De Sujetos Coloniales a Ciudadanos Postcoloniales

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¿DE SUJETOS (COLONIALES) A CIUDADANOS (POSTCOLONIALES)?: NOTAS SOBRE EL DISCURSO DE LA EMANCIPACIÓN Fernando Unzueta The Ohio State University 1  La crítica del sujeto transcendental como autor(-idad) y centro epistemológico que determina unívocamente el significado de los textos es una de las claves del pensamiento postestructuralista (y postmoderno). 1 No es sorprendente, entonces, que en los últimos años se hayan publicado desde esta y otras perspectivas varios artículos sobre el sujeto de y en la literatura hispanoamericana; en ellos se empieza a problematizar su autonomía y a explorar su identidad contradictoria, se considera la emergencia de nuevas formas de subjetividad en situaciones socio- históricas coloniales o neocoloniales y, filialmente, se examinan las distintas "posiciones" discursivas que ocupa el sujeto. 2 Al mismo tiempo que se viene replanteando la noción del sujeto, gracias a la re-conceptualización de la nación en términos de su construcción narrativa, se han renovado los estudios en torno a la formación de las nacionalidades. Sorprendentemente, pocos trabajos exploran la importante intersección entre estas dos tendencias críticas, teórica y prácticamente relacionadas. 3 Los contactos entre sujeto y nación son, en efecto, muchos y complejos. Tanto la "comunidad imaginada" de la nación como sus sujetos se constituyen a lo largo del siglo XÍX mediante distintas instituciones educativas, prácticas sociales y culturales, y una multitud de narraciones periodísticas, históricas y literarias. El discurso colonial y postcolonial también se apoya en el cuestionamiento del sujeto "soberano," sobre todo si se lo ve como centro de la autoridad (discursiva más que textual) y del poder político y cultural (ver Seed 1991.184, y 1993.152). En éste nuevo "campo" se destaca la extrema complejidad de las subjetividades coloniales y postcoloniales: "otras" contradictorias, fragmentadas, reificadas, híbridas y cambiantes (Adorno i 933 y 1995; Williams y Chrisman 1994,373; Bhabha 1994, 42-44), así como las dificultades que tienen ciertos sujetos para articularse como agentes históricos, o incluso para "hablar" (o representarse) en contextos en los cuales las relaciones de poder son asimétricas (Bhabha 1994, 171-97; Spivak 1988). Sintomáticamente, la mayor parte de los estudios sobre los sujetos latinoamericanos se concentran en sujeto "colonizado" de los siglos XVI y XVII, en los sujetos femeninos de distintas épocas, o en sujetos marginados de la época contemporánea, y frecuentemente sugieren estrategias liberadoras. 4 En marcado contraste, la constitución del sujeto latinoamericano hegemónico ha recibido muy poca consideración crítica. A consecuencia, muchos de los estudios sobre el discurso marginal corren el riesgo de articular su visión del "sujeto subalterno" un tanto en el vacío sin considerar sus interacciones con otros sujetos, incluyendo los "dominantes." 5 [Elaboré algunas de las ideas iniciales de est e artículo en "Sobre la formación de los sujetos nacionales, " Memorias de las Jornadas Andinas de Literatura Latino-americana (La Paz: Plural Eds. /Universidad Mayor de San Andrés, 1995):783-90]

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¿DE SUJETOS (COLONIALES)A CIUDADANOS (POSTCOLONIALES)?:

NOTAS SOBRE EL DISCURSO DE LA EMANCIPACIÓN

Fernando Unzueta

The Ohio State University 

1 La crítica del sujeto transcendental como autor(-idad) y centro epistemológico que determinaunívocamente el significado de los textos es una de las claves del pensamiento postestructuralista(y postmoderno).1 No es sorprendente, entonces, que en los últimos años se hayan publicadodesde esta y otras perspectivas varios artículos sobre el sujeto de y en la literaturahispanoamericana; en ellos se empieza a problematizar su autonomía y a explorar su identidadcontradictoria, se considera la emergencia de nuevas formas de subjetividad en situaciones socio-históricas coloniales o neocoloniales y, filialmente, se examinan las distintas "posiciones"discursivas que ocupa el sujeto.2

Al mismo tiempo que se viene replanteando la noción del sujeto, gracias a la re-conceptualizaciónde la nación en términos de su construcción narrativa, se han renovado los estudios en torno a laformación de las nacionalidades. Sorprendentemente, pocos trabajos exploran la importanteintersección entre estas dos tendencias críticas, teórica y prácticamente relacionadas.3 Loscontactos entre sujeto y nación son, en efecto, muchos y complejos. Tanto la "comunidadimaginada" de la nación como sus sujetos se constituyen a lo largo del siglo XÍX mediante distintasinstituciones educativas, prácticas sociales y culturales, y una multitud de narracionesperiodísticas, históricas y literarias.

