Desarrollo, Periferia y Semiperiferia - Clacso

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  • Desarrollo, periferia y semiperiferia en la tercera fase de la modernidad global Titulo Domingues, Jos Mauricio - Autor/a; Autor(es)Buenos Aires LugarCLACSO Editorial/Editor2012 FechaColeccin Sur-Sur ColeccinModelos de acumulacin; Economa internacional ; Relaciones Norte-Sur;Capitalismo; Modernidad; Desarrollo econmico y social; Divisin internacional deltrabajo; Amrica Latina; Asia; frica;

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  • DESARROLLO, PERIFERIA Y SEMIPERIFERIA EN LA TERCERA FASE

    DE LA MODERNIDAD GLOBAL

  • Domingues, Jos Mauricio Desarrollo, periferia y semiperiferia en la tercera fase de la

    modernidad global. - 1a ed. - Ciudad Autnoma de Buenos Aires : CLACSO, 2012.

    80 p. ; 25x16 cm. - (Programa Sur-Sur)

    ISBN 978-987-1891-11-5

    1. Desarrollo Regional. 2. Globalizacin. I. Ttulo CDD 338.9

    Otros descriptores asignados por la Biblioteca virtual de CLACSO:Desarrollo econmico y social / Modernidad / Capitalismo / Relaciones Norte-Sur / Economa internacional / Modelos de acumulacin / Divisin internacional del trabajo / Amrica Latina / Asia / frica

  • Coleccin Sur-Sur

    DESARROLLO, PERIFERIA Y SEMIPERIFERIA EN LA TERCERA FASE

    DE LA MODERNIDAD GLOBAL

    Jos Maurcio Domingues

  • Editor Responsable Emir Sader - Secretario Ejecutivo

    Coordinador Acadmico Pablo Gentili - Secretario Ejecutivo Adjunto

    Programa Sur-Sur

    Coordinadora Carolina Mera | Coordinadora del rea de Relaciones Internacionales de CLACSOAsistencia acadmica Mara Victoria Mutti

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    Produccin Fluxus Estudio

    Arte de tapa Ignacio Solveyra

    Impresin Grfica Laf SRL

    Primera edicinDesarrollo, periferia y semiperiferia en la tercera fase de la modernidad global(Buenos Aires: CLACSO, septiembre de 2012)

    ISBN 978-987-1891-11-5 Consejo Latinoamericano de Ciencias SocialesQueda hecho el depsito que establece la Ley 11.723.

    CLACSOConsejo Latinoamericano de Ciencias Sociales - Conselho Latino-americano de Cincias SociaisEstados Unidos 1168 | C1101AAX Ciudad de Buenos Aires, ArgentinaTel. [54 11] 4304 9145 | Fax [54 11] 4305 0875 | |

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  • nDice

    introduccin 9

    captulo iCapitalismo y desarrollo 15

    captulo iiPeriferia y semiperiferia en el contexto global 23

    captulo iiiLa ubicacin de los pases perifricos y semiperifricos en el sistema capitalista global 45

    conclusiones 53

    Referencias bibliogrficas 65

  • 9intRoDuccin

    El tEma dEl dEsarrollo volvi, casi de golpe pero inevita-blemente, a ser importante para amrica latina, mientras frica se recupera de unas dcadas muy difciles y algunas regiones de asia pa-recen cambiar totalmente como se suele decir su estructura interna e insercin en la economa mundial. El objeto de este texto es analizar estas cuestiones e indagar acerca del desarrollo en estas regiones, que se ubican en la periferia y la semiperiferia del sistema global. Para hacerlo eleg algunos pases, de modo que el anlisis se pueda profun-dizar. su direccin es, sin embargo, decididamente terica y en cierta medida normativa.

    No sobran dudas de que el desarrollo es un tema amplio, y que las ltimas dcadas vieron agregarse a su discusin muchas dimen-siones que estaban ausentes en el perodo en que las cuestiones que quiero estudiar ac se hicieron centrales por primera vez. desarrollo humano y desarrollo sostenible son solamente dos de ellas que se pueden mencionar en este sentido, en referencia al tema neoliberal

    * Este trabajo es fruto de una beca de investigacin del programa sur-sur de ClaC-so-asdi, 2010-2011, y agradezco mucho que me haya sido concedida. agradezco, adems, los comentarios de los evaluadores del programa y a Beatriz silveira de Castro por la revisin inicial del castellano.

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    de capital social y de capital humano, sin hablar de desarrollo alternativo o incluso de alternativas al desarrollo, que pretenden ser ya un nuevo direccionamiento a la discusin (Nederveen Pieterse, 2001; domingues, 2011b); o incluso de propuestas latinoamericanas ms recientes vinculadas a los planteamientos del buen vivir o vivir bien. Es decir, la tematizacin del desarrollo en tanto tal es necesaria, y en definitiva quiero abordar someramente estas ltimas cuestiones, que involucran no slo el tema de la naturaleza como tambin defi-niciones culturales que se vinculan a la manera en que pensamos la civilizacin moderna y las alternativas a ella, al menos en la forma que asume hoy. me detendr brevemente, adems, sobre el desarrollo como libertad, planteado por sen, el cual tiene un claro ncleo neoli-beral. El hilo conductor de mi anlisis se constituir en la cuestin del desarrollo, tal como fue pensado, en parte, entre los aos cincuenta y los ochenta durante la crisis del capitalismo, del keynesianismo y del desarrollismo; as como el ascenso del neoliberalismo y una nueva re-volucin tcnico cientfica sacaron de la escena los intentos de superar la brecha entre dichos pases desarrollados y los no desarrollados. Es-tos temas siguen siendo importantes, cruciales. la situacin contem-pornea es, sin embargo, con sus cambios y especificidades, lo que me importa estudiar ac, aunque la trayectoria histrica de los pases so-bre los cuales nos detendremos sea de suma relevancia para analizar y evaluar su presente, en su insercin en lo que quiero definir como el patrn flexible y polarizado de acumulacin del capital del mundo contemporneo. Es verdad que gran parte de la discusin sobre el desarrollo tuvo la impronta de los organismos financieros internacio-nales, en particular del Banco mundial, con fuerte influencia de los pases centrales, especialmente Estados Unidos, como varios estudios intentaron demostrar (Escobar, 1995; Goldman, 2006; Pereira, 2011). Pero de ninguna manera se puede reducir la evolucin histrica del debate y de los enfrentamientos polticos a esta corriente particular, sea en amrica latina, sea en asia o frica, como los casos estudiados a continuacin clarifican, lo que se refleja en teorizaciones alternati-vas en las cuales la antigua Comisin Econmica para amrica latina (CEPal) de las organizacin de las Naciones Unidas (oNU) jug un rol fundamental, con gran autonoma de pensamiento y accin.

    desde el punto de vista terico, me basar directamente en tres corrientes, algunas ms antiguas, otras ms recientes. la primera es la teora de la dependencia, cuya mezcla de herencias marxista y de las teoras de la antigua CEPal sigue siendo de extremada relevancia, al menos a mi juicio; aunque en las ltimas dcadas haya sido en gran medida olvidada. la obra de Cardoso y Faletto, en particular, estar en foco en el presente trabajo. algunos de sus elementos fueron reto-

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    mados de manera bastante distinta por la teora de los sistemas mun-diales, la cual no quiero discutir en detalle, pero que ser analizada en lo que hace a la recuperacin de algunos aspectos especficos de las teoras de origen cepalino y de la dependencia. la segunda es la teo-ra de la regulacin francesa, cuyos autores retoman tambin algunos elementos de aquellas teoras latinoamericanas, aunque siguiendo sus propios caminos. Por fin, la sociologa comparada del desarrollo, y en particular la obra de Peter Evans, nos ayudar a refinar el anlisis de nuestro tema.

    Una tesis ms general, que plante en trabajos anteriores, es que hoy vivimos en la tercera fase de la modernidad. mientras la primera se caracteriz por ser liberal restricta, con el mercado jugando un rol central en su definicin, al menos como un horizonte de expectati-vas; la segunda tuvo en el Estado un elemento central y, en lo que nos concierne ms de cerca aqu, una palanca crucial para el desarrollo econmico. En la primera fase, el mercado, basado en el intercambio voluntario, deba en principio coordinar la vida econmica, pero eso se demostr demasiado estrecho y flojo una vez que las formas de regulacin que este principio de organizacin, y el mecanismo de coor-dinacin en que se basa, demostraron ser manifiestamente deficientes. El Estado fue, entonces, convocado para arreglar la situacin, lo que se aplic muy bien durante gran parte del siglo XX. la complejiza-cin de la vida social, con un creciente pluralismo y heterogeneidad en todas las esferas, gener problemas insuperables para los modelos de desarrollo de la segunda fase de la modernidad. El Estado, con su principio jerrquico de organizacin de la vida social, basado en el comando como mecanismo de coordinacin, se hizo demasiado torpe para lidiar con este grado de complejidad ms alto. as, desde fines de los ochenta, el principio de organizacin en red, basado en el meca-nismo de la colaboracin voluntaria y en proyectos comunes, se volvi cada vez ms central para la coordinacin de la vida econmica, sobre todo en los sectores ms adelantados cientfica y tecnolgicamente. Por supuesto, utilizo los conceptos de mercado, jerarqua y red con un significado analtico: en situaciones concretas los encontramos mez-clados en las interacciones que se despliegan en la vida social (domin-gues, 2002: cap. 8; y 2009). adems, contra las tesis de la teora de la modernizacin, debe pensarse que los procesos de modernizacin que se despliegan mundialmente, despus de haber emergido en Europa, son contingentes y llevados a cabo por subjetividades colectivas varia-blemente (des)centradas, es decir, con ms o menos organizacin e identidad, ergo intencionalidad (domingues, 20011a y 2012). El desa-rrollo, o mejor, las diversas formas y direcciones del desarrollo consti-tuyen justamente un tipo o tipos particulares de giros modernizadores,

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    que conllevan formas de coordinacin, como as conflictos, adems de competencias en diversas dimensiones.

