De Keijzer, B. - El Varón Como Factor de Riesgo

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     l

    VmÓn como Factor

    de

    riesgo

    Masculinidad, salud

    mental

    y

    salud

    reproductiva

    Para trima

    l problema

    El trabajo práctico de nuestro equipo, ciertas experiencias cercanas

    y

    la

    información escrita nos han venido mostrando en los úitimos años que

    el modelo de masculinidad dominante est5 entrando en crisis o por lo

    menos en un desfase) con el o los modelos femeninos emergentes

    entre sectores crecientes

    de

    la población.

    El presente trabajo resume hallazgos, discusiones y experiencias

    de trabajo en torno a la masculinidad, en especial acerca

    de

    la forma en

    que

    s

    relaciona con aspectos importantes de la salud

    y

    la enfermedad.

    Se retoma la perspectiva

    de

    género, hasta ahora utilizada casi exclusiva-

    mente para analizar la condición femenina, para ubicar procesos, expli-

    car problemas y proponer formas de desarrollar relaciones distintas a

    partir

    de

    la sensibilización

    y

    la reflexión, desde el lado masculino.

    Aquí presentamos una hipótesis de trabajo donde vinculamos la

    socialización masculina con una serie de problemas de salud, no pre-

    tendemos llegar con verdades terminadas. En este sentido, es obvio

    que casi cada una de las problemáticas

    de

    salud enumeradas merece

    mayor desarrollo

    e

    investigaciones específicas.

    El problema que

    lie

    querido describir y analizar es el de los costos

    y

    las consecuencias de una socialización masculina que predispone

    ciertos tipos de causa de muerte e n Veracruz y el país. Planteo estos

    costos en relación algunos aspectos

    de

    la salud masculina: la esperan-

    za

    de

    vida, varias las principales causas de mortalidad en la edad

    productiva y las formas en que los liomlxes desarrollamos o no) el

    autocuidado.

    Este ñabaio se ha realizado con el apoy o de la Beca de Liderazgo de ¡a Funda-

    ción Mac Arthur el estimulo contÉnuo

    de

    Linda King

    loa

    cuales

    m

    han permitido

    profundizar en esta t ed tic a

    a

    lo largo de estos años. Ha

    s i o

    central la orientación

    siempre crítica

    í

    Eduardo Menhdez quien, a partir

    de

    agudas inierroyantes, nos

    ha abierto caminos insospechados.

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    El v rón como f ctor

    de

    riesgo

    2 3

    incluso a las formas allernativas d e socialización4. En esta socialización

    existen algunas claras ventajas para el varón, algunas de las cuales,

    con e l t i empo

    y

    al estereotiparse,

    se

    v a n t r a n s f o rm a n d o e n u n c o s t o

    sobre su sa lu d (y la de o t ras y o t ros ). E jemplo de es to so n la mayor

    indepen dencia, la agresividad, la comp etencia y la incorporac ión de

    conductas violentas y temerarias en aspectos tan diversos como la

    relación con los vehículos, las adicciones, la violencia y la sexualida d.

    FS::IS características se incorpora n porq ue ap are cen c om o (y son)

    ventajosas dentro de las relaciones d e pode r entre géneros, son social-

    niente mi s valoradas y les son asignadas desde p equeño s a través d e

    diversas redes

    e

    instituciories. No

    es

    inocente que es ta pro ble d t ic a sea

    invisible o negada parcial o totalmente, sobre tod o por los propios ho m-

    bres. hlás qu e hablar de una determinación e n esta socialización, pienso

    com o plantea Rayrnond Willianis, e n términos d e qu e

    se

    establecen pre

    sion sy límites que intervienen en la vida d e hombres concretos.

    Obvio, pero hay que aclararlo: no se puede hablar de una sola

    masculinidrrd, una sola forma de ser homb re. Simplemente, para el esta-

    d o de Veracruz,

    es

    c la ro q u e n o es lo mismo crecer com o e j ida tx io en e l

    Cofre de Perote, com o hijo de familia en Córdoba o Xalapa o como

    joven costeño e n las playas de hlocamb o, Mandinga o Moioionb.?. En la

    formación genérica se entrecruzan la iníluencia de clase, la étnica, la

    vivencia urban a o rural y, final~ nente, na serie d e influencias específicas

    dadas, sobr e todo, por la familia concreta don de

    se

    nace y

    se

    crece.

    Iabría qu e profundizar en los aspectos que aparecen co mo nega-

    tivos (o men os valorados socialmente) e n la socialización femenina qu e

    pued en te ner un efec to protector posterior para las mujeres; por ejemplo,

    en la predisposición o n o d e ejercer la violencia hacia otros/as.

    Origen

    del trabajo

    Este t raba jo t iene sus an tecedentes en la aper tura de l á rea d e sd u d

    mental en Produssep A.C. , en

    1986

    c o m o u n a d e m a n d a d e l o s y

    Iris

    pronio toras d e sa lud que par t ic ipan en d icha red as í com o en redes

    afines en la región centroamericana. (de Keijzer, Reyes, Ayala:

    1995 .

    Existen asiniismo en nuestro país otras formas de socialización dentro de grupos

    étnicos y ciilturas regionales que n o corresponden a este modelo y que n o son

    analizaclhs en este trabajo.

    Este trabajo

    de

    capacitación incluye diagnósticos part icipativos con

    las dist intas comunidades

    de

    los cuales

    se

    desprenden mucl ios pro-

    b lemas do nde los varones t i enen un c la ro pro tagonismo: e l p roceso

    de

    alcoholización, la violencia dom éstica, pro blem as pareja y faini-

    liares (Hemera, d e Keijzer, Reyes:

    1993 .

