DEL BREVIARIO AL RECINTO DE LA GRAN HISTORIA · creían empeñado en flordelisar el otoño...

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DEL BREVIARIO AL RECINTO DE LA GRAN HISTORIA Por MARTÍN QUIRARTE Hacia 1949, en el comienzo de su madurez de historiador, José Valadés publicó un Breviario de historia de México. Diecisiete años después dio a la imprenta una Historia del pueblo de Mé- xico en tres volúmenes. El análisis de las dos obras reviste un interés particular, nos permite comprender la evolución de sus ideas en cerca de dos décadas. Gracias a esto podemos con- firmar que en el pensamiento de Valadés hay una línea cohe- rente. Pueden haber cambiado sus apreciaciones respecto de algunos hechos, pero las líneas generales de su ideología per- manecen Con ligereza imperdonable, un crítico acusó un día a Valadés de carecer de una brújula que lo guiara a través del mar proce- loso de la historia. El reproche es injusto, pocos hombres de nuestro tiempo han tenido la satisfacción de navegar como Valadés con tanta seguridad, por la ruta de la historiografía mexicana. Si se preguntara cuál es la aguja magnética que guía sus pasos, podría decirse, sin temor a equivocarse, que no puede ser otra que "el afán de perseguir incansablemente los signos de la naturaleza nacional". Tiene la convicción que desde los tiempos de Pedro Mártir han tenido lugar, por parte de los his- toriadores extranjeros, las deformaciones de la historia ameri- cana en los aspectos literario, político y económico. Fácil es comprender que, como reacción contra la influencia extran- jerizante, se trata de hacer no "una nueva historia de México", sino una historia mexicana de México. No es una posición de xenofobia. Sólo rechaza lo extranjero cuando tiende a asumir actitudes imperiales, cuando aspira a sembrar el escepticismo y el complejo de inferioridad entre los mexicanos. Tratándose de un breviario será imposible que su autor explore demasiados rincones de la historia de México, pero captará con singular agudeza aspectos sobresalientes de nuestro

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  • DEL BREVIARIO AL RECINTO DE LA GRAN HISTORIA

    Por MARTN QUIRARTE

    Hacia 1949, en el comienzo de su madurez de historiador, Jos Valads public un Breviario de historia de Mxico. Diecisiete aos despus dio a la imprenta una Historia del pueblo de Mxico en tres volmenes. El anlisis de las dos obras reviste un inters particular, nos permite comprender la evolucin de sus ideas en cerca de dos dcadas. Gracias a esto podemos confirmar que en el pensamiento de Valads hay una lnea coherente. Pueden haber cambiado sus apreciaciones respecto de algunos hechos, pero las lneas generales de su ideologa permanecen inalt~rables.

    Con ligereza imperdonable, un crtico acus un da a Valads de carecer de una brjula que lo guiara a travs del mar proceloso de la historia. El reproche es injusto, pocos hombres de nuestro tiempo han tenido la satisfaccin de navegar como Valads con tanta seguridad, por la ruta de la historiografa mexicana. Si se preguntara cul es la aguja magntica que gua sus pasos, podra decirse, sin temor a equivocarse, que no puede ser otra que "el afn de perseguir incansablemente los signos de la naturaleza nacional". Tiene la conviccin que desde los tiempos de Pedro Mrtir han tenido lugar, por parte de los historiadores extranjeros, las deformaciones de la historia americana en los aspectos literario, poltico y econmico. Fcil es comprender que, como reaccin contra la influencia extranjerizante, se trata de hacer no "una nueva historia de Mxico", sino una historia mexicana de Mxico. No es una posicin de xenofobia. Slo rechaza lo extranjero cuando tiende a asumir actitudes imperiales, cuando aspira a sembrar el escepticismo y el complejo de inferioridad entre los mexicanos.

    Tratndose de un breviario ser imposible que su autor explore demasiados rincones de la historia de Mxico, pero captar con singular agudeza aspectos sobresalientes de nuestro

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    pasado. Si hace algunas referencias al periodo colonial, su enfoque est dirigido especialmente a examinar hombres y cosas del siglo XIX. Ms que hacer estudios prolijos trata de dar visiones impresionistas.

    Se pregunta uno si Jos Valads involuntariamente era entonces vctimas de ciertos prejuicios del siglo XIX. En la pasada centuria, liberales y conservadores por regla general no vean con fervor las culturas prehispnicas. Excepcionalmente surgieron hombres como Jos Fernando Ramrez y Manuel Orozco y Berra, que se entregaron con pasin y gran seriedad cientfica al estudio del Mxico antiguo.

    El autor del Breviario de historia de Mxico no desdea el mundo prehispnico, pero no nos da en su obra, una visin de conjunto que nos permita conocer el desarrollo cultural de los pueblos precortesianos. Sin embargo, cree que los habitantes que iban a tener su primer contacto con el mundo europeo, posean, "idioma, arquitectura, economa, vestido y tradicin y por tanto nacionalidad". .

    Aun cuando la postura de Valads es nacionalista, no es vctima del prejuicio antiespaol. Se explica entonces que la figura de Hernn Corts no aparezca a sus ojos como el dominador brutal que pintan sus adversarios, ni como el hroe de los hispanistas. Tanto penetr don Hernando -a su juicioen el paisaje y la gente de Mxico, que al llegar al medioda de su vida se fue incorporando ms y ms a lo mexicano. y si Corts no resulta as el autor de la nacionalidad mexicana, s fue el alma de un renacimiento.

    Pero jams deber levantarse una.estatua a Corts, que sera tanto como rendir culto al atropello y a la conquista. No debe olvidarse que Mxico es un pas que se ha distinguido "por su amor a la libertad y su respeto a la soberana de los pueblos".

    Sin ser catlico y ni siquiera adepto de ningn culto religioso, Valads comprende que se tiene el deber de analizar la intervencin que tuvo la Iglesia en la formacin del alma mexicana. Tambin debe reflexionarse, sin prejuicios, en la influencia econmica que esta institucin tuvo en la vida nacional.

    Si se ha juzgado con cierta ponderacin la vida colonial, es de comprenderse que no se acepte la tesis de que los hispanoamericanos luchaban por su independencia con el nico ob jeto "de romper las cadenas que nos ataban a Espaa".

    DEL BUVIAIlO

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    Otras motivaciones hallar quien estudie nuestra historia: las amenazas a una nacionalidad, el embarnecimiento de una economa, los asientos de una cultura religiosa, las profundidades de una moral, los progresos metalrgicos, las enseanzas de las letras, el desarrollo de las relaciones comunales el entendimiento entre los hombres, los sistemas de trabajo, el culto de lo heroico, las desproporciones del placer, las necesidades del comercio, los principios de la libertad.

    El autor procede a juzgar a los hombres que interVInIeron en los acontecimientos del siglo XIX y lo hace funcin del bien o el mal que hicieron a las instituciones.

    A Hidalgo se le debe el haber forjado el concepto de independencia, destinado a ser una realidad dentro de la vida institucional de Mxico. En Morelos admira su grandeza cvica, su afn antiesclavista, su noble actitud al enaltecer el concepto de la palabra americano. Fue capaz de obedecer y se mostr tambin extraordinario como hombre de mando. Valiente en los combates, en l se daban adems las dotes del legislador y del revolucionario.

    Consumada la independencia viene despus una poca mal llamada cruel, variable y nefasta. Y sin embargo, de esa poca tan condenada comienza a surgir el nacionalismo. En sus vicisitudes encontramos el secreto de su grandeza.

    En tal edad no existen clculos en intereses, ni medidas a los sacrificios, ni ambiciones que ahogan. Si no hay un arte, no falta lo esttico; si no hay riquezas, no se est exento de abnegaciones; si no hay Estado, no se excluyen las instituciones; si no hay victorias, vive el patriotismo. Negar lo bello y lo grande en medio de la tanta idealidad de esos das, o es desconocimiento de la ciencia humana, o inversin de la historia de los hombres y de la sociedad.

    Mucho contribuy a desvirtuar aquellos tiempos el escepticismo de quienes entonces escribieron la historia, porque en realidad ms les interes "buscar los lauros extranjeros que las realidades de su pas".

    Para el conocimiento de la poca, precisa conocer la accin y el pensamiento de literatos y polticos. Unos y otros pasan por el tamiz de su crtica. Sus juicios revelan que su autor vive por encima de las pasiones de partido y que ha penetrado muy hondo en el conocimiento de cosas y hombres.

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    Si en 1938, en su libro AlamnJ estadista e historiadoTJ Valads se expres sobre su biografiado, en ciertos momentos con excesiva admiracin; procede ahora a tratar al mismo personaje con mayor ponderacin.

