Cumplido Está - SALMOS 22

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    Cumplido EstSalmo 22

    Captulo 1 Una carga de dolores indeciblemente pesada...

    Este salmo, muy conocido por todo cristiano familiarizado con la Escritura,casi no mencionasalvo por una idea generallas consecuencias de laobra de Cristo. stas son desarrolladas ms extensamente en otros salmosy, en lo concerniente a la Iglesia, en el Nuevo Testamento. Pero todo lo queencontramos en los salmos, en cuanto a experiencias individuales (porejemplo el Salmo 32) o en cuanto a bendiciones para el pueblo o para latierra entera, tiene su fundamento aqu. En efecto, este salmo se caracteriza

    por poner ante los creyentes al propio Cristo en sus sufrimientos infinitos einfinitamente variados, y sobre todo, en el sufrimiento supremo sin el cual

    todos los otros no habran tenido ningn efecto a nuestro favor, a saber, elsufrimiento de ser abandonado por Dios. De este salmo se puede decir con

    propiedad, pues, que constituye el centro moral del libro de los Salmos,pues nos muestra la obra del Seor Jess, la que hace posibles todas lasbendiciones contenidas en el resto del libro y el cumplimiento del consejode Dios para con su pueblo y para con la tierra. Estamos aqu en presenciade lo que est en el corazn mismo del pensamiento de Dios con respecto asu gloria y tambin con respecto a nuestra bendicin: los sufrimientos deCristo durante las tres ltimas horas de la cruz.

    Es un hecho curioso y humillante nuestra propensin a descuidar a menudoeste tema mayor para ocuparnos en cosas de un orden inferior. Pero,evidentemente se trata del tema ms difcil de meditar, pues exige el msejercitado y el ms serio estado de alma. Se puede disertar sobre las

    bendiciones cristianas, pues ello tiene su debido lugar y constituye unapreciosa fuente de aliento y consuelo; pero sin embargo, no debe perdersede vista que todas las bendiciones del creyente no son ms que el fruto deeste sufrimiento. Adems, en el tema central que consideramos hay, porsobre todo, una fuente de luz como no la encontramos en ninguna otra

    parte, ello nos invita a detenernos all con el socorro del Espritu de Dios,seguros de que, si podemos asomarnos con santo temor sobre este infinito,ello ser para bien de todos nosotros.Inmediatamente, sin prembulo, somos colocados ante el gran hecho delabandono de Cristo, pues el primer versculo lo escuchamos de boca delSeor en la cruz. Es uno de los ms profundos, de los ms maravillosos, delos ms insondables, versculos de la Escritura. Como ocurre generalmenteen este libro, el primer versculo del salmo expresa el pensamientofundamental de este. l introduce, adems, la primera parte del salmo(versculos 1 al 21), la que nos presenta al Seor Jess crucificado. Todo loque nos describen estos versculos, y los pensamientos que en ellos se

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    expresan, corresponden a lo que se desarroll durante las seis horas de lacrucifixin (Marcos 15:25, 33), pues si encontramoscomo en el primerversculolos sufrimientos expiatorios del Seor, tambin tenemosocasin de considerar muchos otros sufrimientos que les precedieron. La

    segunda parte del salmo (versculos 21 al 31) nos presenta los resultados delo que l pas, resultados que sucesivamente estn relacionados con elresiduo de Judasimilado a la Asambleaen el tiempo que sigui a laresurreccin del Seor (segn Hebreos 2:12); luego con Israel, los quetemen a Jehov, los mansos; seguidamente con los que sern convertidoscuando el Evangelio del reino sea predicado; y, por ltimo, con los quenacern durante el milenio: pueblo no nacido an (v. 31).Se puede destacar que, en la mayor parte del salmo, solamente Cristo habla.En otros salmosel precedente, por ejemploescuchamos a muchosinterlocutores. Aqu no, es el mismo Jess quien se expresa durante esosmomentos terribles. As sucede desde este maravilloso primer versculo,acerca del cual podemos pedir que jams pierdapor ms que seacitadosu fuerza sobre nuestros corazones y nuestras conciencias: Diosmo, Dios mo! Por qu me has desamparado?. El evangelio de Mateo(27:46) nos ensea con precisin que Jess exclam as, a gran voz, cercade la hora novena. El Espritu Santo incluso ha conservado para nosotrosesta incomparable frase en la lengua en la cual fue pronunciada, como parasubrayar su importancia: El, El, lam sabactan!A ese grito, sin hesitacin, el corazn del creyente responde: Fue por

    m! Y es preciso pensar que todos aquellos que, en lo sucesivo se veanbeneficiados por esta obrasea el residuo de Jud, Israel o la tierraenterapodrn dar a este grito una respuesta semejante en el fondo,aunque diferente en el desarrollo. Sin embargo, no se trata en primer lugarde la bendicin de los hombres, sino ms bien de la gloria pura y eterna deDios. Eso es lo que puede inspirarnos el sentimiento de la magnitud delultraje que constituye para Dios el ms insignificante de los pecados, lams pequea desobediencia, el menor signo de propia voluntad. Un pecado,cualquiera que sea, ultraja a Dios, y la medida del sentimiento que

    despierta en Dios no es dada ms que por el desamparo de Jess. Cuntaluz proyecta ello sobre el estado y la historia del mundo entero! No es elmal que est en uno comparado con el mal que est en otro. Es el mal queest en el hombre puesto en presencia de Dios mismo y la manera en queDios lo trata. Nosotros nos sentimos inclinados a atenuar el mal porque nosolvidamos de Dios, pero Cristo, justamente porque no lo olvid, tuvo quevrselas con l en las condiciones que tenemos aqu. l no muri solo por

    pecados que causan horror, sino tambin por toda la locura, la ligereza, lafrivolidad, las faltas ms benignas o las ms fundamentales de la naturaleza

    humana. Todo es igualmente horroroso e igualmente condenado.El Seor Jess suministr all a Dios, su Padre, la ocasin nica de dar la

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    medida de lo que l es con relacin al mal. El juicio de los impos y el lagode fuego y azufre no darn esta medida en igual grado; es un juiciomerecido, ejercido contra pecadores, contra rebeldes, mientras que, en elcaso de Cristo, la medida es perfecta porque la clera de Dios se ejerce

    sobre alguien que, por obediencia, se ofrece perfecto para ser hechopecado por nosotros (2. Corintios 5:21). Aparentemente, Dios no erajusto castigando as a su Hijo; sin embargo, precisamente de esta manera, ldaba la medida absoluta de su justicia. Nada es ms adecuado parasantificar el alma que la meditacin de estas cosas.El gozo que el Seor comparta con su Padre era infinito; y de este gozodeba ser privado. En nfima medida sabemos lo que es sufrir cuando nosvemos privados de la comunin con el Padre. Lo sufrimos en la proporcindel valor que cada uno de nosotros atribuye a tal comunin. Para Cristo,esta comunin tena un valor infinito, de manera que su interrupcin debiser un sufrimiento infinito.Esas tres horas terribles, de la hora sexta hasta la hora novena, son las que,en la angustia del combate, el Seor anticipaba en Getseman. Todo elhorror del abandono pasaba por su alma. Es comprensible que, ante el

    pensamiento de ser desamparado por Diosde quien haba hecho todas lasdelicias y a quien haba glorificado en toda circunstancia con una enteraobedienciael Seor haya sido invadido por el terror, que haya sidograndemente angustiado y que su alma se haya visto oprimida por unatristeza que llegaba hasta la muerte (Marcos 14:34).

    Conviene recordar que el Seor Jess fue cargado judicialmente connuestros pecados slo a partir de la hora sexta. Pero, desde la sexta horahasta la novena hora, l, que era perfecto, a quien jams haba alcanzadomancha alguna, no slo llev ese peso de nuestros pecados, sino que fuehecho pecadopara que Dios condenara el pecado en la carne (Romanos8:3). l, que tena acerca del mal una sensibilidad infinita, una enterarepulsin, era all consideradono podemos olvidarlode la mismamanera que l mismo consideraba al pecado y era tratado como el mal lomerece, no a los ojos de los hombres, sino a los de Dios. Y, para Dios, el

    pecado, lo sabemos, tiene el doble carcter de mancha y de culpabilidad. Lamancha es un hecho abominable para un Dios santo, y la culpabilidad, porsu lado, reclama de parte de un Dios justo un juicio sin remisin. Es precisoque nos coloquemos bajo esa luz, pues ally slo allse pueden hacer

    progresos en cuanto al discernimiento de lo que es el bien y el mal. Elgrado definitivo en la medida del bien y del mal solo se encuentra all,durante las tres horas. Todo el resto es relativo; all est lo absoluto.Entonces, como se ha tenido ocasin de expresarlo alguna vez, uno puede

    preguntarse cul era la fuerza que sostena al Seor al hundirse en ese

    abismo, por qu maravilla de gracia, de fuerza, l pudo introducirse enestas tres horas de tinieblas en las que deba ser desamparado. No poda

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    apoyarse en Dios, l que en los evangelios declara que su comida era hacerla voluntad de su Padre y cuyo gozo era obedecerle. En Getseman, l llamaa su Padre Abba, Padre; en la misma cruz, tanto antes como despus delas tres horas, l habla a su Padre. Pero durante las tres horas, no ms! La

    nica fuerza para su corazn, lo que haba sido su apoyo incluso debafaltarle. Menos aun poda contar con sus discpulos; no poda contar connada ni nadie. Tal fue el desamparo de Jess! Sin embargo, tena una cosa,una sola cosa para sostenerse y para llevarle all: la potencia de su amor, suamor por Dios y su amor por los suyos. Se encuentra aqu evidenciada,revelada de una forma definitiva y absoluta, la potencia del amor divino.Todo el resto es de un orden inferior. Por el gozo que fue puesto delantede l nos dice Hebreos 12:2soport la cruz, despreciando lavergenza. Este gozo no era otro que el amor del Padre actuando en l,

    puesto que tena ante s el gozo de haber glorificado a Dios en una medidainfinita. La perfeccin, cualquiera sea su grado, est en relacin con elamor que se tiene hacia Dios; aquella es un fruto de ste. El Seor probque l poda decir con toda razn: Yo amo al Padre (Juan 14:31).Recordemos tambin, a propsito de este maravilloso amor, este

    pensamiento de uno de nuestros antiguos hermanos: Nada hay comparablea la cruz, salvo el corazn de Aquel que muri en ella.Est escrito Muchas aguas no pueden apagar el amor, ni los ros lo

    pueden anegar (Cantar de los Cantares 8:7); ello es cierto, absolutamente,respecto al amor divino de Jess, amor ardiente que las olas del juicio que

    pasaron sobre l no pudieron apagar en su corazn.Fue un momento nico: los hombres estaban contra el Seor, los discpulosle haban abandonado; todos los poderes del infierno estaban all; y luego

    cosa aun ms terribleDios mismo se volva contra l. Frente a ello, elSeor Jess est absolutamente solo. l haba dicho a Pedro: O acaso

    piensas t que no puedo orar a mi Padre, y l, ahora mismo, pondra a miservicio ms de doce legiones de ngeles? (Mateo 26:53). Pero los ngelesque estn all contemplan esta escena y no pueden intervenir.Algo muy digno de atraer la atencin de nuestros corazones es ver

    desamparado al Justo, a aquel que habra podido ascender al cielo. Pero ldeba adquirir para Dios, por medio de su sangre, hombres de toda tribu ylengua y pueblo y nacin para hacerlos reyes y sacerdotes. Se trataba

    precisamente de la salvacin de aquellos que, por sus pecados, eran lacausa de esas horas terribles, pues nosotros estbamos tambin presentes,

    por nuestros pecados, en esa escena nica, de modo que no podemoscontemplarla sin comer hierbas amargas (xodo 12:8) con el sentir de lossufrimientos que hemos costado al Seor.Esto lo recordamos, ante todo, el primer da de la semana. La alabanza est

    ligada a ese desamparo de Jess para gloria de Dios, para que todo lo quees Dios, en amor respecto a los pecadores y en santidad respecto del

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    pecado, tenga ocasin de ser manifestado. En consecuencia, el culto, lacena, deberan ser celebrados con corazn verdadero y una profundasencillez, en oposicin al formalismo y la ligereza. No basta derramarlgrimas de sentimentalismo humano, como lo hacan las hijas de Jerusaln

    que seguan al Seor cuando llevaba la cruz. Es preciso el recogimiento, eltemor que slo el Espritu Santo y la Palabra pueden producir y manteneren el corazn de los santos, con la humillacin resultante del recuerdo deque nuestro pecado necesit de esas horas. Nada nos pondr tan graves yserios como la contemplacin de ese desamparo de Jess, quien no tuvoninguna atenuacin a su sufrimiento cuando bebi la copa amarga.

