Defekt-Victor Santamarina y Luis Rojo

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Breve relato sobre la fabricación de lentes y su uso subversivo.

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Abril 2014

Luis Rojoluisrojo.net

Victor Santamarinavictorsantamarina.com

Organiza: FLATRON L1730SColabora: Obiorca y Álvaro Middell

Agradecimientos a Sara, Felipe y Fernando, puede que no habiten tanto en la voz que odia, sedienta de sangre, como en el texto pulido, reflexivo e incluso aparentemente compasivo.

2004Calle la Vía, 1128019 MadridESPAÑA (EU)

CC BY-SA

El punto focal es el lugar en el que convergen los rayos de luz desviados por una lente o conjunto de lentes tras ser ampliados,

reducidos o distorsionados.

La fabricación de las lentes atiende a un proceso tremendamente complejo y preciso que comienza con la preparación del vidrio óptico, un material amorfo muy similar en esencia al vidrio convencional, y cuya diferencia radica en un mayor índice de refracción combinado con una menor dispersión de la señal lumínica.

Para la confección del vidrio óptico es fundamental la calidad y pureza de las materias primas. En Europa el sílice se importa en su mayoría del litoral Cantábrico, el sodio -en forma de sulfato- proviene de Bolonia y la cal se extrae siguiendo el método “pasajero” de las canteras situadas en la zona sur de Madrid. Otros materiales empleados en menor proporción como el carbón y la dolomía los traen de la región de Beira en Portugal y de Turquía, respectivamente.

Tras fundir y homogeneizar estos materiales en sus respectivas proporciones los bloques de vidrio óptico se llevan a la Casa de Lentes, donde son laminados por una cuchilla de diamante computarizada que garantiza un corte preciso cuyo margen de error se mide en nanómetros. Una vez realizado el corte, la plancha se somete a un taladro de diamante que le da esa característica forma circular a la lente, llegando a cortar entre 8 y 54 discos por lamina de vidrio, dependiendo del tamaño de la lámina y las medidas de la lente que se quiere fabricar.

El siguiente paso es tallar la forma de la lente. Para ello se

adhiere el disco de vidrio a un eje que lo hace girar mientras una

rueda de diamante le va dando la forma deseada. Esta puede ser

convergente o divergente (convexa o cóncava) dependiendo del uso

que se le quiera dar a cada lente. Durante este proceso se aplica

de manera constante un refrigerante que garantiza la estabilidad de

la talla y evita que el vidrio se queme. A continuación se aplica en

la cara lisa de la lente un pequeña cantidad de brea y, para que

no se derrame, se colocan una especie de celo de papel entorno al

perímetro de la lente, haciendo las veces de muro de contención.

Con una cúpula de aluminio caliente se presionan varias de las

lentes cubiertas de brea, derritiéndola y luego endureciéndola

con agua, de modo que quede totalmente adherida a la estructura

de aluminio. Esta estructura sujeta bocarriba las lentes mientras

una laminadora oscila sobre la cara curva de la lente unificando el

primer tallado que había sido realizado. Después se ponen las lentes

en una pulidora que se lubrica con un abrasivo de baja graduación

y que va suavizando la superficie durante exactamente una hora

consiguiendo un perfil más curvado y una transparencia total.

Cuando el encargo supera las 400 unidades (que suele ser la mayoría de las veces) las lentes se agrupan en unos organizadores denominados “planetas” que se introducen en una cámara de vacío, donde se las pone a orbitar durante 364 minutos. Mientras tanto un haz de electrones vaporiza elementos químicos que sirven para proteger las lentes de los esfuerzos latentes, la radiación gamma y el envejecimiento. Estos productos se adhieren en la superficie de las lentes mientras estas giran. Un ordenador controla el proceso de cobertura.

Hasta aquí podríamos decir que llega el proceso de fabricación de la lente en sí, si bien antes de su salida de fábrica pasa por un minucioso control de calidad que garantiza el estado óptimo de la lente. De los tres niveles comprobación yo trabajo en el último y más importante. En la primera fase un operario examina la superficie de la lente en busca de polvo o imperfecciones con un monóculo de cuatro aumentos (4x), de encontrar algún defecto la lente vuelve a la pulidora donde es repasada. Si la lente supera esta fase pasa al siguiente nivel, en él un superordenador comprueba el espectro de distorsión de la lente proyectado haces de luz y rayos ultravioleta a través de ella, si el índice de refracción a 546.1 nm se encuentra entre 1.46008 y 1.49 la lente se da por buena y se manda al tercer y último nivel.

En este nivel analizamos las lentes sobre un fondo tonicrómico utilizando un microscopio digital de diez aumentos (10x). Mi objetivo y el del resto de operarios es localizar en la masa de la lente cualquier evidencia de puctum: pequeñas aberraciones, burbujas o impurezas. A lo largo de los años este proceso apenas ha evolucionado debido a la falta de mecanismos o programas informáticos que sean capaces de detectar estos pequeños puctums -lo cual hace mas loable nuestro trabajo.

El puctum es un defecto o impureza del propio material por lo que su presencia en una lente es irrecuperable. Cuando encontramos uno de ellos lo marcamos con un rotulador haciendo un cuadrado a su alrededor. También se fotografía y se rellena una ficha, en la que se incluye la identificación de la lente, el nº de remesa y las definición exacta del tipo de puctum encontrado. Después se destruyen y se tiran. En teoría.

Durante los veinte años que llevo trabajando en Pamara Optic he extraído de manera irregular un total de 23 lentes de las que conservo 17 , todas ellas con algún puctum que en su momento me resultó llamativo. Uno tiene forma de cruz, otro de concha, también uno que forma círculos concéntricos.

Pero mi favorito con diferencia es el que parece un hombre fumando un cigarrillo mientras pasea por el parque.

Algunas tardes de domingo reviso mi colección, los alineo unos con otros y juego construyendo paisajes, escenas y fotografías.

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