RENACIDOS POR EL AGUA Y EL ESPÍRITUCelebración en recuerdo de nuestro Bautismo

MONICIÓN:

Cuando vamos por la montaña y, cansados de caminar, encontramos una fuente, el agua sacia la sed. En nuestra vida cotidiana limpiamos nuestro hogar, lavamos la ropa, nos duchamos, y en todas estas actividades EL AGUA está presente. Cuando llega el verano y estamos en la playa, el agua nos hace disfrutar de la frescura del baño y los campesinos saben la importancia del agua como fuente de vida para los cultivos de la tierra.

No es extraño que con tantos valores, el agua haya sido utilizada en muchas culturas y religiones como signo de limpieza interior, de purificación, de conversión.

Todos estos valores del agua también están presentes en la celebración cristiana. El agua nos hace recordar inmediatamente nuestro bautismo. Para el cristiano, el agua representa la vida nueva en el Espíritu. Hemos muerto al hombre viejo, dentro del agua hemos sido sepultados, y cuando salimos somos nuevos, somos hombres nuevos, somos criaturas nuevas.

EVOCACIÓN:

Vamos a recordar todas las aguas que nos rodean.� �

(Cada niño lleva en una vasija, el contenido del agua y nos presenta a qué agua se refiere. Después lo vierte en un recipiente mayor).

Niño 1: Yo llevo el agua que es origen de toda forma de vida. La vida, en la tierra, surgió del agua. También es el agua del seno materno en la que nosotros nos íbamos gestando antes de que la mamá rompiera aguas y nos diera a luz. Todos hemos nacido del agua de la vida. Los� � seres vivos somos en un 70% agua.

Todos: Bendita el agua que nos da vida.

Niño 2: Yo llevo el agua de la lluvia, que cae del cielo en abundancia sobre justos e injustos, empapando la tierra, limpiando los tejados y llenando los aljibes para el tiempo de sequía.

Todos: Bendita el agua que nos da vida.

Niño 3: Yo llevo el agua del mar, solemne y salada, que hace flotar los barcos y nos refresca en el verano.

Todos: Bendita el agua que nos da vida.

Niño 4: Yo llevo el agua de las fuentes, fresca, limpia y buena, que llena las cantimploras y sacia a los rebaños.

Todos: Bendita el agua que nos da vida.

Niño 5: Yo llevo el agua de los ríos, de la que los labradores se sirven para regar los campos, y las truchas saltan en ella jugando; agua junto a la que nacen los pueblos.

Todos: Bendita el agua que nos da vida.

Niño 6: Yo llevo el agua de las cañerías, que llega hasta casa y mana de los grifos, en la cocina y en el baño, fría o caliente.

Todos: Bendita sea el agua que nos da vida.

Niño 7: Yo llevo el agua de la pila bautismal, la llena del Espíritu porque en ella nace una persona nueva en un mundo de luz, de gracia, de Dios.

Todos: Bendita sea el agua que nos da vida.

UTILIDADES DEL AGUA:

Después de ver dónde se encuentra el agua, vamos a decir para qué sirve. (En diálogo con los niños, se van señalando las funciones del agua: beber, lavar, remojar, salpicar, refrescar, renovar, regar, anegar, empapar, enjuagar,).�

SIGNIFICADO RELIGIOSO:

Tanto valor tiene el agua que Dios se ha valido de ella para hablarnos de Él mismo

(Unos niños van mostrando carteles con los distintos significados religiosos del agua y lee el breve comentario que les siguen. El que preside la celebración lee la lectura bíblica y todos hacen la oración. Se intercalan, tras cada parte la estrofa apropiada del canto El agua del� Señor (Kairoi). � Considerad si es conveniente realizar el gesto que se propone)�

1.- ¿Y si Dios fuera como el agua de un manantial? Jesús habla de sí mismo como un manantial que sacia a todo el que bebe en él y hace brotar en el corazón ríos de agua viva.

Jesús dijo a la mujer: El que bebe el agua del pozo vuelve a tener sed; el que beba el agua que yo le voy a dar nunca más tendrá sed: porque esa agua se convertirá dentro en un manantial que salta hasta la vida eterna (Jn� 4,14).

Oración: Señor, tú mismo eres esa fuente que hemos de anhelar cada vez más, aunque no cesemos de beber en ella. Cristo Señor, danos siempre esa agua para que haya también en nosotros un surtidor de agua viva que salta hasta la vida eterna.

Gesto: Todos beben un poco

2. ¿Y si la Palabra de Dios fuera como el agua de lluvia y nosotros fuéramos la tierra? Esa Palabra, como la lluvia, cae del cielo y empapa la tierra para volver al cielo en forma de nube.

Como bajan las lluvias y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que de semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca; no

volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo (Is� 55,10-11).

