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1 Universidad de Chile Instituto de Asuntos Públicos Departamento de Ciencia Política TESIS PARA OPTAR AL GRADO DE MAGISTER EN CIENCIA POLÍTICA De la política ideológica a la política pragmática: El caso de la Unión Demócrata Independiente Profesor Guía : Bernardo Navarrete Y. Alumno : Irma Albán G. Santiago, Mayo del 2006 I

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Universidad de Chile Instituto de Asuntos Públicos Departamento de Ciencia Política

TESIS PARA OPTAR AL GRADO DE MAGISTER EN CIENCIA POLÍTICA

De la política ideológica a la política pragmática: El

caso de la Unión Demócrata Independiente

Profesor Guía : Bernardo Navarrete Y. Alumno : Irma Albán G.

Santiago, Mayo del 2006 I

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AGRADECIMIENTOS

Quisiera expresar mi cariño y agradecimiento a todos aquellos que hicieron posible la finalización de esta tesis. A Bernardo Navarrete, quien desinteresadamente me entregó sus conocimientos, apoyo y amistad. A la Fundación Jaime Guzmán, especialmente a Marco Antonio González, por entregarme su tiempo, que sin duda es escaso. A mis hijos, que comprendieron mi trabajo a pesar de su corta edad y me motivaron a emprender esta larga tarea, que en más de una ocasión pareció interminable. Pero sobre todo a Dios, por ponerme esta prueba en el camino y entender que a pesar del tiempo y las dificultades, siempre está conmigo.

Irma Albán

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INDICE

Introducción.................................................................................................4 I MARCO TEÓRICO POLITOLÓGICO EN QUE SE INSCRIBE LA TESIS

1.1 Modelos de cambio partidista Diagrama Nº1...............................................................................................10 Diagrama Nº2...............................................................................................11

Panebianco y el modelo genético...............................................................12 Diagrama Nº3..............................................................................................16 Diagrama Nº4..............................................................................................16 Diagrama Nº5..............................................................................................17 Diagrama Nº6..............................................................................................18 Diagrama Nº7..............................................................................................18 Kitschelt: La organización como interacción de intereses y preferencias. El complemento de Shlesinger, Strom, Harmel y Janda.............................19 Diagrama Nº8............................................................................................. 25 Diagrama Nº9..............................................................................................26 Diagrama Nº10............................................................................................26 Diagrama Nº11............................................................................................27 Diagrama Nº12............................................................................................28 Diagrama Nº13............................................................................................29 Diagrama Nº14............................................................................................29 Aspectos considerados en la tesis.............................................................30

1.2 Teoría de las elites.................................................................................32 Elitistas tradicionales...................................................................................33

Elitistas democráticos..................................................................................36 Roderic Ai Camp. Una propuesta metodológica..........................................37 Hacia una definición de la clase política en el Estado de Partidos..............38 Aspectos considerados en la tesis..............................................................40

Diagrama Nº15............................................................................................41 II SISTEMA EDUCATIVO. FUNDAMENTO DE LA CLASE POLÍTICA.........42 1.1 Universidad Católica, cuna de una nueva elite Surgimientos de los primeros movimientos estudiantiles en la U.C..........43 El Gremialismo, historia de una generación...............................................45

1.2 Las bases orgánicas para la difusión del neoliberalismo......................48 Universidad de Chicago, cuna ideológica de la clase política tecnocrática................................................................................................49

III GUZMÁN, EL IDEÓLOGO Y EL LIDER CARISMÁTICO

Sobre la figura y pensamiento de Jaime Guzmán......................................53 Hacia la aceptación del modelo neoliberal.................................................59

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IV ESTIMULOS INSTITUCIONALES. ¿CONSTREÑIMIENTOS EXTERNOS O INTERNOS? 1.1 Hacia una definición de Democracia Protegida....................................61

Arquitectura Jurídica. Constitución Política de 1980.................................63 Sistema electoral.......................................................................................66

Ley de Partidos Políticos...........................................................................68 V DE LA POLÍTICA DOCTRINARIA A LA POLÍTICA PRAGMÁTICA

1.1 Hacia la formación de un Partido político............................................71 Aspectos generales acerca de la vocación popular...................................74 Alcaldías.....................................................................................................75

El trabajo de la UDI en la Juventud............................................................76 El trabajo de la UDI en poblaciones...........................................................80

Hacia la marca de Partido Popular........................................................... 86 Diagrama Nº16...........................................................................................88

VI El ESTRATEGA Y EL PRAGMÁTICO

1.1 El nuevo estilo político. Sobre la figura de Joaquín Lavín.......................89 Grupo de asesores........................................................................................99

Bancada de campaña para la elección 2005..............................................102 1.2 Sobre la figura de Pablo Longueira: El estratega..................................103 Conclusiones.............................................................................................111

Anexos.......................................................................................................104 Bibliografía.................................................................................................121

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INTRODUCCIÓN El conocimiento de los partidos y de los sistemas de partidos es un elemento importante, aunque por supuesto no el único, para saber más del rendimiento de las instituciones, y por ende, la eficacia del sistema democrático, entendiendo que siempre han estado entre el puñado de instituciones cuyas actividades son esenciales para el funcionamiento apropiado de la democracia representativa. En consecuencia, las grandes interrogantes políticas se presentan dentro de la democracia o al menos con respecto a ella. La convicción de que la democracia es el mejor o el menos malo de los regímenes políticos está sólidamente establecido, pues la forma particular que ella reviste se impone como una organización insuperable que asegura la protección de las libertades, el pluralismo de las opiniones y la asociación de los ciudadanos al gobierno (Gaxie, 2004). En este contexto, los partidos políticos no sólo se han hecho necesarios por el principio del pluralismo que ella encarna, sino también por la función que aquellos están llamados a cumplir con respecto a tal principio (representación, convocatoria, agregación de intereses, canalización de conflictos, construcción de políticas públicas, entre otras). Los partidos políticos han demostrado ser organizaciones particularmente capaces de adaptarse y de adquirir modelos organizativos que se acomodan a las cambiantes circunstancias de los sistemas sociales y políticos en los que operan, aún cuando en fechas recientes se plantee el tema de su actualización ante los desafíos tecnológicos, sociales, económicos y políticos anteriormente desconocidos Por ello, bajo el común denominador de “la incertidumbre” es posible analizar mucho de los cambios producidos en nuestra sociedad en años recientes, específicamente, desde los inicios de la globalización de los mercados de capitales nuevas reglas se han generado en la economía mundial, en un marco ideológico dominado por el neoliberalismo (Paramio, 1996:104-164). Así, la incertidumbre económica se traduce en incertidumbre política, ya que los partidos que tenían una ideología y planteaban sus estrategias y respuestas frente a los dilemas sociales y económicos, tuvieron que adaptarse a una nueva realidad, de por sí compleja, y “repensar” su papel dentro del sistema democrático. Los partidos políticos siempre han procurado la representación de la diversidad de intereses sociales existentes en la sociedad, pero representatividad presupone que existan actores representables y hoy existe un debilitamiento de los actores sociales, por lo tanto, se hace más difícil su representación. Las clases sociales que en el pasado aglutinaban y estructuraban a la población en grandes identidades colectivas se diferencian en la actualidad en múltiples grupos sociales con subculturas específicas. Existe una brecha que se ha generado entre los representantes políticos de los partidos y los representados, afectando de manera determinante los perfiles de los partidos y su capacidad de

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propuesta que expresen la vasta pluralidad de actores e intereses para producir una efectiva articulación de los mismos (Mena,1999:219-220). Schmitter al referirse a los partidos latinoamericanos plantea que sus ideologías ya no convencen, sus simbologías tienen menos presencia, y sus organizaciones son incapaces de movilizar al público en general. La mala imagen de los partidos políticos lleva implícita la crítica de ser incapaces de formular propuestas programáticas nuevas, de renovar a sus dirigentes y generar líderes capaces de enfrentar los nuevos desafíos que se presentan (Schmitter,1994:38). Chile es hoy una democracia, “una democracia imperfecta como todas”. Los partidos políticos chilenos han enfrentado el dilema que mientras los que siguen defendiendo estrategias anteriores a 1973 se autocondenan al fracaso, mientras otros desarrollan nuevas estrategias, pero desdibujan su propia identidad y pagan el precio de una crisis de representación entre sus seguidores, además, de previsibles tensiones internas (Paramio,1996:105). Para Manuel Antonio Garretón, los partidos ya no son la “columna vertebral de la sociedad chilena, por cuanto ni concertan, ni median y tampoco representan a la base social frente al Estado” (1984:64). Sin embargo, la mala imagen de los partidos chilenos debe analizarse en el contexto de la transición del autoritarismo a la democracia y su consolidación. Dicho cambio de régimen se realizó por un proceso de reforma pacífica de acuerdo al principio de legalidad, a través de los canales institucionales establecidos por el antiguo régimen para regular la cuestión sucesoria. Este tipo de cambio de régimen dio un mayor espacio para que hubiera una continuidad en la política y de algunas instituciones del régimen autoritario, que fueron motivo de irritación en sectores de la población que había esperado una ruptura con lo anterior (Huneeus, 2003: 230-245). Por ello, no se debiera descuidar las variaciones que se han producido en el sistema de partidos surgido después del gobierno autoritario, pues conlleva el peligro de subestimar la importancia del impacto de las políticas aplicadas por ellos. Además, permite explicar las condiciones que hicieron posible el surgimiento de nuevos partidos, especialmente, aquellos que aparecieron durante el régimen militar y se nutrieron de su institucionalidad, como es el caso del Partido Unión Demócrata Independiente (Huneeus, 2001:5). Dentro del sistema de Partidos Políticos chilenos, la UDI es un partido nuevo que surge en el régimen autoritario, donde sus principales personalidades participaron activamente de ése régimen, conformando una elite con pasado común y con una ideología compartida. Como colectividad se fundamenta en patrones ideológicos y estratégicos totalmente diferentes a la derecha tradicional respecto a su foco electoral, su visión de democracia como forma de gobierno y su carácter popular. Además, como heredera del régimen autoritario capitaliza el respaldo popular de ése régimen, apuntando su estrategia política

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electoral hacia ese sector, traspasando las divisiones sociales características de nuestra sociedad. El objetivo de esta tesis es analizar la lógica de comportamiento del Partido Unión Demócrata Independiente, y en razón de ella entender la capacidad de adaptación y cambio de su clase política, desde una perspectiva intraorganizativa y extraorganizativa. Mi interés es averiguar cómo y por qué un partido pequeño y fuertemente identificado con el gobierno militar, se transforma en un gran partido de carácter popular dentro de la derecha chilena. El período en el que he centrado mi estudio contempla desde 1960 al 2005, es decir, desde que surge como movimiento gremial en la década de 1960, se nutre de la institucionalidad del gobierno militar, y es capaz de perfilarse dentro de la nueva institucionalidad como un partido eminentemente pragmático y de raigambre popular. Mi investigación parte como un estudio exploratorio, seguirá como un estudio descriptivo y terminará como un estudio explicativo, con el fin de posibilitar generalizaciones que sirvan para posteriores estudios. Mi estrategia analítica es deductiva, pues parte de una combinación de modelos teóricos proveniente de las teorías de cambio partidista y la teoría de las elites, la cual será complementada con un análisis empírico realizado dentro del partido, con el objeto de entender la lógica de comportamiento y cómo ella incide en el cambio partidista. Los autores consignados en los modelos de cambio partidistas son Panebianco y Kitschelt, cuyos modelos se complementan con los de Strom, Shlesinger y Harmel y Janda. Cabe destacar que estos modelos han sido extraídos de las tesis doctorales de Nieves Lagares (1999) y María Elena García-Guereta (2001). Al utilizar estos estudios, mi interés es operacionalizar la lógica de comportamiento del partido Unión Demócrata Independiente. En el caso de la teoría de las elites el fin es definir la clase política del partido. Para ello he partido exponiendo la evolución del concepto de elite a través de la historia, para hacer una diferenciación con la clase política precisada por Von Beyme. Además he recogido la metodología de Ai Camp en su estudio de las elites mexicanas, donde la educación y el sistema de creencias constituyen la base de homogeneización para poder entenderlas. Mi estudio tomará como variable principal para entender la lógica de comportamiento de la clase política en la UDI el sistema educativo y sus redes de socialización. En este sentido, la Universidad Católica y la Universidad de Chicago cumple un papel determinante en la formación de su clase política, como también el enlace entre tecnócratas y gremialistas. También centraré mi análisis en los capítulos III y V en sus principales figuras políticas: Jaime Guzmán, líder carismático que imprime un sello ideológico capaz de sintetizar a través de su pensamiento elementos conservadores y liberales. Pablo Longueira, el estratega del partido, sin cuya presencia es difícil explicar su inserción como partido en sectores populares y su lucha constante para lograr la marca de “Partido Popular”. Y Joaquín Lavín, quien en la elección presidencial de 1999 muestra un nuevo

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estilo de hacer política, cuyo discurso se centra en los problemas reales de la gente y en un liderazgo suprapartidista. El capítulo IV examina a la UDI, como colectividad depositaria de la “Democracia protegida”, constituida en el autoritarismo e institucionalizada en la constitución de 1980, la Ley de Partidos Políticos y el sistema binominal. En éste contexto es fundamental el aporte realizado por Jaime Guzmán, quien imprime su pensamiento. En el capítulo V mi interés es visualizar a través de la acción política cómo logra capitalizar las redes sociales e institucionales del gobierno autoritario, a través del trabajo en las alcaldías, sectores populares, y con la juventud. Los objetivos planteados en este estudio son los siguientes: Comprender como las características originales del partido constituyen condicionantes en la lógica de acción de la clase política del partido. Analizar en qué medida las características internas del partido, específicamente su clase política ha tenido o no una influencia en la capacidad del partido para transformarse frente a las imposiciones externas dadas por el entorno institucional. Conocer qué características internas del partido facilita o dificulta su adaptación o transformación, y en qué medida esos procesos de cambio toman en consideración a los militantes, los votantes o al conjunto del electorado. Analizar cómo los objetivos, percepciones y creencias de su clase política influyen en la capacidad del partido para responder a las imposiciones externas del entorno institucional en el cual deben operar. Entender de qué manera la estructura real del partido y la distribución de poder entre los diversos niveles organizacionales repercute en el proceso de toma de decisiones frente a los estímulos externos a los que se ha visto enfrentado. Comprender el papel que desempeñan las universidades en la formación de las creencias y homogeneidad de la clase política del partido. Como metodología he utilizado análisis bibliográfico, análisis de contenido, fundamentalmente de entrevistas políticas dadas por su clase política a diferentes medios, y algunas entrevistas en profundidad con el objeto de conocer las características esenciales de su clase política, sus pautas de funcionamiento, su sistema de creencias, y la distribución interna de poder.

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CAPITULO I

MARCO TEÓRICO POLITOLÓGICO EN QUE SE INSCRIBE LA TESIS Toda sociedad democrática se caracteriza por una gran diversidad de tendencias y propuestas de bien público, y es este contexto pluralista el que explica la necesidad de medios expresivos de tipo colectivos, como son los partidos políticos, organizaciones pertenecientes al conjunto de lo que comúnmente se designa como “instituciones políticas”. “Los partidos políticos son esenciales para la existencia de la democracia representativa. No solamente para hacer viable el ejercicio de la soberanía representada y la expresión política de opinión pública, sino también como instrumento de la cultura política, en una sociedad plural y como intermediarios entre la sociedad civil y el Estado” (Godoy Arcaya, 2001:24). Situados dentro de un contexto razonablemente abierto y participativo, auténticos enlaces entre el Estado y la sociedad civil, constituyen instituciones organizadas jurídica y jerárquicamente, que se caracterizan por disponer de un proyecto de sociedad y por poseer el deseo inequívoco de acceder a los cargos formales de poder existentes dentro de un país, ya fuese el gobierno o el parlamento (Cornejo, 2001:22). Expresan y canalizan los intereses de los ciudadanos, organizan las candidaturas y las elecciones de representantes, proporcionan al votante opciones predecibles, disciplinan a los políticos, generan liderazgo y forman cuadros políticos, es decir, organizan la competencia por la representación política, sin descuidar el apoyo ciudadano que es la principal condición y desafío que tienen éstos para gobernar dentro de un esquema democrático. En síntesis, el papel de los partidos políticos en las sociedades contemporáneas es fundamental y complejo, pues sólo a través de ellos es viable la representación política de los ciudadanos y la existencia de los sistemas democráticos, constituyendo el instrumento irremplazable del complejo proceso de la formación de la voluntad política del Estado, “el puente entre la masa ciudadana y el poder” (Cumplido y Nogueira,1998: 50). En este contexto, hoy más que nunca es necesario estudiar los partidos y el papel que desempeñan en la democracia moderna, y si bien es cierto, existe una abundante bibliografía sobre ellos, una parte sustantiva de la teorización ha sido poco convincente o no ha podido abordar la compleja dinámica en la cual se desenvuelven. El problema es que los diferentes estudios han abordado a los partidos políticos de forma segmentada para distinguir, por una parte, la dinámica intraorganizativa, que permite concebir el partido como una multiplicidad de actores, miembros, elites, etc., con intereses y expectativas diferenciadas, y por otra, una dinámica extraorganizativa que permite entender al partido como un actor unitario, inmerso en el sistema político en el cual desarrolla su actividad.

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Por lo tanto, es necesario abandonar la división radical entre dos modos de abordar la dimensión organizativa, con la intención de abarcar dentro de una misma óptica todas las caras que componen una organización partidista. En este sentido, la comprensión de todos y cada uno de los múltiples elementos que intervienen en el proceso organizativo significa el acercamiento a una compleja red de interacciones políticas de distinta naturaleza. Actualmente se conoce muy poco acerca de cómo cambian los partidos o en qué medida esos cambios son causados por características interna a los propios partidos o por factores externos. La respuesta tradicional explicaba el cambio en los partidos por factores externos a los propios partidos, especialmente por los imperativos del contexto histórico de los mismos. También, imperativos a los que se concede más importancia son electorales, pues se presume que los resultados electorales determinan el cambio en las posiciones programáticas, estratégicas e incluso en el modelo organizativo de los partidos. Tales perspectivas no sólo ignoran a los partidos, en tanto que se construyen sin ninguna información acerca de los procesos internos de transformación de los mismos, buscando explicaciones deterministas, sin entender la esencia misma de lo mismos. Hasta la publicación de la obra de Angelo Panebianco (1982) la ausencia de estudios orientados a examinar la organización de los partidos y los factores que la configuran, desde una perspectiva intraorganizativa, era prácticamente total. El planteamiento teórico adoptado en esta tesis es una combinación de modelos teóricos, cuyos elementos considero válidos y aplicables a esta investigación. Mi objetivo es analizar al Partido Unión Demócrata Independiente, cuyas características organizativas, ideológicas e institucionales están condicionadas por la formación de su clase política (educación, sistema de creencias y valores), las estrategias perseguidas por sus líderes y por los diversos contextos del sistema político en el cual actúan. Los modelos a utilizar pueden ser sintetizados en: - Modelo de cambio partidista: Este marco es una combinación de modelos teóricos extraídos de las tesis doctorales de Nieves Lagares (1999) y María Elena García-Guereta (2001): Panebianco (1990), Strom (1999), Kitschelt (1992-2004)), y complementados por Shlesinger (1975), y Harmel y Janda (1994). Mi elección responde a entender la lógica de comportamiento de un partido, para explicar la adaptación y cambio del mismo. - Teoría de las elites: Este parámetro de análisis me permitirá identificar las variables que definen la clase política del partido Unión Demócrata independiente, sus líderes, formación, sistema de creencias, doctrina, pragmatismo, y como ella se inserta en la dinámica del cambio partidista. Antes de exponer las teorías partiré de la premisa planteada por García-Guereta al considerar a los partidos políticos como instituciones eminentemente “conservadoras”. Cualquier partido político ofrecerá una considerable resistencia a efectuar cambios en su ideología y estrategia (todo lo que afecte a su identidad), pues tales cambios sólo se producirán

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en la medida que sean considerados estrictamente necesarios, y normalmente esto ocurre cuando el partido considera que ha fracasado en la consecución de su objetivo prioritario. En otros términos, el origen del cambio o la transformación de los partidos políticos, es el “fracaso” (García- Guereta, 1998: Pág 31). El éxito o fracaso relativo de un partido, es definido en la medida que sus dirigentes lo perciben como tal, y esto obviamente dependerá, de cual sea el objetivo de los dirigentes o elites relevantes del mismo, pero también del grado de coincidencia o discrepancia entre el objetivo de esos dirigentes y el de los restantes miembros del partido. Por supuesto, no se pretende aquí negar que los estímulos externos son una de las más importantes causas de transformación de los partidos políticos, muy por el contrario, se admite que en muchos casos el estímulo al cambio en los partidos es eminentemente externo, y posiblemente el más frecuente de esos estímulos externos sea el fracaso electoral. Pero el hecho de que con frecuencia los partidos se adapten a su entorno no implica que adaptarse sea su única opción. Cuando el entorno de un partido cambia, el partido puede reaccionar a esos cambios o no hacerlo. Lo habitual es que lo haga, pero el modo en que los partidos respondan a los estímulos externos, por fuertes que estos sean, depende de factores internos al propio partido. Diagrama 1. Relación entre Democracia y Partidos Políticos.

Partidos Políticos

Contexto pluralista

Sociedad democrática

Partidos políticos

- Medios expresivos de tipo colectivo.

- Organizados jurídica y jerárquicamente.

- Disponen de un proyecto de sociedad.

- Expresan y canalizan los intereses de los ciudadanos.

- Organizan las candidaturas y elecciones de representantes.

- Proporciona a los votantes opciones predecibles.

- Disciplinan a los políticos. - Generan liderazgos. - Buscan el apoyo ciudadano. - Deben tomar postura ante

todos los problemas.

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Diagrama Nº2. Origen del cambio Incertidumbre

Partidos políticos Instituciones eminentemente conservadoras Resistencia

El origen del cambio se producirá si es considerado estrictamente necesario

Esto ocurrirá en la medida que el partido Fracaso considera que ha fracasado en su objetivo prioritario.

El éxito o fracaso de un partido lo es en la Percepción medida que sus dirigentes lo perciben como tal, y esto dependerá del objetivo prioritario de su Objetivo prioritario clase dirigente, y también del grado de coincidencia o discrepancia entre estos dirigentes y el de los restantes miembros del partido.

Sistema Democrático

Partidos Políticos

Estímulos internos

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1.1 MODELOS DE CAMBIO PARTIDISTAS Panebianco y el modelo genético: La interpretación de Panebianco (1990) se distingue por ocuparse prioritariamente de la vida interna del partido, es decir, aquello que lo hace una organización con estructura determinada, miembros, y objetivos en continua construcción. Para el autor, las formas organizativas que adquieren los partidos debe considerar la propia historia interna, es decir, tanto el momento de formación de la organización, como el desarrollo interno de la estructura ha de enraizarse en esas condiciones originales. Por lo tanto, su esquema analítico adquiere la forma de un “modelo genético”. Su planteamiento no evita la consideración de los factores que intervienen en el proceso de institucionalización, conformando una dimensión dinámica que posibilita la explicación de los cambios en el interior del partido. Su idea no es determinista, pues niega la posibilidad de que la “dirección del cambio y sus modalidades” puedan establecerse a priori asumiendo que: • Una misma organización puede transformarse en direcciones diversas, según el tipo de alianzas que se forme en su interior. • Las organizaciones pueden experimentar cambios de tipo muy diverso. Desde esta perspectiva, no existe un camino obligado, noción que adquiere mayor profundidad cuando aborda la problemática de la “intencionalidad del cambio” (Panebianco,1990; citado en Lagares, 1999:27). La combinación entre intencionalidad y no intencionalidad planteada por el autor, traduce la conjunción de fuerzas intencionales que someten a presión el sistema organizativo, y el modo en que estas fuerzas se ven condicionadas por aspectos contextuales que las reconducen impidiendo el total dominio del sistema por parte de voluntades intencionadas. Por último, ante la discusión acerca del origen del cambio (de naturaleza endógena o de naturaleza exógena), Panebianco opta por una solución intermedia en la que reconoce que el cambio organizativo será, en la mayor parte de los casos, consecuencia de un estímulo externo (ambiental y/o tecnológico), que viene a insertarse en el conjunto de factores de tipo interno que estaban de por sí “socavando” la estructura de poder, incluidos, por ejemplo, los cambios generacionales. Los elementos fundamentales de su formulación se asientan en dos momentos: - El enfoque estático: a partir del cual es posible hacer una disección de las partes que conforman la estructura organizativa. Este enfoque se expresa a través de la presentación de varios factores:

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El poder como poder organizativo: El poder debe entenderse como una relación de intercambio desigual, que se manifiesta con resultados diferentes para cada una de las partes. Esta desigualdad se deriva directamente del control que cada uno de los actores tiene sobre los recursos organizativos. Las acotaciones del concepto de poder no agotan los contenidos en la relación de intercambio. Para definir estos contenidos, así como la implicación de los distintos miembros del partido en las actividades y estrategias de la organización, Panebianco recurre a la teoría de los incentivos, definiendo dos tipos: • Incentivos colectivos: aquellos que son distribuidos de igual manera dentro de la organización entre todos sus miembros, por lo tanto, están referidos esencialmente a la formación de identidad organizativa. • Incentivos selectivos: alicientes materiales, de status o poder, correspondiente a intereses o fines particulares de ciertos miembros, casi siempre la elite de la organización. El modo en que ambos tipos de incentivos van a ser utilizados dentro de la organización, hace referencia al tipo de estrategia de los líderes para dirigir y controlar la organización en la obtención de los fines que persiguen. Por lo tanto, el uso que los líderes hacen de estas posibilidades distributivas no sólo caracteriza la organización, sino también diversos modelos de acción política de los partidos (Panebianco,1990:65; citado en Lagares,1999: 29) Junto con este recurso existen otros importantes para la organización, cuyo control tendencialmente acumulativo, permite a las elites el control organizativo. Estos recursos se sustantivan en lo que Panebianco ha denominado “zonas de incertidumbre”, las cuales se conciben como ámbitos en los que se desarrolla una serie de “actividades vitales” para el funcionamiento y el mantenimiento de la organización. El autor distingue seis zonas como las fundamentales: - La competencia: relativa a las capacidades y cualidades de ciertos

actores organizativos. - Las relaciones con el entorno: con el que mantiene un intercambio

continuo. - La comunicación: el control sobre los medios de comunicación es

imprescindible para utilizar la información. - Las reglas formales: a través de las que se delimita el terreno del juego

organizativo. - El financiamiento: el control sobre el dinero del que dispone la

organización para su funcionamiento. - El reclutamiento: en virtud del cual se decide quiénes entran a formar

parte de la estructura organizativa y qué puestos han de ocupar en la misma.

La interpretación de las zonas de incertidumbre como recursos organizativos sirven para determinar las formas de relación que se adoptan en el interior del partido, es decir la conexión entre el control que los actores organizativos tienen sobre las diferentes actividades que se

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desarrollan en torno a esas zonas de vital importancia, y el modo de relaciones que se establece en la organización, tanto a nivel vertical como horizontal. Este control tendencialmente acumulativo tiende a concentrarse en la coalición dominante. Este concepto le permite aludir a un conjunto amplio de actores que independientemente de su pertenencia a la organización, poseen control sobre las zonas de incertidumbre. De tal modo, su influencia en los procesos de toma de decisión puede producirse desde ámbitos nacionales externos a la organización o desde la escena política internacional. A pesar de este planteamiento subsiste la dificultad para delimitar realmente quiénes forman parte de las elites que dirigen la organización en cada momento. - El enfoque dinámico: A través del modelo genético, enfatiza las condiciones originales que dieron lugar a la formación de la organización partidista. Su planteamiento no es determinista, pues enfatiza el papel que representan las características originales del partido como “condicionantes” de las nuevas situaciones a las que debe enfrentarse (Panebianco,1990; citado en Lagares,1999:32). La virtualidad de este tipo de enfoque reside en su capacidad para delimitar la incidencia que los modos iniciales de relación dentro de las elites, líderes y militantes tienen en las formas de conexión que se van a ir sucediendo y que la organización va a ir adoptando. Entre los múltiples elementos que pueden formar parte del modelo originario de cada partido en particular, Panebianco señala tres factores iniciales, cuya presencia o ausencia caracteriza expresamente dicho modelo: • El tipo de desarrollo territorial de la organización: expresa el modo en que se inicia la expansión del partido. Si la organización se extiende a partir de un único núcleo de líderes que potencia el crecimiento de nuevos núcleos locales, el desarrollo se realiza por “penetración”, asociado a la existencia de un centro organizativo fuertemente cohesionado, unido a la posibilidad de construir una organización sólidamente institucionalizada. Si la organización nace a raíz de la asociación de diversos núcleos de elites que se hallan dispersos, el desarrollo será por “difusión”, asociado a la creación de una débil estructura de liderazgo e institucionalización, consecuencia de la división entre las diversas elites del partido. Existe una tercera posibilidad que apunta a una combinación de ambos tipos

• La posible existencia de una institución externa al partido que favorezca su formación: En el caso de que la constitución del partido sea promovida desde el exterior se crea una legitimidad de liderazgo ajena a la propia organización, generando lealtades indirectas, dirigidas en primer lugar, hacia la institución promotora y segundo a la organización. • La existencia o ausencia de un liderazgo carismático: En los comienzos de un partido político, es fundamental el papel que desempeñan los líderes en la construcción de la organización y en la creación de la identidad organizativa. Un papel que, según Panebianco está en los

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orígenes de los partidos dotado de un componente carismático que no debe confundirse con un liderazgo carismático auténtico. Por otra parte, Panebianco separa el modelo originario del proceso de institucionalización. Concibe dicho proceso como una estabilización a lo largo del tiempo, de valores, normas y actitudes que van a garantizar no sólo la supervivencia de la organización, sino también la superación de todos los retos y desafíos a los que ésta debe enfrentarse. Desde esta perspectiva, el proceso de institucionalización incluye un proceso de cambio y adaptación de nuevas situaciones, a través de las cuales el propio desarrollo de la organización tiende a coincidir con sus fines. Dos son los contenidos mediante los cuales se lleva a cabo la institucionalización organizativa: “el desarrollo de intereses” y “el desarrollo de lealtades”. Ambos se realizan dependiendo del sistema de incentivos de la organización. Los intereses se construyen en función de la distribución de incentivos selectivos a algunos de sus miembros, como por ejemplo, la forma de selección y reclutamiento de nuevas elites. Las lealtades se consiguen por el reparto de incentivos colectivos entre todos los miembros, fundamentalmente aquellos incentivos que están ligados a la identidad del partido. Los principales problemas que plantea esta concepción son, por un lado, si es posible determinar cuando una organización pasa a convertirse en una institución (teniendo en cuenta que cierto grado de institucionalización es imprescindible para su supervivencia) y, por otro, cual es el nivel alcanzado por la organización. En relación con el primero de los problemas, parece que la clave está en el propio carácter temporal del proceso de institucionalización. La necesidad de que se produzca cierto desarrollo temporal orientado a la estabilización de valores y estrategias organizativas permanece como una condición necesaria en cada caso de institucionalización del partido. En relación a la segunda interrogante, el proceso de institucionalización no se desarrolla de la misma forma en todos los casos, sino que el nivel alcanzado por cada partido dependerá del modelo originario y del tipo de relaciones que la organización mantiene con el entorno (Panebianco,1990:118; citado en Lagares,1999:34). De modo que la dirección que toma el proceso hacia una institucionalización fuerte o débil puede variar a lo largo del tiempo en función de determinados cambios, los cuáles incluso podrían estar en la base de procesos de desinstitucionalización.

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Diagrama Nº3. Modelo Genético (Panebianco,1990) Dimensión intraorganizativa Dinámica del cambio

Tanto el momento de formación de intencionalidad del cambio la organización, como el desarrollo interno de la estructura, ha de enraizarse en condiciones originales HISTORIA Diagrama Nº4. Enfoque estático (Panebianco,1990)

• El modo en que ambos incentivos van a ser utilizados, hace

referencia al tipo de estrategia de los líderes para dirigir y controlar la organización.

- Aquello que hace del partido una organización con una estructura determinada.

- Con una serie de miembros. - Y objetivos en continua

construcción. No existe un camino obligado

Incentivos colectivos: referidos esencialmente a la formación de identidades

Incentivos selectivos: alicientes materiales, de status o poder a ciertos miembros del partido

Como relación de intercambio desigual Control que cada uno de los actores tiene sobre los recursos organizativos

DESARROLLO DE LEALTADES

DESARROLLO DE INTERESES

PODER

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Diagrama Nº 5. Enfoque dinámico (Panebianco,1990) Enfoque dinámico: papel que representa las características originales del partido, como condicionantes de las nuevas situaciones a las que debe enfrentarse. FACTORES

Tipo de desarrollo territorial Difusión

Penetración

Mixto

Expresa el

modo en que se inicia la expansión del partido

La posible existencia de una

institución externa al partido que favorezca su

formación

Lealtades indirectas

Existencia o ausencia de un

liderazgo carismático

Identidad organizativa

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Diagrama Nº 6. Zonas de incertidumbre (Panebianco,1990)

• Permite determinar la conexión entre el control que los actores

organizativos tienen sobre las diferentes actividades en torno a las zonas de incertidumbre, y el modo que se establece tanto a nivel horizontal como vertical.

Diagrama Nº7. Proceso de institucionalización

Zonas de incertidumbre

Competencia

Relación con el entorno

Control sobre los medios de comunicación

Reglas formales

Financiamiento Reclutamiento

Proceso de institucionalización

Desarrollo de lealtades Desarrollo de intereses

Incentivos colectivos Incentivos selectivos

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Kitschelt: La organización como interacción de intereses y preferencias. El complemento de Shlesinger, Strom, Harmel y Janda. El análisis de Kitschelt representa una vuelta a la organización concebida en términos de interacción entre diversos tipos de intereses y preferencias en litigio. La novedad de su estudio reside en enfocar el interés por el propio funcionamiento de la organización partidista hacia la formación de sus estrategias políticas de acuerdo con una determinada lógica de partido. El modelo se basa en el estudio que el autor hace a partidos ecologistas y libertarios. Su objetivo es explicar no tanto por qué se transforman los partidos, como el proceso de transformación de los mismos desde una perspectiva interna, y lo hace desde un punto de vista que contempla el surgimiento de nuevas demandas políticas que definen una dirección transversal a la de los cleaveages tradicionales en torno a los cuales se configura la lucha electoral (Kitschelt,1992:248; citado en Lagares,1999:47). La decisión de Kitschelt de centrar su investigación, concretamente en los partidos ecologistas belgas y alemanes, recae en la existencia de una serie de similitudes y diferencias entre ellos, que los caracteriza como nuevas formas de participación y de estrategia política que nada tiene que ver con las formas convencionales de organización política adoptadas para la lucha electoral (Kitschelt,1992:248). Precisamente, la elección para su análisis de partidos que no se ajustan a la lógica de competición electoral le permite, de manera más fácil, la aplicación de un modelo teórico a través del cual sea posible determinar las razones que inciden en la construcción de la estrategia política y organizativa (Kitschelt, 1996; citado en Lagares,1999:48) El autor nos propone así, un modelo útil para examinar la formación de partidos desde una concepción analítica que toma como base la lógica inherente al desarrollo de la acción política de la organización partidista. Desde esta perspectiva, tiene igual importancia en el proceso de elección de estrategias, tanto factores externos relativos a las condiciones institucionales y electorales, como aquellos factores internos relacionados con el conjunto de preferencias de los miembros del partido. Kitschelt parte de la premisa de que no todos los partidos adoptan una lógica de competición electoral, sino que el programa, organización y estrategia que adopta un partido dependen tanto de factores internos como externos. Así, sostiene que los partidos eligen entre un conjunto de opciones ubicadas entre dos alternativas polares (o extremas): una lógica de representación política y una lógica de competición electoral (Kitschelt, 1992:249; citado en Lagares,1999:50). En esta realidad, el autor ofrece dos tipos ideales de partidos, pero despojado de las características propias del período histórico y de los rasgos organizativos propios de cada uno de ellos.

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Así para Kitschelt los partidos pueden elegir entre dos lógicas alternativas:

- Una lógica de representación política, inspirada o basada en la ideología o práctica política de sus principales seguidores o partidarios. Estos partidos prefieren la puridad de sus opciones políticas y estratégicas, en la medida que hacen un amplio llamamiento popular.

- Una lógica de competición electoral, en la que el programa, la organización interna y la estrategia del partido se ajustan a las condiciones del mercado político para maximizar el apoyo electoral.

La novedad del modelo teórico propuesto por Kitschelt reside en que su tipología no habla tanto de dos modelos o tipos ideales contrapuestos, como de dos lógicas extremas, reconociendo que los partidos pueden optar por todas las posibilidades intermedias entre una y otra. Esto lo hace mucho más útil que las teorías que presentan a los diferentes tipos de partidos como modelos alternativos. Kitschelt sostiene que la elección de una lógica de representación política o de otra de competición electoral dependerá de la relación entre tres tipos de activistas en el seno de los partidos políticos: los ideólogos, los pragmáticos y los lobbistas. En principio la coalición dominante estará compuesta por ideólogos y lobbistas o por pragmáticos y lobbistas. La primera coalición llevaría a una lógica de representación política, la segunda a una lógica de competición electoral. Por otra parte, considera que para llegar a una teoría de la dinámica de los partidos políticos es necesario tener en cuenta las situaciones estratégicas en que los partidos se encuentran, pues la fuerza relativa de cada grupo dentro del partido se verá influenciada por las mismas. Kitschelt describe las situaciones estratégicas a partir de tres parámetros que inciden en la dinámica interna de los partidos:

- La intensificación del “cleavage” en el que el partido se basa: un cleavage social está altamente movilizado cuando la opinión pública representada por un partido está muy polarizada, fortalecerá y atraerá a ideólogos, mientras que su disminución o institucionalización reforzará a los pragmáticos.

- La apertura de las instituciones del régimen político para la participación democrática de un partido: cuanto más abierto sea un régimen a la participación de nuevos partidos, más probable que el partido atraiga a pragmáticos comprometidos con reformas increméntales, mientras que cuanto más cerrada sea la estructura de oportunidades, mayor fuerza tendrán ideólogos y lobbistas.

- La competitividad electoral del partido es mayor cuanto más crece el porcentaje de votos obtenidos por el partido, cuando menos partidos compiten de forma efectiva y menores sean las posibilidades de formar gobierno sin su apoyo. Cuanto más competitiva sea la posición

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ocupada por un partido más poder tendrán los pragmáticos, mientras que si un partido está en una posición competitiva marginal, los ideólogos serán relativamente más numerosos (o poderosos) que los pragmáticos o lobbistas.

