Desoille Robert, Exploración de la afectividad subconsciente

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    ROBERT DESOILLE __________________

    EXPLORACIN DE LA AFECTIVIDAD

    SUBCONSCIENTE

    POR EL

    MTODO DEL SUEO DESPIERTO

    Sublimacin y adqui siciones psicolgicas ___

    Prefacio de Charles Baudouin __

    SerieROBERT DESOILLE TRADUCIDO

    Libros gratuitos digitales

    ColeccinTRAS LA SENDA DEL AUTOR

    TRADUCCIONES OLVIDADASEDICIONES

    TORRE DE LOS PERDIGONES - SU EMINENCIASEVILLA

    2011

    -EDICIN NO COMERCIAL- ____

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    Ttulo original:Exploration de laffectivit subconsciente par la Mthode du rve veillSublimation et acquisitions psychologiques ___J. L.L. DARTREY 17, Rue de la Rochefoucauld Paris IX __1938 ___ Copyright by R. Desoille, 1938 ___

    Traducido por: Miguel lvarez T.

    SerieROBERT DESOILLE TRADUCIDOLibros gratuitos digitales

    ColeccinTRAS LA SENDA DEL AUTORTRADUCCIONES OLVIDADAS

    EDICIONESTorre de los Perdigones - Su EminenciaSEVILLA2011

    -EDICIN NO COMERCIAL- ___

    M i ro como siempre; sin inters de guelte.Al borozado traigo lavasija que he llenado de los manantiales de Desoille;rezume y rebosa esplendentes actitudes, impensables alturas, deslumbrantes paisajes.Tr i unfado en trasvasarla a nuestro cauce, gozoso os la ofrezco para que os deleitis con su mensaje.

    -No es necesaria ms rbrica; insertada est en el verso.-

    Traduccin sin ningn inters de ndole econmico; en pasos a incorporarla a los comunes bienes culturales del idioma hispnico.

    Sevilla, 19 de abril de 2011

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    Dedico este libro a mi mujer, Lucie Desoille-Bigeard,en testimonio

    de profundo afecto y agradecimiento por su activa colaboracin

    en mis investigaciones y en la redaccin de esta obra.

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    [PGINA EN BLANCO]

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    ANEXO

    Nota del que traduce:

    Esta traduccin consta de doble paginacin, la propia a pie de pgina (184 pginas\folio)

    y la intercalada en el texto, entre parntesis y en negrita (289 pgs.), que indicaestrictamente donde comienza cada pgina del libro original en francs correspondiente a la1 edicin francesa editada en Pars en el ao 1938. Se facilita de esta manera la posiblelabor de contrastacin. El ndice, al final del libro, tiene en cuenta ambas numeraciones.

    La obra la he intentado traducir lo ms literalmente posible y tratando de respetar su ritmoexpositivo mientras no dificulte el entendimiento de su contenido.

    Considero que es versin suficientemente fidedigna.Al final del libro indico, en un apndice, donde estn situadas las particulares

    experiencias que se describen en l, as como de los Autores y otros mencionados.En las notas entre corchetes, [ ], introduzco trminos que en el texto original se dan por

    sobrentendidos y tambin introduzco anotaciones que considero necesarias en cuanto a la propia traduccin.

    Brevsimo apunte en cuanto a los orgenes de esta traduccin.

    Ahondar en la sensacin de ingravidez, como la experimentada en sueos o en parecidassituaciones que he vivido, ha sido el motivo principal que me ha llevado a conocer la obrade este original psicoterapeuta; no me ha defraudado, al contrario, me ha abiertoinsospechadas puertas.

    Lo que me sorprende es que su Obra no est traducida al habla hispana. Deben de habersereunido circunstancias adversas, histricas o de cualquier otra ndole para tan lamentableolvido. Lo nico traducido es su obra pstuma, dos libros, El caso Mara Clotilde, y Lecciones sobre ensueo dirigido en psicoterapia. Estos dos escritos son muy buenos paraun acercamiento a su mtodo y a la personalidad de este investigador. Despus de haberlosledo, mi tendencia adesfacer entuertos me ha hecho localizar aquellos no traducidos. Hesugerido la publicacin a varias editoriales pero ha sido un fallido intento. As quedebatindome entre el afn de colmar mi necesidad de leerlos y tambin el de rebelarmeante esta laguna cultural he decidido, apoyndome en que tambin tengo un carctercuidadoso y perseverante, asumir la labor de traer a nuestro comn idioma lo publicado poreste originalsimo y atpico investigador. Necesito indicar, ya que a m me ha conmovido grandemente, que toda la actividad

    investigadora desarrollada por R. Desoille la hizo desde la gratuidad; l no cobraba a sus pacientes ni a los terapeutas que llegaban para aprender su tcnica; su profesin deingeniero industrial era la fuente de sus ingresos; aunque se ve claramente que su verdadera pasin estaba en la investigacin psicolgica y teraputica.

    El que aqu presento es el primero de los cinco libros que public.

    Desde un punto de Sevilla,en torno a la ingravidez,hacia toda la comunidad de habla hispnica.

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    (Pgina 9) PREFACIOCuando, hace algunos aos, tuve conocimiento por intermedio del Sr. Pierre Bovet, de las

    experiencias del Sr. Robert Desoille, inmediatamente mi inters fue despertado, tanto como para incitarme a publicar la relacin de dichas experiencias en varios nmeros consecutivosde la revista Action et Pense (1931). Desde ese primer contacto, haba percibido que ltena aqu, en nuestro comn campo de exploracin, un itinerario original y digno deatencin. Esa primera impresin desde entonces ha tenido tiempo de confirmarse. Por otra parte el Sr. Desoille ya no est solo en practicar su mtodo; muy cerca de nosotros, unmdico del Instituto de Psicagogia, el doctor Guillerey de en Nyon, allha experimentado y sacado valiosas indicaciones para su prctica.

    En el presente el Sr. Desoille ha desarrollado lo suficientemente sus investigaciones como para conferirla en obra de conjunto; es con gusto que respondo a su deseo de verme presentarla sta al pblico.

    El autor de este libro no es un profesional. Esta condicin podra ser desfavorable en unhombre que careciera de prudencia y que no tuviera, por otra parte, una formacincientfica. No es el caso para el Sr. Desoille, quien tiene una aguda conciencia -quiz hastaen exceso- de las lagunas de su formacin especial y que cuidadosamente se ha esforzado por colmarlas. Actualmente puede estar tranquilo: su bagaje bien merece -e incluso ms- alde un buen nmero de estos profesionales, para quienes los diplomas demasiado a menudono son ms que una dispensa a instruirse. Cuntos ilustres profesores y reputados mdicosabordan an estos mbitos con una suficiencia que no tiene igual ms que su ignorancia!Ellos

    (P. 10) lo resuelven todo, desde lo alto de sus grados, y desde sus parcialidades zanjansiempre desde un nico lado.

    Cuando un francotirador del saber [(en cuanto a ir por libre)] tiene tan perfectamenteevitado como nuestro autor el escollo de la ingenuidad y la presuncin, lo que hubiera podido ser para l una inferioridad se le convierte en una indiscutible ventaja. Primero sucamino est, ms que el de otros, despejado de prejuicios. Pero sobre todo, el hecho de queest orientado hacia estas investigaciones sin aqu estar llevado por obligaciones profesionales, ni por el inters material, es una prueba de este otro inters todo espontneo,que es el ms seguro garante de una vocacin y que, sta, es ms rara de lo que se esperaraentre los de la profesin.

    A lo largo de toda la relacin de estas experiencias y de la exposicin de este mtodo,tenemos la excitante y a la vez relajante sensacin, y que mucho reconforta, de estar en presencia de un autntico investigador, de un hombre que interroga a la realidad con unaentera honestidad, una paciencia sin falta, por ltimo con una perfecta modestia.

    Sobre todo esta modestia me agrada y alcanza. Se manifiesta en la manera respetuosa enque el Sr. Desoille aborda los hechos, en la prudencia con la cual toma cuidado en decir acada paso: , tambin en la actitud respetuosa, y -mejor que eso- corts, respecto a las teoras

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    y prcticas ajenas en las cuales no se pierde nunca.Este respeto hacia el trabajo de los dems, esta tolerancia de la mejor ley, este esfuerzo

    para comprender antes que criticar, son quiz lo que ms falta hoy, singularmente en elmbito que nos ocupa. Ante toda investigacin original, no solamente se encuentra a pedantes negadores para excomulgar en nombre de algn dogma acadmico, sino que

    adems los mismos investigadores, los autores de los trabajos por otra parte msestimables, nos dan demasiado a menudo el espectculo entristecedor de una lucha decapillas, de una precipitada instauracin de nuevas ortodoxias ms intolerantes que lasantiguas, mientras que la pasin personal les gana bien rpido sobre la preocupacin por laverdad y perjudica ms que todo a su progreso. Cuntas

    (P. 11) investigaciones, en este mbito, ms an que por la incomprensin de susadversarios, han sido desacreditadas por el sectarismo y la falta de consideracin dealgunos de sus partidarios!

    No es por fin el momento adecuado para ms objetividad y serenidad? Y ste sera almismo tiempo un golpe de enderezamiento o rectificacin de lo que las opiniones primitivas sobre el inconsciente (o subconsciente) tuvieron de parcial, de parcial y derudimentario.

    Las primeras tentativas que, a finales del siglo pasado y principio de ste, nos orientaronen estas regiones, las de Myers, William James, Thodore Flournoy, nos tienen bien dada laopinin de un subconsciente pleno de promesas, y que ste se extenda tambin por laszonas superiores del espritu. Pero esto no era an ms que promesas. El psicoanlisis, queluego cogi su rpido vuelo, armado con la tcnica que convena para la exploracin exactae intrpida de los fenmenos psquicos exteriores a la consciencia, fue el primero. Pero, procedente de la clnica, el psicoanlisis primero fue exclusivamente para tratar lasenfermedades y slo paso a paso es como remont de lo patolgico a lo normal, por ciertollevando sobre s la inevitable deformacin profesional que le era impuesta por susorgenes. El psicoanlisis no abord los fenmenos normales y superiores ms que desesgo, y con dificultad; se habra dicho, a veces, que no los consideraba ms que aregaadientes y prefera, en resumidas cuentas, mirarlos como variedades de lo patolgico.Francamente se puede decir que la unin no est an operada entre los planos prometedoresy un poco vagos de los primeros exploradores y los desarrollos pacientes, pero limitados,del equipo psicoanaltico. Como anteriormente deplorbamos esto no se realizar por otra parte ms que al precio del abandono de las parcialidades.

