DERECHOS HUMANOS MEMORIA Y SUBJETIVIDAD€¦ · subjetividad, ampliando la opción de la memoria...

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1 MEMORIA COLECTIVA Y SUBJETIVIDAD POLÍTICA 1 Álvaro Díaz Gómez * Publicado en: Piedrahita, Claudia Luz & Paredes, Esperanza (Editoras, 2005) Cultura Política). Universidad Libre de Colombia, seccional Cúcuta. Colombia RESUMEN. El texto discurre respecto a las categorías de memoria y subjetividad, ampliando la opción de la memoria colectiva como expresión y proceso constituyente de la subjetividad política colectiva. Se plantea como ésta no existe, si no se da como condición la presencia de la subjetividad individual entendida en tanto proceso de autorreflexión del sujeto para ampliar márgenes de libertad, autonomía y actuación personal. 1 El presente texto es una versión mejorada de la ponencia presentada en la mesa redonda Psicología y Derechos Humanos en América Latina, Desarrollada en el contexto del 1er Congreso Latinoamericano de Entidades de psicología ULAPSI- Sao Pablo, Brasil, abril 22 del 2005. * Profesor Universidad Tecnológica de Pereira, Universidad Nacional de Colombia sede Manizales, Universidad de Manizales. Magíster en Educación Comunitaria, Universidad Pedagógica Nacional; Magíster en Psicología Comunitaria, Pontificia Universidad Javeriana; Magíster en Filosofía, Universidad INCCA de Colombia; Candidato a Doctor en Educación, Universidad de Salamanca; Estudiante del doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, Universidad de Manizales-CINDE.

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    MEMORIA COLECTIVA Y SUBJETIVIDAD POLÍTICA1

    Álvaro Díaz Gómez*

    Publicado en: Piedrahita, Claudia Luz & Paredes, Esperanza

    (Editoras, 2005) Cultura Política). Universidad Libre de

    Colombia, seccional Cúcuta. Colombia

    RESUMEN.

    El texto discurre respecto a las categorías de memoria y

    subjetividad, ampliando la opción de la memoria colectiva como

    expresión y proceso constituyente de la subjetividad política

    colectiva. Se plantea como ésta no existe, si no se da como

    condición la presencia de la subjetividad individual entendida en

    tanto proceso de autorreflexión del sujeto para ampliar márgenes de

    libertad, autonomía y actuación personal.

    1 El presente texto es una versión mejorada de la ponencia presentada en la mesa redonda Psicología y Derechos Humanos en América Latina, Desarrollada en el contexto del 1er Congreso Latinoamericano de Entidades de psicología – ULAPSI- Sao Pablo, Brasil, abril 22 del 2005. * Profesor Universidad Tecnológica de Pereira, Universidad Nacional de Colombia – sede Manizales, Universidad de Manizales. Magíster en Educación Comunitaria, Universidad Pedagógica Nacional; Magíster en Psicología Comunitaria, Pontificia Universidad Javeriana; Magíster en Filosofía, Universidad INCCA de Colombia; Candidato a Doctor en Educación, Universidad de Salamanca; Estudiante del doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, Universidad de Manizales-CINDE.

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    SOBRE LA MEMORIA EN LA PSICOLOGÍA: DE LA PSICOLOGÍA

    INDIVIDUAL A LA PSICOLOGÍA SOCIAL CRÍTICA.

    Podemos hacer un proceso de recuperación de la memoria histórica

    en la Psicología, para reconocer como en sus rasgos distintivos se

    caracteriza por ser una psicología del individuo, centrada en lo

    intrapsíquico y en forma específica en lo que se empieza a

    denominar como patológico. Esta manera de asumir lo psicológico

    crea condiciones para que se vaya instaurando un cuerpo de

    conocimientos que se va volviendo hegemónico y que en su

    transmisión institucionalizante, se asume de forma naturalizada.

