De todo el mundo - Opus Dei · diaria de la santidad personal y a ... ver el Opus Dei– en heraldo...

24
De todo el mundo De todo el mundo OFICINA DE INFORMACIÓN DE LA PRELATURA DEL OPUS DEI EN MÉXICO Número especial, enero 2003. El Santo de lo ordinario Siervo bueno y fiel Días Canonización de Josemaría Escrivá de Balaguer de fiesta Canonización de Josemaría Escrivá de Balaguer

Transcript of De todo el mundo - Opus Dei · diaria de la santidad personal y a ... ver el Opus Dei– en heraldo...

De todo el mundoDe todo el mundoOFICINA DE INFORMACIÓN DE LA PRELATURA DEL OPUS DEI EN MÉXICO

Número especial, enero 2003.

■ El Santo de lo ordinario

■ Siervobueno y fiel

■ Días

Canonización deJosemaría Escrivá

de Balaguer

de fiesta

Canonización deJosemaría Escrivá

de Balaguer

La fiesta en Roma habíacomenzado tres días an-tes y concluyó la tarde del10 de octubre, con la últi-

ma misa de acción de gracias quetuvo lugar en la Basílica de SanEugenio.

El 3 de octubre a las 12:00 ho-ras, las reliquias de San Josemaríafueron trasladadas a la Basílica deSan Eugenio. Ahí, el féretro con elcuerpo del nuevo santo permanecióexpuesto hasta el día 10 de octu-bre. El párroco de San Eugenio, elpadre Michele Díaz, ha explicadoque durante estos días «decenasde miles de personas han pasadopor la Basílica» para venerar lasreliquias de San Josemaría. Segúndon Michele, ha sido unaverdadera «procesión de piedad ydevoción, durante la cual se hanconfesado miles de personas».

La presentación del proyectoHarambee 2002 tuvo lugar el 4 deoctubre en el auditorio de SantaCecilia. «Toda canonización es undon, un motivo de alegría, un re-

galo que invita a la gratitud. Comoexpresión tangible de estos senti-mientos ha nacido el Proyecto Ha-rambee 2002: un fondo de pequeñosdonativos de los participantes enla canonización para financiarproyectos educativos en África».Con estas palabras, Umberto Fa-rri, presidente del Comité Organi-zador de la Canonización, sinteti-zó el motivo que congregó a 2 milpersonas en esta velada a favorde Harambee que en la lenguakiswahili significa «todos a una».

A las 10:25 de la soleada maña-na del 6 de octubre, Juan Pablo IIcanonizó a Josemaría Escrivá. Ala ceremonia asistieron personasde 84 países. Según datos del Co-mité, un tercio de los peregrinosera italiano, un tercio del resto deEuropa y otro tercio de los otroscontinentes. Los grupos másnumerosos llegaron, además deItalia, de los siguientes países:

España, Francia, Estados Unidos,México, Alemania, Brasil, Polonia yFilipinas. Los asistentes a lacanonización pudieron seguir laceremonia en las 13 pantallasdistribuidas por la plaza.

Junto al Papa concelebraronotras 42 personas entre cardena-les, arzobispos, obispos y sacerdo-tes, y monseñor Javier Echevarría,obispo prelado del Opus Dei. ElPapa recordó en la homilía elideal de San Josemaría: «Elevarel mundo hacia Dios y transfor-marlo desde dentro: he aquí elideal que el santo fundador os in-dica, queridos hermanos y her-manas que hoy os alegráis por suelevación a la gloria de los altares(...). Siguiendo sus huellas, difun-did en la sociedad, sin distinciónde raza, clase, cultura o edad, laconciencia de que todos estamosllamados a la santidad. Esforzaospor ser santos vosotros mismos en

2 D E T O D O E L M U N D O

DÍASFIESTAFIESTAA las 10:25 del domingo 6 de octubre, ante varios centenares de miles de personas de los cinco continentes, Juan Pablo II canonizó a Josemaría Escriváde Balaguer, fundador del Opus Dei, en la Plaza de San Pedro.

DE

FO

TO:

CE

DR

OS.

D E T O D O E L M U N D O 3

primer lugar, cultivando un estiloevangélico de humildad y servicio,de abandono en la Providencia yde escucha constante de la voz delEspíritu».

En primera fila se encontraba eldoctor Manuel Nevado Rey, médicocirujano español, curado milagro-samente en 1992 de una radioder-mitis crónica, gracias a la interce-sión de Josemaría Escrivá. El suyoha sido el milagro estudiado para lacanonización. El doctor Nevado dijoesa mañana que «aunque ya le ha-bía agradecido mi curación en nu-merosas ocasiones a San Josemaría,hoy he renovado ese agradecimiento.(...) Hoy, en la Plaza de San Pedro,me he preguntado: ¿Por qué a mí?(...) Yo soy un entusiasta del traba-jo, que había adquirido una enfer-medad por causa de su oficio. Y comola Obra pretende la santificacióndel hombre a través del trabajodiario, quizá con mi curación hayaquerido insistir en que ése es elcamino que agrada a Dios».

Durante los días siguientes, nu-merosas misas se celebraron paradar gracias a Dios. En la presididala mañana del 7 de octubre pormonseñor Javier Echevarría en laPlaza de San Pedro, el Prelado delOpus Dei afirmó: «Todos en laIglesia, cada Pastor y cada fiel, es-tamos llamados a comprometer-nos personalmente en la búsqueda

diaria de la santidad personal y aparticipar –también personalmente–en el cumplimiento de la misiónque Cristo nos ha confiado. Si elsiglo XX ha sido testigo del“redescubrimiento” de esa llamadauniversal –que estaba contenida enel Evangelio desde el principio, yde la que San Josemaría Escriváfue constituido heraldo por la per-sonal vocación divina recibida–, elsiglo que estamos recorriendo hade caracterizarse por una másefectiva y extensa puesta en prác-tica de esa enseñanza. He aquíuno de los grandes desafíos que elEspíritu lanza a los hombres ymujeres de nuestro tiempo».

El júbilo en Roma se vivió tam-bién en multitud de países, graciasa las 30 emisoras de televisión queretransmitieron la canonización.Así, durante estos inolvidables díasde júbilo, el entrañable recuerdo deSan Josemaría vibró sin fronteraspara recordar al mundo la llamadauniversal a la santidad, que el nue-vo santo definía así: «Ciertamentese trata de un objetivo elevado yarduo. Pero no me perdáis de vistaque el santo no nace: se forja en elcontinuo juego de la gracia divinay de la correspondencia humana.Todo lo que se desarrolla –advier-te uno de los escritores cristianosde los primeros siglos, refiriéndosea la unión con Dios–, comienza porser pequeño. Es al alimentarse gra-

dualmente como, con constantesprogresos, llega a hacerse grande(S. Marcos Eremita, De lege spiri-tuali, 172). Por eso te digo que, sideseas portarte como un cristianoconsecuente –sé que estás dis-puesto, aunque tantas veces tecueste vencer o tirar hacia arribacon este pobre cuerpo–, has de po-ner un cuidado extremo en losdetalles más nimios, porque lasantidad que Nuestro Señor te exi-ge se alcanza cumpliendo conamor de Dios el trabajo, las obliga-ciones de cada día, que casi siem-pre se componen de realidadesmenudas» (Amigos de Dios, 7, 1).

La tarde del 10 de octubremarcó el solemne final de la cele-bración oficial con la última misade acción de gracias por la canoni-zación de Josemaría Escrivá. Laceremonia tuvo lugar en la basílicaromana de San Eugenio. En la ho-milía, monseñor Javier Echevarríainvitó a quienes vivieron la canoni-zación en Roma y el mundo, a «po-ner en práctica las enseñanzas dequien el Señor constituyó –al hacerlever el Opus Dei– en heraldo y maes-tro de la llamada universal a lasantidad y al apostolado en lascircunstancias de la vida ordinaria.Pidamos a Dios Padre, por la inter-cesión de este santo sacerdote, comola Iglesia nos invita a hacer en lacolecta de la Misa, para que, realizan-do fielmente el trabajo cotidianosegún el Espíritu de Cristo, seamosconfigurados a tu Hijo» (Misa de SanJosemaría, Colecta).

Al finalizar la misa, y con ella lacelebración oficial por la canoniza-ción del Fundador del Opus Dei,el féretro con el cuerpo de SanJosemaría fue trasladado a laIglesia de Santa María de la Paz.

INFORMACIÓN SELECCIONADA DE:www.opusdei.org.mx

FO

TO:

CE

DR

OS.

4 D E T O D O E L M U N D O

Los que son guia-dos por el Espí-ritu de Dios, és-tos son hijos de

Dios» (Rm 8,14). Estaspalabras del ApóstolPablo que acaban de reso-nar en nuestra asambleanos ayudan a entendermejor el significativomensaje de la canoniza-ción de Josemaría Escriváde Balaguer, que hoycelebramos. Él se dejóllevar dócilmente por elEspíritu, convencido deque sólo así se puedecumplir en plenitud laVoluntad de Dios.

Esta fundamental ver-dad cristiana era unmotivo recurrente en supredicación. En efecto,no cesaba de invitar asus hijos espirituales ainvocar al Espíritu Santopara que la vida inte-rior, es decir, la vida derelación con Dios, yla vida familiar, profe-sional y social, hechade pequeñas realidadesterrenas, no estuvieranseparadas, sino que

constituyeran una únicaexistencia «santa y llenade Dios». «A ese Diosinvisible –escribió–, loencontramos en lascosas más visibles y ma-teriales» (Conversacio-nes con Monseñor Escriváde Balaguer, n.114).

Actual y urgente estambién hoy esta ense-ñanza suya. El creyente,en virtud del bautismoque le incorpora a Cristo,está llamado a entablarcon el Señor una ininte-rrumpida relación vital.

«Tomó, pues, YahvehDios al hombre y lo dejóen el jardín de Edén,para que lo labrase ycuidase» (Gn 2, 15). ElLibro del Génesis, comohemos escuchado en laprimera Lectura, nosrecuerda que el Creadorha confiado la tierra alhombre, para que la«labrase» y «cuidase».Los creyentes actuandoen las diversas realida-des de este mundo, con-tribuyen a realizar este

EL SECRETO DE LASROMRoma, Plaza de San Pedro; 6 de octubre de 2002

ANTIDADHOMILÍA DE JUAN PABLO II

«

FOTO: L’OSSERVATORE ROMANO.