    Es prec i samente en Veracruz donde , con e l Equipo de Sa lud

    Mental, empe zam os a descubrir la enor me ne cesidad d e trabaj:ir con

    hombres desde una perspec t iva de género . Cuando se pk in iean los

    tal leres para los grup os d e salud Veracruz, el principal terna y proli lc-

    ma de los grupos fue , p rec i samente , e l de l a lcohol i smo. Antes de

    dicho ta ller , po r e jemplo , los promoiores d e var ias comunidac lcs d e

    los Tuxtlas hicieron una encue sta para medir la cantidad de cerveza y

    aguard ien te que

    se

    consum e e n varias pequeñas loca l idades y s e fue-

    ron de espa ldas a l cuanti f icar no só lo e l vo lumen inger ido , s ino la

    cant idad de d inero gas tada .

    En tal leres posteriores hemos se guid o trabajando e n grup os i i iix-

    tos en torno a d iversos temas : La sa lud menta l de los hombrcs

    y

    I:is

    mujere sn, Familia y com unicación y Sexualidad . Hay qu e resaltar ,

    en e l es tado , e l t raba jo que

    se

    hace con los I iornbres e n los Tuxtl :is a

    través del Cedim, CEA y

    CPP

    con e l afán de abrir cauces a la p;ir iicipa-

    ción d e 13s mujeres y q ue p ront o abar có mayores n iveles de rellcxióri

    sobre los hom bres mismos .

    En Xalapa el t rabajo s e ha realizado en siete tal leres so bre i ii ris-

    culinidad, con la masculinidad misma com o tema, seg uido d e t :i llcres

    sobre temas como la violencia y la paternidad. Durante

    mís

    d c u n

    a ñ o

    se

    man tuvo proc eso d e seguimien to grupa1 con l ioinl, rcs intcrc-

    s a d o s d o n d e se analizaron aspectos corno la sexualidad,

    13

    p;iicj:i, la

    planificación familiar,5

    Actuahnente, junto co n Salud y Gé ner o A.C. a vanz rtnos Ii:ici;i Iri

    búsqueda d e un posible nivel de prevención e n el tralxtjo en gnipo s mis-

    tos óvenes

    de

    secundaria, padres de Frimilia

    y

    parcjlis -c o n un:i 1x1s -

    pea iva

    de

    gén ero s (subrayo e l plural). Oir o eje reciente qu e coiistituyc.

    todo un reto

    es

    el trabajo de gén ero y salud riientd con preso s (y prcs;~s)

    e n el Cen tro d e Reliabilitación Social cerca no a X ilapa, realizado conjiiiii;i-

    men te co n el Colectivo Feminista

    de

    XAaprt.

    El trabajo se ha ext end ido a otros estados como Chihuahua, Guanajiiato, el D.F.

    así com o e n talleres nacionales

    y

    centroamericanos, tanto e n la modnlic1:id cle

    talleres para hombres como e n talleres mixtos sobre género.

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    204

    enno de Kc 1 zer

    l

    varón como factor riesgo

    En los últimos años, el equipo Salud y Género

    ha

    incorporado informa-

    ción, bibliografia, testimonios, imágenes y música referidasa la condición

    masculina y

    su

    relación con la salud y la sexualidad. Esto

    ha

    sido parte de

    un trabajo

    de

    investigación-acción que ha senrido para elaborar un marco

    de referencia que permita hacer un balanceaítico de algunas caractensti-

    c s

    que contibuyen a que el varón, en nuestro país, muera seis años y

    medio antes que la mujer

    (en

    promedioY y, a la vez, sea un factorde riesgo

    para mujeres, niños, otros varones y para sí mismo?

    A

    pesar de los pronósticos, la brecha de años de vida entre

    hombres y mujeres s e sigue abriendo a pesar de la importante incor-

    poración de un a creciente proporción mujeres al trabajo productivoy

    su consecuente doble jornada.

    Es

    importante aclarar que estos años

    adicionales para la mujer no n ecesariamente significan q ue sean d e

    buena

    calidad

    de vida para ellas.8

    El concepto del

    vardn comofactor de riesgo

    es un eje para el

    trabajo en torno a la masculinidad, su construcción social y la for-

    ma en q ue afe cta la vida de las mujeres. El varón e s factor de

    riesgo en al menos tres sentidos que detallo más adelante. Para

    esta idea retomo la

    "friadade la violencia"

    que propone Michael

    Kaufmann (1989).

    Se trata de un enfoque di e hacia los varones que muestre el

    daño hacia la mujer (y a niñas y niños), que disminuya el daño entre

    hombres y enfatice los costos hacia el hombre mismo -t od o conel fin

    de replantear la masculinidad y las relaciones con hombres y mujeres

    hacia relaciones más igualitarias y placenteras.

    Entonces, el hombre como factor d e riesgo está, principalmente,

    en tres campo^ ^

    flay estados como Puebla, Querétaro, Sinaloa y Guerrero don de la brecha llega

    a los siete años.

    (SSA:

    Afvrtulidud

    992; Secretaría de Salud, 1 9 4 .

    Cabe señalar que, en 1930 la diferencia en la esperanza d e vida era d e

    1.5

    años

    más para la mujer. Mi planteamiento es qu e la brecha se abre al disminuir la

    mortalidad infantil en las décadas posteriores y al mantenerse, entre los hombres,

    una serie de factores de riesgo. Para profundizar más e n la mortalidad masculina a

    nivel nacional ver d e Keijzer: 1994.

    Comentario de Mabel Burín e n el coloquio Género y Salude organizado por el

    CIESAS~NNSZen 993

    l varón como factor

    de

    riesgo

    2 5

    Riesgo hacia mujeres

    y

    niííos as

    En el Museo del Hombrelo Dominicano, en Sírnto

    Donzi?zgo, hay una vitrina qtle contiene dos anligttos

    esqueletos petri ados . Unoa los esqueletos con-espon-

    de

    a

    un hombre acurrucado cómodamente en posicidn

    fetal. Apretado contra éste, el segundo pericrzcce ri

    una mujer ctryus extremidades están conton-ioncrd(~s.