    Tengamos a la vista las obras de Lucas lamn. El autor denota orden, memoria, moralidad, entendimiento, idea. Embellece -y lemosle con llenura- los episodios para luego enviscar a los hombres en quienes presenta los vicios y no las virtudes. Aunque con excesiva cautela, porque no trata de lesionar sino de inferir, hace a sus enemigos huecos y tontos, impos y cruentos, malquerientes y plebeyos. Persigue con afn demoledor las faltas de rectitud, los yerros, los engaos, los atentados contra la propiedad, la ley y las costumbres. Deja volar su pluma con la velocidad de un avin de propulsin sobre los efectos, por lo cual no penetra en las causas; y como escribe con tinta de vinagre, da a las pginas de su historia mucho de spero y poco de apacible. Engriese tanto con sus opiniones, que es realista y republicano; y en esta merma de concierto se inflama y se opaca; y en vez de buscar la trabazn de lo espaol y lo americano, gasta tal nmero de sutilezas que le hacen el dao de suponrsele antipatriota. Sin embargo, cunto amaba Alamn a su patria; para ella requera todas las grandezas al paso que daba medida exacta a los peligros que la amenazaban. stos eran, segn Alamn, los Estados Unidos en el exterior; la ausencia de autoridad en los negocios pblicos, en lo interno; por lo cual, y no por espritu de vasallaje, traa a Espaa bien aferrada a su pensamiento. Espaa, para Alamn, constitua el alma de la nacionalidad, el ejemplo de las virtudes cvicas y domsticas, la regla de las buenas disposiciones entre gobernantes y gobernados y el centro de gravedad en la alianza de los pueblos americanos. Incomprensible fue Alamn para sus coetneos, puesto que le crean empeado en flordelisar el otoo virreinal a la vez que dispuesto a la desnaturalizacin de la primavera de la Repblica Mexicana; y si es verdad que en los trabajos histricos de don Lucas hay frialdades y propensiones para juzgar las cosas por el lado ms desfavorable, no olvidemos que el autor haba sido perseguido por innmeras aflicciones y vicisitudes; ahora que, por una parte, en l vivan el estadista y el historiador y, por otra parte, no ocultaba su propsito de aristocratizar las letras, las artes, la economa, la poltica, sin recordar que los mexicanos eran ajenos a ese linaje. Podr decirse que hay en Alamn una sombra cabeza extranjera; mas tambin un fuerte corazn nativo que si no atrae y embelesa se debe al rigor mtrico en el pensamiento del estadista. A.s y todo tenemos deuda con la obra

    DEL BREVIAlUO

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    histrica alamanista. Con sta se abre el anchuroso campo de la investigacin y de la composicin; y casi durante un siglo, las historias, ya de raz privada, ya de ejercicio oficial, han sido, bien afluentes, bien brazos de delta en el caudaloso ro historiogrfico de Lucas Alamn.

    En cambio no rectifica el tono de severidad con que alguna vez traz los rasgos distintivos de un personaje tan difcil de analizar como Lorenzo de Zavala.

    Al goce de los mexicanos cuando se sintieron dueos de un estado, respondi Zavala con frmulas mgicas, perdindose con tan irracional proceder en las sombras de la naturaleza que le rodeaba. De mando s era Zavala; pero como no saba de amores, por ms que proclamaba el patrio -que l mismo, ms adelante, se encarg de convertir en ceniza- se cubri con odios; para evitarlos no le fue suficiente la capa exterior de su inteligencia. De esta manera ulcer a su propio cuerpo, su moral y su designio polticos. Si Mora senta las suaves emociones del retraimiento, en cambio Zavala experimentaba el placer de la exhibicin y del aplauso. Por soberbia y despecho, el verse alejado del escenario poltico de Mxico le infundi propsitos explicables, pero jams excusables. Mas vayamos a la obra histrica de Zavala. Hace para sta, en primer trmino, una singular traza, con la que denota sentido directivo. Sin embargo, no realiza este diseo por el deseo exclusivo de exponer la verdad y realidad de acontecimientos pasados. Entendamos: es por mucho creer en su infalibilidad poltica por lo que Zavala se dedica a la historia, y en consecuencia, aloja en ella, fcilmente, la censura y el pesimismo. Levanta en seguida los muros sin anchura, ni soportes, ni verticalidad. Ms que la solidez de la estructura, el autor busca el techo bajo el que ha de dar a ambiciones y enfados. Quien llega a la historia carente de doctrina, racionalidad, circunspeccin, patriotismo, esttica y moral, es que slo quiere desahitarse. Tal lo que ocurre con Zavala al igual que a los polticos para quienes escribir de historia es tanto como manufacturarse un manto de muchos pliegues para inextricables usos. Nada de singular, en su aspecto fsico, ofrece el edificio histrico de Zavala; el constructor quiso la utilidad y no la perfeccin.

    Por las pginas del Breviario desfilan las siluetas conmovedoras de aquella poca tan trgica como heroica. Vicente Guerrero, generoso y valiente que "no pudo conciliar los impulsos de su partido con las razones de Estado", Bustamante que aspirando a consolidar un gobierno fuerte, fue un devoto del orden, orga

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    niz las rentas pblicas y las administr con probidad, cualidades todas ellas que se aminoran cuando se recuerda su crueldad "y su desprecio a lo popular". No poda faltar la figura de Valentn Gmez Faras.

    Fafas tena un espritu predicador y era infatigable en el trabajo, aunque al igual de quienes gustan de incesantes transformaciones, poco conoda el alma humana, creyendo que todos los hombres obraban a su semejanza, puesto que l era intrigante en la poltica, estadista cuando gobernaba, conjurador en el antipoder, general si haba soldados, subordinado si encontraba jefe, dctil en las victorias, altivo en las derrotas. Y, como supo unir sus cualidades a sus defectos, ignor los desmayos y fue a s propio emulsin de mucha fuerza en cuarenta aos de vida pblica. En esta carrera dej imborrables huellas de su amor al pueblo; de sus mpetus autoritarios tambin. Sin embargo, cunto se hubiese elevado Gmez Faras si en vez de exagerar el principio de una sumisin incondicional humana al Estado, gula con'racionabilidad los sistemas polticos para el fortalecimiento del gobierno mexicanol

    Su juicio general sobre Antonio Lpez de Santa Anna no ha 'Sufrido cambios radicales en ms de tres lustros de reflexin histrica.

    Hecho en el vivaque, y mientras no se apoder de l el desconcierto de mando durante el extranjerista gobierno de 1853, Santa Anna supo compartir los sufrimientos de su tropa, dio muestras incontrovertibles de un alto espritu organizador y tuvo la obediencia y el cario de oficiales y soldados; y si no logr conquistar lauros en los campos de batalla, fue porque era demasiado imaginativo, puesto que en lugar de los frios clculos del estratega, gustaba presentarse idealmente a s mismo las fuerzas militares propias y las del enemigo, bordando tambin a travs de su inagotable fantasa los planes y direccin en las operaciones de guerra .. , Por costanero y tropical, en los amaneceres de la salud, Santa Anna era afable, prudente y emprendedor; pero al encuentro de los serios obstculos que siempre se oponen a la desbordante inventiva, la afeccin del hgado hacale irascible, retrado y voluntarioso. Pero ms que esas cuestiones que conciernen al carcter del hombre, lo que falt en Santa Anna fue una doctrina pblica, brazo derecho de una doctrina moral. ~or care,cer de la primera, nunca pudo sobreponerse a lo dbIl; por Ignorar la segunda, sigui los cambios del tornadizo.

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    Fracasada la primera tentativa de reforma, acontecida la mutilacin del territorio nacional sufrida en 1848, Mxico vivi una etapa de desaliento.

    A partir de 1847, hay un incesante aleteo de cosas y pensamiento extrao a 10 mexicano. Hondos, muy hondos males, acarre al pas la guerra con los Estados Unidos, no tanto por la prdida de territorio nacional (que es dao que la conciencia y el tiempo reparan) , cuanto por las dudas que se suscitaron en torno a las instituciones pblicas. Atribuyse as la derrota sufrida por Mxico a la debilidad del sistema republicano, y no a la penuria del estado mexicano; a la separacin en que Mxico viva de Europa, y no al europesmo invasor y conquistador disfrazado. de americano; a la falta de una clase poltica directora, y no a las ideas extranjerizantes; a la desorganizacin del ejrcito y devaneos de los generales, y no a la superioridad de las armas de fuego del enemigg; al egosmo del clero y no a la pobreza nacional. Con todo esto, formse el partido del pesimismo, qul es el ms avieso de los partidos, puesto que no tiene otra finalidad que la de consumir el crdito y el honor nacionales.

    Mas el pas va a superar su crisis de escepticismo. El lector siente, como es lgico, un gran alivio cuando comienza a leer los acontecimientos que preceden la consolidacin de las instituciones liberales y el triunfo de la Repblica. Ve a un ]urez hondamente clavado en la historia de una poca. Y, sin embargo, no exagera el tono de las descripciones, le basta la exposicin llana y simple de los hechos para tener el sentido de la grandeza del hombre de su tiempo.

    La poca de la Reforma es compleja y mltiple. No es posible para el autor de un breviario examinarla, ni siquiera en sus lineamientos generales. La mayor victoria del liberalismo fue haber logrado poner por primera vez en Mxico, los fundamentos de una sociedad civil. Pero Valads no examina los episodios de la lucha entre el poder civil y el clero. Hay un asunto en el que centra su mayor inters: el tratado MacLane-Ocampo. Pide que se le examine bajo la luz del mtodo y la razn y no con las preocupaciones del sectario.

    Si se quiere estudiar con provecho el tratado MacLane (1859) , precisa tambin juzgar el de la Mesilla (1853). Uno y otro se explican como resultado de una presin exterior. Los funcionarios que en los dos momentos se enfrentaron a la voracidad norteamericana, quedan ilesos del reproche de maldad y

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    traicin con que la pasin poltica ha tratado de mancillarlos. No ces con la mutilacin de 1848 la amenaza norteame

    ricana. Haba en el pueblo y el gobierno de Estados Unidos el propsito de debilitar cada vez ms a Mxico y de arrebatarle ms territorio. No estaba dentro de la lgica de la poca, permitir a la Repblica Mexicana su recuperacin.

    Para explicarse los hechos se necesita entre otras cosas, conocer a Manuel Dez de Bonilla y a Me1chor Ocampo, quienes fueron respectivamente ministros de los presidentes Antonio Lpez de Santa Anna y Benito ]urez.

    Dez de Bonilla ha quedado obscurecido, no tanto por su pedantera, cuanto por cuestiones de partido, no obstante sus excelentes cualidades de diplomtico y patriota. Hombre de talento, hecho en la escuela poltica de Alamn, era articulista escptico y fro diplomtico, gracias a lo cual, anticipndose a los propsitos anexionistas de los Estados Unidos, adopt primero una actitud ofensiva a tales designios, y luego con notable perspicacia e incontrovertible patriotismo, quebrant los proyectos de expansin de James Gadsden, puso a ste en disputa con el comisionado Christopher Ward y gan con mucha energa la porcin de territorio nacional amenazada a fuerza de armas. Por ltimo, dej en el tratado de 1853, artculos denunciables, que obligan a reconocer en Diez de Bonilla un mexicano de virtudes. Pero, si Diez de Bonilla se perdi en las entraas de la poltica de 1853, en cambio, Melchor Ocampo sobrevivi a los individuos del gabinete de Santa Anna, por la fortaleza de sus ideas, la prudencia de su nimo y la templanza de su vida. Una cualidad ms posey Ocampo para sobreexceder a sus coetneos: la de su pronto regreso a la mexicanidad; porque cuando pareca perdido en el pesebre extranjerista, al que concurri llevado ms por su aficiones filosficas que por su pensamiento poltico, supo desentoldar lo quimrico y extrao para asirse de lo propio. Sin embargo, en su afn de engrandecer al Estado, todava quedronle resabios exticos; mas. stos se debieron a la irreducible naturaleza que dio a su doctrina, puesto que para Ocampo -y as lo proclamaba- la libertad era conquista y no herencia. A su parte, pues, lo que en forma tuvo Ocampo de estadista a la europea, para estudiarle en las. empresas iluminadas con el sentido mexicano, que mucho abund en la mayora de los captulos de la vida de Ocampo.

