Del Conocimiento Como Poder Al Conocimiento Como Servicio

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ARTÍCULO PUBLICADO ORIGINALMENTE EN EL PERIODICO VOLVAMOS AL SOL Nro.10. pags.4-5 Primavera 1997. Buenos Aires. Vientos de cambio desde la educación alternativa DEL CONOCIMIENTO COMO PODER AL CONOCIMIENTO COMO SERVICIO Este artículo reúne algunas reflexiones sobre el actual rol transformador de las instituciones alternativas, a partir de mi experiencia en el Schumacher College de Inglaterra, un centro internacional donde se estudia ecología profunda y se practica el encuentro entre los nuevos paradigmas científicos y la espiritualidad. Allí asistí durante un mes a un curso sobre Filosofía, Cosmología y Evolución de la Conciencia que se dictó en el año 1997, cuyo contenido se resume en el recuadro aparte. ...................................................................................................................................... Al llegar al cuarto que me habían asignado, encontré sobre la pequeña mesada un cuaderno azul con cinco estrellas plateadas en la tapa y una simpática carita dibujada en su primera hoja. Alguien que había estado allí antes, le deseaba en inglés al próximo residente del cuarto N15 que pudiera tener una estadía maravillosa en ese mágico lugar, tal como era de suponer que él o ella había tenido; y le pedía que si no deseaba usarlo lo pasara a otro compañero. Nunca sabré quién lo escribió y lo dejó allí tan generosamente. Pero esa fue mi primera bienvenida al Schumacher College. Auguraba ya, algo de la magia y del sentido de comunidad que me impregnaron durante el siguiente mes allí. Por supuesto, adopté el legado como mi cuaderno de notas; y regalé el que había llevado a un compañero que se había olvidado el suyo. Pero sin duda, y pese a que promediando la segunda semana ya lo había completado; lo más importante que aprendí en el Schumacher College no fue todo lo que anoté en mi cuaderno azul, sino todo aquello que podría llamar “aprendizaje invisible”. “Muchos participantes en los cursos llegan inicialmente buscando aprender de los eminentes profesores que dictan aquí sus clases, tales como Fritjof Capra, James Hillman, Vandana Shiva, Arne Naess, James Lovelock o Rupert Sheldrake” -dice Satish Kumar, ex monje jainista que actualmente es Director de Programas del College y editor de la revista Resurgence, dedicada a promover valores ecológicos y espirituales- “Pero después de dos o tres semanas aquí se dan cuenta que no es sólo en la sala de clases donde se aprende, sino que a través de todas las demás tareas prácticas compartidas -cocinar, limpiar, lavar- se va despertando un profundo sentido de alegría y espiritualidad”. El ritmo diario comienza con un período de meditación. Se comparten la quietud y el silencio, más allá de las palabras y las nacionalidades; luego el compromiso de colaborar con las tareas comunes, reunidos en pequeños grupos que se reparten entre la cocina y la limpieza. Entre las 10 de la mañana y la 1 del mediodía es el tiempo dedicado a las clases teóricas.

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Este artículo reúne algunas reflexiones sobre el actual rol transformador de las instituciones alternativas, a partir de mi experiencia en el Schumacher College de Inglaterra, un centro internacional donde se estudia ecología profunda y se practica el encuentro entre los nuevos paradigmas científicos y la espiritualidad. Allí asistí durante un mes a un curso sobre Filosofía, Cosmología y Evolución de la Conciencia que se dictó en el año 1997, cuyo contenido se resume en el recuadro aparte.

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ARTÍCULO PUBLICADO ORIGINALMENTE EN EL PERIODICO VOLVAMOS AL SOL Nro.10. pags.4-5Primavera 1997. Buenos Aires.Vientos de cambio desde la educación alternativa

DEL CONOCIMIENTO COMO PODER AL CONOCIMIENTO COMO SERVICIO

Este artículo reúne algunas reflexiones sobre el actual rol transformador de las instituciones alternativas, a partir de mi experiencia en el Schumacher College de Inglaterra, un centro internacional donde se estudia ecología profunda y se practica el encuentro entre los nuevos paradigmas científicos y la espiritualidad. Allí asistí durante un mes a un curso sobre Filosofía, Cosmología y Evolución de la Conciencia que se dictó en el año 1997, cuyo contenido se resume en el recuadro aparte.......................................................................................................................................

