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1 DERECHO A LA CIUDAD, DESDE EL ESPACIO PÚBLICO EFECTIVO E INCLUYENTE EN MEDELLÍN Por: Laura Fernández Correa 1 Resumen: El presente artículo pretende evidenciar la importancia del espacio público efectivo en un país donde las ciudades, incluyendo a Medellín, se destacan por el déficit del mismo, lo que no permite el adecuado desarrollo de las ciudades. En el escrito se analizan diversas fuentes bibliográficas y normativas referentes al espacio público en Colombia y específicamente en Medellín, su relación con la materialización de derechos fundamentales y la prevalencia del interés general, a través del uso de conceptos como el espacio público efectivo. A partir del mismo, se concluye que en Medellín se deben fortalecer los esfuerzos a través de los diferentes órganos y las diversas entidades encargadas de planear mancomunadamente el territorio, para mitigar el déficit cierto de espacio público efectivo en la ciudad. El escrito comienza por explicar la evolución y constitucionalización del concepto de espacio público, continúa analizando el espacio público como espacio de mercado, lugar a recuperar y como espacio efectivo para terminar por aplicar tales conceptos específicamente a Medellín y concluir que a pesar de los avances en la materia existe un verdadero déficit del mismo que debe ser atacado. Palabras Clave: Bienes de Uso Público, Calidad de Vida Urbana, Derecho a la Ciudad, Espacio Público, Espacio Público Efectivo, Gestión Ambiental Urbana del espacio público Sumario: 1. INTRODUCCIÓN 2. EVOLUCIÓN Y CONSTITUCIONALIZACIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO 3. EL ESPACIO PÚBLICO COMO ESPACIO DE MERCADO 4. EL ESPACIO PÚBLICO PUBLICO EFECTIVO EN MEDELLIN. 5. CONCLUSIÓN. 1 Abogada de la Institución Universitaria de Envigado (IUE). Consultora. [email protected]. Este Artículo es Presentado para Optar por el Título de Especialista en Derecho Urbanístico de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia.

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DERECHO A LA CIUDAD, DESDE EL ESPACIO PÚBLICO EFECTIVO E

INCLUYENTE EN MEDELLÍN

Por: Laura Fernández Correa1

Resumen:

El presente artículo pretende evidenciar la importancia del espacio público efectivo en un

país donde las ciudades, incluyendo a Medellín, se destacan por el déficit del mismo, lo que

no permite el adecuado desarrollo de las ciudades. En el escrito se analizan diversas fuentes

bibliográficas y normativas referentes al espacio público en Colombia y específicamente en

Medellín, su relación con la materialización de derechos fundamentales y la prevalencia del

interés general, a través del uso de conceptos como el espacio público efectivo. A partir del

mismo, se concluye que en Medellín se deben fortalecer los esfuerzos a través de los

diferentes órganos y las diversas entidades encargadas de planear mancomunadamente el

territorio, para mitigar el déficit cierto de espacio público efectivo en la ciudad.

El escrito comienza por explicar la evolución y constitucionalización del concepto de

espacio público, continúa analizando el espacio público como espacio de mercado, lugar a

recuperar y como espacio efectivo para terminar por aplicar tales conceptos específicamente

a Medellín y concluir que a pesar de los avances en la materia existe un verdadero déficit del

mismo que debe ser atacado.

Palabras Clave: Bienes de Uso Público, Calidad de Vida Urbana, Derecho a la Ciudad,

Espacio Público, Espacio Público Efectivo, Gestión Ambiental Urbana del espacio público

Sumario: 1. INTRODUCCIÓN 2. EVOLUCIÓN Y CONSTITUCIONALIZACIÓN DEL

ESPACIO PÚBLICO 3. EL ESPACIO PÚBLICO COMO ESPACIO DE MERCADO 4. EL

ESPACIO PÚBLICO PUBLICO EFECTIVO EN MEDELLIN. 5. CONCLUSIÓN.

1 Abogada de la Institución Universitaria de Envigado (IUE). Consultora. [email protected].

Este Artículo es Presentado para Optar por el Título de Especialista en Derecho Urbanístico de la Facultad de

Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia.

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Introducción

El espacio público cumple, en un país como Colombia y en una ciudad como Medellín,

un papel tan influyente como controversial. El mismo, suele ser una apuesta definitiva de la

mayoría de campañas políticas y una de las principales problemáticas de las ciudades

colombianas. Sin embargo, es común que el concepto de espacio público sea analizado de

una manera restringida; reducido a aspectos normativos puntuales y a modelos de desarrollo

que priorizan el individualismo. En efecto, un ejemplo de lo anterior se presenta con el

espacio público que es mayormente destinado a infraestructura vial y no a la provisión real

de espacio público efectivo.

En el caso específico de Medellín, y la conurbación de municipios que componen el Área

Metropolitana del Valle de Aburrá, el déficit en espacio público por habitante es una realidad

generalizada. Esta situación se acentúa con los procesos de incorporación y generación de

espacio público efectivo dado que han sido pocos, selectivos y han dejado por fuera grandes

territorios y población. Ello ha implicado que se realicen transformaciones a las ciudades sin

tener en cuenta, por ejemplo, el patrimonio histórico y cultural. Esta dificultad tiene su origen

en el crecimiento acelerado y no planificado del territorio y la forma como se fueron

organizando las zonas urbanas, aunado a un débil control urbanístico. Lo anterior, en gran

parte debido a las dificultades en la articulación de las entidades territoriales en sus diferentes

órdenes quienes son los responsables de generar y garantizar el espacio público, su

protección, mantenimiento y regulación.

