Desarrollo alternativo y erradicación · mentos para alcanzar tal objetivo es el DA, con-cepto que...

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TRANSNATIONAL DOCUMENTOS DE DEBATE MARZO 2002 no 4 TNI B RIEFING S ERIES NO 2002/4 Programa Drogas y Democracia T N I Desarrollo alternativo y erradicación Un enfoque desequilibrado

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D O C U M E N T O S D E D E B AT E

M A R Z O 2 0 0 2

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T N I B R I E F I N G S E R I E SNO 2002/4

Prog rama Drogas y Democrac ia

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Desarro l lo a l ternat ivoy e r r a d i c a c i ó n

U n e n f o q u ed e s e q u i l i b r a d o

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I N D I C E

� Editorial 3

� Desarrollo alternativo y erradicación:Un enfoque desequilibrado en la Región Andina 4� Estrategia ‘zanahoria y garrote’

� Escalada en los Andes

� Un futuro para el desarrollo alternativo

� Sin condiciones

� Reducción del daño en el lado de la producción

� Un debate abierto

✧ Mapa: Cultivos de coca en la Región Andina

�� Perú: ¿Una historia exitosa?

� Pactos de erradicación en Colombia: Un fracaso que enseña 12� Decisiones en contravía

� ¿Y los proyectos productivos?

� Textos de referencia 15� Información en internet 15

EDITORES:Amira ArmentaMartin JelsmaTom BlickmanVirginia MontañésRicardo Vargas

DISEÑO:Jan Abrahim Vos, MEDIOZlatan Peric (maquetación)Logotipo Drogas y Conflicto:Elisabeth Hoogland

IMPRENTA:Drukkerij Raddraaier, Amsterdam

CONTRIBUCIONESFINANCIERAS:Rubin Foundation (Estados Unidos)NEF (Bélgica)

CONTACTO:Transnational InstitutePaulus Potterstraat 201071 DA AmsterdamPaíses BajosTel: -31-20-6626608Fax: [email protected]/drogas

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Amsterdam, marzo 2002

Europa y el Plan ColombiaDocumentos de Debate No. 1, abril 2001

Fumigaciones y Conflicto en Colombia. Al calor del debateDocumentos de Debate No. 2, septiembre 2001

Afganistán, drogas y terrorismo. Fusión de guerrasDocumentos de Debate No. 3, diciembre 2001

Todas las ediciones de la serie están disponibles enel sitio web en inglés y españolwww.tni.org/reports/drugs/debate.htm

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n materia de proyectos de Desa-rrollo Alternativo (DA) fracasados,la región andina tiene –desafortu-nadamente– bastante experiencia.

Los continuos alzamientos campesinos delChapare boliviano, y las tensiones socialesentre los cultivadores cocaleros en el Sur deColombia son expresiones manifiestas de estefracaso.

En enero del 2002, el TNI asistió a una confe-rencia en Alemania, organizada por el gobier-no alemán y el PNUFID. El objetivo era eva-luar la experiencia en este campo y extraerconclusiones para el futuro de esta práctica.

La Convención Única sobre Estupefacientes dela ONU, de 1961, prohibió los cultivos que notuvieran un propósito médico o científico,fijando un plazo de 15 años para el opio y 25para la coca como período de extinción defi-nitiva de estos productos. En 1998, ignorandola experiencia de casi cuatro décadas de polí-ticas fallidas en materia de cultivos ilícitos, laONU vuelve a fijarse un plazo: eliminación decoca y opio en el 2008. Uno de los instru-mentos para alcanzar tal objetivo es el DA, con-cepto que quedó internacionalmente recono-cido en esa conferencia como parte de unaestrategia de control de drogas integral. Losotros elementos de esta estrategia son la erra-dicación y la ejecución de la ley. La experien-cia ha revelado que la combinación simultáneade estas prácticas –lo que en otras palabras seconoce como zanahoria y garrote– es contra-producente.

El presente número de Drogas y Conflicto lohemos dedicado a este tema central de las polí-ticas internacionales de control de drogas. Lareducción de la oferta, uno de los objetivos delDA, ha fracasado en la región andina. ¿A quése ha debido este fracaso? ¿Qué se puedeesperar, en el futuro, de los programas de DA,teniendo en cuenta la experiencia obtenidahasta el momento?

Como expone el sociólogo Ricardo Vargas,refiriéndose a los pactos de erradicación y pro-yectos de sustitución de cultivos en el Putu-

mayo (Colombia), no hay una justa compensa-ción entre lo que el Estado espera de los cam-pesinos –que erradiquen su principal medio desubsistencia– y lo que éstos reciben a cambio,proyectos sin ninguna viabilidad condenados alfracaso y una amenaza latente de fumigación sino se cumple con los plazos estipulados. Lapolítica internacional de control de drogasobliga al gobierno colombiano a medir losresultados en términos del número de hectá-reas erradicadas, ignorando las condiciones dedesarrollo específicas de la región.

Las instituciones del Estado no tienen capaci-dad para operar efectivamente en el Putuma-yo. En medio de una crisis combinada entre unproceso de paz roto y las acciones de la gue-rrilla contra la infraestructura económica y deservicios, el gobierno central no está en con-diciones de garantizar el buen funcionamientode los programas de DA. Y como si la situa-ción no fuera ya bastante grave, con el argu-mento de que hay que combatir las finanzas delterrorismo, se quieren anular de paso los dere-chos económicos y sociales de los campesinosy devaluar los reclamos por los impactosambientales y de salud.

Con el interés de acallar el reconocimiento delfracaso y la impotencia de las actuales políti-cas (combinación de DA y represión), se sigueinsistiendo en la opción cero y destacando fal-sos éxitos. En este sentido la declaración finalde la conferencia en Alemania no supone uncambio radical, pero ofrece algunos avances: unmejoramiento del concepto mismo del DA; yla aceptación de que no se ha contado en lapráctica con una verdadera participación de lascomunidades afectadas. La declaración finallogra expresar un poco mejor el equilibrioentre el DA y la aplicación represiva de la ley.Finalmente queremos hacer notar también elinterés y la muy activa participación del PNU-FID durante la conferencia. Interés que ofre-ce un margen de optimismo sobre las posibi-lidades de que las instancias internacionalesfinalmente sepan identificar las prácticas efec-tivas y vean la necesidad de desligarlas de lasactuales políticas represivas, más nocivas quelas mismas drogas.

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l Desarrollo Alternativo no debe condi-cionarse a una previa eliminación de loscultivos de drogas, ni debe imponerseuna reducción de éstos mientras los

componentes lícitos de las estrategias de subsis-tencia no se hayan consolidado suficientemente.”