    Captulo 2 Tu amor lo ha consumado todo

    No existe ninguna palabra en el vocabulario humano para expresar el amorextraordinario de Cristo, ese amor que puso al Dios todopoderoso, creadorde todas las cosas, en presencia de los hombres, quienes le insultaban sinque l les respondiera una sola palabra. l habra podido exterminar a susenemigos o abandonarlo todo, pero no hizo nada de eso. La obra del Padredeba de ser cumplida y Cristo la cumpli con una incomparable perfeccinque es puesta de manifiesto por las condiciones excepcionales en las que escolocado. Era normal que Jess, al experimentar toda la maldad del hombredesplegada en su contra, buscara socorro en Aquel que continuamente erasu fuerza, pero, en ese mismo momento, debi comprobar y proclamar que

    su Dios le haba desamparado. Su Dios le abandon en las peorescondiciones, pero, a pesar de ello, l no abandon su confianza en su Dios.Y sin embargo esta confianza, mantenida en el corazn de Jess por unainvariable fidelidad, por la obediencia, por el amor hacia el Padre y hacianosotros, no era alimentada en esos momentos por el consuelo de unarespuesta de Dios al respecto. Era necesario que la prueba llegara a eso; elamor de Dios no retrocedi ante una prueba total, sino que se mostrsuperior a la prueba al encontrar en s mismo su nica fuerza para pasar porel abandono y la clera en las condiciones expuestas en este salmo.

    Permanezcamos aqu con los pies descalzos (xodo 3:5), pues es el terrenoms sagrado de todo el universo de Dios.Encontramos en Isaas 53 esta expresin: Jehov quiso quebrantarle; le haafligido (v. 10). Bastaba que ello agradara a Dios para que el Hijo,obediente por excelencia, siempre dedicado a lo que agradaba a su Padre,se sometiera a ese sufrimiento que estaba en los propsitos de Dios a surespecto. La plena aceptacin de esa voluntad de su Padre la realiza Jesscuando, como dice el mismo versculo, ofrece su alma en sacrificio por el

    pecado.

    Lo que tiene de admirable y nica esta posicin del Seor, es la ausenciatotal de bsqueda de un recurso cualquiera. Tenemos dificultad para captar

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    esto porque, cuando nosotros mismos estamos en la prueba, buscamosrecursos en consoladores, o bien nuestra voluntad propia se pone tensa.Pero el Seor no tena voluntad propia; nada le protega. Si lo podemosdecir as, todos sus sufrimientos, tanto morales como fsicos, estaban

    desnudos, y desnudos para recibir golpes; golpes de parte de los hombres ygolpes de parte de Dios. El Seor no slo no responde a esos malvados, aesos violentos, con un acto de poder y no alienta contra ellos ningnsentimiento de venganzapor el contrario, intercede en favor de ellossino que no tiene siquiera un sentimiento de defensa personal. Esabsolutamente nico en perfeccin.Como la gloria del Seor durante estas tres horas brill de una manera tanmaravillosa, uno de los grandes esfuerzos del Enemigo consiste en esfumaren la cristiandad, e incluso entre los verdaderos hijos de Dios, la claridadgloriosa de la cruz. Y si, en lo que nos concierne, sostenemos que sin lacruz no tenemos salvacin (verdad que no es conservada en todas partes)qu prdida experimentamos cuando no sabemos detenernos juntos al piede la cruz! Qu prdida representa para la Iglesia no saber permanecer all

    para contemplar esta escena que contemplar eternamente! Qu prdidatambin para el cristiano, individualmente, cuando aleja sus ojos de la cruzdel Seor! Contemplarla, es la energa oculta de toda la actividad cristiana.Es muy cierto que este lugar de la cruz, en el corazn de los cristianos deldespertar del siglo pasado, estaba en un primer plano. Nuestros primeroshermanos fueron conducidos a profundizar este tema, no por medio de un

    estudio teolgico, sino a travs de un examen piadoso de la Palabra con elsocorro del Espritu Santo. Consideraron la cruz, a Cristo en la cruz y nosolamente llevando en ella nuestros pecados, sino revelando all susinsondables perfecciones personales. Tambin consideraron a Cristo en elcielo, pues la cruz y el cielo se tocan.sa fue verdaderamente la buena parte que eligi Mara y la que debera serla nuestra. No se pierde el tiempo cuando se toma ese lugar; el alma seenriquece, se nutre y penetra en el gozo y los pensamientos de Dios. Hay

    provecho, edificacin, y, no slo eso, sino que tal dedicacin a la cruz nos

    conducir a una adoracin inteligente. Es esencial estar muy atentos a loque pas en el Glgota, y nuestros antecesores, an al precio decontroversiasen el curso de las cuales se lleg hasta acusrseles de

    blasfemosmantuvieron hasta el ltimo aliento la verdad fundamental dela expiacin cumplida durante lo que la Palabra llama las tres horas detinieblas, y en ellas exclusivamente. En este tiempo del final deltestimonio cristiano en la tierra, cuidmonos de dejarnos arrebatar estedepsito de verdad que permanece a la gloria de Jess. La ignorancia a esterespecto es una puerta abierta al enemigo, cuyos designios no

    desconocemos.Es muy importante, pues, recordar que, si bien el Seor permaneci en la

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    cruz desde la tercera hasta la novena hora, antes de la sexta y despus de lanovena goz de la comunin con su Padre, mientras que, desde la sextahasta la novena hora, esta porcin, que era el gozo eterno de su alma, le fuerehusada. Ms an, Dios estaba en su contra. Esto es lo que torna

    absolutamente insondable lo que pas durante esas tres horas, como astambin lo que las hace enteramente distintas de las que le precedieron. Lossufrimientos que Jess padeca de parte de los hombres, de los cualestenemos el cuadro moral en los versculos que le siguen, pasan a unsegundo plano con respecto a aquellos que debi padecer bajo el golpeterrible del abandono de Dios. Si no recordamos eso, perderemos el sentido

    perderemos el sentido de lo que son las tres horas de tinieblas, y entoncestodos los sentimientos que corresponden al creyente en la contemplacin deesta escenael temor, la gravedad, la humillacin y la adoracinsevern debilitados. Es, en efecto, una escena inagotable a la cual deberavolverse constantemente, en particular el domingo a la hora de adoracin.All vemos a Jess, no ya como un modelolo que s es antes de la sextay despus de la novena horassino como un Salvador, el nico Salvador.Se comprende que la cruz del Seor, tal como la Escritura nos la presenta ytal como slo el Espritu Santo puede permitirnos considerarla, sea la gloriay la bandera de la Iglesia. Vemos all el arreglo definitivo, por parte deDios, de la cuestin del bien y del mal. Toda la sangre vertida desde losdas de Abel, toda la corrupcin, todas las cosas vergonzosas, as comotodas las violencias, no son ms que efectos. Aqu es alcanzada la fuente

    misma del mal. Slo esta consideracin de la cruz es adecuada parasantificarnos, para destruir en nosotros la ligereza, la frivolidad, latendencia de obrar como el mundo, a bromear acerca del mal, perdiendo devista lo que es la perfidia de la carne. Nada puede ayudarnos a tal efectocomo la cruz, y tambin en la medida en que pensamos en ella somoscapaces de adorar. Qu puede ser nuestra adoracin si no penetramos enaquello de lo cual nos habla la cruz? Nuestro culto no debera ocuparse

    primeramente con nosotros, sino con nuestro Seor Jesucristo, con susufrimiento y con su liberacin despus de la hora novena.

    Uno tambin aprende a conocerse a s mismo en la cruz, por contraste conCristo, viendo en l un hombre que acta, que habla, que guarda silencio

    para gloria de Dios, y cuya total manera de ser es tan opuesta a la nuestra.Nada nos rebaja tanto, y ello es algo excelente. Tales pensamientos ponenfin a todas nuestras pretensiones y a los esfuerzos que hacemos para cubrirnuestra carnevoluntariosa y corrompidacon apariencias por medio delas cuales nos seducimos a nosotros mismos al querer impresionar a otros.Si permanecemos ante la luz de la cruz, de esta cruz bendita que abre pasoal ro de la gracia de Dios, seremos felices. Pero cun a menudo nuestras

    palabras van ms all de lo que pasa en nuestros corazones, particularmenteen el culto!

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    La meditacin de estas cosas, las ms elevadas de todo lo que la revelacinde Cristo nos ofrece, est absolutamente ligada a la existencia de untestimonio para el Seor. No hay testimonio verdadero sin ese punto centralque es el origen de toda la obra de Dios con respecto al hombre. Por eso la

    Mesa del Seor, en la que se celebra el recuerdo de la muerte de Cristo,constituye el centro de una asamblea de cristianos. Si nuestras actividades,nuestros servicios, la predicacin del Evangelio, la preocupacin por lasalmas, velan en nuestros corazones la belleza mortal de la cruz, es una

    prdida que nada puede compensar.Cun grande sera nuestra felicidad si la Iglesia estuviera despojada detodos sus ornamentos humanos! Qu gozo gustaramos si tuviramos undeseo ms grande de identificarnos con Cristo tal como es! Qu gozo sera

    para el corazn de l! Estamos unidos a Jess en los efectos de su muerte,pero nos hace falta experimentar tambin que estamos unidos a l en sumuerte misma. El lugar de vergenza y de rechazo que tuvo de parte de loshombres, es el nuestro; deseemos gustar de ese privilegio. Pero, ante todo,nos hace falta experimentar que el juicio de Dios que cay sobre Cristo esel nuestro, aquel que se deba a nuestra naturaleza pecadora y a sus frutos.Si lo experimentramos plenamente, el culto, la cena, todas las reunionescunto mayor sencillez tendran, cunto mayor profundidad, cunta mayorespiritualidad! Pero el Espritu Santo no puede brindarnos la contemplacinde esta maravilla que es la cruz sin que efectivamente estemos librados dela propia voluntad interior no juzgada, en base a egosmo y orgullo, que es

    la que precisamente halla en la cruz su condena sin apelacin. l tampocopuede hacernos gozar de ello cuando nuestros corazones estn cargados detoda clase de cosas y llenos del polvo y del barro del mundo. Ojal l nosdesembarace de todo ello para que Jess tenga el primer lugar en todos loscorazones que son suyos! l es digno de ello, pues si sus sufrimientosfsicos marcaron sus manos y sus pies, los sufrimientos de su desamparomarcaron su corazn. Ellos permanecen all, expresando el lugar eterno queocupamos en su divino corazn de Salvador ese corazn que sufri pornosotros.

