Cuadernos de literatura de tradición oral mucho contar

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mucho Fuente Obejuna (Córdoba) contar que Cuadernos de literatura de tradición oral Nº 1

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mucho

Fuente Obejuna (Córdoba)

contarqueCuadernos de literatura de tradición oral

Nº 1

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Fuente Obejuna tiene MUCHO QUE CONTAR

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Fuente Obejuna tiene MUCHO QUE CONTAR LITERATURA DE TRADICIÓN ORAL RECOGIDA EN FUENTE OBEJUNA (CÓRDOBA, ESPAÑA) © Juan Ignacio Pérez y Ana María Martínez © De esta edición, Asociación LitOral (www.weblitoral.com) Trabajo de campo realizado en 2005 con el patrocinio del Centro Andaluz de las Letras (Consejería de Cultura, Junta de Andalucía) Se permite la reproducción de los textos siempre que se indique la procedencia de los mismos Edición digital Andalucía, 2005

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Colección MUCHO QUE CONTAR Cuadernos de literatura de tradición oral

Nº 1

Fuente Obejuna tiene MUCHO QUE CONTAR

Trabajo de campo, transcripción y clasificación realizados por Juan Ignacio Pérez y Ana María Martínez

Asociación LitOral 2005

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ÍNDICE Presentación ............................................................................................ 9

Textos narrativos Cuentos de encantamiento ............................................................... 11 Leyendas ................................................................................................ 22 Cuentos anecdóticos y sucedidos .................................................... 22 Cuentecillos lúdicos y de animales.................................................... 37 Romances e historias de cordel ......................................................... 38

Juegos y canciones Juegos infantiles .................................................................................... 45 Canciones festivas ................................................................................ 49 Acertijos y adivinanzas ......................................................................... 57

Dichos y hechos Vocabulario coloquial ......................................................................... 65 Refranes y frases hechas...................................................................... 66 Comparaciones .................................................................................... 72 Piropos..................................................................................................... 73 Fragmentos de vida ............................................................................. 74 Oraciones ............................................................................................... 78 Informantes ........................................................................................... 80 Este es un libro inacabado ................................................................. 81

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Presentación

Suele decirse, no sin cierta dosis de nostalgia, que la literatura de

tradición oral se pierde inexorablemente por el empuje de nuevas formas de comunicación y por los cambios operados en los estilos de vida.

Cierto es que los más jóvenes no suelen tener acceso espontáneo a las mismas manifestaciones culturales que transmitían de viva voz sus antepasados, pero también es importante resaltar, por un lado, que las personas de más edad (y no sólo las ancianas) aún pertenecen a esa generación que escuchó cuentos, canciones, poemas y otras expresiones anónimas de boca de sus mayores; y, por otra parte, que en la actualidad siguen transmitiéndose historias anónimas entre los jóvenes que resultan igual de interesantes que las tradicionales.

No tiene sentido, pues, lamentarse ante una posible situación sin retorno. Antes bien, se impone la necesidad de intervenir para devolver el sentido a la tradición oral como manifestación cultural de primer orden.

LitOral, asociación especializada en la búsqueda, catalogación y difusión de este patrimonio inmaterial colectivo, trabaja por esta revalorización de personas, textos, formas y costumbres, una tarea que cada día sentimos más necesaria como respuesta a distintas problemáticas:

• La necesidad de comunicación entre generaciones y entre iguales.

• La importancia de conocer las raíces colectivas (familiares, geográficas, sincrónicas) para reconocerse como miembros de un grupo.

• La convivencia entre culturas de diversas procedencias.

• La importancia de los aspectos socio-afectivos en una sociedad que tiende a la individualización y a la automatización.

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Entre los trabajos que nos planteamos periódicamente en nuestra asociación se encuentran las campañas de recuperación y puesta en valor de la literatura popular en barrios o localidades concretos y en comarcas administrativas o naturales.

Estas campañas, bajo la denominación MUCHO QUE CONTAR, plantean una sistemática recogida de textos orales de tradición popular cuyo objetivo principal es elaborar un catálogo de textos de tradición oral de la zona para evaluar su transcendencia artística, social e histórica, así como tomar el pulso a los intereses locales en relación a dicho patrimonio.

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Textos narrativos

CUENTOS DE ENCANTAMIENTO

El tintero mágico INFORMANTE: Teresa Casado Montenegro

Tres muchachos que eran hermanos muy pobres salieron un día por esos caminos para buscarse la vida y se separaron en un cruce de caminos. Cada uno tenía que coger por un sitio a ver qué encontraban. El mayor se encontró con un viejecito que le dijo: -Dame algo, que no tengo nada para comer. Y él le dijo que no. Al hermano mediano también le pasó lo mismo y también le dijo que no. Y el pequeño le dio el trozo de pan que llevaba y el anciano, agradecido, le regaló un tintero mágico y le dijo: -Cuando necesites algo, pídeselo al tintero así: “Tinterito, tinterito, por la salud que tienes y la que Dios te ha dado, haz que yo tenga tal cosa”. El niño fue corriendo a contárselo a sus hermanos y ellos, comidos por la envidia, tiraron al hermano pequeño en un cañaveral. Así, su madre creería que habían sido ellos los que habían encontrado el tintero. Cuando llegaron y le pidieron algo al tintero se llevaron la sorpresa de que no aparecía nada. Mientras, un pastor que pasaba por el cañaveral arrancó una caña y se hizo una flauta con ella, y cando la tocó vio que empezaba a cantar: “Pastorcito que en brazos me tienes, de cogerme vienes, escucha mi buen son, me mataron mis dos hermanitos en la fuente romana por un tinterito que traía yo”.

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El pastor corrió la voz hasta que se enteró la madre del muchacho. Le dijo al pastor que si la dejaba tocar y la flauta empezó a cantar: “Madrecita que en brazos me tienes, de cogerme vienes, escucha mi buen son, me mataron mis dos hermanitos en la fuente romana por un tinterito que traía yo”. La madre fue corriendo hasta el cañaveral y allí se encontró a su hijo malherido. Lo contó todo y los hermanos tuvieron que darle el tintero. Cuando el muchacho le pedía algo al tintero, enseguida aparecía. Y dejaron de ser pobres.

Las tres hojitas INFORMANTE: Pilar Paños Paños

Era una madre con un hijo ya madurito que pensó: “Voy a buscarle una novia, que yo no voy a vivir siempre”. Y le dice: -Vete por ahí y búscate una novia, que es lo que te está haciendo falta. El hijo se fue con su macuto a cuestas a buscarse la vida y llegó a un huerto y le preguntó al dueño: -¿Puedo comer aquí? -Sí. Y le contó al hombre por qué iba de camino. Y el hombre le contestó: -Pues mira, yo te voy a dar tres hojitas y cuando tú quieras volver a comer, partes una hojita a ver lo que pasa. El muchacho siguió adelante y, cuando se paró a comer, partió una hojita y se le apareció una muchacha muy guapa. -¿Tú quién eres? -¿Tú no estabas buscando novia? Pues yo estoy aquí para eso. -Bueno, pues si te quieres casar conmigo... -Mira, si me das pan, jamón y vino, me caso contigo. Si no, me tengo que ir. -Pues tengo pan y jamón, pero vino no tengo.

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-Pues lo siente, pero me tengo que ir. Al día siguiente se puso a comer y partió la otra hojita y le salió otra muchacha que le dijo lo mismo: -Si me das pan, jamón y vino, me caso contigo. -Pan y jamón sí, pero vino no tengo. Y le pasó lo mismo. Y como ya sólo le quedaba una hojita, pensó: “En el próximo pueblecillo que vea voy a comprar vino, porque si la otra me dice igual, me quedo sin ninguna”. Compró su vino, se puso a comer y, al partir la hoja, salió la muchacha y le preguntó lo mismo: -Si me das pan, jamón y vino, me caso contigo. Él le dijo que sí. Se casaron y p’adelante. Así, buscando, buscando, se puso a trabajar con el rey, que lo empleó de hortelano en el jardín. Y había una fuentecita donde se iba a por agua. Cogió la mujer su cántaro y fue a la fuente a por agua. Y cuando estaba allí vio una mujer muy fea y le dio miedo y se subió a un árbol que había junto a la fuente. Y la otra se asomó y la vio reflejada en el agua. Y creyendo que era ella misma, dice: -¿Yo, tan guapa y venir a por agua? Tiro los cántaros y me voy a mi casa. Pero no los llegó a tirar, sino que miró para arriba y vio a la otra, y le dice: -¿Qué haces ahí? Baja, baja, que hablemos. Bajó la muchacha y le sacó todo lo que pudo de su vida: le contó que se había casado, que estaba donde el rey... A la otra le dio envidia y, como era una bruja, pensó: “A esta le quito yo el marido”. Le pasó la mano por la cabeza: -¿Qué tienes aquí? Y le ´clavó un alfiler en la cabeza y se convirtió en una palomita. Cuando llegó la otra a la casa, dice el marido: -Huy, ¿tú quién eres, tan negra? -No, es que estoy así por el aire y el sol, por eso me he puesto tan negra. El hombre estaba muy triste y muy disgustado y pensaba: “Hay que ver cómo se me ha puesta esta mujer tan fea”. Y cuando estaba podando en el jardín, cada día se le posaba una palomita y le hablaba así:

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-Hortelanito del rey, ¿qué tal te va con tu reina mora? -Muy bien, gracias. ¿Y tú, señora? -Pues yo, por estos campos, triste y sola. Y se iba volando la palomita. Al otro día lo mismo y al otro igual. Y ya el hombre dice: -Esta palomita que me habla a mí tiene que ser una cosa mágica. Puso pegamento para que se pegara la palomita cuando se posara y, al día siguiente, la paloma volvió a posarse en el mismo sitio en que se posaba siempre. Y después de hablar, la paloma quiso volar pero no pudo. Él la cogió y dice: “Tiene aquí algo la palomita”. Le quitó el alfiler y ya salió la mujer. Vieron lo que la otra había hecho y le dieron su castigo.

Jesucristo, San Pedro y el jugador INFORMANTE: Pilar Paños Paños

Era un día muy lluvioso, muy lluvioso, de mucho agua, y San Pedro y el Señor llegaron a un pueblo y tocaron en las puertas a ver si alguien les daba cobijo, pero nadie, nadie quería que se quedaran en su casa. Y de una de las casas salió una mujer y le dijeron: -Mire usted, que está lloviendo tanto... Somos dos peregrinos y queremos saber si podemos quedarnos aquí en su casa. Y la mujer: -Mire usted: yo, por mí, se quedarían, pero es que mi marido es jugador y juega todos los días porque ese es su oficio. No hace más que jugar, jugar de noche y dormir de día. Si gana, no pasa nada, pero si pierde, tiene muy mal perder. ¡A mí me mete unas palizas horrorosas! Entonces, como los vea aquí, no vea usted. -No, no pasa nada, es que en ningún lado nos quieren dar cobijo y ya está llegando la noche, con lo que llueve... -Bueno, ustedes se quedan aquí, pero ya saben lo que les he dicho. Se quedaron allí y le dijeron: -Nosotros nos acostamos mejor en algún pajar, si lo tiene usted.

