Cuadernos Medina Azahara 07 15

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JUNTA DE ANDALUCÍA. CONSEJERÍA DE CULTURA Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra Cuadernos de Madinat al-Zahra es una publicación científica bianual editada por el Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra, que inició su andadura en el año 1987. Recoge trabajos originales que aborden temáticas referentes a la historia y arqueología de al-Andalus y el mundo mediterráneo dentro del marco cronológico de la Edad Media. No obstante, los consejos de redacción y asesor podrán valorar positivamente la inclusión de estudios que den cabida a otros ámbitos y a una ampliación de los límites cronológicos especificados, siempre que contribuyan a la mejor comprensión del periodo. De igual modo, y de forma ocasional, podrán introducirse secciones monográficas o actas de jornadas o reuniones científicas. DIRECCIÓN ANTONIO VALLEJO TRIANO Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra CONSEJO DE REDACCIÓN (Miembros de la Comisión Técnica de Madinat al-Zahra) Vocales: MANUEL ACIÉN ALMANSA Universidad de Málaga CARMEN BARCELÓ TORRES Universidad de Valencia EDUARDO MANZANO MORENO Profesor de investigación del CSIC RUBÍ SANZ GAMO Directora del Museo de Albacete JUAN SERRANO MUÑOZ Arquitecto CONSEJO ASESOR PATRICE CRESSIER CNRS, Lyon PIERRE GUICHARD Universidad de Lyon II ESTEBAN HERNÁNDEZ BERMEJO Universidad de Córdoba Mª ANTONIA MARTÍNEZ NÚÑEZ Universidad de Málaga ALASTAIR NORTHEDGE Universidad de Paris I VÍCTOR PÉREZ ESCOLANO Universidad de Sevilla Edita JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura © de la edición JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura Diseño y maquetación: Carmen Jiménez Diseño de portada: Zum Creativos Imprime: Tecnographic ISSN: 1139-9996 Depósito Legal: SE-8516/2010 Distribución nacional e internacional: 1000 ejemplares Publicación bianual Número 07 // 2010

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LOS PALACIOS ISLÁMICOS DE JAÉN. EL PALACIO DE SANTO DOMINGO Y LOS JARDINES DE LOS URIBE

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  • JUNTA DE ANDALUCA. CONSEJERA DE CULTURA

    Conjunto Arqueolgico Madinat al-Zahra

    Cuadernos de Madinat al-Zahra es una publicacin cientfica bianualeditada por el Conjunto Arqueolgico de Madinat al-Zahra, que inici suandadura en el ao 1987. Recoge trabajos originales que abordentemticas referentes a la historia y arqueologa de al-Andalus y el mundomediterrneo dentro del marco cronolgico de la Edad Media. No obstante,los consejos de redaccin y asesor podrn valorar positivamente lainclusin de estudios que den cabida a otros mbitos y a una ampliacin delos lmites cronolgicos especificados, siempre que contribuyan a la mejorcomprensin del periodo. De igual modo, y de forma ocasional, podrnintroducirse secciones monogrficas o actas de jornadas o reunionescientficas.

    DDIIRREECCCCIINNAANNTTOONNIIOO VVAALLLLEEJJOO TTRRIIAANNOOConjunto Arqueolgico de Madinat al-Zahra

    CCOONNSSEEJJOO DDEE RREEDDAACCCCIINN(Miembros de la Comisin Tcnica de Madinat al-Zahra)

    VVooccaalleess:: MMAANNUUEELL AACCIINN AALLMMAANNSSAAUniversidad de MlagaCCAARRMMEENN BBAARRCCEELL TTOORRRREESSUniversidad de ValenciaEEDDUUAARRDDOO MMAANNZZAANNOO MMOORREENNOOProfesor de investigacin del CSICRRUUBB SSAANNZZ GGAAMMOODirectora del Museo de AlbaceteJJUUAANN SSEERRRRAANNOO MMUUOOZZArquitecto

    CCOONNSSEEJJOO AASSEESSOORRPPAATTRRIICCEE CCRREESSSSIIEERRCNRS, LyonPPIIEERRRREE GGUUIICCHHAARRDDUniversidad de Lyon IIEESSTTEEBBAANN HHEERRNNNNDDEEZZ BBEERRMMEEJJOOUniversidad de CrdobaMM AANNTTOONNIIAA MMAARRTTNNEEZZ NNEEZZUniversidad de MlagaAALLAASSTTAAIIRR NNOORRTTHHEEDDGGEEUniversidad de Paris IVVCCTTOORR PPRREEZZ EESSCCOOLLAANNOOUniversidad de Sevilla

    EditaJUNTA DE ANDALUCA. Consejera de Cultura

    de la edicinJUNTA DE ANDALUCA. Consejera de Cultura

    Diseo y maquetacin: Carmen JimnezDiseo de portada: Zum CreativosImprime: Tecnographic

    ISSN: 1139-9996Depsito Legal: SE-8516/2010Distribucin nacional e internacional: 1000 ejemplares

    Publicacin bianualNmero 07 // 2010

  • 05 PRESENTACINPatrice Cressier, Irene Montilla Torres, Jos Ramn Snchez Viciana y Antonio Vallejo Triano

    06 MARYELLE BERTRAND06 Maryelle Bertrand (1948-2007)

    Lon Pressouyre

    08 Maryelle Bertrand. Bibliografa 1985-2008

    10 LOS SEORES DE LA GUERRA13 Las primeras guerras internas de al-Andalus

    Eduardo Manzano Moreno

    27 Les seigneurs de la Marche (a bu al-ta ri) : les Ban cAmr s et les Ban abri de HuescaPhilippe Snac

    43 Militares en iluminaciones y marfiles: una visin del ejercito califalJuan Zozaya Stabel-Hansen

    64 LOS SOPORTES MATERIALES DEL DISCURSO IDEOLGICO67 Le chapiteau, acteur ou figurant du discours architectural califal ? Omeyyades d'al-Andalus

    et Fatimides dIfrqiyaPatrice Cressier

    83 Estela funeraria de cronologa califal aparecida en Mengbar (Jan)Mara Antonia Martnez Nez

    95 Nuevas evidencias de cecas africanas en poca de al-akam II: al-Man rah/al-Man riyya yal-Ba raAlberto Canto Garca

    102 ESPACIOS DE VIDA105 Excavations in medieval settlements at Volubilis. 2000-2004

    Elizabeth Fentress and Hassan Limane

    123 Casas y cosas: espacios y funcionalidad en las viviendas emirales del Tolmo de Minateda(Helln, Albacete)Sonia Gutirrez Lloret y Vctor Caavate Castejn

    149 La vivienda tradicional en la cuenca del Mediterrneo: del iw n al qb , pasando por el bahwSakina Missoum

    175 Habitat e utenslios na Mrtola almadaSusana Gmez, Lgia Rafael e Santiago Macias

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    MISCELNEA DE HISTORIA Y CULTURA MATERIAL DE AL-ANDALUS.HOMENAJE A MARYELLE BERTRAND(Textos reunidos por P. CRESSIER, I. MONTILLA TORRES, J. R. SNCHEZ VICIANA y A. VALLEJO TRIANO)

    NDICE

    Publicacin bianualNmero 07 // 2010

  • 196 CASTILLOS Y PALACIOS199 La fortaleza de Amergo (Marruecos) Otro ejemplo de influencia hispnica en Marruecos?

    Manuel Acin Almansa

    219 Los baos de la tropa de la Alcazaba de Almera: resultados preliminares de la intervencinarqueolgicaSophie Gilotte, ngela Surez Mrquez, Francisca Alcal Lirio y Francisco Arias de Haro

    239 El asentamiento islmico de Giribaile (Jan). De asentamiento de altura a castillo almohadeJuan Carlos Castillo Armenteros, Luis Mara Gutirrez Soler y Mara Victoria Gutirrez Caldern

    263 Los palacios islmicos de Jan. El palacio de Santo Domingo y los jardines de los UribeVicente Salvatierra Cuenca, Mercedes Navarro Prez y ngela Esteban Marfil

    293 Notes sur les forteresses de la ca de Bentomz (Vlez Mlaga)Marie-Christine Delaigue

    308 CUEVAS NATURALES, CUEVAS ARTIFICIALES Y OTROS SUBTERRNEOS311 La caverne, refuge de l'ami de Dieu : une forme particulire de l'rmitisme au temps

    des Almoravides et des Almohades (Maghreb extrme, XIe-XIIIe sicles)Jean-Pierre Van Stavel

    327 Le vocabulaire des grottes et des cavernes dans le Maghreb mdival la lumire des sourcesarabesMohamed Meouak

    343 Las cuevas de Benaxuay. Un grupo de cuevas-ventana andaluses en el ro Chelva (Valencia)Agust Ribera

    369 Antiguos depsitos de agua en la ciudad de Palma: un patrimonio ocultoMaria Antnia Carbonero Gamund

    382 INTERCAMBIOS, HOMBRES Y NATURALEZA385 Contribucin a la historia ambiental de la cuenca del Guadiana Menor (Sureste ibrico):

    avances y propuestas de investigacin desde la arqueologaJos Antonio Garrido Garca

    405 Una aproximacin a las canteras de piedra calcarenita de Madnat al-Zahr Antonio Vallejo Triano y Ramn Fernndez Barba

    421 Comercio mudo / Silent Trade en el IslamPedro Chalmeta Gendrn

    429 1287: onomstica femenina en Menorca islmicaGuillem Rossell Bordoy y M Magdalena Riera Frau

    434 CRNICA DEL CONJUNTO ARQUEOLGICO

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  • 5// N 07. 2010. P. 5. ISSN: 1139-9996CUADERNOS DE MADINAT AL-ZAHRA

    En noviembre de 2007, la noticia del fallecimiento de Maryelle Bertrand nos dej, a todos susamigos, golpeados y desamparados. Para la mayora, adems, la sorpresa era brutal: con su habitualpudor, Maryelle haba callado, durante aquellos fatdicos meses, la gravedad de su enfermedad. Derepente, se haca un inmenso vaco. Todos vivimos entonces un sentimiento de amistad irremedia-blemente truncada y nos enfrentamos a la aoranza de la complicidad que nos haba unido.

    El vaco no era solo personal, ntimo, sino que era tambin colectivo y cientfico. Maryelle haba lle-vado una carrera en cierta forma atpica, parcialmente al margen de las instituciones, pero haba par-ticipado de pleno en la reflexin que, por aquellos momentos, centraba la atencin de loshistoriadores, en torno a la percepcin y a la definicin misma de al-Andalus. Estaba presente tam-bin en los debates de los primeros aos ochenta, en los que se intentaba establecer las reglas de unanueva arqueologa que fuera a la vez mejor articulada con el cuestionamiento histrico y ms acordecon las necesidades de nuestra sociedad. El tiempo ha mostrado la parte de ilusin que conllevabantales proyectos, y como se erosionaron frente a la prctica cotidiana que se fue imponiendo.