    todos estos son los conceptos sociolgicos generales que plasm para tratar de debatir sobre lo que suele definirse como estructura y accin, o para asir la evolucin de la modernidad en particular fue-ron elaborados en publicaciones anteriores citadas, as como en otros trabajos. subjetividad colectiva una manera especfica de concebir a los sistemas sociales como colectividades con una causalidad propia que se ejerce sobre otras colectividades, interactivamente es el ms general. sus niveles variables de (des)centramiento los alejan de una reproduccin directa de lo que en general se considera en relacin a los individuos, aunque desde inicios del siglo XX se los ve de manera ms matizada. los principios de organizacin y los mecanismos de coor-dinacin son ms especficos, pero tienen tambin carcter universal, mientras las fases de la modernidad se refieren a esta civilizacin en particular, en su multidimensionalidad, asumiendo, desde un ncleo comn, caractersticas propias en diferentes pases y regiones, en par-te debido a como se tejen por medio de aquellos giros modernizadores lanzados por subjetividades colectivas especficas, los busquen de ma-nera centrada con proyecto claros, por veces configurando verdaderas ofensivas modernizadoras o no. Es menester aadir que todos los prin-cipios de organizacin se encuentran en las relaciones internas y exter-nas de todas las subjetividades colectivas por ejemplo, el jerrquico es sumamente central para el Estado (el cual utiliza tambin el mercado, y cada vez ms la red), y tambin est presente en las empresas y otros sistemas sociales (como la familia patriarcal).

    as que es necesario comprender las caractersticas y la posicin de lo que se llama usualmente sur global como el otro lado del ca-pitalismo en red, posfordista, de acumulacin flexible, que hace un par de dcadas es dominante en los pases ms adelantados econ-micamente, en los cuales adems la microelectrnica, la informtica y las telecomunicaciones comandan el proceso de acumulacin con grandes inversiones en ciencia y tecnologa (C&t) e investigacin y desarrollo (i&d), al tiempo que se afirm el predominio del capital financiero y una integracin global se hizo todava ms fuerte (ver: Harvey, 1990; Castells, 2000). mucho se ha escrito sobre pases emer-gentes, acerca de cambios de alcance universal y sobre el fin de la pe-riferia y el centro; pero los anlisis son extremadamente pobres desde un punto de vista terico, como si hubiera un bloqueo intelectual que no nos permite enfrentar estos desafos. lo que me interesa es, por consiguiente, contribuir para superar estas limitaciones, atento a las crticas al desarrollo, pero sin suponer en absoluto que se trata de un tema ya superado y que debera ser, incluso, rechazado.

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    Este trabajo est dividido en tres captulos y una conclusin: en el primero, voy a deslindar las corrientes tericas que present arriba, poniendo en tela de juicio sus conceptos principales y revisndolos de modo de tornarlos productivos para la discusin de los casos concre-tos y contemporneos, que figuran en la discusin del segundo captu-lo. Estos son: Brasil y argentina en amrica latina, China e india en asia, angola y mozambique en frica. se podrn sacar de su anlisis, dentro de cada regin como entre las tres regiones, algunos contrastes interesantes. sin embargo, fueron incluidos otros pases, con el objeto de ampliar el foco de la discusin y rehuir de percepciones sobre cada regin que podran llevar a una mirada simplificada y sesgada de cada una de ellas. En el tercer captulo se ubicar ms directamente a cada pas en el sistema econmico global. Cierra el texto la conclusin, en la cual se retomar tanto la discusin terica en vista de los casos in-vestigados como en qu temas de carcter normativo y programtico se presentarn, tratando cuestiones ms amplias del desarrollo.

    Hoy es usual hablar de pases emergentes o de BriCs, clasi-ficaciones que llevan la impronta de los organismos financieros inter-nacionales y las agencias de anlisis de riesgo que tanta centralidad adquirieron en las ltimas dcadas de financerizacin del capitalismo. Este texto sigue una direccin fundamentalmente distinta, y pone en tela de juicio los lmites de este tipo de caracterizacin, que adems oculta ideolgicamente las desigualdades y el desarrollo desigual y combinado del capitalismo, hoy y siempre. Es el tema de la semiperi-feria el que debe ser focalizado cuando se investigan este tipo de cues-tiones, puesto que realmente hay transformaciones significativas en curso, sin cambiar los marcos bsicos en que evoluciona la economa global. Por eso, si tanto la periferia como la semiperiferia comparecen a estas pginas, es la ltima la que plantea los problemas tericos y prcticos ms sutiles de nuestros das y, por lo tanto, demanda ms atencin de nuestros esfuerzos conceptuales.

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    CAPTuLO 1

    capitalisMo y DesaRRollo

    la tEora dE la rEGUlaCiN naci como una manera de volver a la discusin del capitalismo, en un momento en que el marxismo ya no pareca brindar respuestas a su desarrollo. sin embargo, hay elementos marxistas muy fuertes en esa escuela, aunque el keynesia-nismo est presente en algunas de sus perspectivas y la teora del valor trabajo no sea compartida por muchos de sus miembros. de todos modos, fue un concepto extrado de la obra de antonio Gramsci el que los hizo conocidos: el fordismo, que el autor italiano haba analizado de manera tan brillante en sus inicios en Estados Unidos, subrayan-do cuestiones culturales y disciplinares con la genial idea de que en aquel pas la hegemona nace en la fbrica, pero tambin analizando de modo pionero la mezcla de produccin en masa y un nuevo patrn de consumo, mucho ms intenso y abarcativo que cualquier otro, has-ta entonces, establecido por el capitalismo. Eso fue retomado por los autores franceses, algunas dcadas ms tarde, en conjuncin con la emergencia de un capitalismo regulado por el Estado en los marcos de las doctrinas keynesianas, por ende, el trabajo de aglietta (1976) fue la primera expresin fundamental. la crtica de la teora neoclsica del equilibrio y la tesis de que todos los equilibrios parciales, concretos y provisorios son fruto de una cristalizacin de la resolucin de con-flictos entre los actores sociales se destacan, tambin, en la discusin

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    de los autores que se vinculan a esta escuela. de a poco emergi una consistente agenda de investigacin. inicialmente centrada en el desa-rrollo de los capitalismos nacionales regulados, en este sentido con un tipo de preocupacin tpicamente francesa acerca de lo que ocurre dentro de las fronteras de cada pas pero compartida, ms general-mente, en aquel momento; en seguida se desplaz haca el tema de la desestructuracin de este patrn y su sustitucin por el posfordismo con su produccin flexible, ya no de masas, la cual busca productos especficos para consumidores especficos. lo importante es discutir los aportes principales de los regulacionistas franceses a la compren-sin del capitalismo y, en particular, algunas ideas suyas sobre centro/periferia y desarrollo/subdesarrollo.

    Boyer, de hecho hoy en da el organizador de la escuela regulacio-nista, propuso una sntesis de esta teora y de sus principales instru-mentos analticos, a la cual se pueden aadir algunos elementos ms recientes sobre los que l avanz, en colaboracin con otros investiga-dores. Ellos se preguntan sobre los hechos que subyacen a la estabili-dad y a la crisis, al crecimiento y a su estancamiento, y de ah derivan algunas nociones intermedias fundamentales. El modo de desarro-llo es la ms importante de ellas, la cual se descompone en otras dos, subordinadas, que son el rgimen de acumulacin y el modo de re-gulacin. El primero garantiza una acumulacin tranquila, mientras dure. sus elementos son regmenes monetarios, relaciones salariales, competencia, maneras de insercin en la economa global y formas del Estado. El segundo conduce el proceso de acumulacin a travs de procedimientos y patrones de comportamiento, de cuo formal, a veces codificados legalmente, a veces no. El progreso tcnico y la inversin en investigacin y desarrollo se volvieron ms importantes para la teora, como tambin las formas de organizacin de la produc-cin, sobre todo con los desarrollos ms recientes del capitalismo y su patrn de acumulacin flexible. tambin es crucial para la teora la doble posibilidad de una acumulacin de cuo intensivo o extensi-vo, que depende de la relacin entre capital y trabajo, implicando, en el primer caso, una ampliacin de la masa salarial y la incorporacin mayscula de los trabajadores al patrn de consumo y, en el segun-do, la necesidad de apertura de nuevos mercados, con salarios ms comprimidos, una vez que los trabajadores de un pas o regin no tengan los medios para consumirlos en proporciones adecuadas. En el marco de la discusin del desarrollo/subdesarrollo y de la relacin centro/periferia, y con la colaboracin de algunos economistas lati-noamericanos, el tema de la existencia de lo que los tericos marxistas llamaron departamento i de la produccin industrial, es decir, de me-dios de produccin bienes de capital, materia primas e intermedias,

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    adems por supuesto de un departamento ii, de bienes de consumo, devino decisivo para clasificar un pas como desarrollado o no (Boyer, 1986: 60-4 y 104; Boyer y saillard, 2002). Es importante subrayar que otros autores, no vinculados a la escuela, teorizaron acerca de un de-partamento iii, que se refiere sobre todo a la produccin de bienes de consumo para las capas medias superiores y las clases dominantes del capitalismo, mientras otros lo ubican en la produccin de armamen-tos (mandel, 1975: caps. 1 y 4).

    la teora de la dependencia se compone, en verdad, de una plura-lidad de aportes que tienen en comn la identificacin de una posicin subordinada y retrasada en el contexto internacional de una variedad de pases que luchaban para superar esas limitaciones. Fue tambin sobre todo una corriente latinoamericana, con predominancia de los brasileos en la discusin. marxistas como ruy mauro marini y theotonio dos santos, eclticos como andre Gunder Frank e incluso liberales como Hlio Jaguaribe, presentaron sus propias versiones de la teora (devs valds, 2003; roitman rosenmann, 2008). me con-centrar en la contribucin de Cardoso y Faletto, que brinda algunas precisiones conceptuales y una interpretacin de la situacin de de-pendencia en que los procesos internos de cada pas, y las coaliciones que en ellos se establecen, son fundamentales para su desarrollo.