Esta es una de las recomendaciones de la Decla-ración Feldafing, que resultó de una conferenciaauspiciada por el Ministerio Alemán para laCooperación Económica y el Desarrollo (BMZ),y organizada por la Agencia Alemana de Coo-peración Técnica (GTZ), la Fundación para elDesarrollo Internacional (DSE) y el Programade las Naciones Unidas para la FiscalizaciónInternacional de Drogas (PNUFID) en enero deeste año. La conferencia, El rol del DesarrolloAlternativo en el control de drogas y la cooperaciónpara el desarrollo, brindó una oportunidad únicaal centenar de asistentes, funcionarios de polí-tica internacional y expertos –miembros delTNI entre ellos– para discutir lo aprendido tras25 años de experiencia en este campo y extraerconclusiones sobre el futuro del DesarrolloAlternativo (DA).

Una de las mayores inquietudes en este deba-te ha sido la problemática relación entre el enfo-que represivo y el enfoque de desarrollo hacialos cultivos ilícitos. La GTZ, que tomó la ini-ciativa de la conferencia, tiene una amplia tra-yectoria como el donante más importante deprogramas de sustitución de cultivos y de DAen Asia y América Latina. La experiencia decampo acumulada ha llevado a esta agencia atomar una posición clara sobre la necesidad deseparar completamente el DA de la erradica-ción forzosa. Las tensiones entre el enfoquedesarrollista de la GTZ y las iniciativas de erra-dicación cada vez más represivas en Bolivia yColombia, han causado que esta agencia esté apunto de retirarse. La frustración y desespe-ración crecientes, por la incompatibilidad entrelos objetivos del desarrollo sostenible y los deun control de drogas rígidamente aplicado, sonparte de las inquietudes que movieron a la GTZa convocar una reflexión global sobre el futu-ro del DA. La destrucción física de proyectossubvencionados por la GTZ, debida a la fumi-gación aérea en Colombia y a la militarizaciónde zonas con proyectos en el Chapare bolivia-no, simboliza este choque de conceptos.

La aplicación de un control estricto de drogascomo condición para intervenciones de DA yel resultado de mezclar el DA con la aplicaciónde medidas represivas y de erradicación for-zosa ha restado legitimidad al concepto. Estamezcla ha conducido de hecho –como ocurreactualmente en Bolivia– a un incremento de lastensiones sociales. De ahí que una de las reco-mendaciones de Feldafing diga: “Los programasde Desarrollo Alternativo no pueden solucionartodos los problemas sociales a nivel nacional, perodebe subrayarse y expresarse más claramente queel Desarrollo Alternativo no debe conducir en nin-gún caso a aumentar los conflictos sociales. Al dise-ñarse programas de Desarrollo Alternativo debetenerse en cuenta su potencial de prevención decrisis, manejo de conflictos y mantenimiento de lapaz.”

Ulrich Künzel, uno de los expertos de la GTZque trabajaba en un proyecto de DA en eldepartamento del Cauca, Colombia, secues-trado por las FARC en julio del año pasado yliberado finalmente en octubre, también par-ticipó en la conferencia. Dándole una caluro-sa bienvenida al evento, el director de la GTZ,Wolfgang Schmitt, dijo en su discurso de aper-tura: “Este trágico suceso reveló que es imposiblecombinar en una región y al mismo tiempo desa-rrollo alternativo y erradicación. Debe quedar claropara todos que el desarrollo alternativo no tienenada que ver con fumigación o con erradicación.No quiero deducir que el secuestro no habría teni-do lugar si no hubiera habido erradicaciones. Peroestoy convencido de que cuando se aplican medi-das de erradicación paralelas al desarrollo alter-nativo, la situación de seguridad sólo empeora.[...]En las áreas de los proyectos no debe aplicar-se medidas de fuerza (fumigación, erradicación,intervención militar) contra la población a la quevan destinados los proyectos. Esta es la única baseposible para un desarrollo integrado y sostenible.”

Estrategia ‘zanahoria y garrote’

En los últimos años, el discurso internacionalsobre políticas de drogas revela una aceptacióncada vez mayor de la supuesta necesidad deintegrar los conceptos del DA dentro de ladenominada “triple estrategia de erradicación,interdicción y desarrollo alternativo.” En la SesiónEspecial de la Asamblea General de la ONU

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sobre drogas (UNGASS), en 1998, el matri-monio entre las palabras erradicación y DA semantiene a lo largo de los documentos prepa-ratorios y los documentos finales. La Declara-ción Política hace un llamamiento a favor de unapoyo fuerte al desarrollo alternativo, perotambién “enfatiza la necesidad de programas deerradicación y la aplicación de medidas represivaspara atacar los cultivos ilícitos.” Además, aplau-de un enfoque global para la eliminación de loscultivos ilícitos e invita a los Estados miembroa trabajar estrechamente con el PNUFID “paradesarrollar estrategias con el fin de eliminar o redu-cir significativamente los cultivos ilícitos de coca,cannabis y adormidera para el año 2008.”

El Plan de Acción sobre Cooperación Internacionalen Erradicación de Cultivos Ilícitos y DesarrolloAlternativo, aprobado por UNGASS, es undocumento de consenso típico, elaboradosobre la base de borradores de la Unión Euro-pea (bajo la dirección de Alemania), EEUU y elPNUFID, con elementos de México y Colom-bia. Según Dorothe Buddenberg, la experta endesarrollo alternativo del PNUFID que mode-ró las negociaciones, “solamente dos países insis-tieron en que la relación entre aplicación de la leyy desarrollo alternativo debía detallarse en elborrador del Plan de Acción. Mientras yo espera-ba que otros países expresaran su oposición, nohubo una crítica fuerte a los principios esbozados.”

El texto final resalta que el DA, por sí solo, noes suficiente: “Los enfoques equilibrados tienenmás posibilidades de producir estrategias más efi-caces y mejores resultados.” Y “Las estrategiasnacionales de reducción y eliminación de cultivosdeben incluir medidas integrales, tales como pro-gramas de desarrollo alternativo, aplicación de laley y erradicación.”

Los términos, ‘enfoque equilibrado’ y ‘medidasintegrales’ son los eufemismos usados para loque comúnmente se conoce como ‘zanahoriay garrote’. La señora Buddenberg anotó: “Elenfoque equilibrado, término desarrollado origi-nalmente para denotar el equilibrio entre las medi-das de reducción de la oferta y la demanda, se hausado aquí para denotar el equilibrio entre el enfo-que de la aplicación de medidas represivas y elenfoque más liberal orientado hacia el desarrollo.”

La terminología del Plan de Acción legitima,pues, el uso de la fuerza para reducir los cul-tivos de coca y adormidera. Aunque tambiénespecifica los criterios bajo los cuales el DAdebe complementarse con la erradicación for-zosa: “Cuando se encuentran involucradas orga-nizaciones criminales en los cultivos ilícitos” y “enáreas en donde ya existen fuentes de ingresos alter-nativos viables.” El Plan de Acción incluye unaadvertencia sobre posible incompatibilidad:“En áreas donde los programas de desarrolloalternativo todavía no han creado oportunidadesalternativas viables de ingreso, la aplicación de laerradicación forzosa podría poner en peligro el éxitode los programas de desarrollo alternativo.”