    Lo anterior no tiene poca importancia en lo que va a ser el discurso

    de la Psicología, en tanto disciplina y en cuanto profesión. En la

    primera se privilegiará la producción de una forma de conocimiento,

    que objetivará el saber, se centrará en objetos de investigación,

    asumirá neutralidad valorativa, se considerará ahistórica y sus

    conocimientos se presentarán para beneficio de los sectores

    dominantes de la sociedad. Lo segundo hará que se privilegie el

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    ejercicio de la Psicología como una profesión liberal, medicalizada,

    biologicísta y clínica.

    Pero las condiciones empiezan a variar radicalmente – tomado en

    cuenta que el proceso de cambio siempre ha existido en psicología-

    hacia la década del 60-70 del siglo XX, cuando en psicología social

    se presenta lo que se denomina la crisis de relevancia de la

    psicología, perspectiva que se discute desde América latina a partir

    de los siguientes interrogantes: ¿Cuáles son los conocimientos

    hegemónicos? ¿A qué obedecen? ¿Cuál es su nivel de

    contextualización? ¿Es posible pensar de una forma diferente los

    problemas propios de nuestro contexto?

    Aquí emerge una primera expresión de psicología crítica en

    perspectiva de psicología social y otro tanto ocurrirá con lo que se

    denomina una psicología social marxista o dialéctica que busca

    indagar con nuevas miradas las realidades teóricas y prácticas de

    nuestra América, Merani (1976; 1982, 1983)

    Para la década del ochenta se visibiliza y empieza a consolidar en

    el horizonte de los psicólogos latinoamericanos, la psicología

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    comunitaria; ella busca integrarse de forma directa en los procesos

    de transformación de la realidad mediante la intervención en

    sectores barriales y grupos de base que presentan problemas

    socioeconómicos, aunque también potencialidades psicosociales

    (Montero, 1978; 1984, 1988;

    En la década del 90, pasadas las dictaduras que prevalecieron en

    América Latina, emerge la que se denominará psicología de la

    liberación, o para algunos, psicología social de la liberación, aquí

    los nombres de Martín Baró (1990; 1998), Pipper, I (2002),

    Vasquez, J (2000), Dobles, I (2000) Díaz; A (2004), serán puntos de

    referencia.

    Todas estas opciones se pueden asumir como psicologías sociales

    críticas. De hecho, la comparación de sus discursos teóricos

    permite encontrar mucho de coincidencia, reflejándose en cada una

    de estas opciones procesos de transformación disciplinar de la

    Psicología y de la opción político- científica de sus integrantes, sin

    que sea una corriente unificada por lo que se encuentran las

    concepciones de la psicología social construccionista (Figueroa;

    1994; Ibáñez, 1994; Gergen, 1991); la psicología social crítica (Feliu

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    y otros; 1998. Christlieb; 1991, 1994;) y la psicología compleja

    (Estupiñán; 2003)

    .

    MEMORIZANDO LA MEMORIA COLECTIVA.

    Desde un pensamiento tradicional, dicotómico, parcelado, la

    memoria colectiva se separa de la historia, del pasado y del

    presente. Pero, esto puede ser de otra manera, en tanto que se

    puede asumir la memoria colectiva como memoria/historia/del

    pasado presente. Es necesario reconocer como ésta tiene

    diferentes opciones de ser abordada desde la academia; así, a

    partir de la parcelación del conocimiento se encuentran disciplinas

    que abordan con interés y profundidad los procesos que crean

    condiciones para su existencia tales como la psicología, la

    neuropsicología, la filosofía, la historia.

    Cada una de ellas se centra en una manera mediante la cual se

    genera la memoria. Algunas opciones privilegian la dimensión

    biológica y plantean como existen partes especificas del cerebro

    donde se concentran los centros donde este proceso se origina y

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    muestran de manera empírica, como es necesaria la existencia de

    condiciones anatomofisiológicas para que se concrete su

    potencialidad; otras reconocen que hay una cualidad específica de

    la memoria humana en perspectiva individual, diferenciada de

    aquella que poseen los animales y es que ésta no aparece

    significada, aunque existe y le permite a los animales “almacenar

    información y recordar”.