En efecto, según el CONPES (2012), los procesos de urbanización descontrolados no han

generado condiciones óptimas que permitan que la Administración proceda con la provisión

de espacio público efectivo a la ciudadanía en la forma en que debería. Por esta razón, ha

surgido la necesidad de consolidar y expedir normas urbanísticas con las cuales sea posible

la creación de estrategias que procuren mejorar la calidad de vida de las personas, mediante

la adecuación de los espacios en que habitan y se relacionan, buscando construir ciudades

ordenadas bajo un modelo de desarrollo urbano planificado y con espacio público adecuado.

Así pues, el espacio público debe transformarse y adaptarse al cambio de las necesidades de

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las personas y las de un mundo en constante evolución, reconociendo y conservando su

patrimonio histórico y cultural.

Bajo ese marco, en el presente trabajo, se abordará la constitucionalización del espacio

público desde la historia del derecho a la ciudad, con énfasis en la dimensión del espacio

público efectivo como lugar que debe ser planeado para dinamizar el intercambio social, y

las estrategias generadoras de este, tomando como referencia la ciudad de Medellín. Posterior

a ello se finalizará con una exposición de cómo la falta de políticas públicas orientadas en la

generación y protección del espacio público influye en el nivel de satisfacción de los

ciudadanos que se traduce en sentido de pertenencia por el entorno que habita.

I. Evolución y constitucionalización del espacio público.

Iniciar la conceptualización del concepto de espacio público obliga a recordar su génesis.

En efecto, los primeros antecedentes se remontan al ágora griega y a la plaza pública romana

donde los habitantes de las ciudades se reunían en un lugar simbólico para debatir

principalmente asuntos políticos. Por ese motivo, en la Grecia clásica se hacía constante

alusión a la polis como espacio público en el cual se generaba el tejido social y el estado.

Además de la proliferación de inscripciones legislativas allí en la historia de la

democracia, hay una vertiente conceptual que genera un «espacio público» de palabra

y pensamiento en la oratoria pública, ya judicial o política, pero también epidíctica, en

la clásica tripartición aristotélica de la retórica. Destaca en todas estas manifestaciones

de espacio «común o público» el empleo de términos como koinon o demosios en

referencia a la comunidad. Morfológicamente es, por tanto, un espacio consustancial

a la polis, a esa comunidad de familias que constituye, al mismo tiempo y de modo

inseparable, el tejido social y el estado. (La Razón, 20/04/2017, párr.3).

Posterior a ello, durante la edad media, el espacio público tenía como función principal

expresar el poder del soberano, de la Iglesia o del Estado, escenarios en los cuales las

relaciones de respeto, obediencia y subordinación eran las características predominantes. En

ese sentido el espacio público era una expresión del poder soberano:

Antes de la era moderna, el espacio público tenía como función central la de expresar

el poder del soberano, la Iglesia o el Estado (relaciones de respeto o miedo que generan

obediencia). Incluso en la Grecia clásica, el lugar de nacimiento de la democracia, la

acrópolis era un enclave fortificado en el cual la elite dominante (ciudadanos

atenienses) tomaba decisiones e imponía su poder sobre el resto de la población.

(Delgado, 2009, p. 251).

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Posteriormente, con el movimiento renacentista se gestó un cambio en la forma de

concebir el espacio público. La burguesía como estamento social a pesar de encontrarse en

una posición privilegiada, comenzó a generar cuestionamientos contra la monarquía y la

iglesia y a ocupar directamente el espacio público como forma de expresión de su deseo de

libertad.

El espacio público aparece materialmente entonces como un espacio propio de la era

moderna, el cual se abre a diferentes motivaciones públicas y cuyo uso es discutido

por visiones y propósitos igualmente legítimos. Pero al mismo tiempo es un espacio

experimentado como tal por la ciudadanía, y por ende el comportamiento y acciones

de los ciudadanos en dicho espacio tienden a reflejar apertura y libertad (Salcedo,

2002, párr.23).

Seguidamente, el ascenso del proletariado implicó la entrada de un nuevo actor en la

disputa por el espacio público lo cual conllevó a que los trabajadores obtuvieran un espacio

en el mismo. Así, con el paso de los años, estos espacios fueron replicándose en todo el

mundo y comenzaron a construirse como el centro de las ciudades donde ya no sólo se

buscaba debatir asuntos políticos sino conformar espacios de reunión de la comunidad donde

se empezaron a desarrollar diversas prácticas culturales.