D E T O D O E L M U N D O 5

proyecto divino universal.El trabajo y cualquierotra actividad, llevada acabo con la ayuda de laGracia, se convierten enmedios de santificacióncotidiana.

ELEVAR EL MUNDO Y

TRANSFORMARLO

«La vida habitual deun cristiano que tiene fe–solía afirmar JosemaríaEscrivá–, cuando traba-ja o descansa, cuandoreza o cuando duerme,en todo momento, es unavida en la que Diossiempre está presente»(Meditaciones, 3 de mar-zo de 1954).

Esta visión sobrena-tural de la existenciaabre un horizonte ex-traordinariamente ricode perspectivas salvífi-cas, porque, también enel contexto sólo aparen-temente monótono delnormal acontecer terre-no, Dios se hace cercanoa nosotros y nosotros po-demos cooperar a suplan de salvación. Portanto, se comprende másfácilmente, lo que afirmael Concilio Vaticano II,esto es, que «el mensajecristiano no aparta a loshombres de la construc-ción del mundo [...], sinoque les obliga más allevar a cabo esto comoun deber» (Gaudium etspes, 34).

Elevar el mundo ha-cia Dios y transformarlodesde dentro: he aquí elideal que el santo Fun-dador os indica, queridoshermanos y hermanasque hoy os alegráis por

su elevación a la gloriade los altares. Él conti-núa recordándoos la ne-cesidad de no dejarosatemorizar ante una cul-tura materialista, queamenaza con disolver laidentidad más genuinade los discípulos de Cris-to. Le gustaba reiterarcon vigor que la fecristiana se opone alconformismo y a la iner-cia interior.

Siguiendo sus huellas,difundid en la sociedad,sin distinción de raza,clase, cultura o edad, laconciencia de que todosestamos llamados a lasantidad. Esforzaos porser santos vosotrosmismos en primer lugar,cultivando un estiloevangélico de humildad yservicio, de abandono enla Providencia y de escu-cha constante de la vozdel Espíritu. De estemodo, seréis «sal de latierra» (Cfr. Mt 5, 13) ybrillará «vuestra luz de-lante de los hombres, pa-ra que viendo vuestrasbuenas obras glorifiquena vuestro Padre que estáen los cielos» (Ibíd., 5, 16).

LA FUERZA MISTERIOSA

DE LA CRUZ

Ciertamente, no fal-tan incomprensionesy dificultades paraquien intenta servir confidelidad la causa delEvangelio. El Señorpurifica y modela con lafuerza misteriosa de laCruz a cuantos llama aseguirlo; pero en la Cruz–repetía el nuevo Santo–encontramos luz, paz ygozo: Lux in Cruce,

requies in Cruce, gau-dium in Cruce!

Desde que el siete deagosto de mil novecien-tos treinta y uno, duran-te la celebración de laSanta Misa, resonaronen su alma las palabrasde Jesús: «cuando sealevantado de la tierra,atraeré a todos haciamí» (Jn 12, 32), JosemaríaEscrivá comprendió másclaramente que la mi-sión de los bautizadosconsiste en elevar laCruz de Cristo sobretoda realidad humana,y sintió surgir de su inte-rior la apasionantellamada a evangelizartodos los ambientes.Acogió entonces sin vaci-lar la invitación hechapor Jesús al apóstol Pe-dro y que hace poco haresonado en esta Plaza:«Duc in altum!». Lotransmitió a toda su Fa-milia espiritual, paraque ofreciese a la Iglesiauna aportación válidade comunión y servicioapostólico.

Esta invitación seextiende hoy a todosnosotros. «Remad maradentro –nos dice eldivino Maestro– y echadlas redes para la pesca»(Lc 5, 4).

ORACIÓN, EXPIACIÓN, ACCIÓN

Para llevar a cabouna misión tan compro-metedora hace falta, sinembargo, un incesantecrecimiento interior ali-mentado por la oración.San Josemaría fue unmaestro en la práctica dela oración, que él

consideraba un «arma»extraordinaria para re-dimir el mundo. Aconsejabasiempre: «Primero, ora-ción; después, expiación;en tercer lugar, muy en“tercer lugar”, acción»(Camino, n. 82).

No es una paradoja,sino una verdad perenne:la fecundidad del aposto-lado está sobre todo en laoración y en una vidasacramental intensa yconstante. Éste es, en elfondo, el secreto de lasantidad y del verdaderoéxito de los santos.

¡Que el Señor osayude, queridísimos her-manos y hermanas, aacoger esta exigente he-rencia ascética y evange-lizadora! ¡Que os sostengaMaría, a quien el santoFundador invocaba comoSpes nostra, Sedes Sa-pientiae, Ancilla Domini!

¡Que la Virgen hagade cada uno de nosotrosun auténtico testigo delEvangelio, dispuesto adar en todo lugar unagenerosa aportación a laedificación del Reino deCristo!

¡Que nos sean deestímulo el ejemplo ylas enseñanzas de SanJosemaría, para que,al término de nuestroperegrinar terreno, po-damos también nosotrosparticipar en la bien-aventurada herencia delCielo! ¡Allí, junto con losángeles y todos lossantos, contemplaremosel rostro de Dios ycantaremos su gloria portoda la eternidad!

6 D E T O D O E L M U N D O

1. Laudate Dominum omnesgentes (Sal 116 [117], 1), ala-bad al Señor todas las gentes.La invitación del Salmo respon-sorial, que ha resonado haceunos momentos, constituye unbuen resumen de los senti-mientos que se desbordan hoyde nuestro corazón: Deo omnisgloria!, para Dios toda la glo-ria. Queremos adorar al Diostres veces Santo y darle graciaspor el don con que ha enrique-cido a la Iglesia y al mundo: lacanonización de JosemaríaEscrivá de Balaguer, sacerdote,fundador del Opus Dei, realizadaayer por nuestro amadísimoPapa Juan Pablo II.

Nuestra gratitud se dirigetambién al Santo Padre, que hadado cumplimiento a este de-signio de la Trinidad: mientrasnos disponemos a elevar nues-tra plegaria al Cielo, confiamosal Señor su Augusta Persona ysus intenciones. Sabemos queesta súplica agradará mucho aSan Josemaría, que amó contoda su alma al Vicario de Cris-to en la tierra, hasta el puntode no separar nunca ese amoral Papa del que profesaba a

Jesucristo y a su Madre bendi-ta. En efecto, desde el mismoinstante en que el Señor irrum-pió en su alma con los prime-ros barruntos del Opus Dei,que entonces aún no conocía,comenzó a rezar y a trabajarpara hacer realidad el clamorque brotaba de su corazón:Omnes cum Petro ad Iesum perMariam!, todos, con Pedro, aJesús por María.

LLAMADA UNIVERSAL

Todos los participantes en estaSanta Misa, y las innumerablespersonas unidas espiritual-mente a nosotros en el mundoentero, nos reconocemos gus-tosamente deudores del nuevoSanto que Dios ha concedido ala Iglesia. Muchos de nosotroshemos obtenido por su interce-sión gracias y favores de todotipo. No pocos nos esforzamospor seguir sus pasos de fideli-dad al Señor en la tierra,tratando de reproducir ennuestras almas el espíritu queél encarnó. A todos, San Josemaríanos ha mostrado –con suejemplo y con sus enseñanzas–un modo bien concreto de

Homilía de Mons. Javier Echevarría, obispo prelado del Opus Dei. Roma, Plaza de San Pedro, 7 de octubre de 2002

EN EL TRABAJOANTIDADS

FO

TO:

OF

ICIN

AD

EIN

FO

RM

AC

IÓN

DE

LA

PR

EL

AT

UR

AD

EL

OP

US

DE

IE

NR

OM

A.

D E T O D O E L M U N D O 7

recorrer la senda de la vocacióncristiana, que tiene como metala santidad. Por esto, la canoni-zación del Fundador del OpusDei asume los rasgos caracte-rísticos de una fiesta: la fiestade esta gran familia de Dios,que es la Iglesia. Por todo estoqueremos dar gracias al Señoren esta celebración eucarística.

2. No han transcurrido cua-renta años desde que el ConcilioVaticano II proclamó la llamadauniversal a la santidad y alapostolado (Cfr. Lumen gentium,Cap. V), pero queda aún muchocamino por recorrer, hasta queesa verdad llegue efectivamentea iluminar y a guiar los pasos delos hombres y las mujeres de latierra. Lo ha recordado explíci-tamente el Romano Pontífice, ensu Carta apostólica Novo millen-nio ineunte, al proponer esadoctrina como «fundamento dela programación pastoral quenos atañe al inicio del nuevomilenio» (NMI, 31).

Todos en la Iglesia, cada pastory cada fiel, estamos llamados acomprometernos personalmen-te en la búsqueda diaria de lasantidad personal y a participar–también personalmente– en elcumplimiento de la misión queCristo nos ha confiado. Si el si-glo XX ha sido testigo del«redescubrimiento» de esa lla-mada universal –que estabacontenida en el Evangelio desde

el principio, y de la que SanJosemaría Escrivá fue constitui-do heraldo por la personalvocación divina recibida (Cfr.Misa de San Josemaría Escrivá,Colecta)–, el siglo que estamosrecorriendo ha de caracterizar-se por una más efectiva y extensapuesta en práctica de esaenseñanza. He aquí uno de losgrandes desafíos que el Espíritulanza a los hombres y mujeresde nuestro tiempo.

San Josemaría Escrivá procuródespertar esta urgencia de san-tidad en todos los hombres. Elhecho de que su canonizaciónhaya tenido lugar en los alboresdel nuevo siglo, resulta particu-larmente significativo. Su men-saje resuena con especial fuerzaen los momentos actuales: «He-mos venido a decir, con lahumildad de quien se sabe pe-cador y poca cosa –homo pecca-tor sum (Lc 5, 8), decimos conPedro–, pero con la fe de quiense deja guiar por la mano deDios, que la santidad no es cosapara privilegiados: que a todosnos llama el Señor, que de todosespera Amor: de todos, esténdonde estén; de todos, cualquie-ra que sea su estado, su profe-sión o su oficio. Porque esa vidacorriente, ordinaria, sin apa-riencia, puede ser medio desantidad: no es necesario aban-donar el propio estado en el mun-do, para buscar a Dios, si el Señorno da a un alma la vocación

religiosa, ya que todos los caminosde la tierra pueden ser ocasiónde un encuentro con Cristo»(Carta, 24-III-1930, n. 2).