    Cardoso y Faletto (1972: 22-8) propusieron una distincin entre desarrollo/subdesarrollo, centro/periferia y autonoma/dependencia. El primer par de conceptos estara, dentro de una comparacin entre pases, definido por el grado de diferenciacin interna de las econo-mas de cada uno de ellos, siendo subdesarrollados aquellos menos diferenciados. El segundo par es concerniente a la funcin que juega cada pas en el proceso econmico internacional. Produccin indus-trial y produccin agrcola, as como la minera, en aquel entonces, cubran el limitado gradiente de posibilidades en ese sentido. El lti-mo par se refiere a la capacidad de autodeterminacin, o a su ausen-cia, que cada uno de ellos puede ejercer en relacin a fuerzas externas. En general, no es esta una precisin que se encuentre presente en mu-chos anlisis, derivando de las discusiones y del estructuralismo cepa-linos, pero avanzando ms all de lo que se puede encontrar en ellas. El marxismo asoma en la teora, en particular, cuando se introducen las coaliciones que en cada pas se organizan para llegar al poder y prestar direccin a los temas econmicos. as es que, en algunos pa-ses latinoamericanos, predominaron las coaliciones controladas por los terratenientes con gran influencia externa, en especial en aquellos en que los enclaves de explotacin mineral eran cruciales; mientras en otros predomin una alianza entre la burguesa en ascenso, las capas medias y los sectores populares, en particular los trabajadores

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    urbanos, que tuvo xito en impulsar, desde el Estado, nuevas polticas econmicas industrializadoras. Por lo tanto, no hubo una respuesta automtica a lo que se desplegaba desde afuera, sino una gama de posibilidades y medidas, decididas polticamente, dentro de los condi-cionamientos que la situacin general impona, por supuesto. la ca-pacidad de las lites de captar, en forma subordinada, a los sectores obreros para un proyecto de cambio moderado, se presentaba como una variable fundamental para que un pas lograra desarrollarse o no (Cardoso y Faletto, 1972: caps. 3-5). Pero esos fueron proyectos de autonomizacin y desarrollo que encontraron sus lmites en las dificultades de crecimiento, de los cuales los aos sesenta fueron tes-tigo. muchos autores en aquellos aos hablaban de una inevitable es-tagnacin del desarrollo latinoamericano, aunque el debate termin por volverse candente (serra, 1976). Uno de los mritos del trabajo de Cardoso y Faletto (1972: cap. 6) fue, exactamente, reconocer una posi-bilidad de desarrollo dependiente y asociado que no era esperada segn el canon de las teoras de la dependencia de la poca, una vez que muchos imaginaban que solamente con la ruptura con el imperia-lismo sera posible desarrollar la periferia.

    Pese a que Cardoso (1975) despus ubicara su discusin directa-mente en el marco de la teora del imperialismo, l y Faletto tuvieron la capacidad de percatarse de algo que en aqul escenario era bas-tante novedoso. sin embargo, no sacaron conceptualmente todas las conclusiones de ese cambio en trminos de las funciones que cada pas desempeaba en la economa mundial, con un grado ms alto de diferenciacin de su economa, aunque no se movan al centro del sistema. Wallerstein (1975 y 1984), en particular, con la introduccin del concepto de semiperiferia logr asir este cambio emprico en el plano terico (si bien tambin lo proyecta para atrs), ubicando en el sistema mundial a pases cuya estructura productiva se acercara a la de los Estados (no los pases, segn su visin) nucleares del capitalismo, dejando la periferia para avanzar en su desarrollo, en forma subordinada y muy inestable. Para l, la semiperiferia no sera una posicin fija, sino ms bien un punto en el ascenso/descenso de los pases en la divisin internacional del trabajo. Chase-dunn (1998: 202-228 ss. y 269) plante que esas posiciones se ponen en un conti-nuum, definido por las actividades intensivas del capital y del trabajo en cada uno de los bordes, con el Producto Bruto Nacional (PBN) como una medida aproximada de esta ubicacin, aunque haya que estar atento sobre los desvos de productores de commodities suma-mente valoradas, en particular el petrleo, que proporciona ingre-sos altos con baja diferenciacin interna y poca agregacin de valor. otros enfatizan que la semiperiferia tiene una persistencia bastante

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    ms grande, y funciones propias, distintamente de lo que original-mente propuso Wallerstein (lange, 2009).

    aunque atenta a algunos de los problemas planteados por las teo-ras de la dependencia, al menos al inicio, otra vertiente sociolgica sobre el desarrollo estuvo en evidencia desde fines de los setenta, co-mnmente asociada al trabajo de Evans. la influencia weberiana es bastante evidente en su aporte, que busc en la burocracia y sus re-laciones con la sociedad la clave para aclarar el xito o fracaso de los procesos de desarrollo. l se inspir parcialmente tambin en la obra de Johnson (1982: 18-21 ss. y 305-6, especialmente) sobre el modelo japons y el rol del ministerio del Comercio Exterior y de la industria en su despliegue. Johnson distingui el modelo japons del modelo estadounidense: el segundo se contentaba en ser un Estado regulato-rio de la competencia; el primero, al cual no le importaba eso, se con-centraba en metas sustantivas, lo que conllevaba una poltica indus-trial fuerte; aunque desde la dcada de los setenta se haya hecho un cambio de rumbo hacia un modelo regulatorio. El modelo de metas sustantivas conform al Estado desarrollista, buscando el crecimiento econmico rpido. su lema era efectividad; no eficiencia como en el caso del modelo regulatorio.

    Para Evans (1995: 10-5, 44-5 ss. y caps. 4-6, especialmente) la cuestin no era si intervena o no el Estado, sino cmo lo haca. Junto al anlisis de los casos de Corea, Brasil, india y Zaire, dibuja una tipo-loga bsica en la que opone el Estado predador al Estado desarro-llista. ste facilita el desarrollo, aqul lo impide. mientras el Estado predador no tiene propiamente una burocracia, al menos no se trata de una burocracia racional-legal, y los ocupantes de posiciones en l las utilizan para sacar recursos para ellos mismos, el Estado desarro-llista, en su expresin ideal-tpica, de rara ocurrencia, cuenta con una burocracia que es al tiempo autnoma, con coherencia corporativa, y vinculada por lazos sociales a los industrialistas (es lo que l llama embedded autonomy). Corea ejemplifica el Estado desarrollista (asi-mismo taiwn), Zaire el predador. Brasil e india no se califican de hecho, puesto que estn lejos del tipo ideal desarrollista, aunque no se los pueda clasificar como Estados predadores. En Corea, por lo tanto, el Estado jugaba cuatro roles: de custodio (custodian), ms en un registro regulatorio; de demiurgo, volcado a la produccin en tanto tal; de partera, auxiliando la emergencia de grupos econmicos y direccionndolos a nuevas actividades; y de pastor (husbandry), im-pulsando a los grupos a dedicarse a los retos definidos por el Estado y a esforzarse para alcanzar sus metas y patrones. Kohli (2004: 2, 16 ss. y 372-417) intent enriquecer el argumento pero en verdad lo simpli-fic. l propuso la tesis de que los Estados capitalistas cohesivos, en

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    general autoritarios, son ms propensos al crecimiento, movilizando factores de produccin, dirigiendo al capital y domesticando el traba-jo, aunque meramente el autoritarismo no sea suficiente para alcan-zar el desarrollo econmico. de nuevo surge Corea como el pas que encaja con el tipo ideal planteado, Brasil e india quedan a medio ca-mino, mientras Nigeria claramente expresa el tipo neopatrimonial y no modernizador.

    antes de demostrar la productividad de estos conceptos, quiero aadir solamente una precisin sobre la idea de patrimonialismo, es decir, la apropiacin de los recursos estatales por los grupos que lo controlan, configurando hoy lo que se clasifica en general como corrupcin, una vez que un Estado moderno debera normativamente desechar esta posibilidad: que no se pueda combinar con el desarrollo es una tesis equivocada. adems, una burocracia de tipo ideal, pura y limpia como cristal, es difcil de encontrar en cualquier parte. Eisen-satdt (1973) ya haba llamado la atencin sobre los Estados neopatri-moniales que son de hecho modernizadores, pero que, curiosamente, los haba opuesto a la idea de Estado nacin. El concepto de patrimo-nialismo deriva de Weber (1980), para quien conforma una forma de dominacin basada en el control de los aparatos de poder y la ex-traccin de recursos por quienes lo detentan, oponindolos a la forma carismtica y, en especial, a la racional-legal, que sera tpica de la modernidad. En esta, a la burocracia y a los polticos no le permite formalmente la mistura de lo pblico y lo privado que es la marca de aquellas. Hay que subrayar que seran tipos ideales, puros, construi-dos por una exageracin de rasgos que se encuentran en la realidad de manera impura, lo que conceptualiza Weber: concretamente pueden encontrarse mezclados, aunque las formas de legitimacin no nece-sariamente permitan el reconocimiento de ciertos tipos, como es el caso del tipo patrimonial en principios de la modernidad. mientras el patrimonialismo sera para Weber legitimado por el pasado y su re-produccin, para Eisenstadt puede vincularse el neopatrimonialismo al futuro y al cambio social.

    Hay, sin embargo, que ir ms lejos. los rasgos racional-legales y patrimoniales del Estado, analticamente definidos y no segn la me-todologa de los tipos ideales, demasiado rgida y con el potencial de reificar ideolgicamente la modernidad y sus formas de dominacin, se encuentran en todos los Estados del pasado y del presente. los en-contraremos, probablemente, en el futuro, mientras exista el Estado, involucrando adems a actores privados bajo economas capitalistas, con predominio de los agentes estatales o privados, en contra de lo que autores liberales suelen creer y argumentar, aparte de servir como consigna para la disminucin del Estado. El peso que tiene el elemento

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    patrimonial en cada uno y como lo controlan o de l se aprovechan los distintos sectores de la poblacin, en contrapartida, vara mucho de Estado a Estado, dependiendo de los casos concretos y de la trayecto-ria de cada pas en la modernidad. No se trata, por supuesto, de defen-der o elogiar estos rasgos patrimoniales, que se contraponen al control democrtico de la gestin estatal, que debe responder universalmente a la ciudadana, ni de negar los problemas que su radicalizacin suele generar para el desarrollo, pero s de ubicarlo conceptual y concreta-mente de manera adecuada en las sociedades contemporneas.

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    CAPTuLO II

    peRifeRia y seMipeRifeRia en el contexto global

    EN EstE CaPtUlo vamos a tENEr la oportunidad de analizar algunos pases que se ubican en la periferia y la semiperiferia del sis-tema global. Empezaremos con angola y mozambique en frica, con-tinuaremos por Brasil y argentina (con limitada atencin a mxico, Bolivia, venezuela y Chile) en amrica latina, y terminaremos con una investigacin sobre india (con menciones, adems, a Pakistn y Bangladesh) y China (con un breve contrapunto con vietnam).

    angola y MozaMbiqueangola es, hoy, uno de los pases en el mundo donde ms visiblemente se destaca el Estado rentista, cuya riqueza est asentada en el petr-leo, abundante en su territorio, y tambin, aunque en mucha menor medida, en la extraccin de diamantes. se trata de un Estado con muy fuertes rasgos neopatrimoniales que, de hecho, no busca el desarrollo; en particular en trminos de diversificacin productiva. Pero eso no ocurre porque sea tradicional, sino ms bien en funcin de concen-trar las rentas de estos recursos no renovables en las manos de una parte reducida de la poblacin, en una situacin en que la tradicin en tanto tal ya no existe, puesto que angola es claramente parte de la civilizacin moderna global, mezclada a sus herencias africanas, con

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    sus giros modernizadores especficos, que la dejan estancada en la explotacin del petrleo, la concentracin de la riqueza y la pobreza de su poblacin (abreu, 2006).