    Es permitido estimar que el tiempo est cerca de esta unin tan deseable, hay algunossignos. No quiero por testimonio ms que algunos recientes libros, que vienen a encontrarsesobre mi mesa, y bajo la impresin de los cuales no puedo no sentirme escribiendo esto. El primero, es el pequeo, pero sustancial trabajo de C. G. Jung,Traumsymbole des Indivi-

    (P. 12) duations prozesses (Rhein Verlag, Zurich, 1936) y luego dos notables tesis, una dePars, la de Roland Dalbiez, con La Mthode psychanalytique et la doctrine freudienne (Descle de Brouwer, Paris, 1936), la otra de Ginebra, la de Albert Bguin, con Le Rvechez les Romantiques allemands (Cahiers du sud, Marseille, 1937). El carcter, el propsito, el alcance de estas distintas obras, son muy diferentes. En tanto como signosconvergentes, no son ms que indicativos. El libro de Jung marca la continuacin natural deuna labor que se prosigue desde hace aos, y que, avalada por toda una experiencia clnica,aborda cada vez ms resueltamente los fenmenos espirituales al flexibilizar su mtodo

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    tanto como a su significado le sea preciso. El libro de Dalbiez reemprende, ya con unaenvergadura como jams lo ha hecho, el programa que hace poco trazaba yo mismo en mis Etudes de Psychanalyse: hacer el puente entre lo patolgico y lo normal, entre los datos psicoanalticos y una psicologa ms clsica y ms filosfica; por su bello rigor intelectual,esta obra lmpida y profunda es bien propia para disipar muchas prevenciones y sanear la

    atmsfera. En cuanto a Albert Bguin, ste no es un psiclogo; es un historiador de laliteratura; pero, bien informado de la psicologa moderna, se vuelve hacia los filsofos y los poetas del romanticismo alemn, y nos sorprende descubriendo en ellos a perspicaces precursores que tienen ms que un inters histrico, ya que los problemas que ellos se plantean son los que nosotros debatimos. Y sus vistas, aunque incompletas por laignorancia de algunos hechos, podran, sobre otros puntos, corregir y ampliar lasinvestigaciones de los modernos. De todas partes, aparecen buenas perspectivas.Ahora bien, al lado de las obras anteriores, es de necesidad hacer un lugar para la del Sr.

    Robert Desoille. A su vez, l no se parece a ninguno de ellos. Pero siguiendo en su propiocamino, por su parte contribuye a la misma labor. Las aplicaciones del mtodo que proponetambin llevan hacia la psicoterapia, hacia la educacin, hacia la prudente investigacin delos denominados fenmenos metafsicos y hacia la psicologa de los msticos. Ninguno deestos mbitos aparece aqu limitado por los otros. Y es que a la humil-

    (P. 13) dad, como hemos dicho, ante los hechos, el Sr. Desoille adjunta un sentimiento delas proporciones, que lo obliga a reservar su sitio legtimo a cada cosa. Este sentimiento podra ser definido como un cuidado natural de elaboracin y de arte:

    El Arte, semejante al constructor de un exacto edificioQuien rinde a cada parte una misma justicia, Da medida a los tramos y a las bvedas su lugarY hace florecer la rosa a la gloria de Dios.

    Pero tambin todo podra ser definido, precisamente, como un sentido de justicia. Y estoverifica una vez ms que ciertas cualidades estticas y morales no son en absolutodespreciables en la prosecucin de lo verdadero.

    Charles Baudouin.

    Septiembre 1937.

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    (P. 14) [Pgina en blanco]

    (P. 15) INTRODUCCIN

    En este trabajo, nos hemos tropezado con la imposibilidad de definir a un estado deconciencia; si el lector perda de vista esta imposibilidad, estara tentado de llevar prematuramente sobre nuestra exposicin un sucinto criterio. Se puede precisar cmo semanifiesta un estado de conciencia, o aquello que lo provoca; no se puede alcanzar porensamblajes de palabras la actitud interna de la conciencia, por ejemplo la de un hombrealegre, en tal y tal momento. Y no obstante la palabraalegra evoca una idea muy precisa[del contenido emocional].

    En determinados casos, la dificultad es del mismo orden que la que se encuentra cuandose intenta explicar a un ciego de nacimiento lo que es la sensacin del color. Se le puedeexplicar el mecanismo de la radiacin electromagntica, o el mecanismo de un estado deconciencia, pero no se le puede dar a un interlocutor que no los tiene experimentados elconocimiento de esta sensacin o de este estado.

    As pues hemos renunciado a definir los estados de conciencia cuando ellos no formen parte de la comn experiencia; para tener una idea, no hay ms que un medio: laexperiencia; es necesario vivir los estados de conciencia.

    [Es por eso que en este trabajo] hemos intentado realizar esta experiencia que es larga ydifcil. As hemos reunido ciertos materiales que nos han permitido edificar una tcnica,gracias a la cual nuevas vas parecen abrirse a la investigacin psicolgica. Es esta tcnicala que presentamos aqu.

    Primero referiremos en el captulo I, sin comentarios y tal como ellas han tenido lugar,nuestras primeras experiencias. En el captulo II, haremos el examen crtico de los procedimientos utilizados en la aplicacin de esta tcnica. El cap-

    (P. 16) tulo III ser la exposicin general de los resultados obtenidos mientras quededicaremos el captulo IV al detallado examen de la aplicacin de este mtodo a la psicoterapia y a la conducta de la vida. Finalmente, en el ltimo captulo, trataremos deciertos aspectos de la personalidad humana mostrando que si son todava consideradoscomo excepcionales, con este mtodo, es posible provocar en muy gran nmero de sujetoslas condiciones en las cuales aparecen.

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    (P. 17) CAPTULO PRIMERO

    >.

    Dante.( El Purgatorio, canto XVII).

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    LA EXPERIENCIA

    1 ORIGEN DE NUESTRAS BSQUEDAS

    La elaboracin de la tcnica que presentamos tiene por punto de partida un recuerdo de lainfancia. A la edad de siete aos nos fue dado asistir en una feria a una sesin dehipnotismo que afect vivamente nuestra imaginacin. Lectura de pensamiento, la puestaen catalepsia del sujeto, brazo atravesado por un alfiler de sombrero sin que una gota desangre corriera. Este espectculo -hay que reconocerlo que poco hace para un nio- nosinteres, sin embargo, mucho ms que una sesin de circo. El deseo de hacer semejantesexperiencias se instal en nosotros (*), y dadas la edad de doce aos, nos fue ofrecida unaocasin de satisfacerla. Nos haba sido dicho que bastaba con encontrar un buen sujeto despus pensar con una

    voluntad muy fuerte en la orden que se deseaba transmitirle mentalmente para que todo ellofuera ejecutado.

    Pasbamos las vacaciones en compaa de una pequea nia de una decena de aos quedecidimos utilizarla

    ____ (*) [Peculiarmente, aqu el autor nicamente se est refiriendo a l mismo. El libro, excepto en dos menciones a sumujer (en la dedicatoria y en la p. 171\104) y alguna que otra palabra suelta, est totalmente redactado en ; el motivo podra estar en que, de esta manera estara insertando en la obra toda la viva participacin de suesposa, como bien lo expresa en el prrafo dedicatorio (leer tambin el comentario a: Desoille-bigeard en el apndicefinal). Indico, a ttulo de completar esta observacin, que la siguiente obra ( Le rve veill en psychothrapie) publicadaen el ao 1945, despus de ella haber fallecido, la redacta totalmente en primera persona. -Nota del que traduce.-].

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    (P. 18) como sujeto de la prueba, no obstante sin informarla. La confianza absoluta quetenamos en el resultado deba ser una de las causas del xito. Adems, una intuicin,debido al puro azar, nos hizo tomar la actitud mental conveniente, condicin indispensable para aquel logro. Una de estas experiencias fue totalmente destacable.

    Despus de la comida del medioda, nos encontrbamos reunidos en el saln. Uno de

    nuestros tos mostraba un lbum de fotos a nuestra pequea amiga. Tuvimos el deseo dehacerla subir al primer piso de la casa para que all cogiera, del armario con espejo denuestro dormitorio, uno de los tres sombreros que ah se encontraban. Instintivamente,fijamos nuestra atencin sucesivamente sobre cada una de las acciones necesarias para laejecucin de nuestra orden mental representndolas con imgenes visuales eimaginndolos, en cierto modo, todos los impulsos musculares correspondientes. Nuestra concentracin mental dur alrededor de cinco minutos. Al cabo de este tiempo,

    nos sentimos agotado por este esfuerzo psquico y, como continuaba nuestra joven amigainteresada por el lbum que le mostraba nuestro to, cremos haber fracasado en nuestratentativa de transmisin de pensamiento.

    Al cabo de algunos momentos, nuestro to cerr el lbum. Nuestra joven amiga, la cual sehaba mantenido de pie al lado de l, gir sobre ella misma como alguien que busca lo quetiene que hacer despus, sbitamente, se dirigi con paso resuelto hacia la puerta, sali delsaln, subi la escalera, se dirigi toda recta hacia nuestra habitacin (oamos sus pasos porla casa) y, muy rpida, volvi a bajar trayendo de los tres sombreros el que desebamos.

    Esta nia, que es ahora madre de familia, jams ha sabido que nos haba servido de sujetode experiencia. Es necesario aadir que, si ella era de un natural encantador, no tena lacostumbre de darnos semejante servicio y que ste conserva un carcter totalmente inslito.

    Claude Bernard escribe (1): .Es una certeza interior, en efecto, la que nos condujo en la experiencia anterior: Certeza

    irracional del nio guiada simplemente por su intuicin.Es slo a la edad de veinticuatro aos cuando nos vino a la mente la idea de una bsquedametdica. Nuestra formacin cientfica y tcnica no nos haba dejado dedicar apenastiempo libre para el estudio de la psicologa, pero ella deba guiarnos en la elaboracin deuna hiptesis que, abandonada ms tarde, fue sin embargo el origen de las bsquedassistemticas que tenemos emprendidas. Reteniendo como un hecho incontestable elfenmeno de transmisin de pensamiento, estimbamos que deba ser comparado a ungasto de energa y ser estudiado por mtodos anlogos a los que se emplea en el estudio de

    los fenmenos de induccin en fsica.La guerra vino y es slo en 1923 cuando reemprendimos esta idea, tras una conversacinde las ms curiosas.

    2 PRI M ERAS EXPERI ENCI AS

    En el transcurso de un fiesta, una joven mujer nos dio informacin de una experiencia,tipo de sueo despierto, cuya descripcin recordaba singularmente las fabulaciones

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    descritas por Flournoy en su famoso estudio:

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    desaparecer ms tarde. La mirada es muy buena.. Inmediatamente la mirada se hace ms dulce an, B. L...se rene alegremente con este , que parece esperarla . Leda una palma, .

    Este lleva una amplia toga blanca; ella misma est vestida de blanco; primitivamente calzada con chinelas, marchar con los pies desnudos ms tarde. Seencuentran en una especie de jardn; por todas partes flores: rosas y violetas. Se acercan aun estanque: .