    1

    ectir

    u boca, abierta en un espasmo, muestra una

    pc

    -f

    dentadura y tiewa petnjhada donde una vez cstiruie-

    ra su lengua. Era costumbre de los tuínos erzter-rm-

    viva, a su lado, a la esposa favorita dcf honrbm. De

    esta manera, esa mujer desconocida, una jmwt c~tyos

    dientes una vez brillaron, yace en eterna rigonííry

    horror, fa boca abierta en un grito o un espnstnoflnul

    por falta de aire, al lado de ese hombre desconociíio

    que la consideraba szsfir~~oritrr.

    Michael Kaufmari, 1989

    Esta imagen terrible condensa el significado histórico del patriarcado

    y la forma en q ue puede llevar a la mujer a la misma muerte. Para

    quien considere que esto e s historia o simple arqueología potlciiios

    mencion ar qu e aú n Iioy día el gobierno liindú tiene prob1em:is p;ii.a

    hacer cumplir una ley qu e proh ibe la cremación en vida d e las viut1:is

    de personajes masculinos que fallecen y que aún esperan que cllns

    los acompañen a la otra vida. En el otro extremo de la vida, tambiítn

    en la India se realizan abortos selectivos (en su mayoría con emlirio-

    9 Actualmente exploro, junto con otras personas , un cuatro cai i ipo que

    crecientemente salta a la vista: despu és de muclios años e n los qu e se

    ha

    tr.ili.ij.id~i

    por impulsar la 'participación de la mujer en proyectos de desarrollo aprrec e \lis

    homb res como factor limitante no sólo de la participación femenina sin o tlcl

    ,J-

    rrollo mismo. Esto es niuy llamativo e n trabajos productivos qu e iinp~ilsa

    U I K E

    en

    Campeche y en varios de los proyectos de la tercera generación de bccari~s le

    Mac Arthur cuyo eje d e trabajo es el d e Mujer y Medio Ambiente.

    10

    Nótese la persistente inclusión (y entierro) d e la mujer dentr o de la 1-ateguría

    (con mavúscula) tiombre .

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      luarón corno actor

    de

    riesgo

    2 7

    nes femeninos) una ve z comprobad o e l devaluado sexo, a t ravés de

    una ainniocentesis. Esto em pieza a ser una preocup ación p ara varios

    países más , donde cada vez es más factible la selección del sexo y

    dond e la preferencia po r los hombres

    es

    manifiesta.

    Examinando aq uí la forma e n qu e el patriarcado, el machism o y

    la masculinidad hegemónica afecta a mujeres y niños/as. Una primera

    problemática

    es

    la d e la violencia cionaéslica reciente

    y

    crecientemente

    cons iderada com o una problemática d e sa lud pública cada vez e n más

    países y ánil,itos. Es indudable q ue los agresores, en u na altísima pro-

    porción, son varones; esta proporción aumen ta aú n más e n los casos

    de lesiones graves. Esto lo refrendan los datos del

    CAVI

    del Distrito

    Federal (La jo rn ad a, 6/12/1794) y el 93 a 94% de agresores masculinos

    e n diversos estudios realizados en Fstados Unidos.

    Goldner y colaboradoras se I ian acercado a este fenómeno d esde

    una perspectiva sistérnica trabajando con parejas e n si tuación d e vio-

    lencia. No se conforman con ver e l lado fem enino s ino que tmnbién

    detectan los supuesto s y mecanismos qu e ocurren del lado masculino,

    al sentir el hom bre su m asculinidad cuestionada y al recurrir a la violen-

    cia com o mecanismo para restablecer las relaciones de género (po-

    der) norinales . (Goldner: 1990 Aportes similares están surgiendo de

    Antonio Raiiiírez y de Coriac al trabajar e n forma intensiva con hom-

    bres violentos (Entrevista a F rancisco Cervantes, RevBta Fem, febrero,

    1935

    y

    reconocer, c on ellos, los principales mecanis mos q ue h:in lleva-

    d o a la violencia com o recursos e n las relaciones.

    La violencia hacia la niujer sigue sien do algo Fuertemente impreg -

    nad o en la cultura e n muclios contextos. Golpear a la esposa es una

    costumbre acepta da. . perdem os el t iempo al discutir el tema , afirma

    un parlaiiientririo d e Nueva Guinea e n un debate al respecto de

    este

    problema 1 Ieise: 1994).

    En

    el

    canzpo

    o

    sexu al el problema es también bastante serio.

    La m ayor parte de los hombres l iemos sido socializados con una con-

    cepción donde

    se

    cosifica a la mujer y do nd e la sexua lidad

    se

    convierte

    en un ca inpo no encuent ro con la mujer , s ino de e jerc ic io de l poder

    y d e afir inación de una masculinidad basada e n la potencia y el volu-

    men d e los genitales. En el cam po sigue siendo sumam ente frecuente

    escuchar qu e las señoras, al referirse al contacto sexual co n el e s p o s o

    d i g n q u e I ia ce t i emp o n o me u s a o a y er h i zo u s o

    de

    mí mi señor .

    Esto, aparte de l levar a relaciones sexuales poco placentenis en

    muc1i;is parej;is, nos abre la proble mitica del abu so, del hos tigam iento

    sexual y la violación.

    Al

    igual q ue c on la violencia doméstica m uclios

    casos siguen qued ando s in registrar porque se dan dentro del i i i ibito

    familiar o laboral, por el estigma qu e pu ede significar para la mujer y su

    familia y por la forma e n q ue muclios ministerios públicos

    y

    la prensil

    siguen manejando estos asuntos.

    Es

    frecuente encontrar notas periodís-

    t icas donde

    se

    dan protestas por la liberación rápida, con y sin fianza,

    de m uchos agresores sexuales.