    Este pas tiene una de las mejores distribuciones de recursos na-turales de frica, que incluyen no slo el petrleo y los diamantes, sino tambin otros minerales, un suelo rico para la agricultura y gran potencialidad hidroelctrica. sin embargo, desde la independencia de Portugal, la cual se gan por medio de una dura guerra civil, una de-clinacin continua ocurri hasta hace poco, en la cual angola pas de la autosuficiencia alimentaria a la necesidad de importar alimentos, con sus ciudades henchidas y sus servicios pblicos en decadencia. El alza de los precios de los commodities en la ltima dcada ayud a contener este descenso, pero para su poblacin en general la situacin no mejor mucho. En un sentido, la idea de una enfermedad holan-desa es bastante creble en el caso de angola; creadas las condiciones para la corrupcin, la mala administracin e incluso la guerra civil en que los diversos grupos peleaban para mantener o alcanzar el control de los abundantes recursos naturales, con los cuales adems financia-ban, en un crculo vicioso, su fuerza militar (Hodges, 2001: 1, 2, 135 y 167; Chabal y vidal, 2008).

    tras casi una dcada de experimentos con el modelo sovitico de concentracin de la economa en manos del Estado, desde el inicio de los noventa, se plante un giro hacia el mercado, al tiempo que se ha-can esfuerzos para terminar la guerra civil entre el gobierno del mo-vimiento Popular para la liberacin de angola (mPla), apoyado por los soviticos y los cubanos, y la Unin Nacional para la liberacin total de angola (UNita), apoyada por Estados Unidos y sudfrica. Basado en las reas urbanas, el mPla no se preocup en ayudar a la poblacin rural, que sufri y se pauperiz sobremanera con la gue-rra civil. de hecho, todava bajo el incipiente sistema socialista, en desmedro de la ideologa marxista leninista oficial, se afirm un po-deroso grupo dirigente centrado en luanda, la capital del pas, y vin-culado a familias creoles afroportuguesas que nunca dejaron de tener poder, incluso bajo el sistema colonial. los recursos naturales fueron, cada vez ms, utilizados para concentrar la riqueza, con la mediacin del Estado, en esta colectividad. a la educacin y la salud, incluso a las pblicas, se restringieron al punto de atenderlas por medio de una fundacin presidencial (privada), ofreciendo servicios a los pobres como si se tratara de una ddiva. desde el principio la concentracin del poder fue muy grande, y el presidencialismo siempre se mostr central para el funcionamiento del sistema, lo que le dio condicio-nes para desplegar fuertes estrategias de cooptacin, incluso de los militares, en parte por las concesiones de extraccin de diamantes.

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    de hecho, la exploracin de petrleo en angola, la mayor parte de ella offshore, es decir, ms de 95%, estableci un enclave que poco tiene que ver con el resto de la economa del pas. sta conforma un monopolio estatal que, por absoluta falta de condiciones tcnicas es, sin embargo, manejado por firmas extranjeras, con lazos mnimos con el resto de la economa y evidenciando muy poca capacidad de impulso, ya que todo es importado y la produccin del pas expor-tada. mientras a las compaas no les importa lo que pasa con las ganancias que generan para el Estado, la clase dominante vinculada directamente a l, y bajo el comando directo del presidente, se apro-pia de esta riqueza, con el resultado de que los ricos se vuelven cada vez ms ricos y los pobres cada vez ms pobres. Por otra parte, los empresarios que surgieron explotando la mano de obra barata de an-gola o son antiguos servidores del Estado o los que se enriquecieron durante la guerra, como tambin con el proceso extremadamente co-rrupto y clientelar de privatizacin (sobre todo, por supuesto, de las telecomunicaciones y otros componentes de la infraestructura). la agricultura es abrumadoramente dbil: casi toda la comida consumi-da en angola depende de la importacin. Por si eso fuera poco, como un enclave verdaderamente separado del resto del pas, la seguridad de la extraccin petrolera es garantizada por firmas transnacionales de mercenarios (aunque no est de moda utilizar esta terminologa) pagos con los recursos de la propia actividad que vigilan conforman-do un modelo original, que es exportado a otras partes de frica y del mundo, por ejemplo, irak. (Hodges, 2001: 10-54 y 129-38; Pestana, 2005: 201-2; Ferguson, 2007: 200; Chabal y vidal, 2008).

    El capitalismo en angola se presenta involucrado con un Estado que, segn Hodges (2001: 171), es extremadamente predatorio. a su vez, Pestana (2005: 195-200) propone una periodizacin que, sin discordar fundamentalmente con la de Hodges, la divide en varias pocas: la primera de Estado fuerza (1975-85); la segunda de Esta-do patrimonializado (1985-90) y, finalmente, una tercera de Estado predador (1990-2004), sin solucin de continuidad en el control que el grupo dominante ejerce desde la independencia. Chabal (2008: 5 ss.), ms recientemente, sugiri que en angola hay una intercesin de neopatrimonialismo con autoritarismo modulado, en que el grupo afroportugus creole ya fue transcendido, con otras colectivi-dades incorporadas al sistema dominante y sin ninguna legitimidad revolucionaria que acompae al mPla, con su poder enraizado en el clientelismo y la represin. de todos modos, con su riqueza petro-lfera el Estado angolano no permite mucha interferencia exterior, en especial de los organismos financieros internacionales el Fondo monetario internacional (Fmi) y el Banco mundial (Bm), en sus

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    decisiones de poltica econmica, ni mucho menos en su dinmica poltica y electoral.

    mozambique sigui una trayectoria totalmente distinta. No tiene para nada recursos naturales como angola y, aunque tuvo una in-dustria liviana y una agricultura estable antes de la independencia, liderada por el Frente de liberacin de mozambique (Frelimo), los problemas generados por la fuga de los colonos portugueses o de su descendencia durante el periodo de la independencia, y sobre todo la guerra de agresin que sudfrica, rodesia y sus agentes organizados en la supuesta resistencia Nacional mozambicana (renano) man-tuvieron sin piedad desde entonces, destruy la infraestructura del pas. tampoco ayud el modelo sovitico centralizado en el Estado que la direccin revolucionaria busc implantar, sin que, es necesario subrayar, hubieran rasgos patrimoniales en este intento. Con respec-to a la agricultura, el Estado simplemente no entendi a los campe-sinos y la colectivizacin fue un rotundo fracaso, resistida adems por aquellos. de hecho, el proyecto que se planteaba era fuertemente desarrollista, configurando un Estado intermediario, segn Pitcher (con referencia a las ideas de Evans); pero eso naufrag, en particular en lo que hace a la industria pesada (abrahamsson y Nilsson, 1995: 66 ss.; Pitcher, 2002: 72-90).

    desde entonces, con la reconversin del rgimen, se privatiz mucho de la economa de mozambique, aunque el Estado mantiene un rol crucial, incluso en la agricultura (sin llegar de hecho a apoyar plenamente el fortalecimiento de los campesinos y medianos pro-pietarios), y, ms all de eso, sobre todo en la industria pesada de exportacin, que tiene su expresin principal en una gran planta de aluminio, de la cual son accionistas capitales australianos, japone-ses, sudafricanos, el Banco mundial y otras instituciones financieras, y tambin el propio Estado. El resto de la industria liviana, como durante el periodo colonial, se recuper. Es muy dependiente de im-portaciones de insumos y equipamiento. Una dura poltica neoliberal de ajuste fiscal fue implementada, lo que seguramente asisti a la desorganizacin de los ya precarios servicios pblicos y, revirtiendo la clara separacin vigente entre lo pblico y lo privado, e incluso lo que algunos designan como cierto puritanismo durante el primer perodo socialista de la Frelimo, a una brutal aparicin de elementos neopatrimoniales en el Estado mozambicano (Hanlon y smart, 2008: 101-2 ss.). la privatizacin en tanto tal fue parte de este proceso, aunque mientras compraron activos los nacionales vinculados al gru-po dominante, las inversiones son a menudo hechas por extranjeros. mozambique sigue siendo uno de los pases ms pobres del mun-do la pobreza, la miseria y la desnutricin continan siendo terri-

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    bles, en desmedro de los datos incompetentes y sesgados del Banco mundial, en el cual la ayuda externa juega un papel de fundamental importancia, as como ms recientemente en educacin y salud. de acuerdo con el dogma de las instituciones financieras internaciona-les, que prcticamente tomaron el control del pas al final del perio-do de socialismo real, junto a los pases donadores, el Estado fue constituido muy dbil y sin capacidad de coordinacin econmica eficiente (abrahamsson y Nilsson, 1995: 111-79; Pitcher, 2002: 179-218; Hanlon y smart, 2008: caps. 3-8, 10-11 y 13-18).

    Cierto nmero de elementos se pueden discernir en estos dos casos. En primer lugar que sus economas son muy poco desarrolla-das, en el sentido de complejizacin interna, lo que, en el contraste de una riqueza incomparablemente superior, es an ms dramtico en el caso extremadamente extrovertido de angola que en el de mozam-bique. sin recursos naturales significativos, este ltimo pas intenta recuperar su agricultura e industria liviana, tratando adems de esta-blecer una planta de aluminio, pero cuya conexin con el resto de la economa es, sin embargo, tambin dbil. En trminos de ubicacin y funcin en la economa global, ambos se ponen, de nuevo en des-medro de la riqueza de angola, en los niveles ms bajos de la escala, produciendo commodities o prcticamente nada para la exportacin, en el caso de mozambique, o productos de muy poco valor agregado. Hay, sin embargo, una diferencia crucial entre ellos. mientras que mo-zambique se encuentra sin defesa de hecho ante el poder del Fmi y del Banco mundial, as como ante los pases que le brindan donaciones masivas, que por otra parte apenas logran evitar un desastre huma-nitario todava ms grande; angola mantiene, aunque en el corto y mediano plazo, una gran capacidad de autonoma frente al resto del mundo. Eso es facultado por el petrleo que saca de sus costas, pero en el largo plazo nada garantiza que pueda mantenerse, puesto que no hay inversin de la riqueza obtenida ni en la poblacin, ni en la industria y, ni siquiera, de hecho, en la agricultura, ni mucho menos en el esfuerzo para avanzar cientfica y tecnolgicamente.

