De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

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Universidad de congreso. “De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.” Una experiencia clínica en la Comunidad de Día del Programa Cambio. Autora: Stassi Natalia S. Directora: Mgter. De Bortoli Leticia. Córdoba, 2015.

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Una experiencia clínica en la comunidad de día del programa cambio. Córdoba. Argentina. Sobre psicoanálisis, adicciones y demanda terapéutica.

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Universidad de congreso.

“De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.”

Una experiencia clínica en la Comunidad de Día del Programa Cambio.

Autora: Stassi Natalia S. Directora: Mgter. De Bortoli Leticia.

Córdoba, 2015.

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Dedicatoria:

En el cielo a mi querido Nono.

En el suelo a mi dulce y pequeña Morena.

En cada una de mis cosas a mamá, papá y Nicolás.

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Agradecimiento:

A Leticia, por su apoyo, comprensión y calidez constantes. Gracias.

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Palabras Claves:

Toxicomanía- Motivo de consulta- Demanda-Toxicómano-Sujeto.

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Resumen:

En el presente escrito se ha investigado si el modelo de trabajo utilizado en la

fase A de la Comunidad de Día del Programa Cambio propicia o no el paso de

la queja toxicómana a la demanda del sujeto.

Para cumplimentar tal objetivo se estudió y describió la dinámica y el enfoque

de trabajo propuesto por la comunidad de día del Programa Cambio; y se

analizó el discurso proveniente del grupo terapéutico de la fase A de la

comunidad. Conjuntamente se categorizaron y describieron los diversos tipos

de quejas formuladas por los pacientes durante la fase A del tratamiento y se

analizó si las intervenciones terapéuticas efectuadas frente al planteo de la

queja toxicómana permitían la apertura hacia la interrogación del sujeto.

La metodología que se empleó para llevar a cabo la investigación ha sido la

perteneciente al modelo cualitativo. El trabajo sostuvo un carácter descriptivo,

no experimental y transversal. La población con la que se ha trabajado

corresponde al grupo de pacientes de la fase A de la comunidad de día del

Programa Cambio del año 2013. Se ha trabajado con las técnicas cualitativas

de observación participante y recorte de viñetas clínicas proveniente del

registro de campo, durante un tiempo total de 338 horas prácticas.

El trabajo se enmarcó dentro de los parámetros de la terapia psicoanalítica y se

ha definido el marco teórico desde la perspectiva de dicha teoría.

Para cumplimentar los objetivos del informe se seleccionaron 15 viñetas

clínicas; posteriormente se elaboraron 3 categorías de análisis que facilitaron la

división y presentación de los diversos tipos de quejas toxicómanas presentes

en los discursos reseñados y finalmente se creó un cuadro expositivo que

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facilitó la presentación y el posterior análisis de las 15 viñetas clínicas pre-

seleccionadas.

Ha sido posible concluir que el modelo de trabajo utilizado en la fase A de la

comunidad de día del Programa Cambio no propicia el paso de la queja

toxicómana a la demanda del sujeto. Como resultados hipotéticos se

presentan: la influencia del no surgimiento de la demanda terapéutica en el

amplio número de deserciones de tratamientos que se presentan dentro del

área. El incremento de roces entre los pacientes y el favorecimiento de un

clima hostil generado por la no consecución de la demanda terapéutica.

Recaídas o vueltas al consumo probablemente impulsadas por la ausencia de

demanda terapéutica.

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Índice:

1. Introducción………………………………………………………………………. 9

2. Objetivos...………………………………………………….…………………… 13

3. Contextualización:

3.1. Historia y antecedentes de las comunidades terapéuticas…...………… 14

3.2. Comunidades Terapéuticas en Argentina…………………………………. 16

3.3. Programa Cambio………………………………………….…………………. 17

4. Marco teórico:

4.1. Una mirada psicoanalítica de las toxicomanías…………………………... 20

4.2. Psicoanálisis y toxicomanías hoy……………………………....................... 29

4.3. Algunas consideraciones sobre el motivo de consulta y la demanda

terapéutica……………………………...…………………………...……………... 36

4.4. La demanda terapéutica en la toxicomanía……...………………….......... 46

4.5. El rol del analista durante el armado de la demanda terapéutica………. 49

4.6. Queja-toxicómano VS Demanda-sujeto…………………………………… 54

5. Marco metodológico………………………………...……………………….. 56

6. Desarrollo:

6.1. La dinámica de trabajo y el modelo terapéutico de la Comunidad de

Día……………………………...…………………………….……………………... 59

6.2. Categorización de los discursos toxicómanos…………………………..... 63

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6.3. Presentación de las viñetas clínicas seleccionadas……………………… 65

6.4. Análisis de las viñetas clínicas……………………………........................... 70

7. Conclusión.……………………………...…………………………................... 89

8. Conclusión de la experiencia práctica…………………………….............. 96

9. Bibliografía……………………………...…………………………................... 99

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1. Introducción:

El presente trabajo surge a partir de una experiencia práctica realizada en la

institución Programa Cambio, de la ciudad de Córdoba Capital, durante el año

2013. La misma tuvo una duración de 7 meses, en donde se cumplimentaron

338 horas reloj.

Programa Cambio es una asociación civil dedicada a la atención de pacientes

con problemáticas orientadas al consumo, abuso y dependencia de drogas y

alcohol desde un abordaje interdisciplinario.

La institución presenta 3 dispositivos de trabajo diferentes: ambulatorio

adolescente, ambulatorio adulto y comunidad de día. Cada uno de éstos

apunta a una población particular, y presenta un modelo de trabajo específico.

El área en la cual se desarrolla la investigación corresponde con el dispositivo

denominado como “Comunidad de Día”. Este espacio, a su vez, está dividido

en 3 instancias: fase A, fase B y fase C.

El foco de la investigación será identificar si el enfoque de trabajo utilizado

dentro de la primera fase de la Comunidad de Día del Programa Cambio,

propicia o no el paso de la queja toxicómana a la demanda subjetiva.

Al llegar un paciente al Programa Cambio, y previo ingreso a cualquiera de los

dispositivos de tratamiento, éste debe realizar un proceso de admisión. Allí se

trabaja el motivo de consulta. Durante esta instancia, lo que se pretende es que

el paciente tome conciencia acerca de su situación actual y que pueda

contactarse con su realidad y con lo que le pasa.

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Culminada esta etapa, y con un motivo de consulta en proceso de formación, el

paciente es derivado a alguno de los dispositivos que ofrece el programa. Así

pues, el sujeto ingresa al dispositivo de Comunidad de Día.

A medida que el paciente avanza dentro de la fase A del tratamiento, y logra

sostener su abstinencia se va encontrando con la posibilidad de pensar cada

vez más lúcidamente; en este momento se comienza a problematizar el

consumo y empiezan a aparecer en el sujeto los interrogantes sobre el por qué

está haciendo el tratamiento, y qué es lo que está buscando allí dentro. En esta

instancia se busca que el sujeto pueda hacerse cargo de la responsabilidad

que le atañe en toda esa situación que él presente y sobre la cual se queja.

Al entender de la autora, durante la fase A, el paciente debería poder

abandonar la queja con la que llega y realizar la construcción de una demanda

subjetiva; lograr responsabilizar al paciente y contactarlo con aquello que le

pasa resulta fundamental para poder avanzar en el trabajo terapéutico. Si no

hay demanda, no habrá abordaje terapéutico que resulte eficaz.

Desde el dispositivo de la Comunidad se trabaja con un modelo terapéutico que

establece como regla fundamental que el paso de la fase A a la fase B se

otorga cuando el paciente logra problematizar el consumo de sustancias,

afirma su decisión de dejar de consumir y ha cumplido con el resto de los

objetivos de la fase.

Se considera que, desde una postura psicoanalítica, estas condiciones se

corresponderían con lo que el psicoanálisis denomina como el momento en el

cual el paciente abandona la queja, comienza a implicarse con aquello que le

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pasa y aparece la interrogación sobre sí. Es decir que el paciente logra la

rectificación subjetiva y formula una verdadera demanda terapéutica.

Resulta frecuente oír a los pacientes, durante la fase A y a lo largo de la

misma, expresar que no saben por qué están ahí y manifestar que se

encuentran contrariados con el tratamiento.

Lo que la práctica demuestra en repetidas ocasiones es que los pacientes son

derivados a la fase B de tratamiento sin que éstos hayan dejado de

responsabilizar a los demás por su consumo. Es decir, los sujetos no

reconocen que eso que les pasa tiene que ver con ellos y no existe en éstos

una apertura hacia la interrogación por la responsabilidad que tienen sobre su

enfermedad. La demanda terapéutica parece no producirse, o hacerlo de

manera incompleta, en el momento de cambio de fase; existiendo a veces la

ausencia de lo que el psicoanálisis denomina como rectificación subjetiva.

A su vez, es posible observar que en múltiples circunstancias las

intervenciones efectuadas por los profesionales y el modo de abordaje

propuesto por el dispositivo, parecerían provocar la anulación del sujeto y

opacar la aparición de algún tipo de interrogación que pueda advenir en éste.

De cumplimentarse tales afirmaciones, se puede presentar como conjetura la

idea de que el no surgimiento de la demanda terapéutica influye de manera

directa en el amplio número de deserciones de tratamientos que se presentan

dentro del área de la Comunidad de Día. El sujeto no se responsabiliza por

aquello que le sucede, no hace suyo el tratamiento, se siente paralizado dentro

del tratamiento y su frustración aumenta. Todas estas variables podrían llevar

al sujeto a pensar que la opción más simple, y cómoda, es asumirse como un

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adicto sin cura y retornar al consumo sabiendo que él hizo el intento de

abandonarlo pero que ha sido inútil.

Es a partir de dichas observaciones, que la autora del escrito ha llegado a

formularse la siguiente pregunta: ¿El enfoque de trabajo utilizado en la primera

fase de la Comunidad de Día del Programa Cambio, propicia o no el paso de la

queja toxicómana a la demanda subjetiva?

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2. Objetivos:

General:

* Analizar si el modelo de trabajo utilizado en la fase A del tratamiento de la

comunidad de día del Programa Cambio propicia o no el paso de la queja

toxicómana a la demanda del sujeto.

Específicos:

*Describir la dinámica y el enfoque de trabajo propuesto por la Comunidad de

Día del Programa Cambio.

*Describir y categorizar los diversos tipos de quejas que formulan los pacientes

en la primera etapa del tratamiento de la Comunidad de Día del Programa

Cambio.

*Analizar la interacción discursiva del grupo terapéutico de la fase A de la

Comunidad de Día del Programa Cambio.

*Analizar si las intervenciones terapéuticas efectuadas frente al planteo de la

queja toxicómana permiten abrir la interrogación en el sujeto.

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3. Contextualización.

3.1. Historia y antecedentes de las Comunidades Terapéuticas:

Ya 25 años A.C. Phito Judaeus describe las actividades de una comunidad

llamada Qumran, que había en Egipto. En un rollo del mar muerto llamado “la

regla de la comunidad” se describe el por qué la gente ingresaba en dicha

comunidad. En dicho escrito se realiza una descripción casi idéntica a la que se

visualiza hoy en día como modo de vida, cultura y sufrimiento de los jóvenes

adictos asistidos en las comunidades terapéuticas en la actualidad.

En los tiempos del imperio romano, se formaron las primeras comunidades

cristianas en las cuales sus miembros confesaban sus pecados, recibían

consejos y las penitencias correspondientes. De tal modo, nacen las

comunidades monásticas en las cuales se establecen las primeras reglas

dirigidas a alcanzar un objetivo común, el sostenimiento de la fe. Es así que las

comunidades terapéuticas tienen dos milenios de antigüedad y fuertes raíces

religiosas. El consumo de sustancias en esas épocas estaba ligado

principalmente a rituales religiosos, celebraciones, privilegios de castas,

preparación para las guerras, etc. sin exageraciones o consumos masivos.

De los primeros antecedentes históricos saltamos a Inglaterra; país en el cual

se forma, en el año 1900, el Grupo Oxford con tintes religiosos. Los miembros

de esta comunidad se juntaban a leer la biblia y seguir sus mandatos

pretendiendo mantener así el comportamiento adecuado.

Siguiendo los pasos del grupo Oxford e inspirados por éstos, en 1935 se funda

Alchólicos Anónimos. Dicho dispositivo es una organización de autoayuda, en

la cual se trabaja con el apoyo mutuo entre iguales para la recuperación, sin la

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intervención de profesionales. A fines de los años 40 nace el Programa de

Narcóticos Anónimos.

Durante el período de 1800 a 1950 se fue aconteciendo un proceso paulatino a

partir del cual se dejó de pensar que los consumidores de sustancias

psicoactivas eran pecadores y escorias sociales y se los comenzó a tratar

como sujetos, pertenecientes al plano de lo social, a quienes se les debía

brindar ayuda terapéutica.

Paralelamente, en el plano de la salud mental, se dejó de ver a los enfermos

mentales como sujetos poseídos por fenómenos sobrenaturales que debían

estar encerrados en asilos y cárceles y se los empezó a tratar como personas

enfermas a quienes la sociedad les debía dar una respuesta terapéutica.

Quien utiliza por primera vez el concepto de Comunidad Terapéutica es

Maxwell Jones. Comienza a estudiar soldados que, durante la guerra y frente a

determinadas situaciones, se desesperaban y entraban en pánico; descubrió

que una de las propiedades del grupo era que actuaba

“psicofarmacológicamente”. Después de la guerra, vuelve a Inglaterra y

comienza a realizar estudios con ex soldados que presentaban graves traumas

de batallas. Así comienza a crear una psiquiatría de lo social, organizando su

sala de trabajo como lo que él definió “una comunidad terapéutica”. En 1952

escribe un libre que se llamó “Psiquiatría social, un estudio sobre las CC.TT”.

Se establecieron así los dos principios básicos que debían regir en un hospital

psiquiátrico devenido en comunidad terapéutica:

1. Todo lo que se realiza debe hacerse terapéuticamente.

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2. Toda actividad desarrollada debe tener carácter terapéutico.

Paralelo al trabajo de Jones, Chales Dederich funda “Synanon”, en California.

Este dispositivo se convirtió en el órgano central de las Comunidades

Terapéutica para adictos dirigidas por no-profesionales.

Con el paso del tiempo los profesionales fueron ingresando en las

Comunidades Terapéuticas y aprendiendo y modificando lo que en éstas

acontecía. Desde varias líneas teóricas se realizaron aportes teóricos y

técnicos para comprender mejor el problema de la drogadependencia y su

trabajo terapéutico; a la vez que la CT dejó de ser la única oferta asistencial

que se le podía ofrecer a un adicto.

Hoy en día se habla de Comunidades Terapéuticas de Vida, lideradas por ex

adictos y Comunidades Terapéuticas Profesionalizadas, dirigidas por un

equipo interdisciplinario de profesionales.

3.2. Comunidades Terapéuticas en Argentina:

En Argentina quién introduce el dispositivo es el Dr. Enrique Pichón Riviere en

la década del 60, en el Hospicio de las Mercedes.

Al igual que en otros países, las Comunidades Terapéuticas nacen a partir de

la voluntad de ayuda, ligadas en un principio a lo religioso y con el fin último de

dar una respuesta diferente al abordaje psiquiátrico institucional. Un detalle no

menor es que comienzan a proliferarse bajo un gobierno militar, por lo que los

sucesivos procesos militares coartaron muchas veces las modalidades

comunitarias.

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Las experiencias de Comunidades Terapéuticas se realizaron en varios

sectores de la Argentina. Entre los años 60 y 70 en La Lucila, Buenos Aires,

Carlos Novelli, ex adicto rehabilitado, inicia un grupo de trabajo con gente que

quiere dejar las drogas al cuál denomina “Grupo Cambio”. En este proyecto

también trabajaron Rene Padilla y Cena Renzo.

En la década del 70, era visto como el pionero del movimiento de Comunidades

Terapéuticas en el país. Durante este tiempo arma “Programa Andrés”, el

primer centro de trabajo con adictos enfocado desde el modelo socio-

terapéutico.

En un primer momento las comunidades no contaban con ningún tipo de

profesional de la salud, se sostenían a partir de la voluntad de ayuda y con un

abordaje religioso. Con el paso del tiempo fueron advirtiendo que este tipo de

abordaje no era suficiente y es allí cuando la Lic. Elena Goti comienza a

desarrollar sus aportes teóricos y le otorga una estructura al programa.

Posteriormente surgen, entre otros, “Viaje de Vuelta”; un ambulatorio de

“Programa Andrés” y “Proyecto Cambio”.

En el año 1989, de la mano de Carlos Iglesias y Juan Carlos Mansilla nace

“Programa Cambio” en Córdoba, Argentina.

3.3. Programa Cambio:

El “Programa Cambio” es una Asociación Civil de Córdoba, Argentina, fundada

por el Lic. Juan Carlos Mansilla y Carlos Iglesias, ex adicto recuperado.

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Esta institución trabaja en la temática del consumo, abuso y dependencia de

drogas y alcohol desde un abordaje interdisciplinario en sus diferentes áreas:

prevención, asistencia y capacitación de la dependencia de sustancias.