BUSCARLE, ENCONTRARLE, AMARLE

3. En todo instante –comoaconsejaba el nuevo Santo yadesde los años 30 (Cfr. Camino,n. 382)– hay que buscar al Se-ñor, encontrarle y amarle. Sólosi nos esforzamos día tras día enrecorrer estas tres etapas, llega-remos a la plena identificacióncon Cristo: a ser alter Christus,ipse Christus. «Quizá compren-déis –os repito con sus palabras–que estáis como en la primeraetapa. Buscadlo con hambre (...).Si obráis con este empeño, meatrevo a garantizar que ya lo ha-béis encontrado, y que habéiscomenzado a tratarlo y a amar-lo, y a tener vuestra conversaciónen los cielos (Cfr. Flp 3, 20)»(Amigos de Dios, n. 300).

A Jesús le encontramos en laoración, en la Eucaristía y enlos demás sacramentos de laIglesia; pero también en el cum-plimiento fiel y amoroso de losdeberes familiares, profesiona-les y sociales propios de cadauno. Se trata en verdad de unobjetivo arduo, que sólo al finaldel peregrinar terreno podremosalcanzar plenamente. «Pero nome perdáis de vista que el santono nace: se forja en el continuo

FO

TO:

L’O

SSE

RV

AT

OR

ER

OM

AN

O.

juego de la gracia divina y de lacorrespondencia humana». Asíexhortaba San Josemaría en unade sus homilías; y añadía: «Poreso te digo que, si deseas portar-te como un cristiano consecuente(...), has de poner un cuidado ex-tremo en los detalles más nimios,porque la santidad que NuestroSeñor te exige se alcanza cum-pliendo con amor de Dios el tra-bajo, las obligaciones de cada día,que casi siempre se componen derealidades menudas» (Ibíd., n. 7).

SANTIDAD Y SANTIFICACIÓN

Santificar el trabajo. Santifi-carse con el trabajo. Santificar alos demás con el trabajo. En estafrase gráfica resumía el Fundadordel Opus Dei el núcleo del mensa-je que Dios le había confiado, pararecordarlo a los cristianos. El em-peño por alcanzar la santidad sehalla inseparablemente unido a lasantificación de la propia tareaprofesional –realizada con perfec-ción humana y rectitud de inten-ción, con espíritu de servicio– y ala santificación de los demás. Noes posible desentenderse de loshermanos, de sus necesidadesmateriales y espirituales, si sequiere caminar en pos del Señor.«Nuestra vocación de hijos deDios, en medio del mundo, nosexige que no busquemos solamen-te nuestra santidad personal, sinoque vayamos por los senderos dela tierra, para convertirlos en tro-chas que, a través de los obstácu-los, lleven las almas al Señor; quetomemos parte como ciudadanoscorrientes en todas las actividadestemporales, para ser levadura(Cfr. Mt 13, 33) que ha de infor-mar la masa entera (Cfr. 1 Cor 5,6)» (Es Cristo que pasa, n. 120).

4. La Providencia divina ha dis-puesto que la trayectoria terrenade San Josemaría Escrivá tuvieselugar en el siglo XX, tiempo queha presenciado enormes desarro-llos de la ciencia y de la técnica,

que no siempre, por desgracia,han estado al servicio del hom-bre. En efecto, es preciso recono-cer que, junto a logros admira-bles del espíritu humano, en estetiempo nuestro abundan los to-rrentes de aguas amargas, quetratan inútilmente de apagar lased de felicidad de los corazones.Pero también es cierto –como es-cribió Mons. Álvaro del Portillo–que, con el mensaje espiritual delnuevo Santo, «todas las profesio-nes, todos los ambientes, todaslas situaciones sociales honradas(...) han quedado removidas porlos Ángeles de Dios, como lasaguas de aquella piscina Probáti-ca recordada en el Evangelio (Cfr.Jn 5, 2 y ss.), y han adquiridofuerza medicinal» (Carta pastoral,30-IX-1975, n. 20).

Al recordar al primer sucesorde nuestro Padre, a don Álvarodel Portillo, sentimos muy cercasu presencia espiritual en estosmomentos. Con él podemos afir-mar, llenos de agradecimiento aDios, que gracias a la doctrina yal espíritu del Fundador delOpus Dei, «hasta de las piedrasmás áridas e insospechadas hanbrotado torrentes medicinales.El trabajo humano bien terminadose ha hecho colirio, para descu-brir a Dios en todas las circuns-tancias de la vida, en todas lascosas. Y ha ocurrido precisa-mente en nuestro tiempo, cuandoel materialismo se empeña enconvertir el trabajo en un barro

que ciega a los hombres, y lesimpide mirar a Dios» (Ibíd.).

Saludo a quienes habéis acu-dido a Roma desde países delengua inglesa, para asistir a lacanonización de San JosemaríaEscrivá. Al regresar a vuestroshogares, llevad con vosotros ytratad de poner en práctica lasenseñanzas del nuevo santo.Pedid a San Josemaría que osenseñe a convertir la prosadiaria –las situaciones máscomunes– en versos de poemaheroico: en afanes y realidadesde santidad y de apostolado.

A los que procedéis de paísesde lengua francesa, os recuerdola importancia de colaborar enla misión apostólica de laIglesia, que es deber de todocristiano, procurando fecundarcon el espíritu del Evangelio lasartes y las letras, las cienciasy la técnica. Pedid la intercesiónde San Josemaría, para llevara la práctica aquella aspiraciónque Dios mismo grabó ensu alma: poner a Cristo –connuestro trabajo, sea el quesea– en la cumbre de todas lasactividades humanas.

Hoy la Iglesia venera a la Vir-gen Santísima con la advocaciónde Nuestra Señora del Rosario.Me da alegría pensar que la ca-nonización de nuestro Fundadorha tenido lugar en la víspera deuna fiesta de Santa María; estacoincidencia es como un signomás de su cariñosa asistencia deMadre. A su mediación maternaacudimos, llenos de confianza,al tiempo que renovamos nues-tro agradecimiento al Señor poresta canonización. Deo omnisgloria!, repito una vez más,mientras pedimos que se difun-da entre los cristianos, cada díacon más fuerza, el deseo de san-tidad personal y de apostoladoen las circunstancias de la vidaordinaria. Así sea.

8 D E T O D O E L M U N D O

FO

TO:

L’O

SSE

RV

AT

OR

ER

OM

AN

O.

D E T O D O E L M U N D O 9

Beatísimo Padre.

Hace diez años, en esta misma Plaza, mi inol-vidable predecesor como prelado del Opus Dei,Mons. Álvaro del Portillo, dirigía a la VuestraSantidad unas sentidas palabras de agradeci-miento tras la beatificación de Josemaría Escrivá.Hoy me corresponde a mí el honor inmerecido demanifestar la alegría y la gratitud de los millaresde fieles y cooperadores de la Prelatura, y de losinnumerables devotos de San Josemaría Escriváque, en Roma y fuera de Roma, han participadocon intenso júbilo en la ceremonia de canonización.Gracias, Santo Padre.

El solemne reconocimiento de la santidad deeste siervo bueno y fiel, a quien Dios Nuestro Se-ñor constituyó en heraldo de la llamada universal

a la santidad y al apostolado en las circunstanciasordinarias de la vida, invita a todos los católicos asalir al encuentro de Dios en el cumplimiento de lospropios deberes familiares, profesionales y sociales.

La canonización de Josemaría Escrivá es, sinduda alguna, un don para el mundo entero, por-que siempre tendremos necesidad de intercesoresante el trono de Dios. Entraña un nuevo motivode confianza especialmente para los fieles laicos,que ven reafirmada una vez más su excelsa voca-ción de hijos de Dios en Jesucristo, llamados a serperfectos como el Padre celestial (Cfr. Mt 5, 48)en las circunstancias ordinarias de la vida. Comoha escrito Vuestra Santidad en la Carta apostólicaNovo millennio ineunte, «es el momento de propo-ner de nuevo a todos con convicción este “altogrado” de la vida cristiana ordinaria» (NMI, 31).

JOSEMARÍA ESCRIVÁDE BALAGUER,SIERVO

BUENOFIEL

Saludo de Mons. Javier Echevarría

al Santo Padre al finalizar la Misa de Acción de Gracias.

Y

FO

TO:

L’O

SSE

RV

AT

OR

ER

OM

AN

O.

1 0 D E T O D O E L M U N D O

Entiendo que San Josemaría Escrivá ha sidouno de los que se han anticipado a los tiempos,recordando la llamada universal a la santidad yal apostolado que con tanta fuerza proclamó elConcilio Vaticano II. En efecto, no sólo difundiópor el mundo esta doctrina, respaldada por elejemplo de su lucha ascética alegre y constante,sino que abrió en la Iglesia, por Voluntad divina,un camino de santificación «viejo como el Evan-gelio, y como el Evangelio nuevo», otro signo elo-cuente de la misericordia divina con los hombresy eficaz instrumento al servicio de la Iglesia parael cumplimiento de la misión salvífica.

Millones de personas, Santo Padre, están hoyde fiesta en el mundo entero, dentro y fuera delos confines visibles de la Iglesia. Son muchos, enefecto, los no católicos e incluso los no cristianosque admiran la figura de Josemaría Escrivá yacuden a sus enseñanzas como fuente inspiradorade su propia conducta y de su actividad profesio-nal y social. También estas personas han recibidoun impulso esperanzado en el esfuerzo por mejorarnuestro mundo, afligido por injusticias y, almismo tiempo, deseoso de comprensión y de paz.

En los diez años transcurridosdesde la beatificación de Josema-ría Escrivá, la acción apostólica delos fieles y cooperadores de la Pre-latura del Opus Dei se ha extendi-do en intensidad y amplitud pormuchos países. Sostenidos por lagracia de Dios, han multiplicadosus iniciativas en favor de todo ti-po de personas, especialmente delas más necesitadas. Con ocasióndel centenario del nacimiento deSan Josemaría Escrivá, se hanpromovido decenas de iniciativasde formación humana y profesio-nal en países en vías de desarrolloy en los barrios pobres de variasgrandes ciudades. Se ha querido

testimoniar así que la búsqueda de la santidadpersonal –la unión con Dios– es inseparable de lasolicitud –con hechos concretos– por el bienmaterial y espiritual de los hermanos. Antes determinar, deseo asegurar a Vuestra Santidad laasidua y ferviente oración por la Persona y lasintenciones del Santo Padre, que constantementeelevan al Cielo los fieles y los cooperadoresdel Opus Dei en el mundo entero. Confío esasplegarias a la Santísima Virgen, a quien hoy re-cordamos especialmente bajo la advocación deNuestra Señora del Rosario: enriquecidas porsu mediación materna ante Jesús, esas oracionesayudarán a la Vuestra Santidad en el felizcumplimiento de la misión de Supremo Pastor.