    Finalmente, hay que confrontar un tema delicado en lo que hace al continente africano. En general el patrimonialismo, o neopatri-monialismo de su Estado, bajo una muy fina camada de Estado racional-legal de tipo occidental, a veces hoy con un simulacro de democracia, es sealado como un problema central, si no haciendo imposible el desarrollo, al menos funcionando como un elemento que, por intermedio de redes personales verticales, lleva a frica a buscar su propia forma de modernizacin, antes que meramente retroceder. amn de este problema fundamental, se trata de Estados sin capacidad de implementar polticas constructivas (Chabal y daloz,

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    1999: 1-15 y 30, especialmente). Hay mucho de verdadero, al parecer, en esta descripcin, pero habra mucho de discutible por otra parte, lo que no es objeto de esta investigacin de manera directa (el proble-ma principal consiste en cierta culturologa sesgada y dudosa, como observa Ferguson, 2007: 5). Basta enfatizar que, como para empezar demuestra el caso de mozambique, eso no es atvico en frica, donde con la independencia, el tema de la ciudadana y del desarrollo, sin patrimonialismo especialmente significativo, estuvieron planteados (Cooper, 2005: 17-8). la situacin presente no debe ser contemplada como inmutable, adems de ser menester subrayar que los sistemas actuales de dominacin no son atvicos, habindose desarrollado a lo largo del proceso de modernizacin de frica, en parte como respues-ta, muchas veces perversa, al dominio colonial, y con l entretejida (ver: Gentili, 2012). sea como fuera, los grupos dominantes, es decir, las coaliciones de poder que imperan hoy en estos dos pases son ver-daderamente estrechas. En angola, aunque la exclusividad del grupo de luanda haya sido sobrepasada, es un crculo bastante restricto, que se centra en el control del Estado, el que comanda el proceso econmico y poltico (y no hay una verticalizacin que vincule este grupo a redes ms extensivas, mucho menos de cuo tnico, cmo ob-serva vidal, 2008: 201-2). En mozambique hay ms heterogeneidad: el control del aparato del Estado por los cuadros vinculados sobre todo al Frelimo, es hoy decisivo, pero hay una economa privada, un poco ms significativa, y asimismo una importancia del capital extranjero en la economa del pas de manera mucho ms directa que en angola.

    Hay que aadir a eso que la situacin de angola y mozambique, aunque haya muchas diferencias y variaciones en relacin a otros pa-ses de frica, es compartida de modo general. El petrleo y la minera son las actividades econmicas ms importantes y rentables. sola-mente en sudfrica hay una industrializacin ms relevante en todo el continente, y slo Botsuana, por razones muy particulares, logr aumentar de manera significativa su Producto Bruto interno (PBi) per cpita entre todos estos pases, que solamente en las ltimas dca-das volvieron a ser objeto de inversiones internacionales (ver: marais, 1998; Bond, 2005; Ferguson, 2007: cap. 8; Bush, 2007).

    bRasil y aRgentinade todos los pases latinoamericanos Brasil fue l que lleg ms lejos en su proceso de industrializacin. desde inicios del siglo XX, alre-dedor de los centros exportadores de commodities ms dinmicos (caf sobre todo) se desarroll una industria liviana. se estableci un departamento ii de la economa, y con el acuerdo de vargas con Estados Unidos se logr importar, y de a poco dominar, la tecnologa

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    del acero ya en los aos treinta. Juntamente con india fue el nico pas de la periferia en desarrollar un sector de machines tool, es de-cir, de mquinas que producen mquinas, aunque a un nivel de baja sofisticacin. Brasil, aunque muy desigual internamente, pareca en algn momento acercase al control de las tecnologas bsicas de la segunda fase de la modernidad y su segunda revolucin industrial. En eso, como en otros aspectos, el Estado cumpli un rol decisivo. El Estado desarrollista dirigi este proceso de industrializacin, sin embargo, con el capital privado asumiendo un posicin destacada en el proceso. Este era un Estado desarrollista dbil si uno lo compara con los de Japn, Corea o taiwn, pero de todos modos desarrollista, con sectores burocrticos estatales bastante independientes en islas dentro del Estado, bastante patrimonialista en general, pero moder-nizador. El nivel de consumo de la poblacin fue siempre muy bajo y, en este sentido, se qued lejos del patrn de acumulacin intensiva del cual los pases centrales dependieron para su desarrollo en el marco de la segunda fase de la modernidad, lo que se suele llamar fordismo. Una amenaza de estancamiento rond Brasil, as como a los dems pases latinoamericanos, a fines de los aos cincuenta y sesenta, pero la extensin de la industria de los pases centrales a Brasil, para la produccin de autos y otros bienes de consumo durables, fue fundamental para un crecimiento que dur hasta la crisis de la deuda en los aos ochenta, con lo que el desarrollo de-pendiente y asociado se volvi una realidad (con el Estado lanzn-dose, adems, al desarrollo de la industria petroqumica en la etapa final de este perodo de acumulacin del capital). los patrones de consumo, que anunciaban en parte de manera pionera lo que seran los patrones de acumulacin y consumo de las prximas dcadas, globalmente incluiran la extensin de la produccin y del consumo de los pases centrales, que del fordismo y el consumo intensivo en el centro alcanzaran la periferia. Con una mutacin decisiva: ahora su expansin global abarcaba el consumo extensivo por las capas superiores de este nuevo proletariado industrial, pero sobre todo de las clases medias (Furtado, 2003; Cardoso y Faletto, 1972; tavares, 1972; amsden, 2001 passim; Kohli, 2004: caps. 4-5).

    Brasil se industrializ ms que todos en amrica latina, con un departamento i limitado pero efectivo, ascendiendo a una posicin semiperifrica. Eso dependi de una complejizacin de los patrones globales en lo que significa una diferenciacin de la periferia, con al-gunos pases desarrollando, de maneras y grados distintos, una base industrial a veces muy relevante. la dcada de los ochenta fue muy dura para Brasil, as como para toda amrica latina, con las crisis de la deuda, el estancamiento econmico y la hiperinflacin, al tiempo

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    que ocurra una transcendental transicin hacia la democracia. mien-tras Estados Unidos y Europa iniciaban la tercera fase de la moder-nidad econmica con la acumulacin flexible, el posfordismo y desa-rrollos similares, e incluso un papel central para el capital financiero, un proceso transformista neoliberal abri las economas latinoa-mericanas y debilit la inflacin, en Brasil a costa de generar graves problemas para su industria y el empobrecimiento de la poblacin, aunque el simple hecho de que bajara la inflacin diera un respiro a amplias capas de trabajadores y pobres del pas. En los aos noventa Brasil sufri la apertura neoliberal comercial; lo que llev su econo-ma a una especializacin regresiva en commodities industriales y al desarrollo, que ya se desplegaba desde antes, del agronegocio, que ahora cumple un rol fundamental en su proceso de acumulacin. Eso se agrav posteriormente con una tendencia a la concentracin de sus exportaciones en commodities primarias, por la incapacidad que tiene el pas de competir con China en la exportacin de productos manu-facturados, cuya hambre de productos primarios sostiene, por otra parte, en gran medida el crecimiento de la economa brasilea en este momento. aunque sea el pas que ms invierte en C&t e i&d en la re-gin, se encuentra muy retrasado en este sentido. El pas no controla la microelectrnica (aunque lo haya intentado y fracasado en eso) ni las tecnologas adelantadas de las telecomunicaciones los sectores clave del desarrollo econmico de la tercera fase de la modernidad, lo hace apenas medianamente con la informtica y la biotecnologa. Hay poca innovacin en general, salvo en algunas reas, sobre todo en agricultura por intermedio de Embrapa, y es casi imposible hacer que las empresas privadas inviertan en i&d. Brasil sigue relativamen-te subdesarrollado, como as tambin muy abierto y dependiente del capital extranjero, compartiendo con los otros pases latinoamerica-nos una visin sumamente liberal del desarrollo del capitalismo, sin que se obligue a las empresas extranjeras a transferir tecnologas, con problemas de inversiones internas, entrada de capitales especulati-vos y significativa desnacionalizacin, con las privatizaciones de los aos noventa de las empresas de infraestructura e incluso de grandes sectores industriales, aunque hoy su Banco Nacional de desarrollo Econmico y social (BNdEs) intente apoyar diversas reas clave de la economa. Pero, una indicacin clara del retraso relativo de la eco-noma brasilea y de su sencillez, es la ausencia de relevancia de la red como mecanismo de coordinacin entre sus agentes econmicos, cuyos lazos descansan sobre el mercado y la jerarqua casi exclusiva-mente. En este sentido, es correcto decir que Brasil en gran medida se encuadra en lo que se puede llamar de subdesarrollo dependiente y asociado: en comparacin a su situacin a inicios de los setenta, y

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    comparndolo tambin hoy y ayer con los pases centrales, hubo una involucin relativa de su economa, que se hizo comparativamente ms sencilla, menos compleja, menos diferenciada, por no contener las ramas de alta tecnologa desarrolladas y disponibles en el centro (Fiori, 1995; Evans, 1995: caps. 5-6; Coutinho, 1997; Erber, 2000; Bo-taragay y tiffin, 2002; lautier y marques-Pereira, 2003; santos y sil-veira, 2004; Ferraz, Kupfer e iooty, 2004; de Negri y salerno, 2005; Castro et al., 2005; delgado et al., 2010).

    En los ltimos aos su mercado interno sin embargo se refor-z por alzas del salario mnimo, polticas sociales de combate a la pobreza e inversiones estatales en infraestructura, sin que se pueda hablar de hecho de una nueva clase media, sino del consumo de las clases trabajadoras, aunque se haya ampliado en parte el sector de las clases medias bajas vinculadas al Estado o a las empresas priva-das. Esta es una va promisoria, pero que no se encuentra todava asegurada, en particular una vez que resistencias y posibles conflic-tos redistributivos se ponen en el camino de una posible reorienta-cin ms radical del pas en esta direccin. de todos modos, hasta cierto punto, Brasil sigue un sendero sealado por Furtado (1974) cuando enfatizaba la necesidad de pensar el desarrollo con relacin a las necesidades de las capas ms pobres de la poblacin. alzas del salario mnimo, crecimiento sostenido desde hace varios aos e in-cluso el programa Bolsa Familia que se focaliza en los ms pobres con transferencias monetarias permiten a su poblacin un nivel de consumo ms alto que nunca. Eso no llega a configurar un patrn intensivo de consumo, pero, como veremos adelante, el pas se mue-ve en direccin contraria a lo que ocurre en el desarrollo global del capitalismo en esta tercera fase de la modernidad, desde mediados de la dcada de los noventa se impuso en el mundo (Keternetsky, 2009; domingues, 2011a y 2011b).