En el programa se asiste a personas con problemas de uso, abuso y

dependencia de sustancias y alcohol, junto con su familia y red social. En la

institución se cuenta con distintas modalidades de tratamiento, tanto para

adolescentes como para adultos; por lo cual el rango etario de la población

atendida varía entre los 15 y 50 años aproximadamente.

El programa presenta como objetivos generales la abstinencia y prevención de

recaídas, el tratamiento comorbilidad médico-psiquiatra, el abordaje de

conflictos individuales y familiares, la readaptación familiar y social, la

reinserción social productiva y el seguimiento sistemático.

Dentro del programa se cuenta con diferentes áreas: ambulatorio adolescente,

ambulatorio adulto, comunidad de día y alcoholismo. Los pacientes se insertan

en una de estas áreas dependiendo su perfil y a partir de ciertos criterios

preestablecidos. Cada una de estas áreas se caracteriza por tener 3 fases de

tratamiento (Fase A- Fase B- Fase C). Previo al inicio del tratamiento y al

ingreso del paciente a alguna de éstas áreas, se realiza una etapa de admisión.

Allí se recepta la demanda individual y familiar; se realiza una evaluación

diagnóstica individual y familiar; se informa sobre la devolución diagnóstica, se

presenta una propuesta de tratamiento, se realiza la derivación y se firma el

consentimiento informado. Además se trabaja con técnicas psicodiagnósticas,

entrevistas grupales y familiares psicoterapéuticas.

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Institucionalmente se trabaja desde la concepción de que los sujetos están ahí

por voluntad propia, porque quieren hacerlo y de que son libres para retirarse o

abandonar si no están de acuerdo con lo planteado por el programa. Se le

otorga especial valor al grupo terapéutico como una de las herramientas más

importantes con la que cuentan los pacientes.

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4. Marco teórico:

Para comenzar a estudiar y conocer la temática, a continuación se presentan y

explicitan diversos conceptos psicoanalíticos que resultan fundamentales para

le comprensión y el posterior análisis del trabajo.

En un primer tiempo se detalla el recorrido que realizan Freud y Lacan sobre

las adicciones y se establece una definición de toxicomanías. Conjuntamente,

se intenta dar una mirada psicoanalítica de la cuestión, tomando diferentes

autores psicoanalíticos de actualidad.

En un segundo apartado se presentan las definiciones de motivo de consulta y

demanda terapéutica y se explicita a qué hace referencia cada concepto,

utilizando de guía el pensamiento propuesto por diversos autores

psicoanalíticos de orientación lacaniana.

En un tercer momento se desarrolla cómo se presenta la llegada de un

paciente toxicómano a consulta y qué se dice respecto de la demanda

terapéutica en un sujeto toxicómano. Seguidamente se presenta un apartado

que versa sobre el papel del psicólogo clínico en el proceso de armado de la

demanda terapéutica.

Finalmente se detalla la elección de dos términos implicados en el título del

presente trabajo: toxicómano y sujeto.

4.1. Una mirada psicoanalítica sobre las toxicomanías.

No es posible ubicar grandes escritos teóricos referidos a la temática de las

toxicomanías dentro de las obras de Freud y Lacan.

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En Freud se pueden hallar sus primeras reflexiones al respecto en su artículo

“Über coca” -Sobre la cocaína”- del año 1884.

En este apartado, pre-psicoanalítico, Freud comienza realizando una detallada

descripción sobre la planta de coca y su historia. Seguidamente, y a lo largo de

todo el capítulo, el autor enumera una serie de beneficios propios de la

cocaína.

Gran parte del apartado versa sobre la capacidad de la cocaína para mitigar el

hambre, la fatiga, los trastornos digestivos y la caquexia. Freud presenta a la

cocaína como una alternativa posible de tratamiento para los pacientes adictos

a la morfina y el alcohol. Además, la considera curativa del asma, afrodisíaca y

anestésica.

Rengifo (2007) dirá que, tiempo después, y luego de una gran polémica

causada por el fallecimiento accidental de varios sujetos por consumo de

cocaína, Freud se retracta y expone que la cocaína no es esa “sustancia

maravillosa” que él había creído recomendar.

Más adelante, en su carta N° 79 a Fliess, el 22 de Diciembre de 1897, Sigmund

Freud (SF) expone a la masturbación como la “adicción primordial” y considera

al resto de las adicciones (alcoholismo, morfinismo, tabaquismo) como

sustitutos y relevos de ésta.

Al año siguiente, en su texto “La sexualidad en la etiología de la neurosis”

escribe:

“Por lo demás, una puntualización enteramente análoga vale para

todas las otras curas de abstinencia, que tendrán un éxito sólo

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aparente si el médico se conforma con sustraer al enfermo la

sustancia narcótica, sin cuidarse de la fuente de la cual brota la

imperativa necesidad de aquella. «Habituación» es un mero giro

verbal sin valor de esclarecimiento; no todo el que ha tenido

oportunidad de tomar durante un lapso morfina, cocaína, clorhidrato,

etc., contrae por eso una «adicción» a esas cosas. Una indagación

más precisa demuestra por lo general que esos narcóticos están

destinados a sustituir -de manera directa o mediante unos rodeos- el

goce sexual faltante, y cuando ya no se pueda restablecer una vida

sexual normal, cabrá esperar con certeza la recaída del

deshabituado.” (Freud, La sexualidad en la etiología de las neurosis,

1991.)

Aquí Freud versa sobre 3 contenidos interesantes, según la postura de quién

escribe.

En un primer momento lo que el autor intenta explicitar es que la privación de la

sustancia al sujeto, el pedido de abstinencia por la abstinencia misma, tendrá

escasos o nulos resultado si no se presta especial atención al factor que hace

aparecer en el sujeto la imperiosa necesidad de consumir.

Seguidamente, expone que no todo aquel que ha consumido algún tipo de

sustancia tóxica debe ser considerado adicto, manifestando tácitamente la

distinción existente entre un sujeto consumidor y uno adicto.

Finalmente, el autor del texto liga a las adicciones con un componente sexual.

Denomina a las sustancias tóxicas como narcóticos destinados a sustituir el

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23

goce sexual faltante. Continuando así con su idea expuesta ante Fliess en su

carta 79.

Las adicciones serían, entonces, un sustituto frente a la satisfacción sexual

incompleta, un reemplazo de la “adicción primordial”.

En 1930 Freud presenta su texto “El malestar en la cultura” donde brinda un

nuevo giro de la definición.

El autor expone que el hombre en la vida aspira a la felicidad y que quiere ser

feliz. En pos de lograr este objetivo, es que recorre dos caminos diferentes. Por

un lado aquel que lo lleva a evitar el dolor y el displacer. Por otra parte, el

camino que le proporciona vivenciar intensos sentimientos de placer.

Seguidamente aclara que sólo es posible conocer la felicidad y acceder a los

sentimientos placenteros mediante el contraste; y que los sentimientos de dicha

y completud son efímeros.

Debido a esto, razona Freud, no es asombroso que el hombre se sienta

dichoso si logra escapar de la desdicha y el sufrimiento. Para ello es posible

encontrar diversos procesos.

“El método más tosco, pero también el más eficaz, para obtener ese

influjo es el químico: la intoxicación. No creo que nadie haya

penetrado su mecanismo, pero el hecho es que existen sustancias

extrañas al cuerpo cuya presencia en la sangre y los tejidos nos

procura sensaciones directamente placenteras, pero a la vez alteran

de tal modo las condiciones de nuestra vida sensitiva que nos

vuelven in- capaces de recibir mociones de displacer.

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(… ) Lo que se consigue mediante las sustancias embriagadoras en

la lucha por la felicidad y por el alejamiento de la miseria es

apreciado como un bien tan grande que individuos y aun pueblos

enteros les han asignado una posición fija en su economía libidinal.

No sólo se les debe la ganancia inmediata de placer, sino una cuota

de independencia, ardientemente anhelada, respecto del mundo

exterior. Bien se sabe que con ayuda de los «quitapenas» es posible

sustraerse en cualquier momento de la presión de la realidad y

refugiarse en un mundo propio, que ofrece mejores condiciones de

sensación.” (Freud, El malestar en la cultura, 1991)

En este texto Freud define a la adicción, o mejor dicho, al acto mismo de

intoxicarse como el modo más eficaz de hacerle frente a los pesares que la

vida presenta. Refiere que las sustancias tóxicas actúan directamente sobre el

cuerpo generando sensaciones placenteras, a la vez que alteran la vida

sensitiva, volviendo al sujeto incapaz de percibir el displacer.

Además, agrega el autor, estas sustancias brindan a la persona la sensación

de independencia respecto del mundo exterior y la capacidad de refugiarse en

un mundo propio, con mejores escenarios sensitivos.

Pues bien, hasta aquí se ha hablado de Freud y sus aportes.

Ahora bien, si se analiza el enfoque de Lacan, se encuentra que el gran aporte

de este autor respecto a la temática versa sobre la definición de droga que

establece.

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El autor denomina la toxicomanía -droga en sentido estricto- como una ruptura

con la castración, la define como lo que genera una ruptura en el matrimonio

entre el hace-pipí y el cuerpo.

Lo que se produce es una ruptura con el goce fálico dice Lacan, que es aquel

regulado por la metáfora paterna y que permite sustituir los objetos del deseo y

obtener así un goce regulado, social.

Se destruye así el lazo con el otro; el goce del sujeto ya no necesita de otro

para ser. El sujeto no necesita de otro para gozar. Es un goce egoísta, autista.

Que lo lleva al individuo a sumergirse cada vez más en la burbuja de su

relación con el objeto-droga, dejando por fuera de eso todo lo demás.

“Nos referimos a un goce que hace las veces de huida, de retraída a un modo

de satisfacción autoerótico aislado del dolor de existir.” (Conocente &

González, 2007)

Por lo tanto, desde la óptica lacaniana, podría decirse que un toxicómano es

quien genera una ruptura con el goce fálico y se sumerge en un goce único,

solitario y autista.

“Como sabemos el sujeto debe renunciar a la madre para “casarse

con el falo”, es decir con un símbolo del objeto perdido. Pero ¿qué

sucede cuando el sujeto se niega a contraer este casamiento y exige

la continuidad del "otro goce"? Su "aflicción" lo lleva a la búsqueda

de diferentes formas de satisfacción narcisista, entre ellas la droga,

como técnica para romper este compromiso o casamiento simbólico.

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( …) Por lo tanto la adicción es una posición subjetiva con un goce

contra el deseo, es un goce de tipo narcisista (del cuerpo) contra el

goce sexual o del sentido, y enteramente egoísta” (García Sanchez,

Palermo, & Rodríguez, 2014)

He aquí uno de los motivos de por qué resulta tan difícil el tratamiento con

sujetos toxicómanos; la función fálica -en las estructuras neuróticas- está

obturada. La droga pasa a ser para el sujeto adicto un objeto maravilloso e

irremplazable, que le proporciona un goce diferente. La sustancia le permite al

sujeto un tipo de goce individual, que permite anular al Otro.

En el escrito de “Psicoanálisis y Medicina” de 1966, Lacan señala el modo en

que considera debe ser tratada esta patología:

“Materialicémoslos bajo la forma de los diversos productos que van

desde los tranquilizantes hasta los alucinógenos. Esto complica

singularmente el problema de lo que hasta ahora se ha calificado, de

modo puramente policial, como toxicomanía. Por poco que un día

estuviésemos en posesión de un producto que nos permita recoger

informaciones sobre el mundo exterior, no veo cómo una contención

policial podría ejercerse.

Pero, cuál será la posición del médico para definir estos efectos a

propósito de los cuales hasta aquí el médico ha mostrado una

audacia alimentada sobre todo de pretextos pues, desde el punto de

vista del goce, qué es lo que un uso ordenado de lo que se llama,

más o menos propiamente, tóxicos, puede tener de reprensible,

salvo si el médico entra francamente en lo que es la segunda

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27

dimensión característica de su presencia en el mundo, a saber, la

dimensión ética. Estas observaciones que pueden parecer banales,

tienen de todos modos el interés de demostrar que la dimensión

ética es aquella que se extiende en la dirección del goce.” (Lacan,

1966)

Aquí Lacan nos está diciendo muchas cosas, pero ante todo lo que deja en

claro es que abordar las toxicomanías desde un costado policíaco, represor y

perseguidor; no es tarea de alguien que pretende trabajar desde una postura

psicoanalítica.

Conjuntamente, explicita que desde el punto de vista del goce, nada puede

haber de reprensible en la toxicomanía; y nos recuerda que todo esto está

íntimamente relacionado con la ética, que es aquella que se extiende en la

dirección del goce.

“Reprimir la toxicomanía sería, como suele suceder en cualquier

proceso represivo, eso que el sujeto juega en relación con el tóxico,

lo juega por otro lado. Que puede ser más nocivo o menos nocivo

para el sujeto. Lo que nosotros no sabemos es saberlo.” (Salamone

L., 2007)

Entonces, es posible pensar que un abordaje psicoanalítico lacaninano de las

toxicomanías no implica la represión del consumo; no es este el camino que el

analista debe seguir. Hay que tener presente que nunca se sabe cuál es el

camino que el sujeto puede tomar si le impedimos el consumo; y que un

camino represivo de trabajo estaría corriendo al psicólogo en principio, de su

lugar ético.

Page 28: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

28

“ (…) por lo menos el psicoanálisis de orientación lacaniana, no

apunta a que la persona se controle en su relación con el consumo,

sino apunta a resolver la conflictiva que lo lleva a consumir.

El consumo seria la consecuencia de una problemática y no la causa

de la problemática (…)

(…) lo que el psicoanálisis permite es que el sujeto se responsabilice

de su goce. El psicoanálisis tiene en ese sentido una perspectiva

ética, lo hace al sujeto responsable de su goce y esto tiene que ver

con la problemática de las toxicomanías. Si dicho goce resulta

mortífero, el sujeto lo puede poner en cuestión y optar por otros

caminos” (Salamone L, 2007)

En el mismo escrito Lacan da a entender la idea de que los tóxicos son un

producto del progreso de la ciencia. Si bien siempre existieron, hoy, en el

mundo en el que se vive, que le exige al sujeto que consuma todo el tiempo,

conseguir los tóxicos y cumplir con el imperativo del sistema capitalista resulta

mucho más fácil. Lo que el autor está queriendo expresar es que, las

toxicomanías son, en gran medida, un producto más de la nueva era.

Otro aporte proveniente de la teoría lacaniana que es posible rescatar es el

pertinente a las estructuras clínicas y el abordaje de la toxicomanía. Se

considera el fenómeno de la toxicomanía como a-estructural. Por lo tanto,

puede decirse que existen, a grandes rasgos, toxicómanos neuróticos,

psicóticos y perversos. La diversidad del sujeto toxicómano es tan grande como

la variedad de seres humanos habitan sobre la tierra.

Page 29: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

29

A partir de esta convicción, el psicoanálisis lacaniano invita a pensar el

abordaje de cada estructura particular; y propone la idea de que tanto la droga

como su función varían según el tipo de estructura y la subjetividad de cada

paciente.

"De este modo dejamos de adscribirle un ser a una substancia que colectiviza

individuos, para proceder a precisar el lugar que ocupa esa droga en la

economía de goce de ese sujeto". (Salamone L. D., 2010)

Dice Salamone (2010), el psicoanálisis no atiende a toxicómanos, sino que

suele enfrentarse a la relación particular que el sujeto establece con una

sustancia y de la cual espera obtener satisfacción.

4.2. Psicoanálisis y toxicomanías hoy: la eficacia, una cuestión ética.

Para continuar, se expondrá una postura más contemporánea de la temática,

extraída de diversos autores psicoanalíticos quienes, siguiendo las bases

establecidas por Freud y Lacan, fueron creando nuevos pensamientos en

relación al fenómeno de las toxicomanías.

En la actualidad, y debido a la sociedad capitalista en la que se desarrollan los

individuos, el sujeto toxicómano es definido por varios autores psicoanalíticos

como un sujeto vanguardista.

Rosa Askenchuk dice: “el adicto ya no es un contestatario social sino el

símbolo de la hiperadaptación, casi de la normalidad” (Askenchuk, 2007)

Hoy el sujeto vive en una sociedad donde la felicidad pareciera estar al alcance

de la mano. El mercado le ha hecho creer a las personas que la felicidad se

Page 30: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

30

puede comprar y que reside en objetos, que mientras más caros y lujosos

aparentan, mayor felicidad otorgan.

En este contexto, donde lo que vale son los objetos, el toxicómano funciona,

hiperadaptándose a los mandatos que el mercado le impone. La propuesta del

mercado hacia el individuo es sumergirse en un mundo de objetos y creer en la

ilusión de que nada más hace falta para alcanzar el bienestar. El sistema invita

a gozar y el toxicómano goza, incluso a veces, hasta su muerte.

Es un goce individual, único, aunque a veces se realiza rodeado de otros

sujetos, en multitud.

Así, los objetos reemplazan la presencia del Otro, dejándolo por fuera de toda

relación.