Al llegar al cuarto que me habían asignado, encontré sobre la pequeña mesada un cuaderno azul con cinco estrellas plateadas en la tapa y una simpática carita dibujada en su primera hoja. Alguien que había estado allí antes, le deseaba en inglés al próximo residente del cuarto N15 que pudiera tener una estadía maravillosa en ese mágico lugar, tal como era de suponer que él o ella había tenido; y le pedía que si no deseaba usarlo lo pasara a otro compañero. Nunca sabré quién lo escribió y lo dejó allí tan generosamente. Pero esa fue mi primera bienvenida al Schumacher College. Auguraba ya, algo de la magia y del sentido de comunidad que me impregnaron durante el siguiente mes allí. Por supuesto, adopté el legado como mi cuaderno de notas; y regalé el que había llevado a un compañero que se había olvidado el suyo. Pero sin duda, y pese a que promediando la segunda semana ya lo había completado; lo más importante que aprendí en el Schumacher College no fue todo lo que anoté en mi cuaderno azul, sino todo aquello que podría llamar “aprendizaje invisible”.

“Muchos participantes en los cursos llegan inicialmente buscando aprender de los eminentes profesores que dictan aquí sus clases, tales como Fritjof Capra, James Hillman, Vandana Shiva, Arne Naess, James Lovelock o Rupert Sheldrake” -dice Satish Kumar, ex monje jainista que actualmente es Director de Programas del College y editor de la revista Resurgence, dedicada a promover valores ecológicos y espirituales- “Pero después de dos o tres semanas aquí se dan cuenta que no es sólo en la sala de clases donde se aprende, sino que a través de todas las demás tareas prácticas compartidas -cocinar, limpiar, lavar- se va despertando un profundo sentido de alegría y espiritualidad”. El ritmo diario comienza con un período de meditación. Se comparten la quietud y el silencio, más allá de las palabras y las nacionalidades; luego el compromiso de colaborar con las tareas comunes, reunidos en pequeños grupos que se reparten entre la cocina y la limpieza. Entre las 10 de la mañana y la 1 del mediodía es el tiempo dedicado a las clases teóricas.

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El camino de lo pequeño

Cuando algunas cifras y datos estadísticos nos muestran la dimensión aterradora de la actual crisis planetaria en seguida nos sentimos apabullados por la urgencia y proporción de los cambios que serían necesarios para sanear la situación y restablecer el equilibrio. Algo de nuestas viejas costumbres, no del todo erosionadas por la decepción de haber querido “cambiar el mundo” a la fuerza, nos impulsa a arremeter decidida y planificadamente. Pero algo felizmente ha cambiado. Cada vez más personas en el mundo sentimos que ya no se trata sólamente de cambiar el afuera, sino también de transformar el adentro. Nuestro interior ha sido tan dañado como el exterior, nuestras almas necesitan curarse tanto como nuestros mares y nuestras selvas. Y esto nos permite vislumbrar un camino mucho más viable y al alcance de la mano: el camino de lo pequeño.

Ya en 1973 el economista alemán E.F.Schumacher -de quien el College ha tomado su nombre- proponía la desmitificación del culto al crecimiento ilimitado y a gran escala en su obra clásica “Lo pequeño es hermoso”. A medida que la globalización nos arroja cada vez más lejos de la escala humana, el retorno a lo local, a las microeconomías, a las comunidades reducidas, a los espacios personales y el valor de los pasos graduales se hacen más y más necesarios. Y así nos damos cuenta también de que el gran cambio global depende de nuestro modesto cambio individual, de que gran parte de la belleza de lo pequeño reside en que es posible. Si cada ser humano emprendiera el camino de la transformación personal no tardaría en alcanzarse un punto crucial que llevaría a la transformación general. Y ésta es una de las claves de la experiencia en instituciones como Schumacher College.

James Cowan, poeta y antropólogo australiano que compartió allí un curso sobre los vínculos entre la ecología y la psicología lo dice en estos términos: “El mundo no va a cambiar hasta que yo cambie, y es este cambio el que hará la diferencia. El secreto de la filosofía Schumacher es que cada uno emprenda pequeñas acciones en su vida diaria para cambiar las cosas”. Estando allí esto parece bastante natural. El verdadero desafío comienza al regresar a casa. ¿Cómo sostener esta actitud? ¿Cómo ir despacio en medio del vértigo urbano? ¿Cómo ser solidario en la selva competitiva? ¿Cómo mantener la conexión con lo natural en un paisaje tapado de cemento? ¿Cómo resistirse a la pseudoventajas del consumo ilimitado? ¿Cómo conservar el eje que nos mantiene alineados con el Universo en medio de este parque de grotescas atracciones en que se ha convertido el mundo?