    Otras opciones centran su mirada en los procesos sociohistóricos

    que caracterizan unas dimensiones de la memoria en historicidad y

    construcción colectiva, de ella hace parte la presente reflexión. De

    allí que se pueda “adoptar como premisa que la memoria es una

    capacidad individual, que nos permita considerar lo social/simbólico

    como inmanente a las prácticas del recuerdo, que nos permita

    pensar la memoria en relación con el presente y al futuro, que nos

    permita construir una manera liberadora de entender la memoria” 2

    2 Pipper I. (2004) De la memoria individual a la memoria social. Curso virtual memorias de resistencia en América latina. Clacso. Argentina

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    Sin embargo, aún para hablar de memoria colectiva, se requiere

    como precondición la existencia de la memoria individual, la de

    cada sujeto/ser biológico. Sobre la base de ésta, van a aparecer

    procesos sociales que no sólo le interesan a él como individuo, sino

    que se entrecruza con los intereses de otros sujetos, grupos y

    colectivos sociales, ellos serán y harán la memoria colectiva, que

    “tiene dos fronteras con las cuales, en ocasiones, se le ha

    equiparado o diluido para negar su existencia o para no realizar la

    tarea, para algunos engorrosa, de dar cuenta de ella: por un lado se

    encuentra la memoria individual, que ha sido más bien su antítesis

    y, por el otro, la histórica, que al aparecer cercana a la memoria

    colectiva, se ha pretendido la expulsión de la segunda del campo de

    estudio de la disciplina psicológica. Pero, como hemos de ver, la

    memoria colectiva se puede explicar por cuenta propia, a pesar de

    compartir algunos elementos con la una y la otra” 3

    La existencia de memoria colectiva requiere por lo tanto de:

    Sujetos individuales con capacidad de memoria y olvido

    3 Mendoza García, J (2001). Memoria colectiva. En: M. A. González Pérez y J. Mendoza García (Comp.) Significados colectivos: procesos y reflexiones teóricas. México, Ed. TEC – CIIACSO.

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    Un objeto social que les sea común

    Procesos de interacción social – no necesariamente cara a cara

    – que les permita compartir aquello que consideran común.

    Tradición simbólica que permita la

    transmisión/creación/recreación/circulación del objeto social que

    han construido como algo en común. Esta tradición se puede

    expresar por medio de la cultura oral, la escritura, los grafismos y

    cualquier forma de comunicación que permita la puesta en

    escena de la acción que se ha tornado memoria.

    MEMORIA Y SUBJETIVIDAD POLÍTICA.

    Ubicados en perspectivas contemporáneas, desde pensamientos no

    lineales, se compartirá como no existimos como individuos aislados,

    no somos sólo “seres ahí”, pero tampoco somos únicamente

    colectividad, grupalidad, extensión social, somos lo uno y lo otro a la

    vez. Somos unidad en la diversidad, ésta nos constituye en tanto

    sujetos.

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    ¿Pero qué tan conscientes somos de que somos sujetos? ¿Cuándo

    reflexionamos sobre ello? ¿Qué memoria tenemos de nuestro

    devenir sujeto? En principio diré que ante la carencia de libertad y

    de autonomía somos sujetados a las condiciones sociales macro,

    donde nuestra condición personal se diluye, se evapora, no va

    siendo; de nosotros queda el individuo, el único, el aislado, el

    dicotómico (individual/social), sin embargo es necesario tener en

    cuenta que” La memoria se construye en cada relación, mediante la

    negociación, la dialéctica, la justificación y la acción conjuntas. En

    este sentido, toda memoria es compartida”4.

    A veces intentamos pensarnos a partir de la pregunta ¿quién soy?,

    y con ello nos vemos obligados a remontarnos en el tiempo

    individual, el propio, el de cada cual para desde allí configurar

    nuestra memoria personal. Pero, no logramos pensarnos solos, se

    nos atraviesan otros, los otros cercanos a nosotros y entonces la

    memoria se complejiza porque debemos incluir otras historias, otras

    4 Vázquez, F. (2001). El discurso sobre la memoria y la memoria como discurso. En: La memoria como acción social: relaciones, significados e imaginarios. Barcelona, Paidós.