El discurso colonial y postcolonial también se apoya en el cuestionamiento del sujeto "soberano,"

sobre todo si se lo ve como centro de la autoridad (discursiva más que textual) y del poder políticoy cultural (ver Seed 1991.184, y 1993.152). En éste nuevo "campo" se destaca la extremacomplejidad de las subjetividades coloniales y postcoloniales: "otras" contradictorias,fragmentadas, reificadas, híbridas y cambiantes (Adorno i 933 y 1995; Williams y Chrisman1994,373; Bhabha 1994, 42-44), así como las dificultades que tienen ciertos sujetos paraarticularse como agentes históricos, o incluso para "hablar" (o representarse) en contextos en loscuales las relaciones de poder son asimétricas (Bhabha 1994, 171-97; Spivak 1988).Sintomáticamente, la mayor parte de los estudios sobre los sujetos latinoamericanos seconcentran en sujeto "colonizado" de los siglos XVI y XVII, en los sujetos femeninos de distintasépocas, o en sujetos marginados de la época contemporánea, y frecuentemente sugierenestrategias liberadoras.4 En marcado contraste, la constitución del sujeto latinoamericanohegemónico ha recibido muy poca consideración crítica. A consecuencia, muchos de los estudios

sobre el discurso marginal corren el riesgo de articular su visión del "sujeto subalterno" un tantoen el vacío sin considerar sus interacciones con otros sujetos, incluyendo los "dominantes."5

[Elaboré algunas de las ideas iniciales de este artículo en "Sobre la formación de los sujetos nacionales, "Memorias de lasJornadas Andinas de Literatura Latino-americana (La Paz: Plural Eds. /Universidad Mayor de San Andrés, 1995):783-90]

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Con estas discusiones en mente, en estas páginas discuto la constitución del sujetohispanoamericano hegemónico en el siglo XIX; más específicamente, examino la producción de losciudadanos o sujetos nacionales en algunos textos de los movimientos de la independencia, apartir de un contraste con el "sujeto colonial," y en relación a los sujetos postcolonialessubalternos. El análisis crítico de estos tempranos documentos nacionalistas permite cuestionar el"gran relato" de la emancipación (Lyotard 1934, 35-37) y, seguramente, ciertos paradigmasexistentes sobre el discurso post-colonial.6

El discurso de la emancipación articula, en principio, una doble liberación del sujeto colonial. Enprimer lugar, representa la independencia como la ruptura de los lazos de sujeción entre lossúbditos americanos del rey y la corona española; en segundo, insiste en la apertura de un nuevohorizonte de posibilidades para la expresión y realización de la felicidad de! sujeto en un marco delibertad y respeto de los derechos del ciudadano.

Ambos aspectos están presentes en el Diálogo de Atahualpa y Fernando Vil  (I SOS) deMonteagudo. En esta obra, el inca observa que cuando un monarca "nada mira por el bien de susvasallos, faltando él a sus deberes, ha rolo también los vínculos de sujeción y dependencia de sus

pueblos" (1974, 259); considerando que eso es lo que ha sucedido en la América española,Atahualpa concluye su "diálogo" con Fernando VII (en los Campos Elíseos) con la siguienteexhortación a los americanos, "vasallos" de su interlocutor: "Quebrantad las terribles cadenas dela esclavitud y empezad a disfrutar de los deliciosos encantos de la independencia...publicandovuestra libertad seréis lodos dichosos" (261). En el mismo ámbito de rebelión anticolonial criollatanto intelectual como políticaen el que circula el manuscrito de Monteagudo, la famosa"Proclama" de la Junta Tuitiva de La Paz (1809) también anuncia esta doble emancipación: "Ya estiempo, pues, de sacudir yugo tan funesto a nuestra felicidad...para ser en adelante tan felicescomo desgraciados hasta el presente". (1 977, 72) Ambos textos confinan la "esclavitud"("sujeción y dependencia," "yugo") al pasado y proyectan la "felicidad" ("dichosos," "felices") al futuro; la independencia conduciría, entonces, al "goce de la libertad."7 

Según esta interpretación, el "despotismo y [la] tiranía de un usurpador injusto" ("Proclama")habían "inmolado" la "primitiva libertad" de los americanos, que vivían "sujetos a. los reyes deEspaña" o "sujetos a una nación extranjera" Monteagudo [1808] 1974,259 y 261). La"servidumbre" en que se encontraban los sujetos coloniales americanos, observa Bolívar, setraduce en su "nula", existencia política y, por lo tanto, en su falla de capacidad para actuar en elámbito político ([18 15] 1981, 37). El proceso emancipatorio debía liberara los sujetos coloniales ytransformarlos en ciudadanos libres, capacitados, por un lado, para disfrutar de los "deliciososencantos de la independencia" a los que se refería Monteagudo, y por otro, para participar comoagentes históricos en el futuro de sus repúblicas.