Oración: Señor, que tu Palabra llegue a nosotros como la lluvia oportuna y que nosotros seamos la tierra árida que la acoge y se deja fecundar por ella para poder dar el fruto que tú esperas: hacer tu voluntad.

Gesto: Aspersión (se puede sustituir por el gesto de persignarse en la pila del agua bendita).

3. ¿Y si el Perdón de Dios fuera como el agua que nos limpia y renueva? Como el agua limpia toda suciedad, el perdón de Dios limpia de todo pecado y nos deja como nuevos.

Os rociaré con un agua pura que os limpiará, de todas vuestras inmundicias e infidelidades os he de purificar. Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo (Ez 36,25).�

Oración: Misericordia; Dios mío, por tu bondad: por tu inmensa compasión borra mi culpa. Lava del todo mi delito y perdona todos mis pecados.

Gesto: El que preside lava las manos.

4. ¿Y si la Vida nueva de Dios fuera como un zambullirse en el agua y salir de ella renovado? Cuando experimentamos el bochorno, nos damos un baño en el agua y cuando salimos de ella nos sentimos más reconfortados. Así el bautismo nos sumerge dando muerte al pecado y nos saca a la luz de una vida nueva.

¿Habéis olvidado que a todos nosotros al bautizarnos vinculándonos al Mesías Jesús, nos bautizaron vinculándonos a su muerte? Luego aquella inmersión que nos vinculaba a su muerte nos sepultó con él, para que, así como Cristo fue resucitado de la muerte por el poder del Padre, también nosotros empezáramos una vida nueva (� Rm 6,3-4).

Oración: Oh Dios, al sumergirnos en las aguas del bautismo, dijimos adiós al pecado, fuimos como sepultados en el agua. Pero al salir de ella nos llamaste a una vida nueva, la propia de los hijos de Dios. Haz que vivamos ya como hombres nuevos que han empezado a resucitar.

Gesto: Se invita a alguien a sumergir sus manos.

5. ¿Y si el Espíritu de Dios fuera como un río de alegría, de paz y de amor? Al igual que los pueblos se reúnen en torno a los ríos porque en ellos encuentran el sustento necesario para vivir, así también el Espíritu reúne a todos los pueblos para que sacien su sed de Dios.

Quien tenga sed, que se acerque a mí; quien crea en mí, que beba. Como dice la Escritura: De su interior manarán ríos de agua viva� �. Decía esto refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él (Jn 7,38-39).�

Oración: Señor, derrama sobres todos nosotros el río del Espíritu Santo que nos bañe con sus dones, que nos lave y nos purifique de nuestros pecados, que nos unja con el perfume de su gracia y sacie nuestra sed de Dios.

Gesto: Se ponen alrededor del agua.

6. ¿Y si la Iglesia fuese como ese mar donde se reúnen y convergen todas las aguas para formar con él una unidad?

Por la fe en Cristo Jesús, sois todos hijos e hijas de Dios; porque todos, al bautizaros vinculándoos a Cristo, os habéis revestido de Cristo. Ya no hay distinción entre vosotros, pues en Cristo Jesús todos sois uno(Gal 3,26-28)�

Oración: Oh Dios, por el bautismo , nos has hecho un pueblo de hombres y mujeres libres que te tienen a ti como Padre, que quieren amarse como hermanos, que tienen a Jesús como su Señor, y como meta el anuncio y la instauración de tu Reino, que vivamos, con gozo, la experiencia de ser miembros activos de tu Iglesia.

Gesto: Todos se cogen de la mano.

RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS DEL BAUTISMO Y PROFESIÓN DE FE

Cómo está contemplado en los libros litúrgicos

ORACIÓN FINAL

Te doy gracias, Señor, por el don del bautismo. Me has incorporado a tu Iglesia y me cuentas entre tus hijos. Has abierto la fuente de agua viva y yo puedo venir y beber de ella, hasta saciarme.

Te doy gracias, Señor, por esta vida nueva, que debo ir cultivando en mí una vida de cercanía contigo; una vida de encuentro, una vida de sentirme tan unido a Ti, como lo está el sarmiento con la cepa.

Te doy gracias, Señor, por esta familiaridad; a la que me has llamado. No eres un Dios lejano e innombrable; eres el Dios Padre, que cada mañana abre sus brazos. para recibir al hijo que sale de la noche.

Te doy gracias, Señor, por las aguas del bautismo, que un día cayeron sobre mí, y riegan mi vida ya para siempre. Siempre podré beber en tu fuente divina, siempre podré tener un puesto a tu mesa, siempre podré sentirme hermano de cuantos te invocan como Padre.

CANTO FINAL

Oh hay que nacer del agua, Oh hay que nacer del Espíritu de Dios. Oh, hay que nacer del agua y del Espíritu de Dios, hay que nacer del Señor. Prepárate para que sientas, (3) el Espíritu de Dios. Déjalo que se mueva (3) dentro de tu corazón.