En efecto, el espacio público tomó una dimensión más amplia en la modernidad pues en

el mismo se expresan visiones y propósitos muy diversos en este se concretan y debaten

intereses de diversos agentes

El espacio público, tal y como ahora lo conocemos, aparece entonces materialmente

como un espacio propio de la era moderna, el cual se abre a diferentes motivaciones

públicas y cuyo uso es discutido por visiones y propósitos igualmente legítimos. Pero

al mismo tiempo es un espacio experimentado como tal por la ciudadanía, y por ende

el comportamiento y las acciones de los ciudadanos en dicho espacio tienden a reflejar

apertura y libertad. Es un espacio de expresión en el que se induce y permite el

desarrollo de manifestaciones culturales, sociales y políticas de la comunidad capaces

de construir significados y significantes útiles para la vida cotidiana y la creación de

identidad ciudadana. (Delgado, 2009, p.252)

Particularmente, en Colombia, la Constitución de 1991 implicó la transformación en el

paradigma del análisis del espacio público. Así, la denominada constitucionalización del

derecho implica analizar las instituciones jurídicas y sociales en clave de cumplir los fines

esenciales del Estado y garantizar los derechos fundamentales de los ciudadanos. Así, el

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concepto de espacio público no es ajeno a la realidad de la Carta Magna de 1991 que consagró

que

Los bienes de uso público, los parques naturales, las tierras comunales de grupos

étnicos, las tierras de resguardo, el patrimonio arqueológico de la Nación y los demás

bienes que determine la ley, son inalienables, imprescriptibles e inembargables”

(Constitución, 1991, art.63)

Así mismo, la Carta Política definió el espacio público como uno de los derechos

colectivos garantizados por el orden jurídico colombiano, imponiendo como deber del Estado

“[…] velar por la protección de la integridad del espacio público y por su destinación al uso

común, el cual prevalece sobre el interés particular”. (Constitución Política, 1991, art.82)

Fruto de la consagración normativa del espacio público en la Constitución de 1991 se

impone al Estado el deber de velar por su protección de manera integral y a tener una visión

pluralista y no individualista del mismo. Situación que fue confirmada por la Corte

Constitucional en Sentencia C-265 de 2002 donde se estableció que el espacio público a nivel

constitucional no debía limitarse a reconocer las necesidades en materia de planeación y

organización del crecimiento urbano, sino que debía ser pensado como un instrumento

necesario para la convivencia y la garantía de los derechos de los ciudadanos. De tal manera

indicó la Corte Constitucional que el papel del espacio público

[…] no se limita a reconocer la necesidad de planificar y organizar coherentemente el

crecimiento de las ciudades, sino que refuerza y hace tangible una de las condiciones

para la convivencia en una comunidad a través de la garantía de una infraestructura,

un espacio destinado al uso común, que puede ser disfrutado por todos, sin excluir a

nadie ni privilegiar a ninguna persona o grupo de personas, y que se configura como

el punto de encuentro de los habitantes de una ciudad o sector urbano determinado.

(Corte Constitucional, 2002, Sentencia C-265).

De acuerdo con el Decreto 1077 de 2015 por medio del cual se expide el Decreto Único

Reglamentario del Sector Vivienda, Ciudad y Territorio, el espacio público es un elemento

articulador y fundamental en la construcción de ciudad, así como un determinante de las

condiciones ambientales de la misma. Esa disposición es coherente con una visión amplia

del espacio público que lo abarca en sus dimensiones: social, cultural y política donde

confluye de manera predilecta el interés general.

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No es posible analizar adecuadamente el espacio público sin referirse a los fines esenciales

del Estado y la garantía de los derechos fundamentales. Así, el espacio público debe

entenderse como un medio para servir a la comunidad, promover la prosperidad general y

garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la

Constitución. Igualmente es una componente que permite facilitar la participación de todos

en las decisiones que los afectan y en la vida económica, política, administrativa y cultural

de la Nación y defender la independencia nacional, mantener la integridad territorial y

asegurar la convivencia pacífica, es decir, la vigencia de un orden justo (Constitución

Política, 1991, art.2). Por otro lado, es un espacio que permite el libre desarrollo de la

personalidad (artículo 16), practicar la libertad de cultos y difundirla en forma individual o

colectiva (artículo 19), circular libremente por el (artículo 24), ejercer los derechos políticos

(art. 40), practicar deporte como medio para la formación integral y el mejoramiento de la

salud (artículo 52), el desarrollo artístico, científico y cultural (Artículo 71)

En otros términos, el espacio público es aquel espacio en el cual se entrelazan y se

desarrollan las facetas sociales, económicas, estéticas, históricas y en general todas las demás

facetas humanas de los individuos, pasando de la mera individualidad a la colectividad. El

espacio público es así mismo, un elemento necesario para materializar el principio del Estado

social de derecho y otros derechos fundamentales en condiciones de igualdad, equidad y

justicia al ser un lugar donde las personas ejercen ciudadanía y generan sentido de pertenencia

por el territorio.

Desde el ámbito jurídico, el espacio público está sometido a una regulación específica por

parte de la administración estatal y local, quien posee la facultad de dominio del suelo y que

está encargada de garantizar su destinación al uso común el cual debe prevalecer en beneficio

de la colectividad en los términos de lo establecido en el artículo 82 de la Carta política. En

ese sentido el espacio público moderno implica una separación formal (legal) entre lo que se

considera propiedad privada y lo que se considera propiedad pública.