    En algunos de los talleres con ho mbres

    se

    ha hecho la reflexión

    c o l e c t iv a d e q u e , d e s g r a c i a d a me n t e , n i u c li o s l i o mlx - e s n o s o n

    conscine ntes de estas agresiones ni luchan contra ellas hasta que n o le

    toca a alguna de las mujeres en su familia, la esposa o u na

    Iiij:i

    por

    ejemplo. Hasta qu e n o suced e, la mayoría de los homb res n o s rcfugi:i-

    mos en el si lencio de la complicidad masculina.

    El SIDA es

    un problema qu e ha pues to e n evidencia parte de lo que

    pasa den tro del cam po d e lo sexual y las enormes l iniihciones qu e i i iu-

    chas mujeres tiene pa ra neg ociar lo sexual. Un escalofriante estudio rea-

    lizado por Massimo Mussico e n Italia muestra cóm o se d a e s t o e n 730

    pare jas es tudiadas durante cua t ro años , donde uno de los dos

    es

    seroposit ivo. AdemL

    de

    las diferencias biológicas que influyen en I:is

    mujeres para una mayor facilidad de transmisión, contra ell:is está

    1:i

    división genérica de la forma e n qu e se dan o n o las relaciones sexii:iles

    protegidas. Cu ando el hombre sabe q ue su pareja t iene el virus se prote-

    g e má s q u e c u a n d o é l

    se

    sabe portador: el doble d e hombres

    se

    protegen

    al saberla a ella seropositiva q ue c uan do la situación

    es

    invers:i . 111 es ca -

    lofrío puede completarse con el resultado

    de

    al meno s d u i entrcvist:is

    :i

    profundidad a hombres seropositivos de la c i u d ~ d

    e

    Mkxico, qiic :iccp-

    t an h a b e r c o n t ~ g i a d ontei~cio?zaln~etdeesus parejas para n o irse solos

    d e este mundo.12

    El enrbarrrzo in ~p im lo luj¿dta de píillic(í)cici(i~~ii~ticldiiI CI1 / 1

    antic onc epci ó~t onstituyen otra arista de esta prol~leiiiática.Se esr:íri

    cumpliendo veinte añ os de los programas masivos de pl;inific;ición Eiiiii-

    l iar y, en la mayoría de ellos, ha aparecido el varó nk spo so com o el

    principal obstaculo ante mujeres qu e desean limitar su n úm ero d e Iiijos.

    Esto ha l levado a muclias mujeres a embarazos n o deseados o al uso d e

    métodos más ocultables, co mo el uso de la Depo-Provera, con efcctos

    secundario s importantes.

    La

    escasa panicipación masculina

    se

    ve 01,jctivatl;i

    l

    Revista Epidemiology noviembre

    1994

    omunicación personal del Dr Roberto astro del INSP.

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    208

    Benno de A-6 I zer

    en el 1.5% de hombres q ue Imn optado por la vasectomía como método

    definitivo~etsusel36.3%e iiujeres que lo han l ec ho po r la salpingoclsia

    -una proporción de 24.2 mujeres por cada hom bre (Fhcuesta N acional

    de Fertilidad,

    197 .

    Esto empieza a cambiar en los últimos años, pues

    una cantidad crea ente

    de

    hombres ectán dispuestos a

    hacene

    la

    vaseao~nía

    en el contexto del Programa Nacional

    de

    Vasedomía sin

    Bisturí.

    La

    partiapación masculina durante embarazo (salvo el momento

    de la concepción) y e n la pate rio r paternidad también

    es

    limitada. Nue-

    vamente, estamos generalizando y

    esta

    generalización

    s

    bastante vil¡&.

    Sin em lmg o, hay sectores crecientes de hombres dispuestos

    a

    enfrentar

    esto de manera distinta y m& equitativa, y aquí n os referimos a los q ue

    sí están dispuestos.a realizlirse la vliseaotnía a pesar de las ciíticxs y

    recelos de sus redes hiniliares y de amiga; a los hombres que asumen

    cuotas mayores en el cuidado d e los hijos

    y

    e n

    el

    ámbito doméstico.

    Muchos de estos prol~lemas procesos

    se

    dan dentro

    de

    un iiiarco

    de

    a o b d u ~ ~ : i ó n

    mculirm

    la violen cia, la relació n sexual,

    13

    negación

    a usar el condó n

    ...

    No esgratuito qu e e n una gran parte

    de

    los progrmms

    d e salud d e Veractuz las promotoras planteen

    esta

    problemrítica como

    central en la situación de salud de sus colonias y comunidrides. Nos

    encontramos aquí frecuenteinenle con la principal causa

    de

    la dihpida-

    ción d e la econo iiúa familiar.

    I i

    incapacidad (adquirida, no congénita) de mu chos hoinbres d e

    verse cnticamente y

    de

    cambiar, aceptando cambios e n las mujeres, apa-

    rece como trasfondo en

    el

    creciente aumento d e

    mphcras

    parcj(i, con

    o sin divorcio. Masivamente es la mujer la que se queda con los hijos (lo

    que para el Iionilire no

    es

    desventaja) sin qu e él

    se

    haga c aq o, posterior-

    men te, ni e n iérminos económ icos ni en términos paternidad. El aban -

    dono

    de

    la pareja

    por

    iniciativa femen ina

    es

    un fenómeno mis bien

    urbano, pero se va dando crecientemente, como lo señala Soled:id

    Gon zilcz, e n el medio rurlil (Gonzde z: 1993).

    RI SGOHACIA

    OTROS HOMBRES

    El varón como factor de

    riesgo

    2 9

    m niobr ndode

    mwtsa,

    que no

    carasigtcidgracfas

    a

    que otro

    tratasetinte

    quitóde la

    catpeta

    mfriúlc

    rl

    beririo.