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-No, que hace mucho frío, aquí al ladito de la candela están ustedes mejor. Se puso San Pedro en la punta de la chimenea y el Señor en el lado de la pared. Y llegó el hombre del bar. Efectivamente, había perdido y venía con un humor de perros gritando: -¡María! ¿Dónde estás? ¡Que te voy a pegar una tunda...! La pobre mujer, temblandito, se levantó corriendo pensando: “Verás cuando venga ahora y vea a estos dos”. Va el hombre y los ve: -¿Estos dos que están aquí qué son? -Ay, dos vagabundos, dos pobrecitos caminantes, que es que llovía... -¿Caminantes, que llovía? Ahora verán. Cogió a San Pedro, que es el que estaba primero, y le pegó una capuana al pobre que lo dejó frito. Después se acostó y al día siguiente, como seguía lloviendo, dice San Pedro: -Señor, vámonos de aquí, mira la paliza que me ha pegado. -Verás tú que esta noche no te pega. ¿Dónde vamos a ir con este vendaval de agua? Que no. Por la tarde, se fue el hombre otra vez al bar y dijo San Pedro: -Señor, yo me voy a poner ahora en el lado de la pared para que te pegue a ti, que yo ya estoy harto. -Bueno, como quieras. Viene otra vez el hombre por la noche: -Pero, ¿todavía están aquí estos dos? Me cago en la mar. Esta noche le va a tocar al de la pared, anoche le tocó a este y ahora al de la pared. Otra vez que se cargó San Pedro con la paliza. Y al día siguiente seguía lloviendo y San Pedro diciendo que se iba, pero el Señor: -San Pedro, espérate, verás que hoy gana el hombre y no nos hace nada. Y esa noche el hombre ganó. Y llegó muy contento diciendo: -¿Dónde están esos dos? Hay que ver lo mal que me he portado yo con ellos, mira que pegarle yo a estos hombres. Les voy a decir que me perdonen.

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Y la mujer: -Pero ya se iban a ir porque como tú les pegas... -No, no, se pueden quedar todo el tiempo que quieran. El Señor le dijo que lo perdonaban (bueno, San Pedro decía para sí: “Lo perdonarás tú, porque yo no, con las palizas que me ha pegado”): -Mire, lo perdonamos, pero se lo vamos a decir: nosotros somos San Pedro y el Señor y nos vamos a ir ya al Cielo porque nuestro peregrinaje por la Tierra ya se ha terminado. Y para que usted vea que lo perdonamos, le vamos a conceder tres deseos, así que pídanos usted las tres cosas que usted quiera y se las concedemos. -Bueno, pues les voy a pedir tres cosas: la primera, que gane siempre, siempre, siempre, en el juego. La segunda, que el que suba a mi peral no se pueda bajar hasta que yo no quiera. Y la tercera, que de la silla donde yo me siente no me pueda levantar nadie hasta que a mí no me dé la gana. Dice San Pedro: -¡Qué cosas más raras nos ha pedido este hombre, Señor! Nos podía haber pedido el Cielo, mira que es tonto. Y este se va a condenar, porque con lo malo que es... Bueno, pues se fueron al Cielo y el hombre, efectivamente, empezó a ganar siempre en el juego. Se hizo rico, tuvo una vida estupenda y la mujer también, que se lo merecía, que bastante había pasado. Vivió muchos años, pero llegó un momento en que la Muerte tuvo que venir a por él porque ya era su hora. Llegó la Muerte y le dice: -Oye, mira, vámonos, que ya te toca. Y el hombre: -¡Con lo bien que yo estoy viviendo! ¡Déjame! -Pero si ya eres muy viejo. ¿Qué quieres, estar aquí toda la vida? -Bueno, pues mira, por lo menos, concédeme un deseo, que yo estoy que no puedo subirme a mi peral y quiero coger una pera. -¡Vaya tela, este!

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Se sube la Muerte en el peral y, como no se podía bajar nadie del peral hasta que él no quisiera, le dijo: -Paradita ahí, que yo no me voy todavía, así que en el peral te quedas. -Ay, por Dios, si yo tengo que llevarme a otras personas que se tienen que morir. -¡Nada! Y pasaba el tiempo, el tiempo, el tiempo, y no se moría nadie ¡Claro! -Pero, hombre... -Nada, yo no tengo ganas de irme todavía, así que tú ahí quieta. Pasó un tiempo, años ya, y dijo el hombre: -Bueno, ya qué voy a hacer. Tendré que irme porque así no voy a estar siempre. Bájate ya, anda, y llévame, qué vamos a hacer. Bajó la Muerte del árbol y se lo llevó. Y cuando llegó a las puertas del Cielo, estaba allí San Pedro sentado en su silla y le dice: -¡Hombre, tú por aquí! Tenía yo ganas de verte. Por fin te veo. -Sí, hombre, déjame pasar, que al final os pedí perdón y todo. -¿Tú vas a pasar? ¡Anda, al infierno, que es tierra caliente! Que tú aquí no entras ni... ¡vamos! ¿Pues no me pegaste tú a mí dos buenas palizas y ahora quieres entrar en el Cielo? -Cachis en la mar, déjame pasar, hombre, déjame pasar. -Nada, nada. -¿Sabes tú lo que vas a hacer? Ve y pregúntale al Señor y verás que te dice que yo pase, porque a mí el Señor me perdonó. -Que tú no entras. -Que vayas y se lo preguntes. -Voy a preguntárselo, pero verás como no te deja pasar. Se va San Pedro para dentro y se sienta el hombre en la silla de San Pedro. Cuando vuelve San Pedro, dice: -¿Sabes lo que te digo? Que ni el Señor ni nada, que tú no entras. -Bueno, pues mira, lo que tú quieras, pero a ver dónde te vas a sentar.

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Entonces San Pedro tuvo que dejarlo entrar en el Cielo porque si no el hombre no se levantaba nunca de su silla. Y de esa manera, el Cielo también se lo ganó. María Antonia remata: Partieron perdices y nos dieron con las patas en las narices.

Cristo, San Pedro y la fuente INFORMANTE: Pilar Paños Paños

Iban Jesús y San Pedro por el mundo, por el campo, con su macutillo (donde llevaban sus cosas), y un día estaban comiendo en una fuentecita de agua cristalina cuando San Pedro, que era muy travieso, le dice a Jesús: -Señor, vete p’adelante que yo voy a hacer una travesura. -¿Qué vas a hacer? -Que estoy pensando que me voy a cagar en la fuente y el que venga luego a beber aquí, a ver qué hace. -Hombre, Pedro, eso no se hace. Además, tú mismo puedes volver por aquí. -Pero si nosotros nos vamos ya, Señor, y ya no vamos a volver. -Haz lo que quieras, hijo, que contigo no hay quien pueda. Entonces, San Pedro se cagó en la fuente. Siguieron su camino adelante y cuando ya pararon y comieron y se iban a echar un cigarro, dice Jesús: -Huy, me he dejado el mechero en la fuente. ¡Y anda que no está lejos! Tú sabes, Pedro, que yo no te pido nunca nada, pero estoy muy cansado. Anda, ve a por el mechero. -Yo no voy. ¡Pues no está lejos la fuente! -Pero... ¿y si tenemos que encender alguna candela? Y San Pedro tuvo que ir a por el mechero con el calor que hacía y el estómago lleno. Cuando llegó a la fuente, no veas la sed que tenía (y es que se caía el sol a pedazos). -¿Y ahora qué hago con la sed que tengo? Me voy, que yo aquí no bebo... ¿Y qué hago? Y el pobre tuvo que beber de su agua. Y cuando se lo contó al Señor, le contestó:

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-Te lo dije, Pedro, nunca se debe decir “de esta agua no beberé” porque el camino es largo y puede apretar la sed.

Cristo y San Pedro en la fragua INFORMANTE: Pilar Paños Paños

Llegaron otro día a una fragua y dice el Señor: -Buenos días, maestro. -¿Cómo maestro? A mí no me diga usted maestro, yo soy maestro de los maestros. -Bueno, usted perdone. Si usted es maestro de los maestros, yo se lo digo así. Mire usted, que venimos porque queríamos que nos dejara unos días la fragua, nosotros le pagamos lo que sea. Es que queremos hacer unas cosas... -A ver... Pero es que yo tengo mucho trabajo. -Ya, pero va a ser poco tiempo. Yo le pago lo que usted me pida. -Bueno, vale, si o me gano un dinero, pues venga, yo le dejo a usted la fragua los días que necesite. Ya le dejó la fragua, se fue el herrero y dice el Señor: -Mira, Pedro, ve por las calles y di que todas las personas mayores que quieran quitarse años que vengan a la fragua, que aquí las vamos a dejar como nuevas. Va San Pedro diciendo eso por las calles y allí fueron las viejas (y los viejos, me imagino). Puso el Señor el horno calentito, las metía en el horno, les daba una vuelta y salían, unas con quince, otras con veinte, con la edad que querían, vamos. Eso era una maravilla. Y la madre del herrero, que se enteró, dice, la pobre: -Oye, hijo mío, que yo quiero ir también a que ese hombre me ponga nueva. -Madre, estése usted quietecita. -Que no, hijo mío, que la fulanita y la menganita han ido y fíjate tú lo jóvenes que están. ¡Yo quiero ir a la fragua! -Madre, que no. Usted, tranquila, que si ese hombre lo hace y es un vagabundo, cuando se vaya, yo la pongo nueva a usted.

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Como el hijo no la dejó, pues se tuvo que aguantar. Y cuando ya terminaron de poner jóvenes a todas las mujeres, el Señor le dijo: -Mira, ya hemos terminado, ya le dejo su fragua. Muchas gracias. Le pagó su dinero y se fue. Se fueron despacito porque el Señor ya sabía lo que iba a pasar. Y la madre del herrero, corriendo: -Venga, hijo mío, ponme nueva, que yo quiero ponerme joven. -No se preocupe, que yo me pongo ahora mismo y sale jovencita, jovencita. Pone su horno a calentar y mete a la madre. La madre, ¡unos lamentos! ¡Por Dios, qué lamentos, la pobre mujer! -¡Que me achicharro, sácame de aquí! El hijo, nerviosito, le dice al ayudante: -Corre, hombre, por Dios, que se nos quema mi madre. Fue corriendo y el Señor, que no iba muy lejos, se volvió y le dijo: -No se preocupe usted, señora, no se preocupe. Corriendo le dio dos vueltas y media y la puso nueva. Cuando la mujer salió del horno, si coge al hijo lo mata. Y el Señor le dice al herrero: -Mire usted: cuando yo llegué me dijo que usted era maestro de los maestros y el maestro de los maestros soy yo. Ya lo sabe.

Cristo, San Pedro y los cuernos INFORMANTE: María Antonia Lucía Valentín Jurado

Jesús y San Pedro estaban de viaje por ahí y llegaron a un sitio que tuvieron que quedarse en una posada. Y el Señor dice: -Yo no veo las cosas aquí muy claras, aquí hay gato encerrado. Y le dice a San Pedro. -Recoge tus cosas que nos vamos a ir. -Mire usted, mi señor, si estamos aquí poco bien, va usted a consentir que nos vayamos ahora que hace frío y todo. -Nada, nada, yo he dicho que nos vamos y nos vamos. Tú, recoge tu cosas. Y ya que iban por el campo, dice: -Ay, mi Jesús, que me he dejado las zapatillas en la posada.

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-¿Las zapatillas te has dejado tú en la posada? -Sí, señor. -No estoy muy conforme, pero ve a por ellas. Fue a por las zapatillas y se vino. Y cogieron su caminito adelante, adelante... Y ven venir a un hombre con dos burros ¡Y traía una cornamenta! -Señor, ¿eso qué es? -¿Que qué es eso? Los que tú le pusiste cuando fuiste a por las zapatillas. -Pues, mi señor, desde hoy en adelante que se pongan y no se vean. Desde entonces, los cuernos se ponen y no se ven.

Cristo, San Pedro y la torta INFORMANTE: Pilar Paños Paños

San Pedro y el Señor pasaron por una calle que había un horno y una pobre mujer estaba allí haciendo su pan y unas tortitas. Y San Pedro, como era tan travieso, le robó una torta a la mujer y se la metió dentro de la chaqueta que llevaba y dejó que el Señor se fuera un poquito delante de él. De vez en cuando, cogía la torta, la mordía y se la volvía a meter dentro de la chaqueta. El Señor, cuando sabía que había mordido la torta, lo llamaba: -¡Pedro! Corriendo, tiraba el mordisco de torta al suelo y le contestaba: -¿Qué quiere, Señor? -No, no, nada, que no sabía si venías detrás. -Sí, vengo aquí detrás. Al rato, otra vez: mordía la torta, lo llamaba el Señor y otra vez tiraba el mordisco. Y así hasta que se le terminó y no dejó que se comiera la torta. Cuando se pararon a descansar, le dice el Señor: -Mira, Pedro, le has robado una torta a una pobre mujer que se ha visto en penas para poder conseguir esa poquita de harina, y eso no está bien. Así que ahora vas, te vuelves, vas cogiendo

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los trocitos de torta que has tirado por el suelo, los vas juntando, la vuelve a hacer y se la das. -Sí, hombre, eso ya no se va a quedar bien. -Tú cógelo. Fue cogiendo los trocitos de torta, los fue juntando y milagrosamente se volvió a quedar redondita y bien y se la dio a la mujer.

