DE LA AVENTURA AL ORDEN

68
GUILLERMO DE TORRE EN LA ÉPOCA EN QUE PUBLICÓ LITERATURAS EUROPEAS DE VANGUARDIA (1925) PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página IV

description

«Guillermo de Torre, que se empina hoy verticalmente sobre el tablado de sumanifiesto, tansvasará mañana sus ideaciones a la pantalla cinemática o se alzará,bocinero de sus propios poemas, sobre los zancos de una plataforma. Desde hoy suManifiesto —cálido, primordial, convencido— posee ante la democracia borrosadel medio ambiente todo el prestigio audaz de una desorbitada faloforia en un pueblojesuítico».

Transcript of DE LA AVENTURA AL ORDEN

Page 1: DE LA AVENTURA AL ORDEN

GUILLERMO DE TORRE EN LA ÉPOCA EN QUE PUBLICÓ LITERATURAS EUROPEAS DE VANGUARDIA (1925)

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página IV

Page 2: DE LA AVENTURA AL ORDEN

GUILLERMO DE TORRE

DE LA AVENTURA AL ORDEN

Selección y prólogo de

Domingo Ródenas de Moya

C O L E C C I Ó N O B R A F U N D A M E N T A L

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página V

Page 3: DE LA AVENTURA AL ORDEN

COLECCIÓN OBRA FUNDAMENTALResponsable literario: Francisco Javier ExpósitoCuidado de la edición: Lola Martínez de AlbornozDiseño de la colección: Gonzalo ArmeroImpresión: Gráficas Jomagar, S. L. Móstoles (Madrid)

© Fundación Banco Santander, 2013© Del prólogo, Domingo Ródenas de Moya© Herederos de Guillermo de Torre

Reservados todos los derechos. De conformidad con lo dispuesto en el artículo 534-bis del Código Penal vigen-te, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes reprodujeren o plagiaren, en todoo en parte, una obra literaria, artística o científica fijada en cualquier tipo de soporte sin la preceptiva auto-rización.

ISBN: 000000000000000Depósito legal: M. 00000-2013

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página VI

Page 4: DE LA AVENTURA AL ORDEN

Í N D I C E

Guillermo de Torre o la ética de la crítica literaria,

por Domingo Ródenas de Moya [ IX ]

Nota a la selección [ LX ]

Procedencia de los materiales [ LXII ]

Bibliografía [ LXV ]

LA AVENTURA. ESPAÑA Y EUROPA. DEL LADO DE ACÁ (1900-1936)

Esquema de autobiografía intelectual (1969) [ 00 ]

Para la historia de mis orígenes literarios (inédito) [ 00 ]

Autorretrato (1922) [ 00 ]

Madrid-París. Álbum de retratos (1920) [ 00 ]

El arte candoroso y torturado de Norah Borges (1920) [ 00 ]

Frontispicios (1925) [ 00 ]

Inquisiciones (1926) [ 00 ]

900 y el fascismo (1926, inédito) [ 00 ]

Del tema moderno como «número de fuerza» (1927) [ 00 ]

Examen de conciencia (1928) [ 00 ]

Homenaje a Freud (1936) [ 00 ]

Gaveta epistolar (i) [ 00 ]

EL ORDEN. ARGENTINA Y AMÉRICA. DEL LADO DE ALLÁ (1939-1971)

La generación sacrificada (1953, inédito) [ 00 ]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página VII

Page 5: DE LA AVENTURA AL ORDEN

El peregrino en su patria (ca. 1953, inédito) [ 00 ]

Tan pronto ayer. Memorias de mi vida literaria [ 00 ]

León Felipe, poeta del tiempo agónico (1940) [ 00 ]

La aventura y el orden (1943) [ 00 ]

El existencialismo en la literatura (1948) [ 00 ]

La crisis del concepto de literatura (1951) [ 00 ]

Valery Larbaud, el viajero vuelto inmóvil (1951) [ 00 ]

Hacia una reconquista de la libertad intelectual (1953) [ 00 ]

Rimbaud, mito y poesía (1953) [ 00 ]

El arte de un futuro indeseable. Minorías y masas (1954) [ 00 ]

Afirmación y negación de la novela española (1956) [ 00 ]

Diálogo de literaturas (1959) [ 00 ]

Los puntos sobre algunas «íes» novelísticas (1959) [ 00 ]

Reconocimiento crítico de César Vallejo (1959) [ 00 ]

El arte abstracto, ¿heredero o negación del cubismo? (1962) [ 00 ]

Picasso y Ramón: paralelismos y divergencias (1962) [ 00 ]

Para la prehistoria ultraísta de Borges (1964) [ 00 ]

La difícil universalidad de la literatura española (1964) [ 00 ]

Evocación de Azorín (1968) [ 00 ]

Gaveta epistolar (ii) [ 00 ]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página VIII

Page 6: DE LA AVENTURA AL ORDEN

Domingo Ródenas de Moya

GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

Miguel de Torre Borges es un niño en edad escolar y la maestra le pregunta, co-mo a sus compañeros, por la profesión del padre. «Es escritor», contesta el mucha-cho. Pero la respuesta no acaba de ser satisfactoria: «¿Escritor de qué?». El niño nolo duda aunque enseguida va a arrepentirse: «De ensayos». Perplejidad entre los pu-pilos y la docente. ¿Un escritor que no escribe novelas ni poemas ni piezas de tea-tro? Miguel corrige su respuesta: «Es abogado». No miente y además pacifica la ex-trañeza. Todos contentos.

En efecto, Guillermo de Torre Ballesteros se había licenciado como abogado en1923 (en Granada y a la vez que Federico García Lorca), pero las leyes que iban aocupar absoluta e imperiosamente su vida no iban a ser las del Derecho sino las menos articuladas de la literatura y el arte. Dedicó sus días con incansable fervor yentrega a la literatura, a producirla en su juventud, a estudiarla toda la vida, a refle-xionar sobre ella —y también a enseñarla— hasta su muerte relativamente tempra-na a los setenta y un años, en 1971. No mucho antes, en mayo de 1968, el viejo Cor-pus Barga le escribía desde Perú diciéndole: «Es usted uno de los tres o cuatroensayistas españoles que superan la cultura subdesarrollada que en España es hoy elensayo». Pero la opinión del veterano periodista no era la única que elevaba a Torrepor encima de los ensayistas literarios de su tiempo ni tampoco la primera, pues yaen 1956 le había exhortado José Ferrater Mora, por enésima vez, a escribir una his-toria de las letras españolas contemporáneas porque el filósofo no veía entonces anadie que poseyera como él las cualidades necesarias para llevar a cabo esa empresa:«información sólida y nada indigesta, estilo claro (quizá “oscuro el borrador”, pero

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página IX

Page 7: DE LA AVENTURA AL ORDEN

“el verso claro” siempre), originalidad de puntos de vista, percepción del matiz y…,por supuesto, conocimiento de lo otro, de lo no español, tan necesario para enten-der lo español».

No es sólo en la correspondencia privada donde se pueden espigar elogios de esetipo, sino que se encuentran casi en cualquier lugar donde se emitiera una opiniónsobre Torre. En 1961, Ricardo Gullón le dedica el elogioso artículo «Guillermo deTorre o el crítico» en la revista-libro Ficción de Buenos Aires que dirigía Juan Goya -narte, donde afirma (en el mismo número, el 33-34, que celebraba el Prix Interna-cional de los Editores concedido a su cuñado Jorge Luis Borges) que Torre había llegado a ser «en el mundo de las letras hispánicas, y tal vez en el mundo literario asecas: el crítico mejor informado, el erudito más competente en literatura contem-poránea, demostrando que la erudición no ha de referirse necesariamente a un pa-sado más o menos remoto, sino que puede servir para aclarar y precisar el panora-ma de lo presente, mostrando las conexiones entre movimientos y escritores dediversas latitudes y situados (a veces) a relativa distancia en el tiempo». Poco des-pués, en 1962, Gonzalo Sobejano parecía coincidir con esa opinión al afirmar, en unamplio panorama de la crítica literaria del momento, que Torre «puede pasar por elmejor crítico español de hoy en el sentido en que Dámaso Alonso restringe la fun-ción del crítico como valorador y guía». No hubo disensiones respecto a esta esti-mación y cuando, tras su deceso, un respetado académico como Manuel Durán re-señó su último libro en Hispanic Review pudo sostener que Torre «había sido unode los pocos críticos de primera fila y en algunos casos su influencia resultó decisi-va, con mucho superior a la de cualquier otro crítico de las letras españolas de hoy».

El crítico y ensayista de vastos conocimientos, de estilo elegante y criterio pon-derado había comenzado su carrera, sin embargo, de otro modo, como movedizopoeta adolescente en las filas del Ultraísmo y combativo pregonero de las últimasgestas de la vanguardia internacional, entorpecida su expresión por un idioma eri-zado de esdrújulos y neologismos y aferrado a una estrepitosa militancia a favor delo nuevo, en el arte y en la vida. De aquella efervescencia juvenil quedaron dos fru-tos valiosos, el poemario Hélices (1923) y un libro memorable, Literaturas europeasde vanguardia (1925), que lo convirtió ipso facto en el primer historiador y exegeta

[X] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página X

Page 8: DE LA AVENTURA AL ORDEN

del nuevo espíritu y hubo de abrirle muchas puertas, incluso alguna de las que lehabía cerrado su pertinaz pugna por labrarse un nombre y hacerse un sitio en el po-puloso campo de batalla literario de los años diez y veinte. A sus veinticinco añosdecidió que los años de las escaramuzas nerviosas habían prescrito y había llegadola hora de la razón reposada y el discernimiento, la hora de una crítica elevada alrango de creación que, potenciando los valores y fijando las coordenadas estéticasde la obra ajena, se afirma ella misma como expresión autónoma del espíritu.

Guillermo de Torre Ballesteros había nacido en Madrid el 27 de agosto de 1900

y la profesión jurídica de su padre (que fue notario) debió influir a la hora de estu-diar Derecho, licenciatura que acabó, sin mucha convicción, cuando ya llevaba añosinficionado por el virus literario. Su padre, Guillermo de Torre y Molina era unamateur de las artes: practicaba la fotografía, amaba la música (tocaba el piano forte)y la pintura (hacía sus pinitos como pintor de copias). Quizá porque había apren-dido en su propia casa, gracias al abuelo de Torre, la importancia de viajar y cono-cer mundo y gentes diversas, su padre le regaló, al cumplir los dieciocho años, unaestancia en París, ciudad que, desde entonces, iba a convertirse en una segunda pa-tria. Así lo cuenta su hijo Miguel de Torre en los preciosos «Appunti su mio padre»publicados en 2005 en la traducción italiana de Hélices. Precisamente el año en quese publicó este poemario ultraísta, en 1924, empezó a prepararse para la carrera di-plomática en el Instituto Diplomático y Consular, pero su vocación literaria se ha-bía afirmado ya con tal rotundidad que a esas alturas ya no admitía compatibilidadalguna con otra profesión y su rúbrica, por fin, había adquirido el suficiente crédi-to como para que Ortega y Gasset le abriera la tribuna de Revista de Occidente. Eranoviembre de 1924 y Torre se estrenaba ahí con una reseña de la novela Les CinqSens de Joseph Delteil, que había sido un mes antes, en octubre, uno de los fir-mantes (con Louis Aragon, Paul Éluard, Drieu la Rochelle y Philippe Soupault) delpanfleto Un cadavre! escrito con motivo de la muerte de Anatole France. Torre in-gresaba en la mansión de Ortega con las credenciales de un informadísimo testigode las últimas palpitaciones del esprit nouveau europeo y con la fama de poseer yaentonces la mejor colección de revistas de vanguardia de la época.

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [XI]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XI

Page 9: DE LA AVENTURA AL ORDEN

En aquella sazón, hacía tiempo que Torre se había enamorado de la pintora No-rah Borges —«nuestra pintora», la llamaba Isaac del Vando Villar desde la revista ul-traísta Grecia en 1920—, a la que había conocido cuando ella tenía dieciocho añosy se encontraba en España con su familia. Anota en sus memorias Rafael CansinosAssens —que se muestra en general resentido con el joven Torre—: «Jorge Luis Bor-ges y su hermana celebran reuniones literarias en su casa, a las que acude Guillermode Torre que, según me dicen, le hace el amor a Norah, a la que califica de “féminadinámica y porvenirista”». Esas reuniones datan de marzo de 1920, pero en 1924 nosólo ha regresado ya toda la familia Borges a Buenos Aires (lo había hecho en la pri-mavera de 1921), sino que Guillermo y Norah se han hecho novios y la aventura ul-traísta está, para él, finiquitada. Torre escribe exaltando el arte de Norah como unregreso al principio de afirmación y permanencia, identificado tanto con la estéticacubista como, sobre todo, con lo femenino, un principio al que él mismo se adhie-re por entonces, dejando atrás sus «verticalidades» y algarabías ultraicas. Según unmovimiento de vuelta al orden que se dio en la posguerra europea, después de ladestrucción, la construcción (Création/Destruction iba a ser un libro de Robert De-launay que Torre pretendía publicar en 1923), y Torre pudo asociar ese cambio deciclo con la prevalencia de lo femenino, de lo que permanece y engendra.

Gestos y gestas vanguardistas: de 1915 a 1924

Desde muy joven, Torre quiso librar todas las batallas de la guerra a favor de laestética antipasatista de las vanguardias. Se acercó a quienes consideró maestros (Ra-fael Cansinos Assens y Ramón Gómez de la Serna señaladamente, así como JuanRamón Jiménez o el mexicano Alfonso Reyes, entonces en Madrid) pero tambiéntrampolines para alcanzar una posición de notoriedad a la que aspiraba. No hurtóel cuerpo en la refriega literaria ni disimuló (o no supo disimular) su ambición deganar nombradía, lo que a menudo alejó las simpatías de aquellos con quienes setrataba, que veían en él a un joven excesivamente ávido de «llegar», como se decíaentonces. Cansinos Assens dejó un retrato despiadado de él en sus tardías memorias

[XII] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XII

Page 10: DE LA AVENTURA AL ORDEN

que es congruente con el rencor que transpira la novela satírica El movimiento V. P.(1921), donde Torre aparece, nada favorecido (es un dechado de pedantería y dog-matismo), como «el Poeta Más Joven». Ramón, que acogió en su templo de Pomboa Torre, enviado por Cansinos, fue menos despectivo en las páginas de Pombo (1918),donde lo describe como un «muchacho inteligente y delirante», impulsado por elfervor, «ilusionado, ingenuo, pero tan dispuesto a despertarse sobre lo extraordina-rio, tan ciego en su camino, tan dispuesto a llegar que da miedo de que me haganpagar caro algún día que le haya hecho mi discípulo».

Aquel primer encuentro entre Gómez de la Serna y Torre tuvo lugar en diciem-bre de 1916, cuando este era un adolescente que enviaba sus primicias a periódicosde provincias como Paraninfo de Zaragoza, donde dio su primer artículo en 1915,un adolescente que había visto cómo Cansinos Assens le dedicaba unas líneas elmes anterior, en noviembre de 1916, en La Correspondencia de España. La etapa quese abrió en 1916 y que se cerró con la aparición en 1925 de Literaturas europeas devanguardia fue evocada por el propio Torre mucho después, dos años antes de sufallecimiento, como «el foso de la época que yo llamaría preconsciente». Sin em-bargo, esa preconsciencia, que podía ser cierta desde la atalaya del maduro ensayis-ta en que se había convertido, no lo era tanto respecto al intérprete del arte de van-guardia con el que se sentía en plena sintonía. Entre 1916 y 1918, el adolescenteTorre, lejos del deseo de confesar sus cuitas sentimentales o la unicidad de su visióndel mundo, estuvo arrebatado por otro afán, el de conquistar una forma expresivaradicalmente nueva, lo que aparejaba un inmenso desdén por lo consabido o here-dado como formas anquilosadas del pasado. Fue un arrebato compartido por casitodas las vanguardias, el hallazgo del lenguaje no hollado, de la fórmula rabiosa-mente virgen, el espíritu de aventura impulsado por la combustión del arte cadu-co. El propio Torre recordó en las notas inéditas «Para la historia de mis orígenes li-terarios» que en esa persecución se dio «a retorcer, descomponer y rizar el léxico,suponiendo cándidamente que de estas alquimias saldría la intacta estructura ape-tecida», pero sólo resultó una caída en el conceptismo y el culteranismo, en unasuerte de gongorismo traído a un mundo de referentes tecnológicos. Aquella «pa-tética adolescencia», como él la califica, y ese tipo de arte duró «de los 16 a los 21

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [XIII]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XIII

Page 11: DE LA AVENTURA AL ORDEN

años»; fue la época del «sacro horror al lugar común. No toleraba la menor frase he-cha. Ambicionaba un vocablo nuevo, fragante, creado, para cada emoción primi-genia que mi sensibilidad adolescente experimentaba». Ese fue el fermento del quesurgió el ultraísmo.

Según él mismo declaró, el término «ultraísmo» fue uno de tantos que él habíalanzado en su pirotecnia verbal entre 1916 y 1917 y que Rafael Cansinos, con ins-tinto certero, capturó para bautizar el conjunto de energías renovadoras que palpi-taban entre los jóvenes poetas posmodernistas. Torre no mentía, según atestiguansus cartas a Cansinos. Ya en enero de 1917 le reprocha a Cansinos que, en su ba-lance sobre la literatura de 1916, «se olvida usted del buen chico, con ímpetus deultraísta, Guillermo de Torre», para luego definir el término así: «Ultraísta: Cantordel más allá de la realidad: así quiero que se interprete y resuene la palabra, desdeahora, en todos los ámbitos de la intelectualidad». (La versión de Cansinos es, ob-viamente, distinta: fue él quien lanzó el neologismo en la entrevista que le hizo Xa-vier Bóveda para El Parlamentario). Con todo, el catalizador de esos anhelos de no-vedad fue la visita en 1918 del chileno Vicente Huidobro a Madrid, dondepermaneció cuatro meses pregonando la nueva estética. A su casa de la plaza deOriente acudió Torre, como otros jóvenes poetas, y allí pudo saborear el aire sofis-ticado de las últimas doctrinas francesas, allí encontró a un genuino representantede la aventura literaria y allí conoció a los pintores Sonia y Robert Delaunay, tanimportantes en su formación artística primera. Los dos años posteriores fueron deuna actividad frenética para Torre. Inició sus raids a París y Zúrich, de donde setraía noticias y revistas para asombro de los poetas madrileños. Su agenda de con-tactos y conmilitones vanguardistas fue creciendo con nombres como los de Phi-lippe Soupault, Blaise Cendrars, Paul Dermée, Max Jacob, Marinetti o los dadaís-tas Tristan Tzara y Francis Picabia, a los que dedicó unos rápidos retratos en 1920,en la revista Grecia (la serie se tituló «Madrid-París. Álbum de retratos (Mis ami-gos y yo)».