Después del almuerzo, la tarde transcurre entre caminatas, juegos, artesanías o tiempo libre para lecturas, reuniones de tutoría con los docentes o sencillamente el descanso personal. Por la noche, los participantes pueden ofrecer exposiciones sobre sus temas o trabajos y los jueves se realiza una charla del docente abierta a la comunidad de los alrededores.

Lenta e imperceptiblemente se va instalando una rutina donde todo es importante y especial, desde fregar papas o limpiar baños hasta compartir un insight intelectual o una emoción profunda. Algo de lo que Thomas Moore enseña en su cu rso “E l reencantamiento de la vida cotidiana” y también en su libro “El cuidado del alma”: “Cuando prestamos atención a cada detalle de nuestras actividades diarias, lo ordinario se transforma en extraordinario. Cuando insuflamos espíritu en lo mundano, todo lo que hacemos se transforma en un sacramento”. Esta frase resume en cierta forma la filosofía que inspira a este lugar. Por su parte, Satish lo dice así: “El College es un lugar para la indagación, donde gente de todas partes del mundo, con muy distintas formaciones, vienen a vivir y aprender juntos; compartiendo el deseo de

comprender las complejidades de la crisis ambiental de nuestro planeta y de la pérdida del sentido de las vidas individuales. Como Thomas Moore, creo que algunas de las respuestas a estas preocupaciones prácticas y espirituales de nuestro tiempo residen en cambios muy simples que podemos realizar en la manera de interactuar con los demás y con la Naturaleza. Y esto es lo que se pone en práctica en el Schumacher College”.

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En la reunión de despedida, Stephen Harding -un biólogo miembro del staff- nos sugirió una metáfora propia de su especialidad, la ecología profunda; nos instaba a sentirnos semillas esparciendo hacia los confines más distantes del planeta, la vida y el espíritu de lo que habíamos aprendido allí. Ahora, nuevamente en mi casa, retomando el trabajo frente a mi computadora, cuando más me agijonean esas preguntas, recuerdo la imagen del árbol que distribuye sus semillas al viento, y me ayuda a reencontrar el sentido.

Conocimiento como servicio

Creo que una de las preguntas que más necesitamos formularnos es la pregunta por el sentido de lo que hacemos ¿Por qué o para qué lo hacemos? Nuestro actual estilo de vida nos impulsa a seguir una carrera de hacer y hacer, con poco tiempo y espacio para reflexionar sobre el significado y las consecuencias de nuestras acciones. Nos sentimos más cómodos en la acción que en la reflexión, en el movimiento que en la quietud. Aunque nada ha de cambiar si no saltamos de esa rueda y nos detenemos a mirar y percibir lo que estamos haciendo. Una de las maravillas del detenerse, del darse tiempo y abrir la percepción es que lentamente comienza a emerger esta sutil dimensión del sentido. Dondequiera que estemos, esto es posible.

Este fue uno de mis aprendizajes invisibles. Por eso, de vuelta en Buenos Aires, me pregunto: ¿qué sentido tiene enseñar, aprender, transmitir, organizar cursos y dirigir una institución que busca abrir nuevos espacios para pensar y hacer? ¿Cómo estar sintonizados con los vientos del cambio que respiré en la Schumacher y al mismo tiempo no perder de vista la nutriente conexión con nuestras propias tradiciones ancestrales? ¿Qué sentido tiene el adquirir conocimientos? ¿Qué hacer después con ellos?

Quisiera compartir aquí lo que escribió un participante del curso “El reencantamiento de la vida cotidiana”, que dictan Thomas Moore, Robert Sardello y Anne Baring: “En el sistema educativo en general, el conocimiento es poder. A través del conocimiento aprendemos a controlar a la Naturaleza y a la gente. Pero en el Schumacher College me he dado cuenta de que el conocimiento es un instrumento de servicio más que de poder; el conocimiento nos hace humildes. Aprendí a cuidar mi alma, a cuidar a la Tierra y a cuidar a otras personas. Este viaje desde el materialismo a la espiritualidad es un viaje desde el control al servicio”. Esta parecería ser la esencia de la actual transformación; tanto a nivel individual como global los humanos hemos emprendido el viaje desde la autoafirmación individualista hacia el reencuentro amoroso con las partes relegadas de la totalidad. Del egoísmo al amor, del control a la entrega; del poder del dominio, al poder del servicio.