[…] la propiedad privada urbana (expresada en el catastro y vinculada normalmente

al derecho a edificar) y la propiedad pública (o dominio público por subrogación

normativa o por adquisición de derecho mediante cesión) que normalmente supone

la reserva de este suelo libre de construcciones (excepto equipamientos colectivos y

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servicios públicos) y cuyo destino no puede ser otro que el de usos sociales propios de

la vida urbana (Arrubla & Gaviria, 2018, p.45 )

II. El espacio público como mercado, como espacio a recuperar y el espacio

público efectivo:

2.1. El espacio público como mercado:

Como se indicó anteriormente, el espacio público tal y como se conoce hoy en día, aparece

con las ciudades modernas como consecuencia del surgimiento de las necesidades de la

población en el marco de la industrialización, del crecimiento y desarrollo urbano inminente

frente a lo cual exigían hospitales, vías, escuelas, bibliotecas y especialmente espacios dónde

dedicar el tiempo libre, realizar intercambios y tener encuentros sociales como disfrutar un

café, ir al teatro o simplemente caminar en un parque. Tales actividades se convirtieron en

prioridades de los ciudadanos, por lo que la construcción de espacios de convivencia, abiertos

y dispuestos para el disfrute por parte de la ciudadanía, constituyó en adelante, un aspecto

imprescindible en la planificación del territorio.

Por ese motivo, Calvino definió las ciudades especialmente como lugares de trueques, de

intercambios.

Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son

lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía, pero estos

trueques no lo son sólo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos, de

recuerdos. (Calvino, 1994, p.7)

Es en ese sentido que vale la pena precisar la importancia del espacio público en la

cotidianidad de la vida urbana pues es la esencia misma de la ciudad como lugar para los

intercambios. De igual manera, la visión del espacio público como un elemento fundamental

en la construcción de ciudadanía y encuentro social, se encuentra anclada a la reflexión

política acerca de lo público-privado; de la accesibilidad a bienes y servicios por parte de los

ciudadanos y a la noción de libertad.

Dentro de ese contexto, la actividad comercial ha sido una de las bases sobre las que se

asienta la formación de la ciudad. De hecho, la mayor parte de los asentamientos urbanos,

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han surgido como consecuencia de las necesidades y los intereses comerciales, las

transacciones, los intercambios y el trueque de toda clase de bienes de consumo.

Normalmente, la observación de las actividades ajenas sobre el espacio urbano llama la

atención al peatón, por ello, en los lugares transitados es más fácil vender que en los

inhóspitos. En ese sentido, el comercio también cumple una misión articuladora entre el

ámbito privado que se refiere a lo individual y el público que da cuenta de lo plural como

bien lo expone García (2015) al hacer alusión a Hanna Arendt, el espacio público es el lugar

donde se pueden mostrar “en público” los intereses privados, ya sean de tipo ideológico,

político, reivindicativo o en el caso que nos ocupa, comercial.

El comercio ha sido y continúa siendo una de las actividades que brinda mayor sentido al

espacio público urbano. De acuerdo con García (2015), el comercio como actividad

cotidiana, ha promovido la movilidad urbana de proximidad al tiempo que ha contribuido a

acercar centro y periferia urbana de la ciudad y ha alcanzado tal grado de importancia que la

percepción social llega a considerarla una actividad netamente pública, a pesar de ser un acto

entre particulares en tanto su puesta en práctica sobre los propios espacios públicos urbanos

potencia esa percepción como extensión de la actividad pública.

Ahora bien, la ciudad no solo se construye con base en la necesidad de trueques

económicos sino también en la oferta y demanda de intereses culturales, deportivos y, en

general, una gama muy amplia de actividades heterogéneas que contribuyen a potenciar el

intercambio y los flujos urbanos. Es por ello que la relación que se establece entre el espacio

urbano, los ciudadanos y las apropiaciones que de este hacen aquellos, tienen que ver con las

oportunidades que el espacio público permite o potencia, ya sea en términos de fomentar

relaciones con otros, la prestación de servicios, proveer lugares estéticos, etc., factores todos

que tienen que ver con el tamaño, la dotación, la accesibilidad y el acondicionamiento del

espacio público.

De esta manera, cobra gran importancia el tipo de espacios o el carácter de los mismos.

Un ejemplo de lo anterior se presenta con el parque central, el cual de acuerdo con Cardona

(2008) se constituye en el principal referente colectivo por el carácter heterogéneo, múltiple

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y convergente que posee; además de ser ampliamente conocido y estar inserto en una

tradición cultural, ofrece variedad de alternativas para las diferentes personas,

independientemente del género, edad o rol social, posibilitando el desarrollo de diferentes

tipos de actividades e interacciones sociales.

2.2. El espacio público como espacio a recuperar.

A pesar de la importancia del espacio público que ha sido abordada a lo largo de este

escrito, el Estado ha sido incapaz de garantizar la integridad del mismo en aspectos relativos

a las entidades responsables, así como aspectos que tienen que ver directamente con los

ciudadanos han generado un deterioro en la calidad y cantidad de espacio público disponible.

De acuerdo con el Ministerio de Vivienda y Desarrollo Territorial (2005), dentro de los

aspectos relativos a las entidades responsables de generar y vigilar el espacio público, se

encuentran, el desarrollo no planeado de la ciudad, diseños no adecuados, la falta de

planeación responsable, la existencia de vacíos legales y debilidades en garantizar el

cumplimiento de las normas, poca información jurídica para demostrar la titularidad pública

de los predios, carencias de esquemas de mantenimiento y sostenibilidad de los espacios

construidos, sistemas de transporte improductivos y desordenados que deterioran el espacio

público.