Sin embargo el modelo de Kitschelt tiene algunas consideraciones: - La categorización de ideólogos, lobbistas y pragmáticos y de las

coaliciones que formen es válida para un partido ecologista o libertario de izquierda, con organización horizontal e igualitaria, pero no lo es para un partido como la UDI, cuya característica es semejante a la de un partido de cuadros cuya organización es vertical (Huneeus,.2001c; Bugueño y Morales,2001). Por otra parte, si bien es cierto que las preferencias de todos los miembros del partido han de ser tenidas en cuenta, porque todas pueden en alguna medida influir en el cambio partidista, no influirán todas por igual. De hecho es altamente improbable que en la práctica todos los miembros de un partido tengan igual influencia, como Kitschelt asume.

- El segundo elemento rechazable, es la pretensión de categorizar a los líderes de un partido para siempre como ideólogos, pragmáticos o lobbistas, pues ello supone negarles la capacidad de cambiar sus preferencias. Los líderes políticos evolucionan y cambian o al menos son susceptibles de hacerlo. Desde este punto de vista, sólo cuando un partido se plantea cambiar sus programas o estrategias, y conocemos la postura que los principales líderes del partido han mantenido y como han actuado, podemos decidir que tipo de papel desempeñan en ese momento en el partido, aunque no se puede asegurar que vayan a mantener siempre esa posición.

- En tercer lugar, el lobbista es un tipo de activista político peculiar y de difícil identificación, a quien Kitschelt le asigna un valor fundamental. En su modelo no queda claro que situaciones estratégicas fortalecen o debilitan a los lobbistas, ni de qué depende que su presencia en un partido sea más o menos numerosa. Pese a ello los lobbistas aparecen como el grupo de activistas crucial, pues al aliarse con pragmáticos o ideólogos determinarán la lógica que adopte el partido. Es posible que la inclusión de este tipo de activistas resulte indispensable para analizar lo que acontece en un partido confesional o ecologista que nace estrechamente vinculados a algún tipo de organización, pero no para un partido como la UDI. A pesar de ello, es posible que en un partido como la UDI existan políticos cuyo objetivo prioritario sea favorecer los intereses de sectores como el empresariado, pero desde luego, ese tipo político no manifiesta ni hace público tal objetivo, por lo que es obligatorio prescindir de esa categoría.

- En cuarto lugar, la mayor o menor apertura del régimen político a nuevas demandas y a partidos que representen nuevos cleavages sociales puede ser un factor fundamental para fortalecer a ideólogos o pragmáticos en el seno de ese tipo de partido, pero no para el caso de

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la UDI, pues este obedece a un partido tradicional que no representa un nuevo cleaveage ni una nueva demanda social, que además se convierte en un partido parlamentario, es decir, reconocido institucionalmente desde las primeras elecciones democráticas.

Shlesinger (1975:840-849) complementa el modelo de Kitschelt, respecto a los objetivos principales de los partidos políticos y la categorización hecha por el autor. Parte de la base que los partidos dependen del tipo de miembros y líderes de éstos y sostiene que hay dos tipos de líderes y dos objetivos principales para los partidos (Shlesinger, 1975:840-849; citado en García-Guereta,2001:44)

- Los líderes cuyo objetivo es la obtención del gobierno o cargo público (es decir, que buscan el poder en sí mismo).

- Los partidos y líderes que buscan beneficios, que pueden ser desde objetivos políticos totalmente desinteresados, como contribuir a lo que creen es el bienestar común (es decir, objetivos ideológicos), hasta los beneficios más egoístas (que no incluye Kitschelt en su modelo).

El modelo de Strom (1990), también parte de la tradición de la elección racional de la que forma parte Schlesinger. Propone un modelo de comportamiento de los partidos: “los partidos cuyo principal objetivo es cosechar votos, lograr cargos o aplicar políticas”, con lo cual su modelo se ajusta de mejor manera para estudiar los partidos tradicionales. Al formular su propuesta Strom no llega hasta las últimas consecuencias, y mantiene la diferencia entre partidos cuyo objetivo es la obtención de cargos y la obtención de votos, útil para las estrategias de partidos en la formación de coaliciones, pero innecesaria si lo que se pretende es explicar el comportamiento y transformación de los partidos (Strom,1990; citado en García-Guereta,2001:47). Por ello, propone un modelo unificado del comportamiento de los partidos, donde la lógica obedece a que los partidos que buscan votos o cargos son partidos de competición electoral, mientras que los partidos cuyo objetivo es aplicar determinadas políticas coinciden con los partidos de representación política. La única objeción con el modelo, es que Strom no considera que la búsqueda de votos o cargos políticos sean objetivos esencialmente diferentes. Para Strom los votos nunca son el objetivo en sí mismos, sino un medio para alcanzar otros, como por ejemplo, cargos o políticas. Por lo tanto, su modelo no es absolutamente incompatible con el de Kitschelt, pues los dos objetivos que pueden perseguir los partidos, cargos o políticas coincide en gran medida con las dos lógica propuestas por este autor. Considerar que existen dos tipos de partidos o dos pautas de comportamiento esencialmente distintos que se derivan de cuál sea el objetivo prioritario para cada partido, no implica creer que esos objetivos sean excluyentes ni alternativos. En general, cuando los partidos se fundan adoptan una determinada etiqueta ideológica y propuesta política, pero su lógica puede variar en la medida que varíe el apoyo electoral. Habitualmente los partidos se encuentran en situaciones que los obliga a otorgar prioridad a alguno de esos dos objetivos, por ende, la elección que

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hagan ante esa situación es la que nos llevará a decir si estamos ante un partido que sigue la “lógica de competición” o ante un partido que sigue la “lógica de representación”. La diferencia entre uno y otro tipo de partido está en hasta qué punto es capaz de modificar su ideología o programa con tal de gobernar o aumentar su poder. Un elemento que Kitschelt no contempla y que sí lo hace Strom es que la diferencia entre un partido de competición y uno de representación no descansa en la importancia que le conceden a los votos, sino en el método que elijan para lograrlo:

- Un partido ideológico o de representación política desea lograr más votos, pero pretende hacerlo convenciendo a los electores de la idoneidad de sus propuestas. Quiere dominar su entorno y convencer.

- Un partido de competición es aquél que o no pretende convencer a los electores o ha renunciado a hacerlo; no intenta tanto atraer a los votantes como ir a buscarlos allá donde están. Se adapta a ese entorno, es convencido o se deja convencer.

Bajo esta perspectiva, un partido que modera levemente sus propuestas políticas o programáticas para acercarse al electorado, o que cambia aspectos accesorios de su ideología o programa puede seguir siendo considerado un partido de representación política. Sin embargo, un partido que cambia aspectos esenciales de su propuesta política o de su ideología para aumentar su poder sería un partido de competición electoral. Strom sostiene que hay dos tipos de factores que sistemáticamente afectan en la elección de cada una de esas lógicas u objetivos: a) factores organizativos de los propios partidos, y b) factores institucionales, relativos a las instituciones electorales, legislativas y gubernamentales. Por lo que respecta a la primera y que Strom considera esencial, son las imposiciones que los partidos imprimen a sus líderes. Sin embargo, en un partido político tradicional la lógica adoptada y el tipo de objetivos prioritarios es que ningún líder ni coalición dominante actúe sin tomar en cuenta a la organización que encabeza: “los partidos son organizaciones complejas y la libertad de actuación de su cúpula está siempre impuesta, en mayor o menor medida, por las preferencias y objetivos de los restantes miembros del partido”. Sin embargo, no todos los miembros del partido se imponen de igual medida a los líderes: los militantes de base normalmente sólo necesitan incentivos ideológicos para apoyar al partido y colaborar con el mismo, se sienten recompensados con promesas de futuras políticas. Pero es poco probable que los miembros del partido que ostentan responsabilidades organizativas o prestan servicios profesionales al partido se sientan recompensado con tan poco.

Strom sostiene que para recompensarlos los partidos pueden: - Descentralizar las decisiones políticas, pues así los ideólogos se sentirán satisfechos al poder influir en la política del partido, aunque esto llevará a que el partido sea más ideológico y perjudicará sus expectativas electorales.

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- Ofrecerles cargos internos o externos, estableciendo canales de reclutamiento que les permitan esperar alcanzar posiciones de poder, aunque esto también fortalecerá a los ideólogos. - Hacer que los lideres rindan cuenta, y puedan ser sustituidos en función de su gestión.

En su modelo se acepta que es posible que efectivamente el carácter ideológico de los partidos aumente cuando las políticas se descentralizan o se establecen estructuras de reclutamiento interno, aunque en verdad el efecto de la descentralización de las decisiones o el reclutamiento interno sobre la lógica que adopte el partido deberá variar en función de la posición entre ideólogos y pragmáticos que existan en cada nivel de la organización partidista.

El modelo de Strom es muy vulnerable, pues implica que ningún líder o coalición dominante que quiera mantenerse en el poder, podrá hacerlo sin permitir que el partido se torne más ideológico, situación que la realidad parece confirmar. Por otra parte, las características institucionales del sistema político en que un partido se inserta puede influir de manera importante en las pautas de transformación partidista. Este hecho está mucho mejor tratado en su modelo que en el de Kitschelt, pues sostiene que determinadas características del sistema político institucional en que los partidos se insertan, como el sistema electoral, la mayor o menor apertura de las instituciones a la entrada de nuevos partidos políticos o la financiación pública de los partidos inciden de forma importante en las condiciones de cambio partidista. La importancia asignada por Strom al sistema de financiamiento es crucial. El autor sostiene que los líderes políticos están condicionados por los restantes miembros de la organización partidista, pero considera que esos condicionamientos serán mayores cuanto más depende el funcionamiento del partido del trabajo voluntario, y menos del trabajo remunerado. Esto implica que mientras más sea el financiamiento público para un partido, sobre todo si esta centralizado, más independiente será su cúpula y menos constreñida estará por las preferencias de los restantes miembros del partido (Strom,1990; citado en García-Guereta,1998:50).

Por otro lado, la mayor o menor apertura del sistema político institucional a la entrada de nuevos partidos influirá en la mayor o menor autonomía de su cúpula política. Bajo esta perspectiva, cuando el sistema político institucional facilita la entrada de nuevos partidos en el juego político, implica que en caso de conflicto siempre existe el riesgo de que otros líderes del partido lo abandonen y se constituyan en potenciales competidores. Esta amenaza es incentivo suficiente para que los líderes permitan a esos miembros expresarse e influir en el partido. A la inversa, cuanto más cerrado sea el sistema a la entrada de nuevos partidos, menor será la amenaza potencial y menos condicionado estará la coalición dominante o el líder por las preferencias de los restantes miembros del partido.

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Por último, con respecto al sistema electoral, Strom ha defendido que cuanto más impredecible sea la relación entre el peso parlamentario de un partido, menores serán los incentivos de los partidos para maximizar votos.

Autores como Harmel y Janda (1994), proponen un modelo que no niega la importancia de los fracasos electorales o los estímulos externos, pero resalta que el impacto concreto de los mismos dependerá del líder del partido o la coalición dominante del mismo, y fundamentalmente de cuales sean los objetivos prioritarios de éstos. Además consideran que el cambio en los partidos pueden también producirse sólo por un cambio en su liderazgo o coalición dominante, sin que sea necesario un estímulo externo para que tal cambio se produzca (Harmel y Janda, 1994; citado en García-Guereta. 2001:51).

En esta tesis considero que habitualmente el cambio de liderazgo se produce cuando el líder precedente fracasa en la consecución de los objetivos perseguidos, y aún produciéndose por otros motivos, como de hecho ocurre, un cambio de liderazgo sólo conducirá a cambios fundamentales en la identidad de un partido cuando se considera que el partido ha fracasado en la consecución de su objetivo prioritario.

Diagrama Nº8. Teoría dinámica de los partidos (Kitschelt,1992) * Concibe a la organización, fundamentalmente como interacción de intereses y preferencias en litigio.

Funcionamiento de la organización

Estrategias Políticas Lógicas de comportamiento

Factores externos: Condicionantes institucionales

Factores internos: Conjunto de preferencias de sus miembros

Lógica de representación política: basada en la ideología y la práctica política.

Lógica de competición electoral: persigue la obtención de votos.

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• La elección de éstas lógicas dependerá de la relación entre tres tipos de activistas: ideólogos, pragmáticos y lobbistas.

Diagrama Nº 9. Situaciones estratégicas (Kitschelt, 1992)

Diagrama Nº10. Los partidos dependen del tipo de miembros y líderes que componen la organización (Shles3333333333333333inger,1975) Líderes Poder

Objetivos

Intensificación del cleaveage Cleaveage social altamente polarizado atraerá a ideólogos Disminución del cleaveage atraerá a pragmáticos

Apertura del sistema democrático

Sí Pragmático No Ideólogo

Competitividad electoral Más Pragmáticos Menos Ideólogos

Ideológicos Desinteresados

o egoístas

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Diagrama Nº11. Modelo unificado de comportamiento de los partidos (Strom,1990).

Ambos objetivos no son excluyentes ni alternativos. • Cuando los partidos se fundan adoptan una determinada etiqueta

ideológica y formulan determinadas propuestas políticas. • La lógica puede variar en la medida que varíe el apoyo electoral.

Factores

Partidos de competición electoral

Buscan cargos y votos

Partidos de representación política

Su objetivo es aplicar determinadas políticas

Lógica de competición

Lógica de representación

La diferencia entre uno u otro partido está en hasta qué punto es capaz de modificar su ideología o programa con tal de gobernar o aumentar su poder.

Factores organizativos Factores institucionales

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Diagrama Nº12. Teoría de los incentivos (Strom, 1990) • No todos los líderes se imponen de igual medida a los líderes • Los militantes de base normalmente necesitan incentivos

ideológicos para apoyar al partido, pero es poco probable que los miembros del partido que ostentan responsabilidades organizativas se sientan recompensados con tan poco.

Recompensas:

• En su modelo se acepta que es posible que efectivamente el

carácter ideológico de los partidos aumenta cuando las políticas se descentralizan o se establecen estructuras de reclutamiento interno.

• El efecto descentralizador de las decisiones o el reclutamiento interno sobre la lógica que adopte el partido, deberá variar en función de la posición entre ideólogos y pragmáticos que exista en cada nivel.

Descentralización de las decisiones

Los ideólogos se sentirán satisfechos al poder influir en la política del partido, aunque esto llevará a que el partido sea más ideológico y perjudique sus expectativas electorales.

Reclutamiento Permite alcanzar posiciones de poder, aunque esto fortalecerá a los ideólogos.

Hacer que los líderes rindan cuenta

Los líderes pueden ser sustituidos en razón de sus funciones.

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Diagrama Nº13: Características institucionales (Strom,1990).

• Mientras más sea el financiamiento público para un partido, sobre

todo si está centralizado, más independiente será su clase política y menos constreñido estará para las preferencias de los demás miembro.

• La mayor o menor apertura del sistema político institucional a la entrada de nuevos partidos, influirá en la mayor autonomía de su clase política.

Diagrama Nº14. Impacto de los líderes (Harmel y Janda, 1994). • No niega la importancia de los fracasos electorales o los estímulos

internos, pero resalta que el impacto concreto de los mismos dependerá del líder del partido o la coalición dominante.

Sistema electoral Apertura de las instituciones a la

entrada de nuevos partidos Financiamiento

voluntario o remunerado

Líderes Objetivos prioritarios

Cambio de liderazgo

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Aspectos considerados en la tesis: El correlato empírico de este posicionamiento teórico puede sintetizarse de la siguiente forma: 1.- En mi análisis he considerado a los partidos políticos como instituciones eminentemente conservadoras. Cualquier cambio en su ideología y estrategia se producirá en la medida que sea considerado estrictamente necesario. Tales cambios sucederán, en la medida que un partido considere que ha fracasado en la consecución de su objetivo fundamental. El éxito o fracaso de un partido lo es cuando sus dirigentes lo perciben como tal, y dependerá de cuál sea el objetivo de esos dirigentes y del nivel de coincidencia o discrepancia de ellos con los restantes miembros del partido. Todo partido funciona dentro de un sistema, por lo tanto, cualquier cambio que se dé en su lógica de acción depende de estímulos internos y estímulos externos. En cuanto a éstos últimos, constituyen una de las principales causas de transformación de los partidos políticos, siendo el más frecuente el fracaso electoral. Pero el hecho que con frecuencia los partidos se adapten a su entorno, no implica que adaptarse sea su única opción. Cuando el entorno cambia, el partido puede o no reaccionar a esos cambios, lo habitual es que lo haga, pero el modo en que responden a los estímulos externos, depende de factores internos. En este punto hay que dejar en claro, que una misma organización puede experimentar cambios muy diversos. A su vez, el modo que los partidos responden a las imposiciones externas no sólo depende de cual sea el objetivo prioritario de sus elites relevantes, ni de que en esas elites dominantes predominen los pragmáticos o los ideólogos. El modo que los partidos responden tiene mucho que ver con las características y capacidades de esa elite y con su inclinación o no al riesgo. Por lo tanto, el modo que las elites interpretan los acontecimientos externos y el modo en que el partido responde a los mismos, no sólo depende de sus objetivos, sino en gran medida, de su sistema de creencias que influirá trascendentalmente en su interpretación de que sea un fracaso para el partido, cuál sea su causa, y la estrategia necesaria para superar tal fracaso. 2.- Las características originales de la organización constituyen condicionantes de nuevas situaciones a las que debe enfrentarse. En éste punto tomaré como variables el tipo de desarrollo territorial, que en el caso de la UDI será por penetración, pues la organización se extiende a partir de un único núcleo de líderes que potencia el crecimiento de nuevos núcleos locales, y donde los centros de formación de sus elites, específicamente las universidades juegan un papel preponderante. También la existencia de un liderazgo carismático que imprime identidad organizativa, que para éste caso lo representa Jaime Guzmán.

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Del modelo de Kitschelt tomaré la lógica de transformación desde una perspectiva interna. Su estudio me permitirá determinar las razones que inciden en la construcción de estrategias políticas, que no necesariamente responden a la lógica de competición electoral. Así, los partidos pueden elegir entre dos lógicas alternativas: Una lógica de representación política y una lógica de competición electoral. De su análisis ocuparé la categorización de ideólogos y pragmáticos, pero no de lobbistas, ya que no se ajusta al estudio de un partido de cuadros como la UDI, donde la clase política que toma las decisiones es bien definida y cuyo proceso es eminentemente verticalista. En este punto, no se niega que las preferencias de todos los miembros del partido han de tomarse en cuenta y que de alguna manera puedan influir en el cambio partidista, pero no todos influirán por igual. Por otro lado, se asume que los líderes políticos evolucionan y cambian de preferencias, y sólo cuando un partido plantea cambiar sus programas y estrategias es cuando conocemos su postura y su praxis, lo cual no asegura que puedan cambiar su posición. Este punto es complementado con el modelo de Sheslinger donde asume que hay dos tipos de líderes y dos objetivos principales para los partidos Además, no he considerado un nuevo cleaveage político, pues para mi estudio no constituye un aspecto fundamental. Si bien la UDI es un partido que se nutre del gobierno autoritario, no representa un nuevo cleaveage político, ni una nueva demanda social. 3.- El modelo de Strom entrega los elementos necesarios para estudiar el comportamiento de un partido tradicional, cuyo objetivo es cosechar votos, lograr cargos o aplicar políticas. De su modelo se asume que los votos no son un objetivo en sí mismo, sino un medio para alcanzar otros objetivos. Cuando los partidos se fundan adoptan una determinada etiqueta ideológica y formulan determinadas propuestas políticas, pero cuando un partido es capaz de modificar su ideología o programa con tal de gobernar, cosechar votos o aumentar su poder es que lo sitúa como un partido que sigue la lógica de competición o la lógica de representación. Además, el papel que le asigna a los líderes y la lógica de acción, no prescinde en considerar que éstos deben en tomar en cuenta las preferencias de los restantes miembros del partido. Esta perspectiva es complementada con el modelo de Panebianco al concebir el poder como poder organizativo, entendiéndolo como una relación de intercambio desigual que se deriva del control que cada uno de los actores tiene sobre los recursos organizativos (incentivos colectivos, incentivos selectivos y zonas de incertidumbre).

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1.2 TEORÍA DE LAS ELITES En un sistema democrático, el análisis de la clase política tiene que situar a los partidos en el centro de estudio, pues gran parte de los procesos que permiten distinguirla se desarrolla en el ámbito del Estado de partidos. Guillaume Sainteny (2002:198) en su estudio de las elites políticas en Francia plantea que para los “elitistas” un fenómeno así, es inherente a todas las organizaciones y a todas las formas de la vida social, por lo cual no podría dejar de darse en el seno de los partidos. Esta línea de análisis ha llamado particularmente la atención de politólogos a partir de la revalorización creciente del papel del individuo por sobre sus colectividades, como también su injerencia en el proceso de toma de decisión. El estudio de elites ofrece ventajas importantes para el abordaje del hecho político, la primera de ellas es teórica, la otra metodológica. Su ventaja teórica reside en el hecho que facilita la construcción de un esquema interpretativo, es decir, la teoría elitaria puede incrustarse en un modelo sistémico amplio de largo alcance, sin perder lo anecdótico y cotidiano. La ventaja metodológica es más evidente. El trabajo con elites exige el ejercicio de técnicas adecuadas al rescate de trasfondo cualitativos y biográficos. La entrevista es en este sentido, una herramienta con un potencial enorme. El aprovechamiento de fuentes secundarias, como los diccionarios biográficos, directorios, revistas, periódicos, archivos, etc, debe ser visto como complemento necesario para el conocimiento de los individuos que integran la elite. En los últimos años se ha venido desarrollando en nuestro país un significativo proceso que denominaremos de “renovación política”, que ha significado una remodelación de gran parte de las propuestas de los actores políticos, así como un cambio importante en su estilo de acción. El cambio no se ha limitado a un cambio generacional de las elites dirigentes, ni en la simple adecuación del discurso a las nuevas exigencias coyunturales, por el contrario, ha implicado una revalorización de la democracia y una modificación conceptual de la política. Bajo esta perspectiva, no hay duda que la clase política cambió, no sólo en su método de acción, sino también en su composición. Elementos claramente más jóvenes dieron un nuevo cariz a esta etapa democrática, coexistiendo con elementos antiguos e imprimiendo un sello particular a esta nueva forma de hacer política, cuya característica principal es el consenso. Si bien el tema de las elites es de recurrente estudio, es preciso indicar que la numerosa bibliografía que existe tiene como limitación estar dedicada fundamentalmente a la experiencia de países europeos y Estados Unidos, realidades contrarias y ajenas a los fenómenos que ocurren en Latinoamérica, especialmente Chile. En el ámbito nacional, uno de los pocos estudios lo efectuó Ignacio Walker (1988). Su análisis incluye el perfil

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de una elite aún sujetas a las decisiones del gobierno autoritario, por lo tanto, bastante carente del poder real que caracteriza a la elite política a partir de 1990. Un estudio, que si me parece necesario incorporar en mi tesis es el de Cristián Gazmuri (2001:205-129), cuyo objeto de estudio son las elites chilenas y su influencia en el quehacer político y económico nacional. En su estudio incorpora a los gremialistas formados en la Universidad Católica, y a los “Chicago boys”, actores necesarios para entender la lógica ideológica y pragmática del partido Unión Demócrata Independiente. Históricamente “elite” fue el término con que los franceses designaron a “los mejores”, y se refiere al grupo o clase que es considerado como la más preparada para las tareas de dirección política, económica o cultural de una sociedad. Para Bottomore (1965:7), la palabra elite fue utilizada en el siglo XVII para referirse a productos de calidad excepcional y más tarde amplió su sentido aplicándola a grupos sociales superiores, tales como unidades militares distinguidas o los rangos más elevados de la nobleza. Sin embargo, su empleo no alcanzó amplia difusión en la literatura social y política, sino hasta finales del siglo XIX en Europa o hasta 1930 en Inglaterra y América, época en que la palabra se propagó a través de las teorías sociológicas de las elites. Norberto Bobbio (1985) en su “Diccionario de Política” define elite como la teoría que afirma que en toda sociedad una minoría es siempre la única que detenta el poder en sus diversas formas frente a una mayoría que carece de él. Redefine el concepto aplicándolo a la política de la siguiente forma: “es una teoría que afirma que en toda sociedad el poder político, o sea, el poder de tomar o imponer, - aún recurriendo en última instancia a la fuerza- decisiones valederas para todos los miembros del grupo le pertenecen siempre a un círculo restringido de personas” (Bobbio,1985:590). Pero para llegar a esa definición tuvo que pasar mucho tiempo y también muchos aciertos y desaciertos de diferentes pensadores que aportaron cada uno un grano de arena para el estudio politológico. a) Elitistas tradicionales: Los más importantes representantes del elitismo tradicional son Vilfredo Pareto y Gaetano Mosca, quienes junto con Robert Michels impulsaron la idea de los grupos privilegiados. Ellos parten de una desigualdad inicial entre gobernantes y gobernados que les lleva a sostener cierta incapacidad de la masa para gobernarse a sí misma. Gaetano Mosca (1984) en su obra “La clase Política” explica que en toda sociedad aparecen dos clases de personas, una que domina y otra que es dominada, donde la primera siempre es menos numerosa, hace todas las funciones políticas, monopoliza el poder y disfruta las ventajas que el poder brinda, mientras que la segunda, la clase más numerosa, está dirigida y controlada por la primera. En éste sentido, no importa el tipo de régimen que impere ni el país, pues siempre existe una clase especial y específica a la que denomina

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clase política, cuya composición depende de sus cualidades especiales, reales o aparentes, con las cuales logran mayor influencia dentro de la sociedad en que viven. La creencia común es que un gobierno libre, igual y legítimo es un gobierno basado en la mayoría, que por sus votos, delega sus poderes por un tiempo específico a un grupo de hombres que los representan. Pero cuando hay muchos candidatos, el voto queda determinado por varios criterios que influyen en el individuo que sufraga. Y en este marco los que tienen más opción de ganar son aquellos candidatos que cuentan con el apoyo de una minoría organizada, que puede ser una familia, un grupo religioso o un partido político. Siguiendo la idea de Mosca, Pareto en su obra “Tratado de Sociología General” publicada por primera vez en 1939 plantea el principio de circulación de las elites. En todas las actividades humanas existe un tipo de personas que está en lo más alto a la que denomina “elite”, y el resto de la población a la que denomina “no elite”. Además hay dos clases al interior de la elite, la que está a la cabeza del gobierno y aquella que no lo está. Es la interacción de la elite y no elite la que genera “la circulación de elites”, que consiste en el intento de la última de ascender al poder y la renuencia de la primera para impedírselo (Citado en Candia,1999:35). Por su parte, el sociólogo alemán Robert Michels (1969), luego de estudiar la organización del Partido Social Demócrata alemán establece la concentración de poder en un grupo que él prefiere llamar oligarquía. En todo tipo de organización humana, la aparición de este grupo minoritario es inevitable: “la oligarquía es la forma preestablecida de la vida en común de los grandes grupos sociales”...”la existencia de jefes es un fenómeno inherente a cualquier forma de vida social”...”los jefes son técnicamente indispensables” (Citado en Sainteny, 2002:200). Para Michels la sociedad necesita de organización, pero para lograrla necesita crear una voluntad común que se construye por la acción de uno o de varios líderes. Estos surgen, porque el sistema mismo de división del trabajo va creando cargos que determinadas personas deben realizar funciones directivas, también, por razones psicológicas de la masa misma que necesita tener un líder que represente sus ideales y por quienes puedan sentir gratitud. La masa es incapaz de organizarse por propia iniciativa y necesita ser movilizada, es decir, que alguien canalice su deseo latente de agrupación ordenada. Ese alguien, en opinión de Michels, tiene además atributos especiales para conducirla. Cuando el líder obtiene efectivamente la posición que pretende y llega a dominar la masa se hace profesional, aumenta sus funciones y logra trascender, entonces se hace indispensable. La consecuencia inevitable para Michels, es que: “entonces el conductor se aleja de la masa pasando a formar parte de un grupo minoritario y selecto de líderes, donde todos sus integrantes se reconocen y se vinculan a partir de sus intereses comunes frente a la masa, siendo el interés primordial que los anima el de permanecer en sus cargos” (Citado en Sainteny,2002:201). Sin embargo, aún cuando la masa carezca de poder, puede ejercer presión sobre las

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minorías gobernantes a través de expresiones de descontento y protesta, pero inevitablemente se repetirá el ciclo, pues el conductor de la protesta formará su propia elite, o se unirá a las ya existentes desvinculándose de sus bases una vez lograda su posición objetivo. Michels explica la tendencia de la oligarquía como “una ley de hierro”, de tal manera que siempre la mayoría de los seres humanos sólo deben cumplir un papel sustentador de la minoría que gobierna (Oligarquía). La sociedad necesita perfeccionar sus organizaciones para adecuarse a los nuevos procedimientos y técnicas en uso, y en Michels es la organización el elemento que confiere poder. Aunque no se califica entre los elitistas tradicionales, vale hacer mención al aporte de Max Weber (1964) que establece la ventaja del “pequeño número”, característica aplicable al comportamiento de la elite. Este consiste en la posibilidad que tienen los miembros de la minoría dominante de ponerse rápidamente de acuerdo a fin de crear y dirigir sistemáticamente una acción social encaminada a la conservación de su posición dirigente, lo que les permite controlar la situación frente a la a veces amenazadora actitud de la masa. Hace más rápida la toma de decisiones en caso de emergencia, como también adoptar el criterio más conveniente para la distribución de los recursos que son siempre escasos y que no siempre es compartido por la masa de la población. A pesar de esto, se corre el riesgo de que el grupo minoritario en el poder desee perpetuarse en el cargo, convirtiéndose en una oligarquía que impide el acceso a tal grupo de un nuevo miembro. Con respecto a la profesionalización de la elite, el sociólogo alemán constata la “aparición de un nuevo tipo de hombres políticos profesionales” (Citado en Sainteny, 2002:204), que coincide con el desarrollo del Estado moderno y con la creciente división del trabajo. El proceso es el siguiente: en la sociedad feudal cada señor dispone de sus propios instrumentos y medios de poder, pero el Príncipe expropia lentamente a la aristocracia de sus medios de dominio político y se asegura el monopolio de la violencia física. De este modo, desaparece la organización en la que las actividades de dominio social eran ejercidas por los mismos agentes, a favor de una burocracia estatal que pone en práctica la división del trabajo. Esta evolución trae consigo la aparición de una nueva actividad: la conquista y el ejercicio del poder. De aquí nacen los hombres políticos en el sentido Weberiano, desposeídos de los medios de gestión que el Estado /príncipe les ha expropiado y que se ven poco a poco forzados a remunerar su actividad, es decir a vivir no sólo “para” la política, sino también “de” la política, convirtiéndose así en profesionales de la política El enfoque posicional es sin duda el más socorrido. El estudio clásico dentro de esta modalidad es el de Wright Mills, quien realizó un trabajo más descriptivo de la existencia de elites en la sociedad norteamericana. Según el autor, la “elite del poder” es aquella que ocupa las máximas posiciones formales dentro del aparato estatal, económico, religioso o militar. Sin embargo, esta elite establecida no se halla exenta de cierta tensión, pues solo se une en determinados puntos coincidentes y en

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ciertas crisis, por lo tanto, cuál de los tres tipos gobierna, va a depender de las tareas del momento (Mills,1978:259-262). Para Mills, la elite del poder se basa también en la similitud de los miembros que la integran, en las relaciones oficiales e individuales entre éstos, y en sus afinidades sociales y sicológicas. Advierte que, a fin de captar la base personal de la unidad en la elite del poder, hay que recordar primero los datos de origen, la carrera y el modo de vida de cada uno de los círculos que la componen. La similitud de origen de los miembros de la elite del poder queda subrayada y aumentada por el hecho de su educación común, pues casi todos son universitarios graduados. Asimismo, el contacto continuo contribuye a estrechar sus lazos comunes y a medida que las condiciones para ocupar los primeros puestos en cada una de las principales jerarquías se hacen similares, los tipos de hombres que la desempeñan se van pareciendo. No es preciso que cada miembro de la elite intervenga en todas las decisiones de modo personal, porque tienen muy en cuenta a los otros y sabe que en las decisiones en que no participa sí pueden influir en aquellos que las toman. En síntesis, el trabajo de Wright Mills devolvió a las elites su no tan evidente carácter comunitario, pues las exhibe como conjuntos sectarios que en mucho reflejan las características de la comunidad amplia que lideran. Son grupos con personalidad colectiva y esquemas de pensamiento compartidos, divulgados gracias a una socialización cuidadosamente conducida a través de escuelas, universidades y asociaciones de amistad. b) Elitistas democráticos: Lo fundamental de esta corriente es la tesis de que la existencia de elites lejos de ser incompatible con la democracia, constituye la mejor garantía para ella. Claro está, que estos elitistas no hablan del concepto tradicional de democracia que plantea que para lograr el bien común es el pueblo mismo el que decide mediante la elección de individuos que deben reunirse para ejecutar su voluntad. De esta corriente he tomado a Giovanni Sartori, Suzanne Keller y Robert Dahl. Sartori, en su “Teoría de la Democracia” insiste en la idea que las elites constituyen la garantía de la democracia. Señala que el pueblo asume el papel de gobernante solamente al momento de las elecciones, cuyo objetivo no es promover la participación popular sino elegir a los líderes. Agrega que el poder de la elite gobernante se funda en el reconocimiento de su superioridad, antes que en el hecho de la elección (Citado en Candia, 1999:37). Como minorías efectivas y responsables califica Suzanne Keller (1971) a las elites. Establece una jerarquía y plantea que algunas pueden despertar una atención momentánea, pero sólo unas pocas pueden ejercer un impacto social. Estos grupos son los que denomina “elites estratégicas”, diferentes a las sectoriales, que abarcan no sólo el ámbito político, militar y económico, sino también las áreas morales, culturales y científicas. Agrega

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que el que una elite sea estratégica no depende de sus actividades específicas, sino del fin de las mismas. El enfoque de toma de decisiones es la modalidad que adopta Robert Dahl (1989), mediante la cual define a los miembros de la elite en términos de su poder e influencia, evidenciado por la capacidad de tomar decisiones que afectan el comportamiento del grupo social. Este esquema se desprende del modelo pluralista que asume Dahl para observar la democracia, pero el problema de éste enfoque es la subjetividad de un indicador tal, como la capacidad para influir o tomar decisiones trascendentes. c) Roderic Ai Camp. Una propuesta metodológica: En 1976, Roderic Ai Camp publica el primero de una serie de libros que lo convertirían en una de las mayores autoridades en el estudio de las elites mexicanas: “Mexicam Political Biographies”, que en esa edición abarcó el período 1935-1975. Este trabajo ha sido enriquecido por Camp, quien lo reeditó en 1982 abarcando de 1935 a 1981, y en 1991 cuando publicó un volumen complementario abarcando de 1884 a 1935. Con este material publicó en 1988 el libro Who´s Who in México today (En: Rionda.1996:14-18). Ai Camp privilegia las fuentes directas de información, por lo que apoya sus investigaciones en entrevistas personales con los diferentes sectores. Este método le permite inyectar a sus escritos un fuerte contenido humano y vivencial, sin descuidar el rigor en el manejo e interpretación. En 1980 publicó uno de sus aportes más importantes, “Los líderes políticos de México, su educación y reclutamiento”. Este texto se fundamenta en amplias entrevistas y nutrida correspondencia con más de 100 líderes políticos, sin descuidar las fuentes escritas. En este documento, Camp pone en evidencia los mecanismos de reclutamiento, coaptación y socialización del personal político de relevo que es incorporado a la elite, cuyo mecanismo se fundamenta en la centralización de los servicios educativos en la ciudad de México, resaltando la Escuela Nacional Preparatoria y la Universidad Nacional en este proceso de reclutamiento. Los maestros, políticos e intelectuales que ejercen el magisterio en esos centros atraen a los jóvenes prospectos y pronto los vinculan a la discusión y la actividad política. Pero el reclutamiento también es horizontal, pues los egresados que logran el éxito en sus carreras políticas pronto se apoyan en sus compañeros de clase, quienes les ofrecen puestos dentro de la jerarquía. En síntesis, Camp analiza y resalta el papel de la educación y la socialización dentro de ámbitos temporales y espaciales restringidos. En 1981, Camp publicó en español “La formación de un gobernante”, donde retoma gran parte de los resultados de su trabajo anterior sobre la educación, pero la complementa con información novedosa sobre los ambientes familiares, escolares y sociales en que se vieron envueltos los políticos en su niñez y juventud. La influencia del padre, la madre y los maestros, sobre todo, la formación de los esquemas de valores reciben una atención cuidadosa.

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d) Hacia una definición de clase política en el Estado de Partidos. Von Beyme: El estudio realizado por Klaus Von Beyme (1995) es un análisis completo de lo que es la clase política como concepto abstracto de investigación, como objeto y parte fundamental del entramado social. Es en sí, un estudio de las elites del poder político dentro del concepto empírico y racional de clase política. El autor, califica el concepto de “clase política” como de reciente cuño, porque surge como tal apenas a principio del siglo pasado, pero es hasta décadas recientes cuando el concepto se globaliza y toma cierta popularidad. A pesar de ello, comenta el autor, este sigue siendo en gran medida, intercambiable con él hasta ahora más usado de “elite política”. El libro de Von Beyme pretende demostrar la tesis de que la clase política es diferenciable de la elite política, a pesar de que las personas a las que se designa con ambos nombres son parcialmente idénticas. Por ello, define la clase política como un cartel de las elites de los partidos que aparecen sobre todo debido al desarrollo del Estado de partidos en la democracia moderna. Al respecto Von Beyme plantea que elite es un concepto más amplio, puesto que también puede comprender a las elites económicas, culturales y de los medios de comunicación. Por otro lado, la especificación de elite política es más limitada que el concepto de clase política, puesto que a esta pertenecen todos los políticos en la medida que participan de la estructura de privilegios, incluso aunque no alcancen una gran importancia en la jerarquía decisoria de la elite. Sin embargo, en la clase política frecuentemente se incluyen también los actores que influyen en las decisiones políticas, la elite administrativa, las elites económicas y los grupos dirigentes de grupos de intereses importantes. La desventaja de un concepto global de clase política es que es preciso operacionalizarlo para alcanzar una evidencia empírica. La propuesta del autor es emprender la operacionalización, de tal modo que se clarifique en primer lugar los procesos que determinan que es hoy socioestructuralmente la clase política, para analizar a continuación que hace esa clase política. Para ello emplea los enfoques estructurales de la teoría de sistemas junto con los planteamientos de la teoría de la acción. Lo más importante, es reconocer que la diferencia entre clase política y elite política no sólo es cuantitativa, sino cualitativa. Según esto, la clase política en su conjunto no es parte de la clase dirigente, aunque ésta se encuentra formada por diversas elites de la clase política y otras que en muchas ocasiones distan de lo político. El objeto, razón de ser y de actuar de la clase política tiene como eje articulador “el control político”. En este sentido, explica el autor, el enfoque socioestructuralista muchas veces tiene que trabajar con el postulado de que la elite misma es quien controla a la sociedad o a la política, pero los enfoques más bien orientados a la acción, requieren una mayor fe en la capacidad de control del sistema político por sí mismo.