    Captulo 3 La muerte y el abandono pasaron por tu alma

    El culto es el servicio ms maravilloso que haya sido confiado a loshombres. Sin embargo, la mayor parte de los cristianos no dan el primerlugar a ese servicio, e incluso estn muy lejos de drselo. Tambin en esovemos una victoria de Satans en sus esfuerzos para apartar de lo que esesencial.La esencia del culto es la perfeccin de la vctima y de su obra presentada

    ante la mirada de Dios. Es cierto que para los rescatados no hay culto sin elrecuerdo del sacrificio por el pecado, como lo vemos en la apertura de la

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    alabanza en el captulo 1 del Apocalipsis, pero, cuanto ms examinemos lasperfecciones de la vctima en s misma, tanto ms nuestros canastillosestarn llenos para el culto(Deuteronomio 26:1-11). Y esas perfecciones, que brillan de una manera

    incomparable en este salmo, son las glorias de Jess en sus sufrimientos dela cruz.

    Se tratan relativamente poco estos sufrimientos en la Escritura, no se nosdice lo que han sido, pero estn sobreentendidos cuando l habla de susiniquidades (Salmo 40), de sus pecados y de su locura (Salmo 69) o, en elsalmo que nos ocupa, del desamparo por parte de Dios. Se nos disciernecuando la Palabra nos habla de esa espada que despert contra el pastor deJehov, contra el hombre compaero suyo (Zacaras 13:7), cuando el Seormenciona que las aguas le entraron hasta el alma, qu est hundido encieno profundo y que la corriente le ha anegado (Salmo 69). stas soncosas insondables para el espritu humano, las que slo podremoscomprender en la eternidad. El versculo 2 de nuestro salmo, como tambinlos versculos 14 y 15, nos dan una idea de la intensidad de los sufrimientosde aquel que de tal manera fue desamparado y herido por Dios. Dios mo,clamo de da, y no respondes; de noche tambin y no hay para mi sosiego.l, que en el salmo 63 dice: Oh Dios, Dios mo eres t! de madrugada te

    buscar! debe reconocer aqu: clamo de da y no me respondes. Se

    dirige a su Dios fuerte, pero no obtiene respuesta. Sin embargo, es muydigno de ver que el Seor tiene el rostro dirigido hacia Dios y vierte en lsu queja. Si bien su oracin no tiene acceso a Dios, como est escrito en lasLamentaciones de Jeremas (3:8), Dios permanece siendo siempre el objetode su corazn y el motivo de su vida. La perfeccin suprema del SeorJess fue manifestada as en sus mismos sufrimientos de la cruz; all, lo quel es fue demostrado de una manera absoluta; y es la perfeccin de lavctima lo que, como adoradores, presentamos a Dios, su Padre.

    No solamente contemplamos en este salmo las perfecciones de la

    naturaleza del Seor, sino tambin las perfecciones de sus sentimientos, yen particular la confianza que se manifiesta en ese mismo momento.Cuando Jess est clavado en la cruz, proclama la santidad de Dios:Empero t eres santo, t que habitas entre las alabanzas de Israel (v. 3).l se asocia con Israel al reconocer que Jehov es digno de sus alabanzas,al mismo tiempo que mide lo que es la santidad de Dios al soportar el pesode toda su clera contra el pecado. No era posible, para la santidad de Dios,que los hombres pecadores fuesen reconciliados con l, a menos que unaque una vctima perfecta fuera ofrecida por ellos. Haca falta la perfeccin

    de esta vctima pura y sin mancha para responder a la santidad divina. ElSeor Jess, mediante su muerte en la cruz, dio ocasin a su Padre para

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    desplegar su gloria por la eternidad. Se ha podido decir que, de no haberhabido ningn pecador salvado, el Seor habra dado su vida para que lagloria moral de Dios fuese eternamente manifestada.En los pocos versculos que siguen, Cristo recuerda la fidelidad de Dios,

    quien siempre salv sin excepcin a los que confan en l. El mismo Seorhaba invitado a confiar en Dios, y helo aqu pblicamente ante loshombres, ante los ngeles, ante toda la Historia, obligado a proclamar quel mismo est desamparado por Dios.Qu motivo de asombro es esta escena extraordinaria para los ngeles quela contemplan! En efecto, el Seor declara en el versculo 4: En ticonfiaron nuestros padres... y t los salvaste. Jams en toda la historia dela humanidad se haba visto un hombre que, habiendo confiado en Dios,fuese desamparado por l. En apariencia, Dios se negaba a s mismo. En elSalmo 69 el Seor, al interceder por los suyos, pide que no seanconfundidos a causa de l. Ruega que el desamparo del cual es objeto nosea un motivo de escndalo para los santos, una piedra de tropiezo para losque buscan a Dios, quienes, a causa de tal espectculo, podran llegar adudar de su fidelidad. Guardando la justa proporcin, es el sentimiento quehaca decir a Pablo en sus tribulaciones: Os ruego que no desfallezcis acausa de las tribulaciones que por vosotros sufro, las cuales son una gloria

    para vosotros (Efesios 3:13). Aqu, en los versculos 4 y 5, Jess datestimonio de la fidelidad de Dios, la que jams haba dejado de respondera la fe de los padres ni a la de nadie. Pero, en el versculo 6, l se presenta

    como un contraste. All podemos considerarle en su increble sumisin, ensu humillacin sin par: Mas yo soy gusano, y no hombre....Se ve, en los versculos 7 y 8, cunto sufri el Seor a causa de la burla dela que era objeto cuando estaba en la cruz, y principalmente por esta

    prfida expresin de los principales del pueblo: Se encomend a Jehov;lbrele l; slvele, puesto que en l se complaca. El corazn del Seor fueinfinitamente sensible a esa flecha que estaba bajo la lengua de loshombres, segn la expresin del Salmo 57: hijos de hombres, cuyosdientes son lanzas y saetas, y su lengua una espada aguda. l era acusado

    como anteriormente Job por sus amigos, de no haber complacido a Dios:lbrele ahora si le quiere (Mateo 27:43). Eso tambin confesar ms tardeel residuo: nosotros le reputamos como herido, castigado de Dios...(Isaas 53:4). Mientras Job, quien anteriormente no haba pecado con suslabios, vacil ante esa prueba, Cristo se mantuvo firme y sus propias

    perfecciones fueron manifestadas.Con relacin a este desafo: slvele, ya que se complace en l!, es

    precioso or, como un eco proveniente del otro lado de la resurreccin, larespuesta del Seor Jess: Me sigue librando, por cuanto se complace en

    m (Salmo 18:19). El desafo, adems, se dirige al propio Jehov y sepuede pensar en lo que fue para el corazn de Aquel que, en el Jordn,

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    haba abierto el cielo para declarar: T eres mi amado Hijo; en ti hallo micomplacencia (Marcos 1:11). Por otra parte, hagmoslo notar, los propiostestigos comprueban aqu que, en ese momento supremo, Cristo se confa aJehov.

    Parece que el versculo 9 el Seor llama a Dios. Si los hombres pensaron ydijeron que l no haba agradado a Jehovpues de otro modo l le habrasalvadoCristo expresa su certidumbre interior en cuanto a que, desde elseno de su madre, l se confi a Dios. Tambin se puede contrastarle conJob, quien, en el da de la prueba, al pasar por el crisol, exclam: Por quno mor yo desde la matriz? (Job 3:11).Un detalle que pone de relieve esta confianza del Seor es que, en elmomento de su desamparo, no dice Oh Dios, como en el Salmo 63, sinoDios mo (v. 1, 2 y 10). Es ste un detalle aparentemente formal, pero enrealidad tal detalle pone de manifiesto una verdad infinita.El Seor realiza plenamente lo que es la fidelidad en lo tocante a laconfianza, algo que nosotros conocemos tan poco que, sin embargo, es unade las grandes virtudes de la fe. Durante cuantos instantes, en el curso delao, tenemos confianza en Dios? Nos apoyamos ms fcilmente en lascircunstancias, en los hombres, o en toda clase de cosas. Jess habra

    podido apoyarse en su poder divino; habra podido protegerse, buscar unasalida en muchas ocasiones; pero nunca lo hizo. As lo vemos en la barca,mientras dorma, cuando, una vez que su confianza fue completamentemanifestada, l pudo hablar como Dios para reprender al viento y al mar.

    Toda su vida en lo privado fue siempre as. La confianza perfecta,constantemente manifestada hasta entonces por el Seor, le permite hablarcomo lo hace en circunstancias tan difciles. Y precisamente l, el nicoque haba podido comprobar que se poda confiar absolutamente en Dios,se mismo, despus de haber marcado ese camino pblicamente, proclamaque el Dios en quien ha confiado le abandona, pero al mismo tiempo,

    proclama que, sin embargo, contina confiando en su Dios! No hayaspecto ms elevado de la perfeccin de Cristo.

    No bastaba que la vida del Seor aqu abajo, esa vida de confianza, fuera

    ya algo maravilloso, pues lo ms bello, lo ms glorioso, habra faltado en lagloria de Dios. Haca falta esa circunstancia inaudita del desamparo, para

    poner en evidencia la verdadera medida de la perfeccin de Cristomanifestada con su confianza. Nadie podr decir: Cristo confi porqueDios estaba a su favor, o tambin porque no tena pecado, ya que le es msdifcil confiar en Dios a un hombre que est cargado con su pecado. Vemosa Cristo confiar en Dios cuando Dios estaba contra l como lo estar jamscontra nadie. l permanece perfecto, igual a s mismo, hasta el fin de la

    prueba.

    Si nosotros podemos gozar de las consecuencias de esta confianza en Dios,lo debemos exclusivamentetanto los creyentes anteriores a la cruz, como

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    los posteriores a ellaal hecho de que Jess soport esos sufrimientos sinflaquear y sin tener apoyo alguno. Qu es lo que invadira el alma de todo

    pecador, como nosotros, en una prueba mucho menos intensa que aquella?La desesperacin. La desesperacin se apodera de un hombre cuando ya no

    tiene ms apoyo. Y Jess no tiene ningn apoyo a su alrededor, ningnapoyo, ni de parte de los ngeles ni de parte de Dios. Sin embargo, nada lefaltaba en cuanto a confianza; Jess tena la confianza en Dios cuando nohaba ninguna razn exterior para tenerla. No haba ms que una solarazn, de orden interior: su propia perfeccin.Haca mucha falta que esta prueba sin par tuviera efecto, sin lo cual los

    problemas morales esenciales jams habran sido abordados. Pero ahoratodo es una perfecta seguridad; cualquier cuestin moral que se considere,se la ve solucionada en la cruz. Satans no tiene ms que decir; tiene la

    boca cerrada; la tuvo as durante la vida de Cristo y la tiene en la muerte deCristo. Vemos all el triunfo absoluto del hombre perfecto sobre todas lasconsecuencias del mal.Cun grande trabajo fue necesario a causa de la entrada del pecado en elmundo! La desconfianza fue sembrada en el corazn de Adn y en el deEva en ocasin de la cada. Fue necesaria la confianza de Cristo hasta eldesamparo mismo para restablecer la confianza del hombre ante Dios;tambin fue preciso que Dios fuera glorificado de una manera infinitamentesuperior mediante la confianza de Jess durante las tres horas. La gloria deDios, ofendida por la desconfianza, exiga esta medida.

