CUENCA TORIBIO · 2018-11-22 · CUENCA TORIBIO El historiador sevillano afincado en Córdoba...

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CUENCA TORIBIO El historiador sevillano afincado en Córdoba analiza la historia de la derecha española en Almuzara M.M. NARRATIVA: ‘EL AMOR DE PENNY ROBINSON’, DE ALONSO GUERRERO; ‘CONFESIONES DE UNA MOSCA’, DE JULIA OTXOA; ‘AMADO PULPO’, DE FRANCISCO LÓPEZ BARRIOS; ‘UN ESPÍA EN LA TRINCHERA’, DE ENRIQUE BOCANEGRA. POESÍA: ‘MATAR EL TIEMPO’, DE LUIS MIGUEL RABANAL; ‘QUE AÚN ME DUELAS’, DE ÁLVARO PETIT ZARZALEJOS. Libros Pedro M. Domene entrevista a la escritora vasca tras publicar la novela ‘Mejor la ausencia’, en la que aborda la situación de violencia en el País Vasco en una historia que tiene lugar en los años ochenta. Portela es auto- ra también de ‘El eco de los disparos: cultura y memoria de la violencia’ edurne portela PREMIO NACIONAL DE FOMENTO DE LA LECTURA SUPLEMENTO CULTURAL DE DIARIO CÓRDOBA DIRECTOR: FRANCISCO LUIS CÓRDOBA BERJILLOS COORDINADOR DEL SUPLEMENTO: FRANCISCO EXPÓSITO EXTREMERA AÑO XXXI. NÚMERO 1281 SÁBADO, 7 DE ABRIL DEL 2018

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CUENCA TORIBIOEl historiador sevillano afincado en Córdoba analiza la historia de la derecha española en Almuzara

M.M.

NARRATIVA: ‘EL AMOR DE PENNY ROBINSON’, DE ALONSO GUERRERO; ‘CONFESIONES

DE UNA MOSCA’, DE JULIA OTXOA; ‘AMADO PULPO’, DE FRANCISCO LÓPEZ BARRIOS;

‘UN ESPÍA EN LA TRINCHERA’, DE ENRIQUE BOCANEGRA. POESÍA: ‘MATAR EL TIEMPO’,

DE LUIS MIGUEL RABANAL; ‘QUE AÚN ME DUELAS’, DE ÁLVARO PETIT ZARZALEJOS.

LibrosPedro M. Domene entrevista a la escritora vasca tras publicar la novela ‘Mejor la ausencia’, en la que aborda la situación de violencia en el País Vasco en una historia que tiene lugar en los años ochenta. Portela es auto-ra también de ‘El eco de los disparos: cultura y memoria de la violencia’

edurne portela

PREMIO NACIONAL DE FOMENTO DE LA LECTURA

SUPLEMENTO CULTURAL DE DIARIO CÓRDOBA

DIRECTOR: FRANCISCO LUIS CÓRDOBA BERJILLOS

COORDINADOR DEL SUPLEMENTO: FRANCISCO EXPÓSITO EXTREMERA

AÑO XXXI. NÚMERO 1281

SÁBADO, 7 DE ABRIL DEL 2018

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cartas del norte

Gabo, rivas y los siete maresatractivos títulos para disfrutar de los libros

«La literatura no puede cambiar el mundo, pero ayuda a su transformación»

es cierto. decía en una ocasión el Premio nobel José saramago que «en-tendía la literatura co-

mo una herramienta capaz de cambiar, o al menos de ayudar a cambiar el mundo». Posiblemen-te se equivocara, pero solo en parte. Manuel rivas, escritor ga-llego comprometido con su tie-rra y con toda causa social que considere justa, nos lo recuerda con cada libro que saca al mer-cado. Contra todo esto ha sido de-finido como «un manifiesto re-belde», así reza en su portada. Y efectivamente, ya desde sus pri-meras páginas, rivas hace alar-de de ello. de ser un autor que se rebela, que lleva años hacién-dolo contra todo y siempre por una causa justa, y que no tiene intención de dejar de hacerlo. Pero, la pregunta es inevitable. ¿Qué es todo esto? Porque uno tiene la sensación, a medida que va pasando las páginas, de estar leyendo, o hablando con un vie-jo amigo, de esos que hace tiem-po que no ve pero con quien le une una suerte de complicidad que va más allá de la meramen-te generacional. Quizás porque todo esto es lo que nos cuenta rivas en el libro, lo que a menu-do denunciamos en las tertulias en las cafeterías con los amigos, la destrucción de la escuela y la sanidad pública, el machismo y el pensamiento único que todo lo impregna, todo esto es la falta de información, el retroceso de los derechos civiles, el rearme de la sociedad, la desmemoria ocasional, los paraísos fiscales, que son tantos y afectan a tan-tos que ya casi los consideramos como propios. Contra todo esto es, en definitiva, un libro de cabece-

Luis Santillán

Los caballeros las prefieren rubias o La dama de Shanghái? cine y na-vegación. aunque personalmen-te he echado de menos La reina de África. sí, no navegaba por los siete mares, pero creo que se me-recía estar en el libro. en fin.

Y ya para terminar esta sema-na, alguien muy querido por mí. Gabo, Memorias de una vida mágica. la recreación gráfica de la vida del nobel colombiano no deja in-diferente a casi nadie. no debió ser sencillo para los autores de es-ta novela gráfica llevar la extensa vida de Gabriel García Márquez al cómic, y más aún, condensarla en apenas 160 páginas. Pero el re-sultado resulta de lo más atrac-tivo. su infancia en aracataca, sus vivencias con su abuelo, sus inicios como novelista, su triun-fo como novelista... todo esto es este volumen inolvidable para aquellos que previamente se ha-yan emocionado con su literatu-ra. comenzamos con un nobel, Y acabamos con un nobel. Grandes ambos.

ra que deberíamos regalar a todo político antes de tomar posesión de su cargo. Igual, solo igual, se lo pensaban dos veces antes de hacerlo. Y de Contra todo esto pa-samos a Cine y navegación, reco-pilación de setenta películas pa-ra siete mares, por gentileza de Fernando de cea Velasco. ¿Qué tiene este libro de cine de dife-rente? sencillamente el hablar y reseñar solo películas sobre na-vegación, marinas, inolvidables muchas de ellas, de piratas, de motines, bélicas y dramáticas, románticas y cómicas. ¿acaso necesita presentación El acoraza-do Potemkin, el motín de la Bounty,

seres de BaBel

antorchas de solsticio

Manuel Gahete

Publicado en

la editorial

Point de

lunettes,

finalista del

Premio de

la crítica de

andalucía y un prólogo de

lujo firmado por José cabrera

Martos, antonio carvajal

vuelve a sorprendernos con

su poderosa virtualidad. a

caballo entre la prosa poética

(Variaciones para un desnudo)

y el relato (Corónica angélica),

carvajal muestra en Antorchas

de solsticio su inagotable

capacidad creativa y su

versado dominio de la

palabra. este contraste,

que es moderno pero no

nuevo, tiende a subvertir

el sentido esencial de la

poesía: emoción, brevedad,

sonoridad, concisión,

sugerencia y abstracción

intelectual, aunque

antonio es tan mágico que

consigue, en la mayoría de

los textos -que él denomina

intencionadamente poemas-

, que estos caracteres

destaquen sobre el encaje

estético de lo visualmente

prosaico; poema en prosa,

pero embriagado sin duda

por un incesante manantial

poético.

ensaYo

‘De cuna y sepultura’ (Sexto libro de ‘Fábula’). Autor: Javier Sánchez Menénez. Editorial: Ediciones El Gallo de Oro. Bilbao, 2018.