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Resultado del análisis que realiza sobre la clase política en el sistema de partidos, concluye que el abismo entre las elites y las no elites no se ha hecho mayor, pues la orientación que en la actualidad se hace de la práctica política exige de la clase política como principio de supervivencia, mayor sensibilidad respecto a las aspiraciones de las no elites. Por otra parte, los actuales escenarios han puesto de manifiesto otra paradoja: El proceso mediante el cual la clase política se distancia de sus electores se ha hecho necesario, precisamente, porque ha aumentado la vinculación de los deseos de los electores a las posibilidades de presión de las minorías organizadas ad hoc en iniciativas ciudadanas. Esto expresado en términos funcionalistas, significa que debe existir un mínimo básico de distanciamiento entre la clase política y su pueblo, y que esa distancia entre uno u otro se traduce en el margen de acción que tienen los primeros para poder cumplir con las aspiraciones de los gobernados. Más aún, en una sociedad globalizada es más claro que la clase política lucha por alcanzar una cierta autonomía respecto de sus electores, y esto en mayor medida y con mayor fuerza para participar activamente del mundo político dejando atrás su papel de espectador. En definitiva, la clase política no es tanto una comunidad de actores que desarrolla una acción conjunta, sino la abstracción de ciertas tendencias de desarrollo de las sociedades modernas en las que todos los actores que participan del intercambio político generalizado pueden definirse como clase política y como favorecidos de esa relación de poder. Pero el concepto de clase política también debe anclarse en el aspecto de la organización de los partidos. A raíz del enfoque sociológico de Weber se ha cultivado una mayor comprensión para el desarrollo de la política como profesión en la que el político no sólo vive para, sino también de la política y donde su acción se enmarca en la vida de las instituciones del poder público. Dado que la elite política está orientada a la acción, y la clase política incluye también a los políticos de segunda fila que solo tienen una participación periférica en las decisiones políticas, pero que participan de sus privilegios en escenarios plurales, esta tiende a ser más gruesa, lo que hace que la elite política dada su fuerte jerarquización tenga menor movilidad y sea mayor su reciclaje. Por el contrario, la clase política es necesaria para el control que la elite política ejerce en otros ámbitos del tejido social, y por ello le es necesaria para su legitimación. Un tema importante tratado por Von Beyme es la comercialización de las campañas electorales y la utilización de los medios de comunicación, que ha traído como consecuencia que la clase política se sirva de métodos de dirección más bien discretas. Este proceso es favorecido por la cooperación de los políticos y las elites de los medios de comunicación que cada vez trabajan más mano a mano. La consecuencia de la comercialización de las campañas electorales en Europa al igual que en Norteamérica, ha obligado a los miembros de la clase política a determinadas formas de conducta que pueden otorgar ventajas de posición. El cuidado de la imagen y la acuñación de eslóganes

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publicitarios eficaces adquieren un papel más creciente, fenómeno que se hace cada vez más evidente en nuestro país. La política y los medios de comunicación cooperan cada vez más en la producción de encuestas. También la clase política depende de asesores contratados para la elaboración de las campañas electorales y para cuidar la imagen de los candidatos. Actualmente, sólo se puede decidir profesionalmente y con la ayuda de encuestas sobre la utilización racional de medios escasos durante la campaña electoral. El candidato tiene interés en que la campaña se mantenga “bajo control”. Por consiguiente, los candidatos abiertos a la participación tienen que programar cuidadosamente el trabajo con los ayudantes voluntarios. De ahí que los pequeños grupos de personas de confianza sean la regla. No pocos de ellos son aspirantes a ascender en la clase política con el propósito de hacer a su vez una carrera política. Pero también en la campaña electoral es válida la regla de una constitución de la clase política: “lo que se ha ganado en distanciamiento, debe reintegrarse como capacidad de reaccionar a los deseos de los electores”. - Aspectos considerados en la tesis: Entendiendo que en toda sociedad existe una minoría organizada que detenta el poder, toma decisiones y ocupa las máximas posiciones formales dentro del aparato estatal, que viven de la política y para la política en el sentido weberiano, su importancia dentro del sistema de partidos es trascendental, porque a través de sus acciones inciden de manera positiva o negativa en la permanencia del mismo. En mi tesis utilizaré el concepto de clase política definido por Von Beyme, entendiéndola no como una comunidad de actores, sino la abstracción de ciertas tendencias de desarrollo de las sociedades modernas. Me parece un concepto más amplio para determinar no sólo a la clase dirigente, sino a todos aquellos actores que tienen como objetivo el control del sistema político y que le otorgan legitimación a la elite política. En este sentido, es necesario definirla con relación a la similitud de los miembros que la integran, tanto en sus afinidades sociales y sicológicas, donde todos se reconocen y se vinculan a través de sus intereses comunes. Estas características comunes posibilitan la capacidad de ponerse rápidamente de acuerdo a fin de crear y dirigir sistemáticamente una acción social encaminada a la conservación de su situación dirigente, lo que le permite controlar la situación. La formación educacional es trascendental para consolidar esta unidad de criterios, porque imprime una forma de socialización, formación valórica e intelectual, como también la inclusión de determinado individuo a la camarilla política. Para esto, me apoyaré en la metodología utilizada por Ai Camp en sus estudios de las elites mexicanas. Por otro lado, considero necesario tomar en cuenta su acercamiento a los medios de comunicación, al cuidado de la imagen, a la utilización de encuesta, y a la cada vez más necesaria utilización de asesores, para

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poder reaccionar en forma más eficiente a los deseos de los electores. En éste sentido, juegan un papel importante para la UDI centros como: Libertad y Desarrollo y la Fundación Jaime Guzmán: En cuanto a la metodología, los estudios realizados por Ai Camp otorgan un acercamiento empírico interesante. Para ello utilizaré algunas entrevistas en profundidad, sin embargo mi mayor aporte estará dado por fuentes secundarias extraídas de diarios y revistas de importante circulación nacional. Diagrama Nº8

Clase Política

Abstracción de ciertas tendencias de desarrollo

en las sociedades modernas

Control del sistema político

- Detenta el poder - Toma decisiones - Vive de la política y

para la política - Ocupa las máximas

posiciones formales dentro del aparato estatal

- Legitiman a la elite política

- Similitud de los miembros que la integran

- Formación educacional - Afinidades sociales

Unidad de criterios en el proceso de toma de

decisiones

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CAPÍTULO II SISTEMA EDUCATIVO. FUNDAMENTO DE LA CLASE POLÍTICA Hablar de educación es referirse a “formación”, por lo cual analizar este fenómeno determina la variable, quizá más importante, en la formación de la clase política. Educación supone homogeneidad, tanto en el lenguaje, forma de ser, reglas de conducta, como también una forma de actuar. Para Seymour Lipset (1967), la educación en América Latina sobre todo la superior, incorporó nuevos elementos a las elites existentes, transformando a los universitarios en miembros de ella casi en forma automática, porque un bajo porcentaje de la población logra acceder a ella. Para Cristián Gazmuri (2000), las elites que han dado nuevos rumbos a la política chilena en los últimos 70 años se formaron en universidades chilenas, en particular la Universidad Católica y la Universidad de Chile, donde hoy juegan un papel no menos importante las universidades privadas. Un reportaje de investigación realizado por revista Cosas, permite confirmar este hecho (Revista Cosas, 29/01/1999: 28). Detrás de la Universidad del Desarrollo está el Instituto Libertad y Desarrollo, por ende el gremialismo. Fue creada el 23 de enero de 1990 en Concepción y extendió sus dominios a Santiago con la compra de la Universidad de las Condes. El presidente del consejo directivo y uno de sus fundadores es Joaquín Lavín, candidato presidencial de la UDI. A él se suman empresarios como Carlos Alberto Délano, uno de los dueños del grupo Penta; Ernesto Bafalluy, dueño de inmobiliaria Manso de Velasco y encargado de conseguir los recursos para las distintas campañas de Lavín; el ingeniero Federico Valdés Lafontaine, fundador de la universidad y Cristián Larroulet, ex director de Odeplán durante el gobierno militar y director ejecutivo del Instituto Libertad y Desarrollo En tanto, la Universidad Finis Terrae congrega a importantes ex colaboradores del régimen militar. Su consejo superior está integrado por los ex Ministros, Pablo Baraona en economía y minería; Sergio de Castro en Hacienda; Alvaro Bardón, Subsecretario de Economía y ex presidente del Banco Central; Alvaro Vial, ex Director del INE. Esta universidad fue armada según fuentes del Ministerio de Educación, por quienes estaban a cargo de la división de educación superior del gobierno militar, entre ellos, el Rector Rubén Covarrubias y Erich Villaseñor. La Universidad Gabriela Mistral fue la primera universidad privada en iniciar sus funciones. Lo hizo en marzo de 1981 y sus financistas también son un secreto. Tanto que, según fuentes del Ministerio de Educación, no recibe aporte fiscal indirecto para evitar la entrega de información, perdiendo así importantes aportes estatales. También la Universidad Adolfo Ibáñez, netamente empresarial y en cuya directiva figura el ex ministro del Interior, Carlos Cáceres, quien a su vez es presidente del Instituto Libertad y Desarrollo. La Universidad Andrés Bello fue creada en octubre de 1988. Está dirigida por empresarios de derecha y por ex colaboradores del régimen

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militar, como el ex ministro de educación Juan Antonio Guzmán, el de vivienda, Miguel Angel Poduje y el director de presupuesto, Jorge Selume. En tanto, la Universidad Los Andes fue creada en septiembre de 1989 y en ella está concentrado el Opus Dei. Recibe según fuentes ministeriales, importantes donaciones del sector privado. 1.1 La Universidad Católica, cuna de una nueva elite El 21 de junio de 1888 el Arzobispo de Santiago, Monseñor Mariano Casanova firmó el decreto mediante el cual se fundó la Universidad Católica de Chile, nombrando a Monseñor Joaquín Larraín Gandarillas, Obispo de Martyropolis su primer rector. En un comienzo sus menguados recursos económicos, su estrecha vinculación al Partido Conservador, la falta de tradición académica y su carácter militantemente confesional limitó el número de alumnos y conspiró contra su calidad formativa de elites, en una época en que el positivismo no era cuestionado por la intelectualidad chilena. Este panorama cambió hacia 1930, convitiéndose así en el mayor centro político intelectual. Diversos grupos, renovadores en la historia de Chile surgen de sus aulas en mayor proporción que de la Universidad de Chile. Cristián Gazmuri (2000:5) explica que este cambio obedece al hecho de que el panorama intelectual europeo, del cual Chile ha sido fiel reflejo, tuvo un giro profundo después del tránsito del siglo XIX al XX. El positivismo y el racionalismo, filosofías a las cuales la Universidad de Chile parecía adscrita estrechamente se debilitaron. Producto de ello, se produce una renovación del pensamiento católico en su apreciación del mundo moderno, cambio ya consagrado en el viejo continente desde 1891 con la aparición de la Encíclica Rerum Novarum. En este sentido fue fundamental la obra de un grupo de intelectuales franceses, filósofos y literatos que fueron admirados en el Chile católico: León Bloy, Charles Péguy, Paul Claudel, y especialmente Jacques Maritain. También fue fundamental la aparición de otra encíclica social, “Quadragésimo Anno” en 1931. Por otra parte, su apertura a sectores de la clase media posibilita el reclutamiento de la mejor intelectualidad joven y renovadora de Chile. Los jóvenes mesócratas no egresaron sólo del liceo, institución que continuó con la tradición laica, sino también de colegios católicos. Cabe señalar que este fenómeno social ocurrió sin que los jóvenes católicos de nacimiento oligárquico dejaran de ingresar a la Universidad Católica. El último factor fue de orden cualitativo: la brillante gestión del rector Carlos Casanueva, quien tenía claro el rol de la ciencia y el conocimiento en el mundo contemporáneo y que transformó la Universidad Católica de ser una especie de instituto superior privado en una nueva Universidad. En esta época se educó en la Universidad Católica, especialmente en la escuela de Derecho, una generación particularmente brillante, de la cual saldrían intelectuales y políticos del más amplio relieve y de los más diversos signos doctrinarios: Eduardo Frei, Julio Philippi, Jaime Eyzaguirre,

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Osvaldo Lira, Mario Góngora, Bernardo Leighton, Bernardino Piñera y otros. Personalidades como Osvaldo Lira y Jaime Eyzaguirre imprimieron un sello neoconservador e hispanista en una generación, aglutinados alrededor de las revistas “Estudios” y “Finis Terrae”. Algunos de sus representantes son: Javier González, Arturo Fontaine Aldunate, Cristián Zegers y Gonzalo Vial entre otros. Sin embargo, más significativos que las personalidades, fueron los movimientos político-intelectuales en que éstos jóvenes se organizaron. En la década de 1930, el principal de éstos movimientos fue la Falange Nacional, núcleo fundacional del Partido Demócrata Cristiano, y que tuvo un carácter más político. Mientras que en la década de 1960, el gremialismo, el grupo de economistas neoliberal, llamados comúnmente Chicago Boys, y el MAPU son los que tienen primacía. 1- Surgimiento de los primeros movimientos estudiantiles en la Universidad Católica En 1922, propiciado por la Juventud Católica se aprobó la representación estudiantil en el seno del Consejo de Facultades, pero solo en 1939 un grupo de universitarios encabezados por José Piñera Carvallo, alumno de la facultad de Derecho echó las bases de lo que sería la Federación de estudiantes de la Universidad Católica, que nace, según el rector Carlos Casanueva: “para promover el bien común y la vida universitaria en sus múltiples manifestaciones científicas, deportivas, sociales y religiosas” (Krebs, 1988: 25). En dicho año la U.C no tenía más de dos mil quinientos alumnos, representados por los centros de cada facultad y las inquietudes estudiantiles se limitaban al Centro de Acción Católica de la federación deportiva. Hasta 1944 la FEUC, sin elecciones directas, basó su acción en el diálogo personal de sus dirigentes con las autoridades académicas. Ese año en el libro “Prospecto anual”, apareció explicado por primera vez sus objetivos fundamentales: “Promover la vida universitaria y cooperar al desenvolvimiento y eficiencia de los Centros de alumnos, de Acción Católica, Federación Deportiva Académica, coro y responder a las inquietudes estudiantiles” (Debate Universitario Nº 57,1972). Un documento elaborado por los mismos estudiantes en 1945 estipula que la FEUC estará dirigida por un consejo integrado por los presidentes de centros de alumnos, presidente y vicepresidente de la federación deportiva, presidente del centro de acción católica, de las academias y por cada uno de los jefes de departamento de la federación. “Los actos e iniciativas de la FEUC se subordinarán al reglamento y espíritu de la universidad y se inspirarán en el espíritu cristiano de unión, disciplina y respeto que es tradicional en el alumnado de la Universidad Católica” (Debate Universitario Nº 57, 1972). No hay testimonio escrito de la existencia o períodos de mandatos de todos los presidentes de la FEUC. Sin embargo se poseen antecedentes de que en la década del cuarenta, tres corrientes se disputaban el cetro de la Federación: falangistas, conservadores e hispanistas. Estos últimos,

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inspirados por el historiador Jaime Eyzaguirre ganaron la FEUC en 1948, con Edmundo Miguel Bañados, sucedido por el gremialista Carlos Vial Castillo. Una de las presidencias más creativas estuvo en manos del estudiante de arquitectura, el falangista Fernando Sanhueza, quien durante su mandato logró la representación del alumnado en el Consejo Superior, aunque sin derecho a voz ni voto y la votación secreta y directa de los estudiantes para elegir Federación (Husch,1991:13). En 1957 el Movimiento Gremial Universitario, encabezado por el estudiante de economía Pablo Baraona, desplazó a la Falange. Los gremialistas plantearon su candidatura como alternativa a “la politización” de la FEUC por los falangistas, pero estos últimos irrumpieron nuevamente en 1959. Vinieron Fernando Munita, dos períodos de Claudio Orrego (entonces se planteó la reforma universitaria por primera vez en forma oficial en la V Convención de Estudiantes), Andrés Varela, Manuel Antonio Garretón, Carlos Eugenio Beca, Fernán Díaz, Miguel Angel Solar y Rafael Echeverría. Durante sus períodos germinó y se hizo realidad la semilla reformista. 2- El Gremialismo, historia de una generación La década del sesenta en la Universidad Católica y el resto del mundo se caracterizó por el surgimiento de severas críticas a todo lo establecido. En particular, se veía entre los estudiantes un malestar frente a la universidad, sus autoridades, su conducción, su tradición autoritaria y conservadora. Para el sociólogo José Joaquín Brunner: “Se reclamaba, sobre todo una mayor integración de la universidad que hiciera posible entregar a los alumnos una formación general común, en la perspectiva de la superior unidad católica. Además, se exigía un ámbito más propicio para el cultivo de las ciencias y la modificación del esquema catalogado como rígidamente profesionalizante” (1981:50). Manuel Antonio Garretón, presidente de la FEUC del año 64, expresaba: “La universidad está hoy en crisis, fundamentalmente de valores y para solucionarlo es necesario un nuevo espíritu universitario que llevara a la reestructuración de la universidad “(Husch,1991:10). Ese mismo año, la FEUC publicó una antología con artículos de académicos preocupados por los problemas de la educación superior chilena que se editó con el nombre “ Universidad, Nuestra Tarea”. Un artículo allí incluido, del jesuita Hernán Larraín Acuña, fruto de sus conferencias como rector de la Universidad Católica de Valparaíso dictadas en 1962 y 1963 cobró especial relieve, y sus críticas a las universidades católicas encontraron un eco inusitado en la juventud (Documento FEUC, 1964:114). Jaime Guzmán, en esa época estudiante de derecho, no pudo quedar al margen de dicha situación, sobre todo teniendo en consideración que era precisamente en la universidad donde era posible apreciar como los grupos o partidos políticos pretendían monopolizar la actividad universitaria. Bajo esta premisa Guzmán plantea: “bajo la idea fuerza de insertar a la universidad en la realidad social, late el propósito evidente,

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aunque no siempre reconocido, de convertir a la educación superior en un instrumento del enfoque ideológico e ideologizado de cierto grupo político, sobre como debía ser Chile, sus estructuras políticas, económicas y sociales” (Guzmán, 1992:33-34). Guzmán desde el comienzo fue el líder natural del movimiento gremialista. El 11 de agosto de 1967, día en que fue tomada la sede central de la U.C por los estudiantes que exigían una reforma universitaria, su influencia comenzó a adquirir un relieve inusitado. Creó a su alrededor un grupo, que aparte de oponerse doctrinariamente a la instrumentalización política de las organizaciones estudiantiles, proponía una sociedad ordenada de acuerdo al principio de subsidiariedad. Entre sus integrantes destacan de manera principal Jovino Novoa, Hernán Larraín, Sergio Gutiérrez, Ernesto Illanes, Felipe Lamarca, Roberto García, Raúl Lecaros, Máximo Silva, Manuel Bezanilla, Rodrigo Mujica, entre otros (Soto, 1995:42). Para Ana Victoria Durruty (1999) la derecha tradicional cargaba sus culpas, quizás por la falta de renovación de sus ideas, aspecto en que sus adversarios políticos desplegaban una amplia oferta de utopías, por lo cual el movimiento gremial resultaba una alternativa. Es así como se constituye como ente orgánico en la Escuela de Derecho de la Universidad Católica de Chile a principios de 1966, luego de haber arrebatado a la Democracia Cristiana, con Manuel Bezanilla a la cabeza el control del centro de alumnos de dicha facultad. A partir de ese momento, el centro de alumnos de derecho pasó a ser la expresión más significativa de los postulados gremiales que el movimiento encarnaba, señalando su compromiso a “sustraerse de la órbita de los partidos políticos y servir efectivamente a los legítimos intereses de todos los alumnos” (Krebs, 1988: 38). A comienzos de 1967 se da a conocer una carta abierta en la escuela de derecho que promociona la formación del proyecto gremial como una entidad organizada, invitando a los alumnos de dicha facultad a adherirse a los comités que se constituyeron en cada curso. Asimismo, se elaboró la Declaración de Principios en los que se funda su pensamiento y postulados básicos y expresa el interés por captar la participación de todas las demás escuelas con el objeto de dar al movimiento una vigencia amplia y efectiva dentro de la universidad. Su carácter apolítico puede ejemplificarse desde el mismo momento en que se presentan los principios gremialistas durante la polémica suscitada en torno al ingreso del centro de Alumnos de la escuela de teología a la FEUC. El centro de derecho, en diversas declaraciones expresó su oposición a este hecho, aduciendo “la profunda inconveniencia de incorporar a una facultad formada en su casi totalidad por futuros sacerdotes y religiosas, a un organismo altamente politizado como es la FEUC, lo que resulta a todas luces inconveniente para el debido prestigio y autoridad moral del clero” (Husch, 1991:19). Luego de que Jaime Guzmán fuese derrotado en las elecciones de la FEUC a finales de 1967, bastó sólo un año para que la lista gremialista encabezada por Ernesto Illanes obtuviese el triunfo sobre los dirigentes de

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la reforma universitaria. El movimiento gremial postuló una lista que llamaba a la antidemagogia y a la valentía en la defensa de sus principios gremiales, y contra toda predicción posible, los gremialistas obtuvieron un triunfo estrecho y espectacular (Soto,1995: 40). En los años posteriores los triunfos volvieron a repetirse con Hernán Larraín y Tomás Irarrázabal. Comenzada la década de los 70, el gremialismo ya había ganado en muchos centros de alumnos de la Universidad Católica y comenzaba a tener influencia a nivel nacional. En 1972, Javier Leturia se convirtió en el quinto presidente gremialista electo de manera consecutiva. Se inició de esa manera lo que sería el predominio ininterrumpido del movimiento gremial hasta 1984, fecha en que fue vencido por el democratacristiano Tomás Jocelyn-Holt. En Arica, Antofagasta, Valparaíso, Concepción y Valdivia se desarrollaban paralelamente los distintos movimientos gremiales, tanto en la UC como en otras universidades. Personajes como Juan Carlos Bull, Francisco Bartolucci, Eugenio Cantuarias, Javier Vera, Carlos Goñi, Carlos Valcarce, Karin Becker, María Elisa Bulnes, Blanca Arthur, Paula Raffo, Sonia Guilisasti, María de la Luz Larraín y Ximena Pinto destacaron en cargos dirigentes. En muy pocos años alcanzaron un alto grado de importancia como la misma UDI lo admite, gracias a una base conceptual sólida y una mística característica que Guzmán imprime y que en definitiva dio forma a dicha generación. A pesar de plantearse con principios que pueden categorizarse de atemporales, sin duda el movimiento gremial universitario imprime una ideología y un pragmatismo que hasta hoy día tiene vigencia en la clase política de la UDI. Cabe notar que desde el primer documento dado a conocer en 1967, las modificaciones han sido más bien de carácter formal. En abril de 1970 se publicó un tríptico informativo con fotografías, donde se define que es el movimiento gremial, su historia, su pensamiento y una defensa frente a los ataques de que venía siendo objeto. En mayo de 1980 fue publicado un folleto titulado “El Gremialismo y su postura universitaria en 27 preguntas y respuestas”, compendio aún vigente, preparado por una comisión de estudios integrada por dirigentes de los movimientos gremiales de las universidades de Chile, Católica de Chile, Católica de Valparaíso y del Norte. A pesar de haber transcurrido tanto tiempo, la diferencia entre la primera declaración y los postulados planteados en la Declaración de Principios de la UDI, radican en que actualmente se agrega una definición que abarca ya no sólo el ámbito propiamente universitario, sino que se analiza el gremialismo inserto dentro de la sociedad global.

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1.2 Las bases orgánicas para la difusión del neoliberalismo La fundación del neoliberalismo puede situarse alrededor de 1944 con la publicación del libro “Camino de servidumbre” de Friedrich von Hayek. En esta obra se desarrolla un ataque apasionado contra el Informe Beverdge del partido laborista, cuyo objetivo era argumentar las medidas que eran necesarias para garantizar el pleno empleo en Inglaterra. Para Hayek las limitaciones impuestas por el Estado Social Demócrata inglés al libre funcionamiento de los mercados conducirían al mismo desastre totalitario que el nazismo germano, por lo cual su obra produjo un profundo impacto en todos aquellos círculos que se oponían a la doctrina del Estado de Bienestar Social. Por esta razón el libro se transformó rápidamente en la Biblia de la derecha, siendo incluso publicado en la revista “Readers Digest” durante 1945, año en el que Hayek fue invitado por la Universidad de Chicago a realizar una gira por los Estados Unidos (Muñoz, 2002:24). A pesar de su éxito para aglutinar a una parte importante de la derecha política, los neoliberales constituían aún una minoría doctrinaria altamente politizada, pero insignificante. Tempranamente comprendieron que la única forma de imponerse en el mundo pasaba “por modificar el paisaje intelectual” del entorno académico y empresarial, tarea que emprendieron por medio de la creación de instituciones especializadas en la promoción y difusión de sus ideas. Debido a que esta ideología defendía los intereses del gran capital, las fuentes de financiamiento para sostener estas instituciones siempre estuvieron disponibles. Dentro de las instituciones de carácter local para su difusión en Chile destacan: Centro de Estudios Públicos, Instituto Libertad y Desarrollo, la Universidad de los Andes, la Facultad de Economía de la U.C., la Universidad Adolfo Ibáñez, la Universidad del Desarrollo, la Universidad Andrés Bello, y varios otros (Huneeus,1998a: 34) En el caso chileno, este grupo tuvo su acta de nacimiento en un convenio firmado entre la Universidad Católica de Chile y la Universidad de Chicago en abril de 1956. Fue gestionado por el decano de la Facultad de Economía de la U.C., Julio Chana, a instancias del rector de entonces, Monseñor Alfredo Silva Santiago. El convenio estipulaba el intercambio entre la Escuela de Economía y la Universidad de Chicago (Muñoz,2002: 26). Entre los primeros profesores visitantes destaca la figura de Arnold Harberger. En tanto, entre los primeros becarios chilenos en Chicago, estuvieron Pablo Baraona y Sergio De Castro. En el Mercurio del 7 de septiembre de 1957 apareció una entrevista a De Castro en la cual este agradecía la posibilidad de estudiar “Economía Científica”. Otros jóvenes becarios chilenos en la Universidad de Chicago de ese grupo inicial fueron: Rolf Lüders, Mario Corbo, Sergio de la Cuadra, Jorge Cauas, Emilio Sanfuentes y algunos años después Miguel Kast (Valdés, 1989: 54).

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- La Universidad de Chicago, cuna ideológica de la clase política tecnocrática La Universidad de Chicago constituye una institución altamente especializada y que dispone de un mensaje estructurado, con el fin de producir un tipo específico de profesional. El primer objetivo del emisor de mensaje consiste en anular la influencia que ejercía en la región las teorías del desarrollo propuestas por la CEPAL. El segundo, es experimentar “in situ” las teorías referidas al capital humano concebido por esta Universidad. El mayor estímulo ideológico para el pensamiento “Chicago” estuvo dado por la aparición de las teorías del desarrollo económico en América Latina. Estas ideas constituían una propuesta formal a partir de la CEPAL, liderada por Raúl Prebish, que puede sintetizarse de la siguiente manera: • La crítica de la CEPAL a las teoría del comercio internacional, específicamente a la distribución desigual de las ganancias entre los países del centro y los de la periferia. • La necesidad de considerar una dimensión social del desarrollo económico. • Lo inadecuado del mecanismo de mercado para asignar los recursos. • La necesidad de favorecer la industrialización de los países de la región. El planteamiento de los Chicagos desechaba de plano la necesidad de la industrialización en los países de América Latina. Según esta línea de pensamiento, la pobreza de las naciones subdesarrolladas no era atribuible a la estructura de relaciones económicas, sino a características internas de los propios países, específicamente, su carencia de capital humano. La solución del subdesarrollo consistía en la formación de personas que fueran capaces de interpretar el mundo de la economía según el modelo de Chicago y aplicarlo consecuentemente. Por lo tanto, el remedio estriba en “educar a los individuos”. La Universidad Católica de Chile representa el receptor del mensaje y constituye un espacio vacío en el campo objetivo de transferencia: la economía. Su debilidad en esta área es total, sólo dispone de interés en dotar de un buen Departamento de Estudios Económicos capaz de servir a la clase dirigente. Durante 1953 se organizó en Santiago de Chile un Congreso de universidades latinoamericanas. Uno de los acontecimientos relevantes fue la Conferencia de Facultades de Ciencias Económicas, cuyo objetivo se centró en el diseño de una escuela para estudiar la economía de la región, pues existía un amplio consenso en la necesidad de desarrollar una economía regional con un enfoque latinoamericano respecto de la teoría económica y el desarrollo. La Escuela de Economía de la Universidad de Chile tenía un amplio prestigio en América Latina, a lo que se agregaba además el hecho de que otras instituciones de similar importancia regional funcionaban también en Santiago de Chile. Por estas razones, para el mundo académico

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latinoamericano resultaba lógico que la Universidad de Chile debía asumir la dirección de esta escuela de economía regional, que debía convertirse en la Escuela Latinoamericana de Ciencias Económicas. Esta moción fue aprobada unánimemente por la Conferencia de Facultades de Economías, pero no fue ratificada por la Unión de Universidades Latinoamericanas. Una investigación de Juan Gabriel Valdés (1989) basada en entrevistas personales con los actores de la época, constata que en el fondo del rechazo se encontraba la oposición de la Universidad Católica, específicamente de su rector, Monseñor Alfredo Silva Santiago, quien instruyó expresamente al abogado Julio Chana Cariola, miembro connotado de la delegación de la U.C. en esta conferencia. Siguiendo sus instrucciones, Julio Chana actuó en dos direcciones, por un lado estimuló la rivalidad de la delegación mexicana respecto del rol que se ofrecía a la Universidad de Chile, y por otro, organizó un concilio al interior del parlamento chileno que tuvo como resultado el rechazo de la moción por parte de Congreso Nacional (Valdés, 1989: 65). En premio a su gestión, Chana fue investido como decano de la Facultad de Economía de la Universidad Católica, quien inmediatamente procede a la reorganización de la Facultad, descubriendo muy pronto que con el equipo disponible no podría dar origen a la facultad moderna que le solicitaba la universidad. Sus visitas a universidades europeas no le reportaron la solución que andaba buscando. A su regreso de Europa, Chana fue visitado por Patricio Ugarte, ex alumno que había realizado un postítulo en Estados Unidos y que además había sido reclutado por el programa “Punto Cuatro” de su embajada en Santiago. Era un ardiente defensor de la necesidad de la inversión extranjera para el desarrollo del país, por lo cual le propuso la creación de un instituto para el estudio y la promoción de la inversión extranjera adjunto a la Universidad Católica, apoyado por el programa norteamericano. Este primer intento de acercamiento a la estructura estadounidense fue rechazado en pleno por el profesorado. Los conservadores de aquella época consideraban que la inversión extranjera llevaría a la liquidación del país, mientras que los progresistas imbuidos del espíritu de las encíclicas sociales opinaban que en la Universidad Católica no había lugar para un enfoque pragmático liberal como el norteamericano. No obstante lo anterior, y a instancias de Ugarte se efectúa un segundo intento que resultó exitoso. Así surge un contrato entre ambas universidades en el año 1956, que estipulaba una duración de tres años, previéndose su término para la primavera de 1959. No obstante se extiende hasta 1964, lapso durante el cual entre veintiséis a treinta economistas chilenos se educaron en Chicago, de los cuales al menos quince alcanzarían posteriormente amplia notoriedad como académicos, consultores internacionales, funcionarios públicos o ejecutivos de importantes empresas. El grupo que se concentró en la Universidad Católica logró en 1965 obtener el control de la facultad de economía eligiendo como decano a Sergio de Castro, uno de los más relevantes lideres del modelo.

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A partir de ese momento, el interés de la primera generación de monetaristas comenzó a desplazarse más allá del ámbito académico. Persuadidos frente a la posibilidad de ampliar su campo de influencia y diseminación ideológica, un cohesionado elenco de neoliberales se integró, desde una posición sólidamente técnica, al debate interno de la derecha chilena. Coincidentemente a la puesta en marcha del convenio de cooperación, surgió uno de los factores más decisivos en la difusión local del pensamiento neoliberal: Agustín Edwards, influyente empresario y propietario del más importante diario de circulación nacional, “El Mercurio”. Desde 1955 había adherido ampliamente desde sus columnas a las orientaciones estabilizadoras y aperturistas, sería un gran crítico del discurso proteccionista del empresariado nacional y las debilidades gubernamentales para sostener en el tiempo una política antiinflacionista (Cáceres, 2005). A consecuencia de la reforma universitaria, algunos de los economistas formados en Chicago que ocupaban cargos directivos en la U.C. dejaron la universidad y se integraron al Centro de Estudios Socioeconómicos, institución que se financiaba en parte por asesorías y otras vinculaciones con el grupo Edwards y el Mercurio. A través de esta última empresa, su presidente Hernán Cubillos tenía contacto con círculos cercanos a la Armada de Chile. Pero la creación del SECEC no fue la única expresión de la convergencia tecnocrático empresarial. En junio de 1967, un grupo de neoliberales formados al amparo del “Proyecto Chile” comenzó a editar en el Mercurio una página económica. Un año más tarde un elenco similar al que colaboraba con el diario (Pablo Barahona, Sergio de Castro y Emilio Sanfuentes) fundó una nueva revista: “Polémica Económico Social”, donde se reunió las reflexiones de un amplio abanico de intelectuales adscritos al mundo de la derecha. Entre otros, cabe mencionar a: Gonzalo Vial, Osvaldo Lira, Arturo Fontaine, Jorge Prat y Jaime Guzmán. A pesar de la breve existencia de la publicación, la decisión de socializar el ideario neoliberal y por esta vía influir en el debate político del sector, constituyó un hito importante en un proyecto comunicativo que entre otros resultados posibilitó un acercamiento con el que más tarde se transformaría en uno de sus más fieles aliados estratégicos: el gremialismo. Si bien la convergencia real entre ambas corrientes de opinión se dio al calor de la lucha insurreccional previa al derrocamiento de Allende y luego, durante la fase fundacional del régimen militar, las primeras aproximaciones informales tuvieron lugar en la universidad Católica durante el período de reforma universitaria (Gazmuri, 1988: 57-58). Sobre este punto Ernesto Illanes, Presidente de la primera FEUC de tendencia gremialista afirma: “Yo diría que verdaderamente el Movimiento Gremial de la Universidad Católica nació con motivo de la toma en 1967. Se juntaron ahí tres escuelas que tenían centros de alumnos no politizados, derecho, agronomía y economía. Sin embargo era un movimiento que se venía gestando hacia tiempo, como un conjunto de ideas que querían despolitizar las organizaciones

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estudiantiles. Los polos fueron Economía y Derecho, antes de eso era un movimiento más bien reducido a la escuela de derecho”. (Andrea Guzmán, 1990: 54). Durante la campaña presidencial de Jorge Alessandri en 1970, se llamó a los neoliberales para que diseñaran el programa económico del posible futuro gobierno, según Juan Gabriel Soublette, predominaron las opiniones de economistas tradicionales. Este acontecimiento habría convencido al grupo de Chicagos, a los que se agregaban otros economistas con post grados en otras buenas universidades norteamericanas, que necesitaban de un régimen político radicalmente distinto para llevar adelante sus planes (Gazmuri, 1988: 5). El terreno fértil sería el régimen militar. Miembros destacados • Pablo Barahona (Presidente del Banco Central 1975-76; Ministro de Economía, 1976-

78, 1988-89). • Alvaro Bardón (Presidente del Banco Central 1977-81; Ministro de Economía,1982-83). • Hernán Büchi (Ministro de Economía, 1979-80; ODEPLAN 1983-84; de Hacienda

1985-1989). • Jorge Cauas (Ministro de Economía 1976-82). • Sergio de Castro (Ministro de Hacienda 1974-1982. Presidente del Banco Central

1981-1982). • Miguel Kast (ODEPLAN 1978-1980), Ministro del Trabajo y Previsión Social 1980-

1982; Presidente del Banco Central 1982). • Roberto Kelly (Ministro de Economía, 1978-79). • Felipe Lamarca (Director del Servicio de Impuestos Internos, 1978-84). • Fernando Léniz (Ministro de Economía, 1973-75). • Rolf Lüders (Ministro de Economía, 1982; de Hacienda, 1982-83). • Juan Carlos Méndez (Director de Presupuesto, 1975-81). • José Piñera (Ministro del Trabajo y Previsión Social, 1979-80; de Minería, 1980-81)

