital. Es decir, los sujetos de lastransformaciones capitalistas en curso, loscapitales, en su fase transnacional, recurrena los Estados nacionales para modelar a sudemanda específica el orden social global.Es curioso, pero en la época de la transnacio-nalización del capital, éste sigue recurrien-do a formas nacionales de empujar su estra-tegia, y en ese lugar encuentra nueva funciónpara el Estado-nación. Si éste fue fundamen-tal para consolidar la acumulación origina-ria del capital en cada país, hoy es necesariopara asegurar una expansión internacionalde esos capitales en un contexto de crisis. Lalucha entre los capitales se presenta en elmercado y cuenta con ayuda del poder delEstado-nación del país de origen de cadacapital, que pretende disciplinar la ley delvalor. No es un tema nuevo, pues lo recono-cemos desde la existencia del imperialismo,donde la ley del valor se abría caminofavoreciendo la ganancia de monopolio. Yano se trata de la libre competencia, sino dela existencia dominante del monopolio queimpone condiciones y precios, y que por ello

se apropia de una cuota mayor de plusvalíaque la generada en su seno, incluso porencima de la ganancia media. El Estado esclave en el sostén de la estrategia de acumu-lación de los capitales.

La tendencia a la transnacionalizacióndel capital mantiene, en territorios naciona-les, su ámbito de impulso y de toma dedecisiones. Es desde los Estados-nacionesque se continúa ejerciendo el “imperialis-mo”. Polemizamos por tanto con las concep-ciones que aluden al “imperio” como unanueva forma de ejercicio de la dominacióndel capital. Existe por tanto un doble desafíode una contestación a la transnacionaliza-ción en una resistencia sin fronteras, y almismo tiempo la continuidad de luchasnacionales contra el capital, los propiosEstados e incluso a la discusión y luchainterestatal para afirmar procesos de libera-ción social y nacional.

De las guerras mundiales del siglo XX,crisis del treinta mediante, emergió un or-den mundial bipolar que entró en crisis acomienzos de los años setenta. Recordemosque el gobierno estadounidense declaró lainconvertibilidad del dólar en 1971 y conello rompió unilateralmente los acuerdosmonetarios de Bretton Woods. A partir de esemomento, y para ocuparse del orden mun-dial en crisis, surge, desde la perspectivacapitalista, el selecto Grupo de los 7—conformado por los Estados Unidos, Ca-nadá, Alemania, Inglaterra, Francia, Italia yJapón— como conjunto “ordenador” delsistema financiero y económico mundial.Con el derrumbe de la Unión de RepúblicasSocialistas Soviéticas (URSS) y el fin de la

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bipolaridad, se incorpora Rusia al ahoraGrupo de los 8.

Por su parte, el G20 es producto de lacrisis, se creó en el año 1999 a fin de discutirlas secuelas de las crisis, mexicana, asiática ybrasileña, que azotaron al globo durante laúltima década del siglo pasado. Es decir queeste conclave emerge como consecuencia dela generalización de las crisis. ¿Por qué loafirmamos? Es que originariamente el G20era un cónclave ministerial, es decir, unareunión de los ministros de hacienda yfinanzas de los países miembros que seconvocaba bianualmente. Sin embargo, estasituación viró con el derrumbe de LehmanBrothers –entidad emblemática de la especu-lación financiera contemporánea– en sep-tiembre de 2008. Entonces, la Unión Euro-pea solicitará al gobierno de George W.Bush que cite al G20, ahora como “cumbrespresidenciales”, convocando a los primerosministros de los estados miembros en no-viembre de 2008.

Queda claro que el Grupo de los 20,como lo conocemos hoy, es producto de lainsostenible situación económica y financie-ra que provoca la bancarrota de importantesy diversas entidades financieras. Emergepara restaurar las condiciones de acumula-ción capitalistas en un contexto global dedebacle económica.

Desde el año 2008 a la actualidad el G20se constituyó en cumbres presidenciales yentre cada reunión funciona en cuatro gru-pos de trabajo3, a saber: el correspondiente

a la regulación y trasparencia, otro encarga-do del área de cooperación internacional eintegridad del mercado financiero, aquelque trabaja en pos de generar reformas en elFondo Monetario Internacional y por últi-mo el grupo de trabajo que se avoca a lascuestiones inherentes al Banco Mundial y aotros bancos multilaterales de desarrollo.