    Con facilidad tenemos tendencia a considerar estos hechos de una manerageneral y superficial, pero Dios desea que recordemos que todos esossufrimientos eran reales. Las verdades morales y espirituales son muysuperiores a todas las otras realidades. Y no hay una verdad moral que nohaya sido abordada en la cruz; todas las verdades se encuentran allliquidadas, todas las cuestiones estn all fundamentalmente solucionadas,

    para gloria de Dios, para gloria de Cristo y para bendicin de los elegidos.Por eso, considerar la cruz es considerar lo ms maravilloso y lo ms santo.

    No hay nada ms excelente que estudiar la cruz.

    El amor, la confianza, la obediencia, la dependencia cabal, todos estosrasgos diversos de la vida divina nos los hace contemplar Jess en su viday, ante todo, en su muerte. De ello se nutre la Iglesia.

    Captulo 4 La humillacin profunda, la completa obediencia

    Este cuadro en el que contemplamos a Jess como el objeto central del odiodel hombre, tiene una grandiosidad que nos supera. l est all, en la cruz,

    sin responder a las burlas, a los sarcasmos, a las injurias de todos, incluidaslas de los malhechores que estn a cada lado de l. Sin embargo, pese a

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    todo lo que los hombres puedan infligirle, sus pensamientos no se apartande su Padre, a quien se dirige. No tiene nada que decir a los hombres, sinoque habla a su Dios con entera confianza.Desde el versculo 12, hasta el versculo 18, el Seor expresa ante Dios sus

    sentimientos en la terrible situacin en que se encuentra: alzado de la tierra,en medio de malvados; y la expresin de su angustia le lleva, en elversculo 18 a gritar a Jehov: fortaleza ma, apresrate parasocorrerme!Parece que en estos versculos se distinguen dos categoras de malvados.En el versculo 12 se trata de muchos toros y fuertes toros de Basn.Entendemos que se refiere a todos aquellos que recibieron una autoridad,los jefes del pueblo, los gobernantes, quienes asistan a la crucifixin y semofaban de Jess con el pueblo (Lucas 23:35). En el versculo 16, laexpresin perros me han rodeado; una turba de malhechores me hacercado parece designar, junto con los soldados romanos, al populacho, ala multitud annima. Todos ellos estaban de acuerdo para consumar sucrimen.Al propio tiempo que describen la actitud de estas dos clases sociales, estosversculos nos presentan dos diferentes clases de sufrimiento para el Seor.Est, en primer lugar, lo que Cristo experimentaba de parte de aquellos quedemostraban su fuerza y autoridad contra l, mientras que el segundo grupo(versculo 16 y siguientes) nos presenta ms bien lo que l sufra por que sele miraba en su vergenza (versculos 17 y 18). Experimentaba, por un

    lado, los sufrimientos debidos a la dureza despiadada, a la crueldad deaquellos que se aprovechaban de su debilidad; por el otrolo que quizera aun ms penoso para lsenta profundamente los sufrimientos que leinfligan esos perros, smbolo de los animales impuros, quienes lecontemplaban sin la menor reserva moral, no haciendo ms que gozar de suvergenza. Ante el Seor, que aceptaba verse metido en esas miradasdurante el sufrimiento, ellos daban rienda suelta a todo su desenfrenomoral.Es bueno que pensemos esas dos clases de sufrimientos que el seor

    experiment all de parte de los hombres, cuando, en contacto con toda esaviolencia y toda esa ignominia, busc el consuelo de Dios al decir: Diosmo, Dios mo! Por qu me has desamparado?. El hombre aprovech esaocasin para mostrar toda su maldad contra alguien que se ofrecadichocon toda reverenciacomo blanco perfecto a la violencia y a la corrupcindel corazn humano.Por lo dems, si bien encontramos dos clases de personas en torno a lacruz, en realidad ellas abarcan a todas: al pobre y al rico, al hombre culto yal rstico, todos los peldaos de la escala social estn all. Pero Dios no

    tiene tiempo que perder con esas apariencias de las cuales nosotroshacemos tanto caso, y el mismo hombre es tan pronto como un toro o un

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    fuerte toro de Basn, tan pronto como un perro que se regocija con alvergenza de otro. Ello nos cubre de confusin, con justa razn. No haymillones de hombres diferentes para Dios; hay dos hombres y slo dos: el

    primer hombre y el segundo hombre. Ambos estn aqu, uno frente al otro.

    La verdadera historia del mundo la tenemos a esas horas de la cruz. Alltenemos los rasgos definidos de lo que es el mundo, de lo que es el hombre.No es necesario leer todo lo que el hombre escribi para saber lo que es elprimer hombre; en ello no encontraramos nada ms que lo que tenemosaqu, en la presencia de una luz moral perfecta. La realidad de la historiadel mundo y del hombre est aqu, en esta escena inaudita en la que elhombre perfecto es moralmente pisoteado, insultado por esos perros que lecontemplan y se burlan de l en su vergenza, pblicamente, como ningunode nosotros podra soportarlo ni un instante. Es ese un cuadro permanente:el corazn abierto de Cristo y el corazn abierto del hombre, uno frente alotro. Y podemos tambin ver all la grandeza insondable del corazn deDios, quien, conociendo todo de antemano, dio a Aquel cuya perfeccinfue as manifestada, para salvacin de una humanidad cuya maldad todaera, al mismo tiempo, absoluta y definitivamente demostrada. Todo lo quevemos all es inefable; la eternidad no alcanzar a agotar la meditacin deello.Hay aqu una incomparable belleza moral frente a una fealdad total. En lascomparaciones que hace el Seor acerca de todos esos hombres se puedeadvertir el estilo divino que nunca cae en el realismo trivial o fuera de lugar

    de los hombres y que describe esta escena con una justeza de expresinligada a una perfecta delicadeza. La actitud del Seor, caracterizada poruna debilidad total, una completa falta de energa, est en absolutaoposicin de los toros y de los fuertes toros de Basn. Se ve morir hombresmientras se defienden, en tanto que Cristo manifiesta una entera aceptacindel sufrimiento sin intentar la menor resistencia.Otra manifestacin de la sumisin del Seor consiste en que no se fija enlas causas secundarias. Ve todo, habla de ello pero declara: t me has

    puesto en el polvo de la muerte (v. 15). No haba tomado de manos del

    Padre, en Getseman, la copa que ahora beba?

    Otro rasgo ante el cual es tambin preciso detenerse es que el Seor nolevanta la cabeza en medio de esta vergenza y de este dolor. Un hombre

    puede reaccionar por orgullo y aun desafiar a otros; es una actituddefensiva; pero Cristo no apela a ninguna defensa; acepta, confiesa y

    proclama pblicamente la situacin en la cual se halla. La perfeccinabsoluta brilla all; sometida a la ms horrible prueba, ella triunfa. l no es

    ayudado por nada ni nadie. Todo y todos estn contra l; los principados,Satans y los demonios estn tambin contra l. Est crucificado, doliente,

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    aparentemente reducido a la impotencia y, sin embargo, en ese momentodespoj a los principados y a las potestades y les sac a vista en pblico,triunfando sobre ellos en la cruz. (Colosenses 2:15). Todos los esfuerzos deSatans y del hombrede quien Satans se vali para impulsar al Seor a

    protegerse y sustraerse del sufrimientotodos esos esfuerzos fueronvanos, de manera que el ejemplo del Seor, evidentemente, es nico. Nohaba ningn dolor como el suyo; nada se le aproxima. Por un lado, enefecto, todos los otros dolores humanos son dolores de pecadores y, dehecho, ellos a menudo y en gran parte son merecidos. Por otro lado, no hahabido jams ninguna aceptacin del dolor tan perfecta como esta. El Seorno es admirable porque sea un hroe que desafa a sus enemigos, l lo es

    porque se somete absolutamente. Es la puesta a prueba de su perfeccinpues se trata de ver si esta perfeccin sera ms fuerte que todo elsufrimiento que estaba preparado, y ste estaba en relacin con el arreglode toda la cuestin del bien y del mal. Este arreglo fue absoluto y fue hechosegn Dios. El problema no puede volverse a plantear; Satans lo sabe

    bien.Si la cuestin de la confianza estaba terminada, igualmente lo estaba la dela perfecta sumisin. Sabemos, en efecto, que en este momento el Enemigose present: Si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz!. El diablo seserva de los hombres para tentar a Cristo: Slvate a ti mismo!. Solo

    podemos prosternarnos ante esta sumisin perfecta que muestra el amor delSeor hacia su Padre. Satans, en ese momento decisivo, emple todos los

    medios; coalig la totalidad de sus esfuerzos en una suprema tentativa porvencer la resistencia, la fidelidad del Seor. Todo lo que estaba en juegoentonces en cuanto a la potencia del diablo es un hecho muy solemne, a

    propsito del cual, la Escritura es particular sobrio en detalles. Pero qupremio debemos ahora vincular con la victoria de Cristo! El poder deSatans est hoy destrozado, su derrota est consumada.Lo que es en s mismo el mal misterioso que penetr en el mundo, por quDios permiti que entrara y, antes de eso, cul fue la cada de Satans, noha sido revelado. Pero sabemos que fue a causa del hombre, en el hombre y

    por el hombre que deba ocurrir el triunfo del bien sobre el mal. Dios fuemanifestado y glorificado en el hombre. No lo fue en los ngeles. Estos notienen ni una nota que entonar en esta alabanza que no es su cntico. Se

    puede decir que Dios debe el despliegue de su gloria al hombre, es decir, aCristo, a su venida a este mundo y a su muerte en la cruz para solucionar,en el transcurso de las tres horas sombras, la espantosa cuestin del

    pecado. Al hombre Cristo Jess le debe Dios la gloria que adquiri all conla redencin. Este triunfo del bien sobre el mal es algo infinitamentesuperior al mantenimiento de la inocencia. En l hall Dios la ocasin de

    revelarse. Si queremos saber lo que es Dios, lo encontraremos en la cruz; siqueremos saber lo que nosotros somos, tambin en la cruz lo conoceremos

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    y es all donde debemos volver siempre. La epstola de los Romanos nos dal razn espiritual de ello, pero aqu, en este Salmo 22, tenemos el hechocomo en ninguna otra parte. El corazn del hombre de todos los tiempos,en su estado natural, se manifiesta all, pero l es el mismo por doquier. La

    cuestin fue definitivamente solucionada por Cristo para Dios. Ellatambin debe ser solucionada como juicio interior en cada corazn. Surealizacin, prctica en nosotros, sin duda deja que desear, pero al menos,estemos totalmente convencidos de que todo lo que somos en nuestroestado natural est manifestado y solucionado en la cruz. Damos un pasoinmenso cuando llegamos a esta conviccin.

