De la brújula al GPS entre los sexos - AMP-2016 · Lacan hace una comparación entre la neurosis y...

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De la brújula al GPS entre los sexos Fabián A. Naparstek La antigua brújula nos orientaba a partir de un punto cardinal que nos daba ciertas coordenadas para nuestra localización. El norte del Nombre del Padre ha marcado toda una época donde los ejes simbólicos permitían situar al sujeto. De hecho, ya J.-A- Miller nos ha hablado del sujeto sin brújula (desbrujulado) de la época actual. En efecto, la brújula es un dispositivo que a partir de un punto simbólico ordena toda una serie de coordenadas – también simbólicas - que determinan la posición del sujeto en el campo del Otro. En cambio, nuestra época nos propone un dispositivo técnico que nos lleva al lugar indicado sin tener dicho polo orientador con sus respectivas coordenadas. El GPS se introduce en nuestras vidas como una voz (femenina) que nos comanda al lugar señalado sin que tengamos ninguna idea de nuestra localización. Una voz que suele tener las modulaciones propias del super yo y que ante cualquier pequeño desvío o exceso de velocidad nos frena con severidad para recalcular nuestro camino. Al final, uno sabe que llegó solamente por haber cumplido las órdenes de una voz que no admite preguntas, ni protesta alguna y sin tener la menor idea de nuestra situación respecto del Otro. En la presentación para nuestro próximo Congreso de la AMP J.-A. Miller nos muestra, a través de la presencia del porno en nuestra época, la “vacuidad semántica” llevada hasta el “cero de sentido”[1]. “Por lo común, - dice Miller – la ceremonia, a un lado y el otro de la pantalla, se lleva a cabo sin palabras, aunque con los gritos o los suspiros imitados del placer”[2]. J.-A. Miller pone el acento en “la escopia corporal”[3] del porno, pero no deja de señalar la presencia de la voz yel vacío de sentido en el encuentro sexual. Dicha vacuidad semántica propia del porno podría pensarse como el extremo de las relaciones entre los sexos “en las costumbres de las jóvenes generaciones”[4]. Estas costumbres, marcan un estilo de “desencanto, brutalización y banalización”[5]. Quiero decir que el porno podría plantearse como el paradigma de una época donde priman relaciones entre los sexos vacías de sentido con una presencia – a veces inquietante – del objeto pequeño a. De hecho, hace poco tiempo hemos tenido la posibilidad de ver un film donde el protagonista se enamora de un sistema operativo y mantiene una relación a partir de una voz que lo guía tal cual el GPS por las supuestas rutas del amor[6]. Un amor vacío de sentido, donde el cuerpo está escamoteado y la presencia de la voz (femenina) va

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De la brújula al GPS entre los sexos

Fabián A. Naparstek

La antigua brújula nos orientaba a partir de un punto cardinal que nos daba ciertascoordenadas para nuestra localización. El norte del Nombre del Padre ha marcado todauna época donde los ejes simbólicos permitían situar al sujeto. De hecho, ya J.-A- Millernos ha hablado del sujeto sin brújula (desbrujulado) de la época actual. En efecto, labrújula es un dispositivo que a partir de un punto simbólico ordena toda una serie decoordenadas – también simbólicas - que determinan la posición del sujeto en el campo delOtro. En cambio, nuestra época nos propone un dispositivo técnico que nos lleva al lugarindicado sin tener dicho polo orientador con sus respectivas coordenadas. El GPS seintroduce en nuestras vidas como una voz (femenina) que nos comanda al lugar señaladosin que tengamos ninguna idea de nuestra localización. Una voz que suele tener lasmodulaciones propias del super yo y que ante cualquier pequeño desvío o exceso develocidad nos frena con severidad para recalcular nuestro camino. Al final, uno sabe quellegó solamente por haber cumplido las órdenes de una voz que no admite preguntas, niprotesta alguna y sin tener la menor idea de nuestra situación respecto del Otro.

