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Revista Chilena de Historia Natural 80: 521-534, 2007 DOCUMENTO De las ciencias ecológicas a la ética ambiental From ecological sciences to environmental ethics RICARDO ROZZI Department of Philosophy and Religion Studies, University of North Texas, P.O. Box 310920 Denton, Texas 76201, USA Parque Etnobotánico Omora, Universidad de Magallanes, Instituto de Ecología y Biodiversidad, Puerto Williams, Chile; e-mail: [email protected] “Una ética para complementar y guiar la relación económica con la tierra presupone la existencia de alguna imagen mental de la tierra concebida como un mecanismo biótico” (Leopold 1949) INTRODUCCIÓN Las ciencias ecológicas y evolutivas proveen una “imagen mental” que ofrece un espectro de relaciones entre la sociedad y el mundo natural más amplio que el considerado por la economía y la ética clásica. Las ciencias evolutivas afirman que los seres humanos compartimos un origen común con las demás especies biológicas. Las ciencias ecológicas reconocen que los seres humanos establecemos interacciones con una multitud de especies biológicas y procesos ecosistémicos, y más recientemente enfatizan que el bienestar de las comunidades humanas y el de las comunidades bióticas son complementarios (Rozzi 2001, Millennium Ecosystem Assessment 2005). Basado en esta “imagen mental” derivada de las ciencias ecológicas y evolutivas, Aldo Leopold propone un nuevo tipo de relación entre la sociedad contemporánea y la naturaleza, extendiendo los límites de consideración ética hacia “los suelos, las aguas, las plantas, los animales o colectivamente: la tierra”. Esta comprensión ecológica condujo a Leopold a proponer un giro ético que “cambia el papel del Homo sapiens: de conquistador de la comunidad de la tierra al de simple miembro y ciudadano de ella”. Este giro ético cobra especial relevancia a comienzos del siglo XXI puesto que aborda las causas últimas de la crisis ambiental actual: el modo de relación establecido por la sociedad industrial globalizada con el mundo natural. Aldo Leopold (1887-1948), graduado de la escuela de Ingeniería Forestal de Yale en 1909, trabajó por veinte años en el Servicio Forestal de Estados Unidos para luego incorporarse como profesor de manejo de vida silvestre en la Universidad de Wisconsin. Durante su trayectoria comprendió la necesidad de incorporar criterios ecológicos en las prácticas y políticas de manejo, visión que comunica de manera poética en su obra más conocida: “A sand county almanac”, que culmina con el ensayo “La ética de la tierra”. Leopold no reacciona con una simple protesta, sino que ofrece una visión que incorpora la relación económica en un contexto más amplio, el ecológico. La incorporación de esta visión en la educación, la toma de decisiones y las políticas de desarrollo ofrece una alternativa ecológicamente informada para superar algunos de los problemas ambientales más apremiantes (Callicott 1999). Por esta razón, La ética de la tierra constituye un documento cada vez más citado en artículos y libros de ecología y conservación biológica (Leopold 2004). Su publicación en español en la Revista Chilena de Historia Natural contribuirá significativamente al desafío de integrar la ética ambiental dentro la práctica científica y enseñanza de la ecología en Latinoamérica. La comprensión aportada por el texto de Leopold y la filosofía ambiental favorecería en América Latina una reconexión no solo con la diversidad de seres vivos, sino también con la diversidad de pueblos amerindios y sus saberes puesto que, tal como las ciencias ecológicas, estos expresan una

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521DE LAS CIENCIAS ECOLÓGICAS A LA ÉTICA AMBIENTALRevista Chilena de Historia Natural80: 521-534, 2007

DOCUMENTO

De las ciencias ecológicas a la ética ambiental

From ecological sciences to environmental ethics

RICARDO ROZZI

Department of Philosophy and Religion Studies, University of North Texas, P.O. Box 310920 Denton, Texas 76201, USAParque Etnobotánico Omora, Universidad de Magallanes, Instituto de Ecología y Biodiversidad, Puerto Williams, Chile;

e-mail: [email protected]

“Una ética para complementar y guiar larelación económica con la tierra presupone laexistencia de alguna imagen mental de la tierraconcebida como un mecanismo biótico”

(Leopold 1949)

INTRODUCCIÓN

Las ciencias ecológicas y evolutivas proveenuna “imagen mental” que ofrece un espectro derelaciones entre la sociedad y el mundo naturalmás amplio que el considerado por la economíay la ética clásica. Las ciencias evolutivasafirman que los seres humanos compartimos unorigen común con las demás especiesbiológicas. Las ciencias ecológicas reconocenque los seres humanos establecemosinteracciones con una multitud de especiesbiológicas y procesos ecosistémicos, y másrecientemente enfatizan que el bienestar de lascomunidades humanas y el de las comunidadesbióticas son complementarios (Rozzi 2001,Millennium Ecosystem Assessment 2005).Basado en esta “imagen mental” derivada delas ciencias ecológicas y evolutivas, AldoLeopold propone un nuevo tipo de relaciónentre la sociedad contemporánea y lanaturaleza, extendiendo los l ímites deconsideración ética hacia “los suelos, las aguas,las plantas, los animales o colectivamente: latierra”. Esta comprensión ecológica condujo aLeopold a proponer un giro ético que “cambiael papel del Homo sapiens: de conquistador dela comunidad de la tierra al de simple miembroy ciudadano de ella”.

Este giro ético cobra especial relevancia acomienzos del siglo XXI puesto que aborda las

causas últimas de la crisis ambiental actual: elmodo de relación establecido por la sociedadindustrial globalizada con el mundo natural.Aldo Leopold (1887-1948), graduado de laescuela de Ingeniería Forestal de Yale en 1909,trabajó por veinte años en el Servicio Forestalde Estados Unidos para luego incorporarsecomo profesor de manejo de vida silvestre en laUniversidad de Wisconsin. Durante sutrayectoria comprendió la necesidad deincorporar criterios ecológicos en las prácticasy políticas de manejo, visión que comunica demanera poética en su obra más conocida: “Asand county almanac”, que culmina con elensayo “La ética de la tierra”. Leopold noreacciona con una simple protesta, sino queofrece una visión que incorpora la relacióneconómica en un contexto más amplio, elecológico. La incorporación de esta visión en laeducación, la toma de decisiones y las políticasde desarrollo ofrece una alternativaecológicamente informada para superar algunosde los problemas ambientales más apremiantes(Callicott 1999). Por esta razón, La ética de latierra constituye un documento cada vez máscitado en artículos y libros de ecología yconservación biológica (Leopold 2004). Supublicación en español en la Revista Chilena deHistoria Natural contribuirá significativamenteal desafío de integrar la ética ambiental dentrola práctica científica y enseñanza de la ecologíaen Latinoamérica. La comprensión aportada porel texto de Leopold y la filosofía ambientalfavorecería en América Latina una reconexiónno solo con la diversidad de seres vivos, sinotambién con la diversidad de pueblosamerindios y sus saberes puesto que, tal comolas ciencias ecológicas, estos expresan una

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íntima conexión entre las vidas e identidadeshumanas y la tierra donde cohabitamos (Rozzi2001). La ética ambiental de Leopold no esmoralizante, sino que a partir de la práctica delas ciencias ecológicas las intrincadasrelaciones entre los hábitos humanos y loshábitats donde transcurren sus existencias, co-habitando con miríadas de otros seres.

AGRADECIMIENTOS

A Baird Callicott, con quien hemos comentado“la ética de la tierra” por más de una década, aJuan Armesto y los estudiantes del cursointernacional “Diversidad Biocultural y ÉticaAmbiental” del programa de Conservación ySociedad del Instituto de Ecología yBiodiversidad (IEB-Chile; P02-051-F-ICM),organizado con apoyo del programa “FieldEnvironmental Philosophy, Science, and Policy”de la University of North Texas (NSF 0652422),

Estación Biológica Senda Darwin, ParqueEtnobotánico Omora y Programa de Magíster enConservación y Manejo de Recursos NaturalesSubantárticos, de la Universidad de Magallanes.A Carl Leopold y la Aldo Leopold Foundationpor facilitar gentilmente la utilización del texto“La ética de la tierra”.