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CAPÍTULO III GUZMÁN, EL IDEÓLOGO Y EL LÍDER CARISMÁTICO Sin duda, Jaime Guzmán es una de las figuras más significativas y controvertidas del pensamiento conservador chileno. Como fundador e ideólogo del Partido Unión Demócrata Independiente, supo imprimir un sello ideológico y pragmático en su clase política. Huneeus lo describe como un político pragmático, que cambia alguna de sus posiciones más profundas ante las exigencias del momento (2001c: 54). Para Renato Cristi su obra está marcada por una notable unidad y armonía intelectual, que no excluye una evolución en su pensamiento (2000:7). En una entrevista responde acerca de la imagen que la gente tiene respecto a él: “como la de una persona definida, combativa y quizá algo más rígida de lo que realmente soy. Pero para bien o para mal, no dejo indiferente a nadie y provoco reacciones bastante antagónicas en la gente. Lo único que me interesa es que prevalezcan mis ideas” (Cosas, 5/04/1991:16). Su pensamiento se nutre de la atmósfera intelectual de pensadores conservadores, quienes conoce por contactos familiares y por sus estudios en el Colegio de los Sagrados Corazones de Santiago, y más tarde en la facultad de Derecho de la Universidad Católica. Las clases de religión del padre Florencio Infante y el ambiente cultural de su colegio tuvieron una importante influencia en los inicios de su formación doctrinaria. Luego fue el escolasticismo y la filosofía política del padre Osvaldo Lira, la visión histórica y religiosa de Jaime Eyzaguirre, la teoría de la contrarrevolución de Plinio de Oliveira, y por supuesto, los textos clásicos de la Doctrina Social de la Iglesia que terminó por sentar las bases de donde comenzaría la evolución hacia su propio pensamiento. “ La formación de Jaime Guzmán se fue produciendo más por vía oral y por contacto directo con ciertos maestros y profesores, que a través de la lectura, de los libros. En cierto modo buscó tutores y guías. Así en materias políticas se dejó orientar por Jorge Alessandri, Hugo Rosende y Eduardo Boetsh. En asuntos constitucionales, sus maestros fueron Enrique Evans y Jorge Alessandri” (Fontaine,1991:16). Su paso por los Padres Franceses queda descrita de la siguiente manera: “Era un colegio de una gran mística que daba la sensación de ser un segundo hogar. Había un ambiente familiar, el mismo que encontré después en la escuela de derecho de la Universidad Católica” (Cosas, 6/03/1986: 26). Ahí participó en la Academia literaria, cuyos debates se proyectaron más allá de lo meramente cultural. Además perteneció a la Juventud Secundaria del Partido conservador, especie de premilitancia, pero se alejó de ella en 1964, porque no le satisfizo el rumbo que tomó el partido. De Osvaldo Lira surgirá su decidido acercamiento a las ideas corporativistas del régimen de Franco. Cabe destacar que desde su adolescencia siguió con gran interés el desarrollo político español leyendo

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documentos y discursos de José Antonio Primo de Ribera, González Fernández de la Mora y el mismo General Franco. En uno de sus primeros viajes a España, Guzmán escribe a su madre desde Lisboa el 10 de marzo de 1962, donde demuestra hasta qué punto ha adherido al ideario franquista de Lira. “Estoy archifranquista, porque he palpado que el Generalísimo es el salvador de España, porque me he dado cuenta la insigne personalidad que es, lo contenta que está la gente con él, lo bien que se trabaja y el progreso económico que se advierte. Y que conste que en España hoy hay libertad absoluta, entendida y orientada al bien común y no ha satisfacer el absurdo principio de la Revolución Francesa, liberté que tiende al libertinaje. No hay libertad sino dentro de un orden” (Cristi, 2000: 24). Otro punto que lo unía a España era el catolicismo tradicionalista. La Iglesia Católica española mantenía un discurso anticomunista que la llevó a respaldar la “cruzada” en la guerra civil y a apoyar el régimen de Franco hasta fines de los años 60. Esta orientación religiosa lo llevó a colaborar en sus primeros años de universidad con un movimiento católico de extrema derecha, “Fiducia”, que ejercía una crítica radical hacia las orientaciones políticas de la iglesia católica chilena. Por razones de cálculo electoral se distanció de Fiducia en 1965 cuando creó el movimiento gremial, grupo que se presentó a las elecciones del centro de alumnos de derecho de ese año. Entre 1964 y 1965 publica una serie de artículos en Fiducia, que afinan su contribución a la rama corporativista del conservadurismo chileno. Esa contribución se centra en su rechazo tanto del liberalismo económico como del socialismo, y también, de posiciones que ve próximas al socialismo como es la Democracia Cristiana. “El liberalismo económico yerra al no reconocer las nuevas formas de asociación y de organización social que han respondido al impulso natural del hombre de constituir sociedades intermedias. Esto lo ha conducido a desvincular al hombre de sus entidades naturales para agruparlos en partidos políticos permanentes y antagónicos, dando origen a un sufragio y a una sociedad inorgánica. El error del socialismo al igual que el fascismo, es el estatismo. Ambos movimientos políticos, desde posiciones encontradas, intentan extender sus tentáculos a un control político total” (Cristi, 2000: 25-26). Como alternativa, Guzmán postula el principio de subsidiariedad que defiende la Doctrina Social de la Iglesia. Este principio le permite adoptar una vía intermedia entre liberalismo económico y el socialismo, lo cual no significa que el capitalismo quede excluido como opción. “Los principios capitalistas de propiedad privada y de libre empresa en el campo económico, no sólo no se oponen con la Doctrina Social de la Iglesia, sino que son supuestos fundamentales de ésta, como fruto de la ley natural” (Cristi, 2000: 26). Su formación lo lleva desde muy joven a tener presencia en el mundo político, así a la escasa edad de 21 años ya se había transformado en dirigente estudiantil al organizar con éxito un movimiento universitario que buscaba recoger las ideas de autonomía e independencia universitaria

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frente al poder político y los partidos, “el movimiento gremial”, que junto con ser uno de los principales pilares de lucha en contra de la instrumentalización política de las universidades y de los cuerpos intermedios en general, constituyó una verdadera escuela de dirigentes que continuaron por la senda de Jaime Guzmán, acompañándolo con posterioridad en las diversas “iniciativas políticas en que se empeñó” (Fontaine, 1991: 253). “Yo estimaba muy importante contribuir a formar el movimiento gremial dada la excesiva politización que se observaba en la vida universitaria y en las organizaciones estudiantiles. Me resultó profundamente chocante que las elecciones para generar directivas se dieran en torno a partidos políticos, esto las desnaturaliza” (Cosas, 11/12/1986) Fue vicepresidente y luego presidente de los primeros centros de alumnos gremialistas de su facultad. A fines de 1967 fue candidato a la Federación de estudiantes por la lista gremial, pero le ganó el entonces democratacristiano Rafael Echeverría con un 60% de los votos. “Era un momento desfavorable para mis ideas, porque había triunfado la toma de la Casa Central en agosto de 1967. Igual me pareció importante levantar una bandera que aglutinara al conjunto de ideas y personas que habían rechazado los planteamientos de la Federación de estudiantes de la Universidad Católica y el tipo de reforma que había auspiciado dicho organismo” (Cosas, 6/03/1986: 27). “Nada me desafía más que la adversidad; siento en cualquier signo de obstáculo o dificultad, una especie de resorte que me lleva a sentir que precisamente de ahí va a salir toda la fuerza que nos llevará a convertirnos nueva y muy prontamente en victoriosos” (Cosas, 6/03/1986: 26). Para Jaime Guzmán el gobierno socialista de Salvador Allende y el denominado “poder popular” era una amenaza para la estabilidad del país. En los cortos año de la UP será donde el gremialismo florecería como grupo ideológico de lucha; el bastión de ese combate de las ideas sería el programa “A esta hora se improvisa” del canal 13, donde Guzmán se daría a conocer como panelista: “Lo hice muy mal por no tener la madurez suficiente” (Cosas, 6/03/1986: 25). En agosto de 1973, la FEUC presidida por Javier Leturia pidió la renuncia de presidente Allende, comenzando una campaña de recolección de firmas destinadas para ello. Ya el 11 de septiembre de 1973 terminaba la llamada amenaza marxista, y comenzaba la colaboración de miembros de gremialismo con el gobierno militar. La formación jurídica de Guzmán lo llevó a trabajar en la redacción del Bando Nº5, texto en el que se justificaba la legitimidad de la intervención militar. Más adelante, Guzmán aceptaría integrar la comisión encargada de redactar una nueva Carta Fundamental y paralelamente Sergio de Castro, Emilio Sanfuentes, Pablo Barahona, Alvaro Bardón, Sergio de la Cuadra, Jorge Cauas y Roberto Kelly, todos economistas, comenzaban a trazar las políticas económicas que debería seguir la Junta militar. Cabe destacar que Guzmán también comenzaba a colaborar con el gobierno en criterios,

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textos, discursos, y sobre todo, en la designación de personas para cargos públicos. Su incorporación a la Comisión de Estudios de la Nueva Constitución se produjo en 1973, vertiendo en sus innumerables sesiones cada uno de los principios que a su entender se hacían necesarios par configurar una “democracia renovada y estable”. Fue aquí donde luchó por terminar con las malas prácticas de los partidos políticos. Lo que pretendía era reemplazar el carácter de los partidos políticos tradicionales, a los cuales el régimen constitucional y electoral habían convertido en vehículos monopólicos de la participación ciudadana, otorgándoles privilegios excluyentes que favorecieron en ellos prácticas nocivas para la vida del país (Soto, 1995: 112). En una carta a su madre el 15 de octubre de 1973 recogida en escritos personales le contaba: “Personalmente estoy cooperando full time con el gobierno... Colaboro en una comisión destinada a redactar una nueva Constitución y también en la organización de la propaganda y de la juventud en la Secretaría General de gobierno” (Citado en Durruty, 1999: 46). Por ello no es de extrañar que Guzmán quedara preso de la imagen de incondicional al régimen militar. Consideraba un deber moral permanecer en el gobierno para lograr la anhelada institucionalización que permitiría superar los excesos en materia de derechos humanos y contribuir a llegar a la plena nueva democracia para Chile. En una entrevista Guzmán aclara dicha posición: “Apoyo a este gobierno, porque me siento parte de quienes reclamaron el advenimiento de un gobierno militar como solución única a la inminente implantación de un régimen marxista leninista en Chile. Ser partidario de un gobierno no implica considerar que todo lo realizado está bien, sino estimar que el balance entre lo bueno y lo malo arroja un resultado favorable” (Cosas, 14/03/85:28). Con respecto a la duración de régimen plantea: “Fui participando de la convicción que muchos adquirieron, en el sentido de que debía ser una acción prolongada, destinada a transformar el país en sus estructuras políticas, económicas y sociales de modo muy profundo” (Cosas.14/03/85:28). Paralelamente, Guzmán seguía coordinando el movimiento gremialista sin perder de vista las universidades, siendo el lugar de donde saldría la nueva dirigencia política de Chile. En este ámbito, se creó la Secretaría Nacional de la Juventud. Ahí se formaron Patricia Matte, Cristián Larroulet, Antonio Recabarren, Julio Dittborn, Felipe Lamarca, José Yuraszeck, Alvaro Vial, Juan Ariztía, Juan Antonio Guzmán, Evelyn Matthei, Cristóbal Philippi y, por cierto, Joaquín Lavín. En Julio de 1975, algunos de esos jóvenes en el Cerro Chacarillas formaron el Frente Juvenil de Unidad Nacional, organización independiente creada para reunir y organizar jóvenes que respaldasen al gobierno en un momento en que la comunidad internacional miraba con desconfianza a la Junta militar. Proponían una economía que combinara el papel del mercado con la acción reguladora del Estado, fundada en la propiedad privada y la

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iniciativa particular. Esta sería la primera fundación propiamente política de Guzmán, luego vendría en 1979 “Nueva Democracia, cuyo postulado básico estaría sustentado por el principio de subsidiariedad, donde el Estado tendría las funciones que por su naturaleza los particulares jamás realizarían y cuyos beneficios recaen en la comunidad toda. Así los grupos intermedios cumplen un rol fundamental en el nuevo orden, pues a base de su autonomía e independencia generarían los caminos necesarios para materializar la creatividad y la participación en todos los ámbitos nacionales. Contemporáneamente a Nueva Democracia, Guzmán había logrado dar vida, con la colaboración de Ernesto Illanes y Aníbal Vial a la revista “Realidad”, destinada a difundir las ideas del sector y apoyar al régimen. También el Instituto para una Sociedad Libre a cargo de Hernán Larraín y Edmundo Crespo. Además, en la Secretaría General de Gobierno, transformada por los nuevos gobernantes en un importante ministerio encargado del control de los medios de comunicación y la movilización de la población, Guzmán trabajó activamente, lo que le facilitó un acceso permanente al Canal Nacional, pues conocía la importancia decisiva de estos medios en la formación de liderazgo. El gobierno, por otra parte, se propuso contar con el apoyo explícito de la población, para conseguirlo, creó en la Secretaría General de Gobierno un nuevo organismo, la Dirección de Organizaciones Sociales, que contaba con una Secretaría de la Mujer, la de los Gremios y una de la Juventud. El Gremialismo se hizo cargo de la Secretaría Nacional de la Juventud. Por otro lado, el gobierno militar se concentró en los gobiernos locales, principalmente Santiago, Valparaíso, Viña del Mar y Concepción. Los militares fortalecieron las atribuciones de las municipalidades no sólo por las exigencias de eficacia administrativa, sino también con fines de poder, en el sentido de disponer de una relación más directa con los ciudadanos. Al respecto, Huneeus plantea: “De ahí que los municipios recibieran nuevas responsabilidades que les proporcionarán recursos económicos para ser destinados a actividades clientelistas (empleo, subsidios, etc)” (Huneeus,2001:54). Este factor es importante, porque indudablemente los municipios hoy en día son el trampolín político utilizado por la Unión Demócrata Independiente como forma de acceder al poder. Paralelamente, los economistas e ingenieros bajo el impulso del gremialista Miguel Kast, se integraron a trabajar en la Oficina de Planificación Nacional (ODEPLAN), organismo asesor del Presidente de la República y controlada por la marina. Al almirante José Toribio Merino le correspondió la coordinación del frente económico. ODEPLAN cumplió tres importantes funciones políticas: una función de reclutamiento de personal profesional destinado a ocupar cargos de gobierno, capacitación para un mejor desempeño en las tareas burocráticas, y formación política para que asumieran el compromiso en favor del régimen autoritario. Además, constituyó el lugar en que se prepararon algunas de las principales reformas económicas como la

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privatización del sistema de pensiones y de la salud, así como también las privatizaciones que puso fin al estado empresario y que fueron implementadas en la segunda mitad de los años 80. En tercer lugar, colaboró en generar “conciencia social” del modelo neoliberal, a través de políticas contra la extrema pobreza y evaluación social de los proyectos de inversión, dándole al modelo económico una perspectiva “popular” que contrastaba con la imagen opuesta de concentración de la riqueza que transmitía su política de privatizaciones. Buscó decididamente el apoyo del Instituto de Economía de la Universidad Católica. El hecho de que dos marinos en retiro dirigieran ambas instituciones y se hicieran apoyar por los gremialistas en cada una de ellas, permitió una estrecha colaboración que se tradujo en numerosos convenios de cooperación y en transferencia de una importante cantidad de recursos de ODEPLAN a esa casa de estudios. En ese período ODEPLAN no firmó ningún convenio con el Instituto de Economía de la Universidad de Chile en el que trabajaban destacados profesionales, pero que no eran gremialistas, algunos de los cuales eran opositores al régimen (Muñoz, 2002: 42) Para Huneeus, la preocupación de los gremialistas por el reclutamiento de profesionales, su perfeccionamiento profesional y formación política no tenía sólo fines burocráticos, sino que cumplía objetivos políticos de largo alcance. Esto consistía en formar un grupo de poder lo suficientemente influyente para constituir la principal fuerza política cuando los militares llamaran a elecciones. La formación de un partido político, la Unión Demócrata Independiente, fue consecuencia de esa política; el buen desempeño electoral de la UDI en las primeras elecciones generales de 1989, como también en las posteriores, fue la comprobación de la eficacia de una estrategia política (Huneeus,1998a:128). Los gremialistas colaboraron con los Chicago boys” en la preparación de las reformas económicas y en la evaluación de la gestión de los ministerios, asimismo a través de las Secretaría Regional de Planificación (SERPLAC), apoyaron la gestión político administrativa de los gobiernos regionales a cargo de los militares. La colaboración con el equipo económico permitió a los gremialistas tener excelentes relaciones con los empresarios, lo que tuvo consecuencias para el desarrollo de la UDI en democracia, puesto que ha podido disponer de un amplio financiamiento para el crecimiento de su organización y para las campañas electorales (Huneeus,1998a:126). La visión predominante en la bibliografía sobre este período es que no hubo una vinculación explícita entre gremialistas y tecnócratas. Los “Chicago boys”, dirigidos por Sergio de Castro se ocuparon de la conducción económica sin tener mayores intereses políticos que el de establecer una economía liberal; y los gremialistas, bajo el liderazgo de Jaime Guzmán, tuvieron por misión establecer la arquitectura jurídica de la “democracia protegida” que se consagró en la Constitución de 1980. Para Carlos Huneeus, no se trató de dos grupos separados, sino que compartían una estrategia de poder de largo plazo que era básicamente la

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que definió el gremialismo al que un gran número de economistas adhería. De allí la coherencia del modelo económico, integrado a un proyecto político que era articulado por jóvenes pertenecientes a un mismo movimiento político (Huneeus,1998a: 126). A más de 30 años de la implementación del modelo, y cuando el tema justicia social se hace cada vez más cuestionable, los padres del modelo neoliberal se pronuncian. Sergio de Castro y Pablo Baraona plantean que las bases sobre las cuales se actuó desde septiembre de 1973 era la de un modelo abierto a la competencia externa, con libertad de precios y de emprendimiento, con equilibrios macroeconómicos, y con una inflación controlada a través de un Banco Central independiente. Sin embargo, si se interfiere el modelo, cuya base es la competencia, obviamente tiene consecuencias, como por ejemplo el no haber flexibilidad laboral. “La base de todo está en la competencia, y si no la hay, hay que ver por qué, y normalmente cuando no hay competencia la culpa es de los gobiernos, porque no permiten que la hayan” (La Segunda, 21/10/2005: 32). Hacia la aceptación del modelo neoliberal Jaime Guzmán no es un adherente natural del sistema neoliberal impulsado por Hayek. Sin embargo, pensar que acepta “completamente” dichas ideas a través de los años es un error. En un artículo publicado en el diario “La Segunda”, Guzmán explica que el modelo es más bien una adaptación pragmática y flexible de ciertos principios a nuestra realidad. Para él dicho sistema económico no puede seguirse cabalmente según la teoría, ya que no se ajusta ciento por ciento a la realidad del país (La Segunda, 15/05/1981). Para llegar a esta conclusión, vital en el desarrollo posterior del modelo, hay que remontarse a 1978 cuando Hayek vino a Chile. En esa oportunidad su discurso entrega los diversos elementos que componen su modelo, algunos aplicables y otros no a la realidad chilena. Así por ejemplo, en la idea original, el modelo fue pensado para aplicarse en democracia y con un liberalismo social, lo que no se consideró en la implantación local. Jaime Guzmán toma algunas de estas ideas, las que posteriormente logra compatibilizar con sus principios en torno a una libertad individual, el catolicismo y a un estado que todavía tiene ciertas atribuciones. Algo que llama la atención, a pesar de su extrema religiosidad, es la fuerte crítica que realiza a la Iglesia Católica y su Doctrina Social, pues sabe que la Iglesia no reconoce los beneficios de la economía regida por las leyes del mercado. Para Guzmán: “Dios ha dotado a algunos seres humanos con un talento especial, el talento y la vocación para producir riquezas” (Cristi, 2000:168). El tema justicia social no deja de ser una preocupación para Guzmán. Lo resuelve a través del concepto de subsidiariedad del Estado, pues la pobreza se resuelve en la medida en que haya más inversión y que el Estado, a través de los impuestos de quienes más tienen, subsidie y de beneficios especiales a quienes más lo necesitan. Con ello, “se busca un

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equilibrio entre el desarrollo económico y la justicia social, destacando el efecto del papel redistributivo del Estado, inherente al mismo principio de subsidiariedad”(Cristi, 2000: 64) A través de la Constitución se logra institucionalizar el modelo económico, ya que para Guzmán, el marco legal y la economía son dos cosas que van de la mano: “Mucha gente, incluso de sectores que han participado en la gestión de este gobierno, se aproximan al tema constitucional como si fuera algo propio de la esfera política, en el sentido más restrictivo del término y ajena, por ende, a lo económico social” (Guzmán, 1992:168). Es así como en el Acta Fundamental queda consagrado el derecho a la propiedad privada, la libre asociación, la no obligatoriedad de la afiliación sindical, límites en el derecho a huelga amparándose en el bien común, derecho a particulares para emprender cualquier actividad económica en donde el Estado debe someterse a las mismas condiciones y el recurso de protección individual. Todas ellas constituirán la base de la economía social de mercado.

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CAPÍTULO III

SISTEMA INSTITUCIONAL ¿CONSTREÑIMIENTO INTERNO O EXTERNO?

1.1 Hacia una definición de Democracia Protegida Luego de los acontecimientos que tuvieron lugar durante el régimen de la Unidad Popular, el nuevo gobierno optó por establecer una democracia renovada que se caracterizará por ser “autoritaria, protegida, integradora, tecnificada y participativa” (Archivo Fundación Jaime Guzmán, Mayo/1974). Para Guzmán, artífice de la nueva institucionalidad, la democracia reviste el carácter de una forma de gobierno, entendiéndola como un medio y no como un fin, “al servicio de la libertad, la seguridad, el progreso y la justicia”. En sus Escritos Personales, Guzmán agrega: “si se toma a la democracia como una panacea, esta puede ser utilizada para favorecer un totalitarismo, que atropella esa dignidad y anula su libertad” (Guzmán, 1992: ). Para poder entender de mejor forma su pensamiento con respecto a la democracia, el ejemplo que el propio Guzmán entrega resulta clarificador: ”¿Qué ocurre si por sufragio universal libre, secreto e informado, dentro de un Estado de Derecho y amplio pluralismo político, la mayoría se inclina por una autoridad o norma que contraviene los derechos humanos o naturales básicos? ¿Debe un demócrata acatar por sobre toda la mayoría o debe defender con primacía la dignidad del hombre? (Guzmán, 1992: ). Que una democracia fuera protegida, sostenía no implicaba contar con alguien que diera tal protección desde afuera, sino muy por el contrario, significaba que ella misma tuviera los “instrumentos eficaces para defenderse de quienes pretendieran destruirla”. De ahí que se pensara en establecer como herramienta para dar un efectivo resguardo al sistema democrático, un pluralismo ideológico limitado (Archivo Fundación Jaime Guzmán, Mayo/1974). El pluralismo ilimitado que comenzó a regir el país a partir de enero de 1971, cuando una reforma constitucional establece que no podía ser constitutivo de delito sustentar o difundir cualquier idea política, acarrea, en opinión de Jaime Guzmán, “la destrucción de esa unidad esencial denominada nación” (La Tercera, 13/09/1976: 4). Por otra parte, posibilita la infiltración totalitaria y el “ acceso al ejercicio de los derechos políticos de quienes sólo pretenden servirse de ellos para tratar de abolirlos” (Actas Oficiales, 5/081976: 17). Por lo tanto, si bien es importante que en una sociedad libre siempre exista pluralidad, y por ende diversidad, no aceptar dicha situación es no reconocer el derecho natural del ser humano a disentir. También es fundamental aceptar y reconocer que en alguna oportunidad con el objeto de defender la esencia del ser nacional o los principios morales que brotan de la naturaleza humana es indispensable prohibir que alguien propague ciertas ideas en las cuales crea, quizás de buena fe, Por ello es necesario

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imponer límites a ese pluralismo, por lo cual es indispensable consagrar en la nueva Constitución un pluralismo ideológico limitado que admita una discrepancia cívica en los más amplios términos, evitando por todos los medios desbordar los marcos constitutivos de dicha institucionalidad (Actas Oficiales, 5/08/1976: 20). Lo ideal a juicio de Guzmán, era que de la realidad misma surgiera de manera natural la defensa de ese consenso básico que se requería para una convivencia cívica pacífica, frente al ataque de aquellas doctrinas totalitarias que intentaran vulnerarlo. Así había ocurrido en Chile “hasta el advenimiento y auge del marxismo-leninismo, y era lo que sucedía en diversas naciones del mundo. En tales casos el ordenamiento constitucional operaba sobre la base implícita de la aceptación general de los valores y objetivos esenciales y no aparecía la necesidad de establecer normas jurídicas coercitivas en el terreno político que prohibieran la propagación de ideas contrarias a aquellos” (Apuntes Jaime Guzmán, Marzo de 1996). No obstante lo anterior, había ocasiones en que ese consenso mínimo llegaba a quebrarse de una manera tan radical, que se imponía a la sociedad la obligación de optar por la destrucción de la comunidad o la limitación jurídica del marco admisible para la discrepancia cívica. Para Guzmán, obviamente, la balanza debía inclinarse por la segunda alternativa, es decir, debía establecer el andamiaje jurídico que fuera necesario para defender el conjunto de valores y principios aceptados como básicos e indispensables por la totalidad de la comunidad. A su juicio, los valores constitutivos del ordenamiento institucional chileno y no sujetos a discusión legítima dentro de la vida cívica, podían tener dos orígenes distintos: una raíz de carácter moral o derivar de la esencia del alma nacional llamada tradición. En el primer grupo era posible encontrar a la familia y el concepto de bien común “que excluía el fomento sistemático de una doctrina que concibiera la sociedad como un campo de lucha permanente de clases irreductiblemente antagónicas”. También, se encontraba en esta clase de valores el que decía relación con la autonomía de los cuerpos intermedios, en cuanto constituía una verdadera proyección del hombre libre “que iba ascendiendo en el ejercicio de su libertad hasta configurar la sociedad estatal, como un ente llamado a perfeccionar a ese hombre y a todos los componentes de esa sociedad y no absorber todas sus manifestaciones y todas sus expresiones” (Actas Oficiales, 1978:14). Los valores derivados de la tradición nacional eran aquellos propios de la chilenidad, que si bien no constituían exigencias de carácter moral ni eran principios inamovibles ni universales, eran claves para la institucionalidad, pues eran parte de la esencia del alma nacional indiscutible. Entre ellos se encontraban incluidos el régimen democrático, el Estado de Derecho y el Sistema Republicano (Actas Oficiales, 1978:14). En su opinión, tan importante como la defensa del sistema democrático y el Estado de Derecho como principios esenciales de la institucionalidad nacional, era la protección de un concepto de sociedad que excluyera la noción de colectividad fundada en la lucha de clases, concepto que ya se

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encontraba consagrado en el artículo 1º de la Constitución, al referirse al bien común. Para Guzmán el principio de autonomías sociales, así como la adhesión por parte de Chile a las normas de Derecho Internacional para la mantención de la paz y el desarrollo, también constituyen elementos claves de la institucionalidad, de manera que se hace necesario protegerlos de aquellas doctrinas que llevan “intrínsecamente el germen belicista o fueran contrarias a la convivencia armoniosa de Chile en la comunidad internacional” (Actas Oficiales,1978: 16). La Constitución debía pasar a contener un principio que modificara rotundamente la idea de pluralismo ilimitado. Debía sancionarse la difusión de ideas que tendieran a atentar en contra de los principios básicos de la institucionalidad, debiendo ser los tribunales de justicia los encargados de determinar caso a caso, si se trataba simplemente de diferencias en cuanto a la aplicación práctica de un principio o si se estaba en presencia de un concepto que por tener enraizado y preconizar, por ejemplo, una concepción fundada en la lucha de clases, atentaba contra el concepto mismo de bien común o en contra de la institución familiar que la propia Constitución había procurado defender. - Arquitectura Jurídica. Constitución de 1980 El convencimiento acerca de la necesidad de consignar en el nuevo texto constitucional disposiciones destinadas a materializar el principio de pluralismo ideológico limitado, llevó a la Comisión constituyente a elaborar detalladamente una norma que cumpliera con esa aspiración, asegurando con ella una verdadera protección de las bases esenciales de la institucionalidad chilena frente a los ataques de las diversas doctrinas empeñadas en destruir tales cimientos fundamentales, inamovibles e indisolubles. La idea no era vulnerar el régimen de libertad ni prohibir la existencia de la necesaria discrepancia cívica que debe estar presente en toda comunidad, sino que se buscaba establecer límites a las posibles divergencias, de manera de evitar que ellas terminaran transformándose en instrumentos “de anarquía y de destrucción” de esos valores que debían formar parte del consenso mínimo o básico sobre el cual podía edificarse un régimen institucional que posibilitara la discrepancia sin que se destruyera a sí mismo (Actas Oficiales,1978: 2465). Para Guzmán el artículo 8º constituía la respuesta a una experiencia concreta y dramática, el advenimiento en 1970 de un gobierno marxista leninista que llevó al país a un cuadro de guerra civil, en la inminencia de su ofensiva final para convertirlo en otra Cuba (El Mercurio, 7/12/1987:2A). La idea de atribuir al Tribunal Constitucional la facultad de declarar la inconstitucionalidad de aquellas conductas tendientes a propagar doctrinas que atentaran contra las bases esenciales de la institucionalidad, así como de todas las organizaciones que por sus fines o que por la actividad de sus adherentes tendieran a dichos objetivos, tuvo su origen en el

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convencimiento de parte de todos los miembros de la Comisión Constituyente de que un tribunal independiente del gobierno daba garantía de que sus decisiones fueran a estar regidas por un criterio de imparcialidad e independencia. Con la derogación del artículo 8º, la concepción de pluralismo ideológico limitado se modificó, dejando de estar presente la visión que Jaime Guzmán tenía de él, para instalarse aquel que impide única y exclusivamente el uso de violencia o de medios antidemocráticos para lograr modificar la norma vigente. En su aspecto formal, el anteproyecto constó de un preámbulo de carácter doctrinario de 14 capítulos, 123 artículos y 11 disposiciones transitorias. No cabe duda de que la ideología central de Guzmán quedó plasmada cabalmente en la Constitución, a pesar de la derogación del artículo 8º. Por otra parte, Guzmán en su artículo “El sentido de la transición”, establece los mecanismos básicos para lograr una transición ordenada hacia la democracia, donde destaca la correlación existente, entre un alto nivel de desarrollo integral, económico, social, educacional, y la estabilidad democrática. “El camino político hacia una futura democracia plena y estable en Chile, pasa por el imperativo de alcanzar previamente ese grado suficiente de desarrollo integral, que aleje a la generalidad de los chilenos de toda aventura extremista o de acentuada demagogia, por ver en ella la amenaza de perder beneficios que el sistema le reporte en medida significativa. Lo que surge, en primera instancia, como una exigencia ética contemporánea es derrotar la pobreza aguda extrema, adquiere así también los rasgos de un requisito político actual indispensable” (Morales y Bugueño, 2001:10). En síntesis, tres aspectos son una proyección de las ideas centrales del pensamiento de Guzmán en la Constitución de 1980. En primer lugar, aparece el sentido valórico: “su adhesión juvenil a los principios sociales y políticos que definen a la tradición conservadora chilena, una síntesis de elementos conservadores y liberales que se apoya conceptualmente en las nociones de autoridad y libertad”, como bien lo plantea Renato Cristi (2000: 7). En un segundo orden, está lo referente al tema económico. La constitución de 1980 sustenta claramente un sistema de libre mercado: “Un régimen económico social libre, necesariamente debe estar afianzado en una institucionalidad que alcance la forma de ley en la generalidad de las materias, pero que suba a nivel constitucional en aquellos aspectos que se estiman claves” (Guzmán, 1992:175). En tercer y último lugar, está lo relacionado con la idea de que la democracia debe ser protegida a través de la Constitución con el fin de resguardarla. En palabras de Sergio Fernández: “Dar forma a una nueva democracia autoritaria, protegida, integradora, tecnificada y de auténtica participación social”. Un ejemplo claro es la facultad que se le entrega a las Fuerzas Armadas como garantes de la institucionalidad democrática (Fernández, 1994:13).

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Una vez consumada la derrota de Pinochet en el plebiscito de 1988, se habría inexorablemente el horizonte de elecciones competitivas. En el intertanto varias reformas constitucionales fueron aprobadas en junio de 1989 para hacer de la Constitución de 1980 algo más democrática y sus futuras autoridades civiles menos sujetas al control militar. Las autoridades militares salientes diseñaron reglas electorales destinadas a regular la composición del Senado (con 38 senadores electos y 9 designados) y la Cámara de Diputados con 120 miembros que serían enteramente electos por sufragio universal. Prefirieron un sistema con pocos partidos, optando por un régimen electoral que introducía reducidas cuotas de proporcionalidad al privilegiar distritos diputacionales y circunscripciones senatoriales que eligen a dos parlamentarios. En tal sentido, se trataba de un sistema cuya lógica obligaba a optimizar rigurosamente las ofertas de candidatos de cada pacto, lo cual planteaba desde un inicio la pregunta acerca de sus usos y del tipo de candidatos que cada actor partidario incorporaba al interior de cada coalición. Es así como la Cámara de Diputados está formada por 60 distritos, a partir de un diseño territorial que tendía a sobre representar aquellas áreas en donde Pinochet había obtenido buenos dividendos electorales en el plebiscito de 1988, mientras que el Senado comprendía 19 circunscripciones que eligirían dos escaños cada una. Para Gonzalo Rojas, abogado y profesor en la Universidad Católica y militante de la UDI, el pensamiento de Guzmán se ve reflejado en la Constitución: “en la concepción de la primacía de la persona sobre el Estado. Filosóficamente el Estado existe, porque las personas lo han creado”...”en segundo lugar, la Constitución insiste en la autonomía de los cuerpos intermedios, no en el texto original, sino en un artículo que es muy estricto en cuanto a la separación entre militancia política y pertenencia a los grupos intermedios”...”pero para mi lo más importante es en materia educativa, cuando dice que los padres son los primeros educadores y que los padres tienen el derecho a elegir la educación de sus hijos. Así, al Estado le queda fomentar la educación, a través del subsidio, para que haya en el país muchas universidades” (Montecinos y Pavlovic, 2001:126). Con respecto a las críticas a la Carta Fundamental, Longueira es un fiel defensor. Ante la declaración de la Conferencia Episcopal en su carta “Justicia y violencia” que llama a revisar la Constitución de 1980, responde: “En los artículos permanentes de la Constitución existe un esquema de sociedad que garantiza la estabilidad democrática del país”...”Si los obispos señalan una revisión, ojalá lo hagan de forma bastante precisa. Lo considero como una opinión que debe tomarse en cuenta, pero no le doy ninguna notoriedad especial porque un grupo de obispos lo haya hecho. Creo que pueden estar tan equivocados al igual que un grupo de políticos (Cosas, 10/04/86: 30). Para Ignacio Astete la relación entre el movimiento gremial y la nueva institucionalidad es estrecha: “Todo movimiento político siempre tiene un proyecto de gobierno futuro y un día aspira a entregar eso por medio de la administración del poder. Nosotros, obviamente, tenemos un proyecto

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político y creemos que podemos entregarle al país en un futuro un sistema de gobierno democrático que sea el más beneficioso. Si el régimen actual (gobierno militar) se entiende como el que deviene en el articulado permanente de la actual Constitución, naturalmente nuestro proyecto político funciona muy bien en esa carta fundamental” (Cosas, 14/06/1984). A veinticinco años de la puesta en marcha de la Constitución Política antes de las modificaciones constitucionales promulgadas en el Diario Oficial el 17 de septiembre del 2005, el debate con respecto a ella ha sido constante. En un seminario para analizar y debatir su contenido y alcance, diversas personalidades del mundo político entregaron sus puntos de vista. Patricio Aylwin, la define como: “una Constitución fuertemente ideologizada, que pretende ordenar no sólo el orden político, sino además el económico y social. José Antonio Viera Gallo la definió como “la principal creación jurídica del régimen militar con un carácter ideológico desde cuatro puntos de vista: “vertiente conservadora gremialista, economía social de mercado, militarista y corporativista”. Sin embargo, y a pesar de todas estas críticas, la Constitución de 1980 sigue siendo parte de nuestro andamiaje político, buena o mala, reformada o no, es nuestra estructura jurídica fundamental. - Sistema Electoral Se entiende por sistema electoral el conjunto de normas, instituciones y prácticas que determinan la relación entre la expresión de la voluntad popular y la creación de los órganos del Estado que la representan. El sistema electoral comprende diversos elementos a través de los cuales se regula el procedimiento que va desde la posibilidad de participar en él como votante o candidato, hasta la asunción del cargo correspondiente, pasando por la preparación y desarrollo de la elección, las demarcaciones geográficas en que se divide la recepción de la votación y la calificación de los resultados (Andrade, 1990:168). Con la aprobación de la Constitución Política de 1980 se dejó sin efecto el tradicional sistema electoral de representación proporcional, incorporándose de este modo el sistema binominal con aplicabilidad directa para el senado como para la cámara de diputados. Chile es un ejemplo de la complejidad de las relaciones entre el sistema institucional, la estructura social, la política de reformas y el sistema presidencial. El sistema binominal sugiere el respaldo a un único candidato, lo cual ciertamente estimula en la mayoría de los casos la presentación de listas conjuntas en los procesos eleccionarios. Por lo tanto, el sistema binominal es un sistema mayoritario con efectos peculiares, puesto que cuentan los votos de las dos altas mayoría, aún más, dado que hay dos escaños en disputa se favorece el segundo partido, porque alcanza el 50% de los escaños sin igualar a la primera mayoría. Es necesario que obtenga más de la mitad de los votos del partido con mayoría relativa o absoluta, pero el margen virtual es grande (Nohlen, 1998: 35). En el artículo 45, la Constitución Política estipula que el senado se compone de miembros elegidos en votación directa por circunscripciones

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senatoriales en consideración a las trece regiones del país. De acuerdo con lo anterior, en cada circunscripción se elegirán dos senadores, teniendo en cuenta que por regla general cada una de las regiones de Chile constituirán tan sólo una circunscripción, pero dicha regla fue modificada producto de las negociaciones políticas derivadas del advenimiento a la democracia en el país el año 1990, resultando que en seis de ellas, vale decir, la V, Metropolitana, VII, VIII, IX, y X, que por tener un mayor número de población eligen a cuatro senadores (dos circunscripciones senatoriales por región). De acuerdo con la reforma constitucional de 1989, el total de senadores que se eligen para ocupar e total de escaños disponibles es de 38 miembros. En el caso de las elecciones municipales, los alcaldes se eligen mediante un sistema mixto que privilegia la votación personal y la votación de la lista a la que pertenece. Por otra parte, los concejales se eligen mediante el sistema de cifra repartidora. El artículo 26 de la Constitución Política establece la forma de selección del Presidente de la República, en este sentido “será elegido en votación directa y por mayoría absoluta de los sufragios válidamente emitidos”. En este mismo artículo se explica que si en una elección presidencial se presentan más de dos candidatos y ninguno de ellos logra obtener más de la mitad de los sufragios válidamente emitidos, debe hacerse la segunda vuelta, preceptuando que se “procederá una segunda votación que se circunscribirá a los candidatos que hayan obtenido las dos más altas mayorías relativas y en ella resultará electo aquel candidato que obtenga el mayor número de sufragios. Es decir, el cargo de Presidente de la República se logra obteniendo la primera mayoría con el 50% más uno de los sufragios válidamente emitidos, excluyendo votos nulos y blancos. Para las elecciones parlamentarias de 1989, se rompió con la tradición de representación proporcional, introduciendo tanto para el senado como para la cámara de diputados el sistema binominal. El senado contó con hasta 10 miembros designados, incluyendo los ex presidentes de la República. Se establecieron 19 circunscripciones, mientras que para la cámara de diputados se fijaron 60. Existe posibilidad de pactos electorales a nivel de circunscripciones, donde el elector tiene un voto para elegir el senado y otro para elegir la cámara de diputados. Vota por candidato, de modo que la lista es cerrada y obtienen los dos escaños de cada circunscripción las dos listas más votadas. Si una lista consigue más del doble de los votos obtenidos por la lista que le sigue en número de votos, obtiene los dos escaños. Patricio Navia y Alfredo Joignant (2003:4) plantean que las zonas donde ganó Pinochet en el plebiscito de 1988 fueron agrupadas en distritos electorales de menor tamaño en 1989, mientras que las áreas donde ganó el No fueron agrupadas en distritos de mayor número de electores, lo cual se traduce en una dificultad creciente para la Concertación en doblar a la derecha. En efecto, resulta tanto más plausible ganar los dos diputados

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para la Concertación cuanto menor es la densidad poblacional del distrito en cuestión. En las primeras elecciones parlamentarias, la derecha chilena supo beneficiarse del pinochetismo y restablecer la fuerza electoral que tuvo en los años 50. En estas condiciones el resultado electoral no mostró la desproporcionalidad pronosticada, produciéndose una fuerte crítica al sistema electoral después de las elecciones de 1989. Un ejemplo concreto fue el triunfo de Jaime Guzmán el año 89 por Santiago Poniente, frente a su contendor Ricardo Lagos. En esta última elección, el sistema binominal se transformó en un tema prioritario en la agenda política. La Concertación se vio perjudicada al perder figuras emblemáticas, mientras la UDI, si bien es cierto pierde la candidatura presidencial de Joaquín Lavín, sigue siendo el partido con mayor representación política en el parlamento, siendo el mayor beneficiario de dicho sistema. - Ley de Partidos Políticos Durante el proceso de creación de la reglamentación constitucional que vendría a regular el comportamiento, naturaleza y finalidad de los partidos políticos dentro de la vida política del país, Jaime Guzmán planteó un asunto que era de suma importancia, el de definir con claridad el rol que tendrían aquellos en nuestro ordenamiento. Habría que precisar si ellos se limitarían a ser una simple agrupación que reuniera a los ciudadanos a fin de canalizar puntos de vista de opinión o tomarían el papel, como en la realidad práctica había ido ocurriendo en diversas democracias contemporáneas, de entidades que participaran como verdaderos sujetos activos de los órganos del Estado llamados a gobernar el país (Actas Oficiales, Sesión 77). Para Guzmán los partidos políticos habían pasado a tener un poder de decisión, de orientación y de conducción de los sistemas democráticos tan fuerte, que prácticamente la vinculación entre el elegido y el elector había ido desapareciendo. El sistema de partidos políticos estaba dando por resultado, muchas veces que las decisiones adoptadas por las autoridades elegidas por el pueblo no fueran tomadas por ellas mismas, sino por las directivas de aquellos, las cuales muchas veces ni los mismos titulares de los órganos de poder de que se tratara se encontraban incluidos, siendo otra entidad la que entraba a decidir (Cartier, 1998:110). Guzmán fue partidario de reforzar la idea de que el titular del órgano del Estado era efectivamente una autoridad absolutamente independiente en el ejercicio de sus funciones, y que el partido político debía conformarse como una institución que tendiera a influir en la vida pública por la difusión de diversos puntos de vista de opinión. No era aceptable concebir a los partidos políticos como entidades que aspiraran única y exclusivamente a alcanzar o detentar el poder, pues tal finalidad sólo genera una distorsión a cambio de conseguir el objeto señalado, sin vacilar en los medios para alcanzarlo.