    Tanta impresin produjo en Valads la literatura existente sobre el tratado MacLane-Ocampo, que durante varios aos.

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    ser objeto de su estudio. Seguir reuniendo documentacin y hablar de l en su libro Ocampo, reformador de Mxico. No satisfecho an, en HistCA,ria del pueblo de Mxico, lo har objeto de una de sus reflexiones ms luminosas. Partir de la base de no considerarlo como una simple tentativa de pacto entre el gobierno mexicano y el norteamericano, sino como uno de esos hechos que estn ligados a los grandes problemas internacionales de una poca.

    En aquellos aos Mxico no poda sustraerse al influjo de una poltica mundial que ms que el acrecentamiento territorial de las naciones poderosas, se deseaba la hegemona econmica. El momento sorprenda a Mxico en plena desunin. Dos partidos se disputaban la preeminencia poltica, haba dos maneras de concebir el patriotismo.

    Vctimas, pues, de ideas opuestas a las culturas mexicanas fueron los partidos liberal y conservador; y si el primero no descubre a tiempo los malvolos propsitos del extranjerismo y no se enfrenta resueltamente a stos, hubiese sucumbido, como el segundo, envuelto en la negra sbana de la antimexicanidad.

    Segua siendo Mxico "campo de rivalidades de doctrinas exticas". Pocos momentos haban sido tan dramticos. En aquel entonces "si no se intentaba destruir los mojones de la heredad nacional, s se intent romper los cimientos de la vida de M xico, para civilizarlo a la europea". Aun despus del fracaso de la tentativa monrquica auspiciada por Napolen lB, y cimentada la Repblica, el pas tuvo que sufrir el retorno del extranjerismo.

    Lo mexicano permaneci inclume; y slo estuvo en peligro de despencarse cuando los caudillos polticos y literarios, por creer que el progreso era obra de las prisas imaginativas y no solidez de experiencia y razn, volvieron -comprometedoramente para los designios patriticos- a abrir las fronteras de Mxico a las aventuras e interferencias del extranjerismo. Mas, creo que antes de proceder a la revisin histrica de ese captulo nacional, que empieza cuando declina el Alto Porfirismo y termina en lo que con mucha propiedad se llama Revolucin Mexicana.

    De la fecha en que Valads termin de escribir su Breviario al momento en que su Historia del pueblo de Mxico

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    fue publicada, pasaron 18 aos. Durante este largo periodo public obras de singular importancia, entre las que destacan: Ocampo, reformador de Mxico, Imaginacin y realidad de Francisco 1. Madero, Historia general de la Revolucin Mexicana y los dos volmenes que integran la segunda parte de El por/irismo, historia de un rgimen.

    Aunando a su erudicin la experiencia acumulada en multitud de viajes hechos en el extranjero, Valads estaba preparado para dar una visin de conjunto de nuestro panorama histrico.

    La nueva obra de Valads tiene un importante prlogo de unas cuarenta pginas, que su autor declara no es necesario que sean ledas por quien tenga inters en "penetrar en el alma y cuerpo de la vida del pueblo mexicano". Cabra, sin embargo, hacer una observacin: su historia no est escrita para un pblico general, bien que haya multitud de pginas asequibles a todo tipo de lectores. Para la comprensin plena de la obra se reclama el conocimiento de los hechos esenciales de la historia de Mxico. Sern los especialistas en historia, los que obtendrn el mximo provecho, de la lectura de los tres tomos que la integran.

    Es la primera vez que Valads precisa, aunque de una manera somera, su posicin ante la historiografa que se ha ocupado de Mxico durante cuatro siglos. Reconoce las exigencias cientficas que impone a la investigacin histrica nuestro tiempo, pero trata hasta donde le es posible, de hacer un juicio exacto. Ha llegado a declarar que no piensa haber logrado una novedad ni menos una excelencia. Algn lector suspicaz podra pensar que esa declaracin constituye una falsa modestia. Pero quien conozca a Valads comprender que tal actitud no puede existir en l. Ama sus obras, pero jams se envanece de ellas. l es de aquel gnero de escritores que al llegar al final de una jornada, despus de una larga lucha entre lo subjetivo y lo objetivo, despus de todos los debates de conciencia que preceden una publicacin, no queda enteramente satisfecho con los resultados que ha obtenido.

    Ms de alguno de los lectores de Valads habra querido que esa Historia del pueblo de Mxico hubiera sido el libro de sus libros, la suma y sntesis de sus actividades de historiador, "la plata labrada de su talento". Jams Valads escti-

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    bid tal obra. La aguja magntica de sus aspiraciones es la misma. En su carrera de gran trabajador de la historia, siempre ha puesto la misma pasin generosa, la misma tenacidad creadora, la misma devocin por Mxico. Pero por qu unas obras tienen ms valor que otras? No le es dable al escritor y menos a uno tan fecundo como Valads, lograr la uniformidad. Por otra parte nunca hay que olvidar las peripecias que han surgido en la vida del autor, durante el proceso de creacin de una obra.

    Jos Valads dijo un da, que quienes juzgan a los escritores nunca deban olvidar las condiciones dentro de las cuales una obra se escribe. La vida de Valads ha sido durante varias dcadas, tan agitada, tan dramtica, tan llena de emotividadl l ha consagrado al cultivo de las letras, medio siglo de laboriosa dedicacin. Dentro del marco de su azarosa existencia goza ya de una paz de dos lustros. En este crepsculo de serenidad, lleg al final de su Historia del pueblo de Mxico. Publicada en 1967, la precedieron quince aos de continua meditacin y estructuracin. Todava lo dominaba una actitud dubitativa. Quera an dedicarle quince aos ms de reflexin. Mas don Jaime Torres Bodet le hizo "palpar la realidad con la yema de los dedos". Le alcanzara la vida para dar cima a esta obra?, tendra la lucidez de espritu durante estos aos para poner sus energas al servicio de sus propsitos? Tales razonamientos precipitaron la publicacin.

    Valads ha publicado en los ltimos diez aos trece libros y algunos ms estn listos a hacer su aparicin. Cmo puede explicarse tanta fecundidad? No debe olvidarse que Valads ha dedicado al estudio de la historia ms de cincuenta aos. La obra de las ltimas dos dcadas es, en cierta manera, el resultado de toda una vida de sacrificio y de constantes desvelos. Alguna vez se le ha sugerido que modere el mpetu de sus actividades, pero nadie logra contener el ritmo vertiginoso de su laboriosidad. No quiere dejar sin concluir, tantas obras iniciadas.

    El crtico que juzgue los ltimos libros de Valads no debe olvidarse de las condiciones en que se han producido. El historiador podr haber escrito de prisa, pero siempre ha procurado pensar despacio. Como su biografiado Ocampo en cuestiones de alta importancia para Mxico, "slo escribe sobre lo que tiene meditado". Excelente prosista, sin em

  • 138 HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORNEA DE MXICO

    bargo, nunca ha considerado al estilo literario como una de sus preocupaciones cardinales. Es frecuente el caso en que sacrifica la belleza de las letras en aras de la precisin cientfica. Entre los esplendores del estilo y el poder de la verdad, se inclina sin reticencias por lo segundo. Para satisfaccin del lector, cabra decir que en la mayor parte de la Historia del pueblo de Mxico campea la claridad y la belleza. En pocos libros suyos pudo ostentar con tanta gallarda, como en ste, todos los lujos de su prosa. Hay, sin embargo, determinados captulos en que los datos cientficos o la difcil exposicin de algunos temas, exigen un gran esfuerzo de comprensin al ser ledos.

    La digresin ha sido larga. El complaciente lector la perdonar por necesaria. Retornemos al prlogo. Parte el autor de la consideracin de la existencia de un Mxico anterior a la llegada de los espaoles. La necesidad de hacer la historia prehispnica con enfoque mexicano es desde el principio su obsesin. Sin embargo, cree que los pases de Centroamrica, del Caribe y de la parte boreal de Suramrica trabajarn por elaborar la historia de una Cultura Atlntica. El estudio de la cultura caribense y meso americana no puede ser exclusiva de las preocupaciones de los mexicanos.

    En su afn de estudio por valorar esta etapa de la historia de Mxico, sabe que de ninguna manera es un precursor. Enumera a los pioneros que abrieron esta ruta a la investigacin. De all su reconocimiento a Manuel Gamio, Alfonso Caso, Wigberto ]imnez Moreno, Eulalia Guzmn, Miguel Othn de Mendizbal, Francisco Plancarte y Navarrete y Antonio Villacorta.

    Desde sus primeras pginas, ostenta Valads una impetuosidad agresiva ante aquellos historiadores no mexicanos, a quienes considera deformadores de la verdad.

    A la mayor parte de los lectores habr de sorprenderles la severidad con que juzga a fray Bernardino de Sahagn. Lleva a cabo un ataque por varios flancos. Declara que el autor de la Historia general de las cosas de la Nueva Espaa no posea una cultura muy slida y que escribi bajo el influjo de las preocupaciones teolgicas, sacrificando as en ciertas ocasiones la verdad histrica al prejuicio religioso. Afirma que sobre Sahagn ejercieron poderoso influjo obras como las de Herodoto de Halicarnaso, que lo llevaron a desvirtuar

    DEL BREVIARIO 1.