“Desde esta perspectiva la toxicomanía -o mejor dicho, el fenómeno

de la toxicomanía- no sería ya el padecimiento de aquél que

consume una droga ilegal, sino el consumo de aquellas sustancias

que producen la ciencia y la técnica moderna, destinadas a reducir la

angustia que genera el dolor de vivir en tiempos de la segregación

globailizada”. (Suzunga Quintana, 2007.)

Ampliando y afinando un poco más la definición, es posible decir que las

toxicomanías son las “nuevas” patologías originadas a partir del consumo

adictivo de sustancias e incluso objetos, legales o ilegales, (generados por la

ciencia e impulsadas por el sistema capitalista).

Page 31: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

31

Por lo tanto, resulta factible pensar que una de las funcionalidades de la

toxicomanía es la de brindarle a los sujetos -(neuróticos)- la posibilidad de

callar la angustia y tapar la falta.

Se puede decir que:

“(…) “droga” puede ser prácticamente cualquier cosa y no sólo las

sustancias químicas, y que la caracterización de una droga como

benéfica o perjudicial es completamente exterior al objeto mismo y

sólo puede hacerse desde algún discurso o ideal determinado, no

existiendo siquiera la posibilidad de una definición absoluta y para

todos los casos de su ingesta como buena o mala.” (Mattioli, 1989)

Desde esta perspectiva, droga es todo aquello que genera una ruptura con el

goce fálico.

Un goce que corta todo tipo de relación con el afuera y en el cual el goce

sexual queda invalidado. El sujeto ya no necesita de otro, de un partenaire,

para sentir placer; se las arregla sólo en su burbuja de goce autístico. De este

modo el sujeto queda atrapado en un circuito con la droga en el cual “consume

para sentirse bien”, todo lo demás, lo que queda por fuera de la sustancia y del

acto mismo de drogarse, no importa.

Dice Palma:

“El montaje adictivo sustituye al síntoma al brindar una prótesis

auxiliar, aunque sea temporal, a aquello que es soporte de la

subjetividad y que es sostenido por el síntoma: la escisión subjetiva.

La relación con el objeto en las adicciones pretende ser soporte del

Page 32: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

32

sujeto y cumple el papel de brindarle un semblante de completud y

de autosuficiencia, tapando la falta y colocando en su lugar un ego

engañoso que pretende darle consistencia y una ilusión de

autonomía que le otorga un dominio ficticio y una independencia

falsa frente al objeto.” (Palma, 2007)

Es dentro de este marco que el psicoanálisis debe operar; y es aquí cuando

aparecen los interrogantes sobre la eficacia del abordaje psicoanalítico en el

caso de las toxicomanías.

¿Es posible un tratamiento psicoanalítico bajo un contexto social que avala el

no hacerse cargo y que nombra a la toxicomanía como una enfermedad que

atrapa y de la cual salir es prácticamente imposible?; ¿Se puede trabajar bajo

los ideales de la ética del sujeto en un contexto que pugna por la globalización,

la masificación, la cosificación y la irresponsabilidad individual?

Siguiendo las ideas de Tarrab uno puede contestar que sí; que es posible y

completamente válido trabajar las toxicomanías desde el psicoanálisis.

Mauricio Tarrab denomina a la toxicomanía como una de las patologías de la

ética.

“Son patologías del "no puedo dejar de hacerlo", donde se eclipsa la

responsabilidad del sujeto. Y en ese eclipse, en esa suspensión se

desvanece el sujeto que debe responder por su pasión, mientras la

culpabilidad se evapora del horizonte del mundo contemporáneo.”

(Tarrab, SF)

Page 33: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

33

El autor habla de un sujeto responsable que debe responder por su pasión y de

patologías que eclipsan el compromiso del sujeto (patologías formadas y

avaladas por el contexto social actual).

¿Existe algún modo de que el sujeto progrese en su camino hacia la cura si no

se transitan previamente los caminos de la rectificación subjetiva?

Al calificar a la toxicomanía como una patología de la ética lo que hace Tarrab

es proponer tácitamente un modo de trabajo psicoanalítico particular,

específico, diferente y diametralmente opuesto a los ya conocidos “tratamientos

del consumo”.

El autor propone un abordaje que rompe con el discurso social justificador y

moralista de las toxicomanías; está hablando de un tratamiento ético.

“Los tratamientos del consumo no pueden siquiera suponer que esto

tenga algo que ver con la ética. Muchos tratamientos han ubicado a

las toxicomanías respecto de la moral pero no respecto de la ética. Y

si Uds. se fijan en las concepciones que sostienen las diferentes

clínicas del consumo, lo que predomina es una sanción moral que

paradójicamente des-responsabiliza a los sujetos, los disculpa de su

responsabilidad. Y eso es lo contrario de la idea lacaniana respecto

de la responsabilidad del sujeto.” (Tarrab, SF)

Se debe intervenir desde la ética y no desde la moral sostiene el autor. Las

ideas morales del analista sobre lo que está bien y lo que está mal deben

quedar preservadas para su vida personal y fuera del consultorio. Dentro de

éste se debe intervenir considerando al otro como un sujeto ético, responsable

Page 34: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

34

de sus actos y como un ser que es capaz de decidir y afrontar las

consecuencias de dichas decisiones.

“Más allá de la neutralidad analítica, la ética del psicoanálisis supone tomar

partido dentro y fuera del consultorio... Tomar partido a favor del sujeto; de su

goce singular y de su síntoma (…)” (Gomez, 2004)

El psicoanálisis propone una clínica diferente, ética, y a favor del sujeto y su

goce particular, y no una “clínica del consumo”, que responda a los ideales y

exigencias de la época.

Tarrab llama a este modo diferente de hacer clínica “la novedad lacaniana”.

“La novedad lacaniana, tuvo la prudencia de no hacer de la clínica

de estos "nuevos síntomas", una clínica del consumo como el

empuje del discurso de la época lo propone. Porque una clínica del

consumo, es la clínica que hacen la interminable variedad de los

"anónimos". Una clínica del consumo, es la clínica de sustitución de

la sustancia y de reducción del daño, que considera al consumo

incurable. (…)

Una clínica del consumo, es la de los grupos que tratan a los

adictos…a las drogas, al sexo, al juego, al trabajo, a la comida... y a

tantas otras cosas que pueden incluirse en una lista, que, como la

lista de los productos que hacen de semblantes del objeto que falta,

es interminable. Y lo será más aún, en tanto que sigamos haciendo

del siglo XXI un shopping para algunos, y un infierno de carencia y

marginación para otros.

Page 35: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

35

Y esa prudencia lacaniana, se basó en considerar que una clínica

del consumo es antianalítica; porque instala a los sujetos en

categorías que los torna de inanalizables al descargarlos de la

responsabilidad por sus prácticas y por sus goces." (Tarrab, SF)

Interviniendo desde el psicoanálisis, se le solicita al paciente que ocupe su

lugar de sujeto y que asuma el peso de sus elecciones.

Se trata de que el sujeto reconozca el grado de implicancia que tiene en eso

que le pasa; que deje de verse y actuar como el adicto incurable que el mundo

ha sancionado (y le ha hecho creer) que él es. Se busca romper con la lógica

del consumo sostenida y propuesta por la sociedad capitalista de hoy e iniciar

así el camino hacia la aparición del sujeto y dar los primeros pasos hacia la

cura.

“Se tratará de procurar reabrir esos interrogantes fundamentales que

se presentan como consecuencia de la castración, de buscar un

intersticio donde ese falso saber que la droga genera, vacile.

De nada sirve empujar a un paciente a que abandone el consumo si

no es por efecto de que el su sujeto se replantee su posición en

tanto tal. Se trata, en definitiva, de hallar otros caminos para que el

sujeto se enfrente con lo real que lo determina.” (Salamone, EL

TOXICÓMANO Y EL GOCE CÍNICO, SF)

Page 36: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

36

4.3. Algunas consideraciones sobre el motivo de consulta y la demanda

terapéutica.

Ante todo resulta importante saber que, cuando un paciente llega al consultorio

solicitando ayuda trae consigo lo que, desde el psicoanálisis, se denomina

como motivo de consulta:

“aquello que empuja a ese primer punto de encuentro entre el

analista y el paciente, y es lo que nos permite verificar la variedad de

argumentos con los que el paciente intenta justificar ante el

terapeuta por qué se debe prestar oídos a lo que viene a traerle,

constituyendo una articulación primera de la demanda”. (Thompson,

Frydman, Salinas, & Lombardi, 2006.)

El paciente viene al consultorio mostrando que algo en su vida no funciona,

habla sobre su angustia y padecer, relata su malestar y todo aquello que lo

aqueja. Es un momento inicial en donde el sujeto emite un pedido de ayuda. Un

primer grito. El paciente sabe que algo anda mal, que algo no funciona y acude

al analista solicitándole que haga algo con eso que le pasa.

“(…) el “motivo de consulta” puede ser formulado claramente por el

paciente o bien presentarse bajo la forma de una elaboración que el

paciente haga a lo largo de un primer tiempo del tratamiento.

También puede aparecer opaco y suele suceder que el analista se

pregunte acerca de qué trae a ese paciente una y otra vez a la

consulta.” (Haldemann & Murano, 2006.)

Existen dos variantes dentro del motivo de consulta; el motivo de consulta

manifiesto y el latente.

Page 37: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

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El primero hace referencia a aquello con lo que el paciente llega a la consulta;

son síntomas más palpables. Son las cosas que el paciente reconoce y que lo

preocupan. Se ubica en un plano más consciente.

El motivo de consulta latente implica aquello que el paciente desconoce, es

algo que genera malestar en el sujeto, que lo aqueja pero que este no puede

reconocer. Pertenece a un plano más inconsciente.

“El motivo manifiesto es el síntoma que preocupa al que solicita la

consulta hasta el punto de operar en él como señal de alarma. Es

decir que algo le ha preocupado, reconoce que no puede arreglarlo

solo y decide solicitar ayuda. En algunos casos el receptor de la

señal de alarma es un tercero, que es quien solicita la consulta o

moviliza al paciente a hacerlo.

(…) Por lo general el motivo es otro, más serio y más relevante que

el invocado en primer término. Lo denominamos motivo latente,

subyacente o profundo de la consulta.” (Siquier de Ocampo, García

Arzeno, & Grassano, SF.)

En un primer estadio el dolor y el malestar en el paciente se presentan

indefinidos o no se presentan y éste cree no tener nada que ver con ello que le

pasa. Aquí lo que el sujeto hace es hablar sobre lo que lo angustia o preocupa

y quejarse, presenta su queja al analista.

“(...) Queja y sufrimiento son dos cosas distintas (desde el punto de

vista psicológico). Una persona puede sufrir y negarse a toda queja,

o por el contrario, situarse en una posición de permanente queja,

Page 38: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

38

que le permita disimular aquello que lo perturba (un posible

síntoma).” (González Vizzi, 2002)

Ahora bien, para hablar de demanda terapéutica es necesario que el sujeto

provoque un giro frente a este escenario que presenta.

“El dirigirse a un analista va a poner en movimiento un proceso que

tenderá a que el sujeto asuma la parte que le corresponde en su

queja, a que se encuentre con lo que no sabe que sabe sobre lo que

le pasa, sobre su síntoma.” (Antonelli, 2006)

Dos cosas deberá resolver el paciente, acompañado por el analista, para pasar

de la queja o motivo de consulta a la demanda.

Por un lado, tendrá que renunciar al goce que toda esta situación le trae

aparejado; no se debe olvidar que el sujeto encuentra en todo este malestar

insoportable algo de gratificación.

Goce no es análogo de deseo ni equivalente a placer para la teoría lacaniana.

Si bien en el lenguaje ordinario suelen aparecer goce y placer como sinónimos;

para Lacan estos términos conservan sentidos diferentes.

El goce es aquello en donde la gratificación y el dolor se fusionan, generando

un malestar placentero para el sujeto. Es también aquello a partir de lo cual el

sujeto conoce su propio cuerpo.

Dice Lacan:

“¿Qué se nos dice del placer? Que es la menor excitación, lo que

hace desaparecer la tensión, la tempera al máximo, por lo tanto

aquello que nos detiene necesariamente en un punto de alejamiento,

Page 39: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

39

de distancia muy respetuosa del goce. Pues lo que yo llamo goce en

el sentido en que el cuerpo se experimenta, es siempre del orden de

la tensión, del forzamiento, del gasto, incluso de la hazaña.

Incontestablemente, hay goce en el nivel donde comienza a

aparecer el dolor, y sabemos que es sólo a ese nivel del dolor que

puede experimentarse toda una dimensión del organismo que de

otro modo permanece velada.” (Lacan, 1966)

Goce es, entonces, el término empleado por Lacan para explicar que el sujeto

encuentra algo de gratificación en su malestar. Con este vocablo se intenta

revelar que en su dolor y fastidio el sujeto puede hallar, siempre, una arista de

placer. Es en términos más freudianos, encontrar placer en el displacer.

“El goce da cuenta de la satisfacción que el sujeto encuentra en sus síntomas.”

(Yosifides & De bortoli, SF)

Por otro lado, y como complemento de esta primera parte, el sujeto deberá

reconocerse en eso que lo aqueja; deberá tomar la queja y hacerla suya,

reconocerse en ella y aceptar que está implicado en eso que le pasa .

“El trabajo sobre la demanda tenderá a que el sujeto se percate de la parte que

le corresponde en las dificultades que le parecían externas, a subjetivar la

queja.” (Antonelli, 2006)

Entonces, es posible definir la demanda terapéutica como: aquello que

sobreviene cuando el paciente, dentro de la terapia, logra abandonar la queja y

genera un cambio de posición subjetiva. Cuando aparece la interrogación por el

sujeto, nace la demanda.

Page 40: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

40

Resulta ingeniosa la idea presentada por Thompson et al en su artículo “El

proceso diagnóstico en psicoanálisis” acerca de pensar estas categorías

(motivo de consulta-demanda) y el paso de un estadio a otro como un proceso.

“(…) Un proceso en su expresión mínima, supone:

-Un estado inicial que constituye su primera fase, que en nuestra

clínica remitimos a las modalidades de presentación del

padecimiento subjetivo.

-Un estado posterior que constituye la segunda fase, de la cual el

estado inicial es antecedente.

-Al menos una operación que hace posible el pasaje o sucesión de

un estado a otro.” (Thompson et al, 2006. p. 4)

Así es que, es posible denominar, al igual que los autores, a este proceso de

motivo de consulta-queja-demanda, como proceso diagnóstico.

“Entendemos por proceso diagnóstico (…) el trabajo por el cual el

analista se ubica en el campo transferencial del paciente, para hacer

posible desde allí una manifestación más nítida del síntoma en tanto

expresión de un saber inconsciente que concierne y divide al sujeto

que lo padece”. (Thompson et al, 2006.)

“(…) el sujeto puede en dicho proceso, determinar su participación

inconsciente en la etiología del síntoma que lo aqueja. Es decir,

advertir su implicación en la formación y en el mantenimiento del

mismo.” (Mordoh, Gurevicz, & Lombardi, 2007.)

Page 41: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

41

Freud no habla sobre la demanda terapéutica como es definida actualmente,

pero se pueden detectar, con la ayuda de Lacan, en su escrito “Fragmento de

análisis de un caso de histeria” los primeros esbozos de esta temática.

Como es sabido Dora llega a Freud haciendo caso a una orden del padre y,

podría decirse que, sin una demanda formulada: “Todo intento de consultar a

un nuevo médico provocaba su resistencia, y también a mí acudió movida solo

por la palabra autoritativa del padre.” (Freud, 1991.)

Dora es presentada ante Freud como un ser que sufre y que cuenta con una

amplia variedad de síntomas físicos graves que le causan o causaron malestar.

Con el paso de las sesiones la paciente expone ante su analista todo un

escenario de la vida que le causa dolor y malestar y del cual ella es testigo y

víctima.

La autora del presente trabajo hace alusión a dos situaciones: por un lado la

referida a la relación del padre de Dora con la señora K y la entrega de la

paciente al señor K pretendiendo así el silencio del mismo. Por otro lado, la

pertinente al enojo que le generaba a Dora que su padre use las

enfermedades como pretexto para recibir los cuidados de la Sra. K.

En el mismo texto Freud expone:

“Pronto se advierte que tales pensamientos inatacables para el

análisis han sido usados por el enfermo para encubrir otros que se

quiere sustraer de la crítica y de la conciencia. Una serie de

reproches dirigidos a otras personas hacen sospechar la existencia

de una serie de autorreproches de idéntico contenido. Sólo hace

Page 42: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

42

falta redargüir cada reproche volviéndolo contra la propia

persona que lo dijo.” (Freud, 1991.)

Quien escribe hipotetiza entonces que, desde un principio, Freud toma la queja

de Dora como válida, acepta el discurso de su paciente y lo aloja sin crítica

alguna; posteriormente le muestra, mediante diferentes intervenciones, cuál es

el papel de la paciente en todo eso de lo que se queja.

Freud, toma el relato de su paciente y la invita a implicarse en todo eso que le

pasa; acepta la verdad que la paciente le lleva y de manera implícita la

presenta frente a la conocida pregunta: “¿Cuál es tu propia parte en el

desorden del que te quejas?”