    El le muestra una llanura muy extensa limitada por una masa de rbolesoscuros. El teniente coronel Caslant demanda la significacin de estos rboles: ; los rboles desaparecen pero hay unmomento penoso; la sujeto se siente sola, .

    .

    El teniente coronel Caslant evoca entonces el recuerdo del estanque y los juegos de lucesen el agua; las imgenes desagradables desaparecen. B. L... reencuentra a su conalivio y alegra. l le toma la mano y la lleva rpidamente hacia una nueva escalera queconduce a un circo de montaas. Suben a una de ellas por un camino pedregoso. En lacima, . B. L... se envuelve en la toga de su , que seeleva con ella por el espacio. Esta le parece larga; ella expresa el temor de no nada ms. El teniente coronel Caslant la tranquiliza y la invita a la paciencia.

    Divisa un punto brillante, en el espacio encima de ellos; este punto ; ella seacerca:

    Esta sesin se termina con la evocacin rpida de las diversas etapas recorridas. Despusel teniente coronel Caslant pide a la sujeto imaginar que lleva todos los objetos recibidos: la palma, las piedras preciosas. Est por ltimo la evocacin de la habitacin dnde tienelugar esta sesin. Para terminar, el teniente coronel Caslant ruega a B. L... evocar su propiaimagen en

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    ____ (*) [R. Desoille indica con (sic) que son palabras textuales. Las que aqu se muestran son una traduccin de ellas,ya que originalmente estn expresadas en francs. -N. del que t.-].

    (P. 23) una forma fsica y espiritual perfecta e integrndola a su persona fsica. Laejecucin imaginaria de algunos movimientos de gimnasia sueca, algunas respiracioneslentas y profundas, reales esta vez, y B. L... es rogada de abrir los ojos.

    He aqu el hecho experimental; que haba que pensar? Que relacin poda aqu haberentre esta fabulacin inesperada, que extraamente recuerda a los poemas de Dante, y elestudio que perseguamos del fenmeno de lectura de pensamiento? Si haba aqu alguna,no era sta muy secundaria ante el trabajo de la imaginacin que venamos de constatar? Ysi esta actividad de la imaginacin era el fenmeno central, que enseanza se podaesperar de su estudio?

    Para estas cuestiones, y para otras, no podamos esperar responder ms que recomenzandola experiencia y nos pareci que ante todo haba que agotar sta en un esprituabsolutamente imparcial, despejado de toda idea preconcebida, de toda doctrina a priori.

    As pues tomamos la decisin de servir nosotros mismos de sujeto y, al mismo tiempo,hacer trabajar regularmente a la joven mujer que se haba prestado a esta primeraexperiencia afn de aprender, bajo la direccin del teniente coronel Caslant, el manejo de sumtodo que l no haba pensado de acercarlo al psicoanlisis, del que ignoraba entonces latcnica.Hemos trabajado as dos aos, prohibindonos la menor crtica. Al final de este periodo,

    estimando tener adquirida una experiencia suficiente y relegando a un segundo plano elestudio de la lectura de pensamiento, nos hemos fijado por tarea unir los hechos nuevos,que nos era dado observar, a los hechos ya conocidos buscando en las teoras actuales y, en particular, en el anlisis psicolgico de la afectividad subconsciente, las disciplinas que nos permitiran hacer entrar estos hechos en el dominio de la psicologa, a partir de ahoraclsica, del sueo.Este nuevo proyecto deba hacernos rechazar la interpretacin que el teniente coronel

    Caslant, ocultista convencido,(P. 24) daba de los hechos. Deba tambin llevarnos a modificar bastante profundamente latcnica que nos era propuesta, al menos en cuanto a los detalles de su empleo. Finalmente,hemos sido llevados a hacer un muy distinto uso de esta tcnica.En primer lugar, debamos preguntarnos qu papel jugaba la sugestin en la elaboracin

    de toda esta imaginera. Un cierto nmero de los materiales de esta fabulacin pertenecenevidentemente al propio sujeto, pero cul es el factor que preside a su aparicin en elcampo de la conciencia? Otros materiales, le parecen totalmente nuevos al propio sujeto;le pertenecen ellos tambin, o le son sugeridos?Estas cuestiones nos llevaban al estudio de las modalidades de la sugestin y a la de un

    simbolismo universal que los psicoanalistas han sido los primeros en estudiar partiendo dela experiencia. Estos estudios estn lejos de estar agotados y esperamos que la tcnica de laque vamos ahora a exponer el principio general contribuir a impulsarla an msdesvelando sobre todo algunas modalidades de la afectividad subconsciente que, en lamayora de los individuos, permanece en estado latente.

    3 ESQUEM A DE L A TCNICA APL I CADA EN ESTAS EXPERIENCI AS

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    Podemos inmediatamente extraer de la experiencia anterior el esquema de una tcnicaemprica de la que los medios son:

    -la relajacin muscular del sujeto;

    -la relajacin psquica obtenida por una representacin visual simblica del estadoafectivo deseado;-la orientacin de la atencin del sujeto sobre l mismo, obtenida al colocarlo en un estado

    qu, por lo que se imagina, se emparenta con el del sueo;-un control y una direccin impuestos al ensueo del sujeto por una sugerencia[(ver en la p.

    172\105, N. del que t.)] de inusitada forma: la de la ascensin.Antes de pasar al anlisis de esta tcnica, diremos cules han sido nuestros sujetos y cmo

    fueron preparados.P. 25) El empleo de nuestra tcnica ella misma estar justificada, ms tarde, partiendo de

    los datos clsicos de la psicologa.a) Los sujetos.

    Los primeros, nos han sido dirigidos por el teniente coronel Caslant. Excepto B. L...,estaban curiosos, ante todo, de desarrollar sus , sin que estaexpresin haya tenido un sentido muy preciso en su entendimiento. Aparte de un ciertogusto por el misterio, por desgracia demasiado comn para que se pueda considerarlo comomrbido, estos sujetos eran gentes normales. Todos tenan tendencias religiosas, sinadherirse por eso a una doctrina o filosofa concreta. Sus creencias eran, excepto conalgunas variantes, las de las diferentes escuelas espiritistas.Ms tarde, nuestros sujetos han venido espontneamente a nosotros; nos eran enviados por

    los primeros que, sin darse cuenta exacta de la naturaleza del beneficio que extraan de sus

    sesiones, constataban no obstante la adquisicin de un equilibrio que deseaban para susamigos.Entre estos ltimos sujetos, algunos sufran una depresin, que se puede ya considerar

    como mrbida.Algunos raros sujetos han venido a nosotros animados por una curiosidad cientfica;

    hemos, en cambio, rechazado trabajar con los que no buscaban ms que una distraccin yaque desde el principio, siempre hemos considerado esta ejercitacin como un medio paraconocerse mejor y para realizar lo mejor de uno mismo.Estos diferentes sujetos pertenecan a todas las clases de la sociedad: obreros,

    funcionarios, intelectuales, rentistas. Eran de cultura y educacin muy diferentes. Entreellos, las mujeres estaban en muy ligera mayora.

    b) la ejercitacin. Todas las primeras sesiones tienen por objetivo inmediato ejercitar al sujeto en mantener

    y concentrar su atencin. Un sujeto con la imaginacin viva, absorbindose fcilmente enun pensamiento bien definido, llegar en seguida a mantener su

    (P. 26) atencin fijada sobre una imagen y a seguirla en su desarrollo. Ser necesario, por elcontrario, un tiempo mucho ms largo para alguien del que la atencin est fcilmenteatrada, por una inclinacin natural, hacia los menudos hechos exteriores y que, sta, se

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    dispersa al considerarlos sucesivamente sin all fijarse en alguno. Un sujeto de este ltimotipo, si se le priva de objeto de imagen sobre la que fijar su atencin, estar desconcertado yel juego de su imaginacin, en las primeras sesiones ser necesariamente incoherente. Perose aplica tambin el mismo mtodo a uno y otro tipo de sujeto.Para obtener el estado de atencin pasiva procederemos de la siguiente manera:

    1 para aislar al sujeto de las influencias exteriores, lo haremos reposar extendido, los ojoscerrados y protegidos de la luz demasiado viva que se pueda filtrar a travs de sus prpados(1); se pondr en un estado de relajacin muscular tan perfecto como sea posible e intentarahuyentar completamente toda idea obsesiva, toda preocupacin, toda espera ansiosa delresultado de la experiencia. Para facilitar este trabajo preparatorio le pediremos imaginarun paisaje agradable y pensar que l all descansa;

    2 para aislar al sujeto de las excitaciones interiores, le ayudaremos a ahuyentar, desecharsus preocupaciones, no dndole simplemente la orden de hacerlo, sino por la sugerencia deuna imagen de accin en apariencia indiferente, tal como el apilado de trapos (figuras desus preocupaciones) en un saco, que una vez lleno, ser invitado a tirarlo por detrs de l.Este procedimiento -deberamos decir este - puede sorprender, pero hemosconstatado que la autosugerencia bajo la forma de una imagen visual representativa delobjetivo a alcanzar, simblico o no, es ms eficaz que bajo la forma de una representacinverbal de este mismo objetivo. De otra parte, estas imgenes se emparentan con las delsueo que es siempre la realizacin ____ (1) Si es preciso, la sesin tendr lugar en la oscuridad.

    (P. 27) de un deseo. Es por eso que larelajacin psquica es obtenida ms fcilmente poruna representacin visual que implica, en cierto modo, la relajacin deseada, que por unsimple deseo de relajacin.Estando as obtenido el estado de atencin pasiva, el experimentador activar la actividad

    imaginativa del sujeto, sugirindole una imagen cualquiera; sta ser vlida con la solacondicin de ser puesta entre las escenas o los objetos de lavida corriente, esto pararespetar el principio del paso progresivo del estado de conciencia normal a otro estado. Laimagen debe ser formada, tanto como sea posible, de manera que ella slo evoque una ideageneral, con la exclusin de una escena ya vivida o de un objeto familiar ya que puedellevar, por asociaciones de ideas o de sentimientos, a retornar al estado de atencin activa.El experimentador pedir luego una descripcin exacta de la imagen para que la atencin sefije cada vez ms sobre ella; har completar esta imagen, si se trata de un objeto (un jarrn, por ejemplo), pidindole la descripcin del lugar donde se encuentra. El sujeto ser rogadodescribir el lugar imaginado y que piense que l all se pasea sin jams, no obstante, seguirun camino descendente, esto para evitar la aparicin de imgenes desagradables. Estos paisajes, la mayora de las veces, le parecern muy nuevos, pero ; portransiciones lentas los haremos transformar en paisajes de montaas que imaginar subirhasta la cumbre.Todo ello durar alrededor de tres cuartos de hora. Este trabajo ser suficiente para una

    primera sesin; lo terminaremos rogando al sujeto que recuerde en sentido inverso, peromuy rpidamente, todas las etapas que tendr recorridas, esto para facilitar el retorno sincontratiempos al estado de conciencia normal conforme a ciertos resultados cuyasexperiencias se tratan en el captulo II.Antes de hablarle de abrir los ojos, nos dedicaremos de cinco a diez minutos a un trabajo