A partir de UNGASS, el lenguaje de los docu-mentos políticos está cargado de frases quedescriben el DA como “uno de los componen-tes dentro del marco integral de la estrategia glo-bal para el control de drogas” y “como apoyo alas estrategias integrales de control de cultivos.” O“una triple estrategia de erradicación, interdiccióny desarrollo alternativo.” Entre la lista de ‘condi-ciones ideales’ para el desarrollo alternativoaparece la frase “aplicación sistemática de medi-das represivas y de erradicación para reducir losincentivos.” Rara vez se cuestiona la compatibi-lidad entre DA y erradicación forzada, y se pro-mociona explícitamente la combinación de ins-trumentos de desarrollo con instrumentosrepresivos.

Escalada en los Andes

En seguida estuvieron listas para su aplicación,en Bolivia y Colombia, estrategias nacionalespara eliminar la coca que combinaban, comose requería, desarrollo alternativo, aplicaciónde medidas represivas y erradicación. Dentrode estas estrategias de control de drogas ‘equi-libradas e integrales’, la función del DA seredujo notoriamente a lo que el Plan de Acciónhabía denominado su intención de “crear uncontexto de apoyo para la implementación de esaestrategia.” Las sutilezas de los criterios res-trictivos mencionados en el Plan de Acción sedejaron de lado, olvidándose también las adver-tencias.

El presidente de Bolivia, Hugo Banzer, presen-tó el ambicioso plan ¡Con Dignidad! Desde

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1983 se han implementado proyectos desustitución de cultivos, esquemas compensa-torios y DA en la región del Chapare, con unainversión de más de 180 millones de dólares yuna expansión considerable de áreas de culti-vos lícitos en la región, aunque sin una reduc-ción de la producción neta de coca. Alegandoque ya ‘tuvieron su oportunidad’, Banzer deci-dió forzar militarmente un avance por mediode la erradicación forzosa a gran escala de todala coca ilegal de la región del Chapare.

El otro plan maestro de la región, el PlanColombia, se propone lograr una reduccióndel 50% de los cultivos en un periodo de seisaños. El Plan Colombia contó con el apoyo delcontrovertido paquete de ayuda estadouni-dense –en su mayor parte militar– de 1.300millones de dólares en el 2000. Las conferen-cias internacionales de donantes activaron unapolémica global en la que los europeos se dis-tanciaron del plan inspirado por EEUU. Lapérdida total de líneas divisorias entre DA yerradicación y el excesivo énfasis puesto en elgarrote, llevó a que los donantes para el desa-rrollo se mostraran renuentes a invertir en lazanahoria del plan. La erradicación forzosasiguió, no obstante, adelante tal como estabaplaneada. Las fumigaciones masivas con herbi-cidas comenzaron en diciembre del 2000 en elSur de Colombia, destruyendo muchos pro-yectos de DA. La Agencia Estadounidense parael Desarrollo Internacional (USAID, en inglés)apoya los llamados ‘pactos sociales’: acuerdosde erradicación ‘voluntarios’ con las comuni-dades del Putumayo. Las estrictas condicionesde estos pactos y el hecho de que fueron nego-

ciados bajo la amenaza de fumigaciones, pue-den interpretarse como un retroceso de dosdécadas en la historia de los conceptos del DA.Estos pactos sólo sirven para justificar la erra-dicación y están destinados a fracasar (véaseel otro artículo de este número).

El actual panorama de Bolivia y Colombia, conconfrontaciones diarias y conflictos sociales, esbastante desolador. EEUU tiene, obviamente,responsabilidad en esta escalada. De no habersido por la categórica interferencia de EEUUy sus amenazas de descertificación, fácilmentese habría podido llegar a acuerdos negociadoscon los cocaleros del Chapare, los términos delos pactos sociales en Colombia habrían sidomás realistas, habrían podido prosperar autén-ticos programas de DA y ya no habría fumiga-ciones aéreas. El resto de la comunidad inter-nacional tampoco queda completamenteabsuelto de todo esto. El matrimonio sagradoentre erradicación y DA sellado en UNGASSy su aprobación de la filosofía de fechas límite,el apoyo del PNUFID al Plan Dignidad y al PlanColombia, la participación inicial de esta agen-cia en los planes para desarrollar micoherbici-das para la erradicación forzosa, la ruidosa pro-paganda alrededor de los llamados casos exi-tosos y el consentimiento de medidas violen-tas de erradicación, todo esto ha contribuidotambién a legitimar la escalada.

Los resultados son una quiebra casi total en larelación de confianza con las comunidades, pér-dida de credibilidad del PNUFID, escasa dife-rencia entre desarrollo y represión, sacrificiode buena parte de los otros objetivos del DApor priorizar un imposible recuento de hectá-reas y, comprensible, la resistencia de losdonantes a continuar invirtiendo en DA. Aun-que en Bolivia y Colombia la crisis es más visi-ble, los riesgos de una escalada de las medidasde erradicación y de la deslegitimación de losconceptos del DA son reales en cualquierparte. El plazo fijado para el 2008 y la renova-da ilusión de la ‘opción cero’, la vaguedad con-ceptual y supuesta eficacia del ‘enfoque equili-brado’ en Bolivia, condujo a mayores presio-nes para ‘mostrarse serios’ y presentar resul-tados en otras partes. En este sentido, los esce-narios que posibilitarían una escalada son laexpansión de cultivos de coca en Perú, despuésdel abandono de los campos causado por la

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Producción potencial de cocaína, 1991 - 2000

Fuente: CICAD

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caída de precios de la coca en la primera mitadde los años noventa, el previsto resurgimien-to de la adormidera en Afganistán, tras la drás-tica caída sufrida el año pasado bajo el régimentalibán, y los incipientes intentos de enfrentarla gigantesca producción de opio de Birmania,el mayor productor en estos momentos.

Un futuro para el DesarrolloAlternativo

Es indispensable prevenir que esta tendenciadeteriore el concepto básico de DesarrolloAlternativo hasta un punto irreparable. Acep-tar que el DA no es más que una venda parala herida después de la represión, sería sacri-ficar el concepto de DA en su totalidad, lo quetendría serias consecuencias. Primero, porque–a pesar de los numerosos fracasos y de la defi-ciencia estructural en términos de empodera-miento de la comunidad– hay también buenosejemplos que merecen ser financiados en elfuturo. Varios proyectos han contribuido a ali-viar la pobreza y a mejorar condiciones de vidaen las áreas mayoritariamente marginales endonde se concentran los cultivos ilícitos. El DAtambién juega todavía un rol más político comocontrapeso a los enfoques represivos indiscri-minados para los cultivos ilícitos, y ofrece a lascomunidades al menos otra opción que pue-den usar en sus negociaciones con las autori-dades. Debido a que la mayoría de los cultivosilícitos crecen en un contexto político de altatensión social y conflicto armado, los proyec-tos de DA tienen un alto potencial para con-tribuir a la prevención de conflictos y a la cons-trucción de la paz. Por otra parte, el DA podríaadquirir un rol importante –como ha dicho laGTZ– como “precursor del debate sobre las dro-gas” destacando los factores de desarrollo quedeben ser tenidos en cuenta en la elaboraciónde políticas de drogas.