LEYENDA

Origen de la imagen de la Virgen de Gracia INFORMANTE: Josefa Montero Ramos

Venía de la guerra de Flandes un soldado jadeante, sediento, y parece ser que se paró en esos cerros para beber. Y decía: “Ay, Dios mío, ayúdame a encontrar agua!” y se le apareció la Virgen de Gracia, que le dijo: -Si tienes sed, bebe, que hay agua. -Pero si aquí no hay agua. -Si aquí no hay, ve un poco más abajo. Y lo mandó donde ahora está la Fuente Santa, que está en una huerta desde esa tradición. Y dicen que el hombre escarbó un poquito y empezó a brotar agua del pozo. Y entonces dijo: -Quiero que me hagan una ermita en este cerro. Y se la hicieron.

CUENTOS ANECDÓTICOS Y SUCEDIDOS

El marido manso INFORMANTE: Mª Antonia Lucía Valentín Jurado

Era un matrimonio que se llevaba muy bien y ella le decía al marido:

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-Mira, cuando nos muramos, si yo me muero antes, vas tú en busca de mí, y si tú te mueres antes, voy yo en busca de ti. De modo que se murió antes el marido y, cuando se murió ella, se llegó a San Pedro. -¿Qué hace usted aquí? -Vengo en busca de mi marido, que murió antes que yo y quedamos en eso. -¿Y dónde está su marido? Mi marido está en la Gloria porque era muy bueno, muy bueno, muy bueno. Ahí lo tienen ustedes que buscar. Ni en la Gloria ni en el Cielo ni en otro sitio que tenía aparte. Y ya dice San Pedro: -Mire usted, como no esté en un corralón que hay ahí grande... Si dice que ha sido tan bueno, yo no sé dónde está ni qué estará haciendo. -Bueno, pues vamos a ir a verlo. Sale el hombre del corral con una cornamenta más grande y dice ella: -¡No me diga usted que ese es mi marido! -Sí, señora, ese es su marido. Es que era tan bueno, tan bueno, que aquí lo tenemos para manso.

El cura y el taxista

INFORMANTE: Josefa Montero Ramos Un cura y un taxista, que se llamaban (los dos) Agustín, se murieron. Llegó el cura al cielo el primero y se encontró con San Pedro, que, como están las cosas más modernas, estaba allí con su ordenador. -Vamos a ver las cosas de este hombre, que se vayan anotando aquí. -Yo soy un cura que vine a esa aldea cuando no había nada hecho. Yo he hecho muchas cosas: la iglesia, por los pobres... He estado ahí veintitantos años. Preguntó uno de los ayudantes: -¿Qué hacemos, San Pedro?

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-Una túnica de saco y lo ponéis al fondo del cielo, de los últimos. Llega el otro que se llamaba igual, el taxista, y dice San Pedro: -Vamos a ver, ¿qué ha hecho usted en su vida? -¿Yo? He hecho lo que he podido, mire usted: yo tenía un coche y llevaba a la gente, pero las carreteras estaban tan malas que la gente nada más que decía: “Dios te salve, María, Dios mío, que no nos pase nada...” El coche se me changaba, seguía adelante... Eso es lo que yo he hecho en mi vida, ya ve usted, otra cosa no he podido, trabajar y trabajar y ya está. No me desesperaba, pero ya está. -Tiene usted mucho mérito. ¡Una túnica de plata y se pone al lado de mi madre, de Santiago y de los mejores apóstoles! El cura, que estaba al fondo, vino y le dice: -San Pedro, es que te has tenido que equivocar, porque yo soy el cura, y es que, como también me llamo Agustín... -Mira, Agustín: tú, cada vez que predicabas o dabas un sermón, toda la gente dormida deseando que se acabara la misa. Una misa más chuchurrida no podía ser. Y Agustín, el taxista, sin embargo, la gente que no rezaba en su vida, para que no le pasara nada en el camino, como la carretera tenía tantos socavones, se acordaban de mí y rezaban a mi madre. Por eso, tú al fondo y este aquí, con su túnica de plata.

La devota en el Cielo INFORMANTE: Mª Antonia Lucía Valentín Jurado

Una mujer iba todos los días a misa y, cada vez que iba, echaba una piedrecita en un saco. Así toda su vida hasta que se murió. Y cuando se iba a morir dice: -Gracias a Dios porque yo muero tranquila y voy a la Gloria, que siempre he estado en misa, siempre en la iglesia. Bueno, se murió y se fue par arriba y le dice San Pedro: -Señora, ¿usted, en su vida, qué ha hecho? -Mire usted, yo tengo que estar en la Gloria porque yo no he hecho más que ir a misa y rezar.

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-Bueno, eso habrá que verlo, porque verá usted: Yo, de cada persona, meto una piedrecita en un saco y así sé las misas a las que ha ido usted. Así le puedo decir si va usted al Cielo o al Infierno. Saca el saco y dice ella: -¿En ese saco? Si ahí no hay piedras... -Sí, señora, hay una. -¿Cómo va a haber una? Porque es la única que ha oído usted con devoción. Las demás, como no las ha oído con devoción, como si no hubiera ido.

La vaca del cura moreno INFORMANTE: Teresa Casado Montenegro

Un cura tenía en un pueblecito sus vacas, sus ovejas y de todo. Y un día se le perdió la vaca y se puso a buscarla por todas partes. Había allí unos gitanos que, como otras veces, se paraban y hacían un chambao en las afueras. Y ve que uno de los niños está diciendo: -La vaca chiquita del cura moreno la tiene mi padre colgá en el humero y mi madre nos pone muy buenos pucheros. Y va el cura y le dice: -Ven acá, que eso lo vas a decir en el púlpito, que se entere todo el mundo. Y ya en el púlpito, dice el cura: -Este niño va a decir la pura verdad. Lo que ha visto es la pura verdad, la pura verdad. Porque cuando se dice una verdad se está con Dios y hay que estar con Dios, hay que decir la pura verdad y este niño va a decir la pura verdad. ¡Venga, niño, di la verdad, lo que has visto! Y el niño:

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-El cura moreno va con mi madre, a Dios le ruego que no lo pille mi padre.

El señor Juan, atado a la columna INFORMANTE: Natividad Serena Perea

En una aldea muy chiquita no había santo ni imágenes para sacar en procesión, y dijeron: -¿Qué vamos a hacer ahora que llega la Semana Santa? Y había un señor muy mayor, el señor Juan, que tenía noventa y tantos años. -Pues a ese lo llamamos para que haga las veces del Señor atado a la columna. Vamos a prepararlo todo. No tenían telas para probarle el sudario ni nada. -Bueno, pues vamos a ponerle un papel de cometa. Cogieron ese papel, le pusieron el sudario, lo subieron a las andas y salió en la procesión. Y dice el alcalde durante la procesión: -¡Ahí vienen las tres Marías con cara de clavel! Y responde el señor Juan: -¡Quitármelas de delante, que se me rompe el papel!

El maestro invitado y el pollo INFORMANTE: Josefa Montero Ramos

Antes los maestros iban por el campo porque los muchachos no podían ir al colegio. En una casa de campo iban a comer y llegó el maestro, pobrecillo, mal trajeado, diciendo: -No tengo nada que comer, pero... -Nosotros tenemos un pollo y usted cena con nosotros. Lo asaron y pusieron el pollo en la mesa muy bien preparado, con su cabeza y todo. -¿Cómo se llama usted? -Me llamo Francisco.

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Fuente Obejuna tiene MUCHO QUE CONTAR

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-Don Francisco, en honor a usted, usted va a partir el pollo. El hombre dice: -Ay, qué honor. Primero cortó la cabeza. -Al padre de familia le pertenece la cabeza que para eso lleva esta casa con sus fatigas y sus sudores para sacarla adelante. El cuello del pollo, para la madre, que es la que le sigue con sus esfuerzos y su trabajo. Las alas para vosotras (había dos muchachas jóvenes), que sois como palomas que vais a empezar a volar; toma tú un ala y toma tú otra. Para vuestros hijos (había también dos muchachos), las patas, para que sean deportistas, que el día de mañana estas piernas sean ágiles, sean fuertes, sean unas piernas robustas, es lo que le pido a Dios en esta noche. Ya pueden empezar a comer. Lo que queda es para mí, pobrecito de mí que me habéis invitado. Muchas gracias.

Acertates a perra gorda INFORMANTE: Josefa Montero Ramos

En la posguerra había mucha necesidad y dicen que había un hombre muy ingenioso que, pobrecito mío, no tenía nada que darles a sus hijos de comer. Ya no sabía para dónde iba a tirar. Y entonces los animales, las ovejas, los cerdos, iban por las calles echando lo que vulgarmente se llama “cagalutas”. Y este hombre que no sabía para dónde iba a tirar cogió papel de seda, iba liando cagalutas y las iba poniendo en estas cestas que se llevaban aquí al brazo. Entonces el hombre empezó por el pueblo, por Fuente Obejuna: -¡Acertates a perra gorda, acertates! Compraba una de una calle. -Qué guarro, si es una cagaluta. -¡Acertate! Se iba para otra calle: -¡Acertates a perra gorda, acertates! Y dieron cuenta. Y dice el guardia: -¿Qué ha pasado?

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-Mire usted, que yo no tengo por dónde tirar y digo “acertates”, yo no estoy engañando a nadie. Y el guardia: -Es cierto, este hombre no ha engañado a nadie. Ha sido para dar de comer a sus hijos y ha dicho que si le compráis acertates y se los habéis comprado. Mi padre me contaba a mí que esto había pasado porque entonces había mucha necesidad y es que este hombre tenía un ingenio... porque no se le ocurre a todo el mundo hacer lo que él hizo, llenar una banasta con esos papelitos que parecían caramelos.

Detrás viene el pavo INFORMANTE: Alfonso Fernández Mellado

Habían invitado a una persona a comer y cada vez que empezaban a comer, le decían: -No coma usted mucho porque luego vamos a tener el pavo. A este hombre le pusieron una sopa un poquito aguada y le dijeron: -No se preocupe usted mucho que detrás viene el pavo. Después le pusieron unas costillitas muy peladitas, y le dijeron otra vez: -No coma usted mucho que detrás viene el pavo. Y ya cuando el hombre estaba esperando el pavo, dice el padre: -Anda, niña, saca el pavo. Cogen el pavo, lo ponen en lo alto de la mesa y se lía el pavo a picotear todas las migajas que habían caído.

Los trozos de pan, como cabezas de gatos INFORMANTE: Mª Antonia Lucía Valentín Jurado

Era una familia que iban a comer y era el año de las hambres. Llamó un pobre a la puerta y dice: -Una limosnita, por Dios.

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Fuente Obejuna tiene MUCHO QUE CONTAR

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-Pase usted si quiere y coma usted un poco. El pobre hombre comió lo que pudo, porque le dieron unos trocillos de pan muy chicos. Al otro día vino el hombre otra vez y habían partido unos trozos grandes. Y dice: -Así me gustan a mí, como cabezas de gatos, que me las como en tres y en cuatro.