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    vidas, y reconocemos que nuestra memoria es contexto, que ella es

    con-texto.

    Tal texto, discursivo en sí, nos permite discurrir en él, ser en él,

    hacernos en él. Pero no es un texto que esté allí externo a mí, que

    se encuentre a manera de horizonte frente a nosotros para que lo

    alcancemos, sino que es exte/inter/ entre discursivo personal/social.

    Por lo tanto, es social/individual, objetivo/subjetivo/intersubjetivo. El

    texto mediante el cual me construyo en y desde la memoria es

    historia mía y de otros, es olvido de lo que no me acuerdo o no

    requiero recordar, pero además es parte del olvido que los otros

    quieren que yo tenga para poder ser, un ser social.

    De allí, entonces, que la memoria social es fundamentalmente

    subjetividad colectivizada, desgarramiento del sujeto por querer ser,

    búsqueda de su identidad en los intersticios de la memoria y el

    olvido. Por eso “Esta manera de entender la memoria permite

    pensar y articular formas de transformación social. En la medida en

    que nos dota de la capacidad de re-renarrar los acontecimientos,

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    nos permite estructurar nuevos significados de nosotr@s mism@s y

    nuevas posibilidades de ser en el futuro” 5

    Abrirnos a la experiencia de otros, es hacernos humanos. Por ello,

    la memoria nos ayuda en tal perspectiva. Aquella, adquiere

    significado porque está conectada en una doble dimensión, primero:

    a la existencia y significados de otros; segundo: a la existencia y

    significados que con otros construimos, lo que nos permite

    reconocer dimensiones nuevas de nuestro ser.

    Por eso, la memoria, en principio es individual, pero también es y

    puede ser colectiva cuando la conecto con un proceso en relación.

    Como se ve, la memoria es personal/social/personal, nace desde la

    evocación que una persona hace sobre algo que es social y

    presenta desde su vivencia.

    La característica anterior conlleva otra: la historicidad de la

    memoria; ésta se expresa como pasado, presente y futuro, de

    donde la memoria no es sólo lo pretérito en la noción lineal que

    5 Pippert, I. (2004) (Obra Citada)

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    nuestra racionalidad occidental nos plantea, es también el ahora y

    el por-venir.

    Lo que se encuentra en los relatos de la memoria colectiva es la

    presencia de resistencias desde lo cotidiano, donde se evidencia

    una tensión con el macropoder, desde el micropoder. No hay LA

    REVOLUCIÓN, así, con mayúscula, la esperada desde los

    metarrelatos, pero se encuentra el movimiento social, la acción, la

    presencia del reclamo y la protesta. Como planteara Agnes Heller “a

    diferencia de una revolución política, una revolución social no

    estalla: Ocurre” 6

    Ayudar en los procesos de producción, reproducción y/o transmisión

    de la memoria, permite reconocer diversas formas de participación

    social que se presentan en América Latina y que tienen a la base la

    generación de procesos organizativos. La memoria en cuanto

    elemento político y de la política permite reconocer la existencia de

    actores sociales que de forma organizada asumen control sobre los

    6 Agnes, Heller (1991). Los movimientos culturales como vehículo de Cambio. En: Viviesca, Fernando y Giraldo, Fabio. Colombia el despertar de la modernidad. Bogotá, Foro Nacional por Colombia.

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    procesos grupales y comunitarios desde los cuales participan. No

    hay, generalmente, mayores niveles de delegación, se actúa

    directamente y aunque en división social del trabajo se presentan

    accione funcionales desde personas específicas, ellas siempre son

    interpeladas por el grupo y a éste se le informa sobre lo ocurrido.

    No hay una figura mesiánica o de liderazgo personal, sino que la

    identidad y el liderazgo grupal se atribuyen a las acciones

    colectivas.