La participación del sujeto en la vida republicana se concibe en términos de la representación,

entendida tanto como la inscripción de lo nacional mediante la escritura ("mimética" y/oconstitucional) y como la representación política de los ciudadanos por un cuerpo legislativo. Enmuchos textos del siglo XIX ambos elementos de la representación están relacionados y sonconstitutivos de la "nación liberal":

La nación la constituyen actos deliberados del pueblo, representado en asambleas, y hay de sus bases ycondiciones constancia escriturada, porque es la inteligencia y la voluntad las que constituyen la asociación yno la tierra ni la sangre. (Sarmiento [1858] 1883-1900, 106)

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 En el racionalismo legalista de esta cita, el "pueblo," cuyas acciones constituyen la "nación," debeestar "representado en asambleas." En última instancia, y el "ejemplo" de Sarmiento resulta enesto paradigmático, son los "representantes" (y no el pueblo o los sujetos representados) los quedejan "constancia escriturada" de la nación.

En términos más generales, el "hombre libre" que proclama el discurso de la emancipación yque supuestamente precede y sigue al sujeto coloniales producto ya sea de un mito ilustrado("el buen salvaje" antes de sujetarse a un contrato social) o de un constructo liberal (el ciudadanolibre, también de origen ¡luminista).8 Si bien el discurso de la emancipación utiliza en su lucha anti-colonial la supuesta libertad "natural" o "primitiva" del sujeto americano, esta estrategia resultasecundaria en comparación a la urgencia que se percibe en las repúblicas por definir y constituir elsujeto post-colonial.

Me interesa cuestionar precisamente el ideomito del "ciudadano libre, preocupándome por susujeción discursiva más que por la opresión y exclusión política que muchos sujetos postcolonialessufren. Por lo tanto, considero "la división de los ciudadanos en activos y pasivos" propuesta por el

propio Bolívar ([1819] 1981 67) como un punto de contraste entre el sujeto dominante (en el queme enfoco) y los sujetos subalternos. Dicha división (aún vigente en las prácticas políticas yelectorales contemporáneas, aunque ya no en los códigos legales) implica, claro está, la exclusiónde las mujeres, los indígenas, los ciudadanos sin propiedad y otros grupos subalternos de laciudadanía activa.9 Me concentro, entonces, en un caso muy sutil de subyugación: la delciudadano "activo," sujetó, como se verá, a pesar de su supuesta autonomía y universalidad.

En efecto, una lectura cuidadosa de los textos de y sobre la independencia, apunta a un cambio enel tipo y naturaleza de la sujeción más que a una "liberación" del sujeto. En otras palabras, elvasallo colonia! se convierte en súbdito de la nación o ciudadano-sujeto (ver Balibar 1991). Desdeesta perspectiva, los sujetos "siempre” lo son; lo que cambian son los tipos de interpelación

ideológica y discursiva que transforman a los individuos en sujetos (Althusser 1971,170-76). Alconceptualizar el sujeto post-colonia! en estos términos, se evita la engañosamente simpledicotomía entre una esclavitud (metafórica) y la "libertad, 10 y se reconoce que esta contraposiciónes en sí una estrategia de legitimación que utiliza el "ciudadano."11 Resulta más productivo,entonces, estudiar los cambios que sufre "el sujeto" en el proceso político y discursivo de laemancipación, proceso que inicia la formación de los sujetos nacionales.12 Me interesa, entonces,cuestionar el discurso de la emancipación, y más específicamente, examinar los límites impuestospor lo "nacional" al sujeto postcolonial dominante, el ciudadano "activo."