LITERATURA CITADA

CALLICOTT JB (1999) Beyond the land ethic: moreessays in environmental philosophy. StateUniversity of New York Press, Albany, New York,USA. 427 pp.

LEOPOLD C (2004) Living with the land ethic.BioScience 54: 149-154.

MILLENNNIUM ECOSYSTEM ASSESMENT (2005)Ecosystem and human well-being. Island Press,Washington District of Columbia, USA. 137 pp.

ROZZI R (2001) Éticas ambientales latinoamericanas:raíces y ramas. En: Primack R, R Rozzi, PFeinsinger, R Dirzo & F Massardo (eds)Fundamentos de conservación biológica,perspectivas latinoamericanas: 311-362. Fondo deCultura Económica, México Distrito Federal.

La ética de la tierra1

The land ethic

ALDO LEOPOLD

Cuando el semidiós Odiseo regresó de lasguerras de Troya, colgó de una sola cuerda auna docena de jóvenes esclavas de su casa dequienes sospechaba que habían cometido faltasdurante su ausencia. Este ahorcamiento noinvolucró ningún cuestionamiento de si era ono apropiado hacerlo. Las jóvenes eran de supropiedad, y la disposición de la propiedad eraentonces, como lo sigue siendo ahora, unasunto de conveniencia sin considerar si escorrecto o incorrecto.

Los conceptos de lo correcto y lo incorrectono eran desconocidos en la Grecia de Odiseo:

fíjense ustedes en la fidelidad de su esposa2 através de los largos años antes que sus galerasde negras proas surcaran finalmente los oscurosmares para regresar a casa. La estructura éticade aquellos días incluía a las esposas, pero aúnno abarcaba a los sirvientes. Durante los tres

1 Ensayo de Aldo Leopold publicado póstumamente en1949. Traducido al español a partir de “the land ethic”,en: “A sand county almanac with essays onconservation from Round River: 237-264. Ballantine,Nueva York, USA. 1966. Traducción de Ricardo Rozziy Francisca Massardo.

2 N. del T. Penélope, esposa de Odiseo o Ulises (rey deItaca, y héroe del poema épico “La Odisea” atribuido aHomero), esperó la vuelta de su marido durante veinteaños. Rechazó a cientos de pretendientes –enemigos deOdiseo que querían el trono de Itaca y a su reina– queinstalados en su palacio esperaban que Penélope sedeclarara viuda. Ella prometió que al terminar el tejidode un sudario se casaría con uno de ellos, pero cadanoche deshacía lo que había tejido durante el día.Pasados veinte años, Penélope dijo a sus pretendientesque se casaría solo con aquel que pudiera realizar unaprueba de destreza con el arco de Odiseo. Ningunopasó la prueba, solo un viejo mendigo que resultó serOdiseo que había vuelto disfrazado. Luego, Odiseomató a los pretendientes y colgó a las mujeres delpalacio que habían permitido la entrada a estoshombres.

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mil años que han transcurrido desde entonces,los criterios éticos se han extendido a muchoscampos de la conducta, a la vez que handisminuido en aquellos campos que solo sejuzgan por conveniencia.

La secuencia ética

Esta extensión de la ética, estudiada hasta ahorasolamente por los filósofos, es en realidad unproceso en la evolución ecológica. Sus secuenciaspueden ser descritas en términos ecológicos tantocomo filosóficos. Una ética, en términosecológicos, es una limitación a la libertad deacción en la lucha por la existencia. Una ética, entérminos filosóficos, es una diferenciación de laconducta social de la antisocial. Estas son dosdefiniciones de una misma cosa. La cosa tiene suorigen en la tendencia de los grupos o individuosinterdependientes a desarrollar modos decooperación. El ecólogo los llama simbiosis. Lapolítica y la economía son simbiosis avanzadas enlas que la libre competencia original ha sidoremplazada, en parte, por mecanismoscooperativos con un contenido ético.

La complejidad de mecanismoscooperativos ha aumentado con el crecimientode la densidad de la población y de la eficaciade las herramientas. Era más sencillo, porejemplo, definir los usos antisociales de palos ypiedras en la época de los mastodontes, que losde las balas y los anuncios de propaganda en laera de los motores.

La primera ética se ocupó de la relaciónentre los individuos; el Decálogo de Moisés3 esun ejemplo. Las extensiones posteriores se hanocupado de la relación entre el individuo y lasociedad. La “regla de oro”4 trata de integrar al

individuo a la sociedad; la democracia trata deintegrar la organización social al individuo.

Hasta ahora no hay una ética que se ocupede la relación del hombre con la tierra y con losanimales y las plantas que crecen sobre ella. Latierra, como las jóvenes esclavas de Odiseo, seconsidera todavía como propiedad. La relacióncon la t ierra sigue siendo estrictamenteeconómica, conllevando privilegios pero noobligaciones.

La extensión de la ética a este tercerelemento del entorno humano es, si interpreto laevidencia correctamente, una posibilidadevolutiva y una necesidad ecológica. Es el tercerpaso en una secuencia. Los primeros dos ya hansido dados. Algunos pensadores, desde lostiempos de Ezequiel e Isaías, han sostenido queel saqueo de la tierra no solo es inconveniente,sino equivocado. La sociedad, sin embargo, noha confirmado todavía esta creencia. Consideroal movimiento conservacionista actual como elembrión de dicha afirmación.

Una ética puede considerarse como un tipode guía para enfrentar situaciones ecológicastan nuevas o intrincadas o que involucrenreacciones lejanas tales, que el caminoconveniente para la sociedad no sea discerniblepara el individuo promedio. Los instintosanimales constituyen, para el individuo,maneras de guiarse cuando enfrenta talessituaciones. Las éticas posiblemente son para elindividuo una especie de instinto comunitarioen vías de formación.

El concepto de comunidad

Todas las éticas que han evolucionado hasta estemomento descansan sobre una sola premisa: queel individuo es un miembro de una comunidadcuyas partes son interdependientes. Sus instintoslo incitan a competir por su lugar en esacomunidad, pero su ética lo incita también acooperar (tal vez para que pueda haber un lugarpor el cual competir).

La ética de la tierra simplemente amplía loslímites de la comunidad para incluir suelos,aguas, plantas y animales, o colectivamente: latierra. Esto parece sencillo: ¿acaso no cantamosya nuestro amor por, y nuestra obligación haciala tierra de los libres y la casa de los valientes?Sí, pero ¿qué y a quién amamos? Ciertamenteno al suelo, al que despreocupadamentemandamos río abajo. Ciertamente no a las

3 N. del T. El Decálogo (deca= diez, logo= palabra) deMoisés o los Diez Mandamientos son los preceptosrevelados por Yahveh al Profeta Moisés (1.200 a.C.) enel Monte Sinaí. La Ley de Dios se encuentra en elExodo (Ex 20, 1-17) y el Deuteronomio (Dt 5, 6-22) yel Nuevo Testamento reafirma su validez.

4 N. del T. La regla de oro dice: “así que, todas las cosasque queráis que los hombres hagan con vosotros, asítambién haced vosotros con ellos; porque esto es la leyy los profetas” (Mateo 7:12.) En la filosofía modernala regla de oro “Trata a los demás como querrías queellos te trataran a ti”, se ha vinculado al imperativocategórico de la ética de filósofo Emmanuel Kant(1724-1804) que demanda considerar a “la humanidad,tanto en tu persona como en la de cualquier otro,siempre como un fin y nunca meramente como unmedio”, actuar “sólo según una máxima tal que puedasquerer al mismo tiempo que se torne ley universal”.