    Lo anterior permite que se presenten, generen y consoliden

    condiciones de interlocución, negociación y consenso entre los

    integrantes del grupo para poder negociar con agentes externos de

    poder político que representan instancias de gobierno nacional,

    local o empresarial. La manera como esto ocurre, van siendo parte

    de la memoria colectiva. De allí que se busquen mecanismos

    mediante los cuales se pueda mantener la memoria, tales como: los

    museos, la radio y el periódico comunitario.

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    En últimas ¿qué es lo que encontramos en los planteamientos

    anteriores? El llamado a reconocer la existencia y emergencia de

    subjetividades individuales y sociales. No nos hablan y reconstruyen

    recuerdos los objetos, lo hacen sujetos. No circulan en y desde la

    memoria objetos/objetivados sino que se presentan subjetividades

    narradas: son estas narraciones expresiones de maneras de ser y

    ver el mundo, perspectivas.

    EL PODER COMO MECANISMO DE SUJETACIÓN Y DESUJETACIÓN DEL

    SUJETO.

    ¿Por qué frente a la pobreza, la desigualdad, la injusticia, la

    inequidad no actuamos colectivamente? ¿Cómo asumimos las

    experiencias que desde los movimientos sociales a manera de

    memoria colectiva se van acumulando? Creo que una pista de

    interpretación puede ser asumida desde la teoría del poder, que

    permite comprender cómo se constituye la subjetividad, pero, y con

    ella, su objetivación, la cosificación de los sujetos.

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    Si en tanto humanos nos encontramos en devenir, en procesos de

    humanización, si aún no somos humanos, pero lo estamos siendo,

    nos estamos haciendo, ello lo concretamos no únicamente en el

    plano de la natural, sino en complemento con lo histórico; no sólo

    en el nivel de lo concreto/material, sino en confluencia y con una

    notoria presencia de lo simbólico/cultural y es desde allí donde se

    invisibiliza o se naturaliza el poder, sea el macropoder o el

    micropoder que se presenta en la vida cotidiana, no como algo

    ajeno e inaprensible sino como parte de las relaciones que

    establecemos con los demás.

    Es en este nivel de constitución y ejercicio del poder donde vamos

    siendo sujetados en tanto sujetos. No es algo explícito en cuanto

    decreto o consigna dado por alguien y he ahí su potencialidad, sino

    que se ejerce desde el “silencio”, la sutileza, el diario vivir y

    mediante diferentes agentes y agencias socializadoras, que con sus

    rituales y discursos nos van haciendo ver el mundo de una manera

    específica. Así, nos miran y hacen mirar la realidad en una sola

    perspectiva, por ello nos dirá Foucault “Estamos hablando de dos cosas:

    de la mirada y de la interiorización. Y, en el fondo, ¿no se trata del problema del

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    precio del poder? El poder, de hecho, no se ejerce sin gastos. Existe evidentemente

    el coste económico, y Bentham lo dice. ¿Cuántos vigilantes hacen falta? ¿Cuánto,

    en definitiva, costará la máquina? Pero está además el coste propiamente político. Si

    se es muy violento se corre el riesgo de suscitar insurrecciones; si se interviene de

    forma discontinua se arriesga uno a dejar que se produzcan, en los intervalos,

    fenómenos de resistencia de un coste político elevado. Así funcionaba el poder

    monárquico “7

    Históricamente esta manera de ser, de hacer(se) el poder, nos va a

    conformar desde la familia, la escuela, el barrio, la fabrica, los

    medios de comunicación, el encuentro con pares, desde la

    cotidianeidad de la relación, sin que logremos darnos cuenta que

    esta manera de ser nos sujeta, nos vigila, nos controla. Pero, que

    en tanto construcción, podemos cambiarla si asumimos consciencia

    de ella y nos vamos desujetando, reconociendo nuestros márgenes

    de libertad en medio de las relaciones sociales. Pero, para ello, se

    requieren la crítica y la reflexividad personal.

    7 Foucault, Michel El ojo del poder. (1980) en: Bentham, J. El panóptico. Ed. la piqueta, Barcelona.

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    Si el poder no es una cosa, sino una relación, no está ahí

    subyugándonos, sino que lo estamos construyendo, y allí radica la

    opción liberadora – que no es simplista – y es asumir poder,

    empoderarnos individual y colectivamente para enfrentar/afrontar

    todos aquellos poderes que nos enajenen y dominen.

