En un lejano planeta llamado Nel, todos sus habitantes se llamaban Nels, y no
había forma de diferenciar unos de otros por el nombre y esto hacía que se presentaran
muchísimos problemas.
Imaginaos que cada vez que los niños y niñas iban a la escuela y pasaban lista, no
sabían quien había asistido y quien había faltado a clase y peor aún quien tenía buenas o
malas notas.
Cuando hacían un concurso cualquiera y seleccionaban al ganador, ganadora o
ganadores, al oír el nombre Nel, todos se creían que habían sido los elegidos.
Cuando andaban por la calle y alguien gritaba ¡Nel!, todos se daban la vuelta
pensando que los llamaban a ellos, aunque a veces hasta podían estar llamando a sus
mascotas, a las que también llamaban así.
Todos estos y muchos más problemas siguieron pasando. Hasta que un día muy
singular, una pareja de Nels decidió cambiar un poco la tradición y se les ocurrió llamar a
su hijo Nil.
En el planeta se armó un revuelo terrible. Un niño con otro nombre, ¡vaya
polémica!. Nunca en toda la historia de Nel había pasado algo parecido.
Pero con el tiempo se acostumbraron a Nil e incluso aparecieron otros Nils más,
hasta que de repente nació un Nal y un Nol, y poco a poco sin que se dieran cuenta ya
había Lens, Elns y hasta un Paquito nació por allí.
A todos los Nels que ya habían nacido con ese nombre se les ocurrió acompañarlo
con un segundo nombre, como NelNel, SimoNel, Nelita o ManNel.
Hoy en día en Nel casi nadie se llama Nel, pero lo importante de esta historia es el
hecho de que parte de nuestra identidad es el ser y sentirnos diferentes unos de otros y
parte de esa diferencia está en nuestros nombres, que al igual que nuestra nacionalidad
no nos hacen mejores, ni peores que otros, pero si nos ayudan a diferenciarnos de los
demás. Y a eso tenemos derecho todas las personas.
FIN
Hola, mi nombre es Carmen Martín García. Me gusta mi nombre y siempre he
pensado que era una parte importante de mí. Algo que servía para reconocerme , como
mi pelo rojo o mi nariz respingona.
Lo que no sabía, es que además el nombre es imprescindible para un montón de
cosas. Veréis, un día fui a apuntarme a clases de esgrima. Yo llevaba el dinero de la
matrícula y dos fotos, pero resulta que me dijeron que tenía que llevar el libro de familia.
Lo apunté en una hoja para que no se me olvidase, porque no tenía ni idea de lo que me
estaban hablando.
Cuando llegué a mi casa se lo conté a mi papá y le pregunté qué era eso que me
habían pedido. Entonces mi padre me explicó que cuando nací, él fue al registro Civil
con un informe del hospital donde venían mis datos de nacimiento y las huellas
dactilares de mi madre y mía. Allí apuntaron en un libro mi nombre, sexo, hora de
nacimiento y el nombre de mi papá y mi mamá. En ese lugar siempre estarían guardados
mis datos como en una caja fuerte. Con ellos se podía demostrar oficialmente que yo era
realmente Carmen Martín García y nadie me confundiría con otra niña.
Me empezó a entrar un agobio.., le dije que yo sabía perfectamente que era
Carmen Martín García, ¿él no?. Me puse como un disco rayado a repetir: "soy Carmen
Martín García, soy Carmen Martín García, soy Carmen Martín...". Mi padre me dio un
abrazo y me dijo: "escucha Carmen, claro que tú, tus amigos y amigas, yo y tu mamá y
todaaaaaaaaaaaaas las personas que te rodean, te reconocemos y sabemos que eres
Carmen. Lo que pasa, es que para que se te reconozca oficialmente , tus datos se apuntan
en el Registro Civil. Registrar tu nombre sirve para que cuando vayas al colegio, centro
de salud, a las clases de esgrima.., comprueben en el libro de familia o el certificado de
nacimiento que le dan en el Registro Civil, que tú eres quien dices ser.
Después de está explicación me quedé muy tranquila y contenta. Fui con el libro
de familia a la escuela de esgrima y me apunté a las clases. Gané muchos campeonatos de
mi país y luego me presenté a otros internacionales. Allí no sólo me pedían mi nombre,
también querían saber mi nacionalidad. Les di el nombre del país en el que había nacido.
Me preguntaban también que si en caso de ganar, quería que apareciese mi foto y mi
nombre con mis apellidos en los periódicos.
Me lo tenían que preguntar porque todos los niños y niñas tenemos derecho a que
se preserve y se proteja nuestro nombre y nuestra imagen para que no suframos
molestias o daños. Mis padres y yo siempre dábamos permiso para que pusiesen mi
nombre pero no mi foto.
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