    El momento presente impone a Brasil dilemas muy serios sobre la continuidad misma del desarrollo y acerca de su posicin en la di-visin global del trabajo. En verdad el pas hoy se enfrenta a proble-mas que no sabe cmo solucionar. Cierto nivel de desindustrializacin es claramente visible, y cada vez ms preocupante, de nuevo con la desarticulacin de las cadenas productivas debido a las importacio-nes que un cambio sobrevalorado hacen inevitables. Claramente, una reprimarizacin de su economa se encuentra en curso, aunque no debe exagerarse su alcance, a pesar de que la industria brasilea sea bastante slida y su mercado interno haya crecido. algunos hablan de nuevo desarrollismo, pero eso es seguramente muy limitado, una vez que los elementos fundamentales del modo de desarrollo brasileo no cambiaron decisivamente desde los aos noventa. sin

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    embargo, el Estado volvi a intervenir ms activamente en la econo-ma y el patrn redistributivo y de consumo se alter modesta pero significativamente. adems, la tasa de cambio muy baja, la entrada de capitales especulativos, e incluso a futuro la explotacin del petr-leo del pre-sal, configurando en conjunto un caso de enfermedad holandesa, conspiran contra la industria. la exportacin de commo-dities (sobre todo soya y hierro), se retroalimenta como una palanca ms que trabaja a favor de la reprimarizacin del pas adems de la atraccin de capitales especulativos merced de una tasa de inters exorbitante (Boschi y Gaitn, 2008; Pedersen, 2008: 142-51 y cap. 4; Bresser-Pereira, 2010; domingues, 2011b; Cardoso, 2012).

    En este aspecto, el tema de las coaliciones polticas que sostienen los patrones de acumulacin es de importancia decisiva. luchas bas-tante duras contra los sectores terratenientes y vinculados a la expor-tacin primaria se librararon durante el siglo XX. asimismo, la depen-dencia, sobre todo de Estados Unidos, por coaliciones cambiantes que incluyeron sectores de la burocracia estatal, militares, industriales, las clases medias y la clase obrera e incluso terratenientes que tenan una visin de ms largo plazo de Brasil, con el tema de la tierra siempre muy complicado, y la participacin campesina vista como una ame-naza al proceso de modernizacin conservadora que fue dominante desde los treinta y, al menos, hasta la dcada de los ochenta, conlleva-ron industrializacin sin reforma agraria. los noventa vieron llegar al poder una coalicin transformista (en sentido gramsciano) que im-plement la agenda neoliberal, mientras una revolucin democrtica molecular llevada a cabo desde los ochenta, culmin, desde un punto de vista poltico, con la eleccin de lula da silva a la presidencia de la repblica y un cambio que trajo al gobierno empresarios industria-les, trabajadores, movimientos sociales, pero sin desplazar de hecho a los sectores anteriormente dominantes y sin cambiar totalmente el patrn neoliberal de acumulacin. los giros modernizadores vincu-lados al desarrollo asumieron por lo tanto direcciones bastante dis-tintas durante el siglo XX y inicios del XXi, sin que, de hecho, jams implicasen intentos de romper con la marcha hacia adelante, siquiera durante el perodo dominante del transformismo, totalmente con-trolado por la coalicin del capital financiero global con los sectores dominantes internos, entre los cuales la burguesa industrial se pona en una posicin totalmente subordinada y sin alternativas polticas y econmicas. Es necesario subrayar que el neopatrimonialismo perdura como un rasgo decisivo del Estado brasileo, en desmedro del hecho de que su burocracia se profesionaliz, y de que no hay contradiccin entre l y la modernizacin del pas, lo que se realiza segn giros modernizadores especficos en que estos elementos no se

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    contradicen, sigo que combinan, aunque a veces generando tensiones (Cardoso y Faletto, 1972 passim; domingues, 2004; arceo y Basualdo, 2006: 237 ss., especialmente; domingues, 2009: cap. 3).

    argentina, que durante todo el siglo XiX e inicios del XX, form parte de la periferia prspera con exportaciones primarias pujantes, de carne sobre todo, y renta per cpita muy alta, tambin avanz mu-cho en la construccin de la industria durante el siglo XX. Esto se dio inicialmente tambin alrededor de los negocios de exportacin, pero al fin con caractersticas bastante distintas de las de Brasil. Por una parte, su departamento ii de la economa se hizo muy poderoso y la expor-tacin de manufacturados para otros pases latinoamericanos, todava bajo el primer gobierno de Pern, se demostr viable. de a poco se vol-vi el nico pas de la regin que se acerc a los patrones de consumo intensivo del fordismo de los pases centrales, al tiempo en que tambin formaba parte del nuevo patrn, desde los aos setenta, del desarrollo dependiente y asociado. Por otra parte, nunca logr constituir el depar-tamento i de su economa, ni tampoco su Estado desarrollista fue muy lejos, con problemas graves en la construccin de una burocracia esta-tal profesionalizada. la crisis del peronismo y del ascenso de los movi-mientos populares llevaron al poder a una coalicin que se decidi por una alternativa trgica desde el punto de vista econmico, sin hablar de su violencia asesina. volver la rueda de la historia era su proyecto.

    El autodenominado Proceso de reorganizacin nacional busc la desindustrializacin como manera de quebrar al peronismo y a la clase obrera, consolidando la vocacin agroexportadora del pas; el anunciado avance hacia tecnologas de punta nuca se realiz. la crisis de la deuda solamente agrav la situacin. la derrota de los militares abri paso al intento del gobierno de alfonsn de retomar el desarro-llismo limitado del perodo anterior, pero este naufrag en medio a la crisis de la deuda, la hiperinflacin y una situacin internacional extremadamente desfavorable (Cardoso y Faletto, 1972; rock, 1985: caps. 5-7; amsden, 2001; Ferrer, 2005).

    la dcada del noventa asisti a la llegada al poder del trans-formismo, de una manera mucho ms radical que lo que ocurri en Brasil. Bajo los gobiernos de menem, el predominio del capital financiero y del agronegocio fue muy lejos, con la clase media soan-do volver a los das de la prosperidad agroexportadora en un pas que de hecho se empobreca, con el aumento acentuado de la miseria, la decadencia de la proteccin social, el cambio del patrn de consumo haca un modelo ms excluyente, la desindustrializacin y la enaje-nacin de los sectores clave de la economa nacional, hasta una crisis brutal en el ao 2001. El modelo neoliberal fue llevado a su lmite y las consecuencias fueron dursimas para el pas y su poblacin. ar-

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    gentina se recuper econmicamente del desastre de aqul ao, pero sigue con su dinamismo y recuperacin basados en la exportacin de commodities primarias (soya, principalmente), con la subordinacin de los pequeos y mediano productores a las empresas transnaciona-les del sector, adems de la expansin sistemtica de la gran minera. su industria sigue achicada y enfrentando problemas muy graves. No parece haber una clara poltica del gobierno para superar este callejn sin salida a largo plazo, aunque la demanda de China de mi-nerales y productos alimenticios deba mantenerse por un largo rato. El mercado interno tambin se fortaleci en los ltimos aos, incluso con la introduccin de la asignacin Universal por Hijo (menos fo-calizada que el programa Bolsa Familia brasileo), aunque menos an que en Brasil se pueda hablar de un nuevo modelo de desarro-llismo. argentina sigue bastante subdesarrollada y dependiente de las exportaciones primarias y del capital extranjero, en desmedro de sus peleas por reducir la deuda externa. adems, apenas sostiene su posicin semiperifrica, puesto que industrialmente no logra superar sus limitaciones y, de hecho, puede acercase en los prximos aos a una posicin netamente perifrica. las inversiones en C&t e i&d siguen muy bajas y no hay perspectivas de avances decisivos hacia el control de las principales tecnologas de la tercera fase de la moder-nidad, sobre todo microelectrnica, telecomunicaciones, informtica y biotecnologa. El tema de subdesarrollo dependiente y asociado se aplica an ms en el caso de argentina, ms retrasada que Brasil comparada con los pases centrales (Erber, 2000; Ferrer, 2005; do-mingues, 2009: cap. 2; Neri et al., 2010).

    El problema de las coaliciones polticas es tambin an ms gra-ve en argentina. si bajo el peronismo, empresarios y trabajadores lo-graron modos de acomodacin y el movimiento nacional popular tuvo un impacto enorme en la direccin de los giros modernizado-res de su segunda fase de la modernidad; con el Estado adquiriendo centralidad (aunque con poca capacidad desarrollista) las bases so-ciopolticas de un nuevo modo de desarrollo siguen indefinidas y d-biles, con incapacidad de crear coaliciones incluso con los pequeos y medianos productores rurales. El agronegocio domina la economa argentina, la minera avanza, el empresariado industrial es dbil y las clases populares se encuentran muy divididas. si la revolucin mole-cular democrtica tuvo gran alcance en argentina, no hubo renova-cin del sistema poltico, lo que complica tambin la traduccin de las demandas populares y proyectos de desarrollo en polticas estatales. Como en Brasil, el liberalismo, que supone la apertura de los merca-dos, el funcionamiento de las empresas extranjeras sin contrapartidas y lmites para la intervencin del Estado en la economa, sigue siendo

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    el horizonte normativo de los sectores dominantes de la sociedad ar-gentina contempornea, as como lo fueron en general en el pasado. El neopatrimonialismo sigue siendo tambin un elemento con gran peso en el funcionamiento del Estado argentino, altamente politizado y sin una gran burocracia profesionalizada, sin que eso implique la recusa a la modernizacin, que sin embargo sigue sus rumbos espec-ficos, y no aquellos que imaginaba normativamente la tradicional teo-ra de la modernizacin (Cardoso y Faletto, 1972; arceo y Basualdo, 2006; domingues, 2009: cap. 3).