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    que consiste en concentrar la atencin del sujeto hacia su cuerpo y en la idea de que seencuentra bien y de que todo es normal en l. Es del mtodo Cou,

    (P. 28) modificado, sin embargo, por el hecho de que se reemplaza la representacin verbal por representaciones visuales. Haremos completar esta

    representacin invitando al sujeto a respirar profundamente con un ritmo lento y muyregular, escuchando los latidos de su corazn que deben ser bastante fuertes, lentos eigualmente muy regulares. Llevaremos luego su atencin hacia las diferentes partes de sucuerpo, con sus diversas funciones, invitndolo, si es preciso, a formar las imgenesrepresentativas de una buena salud. El sujeto imaginar, por ejemplo, todo el sistemanervioso partiendo del cerebro, continuando por la mdula espinal para llegar a lasterminaciones nerviosas. circular la en toda la red nerviosa (1). Elsujeto retornar as a la forma de atencin activa.Terminaremos por una imagen de conjunto rogndole verse con buena salud, en plena

    forma fsica y espiritual y le pediremos incorporarse esta imagen. Por ltimo, le rogaremoshacer con el pensamiento algunos movimientos de gimnasia sueca y finalmente abrir losojos.Ms tarde, estas imgenes sern intiles; gracias a su ejercitacin el sujeto habr asidointuitivamente el mecanismo ntimo del ; le bastar evocar su rgimen psicofisiolgico habitual para retornar en algunos segundos.

    Las tres o cuatro sesiones que seguirn estarn llevadas de la misma manera; si los primeros resultados son satisfactorios, llevaremos la experiencia ms lejos procediendo talcomo sigue:Despus de haber ayudado al sujeto a modificar su imagen hasta la representacin de unlugar elevado, montaa u otro, usaremos la sugerencia de la ascensin rogando al sujeto dean elevarse ms. Le daremos como apoyo mental la imagen de un avin, de una escala, deuna pista en espiral

    ____ (1) La imagen, insistimos sobre este punto,no tiene ningn valor en s y no vale ms que como medio para fijar laatencin ; si la imagen es extraa o curiosa, slo es mejor para recordarla.

    (P. 29) constituida por una niebla blanca, etc. Poco importa que la imagen sea en realidadrepresentativa de un acto imposible; debemos dejar al sujeto en el ensueo. Mantendremossu atencin fijada sobre la idea de la ascensin.Suceder que se mantendr as, penosamente, con la sensacin de estar entre cielo y tierra.

    Ser necesario alguna paciencia y perseverancia para impedirle regresar a una imagen de lavida normal; se renovar para eso las imgenes de apoyo mental, escalas, cuerdas,escaleras, etc.Al cabo de algunas sesiones, a veces a la primera, como en la experiencia descrita ms

    arriba, el sujeto llegar a un lugar ms o menos iluminado. A menudo se le despertar lasensacin de estar acogido a un ser diferente de l mismo (1). A partir de aqu, el sujeto yano est en su estado de conciencia habitual.La actitud mental ms conveniente a observar por el experimentador, excepto en muy

    raras excepciones, es considerar que el sujeto suea y es de rogarle comportarse enconsecuencia, es decir como si la imagen fuera la de una escena realmente vivida, en elinstante mismo, y esto independientemente de toda creencia y de toda idea preconcebida.Es necesario, en efecto, para las necesidades del estudio, entrar en las vistas momentneasdel sujeto, dejarle vivir la escena de la que la imagen retiene su atencin y, por otra parte,

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    de la que no est en absoluto engaado, ya que conserva la memoria completa de esteensueo sobre el cual podr luego ejercer su espritu crtico. Varios sujetos nos han dicho:> Siempre les hemos respondido: > No hay aqu, en efecto, ms que una exploracinde la imaginacin de la que solicitamos la facultad de construccin.

    As que cuando un sujeto se figura que est en presencia de un , no discutiremoscon l la cuestin de saber si este ser tiene una existencia distinta o no a l mismo (2); nosdefenderemos de tomar posicin y nos limitaremos consecuentemente a constatar que,como en nuestros sueos, los ____ (1) Estas representaciones de seres no aparecen ms que al final de la preparacin, ellas marcan simplemente una

    etapa. ____ (2) Por nuestra parte, pensamos que estos seres no son -la mayora de las veces- ms que representaciones sobre lascuales el sujeto hace un desplazamiento afectivo. Son desde el punto de vista psicoanaltico o de la novela subliminal,interesantes a estudiar. [En el original hay una pequea incorreccin tipogrfica, ya que la llamada a pie de pgina repite para esta anotacin el (1) cuando lo que deba de indicar es que la anotacin est insertada en la siguiente p. 30. Aqu enesta traduccin, como est estructurada indiferentemente a la posible extensin que, en s, pueda tener cada pgina, hetrasladado la anotacin, que est en el original en la p. 30, a esta p. 29 que es donde verdaderamente deba de estar,aunque parte del texto del libro hubiera pasado a la siguiente pgina. -N. del que t.-].

    (P. 30) personajes, los animales, las plantas, animan la imagen considerada. Invitaremos alsujeto a examinar si el ser en cuestin es benvolo o no. No extraeremos conclusin prematura del hecho que, en las primeras experiencias, para un hombre, el ser es a menudouna mujer y para ella, recprocamente, es el de un hombre. Si el ser se presenta benevolente, rogaremos al sujeto que lo siga y le pediremos que describa minuciosamentesus representaciones y que ensaye a encontrar por l mismo una significacin simblica.Si el ser parece agresivo, cauteloso, duro, en fin, desagradable de cualquier manera,

    pediremos al sujeto de quitrselo de encima. Esto no ser siempre fcil; se podr, porejemplo, rogarle que d vueltas rpidamente sobre s mismo imaginando que prosigue suascensin; lo invitaremos luego a continuar su ascensin hasta que llegue de nuevo a unlugar claro y agradable.Como lo hemos dicho, antes de practicar los ejercicios de retorno al estado normal, habr

    que rogar al sujeto que recuerde todo lo que ha visto, pero sin sus imgenes yomitiendo los recuerdos desagradables. Notamos, en efecto, en algunas personas, muy poco numerosas, es verdad, una disposicindesafortunada a caer en un estado prximo a lo hipntico con prdida de memoria duranteel retorno al estado normal, como ocurre para los sueos que no podemos recordar. Estadisposicin desaparece muy deprisa con la prctica de la que el resultado es, precisamente,corregir todas las tendencias mrbidas de este gnero.Cuando hayan sido hechas con xito estas primeras sesiones, proseguiremos pidiendo al

    sujeto impulsar siempre ms lejos sus . Constataremos, entonces, que lasimgenes cambian profundamente de carcter; representativas de la vida habitual, al principio, ellas se vuelven ms tarde, cada vez ms brillantes e inmateriales, hasta no ser yams que una sensacin de luz intensa en la cual

    (P. 31) unas formas, muy simples y armoniosas, aparecen como un juego de lucesdestacndose sobre un fondo deslumbrante de claridad. Estas imgenes estn acompaadasde un estado eufrico notable que el sujeto lo traduce en palabras de serenidad, felicidad,etc. Muy a menudo la representacin visual est acompaada de representaciones auditivasy olfativas: msica y cantos esplndidos, perfumes deliciosos.

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    Cuando el sujeto, al cabo de un ao de ejercitacin, por ejemplo, a razn de una sesincada quince das, est suficientemente confirmado en este gnero de trabajo, ser posiblehacer con l experiencias extremadamente variadas. Incluso l solo podr hacerexperiencias y veremos, ms adelante, la opcin prctica que puede sacar de estaejercitacin.

    No obstante tenemos que dar sosiego al lector que habr ciertamente notado que, en elsueo despierto como en el sueo comn, el simbolismo de las representaciones visuales,expresando un estado afectivo, presenta un carcter netamente regresivo.As pues sera til preguntarse si podra ser de una dudosa ley toda esta fabulacin?

    Ciertamente lo sera si un sujeto tena que [solamente] ah quedarse. Responderemos a estacuestin cuando abordaremos las aplicaciones de esta tcnica a la psicoterapia[p. 148\90],explicando los escollos que hay que evitar en su empleo.

    ________

    (P. 32) [Pgina en blanco]

    (P. 33) CAPTULO II

    EXAMEN CRTICO DE LA EXPERIENCIA ANTERIOR

    1 ORIEN TACI N DEL SUEO DESPI ERTO Hemos mostrado el esquema de la tcnica a aplicar en nuestras experiencias. Ahora

    vamos a pasar al examen crtico de los procedimientos empleados, estudiandosucesivamente el papel de la sugerencia, las leyes que presiden la formacin de lasimgenes y las condiciones necesarias para su aparicin; finalmente abordaremos losefectos fisiolgicos de los que la observacin justifica las precauciones que hacemos tomaral sujeto durante su retorno al estado normal.

    a) Que entendemos nosotros por sugerencia? Papel de esta ltima en nuestrasexperiencias.

    Nos repugnara llevar a dificultad introduciendo neologismos en el lenguaje; es por esoque, an a riesgo de ser mal entendido, hemos conservado, desde el principio, los trminosde uso corriente, tales como las palabras sugerencia, autosugerencia, sugestionabilidad [(noaceptado en el D.R.A.E.)], a las cuales algunos medios cientficos han atacado en un sentido peyorativo, sea a causa del mal uso que unos empricos han hecho de los procedimientos de

    la sugerencia, ya a causa de la gran sugestionabilidad observada en algunos individuosafectados de trastornos psquicos. O bien, se ha agregado a estas palabras un sentido puramente mdico, demasiado restringido para el uso que tenamos que hacer de ellas.

    (P. 34) Se quiere ver un signo mrbido en la sugestionabilidad excesiva, olvidando que uncierto grado de sugestionabilidad es una aptitud normal, comn a todos los hombres, y que,cuando adopta un carcter peligroso para el individuo, es porque la facultad reguladora dela sugestionabilidad, que no es otra que el juicio o sentido crtico, est ella misma daada.El signo mrbido no es pues una determinada disposicin a recibir una sugerencia, sino la

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    abolicin del sentido crtico, abolicin que hace posible esta aceptacin. He aqu unimportante matiz precisado, adems, por autores como Pierre Janet cuando dan un sentidolimitado a la palabra sugerencia.En su sentido corriente, el ms general, la sugestionabilidad no es ms que una aptitud a

    recibir, conscientemente o no, un impulso que viene de otro. Este impulso puede, a veces,

    ser la condicin de la formacin de la mente.Por estas razones, precisaremos el sentido exacto que damos a estas palabras:conservaremos en la palabra sugerencia su sentido habitual de presentacin de una idea, deuna imagen cualquiera; de proponer una idea a alguien, rechazando todo carctermisterioso al hecho de poner la palabrabajo su sentido etimolgico.Lo mismo la autosugerencia consciente es un proceso psicolgico normal segn el cual un

    individuo hace eleccin voluntariamente, de conformidad con las dadas en un juicio ocriterio sano, de una concreta disciplina en vistas a establecer en l mismo un automatismode eleccin. Ms tarde este automatismo debe presidir a sus actos para que stos permanezcan conformes a lo que el individuo considera como deseable para l mismo, sinque, cada vez, una deliberacin previa al acto sea necesaria.Queda entendido que una sugerencia, es decir la proposicin de una idea, puede ser daina

    y que, en este caso, su aceptacin por el interesado, si no es debida a un simple error de juicio sino a una carencia de examen crtico, reviste un carcter mrbido.