Javier sánchez Menéndez, cola-borador de cuadernos del sur, comenzó a escribir los libros de Fábula en los noventa. los años, las lecturas, las relecturas, la es-critura y la reescritura han he-cho que su equipaje se haga más reducido, siempre en busca de la esencia. el autor vive dentro de este mundo real, en un presente que es pasado.

Poesía

la asociación cultural andró-mina ha publicado el nuevo poe-mario de antonio Varo Baena (Montilla, 1959). el también pre-sidente del ateneo de córdoba se ha adentrado a lo largo de su tra-yectoria en distintos géneros lite-rarios, desde la poesía, al ensayo, la novela o el teatro. sus poemas han sido incluidos en diversas antologías.

‘Marx no estuvo en la Cubana’. Autor: Antonio Varo Baena. Edita: Asociación Cultural Andrómina. Córdoba, 2017.

noVela

Billy Bad-ass, un veterano de la Marina, regenta su propio bar cuando larry Meadows regresa a su vida 34 años después, tras cumplir pena en una prisión na-val. Meadows ha buscado a Billy para que lo acompañe en una te-rrible misión: la de recuperar el cuerpo de su hijo, asesinado en la guerra de Irak, que va a ser en-terrado arlington.

‘La última bandera’. Autor: Darryl Ponicsán. Edita: Berenice. Córdoba, 2017.

Poesía

Mercedes carrión Masip ganó con un primer poemario de ma-durez, Asuntos propios, el primer Premio Internacional Jorge Man-rique. el jurado, presidido por luis alberto de cuenca, selec-cionó esta obra por su «bondad estética», su pulcritud poética y «su gran capacidad de generar emociones». se impuso a otros 68 originales.

‘Asuntos propios’. (Premio de Poesía Jorge Manrique). Autora: Mercedes Carrión Masip. Edita: Ediciones Cálamo. Barcelona, 2018.

narratIVa JuVenIl

no fue fácil para Isla cambiar de ciudad y empezar de cero en un nuevo instituto. ella ansiaba pasear por el espacio, avistando planetas a través de su telesco-pio, sumergida en el vientre del universo. esta novela de la galle-ga ledicia costas aborda el acoso escolar, el amor no correspondi-do, la homexualidad y los chats de internet.

‘El corazón de Júpiter’. Autora: Ledicia Costas. Editorial: Anaya. Madrid. 2018.

Ventanas

clubs de lectura

Juana Castro

en londres, a

mediados del

siglo XVIII,

empezaron

a reunirse

grupos de

mujeres para

comentar obras literarias

y artísticas. eran mujeres

instruidas y libres, aunque

todavía las universidades

no les habían abierto sus

puertas y el feminismo era

un movimiento desconocido.

a esos primeros grupos

empezaron a llamarles

«Bluestocking» o medias

azules, y a sus reuniones

acudían también algunos

hombres.

en recuerdo de esas mujeres

lectoras, hace unas semanas

se inauguró en la Biblioteca

Provincial de córdoba

un club de lectura, con

el fin de leer y comentar

obras escritas por autoras.

como las «bluestocking»

se prohibieron hablar de

política en sus reuniones,

también este club cordobés

dedicará su atención

únicamente a las obras de

narrativa y ensayo escritas

por mujeres. Y así es como

cada camino se reinicia bajo

el recuerdo y referente de

otras, antecesoras y pioneras

por el mundo y el tiempo.

2 Cuadernos del Sur AA Agenda Diario CÓRDOBASÁBADO7 DE ABRIL DEL 2018

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Cuadernos del Sur AA Entrevista Diario CÓRDOBASÁBADO7 DE ABRIL DEL 2018 3

Pedro M. Domene

En enero de 2016 puso punto fi-nal a su carrera universitaria en Estados Unidos y volvió a Espa-ña. Desde entonces se dedica por

completo a la escritura y colabora en me-dios como La Marea y El Correo, escribien-do sobre el conflicto vasco. Ha publicado el ensayo El eco de los disparos: cultura y me-moria de la violencia (Galaxia Gutenberg, 2016) y, recientemente, la novela Mejor la ausencia (2017), también con Galaxia Gu-tenberg.

-Una pregunta tópica, ¿es hora de poner distancia con el terrorismo en Euskadi?-Si por poner distancia se refiere a empe-zar a verlo desde una perspectiva históri-ca, desvinculada de nuestro presente, di-ría que sí y que no. Por una parte, creo que ya han pasado los suficientes años desde el final de la actividad terrorista de ETA como para empezar a evaluar, con toda la complejidad que el tema entraña, ese pa-sado. Por otra parte, las secuelas del terro-rismo y de otras cuestiones relacionadas con la violencia en Euskadi están todavía muy vivas. Las heridas son muy recientes y por tanto no deberíamos pensar que, una vez acabada la violencia de ETA, han aca-bado todos los problemas. Ese terrorismo está inscrito en un problema mayor que no se circunscribe a la actividad terrorista y que no sólo afectó a víctimas y verdugos, sino que nos atravesó como sociedad.

-Sin embargo, parece que el problema del terrorismo vasco queda un tanto desdibu-jado en ‘Mejor la ausencia’ (2017), ¿enton-ces qué intenta transmitirle al lector?-El tema del terrorismo vasco es uno más de muchos temas en la novela. Es una obra que se desarrolla, principalmente, en los años 80 en una zona de Euskadi -la margen izquierda del Nervión, los pueblos que van de Bilbao a Santurce- que vive un momento convulso: el proceso de desin-dustrialización, la incursión de la heroína en nuestros entornos, unos índices de pa-ro entre el treinta y cincuenta por ciento, y sí, también ETA, su entorno, la violencia policial, la presencia amenazante de los GAL. Éste es el contexto histórico de la no-vela que, además, aporta una crítica a la violencia patriarcal.

-¿Cómo asume su generación la violencia etarra?-Creo que no puedo hablar en nombre de mi generación. Sería demasiado arrogante de mi parte. Lo único que puedo decir es que hemos empezado un proceso de inda-gación, de intentar entender qué supuso esa violencia -que como digo arriba no era la única- para nosotros. Hemos nacido y crecido con la sombra de ETA y creo que

EdurnE PortEla (SanturcE, 1974) ha dESarrollado Su carrEra

ProfESional En EEuu, dondE ha Sido ProfESora dE litEratura.

rEciEntEmEntE ha Publicado la novEla ‘mEjor la auSEncia’

Edurne Portela

-Cuando empecé a escribir la novela desde la perspectiva de Amaia me di cuenta que eso era precisamente lo que me interesa-ba: indagar cómo marca desde la infancia vivir en un contexto en que la violencia es una constante, dentro y fuera de casa. Quise entender, a través de su evolución, cómo nos moldea afectiva, ética, política-mente, cómo marca nuestras relaciones sociales, familiares, amorosas, cómo, en definitiva, nos situamos en el mundo cuando nuestra vida está marcada por la violencia.

-¿Cree usted que hay mucha crueldad en las páginas de ‘Mejor la ausencia’?-Sí, creo que hay crueldad, pero no es una crueldad gratuita, sino que creo que des-vela cuestiones que incomodan pero que son parte de nuestra historia y, por des-gracia, de nuestro presente. La violencia machista, por ejemplo, y las reacciones de las víctimas de esa violencia, que no siempre son las que queremos o espera-mos (el caso de Elvira, la madre de Amaia, creo que es buen ejemplo). Y a pesar de que hay crueldad también hay mucha ter-nura en la novela. O por lo menos eso me lo parece a mí.

-Intenta ofrecer un reflejo de esa juven-tud desarraigada, ¿fue un relato distinto al que se vivió en el resto del país?-No, yo creo que esa juventud desarraigada se dio en muchos otros lugares de España. El extrarradio de Madrid, por ejemplo: en Vallecas sonaba Eskorbuto, como en San-turce, y también la heroína hizo estragos. Lo mismo en otros paisajes industriales que también sufrieron la reconversión, como Vigo o Cádiz. Lo que pasa que en Euskadi parte de esa juventud canalizó su desarraigo por la vía política radical e, in-cluso, la violencia.