Lacan denomina este acto de Freud como inversión dialéctica; “(…) ¿Qué son

las inversiones dialécticas?, es la inversión de los enunciados, de las

proposiciones (…)”. (Mansur, Martínez Mansur, & Paz, 2002)

Mediante estas inversiones dialécticas Freud busca generar en Dora una

implicancia subjetiva y una verdadera demanda terapéutica.

“La inversión producida hace bascular la causalidad de la realidad

del Otro hacia el sujeto. Se trata de una rectificación dialéctica,

efecto de resonancia de la interpretación en las coordenadas de su

acción posible y de su responsabilidad subjetiva al hacer surgir al

sujeto allí donde se cree ausente.

La cura consiste en una serie de inversiones dialécticas en las que

se transmuta para el sujeto la verdad y ...que tocan a su posición en

cuanto sujeto del que los objetos son función.” (Mansur et al, 2002)

Page 43: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

43

Freud intenta que Dora se reconozca en eso que le pasa, que abandone la

queja, que se encuentre en eso que dice y que su hablar se transforme en

decir. En definitiva, busca que la paciente comience a armar su demanda.

“En “la Dirección de la Cura y los principios de su Poder”, escrito de

1958 donde Lacan interroga el lugar y la función de la interpretación

en psicoanálisis; (…) indica que la rectificación subjetiva, es otro

modo de decir la implicación del sujeto en su propio mensaje como

un presupuesto indispensable al desarrollo del análisis.” (Mansur et

al, 2002)

La Lic. González Vizzi, en su texto “Queja-Demanda-Análisis” comenta que

Lacan introduce el término de demanda enfrentándolo al de necesidad.

La autora del texto explica que cuando un niño nace trae consigo necesidades

vitales que deben ser cubiertas para garantizar su supervivencia. En este

momento el ser humano puede ser equiparado al mundo animal, en donde

cada ser se apropiaría de aquello que le pide su instinto.

Pero como el ser humano es un ser social y se encuentra atravesado por el

lenguaje, debe encontrar las palabras para solicitar aquello que necesita. Así,

la madre del niño, o quién ocupe el lugar de dicha función, interpreta los gritos

del niño y la demanda de satisfacción de la necesidad es codificada.

“El sujeto parte de la necesidad y al ponerla en palabras pasa a ser

demanda; así se coloca en dependencia del otro, lo particular de la

necesidad queda en cierto modo anulado. Lo que realmente le

importa al individuo es la respuesta del otro, independientemente de

Page 44: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

44

la apropiación del objeto que podría satisfacerla.” (González Vizzi,

2002)

Entonces, cuando el llanto del niño y la necesidad pasan a ser codificados por

la madre, lo que verdaderamente importa es la respuesta que ésta brinde. La

leche frente al hambre pasa a ser un objeto secundario, lo que verdaderamente

importa es la respuesta que ese otro da frente al llanto, y la necesidad, ahora

convertidos en demanda.

Gómez Ximena escribe:

“Lacan (1958) nos advierte que para hablar de demanda, el grito o el

llanto del niño se deberá transformar en llamado, y esta demanda se

realiza cuando hay otro que reciba e interprete ese llamado y cuando

esas necesidades pasen por el código del Otro, de la madre. (…) la

demanda se dirige al otro y no se centra en un objeto de satisfacción

(al menos no únicamente). Así, cuando alguien se dirige a otra

persona, solicita de ella mucho más de lo que pide.” (Gómez, 2010.)

Además Lacan (1958) le añadirá a esta dualidad necesidad-demanda un tercer

componente, el deseo. Y dirá que demanda y deseo son dos términos

contrapuestos en tanto que la demanda puede ser satisfecha y el deseo no.

Frente a cada demanda que las personas realizan, siempre, queda un resto,

algo insatisfecho, y esto es lo que permite que el deseo exista. El deseo como

tal, nunca se satisface, debido a que lo que el sujeto desea es un estado de

satisfacción absoluta que remite a un estado mítico en el cual no existía noción

de falta.

Page 45: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

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“Cuando cualquiera, nuestro mejor amigo, sea de sexo masculino o femenino

nos pide algo, no es del todo idéntico e incluso a veces es diametralmente

opuesto, a aquello que desea.” (Lacan, 1966)

Ahora bien, continuando con esta lógica y para ingresar al momento en que el

paciente llega a consulta; quien narra explicitará lo que Lacan dice en el texto

“Psicoanálisis y medicina”:

“Cuando el enfermo es remitido al médico o cuando lo aborda, no

digan que espera de él pura y simplemente la curación. Pone al

médico a prueba de sacarlo de su condición de enfermo, lo que es

totalmente diferente, pues esto puede implicar que él esté

completamente aferrado a la idea de conservarla. Viene a veces a

demandarnos que lo autentifiquemos como enfermo; en muchos

otros casos viene, de la manera más manifiesta, para demandarles

que lo preserven en su enfermedad, que lo traten del modo que le

conviene a él, el que le permitirá seguir siendo un enfermo bien

instalado en su enfermedad.” (Lacan, 1966)

Cuando un paciente llega a consulta su pedido es diferente al que podríamos

suponer. Si bien el paciente viene diciendo que lo que espera del tratamiento

es poder finalmente librarse de su malestar, no se debe olvidar que detrás de

esto también está en juego el goce. La mayoría de las veces el paciente no

está dispuesto a renunciar a su goce fácilmente, simplemente por alcanzar su

anhelo de curación.

Page 46: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

46

4.4. La demanda terapéutica en la toxicomanía.

Entonces, ¿Cómo se desarrolla el surgimiento de la demanda terapéutica en un

sujeto toxicómano?

Primeramente es importante conocer que, cuando un sujeto se torna

toxicómano desaparece en éste la palabra. El significante se ausenta, queda

anulado por el tóxico.

“Cuando alguien consume drogas, no piensa ni habla. El acto de

consumo no le deja lugar a las palabras. (…) Por la vía del tóxico el

sujeto desaparece dejando en evidencia un cuerpo-organismo, sin

palabras. Un cuerpo sin ropa del lenguaje. No hay posibilidad de

realizar un desfile de significantes. No hay Otro para quien desfilar.”

(Djambolakdjian Torossian, 2007)

Este es el sujeto que le llega a consulta al terapeuta. Un sujeto anestesiado,

vacío de lenguaje, capturado por el silencio.

Los sujetos toxicómanos por lo general consultan cuando hay una falla en su

relación con la sustancia. Algo hace ruido, el tóxico ya no es eso sorprendente

que permite no saber nada del mundo exterior. Se produce una grieta en la

burbuja y el afuera comienza a filtrarse.

Muchas veces los individuos realizan el pedido de ayuda empujados por la

familia, el trabajo o una orden judicial. En estos casos, el deber principal del

psicólogo es detectar si el sujeto involucrado trae otro tipo de demanda además

de la impuesta por el afuera, y en caso de ser así, analizar con qué tiene ésta

que ver.

Page 47: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

47

Otras veces, hay un interés personal de pedir ayuda porque todo se ha salido

de control y resulta imposible de manejar; lo que el terapeuta debe discriminar

en estos casos es qué se está solicitando con este pedido.

Por esto, un tratamiento analítico con un sujeto toxicómano requiere de una

serie de entrevistas preliminares en las cuales el objetivo principal es que el

sujeto comience a hablar y que, de a poco, pase del hacer al decir.

En definitiva, el toxicómano llega al consultorio del psicólogo escaso de

palabras y sin algo que se presente estructurado como una demanda.

“De hecho, se podría afirmar que la demanda es justamente lo que

brilla por su ausencia, dado que (…) la pregunta por el saber del

inconsciente queda sofocada ante la omnipresencia de ese goce

autoerótico que representa el consumo exacerbado de la droga.”

(Rengifo, 2007)

El toxicómano no tiene demanda, no demanda nada; inclusive escapa de ésta

e intenta volver a una instancia en donde lo que prima es la necesidad. El

sujeto adicto pretende matar el deseo, al Otro y defenderse de la angustia que

todo esto le genera. No se asume como sujeto de una falta.

“La estrategia del toxicómano se manifiesta como una forma de retorno artificial

al paraíso de la satisfacción de la necesidad, en donde la tensión puede ser

aparentemente reducida a cero…” (Rengifo, 2007)

En este tipo de patología el reto más grande es lograr, antes que cualquier otra

cosa, que surja la palabra.

Page 48: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

48

Una vez que el sujeto comienza a hablar, el analista empieza a indagar los

pensamientos e ideas del paciente en relación al consumo y a refutar ciertas

certezas, proponiéndole así un nuevo camino: el de la interrogación.

“(...) en el adicto no hay pregunta, o mejor, no se tiene la intención

de formularla… Lo que se tiene claramente establecido es el saber

sobre una modalidad de goce que no implica ni siquiera el cuerpo

del otro, no hay comercio libidinal, se detenta el saber sobre un goce

maquinal (…)”. (Rengifo, 2007)

Como bien dice Rengifo: en el adicto no hay pregunta. He aquí otro desafío

para el analista: hacer que germine en el sujeto la interrogación por su ser.

Cuando el tóxico comienza a perder terreno, los síntomas aparecen. Los

interrogantes por el ser se incrementan y éstos facilitan el surgimiento de la

demanda terapéutica.

Dice Isella:

“(…) habrá un momento que marcará la entrada en tratamiento, una

vez que el consumo haya cedido lugar a otro tipo de sufrimiento que

no había sido percibido antes como tal (…)

(…) Es necesario que el sujeto se refiera a ello en tanto sujeto

dividido, más aún que transforme ese dato en pregunta, que lo eleve

a cuestión personal” (Isella, 2002)

Cuando el sujeto comienza a decir, a interrogarse y a reconocerse implicado en

lo que le pasa, surge la verdadera demanda terapéutica.

Page 49: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

49

“Es posible detectar un punto, que puede marcar la posibilidad de

entrada en el tratamiento en que el sujeto ha podido asumir algo de

su responsabilidad sobre sus actos, cuando la droga comienza a no

alcanzarle para explicar y solucionarlo todo, y además cuando ha

logrado establecer con el terapeuta una relación transferencial que le

permita ir desplegando otro de sus malestares, los originarios, los

que ya estaban antes de la droga”. (Isella, 2002)

Cuando el sufrimiento del sujeto comienza a ser singular y su decir se

vuelve subjetivo, el cambio de posicionamiento subjetivo arranca. Cuando

la droga se corre del eje principal y le cede espacio al sujeto, se empieza

a formular la verdadera demanda terapéutica; en ese momento es posible

pensar que el sujeto ha entrado verdaderamente al tratamiento y piensa

quedarse, al menos por un tiempo.

4.5. El rol del analista durante el armado de la demanda terapéutica.

¿Cuál es la posición del analista frente al cambio de posición del sujeto y la

formulación de la demanda terapéutica?

Frente a esta pregunta es posible tomar las palabras de Gómez Ximena, que

dicen:

“De lo que se trata es que el analista cumpla la función de

representar ese saber que el sujeto no tiene. Si nos demanda

nuestra ayuda, nuestro socorro, es porque él cree que el síntoma es

capaz de decir algo, solamente hay que descifrarlo”. (Gómez, 2010)

Se trata de ocupar el lugar de sujeto supuesto saber y que este dé lugar a la

transferencia.

Page 50: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

50

“Al final de esta demanda, la función de la relación con el sujeto

supuesto saber (sujet supposé savoir), revela lo que llamamos la

“transferencia”. En la medida en que más que nunca la ciencia tiene

la palabra, más que nunca se sostiene ese mito del sujeto supuesto

saber, y esto es lo que permite la existencia del fenómeno de la

transferencia en tanto que remite a lo más arraigado del deseo de

saber.” (Lacan, 1966)

El paciente cree plenamente en el saber del psicoanalista, en que éste sabe

acerca de su malestar y conoce perfectamente todo lo que a él le pasa;

considera también que será el analista quién pueda librarlo de su sufrimiento.

Por lo tanto, la tarea del analista es “ocupar ficticiamente” ese rol que le es

demandado. El psicólogo debe tomar el lugar de sujeto supuesto saber, sin

caer verdaderamente en él. Se trata de montar la escena y que el paciente se

sorprenda a sí mismo, escuchando de su propia voz la verdad.

“Lo inesperado, es que el sujeto confiese él mismo su verdad y que la confiese

sin saberlo.” (Lacan, 1966)

Ahora bien, se ha dicho más arriba que el sujeto que llega a un análisis, lo hace

para quejarse sobre lo que le pasa, culpando de todos sus males siempre al

otro. Pero para que haya demanda, y posteriormente análisis, es requisito

primordial, dice Lacan, que acontezca la “rectificación subjetiva”. Es decir, es

necesario que el sujeto deje de quejarse de los demás y que comience a

preguntarse sobre su papel en todo esto, que empiece a implicarse

subjetivamente en eso que dice.

Page 51: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

51

Natalia E. Kind en su artículo “La implicación subjetiva en la entrada en

análisis” expone:

“Miller dice que „(…) lo que Lacan llamaba rectificación subjetiva es

pasar del hecho de quejarse de los otros para quejarse de sí mismo.‟

y que „(…) se trata de implicar al sujeto en aquello de lo que se queja

de modo de que aprenda su responsabilidad escencial en lo que

ocurre.‟ En esta línea, agrego, quejarse de sí mismo implica

cuestionarse. Responsabilizarse, preguntarse por la implicación

como sujeto.” (Kind, SF.)

En definitiva, para que haya análisis deberá haber demanda, pero no cualquier

demanda. No alcanza con una mera queja o un simple motivo de consulta.

Para que exista análisis verdaderamente deberá aparecer una demanda real,

demanda en la cual el sujeto se reconozca y esté implicado.

“Se trata de hacerlos entrar por la puerta, que el análisis sea un

umbral, que haya para ellos una verdadera demanda. Esta

demanda: ¿de qué quieren desembarazarse? De un síntoma. Un

síntoma, es curable.

Trato que esta demanda obligue a los analistas a hacer un esfuerzo.

Yo no les prometo ser desembarazados de un síntoma. Porque,

incluso para un síntoma obsesivo, por más severo que sea, no es

seguro que ellos hagan un esfuerzo para salir de él. En esta filtración

hay una apuesta, una parte de suerte.

Page 52: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

52

Yo pongo el acento en la demanda. Es necesario que algo empuje.

Y esta demanda no puede ser conocerse mejor; cuando alguien me

demanda esto, lo despido.” (Miller, 2009)

Ahora bien, ¿Puede el analista facilitar o colaborar con el cambio de

posicionamiento del sujeto?

Frente a esta incógnita es posible decir que: se considera significativo, en un

primer momento, que el analista aloje la queja que el sujeto lleva a su

consultorio. Resulta fundamental que el sujeto hable, ya que con el tiempo se

podrá observar que en todo su hablar habrá, conjuntamente, algo del orden del

decir. Así el sujeto no sólo estará hablando, sino diciéndose a sí mismo la

verdad del porqué de su presencia allí.

Paralelamente, y durante todo el proceso, el analista debe recordar la regla

fundamental que versa acerca de la abstinencia y hacer lo imposible por

respetarla.

Es al sujeto a quien le atañe reconocer y hacer suya la nueva posición

subjetiva que aparecerá en el proceso diagnóstico. Por lo tanto, siempre que el

analista opere deberá hacerlo desde el lugar de la transferencia, desde el lugar

de sujeto supuesto saber y no desde un saber exterior y/u ocupando el lugar,

verdaderamente, que el sujeto le demanda.

“Lo que quería decir era que en el análisis, la que trabaja es la

persona que llega verdaderamente a dar forma a una demanda de

análisis. A condición de que ustedes no la hayan colocado de

inmediato en el diván, caso en el cual la cosa está ya arruinada. Es

indispensable que esa demanda verdaderamente haya adquirido

Page 53: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

53

forma antes de que la acuesten. Cuando le dicen que comience - y

esto no debe suceder ni la primera ni la segunda vez, al menos si

quieren comportarse dignamente- , la persona que hizo esa

demanda de análisis, cuando comienza el trabajo, es ella quien

trabaja. Para nada deben considerarla como alguien a quien ustedes

deben moldear. Todo lo contrario.” (Miller, 2009)

Por lo tanto, si lo que se desea es colaborar con el cambio de posición del

sujeto, la labor del analista será la de acompañar al sujeto durante todo el

proceso diagnóstico. Permitiéndole, en una primera instancia, depositar la

queja con la que llega e invitándolo, posteriormente, a oírse en su decir. Esto lo

logrará mediante diferentes intervenciones, dependiendo éstas del paciente y la

situación.

Lacan, en cuanto a la tarea del analista dice:

“tiene que responder a una demanda de saber, aunque sólo pueda hacerlo

llevando al sujeto a dirigirse hacia el lado opuesto a las ideas que emite para

presentar esa demanda” (Lacan, 1966)

¿Qué quiere decir “llevando al sujeto a dirigirse hacia el lado opuesto a las

ideas que emite”?

Pues bien, esto no quiere decir que la tarea del analista sea implantar nuevas

ideas en el sujeto, antípodas a las que trae o expresa. Por el contrario, se trata

de hacer que el sujeto preste especial atención a las palabras que presenta y

que encuentre en ellas su verdad; su deseo.