La beata y el Jesús del Gran Poder INFORMANTE: Natividad Serena Perea

Era una mujer que iba al Jesús del Gran Poder a pedirle todos los días algo. Y el monaguillo, que la veía, se decía: “¿A qué vendrá esta mujer aquí todos los días?”. Y un día escuchó que decía la mujer: -¿Eres Jesús del Gran Poder que a todo el mundo gobierna? Pues cómprame unas polainas para cubrirme las piernas. Y se fue. Al día siguiente fue otra vez, y otra vez con la misma canción: -¿Eres Jesús del Gran Poder que a todo el mundo gobierna? Pues cómprame unas polainas para cubrirme las piernas. Hasta que un día, el monaguillo se escondió y cuando la mujer dijo “¿Eres Jesús del Gran Poder que a todo el mundo gobierna? Pues cómprame unas polainas para cubrirme las piernas”, él le respondió: -Soy Jesús del Gran Poder, que a todo el mundo gobierno, compra polainas en verano y las tendrás en invierno.

El falso señorito INFORMANTE: Mª Antonia Lucía Valentín Jurado

Uno que no trabajaba y estaba todos los días vistiendo como un señorito. Y la madre le decía: -Hijo mío, ¡si no tengo ya más ropa que ponerte! Pero él seguía vistiéndose como un señorito. Y ya se murió y, como no tenían ropa que ponerle porque no trabajaba ni nada, fueron al campo, cortaron hiniesta y lo

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forraron todo con la hiniesta para no enterrarlo en cueros. Y l pobre de la madre lloraba y decía: -¡Ay, qué lástima de mi “celebradorcito de los días de fiesta”, que ahora lleva el culo tapado con hiniesta!

El huerto del enterrador INFORMANTE: Teresa Casado Montenegro

Era un pastorcillo que iba todos los días con el ganado cerca de una ermita donde había un velón de aceite. Él iba todos los días con su pan, lo mojaba en el aceite y se lo comía después de decir: -San Vicente, ¿mojo mi pan en tu aceite? Y, claro, como el santo no le respondía, todos los días hacía la misma operación. Y el velón se quedaba todos los días sin aceite. Y ya dice el sacristán: -¿Esto qué es, que todos los días lo cargo y desaparece el aceite? Se escondió el sacristán en un hueco y cuando el pastorcillo dijo aquello de “San Vicente, ¿mojo mi pan en tu aceite?”, le contestó: -Nooo. Y el pastor: -¿Santo de palo y hablar? Pues yo mi pan lo voy a mojar. Entonces salió el sacristán con un palo y le dio: -Toma, para que te lo tomes otra vez.

El vendedor de mantas INFORMANTE: Natividad Serena Perea

Eran los días de la feria y había un hombre vendiendo mantas, y decía: -A quien me compre dos mantas le regalo un despertador. Y todo el mundo iba a comprar dos. Varias personas compraron dos mantas, pero el hombre no les daba el despertador.

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Fuente Obejuna tiene MUCHO QUE CONTAR

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-Oiga, a mí me tiene que dar usted el despertador, que yo he comprado dos mantas. -No, si el despertador lo lleva usted con las mantas. Y era que las mantas eran tan malas que no abrigaban y la gente se tenía que despertar.

Las palabras prestadas INFORMANTE: Natividad Serena Perea

Era una señorita y una criada y las dos tenían novio. Cuando llega el novio de la señorita, le dijo esta: -Tú eres un ingrato, tú no me amas y yo te detesto. Y a la criada le gustaba mucho escuchar y cuando llegó su novio le dijo: -Tú eres un gato, tú no te me mamas y yo te desteto.

El patrón y el jornalero INFORMANTE: José Amaro Vázquez

Se conoce que aquel día estaba lloviendo y no podían trabajar en el campo. Y, aprovechando la ocasión, le dice el trabajador al patrón: -Mayo llegó y aró quien aró. Y el patrón le contestó: -Agua adiós y mayo venga, que si no vas a arar irás a por leña. De esa manera le dejó claro que si no podía trabajar en una cosa trabajaría en otra.

Pedín, pedania, caracoleta y castaña INFORMANTE: Natividad Serena Perea

Era una señorita que iba montada en su caballo por la carretera y se tiró un pedo y dijo: -¡Pedín! Más adelante se tiró otro y dice:

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-¡Pedania! Y más adelante, otro, y dice: -¡Caracoleta! Y siguió más adelante y se tiró otro, y dice: -¡Castaña! Y al decir castaña, miró para atrás y vio que la seguía un caballero en su caballo, y ella, muy cortada, le preguntó: -Caballero, ¿desde dónde me sigue usted? -Desde pedín, pedania, caracoleta y castaña.

Los ladrones de higos INFORMANTE: Clemente Mediavilla Barragán

Unos que fueron a robar higos y los echaron en un saco y dijeron: -Chacho, vamos a repartir esto. Estaban en la puerta del cementerio y, como tenían el saco roto, se les cayeron unos cuantos. -Chacho, aquí nos pueden ver, vamos a entrar dentro. Y... -Uno pa ti, uno pa mí, uno pa ti, uno pa mí... Y dos o tres que pasaban por allí dicen: -¿Qué será eso? Y los de dentro: -Bueno, pues ya hemos acabado con estos, vamos a por los que están en la puerta. Y los de fuera salieron corriendo.

El huerto del enterrador INFORMANTE: Teresa Casado Montenegro

Un enterrador tenía un huerto y tenía que pasar por mitad del cementerio para llegar al huerto. Tenía las patatas sembradas y fueron y se las quitaron. Y dice: -A estos los voy yo a escarmentar.

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Cogen ellos las patatas, se las echan al hombro metidas en un saco y pasan por un nicho vacío donde estaba metido el enterrador, que dice: -¡Siete años llevo aquí metido! -¿Sí? Pues estate otros siete porque como te vengas aquí te vas a ver robando patatas como yo.

El sordo por conveniencia INFORMANTE: Josefa Montero Ramos

Un hombre que era muy oscurete estaba cavando en el campo y vio a unos cazadores cazando. Salió una liebre y cuando la fueron a coger, la cogió él antes, y siguió cavando. Pero le dicen los cazadores: -Oiga, maestro, ¿no ha visto usted por aquí una liebre? -¿Quéee? -¡Que si ha visto usted una liebre! -Es que soy un poco duro de oído. -Mire que ha pasado por su mismita vera. -¿La cosecha de este año? Es que ha llovido muy poco, está la cosa muy mal. -Si no le hablamos de cosecha, decimos que la liebre... -Pues no sé para dónde voy a tirar yo, mi s hijos sin comer, veremos a ver. -Bueno -dijeron, vamos a dejarlo, que este hombre. Y otro día volvieron los mismos a cazar y dice uno: -Verás lo que nos vamos a reír con ese, porque está sordo como una tapia. Y van en su busca. -¡Maestro! ¿Qué pasa? -Hola. -Parece que tiene usted mejor el oído. -¿Qué? -¿Cómo fue la cosecha, cómo pudo usted salir de ese atolladero? -Ah, sí, la liebre me la comí, la mitad con arroz y la otra mitad con patatas.

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Las joyas INFORMANTE: María Antonia Lucía Valentín Jurado

Era una señora millonaria y le dijo a uno que tenía a su servicio: -Mira, te voy a encargar una cosa, pero quiero que la hagas. -Sí, señora, lo que usted me quiera encargar yo lo hago. -Pues mira, el día que yo me muera me pones todas las alhajas que tenga. -¿Y dónde le voy a poner tantas alhajas? -Donde sea, las quiero todas. El día que yo me muera me las pones todas. Le puso todas las alhajas que tenía y la enterraron. Se fue la gente, pero él se quedó allí y pensó: “Yo lo que voy a hacer es desenterrarla y llevarme todas las joyas y así ya tengo para comer”. Se lió y, mientras, la mujer se sentó en el hueco. -Hijo mío, cuántas gracias te tendré que dar en la vida porque si tú no me abres la caja yo me muero. -Ay, por Dios. -No corras, no corras, que no te voy a hacer nada, que me has salvado la vida y serás millonario toda tu vida, porque si tú no vienes a desenterrarme a mí por las alhajas, aquí me muero. Salió él corriendo y ella, la pobre, detrás: -¡Que no te pasa nada, que no te pasa nada! Y a los tres días murió el hombre y ella siguió viviendo.

El abuelo, el lazarillo y la morcilla INFORMANTE: Pedro Navarrete Romero

Era un señor, un pobre que estaba ciego y usaba a uno de sus nietos para llevarlo como lazarillo. Llegaron a una de las casas donde le daban y le dieron una morcilla. Y el abuelo decía: -Niño, ¿qué te han dado, una morcilla? -No, no me han morcilla. -Que sí, me a mí me huele que te han dado una morcilla. -Que no me han dado morcilla. Eso te lo has figurado tú. -Sí que te han dado morcilla. -Que no me han dado morcilla.

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Mira por donde pasan por un charco y mete al abuelo en el charco. -Niño, que me has metido en todo el charco. -¿Y por qué no has olido el charco como la morcilla?

Chiquirraca INFORMANTE: María Antonia Lucía Valentín Jurado

Este era un cura que pasaba por la puerta de tres señoritas que se sentaban en un balcón y allí estaban bordando todos los días. El cura pasaba y les decía: -¡Niñas, chiquirraca! Y las muchachas no le contestaban ni nada. Al otro día lo mismo y al otro. Y ya le dicen las mocitas al padre: -Mire usted, papá, pasa el cura todas las tardes cuando estamos sentadas en el balcón y nos dice “chiquirraca”. -Pues decidle, cuando pase hoy, que cuando él quiera. Y si os dice que dónde, en la enramá de las vacas. Pasó el cura y: -¡Niñas, chiquirraca! -Señor cura, cuando usted quiera. -¿Dónde, dónde? -En la enramá de las vacas. Pues al día siguiente llegó y dice: -Venga, como queráis, como queráis. -No, se tiene que poner usted en cueros. Y ya que estaba en cueros, tenían un becerro encerrado de cuatro días y se le agarró a lo del cura, y que no lo soltaba. Y tuvo que salir en cueros vivo corriendo y no se paró a razones. Y al día siguiente pasó y no les dijo nada a las muchachas. Y ya le dicen ellas: -¡Señor cura, chiquirraca! -Anda, hija de tu madre, si tu padre quiere criar becerros que compre vacas.

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Un hombre prueba el aprecio de su familia INFORMANTE: Clemente Mediavilla Barragán

Un hombre que era muy borracho y, como no sabía más que beber, no atendía más que a lo que decían las mujeres de su casa: -Llévame a tal sitio, llévame… Iban a lavar y llegaron al pozo de una finca y las muchachas salieron a lavar. El hombre se quitó los zapatos y la faja, les ató una piedra y lo tiró todo. -¿Qué ha sonado? La piedra se veía flotando en el agua del pozo. -Papá, que se ha tirado al pozo. Mira los zapatos. Y entonces ya salió él de su escondite: -Coño, yo creía que no me queríais tanto como me queréis.

El hombre del zurrón INFORMANTE: María Antonia Lucía Valentín Jurado

Era un señor que robó a una niña y, como no tenía para comer, la metió en un zurrón grande que llevaba. Y le daba con un palo y le decía: -Canta, que te doy con la palanca. Y, claro, la muchacha cantaba. Iban de puerta en puerta cantando. Y si iban a otra: -Canta, que te doy con la palanca. Así estuvieron mucho tiempo, pero ya llegó un día a una casa y dice él: -Ay, ¿puedo dejar esto aquí que vengo enseguida, que no me tardo nada? Y dice: -Pues sí, señor, si aquí no hay nadie, si yo me voy a ir también. -Ah, pues entonces lo dejo. La muchacha, de que se vio que estaba sola, dijo: -Señora, que estoy aquí. Señora, que estoy aquí. Fue corriendo, avisó a la policía y vinieron y la abrieron.

···

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A otra también le pasó: Tenía tres anillos de oro y se le cayeron en el zurrón. -Deme usted mis anillitos de oro, que se me han caído ahí. Y dice el hombre: -Venga. Entra tú y sácalos. Y cerró el zurrón y la dejó dentro. Y luego cantaba la muchacha:

Por tres anillitos de oro que en el zurrón me dejé,

por tres anillitos de oro en el zurrón moriré.

CUENTECILLOS LÚDICOS Y DE ANIMALES

Marcos se casó en Segovia INFORMANTE: Teresa Casado Montenegro

Marcos se casó en Segovia / manco, tuerto y jorobado,

qué tal sería la novia / que Marcos salió engañado.