Para preservar las mejores prácticas e impul-sar un papel constructivo en el futuro para elDA en el debate internacional sobre políticasde drogas, el DA tiene que estar inequívoca-mente desligado de la actual escalada de repre-sión contra los cultivos ilícitos. Un punto departida es aceptar las implicaciones de unhecho básico innegable para cualquiera. Tras 25

años de intervenciones por el lado de la ofer-ta, no se ha alcanzado ningún logro de consi-deración a nivel regional o global. Los proyec-tos de DA, así como las operaciones de erra-dicación y la interdicción, han tenido un impac-to local o nacional, han causado desplaza-mientos e interrupciones temporales, pero enel nivel regional y global, el balance oferta-demanda del mercado siempre se ha restable-cido por sí mismo. Como concluye la Comi-sión Interamericana para el Control al Abusode Drogas de la OEA (OEA-CICAD) en suResumen Estadístico sobre Drogas:

“Analizando el área cultivada de coca podemosafirmar que se mantiene casi constante, fluctuan-do alrededor de 200.000 hectáreas en los últimosdiez años.” “Los esfuerzos de erradicación e inter-dicción de dos de los países con mayores cultivosde coca fueron exitosos en el ámbito nacional perono a nivel regional, pues la reducción de los culti-vos en unos países es compensada por el cultivode nuevas áreas en otros países, lo que se cono-ce como ‘efecto globo’. La conclusión general es quea pesar de los esfuerzos de reducción de cultivosde los países productores y de la incautación decocaína, no se ha logrado reducir la producción nila disponibilidad de esta droga para el consumo.”

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Hectáreas cultivadas de coca, 1991 - 2000

Fuente: CICAD

* El dato para 1998, corresponde a la cifra oficial delgobierno colombiano, con base en el Primer Censo Inte-rinstitucional de Cultivos Ilícitos, no incluye la zona de dis-tensión.** Los datos de Colombia para 1999 y 2000 se estimaroncon una nueva metodología por lo que no son compara-bles con los años anteriores.

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Sin condiciones

Si la comunidad internacional pudiera final-mente reconocer los escasos márgenes deintervención política en términos de reducciónglobal de la oferta, y aceptar el hecho de queel fenómeno de los cultivos relacionados condrogas se mantendrá mientras exista unademanda, los países y donantes para progra-mas de DA no tendrían la presión de tener quecumplir con metas de reducción y fechas lími-te. En términos del control global de drogas,no hay ninguna diferencia en dejar a los culti-vadores de coca del Chapare su k’ato (0,16hectáreas) o aceptar, enel Sur de Colombia, losesquemas propuestosoriginalmente de pac-tos sociales entre lascomunidades y lasautoridades localespara tratar de llegar auna reducción del 50%en cinco años.

Es esencial contar concalendarios más realis-tas que permitan unareducción gradual enun periodo de variosaños y mayor compati-bilidad con los planesde desarrollo rurallocal. Un ‘enfoque par-ticipativo’ significa algomás que una simple consulta a las comunida-des sobre sus deseos. Requiere de un diálogoserio en el cual estas comunidades cuenten conla suficiente libertad de acción para la nego-ciación. En el caso de Bolivia y Colombia hasido imposible experimentar con tales esce-narios graduales, a diferencia de la situación porejemplo en Pakistán, Laos o Vietnam, en dondela reducción gradual es una práctica de laestrategia del DA normalmente aceptada.

Se debería generar una confianza mutua sobrela base de que, si el desarrollo no consiguegarantizar condiciones de vida dignas en elperiodo propuesto, se permitirá la existenciade un máximo establecido de cultivos ilícitospor familia para fines de subsistencia. Esto sig-nifica, de hecho, desligar el DA del condicio-

namiento implícito en el ‘enfoque equilibrado’.Se ha condicionado demasiado la ayuda a lareducción de hectáreas, y la idea de que ‘si lazanahoria no funciona lo bastante rápido,entonces les daremos garrote’ ha ganado bas-tante terreno. De cierto modo, desligar el DAde este ‘esquema de política integral’ significaun cambio en lo relativo a quién debe sopor-tar la carga. Las comunidades ya no tendríanque ‘probar su voluntad de sustituir’ sino quelos gobiernos y la comunidad internacionaltendrían que ‘probar la viabilidad de las alter-nativas’ antes de poder exigir a los campesinosy a las comunidades indígenas que pongan en

riesgo las frágiles basesde su economía desupervivencia.

El último documentode la GTZ, Drogas ydesarrollo en AméricaLatina, también reco-mienda la supresión decondiciones como guíapara futuras estrategiade DA: “Lo ideal seríaque la reducción fueravoluntaria o, en segun-do lugar, debería serinducida por el merca-do, como una respues-ta a la caída de los pre-cios o a un cambio en lademanda.”

Reducción del daño en el ladode la producción

La introducción de la noción de Reducción delDaño en el debate sobre políticas de drogas dellado de la oferta puede servir de guía para des-vincular el DA de los componentes represivosdel control de drogas. En el lado del consumo,el concepto Reducción del Daño se ha exten-dido rápidamente estos últimos años, y hoyrepresenta la base de una política de drogasracional y pragmática en casi todos los paísesde Europa y muchos otros en el mundo. En estecaso, la incompatibilidad con los enfoquesrepresivos es obvia y explícita. La desintoxica-ción forzada, el encarcelamiento por el con-sumo individual, la falta de acceso a jeringuillas

Las comunidades ya notendrían que ‘probar su

voluntad de sustituir’ sinoque los gobiernos y la

comunidad internacionaltendrían que ‘probar la

viabilidad de lasalternativas’ antes de poderexigir a los campesinos y alas comunidades indígenas

que pongan en riesgo lasfrágiles bases de su

economía de supervivencia

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limpias o la pena de muerte, no son conside-radas de ningún modo como ‘instrumentocomplementario de una política de control dedrogas integral y equilibrada’ de la cual los pro-gramas de Reducción del Daño son ‘un com-ponente más’. No se intenta conciliar las con-tradicciones obvias pretendiendo ‘separar losinstrumentos dentro de la misma zona de pro-yecto’. Estas se perciben como vías incompa-tibles, en donde la Reducción del Daño asumeexplícitamente una actitud de oposición a larepresión indiscriminada. La Reducción delDaño se ha vuelto, pues, un instrumento efec-tivo, no solamente para reducir el daño que lecausa a los consumidores y a la sociedad engeneral el abuso de las drogas, sino que ade-más, en el debate sobre políticas de drogas, elconcepto pone en cuestión la mentalidad de laGuerra a las Drogas y el discurso de la ‘opcióncero’.