Colaboró en un sinfín de revistas españolas y europeas hasta dar a su nombreuna omnipresencia sin parangón en la literatura joven española de hacia 1920, quees cuando ha entablado amistad con Jorge Luis Borges y cuando este le dedica, en

[XIV] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XIV

Page 12: DE LA AVENTURA AL ORDEN

el número único de la revista Reflector, un elogioso acuse de recibo del «manifiestovertical» que Torre acaba de publicar, el 1 de noviembre, en la revista Grecia:

«Guillermo de Torre, que se empina hoy verticalmente sobre el tablado de sumanifiesto, tansvasará mañana sus ideaciones a la pantalla cinemática o se alzará,bocinero de sus propios poemas, sobre los zancos de una plataforma. Desde hoy suManifiesto —cálido, primordial, convencido— posee ante la democracia borrosadel medio ambiente todo el prestigio audaz de una desorbitada faloforia en un pue-blo jesuítico».

Borges distinguía a su futuro cuñado por alzarse «contra esta voluntad de impo-ner a las fracciones anímicas un denominador común» y, en lugar de encerrarse enun dogma o una «mentalidad disecada», proclamarse «creacionista, cubista, expre-sionista, futurista, dadaísta… Y volando a la vez en tantas pajareras, no se encierraen ninguna y bajo el entusiasmo de su gesta verbal se adivina una gran invectivasubcutánea contra las escuelas, en lo que tienen de carcelario y de uniformizado, enlo que contradicen al instante». Dejando de lado la posibilidad de que Borges es-cribiera esas líneas a regañadientes (me refiero más adelante a ello), en efecto, el jo-ven Torre no se ataba a ninguna escuela o corriente de vanguardia porque las cele-braba y absorbía todas y de esa asimilación férvida venía dando amplias muestras enrevistas como Cervantes, Grecia, Ultra de Oviedo y Cosmópolis, y desde 1921 las se-guiría dando en Ultra de Madrid, Tableros, Alfar y tantos otros lugares. El eclecti-cismo del manifiesto de Torre también lo iba a señalar su antiguo maestro RafaelCansinos Assens desde Cervantes, si bien con intención de regatearle originalidad yrebajar su mérito como aportación al espíritu nuevo. Sin embargo, Torre había des-pegado y volaba en otras direcciones más al norte. Ese año Tristan Tzara lo nom-braba presidente de Dadá (así aparece en el quinto boletín Dadá, como uno más dela larga nómina de setenta y siete presidentes) y Marinetti le abría las páginas de surevista Poesia en Milán; en 1921 publicaba poemas en Le Philhaou-Thibaou de Pa-rís y en La Vie des Lettres; en 1922 en la revista belga Ça Ira, en Manomètre de Lyon,en Klaxon de São Paulo, en Nowa Sztuka de Cracovia, y en noviembre firmaba dos

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [XV]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XV

Page 13: DE LA AVENTURA AL ORDEN

artículos sobre «La littérature espagnole en 1922» en la revista de Bruselas Les Écritsdu Nord, a la vez que Yvan Goll lo incluía en su famosa antología de la nueva poe-sía Les Cinq Continents y él forcejeaba con Valery Larbaud para ser incluido en elnúmero español de la revista Intentions que estaba preparando Antonio Marichalar(y del que finalmente quedaría excluido).

Las reservas de energía del joven Torre parecen inagotables mientras él se con-centra en la consolidación de su nombre en el campo literario de la vanguardia europea, con notables resistencias en los medios españoles. Marichalar no quiso queintegrara la selecta lista de jóvenes promesas literarias de Intentions, que a todos losefectos fue la primera antología de la generación del Arte Nuevo, pero antes habíasido rechazado en el templo juanramoniano de las nuevas voces, la revista Índice, al-go que le dolió durante muchos años y respecto a lo que recibió de Juan Ramón tar-días explicaciones: «Si yo no inserté en Índice los poemas que usted me envió a la re-vista, no fue porque no me interesaran sus ensayos poéticos. Usted, que tuvo siempreespíritu crítico, debió darse cuenta de que los esdrújulos, los nombres mecánicos yotros detalles de sus poemas, no eran cosa de tipo permanente», le escribió en 1945.

Sus polémicas de entonces y, algo menos, las de después fueron sonadas. Su be-licosidad trascendía la palestra de la práctica artística, siempre a favor de lo que élcreía justo o verdadero, aunque en su juventud también contra quienes le demos-traban animosidad, inquina o menosprecio. Se las tuvo con Vicente Huidobro apropósito de la paternidad del creacionismo (disputada entre Pierre Reverdy y elpoe ta chileno, al que irritó que Torre reputara de «incógnito precursor» al uruguayoJulio Herrera Reissig), con Cansinos Assens acerca de los del ultraísmo (y no menosdel esteticismo caduco de Cansinos), y con Eugenio d’Ors con motivo de la glosade este sobre Literaturas… donde le imputaba alejandrinismo embrollado. Tambiéndurante la guerra con Antonio Sánchez Barbudo, y en la posguerra con Pablo Ne-ruda por cuenta de un malentendido que se remontaba treinta años atrás (Nerudacreyó a Torre responsable de una reseña adversa que iba firmada por César M. Ar-conada) y que corrompió la relación entre ambos, o con Aranguren y Marías a pro-pósito de la censura franquista y la obra de los exiliados, o con Juan Goytisolo porsu angosta teoría marxistizante del realismo novelístico, o con José Ramón Marra-

[XVI] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XVI

Page 14: DE LA AVENTURA AL ORDEN

López con motivo de su visión limitativa de la obra literaria de los exiliados. Torreno se arredraba en la polémica; más bien se acrecía desarticulando los argumentosajenos con otros mejor sustentados o mejor alabeados retóricamente.

En el verano de 1920, a la vez que sigue colaborando en las revistas del Ultra, enGrecia, en Cervantes (donde en agosto ofrece una «Bibliografía de la novísima líricafrancesa»), inicia su colaboración en Cosmópolis, la revista de Enrique Gómez Ca-rrillo de la que Torre iba a convertirse diez meses después (desde el número 30) ensecretario hasta su extinción en el número 45. Los artículos que fue publicando allíaspiraban, dentro de su implícita adhesión a las propuestas artísticas más intrépidas,a una presentación objetiva y erudita de los principios estéticos de la vanguardia in-ternacional así como de los autores, las obras, los hechos y las escuelas o tendenciasque los representaban. Empezó en agosto con el creacionismo «y la pugna entre susprogenitores» —que dio lugar a la enconada querella con Huidobro—, para seguiren otoño con artículos teóricos como «Interpretaciones críticas de la nueva estética»(núm. 21), «Teoremas críticos de la nueva estética» (núm. 22), una revisión de «Elmovimiento ultraísta español» (núm. 23) y, ya en enero y febrero de 1921, sendostrabajos sobre el dadaísmo: «El movimiento Dadá» y «Gestos y teorías del dadaís-mo». Esos artículos, con otros que iban a ir saliendo en 1922 y 1923, constituiríanla base del futuro libro Literaturas europeas de vanguardia (1925), con el que Torrese graduaría como sumo experto en la geografía y geología de las vanguardias lite-rarias en Europa. Sin embargo, antes ya habían atravesado el Atlántico para ser leí-dos en tierras americanas. A finales de 1921 el mexicano Manuel Maples Arce, crea -dor del estridentismo, le escribe: «A través de las páginas de Cosmopólis he seguidosu interesante labor de propaganda y divulgación de las nuevas tendencias. Yo tam-bién, como usted, soy un convencido». Y en el primer manifiesto estridentista, Ac-tual N.º 1, de ese mismo año, Maples llama a Torre «mi hermano espiritual». Unaño más tarde, ambos firmarán su adhesión al manifiesto chileno Antena. Hoja van-guardista N.º 1, junto a los hermanos Borges, Vicente Huidobro y Jacques Edwards.

De manera simultánea a su cristalización como ensayista y crítico, Torre no ce-saba en sus tentativas poéticas. Aquel otoño de 1920 siguió publicando poemas no-vimorfos en Grecia, y desde enero de 1921 en la recién fundada revista Ultra, en la

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [XVII]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XVII

Page 15: DE LA AVENTURA AL ORDEN

que también entregó algunos artículos sobre pintores (Vázquez Díaz, Santiago Ve-ra, Ruth Velázquez) y héroes de la vanguardia internacional (Francis Picabia, JeanCocteau). Mantuvo su perfil de poeta ultraísta durante 1922, adelantando los poe-mas de su libro Hélices en revistas españolas y extranjeras, como Prisma de BuenosAires (núm. 2), Lumière de Amberes, La Vie des Lettres de París, o las ya citadas Kla-xon de São Paulo, Manomètre de Lyon o Nowa Sztuka de Cracovia. Como actividadcomplementaria de su creación, Torre tradujo a muchos de los nuevos poetas fran-ceses, empezando por su adorado Guillaume Apollinaire. Hizo versiones de PierreReverdy, Jean Cocteau, Blaise Cendrars, Paul Morand, los dadaístas Tzara y Picabia,Soupault o Max Jacob.

Su único volumen poético, Hélices, salió a la calle en 1923 bajo el sello de la edi-torial Mundo Latino y fue, más que el comienzo de una trayectoria poética, unaclausura de la misma. Aquel libro, que se enriquecía con la cubierta de Barradas, unretrato del autor por Vázquez Díaz y una viñeta de Norah Borges, constituyó la máslograda realización del ultraísmo, un muestrario de tipografía imaginativa inspiradaen los caligramas de Apollinaire y un catálogo de los motivos de la poesía ultraicacon el inventario completo de las máquinas y avances técnicos del mundo moder-no, con su tributo al cine y a la velocidad y a los ritmos urbanos. Una tecnolatríaque provocó el comentario sardónico de Borges a su amigo Jacobo Sureda: «no sa-brías imaginar el número de utensilios: aviones, raíles, troleybuses, hidroaviones, as-censores, signos del zodiaco, semáforos», como ha recordado Juan Manuel Bonet ensu imprescindible antología del ultraísmo Las cosas se han roto (2012). En el «Auto-rretrato» que incluye en Hélices, Torre, con notable capacidad de autoobservación,se pinta así:

Todo yo superpuestoa un paisaje de feria urbanaConstelación de leit-motivsen el zodíaco de mi adolescenciaLa GirándulaLa Hélice

[XVIII] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XVIII

Page 16: DE LA AVENTURA AL ORDEN

Y el VérticeCircuito de mis evoluciones:Del barroquismo a lo jovialUn síncope de esdrújulosacelera mi vida mental.

Pero a ese síncope de esdrújulos y a la aceleración mental ultraísta se les había ago-tado el crédito. Hélices fue una despedida del escenario poético. En 1924 dejó de en-viar poemas a la prensa y sus colaboraciones se hicieron exclusivamente críticas. Ini-ció su colaboración semanal con Independencia de Puertollano, donde su padre ejercíacomo notario y él pasaba largas temporadas. Su sección se llama «Proyecciones deMadrid» (luego sólo «Proyecciones») y no es raro ver en ella textos publicados en otroslugares antes o después. En ese momento, Torre ya tiene listo para la imprenta Lite-raturas europeas de vanguardia, cuyo importante «Frontiscipio» lleva fecha de sep-tiembre de 1924, aunque el libro no saldría a la venta hasta la primavera de 1925. Ellibro, de hecho, se había anunciado ya en 1923 con el título Las novísimas directricesliterarias y estéticas para convertirse meses después en Gestas y teorías de las novísimasliteraturas europeas (y luego reducido a Las novísimas literaturas europeas), cuya publi-cación había intentado en varias casas editoriales, entre ellas Mundo Latino, la mis-ma editorial de Hélices. No fue ahí sino en Caro Raggio donde vio la luz por fin enmayo de 1925, ya con su más ceñido título definitivo. Esa demora le permitió añadirunos «Apéndices de 1924-25» sobre el «superrealismo» (que es como propone tradu-cir el surréalisme de Breton) y el «mal del siglo» en el que puede aludir a los ensayossobre la estética del Arte Nuevo que Ortega ha publicado en El Sol y que se reuni ríanen 1925 en La deshumanización del arte e Ideas sobre la novela. El influjo del pensa-miento orteguiano fue desde entonces permanente en la obra de Torre.

De inmediato se convirtió Literaturas… en una guía fundamental e inexcusablede las nuevas tendencias, en un arca de las esencias innovadoras de la que iban a pro-veerse los jóvenes escritores a un lado y otro del Atlántico. El libro ofrecía, en unaprimera parte, el más pormenorizado relato y descripción de las gestas del cubismo,el futurismo y el dadaísmo, así como del ultraísmo y el creacionismo; en la segun-

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [XIX]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XIX

Page 17: DE LA AVENTURA AL ORDEN

da, «Desde el mirador teórico», abordaba cuestiones técnicas sobre el nuevo lirismo,la imagen y la metáfora, los cambios en la rima, el ritmo y la disposición tipográfi-ca e incluso aspectos léxicos como la adjetivación o el gusto por el neologismo; enuna tercera parte titulada «Otros horizontes» ofrecía unas rápidas ojeadas al egotis-mo de Walt Whitman, el unanimismo francés, el imaginismo anglosajón, el expre-sionismo alemán, el futurismo ruso, unos apuntes sobre el cosmopolitismo literario,un par de asomos a la obra de Valery Larbaud y Paul Morand y, para concluir, uncapítulo dedicado a la «Cinegrafía» que se abría con una apología del séptimo arte(«El cinema adquiere día en día una nueva categoría estética», comienza). Aquel li-bro encerraba tantos estímulos, tal cantidad de incitaciones para los escritores jóve-nes, que no pudo menos que convertirse en el grimorio de la nueva generación.Cuarenta años después, en 1965, cuando esa obra se había transformado en otra másarticulada y profesoral, más abarcadora y enciclopédica, la monumental Historia delas literaturas de vanguardia, Torre recordaba que aquel libro juvenil «fue leído, co-mentado caudalosamente, parafraseado con prodigalidad (otro, menos cortésmen-te, diría “saqueado”), promoviendo entusiasmos e indignaciones», siendo como fue«el tributo apasionado, crédulo —y por ello deliberadamente excesivo—, rendido auna época que con optimismo apologético yo había calificado de inaugural».

Uno de los ejemplares de aquel fenomenal escaparate le llegó a Ernesto Gimé-nez Caballero a la redacción de El Sol para que este lo reseñara. Aquel gesto ele-mental de promoción anudó un vínculo de camaradería y colaboración que iba afructificar en 1927 en el mejor y más influyente periódico de letras del siglo pasado,La Gaceta Literaria. Giménez Caballero publica su reseña el 3 de junio y, conside-rando a Torre un deportista, un referee o árbitro de futbol, expresa su entusiasmo(«Pocas veces se habrá quedado uno tan satisfecho como tras esta enhorabuena. Nitan orondo. Ni tan dispuesto a sacar billetes en cuanto anuncie otro partido dondeactúe») y proclama que Torre «es el réferi de más dimensiones que acaba de revelar-se en la actual generación literaria española». En su carta de agradecimiento, Torre,que ya ha empezado a actuar como corredor literario y enlace intercontinental,aprovecha para recordar a Giménez Caballero unos artículos prometidos para la re-vista bonaerense Martín Fierro, con la que él ya colabora. Desde entonces su co-

[XX] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XX

Page 18: DE LA AVENTURA AL ORDEN

municación será regular. Diez meses después existe ya el embrión de la futura revis-ta: «Quizá la semana próxima ya esté realizada nuestra Gaceta, para que aparezca enotoño» y, más abajo, añade Gecé: «Seremos usted y yo los cabezas de motín de estaGaceta». Luego entra en pormenores sobre el plan trazado. El tono: «Variedad, ri-queza, agilidad»; los temas: literatura pura, impura, grafismo, literatura política (noPolítica sin literatura), teatro, arte… Y, frente a la revista España que fundó Ortegaen 1915, esta ha de responder a Hispania: «debe aspirar a tener artículos en portu-gués, versos en catalán (y hasta gallego), suramericanismo radical —todo, todo mez-clado—», más «colaboración francesa e italiana (traducida) y quizá alemana y rusa.Gecé pregunta y responde: «¿Enfrentamos una tarea ibérica o nos perdemos en ununiversalismo flojucho? Yo creo que lo primero es lo evidente». El subtítulo de la re-vista acabaría reflejando la múltiple vocación de sus promotores, internacional y deintegración hispánica: «Revista ibérica, americana, internacional».

Por fin La Gaceta Literaria salió a la calle el 1 de enero de 1927 con Giménez Ca-ballero como director, Guillermo de Torre como secretario y un consejo de redac-ción amplio, dividido en dos secciones: literatura (integrada por Ramón, PedroSáinz Rodríguez, Antonio Marichalar, José Bergamín, Antonio Espina, MelchorFernández Almagro, Benjamín Jarnés, Enrique Lafuente Ferrari, Juan Chabás y Cé-sar M. Arconada), y ciencias (con las subsecciones de filosofía, física, naturales, filo -logía, derecho, medicina, pedagogía, ingeniería, arquitectura), además de dos sec-ciones especiales sobre obrerismo y deportes. Fue el gran acontecimiento literariocon que se estrenó un año destinado a servir de discutido hipocorístico de toda lageneración, la del 27. Iba apadrinada La Gaceta por un artículo de Ortega y Gasset,«Sobre un periódico de letras», que era una contundente apología de ese formatoque, a diferencia del libro, «deberá mirar la literatura desde fuera, como hecho, e in-formarnos sobre sus vicisitudes, describirnos la densa pululación de ideas, obras ypersonas, dibujar las grandes líneas de la jerarquía literaria siempre cambiante», loque contribuirá, a su juicio, a «la mayor y más urgente empresa, que es: curar defi-nitivamente a las letras españolas de su pertinaz provincialismo».

El éxito del periódico fue extraordinario y su papel histórico fue decisivo en lacristalización de una visión del arte y la literatura de la modernidad en la que se con-

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [XXI]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XXI

Page 19: DE LA AVENTURA AL ORDEN

ciliara lo particular con lo universal, lo tradicional con lo actual, lo español con lohispanoamericano y las diversas lenguas peninsulares con un concepto unificador delo ibérico o lo hispánico. Torre se mantuvo como secretario de la revista hasta di-ciembre de 1928 —sustituido desde enero de 1929 por César M. Arconada—, aun-que para entonces llevaba más de un año en Buenos Aires. Desde ahí contribuyó aestrechar los lazos de colaboración con los escritores argentinos y mantuvo la asi-duidad de su propia firma. Al menos hasta que Giménez Caballero convirtió la re-vista, en el otoño de 1931, en órgano de expresión unipersonal de su fascistizacióna través del Robinsón Literario de España, del que salieron seis números.

Hacia la sindéresis crítica

Desde 1925, reconocido como un «Menéndez Pelayo de las vanguardias» (segúnGiménez Caballero) o como el «gran Tito Livio del movimiento» (según Gómez dela Serna), Torre da por concluidos sus escarceos con la escritura poética y emprendecon decisión el camino de la crítica literaria y el ensayo, lo que no significa que aban-donara el frente a favor de las propuestas vanguardistas. Ese mismo año impulsó larevista Plural y se sumó, a invitación de Jorge Luis Borges, al equipo de redactoresde la revista argentina Proa. De Plural sólo vieron la luz dos números, pero fueronsuficientes para que Torre estableciera en sendos artículos, «Neodadaísmo y superre-alismo» y «La crítica constructora y creadora», sus reservas al dogmatismo de AndréBreton y su concepción de la crítica literaria (sintetizada en los dos adjetivos), coin-cidente con la que Ortega había expuesto en las Meditaciones del Quijote (1914), An-tonio Marichalar en Palma (1923) y, en general, con la que defendieron en los añosveinte la mayoría de críticos literarios europeos. Una concepción fervorosa, compre-hensiva y no punitiva del ejercicio crítico que se proponía aquilatar la obra de artedentro de sus propios presupuestos y no de acuerdo con una preceptiva anterior ouna doctrina ajena. Esta idea de una crítica colaborativa era congruente con el pro-pósito de hacer de Plural, una revista de integración de las diversas tendencias delArte Nuevo, lejos de banderías ariscas o las iglesias excluyentes.