    CONSTITUCIÓN DE SUBJETIVIDAD DESDE LA RESISTENCIA

    Pensar la resistencia es relacionarla con el poder, quien se resiste

    lo hace frente al poder, no se hace frente al no poder, porque éste

    no existe. Al menos en términos de Foucault8 , el poder es una

    relación, no se da fuera de, dentro de, sino en el entre, con otros.

    Además, y por esto mismo, hablar de poder no tiene porque ser

    referido sólo al que se ejerce por parte del estado, sino que se

    puede dimensionar desde la noción de micropoder. En él, todos

    tenemos margen de construcción, emergencia y ejercicio del poder.

    8 Foucault, Michel (1976) Historia de la sexualidad. Vol 1. La voluntad de saber. Madrid, Siglo XXI.

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    Por ello, pensar la constitución de subjetividad, se puede hacer

    centrando la mirada en el individuo para reconocer cómo se asume

    desde la autonomía en cuanto sujeto. Entonces ¿cómo es posible

    ser sujeto, si se está sujetado desde el poder? Pensando de una

    forma diferente el sujeto, la subjetividad y el poder. Éste, asumido

    como relación donde todos nos encontramos y por lo tanto

    podemos fortalecerla para empoderarnos cotidiana y

    microsocialmente; el poder, en tanto no es una cosa, no se puede

    comprar, coger, apropiar. En cuanto no es una cualidad genética no

    podemos esperar que biológicamente se desarrolle. Como no es

    una ley social no es dable esperar que nos cobije. Siendo relación,

    debemos devenir en ella, ser poder haciéndolo, ejerciéndolo.

    Desde esta perspectiva el sujeto será aquel que tiene la posibilidad

    de autorreflexionarse, no únicamente de una manera solípcista, sino

    y también social. Esta acción auto-exo reflexiva permitirá que se

    constituya la subjetividad, es decir que haya un sujeto con

    subjetividad y no solo un sujeto sujetado, en tanto “El poder hace

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    mucho más que imponerse al sujeto y modular sus conductas, el

    poder constituye literalmente al sujeto” 9

    Romper las sujeciones implica actos de resistencia a todo aquello

    que deshumanice, que vaya en contra de los ideales de humanidad

    que históricamente se han construido, estos ideales asumidos no

    como una utopía irrealizable o un deber ser, sino como el devenir

    en el cual nos vamos constituyendo intencionalmente, hoy, en el

    hoy, para el día de hoy.

    NUEVOS CONTEXTOS PARA LA SIGNIFICACIÓN DE LA(S)

    RESISTENCIA(S)

    Resistencia no es revolución. Resistencia no es revuelta.

    Resistencia es movimiento silencioso, voz queda, susurro social,

    acción minimalista, andadura, camino que se va haciendo, realidad

    vital. La resistencia es fractal, rizoma, magma. Todas estas

    cualidades/características/condiciones de la resistencia son

    9 Ibáñez, J. (s.f) Elementos para una analítica del poder. Lectura en el curso virtual sobre Memorias de resistencia en América la tina. Clacso. Argentina.

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    comprensibles si asumimos una mirada contemporánea sobre los

    procesos sociales, con lo que matizamos la mirada moderna o

    clásica sobre ellos.

    Lo que nos permite la categoría de resistencia, frente a la de

    revolución o revuelta es cambiar de perspectiva, cambiar la

    noción/objeto que se mira, el lugar desde el cual se mira, cómo se

    mira y qué se mira.

    Así, entonces, lo que se mira en tanto noción, es: la política, el

    poder, la democracia, la ciudadanía, lo público, pero con otros

    contenidos. Ya no será la noción relacionada con el partido político,

    o el estado concebido en la forma tradicional, sino en presente, en

    contexto, en actualidad. De allí, que, lo que se mira no es el

    metarrelato, la gran historia, el héroe, la batalla, la revolución, sino

    los múltiples relatos, la microhistoria, la cotidianeidad, el ciudadano

    común y corriente, con el que nos encontramos y construimos la

    vida, la historia, el proceso y su transformación.