Es hora de aplicar este enfoque más racionaly pragmático también por el lado de la pro-ducción de drogas con el fin de dejar “claro atodo el mundo que el desarrollo alternativo no tienenada que ver con fumigación o erradicación,”como citamos en el comienzo al director dela GTZ, Wolfgang Schmitt. La introducción dela filosofía de la reducción del daño en el sec-tor de la oferta podría abarcar lo siguiente:

• Abandono de la actual obsesión por elrecuento y la reducción del número de hec-táreas, y en su lugar priorizar el objetivo dereducir el daño asociado a la existencia decultivos ilícitos, incluyendo medidas parareducir el daño hecho al medio ambiente eintentos para reducir su contribución en losconflictos armados.

• Apertura de espacios para el diálogo con lascomunidades involucradas –sin la presiónde fechas límite o de la ‘opción cero’– sobresus propios problemas con los cultivos liga-dos a las drogas, dando paso a procesos fle-xibles de reducción gradual y otras vías quecontribuyan a reducir el daño de la mono-dependencia económica o de problemasrelacionados con el abuso local.

• Definición del pequeño cultivador como unavíctima económica que se ha vuelto ‘adicto’al cultivo ilícito para su supervivencia. Del

mismo modo que opera el enfoque de laReducción del Daño para los drogadictos,hay que tratar de ofrecer a los cultivadorescondiciones que les permitan superar lasituación, y cuando éstas no funcionen, nofumigarlos, encarcelarlos o asesinarlos, sinoayudarlos de modo que se reduzca el dañopara ellos mismos y para la sociedad en suconjunto.

• Apoyo a la opción de despenalización de loscultivos ilícitos pequeños –una medida quese debate actualmente en el Congresocolombiano– similar a la despenalización delconsumo individual o de la posesión depequeñas cantidades para uso personal.

• Búsqueda de las posibilidades de ligar direc-tamente la Reducción del Daño en la ofertay la demanda para estimular el debate glo-bal. Por ejemplo, en el marco de un proyec-to de desarrollo alternativo, el látex de opioproveniente de una comunidad indígena enColombia podría servir para los programasde distribución controlada de heroína enSuiza y Holanda.

• Desatanización de algunos aspectos de lasdrogas ilícitas, estableciendo diferenciasentre las sustancias específicas con base enestudios científicos y sus posibles daños ybeneficios. Permitir, por ejemplo, la posibili-dad de exportar productos de coca a losmercados internacionales.

Un debate abierto

Finalmente, lo que se necesita con urgencia escrear un espacio político para abrir un debatefranco y abierto. Un estudio que reevalúe loscostos y beneficios del modus operandi de laactual política de drogas, que examine crítica-mente otros modelos regulatorios de merca-dos potenciales, con libertad para desafiar lasensatez de las convenciones y permita expe-rimentar en la práctica con otros enfoques. Larevisión de los resultados de UNGASS previs-ta para el 2003, ofrecería una buena oportu-nidad para una reflexión global de este tipo.

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Cultivos de coca en la Región Andina

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Perú: ¿Una historia exitosa?

La producción de coca en Perú cayó drásticamen-te de 129.100 hectáreas (1992) a 34.200 (2000). Seatribuyó esta reducción a la estrategia ‘PuenteAéreo’, que interrumpía el transporte aéreo depasta de coca de Perú hacia Colombia. La inter-cepción de aviones supuestamente generó unexcedente de pasta de coca y una caída de preciosen Perú. El PNUFID incorporó a Perú en la lista de‘casos exitosos’, atribuidos al enfoque equilibradoque combina Desarrollo Alternativo (DA) conmedidas represivas.

Perú nunca prohibió legalmente el cultivo de coca,y protegió su consumo tradicional. Sólo se efectuóerradicación manual forzosa entre 1983 y 1989, auna media de 2.600 hectáreas anuales. Las tensio-nes que provocó fortalecieron a las fuerzas insur-gentes, forzando al gobierno a reconsiderar supolítica. Desde entonces, sólo se han realizadoerradicaciones esporádicas –destinadas a suavizarla certificación anual de EEUU–, desencadenandoferoces protestas de los sindicatos campesinos.

En general, los esfuerzos peruanos se concentra-ban sobre todo en DA ‘sin garrote’. En 1981, USAIDinició el primer programa de sustitución de culti-vos en el Valle del Alto Huallaga, donde se con-centraba la mayoría de la coca. Desde 1985, laONU ha participado en programas de DA, unién-dose después otros donantes. Entre 1987 y 1996 seinvirtieron unos $190 millones, sin modificar loscultivos a escala nacional.

Ni el DA ni el Puente Aéreo ofrecen una explicaciónconvincente del colapso de la coca peruana. Lascausas fueron los cambios estructurales en lospatrones regionales del narcotráfico como res-puesta a la presión contra los carteles en Colom-bia, la intensificación de los conflictos armados enPerú y Colombia y un desastre natural. Primero sedesplomó el cartel de Medellín, con un impactoinmediato en los precios en Perú, por la monode-pendencia peruana de compradores colombianos.Los precios de la coca en el Valle del Alto Huallagase precipitaron de $4,52 el kilo de hoja de coca y$2.000 el kilo de pasta de coca en 1987, a $0,76 y$390, respectivamente, en 1990. Con la intensifi-cación de la guerra contra Sendero Luminoso y unbrote del hongo Fusarium Oxysporum entre 1992y 1993, en el valle la coca se redujo de 61.000 (1992)a 28.900 hectáreas (1994).

A finales de 1994, los precios se recuperaron len-tamente. Pero, entre mayo y septiembre de 1995,cayeron de nuevo, la hoja de coca de $3 el kilo a

$0,40, y la pasta de coca de $850 a $100 el kilo. Estasegunda caída coincidió con el desmantelamien-to del cartel de Cali, su atomización en grupospequeños, y la intensificación del conflicto arma-do en Colombia, lo que causó una explosión de lacoca allí. Ambas caídas de precio aumentaron laposibilidad de proyectos de DA exitosos. El DAofrecía a los campesinos una estrategia alternati-va de subsistencia en un momento en el que, detodos modos, tenían que abandonar los cultivos decoca debido a la caída de precios. La interdicciónfortaleció la tendencia declinante, forzando a losincipientes grupos traficantes de Colombia a ase-gurar su abastecimiento cerca de casa.

Con frecuencia se hace referencia a Perú comouna prueba de que las medidas represivas contri-buyen a mejorar las condiciones para proyectos deDA, justificando la necesidad de un ‘enfoque inte-gral’. Efectivamente, la aplicación de la ley fue unode los factores clave para la caída de los precios,pero más que el programa de interdicción perua-no, lo fueron las operaciones contra carteles espe-cíficos en Colombia. Las medidas represivas enotros niveles tienen efectos contrarios. Por ejem-plo, el aumento de las intercepciones de produc-tos refinados incrementa la demanda de materiaprima, estimulando los precios. El principal impac-to de las altas incautaciones de cocaína actuales noes la esperada disminución de su disponibilidad enel mercado del consumo, sino un incremento de laproducción. La erradicación también incrementalos precios de las materias primas y, por eso, tieneun impacto negativo sobre las condiciones paraproyectos de DA.