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  • 139 DEL BREVIARIO AL RECINTO DE LA GRAN HISTORIA

    sus observaciones. Declara, tambin, que fue vctima del evemerismo que tantos adeptos tuvo, pero que no por eso dej de ser contrario a la verdad histrica. Mas no todo es censura, Valads da la impresin de haberse percatado de que sus acusaciones han sido demasiado severas y procede a reconocer una parte de los mritos de Sahagn.

    A pesar de todo esto, no debemos desconocer la laboriosidad de fray Bernardino; tampoco la nueva riqueza que proporcion a la lengua nhuatl, hispanizndola o latinizndola ingenuamente, sin perfidia, como todos los frailes que concurrieron a servir a su rey en tierras de nuestro continente.

    Con Pedro Mrtir como cronista no guarda ms consideracin que la de reconocer su talento literario. Ve en l un cortesano, "que emplea la nobleza de las letras para servir a los poderosos". Cree que los monarcas de Espaa debieron estar, con razn, satisfechos de aquella prosa con la que se exaltaban las armas conquistadoras. Pero cunta exageracin en sus descripciones de la vida de los pueblos indgenas de AmricaI

    La desconfianza que siente Valads hacia las crnicas de los frailes se antoja excesiva. Podramos aceptar que, si es verdad que los religiosos "midieron muchas veces los acontecimientos con la vara de las preocupaciones teologales o conventuales", tambin es cierto que en innumerables momentos escalaron las ms altas cimas de la seriedad crtica. No es, sin embargo, desdeable el consejo de acercarse con prudencia a las fuentes histricas elaboradas por los misioneros y ponderar su validez cientfica.

    Es obvio que muchas de las apreciaciones de Valads, sobre obras referentes a Mxico, suscitarn refutaciones tan vehementes, como los ataques que l endereza contra ciertos autores. Pero no siempre emplea un acento severo. Ms bien predomina la serenidad crtica en sus juicios. l, que tanta admiracin sinti y siente an por Alamn historiador, lo juzga con reservas.

    Cuando nos acercamos a las comienzos del siglo XIX y a la Guerra de Independencia, con la obra de don Lucas Alamn (Historia de Mxico, 5 t., Mx., 1849-1852). Cmo servirnos en nuestros das de esa obra magnfica en literatura y rica en observaciones,

  • I

    140 HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORNEA DE MXICO

    cuando los ltimos cincuenta aos nos han proporcionado historiadores que siguen a paso las fuentes originales y nos conceden un documento tras otro documento? Cmo repetir las dramticas escenas de 1810, reproducidas con sealada viveza por Alamn, cuando el Archivo General de la N acin nos ha proporcionado en su Boletn, documentos de gran valimiento, que sustituyen las elegancias literarias de don Lucas? Y cmo seguir las pginas de Alamn, cuando don Juan E. Hernndez y Dvalos nos leg, en seis grandes tomos, la impecable Coleccin de Documentos para la Historia de la Guerra de Independencia? (Mx., 1877-1882.)

    Valoremos asimismo, frente a la obra de la memoria, los papeles que sobre el cura Jos Mara M orelos , public la Secretara de Educacin Pblica (Mxico, 1927). As tambin, si la descripcin que hizo Alamn sobre la entrada de los insurgentes a Valladolid y Guadalajara, no deja de tener destellos literarios y propsitos de Historia, en nuestros das no podemos pasar por alto los trabajos documentados de don Jess Amaya (Hidalgo en Jalisco, Guadalajara, 1954) y de don J. Romero Flores (Historia de Michoacn, t. 1, Mx., 1946).

    Los documentos, pues, y los historiadores documentados como don Vicente Fuentes Diaz, nos llevan a una certsima Historia de la Independencia; y si a esto se agregan los papeles, hechos pblicos, de don Agustn de Iturbide, el primer trono mexicano de la realidad documental, difiere de la prosa de Alamn.

    Otro tanto acontece con los escritores de la historia nacional correspondiente al primer tercio del siglo XIX: los seores Jos Mara Luis Mora (Mxico y sus revoluciones, Pars, 1836) y Lorenzo de Zavala (Ensayo histrico de las revoluciones de Mxico, Pars, 1831). Quin puede confiar a la memoria de ambos autores, los das de la edad heroica del Mxico Independiente? Hoy, con sus muy documentados y hermosos Poinsett, Historia de una gran intriga (Mx., 1951) y Santa Anna: Aurora y ocaso (Mx., 1956), don Jos Fuentes Mares llena una interesante poca mexicana; y si a estas obras se agregan los nutridos trabajos que sobre materia econmica dej don Luis Chvez Orozco, los que escribi ton mucha galanura don Miguel Quintana, los muy didcticos, pero tambin sin apartarse del documento, de don Agustn Cue Cnovas, ya tendremos una verdadera urdimbre para empezar a juzgar grave y realmente a la aparentemente aborrecible mitad del XIX.

    Dentro de esta enumeracin de compiladores de documentos, tendra derecho a ocupar un lugar distinguido Ernesto Lemoine con su libro Morelos, su vida revolucionaria a travs de sus

    DEL BREVIARIO

    escritos y de otros tes no solamente es una e: grafiados por el propio tante estudio.

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  • DEL BREVIARIO AL RECINTO DE LA GRAN HISTORIA 141

    escritos y de otros testimonios de la poca. La obra referida no solamente es una excelente seleccin de documentos paleografiados por el propio autor, sino que los precede de un importante estudio.

    Valads no mira con mucha simpata esa escuela histrica representada por hombres como Manuel Orozco y Berra, Jos Fernando Ramrez y Garca Icazbalceta.

    I

    sta surgi, aunque en medio de muchas indecisiones, en las manos de don Joaqun Garca Icazbalceta, de don Jos Fernando Ramrez y de don Manuel Orozco y Berra. Para stos, el documento era un material de construccin sumamente fro y spero. No daba el calor del alma de una Nacin. No proporcionaba fluidez al pensamiento. No localizaba la preocupacin humana. Era vasta en la extensin; pero corta en la profundidad. Haba, pues, que emplearla en medio de la alegora; pero es que aqulla era la poca de la transicin. De aqu, las incomprensiones entre Alamn y Garcia Icazbalceta. De aqu, el poco inters hacia las primeras obras especficamente documentales; tambin el abuso que se hizo de las publicaciones voluminosas como las de don Francisco del Paso y Troncoso.

    Con respecto a los acontecimientos de la guerra con Estados Unidos, considera Valads que se han hecho numerosos trabajos, entre los cuales el de don Vito Alessio Robles ocupa un puesto de honor.

    Revisando la documentacin que se posee sobre la guerra de intervencin, le parece tambin que hay elementos para elaborar juicios muy fundamentados. Elogia, y con razn, la noble actividad de Gloria Grajales en los archivos de Inglaterra. Cabra agTegar que es de justicia reconocerle todo su mrito a Lilia Daz por su publicacin de documentos diplomticos de Francia, y a Guadalupe Monroy sus aportaciones para el conocimiento de la parte que estaba indita del archivo de Matas Romero.

    Acierta Valads cuando declara que poseemos ya fondos documentales que nos permiten valorar con exactitud las miras polticas de Napolen III. Gracias a ello puede ya medirse su verdadera dimensin.

    Reivindica Valads la importancia de las aportaciones histricas de don Fernando Iglesias Caldern con sus Rectificaciones histricas y de Genaro Garca con su Coleccin de documentos.

  • , 142 HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORNEA DE MXICO

    Haba llegado la hora de sacar provecho considerable de los archivos mexicanos.

    As y todo, la escuela documental, que nos acerca a la ciencia histrica, tan noble como respetable, fue parte inseparable de la cultura nacional. Nuestros archivos se hicieron abrevaderos para propios y extraos. La cuarta dcada de nuestro siglo colm archivos y bibliotecas de investigadores. La gente quiso saber los antecedentes de sus das. La Revolucin produjo las primicias de un renacimiento ms intensivo y estable que el trado por la Independencia.

    Infortunadamente, el Estado, entregado a cuitas domsticas, no puso atencin a ese fenmeno que abra las puertas de un nuevo estadio de letras y pensamientos. De esto se aprovecharon, digmoslo con tristeza, los extranjeros; principalmente las universidades de Estados Unidos, sedientas de enriquecer sus archivos y bibliotecas. Sedientas tambin de demostrar la capacidad de sus estudiosos, de manera que corrimos el peligro de un expansionismo cultural norteamericano; pues no la historia de captulos prinicipales de Mxico empez a ser escrita y publicada en Estados Unidos? Y con esto no una nueva deformacin, sin intencin evanglica de los siglos XVI, XVII Y XVIII, sino con los tentculos de un saber dominante, apareci en nuestro horizonte?

    Muchas disculpas, para efectuar esta intrusin, dieron las universidades del pas vecino; algunas, ciertamente, aceptables. Una, la de acercar Mxico al conocimiento del pueblo norteamericano. Pero, no equivala el acontecimiento a un subdesarrollo cultural, paralelo al epteto denigrante que nos aplic un presidente de Estados Unidos al llamarnos "pueblo econmicamente subdesarrollado"? ste era un error, acompaado de intencionalidad, al dar apellido a un pueblo eminentemente rural, ajeno, no por incapacidad humana, sino por geografa a industrializarse como los euroamericanos.

    Desviando Valads su atencin hacia otros periodos de la historia de Mxico, formula dos acusaciones contra la historiografa norteamericana. Una referente al origen del hombre americano y otra sobre la colonizacin de California.

    stos, con muy patriticos designios noramericanos, preconizaron y sostuvieron la idea de que los mexicanos eran de origen asitico y haban llegado al suelo continental a travs de Berhing. La teora -slo teora- tuvo su intencionalidad. Quera decir que los pobladores de Mxico, procedan del Septentrin, conforme a lo cual, Estados Unidos nos haba dado una pobla-

    DEL BREVIARIO

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  • 143 DEL BREVIARIO AL RECINTO DE LA GRAN HISTORIA

    CIOn, originalmente de los propios Estados Unidos, que por lo mismo tal pas tena el privilegio de haber poblado el territorio del Centro y Sud Amrica. Nuestros primeros ascendientes, pues, eran los asiticos; despus, descendamos de los califrnicos; de los apellidados pieles rojas, tambin.