[XXII] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XXII

Page 20: DE LA AVENTURA AL ORDEN

Este giro hacia una consideración más ponderada y serena de la nueva estéticahabía empezado a producirse en 1924 y es palpable en el prólogo a su traducción deEl cubilete de dados de Max Jacob (publicada por Editorial América en Madrid) o,aún mejor, en el prefacio a sus Literaturas europeas de vanguardia, adonde fue a pa-rar el artículo de Plural sobre la crítica constructiva. El deslumbramiento juvenilcon el dadaísmo encerraba una contradicción que sólo vería con el paso de los años:Dadá negaba el arte y la literatura, pero Torre estaba cautivado por el poder de crearbelleza y sentido del arte y la literatura. Como diría en sus últimos años, creyó verultraliteratura donde no había sino antiliteratura. Su dedicación a una crítica litera-ria que estaba alentada por un orteguiano «afán de comprender» y de poner en va-lor lo nuevo situándolo en el marco de sus directrices estéticas fue una salida airo-sa, su «puerta de evasión», en sus propias palabras.

Plenamente consciente del derrotero reflexivo que estaba tomando, Torre no só-lo establece los principios reguladores de una crítica literaria plausible sino que, jun-tando a la teoría la evaluación de la práctica, se propone pasar revista a los críticosliterarios españoles de aquel tiempo, uno a uno, de los seniores a los recién llegados.Monta su tribunal en la revista argentina Proa y emite sus veredictos bajo el títuloburlesco «El pim pam pum de Aristarco», en dos entregas, a finales de 1924 y co-mienzos de 1925 (núms. 4 y 6). El mismo texto lo había publicado en tres partes enel mes de julio de 1924 en el periódico Independencia de Puertollano bajo el título«Crítica de críticos», pero es de creer que tuvo escasa divulgación y fue desde la re-vista Proa como llegó a ser más leído. A pesar del título, que anunciaba un tabladode monigotes-críticos a los que se lanzaban pelotas-objeciones para derribarlos, To-rre hace un esfuerzo de ecuanimidad ante quienes le habían prodigado su hostilidado su desafecto, como Rafael Cansinos o Enrique Díez-Canedo. Ello no significa quese libren de su severidad, sino que sus reservas vienen fotalecidas con argumentos:Cansinos practica una crítica solidaria, fraterna (por no decir de camarilla), ensal-zadora de lo mediocre y dimitida de su deber de guía y exégesis de los «panoramasde vanguardia»; mientras que de Díez-Canedo acepta el rango de «primer crítico es-pañol» que le ha otorgado Valery Larbaud sólo porque en tierra de ciegos el tuertoes el rey, puesto que junto a cualidades estimables se muestra «tímido, pacato, con-

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [XXIII]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XXIII

Page 21: DE LA AVENTURA AL ORDEN

formista, desposeído de todo entusiasmo». No escapan otros críticos del momento,ni siquiera los de su propia generación, como Antonio Marichalar o José Bergamín,ambos la única revelación —afirma— de la revista Índice de Juan Ramón. Y tam-poco escapa a sus dardos el entorno de la recién creada Revista de Occidente, de cu-yo aire criticista le parece que «debiera haber surgido una nueva generación, de fuer-te empuje y actitud propia. Sin embargo no ha sido así, lamentablemente». Quizácuando emitió esta imprudente opinión no sabía que en breve iba a incorporarse aesa empresa.

Su presencia en Revista de Occidente se mantendría hasta 1936, integrándose enel equipo de colaboradores habituales que dieron a la publicación su coherencia ycontinuidad. En los primeros tiempos (1924-1927), antes de marcharse a la Argen-tina, se especializó en las letras americanas y reseñó libros como Luna de enfrente deJorge Luis Borges, Simplismo, de Alberto Hidalgo, Don Segundo Sombra, de Ricar-do Güiraldes o alguna novela de Eduardo Mallea, aunque también publicó unas in-teresantes notas sobre el séptimo arte en abril de 1926. A su regreso a España en1932 se reactivó su colaboración, pero ahora con una amplitud de intereses que re-velaba algo más que un cambio en el prestigio de sus saberes. Escribió sobre la na-rrativa de Ramón Gómez de la Serna y sobre la Autobiografía de Alice B. Toklas deGertrude Stein, reflexionó sobre el suicidio y el surrealismo con motivo del suicidiode René Crevel en junio de 1935, hizo balance y evaluación de los estudios sobre elarte nuevo, comentó con sumo tino la histórica Antología de la poesía española e his-panoamericana (1882-1932) de Federico de Onís y también la Antología de GerardoDiego y, en fin, en el artículo «España en la literatura comparada», realizó una tem-prana incursión en ese terreno, el del comparatismo literario, que iba a ser en cier-to modo el suyo en el futuro.

Me he referido a los balances sobre el arte nuevo que dio Torre en Revista de Oc-cidente y quizá sea el momento de aludir con más detenimiento a su interés cons-tante por las artes plásticas desde su juventud, avivado en 1918 gracias a su relacióncon los Delaunay, así como a su amistad con Rafael Barradas y su trato cotidianocon los pintores jóvenes del momento (Vázquez Díaz, Alberto, Francisco Bores…).Su relación con Norah Borges no hizo más que reforzar ese interés que cultivaría to-

[XXIV] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XXIV

Page 22: DE LA AVENTURA AL ORDEN

da la vida y que en 1925 le hizo concebir la posibilidad de escribir un libro gemelode las Literaturas europeas de vanguardia dedicado a las artes plásticas. Justo ese año,Torre firmó el manifiesto fundacional de la Sociedad de Artistas Ibéricos junto aManuel Abril, José Bergamín, Rafael Bergamín, Emiliano Barral, Francisco Durrio,Juan de Echevarría, Joaquín Enríquez, Óscar Esplá, Manuel de Falla, Federico Gar-cía Lorca, Victorio Macho, Gabriel García Maroto, Cristóbal Ruiz, Adolfo Salazar,Ángel Sánchez Rivero, Joaquim Sunyer y Daniel Vázquez Díaz, aunque su nombre,como el de Rafael Bergamín, se habían incorporado a última hora. La Exposición dela Sociedad de Artistas Ibéricos se inauguró en el Retiro el 28 de mayo, fue un triun-fo por la concurrencia de artistas y por la repercusión en la prensa y en ella se dis-puso una sala dedicada al dibujo en la que exponían pintores muy próximos a To-rre: Norah Borges, Alberto, García Maroto, Barradas, Pérez Orúe y Moreno Villa.Dentro de las actividades anexas, Torre dio una conferencia en el Museo de ArteModerno sobre el cubismo. Después de la exposición, puede decirse que la Socie-dad de Artistas Ibéricos entró en un prolongo letargo hasta el advenimiento de laRepública.

Cuando Torre regresa a España en 1932, se encuentra con que la Sociedad ha re-cibido un impulso decisivo por parte del Estado con el fin de convertirla en un ór-gano de difusión del arte español en el extranjero. Entre los resultados de esa reac-tivación se encuentra la efímera revista Arte, cuyo primer número salió enseptiembre de 1932 con un Segundo Manifiesto de la SAI al que siguió, un par desemanas después, un Tercer Manifiesto en el que vuelve a figurar, entre los escrito-res, el nombre de Guillermo de Torre junto a los de García Lorca, Antonio Mari-chalar, Manuel Abril y José María Marañón. La revista estaba dirigida por ManuelAbril, salieron sólo dos números (el segundo en junio de 1933) y en ambos consta-ba Torre como miembro del consejo de redacción. En diciembre de 1932 se inau-guró en Berlín una exposición de pintores españoles (se trataba de una muestra iti-nerante procedente de Copenhague, donde había estado un par de meses antes),facilitada por Luis Araquistáin, entonces embajador en Alemania. A la capital ale-mana viajó Torre para ilustrar los cuadros con una conferencia sobre el «Panoramade la nueva pintura española», panorama que, por otro lado, ya había trazado me-

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [XXV]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XXV

Page 23: DE LA AVENTURA AL ORDEN

ses atrás, en diciembre de 1930, bajo el título Itinerario de la nueva pintura españo-la, para un acto similar en el Centro Gallego de Montevideo y que se publicó en lacapital uruguaya en 1931. Precisamente al pintor montevideano Joaquín TorresGarcía le dedicó, con Roberto Jorge Payró, un opúsculo biográfico en 1934, publi-cado por la Imprenta Graphia de Madrid. A su iniciativa se debió, en buena medi-da, la exposición de Picasso en Madrid de 1936, para la que escribió un librito alque luego me referiré. En fin, la atención del escritor hacia el arte pictórico no de-clinó nunca, aunque tras la guerra tuviera que dar prioridad a sus trabajos y cola-boraciones literarias. Siempre le preocupó la «ineducación artística de los grandes ypequeños hombres», como tituló un artículo suyo en la tinerfeña Gaceta de Arte po-co antes de la guerra.

La Argentina. Primera etapa (1927-1932)

La llegada a Buenos Aires en 1927 había estado precedida por una ruidosísimapolémica provocada, en abril, por una nota anónima en La Gaceta Literaria titula-da «Madrid, meridiano intelectual de Hispanoamérica» y cuyo autor todo el mun-do supo que era Guillermo de Torre.

En esa nota se hacía un llamamiento a sustituir la imantación francesa y en me-nor medida italiana de muchos escritores hispanoamericanos (reflejada en el lati-nismo implícito en la denominación América Latina) por la española, haciendo deMadrid el «punto convergente del hispanoamericanismo equilibrado, no limitador,no coactivo, generoso y europeo». El editorial se dirigía a las jóvenes generaciones(«somos jóvenes y a los jóvenes espíritus hispanoamericanos nos dirigimos»), a lasque venía a proponer un acuerdo de fraternidad y cooperación intelectual reforza-do por el idioma compartido. La invitación, que se extendía a la mejora de la dis-tribución de libros en ambos sentidos, hubiera podido estar avalada por la vocaciónhispanoamericanista de La Gaceta Literaria, pero Torre equivocó el tono paternalis-ta, seguramente involuntario, y no fue cauteloso en el uso de expresiones propias deuna posición imperialista que podían herir —e hirieron— muchas susceptibilida-

[XXVI] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XXVI

Page 24: DE LA AVENTURA AL ORDEN

des. Las reacciones fueron virulentas, en especial desde la revista argentina MartínFierro, donde el 10 de julio se publicaron varios escritos de repulsa, uno de ellos deJorge Luis Borges, que proclamaba: «Madrid no nos entiende» y lanzaba una dia-triba contra Madrid para concluir que «ni en Montevideo ni en Buenos Aires —queyo sepa— hay simpatía hispánica. La hay, en cambio, italianizante». Tras la anda-nada martinferrista, y pasado el verano, se publicaron en La Gaceta Literaria una se-rie de réplicas firmadas por colaboradores como Francisco Ayala, César Muñoz Ar-conada, Melchor Fernández Almagro, Benjamín Jarnés, Antonio Espina, ÁngelSánchez Rivero, Enrique Lafuente Ferrari, Gerardo Diego, Ramón Gómez de laSerna, Esteban Salazar Chapela, Gabriel García Maroto, el director de la revista Er-nesto Giménez Caballero y el redactor de la nota, el propio Guillermo de Torre, queno asumía su autoría y se refería al «editorialista», eximiéndolo, «probablemente»,de ánimos apadrinadores o tutelares. Torre ponía en claro el propósito de aquel po-lémico editorial: dirigir «una fervorosa exhortación para que la América intelectual,prescindiendo de todo tutelaje directivo europeo —y sin perjuicio de mantener elcontacto intelectual con nosotros—, se adentre valientemente en esa línea de au-toctonía ya iniciada, hasta crear una literatura oriunda y un pensamiento genuino,de irrefragable singularidad». Y no sólo eso, sino que rectificaba el uso de un térmi-no tan equívoco como «meridiano» al tiempo que reconocía que el punto de tan-gencialidad entre las culturas hispanoamericanas y española podía «darse igualmen-te en cualquier gran ciudad al otro lado del mar». Despedía su breve escritosituándose «a caballo sobre ambos continentes, emproado ya hacia esa latitud ame-ricana», porque, en efecto, Torre preparaba su viaje a Buenos Aires para contraermatrimonio con Norah Borges.

El 25 de agosto de 1927 embarcaba en Barcelona rumbo a Buenos Aires. Su ami-go Ernesto Giménez Caballero lo despide desde La Gaceta Literaria el 15 de ese mesadvirtiendo que Torre no iba a «conocer» América, sino que iba conociéndola de an-temano y siendo allí conocido. «No marcha tampoco —añadía— en el plan de “Pri-mer tercio del siglo XX”: profesoral, adoctrinador, propagandista, emisor de discossolemnes, a lo Marinetti o a lo D’Ors», sino que va «“a fundirse” con aquella pro-longación ideal de una España nueva, más vital, más musculosa y cosmopolita que

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [XXVII]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XXVII

Page 25: DE LA AVENTURA AL ORDEN

es Suramérica. A “fundirse” sin “confundirse”. En tipo de amante más que de es-pectador. Va a realizar ese esquema inédito aún de hispanoamericanismo cordial yde intelecto, de amor y de inteligencia, que estaba por verificar». En el mismo nú-mero, Francisco Ayala le hace una incisiva entrevista en la que Torre exhibe una no-table distancia, una mirada serena respecto a la fase pugnaz de las vanguardias y losfrutos duraderos que produjeron: «En general, todos estos movimientos de post-guerra no marcan el final de una época, como se ha dicho, sino el principio de otra.En ellos se ha hundido mucha gente, pero en cambio han hecho brotar personali-dades fuertes». Entre los valores del siglo XX, junto a Proust en la novela y Apolli-naire en la poesía, menciona «como genuinos coetáneos y directores a Ortega y aGómez de la Serna —focos atencionales de la juventud—: los dos escritores más es-pañoles y al mismo tiempo más europeos». El escándalo del «meridiano intelectual»no podía omitirse del todo, así es que Ayala le pregunta por su actitud fraternal an-te las jóvenes literaturas de América. Torre contesta que, superando prejuicios ve-tustos, hay que crear un hispanoamericanismo «más verdadero —sin cachupinadasni retóricas—, basado en el mutuo y leal conocimiento» y en la convicción de que«en Argentina, Chile, Uruguay, México… se produce una literatura tan excelente,tan interesante como la de aquí. Y como la de los demás países europeos». E insisteen que es «necesario (sin que esto implique patriotismo) que la capitalidad máximade nuestra literatura —España-América— sea Madrid. Que Madrid sea el gran me-ridiano literario. No lo digo por restar hegemonía a cada una de las grandes metró-polis americanas, sino porque hay que reaccionar contra la influencia de París: la“América latina” es un absurdo».

El 17 de octubre, cuando aún no se había aplacado la polvareda del «meridiano»(hubo réplicas en Martín Fierro en noviembre), Guillermo de Torre pronunciaba enel aula magna de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Buenos Aires laconferencia «Examen de conciencia. Problemas estéticos de la nueva generación es-pañola». La posición crítica que despliega en ella Torre es inesperadamente serena yequilibrada, incluso en el estilo, fuera ya de la batalla por el triunfo de las nuevasformas o, más bien, desde la presunción de que la nueva estética, considerada comoun conjunto de principios comunes a las diversas escuelas innovadoras, ha de for-

[XXVIII] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XXVIII

Page 26: DE LA AVENTURA AL ORDEN

mar un nuevo canon, un nuevo clasicismo: «El clasicismo de nuestra época ha deestar hecho a base de sumas e integraciones, pero no de restas y anacronismos», afir-ma. En su opinión, los antiguos anhelos vanguardistas, más allá del ultraísmo —queconsidera una experiencia «muy decepcionante»—, se han propagado entre los es-critores jóvenes y han pasado a ser patrimonio común. La fase de lucha ha conclui-do pero advierte que lo que de verdad ha prescrito es lo que los ismos «comporta-ban de violento, exclusivista, antitradicionalista e ingenuamente destructor», no enabsoluto «las aportaciones, las innovaciones esenciales y viables incubadas seria-mente durante este período», por cuanto tales cambios y progresos técnicos «han deincorporarse a las estructuras tradicionales». Torre advierte que los movimientos de vanguardia habían desarrollado una tarea de negación y derribo imprescindiblepara abrir una etapa de afirmación y construcción, que es la que, a su juicio, se en-caraba en España (no así en Argentina, donde observa que la juventud literaria «per-manece aún detenida en esa fase de encrespamiento inicial») y con la que él se sien-te comprometido a sus veintisiete años, una vez dejados atrás «todas las estridenciasy espectacularismos». El tramo final de su disertación enfila la definición de un con-cepto útil aunque parezca vago, el de «aire del tiempo», con el que alude al clima dela modernidad que todo lo penetra: «El aire del tiempo es una especie de moderni-dad difusa que integra por una parte la disconformidad radical con el pasado, y, porotra parte, el anhelo de fraguar intactos módulos de expresión literaria, plástica ymusical, el deseo de abrir nuevas vías al conocimiento y a la emoción». Y, para ilus-trarlo, añade más adelante: «El aire del tiempo, en suma, puede ser Proust, puedeser Picasso, puede ser Ramón, puede ser Apollinaire, puede ser Freud, puede ser Pi-randello: cualquier de los tótems estéticos o ideológicos del día europeo». La obli-gación del artista es ser fiel al aire de su tiempo y reflejar en su obra las vibracionesy rasgos sobresalientes de su época.

La conferencia, leída hoy, constituye un diagnóstico atinadísimo de la coyunturaintelectual del momento no ya en España sino en Occidente. La actitud ecuánimeque mostraba, la autocrítica poco indulgente pero fundada, el convencimiento de quela iconoclasia vanguardista tenía menos valor que la capacidad para renovar los len-guajes artísticos con procedimientos expresivos inéditos que habían de ser rentabili-

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [XXIX]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XXIX

Page 27: DE LA AVENTURA AL ORDEN

zados por un periodo de asentamiento y fecundidad (un nuevo clasicismo) emparen-taban a Torre con los escritores más valiosos de la Joven Literatura, con Salinas y Gui-llén, con Espina y Jarnés, pero también con el giro emprendido en Francia hacia unrestablecimiento del orden que había cristalizado sólo un año antes en el volumen LeRappel à l’ordre (1926) de Jean Cocteau (algunos de cuyos materiales se retrotraían a1918). Torre volvía a ser quien antes y mejor encontraba la sintonía intelectual de sutiempo. Sin embargo no faltó alguna reacción de disenso, como la del cubano FélixLizaso, quien reseñó la conferencia en Revista de Avance y justificó su discrepancia encarta privada de mayo de 1929: «Yo discrepaba un poco de sus puntos de vista, y lodije, contando con que —ya en el terreno de la independencia de criterio y de la opi-nión por cuenta propia— Vd. no habría de molestarse. Le vi allí un poco conserva-dor, y nosotros estamos aún por lo arbitrario —hay que prolongar la juventud— aun-que de ningún modo queremos quedarnos en la iconoclasia escueta».