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Era fundamental consignar preceptos que restaran a los partidos políticos su carácter monopólico y que les reconocieran como uno de los canales válidos para actuar en la generación del poder político, permitiendo una igualdad esencial entre los partidos políticos y los elementos independientes, a fin de que el predominio de aquéllos sólo pudiera tener lugar cuando realmente sus ideas y sus miembros suscitaran adhesión ciudadana (Cartier, 1998:110). Para hacer realidad el objetivo planteado era fundamental considerar los procedimientos electorales a adoptar. Como primer aporte en materia electoral, Guzmán sostuvo que era partidario en la generación del parlamento el establecimiento de circunscripciones electorales amplias. Tal punto de vista se fundamentaba en el hecho de que los poderes públicos estaban llamados a velar por el bien común, por lo tanto, el criterio para generar un congresal no debía ser el mismo que para generar a un dirigente gremial. Para Guzmán se debía dejar, en lo posible, los intereses personales de quienes estuvieran eligiendo, porque los poderes públicos deben responder a la satisfacción, no de intereses particulares, sino del bien común que no siempre se identificaba con las conveniencias específicas de un grupo, ni siquiera con la suma de todas ellas. La generación de circunscripciones electorales más amplias posibilitaría que las personas tendieran a escoger al candidato por sus cualidades personales y por las ideas que sustentara, evitando así el caudillismo electoral. Guzmán, con la idea de facilitar la existencia de partidos políticos como corrientes de opinión, consideraba que el sistema electoral que ayudaba de mejor manera a lograr tal objetivo, era aquel en que no hubiera listas de partidos. En él los candidatos podrían ser presentados por partidos políticos, en el caso que pertenecieran a ellos, o por un determinado número de firmas de independientes o por otras entidades autorizadas para presentarlos, quedando colocados todos ellos en la cédula única por orden alfabético o de sorteo, pero sin existir entre ellos listas de partido alguno. En síntesis, el actual sistema binominal estimula en general la conformación de pactos, alianzas o coaliciones que respalden a tan solo un candidato. Esta situación hace que al interior de cada partido se generen instancias de discusión política de alto nivel, enfocadas a la selección de los mejores candidatos para conformar las respectivas listas, o bien para decidir temas de coyuntura política intra o extrapartidista. Uno de los principales efectos originados por el binominalismo, radica en entregar los escaños parlamentarios disponibles, sean estos para el senado o la cámara baja, a las dos listas que hayan conseguido la mayor cantidad de votos y que producto de la aplicación de la fórmula de la mayoría relativa (lista más votada respecto a sus pares, sin que necesariamente obtenga el 50%+1 de los votos como lo es el caso de la mayoría absoluta), tendrán la posibilidad de tener cada una de ellas a un representante de sus filas en el Congreso por cada circunscripción o distrito electoral respectivo. La excepción a la regla es que si una lista dobla en

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votos a la que sigue, sólo en este caso tendrá el derecho a ocupar los dos escaños disponibles. El argumento de los representantes del gobierno militar y gestor del actual sistema binominal, era que éste constituye uno de los mejores mecanismos electorales para aplicarlos a la realidad chilena de fines de los 80, pues contribuiría a garantizar y establecer los equilibrios políticos necesarios para lograr una efectiva transición democrática. Este argumento en la práctica ha demostrado que durante una década se ha logrado producto de la implementación de éste sistema, la conformación de la mayor parte de los partidos existentes en Chile en dos bloques o bipolarización, lo cual constituye la mejor alternativa para obtener cargos políticos, representación electoral y permanencia dentro del sistema de partidos. Otro fenómeno causado por el sistema electoral sobre el sistema de partidos en Chile, tiene que ver con el “efecto desproporcionador” en la relación votos v/s escaños, que es el resultado de la compleja estructura definida para la conformación de circunscripciones y distritos que no obedecen a ningún patrón demográfico ni poblacional definido, situación que ocasiona graves distorsiones a la hora de valorar los votos entre circunscripciones, distritos o entre ambos. En síntesis, el espíritu para gestar dicho sistema es evitar el sobrepeso de los partidos políticos, la polarización, y por ende la consolidación del concepto de democracia protegida.

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CAPÍTULO IV

DE LA POLÍTICA DOCTRINARIA A LA POLÍTICA PRAGMÁTICA 1.1 Hacia la formación de un partido político popular. Desde mediados del siglo XX y hasta algunos años, los partidos políticos chilenos parecían representar claramente los intereses de los diferentes grupos sociales existentes en el país. Un análisis de la realidad política contemporánea muestra matices más difusos que antaño, siendo un ejemplo concreto la UDI, partido que ha logrado crear una base social de apoyo que traspasa las divisiones sociales, convirtiéndose en uno de los principales partidos de nuestro país. Poner partido catch all Si bien el avance electoral de la UDI puede explicarse por la conjunción de múltiples factores, me interesa poner énfasis en lo que concierne a las estrategias que éste partido ha utilizado para conquistar especialmente a los sectores populares y juveniles. Hablo de estrategias, porque la adhesión popular que suscita este partido no es obra del azar, sino de la concreción de una meta trazada por su líder y fundador. Guzmán no sólo crea un movimiento, sino también una línea de pensamiento que recoge ciertos valores tradicionales del cristianismo y una concepción moderna de enfrentar la política, con visión de futuro de acuerdo al tiempo en que se vive, una concepción económica abierta y con un Estado subsidiario. Las ideas de la UDI son obra de su pensamiento, la Declaración de principios y la consolidación como partido es obra de su pragmatismo. Así, el 24 de septiembre de 1983, Guzmán, junto a un grupo de colaboradores creó una organización formalmente política, la Unión Demócrata Independiente, formado por un Comité Directivo presidido por Guzmán e integrado por el ex Ministro del Interior Sergio Fernández, Javier Leturia, Guillermo Elton, Pablo Longueira y Luis Cordero. A partir de esta fecha los gremialistas contaron con un partido que les permitía desarrollar su vocación política plenamente, respetando y protegiendo las esferas propias de los gremios. Al respecto Guzmán decía: ” Los miembros de la UDI actúan como demócratas independientes en lo político, pero como gremialistas en lo gremial “ (Huneeus,1998b: 128). La UDI fue un partido que se generó dentro de las estructuras del régimen autoritario, siendo bastante funcional a éste debido a un proyecto político sustentado en la democracia protegida definida por Pinochet en el discurso de Chacarillas de 1977, como una democracia autoritaria, integradora, tecnificada y participación efectiva (El Mercurio, 10/07/1977). Desde sus inicios buscó tener un carácter popular, convirtiéndose en un partido que rompiese con el tradicional aislamiento de los políticos no marxistas respecto de los sectores poblacionales. La UDI como heredera del régimen militar se ha propuesto capitalizar el respaldo popular de ese

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régimen, apuntando su estrategia política electoral hacia ese sector, diferenciándose así de la derecha tradicional, elemento que también se manifiesta en su orgánica interna que se asimila a la de un partido de cuadros. Por ello creó un departamento poblacional fundado por Simón Yèvenes, quien durante la noche del 2 de abril de 1986 fue ametrallado por miembros del FPMR, convirtiéndose en el primer mártir del partido. Pese a que la relación de la UDI con los estratos populares siempre se atribuyó a la acción de los ex alcaldes gremialistas, y su éxito a la entrega de dádivas desde los municipios de Pinochet, hoy se sabe que la decisión de Jaime Guzmán de romper el monopolio histórico de los partidos de izquierda en las poblaciones terminó por darles un espacio de crecimiento nunca antes visto para un partido de derecha. Bien lo decía Jaime Guzmán en agosto de 1984: “Puede que en el corto plazo, después de este gobierno, podamos sufrir algún efecto negativo, pero no dudamos que, en el largo plazo nuestra posición nos dará frutos. Estamos en las poblaciones marginales para difundir y hacer crecer un movimiento político que está adquiriendo creciente raíz popular y debe fortificarla” (Cosas, 16/01/1998: 25). Mientras se continuaba con el trabajo en poblaciones, a la luz de la nueva ley de partidos políticos y la cercanía del plebiscito que debería terminar la sucesión del régimen militar, marcó él reinicio de la actividad política y el momento que la UDI debería transformarse en partido político. Tendría un breve paréntesis en su historia, cuando junto a la Unión Nacional y el Frente Nacional del Trabajo conformó Renovación Nacional. La primera directiva quedó presidida por el abogado independiente Ricardo Rivadeneida y los vicepresidentes Andrés Allamand, Juan de Dios Carmona y Jaime Guzmán. Quienes llegaron al nuevo conglomerado tenían diferentes propósitos y estilos, los que en definitiva provocó él quiebre del proyecto. La fusión no fue bien recibida por toda la dirigencia, pues sentían que no pertenecían a esa derecha tradicional. Un dirigente poblacional recuerda: “Ellos llamaban a dirigentes chic para organizar las comunas, a la Piti y la Poti, y nosotros a Juan Pérez. Nos sentíamos pollo en corral ajeno con los viejos patriarcas de la derecha o con esos niñitos de club (Cosas, 16/01/1998: 27). La crisis estalló y se concretó con la expulsión de Jaime Guzmán, quien denunció irregularidades en las primeras elecciones internas, pidiendo la renuncia de toda la directiva. Guzmán reagrupó a los militantes de la UDI, primero para formar un movimiento “UDI por el Si”, y luego, y a pesar de la derrota de esa opción en el plebiscito, un partido político. En abril de 1989, en el Consejo General del Partido, la primera directiva integrada por Jaime Guzmán como presidente; los vicepresidentes, Jovino Novoa, Francisco Bartolucci, Eugenio Cantuarias, Julio Dittborn y Joaquín Lavín; el secretario general, Pablo Longueira; y el tesorero Arturo Matte, traspasó el mando a una nueva integrada por el presidente Julio Dittborn; vicepresidentes, Jovino Novoa, Francisco

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Bartolucci, Eugenio Cantuarias, Andrés Chadwick, Pablo Longueira y secretario general, Joaquín Lavín. Por primera vez en la historia de la UDI, Jaime Guzmán dejaba la conducción máxima de la organización. Luego del retorno a la democracia, Guzmán se presentó como candidato a senador, saliendo victorioso de aquella contienda por Santiago Poniente, zona que hasta los más optimistas le daban poca probabilidad, derrotando a uno de sus más feroces adversarios, Ricardo Lagos. Con respecto a su designación Guzmán dice: “Para la UDI es muy importante que yo haya resultado electo, aunque nuestra fuerza es el vigor de una nueva generación que surge con una vitalidad tan pujante que no depende del éxito electoral de una determinada persona, ni siquiera de un mayor o menor número de candidatos elegidos en la primera oportunidad que postulamos en una elección, aunque el resultado haya sido un éxito” (Cosas, 2/01/1990: 27). El 1 de abril de 1991 Jaime Guzmán fue asesinado por el FPMR. Para Lavín, Guzmán murió por la posición que tuvo en el congreso pleno, en que la UDI fue el último partido que se opuso al indulto presidencial de terroristas. Lavín recuerda que cada partido tenía quince minutos para fundamentar su decisión, espacio compartido entre varios correligionarios. La UDI Pensó hacer lo mismo, pero Jaime Guzmán quiso hacerlo él. “Quiero asumir este riesgo solo, ustedes tienen esposa e hijos y es mejor que el peligro recaiga sobre mí” (Cosas, 5/04/1991: 33). Al fundar la UDI, sus dirigentes le entregaron un perfil claramente definido que se sustentaba en tres pilares fundamentales, base del trabajo realizado antaño. - Popular: Hay que recordar que desde su fundación como movimiento, la UDI buscó enraizarse en los sectores medios y bajos, sobre todo en aquellos de menos recursos. A través de su accionar en las poblaciones, se planteó como un partido de derecha, pero con un trabajo popular que se enfocó en dos sentidos: formación de dirigentes y difusión de las ideas económicas neoliberales. Un factor determinante que facilitó el desarrollo del trabajo poblacional fue que algunos alcaldes durante el gobierno militar eran gremialistas, por lo tanto, al momento en que pasaron a la UDI, electoralmente les favoreció el hecho de que eran conocidos en los sectores populares. - De inspiración cristiana: Si bien Jaime Guzmán adhería profundamente a los principios y valores de la Iglesia Católica, el partido que fundó se define sólo de inspiración cristiana y no confesional. El fundamento era que “lo contingente no admite respuesta única”, pero a pesar de su declaración fundacional, el accionar político de la UDI se manifiesta muy conservador en lo que a temas morales y valóricos se refiere. Partidario de la economía Social de Mercado: No es extraño la adhesión de la UDI a la economía neoliberal, a pesar de las contradicciones personales que alguna vez tuvo Jaime Guzmán con respecto a ese sistema y la Doctrina Social de la Iglesia. Para Renato Cristi (2000:163) el obstáculo que encuentra Guzmán con la Iglesia Católica es el tema económico que lo conduce a elaborar una crítica de la Doctrina Social de la Iglesia, pues

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piensa que ésta no reconoce que el progreso de la ciencia económica y la nueva economía de mercado sean herramientas indispensables del crecimiento económico y desarrollo de un país. En los inicios del régimen militar, los gremialistas trabajaron enfocados en dos ámbitos, el político y el económico, posteriormente hubo un trabajo conjunto de ambos frentes en el cual el sistema económico quedó legitimado a través de la Constitución de 1980. En otras palabras, la política certificó al nuevo sistema económico que se instauró y le dio plena validez, demostrando que ambos frentes se complementan en una idea común para conseguir el desarrollo del país. “La competencia debidamente regulada por la autoridad destaca como una herramienta básica del progreso no sólo en la economía, sino en múltiples y variadas actividades humanas, porque estimula la superación de las personas” (Ercilla, 10/04/1991:111). En síntesis y como lo plantea Bugueño y Morales (2001), la visión de sus dirigentes se asocia al pensamiento social y católico más conservador, con ciertas orientaciones neoliberales en política económica y social, mixtura que se grafica con claridad en el proceso político chileno autoritario, donde la confluencia de posturas democráticas restrictivas asociadas a una apertura comercial y a una modernización de la estructura económica del país, sustentada en los principios de la libre empresa e iniciativa privada se hacen mutuamente funcionales, ya que la limitación de las libertades políticas otorgan un espacio de acción considerable a las estrategias económicas y sociales del régimen. - Aspectos generales acerca de la vocación popular. Los orígenes de la UDI se sitúan en el movimiento gremial universitario. Finalizado el gobierno del presidente Salvador Allende y asumido el mando del país por la Junta de Gobierno, numerosos estudiantes gremialistas, ahora transformados en profesionales se incorporaron a distintos cargos dentro del gobierno. Un grupo impulsa el desarrollo de la Secretaría General de la Juventud, otros participan en las comisiones legislativas que estudian los proyectos de la Junta de Gobierno. En una entrevista a Javier Leturia, con respecto a cómo se relaciona el gremialismo con la UDI responde: “no hay matrimonio entre la UDI y el gremialismo. El gremialismo dice que si yo soy sociedad intermedia o gremio debo exigir mi autonomía, que sólo en la medida en que sea autónomo voy a poder cumplir mi fin y que el Estado debe respetar ese derecho”...“Hay dos principios: el de autonomía social y el principio de subsidiariedad del Estado que se refiere a que éste sólo debe hacer lo que no pueden hacer los particulares. Eso hace que haya una simetría entre las dos cosas”( Citado en Montecinos, 2001:115). “La gente de la UDI por principio tiene que ser gremialista, porque comparte el principio de autonomía social. La gente gremialista no necesariamente tiene que ser UDI, porque también podría haber otro partido que respete ese principio y de hecho, si bien el nervio de la UDI

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estuvo con gente gremialista, siguieron corriendo por canales más o menos separados“... “El gremialismo por lo demás está en algunas cosas vinculado a la UDI, pero el gremialismo hoy en día es algo que existe en todo el país, o sea, los gremios lo adoptaron como propios” (Montecinos, 2001:118). Por otro parte, Guzmán comienza a ejercer un enorme peso en el régimen, otorgándole un sustento ideológico y ubicando a los gremialistas en puestos estratégicos dentro del aparato gubernamental. Esta maniobra buscaba generar una red de relaciones que sirvieran de base de apoyo al régimen militar y que se proyectara en un movimiento que diera continuidad a su obra, una vez que los militares retornaran a sus cuarteles (Huneeus, 2001c: 8). De este modo, los jóvenes gremialistas se hacen cargo de la Secretaría Nacional de Gobierno y dentro de ella la Secretaría Nacional de la Juventud, la Oficina de Planificación Nacional de la Juventud, la Oficina de Planificación Nacional (ODEPLAN), los gobiernos locales (alcaldías) y la Comisión de Estudios de la Nueva Constitución. De éstas instancias la Secretaría Nacional de la Juventud y las alcaldías jugaron un papel fundamental en la creación de una red social y política vinculada a los sectores populares. 1.- Alcaldías: El rol de los gremialistas en las alcaldías fue clave, principalmente en Santiago, Valparaíso, Viña del Mar y Concepción. Ayudado por las reformas institucionales que fortalecieron los gobiernos locales, pudieron establecer relaciones más directas con los ciudadanos, a su vez, disponer de recursos para las políticas sociales como los programas de empleo comunitario para combatir la cesantía, los subsidios a los más pobres, etc. Huneeus señala: “los alcaldes pudieron establecer relaciones políticas con los sectores populares, consiguiendo respaldo a los nuevos gobernantes y que servían de base al desarrollo del gremialismo. Estos ediles obtuvieron sus cargos gracias a su trabajo anterior en la Secretaría de la Juventud, donde desarrollaron una intensa labor de apoyo a las organizaciones sociales de las correspondientes localidades, creando bases de sustentación para el futuro nombramiento como jefes comunales” (Huneeus, 2001c: 20). Este trabajo favoreció la constitución de redes sociales que posteriormente serían determinantes para la obtención de dividendos electorales aprovechando los recursos que emanaban del autoritarismo. Esto queda aún más claro con el llamado “Plan Cívico” de 1987, una completa descripción de la forma de llevar adelante la campaña para reelegir a Pinochet, con una clara asignación de tareas, principalmente responsabilidades de los alcaldes: “Es importante que los alcaldes sepan, que si tienen interés de actuar políticamente como candidatos, contarán con el apoyo del gobierno, planteaba el llamado Plan Cívico” (Cosas, 16/011999: 28). En este contexto, un 50% de la representación de la

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derecha para las elecciones de 1989 a la cámara baja armó su candidatura a partir de las alcaldías. Pese a un discurso aparentemente apolítico, para la Concertación el orden municipal creado por el régimen militar representó la más profunda politización de los municipios. En el informe del Programa de Asistencia Legislativa (PAL) del año 1991 se constata que de los diputados que asumieron en 1992, 22 de ellos habían sido alcaldes y gobernadores y de ellos 8 pertenecían a la UDI, más Carlos Bombal y Juan Mansferrer que se inscribieron después. En un estudio realizado por Morales y Bugueño (2001:16) se constata que la gran mayoría de los senadores ocupó importantes cargos en las altas esferas de gobierno, en comparación con los diputados, quienes mayoritariamente enfocaron su accionar en las áreas de la administración local, específicamente en las alcaldías. Así 10 de los 14 diputados electos por la UDI en 1989 ocuparon alguna alcaldía durante el régimen autoritario, lo que se mantiene en 1993 cuando este partido obtiene 16 diputados. Lavín, fiel exponente de la gestión edilicia clarifica el rol de las alcaldías: “En las alcaldías te encuentras gobernando un país chico con todos los riesgos y oportunidades que eso significa. Te toca trabajar en el consejo municipal, especie de congreso chico, donde hay gente con ideas diferentes con quienes tienes que entenderte. Pensando en el futuro de la Alianza por Chile, es una experiencia muy buena, especialmente en las comunas grandes y difíciles como Concepción, La Florida, Puente Alto“ (Cosas, 3/11/2000:16). Reforzando esta idea, Jacqueline Van Rysselberge, alcaldesa de Concepción y parte integrante del grupo de asesores de Lavín para la campaña presidencial del 2005, al referirse al estilo que ha impuesto Lavín en las municipalidades plantea que: ”No sólo ha sido copiado por los alcaldes de la Alianza, sino también por los de la Concertación. Es allí donde aplica un mayor pragmatismo para solucionar los problemas de las personas, tendiendo a salirse del tema de la política contingente para responder a lo que espera la ciudadanía. Y ese sello que le dio a las municipalidades es el que todos quieren que lleve al gobierno” (Cosas, 17/09/2002: 67-68). En síntesis, la presencia de la UDI en las alcaldías permite al partido competir electoralmente, de manera audaz, y además marcar presencia en los sectores populares. Este elemento no es menor si se considera la importancia que alcanzó el aparato estatal durante el régimen autoritario, el que abrió espacios institucionales de participación para los jóvenes gremialistas que les permitió mantener un contacto directo con las bases electorales. 2.- El trabajo con la Juventud: Guzmán concibió una nueva iniciativa política destinada a aumentar la influencia del gremialismo en la juventud. El Frente Juvenil de Unidad nacional creado en 1976 fue concebido como una iniciativa con un mínimo nivel institucional, pues se trataba que fuera más bien un lugar de

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encuentro de la juventud de carácter cívico militar. Huneeus al respecto plantea: “las dictaduras sienten una especial atracción por las movilizaciones de la juventud, sin embargo, no tienen la capacidad para conseguir la adhesión de los jóvenes. Necesitan intermediarios civiles que tengan habilidad para impulsar las políticas que le permitan conseguir ese apoyo, por lo tanto, el rol cumplido por los gremialistas obedece a ese objetivo” (Huneeus, 2001c: 75). El Frente Juvenil de Unidad Nacional, nace como entidad autónoma al gobierno, cuyo objetivo es la proyección del movimiento más allá de las fronteras universitarias al ámbito de la juventud secundaria. Su primer Consejo Nacional estuvo presidido por Javier Leturia y lo integraban Jaime Guzmán, Miguel Kast, Manfredo Mayol, Alberto Hardenssen, Cristián García Huidobro y Juan Carlos Méndez. Al definirse doctrinariamente, dice que “aspira a reunir y organizar a la juventud chilena para trabajar en la grandeza futura de la patria, avanzando por el ancho camino abierto para chile el 11 de septiembre de 1973”. A pesar del respaldo al régimen político del gobierno militar, se declaran autónomos e independientes: “es un movimiento para servir a chile y apoyar a su gobierno, pero no es un movimiento de gobierno” (Hush, 1991: 62). En una serie de fascículos publicados por el diario “La Tercera” en 1984, Guzmán admite que el elemento humano que conformó el gremialismo universitario ha sido uno de los pilares fundamentales en la creación del Frente Juvenil: “Nuestro compromiso no es con éste o con los gobiernos que en el futuro pueda haber, sino con una Declaración de Principios y con los gobiernos en la medida en que éstos respondan con la actual declaración”. Sus principales tareas fueron deportivas y recreativas, siendo una de las principales los “campamentos de verano”, donde se reunían destacados dirigentes juveniles del país para fortalecer la cohesión del grupo y realizar una sutil capacitación política. También desarrollaron actividades con los jóvenes en los barrios, a través de los “congresos vecinales”. Esta fue la verdadera cuna de los dirigentes de la UDI, formados por la aspiración de Guzmán de construir una nueva forma de hacer política (Soto, 2001:14). El Frente Juvenil de Unidad Nacional postula la creación de lo que llaman “Nueva Democracia”, grupo que surge en 1979 y que comienza a proyectar en forma más concreta y madura las bases del futuro partido político. Nueva Democracia, dirigido por Javier Leturia y Roberto Pulido, entre sus principios privilegia la libertad económica y explica que esta afecta en forma más esencial, diaria y tangible la vida personal y familiar, constituyendo el cimiento para una convivencia democrática. Señalan que anhelan una democracia que favorezca efectivamente la libertad, la seguridad y el progreso como forma de vida, y consideran que sólo en tal caso el sistema democrático de gobierno tiene auténtica validez y puede ser estable. Junto con surgir Nueva Democracia, se crea la Revista “Realidad” en junio de 1979. Esta publicación que aparece mensualmente hasta marzo de

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1984, con un tiraje de seis mil ejemplares, es vendida por suscripción en los kioscos. Asimismo, en 1981 se organiza el Instituto para una Sociedad Libre, entidad creada con el objeto de realizar actividades de difusión de ideas, que edita durante dos años la revista “Posición”. En 1982 se empiezan a trazar las líneas de lo que debieran ser las bases de un partido político inspirado en los principios gremialistas. El 24 de septiembre de 1983 nace el movimiento que desde el nombre hasta sus fundadores no tenía nada que ver con la derecha tradicional, con un Comité presidido por Guzmán e integrado por el ex Ministro del Interior, Sergio Fernández, Javier Leturia, Guillermo Elton, Pablo Longueira y Luis Cordero. Para Longueira: “Este grupo no se siente interpretado por alternativas que están surgiendo y que se reducen a la Constitución de los mismos grupos políticos que existían antes de 1973. La idea es unirse para dar origen a un gran partido que ojalá congreguen a todos los demócratas que se consideran ubicados en el centro o la derecha del espectro político”(Qué Pasa, 3/08/1996: 226-227). Quienes en un comienzo fueron elegidos por Guzmán para comenzar la labor política, componen la jerarquía del partido. Son ellos los que tienen el rol de traspasar el legado que recibieron “apadrinando” a la nueva generación. Gente que forma parte del nuevo semillero de la colectividad, como por ejemplo, Marcela Cubillos es ahijada política de Chadwick; Rodrigo Castro, asesor de Cristián Larroulet; Germán Concha, uno de los cerebros del programa presidencial de Joaquín Lavín en el año 99 y Marco Antonio González, ayudante de la cátedra de Derecho Constitucional de Jaime Guzmán y Director Ejecutivo de la Fundación que lleva el nombre del exitoso senador, fueron pupilos de él. Para Jovino Novoa suplir a Guzmán en la dedicación que ponía a la formación de líderes es una tarea muy difícil: “Jaime veía en eso una misión que iba más allá de la política, entonces le dedicaba un tiempo muy especial. Por las características de Jaime, los resultados que obtenía eran notables... Era una especie de maestro para la gente joven. (Cosas, 20/08/1991:32). Cabe destacar que la “Fundación Jaime Guzmán” es una institución privada sin fines de lucro, que tiene como fin preservar y continuar el testimonio de vida del fundador de la UDI. Constituye una instancia intermedia entre el gremialismo y el partido. Su objetivo principal se logra mediante la defensa en que se fundamenta una sociedad libre, la promoción de ideas nuevas, y especialmente la formación de jóvenes, todo inspirado en una concepción espiritual trascendente del hombre. Es a través de la propia Fundación que estos cuerpos intermedios confluyen en hacer latente el legado de Guzmán y traducirlo en una real instancia de participación. Esto hace que los potenciales militantes de la UDI se formen doctrinariamente, para incorporarse después al partido y dentro de él realizar la praxis política. Lo anterior no deja de ser relevante, ya que en la UDI existe una preocupación permanente en cuanto a los nuevos militantes. Como la UDI inicialmente era un partido pequeño, la inquietud de que los sucesores

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mantengan el legado inicial está siempre presente para evitar su tergiversación ante el crecimiento inevitable del partido, sobre todo frente a la posibilidad de acceder al poder. Andrés Chadwick comenta: “Uno todos los días se cuestiona, está evaluando, porque el poder y la política ponen muchas trampas. Por buscar efectos de corto plazo vemos que traicionamos y debilitamos nuestras cosas, pero es una tarea diaria preservar la fidelidad de nuestra doctrina. En el largo plazo, esto va creando adeptos” (Montecinos, 2001:91). Otra instancia en la formación de la clase política de la UDI es “Nuevas Generaciones”, presidida por Pablo Desbordes, uno de los últimos dirigentes formados por Guzmán, cuya tarea es reclutar el contingente de jóvenes estudiantes y profesionales. Según Desbordes, “la idea es formar líderes de recambio que mantengan la mística de Jaime Guzmán” (La Nación,10/03/2003: 5). En su presentación en la página web, Nuevas Generaciones se presenta “como el lugar donde la UDI quiere transmitir ese estilo de hacer política distinto a los demás partidos”. El nexo entre esta instancia y la Fundación Jaime Guzmán, se concretiza en una serie de actividades conjuntas en la formación de gente joven. Un ejemplo, es el curso de políticas públicas realizado en el mes de junio del 2005 denominado “Desarrollo Social para Chile”, orientado a profesionales jóvenes interesados en conocer y perfeccionarse en materias sociales. Al curso asistieron más de 60 profesionales y contó con las exposiciones de destacadas personalidades como el empresario Ricardo Claro, el economista Andrés Fontaine y el senador Hernán Larraín. Durante los últimos meses cerca de 40 profesionales han participado en ciclos de comidas denominados “UDI un camino para servir a Chile”, con el objetivo de generar instancias donde poder conocer la importante labor que desempeñan los senadores, diputados y alcaldes del partido y así compartir experiencias y alentar el camino del servicio público. En la celebración de los 20 años de la fundación del partido, el 19 de octubre de 2003 la UDI inspirándose en las ideas de Jaime Guzmán refuerza un proceso que se inicia a principios de ese año y que consiste en captar estudiantes de educación media, universitarios y profesionales jóvenes para que se unan al proyecto de país, y reforzar el sello de partido popular. Cabe destacar que uno de los enganches más importantes del gremialismo para renovar su militancia se ha hecho mediante el trabajo con jóvenes voluntarios que acuden a zonas de escasos recursos para realizar labores de ayuda a la comunidad. La idea fue reimprimir la mística popular a la UDI. Para ello, la figura de Jaime Guzmán y sus ideales son claves, donde además se inició una campaña de recolección de fondos para construirle un memorial en la Plaza Baquedano y para habilitar una sede donde se formarán los nuevos militantes. Otro de los puntos importantes de la ceremonia fue la incorporación de 20 nuevos militantes “emblemáticos”, que se enmarcan dentro del carácter popular del partido. Figuras como los senadores Marco Cariola, Rodolfo Stange y de los diputados María Angélica Cristi y Pablo Prieto, el ex

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arquero Mario Osben y el futbolista Marcelo Zunino, el actor Claudio Reyes, el animador de radio y televisión Cristián Velasco. La lista de los veinte nuevos militantes también incluyó la incorporación de los hijos de dos detenidos desaparecidos, Nelson Tejo y Natalia Arce; los puntajes nacionales de la PAA, Rodrigo Cabezón y Guillermo Guevara; el dirigente de ferias libres Luis Gallardo; el concejal ex DC Ricardo Díaz y el empresario Francisco Javier Jarpa, el chef de televisión Raúl Correa; la ex presidenta de la FEUC Francisca Correa; y las esposas de los senadores Marco Cariola, Jovino Novoa y Carlos Bombal: Mónica Cubillos, María Angélica Mackenna y Mónica Molina, respectivamente (El Mercurio, 19/10/2003). La pregunta que surge entonces es cómo conserva la UDI esa fidelidad inicial: “la mística”. Enrique Correa, sociólogo y analista político, ex ministro del gobierno de Patricio Aylwin, explica que esto se logra por ser “un partido monolítico, de cuadros, en lenguaje leninista”. Agrega que la organización de la UDI se parece a la del Partido comunista, tiene una estructura marcada por la formación de cuadros a nivel de base y una elite dirigente. Además destaca que el partido de Guzmán goza de una amplia disciplina, mucha organización respecto a la jerarquía y, objetivos claros intransables (Montecinos, 2001:91). Bien lo confirma un dirigente del partido: “La UDI tiene un estilo de conducción que a nosotros nos acomoda mucho, pero que a quienes no se sienten parte integral de esto no tiene por qué gustarle. Uno es militante porque Jovino, Pablo, Andrés y Hernán deciden. Me inquietaría que me empiecen a consultar, porque ahí la UDI perdería la eficiencia que tiene y dejaría de ser lo que es” (Cosas, 16/10/2004). Jovino Novoa al respecto plantea: “No me cabe duda que la gracia de la UDI, de ser homogénea en sus decisiones y mantener una línea a través del tiempo, es lo que le va a permitir continuar exactamente igual” (Cosas, 20/08/1991: 33). 3.- El Trabajo en poblaciones Así define la UDI Julio Dittborn: “ La UDI es un partido de cuadros, con una sólida organización de base. La derecha tradicional actúa desde la cúpula y sintoniza con la base a través del marketing político. Las apariciones de los líderes de la derecha tradicional ante el gran público son las que le confieren representatividad, siendo el exponente característico el político de prensa y el más representativo dirigente de la UDI es el de base... Esta diferencia se explica por la presencia popular de la UDI. El electorado clásico de la derecha tradicional se informa de la política y toma posición frente a ella por los medios de comunicación social. A quien no está presente entre los sectores populares le basta actuar a través de los diarios y la televisión” (Citado en Farren,1993: 21). Una vez que la UDI se forma como movimiento en 1983, buscó inmediatamente convertirse en una organización política que rompiera con el tradicional aislamiento de la derecha de los sectores populares. Esta estrategia buscaba superar el marco de la lucha de clases impuesta a su

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juicio por la dialéctica marxista, para lo cual se crea un departamento especialmente dedicado al trabajo poblacional, cuyo objetivo es canalizar hacia estos sectores el trabajo de sus otros comités. Bien lo plantea Longueira: “No somos de la derecha tradicional. Hemos constituido una derecha comprometida con los más pobres”... “La meta de la UDI desde sus orígenes fue terminar con la lucha de clases, es decir, romper con el viejo esquema que identificaba a los ricos con la derecha y a los pobres con la izquierda” (La Segunda, 26/09/2003). El trabajo en las poblaciones comenzó a través de la organización de centros juveniles, autónomos unos de otros, que sin embargo colaboraban en distintas actividades de la Secretaría Nacional de la Juventud, Digeder y en proyectos municipales. La finalidad de estas organizaciones era el entretenimiento y la formación valórica y política. Una vez que los grupos estaban maduros, Guzmán era el encargado de afiatar la relación con los pobladores. En enero de 1984 se constituyó el primer comité directivo poblacional de la UDI en la población José María Caro. Más tarde iría ganando terreno en las poblaciones y campamentos de las diversas comunas de Santiago, muchas de las cuales se consideraban “bastiones impenetrables del marxismo”. Cabe señalar que muchos de los dirigentes poblacionales de la UDI van saliendo de las filas de la DC e incluso de la izquierda (Ideas, Año 6: Nº5). Guzmán siempre tuvo la idea de trascender el ámbito académico, su apuesta era ingresar al mundo popular, lugar que la derecha histórica había postergado, por ello constituía el principal desafío del partido. Bien lo recuerda Alfredo Galdámez, primer presidente del departamento de poblaciones: ”Guzmán hablaba del trabajo en las poblaciones y hacía un paralelo del crecimiento DC en ellas para ver cómo se podía hacer lo mismo, pues el gobierno militar se encontró con que la mayoría de las juntas de vecinos eran democratacristianas” (Cosas, 16/01/1998:25). En 1986, Guzmán dirigió el primer acto público en la población la Pincoya, después que Luis Cordero, uno de sus pilares en el trabajo poblacional ideara realizar actos masivos en las poblaciones. Guzmán arriba de un camión, habla a sus eventuales seguidores en medio de una guerra de proyectiles. “Fue un gran fiasco, pero generó una gran mística”, recuerda Longueira (Cosas.16/01/1998: 26). Semanalmente, los miembros del departamento de poblaciones de la UDI se reunían con Jaime Guzmán en la sede de calle Livingstone, frente a un gran mapa de la Región Metropolitana: Alfredo Galdámez, René López, Luis Cordero, Santiago Acosta (ex dirigente DC entre el 64 y el 70 y luego presidente nacional de los pobladores UDI), Bernardo Norambuena (ex dirigente comunista), y quien se convertiría en el pilar de la entrada en poblaciones, Pablo Longueira. Longueira describe su trabajo en poblaciones así: “Trabajé como obrero y viví en poblaciones desde chico y toda mi vocación social es un sello que te pone el San Ignacio” (Cosas, 20/08/1991:24)... “El punto es que defendamos con fuerza un país donde haya igualdad de oportunidades”...