    Todava bajo la emocin causada por su desaparicin, y quiz tanto para ayudarnos en nuestroduelo como para recuperar parte de la ilusin pasada, a un grupo de sus amigos nos pareci queconvena rendir un justo tributo a la aportacin cientfica y a la calidez humana de Maryelle.

    Vicente Salvatierra nos permiti reaccionar en el acto y acogi enseguida una breve semblanza dela vida de Maryelle y su bibliografa completa en la revista Arqueologa y territorio medieval1. A mslargo plazo, concebimos el proyecto de un homenaje de carcter acadmico y cientfico que reu-niese contribuciones de los historiadores y arquelogos de al-Andalus que haban sido los ms pr-ximos a Maryelle. Desde el principio, Antonio Vallejo propuso a los Cuadernos de Madnatal-Zahr

    como soporte editorial de este segundo acto.

    El lector tiene entre las manos el resultado de esta empresa colectiva, asumida por todos con tena-cidad y entusiasmo, y a la que ms all de la diversidad cronolgica y de los intereses de cada unose ha intentado dar la mayor coherencia temtica posible.

    D. Lon Pressouyre, catedrtico emrito de historia del arte medieval de la universidad de Paris 1 Panthon Sorbonne, quien dirigi la monumental tesis doctoral de Maryelle y le brind unapoyo continuado a lo largo de los aos, nos aport, desinteresadamente, su visin personal de latrayectoria profesional y vital de nuestra amiga. Lamentablemente, L. Pressouyre falleci en agostode 2009, antes de que este homenaje a Maryelle Bertrand haya tomado su forma definitiva2. Ambos,profesor y discpula, quedarn asociados en nuestra memoria. A continuacin, las distintas contri-buciones vienen agrupadas en apartados sucesivos y complementarios (Los seores de la guerra; Lossoportes materiales del discurso ideolgico; Espacios de vida; Castillos y palacios; Cuevas naturales,cuevas artificiales y otros subterrneos; Intercambios, hombres y naturaleza).

    Patrice Cressier, Irene Montilla Torres, Jos Ramn Snchez Viciana y Antonio Vallejo Triano

    1 In Memoriam. Maryelle Bertrand (1948-2007), Arqueologa y territorio medieval, 15, 2008, pp. 9-12.2 Vase una breve nota necrolgica en Bulletin monumental, 2010 (II), pp. 131-132.

    PRESENTACIN

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    STIL

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    Y PA

    LAC

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    Vicente Salvatierra Cuenca*, Mercedes Navarro Prez** y ngela Esteban Marfil***

    *Universidad de Jan. [ [email protected] ]**Universidad de Jan. [ [email protected] ]***Arqueloga. [ [email protected] ]

    LOS PALACIOS ISLMICOS DE JAN. EL PALA-CIO DE SANTO DOMINGO Y LOS JARDINES DELOS URIBE

    ResumenEn este estudio se presentan los resultados y la interpretacin de varias excavaciones arqueolgicasrealizadas en el centro del Casco Histrico de Jan. En esa zona una breve referencia del siglo XVIIsituaba los palacios de los reyes moros, lo que se interpret como la probable sede del gobiernoalmohade de la ciudad. Las intervenciones han puesto al descubierto al menos dos conjuntos conpabellones y jardines, diferentes, pero unidos entre s, y abren la puerta a la existencia de otros, en unesquema cuyo paralelo ms inmediato, salvando las obvias diferencias de tamao y conservacin, serael conjunto palatino de Sevilla.

    Palabras clave: Palacios islmicos, arqueologa medieval, almohades.

    AbstractIn this study, the results and interpretations of a few archaeological excavations performed in theHistoric Center of Jaen are presented. In that area, a brief reference form the XVII Century situated thepalaces from the moor kings; which were interpreted as the probable seat of the almohad gobern ofthe city. The works have revealed at least two complexes with different pavillions and gardens, linkedtogether. They open the door to the existence of others structures, The the most immediate parallel,saving the obvious differences of size and conservation, would be the palatine complex in Seville.

    Keywords: Islamic Palaces, medieval archaeology, almohads.

    // 07. 2010. PP. 263-292. ISSN: 1139-9996 // CASTILLOS Y PALACIOSCUADERNOS DE MADINAT AL-ZAHRA

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    1. INTRODUCCIN

    Nos el Rey. Mandamos a vos el Concejo,Caballeros, Alcaldes, Alguacil, y Hombresbuenos de nuestra Ciudad de Jan, que reciba-des en la dicha Ciudad, y todos sus terminos, alos Frailes de la orden de santo Domingo de losFrailes Predicadores. Es nuestra voluntad, quefagan en la dicha Ciudad en los NuestrosPalacios Monasterio de la dicha Orden, querueguen por la Nuestra vida, y Nuestra salud,y de los Infantes Nuestros hijos. Fecha carta enMadrid a Veinte y Siete de Octubre Era de MilQuatrocientos y Veinte.

    Martn de Ximena Jurado, autor del siglo XVII ysecretario del obispo de Jan y cardenal DonBaltasar Moscoso y Sandoval, reproduce esta cartade Juan I, incluida por Don Juan Lpez, obispo deMonopoli, en su Historia de Sto. Domingo y suOrden, publicada en 16131. La misma es la nicareferencia escrita conocida sobre la existencia enJan de unos palacios islmicos. A partir de lamisma el cronista dedujo que:

    El Real Convento de Religiosos de la Orden deSanto Domingo, intitulado de Santa CatalinaMartir, se fund en este Ao de 1382 en laCiudad de Ian. Es fundacin Real, y se hizopor voluntad del Rey Don Iuan el Primero, ydevocin grande suia a esta Religin el qualdio unos Palacios, que tenia en esta Ciudad,para que en ellos se edificase el Convento, losquales avian sido de los Reyes Moros, y le hizomerced del agua que goza, con la abundanciaque sirvi a los Reyes Moros, por especialPrivilegio, que guarda en su Archivo.

    Estos palacios deban pertenecer a la administra-cin poltica almohade, y por ello pasaron a lacorona cuando la ciudad fue conquistada porFernando III en 1246.

    El edificio del convento se enclava en una granmanzana del centro de la parte ms antigua delcasco histrico de la ciudad de Jan (fig. 1), rodea-da por las calles Sto. Domingo, Arquillos, Sto.Domingo Bajo2 y plaza Luisa de Marillac. Es muyposible que originalmente el convento poseyera el

    conjunto de la manzana, aunque casi la terceraparte de la misma, con su frente en la mencionadaplaza (sur-sureste), sera progresivamente enajena-da, aparentemente a partir de los siglos XV-XVI,quiz para costear la construccin del nuevo edifi-cio conventual (fig. 2).

    Con independencia de cuando se parcelase y repar-tiese, ese sector aparece dividido longitudinalmen-te desde el convento hasta la plaza. A sta se abrandesde el siglo XVIII dos viviendas, aunque original-mente pudieron ser tres. Al resto se acceda respec-tivamente desde las calles Sto. Domingo, a la queabran entre seis y ocho viviendas3 y Sto. DomingoBajo, hoy de Los Uribe, desde la que se acceda atres propiedades. Exista y existe un desnivel devarios metros entre ambas calles.

    La diferencia en el tamao de los solares se explicaen parte por la respectiva entidad de las calles a lasque se abran. Desde poca islmica la calle de Sto.Domingo Bajo era la principal, desde la que seacceda a los palacios, cuyo suelo estaba al nivel delos mismos. La de Sto. Domingo era una callejuelaestrecha, creada en poca almohade, una de cuyasfunciones principales era acoger la conduccin sub-terrnea que distribua el agua desde el manantialde La Magdalena4; la rasante de la calle estaba a msde tres metros por encima de los suelos de los pala-cios5. Este desnivel implic que, para acceder a lasviviendas de esa calle hubo que rellenar los solareso construir estructuras (stanos, bodegas, etc.) queelevasen el pavimento de la planta de acceso, proce-so que se llev a cabo en el siglo XVI. En la casaexcavada, el suelo del stano es el mismo que el deel palacio, lo que ha permitido la conservacin deimportantes niveles islmicos, ya que slo en algu-nos casos las construcciones posteriores han pro-fundizado lo suficiente para afectarlas.

    Por el contrario, aunque se observa que ya en elsiglo XVIII la calle Uribe se haba elevado entre 1,00y 1,50 m, los grandes stanos de los edificios cons-truidos con fachada a la misma tuvieron que hacer-se rompiendo en parte los niveles anteriores. Enconsecuencia los niveles islmicos sufrieron unintenso proceso de destruccin, por lo que apare-cen ms desarticulados.

    VICENTE SALVATIERRA CUENCA, MERCEDES NAVARRO PREZ Y NGELA ESTEBAN MARFIL

    CUADERNOS DE MADINAT AL-ZAHRA

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    Tenemos algunos datos arqueolgicos del conven-to, y se han excavado sistemticamente los solaresde Sto. Domingo n 106 (2003 a 2006) y Los Uriben 1 y 37 (1994, 2002, 2006 y 2008), conjunto queen su mayor parte integr el palacio de Los Uribe.A ellos y a las estructuras islmicas aparecidasvamos a referirnos en este estudio.

    1.1. EL CONVENTO

    Cabe suponer que en los primeros siglos de ocupa-cin, los monjes se limitaran a adaptar los edifi-cios preexistentes a diversas funciones8. Elconvento actual fue levantndose durante un largoperiodo de tiempo; construido parte del mismo enla segunda mitad del siglo XVI, el templo fue consa-grado en 1578, mientras que el claustro data delsiglo XVII, atribuido a Eufrasio Lpez de Rojas, quetrabaj intensamente en Jan entre 1666 y 1684. Apartir de la desamortizacin del siglo XIX, se suce-dieron los cambios de uso. Es en la actualidad lasede del Archivo Histrico Provincial9.

    La gran superficie sobre la que se extiende el con-vento nunca ha sido objeto de una excavacin siste-mtica, pero s se han producido variasintervenciones de distinto tipo. Conviene tener encuenta las dos ltimas. Durante el proceso de res-tauracin del edificio y su adaptacin comoArchivo (1981-1985), se levantaron los suelos de lasestancias bajas, poniendo al descubierto una seriede muros, que sin embargo no fueron estudiados,ni por consiguiente fechados, aunque de la zonaprocede un pequeo capitel de mrmol del tipo denido de avispa y posible cronologa califal, presu-miblemente reutilizado10. Los restos quedaron ente-rrados y por tanto quiz sea posible en el futurorealizar una investigacin adecuada.