En la "Carta de Jamaica" (1815) de Bolívar se empiezan a percibir algunas de las aporías de lalibertad del futuro ciudadano. En este texto se parte de la noción contractual del sujeto colonial(1981, 39), y se espera que el "pueblo" americano cobre "los derechos con que el Creador y lanaturaleza lo han dotado" (36); consecuentemente, romper las "cadenas" implica ver la "luz" ylograr la "libertad" (32). Esta liberación se debe implementar mediante la fundación de "ungobierno legítimo, justo y liberal," de un "gobierno constitucional," que debería ser "digno delpresente siglo y adecuado a nuestra situación" (39,40). La libertad del ciudadano se define enfunción de la protección que le otorga un gobierno paternalista.13 En la "ojeada" de la "situación"política del hemisferio que hace Bolívar, sin embargo, destaca los peligros de la "anarquía" y del"caos de la revolución" (39, 40); cuando el orden y la estabilidad se ven amenazados, el gobierno,supuestamente benevolente, tiende a ignorar la constitución y, eventualmente, a restringir los

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derechos del ciudadano: "Los acontecimientos de la Tierra Firme nos han probado que lasinstituciones perfectamente representativas no son adecuadas a nuestro carácter, costumbres yluces actuales" (41). A partir de este temprano e importante documento político, y en otros a lolargo del siglo, se sanciona un gobierno autoritario para la república liberal y se homologan elpoder y la autoridad paternales con los estatales.

Bolívar alude en el "Discurso de Angostura" (1819) a la ambivalente concepción rousseauniana de!"ciudadano": por un lado, es un agente autónomo partícipe de la autoridad soberana, pero porotro es un  "sujeto," sometido a las leve del estado (ver Rousseau 1987, 25; y el comentario deBalibar 1991, 48). En el "gran relato" de la emancipación, sin embargo, la democraciarepresentativa apenas  se aleja del modelo de la democracia directa: el ciudadano delegavoluntariamente sus derechos a un legislador que eroga las leyes que él desea y que está sujeto alas mismas leyes; es decir, el ciudadano se "auto-gobierna" a través de sus representantes (verLyotard 1984, 35). Resulta sintomático, entonces, que cuando renuncia a sus "títulos" deLibertador y Pacificador, Bolívar aspira únicamente al de "buen ciudadano," y deposita su destino yel de Venezuela en manos de los legisladores, cuyas funciones incluyen "la creación de un cuerpopolítico y aun se podría decir te creación de una sociedad entera" ([1819] 1981, 50-51).14

La "felicidad" en esta sociedad civil, "creada" por el Congreso, "consiste en la práctica de la virtud,"las buenas costumbres y, en última instancia, en la subordinación de los ciudadanos ante "elimperio de las leyes," ya que sólo sometiéndose a ellas logran la libertad ([1819] 1981, 52). Enotras palabras, los magistrados o representantes legislan lapolis; en el proceso, inventan y limitan,a la vez, las libertades y los derechos del ciudadano.15

En la poesía patriótica, fundadora de los mitos de los héroes nacionales, se hará eco pocos añosdespués a los anteriores argumentos políticos. Olmedo, en su "Victoria de Junín"(1826), elogia laimposición de nuevas leyes" por la "sanguínea espada" de Bolívar (1971, 454-55), cuya "gloria" sedefine en este poema tanto o más por su papel legislativo que por el de guerrero: "Tuya será

Bolívar, esta gloria: /Tuya romper el yugo de los reyes,/Y a su despecho entronizar las leyes" (465).En estos versos se aprecia claramente cómo el súbdito del rey se transforma en sujeto ante la ley.Además de sancionar la sujeción legal del ciudadano, Olmedo previene que el "brazo" vengadordel Inca, debe estar preparado para arredrar a "sediciosos y a tiranos" y para "poner a olas civiles /Limites ciertos" (469). Como en el texto de Bolívar (18 15), cuando el gobierno percibe que el"orden" social se ve amenazado, "limita" los derechos de asociación y expresión de losciudadanos.

En la definición utilitaria de! gobierno que propone Bolívar, se articula una tensión entre lalibertad (o "felicidad") del ciudadano y el control que le impone el estado: "El sistema de gobiernomás perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de segundadsocial y mayor suma de estabilidad política" ([1819] 1981, 57). Para preservar la "seguridad social"

y la "estabilidad política," claro está, el "sistema de gobierno" debe restringir la libertad de accióndel individuo, convertirlo en un ciudadano-sujeto, sometido a las "leyes" y a las "buenascostumbres," elementos que definen su ambigua libertad: 16

El imperio de las leyes es más poderoso que el de los tiranos, porque son más inflexibles, ytodo debe someterse a su benéfico rigor; que las buenas costumbres, y no la fuerza, sonlas columnas de las leyes; que el ejercicio de Injusticia es el ejercicio de la libertad. ([1819]1981,52)

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 La sujeción postcolonial, entonces, ejerce una forma de poder "moderna," basada en ' lahegemonía y el consentimiento más que en la fuerza o el temor.