Santo Padre: permita que le dé las gracias, unavez más, de todo corazón. Al disponernos a aco-ger y meditar sus palabras, y al felicitarle ennombre de todos por el próximo aniversario de suelección como Sucesor de Pedro, le pido para losfieles y los cooperadores de la Prelatura del OpusDei, para los incontables devotos de San JosemaríaEscrivá, y para mí mismo, la fortaleza de laBendición Apostólica.

FOTO: A. GAONA.

D E T O D O E L M U N D O 1 1

¡Queridísimos hermanos yhermanas!:

Con alegría os dirijo mi cor-dial saludo, en este día que si-gue al de la canonización delBeato Josemaría Escrivá deBalaguer. Agradezco a S.E.Mons. Javier Echevarría, prela-do del Opus Dei, las palabrascon las que se ha hecho intérpretede todos los presentes. Saludocon afecto a los numerosos car-denales, obispos y sacerdotesque han querido participar enesta celebración.

Este encuentro festivo une auna gran variedad de fieles,procedentes de muchos países ypertenecientes a los más diversosambientes sociales y culturales:sacerdotes y laicos, hombresy mujeres, jóvenes y ancianos,intelectuales y trabajadoresmanuales. Es éste un signo delcelo apostólico que ardía en elalma de San Josemaría.

FIDELIDAD, CRITERIO SEGURODE SANTIDAD

En el Fundador del Opus Deidestaca el amor a la Voluntadde Dios. Existe un criterio seguro

de santidad: la fidelidad en elcumplimiento de la Voluntaddivina hasta las últimas conse-cuencias. El Señor tiene unproyecto para cada uno de no-sotros, a cada uno confía unamisión en la tierra. El santo noconsigue ni siquiera imaginarsea sí mismo al margen deldesignio de Dios: vive sólo pararealizarlo.

San Josemaría fue escogidopor el Señor para anunciar lallamada universal a la santidady para indicar que las activida-des comunes que componen lavida de todos los días son cami-no de santificación. Se podríadecir que fue el santo de loordinario. En efecto, estabaconvencido de que, para quienvive en una perspectiva de

SANTODE LO ORDINARIO

EL

Plaza de San Pedro, 7 de octubre

Palabras del Papa en la Misa de Acción de Gracias

FO

TO:

OF

ICIN

AD

EIN

FO

RM

AC

IÓN

DE

LA

PR

EL

AT

UR

AD

EL

OP

US

DE

IE

NR

OM

A.

1 2 D E T O D O E L M U N D O

fe, todo es ocasión de encuentrocon Dios, todo es estímulo para laoración. Vista de este modo,la vida cotidiana revela unagrandeza insospechada. La santi-dad aparece verdaderamente alalcance de todos.

Escrivá de Balaguer fue unsanto de gran humanidad. To-dos los que lo trataron, de cual-quier cultura o condición social,lo sintieron como un padre, en-tregado totalmente al serviciode los demás, porque estabaconvencido de que cada alma esun tesoro maravilloso; en efec-to, cada hombre vale toda laSangre de Cristo. Esta actitudde servicio es patente en su en-trega al ministerio sacerdotal yen la magnanimidad con la cualimpulsó tantas obras de evange-lización y de promoción humanaen favor de los más pobres.

El Señor le hizo entenderprofundamente el don de nues-tra filiación divina. Él enseñó acontemplar el rostro tierno deun Padre en el Dios que nos ha-bla a través de las más diversasvisicitudes de la vida. Un Padreque nos ama, que nos sigue pa-so a paso y nos protege, noscomprende y espera de cadauno de nosotros la respuestadel amor. La consideración deesta presencia paterna, que loacompaña a todas partes, le daal cristiano una confianza in-quebrantable; en todo momentodebe confiar en el Padre celes-tial. Nunca se siente solo ni tie-ne miedo. En la Cruz –cuandose presenta– no ve un castigosino una misión confiada por elmismo Señor. El cristiano esnecesariamente optimista, porquesabe que es hijo de Dios en Cristo.

«AMOR REDENTOR»San Josemaría estaba

profundamente convencido de

que la vida cristiana implicauna misión y un apostolado, deque estamos en el mundo parasalvarlo con Cristo. Amaba elmundo apasionadamente, con«amor redentor» (Cfr. Catecismode la Iglesia Católica, n. 604).Por eso sus enseñanzas han ayu-dado a tantos cristianos corrientesa descubrir el poder redentor dela fe, su capacidad de transfor-mar la tierra. Éste es un mensajeque tiene abundantes y fructuo-sas implicaciones para la misiónevangelizadora de la Iglesia.

Promueve la cristianización delmundo «desde dentro», mostrandoque no puede haber conflicto en-tre la ley divina y las exigenciasdel genuino progreso humano. Es-te santo sacerdote enseñó queCristo ha de ser el ápice de todaactividad humana (Cfr. Jn 12,32).Su mensaje mueve al cristiano aactuar en los lugares en los que semodela el futuro de la sociedad.De la presencia activa del laico entodas las profesiones y en lasfronteras más avanzadas del

desarrollo ha de derivar forzosa-mente una contribución positivaal fortalecimiento de esa armoníaentre fe y cultura de que tannecesitado está nuestro tiempo.

San Josemaría Escrivá hagastado su vida en servicio dela Iglesia. Los sacerdotes, loslaicos que siguen los más diver-sos caminos, los religiosos y lasreligiosas encuentran en susescritos una fuente estimulantede inspiración. Queridos her-manos y hermanas, al imitarlecon apertura de espíritu y decorazón, dispuestos a servira las Iglesias locales, estáiscontribuyendo a dar fuerza a la«espiritualidad de comunión»,indicada en la Carta apostólicaNovo millennio ineunte comouno de los objetivos más impor-tantes para nuestro tiempo.

Me es grato terminar conuna referencia a la fiesta litúr-gica de hoy, Nuestra Señora delRosario. San Josemaría escribióun hermoso libro titulado SantoRosario que se inspira en la in-fancia espiritual, disposición deespíritu propia de quienes quie-ren llegar a un total abandonoen la Voluntad divina. De todocorazón confío a la protecciónmaternal de María a todosvosotros, con vuestras familiasy vuestros apostolados, y osagradezco vuestra presencia.

Doy las gracias de nuevo atodos los presentes, especial-mente a los que han venido delejos. Os invito, queridísimoshermanos y hermanas, a llevara todas partes un claro testi-monio de fe, según el ejemploy las enseñanzas de vuestrosanto Fundador. Os acompañocon mi oración y de todocorazón os bendigo, así como avuestras familias y vuestrasactividades.

FO

TO:

AN

UA

RIO

PO

NT

IFIC

IO2003.

D E T O D O E L M U N D O 1 3

Gente de todas las procedencias hanquerido acudir a Roma, junto a JuanPablo II, para asistir a la canoniza-ción de Josemaría Escrivá de Bala-guer. Confieso que estoy conmovido.

He oído estas semanas muchas historias de ge-nerosidad, de servicio, de ayuda en la enferme-dad y en la pobreza: de indios de Cañete (Perú);campesinos venidos de Nigeria y Camerún; fami-lias no cristianas de Hong Kong; personas de to-do tipo y de todas partes, que se han sentidopersonalmente convocadas en Roma. Su númeroy su variedad –como la de quienes no han podi-do venir– muestran que este modelo de santi-dad, que el Papa ha decidido ahora proclamarsolemnemente, es hoy algo vivo, actuante; esuno de los dones que el Espíritu ha concedido ala Iglesia en nuestro tiempo.

Conocí a San Josemaría Escrivá el 2 de noviem-bre de 1948, en Madrid. Tenía yo dieciséis años.Estábamos en una tertulia familiar, y nos ofreció laposibilidad, a mí y a otros dos, de acompañarle enautomóvil a ver una casa de convivencias y de re-tiros en fase de acondicionamiento, cerca de Sego-via. Durante el trayecto, con una conversaciónmuy amena y alegre, nos hizo ver la necesidad deafrontar la vida con gozo sincero, porque somoshijos de Dios. Quedé sorprendido por su naturali-dad, alegría y entusiasmo. En cierto momento memareé, y me ayudó como si me conociera desdehacía mucho tiempo, como un padre que no sienterepugnancia por lo que sucede a sus hijos. LuegoDios quiso que viviera y trabajara a su lado duranteveinticinco años, desde 1950 hasta su fallecimien-to en 1975. Agradezco al Cielo este gran regalo. Hecontemplado en su vida diaria que el encuentro

con Dios llena el alma de gozo. Desde el primermomento noté que amaba a Dios de veras, en cadainstante, sin esperar ocasiones especiales. Mesorprendía el enamoramiento creciente con queencaraba cada jornada. Veía en sus reacciones –nofaltó en su vida abundancia de dolor, enfermedad,incomprensión– cómo descubría en todos los ins-tantes la misericordia de Dios. Pienso que el Señorha querido valerse de San Josemaría para recor-dar con nuevo énfasis al mundo esta verdad tanconsoladora de la fe cristiana: que Dios es nuestroPadre. Esa convicción, que esponja el alma y lalleva por caminos de paz y de libertad interior,constituía el fundamento de su jornada, minuto aminuto. Buscaba, por eso, a veces con esfuerzo, untrato lleno de ternura con el Señor, directo, senci-llo. Este concepto tan claro y reconfortante está enlas antípodas de la falsa idea –hoy, como ayer, fre-cuente– de un Dios abstracto y distante. Alimenta-ba unas ansias constantes de que todas las perso-nas pudieran experimentar libremente la alegríadel abrazo paterno de Dios, en la fe cristiana ymuy particularmente en el sacramento del perdón.Semanalmente le veía ir a arrodillarse ante su con-fesor, don Álvaro del Portillo, lleno de compunción.