En 1928 Torre ya se había convertido Torre en redactor del diario La Nación,donde sería secretario del suplemento literario. En la capital argentina contaba conamigos como Eduardo Mallea, quien desde 1926, sabiendo de su intención de tras-ladarse a Buenos Aires, le había animado a hacerlo y se había ofrecido para conse-guirle colaboraciones en la prensa local, en Caras y caretas y El Hogar. O el matri-monio Güiraldes. El mismo mes que pisó Buenos Aires publicó un balance detreinta años de literatura española en el número de la revista Nosotros que celebrabasu vigésimo aniversario (el 219-220) y en octubre iniciaba su colaboración en Sínte-sis con una nota sobre Benjamín Jarnés. Ahí se reencontró Torre con el exultraístaXavier Bóveda, que había sido el fundador de la revista y era su director. Lo fue has-ta enero de 1928, cuando lo sustituyó el arquitecto Martín S. Noel, y el puesto deBóveda en el Consejo de Dirección fue asumido por Guillermo de Torre. La pre-sencia de éste en Síntesis se hizo habitual hasta el último número de octubre de 1930,donde alternaba artículos de corte ensayístico con reseñas de novedades sobre todopeninsulares, a las que desde 1929 añadió una sección dedicada a su devoción he-merográfica, «A través de las revistas».

No obstante esa y otras colaboraciones literarias, su aclimatación a la vida bona-erense no fue, pese a todo, completa y siempre conservó la querencia por Europa y,

[XXX] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XXX

Page 28: DE LA AVENTURA AL ORDEN

en particular, por España. En fecha tan temprana como el 2 de abril de 1928 le con-fesaba a Ortega y Gasset por carta que «mi situación aquí —a pesar de ser cómo-da— no creo que se haga permanente. En mi caso particular, Buenos Aires es bas-tante tolerable. Pero a la larga, sospecho que esto debe fatigar». Esas reticencias noimpidieron que en la Argentina Torre prosiguiera su maduración intelectual, el re-finamiento de su juicio crítico y su conocimiento de los engranajes del negocio edi-torial.

Desde el 17 de agosto de 1928, Guillermo de Torre y Jorge Luis Borges son cu-ñados y durante el resto de su vida habrían de coincidir en reuniones familiares.La relación entre ellos se había iniciado dentro de un clima de camaradería litera-ria que, a pesar de las formas externas, ocultaba un mutuo disentimiento. Cuan-do en 1920 Torre le pide a Borges unas líneas sobre su Manifiesto Vertical, el ar-gentino le responde por carta: «¡Querido compañero, salve!: Te lanzo mi mássincera enhorabuena por tu Manifesto Vertical. Con entusiasmo y grande placeraccedo a tu demanda de una prosa exegética del ideario que explayas en tus co-lumnas. Lo escribiré mañana y a mediados de la semana próxima anidará en tusmanos». Y se despide: «Con los ventanales de mi corazón abiertos de par en parhacia tu alma». Sin embargo, casi al mismo tiempo, el 17 de noviembre, había es-crito a su confidente Maurice Abramowicz en términos muy distintos, puesto quereconoce que haber aceptado hacer la nota laudatoria ha sido vender su alma aun-que ha tratado de elogiar a Torre, irónicamente, por lo contrario de lo que ha pre-tendido hacer.

Si Borges mostraba ante terceros sus reservas hacia Torre, este hacía lo propio enagosto de 1924 en unos apuntes privados que quedaron inéditos y que tituló «Me-moranda estética». Ahí aludía a Borges, junto a Eugenio Montes, como sus «dosmás caros cofrades» afectados por una ola de regreso hacia lo tradicional y los mo-delos antiguos que él desaprueba. Del primero anota: «el ejemplo de Jorge Luis Bor-ges, sumido en su reaccionarismo hediondo, obsesionado por un clasicismo y casti-cismo imposibles, y por un afán de dar a su estilo un ritmo, una sintaxis clásica, muysiglo xvii, llena de trasnochados barroquismos verbales copiados de Quevedo y To-rres Villarroel» y añade, sorprendentemente, esta retahíla de calificativos: «naciona-

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [XXXI]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XXXI

Page 29: DE LA AVENTURA AL ORDEN

lista, castellanísimo, xenófobo, desdeñoso de todo lo que signifiquen auras exóticas,estilo moderno y sensibilidad contemporánea». A Torre no le faltaba su parte de ra-zón si hemos de juzgar por los ensayos de Inquisiciones (1925), que Borges se negóa reeditar durante toda su vida. Con todo, las manifestaciones públicas de apreciofueron la tónica general a mediados de los años veinte. Borges encomiaba Literatu-ras europeas de vanguardia desde la revista Martín Fierro (el 5 de agosto de 1925) co-mo libro «infinito», un libro «tan honesto, tan grande, tan sin chirluras de erudi-ción y opinión [que] es casi milagroso en pluma tan joven», porque «si consideroque los [años] de Torre no rebasan los veinticinco, he de ensalzarlo forzosamente dosveces y con azoramiento duplicado». Y Torre, a su vez, reseñaba Luna de enfrente eInquisiciones aún con mayor generosidad.

Sin embargo, la desavenencia entre ambos iba a nutrirse de afluentes que tras-cendían lo estético, pues Borges no encajó bien el matrimonio de su hermana Norah ni pareció olvidar nunca el hispanismo militante de Torre. Tras la boda en-tre Guillermo y Norah, Borges escribe en septiembre de 1928 a su amigo Abramo-wicz comunicándole su disgusto: «Norah, il y a un mois, a épousé Guillermo de To-rre. Oui, tout comme dans les romans à peu de frais d’imagination, avec unesimplicité indigne du destin». El desdén se mantendrá durante decenios, como esfácil comprobar en los diarios publicados por Adolfo Bioy Casares tras la muerte deBorges, en los que es muy fácil tropezar con descalificaciones e insultos dirigidos asu cuñado.

Miguel de Torre Borges ha contado que su padre y su tío apenas se veían, auncuando compartían más semejanzas que diferencias, pues ambos odiaban las fiestasy actos sociales, las comidas de escritores, los eventos ruidosos, y las conversacionestriviales o familiares. Cuando se reunían no hablaban de enfermedades ni medici-nas, de parientes, matrimonios, divorcios, muertes, cumpleaños, de fútbol u otrosdeportes, de coches, vacaciones, fines de semanas, de política, del precio de las co-sas ni de las vidas de los otros, sino de novedades literarias, libros y escritores. Sinembargo, mientras que Guillermo era un hombre educado y atento, su tío JorgeLuis «era un personaggio stravagante e le sue amicizie gli sembravano assurde; nonaveva nessuna considerazione delle sue opinioni, considerate per lo più come face-

[XXXII] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XXXII

Page 30: DE LA AVENTURA AL ORDEN

zie insignificanti», por lo que no es extraño que las muestras de respeto del uno ha-cia el otro fueran muy asimétricas. Mientras que Miguel no recuerda que su padrehablara mal de su tío, Borges, por el contrario, «lo aggrediva verbalmente (e a chinon dava contro?)», si bien nunca en presencia de sus hijos o de Norah. La extra-vagancia de Borges no fue obstáculo para que Torre actuara como intermediario entre su cuñado y los editores extranjeros que se interesaban por su obra. Ejemplode ello puede ser la inclusión de «La forma de la espada» en la antología bilingüeSpanish Stories / Cuentos españoles publicada por Ángel Flores en 1960 en la editorialBantham (y en la abigarrada compañía de Cervantes, Clarín, Pardo Bazán, BenitoLynch, Horacio Quiroga y otros), antes de que la editorial New Directions traduje-ra la antología Labyrinths en 1962 y se iniciara su difusión en Estados Unidos.

La escasa simpatía entre los cuñados no impidió su coincidencia en varios pro-yectos, como la ya citada revista Síntesis, de cuyo consejo directivo formaban parteambos. Pero el empeño de mayor calado iba a ser la fundación de Sur, en el alborde los años treinta. Esa importantísima revista, equiparable en ambición intelectualy en la calidad de sus colaboradores a The Criterion, Revista de Occidente o La Nou-velle Revue Française, habría de publicarse entre enero de 1931 y 1992, sobrevivien-do de ese modo a su alma e inspiradora, Victoria Ocampo, fallecida en 1979. En suprimer número figuraba un Consejo Extranjero compuesto por Ernest Ansermet,Drieu La Rochelle, Leo Ferrero, Waldo Frank, Pedro Henríquez Ureña, AlfonsoReyes, Jules Supervielle y José Ortega y Gasset, y un Consejo de Redacción rela-cionado por orden alfabético: Jorge Luis Borges, Eduardo J. Bullrich, OliverioGirondo, Alfredo González Garaño, Eduardo Mallea, María Rosa Oliver y Guiller-mo de la Torre (de los cuales Bullrich y G. Garaño corrían con la parte de diseño eilustración). En un número triple de abril de 1967, Ocampo recordaba la génesis desu longeva revista y la remontaba a la gira de conferencias que Waldo Frank realizóen Argentina y a una reunión que tuvo con el norteamericano y el joven escritor ar-gentino que se las traducía, Eduardo Mallea, en la que los dos la exhortaron a crearuna revista necesaria que difundiera en el extranjero la cosecha intelectual argenti-na —e hispanoamericana— y trajera a la Argentina las más fecundas ideas interna-cionales. El título lo sugirió, casi en el último momento, José Ortega y Gasset por

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [XXXIII]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XXXIII

Page 31: DE LA AVENTURA AL ORDEN

teléfono: Sur. Sin embargo, junto a los nombres de Frank, Mallea y Ortega queacompañan el relato oficial sobre el origen de la revista, habría que añadir el de Gui-llermo de Torre, quien, además, ejerció funciones de secretario de redacción duran-te los ocho primeros números, hasta que decidió volver a una España que era ya re-publicana.

Victoria Ocampo contó con el criterio de Torre y con su firma siempre. Fue élquien propuso dedicar un número de homenaje a Ortega (julio-agosto de 1956) enrespuesta a los «energúmenos» de la España franquista. También contó con él enasuntos propios no directamente vinculado a Sur, como cuando le pidió en 1963 suopinión sobre sus memorias inéditas («las han leído sólo 4 o 5 personas», le dice) ocuando le solicitó un prólogo para su libro Lawrence de Arabia y otros ensayos, pu-blicado en 1951 por Aguilar en Madrid. Pero volvamos a la gestación de la revista yretrocedamos medio año antes de su nacimiento.

El 20 de julio de 1930 Norah Borges y Guillermo de Torre acudieron con PedroHenríquez Urena (y quizá otros) a casa de Victoria Ocampo, donde ésta requirió aTorre su parecer sobre las características de una revista que entonces iba a llamarseNuestra América, como un famoso ensayo de José Martí (en octubre el título provi-sional mudó a América y Cía). Al día siguiente Torre le escribe por extenso una car-ta de cinco folios para «ingresar en ese “coro” de opiniones —entre las leales, desin-teresadas— que rodean la gestión de su revista». En ella desgrana una serie deconsejos y avisos que Ocampo va a aplicar casi en su totalidad. El primero es queprescinda de Samuel Glusberg, el amigo de Waldo Frank que había organizado elciclo de conferencias, porque es hombre resentido y cuyos gustos y tendencias noguardan la menor afinidad con los de ella (lo ejemplifica con el regateo de méritosa Ricardo Güiraldes). Dedica Torre dos páginas a argumentar lo que resume así: «In-sisto. Creo que puede Vd. sola hacer muy bien la revista. Ayudándose quizá de unapersona para la cosa puramente técnica o burocrática de correspondencia, correc-ción de pruebas. Y asesorándose, de vez en cuando, con las personas de su intimi-dad que le merezcan más confianza». Le desaconseja que constituya un «consejo di-rectivo» nominal e inoperante (como sucede con el de la revista Síntesis, le dice) y,en cambio, sí puede ser oportuno incluir «una nómina de “consejeros extranjeros”»

[XXXIV] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XXXIV

Page 32: DE LA AVENTURA AL ORDEN

no para lucirlos sino para comprometerlos a prestar su colaboración. «Si no es undisparate esta sugestión, piénsela y tal vez le parezca utilizable». A la vista del primernúmero, resulta obvio que Victoria Ocampo siguió ambos consejos. Pero tambiénotro muy insistente, el de que «todo debe recaer exclusivamente sobre Vd. PienseVd., Victoria, que está en condiciones excepcionales para ello». Y no sólo por mo-tivos económicos —la escritora poseía una considerable fortuna— sino por sus do-tes intelectuales y su independencia («está Vd. desvinculada de gentes, equidistantede todos, exenta de compromisos»). Por último, le sugiere un cambio en el diseño,que Ocampo había pensado con la disposición de Commerce, los cuadernos trimes-trales auspiciados por Paul Valéry, Léon-Paul Fargue y Valery Larbaud en 1924 (se-guirían apareciendo hasta 1932) que sólo publicaban colaboraciones extensas, sinsección de notas de actualidad ni reseñas de novedades. A Torre le parece que la fór-mula carece de movilidad y es como una comida de platos fuertes sin entremeses nipostre. Su propuesta es que se incluyan «al final una serie de glosas, de asteriscos, demoralidades con aire polémico», unas «glosas de actualidad» o «notas sobre libros»,así como, por qué no, las cartas de la propia directora. También en este punto si-guió Victoria Ocampo el consejo de Torre y en enero de 1931 veía la luz el primernúmero con una variada sección de Notas en la que ella escribía sobre «La aventu-ra del mueble», Torre sobre los «Nuevos pintores argentinos», Borges sobre «Sénecaen las orillas» y, entre otros, Francisco Romero sobre el «alacraneo», esto es, en lun-fardo, el chismorreo.

Y a pesar de todo, Guillermo de Torre estaba deseando regresar a España. El 29

de abril de 1931 escribe a su admirado Alfonso Reyes reclamándole colaboración pa-ra Sur («Victoria y Mallea también se extrañan de que usted no haya mandado na-da para este número 2») y compartiendo con él, en posdata, su júbilo por la pro-clamación de la República: «¡Viva la República! Sospecho que usted —por suporción madrileña— se asociará al viva ritual que doy estos días en todas las cartasa los amigos de España». Su regocijo fue transformándose en necesidad de regresaren los meses siguientes, de modo que en septiembre vuelve a confesar a Reyes, trasdespachar el asunto de sus honorarios como colaborador de Sur, estar «pensando ca-da día con más ahínco en volverme a España». Lo hará por fin el 25 de febrero de

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [XXXV]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XXXV

Page 33: DE LA AVENTURA AL ORDEN

1932. La víspera, el Centro Republicano Español de Buenos Aires, que publicabaEspaña Republicana, le dedica un banquete de despedida que el escritor agradececon un parlamento en el que expresa su esperanza: «Quisiera que esa profunda sa-tisfacción que indefectiblemente experimentará quien salió de nuestra patria en díasopresivos y regrese ahora cuando un viento de justicia y de renovación social está aireando y purificando todas las cámaras del viejo organismo ibérico no sufra nin-guna mengua y cristalice en nuevas ilusiones fecundas».

Años republicanos (1932-1937)

No hubo merma y sí ilusiones fecundas durante algunos años. En Madrid se in-corpora a la vida intelectual. Entra a colaborar en el diario El Sol, donde, desde fe-brero hasta octubre de 1932, dedica una serie de artículos a la Argentina y Sudamé-rica. En abril de 1933 pasa a colaborar con el rotativo Luz, donde permanece comocrítico literario hasta agosto de 1934, porque en septiembre se suma a la aventuraperiodística del Diario de Madrid. Dirigido por Fernando Vela, ese nuevo medio erapresentado como «un periódico nacional, republicano e independiente» donde secongregaban las firmas de Corpus Barga, José Bergamín, Manuel García Morente,Benjamín Jarnés, Gonzalo Lafora, Gregorio Marañón, Antonio Machado, AntonioMarichalar, Eduardo de Ontañón o Félix Ros. Mantuvo sus artículos en Diario deMadrid hasta la guerra, aunque en 1936 regresó a El Sol, donde, por cierto, se es-tampó su último artículo de esta etapa, «Entre el film y el libro», un día después dela sublevación militar, el 19 de julio de 1936. Pero su regreso a su querida ciudad na-tal en una España recorrida por aires de libertad le proporcionó bastante más que lafrecuentación de los periódicos.

Mantuvo su vínculo con Sur, que en 1933 inició sus ediciones, no menos fun-damentales que la revista, con el Romancero gitano de Lorca. Los dos títulos si-guientes fueron sendas obras maestras del modernismo inglés, Canguro de D. H.Lawrence y Contrapunto de Aldous Huxley, y se imprimieron en Madrid, al cuida-do de Guillermo de Torre, conforme a la información que proporciona a Alfonso

[XXXVI] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XXXVI

Page 34: DE LA AVENTURA AL ORDEN

Reyes el 28 de mayo de 1933: «Habrá visto usted cuán lastimosa es la paralizaciónde Sur, después de mi ausencia de Buenos Aires. No me jacto de nada pero sí hagonotar que mientras yo estuve allí aparecieron los cuatro números primeros dentrodel primer año. Y ahora saldrán aquí, en Madrid, los dos primeros libros de la edi-torial». En su respuesta, el mexicano da por supuesto que «la editorial está en ma-nos de usted», pero eso no era así y los siguientes volúmenes dejaron de ser incum-bencia de Torre, si bien, cuando rehiciera su viaje a la Argentina en 1937 volvería aasumir tareas de gestión en Sur.

Su activismo irreprimible lo condujo a multiplicarse en varias empresas cultura-les y colaboraciones muy diversas, una de las cuales iba a llevarlo al Centro de Es-tudios Históricos. Bajo la presidencia de Ramón Menéndez Pidal, en el Centro sehabía creado en marzo de 1932 la sección Archivos de Literatura Española Con-temporánea, cuya dirección se encomendó a Pedro Salinas. El poeta puso en mar-cha de inmediato un boletín bibliográfico asociado a esa sección: Índice Literario,que se publicaría hasta 1936 y en el que contó con la ayuda de Guillermo de Torre,José María Quiroga Pla y Vicente Lloréns. Torre, como Salinas, escribió en Índicereseñas y notas anónimas a lo largo de varios años, aunque, a diferencia del segun-do, que reunió una parte de sus escritos en el volumen Literatura española. Siglo XX

(1940), los de Torre no se recogieron posteriormente.Una misión semejante tuvo Torre en la corta vida de la revista republicana Dia-

blo mundo, que salió entre abril y junio de 1934 dirigida por Corpus Barga. Tam-bién allí se encargó de la sección bibliográfica y, además, pudo escribir sobre arte envarias ocasiones. No faltó tampoco la contribución plástica de su esposa Norah Bor-ges, que participó ampliamente en las diversas empresas culturales de la República.Así, se encargó en 1935 de los figurines para un montaje del grupo teatral La Ba-rraca de Lorca, la Égloga de Plácida y Victoriano, de Juan del Encina, en la Univer-sidad de Verano de Santander. Y también ilustró, con Ángel Ferrant, Maruja Malloo Vázquez Díaz el magnífico Almanaque literario 1935 que editaron ese año Gui-llermo de Torre, Miguel Pérez Ferrero y Esteban Salazar Chapela, un volumen quecongregó a la plana mayor de las letras españolas en «un acto de afirmación li-teraria» —como declaraban los coordinadores en mayúsculas—, movidos por el

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [XXXVII]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XXXVII

Page 35: DE LA AVENTURA AL ORDEN

deseo de «restaurar la primacía de las inquietudes intelectuales» frente a «los derro-tistas literarios, los confusionistas politiqueros de siempre».