Para Bolívar y otros escritores liberales a lo largo del siglo XIX no son las leyes o costumbresrepublicanas sino la opresiva herencia del sistema colonial lo que mantiene a los ciudadanos enuna (parcial) sujeción: "Nuestras manos ya están libres, y todavía nuestros corazones padecen delas dolencias de la servidumbre" 1819] 1981,58).17 Unas décadas más tarde, el movimientoromántico de la llamada emancipación mental asumirá la misma actitud. En ambos casos seconsidera que después de la independencia política, la "servidumbre espiritual" (de la "mente" o el"corazón") sólo es atribuible a sujetos constituidos en un ambiente dominado por la sobrevivenciade prácticas retrógradas del pasado, y desaparecería en cuanto los ciudadanos inventaran suspropios y originales modelos culturales. La formación de los sujetos nacionales, por lo tanto, estáligada a prácticas discursivas específicas n sus consecuencias. En este sentido, Bolívar estáconsciente de que no es suficiente cambiar las leyes; según él, hay que "regenerar el carácter y lascostumbres" ([1819] 81, 67) de los americanos. Es decir, se tiene que crear nuevos sujetos(nacionales): s ciudadanos libres, hombres virtuosos, patriotas e ilustrados.18

Si bien Bolívar afirma que los "ciudadanos activos" "crean" la sociedad o constituyen" la repúblicamediante su labor legislativa y sus prácticas sociales y discursivas, no parece preocuparse por elhecho que los mismos discursos e instituciones republicanos que ellos imponen en la sociedadlimitan la libertad de dos los ciudadanos y producen sus formas específicas de "servidumbre" en elproceso de formación de los sujetos nacionales. Pese a que los textos de la época privilegian en larepresentación de la independencia los elementos liberadores, el fenómeno de sujeción colonialde los criollosque el discurso de la emancipación contribuye a la organización política de laépoca virreinales comparable al que se articula en el mismo discurso para los ciudadanos en larepública. En ambas situaciones, la formación de los sujetos, sean coloniales o nacionales, seproduce mediante su incorporación en distintas comunidades imaginadas y sus complejas redes

de relaciones simbólicas, axiológicas y emotivas. Estos elementos sujeción discursiva refuerzan ycomplementan el control impuesto por las leyes y estado, consolidando su hegemonía.

El sujeto colonial americano, hasta poco antes de la independencia, se define sobre todo entérminos de su amor y fidelidad al rey, centro incuestionado del poder absoluto, por delegacióndivina.19 Resultan ilustrativas las observaciones de Monteagudo en su disertación universitaria de1808, escritas durante los "últimos días" de la Audiencia de Charcas y sólo un año antes de alzarsecontra el rey:

El Rey asegurado en su trono reyna pacíficamente y rodeado del resplandor que recibe dela misma Divinidad alumbra y anima su vasto reyno. Ninguna idea de sedición llega a agitarel corazón de sus vasallos: todos le miran come a imagen de Dios en la tierra, como fuente

invisible del orden y el Astro predominante de la sociedad civil. (En Moreno 1978/89)

La transformación ideológica de Monteagudo (futuro "prócer de la patria") entre este pasaje y elya mencionado Diálogo que escribiría pocos meses después, tiene un eco en la re-construcciónficcional del mismo período y contexto histórico de transición en Juan dé la Rosado Aguirre (1885);en esta novela, un sacerdote criollo y posteriormente fervoroso patriota, se refiere inicialmente a"nuestro bondadoso rey don Fernando Vil," e insiste en "el amor, la sumisión, el respeto...laveneración que debemos tenerle todos sus vasallos" (1987, 25).

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 Después del descentramiento de la comunidad monárquica española y su disolución (casi total) enlas Américas, se interpela a los individuos como a ciudadanos o sujetos nacionales y ya no como a"vasallos." En el caso colonial, el poder reside en la figura del rey, pero a pesar de representar unabsolutismo incuestionable, este "centro" de la sociedad no deja de ser externo al sujeto. Másaún, en un claro paralelo al discurso religioso, en el que se apoya, la autoridad del rey parecebasarse en una "sumisión" de los sujetos semejante a la producida por el "temor de Dios."Asimismo, el "respeto" a la divinidad o al rey se difunde mediante el dogma y tienen lacertidumbre de las verdades absolutas y trascendentales.Curiosamente, en la sujeción postcolonial! se sigue apelando a los sentimientos del individuo entérminos parecidos (pero no idénticos) a los que se prescriben para el súbdito colonial. SegúnBolívar: "El amor a la patria, el amor a las leyes, el amor a los magistrados, son las nobles pasionesque deben absorber exclusivamente el alma de un republicano" ([1819] 1981, 65). A diferencia dela "fidelidad" que se le debe al monarca, las "pasiones" republicanas deben ser cultivadas y no sonsimplemente transmitidas.