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aguas, a las que no otorgamos otra función quehacer girar turbinas, mantener a floteembarcaciones y llevarse las aguas de desecho.Ciertamente no a las plantas, de las queexterminamos comunidades enteras sininmutarnos. Ciertamente no a los animales, delos cuales ya hemos exterminado muchas de lasmás grandes y más bellas especies. Una éticade la tierra no puede, por supuesto, evitar laalteración, el manejo y el uso de esos“recursos”, pero sí afirma su derecho a sucontinua existencia y, por lo menos en ciertoslugares, a que su existencia continúe en unestado natural. En suma, una ética de la tierracambia el papel del Homo sapiens: deconquistador de la comunidad de la tierra al desimple miembro y ciudadano de ella. Estoimplica el respeto por sus compañeros-miembros y también el respeto por lacomunidad como tal.

En la historia de la humanidad hemosaprendido (eso espero) que el papel deconquistador es a final de cuentascontraproducente. ¿Por qué? Porque en dichopapel está implícito que el conquistador sabe,ex cátedra, qué hace que una comunidadcamine como reloj, qué y quién es valioso; quéy quién carece de valor en la vida comunitaria.Pero siempre resulta que el conquistador nosabe ni lo uno ni lo otro, y esta es la razón porla que sus conquistas finalmente se vienenabajo.

En la comunidad biótica existe unasituación paralela. Abraham sabía exactamentepara qué era la tierra: era para verter leche ymiel gota a gota en la boca de Abraham. En laactualidad, la seguridad con la queconsideramos este supuesto es inversa al nivelde nuestra educación.

El ciudadano común supone hoy que laciencia sabe qué hace que la comunidad caminecomo reloj: el científico está igualmente seguroque no lo sabe. Él sabe que el mecanismobiótico es tan complejo que es posible que sufuncionamiento nunca se llegue a comprenderpor completo.

Que el hombre es, de hecho, solo unmiembro de un equipo biótico quedademostrado por una interpretación ecológica dela historia. Muchos acontecimientos históricosque hasta ahora se han explicado solo entérminos de acciones humanas eran, enrealidad, interacciones bióticas entre la gente y

la tierra. Las características de la tierradeterminaron los hechos tan poderosamentecomo lo hicieron las características de loshombres que vivían en ella.

Considérese, por ejemplo, la colonizacióndel valle del Mississippi. En los años quesiguieron a la Revolución5 había tres gruposcompitiendo por su control: los pueblosnativos, los comerciantes franceses e ingleses ylos pobladores norteamericanos. Loshistoriadores se preguntan qué hubiera pasadosi los ingleses de Detroit hubieran puesto unpoco más de peso del lado de los indígenas enla frágil balanza que decidió el resultado de lamigración colonial hacia los cañaverales deKentucky. Hoy debemos ponderar el hecho deque los cañaverales, cuando son sometidos a laparticular mezcla de fuerzas representadas porla vaca, el arado, el fuego y el hacha delpionero, se convierten en esa hierba sedosa yazulada típica del estado de Kentucky6. ¿Quéhubiera pasado si la sucesión vegetal inherentea esta oscura y sangrienta tierra nos hubieradado, bajo el impacto de estas fuerzas, zarzas,arbustos espinosos o malezas inservibles? ¿Sehabrían quedado allí Boone y Kenton7? ¿Habríahabido tanto flujo migratorio hacia Ohio,Indiana, Ill inois y Missouri? ¿Se habríarealizado la compra de Louisiana o habríahabido unión transcontinental de los nuevosestados? ¿Habría habido una guerra civil?

Kentucky no fue más que una frase en eldrama de la historia8. Comúnmente se nos dicequé trataron de hacer los actores humanos deeste drama, pero rara vez se nos dice que sus

5 N. del T. Leopold se refiere a la guerra de laindependencia de los Estados Unidos (1775-1783),también llamada Revolución Americana.

6 N. del T. El “bluegrass” de Kentucky (Poa pratensis),es un pasto exótico con reproducción sexual y asexualmuy rápida. Esta especie fue introducida durante lacolonización desde Europa y siempre estuvo asociadaa los colonizadores. Actualmente es una especieampliamente distribuida y se sugiere que podría haberdesplazado a poblaciones nativas de Poa sp. Tiene unalto valor forrajero para el ganado y especies deherbívoros silvestres.

7 N. del T. Daniel Boone (1734-1820) fue un pionero,explorador y cazador norteamericano que abrió lasfronteras de Estados Unidos hacia el oeste de losApalaches, estableciéndose en lo que hoy es Kentucky.Simon Kenton (1735-1836), como Boone, fue unexplorador legendario de la zona de Ohio y norte deKentucky.

8 N. del T. Leopold se refiere a la historia de EstadosUnidos.

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éxitos (o fracasos) dependieron en alto grado dela reacción de suelos particulares al impacto delas presiones ejercidas por quienes ocuparonesas tierras. En el caso de Kentucky, ni siquierasabemos de dónde vino el pasto azul, si es unaespecie nativa o un “polizón” 9 de Europa.

Compare los cañaverales con aquello que lavisión histórica nos dice acerca del sudoeste10,donde los pioneros eran igualmente valientes,ingeniosos y perseverantes. El impacto de laocupación en este lugar no trajo el pasto azul nininguna otra planta apta para soportar los rigoresy embates del uso pasado. Cuando esta regiónfue dedicada al pastoreo, volvió a su estadoprimitivo pasando por etapas de pastos, arbustosy hierbas cada vez más inservibles, hastaalcanzar la condición de un equilibrio inestable.Cada desaparición de un tipo de plantas produjoerosión; cada incremento en la erosión produjoaún más desapariciones de plantas. El resultadoactual es un deterioro progresivo y recíproco, nosolo de plantas y suelos, sino de la comunidadanimal que subsiste en ellos. Los primeroscolonizadores no esperaban esto: algunosincluso cavaron zanjas en las ciénagas de NuevoMéxico para acelerar su desecación. El procesoha sido tan sutil que pocos residentes de laregión lo han percibido. Es casi invisible para elturista, que hoy encuentra este arruinado paisajeencantador y lleno de colorido (como en realidadlo es, pero que se asemeja muy poco a cómo eraen 1848).

Este mismo paisaje ya había sido“desarrollado” una vez antes, pero conresultados muy diferentes. Los amerindiospueblo11 colonizaron el sudoeste en tiempos

precolombinos, pero ellos no poseían ganadode pastoreo. Su civilización expiró, pero noporque su tierra expirara.

En la India se han poblado regionesdesprovistas de hierba tipo pastizal,aparentemente sin dañar la tierra, a través de lasencilla práctica de llevarle el pasto a la vaca yno a la inversa (¿Fue esto el resultado de unaprofunda sabiduría o fue tan solo buena suerte?No lo sé).

En suma, la sucesión de plantas ha marcadoel curso de la historia; el pionero simplementehizo patente, para bien o para mal, quésucesiones eran inherentes a la tierra. ¿Seenseña la historia con este espíritu? Asíocurrirá una vez que el concepto de tierra comocomunidad penetre realmente nuestra vidaintelectual.

La conciencia ecológica

La conservación es un estado de armonía entrelos hombres y la tierra. A pesar de casi un siglode propaganda, la conservación todavía marchaa paso de tortuga; el progreso en esta áreaconsiste, en su mayor parte, en consignaspiadosas y oratoria convencional. Todavía enlos años 40, por cada paso que damos haciaadelante damos dos pasos hacia atrás.

La respuesta usual a este dilema es “máseducación sobre conservación”. Nadie discuteesto, pero ¿es verdad que solo necesitaincrementarse la “cantidad” de educación? ¿Nofaltará algo también en el “contenido”?