    Si la aseveracin anterior no convence suficientemente, en cambio lo que resulta irrefutable, es la reivindicacin en favor de los mexicanos que contribuyeron a la colonizacin de la Alta California.

    Es cierto, ciertsimo, que los nobilsimos frailes que marcharon a propagar la Fe y a catequiza:r gentiles, ya a las Californias, ya al Nuevo Mxico, ya a Texas, no fueron mexicanos. Un indgena no tena virtudes, segn las diferentes rdenes religiosas de la poca, para tales empresas del alma. De esto nada comentamos. Solamente decimos, que la Fe, como la civilizacin, eran en los siglos citados, privilegio de los europeos.

    Pero, lo que s es innegable, puesto que existen documentos, para ver el lado positivo de los acontecimientos, es que las tareas misionales se llevaron a cabo con dinero mexicano, con soldados mexicanos, con artesanos mexicanos y con pobladores mexicanos. Esto todo, lo ocultan los historiadores noramericanos. Lo silencian en todas sus obras, escritores tan preclaros como Herbert Eugene Bolton y Charles Wilson Hackett. Para stos, la obra misional y la poblacin del Septentrin mexicano, se debi a los espaoles. Loan as a Espaa; ignoran a Mxico y los mexicanos.

    Sin embargo, quines construyeron en Nayarit y Sinaloa los barcos que llevaban lo conducente para poblar las Californias? Quines, si no mexicanos, en su mayora procedentes de Sinaloa, los que fundaron San Francisco, Los ngeles y San Diego?

    y volviendo nuevamente a pensar en los archivos y en la investigacin de documentos, el autor de la Historia del pueblo de Mxico seala deficiencias, pero con un propsito no de simple censura para emular a la superacin.

    Mas dejemos el juicio histrico sobre la intrusin extranjera en nuestra Historia, para volver al trato de lo referente a los connacionales, quienes a pesar de una impreparacin acadmica, tienen apoyo en sus valuaciones y avaluaciones, gracias a una bien sentada tradicionalidad. El amor a las piedras de la antigedad, ha hecho una escuela slo comprable a la del romanismo histrico. No podremos tener. nuestros archivos a la altura de

  • 144 HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORNEA DE MXICO

    la riqueza euroamericana; pero hay un alma conmovedora, estudiosa y cada da ms proba y conducente, que seala el camino de investigaciones y composiciones. Admitamos sin embargo, que hay en ambas un tanto de amenazante intrusin oficialista. sta no opera mediante rdenes o censuras, sino por medio de promesas o compromisos. La marcha de una burocratizacin, no se ha detenido para penetrar al desarrollo de la capacidad histrica nacional. No se han dado casos, por este influjo oficial o debido a la cmoda inclinacin hacia los empleos pblicos, de infidelidades histricas; pero s de abandono de aquellos temas que pueden comprometer al escritor en sus relaciones con el Estado mexicano, y que por lo mismo, si no suprime, s mutila el talento nacional.

    Una mirada hacia el siglo XIX y principios del xx hace pensar a Valads en lo grave que fue la influencia de las actitudes periodsticas interviniendo en la formulacin de juicios histricos. Al escogerse a Francisco Bulnes como representativo de esta tendencia, no se incurre en exageracin, El influjo de esta postura fue tan nefasto que aun espritus tan brillantes como Carlos Pereyra se sintieron afectados por ella.

    Mas el talento de don Carlos pudo sobreponerse a aquella actitud. Ve Valads en Pereyra "el ms ilustre y elegante escritor de Historia nacional", Formula en seguida un juicio general sobre las cualidades positivas y negativas del historiador saltillense.

    No posea el seor Pereyra las virtudes inquisidoras de don Luis Gonzlez Obregn.,. De Pereyra tambin, a pesar de su credulidad periodstica, recibimos asimismo el mtodo analtico. La abundancia documental; la precisin del acontecimiento por el sistema del cotejo, el encuentro de la palabra adecuada para aplicarla a hombres y hechos, no bastaban en un rgimen histrico cercano a la valoracin y juicio. Era necesario el examen para determinar la categora; los accidentes y propiedades de las cosas que entrasen a la materia de la Historia. Y tal es lo que realiz el seor Pereyra". Aunque si es verdad que el propio Pereyra cay en algunas ocasiones en las tentaciones partidistas (Cf. en El mito de Monroe, Madrid, 1931 y en La obra de Espaa en Amrica, Madrid, s.f.), no por ello desmerece lo analtico que haba en l. Los desengaos personales, su condicin de destierro y la prdida de una posicin poltica y diplomtica a la que tena derecho por su ilustracin y talento, tuvieron en algunas ocasiones, una poderosa influencia sobre su vocacin histrica... A sustituir las arideces del alma pereyriana lleg una plyade de

    DEL BREVIARIO

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  • 145 DEL BREVIARIO AL RECINTO DE LA GRAN HISTORIA

    estudiosos mexicanos, ya con el espritu del anlisis de Pereyra, aunque sin la perseverancia en el trabajo de ste; porque difcil ha sido hallar en nuestro medio poco universalizado y todava ms cortamente estimulado, la reunin de las tres virtudes principales de una vocacin histrica; la insaciabilidad inquisitiva, la laboriosidad continua y permanente y el desmenuzamiento, compulsa y armona de las cosas entre s y en su unidad.

    Jorge Flores, Luis Villoro, Jos Bravo Ugarte, Daniel Coso Villegas forman parte de esa plyade que sucedi a Pereyra. Al hablar de Cosa Villegas, Valads que en muchos aspectos es un espritu diametralmente opuesto al suyo, le hace, sin embargo, un alto reconocimiento a sus mritos.

    Coso Villegas tiene una obra con grandes alas; y aunque fue auxiliado por un competente grupo de colaboradores, de todas maneras, le correspondi la direccin de la obra; y dirigir es un saber y una labor que no es dable a todos los talentos. La obra del seor Coso Villegas, sin embargo, no ha sido pesada ni medida en sus internas disposiciones ni en sus salientes proporciones. Ensea, eso s, cun responsable empresa se presenta en el horizonte de una escuela histrica mexicana que, si en nuestros das, ha tenido un receso en lo que respecta a la ardua y nunca recompensada tarea de investigacin, est llamada a proliferaciones futuras.

    Al llegar al final del prlogo, Valads se cree en la necesidad de aclarar qu norma tica lo gui a travs de su trabajo.

    Lo nico que puede tener valimiento -aunque sea excesivo pretender valimientos- en esta obra, es que el autor desde la hora en que escribi la primera cuartilla de papel, olvid todos los agravios, desech las posturas dramticas que se encuentran al travs de la historia de todos los pueblos, dej al margen de la laboriosidad que exige el repaso y estudio de las fuentes utilizadas en el trabajo, el sentido de lo admirativo, y slo tuvo a la vista la reconstruccin de una mexicania que se dilata entre la montaa bronca y el llano yermo.

    Sus referencias a los autores no mexicanos, tienen como finalidad entroncar a Mxico con lo universal.

    Las citas que se hacen de autoridades extranjeras, principalmente en los dos primeros captulos, obedecen a la muy corta

  • .

    146 HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORNEA DE MXICO

    universalidad que poseemos al asociar la vida primaria de Mxico a la del mundo. Este desdn que nuestros eruditos han tenido hacia el estudio del desenvolvimiento del Orbe, es deplorable en nuestros das; pues aunque poseemos una autoctona de algunos milenios, stos no pueden ser estudiados sin el conocimiento y cotejo universales. Es una pena el empeo oficial para averiguar las menudencias virreinales en los archivos y bibliotecas de Espaa y el poco inters, que debera ser primordial, para acercarnos al estudio de las familias indgenas de Estados U nidos y de Centro Amrica, que pertenecen a nuestro tronco, que son incuestionablemente parte de nuestros ms antiguos parientes. No se pretende que nuestros trabajos investiguen y compongan la historia de los pases centroamericanos. Eso no; de ninguna manera. Pero por qu no hacer una carta de trabajo que comprenda la asociacin de tareas prehistricas e histricas en la zona del Caribe? No sera tal acontecimiento el principio de una Cultura Atlntica, que nos emancipara de la tutela euroamericana?

    Quizs eso sea actualmente una quimera. Pero entendamos que aun cuando la Historia se escribe en nuestros das, sta debe tener una pretensin de longevidad; y ello no porque tal sea nuestro deseo, sino porque el libro, sobre las glorificaciones, que ayer fueron de las armas y hoy son del dinero, tiene la virtud de saber esperar. Y de esperar silenciosa y pacientemente. Por esto mismo, no corremos prisa alguna ni nos interesa el desdn o el aplauso. Una misin mayor tiene el trabajo histrico; y ste no es, ciertamente, pan dejar latentes supuestas responsabilidades, puesto que el libro no es una sumaria, sino un testimonio que procura acercar al gnero humano a la realidad de la sociedad, de la naturaleza, de las instituciones, de las ideas.

    No tiene el autor pretensiones eruditas, pero s aspira a suscitar inquietudes en las nuevas generaciones y a que Mxico alcance un sitio digno en el concierto de las naciones.

    El cumplimiento de este deber, en relacin a Mxico, es el que ha guiado este trabajo, que no pretende modelar tareas acadmicas ni sociales; que no intenta prioridades de ningn gnero; pero que s quisiera despertar el inters bastante y considerado entre las nuevas generaciones, para que sean stas las que n03 proporcionen una historia monumental que comprenda los antecedentes de la familia en la autoctona Continental, desde el horizonte canadiense hasta los lmites de la Patagonia a donde la expansin del siglo XVI, ahog un pasado primitivo, rstico, crdulo, pero hermoso; que abarque la supervivencia de esos

    DEL BllEVIAlU

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  • 147 DEL BREVIARIO AL RECINTO DE LA GRAN HISTORIA

    pueblos nativos al travs de la dominacin europea, y que termine con el desarrollo de los fascinantes das que se siguieron a la emancipacin del XIX, cuando fue necesario construir, entre pesar y pesar, entre contento y contento, una clase selecta en todos los rdenes de la vida Continental. Slo as, nos entenderamos y nos haramos entender. Slo aS, nos emanciparamos de las tutelas Occidentales, que nos han acarreado tentaciones y compromisos, amenazas y violencias.