    Nuestro yo fue desenmascarado en la cruz. Mostr su verdadero rostro yfue condenado, de manera que los cristianos, instruidos por Dios, no tienenque hacerse ms ilusiones. Todos los esfuerzos morales o materiales paraembellecer al hombre son vanos; no constituyen mas que una intiltentativa para olvidar o para rechazar la fuerza de la verdad en el alma.Pero es una maravilla que Dios nos haya hecho conocer estas verdadesdefinitivas; no tenemos ya que dudar sin cesar, buscando, como lo hacenlas filosofas del mundo, la puntada final de la verdad. Ella est

    perfectamente revelada; no tenemos ms que sacar las conclusiones.Las posibilidades del hombre fueron manifestadas: un completo abanico detodos los crmenes, de los cuales el que supera todos es la muerte de Cristo.Su germen estaba ya en el acto de Can. Dios no nos lo halaga; su amor nosinstruye acerca de lo que debemos saber para nuestro bien sobre lo que

    somos y sobre lo que l es. El camino de la felicidad comienza all.Si las horas de la cruz duraran todava, la escena no estara ms presente alos ojos de Dios que lo que est hoy. Para l, el mundo es siempre idnticoa s mismo, tal como se manifest en las seis horas de la cruz. Peronosotros mismos lo olvidamos tan fcilmente! Alguien ha podido decir que,si furamos fieles, deberamos conducirnos como si la muerte de Cristohubiera ocurrido ayer. Si conservramos verdaderamente el sentimiento deque la escena de la cruz acaba de desarrollarse, de qu manera nuestra vidaentera estara impregnada del valor del sacrificio ofrecido, del precio

    pagado por nuestro rescate, como as tambin de un horror hacia el mal,equivalente a lo que cost su abolicin!Todas estas cosas, todas estas escenas, todas estas verdades nos invitan,cuando estamos en torno a su Mesa, a recordar la muerte del Seor confelicidad, por cierto, pero tambin con qu gravedad, que recogimiento, quecircunspeccin y... qu silencios!

    Captulo 5 El insulto cruel..., el oprobio sangriento del cual te colm

    el mundo

    Los versculos 16 al 21 nos hacen discernir la delicadeza inigualable del

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    Seor y los sufrimientos que padeci a este respecto. Exteriormente, l eraun hombre como los otros, pero, entre otras diferencias, tena en s elmismo una nobleza y una distincin moral infinitas. Ellas se ven aqu

    pisoteadas por los hombres, esos perros desencadenados contra l. Qu

    ceguera la de ellos, la nuestra, para osar tan slo poner las manos sobre elcuerpo del Seor! l se ofreci a esta humillacin sin protegerse tampocode ella.Si ellos mismos hubiesen guardado el menos la menor delicadeza, no sehabran atrevido a mirarle en la cruz. Hay cosas que no se miran. Unmnimo de consideracin reclama que, con un sentimiento de turbacin, seaparte la mirada de alguien que sufre. Por el contrario, ellos estn ah,cnicos, sin ninguna consideracin. Le miran, le tocan, reparten susvestiduras sin el menor miramiento. Est dicho repetidas veces: me hanrodeado, me han cercado, para subrayar marcadamente la violencia y lamaldad de esos hombres impuros. Todos ellos estn coligados contra elsanto y el justo. Estn todos unnimes en su ensaamiento contra elcrucificado.Estas expresiones de la Palabra son extremadamente elocuentes; evocan lahosquedad, la crueldad salvaje de los perros, la cobarda tan manifiestahacia aquel que estaba indefenso. Tal era el corazn del hombre quedesbordaba de odio contra su Creador venido hacia l, y venido parahacerle el bien: una verdadera jaura ladrando contra l, el perfecto, laexpresin misma de la dulzura y la bondad. Son conocidas las reacciones

    feroces de una multitud en la que los instintos ms bajos se revelan y se danrienda suelta porque se escudan en el anonimato.Estos versculos nos muestran de qu manera fue herido el corazn delSeor. Esta muchedumbre hostil a la que una curiosidad malsana atrada alespectculo de la crucifixin y que debi ser especialmente numerosadurante esos das de la Pascua, era la misma que, con solicitud ycompasin, l haba enseado, sanado, alimentado en el desierto, la mismaque haba querido hacerle rey y que le haba aclamado unos das antes,cuando entraba en su ciudad real de Jerusaln. Cun sentida debi de serle

    esta ingratitud! Es comprensible que su corazn se sintiera fundido como lacera ante tal odio del hombre en su contra. Las expresiones empleadas aquson extraordinarias: mi corazn... se derrite en medio de mis entraas;como aguas he sidoderramado. Hubo violencia, hubo odio, ingratitud y

    burla; todo fue dirigido contra l. Todo lo que el corazn del hombre tienede maldad se manifest por completo en la cruz.Sobre la base de sentimientos naturales se pueden apreciar algunasdiferencias entre los hombres en cuanto a su manera de obrar. Algunos,ante la vergenza de otro, harn algo para ocultarla en la medida de sus

    posibilidades. Pero aqu, todos indistintamente son ignominiosos, y nocabra ms, despus de esta escena, fiarse en absoluto de la delicadeza

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    moral del corazn humano ni de la percepcin del decoro que el hombrehabra debido de tener para con Dios y para con el Hombre perfecto.Cuando el Hombre perfecto se ofreca, el hombre, sin reconocerlo, seaprovech de ello de una manera total para revelarse enseguida tal como es.

    No pudo ser ms hipcrita.La completa ruina del hombre queda as definitivamente demostrada, aligual que la imposibilidad de un contacto con Dios. Slo hay un contacto

    posible entre el hombre, en su estado natural, y Dios: es el juicio, si a esopuede llamrsele un contacto. No lo decimos para rebajar al hombre, pero,si los sufrimientos del Seor y su gloria moral son un lado de la verdad,hay otro que es inseparable de ella, a saber, el triste estado del hombre.Para estar convencido de ello, Dios no necesitaba someter a prueba alhombre presentndole a su Hijo, pues conoca ese estado desde la cada delhombre. Pero nosotros s tenamos necesidad de ello para poder ver asnuestro retrato. Cmo deberamos ser a este respecto ante los hombres quealientan un muy elevado concepto de s mismos! Cmo deberamosdistinguirnos de ellos y no tener temor de decir oportunamente lo que es elhombre a los ojos de Dios! Que no se hable, pues, de tacto o de delicadezanatural; en ese terreno, el hombre est catalogado. En sus relaciones entreellos, eso puede tener su valor, pero Dios demostrCristo demostrloque puede hacer el hombre bajo el punto de vista de la delicadeza moral:regocijarse con malicia de la vergenza de Jess. Y lo que el Seor diceaqupues siempre l quien hablademuestra cun sensible es al

    respecto: ellos me miran me consideran. l lo experimentaba mucho msque nosotros porque l era perfecto; el pecado no haba embotado susensibilidad, una sensibilidad divina.Cuento todos mis huesos... no es sta la declaracin de su vergenzafsica desplegada ante todas las miradas? Todos sus huesos eran visibles.La labor, la fatiga, los sufrimientos haban sido la parte del Seor, y sucuerpo daba testimonio de ello. Y es, adems, una expresin de fe, ya que,segn la Escritura, ninguno de sus huesos deba de ser quebrado (Salmo34:20). Parece que los huesos son el smbolo de la voluntad del hombre. Un

    hombre puede resistir porque tiene huesos, y se encuentra en varios pasajesde la Escritura, figurada o realmente, que Dios est obligado a quebrartodos los huesos para poder bendecir: As me romper todos los huesos!dice Exequias (Isaas 38:13). Pero en el Seor no haba nada quequebrantar, y ello debido a la voluntad profunda que consista en hacer ladel Padre, incluso hasta la muerte.Se comprende que jams existi a un hombre que, teniendo el poder desustraerse a tales miradas, no lo haya utilizado. Nadie que tenga ese podersoportara el dolor de semejante humillacin de parte de los hombres y de

    que hombres! S, nosotros, que somos tan propensos a rodearnos dehonores, a adornarnos y engalanarnos, leamos lo que est dicho all:

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    Partieron entre s mis vestidos...!; y sabemos alo que este respecto relatael Evangelio. El Seor habla como aquel que, consciente de todo, lo acepta

    porque ello era preciso. l puede decir en otra parte: T sabes mi afrenta,y mi confusin, y mi vituperio; delante de ti estn todos mis enemigos. La

    afrenta me ha quebrantado el corazn...! (Salmo 69:19-20).

    En general, en nuestro culto, en nuestras meditaciones y en nuestrossentimientos hay lugar para el recuerdo de ello. Por cierto que eso no es laexpiacin, pero sin esa perfeccin previa por as decirloante susultrajes, la expiacin no hubiera sido posible. Si hubiera habido el menor

    pensamiento de enojo en su corazn frente a tantas cosas horrorosas queestn en todos nuestros corazones, no habra podido ser la santa vctima.Por qu Cristo, que vino aqu abajo esencialmente para cumplir la obra dela expiacin, debi conocer igualmente las tres primeras horas de la cruz,durante las cuales no tena todava nada que ver con la clera de Dios? Porqu, ya que la redencin deba ser lograda por medio de su muerte, tenemosen la Palabra el relato de su vida de hombre de dolores y en particular deesos ltimos momentos en los cuales el odio de los hombres se vertacontra l sin medida? Eso no habra podido serle ahorrado? No; entreotros motivos, era necesario que Jess fuera manifestado como unsacrificio perfecto, y todas las pruebas por la que atraves antes de lasterribles horas de la clera, tuvieron ese maravilloso resultado. En el crisol

    del sufrimiento se manifest un oro perfectamente puro. Todo se conjug,de un lado, para hacer resaltar su perfeccin, y de otra parte para procurarimpedirle que fuera perfecto. Es una escena inaudita, delante de la cualnuestras almas permanecen confundidas.En estos dos prrafos (v. 12 a 15 y v. 16 a 20), en cierto modo se ve lamanifestacin de los dos caracteres del pecado: La violencia, por una parte,y por la otra la corrupcin y sus efectos: la villana, la bajeza. Cuntasveces, hombres que aparentemente tendran vergenza de dar un golpe a su

    prjimo se muestran moralmente bajos en su manera de hacer y de hablar.