    En el ao 2001 se realiz una intervencin en elpatio del convento, con la apertura de dos cortesadosados al muro sur-suroeste (junto a la calle Sto.Domingo)11. La intervencin demostr que la zonase organiz en poca romana, con la preparacinde una base de opus caementicium que cubri yaisl el nivel fretico (estrato de grava y arcilla muyhmeda), sobre l se levant un muro de sillares

    sobre una base de mampostera12, con un empedra-do al norte del mismo. En un momento posteriorse colmataron estas estructuras reutilizndose elespacio, aunque la mezcla de materiales impidifecharlo adecuadamente. En el siglo XII se construi-ra un gran muro de tapial cimentado sobre unabase de ladrillos de altura variable, adaptados alterreno, y que se apoyaban sobre el nivel romano.Este muro sera reaprovechado como cierre delconvento. En el sondeo 1 apareci un horno de calque cort los niveles de colmatacin romanos;sobre l mismo hay un muro que debe pertenecera alguna reforma del edificio existente en los siglosXIV-XV. Hacia la misma poca, la zona donde seabri el sondeo 2 fue vaciada hasta el nivel romanoy utilizada como lugar de enterramiento.

    1.2. EL PALACIO DE LOS URIBE

    Entre 1755 y 1778 don Agustn de Uribe, miembrode un linaje que parece asentarse en la ciudad aprincipio del siglo XVIII, consigui medianteherencia o compra la propiedad de todos los sola-res con fachada a la calle de Los Uribe, y al menosuno de los que la tenan a Sto. Domingo. Sobreeste gran conjunto construira su palacio, quedara nombre a la calle13. El edifico se levantsobre casi la mitad oeste del solar, adosado al con-vento, mientras que el resto estuvo dedicado a jar-dines. El conjunto ha mantenido su unidad hastala actualidad, pese a diversos cambios de propieta-rios y funciones durante el siglo XX. Al mismo sele agreg entre los siglos XVIII y XIX al menos unode los solares que tenan fachada a la calle Sto.Domingo, creando una calle privada, a la queahora haremos referencia.

    1.3. LA CASA N 10 DE LA CALLE SANTODOMINGO

    Del Catastro del Marques de la Ensenada, cabededucir que en 1752 el solar de Sto. Domingo n 10 estaba dividido en cuatro zonas; en la mitadms prxima al convento, con fachada a la calle,hubo una vivienda que sigui vinculada al conven-to, y que dispona de un gran stano o bodega que

    LOS PALACIOS ISLMICOS DE JAN

    CUADERNOS DE MADINAT AL-ZAHRA

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    salvaba el desnivel, y que an se conservaba enparte al excavar el solar y cuyo suelo reutiliz el deun pabelln islmico. El resto de ese sector estuvorepartido entre dos patios o jardines, uno pertene-ciente a la propia casa del convento, y el segundovinculado a la de los Uribe, separados por unatapia de mampostera.

    En la otra mitad del solar haba otra casa y su patio,que sera adquirida por Agustn de Uribe o algunode sus sucesores, y se utiliz para conseguir unasalida desde la parte posterior del palacio a la calleSto. Domingo, abriendo una calle privada; bajo lamisma se construy una derivacin de la conduc-cin principal existente bajo la calle Sto. Domingo,para llevar el agua desde ella hasta el palacio. Dichaconduccin terminaba en una alberca, luego con-vertida en fuente.

    En 1946, cuando ya el antiguo sistema de abasteci-miento del agua estaba en desuso, el Ayuntamientoadquiri estos espacios, formando el actual solar, ylo utiliz para levantar el Grupo Escolar MarianoVelasco, que ha existido en este lugar hasta sureciente derribo.

    2. LAS EXCAVACIONES

    Ambos solares, casa n 10 y palacio de los Uribe,estn adosados al lado sureste del convento, abar-cando en conjunto toda la anchura de la manzana14,aunque el espacio entre ambos fue muy afectadopor las construcciones posteriores, es posible esta-blecer algunos elementos de continuidad entreambos.

    El primero es un solar irregular de 280 m2

    aproximadamente, con unos 14x18 m. Ha sidoexcavado gran parte del mismo, dejando al sur unancho testigo de unos 2,00 m de anchura, que eshoy el nico acceso desde la calle, dado que lasestructuras conservadas estn a ms 3,00 m deprofundidad respecto a esta. Al mismo tiempo sirvede proteccin a los cimentos de la casa vecina. Asmismo se ha dejado sin excavar un sector en elngulo noroeste, afectado por las tuberas deevacuacin de la casa vecina.

    El segundo solar abarca desde el convento hasta laplaza Luisa de Marillac. Tiene por tanto formaalargada e irregular, con un rea de 852 m2, de lacual se han excavado 641 m2, lo que supone entor-no al 75 % del total. Por medidas de seguridad sehan dejado testigos junto a las medianeras con otrasedificaciones y con la calle.

    Las excavaciones han confirmado que en origen lasuperficie original era muy compleja, y que fueregularizada en poca romana. En algunas zonas laroca natural, muy blanda, fue rebajada y alisada,mientras en otras se rellen con piedras y opus cae-menticum para sellar las filtraciones de agua desdela capa fretica. As mismo en el lado noreste (pr-ximo a la calle Uribe), parece que lleg a discurrirun ancho arroyo, con direccin noroeste-sureste,quiz una de las derivaciones originales del manan-tial de La Magdalena15, que fue rellenado con capasde grava, y cubiertas igualmente con opus caementi-cium hasta enrasarla con el resto. Sobre esta baselos romanos construyeron casas y calles.

    3. LOS PALACIOS ISLMICOS

    A las estructuras romanas se superponen al menosdos fases de poca islmica, representadas aparente-mente por sendos grupos de edificios, que se suce-dieron en el tiempo (fig. 3). De ellos es claramentevisible un patio con alberca y pabelln en el solarde Sto. Domingo n 10 (lm. 1), mientras que lasnumerosas estructuras superpuestas han destruidola mayor parte de los restos islmicos en el de LosUribe, y ocultan las existentes. Aparentementepartes de las estructuras de uno y otro fueron reu-tilizados al menos hasta el siglo XVI, construyndo-se despus nuevos edificios.

    3.1. LOS PALACIOS OMEYAS

    El ms antiguo de los conjuntos citados debi edi-ficarse en poca omeya, pero los materiales no per-miten fijar una cronologa de inicio. Quiz serealiz cuando se traslad a Jan la capital de laCora, en poca de cAbd al-Ramn II, o despus dela consolidacin de cAbd al-Ramn III en el poder,

    VICENTE SALVATIERRA CUENCA, MERCEDES NAVARRO PREZ Y NGELA ESTEBAN MARFIL

    CUADERNOS DE MADINAT AL-ZAHRA

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    sin que haya que descartar que se produjese unlargo proceso de construccin y transformacin,incluso en el siglo XI.

    De los mismos quedan en Sto. Domingo n 10restos de los muros perimetrales este y oeste. Elprimero (lms. 2 y 13) fue claramente reutilizadopor la posterior construccin almohade, observn-dose como esta se superpone al mismo en el ladosur. En el extremo norte de la zona excavada hayun ancho vano de poca almohade, con pavimentode ladrillo ante el mismo, no habiendo sido posi-ble aclarar por el momento si ya exista en la faseanterior (lms. 11 y 14).

    El del lado oeste parece que fue adoptado inicial-mente como lmite de la construccin posterior,pero despus fue desmontado. Conserva en lamayor parte de su recorrido un solo cajn, por loque se encuentra bastante por debajo del patioalmohade en ese lado. Tiene una longitud de msde 8,00 m de norte a sur y est situado a algo msde 0,50 m del muro de la iglesia. Se coloc sobre unterreno preparado con grandes piedras. En el extre-mo sur est cortado por el muro exterior del pabe-lln almohade, lo que prueba que es anterior almismo (lm. 3). En el extremo norte, que fue cor-tado por el contrafuerte de la iglesia, conserva unaaltura de dos cajones, midiendo cada uno de ellos0,75 m de alto por 1,75 m de longitud (lm. 4).

    CUADERNOS DE MADINAT AL-ZAHRA

    Lm. 1. Palacio de Sto. Domingo.

    Lm. 2. Palacio de Sto. Domingo. Lmite del lado este.

    Lm. 3. Palacio de St. Domingo. Extremo sur del muro de la 1 fase.

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    Presenta una serie de diferencias respecto a losmuros posteriores: slo tiene unos 0,50/0,55 m degrosor, en el cajn de cimentacin se emplea ridorodado (de ro), mientras que en el cajn del murose utiliza tierra estabilizada, combinaciones que nose dan en los otros muros. Los mechinales respon-den a agujas de seccin rectangular, no circularcomo en los dems. En su cara exterior haba restosde pintura roja.

    Finalmente se vincula tambin a esta fase la cons-truccin de unos muros paralelos localizados alnorte del solar, que pudieron constituir los latera-les de un gran arriate, que comunicara con estruc-turas similares del solar vecino (lm. 10).

    En el solar de Los Uribe, junto a la iglesia se iden-tific en la campaa de 1994 un muro que muyprobablemente era continuidad del muro oeste des-crito. Por otro lado se han localizado restos de dosmuros situados respectivamente al norte y sur delsolar, muy alejados entre s para formar parte delmismo edificio. El primero est alineado en partecon la calle Uribe (oeste-este), aunque penetrandobajo la misma, lo que ha impedido determinar sugrosor. El segundo es un muro adosado al lmitedel solar en el extremo sur, con orientacin sur-norte, que conserva un alzado de 1,40 m y 0,50 mde grosor (lm. 5). En ambos casos hay restos depavimento amarillento relacionados con losmuros, aunque hay una diferencia de cota entreambos de 12 cm.

    Entre los dos edificios a los que perteneceran estosmuros, pero varios metros al este, hay restos deotro muro de tapial de tierra, aunque diferente alos examinados hasta ahora. Con una direccineste-oeste, conserva una longitud de 4,00 m y ungrosor de 0,50 m, est asentado sobre un pequeozcalo de piedra, y se adosa al oeste a un pilar cons-truido con ladrillo y yeso. Al muro se adosa por lacara sur un tramo de tres escalones construidos conpiedra, que suben hacia el oeste. Por el tipo desedimento adosado al norte, compuesto por tierranegra y la ausencia de pavimentos, este ltimo con-junto se interpreta como parte de aterrazamientospara la organizacin de un jardn.

