Cuento derecho a la identidad

3
En un lejano planeta llamado Nel, todos sus habitantes se llamaban Nels, y no había forma de diferenciar unos de otros por el nombre y esto hacía que se presentaran muchísimos problemas. Imaginaos que cada vez que los niños y niñas iban a la escuela y pasaban lista, no sabían quien había asistido y quien había faltado a clase y peor aún quien tenía buenas o malas notas. Cuando hacían un concurso cualquiera y seleccionaban al ganador, ganadora o ganadores, al oír el nombre Nel, todos se creían que habían sido los elegidos. Cuando andaban por la calle y alguien gritaba ¡Nel!, todos se daban la vuelta pensando que los llamaban a ellos, aunque a veces hasta podían estar llamando a sus mascotas, a las que también llamaban así. Todos estos y muchos más problemas siguieron pasando. Hasta que un día muy singular, una pareja de Nels decidió cambiar un poco la tradición y se les ocurrió llamar a su hijo Nil. En el planeta se armó un revuelo terrible. Un niño con otro nombre, ¡vaya polémica!. Nunca en toda la historia de Nel había pasado algo parecido. Pero con el tiempo se acostumbraron a Nil e incluso aparecieron otros Nils más, hasta que de repente nació un Nal y un Nol, y poco a poco sin que se dieran cuenta ya había Lens, Elns y hasta un Paquito nació por allí. A todos los Nels que ya habían nacido con ese nombre se les ocurrió acompañarlo con un segundo nombre, como NelNel, SimoNel, Nelita o ManNel. Hoy en día en Nel casi nadie se llama Nel, pero lo importante de esta historia es el hecho de que parte de nuestra identidad es el ser y sentirnos diferentes unos de otros y parte de esa diferencia está en nuestros nombres, que al igual que nuestra nacionalidad no nos hacen mejores, ni peores que otros, pero si nos ayudan a diferenciarnos de los demás. Y a eso tenemos derecho todas las personas. FIN

description

Cuento que hace alusión al derecho a la propia identidad

Transcript of Cuento derecho a la identidad

Page 1: Cuento derecho a la identidad

En un lejano planeta llamado Nel, todos sus habitantes se llamaban Nels, y no

había forma de diferenciar unos de otros por el nombre y esto hacía que se presentaran

muchísimos problemas.

Imaginaos que cada vez que los niños y niñas iban a la escuela y pasaban lista, no

sabían quien había asistido y quien había faltado a clase y peor aún quien tenía buenas o

malas notas.

Cuando hacían un concurso cualquiera y seleccionaban al ganador, ganadora o

ganadores, al oír el nombre Nel, todos se creían que habían sido los elegidos.

Cuando andaban por la calle y alguien gritaba ¡Nel!, todos se daban la vuelta

pensando que los llamaban a ellos, aunque a veces hasta podían estar llamando a sus

mascotas, a las que también llamaban así.

Todos estos y muchos más problemas siguieron pasando. Hasta que un día muy

singular, una pareja de Nels decidió cambiar un poco la tradición y se les ocurrió llamar a

su hijo Nil.

En el planeta se armó un revuelo terrible. Un niño con otro nombre, ¡vaya

polémica!. Nunca en toda la historia de Nel había pasado algo parecido.

Pero con el tiempo se acostumbraron a Nil e incluso aparecieron otros Nils más,

hasta que de repente nació un Nal y un Nol, y poco a poco sin que se dieran cuenta ya

había Lens, Elns y hasta un Paquito nació por allí.

A todos los Nels que ya habían nacido con ese nombre se les ocurrió acompañarlo

con un segundo nombre, como NelNel, SimoNel, Nelita o ManNel.

Hoy en día en Nel casi nadie se llama Nel, pero lo importante de esta historia es el

hecho de que parte de nuestra identidad es el ser y sentirnos diferentes unos de otros y

parte de esa diferencia está en nuestros nombres, que al igual que nuestra nacionalidad

no nos hacen mejores, ni peores que otros, pero si nos ayudan a diferenciarnos de los

demás. Y a eso tenemos derecho todas las personas.

FIN

Page 2: Cuento derecho a la identidad

Hola, mi nombre es Carmen Martín García. Me gusta mi nombre y siempre he

pensado que era una parte importante de mí. Algo que servía para reconocerme , como

mi pelo rojo o mi nariz respingona.

Lo que no sabía, es que además el nombre es imprescindible para un montón de

cosas. Veréis, un día fui a apuntarme a clases de esgrima. Yo llevaba el dinero de la

matrícula y dos fotos, pero resulta que me dijeron que tenía que llevar el libro de familia.

Lo apunté en una hoja para que no se me olvidase, porque no tenía ni idea de lo que me

estaban hablando.

Cuando llegué a mi casa se lo conté a mi papá y le pregunté qué era eso que me

habían pedido. Entonces mi padre me explicó que cuando nací, él fue al registro Civil

con un informe del hospital donde venían mis datos de nacimiento y las huellas

dactilares de mi madre y mía. Allí apuntaron en un libro mi nombre, sexo, hora de

nacimiento y el nombre de mi papá y mi mamá. En ese lugar siempre estarían guardados

mis datos como en una caja fuerte. Con ellos se podía demostrar oficialmente que yo era

realmente Carmen Martín García y nadie me confundiría con otra niña.

Me empezó a entrar un agobio.., le dije que yo sabía perfectamente que era

Carmen Martín García, ¿él no?. Me puse como un disco rayado a repetir: "soy Carmen

Martín García, soy Carmen Martín García, soy Carmen Martín...". Mi padre me dio un

abrazo y me dijo: "escucha Carmen, claro que tú, tus amigos y amigas, yo y tu mamá y

todaaaaaaaaaaaaas las personas que te rodean, te reconocemos y sabemos que eres

Carmen. Lo que pasa, es que para que se te reconozca oficialmente , tus datos se apuntan

en el Registro Civil. Registrar tu nombre sirve para que cuando vayas al colegio, centro

de salud, a las clases de esgrima.., comprueben en el libro de familia o el certificado de

nacimiento que le dan en el Registro Civil, que tú eres quien dices ser.

Después de está explicación me quedé muy tranquila y contenta. Fui con el libro

de familia a la escuela de esgrima y me apunté a las clases. Gané muchos campeonatos de

mi país y luego me presenté a otros internacionales. Allí no sólo me pedían mi nombre,

Page 3: Cuento derecho a la identidad

también querían saber mi nacionalidad. Les di el nombre del país en el que había nacido.

Me preguntaban también que si en caso de ganar, quería que apareciese mi foto y mi

nombre con mis apellidos en los periódicos.

Me lo tenían que preguntar porque todos los niños y niñas tenemos derecho a que

se preserve y se proteja nuestro nombre y nuestra imagen para que no suframos

molestias o daños. Mis padres y yo siempre dábamos permiso para que pusiesen mi

nombre pero no mi foto.