-¿Hasta dónde llegan los límites de Amaia?-Yo creo que son los lectores quienes tienen que interpretar dónde están esos límites.

-La niña vive en un ambiente, casi prote-gido, hasta que descubre la hostilidad de su entorno en su adolescencia. ¿Empieza entonces la destrucción del personaje?-Yo aquí discrepo con usted. El ambiente de Amaia en la niñez no es en absoluto protegido. Piense en la violencia del padre contra la madre y los hermanos, el miedo que siente de que esa violencia se vuelva también hacia ella. Piense en la violencia en la calle, en el colegio. Las consecuen-cias del consumo de heroína en el herma-no. En fin, que la infancia de Amaia es du-rísima. Todo esto hace en ella una mella terrible y con esa herida llega a la adoles-cencia, en la que otras violencias más ex-plícitas entran a formar parte de su vida.

-¿Qué queda por hacer en el País Vasco, seguir insistiendo literariamente?-Sí, yo creo que queda mucho por contar y cuanto más pluralidad de relatos haya, mejor. Es una historia muy compleja y muy larga que no se agota en un par de novelas.

-Como su personaje, ¿usted ha vuelto a casa para narrar lo sucedido en los 80 y 90 del pasado siglo?-Pues sí, esa impresión da. La verdad es que no lo pensé cuando escribí la novela, pero es cierto que tanto Amaia como yo hemos hecho ese camino de retorno. De todas formas, aunque yo he pasado mu-cho tiempo fuera, siempre he estado vol-viendo. La diferencia es que ahora lo he hecho de forma más definitiva.

-La verdad es que no pretendo mostrar na-da con la novela. No hay una tesis detrás de ella, ni una intencionalidad. ¿Autocríti-ca? Supongo que sí, y que la arrastro desde El eco de los disparos. Ese ensayo sí fue un ejercicio de autocrítica, de escribir desde dentro y desde mi posición de testigo so-bre nuestra responsabilidad en relación a la violencia. Igual ese lugar de la escritura ha continuado en Mejor la ausencia, pero no me lo he planteado como un objetivo.

-¿La protagonista, Amaia, y su entorno familiar, se convierten en un reflejo de la sociedad vasca en los 80?-Por lo que me dicen los lectores que co-nocen bien esos años y ese contexto que describía antes, sí son personajes que re-miten a una situación social, económica y política específica.

-Amaia crece en esa espiral de violencia que vive a su alrededor, ¿el personaje es el resultado inequívoco de esa violencia?

«Las heridas son muy recientes y por tanto no deberíamos pensar que, una vez acabada la violencia de ETA, han acabadotodos los problemas»

Edurne Portela.

CÓRDOBA

aquí cada uno ha tenido su proceso: algu-nos de acercamiento y posterior rechazo, otros de rechazo continuo, otros de miedo y huida, otros la han abrazado y la siguen justificando. No sé, como te digo, no pue-do hablar en nombre de nadie, sólo en el mío.

-¿Su novela es el resultado de una autocrí-tica o quiere mostrar su responsabilidad como vasca?

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Digamos de entrada que la lite-ratura, sobre todo la buena -y en este libro abunda-, nada o poco tiene que ver con la fanfa-

rria que despliega en su entorno la pren-sa mal llamada rosa. Quienes entran al trapo y venden su alma a Satanás con tal de obtener un minuto o dos de gloria en el hediondo Parnaso de la fama, mostran-do las vísceras de su intimidad en progra-mas televisivos nauseabundos, no mere-cen siquiera un mínimo respeto. El amor de Penny Robinson habla de eso y, también, de las salpicaduras inmerecidas que caen sobre aquellos que rehúsan a conectar con ese tipo de prensa perdularia que tanto parece gustar, por lo que vemos, a un amplio público del país. El prota-gonista de esta historia, trasunto del au-tor, es perseguido por los canes voraces de esos medios. Lo que atrae al lector es la vulnerabilidad de una persona que ob-serva cómo airean, sin poder hacer nada, los escombros de su intimidad.

Alonso Guerrero (Almendralejo, 1962) es un escritor de gran talento narrativo que muestra un estilo fluido, de hondu-ra literaria, en ocasiones impregnado de poesía, usando un lenguaje bien elabora-do que acota lo gris, lo espurio y anodino, de una parte de la sociedad que nos rodea (el mundo esperpéntico de la prensa rosa), a través de metáforas e imágenes visuales que quedan grabadas en la retina del lec-tor por su prodigiosa e hipnótica belleza. Hemos resaltado esto, antes de nada, para destacar la altura literaria, en el plano es-tético -en el ético también-, de esta novela que, días antes de salir, ya había provo-cado olas de críticas feroces no ya contra ella, pues no se había leído, sino contra el autor (un hecho mísero y grotesco) por ser simplemente el ex de una persona de alto prestigio en nuestra sociedad. Y al fi-nal lo que menos importa, desde luego, es que Alonso estuviese casado un par de años con esa señora que todos conoce-mos, ya que esta novela El amor de Penny Robinson por muchos motivos, sobre todo

Escombros en la intimidadAlonso Guerrero muestra su talento en ‘El amor de Penny Robinson’

Alejandro López Andrada

literarios, está por encima de esa circuns-tancia. Lo que sostiene a este singular re-lato es la fuerza expresiva que despliega el escritor a través de diálogos firmes, fulgu-rantes, absolutamente creíbles, y el dibujo

de unas situaciones singulares, atípicas, que reflejan muy bien, cada una a su manera, la atmósfera ácida, crítica, agridulce, a veces también romántica, emotiva, que flota a lo largo de una narración quizá algo envarada, o tirante, en el inicio (hasta la página 50, más o menos), pero que va alzando el vuelo y su-blimándose a medida que avanza hacia su insólito final.

En el plano estilístico, podríamos resaltar fragmentos de inmensa altura literaria den-tro del libro, aunque llevaría mucho tiempo hacerlo; no obstante, no me resisto a citar estos: «Me detuve a mirar por placer el ama-rillo enjaulado en el platillo, en las estrellas, los desgarrones de profundo azul introspec-tivo...» (Pág. 89) o «...evocar aquel día de junio en que Tere introdujo su alma en un fanal y lo colocó en la ventanita que daba al jardín delantero, para que yo la divisara a través del tiempo» (Pág. 116) y «La televisión es como un barco con el fondo acristalado: las cosas que tenemos a un metro parecen las más inalcanzables» (Pág. 191). Todo el libro está salpicado, por fortuna, de momentos narra-tivos memorables, pergeñados siempre con una prosa espléndida.

Pero no solo es el estilo literario, ágil y lu-minoso, del autor, lo que más convence de esta novela, sino también la sabia construc-ción de sus personajes: Catwoman, Nené, Tomacito, Pablo Naya, Denis..., incluso el del protagonista, alter ego del autor, dotados de enorme fuerza psicológica, impregnados de autenticidad, de hondura humana. Todo esto unido a los ágiles diálogos, siempre sustan-ciosos, nunca tensos o envarados, hacen de El amor de Penny Robinson una novela al mismo tiempo literaria, entretenida, existencial, de valiente mensaje ético.

Para terminar, como nota negativa, cree-mos que sobra la excesiva abundancia de metáforas en algunos pasajes del relato y, también, se echa de menos una estructura-ción de este en capítulos, lo cual hubiera fa-vorecido una lectura más pausada y amena. Por lo demás, la novela muestra no solo la calidad de un excelente narrador, sino la in-tegridad ética y moral de un hombre bueno, acorralado por la presión mediática, pese a su voluntad.

‘El amor de Penny Robinson’. Autor: Alonso Guerrero. Editorial: Berenice. Córdoba, 2018.