Cuentecillo de los pies

INFORMANTE: Clemente Mediavilla Barragán

Un dos pies se sentó en un tres pies a comerse un pie, vino un cuatro pies y le quitó el pie. Cogió el dos pies el tres pies, se lo tiró al cuatro pies, el cuatro pies soltó el pie, cogió el dos pies el pie y se sentó en el tres pies a comerse el pie.

Cuentecillo de la zorra y los perros INFORMANTE: Mª Antonia Lucía Valentín Jurado

Era una zorra que iba por un camino y detrás de ella iban muchos perros grises y ella corriendo mientras escuchaba ladrar a los perros. Y decía:

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-Sí, hombre, cantad, cantad, que yo voy buena para bailar.

ROMANCES E HISTORIAS DE CORDEL

Canción de presentación de un romancero INFORMANTE: Pilar Paños Paños

Somos cristianos,

todos muy devotos y estos consejos venimos a dar,

que todos, todos, seamos buenos

y a nadie, nadie, hacerle mal.

Que vivimos cuatro días bajo el poder de Dios,

que Dios con su poderío a todos nos creó.

Y que por eso todos los domingos

y días de fiesta debemos de ir

a oír la misa que el padre santo dentro del templo

nos va a decir. Corred, corred, jovencitas,

corred, corred, poned interés, a oír la santa doctrina

que os damos a entender.

Las señas del esposo I INFORMANTE: Mª Antonia Lucía Valentín Jurado.

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-Por allí viene un soldado, ay, si vendrá de la guerra.

-Sí, señora, de allí vengo,

¿tiene usted alguien que le duela?

-Sí, señor, tengo a mi novio que hace tres años que está.

-Déme usted pelos y señales

por ver si lo conociera.

-Mi novio es alto y moreno, sargento de Transmisiones, lleva un escudo bordado, bordado de tres colores.

-Sí, señora, lo conozco,

muerto en la guerra se queda, y yo lo estuve velando

por delante la trinchera, y en el testamento dice

que me case con su prenda.

-Eso que sí no lo hago, eso que sí no lo hiciera.

¡Casarme con otro hombre y mi novio muerto en la guerra!

-Abre los ojillos, Carmen, si me quieres conocer,

aquí el que está en el caballo a ver si tu novio es.

Mucho te he querido, Carmen, mucho más te querré,

porque has sabido guardar la honra de una mujer.

Romance Las señas del esposo II

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INFORMANTE: Teresa Casado Montenegro

Estando yo en mi balcón colgando un mantón de seda,

vi venir un militar que venía de la guerra. Me bajo y le pregunto

que si venía de la guerra: “Sí señora, de allí vengo,

¿tiene usted alguien que le duela?” “Sí señor, tengo a mi novio, que lleva tres años en ella

y por eso le pregunto, a ver si lo conociera”.

“Señora, que lo conozco,

muerto ha quedado en la guerra, por caso estuve velando

pa que testamento hiciera. Y en el testamento dice

que me case con su prenda.” “Eso sí que yo no lo hago, eso sí que yo no lo hiciera,

yo casarme con usted y mi novio muerto en la guerra.”

“Levanta los ojos, Carmen,

si me quieres conocer, que yo mucho te he querido

y mucho te voy a querer.” Allí se dieron los abrazos

y también los suspiros porque se habían encontrado

los dos novios perdidos.

El quintado

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INFORMANTE: Mª Antonia Lucía Valentín Jurado.

Mes de mayo, mes de mayo, ya llegó la primavera,

cuando los quintos soldados se marchan para la guerra.

Unos ríen, otros lloran, otros llevan mucha pena

y el que va en medio de todos, el que más penita lleva.

Le pregunta el capitán:

-¿Por qué llevas tanta pena, es que te marea el barco o el humo de la caldera?

-A mí no me marea el barco

ni el humo de la caldera, la noche que me casé

me traen para la guerra. Tan bella que es mi mujer,

tanto que me acuerdo de ella, aquí llevo un retratito

metidito en mi cartera

El capitán que la ve se ha enamorado de ella:

-Márchate, soldado, márchate, márchate para tu tierra,

que por un soldado menos no se perderá la guerra.

-Ábreme la puerta, luna,

ábreme la puerta, estrella, -Mi puerta ya no se abre, mi puerta ya no se cierra,

hasta que no vea venir a mi esposo de la guerra.

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-Ábreme la puerta, luna, ábreme la puerta, estrella, que sólo por tu hermosura

me han librado de la guerra.

Allí fueron los abrazos, allí fueron los gemidos, allí fueron los sollozos

de los dos amantes queridos.

La cristiana y el rey de Granada1 INFORMANTE: Josefa Montero Ramos

Corriendo van por las vegas

hasta llegar a Granada hasta cuarenta gomeles

y un capitán que los manda. Al llegar a la ciudad,

jalando su yegua blanca, vio estar a una cristiana

que entre sus brazos observaba.

-Enjuga el rostro, cristiana, no me atormentes así,

que tengo yo, mi sultana, un gran harén para ti.

Tengo un palacio en Granada, tengo jardines y flores,

tengo una fuente dorada con más de cien surtidores.

Y tú mi sultana eres,

1 Consultados los expertos María Jesús Ruiz y José Manuel Fraile, identifican este texto como un poema libresco, probablemente aprendido en un libro escolar y posteriormente popularizado por los propios escolares. De estilo modernista, podría situarse dentro de la corriente de inserción de textos similares en los libros escolares de la primera mitad del siglo XX.

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que están desiertos mis salones y está mi harén sin mujeres.

Yo te daré terciopelo y perfumes orientales,

de Grecia te traeré un velo y de Cachemira, sales.

Yo te daré blancas plumas para que adornes tu frente

más blancas que las espumas de nuestros mares de oriente.

-¿Para qué quiero yo eso -le contestó la cristiana- si mis montes de León

valen más que tu Granada, si me quitas a mis padres, mis amigos y mis damas?

Escuchóla en paz el moro y manoseando su barba hizo como el que medita

(en sus mejillas hay lágrimas) y jalando su caballo dijo así a la cristiana:

-Enjuga el rostro, cristiana,

si es que ya has dado tu amor a alguno de tus guerreros, huye del edén, no llores,

vete con tus compañeros.

Y dándole su caballo y la mitad de su guardia, el capitán de los moros

volvió en silencio la espalda.

María Antonia (fragmento)

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INFORMANTE: María Antonia Lucía Valentín Jurado

María Antonia, tú estás loca, tú no sabes lo que has hecho, olvidar a un primo hermano

por querer a un forastero.

Rosita la cigarrera INFORMANTE SIN IDENTIFICAR

En el jardín de (...)

a la sombra (de) una palmera se pasea la más bonita,

Rosita la cigarrera. Pero un pobre barrendero que al otro lado se hallaba

se marchó para Rosita por ver si la camelaba.

“Rosita, camelada, mira lo que te voy a decir,

si no estás enamorada, enamórate de mí”.

Y Rosita le contesta

con la sonrisa en los labios: “No he pensando echarme novio

hasta tener veinte años, y si acaso me lo echara

no ha de ser un barrendero, que ha de ser un cobrador que cobre mucho dinero”.

Treinta y dos años tenía

Rosita la cigarrera, treinta y dos años tenía

y todavía estaba soltera. No tiene padre ni madre

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ni tiene amor con dinero y a todas horas dice:

“Quién pillara a un barrendero”.

Juegos y canciones

JUEGOS INFANTILES

Juegos infantiles de varones INFORMANTE: José Amaro Vázquez

El borrego blanco y negro. Jugábamos cinco o seis y nos poníamos en una ventana y el que se quedaba saltaba en lo alto. Prima. Saltar al burro sin pasarse de la raya. Billarda. Se hacía una billarda, que es un palo de dos puntas. A la guardia los ladrones. Jugábamos por los callejones. La rachuela la montá. Trompo. Se tiraba al redondel y el que no se salía del redondel. Cholis o bolillas. Jugábamos a perrilla el peo. El aro. Nos pegábamos una pechá de correr que no veas. Las herrás. Hacíamos como una corralada de piedra y tirábamos la pelota. La perra escondida. Uno escondía un trapo y había que buscarlo y el que encontraba el trapo le pegaba perrillazos al que estaba más cerca. Cuando estaba buscando se decía “caliente, frío”.

Juego de corro: Mi abuela tenía un peral INFORMANTE: Todas las mujeres

Mi abuela tenía un peral

cargado de peras finas (bis) y en la picota más alta

cantaba una golondrina (bis).

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Por el pico echaba sangre y por la cola decía (bis): Malditas sean las mujeres

que de los hombres se fían (bis). A los hombres garrotazos

y a las mujeres, palizas (bis) y a las niñas de este corro,

bombones y peladillas (bis).

Canción de corro: En Francia hay una niña INFORMANTE: María Antonia Lucía Valentín Jurado

En Francia hay una niña,

hija de un capitán. Qué hermoso pelo tiene,

quién se lo peinará. Se lo peina su tía

con peine de cristal. La niña ya se ha muerto,

la llevan a enterrar y encima de la tapa

tres pajaritos van cantando el pío, pío, cantando el pío van.

FORMA DE CANTAR CADA DOS VERSOS:

En Francia hay una niña, curubí, (bis) hija de un capitán, curubirubí, curubirubá,

hija de un capitán.

Juego de paseíllo o corro: La dama INFORMANTE: María Antonia Lucía Valentín Jurado (y otras

voces a coro)

CANTAN LOS NIÑOS: Ay, moza vieja,

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que no estás casada, que te estás arrugando

como las patatas. Pues dame la mano,

qué salada estás. Dámela con pimiento,

lechuguina de mi amor, para ir a la verbena

juntitos los dos. Que salga la dama, la dama,

vestida de marinero, que vale más pesetas

que estrellitas tiene el cielo. Y ese cuerpo y ese talle

y ese poquito (de) meneo y esa cara tan bonita

que tiene tanto dinero [salero].

CANTAN LAS NIÑAS Qué haces, mozo viejo, que no te has casao,

que te estás arrugando como el bacalao.

Que dame la mano con pimiento,

lechuguino de mi amor para ir a la verbena

juntitos los dos. Que salga la dama, la dama,

vestida de marinero, que vale más pesetas

que estrellitas tiene el cielo. Este cuerpo, este talle,

este poquito de meneo vale más pesetas

que estrellitas tiene el cielo.

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Juego de paseíllo y corro: La jeringonza INFORMANTE: María Antonia Lucía Valentín Jurado

Una paloma blanca

como la nieve se ha metido en tu pecho,

salir no puede. Ay que sí, que lo quiero yo.

Que salga usted, que la quiero ver bailar,

saltar y brincar y andar por el aire,

con lo bien que lo baila la moza, que dejadla sola, solita bailando,

y busca compaña, compaña y apaña.

Juego de prendas en corro: El anillo INFORMANTE: Josefa Montero Ramos

El anillo está en la mano,

de la mano ya voló, volín, volón, [florín, florón]

de la mano ya voló, volín, volón, [florín, florón].

¿Quién tiene el anillo?

COMENTARIO DE LA INFORMANTE: Si no se acertaba se pagaba una prenda (dar un pendiente, un beso a un muchacho...)

Juego de paseíllo: Al alimón (Al álimon) INFORMANTE: Josefa Montero Ramos

Al álimon, al álimon,

que se ha roto la fuente,

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al álimon, al álimon, que hay que arreglarla ya.

Oración infantil para vestirse INFORMANTE: Teresa Casado Montenegro

Con esta camisita me visto,

en el nombre de Cristo. Cristo es mi padre,

San Juan, mi padrino, Dios me guíe el alma

por buen camino como se la guió

a Jerusalén, amén. Bendito y alabado sea

el santísimo sacramento del altar. Tu pureza limpia

de la Virgen María Santísima, amén.