El nuevo gobierno quiere evitar la erradicación, res-taurar la estabilidad social y las buenas relacionescon los sindicatos campesinos y aumentar lasinversiones en DA, esperando estimular el aban-dono voluntario de los cultivos de coca al reducirlos precios mediante el debilitamiento de grupostraficantes. Sin embargo, las últimas tendencias enPerú indican una recuperación de los precios(ahora en $3,50 p/kg. coca), un incremento de loscultivos de coca (se habla ya de 50.000 ha.), el ini-cio del cultivo de adormidera (unas 1000 ha.) y laconsolidación de grupos peruanos independientesde procesamiento y tráfico con rutas internacio-nales propias. La intensificación de las fumigacio-nes en Colombia y la supresión de la coca ilegal enBolivia pueden dar lugar a un ‘efecto globo’,moviendo la coca de nuevo hacia Perú. La cuestiónes cuánto tiempo se seguirá considerando a Perúcomo un caso exitoso.

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iniciativa de los campesinos e indí-genas del bajo Putumayo y de lasautoridades locales, los municipiosde esta zona amazónica, limítrofe

con Ecuador, propusieron al alto gobiernocolombiano un cese de las fumigaciones a cam-bio de compromisos de erradicación manual delas plantas de hoja de coca. La demanda, lide-rada por Puerto Asís, recogía una vieja reivin-dicación de los cultivadores, que se expresó através de jornadas de protesta como las mar-chas cocaleras de 1996.

Hacia finales del 2000 el gobierno aceptó lapropuesta, circunscribiéndola a este municipio.Simultáneamente se desarrollaban fumigacionesintensivas en el resto del bajo Putumayo y laguerra sucia cobraba una alta cuota de muer-tes violentas a través de masacres selectivas.Por su parte la guerrilla había respondidomeses atrás a la arremetida paramilitar con unparo armado sin dirección política, que culmi-nó en un estruendoso fracaso y en un golpeeconómico y social para sus habitantes.

La propuesta de Puerto Asís, que proponía unproceso gradual de sustitución, fortalecer pro-yectos productivos de mediano y largo plazo,asistencia técnica y capacitación de los cam-pesinos, fue llevada a Bogotá y allí aprobadabajo nuevas condiciones, que plasmaron el fra-casado esquema de medir resultados por elnúmero y rapidez de hectáreas erradicadas.

En efecto, el gobierno impuso dos dinámicas alos cultivadores: plazos de un año para erradi-car toda la coca comprometida en los pactos,bajo la amenaza de ser fumigados si incum-plían, y unas decisiones sobre la política fren-te a los acuerdos, desarrolladas de tal manera,que, en la práctica, terminaron por desmontarla concepción de desarrollo que tenía la pro-puesta originaria de las comunidades.

Decisiones en contravía

En efecto, el gobierno centró sus compromi-sos relevando una propuesta de suministro debienes en donde se concretaba la idea de unaautosuficiencia alimentaria para los firmantes delos pactos. Para ello contrató suministros derecursos por dos millones de pesos para cada

familia firmante, con empresas privadas que lohicieron bajo la denominación de ONG1. Aquíarrancan los primeros problemas con los pactos:

1. Se abandonó el desarrollo de un ejerciciobásico de conocimiento riguroso y detalladodel potencial biofísico de la región, la calidadde suelos y el conocimiento técnico de lavocación agrícola y ambiental de cada subre-gión. Así mismo, no se calculó la capacidad quetiene el área del programa para sostener lapoblación hoy existente y, por tanto, raciona-lizar el uso de los recursos, fenómeno distor-sionado por la economía de la coca. En con-clusión, se ignoró la identificación de las zonasen donde valdría la pena focalizar las inversio-nes en el nivel socioeconómico.

2. Al priorizar el tema de la reducción de lacoca en el menor tiempo posible, se busca afa-nosamente establecer un punto de partidapara contabilizar la fecha de inicio de las erra-dicaciones manuales y garantizar la vigencia delindicador principal de la política antidrogas. Alquedar relegado el tema del desarrollo, las deci-siones quedan atrapadas en los procesos deerradicación, abandonándose, por tanto, todofortalecimiento real de las comunidades haciael mejoramiento social y económico local.Como consecuencia, se debilita la creación deuna identidad sociocultural, de procesos desolidaridad y, sobre todo, se pospone la nece-sidad de crear hechos de confianza entre elEstado y las comunidades bajo el propósito deun desarrollo integral.

3. Con la intervención del Estado central sesepultó lo importante (proyectos de largoplazo) para asumir lo urgente (autosuficienciaalimentaria). La inexistencia de una direcciónde la política para el desarrollo regional encabeza de las instituciones del orden nacional,llevó a que la subsistencia alimentaria terminaraconvertida en un ‘servicio de entregas’.2 Adi-cionalmente, al establecer una relación indivi-dual Estado-familia, fácilmente se presta paraprácticas clientelistas o manejos conflictivos,incrementando el riesgo de usos improducti-vos de dichos bienes, usados como medio deconsumo a través de su venta.3 Por eso lascomunidades han propuesto la necesidad demanejar la autosuficiencia alimentaria a travésde proyectos asociativos.

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4. Sin embargo, ni siquiera la entrega de bie-nes ha sido exitosa: a febrero del 2002, 37.000familias habían firmado pactos en el departa-mento del Putumayo, de las cuales 6.000 per-tenecen al municipio de Puerto Asís. De ellas,sólo 1.800 habían recibido elementos del pro-yecto de seguridad alimentaria, esto es, 4.86%del total de las familias comprometidas en lospactos y sólo un 30% del municipio piloto delos pactos (Puerto Asís). Los primeros pactosse firmaron en diciembre del 2000, lo que quie-re decir que la entrega a ese 4.86% de las fami-lias se ha hecho en un lapso de 14 meses.

5. Finalmente, la inseguridad que crean las con-tinuas amenazas con las fumigaciones y lassituaciones de crisis producidas por las asper-siones por parte de las autoridades antinarcó-ticos, al ser fumigados los pastos que se usanpara alimentar las mismas reses entregadas porel Estado, contribuyen a hacer inconsistente lapolítica alimentaria. Tal situación envía señalescontradictorias a las comunidades.4

¿Y los proyectos productivos?

No han sido decisivos en el proceso de desa-rrollo alternativo, más allá de inversiones paraterminar, con sobrecostos muy altos desde elproyecto original, la planta de transformacióndel palmito, elefante blanco de la administra-ción Samper. Su capacidad es para atender1300 hectáreas, que, a un promedio de doshectáreas por familia, podrían beneficiar a 650,esto es, un 1.75% del total de familias firman-tes de los pactos.