De cualquier manera, la formación del "espíritu nacional" supone la sujeción de los "republicanos"

mediante el amor a la "patria," con todo lo que ello implica; el ciudadano no sólo debe respetar yobedecer a los "magistrados" y sus "leyes," también tiene que "amarlos." Para "fundir" el "espíritunacional" en "la masa del pueblo," para inculcarle los sentimientos del amor patrio, Bolívarrecomienda forjar la unión social y, sobre todo, promover la educación: "La educación popular,"señala, "debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del Congreso." En particular, impulsala creación de una "potestad" republicana "cuyo dominio sea la infancia y el corazón de loshombres, el espíritu público, las buenas costumbres y la moral republicana," y continúa con lasiguiente exhortación: "Constituyamos este Areópago para que vele sobre ¡a educación de losniños, sobre la instrucción nacional" ([1819] ¡981, 66). Este omnipoderoso aparato ideológico deestado sugerido por el "Libertador" pretendía un control casi absoluto de los sujetos nacionales yaque debía tener jurisdicción para corregir, juzgar y castigar el comportamiento, los pensamientos y

hasta los sentimientos (o el "corazón"), tanto de los niños como de los hombres o ciudadanos – supuestamente libres.

Afortunadamente, en la experiencia republicana las instituciones y prácticas discursivas desujeción no han tenido el poder ni control totales del Areópago propuesto por Bolívar. El desafíode la república en cuanto a información de sus sujetos consiste en imponerse por oíros medios:hacer que los sujetos internalicen su poder. Los nuevos estados deben educar a los ciudadanospara que acaten voluntariamente sus leyes, costumbres y modelos; estos sujetos "modernos,"entonces, aceptan la hegemonía de la nación: "las buenas costumbres y no la fuerza, son lascolumnas de las leyes" (Bolívar [1819] 1981,52). Las leyes y las '' constituciones a las que sesomete el ciudadano, a pesar que garantizan todas sus libertades y derechos, también lodeterminan cómo sujeto.

La formación de los sujetos nacionales se produce a través de una pluralidad de aparatosideológicos estatales y culturales, incluyendo las instituciones legales y educativas, por medio deprácticas sociales, y a través de múltiples textos periodísticos, históricos y literarios. En la prensaboliviana de la primera década independiente, por ejemplo, se traza un paralelo entre laeducación familiar y la que los magistrados imparten a "todo un pueblo" al enseñarle a "amar" a lapatria; una de las obligaciones de los legisladores es "formar ciudadanos."20 Se crea y fomenta el"amor patrio" ligando "el bienestar individual a la existencia de la patria, no por empleos, sino por

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leyes benéficas y protectoras."21 En otro periódico también se asocia "el respeto y amor quedeben formar el carácter de un Ciudadano" con la "bondad" de los "códigos" republicanos: el"amor a las Leyes" conserva la "libertad" nacional y la hace prosperar.22 Asimismo, se sugiere queestos sentimientos son internalizados por los sujetos nacionales al incorporar una ética cívica("pública") en su vida privada y viceversa; para ser un buen "ciudadano," es necesario primero serbuen padre, hijo, esposo y amigo, ya que "las virtudes domésticas son el fundamento de lasvirtudes públicas" y, consecuentemente, "el mejor capital de una Nación consiste en las"costumbres domésticas de los ciudadanos."23

Similarmente, a partir de mediados de siglo, las novelas hispanoamericanas insertan a los sujetosen la familia y la nación, como si fueran las únicas modalidades de organización social imaginables.Tanto a la familia como a la nación, el sujeto 'es debe amor, lealtad y obediencia; debe estardispuesto a sacrificarsee incluso dar la vidapor ellas, tal como lo haría por la persona amada.El sujeto se entrega, entonces, a los lazos simbólicos y emotivos que le impone la nación paraincorporarlo en ella; estos lazos se consolidaban en términos de "costumbres," prácticascotidianas y regulaciones sociales; en última instancia, todos estos aspectos son parte de una'auto-disciplina" que limita la libertad social e individual del ciudadano de manera más efectiva

que muchas leyes, a la vez que le confiere un carácter menos represivo (o más "humano") al poderhegemónico del estado nacional.24 