    Comprender el lector, que en contra de lo que ha dicho el autor con excesiva modestia, el prlogo examinado tiene un inters cardinal. Podemos ya penetrar en las ideas generales de la Historia del pueblo de Mxico.

    Quienes estn familiarizados con la bibliografa de Jos Valads conocen perfectamente que el estudio de los siglos XIX Y xx constituyen el punto central de sus preocupaciones. No pocos sern los que se sorprendan al enterarse que durante muchos aos, en actividad silenciosa estudi con particular inters asuntos de historia prehispnica y del periodo llamado colonial. Mas el historiador no march por los senderos trillados, tratando de hacer trabajos semejantes a los que ya haban sido emprendidos. Siguiendo una lnea de conducta muy personal, se enfrent a temas que han sido poco estudiados.

    Antes de entrar en el estudio del mundo prehispnico el lector no debe olvidar ciertos principios bsicos que sirven para explicar la postura del autor de la Historia del pueblo de Mxico. Cree que los religiosos espaoles alteraron las lengul!s indgenas; que sus crnicas contienen multitud de falsedades; y que ciertos mitos y personajes histricos al ser analizados por europeos sufrieron deformaciones. Si los pueblos precortesianos tuvieron sus mitos, en gran parte el hombre espaol al hablar sobre el pasado indgena contribuy a crear mitos que jams haban surgido en la mente de los antiguos pobladores de Mxico.

    Quien examine el ndice de temas sobre historia prehispnica abordado por Valads siente la fascinacin que le produce el nombre de los ttulos: "Las huellas migratorias", "El cotejo de voces", "Culto de lo admirable", "La integracin de las culturas". Pero no estamos ante una historia romntica, una apretada erudicin campea en todas las pginas. Los captulos que pueden ser ledos de prisa, deben ser lentamente meditados aunque a veces podamos no estar de acuerdo con su contenido.

  • 148 HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORNEA DE MXICO

    Est muy de moda que nuestros investigadores al estudiar el mundo precortesiano dividan ste, para su mejor estudio, en horizontes culturales. Jos Valads aun cuando lo da a entender en el curso de su relacin, que hubo en aquella civilizacin varios niveles culturales, no se pierde en ese laberinto de clasificaciones cronolgicas que todava son objeto de las ms apasionantes polmicas.

    Dos cuestiones fundamentales le preocupan: cul es el origen de los hombres que l llama premexicanos y qu grado de cultura lograron los pueblos indgenas que encontraron los espaoles al arribar a tierras de Mxico. De las 170 pginas que dedica al estudio de lo precortesiano, ms de las tres quintas partes se refieren a este complicadsimo asunto del origen del hombre americano y de las probables rutas de los grupos indgenas que poblaron el territorio de Mxico.

    De ninguna manera trata de sentar plaza de sabio, sino que se plantea dudas y nos las plantea. Cree, desde luego, que el hombre americano no es originario del Nuevo Mundo, sino que proceda de otro continente. No acepta la teora del paso por el estrecho de Bering, por creer, entre otras cosas, que no se tienen noticias cientficas precisas, que puedan demostrar que las regiones del norte de Asia hayan estado pobladas en la fecha en que pueda haberse efectuado la emigracin. No descarta la posibilidad de un arribo del hombre asitico a Amrica, pero de ninguna manera por el estrecho de Bering. Se inclina a pensar en la emigracin de hombres provenientes de Africa en una poca muy antigua y en condiciones que la ciencia actual no puede an precisar. El autor cree que pudo haber sido la zona del Caribe la primera en poblarse y despus de all partieron dos grupos, uno que lleg a la regin del delta del ro Pnuco y otro que ocup la zona stmica de Amrica y de all avanzara en direccin al norte hasta ocupar tierras que hoy son de Mxico.

    Se comprende que las tesis de Valads se enderezan fundamentalmente contra autores como Hrdlicka, que sostienen la tesis del origen berhiniano y hablan de una emigracin que avanzando de norte a sur lleg despus hasta la parte ms austral de Amrica.

    Es indudable la honradez intelectual con que ha procedido Valads al abordar estos temas tan complicados y en los cuales l no es propiamente un especialista. Pero precisamente por

    BREVIAlli

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    DEL

  • DEL BREVIARIO AL RECINTO DE LA GRAN HISTORIA 149

    no serlo toma todas las precauciones. Ha penetrado en los dominios de la geologa, la geografa, la historia, la arqueologa. Ha efectuado tambin cotejo de voces para buscar probables afinidades de grupos raciales. Por el tamiz de su analisis han pasado investigadores norteamericanos, ingleses, alemanes y franceses.

    Los datos se acumulan, la erudicin abruma. Ms que resolver problemas, los plantea. Nos contagia con sus dudas. Estamos todava "ante misterios insondables", para emplear una metfora del propio autor, quien por otra parte bajo el peso de su actitud dubitativa llega en cierto momento a exclamar ante uno de los tpicos que aborda: "acrcase tanto el tema a la ficcin que las ventanas de la vocacin histrica se cierran hermticamente a las teoras errantes". Cmo puede separarse lo que es estrictamente histrico, de lo que pertenece al dominio de la fantasa. Nos domina la angustia, pero es una angustia creadora y fecunda, con una ventana siempre abierta a la esperanza. Ante estas inquietudes bien podramos evocar la memoria de Lucien Fabvre, espritu semejante al de Valads, en su sensibilidad generosa y en su afn por llevarnos al campo de las reflexiones cientficas.

    r En el bello libro jubilar que public el College de France con

    ocasin de su cuarto centenario, se encuentra reproducido, gracias a la atencin de Paul Hazard, un documento emocionante. Es una pgina de notas autgrafas de Michelet -anotaciones hechas con su fina caligrafa, antes de una de las ltimas lecciones que profes aqu-o En ella, vibran ya las cadencias del gran poeta de la historia romntica: se lee lo siguiente:

    "Por qu no tengo partido? .. Porque he visto en la historia la historia y nada ms ...

    Por qu no tengo escuela? .. Porque no he exagerado la importancia de las frmulas, porque no he querido someter a ningn espritu, sino al contrario, liberarles, darles la fuerza que permite juzgar y encontrar."

    Mi aspiracin es que un da, prximo o lejano, al trmino del curso que hoy inauguro, pueda merecer que se me rinda este homenaje: "En la historia slo vio la historia, nada ms" ... En su magisterio no someti a los espritus, porque no tuvo sistemas -sistemas de los que tambin Claude Bernard deca que tienden a esclavizar al espritu humano-, en cambio se preocup por las ideas y las teoras; por las ideas, porque las ciencias slo avanzan gracias a la potencia creadora y original del pensamiento; por

  • '

    150 HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORNEA DE MXICO

    las teoras, porque, sin duda, sabemos perfectamente que nunca abarcan la infinita complejidad de los fenmenos naturales: son grados sucesivos que la ciencia, en su deseo insaciable por ampliar el horizonte del pensamiento humano, consigue unos tras otros con la magnfica certeza de no alcanzar jams la cumbre de las cumbres, la cima desde donde se vera la aurora surgiendo del crepsculo.

    Despus de analizar un centenar de pginas en que Valads acumula "una potencia de veinte atmsferas", se siente la necesidad de respirar otras atmsferas menos densas, el propio autor nos conduce hacia tpicos ms amables. Se pisa ya un terreno ms firme. Dirige una mirada hacia el conjunto de las culturas prehispnicas, no estudia ninguna de ellas en particular, pero s nos da visiones impresionistas. Un fervoroso aliento de mexicanidad inunda sus pginas. Sus ltimas reflexiones acerca del mundo indgena estn dedicadas a los aztecas, y rinde un homenaje de admiracin a ese grupo humano que tuvo como centro la capital de los tenochcas.

    Adems, podremos dudar de los hechos accesorios; pero lo que no es posible dejar sobre el campo de lo inseguro o eventual, es que la ciudad de Mxico qued fundada y que fue la cabecera no de una porcin tribal ni de un pas brbaro, sino que estaba destinada a ser el centro capital que aglutinara una nacionalidad.

    Asimismo es dable establecer que los cimientos de tal nacionalidad, aparentemente dbiles, por las caractersticas tan singularmente autctonas de sus individuos, fueron construidos con los conocimientos no tanto de las ciencias universales, cuanto de los preceptos que dicta la razn reflexiva. Y entendamos, antes de que se produzca el choque entre la civilizacin continental y la civilizacin europea, que aqulla fue el meollo de la vida del pueblo que, asociado al porvenir de la ciudad lacustre, adopt el nombre de Mxico.

    En el anlisis de la conquista y la dominacin espaolas no adopta Valads una pauta de hispanista ni de antihispanista, sino que su criterio est ms all de estas dos posiciones doctrinales. A los que argumentan que el Mxico anterior a la llegada de los espaoles no posea una unidad social y lingstica que le dieran un cuerpo de nacionalidad, les contesta que tampoco la tenan ni Espaa ni Italia, ni otros pases europeos que en esos momentos estaban en vas de integracin.

    DEL BREVIARlI

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    Al abordar el eslu

  • 151 DEL BREVIARIO AL RECINTO DE LA GRAN HISTORIA

    En los juicios del autor no hay rencores, pero s un marcado acento de nacionalismo. Pero este nacionalismo no le impide en mltiples momentos reconocer ciertas grandezas de Espaa. Admira a la reina Isabel de Castilla por sus concepciones de estadista que la llevaron a robustecer el poder del Estado y le permitieron impulsar la obra de conquista y colonizacin trasatlntica.