Por su parte, dentro de los aspectos relativos a la ciudadanía que han dificultado la

provisión de espacio público adecuado se cuentan: El crecimiento acelerado de la población

y el desplazamiento ciudadanos, el incumplimiento generalizado por parte de los

constructores y urbanizadores, la falta de apropiación social del espacio público, el parqueo

indebido de vehículos y establecimientos de comercio, los cerramientos ilegales de zonas

verdes y parques, la construcción ilegal de nuevos espacios para locales comerciales o

ampliación de vivienda, la contaminación visual por uso de publicidad irregular, las ventas

ambulantes y, en especial, el papel del automóvil en ciudades muy densificadas. En ese

sentido, de acuerdo con el Ministerio de Hacienda:

El más grave de todos ellos es la primacía que durante muchas décadas, erróneamente,

se le otorgó a los vehículos particulares sobre las personas, lo cual deshumanizó las

ciudades. Hasta hace poco tiempo, los escasos espacios públicos que construían las

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administraciones municipales y distritales privilegiaban las áreas destinadas a la

circulación vehicular sobre la peatonal. Era común observar la construcción de vías

sin andenes, mucho menos con ciclorrutas y precariamente arborizadas. Muchas zonas

centrales, dedicadas previamente a diversos propósitos, quedaron subordinadas a las

funcionalidades circulatorias que privilegian a los vehículos. (Ministerio de Vivienda,

2005, p.18).

La problemática de la sobreutilización automóvil no se limita a los efectos en la

contaminación del ambiente a pesar de que ello sea un aspecto supremamente

relevante. Por el contrario, es un asunto que trasciende de los aspectos medio

ambientales e impacta directamente en la forma de concebir el espacio público. Lo

anterior ha sido expuesto por el Ministerio de Vivienda en los siguientes términos:

«Al reducir sus capacidades a la dimensión circulatoria, la calle se convierte en una

carretera y renuncia a su vocación de espacio público». La invasión de los vehículos

se manifiesta, también, en el estacionamiento sobre cebras de cruce peatonal, que pone

en peligro la vida de los transeúntes, así como en el «endurecimiento» de las áreas de

antejardín de viviendas y lugares comerciales, para uso de parqueaderos. Aunque los

gobiernos locales han tenido algunos avances, todavía, en muchas ciudades

colombianas, las inversiones en infraestructura privilegian la construcción de

avenidas, costosos puentes y autopistas elevadas, que sólo benefician a los propietarios

de vehículos, que son la minoría, en contra de otro tipo de obras como la construcción

de ciclorrutas, parques y andenes, que generalmente son utilizados por un mayor y

más diverso grupo de personas. (Ministerio de Vivienda, 2005, p.18).

La complejidad de estos problemas exige a las administraciones adoptar estrategias

integrales y novedosas con el fin de recuperar los espacios públicos y establecer mecanismos

efectivos para evitar su invasión futura, sin que puedan desconocerse las posibilidades de

ocupación y aprovechamiento económico temporales, bajo reglamentaciones y

procedimientos claros.

Debido a la complejidad de los problemas que inciden directamente en el espacio público,

se han creado una serie de programas de recuperación que pretenden hacer frente a tales

situaciones, en aras de mejorar los índices del espacio público. Los programas de

recuperación de espacio público de acuerdo con Delgado:

Los programas de recuperación del espacio público surgieron como respuesta a esa

necesidad de intervenir en forma puntual en la ciudad, la mayor parte de las veces en

la “recuperación” de andenes y plazas “invadidos” por el comercio ambulante, los

talleres mecánicos, los vehículos estacionados o simplemente en zonas deterioradas

por el paso del tiempo”. (Delgado, 2009, p 255).

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Por ello, se han consagrado procedimientos de restitución por parte de las autoridades de

policía; así como sanciones económicas a conductas, por ejemplo, la ocupación en forma

permanente de los parques públicos, zonas verdes y demás bienes de uso público, el

encerramiento sin la debida autorización de las autoridades municipales o distritales, la

realización de intervenciones en áreas que formen parte del espacio público, sin la debida

licencia o contraviniéndola y la ocupación temporal o permanente del espacio público con

cualquier tipo de equipamiento.

2.3. El espacio público como espacio público efectivo

El Decreto 1504 de 1998 de Colombia el cual se encuentra vigente y compilado en el

Decreto 1077 de 2015, reglamenta el espacio público en los planes de ordenamiento

territorial. En él se señala al espacio público como el elemento articulador, estructurante de

la ciudad y el que regula las condiciones ambientales de la misma. El uso y apropiación del

espacio urbano está mediado por la frecuencia y disfrute de él con fines recreativos,

deportivos, de ocio y tiempo libre, de desplazamiento o actividades comunitarias en las que

intervienen razones de tipo tanto intrapersonales y socioculturales como físico-ambientales.

Lo anterior necesariamente articulándose a una significación del espacio, que permitiría

entender cómo el espacio físico llega a convertirse en espacio social, vivencial, de relaciones,

de identidad, de referente individual o colectivo.