En términos generales, las propuestasdel G20 apuntan centralmente a mantenerpolíticas anticíclicas para salvar a las corpo-raciones trasnacionales financieras e indus-triales, es decir, continuar relegando la cues-tión social. Al mismo tiempo se orientan afortalecer el Fondo Monetario Internacionaly el Banco Mundial sin modificar —ni quehablar de cuestionar— sus roles. En síntesis,el cónclave de los 20 países “industrializa-dos y emergentes” pretende mantener yfortalecer la arquitectura financiera mundialregresiva vigente, ratificando el rumbo porla liberalización y avalando las conclusionesde la Ronda de Doha. De ahí se entiende quesuscriban un acuerdo que reza: “mantene-mos la apertura, la libertad de los mercadosy reafirmamos los compromisos tomados enWashington y en Londres: nos abstendre-mos de elevar obstáculos a las inversiones oa los intercambios de bienes y de servicios ode imponerlo de nuevo, [en fin] lucharemoscontra el proteccionismo” (G20, 2009).

Los Estados que conforman el G20 con-fían entonces en la rehabilitación del siste-ma financiero y en la autorregulación de losmercados, base de la ideología neoliberal.En ese sentido, están convencidos de que:“estamos construyendo un sistema financie-ro más resistente que sirva a los intereses de

3 Información extraída del sitio de internetoficial del cónclave: <www.g20.org>.

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nuestras economías, reduzca el riesgo moral,limite la acumulación de riesgo sistémico yapoye un crecimiento fuerte y estable. He-mos fortalecido el sistema financiero al re-forzar la supervisión prudencial, mejorar lagestión del riesgo, promover la transparen-cia, reforzar la cooperación internacional.Hemos alcanzado mucho (…) Pero hay mástrabajo por hacer (…)” (G20, 2010).

Paralelamente, es preciso señalar que en2009 el G20 permitió la ampliación de lacapacidad de préstamos del FMI a 750 milmillones de dólares, de los cuales Brasilaportó 10 mil millones y China otros 50 milmillones. Asimismo, autorizó el incrementode los Derechos Especiales de Giro (DEG) a250 mil millones de dólares. Los DEG seintegran a las reservas internacionales decada país en función de la cuota en el FMI.Todos ellos constituyen mecanismos parainyectar liquidez a fin de favorecer la susten-tabilidad de los pagos de deuda y evitarmayores impactos financieros de la crisis enla economía mundial.

En su última reunión del 3 y 4 de noviem-bre de 2011 en Cannes, refrendó el apoyo alFMI para gestionar el ajuste en Europa ysuperar la crisis a costa de los trabajadores ysectores más empobrecidos. Fue en ese mar-co que se hizo evidente la relación entre lademocracia y el capitalismo, ya que el podermundial condicionó el apoyo a Grecia si nose convocaba a una consulta popular sobre elajuste. Lo que importó fue la opinión de lasempresas y los poderosos, de ninguna mane-ra la de las víctimas del regresivo ajuste yreestructuración regresiva.

Así, coincidimos con la red global

ATTAC, quien afirma que este grupo depaíses pretende “tan sólo salvaguardar lasherramientas financieras globales controla-das por organismos fracasados y tremenda-mente deslegitimados por los pueblos, enespecial los del Sur”4. También el G20 anun-cia la “retirada del G8 para promoverse comoel nuevo gobierno de la economía mundial,dejando marginada a una gran parte de lahumanidad, la que es más pobre”. 5

Así, la tan mentada “democratización”,propuesta a partir de la ampliación delgrupo a veinte miembros, resulta irrisoria, yaque silencia al “resto del mundo”: única-mente los estados miembro son capaces degestionar la crisis financiera. Un interrogan-te que formulamos es por qué no se avanza enconsolidar el G192, es decir incluir en ladiscusión al conjunto de los países queconforman las Naciones Unidas. Tal convo-catoria realizada por la presidencia de laAsamblea en junio de 2009 no tuvo la reper-cusión de los sucesivos encuentros del cón-clave citado por el G20.

Un debate recorre el G20. Europa, epi-centro de la crisis en la coyuntura, sostienela necesidad del ajuste para retomar compe-titividad y reencauzar el camino para laobtención de ganancias y el ciclo de acumu-lación para la dominación, mientras quedesde los EEUU se reclama continuidad enel salvataje empresarial con estímulos estata-les para sostener el nivel de actividad econó-mica. Se nota un “empate”, ya que se viene

4 “El G20 no puede dar más de sí. Entendemosque tampoco lo pretende” (ATTAC, 2009).

5 “El G20, tres veces cero y nuevas gesticulacionesen vano” (ATTAC, 2009).

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acordando una reducción de los déficit fis-cales hacia el 2013 y que cada quién sostengalos estímulos en cada país. Al final, se tratade soluciones nacionales (anárquicas) paraproblemas de índole mundial.