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“Quiero ser parte de una generación en que nos volvamos a reencantar con la política para construir ese país de mayor igualdad de oportunidades”(Cosas,13/03/1998: 56). Punto clave en las estrategias poblacionales de la UDI fue la intervención en las tomas de los campamentos Cardenal Silva Henríquez y Cardenal Fresno con ayuda de las municipalidades de la Pintana y la Granja. Longueira buscó canalizar adhesiones desde dentro, durmiendo en la casa de algún dirigente y contactándose directamente con los pobladores. La UDI va logrando ganar terreno gracias a su nueva forma de hacer política, con un lenguaje directo y claro orientado a dar soluciones concretas a los problemas poblacionales. Además se instalan con un fuerte discurso anticomunista que enfatiza la amenaza de volver al caos de gobierno de la Unidad Popular. Pablo Longueira señaló al respecto: ”En muchas poblaciones existe una necesidad bastante grande de aglutinarse en torno a ideas políticas por la amenaza marxista. Son gentes que en el último tiempo ha experimentado el temor de volver a la época de la Unidad Popular, y existe mucho de eso de defender lo que defendieron en el pasado. Esto nos ha dado un crecimiento mucho mayor del que estimábamos en un principio”(Cosas,16/01/1998: 25)... “Disputar palmo a palmo contra los comunistas significa, ante todo, ser canal de expresión y acción de un sector de pobladores que no quieren sufrir la ola violentista que el marxismo propugna”(Cosas,10/04/1986: 30). La intención de Guzmán de romper el monopolio del PC en las zonas populares, situó entre las metas de la UDI penetrar las poblaciones símbolos: Lo Hermida, La Victoria, La Pintana, La Bandera son nombres que repetía con insistencia. La red poblacional que la UDI iba creando y la fortaleza de sus vínculos se fue evidenciando a la luz de las protestas nacionales, ante las cuales Guzmán realizaría actos de rechazo. En este contexto existía una verdadera disputa por las poblaciones, cuyo momento de máxima tensión fue el asesinato de Simón Yévenes, uno de los fundadores del departamento de poblaciones de la UDI, quien fue asesinado por el FPMR. Una importante resistencia al trabajo poblacional provenía del mundo eclesiástico, sacerdotes emblemáticos como Mariano Puga en Pudahuel o André Jarlan en La Victoria ejercieron un notable impacto. Bernardo Norambuena, recordando aquellos tiempos dice: “Nunca logramos penetrar el mundo parroquial. Fuimos los culpables, pues dejamos que la izquierda nos arrebatara ese mundo. Ellos no creen en Dios y tomaron la iglesia como bastión, se apropiaron de los consejos parroquiales, formaron vicarías, fue una verdadera expropiación” (Cosas, 16/01/1998:30). La UDI asume forma partidaria recién en 1987, cuando a la luz de la nueva Ley de Partidos confluye con Unión Nacional y el Frente Nacional del Trabajo en la formación de Renovación Nacional. Desde que se comenzó a discutir la fusión, hubo ciertos resquemores por parte de la UDI, pues los miembros de las otras agrupaciones eran en gran medida heredera de la derecha tradicional. A la dirigencia poblacional de la UDI no le agradó la

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fusión, pues sentían que ellos no pertenecían a esa derecha tradicional, y además no querían perder el trabajo en sus bases y la capacitación de dirigentes que habían conseguido en esos años. Las disputas de poder al interior del nuevo partido terminaron con la expulsión de algunos dirigentes gremialistas, entre ellos Jaime Guzmán. La escisión ocurrida en 1988 es la que posibilita que la UDI se convierta en partido político en 1989. De ahí en adelante comienzan las tensiones entre ambos partidos y los intentos por diferenciarse. Se vino rápidamente la campaña del plebiscito de 1988 y Guzmán se opuso a que Pinochet fuera candidato en su calidad de Comandante en Jefe. Tras su derrota, el análisis interno fue que el plebiscito había legitimado el sistema, pero la lectura en zonas populares fue distinta: preocupaba la persecución que podía venir. Finalmente, según un UDI, esta vino del gobierno militar que desmilitarizó Intendencias y Gobernaciones, ubicando a gente que ingresaría a Renovación Nacional, como Francisco Prat o Enrique Larre (Arvil, Nº68: 5). En las parlamentarias del 89, la UDI vio caer a Luis Cordero en Conchalí, Javier Leturia en San Antonio, Gonzalo Stefani en la Cisterna y al ex alcalde de Antofagasta, Patricio Valdivia. Pero gana 4 diputados en los reductos populares: Longueira en San Bernardo, Orpis en San Joaquín, Melero en Pudahuel y Cristián Leay en Independencia y Recoleta. Sobre la presencia de la UDI en sectores populares, es importante mencionar el cronograma que estableció este partido. Los años 1994 y 1995 serían destinados a la organización interna y al crecimiento hacia sectores de mayor pobreza, donde operó el programa “UDI en terreno”, en el que los dirigentes locales, juveniles, profesionales y parlamentarios, trabajaban con los “problemas reales” de las personas. En tanto 1996 y 1997 se destinarían al fortalecimiento electoral a nivel municipal y parlamentario, a fin de diseñar la plataforma para estructurar una candidatura presidencial con posibilidades de alcanzar el triunfo. Así 1998 y 1999 se convirtieron en los años en que la meta sería ganar la presidencia (Bugueño y Morales, 2001:16). 1.2 Hacia la marca del Partido Popular Desde su fundación el Movimiento Unión Demócrata Independiente comenzó a desarrollar su acción enfocada hacia el servicio público. Para ellos era importante conocer los problemas que tenía el país, los cuales se verificaban acercándose a las personas a través de las sociedades intermedias. La UDI es un partido popular por derecho propio, pues desde sus orígenes ha buscado el apoyo de los sectores más humildes. Es a esta permanente lucha a la que se refería el diputado Patricio Melero cuando afirmaba: “Nuestro partido ha sido popular desde el comienzo, desde su fundación en 1983 cuando fue definido como un partido popular de inspiración cristiana y partidario de la economía social de mercado”.

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“Lo hemos demostrado con nuestro afianzado trabajo en los sectores populares, y la evidencia empírica más contundente es el gran respaldo obtenido que nos permite elegir parlamentarios, alcaldes y concejales, expresamente en esas comunas más populares del país. Hoy día la UDI es más popular que la suma de los esfuerzos de la Democracia Cristiana y el Partido Socialista juntos, y vamos a seguir enfatizando este carácter popular porque es de la esencia fundacional de la UDI” (Cosas, 13/03/1998) Además de difundir sus ideas en amplios sectores, también demostraban que ellos eran un movimiento afín con la derecha chilena, pero diferente de cómo tradicionalmente se había definido. Ese era su interés principal y lo verdaderamente novedoso, incluso para demostrarlo, algunos de sus dirigentes como Pablo Longueira se establecieron permanentemente en las poblaciones. Para ellos, el hecho de vivir donde estaba la gente más pobre les daba un panorama completo y directo de las necesidades de la población, de esta forma e impulsados por Jaime Guzmán, crearon el Departamento poblacional de la UDI, que posteriormente vendría a cimentar uno de los pilares fundamentales que tendría el partido. Ya en 1991, en un pequeño folleto de la UDI editado como documento de trabajo previo al Congreso Ideológico a celebrar por dicha agrupación ese año, se definía como un movimiento “popular”, con “sentido cristiano” que apostaba “por la libertad”. Se precisaba que al definirse como un “partido popular” se hacía por dos motivos: primero aludir al pueblo, protagonista y destinatario de la acción del partido. La UDI proclama una definición integradora, porque la noción de pueblo supera las divisiones que puedan introducirse al interior de la nación, pues del pueblo chileno forman parte todos, sin exclusión. Y segundo, poner como centro de su acción un afán permanente por aliviar la situación de los más pobres, asumiendo un compromiso prioritario con quienes sufren la indigencia. Esto se manifiesta en la vigorosa presencia y acción del partido de personas pertenecientes a los sectores más necesitados, pues la UDI corta verticalmente a la sociedad chilena. En aquel mismo año Hernán Larraín contestaba de la siguiente manera a un cuestionario: “A la UDI es posible definirla desde una triple perspectiva, somos un partido popular, libertario y con sentido cristiano”...”este perfil popular al que aludo tiene plena confirmación electoral”...”en el partido coexisten personas de todos los estratos sociales y es posible afirmar con toda certeza, que la UDI corta verticalmente a la sociedad chilena”. La labor de la UDI en estos sectores populares no fue anecdótica y ha preocupado hasta nuestros días. Han convertido esta labor en un elemento clave en la formación de líderes juveniles, de tal forma que todos los militantes jóvenes de la UDI deben cumplir obligatoriamente con el requisito de imbuirse en la realidad poblacional si aspiran a cargos, ya sean de elección popular o internos del partido. En esta labor ha jugado un papel importante la Fundación Jaime Guzmán, que lleva años destinado a jóvenes licenciados de las universidades a ejercer diversas funciones en

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municipios de los sectores populares. De esta forma la fundación no sólo se ha convertido en una escuela de formación de los futuros candidatos municipales y parlamentarios, sino en un semillero de donde saldrán los futuros líderes del partido, que aparte de formase en el campo de las ideas, también lo hacen en el campo social, de forma no demagógica, sino comprometiéndolos en el desarrollo cultural y económico de estos sectores. Su presencia popular se ha visto recompensada por el apoyo electoral que viene recibiendo de las comunas más populares, apoyo que además se ha ido incrementando en los últimos años. Tras las elecciones municipales de 1996, la UDI continuó una marcha ascendente logrando un importante incremento en su votación que le permitió la elección de 44 alcaldes, 234 concejales y 31 CORES en comunas grandes y chicas, urbanas y rurales; cuatro años más tarde la UDI pasó a controlar un total de 84 municipios, con un total de 377 representantes municipales y 44 Cores. Hasta ese entonces, las alcaldías en manos de la UDI se encuentran en las comunas de Conchalí, Huechuraba, Recoleta, Estación Central, Peñalolén, La Cisterna, San Miguel, San Bernardo, María Pinto. Sin duda alguna, la comuna de Conchalí se ha convertido en todo un referente. En las elecciones municipales de 1992, José Piñera, un independiente apoyado por la UDI alcanzó una votación superior al 19,9 % de los sufragios, convirtiéndose en la primera mayoría individual, a pesar que la diferencia entre la lista de la derecha (Participación y Progreso) y la centro izquierda (Concertación) era de casi 28 puntos porcentuales a favor de esta última. Casi diez años más tarde, Joaquín Lavín, candidato de la derecha en las elecciones presidenciales de 1999, lograba en la referida comuna un total de 36.623 votos, aproximadamente el 43% de los sufragios. En las últimas elecciones parlamentarias del 2001 el candidato de UDI, Pablo Longueira, se alzaba como diputado por el distrito 17, que comprende las comunas de Conchalí, Huechuraba y Renca; de los 61.319 votos obtenidos, 28.903 correspondían a la comuna de Conchalí. No obstante, convendría puntualizar que más de un quinto de los votos de la UDI en la Región Metropolitana provienen de los dos distritos más acomodados de la capital, los que incluyen Las Condes y Providencia. Por otro lado, también convendría recordar que la UDI no ha logrado romper la hegemonía de la izquierda en algunos distritos; se puede hacer referencia, principalmente, al que corresponde con el Nº 45, en el cual se incluye la comuna de Coronel, el cual ha permanecido en las manos de la Concertación desde 1989. Junto a esto convendría también resaltar que la UDI roza un apoyo superior al 20% en Coronel o en la comuna de Lota, comunas son un referente histórico de la izquierda chilena. Desde un inicio la UDI se perfiló como un partido popular, pero el anuncio del lema “UDI, el Partido Popular” para ser inscrito en el servicio electoral, constituyó un camino bastante complicado. Ante estas pretensiones la DC montó en cólera. ¿Cómo la extrema derecha chilena tenía la osadía de tratar de autodenominarse Partido Popular?. En un intento de evitar tal pretensión, Gutemberg Martínez, expresidente de la DC y Presidente de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA) y

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Tomás Jocelyn-Holt, encargado internacional del partido, realizaron desde fines de 2001 gestiones para impedir que la UDI pudiera usar la expresión de “Partido Popular”. Para ello, la DC había inscrito en el registro varias acepciones partidarias con la coletilla de “Popular”. En aquel tiempo y de forma paralela, hijos de varios próceres de la DC, incluido el del citado líder democratacristiano, presentaron las firmas requeridas ante el servicio electoral para crear un partido político con ese nombre, sin embargo, los jóvenes democratacristianos no continuaron con el trámite legal y el asunto nunca se oficializó. Dado que la colectividad gremialista no tenía lema, Pablo Longueira y Juan Antonio Coloma optaron por registrar la frase “UDI, el Partido Popular” en el servicio electoral. Esta era una vieja aspiración de Longueira, quien deseaba transformar a su partido, en una organización más anclada en el centro, siguiendo el ejemplo seguido en España por el Partido Popular. Estas intenciones ya eran conocidas y de ellas habían alertado a los miembros de su colectividad en un cónclave gremialista efectuado en 1998, donde señaló que su partido debía repetir la historia de la Falange Nacional y alcanzar el centro político. El compararse con la primitiva organización democratacristiana no constituía una novedad en el seno de la UDI. Ya en 1991 Hernán Larraín había hecho alguna declaración en este sentido, aunque dando la vuelta el argumento: “La Falange fue un grupo que se separó del partido conservador y de la derecha, grupo generacional movido por una inspiración cristiana y con vocación popular importante. En este sentido creo que quienes integraron la Falange si volvieran a empezar, formarían la UDI”... “Espero que la UDI tenga la capacidad de convertirse en lo que fue la DC. Vamos a vivir la oportunidad histórica de quedarnos con un sector muy relevante y que históricamente interpretó a la DC y eso va a ocurrir cuando la DC apoye a Lagos como candidato presidencial” (La Tercera, 4/05/2003). Con respecto a los reclamos de la DC, Longueira plantea: “Erróneamente se acepta que la DC desprestigie a la UDI a nivel internacional, en circunstancias que en todo el mundo los partidos democratacristianos forman pactos políticos con la derecha y la centroderecha, cuestión que sólo es excepción en Chile” (La Tercera, 4/05/2003). Se puede afirmar que este empeño por parte de la UDI de incluir la coletilla de “Partido Popular” hace comprensible el enojo de la DC, y ello se puede fundamentar en diversas razones. El hecho de que la sección europea de la antigua Internacional Demócrata Cristiana en el seno del Parlamento ya había adoptado el nombre de Partido Popular Europeo, y donde diferentes agrupaciones adheridas a la citada internacional utilizan dicha denominación. Que en el propio Chile, la primera agrupación democratacristiana adoptó el nombre de Partido Popular a imagen y semejanza del Partito Popolare Italiano de Luigi Sturzo. No sería ésta la única formación que con

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tales principios políticos incluyera en su denominación el término “Popular”. Cabe recordar el llamado Partido Corporativo Popular, formación creada en 1932 por Carlos Vergara Bravo, que por aquel entonces se desempeñaba como catedrático de la Pontificia Universidad Católica. En sus reclamos ante el servicio electoral, la DC también incluyó partes del programa político de Eduardo Frei Montalva, donde se hablaba del “movimiento nacional y popular” que dio origen a la Falange Nacional y después a la DC. Esta idea fue una de las consignas claves del Partido Demócrata Cristiano en las elecciones presidenciales de 1964. Si bien todo lo anterior es cierto, también habría que puntualizar en contra las pretensiones de la DC chilena, que el uso del término “popular” no ha sido exclusivo de su colectividad. Por qué no recordar las diferentes coaliciones electorales de la izquierda chilena que utilizaron dicho vocablo: Frente Popular, frente Revolucionario de Acción Popular o Unidad Popular. Y eso sin hacer mención de algunos partidos de esa tendencia, tales como el Partido Socialista Popular, la Acción Popular Independiente o el propio Movimiento de Acción Popular Unida. Para finalizar esta aproximación a agrupaciones populares, cabe recordar los intentos de la DC por registrar diversas marcas con la terminología popular. Dicha colectividad había sufrido una pequeña escisión en 1997, encabezada por Ramón Elizalde, Gustavo Ramírez y Samuel Venegas, que adoptó la denominación del Partido Popular Cristiano. Por cierto, dicha agrupación prestó su apoyo a Arturo Frei Bolivar, otro ex DC en sus aspiraciones presidenciales dentro de una coalición que se presentó al electorado bajo la denominación de Alianza Popular. Poco queda del veto impuesto por el Partido Popular español a la UDI, como pretendía la DC chilena. El viernes 11 de abril de 2003 se realizó una reunión entre dirigentes de la UDI y hombres como Ignacio Gil Lazaro, cuarto hombre del PP español y portavoz adjunto del Grupo Parlamentario Popular y de Salvador Sanz Palacio, quien integra el equipo económico del PP. El objetivo era concretizar la máxima aspiración del gremialismo en materia internacional: ser miembro de la Internacional Demócrata Cristiana. Durante el encuentro de carácter reservado para la UDI, los comensales intercambiaron opiniones sobre las realidades de Chile y España y las aspiraciones políticas de cada partido. Lavín se interesó especialmente en las elecciones parlamentarias de 1996, cuando el PP derrotó por un estrecho margen al PSOE, a pesar de que las encuestas previas les favorecían respecto de los demás partidos. A modo de autocrítica, los españoles les señalaron a Lavín y a Longueira que la explicación de lo ocurrido estuvo en que durante la contienda, el PP no midió sus reproches al PSOE, por el contrario, optó por una campaña confrontacional (El Mercurio, 18/11/2003). Sin embargo, este acercamiento hacia el PP español es bastante más amplio: “Melero destacó que el jefe de bancada de diputados de la UDI, Rodrigo Alvarez participó en Madrid en un Seminario de la Fundación

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Carolina, ligada al PP, como también la entrega de Aznar de la medalla de Santiago de Nueva Extremadura a Joaquín Lavín“ (El Mercurio, 8/03/2003). En el año 2003 la UDI logra afianzar su inserción en el exterior al participar de una asociación de centro derecha mundial. Según Longueira “En un mundo globalizado se requieren contactos fluidos entre los diferentes partidos, sobre todo, cuando mucho de ellos están en el poder. Diagrama Nº. Unión Demócrata Independiente. Origen

Alto grado de homogeneidad Alto grado de cohesión

Tipo de partido Semejante a un partido de

cuadros. Base ideológica

Interpretación tradicional de la doctrina de la Iglesia Católica.

Modelo económico Neoliberal Rol del Estado Subsidiario Evaluación del régimen autoritario

Depositaria del legado autoritario.

Tipo de democracia Democracia protegida Foco electoral Urbano-Popular Desarrollo territorial Penetración

Unión demócrata Independiente

Pasado común Identidad

líder

Ideología compartida

Jaime Guzmán

Democracia Protegida

Sistema de libremercado

Carácter popular

Movimiento gremialista Universidad

Católica

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CAPÍTULO V EL ESTRATEGA Y EL PRAGMÁTICO 1.1 El nuevo estilo político. Sobre la figura de Joaquín Lavín Cuando Jaime Guzmán y sus seguidores comienzan a hacer política, establecen la manera de llevarla a cabo. Junto con sus principios fundamentales que corresponden a los cimientos ideológicos, se instaura un nuevo “estilo político”, combinación de principios, mística y generación joven, pero también una nueva concepción de lo que debe ser el trabajo político y las relaciones entabladas con otros actores políticos y sociales. Para hablar del estilo que implanta la UDI en su quehacer político, hay que considerar la definición de este concepto, el cual se manifiesta de diferentes formas a través de la trayectoria del partido y el cual es posible constatar en las diferentes entrevistas otorgadas por su clase política. Para Guzmán: “el estilo se refiere fundamentalmente a una renovación de los hábitos políticos. Abandonar toda una forma retórica, ampulosa y hueca que caracterizó muchas de las expresiones políticas tradicionales, para ir a un lenguaje directo y claro, con proposiciones precisas vinculadas a la necesidad de ofrecer soluciones frente a los problemas nacionales” (Guzmán, 1993:164). De lo señalado por Guzmán se desprende el posterior perfil que definirá el accionar de la UDI. El “hacer cosas” estuvo siempre latente en lo que la UDI quería realizar, salvo que en un principio esta parte práctica no era tan visible. Poco a poco comienza a materializarse, siendo su plena expresión la campaña presidencial de Joaquín Lavín en el año 99. La figura de Lavín emerge a partir de una acotada labor edilicia que le permitió ampliar su radio de acción. Su fórmula política fue eficiente, la mejor prueba es la “lavinización” en el estilo de hacer política en los cuales suprime los elementos subjetivos como los partidistas en miras de alcanzar la presidencia de la República. Su discurso está centrado en dar a conocer los problemas reales de la gente y entregarles soluciones concretas, de esta forma las personas escuchan desde la “autoridad” lo que necesitan oír y se sienten representadas por alguien que tiene las facultades para ser efectiva en remediar sus problemas. Lo cierto es que su acentuado pragmatismo responde al sentido práctico de la UDI, que ya se encontraba presente en el partido desde la época de su fundador. Enrique Correa recuerda que Jaime Guzmán dijo alguna vez: “en la UDI la doctrina es inamovible y lo práctico negociable”, lo que refleja cabalmente la dualidad que posee la colectividad (Montecinos, 2001: 94). Para entender su accionar hay que conocer su trayectoria que no difiere de la línea general del partido, ni la formación de su clase política. Joaquín Lavín nació el 23 de octubre de 1953 en la Clínica Santa María. Sus padres, Joaquín Lavín Pradenas y Carmen Infante Vial formaban un matrimonio muy católico, no tenían gran fortuna y vivían en una casona de

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la calle Santa Mónica en el barrio Cumming de Santiago junto a los abuelos paternos. Su padre viajaba constantemente entre el campo y la capital, pues administraba un fundo de propiedad de su abuelo paterno. Su negocio era y siguen siendo las viñas, pero como la zona es de “rulo” sólo se obtiene “vino país”. Para que pudiera recibir una buena educación, Joaquín Lavín volvió en 1960 a vivir nuevamente con los abuelos maternos en Santiago, siendo matriculado en los Sagrados Corazones de Alameda, primero porque era un colegio católico y porque quedaba a un par de cuadras de su casa. En sus años de colegio, sacerdotes como Gonzalo Duarte, Gerardo Joannon o Jaime Blüme produjeron un decisivo impacto en su formación, también el profesor de filosofía Galvarino Peña que solía invitar a sus alumnos para conversar de la vida. Igualmente tuvo la oportunidad de conocer personas con las que en el futuro se seguiría encontrando de manera bastante cercana, como Carlos Bombal y Jaime Guzmán, quien cursaba seis cursos más arriba, famoso en el colegio por su inteligencia. Cabe destacar que no integraba la nómina de los pupilos de Guzmán, entre quienes si estaban Andrés Chadwick, Juan Antonio Coloma, Pablo Longueira, Ignacio Astete y Javier Leturia, jóvenes que habitualmente visitaban en grupo al ideólogo en su casa y con quienes solía realizar seminarios de formación (Cosas, 6/11/1999). Joaquín dio la prueba de Aptitud Académica en 1970 en la cual obtuvo un excelente resultado en la específica de Ciencias Sociales: 925 puntos, uno de los mayores puntajes nacionales de ese año. Postuló a periodismo en la Universidad de Chile y también a ingeniería comercial en la Universidad Católica, donde había una cuota especial para quienes ingresaban desde él área humanista. Sus padres influyeron para que finalmente ingresara a ingeniería comercial, carrera con mayor prestigio y una universidad proclive a su vocación religiosa. Políticamente era una escuela básicamente gremialista, pero Joaquín era del Partido Nacional, colectividad casi inexistente en ese recinto. Su primera campaña política fue en 1969 cuando apoyó la candidatura senatorial de Francisco Bulnes. Más tarde, ayudaría a Sergio Diez, quien compitió con Rafael Moreno en la complementaria de Linares de 1972. Fue durante su época universitaria cuando su profunda inquietud religiosa encontró un decisivo impulso. En 1974 visitó Chile José María Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, prelatura de la Iglesia Católica que proclama que los laicos pueden y deben buscar su santidad en medio del mundo, es decir, sin abandonar sus respectivos trabajos y profesiones. Su tío Gerardo Infante, miembro del Opus Dei, lo llevó a una reunión en una casa llamada “La Alameda” donde conoció al sacerdote José Miguel Ibáñez Langlois, quien fuera por años crítico literario de “El Mercurio” bajo el seudónimo de Ignacio Valente. Pero quien se encargó de acogerlo en el grupo fue Raúl Williams, a quien conocía desde la infancia. Un supernumerario que asistía a esos retiros afirma que la amistad con Williams provocó un cambio de carácter

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del candidato presidencial: “Cuando Lavín llegó al Opus Dei era una persona tímida, más preocupada de la política que de los temas puramente espirituales. Fue la relación con Raúl la que le hizo ver que dentro de la obra era posible santificar su trabajo, darle un sentido mucho mayor”...”con él entendió que siendo político también se puede trabajar por Dios” (La Tercera, 11/04/2004: 7). Tan en plenitud se integró, que luego se convertiría en “supernumerario” del Opus Dei. Ello significa que es de aquellos integrantes que junto con la vocación religiosa tiene vocación matrimonial, por lo mismo, su grado de disponibilidad no es completo. Como parte de su compromiso, hace un aporte económico mensual no fijo. Pertenecer al Opus Dei en lo concreto y formal, significa que la persona se compromete a realizar un plan de vida todos los días, que consiste básicamente en ir a misa diariamente, practicar medias hora de oración todos los días, también cumplir media hora de lectura espiritual y rezan el rosario diariamente. Quiénes conocen a Lavín garantizan que cumple rigurosamente esa rutina religiosa. Los vínculos con el Opus Dei son fuertes. Dos de sus hermanos son numerarios del Opus Dei, los cuales se diferencian de los supernumerarios por ser célibes, vivir en casas de la organización y dedicarse íntegramente a trabajar para el grupo. Se trata de Andrés, quien es sacerdote y se encuentra haciendo trabajos para el Opus Dei en Lituania desde hace cinco años, y Francisco, abogado que se desempeña como encargado de comunicaciones de la Universidad de los Andes, la cual pertenece al grupo católico. La excepción en una familia religiosa como la de Lavín es su hijo mayor, Joaquín, quien es agnóstico, opción que su padre respeta. En una entrevista a Revista Cosas, Lavín deja claro que su postura religiosa le ha servido mucho, pues según él, el hombre necesita de una vida interior intensa, y sería absurdo negar lo que es o cambiar su pensamiento por consideraciones políticas (Cosas, 9/04/1988). Sin embargo, Lavín no escapó a las duras críticas del consevadurismo religioso en razón de su postura con respecto a temas valóricos. “Lavín no ha defendido los principios como suponíamos. En el tema de la ley de divorcio, por ejemplo, yo hubiera esperado que por lo menos hubiese marcado una posición más enérgica de rechazo”, señala un empresario vinculado al Opus Dei (Cosas, 24/01/2003: 79). Después de tanto tiempo en que han preferido una postura de puertas cerradas, que un supernumerario aparezca tan a la luz no concita una alegría unánime. “Es difícil aceptar la sobreexposición. Cuando vimos a Lavín en los cafés con piernas o compartiendo con los travestis se generó una molestia en algunos sectores”, afirma un sacerdote del Opus (La Tercera. 11/04/2004:7). En 1973 conoció a María Estela León Ruiz, un año menor que él y de familia relativamente parecida a la de Lavín. Estudió en el colegio Compañía de María, sus padres eran de la zona de Molina cerca de Curicó. En 1976 se casaron en la Iglesia de la Transfiguración del Señor de Apoquindo.

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La llegada al mundo público de Lavín corrió por cuenta de Miguel Kast, joven ingeniero comercial, profesor en la Escuela de Economía de la U.C. Varios integrantes de esa universidad, fascinados por las ideas de Milton Friedmann, Hayeck y Harberger salieron de esa escuela y fueron acogidos por Roberto Kelly, quien había sido nombrado ministro director de la Oficina de Planificación nacional (Odeplan). Ese organismo creado por Eduardo Frei Montalva a mediados de los 60, durante el gobierno militar se transformó en la entidad clave para la implementación de las políticas sociales dentro del nuevo modelo de desarrollo que aplicó ese régimen. “El semillero de Miguel Kast” fue denominado ese grupo de 15 profesionales recién egresados, cuyo interés principal en el Departamento de Estudios de Odeplan era aprender de manos de ese profesor que irradiaba mística y conocimientos, como también la oportunidad de postular a becas que existían para estudiar en la universidad de Chicago en Estados Unidos, la meca del neoliberalismo. Cuando Lavín integraba los equipos de estudio de Odeplan a mediados de 1975, tuvo la primera oportunidad de conocer personalmente al general Augusto Pinochet. Fueron llevados a disertar sobre el modelo económico ante la Junta de gobierno en el edificio Diego Portales, donde funcionaba el gobierno desde la destrucción de la Moneda. Gracias a Odeplan Lavín comenzó a conocer el mundo y rápidamente se transformó en asesor internacional de Kelly. Tras dos años en Odeplan, Lavín pudo finalmente en julio de 1977 cumplir su sueño de partir a hacer un post grado en la Universidad de Chicago, año en el que decide casarse con María Estela. Cuando volvieron ya tenían dos hijos y nuevamente Miguel Kast le dio un vuelco inesperado a su vida. Odeplan podía mandar a los becarios a su regreso a cumplir funciones por dos años en regiones como retribución a la beca recibida, por lo cual partió a Concepción como director de la escuela de Economía. En un principio Lavín se instaló solo en Concepción, en una casa de huéspedes de la misma universidad. Allí conoció a quien sería después uno de sus más estrechos colaboradores: Patricio Cordero. Esa misma amistad más tarde motivó la abrupta salida de Lavín de esa universidad, cuando Cordero como vicerrector de Asuntos Estudiantiles fue despedido, recibiendo el apoyo irrestricto de su amigo. Esta actitud provocó su salida inmediata del plantel. Para reinstalarse en Santiago, tras regresar de concepción en 1980, Lavín nuevamente acudió a la ayuda de Miguel Kast. Este le consiguió un trabajo en Codelco, donde alcanzó a estar tan sólo un mes, pues recibió una oferta laboral que le pareció mucho más atractiva. El director de “El Mercurio”, Arturo Fontaine Aldunate, andaba buscando un economista para que se hiciera cargo del cuerpo económico del periódico Economía y Negocios. Lavín consideró que esa era una oportunidad magnifica para desplegar su vocación de periodista, y si bien era un trabajo en la empresa privada, tenía una faceta pública y bastante bien remunerada en comparación con la actividad académica o el servicio público.

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En “El Mercurio” estuvo ocho años, hasta mediados de 1988, cuando las urgencias del momento que se vivía entonces en Chile lo convencieron de dar el gran salto, abandonando el periodismo y entrando de lleno a la política. Primero fue invitado en representación de las fuerzas del “Sí” para el plebiscito de ese año a intervenir junto a Hermógenes Pérez de Arce y Patricia Matte en el programa de “Cara al País” de canal 13. Una de sus entrevistadoras era Raquel Correa, teóricamente subalterna en el diario; a Lavín se le hizo evidente la incompatibilidad, y a partir de ese momento, quedó claro que debía renunciar a la edición de “El Mercurio”, aunque se mantuvo un tiempo más en la redacción. Después del plebiscito del 5 de octubre entró a la UDI y desde allí emprendió su candidatura a diputado por Las Condes en 1989, perdiendo ante Evelyn Mathey. Dos años más tarde, siendo ya una figura connotada de la UDI, optó por un camino inesperado: postularse a alcalde, un cargo que no era muy apetecido en ese entonces por los líderes de los partidos (Cosas, 6/11/1999). El 1º de marzo de 1998 el diario El Mercurio publicó un extenso reportaje titulado “la hora de los alcaldes”. En él se hace alusión al cada vez más prominente cargo edilicio, como ejecutor capaz de resolver los asuntos inmediatos de la comunidad, más allá de la cuestión política partidista. En Chile las continuas reformas constitucionales al rol de las municipalidades han modificado su acción con el Estado Central, otorgándoles una mayor capacidad de gestión y autonomía en diversos ámbitos socioeconómicos. Las municipalidades pasan a hacerse cargo de una serie de situaciones propias de la sociedad en general, que se particularizan en la gestión edilicia. Utilizando en parte el ideal de la UDI, en el sentido de querer resolver los problemas más acuciosos de los sectores más bajos de la población, Joaquín Lavín extrajo este concepto matriz, ampliándolo al conjunto de la población. Ya no se debatiría acerca de temas políticamente elevados y lejanos al común de la población, sino preocuparse por solucionar los problemas reales de la gente, impulsando de esta manera una serie de estrategias e iniciativas que pudiesen ser palpadas concretamente por todas las personas. Los habitantes de las Condes se sentían protegidos por una patrulla de escarabajos rojos que vigilaban las calles y partícipes en la toma de decisiones sobre las políticas comunales extraídas de las reiteradas consultas populares impulsadas por Lavín. “Primero escuchamos a los vecinos y luego aplicamos la formula: a grandes problemas, soluciones simples y rápidas organizando a los vecinos, estrujando el presupuesto, motivando la fuerza policial. Inventando sistemas de vigilancia que no sólo baje los índices de delincuencia, sino que además es copiado por la gran mayoría de los municipios” (Panfleto Publicitario, 1996). Esto le acarreó ciertas diferencias con algunos de sus propios correligionarios. Reflejo de esta situación, en octubre de 1995, Lavín recibió amonestaciones de parte del Secretario General de la UDI, Juan Antonio Coloma y de Guillermo Arthur, miembro de la Comisión Política, en el

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sentido de que debía comprometerse más por las instancias internas del partido. Según Qué Pasa, el alcalde de las Condes se habría quejado posteriormente de que la UDI privilegiaba demasiado los temas políticos por sobre los de mayor contingencia, como por ejemplo, salud y educación (Qué Pasa, 28/10/1995: 16-17). La política lavinista conjugaba nociones de realidad y pragmatismo tan extremos que, en palabras de Eugenio Tironi, hacía surgir los nada despreciables fenómenos de la “política cosista” y del “ciudadano cliente” en que la persona en tanto individuo exigirá a sus representantes en el poder que se le otorgue un buen servicio ante los productos que paga por medio de los impuestos, a través del voto. Lo innovador de sus ideas será, sin duda, lo que le dará tan buenos resultados en las elecciones municipales de 1996 (77,73%), y que tendrá implicancias en el alza electoral alcanzado por la UDI en las parlamentarias del mismo año. Asimismo, un factor primordial para ser nominado candidato derechista en las elecciones presidenciales de 1999 y del 2005. Toda estrategia política centra el interés de su campaña en el proyecto político que se elabora en la colectividad que representa y que se propone ante la comunidad, lo que no quiere decir que se dejen de lado los valores o actitudes del electorado cuando se piense la estrategia de desarrollo de la campaña. La fortaleza de Lavín es haber conciliado el mundo real (pobreza, delincuencia y cesantía, entre otros) y el mundo de referencia construido a partir de su gestión como alcalde de la comuna de las Condes durante dos períodos sucesivos. Lavín y sus asesores ya habían dado cuenta de esta realidad al desarrollar la campaña que lo llevaría por segunda vez como alcalde de Las Condes. Pensando en la eficiente gestión, tomaron conciencia de que había que aplicar una estrategia para contar no sólo con los votos de la UDI, sino de una amplia mayoría. Los elementos presentes en su campaña presidencial de 1999 son una nueva práctica discursiva de la política, gestión eficiente y desvinculación partidaria. Esto queda aún más claro el 14 de enero de 1999, cuando Lavín realiza una sorpresiva visita a Renovación Nacional, con el fin de transmitir a la directiva la esencia del proyecto para llegar a gobernar Chile. Pero los intereses de esa colectividad parecen no converger por completo con los principios del candidato derechista, y el propio Sebastián Piñera en juicio al “estilo Lavín” afirma: “Es imposible comprender que no sólo de pan vive el hombre. Lo que vamos a elegir en diciembre no es al Gerente General de Chile” (Las Ultimas Noticias, 15/01/1999). Ante la petición de integrar un posible equipo de campaña, Lavín descartó la posibilidad de que dirigentes de RN obtuvieran un rol preponderante, ya que como parte de su estrategia suprapartidista, no pretende contar con comando ni con generalísimo: “Son cosas propias de una campaña tradicional que no corresponde a mi estilo. Los dueños de mi futuro gobierno serán los chilenos, no los partidos” (Las Ultimas Noticias, 10/03/1999). Estas declaraciones marcaban la línea apolítica, ya

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inaugurada por Lavín en su administración edilicia y mantenida durante toda su campaña presidencial. La UDI, más visionaria del favorable futuro que le deparaba su carrera hacia la moneda, entregaba al candidato libertad de acción. Esta decisión fue tomada luego de la reunión de la Comisión Política ampliada que se realizó en las Termas de Cauquenes, en la cual el partido acepta mantenerse en un segundo plano, permitiendo que el objetivo de la campaña se centrara exclusivamente en la ciudadanía y no en la representación partidaria (Cross y Castro, 2000:11). El 10 de abril Lavín expone la lista de quiénes conformarían el equipo de asesores y consejeros: los diputados Jaime Orpis, Patricio Melero y Cristián Leay quedan designados para asumir la coordinación entre los partidos colaboradores y el comando, bajo la coordinación del entonces concejal Francisco de la Maza (La Tercera, 11/04/1999). Poco días después, el 15 de abril, se da comienzo a una consulta a escala nacional que tiene por objetivo concentrar las preocupaciones y prioridades de la población, las que se convertirán en la base del programa “Mensaje por el cambio” del posible gobierno de Lavín. En palabras del mismo candidato: “Consideraré las reales necesidades de la gente y no serán los partidos políticos desde sus oficinas los que decidan las necesidades de las personas” (La Tercera, 11/04/1999). Cabe destacar que “las consultas populares” llevadas a cabo por Lavín durante su administración municipal y en período de campaña presidencial, se enarbolaron como una de las innovaciones en el espectáculo político chileno, otorgándole un sello personal al estilo del candidato. “Con las consultas se pretende que sea la gente de la calle la que manifieste lo que necesita y que no sean los partidos políticos desde sus oficinas los que decidan las necesidades de las personas”(El Mercurio, 15/04/1999). Todos los fines de semana, en 40 grandes ciudades se preguntó a la ciudadanía sobre los problemas nacionales y locales. Para facilitar el trámite, una parte del voto tenía un listado de dificultades y otro de soluciones, para que el participante clasificara en orden decreciente con el fin de establecer un ranking de prioridades. Hubo además un espacio en blanco para las inquietudes no contempladas. Los centros de votación estaban ubicados en los lugares más concurridos de cada zona: plazas, Malls, gimnasios y barrios. Paralelamente, el candidato realizaría contratos regionales en los que se comprometía a dar soluciones a 10 necesidades concretas de la gente en cada zona. Todo esto debería culminar antes del 14 de agosto, fecha en que se inscribirían las candidaturas presidenciales (Cosas, 20/05/1999). Estas 10 medidas fueron entregadas en Calama, ciudad nortina en la que contaba con un bajo apoyo electoral. La tabulación constituyó la base de datos para un programa de gobierno nacional y local. Cien profesionales colaboraron en esta tarea recogiendo ideas de otros países y transformando las demandas en proposiciones técnicas y en medidas concretas.