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    Lm. 4. Palacio de Sto. Domingo. Extremo norte del muro de la 1 fase.

    Lm. 5. Jardines de Los Uribe. Edificio sur de la 1 fase.

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    Se trata en todos los casos de muros realizados conun tapial de color amarillento o rojizo, con ungrosor en torno a 0,50 m, y con mechinales de sec-cin cuadrada.

    3.2. LOS PALACIOS ALMOHADES

    En poca almohade esas estructuras se renovaran,levantndose dos nuevos conjuntos (fig. 3), parte delos cuales es posible reconstruir en sus lneas gene-rales, y que reaprovecharan algunas de las estruc-turas anteriores. Estos debieron ser parte delcomplejo palatino citado por fray Juan Lpez.

    3.2.1. El palacio de Sto. Domingo

    Como hemos indicado (lm. 1) se conservan losrestos de un pabelln rectangular al sur-suroeste,ligeramente desalineado respecto a la calle actual deSto. Domingo. Desde l se accede a un patio conalberca de tendencia rectangular. Se conservan asmismo los andenes perimetrales de este, con restosde un enlosado de mrmol, y otros elementos rela-cionados con ellos, as como restos de sendos murosal este y al oeste que delimitan el conjunto, y que almenos en parte eran reutilizaciones de la fase ante-rior. Al norte debi existir un jardn. En diversaspublicaciones hemos aludido a l como Palacio deSto. Domingo, nombre que mantendremos.

    3.2.1.1. El pabelln sur

    Lindando con la calle Sto. Domingo se encuentrael que hemos denominado pabelln sur. Es unaestancia rectangular que conserva 9,00 x 3,40 m,estando cortada en el lado oeste por la construc-cin de la iglesia del convento, que debi eliminaruna pequea alhana o alcoba. En su frente norte,hacia el patio se abre un gran vano. Al este, separa-da de este saln por un tabique de 0,50 m, hay otrahabitacin, la mayor parte de la cual se encuentrabajo el testigo y posiblemente la casa vecina.

    La pared sur de este pabelln y del conjunto es unmuro de tapial de gran dureza, que conserva en suextremo oeste en torno a 1,00 m de altura y 1,20 mde grosor. Mantiene aparentemente la misma lneadel muro de fachada del Archivo Histrico, aunque

    por su grosor no puede ser la continuacin del queforma la base de aquel, y tampoco puede tener susmismas funciones urbanas. Por su orientacin, suextremo este penetra bajo la actual calle de Sto.Domingo, reflejando la alineacin original, islmi-ca, de sta. Por ello slo se aprecia en un tercioaproximado de su recorrido, estando oculto en elresto por el muro de la escuela levantada en los aoscuarenta, un slido cimiento de mampostera, cons-truido ya con la nueva alineacin de la calle.

    El muro de cierre del mismo hacia el patio tienecaractersticas similares, son cajones de tapial de0,90 m de altura y 1,20 m de grosor, con mechina-les de seccin circular. Presenta un revestimientode yeso hacia el interior del pabelln y un guarne-cido de yeso y enlucido de cal hacia el patio.

    En el extremo este el muro se asent sobre una pla-taforma de grandes piedras para regularizar el terre-no y darle estabilidad (lms. 2 y 13), que chocancontra el muro este. En la sala situada al este delpabelln, se observa que las mismas fueron recu-biertas con argamasa, sobre la que apoyan losmuros del pabelln (lm. 6), al exterior, quiz para

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    Lm. 6. Palacio de Sto. Domingo. Base de argamasa dentro del pabellnsur.

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    darle ms solidez, la plataforma se compartimentmediante un muro de 0,50 m de grosor, paralelo almuro del pabelln.

    La excavacin demostr que, al exterior, la capa deargamasa constituy el suelo de una fase de uso queconcluy con un incendio que no ha sido posiblefechar. Por encima de este hubo una nueva fase deocupacin, ya con seguridad castellana (lm. 7),que reutiliz los muros islmicos, colocndose unnuevo enfoscado, muy grueso, de argamasa mezcla-do con fragmentos de ladrillos y tejas. Restos deesta fase subsisten en el extremo oeste (lm. 3).

    En el centro del muro se abre un ancho vano deunos 3,00 m de luz, por el que se acceda al patio,cuyo pavimento deba estar a la misma altura,aunque haba desaparecido al excavarse la zona. Elvano tena jambas tambin ladrillo, al modo almo-hade, que an se conservan aunque muy deteriora-das. La del lado oeste mostraba restos de estucodecorado con pinturas geomtricas realizadas enrojo vinoso, y en sus proximidades apareci unfragmento de yeso decorado con policroma con elfondo negro y la inscripcin (lm. 8):

    AL-IZZA LI-LLH

    (La gloria es de Dios)

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    Lm. 7. Estructuras castellanas adosadas al pabelln por el este. Probable cocina.

    Lm. 8. Inscripcin, probablemente siglos XII-XIII.

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    Esta lectura y traduccin efectuada por D MAntonia Nez es interesante para la cronologapor cuanto la citada autora ha demostrado que lasinscripciones religiosas slo se generalizan en espa-cios civiles pblicos o semipblicos, como los pala-cios vinculados al gobierno, a partir de la pocaalmohade16.

    La jamba del lado este se encuentra ms afectada alhaber servido de punto de apoyo a la construccinen el siglo XVIII de una conduccin de agua desde lacalle de Sto. Domingo al palacio de Los Uribe.

    Por el este, el limite del pabelln es un muro per-pendicular de 0,60 m de grosor, que fue construidodespus de realizado el pabelln, como se adviertepor las juntas de adosamiento. Del mismo sloqueda el cajn inferior, sin que sepamos cuandofue desmontado el resto (lm. 1). Del espacio situa-do al este apenas ha podido excavarse 1,00 m de sulongitud, aunque dicho espacio contina bajo eltestigo de ese lado y presumiblemente penetra bajola casa vecina, donde se encontrara tambin elacceso al mismo. La base de esta sala es la capa deargamasa que recubre las piedras en las que seapoyan los muros del pabelln. No se conservabanrestos de otro pavimento a mayor altura.

    Al oeste de ese tabique la nave tiene ms de 9,00 mde longitud y su extremo fue cortado por la iglesiadel convento, quiz entre los siglos XVI y XVII, enel curso de las obras de construccin de la misma.Pero tampoco hay que descartar que se produjese aprincipios del siglo XX, cuando se adelant lafachada de la iglesia. En uno u otro caso puedenquedar algunos elementos bajo el vestbulo actualdel Archivo Histrico que conduce a la escaleraque baja al patio del mismo Archivo.

    En el extremo conservado del muro sur se observala existencia de un recorte, que por su aspecto(superficies bien terminadas), debi ser realizadadurante la fase de construccin, posiblemente setrata de los restos de una taca rectangular. En elpavimento se observan las bases de sendas moche-tas compuestas por cuatro ladrillos dispuestos enparalelo (soga) de dos en dos y revestidos de yeso,el del lado sur conserva restos de pintura de color

    ocre (lm. 9). Esta disposicin las distingue delresto del pavimento. Aunque presentan ciertogrado de irregularidad en su alineacin, esasmochetas debieron ser la base de pilares de ladrilloo columnas, que serviran de atajos o cierre de lanave, y de acceso a otra sala, posiblemente unapequea alhana o alcoba, muy frecuentes en lassalas de aparato, o en las habitaciones relevantesde las casas islmicas. Las mochetas estn unidas enla lnea del umbral por una hilera de dos ladrillossuperpuestos dispuestos a tizn. Los primeros sesitan aparentemente por debajo del pavimentocermico, estando perfectamente embutidosdentro de la fbrica de la solera, por lo que hay quedescartar que se trate de un pavimento anterior.

    El pabelln tena un pavimento de ladrillos enespiga, de 28 x 10 cm que an se conserva en gran

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    Lm. 9. Umbral en el lmite oeste conservado del pabelln sur.

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    parte del mismo, aunque muy deteriorado por eluso. Presenta numerosas irregularidades en algunaszonas, sobre todo en aquellas ms usadas, ya quefue tambin el suelo del stano de la casa pertene-ciente al Convento de Sto. Domingo que subsistial menos hasta el siglo XVIII.

    A parte de esos deterioros, este pavimento presen-ta varias alteraciones importantes. Hacia el centro,delante del vano de acceso, haba una gran fosa(lm. 1), quiz abierta entre los siglos XVI-XVIII, quepermiti comprobar que la capa de tapial sobre laque se asentaba el pavimento de losas era en esa zonarelativamente delgada, de unos 20 cm de espesor, setrata del preparado que nivela la superficie paraacoger el mortero que sujeta el pavimento. Debajose localiza un encachado compuesto por tejas, pie-dras de distinto tamao, etc. El nivel inferior estabaformado por piedras de mayor tamao, todo lo cualse ha interpretado como una adecuacin del terre-no. La finalidad de este potente preparado era esta-bilizar y posiblemente impermeabilizar la zona,dada la altura de la capa fretica.

    A 1,80 m al este de la fosa existe un canal cuyoslados en todo el recorrido por el interior del pabe-lln estn constituidos por muros de tapial, deunos 0,80 m de anchura y 0,50 m de altura, quecontrastan con la delgada capa del mismo materialutilizada en el resto del pabelln. No obstante, laidentidad del material empleado indica que se rea-liz todo al mismo tiempo. Por el contrario en elpatio el canal se excav en el pavimento de arga-masa, segn muestran las roturas de sus laterales, yelimin el borde de la alberca, lo que indica que serealiz despus del patio. Todo ello sugiere que elprimer tramo de este canal pudo servir en pocaislmica para contener una tubera, quiz de atano-res, que traera el agua desde la conduccin situadaen la calle Sto. Domingo, que a su vez traa el aguadesde el manantial de La Magdalena. Al salir alpatio la tubera se encastrara en la argamasa, reco-rriendo el patio de sur a norte, proporcionandoagua quiz a la alberca y sobre todo a las estructu-ras y jardines situadas en su extremo. Esta tuberadesaparecera cuando en el siglo XVIII se prolongel canal desde el pabelln, como base de la conduc-cin de agua que abasteci el palacio de Los Uribe.

    3.2.1.2. El patio y la alberca

    El pabelln se abre a un patio con alberca, la cualse encuentra centrada por el acceso al propio pabe-lln, y en consecuencia los andenes en torno a laalberca no tienen todos la misma anchura.