Incluso Paul Krugman, premio Nobel deEconomía en 2008, en un reciente artículoadvierte que asistimos a la tercera gran de-presión en la historia del capitalismo, lascuales son la “larga depresión” iniciada en1874, la “gran depresión” de 1930 y laactual, cuyo “costo para la economía mun-dial y, sobre todo, para los millones de vidasazotadas por la falta de empleo, será enorme.Y esta tercera depresión será, primordial-mente, un error de política” (Krugman,2010). Los dirigentes del G20 parecen nosintonizar en ese sentido, mientras la crisisprofundiza el desempleo y la pobreza en lamayoría de la población mundial.

La crisis mundial pone en discusión lasformas de solución en tránsito y exige unamayor presencia de la sociedad popular, dela voz de los trabajadores y los pueblos. Lademocracia es una necesidad del desarrollosocial, y no puede quedar acorralada en laauto definición de los poderes ejecutivos dealgunos países, constituidos en “gobiernoglobal” para impulsar las necesidades derestablecimiento de la ganancia del capitalmás concentrado a escala global.

En contraposición a lo planteado, prosi-guen las reuniones paralelas del movimientopopular regional y mundial, las cuales de-ben definir un proyecto alternativo al capi-talismo, tomando la crisis como oportuni-dad. Los movimientos sociales pretendenparticipar en el debate a fin de que no se

reincida en promover un formato de arqui-tectura financiera propio del ciclo anterior.Es la discusión por una Nueva ArquitecturaFinanciera del orden regional e internacio-nal, que brega por la redefinición del “paraqué” y “para quién” del financiamiento.

El Banco del Sur y el Banco de la ALBA(Alianza Bolivariana para los Pueblos deNuestra América) son respuestas originales ala crisis. Ambas instituciones, según lo ex-presan sus estatutos fundacionales, apuntanal financiamiento para el desarrollo y a laeliminación de las asimetrías regionales.

Otro desarrollo alternativo es el Sistemade Pagos en Monedas Locales (SML) entreBrasil y Argentina, que favorece la compen-sación con monedas locales del comerciobilateral, deteriorado por la crisis iniciadaen 2007. Por medio del SML, los exportado-res e importadores cobran y pagan en mone-da local a través de los bancos adheridos alsistema. Es un régimen voluntario que pre-tende extenderse al conjunto de los paísesmiembros del MERCOSUR. Este sistema decompensación puede ser comparable con elSUCRE, Sistema Único de CompensaciónRegional. El ejemplo es útil para evidenciarlas tendencias contradictorias que coexistenen la actualidad. El G20 trabaja en pos derestablecer el orden global, mientras queotras experiencias pueden avanzar en unsentido alternativo.

Los ejemplos aluden a la región latinoa-mericana por ser el territorio que generó másexpectativas de cambios institucionales en laprimera década del Siglo XXI. El despertarde nuevas resistencias en otras latitudes ha-bilita a pensar en nuevos aportes de los

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movimientos sociales al cambio de la institu-cionalidad vigente.

Expectativas en América Latinaa inicios del siglo XXILa resistencia a la iniciativa política delcapital (neoliberalismo) construyó la expec-tativa latinoamericana del primer deceniodel siglo XXI y habilitó hace apenas unlustro la reivindicación del socialismo comopropuesta de solución para los problemas delos pueblos. Primero en Venezuela se hablóde “socialismo del siglo XXI” y ahora enBolivia de “socialismo comunitario”. Con-vengamos que ello se explica en buena me-dida por el medio siglo de la experienciasocialista en Cuba. El caso es que los trespaíses protagonizan junto a otros una intere-sante y desafiante experiencia de integra-ción, la Alianza Bolivariana para los Pueblosde Nuestra América. Son estos los protago-nistas destacados de la Cumbre de Copenha-gue (en diciembre del 2009), que no recla-maron un lugar en el productivismo capita-lista sino que identificaron como responsa-ble de la crisis climática al capitalismo. Másallá de los adjetivos (“del siglo XXI” o“comunitario”) con que se califiquen losrumbos sociales definidos, el socialismo vuel-ve a la agenda de la región y del mundo dela mano de los que hacen el ALBA.

Si la realidad es la crisis de la economíamundial y la respuesta que explica la recupe-ración económica de los principales paísescapitalistas se sustenta en cifras alarmantesde desempleo, empobrecimiento y hambreen todo el planeta, nos queda claro que lasalida capitalista de la crisis se sustenta en

mayor explotación de la fuerza de trabajomundial.