Resulta difícil presentar un resumenadecuado de su contenido en forma breve, pero,a mi entender, el contenido es esencialmenteeste: obedezca la ley, vote correctamente,afíliese a algunas organizaciones y practique laconservación que sea rentable en su propiatierra; el gobierno hará el resto.

¿No será esta fórmula demasiado fácil paralograr algo que valga la pena? Esta no define loque está bien o mal; no asigna obligaciones nipide ningún sacrificio; tampoco implica cambioalguno en la filosofía de los valores actuales.Con respecto al uso de la tierra, solo demandaun lúcido interés personal. Pero ¿cuán lejos nosllevará dicha educación? El siguiente ejemplotal vez nos provea una respuesta parcial.

En 1930 había quedado claro para todos,excepto para la gente ecológicamente ciega, quela capa superficial del suelo del sudoeste de

9 N. del T. Leopold se refiere a una especie exótica ointroducida.

10 N. del T. Leopold compara los verdes cañaverales deKentucky con las tierras más secas de Nuevo México yArizona, en el sudoeste de los Estados Unidos.

11 N. del T. Los indios pueblo pertenecen a la culturaanasazi, que se desarrolló en el sudoeste de losEstados Unidos (Nuevo México, Arizona, Utah yColorado) entre el 700 y el 1.300 d.C. Esta culturatuvo etapas denominadas Pueblo debido a lasconstrucciones de pueblos de ladrillo en el GranCañón del Colorado. Los anasazi fueron agricultores ycultivaron maíz, poroto, calabaza y tabaco, utilizandoherramientas y sistemas de riego. También cazabananimales silvestres grandes (bisontes, venados,antílopes) y pequeños (conejos, ardillas, aves) ycriaban pavo silvestre para la obtención de plumas. Sucultura desapareció antes de la l legada de losespañoles por causas desconocidas y sus descendientesactuales son los grupos hopi y zuñi.

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Wisconsin se estaba perdiendo hacia el mar. En1933 se dijo a los granjeros que si adoptabanciertas prácticas correctivas durante cinco años,el sector público donaría la mano de obraademás de la maquinaria y los materialesnecesarios. La oferta fue aceptada ampliamente,pero las prácticas se olvidaron casi por completocuando terminó el contrato por cinco años. Losgranjeros solo continuaron con aquellasprácticas que les producían una gananciaeconómica inmediata y visible para ellosmismos.

Esto condujo a la idea de que tal vez losgranjeros aprenderían con mayor rapidez si ellosmismos escribían las reglas. Por consiguiente, en1937, la Legislatura de Wisconsin aprobó la Leydel Distrito de Conservación del Suelo. Esta, enefecto, decía a los granjeros: “Nosotros, el sectorpúblico, les proporcionaremos servicio técnicogratuito y les prestaremos maquinariaespecializada si ustedes elaboran sus propiasreglas para el uso de la tierra. Cada condadopodrá redactar sus propias reglas y estas tendránfuerza de ley”. Casi todos los condados seorganizaron rápidamente para aceptar la ayudapropuesta, pero, después de una década deoperación, “ningún condado ha escrito todavíauna sola regla”. Ha habido progresos visibles enprácticas tales como el cultivo de granos, elmejoramiento de praderas y la aplicación de calal suelo, pero no en el cercado de áreas dereserva de protección de bosque para protegerlasdel pastoreo, ni en la exclusión del arado ni delganado en laderas con pendientes pronunciadas.En suma, los granjeros han seleccionadoaquellas prácticas correctivas que de todasmaneras les eran rentables e ignoraron aquellasque eran beneficiosas para toda la comunidadpero no eran claramente rentables para ellosmismos.

Cuando alguien pregunta por qué no se hanescrito reglas, se responde que la comunidadtodavía no está preparada para apoyarlas; laeducación debe preceder a las reglas. Pero laeducación que realmente está en marcha nomenciona ninguna obligación hacia la tierraque esté por encima de aquellas dictadas por elinterés propio. El resultado neto es que tenemosmás educación pero menos suelo, menosbosques saludables y tantas inundaciones comoen 1937.

Lo desconcertante de tales situaciones esque en proyectos con comunidades rurales,

tales como el mejoramiento de caminos,escuelas, iglesias y equipos de béisbol, se dapor hecho que existen obligaciones que sehallan por encima del interés propio. Encambio, su existencia no se da por hecho nitampoco se discute seriamente cuando se tratade mejorar el destino del agua que cae sobre latierra, o para preservar la belleza o ladiversidad del paisaje agrícola. La ética del usode la t ierra está todavía completamentegobernada por el interés económico propio, talcomo ocurría con la ética social hace un siglo.

Para resumir, le pedimos al agricultor quehiciera lo que pudiera según su convenienciapara salvar su suelo, y él ha hecho eso ysolamente eso. El granjero que tala los bosquesen una ladera con 75 % de pendiente y llevaluego su ganado a ese claro, provocando que elagua de lluvia, las rocas y el suelo seanarrastrados por el riachuelo de la comunidad,sigue siendo un miembro respetado por lasociedad (si es decente en los otros aspectos desu vida). Si agrega cal a sus campos y siembrasus cultivos siguiendo las curvas de nivel, élcontinúa teniendo derecho a todos losprivilegios y subvenciones que le otorga sudistrito para la conservación del suelo. Eldistrito es una hermosa pieza de maquinariasocial, pero está funcionando con dificultadporque hemos sido demasiado tímidos ydemasiado ansiosos en nuestros anhelos poréxito rápido, para indicarle al granjero laverdadera magnitud de sus obligaciones. Lasobligaciones no significan nada sin unaconciencia, y el problema que enfrentamos escómo extender la conciencia social de la gentehacia la tierra.

Nunca se ha logrado un cambio importanteen la ética sin un cambio interno en nuestrasprioridades intelectuales, lealtades, afectos yconvicciones. La prueba de que la conservacióntodavía no ha tocado estos fundamentos de laconducta radica en el hecho que ni la filosofíani la religión todavía se ha ocupado de ella. Ennuestro intento por facilitar la conservación, lahemos vuelto trivial.

Sustitutos para una ética de la tierra

Cuando la lógica de la historia tiene hambre depan y nosotros le ofrecemos una piedra,encontramos dificultades para explicar cuántose parece la piedra al pan. Ahora describiré

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algunas de las piedras que empleamos comosustituto de una ética de la tierra.

Una debilidad básica en un sistema deconservación basado completamente enmotivaciones económicas es que la mayoría delos miembros de la comunidad de la tierra noposee valor económico. Las flores silvestres ylas aves canoras son ejemplos de esto. De las22.000 plantas vasculares y animales superioresnativos de Wisconsin, es dudoso que más del5 % pueda venderse, comerse, usarse comoforraje o que pueda dársele algún usoeconómico. Sin embargo, estas criaturas sonmiembros de la comunidad biótica, y si (comoyo lo creo) su estabilidad depende de suintegridad, tienen derecho a seguir existiendo.

Cuando una de estas categorías noeconómicas se ve amenazada, y si ocurre que laamamos, inventamos subterfugios paraatribuirle importancia económica. A principiosde siglo XX se pensaba que las aves canorasestaban desapareciendo. Los ornitólogossalieron al rescate aduciendo pruebassingularmente dudosas que los insectos noscomerían si los pájaros no los controlaban. Lasrazones aducidas tenían que ser económicaspara ser válidas.

Resulta doloroso leer estos circunloquioshoy en día. Todavía no tenemos una ética de latierra, pero por lo menos estamos cerca deadmitir que las aves debieran seguir viviendopor un derecho biótico, independientemente dela presencia o ausencia de provecho económicopara nosotros.