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Hay cuatro puntos que trataron directamente hacia la solución y prevención de los problemas: - Una vez al año, consultar a nivel nacional, regional o comunal a las

personas sobre los problemas que les afecten a su vida diaria. - Habilitar una central telefónica para que cualquier persona llame gratis y

le exprese su opinión al presidente. - Habilitar un libro de reclamos en la puerta de la Moneda. - Fiscalizar personalmente como van las soluciones a los problemas de

la gente. En su campaña no hay un puerta a puerta, ni concentraciones, ni volantes. La base de la campaña es que la gente lo conozca personalmente, y para que no exista duda, su equipo asesor hizo célebre una simple máquina Pollaroid, cuyo objetivo es la cercanía de igual a igual. “Muchos no son cercanos a Lavín, pero igual son incapaces de escapar a la posibilidad de inmortalizarse frente a un famoso” (El Mercurio, 18/07/1999). Lavín construye su liderazgo a partir de la explicitación de las diferencias que lo separan de sus adversarios políticos. Se presenta como un personaje exitoso en sus estrategias, un contenedor del cambio, en contraste con los errores de los líderes anteriores y del gobierno. El estilo tradicional se transforma en el contrapunto más recurrente de su discurso electoral, con lo cual sentaba una diferencia formal entre su propuesta y la de su principal rival, Ricardo Lagos. Formal, en el sentido que las ofertas políticas de Lavín representaban un cambio en cuanto a cómo administrar de manera más eficiente los recursos del Estado para otorgar soluciones rápidas y concretas. En una entrevista al Mercurio plantea: “Reconozco el mérito que significa haber pasado de un gobierno autoritario a uno democrático en forma pacífica y estable, aunque eso es esencialmente mérito de Aylwin. Pero estamos terminando problemas muy serios en lo económico, social y en materia de delincuencia y yo le hago el mayor cargo al segundo gobierno de la Concertación, porque el presidente Frei en un momento dado lo tuvo todo: una mayoría incontrarrestable en el Congreso; momentos económicos muy buenos en los primeros años y se habló que iba a ser el gobierno de las modernizaciones y no fue así” (El Mercurio, 13/11/1999). Es en este contexto que Lavín se posesiona dentro de su campaña del “concepto del cambio”, palabra poderosamente persuasiva para presentarse como alternativa que podía vencer lo hecho o no hecho por la concertación en sus diez años de gobierno. “Mensaje por el cambio” y “Viva el cambio”, fueron algunas de las pocas variaciones sobre esta idea. A diferencia de Lagos, la campaña de Lavín tuvo un inicio temprano, basándose fuertemente en la presencia territorial. Decidió el mismo llevar un mensaje concreto a todos los rincones del país, para lo cual comenzó anticipadamente su participación proselitista recorriendo Chile a través de las llamadas “Caravanas del Cambio”.

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Por otro lado, juega a su favor el giro extremo experimentado por el electorado chileno, que en lugar de centrar la discusión en temas abstractos y teóricos, se centró en que los políticos se compenetraran en los asuntos y los problemas de las personas comunes y corrientes. Tal vez, la explicación pueda encontrarse en el complejo momento económico por el que atravesaba el país desde 1998 producto de la “crisis asiática”, con sus altos niveles de desocupación y caída productiva del país. Consecuencia de ello, los programas de los candidatos a la Moneda dispondrían de un lugar más que especial para las propuestas referentes a la generación de empleos y la reactivación económica, en un evidente intento por crear políticas que fuesen capaces de recuperar los índices tenidos ante de la recesión. Finalmente, y no menor, la abulia y desinterés que despertaba en la población, en especial en los más jóvenes la actividad política en general, se evidencia en la paulatina baja en la inscripción electoral producto de la indiferencia en la juventud por participar en el proceso de toma de decisiones, y la apreciable cantidad de abstenciones y votos blancos y nulos registrados en las elecciones parlamentarias de 1997. Esta variable mostraba que de una u otra forma el electorado esperaba otro comportamiento por parte de sus representantes, y la necesidad de generar un nuevo estilo de hacer política en nuestro país. Con la apoliticidad construye la imagen del “candidato de todos”, relegando el pasado a un segundo plano. El discurso de Lavín es enfático al respecto: “En mi gobierno sólo llegarán los más capaces, sin importar que fueron del Sí o del No o si son oficialistas u opositores” (El Mercurio, 22/08/1999). Por otra parte, los comicios se desarrollaron sin la presencia en Chile del controvertido general Pinochet, en ese entonces senador vitalicio. Si bien es cierto la situación jurídica del excomandante no provocó grandes trastornos en el marco de la campaña en sí, Lavín, con ocasión del 11 de septiembre de 1999 invitó a la gente a mirar el futuro en lugar de seguir empantanados en situaciones del pasado (El Mercurio, 11/09/1999: C2). Con respecto a las críticas vertidas por su alejamiento del general, Lavín responde: “Nunca he tratado de demarcarme del general Pinochet, pero tengo claro que estamos viviendo una etapa diferente”... “Sé que ha habido actitudes mías que han molestado mucho, como el haberme reunido con familiares de detenidos desaparecidos, pero a esas personas les pediría que entiendan que quien aspira a ser Presidente de todos los chilenos, tiene que conocer a fondo todas las realidades”...” Esto lo voy a seguir haciendo todas las veces que sea necesario” (Cosas, 2/01/1999: 89). Con respecto al tema de los derechos humanos, el peculiar estilo pasó de las críticas a las bromas cuando se entrevistó en Paine con familiares de detenidos desaparecidos. Hubo manifestaciones en su contra en la misma municipalidad por preocuparse del tema, cuando durante el gobierno militar guardó silencio. El encuentro tampoco agradó al Círculo de Amigos del Ejército (Cosas, 13/08/1998:16).

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Por otro lado, a diferencia de lo que hace un candidato-estadista, no contempló una agenda de entrevistas con autoridades de gobierno ni internacionales. En la segunda vuelta se identifica una estabilidad en las líneas de campaña, en la que se optó básicamente por acentuar los elementos evaluados como más exitosos y reformular algunos aspectos evaluados como más débiles. Se dejó un poco de lado el enfoque centrado en su imagen de la fase anterior y su esposa María Estela adquirió un papel relevante, seguramente sobre la base del considerable voto femenino que obtuvo en la primera ronda. No es un misterio que el candidato UDI descubrió la gran veta electoral de su campaña en la clase media y media baja. Sin embargo, para focalizar su potencial crecimiento no son los temas valóricos los que pesan. En el comando de Lavín pensaron claramente que las discusiones en torno a una ley de divorcio o la censura sólo interesan a una elite. Para hacer este análisis los asesores del candidato se basaron en encuestas y en un estudio realizado por el doctor Ramón florenzano. En éste, se ordenan las prioridades del ser humano equiparándolas con los niveles de una casa. En el subsuelo están las necesidades materiales básicas y en los cimientos, la aceptación de la persona, los amigos, el barrio, la familia. En el primer piso, la búsqueda del sentido, en el techo, la autoestima, las competencias y el humor, y finalmente, en la mansarda, está la apertura a nuevas experiencias. La estrategia de Lavín se centró en los subsuelos. Concretamente, la cabeza del comando apuntó su mensaje en cinco ideas fuerzas: empleo, delincuencia, salud, educación y droga. Ello quedó claro cuando Lavín no incluyó en su consulta nacional los temas políticos ni valóricos. “Para la masa, el tema valórico planteado como se hace desde la derecha, no tiene nada que ver con la vida real” explicitaba Lavín (Cosas, 24/09/1999: 37). Con respecto a la consigna “Viva el Cambio”, el desgaste de lo que fue la mejor consigna de las presidenciales de 1999 es evidente. Tanto que semanas antes de la elección municipal del 2004, el propio Joaquín Lavín, perceptivo en este tipo de cosas, anunció que en su próxima candidatura no la volvería a usar. Sin embargo la Alianza no sólo no la modificó, sino que alentó a los candidatos a ediles a utilizarla. En la campaña presidencial para el 2005, el camino se complicó. El cambio de eslogan de su campaña “te toca a ti”, tuvo su primer traspié cuando la candidata a la presidencia Michelle Bachellet responde: “Ya lo sé, gracias”. La imagen circuló profusamente vía correo electrónico, difundiéndose con gran rapidez, al tiempo, que un sonriente Lavín presentara con bombos y platillos precisamente esa frase, idea fuerza del trabajo en terreno que buscaba resaltar que aunque el gobierno de la Concertación ha tenido logros indiscutidos, hay demandas insatisfechas de la ciudadanía que su candidatura quiere resolver (Cosas, 29/04/2005: 174). El análisis que ha hecho Lavín desde el momento mismo de la derrota electoral en las elecciones municipales del 2004 es que el país ya no está tan mal como en 1999, cuando con esa consigna pusieron en jaque la

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continuidad de la Concertación en la Moneda. Lavín ha comentado que la ciudadanía está más exigente y que para satisfacerla hay que ofrecerle algo mejor, más sofisticado y profundo que el cambio, la lucha antidelincuencia, el desempleo y los problemas reales de la gente (La Tercera, 7/11/2004:17). La UDI está pasando por un mal momento: la derrota de Joaquín Lavín en la elección presidencial del 2005, las soterradas críticas a la conducción comunicacional de su campaña y el “factor Piñera” han puesto en jaque este estilo de hacer política. El desafío, perfilar un nuevo estilo de liderazgo, donde lo más probable Lavín no sea el actor principal. Con respecto a su derrota Longueira plantea: “Lavín ha sido la figura política más sistemáticamente atacada por todo el oficialismo, el aparato del gobierno y su manejo comunicacional. Obviamente que eso melló y en el último mes se dio vuelta el porcentaje de la derecha tradicional que recurrió al voto útil” (El Mercurio, 18/12/2005: D-20). La evaluación que hace Lavín de su fracaso electoral se centra en tres factores. En primer lugar, el hecho de haber atacado las zonas donde tenía menor arrastre, como la V, IX y X región, donde la presencia de RN es más importante, apenas un mes antes de la elección. “Joaquín nunca tuvo allí una campaña propia, sino una conjunta con los candidatos a parlamentarios de la UDI, y cuando hizo su propia campaña ya era tarde”, reconoce un miembro de su comando (El Mercurio, 18/12/2005: D2). En segundo lugar, está el error de haberle entregado la X región a Andrés Allamand, considerando que el senador electo de RN no cumplió con lo que se esperaba de él: apoyar visiblemente la campaña lavinista. Pero es el tercer factor al que sindica como relevante: la última encuesta CEP, difundida en noviembre, en la que Piñera apareció por primera vez aventajando a Lavín. “Mucha gente creyó la tesis del voto útil, antes de eso, en nuestras encuestas Lavín nunca estuvo más bajo que Piñera, y a partir de entonces los dos comenzaron a aparecer pegados en los sondeos”, se queja la misma fuente (El Mercurio, 18/12/2005: D-5). - Grupo de asesores Su grupo de asesores estuvo constituido por un equipo de hombres de confianza provenientes del gremialismo y de los pasos de Lavín por Odeplan, Concepción y la Municipalidad de las Condes. Este circulo opera en política con el modelo utilizado por los grandes consorcios norteamericanos y europeos en la generación de ideas y soluciones, es decir, con una orgánica plana, no vertical, donde todos se sienten en igualdad de condiciones. El ingeniero Carlos Alberto Délano, dueño del grupo Penta, vicepresidente del Banco de Chile y socio mayoritario de Cuprum y Vida Tres. “El Choclo”, como le dicen sus cercanos, tiene un papel clave: aparte de financista es un creativo por excelencia. A él se le atribuye la autoría del “saco de dormir” inaugurado por Lavín como alcalde en sus visitas a casas de allegados, mineros y pescadores. “El es el estratega en materia de marketing político y de comunicación de campaña, también es quien define

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cual es el eslogan y la imagen del candidato”, explica alguien cercano al grupo (Cosas, 16/10/2003: 168). Por otra parte, está Ernesto Silva Bafalluy, dueño de la inmobiliaria Manso de Velasco, una de las más grandes de Chile, quien se convirtió en su organizador de proyectos y en uno de la difícil tarea de allegar recursos. Fue su profesor en la Universidad Católica y su jefe en Odeplan junto a Miguel Kast, incluso los lazos no son sólo de amistad, sino de compromiso familiar: Silva es padrino de María Jesús, hija del abanderado de derecha (Cosas, 30/07/1999: 43). Este hombre es el que aseguró el financiamiento para la campaña fallida de Lavín en el 89, las de Bombal en 1993 y la de Lavín por la alcaldía de Las Condes en 1992 y 1996. Cabe destacar que fue en casa de Silva, donde se produciría un encuentro que para la UDI sería histórico: el de Miguel Kast con Jaime Guzmán. La tripleta la cierra el ingeniero civil Federico Valdés, compañero de curso de Pablo Longueira. Cuando se autorizaron las universidades privadas, Lavín lo invitó junto a Délano, Silva Bafalluy y Cristián Larroulet a formar la Universidad del Desarrollo de Concepción. La operativa y estrategia están a cargo del veterinario Javier Hernández, a quien conoció en los tiempos en que era secretario general de la UDI y se lo presentó Jaime Guzmán. El 92 le pidió que fuera su jefe de campaña, y como le fue bien, lo ha tenido que prestar para diversas contiendas, especialmente para las de Carlos Bombal. Aparte de acompañar a Lavín a sus visitas a terreno, fue el encargado de las llamadas consultas populares. En lo técnico, uno de sus principales asesores es el abogado Germán Concha, a quien sólo conoció durante la campaña de Bombal. Era integrante del Instituto Libertad y Desarrollo, pero lo alistó entre sus asesores por su agudeza política, su manejo en distintos temas y su facilidad en la elaboración de discursos y documentos. A nivel juvenil reclutó al abogado José Antonio Silva Bafalluy, hermano menor de Ernesto, por su visión estratégica en materia de mensajes comunicacionales y de masas. Lo conoció cuando Silva era presidente de la FEUC, relación que se hizo más estrecha cuando éste colaboró en la campaña de Bombal y de Marcos Cariola. Otro hombre es Francisco Piriz, director de la Fundación Educación-Empresa, que proviene del mundo del “No”, y que lo asesora en temas de educación. Se lo presentó Francisco de la Maza. En política, inseparable es Pablo Longueira. Lo conoció cuando se fundó la UDI, pero la amistad surgió luego que lo reemplazó en la secretaría general. Es uno de sus estrechos asesores políticos y valora en él su falta de ambición y su proyecto de convertir a la UDI en un partido de raigambre popular. Otro de sus amigos es el senador Carlos Bombal y el diputado Jaime Orpis, quien lo asesora y acompaña en sus visitas poblacionales. En el área municipal cuenta además con tres hombres claves: Francisco de la Maza, dueño de la inmobiliaria el Bosque, a quien conoció el 92 cuando asumió la alcaldía de Las Condes, y de quien recogió su

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despolitizada visión de la gestión pública. A él le atribuye la mitad de las ideas que ha impulsado en el municipio. Es su asesor más cercano, el cual es considerado el estratega político de Lavín. No fueron casuales sus apariciones en varios medios, entre ellos “Cosas”, haciendo declaraciones de alto voltaje, dónde criticó a Pablo Longueira y fue el primero en anunciar el camino propio que tomaría Lavín. También dejó claro que tras la derrota de las municipales del 2004 el eslogan del cambio estaba agotado como eje central (El Mercurio, 7/11/2004: D12). En la actual campaña presidencial, De la Maza es nombrado coordinador de la campaña presidencial y parlamentaria de la UDI, y ha sido el principal promotor de que no descuidar la relación con RN y la necesidad de lavinizar la campaña parlamentaria. La incorporación de Piñera como candidato a la campaña presidencial le dio la razón (El Mercurio.29/05/2005). Junto a de la Maza está Patricio Cordero, brazo derecho en el terreno municipal y experto en administración, a quien tuvo la oportunidad de conocer en la Universidad de Concepción cuando volvió del doctorado en Harvard. El independiente Jorge Romo, jefe de relaciones públicas y ex integrante del grupo “Música Libre” es otro de sus hombres. También se lo presentaron cuando llegó al municipio y ha desempeñado un gravitante papel al mantener una excelente relación con los medios informativos. Cristián Larroulet, director ejecutivo del Instituto Libertad y Desarrollo, está encargado de definir y manejar los conceptos políticos y de concretar el nexo con el mundo de las ideas. Según muchos, sería “una especie de Boeninger”, con mucha injerencia de lo económico. En su comando lo proyectaban como un casi seguro ministro de ganar la presidencia. Este economista viajó en febrero del 2005 a Waschington para traer las recetas de la campaña de George Bush. Larroulet se reunió con expertos electorales y sus asesores, con quienes configuró la idea fuerza que debía implementarse en la campaña presidencial: “sólo alternancia frena la corrupción”. En el diario Siete aparece titulado “Larroulet, el libretista telefónico de Lavín”. En dicho reportaje se describe un encuentro de Lavín con micro y pequeños empresarios de Pomaire, donde el abanderado hizo un urgente llamado a Cristián Larroulet que se encontraba en el Crown Plaza participando de un seminario sobre gestión educacional, para saber que tenía que decir delante de los trabajadores (Diario Siete, 2/07/2005: 2). “Consíguete un delantal, te lo pones y quédate con algo de greda en las manos. La gente de allá son pequeños empresarios, entonces parte con el tema de los microcréditos y un banco de los pobres. Di que una de tus propuestas es que en cada región del país debe existir un banco de los pobres, y que va a ser gracias a la reorientación de lo que ahora hace el Fosis”. Otras de sus recomendaciones es crear una institucionalidad que promueva el turismo y que fomente el atractivo de localidades como Pomaire: “Tenís que meter la idea de que así como Madrid fue en su momento la capital del turismo en Europa, la Región Metropolitana también

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puede serlo en América Latina y además decir que ya tenemos US$ 1000 millones en turismo y que podemos tener más. Para eso, di que hay que fortalecer la alianza público-privada, crear una suerte de ProChile del turismo” (Diario Siete, 2/07/2005:2). Antes de cortar, Larroulet hizo hincapié a Lavín en que no podía olvidar el ítem probidad y transparencia, elemento de batalla de la UDI en contra de Codelco y el MOP. El último dato fue la frase de bronce, “profesionalizar el directorio de Codelco con independientes”. Otro asesor, tal vez el menos conocido es Alfredo Mayol. Durante las últimas campañas municipales y parlamentarias eslógans como el “Cornejo de la suerte”, quedaron en el recuerdo de muchos electores. Pocos sabían que el creador de estas frases era un hombre que no sólo ha sabido cultivar un importante grado de influencia tanto en la UDI como en Joaquín Lavín, sino que también fue un hombre de confianza del gobierno militar en medios como Televisión Nacional y revista Ercilla (Cosas, 29/11/2004: 120). Con el inicio de la democracia, Manfredo Mayol se consolidó como el cerebro de las franjas televisivas del gremialismo. Sus grandes logros fueron los inesperados triunfos de Jaime Guzmán primero y Jovino Novoa como senadores por Santiago Poniente, de cuyos comandos electorales fue asesor clave. - Bancada de campaña para la elección Presidencial 2005 Con una completa reingeniería Lavín nomina a Cristina Bitar, joven economista peruana, como generalísima de la campaña del 2005 Por otro lado incorpora al alcalde de las Condes, Francisco de la Maza, a la cabeza del equipo de campaña, quien asumió como coordinador del comando único que definiría no sólo la estrategia de la campaña presidencial, sino también la parlamentaria del gremialismo. Con este nombramiento, De la Maza adquiere mayor figuración que Cristina Bitar, con quien trabajará en forma cercana al igual que con el senador Juan Antonio Coloma, que asume como jefe de la campaña parlamentaria de la UDI y la alcaldesa de Concepción, Jacqueline Van Rysselberghe, quien efectuará la coordinación regional. La definición de este equipo se produjo en el Consejo Directivo ampliado que efectuó la UDI el 28 de mayo de 2005. En este encuentro se evaluó el nuevo panorama político y las líneas de acción, la plantilla parlamentaria y fue presentada la campaña “Alas para todos”. La designación de Francisco De la Maza obedece a que el cuadro político de la Alianza hacía evidente la necesidad de un trabajo unitario con la UDI. Pero esto requería además, a juicio de asesores lavinistas, cuidar de no reducir a Lavín, sino abrirle espacio (El Mercurio, 28/05/2005: C6). Por ello Bitar propuso como coordinador al alcalde de las Condes, de quien se dice que es “el UDI menos UDI”, y a la vez, un tenaz impulsor del “candidato ciudadano”, por lo cual ha sido crítico de las estrategias de las que han colaborado a “politizar” a Lavín con cercanías de históricas figuras partidistas o al intervenir en conflictos de las colectividades de derecha.

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La nueva figuración de De la Maza generó una serie de suspicacias sobre un rol disminuido para la jefa de campaña . Consultada al respecto, Bitar dijo: ”Yo no he perdido poder, todos ganamos poder”. Y destacó que ante el nuevo escenario político es sumamente importante coordinar la campaña parlamentaria con la presidencial. Todos estos asesores desplegaron todos sus esfuerzos para lograr el soñado sillón presidencial, pero las coyunturas cambiaron con respecto a la elección de 1999, y como suele suceder, lo mediático tiende a funcionar en determinados contextos, que indudablemente cambiaron para la elección del 2005. 1.2 Pablo Longueira: el estratega Hablar de este personaje, es asociarlo a la característica de un gran estratega y hábil negociador y tal vez una de las figuras más emblemáticas del partido y el más cercano pupilo de Jaime Guzmán. No sólo es capaz de encarnar el espíritu de la UDI, sino también continuar la obra del ideólogo, entendiéndola con un grado mayor de pragmatismo y a una apreciación más objetiva de la realidad. Bien lo demuestra su estrategia para conformar un gran conglomerado de centroderecha, su obsesión por liderar un gran Partido Popular, su sistemático trabajo en sectores populares y su continuo interés por renovar a la elite dirigencial a través de “Nuevas Generaciones”. Este hombre de origen gallego nació el 12 de agosto de 1958, estudió en el Colegio San Ignacio y está casado con Cecilia Brinkmann con la cual tiene siete hijos. En sus inicios fue Presidente del Centro de Alumno de la FECH en 1981, miembro fundador de la UDI en 1983 y organizador del Departamento Poblacional UDI. Desde el año 1998 al 2003 fue Presidente de la UDI, tres períodos diputado por la zona sur de Santiago y actualmente es senador electo por Santiago Oriente. Además integra la comisión política de la UDI en su calidad de ex presidente y fue miembro del equipo de campaña de Lavín. Su formación en el Colegio San Ignacio marcó en él un sello social que lo acompañaría en toda su trayectoria, fundamentalmente en su trabajo en poblaciones: “Cumplí desde pequeño todo el itinerario jesuita trabajando en misiones”...“Trabajé como obrero y viví en poblaciones desde chico y toda mi vocación social es un sello que te pone el San Ignacio” (Cosas, 13/03/1998). Como lo reconoció en varias entrevistas, nunca lo interpretó el mensaje de igualdad que se propugnaba durante ese tiempo, pues el la entendía como igualdad de oportunidades. “Habiendo hecho toda la vida que hacíamos los ignacianos y teniendo una profunda conciencia social, me chocó mucho cuando trabajé como obrero en una fábrica y la forma en que se planteaba la desigualdad. La formación ignaciana tenía un problema, que es cuando sales al mundo, te encuentras con una situación distinta a la que se nos transmite de cómo enfrentar la desigualdad” (Cosas, 13/07/1999:11).

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Menos se sentía interpretado por la acción de la iglesia católica durante el gobierno militar, por lo que prefirió mantener una relación directa con Dios (Cosas, 7/04/2000: 15). “Soy jesuita, soy Opus Dei, soy Legionario de Cristo, soy de todas un poco. A mí me formaron los jesuitas, mis hijos están con los Legionarios de Cristo y tengo amigos notables que están en el Opus Dei”...”Soy fruto de todo eso y he recibido de cada una de ellas puras cosas positivas, porque todas son obras de Dios” (Cosas, 14/11/2003:14). Si bien es cierto, era muy joven al momento del golpe militar, siempre mantuvo un acercamiento a las Fuerzas Armadas. Eso explica su viaje a Londres cuando Pinochet fue detenido por el tema de los Derechos Humanos. La primera vez que Pablo conoció al General Pinochet era Presidente de la Federación de estudiantes de la Universidad de Chile, FECECH, donde estudiaba ingeniería Industrial. Bien lo recuerda: “Le pedí una reunión por la persecución que ejercía el rector Alejandro Medina y cuando llegué le dije que venía a hablar de los problemas de mi universidad. Él me mostró un florero y me dijo, mire amigo, aquí todos vienen a mostrarme las flores, muéstreme los gusanos que hay en Chile”...” Esa introducción me generó empatía, hablé con franqueza y dio inicio a una amistad y como nunca ocupé un cargo en el gobierno, no tenía por qué dejar de decir lo que pensaba” (Cosas, 13/03/1998: 58). Era el año 1981 y, pese a que el gran enclave gremialista era la Universidad Católica, Longueira participó activamente de ese movimiento Desde siempre se declaro partidario del régimen militar, de las Fuerzas Armadas, pero independiente. De hecho su apoyo al gobierno se manifiesta como incondicional, siendo un ejemplo concreto, la organizada manifestación hecha al senador Edward kennedy: “Nuestro objetivo era manifestarle a Kennedy el rechazo de un sector importante del país que repudiaba su visita. Para que viera que el sentimiento de una gran mayoría del país, como nosotros creemos, era contrario a su visita, y que lo consideraba como enemigo de Chile. Él ha estado durante todo el gobierno de las Fuerzas Armadas hostigando permanentemente, bloqueando económicamente al país y obligándolo a recurrir a recursos caros, desviando dineros destinados a la red social” (Cosas, 23/01/1986: 52). Paralelamente a su trabajo en la Universidad de Chile, se integró a la Secretaría Nacional de la Juventud del gobierno militar. Ahí se reunió con varios líderes juveniles como Patricio Melero, Luis Cordero, Juan Antonio Coloma y Andrés Chadwick. Se hacía trabajo poblacional, para lo que se elegían las zonas más populosas, un mundo que Longueira conocía desde los tiempos del colegio. Cabe destacar que Longueira, Chadwick, Coloma forman una verdadera dinastía política en su colectividad, además son íntimos amigos, tanto así que junto a Novoa y Bombal compraron una parcela en el lago Puyehue. Longueira conoció a Jaime Guzmán cuando asumió la presidencia del centro de alumnos de Ingeniería Civil. Guzmán le tenía especial cariño y admiración. “Sabía reconocer la inteligencia y Longueira, según decía Jaime, era uno de los tipos más inteligentes que había conocido. Pero no

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tenía una inteligencia especulativa, sino práctica y Guzmán valoraba su carácter definido, especialmente su compromiso social de su vocación política. Siempre tenía recursos para discutirle a Guzmán y a éste le gustaba como construía los argumentos”, recuerda un dirigente de la UDI (Cosas, 7/04/2000:16). El idilio entre el gremialismo y el gobierno militar se comenzó a enfriar, cuando Guzmán se alejó de ese régimen, después de que el Ministro del Interior Sergio Fernández abandonara el gabinete, tras el fracasado intento por trazar un plan de transición. Es así que en 1983 fundara la UDI junto a Sergio Fernández, Ignacio Bastarrica, Javier Leturia, Pablo Longueira y Luis Cordero, quienes integraron el primer comité ejecutivo. Cuando Guzmán decidió armar un departamento poblacional para el partido, le pidió a Longueira y a Luis Cordero que la encabezaran. El verdadero nacimiento de Longueira a la política, según muchos, fue organizando el departamento poblacional. Claves fueron las intervenciones en las tomas de los campamentos Cardenal Silva Henríquez y Cardenal Fresno. “Dormía en los campamentos dentro de su destartalado Suzuki Fronte celeste. En el día, mientras el PC hacía presión, Longueira hablaba con los pobladores y los organizaba para que se resistieran”, recuerda un dirigente poblacional (Cosas, 7/04/2000:16). Como lo recuerda un ex colaborador de Guzmán: “El trabajo poblacional estaba al servicio de un movimiento político que se estaba gestando, más que al gobierno que se estaba terminando” (Cosas, 7/04/2000:16). Cuando la UDI abandonó RN en medio de una enorme polémica dejó en evidencia la marcada distancia existente entre la UDI y la derecha tradicional. Longueira se veía incomodo, pues eran estilos distintos y nunca le gustó lo que llamaba la “derecha de Club”: “Sin afán de contribuir a la división de la derecha, que me parece lamentable, pienso que no sería bueno para la UDI formar un solo partido con los demás grupos de este sector, porque en general, el dirigente y el militante de nuestro movimiento no se siente interpretado con la derecha tradicional del país”...” Sería un error juntarnos con dirigentes que no tienen nada que aportar al país, que ya vivieron su propia etapa”...”El trabajo político no se hace a través de entrevistas, sino en terreno, a diario y en forma permanente, y en la derecha, los únicos que lo hacen somos nosotros”, criticaba Longueira (Cosas, 23/01/1986). Parte de la personalidad de Longueira estuvo marcada por la intención de la unidad. La llegada hasta la sede partidaria de pobladores de la zona norte y La Pintana, donde él da un encendido discurso en el patio posterior; le granjearon el mote de “Pungueira”, despectivo apodo que refleja todo lo que él rechaza de esa derecha que nunca le gustó. Cuando se le pregunta que queda del Longueira de las poblaciones responde: “Voy a las poblaciones con frecuencia”...” Creo que mi aporte a la política está orientado a que el pensamiento de los partidos de centroderecha miren al sector más pobre del país desde una perspectiva diferente que históricamente se había visto”...” Aquella era una actitud absolutamente paternalista, de desconfianza, de falta de solidaridad”...

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“Creo que después de un trabajo absolutamente anónimo de muchos años, construimos una opción poblacional que hoy nadie pone en duda. Ese camino lo abrí yo” (Cosas, 24/06/1991:48). En cuanto a la doctrina es categórico al afirmar: “Nosotros el año 83, cuando formamos la UDI, la definimos como un partido de inspiración cristiana, popular, partidaria de la economía social de mercado. Por primera vez la derecha chilena formó un partido en que sus dirigentes están comprometidos con ideales, con principios, con valores y no con caudillismo”. “Somos parte de un estilo marcado por Jaime Guzmán, lo que hace que seamos una generación homogénea que le ha dado conducción a ese proyecto. Así como muchos se reían y nos etiquetaban a raíz de esa cosa homogénea, para nosotros eso ha sido un capital siempre. Este estilo de Jaime se logra cuando tú realmente estás comprometidos con principios”. “Nunca hemos estado dispuestos a abrir el partido para que se llene de gente que piense distinto a nosotros. Creo que eso ha sido un gran acierto, porque hemos logrado crecer y lo hemos hecho con nuestra gente, preparada en los cuadros juveniles, en fin, creo que ésa es la forma de conservar este estilo”. “En la política si tu quieres crecer, si tu quieres influir en la forma que nosotros lo queremos hacer, lo importante es ser consecuente y eso no cambia en el tiempo. Lo que cambia en el tiempo es cómo enfrentas la coyuntura política, pero tu no cambias la forma de hacer política. Nosotros, eso no lo hemos cambiado nunca”. “Si hoy día participas en un acto con los jóvenes, me vas escuchar decirles lo mismo que nos decía Jaime hace 20 años atrás. Tienes que enfrentar la modernidad, la globalización, la problemática de la década actual y no la del pasado, pero tienes que ser capaz de conservar tu forma de hacer política. Si tu forma de hacer política es la que te ha permitido convocar a gente de calidad, tienes que ser influyente, crecer y definir por qué razón tú estás en la política. Si, es eso lo que tu tienes que definir”. “Hay muchos jóvenes que en la medida que vean que hay un partido que tiene un estilo que los acoge, que los interpreta y que es consecuente lo valora... creo que a la juventud le gusta esa consecuencia”. “Creo que hoy en día hay muchos jóvenes que están dispuestos a servir a Chile y queremos demostrar que nosotros somos capaces, en un período donde existe un desapego a la política, de convocar a 10.000 jóvenes y no tengo duda de que lo vamos a lograr. Para nosotros es vital que el crecimiento de la UDI se haga con gente formada por nosotros”. “Si nosotros caemos en los vicios tradicionales de la política nos convertimos en un partido más. Mientras más conservemos una forma de hacer, creo que eso cautiva” (Montecinos, 2001:145). En estas entrevistas queda claro el estilo asumido por Longueira, basado fundamentalmente en establecer un perfil popular distinto de la derecha tradicional, la consecuencia en el discurso con respecto a la ideología y la praxis, y también a la necesidad renovar la clase política bajo el mismo sello que imprimió Jaime Guzmán, “la homogeneidad”,

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constituyen su gran fortaleza para detentar su indiscutido liderazgo dentro del partido. Hoy en día nadie puede discutir su liderazgo y su capacidad negociadora con el gobierno, como tampoco su manifiesta estrategia de conquistar el centro político. Cabe destacar que esta estrategia de conformar un gran conglomerado de centroderecha responde a una forma que ya se perfilaba desde los años 80, pero que esperaba la coyuntura para poder manifestarse y el momento fue cuando Ricardo Lagos se presenta como candidato único de los partidos de la Concertación: “Espero que la UDI tenga la capacidad de convertirse en lo que fue la DC. Vamos a vivir la oportunidad histórica de quedarnos con un sector muy relevante y que históricamente interpretó a la DC. Eso va a ocurrir cuando la DC apoye a Lagos como candidato presidencial, planteaba Longueira en el año 1998”. “A la DC la podemos convertir en terminal, y ese es mi objetivo. Si la centroizquierda y la centroderecha se mueven con habilidad, podemos construir dos grandes conglomerados políticos y podemos llevar a la DC a una desaparición. Eso me entusiasma, porque creo que le da estabilidad política al país” (Cosas, 13/03/1998: 56). Con respecto a la formación de un gran partido popular plantea: “Soy un convencido de que en el país debemos ir confluyendo a la formación de dos grandes bloques. A ese Partido Popular debieran confluir sectores importantes de la DC, RN y la UDI. Hay que modernizar la política, y dejar de pensar en los esquemas del 73”. “Es natural que la UDI lidere ese proyecto junto a sectores de la DC que no van a estar nunca con Lagos”... “Me sentiría más cómodo en una primera etapa, más con la base de la DC, fundamentalmente poblacional, que con su núcleo político. Es fundamental que todo ese electorado tenga una nueva estructuración política, porque nunca va a ser de RN, de la UDI, ni de la derecha”. “Nosotros tenemos con el mundo de la DC muchos más valores que son comunes. Hay que buscar lugares de encuentro”. “Con Jaime discutimos cuándo abrirnos con la UDI. Creo que hemos alcanzado un tamaño tal que la apertura a un PP nos garantiza que vamos a tener la capacidad de influir en él, para que tenga la posición política, económica y social de la centroderecha moderna. Hay que tener tolerancia para entender que la organización política es mucho más amplia que las diferencias” (Cosas, 6/11/1998:10). En otra entrevista complementa: “Los que estamos en política por una razón profunda desde el punto de vista valórico, y aquellos que somos católicos y cristianos, vamos a tener que refundar un nuevo partido que nos dé espacios a todos. Eso es lo moderno hoy”... “No tienen sentido que los países que alcanzan la estabilidad democrática y económica como Chile, sigan con un esquema de diez partidos”... “La afinidad que tenemos con muchos de ellos en lo privado es grande y el punto es si nos atrevemos al cambio una vez que gane Lavín”...” Si la DC escuchara las intervenciones de Lavín, votaría entera por él. Es un candidato que va a las raíces más

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profundas, principios cristianos y consecuencia en los temas de la pobreza” (Cosas, 3/12/1999:12). En esta entrevista Longueira sintetiza su gran sueño, el cual no deja de ser inconsecuente. De hecho su trayectoria poblacional demuestra su línea de acción, como también su acercamiento al PP español, el cual resulta un referente interesante para imitar. En cuanto a su liderazgo, está claro que aún no es su momento. De ahí su apoyo irrestricto a Joaquín Lavín, el cual resulta un candidato más mediático y carismático. Bien lo sintetiza en una serie de entrevistas cuando se le pregunta acerca del liderazgo de Joaquín Lavín: “Él percibió con tanta claridad el liderazgo que hoy necesita Chile, y no sólo desde el momento que hablé con él para que iniciara el camino que lo podrías llevar a la presidencia. Fue exactamente el día que ganó Jacques Chirac la elección presidencial en Francia le dije que un alcalde ha sido electo presidente. Reconozco que cuando lo llamé le dije que él y Ravinet debían explicarle al país el cambio. Ahí empezó toda su estrategia”... “Soy testigo de cómo Jaime Guzmán, como lo hizo con muchos, se dedicó a lograr que Lavín ingresara a la UDI. Tuvo claro desde el comienzo lo que él significaba”(Cosas, 13/08/1999:12). “Joaquín es una persona íntegra y atractiva para la juventud, porque esta busca consecuencia mucho más que ideas, porque es más idealista. Creo que en eso Joaquín tiene una fuerza tremenda, tiene las ganas, la fuerza comunicacional, esto último es lo que lo hace radicalmente distinto a mí” (Montecinos, 2001:153). “Mi fuerza es poder imprimir, en una etapa muy importante para nosotros, en la que vamos a aspirar a la presidencia de la República, la mística que hubo en el departamento de poblaciones. Hoy se recuerda esa etapa como muy épica, de mucha entrega y motivación y la gente percibe que si somos capaces de construir una cosa apasionante, con un poder de convocatoria generacional, tendremos destino para el 1999” (Cosas, 13/03/1998:56). A pesar de que Lavín fue el candidato presidencial de la UDI desde el año 1999, Longueira es un potencial candidato. De hecho sus últimas apariciones en televisión lo confirman, cuando en ”Gigantes con Vivi”, transmitido el sábado 23 de julio, Longueira confirma lo que ya había adelantado en “Hora de Infidentes” en el mes de junio, “Me presentaré como candidato presidencial para el 2010”. Ya lo adelantaba Cristián Leay en el año 2003 cuando en una entrevista decía: ”Lavín y Longueira forman parte de la misma generación, de la misma formada por Jaime Guzmán. Una de las personas más comprometidas con Lavín es justamente Longueira y no hay discrepancias políticas entre ellos. Ambos se complementan, aunque puede haber diferencias de estilo y criterios. Hoy, el candidato UDI es Lavín y en el futuro podría ser Pablo”(Cosas, 2/04/2003:172). Muchos pensaron que el caso Spiniak catapultaría a Longueira, pues él concentró en su persona todo el costo del incidente. Su liderazgo fue el que finalmente permitió que su colectividad sorteara con éxito una crisis en la

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que muchos apostaron que era el fin del proyecto político. Si bien es cierto, hubo equivocaciones en su forma de actuar, el costo no se evidencia a largo plazo. Cabe recordar que uno de los desaciertos más desafortunados para Longueira fue el día 29 de octubre de 2003 cuando ante los medios dice: “En la soledad y en el dolor que hemos vivido, todas las noches le he rezado a Jaime Guzmán, quien me dijo, sigue a ese cura que está metido y dice bendita imprudencia”. Esta frase que provocó risa y mofa en la oposición, fue calificada cómo errónea por la UDI. El propio Patricio Melero intentó explicar en radio Agricultura: ”Esa invocación de Jaime que hizo Pablo no se puede tomar literal” (La Tercera, 30/10/2003: 7). En el gremialismo señalan que el error fue expresar un “sentimiento”, que es bien entendido en la colectividad, pero no necesariamente fuera de ésta. Para la UDI, el ideólogo y fundador del partido, es una imagen presente que los inspira constantemente y un factor de cohesión de la directiva. Sin embargo, y pese a este incidente, Longueira aún sobrevive políticamente. Este apoyo, se manifiesta expresamente cuando Longueira renuncia a la presidencia del partido. Juan Antonio Coloma al respecto comenta: “Obviamente tomaremos en cuenta las razones que tenga Pablo Longueira para dejar el cargo, pero el hecho de que la UDI aparezca a la cabeza de las preferencias revela que el liderazgo de Longueira es esencial para guiar el proyecto presidencial de Joaquín Lavín” (El Mercurio, 21/01/2004: C3). Esto es reiterado por una de las figuras más atractivas de la UDI, Jacqueline Van Rysselbergue: “Yo creo que Longueira es uno de los hombres de los más valientes, consecuentes y generosos que ha tenido la política chilena. Siendo presidente de la UDI podría haber optado por cualquier candidatura senatorial y probablemente hubiera ganado en Santiago. Sin embargo, él eligió postular a diputado en un distrito difícil. Cuando ves a alguien dispuesto a ceder sus propios intereses, como lo hace Longueira, genera un liderazgo muy fuerte y eso es lo que impresiona a RN. Sebastián Piñera que es un tipo brillante e inteligente, no está acostumbrado a trabajar en equipo” (Cosas, 17/09/2003: 69). Sin embargo su personalidad genera crítica: “No acepto que Longueira diga que no le gusta la política y que todo esto lo hace por servicio público, por amor a la patria. Es como dirigirse a un adalid de la ética y los valores”... “es un animal político, no tiene ideología. Es rígido estructuralmente, no tiene capacidad de improvisación, porque siempre actúa con una estrategia pensada,” señala un diputado de Renovación Nacional (Cosas, 7/04/2000:16). El caso más emblemático fue la inscripción de las listas parlamentarias de 1989. Según relata Allamand en su libro “La travesía en el desierto”, tras serias dificultades que surgieron entre los dos partidos, se resolvió que el tema lo zanjara el ex ministro Hernán Büchi. Sin embargo, la UDI no aceptó la resolución de Büchi de llevar a Hugo Estivales a la Quinta Región junto a Sergio Romero, y condicionó la lista al nombramiento del independiente

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Edmundo Eluchans. Esta afirmación es desmentida por Longueira (Cosas, 7/04/2000:16). Actualmente, Pablo Longueira se perfila como el posible candidato presidencial de su partido y su carrera senatorial por Santiago Oriente es un peldaño para tal objetivo. Su eslogan ¡Palabra que vale! Refleja la percepción que la gente tiene de él, un hombre consecuente en lo que piensa, dice y hace.