Page 54: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

54

4.6. Queja-Toxicómano VS. Demanda-Sujeto.

Como cierre del marco teórico. Se presenta en este apartado la explicación de

la elección de los términos toxicómano y sujeto y la relación implementada con

la terminología de queja y demanda.

La elección e implementación de este juego de palabras (queja-

toxicómano/demanda-sujeto) no es al azar.

En el momento en que un paciente realiza el paso de un estadio al otro,

también asume el paso de una posición subjetiva a otra.

Generalmente, los tratamientos tradicionales para toxicómanos les proponen a

los sujetos identificarse con el significante del “soy toxicómano”; favoreciendo,

según la visión de quién escribe, el estancamiento del paciente en la queja.

El paciente se identifica con este significante y se escuda detrás del mismo.

Desde esta posición se queja por lo que le pasa, por lo difícil que es la

situación que le toca atravesar y se consuela si tiene una recaída o no logra

terminar el tratamiento.

La propuesta desde el psicoanálisis es completamente diferente. Consiste en

correr al paciente de la identificación con el significante “soy toxicómano”, y

esperar que surja- (a través del discurso del sujeto)- la posición que asume

verdaderamente.

“Podemos hablar de sujeto analítico en tanto aquel que puede

implicarse en su propio mensaje, que puede hacer uso de cierto

saber inconsciente del que como dice Freud no sabe que sabe, un

saber del que empero el hombre, nada sabe.” (Kind, SF)

Page 55: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

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Cuando una persona deja de quejarse y se implica verdaderamente en eso que

le pasa, cuando se reconoce en lo que dice y lo asume; en ese momento, deja

de estar nombrado, y de nombrarse, por el vocablo toxicómano, abandona su

posición de paciente, de espera, de objeto sufriente y aparece allí un sujeto.

En ese momento nace el verdadero sujeto; un ser implicado en su decir y

responsable de su sufrimiento y curación.

“El sujeto adviene cuando se produce la apertura entre lo que dice y la posición

que asume respecto a lo que dice: el horizonte de la articulación significante y

allí el sujeto”. (Alfredo, 2003)

Por lo tanto, para que haya demanda previamente debe existir un sujeto que

demande.

Es por ello que se pensó en la analogía de los términos queja-toxicómano y

demanda-sujeto.

Si el sujeto se encuentra eclipsado, anulado detrás del “soy toxicómano” sólo

atinará a quejarse por todas las desgracias que le acontecen por ser adicto.

En cambio, si ve a la adicción como un condimento más en su vida y no como

aquello que lo define en cuanto tal; la identificación con el tóxico queda

invalidada y el sujeto debe empezar a hablar de sí.

A medida que el sujeto advenga, la implicancia subjetiva irá en aumento y la

demanda terapéutica empezará a tomar forma.

En resumen, propiciando el abandono de la queja y corriendo al sujeto de la

identificación con el vocablo “soy toxicómano” se fomenta la aparición del

verdadero sujeto y la formulación de la demanda terapéutica.

Page 56: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

56

5. Marco metodológico:

Tema:

“De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto” Una experiencia clínica

en la Comunidad de Día del Programa Cambio.

Pregunta-problema:

¿El enfoque de trabajo utilizado en la primera fase de la comunidad de día del

programa cambio, propicia o no el paso de la queja toxicómana a la demanda

subjetiva?

Nivel de la investigación:

La metodología seleccionada para la construcción del presente trabajo ha sido

la perteneciente al modelo cualitativo, ya que se las estructuras de

significación contextuales fueron recolectadas, por la propia investigadora, a

partir de la inserción y participación de ésta en la trama social.

El trabajo sostuvo un carácter descriptivo, debido a que el propósito del mismo

ha sido representar una situación social grupal, tal como se desarrolló, y

generar una pregunta-problema e investigación en torno a ésta.

A su vez la investigación ha sido no experimental porque no existió ningún tipo

de manipulación premeditada sobre las variables, y de carácter transversal,

pues se trabajó durante un tiempo acotado y en un contexto determinado.

Población:

La población está definida por el grupo de pacientes de la fase A de la

Comunidad de Día del Programa Cambio, que transitaron el espacio entre

Page 57: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

57

mayo y noviembre del año 2013. Debido a que el grupo presentaba la

característica de ser abierto, resulta difícil estimar el número concreto de

pacientes que transcurrieron por el espacio durante el lapso de tiempo

detallado pero es posible estimar el número de integrantes en un promedio de

15 pacientes.

Instrumentos utilizados:

Las técnicas cualitativas implementadas para la recolección de datos y el

armado de la investigación han sido la observación participante, ya que se

observa el fenómeno siendo parte de él y el recorte de viñetas clínicas

provenientes del registro de campo.

El registro de campo o diario de campo es un instrumento o herramienta de

investigación en donde quedan asentados todos aquellos sucesos

considerados importantes y susceptibles de investigación para el observador.

El recorte de viñetas clínicas refiere a la selección y transcripción de ciertas

situaciones reales acontecidas en el campo de estudio, que pretenden ser

analizadas por la investigadora.

La selección de las viñetas clínicas ha presentado un estilo aleatorio; es decir

que fueron elegidas al azar, sin seguir ningún tipo de patrón o lineamiento afín.

Técnicas de procesamiento y análisis de datos:

Se han elaborado categorías de análisis para la división y presentación de los

diversos tipos de quejas toxicómanas presentadas en el trabajo.

Page 58: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

58

La creación de dichas categorías facilita al investigador pensar acerca de los

diversos tipos de quejas existentes dentro de los discursos presentados,

ordenarlos gradualmente y presentarlos al lector de un modo sencillo y claro.

Estas categorías corresponden a: queja inicial, queja en posición de víctima y

queja con angustia.

La elaboración de las categorías de análisis se ha realizado a partir de

patrones en común que se extrajeron de las viñetas clínicas utilizadas.

Se ha creado un cuadro expositivo donde se presentan los recortes de los

planteos iniciales de los pacientes, las intervenciones terapéuticas efectuadas y

las respuestas otorgadas por los pacientes, divididas en las categoría de

análisis previamente nombradas.

El cuadro permite un análisis general y particular de las viñetas clínicas, así

como la comparación de éstas dentro de cada nivel de análisis y un cotejo

global del contenido de las tres categorías.

Page 59: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

59

6. Desarrollo:

Para poder estudiar si el modelo de trabajo utilizado en la fase A del

tratamiento de la comunidad de día del Programa Cambio propicia o no el paso

de la queja toxicómana a la demanda del sujeto, es primordial conocer cómo

trabaja la comunidad de día y cuál es el modo de abordaje que utiliza. Por tal

motivo, a continuación, se presenta una breve descripción acerca de la

dinámica de trabajo y el modelo terapéutico implementado por la comunidad de

día.

Con el fin de analizar el discurso de los sujetos integrantes del grupo

terapéutico de la fase A de la comunidad de día del Programa Cambio,

seguidamente se presentan y describen fragmentos de sus decires. Para su

mejor comprensión y estudio, dichos fragmentos se dividen en categorías de

análisis previamente elaboradas y se exhiben en un cuadro expositivo.

Posteriormente se presenta el análisis de dicho material.

6.1. La dinámica de trabajo y el modelo terapéutico de la Comunidad de Día:

La Comunidad de Día es un dispositivo de trabajo terapéutico para mayores de

18 años de edad. Los pacientes asisten de lunes a viernes de 08:00hs a

16:00hs, realizando diversas actividades de convivencia, talleres socio-

laborales, tareas recreativas y grupos terapéuticos.

El dispositivo está dividido en 3 fases: A- B- C. La fase A o de “Adaptación”

tiene como eje central el logro y sostenimiento de la abstinencia,

problematización del consumo, incremento de la motivación, incorporación de

normas y pautas del tratamiento. Además se espera que durante esta fase los

Page 60: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

60

pacientes aprendan a utilizar, e incorporen a sus vidas, las herramientas

terapéuticas que se les brindan y enseñan desde el programa.

Durante la fase B o de “Tratamiento” se busca profundizar en la problemática

personal de cada paciente asociada al consumo de sustancias. Se intenta

ahondar sobre temas relacionados con la conflictiva individual y familiar, con el

fin último de intentar dilucidar qué es lo puede estar condicionando el

sostenimiento de conductas adictivas. Además se pretende que el paciente

pueda formar y sostener otras redes sociales de contención más saludables.

La fase C o de “Reinserción Social” pretende promover el desprendimiento

progresivo del sujeto al contexto institucional, y la reinserción de éste en lo

social. Se busca que el paciente elabore futuros proyectos saludables y

comience a pensar su vida fuera de la institución.

Las tres fases cuentan con un grupo terapéutico particular, en dónde se invita

al paciente a comentar cómo se encuentra frente al consumo, qué siente y

piensa al respecto y cómo sobrelleva su abstinencia. Es allí donde se espera

que los pacientes comenten sus recaídas y traten inquietudes personales. El

propósito de la comunidad de día es que el paciente logre su alta, habiendo

pasado por las 3 fases del tratamiento y cumplido con los objetivos de cada

una de éstas. La meta final es la reinserción social.

El dispositivo presenta una serie de “pasos a seguir” durante el tratamiento y

promete éxito seguro si éstos se cumplen.

Desde el inicio la abstinencia se presenta como el eje central del tratamiento de

todos los pacientes. Es fundamental su sostenimiento si lo que se desea es

alcanzar el alta.

Page 61: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

61

Por esta razón, durante toda la fase A los pacientes conocen y aprenden

diversas herramientas, normas y/o pautas que contribuyen con dicho propósito.

Así, por ejemplo, durante la primera fase del tratamiento los pacientes se

instruyen sobre los puntos de apoyo, y deciden quienes son las personas

destinadas a ocupar ese lugar en su tratamiento.

“Puntos de apoyo” es una figura terapéutica creada por el Programa Cambio

que hace referencia a una persona de confianza del paciente, generalmente

familiar o amigo, que se compromete a acompañar al sujeto durante el

tratamiento y sostenerlo en los momentos más críticos. Es una persona a la

que el paciente puede recurrir siempre que se siente con deseos de consumir y

con la que puede conversar sobre lo que le pasa. A su vez es quien se

encarga de recordarle al paciente ciertas pautas y normas del tratamiento y

quien en muchas ocasiones impone normativas y decide por él.

También, durante el primer tiempo de tratamiento, se le indican al sujeto los

lugares que se consideran “de riesgo” y se le explicita que no es conveniente

que asista a los mismos. Se le dan ciertas indicaciones acerca del uso y/o

manejo del dinero y se le recomienda no frecuentar amigos de consumo, no

utilizar el celular, ni realizar actividades que puedan despertar las ganas de

consumir.

Conjuntamente con esto, el paciente debe sujetarse y respetar las normas

dispuestas por la comunidad para el mantenimiento del orden dentro de la

misma.

Así pues, es posible decir que el modelo de abordaje de la comunidad se

sostiene bajo la idea de que, el progreso del paciente se da a medida que éste

Page 62: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

62

incorpora en su vida las herramientas que el dispositivo le ofrece y mientras

aprende a administrarlas de manera correcta; por lo tanto el éxito depende,

para este modelo de trabajo, del sujeto, su motivación y compromiso para con

el tratamiento y, sobre todo, del seguimiento y cumplimiento estricto de las

normas y/o sugerencias presentadas.

Para este tipo de abordaje no es necesario que el sujeto esté dispuesto a

hablar sobre sí ni pensar-se. El requisito fundamental es que esté preparado

para cumplir con las pautas que se le ofrecen.

Esta concepción se traslada a los grupos terapéuticos de la fase A, en donde

los pacientes informan cómo se sienten dentro del tratamiento y cómo se

encuentran respecto al consumo y la abstinencia. A su vez, los profesionales

intervienen recordándoles las herramientas que pueden utilizar para sostenerse

firmes en su decisión de abandonar el consumo y cuáles son las normas y

sugerencias de la comunidad para cada situación.

El modelo establece que, si el paciente se atiene a las normas e indicaciones

de la comunidad y sabe hacer un buen uso de las herramientas que se le han

ido enseñando, llega a la fase C y a su alta sin dificultades.

En caso de que el paciente se presente confundido o no esté cumpliendo con

el proceso del modo adecuado, los profesionales pueden optar por

suspenderlo. El propósito de dicha suspensión está basado en brindarle al

sujeto un espacio personal y reflexivo para que evalúe su posición dentro del

tratamiento y medite sobre cómo se encuentra y si verdaderamente su decisión

sigue siendo dejar el consumo. En caso de que el paciente decida continuar en

el proceso, verbalmente se le solicita que asuma un re-compromiso con el

Page 63: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

63

tratamiento y con el grupo de pares prometiendo dar lo mejor de sí mismo y

cumplimentar las indicaciones de tratamiento que la comunidad le ofrece.

Si ocurre que el paciente decide no continuar con el tratamiento, se procede al

cierre del mismo.

6.2. Categorización de los discursos toxicómanos.

Con el fin de ordenar al lector seguidamente se presentan las categorías de

análisis generadas para la elaboración del presente escrito.

Estas categorías se crean a partir de la selección de 3 patrones repetitivos

presentes en los discursos toxicómanos reseñados. Mediante el análisis de las

viñetas clínicas reseñadas resulta posible distinguir diversos tipos de quejas

toxicómanas figuradas en los discursos extraídos que denotan una especie de

gradiente. Así es como se piensa en la posibilidad de ordenar los discursos

toxicómanos bajo categorías de análisis que denoten estos tipos de quejas

toxicómanas y representen la graduación observada; esta última depende del

alejamiento o la cercanía de los planteos iniciales de los pacientes en relación

a la demanda terapéutica (Inicial, en posición de angustia y con angustia).

El fin de la formulación de las categorías de análisis es dividir y ordenar los

discursos clínicos reseñados, para facilitar y aclarar el análisis del material

clínico y colaborar con la comparación de datos. A su vez, este modo de

presentación y organización del material simplifica la comprensión del lector.

El carácter gradual de las categorías de análisis permite discernir y diferenciar

los diversos tipos de quejas presentes en la multiplicidad de discursos

reseñados y facilita el análisis y la comparación tanto de los diversos tipos de

Page 64: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

64

quejas, como de las intervenciones aplicadas en cada instancia y las

respuestas recibidas.

A partir de estas categorías se podrán ordenar y describir los diversos tipos de

quejas formuladas por los pacientes durante la primera etapa del tratamiento,

contribuyendo a analizar si el modelo de trabajo utilizado durante la fase a del

tratamiento propicia o no el paso de la queja toxicómana a la demanda del

sujeto.

Categorías de análisis creadas:

*Queja inicial: hace referencia a las primeras quejas y dichos expuestos por los

pacientes. En éstas se versa sobre sucesos externos que generan malestar en

el sujeto. El paciente se queja y pone en tela de juicio, sobre todo, lo referido al

tratamiento. El grado de responsabilidad sobre lo que le pasa es nulo y la

posibilidad de pensar sobre lo que le sucede también.

*Queja en posición de víctima: el sujeto culpa a algún suceso de su vida o a

alguien en particular, generalmente de su círculo familiar, por la situación en la

que se encuentra. El consumo en este momento comienza a pensarse como un

problema, pero ocasionado por una causa externa, por algún acontecimiento

que se impuso frente a sí y lo hace sufrir. El paciente no se responsabiliza por

lo que le pasa.

*Queja con angustia: en esta etapa se comienza a manifestar la angustia en el

sujeto; inclusive muchas veces es nombrada por él mismo. El consumo aún

sigue siendo un problema ocasionado por un factor externo, aunque el sujeto

puede comenzar a reconocerse responsable de ciertas acciones. En este

Page 65: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

65

momento, el paciente no se muestra interesado en saber sobre lo que le pasa

ni se pregunta sobre el porqué de tanta angustia, o lo hace tímidamente.

6.3. Presentación de las viñetas clínicas seleccionadas.

Se ha desarrollado la creación de un cuadro expositivo y comparativo en el cual

figuran 15 viñetas clínicas, divididas en sus correspondientes categorías de

análisis.

Este cuadro permite el análisis particular de cada planteo inicial formulado por

el paciente y su correspondiente intervención; además facilita la lectura global

sobre los diversos tipos de intervenciones efectuados en cada categoría y la

comparación de éstas a partir del nivel de análisis en el que se efectúan. A su

vez permite observar y estudiar las respuestas de los pacientes generadas a

partir de las intervenciones terapéuticas realizadas.

La creación del cuadro tiene como objetivo principal ordenar y dividir los

planteos iniciales de los pacientes, para posteriormente observarlos en

contexto con las intervenciones terapéuticas y las respuestas obtenidas.

El presente esquema es uno de los principales ejes del trabajo; a partir del

estudio teórico del mismo, es posible arribar a la conclusión acerca de si el

modelo de abordaje propuesto por la comunidad de día del Programa Cambio

propicia o no la demanda terapéutica.