    Para construir el patio y la alberca se rebaj elterreno, eliminando las posibles estructuras islmi-cas anteriores, as como quiz parte de los nivelesromanos. Andenes y alberca forman un conjuntointegrado, pero que lgicamente se realiz siguien-do una secuencia precisa. Primero se construy laalberca, de 3,60 x 3,20 m con una profundidad deunos 45 cm, con una ligera inclinacin sur-norte.Sus muros tienen entre 0,60 m y 1,20 m de anchu-ra segn el lado, y entre 0,80 y 0,90 m de altura, esdecir, el tamao correspondiente a un cajn, lo queimplica que el pavimento del fondo de la albercatiene entre 0,35 m y 0,45 m de grosor. La albercaestaba pintada de color rojo vinoso, capa que se haperdido en el transcurso de los varios aos que handurado las excavaciones.

    En los lados este y norte aparecen ladrillos, resul-tado posiblemente de diversas reparaciones. Conposterioridad a las mismas se trat de ampliar laalberca unos 0,60 m hacia el sur, pero el trabajo nolleg a terminarse, quedando restos del tapial en laesquina sureste. Que esta reforma fue posterior a laintroduccin de los ladrillos, al menos de los dellado este, lo prueba el hecho de que los mismos seinterrumpen exactamente a la altura del antiguoborde sur17.

    La alberca pudo recibir el agua desde el sur, por latubera ya descrita, o desde el este, de donde llega-ba otra. Despus, relacionado con el intento deampliacin de la alberca, se descarn e inclusoelimin la argamasa de la plataforma en un franja acontinuacin del nuevo borde, y se coloc unnuevo sistema de abastecimiento de agua. Para estese excav en el tapial desde el oeste un surco, enforma de L, de 30 cm de profundidad y 20 cm deanchura, que empieza con direccin este-oeste,para luego trazar un giro de 90 y dirigirse hacia elnorte. En l se introdujo una caera de plomo.Esta desembocaba a travs de un orificio de entra-da en una vasija de cermica con un fondo de

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    18 cm, boca de 27 cm y altura de 13 cm igualmen-te encajada en un agujero abierto en el tapial, quese sujet con mortero amarillento y fragmentos deladrillo, y que queda a unos 0,50 m del nuevoborde de la alberca. La salida del agua se producapor rebosamiento de la vasija, que caa en un rebajemuy tosco del tapial, vertindose en la alberca,teniendo por tanto la funcin de una pileta. El sis-tema est muy poco cuidado, rompindose mstapial del necesario al trazar el surco y el agujeroque acoge la vasija de cermica, tampoco se calculpreviamente la pendiente hacia la alberca, simple-mente se realiz el rebaje y se colocaron piedras enlos costados para impedir que el agua se expandie-ra por la plataforma. Tampoco conservaba ningntipo de cubricin. En conjunto da la impresin deque la obra de ampliacin y nuevo abastecimientono lleg a concluirse.

    Originalmente la alberca desaguara por el fondode la misma, cerca del borde, donde se encuentra loque parece ser un sumidero. Con posterioridadtrat de realizarse otro en la zona de ampliacin,que fue rpidamente abandonado, y se construy

    un nuevo desage en el ngulo noreste, saliendo elagua por una atarjea. Esta ltima es posible quesustituyera a un aliviadero preexistente de menoresdimensiones, cuyos restos quedan al Este de la atar-jea (lm. 10).

    3.2.1.3. El prtico

    Desde el acceso al pabelln hasta el borde de laalberca, la plataforma tiene unos 8,00 m de anchu-ra, siendo mucho ms ancha que en los otros lados.En el ngulo sureste, junto al borde ampliado de laalberca, prcticamente alineado con la jamba delmismo lado de la entrada al pabelln, se encastra-ron algunas piedras con superficie de tendenciaplana creando un espacio cuadrado de 50 cm x 50cm, que probablemente es la base de la cimenta-cin de una columna o pilar que form parte de unprtico. La alteracin de este lado de la albercadurante el proceso de ampliacin, elimin las hue-llas de otros posibles pilares. El pilar existente seencontraba a unos 0,80 m del borde original de laalberca, y se sita en el punto en que exista unescaln entre la zona ms prxima al pabelln y elandn de esta ltima.

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    Lm. 10. Zona sur. Lmite de la alberca, atarjea de desage y aliviadero sobre el muro este. El muro posiblemente perteneca a la primera fase.

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    A pesar de los pocos datos, podemos suponer queexistira otro pilar alineado con la jamba oeste delpabelln, y que, como es frecuente, entre amboshabra otro, alineado con el centro del vano, difi-cultando la visin del interior del mismo.

    Si trazamos una lnea paralela al muro del pabe-lln, que pasara por encima del centro del pilarconservado, la misma llega en el extremo este hastaunos ladrillos que estn en las proximidades oincluso relacionados con la jamba del vano existen-te en el muro de ese lado (lms. 2 y 11). La distan-cia entre el pilar y dichos ladrillos esaproximadamente la misma que la anchura del vanodel pabelln sur. Por el contrario, desde el supuestolugar donde estara el pilar alineado con la jambaoccidental, slo existe la mitad de esa distanciahasta el lmite oeste del patio. Ello dara un prticoasimtrico, de cinco vanos, de unos 2,50 m de luzcada uno. Obviamente existen otras alternativaspara este prtico, aunque la descrita creemos queresponde a las formas ms comunes, y adems sesita en el ligero cambio de altura que parece exis-tir entre la plataforma sur y el andn de la alberca.

    3.2.1.4. Los andenes

    Entre los muros de la alberca y los respectivos lmi-tes de los lados se construy una plataforma dediferente anchura en cada lado, rellenando el espa-cio con argamasa de tonos rojizos, con numerosaspiedras de pequeo y mediano tamao. Esta plata-forma tiene un grosor irregular, dependiendo de lazona, con unos 40 cm en el ngulo sureste, peroque llega a alcanzar los 80 cm al suroeste. Este relle-no se enras con la parte superior de los muros dela alberca, siendo cubierto todo el conjunto por unmortero verde amarillento, de caractersticas msfinas y homogneas que la argamasa de relleno, loque dificulta diferenciar los muros propios de laalberca del resto del conjunto.

    Se han localizado conducciones originales de ata-nores en los andenes este, oeste y norte, que seintrodujeron durante la fase de construccin, porlo que estn encastradas en el tapial y recubiertaspor el mortero original, y otras conducciones en ellado sur, aunque estas debieron introducirse des-pus, ya que rompieron la argamasa.

    Los andenes fueron pavimentados con grandeslosas de mrmol, de las que se conservaban algunasen los lados oeste y norte, y algunas de las camasde las mismas en el lado sur. El lado este fue muyafectado por construcciones posteriores, de modoque esos elementos han desaparecido.

    3.2.1.5. El muro de cierre y el andn este

    En el lado este del solar se dej un gran testigo quepermita el acceso desde la calle, y para proteger lacimentacin de la casa vecina. Pero en el mismo sedocument tambin el lmite del conjunto queanalizamos. Se trata de un muro de tapial que con-serva poca altura (lms. 2, 7, 11 y 13), cuyo volu-men ha quedado casi en su totalidad dentro delperfil. Queda limitado al sur por el muro exteriordel pabelln, y aunque conserva 1,00 m de altura,al arrancar a mayor profundidad que este, el mismomonta sobre su parte superior (lm. 12). La parteinferior del mismo qued oculta al rellenarse elterreno y construirse la plataforma de piedras queconstituye parte de la cimentacin del muro delpabelln sur. Este hecho es lo que hace suponerque se trata de una construccin de una fase ante-rior, pero claramente reutilizado en sta.

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    Lm. 11. Lmite del muro este. Ladrillos que quiz marcaban el apoyodel prtico

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    En las proximidades del pabelln se observa la exis-tencia de un estrecho vano, cuyos laterales tenanjambas de ladrillo, y que posteriormente fuecegado (lm. 13). Es posible que este vano sea unelemento construido durante la fase almohade.Pero por ahora tampoco podemos descartar que,por la altura a la que se encuentra, el mismo fueserealizado ya en poca cristiana, en relacin a laconstruccin a la que antes hemos hecho alusin.

    El muro se interrumpe al norte junto a la cimenta-cin de la escuela del siglo XX. Un ladrillo sobre elmuro, y un pequeo muro perpendicular al princi-pal, marcan el lmite original (lm. 11) y quiz elpunto donde finalizaba el prtico sur ya descrito18.

    El cimiento del siglo XX era un potente muro demampostera irregular desordenada, que quiz nopor casualidad se situ junto a la jamba sur de unamplio vano. Este se identifica adems por la presen-cia de un enlosado de ladrillos dispuestos en espiga,de 3,00 m de longitud y 1,00 m de anchura semejan-te al del pabelln sur, que se extiende por delante delespacio del vano, incluyendo parte de la cimentacincitada, que se apoya en el mismo (lm. 14). Sobre elenlosado se encontraban los restos de lo que pudo serun arco de ladrillo y mezclado con l una nueva ins-

    cripcin sobre yeso, pintada en rojo vinoso, muydestruida, cuyo tamao y soporte curvo sugierenque deba pertenecer a una banda epigrfica, amboselementos estaran asociados al vano.

    La jamba norte y la continuidad del muro hacia eselado no han podido ser excavados por la presenciade estructuras contemporneas, en especial de unagran tubera de desage de la casa vecina, an enfuncionamiento.

    El enlosado delante del vano est entre 20 y 30 cmpor debajo del nivel donde suponemos que estabael prtico, si a ello le agregamos la superficie perdi-da y el enlosado que deba cubrir este, la diferenciadebi ser de unos 40 o 50 cm, es decir, que existiuna pequea terraza en el lado sur.

    En el lmite exterior del enlosado, y bajo el mismose dispuso una pequea canalizacin de ladrillo, queproviene del lado sureste, que gira con direccinnorte (lm. 14). Entre el enlosado de ladrillos y lapequea terraza sur hay otra conduccin, esta deatanores de pequeo dimetro, que va desde el estea la alberca, trazando un pequeo giro. Se encuentraencastrada en la argamasa lo que indica que se reali-z en el mismo momento que esta. La misma llega-

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    Lm. 12. Detalle de la superposicin del pabellnsobre el muro este.

    Lm. 13. Portillo en el muro este.

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    ba hasta la posible canalizacin sur-norte, como seadvierte por una pequea perforacin en la parteinterna del canal construido para la conduccin delsiglo XVIII (lm. 1), pero dicha conduccin rompiel borde de la alberca por lo que es imposible sabersi la misma alimentaba la alberca, o se una a lasupuesta conduccin principal.