El interés por las mutaciones del arte moderno estuvo muy vivo en los años re-publicanos, como antes he recordado a propósito de los manifiestos de la Sociedadde Artistas Ibéricos o la monografía sobre Torres García. Salta a la vista ese interésen los trabajos de Torre diseminados por revistas y periódicos y en su participaciónen iniciativas como la que tienen, en 1935, él mismo y su amigo el escultor ÁngelFerrant de crear en Madrid la asociación ADLAN (Amigos del Arte Nuevo), a se-mejanza de la sociedad homónima barcelonesa, que venía funcionando desde 1932

y a la que pertenecía Ferrant. El ejemplo de esa sucursal madrileña estimuló la crea -ción en 1936, en Tenerife, de otra agrupación ADLAN, impulsada por EduardoWesterdhal y vinculada a la espléndida revista Gaceta de Arte, en la que colaboró To-rre de manera asidua.

La sección madrileña de ADLAN tenía su sede en el Centro de Exposición e In-formación Permanente de la Construcción, donde organizó varias exposiciones in-dividuales de, entre otros, Picasso, Moreno Villa, Alberto o Maruja Mallo. La gue-rra truncó un programa espléndido que debía proseguir con artistas como NorahBorges, Dalí, Kandinsky, Fernand Léger y Miró. Con motivo de la resonante mues-tra de Picasso en 1936, la primera en la capital, publicó, con el sello de ADLAN, Pi-casso: noticias sobre su vida y su arte, con una bibliografía, que constituyó entonces lamás fiable introducción al mundo del pintor malagueño. No dejaría de prestar aten-ción en el futuro a la obra picassiana y sus continuas metamorfosis y oscilaciones,en las que reconocía Torre una repugnancia al adocenamiento y el sedentarismo es-téticos pareja a la suya.

Pero otro motivo de rechazo se había propagado por la sociedad española de en-tonces, y no era otro que la acelerada coloración política de la actividad cultural. Di-vidido el espectro ideológico en derechas e izquierdas, en falangistas y marxistas, lopolítico invadió el territorio de la creación literaria. La fricción o conjugación de lu-cha política y ejercicio literario fue piedra de toque y ocasión de interminables po-lémicas. Los escritores de estirpe liberal progresista, identificados con la empresamodernizadora de la República y convencidos de que el arte implica sus propios

[XXXVIII] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XXXVIII

Page 36: DE LA AVENTURA AL ORDEN

compromisos que no deben confundirse con los de la ética del ciudadano, se en-contraron en una coyuntura difícil. Considerados desde la derecha como izquier-distas y denostados desde la izquierda como burgueses decadentes aferrados al ído-lo del arte por el arte, se vieron entre dos fuegos cruzados. Torre pertenecía a esegrupo de intelectuales que observaba con recelo la intoxicación política de la litera-tura, cuyo resultado solía ser una política ineficaz y una mala literatura.

Con el estallido de la guerra pronto tuvo pruebas del peligro real que represen-taba esa toxicidad. Como les sucedió a otros intelectuales liberales (Juan Ramón Ji-ménez o Benjamín Jarnés), su integridad física la puso en riesgo una denuncia lan-zada desde un periódico, la de que asistía a los tés organizados en la embajadaitaliana. Torre había acudido a la embajada de Italia, en efecto, acompañado deotros amigos, pero para visitar a la viuda del ensayista Ángel Sánchez Rivero, Ánge-la Mariutti, que trabaja en la legación. El episodio disuadió a Torre de permaneceren España y el matrimonio se trasladó a París. Desde allí envió un artículo a Sur,«Literatura individual frente a literatura dirigida» (núm. 30, marzo 1937), en el queequiparaba la supeditación de la literatura a la utilidad política propugnada por elmarxismo con la del fascismo, pues en ambas ideologías totalitarias la expresión in-dividual quedaba anulada dentro de un mensaje predeterminado. Aquel artículo locontestaría Antonio Sánchez Barbudo desde Hora de España; Torre contrarreplicódesde Sur («Por un arte integral») pero también le escribió a Sánchez Barbudo unacarta aclarando su inquebrantable lealtad republicana. Este, el 8 de septiembre, se laagradece: «En cuanto a mis aparentes reservas sobre su lealtad a nuestra causa, mesatisface mucho poder, con las afirmaciones que Vd. hace, desvanecer toda duda, sipudiera haberla». Esa carta le llegó ya en Buenos Aires, adonde había regresado To-rre antes del verano con su familia, ahora aumentada con el pequeño Luis, que ha-bía nacido durante los meses de estancia en París.

Su preocupación por la fractura de España cobró forma pública muy pronto, pe-ro también quedó registrada en algunas notas sueltas al parecer destinadas a un tra-bajo sobre «la generación sacrificada», que es el nombre que estampa en la cuartillasinéditas que las contienen. Su primer apunte revela que tiene intención de escribirpor extenso sobre el tema: «Explicar : no soy un político, no soy un ideólogo social,

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [XXXIX]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XXXIX

Page 37: DE LA AVENTURA AL ORDEN

ni nada parecido. Mi arte de asociaciones mentales, mis lecturas, mi práctica de es-cribir se ha ejercido en territorios rigurosamente distintos. Voluntariamente me ha-bía siempre vedado estos temas». Añade que odia el intrusismo, si bien lo que pre-tende hacer no es suplantar al analista político o al sociólogo, sino examinar desdeun «enfoque [que] no es político. Es humano. Atiende a lo espiritual». Esos apunteshabían sido espoleados por la lectura de un libro profético del historiador y críticoliterario portugués Fidelino de Souza Figueiredo, As duas Espanhas (1931), en el queseñalaba que existía un principio de lucha en la esencia de la civilización hispánicaentre dos Españas, la felipista y la heterodoxa o desfelipizadora, ambas inconcilia-bles e indispensables entre sí, como «as duas metades duma concha bivalve», segúnla gráfica imagen del portugués. Esas notas quedaron olvidadas, pero no la profun-da inquietud por la división del país y la ruptura de la comunicación entre los es-pañoles del interior y los emigrados forzosos.

Al trauma del exilio dedicará el ensayo «La emigración intelectual, drama con-temporáneo», aunque sus opiniones se extienden a otros trabajos, como el prólogoa las Obras completas de Lorca o el Tríptico del sacrificio, en especial «Responsabili-dad y resistencia», donde afirma que la guerra ha permitido «diferenciar y situar loslímites de la inteligentzia», cuyos contornos son tan borrosos que sólo el trazo másgrueso de la «línea moral puede definirla y darle relieve. Fuera de tal línea han que-dado absolutamente quienes se traicionaron a sí mismos, antes que a ninguna otracosa, al solidarizarse activa o pasivamente con las fuerzas regresivas. Dentro, quie-nes siendo fieles a sí mismos, a sus orígenes, a su esencia, demostraron que sin el es-crúpulo ético no hay clase ni creación intelectual digna de tal nombre». Un dentroy fuera que expulsa a intelectuales como José Ortega y Gasset, cuya defección de-plora y denuncia Torre en una «Carta a Alfonso Reyes sobre una deserción», publi-cada en España Republicana el 13 de septiembre de 1941: «Mientras tantos escrito-res españoles —se dirá en el futuro, inapelablemente— huyeron de sus patriascerradas y se sumaron con sus esfuerzos a las abiertas patrias de América, hubo unaexcepción dolorosa, un hombre que desertó: D. José Ortega y Gasset». Y, con él, aPérez de Ayala, Eugenio d’Ors, Gregorio Marañón, Ramón Gómez de la Serna másadelante y tantos otros.

[XL] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XL

Page 38: DE LA AVENTURA AL ORDEN

La Argentina. Etapa definitiva (1937-1971): las misiones del mediador

Hay que decir que sin la actividad mediadora de Torre la literatura española delsiglo pasado, en especial desde 1937, habría sido bastante distinta o, cuando menos,habría conocido más dificultades en su difusión y en la restauración del contactoentre las dos Españas. Las primeras Obras completas de Lorca las compiló y prologóTorre amorosa, laboriosamente, a partir de 1938, en seis volúmenes ese año y otrosdos en 1942 y 1946; él se preocupó de que a Juan Ramón Jiménez no le faltara unaeditorial que cuidara con la pulcritud por él exigida su obra (de La estación total en1942 o la Antolojía para niños y adolescentes en 1946); títulos esenciales de los poetasdel 27, de Pedro Salinas (su Poesía junta salió en 1942, pero Torre le había propues-to publicar su trilogía amorosa en un volumen conjunto ya en 1938), Rafael Alber-ti, Jorge Guillén o Luis Cernuda estuvieron en sus manos, como lo estuvo el Can-cionero póstumo de Miguel de Unamuno o, con Aurora de Albornoz, los volúmenesde Prosa y poesía de Antonio Machado. Pero estos datos sueltos no dan idea cabal dela inmensa tarea que realizó desde su vuelta a Buenos Aires en 1937.

Ese mismo año, uno de los gerentes de la editorial Espasa-Calpe, Gonzalo Losa-da, que llevaba establecido en la ciudad del Plata desde 1928, creó, de acuerdo conJulián Urgoiti, Espasa Calpe Argentina que enseguida daría a luz la hoy célebre co-lección Austral y la pondría bajo el criterio literario de Guillermo de Torre. El pri-mer título fue La rebelión de las masas de José Ortega y Gasset, y se puso a la ventaen septiembre. Pero la colaboración entre Losada y Torre, que se remontaba a losaños anteriores a la guerra, iba a cosechar otros frutos no menos jugosos. El más es-pléndido fue la fundación en 1938 de la editorial Losada, con la colaboración gráfi-ca de Attilio Rossi, quien había diseñado las cubiertas de la colección Austral (sibien el oso que él había dibujado fue sustituido por el signo de capricornio a suge-rencia de Jorge Luis Borges cuando Torre le mostró el diseño de Rossi), y el aseso-ramiento de Francisco Romero y Pedro Henríquez Ureña y, algo después, del peda-gogo Lorenzo Luzuriaga y Luis Jiménez de Asúa. En Losada, Torre creó y dirigiódiversas colecciones, como Panoramas, la muy exitosa Biblioteca Contemporánea ylas futuras series Los Grandes Novelistas de Nuestra América y La Pajarita de Papel,

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [XLI]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XLI

Page 39: DE LA AVENTURA AL ORDEN

así como Poetas de España y América, esta dirigida junto con Amado Alonso. Ahíaparecieron, por ejemplo, la Poesía junta de Salinas (1942), Entre el clavel y la espa-da de Rafael Alberti (1944), y Como quien espera el alba de Luis Cernuda (1947). Enesas colecciones impulsó la traducción de la mejor literatura internacional y acogiócon irrestricta generosidad y fino criterio a los escritores de la diáspora republicana,como queda patente por los títulos citados.

Ya en 1939, el caudal de títulos publicados por Losada hizo que su amigo Este-ban Salazar Chapela, entonces exiliado en Londres, bromeara a costa de la antiguaquerella del meridiano intelectual, pues le parecía que el propio Torre se estaba dan-do la réplica a su ruidoso artículo de 1927 al convertir Buenos Aires en el meridia-no editorial de habla española. Y así iba a ser sin duda para los exiliados, puesto quedesde la fundación misma de la editorial Losada, Torre ya está dirigiendo propues-tas de publicación a unos y otros. Paralelamente, el mismo año que terminaba laguerra civil y se veía obligado a orientar su vida como exiliado voluntario o, segúnél, autoexiliado, nació su segundo hijo, Miguel.

Su entrega a favor de la cultura española fue incondicional, sin menoscabo de suindeclinable interés por las letras americanas, y se trasladó a la dirección literaria deLosada. En 1941 le pedía a Américo Castro un Cervantes para la Biblioteca de Pen-samiento Vivo. Los tres protagonistas de su Tríptico del sacrificio recibieron un tra-tamiento de privilegio: en 1946 se completaba la edición de las Obras completas deLorca; en 1953 veía la luz al fin el Cancionero póstumo de Unamuno, en edición deFederico de Onís que no convenció a Torre ni a casi nadie; en 1957 se publicaba Loscomplementarios y otras prosas póstumas de Antonio Machado, editados y prologadospor Torre, y en 1964 salían las Obras. Poesía y Prosa de Machado, en edición con-junta de Aurora de Albornoz y Guillermo de Torre, con un estudio introductoriode este. La devoción a los maestros del liberalismo intelectual no podía encontrarun cauce más noble que el de la recuperación de su obra.

Pero la autoridad de Torre no se limitaba a Losada, sino que se extendía a otrascasas editoriales, como Pleamar (donde Rafael Alberti dirigía la memorable colec-ción Mirto), y muy señaladamente a Editorial Sudamericana, fundada en 1939 porel librero catalán Antonio López Llausàs (antiguo propietario de la librería Catalò-

[XLII] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XLII

Page 40: DE LA AVENTURA AL ORDEN

nia de Barcelona) y Julián Urgoiti, hijo de don Nicolás, el propietario de La Pape-lera Española (y de los diarios El Sol, La Voz y Espasa-Calpe). No es de extrañar queTorre, que había colaborado con Urgoiti en el lanzamiento de la colección Austral,contara como asesor de la nueva empresa, aunque su colaboración más estrecha seiniciará en los años sesenta como impulsor y director de la colección El Puente. Pe-ro esta colección tiene su historia, que es la del voluntarioso diálogo entre los inte-lectuales del interior y los del exilio, un diálogo que Torre preconizó desde muypronto y que había de consistir no sólo en la confrontación de puntos de vista, si-no en la creación de plataformas editoriales que posibilitaran ese intercambio, in-cluyendo la difícil publicación de los autores exiliados en la Península.

Ya en 1943, al revisar la figura de Marcelino Menéndez Pelayo en Menéndez Pe-layo y las dos Españas, adoptó una actitud conciliadora desde la que pudo separar algigante de la erudición, equiparable en su capacidad de reconstrucción del pasadoa los grandes historiadores del siglo XIX (los Mommsen, Gibbon, Burkhardt o Ma-caulay, citados por Torre), un «titán» admirable, del que denomina «banderizo», eltradicionalista recalcitrante, el fóbico de la heterodoxia (sobre todo católica), el reac -cionario polemista y rígido, sobre el que el régimen franquista había elevado el mo-numento falaz de un Menéndez Pelayo monolítico precursor del nacionalcatolicis-mo y cuyas Obras completas, en sesenta y cinco volúmenes, había empezado apublicar en 1940. Torre mostraba, pues, a un intelectual bifronte y complejo que nopodía ser simplificado como lo estaba haciendo la cultura oficial ni como lo habíahecho el pensamiento liberal, reduciéndolo a poco más que un antikrausista repro-bable. Hacia el final de su librito, Torre postulaba la necesidad de una «integración»de las dos Españas (y ahí podría columbrarse la lectura de Figueiredo) que por en-tonces no podía pasar de una ilusión. Américo Castro le escribió para felicitarlo porla obra y participarle su pesimismo: «[Esas páginas] Debieran hacer despertar a losdormidos, mas no lo harán, porque entonces la historia no sería lo que es». JorgeGuillén le expresó su completa adhesión, lo que abrió la confianza de Torre en unacarta de abril de 1944 en la que se refiere a su idea del necesario entendimiento: «Enfin, lo importante respecto al futuro es que los no esclavizados políticamente crea-mos en ese principio de integración y concordia, principio que ya empieza a exten-

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [XLIII]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XLIII

Page 41: DE LA AVENTURA AL ORDEN

derse y del cual cada día advierte más adherentes. Que ese estado de conciencia si-ga extendiéndose y que las circunstancias del mundo ayuden para reencontrarnosalgún día con una España habitable».

Pasarían muchos años, casi diez, hasta que el tema compareciera con toda su ur-gencia. En ese ínterin, Torre no cesó en su labor editorial ni en sus colaboracionesliterarias en diarios y revistas, desde México a Chile, desde Venezuela a la Argenti-na, en medios creados por latinoamericanos o en los que impulsaron los españolesexiliados, como Realidad. Fue esta una revista de ideas publicada en Buenos Airesentre enero de 1947 y diciembre de 1949 en la que Francisco Ayala —que rehusó ladirección— era secretario de redacción y Torre miembro del Consejo Administrati-vo, amén de colaborador fijo, y cuyos sumarios congregaban muchos nombres de ladiáspora republicana, filósofos e historiadores, pero también escritores como RosaChacel o Pedro Salinas. En el primer número Ayala reseñó Nada, de Carmen Lafo-ret; sin embargo el diálogo con el interior estaba aún por iniciarse.

Podría decirse que se puso en marcha, muy al soslayo, a causa de un artículo pu-blicado en el verano de 1951 por el joven hispanista Robert G. Mead, Jr. en la re-vista Books Abroad: «Dictatorship and Literature in the Spanish World». Entretan-to, Torre se había mantenido puntualmente informado de la evolución de las letrasbajo la dictadura gracias a sus numerosos corresponsales en el interior y a la prensaque recibía. En 1950 le escribía a Jorge Guillén: «Pero mantengo el contacto con an-tiguos amigos de allí, me escriben otros nuevos muy cordial y solidariamente. Poreso, pese al desastre general de aquello, no desespero enteramente de lo intelectual».Esos amigos antiguos y nuevos se llamaban Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre,Juan Guerrero, Cónsul General de la Poesía Española —según el título que le pusoLorca—, Melchor Fernández Almagro, Enrique Azcoaga, Antonio Espina, EnriqueCanito y José Luis Cano, los timoneles de la revista Ínsula, José Manuel Blecua, Ri-cardo Gullón, Eduardo Westerdhal, Juan Eduardo Cirlot, Carmen Conde, Guiller-mo Díaz Plaja, Ventura Doreste, Tomás Seral y Casas… Y enseguida iban a añadir-se otros muchos procedentes de las generaciones posteriores a la de Torre, los de laguerra (la llamada generación del 36) y las dos promociones de la posguerra, la deBlas de Otero y Ángera Figuera y la de José María Castellet y Carlos Barral. Desde

[XLIV] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XLIV

Page 42: DE LA AVENTURA AL ORDEN

1951 y durante los veinte años siguientes, el incesante trasiego epistolar con la Es-paña amordazada se amplió hasta abarcar una impresionante nómina, en la que seencuentran Antonio Buero Vallejo, Camilo José Cela, Pedro Laín Entralgo, JuliánMarías, Vicente Cacho, José Camón Aznar, José Antonio Maravall, Antonio Tovar,Fernando Chueca Goitia, Jorge Campos, José Luis Abellán, José Luis Aranguren,Enrique Badosa, Paulino Garagorri, Manuel García Blanco, Juan Antonio GayaNuño, Enrique Tierno Galván, José María Valverde, Manuel Tuñón de Lara, JavierMuguerza, Florentino Pérez Embid y Federico Carlos Sainz de Robles… A Torre,desde luego, no le faltó información de primera mano.

