Cuentos con sueños

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Los primeros cuentos con sueños

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Indice

La sentencia.............................................................................4El robo del tesoro soñado.........................................................4Historia de dos que soñaron.....................................................6La casa encantada...................................................................7

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La sentenciaAquella noche, en la hora de la rata, el emperador

soñó que había salido de su palacio y que en la oscuridad caminaba por el jardín, bajo los árboles en flor. Algo se arrodilló a sus pies y le pidió amparo. El emperador accedió; el suplicante dijo que era un dragón y que los astros le habían revelado que al día siguiente, antes de la caída de la noche, Wei Cheng, ministro del emperador, le cortaría la cabeza. En el sueño, el emperador juró protegerlo.Al despertarse, el emperador preguntó por Wei Cheng. Le dijeron que no estaba en el palacio; el emperador lo mandó buscar y lo tuvo atareado el día entero, para que no matara al dragón y hacia el atardecer le propuso que jugaran al ajedrez. La partida era larga, el ministro estaba cansado y se quedó dormido.Un estruendo conmovió la tierra. Poco después irrumpieron dos capitanes, que traían una inmensa cabeza de dragón empapada en sangre. La arrojaron a los pies del emperador y gritaron-Cayó del cielo.Wei Cheng, que había despertado, la miró con perplejidad y observó-Qué raro, yo soñé que mataba a un dragón así.

WU CH'ENG-EN (C. 1505 - C. 1580).

El robo del tesoro soñadoAntaño, en cierto paraje, vivían dos mercaderes

que emprendieron juntos el camino para traficar sus mercancías.

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Un día, al llegar a un punto muy alejado de sus hogares, ambos se sintieron fatigados y resolvieron descansar.

—No estaría mal un poco de reposo—dijo uno de ellos.

—Yo deseo dormir—agregó el más anciano, y al punto se lo escuchó roncar.

Y ocurrió que, mientras el más joven contemplaba a su vecino dormido, vio salir de su nariz un tábano que echó a volar en dirección a la isla de Sado.

Al cabo de una hora el tábano regresó y volvió a introducirse en la nariz del durmiente, el que se despertó de inmediato y dijo:

—Es extraño. Soñé que en la isla de Sado vivía un hombre muy rico, y en el jardín de su casa crecía una camelia cubierta de flores blancas. Un tábano que llegó volando se posó al pie del árbol y me dijo: "¡Cava en este lugar!". Yo cavé donde me indicaba y he aquí que descubrí un jarrón lleno de oro. Mira lo que he soñado!

El más joven escuchó este relato con el más vivo interés y una idea cruzó por su mente.

—¿No deseas venderme tu sueño?—¿Vender un sueño? ¿Para qué?El otro no dijo más ni insistió para que el anciano

accediese a su pedido.—Bien. ¿Cuánto estás dispuesto a pagar?—Hmm... ¿Me lo dejarías en trescientos?—¡En ese caso...!—dijo el soñador, y ambos se

pusieron de acuerdo para trocar el sueño a cambio de trescientas monedas de oro.

Luego de comprar el sueño de su vecino, el joven se dirigió a la isla de Sado, buscó la casa de la camelia, entró al servicio del propietario y esa misma noche desenterró el tesoro, que ocultó en lugar seguro. Seis meses más tarde solicitó permiso para ausentarse y

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retornó a su país. Se convirtió en el hombre más rico de la aldea y vivió feliz el resto de sus días.

de El cuento popularCentro Editor de América Latina.