    Aparece Coln con su dimensin humana, que ofrece a los reyes no una empresa desinteresada sino un mundo de riqueza fabulosa. "Con unos cuantos gramos de oro caribense en la punta de la cola, el diablo despert la codicia humana,"

    Bien pronto la realidad defraud los ensueos. Pero si no haba oro en abundancia, all estaba el nativo capaz de someterse a las exigencias del colono espaol. As naci la encomienda. Los reyes trataron de poner un freno a la codicia de los peninsulares. Algunos telogos se sumaron a esta noble protesta contra la ambicin desmesurada.

    Al ceirse Carlos V el cetro de emperador de Alemania que uni a su corona de Espaa, los conquistadores y colonos espaoles haba rebasado las limitaciones del mundo caribense. Se estableceran en tierra firme e iniciaran la ocupacin de Mxico.

    El incipiente Estado espaol no tena el ejrcito, el dinero y los caudillos necesarios para marchar a la ocupacin de los territorios hacia donde iba a dilatarse el naciente podero europeo. Hizose as necesaria una tolerancia hacia los emprendedores; y como stos, generalmente, andaban en la edad de los treinta y tantos aos, pronto adquirieron los vuelos de una clase osada y dominadora, sobre la cual no pudieron tener poder desicivo Cristbal Coln ni su hijo Diego.

    El bro y arranque de aquella juventud treintaal situada en el Caribe fue superior a las determinaciones jerrquicas, de manera que la desobediencia quebrant los preceptos de gobierno, y estableci la fuerza y violencia del mando. Los hombres principales de la ocupacin continental no seran, pues, los capacitados para gobernar, sino los aptos en mandar. As, los jefes de mando, iban haciendo otros jefes de mando.

    Tal sucedi a don Diego Coln al enviar a Diego Velzquez a la ocupacin de Cuba; tal acontecera a Velzquez al ordenar a Hernn Corts la toma de Mxico.

    Al abordar el estudio de Hernn Corts, Valads hace notar

  • 152 HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORNEA DE MXICO

    que la historia de su conquista ha sido escrita por espaoles para la glorificacin de los espaoles. No acepta desde luego la leyenda de un Moctezuma desprovisto de cierta grandeza. Tena el monarca cualidades que las propias fuentes espaolas le han reconocido.

    Y, en efecto, ms que dbil Motecuzoma viva entregado a la supersticin. Quizs el no hallar, por falta de las comparaciones, el porqu del desarrollo de su pueblo y el porqu de su propia jerarqua, le habran llevado al culto de la inexplicabilidad.

    Esto no obstante, la ms severa revisin de la vida de tal Seor, aunque sirvindonos de documentos extranjeros o extranjerizantes, nos hace ver que los dieciocho aos de su seoro no fueron obra de la violencia. Fueron complemento de una obra muy laboriosa; porque aun los documentos ms desafectos al personaje, no niegan el esfuerzo de tal Seor para vivir contiguo a su pueblo. Y ste era un pueblo eminentemente trabajador. De ser ocioso no construye los monumentos hallados por los europeos, ni abre los caminos y mercados que posea, ni inventa la agricultura sobre chinampas, ni transforma el lecho de un lago en terreno firme, ni organiza una ciudad de trescientos mil habitantes. Las acusaciones de holgazanera e incivilizacin que las crnicas extranjeras hicieron a los mexicanos, son incompatibles con las grandezas que los propios extranjeros dijeron haber hallado en la ciudad de Mxico yen los territorios que ocuparon.

    No se necesita, por otra parte recurrir a la hiprbole para tener la nocin exacta de la medida humana del conquistador. Audaz y osado, ambicioso y capaz de hacerse obedecer de sus subordinados, encontr en el escenario de Mxico, un marco digno de sus dotes de guerrero improvisado.

    Tan inteligente as era Corts, que a los primeros roces con el teatro del mando y la guerra, su cabeza aldeana adquiri las proporciones del caudillo. Del obsecuente servidor de Velzquez se convirti en uno de los grandes capitanes de la historia de Espaa; pero de ninguna manera capitn de la cronologa mexicana, puesto que si hubo individuos entre aquellos aventureros extranjeros que desdeara ms a los patriotas de Mxico, se fue Corts. Cierto que en sus Cartas al Emperador no dej de ensalzar el suelo invadido y de hacer referencias agradables acerca de sus prncipes; pero esto tuvo por objeto significar que l haba derrotado no a unos modestos y pacficos principales del pas invadido, sino a muy grandes y poderosos personajes.

    DEL BREVIAlU(

    Mas despus de la hombre de gobierno litar.

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  • 153 DEL BREVIARIO AL RECINTO DE LA GRAN HISTORIA

    Mas despus de la conquista de Mxico, sus cualidades de hombre de gobierno no estuvieron a la altura del adalid militar.

    En efecto, nombrado por Carlos V capitn general del territorio invadido y ocupado, no logr realizar la primera empresa a la cual estaba obligado: hacerse estimar de sus sbditos y establecer en torno de stos y dentro de ellos mismos, la confianza y la unicidad.

    Lejos de esto, Corts ri con sus subordinados; disoci los intereses de la comunidad invasora; mantuvo un estado de inquietud entre pobladores y conquistadores; y como careca de equilibrio personal, no pudo ni supo administrar sus ambiciones y apetitos, de manera que esto le hiw contrariar a la Corona.

    Su propia obra de empresario, como se ver adelante, si fue importante en lo concerniente al arte de mandar, fue desastrosa en el intento de dar composicin a sus propios hechos; pues como todo lo haca con las prisas de un ingenio cervantino tan acomodado a aquella poca de muchos albores, al llegar a las aplicaciones, stas chocaban tan fuertemente con la realidad de cosas e individuos, que se produca el desastre y con ello las pendencias y envidias, los chismes y las desconfianzas. De aqu lo distante que estuvo siempre Corts de las cualidades obligadas pa-ra un gobernante.

    Si tales, pues, hubiesen adornado al capitn general, ste muere invicto al pie de su obra de caudillo. Y no fue as.

    La tesis en cierta manera est en oposicin a la sustentada por Carlos Pereyra sobre el mismo personaje.

    Porque debe recordarse que Corts no era un simple conquis~ tador, ni un simple explorador: era un fundador de imperios en el ms alto y noble sentido de la palabra. Sus relaciones con Carlos V revestan el carcter doloroso de una reversin de valores humanos. Carlos V bien poda haber sido quiz un hbil y activo lugarteniente de Corts, o si acaso, ste no mereci nunca haber sido menos que el ministro universal, el inspirador y el gua de la gobernacin del imperio, ya que por el genio poltico, por la grandeza moral, y aun por la sangre, no era el flamenco, sino el extremeo, el que deba de tener la representacin de los destinos de la raza espaola. Quien haya estudiado las mltiples aptitudes que mostr Corts; quien se haya dado cuenta de la claridad con que vea el conjunto de la obra espontneamente realizada por su pueblo, lamenta que la direccin de aquel movimiento expansivo no hubiera estado en sus manos sino en las

  • . I

    154 HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORNEA DE MXICO

    d~ un hombre que geogrficamente se hallaba a dos mil leguas, e mtelectualmente, a dos millones de leguas de la comprensin de un~ corriente nacional sin cuyo encauzamiento Espaa corra el pelIgro, en que cay, de esterilizar una mxima porcin de sus esfuerzos. Para Carlos V las islas y tierra firme, los pases conquistados por Corts, los que buscaba Magallanes, y los que ms tarde le entregaron Pizarro, Jimnez de Quezada, Juan de Ayolas y Pedro de Valdivia, no eran sino anexidades interesantes, centros de curioso exotismo, fuentes de recursos para gastos de momento. Pero pudo Carlos V haber soado siquiera que all estaba la fuerza del pueblo espaol, que all estaba su futuro, y que, p~r lo mismo, all deba estar el punto central de todo pensamIento constructor?

    . Un anlisis minucioso de las cualidades positivas y negativas de don Hernando, nos permitira una apreciacin ms equitativa. Ya he dicho en otra ocasin, que Carlos Pereyra ~os ha mostrado algunos aspectos contradictorios en la personalIdad de Corts, que nos hacen pensar en cierto desequilibrio, aun en aquellas ocasiones en que tenemos que examinar el hombre como militar.

    . ~n la. guerra fue extremoso para las precauciones, llegando su vlglla~cl~ hasta ha~er persona!mente las rondas, sin embargo, cometIa :mprudenClas temerarIas. Alternaba la audacia genial con la sUIcida, y los aciertos inimitables con los errores, algunos de ellos fatales. Ceda a los consejos de sus capitanes o sostena porfiadamente una determinacin contra cordura.

    Como reconstructor de Mxico y como hombre de gobierno Valads le hace a Corts muy serios cargos.

    Si al xodo de los mexicanos producido por el triunfo de los invasores extranjeros se agrega el desdn que stos manifestaron hacia la civilizacin antigua de Mxico, se entender cmo aquel mundo humano ~onstituido al travs de centurias pareci quedar sepultado para SIempre en los das que siguieron al triunfo de Hernn Corts.

    Desintegrse en efecto, la comunidad insular y homognea que representaba el espritu de una Nacin. Desintegrronse asi~ismo las com~nidades que circundaban la ciudad capitana. Desmtegrronse, fmalmente, los nexos mercantiles que hadan vivir en comunicacin y entendimiento a pueblos y familias de una superficie sin limites ciertos, pero compuesta de individuos de iguales origen y mentalidad.

    DEL BREVIAlUO

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    Su fcil triunfo en l blos indgenas y la de comunidades circunve fluira la vida del pasa corresponda a una l Espaa a aquel pas.

    Triunfante, todo lo capaz de transformar . una prolongacin de poder de costumbres, dicacin de los tres o conservadores otorgare territorio sin ms fron y nieves.

    Pero mientras se lle semejanza de la Vieja agresiva de los mexic Lago y se estableci e elaborar sus proyect05 presario.