Por la importancia del espacio público, la misma Organización Mundial de la salud (OMS)

ha establecido que se requiere de un mínimo de espacio público por habitante para garantizar

su correcto desarrollo. En efecto, en el documento Conpes 3178 de 2012 se indicó

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el agrupamiento de las viviendas

en zonas verdes y el fomento de vías peatonales mejoran la calidad del aire y estimulan

la actividad física, al tiempo que reducen las lesiones y los efectos de la isla de calor

urbana. De tal forma, dicha Organización fijó un indicador óptimo entre 10 m2 y 15

m2 de zonas verdes por habitante, con el fin de que estos mitiguen los impactos

generados por la contaminación de las ciudades y cumplan una función de

amortiguamiento. (Conpes, 2012, p.7).

Igualmente, el ordenamiento jurídico colombiano ha establecido la necesidad de proveer

un mínimo de espacio público efectivo por persona, lo cual fue consagrado en el Decreto

1504 de 1998 (compilado Decreto 1077 de 2015) en su artículo 14 el cual prescribe:

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(…) se considera como índice mínimo de espacio público efectivo, para ser obtenido

por las áreas urbanas de los municipios y distritos dentro de las metas y programas del

largo plazo establecidos por el Plan de Ordenamiento Territorial, un mínimo de quince

(15m2) metros cuadrados por habitante, para ser alcanzado durante la vigencia del

plan respectivo. (Decreto 1504 de 1998, artículo 14).

Frente a ello, se define Espacio Público Efectivo como el “espacio público de carácter

permanente, conformado por zonas verdes, parques, plazas y plazoletas”. (Documento

CONPES 3718, 2012). Este indicador muestra la suficiente o insuficiente disponibilidad de

espacio público susceptible a la medición del déficit cuantitativo del espacio público de

carácter permanente

Imagen 1. Espacio público efectivo. Recuperado de:

http://observatorio.dadep.gov.co/indicador/espacio-publico-efectivo

EPE(m²) = (Parques + zonas verdes + plazas + plazoletas)

Este indicador recoge los elementos de espacio público que son de carácter permanente

utilizados para el uso, goce y disfrute de la ciudadanía. De acuerdo con el Decreto 1077 de

2015 el espacio público efectivo está compuesto por parques, plazas, plazoletas y zonas

verdes y de acuerdo con el Observatorio del Espacio Público de Bogotá (2017) este indicador

refleja la relación de espacio para las actividades recreo-deportivas en la ciudad y la

población. (Observatorio del Espacio Público de Bogotá, 2017., p.20)

III. Déficit de espacio público efectivo en Medellín

La mentalidad posmoderna, ha promovido el predominio de lo individual respecto a lo

colectivo por lo que, en el contexto de lo urbano, el espacio público ha sido una de sus

principales víctimas. Para la doctrina posmoderna, el espacio público deja de ser el lugar de

fricción e intercambio social para pasar un lugar amenazante y peligroso. En efecto, cada vez

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más los individuos utilizan menos el espacio público como lugar de intercambio y lo

sustituyen por el manejo privado del automóvil o la motocicleta y los centros comerciales

como expresión de individualidad y desconfianza en la seguridad del espacio verdaderamente

público. Esta situación ha sido plasmada por García así:

Esa forma de pensar ha creado dos mecanismos para responder a esta supuesta

amenaza: el primero, en el fondo, no es más que la relectura de un invento moderno

“el automóvil privado” ahora reinterpretado como paradigma de la individualidad

posmoderna. El segundo, en cambio, es un auténtico desarrollo posmoderno: el centro

comercial y de ocio. En cualquier caso, ambos mecanismos son claros sistemas

urbanos cerrados que si bien hoy se entienden como imprescindibles en la compleja

maraña de la experiencia urbana contemporánea, los dos ejemplifican la orientación

individual y el predominio de lo privado en la ciudad posmoderna. La iteración casa,

automóvil, trabajo, automóvil, centro comercial, automóvil y casa, ha reducido la

función del espacio público a la simple movilidad, con la consiguiente

despersonalización de la ciudad y paralela alienación de quienes la habitan, que pasan

de ser ciudadanos a ser meros contribuyentes y consumidores. (García, 2015, p.30).

Para ejemplificar lo relativo a los vehículos particulares, entre 2012 y 2015 el parque

automotor circulante estimado en Medellín aumentó en un 15,2% (Medellín cómo vamos,

2016). La problemática descrita es entonces contraria al paradigma según el cual el espacio

público es el lugar donde se ejerce la democracia, donde la gente se encuentra, donde

manifiesta su arraigo cultural. En otros términos, puede decirse que el espacio público ha

sufrido una disminución como escenario de la interacción entre el Estado y la ciudadanía,

donde se representa lo simbólico; donde la gente se desplaza y se beneficia de algunos de los

derechos consagrados en la Constitución. En tal sentido, para que el espacio público sea

objeto de uso, que beneficie a la sociedad en general, es primero necesario que la percepción

de los mismos sea positiva pues de otra manera perderán el sentido de espacio público para

convertirse en espacios evitados o también llamados de acuerdo con Uribe & Franco (2013)

espacios de nadie.

En la misma línea, Berroeta & Vidal (2012) siguiendo a Joseph (1999) plantean que el

espacio público sólo se constituye como tal cuando es apropiado por los ciudadanos es decir

posterior a un trabajo de cualificación que remite a los momentos de acción y a las estructuras

prácticas de la experiencia. Así, estas posturas, dan como resultado la imagen de ciudades

cada vez más dispersas y fragmentadas, donde se privilegia la circulación y el flujo y no el

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intercambio, lo que ha dado lugar a la idea de "no lugar" o “los no lugares” de Auge (1992).