Cuando apareció el artículo de Mead, por tanto, Torre estaba muy al corrientede las graves constricciones con que la dictadura estrangulaba la libertad intelectual,que era una de las denuncias del profesor norteamericano. Aquel artículo fue res-pondido en la misma revista por Julián Marías con un dejo de orgullo herido en«Spain is in Europe» (ampliado meses después en «España está en Europa», estam-pado en la revista chilena Mar del Sur en octubre de 1952), donde venía a afirmarque en la España franquista no sólo había surgido una clase intelectual joven y va-liosa, sino que circulaban y se leían los libros de los exiliados, lo que distaba muchode ser verdad. José Luis López Aranguren intervino en la polémica con espíritu con-temporizador, invitando a comenzar el diálogo aplazado. Hizo su oferta desde Cua-dernos Hispanoamericanos en el artículo «La evolución espiritual de los intelectualesespañoles en la emigración» (febrero de 1953), y el primero que la aceptó fue Gui-llermo de Torre ese mismo año desde la revista La Torre de Puerto Rico. En veranopublicó «Hacia una reconquista de la libertad intelectual», donde celebraba esa víaabierta a la concordia, que deseaba recorrer con la esperanza de llegar a la «últimameta [que] es libertad», pero dejando meridianamente claro que la «verdadera cla-ve del hecho diferencial entre una y otra porción de la intelectualidad española, en-tre la literatura de dentro y fuera de España, no es una cuestión de cantidad o cali-dad: es una cuestión de libertad», y no una libertad de conciencia sino un derechoque debía protegerse políticamente.

Aquel debate se convirtió en una cuestión candente y se ramificó en las cartas cru-zadas entre los polemistas y, de hecho, en las de cualquier escritor español que hu-

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [XLV]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XLV

Page 43: DE LA AVENTURA AL ORDEN

biera sufrido el desgarrón de la guerra, desde Américo Castro al filósofo José Ferra-ter Mora, del novelista Arturo Barea al filólogo Juan Marichal, de Segundo SerranoPoncela a María Zambrano o Ramón J. Sender. La controversia se extendió hasta re-vistas como Ínsula o Índice, dentro, y, fuera, Cuadernos Americanos o Cuadernos delCongreso por la Libertad de la Cultura, dirigida en París por Julián Gorkin y dondecolaboraba Torre. A lo largo de los años cincuenta fue fraguándose el proyecto de unforo de debate para ese diálogo, una publicación hecha a la vez por los intelectualesdel interior y del exilio, con sede y dirección múltiple que garantizara —e hiciera evi-dente— el acuerdo de base y esquivara, en lo posible, la represión de la censura.

Ese proyecto de revista estaba cuajado en 1959, había sido ampliamente consen-suado, su principal impulsor había sido Torre y, siguiendo una sugerencia de Dio-nisio Ridruejo, iba a llamarse El Puente. Aranguren redactó una presentación queempieza así:

«En fecha próxima comenzará a publicarse la revista El Puente. Los firmantes dela presente circular han contraído con ella un compromiso de colaboración y, a efec-tos de responsabilidad intelectual, la suscriben como editores. La revista se publica-rá con domicilio en Buenos Aires, bajo la cuádruple dirección de Carles Riba (Bar-celona), Guillermo de Torre (Buenos Aires), José Luis Aranguren (Madrid) y JuanMarichal (Cambridge, Massachusetts). Su publicación será bimestral: seis númerosal año a los que se unirán algunos números monográficos, no regularmente fecha-dos. Todos los volúmenes se compondrán de alrededor de 300 páginas, 148 de ellasdestinadas a la inserción de estudios originales, 92 a notas, recensiones e informa-ción cultural y bibliográfica y 50 a anuncios.

Hemos concebido El Puente como una revista de acción cultural no especializa-da y muy atenta a la actualidad. Instrumento, ante todo, de nuestra propia vida in-telectual. El Puente quiere ofrecer a los intelectuales y escritores españoles y ameri-canos un sistema de comunicaciones abiertas, en condiciones parejas de libertad:Ningún poder, ningún interés, ninguna ideología particular mediatizará esa libertadque El Puente ofrece a sus colaboradores y se exige a sí misma. Sólo en tales condi-ciones nos parece posible que la comunicación sea auténtica y provechosa.

[XLVI] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XLVI

Page 44: DE LA AVENTURA AL ORDEN

La comunicación, en primer término, entre las dos orillas, europea y americana,de un espacio cultural que se define por las indudables notas comunes, del origen,la mentalidad y el instrumento expresivo. No para cerrarla en sí misma sino paraofrecerla, moderna y honradamente, al mundo en transformación del que forma-mos parte, nos parece útil provocar el diálogo interno de esa provincia, verificar susdiferencias y solidaridades y responder desde ellas a la variada problemática de nues-tro tiempo».

La iniciativa, tras la que también estaban Francisco Ayala, Vicente Lloréns, JoséFerrater Mora y Ángel del Río —quien había gestionado sin éxito la financiaciónante la Fundación Ford—, se malogró por falta de soporte económico. No obstan-te, Torre no se resignó a ese fracaso y, recurriendo a los medios editoriales a su al-cance, convirtió la idea de la revista en la de una colección de libros. Contó con lacomplicidad de López Llausàs y su Edhasa (Editora y Distribuidora Hispano Ame-ricana, S. A.), fundada en Barcelona en 1946, aprovechando el convenio firmadoentre España y la Argentina por el que se levantaban las trabas a la importación delibros argentinos. Aunque llevara más de diez años funcionando como distribuido-ra, fue a finales de los cincuenta cuando dio el paso hacia la edición y cuando To-rre entró en tratos con López Llausàs para albergar en Edhasa la colección El Puen-te, que había de imprimirse en España con el propósito de facilitar la divulgaciónde autores exiliados dentro del país. El primer prospecto de presentación de ElPuente es de octubre de 1961 y no pasó la censura, como tampoco el segundo. Enaquel se decían cosas como que la serie aspiraba a ser «Puente de aproximación en-tre dos riberas ayer incomunicadas y hostiles, puente de acceso a una España reco-brada y a la vez distinta», y se refería a los síntomas esperanzadores que «permitenanticipar que la cultura española fraccionada en dos sectores, tras la guerra de 1936,como consecuencia del éxodo y la dispersión de una parte muy considerable de susrepresentantes, tiende actualmente si no tanto a recobrar su unidad —siempre pro-blemática en cualquier época—, sí a mostrarse concorde y unida en la conquista deciertos objetivos preliminares». Nada de esas líneas debió de complacer a los fun-cionarios del Servicio de Orientación Bibliográfica y sólo una suavización del tono

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [XLVII]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XLVII

Page 45: DE LA AVENTURA AL ORDEN

y el expurgo de los puntos sensibles permitieron que un tercer prospecto obtuvierala luz verde.

Cuando salió el primer título, En torno al poema del Cid (1963), de Ramón Me-néndez Pidal, Manuel Fraga ya había sido nombrado ministro de Información y Tu-rismo (en julio de 1962), pero su llegada al poder no alivió las barreras censorias queencontró Torre con autores como Max Aub, Corpus Barga o Germán Arciniegas, porentonces flamante nuevo director de los Cuadernos del Congreso para la Libertad dela cultura tras el cese de Julián Gorkin. Aquel primer año vieron la luz siete volúme-nes, uno del director de la serie, Minorías y masas en la cultura y el arte contemporá-neos, y el resto de José Ferrater Mora, Gaziel, Ramón Gómez de la Serna (del que serecuperaba su novela El acueducto), el primer tomo de Los pasos contados de CorpusBarga (el segundo aparecería en 1967) y los ensayos que formaban De este mundo ydel otro de Francisco Ayala. En los siguientes años, y hasta 1968, cuando se publicóel último volumen (fue Una y diversa España, de Laín Entralgo), el censo de autoresde El Puente se incrementó con Arciniegas, Julián Marías, Max Aub, Juan AntonioGaya Nuño, Salvador de Madariaga, Paulino Garagorri, María Zambrano, MercèRodoreda (de la que se tradujo La plaza del diamante en 1965), Rafael Santos Torro-ella, Azorín, Ramón Pérez de Ayala, Esteban Salazar Chapela, Guillermo Díaz-Plaja,Concha Zardoya, Carmen Bravo Villasante y Fernando Chueca Goitia. En total fue-ron veintiocho títulos los que compusieron el catálogo, de los cuales sólo uno se pu-blicó en 1968. En ese año convulso, el panorama editorial en España había evolu-cionado y se había diversificado lo bastante como para continuar el rescate de losescritores del exilio, asumiendo la tarea de El Puente y restando sentido a su prose-cución. Por otro lado, en 1968 cambió el gerente de Edhasa, que pasó a ser José M.Echevarría, quien informó a Corpus Barga de que «se han revisado a fondo las es-tructuras de Edhasa». Aquellos cambios coincidieron, por otro lado, con algún per-cance de salud de Torre que lo hizo pasar por el quirófano y que tuvo que persuadirlede que debía concentrarse en su propia obra, por cierto nada escasa entre 1968 y1970: cinco libros y una docena de trabajos menores entre artículos y prólogos.

Guillermo de Torre pudo darse por satisfecho. El propósito de El Puente se ha-bía cumplido en buena medida, aunque muchos de los autores a quienes había

[XLVIII] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XLVIII

Page 46: DE LA AVENTURA AL ORDEN

invitado a participar no enviaran su original o rehusaran hacerlo por sobrecarga detrabajo, como Américo Castro, Gonzalo Sobejano, Dionisio Ridruejo, ClaudioSánchez-Albornoz, José Luis Aranguren, José María Valverde, Juan Marichal o Án-gel del Río. Mientras que algún otro, como Rosa Chacel, vio rechazado su original,ya entrado 1968, porque —según se le comunicó— «no entra dentro de nuestra lí-nea de publicaciones». Se trataba del primer tomo de sus memorias, Desde el ama-necer, que finalmente vería la luz en Revista de Occidente en 1972.

A mediados de la década de los cincuenta, cuando aún coleaba la polémica so-bre el diálogo, Guillermo de Torre recibió una inesperada buena noticia. El 16 deseptiembre de 1955 un golpe militar derrocaba a Juan Domingo Perón y ponía final peronismo, al menos temporalmente (Perón volvería al poder en 1973, pero To-rre ya no lo vería). Para la familia Torre Borges el más inmediato efecto de lo que sellamó Revolución Libertadora fue el nombramiento de Jorge Luis Borges como di-rector de la Biblioteca Nacional y de Guillermo como profesor de Estética en laUniversidad de Rosario, donde, sin embargo, estuvo sólo medio año. Volvería a ladocencia en 1957, en esta ocasión como profesor estable de Literatura Española enla Universidad de Buenos Aires, en la que se mantendría hasta su jubilación en 1966

para pasar a la categoría de profesor consulto.

La madurez del ensayista

Pero en el haber de Torre después de la guerra no consta sólo su decisivo papel demediador cultural, sino, ante todo, su importante producción crítica y ensayística,que lo acredita como una figura eminente en el ejercicio de esos géneros en lenguaespañola. Su vastísima información sobre las letras universales, el certero discerni-miento de la misma y la capacidad para sintetizarla o desplegarla panorámicamentese combinan en sus trabajos con un estilo vigoroso, pulido y lleno de matices verba-les que, desde los años cuarenta, suscitó admiración entre los espíritus más avizoresy despiertos. No ahorra elogios Juan Chabás hacia 1950, en el capítulo que le dedicaen su Literatura española contemporánea (1898-1950) (1952). Aislado en La Habana y

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [XLIX]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página XLIX

Page 47: DE LA AVENTURA AL ORDEN

con escasa documentación, Chabás recuerda no sólo al Torre de los días ultraístas,brillante y audaz, copioso de noticias sobre los últimos movimientos plásticos y lite-rarios de Europa y América, obtenidos en su hiperproductiva correspondencia y ensu coleccionismo de revistas, folletos y panfletos internacionales, sino también al To-rre crítico, al que no ahorra elogios. El brío iconoclasta de antaño persiste en el vigorestilístico del ensayista, enriquecido por la «reflexión, hondura y serenidad crítica»,por la «amplitud de juicio y de sentido histórico» y por la penetración, «agudeza ysensibilidad».

Toda la ejecutoria crítica de Torre descansa sobre una concepción sólida y esta-ble de lo que ha de ser la crítica literaria, algunos de cuyos principios formula porvez primera en el «Frontiscipio» de Literaturas europeas de vanguardia, a sus veinti-cinco años: «el espíritu criticista actual […] posee una intención afirmativa, cons-tructora y creadora»; la crítica debe ser, en palabras de Ortega, «un fervoroso es-fuerzo para potenciar la obra elegida», pero además «es un arte, un nuevo géneroliterario superior o distinto a los demás». Como escritor, a fin de cuentas, el críticotiene un deber fundamental, el de mantenerse fiel «a su época, a su momento pal-pitante, a su atmósfera vital», tiene «el deber de afirmar nuestros valores, de inter-pretar nuestras características espirituales, de evaluar su alcance y repercusión». Es-te programa juvenil que aquí resumo será, en lo esencial, el que, granado yarticulado, propugnará Torre a lo largo de su vida y hasta su último libro, Nuevasdirecciones de la crítica literaria (1970), escrito —declara— en desagravio de la acti-vidad crítica, demasiado a menudo desnaturalizada en sus formas más degradadas yvolanderas.

En La aventura estética de nuestra edad (1962) había dejado establecidos los tér-minos de su idea de la crítica. En primer lugar, exige que la categoría de «literaturade creación» incluya la crítica y el ensayo (adelantándose a lo que los anglosajonesdenominan hoy creative non-fiction) y, en consecuencia, que los ensayistas sean con-siderados creadores con todas las de la ley: que «no se limiten a ser espejos sino fo-cos». Y, citando a Alfonso Reyes, sostiene con él: «La crítica es creación provocadapor la creación; no parásita, como injustamente se dice, sino inquilina, y subordi-nada a la creación ajena sólo en concepto. no en calidad, puesto que puede ser su-

[L] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página L

Page 48: DE LA AVENTURA AL ORDEN

perior al estímulo que la desata». Aunque Torre renuncia a explayar su sistema crí-tico en ese prólogo (sería un «indelicado alegato»), lo cierto es que acaba haciéndo-lo de forma sintética: concibe la crítica como «una función aplicada no al desme-nuzamiento analítico de las partes, sino más bien como una integración sintética dela obra y el autor con su época». Ese triángulo debe engranarse armónicamente pa-ra elucidar la obra y tiene que responder a dos propósitos esenciales: situar y valo-rar. «Situación de las obras y de los fenómenos intelectuales en el tiempo histórico yen el espacio literario; valoración de sus esencias y calidades, afrontando el riesgo queconlleva el ejercicio libre del juicio». Y, como lema general bajo el que se desarrollala acción crítica, Torre hace suyo el de Ernst Robert Curtius («fidelidad a lo anti-guo, comprensiva simpatía para lo nuevo»), pero permutando los términos: «fideli-dad a lo nuevo, comprensión y revaloración hacia lo pretérito».

Ese apego ardoroso a los fenómenos estéticos de la contemporaneidad no debecegar o empecer el juicio del crítico, cuyo símbolo habría de ser el fiel de la balan-za, el centro de equilibrio y ecuanimidad, a equidistancia del vejamen y del panegí-rico. Así lo cree en El fiel de la balanza (1961), pero no refiriéndose tan sólo a lassimpatías o vehemencias del gusto, o incluso al falaz antagonismo entre tradición yrenovación, sino a los procedimientos exegéticos y las doctrinas de análisis cuandose aplican unilateralmente, sean estas el psicoanálisis, el formalismo, la sociologíamarxista o cualquier otro sistema. Torre apostaba por un equilibrio metodológicoque no es sino el pluralismo crítico en el que se enriquecen entre sí los diversos en-foques teóricos para combatir la banalización de la obra de arte y la visión monocu -lar de la misma. De nuevo Torre se adelantaba al pluralismo crítico que han defen-dido después teóricos como Claudio Guillén o Darío Villanueva, no por casualidadambos excelentes comparatistas literarios.

Y aún antes, Torre había recurrido a otra imagen, esta vez mitológica, para defi-nir alguna de las cualidades exigibles al crítico: Proteo, cuyos atributos son «el donde la profecía y la facultad de adoptar la forma que más le plazca». En tres densospárrafos al comienzo de La metamorfosis de Proteo (1956) explicó que el crítico de-be contagiarse de las metamorfosis que experimenta el mundo intelectual que él «as-pira a captar y analizar». No sólo porque le obligan a modificar sus ángulos de vi-

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [LI]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página LI

Page 49: DE LA AVENTURA AL ORDEN

sión —que también—, sino porque él mismo acaba cambiando, proyectando susubjetividad ante la obra o el fenómeno que trata de examinar y entender, «ya quesin cierto desdoblamiento y simbiosis espiritual no hay penetración ni compren-sión». Es obvio que se expone al riesgo de extraviarse, pero es un coste aceptable pa-ra tamaña aventura. Tras sumergirse en las mutaciones proteicas, el crítico debe re-gresar guiado por un designio de unidad (todo discurso de la razón la presupone).En cuanto al don profético de Proteo, en el crítico «equivale sencillamente a juzgar,a situar, a valorar, combinando los datos de un presente y las intuiciones de un fu-turo que las circunstancias tornan ya igualmente hipotéticos y azarosos». Desde es-ta concepción del ejercicio crítico, este se transforma en una apasionante expediciónhacia las realizaciones del espíritu en la que confluyen la época histórica del expedi-cionario y el contexto cultural que ha sido codificado por el autor en la obra.

En 1943 publicó Torre un libro cuyo título resume bien los dos polos entre losque fluctuó su vida mental: La aventura y el orden. Aunque decirlo así pueda indu-cir a error, puesto que lo que Torre logró fue aunar el entusiasmo ante la aventuraestética del arte moderno con el orden intelectual inherente a la exégesis crítica. Enel libro, la aventura alude al impulso creador audaz y experimentador (el propio dela vanguardia), en tanto que el orden refiere a la tradición y el canon. Que Torresimpatiza con el primero está de más decirlo. Pero evita oponer antagónicamenteesos conceptos interdependientes (no habría arte innovador sin referencia a un artede módulos asentados) porque muchas veces lo que ayer fue aventurera probaturaestá hoy integrado en el orden tradicional. En todo caso, es posible distinguir dostradiciones, una tradición del orden y una tradición de la aventura, sugerencia quese diría aprovechó y desenvolvió Octavio Paz mucho después en su idea de la «tra-dición de la ruptura» en Los hijos del limo (1974).