Existe una situación paralela con respecto alos mamíferos depredadores, las aves de rapiña ylas aves que se alimentan de peces. Hubo untiempo en que los biólogos de alguna manerasobrevaloraron las pruebas de que estas criaturasconservan la salud de los animales de cazamatando a los más débiles, o que controlan losroedores en beneficio del granjero, o que solodepredan especies “sin valor”. Aquí, nuevamente,las razones tenían que ser económicas para poderser válidas. Solo en años recientes hemosescuchado el razonamiento más honesto que losdepredadores son miembros de la comunidad, yque ningún interés particular tiene el derecho deexterminarlos para obtener algún beneficio, real oimaginario, para sí mismo. Por desgracia, estelúcido punto de vista está aún en etapa dediscusión. En el campo, el exterminio dedepredadores simplemente continúa: piénsese en

la inminente desaparición del lobo grisnorteamericano con autorización del Congreso, delas oficinas para la conservación y muchoscuerpos legislativos estatales.

Algunas especies de árboles han sido“borradas del mapa” por silvicultores movidospor intereses económicos debido a que crecendemasiado lento o porque tienen un valorcomercial muy bajo como material deconstrucción: el cedro blanco, el alercenorteamericano, el ciprés, la haya y el abetoson algunos ejemplos. En Europa, donde lasilvicultura está más avanzada desde el puntode vista ecológico, las especies de árboles nocomerciales se reconocen como miembros de lacomunidad forestal nativa, para ser conservadascomo tales, dentro de los límites razonables,además, se ha descubierto que algunas de ellas(como la haya) cumplen una valiosa funciónque favorece la ferti l idad del suelo. Lainterdependencia del bosque y las especies deárboles que lo constituyen, la flora del suelo yla fauna, se da por hecho.

La falta de valor económico a veces no esuna característica tan solo de especies o degrupos de especies, sino de comunidadesbióticas completas: pantanos, ciénagas, dunas y“desiertos” son algunos ejemplos. Nuestrafórmula en tales casos es delegar suconservación al gobierno como refugios,monumentos o parques. La dificultad estriba enque esas comunidades bióticas estángeneralmente entremezcladas con tierrasprivadas más valiosas; el gobiernoposiblemente no puede apropiarse o controlaresas parcelas dispersas. El resultado neto es quehemos condenado a algunas de ellas a laextinción total a lo largo de vastas extensiones.Si el propietario privado tuviera una mentalidadecológica, estaría orgulloso de ser el guardiánde una porción razonable de dichas áreas, queagregan diversidad y belleza a su granja y a sucomunidad.

En algunas ocasiones se ha demostrado quela supuesta carencia de rentabilidad en estasáreas “inservibles” no es tal, pero solo una vezque se ha destruido la mayor parte de ellas. Lacampaña actual para restituir el agua a lospantanos donde habita la rata almizclera es unejemplo ilustrativo.

Existe una clara tendencia en laconservación estadounidense a delegarle algobierno todas las tareas necesarias que los

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terratenientes privados no llevan a cabo. En laactualidad, el gobierno posee, opera, subsidia yregula ampliamente la silvicultura, el manejode cadenas montañosas, de suelos y cuencas, laconservación de parques y áreas vírgenes, elcontrol de la pesca y de las aves migratorias; yseguramente gestionará más rubros en el futuro.La mayor parte de este crecimiento en laconservación a cargo del gobierno es adecuadoy lógico; y algunos de estos aspectos soninevitables. El que yo no lo desapruebe estáimplícito en el hecho que he pasado la mayorparte de mi vida trabajando para el gobierno.Sin embargo, surge la pregunta: ¿cuál es laverdadera magnitud de este trabajo? ¿Cubriránlos impuestos sus ramificaciones futuras? ¿Enqué momento la conservación gubernamental sevolverá inválida, como el mastodonte, por susenormes dimensiones? La respuesta, si la hay,parece estar en una ética de la tierra, o enalguna otra fuerza que imponga másobligaciones al terrateniente privado.

Los propietarios y los usuarios de tierraindustrial , especialmente madereros yganaderos, tienden a lamentarse continua yruidosamente sobre las extensiones de lasposesiones del gobierno y su regulación de latierra; pero (con notables excepciones)muestran poca disposición para desarrollar laúnica alternativa que podemos vislumbrar: lapráctica voluntaria de la conservación en suspropias tierras.

Cuando hoy se le pide al terratenienteprivado que realice alguna acción no lucrativapara bien de la comunidad, él acepta, pero conla mano extendida12. Si esa acción le cuestadinero, es justo y apropiado que recibasubsidio; pero cuando cuesta solo previsión,mentalidad abierta o tiempo, el asunto sevuelve por lo menos discutible. El abrumadorcrecimiento de subsidios al uso de la tierra enaños recientes debe atribuirse, en gran parte, alas propias agencias del gobierno encargadas deimpartir educación sobre conservación: lasoficinas de tierras, escuelas agrícolas yuniversidades y los servicios de extensión.Hasta donde puedo detectar, no se enseñaninguna obligación ética hacia la tierra endichas instituciones.

Para resumir, un sistema de conservaciónbasado solamente en un interés económicoindividual, es irremediablemente desequilibrado.Tiende a ignorar, y por lo tanto a eliminareventualmente muchos elementos de lacomunidad de la tierra que carecen de valorcomercial, pero que son esenciales (hasta dondesabemos) para su sano funcionamiento. Sesupone de manera errónea, en mi opinión, quelas piezas económicas del reloj bióticofuncionarán sin las piezas no económicas. Setiende a delegar en el gobierno muchasfunciones que son a la larga demasiado extensas,complicadas o diversas como para que puedarealizarlas.

Una obligación ética por parte delpropietario privado es el único remedio quepodemos vislumbrar para estas situaciones.

La pirámide de la tierra

Una ética para complementar y guiar larelación económica con la tierra presupone laexistencia de alguna imagen mental de la tierraconcebida como un mecanismo biótico. Solopodemos actuar éticamente en relación conaquello que podemos ver, sentir, comprender,amar o “de algún modo” tener fe.

La imagen que se emplea comúnmente eneducación sobre la conservación es “elequilibrio de la naturaleza”. Por razonesdemasiado extensas para ser detalladas aquí,esta metáfora no describe con precisión cuánpoco sabemos acerca del mecanismo de latierra. Una metáfora mucho más veraz es la quese emplea en ecología: la de pirámide biótica.Primero describiré la pirámide como unsímbolo de la tierra y después desarrollaréalgunas de sus implicaciones en términos deuso de la tierra.

Las plantas absorben energía del sol. Estaenergía fluye a través de un circuito llamadobiota, que puede ser representado por unapirámide formada por capas o niveles. El nivelde la base es el suelo. Una capa de plantasdescansa sobre el suelo; una capa de insectos,sobre las plantas; una capa de pájaros yroedores sobre los insectos, y asísucesivamente se asciende a través de variosgrupos animales hasta llegar al nivel superior,constituido por los grandes carnívoros.

Las especies dentro de un nivel sonsimilares no por su origen o por su morfología,

12 N. del T. Con “la mano extendida” para solicitarfondos estatales para hacerlo.

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sino por lo que comen. Cada nivel sucesivodepende de los niveles inferiores para sualimento y a menudo para otros servicios, y asu vez cada nivel proporciona alimento yservicios para los niveles superiores. A medidaque ascendemos, cada nivel presenta menorabundancia numérica. Por lo tanto, para cadacarnívoro hay cientos de presas de las cualesproveerse; esta a su vez cuenta con miles,millones de insectos, innumerables plantas. Laforma piramidal del sistema refleja estaprogresión numérica desde la cima hasta labase. El hombre comparte un nivel intermediocon los osos, los mapaches y las ardillas, quecomen tanto carne como vegetales.