La inflexión empezó con la visible accióncolectiva de los pueblos que construyen, conlimitaciones enormes, la práctica del “otromundo posible”. ¿Es una realidad irreversi-ble? La caída del socialismo real nos enseñaque no existe irreversibilidad, que la luchade clases existe más allá de la voluntad y quevencer la ofensiva capitalista lanzada en lacrisis de los años setenta requiere mucho másque voluntad o discurso de transformaciónsocial. Para ello se necesita potenciar sujetosconscientes que luchen por dar una salidaanticapitalista a la crisis de la economíamundial en nuestro tiempo. En esta defini-ción radican los límites de proyectos políti-cos que al no proponerse la superación delcapitalismo condenan sus intentos transfor-madores (en el caso que los hubiera) a lalógica del régimen del capital en tiempo detransnacionalización. En todos los países dela región en que se generó expectativa decambios progresistas se discutió y discutecómo asegurar una herencia política trans-formadora en el plano institucional.

En síntesis, no hay inflexión hacia laderecha en la región con el triunfo dePiñera, aunque sí es obvio que triunfó en loscomicios el proyecto explícito de la derechapolítica chilena. Es bueno interrogarse yprofundizar en las causas que motivaron eseresultado e incluso en el carácter de losgobiernos de la concertación. Ello no supo-ne pensar en construcciones de “socialismomágico”, de la noche a la mañana. Comodice Álvaro García Linera, la perspectivapuede llevar años o siglos. Pero lo que no

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puede hacerse es escamotear la perspectivaanticapitalista y por el socialismo. Es unacuestión más allá de la disputa institucionaly se asocia al poder popular.

La inflexión viene por la reinstalación dela crítica al capitalismo y la formulación delobjetivo socialista. No es un rumbo irrever-sible y menos mayoritario, pero es una reali-dad.

En este marco de crisis estructural, apun-tamos a señalar la coexistencia de dos esce-narios. De un lado, el coordinado accionarentre las empresas transnacionales y losEstados nacionales capitalistas en el G20 –incluyendo los de América Latina: México,Brasil y Argentina– en pos de reconstruir elorden mundial liberalizador. Del otro seubican los pueblos, principales perjudica-dos de las políticas regresivas inmanentes aese orden socioeconómico. Su desconciertoante la crisis no les impide avanzar, aunquedesorganizados y fragmentados, hacia lasiniciativas políticas más audaces para trans-formar la realidad. Pero aun así: ¿cuántoparticipan los movimientos populares en elBanco del ALBA, o en el ALBA comoproyecto integral de liberación? Son interro-gantes para considerar críticamente a losnuevos instrumentos que la práctica políticatransformadora está gestando.

Los pueblos son los que tienen que im-pulsar las iniciativas. América Latina y elCaribe tienen más de 600 mil millones dedólares en reservas internacionales. ¿Se con-tinuará financiando al capitalismo en crisis?¿Se pueden aplicar a destinos soberanos?¿Cuántas reservas internacionales hacen fal-ta para que un país como Argentina, Bolivia,

Brasil o Paraguay no sea objeto de unaespeculación financiera? ¿No es tiempo depensar en mecanismos de uso compartidode esos recursos? ¿Esos fondos se manten-drán invertidos en bonos del Tesoro deEstados Unidos o prestándole al FMI? Soninterrogantes para discutir una aplicacióncreativa destinada a satisfacer necesidadessociales irresueltas en nuestros países. Esprobable que ello nos conduzca a otrosinterrogantes analizados. ¿No será que hayque discutir al capitalismo como sistemaordenador de nuestra sociedad, pensar enmedidas anticapitalistas tendientes a crearun orden poscapitalista?

América Latina y el Caribe tienen todaslas condiciones. Y que quede claro que noestamos proponiendo el aislamiento deAmérica Latina, sino incitando a propiciarun mayor vínculo con África, Asia y con lospueblos pobres del norte. Porque a partir dela iniciativa diversa, creativa y alternativa delos pueblos, se erige el poder popular, esdecir el ejercicio legitimo de la autodetermi-nación de los pueblos.

En este inicio del siglo XXI resulta fácilel pesimismo sobre las perspectivas futurasde un socialismo de poder social; pero esimportante recordar que en todo el mundose están ensayando muchas de esas propues-tas. Existen experimentos, se están constru-yendo continuamente nuevas instituciones(y también, desgraciadamente, destruyen-do) en los intersticios de las sociedadescapitalistas, y de vez en cuando se producenvictorias políticas en las que el Estado puedecolaborar en el proceso de innovación so-cial. Constantemente surgen nuevas formas

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de poder social. No sabemos cuáles puedanser los límites de tales experimentos parcia-les y fragmentarios y de la innovación en elcapitalismo: el poder social puede quedar enúltimo término restringido a los márgenes, opuede haber mucha más capacidad de ma-

niobra, pero lo que es seguro es que todavíano hemos llegado a esos límites (Ollin,2006).

Está claro que el tema queda abierto a lariqueza inconmensurable de la creatividadsocial.

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