    Todos debemos tener cuidado de esta perfidia de la naturaleza humana. Labajeza moral del hombre se encuentra en todas partes y nada cambia. Haycosas que la disimulan ms o menos; se la ver quiz ms fcilmente enciertos medios calificados como realmente bajos, pero se la descubreigualmente en todos los medios. La educacin, incluso la cristiana, no lehace nada. La frena, pero no la destruye. Slo la naturaleza divina, dada alhombre cuando se convierte, est en condiciones de tener los caracteres deesa naturaleza. Sin el nuevo nacimiento no hay nada bueno en un hombre.Incluso despus de la conversin, si la carne no es tenida por muerta, tarde

    o temprano ella se manifestar.Un horrible sentimiento se pone aqu en evidencia, a saber, el odio respecto

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    a todo lo que nos supera moralmente. Can fue un homicida porque lasobras de su hermano eran justas y las suyas eran malas (1. Juan 3:12). Talsentimiento lo encontramos en esos perros y toros, y lo encontramostambin en nuestros corazones no es verdad? Es una suerte de venganza

    hacia aquellos cuya perfeccin nos juzga. Y es exactamente lo que elmundo hace sentir al creyente en la medida en que este sea fiel: el mismoodio contra todo lo santo, contra todo lo que manifieste el buen olor deCristo. Todos sol que quieran vivir piadosamente en Cristo, padecern

    persecucin (2. Timoteo 3:12).En ninguna otra parte se nos da, como en esta escena de la cruz, la pruebade que no existe ninguna comunin entre la luz y las tinieblas. Como nadase podra reprochar a Jessal contrario, entonces se vengaron de l.Pues bien; el Seor ha permitido que sus testigos, a travs de los siglos,soporten algo semejante e incluso que mueran en el oprobio! En fatiga yarduo trabajo... dice el apstol...en fro y desnudez (2. Corintios11:27). stas son palabras a las que no pesamos lo suficiente. Hay mrtiresa los cuales el Seor ha permitido que sean hechos espectculo en una

    profunda humillacin y que mueran honrndole sin tener malospensamientos hacia sus verdugos. As lo fue Esteban. Vemos en l unhombre que muere ignominiosamente, lapidado, ensangrentado, quebrado,arrojado en tierra. Pero esta muerte es un verdadero triunfo; Esteban se

    parece a Jess.Cuando Adn y Eva cayeron, no pudieron soportar su estado y se cubrieron

    con hojas de higuera. Moralmente nosotros hacemos igual, lo sabemosbien. Pero Cristo, aqu en la cruz, en contraste total con el primer hombre,cuando es despojado de todos sus vestidos, soporta en todo sentido y antetodas las miradas, la consecuencia de la falta de aquellos. Este rebajamientode Jessque nos hace falta leer entre lneas, esta humillacin pblica,esta ausencia de todo lo que pudiera ocultarla, es el motivo de adoracin

    para el creyente, ya que, a travs de esta ignominia aceptada, la fe disciernetoda la belleza moral que era el secreto de la fuerza desplegada para ocuparsemejante lugar.

    Qu cambio obra esto en nosotros respecto a todo aquello con lo cualtenemos, todos los das, un contacto inevitable, y acerca de todo lo que

    podemos hallar en nosotros mismos! Cmo nos hace comprender tambinque no podemos buscar un jefe o un modelo fuera de l!He aqu nuestro jefe, nuestro Seor, nuestro Dios! Est en una cruz,despojado, humillado, afligido, rechazado por todos, hecho objeto de odio,de desprecio, de burla y de repulsin. Estamos orgullosos de ello? Nosgloriamos de pertenecer a tal amo y de adorar, ante el mundo, a un hombrecrucificado? Buscamos en ese mismo mundo otro lugar que no sea el

    suyo?

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    Captulo 6 T destruiste todo el esfuerzo del infierno y de la muerte

    Despus de los versculos 16 a 18, tan destacables por su precisinproftica, de la cual Cristo deba conocer toda la realidad a fin de que secumpliese la Escritura, l apela a aquel que haba sido su fuerza durantetoda su vida (Salmo 22:19-21). En Getseman ofreci ruegos y splicascon gran clamor y lgrimas al que lo poda librar de la muerte, y fue odo acausa de su temor reverente.A l se dirige an, en la hora misma en que deber exclamar: Dios mo,Dios mo! por qu me has desamparado? Ya le omos decir, en el v 11,No te alejes de m!. Repite esta splica en el v. 19: Mas t, Jehov, note alejes!. No dice Dios mo sino Jehov, t que no cambias, tque siempre eres fiel, t que siempre has sido mi fuerza y mi liberacin!Estas ardientes plegarias del Seor quin las podr sondear jams? Quin

    podr medir la angustia y el horror de su alma durante esas horastenebrosas? Jehov, no te alejes!. Senta que Jehov se alejaba de l, queestaba obligado a alejarse.Se ve qu terrible asalto diriga Satans contra Cristo durante esas horas delas cuales el Seor haba dicho a los hombres, instrumentos de Satans,venidos para arrestarle (Lucas 22:53). Como otrora el filisteo con todas susarmas, el Enemigo avanza aqu con un completo arsenal de violencia, de

    maldad, de malicia y de corrupcin. Qu grito de dolor escapa del corazndel Seor en ese momento! Siente todo el furor de Satans, su rabia, suodio en sus mltiples formas. Entonces exclama: Slvame de la boca dellen!.

    No parece, hablando con propiedad, que se pueda llamar combate a lo quepas en la cruz entre Cristo y Satans. En efecto, aqu no hay lucha, comoen el desierto, cuando Jess responda al adversario por medio de la

    irresistible espada de la palabra de Dios, o como en Getseman, donde laangustia del combate haca manar su sudor como grumos de sangre quecaan sobre la tierra. Satans lo asalta, por cierto, desesperadamente, perose ensaa contra un Cristo sin defensa, quien no tiene ms batalla quelibrar, ya que ha aceptado la copa, por lo cual no le opone ningunaresistencia. Las flechas y los dardos encendidos del prncipe de las tinieblasse agotan en vano contra la perfeccin de nuestro Seor Jesucristo. De estaextraordinaria manera fue obtenido el ms clamoroso triunfo, una victoriano conseguida en los anales de los pueblos, pero que exaltar durante la

    eternidad al cntico de los rescatados. Tuya, Jess, fue la victoria en lacruz!.

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    Aunque es preciso ser prudente en la interpretacin de las expresiones quedescriben los diversos sufrimientos del Seor, parece que se puede ver en laespada, el poder[1]del perro y en la boca del len lo que Cristo soportrespectivamente de parte de Dios, de los hombres y Satans. La espada de

    Jehov se despert contra el hombre socio suyo (Zacaras 13:7).Recordamos que el grito del primer versculo fue lanzado al final de las treshoras sombras, hacia la hora novena. Cuando el Seor, presa de los dolores

    provocados por los hombres y Satans, grita a Dios, es para comprobar quetampoco de ese lado hay algo para l; y no slo que no hay nada a su favorvolvindose hacia Dios, sino que Dios est contra l. Precisamente all estlo que ha sido llamado el misterio de misterios. Su grito hacia Dios anteel sufrimiento, recibi por respuesta el desamparo y la clera. En el cursode su vida, como ya ha sido sealado varias veces, Cristo, por ms humildey desprovisto que haya sidopues fue un hombre desprovisto, ya que suvida entera es la de un hombre que no tena nadaen el curso de su vida,tuvo a Dios consigo, y dio pruebas de fuerza y de poder al cumplirinnumerables milagros. Pero aqu, en la cruz, no hay el menor desplieguede poder exterior de su parte, no hay ningn milagro; slo debilidad. Poreso dice l mi fuerza, asumiendo la debilidad humana de una maneraabsoluta. La cruz era eso para Cristo: el sentimiento de una debilidadcompleta y de una debilidad aceptada. Fue crucificadocomo estescritoen debilidad (2. Corintios 13:4). Como ya lo hemosconsiderado un poco, durante estas horas no vemos ningn ejercicio de

    poder, ningn rasgo de cualquier clase de herosmo, ningn arranque devoluntad como lo tienen los hombres, sino el abandono de toda voluntad, laaceptacin consciente de todo lo que deba encontrar. Y pensar que elSeorquien ante todo era Dios, creador de todo y quien tena en susmanos el poderaqu confiesa su debilidad! Es una maravilla moral quese agrega a las otras suyas. Ya no esconde ms su debilidad, como astampoco esconda su vergenza. En eso tambin brilla su total perfeccin.Como se ha dicho, ha habido fieles que experimentaron, en el curso de lostiempos, algo de esa vergenza en una muerte ignominiosa, pero hay, entre

    ellos y el Seor, una diferencia inmensa, adems de lo que se refiere a laperfeccin: los santos siempre pueden contar, en el momento de la prueba,con el auxilio de Dios, mientras que Cristo debi probar que Dios estabacontra l. Incluso a causa de ello todos los cristianos pueden estar segurosde que Dios no los abandonar jams; no los abandonar jams porqueabandon al nico que mereca no ser abandonado. No hemos terminado demeditar acera de este punto, pues lo haremos eternamente. Es de la mayorimportancia que la Iglesia, en cada asamblea local, no lo olvide

    Captulo 7 La obra de gracia est terminada, T te has sentado en ellugar santo

    http://www.verdadespreciosas.com.ar/documentos/CUMPLIDO_ESTA.htm#N_1ahttp://www.verdadespreciosas.com.ar/documentos/CUMPLIDO_ESTA.htm#N_1ahttp://www.verdadespreciosas.com.ar/documentos/CUMPLIDO_ESTA.htm#N_1ahttp://www.verdadespreciosas.com.ar/documentos/CUMPLIDO_ESTA.htm#N_1a
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    A partir del versculo 21 toda la escena cambia. Entramos en el terreno delas consecuencias ilimitadas de esta obra infinita, y la primera de todas

    presentada sin demoraes la alabanza de Cristo hacia Aquel que lo libren el momento preciso. El Seor alaba a Dios en medio de los santosporque Dios lo libr y nos invita a alabarlo con l, no ya porque os hayasalvado, sino porque resucit a Cristo de entre los muertos.Esta liberacin de Dios, esta respuesta a Jess, se puede decir que semanifest de dos maneras. La primera, en que, al cabo de las tres horas dedesamparo, el Seor restableci la comunin con su Padre, ya que entoncesdeja de decir Dios mo y dice Padre, como lo vemos en el evangelio deLucas (23:46). La segunda fue su resurreccin y su elevacin a la diestra dela majestad en las alturas. Es la respuesta definitiva.Despus de las tres horas, el Seor encomienda su espritu a su Padre. Laobra de expiacin est terminada. Pero falta ahora solucionar la cuestin dela muerte y de su terrible poder. En la cruz, lo relativo al juicio de Dios y suclera fue solucionado, al igual que lo referente a Satans, pues, cuando elSeor exclama Cumplido est! ya ha logrado la victoria. Pero an habaque apoderarse de las llaves de la muerte y del hades (Apocalipsis 1:18); lefaltaba pasar por los lugares a los que conducan las consecuencias del

    pecado. Una de esas consecuencias era la clera de Dios, por la cual pasCristo durante las tres horas. Otra consecuencia era la muerte a la cual

    estaban sujetos todos los hombres. El Seor entra en la muerte, penetra enese reino del hombre fuerte con el poder de una vida imperecedera. Entraen la muerte que no le poda retener y sale de ella despojando a Satans deesa arma poderosa (Lucas 11:21-22; Hebreos 2:14-15), de tal manera queen adelante la muerte ya no es ms nada para Cristo y para aquellos queestn en l. Respecto a los dems hombres, por otra parte, la muerte estahora en poder del Seor, pues l es el primognito de entre los muertos(Colosenses 1:18).La manera en que Cristo entr en la muerte tiene mucha importancia. No

    muri bajo la clera judicial, ya que primeramente recuper el gozo de lacomunin con su Padre. En segundo lugar, penetr en la muerte conscientede haber acabado completamente la obra, pues pudo pronunciar estassolemnes palabras: Cumplido est!. Ms aun, l da su vida exclamandoa gran voz, prueba de que nadie se la quitaba, sino que la pona de s mismoa causa del mandamiento que haba recibido de su Padre. Por ltimo, sudependencia y su completa confianza brillan una vez ms en este ltimoacto que consiste en encomendar su espritu en las manos de su Padre(Lucas 23:46). Pese a haber recibido tanto el poder de volver a tomar su

    vida como el de darla, la perfecta dependencia del Seor -si es posiblepenetrar ese misterio- no le permite ejercer ese poder sin su Padre. La