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    La resistencia no es apolítica, asume nuevos y altos contenidos

    políticos. En ella hay estructuras organizativas desestructuradas y

    desestructurantes de la tradición, por lo que aparecen desde las

    necesidades de los grupos que las protagonizan, no son

    necesariamente generalizables, ni exportables, aunque pueden ser

    punto de referencia para otros.

    Se presentan discursos políticos que no se corresponden con

    aquellos estereotipados e ideologizados que han caracterizado y

    que subyacen a los discursos revolucionarios que conocemos en

    occidente. Allí se habla y se vive la solidaridad. No se habla de

    lucha de clases, pero se trabaja por mejores condiciones de vida.

    No se aspira a la guerra, sino que se construye la paz. No se piensa

    en la estructura armada, sino que se asume la desestructuración de

    todo lo que implique muerte, violencia.

    Desde la resistencia no se delega, se ejerce; no se asiste, se

    protagoniza; no se mira, se hace; por lo tanto, desde ella no se

    encuentran objetos, sino sujetos. No se aborda e interactúa con

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    abstractos, sino son subjetividades que significan la realidad

    natural, social y cultural y por ello se le resisten.

    RESISTENCIAS METODOLOGICAS EN LA INVESTIGACIÓN

    SOBRE LA MEMORIA COLECTIVA Y LA SUBJETIVIDAD

    POLÍTICA.

    ¿Cómo nos vemos como investigadores? ¿Qué hacemos frente a la

    teoría circulante, oficial y hegemónica? ¿Cómo construimos

    discursos académicos alternativos, opciones metodológicas de

    indagación frente a lo alterno e invisibilizado, a lo que los otros ojos

    no ven?

    Creo que allí también se presenta una acción de resistencia

    académica, que va entrecruzada con la resistencia de los

    movimientos sociales, barriales o grupales que acompañamos,

    reconstruimos o de los que formamos parte. Esta resistencia

    académica no es menos política que la resistencia social, en tanto

    desde ella se dan versiones sobre la realidad y verdad de aquellos.

    Es decir, se significa en el plano escritural la realidad, se deja como

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    legado cultural para otros lo que se ha sistematizado, la versión

    histórica de lo que algo fue/siendo.

    Frecuentemente tenemos que dar “batallas académicas” para que

    se acepte que existen otras formas de indagación de la realidad

    diferentes a la del dato, lo cuantitativo, lo ahistórico. El pensamiento

    hegemónico positivista, el de la eficiencia, la eficacia, lo medible, no

    da tregua y espacio para que emerja y se posicione la investigación

    cualitativa – lo que no quiere decir que no exista- tampoco es fácil,

    en tanto proceso social, que se asuma esta perspectiva por parte de

    los aprendices de las ciencias y en particular de las ciencias

    sociales, para llevarlo al plano de la realidad en procesos de

    resistencia. Por ello, la resistencia y las formas alternas de

    investigación, son todavía algo raro en el concierto de las ciencias

    sociales – aunque quienes la hacemos tendamos a creer que son

    muchos los que lo hacen- De ahí, que debemos hacer un doble

    trabajo de resistencia: respecto a los poderes políticos referidos al

    estado y frente a los poderes políticos que concretan la ciencia y la

    academia.

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    BIBLIOGRAFÍA.

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    Agnes, Heller (1991). Los movimientos culturales como vehículo de

    Cambio. En: Viviesca, Fernando y Giraldo, Fabio. Colombia el

    despertar de la modernidad. Bogotá, Foro Nacional por Colombia.

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    campo de investigación y de intervención de la psicología política.

    Ponencia presentada en el VII congreso mexicano de psicología.

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    liberación: ¿es posible en nuestra América? En: Vasquez, Ortega,

    José Joel (coordinador) Psicología social y liberación en América

    Latina. México. Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa.

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