CÓRDOBA

Alonso Guerrero.

‘La clave Némesis’. Autor: Iñaki Martín Velasco. Editorial: Almuzara. Córdoba, 2018.

Venganza justiciera

Félix Ángel Moreno Ruiz

La clave Némesis es la primera incursión en el género nove-lístico del escritor gaditano de relatos Iñaki Martín Ve-

lasco, nacido en San Fernando (Cá-diz) en 1971. Publicada por la edito-rial cordobesa Almuzara, nos cuen-ta, utilizando la estructura paralela, dos historias que en apariencia son independientes, pero que luego se interrelacionan al final del libro de forma sorprendente: por una parte, la investigación de un terrible cri-men que lleva a cabo Denis Martel, un inspector de la Interpol, que ha elegido este destino como una es-pecie de retiro anticipado y que es-tá atravesando una difícil situación personal.

Por otra, la aventura absurda que vive Adrian Seaten, un alto ejecutivo norteamericano, quien, tras sufrir un aparatoso accidente automovilís-tico cuando viajaba en compañía de Laura, una empleada de su agencia de publicidad, termina malherido en una playa andaluza, aparentemente desierta y de difícil acceso.

La clave Némesis contiene todos los ingredientes que identifican el thri-ller anglosajón más comercial (y, también, más convencional): tiene una trama compleja, repleta de mo-mentos álgidos para mantener la atención del lector, capítulos breves con el fin de evitar que la acción se ralentice, introducción de elementos eróticos y sentimentales en una his-toria que es trepidante, que lleva a los personajes a viajar por distintos continentes en un continuo juego de espejos, en el que nada es lo que parece.

Conjurar al tiempo

El poeta y narrador Luis Miguel Rabanal (Riello, 1957), que recogió toda su poesía publicada hasta el 2014 en el volumen Este cuento se ha acabado. Poesía reunida

2014-1977 (Renacimiento, 2015), ha publicado el excelente poemario Los poemas de Horacio E. Cluck (Huerga y Fierro, 2017) y ahora Matar el tiempo, li-bro en que predomina el uso del poema en pro-sa, subgénero poético afecto al poeta. En Matar el tiempo las palabras parecen haberse despren-dido de la inteligencia por que fueron engendra-das y que les dio sentido, y haber tomado forma y significado autónomos. Son voces que navegan y naufragan por la superficie de las aguas de un río que busca afanosamente el mar. No se escu-chan porque constituyen un susurro o un balbu-

José Antonio Sáez

‘Matar el tiempo’. Autor: Luis Miguel Rabanal. Editorial: Trea. Gijón, 2018.

ceo, más bien se abandonan a la corriente que las transporta convocándolas a su propia seduc-ción. No se hunden en ella, sino que flotan co-mo barquitos de papel o cañas abandonadas a la inercia del desamparo por el que se columpia en la superficie de las olas con los ojos desmesu-radamente abiertos. La travesía no es tal, sino la Vía Dolorosa por donde el escarnecido cae por enésima vez, en el límite de la realidad y la ver-dad que la envuelven. Así pues, el poeta deja ir las palabras como fragmentos desgajados de sí mismo en un estado semejante al de la langui-dez que sigue al silencio, con la suavidad de un tejido que rozase la piel del recién nacido o del que está a punto de emprender el camino y va desprendiéndose de todo lo que no es esencial: el espacio mental en que se sobrevive o se concen-tran los recursos de subsistencia. Puede que las palabras floten en la superficie de las olas, que se

dejen caer con displicencia o que regresen en la bajamar a posarse como brazos, labios o cuerpos extendidos sobre la arena de una playa que no tiene nombre. Puede, en fin, tratarse de un dis-curso poético fragmentado y fragmentario que golpea fuertemente al lector, provocando inusi-tadas y sugerentes experiencias. Se dan también aquí las constantes de su poesía: la infancia y el paisaje del paraíso perdido de Riello, el amor y el erotismo, el dolor y la muerte, el compromi-so moral, la memoria y la provocación. Cierto que no matamos el tiempo, sino que es el tiem-po el que nos mata en su fluir, pues tiempo fi-nito y medido somos. Por los textos de Matar el tiempo discurre con amplia libertad el flujo de conciencia. No se trata de textos fáciles, pues res-ponden a íntimas y profundas motivaciones pa-ra cuyas imágenes el lector no siempre encon-trará una interpretación concreta. Sin embargo, lo expresado en este discurso nos golpea brutal-mente con su fractura emocional, provocando a nuestra intuición, tornando la lectura viva y vi-brante.

4 Cuadernos del Sur AA Libros Diario CÓRDOBASÁBADO7 DE ABRIL DEL 2018

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Tras sus últimos trabajos sobre Ca-taluña y el dedicado a Marx en España (Almuzara, 2016), nues-tro primer decano de la Facultad

de Filosofía y Letras de Córdoba y maes-tro de historiadores José Manuel Cuenca Toribio, en esta Historia de la derecha en Es-paña, recientemente aparecida en la cita-da editorial, se adentra con su aquilatado saber y personal estilo en un enjundioso y sereno recorrido por el pensamiento, fundadores, evolución y protagonistas del conservadurismo en nuestra patria. El historiador se nos muestra conscien-te desde un primer momento del impac-to «negativo» que tal denominación pue-de experimentar en España, y de cierto complejo de deslegitimación, por parte de cierta izquierda, para el gobierno de-mocrático, que ésta puede venir operan-do sobre los llamados partidos de la dere-cha y el pensamiento conservador, como algo anquilosado y vinculado al pasado.

Desde mayo del 68 y de manera crecien-te, el discurso cultural predominante en nuestro país ha tenido un tinte marcada-mente progresista o de izquierdas, pro-yectando una especie de complejo si no de inferioridad, sí de marginalidad, en los sectores de nuestra vida intelectual afines, más o menos, a la ideología liberal-conser-vadora. Hasta el punto que, anecdótica-mente, me gustaría traer aquí una tajante y desdeñosa aseveración del gran prosista Francisco Umbral cuando dictaminaba que «en la derecha no hay intelectuales, hay eruditos». Lo cual viene a ser bien re-velador de lo que venimos apuntando.

Incluso en las etapas en que el poder político lo ha ejercido el centro-derecha en España, ese poder cultural ha seguido estando en manos, casi monopolizadoras, de la izquierda. Ese supuesto prestigio cultural de la izquierda, y sobre todo de la extrema izquierda, aun a pesar del fra-caso del famoso mayo del 68 y de la pa-rálisis del bloque soviético, creo que está generalizado en todo nuestro Occidente, siguiendo en esto los pasos de la vida cul-tural francesa desde la postguerra. Natu-ralmente, ello no responde a la realidad: personas de profunda cultura, ecuanimi-dad y rigor crítico hay en todos los secto-res del espectro o del pensamiento polí-tico. El profesor Cuenca es consciente de esa cierta estigmatización que puede gra-vitar sobre quien se adscriba a las pacíficas aguas del conservadurismo, tanto acadé-mico como político, pero ello no le coarta en su vocacional e irrefrenable mester de historiador, acrisolado con los años.

Como contemporaneísta, él es bien cons-ciente de la dificultad de su empresa, y de que el cultivo de este arduo sector de nues-tra historia es el que más fuego graneado puede granjearle «desde las posiciones que otorgan las patentes de legitimidad y excelencia o se autoinvisten de todos los poderes sancionadores de aciertos y erro-res», desde esa supuesta superioridad mo-ral de la izquierda, que pocos osan poner en entredicho.