A pesar del valor de La aventura y el orden, tuvo mayor alcance, y sin duda mástrabazón interna, Problemática de la literatura, en 1951. Cuando apareció, el debateen torno al existencialismo literario estaba en su apogeo y, anexo a él, la cuestión delcompromiso (engagement) del intelectual y la crisis de la literatura, fomentada porlos propios escritores (en La aventura… había reparado en el caso de Paul Valéry).Torre acomete una ordenada exposición de la crisis de lo literario y un análisis de su

[LII] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página LII

Page 50: DE LA AVENTURA AL ORDEN

cuestionamiento y negación, pero, al mismo tiempo, convierte el libro en un elogiode la palabra literaria, de su sentido y posibilidades, y en un encomio de la razóncrítica. Imbuido en el clima de pesimismo que se respiró tras el fin de la SegundaGuerra, Torre recapitula los extremos que había alcanzado el irracionalismo en loque iba de siglo (y los estragos que había ocasionado) para denunciar lo perniciosode todo extremismo, de toda actitud exclusivista. Ni estima plausible la exaltacióna todo trance del instinto o las fuerzas prerracionales ni el intelectualismo frígido yultrarracionalista, porque tanto uno como otro representan reducciones de la reali-dad vital. Sólo en las posiciones entre ambos límites es posible actuar con libertady responsabilidad, discerniendo sin pasión y evitando la arbitrariedad o el confusio-nismo. Por eso la duda sobre la capacidad expresiva del lenguaje no debería haberacabado en la disolución misma del instrumento verbal y en la ininteligibilidad deltexto literario; por eso el hibridismo de la literatura con otras disciplinas (la filoso-fía, la sociología, etc.) no debería haber precipitado una devaluación de las virtudesestrictamente literarias; por eso, en fin, la concepción sartreana del compromiso delescritor, según la cual la obra queda subordinada al desempeño de una función so-cial o política, le parece desviada, del mismo modo que estima injusta la crítica quese sustenta en una doctrina rígida o en un partidismo limitador.

La ambición de examinar los fenómenos literarios desde todas las perspectivasposibles, rehuyendo tentaciones restrictivas y maximalismos teóricos, orientó laobra de madurez de Guillermo de Torre. Y esa aspiración quedó reflejada en lasmetáforas que ya hemos visto del fiel de la balanza y del Proteo-crítico que se adap-ta a las demandas diversas de cada obra y cada autor (a los presupuestos desde losque este escribió). Casi toda su producción desde los años cuarenta testimonia esaactitud y basta recordar su reconsideración de Menéndez Pelayo en 1943 o su revi-sión de Galdós —¡el Galdós denostado por los jóvenes del Arte Nuevo!— ese mis-mo año («Itinerario de Galdós» en Sur) para encontrar tempranos ejemplos. Segu-ramente debido a este escrúpulo de ponderación se resistió siempre a reeditar sujuvenil Literaturas europeas de vanguardia, a despecho de las muchas peticiones querecibió para que lo recuperara, siquiera por su condición indiscutible de testimo-nio de época.

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [LIII]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página LIII

Page 51: DE LA AVENTURA AL ORDEN

Se mostró severo en exceso con ese libro y prefirió refundirlo en una obra de ma-yor envergadura y objetividad en la que fue trabajando durante muchos años. Porejemplo, en febrero de 1943 publicaba en la revista De Mar a Mar el ensayo «El ima-ginismo anglo-norteamericano» como «capítulo inédito de la próxima segunda edi-ción de Literaturas europeas de vanguardia», mientras que la «Introducción» iba fe-chada en 1953. El largo camino de reescritura y ampliación culminó a finales de1965 con Historia de las literaturas europeas de vanguardia, en la que Torre quisoofrecer su opus magnum. Fue un libro que, como admitió en la «Addenda» de 1965

a la introducción, estuvo «siempre latente en mí, por encima de las largas paisas esu elaboración». Al catálogo de ismos de 1925, donde a los tres movimientos bási-cos, futurismo, cubismo y dadaísmo, adjuntaba con palmaria desproporción el ul-traísmo y el avatar cubista del creacionismo, ahora añadía un tratamiento extensodel expresionismo, capítulos propios para el surrealismo y el imaginismo y una se-rie de capítulos sobre otras escuelas vanguardistas como el letrismo y el concretis-mo, el iracundismo y el frenetismo (ahí se ocupaba de la generación beat norte -americana), junto a otros que abordaban como vanguardia lo que strictu sensu no loeran: el existencialismo, el neorrealismo italiano y el objetivismo (esencialmentecentrado en el Nouveau Roman francés). Al margen de la catalogación de estas co-rrientes como vanguardistas, los informes y valoraciones de Torre volvían a ser exac-tos de información y riquísimos en valoración y sugerencias.

La obra causó deslumbramiento. Entre 1966 y 1969 se vendieron los cinco milejemplares que tiró Guadarrama y en 1970 hubo que reimprimirlo, lo que debióproducir a Torre una de sus últimas satisfacciones. El comparatista René-Marie Al-beres le dice que lo ha leído «con maravilla» y que va a gestionar su traducción alfrancés en varias editoriales francesas (Mercure de France, Plon, Robert Laffon). Elviejo Corpus Barga lee el libro en enero de 1966 y se apresura a escribirle: «Amigomío, ha hecho usted su obra maestra, la tenía usted hecha desde hace cuarenta añospero el tiempo y los retoques de usted dándole valor histórico la corroboran. Mu-chos se enteran ahora de que es usted el historiador español de la moderna literatu-ra universal. Recabo el honor de haberlo escrito hace años, muchos años». Y de es-te tenor son los muchos testimonios que podrían allegarse.

[LIV] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página LIV

Page 52: DE LA AVENTURA AL ORDEN

Retornos de palabra y obra

Mantuvo Torre siempre una actitud inequívocamente contraria al régimen fran-quista desde un liberalismo que fue republicano y puede calificarse luego de social-demócrata. Celebró la proclamación de la Segunda República estampando «vivas»en su correspondencia privada y, tras la guerra, fue de los primeros que expresaronsu profunda decepción ante el apoyo de Ortega y Gasset al bando franquista. Por lamisma razón se distanció de Ramón Gómez de la Serna, que en Buenos Aires nohabía disimulado su proximidad a los sublevados; sin embargo, la distancia perso-nal no enfrió en ningún momento el aprecio que sentía hacia su obra y hacia el ca-rácter representativo de su figura, como tampoco ocurrió con la admiración inte-lectual que siempre mantuve hacia Ortega. De ahí que en los años cincuenta sehiciera cargo de homenajear a Ramón con el volumen Cincuenta años de literatura,una antología publicada por Sudamericana en 1955 que fue seleccionada y prologa-da por Torre, o que tras la muerte de Ortega ese mismo año promoviera el home-naje en Sur y le dedicara dos espléndidos ensayos: «Las ideas estéticas de Ortega»(Sur, 1956) y «Ortega, teórico de la literatura» (1957), en la recién creada Papeles deSon Armadans de Camilo José Cela, sin contar con su participación en el númeroque Ínsula consagró al filósofo y que le costó a la revista de Enrique Canito y JoséLuis Cano la suspensión por un año.

Una parte de su actividad editorial tuvo significación política, aunque esta fuemás clara en sus colaboraciones en los Cuadernos del Congreso por la Libertad de laCultura, publicados en París, y en la revista Ibérica. Por la libertad, fundada por Vic-toria Kent en Nueva York en 1953, el año en que los acuerdos con los Estados Uni-dos y el concordato con el Vaticano acababan de arruinar las esperanzas de que elrégimen cayera por debilitamiento.

La idea del regreso, fugaz o definitivo, fue una obsesión para muchos exiliados ydesde ese momento puede decirse que se acentuó. Algunos no pudieron sobrelle-varla y regresaron pronto, como Juan Gil-Albert en 1947, Benjamín Jarnés en 1948

(por efermedad) o Ricardo Baeza en 1952; otros soportaron la distancia hasta co-mienzos de los sesenta, como Rafael Dieste o Alejandro Casona, que volvieron en

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [LV]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página LV

Page 53: DE LA AVENTURA AL ORDEN

1962. Torre se decidió a hacer una primera visita en 1951 y su reencuentro con suMadrid y con los viejos amigos fue tan gratificante que repitió en 1953 e incluso sesintió tentado a plantearse el retorno definitivo. La prensa, sobre todo la cultural, sehizo eco de su visita, se le entrevistó y agasajó, pero la recuperación de los lugaresqueridos y de los rostros y voces de antaño no empañaron la evidencia de la falta delibertad ni le crearon el espejismo de que el país al que había vuelto era el mismoque dejó. De aquellos primeros contactos brotó la idea de un libro que iba a titu-larse El peregrino en su patria y del que Torre trazó un índice (que reproduzco másadelante) y redactó no pocas páginas. En su proyecto, más de la mitad de la obra(cuatro capítulos) iba a consagrarse a Madrid, mientras que el resto se dedicaría alreencuentro con ciertos enclaves castellanos (El Escorial, Toledo, Ávila y Salaman-ca) para cerrar con una «Rapsodia andaluza».

Desde aquel primer viaje en el que acudió a los conventículos literarios como elCafé Gijón o la tertulia de Ínsula, revista con la que ya colaboraba desde 1948, vol-vió en numerosas ocasiones a España. Pero si algo fue aprendiendo es que él era unintelectual de antaño, con valores liberales que cotizaban muy a la baja en un paísdonde la cultura era oficial o era sospechosa o era clandestina. Desde 1950 su nom-bre no fue raro en revistas como la citada, el Índice dirigido desde 1951 por JuanFernández Figueroa, o los Papeles de Son Armadans que Camilo José Cela habíaechado a andar en 1956. Esas puertas de papel fueron puertos de retorno para To-rre y para muchos exiliados que cedían a las invitaciones del interior o que resuel-tamente buscaban reencontrar a su audiencia natural perdida.

Por esa razón, Torre, que tenía a su disposición la industria editorial argentina yrepartía sus colaboraciones por numerosos periódicos hispanoamericanos, se empe-ñó en publicar sus libros y ser leído en España. Como le contó a Pedro Laín En-tralgo en febrero de 1957, estaba considerando enviar una antología de sus trabajoscríticos a la editorial de Barcelona AHR, que acababa de publicar unas Obras selec-tas de Ramón Gómez de la Serna. Es el propio Ramón quien le había aconsejado aTorre que enviara ahí el libro. Así lo hizo y la antología fue aceptada. Pero el direc-tor editorial de AHR, Alfredo Herrero, a pesar de haber compuesto el libro y habertirado galeradas, pareció desinteresarse y no le contestaba las cartas, por lo que fi-

[LVI] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página LVI

Page 54: DE LA AVENTURA AL ORDEN

nalmente Torre pidió a Rafael Santos Torroella el favor de que se personara en la edi-torial para presionar al editor. El resultado de sus eficaces gestiones dio como resul-tado el traspaso de los originales a Carlos Barral, quien en 1962 publicaría al fin, enla colección Biblioteca Breve de Seix Barral, La aventura estética de nuestra edad. Elperiplo recorrido por aquel florilegio crítico fue tan largo (cinco años) que acabósiendo el segundo retorno editorial de Torre a España, puesto que el primero ya ha-bía salido en 1961, El fiel de la balanza, un conjunto de ensayos críticos sobre escri-tores vencidos como Juan Ramón, Machado y Lorca (más el Jorge Guillén más som-brío de Clamor) precedido por un extenso estudio sobre las ideas estéticas deOrtega. Completaba el volumen «Una polémica sobre la deshumanización del arte.Los puntos sobre algunas “íes” novelísticas», la réplica que Torre había dado a la de-fensa por parte de Juan Goytisolo de una literatura nacional popular, esto es, so-cialrealista.

Aquellos dos libros dieron a Torre una presencia en los anaqueles de las libreríasespañolas que ya no iba a abandonar hasta su muerte, porque procuró publicar to-da su obra en la Península, con la salvedad de tres títulos que dio en Losada. Dosde ellos reincidían en su permanente interés por las letras americanas: Tres conceptosde literatura hispanoamericana (1963) y Claves de la literatura hispanoamericana(1968), el otro fue una compilación de escritos dispersos, Al pie de las letras (1967),cuyo título ponía el acento en la actitud reverencial, sacerdotal, del autor ante la li-teratura. Y a sus casi setenta años observaba toda su existencia como una entregaconstante y fervorosa: «Al pie de las letras: es decir, estas vistas como un ara profa-na ante la cual el autor rinde desde muchacho su devoción, con un fervor que no sesonroja en llamar indeclinable, más allá de escepticismos o presiones desnaturaliza-doras».

Coincidiendo con su jubilación en la Universidad de Buenos Aires, en 1966,donde pasará a ser profesor consulto, se abrió un periodo en que se resiente su sa-lud. A la sordera que lo aflige desde muchos años atrás se añaden problemas visua-les debidos a cataratas —que lo hicieron pasar por el quirófano— y una enferme-dad cardiovascular. Con todo, Torre recupera y actualiza sus trabajos sobre elcubismo en el libro Apollinaire y las teorías del cubismo (1967), que publica en El

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [LVII]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página LVII

Page 55: DE LA AVENTURA AL ORDEN

Puente. Del análisis multifocal de esa estética, en el que acude tanto a las letras co-mo a las artes plásticas, pasa, en otro volumen con algo de puesta al día de intere-ses antiguos, a centrarse en la literatura: Ultraísmo, existencialismo y objetivismo enliteratura (1968). Casi todo su trabajo en esta etapa final está envuelto en un halode recapitulación, parece dirigido a salvar en libros monográficos y misceláneos unaporción de su ingente producción crítica. En Manuel Sanmiguel, fundador y direc-tor de la editorial Guadarrama, encontró un cómplice en esa tarea desde que le pu-blicara en 1965 la Historia de las literaturas de vanguardia. Además del citado Ultraís -mo, existencialismo…, en Guadarrama publicó otro volumen recopilatorio, Vigenciade Rubén Darío y otras páginas (1969), donde junto al largo ensayo sobre el poeta ni-caragüense incluyó estudios que procedían de cuarenta años atrás, como «Imagen ymetáfora en la poesía de vanguardia», artículos variopintos sobre Valle-Inclán, La-rrea, Salinas, Benavente, Blasco Ibáñez, y homenajes y recuerdos de Ricardo Baeza,José Ferrater Mora (a cuenta de su Diccionario de Filosofía), el difunto y antiquísi-mo amigo Melchor Fernández Almagro («el más próximo testigo de mi mocedad»)o André Breton. Y, en fin, fue Manuel Sanmiguel quien publicó la antología pano-rámica Doctrina y estética literaria (1970) en la que Torre seleccionó sus mejores pá-ginas agrupándolas en capítulos homogéneos y para la que escribió un bosquejo deautobiografía intelectual.

Otra editorial que le abrió sus puertas fue Gredos, donde había publicado en1965 La difícil universalidad española sobre un tema, el de la escasa presencia de lasletras españolas en el concierto de la literatura mundial, al que había dedicado ya va-rias inquisiciones. Por ejemplo su ponencia en el Primer Congreso Internacional deHispanistas celebrado en 1962 en Oxford, donde provocó a los hispanistas profesio-nales con un reto: que salieran de sus órbitas habituales para captar y medir «el ver-dadero ámbito y real difusión —muy limitada o discutida— contemporáneamentede la literatura española en el mundo». La afección que Torre abordaba —desaten-ción, omisión, ignorancia, incluso menosprecio— la iba a padecer él mismo, todavez que, siendo el primer historiador de los movimientos de vanguardia, su nombreapenas es tomado en consideración en la bibliografía internacional sobre el tema,por no mencionar los varios reveses que tuvo que encajar en sus intentos de tradu-

[LVIII] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página LVIII

Page 56: DE LA AVENTURA AL ORDEN

cir al inglés (en Harvard University Press o en Faber & Faber) alguno de sus libros.En Gredos vio la luz también, en 1969, otra gavilla de artículos sobre literatura es-pañola, Del 98 al Barroco, donde vuelve sobre asuntos ya tratados, como la estéticadel Barroco (en su opinión una constante en la cultura española) o sobre los diarios,memorias y escritos autobiográficos.

Su último libro, que apareció tres meses antes de su muerte, estuvo dedicado a laactividad profesional en la que había encauzado su pasión incondicional por la lite-ratura, la crítica literaria. Era un libro largamente acariciado que construyó sobre lamatriz de unos cursos impartidos en el invierno de 1960 en la Facultad de Filosofíay Letras de la Universidad de Buenos Aires. Lo tituló Nuevas direcciones de la críticaliteraria y lo publicó la editorial Alianza en 1970. Aunque pasaba revista a casi todaslas corrientes teóricas de los estudios literarios, el libro acaba siendo una reafirma-ción del integralismo crítico que llevaba tres largos decenios postulando y no es ca-sual que refunda en él páginas que habían canalizado antes los principios de esa doc-trina pluralista enemiga del parcialismo y la unilateralidad. «Ni didactismo niproselitismo», declara, porque el crítico no tiene por qué ser dueño (o esclavo) de unsistema cerrado, pero sí debe poseer «un criterio, unos puntos de vista que le per-mitan situar y valorar. Sin estas dos condiciones —particularmente sin valoración—no hay crítica que valga». El crítico, en definitiva, no puede inhibirse ante los juiciosde valor y debe guiarse por el afán de comprender. Si hay que llamar de algún mo-do a esa actitud, Torre sugiere «crítica integral», que no es mero eclecticismo, sino«una integración donde lo más valedero de cada criterio quedara fundido y repre-sentado». La eliminación de anteojeras para abarcar el fenómeno literario en toda sulatitud lleva a Torre a abogar por la supresión de las fronteras nacionales e idiomáti-cas en favor de un comparatismo literario que dé sentido al «concepto goethiano deWeltliteratur».

Sabía Torre que esa Literatura Mundial era una «ilusión no fácilmente realizable»pero también que era un programa digno de intentarse y, en todo caso, muy incitan-te. Y lo sabía desde mucho antes, desde 1949, cuando escribió el artículo «Goethe yla “literatura universal”», incluido en Las metamorfosis de Proteo, y aun antes de laguerra, en su pionero artículo «España en la literatura comparada» (Revista de

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [LIX]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página LIX

Page 57: DE LA AVENTURA AL ORDEN

Occidente, 156, junio de 1936), donde afirma taxativamente: «No hay manera de lle-gar a la plena inteligencia de una obra, de un autor o de un período si no se les si-túa en el más amplio plano de confrontaciones supra-fronterizas». Su convicción deque era precisa una perspectiva amplia de los hechos literarios escoltó su ejerciciocrítico y también en la defensa de la literatura comparada como disciplina fue To-rre un precursor. Quiso contribuir al desarrollo de la misma acudiendo en 1958 alSegundo Congreso que la International Comparative Literature Association celebróen la Universidad de North Carolina, en Chapel Hill. Allí pronunció la conferen-cia «Diálogo de literaturas», y allí pudo conocer al teórico René Wellek, al compa-ratista Renato Poggioli (su Teoria dell’arte d’avanguarda había aparecido fragmenta-riamente en 1949-1950) o al sociólogo Robert Escapit, entre otros. Y allí saludó alfin personalmente a Claudio Guillén, quien ese verano lo había emplazado a en-contrarse en Chapel Hill y le había halagado confesándole: «En mi mesa tengo to-dos sus libros. Me son utilísimos, y me sumo al espíritu que les infunde vida con to-da simpatía».