    Del mismo modo, una autosugerencia puede tener un carcter

    (P. 35) mrbido si est en el origen de un automatismo daino para el individuo y si steltimo no llega a corregir este automatismo por un simple esfuerzo de su voluntad guiadasta por un examen crtico correcto.

    Hemos constatado, en el captulo anterior, que es posible provocar un sueo bajo unaforma tal que se puede seguirlo, como se sigue las fases de un movimiento en una pelcula pasada al ralent, sin nada perderse. Esto permite substituir al sueo ordinario por el sueo

    despierto a fin de estudiar la afectividad subconsciente de un sujeto.El procedimiento no parece nuevo; sabemos cul es la potencia creadora de laimaginacin en un sujeto en estado de hipnosis. Una idea sugerida da lugar a unarepresentacin teniendo por un instante la fuerza de una realidad y el sujeto experimenta lossentimientos y las sensaciones que experimentara en el estado normal ante la mismarealidad vivida.Rindiendo homenaje a la ingeniosidad de los experimentadores que han empleado la

    sugestin y sin querer disminuir en nada el valor considerable de las observaciones yarecogidas, se puede sin embargo notar que falta a veces a estas investigaciones un mtodoque se inspire en principios de orden general.El lado maravilloso, en apariencia, de la hipnosis ha podido hacer creer que slo este

    estado que recuerda al del sueo permita reproducir determinados fenmenos. Si bien esverdad que la hipnosis permite determinadas investigaciones, sera falso creer que estemedio es el nico a nuestra disposicin. La hipnosis no puede ser empleada ms que conalgunos sujetos y, adems, privndonos de un precioso auxiliar : los sujetos a menudo norecuerdan nada y no pueden aportar al experimentador el concurso de sus propiasobservaciones ; por ltimo, su sentido crtico est abolido y recaemos as en las dificultadesde un sueo ordinario.Estos inconvenientes pueden ser fcilmente evitados. El lector si quiere constatarlo se dar

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    cuenta en las observaciones que siguen.(P. 36) El experimentador acta en el sujeto ya sea conscientemente o inconscientemente. 1 Accin consciente. Puede ejercerse de tres maneras diferentes:

    a) por va perceptible directa, con pleno conocimiento de causa por parte del sujeto y, queacepta o rechaza deliberadamente, con o sin examen reflexivo: se le sugiere la idea demovimiento por la palabra escrita u oral, o por el gesto;

    b) por va perceptible indirecta; el sujeto no se da claramente cuenta de la reaccinafectiva provocada y cede a un impulso ms o menos reflexionado. Ejemplo: para actuarsobre un sujeto que dice no poder despertarse por la maana, haremos nacer en l el miedoal ridculo, por burla amistosa; le diremos en presencia de los suyos: ;

    c) por transmisin de pensamiento. Rogamos al lector, incluso si es escptico respecto aesto, que admita provisionalmente la realidad de este fenmeno, que se observa muy

    raramente en sujetos en estado normal, pero bastante frecuentemente sobre sujetoscolocados en estado de relajacin como hemos descrito ms arriba (1).2 Accin inconsciente. Ella tiene lugar cuando el experimentador transmite al sujeto un pensamiento o un estado

    afectivo sin tener l mismo conciencia del hecho. A esta influencia ejercida ladesignaremos con las palabras ; preferimos en este caso estaexpresin a la detransmisin de pensamiento; en efecto, ya que no hay aqu accinvoluntaria por parte del experimentador: es el sujeto quien lee en s mismo el pensamientode su compaero.A esta accin que parece haber sido poco estudiada, le adscribimos ____ (1) Freud admite la transmisin de pensamiento, al menos el inconsciente, en su ltima obra: Nouvelles

    confrences sur la psychanalyse. Gallimard, Paris, 1936.

    (P. 37) una importancia capital; volveremos a ella[p. 187\114 y sigs.] para dedicarnos a todo eldesarrollo que esta cuestin implica.Tenemos as una seleccin entre numerosas modalidades de sugerencia, de como se

    entiende esta palabra en el sentido limitado o en un sentido ms general, coincidiendo conPierre Janet, de . La sugerencia nos permitir colocar alsujeto en un estado deatencin pasiva que no hay que confundir con elestado decredulidad de la hipnosis, estado incompatible al del mantenimiento de una mente sana.Este punto es esencial; es necesario bien comprender que esta experiencia no puede serllevada a buen trmino ms que por un trabajo en perfecta colaboracin con el sujeto y con

    pleno conocimiento de causa por su parte. A l no le es posible dejar su imaginacin librey, al mismo tiempo, orientarla y ejercer su espritu crtico sin volver a caer en el ciclo desus ideas habituales. El papel del psiclogo est precisamente, ya que permanece l mismoen un estado de atencinactiva, en poner su propia actividad a la disposicin del sujeto,mantenindolo en un estado tal que la atencin pasiva le sea posible, condicin sine quanon para que la experiencia triunfe.Pero no utilizaremos ms que con una extrema prudencia estas numerosas variedades de

    sugerencia, limitando nuestro papel activo a lo mnimo estricto compatible con la necesidad

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    de estimular la imaginacin del sujeto.La nica sugerencia de la que no podemos absolutamente pasar, para realizar la

    experiencia, es la de laascensino la del descenso, las otras formas de sugerencia nosiendo ms que accesorias, se llegan a suprimir al cabo de un cierto nmero de sesiones,cuando el sujeto est ya preparado. Nos ha ocurrido incluso poder limitar nuestras

    sugerencias a partir de la primera sesin. Por ejemplo en la sesin con B. L...[p. 20\12]

    , se puede admitir que las cuestiones que le han sido planteadas no conllevan ellas mismassugerencias propiamente dichas.Esta imagen motriz, propuesta al sujeto y mantenida durante alrededor de un tercio de la

    sesin debe ser suficiente para hacer aparecer todos los estados de conciencia latentes.(P. 38) Porqu la imagen de la ascensin provoca la aparicin de otras imgenes,

    sensoriales y afectivas? Este punto no ha sido completamente elucidado.Sin embargo las causas deben ser buscadas, sin ninguna duda, 1 en nuestra constitucin

    fsica; 2 en ciertos hbitos de los cuales algunos resultan de esta misma constitucin.En primer lugar, conviene hacer notar que la postura del hombre es vertical, que el

    encfalo est en lo ms alto del cuerpo y que es tambin en la cabeza donde estn

    localizadas las funciones ms nobles: lenguaje, visin, audicin, olfato. Estos hechosimplican determinados hbitos que deben necesariamente tener una influencia considerablesobre nuestras representaciones: el hombre que vive, el hombre sano, el vencedor, estn de pie; contrariamente, el muerto, el enfermo, el vencido estn en tierra. A estas imgenes seasocian miles de recuerdos, los unos dinamgenos y los otros inhibidores.En fin, la visin de las cosas que nos rodean contribuye a reforzar estas imgenes: el

    geotropismo de las plantas, el hecho de que la luz nos viene desde lo alto, nos obligan aasociar las ideas de impulso vital, de plenitud, con la de laascensin. En oposicin, elhecho de descender bajo tierra, a un stano por ejemplo, nos priva de luz y calor; existe elriesgo a ser debilitado nuestro bienestar y asociamos las ideas de tristeza, de privacin, conla del descenso.

    Explicaremos por consiguiente, bastante fcilmente, los hbitos del lenguaje que asocianlas ideas de belleza, de bondad, de nobleza, a loalto y, por oposicin, todo lo que parecefeo, triste, lo asociamos a la idea debajo. Hablamos de sentimientoselevados y de accionesbajas. Para los sencillos, el Infierno est abajo y el Cielo est arriba. Comprendemos queDante nos invite a descender para considerar los vicios y que nos obligue a subir paracontemplar las virtudes.Algunos gestos, como el trazado de una lnea ascendente,

    (P. 39) son dinamgenos; otros, como el trazado de una lnea descendente, son inhibidores(1).Es el hbito inveterado de todo este simbolismo, no de la visin de nosotros mismos y de

    las cosas que nos rodean, quien ha establecido esta especie de reflejo condicionado que laexperiencia revela: a la sugerencia de la ascensin le est vinculada la representacin denuestras aspiraciones ms generosas y nuestras posibilidades ms constructivas; lasugerencia de descenso evoca, por el contrario, los instintos primitivos de muerte as comonuestras posibilidades de depresin.Cuando hablamos de reflejo condicionado, no se trata de nuestra imaginacin, ni de una

    simple analoga; pensamos que existe una relacin de causa-efecto entre las imgenesmotrices, por una parte, y las imgenes visuales por otra. No necesitamos por prueba ms

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    que el hecho siguiente: cuando queremos afirmarnos, cuando tenemos el sentimiento deltriunfo que sigue a una accin bien lograda,nos crecemos. Inversamente, el sentimiento delfracaso, la depresin de nimo nos hacen bajar la cabeza. Aqu, la imagen motriz quecondiciona la actitud fsica est determinada por los sentimientos. En el caso de laascensin, es a la inversa: la imagen motriz determina la aparicin de las imgenes

    afectivas; en los dos casos, se trata de una relacin recproca de causa-efecto entre las dosespecies de imgenes.La experiencia repetida millares de veces sobre numerosos sujetos prueba que, cuando una

    persona ha sido colocada en un estado de atencin pasiva, basta con sugerirle o para que sus imgenes cambien completamente de carcter y esto siemprede la misma manera.En la tcnica que describimos, mantener presente la representacin de una ascensin,

    orienta la atencin del sujeto hacia aquellas de sus tendencias que son las ms dinamgenasy hacen aparecer las ms optimistas de sus disposiciones, las ms generosas de sustendencias, en una palabra, todo lo que nos ____ (1) Charles Henry :Sensation et Energie. Institut Gnral Psychologique, Paris 1911.