Y así, encuentro en esta función del conocimiento como servicio, el sentido transformador de las instituciones donde se desarrolla no sólo la reflexión estimulante sino el aprendizaje global de una nueva forma de vida.

Viene a mi memoria también la interesante analogía que Rick Tarnas, uno de nuestros profesores, utilizó en su charla abierta: “Hoy en día las instituciones alternativas están llevando adelante un tipo de enseñanza que es crítica para la transformación de nuestra actual visión del mundo, y que no se desarrolla en los centros académicos. Creo que estamos viviendo algo muy similar a lo que sucedió en Europa hace unos 500 años. Sobre el final de la Edad Media las universidades se habían tornado bastante cerradas y escolásticas, los círculos académicos se encontraban obsesionados por sutilezas terminológicas y se enseñaba exclusivamente en un lenguaje lógico, sólo comprensible para los especialistas; pero no se ocupaban de los grandes temas. Es en este clima en el que durante el siglo XV comienzan a soplar nuevos vientos y se produce un cambio cultural, tanto en lo intelectual como en lo espiritual, que trae consigo el surgimiento de una nueva era. Pero no es justamente en las universidades donde se gesta ese cambio, sino en las instituciones periféricas, como la academia de Ficcino en Florencia. Centros como éste significaron la apertura y la introducción en Europa de las antiguas tradiciones egipcias, griegas, caldeas, neoplatónicas y neopitagóricas, que fueron la fuente no sólo de los artistas renacentistas, sino de la misma revolución copernicana, que desembocó luego en el pensamiento científico y en la Modernidad. Haciendo un paralelo encuentro que estamos viviendo algo muy parecido: los vientos de cambio que hoy están trayendo un nuevo paradigma para concebir y vivir el mundo contemporáneo no soplan en el 'establishment' académico, sino en las instituciones alternativas”.

.Nota: Las citas han sido extraídas de dos artículos: “Spirituality at Work” de Satish Kumar y “Schumacher College - a Holistic Approach to Learning” de Wolfgang Gerster, con excepción de la última de Rick Tarnas que es una traducción

personal a partir de la grabación de su charla. .................................................................................................

Ana María. LlamazaresLicenciada en Ciencias Antropológicas (Universidad de Buenos Aires)Master en Metodología de la Investigación (Universidad de Belgrano)

Investigadora CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas - Argentina)

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“Filosofía, Cosmología y Conciencia”

Este curso consiste en una visión panorámica del programa de maestría y doctorado que con este mismo nombre se dicta en el Centro de Estudios Integrales de California (CIIS) en los Estados Unidos, donde se abordan las complejas relaciones entre filosofía, ciencia y religión y la manera particular en que éstas han perfilado la visión del mundo que caracteriza a nuestra cultura occidental. El programa incluye areas aparentemente tan diversas como la historia de las ideas, la cosmología, la metapsicología, la evolución de la conciencia, la mitología, el pensamiento esotérico, los estudios sobre los nuevos paradigmas, el ecofeminsmo, las cosmovisiones indígenas, y las relaciones entre ciencia y espiritualidad.

La primera semana, Stanislav Grof se explayó sobre su teoría de las matrices perinatales y la organización del campo de lo transpersonal, así como sobre las implicancias de las últimas investigaciones en psicología y psicoterapia para la comprensión de la psique humana, enfatizando el potencial curativo de los estados no ordinarios de la conciencia.

La segunda semana, Richard Tarnas (director del programa en el CIIS y autor del libro “The Passion of Western Mind”) presentó una apasionada relación entre el estado actual de la visión del mundo occidental y su perspectiva histórica. Acentuó tanto los logros como los aspectos problemáticos del espíritu prometeico de la mente occidental moderna. Y se refirió a la investigación que junto con Grof desarrollaron durante 10 años en el Instituto Esalen como resultado de la cual encontraron notables correlaciones entre posiciones planetarias y estados psicológicos.

La tercera semana, William Keepin (físico ambientalista, co-director del Instituto para el Futuro Sustentable de Colorado en los Estados Unidos) exploró con recursos pedagógicos más vivenciales que discursivos, la emergente integración entre ciencia y espiritualidad, a través de la física moderna y en especial de la teoría holográfica de David Bohm.

La última semana, Charlene Spretnak (activa ecologista californiana, autora de “Estados de Gracia” y su último libro aún no traducido “Resurgence of the Real”) hizo una síntesis de los diversos campos en los cuales va emergiendo el paradigma ecológico o, siguiendo su denominación el “posmodernismo reconstructivista”.