En los proyectos de mediano y largo plazo radi-ca la mayor frustración de las comunidades yel mayor factor de desconfianza frente al Esta-do central. Metieron a los firmantes en la para-fernalia de la entrega de las dádivas, mal lla-madas autosuficiencia alimentaria, sin asumirlos problemas de fondo del desarrollo. Comoconsecuencia, también las demandas sobreasistencia técnica y capacitación de los cam-pesinos quedaron en el limbo, hecho que serefleja en la improvisación del manejo de losbienes entregados a las comunidades: aves decorral, dos reses por familia, sin estar susten-tados en proyectos integrales sino en cosaspara el uso inmediato.

La titulación de tierras se puede considerar elúnico rubro plenamente cumplido por el altogobierno para las comunidades en el marco delos pactos. Los proyectos complementarios,como infraestructura y servicios, se cumplie-ron parcialmente, sobre todo en materia devías, siendo notoriamente superiores a la debi-lidad con que se asumieron las inversiones enproyectos de salud y educación.

Llegados a este punto, los pactos parecieranhaber quedado atrapados en terrenos cena-gosos sin posibilidad de salir a flote: la inexis-tencia de plenas garantías productivas alterna-tivas a la coca hace inviable la erradicación deésta. Pretender que el campesino erradique suprincipal sustento, con una única entrega de900 dólares en especie, es un contrasentido.

Adicionalmente, situados en el contexto de lacrisis en que se han debatido los últimos seismeses de la administración Pastrana por el pro-ceso de paz (hasta su ruptura), a lo cual hancontribuido las guerrillas con sus accionescontra la infraestructura económica y de ser-vicios, la ausencia de reformas económicas ysociales que favorezcan el sector rural máspobre y, sobre todo, la pérdida de capacidadde las instituciones del Estado en zonas comoel Putumayo, ha llevado a una ausencia de con-trol del tema por parte del gobierno central.

Este notorio vacío está siendo llenado por dosdinámicas:

1. Los llamamientos de altos funcionarios delDepartamentos de Estado y de la embajada deEEUU en Bogotá para que se intensifiquen lasfumigaciones a ritmos tales que se neutralicela eventual resiembra de algo más de 150.000hectáreas de ilícitos, en los más de 400.000kilómetros cuadrados de la Amazonía-Orino-quía, en donde se podrían instalar nuevos cul-tivos, necesarios para atender las pérdidas porinterdicción de cocaína y la erradicación for-zosa. El desastre ambiental, tanto por las fumi-gaciones como por las resiembras, no puedeser peor para el país.

2. La exigencia de la USAID, a través de la firmaChemonics, para que los proyectos producti-vos que la comunidad está demandando seantransados a través de la erradicación total de

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los cultivos ilícitos de manera inmediata, esdecir, sin esperar plazos ni más condiciones porfuera de la ‘cero coca’.

Estas dos condiciones, que están dibujando undramático futuro para la región, se producenen el marco de la mayor bancarrota del Esta-do colombiano en cuanto a su política de desa-rrollo alternativo: inexistencia de una políticadirectriz; creación de entidades paralelas al des-prestigiado programa Plante, que son casi siem-pre correas de transmisión del clientelismo yla politiquería para el enriquecimiento privado.Así mismo, la perspectiva se afecta por laincertidumbre que se cierne sobre un proce-so de paz que está en su máxima deslegitima-ción, presionado por una opinión pública quereclama soluciones de fuerza, incluyendo laarticulación de estrategias internas a las seña-les de guerra al terrorismo que promueveWashington.

En este contexto de confusión y soledad paralos habitantes del Bajo Putumayo, la alcaldía dePuerto Asís cree en la necesidad de enviar unaseñal clara a Washington, aceptando la idea deerradicar la coca ya, de modo que se puedamostrar un área significativa sin cultivos ilíci-tos. Nuevamente una medida desesperada antela amenaza inminente de unas fumigaciones queacaban con todo lo verde que haya a su paso,excepto los grupos y organismos armados quesiguen en su guerra, sin considerar a la pobla-ción civil.

El Estado central sigue distante frente al futu-ro de la región mientras se desmorona un pro-ceso piloto cuyos dolientes son las comunida-des y los poderes locales. Ni siquiera la medio-cre gestión de la gobernación del departa-mento del Putumayo, atrincherada en Mocoay signada por la politiquería y el clientelismoen el año electoral, ha dado muestras de asu-mir como suyo el drama de su población

dependiente de los cultivos ilícitos. A pesar deello, Puerto Asís mostró un hecho contun-dente hasta ahora: con todos los errores quese puedan señalar, lograron parar las fumiga-ciones durante 15 meses. Ahora reclaman delos países europeos la necesidad de rescataruna veeduría internacional que verifique dequién es la responsabilidad del incumplimien-to de los pactos: de un gobierno centralistaque, en lugar de fortalecer, castra las dinámi-cas locales o de una comunidad que mostrótener estrategias más audaces para manejar elproblema.

Pero en medio de ambos merodean los hal-cones del Departamento de Defensa y elDepartamento de Estado de EEUU, dispuestosa hacer lo único que saben: fumigar, militarizarlas zonas cocaleras y volver a fumigar, ahorabajo el argumento de combatir las finanzas delterrorismo. Con ello se borran los derechoseconómicos y sociales de los campesinos y sedevalúan los reclamos por los impactosambientales y de salud. No importa que coneso los narcotraficantes colombianos, agrupa-dos en centenares de organizaciones, sigan dis-frutando de un período de paz y buenos nego-cios ilegales desde las ciudades. Gracias al PlanColombia, el problema será con los terroris-tas y no con ellos, ‘hombres de bien’ legaliza-dos y con mucho poder político.

Que fumiguen a los campesinos mientras losnarcotraficantes financian el modelo exitoso dela guerra sucia en Colombia y hacen todo paracontrolar los resultados de las elecciones par-lamentarias del 2002. Que erradiquen la coca,mientras ellos legalizan sus capitales que hacencola en el exterior, buscando retornar al paísuna vez se resuelva el problema de seguridadinterna. Que fumiguen, como hoy se hace conel resto del departamento del Putumayo, inclu-yendo su gente.

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1 Se sospecha que algunos de los contratos con ONG no son otracosa que la devolución, por parte del alto gobierno, de favores aquienes financiaron la campaña electoral ganadora en 1998.

2 Término acuñado por los asistentes a un taller de evaluación de lospactos adelantado en Puerto Asís durante los días 8 y 9 de febre-ro de 2002 con presencia de las autoridades locales y representantesde las comunidades. La responsabilidad de la política recae en pri-mer lugar sobre el programa Plante y en segundo lugar sobre losMinisterios de Agricultura y Ambiente.

3 El cambio de los bienes de la autosuficiencia alimentaria por bebi-das alcohólicas o su venta a mitad de precio o la simple desapari-ción de los mismos como las gallinas, dan cuenta de la falta de pre-visión con que asumió este tipo de acciones.