Ello es en definitiva una destrucción de los lazos entre vecinos impulsado por una economía

de mercado y donde se confunde al espacio público con el mercado y al ciudadano con el

consumidor lo que implica una desurbanización de la ciudad. (Oropeza, 2004)

Debido a este cambio de mentalidad de los ciudadanos frente al espacio público y por las

demás problemáticas planteadas anteriormente relativas a aspectos institucionales, es una

tarea ambiciosa aumentar el porcentaje de metros cuadrados de espacio público por habitante,

y que estos sean verdaderamente aprovechables. La tarea debe realizarse teniendo en cuenta

que el crecimiento de la población es un hecho inminente, así como el hecho de que el

territorio también se agota.

En Medellín el gran reto es encontrar cómo proveer los niveles adecuados de espacio

público. De acuerdo con el Documento Técnico de Soporte del POT, en Medellín entre los

años 2012 y 2013 el área de espacio público efectivo por habitante era solo de alrededor de

3,5 m² lo cual no representa ni la mitad del estándar óptimo que ha sido definido por la OMS

de entre 10 m² y 15 m² de espacio público por habitante.

Esos niveles tan bajos en materia de espacio público efectivo dificultan que pueda

aspirarse a llegar a los niveles mínimos definidos por el Decreto 1504 de 1998 compilado

Decreto 1077 de 2015 e incluso a los niveles 5,2 m2 a corto plazo (2019), 6,1 m2 a mediano

plazo (2023) y 7m2 en el largo plazo (2027) (Alcaldía de Medellín, 2018, p. 33) lo cual se

agrava teniendo en cuenta la exagerada concentración urbana que soporta en general el Valle

de Aburrá. Por ello la solución que se propone con los instrumentos de planificación como

macro proyectos, planes de renovación, los de intervención y los que se generan a través de

una nueva obra, son instrumentos que, con compromiso social, voluntad política y un sano

sentido de pertenencia, pueden transformar ese déficit que impide condiciones de vida dignas

y por lo tanto un potencial desarrollo sostenible, económico y social.

A pesar del desalentador panorama, en los últimos años, la Administración de Medellín

ha desplegado diversos esfuerzos para lograr suficientes espacios públicos que le permitan

alcanzar los parámetros internacionales y nacionales. En este sentido, ha contado con altos

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niveles de inversión per cápita en equipamientos urbanos, que, durante el año 2014,

ascendieron a la suma de $217.767.000.000 de pesos, de los cuales $190.740.000.000 de

pesos fueron para la construcción de zonas verdes, parques, plazas y plazoletas;

$12.020.000.000 de pesos para la construcción de otros equipamientos de uso público; y los

$5.543.000.000 de pesos restantes para el mantenimiento de parques, plazas y plazoletas. Lo

anterior se constituye como el mayor nivel de inversión per cápita en Colombia (Arrubla &

Gaviria, 2018)

En efecto, el espacio público efectivo en Medellín aumentó entre 2012 y 2015, pasando

de 3,53 m2 por habitante a 3,66 m2 por habitante gracias a la provisión de 561.881 nuevos

metros cuadrados de espacio público efectivo en el período. Las principales obras que

permitieron dicho aumento fueron las ejecutadas en el marco del proyecto Jardín Circunvalar

de Medellín en el Cinturón Verde Metropolitano, que incluyen ecoparques, ciclorrutas,

construcción y rehabilitación de andenes, paseos urbanos, ecohuertas, viveros y dos bases

militares. Por su parte, el espacio público peatonal, correspondiente a andenes y vías

peatonales, permaneció estable en 1,78 m2 por habitante entre 2012 y 2015. (Medellín cómo

vamos, 2016)

La estrategia no ha cesado y Medellín pretende seguir mejorando los indicadores con

proyectos como el del parque ambiental público que se desarrollará en el cerro de las tres

cruces (El Colombiano, 16/10/2019) el mejoramiento del mobiliario, adecuación de zonas

verdes y mantenimiento de áreas deterioradas en 100 parques de la ciudad como el parque

Lineal La Presidenta, el Lleras y el de El Poblado (El Colombiano, 25/01/2018) o la

recuperación de corredores como el paseo de la carrera Bolívar, las calles Amador y Boyacá,

y las avenidas La Playa y Oriental que pretenden priorizar al peatón, al ciclista y al transporte

público (El Colombiano, 06/06/2018).

Para continuar con estos esfuerzos es necesario que los nuevos concejales que fueron

elegidos en Medellín entiendan que la planeación urbana es una necesidad transformadora

de la calidad de vida de las personas y la sostenibilidad de las ciudades, no un simple

requerimiento normativo, que sirva realmente para articular la sana mezcla de usos, el

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transporte público y los servicios urbanos. En palabras de Alejandro Echeverry (2015) la

ciudad se transforma con una gran apuesta de una gran transformación de muchas obras

pequeñas conectadas.

No se puede perder de vista que las inversiones realizadas por las últimas

Administraciones de Medellín se han encaminado a la generación de equipamientos,

adecuación y mantenimiento de áreas públicas existentes y no se ha priorizado de la misma

manera la generación de nuevo suelo destinado a espacio público efectivo de esparcimiento

y encuentro. En consecuencia, se ha privilegiado la dotación de equipamientos públicos

(deportivos, educativos y culturales) y adecuaciones viales, olvidando en muchas zonas de la

ciudad los espacios públicos a escala barrial, en algunos casos, generados como

compensación de desarrollos inmobiliarios donde por lograr el mayor aprovechamiento del

suelo, se acentúa el detrimento de la calidad y función del espacio público efectivo.

La ciudad tiene un gran reto, adquirir espacios para mayor espacio público y desincentivar

el uso indiscriminado del parque automotor en el marco de una visión individualista de la

sociedad. Frente a la adquisición de espacios toman vital importancia los procedimientos de

recuperación establecidos en el Código de Policía, así como pensar en la compra de espacios

como el aeropuerto Olaya Herrera done se ha propuesto hacer un gran parque para la ciudad

o el club El Rodeo donde también se ha propuesto crear un gran parque urbano para la ciudad

que se constituya en un verdadero pulmón verde (El Mundo.com, 01/07/2017).

Frente al segundo problema, Medellín debe aprender de otras ciudades del mundo que han

optado por las denominadas estaciones multimodales de transporte. El transporte intermodal

involucra los distintos modos de transporte de tal manera que los usuarios no tengan que

limitar sus opciones de movilidad al parque automotor y así se generen eficiencias en los

desplazamientos y se tengan más opciones de espacio público. En efecto, la clave de este

sistema es la integración entre cada uno de los modos de transporte pues así, los usuarios

eligen, según sus necesidades, cómo hacer cada recorrido. Por el contrario, cuando el sistema

no está conectado resulta menos atractivo usar distintos medios de transporte. Con las

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estaciones intermodales se busca invertir la jerarquía del uso de la vía pública de la siguiente

manera:

Imagen 2. Jerarquía uso de la vía pública. Recuperado de:https://labicikleta.com/la-

intermodalidad-urbana/

Mientras que las autoridades de planeación de la ciudad no tomen conciencia de la

importancia de la provisión de espacio público en niveles adecuados y que

verdaderamente esté enfocado en ser un lugar para todos, dejando a un lado el

paradigma individualista del uso del automóvil y de los centros comerciales en

oposición al intercambio propio que debe darse en una ciudad no podrá garantizarse

un aspecto que tiene que ver con la calidad de vida de todos los ciudadanos.

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CONCLUSIÓN

En Medellín existe un claro déficit de provisión de espacio público efectivo el cual se

explica desde diversas problemáticas como son la escasez de suelo de dominio público versus

unos índices poblacionales en aumento, la falta de ordenamiento y planificación del territorio,

la falta de apropiación de la ciudadanía de los espacios públicos y el papel predominante de

los automotores en la vida de los ciudadanos.

De los 15 m2 por habitante que se requieren de acuerdo con la OMS y que se exigen

normativamente, la ciudad únicamente llega a niveles inferiores a los 4 m2 lo cual implica

una disminución en la calidad de vida de los ciudadanos. En este sentido existe un reto para

los planificadores del territorio en repensar la multidimensionalidad y la multifuncionalidad

que debe existir en la generación de Espacios Públicos Efectivos, proceso que debe efectuarse

pensando en todos los ciudadanos, en las diferentes necesidades que puedan tener según sus

condiciones sociales.

El espacio púbico en Medellín no debe ser pensado como un requisito normativo o un

aspecto meramente urbanístico. Debe abordarse como instrumento necesario para promover

la cohesión social y construir ciudadanía. Las acciones para recuperar y proveer espacio

público efectivo no pueden ser intervenciones aisladas y deben garantizar que la planeación

de la ciudad tenga como referente al peatón y no a los vehículos particulares, esa debe ser

una apuesta de las próximas administraciones y de la ciudadanía en general a través de la

participación ciudadana y el control político.

De igual forma, al desarrollar e implementar las estrategias de generación y recuperación

de espacio público efectivo en Medellín deben tenerse como principios orientadores los de

habitar, trabajar, transitar y recrear, de tal manera que la ciudad no limite su función a ser

lugar de paso y espacio para vehículos particulares, sino que sea espacio para desarrollo de

ciudadanía y de garantía de los derechos fundamentales. Para que ello sea efectivo se requiere

que los espacios sean cómodos, seguros y que se haga un trabajo de cultura ciudadana frente

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a los espacios de tal manera que estos se apropien efectivamente del espacio público. Una

ciudad sostenible es una ciudad que ofrece una alta calidad de vida a sus habitantes creando

espacio público que permita habitalidad, el trabajo, la recreación y la movilidad y no solo

uno de tales aspectos.

El espacio público es un concepto en constante producción y transformación en un marco

histórico específico, por ello, el debate sobre su papel y en general la planificación del

territorio debe continuar con la participación de la ciudadanía que en últimas es la que se

desarrolla, se une y se potencia en el espacio público. En esa discusión se deberán abordar

problemas como los de falta espacio, el papel del automóvil, la seguridad de la ciudad y

conscientes de ello definir estrategias para el futuro que permitan una mejor calidad de vida.

20

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