    Nota roja, Diario d e Xalapa, 4 de rn:lyo/95.

    La masdinidad

    hegetnónica

    no

    s6 o

    afecta

    a las

    mujetes

    a m o p ue de

    notarse. Aíeaa profundamente

    l s

    relaciones

    entn homl res

    e n todris

    hs

    e des

    y sectores. De

    hecho, esuna p otente fuerza moduladora

    de

    nuevos

    homóres que

    v n

    in m io rh nd o los patrones socialmente aceptados de lo

    m3sculino. Esto apunta hacia

    l

    necesidad

    de

    analizar también h fonna en

    q u e m m o s ela cio nes poder y domhtcibn entre Iiombres. En Gnulia,

    e n el trabajo,en la escuela y en ovas re&s

    sociales

    Iüs relaciones

    d

    poder

    entre hombres discurren en te la burla, la m is u d , la presión y la vio1cnc-h.

    Basta

    observar la dinámica entre varones en cualquier escuela sec un ch ix 13

    n m etomada al inicio de

    este

    apínilo apunta a al&-

    del

    salxr waliski*

    masculino , transmitido hacia

    los

    nuevos choferes: en u n accidenie

    es

    prcfi-

    &le

    que haya un muerto a

    un

    discapaatado permanente, cuya incienuiiza-

    ción va a ser mucho mis costosa. Creo que es prácticuncnte inconívlible

    pensar en una mujer rernatmdon

    de

    esa fonna a un atropellado.

    Una mirada a las causas de m uerte masculina pu ede i1ustr:irnos

    sobre esto. Sin que po damos afirmar que todas las muertes se;in de-

    terminadas por la socialización de género, nuestra tiipótcsis cs que

    ésta t iene un fuerte pode r explicativo e n una gran proporción de as

    mismas. Ejemplo d e esto so n las llamadas muertes violetztasy lirs lesio-

    nes iízJZigidas

    ntre hombres.

    En

    la

    rnotlrrlia21dge~rnI~~~~~

    aim la atención qu e en MCxico, para

    e l a ñ o 1986 aparezcan las

    accidentes

    com o primera causa

    dc

    iniicrte

    a lo largo de gran parte de la vida productiva masculina, con itn

    riesgo en tre cinco y seis veces mayor qu e el d e las mujeres, por esla

    causa, entre los

    15y

    34 año s. En V eracruz, la p rop or ció n e s p:irccid:c:

    cuatro muertes masculina por cada muerte femenina, a lo I;irgo de

    1;i

    etapa productiva.'5

    l1 Los siguientes datos, menos que se cite otra fuente, proviencn de la Sctr1wr i3

    de Salud para el año

    1993.

    Es i rn~ r tan t eeñalar qu e estantos trabajando con estadísticas oficiales qii e ssire-

    len tener problemas de subregistro

    o

    de registro deficiente en cuanto a las rai1s:is

    de muerte. Esto ocurre especialrncntc en el terreno de las muertes violcnt:ia cciirio

    los accidentes y, especialmente, e n casos de homiciclio y suiciclio clonclc. piicdcn

    existir fuertes presiones pa n una declaración falsa o dudas sobre el origwi de la

    defunción.

  • 8/17/2019 De Keijzer, B. - El Varón Como Factor de Riesgo

    7/11

    El botnicidioestá corno cuarta causa a nivel nacional en eda d produc-

    tiva y con una distrilwción muy desigual po r gknero. Ya desde la

    edad escolar Iiay el doble de riesgo para los varones, aumentando

    trece veces más en el grupo de 25 a

    34

    años. Existe en Veracruz un

    riesgo diez veces mayor el xnorir asesinado cuando

    se

    es hombre. De

    sobra está decir qu e la gran mayoría de las

    1

    400

    mujeres asesinatlas

    en u n a ño e n el país fueron víctimas, precisamente, de hombres.

    Durante la infancia y e d ~ dscolar hay una mortalidad siinilar

    entre niñas y n i ñ ~ s . ' ~s a partir de los

    14

    años que

    se

    dispara la

    inorialidad masculina sicndo el

    doble

    que la femenina entre los 15 y

    24 años. El Iioinicidio, en la mayoría de los estados d e la República

    constituye la segunda causa de muerte a partir del grup o de 15 a24

    años,

    y

    mantiene este lugar en el grupo d e 25 a

    34

    años.

    Es evidente que no toda la problemática masculina la podernos

    referir excltcsiu mtnrle a nuestra socialización de gén ero.

    En

    el

    criso

    del Iioinicidio, por ejemplo, hay circunstancias y tipos d e ho n~icid io

    qu e del xn diferenciarse. Las estadísticas aportan poco al me ct o, pero

    sabemos la importante influencia q ue tiene e n muertes po r distintos

    tipos dc violencia, como 13 ligrida a situaciones políticas, a la repre-

    sión o al n;ircotrüCico. Sin embargo, hay que reconocer tatnbién el

    asesinato ent re conocidos y faiiiiliaresy los que son producto de riñas

    en I;is cuales :i

    violencia

    es el n~ ecanis mo entral para la resolución

    de los coiiflictos.

    Los

    n idenles

    aparecen como primera causa de muerte en ad o-

    Iescenrcs y adultos jóvenes, lo cual no es dificil de entender en la

    medida cn q ue la temeridad (desarrollada, probad ay demostrada co-

    Iectivainente entre Iioinl~res) mpieza a constituirse como una carac-

    terística d e lo masculino, desd e antes d e la adolescencia (Bonino:

    1989). Se lis planteado, reitertid~iiiente,a interrelación entre la mo-

    dernitl;id, la urbanización y los accidentes. Esta explicación no es

    totaliiicnte satisíictoria puesto que la correlación entre estas varia-

    bles, estado por estado, no es tan automjtica (Hernández Bringas:

    1389 .