En la presentación para nuestro próximo Congreso de la AMP J.-A. Miller nos muestra, através de la presencia del porno en nuestra época, la “vacuidad semántica” llevada hasta el“cero de sentido”[1]. “Por lo común, - dice Miller – la ceremonia, a un lado y el otro de lapantalla, se lleva a cabo sin palabras, aunque con los gritos o los suspiros imitados delplacer”[2]. J.-A. Miller pone el acento en “la escopia corporal”[3] del porno, pero no dejade señalar la presencia de la voz yel vacío de sentido en el encuentro sexual.Dicha vacuidad semántica propia del porno podría pensarse como el extremo de lasrelaciones entre los sexos “en las costumbres de las jóvenes generaciones”[4]. Estascostumbres, marcan un estilo de “desencanto, brutalización y banalización”[5]. Quierodecir que el porno podría plantearse como el paradigma de una época donde primanrelaciones entre los sexos vacías de sentido con una presencia – a veces inquietante – delobjeto pequeño a. De hecho, hace poco tiempo hemos tenido la posibilidad de ver un filmdonde el protagonista se enamora de un sistema operativo y mantiene una relación a partirde una voz que lo guía tal cual el GPS por las supuestas rutas del amor[6]. Un amor vacíode sentido, donde el cuerpo está escamoteado y la presencia de la voz (femenina) va

guiando el camino. De hecho, Lacan señalaba “que uno cree lo que ella dice. Es lo que sellama el amor”[7]. “La diferencia, es sin embargo manifiesta. Entre creer allí, en elsíntoma, o creerle. Es lo que hace la diferencia entre la neurosis y la psicosis. En la psicosis,las voces, no solamente el sujeto cree allí, sino que las cree”. “Uno la cree…Pero uno allí seciega”[8].Creerle a una mujery a lo que ella dice tiene ciertos peligros hasta el punto dehacer de esa creencia una voz superyoica que puede enloquecer al hombre en cuestión.Lacan hace una comparación entre la neurosis y la psicosis, pero también con la locura delamor. Locura que puede dejar ciego al sujeto siguiendo la voz del super yo que enloquece yvacía de sentido al amor. Cuestión que cada vez mas encontramos en nuestrosconsultorios; hombres estragados por la voz femenina que lo lleva ciegamente a lugaresimpensados.

A su vez, cuando Lacan aborda la época actual, da cuenta de que “los objetos a se metenen todas partes, aislados, solos, y siempre listos a sorprenderlos en el primerencuentro”[9]. Subrayo aquí la indicación de que dichos objetos a se encuentran aislados ysolos. Es decir, sin la ligazón fija que supone el fantasma de cada quien. En efecto, en elfantasma “el sujeto, en tanto dividido, está en una cierta relación con el objeto a”[10]. Unarelación fija que funciona de brújula en los encuentros o des encuentros con el Otro sexo.Que los pequeños objetos a irrumpan aislados y sueltos, lleva a comparar la época actualcon la locura. “La mass-media, a saber esas miradas errantes y esas voces caprichosas delas cuales están destinados muy naturalmente a estar rodeados cada vez mas… se losmeten por los ojos y por las orejas”[11]. Es la libertad de la locura, ya que el loco es libreporque tiene el pequeño objeto a en el bolsillo. Se entiende aquí, que la época actualempuja a un abordaje del Otro sexo no a partir de la brújula de una condición eróticaparticular, sino a partir del GPS de la presencia de un objeto pequeño a suelto y vacío desentido. Efectivamente, la conferencia de J.-A. Miller en el último congreso abre múltiplesperspectivas de investigación para nuestra comunidad de trabajo y en esta oportunidad mequise detener en lo que me inspiró su manera de abordar los modos de lazos entre lossexos en la época actual.

[1] Miller, J.-A.: “El inconsciente y el cuerpo hablante”. Conferencia pronunciada el 17 de abril de

2014.

[2] Op. Cit.

[3] Op. Cit.

[4] Op. Cit.

[5] Op. Cit.

[6] Hago referencia aquí al film “Her, una historia de amor”.

[7] Lacan, J.: El seminario, Libro 22, RSI, Clase del 21-01-75. Inédito.

[8] Op. Cit.

[9] Lacan, J.: “Pequeño discurso a los psiquiatras”. 1968, inédito.

[10] Op. Cit.

[11] Op. Cit.