CANCIONES FESTIVAS

Copla de Carnaval INFORMANTES SIN IDENTIFICAR

Esos dos que van en medio, que parejita que son,

si la vista no me engaña el novio y la novia son,

olé y olá, saca a ese mozo a bailar, sácalo que es muy salao

y verás cómo se pone la gorra de medio lao,

olé y olá, la gorra de medio lado

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JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ

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y el pantalón a lo chulo, saca a ese mozo a bailar

aunque no sea novio tuyo, olé y olá.

El anillo que me diste de las tres perlas azules, tres días lo tuve puesto,

sábado, domingo y lunes, olé y olá.

saca a ese mozo a bailar...

Canción de quintos

INFORMANTE: María Antonia Lucía Valentín Jurado -Madre, ya se van los quintos

y yo no me puedo ir porque dejo en la Cañada

un capullo a medio abrir -Si te toca te aguantas,

que te tienes que ir, que tu madre no tiene

para librarte a ti.

Coplas de rueda INFORMANTE: María Antonia Lucía Valentín Jurado

El bonete del cura va por el río

y el cura va diciendo: “Bonete mío”.

Debajo de la capa

del señor cura se crían verdolagas

como lechugas.

Mi suegra no se muere por falta de alimento

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Fuente Obejuna tiene MUCHO QUE CONTAR

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porque tienen en la cabecera una ristra de pimientos.

Mi suegra, como es tan larga,

la meto en un cobertor y de lejos me parece

el pito (de) la fundición.

No te pongas la pelliza aunque haga mucho frío, que va a decir la gente:

Con pelliza y nos ha comío.

Eché un limón en un pozo, bajó abajo y echó ranas

te tengo que estar queriendo aunque me pese mañana.

Dicen que me vas a dar

veneno para que muera, mira que te ha de pesar

que a mí me coma la tierra.

Mi suegra a mí no me quiere porque no tengo perrillas, pero tengo un automóvil que la llevo a la parrilla.

Dicen que me quieres mucho

y es mentira, no lo creo, que para tantos quereles

poco desatino veo.

Ya salen las casaditas, ya salen de los rincones,

ya salen las casaditas robando los corazones.

Arrincónamela y échamela al rincón,

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JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ

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si es casada la quiero y si es mocita, mejor.

Eres como aquel canario

que va a la mar y se baña, que con el pico menea la arena

y enturbia el agua.

Los mocitos forasteros, cuando tienen un realillo,

lo cambian por perras sueltas pa que le suene el bolsillo.

Como quieres que te quiera

si yo no puedo quererte, si el amor pide cariño

y yo no puedo ni verte.

Eché arena en tu tejado creyendo que iba a llover,

se retiraron las nubes como yo de tu querer.

Así se lo pone el bando,

así a lo bandolero, así a lo sevillano

y así, morena, te quiero.

UNO DE LOS ESTRIBILLOS: Para bailar me quito la capa,

para bailar la capa quitá, yo no puedo bailar con la capa,

con la capa no puedo bailar.

OTRO DE LOS ESTRIBILLOS: A la flor del romero,

romero verde, si el romero se seca

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Fuente Obejuna tiene MUCHO QUE CONTAR

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ya no florece, ya no florece, ya ha florecido,

que ya se ha perdido.

··· Al precio de los merengues

están los mocitos, veinticinco a la gorda

los más bonitos y los más feos,

veinticinco a la chica sin regateo.

Anda y vete por ahí y a la noche ven al baile, que si no ha venido otro

estás tú primero que nadie. ···

Manolito, llévame al baile, Manolito, llévame ya,

Manolito, llévame al baile que a mí me gusta bailar.

Y me dice poniéndose serio y me dice por lo bajito, ojú, qué cara me pone, ay, Manolo, Manolito.

INFORMANTE: Pilar Paños Paños

A mi suegra la metí de culo en un avispero

y despacio le conté las arrobas que la quiero.

Cuando paso por tu calle

y no la veo barría le digo a mi corazón:

“mala está la prenda mía” ···

La hierbabuena se cría

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JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ

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en la corriente del agua, para qué me quieres hoy

si me has de olvidar mañana. Vamos, moreno,

vamos los dos a coger la hierbabuena que mi moreno sembró.

Vamos, moreno, vamos los dos.

INFORMANTE: Pedro Navarrete Romero

El que de alpargatas se viste y de mujeres se hace caso

se verá siempre en cueros y descalzo.

INFORMANTE: Josefa Montero Ramos

No hay lunita más clara que la de enero

ni amores más queridos que los primeros.

Anda salero, que los primeros.

A la luna de enero le falta un punto

y a mí para quererte me falta el uso.

Anda salero, me falta el uso.

Anda, vete, anda, vete,

amor querido, no sabes con la pena

que te lo digo. Anda salero,

que te lo digo.

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Fuente Obejuna tiene MUCHO QUE CONTAR

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Parece que tú me miras con un poquito de odio,

mira, niño, que yo no he sido la que te ha quitado el novio.

INFORMANTE: María Antonia Lucía Valentín Jurado

Anda, vete, anda, vete, yo no te llamo

donde paso el invierno, paso el verano.

Anda salero, paso el verano.

Tengo un canario en mi casa que canta cuando te nombro,

mira si te nombraré que hasta el canario está ronco.

Parece que ha nevado

según blanquean las tejas del tejado

de mi morena. Anda salero,

de mi morena. Eché arena en tu tejado

creyendo que iba a llover, se retiraron las nubes

como yo de tu querer.

¿Te quieres venir conmigo a la viña de mi abuelo? Y debajo de una parra te diré lo que te quiero. Te diré lo que te quiero

y por qué te quiero tanto y por ti duermo en el suelo y de cabecera un canto. Eché una piedra a rodar y en tu puerta se paró,

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JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ

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hasta los limones saben que nos queremos los dos.

INFORMANTE: Natividad Serena Perea

Al cocherito (de) la Mota se le cayó la mascota, a dónde fue a parar,

a la puerta de su novia. Su novia ya no lo quiere

porque no tiene calzones, su madre le va a hacer uno

de la pellica (de) los ladrones.

Coplas de los bailes INFORMANTE: María Antonia Lucía Valentín Jurado

La que quiera madroños,

ay, cogedme, que me, que me caigo, vaya a la sierra (bis),

que se están desgajando ay, cogedme, que me, que me caigo,

las madroñeras (bis). Con esta pieza y otra,

ay, cogedme, que me, que me caigo, se acaba el baile (bis) por la puerta, señores,

ay, cogedme, que me, que me caigo, se va a la calle (bis).

Ampliación de Pilar Paños:

En el cerro Cerojo ay, cogedme, que me, que me caigo,

garbanzos verdes (bis), como está cuesta abajo,

ay, cogedme, que me, que me caigo, no hay quien lo siegue (bis).

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Fuente Obejuna tiene MUCHO QUE CONTAR

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Coplas que los fumigadores sacaron a las casadas en el baile INFORMANTE: María Antonia Lucía Valentín Jurado

Las casadas van al baile

a mirar y a criticar, la culpa es de los mocitos

que las dejamos pasar. Hay que tener un abrigo de señora

o tener una señora de abrigo, la señora se sube en la parra,

pobrecito del marido.

Jota de serenata INFORMANTE: Teresa Casado Montenegro

Bárbaros andaluces que han querido meter

un Santo Cristo de bronce por el culo de un francés.

ADIVINANZAS

Una cosa o poco más traigo para su regalo y se mete en su casita triste, flojo y arrugado.

El abanico

Verde fue mi nacimiento y de luto me volví,

los palos me atormentaron y oro fino me volví.

La aceituna

Como cosa de una cuarta, tres nudos y no se desata.

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JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ

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El almirez

Nevada tiene la sierra, el tiempo lo trae,

los largos son cortos, los muchos pocos,

los dos son tres, aciértame lo que es.

Un anciano (pelo blanco, los años, los pasos, los dientes, las piernas)

Tan grandes como una avellana y pesan más que una campana.

Las ascuas

Redondo como una olla y tiene culo, pepe y polla.

El barril

Hembra fue mi nacimiento, varón mi mocedad

y al cabo de mucho tiempo hembra me volví a quedar.

La bellota, el chaparro y la encina

Estando pingui pingando vino hocín hozando

y se comió a pingui pingando; llegó lobín lobando,

se comió a hocín hozando y se quedó pingui pingando. La bellota, el cerdo y el lobo

Pelo por fuera,

pelo por dentro, alzo la pata y se la meto.

El calcetín

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Fuente Obejuna tiene MUCHO QUE CONTAR

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Entre pared y pared

hay una mujer: Con los dientes

llama a los parientes, con los colmillos a los chiquillos

y con las muelas a las mozuelas. La campana

PEGADURA: Pues come mierda de gitana.

Pila sobre pila y un palito encima.

El candil PEGADURA: Pues come mierda del bacín.

Un tintín,

un tantán, un garabatín, un garabatán.

El candil

Doña María está tendida, don Juan bailando encima,

mientras don Juan va y viene doña María abierto lo tiene.

El cedazo

Tan grande como un pepino y va dando voces por un camino

El cencerro

El muerto estaba enterrado vigilado por un cautivo,

vino el vivo, se comió al cautivo y el muerto se comió al vivo.

El cepo(muerto), la aluda (cautivo) y el pájaro (vivo)

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JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ

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Tan grande como una reata

y le da vuelta a la casa. El cerco

PEGADURAS: Pues bésale el culo al puerco / Pues come mierda de puerco

Un chiquillo regordete a su madre se la mete.

El cerrojo

En un toril muy redondo andan los bueyes cachondos.

Los chicharrones (torreznos) en la sartén

Verde fue mi nacimiento y negra mi mocedad

y me vistieron de blanco cuando me fueron a enterrar.

El cigarrillo

Larga y dura todos los hombres la tienen

y también el señor cura. La corbata

Redondo como un mantecado

y tiene pelos a los lados. La coronilla del cura

Tengo un anillo que hace

roscas, rosquetes, rosquillas. y bollos de chocolate

El culo

En un cuarto muy oscuro está Periquillo seguro.

La escopeta

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Fuente Obejuna tiene MUCHO QUE CONTAR

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En lo alto de aquel cerro

había un hombre merendando, se sacó la gandumba y se le secó el nabo.

El gamón

La iglesia chiquita, la gente menudita, el sacristán de palo,

si no te lo digo no lo aciertas en un año.

La granada

En el campo me crié vestida de terciopelo, no soy fraile ni monja

y espero ir al cielo. La liebre

En aquel cerro hay un becerro,

no es tuyo, no es mío, que es ajeno. El lobo

A pesar de tener patas no me puedo mover,

llevo la comida a cuestas y no la puedo comer.

La mesa

Acertaón, acertajín, ¿qué tiene el rey en la nariz?

Los mocos

Verde fue mi nacimiento, colorada mi mocedad,

ahora me visten de negro para poderme matar.

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La mora

Un fruto que no atraganta aunque se quede en la garganta.

La nuez

Dos ventanitas con dos celosías

que ocultan siempre dos niñas bonitas.

Los ojos

Envuelta en un cobertor, haga frío o haga calor.

La oveja

Cae de una torre y no se hace nada,

se hace polvo si cae al agua.

El papel

Redondo como un queso y nadie levanta eso.

El pozo

Tan grande como un queso y no tiene huesos.

El reloj

En Roma me titulé y llevo el nombre de Ana

colgadito en la espalda [repartido por toda España]. La romana

En el campo me crié con mucha fantasía,

el nombre tengo de santa

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Fuente Obejuna tiene MUCHO QUE CONTAR

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y el apellido de día. La sandía

Dicen que soy rey y no tengo reino,

afirman que ando y no me muevo [meneo]

arreglo relojes y no soy relojero.

El sol

Redondo como un queso y alumbra el universo.

El sol

Estando mi madre en la cocina, llegó uno y se le echó encima

y mi madre le dijo que no, que en la cama se hacía mejor.

El sueño

Estando yo sentada en mi cocina, vino un hombre y se echó encima

y yo le dije que no, que en la cama se me da mejor.

El sueño

Más grandes que unas tijeras y sirve para mover las candelas.