En una nota más positiva, se debe insistir en la flexibilidad de la sujeción nacional. Incluso ensociedades autoritarias, los más diversos textos, discursos aparatos ideológicos compiten por laatención del sujeto, solicitando sus lealtades desde posiciones divergentes y potencialmenteopuestas. La sujeción del ciudadano entonces, no es monolítica ni absoluta, y resulta problemáticoconcebir su subjetividad como una unidad indivisible y coherente, sin tomar en cuenta susresistencias contradicciones y distintas filiaciones ideológicas, así como la existencia concreta decada ser humano.25 A pesar de estas posibles aperturas,)'de la relativa autonomía de los sujetos, lanación, gracias a todas sus narraciones y prácticas culturales, adquiere una marcada fuerza

hegemónica a lo largo del siglo XIX, tanto en el plano político y social, como en la constitución delimaginario patrio de sus miembros y, sobre todo, en la producción del ciudadano como sujetonacional.26

La constitución del ciudadano como el sujeto nacional  dominante no implica que el sujetopostcolonial deje de ser un sujeto contradictorio, ni que se pueda hablar de un sujeto nacional nodiferenciado, como la retórica igualitaria de la ciudadanía (y de la nación) pretenden. De aquí quéno tiene mucho sentido asumir, como parece que lo hace Anderson ([1983] 1991, 50), que con eltexto de San Martín en el que decreta que los indígenas son "ciudadanos"  y serán llamados"peruanos" se los constituye como el mismo sujeto nacional que es el legislador que eroga ese tipode leyes o el "ciudadano activo."27

La mayoría de los estudios sobre los sujetos latinoamericanos ofrecen una perspectiva contraria alos discursos celebratorios de la "fábula maestra" de la emancipación; al centrarse en los sujetosmarginados, cuando mencionan al sujeto hegemónico a veces articulan una visión simplista de él,considerándolo como un agente histórico que ejerce su poder sobre los sujetos subalternos entérminos absolutos. Estas interpretaciones problematizan las subjetividades tradicionalmentesilenciadas ("alienadas" o marginadas) y el entrecruzamiento de sus distintas posiciones, peroperpetúan el mito del sujeto "soberano" en el caso del sujeto dominante, ignorando que éste

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prácticas discursivas de resistencia que surgen ante el legado colonial (ver Barker et al i994, 4-5). Mishra yHodge (1991) tratan de marcar una diferencia más radical entre lo que en muchos casos obedece a simplespreferencias (Williams y Chrisman usan sólo pose-colonial); consideran que la oposición post-colonial  entorno al "momento" de la independencia ya "murió," y que en la teoría contemporánea se debe hablar deun postcolonialismo en el que coexisten formas cómplices del poder y otras de oposición. En este estudioutilizo tanto post-colonial  como postcolonial, y también post(-)colonial  cuando quiero incluir todos los

matices de ambos conceptos, incluyendo el de oposición anti-colonial poco antes y después de laindependencia en Hispanoamérica (c.1808-1830).7

La expresión es de Bolívar ([1815] 1981, 37). El deseo de ser libre(s), claro está, es uno de los tópicosprincipales de los himnos nacionales de esa época; en la mentalidad ilustrada, la libertad estabaíntimamente relacionada al terna de la felicidad.8En el Diálogo, por ejemplo, se insiste en la liberación de los súbditos coloniales que traerá la

independencia: "sus vasallos están a punto de decir viva la libertad" (Monteagudo [1808] 1974, 261), ytambién se destaca que esa libertad futura es una recuperación de la primigenia: "el hombre libre por naturaleza...si obligado a vivir preso en sociedad ha hecho el terrible sacrificio de renunciar el derecho dedisponer de sus acciones y sujetarse a los preceptos y estatutos de un Monarca, no ha perdido de reclamarsu primitivo estado..." (259; mi énfasis).9En estos casos, que no estudio ahora, la sujeción discursiva también es necesaria, instrumental y mucho

más obvia. Las limitaciones constitucionales que determinan la personería jurídica constituyen una de las

maneras más efectivas de excluir a ciertos grupos de la ciudadanía ("activa") y su participación en la vida"nacional." Ver, por ejemplo. Ramos 1994.10

Este tipo de interpretación ruptura! no es exclusiva al discurso de la emancipación. Anderson, porejemplo, marca un contraste paralelo entre los "súbditos" (subjects) de las monarquías y los "ciudadanos"de las comunidades nacionales ([I983J 1991, 19).11