Las líneas de dependencia para laalimentación y otros servicios se llamancadenas alimenticias. Así, suelo-roble-venado-indio es una cadena que hoy ha sidoreemplazada por la cadena suelo-maíz-vaca-granjero. Cada especie, incluidos nosotrosmismos, es un eslabón en muchas cadenas. Elvenado come cientos de plantas además delroble, y la vaca cientos de plantas además delmaíz. Así, ambos son eslabones en centenas decadenas. La pirámide es una maraña de cadenastan compleja que parece desordenada; sinembargo, la estabilidad del sistema demuestraque se trata de una estructura altamenteorganizada. Su funcionamiento depende de lacooperación y la competencia entre susdiversas partes.

Al principio, la pirámide de la vida era bajay achatada; las cadenas alimenticias eran cortasy simples. La evolución ha añadido capa trascapa, eslabón tras eslabón. El hombre es uno delos miles de los componentes que se hansumado a la altura y la complejidad de lapirámide. La ciencia nos ha planteado muchasdudas, pero nos ha dado, por lo menos, unacerteza: la tendencia de la evolución es aelaborar y diversificar la biota.

La tierra, entonces, no es solamente suelo;ella es una fuente de energía que fluye a travésde un circuito de suelos, plantas y animales.Las cadenas alimenticias son los canalesvivientes que conducen la energía hacia arriba;la muerte y la descomposición la regresan alsuelo. El circuito no está cerrado: parte de laenergía se disipa en la descomposición; otraparte se añade por absorción desde el aire; otrase almacena en los suelos, las turbas y enbosques longevos; sin embargo, es un circuito

sostenido como un fondo turbulento de vidaque aumenta lentamente. Siempre hay unapérdida neta por el deslave cuesta abajo, peronormalmente es pequeña y la compensa ladesintegración de las rocas. Ese material sedeposita en el océano y, en el curso del tiempogeológico, resurge para formar nuevas tierras ynuevas pirámides.

La velocidad y el carácter del flujoascendente de energía dependen de la complejaestructura de la comunidad de plantas yanimales, tanto como el flujo ascendente desavia en un árbol depende de su complejaorganización celular. Sin esta complejidad, lacirculación normal probablemente no ocurriría.La estructura de la comunidad está definida porel número característico de especies, funcionesy tipos característicos de las especiescomponentes. Esta interdependencia entre lacompleja estructura de la tierra y su continuofuncionamiento como una unidad de energía esuno de sus atributos básicos.

Cuando ocurre un cambio en alguna partedel circuito, muchas otras partes tienen queajustarse también. El cambio no necesariamenteobstruye o desvía el flujo de energía. Laevolución es una larga serie de cambiosautoinducidos, cuyo resultado final ha sidoelaborar el mecanismo de flujo y alargar elcircuito. Los cambios evolutivos, sin embargo,son por lo general lentos y locales. Lainvención de las herramientas por el hombre leha permitido hacer cambios de una violencia,rapidez y alcance sin precedentes.

Uno de esos cambios está en la composiciónde floras y faunas. Los grandes depredadoreshan sido expulsados de la cima de la pirámide;por primera vez en la historia, las cadenasalimenticias se acortan en lugar de alargarse.Las especies domesticas sustituyen a lasespecies silvestres locales, y las especiessilvestres son desplazadas hacia nuevoshábitats. En este intercambio mundial de florasy faunas, algunas especies rebasan los límitesde sus territorios en forma de plagas oenfermedades mientras otras se extinguen.Tales efectos rara vez son intencionales oprevistos; ellos representan reajustesimpredecibles en la estructura y con frecuenciason inescrutables. La ciencia de la agriculturaes en gran medida una carrera entre elsurgimiento de nuevas plagas y el surgimientode nuevas técnicas para controlarlas.

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Otro de esos cambios modifica el flujo deenergía a través de plantas y animales y suregreso al suelo. La fertilidad es la capacidaddel suelo para recibir, almacenar y liberarenergía. La agricultura, por el uso excesivo delsuelo o por una sustitución radical de especiesnativas por domésticas en la superestructura,puede alterar los canales de flujo de energía oagotar la energía almacenada. Los suelos quehan sufrido agotamiento o que han sidodespojados de la materia orgánica que fija laenergía se deslavan más rápidamente de lo quese forman. Esto es la erosión.

Las aguas, como el suelo, son parte delcircuito de energía. La industria, al contaminarlas aguas o al obstruir su flujo con represas,puede eliminar plantas y animales necesariospara mantener la energía en circulación.

El transporte humano trae consigo otrocambio básico: ahora las plantas o los animalesque crecen en una región se consumen y regresanal suelo en otra región. El transporte lleva laenergía almacenada en las rocas y en el aire y lautiliza en otros lugares; así, fertilizamos el jardíncon nitrógeno procedente del guano de las avesque han comido peces en mares al otro lado de lalínea ecuador. De esta manera, los circuitos queantes eran localizados e independientes, seentremezclan a escala mundial.

El proceso de alteración de la pirámidedebido a la ocupación humana libera la energíaalmacenada, y esto con frecuencia da lugar,cuando llegan los primeros colonizadores, auna engañosa exuberancia de vida vegetal yanimal, tanto silvestre como doméstica. Esasliberaciones de capital biótico tienden aenmascarar o posponer las consecuenciasnegativas de tal violencia.

Este bosquejo práctico de la tierra como uncircuito de energía conlleva tres ideas básicas:(1) que la tierra no es tan solo suelo, (2) que lasespecies de plantas y animales nativosmantuvieron abierto el circuito de energía;otras especies pueden mantenerlo así o no, yque (3) que los cambios provocados por elhombre son de un orden diferente al de loscambios evolutivos, y tienen efectos másamplios de los que el ser humano propone ovisualiza.

Estas ideas, colectivamente, plantean dospreguntas básicas: ¿puede la tierra ajustarse porsí misma al nuevo orden? ¿Pueden lograrse loscambios deseados con menos violencia?

Las biotas parecen diferir en su capacidadpara mantener la conversión violenta. Europaoccidental, por ejemplo, tiene una pirámide muydiferente a la encontrada por César13. Handesaparecido algunos animales grandes; losbosques pantanosos se han convertido enpraderas o tierras de cultivo; se han introducidomuchas plantas y animales nuevos, muchos delos cuales han escapado en forma de plagas; lasespecies nativas remanentes han cambiado engran medida en distribución y abundancia. Contodo, el suelo está todavía ahí y, con la ayuda denutrientes importados, sigue siendo fértil; lasaguas fluyen normalmente, la nueva estructuraparece funcionar y persistir. No se percibeninterrupciones o alteración visible del circuito.

Europa occidental, por lo tanto, tiene unabiota resistente. Sus procesos internos sonrobustos, elásticos, resistentes a la presión quereciben. No importa cuán violentas sean lasalteraciones, la pirámide ha logrado desarrollarhasta ahora nuevos modus vivendi quepreservan su habitabilidad para el hombre y lamayoría de las otras plantas y animales nativos.

Japón parece presentar otro ejemplo deconversión radical sin desorganización.

La mayoría de las demás regionescivilizadas, y también algunas que han sidoapenas tocadas por la civilización, exhibendiversos grados de desorganización desde lossíntomas iniciales hasta la devastaciónavanzada. En Asia Menor y el norte de Áfricael diagnóstico es confuso debido a los cambiosclimáticos, pues estas pudieron haber sido lacausa o el efecto del alto grado de destrucción.En los Estados Unidos de América el grado dedesorganización varía según la localidad; espeor en el sudoeste, en Ozark14 y en algunos

13 N. del T. César Augusto (63 a.C. 14 d.C.), primeremperador de Roma.

14 N. del T. La meseta de Ozark (también montes Ozark)son tierras altas en el centro de los Estados Unidos.Sus depósitos de minerales (plomo, zinc, hierro ybarita) han sido explotados desde 1750. Sufrióexplotación forestal intensiva entre 1850 y 1915 ydesde 1800 agricultura y explotación de la vidasilvestre. El mal manejo forestal sumado a incendiosforestales e inundaciones frecuentes, dejaron el suelodesnudo. En 1933 las agencias de gobierno iniciaronprogramas de manejo de la tierra enfatizando laprotección de recursos y su rehabilitación. Al mismotiempo, se dictaron reglas para el desarrollo recreativo,dado que cientos de miles de personas vivían muycerca de estas tierras públicas. El área sustenta hoyganadería bovina, agricultura, alguna actividad minera,explotación de petróleo y turismo.