Las tenazas

Tengo un reloj distraído hecho de dos pelotas

del tamaño de dos melones que por la punta echan gotas.

Las tetas de la cabra

Una corona y tres pies,

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¿adivina lo que es? Las trébedes

En la puerta está

y no quiere entrar. El umbral

PEGADURA: Pues bésale el culo a tu Juan y, si no está allí, me lo besas a mí.

Cuatro andantes, cuatro mamantes,

un tapaculo y dos aguzantes. La vaca o el toro

En mi casa hay un viejo

que come más que perdices y conejos [En mi casa hay un viejo

que come más que cien perdices y mil conejos]

[En mi casa hay un viejo que come lo que no quieren

las perdices y los conejos]. El váter

Toda la noche estoy

con el bocarrón abierto esperando que me metan el trozo de carne dentro.

El zapato

Por allí vienen nuestros padres, maridos de nuestras madres,

padres de nuestros hijos y nuestros propios maridos.

Cada mujer se había casado con el padre viudo de la otra

En Roma me fabriqué

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Fuente Obejuna tiene MUCHO QUE CONTAR

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y traigo el nombre de Ana, vengo quitando porfías

por todo el reino de España. La romana

Olas y no es del mar,

cerdas y no es de caballo y a menos que lo acierte

tiene que estudiar un año. El trigo

Estando ronquín roncando

se comió a colguín colgando, después vino saltín saltando

y se comió a ronquín roncando. El cerdo, la bellota y el lobo

¿Qué le dice la vaca al ratón? -Tú tan chiquitito y con bigote.

¿Qué le contesta el ratón a la vaca? -¿Y tú, so guarra? Tan grande y sin sostén.

¿En qué se parece

el tren al hilo? En que los dos pasan por la aguja

¿En qué se parecen

las aceitunas a las mujeres? En que siempre cogemos las mejores

Dichos y hechos

VOCABULARIO COLOQUIAL

1. Almaraúje: tomillo

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2. Al tortoruelo, torteruelo: desorden (=al retortero) 3. Arrebujarse: encogerse 4. Arriscado: saleroso, apañado 5. Avilortado: atolondrado 6. Bolindre: canica 7. Cochofro: cochifrito 8. Compañones: testículos 9. Chinglar: beber con alguien para hacer un trato 10. Choli: canica 11. Dar la vuelta al rinquín: campanada 12. Emprincipios: zapatos 13. Engarbito: desabrigado 14. Laberintosa: liosa 15. Morro: tonto, alelado (matiz cariñoso) 16. Pedazo: churro 17. Pucheroso: con poca gracia 18. Reidero: ridículo 19. Resistiero: canícula 20. Saludaor: sanador, curandero 21. Truque: juego de la rayuela 22. Vuelta rintín: voltereta o vuelta de campana

FORMA DE SALUDAR: -Vamos allá. -Allá vamos. Expresiones y refranes

REFRANES Y FRASES HECHAS

1. Con paraguas y alpargatas se hacen buenas caminatas

2. Viva la gallinita con su pipita (frase de don Paco Miras, médico del pueblo. Se refiere a la úlcera que crían las gallinas y con las que conviven toda su vida; viva cada uno como mejor pueda con la enfermedad que tenga)

3. Malo seas y bien te vendas

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Fuente Obejuna tiene MUCHO QUE CONTAR

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4. No lo hagas y no lo temas 5. No pidas a quien pidió ni sirvas a quien sirvió 6. Entre gavilla y gavilla, hambre amarilla 7. Quien mucho habla mucho hierra 8. No hay peor cosa que un pobre harto de pan 9. Mientras más vieja más pelleja 10. Tú eres lo que tu vecina quiere 11. El tiempo desengaña 12. Niño llorón, bocabajo y bofetón 13. Más vale un mal marido que un buen amo 14. A Santo que mea en la pared no hay que creer 15. Cuando la lavandera mea, si no ha acabado poco le

queda 16. Los niños y los tontos dicen la verdad 17. El que va a la escuela y no lee es como el que caga y

no pee 18. Entre padre, hijo y hermano nadie mete la mano 19. Más son los mandaos que los llamaos 20. Quien mucho duerme, poco vive 21. Cría buena fama y échate a dormir, críala mala y

échate a morir 22. Cuando la puerca se lava la cara todo el mundo se lo

repara 23. Fantasía y pobreza, todo es de una pieza 24. El dinero del mezquino anda dos veces el camino 25. Dicen que en la casa llena muy pronto se avía la cena,

pero en la vacía antes se avía 26. El que pregunta no yerra 27. No dejes camino para coger trocha 28. Los egoístas mueren solos 29. Al hombre pobre, la cama se lo come 30. Por San Andrés, mata tu res, grande, chica o como

esté 31. Dichoso el mes que entra con vino y sale con tocino

(octubre o noviembre) 32. Teta y sopa no caben en la boca 33. Viste un palito y verás qué bonito

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JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ

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34. El que va a por vino y no lo prueba, en el camino va burro y viene pollino

35. Niño que no llora, teta que no mama 36. Marido en la cocina, calentura continua 37. El tabaco, el vino y la mujer echan al hombre a perder 38. A nadie le huelen sus peos ni sus hijos le son feos 39. Quien borracho se acuesta, con agua desayuna 40. Cuando el español canta, si no está jodío poco le falta 41. El viejo desvergonzado hace al niño malhablado 42. Al que madruga Dios lo ayuda, y uno que madrugó un

costal se encontró, pero más madrugó el que lo perdió 43. Quien da pan a perro ajeno, pierde pan y pierde perro 44. Hay quien mea en lata y no suena y quien mea en

lana y truena 45. Por la caridad entra la peste 46. Hay que querer al bueno para que te honre y al malo

para que no te deshonre 47. Quien de joven no trota, de viejo galopa 48. Quien níspero come, bebe cerveza, espárragos chupa

y besa a una vieja, ni come ni bebe ni chupa ni besa 49. Una buena capa todo lo tapa 50. La mancha de la mora con otra verde se quita 51. Dos hijos y una madre, tres enemigos para el padre 52. Parentesco que no luce, peñasco que lo desmenuce 53. Ni el noble ni el fresco conocen su parentesco 54. Con una misa y un marrano hay para todo el año 55. En la puerta del rezador no pongas trigo al sol 56. Angelitos al cielo, chocolate a la barriga 57. La vela que va delante es la que alumbra 58. El ajo limpia el diente y sana el vientre 59. Los novios son como las moscas, unos van y otros

vienen 60. Con paciencia y saliva se la metió el elefante a la

hormiga 61. Barriguita llena a Dios alaba 62. Manca es María con la casa vacía 63. Tienes cara de San Antonio y hechos de demonio 64. Hasta el mejor escribano echa un borrón

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Fuente Obejuna tiene MUCHO QUE CONTAR

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65. El que cuece y a masa por todo pasa 66. Cuanto más listo, más ignorante 67. Quien dice la verdad ni peca ni miente 68. Tras los higos y brevas, vino bebas 69. Para empezar a fumar has de saberlo ganar 70. No hace la zorra en un año lo que paga en una hora 71. Te conozco, bacalao, aunque vengas disfrazao 72. El ratón planea, llega el gato y lo estropea 73. Solterón y cuarentón, qué suerte tienen los dos 74. En fin, en fin, más corre un galgo que un mastín, pero al

final del año corre más el mastín que el galgo 75. Quien cierra al pobre la puerta, la del cielo no la

hallará abierta 76. Más vale estar de buen humor que tener en la cabeza

un tumor 77. Un tonto hace cientos 78. Con la ayuda del vecino mató mi padre un cochino 79. No hay sábado sin sol ni mocita sin amor, ni callejón sin

retuerta ni vieja que no sea pelleja 80. Tú echas las cuentas y otros te las suman 81. El cuidado y la atención son una obligación 82. Después de conejo ido, palos a la madriguera 83. Dios le da pañuelos a quien no tiene mocos y le da

mocos a quien no se los sabe sonar 84. Para el tiempo que nos queda en el convento nos

cagamos dentro 85. Las buenas yuntas, Dios las cría y ellas se juntan 86. Las madres que tienen hijos se creen que tienen un

caudal y tienen un carro de estiércol si lo quieren sacar 87. Cuando tu casa la barre el aire, a presumida no hay

quien te gane 88. Una tormenta y una mala cena pronto se ordenan 89. La niña que tiene punto y no tiene con qué coma,

tiene que vender el punto para que con el punto coma 90. Si quieres saber quién es Periquillo, dale un mandaíllo 91. No pises el rabo a bicho que no conoces 92. A quien Dios no le da hijos, el diablo le da sobrinos 93. ¿Quién es tu hermano? Tu vecino más cercano

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94. Entre parientes honrados, cumplimientos excusados 95. Candil de puerta ajena y la tuya a oscuras 96. No hay muerte que venga que achaque no tenga 97. Las buenas palabras y el caldo de gallina no le hacen

daño a nadie 98. Huyendo del perejil me dio en la nariz 99. Una mano lava la otra y las dos lavan la cara 100. No preguntes para que no te mientan 101. Cuando salgo a la calle me pongo el gorro por las

faltas que me ponen y por las que pongo 102. Donde no se llega con la mano se llega con la punta

de la espada 103. Junta tu sangre con la ajena y verás si son penas 104. Está visto y comprobao: al que le dan por culo está

gordo y colorao 105. Entre noche y día no hay pared 106. El lobo aullando y la oveja berreando 107. Si te pica el alicante, llama al cura que te cante 108. Si te pica el escorpión, coge pala y azadón 109. Muerta o viva, la costura para arriba 110. Gallina cacareadora, poco ponedora 111. Con dos que se quieran bien, uno que coma basta 112. Por la chimenea el gatito mea 113. Obligado te veas para que lo creas 114. El que mucho corre pronto para 115. El mejor desprecio es no hacer aprecio 116. Cocido sin espumar, comes mierda sin pensar 117. Pájaro seas y en mano de muchacho te veas 118. En el negocio que no hay ganancias las pérdidas están

al caer 119. El que ahorra una cerilla cuando puede tiene un duro

cuando quiere 120. La familia y la inquisición, cuanto más lejos mejor 121. Vanidad y pobreza, todo es una pieza 122. Agua corriente mierda no consiente 123. Cojera de perro y llanto de mujer no hay que creer 124. Lo que has de dar a los sobrinos gástatelo en jamón y

vino

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Fuente Obejuna tiene MUCHO QUE CONTAR

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125. La persona curiosa tiene un refrán para cada cosa 126. El que menos tiene, menos precisa 127. En la mesa y en el juego se conoce al caballero 128. Está más cerca lo que se atiende que lo que se ve 129. El amor y la tos no se ocultan 130. Si quieres triunfar en la vida, ama, perdona y olvida 131. En la pesca y en la caza, cachaza 132. De paja y heno, jergón lleno 133. Mientras la grande se levanta, la chica barre la casa 134. El que calla y obedece, jode tres veces 135. Al médico y al letrado, hablarle claro 136. Mañanita de niebla, tarde de paseo 137. Borreguitos en el cielo, charquitos en el suelo 138. Cielo emborregado, a los tres días mojado 139. Lloviendo y haciendo calor, el tiempo del pastor 140. San Marcos llena los charcos, San Lucas los desocupa y

San Miguel los vuelve a llenar otra vez 141. Habiendo hambre no hay pan duro 142. Come buena carne y bebe vino añejo y te relucirá el

pellejo 143. Por mucho pan nunca es mal año 144. El mozo, por no saber, y el viejo, por no poder, echan

las cosas a perder 145. Jaula abierta, pájaro muerto 146. Quien mucho pregona poco vende 147. El que se busca el mal por su mano, vaya al infierno a

llorar 148. El que deja camino por verea, atrocha pero rodea 149. El hombre fuerte de boca, flojo de bragueta 150. El mucho hablar envilece y el mucho rascar escuece 151. A mucho pedir, poco dar 152. El que va a por leña verde, cuanto más ande más

pierde 153. Mientras más te agaches más se te ve el culo 154. No compres burro cojo contando con que va a sanar 155. No te fíes de dos gitanos que el que no te la da a la

entrá te la da a la salida 156. Si fueras sol no calentarías a nadie

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JUAN IGNACIO PÉREZ Y ANA MARÍA MARTÍNEZ