    (P. 40) hace la vida mejor. Esto es un hecho de experiencia perfectamente controlado.La sugerencia, decamos nosotros, debe en principio estar limitada a la idea de la

    ascensin, o del descenso. En la prctica, ser difcil atenerse rigurosamente a esta regla. Elexperimentador ser llevado a venir en ayuda del sujeto, al proponerle una modificacin deimagen, o incluso para quitarle de tal o tal incmoda imagen. Hasta llegar para liberarlo, por ejemplo, a proponerle una rotacin imaginaria rpida sobre s mismo ; si esto no basta,el experimentador tendr que construir y proponerle una imagen que implique las ideas de bienestar y de calma, e incluso, si esta imagen es ineficaz, le dir que abra los ojos. Sernecesario, en este ltimo caso, comenzar por calmarlo durante la interrupcin de la sesin,y luego, hacerla reanudar, para evitar que experimente aprensin en sesiones ulteriores. Sise trataba de una imagen obsesiva, aqu habra que hacer lugar para analizarla;estudiaremos este caso en el captulo IV. En 14 aos de experiencia, estar obligado a hacerabrir los ojos a un sujeto slo nos ha ocurrido una vez y esto porque habamos omitidotomar todas las debidas precauciones; adems, de esto no ha resultado ninguna turbacin para l e incluso no ha conservado mal recuerdo de esta sesin.

    Si el experimentador es llevado a veces a proponer otras imgenes que la de la ascensin,no es menos verdadero que tiene que hacer prueba de la mayor discrecin, esta discrecinmanifestndose no solamente por la limitacin a lo estricto necesario del nmero deimgenes directamente propuestas al sujeto, sino tambin por la eleccin de estas imgenesy en general en la manera en que se conduce la experiencia.Para asegurar, en efecto, esta perfecta colaboracin de la que ms arriba hemos indicado la

    importancia, es indispensable que la experiencia jams pueda producir el efecto de unaintrusin en el fuero interno del sujeto; que el experimentador, por ello, conserva en lmismo un respeto muy real por la personalidad del sujeto y de su subconsciente. Enconsecuencia, tomar siempre como punto de partida las imgenes que le aporta espon-

    (P. 41) tneamente el sujeto; si es llevado a modificarlas, lo har por imperceptiblestransiciones. Siempre propondr, nunca impondr. Evitar con el mayor esmero cualquierchoque emotivo que pueda perjudicar al sujeto. Aparte de estas recomendaciones, no hayreglas precisas que podamos enunciar.

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    Sin embargo, podemos aadir que todos los medios preventivos que puedan ser empleadossern medios de sugerencia. Escogeremos la forma de esta sugerencia, segn se puedatemer la naturaleza del choque emotivo. Y la imagen sugerida comocontrasugerencia serescogida inspirndose en las creencias o costumbres espirituales del sujeto. De lasimgenes que siempre nos han sido tiles estn las de proteccin fsica del cuerpo: abrigo,

    algodn en las orejas, velo sobre los ojos, etc. Estas imgenes, que parecen no presentarninguna relacin con el objetivo que se persigue, son sin embargo muy superiores a lasrecomendaciones verbales tales como ; o an .Todo parece transcurrir como si el sujeto realizaba menos fcilmente una inhibicinemotiva cuando sta es sugerida por un smbolo verbal en vez de un smbolo visual. Estaobservacin ya la habamos hecho.El experimentador deber siempre recordar que sugerencias involuntarias de su parte

    pueden deslizarse incluso en la forma o en el tono de las cuestiones planteadas al sujeto;velar pues en lo que a la respuesta, implcitamente contenida en la cuestin, aunquesolamente fuese por el tono del que ella est poseda, no sea sugerida al sujeto. Evitarhacer aparecer reminiscencias que, por su carcter afectivo, puedan cambiar bruscamente elestado del sujeto. Le explicar lo que hace, a fin de evitar hacer nacer en l la sensacin de prcticas misteriosas y de provocar una resistencia en lugar de la colaboracin deseada ynecesaria ; sin embargo, no se extender ms que en trminos generales sobre el contenido probable de las ulteriores sesiones, para no arriesgar a deformar o falsear el avance delresultado. Se desconfiar de las reglas fijadas de antemano, de las opiniones preconcebidassean las que sean: todo, en la aplicacin del mtodo es cuestin de buen sentido, tacto y prudencia.

    (P. 42) b) Condiciones de compatibilidad entre las componentes del sueo. Freud ha desvelado la causa real que provoca la aparicin de tal o tal imagen onrica y al

    mismo tiempo ha revelado la verdadera significacin de esta imagen. Las tendenciasafectivas, las rememoraciones, las excitaciones sensoriales son tantas componentes de lascuales la imagen onrica es la resultante.Sin embargo no habra que establecer una rigurosa analoga entre el sueo y la esttica. En

    esttica, cualquiera de las componentes dar siempre una resultante, mientras que el sueono puede ser la resultante ms que de ciertas componentes. Bergson (1) es el primero,creemos, que ha atrado la atencin sobre el hecho de que una seleccin previa se establece,entre todas las componentes posibles, en funcin de una de ellas que desempea el papel deinductora principal de la imagen onrica. Da el ejemplo del durmiente que oye realmente unsilbido y que suea con un barco que est a punto de salir: el silbido es traducido en laconciencia por una llamada de sirena. Bergson deduce que una previa condicin de armonaexplica la aparicin, de la imagen resultante, de tal recuerdo en detrimento de todo otrocontenido de la memoria.Esta ley se debe generalizar. Un sueo puede ser desencadenado por un excitante externo(percepcin sensorial) o interno (tendencia afectiva, sensacin interna). Este elemento,

    inductor de la imagen, no podr constituirse ms que con las rememoraciones y lastendencias que son ellas mismas seleccionadas inconscientemente. Es evidente que estaseleccin se hace segn una cierta ley de asociacin, siguiendo un generalque permanece inconsciente; es lo que Dalbiez ha llamado la ley de la inconscienciarelacional (2). Esto para el sueo ordinario.El empleo de nuestro mtodo nos revela que, en el sueo despierto, este

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    general est suministrado por el simbolismo de la o del a losque les est vinculado, a cada uno, un ____ (1) L'Energie Spirituelle. Alcan, Paris.

    ____ (2) Roland Dalbiez : La Mthode Psychanalytique et la Doctrine Freudienne. Descle de Brouwer et Cie, Paris1936, Tome I, page 81

    (P. 43) conjunto de tendencias afectivas que se excluyen las unas a las otras. Seraimposible, por ejemplo, pedir a un sujeto descender y sugerirle una imagen de serenidad.La palabra serenidad evocar bien, solamente, un recuerdo abstracto de esta emocin, perola sensacin de serenidad, ella misma, no podr ser experimentada; como mucho se podrobtener, gracias a las debidas contrasugerencias (*), una neutralidad afectiva.Para ayudar a un sujeto a fijar su atencin sobre la idea de la ascensin, no le sugeriremos

    trepar por una escala de cuerda si tiene una imagen de luz sin ninguna forma y si tiene lasensacin de encontrarse en un lugar irreal; pero podremos sugerirle dejarse por esta luz . O tambin, si adoptamos las precauciones decontrasugerencia (*), le diremos que imagine una armadura de diamante y no una armaduracualquiera.Si sugeramos mal respecto a la imagen habitual de un objeto cualquiera, traeramos

    brutalmente al sujeto a su estado de conciencia normal.Recprocamente, sugerir a un sujeto, que se encuentra en un estado de conciencia prximo

    al estado normal, una imagen paradisaca no tendra ningn efecto. Haramos evocar alsujeto un recuerdo de , pero no haramos aparecer las imgenes que tendr, mstarde, gracias a la sugerencia de la ascensin.Es evidente, que toda sugerencia teniendo un carcter afectivo deber ser escogido en

    funcin del momento mismo del estado afectivo del sujeto. Por ejemplo, cuando aparecenimgenes de paz y alegra, no podramos evocar una imagen de pesadumbre ms que con laayuda de las contrasugerencias apropiadas hechas previamente.Lo dicho anteriormente har comprender al lector que nuestro mtodo, todo de matices,

    exige un desarrollado sentido esttico por parte del que quiere emplearlo con resultado.c) Papel del contraste en la orientacin de la atencin.

    No discutiremos la naturaleza misma de la atencin ya que las observaciones que tenemosque presentar permanecern ____ (*) [El trmino:contrasugerencia, es sinnimo de: sugerencia de proteccin, ver pgs., 40\23-41\23-55\32-85\51.

    No est aceptado en el D.R.A.E. igual que,tematismo, sugestionabilidad, metangmico, supranormal, etc. No har msreferencia a esta cuestin cuando el significado de estas expresiones sea suficientemente claro; a mi parecer podran serconsiderados como neologismos. N. del que t.-].

    (P. 44) vlidas sea cual sea la teora a la cual el lector se adhiera (1).Tenemos que precisar aqu las condiciones de la orientacin de la atencin.

    Todo fenmeno que provoca una excitacin en nuestro sistema psicofisiolgico, puedehacer aparecer en el campo de la conciencia una representacin de este fenmeno; seconcibe que deba ser posible forzar o suscitar esta representacin, por asociaciones, a surgir bajo una u otra forma y, en particular, bajo la forma visual. Un perfume, por ejemplo, puede evocar un lugar, una persona, etc. Recordamos, por otra parte, que la conciencia deun fenmeno depende, por cierto, de la atencin a este fenmeno:1 por la cantidad de energa que el sujeto ha recibido (intensidad y duracin de la

    excitacin);

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    2 por un cierto factor que, segn el punto de vista en el que pueda colocarse, lollamaremos a veces , (entre el objeto estudiado y lo que le es semejante poralgn lado), (del objeto y lo que le est vecino), o delcampo de la atencin. Las ideas de contraste, aislamiento y limitacin del campo de laatencin, no son ms que tres aspectos de una misma condicin que se impone en la

    aparicin del fenmeno de conciencia.Utilicemos un ejemplo en el mbito de la sensacin: para darnos cuenta que es luminosauna barra de hierro candente, es necesario que nuestra atencin est dirigida hacia ella, quela intensidad de la luz que emita sea lo bastante grande, y finalmente, que la iluminancia desu superficie presente con la iluminancia de los objetos circundantes, un suficientecontraste; es as que ella no aparece luminosa a pleno sol, aun cuando al sol se recibira lamisma cantidad de energa.En este ejemplo, no es ms que cuestin de energa luminosa y del contraste entre los

    elementos exteriores al sujeto; pero en un fenmeno puramente interior, ____ (1) Ver un excelente resumen del estado de la cuestin en Journal de Psychologie Normale y Pathologique,

    Janvier-Fvrier 1931, por H. Piron.