    13itre otras, seguramente está la variable de género, que

    l Los tlaios vcracruzanos son de la Base de Datos del Instituto de Salud Piiblica d e

    la Universichtl Veracriizana.

    l En.rralitiad, existe un 28 mayor de rksgo de muerte en los varones desde el

    primer

    ano de

    vida 1993), atrilwible a diferencias bioló gicas.

    En

    la edad preesco-

    lar es ciianclo iiiis siriiillrcs

    son

    las tosas de niorialiqad por genero con un 8.5 de

    nlayor riesgo, otra vez para

    los

    varones.

    El v rón corno f ctor

    de

    riesgo

    2

    introyecta la temeridad (ai volante o con

    armas y

    equip os d e trabajo),

    la competencia y el alcohol.

    El capítulo de lesiones infligidas, en especial las graves, esuni-

    bién netamente masculino en cuanto al agresor y en cuanto a

    I;is

    víctimas, aunque entre éstas hay una considerable proporción

    de

    mujeres

    y

    niños. En Veracruz,

    y

    en otros estados, los porcentrijcs de

    hombres en prision supera n ampliamente elW o n las distintas cir-

    celes del estado.

    Nuevamente, el papel del alcoliol es central e n estos proble-

    mas y relaciones, pues está presente en un

    60

    de los accidentes

    de tránsito, e n el 57% de los suicidiosy e n el 57% de las detencio-

    nes poiiciacas. Menéndez plantea qu e si juntamos las muertes por

    accidentes, homicidio y cirrosis tendríamos al proceso de

    alcoholizaci6n como primera causa de muerte entre los hombres

    (Menéndez y di Pardo: 1981).

    Para dar cuenta de esta mayor mortalidad masculina s e ha crea-

    d o un

    fndfcedesobremott lid d m sculin

    que, para to do el país, en

    192, es de 133.4 con variantes interesantes, ya que en el polo de

    meno r sobremortalidad encontramos alDF

    1 15

    y Yucridn (1 18) y en

    el opuesto a QuintanaHoo (175) y a Durango (170). Veracruz se eii-

    cuentra cerca de la media nacional con 132

    s s ~ : 1W4).

    No hay dudd

    d e que gran parte d e esta sobremortalidad la p odemo s hallar en las

    muertes violentas: para Veracruz estas muertes corresponden a un

    17.6del total de muertes masculinas contra sólo un 4.7 d e las rnuer-

    tes femeninas en

    1993

    ISP-uv, 795).

    Riesgo para sZ mismo

    Estaaanécdota nos dice mucho

    de

    la construcción de la masculinidad

    e n obligadaw diferenciación de todo lo "femenino", obviamente mn -

    siderando 10 kmen ino coino inferior.F= viejo gritoA pitci r;t

    íUiVic.j:i

    el último ") tiene por lo menos unos

    50

    años

    de

    prcscnciü entre na o -

  • 8/17/2019 De Keijzer, B. - El Varón Como Factor de Riesgo

    8/11

    2 2

    Benno

    de Keijzer

    t ros y n o encontramos un equivalente dentro del camp o femenino. En

    el caso aludido se relaciona directamente con la incorporación de la

    temeridad co mo prueba de lo masculino y con las consecuencias de

    la misma para este niñ o, en co ncreto.

    No e s waccidentalw ue, entre los varones, los accidentes au-

    men ten d e tal manera a partir de los diez años de edad. Al respecto,

    contamos con cifras generales, pero n o hay mu chos estudios qu e nos

    informen so bre las circunstancias concretas e n las qu e mueren hom-

    bres y mujeres.

    La inco rporación d e las

    adicciones

    es otra de las formas del

    daño a sí mismo. Esto ocurre e n especial co n el alcohd apar te de la

    forma en q ue interviene en las muertes violentas, es

    notable su efecto

    a través de las muertes por c i m f s

    hepática,

    mas evidentes a part ir d e

    la tercera dé cada de la vida. Es llamativa la gran cobertura periodística

    q u e se dio a la reciente intoxicación e n Morelos co n mezcal adultera-

    do, q ue l levó a cerca

    de 50

    personas (todos hombres) a la muerte, sin

    contar los que qu edaro n vivos y con lesiones serias com o la ceguera.

    Esta visibilidad pública contrasta marcad amen te con lo s 14 9 muer-

    tos de cirrosis e n 1 B 2, en la población masculina

    @A:

    1 9 4 .

    En Veracruz, uno d e cada diez hombres m uere por problemas

    d e cirrosis hepática o de dependen cia de alcohol y t iene cinco veces

    mayor riesgo de morir por estas causas qu e una m ujer. Si bien existen

    otras causas que producen la cirrosis,

    se

    calcula que un

    75

    está

    asociada al consumo de alcohol,

    El

    tabaquismo,

    aunque es cada vez mayor en tre las mujeres, ha

    sido también una adicción masculina y explica po r qu é el cáncer qu e

    más vidas toma en tre la población masculina

    es

    el broncopulmonar.

    Cuando s habla d e suicidio, generalmente se le considera un

    problema femenino. Esto es cierto, en cuanto al

    ?atento:

    or cada

    hombre q ue lo intenta hay tres o más mujeres que lo hacen.

    n

    cuan-

    to al suicidio consum ado, la proporción

    se

    invierte: tres muertos ms cu li-

    nos por cada km enin a nivel nacioml, aunq ue en Veracruz, para 1W3,

    la proporción s de Qnco muertes masculina por cada femenina

    ISPUV,

    l J%). Esto puede tener una estrecha relación con la dilicultad masculina

    de enfrentar situaciones de de rrm , d e dolor, tristezay soledad y, agregado

    a esto, la incapacidad d e pedir ayuda

    petición

    que suponedebilidad y una

    situación

    de

    ncnor podcr. En cuan to a las edades, llama-la atención q ue el

    7 1-lernindezBringas

    op. cit. pp.