Me pidieron, para el inicio de este año, una po-nencia para el congreso internacional sobre Lagrandeza de la vida corriente, que se celebró enRoma el pasado mes de enero, con ocasión delcentenario del nacimiento del entonces BeatoJosemaría. Decidí centrarla en su perfil humano ysobrenatural. Su fuerte personalidad caracteriza-ba notablemente la convivencia a su lado. Sobresu temperamento despierto, sin duda sus padreshabían cultivado una mentalidad abierta y realista.Como curiosidad, recuerdo que alguna vez nos

SANTOQUE AMABA AL MUNDO

UN

MONS. JAVIER ECHEVARRÍA, OBISPO PRELADO DEL OPUS DEI

1 4 D E T O D O E L M U N D O

había contado a don Álvaro y a mí cómo, siendomuy niño, se entretenía en su casa de Barbastromirando La Vanguardia y el ABC, diarios a los quesu padre, don José Escrivá, antes de su descalabroeconómico, estaba suscrito.

Desde el 2 de octubre de 1928, con la fundacióndel Opus Dei, el Señor le hizo ver lo que ya fue el sen-tido completo de su existencia: difundir por todo elmundo la llamada a la santidad en la vida ordinaria;y ese mensaje pasó a ser una luz importante de Diospara él y para su apostolado. Santa Teresa escribióque Dios se halla también entre los pucheros. San Jo-semaría, que quería mucho a esta santa, llegó a ha-blar de un materialismo cristiano: Dios no está lejos,no se encuentra sólo allá donde brillan la estre-llas, lo encontramos también en nuestravida ordinaria, familiar, profesional,ciudadana, diaria, si lo buscamos.Para este santo sacerdote, elcristianismo no es un cúmulode obligaciones que se aña-den a la común condiciónhumana y que la oprimen.No. La gracia de Dios sa-na, restaura y eleva lanaturaleza.

Cuando en estosdías romanos de su ca-nonización contemplouna variedad tan gran-de de hombres y muje-res, comprendo la ex-traordinaria eficacia de suconfianza en la libertad delas personas. Su mayor ambi-ción era iluminar con la luz deDios, del Evangelio, de su graciasalvadora, a cada persona humana. Ahícentraba su misión. Amaba la capacidad de ca-da conciencia para comprometerse, para reali-zar de esta forma la propia libertad, y tenía ungran respeto por la espontaneidad de todos, queveía siempre como una fuente de bienes.

He pasado muchas horas de mi vida a sulado y puedo asegurar que no sólo respetaba si-no que amaba el pluralismo en tantas manifes-taciones –la mayoría– en las que las discrepan-cias son perfectamente legítimas entre los cris-tianos. Y deseaba para todos ese mismo senti-miento, porque esa comprensión acerca a loshombres entre sí.

Su respeto a la legítima autonomía de las realidadestemporales hundía sus raíces en la entrega que ha-bía hecho de toda su existencia a la misión de serun sacerdote y sólo un sacerdote, de ponerse siem-pre al servicio permanente de todas las personas.

A partir de su ordenación sacerdotal, fue conscien-te de su obligación de hacer presente a Cristo entre loshombres. Particularmente cuando celebraba la Euca-ristía se sabía Cristo. Resultaba imposible acostum-brarse a acompañarle junto al altar. Se tocaba con lasmanos que cada día la Misa era algo distinto para sualma: un momento de trato inmediato, intenso, amoro-sísimo con la Trinidad. Entregaba a diario, libremen-te, toda su personalidad para ser sólo Cristo en la

Cruz, con los brazos abiertos a todos los hom-bres, enteramente disponible. No hablaba

de política y respetaba cuidadosa-mente todas las sensibilidades.

Con frecuencia repetía que élera un sacerdote anticlerical,

precisamente por su amoral sacerdocio, porque re-chazaba toda injerenciaindebida –subrayo lo de in-debida– del sacerdote enlas cuestiones políticas.Defendía así la legítimaautonomía de los asun-tos temporales, perotambién la excelsa

misión del sacerdote:dispensador de la extraor-

dinaria cercanía de Dios acada hombre y a cada mujer.

En estos días, ante el pano-rama de tantas personas de las

más diversas procedencias, no puedomenos que dar gracias a Dios por la fecun-

didad espiritual de este sacerdote santo. Es un donque nos interpela, que nos recuerda una vez más quela santidad no es cosa para privilegiados, sino queJesús de todos espera amor: «de todos –son palabrasde San Josemaría–, cualesquiera que sean sus condi-ciones personales, su posición social, su profesión uoficio. La vida corriente y ordinaria no es cosa depoco valor: todos los caminos de la tierra pueden serocasión de un encuentro con Cristo, que nos llama a iden-tificarnos con Él, para realizar –en el lugar donde esta-mos– su misión divina» (Es Cristo que pasa, n. 110).

ARTÍCULO PUBLICADO

EN «REFORMA», CD. DE MÉXICO, 6/X/02

D E T O D O E L M U N D O 1 5

Para la Biblia, la viña es unsímbolo transparente deIsrael y de su historia, consus tramas de bien y de

mal, de fe e infidelidad. El cánticode Isaías sobre la viña que hoy he-mos escuchado es toda una obrade arte de la literatura hebrea. Pa-reciera «un corrido» cantado conmotivo de las fiestas de la vendi-mia, «un corrido» de un enamora-do que termina en tragedia.Comienza como un himno de amory de esperanza: «Voy a cantar, ennombre de mi amado, una cancióna su viña. Mi amado tenía una vi-ña en una ladera fértil. Removió latierra, quitó las piedras y plantóen ella vides selectas...». Prontoaparece la desilusión: «Esperabaque su viña diera buenas uvas, perola viña dio uvas agrias». Las si-guientes estrofas están impregna-das de tristeza y de lamentos delenamorado que se siente traicio-nado. Los espectadores son invita-dos a dar un juicio objetivo sobrela conducta de la viña y el juicio esdurísimo, pero la sorpresa es quedespués de que se pronuncia lasentencia descubrimos que la viñasomos nosotros los que creíamosser sólo espectadores (...)

La historia de la viña nos lapropone Jesús para que no nos haga-mos ilusiones creyéndonos propie-tarios de la verdad y la salvación.Siempre será impresionante pen-sar lo que pasó con las florecientescomunidades de los primerossiglos en África y Asia Menor, de-saparecieron casi por completo y

sólo nos queda la historia y el re-cuerdo. Tengamos siempre pre-sente la sentencia final que hemosescuchado: «Por esta razón les di-go a ustedes que les será quitadoel Reino de Dios y se le dará a unpueblo que produzca sus frutos».San Josemaría Escrivá de Bala-guer que quiso pasar de este mun-do al cielo contemplando a SantaMaría de Guadalupe, hoy ha sidocanonizado por S.S. Juan Pablo II.El gozo de la Iglesia Universal poreste nuevo santo lo es especial-mente de México ya que su causade canonización estuvo muy ligadaa la de nuestro santo Juan Diego:en 1990 fueron declarados Vene-rables el mismo día, cuando el Papareconoció sus virtudes heroicas, yel 20 de diciembre del 2001 el mis-mo Pontífice aprobó los decretosen los que reconocía los milagrosatribuidos a la intercesión de estosdos santos tan unidos por el amora la Virgen Morena. Uno de loscarismas que el Fundador delOpus Dei ha dado a la Iglesia es elrecordarnos, con insistencia, queel llamado universal a la santidadconlleva el que cualquier actividadhumana puede convertirse enlugar de encuentro con Dios. Fueun auténtico maestro de vidacristiana y supo alcanzar las cum-bres de la contemplación con laoración continuada, la mortifica-ción constante, el esfuerzo cotidianode un trabajo cumplido con ejem-plar docilidad a las mociones delEspíritu Santo, con el fin de servira la Iglesia como la Iglesia quiereser servida.

Desde esta Iglesia Catedral deMéxico nos unimos al Santo Padre,a toda la familia del Opus Dei consu Prelado a la cabeza y a la Igle-sia Universal para exclamar llenosde esperanza: «Señor y Dios nues-tro, que elegiste a San Josemaría,presbítero, para anunciar en laIglesia la vocación universal a lasantidad y al apostolado: concéde-nos, por su intercesión y su ejemplo,que, realizando fielmente el trabajocotidiano según el espíritu deCristo, seamos configurados a tuHijo, y en unión con la SantísimaVirgen María, sirvamos con ardienteamor a la obra de la Redención. Pornuestro Señor Jesucristo, nuestroSeñor. Amén.

Extracto de la Homilía del Card. Norberto Rivera, Arzobispo Primado de MéxicoCatedral Metropolitana. Octubre 6, 2002

AUTÉNTICO MAESTRODE VIDA CRISTIANA

FO

TO:

AR

ZO

BIS

PAD

OD

EM

ÉX

ICO.

1 6 D E T O D O E L M U N D O

Siempre me ha llamado laatención el sentido queJosemaría Escrivá dabaal nombre Opus Dei; unainterpretación que po-

dríamos llamar biográfica y quepermite entender al fundador ensu fisonomía espiritual. Escrivásabía que debía fundar algo, y a lavez estaba convencido de que esealgo no era obra suya: él no habíainventado nada, sencillamente elSeñor se había servido de él y, enconsecuencia, aquello no era suobra, sino la Obra de Dios. Él erasolamente un instrumento a travésdel cual Dios había actuado.

Al considerar esta actitud mevienen a la mente las palabras delSeñor recogidas en el evangelio deSan Juan 5,17: «Mi Padre obrasiempre». Son palabras pronun-ciadas por Jesús en el curso deuna discusión con algunos espe-cialistas de la religión que no que-rían reconocer que Dios puedetrabajar en el día del sábado. Undebate todavía abierto y actual, encierto modo, entre los hombres–también cristianos– de nuestrotiempo. Algunos piensan que Dios,después de la creación, se ha «re-tirado» y ya no muestra interés al-guno por nuestros asuntos de cadadía. Según este modo de pensar,Dios no podría intervenir en el te-jido de nuestra vida cotidiana; sin

embargo, las palabras de Jesucristonos indican más bien lo contrario.Un hombre abierto a la presenciade Dios se da cuenta de que Diosobra siempre y de que tambiénactúa hoy; por eso debemos dejarleentrar y facilitarle que obre ennosotros. Es así como nacen lascosas que abren el futuro y renue-van la humanidad.