Este lector ha disfrutado especialmente

inspiró a la CEDA y que, desde nuestra transición felizmente impera en nuestra política nacional- se debe, en justicia, al ilustre tribuno asturiano don Melquíades Álvarez, dirigente del Partido Reformista y señero presidente de las Cortes republi-canas. El mejor orador político y jurídico de su tiempo, «el ruiseñor del Congreso», como fue llamado, a cuya primera forma-ción política pertenecieron Galdós, Ma-nuel Azaña y un amplio sector de la in-telectualidad española, y que fue brutal y absurdamente fusilado en la matanza de la Cárcel Modelo de Madrid, crimen que, en su desolación, estuvo a punto de hacer dimitir a Manuel Azaña.

Un busto del ilustre político de Gijón flanquea la entrada al palacio del Congre-so de los Diputados. Personalmente, siem-pre me resulta particularmente grato, ca-si cada día, poder contemplarlo en las re-trasmisiones televisivas de la actividad de nuestro Parlamento, junto a otro dirigen-te español no menos cimero, don Julián Besteiro, también presidente de las Cortes, quien tristemente terminó sus días reclui-do en Carmona. De Besteiro fue secretario particular durante la guerra otro altísimo intelectual como el entonces joven Julián Marías, hoy tan olvidado y que, después de una fecunda singladura intelectual y filosófica al servicio de España y la cultu-ra española, falleció sin ver coronada su labor por ese Premio Cervantes, tan injus-tamente denegado a ciertos sectores del pensamiento. Por lo visto, no se trataría de un intelectual auténtico sino de un me-ro erudito, según la desdeñosa definición umbraliana. Tras otro enjundioso capítu-lo sobre la dilatada evolución de la dic-tadura franquista, desde la Falange a los desarrollistas tecnócratas del Opus y a la afortunada (y hoy un tanto en entredicho por parte de algunos que por edad ni asis-tieron a la misma) transición española, Cuenca Toribio se recrea demoradamente en la evocación de este período fecundo y luminoso de nuestra historia, en el que nuestro país alcanza una plena normali-dad occidental europea, con un recuerdo emocionado a un tan alto español como el historiador don Claudio Sánchez Albor-noz y a otro ilustre liberal hispánico, don Salvador de Madariaga.

A mí, particularmente, me enriquece y gratifica el pensar que en el claustro de la monumental y castrense catedral de Ávi-la reposan los restos hermanados de dos egregios españoles de Castilla, don Clau-dio y de otro abulense no menos ilustre y de tan alta significación, como el presiden-te Adolfo Suárez. A ellos sumo el recuerdo de otro madrileño-abulense entrañable, el gran George de Santayana, un espíritu del 98 en la cultura angloamericana, que nunca abdicó de su ciudadanía española.

brillantez y seducción, quizá por el halo de sublimación que la distancia histórica puede conferir a dichas figuras.

El capítulo tercero, el dedicado a «La madurez» de las corrientes conservado-ras, gravita en torno a personalidades tan ilustres como Ángel Herrera y Gil Robles, fundamentales en la configuración de la CEDA, «aglutinadora de casi medio cente-nar de partidos, con una suma de afiliados superior a los 700.000 en torno al pensa-miento democristiano y bajo el principio inspirador de la accidentalidad de las for-mas de gobierno».

Me interesa subrayar aquí, recogiendo el criterio del profesor Cuenca, la dimen-sión incuestionablemente democrática del líder de la CEDA, sobre la que con es-tulto sectarismo algunos han lanzado el escarnecedor calificativo de fascista, hoy tan a la orden del día a la menor disiden-cia, y que Cuenca Toribio denuncia en la pluma de más de un analista de la Segun-da República: «...sólo con violencia inter-pretativa cabe deducir una querencia que nunca anidó en el espíritu del líder cedis-ta -culto jurista y verdadero intelectual-, ni en la plana mayor de sus colaborado-res más íntimos, así como tampoco en el del gran teórico de la formación, Ángel Herrera, visceralmente incompatible con cualquier deriva totalitaria». Ese principio político de la accidentalidad de las formas de gobierno -decisivo, y de eficaz y muy operativa vigencia, afortunadamente, que

El historiador se recrea demoradamente en la evocación de la transición española, un período fecundo y luminoso de nuestra historia

Historia de la derecha españolaENSAyO

Almuzara publica el análisis de Cuenca Toribio sobre el conservadurismo español

Carlos Clementson

José Manuel Cuenca Toribio.

A.J. GONZÁLEZ

‘Historia de la derecha en España’. Autor: José Manuel Cuenca Toribio. Editorial: Almuzara. Córdoba, 2017.

con los capítulos del libro más alejados de nuestro inmediato presente, que ya lo tenemos abundantemente servido por la prensa periódica, aunque el tratamien-to que el profesor Cuenca ofrece de esta etapa está hecho con la académica pro-fundidad y el rigor del historiador aveza-do y no con la inmediata o tendenciosa precipitación del cronista. Los capítulos dedicados a «Los orígenes», a Cánovas y a la formación del modelo cultural cano-vista, a Antonio Maura, a Canalejas, co-mo liberal reformista, son de particular

Cuadernos del Sur AA Libros Diario CÓRDOBASÁBADO7 DE ABRIL DEL 2018 5

Page 6: CUENCA TORIBIO · 2018-11-22 · CUENCA TORIBIO El historiador sevillano afincado en Córdoba analiza la historia de la derecha española en Almuzara M.M. NARRATIVA: ‘EL AMOR DE

‘Que aún me duelas’, de Petit Zarzalejos

El amor es más que palabras. Los poetas, incluso, lo magnifican, lo engrandecen. Y más cuando ese amor se convierte en pasado. También existe algo más que el

amor y esa suele ser la eterna divagación de los seres humanos, de los poetas en ejercicio.

Álvaro Petit Zarzalejos (Bilbao, 1991) vive en Madrid y ha buceado en varias empresas litera-rias. Que aún me duelas ha sido seleccionado como merecedor a un accésit del Premio Adonáis de Poesía 2017 y en el amor se hace ausencia y dolor, recuerdo y esperanza. Si sus versos se acercan a los de Pedro Salinas, Luis Cernuda o García Lorca, también forman parte de un todo único capaz de suscitar la emoción que ese sentimiento se adue-ña del ser humano. Ya en su «Oración inicial» de-dicada a Antonio Machado habla de ese dolor: «A ti vuelvo, a tus versos,/anhelando, herido y desdi-

Manuel Quiroga Clérigo

‘Que aún me duelas’. Autor: Álvaro Petit Zarzalejos. Editorial: Ediciones Rialp. Madrid, 2018.

chado». Lo que sucede es que pocas veces el poeta es capaz de sincerarse, de dialogar con esa ama-da oculta, lejana, misteriosa o difícil. Cuando lo hace, podemos leer: «Será esperanza que tú aún me duelas,/después de tanto tiempo. Será que/aún permaneces-pura inmanencia-/clamando sorda-mente en lo absoluto». Estamos en la primera parte del libro, «Pura tradición de ruinas», donde cierta angustia existencial y, también, ese men-saje de soledad que azota al amante apartado del objeto de su amor produce una reflexión sorda, vi-tal: «Querer/escribir un buen poema/sobre ti,/sin saber,/sin poder...». ¿Y qué decir cuando leemos: «Pesadamente avanzan las palabras,/innominadas sus dicciones,/aún en su sentido desmayadas?». Es la poesía.