    3.2.1.6. El muro de cierre y el andn oeste

    En el lado oeste al segundo cajn del muro de laprimera fase se adosa ahora otro, que se superponeligeramente sobre el primer cajn hacia el sur (lm. 15), posiblemente porque la orientacin delconjunto almohade vari ligeramente respecto alms antiguo. Una de las peculiaridades, es que elmuro parece haber sufrido hacia el centro unincendio que lo deterior.

    No obstante, sobre el nivel quemado hay un murode mampostera, con cara a los dos lados, realizadocon piedras irregulares sin desbastar y trozos deyeso, que no parece haber sido afectado por elincendio, lo que implica que es una reforma poste-rior. Presenta una hilada en la mayor parte de surecorrido y varias en el extremo norte, dondesupera la altura del segundo cajn de tapial delmuro antiguo. Es posible que de este quedasen mscajones en este punto, y que su desaparicin hayahecho inclinarse el muro de mampostera. Al igualque el muro antiguo, se encuentra cortado por elcontrafuerte de la iglesia del convento.

    A pesar de ello, en el extremo norte se aprecia elngulo superior del muro, revestido de cal, sobre elque se superpuso el mencionado muro de piedras.

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    Lm. 14. Conducciones en torno al vano del lado este.

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    As mismo se conservan varios ladrillos que quizformaban la base de una mocheta o jamba depiedra (lm. 16). Es posible que este muro de pie-dras fuese el nivel base del cierre del patio, o elcierre de un pabelln abierto al mismo, y cuyoalzado sera de tapial, igual al del pabelln sur.

    La plataforma que sirve de soporte al andn de laalberca alcanza en este lado su mximo grosor, lle-gando casi a los 0,80 m, quiz porque el terreno erams inestable. Al mismo tiempo que se construala plataforma se introdujo una conduccin de ata-nores, con direccin sur-norte, que luego fue recu-bierta por el pavimento y las losas de mrmol. Enel extremo norte se conserva un tramo de pavimen-to de ladrillo, dispuesto en espiga, semejante al queexiste en el pabelln sur, y al del acceso al vano dellado este. Su extremo norte fue destruido por elcontrafuerte de la iglesia del convento, mientrasque el lado oeste quedaba limitado por el muro yladrillos descritos ms arriba. Se encuentra almismo nivel que las losas de mrmol, y de hechoarranca en el punto donde acaban estas, respetandoen gran medida el borde perimetral de la alberca.Parece muy probable que esta solera est marcan-do el acceso hacia la parte del palacio localizada enel vecino solar del antiguo palacio de los Uribe. Esdecir, que los accesos desde el patio hacia las habi-

    taciones utilizaran el ladrillo, interrumpiendo eluso del mrmol, que queda reservado para losandenes y la plataforma en torno a la alberca pro-piamente dichos.

    El lmite hacia el oeste del pavimento de losas demrmol es un listel de ladrillos, y sobre l, y sobreel lmite del enlosado de ladrillos se superpuso elmuro de piedra, relativamente alineados con ellos,pero con cierta tosquedad, lo que refuerza la ideade que pudo ser producto de una reforma despusde un incendio.

    3.2.1.7. El andn y las estructuras del rea norte

    La zona norte result muy afectada por diversasconstrucciones posteriores a la poca islmica. Elgran contrafuerte de la iglesia del convento al oeste,y una compleja estructura en torre relacionadacon el abastecimiento de agua al palacio de LosUribe y el acceso de este a la calle de Sto. Domingoal este, alteraron profundamente la zona. Ademsde estas estructuras, la necesidad de dejar unamplio testigo con respecto al muro de cierre delcitado palacio, redujo notablemente el espaciodonde era posible excavar. A lo que hay que aadirotras estructuras del palacio aparecidas en la exca-vacin que no se desmontaron, y la altura de lacapa fretica (lms. 17 y 18).

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    Lm. 15. Muros y andn de la alberca en el lado oeste. Lm. 16. Extremo norte del muro oeste. Ladrillos que quiz marcabanla jamaba de la entrada a los espacios situados al norte (jardines de LosUribe).

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    Se ha documentado el andn perimetral de la alber-ca, y a continuacin slo pudo excavarse un espa-cio de unos 3,00 m de longitud este-oeste y de 2,00 m, de sur a norte. Sin embargo en este puntose ha recuperado abundante material de pocaalmohade y posterior de gran calidad: candil de piealto, cermica esgrafiada en negro, etc.

    El andn en esta zona slo tiene 1,20 m de ancho,el cual debe corresponder en buena parte al murode la propia alberca. En su superficie se han conser-vado algunas losas de mrmol del pavimento. En elborde interior, inmediatamente por debajo delenlosado se dispuso una canalizacin de atanorescon direccin oeste-este, que, dada su profundidad,quiz era continuacin de la que recorra el andnoeste. En este sentido se ha localizado un codo quesugiere que el agua se distribua tanto en direccineste-oeste, como hacia el norte.

    En el espacio excavado a continuacin del andn sehan localizado en sus lmites este y oeste, prctica-mente embutidos en los perfiles, sendos muros detapial perpendiculares a la alberca. El del lado este(lm. 10) presenta una perforacin rectangular,quiz un mechinal, que lo relacionara con el de laprimera fase del lado oeste. Presenta un realzado detres hiladas de ladrillos en el extremo sur, dispues-tos a tizn, entre los que asoma una conduccin de

    atanores, de mayor dimetro que el resto de lasobservadas, lo que permite pensar que quiz era latubera original de desage de la alberca y quequed anulada durante alguna se las reformas desta. Por encima de los ladrillos se dispuso unahilada de piedras planas. El muro del lado oeste esrelativamente semejante, presenta tambin un real-zado de cuatro hiladas de ladrillos, alternando unacon los ladrillos dispuestos a tizn con otra coloca-dos a soga, y en las dos superiores se mezclan conpiedras. Ambos muros delimitan el espacio, cerra-do al sur por el muro perimetral de la alberca, quepresenta tambin un trasdosado de ladrillos y pie-dras, mezclndose entre los primeros las disposi-ciones a soga y sardinel. Este trasdosado fue rotopor la atarjea de desage de la alberca.

    Esta atarjea cruza todo el espacio en sentido sures-te-noroeste. Est realizada con ladrillos en la base ylos laterales, que forman la cama. A continuacinse coloc un lecho de tejas imbricadas unas enotras, y se cubri con ladrillos y grandes piedrasplanas. En ella desaguaba la tubera que atravesabael muro de la alberca.

    Un elemento decisivo a tener en cuenta a la hora deinterpretar este espacio, es el tratamiento que lmismo recibi, muy distinto del de todos losdems. En todos los otros sectores la preocupacin

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    Lm. 17. rea norte. En primer plano construccin del siglo XIII, abajoel corte realizado.

    Lm. 18. Detalle de la excavacin del rea norte.

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    por la impermeabilizacin del espacio fue constan-te, introduciendo sistemas que la garantizasen(lechos de grandes piedras, gruesas capas de argama-sa, etc.). La ausencia de estos elementos en la zonanorte implica que aqu no hubo grandes estructu-ras opuestas a las del lado sur, y que por el contra-rio se trata de una zona de transicin hacia losjardines que se han documentado al norte. Estaimpresin queda reforzada por el hecho de que eltrasdosado con el que fue revestida la cara externadel muro de la alberca implica que esta se encontra-ba libre y era visible.

    En la zona pueden identificarse quiz tres fases. Esposible que los muros de tapial de los lados este yoeste perteneciesen a las construcciones de la pri-mera fase, reutilizados posteriormente. A la prime-ra fase almohade perteneceran los realzados enladrillo, el trasdosado de la alberca y la gran con-duccin de atanores, estando quiz los primeros enfuncin de haber construido en esta zona un granarriate, prolongacin de los existentes en solarnorte. Mientras que el ltimo servira como alivia-dero de la alberca a travs de un codo simple19. Enun tercer momento se introducira la atarjea de eva-cuacin de la alberca, tal vez porque el desage delfondo de esta qued cegado, y el atanor, pese a sudimetro no cumpla adecuadamente sus funcio-nes. Esta atarjea tambin es compatible con elsupuesto arriate.

    3.2.2. Los jardines de Los Uribe

    Las estructuras correspondientes a esta fase aparecenpor todo el solar. En la descripcin distinguiremosdos grandes reas (fig. 4): la oeste, lindando con laiglesia y convento de Santo Domingo, en la cual seencuentra el que hemos denominado pabellnoeste y su entorno inmediato formado por unjardn al sur y el que hemos denominado espacioexterior oriental. Y el lado este, que est constitui-do por un jardn escalonado y dividido espacialmen-te por pequeos muros de aterrazamiento.

    3.2.2.1. El pabelln oeste

    En la zona oeste del solar, lindando con la media-nera de la iglesia de Santo Domingo, se ha excava-do otro pabelln (fig. 5) compuesto por grandes

    muros de tapial, con 1,20 m de anchura. Tieneunas dimensiones de 4,00 m x 12,00 m, se conser-van restos de los pavimentos, tanto del interiorcomo del exterior, y presenta dos vanos situadosrespectivamente al este y al sur.

    El vano este, correspondiente al lado mayor, tiene7,50 m de ancho y su umbral se encuentra 0,34 mpor debajo del pavimento del pabelln, a modo deescaln. En l se han conservado las huellas de treselementos circulares con un dimetro 0,60 m, quese encuentran muy afectados por la colocacin deuna atarjea perteneciente a la vivienda del sigloXVII. Estos elementos se corresponden con la huellade sendas columnas que soportaran los arcos queenmarcaran el acceso al interior del pabelln. Lahuella situada en el medio se encuentra centradarespecto al vano, y las de los lados presentan unaseparacin respecto a ella de 0,70 m, quedando 2,45 m hasta llegar a las jambas del vano.Construcciones posteriores no nos permiten averi-guar si tendramos dos columnas ms, o dos vanosms amplios en los laterales.

    El cierre del lado sur del pabelln es un muro delmismo material que el resto, pero que presenta ungrosor de slo 0,70 m. Aunque posteriormente seensanch con otro muro de tapial, y una hilada demampuestos de piedra, quiz una reparacin, conlo que adquiri las mismas dimensiones que elresto, 1,20 m (lm. 19). Quiz este muro pertene-ca a una fase anterior, y cuando se construy el

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    Lm. 19. Jardines de Los Uribe. Muro sur del pabelln y acceso al jardnsur.