Todo esto nos ayuda a com-prender por qué JosemaríaEscrivá no se consideraba «funda-

dor» de nada, y por qué se veíasolamente como un hombre quequiere cumplir una voluntad deDios, secundar esa acción, la obra–en efecto– de Dios. En este senti-do, constituye para mí un mensajede gran importancia el teocentris-mo de Escrivá de Balaguer: estáen coherencia con las palabras deJesús esa confianza en que Dios nose ha retirado del mundo, porqueestá actuando constantemente; yen que a nosotros nos correspondesolamente ponernos a su disposi-ción, estar disponibles, siendocapaces de responder a su llamada.Es un mensaje que ayuda tambiéna superar lo que puede conside-rarse como la gran tentación denuestro tiempo: la pretensión depensar que después del big bang,Dios se ha retirado de la historia.La acción de Dios no «se haparado» en el momento del bigbang, sino que continúa en elcurso del tiempo, tanto en el mundode la naturaleza como en el delos hombres.

COMO UN AMIGO CON UN AMIGO

El fundador de la Obra decía:yo no he inventado nada; es Otroquien lo ha hecho todo; yo he pro-curado estar disponible y servirlecomo instrumento. La palabra ytoda la realidad que llamamosOpus Dei está profundamente en-

DEJAR OBRAR ACARDENAL JOSEPH RATZINGER

DiosF

OT

O:

OF

ICIN

AD

EIN

FO

RM

AC

IÓN

DE

LA

PR

EL

AT

UR

AD

EL

OP

US

DE

IE

NR

OM

A.

samblada con la vida interior delfundador, que aún procurando sermuy discreto en este punto, da aentender que permanecía en diá-logo constante, en contacto realcon Aquél que nos ha creado yobra por nosotros y con nosotros.De Moisés se dice en el libro delÉxodo (33,11) que Dios hablabacon él «cara a cara, como unamigo habla con un amigo». Meparece que, si bien el velo de ladiscreción esconde algunas peque-ñas señales, hay fundamentosuficiente para poder aplicar muybien a Josemaría Escrivá eso de«hablar como un amigo habla conun amigo», que abre las puertasdel mundo para que Dios puedahacerse presente, obrar y trans-formar todo.

En esta perspectiva se com-prende mejor qué significa santidady vocación universal a la santidad.Conociendo un poco la historia delos santos, sabiendo que en losprocesos de canonización se buscala virtud «heroica» podemos tener,casi inevitablemente, un conceptoequivocado de la santidad porquetendemos a pensar: «esto no espara mí»; «yo no me siento capazde practicar virtudes heroicas»;«es un ideal demasiado alto paramí». En ese caso la santidadestaría reservada para algunos«grandes» de quienes vemos susimágenes en los altares y que sonmuy diferentes a nosotros, norma-les pecadores. Ésa sería una ideatotalmente equivocada de lasantidad, una concepción erróneaque ha sido corregida –y esto meparece un punto central– precisa-mente por Josemaría Escrivá.

Virtud heroica no quiere decirque el santo sea una especie de«gimnasta» de la santidad, querealiza unos ejercicios inasequi-bles para las personas normales.Quiere decir, por el contrario, que

en la vida de un hombre se revelala presencia de Dios, y queda máspatente todo lo que el hombre noes capaz de hacer por sí mismo.Quizá, en el fondo, se trate de unacuestión terminológica, porque eladjetivo «heroico» ha sido con fre-cuencia mal interpretado. Virtudheroica no significa exactamenteque uno hace cosas grandes por símismo, sino que en su vida apare-cen realidades que no ha hecho él,porque él sólo ha estado disponi-ble para dejar que Dios actuara.Con otras palabras, ser santo noes otra cosa que hablar con Dioscomo un amigo habla con el amigo.Esto es la santidad.

EN LAS MANOS DE DIOS

Ser santo no comporta ser su-perior a los demás; por el contra-rio, el santo puede ser muy débil,y contar con numerosos errores ensu vida. La santidad es el contactoprofundo con Dios: es hacerseamigo de Dios, dejar obrar al Otro,el único que puede hacer realmen-

te que este mundo sea bueno yfeliz. Cuando Josemaría Escriváhabla de que todos los hombresestamos llamados a ser santos, meparece que en el fondo estárefiriéndose a su personal expe-riencia, porque nunca hizo por símismo cosas increíbles, sino quese limitó a dejar obrar a Dios. Ypor eso ha nacido una gran reno-vación, una fuerza de bien en elmundo, aunque permanezcanpresentes todas las debilidadeshumanas. Verdaderamente todossomos capaces, todos estamos lla-mados a abrirnos a esa amistadcon Dios, a no soltarnos de susmanos, a no cansarnos de volver yretornar al Señor hablando con Élcomo se habla con un amigosabiendo, con certeza, que elSeñor es el verdadero amigo detodos, también de todos los que noson capaces de hacer por símismos cosas grandes.

Por todo esto he comprendidomejor la fisonomía del Opus Dei: lafuerte trabazón que existe entreuna absoluta fidelidad a la grantradición de la Iglesia, a su fe, condesarmante simplicidad, y la aper-tura incondicionada a todos losdesafíos de este mundo, sea en elámbito académico, en el del tra-bajo ordinario, en la economía,etc. Quien tiene esta vinculacióncon Dios, quien mantiene un colo-quio ininterrumpido con Él, puedeatreverse a responder a nuevosdesafíos, y no tiene miedo; porquequien está en las manos de Dios,cae siempre en las manos de Dios.Es así como desaparece el miedo ynace la valentía de responder a losretos del mundo de hoy.

ARTÍCULO PUBLICADOEN UN ESPECIAL DE

«L’OSSERVATORE ROMANO»,CIUDAD DEL VATICANO, 5/IX/02.

D E T O D O E L M U N D O 1 7

FO

TO:

OF

ICIN

AD

EIN

FO

RM

AC

IÓN

DE

LA

PR

EL

AT

UR

AD

EL

OP

US

DE

IE

NR

OM

A.

1 8 D E T O D O E L M U N D O

En los 27 años quehan transcurridodesde su diesnatalis, el 26 de

junio de 1975, muchaspersonas se habrán pre-guntado por el «secreto»de su vida: ¿por quéarrastraba tanto? ¿porqué despertaba en las per-sonas que le escuchaban,que leían y leen sus escri-tos, deseos de volver aDios, de tratarle como a unPadre, a un Amigo, alAmor..., de acercarle almas?

Sólo cabe una respues-ta: Josemaría Escriváarrastraba, ciertamente,por la personalidad fuerteque sin duda tenía, peromucho más por el amor deDios que llenaba su vida .

He tenido la enormefortuna de trabajar mu-chos años junto a quiendesde hoy será SanJosemaría Escrivá deBalaguer, y he sido testigode este amor, de su plenaadhesión y fidelidad a laIglesia y al Santo Padre,del cariño a sus hijos y atodas las almas, de su labo-riosidad incansable y de suesfuerzo constante por vi-vir las virtudes cristianas.

La entera existenciade San Josemaría estabacentrada en Jesucristo,el gran amor de su vida.En sus últimos años solíaexclamar con el salmista:«¡Buscaré, Señor, turostro!», «vultum tuum,Domine, requiram!» (Cfr.Sal 27,8). Ansiaba ver elrostro del Señor. Y juntoa ese querer, diría queprecisamente por su cau-sa, amaba a todos loshombres con pasión, y demodo particular a sushijos: era un sacerdoteque sabía querer, con unquerer sobrenatural yhumano al mismo tiem-po. Su presencia y suspalabras arrastraban ha-cia Dios y, a la vez, logra-ban que las personas seencontrasen a gusto: seestaba muy bien a sulado y se palpaba quecompartía con un interésauténtico todo: la saludfísica y espiritual, latarea profesional, amis-tades, la familia, lasalegrías y pesares...

En la homilía «Con lafuerza del amor» (Amigosde Dios), haciendo suyaslas palabras de San Juan:«El celo de tu casa meconsume» (Cfr. Jn 2,17),resalta que le consume elhambre de que se salve lahumanidad entera.

El Señor ha querido elOpus Dei para reavivarentre los cristianos comu-nes, hombres y mujeresque pueblan la tierra yforman con sus iguales eltejido de la sociedad, eleco de la llamada a lasantidad. Cualquier ocu-pación humana honesta–el trabajo ordinario,desempeñado en el mun-do de manera laical ysecular–, se puede con-vertir en servicio a la Igle-sia Santa, al Romano Pon-tífice y a todas las almas.La universalidad de loshorizontes apostólicos deJosemaría Escrivá, conse-cuencia del carisma fun-dacional y de su propiacorrespondencia a la gra-cia, encuentra su punto dereferencia esencial en laspáginas del Evangelio: enel ejemplo y la doctrina delSeñor. Con mucha fre-cuencia estaba en sus la-bios, como previamente ensu oración, la descripciónde esta o aquella escenaevangélica que pone demanifiesto el inmensoamor del Salvador a todoslos hombres. «No es posi-ble separar en Cristo suser de Dios-Hombre y su

función de Redentor», es-cribe en Es Cristo que pa-sa, y continúa: «El Verbose hizo carne y vino a latierra ut omnes hominessalvi fiant (Cfr. 1 Tim 2, 4),para salvar a todos loshombres. (...) Nuestro Se-ñor ha venido a traer lapaz, la buena nueva, lavida, a todos los hombres.No sólo a los ricos, ni sóloa los pobres. No sólo a lossabios, ni sólo a los inge-nuos. A todos. A los her-manos, que hermanos so-mos, pues somos hijos deun mismo Padre Dios. Nohay, pues, más que unaraza: la raza de los hijosde Dios. No hay más queun color: el color de loshijos de Dios. Y no haymás que una lengua: ésaque habla al corazón y ala cabeza, sin ruido depalabras, pero dándonosa conocer a Dios y hacien-do que nos amemos losunos a los otros».

Su mensaje se dirigíay se dirige a todos, sinningún tipo de discrimi-nación: raza, nacionali-dad, religión, clase social.Le urgía que el anunciode la llamada universal ala santidad que difunde elOpus Dei llegase al mayornúmero de almas. Muchasnaciones saben de su ca-minar por las calles de lasgrandes metrópolis –Lon-dres, París, Lisboa, Roma,Munich, Dublín...– y depequeñas aldeas sin fin.Tantas veces solía comentar

CONOCÍ A UN HOMBREQUE SABÍA AMAR

CONOCÍ A UN HOMBRE MARLIES KÜCKING

FO

TO:

OF

ICIN

AD

EIN

FO

RM

AC

IÓN

DE

LA

PR

EL

AT

UR

AD

EL

OP

US

DE

IE

NR

OM

A.

que había llenado deavemarías las carreterasde Europa. Pero el itine-rario más importante loemprendía diariamenteen su oración encendidajunto al Santísimo Sacra-mento, presentando alSeñor su sed de almas,los afanes apostólicos desus hijas e hijos en todoslos países. Cuando se re-tiraba por la noche y an-tes de conciliar el sueño,repasaba con la imagina-ción el mapa mundi, em-pezando por Oriente yadorando al Señor en lossagrarios del mundo: losque conocía, porque esta-ban en centros del OpusDei, y los que no conocía.