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    Del suelo mexicano lio de la riqueza espai alimentos y ropa; inst mercio"; semillas y b N ueva Espaa. El hon As, las primeras inver: , Materialmente, la t efecto, en seguida de orden la destruccin

  • 155 DEL BREVIARIO AL RECINTO DE LA GRAN HISTORIA

    El esfuerzo humano -pasta y talento de un pueblo- que fue capaz de levantar pirmides, canalizar aguas, organizar ciudades, abrir caminos, hacer comercio y vivir en paz qued perdido casi de un golpe. La forma embrionaria de una nacin, qued deformada e inutilizada.

    Ahora, todo sera nuevo. Cuando menos se haria el intento de hacer un aparte con el mundo antiguo, para fundar un mundo nuevo, extranjero y circunstancial. Y esto no iba a ser obra de un reformador social o poltico. Sera obra de un interesado patriotismo; del patriotismo espaol de Hernn Corts.

    Su fcil triunfo en el valle de Mxico, la sumisin de los pueblos indgenas y la desolacin de la ciudad tradicional y de las comunidades circunvecinas, hizo creer a Corts que en nada influira la vida del pasado mexicano y que lo mismo todo lo futuro corresponda a una instauracin. As empez por llamar Nueva Espaa a aquel pas.

    Triunfante, todo lo vio a semejanza de su patria; y se estim capaz de transformar al pueblo dominado, de manera que fuese una prolongacin de Espaa. Para esto, olvid la existencia, poder de costumbres, naturaleza de cultura y espritu de reivindicacin de los tres o cuatro millones de almas, que los clculos conservadores otorgaron a la poblacin indgena dispersa en un territorio sin ms fronteras que el horizonte magno de los mares y nieves.

    Pero mientras se llegaba la hora de hacer la Nueva Espaa a semejanza de la Vieja Espaa, Corts temeroso de una reaccin agresiva de los mexicanos, abandon la ciudad tradicional del Lago y se estableci en Coyoacn. Fue aqu a donde empez a elaborar sus proyectos, no tanto de gobernante, cuanto de empresario.

    Nada de fcil tena la tarea que se propona Corts; aunque empezaban a llegar los recursos de Espaa. Las fabulosas versiones sobre las riquezas de Mxico surtan efectos mgicos entre la gente 'rica de Espaa y otras partes del mundo europeo. El gacetillerismo epistolar de Pedro Mrtir de Anglera haba despertado la codicia de reyes y cardenales; de soldados y mercaderes.

    Del suelo mexicano no era posible llevar riquezas sin el auxilio de la riqueza espaola. Barcos y pobladores; armas y dinero; alimentos y ropa; instrumentos de trabajo y "entendidos en C

  • 156 HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORNEA DE MXICO

    plir la orden, si la poblacin nativa haba huido? Quines iban a demoler los monumentos arquitectnicos que constituan el centro de la urbe?

    La desintegracin, pues, de una comunidad que, no obstante carecer no slo de un Estado nacional, sino de la idea de Estado, posea por derecho de origen y autoctona las caractersticas de una N acin, as como sera desastrosa para la propia comunidad, tambin acarreara numerosos problemas y condiciones conflictivas para el invasor. Los sacrificios de los unos y los otros jams compensara la aventura europea. Al cumplirse el ciclo de la desintegracin, los dos mundos -el mundo invasor y el invadido- volveran a su cauce, al igual de lo que acontece cuando terminan las violencias de la naturaleza.

    Si el lector examina los juicios transcritos y las dems apreciaciones de Valads sobre Hernn Corts, tendr que llegar a la conclusin de que multitud de sus ideas no sern del agrado de los hispanistas, pero que tampoco complacer a los antiespaoles. No sera sta una prueba de equilibrio crtico? Seguramente que no pueden aceptarse todas sus afirmaciones, pero habr que reconocer que indiscutiblemente no gui su criterio la pasin del sectario. Su juicio mismo sobre la dominacin peninsular est ms all de odios de faccin y se coloca en un plano de ecuanimidad.

    Ahora, la expansin europea era portadora de dos nuevas formas de vivir; y aunque no iba a producir una dicha mayor de la que disfrutaban las naciones invadidas y sojuzgadas, s les iba a dar una geografa poltica y con ello a incorporarlas a la vida universal. Esto ltimo constituira la deuda perenne de Mxico a Espaa. No ser lo mismo en lo que respecta a las f.ronteras polticas de la nacin mexicana; porque stas no fueron trazadas de acuerdo con el Derecho de origen, sino de conformidad a los intereses de los Estados.

    La conquista de don Hernando, no poda dar solidez social a la Nueva Espaa por l proyectada.

    Aunque los mexicanos eran expulsos de su suelo, y aunque Hernn Corts haba dado nombre y deseada superficie al territorio que ocupaba, y aunque la Corona de Espaa conceda su estatuto poltico y jurdico y administrativo a las tierras que Corts puso a los pies de su Soberano, en la realidad de la verdad, dos pases existan a donde slo uno era reconocido con el nombre de Nueva Espaa. La superposicin, sin embargo,

    DEL BREVIARI

    no bastara para d: gado a los efectos ( con lo cual perded. Slo la maravillosa tendra viva su eul1 nalidad.

    El pueblo sometid atrado por la convi nismo de los frailes

    En un estudio sob de Las Casas y natul minico tiene Vala

  • DEL BREVIARIO AL RECINTO DE LA GRAN HISTORIA 157

    no bastara para dar gobierno al pueblo sojuzgado que, entregado a los efectos del terror, en lugar de resistir, se dispersaba, con lo cual perderia los principios de su homogeneidad mental. Slo la maravillosa unidad fsica del suelo y de sus frutos mantendria viva su cultura y sus naturales caractersticas de nacionalidad.

    El pueblo sometido se acerc a la religin, pero ms que atrado por la conviccin, 10 hizo para buscar en el cristianismo de los frailes una proteccin.

    En un estudio sobre 10 colonial.no podra faltar la figura de Las Casas y naturalmente no falta. Al juzgar al fraile dominico tiene Valads juicios que pueden tener puntos de contacto con los del historiador Lewis Hanke.

    No corresponda fray Bartolom de Las Casas a la nobleza de Espaa, ni a la Alta Ctedra salmantina o complutense. Movase dentro de su alma, al igual de sus coetneos ilust'rados por la Iglesia, un poco de tomismo y otro poco de erasmismo. Movase sobre todo, en el fondo de su ser, la emotividad aventurera y generosa de Sevilla, cuyos eran los habitantes que todava hacia el final del siglo XVI vivan ajenos al trfico de la Casa de Contratacin y a la rivalidad de Cdiz.

    Pero no era todo lo que Las Casas llevaba en su pecho. A ste le impela la ambicin del mando y poder; porque sus alegatos en favor de los hombres a quienes llamaban indios, ms que la filosofa del dolor; ms que la reivindicacin humana; ms que el odio a los encomenderos; ms que la idea histrica; ms que las inconsideraciones a su patria; ms que el gozo de la controversia; ms que un mero lucimiento personal; ms que todo eso, haba una idealidad poltica. N o en vano la Orden de los Predicadores preparaba a sus individuos al gobierno de los hombres. N o en vano los dominicos constituiran el cerebro del principio de autoridad dentro de las rdenes religiosas y dentro asimismo de los Estados europeos en formacin; del Estado espaol, principalmente.

    De la historia guerrera y religiosa se pasar al estudio de la historia social y poltica. El autor de la Historia del pueblo de Mxico se pregunta:

    Tres cuartos de siglo han transcurrido en Nueva Espaa desde la llegada y ocupacin extranjera, y cules son las ventajas que en ese lapso han obtenido los nativos; cules los invasores?

    http:colonial.no
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    1

    158 HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORNEA DE MXICO

    El mismo Valads se da la respuesta.

    Los nativos estn obligados a hablar una lengua que no es la la suya, y por lo mismo slo una pequea minora la conoce y practica; y esta minora 10 hace, para ,repetir las enseanzas de la religin cristiana; pues en las transacciones comerciales, los indgenas se rehsan a dar a su mercadera y a sus procedimientos de venta otras palabras que no sean las propias de su idioma.

    Econmicamente no han mejorado su condicin. Un mexicano vive "la semana entera con menos de un rea!". La autoridad virreinal tiene tasado el jornal diario de un nativo en un cuartillo de plata (tres centavos). En Texcoco, el salario de cargadores, pescadores, albailes, canteros y hacheros es de dos reales por seis das de trabajo.

    Son tan pobres los nativos y escasea tanto el trabajo para ellos, que se renen en los caminos en espera de los viajeros espaoles; porque como stos tienen que llevar consigo sus camas, porque todava no hay hospederas, llaman a los indgenas de Mxico para cargar tales camas, a cambio de lo cual les dan un real por da. Con ese real deben comer en su viaje de ida y en el de a:-egreso.

    Dentro de esas cortedades econmicas, existe una mejor condicin social. Los europeos han dejado de usar el hierro para herrar a los nativos de aquel suelo ganado por la fuerza. Tambin ha terminado el secuestro de mujeres. La familia espaola empieza a convivir, aunque siempre en tono de superioridad, con la familia indgena. sta siente amparo y seguridad bajo el ala extranjera.

    En este mismo lapso de tres cuartos de siglo ha tenido lugar un gran desarrollo comercial, el crecimiento de las ciudades, el progreso de la minera, pero los grandes beneficios no son para las mayoras, sino para los grupos privilegiados.

    Medio siglo ms tarde hay ya "signos de estabilidad". El rgimen poltico de Nueva Espaa no es propiamente. colonial sino virreinal, equivale a un semi-Estado. El progreso y las transformaciones europeas del siglo XVI influirn sobre la vida virreinal de la siguiente centuria. Valads parece querer censurar a Fernando Braudel su afn de "noticierismo tumultuoso". Pero es indudable que, a pesar de todo, al hablar de esa poca en que comenz "la glorificacin de la autoridad y del dinero", ha estudiado muy a fondo El Mediterrneo en la poca de Felipe Il, la obra cumbre del historiador francs.

    DEL BREVIAIl