Tipo de queja

Planteo inicial del paciente

Intervención

Respuesta del

paciente

“Es que mi hermano ahora me sacó todo. El celular, la plata, todo. No puedo hacer nada… y eso me re

“Esas son sugerencias que se les hacen desde el programa. Es mejor el primer tiempo

“Si ya sé. Pero yo ya soy grande como para no poder tener ni un peso, no me puedo

Page 66: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

66

A) INICIAL molesta… no sé si voy a aguantar así…”

que ustedes no manejen dinero para que consumir les sea un poco más difícil. De todas maneras esto es por un tiempo.”

comprar nada… para todo tengo que pedirle a él. No sé, no sé si voy a aguantar así...”

“La verdad es que no sé qué quiero… porque sí, la cocaína me hace mal… pero no sé si quiero dejar todo… como que acá no te dejan ni tomar alcohol. Yo siempre tomé alcohol, toda mi vida. Mi problema no es con el alcohol. ¿Por qué no puedo tomar? No entiendo.”

“Nosotros trabajamos con abstinencia total. Así son las reglas del tratamiento, porque lo que se propone no es una reducción de daños sino que dejen de consumir. Cuando terminen el tratamiento pueden decidir que elección hacer en cuanto al alcohol, ahora, mientras están en tratamiento se les pide la abstinencia de alcohol también.”

“Pero yo no soy alcohólico. No tengo problemas con eso. ¿Por qué tengo que dejar de tomar alcohol? Si nos dejan fumar tabaco, ¿por qué no tomar?”

“Yo los único que les digo es que no voy a dejar de ir a la cancha. Ya mi vieja me dijo el otro día que de acá le habían dicho que no podíamos ir a la cancha… yo le dije que se olvide, yo a la cancha voy a ir… sino no vengo más.”

“La cancha es un lugar de agite para vos… por eso no está bueno que vayas ahora. Todavía no podes controlar los agites y si vas lo más probable es que termines consumiendo o que vuelvas muy agitado a tu casa y pases un momento que no esté bueno para vos.”

“Siempre voy a la cancha. ¡La tengo al frente! Ya escuchar el ruido de la cancha me agita. No voy a dejar de ir por eso. Yo lo puedo manejar.”

“No entiendo por qué me dicen que ver a mis amigos no me ayuda… mi mamá se pone hartante con eso, no sé qué le dicen acá en las reuniones… pero no quiere que salga a ningún lado… esto así no me cierra mucho. Es un cambio muy grande el que me piden.”

“Es una sugerencia, como muchas de las que hacemos desde acá. De a poco vas a ir pudiendo entender por qué les sugerimos estas cosas y lo importante que es que las cumplan. Es por ustedes, porque estas situaciones generalmente los agitan.”

“Sí, por eso… de a poco. No puedo dejar todo de un día para el otro. Aparte son mis amigos; yo no quiero dejar de verlos.”

Page 67: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

67

“Es que yo tengo 20 años… entendes? Y me gusta salir a bailar, tomar algo… divertirme. Tampoco veo tan mal el tomar alcohol o fumarse un porro, no es lo mismo que tomar…y acá ponen todo igual… ya la abstinencia no te vale si tomaste un vaso de cerveza.”

“Ya sé, yo puedo entender lo que te pasa porque fui joven también… pero así se trabaja desde acá. Además tenes que pensar que sos joven querido y que esto es transitorio… tenes mucho tiempo para salir y divertirte. Ahora lo que tenes que hacer vos es poner las cosas en una balanza y ver qué es lo más importante para vos… si lo que queres es terminar el tratamiento, bueno… vas a tener que dejar todo eso de lado por un tiempo.”

“Sí, ya sé... pero así es muy duro. Me vas a decir que a mi edad vos no salías? Y no te gustaba divertirte?... Bueno, por eso... entendeme.”

B) EN POSICIÓN DE VÍCTIMA

“Yo no sé cuánto tiempo más voy a estar sin consumir, me pone mal llegar a mi casa y ver a mis tíos que discuten todo el día. Aparte me tratan como si fuera mi primo a veces y eso me pone mal, porque yo lo re quería a mi primo… pero yo no soy él… esta situación me re agita.”

“Vos ahora tenes que intentar sostener tu abstinencia y pensar en lo que queres… enfocarte en el tratamiento. A lo mejor podes hablar con tu hermano y decirle esto que te pasa y ver si te podes ir a vivir a otro lado… o volver a tu casa y salir de ese lugar que hoy te afecta.”

“Sí, ya sé… pero es difícil sostener la abstinencia así. Aparte no quiero cargar a mi hermano con todo. Ya soy grande yo. Además es el único lugar que tengo ahora para estar. Ya veré.”

“Me hace mal ver a mis hermanos que se tienen que ocupar de mí, ya demasiado tienen con las cosas que vivimos por mis viejos en el pasado. Y me pongo más mal cuando siento que quiero consumir… siento que los voy a defraudar y más ganas de consumir

“A lo mejor podes usar a tus hermanos como punto de apoyo. Hablar con ellos cuando estás mal o agitado y no quedarte solo pensando en todo esto… ellos pueden ayudarte a superar los momentos de agite.”

“Sí, puede ser… pero no quiero cargarlos con algo más… yo soy uno de los más grandes y al final me cuidan ellos a mí. No se, me pone mal todo esto… y sentir que los voy a defraudar”

Page 68: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

68

tengo.”

“Cuando estoy bien y sin ganas de consumir viene mi vieja y me empieza a preguntar cosas… y me dice que me pasa y seguro empezamos a discutir, porque siempre nos llevamos mal, entonces ahí me dan ganas de consumir.”

“A veces ustedes dejan grietas abiertas que les sirven de excusa para consumir… vos ya sabes que te llevas mal con tu mamá y yo creo que hasta buscas a veces las peleas para después tener un motivo para consumir. Es algo muy frecuente que dejen puertitas abiertas... por las dudas.”

“No, no. Es insoportable. Yo le digo que no me hable, que sabe que me agita… pero busca el momento para venir a pelearme. No es porque yo deje ninguna puertita abierta. Es ella.”

“Yo sé que mi consumo se relaciona con mi viejo… él no me llama nunca, ahora no lo veo desde el año pasado… y siempre que aparece o me llama, estoy bien en el momento y después se va y me cuelgo pensando en él y el pasado y lo único que quiero es ir a estrellarme contra una bolsa y dejar de pensar.”

“¿Y no hablas con nadie de esto? Tienen que apoyarse en los puntos de apoyo que para eso están chicos… cuando se agitan tiene que poder ir a hablar con sus puntos de apoyo y decirles lo que les pasa.”

“No. Si no tengo punto de apoyo. Con mi vieja prefiero no hablar porque es peor y mi hermano está en la suya… él también tiene sus cosas… y nada, por eso prefiero irme con mis amigos a la plaza y tomarme una bolsa.”

“el “x” no me ayuda… nunca me ayuda… yo me tengo que ocupar de los chicos, de llevarlos al jardín, de todo… además él se va de casa y no vuelve en todo el fin de semana… y si yo me quedo sola y pienso en esto de los chicos y todo me pongo mal y voy a comprarme algo para no tener que pensar en nada un rato”.

“Lo que podes hacer es hablar con él y pedirle que te ayude… decirle lo que te pasa y que vos necesitas que te ayude… él es el papá de los chicos y se tiene que ocupar también porque es lo que corresponde… Otra cosa que podemos hacer es ver sino de hacer una excepción para que llegues un ratito más tarde los días que tenes que llevarlos al jardín, así no faltas.”

“¿Qué le voy a decir si no le importa nada? Anda todo el día drogado. Ni él le importa. Bueno, si puedo llegar más tarde podría venir más me parece…”

Page 69: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

69

C) CON ANGUSTIA

“Yo sé porque empecé a consumir, tiene que ver con algo de mi vida personal. Pero eso no lo quiero contar ahora… y hasta acá llegué porque ya estoy por ponerme a llorar y eso no me gusta”.

-“Está bien. No hace falta que nos hables de eso ahora. No es necesario en esta fase. A estas cosas más personales las pueden contar si quieren, sino acá nadie los va a obligar a hablar de lo que no quieren.”

“Sí. No quiero hablar de eso. No sé, tal vez más adelante pero no sé”.

“Ahora que estoy de cara me empiezan a caer muchas fichas… y no sé si quiero estar de cara para enfrentar ciertas cosas. Me cuesta. Yo pasé por cosas muy duras en la vida, ya lo he dicho un par de veces… pero no quiero hablar de eso porque me pone mal”.

“Bueno, cuando sientas que lo queres compartir con el grupo podes hacerlo… y si no podes pedir un coloquio individual para hablarlo con alguno de los terapeutas si este tema te agita o algo… por ahora no vamos a hablar más de esto… quién quiere seguir?”

“Sí. Lo voy a pensar. Gracias”.

“Yo sé que empecé a consumir después de que pasó una cosa en mi familia. Ya lo dije alguna vez… tengo una hermana discapacitada y a mí eso me hace mal… desde que pasó lo que pasó en mi casa yo consumo… pero bueno…eso lo hablaré más adelante… no hablo más porque ya estoy por llorar…”

“Está bien. No es necesario que lo cuentes ahora. Ahora lo importante es la abstinencia, para hablar de esto ya habrá tiempo…”

“Sí. No me gusta hablar de eso. No sé si voy a contarlo.”

“Me da miedo pasar de fase… temo hacer algo para no hacerlo. Allá arriba se habla de otras cosas… me da miedo y me pone mal. No sé si quiero hablar de esas cosas…a mí no me gusta

“Tenes que estar tranquilo… en la otra fase no se obliga a nadie a hablar sobre lo que no quiere… el límite lo ponen ustedes. Y si de algo

“Ah, bueno. Entonces va a ser como acá. Así sí.”

Page 70: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

70

hablar mucho… menos de mis cosas del pasado”

no quieren hablar no hablan.”

“Yo sé que soy responsable de lo que vivo hoy… de que mi hija me odie y otras cosas que tienen que ver con mi pasado… pero bueno, ya veré como voy resolviendo eso… ahora tengo que sostener la abstinencia… de lo otro no quiero hablar mucho porque me hace mal”.

“Sí, eso es lo importante ahora… sostener la abstinencia… y que no pienses mucho en estas cosas de tu pasado que te agitan. Ya vas a tener tiempo para pensar en eso…”

“Sí, ahora no estoy listo para eso. Me tengo que ocupar de la abstinencia…”

6.4. Análisis de las viñetas clínicas.

En este apartado se efectúa un análisis teórico sobre el material de campo

recogido y categorizado en el cuadro antes presentado.

Se pretende lograr así un análisis profundo de las intervenciones terapéuticas

efectuadas y las respuestas de los pacientes frente a éstas -ambas presentes

en el cuadro previamente expuesto. (Pág. 59)-.

El fin de dicho propósito es el de investigar, si el modelo de trabajo utilizado en

la fase A de la comunidad de día del Programa Cambio, propicia o no la

formulación de la demanda terapéutica.

Como ya se ha dicho, el propósito de la Comunidad de Día es que el paciente

alcance su alta; como meta final aparece siempre la reinserción social. La

abstinencia se presenta, en todo momento, como eje central del tratamiento.

Durante la fase A del tratamiento, los pacientes incorporan herramientas y

sugerencias que contribuyen con dichos propósitos.

Page 71: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

71

El progreso del paciente se verá reflejado e impulsado por la motivación y el

compromiso de éste y por su capacidad para incorporar a su vida diaria las

herramientas y sugerencias ofrecidas por el dispositivo.

A partir de este modelo de trabajo es que los profesionales intervienen con los

pacientes; y son las intervenciones las que hacen posible que el tratamiento se

cumpla siguiendo los parámetros pre-establecidos inicialmente. Es fundamental

por ello que éstas se ejecuten del modo adecuado y en el momento justo.

Paralelamente, se considera sumamente importante analizar la manera en que

se interviene, porque es posible que, si esto no se hace del modo adecuado, se

opaque el camino del sujeto hacia la interrogación y la posibilidad de

surgimiento de la demanda terapéutica se vea truncada.

También es interesante estudiar las respuestas brindadas por los pacientes ya

que son producto directo de las acciones terapéuticas previamente efectuadas

y son las que denotan el resultado ocasionado por las intervenciones

terapéuticas.

A continuación se puntúan algunas apreciaciones extraídas de la lectura y el

análisis del cuadro expositivo; se presentan primero observaciones de carácter

general y luego algunas más precisas.

La primera observación global que surge al estudiar el cuadro permite

considerar que las intervenciones, que se realizan desde el equipo terapéutico,

no facilitan la interrogación del sujeto ni propician su apertura. Se puede ver

como de una manera u otra, a través de las intervenciones, siempre se le

otorga a los sujetos una respuesta, por lo tanto no se brinda espacio para la

Page 72: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

72

pregunta y se anula todo tipo de interpelación que se pueda llegar a presentar

en el sujeto.

Según la postura de trabajo sostenida en la primera fase de la comunidad al

paciente se lo educa. Desde un principio se le enseña cómo proceder frente a

cada situación y cuáles son los pasos a seguir para alcanzar el bienestar. El fin

último será guiar al paciente para que éste alcance la meta propuesta, su

reinserción social.

En este tipo de abordaje no se le propone al paciente que piense sobre lo que

dice y/o hace; más bien, se le ofrece un protocolo a seguir, que promete, en

caso de ser cumplido, alcanzar el alta.

Se puede decir entonces que, desde esta perspectiva de trabajo, la clínica que

se le propone al sujeto puede ser nombrada, siguiendo las ideas de Tarrab,

como la clínica del consumo.

Dice Mauricio Tarrab:

“Una clínica del consumo es antianalítica, porque instala a los sujetos en

categorías que los torna de inanalizables al descargarlos de responsabilidad

por sus prácticas y sus goces.” (Salamone, Galante, Naparstek, & Mabel,

2008)

Y si se les quita responsabilidad por sus prácticas y sus goces, no hay

rectificación subjetiva posible, por ende, tampoco habrá demanda subjetiva.

Para que surja la demanda es necesario que el sujeto se implique, que asuma

que no está exento de responsabilidad en eso que le pasa y que comience a

Page 73: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

73

cuestionarse. Ahora, ¿cómo lograr que el sujeto se involucre, si se le ofrece

una clínica que lo disculpa por sus actos?

Una clínica que interviene diciendo, “al final del proceso ustedes podrán

decidir” no es una clínica que empuje al sujeto a implicarse subjetivamente.

Si no se le da al sujeto la opción de pensar y optar por el camino que desea

recorrer, tampoco se le brinda la opción de generar ruptura y apertura. No darle

lugar al pensamiento y la duda es, también, no abrir el camino hacia nuevas

preguntas.

“…en las concepciones que sostienen las diferentes clínicas del consumo, lo

que predomina es una sanción moral que paradójicamente des-responsabiliza

a los sujetos, los disculpa de su responsabilidad”. (Salamone et al. 2008)

Si se le dice al sujeto quién es y qué debe hacer, no hay pregunta posible

sobre el ser que se vislumbre en el horizonte.

“La subjetividad del paciente es anulada, ya sea porque la demanda

explícita del individuo es respondida de manera inmediata, o bien

porque es ignorada y combatida con un tratamiento que reforma y

prohíbe en su intento de bloquear los pensamientos.” (Parker, 2011)

Una segunda apreciación general que se realiza al visualizar el cuadro es que

las intervenciones son aplicadas de manera indistinta, sin tenerse presente la

etapa particular que atraviesa el paciente ni la posición que presenta cada

sujeto en cuanto a la queja.

Si se analizan detalladamente las intervenciones, resulta simple distinguir que

todas presentan un estilo similar aun perteneciendo a diferentes categorías de

Page 74: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

74

análisis (A-B-C). Es posible ver como se repite, de cierta manera, una especie

de speech en todas las intervenciones.

Esto permite entrever que el nivel de profundidad de las intervenciones

terapéuticas es siempre el mismo; por lo que es posible pensar también que,

interviniendo de este modo, no se busca calar hondo en la vida del sujeto

durante el tratamiento.

Se puede hipotetizar que esto se debe a que, desde el modelo de trabajo

utilizado en la comunidad, se sostienen ciertos patrones y maneras posibles de

intervenir que son factibles de aplicar en situaciones similares.

Existen “x” cantidad de maneras de responder para “x” cantidad de situaciones.

No importa el sujeto ni su situación particular, el modo de accionar e intervenir

frente a una situación “x” siempre debe ser el mismo.

¿Y el sujeto?, ¿y su subjetividad?

“La singularidad del sujeto es con lo que trabajamos desde el

psicoanálisis. Esto significa que un tratamiento estándar y su

implementación rutinaria no sólo traicionarían la posición ética del

analista, sino que invitarían a cada analizante a traicionarse a sí

mismo.” (Parker, 2011)

Esto hace pensar en la idea de que dentro del dispositivo mismo se

conceptualiza al paciente como un no-sujeto, y desde allí se interviene

respetando esta ausencia. No hay sujeto, no hay subjetividad. El sujeto y su ser

están eclipsados por la droga, son a partir de ésta; entonces: “si no hay sujeto,

¿para qué tenerlo en cuenta?”

Page 75: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

75

Si no se abre un espacio para el nacimiento de la subjetividad, si se la avasalla

mediante las intervenciones y si no se le permite al sujeto decidir su camino,

¿Cómo nacerá éste?, ¿Cómo advendrá la implicancia subjetiva y surgirá la

demanda terapéutica?