La «No comprada gracia de la vida» es la segun-da parte donde, y también el amor, otros recuer-dos se convierten en motivo existencial para per-manecer en el espacio lúdico de cierta soledad amenazada: «Yo quería ser todo un hombre culto,/

de amplias referencias, con nombres propios/que mencionar en las conversaciones/de bar: un gent-leman del espíritu». Es como ensayar una carrera hacia los grandes diálogos, los que son capaces de hacer inteligibles los deseos y las ambiciones del ser humano, a la ordenada vitalidad que única-mente parece no existir cuando se nos escapa. Así es como Petit escribe en el poema dedicado a Ma-ría Rodríguez Lefler: «Hay cierto valor en una son-risa,/cierto imperio. Es como batirse en duelo/con la existencia, como un jergón blando,/igual que una barbacana enlabiada,/o una osadía, signo de almas libres». En ese permanente estado de con-templación que es la poesía el mundo se hace am-plio, inmenso, y el poeta trata de transformarlo, de acomodarlo a sus propias sensaciones. «Desde ahora, ceso en el recuerdo./Sabedlo. Recordadlo. Y, tan pronto/me veáis en alguna terraza/pensan-do, asaltadme sin remilgos/y recordadme esos po-cos versos./Ceso ya en el recuerdo. Sabedlo». Es el valor simbólico del verso.

Más sobre Ricardo MolinaMoreno Ayora coordina una interesante publicación sobre el poeta

Juan de Dios Torralbo

ENSAYO

Entre actos y publicacio-nes, sobre todo de anto-logías, muchos aconte-cimientos memorables

fueron orlando todo el 2017 por haberse celebrado dentro de sus límites el centenario natali-cio del poeta de Cántico Ricar-do Molina, nacido en Puente Ge-nil el 28 de diciembre de 1916. De estas publicaciones parece la más singular, por su contenido, riqueza documental y cuidado en la edición, la que acaba de sa-lir a la luz como número mono-gráfico de la revista literaria Án-fora Nova coordinado por Anto-nio Moreno Ayora, quien con el título de Los dones de la dicha. Ho-menaje a Ricardo Molina presenta un breve conjunto de estudios que tienen al poeta de Puente Genil como protagonista.

Quizá resultaba difícil, con tanto cuanto a lo largo del pa-sado año se escribió, seleccionar no ya a escritores que quisieran o pudieran aportar gratuitamente algo sobre Ricardo Molina, sino elegir incluso de qué hablar para que no resultara manido. Pero el profesor Antonio Moreno Ayora lo consigue en esta edición, pen-sada, como dice, para resaltar su significación «con la pretensión de presentar un trabajo dirigi-do principalmente al público de Puente Genil y a todo lector inte-resado por este gran poeta; y hu-yendo en él de puntualizaciones y resabios excesivamente acade-micistas»; guiado, además, por la intención de que cada uno de los estudiosos tuviera «total libertad para elegir los asuntos de sus co-

Ricardo Molina.

CÓRDOBA

laboraciones». Su labor de coor-dinación es meritoria: acierta no solo al abrirla con esa magistral composición, «Sandua», de Pablo García Baena, sino también por recurrir a la sintética sabiduría de la profesora Olga Rendón para que en varias páginas introducto-rias dé las claves de la biografía y de la bibliografía que no deben ignorarse sobre el poeta de Puen-

te Genil, y además por adelantar a la primera parte de este mono-gráfico de Ánfora Nova una «Selec-ción lírica» -se ve que muy bien trabajada y centrada en puntos esenciales de la poética molinia-na- con la que se orienta al lector sobre la personalidad del poeta a través de una veintena de sus poemas. Es una suerte encontrar recopilados, entre otros muchos,

versos tan necesarios, tan inolvi-dables, tan sutiles y emocionan-tes como estos en que refulge su Puente Genil natal: «Oh quién me diera/a la sombra de un ála-mo, oh quién me diera/a orillas del Genil una copa de vino de mi tierra,/una copa/de cálido, dora-do vino/en que las luces de fresca granada de tus mejillas/y las ra-diantes abejas de tus ojos se re-flejaran temblando...»; o estos de la «Elegía XII» en que se vertebra el amor a la propia radiación de las estaciones, con pasajes como este: «Y en enero, paseando por los campos, miramos/la luna en-tre los árboles como un fruto de plata/y luego te besé por el carril sombrío/que baja de la Huerta de los Arcos»; o estos, por fin, tan resignados de «Nocturno román-tico»: «Las torres quedarán y yo me iré./Me iré, me iré con la som-bra y la luna./No me preguntes, amor mío, por qué./Yo no he de dar contestación ninguna».

Excelso Molina en sus poemas, grande en su realidad cotidiana que incorpora como un vino tras-lúcido a su sentir, único en esta antología breve por obligación pero intensa por su emotividad, que da paso a que se le sumen enseguida los 5 capítulos que constituyen el cuerpo de la publi-cación. Y en este sentido, nadie como Manuel Gahete para aven-turarse a explicar los poemas que permiten señalar la «Temática flamenca en la obra poética de Ricardo Molina», y nadie como Moreno Ayora para acercarnos primero al poeta a través de los aspectos semánticos que vislum-bra el capítulo «Embriagar, ebrio, viña y otros términos similares del léxico de Ricardo Molina», y

en segundo lugar, para presentar-lo en toda su humanidad gracias al estudio titulado «La relación epistolar de Ricardo Molina en su contexto», y ello en unas páginas parceladas en tres apartados que explican sucinta y claramente, sin los mencionados alardes aca-demicistas, la correspondencia del poeta de Cántico con otros como Vicente Aleixandre, Juan Rejano, Dámaso Alonso o Ga-briel Celaya. Nutricias, amicales, emotivas cartas las que Moreno Ayora lee para darlas a conocer al público, todo inmediatamen-te antes de dar la oportunidad a quien esto escribe a que pudiera realizar una investigación sobre la obligación personal que tan memorable poeta se impuso de traducir a autores extranjeros pa-ra su revista, según se expone en la sección «Uriel: Ricardo Molina y la literatura foránea en las pri-meras hojas de Cántico», un as-pecto muy a tener en cuenta por mostrar a un Ricardo traductor y aclimatador en España de la obra de escritores en otras lenguas. Y por fin, para redondear una edi-ción magistral e imprescindible -téngase en cuenta, sobre todo, las coloristas ilustraciones de Gi-nes Liébana que acompañan a los textos y los documentos y foto-grafías relativos al poeta que los enriquecen- anotemos la colabo-ración de José María de la Torre, que analiza los diversos planos de estudio que ofrece esa origi-nal y única obra que le posibili-ta escribir sobre «El hijo pródi-go, auto sacramental de Ricardo Molina», precisamente el texto a cuya representación asistió el público en la representación es-cenificada en el Teatro Góngora de Córdoba.

‘Los dones de la dicha.Homenaje a Ricardo Molina’. Revista Literaria Ánfora Nova, nº. 111-112. Rute, 2017.

6 Cuadernos del Sur AA Libros Diario CÓRDOBASÁBADO7 DE ABRIL DEL 2018

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Relatos imposiblesOtxoa desenvuelve su universo interior en ‘Confesiones de una mosca’

Alberto Monterroso

naRRativa

Quien se acerque a es-tos exquisitos relatos de Julia Otxoa podrá disfrutar desde la pri-

mera página de su tono irónico y humorístico, de la maestría a la hora de denunciar los vicios de esta sociedad materialista en que vivimos, el desamparo, la injusticia, la violencia o la hipo-cresía que nos invade. Y el esti-lo que forja la autora es único. Cambia de planos, desdobla la realidad, plasma el absurdo y la soledad del mejor Kafka. La au-tora sabe criticar los aspectos más injustos de nuestra socie-dad mediante la distorsión y el esperpento. En todo momento su estilo simbólico y onírico re-trata al detalle la condición hu-mana y el asombro existencial, que se resuelve gracias a un su-rrealismo teñido de lirismo, que nos deja perplejos pero que a la vez es sanador, como en «Can-ción de Cuna», donde la fanta-sía y el absurdo ponen de relieve el poder terapéutico de la ima-ginación y la literatura. «De no-che, en la cama, poco antes de dormirme, me gusta escuchar, en medio del silencio, el sonido grave de las sirenas de los gran-des barcos cruzando el mar. Sa-ludándose entre ellos o anun-

Julia Otxoa.