    si miramos algunos otros pases latinoamericanos con fines comparativos, la situacin no se muestra tampoco auspiciosa. m-xico vive problemas graves debido a la vinculacin extremadamente dependiente de su industria maquiladora al mercado estadunidense, con alguna variacin reciente; mientras Bolivia, Chile y venezuela no sobrepasaran la posicin de exportadores de productos prima-rios, y el segundo de ellos habiendo sufrido una verdadera involu-cin desindustrializadora. Presenta, juntamente con argentina pero partiendo de una base industrial ms tmida, el ejemplo todava con-temporneo de aplicacin radical del modelo neoliberal y de la vie-ja y absurda idea de explotacin de las ventajas comparativas de su economa nacional totalmente basada en productos primarios. mxico desarroll, durante su segunda fase de la modernidad, una industria slida y una buena infraestructura. Fue involucrado en la dcada del setenta en el desarrollo dependiente y asociado, pero en los noventa cambi su economa e insercin global. se encuentra ahora atrapado en la trampa de la industria maquiladora y el tra-tado de libre Comercio con Estados Unidos y Canad, por lo que pas un 2009 tremendamente amargo. sin embargo busc lidiar con la crisis de su vecino del norte impulsando el mercado interno, lo que es improbable que pueda ser mantenido una vez que la crisis disminuya en el pas del norte. a Bolivia le interesa desarrollarse industrialmente, y lo planea hacer a travs del procesamiento de sus recursos hidrocarburferos. su economa es muy sencilla y se ubica claramente en la periferia, con poco saldo exportable, ms all del gas y de la produccin ilcita derivada de la coca. venezuela y Chile, sobre todo el segundo, son bastante ricos, pero las limitaciones de una concentracin en los commodities se muestra tajantemente en el caso de ambos, con el petrleo dominando la economa venezolana. Chile tiene un PBi per cpita relativamente alto, pero el optimis-mo de sus sectores dominantes no se sostiene, ya que el cobre sigue siendo su principal producto de exportacin, al lado del salmn y del vino. solamente mxico se ubica en una posicin semiperifrica, con una industria bastante razonable, aunque sin control de tecno-

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    logas avanzadas y poca inversin en C&t e i&d, mientras los otros tres pases siguen siendo perifricos, no obstante las diferencias de PBi per cpita entre ellos (con Bolivia como uno de los pases ms pobres del mundo). la inversin en C&t e i&d son, cuanto mucho, meramente proclamaciones casi retricas entre ellos. El mecanismo de red se encuentra tambin prcticamente ausente, o muy reducido y en relacin a procesos de menor relevancia (domingues, 2009: cap. 2; y, especialmente para Chile, Castells, 2005)1.

    En toda amrica latina, especialmente Brasil, argentina y mxi-co, los modestos esfuerzos, adems de buscar el desarrollo del merca-do interno, no estn verdaderamente consolidados. Hay que caminar ms en esta direccin, para que este se vuelva propiamente un patrn (salama, 2010)2.

    china e inDiaChina fue, hasta su derrota frente a los caones de occidente, tal vez el pas ms rico del mundo. sin embargo, en desmedro de intentos de revisin reciente de su historia econmica, nunca haba logrado desarrollar una base industrial. la revolucin comunista de 1947 abri paso a esta posibilidad, con gran ayuda sovitica, lo que le permiti a China adentrar la segunda fase de la modernidad no slo con un Estado fuerte y dirigente, sino tambin dominar las principa-les tecnologas de la segunda revolucin industrial, adems de hacer una reforma agraria radical y educar a la poblacin del pas, dndole autonoma y confianza personales. sin embargo, China sigui como un pas sobre todo agrario y pobre, hasta que en 1978, luego del agotamiento del proyecto maosta, un giro modernizador que dej atrs el giro de la revolucin, empez a retornar el pas o, de he-cho, por primera vez incluirlo en el seno del capitalismo (amsden, 2001; lin, 2006; anderson, 2010). Eso se vive, sin embargo, de ma-nera muy peculiar. inicialmente, bajo el liderazgo de deng Xiaoping, los campesinos fueron convocados a enriquecerse y desarrollar sus vnculos con el mercado. las Empresas de municipalidades y villas (Emv) fueron el vehculo fundamental de este proceso de acumu-lacin del capital, pero de a poco su dinamismo fue menguando y, desde los noventa, una nueva va se abri, con la transformacin de

    1 El alza de los precios de las commodities agrcolas, tan vinculada por los medios de comunicacin y orgullo de muchos en amrica latina, apenas recuper parcialmente sus valores de los aos setenta, luego de una zambullida en los ochenta, y en los noventa con precios particularmente bajos. vase: aa.vv. (2009).

    2 Como, adems, se hace evidente con las dificultades que enfrenta Brasil en 2012 para sostener su crecimiento.

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    la zona costera, desde shanghai hasta Guangdong en el sur, en una amplia rea volcada a la exportacin, con divisiones administrativas y regmenes diferenciados (cerca del neoliberalismo). all se ubic la atraccin del capital extranjero, principalmente en las Zonas Eco-nmicas Especiales (ZEE). Pero el control del Estado sigui siendo poderoso, y las regulaciones y exigencias que ste hace implican una relacin muy distinta con estos capitales que aquella que mantiene amrica latina. En parte este aspecto es producto de la tradicin de-sarrollista de estilo sovitico (nunca, empero, tan centralizada) que introdujo la revolucin comunista y la construccin del socialismo real, y en parte se debe al hecho de que China jams tuvo nada que ver con la tradicin liberal. Por el contrario, la preeminencia del Es-tado es algo que China comparte con toda asia del Este, una regin originalmente sinocntrica, cuyos Estados desarrollistas fuertes son adems un espejo en que China puede mirarse, y en cual de cierto modo proyecta su futuro (Nolan, 2004; lin, 2006; Guthrie, 2006: cap. 2; Naughton, 2007: xiv-xvii, 32 ss., 41 ss., 169-70, 286 ss., 294-96 y cap. 5; Huang, 2008).

    El departamento i de la economa es una realidad que remonta al periodo posrevolucionario, muy ampliado desde la liberalizacin de la economa, el cual sigue en manos de las grandes empresas es-tatales, as como la infraestructura, y con la privatizacin concen-trada solamente en las empresas menores de propiedad del Esta-do. la transferencia de tecnologa es obligatoria para los inversores transnacionales aunque estos no transfieran tecnologas de punta realmente, inversiones masivas en C&t e i&d son realizadas por el Estado chino, que cre un sistema nacional de innovacin basado en los modelos del sistema de Estados Unidos, la banca y el sistema financiero siguen estrechamente controlados por el Estado. China es, de hecho, casi dos pases: uno volcado a la exportacin, la ms grande fbrica del mundo, en la costa y sobre todo en el sur; el otro, interno, todava en gran medida agrario y mucho ms pobre. Es de todos modos innegable que su desarrollo es muy impresionante. En poco ms de treinta aos pas de un pas totalmente subdesarrolla-do (pese a la construccin de un departamento i de la economa) a una potencia exportadora, que parece amenazar a Estados Unidos y Europa (que son sin embargo sus principales socios comerciales), que avanza en tecnologas como la microelectrnica y las telecomu-nicaciones, cuyo crecimiento a veces parece imparable, aunque la mayora de las empresas exportadoras en estas ramas sean extranje-ras principalmente de inversores de Hong Kong, taiwn y Japn (Guthrie, 2006: 173-74 y cap. 3; Ernst y Naughton, 2008; Huang, 2008; Chunlai, 2009; Bardhan, 2010: cap. 11, especialmente; shar-

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    ma, 2009, cap. 7)3. Una brutal diferenciacin social interna acom-pa este desarrollo acelerado, en la que los cuadros del partido-Estado se enriquecieron patrimonialmente, con mucha corrupcin en todos los niveles, incluida la expropiacin de la propiedad urbana por estos cuadros y los capitalistas emergentes, y una intensa polari-zacin social, semejante a la latinoamericana. Hay ricos muy ricos, sectores de clase media muy numerosos como todo en China, una parte de las clases populares no anda mal, mientras amplios secto-res populares cayeron en la miseria. El consumo est, por lo tanto, limitado internamente a los sectores ms abastecidos, sobre todo en lo que se refiere a bienes de lujo y suntuarios, pero no nicamente. desde la crisis global a fines de la dcada del dos mil hay un esfuerzo del gobierno, en parte bajo el eslogan de la sociedad armoniosa, de cambiar el desarrollo hacia las provincias ms pobres, con apoyo social a los campesinos, de modo que decidan gastar y consumir, en un pas en que la tasa de ahorro es muy alta, en parte debido a la necesidad de protegerse de dificultades personales y en la vejez, con la retirada de los servicios sociales con la transicin al capitalismo que en el campo ya eran ms limitados. Con la retraccin de los mercados de Estados Unidos y Europa, por cuenta de la recesin que todava es fuerte en el centro del sistema, esta es una poltica obvia, seguida adems en parte por los pases latinoamericanos, cuyo xito se debe an precisar en el mediano plazo, aunque no se trata de una operacin sencilla, y tambin porque los avances de la economa del pas se vinculan a los sectores ms adelantados de las ZEE (Cheek, 2006: 90 ss.; Ho-Fung, 2008; Nolan, 2009: 170).

    Pero si China es un pas capitalista y de hecho sera ahora difcil definirlo de manera distinta, lo es segn parmetros muy peculia-res. Eso se debe a privatizaciones limitadas, al rol del Estado en la direccin de la economa, al peso de los cuadros estatales en la con-formacin de las colectividades dominantes del pas, con la burguesa emergente todava subordinada econmica y polticamente al partido-Estado, a cuyos intereses especiales no es sin embargo sordo, en verdad se mezcla estrechamente con ellos. Esta es la coalicin domi-

    3 Haba que considerar que los datos del crecimiento de la China estn un tanto distorsionados hacia arriba, aunque sigan siendo extremadamente expresivos, usualmente en ms de 9%, por muchos aos. adems, el simple montaje de productos para exportacin afecta, o debera afectar, sobremanera el clculo de PBi chino, lo que vale para todos los pases del mundo hoy en cierto modo, pero sobre todo para pases que, como China y mxico, sirven como plataformas para la maquila de productos cuyos componentes, en particular los ms sofisticados y con mayor valor agregado, son producidos en otros pases (ver: Bardhan, 2010: 38-41; sharma, 2009: 92-5).

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    nante que impera en el pas, con el apoyo claro de las clases medias, aunque las luchas sociales sean fuertes y potencialmente amenaza-doras (mcNally, 2008a). algunos niegan el carcter desarrollista del Estado chino, oponindolo al tipo ideal de Evans, aunque no hay una burocracia autnoma y si, a la inversa, alto grado de corrupcin. Pero en vista del desarrollo del pas, esta no es una posicin sostenible, que se fundamenta en una rara contraposicin de un tipo ideal a una realidad que lo desmiente, mientras se prefiera mantenerse fiel al tipo antes que a la realidad (Howell, 2006). Es evidente que el Estado chino contiene rasgos de un Estado polimorfo y bastante descentralizado, con competencia entre las provincias y una capacidad de coordina-cin jerrquica desde el centro que sufre obviamente en funcin del tamao del pas. Es verdad tambin que el Estado chino tiene rasgos neopatrimoniales muy pronunciados, pero eso no debe de ser pensado en trminos de una situacin abarcadora y excluyente, sino como un elemento entre otros en la constitucin del Estado, cuyos giros mo-dernizadores son consistentemente dirigidos al desarrollo dentro de marcos capitalistas especficos. la realidad de China es muy compleja y demanda la movilizacin de categoras analticas ms sutiles que la utilizacin de tipos prefabricados y por lo tanto inadecuados (como suelen ser los tipos ideales).