Es fundamental el requisito psicoanalítico del caso por caso y la premisa de la

abstinencia del terapeuta; no existe otro modo de trabajo si lo que se pretende

es respetar la subjetividad del paciente y brindarle un espacio al sujeto.

Fernandes y Ribeiro (2013) citan a Lacan y exponen que quien dirige el

tratamiento es el analista, mas eso no significa decir que el analista dirige al

analizante.

Otra crítica integral que resulta posible ejecutar al visualizar el cuadro, se

relaciona con el uso que se hace del lenguaje dentro del enfoque terapéutico

utilizado por la comunidad de día.

A partir del material que nos presenta el cuadro -(planteos iniciales de los

pacientes, intervenciones terapéuticas y respuestas de los pacientes)-, es

posible inferir que se emplea el lenguaje sin prestársele atención a las

ambigüedades que de éste pueden surgir. Por lo cual, es posible determinar

que desde este tipo de abordaje se sostiene la creencia de que el lenguaje

puede ser interpretado de una manera simplista, directa y objetiva.

“A diferencia del modelo de Comunidad Terapéutica, el psicoanálisis

considera en primer plano la noción de sujeto en la práctica clínica,

que dependerá siempre del lenguaje. Existe una singularidad dada

por el “decir” del paciente y la posición que éste asume respecto de

sus dichos. Esta noción de sujeto conduce a resaltar la importancia

Page 76: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

76

de la palabra del paciente y su subjetividad en la definición del

problema. Recoge el significado personal e intrínseco de la adicción

como vivencia no clasificable ni aislable de quien la presenta y,

justamente es en esta significación dónde el sujeto se afirma como

tal” (Soto Fortuny, 2011)

¿Cómo no hacer uso del lenguaje si es allí donde es posible distinguir la

posición que el paciente asume frente a sus problemas y donde se puede

captar la forma en que se nombra y es nombrado? A través del lenguaje resulta

factible vislumbrar algo de esa verdad oculta que el paciente trae a consultorio.

El discurso que el paciente expone, expresa más de lo que se puede oír. Si se

lo escucha con detenimiento, prestándosele atención, se encuentra siempre un

decir único y subjetivo.

No todo decir del paciente debe ser tomado y pensado de manera literal y

objetiva.

A su vez, no se debe olvidar que a través del diálogo del paciente con el

analista, éste puede empezar a oír y cuestionar su decir.

La verdad reside en el paciente, él ya la sabe aunque no lo sepa; lo que el

terapeuta hace es acompañarlo en su búsqueda.

Y para que el paciente entienda el peso que tienen las palabras que dice, el

primero en creer en ello debe ser el analista.

Como cuarto punto de análisis, y debido a su reiterado nombramiento dentro de

las intervenciones, es interesante considerar y analizar la herramienta de

trabajo denominada como “puntos de apoyo”.

Page 77: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

77

Desde el parecer de la autora, esta figura de “punto de apoyo” refuerza la idea

de “el tóxico como centro de todo”, ya que el fin de dicha representación es que

el sujeto tenga con quién hablar, en quién apoyarse, cuando aparecen en él

ganas de consumir; por ende, todo gira en torno de un mismo objetivo, evitar la

droga.

Por otro lado esta imagen vigoriza la idea del paciente como un sujeto

irresponsable. Al designársele un punto de apoyo que lo “ayuda a decidir”, se le

quita al sujeto responsabilidad sobre sus elecciones y acciones y se lo coloca

en el lugar del adicto irresponsable que no puede decidir sobre sí.

Promulgándose así la irresponsabilidad del sujeto y el no hacerse cargo de las

elecciones personales que lo han llevado a donde está.

Hasta aquí se han presentado ideas generales posibles de encontrar, en un

análisis holístico del cuadro.

Ahora bien, si se hace una lectura más detallista de lo expuesto en el cuadro;

es posible extraer ciertas frases presentes dentro de las intervenciones clínicas

que suscitan a pensar algunas cuestiones terapéuticas.

Es posible comenzar con un extracto que invita a la reflexión y el estudio de los

mandatos terapéuticos impuestos por la comunidad y hace pensar sobre la

toma de decisión del sujeto toxicómano.

Véase el siguiente recorte:

-“Cuando terminen el tratamiento pueden decidir qué elección hacer”.

Page 78: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

78

Esta frase grafica, de manera concreta y simple, una de las sugerencias del

tratamiento de la comunidad: las decisiones y elecciones vienen después; fuera

del tratamiento, una vez “rehabilitado” el paciente.

Con dicha intervención se le da un mensaje implícito al sujeto, su

responsabilidad estará suspendida durante el tratamiento. No habrá de qué

responsabilizarse; las elecciones ya han sido tomadas por alguien más, al

menos dentro del tratamiento.

Este recorte hace pensar que mientras se intervenga desde esta mirada, no

será posible lograr en el sujeto rectificación subjetiva alguna.

Se le están dando las coordenadas contrarias a las que se necesitan para ir en

busca de la formulación de la demanda terapéutica; se le pide al sujeto no

hacerse cargo, no responsabilizarse por sus decisiones.

Otras intervenciones que denotan una característica particular de este modo de

abordaje -(la normativización)- son las siguientes:

“Es una sugerencia, como muchas de las que hacemos desde acá.”

“Esas son sugerencias que se les hacen desde el programa.”

Lo que estas intervenciones permiten analizar es el estilo normativo sostenido

dentro del abordaje terapéutico propuesto por la comunidad de día.

En muchas de las intervenciones presentadas se habla de sugerencias y/o

normas; ¿Permiten estas normas y/o sugerencias la apertura del sujeto hacia la

interrogación?

Page 79: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

79

Si se le indica al sujeto cuáles son los pasos que debe seguir, qué cosas están

bien y que cosas lo perjudican no hay posibilidad alguna de que éste se

pregunte nada acerca de su tratamiento ni sobre sí.

Se brindan certezas a quien aún no ha presentado siquiera incertidumbres.

Desde el enfoque de trabajo de la comunidad, el equipo es quien decide el

recorrido que realizan los pacientes, les advierte acerca de las situaciones en

las que pueden “fallar” y les hace ver “el mal que se han ocasionado o que se

ocasionarían” si tienen una recaída o no cumplen con alguna de las normas

pre-establecidas. Paralelamente, se les recuerdan las normas a seguir y se les

promete que si son respetadas, no habrá fallas.

“En cambio, si la institución pone a disposición de los sujetos diferentes

significantes del tratamiento (…) sin asociarles un ideal o un saber bien

fundado sobre los mismos, corresponderá al sujeto escoger y, llegado el caso,

explicarse sobre los motivos de su elección. La cuestión, entonces, puede

desplazarse hacia lo que provoca su elección y ya no se tratará de verificar si

su motivación se ajusta bien a los ideales de la institución.

Tampoco se trata de verificar que haga un „recorrido sin faltas‟, sino más bien

de constatar con él lo que falla en ese recorrido (...)” (Aucremanne & Josson,

1995)

Desde el psicoanálisis lo importante no es que el sujeto no falle ni que funcione

de un modo socialmente esperable. No se busca que el paciente sea capaz de

adaptarse a lo que el sistema dice que está bien, sino que el sujeto decida y

elija frente a las opciones que el mundo le presenta y se asuma como

responsable de ello.

Page 80: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

80

Como terapeuta lo que se puede hacer es interpelar al sujeto por las decisiones

que toma y acompañarlo en ese camino para que él mismo se interrogue.

Las normas y pautas que se le ofrecen al sujeto, no hacen más que regular su

vida y, en este intento de educarlo sobre lo bueno y lo malo, se borra todo tipo

de responsabilidad que pueda tener el sujeto por sus elecciones.

Si se le propone al paciente el tipo de sujeto que debe ser y los caminos que

debe recorrer, no hay posibilidad alguna de que aparezca un sujeto que se

cuestione por sus deliberaciones.

Otro punto importante que se presenta en las viñetas clínicas tiene que ver con

la abstinencia. Algunos recortes ejemplificadores:

“Eso es lo importante ahora… sostener la abstinencia.”

“Vos ahora tenes que intentar sostener tu abstinencia.”

“Ahora lo importante es la abstinencia, para hablar de esto ya habrá

tiempo.”

En la comunidad de día esto es una de las reglas fundamentales del enfoque

de trabajo. Como se puede leer en las intervenciones expuestas en el cuadro,

desde la comunidad de día se trabaja con abstinencia total.

Desde una postura psicoanalítica, la abstinencia no es considerada como

requisito para el inicio del tratamiento, ni para su continuación. Se cree que, en

todo caso, esta advendrá por añadidura y será, siempre, una determinación

que el sujeto habrá tomado.

Page 81: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

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“(…) el toxicómano puede aceptar por mucho tiempo, tal vez durante toda la

vida, la prohibición de la droga; pero ella no pierde por esto el valor que tenía.

Prohibida mantiene su poder, ni siquiera deviene objeto fóbico. Se producen

toxicómanos sin droga y esto es coherente con una sociedad de consumo.”

(Verdicchio & Viganó, 1995)

Esta regla de abstinencia total sigue reproduciendo la lógica del “soy

toxicómano”. Si lo que se prohíbe es la droga y si el ideal propuesto es

mantenerse lejos de ésta, la culpa de todo lo que sucede recae en un cien por

ciento sobre la sustancia.

Lo único verdaderamente importante es mantenerse alejado de la sustancia,

así es como se obtiene el éxito en el tratamiento.

Pero si todo, tanto las gratificaciones como los fracasos pasan por la droga,

¿cómo dejará ésta de ser el centro de atención en la vida del paciente?, ¿cómo

caerá y se correrá permitiendo la aparición del sujeto?

Si el foco se reduce a no consumir y sostener la abstinencia, no se le da lugar a

nada más.

“(…) en el ámbito de la clínica con toxicómanos, la rectificación subjetiva

consiste justamente en el pasaje de quejarse de la sustancia tóxica para

quejarse de sí mismo. (…)” (Fernandes & Ribeiro, 2013)

Consumir está mal, por ende lo que debe hacerse para subsanar el error es

dejar el consumo. Desde este enfoque de trabajo la responsabilidad del sujeto

pasa por el hecho de que éste pueda asumirse como un paciente adicto en

rehabilitación.

Page 82: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

82

“Si bien la Comunidad impulsa al paciente a hacerse “responsable”, cuando

define de manera totalitaria “cómo son todos los adictos”, cuáles son sus

“defectos” y qué “deben hacer” con sus vidas, tiende con ello a anular al sujeto

y su posibilidad de asumir la responsabilidad como tal; esto en tanto dichas

definiciones operan como saberes incuestionables. Cuando es Otro quien

define “porqué” el paciente hizo lo que hizo, o decidió lo que decidió, ¿cómo

podría éste reconocer su posición de sujeto?” (Soto Fortuny, 2011)

Por lo tanto, la única responsabilidad que asumen los pacientes es la de haber

consumido drogas y aceptan que eso ha sido un error que deben reparar.

Contrariamente, si el hecho de mantenerse abstinente o no pasa a ser

considerado como algo secundario, el paciente se ve obligado a hablar de otros

temas en los cuales se encuentra más involucrado y así, de a poco, aparecen

en él interrogantes y cuestionamientos acerca de su decir y hacer.

En este giro de la droga hacia el sujeto, el paciente comienza a quejarse de sí

mismo olvidando todo aquello pertinente a la droga.

Así también, al asumir desde este modelo de abordaje que “consumir drogas

es un error”, no se le brinda espacio a la pregunta acerca de qué significa para

el sujeto consumir drogas ni por qué el paciente efectúa esa acción; se le

solicita al sujeto, sin un análisis previo del caso, abstinencia total. No se

averigua cuál es el lugar que está ocupando para el sujeto la sustancia que

consume y no se consideran los efectos que podría causar en el paciente la

interrupción del consumo; situación que puede generar, en algunos casos,

graves perjuicios e incluso a veces la muerte.

Page 83: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

83

Antes de la búsqueda de una demanda terapéutica y de cualquier otra cosa, lo

primero que el analista debe hacer es velar por la seguridad del paciente.

Otra idea, relacionada con la abstinencia y el objetivo del tratamiento es la que

despierta este recorte:

“No pienses mucho en estas cosas de tu pasado que te agitan.”

Al leer esta frase, es posible decir que desde esta modalidad de trabajo no se

le pide al sujeto que hable ni que se escuche. Para el modelo lo importante en

este primer momento es no consumir, pensar no es primordial ni necesario e

incluso puede resultar peligroso.

Se reconoce la existencia de fantasmas ocultos que claman por salir, que de a

poco se despiertan y movilizan al sujeto, pero la respuesta que el paciente

encuentra desde el dispositivo es que no es el momento de abrirles la puerta.

No se lo invita al sujeto a conversar sobre esa angustia que lo empieza a

inquietar; se le dice que aún no es tiempo, que eso lo puede lastimar y que él

aún no está preparado para enfrentar la verdad.

Así, una vez más, el paciente queda posicionado en el lugar del doliente, del

sujeto paciente que sufre y es víctima de las drogas y el consumo.

“Quien pierde el control en el consumo no es considerado como víctima inerme

de la droga, desde el enfoque psicoanalítico, sino como un sujeto responsable

de una elección subjetiva.” (Isella, 2002)

Si se permite e incluso apoya, mediante el modelo de abordaje utilizado, este

estereotipo de paciente mártir, lo que se sostiene también es el convencimiento

Page 84: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

84

de que el paciente debe ser nombrado, y se debe nombrar a sí mismo, a partir

de la sustancia, a partir del acto mismo de drogarse.

Desde este enfoque de trabajo, el paciente es un sujeto que ha sido atrapado

por las drogas y que se define a partir de éstas bajo la insignia del “soy

toxicómano”.

“„Yo soy un toxicómano‟ es un enunciado que no parece admitir

cuestionamiento. (…) es el resultado del discurso de otros y viene al lugar del

Nombre propio, es denotativo, en un discurso que no tiene fallas. (…)

A esta autodefinición no queda nada para añadir. Es por esto que ella eclipsa al

sujeto. (…)

El efecto de este tipo de identificación es el de congelar el discurso.”

(Verdicchio & Viganó, 1995)

Así entonces, el sujeto ya tiene un significante que lo nombra; él es toxicómano

¿para qué saber más?

Con este tipo de intervenciones se cierra el diálogo. El sujeto no tiene la

necesidad de hablar ni de decir nada; él ya sabe quién es o qué es porque un

Otro, social y moral, lo ha nombrado.

Por lo tanto no hay necesidad de decir, no hay preguntas ni incertidumbres, ni

tampoco habrá demanda subjetiva posible.

Otra observación que se hace es que algunas de las intervenciones son

efectuadas desde un lugar moral e, incluso a veces, personal. Como puede

verse en las siguientes intervenciones:

Page 85: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

85

-“Él es el papá de los chicos y se tiene que ocupar también porque es lo que

corresponde.”

-“Ya sé, yo puedo entender lo que te pasa porque fui joven también… pero

así se trabaja desde acá. Además tenes que pensar que sos joven querido y

que esto es transitorio… tenes mucho tiempo para salir y divertirte.”

Siempre que se efectúa una intervención, es necesario pensar hacia dónde se

está apuntando con la misma, cuál será el efecto terapéutico que tendrá en el

sujeto y si el resultado será verdaderamente el deseado.

Intervenir desde un lugar personal y/o moral no resulta terapéutico ni ético

desde una postura psicoanalítica. No se le aporta al sujeto otra cosa que no

sea, al fin de cuentas, una opinión que podría brindarle cualquier otra persona.

Interviniendo desde esta postura el sujeto es avasallado por la propia

subjetividad del terapeuta, obturándose así su aparición.

Si el psicólogo reproduce en el tratamiento el discurso moral y/o social

dominante, lo más probable es que el paciente intente, por todos los medios,

“hacer las cosas bien” para dejar de ser un adicto. Así esta postura moral se

convierte en el eje y sostén del tratamiento; dejando fuera de juego cualquier

otro tipo de malestar e interrogación que pueda presentársele al sujeto.

A su vez, con este tipo de intervenciones el terapeuta corre el riesgo de

confundirse y ocupar otro rol que no sea verdaderamente el que le atañe en

esta relación, perjudicando ante todo, el vínculo terapéutico.

Interviniendo desde una actitud moralista el psicólogo puede quedar atrapado

para el paciente en una figura que representa autoridad o complicidad. Así,

Page 86: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

86

simbolizará un padre, una madre o un abuelo pero no será, en ningún caso, un

analista.

Asimismo, “Tenemos que saber en cada instante cuál debe ser nuestra relación

efectiva con el deseo de hacer el bien, el deseo de curar, alertándonos contra

la trampa benéfica del querer el bien del sujeto” (Bekerman & Bacco, SF)

Si la persona del terapeuta se deja atrapar por el “furor curandis” y el deseo de

hacer el bien para el sujeto, adquiere una postura moralista que sólo sirve de

consuelo para el paciente, y que nada tiene que ver con la cura. Por lo tanto,

interviniendo desde este sitio no haremos otra cosa que alejarnos de nuestro

objetivo primero, hallar la demanda terapéutica.