CÓRDOBA

ciando su entrada en puerto. Se-reno lenguaje que la brisa trae hacia mí a través de la oscuri-dad, llenando mi ánimo de paz como una canción de cuna. Co-nocer que la ciudad en que vivo respira entre montañas y nun-ca tuvo mar, no disminuye un ápice cuanto siento». El título es una evocación del mejor W.H.

auden, del que la autora adopta su insobornable lucha a favor de la libertad, contra el autoritaris-mo, sin más armas que la ironía y el poder creativo de la literatu-ra. Este y otros relatos respiran alusiones metaartísticas, como «Palacio Real de nápoles», sobre un cuadro de Ribera; «Go west», donde se mezcla cine y literatu-

ra para citar a su admirado ita-lo Calvino o Sueños, un tributo al mundo onírico dadaísta de Du-champ donde adopta ese mismo tono satírico e impresionista.

Julia Otxoa (San Sebastián, 1953) es poeta y narradora. Su obra literaria ha sido traducida a varios idiomas e incluida en más de cincuenta antologías co-mo El cuento español en la década de los 90 (visor, 2002); Fábula Rasa (alfaguara, 2005) o Antología del microrrelato español (1906-2011) (Cá-tedra, 2011). En poesía ha publi-cado numerosos poemarios des-de Composición entre la luz y la som-bra (1978) y Cuaderno de Bitácora (1985) hasta los más recientes La nieve en los manzanos (2000), Taxus baccata (2005), La lentitud de la luz (2008) y Jardín de arena (2016).

Escribe relato y microrrelato con una maestría que la ha con-vertido en una de las más impor-tantes cultivadoras de narrativa breve en el horizonte literario actual. Ha escrito también rela-to infantil, ensayos y artículos periodísticos, a la vez que ha cul-tivado la poesía visual y la foto-grafía. Entre sus libros de relatos sobresalen Kískili-Káskala (1994), Un león en la cocina (1999), Varia-ciones sobre un cuadro de Paul Klee (2002), La sombra del espantapája-ros (2004), Un extraño envío (2006), Escena de familia con fantasma (2013) y Confesiones de una mosca

(2018) publicado recientemen-te en la editorial Menoscuarto y que resume magistralmente los temas centrales de su trayectoria literaria y las pulsiones íntimas que mueven su obra.

UNA GRAN OBRAEste conjunto de relatos y micro-rrelatos, Confesiones de una mosca, está en la mejor línea narrati-va de Julia Otxoa. Es un campo abierto al juego, a la ironía, a la perplejidad que nos produce la condición humana. La autora es-grime el absurdo y el simbolismo para denunciar el canibalismo de los poderes económicos, la hipo-cresía, la violencia, el poder en-mascarador del lenguaje, la crí-tica política, el paro, las listas de espera, la manipulación, el dra-ma cruel de la inmigración, el fa-natismo, la soledad, la muerte, el consumismo y el abuso descarna-do de una sociedad deshumani-zada donde el silencio cómplice nos convierte a la vez en víctimas y verdugos.

no se podría reflejar de forma tan vigorosa esa crítica social sin el estilo que Julia Otxoa imprime a sus relatos, teñido de situacio-nes absurdas, extrañas, oníricas e imposibles. Con esos finales abiertos, cíclicos o polisémicos que descolocan al lector y lo obli-gan a buscar una solución a esa perplejidad existencial, a esa sa-cudida de conciencias que supo-ne la lectura de cada uno de sus relatos.

‘Confesionesde una mosca’. Autora: Julia Otxoa.Editorial: Menos Cuarto Ediciones.Palencia, 2018.

antropomorfismo y poesía de López Barrios

El médico y astrólogo francés de origen judío Michel de nôtre-Dame, conocido como nostrada-mus, publicaba en 1555 su obra

Les Prophéties, escrita en versos misterio-sos, donde se anunciaban catástrofes pa-ra el mundo desde aquel año del siglo Xvi hasta julio de 1999, poco antes de ini-ciarse el tercer milenio de la historia de las civilizaciones. Pero no todas estas pre-dicciones suponían desmanes para el gé-nero humano. Hubo alguna que más que preconizar calamidades auspiciaba la co-nexión con la tierra nutricia. versaba so-bre la creíble posibilidad de que los hom-bres, directa o telepáticamente, habrían de hablar con los animales, razón que pa-ra alguno de sus seguidores significaba el desarrollo del movimiento vegano al ad-quirir los seres llamados irracionales la capacidad de comunicarse con los racio-nales y alcanzar así la igualdad, la frater-nidad de las especies.

Sobre este supuesto se mueve López Ba-rrios en su última obra Amado pulpo, de la que antonio Sánchez trigueros, tras pon-derar sus altos valores literarios, destaca

lo José Cela (La familia de Pascual Duarte) y Umberto Eco (El nombre de la rosa) utilizan igualmente este recurso.

En cuanto al estilo, López Barrios cuida el lenguaje con precisión de alquimista, extrayendo la piedra filosofal de la poesía, que tanto ama, al más berroqueño de los vocablos. no en vano ha sido periodista y sobre todo un lector inteligente, sensible, avezado al crisol de lo bello en el páramo yermo de lo oscuro: «Ellos, los poetas, con sus versos me abrieron las puertas a una comprensión del mundo que la mayoría de los seres humanos desconoce». no sin razón se le incluye en la línea del esteti-cismo que abanderan Caballero Bonald, alfonso Grosso o Rafael Pérez Estrada, pe-ro ciertamente mucho más arriesgado e imaginativo, alcanzando en este afán de la fascinación y el ensueño las altas cotas del realismo mágico.

sus ideas, vertidas a través de un cefaló-podo que aprendió a hablar escuchando las conversaciones de los humanos y a escribir mientras aprovechaba los restos de los recipientes que estos arrojaban al mar. Mediante esta fábula, parábola o me-táfora de la existencia se revela toda una filosofía de vida, un espectáculo mágico de palabras sustanciales y pétreas que, en-hebradas, tocan el corazón sin perder un ápice de sonoridad y ternura.

Es indudable el acierto de la introduc-ción de la novela, en la que López Barrios justifica la ficción narrativa, argumenta-do que el manuscrito le vino dado y él no tuvo más que conformarlo a su manera. no se trata de una técnica novedosa pe-ro sí efectiva. Ya Fernando de Rojas, para evitar problemas con la censura inquisito-rial, siendo como era judío converso y tra-tándose su Tragicomedia de Calisto y Melibea de una clara subversión al orden estable-cido, asegura haber encontrado el esbozo de la obra que iba a constituir el primer acto de su propio texto. Cervantes utilizó esta ficción en El Quijote, lo que era bastan-te normal en el siglo Xvi para las novelas de caballerías, tratando de presentar los hechos fantásticos como verídicos. Edgar allan Poe (Manuscrito en una botella), Cami-

la atractiva personalidad del protagonista, al que la ciencia atribuye una inteligencia superior y él no duda en comparar con las aventuras del homérico Ulises en su viaje de retorno a la ansiada Ítaca, aunque yo no sabría muy bien si en el contexto igua-latorio del héroe épico o asociado a las te-rribles figuras de Caribdis y Escila, devo-radores de los pobres marinos que caían atraídos en el melifluo hechizo de sus can-tos. Se trata, en definitiva, de una técni-ca literaria llamada antropomorfismo, la atribución de características y cualidades humanas a animales de otras especies, ob-jetos o fenómenos naturales. Ciertamente el protagonista se erige como uno de los personajes más curiosos de la historia de la literatura. Un pulpo que desea y consi-gue convertirse en humano hasta el pun-to de hablar, escribir y amar a una mujer de carne y hueso, María, que finalmente lo abandona; un relato que nos habla de la incompatibilidad del amor en el mar-co de una reflexión profunda sobre el ser humano y la realidad circundante. Amado Pulpo está escrito en primera persona cen-tral. El autor es explícito. «amado pulpo soy». a veces siento que en esa primera persona subyace autobiográficamente Ló-pez Barrios, que reordena literariamente

Manuel Gahete

‘Amado Pulpo’. Autor: Francisco López Barrios. Editorial: Dauro. Granada, 2017.