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157. Recadito en reunión, falta de educación 158. No lo hagas, no lo temas 159. Niño que no llora, teta que no mama 160. Cuando el diablo no tiene nada que hacer mata

moscas con el rabo 161. La primera mujer, escoba, y la segunda, señora 162. Cuando dos se están queriendo la mujer es la que

manda y en saliendo de la iglesia los papelillos se cambian

163. Mujer compuesta quita el marido de otra puerta 164. El que se casa quiere casa 165. Las mujeres, cuando paren, se acuerdan de San

Ramón y no se acuerdan de nadie cuando están en la función

166. Anduviste escogiendo como peces en banasta y fuiste a dar con uno de mala casta

167. Estuviste escogiendo en todas las ferias y te has venido a enamorar de un títere de comedia

168. En cosas de novio no te metas que salen perdiendo las alcahuetas

169. El que de alpargatas se viste y de las mujeres se hace caso, se verá en cueros y descalzo

170. En casa del rico pudiente a la mujer tengas por pariente

171. Si mi suegra viera y mi cuñao oyera no habría hombre que al campo saliera

172. Lo que yerra el médico la tierra lo tapa 173. Peyendo fuerte y meando claro, a tomar por culo

médicos y cirujanos

COMPARACIONES

1. Saltas más que un haba tostá 2. Eres más falso que Judas 3. Eres más fea que un perro presa 4. Eres más soso que un plato de nabos

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Fuente Obejuna tiene MUCHO QUE CONTAR

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5. Como las madrugadas del sardinero, que le daba el sol en el culo y creía que era un lucero

6. Más vale un feo remiendo que un bonito rajón 7. No es lo mismo tener familia en La Mancha que una

mancha en la familia 8. No es igual comprarse un traje negro que verse negro

para comprarlo 9. Más da el duro que el desnudo

PIROPOS

Piropo de su abuelo a su abuela INFORMANTE: María Antonia Lucía Valentín Jurado

Corazón sin trampa, morcilla si atadero,

si vieras lo que te quiero... Soy el árbol del paraíso, me tienes paralizado.

Si tú me dieses permiso para sentarme a tu lado, si no tienes compromiso...

Rosa mística encarnada,

hermosísimo narciso, te quedaste elevada en la flor del paraíso.

No te quedes elevada al oír estas razones,

tráigame una copa de agua, señorita, y usted perdone. Ya viene la copa de agua

y de flores viene llena, las manos que la traen parecen dos azucenas.

Ya ha refrescado en mi pecho,

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hermosísimo laurel, adonde cogiste la copa, rosa, vuélvela a poner.

FRAGMENTOS DE VIDA

Forma de cortejo practicada en el pueblo I INFORMANTE: Alfonso Fernández Mellado

EL PRETENDIENTE: -Yo, por ti, me garrapicho. LA PRETENDIDA: -Tu gusto sea. EL SUEGRO: -Yerno tenemos (dando el consentimiento).

Forma de cortejo practicada en el pueblo II INFORMANTE: Pilar Paños Paños

Mi abuelo me lo contaba de otra manera. Cuando una persona se iba a declarar a otra, cogía una porra, la tiraba en la casa donde vivía la pretendida y decía: -Porra en casa, ¿casa o no casa? Si la porra se quedaba en la casa y no volvía, casaba. Si la porra salía para fuera, no era aceptado. (Alguien –en la grabación no se oye bien quién- dice que se hacía también con un zapato.)

Bromas en tiempos de carnaval INFORMANTE: María Antonia Lucía Valentín Jurado

Una vez un mocito se disfrazó de mujer embarazada y nosotras lo ayudamos a vestirse, le llevamos ropa, le llevamos una bata grande que no sé cómo le sirvió porque él estaba muy gordo. También le pusimos una jaula de perdigones atada con una cuerda para que no se le cayera y pareciera la barriga. Pero

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los mocitos metieron un gato dentro de la jaula. Usted me dice a mí cómo estaría el gato. Se fueron la calle abajo, toda la cañada, la carretera, cantando “carnaval”, saltando, brincando... El gato estaba como la madre que lo parió. Y cuando llega a lo de Antonio el Cojo, se sienta en la esquina en medio de tanta gente como había entonces y simula que va a tener el crío. A ver quién era el guapo que le abría la jaula. Uno se puso por detrás y otro le levantó las faldas y abrieron la jaula. El gato saltaba, brincaba, se tiraba a la gente... Si no nos meamos fue porque Dios no quiso porque aquello no era más que reír, reír y reír. Otro día íbamos nosotras a la fuente a por agua y era también día de carnaval, pero íbamos temprano para luego estar todo el día jugando a la rueda. Y yo, que siempre he sido muy laberintosa, dije: -¿Por qué no les metemos unos pimientos pillos en la taberna para que salgan todos echando leches? Cogimos una lata de tomate y le echamos ascuas. Unas fuimos a comprar y otras pusimos la lata detrás de la puerta. Y decían los mocitos: -Parece que habéis venido muchas a la tienda. -Porque vamos todas a por agua y se nos han antojado unos caramelos y nos los vamos a comer. La puerta se veía desde la fuente. Al rato vemos salir a los mozos de la taberna peyendo, tosiendo, uno detrás de otro. No quedó ni uno dentro. Y decían: -Esto ha sido la laberintosa de la María Antonia. Entonces se juntaron todos y bajaron a la fuente: cántaro que habíamos llenado, cántaro que nos vaciaban. Nos tiramos tres horas para coger el agua. Ese fue el castigo que nos dieron.

Los mayos en la Cañada del Gamo INFORMANTE: María Antonia Lucía Valentín Jurado

Las fiestas eran el tres de mayo, como en todos los sitios, pero en la Cañada se celebraba muchísimo. Antes iban los mocitos

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a pedirle permiso al alcalde para que les dejara cortar una encina, que le llamábamos “el leño”. Cuando ellos cortaban el leño, las mocitas les llevábamos aguardiente para convidar a los mocitos y delante de la casa donde estaba puesta la cruz se ponía el árbol y se quemaba la noche del día dos allí velando la cruz. El día dos también, cuatro o seis mujeres iban a por flores (cambrones, rosas montosas coloradas, mastrantos...) y otras cuantas veníamos a Fuenteobejuna a encargar la tarta de bizcocho con cuatro o cinco pisos para rifarla. Cuando volvíamos ya tenían las otras las flores puestas en la cruz. La cruz se ponía en medio de una habitación preparada sólo para ella, se le ponían veinticuatro espejos (de manera que se veía que la cruz estaba vestida por todos lados), cuadros grandes con imágenes de San José y la Virgen y en el techo una lámpara hecha de cuentas y ocho o diez metros de muselina. La vestidura de la cruz la comprábamos en Azuaga y era plateada. Y había nueve altares vestidos con lazos de papel de seda. Cuando las mocitas íbamos a llevarles aguardiente a los mocitos, echábamos en una botella agua de Carabaña y un poquito de aguardiente por lo alto para que oliera a eso. Cuando bebían la caravana enfadaban con nosotros. ¡Vamos, que ellos eran estupendos! Y el día cuatro nos reuníamos todos otra vez: los hombre ponían la carne y nosotras poníamos chorizo, jamón, fruta... de todo lo que teníamos cada una en nuestra casa. Se hacían gazpachos, guisos y unas roscas de pan a las que se les hacían cortes preciosos con un peine de madera nuevo. Me acuerdo que un año las mocitas nos quitaron nuestras roscas y se las comieron. Allí había cuarenta o cincuenta personas para comer (incluyendo los músicos) y había que darles de comer. Y ya nos quedábamos bailando hasta las seis de la mañana. Eso era el día cuatro. Cantábamos canciones como esta:

Para cantarle a los mayos, cantando, navegando, navegué,

y a esta puerta hemos llegado y olé, y a quién cogemos por mayo

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cantando, navegando, navegué, por esposa y por mujer. La preferida es Dolores

cantando, navegando, navegué, que es más bella que un clavel y olé.

Ella dice que lo quiere, cantando, navegando, navegué,

y él dice que la querrá y olé.

Dos juegos del tiempo de carnaval INFORMANTE: Josefa Montero Ramos

Jugábamos a colgar un cántaro de un extremo a otro de una ventana y con los ojos vendados había que darle. Los que aguantaban el cántaro decían: “Dale, dale” y tiraban de la cuerda para que no alcanzara. También jugábamos a tirarnos los barriles y los cántaros unas a otras.

Remedios medicinales INFORMANTE: José Amaro Vázquez

Para las verrugas tienes que ir a una encina y coger una hoja con tres arrugas, te la guardas y se te secan las verrugas mientras se va secando la hoja. También hay un bicho, que es en realidad una promoción de bicho, que se llama simbúscalo, que es muy difícil de ver. La tuya cría una fila verde con pinchos y te metes tres en un bolsillo cuando te duelen las muelas y se te quita el dolor.

Vaya forma de soplar INFORMANTE: María Antonia Lucía Valentín Jurado

Estaba en un campo mi tío Hilario, que era un cachondo, con más gente. Estaban todos sentados alrededor de la candela y

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había una muchacha de unos quince años que estaba soplando la candela, y se le fue un pedo. Claro, catorce o quince hombres que había allí, empezaron todos a reírse y la pobre muchacha dice: -¿Sí? Pues os vais a enterar. Se vuelve para atrás y le dice: -Mira, o soplas tú o soplo yo, lo que tú quieras, pero aquí no vamos a estar soplando los dos. Se quedaron todos cortados y ella salió victoriosa.

ORACIONES

Oración infantil para vestirse INFORMANTE: Teresa Casado Montenegro

Con esta camisita me visto,

en el nombre de Cristo. Cristo es mi padre,

San Juan, mi padrino, Dios me guíe el alma

por buen camino como se la guió

a Jerusalén, amén. Bendito y alabado sea

el santísimo sacramento del altar. Tu pureza limpia

de la Virgen María Santísima, amén.

Canción a la madre difunta INFORMANTE: Pilar Paños Paños

En la tumba de una madre no hay una flor que se seque

mientras que una hija querida. con sus lágrimas la riegue.

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En la tumba de mi madre flores yo quise sembrar,

como las sembré llorando nunca más se secarán.

Poesía

INFORMANTE: Pilar Paños Paños La sirena de la mar es una linda zagala

que por una maldición la tiene Dios en el agua,

que su madre se la echó.

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INFORMANTES

Nombre Año de nacimiento

Josefa Montero Ramos 1936

Natividad Serena Perez 1938

Sebastián Rufo Montero 1955

Mª Antonia Lucía Valentín Jurado 1937

José Amaro Vázquez 1936

Dolores Esquina Hidalgo 1933

Emilia Calero Aguilar 1938

Pedro Navarrete Romero 1917

Pilar Paños Paños 1950

Clemente Mediavilla Barragán 1930

Santos Viñuales Fernández 1938

Teresa Casado Montenegro 1943

Alfonso Fernández Mellado 1961

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ESTE ES UN LIBRO INACABADO

Seguramente, el lector estará pensando que otros muchos textos podrían haberse incluido en este libro. Claro que sí. Algunos los hemos dejado para un próximo volumen, pero otros no nos los llegaron a contar.

Por eso, con objeto de completar el repertorio de la zona, animamos a realizar un pequeño esfuerzo memorístico o un sencillo trabajo de campo en su entorno más cercano y a ponerse en contacto con la Asociación LitOral, donde clasificaremos sus textos y les daremos difusión en próximas ediciones.

No olvide recoger datos referentes a la persona informante (nombre y apellidos, lugar y fecha de nacimiento...), así como aportar sus propios datos personales para incluirle como colaborador de la obra.

CONTACTO: Asociación LitOral

www.weblitoral.com [email protected]

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mucho contarque

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