Final

Fue en la madrugada del 15 de enero de 1971 cuando la dolencia cardiovascularde Guillermo de Torre puso fin a su vida. El 17 de enero, dos antiguos vanguardis-tas convertidos, como él, en críticos literarios, Guillermo Díaz-Plaja y Juan RamónMasoliver, le dedicaban sendas necrológicas en La Vanguardia. El primero fijaba suevocación en un gesto de Torre como imagen de su atención por las ideas ajenas, desu curiosidad por el otro: el gesto de apretarse el audífono para poder percibir me-jor las palabras de su interlocutor. Y, además de recordar su asombrosa erudición ju-venil sobre las literaturas de vanguardia, su apología de una crítica potenciadora, supapel de corredor literario entre América y España y como protector de los escrito-res exiliados, destaca la independencia intelectual, la sabiduría y equidad que lo ca-racterizaron siempre. Masoliver, por su parte, trazaba un ágil recorrido por su vida,desde sus años estudiantiles y de ofensiva vanguardista hasta su fecunda etapa final

[LX] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página LX

Page 58: DE LA AVENTURA AL ORDEN

de estudioso y ensayista y las frecuentes visitas a España desde los años cincuenta.Respecto a este, al que pudo saludar en Barcelona, apunta para terminar su artícu-lo: «Pero, sobre este punto, confesaré que nos costaba reconocer en el profesor dehoy —y no por falta de la casi enfermiza lucidez de antaño—, tan equilibrado, alGuillermo de Torre como azogado, saludable tábano de nuestras mocedades. El queahora se va definitivamente».

Uno y otro, el azogado joven que divulga las formas más avanzadas del arte, y ellúcido y ecuánime ensayista que atiende lo antiguo y lo moderno con parejo rigor,deben ser recuperados por el bien de la memoria intelectual española del siglo pa-sado.

D. R.

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [LXI]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página LXI

Page 59: DE LA AVENTURA AL ORDEN

NOTA A LA SELECCIÓN

Esta selección de escritos de Guillermo de Torre, en su mayor parte ensayos litera-rios, podría haber sido muy distinta pero, esencialmente, habría satisfecho el mis-mo propósito que esta: ofrecer una muestra significativa de su excelente producciónensayística, de la calidad literaria de su estilo, de la vastedad de sus saberes y de lalucidez y perspicuidad de su inteligencia crítica. El propio Torre preparó dos anto-logías de su obra, ambas pensadas para el público español, La aventura estética denuestra edad (Barcelona, Seix Barral, 1959) y la casi testamentaria Doctrina y estéti-ca literaria, (Madrid, Guadarrama, 1970). Ambas se abren con sendas declaracionesde principios, un prólogo muy militante acerca de la tarea de escribir sobre libros yun imprescindible «Esquema de autobiografía intelectual». En el prólogo decía queaquella cosecha crítica (ese iba a ser el título del volumen) no era más que una reco-lección de páginas representativas de su labor que, al reunirse, no buscaban sinoproporcionar a los lectores españoles de las nuevas generaciones «la posibilidad deconocer ciertos libros que en España, por razones diversas, sólo habían circulado li-mitadamente». Esta antología es también una recolección de páginas representati-vas y, en coordenadas históricas muy diferentes, también busca hacer llegar a los lec-tores una voz que ha circulado inexplicablemente poco y que lleva consigo el aire deun tiempo en que la pasión y el rigor intelectuales no estaban reñidos con el vita-lismo más rampante.

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página LXII

Page 60: DE LA AVENTURA AL ORDEN

PROCEDENCIA DE LOS MATERIALES

La aventura (1900-1936)

«Esquema de autobiografía intelectual», Revista de Occidente, núm. 77, agosto de1969, págs. 177-189. Reproducido en Doctrina y estética literaria, Madrid, Guada-rrama, 1970, págs. 15-25.

«Para la historia de mis orígenes literarios» (s. a.). Documento inédito pertenecien-te al Archivo personal «Guillermo de Torre» de la Biblioteca Nacional.

«Autorretrato», en Hélices. Poemas 1918-1922, Madrid, Mundo Latino, 1923.

«Madrid-París. Álbum de retratos. Mis amigos y yo», Grecia (1920), núm. 45, pág.10; núm. 46, pág. 14; núm. 47, pág. 11; y núm. 48, págs. 11-12.

«El arte candoroso y torturado de Norah Borges», Grecia, núm. 44 (1920), págs. 6-7.

«Frontispicio», en Literaturas europeas de vanguardia, Madrid, Caro Raggio, 1925.

«Inquisiciones. Jorge Luis Borges (Editorial Proa, Buenos Aires, 1925)», Alfar, 1926,pás. 26-27.

«900 y el fascismo» (1926)». Documento inédito perteneciente al Archivo personal«Guillermo de Torre» de la Biblioteca Nacional.

«Del tema moderno como “número de fuerza”», Mediodía, núm. 8 (1927), págs. 12-13.

Examen de conciencia, conferencia leída en aula mayor de la Facultad de Humani-dades el 17 de octubre de 1927, publicada en Buenos Aires, Humanidades, 1928.

«Homenaje a Freud», Sur, núm. 21 de junio, 1936, págs. 99-110.

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página LXIII

Page 61: DE LA AVENTURA AL ORDEN

El orden (1939-1971)

«La generación sacrificada» (s. a.). Notas inéditas conservadas en el Archivo perso-nal «Guillermo de Torre» de la Biblioteca Nacional.

«El peregrino en su patria» (ca. 1953). Mecanoscrito inédito conservado en el Ar-chivo personal «Guillermo de Torre» de la Biblioteca Nacional.

«Tan pronto ayer. Memorias de mi vida literaria», fragmentos publicados en ABC.Cultural, 26 de agosto de 2000, págs. 6-7.

«León Felipe, poeta del tiempo agónico», en La aventura y el orden, Buenos Aires,Losada, 1943, págs. 221-229.

«La aventura y el orden» (1943), en La aventura y el orden, Buenos Aires, Losada,1948.

«El existencialismo en la literatura», Cuadernos Americanos, núm. 1, enero-febrerode 1948, págs. 253-272; y núm. 2, marzo-abril de 1948, págs. 223-234.

«La crisis del concepto de literatura», en Problemática de la literatura, Buenos Aires,Losada, 1951. Reimpreso en La aventura estética de nuestra edad y otros ensayos, Bar-celona, Seix Barral, 1962, págs. 151-166.

«Valery Larbaud, el viajero vuelto inmóvil», en Las metamorfosis de Proteo, BuenosAires, Losada, 1956, págs. 199-203.

«Hacia una reconquista de la libertad intelectual», La Torre, núm. 3, julio-septiem-bre de 1953, págs. 107-126.

«Rimbaud, mito y poesía», en Las metamorfosis de Proteo, Buenos Aires, Losada,1956, págs. 177-187.

«El arte de un futuro indeseable. Minorías y masas» Cuadernos Americanos, núm. 4,julio-agosto de 1954.

[LXIV] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página LXIV

Page 62: DE LA AVENTURA AL ORDEN

«Afirmación y negación de la novela española». Ficción, núm. 2, julio-agosto de1956, págs. 122-141.

«Diálogo de literaturas», en W. P. Friedrich (ed.), Comparative Literature, ChapelHill, University of North Carolina Press, 1959, págs. 1-10.

«Los puntos sobre algunas “íes” novelísticas», Ínsula, núm. 150, mayo de 1959, págs.1-2.

«Reconocimiento crítico de César Vallejo», Revista Iberoamericana, núm. 49, enero-junio de 1960, págs. 45-58.

«El arte abstracto, ¿heredero o negación del cubismo?», en Doctrina y estética litera-ria, Madrid, Guadarrama, 1970, págs. 487-491.

«Picasso y Ramón: paralelismos y divergencias», Hispania, núm. 45, 1962, págs.597-611.

«Para la prehistoria ultraísta de Borges», Cuadernos Hispanoamericanos, núm. 57,1964, págs. 5-15.

«La difícil universalidad de la literatura española», en Frank Pierce y Cyril Jones(eds.), Actas del Primer Congreso Internacional de Hispanistas, Oxford, Dolphin Bo-ok, 1964, págs. 161-176.

«Evocación de Azorín», Cuadernos Hispanoamericanos, núm. 76, 1968, págs. 5-8.

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [LXV]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página LXV

Page 63: DE LA AVENTURA AL ORDEN

BIBLIOGRAFÍA

Obra de Guillermo de Torre

Únicamente indico los libros y opúsculos publicados por Torre. La relación de susartículos, ensayos breves y notas dispersos por diarios y revistas sumaría centenaresde registros y está por hacer exhaustivamente.

— Hélices. Poemas (1918-1922), Madrid, Mundo latino, 1923. [Ilustraciones de Ra-fael Barradas, Daniel Vázquez Díaz y Norah Borges.] Reed. facsímil al cuidado deJosé María Barrera López, Málaga, Centro Cultural de la Generación del 27, 2000.Traducción italiana: Eliche, ed. Daniele Corsi, Arezzo, Bibliotheca Aretina, 2005.

— Literaturas europeas de vanguardia, Madrid, Caro Raggio, 1925. Reeds.: Ed. JoséMaría Barrera López, Sevilla, Renacimiento, 2001. Ed. de José Luis Calvo Carilla,Pamplona, Urgoiti Editores, 2002.

— Itinerario de la nueva pintura española, Montevideo, s. e., 1931.

— Picasso, Madrid, Adlan, 1936.

— Menéndez Pelayo y las dos Españas, Buenos Aires, Patronato hispano-argentino decultura, 1943.

— La aventura y el orden, Buenos Aires, Losada, 1943. 2ª ed.: 1948. 3ª ed.: 1961.

— Guillaume Apollinaire. Su vida, su obra, las teorías del cubismo, Buenos Aires, Po-seidón, 1946.

— Tríptico del sacrificio, Buenos Aires, Losada, 1948.

— Valoración literaria del existencialismo, Buenos Aires, Ollantay, 1948.

— Problemática de la literatura, Buenos Aires, Losada, 1951. 2ª ed.: 1958. 3ª ed.:1965.

[LXVI] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página LXVI

Page 64: DE LA AVENTURA AL ORDEN

— ¿Qué es el superrealismo?, Buenos aires, Columba, 1955.

— Las metamorfosis de Proteo, Buenos Aires, Losada, 1956.

— Claves de la literatura hispanoamericana, Madrid, Taurus, 1959. 2ª ed.: BuenosAires, Losada, 1968.

— Escalas en la América Hispánica, Buenos Aires, Perrot, 1961.

— El fiel de la balanza, Madrid, Taurus, 1961. 2ª ed.: Buenos Aires, Losada, 1970.

— La aventura estética de nuestra edad, Barcelona, Seix Barral, 1962.

— Minorías y masas en la cultura y en el arte contemporáneos, Barcelona, Edhasa,1963.

— Tres conceptos de la literatura hispanoamericana, Buenos Aires, Losada, 1963.

— La difícil universalidad española, Madrid, Gredos, 1965.

— Historia de las literaturas europeas de vanguardia, Madrid, Guadarrama, 1965. 2ªed.: 1974. Reed.: Madrid, Visor, 2001.

— Apollinaire y las teorías del cubismo, Barcelona/Buenos Aires, Edhasa, 1967.

— Al pie de las letras, Buenos Aires, Losada, 1967.

— Ultraísmo, existencialismo y objetivismo en literatura, Madrid, Guadarrama, 1968.

— El espejo y el camino, Madrid, Prensa Española, 1968.

— Claves de la literatura hispanoamericana, Buenos Aires, Losada, 1968.

— Del 98 al Barroco, Madrid, Gredos, 1969.

— Vigencia de Rubén Darío y otras páginas, Madrid, Guadarrama, 1969.

— Doctrina y estética literaria, Madrid, Guadarrama, 1970.

— Nuevas direcciones de la crítica literaria, Madrid, Guadarrama, 1970.

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [LXVII]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página LXVII

Page 65: DE LA AVENTURA AL ORDEN

Sobre Guillermo de Torre

Alejandro, Luis: «A los dos años de ausencia: Guillermo de Torre, filántropo delespíritu», Ínsula, 319 (1973).

Alemany Bay, Carmen: La polémica del meridiano intelectual de Hispanoamérica(1927). Estudio y textos, Alicante, Universidad de Alicante, 1998.

Barrera López, José María: «Introducción» a G. de Torre, Hélices, Málaga, Cen-tro Cultural de la Generación del 27, 2000 págs. 11-38.

Bohn, Willard: «Guillermo de Torre», en The Aesthetic of Visual Poetry, Cam-bridge, Cambridge University Press, 1986, págs. 172-184.

Calvo Carilla, José Luis: «Guillermo de Torre: protagonista e historiador de lavanguardia», prólogo a G. de Torre, Literaturas europeas de vanguardia, Pamplona,Urgoiti Editores, 2002, págs. xi-cxv.

Cano, José Luis: «Charla con Guillermo de Torre», Ínsula, 193 (1962).

Cansinos Assens, Rafael: «Guillermo de Torre», en Obra crítica, I, ed. AlbertoGonzález Troyano, Sevilla, Diputación, 1998, págs. 617-622.

Costa Vivas, Olga: «Tres conceptos en la vida y en la obra de Guillermo de Torre:El atento, el maestro, el español», La Torre, 16, 61 (julio-septiembre 1968).

Doreste, Ventura: «Guillermo de Torre y el superrealismo», Ínsula, 116 (1955),págs.

———: «Las metamorfosis de Guillermo de Torre», Papeles de Son Armadans, 19

(1958).

García, Carlos: «Una relació impensada: Xènius i Guillermo de Torre (1921-1923)», Revista de Catalunya, 237 (marzo, 2008), págs. 72-82.

———, ed.: Correspondencia Rafael Cansinos Assens / Guillermo de Torre, 1916-1955,Madrid/Frankfurt, Iberoamericana / Vervuert, 2004.

[LXVIII] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página LXVIII

Page 66: DE LA AVENTURA AL ORDEN

———, ed.: Las letras y la amistad. Correspondencia Alfonso Reyes – Guillermo de To-rre, 1920-1958, Valencia, Pre-Textos, 2005.

———, ed.: Correspondencia Juan Ramón Jiménez / Guillermo de Torre, 1920-1956,Madrid/Frankfurt, Iberoamericana / Vervuert, 2006.

———, ed.: Federico García Lorca / Guillermo de Torre. Correspondencia y amistad,ed. Carlos García, Madrid/Frankfurt, Iberoamericana / Vervuert, 2009.

———, y María Paz Sanz Álvarez, eds.: Correspondencia Ernesto Giménez Caballe-ro / Guillermo de Torre (1925-1968), Madrid/Frankfurt, Iberoamericana / Vervuert,2012.

———, y Martín Greco, eds.: Escribidores y náufragos. Correspondencia Ramón Gó-mez de la Serna y Guillermo de Torre, 1916-1963, Madrid/Frankfurt, Iberoamericana/ Vervuert, 2007.

Giménez Caballero, Ernesto: «El bibliólogo del Vanguardismo», en Retratos es-pañoles (bastante parecidos), Barcelona, Planeta, 1985, págs.

Gracia, Jordi, y Domingo Ródenas: El ensayo español. Siglo XX, Barcelona, Críti-ca, 2008.

Gullón, Ricardo: «La forja de un crítico: Guillermo de Torre», Ínsula, 154 (1959),pág. 3.

———: «Guillermo de Torre o el crítico», Ficción, 33-34 (1961), pp. 144-156. Re-producido como prólogo a Guillermo de Torre, La aventura estética de nuestra edad,Barcelona, Seix Barral, 1962, págs. 9-32.

«Homenaje a Guillermo de Torre», Ínsula, 292 (marzo de 1971). Incluye las si-guientes contribuciones: Jorge Luis Borges, «Guillermo de Torre»; Ricardo Gullón,«En la muerte de Guillermo de Torre»; Max Aub, «Fragmentos de un diario»; «An-drés Amorós, «Recordando a Guillermo de Torre»; José Luis Cano, «Guillermo deTorre»; y Carmen Bravo Villasante, «Con Guillermo de Torre».

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [LXIX]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página LXIX

Page 67: DE LA AVENTURA AL ORDEN

Illescas, Raúl: «Antonio Sánchez Barbudo y Guillermo de Torre: una polémicadurante la guerra civil», Olivar, 7/8 (2006), págs. 291-299.

López de Abiada, José Manuel: «Guillermo de Torre: versificador y teórico ultra-ísta, cronista y definidor de la vanguardia», en Harald W. Eggebert, ed.: EuropaischeAvantgarde im Latinoarnerikanische Kontext, Fráncfort, Vervuert, 1991, págs. 79-104.

Mainer, José-Carlos: «El lento regreso. Textos y contextos de la colección “ElPuente” (1963-1968)», en Manuel Aznar Soler, ed., El exilio literario español de 1939,Barcelona, GEXEL, 1998, págs 395-415.

Martínez Cachero, José María: «Examen de críticos: de Andrenio a Guillermode Torre», Ínsula, 529 (1991), págs. 4-5.

Mead, Robert G.: «Guillermo de Torre y la literatura contemporánea», RevistaHispánica Moderna, 20 (1954), págs. 224-226.

Morelli, Gabriele, ed.: Vicente Huidobro. Epistolario con Gerardo Diego, Juan La-rrea y Guillermo de Torre, 1918-1947, Madrid, Residencia de Estudiantes, 2008.

Núñez, Antonio: «Encuentro con Guillermo de Torre», Ínsula,231 (1966).

Phillips, Allen W.: «Guillermo de Torre y la crítica literaria», Revista HispánicaModerna, 24 (1958), págs. 196-201.

Ródenas de Moya, Domingo: Prosa del 27, Madrid, Espasa Calpe, 2000.

———, ed.: La crítica literaria en la prensa, Madrid, Marenostrum, 2003.

Rodríguez Martín, Carmen: «Entre dos orillas: Guillermo de Torre y los avata-res de un Proteo intelectual», Revista de Estudios Hispánicos, 46 (2012), págs. 331-351.

Soria Olmedo, Andrés: Vanguardismo y crítica literaria en España (1910-1930),Barcelona, Istmo, 1988.

[LXX] GUILLERMO DE TORRE O LA ÉTICA DE LA CRÍTICA LITERARIA

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página LXX

Page 68: DE LA AVENTURA AL ORDEN

Torre Borges, Miguel de: Apuntes de familia, Buenos Aires, Alberto Casares Edi-tor, 2004.

———: «Appunti su mio padre», en Guillermo de Torre, Eliche, 1918 Poesie 1922,a cura de Daniele Corsi, Arezzo, Bibliotheca Aretina, 2005, págs. 229-236.

Zuleta, Emilia de: Guillermo de Torre, Buenos Aires, Ediciones Culturales Argen-tinas, 1962.

———: Relaciones literarias entre España y la Argentina, Madrid, Ediciones de Cul-tura Hispánica, 1983.

———: «Guillermo de Torre: crítico del 27», Revista de Literaturas Modernas (Men-doza), 18 (1985), págs. 27-44.

———: «El autoexilio de Guillermo de Torre», Cuadernos Hispanoamericanos, 473-474 (1989), págs. 121-134.

———: «La formación de un crítico (Prehistoria de Guillermo de Torre)», Cua-dernos Hispanoamericanos, 473-474 (noviembre-diciembre de 1989), págs. 121-133.

———: «Una vocación americanista: Guillermo de Torre, crítico y mediador», enEspaña y el nuevo mundo: un diálogo de quinientos años, Buenos Aires, Academia Ar-gentina de Letras, 1992, págs. 913-940.

———: Guillermo de Torre entre España y América, Mendoza, Universidad Nacio-nal de Cuyo, 1993.

———: Españoles en la Argentina. El exilio literario de 1936, Buenos Aires, Edicio-nes Atril, 1999.

DIONISIO RÓDENAS DE MOYA [LXXI]

PRINCIPIOS GUILLERMO DE TORRE_PRINCIPIOS 04/02/13 19:43 Página LXXI