    56-63.

    El varón como factor de riesgo

    2 3

    suJcidfoque

    aparece

    com o cuarta causa demuerte de los 15 a

    24

    años en

    1993, sea cuatmm m a y o r que el suicidio femenino en el

    mismo

    gnipo.

    Ya he mos visto el aspecto de la sexualidad y el

    =A

    pero falu ver

    com o afecta al honlb re mismo. Baste

    decir

    que el

    grupo

    donde e encuen-

    tran

    las

    tasas

    más

    altas

    es

    el hombms

    de 25

    a

    34

    años. Para 1332, ya

    figura

    como l cuarta causa de muerte e n este grupo

    y,

    e n reciente entre-

    vista con el Secretariode Salud, se presenta com o teara causa pa ra 1 W .

    EIFinunciem,enero de 96

    Para

    m m u , es revelador ver las ues primeras causas de muerte

    masculina entrefos

    5y s 64

    a&

    sean

    os accidentes (principalmente

    automotores), el ho micidio y la cirrosishepática, lo cual implica

    una

    enor-

    me perdida

    de

    años

    de

    vida productiva. Ante esta n otable sobremort;llidlid

    m3sculina, s p u ed e h c e r

    el

    siguiente dlculo: si de las dicz priiner~s

    c us s de muerte de mbos géneros restarnos

    las

    muettes violentas y las

    debidas a amsis, los hombres y mujeres quedamos con unas tasas de

    mortalidad bastante similares (Garduño:

    199

    Cuando trabajjos el tema d e masculinidad y salud, aparte d e la estrecha

    relación q ue existe entre una serie

    de

    características atribuidas a lo inascu -

    lino y ciertas enferm edride s, resalta la ausencia casi toiül de medidis qu e

    favorezcan la salud a partir de los hombres. En los talleres, los tioinl->rcs

    reconocem os nuestra dificultad p a n pedir ayuda, la negac ión de que cste-

    mos enfermos y h alta de ncorporación de medidas

    de

    autocui&ido :irito

    médicos como en otros rubros, tiene que ver con el estilo de vitki . (de

    Keijzef:

    1994).

    Al

    respecto, es significativo

    el

    aumento

    de

    las

    muertes por

    cáncer próstata que, a nivel nacional essegundo y, en Veracruz,

    y

    esd

    p rin cip al d n e r mortd en hombres después os65años. ISP/LW 1999.

    La noción d e la caída del sistema surge part ir de los tal leres

    vivenciales con hombres. Nos referimos al hombre e n la tercerl e dad,

    o cercano a el la, recientemente jubilado (lo cual le implica q ii cd ~ r

  • 8/17/2019 De Keijzer, B. - El Varón Como Factor de Riesgo

    9/11

    fuera d e su re d d e poder y amis tad laboral) , qu e regresa a u na fami-

    l ia frecuentem ente resentida, do nd e la esposa maneja la m ayor par-

    te de las relaciones. Un ho mbre al qu e

    ya

    l e guerra su próstata ,

    con potencia sexu al decreciente y que, Finalmente,

    se

    e n i i e n t r a s i n

    proyecto como ser humano, e n es ta últ ima etap a de su vida. En los

    talleres d e ho mbres

    Iieiiios

    pod ido constatar la repetición (en nues-

    tros mayores) de procesos d e desesperación, angust ia, de falta de

    autocuidado y, f recuentemente, d e autodest rucción en ese periodo.

    Y t o d o s relaciona co n una abrupta fal ta de sensación de falta de

    p o d e r e n estos hombres.

    Es el caso del audi tor de impor tantes compañías en to do e l

    país que, una vez jubilado, se encuentra fuera d e las relaciones fa-

    miliares, con una espo sa que t iene bastante organizada su vida, qu e

    emerge desp ués d e sal ir de s u vida reproduct iva y a la cual vuelve

    loca con continuas auditorías de l as verduras que se pudr ieron e n el

    refrigerador o l os c i nco pesos aument o en l a cuen t a de luz. Es

    claro como nuestras sociedades modernasN a n perdido el iinpor-

    Eante lugar y reconocitniento q ue las soc iedad es tradicionales le -

    ban a los ancianos y las ancianas, aprovechando su experiencia.

    Cambios que se están dando

    En las últ imas décadas se han v en i do dand o va ri os p rocesos y

    socioc conó ~nico s olí ticos con repercusiones culturales qu e han m o-

    dificado las relaciones e ntre gén eros, la estructura d e la fatnilia y

    qu e consti tuyen factores centrales e n la crisis d e la masculinidad.

    Estos procesos, e n forma suscinta, son:

    - el ri ípido proceso de

    urbanizacibn

    q u e se h a d a d o e n e l p aí s.

    - un notable cambio e n la estructura econbtnico-laboralhacia la

    industria y servicios. La apertura de la maquila, al em ple o feme-

    n i no con t r i buyendo a l as c r ec i en t es t asas d e desemp l eo

    y

    subem plco mascul ina.

    - e l &terioro del poder adquisitivo qu e obliga a innumerables

    .familias a qu e sean var ios de su s miembros/as quienes tengan

    qu e t rabajar rompiendo el esquem a cl i ís ico del hom bre (padre)

    provcedor.

    -

    13 eno rm e

    migmcibtz,

    mayoritariamente masculina, hacia otras

    regiones y hacia los

    EEUU

    l uarón

    comof ctor de

    ri sgo

    2 5

    Esto representa mudio de lo que sucede n sectores populares. n los

    sectores medios se agregan, m3s daramente q ue e n otros sectores, los

    cambias provenientes del&nai~zist~ioue ph nte an h po rta ntc s ú-;iiislUr-

    maciones e n las relaciones

    de

    pareja y familia,

    c a n o e n la disiril.)u-

    ción del

    tmWp

    doméstico

    y

    extradoméstico.