Su Santidad Juan PabloII canoniza hoy a JosemaríaEscrivá de Balaguer.Siempre que la Iglesiaeleva a los altares a unhijo o hija suya, presentaa sus fieles un ejemplo vi-vo. Es como si dijera a ca-da uno: «Sí, ¡tú tambiénpuedes!» Por eso, junto alagradecimiento enormeal Santo Padre y a la Igle-sia, deseo acabar estaslíneas con una peticiónencendida al nuevo Santopara que nos ayude atener su afán de almas, asaber entregarnos a loshombres y mujeres conquienes convivimos y asíhacer llegar al mundo elmensaje de la paz y alegríade Cristo.

FILÓLOGA ALEMANA.ARTÍCULO PUBLICADO

EN UN ESPECIAL DE«L’OSSERVATORE

ROMANO», CIUDAD DELVATICANO, 5/IX/02.

LA VERDADERACONCILIACIÓN

DE LOS CONTRARIOSCARLOS LLANO CIFUENTES

Josemaría Escrivá de Balaguerfundador del Opus Dei, cuya ca-nonización está anunciada parael día de hoy en la Plaza de San

Pedro de Roma, fue calificado porJuan Pablo II, en el momento de subeatificación, como "pregonero de lasantificación del cristiano en medio delmundo". La palabra "santificación",así como "santidad", de profunda rai-gambre cristiana, ha perdido desgra-ciadamente la fuerte virtualidad que lees propia: santidad significa plenituddel hombre en todos sus aspectos, nosólo los sobrenaturales, es decir, surelación con Dios, sino también lossimplemente humanos: hablamosevidentemente de la plenitud que el

hombre puede alcanzar en esta vida te-rrena. De ahí que Josemaría Escriváconciba al hombre de una manera quehoy día puede sorprendernos. La cultu-ra actual considera al ser humanodesde perspectivas muchas veces ver-daderas, pero parciales. Al enfatizarexcesivamente una legítima dimensiónhumana, puede caer en el peligro deatrofiar otras dimensiones del hombreque contribuyen a su plenitud, es decir,a su santidad.

Por ello el concepto de ser humanoque aporta Josemaría Escrivá a la cul-tura contemporánea, nos sorprendepor el equilibrio y la armonía con laque logra reunir en el hombre que

ESCRIVÁ DE BALAGUER:

D E T O D O E L M U N D O 1 9

FOTO: OFICINA DE INFORMACIÓN DE LA PRELATURA DEL OPUS DEI EN ROMA.

2 0 D E T O D O E L M U N D O

aspira a la santidad en medio delmundo, aspectos o cualidades quese consideran hoy erróneamentecomo contrapuestos. La primeraconjunción o interrelación que sedescubre en su pensamiento y ensu vida, es precisamente aquellapor la que más se le distingue: lamisión de todo cristiano para lle-var a la perfección, a la plenitud(volvemos a repetir, a la santi-dad), las tareas ordinarias de lavida. Cualquier lícita ocupacióndel hombre es santificable, valedecir, capaz de plenificar al quela realiza y a sus destinatarios,siempre que se haga como cum-plimiento de la voluntad de Dios–que técnicamente puede llamar-se deber de estado– y con laintención de mejorar a los hom-bres destinatarios de esas tareas.Se trata nada menos que de con-jugar lo extraordinario con loordinario. El Fundador del OpusDei supo decirlo al expresar quecualquier hombre, ayudado por lagracia de Dios, debe hacerextraordinariamente bien lasacciones ordinarias de su vidacomún y corriente.

En relación con los demás, Jose-maría Escrivá lleva a cabo en supropia vida y en sus enseñanzas,que inciden en miles y miles depersonas, el equilibrio de otros dosaspectos que la sociedad actualnecesita clarificar con apremio.Me refiero al sentido social de latolerancia que el cristianismo pro-mueve desde sus primeros pasos,cuando pide en el Evangelio nadamenos que el amor al enemigo. Nohay fórmula que subraye con tantafuerza lo que hoy se anda buscan-do a palos de ciego: una toleranciacon las personas que no llegue ala anarquía, al permisivismo y a ladegradación. Así lo resume quiena estas horas ya habrá sido cano-nizado: intransigencia con ladoctrina, con el error, pero tran-sigencia –incluso amor y cariño–con la persona. Se puede ser

existencialmente amigo en mediode una intelectual divergencia.La amistad no nos obliga aconcesiones de aquello que conside-ramos demostrativamente verdadero.Como lo dijo gráficamente Escrivá,no debemos romper nuestrasrelaciones amistosas con quiensostenga que dos más dos son cinco(aunque tampoco debemos admitirlopara seguir siendo amigos).

Esta síntesis entre la amistad yla verdad tiene también otro ma-tiz importante en su relación connuestros iguales: hemos de sertransigentes, comprensivos, cari-tativos, con los defectos de los de-más, al tiempo que tomamos unaactitud de intransigencia y derigor con los defectos propios.

Quienes tuvimos la gracia deDios de convivir estrechamentecon Josemaría Escrivá, podemosdar testimonio de otro campo en lainterrelación de aspectos huma-nos que parecen ser adversos en-tre sí. La profundidad de su pensa-

miento se hace enteramente com-patible con la simplicidad de supredicación, impregnada siemprede alegría y buen humor. Las ver-dades más importantes para elhombre –aquellas que se refierena sus situaciones límite– son enfo-cadas por Escrivá de Balaguer conun sentido optimista de la existen-cia y con un cariz casi jocoso en sumanera de presentarlas, de modoque quedan desdramatizadas y sehacen asimilables para ese hom-bre común y corriente cuya santi-dad afanosamente –por amor deDios– persigue. Tal vez sea ésteuno de los rasgos más señalados desu atractiva personalidad.

Después de varios años sinasistir a una homilía suya, le escu-ché un largo comentario sobre laparábola de "el sembrador", quees, como se sabe, uno de los pasa-jes evangélicos con consecuenciasmás profundas para la compren-sión de las relaciones del hombrecon Dios. Sabía que de San Josemaríaobtendríamos un inagotable pro-vecho con sus comentarios a estepasaje evangélico. Pero no teníapresente entonces que su manerade ayudarnos a hacer oración con-sistía en captarnos siempre por unlado de interés jocoso, apropiadopara gente joven con un sentidonaturalmente risueño de la vida.La semilla del sembrador caerátristemente sobre rocas y sobreespinas... Pero su introducción fuemuy distinta: "Sale el sembra-dor...; mejor dicho: salía, porqueahora todo se siembra con máqui-nas...". Reviví en ese mismoinstante los acentos agradables yacogedores con que hacía gozosaen su predicación y conversacio-nes la doctrina de Jesucristo.

Uno de los pensadores más ilus-tres del siglo XX, el ya fallecido Cor-nelio Fabro, señala la conciliación dedos contrarios aspectos de la perso-na, que se requiere para quien deseaser un verdadero hombre completo.

FO

TO:

OF

ICIN

AD

EIN

FO

RM

AC

IÓN

DE

LA

PR

EL

AT

UR

AD

EL

OP

US

DE

IE

NR

OM

A.

D E T O D O E L M U N D O 2 1

Se refiere Fabro a la manera origi-nal como Josemaría Escrivá poneen equilibrio la completa obedien-cia a Dios, manifestada a través delas circunstancias ordinarias de suvida, y la plena libertad personalsin la que el cristianismo no seríaenteramente vivido. Comprome-tiéndose con Dios para cumplir elplan al que Él mismo le ha llama-do, el ser humano no pierde lalibertad que le es esencial: alrevés, tal compromiso es uno delos actos en que ejercita estacaracterística suya con mayoracierto. Quien no se comprometecon nada valioso, se hace esclavode las pasiones y sentimientos másbanales, que pretenden llenar esevacío producido por la falta decompromisos serios. JosemaríaEscrivá lo decía gráficamente enun lenguaje coloquial que es claropara todos nosotros: obedezco aDios porque me da la gana, que es,si bien se mira, un profundo motivosobrenatural.

Encontramos aún otro ensam-ble o interrelación en dos aspectosde la vida social que muchos no lo-gran ahora conjugar: la más com-pleta y filial entrega a la IglesiaCatólica y a sus enseñanzas, com-patible con la heterogeneidad y aunadversidad de las opiniones que loscristianos, en uso de su personalresponsabilidad, pueden sosteneren el amplio campo que Dios hadejado a la libre discusión de loshombres. Abominaba Escrivá deBalaguer lo que alguna vez llamómentalidad de partido único, soste-nida, incluso con buena voluntad,por aquellos cristianos que querían,fundamentándose en la profesiónde la misma fe, constituir una fuer-za poderosa supuestamente capazde orientar a grupos de personas onaciones por un buen caminopolítico, económico o social.

Finalmente, a la hora de presen-tar un resumen de esta síntesis oconciliación de aspectos humanos

que podemos reduccionistamenteseparar por su aparente contrarie-dad, minusvalorando unos para queotros predominen, debo dejarapuntado aquí el aspecto de su en-señanza que más me ha llamado laatención, y que he tenido la ventu-rosa oportunidad de ver encarnadoa lo largo de su vida, llena de obs-táculos y repleta al mismo tiempode dichas: encontrar la alegría pre-cisamente en la Cruz. La alegríatiene sus raíces en forma de Cruz,nos dijo. ¿Cuántos de nosotrosencontraríamos la paz y la felicidadque puede alcanzarse en estemundo, si halláramos en el reciéncanonizado Josemaría Escrivá elejemplo de esa armonía, equili-brio, síntesis, que se da entre laalegría y el sufrimiento?

ARTÍCULO PUBLICADOEN «PÚBLICO»,

GUADALAJARA, JALÍSCO: 6/X/02

FO

TO:

S. C

AST

ILL

O.