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    resurreccin es presentada como una respuesta de Dios: Me hasrespondido de entre los cuernos de los bfalos (v. 21 - versin francesa deJ.N.D.).Cuando la hora de la prueba hubo terminado para Cristo, cuando el tiempo

    de su desamparo hubo llegado a su fin, lleg el de la liberacin. Si Dioshubiera socorrido a su Hijo antes del momento preciso, nosotros nohabramos sido salvados. Por otra parte, su amor por l no permitira que la

    prueba se prolongase un instante ms de lo necesario. (En nuestras pruebas,a nuestro nivel, podemos tener confianza en que la sabidura de Dios, porun lado, y su amor, por el otro, darn a nuestros ejercicios exactamente laduracin necesaria).Lo que parece destacarse en estos versculos 22 a 24 es la expresin delinmenso cambio que el Seor experiment al pasar las horas terribles algozo de la comunin con el Padre. Y l quiere que sus hermanos sepan quDios es aquel que le ha librado de las tres horas de la muerte. Conoce yaprecia el inters que por su dolor sienten aquellos a quienes llama sushermanos. igate Jehov en el da de tu angustia comienza diciendo elSalmo 20, y aqu, despus de los sufrimientos, cuando todo ha transcurrido

    perfectamente, es el propio Seor quien exclama: Ya me has respondido(versin francesa de J.N.D.). El que intercedi por aquellos que temen aDioses decir, por sus hermanosa fin de que no sean confundidos niescandalizados a causa de su desamparo (Salmo 69:6), tiene, como bien locomprendemos, mucha prisa por ir a anunciarles la maravillosa liberacin

    de la cual acaba de ser objeto. Su amor esperaba de sus discpulos, comoahora lo espera de nosotros, un sentido y profundo inters por las cosas quele ataen y muy especialmente por esta respuesta que Dios dio a su fe. Yeste aspecto de la alabanza es quiz demasiado raro. En nuestro culto nodeberamos dejar de bendecir a Dios por la manera en que libr a Jess y,as, unirnos al gozo del Seor, quien adora y alaba a su Dios y Padre porese cambio que ninguna lengua sabra expresar, del cual slo l conoce la

    profundidad y que le hace pasar de la clera de Dios a su ms ntimacomunin.

    Si tuviramos un ms profundo sentimiento acerca de la prueba horrorosa ala cual fue sometido el Seor y si pensramos ms en su dolor, en suaislamiento, en su abandono, tendramos ms a menudo en nuestroscorazones esta nota de alabanza para bendecir a Dios, quien liber a Jessde esas horas indescriptibles. Parece que ello no es frecuente en nuestroculto, pues bendecimos a Dios por lo que ha hecho por nosotros, pero muy

    poco por lo que hizo por Cristo. Las tinieblas, la clera, el desamparo, yluego el pleno gozo del rostro de Dios como el que sinti Jess, se es elcambio que aqu se da a entender y que es celebrado. Y ms aun podemos

    celebrarlo por cuanto, pues, sin haber sufrido el juicio de Dios, hemospasado de la condicin que mereca tal juicio al mismo favor del que ahora

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    goza Cristo.Anunciar tu nombrea mis hermanos. l no slo se da prisa por hacerconocer la liberacin de la cual ha sido objeto, sino que quiere revelar aaquel que es el autor de ella, pues el nombre es la persona misma. Por

    cierto que el Seor haba hecho conocer lo que era Dios antes de ir a alcruz, pero la plena revelacin de Dios no fue hecha sino despus de las treshoras. Todos los atributos divinos fueron manifestados en la cruz delCalvario. Antes de ella, la revelacin de Dios por parte de Cristo haba sido

    parcial; despus de la cruz, esta revelacin fue plena.He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste, dice elSeor en Juan 17:6, y ms adelante: Y les he dado a conocer tu nombre, yse lo dar a conocer (v. 26). Aqudice: Anunciar tu nombre. En laexpresin tu nombre, se siente todo el amor del Seor hacia el Dios de suliberacin, un amor del cual ahora desea hacer entrar, como su ms carodeseo, a aquellos a quienes llama sus hermanos. Eso es lo que agrega Juan17:26: para que el amor con que me has amado est en ellos y yo enellos. Sin embargo, este pasaje de Juan 17 es ms general. Es lo que elSeor hizo durante su vida, tal como lo declara: El que me ha visto a m,ha visto al Padre, y es lo que contina haciendo. Pero, en el versculo denuestro salmocitado en Hebreos 2hay un hecho ms preciso: el Seorquiere llenar el corazn de sus hermanos del gozo que hay en el suyo, ungozo vinculado a la liberacin de la cual ha sido objeto y que es tambin lade ellos. l les da a conocer al Dios Salvador.

    Anunciar tu nombre a mis hermanos es como si el Seor dijera: Ir adecir a mis hermanos qu libertador hall en ti; voy a hablarles de ti talcomo yo he aprendido a conocerte en la liberacin de la cual he sidoobjeto. Es una gracia maravillosa que el Seor nos abra as su coraznrespecto a la manera por la cualosaramos decirl aprendi a conocera su Dios en sus liberaciones. Es cierto que Cristo, antes de haber sufrido yde haber sido escuchado, jams habra pasado por eso; tiene, pues, elcorazn lleno de sentimientos y pensamientos que desea compartir con sushermanos. Qu prueba de ternura da al introducir as a los suyos en un

    tema tan precioso para su propio corazn! Y es an ms maravilloso si nosdetenemos a pensar que, cuando el Seor tuvo que ser castigado y sufrir laclera, no pudo compartir esa parte con nadie. Pero, cuando se trata de sugozo, l lo comparte con los suyos. Y cun dichoso se sentir el Seor si,cuando le recordamos en su muerte y en su liberacin, nos hacemos eco delgozo y de la alabanza que su corazn tiene para su Dios y Padre! Eso es loque espera. Al meditar acerca de estas cosas, sentimos cun pobres sonnuestros cultos.Es preciso no perder de vista que es un hombre quien habla aqu; es Dios,

    pero es un hombre, y a ese hombreque glorific a Dios en su muerte y aquien Dios librestn ligados todos los santos. La palabra hermanos

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    tiene aqu un sentido ms amplio que aquel que omos entre nosotros en elsentido propiamente cristiano. Adems, en el momento en que el Seorrevela el nombre de su Dios y Padre, despus de su resurreccin, el EsprituSanto no haba venido y la Iglesia no haba comenzado. Sin embargo, la

    cita de este versculo en Hebreos 2 permite aplicarlo al pueblo cristiano. Laobra de Cristo nos ha hecho una familia sacerdotal. La bendicin que sedesprende de la obra de la cruz es ejercida respecto a todos los santos deotrora, pues Dios, por anticipado, pudo bendecirlos en Cristo, nicomediador entre Dios y los hombres. Dios es nuestro Dios: esa es laconsecuencia de la obra de la cruz. Parece que la expresin Anunciar tunombre a mis hermanos no es solamente la revelacin que Dios es nuestroPadre, sino tambin el progreso que el Seor quiere hacernos realizar encuanto al conocimiento y el disfrute de nuestro Dios y Padre, conocimientoque se profundiza en la medida en que uno se nutre de la Palabra y vivir encomunin con el Seor. Y es tambin la revelacin de Dios en nuestras

    propias circunstancias, tal como dice un cntico: Para nosotros, l es unPadre.Tal es, pues, la preciosa noticia que con tanta diligencia el Seor anuncia

    personalmente a los suyos. Los ngeles de la tumba dan testimonio de suresurreccin, pero, en cuanta a la nueva relacin en la cual desde entoncessu obra coloc a los suyos y al conocimiento de su Dios y Padre, el Seorno confa a nadie ms la tarea de informarles al respecto.ste es un conocimiento que conduce siempre a la alabanza. El Seor

    canta. En medio de la asamblea alabar; y l desea que nos asociemos aesa alabanza. Con qu atencin deberamos procurar su direccin en eseservicio! Cantar con el espritu... (1. Corintios 14:15). No es esto, ensuma, cantar en armona con el Seor?Es evidente que, si nuestros corazones piensan seriamente en susufrimiento y su muerte, como as tambin en su liberacin y su gloria,tendremos entonces el odo atento para or su voz y estar listos paraseguirle, muy especialmente en la alabanza colectiva. Si, al contrario,nuestros corazones son livianos, poco sensibles a los que Dios ha hecho por

    nosotros, no tendremos nada que expresar, ninguna nota que unir a sualabanza.El Seor slo tiene una cosa en vista: la gloria de Dios. Yo te heglorificado en la tierra (Juan 17:4). Eso es lo que tuvo ante s toda su vida;en la resurreccin, es tambin la alabanza y la gloria de Dios lo que l tieneen vista. Antes de la cruz, yendo al monte de los Olivos con sus discpulos,todos cantan un himno. Cuando todo est cumplido, entonces en medio dela asamblea te alabar.En un mismo pensamiento asocia a su Padre y a sus hermanos. El vnculo

    queda establecido. l piensa en Dios y piensa en los suyos. La obra de lacruzno lo debemos olvidar nuncaes para Dios y es para el creyente.

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    Seamos humildes, considerando cun a menudo nuestras actitudes, nuestrasexpresiones, nuestras actividades, son convencionales. Esto se debe a quenuestro corazn no est verdaderamente cautivado por la gracia divina. Losconocimientos intelectuales no nos faltan, pero nuestro corazn est muy

    poco conmovido. Si l estuviese como debera estarlo, qu alabanzasubira hacia Dios y hacia Cristo a causa de su obra incomparable! Sisupiramos verdaderamente lo que es la gracia manifestada en Cristo,entonces nuestros corazones prorrumpiran en agradecimiento, en alabanzay en adoracin.

    Captulo 8 Tu cruz, del Padre santo hace brillar la gloria...

    El Seor, que se coloc bajo la maldicin y la soport, abre ahora laspuertas de la alabanza, abre ahora las puertas de la alabanza a todosaquellos a quienes atrae en pos de l sobre el terreno de la resurreccin. Seconstituye un pueblo de adoradores. No olvidemos nunca que la adoracines la parte ms elevada del servicio actual de los cristianos y la nica partede l que continuar eternamente, de manera que podemos repetir que nohay testimonio rendido al Seor segn su pensamiento, segn su corazn,segn su gloria, sin que primeramente sea rendido el servicio de laalabanza. La Primera Personay se puede decir la nicaque posee

    plenos derechos es Dios, Jess llev a Dios a aquellos que fueron hechos

    suyos. De modo que ahora nuestra parte es nada menos que contemplar lagloria de Dios revelada en la Palabra, gozar de ella y, con el alma plena,

    bendecir a Dios, por lo que es y lo por lo que ha hecho, y bendecir a Jesstanto a su persona como a su obra. Qu distinto a reunirse simplemente

    porque se est justificado! Nuestras bendiciones son innumerables,incalculables, pero no nos reunimos para hablar de ellas. La gloria de Diosdebe ocuparnos antes que toda otra corriente de pensamientos. Entonces,Dios est en el alma y la llena, Cristo llena el corazn de su Iglesia, lagloria de Dios y la del Seor absorben los pensamientos y los sentimientos.