    China tiene un capitalismo peculiar tambin debido a mecanis-mos de coordinacin de tipo guanxi, usual en todas las comunidades chinas en el mundo, en que la reciprocidad, la construccin de redes de confianza y el intercambio de favores son fundamentales en s mis-mas y para el funcionamiento de la economa. de todos modos, la insercin china en el sistema centro-semiperiferia-periferia cambi abrumadoramente en tres dcadas. China era un pas que, entre los gigantes del campo socialista, en desmedro de su conflicto con la Unin sovitica, ocupaba una situacin claramente perifrica en el sistema global, si se acepta que los pases socialistas se podan clasifi-car totalmente dentro del sistema capitalista y segn estas categoras, lo que es algo discutible. sea como sea, el hecho es que China tran-sit a su modelo de capitalismo de manera acelerada y logr, por el desarrollo de su economa en trminos del control de la industria y de las reas adelantadas de C&t, a los escalones ms elevados de la semiperiferia, aunque sea tambin muy discutible en qu medida se acerque verdaderamente del centro, a la vez que sigue siendo sobre todo un pas en general bastante pobre, con algunas reas mostrn-dose slo medianamente ricas en trminos de comparaciones globa-les. recalquemos, sin embargo, un punto importante. la red, como mecanismo de coordinacin, es decisiva para muchos de los esfuer-zos de desarrollo en la China; contrariamente a lo que ocurre en las

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    economas ms sencillas de amrica latina. Por supuesto, eso est presente desde siempre en el guanxi, pero es sobre todo en los sectores de alta tecnologa que este aspecto, a ejemplo de lo que pasa en las reas ms avanzadas del capitalismo central, como el Silicon Valley en Estados Unidos, adquiri una importancia transcendental. Univer-sidades y empresas, privadas o estatales, nacionales o extranjeras ca-pital de riesgo y departamentos del Estado entretejen muchos lazos, variados, incluso con arreglos relativos a la propiedad, que dependen totalmente de la red, aunque concretamente jerarqua y mercado es-tn presentes tambin ah. Por otra parte, la dependencia del pas de las empresas transnacionales para el acceso a la tecnologa avanzada en algo muy concreto, con lo que la autonoma de su desarrollo es limitada, mientras no logr de hecho constituir empresas que fueran campeones nacionales lo suficientemente fuertes para sostener una competencia en el mercado global, principalmente en reas de punta. Hay que sumarle a eso que la maduracin de su economa, junto a la saturacin de los mercados globales, que vamos a discutir ms ade-lante, puede significar una disminucin de su vertiginoso crecimiento y generar incluso problemas econmicos, sociales y polticos (Nolan, 2004: 12, 18-24 y 62; Ernst y Naughton, 2008; Bardhan, 2010: 40-1).

    El contrapunto con vietnam es en este sentido instructivo. Este pas, ms pobre y retrasado que China, copi en gran medida, con las reformas doi moi de los aos ochenta y noventa, sus esfuerzos para transitar al capitalismo de manera ms controlada y menos radical, con el Estado cumpliendo un rol an ms central en la vida econ-mica, pero abriendo zonas especiales adonde sobre todo la industria textil globalizada invierte para la produccin volcada al mercado ex-terno. aunque una distorsin regional ms acentuada haya resultado de esta apuesta, el pas logr crecer y en parte renovar su base indus-trial. En el campo el leasing de tierras a los campesinos introdujo un elemento ms, todava tambin limitado, de mecanismos de mercado en la economa vietnamita (Fforde y de vylder, 1996; Gainborough, 2004). si Corea del Norte no se aferrara a una renovada centralizacin de los medios de produccin y una ambivalente relacin con las zonas industriales especiales creadas para atraer el capital extranjero, que fracasaron, se podra incluso hablar de una especial va de transicin del socialismo real asitico hacia el capitalismo (izatt, 2010).

    En el caso de la india, hay que empezar tambin con el proceso de descolonizacin en la posguerra. aunque Gandhi celebrara la econo-ma tradicional india, fue el proyecto modernista y modernizador de Nehru que condujo al pas, con la planificacin central, la creacin de infraestructura, un sistema de C&t e industria pesada, con la manu-tencin, sin embargo, de las grandes propiedades en el campo y patro-

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    nes muy reducidos de consumo, en lo que se inclua la clase media. El modelo sobrevivi hasta los noventa. las tasas de crecimiento del pas era muy bajas conocidas por el epteto nada elogioso de tasas de cre-cimiento hind, pero seguramente lanzaron las bases que hoy per-miten a india tasas de crecimiento significativas y tambin un avance hacia la semiperiferia. la revolucin verde de los sesenta permiti que se impidiera el hambre que amenazaba el pas, el departamento ii de la economa se consolid con la produccin, como en Brasil, de mquinas que hacen mquinas, aunque de baja sofisticacin, la C&t se desarroll aceleradamente, aunque la poblacin se mantuvie-ra analfabeta. adems, el pas estuvo siempre muy regulado burocr-ticamente, al principio sin patrimonialismo, que tendi a aumentar exponencialmente, y muy cerrado al exterior. desde los noventa, sin embargo, india se abri al exterior, permitiendo la instalacin ms li-bre de empresas transnacionales, mientras el sector financiero sigui, desde la nacionalizacin de los ochenta, en manos del Estado. El pas, sobre todo contando con sus recursos en C&t, apost en microelec-trnica, que no funcion, y en informtica, que finalmente se trans-form en el orgullo nacional, como aquella rea en que la ascensin del pas al rango de los emergentes es comprobada, adems de tasas de crecimiento altas que atraviesan toda la economa. india pudo, de hecho, debido al proyecto y giro modernizador desplegado por Nehru, alcanzar una posicin semiperifrica global, con sectores industriales importantes (autos, farmacuticos, siderurgia), y penetrar el rea de software como pocos otros pases en el mundo (Bardhan, 1984, 1992 y 2000; Evans, 1995; caps. 5-6; amsden, 2001; Kohli, 2004: caps. 6-7).

    Pero ac hay mistificaciones bastantes grandes. aunque tenga un sistema cientfico fuerte, su crecimiento sea bastante significativo y haya logrado controlar el software, en esta rea, por ejemplo, bsi-camente lo que hace es ser subcontratada por firmas estadouniden-ses, que se aprovechan de su mano de obra relativamente barata en ingeniera, el acceso al ingls y a diferencias de husos horarios, sobre todo para la customizacin de programas y otras tareas sencillas que se encuentran en la parte ms retrasada del sector. Por no mencionar la proliferacin de call centers, que nada tienen que ver con avances tecnolgicos, aunque dependan de una gran estructura de telecomu-nicaciones, basada en importantes inversiones del gobierno central en los noventa. No por casualidad el tema de las redes no comparece a la literatura sobre la economa de la india, ni siquiera en Bangalo-re, el Silicon Valley del pas, puesto que para tareas que no implican innovaciones ms radicales la colaboracin voluntaria no se hace necesaria. su industria tampoco es competitiva internacionalmente. Es difcil pensar que india ser capaz de sobrepasar su ubicacin

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    claramente semiperifrica en los prximos aos al menos, muy por debajo que la de China. su economa es, de modo general, retrasa-da (como Brasil, no logr controlar la microelectrnica), aunque su dependencia del capital extranjero sea muy baja, mientras que la pobreza de su poblacin, tratada ahora por polticas focalizadas, es enorme y profunda. En este sentido, aunque ciertamente en otros, incluso en la economa, sea distinto, la idea de una civilizacin con su propia vocacin de potencia parece haber impedido que el libera-lismo e incluso el neoliberalismo se hiciera dominante en la eco-noma india, hecho que igual est cambiando de a poco (Pedersen, 2008: 89-102 y 131-36; sharma, 2009: 82-90, 104-21 y 134-63; Bard-han, 2010: 65-72, 84-5 y 90 ss.). de todos modos, los patrones de con-sumo en india tambin cambiaron, con las masas mantenindose por abajo, pero con una clase media bastante voluminosa asomando y consumiendo siguiendo los patrones del capitalismo global (lima, 2009; Fernandes, 2009).

    Curiosamente, aunque el sistema partidario haya cambiado bas-tante, con la afirmacin de la derecha nacionalista india, pero luego con el retorno del Partido del Congreso al poder, las estrategias bsicas en este sentido no cambiaron: insertar a la india de manera ms abier-ta en la economa global. las coaliciones del pasado parecan juntar vastos sectores de las clases medias profesionales y empresarios in-dustriales, agregando adems los pequeos comerciantes y, cada vez ms, a las clases medias agrarias emergentes, en lo que algunos mar-xistas clasificaban como rgimen intermedio. Pero, en los estados, los terratenientes que eran la base del Partido del Congreso durante la era de Nehru se destacaban en el bloque histrico y de poder. Hoy, el capital extranjero entr en la coalicin, limitadamente, la burguesa industrial tiene mucho ms peso y las capas medias cambiaron de perspectiva (Bardhan, 1984, 1992 y 2000; Pedersen, 2008: 35).

    En el sur de asia, Pakistn y Bangladesh siguen siendo econo-mas muy sencillas, con poca industria (textiles bastante simples, so-bre todo en el caso del primero), fuerte dependencia externa, mucha pobreza, subdesarrollo, oligarquizacin econmica y poltica, y una clara posicin perifrica. Pakistn, debido a su importancia estratgi-ca, desde el 11 de septiembre sobrevivi bastante de la ayuda externa estadounidense. son pases que siguen claramente en la periferia del capitalismo en la tercera fase de la modernidad global, sin perspecti-vas de cambiar su posicin, a menos que, como en el caso de Pakis-tn, eso sea para peor, con el colapso de hecho del pas (Zaidi, 2004; millan, 2009).

    si la india es claramente todava un caso de subdesarrollo com-parada con los pases centrales, con una economa que es relati-

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    vamente sencilla, aunque mucho menos dependiente que la de los pases latinoamericanos; China logr, por lo que vimos, avanzar no solamente con menos dependencia, sino que tambin se desarroll en el sentido que, aunque el pas sea extremadamente desigual y ten-ga sus propias periferias internas retrasadas, su economa es ms di-ferenciada, compleja, sofisticada, que la de todos los otros pase