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    pabelln almohade se reutiliz engrosndolo. Porotro lado, en el extremo este de su cara externapodemos observar los restos de un entalle, que anconserva parte de enlucido de yeso que le da formaredondeada, y que quiz tena como finalidadacoger un recipiente. Su presencia tiene relativosentido en este punto porque se encuentra en ellimite del muro, ya que al este se abre un vano de1,00 m de anchura, que comunicaba el pabellncon el jardn sur.

    El pavimento del pabelln esta constituido delmismo material que los muros de tapial, se conser-va en relativo buen estado, salvo en los sitios enque por lo han cortado las atarjeas de poca moder-na y contempornea. Pero an siendo del mismomaterial tiene una delgada capa alisada y pulida,conservando en algunos casos restos de pinturaroja. Sobre el pavimento localizado en el extremonoroeste del pabelln, en una fase posterior, seconstruy una hijuela de ladrillo que atraviesa elmuro continuando su recorrido en el exterior, conuna fuerte inclinacin descendente hacia el este(lm. 20).

    El cierre del lado norte presenta al exterior unpavimento de color rojizo que quiz enlazaba conel pavimento del muro de la primera fase20, que esta-ra reutilizado, aunque no es posible asegurarloporque hay una solucin de continuidad entreambos provocada por una fosa (lm. 21). Es posibleque hubiese una habitacin adosada al pabelln, oque se trate de un pasillo, que llevara a la zonadonde luego se edificar la iglesia del convento.

    3.2.2.2. El jardn sur

    En el lado sur del pabelln se abre un vano que dapaso a un espacio que se ha interpretado como unpequeo jardn (fig. 6), que conectara con el jardnnorte del palacio de Sto. Domingo, aunque las des-trucciones de poca moderna impiden asegurarlototalmente.

    Esta zona est delimitada al este por un muro detapial que se adosa a la estructura del pabelln yque tiene la misma composicin y caractersticasque el resto de los muros que componen esa estan-cia, pero ampliando el espacio hacia el este pormedio de un retranqueo de 1,20 m. Desconocemos

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    Lm. 20. Jardines de Los Uribe. Hijuela bajo el muro del pabelln oeste. Lm. 21. Jardines de Los Uribe. Pavimentos allado norte del pabelln (rojo) y de la primera fase(amarillo).

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    con exactitud la localizacin del muro de cierreoeste. En 1994 se realizaron tres sondeos estratigr-ficos, con el palacio del siglo XVIII an en pie, en laszonas de patios y libres de stanos, uno de ellos selocaliz junto a la iglesia de Santo Domingo, en loque era un patio interior. En el perfil oeste dedicho sondeo, adosado al muro de la iglesia, selocaliz un muro formado por grandes cajones detapial. En las intervenciones arqueolgicas realiza-das posteriormente no se ha podido recuperar laestructura porque sobre ella, una vez demolido eledificio, se construy una plataforma de hormi-gn. Pero con los datos disponibles podemos esta-blecer que, al oeste, este espacio sufri otroretranqueo de aproximadamente de 1,20 m respec-to al muro de cierre del pabelln, simtrico al dellado este. La hiptesis de jardn se basa en que nose han documentado estructuras y si un nivel detierra de color oscuro muy similar a la documenta-da en el resto del solar perteneciente al jardn este.

    Al este del muro que delimita el jardn hay otromuro de tapial, que deja entre ambos un pasillo de1,50 m de anchura (lm. 22). Tiene la misma com-posicin aparente, pero distinta factura, ya quetiene un grosor de slo 0,50 m, as como la huellade un mechinal de seccin cuadrangular. Este rasgose ha datado en la fase anterior, pero posiblementeel muro se reutiliz en sta. Este pasillo estaba ocu-pado por una escalera con cuatro peldaos docu-mentados de 0,20 m de altura y unas dimensionesde 1,5 x 0,90 m. Adosados al muro este se handocumentado dos pilares de yeso, en los dos prime-ros escalones. La continuidad de la escalera hacia elnorte est arrasada por las construcciones moder-nas, pero podemos plantear la hiptesis de quearrancara del espacio abierto delante del pabelln.Las cotas (582.73) y el espacio que hay entre elltimo escaln conservado y el espacio exterior alpabelln (4,43 m) nos indican que si descendemoscada 0,20 m (altura de los escalones) alcanzamos la

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    Lm. 22. Jardines de Los Uribe. Pasillo y escalera almohades.

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    cota del pavimento del espacio exterior (581,70),situndonos al inicio del espacio exterior este,delante del vano principal del pabelln.

    3.2.2.3. El espacio exterior este

    El espacio situado al este del pabelln se encuentraa una cota ms baja respecto del pavimento de ste.Se accede al mismo por medio de dos escalones de0,34 m de altura, el primero correspondiente alumbral, ya citado. El segundo slo se ha documen-tado en el extremo sur de la portada.

    La construccin de uno de los stanos del palaciode Los Uribe de poca moderna ha afectado consi-derablemente a este espacio, pero quedan restos ais-lados que permiten establecer que estabapavimentado.

    Las dimensiones de este espacio exterior son difci-les de calcular por la propia construccin del men-cionado stano, en cuyos paramentos se puedenapreciar distintos tipos de aparejos distinguindoseal menos dos fases muy claras en su elaboracin. Laultima, de poca moderna, que es cuando realmen-te se configura el stano tal y como lo conocemoshoy, se caracteriza por un paramento de sillarejounido con mortero, y caracteriza al lienzo oeste,mientras que en el lienzo del lado este, slo seencuentra este aparejo en la parte superior delmismo, para la preparacin del arranque de lasbvedas y un cegado en la parte norte. Este recre-cido se apoya directamente sobre una construccinanterior, que probablemente es la que delimitaba elespacio delante del pabelln.

    En su base este es un muro de mampuestos depequeo tamao dispuestos irregularmente. Porencima se situaron unos pilares de mampuestos detamao mediano, pero que slo eran visibles desdeel pabelln, por lo que su funcin debi ser deco-rativa. No se descarta que sea de un segundomomento, realzando la altura de este muro. Al estedel mismo el espacio estaba relleno con una tierrade color oscuro (lm. 23), por lo que pensamos queeste muro era el inicio del jardn este.

    El espacio entre este muro y el pabelln quedcondicionado al sur por la escalera ya mencionada.

    Existiendo entre ella y el pabelln un pequeomuro construido con piedra y ladrillo que cerrabael espacio. Al norte no se ha documentado ningnelemento de cierre, debido a que quiz fue arrasadopor un muro construido en siglo XVIII. No obstan-te ya nos hemos referido a la hijuela documentadaen la zona, que atraviesa el muro de cierre de tapialdel pabelln, con una fuerte inclinacin descenden-te hacia el este, y que en gran medida resulta incom-patible con un cierre del espacio por ese lado.

    Por tanto considerando los datos disponibles lasdimensiones aproximadas de este espacio exteriorseran de 6,00 m de ancho, mientras que su longi-tud parece adecuarse a la del gran vano del pabe-lln, es decir 7,50 m.

    3.2.2.4. El jardn este

    A partir de la zona abierta delante del pabelln, seextienden hacia el este un conjunto de jardines queestaban organizados mediante pequeos muros deaterrazamiento.

    La primera terraza tiene 2,00 m, de anchura este-oeste. Est delimitada por el muro que cierra el

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    Lm. 23. Jardines de Los Uribe. Sedimentos del jardn adosados al murode la zona central.

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    espacio delante del pabelln y al este por lasiguiente terraza. En funcin de la altura de dichosmuros, su superficie deba estar a unos 0,50 m porencima del espacio anterior.

    A continuacin se conform una plataforma rec-tangular, de 6,00 m en su lado menor, sin que sehaya podido documentar su lmite hacia el este, yaque la presencia de un gran stano construido en elsiglo XVI ha eliminado cualquier rastro o elementoperteneciente a las fases medievales.

    Hacia el sur, el muro que cierra el espacio central(A), y otros dos muretes de pequea altura (B y C),tambin con direccin este-oeste y un grosor de0,50 m, dan lugar a tres terrazas o bancales, quetienen una anchura de 2,00 m con una diferencia decota entre ellos de 0,50 m a 0,60 m. Los muros serealizaron con piedras irregulares, que en algunoscasos alternan con ladrillos. Los mampuestos estnbien dispuestos en su cara externa, mientras que nopresentan cara interna, lo que confirma que fueronconstruidos para contener el terreno.

    El muro situado ms al sur (C) se diferencia delresto por ser de tapial de tierra y al igual que suparalelo ms prximo (B) se adosa al muro quelimitaba por ese lado la escalera de poca almoha-de. Con la construccin de estos bancales se anulanlas estructuras omeyas a las que al principio hici-mos referencia (muro de tapial, pilar y escaleras)que quedan bajo el nivel de tierra del nuevo jardn,entre los muros A y B. No obstante, el antiguomuro de tapial fue cortado para la construccin deuna rampa o acceso entre los bancales, que partedel espacio central, a travs de un vano abierto enel muro A.

    Desde la zona central hacia el norte se desciende auna nueva terraza, que no aparece claramente deli-mitada, y se extenda hasta la actual calle de losUribe. En ella se han localizado una hijuela cons-truida de ladrillo y un pozo rodeado por ladrillosa modo de brocal.

    Es interesante advertir que todas las estructurasrelacionadas con el agua detectadas en este solar selocalizan en esta zona, ya que a las citadas hay que

    unir la hijuela documentada junto al pabellnoeste. Ello quiz se deba a que la capa freticaestaba en este punto ms alta, debido al antiguoarroyo que mencionamos al principio. En cual-quier caso no hay dudas de que en el resto del espa-cio debieron existir conducciones y acequias parael riego, pero no se han conservado.

    Como hemos apuntado, al este hay un gran vacoproducido por la construccin del stano del sigloXVI. No obstante lo ms verosmil es que continua-se la zona ajardinada, ya que esta vuelve a detectar-se en las proximidades de la actual plaza Luisa deMarillac, aunque dicho espacio sufri a partir delsiglo XIV sucesivas reformas que alteraron profunda-mente la configuracin del jardn. A pesar de ello sedocumentan tres muros con direccin norte-sur, delas mismas caractersticas que los descritos y queconformaban al menos dos terrazas, la primera deellas con una anchura de 4,00 m y la segunda de6,00 m. El tercer muro pudo ser de cierre, o estarmarcando una tercera terraza hacia la plaza. Perodel mismo slo se conserva una hilada y el nivel delterreno est prcticamente al nivel actual de laplaza, lo que impide llegar a una conclusin.