    Y qu es esta gloria de Dios que se celebra y adora? Es l mismo. No slose adoran sus cualidades, sus atributos, sino que se adora a alguien, el Ser

    perfecto, aquel que es amor y luz. Alabamos a Dios porque es amor y nosolamente porque somos los objetos de su amor; le alabamos porque es luzy porque en l no hay tiniebla alguna, y lo hacemos en la medida en quenuestro corazn est lleno de luz, en que el corazn de la Iglesia est enconsonancia con el de Cristo. Celebramos los atributos de Dios: l es justo,santo, paciente, poderoso, supremo en majestad, sabio, fiel, invariable,

    pero, sobre todo, le celebramos en su naturaleza misma: amor y luz.

    Todos los actos, todas las palabras, todos los servicios, todos lossufrimientos de Cristo apuntaron a este objetivo final que siempre tuvo ante

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    l y por el cual soport la cruz: la gloria de Dios. l la reivindic, la celebray los santos la celebran con l. Todos los servicios de los cristianos,individualmente, individualmente y como Iglesia, de igual manera deberanconcurrir a ese solo y nico objetivo: la gloria de Dios, pues todo servicio

    que no tiene por finalidad la alabanza de la gloria de Dios no es un serviciotal como lo concibe el Seor.Al final del salmo encontramos a Dios glorificado en una medida diferente

    por varias categoras de rescatados que constituyen como un triple crculo,del cual Cristo ocupa la posicin central. En el versculo 22 vemos

    primeramente la congregacin, primera esfera constituida en un principiopor el residuo completamente judo que rodeaba al Seor despus de suresurreccin (Juan 20). Este ncleo fiel fue refundido en la Iglesia, en elseno de la cual esta la primera alabanza, ms extendida, contina y revisteuna forma mejor definida y ms profunda. Para las otras categoras, noencontramos el equivalente del versculo 24, es decir, la presentacin de unmotivo profundo que est ligado a la liberacin de Cristo tal como lo esten este primer crculo. La alabanza derivada de este motivo corresponde ala Asamblea, ya que la cita del captulo 2 de Hebreos hace que estosversculos le sean aplicables.En la segunda esferala de la gran congregacin (v. 25 y 26)podemosver la reunin de todo el pueblo de Israel restaurado, restablecido. Este

    pueblo, creado para la alabanza, como dice Isaas: Este pueblo he formadopara m mismo, para que ellos cuenten mis alabanzas (43:21), creado para

    m; estar en ese momento en el estado necesario para presentar estaalabanza, conducido por aquel que pagar sus votos. En el momento de unaangustia se podan hacer votos a aquel del que se aguardaba la liberacin,y, cuando esta liberacin llegaba, se pagaban esos votos haciendo lo

    prometido.Es lo que encontramos en el Salmo 66:13-14 y en el Salmo 116:14.Por ltimo, el tercer crculo (v. 27 y siguientes) es el de la alabanzauniversal que llenar la tierra durante el perodo milenario, la cual tambines consecuencia de la obra de la cruz.

    Para caracterizar estas tres esferas en relacin con la persona del Seor, sepodra decir que, en la primera, el se nos presenta como el Jefe del cuerpo,el Esposo de la Iglesia; en la segunda, como el Mesas en relacin con su

    pueblo; y el la tercera, como el Hijo del hombre cuyo dominio se extiendesobre toda la tierra.

    A estas tres clases, adems, se las encuentra en otros pasajes, especialmenteen el captulo 12 de Juan, en el cual la primera clase est representada por

    Mara al ofrecer su perfume; luego en la escena que sigue, vemos al Mesasque entra en Jerusaln, aclamado por el pueblo; por ltimo, en la tercera,

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    desean verle los griegos, gentes de las naciones. A su respecto, Jessdeclara: A menos que el grano de trigo caiga en tierra y muera, quedasolo; mas si muere lleva mucho fruto (v. 24). Lo dice porque todos loselegidos son el fruto de su obra.

    Si retomamos el tema de la alabanza para considerarlo en el tiempo, vemosque, segn la Escritura, el culto judo lleg a su fin y que el residuo judocreyente forma el ncleo originario de la Asamblea, de modo que hoy, en elmundo, no hay, respecto a Cristo, otra alabanza ms que la cristiana. Nohay ms altar; Dios no tiene ms una religin terrenal. Esta alabanza del

    pueblo terrenal, cuyos representantes fueron los apstoles por un tiempollega a su fin para dar lugar a una alabanza celestial, aunque est realizadaen la tierra. Pero Dios no abandona este pensamiento de un culto terrenalen medio del pueblo elegido y, llegado el momento, esta alabanza sereanudar. Entonces toda la tierra, la que hoy en da no tiene nada que decira Dios como alabanza y se preocupa poco por la obra de Cristo, unir suvoz para bendecir a Dios cuando su gloria llene la tierra como las aguascubren el mar (Isaas 11:9).Es este un precioso pensamiento. Cuando la voz de Israel est acallada con

    sangre a causa del crimen de los judos, es un hermoso pensamiento degracia el que nos abre la contemplacin de este porvenir en el que la voz deIsrael se har or de nuevo y ello en virtud de la misma sangre de Cristoque los judos vertieron. La gracia triunfar all donde el pecado y elcrimen abundaron. Y el que presentar los votos en medio del pueblo ser

    el mismo a quien su pueblo dio muerte. Uno puede regocijarse al pensarque, entre esos pobres judos a menudo hundidos en las tinieblas y laenemistad contra Dios, habr un residuo. Estos judos, a quienes se unir elresto de las diez tribus, reaparecern para alabar a Jehov, el Dios de losJudos, el Dios de Israel. Esto alcanza mayor envergadura cuandorecordamos que, antes de ese momento, los judoscomo pueblodespus de haberse sometido al dominio y la conduccin del Anticristo,habrn atravesado una crisis ms aguda que todas las que hayan conocido.Os habis acercadonos dice el pasaje de Hebreos 12 que define la

    posicin de los judos convertidosno al monte Sina, sino a la sangre deaspersin, que habla mejores cosas que la de Abel (v. 24). Vemos as quela sangre de Jess ha hecho, para todas las clases de elegidos, acallar la vozdel juicio y elevar la voz de la alabanza. Sin embargo, comprendemos quelas tres formas de alabanzatodas ellas verdaderastienen distinta alturasegn el crculo de que se trate. Durante el milenio los fieles noexperimentarn que el velo fue desgarrado. Ello es especficamente el

    privilegio cristiano (Hebreos 10:19-20), como lo es, por consecuencia, laalabanza en el lugar santsimo. Sabemos, adems, que en el tiempo de la

    gran congregacin habr de nuevo un templo con sacrificio ofrecidos, losque sern conmemorativos del sacrificio de Cristo. Los privilegios de estos

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    fieles no sern, tan elevados, como los que son conferidos a los cristianos.Los creyentes de la gran congregacin habrn recibido el Espritu Santolo que ser la lluvia tarda (Oseas 6:3)pero no lo habrn recibido comoel Espritu de adopcin y no habrn sido bautizados por l para ser un solo

    cuerpo (1. Corintios 12:13). Ello tambin es exclusivo de la Iglesia.No se puede olvidar tampoco que, si bien esta gran congregacin deberegocijarse en Dios y en su Mesas, tambin se regocijarylegtimamenteen las cosas de la tierra. Aqu son mencionados losopulentos de la tierra. Habr alegras y bendiciones enteramente terrenales,las que igualmente sern el fruto de los sufrimientos de Cristo. Seencuentran frecuentes alusiones a ese hecho en los salmos y los profetas.Pero consideramos que ese es un terreno muy diferente de aquel que nosocupa. Ninguna bendicin de la Iglesia es terrenal. El creyente es guardadoindividualmente por Dios, quien le ayuda en su vida; pero las bendiciones

    propias de la Iglesia y los motivos propios de su alabanza son puramentecelestiales. Se sabe bien que en el culto estara fuera de lugar dar gracias aDios por habernos ayudado en nuestros asuntos materiales; mientras que,

    para el judo, ser perfectamente oportuno bendecir a Dios por todo. As lodice el Seor en Mateo 5:5 Bienaventurados los mansos,

    porque ellos heredarn la tierra. Estos mansos, que tienen el carcter delresiduo, los encontramos en el versculo 26, al igual que en otros salmos.Ya no tendrn cruz que llevar; tendrn la gloria en la tierra, la gloriamilenaria y la tierra acompaada, adems, por una bendicin espiritual,

    pero no del mismo orden que aquella de la cual nosotros podemos gozar.Ellos gustarn de tal bendicin cuando hayan visto al Mesas despus de suaparicin. Habrn tenido pruebas y una vida de fe antes de que el Seoraparezca, pero sern profundamente ejercitados y hechos felices cuandohayan visto, mientras que la iglesia ama al Seor sin haberle visto.El estudio cuidadoso de la Palabray en particular de los salmosnos

    preservar de mezclar las distintas corrientes de pensamientos y de graciasque ella revela, todos los cuales son para la gloria de Cristo y para gloria deDios Padre.

    Captulo 9 Gloria a tu nombre, oh t quien enteramente sers

    honrado por todos y para siempre!

    Los sufrimientos de Cristo tendrn un efecto de bendicin para toda latierra durante el perodo milenario. De ah que toda la tierra tendr, en esemomento, el corazn vuelto hacia el recuerdo de la cruz del Seor. Se

    puede pensar que durante esos mil aos de justicia y de paz ser mantenidoel recuerdo de lo que el Seor hizo en la cruz, aunque con una declinacin

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    progresiva, como parece hacerlo notar la manera en que termina el reinado(Apocalipsis 20:8).Todas las naciones, lo recordamos, estuvieron representadas en el rechazode Cristo, todas las clases de hombres estuvieron all para perpetrar su

    muerte. Es justo, pues, que la alabanza suba hacia el Seor tambin departe de todas las clases de hombres y de parte de todas las nacionesadems de Israel. Por otra partelo comprendemoses imposible queeste salmo, en el que los sufrimientos de Cristo son presentados en toda suintensidad, como tambin en toda su eficacia, dando paso a la efusin de lagracia soberana, deje de presentarnos el alcance de esta gracia, la que, deuna u otra forma, llega a todas las clases de hombres. El corazn de Diosno sabra limitar estas manifestaciones a los privilegiados de la clasemencionada en primer trmino, aunque haya privilegios respectivos ligadosa cada una de las categoras; pero ser preciso que toda la creacin y todoslos representantes de los hombres sepan y proclamen los efectos de lamuerte de Cristo a su favor. No estamos aqu sobre el terreno celestial en elque cantan las personas extradas de toda lengua y pueblo y nacin(Apocalipsis 5:8-10), pero ser tambin as en la tierra, aunque el cnticosea diferente. Destaquemos adems que, en estas escenas, la distincinentre judos y naciones ser mantenida. Est abolida en este momento; elmuro medianero est destruido, pero la diferencia ser restablecida y lasdoce tribus estarn all gozando de una bendicin particular, distinta de lade todo el resto de los hombres. As en los das de Salomn, la hija del

    Faran, extranjera por su origen, deba habitar en una casa aparte.Israel tendr entonces la posicin central que habra debido ser suya en lavenida del Mesas si hubiera sido fiel, tal como est escrito en elDeuteronomio: el Altsimo iba fijando los lmites de los pueblosconforme al nmero de los hijos de Israel (32:8). Asimismo en Ezequiel5:5: As dice Jehov el Seor: sta es Jerusaln! En medio de los paganosla puse yo, y alrededor de ella estn los dems pases. Y esta restauracinde Israel ser para la