Ahora bien, ¿qué dicen las respuestas de los pacientes?, ¿las intervenciones

propician o no la demanda terapéutica?, ¿generan apertura hacia el cambio de

posicionamiento del sujeto?

Si se analizan las respuestas otorgadas por los pacientes que figuran en el

cuadro, es posible pensar que las intervenciones terapéuticas realizadas

provocan mayormente efectos de cierre en el sujeto. En las intervenciones

efectuadas no se le otorga lugar a la duda, en éstas se destaca un carácter

afirmativo, el cual se ve reflejado en las respuestas de los sujetos también,

porque éstos no expresan nuevas inquietudes ni resuena en ellos algo nuevo,

luego de que el psicólogo ha intervenido.

Es factible observar cómo los sujetos se valen de lo expresado en las

intervenciones para dar fin al diálogo, para retomar su postura y justificarse o

para volver a la queja planteada y reafirmarla con mayor validez.

Page 87: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

87

No se observan en las respuestas nuevas ideas del paciente que denoten

avance ni una apertura hacia nuevos pensamientos o interrogantes.

A su vez, se hace visible como el diálogo entre paciente y terapeuta se encripta

y queda sostenido bajo los mismos parámetros. El paciente presenta la queja,

el psicólogo interviene, da respuesta y el paciente vuelve a manifestar su queja,

solicitando nuevas respuestas a sus incertidumbres.

El sujeto está ansioso por obtener respuestas, el terapeuta se las ofrece pero

éstas parecen no alcanzarle al paciente, quien sigue solicitando más certezas.

Así, ambos quedan atrapados en un círculo vicioso de quejas, incertidumbres y

afirmaciones. Puede que, esto se dé, en parte, porque las respuestas a las

vacilaciones del sujeto residen verdaderamente en él y no en el terapeuta; por

lo cual es posible pensar que el terapeuta está interviniendo de un modo no

adecuado para la situación; obturando con respuestas aquello a lo que se le

debe dar espacio para que nazca.

En función de lo hasta aquí analizado se considera que el modelo de trabajo

utilizado en la fase A del tratamiento de la comunidad de día del Programa

Cambio no propicia el paso de la queja toxicómana a la demanda del sujeto.

Como se expresa en repetidas ocasiones, las intervenciones efectuadas desde

este abordaje no le solicitan al paciente que ocupe su lugar de sujeto y asuma

el peso de sus decisiones.

No se le pide al sujeto un cambio de posición durante su tratamiento, ni se lo

impulsa mediante las intervenciones hacia la reflexión, la duda y la

interrogación. Por lo cual, es posible decir que, si estos pasos previos no se

dan, la demanda terapéutica no podrá formarse.

Page 88: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

88

Si en vez de un psicólogo que ocupe el lugar de sujeto supuesto saber, existe

uno que brinde respuestas frente a las incertidumbres; si hay un terapeuta que

recibe la queja, la desestima e intenta darle una solución en vez de uno que la

aloja, cree en ella y comienza a interrogarla; se torna muy difícil obtener

avances en el proceso de armado de la demanda terapéutica y lograr que el

sujeto abandone su lugar de sujeto pasivo y comience a posicionarse como un

ser activo y deseante.

Page 89: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

89

7. Conclusión final.

El presente trabajo se ha propuesto analizar si el modelo de trabajo utilizado en

la fase A del tratamiento de la Comunidad de Día del Programa Cambio

propicia o no el paso de la queja toxicómana a la demanda del sujeto.

Con el fin de cumplimentar este objetivo ha sido necesario conocer y describir

la dinámica de trabajo y el enfoque propuesto por la Comunidad de Día del

Programa Cambio y elaborar categorías de análisis que permitieron presentar y

dividir en un cuadro expositivo 15 viñetas clínicas que mostraron las quejas

escuchadas en los pacientes toxicómanos durante la primera etapa del

tratamiento.

Seguidamente se analizaron los diversos tipos de quejas toxicómanas, las

diferentes intervenciones terapéuticas efectuadas y las respuestas de los

pacientes otorgadas frente a cada intervención.

Del análisis realizado por esta investigación referido a la interacción discursiva

entre pacientes y terapeutas y de los posibles efectos de dichas intervenciones,

se desprende que:

Las intervenciones efectuadas desde el tipo de abordaje terapéutico propuesto

por la Comunidad de Día, parecen no facilitar la interrogación del sujeto ni

propiciar la apertura del mismo hacia nuevos enigmas. Las intervenciones

implementadas en el grupo terapéutico de la fase A parecen aplicarse de

manera indistinta, sin considerarse la etapa particular que atraviesa cada

paciente. Estas intervenciones brindan la impresión de que no se tiene

presente al sujeto. A su vez, el análisis de las respuestas otorgadas por los

pacientes frente a las intervenciones terapéuticas presenta un aparente efecto

Page 90: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

90

de cierre provocado por éstas. Luego de que el terapeuta interviene los sujetos

no manifiestan nuevas dudas ni parece resonar en ellos algo del orden de lo

nuevo.

Para el psicoanálisis, las intervenciones tienen la finalidad de abrir y hacer

pensar al sujeto; de hacerlo volver sobre sus palabras y reflexionar sobre ellas.

Con las intervenciones el paciente debe pensar e indagar sus dichos y

certezas. Así, el diálogo se propicia y abre.

Aparentemente el modelo de abordaje terapéutico de la Comunidad de Día se

sostiene bajo la premisa del “soy toxicómano” y mantiene una

conceptualización de sujeto como sujeto-paciente-pasivo. El estilo normativo

persistente en las intervenciones, y en el modelo de abordaje mismo, parecen

dificultar la apertura del sujeto hacia la interrogación. El sujeto no se encuentra

con la posibilidad de decidir qué camino tomar; parece como si la ruta a seguir

fuera una y ha sido previamente delimitada. Así también, se ha visto que la

figura de “puntos de apoyo” puede resultar perjudicial para la aparición de un

sujeto y de un ser responsable, ya que le quita en gran parte la responsabilidad

de tener que decidir sobre sus elecciones.

Otro ítem que se ha destacado, refiere al uso del lenguaje que realiza el

modelo de abordaje terapéutico de la Comunidad de Día y la escasa

importancia terapéutica que parece otorgarle a éste factor; esto se contrapone

con la idea psicoanalítica referida al valor terapéutico del lenguaje dentro del

tratamiento del sujeto. Si se toma al lenguaje como algo simple y banal, es

posible perder la posibilidad de distinguir la posición que asume el sujeto frente

Page 91: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

91

a sus problemas y es factible que el analista no pueda conocer el modo en que

el sujeto se posiciona en el mundo y frente a su enfermedad.

Otro factor que se analiza durante el trabajo es el de la abstinencia, eje

primordial del enfoque de trabajo de la fase A de la Comunidad de Día. Se

concluye que, aparentemente, la conceptualización y el abordaje propuesto por

el modelo para este ítem dificultan la aparición del sujeto.

A su vez el componente moral, e incluso a veces personal, detectado en

algunas intervenciones discrepa con la ética propuesta por el psicoanálisis.

Dichas intervenciones parecen dificultar la aparición del sujeto y su camino

hacia la interrogación. Se le brinda al sujeto una opinión personal desde un

lugar moralista y esto, para el psicoanálisis, no promueve la cura.

Es favoreciendo el diálogo, preguntando lo que no se entiende, planteando

dudas, cuestionando verdades absolutas del paciente, como el terapeuta

acompaña al sujeto en su camino hacia la interrogación y lo empuja hacia la

formulación de una verdadera demanda terapéutica.

Se trata de escuchar lo que el sujeto dice, tomar esas cosas que se destacan

en su discurso y devolvérselas, en modo de pregunta, duda o afirmación. Las

palabras vuelven, el sujeto las recibe y se escucha a sí mismo. Así la duda, la

interrogación o lo que no cierra empieza a resonar, comenzando en el sujeto un

proceso de apertura e iniciándose el camino de la rectificación subjetiva.

Si no se le permite al sujeto enfrentarse con sus miedos, certezas e

incertidumbres el camino hacia el armado de una verdadera demanda

terapéutica se hace cada vez más cuesta arriba y el sujeto no logra implicarse

verdaderamente con su tratamiento. Así el paciente comienza a dudar

Page 92: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

92

nuevamente, no se reconoce en el tratamiento, se encuentra perdido y sin

saber qué hacer. Reaparecen los miedos y las confusiones. El sujeto no sabe

verdaderamente qué es lo que quiere ni por qué ha llegado hasta allí. Por esta

razón el análisis de la interacción discursiva generada dentro del grupo

terapéutico de la fase A de la Comunidad de Día; así como el análisis de las

intervenciones terapéuticas efectuadas y de las respuestas recibidas por parte

de los pacientes han sido absolutamente primordiales para cumplimentar el

objetivo principal del trabajo y arribar a los resultados presentados.

Por todo lo hasta aquí expuesto es que, resulta factible presentar en este

momento algunas hipótesis referidas a las consecuencias del no surgimiento

de la demanda terapéutica para el tratamiento.

-Como primera hipótesis, es posible pensar que la no consecución de la

demanda terapéutica podría influir en el amplio número de deserciones de

tratamientos que se presentan en la fase A de la comunidad de día del

Programa Cambio. Las bajas de pacientes y los cierres de tratamiento son algo

frecuente dentro del área.

Es factible suponer que los pacientes no logran implicarse verdaderamente con

el tratamiento. Al no surgir la demanda terapéutica, tampoco se consuma la

rectificación subjetiva en el sujeto, por lo cual poco del orden de lo personal

aparece; no se vislumbra un sujeto implicado en eso que le pasa ni

responsable de sus acciones, por ende una pequeña parte del paciente se

encuentra comprometida ciertamente en el proceso terapéutico.

Los sujetos ingresan al tratamiento con muchas dudas e incertidumbres, la

pregunta por su continuidad o no dentro del programa aparece en repetidas

Page 93: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

93

ocasiones; por lo cual si no se le pide al sujeto que aparezca y se implique allí

con eso que le pasa, sólo se refuerza su posición de queja y se incrementan

las dudas acerca de qué hacer.

Frente a la pregunta del qué hacer existen dos respuestas: continuar o

abandonar el tratamiento. El sujeto sabe que quedarse implica esfuerzo. A su

vez, es consciente de que tiene poco que perder, pues nada que lo implique

verdaderamente se ha puesto en juego. Así es que, probablemente le resulte

más simple decir que ha hecho todo el esfuerzo posible pero que no ha podido

vencer su enfermedad. Por lo cual, y a no ser que se encuentre en una

situación límite frente a la cual continuar sea su única opción, éste decidirá

abandonar.

-Como segunda conjetura podría inferirse que la inexistencia de una verdadera

demanda terapéutica incrementa los roces entre los pacientes y el clima hostil

dentro de la comunidad.

Al no efectuarse el nacimiento de la demanda terapéutica el sujeto queda

trabado en su tratamiento. Se ve imposibilitado de avanzar y culmina asistiendo

al tratamiento sólo por el mero hecho de cumplir con lo debido. Esta actitud

puede influir en el resto del grupo, generando muchas veces conflictos entre

pares. Quien recién ingresa al grupo o aún se encuentra motivado en el

tratamiento y observa en sus compañeros una actitud ampliamente diferente.

Frente a esto se le presentan dos caminos: quejarse con el grupo, enfrentar a

sus compañeros y reclamarles por la actitud que presentan o adquirir la misma

postura que estos, de pasividad y desgano.

Page 94: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

94

A su vez, este sentimiento de estancamiento incrementa las frustraciones

personales de cada sujeto; así la irritabilidad y los roces entre pares aumentan

y se multiplican.

-Continuando un poco con esta idea, podría hipotetizarse también que, en

ausencia de una demanda terapéutica subjetiva, el tratamiento se enfrentará de

manera constante con recaídas o vueltas al consumo de los pacientes.

Si no se realiza el paso de la queja toxicómana a la demanda, el paciente no

logra un verdadero cambio de posición subjetiva; por lo tanto lo más probable

es que sea para siempre un adicto, aunque logre dejar de consumir sustancias.

Esto hace pensar en la idea de que, sin una demanda subjetiva, las recaídas y

vueltas al consumo son más frecuentes de lo esperable.

Durante el tiempo que pasa en tratamiento el sujeto aprende a convivir con su

adicción. La conflictiva del sujeto no se resuelve verdaderamente, sólo se le

enseñan a éste herramientas para enfrentar su “problema con las drogas” y se

lo instruye acerca de cómo lidiar con él. Por lo tanto, si la voluntad del sujeto

falla o éste no aplica alguna de las técnicas enseñadas, recae. No ha existido

un verdadero tratamiento del sujeto, no se ha dado un certero cambio de

posición subjetiva y por lo tanto la vuelta o no al consumo dependerá del sujeto

y de cómo el azar acomode las diversas variables de su vida. Lo que logra el

sujeto es reemplazar su objeto droga por algún otro objeto socialmente

aceptado y luchar toda la vida contra su “problema con las drogas”. El paciente

no habrá cambiado verdaderamente de posición subjetiva, no dejará de

nombrarse ni de ser adicto; sólo reemplazará su objeto droga por otro mejor

visto desde lo social.

Page 95: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

95

En definitiva, si lo que buscamos es acompañar al paciente en el camino de la

cura el psicoanálisis dirá que el primer recorrido que se debe transitar es el de

la implicancia subjetiva.

No es necesario establecer el camino que el paciente debe recorrer, ni

determinar cómo debe hacerlo, como se ha visto esto puede resultar perjudicial

para el tratamiento. Se trata meramente de acompañar al sujeto en el camino

que él decida seguir; respetando siempre, ante todo, su subjetividad y deseo.

Page 96: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

96

8. Conclusión de la experiencia práctica:

Si tuviera que resumir mi experiencia práctica en una sola palabra, ésta sería:

CAMBIO. El cambio implica modificación, mutación, movimiento e interacción;

es pasar de un estado a otro. Y eso me ha dejado la experiencia práctica en el

Programa Cambio.

El tiempo transcurrido en la institución me permitió conocer e incorporar una

cantidad enorme de aprendizajes que, en parte, este escrito refleja.

Me ha sido posible aprender sobre el rol del psicólogo en un grupo terapéutico,

incorporar conocimientos sobre el funcionamiento y la lógica grupal y adquirir

herramientas sobre cómo trabajar grupalmente con pacientes adictos.

La experiencia propulsó en mí el desarrollo de un pensamiento crítico frente al

trabajo que se realiza y me ha dejado enseñanzas acerca de cuán importante

es mantener encendida la señal de alerta al momento de intervenir. A partir de

la experiencia ha sido factible conocer lo que es el trabajo multi e inter-

disciplinar y entender cuán importante es que exista.

Considero que una de las cosas más transcendentales que me ha permitido

ejercitar la práctica es mí mirada crítica acerca de la propia labor como

profesional. Además, la experiencia ha puesto en práctica el trabajo personal

constante de estar alerta y no corrompe la subjetividad de los pacientes con la

personal.

La práctica me ha dado la posibilidad de entender cuán significativo es

considerar al paciente como un sujeto; como un ser activo y con derechos que

piensa, desea, siente y es capaz de decidir sobre sus acciones. He podido ver

Page 97: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

97

cuáles eran mis ideas y preconceptos respecto de la temática y he entendido

que, uno debe revisar, de manera continua, sus ideologías y prejuicios, porque

ser conscientes de ellos es la mejor manera de no permitir que intercedan e

irrumpan en nuestra labor. Y la experiencia práctica me ha enseñado que para

ello es necesaria la supervisión. Es absolutamente indispensable la existencia

de un otro externo que nos haga ver y pensar todas aquellas cosas que se

funden y confunden en la cotidianeidad.

El proceso me ha demostrado que las cosas no siempre salen de la mejor

manera y que, el psicólogo simplemente es un profesional más de la salud, que

debe hacer su trabajo lo mejor posible pero comprendiendo que hay

situaciones que lo exceden, que no puede controlar ni resolver, y que a veces,

las cosas se darán de la manera que el paciente decida y no como el

profesional lo esperaba.

El recorrido de la práctica me ha brindado la posibilidad de posicionarme,

conocerme y reconocerme en el rol de futura profesional. He podido escuchar,

dialogar e intervenir -(de manera supervisada)- con los pacientes, y he

entendido y vivenciado los conceptos teóricos de empatía, vínculo y timming.

Ingresé al programa con muchas dudas, temores y ansiedades y salí pensando

en que aún me queda mucho camino por recorrer y miles de cosas por

aprender, pero egresé con la certeza de que ya no era la misma persona que

había ingresado meses atrás. Ahora, sé que la carrera me ha brindado

herramientas teóricas que he podido y podré llevar a la práctica.

Es por esto que siempre que debo hablar de mi experiencia práctica en el

Programa Cambio, no encuentro mejor manera para describirla y representarla

Page 98: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

98

que nombrándola como un verdadero CAMBIO. Modificación, mutación,

movimiento e interacción, pasar de un estado a otro, eso es cambiar, y cambiar

es, en parte también, aprender y crecer.

Page 99: De la queja del toxicómano a la demanda del sujeto.

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