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Conclusiones La UDI ha logrado consolidarse como un partido altamente institucionalizado, con una gran cohesión interna y una base electoral que ha aumentado en cada una de las elecciones después de 1989. Este grado de institucionalización se explica por la fisonomía de su clase política, que en su gran mayoría participó del gobierno militar, constituyendo un núcleo con un pasado común y una ideología compartida. Su fortaleza valórica cultural, es decir, aquel conjunto de principios sociales, políticos y morales, cuya función era homogeneizar a la organización la hace ser un partido con una comunidad de valores, biografías y competencias que le hacen perfilarse en una de las organizaciones políticas más importantes del país. Su carácter pragmático es una muestra de esta unidad de criterios, que puede explicarse por la homogeneidad de su clase política, cuyos miembros en su gran mayoría realizaron sus estudios en la Universidad Católica, desempeñaron importantes funciones en el gobierno militar, ya sea a nivel de las altas esferas públicas o en el ámbito estrictamente local, lo que la provee de un discurso único, mermando la capacidad de generar tendencias internas que hagan peligrar la unidad. No fue una barrera el hecho de haber surgido durante el régimen militar o haberse identificado con Pinochet. Más aún, su decisión de involucrarse plenamente en las estructuras de poder del autoritarismo les otorgó la posibilidad de generar redes sociales, jurídicas y económicas, que posteriormente le servirán para perfilarse en la principal fuerza de derecha del país, evidenciando desde un inicio su carácter eminentemente pragmático. Por otra parte, la UDI ha sabido desligarse de éste, cuando la necesidad de enfrentar las elecciones de 1999 así lo exigía. Las características de la UDI y su implantación electoral se explican por la huella indeleble que deja su líder fundador, quien concitaba una adhesión de sus adherentes, quienes le reconocen condiciones personales superiores y próximas al carisma. Guzmán no sólo se caracterizó por sus claros y brillantes aportes teóricos, donde supo conciliar su marcado conservadurismo con la economía de mercado, sino también, su inagotable energía para llevar a cabo cada uno de sus postulados. También hay que rescatar la dinámica establecida por el ideólogo en la captación, formación y renovación de su elite dirigente, tarea que ha sido de constante preocupación del partido y que ha constituido uno de los principales objetivos de la organización. Por otra parte, las condiciones históricas del nacimiento del partido condiciona la forma de la organización del partido, quien se perfila desde un inicio como un partido diferente a los partidos históricos de derecha y del partido Nacional. Sus lógicas de acción que inhiben cualquier disidencia, que es lograda no tanto por la articulación expresa de voluntades deliberadas, como a partir de la tácita convergencia de propiedades sociales y experiencias homólogas de su clase política. No es azarosa, su irrupción al mundo popular, pues desde un inicio mostró una sólida organización de base, cuyo objetivo principal era romper

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el tradicional aislamiento de la derecha en los sectores populares. De hecho esta estrategia responde a la idea de Guzmán de trascender al ámbito académico y a la inagotable estrategia de Longueira por objetivar para la UDI la marca de Partido Popular. Cuando Jaime Guzmán y sus seguidores comienzan a hacer política, establecen la manera de cómo llevarla a cabo. Junto a los cimientos ideológicos, instauran un nuevo estilo, cuyos ejemplos vivos son Pablo Longueira y Joaquín Lavín. De hecho, el liderazgo juega un papel fundamental en el quehacer del partido y donde los gobiernos locales suelen ser los trampolines políticos para hacer emerger figuras mediáticas, cuyo principal discurso descansa en los conceptos de eficiencia y eficacia de la gestión municipal o del pequeño gobierno. Si bien es cierto, Guzmán es el líder natural, el partido ha sido capaz de trascender los personalismos y perfilar liderazgos, cuyo sello particular lo imprime su líder fundador, pero con características personales que en diferentes escenarios se han mostrado eficaces. Bajo esta perspectiva, los liderazgos muestran sus fortalezas en la Declaración de Principios del partido, pero con un marcado carácter de pragmatismo. En el ámbito electoral, ha fortalecido su presencia con la incorporación de independientes, lo que le ha permitido acceder a importantes cuotas de poder en el parlamento. Éste proceso no puede entenderse, sino en razón de las estructuras generadas por el autoritarismo, tales como la Secretaría Nacional de la Juventud, la Secretaría de los Gremios y la Secretaría de la Mujer. En este sentido, la lógica de comportamiento es la de un partido que no cambia aspectos fundamentales de sus propuestas, pero si es capaz de acercarse a su electorado y perfilar las estrategias necesarias para poder competir electoralmente. El proceso de toma de decisiones es eminentemente centralizado. Su característica de un partido de cuadros determina que los ideólogos dentro del partido tengan mayor peso, pero sus características homogéneas hacen que no haya disidencias internas y exista un mayor control organizativo. De esta forma, se produce una suerte de rotación acordada de la elite dirigente, cuya característica principal es el consenso interno.

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ANEXOS

Entrevista a Marco Antonio González Director Ejecutivo de la Fundación Jaime Guzmán Edad: 40 años ¿Cuál es el origen de la fundación Jaime Guzmán? La Fundación Jaime Guzmán se formó después de la muerte de Jaime, con el objeto recopilar, mantener y difundir su legado. Con el tiempo el directorio consideró que una de las labores que debe cumplir era, junto con influir con sus principios en la sociedad, cumplir una función que Jaime cumplía, la de abrir oportunidades de servicio público a los jóvenes. Aquí trabajan como 32 personas. Yo soy el más viejo ¿Cómo fue tu acercamiento a Jaime Guzmán? Conocí a Jaime Guzmán en la Universidad, fui su ayudante. Tuve clases con él y tenía gran sintonía desde el punto de vista de los principios, no tuve una cercanía con el gobierno militar, pero sentía una gran sintonía con su manera de pensar y de actuar. ¿Cómo ha sido tu carrera política? Participé en el mundo universitario del movimiento gremial y después de la universidad seguí colaborando con el gremialismo, trabajé en el sector privado, y después de un tiempo me pidieron que entrara a trabajar en la fundación, porque lo mío era trabajar en esto, con las personas. Yo llegué a esto, con la convicción de que era importante promover que la gente joven se dedicara al servicio público e influir con los principios de Jaime en la gente joven. ¿La universidad es una gran formadora de elites? No me gusta la palabra elite, porque tiene una connotación peyorativa en Chile, por ello prefiero hablar de liderazgo. Uno de los sellos de Jaime, de su manera de enfrentar el servicio público es que él miraba más que el apellido, la fortuna e incluso la parte intelectual, las cualidades humanas de las personas. Yo recuerdo siempre en el caso del gremialismo de que no era posible fijar una cierta extracción social ni económica, lo que se buscaba era ciertas virtudes humanas como honestidad, lealtad y el trabajo en equipo. De hecho yo era compañero de curso de Darío Paya, también ayudante de Jaime, quien venía de una comuna popular de Santiago y yo provincia. Somos de la misma generación con José Antonio Castro, Marcela Cubillos y Rodrigo Alvarez. Esa es mi generación. Cabe destacar que es en la universidad el momento en que las personas asientan sus condiciones frente a la vida, y además comienzan a optar por ejercer un rol dentro de la sociedad. Es el momento en que dentro de los espacios de libertad y ambición genuina, en el sentido más generoso de la palabra permiten que surjan esos líderes. ¿ Cómo definirías a Jaime Guzmán? Lo que mejor define a Jaime Guzmán es la de un hombre con una sólida formación personal e intelectual que desarrolló virtudes para dedicarse al servicio público. Jaime tenía una formación personal basada

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en una visión cristiana de la vida, una formación católica proveniente de su familia, su colegio y la UC. Una formación intelectual, inteligencia y brillantez excepcional conocidas por todo el mundo desde el colegio y posteriormente en la universidad, y con dotes para el servicio público como la prudencia, el criterio, la capacidad de llegar a las personas y generar en torno a él equipos de trabajo: “Quien no entiende eso no entiende Jaime Guzmán”. En él lo más profundo es su vocación de fe, no la política, ésta era secundaria. Lo más importante era su vocación de fe católica y por eso el enfoca el servicio público y la política en general como una forma de llevar a cabo su vocación cristiana, de ahí que mirara a sus contrincantes como adversarios. Otorga a la acción pública valores profundos como la familia, las personas, el respeto y la honestidad, dándole mayor importancia a la gente joven. Imprime su liderazgo en el movimiento gremial de la universidad católica oponiéndose a la izquierda, por primera vez con una respuesta audaz que no es contestataria, asumiendo un ideario que no es reaccionario, sino bastante revolucionario para su época. Colabora con el gobierno militar para establecer una nueva institucionalidad, produciéndose una colaboración natural entre la reforma económica y la reforma institucional, que es lo que da valor al gobierno militar, constituyendo la expresión máxima su colaboración en la constitución de 1980. Una tercera etapa es la fundación de la UDI, partido que no es de izquierda, con una agenda activa, popular, de libre mercado y cristiano, dándose una mezcla que antes no había existido. ¿ La síntesis de elementos conservadores y liberales es lo más novedoso de su pensamiento? Jaime hace una evaluación de la falta de eficacia de la institucionalidad chilena para darle al país un gobierno estable, paz social y progreso económico y social. Considera que la institucionalidad y el oficio de los partidos políticos han llevado al caos, por lo tanto, cuando se produce el golpe militar para él fue una ruptura institucional y no un mero paréntesis, por lo cual propone una nueva institucionalidad que se base en la libertad y en la autoridad. Es decir, Presidente con amplias facultades, partidos políticos como contrapeso al presidente, pero no como gobernantes, y que además tengan los controles que puedan atentar contra los derechos de las personas. Ese es un sello indiscutido de la constitución de 1980. ¿ Jaime fue muy pragmático? Si, fue muy pragmático. El no tiene desde los principios de su formación un acercamiento tan claro al modelo de libremercado, pero la va asumiendo bajo la influencia de Sergio de Castro, de Jorge Alessandri. Hace una tesis perfecta entre la doctrina gremialista y el modelo de libremercado que dará en el futuro muchos frutos, y ahí está el matrimonio entre los gremialistas y los chicagos, porque sería una ilusión que las reformas políticas se pudieran llevar a cabo en un país donde no existe un mínimo nivel de desarrollo con un área social comprimida, y al mismo tiempo sería una ilusión pensar que solamente las reformas económicas

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generan una institucionalidad y paz social. Jaime lo entiende perfectamente. ¿ Y el mundo popular? Está en la raíz misma de lo que es el gremialismo. Las primeras tareas que los gremialistas hicieron en la universidad fueron los trabajos de verano. Esas personas se ven educados en esa acción social compartiendo con la gente. Y es lo que marca su acción política. Siempre para la UDI fue un elemento muy importante ¿ Hoy existe en la UDI un liderazgo con las características de Jaime? Pregunta a la UDI. La fundación es una institución autónoma que colabora con la UDI y con personas que comparten los principios de Jaime Guzmán. ¿ Cómo concibe Jaime la Democracia? Critica a los partidos. Hay un documento muy importante para entender el pensamiento de Jaime con respecto a la democracia que es acerca del sufragio universal y otro artículo que se llama la nueva institucionalidad. Los dos son documentos claves para entender su pensamiento acerca de la democracia. Lo que hace Jaime es cuestionar el valor sacrosanto que se le pretendió dar en aquellos años a la democracia. Le dedica mucho a sus escritos, a tratar de derribar los mitos de la democracia, es decir, a que la democracia en sí misma y por sí misma era la fuente de solución de todos los problemas, poniendo de manifiesto una serie de limitaciones que tenía. Por ejemplo, la limitación en el sufragio universal para evitar que las mayorías pasaran a llevar a las minorías frente a amenazas como el terrorismo. Decía que, a pesar de todas esas deficiencias la democracia era lejos la mejor forma de gobierno que se había dado en la sociedad, pero esta debía asumir esas imperfecciones. Por ello la institucionalidad debía organizarse de manera que la democracia no se destruyera por esos problemas y por ineficiencia del gobierno, que debe tener control y límites para evitar excesos. Desde el punto de vista de los partidos políticos cuestiona su actuar y la manera como han obstaculizado el gobierno. Ataca los vicios de los partidos y piensa que a través de la UDI puede superar todos esos vicios, por eso la UDI se formó con gente joven y no contaminada con las malas prácticas del pasado. ¿ La UDI escapa a los cánones de la derecha tradicional? ¿Cómo se definiría? La UDI desde un punto de vista doctrinal tiene una visión cristiana de la vida y del ser humano, lo que la aleja de los sectores liberales. Su vocación popular la diferencia de la derecha tradicional que es más bien paternalista y estatista, como también de la DC que nunca tuvo vocación popular. Su formulación doctrinaria del libremercado la aleja de la derecha agraria antigua, la DC y el PS. La calificación de derecha no le calza a la UDI, a pesar de lo que diga la gente. Es imposible pensar que ese 48% de Joaquín Lavín es de derecha y el 50% de Lagos es de izquierda

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¿ Cuál es la relación entre gremialismo y corporativismo? Gremialismo y corporativismo no es lo mismo. Jaime toma de la doctrina cristiana los conceptos de autonomía de los cuerpos intermedios, la prioridad de la persona por sobre el Estado, la autonomía de los cuerpos intermedios frente a las sociedades superiores y el derecho de las personas a organizarse y a perseguir sus fines individuales y colectivos, y a crear autónomamente desde el Estado y la sociedad política. Guzmán hace una síntesis entre el pensamiento cristiano que va a complementar con la economía de mercado y con una visión acerca de la acción política, y esa síntesis es lo novedoso en Jaime Guzmán. Desde el punto de vista de la sociedad, la ve como una sociedad democrática, cuyo sustento está en el respeto de principios fundamentales como la autonomía de los cuerpos intermedios, como la superioridad del la persona frente a la sociedad, como el concepto del bien común. ¿ Por qué en mucha literatura aparece esta complicidad entre Jaime Guzmán y el corporativismo? Jaime desde sus inicios se ve influenciado en su pensamiento, por ejemplo por el padre Osvaldo Lira, directamente corporativista. El padre Lira conoce las sociedades corporativistas que dudan de la democracia tradicional como forma adecuada de gobierno. Jaime en cambio, reconoce los defectos de la democracia tradicional, pero reconoce también sus virtudes, por eso apunta a una serie de limitaciones a la democracia. Su aporte más importante a la institucionalidad chilena está marcado por principios gremialistas y no corporativistas. Por eso los sectores corporativistas lo critican tan fuerte. No hay que olvidarse que la gran batalla que se da en el gobierno militar en los años 70 fue entre los duros y los blandos. Los duros quieren abandonar la democracia tradicional y darle un tinte corporativista y que pretende que el gobierno militar se perpetúe en el poder. Y los blandos o gremialistas quieren establecer una democracia tradicional, pero con perfeccionamientos que evitaran a producir la crisis del 73. ¿ Por qué dentro del mismo gremialismo existe poca producción intelectual? La razón es que han estado abocado más a la acción política, aún cuando estoy preocupado de eso y estoy trabajando en ello. Lo único que hay en estudios es entre nosotros, los gremialistas puros. Actualmente tenemos varios proyectos de estudios en curso. ¿Cómo es el acercamiento del gremialismo a los jóvenes? Jaime Guzmán cree que la vocación política es una forma de llevar a cabo la vocación cristiana. Se vuelca a la gente joven, no contaminada con los vicios de la política tradicional y mucho más abierta de ver la sociedad, no tan estatista y más abierta a la economía social de mercado. ¿ Cuál es el papel de los partidos políticos en la actualidad? Las inquietudes públicas de las personas no solamente se canalizan a través de los partidos políticos, por ejemplo hoy en día paz ciudadana, Libertad y Desarrollo, la misma Fundación Jaime Guzmán, los medios de

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comunicación, los centros de educación, etc son otras formas de canalizar las inquietudes sociales. Hoy en día los partidos políticos no son indispensables para canalizar las inquietudes, no es que hayan perdido importancia, es que tienen importancia en un ámbito distinto. El otro factor es que para dar eficacia al gobierno del país se le ha dado más atribuciones al Presidente de la República, es una figura que va más allá de los partidos, y por lo tanto, cuando un presidente tiene buena aceptación, no necesariamente la tienen los partidos que lo apoyan, viceversa. Antiguamente las personas para vincularse con lo público tenían intermediarios como los concejales, alcaldes, pero hoy día las personas para acceder al gobierno ya no necesita intermediarios, por lo cual un candidato, por ejemplo, quiere ser alcalde ya no va a las organizaciones sociales, sino el casa a casa. A la política esto le facilita la vida, porque les permite conectarse mucho más directo con las personas y mantener un contacto más estrecho, pero también a las personas les permite sacarse de encima a los intermediarios políticos. ¿ Qué opinas acerca de la crítica que se le hace a Lavín de ser cosista? Lavín tuvo un gran acierto, al anticiparse en el contacto directo de las personas. Por eso Ricardo Lagos en la segunda vuelta cambia su estilo el que mantiene en su gobierno. Trata de mantenerse más cercano a las personas. Los estilos en la UDI son diferentes, porque en el partido coexisten personas muy diferentes. Lavín es un hombre de más acción, su estilo es diferente al de Jaime, pero sus principios son muy sólidos. ¿ Son los partidos conservadores? Más que conservadores son rígidos. Les cuesta mucho actuar de manera flexible. No hay nada que facilite mejor esa flexibilidad que los principios sólidos, y eso es lo que tenía Jaime al reconocer claramente sus principios y reconocer ellos en otras personas. Los líderes deben ser muy flexibles, pero al mismo tiempo deben ser muy sólidos, porque cuando todo cambia genera en las personas la necesidad de tener ciertas certezas y buscan en los líderes certezas, no cambio continuo. Lavín ofrece esas certezas. ¿ Era Jaime ideólogo y pragmático? Jaime no era ideólogo, sino doctrinario, porque no le daba a sus ideas un carácter totalizador. Era a su vez un pragmático, porque tenía la cualidad de adecuarse y ser flexible para adaptarse al momento. El le otorga a la UDI homogeneidad en materia de ideas y en materia de estilos de liderazgo.

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Miguel Schweitzer Presidente Regional R. Metropolitana Oriente Actualmente candidato a diputado por Lo Prado, Quinta Normal y Cerro Navia. Estado civil: casado 4 hijos ¿ Cuál fue tu formación educacional? Estudié en el colegio Grange, sin embargo terminé mis estudios en Inglaterra. Mi enseñanza universitaria la hice en la Pontificia Universidad Católica, donde estudié primero derecho y después economía comercial. ¿ Qué papel le asignas a las universidades en la formación de los miembros del partido? El movimiento gremial nace en la Universidad Católica, pero hoy en día muchos de los miembros del partido se forman en otras universidades, la Fundación Guzmán es donde llegan muchos de los estudiantes de la UC y es la que tiene tal vez más arraigo en la UC. El tema universitario no creo que sea el inicio de las carreras políticas como antaño, porque hay una generación dirigencial de los partidos que es joven. La generación del gobierno militar permanece vigente y los nuevos dirigentes provienen de diferentes centros educacionales, muchos de ellos no comienzan su carrera política en las universidades, sino mucho después de haber egresado.. ¿ Crees que el factor religioso tiene peso en la clase dirigente en la UDI, específicamente una cercanía al Opus Dei? Si bien es cierto la UDI se define como un partido cristiano, no tiene carácter confesional. Son muy pocos los que profesan una cercanía al Opus Dei, por lo menos al único que conozco es a Joaquín Lavín ¿ Cómo es la formación de su clase política? El trabajo que hace Pablo Desbordes es a la formación y a la parte social de los jóvenes. Que ellos sientan que son un aporte, sobre todo con aquellos que más lo necesitan, por eso es tan necesario un acercamiento desde el principio en aquellos sectores que más lo necesitan. ¿ Cómo ha cambiado el partido después de la muerte de Jaime Guzmán? El partido ha ido cambiando, porque el mundo ha ido cambiando. No en los principios básicos, pero si en la evolución propia que necesita el partido. No es un partido que en esta vorágine del cambio modifique su identidad, sino que demuestra la flexibilidad necesaria para adecuarse a nuevos desafíos. ¿Cómo es la UDI? ¿ Es un partido de cuadros? No, es un partido de amigos, donde no hay disputas personales ni divisiones, lo que no significa que tengamos diferencias de opiniones. Todavía somos capaces de llegar a una determinación final que es la que es pública y es la decisión del partido.

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Nosotros tenemos claro que nadie puede romper nuestra mayor fortaleza, nuestra unidad en el proceso de toma de decisiones. Nosotros estamos organizados a través de los liderazgos. Nació con Jaime y siguieron con lo que hoy día es la directiva. Cuando hay liderazgos marcados la gente acata, y eso no deja de ser democrático. La última elección de directiva se llama a elecciones se presenta una sola lista, porque todos están de acuerdo que ellos son los mejores para ejercer el cargo. Pablo Desbordes Edad: 34 años Presidente de Nuevas Generaciones Jefe de gabinete de Pablo Longueira ¿ Dónde estudiaste? Estudié en el liceo 14 de Puente Alto, cursé Derecho en la Universidad Andrés Bello, Licenciatura en Filosofía de la Universidad Regina Apostolórum en la ciudad de Roma y tengo un Bachillerato en Humanidades Clásicas en el instituto de Humanidades de Salamanca. ¿ Qué pasa con tu incursión como seminarista? A la muerte de Jaime Guzmán ingresé al seminario, donde estuve varios años siguiendo mi vocación religiosa. Siempre vi la política como un noble apostolado, entonces busqué uno más noble aún. ¿ Cómo fue tu cercanía con Jaime Guzmán? Muy intensa, para mi Jaime era un maestro digno de seguir. Todas las semanas nos reuníamos en su casa a conversar no sólo de política, sino de la vida. Los temas eran diversos, pero siempre sentí que aprendí e indudablemente sus consejos fueron parte de mi formación. ¿ Qué papel le asignas a las universidades en el reclutamiento de nuevas Generaciones? Hoy día la Universidad Católica no es la única entidad educativa de donde salen los nuevos dirigentes. Nosotros no trabajamos con gente que se forma en una sola universidad, sino con muchos centros educativos, ya sea secundarios, de centros técnicos, universidades privadas y estatales. Estamos abiertos a todos aquellos que tengan una clara vocación social. Yo veo en la política un apostolado al servicio de la gente y quien entienda ese concepto tiene las puertas abiertas en Nuevas Generaciones. ¿ Cuál es el papel de Nuevas Generaciones? Nuestra tarea es reclutar y formar un contingente que esté dispuesto a ocupar los tres mil cargos de confianza del gobierno de Lavín. La metodología de trabajo en las universidades es fomentar la doctrina del gremialismo. Nuestra meta es tener un presidente de la FECH en la doctrina gremialista en menos de cinco años. Nuestra idea es formar líderes de recambio que mantengan la mística de Jaime Guzmán. La vida de un partido depende de la vitalidad que tienen los

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líderes juveniles que hay dentro de él, por lo tanto, el trabajo con los jóvenes es de vital importancia y así lo ha entendido el partido. Por otra parte, estamos mostrando un nuevo estilo de hacer política, lo que resulta atractivo para los jóvenes que estaban desencantados con los políticos tradicionales. Quienes forman parte de Nuevas Generaciones deben desde el principio trabajar en terreno, en aquellos lugares más pobres y sentir en la vivencia misma y en el contacto directo con los pobladores lo que siente y necesita la gente ¿ A ti te eligió la directiva? ¿Eso no habla mal de la democracia interna del partido? Para nada. La Juventud de un partido no es un club que necesita organizarse a si mismo, sino más bien un grupo de jóvenes que adhiere a la idea de un partido. Es la única manera que haya un trabajo natural entre ambas directivas; no hay que competir. Las otras juventudes se dedican a discutir y en la praxis no hacen nada. Es de común conocimiento que los actuales partidos están jerarquizados por poderosas elites, que finalmente son las que toman las decisiones nacionales. Estas estructuras son acusadas por las juventudes de tener miedo a la renovación política y sentirse marginados por temor a que se produzca un cambio ideológico demasiado fuerte. Esto no sucede en la UDI. ¿ Cómo describirías el trabajo de la UDI en las poblaciones? Es absolutamente real, ya que tenemos varias organizaciones que se encargan de eso. Para nosotros es prioritaria las permanentes visitas de nuestros alcaldes. Nuestro trabajo en poblaciones se originó por una cosa de práctica de principios y una necesidad como organización. Había que luchar contra la demagogia en aquellos lugares donde partidos de corte totalitario tenían verdadera hegemonía. Nuestro trabajo en sectores populares sigue siendo fundamental como principio. ¿ Por qué hoy en día las municipales son un fuerte trampolín para acceder a una candidatura presidencial? En realidad, eso está en espera de comprobarse totalmente. La alcaldía es como un gobierno chico y los estereotipos de hombre deben ser los mismos. Un buen presidente debe ser un hombre correcto que solucione problemas de peso, es decir, debe ser un gestor. Un ejemplo de esto, es nuestro candidato, Joaquín Lavín. ¿Cuál es la relación que puedes establecer entre la pobreza y el modelo neoliberal? No hay contradicción. El modelo nos ofrece la posibilidad de desarrollarnos, y mientras exista un país que crece podemos enfrentar los problemas de la pobreza con igualdad de posibilidades para la gente. Esta concepción es la que tenía Jaime y es la que mantenemos nosotros como partido

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Revista Cosas, 24 de abril de 1998. Entrevista a Andrés Allamand. “El autoexilio de un líder”. Revista Cosas, 8 de mayo de 1998. Revista Cosas, 5 de junio de 1998. “ Los empresarios se pronuncian.” Revista Cosas, 3 de julio de 1998. Reportaje especial. “La derecha bajo la lupa”. Revista Cosas, 31 de julio de 1998. Entrevista a Pablo Longueira. “Soy partidario de un gran Partido Popular”. Revista Cosas, 13 de agosto de 1998. Reportaje Especial. “Las estrategias de Lavín y Piñera”. Revista Cosas, 9 de octubre de 1998. “UDI. La rebelión de los hijos de Pinochet”. 23 de octubre. Edición Especial. Revista Cosas, 6 de noviembre de 1998.Entrevista a Pablo Longueira. ¡ Y qué ganamos con los gestos, si nadie los reconoce!. 1999 Revista Cosas, 2 de enero de 1999.Entrevista a Joaquín Lavín: ¡Yo voy a parar a Lagos!. Revista Cosas, 29 de enero de 1999. Reportaje Especial: “Los Rostros del Poder en la Iglesia, las Universidades y las Empresas”. Revista Cosas, 20 de mayo de 1999.Reportaje Especial. “La secreta artillería que prepara Joaquín Lavín”. Revista Cosas, 16 de julio de 1999. Entrevista a Jovino Novoa: “La estrategia de poder de la UDI”. Revista Cosas, 30 de julio de 1999. Entrevista a Ernesto Silva Bafalluy: “El acorazado de Lavín”. Revista Cosas, 13 de agosto de 1999. Entrevista a Pablo Longueira: “Allamand dice las mismas mentiras que difundió durante diez años”. Revista Cosas, 24 de septiembre de 1999. Reportaje especial.”Campaña presidencial y valores”. Revista Cosas, 6 de noviembre de 1999.Reportaje especial. “Los inicios de un líder”. Revista Cosas, 26 de octubre de 1999. Reportaje especial. “Facetas no conocidas de Joaquín Lavín”. Revista Cosas, 3 de diciembre de 1999. Entrevista a Pablo Longueira. “Hay muchos DC que aceptan integrar el gobierno de Lavín”. Revista Cosas, 7 de abril de 2000.Entrevista a Pablo Longueira. “Un duro en su momento de gloria”. Revista Cosas, 20 de abril de 2000 Revista Cosas, 6 de octubre de 2000.Reportaje especial municipales: “Golpe a golpe, puerta a puerta. Revista Cosas, 3 de noviembre de 2000. Entrevista a Joaquín Lavín: “No sé que va a pasar el 2005”. Revista Cosas, 24 de enero de 2003.Reportaje especial. “El enemigo interno de Joaquín Lavín”. Revista Cosas 2 de mayo de 2003. Entrevista a Cristián Leay: “La UDI quiere a Longueira por dos años más”.

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Revista Cosas, 13 de junio de 2003. “La última imagen de la Transición”. Revista Cosas, 25 de julio de 2003. Revista Cosas, 17 de septiembre de 2003. Entrevista a Jacqueline Van Rysselberghe: “Longueira genera un fuerte liderazgo”. Revista Cosas, 3 de octubre de 2003. Revista Cosas 14 de noviembre de 2003. Entrevista a Pablo Longueira: “Siempre quise dar mi testimonio de fe”. Revista Cosas, 9 de enero de 2004. Revista Cosas, 5 de marzo de 2004. Entrevista a Pablo Longueira: “Fui el generalísimo de Lavín y volvería a serlo. Revista Cosas, 19 de marzo de 2004.Entrevista a Rodrigo Alvarez: “El delfín de Longueira contraataca”. Revista Cosas, 29 de abril de 2005. “Lavín en su momento más crítico”. Revista Qué Pasa,25 de junio de 2000. Revista Qué Pasa,3 de febrero de 2002. Revista Qué Pasa, 16 de agosto de 2002. Revista Qué Pasa, 27 de septiembre de 2002. “La redes del Opus Dei en Chile”. Revista Qué Pasa, 4 de octubre de 2002. Revista Qué Pasa, 17 de septiembre de 2003.”¿A quién le cree Lavín?”. Revista Ercilla (Suplemento): “Jaime Guzmán: su legado humano y político” Edición N° 2906, 10 de abril de 1991. Revista Arvil N°68: “Chile y el Partido Popular”. Colección Ideas, año 6, N°5 Revista El Periodista, 5 de enero 2002 Revista FORO, Julio de 2002 DIARIOS Diario El Mercurio, 10 de julio de 1977. Diario El Mercurio, Cuerpo C, 27 de diciembre de 1987. Entrevista a Jaime Guzmán. Diario El Mercurio, 10 de octubre de 1991. Entrevista a Eugenio Tironi. Diario El Mercurio, 11de abril de 1999. Entrevista a Joaquín Lavín. Diario El Mercurio, 15 de abril de 1999. Diario El Mercurio, 18 de julio de 1999. Diario El Mercurio 22 de agosto de 1999 Diario El Mercurio, 11 de septiembre de 1999. C2 Diario El Mercurio, 13 de noviembre de 1999 Diario El Mercurio, 8 de marzo de 2003. Diario El Mercurio, 14 de diciembre de 2003. “El testimonio de Longueira”. Diario El Mercurio. Revista El Sábado, 19 de septiembre de 2003. Entrevista a Joaquín Lavín: “Vamos a ganar”. Diario El Mercurio, 19 de octubre de 2003. Diario El Mercurio, 18 de noviembre de 2003. Diario El Mercurio, 21 de enero de 2004. C3. Reportaje: La UDI quiere a Longueira por dos años más”.

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Diario El Mercurio, 7 de noviembre de 2004.Entrevista a Francisco de la Maza: “Lavín sufrió un daño en su credibilidad”. Diario El Mercurio, 26 de noviembre de 2002. Reportaje especial: “A la derecha del padre”. Diario El Mercurio, 1 de noviembre de 2004. “Los candidatos más votados” Diario El Mercurio. Revista del Sábado, 31 de diciembre de 2004. “Todos los mundos del senador Larraín”. Diario El Mercurio, 29 de mayo de 2005. Entrevista a Francisco de la Maza: “La revancha del samurái díscolo”. Diario El Mercurio, 28 de mayo de 2005.”Debuta el nuevo equipo de Lavín y la UDI”. Diario La Tercera, 13 de septiembre de 1976. Entrevista a Jaime Guzmán Diario La Tercera: “50 años de la Política”. Fascículo 3. Diario La Tercera, 11 de abril de 1999. Reportaje Opus Dei. “Williams, el vecino mentor”. Diario La Tercera, 4 de mayo de 2003. Diario La Tercera, 2 de julio de 2003. “El aporte de la UDI”: Diario La Tercera, 30 de octubre de 2003.”UDI decide corregir error de Pablo Longueira”. Diario La Tercera, 2 de noviembre de 2003. Encuesta revela crítica evaluación al manejo de Longueira y de la UDI. Diario La Tercera, 11 de abril de 2004. Diario La Tercera, 26 de octubre de 2004. Tricel ratifica destitución de alcalde UDI. Diario La Tercera, 1 de noviembre de 2004. Último computo de alcaldes en Chile. Diario La Tercera, 7 de noviembre de 2004.”La voz del pueblo”. Diario La Nación. 10 de marzo de 2003. Diario la Segunda, 26 de septiembre de 2003. Diario La Segunda, 14 de julio de 2005.Resultados encuesta CEP. Diario La Segunda, 15 de julio de 2005. “Impacto encuesta CEP”. Diario La Segunda, 21 de octubre de2005. Entrevista a Sergio de Castro y Pablo Baraona. Diario Las Ultimas Noticias, 15 de enero de 1999. Diario Las Últimas Noticias, 10 de marzo de 1999. Diario Siete, 2 de julio de 2005.”Larroulet, el libretista telefónico de Lavín”. Htlp/www.udi.cl/centro document/discursos-. Reportaje Vicaría Pastoral Universitaria- www.vpu.cl: :”El ni ahí en retirada”

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