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lugares del sur, y menor en Nueva Inglaterra yen el noroeste. Con un mejor uso de la tierra,todavía es posible detener el daño en lasregiones menos avanzadas. En algunas partesde México, Sudamérica, Sudáfrica y Australiaestá en marcha un deterioro violento yacelerado cuyas perspectivas no puedo evaluar.

Este despliegue casi mundial dedesorganización en la t ierra parece sersemejante a la enfermedad en un animal,excepto porque esta nunca culmina en ladesorganización total o en la muerte. La tierrase recupera, pero en un nivel de complejidadmás bajo y con una menor capacidad de cargapara mantener gente, plantas y animales.Muchas biotas actualmente consideradas“tierras de oportunidades” siguen todavíasubsistiendo gracias a que son sometidas a unaexplotación agrícola intensiva; es decir, hanrebasado su capacidad de carga sostenida. Lamayor parte de Sudamérica está sobrepobladaen este sentido.

En regiones áridas intentamos compensar elproceso de deterioro por medio de larecuperación de la tierra, pero es demasiadoevidente que la presunta longevidad de losproyectos de recuperación suele ser efímera. Enel occidente de Estados Unidos los mejoresproyectos no alcanzarían a durar ni siquiera unsiglo.

La evidencia combinada de la historia y laecología parece apoyar una deducción general:mientras menos violentos sean los cambioshechos por el hombre, mayor será laprobabilidad de que ocurra un reajuste exitosoen la pirámide. La violencia, a su vez, varía conla densidad de la población humana; unapoblación densa requiere una conversión másviolenta. A este respecto, Norteamérica tieneuna mayor oportunidad de permanencia queEuropa, si logra limitar su densidaddemográfica.

Esta deducción contradice nuestra filosofíaactual que supone que si un pequeñoincremento en densidad enriqueció la vidahumana, un aumento ilimitado la enriqueceráindefinidamente. La ecología no conoceninguna relación de densidad que se mantengapara límites indefinidamente altos. Todas lasganancias provenientes de la densidad estánsujetas a una ley de utilidad decreciente.

Cualquiera que sea la ecuación empleadaque describa la relación entre los hombres y la

tierra, es improbable que conozcamos ya todossus términos. Descubrimientos recientes acercade minerales y vitaminas en la nutriciónrevelan dependencias insospechadas en elcircuito ascendente: cantidades increíblementeminúsculas de ciertas sustancias determinan elvalor de los suelos para las plantas, y el de lasplantas para los animales. ¿Y qué sucede con elcircuito descendente? ¿Qué pasa con lasespecies en desaparición, cuya preservaciónconsideramos hoy un lujo estético? Ellasayudaron a formar el suelo; ¿en qué formasinsospechadas pueden ser esenciales para sumantenimiento? El profesor Weaver proponeque usemos flores silvestres de pradera para larefloculación15 de los suelos erosionados de lasregiones que sufrieron el “dust bowl”16; ¿quiénsabe para cuál propósito se podría utilizar en elfuturo a las grullas y los cóndores, las nutrias ylos osos grises?

La salud de la tierra y la división A-B

Una ética de la tierra refleja, entonces, laexistencia de una conciencia ecológica y esta, asu vez, refleja una convicción deresponsabilidad individual por la salud de la

15 Se dice que un suelo agrícola está “agotado” cuandobajan el vigor y el rendimiento de los cultivos quecrecen sobre él. Esto ocurre por explotación intensivay mal manejo de los suelos. Los factores quedesencadenan el agotamiento son químicos (pérdida denutrientes, fitotoxicidad), biológicos (pérdida de lamicroflora del suelo) o físicos (pérdida de la estructuradel suelo por exceso de laboreo). Se llama estructuradel suelo al conjunto de partículas de suelo (arcilla,limo y arena) dispuesta en agregados más lo porosentre ellos; la agregación de las partículas de arcillaforma los flóculos. La estructura condiciona elmovimiento del agua y el aire en el suelo, laresistencia a la erosión, la inercia térmica y eldesarrollo radicular de las plantas. En definitiva, laestructura condiciona el desarrollo y el manejoagronómico de los cultivos. Cuando los agregados serompen (desfloculación), se rompe la estructura y elsuelo debe rehabilitarse con manejo apropiado.Leopold sugiere la adición de materia orgánica pararegenerar la macroagregación y a la larga lamicroagregación de las partículas del suelo, procesoque se llama refloculación.

16 N. del T. La llamada “dust bowl” ocurrió entre 1931 y1939 debido a sequías prolongadas, a erosión yespecialmente a décadas de malas prácticas agrícolas.El viento transportó toneladas de suelo superficial a lolargo de miles de kilómetros como nubes de polvodesde las regiones de las grandes praderas. Seperdieron millones de hectáreas de tierras de cultivo,lo que ahondó aún más la depresión económica quesufría Estados Unidos y provocó migraciones masivasde personas desde los campos.

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tierra. La salud es la capacidad de la tierra paraautorregenerarse. La conservación es nuestroesfuerzo por entender y preservar estacapacidad.

Los conservacionistas se destacan por susdiscrepancias. Superficialmente, parecería queestas discrepancias solo aumentan la confusión,pero un examen más cuidadoso revela un únicoplano de división, común a muchos camposespecializados. En cada campo, un grupo (A)considera a la tierra solo como suelo y sufunción como productora de mercancías; otrogrupo (B) considera a la tierra como una biotay su función como algo más amplio. ¿Cuántomás amplio? Eso es algo que ciertamente estátodavía en un estado de duda y confusión.

En mi propio campo, la silvicultura, elgrupo A está bastante satisfecho cultivandoárboles como si fueran repollos, con la celulosacomo el producto forestal básico. No sienteinhibición alguna frente a la violencia; suideología es agronómica. Por otra parte, elgrupo B considera a la silvicultura como algofundamentalmente diferente de la agronomíaporque emplea especies naturales y maneja unambiente natural en lugar de crear unoartificial. El grupo B prefiere la reproducciónnatural en principio. Tanto por razones bióticascomo económicas, se preocupa por la pérdidade especies como el castaño y por la amenazade pérdida de los pinos blancos. Se interesa portoda una serie de funciones forestalessecundarias: fauna silvestre, recreación,cuencas hidrológicas, áreas silvestres. A mijuicio, el grupo B siente la inquietud deconciencia ecológica.

En el campo de la fauna silvestre existe unadivisión paralela. Para el grupo A lasmercancías básicas son el deporte y la carne: laproducción se mide por el número de faisanescazados y el número de truchas capturadas. Lapropagación artificial es aceptable como unrecurso tanto permanente como temporal (si suscostos por unidad lo permiten). El grupo B, porotra parte, se preocupa por una serie decuestiones bióticas colaterales. ¿Cuál es elcosto que se debe pagar, en términos dedepredadores, para producir una cosecha deanimales de caza? ¿Debemos recurrir más amenudo a las especies exóticas? ¿Cómo puedeel manejo restaurar especies disminuidas comoel urogallo de pradera, ya casi desaparecidocomo ave de caza? ¿Cómo puede el manejo

restaurar especies raras amenazadas, como elcisne trompetero o la grulla chillona17?¿Pueden extenderse los principios de manejo ala flora silvestre? Resulta claro para mí queaquí también tenemos la misma división A-Bque existe en la silvicultura.