    La

    estwhsm JamUiar

    ha cambiado notablemente e n los últiinos

    veinte años, sobre odo e'n el medio urbano, a raíz del impacto de los

    programas de planiflcacibn familiar. El acceso a mé t odos d e

    anticoncepción ha traído también importantes cambios e n los patrones

    de sexualidad entre hombres y mujeres y en la independencia e hs

    úl~imas.

    En la SOcIrJizacMtz

    de

    niñas y ni&a tümbién

    s

    una mayor

    a p e m y un progmivo distanciamiento de los roles estereotipados.

    Esto

    es

    un prooeso que apen as avanza, a r tmos desiguales e n distintos

    sectofcs, todo lo cu al incluye la posibilidad de r e t r m o s . E n est o j uegm

    un papei bast an te p ro p i s t a mucl ia s~~ varias medios d e coinu-

    niación.

    Luis Leñero 3 m ñ a e l

    término

    del

    nemnacbLFM

    pr mostrar cam-

    bios en las aciiaides masculinzis ante la planificación familiar.

    Estos

    Iioin-

    bres,

    imtahdos

    e n

    u 3

    specie de *machismo I@. ya no ejercen (o ya no

    pueden ejercer) el patriarcado como lo hicieron sus

    padres

    y abuelos: ya

    negocian m

    las

    &cisiones, y permitennqu e trabaje la mujer fuera d e

    casa (aunque p re kr en que ella no gane m s que ellos), pero mantienen

    un mareo de referencia con u n claro encuadre macliista (kñe ro: lCW¡ .

    Todoesto

    se

    relaao na c on otro cambio qu e va siendo m5s claro:

    progresiva toma e@ r de l s mujeres e n u na gama cada vez 1115s

    amplia de camposy activi&des. El des bah nc e lvacia los tiotnbres cs aún

    descomunal, pe ro el terreno gan ado po r el las es claro.

    Conclusionesy recomendaciones

    Este trabajo ha bordado sobre una problem5tica de g énero vista desde

    el lado masculino. Ser varón supo ne, en general, tn uc lm ventajas corno

    pued en ser una mayor autonomía, una mayor presencia e n el inundo

    soci+I, l dereclio a mostrar y ejercer el enojo y la violench. Sin e in b w

    go, esta socialización implica también limitaciones tm to e n el caiiipo

    afectivo como e n el espacio doméstico. Mi trabajo apun ta al Iieclio de

    qu e esta dialéctiva entre vcntzjas y iímites implica un alto costo so bre la

    salud masculina, expresad a sobre tod o en mortalidad y sobr e la salud

  • 8/17/2019 De Keijzer, B. - El Varón Como Factor de Riesgo

    10/11

    2 6 enno e

    eijzer

    de mujeres y niños/as. Resulta curioso que, ante tan clara evidencia la

    sociedad

    y,

    en particular los hombres, hagamos poco al respecto.

    Esto nos lleva a la necesidad de analizar los fenómenos de des-

    igualdad genérica desde ambos géneros, sus causas y consecuencias. El

    tipo de trabajo que realizarnos puede contribuir a varias cosas: a encon-

    trar explicaciones más ricas y coniplejas de los problemas y a descubrir

    los faaores que reproducen estas desigualdades entre lo masculino y lo

    femenino. Encontrar cómo la desigualdad también tiene costos para el

    género masculino y

    a

    panir de dichos costos, permita realizar un t ra hj o

    preventivo o de cambio con los propios hombres. oreso, e n Veracniz,

    Querétaro y otros estados, intentamos diseñar y desarollar espacios don-

    de los hombres podamos dar un paso fuera de la reproducción autorná-

    tica de una masculinidad enajenada, para revisarla

    y

    discutirla. Estos es-

    pacias pueden ser exclusivos

    de

    hombres o momentos separados dentro

    de un trabajo mixto con padres de familia

    o

    parejas, o dentro de la

    formación

    de

    profesionales con unta presencia social como los sicólogos,

    maestros, médicos, trabajidores sociales, etc. Temas como la paternidad,

    la violencia o la sexualidad pueden ser atractivos para empemr a revisar

    nueslra socialilrición genérica.

    Es aún más importante avanmr en esta reflexión hacia el sector de

    población de lo jóvenes, incluso en la primaria. La escuela es un ámbito

    donde

    se

    confrontan, conforinan, aprenden,

    y

    practican las relaciones de

    género. a escuela es entonces un buen escenario para desactivsr s

    educación y el trato sexistay descubrir el valor de las relaciones iguilitariis.

    En este ámbito en uan muy bien insutiios como la colección de cuentos

    denominada A favor dc las niñ& 8 con cuentos no sex ism que, por

    serlo, idn también a bvor de los niños.

    Repetimos aquí que estarnos aún en un nivel muy general, enfocan-

    do muclio de a nisculinichd Iiegeinónica con

    h

    cual casi todos tenernos

    coniriao, aunque seamos socialimdosde maneras dist ints. Hace falta pro-

    fundizar en Ir is otras forrn:is de socialización masculina y u resuli;iclos.

    Fi nh en te , este avance liada el campo de la masculini&d, sus liini-

    taciones y posil-iilidades pennitiir acercamos hcia relaciones i n h equita-

    tivas y placenteras para salirde l enajenación

    ya

    anou porJasepVinccnt

    Marques: Nos han ensetüdo

    a

    mirrir como o os lo que tenernos los

    varones en coinún, supueaamente prestigioso, en vez d e mostrarnos lo

    que nos difercnda entre nosotros y nos asemeja a las mujeres.

    l8

    Escritos

    en

    su mayoría

    en

    Italia traducidos

    en

    España y

    piiblicados

    por la Etliio-

    rial Luriwti.

  • 8/17/2019 De Keijzer, B. - El Varón Como Factor de Riesgo

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