    (P. 45) veremos aparecer, ya sensaciones ms o menos intensas y prolongadas, yatendencias que implican un verdadero dinamismo, el cual sin poder ser medido, ser sinembargo comparable a una energa. Igual que en el ejemplo anterior, es posible haceraparecer un contraste entre los elementos internos tales como sentimientos, recuerdos, etc.Si se trata de recuerdos a recuperar, por ejemplo, se impondr al sujeto una condicin detiempo o lugar que constituir el contraste entre los recuerdos que satisfacen y los otros.Podemos hacer variar dos al menos de los tres factores enumerados ms arriba: la atencin

    y el contraste; por consiguiente el estado de receptividad del sujeto a un fenmeno exteriora l podremos modificarlo, o bien podremos aumentar sus reacciones a tal tendenciainterior que queremos estudiar.La observacin anterior es muy importante. En efecto, algunos procesos de la vida interior

    del individuo slo permanecen inconscientes en el estado normal, en razn de la intensidadde las excitaciones recibidas del mundo exterior; es suficiente estas excitaciones paraenmascarar completamente el fenmeno interior que, por falta de contraste en el sentidofavorable, escapa a la atencin. No podemos modificar la intensidad del fenmeno interior a observar pero podemossuprimir las excitaciones recibidas del exterior y llevar as al sujeto a orientar su atencinsobre el fenmeno en cuestin.El sueo es un estado ideal de inatencin al mundo exterior por lo que los psicoanalistas

    estuvieron bien inspirados estudiando la actividad de la imaginacin durante el descansonocturno.Un sujeto, estando despierto, puede ser llevado a unas condiciones psicolgicas cercanas a

    las del sueo; as pues nos hemos dirigido a provocar un sueo despierto, indicando que alsueo despierto le corresponde, como al sueo comn, un estado de inhibicin del psiquismo superior sin el cual la actividad del psiquismo inferior estara enmascarada. Enrealidad, es perfectamente adecuada la expresin para estableceruna jerarqua en nuestras operaciones

    (P. 46) psicolgicas; no lo es ya cuando se trata de designar esta zona psquica quecorresponde a lo que Freud ha llamado el supery y del que dice, con justa razn, que el

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    contenido permanece en parte inconsciente. Diremos pues que la inhibicin del psiquismosuperior es necesaria para la liberacin del psiquismo sublimado tanto como para la del psiquismo inferior.

    Para llevar al sujeto a ese estado y poder aplicarle luego la ley del contraste enunciada msarriba, procedemos como sigue:

    La atencin se concentra primero aislando al sujeto de las excitaciones exteriores talescomo los ruidos y la luz; luego aislndolo de las excitaciones internas, fsicas o psicolgicas, tales como contraccin de los msculos, inquietudes, etc.

    Para ayudar al sujeto, le sugeriremos una imagen de la que le haremos analizar losdetalles. Velaremos, en primer lugar, por mantener su atencin constantemente fijada sobrela imagen. Le propondremos aportar modificaciones de detalles, teniendo siempre cuidadode satisfacer la condicin de armona que preside a las asociaciones de ideas, precaucinindispensable para evitar falsear o distorsionar la construccin de la imagen. Llevaremos alsujeto, poco a poco, por el juego de las asociaciones espontneas, a una nueva imagen que,conforme a sus propias tendencias, ser representativa del hecho psicolgico que nos proponemos estudiar.

    Estando la atencin as concentrada, es necesario luego separar el fenmeno psicolgico aanalizar, de todos aquellos que son de la misma naturaleza, actuando con el factorcontraste. En efecto, recuperando la comparacin ya hecha, un espectador puede muy bienno ver la incandescencia de una barra colocada en una sala suficientemente iluminada,incluso si es invitado a buscar un objeto luminoso ; si, por el contrario, se oscurece poco a poco la sala, la barra calentada aparece incandescente, su visin se impone.

    Se llega, en el sueo despierto, al mismo resultado, sugiriendo repentinamente al sujetouna modificacin o un complemento a su imagen. Son los detalles de esta modificacin losque sern en este caso los representativos de lo que se propone hacer consciente del estadosubconsciente.

    (P. 47) Por ltimo, conviene anotar que la nocin de contraste tiene que acercarse, en

    algunos casos, a la nocin de inhibicin. Un deseo rechazado, por ejemplo, juega, gracias asu intensidad, el papel de contraste, por la inhibicin de todas las imgenes que no sonsimblicas -precisamente- de una cierta satisfaccin de este deseo. La experiencia muestraque con un sujeto que tiene un malestar neurtico, el juego de las imgenes, normal al principio de la sesin, llega muy pronto a unaimagen de interrupcin (1). En ese momento,la representacin visual del sujeto tiene para l una significacin dudosa, est dubitativo: surepresentacin es para l a la vez atractiva y ligeramente inquietante. Es necesario entoncesno insistir sino hacer regresar al sujeto inmediatamente a su estado normal, o bien adaptarla sesin a un tratamiento psicoteraputico, como lo explicaremos en el captulo IV.La delicada aplicacin de estos principios generales es todo un arte; la menor torpeza

    falsea la experiencia.

    He aqu dos ejemplos, escogidos entre los ms simples, que pondrn de relieve estanocin tan importante del contraste.El primero es para aproximarlo a los que el mismo Freud tiene dados: En la calle,

    exponemos a un amigo las experiencias que este autor tiene descritas en la (*) y que una de ellas consiste en que los nmerosenunciados libremente por un sujeto se hacen por asociaciones de ideas. La conversacin esinterrumpida por nuestra llegada a la estacin del metro y por la atencin en comprarnuestros billetes; hay mucha gente, y proponemos a nuestro amigo comprar de los de

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    . Sabiendo que l, en razn de pesadas cargas de familia, evita en general estegasto, vamos a la ventanilla con la intencin de obsequiarle su billete; infortunadamente, notenemos suficiente moneda. Nos vemos obligados a pedirle un poco de dinero; nos dadems, y le devolvemos el sobrante con el muy claro sentimiento de que nos muestraconfianza y no sabe exactamente cunto nos ha dado

    ____ (1) Ver pgina 152. [\93] ____ (*) [Freud en dicho libro, en el captulo X, describe que: an habiendo ledo por tres veces con sumo cuidado las pruebas previas a la publicacin de su libro La interpretacin de los sueos no vio que contena algunas inexactitudes.Con este dato, y sin ocurrrseme lo ms mnimo parangonarme en nada con Freud ya que, aparte de la abismal diferenciaentre crear ycopiar , ni siquiera soy un profesional de la traduccin as que, no es que pida indulgencia si aqu algo parecido se diese -quiera que no y si es que s, que sean las menos oh hados, oh normas sintctico-gramaticales!-,simplemente es indicar que esto puede suceder por mucho empeo que uno ponga; mis frgiles capacidades traductoraslas refuerzo con mi cuidadosa voluntad, con la constancia y con la etrea ilusin de haber incorporado en m las invisiblesalas que me alzan por los soados parajes de lo Intelectual ; desde ah traigo cada palabra, cada verbo, cada frase, cada... ellibro de R. Desoille.Indico adems que, a siete pginas de acabar, sin revisar, esta labor, he tenido un sueo revelador en donde se me

    evidenci que: esta traduccin -sin tener muy claro el porqu- > un conflicto que yoarrastraba desde haca ms de veinticinco aos. Con esto quiero decir que es elalma lo que estoy poniendo en este trabajo.-N. del que t.-].

    (P. 48) en definitiva de dinero. Instalados en el vagn, retomamos la conversacininterrumpida; nuestro amigo, que no est convencido de lo bien fundado de las teoras deFreud, nos dice: ... . > confiesa nuestro amigo... Le recordamos que el clculo del precio se ha hecho inconscientemente con esa rapidez y esa seguridad que son a veces,como se sabe, lo propio de las asociaciones subconscientes (1). Nuestro amigo convieneque esto era exacto; es con su asentimiento que publicamos esta ancdota.En este ejemplo, el excitante es la contrariedad recientemente experimentada,

    inmediatamente rechazada y devenida a inconsciente. La oposicin consciente del sujeto ala teora de Freud va a ser el factor de contraste que aislar el objeto inconsciente a laatencin; ella le har escoger un nmero para refutar, con un ejemplo, la tesis propuesta. Laidea general de nmero circunscribe inmediatamente el campo de exploracin del sujeto; suatencin, estando orientada, lo obliga a elegir, entre todos los nmeros posibles, precisamente el que tiene una relacin con su estado afectivo (y que est en armona conste); la formacin de la imagen resultante, el nmero 23, responde bien al proceso quehemos descrito del sentimiento rechazado y revela su naturaleza.Veremos a continuacin, otros ejemplos, que precisarn y justificarn las reglas

    enunciadas al principio de este captulo, pero debemos decir en seguida, que esta nocin de es de toda primera importancia para el anlisis psicolgico.He aqu un segundo ejemplo que hace percibir la manera de ____ (1) Ver sobre este tema el muy interesante estudio publicado por el doctor Osty. Revue Mtapsychique, N 6

    Novembre-Dcembre, 1927.

    (P. 49) hacer surgir una imagen de contraste y la manera de emplear la sugerencia ennuestro mtodo.A. L..., joven mujer astnica, tiene una representacin de lugar muy iluminado y con

    beneficiosa sensacin de descanso de nimo: no tiene otra imagen ms que la de una luz

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    suave de un blanco dorado. Deseamos que realice la autosugerencia, pero su estado afectivonos parece vago, poco intenso, insuficientemente vinculado a su representacin visual.Deseamos complementar esta imagen demasiado pobre y al mismo tiempo orientar suatencin sobre ella misma. Le proponemos imaginar un jarrn. Este jarrn se le presentacomo memoria de un nfora que acaba de divisar, con su aspecto terroso, en completa

    oposicin con el aspecto inmaterial del lugar que ella tiene imaginado. La mayora de lasveces tal evocacin, en ese momento de la sesin, traera bruscamente al sujeto al estado deconsciencia normal. Este no es el caso, y podemos sugerirle este jarrn para que est en armona con el resto de la imagen. Ella ve inmediatamente un muy bello jarrn de cristal en el sitio del primero. Interrogada sobre la significacin de este jarrn, la joven mujer nos dice : Al mismo tiempotoma conciencia del hecho de que puede efectivamente sentirse realizada puesto que seencuentra, desde hace un momento en un estado muy apacible. Le proponemos darse laorden de recordar inmediatamente, en pensamiento, el jarrn de cristal cada vez que unaidea deprimente se presente. Esta autosugerencia se ha mostrado eficaz; sin embargo estasesin no era ms que la segunda.El lector quiz pensar que basta orientar la atencin de un sujeto para que, todo

    naturalmente, descubra lo que l se propone buscar. En realidad, la experiencia implica dosoperaciones distintas; pero ellas estn a menudo tan inextricablemente unidas que es difcilsepararlas para el anlisis del proceso psicolgico.

    (P. 50) La orientacin de la atencin es una cosa y las condiciones que permiten estaorientacin son otra, bien distinta de la primera, en cuanto a la naturaleza de los hechos psicolgicos.