En el campo más amplio de la agriculturatengo menos autoridad para hablar, pero parecehaber allí también divisiones en algún sentidoparalelas. La agricultura científica se estabadesarrollando activamente antes que naciera laecología, por lo tanto cabe esperar que losconceptos ecológicos penetren más lentamente.Además, el agricultor, por la naturaleza mismade sus técnicas, debe modificar la biota másradicalmente que el silvicultor o el manejadorde fauna silvestre. No obstante, hay muchosdescontentos en la agricultura que parecensumarse a una nueva visión de “cultivobiótico”.

Quizás el más importante de ellos es lanueva evidencia de que el peso o el volumen noson medidas del valor alimenticio de loscultivos agrícolas; los productos de un suelofértil pueden ser superiores tanto cualitativacomo cuantitativamente. Es posible elevar elpeso de las cosechas obtenidas en suelosagotados agregando fertilizantes importados,pero eso no enriquece necesariamente su valoralimenticio. Las posibles ramificaciones finalesde esta idea son tan inmensas que debo dejar suexposición a escritores más capacitados.

El movimiento alternativo que seautodenomina “cultivo orgánico”, aunque poseeciertos rasgos propios de un culto, tiene sinembargo una orientación biótica en sudirección, particularmente insiste en laimportancia del suelo, la flora y la fauna.

Los fundamentos ecológicos de laagricultura son tan poco conocidos para elpúblico, como lo son otras áreas del uso de latierra. Por ejemplo, pocas personas educadas sedan cuenta de que los maravillosos avancestécnicos realizados durante décadas recientes,significan mejoras en la bomba más que en el

17 N. del T. Los urogallos de pradera (“prairie grouse”)incluyen un grupo de especies de gallináceas depradera en categoría amenazada. El cisne trompetero,Cygnus buccinator, es una especie protegida por elU.S. Migratory Bird Act y está en categoríaamenazada en el estado de Michigan. La grullachillona o grulla blanca (Grus americana) es unaespecie en peligro.

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pozo. Acre por acre, esos avances apenas hanlogrado compensar la caída en el nivel defertilidad del suelo.

En todas estas divisiones vemos que serepiten las mismas paradojas básicas: elhombre como conquistador versus el hombrecomo ciudadano biótico; la ciencia comoafilador para su espada versus la ciencia comouna antorcha para explorar su universo; la tierracomo esclava y sirviente versus la tierra comoorganismo o cuerpo colectivo.

El mandato de Robinson a Tristram18 bienpodría aplicarse, en esta coyuntura, al Homosapiens como una especie en el t iempogeológico:

Lo quieras o no,Eres un rey, Tristram, porque eres uno deaquellos pocos que hanPasado la prueba del tiempo, yQue al marcharse dejan un mundo diferentede como era. Deja tu huella por dondepasas.

La perspectiva

Me parece inconcebible que pueda existir unarelación ética con la tierra sin amor, respeto yadmiración por la tierra, y sin un gran apreciopor su valor. Por valor me refiero, obviamente,a algo mucho más amplio que el mero valoreconómico; me refiero al valor en el sentidofilosófico.

Tal vez el obstáculo más serio que impide laevolución de una ética de la tierra es el hechode que nuestro sistema educativo y económicose aleja de una intensa conciencia de la tierraen lugar de dirigirse hacia ella. El hombrecabalmente moderno está separado de la tierrapor muchos intermediarios y por innumerablesartefactos físicos. No tiene una relación vitalcon ella; para él, es el espacio entre ciudades endonde crecen los cultivos. Si se lo deja librepor un día en el campo y, si el lugar no resultaser un campo de golf o un sitio “escénico”, semorirá de aburrimiento. Si los cultivospudieran ser hidropónicos evitando la labranza,

le sentaría muy bien. Los substitutos sintéticosde la madera, la piel, la lana y otros productosnaturales de la tierra le gustan más que losoriginales. En pocas palabras, la tierra es algoque “ha dejado atrás” 19.

Otro obstáculo casi igualmente serio para laética de la tierra, es la actitud del granjero paraquien esta es todavía un adversario o uncapataz que lo mantiene en la esclavitud.Teóricamente, la mecanización del cultivo de latierra debería cortar las cadenas del agricultor,pero es discutible si realmente lo hace.

Uno de los requisitos para una comprensiónecológica de la tierra es el conocimiento de laecología, y esto no está de ningún modoincluido en la “educación”; de hecho, granparte de la educación superior parece evitardeliberadamente los conceptos ecológicos. Elconocimiento de la ecología no se originanecesariamente en cursos que tengan el nombrede ecología; es igualmente probable que segenere en cursos que lleven el nombre degeografía, botánica, agronomía, historia oeconomía. Así es como debe ser, perocualquiera sea el nombre del curso, laeducación ecológica es escasa.

La causa de una ética de la tierra podríaparecer sin esperanza si no fuera por la minoríaque está en obvia rebelión contra estastendencias “modernas”.

El “obstáculo clave” que debe eliminarsepara liberar el proceso evolutivo hacia una éticaes simplemente este: dejar de pensar en el usodecente de la t ierra como un problemaexclusivamente económico. Examínese cadacuestión en términos de lo que es ética yestéticamente correcto, así como tambiéneconómicamente conveniente. Algo es correctocuando tiende a preservar la integridad, laestabilidad y la belleza de la comunidadbiótica; y es incorrecto cuando tiende a locontrario.

Por supuesto que no hace falta mencionarque la viabilidad económica limita la extensiónde aquello que se puede o no hacer por la tierra.Siempre ha sido así y así será siempre. Lafalacia que los deterministas de la economía hanatado a nuestro cuello colectivo (y de la queahora necesitamos liberarnos) es la creencia de

18 N. del T. Edwin A. Robinson (1869-1935), poetanorteamericano que entre sus numerosas obrascompuso una trilogía basada en la leyenda del ReyArturo: Merlin (1917), Lancelot (1920) y Tristam(1927), ganando por ella el Premio Pulitzer en 1928.

19 N. del T. Bajo la concepción propiamente moderna deprogreso, la relación directa con la t ierra esconsiderada como una “etapa superada”.

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que la economía determina todo uso de la tierra.Esto simplemente no es verdad. Un cúmuloinnumerable de acciones y actitudes, incluidastal vez la mayor parte de las relaciones quetenemos con la tierra, son determinadas por losgustos y las preferencias de los usuarios de latierra, más que por sus bolsillos. La mayor partede las relaciones con la tierra gira en torno altiempo invertido, los planes para el futuro, lashabilidades y la fe, más que en torno a lasinversiones de dinero. El usuario de la tierravive de acuerdo a cómo piensa.

He presentado a propósito la ética de latierra como un producto de la evolución socialporque nada tan importante como una ética está“escrito”. Solo el estudiante más superficial dehistoria supone que Moisés “escribió” eldecálogo20; este evolucionó en la mente de unacomunidad pensante; y Moisés escribió unresumen tentativo del mismo para un“seminario”. Digo tentativo porque laevolución nunca se detiene.

La evolución de una ética de la tierra es unproceso tanto intelectual como emocional. Laconservación está cimentada sobre buenasintenciones que han probado ser inútiles, oincluso peligrosas, porque están desprovistas dela comprensión crítica de la tierra o de su usoeconómico. Creo que es un axioma que, en lamedida que avanza la frontera de la ética y pasadel individuo a la comunidad, su contenidointelectual aumenta.

El mecanismo de operación es el mismopara toda ética: aprobación social para lasacciones correctas; desaprobación social paralas acciones incorrectas.

En términos generales, nuestro problemaactual es de actitudes y herramientas. Estamosremodelando la Alhambra con una palamecánica y estamos orgullosos de nuestroslogros. Difícilmente renunciaremos a la pala,que, después de todo, tiene muchos puntosbuenos, pero necesitamos criterios más amablesy más objetivos para utilizarla con éxito.

Editor Asociado: Juan ArmestoRecibido el 28 de agosto de 2007; aceptado el 22 de septiembre de 2007

20Véase N. del T.4.