    4. VALORACIN Y CONCLUSIONES

    En al-Andalus, al menos en el nivel superior delgobierno (omeyas en Crdoba, los de algunosreinos taifas durante el siglo XI, los almohades enSevilla, y los nazares en Granada), la administra-cin se distribua en varios edificios con distintasfunciones: viviendas privadas de los gobernantes,edificios administrativos, residencias para visitan-tes, cuerpos de guardia e incluso fbricas de losmonopolios del gobierno, pero todos ellos agrupa-dos dentro de un recinto. Sobre todo cuando seconsolid el estado islmico, basado en la ciudad,con el emirato omeya.

    Una cuestin distinta es la de si esa estructura seorganizara tambin al nivel de los gobiernos de lascoras, o simplemente urbanos, ya que por lo gene-ral no aparecen citados en las fuentes escritas, ni sehan conservado, porque su relevancia fue inevita-blemente menor. Tambin hay una obvia dificultad

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    para localizar estos complejos, si existieron, porqueel crecimiento y evolucin de las ciudades en losltimos siglos los han destruido en la mayora de loscasos. Y por otro lado, con la actual organizacin delas excavaciones, en las que las manzanas estn ato-mizadas en solares que son excavados por diferentesempresas y arquelogos sin apenas contacto entreellos, resulta muy problemtico que se excave enuna manzana, en un grado suficiente y de formacoordinada, como para poder identificarlos.

    Por ello han sido unas circunstancias excepcional-mente favorables las que han coincidido en el casode Jan. La extensin y la articulacin de los espa-cios excavados, y las proyecciones que pueden rea-lizarse sobre el conjunto de la manzana sugierenque estamos ante un gran conjunto palatino oficial,lo que es ratificado por la escasa documentacinescrita conservada.

    La vinculacin que hemos establecido entre lossolares excavados y los citados Palacios de losReyes Moros se basa hasta ahora en tres elemen-tos. La evidente importancia del conjunto excava-do, la interpretacin con criterio amplio de lanica referencia histrica conservada. Y en lareconstruccin con ms o menos exactitud de lahistoria de la fragmentacin de esta manzana en laparte que ahora nos interesa. Esta reconstruccindemuestra la permanencia de edificios pertenecien-tes al convento fuera de ste an en el siglo XVIII, yla existencia de grandes propiedades, a la que perte-neci gran parte de la superficie excavada, durantelargos periodos de tiempo, y que sugiere una frag-mentacin de la manzana en grandes lotes, quepudieron realizar los propios reyes castellanosantes de la cesin de Juan I, o que pudo efectuar elconvento, para sufragar los propios costes de laconstruccin de su edificio, pero respetando launidad de estructuras preexistentes.

    A ello cabe agregar algn posible paralelo. El con-junto ms parecido al que creemos que haba enJan es el de los alczares de Sevilla, salvando lasobvias diferencias de tamao, riqueza y conserva-cin. stos ocupan un amplio espacio, parte delcual haba sido utilizado ya por los omeyas paraestablecer los rganos de su administracin en la

    ciudad, y convertidos luego en residencia de losreyes taifa sevillanos los Ban cAbbd hasta sudeposicin por los almorvides, que se posesiona-ron de los mismos. Los almohades hicieron lopropio, aunque ampliaron notablemente el espacioy construyeron nuevos edificios, dentro de unagran transformacin de la ciudad.

    Las investigaciones en la ciudad de Jan apuntan ala existencia de un primer conjunto, quiz depoca omeya, que fue transformado en buenamedida por los almohades. Hoy sabemos que estosrealizaron tambin en Jan una profunda reformade la ciudad, no slo construyendo una nuevamuralla, que ampli el espacio ocupado y levantan-do una nueva mezquita aljama, sino reformando elrea que desde poca romana haba constituido elcentro de la ciudad, que incluir la nueva organiza-cin de la distribucin del agua de la ciudadmediante una gran conduccin subterrnea a laque ya hemos hecho alusin.

    El conjunto excavado mejor conservado es con todaseguridad un palacio, probablemente construido enpoca almohade (s. XII/XIII), del que subsistenpartes importantes. Conocemos dos patios, losdenominados Palacio de Sto. Domingo y Jardinesde Los Uribe, pero hay suficientes indicios comopara suponer que en esta zona existi al menos untercero. Los vanos existentes en el muro oriental delprimer conjunto descrito, y el ascenso de las terra-zas desde los Jardines de Los Uribe hacia el sur,implican la existencia de otro conjunto bajo algunasotras de las viviendas de la calle Sto. Domingo, almenos bajo los n 6 y 8, y puesto que parece encon-trarse a un nivel ms elevado que los examinados,cabe pensar que se tratara de un conjunto msimportante. Al mismo habra que unir los quequiz existieron bajo el convento de Sta. Catalina, acuyos restos hicimos alusin al principio.

    Este estudio es un primer avance sistemtico de unconjunto que creemos de gran inters, no slo enel terreno arqueolgico y arquitectnico, sino queofrece algunas pistas acerca de cmo se pudo orga-nizar el poder local a nivel urbanstico en las ciuda-des de nivel medio, sobre las que seguimosteniendo muy pocos datos.

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    Convento en el recinto antiguo(romano-omeya) de Jan

    Mezquita en poca almohade

    Manantial de La Magdalena

    Conduccin y arroyos de La Magdalenay S. Pedro

    Palacios localizadosP

    Fig. 1. Situacin de los conjuntos excavados.

    P

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    Fig. 2. La manzana del convento y parcelas excavadas.

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    Fig. 4. Jardines de Los Uribe. Plano general de las estructuras alm

    ohades.

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    Fig. 5. Jardines de Los Uribe. Pabelln oeste.

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    Fig. 6. Jardines de Los Uribe. Jardn sur y reas anejas.

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    XIMENA JURADO, M. (1991): Catlogo de los obis-pos de las Iglesias Catedrales de Jan y analeseclesisticos de este obispado, Granada.

    Notas

    1 XIMENA JURADO 1991, p. 360.

    2 Desde el siglo XIX esta calle aparece dividida en dos tramos,el situado junto al convento conserva el nombre de St.Domingo Bajo, mientras que el resto hasta la plaza recibi elde Los Uribe.

    3 Hoy hay cinco, pero la documentacin, tanto escrita comoarqueolgica muestra que el solar n 10, junto al convento,estuvo dividido entre los siglos XVI y XVIII en dos, al menos enla parte ms prxima a la calle, divisin que tambin pudodarse en otros casos. Posteriormente entre finales del XIX y elXX pudo haber una reparcelacin, que conducira a los mdu-los actuales.

    4 SALVATIERRA, ALCZAR 1993. En el ao 2003 se inici unambicioso programa de investigacin de esta conduccin, dirigi-do por J. C. Castillo, al frente de un equipo interdisciplinar,financiado por el Plan Urban de la ciudad de Jan, que est con-siguiendo fechar sus distintas fases (SALVATIERRA 2007; ID. 2008).

    5 Hoy casi supera los cuatro metros.

    6 Bajo la direccin de A. Esteban, y durante la ltima campa-a con la supervisin para la conservacin de V. Salvatierra yel arquitecto E. Chiquero.

    7 La campaa de 1994 fue dirigida por J. Cano (CANOCARRILLO 1994). En 2002 J. A. Garca Granados llev a caboel estudio de los alzados del palacio. Las otras dos campaashan sido dirigidas por M. Navarro. Estos estudios sigueninditos. Los expedientes se encuentran en la DelegacinProvincial de Cultura. Jan.

    8 Segn XIMENA JURADO (1991, p. 364) en l lleg a estar ubi-cado el Tribunal de la Inquisicin, que tuvo sede en Jan entre1484 y 1525. Sin embargo J. MARTNEZ DE MAZAS (1978) losituaba en la antigua judera.

    9 BERGES, RAMREZ 2008.

    10 Ibidem.

    11 CAMPOS, VISEDO 2002; CAMPOS 2003.

    12 Dicho muro es bsicamente paralelo al posterior muro delconvento.

    13 BERGES, RAMREZ 2008.

    14 CANO CARRILLO 1994.

    15 Este arroyo debe ser el mismo que fue detectado pordebajo de los Baos rabes de Villardompardo, situados en lasproximidades del conjunto que estudiamos (CASTILLO et alii1993). Y cuyo cierre se ha fechado en la segunda mitad delsiglo I d.C. (SERRANO PEA 2004).

    16 MARTNEZ NEZ 2005.

    17 El hecho de que no se llegara a terminar la reforma sugiereuna brusca interrupcin. Por otro lado el color negro, emplea-do en una de las pocas inscripciones conservadas, era el smbo-lo de la dinasta abbas, por lo que es relativamente escaso enla Pennsula. Pero precisamente aparece en la cermica esgrafia-da que se difunde durante el siglo XIII, y que se ha encontradoen este palacio. M. ACIN ALMANSA (1996) relacion elapogeo de esta cermica con Muammad b. Ysuf b. Hud, porsus relaciones con los califas abbasis. Este personaje, partien-do de Murcia consigui una gran preponderancia en al-Andalus (1228-1238) controlando Jan durante un cortoperiodo de tiempo (1229-1232). Resulta tentador relacionar lacolocacin de esta inscripcin y quiz el inicio de algunasreformas con el breve periodo de apenas dos aos durante elque la ciudad estuvo controlada por Ibn Hud. Despus la dif-

  • 292 // 07. 2010. PP. 263-292. ISSN: 1139-9996 // CASTILLOS Y PALACIOS

    VICENTE SALVATIERRA CUENCA, MERCEDES NAVARRO PREZ Y NGELA ESTEBAN MARFIL

    CUADERNOS DE MADINAT AL-ZAHRA

    cil situacin militar impedira su finalizacin, y los cristianostransformaran profundamente el uso de todos estos espacios,como hemos apuntado.

    18 Estos elementos quedan oscurecidos por la gran fosa decimentacin del muro maestro de la escuela del siglo XX.

    19 Esta hiptesis se basa en la suposicin de que los realzadosde ladrillo en los muros se llevaron cabo al mismo tiempo queel trasdosado de la alberca, con la funcionalidad sealada u

    otra. Otra opcin cronolgica sera considerar que la conduc-cin de atanores recorra el borde bajo la alberca, donde seencentra el trasdosado, y que por tanto ambos son incompati-bles, por lo que la realizacin de este implicara la anulacinde la conduccin, pero entonces resulta ms difcil explicar lafuncionalidad del espacio y sus distintos elementos.

    20 Nos referimos al muro norte que se introduca bajo la calleUribe.

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