4 Con las generalizadas fumigaciones de los pastos, los dueños de lasreses se ven forzados a sacarlas hacia otros sitios, incrementandoasí el desorden económico y la incertidumbre social y perdiéndo-se lo que el Estado busca supuestamente construir: una economíalegal alternativa.

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TEXTOS DE REFERENCIA

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• AA; “Erradicación Forzosa y Conflictos”, Revista Interna-cional Acción Andina, n. 4, Acción Andina, Bogotá, julio 2001.

• Blickman, Tom; “Estrategia mundial antidrogas: Barniz de uncolapso”, Revista Internacional Acción Andina, n. 2, junio 1998(www.tni.org/drogas/ungass/ascope.htm).

• Comisión de Estupefacientes (ONU); Seguimiento del Plan deAcción sobre cooperación internacional para la erradicación de loscultivos ilícitos para la producción de drogas y desarrollo alterna-tivo. Informe del Director Ejecutivo. E/CN.7/2002/6, diciembre2001, (www.undcp.org/pdf/document_2001-12-20_1_es.pdf).

• Graham Farrell; “A Global Empirical Review of Drug Crop Era-dication and United Nations’ Crop Substitution and Alterna-tive Development Strategies”, Journal of Drug issues, 28(2), 395-436, 1998.

• GTZ; Drogas y desarrollo – Política, estrategias y experiencias delcontrol de la droga en la cooperación al desarrollo, BMZ/GTZ,abril1998, (www.gtz.de/drogen/ressourcen/drugsp.pdf).

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• Oomen, Joep; “La lucha por el desarrollo”, Drogas y Desarro-llo, n. 23, ENCOD, septiembre 2000, (www.encod.org/dyd-23.htm#analysis).

• PNUFID; Alternative development in the Andean Area. TheUNDCP Experience, Naciones Unidas, Nueva York 2000,(www.undcp.org/pdf/report_2000-07-31_1.pdf).

• Roncken, Theo; “’Air bridge denial’ el éxito de un fracaso”,Revista Internacional Acción Andina, n. 3, agosto 1999,(www.tni.org/drogas/andina/abd.htm).

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• UNGASS; Political Declaration, A/RES/S-20/2, UNGASS, NuevaYork, junio 1998, (www.odccp.org:80/resolution_1998-06-10_1.html)

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INFORMACIÓN EN INTERNET

www.cepes.org.pe/alternativo/proyecto.htmCentro Peruano de Estudios Sociales (CEPES). Excelente pági-na sobre desarrollo alternativo con noticias, información de cul-tivos, estadísticas, bibliografía, documentos en línea, legislaciónperuana y enlaces.

www.cicad.oas.org/es/desarrolloalternativo/principal.htmPágina web sobre desarrollo alternativo de la Comisión Intera-mericana para el control del abuso de drogas (CICAD) de laOrganización de Estados Americanos (OEA).

www.undcp.org/alternative_development.htmlPágina web del PNUFID sobre desarrollo alternativo. Incluye unabase de datos con los proyectos de DA ejecutados por el PNU-FID en el pasado y en la actualidad y una lista de documentos yvínculos a otras páginas.

www.alternative-development.netPágina web oficial de la Conferencia internacional sobre el roldel Desarrollo Alternativo en el control de drogas y la coope-ración para el desarrollo, 7-12 de enero de 2002, Feldafing/ Munich, Alemania. Incluye información sobre los temastratados durante la conferencia, los documentos oficiales–La Declaración de Feldafing y las Conclusiones y Reco-mendaciones de la Conferencia,– notas y ponencias pre-sentadas en los talleres regionales sobre Asia y la RegiónAndina y en las sesiones plenarias –entre los que reco-mendamos los de Martín Jelsma, David Mansfield, FranciscoThoumi y Rita Gebert– y las conclusiones de los gruposde trabajo. También ofrece un foro y una lista de docu-mentos no oficiales ofrecidos por los participantes paraalimentar la discusión.

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El Desarrollo Alternativo, cuyo fin es estimular a loscampesinos a abandonar los cultivos ilícitos, esbuena idea. Su éxito, sin embargo, es escaso.Décadas de esfuerzos para disminuir la ofertaglobal de drogas, mediante una mezcla de represióny desarrollo alternativo, han fracasado.

Este número de Drogas y Conflictos ofrece el análisisque el TNI presentó en la conferencia internacionalconvocada por el gobierno alemán y el programade Naciones Unidas para la FiscalizaciónInternacional de Drogas (PNUFID) para evaluar 25años de desarrollo alternativo, en enero del 2002.

El TNI propone reconceptualizar la estrategia,separando desarrollo alternativo de erradicaciónforzosa y represión y garantizando a los campesinosel apoyo necesario para garantizar un futuroalternativo sostenible. Más aún, nuestros expertosinstan a aplicar el concepto de reducción del dañocomo base para una política de drogas racional ypragmática. Este concepto ya ha sido aplicado conéxito en muchos países, sobre todo en Europa, perohasta ahora sólo desde el lado del consumo. Losautores sostienen que es hora de aplicar estosprincipios a la parte de la producción de la ecuación.

La conferencia en Alemania logró un hitosignificativo al afirmar, en su declaración final, “Eldesarrollo alternativo no debe condicionarse a unaprevia eliminación de los cultivos de drogas, ni debeimponerse a una reducción de éstos mientras loscomponentes lícitos de las estrategias de subsistenciano se hayan consolidado suficientemente.”

Aunque falta un largo camino para lograr políticasde drogas justas y eficaces, esto representa unsustancial viraje, distanciado en gran medida delenfoque ‘garrote y zanahoria’ con el que se hatratado a los campesinos y que tanto ha socavadolos esfuerzos de desarrollo alternativo hasta lafecha.

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El Transnational Institute (TNI)es una red descentralizada deinvestigadores, académicos yescritores del Sur, Europa y Esta-dos Unidos cuyo objetivo es creary promover la cooperación inter-nacional para analizar y buscarposibles soluciones a problemascomo el militarismo y los conflic-tos, pobreza y marginación, injus-ticia social y la degradación delmedio ambiente.

El programa Drogas y Democraciadel TNI analiza, desde 1996, lastendencias de la economía ilegalde las drogas y de las políticas glo-bales sobre drogas, sus causas yefectos en la economía, la paz y lademocracia.

El programa realiza investigacio-nes de campo, promueve el deba-te político, provee información afuncionarios y periodistas, coordi-na campañas internacionales yconferencias, produce artículos ydocumentos de análisis, y mantie-ne un servicio electrónico de infor-mación sobre el tema.

El objetivo del programa y de laserie Drogas y Conflicto es pro-mover una reevaluación de laspolíticas actuales y presionar afavor de políticas basadas en prin-cipios acordes con la reduccióndel daño, el comercio justo, eldesarrollo, la democracia, losderechos humanos, la protecciónde la salud y el medio ambiente yla prevención de conflictos.

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