Cuadernos del Sur AA Libros Diario CÓRDOBASÁBADO7 DE ABRIL DEL 2018 7

Page 8: CUENCA TORIBIO · 2018-11-22 · CUENCA TORIBIO El historiador sevillano afincado en Córdoba analiza la historia de la derecha española en Almuzara M.M. NARRATIVA: ‘EL AMOR DE

En los últimos tiempos la rea-lidad ha querido adueñarse de nuevo del arte. En el cine, para atraer nuestra atracción,

nos anuncian con profusión y sin cor-tapisas pero, sobre todo con una vo-luntad de reclamo publicitario, que la película está basada en hechos rea-les. También la narrativa se ha visto inmersa (con más prodigalidad ahora que antes) en esta dinámica creadora, quizá porque el lector también necesi-ta que las historias contadas hayan si-do verdad. Desde el Arte poética de Aris-tóteles, la verdad y la mentira litera-ria han construido grandes obras. No es momento para un ensayo concien-zudo al respecto sino para hablar de una obra que se anuncia como nove-la, Un espía en la trinchera, del periodis-ta sevillano Enrique Bocanegra pero que, en realidad, obtuvo el XXIX Pre-mio Comillas de Historia, Bibliogra-fía y Memorias. Un espía en la trinchera incursiona en un mundo tan noveles-co como el del espionaje. En torno a la figura de un burgués británico, Kim Philby (1912-1988), graduado en Cam-bridge y decidido defensor del comu-nismo, que ocupó cargos en el servicio secreto británico para después deser-tar y trabajar para el espionaje ruso. Lo curioso es que Philby fue espía en la guerra civil española para los rusos y, al mismo tiempo, condecorado por el mismísimo Francisco Franco.

Enrique Bocanegra ha realizado un buen trabajo periodístico organizando la obra en diez capítulos desde el inicial «El obús soviético» hasta el finisecular «Epílogo. El último viaje», aunque in-cluye también significativos apéndices con créditos de fotografías y bibliogra-fía. El mestizaje de subgéneros litera-rios está muy presente con esa alianza significativa entre el ensayo histórico, el periodismo y el artificio novelesco. Bocanegra concita situaciones reales pero también crea diálogos, incita al lector a introducirse en la creación lite-raria como mentira. Porque si en deter-minados momentos, como diría Aristó-teles en la obra citada, el autor necesita hablar de la «verdad», contrastada por la investigación, de los acontecimien-tos históricos, en otros hay una eviden-te voluntad novelesca, de búsqueda del artificio artístico en una línea que en los últimos años puso de moda Javier Cercas con Soldados de Salamina o Anto-nio Soler con Apóstoles y asesinos.

Siguiendo el juego de temporalida-des, y espacial por Europa y también EEUU, la novela se adentra ab initio en la fecha del 31 de diciembre de 1937 para después incursionar en aconteci-mientos de la segunda guerra mundial o encauzar la analepsis para retrotraer-nos a fechas anteriores y explicar la gé-nesis de Philby en Gran Bretaña o bien adentrarse con la prolepsis en la Rusia

Espías en la guerraEnrique Bocanegra aborda el espionaje en Europa en el siglo XX

Francisco Morales Lomas

Enrique Bocanegra.

de la posguerra mundial y el enorme papel que jugó Philby en la intrahisto-ria de los acontecimientos mundiales. Su carácter fragmentario, la ausen-cia de una continuidad lineal crea un enorme laberinto vital y ofrece al lec-tor síntesis sugestivas de una realidad que se va construyendo a cada instante con detalles significativos que revelan esa «verdad histórica».

En la etapa española Philby fue co-rresponsal del periódico The Times y entrevistó a Franco, alabando la admi-nistración y calificándola de «sólida y eficiente». Sus crónicas le valdrán ese reconocimiento del dictador y este he-cho le permitirá, como dice Bocanegra, iniciar su andadura y años después en plena guerra fría entrar al servicio de la Unión Soviética y recibir la orden de Stalin de matar a Franco a través de Yezhov. Tímido e introvertido mucha-cho, un hombre modesto pero de gran-des conocimientos, un intelectual bur-gués capaz de pasar horas escuchando la sonatas de Beethoven pero con una inteligencia sublime para nadar y sa-

ber guardar la ropa, en una época en la que la vida no valía nada, como bien le sucedió a su jefe directo, el jefe de los espías rusos. Personajes históricos co-mo el espía bolchevique Orlov (y sus di-versas identidades: Leon Feldbin, Nikol-sky, Golding…), que con veinticinco años se convirtió en el responsable de la inteligencia del Ejército Rojo de Sta-lin, pero también Mally, Deutsch, Kri-vitski, Koestler, Yezhov, Spiegelglass, Reiss, Sudoplátov... son personajes que conforman este enorme puzle en torno al espionaje soviético y europeo.

Pero, ¿por qué un burgués inglés ingresa en el servicio secreto ruso? Lo mueven ideales. Pensaba que la Unión Soviética era la esperanza para la hu-manidad, la respuesta a los desafíos como la desigualdad, la injusticia y la pobreza. Bocanegra ha sabido compen-diar perfectamente la fábula con la his-toria creando una obra cautivadora pa-ra el lector, amenizada con abundantes datos históricos; en definitiva, un buen producto literario.

“Bocanegra ha sabido compendiar perfectamente la fábula con la historia»

CÓRDOBA

‘Un espía en la trinchera.Kim Philby en la guerra civil española’. Autor: Enrique Bocanegra. Editorial: Tusquets Editores. Barcelona, 2017.

DESDE LA ALMEDINA

Aforismos para la vidaFrancisco Expósito

La jiennense Carmen

Camacho ha publicado

en la Fundación José

Manuel Lara un bello

libro sobre el arte del

aforismo poético. Bajo el

título de Fuegos de palabras.

El aforismo poético español de los siglos XX y

XXI (1900-2014), se incluyen los juegos de

palabras de medio centenar de escritores,

desde Antonio Machado a Erika

Martínez. No podía faltar Vicente Núñez,

que durante muchos años firmara en

Diario CÓRDOBA sus sofismas, o el ya

fallecido Eduardo García, que aunque

brasileño estaba afincado en nuestra

ciudad.

La selección viene precedida por una

sustanciosa introducción en la que

Camacho aborda el concepto de aforismo

poético, pero en la que también traza

una detallada evolución histórica en la

literatura española.

Como decía Bergamín, «el aforismo no

es breve, es inconmensurable». Y ahí

da muestras de ello nuestro Vicente

Núñez cuando decía «no nos iluminéis,

¡encendenos!». Y Machado, que en su

Juan de Mairena, lanzaba el enigmático

«empezó por los peces el pánico al

diluvio universal».

Vicente Núñez era muy lúcido en las

máximas que fue publicando durante

muchos años, aquí, pero también en

El Correo de Andalucía. «Hay pueblos

bombardeados por la apatía de las

estrellas», escribió en cierta ocasión.

«El hombre que se apoya en el aire

adquiere la consistencia de las estrellas»,

sentenciaba. Eduardo García contaba lo

difícil que es aislarse de la realidad que

nos arrasa: «Todo es ruido, escuadrones

de pompas de jabón. No nos dejan

soñar otro futuro». El libro de Carmen

Camacho es un pinchazo a la verborrea

que tanto sobra y una llamada a la

reflexión, con quietud.

‘Fuegos de palabras.El aforismo poético español de los siglos XX y XXI’. Edición de Carmen Camacho. Edita: Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2018.