Según Balibar: "The condition of the subject will be retrospectively identified with that of the slave, andsubjection with 'slavery,' from the point of view of the new citizen and his revolution (this will also be anessential mechanism of his own idealization)" (1991, 44).12

También me apoyo en los estudios de  Foucault, quien sintetizando los trabajos de sus últimos 20 años,afirma: "My objective, instead, has been to create a history of the different modes by which, in our culture,human beings are made subjects" (1982, 777).13

Los estados americanos han menester de los cuidados de gobiernos paternales que curen las llagas y las

heridas del despotismo y la guerra" (Bolívar (1815] 1981, 42).14A este tipo de "creación" se refiere Sarmiento, seguramente, cuando señala que las asambleas dejan

"constancia escriturada" de la nación. O, en el lenguaje de Foucault, el lenguaje y las prácticas discursivas nosólo representan sus objetos (como la "nación" o la "sociedad") sino que también los "forman" (1972, 49).15

En las últimas líneas del "Discurso" se cristalizan las tensiones entre emancipación y sujeción legal cuandose incita a los legisladores a hacer triunfar "la igualdad y la libertad...bajo el imperio de leyes inexorables"([1819] 1981, 71).16

Balibar también señala las aporías de la "libertad" del sujeto: "(Freedom can in fact only be thought as thefreedom of the subject, of the subjected being, that ¡s, as a contradiction in terms"(1991, 36). Estascontradicciones vienen de las propias definiciones ¡lustradas de la libertad (jurídica): "It ¡s the priviledge tolend obedicnce to no external laws except those to which I could have given consent" (Kant 1986, 93).17

La cita completa es de interés: "Las reliquias de la dominación española permanecerán largo tiempo antesque lleguemos a anonadarlas; el contagio de despotismo ha impregnado nuestra atmósfera, y ni el fuego de

la guerra, ni el específico de nuestras saludables leyes han purificado el aire que respiramos. Nuestrasmanos ya están libres, y todavía nuestros corazones padecen de las dolencias de la servidumbre" ([1819]1981, 57-58). Cabe notar que a diferencia de muchas otras experiencias históricas, el discurso nacionalistahispanoamericano surge en una situación post(-)colonial. Esto explicaría el énfasis en lo cultural más que enlo político del nacionalismo temprano, o mejor, el hecho que lo político transita por lo cultural en estaépoca.18

Los códigos, los sistemas, los estatutos por sabios que sean son obras muertas que poco influyen sobre lassociedades: ¡hombres virtuosos; hombres patriotas, hombres ilustrados constituyen las repúblicas!" (Bolívar[1819] 1981, 58).' La exclusión de las mujeres que implica este modelo resulta evidente.

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19Gabriel Rene Moreno recoge múltiples testimonios al respecto, incluyendo las enseñanzas de un

"Catecismo regio" de 1793: sólo Dioses superior al Rey y éste [a diferencia del Rey] no está "sujeto" alpueblo ([1896] 1978, 280.y 288); cita también un documento oficial titulado "Testimonio de fidelidad y amora nuestro Monarca augusto el señor don Fernando VII..." de 1808(237).20

Educación pública," El Iris de La Paz 15 ago. 1829: 3-4. Las interconexiones entre ciudadano, magistrados,leyes y nación se hacen obvias en el siguiente argumento circular del mismo artículo: "Los hombres fundan

los pueblos o erigen las naciones, ellos hacen las leyes y forman a los ciudadanos y majistrados, y la nación[,] la lei y el majistrado forman a su vez a los hombres y ciudadanos...."21

"Constitución política," El Iris ele La Paz 6 may. 1832: 2.22

Códigos," El Boliviano 7 abr. 1831: 2.23

En una carta remitida a los editores de El Boliviano 2 oct.' 1836: 4, firmada por “Un patriota." 24

Según Chatterjee, "The principal justification for the modern regime of power is that by making socialregulations an aspect of the self-disciplining of normalized individuals, power is made more productive,effective, and humane" (1993, 17).25

Para un argumento semejante, ver Smith 1988, 17-18.26

Smith señala que si bien las distintas posiciones de sujeto le permiten a un "agente" histórico resistirciertas presiones ideológicas, las resistencias también se producen en un determinado contexto ideológico(1988, xxxv).27

Para hacerle justicia, debo mencionar que según Anderson, la "camaradería horizontal" que caracteriza a

las comunidades imaginadas nacionales existe a pesar e/e las marcadas diferencias socioeconómicas ([1983]1991, 7). Mi argumento va más allá de estas diferencias y se concentra en los distintos tipos de sujetosnacionales.

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