Historia de dos que soñaronCuentan los hombres dignos de fe (pero solo Alá

es omnisciente y todopoderoso y misericordioso y no duerme) que hubo en El Cairo un hombre poseedor de riquezas, pero tan magnánimo y liberal, que todas las perdió, menos las casa de su padre, y que se vio forzado a trabajar para ganarse el pan. Trabajó tanto que el sueño lo rindió una noche debajo de la higuera de su jardín y vio en el sueño a un desconocido que le dijo:- Tu fortuna está en Persia, en Isfaján; vete a buscarla.A la mañana siguiente se despertó y emprendió el largo viaje y enfrentó el peligro de los desiertos, de los idólatras, de los ríos, de las fieras y de los hombres. Llegó al fin a Isfaján, pero en el recinto de esa ciudad lo sorprendió la noche y se tendió a dormir en el patio de una mezquita. Había, junto a la mezquita, una casa y por decreto de Dios Todopoderoso, una pandilla de ladrones atravesó la mezquita y se metió en la casa, y las personas que dormían se despertaron y pidieron socorro. Los vecinos también gritaron, hasta que el capitán de los serenos de aquel distrito acudió con sus hombres y los bandoleros huyeron por la azotea. El capitán hizo registrar la mezquita y en ella dieron con el hombre de El Cairo y lo llevaron a la cárcel. El juez lo hizo comparecer y dijo:- ¿Quién eres y cuál es tu patria?- Soy de la ciudad famosa de El Cairo y mi nombre es Yacub el Magrebí.El juez preguntó:- ¿Qué te trajo a Persia?

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El hombre optó por la verdad y le dijo:- Un hombre me ordenó en un sueño que viniera a Isfaján, porque ahí estaba mi fortuna. Ya estoy en Isfaján y veo que la fortuna que me prometió ha de ser esta cárcel.El juez echó a reír.- Hombre desatinado -le dijo-, tres veces he soñado con una casa en la ciudad de El Cairo en cuyo fondo hay un jardín, y en el jardín, un reloj de sol y después del reloj de sol, una higuera, y bajo la higuera un tesoro. No he dado el menor crédito a esa mentira. Tu, sin embargo, has errado de ciudad en ciudad, bajo la sola fe de tu sueño. Que no vuelva a verte en Isfaján. Toma estas monedas y vete.El hombre las tomó y regresó a la patria. Debajo de la higuera de su casa (que era la del sueño del juez) desenterró el tesoro. Así Dios le dio bendición y lo recompensó y exaltó. Dios es Generoso, el Oculto.

Jorge Luis BorgesHistoria Universal de la Infamia

La casa encantadaUna joven soñó una noche que caminaba por un

extraño sendero campesino, que ascendía por una colina boscosa cuya cima estaba coronada por una hermosa casita blanca, rodeada de un jardín. Incapaz de ocultar su placer, llamó a la puerta de la casa, que finalmente fue abierta por un hombre muy, muy anciano, con una larga barba Blanca. En el momento en que ella empezaba a hablarle, despertó. Todos los detalles de este sueño permanecieron tan grabados en

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su memoria, que por espacio de varios días no pudo pensar en otra cosa. Después volvió a tener el mismo sueño en tres noches sucesivas. Y siempre despertaba en el instante en que iba a empezar su conversación con el anciano.

Pocas semanas más tarde la joven se dirigía en automóvil a Litchfield, donde se realizaba una fiesta de fin de semana. De pronto tironeó la manga del conductor y le pidió que detuviera el automóvil. Allí, a la derecha del camino pavimentado, estaba el sendero campesino de su sueño.

-Espéreme un momento -suplicó-, y echó a andar por el sendero, con el corazón latiéndole alocadamente. Ya no se sintió sorprendida cuando el caminito subió enroscándose hasta la cima de la boscosa colina y la dejó ante la casa cuyos detalles recordaba ahora con tanta precisión. El mismo anciano del sueño respondió a su impaciente llamado.

-Dígame -dijo ella-, ¿se vende esta casa?-Sí -respondió el hombre-, pero no le aconsejo que

la compre. ¡Esta casa, hija mía, está frecuentada por un fantasma!

-Un fantasma -repitió la muchacha-. Santo Dios, ¿y quién es?

-Usted -dijo el anciano y cerró suavemente la puerta.

Anónimo recogido por Edmundo Valadés

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