    En los ejemplos anteriores, estas condiciones son : lailuminancia necesaria para distinguiruna barra de hierro incandescente entre otros objetos ;la idea de nmero que permite a una

    contrariedad rechazada surgir de nuevo ;la idea de si misma, simbolizada por un jarrnvaco , para hacer cesar el sentimiento de falta de plenitud que padece la sujeto.

    La tcnica del aislamiento del objeto propuesta a la atencin, que llamaremos tcnica del, aparece como una de las llaves del anlisis psicolgico.Es gracia al empleo, por cierto emprico, de esta tcnica que el psicoanlisis ha hecho sus

    principales descubrimientos. Pero es tambin porque no han meditado suficientemente laimportancia del contraste psicolgico ni sabido concretar su mecanismo por lo que los psicoanalistas tienen limitado el campo de sus investigaciones no modificando laorientacin de la atencin del sujeto sobre ste mismo.Pidindole a un sujeto rememorarse un sueo, colocndolo previamente en un estado

    prximo al del sueo despierto, el psicoanalista orienta a la vez su atencin y limita elcampo de su observacin, por el entorno mismo del sueo, que es aqu el factor decontraste, o de aislamiento. En otros trminos, si se nos permite tomar esta expresin dellenguaje de la mecnica, el psicoanalista reduce los grados de libertad de la atencin. Lasasociaciones de ideas, que no son ms que un inventario de cosas sobre las cuales puedefijarse la atencin, no pueden ya hacer aparecer ms que las que estn en armona con lasimgenes del sueo en cuestin. ste expresa, la mayora de las veces, la satisfaccin de undeseo instintivo rechazado -haberlo demostrado es el gran mrito del psicoanlisis- y el

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    instinto correspondiente est entre los objetos inventariados; debe pues necesariamenteaparecer en el transcurso de esta bsqueda.

    (P. 51) Si hemos tomado del psicoanlisis el primer ejemplo dado ms arriba, es con el propsito de resaltar lo que tiene de inestimable valor su tcnica, pero tambin, extrado delos hechos, mostrar la insuficiencia de la teora.

    Cuando no se trata ms que de psicoterapia, debemos reconocer que el psicoanlisisalcanza al menos uno de los sntomas del mal.Cuando se trata de extraer de los hechos una teora psicolgica, el psicoanlisis, de su

    propia confesin, queda incompleto. Reduciendo el campo de sus investigaciones al sueo,el psicoanlisis no tiene estudiado del psiquismo del hombre ms que la zona donde seestablece normalmente el contacto entre los impulsos instintivos del subconsciente y laconciencia. Para ampliar el campo de estas bsquedas, justamente es necesario esforzarse por alcanzar la zona psquica donde estos contactos no se establecen ya con unautomatismo tan riguroso; este es precisamente el objetivo de nuestro estudio.De todas maneras hay que reconocer que la afectividad instintiva interviene en muy gran

    nmero de nuestros comportamientos, lo que se comprende, ya que nuestros instintos

    juegan un papel de preservacin en el individuo por lo que debe ejercerse sin interrupcinen el estado normal. Pero rechazamos admitir que la afectividad instintiva est sola alintervenir en nuestra actividad psquica, no haciendo en esto ms que seguir a Freud queexpresamente l mismo lo dice, cuando aade que el es en parte inconsciente; pero l no estudia directamente a este supery inconsciente. Nuestro mtodo permite estaexploracin directa que es de las ms fecundas. Nos alineamos as del lado de los psiclogos que han admitido la existencia de algo de la

    psique que no est nicamente coloreada por el instinto. Lo llamaremos conFreud, o con otro muy distinto nombre como o .Diremos cules son las experiencias -que todo psiclogo podr repetir- que nos obligan aadherirnos a esta hiptesis.

    Para desligar la atencin del sujeto de la zona instintiva, distintamente sobre lo que el psicoanlisis mantiene, el nico medio que

    (P. 52) empleamos es la sugerencia de la ascensin, como ya lo hemos dicho.2 EL AN L I SI S DEL SUEO

    El procedimiento, como en el psicoanlisis, ser el de las libres asociaciones de ideas. Noobstante, los materiales del sueo despierto no son ya los del sueo ordinario y lasdificultades no sern las mismas.Debemos preguntarnos, antes de proseguir, si, realmente, los materiales del sueo

    despierto difieren de los del sueo ordinario. No estaremos engaados por una simpleapariencia: por la novedad de un simbolismo detrs del cual an se escondera unaafectividad de la misma naturaleza que la que se manifiesta en el sueo ordinario?Hemos dado a entender, en efecto, que la sugerencia de la ascensin haca aparecer los

    sentimientos ms elevados del sujeto: todo un mbito de latentes pensamientos que noocupan el campo de la conciencia en el estado de vigilia o durante el sueo. Si esto es as,como se hace que el sujeto los exprese, todava, habiendo recurso al medio arcaico delsmbolo, como en el sueo ordinario?Cuando es cuestin del simbolismo de las imgenes, es necesario precisar el sentido

    atribuido a esta expresin. En su exposicin del Psicoanlisis, Roland Dalbiez (1) hace una

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    crtica del empleo, por Freud, de la palabra smbolo ; muestra que en realidad la imagenonrica no es un smbolo en el sentido habitual de esta palabra y propone los trminosdeefecto-signo y de expresin psquica para designar las imgenes del sueo reveladoras delcontenido psquico latente. No podemos reproducir aqu la discusin de este autor; nos bastar decir que ella se apoya en la observacin de que no hay , mientras que las hay siempre entre la imagen delsueo y el contenido afectivo latente que le ha dado nacimiento. ____ (1) La Mthode Psychanalytique et la Doctrine Freudienne. Descle de Brouwer et Cie, Paris, 1936, Volume II, p.

    161 y sigs. (P. 53) Roland Dalbiez recuerda, adems, que el recurso a la imagen onrica como medio

    de expresin psquica no se produce ms que despus de la , voluntario (caso del psicoanlisis o de nuestro mtodo del sueo despierto oinvoluntario (caso del sueo).En el caso de nuestro mtodo, la inhibicinvoluntaria del psiquismo superior es ms o

    menos completa. Esta es la razn por la que estimamos que las imgenes del sujeto estn enfuncin del grado de inhibicin realizado y que ellas deben ser consideradas unas veces

    comoefectos-signos y otras como a verdaderos smbolos.Propiamente dicho, el recurso al simbolismo es el hecho de un trabajo puramente intuitivodel pensamiento, correspondiente a una actividad total o parcial del psiquismo superior, esdecir, de la facultad de examen reflexivo. Una imagen no puede ser un smbolo ms que enla medida en que la eleccin la hacemos conscientemente.El efecto-signo corresponde a una inhibicin total del psiquismo superior; el modo de

    expresin psquica particular del sueo implica una verdaderaregresin -en el sentido queFreud da a esta palabra-, un retorno a los medios arcaicos de representaciones propias al psiquismo inferior liberado del control de la conciencia. Es en estos medios arcaicos deexpresiones donde lorechazado toma sus disfraces o enmascaramientos para expresarse a pesar de la censura y, en este caso, la imagen onrica es siempre el signo revelador de un

    estado afectivo del que esel efecto.Continuaremos, en consecuencia en esta obra, por emplear la palabra smboloconservndole la significacin amplia que le da Freud y no retomaremos esto ms quecuando lo consideraremos necesario sobre las modalidades de la expresin psquica paradistinguir los casos donde hay verdaderamente regresin y estos en el que el sujeto hace unuso ms o menos consciente del verdadero smbolo a falta de medios ms precisos paraexpresar su intuicin.El sueo, se sabe, favorece el retorno a los medios arcaicos, pero, adems, la censura del

    yo, manteniendo

    (P. 54) los rechazos, obliga al deseo, condenado por la conciencia moral, a realizarse en

    una alucinacin bajo una forma disfrazada, es decir simblica.Si encontramos el smbolo en el sueo despierto, no es en razn de una censura quemantiene el rechazo de las tendencias desaprobadas por el yo?En realidad, es bastante as; es cierto que el sueo despierto est, en las primeras sesiones,

    muy cercano al sueo ordinario y que all encontramos los mismos elementos afectivos.Pero, ms tarde, el sujeto se libera de la zona del sueo ordinario y, sin embargo, laexpresin simblica sigue siendo la norma en las sesiones siguientes. Esto no es ms que alfinal de una prctica de varios aos, cuando la imagen afectiva aparece sin el concurso o la

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    ayuda del smbolo visual.La explicacin debe ser buscada, nos parece, en el estudio del promedio del

    comportamiento moral de los hombres. El hombre se defiende contra todo exceso, ya setrate de lo que le parece ser un exceso de virtud, o un exceso de su egosmo instintivo. Elejercicio de una virtud aparece primero como el sacrificio de las tendencias, juzgadas

    legtimas, antes que ser apreciada como la satisfaccin de las tendencias ms generosas. Elhombre se resiste al sacrificio. Se resiste pues inconscientemente a sus tendencias msgenerosas y se puede atribuir esta resistencia a una especie de rechazo. En este caso, es elinstinto, con el asentimiento del , el que establece su censura contra lo que se le puede llamar nuestro apetito de ideal latente, contra las tendencias del .

    Las dificultades y el resultado del anlisis son pues diferentes cuando se pasa del sueoordinario a un sueo despierto provocado por la sugerencia de la ascensin.Las resistencias, reveladoras de los rechazos, sern en el segundo caso ms fcilmente

    vencidas y ser ms fcil descubrir la tendencia buscada.El psicoanlisis resuelve los complejos, la emocin, mientras que

    nosotros realizaremos una haciendo vivir a nuestros sujetos sentimientosnuevos. La idea de sacrificio de las tendencias -consideradas como legtimas-

    (P. 55) ser sustituida por la visin de la satisfaccin de las tendencias ms nobles, poniendo en movimiento otra concepcin de la felicidad.

    Por eso este mtodo es, ante todo, un mtodo de sublimacin.El psicoanlisis hace revivir el pasado; nosotros anticipamos, por el contrario, con el

    futuro, como lo explicaremos en el captulo IV.Cuando se reemplaza la sugerencia de la ascensin por la del descenso, las diferencias

    entre el sueo ordinario y el sueo despierto son tambin tan acusadas o intensas como enel caso precedente.Las contrasugerencias de proteccin empleadas en este caso son, en el fondo, unas

    imgenesde impunidad , de pureza conservada; ellas permiten al sujeto un trabajo deelaboracin completo de la imagen representativa del estado afectivo estudiado sin que esteestado afectivo -que sera, para l, infinitamente penoso- sea experimentado. Esto es lo queexplica que estas imgenes parezcan absolutamente ajenas al sujeto que permanece por elloinconscientemente bajo el efecto de la previa sugerencia de impunidad.Segn los conceptos de Freud, podramos decir que la censura es completa, lo que evita la

    aparicin de la angustia, o mejor an que la contrasugerencia