Cuando en 1970San JosemaríaEscrivá vino aMéxico aúnse vivían las

secuelas del movimien-to del 68 y estaba enpleno apogeo el fenó-meno «hippie», ambosexpresión de inconfor-mismo. Era un ambienteque se contagiaba: desdeclubs de música de pro-testa, pasando por mo-das extravagantes envestido, lenguaje o cos-tumbres, hasta aspectosmás radicales de la vida.Recuerdo por ejemplo aEsteban, compañero delúltimo año de Preparato-ria, que un buen día de-cidió incorporarse a la

guerrilla centroamerica-na cautivado por la figu-ra del Ché Guevara. Encualquier caso el comúndenominador de la gentejoven era de cierta crisisgeneralizada. Aún hoy sereconoce en aquel movi-miento un histórico puntode inflexión cultural.

Todo este trasfondono podía quedar al mar-gen en los encuentrosque el fundador delOpus Dei tuvo con gentejoven en mayo y juniode 1970. La visión y elrecuerdo que yo tengode él es precisamenteése, el de un sacerdoteque supo entender a losjóvenes de esa generación

SANTOSANTOSANTOUN

RAMÓN SALAS CACHO

“PRÁCTICO”SANTO

2 2 D E T O D O E L M U N D O

y aprovechar el mo-mento de confusión ycrisis para encauzar susinquietudes, sus ener-gías. No lo vi extrañarse–y mucho menos aúnescandalizarse, comoera común en gente desu edad– por nuestrosatuendos o por nues-tras preguntas. Inclusobromeaba con los abul-tados nudos de lascorbatas o por las me-lenas que hacían difíciladivinar el sexo. Distin-guía lo esencial de losecundario. Él iba alfondo. Hablando con unlenguaje accesible yfamiliar nos pedía quefuéramos rebeldes concausa, en clara referen-cia a lo absurdo de de-fender la anarquía porla anarquía, tan en bogaentonces; nos «provoca-ba» al decirnos que novoláramos como lasaves de corral cuandopodíamos volar comolas águilas, metiéndo-nos la inquietud deprepararnos mejor aca-démicamente, de tenerun prestigio que nosabriera camino en el fu-turo para cambiar lascosas que ahora nos pa-recían mal; nos repitió,en fin, lo que ya añosantes había escrito: quela religión es la mayorrebeldía del hombre queno quiere vivir comouna bestia.

En uno de esos en-cuentros en los queestuve presente, comen-zó a hablar de lucha, deesfuerzo, nos iba intro-duciendo paso a paso,como quien lo tiene bien

experimentado, en eldrama de la existenciahumana, en lo que suelehaber en el fondo de to-do corazón, esa especiede contradicción quenos hace, por un lado,soñar con heroísmos eideales sublimes y, porotro, enfrentarnos connuestras pasiones: envi-dias, pereza, sensuali-dad. Hablaba en primerapersona: yo también soycapaz de todo. De pronto–estaba frente a él en eseinstante– se dirigió a mí:–«¿Cuántos años tienes?»–«Diecisiete», le dije.–«Pues no te hagasilusiones, cuando lle-gues a mi edad seguirásteniendo las mismastentaciones, las mismaspasiones y habrás deluchar como ahora enplena juventud».

El impacto que mecausó fue profundo. Porun lado estaba hablan-do un sacerdote quereflejaba coherencia,integridad, disciplina,una persona que aspi-raba a la santidad, peroconsciente de que erade carne y hueso. Nosdaba una lección de hu-mildad. Pero había algomás: esta experiencia,contada a modo de con-fidencia, era una res-puesta –la más realistaque yo hubiera escu-chado antes– a nues-tras inquietudes. Sí,entendí que existía –yexistirá siempre– unarelación directa entreel esfuerzo cotidianopor cambiar, por sermejor, y el otro cambio,el de la sociedad; y que

esa lucha interior, per-sonal, íntima, no sólopermanecerá siempre,sino que se convertiráen el medio indispensa-ble para esa doblemutación, la de la per-sona y la del mundo.Tiempo después pudeleer en uno de susescritos esta mismaidea expresada enforma sucinta y precisa:

«No me seas “teórico”:han de ser nuestras vidas,cada jornada, las queconviertan esos idealesgrandiosos en una reali-dad cotidiana, heroica yfecunda» (Surco, n. 949).

El contrapunto tam-bién es muy suyo:«¿Quieres de verdad sersanto? –Cumple el pe-queño deber de cada mo-mento: haz lo que debes yestá en lo que haces»(Camino, n. 815). Hayquienes siguen pensan-do que los santos sonunos idealistas inge-nuos y poco prácticos.La perspectiva que da eltiempo y la fecundidadde su propia vida, que hepodido ver personalmen-te durante estos años,me llevan a concluir locontrario: a valorar máslo que ha supuesto esemensaje de santificacióna través de las peque-ñas luchas de cada día. Ytodavía con más razónsi lo consideramos enel contexto de un siglo –elpasado– en que huboideologías, propuestas,teorías... y teóricos, queliteralmente acabaroncon las esperanzas demuchos jóvenes.

Sólo Dios sabe latrascendencia que ten-drán este nuevo santoy el Opus Dei, institu-ción de la Iglesia queél fundó, pero las si-guientes palabras deJuan Pablo II, que hoylo incluirá en el elencode los santos, puedenayudarnos a dimensio-narlo. «La historia dela Iglesia y del mundo–afirmaba en 1993– sedesarrolla bajo laacción del EspírituSanto, que, con lacolaboración libre delos hombres, dirige todoslos acontecimientoshacia la realizacióndel plan salvífico deDios Padre. Manifesta-ción evidente de estaProvidencia divina esla presencia constantea lo largo de los siglosde hombres y mujeres,fieles a Cristo, queiluminan con su viday su mensaje lasdiversas épocas de lahistoria. Entre esas fi-guras insignes ocupaun lugar destacado elBeato Josemaría Escrivá,que, como subrayé eldía solemne de su bea-tificación, recordó almundo contemporáneola llamada universal ala santidad y el valorcristiano que puedeadquirir el trabajo pro-fesional, en las circuns-tancias ordinarias decada uno».

ARTÍCULO PUBLICADOEN «EL NORTE»,

MONTERREY, NUEVOLEÓN; 6/X/02.

D E T O D O E L M U N D O 2 3

Y META

Una inmensa asamblea, com-puesta por más de trescien-tos mil peregrinos de diversas

lenguas, razas, culturas y tradicio-nes, llenaba las plazas de SanPedro y Pío XII, la vía de la Concilia-ción hasta el castillo del SantoÁngel y las calles adyacentes.

Asistieron a la ceremoniatreinta y tres cardenales y másde cuatrocientos obispos; mil cua-renta sacerdotes distribuyeron lacomunión a la inmensa asamblea.

Al final de la Misa, antes delrezo del Ángelus, el Santo Padrepronunció los saludos que publi-camos a continuación.

1. Al término de esta solemnecelebración litúrgica, quisierasaludar cordialmente a todos losperegrinos que han venido de to-das las partes del mundo. Dirijoun saludo especial a la delega-ción gubernativa, a las numerosaspersonalidades y a los peregri-nos de Italia, donde el nuevosanto trabajó durante muchotiempo por el bien de las almasy la difusión del Evangelio entodos los ambientes.

2. Saludo cordialmente a lasdelegaciones y a los peregrinosde lengua francesa que han ve-nido para la canonización deJosemaría Escrivá. Ojalá encuen-tren en la enseñanza del nuevosanto los elementos espiritualesque necesitan para recorrer elcamino diario de la santidad. Osbendigo a todos con afecto. Invito

a los miembros de las diferentesdelegaciones y a todos los que ha-béis venido de los países de len-gua inglesa a aprender la leccióndel nuevo santo: Jesucristo debeser la inspiración y la meta de to-dos los aspectos de vuestra vidadiaria. Os encomiendo a vosotros ya vuestras familias a su interce-sión, e invoco abundantes bendi-ciones sobre vuestro compromisoy vuestro apostolado.

Saludo cordialmente a los pere-grinos de lengua alemana que hanparticipado en la celebración de lacanonización del sacerdote JosemaríaEscrivá de Balaguer. Que su pala-bra y su ejemplo os estimulen abuscar la santidad. Realizad congran amor a Dios las pequeñas co-sas de todos los días. Que el Señoros conceda a todos su gracia. Saludoa todas las delegaciones oficiales, asícomo a los numerosos participantesen la canonización de JosemaríaEscrivá de Balaguer, llegados deEspaña y Latinoamérica. Acogien-do, como Pedro, la invitación deJesús a remar mar adentro, sedapóstoles en vuestros ambientes.

Que en este camino os acompañe laVirgen María y la intercesión delnuevo santo.

Saludo también a los partici-pantes de lengua portuguesa aquípresentes. Que San Josemaría ossirva de modelo en vuestro com-promiso de santificar vuestrotrabajo y vuestras familias. ¡Ala-bado sea nuestro Señor Jesucristo!

Saludo cordialmente a todoslos miembros del Opus Dei, a losdevotos de San Josemaría y atodos los peregrinos de Polonia.Que su intercesión sea para to-dos propiciadora de gracias, yque el carisma de su vida os ins-pire en las sendas del progresoespiritual. ¡Dios os bendiga!

3. El amor a la Virgen es unacaracterística constante de la vidade San Josemaría Escrivá, y esparte eminente de la herencia quelega a sus hijos e hijas espiritua-les. Invoquemos a la humildeEsclava del Señor para que, porintercesión de este devoto hijo suyo,nos conceda a todos la gracia deseguirla dócilmente en su exigen-te camino de perfección evangélica.Por último, saludo cordialmenteal Prelado y a todos los miembrosdel Opus Dei: os agradezco todo loque hacéis por la Iglesia.

SELECCIÓNDEL ARTÍCULO PUBLICADO

EN «L’OSSERVATORE ROMANO»,ED. SEMANAL

EN ESPAÑOL 11/X/02

INSPIRACIÓNCRISTO:

Lo invitamos a suscribirse al servicio de noticias vía Internet en: www.opusdei.org.mxExtremadura No. 7 • Col. Insurgentes Mixcoac • Del. B. Juárez • 03920 México, D.F. • Tel / Fax: 5563 9548 / 5611 1824 • www.opusdei.org.mx • [email protected]

OFICINA DE INFORMACIÓN DE LA PRELATURA DEL OPUS DEI EN MÉXICO

El seis de octubre, XXVII domingo del tiempo ordinario, el Santo Padre Juan Pablo IIcanonizó al presbítero Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei.