Derecho Publico a2 n5

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Transcript of Derecho Publico a2 n5

  • AO II - NMERO 5

    PRESIDENCIA DE LA NACIN

    Dra. Cristina Fernndez de Kirchner

    MINISTERIO DE JUSTICIA Y DERECHOS HUMANOS

    Dr. Julio Alak

    SECRETARA DE JUSTICIA

    Dr. Julin lvarez

    SUBSECRETARA DE RELACIONES CON EL PODER JUDICIAL

    Dr. Franco Picardi

    DIRECCIN NACIONAL DEL SISTEMA ARGENTINO DE INFORMACIN JURDICA

    Dra. Mara Paula Pontoriero

    DerechoPblico

  • ISSN 2250-8031Revista Derecho PblicoAo II - N 5 - Junio 2013Editorial Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nacin, Sarmiento 329, C.P. 1041AFF, C.A.B.A.Editado por la Direccin Nacional del Sistema Argentino de Informacin Jurdica.Directora: Mara Paula PontorieroDirectores Editoriales: Eduardo S. Barcesat - Arstides H. Corti Correo electrnico: [email protected]

    La revista Derecho Pblico y sus contenidos son propiedad del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nacin.La legislacin, la jurisprudencia y los artculos de doctrina que integran esta pu-blicacin se encuentran disponibles en forma libre y gratuita en: www.infojus.gov.ar

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    Todos los derechos reservados. Prohibida su venta. Distribucin gratuita. Se permi-te la reproduccin total o parcial de este libro, su almacenamiento en un sistema informtico, su transmisin en cualquier forma, o por cualquier medio, electrnico, mecnico, fotocopia u otros mtodos, con la previa autorizacin del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nacin.

  • Eduardo S. Barcesat - Arstides H. CortiDirectores

    Liliana Costante - Gustavo Szarangowicz

    Secretarios de Redaccin

  • VII

    Consejo AcadmicoVctor Abramovich

    Vctor Bazn

    Jos Manuel Benvenutti

    Roberto Boico

    Matilde Bruera

    Nstor Cafferatta

    Rubn Calvo

    Walter Carnota

    Rodrigo Cuesta

    Sergio Daz Ricci

    Eduardo Emili

    Anbal Faccendini

    Ral Gustavo Ferreyra

    Ana Figueroa

    Alberto Gonzlez Arzac

    Eduardo Jimnez

    Eduardo Lapenta

    Claudio Luis

    Laura Monti

    Mara Teresa Moya

    Vernica Piccone

    Beatriz Rajland

    Patricio Sammartino

    Eduardo Tavani

    Guillermo Treacy

    Juan Carlos Vega

    Juan Wlasic Con

    sejo

    Aca

    dm

    ico

  • IX

    Editorial

    Sobre la Reforma y Democratizacin de la Justicia

    La CSJN ha segado la ley ms importante en materia de reforma y de-mocratizacin de la administracin de justicia, que refiere a la integra-cin y forma de eleccin de los distintos estamentos representados en el Consejo de la Magistratura. El fallo, por cierto, ha privilegiado con la valiosa disidencia del juez Dr. Ral Zaffaroni la estructura corporativa frente a la apertura de la participacin democrtica de todo el pueblo de la Nacin Argentina en la eleccin de sus representantes ante este rgano, eminentemente poltico, que no conoce ni decide en ninguna causa judicial (arts. 116 y 117 CN). Al as fallar, la CSJN por mayora ha quebrantado las disposiciones de los arts. 1, 22, 33, 37 y 38 CN, las dispo-siciones de los tratados internacionales sobre el derecho de participacin en la vida pblica (art. 75, inc. 22 CN), y la delegacin que el art. 114 CN formul al Congreso de la Nacin Argentina para que la ley determinara la forma de eleccin de la representacin y su integracin equilibrada. Senci-llamente, la potestad del Congreso de la Nacin ha sido apropiada por el tribunal judicial en aras de preservar el privilegio del estamento judiciario, por encima de una interpretacin jurdica integrada y dinmica de dichas clusulas constitucionales en su conjunto.

    Este quiebre constitucional, y ejercicio apropiatorio de las incumbencias que le competen al Congreso de la Nacin Argentina, viene precedido de un obrar que es menester poner de relieve. En efecto, cuando el Proyecto originario elaborado por el Poder Ejecutivo Nacional ya contaba con la media sancin de la Cmara de Senadores, y se encontraba a estudio en las Comisiones de la Cmara de Diputados, el Presidente de la CSJN, Dr. Ricardo Lorenzetti, remiti una nota conteniendo el examen crtico del Proyecto de Ley ya con media sancin, como se dijera, que haba sido la mayora de los presidentes de las Cmaras Nacionales y Federales de

    Edit

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  • EDITORIAL

    X

    Apelacin. En esa propuesta se sealaron muchos aspectos sobre el nue-vo Consejo de la Magistratura que fueron aceptados en el trabajo en las comisiones de la Cmara de Diputados de la Nacin, referidos al poder disciplinario sobre los empleados judiciales, a las funciones de superinten-dencia, a la designacin sin concurso previo de personal de confianza de los jueces y, muy especialmente, a la administracin del presupuesto del Poder Judicial de la Nacin. Esas modificaciones fueron aceptadas en el despacho de comisiones y as aprobado en sesin plenaria de la Cmara de Diputados de la Nacin, por lo que el Proyecto de Ley tuvo que ser devuelto a la Cmara de Senadores para la aceptacin de las sustantivas modificaciones introducidas. Recin entonces el Proyecto de Ley, con las modificaciones propuestas por la corporacin judicial con el Presidente de la Corte como su referente y vehculo portavoz de las mismas, fue aprobado el Poder Ejecutivo Nacional. La CSJN ha quebrado la doctrina del acto propio y al as hacerlo ha generado un conflicto de poderes por-que no se puede obrar como co-legislador para luego declarar inconstitu-cional aquello que se contribuy a elaborar. En fin, un penoso y regresivo antecedente institucional que no puede ocultarse o minimizarse, en tanto tuerce, obstaculiza, el sentido progresivo de la historia.

    De aqu en ms, el pueblo de la Nacin Argentina, corrido el velo sobre la pretendida imparcialidad y carcter impoluto de la administracin de justicia, tendr que asumir, como dijera el poeta Leopoldo Marechal, que de los laberintos slo se sale por arriba, por lo que en las prxima compulsa electoral, cada ciudadano tendr que examinar si dota al Con-greso de la Nacin Argentina de las mayoras necesarias para encarar el necesario proceso de la Reforma Constitucional que configure el marco y soporte normativo-institucional al movimiento y transformacin social, de crecimiento e inclusin, que atraviesa la Nacin Argentina.

    Los directores

    Esta publicacin se encuentra disponible en forma libre y gratuita en: www.infojus.gov.ar

  • XI

    ndice General

    Doctrina p. 1

    Justicia y poder. El Consejo de la Magistratura para el Poder Judicial de la Nacin*

    por Eduardo BarcEsat ............................................................................................................... p. 3

    Acerca del Consejo de la Magistratura Nacional y de su integracin popular plena*

    por arstidEs H. corti ..............................................................................................................p. 11

    El Consejo de la Magistratura y la representacin popular.

    Una mirada constitucional de la reforma

    por roBErto Jos Boico ...........................................................................................................p. 17

    Sufrir la (in)justicia

    por susana trimarco ................................................................................................................p. 33

    El sptimo Proyecto. Fundamentos de las propuestas propiciadoras

    de la Democratizacin Judicial. Participacin y control comunitarios

    en materia de administracin de justicia*

    por cEcilia m. sgrazutti .......................................................................................................... p. 37

    Al rescate de la poltica. Apuntes sobre la Democratizacin de la Justicia*

    por ilEana arduino .................................................................................................................. p. 57

    Las nuevas Cmaras de Casacin*

    por JaviEr augusto dE luca .................................................................................................... p. 77

    Dimensin actual de la tutela cautelar en el Estado constitucional social de derecho

    por lEandro g. salgan ruiz .................................................................................................... p. 83

    Sufragio universal e ingreso democrtico: una imprescindible oxigenacin de los cuadros

    del sistema de administracin de justicia*

    por adriana l. gigEna dE Haar ............................................................................................. p. 107

  • NDICE GENERAL

    XII

    Ingreso igualitario al Poder Judicial: una cuestin de acceso a la Justicia*

    por gustavo caramElo ........................................................................................................... p. 133

    Elevada disposicin al hecho e infraccin de deberes especiales en el marco

    del terrorismo de Estado argentino. Algunas consideraciones acerca del cambio

    paradigmtico en pos de un modelo de imputacin puramente normativo

    por roBErto a. FalconE y andrs FalconE ............................................................................p. 141

    UNASUR en el contexto del regionalismo y los paradigmas de la integracin latinoamericana

    por m. vErnica PicconE y marcElo mangini ....................................................................... p. 189

    En razn del fallo del Tribunal Supremo Espaol sobre el caso Garzn:

    Prevaricacin judicial o interpretacin de la ley?

    por santiago J. scHioPEtto ...................................................................................................p. 209

    Documentos anexos p. 225

    Comisin Nacional de auditora ciudadana sobre los TBIs y los mecanismos de arbitraje

    internacional relacionados con inversiones .................................................................. p. 227

    Declaracin de la I Conferencia Ministerial de Estados Latinoamericanos afectados por

    intereses transnacionales ...................................................................................................p. 233

    Fuentes citadas p. 237

    ndice temtico p. 245

    (*) A la fecha de aceptacin de los trabajos que integran esta revista, el Poder Ejecutivo nacional haba elevado al Parlamento seis Proyectos sobre la Reforma del Poder Judicial, de los cuales Medidas cautelares en las causas en las que es parte o interviene el Estado nacional. Proceso excluidos se encontraba sancionado y publicado en BO como ley 26.864; Consejo de la Magistratura, Cranse Cmaras Federales de Casacin, tica en el ejercicio de la funcin pblica, y Corte Suprema de Justicia de la Nacin y Tribunales de Segunda Instancia. Publicacin ntegra de acordadas y resoluciones, se encontraban sancionadas; e Ingreso democrtico e igualitario de personal al Poder Judicial de la Nacin y al Ministerio Pblico de la Nacin, permaneca an en labor parlamentaria.

  • Doctrina

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    Justicia y poderEl Consejo de la Magistratura para el Poder Judicial de la Nacin (1)

    por Eduardo S. BarcESat (2)

    el pueblo siempre ha perdido en sus enfrentamientos ante la justicia como ante el poder (3)

    1 | El marco constitucionalEl art. 1 de la Constitucin Nacional declara que se adopta la forma re-presentativa, republicana y federal. Esta definicin basal fija requi-sitos que debieran ser satisfechos por los tres Poderes que conforman el Gobierno federal. Entre esos requisitos nos parece fundamental el resguardo a la expresin de la soberana popular y de la forma repu-blicana de gobierno (art. 33 CN). El pueblo de la nacin argentina no

    (1) Tambin publicado en el libro que rene los trabajos presentados en el Congreso Nacional sobre Democratizacin de la Justicia La Sociedad le habla a la Justicia, actualmente en prensa.

    (2) Abogado. Facultad de Derecho UBA graduado en el ao 1962. Profesor Titular Consulto en el Departamento de Teora Gral. y Filosofa del Derecho, Facultad de Derecho, UBA. Profesor en el Departamento de Derecho Pblico II. Derechos Humanos y Garantas Consti-tucionales, Facultad de Derecho, UBA. Jurado de Concursos Docentes Universitarios. Jurado de Concursos para la provisin de Jueces. Director de Maestras en Derechos Humanos. Abogado Defensor de Derechos Humanos. Director de la Carrera de Abogaca de la Univer-sidad Popular de Madres de Plaza de Mayo. Ex Copresidente de la LADH. Ex Presidente de la Comisin de DDHH del Colegio Pblico de Abogados de la Capital Federal. Convencional Constituyente, mandato cumplido, ao 1994. Consultor externo Procuracin del Tesoro de la Nacin. Asesor Presidencia Cmara de Diputados de la Nacin.

    (3) Lecourt, Dominique, La crisis de la justicia en el Estado contemporneo; La crisis del Es-tado y del derecho en el capitalismo, Nikos Poulantzas (recop.), Buenos Aires, Siglo XXI, 1987.

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    delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes y autorida-des creadas por la Constitucin (art. 22 CN), lo que implica una relacin de mandante a mandatario que debe ser satisfecha en la integracin de esos tres Poderes cuyas respectivas incumbencias definen la parte orgnica de la Constitucin.

    La Reforma Constitucional del ao 1994 incorpor un nuevo Captulo, el Segundo, titulado Nuevos Derechos y Garantas, donde se incorpora, en primer trmino, la seera previsin del art. 36, Imperio Constitucional, que regula el deber de obediencia a la supremaca de la Constitucin Nacional y la nulidad insanable, tanto de los actos de usurpacin que interrumpan su observancia como del ejercicio tambin usurpativo de las potestades de los Poderes del Gobierno federal que regula la Constitu-cin Nacional.

    En definitiva, la leccin de derecho, como la he nominado en diversos certmenes de la abogaca argentina, genera un nuevo apotegma, a saber: el derecho slo se crea y slo se aplica desde el derecho. No es ocioso poner de relieve que conforme esta clusula constitucional, quienes hayan participado o prestado servicio a la usurpacin del poder quedan inhabi-litados a perpetuidad a ocupar o ejercer cargos pblicos, es imprescripti-ble su responsabilidad penal y patrimonial, y quedan comprendidos en la disposicin del art. 29 CN como infames traidores a la Patria. En ese Ttulo nuevo del plexo constitucional se regula y jerarquiza la existencia y fun-cin de los partidos polticos como institutos fundamentales del sistema democrtico. Son ellos los que tienen la competencia para la postulacin de candidatos a cargos pblicos electivos.

    El art. 114 CN trae una novedosa incorporacin al tramo constitucional destinado al Poder Judicial. Crea el Consejo de la Magistratura, que tendr a su cargo la seleccin de los magistrados y la administracin del Poder Judicial. En su segundo prrafo, que es el que interesa sustancialmente para este trabajo, refiere a la representacin () de los jueces de todas las instancias () de los abogados de la matrcula () personas del mbito acadmico y cientfico, en el nmero y la forma que indique la ley.

    En las expresiones resaltadas y subrayadas del prrafo precedente est el centro nodal de la exgesis constitucional que derivar en la afirma-cin de pertenencia del proyecto regulatorio elevado por el Congreso

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    de la Nacin para su promulgacin, por el Poder Ejecutivo Nacional, de reforma de la ley 24.937 (TO ao 1999) a las previsiones de la Cons-titucin Nacional.

    Afirmo, categricamente, que el Proyecto no slo se corresponde con la semntica del art. 114 CN, sino que tiene amplio soporte constitucional en las clusulas aqu invocadas. Advierto, en quienes pblicamente han impugnado al proyecto regulatorio del Consejo de la Magistratura, que producen un desplazamiento semntico de la expresin la representa-cin, que es sustituida por otra, ajena al lenguaje de la Constitucin y que es los representantes. No es lo mismo, anticipo.

    Cuando se habla de los representantes hay un conjunto de pertenencia entre mandante y mandatario, o representante y representado; abogados que eligen a los abogados que los representan; jueces que eligen a los jueces que los representan y acadmicos y cientficos que eligen a sus pa-res que los representan. Pero, inexorablemente, la expresin la represen-tacin remite a lo previsto por el art. 22 CN, donde es el gran conjunto, el pueblo no otro, ni ningn sector o conjunto parcial, el que gobierna a travs de sus representantes.

    Entonces, el conjunto que enlaza a representados con representantes es el conjunto ms abarcativo, el del pueblo de la nacin argentina, que tiene la potestad emergente del principio de soberana del pueblo para elegir qu abogados, qu jueces y qu acadmicos o cientficos habrn de ejercer su representacin en un rgano constitucional, esencialmente poltico, que es el Consejo de la Magistratura.

    Y, como es poltico, la competencia para proponer los candidatos elec-torales es de los partidos polticos (art. 38 CN), que pueden postular candidatos partidarios o extra-partidarios. Se dice que esta forma de eleccin politiza a la justicia. Parece elemental el tener que sealar que los integrantes del Consejo de la Magistratura no conocen ni de-ciden en ninguna causa que verse sobre puntos regidos por la Cons-titucin Nacional y por las leyes de la nacin (art. 116 CN). Las incum-bencias del Consejo de la Magistratura son, taxativamente, las que fijan los seis incisos del art. 114 CN; ninguna de ellas habilita intervencin directa ni indirecta en las causas que tramitan por ante el Poder Judicial de la Nacin.

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    La forma de integracin del Consejo de la Magistratura se corresponde con los requisitos de un poder representativo, republicano y federal. Es-tn all representados, por el voto del pueblo de la nacin, los rganos polticos (Legislativo y Ejecutivo) y los estamentos de abogados, jueces y acadmicos, de todo el territorio de la nacin argentina.

    Abrir al pueblo de la nacin argentina su participacin en la designacin de sus representantes satisface la calidad democrtica del instituto Con-sejo de la Magistratura. Y no hay que temerle al pueblo. Nadie mejor que los ciudadanos para conocer y decidir sobre qu abogados, jueces y acadmicos tienen compromiso y coherencia de obrar en defensa de los grandes pilares de la currcula profesional: sus biografas concretas en materia de defensa de los derechos humanos y de la institucionalidad de-mocrtica, o de si su compromiso fue con la usurpacin del poder poltico y la represin de las grandes mayoras nacionales; tambin, si su saber fue puesto al servicio de la defensa de los intereses de la comunidad y del patrimonio pblico de la nacin argentina, o al servicio de los poderes econmicos trasnacionales y hegemnicos. All estn los grandes ejes que confrontarn en la compulsa popular. Y quines mejor capacitados para hacer conocer y divulgar esos antecedentes de los candidatos que los pro-pios partidos polticos?

    La correspondencia entre el Proyecto para el Consejo de la Magistratura y la Constitucin Nacional tiene otro gran captulo constitucional; pre-cisamente el referido a quienes integrarn el mismo y a quienes aspiran a ingresar al Poder Judicial de la Nacin: ninguno de ellos podr estar comprendido en haber ocupado cargos o funciones durante la dictadu-ra cvico-militar. Se pone en estado operativo la disposicin del art. 36 CN, un formidable avance para establecer un hiato, una ruptura, entre la excepcionalidad institucional y el estado de derecho.

    2 | Bocetos histricosSabido es que el Poder Judicial fue organizado conforme la Constitucin de los Estados Unidos de Norteamrica, cuya estructura e ideologa se transparenta en los artculos que conforman El Federalista, de Hamilton, Madison y Jay. Este poder vitalicio que desafa la idea de periodicidad de los mandatos republicanos fue concebido para prevenir posibles desbor-

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    des respecto del modelo en que pudieran incurrir los poderes polticos (Legislativo, Ejecutivo). Con esa finalidad, se lo dot de una potestad su-prema, la de establecer la constitucionalidad de las disposiciones norma-tivas emanadas de los otros poderes. El sustento de esta facultad, ejercida mediante un control difuso de constitucionalidad y que compete a todos los integrantes del espign jurisdiccional, no descansa en ningn supues-to racional o de ciencia poltica. En efecto, nada posibilita sostener que un juez individual sea mejor contralor de constitucionalidad que un cuerpo colegiado, muchos de cuyos integrantes son tambin juristas, y que repre-sentan la expresin directa de la voluntad del pueblo de la nacin.

    Es evidente que la naturaleza aristocrtica de la administracin de justicia se centra en un poder contra-mayoritario que tiene la extrema potestad de poder anular, va declaracin de inconstitucionalidad, las normas ge-nerales emanadas del legislador y las disposiciones del poder poltico-administrador. En nuestra legislacin, el art. 3 de la ley 27, primera norma de organizacin del Poder Judicial de la Nacin, ha dejado claramente explicitada esta facultad, en resguardo a la observancia a la supremaca de la Constitucin Nacional, cuando la norma o el acto emanado de los otros Poderes estn en contradiccin con ella. Tambin el Colegio Electoral, que rigi en nuestro sistema constitucional hasta la Reforma del ao 1994, es un instituto pensado para posibilitar que debatan entre s los partidos polticos del sistema, pero teniendo la posibilidad de unirse y desplazar a un eventual partido poltico que preconice el cambio del modelo vigente.

    Proyectos renovadores como el New Deal fueron enfrentados por la corporacin judicial hasta que se modific la integracin de la Corte Su-prema de EEUU, habilitando la propuesta keynesiana para enfrentar la crisis y la gran depresin. En nuestra historia institucional, las administra-ciones de justicia convalidaron los procesos de usurpacin del poder pol-tico (golpe de Estado de 1930) o removieron la Corte Suprema de Justicia de la Nacin para crear un tribunal supremo adicto a sus disposiciones, con lo que la observancia a la supremaca de la Constitucin Nacional se convirti en letra muerta; en efecto, no puede concebirse acto ms contrario a esa supremaca constitucional que los bandos militares que desplazaron a la Constitucin Nacional y se atribuyeron los nombres de los institutos constitucionales (Poder Legislativo, Poder Ejecutivo, Poder Judicial), generando as una usurpacin semntica pareja a la produccin del golpe de Estado.

  • eduardo barcesat

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    Es lamentable tener que sealar que, al inicio del denominado Pro-ceso de Reorganizacin Nacional, la conduccin de la Federacin Ar-gentina de Colegios de Abogados (FACA) no slo convalid el golpe de Estado, sino que se puso a disposicin de las nuevas autoridades, lo que llev al encubrimiento de la desaparicin forzada masiva de personas y a la total desproteccin de los abogados, ya que ninguna declaracin pblica se hizo en resguardo de la vida, libertad e integri-dad fsica y psquica de los seres humanos. Esta actitud contrasta con la adoptada por la Asociacin de Abogados de Buenos Aires (AABA), que llev adelante una campaa constante de denuncia de la represin poltica y de salvaguarda del ejercicio de la abogaca; una propuesta que prosigui y se plasm en el marco de su participacin en la IX Conferencia Nacional de Abogados que, celebrada en la ciudad de San Francisco (Crdoba), se propuso legitimar el terrorismo de Es-tado ya que, en una actitud consecuente, los representantes de la AABA y de la Asociacin Americana de Juristas (AAJ), Rama Argentina, postularon el retorno a la vigencia de la supremaca constitucional y el resguardo de los derechos humanos, lo que posibilit un triunfo de-mocrtico en la referida Conferencia Nacional. Claro que el continuo desprestigio y condena internacional al Proceso de Reorganizacin Nacional motiv un cambio muy tardo en la postura de la FACA.

    En 1982, se rene la X Conferencia Nacional de Abogados, convoca-da por la Federacin Argentina de Colegios de Abogados (Rosario, Septiembre de 1982), con el lema El estado de derecho venidero. El dictamen de la abogaca argentina fue que ningn integrante de la administracin de justicia que prest servicio a la excepcionalidad institucional, y que jur obediencia a las normas pretendidamente supra-constitucionales podra ingresar o permanecer en el futuro Po-der Judicial de la Nacin; que deba mediar una ruptura, un hiato, en-tre la administracin del usurpante y el Poder Judicial del Estado de derecho, configurado bajo la supremaca de la Constitucin Nacional. Lamentablemente, este dictamen de la abogaca argentina fue dejado de lado en el inicio de la transicin democrtica, limitndose a nombrar una nueva Corte Suprema de Justicia de la Nacin y a remover a los jueces en lo criminal y correccional federal; el resto (90% de la Justicia nacional) prosigui sin cambio bajo el estado de derecho. El resultado de esa permanencia fue deletreo para las instituciones y para el afian-zamiento del estado de derecho.

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    Ese principio de ruptura y discontinuidad entre excepcionalidad institu-cional y estado de derecho, como dijera, es el que hoy luce plasmado en el art. 36 CN, ahora llevado al texto del proyecto de regulacin del nuevo Consejo de la Magistratura. Enhorabuena. No puedo sino lamentar que, en las actuales circunstancias institucionales, la FACA asuma una defensa corporativa del viejo esquema de representacin de los abogados, pre-tendiendo descalificar como inconstitucional la apertura al pueblo de la nacin argentina para decidir sobre la integracin de los estamentos de abogados, jueces, acadmicos o cientficos.

    La biografa poltica de la FACA descalifica el intento de frenar la nueva ley y, una vez ms, sita a la organizacin burocrtica de la abogaca ar-gentina contra el pueblo de la nacin. Esa postura de pretendida defensa del estado de derecho y de las instituciones ms hubiera valido frente a la excepcionalidad institucional, y no frente a un gobierno legtimo. Aguardo que las previsibles impugnaciones de inconstitucionalidad enderezadas contra la reforma del Consejo de la Magistratura corran igual suerte que las primeras intentonas de quienes pretendieron impugnar a las leyes, in-cluso antes que fueran promulgadas y entraran en vigencia.

    3 | CierreMe permito cerrar estas reflexiones estableciendo un hilo conductor en-tre la notable descripcin de la democracia contenida en el discurso en homenaje a los muertos en la Guerra del Peloponeso, (4) y la oracin de Gettysburg pronunciada por el Presidente Abraham Lincoln (gobierno del pueblo es aqul que es del pueblo, por el pueblo y para el pueblo), para afirmar que la justicia democrtica es aquella que es del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

    (4) Pericles, La Historia, de Tucdides.

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    arStidES h. corti

    Acerca del Consejo de la Magistratura Nacional y de su integracin popular plena (1)por arStidES h. corti (2)

    El objeto del presente es examinar la ley 26.855, de reformas al Consejo de la Magistratura, en cuanto sus arts. 2 y 4 guardan especfica relacin con la modalidad popular de eleccin de sus consejeros abogados, jueces y acadmicos, en sustitucin de su designacin corporativa.

    Sabido es que las clusulas fundamentales que presiden el ordenamiento jurdico argentino deben interpretarse de manera compatibilizada, ensam-blada. As, en la cspide de dicho ordenamiento se encuentra el bloque fe-deral de constitucionalidad, integrado con origen en pluralidad de fuentes. Si bien la Convencin Constituyente de 1994 mantuvo invariable el art. 31 de la llamada Parte Dogmtica porque exceda el Pacto de Olivos, lo cierto es que dicha clusula debe integrarse con otras, tanto de esa par-te cuanto de la orgnica, porque en efecto concurren a una interpretacin correcta del referido art. 31, los arts. 27 y 75 incs. 2, 22 y 24, de manera tal que, en el primer nivel, se encuentran no slo la Constitucin Nacional, sino tambin los instrumentos internacionales en materia de DDHH enu-merados en el predicho inc. 22, segundo prrafo, y los aprobados por el

    (1) Tambin publicado en el libro que rene los trabajos presentados en el Congreso Nacional sobre Democratizacin de la Justicia La Sociedad le habla a la Justicia, actualmente en prensa.

    (2) Abogado y profesor de posgrado (Facultad de Derecho-UBA).

  • arstides h. corti

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    Congreso de la Nacin con arreglo al procedimiento estipulado en su ter-cer prrafo. En un segundo nivel, estn los dems tratados internacionales (v.gr. los contemplados en los arts. 75, inc. 2 primer prrafo, y 27, como son los tratados en materia econmica, caso de los Tratados de Inver-sin Bilaterales, que deben encontrarse ... en conformidad con los principios de derecho pblico establecidos en esta Constitucin..., dem, reserva al art. 21 del Pacto de San Jos de Costa Rica, cfme. instrumento de ratificacin del 14/08/1984 no pueden prorrogar v-lidamente jurisdiccin en favor de tribunales judiciales extranjeros o comisiones especiales tipo CIADI, dependencia del Banco Mundial; Fallos 176:218; 267:199; 305:2151) y los tratados de integracin del art. 75, inc. 24, que s pueden delegar competencias y jurisdiccin a or-ganizaciones supra-estatales en condiciones de reciprocidad e igualdad, y que respeten el orden democrtico y los DDHH. Y en un jerrquico ter-cer lugar, se encuentran el federalismo de concertacin, regulado por el art. 75, inc. 2, prrafos segundo y ss, con la limitacin temporaria de su inciso tercero. Cabe sealar tambin que las clusulas de la CN y de los instrumentos internacionales en materia de los DDHH constituyen un piso mnimo de derechos, por lo que posibilitan interpretaciones que los mejo-ren y amplen (principio de progresividad Fallos 327:3753 y art. 33 CN). Tales instrumentos internacionales, por lo dems, resultan de aplicacin en las condiciones de su vigencia, es decir, con arreglo a la jurisprudencia de los rganos supranacionales de aplicacin de los mismos, vinculantes para el gobierno nacional (Fallos 330:3248; 331:2691; 333:1657).

    A su vez, es criterio consolidado de la CSJN que la interpretacin judicial no ha de practicarse en forma que se agote en una aplicacin mecnica e indeliberada de su letra (como si el derecho fuese una fsica de las accio-nes humanas, en feliz crtica expresin de Llambas), sino estableciendo la versin tcnicamente elaborada de las normas y valores aplicables al caso por medio de una sistemtica, razonable y discreta hermenutica jurdica, ya que la interpretacin de las leyes debe practicarse teniendo en cuenta el contexto general y los fines que las informan, as como tambin que dicha interpretacin comprende no slo la pertinente armonizacin de sus preceptos, sino tambin su conexin con las dems normas que integran el ordenamiento jurdico, doctrina que es aplicable igualmente en los su-puestos en que el rgimen jurdico pertinente est organizado en ms de una ley formal (Fallos 234:82; 241:277; 249:37; 255:360; 258:75; 263:63; 265:256; 271:7; 281:146; 287:79; 302:1284, entre muchos otros).

  • acerca del consejo de la magistratura nacional y de su...

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    Adems, conforme lo tiene resuelto la CSJN en su actual composicin precedente CSJN Asociacin de Magistrados y Funcionarios c/ Es-tado Nacional, 04/12/2012) (3) las leyes nacionales ... tienen una pre-suncin favorable de validez que debe ser destruida por quien la ataque () demostrando que la repugnancia de la norma con la clusula consti-tucional sea manifiesta, clara e indudable....

    Habida cuenta las consideraciones precedentes, corresponde puntualizar que, al contrario de las interpretaciones de sesgo corporativo sustentadas en una exgesis originalista, esttica, literal y aislada del art. 114, segundo prrafo, de la Constitucin, corresponde efectuar una interpretacin ar-mnica, integrada, sistemtica y dinmica de sus clusulas, que es tanto como hacerlo asignndoles unidad de sentido en conjunto con:

    a. El art. 33 CN en cuanto establece que Las declaraciones, derechos y garantas que enumera la Constitucin no sern entendidos como negacin de otros derechos y garantas no enumerados; pero que nacen del principio de la sobe-rana del pueblo y de la forma republicana de gobierno...,

    b. El art. 37 CN en cuanto establece que la Constitucin Argentina ... garantiza el pleno ejercicio de los derechos polticos, con arreglo al principio de la sobe-rana popular y de las leyes que se dictan en consecuencia....

    c. El art. 38 CN en cuanto asigna jerarqua constitucional a los partidos polticos, calificndolos de ... instituciones fundamentales del sistema democrtico..., garantizndoles ... la representacin de las minoras, la competencia para la postulacin de candidatos a cargos pblicos electivos, el acceso a la informa-cin pblica y la difusin de sus ideas....

    Es que si bien la escuela tradicional sostuvo que la interpretacin de la ley slo debe hacerse cuando su texto es obscuro, suponer que el intrprete debe aplicar indeliberadamente una llamada ley clara se exhibe en pugna con la actual doctrina y jurisprudencia en materia de hermenutica, ya que:

    ... la claridad es algo relativo y lo que es claro para algunos puede no serlo para otros, y las interpretaciones legales, aun las claras necesitan ser interpretadas, porque adems de sus sen-tido externo y gramatical tienen otro sentido sutil y profundo, que resulta de su confrontacin con otros preceptos y con el

    (3) Bianchi, aLBerto B., Anlisis de la Jurisprudencia de la Corte Suprema, perodo 2012, en La Ley, Suplemento Especial, Buenos Aires, 2013, pp. 27/28.

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    sistema general de la ley. No hay, pues, desde este punto de vista leyes claras u obscuras, y aplicar la ley importa siempre interpretarla en funcin de la situacin real a juzgar. (4)

    Concurrentemente, y criticando la primaca de la voluntad del legislador en la interpretacin normativa estos autores adhieren a:

    La jurisprudencia evolutiva [que] sigue los principios de la es-cuela histrica, para la cual la ley cumple una doble funcin: por una parte, debe adaptarse a las exigencias sociales existentes en el momento de su sancin; por la otra, tiene que adaptarse tambin a las exigencias futuras planteadas por el devenir hist-rico [con cita de Saleilles]. En este segundo caso, debe dejarse de lado la voluntad del legislador, recurriendo a la voluntad ob-jetiva de la norma, que adquiere vida propia e independiente de quien la sancion [toda vez que] la norma queda desprovista de todo contenido subjetivo cuando, transcurrido el tiempo, el sentido que originariamente le atribuy el legislador no contem-pla adecuadamente las necesidades actuales [con citas de Lpez Olaciregui, Carbonnier]. Luego el sentido de las leyes es el de la poca en que son interpretadas [con cita de Orgaz]. (5)

    Al respecto tambin tiene dicho la CSJN que el tradicionalismo jurdico ha sido catalogado como uno de los ms serios obstculos a la substan-cia que define a la justicia (Fallos 264:410; 286: 257).

    A igual conclusin cabe arribar desde la perspectiva del derecho pblico, recurriendo al mtodo dinmico de interpretacin de las clusulas consti-tucionales. As, segn Julio Oyhanarte:

    Las disposiciones de la Constitucin, en su mayor parte, slo establecen marcos normativos muy amplios y deliberadamente imprecisos tal vez sea este el nico medio de lograr perdura-bilidad, de donde resulta que, como consecuencia inevitable, el sistema real, efectivo, vigente, es el que proviene de las solu-

    (4) BeLLuscio, augusto c. (dir.) y Zannoni, eDuarDo A. (coord.), Cdigo Civil y Leyes Complementarias Comentado, Anotado y Concordado, t. 1, Bs. As., Astrea, 1993, p. 81.

    (5) BeLLuscio, augusto c. (dir.) y Zannoni, eDuarDo A. (coord.), ibid., p. 82.

  • acerca del consejo de la magistratura nacional y de su...

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    ciones concretas que los intrpretes estatales de la Constitucin extraen de aquellos marcos normativos genricos e imponen mediante leyes, decretos y sentencias. Lo que decide, en suma, es la interpretacin o eleccin actualizadora de los intrpretes estatales, incluyendo, con particular relevancia la que practican los ministros de la Corte Suprema de la Nacin (...) En la Argen-tina, durante mucho tiempo imper el mtodo exegtico que remita a la voluntad psicolgica del legislador constituyente (mens legislatoris) y era irremediablemente esttico. Adems, serva con eficacia a los fines del liberalismo, porque es claro que la voluntad psicolgica de los constituyentes de 1853 y 1860 fue ortodoxamente liberal, con algunas excepciones insig-nificantes () esta lnea de encadenamiento al pasado concluy en Avico vs. de la Pesa, 1934, (Fallos 172: 29) () Qued as oficializada la adopcin del mtodo dinmico, del que luego se hara invocacin en gran cantidad de fallos. (6)

    As, el intrprete debe adoptar aquellas soluciones regulares, intra-norma-tivas ...que resulten ms adecuadas para contemplar las circunstancias y necesidades de la Argentina contempornea. Slo aceptando esta inter-relacin vital entre el marco normativo y las circunstancias se est frente a la Constitucin en concreto, nica que existe para los interpretes estatales. (7)

    En tales condiciones, corresponde interpretar el art. 114 CN, segundo pr-rafo, integradamente con los arts. 33 y 37 CN, que consagran el principio de la soberana del pueblo, y el art. 38 CN, que asigna a los partidos polti-cos el carcter de instituciones fundamentales del sistema democrtico. Al respecto, al anotar esta ltima clusula, la distinguida constitucionalista Mara Anglica Gelli tiene sealado que:

    En la sociedad moderna, el partido poltico sirve a la seleccin de personas con una visin global, general de los problemas y

    (6) oyhanarte, JuLio, Poder poltico y cambio estructural en la Argentina. Un estudio sobre el estado de desarrollo, Bs. As., Paids, 1969, pp. 11 y 20/21 con cita de Fallos 178:9; 211:162, 240:223, 256:568, 264:416.

    (7) Con cita de Fallos 240:223 y de la Constitucin Apostlica Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II: La autoridad pblica () debe procurar el bien comn concebido de manera dinmica () El bien comn () por lo que toca a sus exigencias concretas est sometido a los cambios incesantes del tiempo (pargrafos 74 y 78). Ver tambin oyhanarte, JuLio, Recopilacin de sus Obras, Bs. As., La Ley, 2001, pp. 5 y 14/16.

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    aunque representen segmentos sociales diferenciados, las po-lticas pblicas que propician toman en consideracin por lo menos la totalidad social. Constituyen la base de sustenta-cin de los tcnicos y especialistas, quienes suelen tener una perspectiva parcial de los problemas a resolver, dndoles la ne-cesaria amplitud de miras sirven, tambin, como canal de comu-nicacin an en la confrontacin de ideas entre los distintos sectores sociales que los componen. (8)

    As las cosas, la eleccin popular de los consejeros jueces, abogados y acadmicos del Consejo de la Magistratura Nacional no slo no resulta repugnante a las clusulas constitucionales, sino que, al contrario, brotan consistentes con el principio de la soberana popular y la significacin insti-tucional fundamental de los partidos polticos en una sociedad democrti-ca. Al respecto y en este sentido, la CN es enftica en exigirla en distintos aspectos contemplados por la misma. En una enumeracin ciertamente no taxativa, cabra mencionar los arts. 36, 38 y 75, incs. 19 tercer prrafo y 24 primer prrafo, sin exclusiones, o lo que es igual, consagrando la igual-dad de oportunidades y de trato (art. 75, inc. 23).

    Es que, finalmente, Uno no se decide a favor de un medio de interpre-tacin hasta que ha visto el resultado a que conduce (9) receptado por la CSJN, Fallos 290:375, considerando 8), in fine toda vez que, como bien sealara el ex juez de la Corte Nacional de la presidencia Cmpora, Manuel Arauz Castex, en esa valoracin del resultado () est el secreto de la interpretacin jurdica. Todo lo dems debe concurrir a sto. (10) Y no resulta dudoso ni opinable que la plena integracin popular del Consejo de la Magistratura es la que mejor armoniza con las exigencias de una sociedad democrtica, inclusiva e igualitaria, sin privilegios corporativos ni opacidades desvalorizantes.

    (8) geLLi, mara angLica, Constitucin de la Nacin Argentina, Comentada y Concordada, 2 ed. ampliada y actualizada, Bs. As, La Ley, 2004, p. 38.

    (9) raDBruch, gustavo, Introduccin a la ciencia del derecho, Madrid, 1930, p. 156

    (10) arauZ castex, manueL, Derecho Civil. Parte General, t. 1, Bs. As., Abeledo Perrot, 1955, p. 136

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    El Consejo de la Magistratura y la representacin popularUna mirada constitucional de la Reformapor roBErto JoS Boico (1)

    1 | IntroduccinLa Reforma del Consejo de la Magistratura admite pblicamente una razn de ser, un andamiaje subyacente que explica la extensin de su sentido: dotarlo de mayor capacidad popular y agilizar las funciones propias para el cual fue creado. Ahora bien, la implementacin de una reforma legislativa de semejante envergadura puede albergar entre los comentaristas cen-suras o simpatas, puede ser objeto de sealamientos y objeciones, pero dudo que el ejercicio crtico justifique sin ms la prdica de inconstitucio-nalidad que con tanta virulencia se exhibe. Es verdad que algunos enun-ciados normativos presentan un referente emprico claro que permite su discusin constitucional por ejemplo, normas que pretendieran limitar el acceso a la justicia a travs de exigencias patrimoniales; pero, a ex-pensas de tales casos, la mayora de las tipificaciones legales no exhiben

    (1) Abogado. Profesor Adjunto de Teora General del Derecho (UBA). Profesor titular de De-recho Constitucional (Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo). Coordinador de Inves-tigaciones Parlamentarias del Instituto Federal de Estudios Parlamentarios del Honorable Senado de la Nacin. Ha escrito captulos de libros, artculos de doctrina, comentario de fallos y dictado conferencias.

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    abiertamente, y con la certeza esperable, su perfil constitucional. Incluso la imprecisin se acrecienta cuando el anlisis depende de ulteriores inte-graciones normativas (2) o, peor an, cuando su escrutinio se enlaza al xito del objetivo tenido en vista por el legislador. (3) Nada de ello acontece en el particular.

    Esta discusin no parece centrarse en un mero debate pblico acerca de las bondades o desaciertos de un producto normativo, al menos para la gran mayora de los opinantes; son ms bien posicionamientos antagni-cos anclados en profundos desacuerdos polticos que exhiben con clari-dad una contienda de poder que redefinir la dinmica poltica mediata. De all que se entrecrucen encendidos apoyos y acalorados cuestiona-mientos. No soy neutral ni tengo una percepcin avalorada de la tpica en discusin; y lo aclaro pues las significaciones y conclusiones tericas que se vertern siempre parten de un lugar de enunciacin que debera exhibirse de antemano. No es exceso de honradez ni jactancia de apar-tamiento del fraude; es simplemente un repertorio epistemolgico que arroja al cesto una ingenua pretendida objetividad.

    Ahora bien, el proceso de lectura del texto legal no es indmito, pero tampoco unvoco. La interpretacin, en nuestro caso de la Constitucin y de la reforma como producto derivado de la cadena jerrquica, es una ac-tividad de construccin de sentido realizada en el circuito donde transita el discurso social. Desde all partir esta mirada sobre la nueva redefinicin del Consejo de la Magistratura.

    (2) El ejemplo sera que el derecho en cuestin depender de la reglamentacin de la ley, o de los trminos que la ley establezca. Represe que la mayora de los derechos fundamen-tales tienen esta atadura con la reglamentacin concreta que formule el legislador comn. Ejemplo de ello es el derecho de propiedad.

    (3) Este ltimo tipo de anlisis se ha presentado en dos casos con suma claridad. En la causa Arriola la Corte sostuvo que ciertas normas legtimas de origen pueden tornarse indefendibles constitucionalmente con el transcurso del tiempo y con el cambio de circuns-tancias objetivas relacionadas con ella. Para ello remiti al precedente de Fallos 328:566 Itzcovich Mabel c/ Anses, donde sostuvo: si bien es cierto que hasta el presente la Corte acat la jurisdiccin reglada que el Poder Legislativo le ha asignado mediante el recurso en cuestin (recurso del art. 19 de la ley 24.463), ello no la inhabilita para declarar que la disposicin impugnada, aunque no ostensiblemente incorrecta en su origen, ha devenido indefendible, pues no se adecua a los fines tomados en consideracin para su sancin el principio de razonabilidad exige que deba cuidarse especialmente que los preceptos mantengan coherencia con las reglas constitucionales durante todo el lapso que dure su vigencia.

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    Las objeciones constitucionales vertidas al sistema implementado por la nueva ley del Consejo de la Magistratura parecen dirigirse, casi con ex-clusividad, a tres tpicas bien definidas: a) la modificacin del sistema de eleccin de los Consejeros; b) la modificacin de las mayoras para adop-tar decisiones vlidas; y c) la implementacin del escenario electoral para la seleccin de los Consejeros. Analizaremos cada una de ellas.

    2 | La modificacin de la seleccin de los consejerosEl sistema anterior (ley 24.937, modificada por ley 26.080) fijaba parme-tros de selectividad segn cul fuera la corporacin involucrada. Para la de los abogados y jueces, los electores y candidatos provendran de pa-drones constituidos por la respectiva corporacin (arts. 2 y 33, ley 24.937), mientras que para la corporacin acadmica, los candidatos provendran de facultades nacionales de derecho y seran elegidos por el Consejo Interuniversitario Nacional (art. 2.5).

    Esta ingeniera de seleccin contena un perfil ostensiblemente corporativo y basado en un sistema de seleccin tambin opinable. En efecto, en lo que hace a la calidad de acadmico/cientfico, el sujeto propuesto deba provenir de universidades pblicas, ejercer la docencia de forma regular y poseer ttulo de abogado, extremo que desplazaba arbitrariamente un universo de sujetos que bien podran tambin integrar la grilla de elegibles para el Consejo. Me refiero a aquellos que proviniesen de universidades privadas, aquellos que no estuviesen actualmente ejerciendo la docencia sino la investigacin e, inclusive, resultaba dudosa la legitimidad poltica del Consejo Interuniversitario Nacional para promover al integrante por esta corporacin. No haba un claro sistema de racionalidad representativa.

    La seleccin de los abogados tambin contena un atisbo de discrecio-nalidad. El formato que se imprimi a la previsin del 2.3 de la ley 24.937 qued plasmado en la resolucin 317/2006 del Consejo de la Magistra-tura, producto de la negociacin entre el Colegio Pblico de Abogados de la Capital Federal (CPACF) y la Federacin Argentina de Colegios de Abogados (FACA). Conforme art. 2 del Anexo de la resolucin 317/2006 se conformarn dos padrones electorales de matriculados, uno para los

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    inscriptos en el CPACF y otro para los inscriptos en la matrcula federal correspondiente al interior del pas. Pareciera que sobre la base de una divisin distrital binaria, no sustentada en racionalidad territorial ni po-blacional alguna, los abogados del interior del pas seran representados por un colega del interior, mientras que los abogados de la Capital (hoy CABA) estaran representados por uno inscripto en territorio capitalino. Sobre este ltimo cuerpo electoral valdra la pena recalcar que en los tr-minos de la autonoma portea (art. 129 CN), y de la paulatina y demorada transferencia competencial del fuero nacional a la ciudad (cuestin an inconclusa), no habra razn suficiente para que los abogados de la capital monopolicen un distrito por sobre los dems colegas del interior, a cuenta de que la progresiva y, algn da, efectiva autonoma de la ciudad convertira a la Ciudad de Buenos Aires en asiento de tribunales federales del mismo modo a los de cualquier ciudad del interior que alberga fuero federal. Por otro lado, es cierto que la matrcula que expide el CPACF permite litigar ante el fuero federal, local y nacional, y que la cantidad de tribunales fede-rales y nacionales sobrepasan holgadamente el nmero de los federales asentados en el interior, extremo que desde una perspectiva electoral de-bera jerarquizar la participacin de los matriculados porteos por sobre sus colegas del interior, pese los cuestionamientos exhibidos a la inconclusa autonoma portea.

    Asimismo la ley previ que uno (1) de los matriculados federales tenga domicilio en el interior del pas, por lo que nada impeda que los dos (2) lo tengan, de all que la modalidad implementada dividida en dos pa-drones sin merituar cantidad de matriculados en cada uno de ellos, sin la existencia de una base o cuerpo electoral definido, y sin advertir la exclusin de las minoras a cuenta de que slo una lista por padrn resul-taba electa convierte al sistema en francamente arbitrario y carente de autntica representatividad. (4)

    El caso de los jueces est regulado en la resolucin 315/2006 del Consejo de la Magistratura, donde se establece que votan todos los magistrados nacionales y federales del interior del pas en un padrn que confecciona la Asociacin de Magistrados.

    (4) Por el CPACF asistieron a la ltima votacin 9.856 matriculados, habilitndose 43 mesas al efecto. De acuerdo a los datos oficiales proporcionados por la FACA (Federacin Argentina de Colegios de Abogados) asistieron a la ltima eleccin 9.350 matriculados federales. Fuen-tes: pginas web del CPACF (www.cpacf.org.ar) y de la FACA (www.faca.org.ar).

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    2.1 | La representacin poltica del Consejo en la nueva ley

    Qu significa representar polticamente? Permite la Constitucin Na-cional representaciones polticas ajenas al sistema de partidos polticos? Los abogados, jueces y acadmicos, a quin representan realmente en el Consejo de la Magistratura? Cul es la unidad poltica de base que justifica la representacin? Una cuestin es la cualidadque debe tener el sujeto para acceder al rgano, otra es quin lo elige, otra es el sistema de seleccin implementado para elegir a ese sujeto y, finalmente, otro punto es qu tipo de mandato o representacin ejerce en el rgano que inte-grar en caso de ser elegido.

    En cuanto a la cualidad personal: la Constitucin exige universos de sujetos segn las siguientes caractersticas: 1) provenientes del Poder Legislativo, 2) designado por el Poder Ejecutivo, 3) jueces, 4) abogados y 5) acadmicos y cientficos.

    En cuanto a quin los elige: la Constitucin traslad la decisin a la ley, por lo que es perfectamente posible definir al elector. En el sistema anterior, la ley y la reglamentacin de la ley defini un sistema de eleccin corpora-tiva como consecuencia de la interpretacin asignada al siguiente prrafo del art. 114 CN: entre la representacinde, pero el nuevo texto de la ley establece que el elector es el pueblo y no las corporaciones. Esta modificacin del elector, como la que sustenta la eleccin de legisladores y presidente, se justifica en el tipo de representacin que se ejerce, que es poltica, tpica sobre la que nos explayaremos luego. El sujeto represen-tado en una democracia poltica, mxime cuando el representante acta en un rgano de poder creado por la CN, es el pueblo, en una progresiva universalizacin del elector, de cuyos mojones histricos pueden mencio-narse la ley Saenz Pea y el voto femenino. En el sistema corporativo, slo algunos sujetos eran polticamente capaces de obrar, mientras que ahora se ha expandido el elector hacia la universalizacin, en clara sintona con los arts. 37 y 38 CN, y los arts. 23 CADH y 25 PIDCyP, siendo inadmisibles sistemas que consoliden capitis diminutiones.

    En cuanto al sistema de seleccin: la nueva ley prev un sistema mayo-ritario, de lista incompleta, con distrito nico, es decir, dos tercios para

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    el ganador (2 de 3 cargos para jueces y abogados; 4 de 6 cargos para acadmicos) y el tercio restante para la primera minora. Se ha ampliado considerablemente el cuerpo electoral legitimado para decidir.

    En relacin al objeto de la representacin: aqu nos interrogamos acer-ca del tipo de mandato, correspondiendo determinar la naturaleza de las decisiones que se adoptarn en el rgano poltico. Es indudable que el objeto de la representacin de los consejeros es la administracin del Po-der Judicial de la Nacin, conforme las tres funciones bsicas fijadas en la CN, y la expresamente regulada en la ley como reglamentaria de la clusula constitucional. Concretamente, las funciones ms trascendentes refieren a la seleccin de ternas para la cobertura de cargos de jueces fe-derales/nacionales y a la formulacin de acusaciones por mal desempeo de magistrados, objetos cuyo inters colectivo y general excede el marco iusprivativista y sesgado que pretenden imprimirle las corporaciones su-puestamente afectadas por la norma.

    2.2 | Cul es la crtica ms importante en este punto y quines la formulan?

    El equilibrio: las distintas corporaciones han impugnado la supuesta viola-cin al equilibrio predicado por el art. 114 en relacin a la integracin del Consejo. Cabra interrogarse si la expectativa a un determinado equilibrio, segn lo interprete cada corporacin involucrada en el Consejo, y su even-tual modificacin legal, evidencia una autntica vulneracin en sentido jur-dico-constitucional. La discusin, entonces, se centra en si es legtimo que el parlamento regle el porcentual de integracin de los distintos universos de sujetos que compondrn el rgano, o si en cambio la Constitucin su-giere algn criterio rector del equilibrio implcito, por cierto para sustraer de la decisin parlamentaria la determinacin cuntica de ese mis-mo equilibrio.

    Si tal pauta constitucional no existe, o no logra determinarse con suficien-te objetividad argumental, entonces resulta esperable que cada corpora-cin tender a pregonar una mayor participacin en el seno del Consejo y resistir modificaciones que no se adecuen a sus preferencias; pero de ningn modo tal pretensin constituye un derecho constitucional a resistir aspectos que son perfectamente decidibles en el marco de la deliberacin

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    parlamentaria. Un juez que aceptara inercialmente la pretensin corporati-va del equilibrio como un agravio de estirpe constitucional, en realidad pretende erigirse en corrector tardo e inconsulto de la voluntad popular, extremo que desborda el lmite de lo tolerable de la funcin jurisdiccional.

    En todo caso, censurar por inconstitucional regulaciones parlamentarias del equilibrio participativo en el Consejo de la Magistratura exige una prueba acabada y contundente de que tal regla porcentual desfavorece ostensiblemente la eficiencia y equidad en la redistribucin del poder de-cisorio de algn universo de integrantes del cuerpo, punto sobre el que difcilmente se pueda argumentar en este caso.

    Ahora bien, la cuestin del equilibrio no es temario sencillo, y resul-ta desacertado exhibir como criterio de significacin lo que estipula el Diccionario de la Real Academia, un insumo argumental utilizado en un reciente y flcido pronunciamiento cautelar. (5) Tambin es simplificador acordar ilegitimidad jurdica a una regla de integracin del rgano por la sola variable de su guarismo porcentual, como si la validez constitucional del Consejo fuera cuestin aritmtica. Quienes satisfacen su inquietud con este argumento no encuentran previsin normativa alguna ni princi-pio constitucional que tuerza la voluntad popular representada en la ley, salvo que la regla de integracin sea tan desproporcionada que, a simple vista, se cotejara la exclusin decisoria de un universo de personas en el esquema integrativo del rgano. Sera interesante que se explicara con honradez intelectual por qu la integracin del Consejo prevista por la ley 26.855 compuesta por 1 sujeto del PEN, seis (6) sujetos provenien-tes del Parlamento nacional (diputados y senadores), seis (6) sujetos pro-venientes de la especificidad del derecho (jueces y abogados) y seis (6) provenientes de la actividad acadmica interdisciplinaria evidencia el desequilibrio denunciado en la torrentosa cascada de amparos, extremo que trasunta slo un reproche poltico, ms no constitucional.

    Ms all de la existencia de una pauta aritmtica como soporte de la crtica constitucional, se le exige al damnificado un aporte de subjetivi-dad que acredite la magnitud de la agresin que predica, de modo tal que persuada al tribunal de su incoherencia constitucional. Ningn pro-

    (5) Juzgado Contencioso Administrativo Federal N 2 (a cargo del Juez Esteban Furnari), Cau-sa Rizzo Jorge Gabriel y otro c/ EN PEN ley 26.855 s/ Amparo, resuelta el 04/06/2013.

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    nunciamiento cautelar, lamento tardo de una derrota poltica pretrita de quienes judicializan la tpica, ha argumentado con solvencia y rigurosidad este aspecto, sin perjuicio del nfasis y empeo que han volcado los ma-gistrados censurantes de la ley en exhibir juicios apodcticos y tpicamente contra-mayoritarios.

    Aqu resultar interesante detenerse en el pronunciamiento de fondo emitido por la jueza Mara R. Servini de Cubra, (6) quien ensaya argu-mentos tentadores, pero falaces a mi criterio. El equilibrio previsto en el art. 114 CN, predica el fallo, se exige entre los rganos polticos, jueces y abogados, adems de los acadmicos mencionados en el mismo prra-fo, pero en oracin distinta. De lo que se trata, segn la magistrada, es de impedir el predominio de un determinado sector, quien podra mo-nopolizar en el Consejo influencias indeseables. Adems, la procedencia tan dismil de los universos de sujetos que integrarn el Consejo exige nivelacin cuantitativa. Asimila la condicin del equilibrio a la que sur-ge del sistema republicano, funcionando como sistema de contrapesos para evitar preponderancia de unos sobre otros. Finalmente, y sta es la verdadera matriz decisional en este punto, se estima que se acenta la desnaturalizacin del cuerpo por un doble carcter de extremos: a) la variacin del nmero y b) el origen poltico partidario, que le asigna a la eleccin de los acadmicos por sobre la de los jueces y abogados.

    El argumento parte de una premisa errnea. En primer lugar, la Constitu-cin no define si el equilibrio ha de computarse en trminos numricos o de procedencia poltico partidaria. Tal indefinicin no autoriza a sustituir judicialmente, al estilo de la denominada voluntad presunta del legislador, el espacio lingstico vaco por conjeturas o preferencias del magistrado, mxime cuando aquella integracin normativa ha sido delegada por la Constitucin a decisin parlamentaria. De all que el binomio sustentador del presunto desequilibrio, nmero/origen, es una hiptesis dogmtica no sustentada en parmetro racional demostrable, y menos an en el dere-cho vigente. Adems, si de origen partidario se trata, hoy todo el universo integrativo del Consejo proceder de voluntad popular directa o indirecta, por lo que no puede configurarse desequilibrio alguno en tal sentido.

    (6) Juzgado Federal N 1 de la Capital con competencia Electoral, Causa Rizzo Jorge Gabriel (apoderado Lista 3 gente de derecho s/Amparo, Fallo emitido por el resuelto el 11/06/2013.

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    No fortalece el argumento los extractos de la doctrina que exhibe el fallo. Apelar a la autoridad de Germn Bidart Campos, reconocido constituciona-lista, para avalar una posicionamiento sobre el tpica no comporta validacin constitucional alguna, mxime cuando el extinto autor se refera a un supues-to muy distinto al presente. La descontextualizacin de la cita es ostensible: se aprecia que all se valoraba el equilibrio entre las representaciones polticas y corporativas, conforme un posible escenario interpretativo del art. 114 CN, pero al ser ahora todas representaciones de carcter polticas, en el sentido ms extenso y democrtico del trmino, lo poltico no sugiere predominio de los Poderes Ejecutivo o Legislativo, sino del pueblo como cuerpo electoral en su derecho poltico fundamental al voto. Detrs de argumentos diferen-ciadores de lo poltico y lo no poltico, como si lo no poltico comportara un escenario salvfico y redentor frente al corrompido averno de lo poltico, se oculta un profundo menosprecio por el procedimiento democrtico, regi-do por mayoras. Recordemos que el pueblo gobierna a travs de sus repre-sentantes polticos, ungidos por la voluntad mayoritaria exhibida en el voto, y canalizada por las ofertas electorales que postulan los partidos polticos (arts. 1, 22, 37 y 38 CN; art. 21 CADH y 25 PIDCyP).

    Con respecto al equilibrio numrico, no encuentro argumento constitu-cional alguno que censure la trada actualmente vigente, es decir, el evi-dente sistema equilibrador entre universos de sujetos provenientes del parlamento, de la tecnicatura del derecho (jueces y abogados) y acadmi-cos de cualquier disciplina: 6 x 3 = 18, +1 = 19, ecuacin bastante lgica del equilibrio propuesto por la ley 26.855. Finalmente, en este punto no puedo ms que censurar aquel criterio merced al cual el pueblo no esta-ra en condiciones de evaluar la trayectoria acadmica de algn postulan-te referencia obvia a los consejeros acadmicos/cientficos, mientras que s lo estaran los claustros universitarios, como se exhibe en la cita a Germn Bidart Campos respecto de la seleccin de acadmicos que invo-ca la magistrada en el caso Rizzo.

    Sobre el trmino representacin: la crtica es que el sistema de eleccin popular implementado en la nueva ley del Consejo de la Magistratura vio-la el art. 114 CN, en tanto la Constitucin dice: representacin de, como si los jueces, abogados y acadmicos representaran al conjunto de jueces, abogados y acadmicos. Si ello es as es decir, si cada uno de los integrantes representa a su corporacin, entonces parecera que la crtica es ajustada. Pero, es realmente as? Veamos.

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    Insisto, en primer lugar, que la decisin acerca del modo de seleccin del consejero constituye el mbito de lo decidible en el escenario legislativo a cuenta de la expresa delegacin constitucional, que prescribe: en la forma y nmero que indique la ley... (art. 114 in fine CN)

    En segundo lugar, no existe deontolgicamente hablando prohibicin alguna para que la seleccin del consejero sea canalizada por sufragio popular. Es decir, si la Constitucin traslad la decisin del modo de se-leccin a la discrecionalidad parlamentaria, y en el texto constitucional no se advierten supuestos de exclusin a lo que puede vlidamente decidirse en el marco de la decisin parlamentaria, entonces mal puede objetarse el formato adoptado, que para colmo extiende el cuerpo electoral hacia la universalidad.

    En tercer lugar cabra interrogarse cul es el dao constitucional irrogado a las corporaciones que pretenden mantener un status quo en la forma de seleccin de los consejeros. Acaso se atenta contra el gobierno corpo-rativo de sus propias instituciones; acaso se inmiscuye la legislacin en el funcionamiento de sus decisiones internas; acaso se produce proscripcin al ejercicio de los derechos polticos de los miembros de la corporacin? De ningn modo. Cul es, entonces, el quebrando colectivo que la nor-ma parlamentaria irroga? Existe un derecho constitucional de la corpora-cin a mantener sine die un sistema de seleccin restringida de parte de los integrantes del Consejo?

    Represe que los derechos polticos estn intrincados con las normas que disciplinan la toma de decisiones democrticas. Los derechos pol-ticos son procedimentales y, a la vez, sustanciales. Representacin y su-fragio popular, votar y ser votado, constituyen resortes indispensables para justificar una democracia de dimensiones formales pues viabilizan la arquitectura del quin y cmo se decide; pero, al mismo tiempo, el derecho poltico es constitutivo de un derecho sustancial a la participa-cin directa o indirecta en la adopcin de decisiones de las que todos somos finalmente destinatarios. Acaso se resiente la arquitectura pro-cedimental de la democracia, segn nuestra Constitucin Nacional, por un tipo de seleccin de integrantes ampliatorio del cuerpo electoral? Acaso se vulnera el derecho poltico de las personas (abogados, jue-ces, acadmicos) al sufragar universalmente para la conformacin de un rgano poltico creado por la Constitucin Nacional?

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    En cuarto lugar, la norma legal es compatible con dos prescripciones del derecho internacional: el art. 23 CADH y 25 del PIDCyP, en tanto aseguran el derecho de todas las personas a gozar de los derechos de participa-cin en la direccin de los asuntos pblicos, y de votar y ser elegidos. Pareciera que un cercenamiento de perfil corporativo para la seleccin de integrantes de un rgano eminentemente poltico y de inters nacional, no se condice con los postulados de ambas prescripciones incorporadas a la Constitucin Nacional.

    Dado que el Consejo de la Magistratura es un rgano poltico creado por la Constitucin Nacional, la interpretacin de su funcionamiento no debe ser ajena a las normas de toda la Constitucin y, concretamente, a la eleccin de sus miembros, ya que stos ocupan cargos pblicos electi-vos. La representacin poltica que ejerce el representante expresa la voluntad del pueblo en su totalidad, y no del distrito, circunscripcin o el elector particular (colectivo) que lo ha elegido. En consecuencia, ningn individuo o sector sesgado del pueblo, aunque se trate de corporaciones y an bajo una interpretacin tendencial del 114 CN, puede pretender que su candidato electo lo represente monoplicamente a l. Con un cri-terio semejante, entonces, un diputado que proviene de las filas del sin-dicalismo slo debera votar leyes referidas a lo laboral y en defensa de su sindicato, algo absolutamente alejado de la funcin parlamentaria. Un diputado elegido por la provincia de Misiones no representa al pueblo misionero, ni tampoco un senador representa a la provincia de la cual pro-viene su eleccin (este tema es un poco ms arduo dada la idea generali-zada de que los senadores son representantes de las provincias. Ello era, al menos, parcialmente cierto antes de la Reforma de 1994).

    La representacin poltica es tal si y slo si es representacin de intereses pblicos y generales de todos, mientras que dejara de serlo si se desplaza a tutelar intereses privados y ajenos a los de la Nacin. Por ello, nuevamen-te, estimo desacertada la idea que postula la equiparacin de la represen-tacin poltica con la representacin jurdica. Si, en esta ltima, los actos realizados por el representante son imputados directamente al representa-do nico titular de las situaciones jurdicas que el representante realiza en su nombre, en la representacin poltica no slo no hay imputacin direc-ta de la actuacin del representante al representado, sino satisfaccin de intereses generales que el representante poltico debe tutelar en el marco de su actuacin, sino que tampoco es posible acordar a los representados

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    los poderes, actos y efectos de los actos realizables por los representantes. Esta crtica est dirigida al fallo del Juzgado Federal Electoral porteo.

    Entonces, la representacin que ejercen los integrantes del Consejo nunca puede ser atribuida a intereses privados o sectoriales dentro de la admi-nistracin de justicia, sino que forman parte del inters conjunto y general de la Nacin Argentina en el buen funcionamiento del Poder Judicial. As, se hacen plenamente operativos los arts. 1, 5, 22, 37 y 38 CN.

    3 | Sobre las mayoras para adoptar decisiones importantes en el Consejo de la MagistraturaTildndola de colonizacin de la Justicia, o de preparacin para la ulte-rior impunidad del gobierno de turno, se impugn la modificacin de las mayoras para adoptar decisiones vlidas, que pasaran de los 2/3 de los presentes a la mayora absoluta (50%+1) de los totales.

    Las decisiones importantes son: a) seleccin de ternas vinculantes para cubrir cargos de jueces nacionales o federales; b) mayoras para formular acusacin por mal desempeo de jueces nacionales o federales.

    El sistema anterior prevea mayoras de 2/3 partes de los miembros presentes (art. 7, inc. 7 y art. 13, inc. 3.c, sptimo prrafo). Es decir, si el qurum (cantidad de miembros necesarios para sesionar) se forma con la mayora absoluta de los miembros totales (de 13, tengo qurum con 7 y, de esa cantidad, los 2/3 seran 5 votos ver art. 9 de la vieja ley), con el sistema actual de la mayora absoluta de los totales, de un total de 19 miembros obtengo decisin vlida con 10 votos, es decir, con el doble del sistema anterior. Se advertir, entonces, que no es cierto que se flexibilizan las mayoras para obtener decisiones menos consensuadas o con mayor velocidad para controlar el Consejo de la Magistratura.

    Finalmente, en este punto quisiera recordar que nuestra Constitucin esta-blece distintas mayoras parlamentarias para sancionar leyes. Por ejemplo, la mayora comn es la absoluta(50%+1)de los presentes, y las agravadas son: a) absoluta del total de los miembros, b) 2/3 de los presentes, cuyo

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    ejemplo es el necesario para que la Cmara de Diputados pueda acusar por juicio poltico (art. 53 CN) y para que la de Senadores pueda destituir (art. 59 CN) y c) 2/3 de los miembros totales. Por lo tanto la discrecionalidad del legislador para modificar las mayoras previstas en el viejo art. 7 de la ley del Consejo no son distintas a las previstas en la Constitucin Nacional, ni afectan ningn derecho fundamental.

    4 | Sobre el mtodo electoral para elegir popularmente a los consejerosSe ha debatido mucho esta cuestin al incorporarse en la Cmara de Di-putados una enmienda al texto que aprob el Senado. Recordemos que el Proyecto de ley que envi el Poder Ejecutivo Nacional (PEN) obtuvo apro-bacin en el Senado y, luego, sufri modificaciones en Diputados, lo que motiv que el texto modificado vuelva a la Cmara de origen (Senado). El sistema electoral para la eleccin de Consejeros es el siguiente:

    La normativa aplicable a la eleccin es el Cdigo Nacional Electoral (ley 19.945), la ley 23.298 (de partidos polticos), la ley 26.571 (de pri-marias abiertas simultneas y obligatorias PASO) y la ley 26.215 (de financiamiento de partidos polticos).

    La ley nueva determina que las elecciones para elegir consejeros se harn simultneamente con las presidenciales, dado que se trata de un nico distrito igual que cuando se elige presidente.

    Los postulantes a integrar el Consejo de la Magistratura deben formar parte de partidos polticos nacionales. Ello cumple con la directiva cons-titucional de la representacin poltica a travs de los partidos polticos (art. 38 CN), que ya hemos analizado.

    Excepcionalmente, se realizarn elecciones para elegir consejeros en las elecciones legislativas de medio trmino de 2013. Para este nico caso coexisten elecciones de distrito (provincias) para la eleccin de diputados y senadores con la de distrito nico para elegir consejeros. Por lo tanto, sta es una clusula legal transitoria, aplicable a un supues-to irrepetible.

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    Se eligen: tres (3) abogados, tres (3) jueces y (6) acadmicos, los que integra-rn el Consejo por dos (2) aos nicamente clusula tambin excepcional, dado que duran en sus funciones cuatro (4) aos. Entonces, el Consejo es-tar integrado desde el 10 de diciembre de 2013 al 10 de diciembre de 2015 por veinticinco (25) miembros, es decir, los que actualmente tienen mandato hasta el 2015 y los elegidos por el nuevo sistema.

    La nueva ley garantiza la participacin en elecciones a consejeros de la Magistratura a cualquiera de los treinta y cuatro (34) partidos nacionales reconocidos en el pas. Entonces, no es cierto que el sistema excluya a la mayora de los partidos. Para aclararlo: un partido nacional, integrado con al menos cinco partidos de distrito (provincia y CABA), puede presentar candidatos a consejeros en los veinticuatro (24) distritos/provincias.

    La exigencia que ha generado dudas y objeciones refiere a la adhesin de boletas. Me explico: en las elecciones legislativas, llamadas habitualmen-te de medio trmino, se eligen el tercio de senadores que componen la Cmara alta y la mitad de los diputados que componen la cmara baja. Es decir, dos cuerpos de boletas con cada una de dichas categoras: 1) sena-dores nacionales, 2) diputados nacionales. Como son elecciones distrita-les, pues cada provincia elige sus diputados y senadores que integrarn el Congreso Nacional, no existe la uniformidad propia de las elecciones presidenciales, compuesto por un solo distrito electoral. Por lo tanto, para que el partido/alianza/frente pueda adherir/pegar, como tercera categora (nacional), la categora de consejero de la Magistratura a la misma boleta, tiene que tener una denominacin comn (nombre del partido/alianza/frente) en, al menos, dieciocho (18) distritos. De ser as, la boleta ser nica dividida en tres categoras, 1) senadores nacionales; 2) diputados naciona-les y 3) consejeros de la Magistratura.

    La nica exigencia que prev la ley para que se pueda adherir (pegar) la cate-gora a las otras dos, es que tengan la misma denominacin (nombre) por ejemplo, partido del pueblo, en, al menos, dieciocho (18) provincias.

    Por lo tanto, si el partido nacional (estos 34 reconocidos hasta ahora) no lo-gra conseguir una denominacin comn en, al menos, 18 provincias, pue-de presentar candidatos a consejeros, pero la boleta no estar adherida a las distintas manifestaciones nominales (nombres) que ese partido tenga en los distritos (provincias) donde compita electoralmente.

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    Por ltimo, si se logra obtener 18 idnticas denominacionesen los dis-tritos, resta saber qu ocurre con los restantes seis (6) donde no se logr unificar nombre. La nueva ley permite que la categora se adhiera de todos modos a la boleta que no tiene idntica denominacin, con la condicin de que exista vnculo jurdico con el partido nacional que postula su can-didato. Por ejemplo, si el partido del pueblo, con ese nombre en 18 pro-vincias, en otra se denomina alianza partido del pueblo popular, entonces podr adherir la categora consejero a la boleta si existe vinculacin con el llamado partido del pueblo. As lo ha entendido la jurisprudencia de la Cmara Nacional Electoral, la que sostuvo que para que la boleta de un partido pueda ser impresa de modo conjunto a la de otra agrupacin es necesario que entre ellos exista un vnculo jurdico, y contrariamen-te, que la inexistencia de vnculo jurdico entre dos o ms agrupaciones polticas excluye la posibilidad de vincularlas materialmente a travs de la adhesin de sus respectivas boletas de sufragio (Fallos CNE 2932/2001, 2936/2001, 3202/2003, 3229/2003, 3554/2005 y 4212/2009, entre otros, citas mencionadas en la causa Gustavo A. Llaver - apoderado nacional del Par-tido Autonomista - s/queja, Expte. N 5100/2011 CNE, Fallo 4597/2011).

    5 | Palabras finalesA la fecha se aguarda una resolucin judicial definitiva que provenga del Mximo Tribunal de la Repblica. No obstante, sin perjuicio del sentido que pueda contener aquella definicin, el pueblo ya se ha expedido a travs de sus representantes en el marco del escenario deliberativo por excelencia: el Congreso. En base a tal expresin auguramos una interpre-tacin responsable y madura de la Constitucin que privilegie el imperio de la ley, por sobre intereses mezquinos, sectoriales y contra-mayoritarios. Slo as construiremos un mejor sistema democrtico.

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    Sufrir la (in)justiciapor SuSana trimarco (1)

    El accionar de una banda mafiosa de delincuentes me puso de prepo en una situacin que no saba que era moneda corriente en la Argentina. Buscando a mi hija no slo tuve que hacerle frente a los criminales, sino al propio Poder Judicial que se empeaba en darme la espalda cuando deba ser quien me acompaara. Aqu mi experiencia y el porqu de mi apoyo a la Democratizacin de la Justicia.

    A partir del 3 de abril de 2002 comenc a transitar un camino que me resultaba completamente desconocido. No slo por el dolor que me provocaba no saber qu le pasaba a mi hija o cul haba sido su destino, sino por sentirme completamente desprotegida y abandonada por quienes deban velar por mis intereses: la fuerza pblica y la Justicia.

    No podra decir la cantidad de das que pas y amanec en la puerta de los Tribunales de Tucumn, con Micaelita de tres o cuatro aos de edad durmiendo en mis brazos sobre un banco de piedra, esperando que alguien me recibiera o me diera una respuesta.

    Cuando lograba que alguien me atendiera, slo me daban respuestas evasivas y me queran hacer creer que estaban buscando a Marita. Me mentan en la cara, con un descaro y un desprecio por la situacin que estbamos atravesando en mi familia, difcil de poner en palabras. Creo que ni a un perro lo tratan como me han sabido tratar a m.

    Por mi cuenta, y porque no iba a quedarme de brazos cruzados creyndoles a esos sinvergenzas, me puse a investigar. Yo les llevaba pruebas y sin

    (1) Mam de Marita Vern y Presidenta fundadora de la Fundacin Mara de los ngeles por la lucha contra la trata de personas.

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    ser abogada, slo movida por el amor de madre y la desesperacin, les exiga que fueran diligentes, que resolvieran. Ellos tenan en sus manos la posibilidad de actuar, pero no lo hacan, buscando excusas con palabras leguleyas que me eran ajenas.

    Persever. No me rend. No poda bajar los brazos, ni por mi hija ni por Micaela. As que, a pesar de que me trataran de loca, de hincha, o de vaya uno a saber qu, segu aportando datos pilas de datos pistas por donde la Justicia y la polica deba buscar a mi hija.

    A los tres meses, que entonces me parecan una eternidad, logr que se realizaran los primeros allanamientos en La Rioja, por orden del ex juez Moreno. Nada. Con el tiempo me fui enterando por qu nunca iba a tener resultados con magistrados como l: una de las vctimas, adems de afirmar haber visto a Marita en un prostbulo en el que tambin ella haba estado cautiva, dijo retrica en una de sus declaraciones a modo de pregunta retrica: Cmo iba a declarar delante de ese juez, si yo me haba tenido que acostar con l cuando estaba en ese lugar.

    Connivencia, corrupcin. Moneda corriente a la que me enfrentaba. Cada vez que senta que me acercaba un poco ms a Marita, los jueces, fiscales y policas corruptos hacan lo imposible por filtrar la informacin de nuevos procedimientos. Y as senta que iba perdindole pisada a mi hija.

    En 2003, gracias a la gestin de una de las monjas del colegio al que asista mi hija, logr entregarle una carta al entonces presidente Nstor Kirchner durante el Tedeum del 9 de julio en Tucumn en la que le contaba mi caso. Al poco tiempo recib una llamada de su parte y me envi los pasajes para que viajara a Buenos Aires a contarle el caso. Desde ah comenz a ayudarme, con mucho perfil bajo.

    Al ao siguiente, en 2004, luego de la sospechosa muerte de la fiscal que llevaba el caso, Joaquina Vermal, se hizo cargo la fiscal Adriana Reynoso Cuello, quien dio por cerrada la instruccin aunque todava no tena a mi hija entre mis brazos. Con mis abogados exigimos la reapertura de la investigacin, porque el esclarecimiento an estaba lejos.

    En esa pelea, llegamos hasta la Corte Suprema de la Nacin en julio de 2008, ya que la Justicia tucumana haca odos sordos a nuestro pedido.

  • sufrir la (in)justicia

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    De las 25 personas procesadas algunas de las cuales estaban entonces detenidas, la fiscal pidi la elevacin a juicio de slo diez, incluido un polica; aunque el juez de garantas finalmente agreg a otros tres acusados. Pero faltaban 12 ms.

    As fueron pasando los das, los meses y los aos. Aos. El 18 de mayo de 2009, la Sala II de la Cmara Penal fue designada por sorteo para entender en el debate oral. Es decir que pasaron 8 aos para que se produjera la instancia oral y pblica desde la elevacin a juicio en 2004, y dos aos y siete meses desde que fuera designada la Sala II.

    En total me llev diez aos para que los Tribunales de Tucumn llevaran al banquillo, a la vista de todos, a una parte de los delincuentes implicados en la desaparicin de mi hija. El 8 de febrero de 2012 comenz esa nueva etapa.

    Durante 10 meses vi a los delincuentes hacerse los pobrecitos, burlarse de las vctimas que valientemente declaraban, amenazar a los abogados, todo delante de los ojos y narices de los tres jueces que no actuaban ante semejantes aberraciones. Es ms, hacan lugar a cada mnimo requerimiento: resfro, dolor de cabeza, estrs. Hubo semanas en las que casi no hubo sesin y los motivos eran tan mnimos como ridculos. Y para qu? Para que el 11 de diciembre del ao pasado me dijeran con total desparpajo que no haba pruebas suficientes y que el testimonio de las vctimas no era creble, cuando ellas haban declarado con valor, no una como est establecido por ley que hagan las vctimas de trata sino tres veces, enfrentando directamente a quienes las haban torturado, violado, hecho abortar y maltratado de todas las maneras posibles. Una verdadera vergenza.

    La decisin de apelar fue prcticamente automtica, casi como la de presentar un pedido de juicio poltico a esos magistrados, no por su sentencia, sino por su mal desempeo durante todo el juicio.

    El 3 de abril de este ao, da en que se cumpla el 11 aniversario de la desaparicin de mi hija, la Comisin de juicio poltico de la Legislatura tucumana dispuso el jury de enjuiciamiento para dos de los jueces: Eduardo Romero Lascano y Alberto Piedrabuena; pero uno de ellos present al da siguiente una cautelar y se fren el proceso.

  • susana trimarco

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    Al da de hoy, estamos esperando que se destrabe esta situacin y que comience, de una vez por todas, el proceso de Casacin. Ojal que los responsables, TODOS, paguen por el calvario al que han sometido a mi hija y a todo mi familia.

    Con esta experiencia, cmo no esperar que la Justicia cambie radicalmente? Cmo no pretender que sea ms accesible a todos, ms democrtica? Los jueces no deberan sentirse reyes y pretender ser tratados de esa forma. Deben estar con los ciudadanos comunes, como yo, como cualquier otro.

    Por todo esto apoyo el nuevo Proyecto, recientemente aprobado, para democratizar la Justicia. De todo corazn espero que nadie ms deba atravesar lo que yo atraves, simplemente para reclamar justicia para un ser querido. Ese es mi mayor deseo para todos los argentinos y argentinas.

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    El sptimo ProyectoFundamentos de las propuestas propiciadoras de la Democratizacin Judicial. Participacin y control comunitarios en materia de administracin de justicia (1)

    por cEcilia m. Sgrazutti (2)

    Si al leer este texto alguien me preguntara, con irnica sonrisa, si creo que para cambiar Brasil basta con entregarse al cansancio de afirmar una y otra vez que el cambio es posible y que los seres humanos no somos meros espectadores, sino tambin actores de la historia, dira que no. Pero tambin dira que cambiar implica saber que es posible hacerlo.

    Paulo Freire (3)

    Escrito est: En el principio era la Palabra. Aqu me detengo ya perplejo. Quin me ayuda a proseguir? No puedo en manera alguna dar un valor tan elevado a la palabra; debo traducir esto de otro modo si estoy bien iluminado por el Espritu. Escrito est: En el principio era el sentido Medita bien la primera lnea; que tu pluma no se precipite. Es el pensamiento el que todo lo obra y lo crea?... Debiera estar as: En el principio era la Fuerza Pero tambin esta vez, en tanto que esto consigno por escrito, algo me advierte ya que no me atenga a ello. El Espritu acude en mi auxilio. De improviso veo la solucin, y escribo confiado: En el principio era la Accin.

    Johann W. Von Goethe (4)

    (1) Tambin publicado en el libro que rene los trabajos presentados en el Congreso Nacional sobre Democratizacin de la Justicia La Sociedad le habla a la Justicia, actualmente en prensa.

    (2) Educadora popular y abogada. Maestranda en Magistratura UBA, tesis pendiente de defensa. Profesora adjunta de Teora del Derecho de la Universidad de Buenos Aires.

    (3) Pedagoga de la indignacin. Segunda carta: Sobre el derecho y el deber de cambiar el mundo, trad. de Ana Laura Granero, Bs. As., Siglo XXI, 2012.

    (4) Fausto, trad. de Jos Roviralta, Madrid, Ctedra, 1996.

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    Resumen: en el presente trabajo se pretende analizar, con carcter explo-ratorio, el proceso de discusin social que se est dando sobre la llamada administracin de justicia. En ese sentido, para analizar el fundamento filosfico que infunde tanto esa visin que se encuentra en crisis como la que infunde el paquete de leyes impulsadas por el Poder Ejecutivo, se partir de un cuadro de situacin previo a la visibilizacin del debate social existente, sealando algunas circunstancias que se advierten sig-nificativas y que, en funcin de las profundas injusticias que invaden el rea, aparecen como detonantes de la puesta en crisis de los conceptos socialmente arraigados en la materia. Estas concepciones responden a visiones diferentes del mundo y del ser humano: no slo de lo que es, sino de lo que queremos ser. Una visin de dependencia y una propuesta de autonoma.

    1 | Notas metodolgicas sobre el abordaje de la materiaEste apartado pretende dar cuenta, a modo de aclaracin previa, de las limitaciones e imposiciones que, a mi criterio, genera el abordaje gene-ralmente aceptado sobre las producciones de la investigacin acadmica sobre procesos sociales relativos al derecho.

    El presente trabajo, sin dejar de constituir un abordaje jurdica y filosfi-camente informado, recoge asimismo su carcter de toma de posicin (5) ideolgica y poltica. La utilizacin del trmino tcnica, como distanciada de la poltica, procura ocultar el carcter poltico de los posicionamientos en materia jurdica y filosfica, siendo que estos campos, como todo lo so-cial, estn atravesados por conflictos, posiciones valorativas divergentes e intereses contrapuestos y que, en ese sentido, toda visin del campo est impregnada de esa politicidad.

    Estimo pertinente empezar sealando este punto, ya que la llamada Academia institucionalizada en la materia (el paradigma que infunde,

    (5) Siempre en funcin de la accin, ya que las palabras de compromiso no cobran sentido ms que infundiendo la accin, ms o menos acertadamente, con mayor o menor lucidez, con mayor o menor valor esttico; pero siempre como determinante de esa accin, de quien pretende pronunciarlas. Si no, son palabras hipcritas que, por cierto, tambin juegan como todo una funcin poltica.

  • el sptimo proyecto. fundamentos de las propuestas propiciadoras de la...

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    con carcter predominante, las producciones de la Facultad de Derecho recogidas como sentido hegemnico en el mbito de la prctica jurdica) juega a la neutralidad poltica pretendiendo as, discursivamente, que tal cosa es posible como modo de embozar su carcter legitimante del statu quo.

    La forma en que generalmente aprendemos, por la matriz por la cual veni-mos formados, nos dice que las cosas son de determinada manera, y que a los estudiosos les cabe, pues, estudiarlas. Esto oculta un punto nada menor: las cosas no son, las cosas estn siendo. Estn siendo hechas; he-chas por nosotros. Lo que oculta esa forma de ensear y de aprender es el fundamento filosfico de una pedagoga de la dependencia, donde uno aprende a actuar, mejor o peor, con un estado de situacin que le es aje-no. Se niega as, al mismo tiempo, la capacidad y la responsabilidad, que se ponen en manos de otros.

    En efecto, como sealara con anterioridad, (6) a las instituciones, su puesta en acto y su produccin de sentido, las constituyen lo que hacen las per-sonas que las componen, personas que se encuentran incididas tanto por los idearios sociales existentes como por los procesos de transformacin cultura